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Análisis criminológico de

los acuerdos reparatorios.


El caso del Estado Aragua, Venezuela

Nelson J. Garrido Albornoz*

RESUMEN
El tema de los acuerdos reparatorios es de reciente data en Venezuela. La
revisión bibliográfica hecha en este trabajo indica que en ese país existe
poca investigación sobre este tópico; de hecho, desde la perspectiva
criminológica de sentido humanista no existen producciones registradas
sobre este tema. Probablemente, el presente es pues uno de los primeros
trabajos que, desde esta visión de la criminología, se presenta en el
contexto venezolano. Para desarrollar el mismo se construyó un marco
teórico en el que se tocaron temas referidos a: la libertad y la tarea de
la criminología humanista; algunas de las características de los acuerdos
reparatorios en Venezuela y sobre los Procesos Alternativos de Resolución
de Conflictos. Los Objetivos Generales del trabajo fueron: describir las
características extrajurídicas dadas en la aplicación de los acuerdos
reparatorios, sucedidos entre los años 2002 y 2004, así como realizar una
serie de sugerencias para mejorar la aplicación de esta fórmula procesal.
Para estudiar el fenómeno se eligió una región del país, específicamente
el Estado Aragua, por razones de viabilidad. Se presentaron así las
estadísticas delictivas de Venezuela y del Estado Aragua, llevadas por el

* Criminólogo. Investigador Invitado del Centro de Investigaciones Penales y Criminológicas


“Héctor Febres Cordero” (CENIPEC). Universidad de los Andes. Miembro del Grupo Estudio
Latinoamericano de Derechos Humanos La Rábida (GELDRA).

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Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas. Luego se procedió


a seleccionar una muestra aleatoria de los Tribunales de Control del
Estado Aragua para, posteriormente, levantar la información de los
acuerdos reparatorios mediante un instrumento de recopilación de datos.
Con éste se analizaron expedientes de cuatro tribunales de control.
Del levantamiento de la información se constató que existen algunas
características extra legales presentes en la celebración de los acuerdos
reparatorios, tales como: la edad del victimario, la cercanía geográfica
de la pareja penal y el hecho de que el delito se cometa sin violencia
física. Se sugiere, al final del trabajo, la necesidad de replantear algunas
formas en la celebración de los acuerdos como, por ejemplo, aclarar
el fenómeno de las “audiencias especiales” así como la reflexión sobre
ciertos lineamientos jurídicos que ponen límites en la aplicación de esta
medida que resulta alternativa a la pena privativa de ese valor individual
que genera tantas controversias: la libertad.

ABSTRACT

The subject concerning to reparatory agreements, is something quite


recent in Venezuela. The bibliographical review done in this paper
indicates that there is few researching on such topic in this country; in fact,
seeing it from the criminological approach of humanist sense, there are
no registered productions about the topic. Probably, from this perspective
of criminology, this paper is then one of the first documents present in
the Venezuelan context. In order to develop this very one, a theoretical
frame was built; in this one, some topics referred to freedom and the
humanist criminology’s task were mentioned; some characteristics of
the reparatory agreements in Venezuela and about the Alternative
Processes of Conflict Resolution. The general aims of the paper were: to
describe the extra juridical characteristics given in the application of the
reparatory agreements happened between the year of 2002 and 2004,
as well as to make a series of suggestions to improve the application of
this prosecutional formula. To study such phenomenon, a region of the
country was chosen, specifically the Aragua State, for reasons of viability.
That way, they presented the criminal statistics of Venezuela and of the
Aragua State, brought by the Penal and Crime Researching Corps. Then,
a random sample was selected from the Aragua State Control Courts
for compiling, subsequently, the information of reparatory agreements
by means of a compilation data instrument. With this one, the files of
four Control Courts were analyzed. From the joint of this information,
we verified that exist some extra legal characteristics present in the

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execution of the reparatory agreements, such as: the aggressor’s age, the
geographical vicinity of the penal couple –the victim and his aggressor–,
and the fact that the crime be committed without physical violence. It is
suggested, at the end of the work, the needing for proposing over again
ways for the execution of the agreements, like clarifying the “special
audiences” phenomenon, so as the reflection on certain juridical outlines
that establish limits on the application of this measure, resulting alternative
to the privative penalty of this individual value that generates so many
controversies: freedom.

