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Introducción.
I. LEJOS DE CRISTO NUESTRA VIDA ERA MISERABLE.
A. Ilusión falsa de riqueza: Tu dices soy rico, pero no te das cuenta que eres un
miserable.
B. Subyugados a al reino de las tinieblas.
C. Apartados de la gloria de Dios:
D. Hijos de ira:
E. Desposeídos:
F. Lejos de la familia de Dios.
II. COMO DESCUBRIR QUE SÓMOS ENRIQUECIDOS.
A. Sabiduría espiritual. Santiago 1:17
El principio de una vida sabia es el temor a Dios, es la disposición de obedecer sus
mandamientos. Por ello Santiago dice que la sabiduría que viene de Dios es pura,
que conlleva a una vida que evidencia las virtudes cristianas del Espíritu.
Pablo escribe a una Iglesia que vive en medio de una de las más grandes
metrópolis del Asia Menor y sin duda una ciudad en donde supuestamente era un
centro de sabiduría y conocimiento adelantado en su tiempo. Sin embargo, esa
sabiduría era destructiva en sí para la gente.
Un ejemplo de ello es que una mujer se cambia de sexo para ser un hombre, y
como hombre dice que puede gestar un bebé y añadido a eso reclama su derecho a
abortar. A eso en nuestro tiempo le llaman vivir en la luz y ya no en oscurantismo.
Hoy se reclama verdad, honestidad, amor, respeto, diligencia, etc. Sin embargo, se
deshecha al libro que habla con el fundamento más sólido de estos principios de
vida.
Por ello como Iglesia necesitamos sabiduría espiritual, para aprender a vivir como
hijos de Dios. Biblias de estudio, libros de teología, y materiales que abordan todo
tipo de temas cotidianos abunda, pero sin la sabiduría que viene de Dios todo eso
carece de significado.
Todo esto es para que podamos apreciar y vivir conforma a las riquezas que
tenemos en Cristo.
Primero que tengamos claro a donde vamos: no es un simple escape del infierno,
vamos para poseer una herencia llena de gloria y majestad.
Lo segundo es que podamos apreciar lo que somos en Cristo y podamos vivir como
tales en nuestro diario vivir. Usted es enriquecido para que de su interior broten ríos
de agua viva. Para que sea un mejor esposo o esposa, para que sean mejores
padres, mejores hijos, mejores ciudadanos, mejores profesionales. Para que en
realidad podamos brillar como luminares en medio de una generación maligna y
perversa.