PALABRAS CLAVE
Proceso penal; acuerdos reparatorios; libertad; criminología humanista.

SUMARIO

A. Introducción B. Fundamentos teóricos considerados; C. Metodología


Aplicada; D. Datos obtenidos; E. Análisis de los datos; F. Conclusiones.

A. Introducción

1. Planteamiento, justificación y objetivos del trabajo

Desde la incorporación del nuevo texto procesal penal en Venezuela al


conjunto de leyes del mismo, se puede detallar que se han incluido dentro
de él figuras o instituciones que antes no se encontraban en el derogado
Código de Enjuiciamiento Criminal. Una de estas novísimas instancias es la
que se conoce como acuerdos reparatorios, figura ésta que se ubica en los
artículos 40 y 42 del nuevo texto denominado Código Orgánico Procesal
Penal Venezolano (COPP; 2001: 11-12). Tal figura se ha mantenido en el
COPP a pesar de las modificaciones que ha sufrido el mismo desde su
puesta en vigencia en 1998.
La situación descrita anteriormente hace que los acuerdos reparatorios
sean vistos tanto por algunos investigadores así como por varios juristas
como un objeto de estudio. Por ésta, y otras razones que a continuación se
explican, es que se asume tal figura como objeto de análisis del presente
trabajo.
Probablemente la primera idea que se presenta al colocar a los acuerdos
reparatorios como objeto de estudio es que el análisis a realizar aquí fue

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de tipo jurídico, no obstante, se puede pensar que esta figura soporta


investigaciones hechas desde otras perspectivas del conocimiento y ello
se afirma porque tal y como están planteados los acuerdos reparatorios
en el COPP, más específicamente en el artículo 40 del referido texto legal,
éstos pueden ser problematizados de diferente manera. Por ejemplo, se
les pueden ver como una de las figuras que forman parte de los procesos
alternativos de resolución de conflictos pero también se podría afirmar
que en su aplicación son una medida alternativa a la pena privativa de
libertad.
Si ello es así entonces los acuerdos reparatorios toleran análisis de tipo
sociológico, filosófico y/o criminológico, entre otros. Ahora por razones de
respeto hacia otras ciencias, y sobre todo hacia la que nos ocupa aquí, la
presente investigación desarrolla un análisis de los acuerdos reparatorios
desde la perspectiva criminológica.
Pero, ¿bajo qué tendencia criminológica se ha hecho tal análisis en esta
investigación?. La respuesta a esta pregunta se hizo aplicando un descarte de
las diferentes corrientes desarrolladas en la criminología para luego escoger
la más adecuada a nuestros tiempos. Brevemente, si se hacía un análisis
desde la corriente positivista clínica hubiéramos tenido que responder,
probablemente, a la pregunta ¿Cuál es el origen de la conducta delictiva?
Por lo que no resultaba pertinente para los propósitos de este trabajo.
Luego, si se desarrollaba una investigación desde la posición positivista
sociológica se hubiera tenido que responder a preguntas interesantes tales
como ¿Cuál es el impacto de la celebración de los acuerdos reparatorios
en la sociedad? Lamentablemente el responder a esta incógnita resultaba
poco probable para el investigador debido a que la logística que se debía
estructurar para ello le resultaba inviable.
En este punto quedaba por pensar si un trabajo desde la perspectiva
crítica era posible, y se piensa que si; sin embargo era más atractivo realizar
un trabajo desde la perspectiva que algunos autores, como Beristain (2004)
denominan como criminología humanista. El hacer ello suponía dos cosas:
primero, enfrentar la controversia planteada entre la criminología humanista
y/o la criminología de los Derechos humanos y, segundo, vencer la mera
denunciabilidad de las violaciones de Derechos humanos.
Con respecto al primer punto, se puede pensar que la diferencia entre
la criminología humanista y la criminología de los Derechos humanos es de
mera semántica. No obstante se podría decir también que ello no es del todo

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cierto y que esta nueva tendencia en criminología debería denominarse “de


los derechos humanos” para diferenciarse un tanto de la corriente, de los
pensadores y de los postulados que impregnaron a esta ciencia en el siglo
XVIII. Pero, el hacer ello supone, probablemente, realizar un corte entre
un punto histórico y otro, con la intención, al parecer, de diferenciarlos
y reconocerles a otras corrientes sus aportes. Esto, técnicamente, para
unos podría resultar conveniente, sin embargo si reconocemos ello sin la
prudencia necesaria se corre el riesgo de negar el aspecto de lucha histórica
que siempre han tenido los derechos humanos en el mundo, aún antes
de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en las
postrimerías de la Revolución Francesa (ver Berraondo, 2004) y que no
tiene “cortes” históricos.
De manera que se asume aquí que el trabajo a realizar se construye
bajo la perspectiva de la criminología humanista, que no niega el importan­
tísimo aporte que otras corrientes han hecho al quehacer criminológico.
Desde este punto tampoco se desdeña o se deja de lado, la importante
lucha que siglo tras siglo se ha hecho para la lograr el reconocimiento y la
materialización de los derechos humanos en el mundo. Ahora, si éste es
el sentir de la llamada criminología de los derechos humanos, entonces el
problema planteado es, como se dice líneas atrás, meramente semántico.
Con respecto al segundo aspecto a enfrentar aquí, y desde ya se
presentaba como un reto ineludible, era vencer la mera denunciabilidad que
sobre los derechos humanos se hace cotidianamente en nuestro entorno. Es
decir, este primer nivel, que permite varios análisis y un freno a la violación
de los derechos humanos, llámense estos de primera, segunda, tercera o de
cuarta generación, es necesario. Sin embargo el desarrollo de los derechos
humanos en el mundo ofrece hoy por hoy diferentes herramientas para
problematizarlos y argumentar aún más este primer nivel que, se insiste,
es sumamente importante para contextualizar las diferentes problemáticas
planteadas en este terreno pero que, sin embargo, merece ser trabajado
más arduamente.
Otro punto tratado en este trabajo es el relacionado con los acuerdos
reparatorios en Venezuela. En este sentido se puede decir, en principio, que
sobre este tema existen diferentes estudios o planteamientos realizados.
Brevemente se podrían mencionar tres de ellos: el primero realizado
en la Universidad del Zulia, en el seno del Instituto de Criminología “Lola

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Aniyar de Castro”, escrito por Han Chen, Párraga y Giulia (2000: 21- 36)
quienes asomaron algunos aspectos positivos de los acuerdos reparatorios,
entre otras cosas. Puntualmente, estos autores señalaban, por ejemplo, que
la práctica de esta institución podría incidir en una justicia más expedita en
el país, apunte éste interesante si se toma en cuenta que una de las falencias
de nuestro actual sistema de administración de justicia penal es el retardo
procesal.
Un segundo trabajo que podría consultarse es el realizado por Saím
(2001: 343-371) quien tocó el tema críticamente, afirmando, entre otras
cosas, que la fórmula adoptada por el COPP da lugar a que se apliquen tales
medidas en delitos en los que se lesionan o se ponen en peligro otros bienes
jurídicos valiosos para la sociedad y que por ende no deberían proceder.
Es así que en el delito de robo, por ejemplo, donde cabe la posibilidad
de celebrar un acuerdo reparatorio, se ponen en riesgo valores como la
vida, pues cuando sucede este tipo de hechos, explica el autor, se lesiona
intencionalmente el patrimonio de una persona pero además se le causa un
daño físico a la víctima colocando así en peligro la integridad del sujeto. Por
tal razón, y a juicio del autor, el acuerdo reparatorio no debería celebrarse
en estos casos.
Finalmente, un tercer trabajo a leer puede ser el de Pérez Sarmiento
(2003: 56-60), quien haciendo un análisis de los acuerdos reparatorios en
el proceso penal venezolano formula algunas críticas importantes y señala,
entre otros, tres aspectos de interés. El primero de ellos referido al acuerdo
reparatorio que, tal y como esta planteado en el COPP, no es un contrato
civil, advierte el autor, ya que no se constriñe a una de las partes para que
firme y cumpla; el segundo punto señalado, es que el juez es quien decide si
debe aplicar el acuerdo o no y, tercero, existen algunos términos dentro de
la ley que son difíciles de aclarar y que dan lugar a dudas como es el caso
de “bienes jurídicos de carácter patrimonial”.
Ahora, como se observa, los trabajos realizados son escritos desde
una perspectiva jurídica, no obstante no existe en el país un trabajo de
investigación sobre el tema en cuestión desde la perspectiva criminológica
y menos desde la visión humanista planteada aquí. Por tal motivo el
presente podría suponer uno de los pioneros que de este tipo se hiciera en
Venezuela. Ello supone que se estarían realizando, humildemente, aportes
de tipo metodológico, teórico y práctico al área de la criminología y al
sistema que le es común, el de las ciencias penales.

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En este sentido, los objetivos generales a desarrollar aquí fueron dos:


el primero, describir las características que se presentaron, en los últimos
dos años, durante la aplicación de los acuerdos reparatorios, dentro del
proceso penal venezolano, en el Estado Aragua (por la viabilidad de la
investigación) entre los años 2002 y 2004. Luego, como segundo objetivo
general se buscó proponer breves orientaciones para mejorar la aplicación
de los acuerdos reparatorios dentro del proceso penal venezolano.
Para cumplir con estos objetivos generales se desarrollaron tres
objetivos específicos que se enfocaron en: a) Describir las características
que acompañaban la aplicación de los acuerdos reparatorios celebrados
en el Estado Aragua entre los años 2002 – 2004; b) Identificar alguna(s)
característica(s) llamativa(s) durante la aplicación de los acuerdos repa­
ratorios celebrados en el Estado Aragua entre los años 2002 – 2004 y c)
Realizar sugerencias que procuraran el mejoramiento de la aplicación de
los acuerdos reparatorios en el Estado Aragua.

B. Fundamentos teóricos considerados


En este punto fueron considerados cuatro aspectos esenciales para
el desarrollo del trabajo. El primero de ellos se refiere a la libertad y su
relación con la criminología humanista.
Así, se tiene que cuando se habla sobre la libertad se hace alusión
a un valor que, dentro del terreno de acción política y de los derechos
humanos, ha sido sumamente debatido y controvertido. Desde la época de
los filósofos griegos, pasando por el período conocido como la ilustración y
aún llegando a nuestros días se habla y se debate sobre ella. No obstante,
señala Berlin (2004) que si bien cada uno de estos debates resultaron,
y resultan interesantes, la comunidad se puede plantear un par de ideas
claras sobre la libertad.
La primera de las ideas que expone Berlin (Ibídem: 208) es que ésta,
la libertad, no es un valor absoluto, es decir, existen diferentes tipos: así
se puede mencionar que existen la libertad de pensamiento, la libertad de
expresión, etc. En algunas oportunidades una se encuentra íntimamente
relacionada con otra pero pueden diferenciarse en algunos aspectos.
La segunda idea desarrollada por Berlin (Ibídem) y que es, a juicio
de muchos, el punto central de su aportes, no es otra que para valorar
cada una de las libertades es necesario observar cómo se manifiestan,

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cómo se comportan o cómo se caracterizan dos aspectos: la libertad nega­


tiva y la libertad positiva. La primera de ellas, la libertad negativa, se
encuentra caracterizada de la siguiente manera: en ella existe un alto grado
de coacción, una interferencia deliberada de un tercero que, mediante el
uso de la fuerza o medios disuasivos, afecta las acciones del sujeto en un
espacio y tiempo determinado, ello a su vez impide que la acción que el
hombre se ha propuesto desarrollar llegue a su fin, y por ende, se desvíe
hacia otro lugar no previsto.
Para algunos autores, aun los más clásicos como Montesquieu, Locke,
Mill, Constant y para el propio Berlin (Ibídem: 210), esta interferencia
deliberada parece necesaria. Suponen algunos autores que existen hombres
en todas las sociedades que no entienden que sus libertades están limitadas
(como un algo innato del grupo) y por ende deben ser reconducidos para
hacerles entrar en razón pero ¿Cuándo sucede ello? Cuando el hombre,
utilizando o desplegando su libertad, pone en peligro o en riesgo la
libertad de otras personas, o sencillamente la lesiona, o culmina con
otros valores importantes de los demás, como la vida, por ejemplo. En
consecuencia, deben existir mecanismos, un tercero, que prevengan esta
situación y que intervengan para colocar orden en la sociedad, mediante la
aplicación racional de la fuerza y ello debe suceder en un espacio y tiempo
determinado.
Junto con la libertad negativa existe la libertad positiva. Este segundo
tipo de libertad se da cuando el sujeto logra, utilizando la razón, dominar
sus sentimientos y emociones. Ello le permitiría entonces la utilización
correcta y adecuada de cualquiera de sus libertades. Con ello la persona
logra una independencia total y absoluta y puede desplegarla sin ningún
miedo ya que él mismo entiende que debe limitarla cuando pone en riesgo
la libertad de los demás u otros valores importantes del grupo. En esta
circunstancia el sujeto, como lo afirma Berlin (Ibídem: 217 - 220), se vuelve
su propio amo.
Ahora, ¿qué es lo ideal dentro de una sociedad? Lo mejor, señala
Berlin (Ibídem: 231 - 235) es que en una sociedad exista un equilibrio
entre ambas libertades. Ahora, si ello es así vale preguntarse ¿qué libertad
se impone cuando se ejecuta una pena privativa de libertad?
La respuesta a la pregunta anterior pareciera clara: al imponerse la
pena privativa de libertad se usa la libertad negativa, pero ¿sobre qué

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libertad?, como lo afirma la Corte Constitucional Colombiana (citado por


Posada, 2003: 112 - 153) la libertad que se coarta, al imponerle a un sujeto
la pena privativa de libertad, es la libertad de movilizarse de un lugar a
otro. Ello pareciera claro, mas sin embargo, cuando un sujeto ingresa al
recinto carcelario se encuentra que no sólo esta libertad es coartada sino
que también le son cercenadas, entre otras: la libertad de expresión, la
libertad de pensamiento, y se ponen en riesgo y se violan otros valores
importantísimos como la vida.
Ahora. Es sobre esta situación sobre la cual se pronuncia la crimi­
nología humanista, por creer que un sistema carcelario o judicial con
estas características es inaceptable ya que atenta contra la dignidad de
la persona. En consecuencia propone que una de las soluciones a este
problema se basa en la difusión, defensa y materialización de los derechos
humanos contenidos tanto en los distintos instrumentos internacionales
sobre derechos humanos así como en la normativa interna de cada país y
que apunte a este noble fin.
Probablemente, los acuerdos reparatorios, tal y como están planteados
en el COPP, juegan un papel importante en esta tarea. Es decir, su
implementación tal y como se encuentra planteada, supone un equilibrio
entre la libertad negativa y la libertad positiva, y por ende, puede llegar a
actuar a favor de la dignidad del ser humano.
Ello nos permite entrar en el segundo aspecto teórico de la investigación:
la definición y las características de los acuerdos reparatorios. En lo que
se refiere a la definición de esta institución se tiene que los acuerdos
reparatorios son una opción dentro del proceso penal venezolano y a la
cual puede acceder la pareja penal (víctima y victimario) cuando se han
cometido determinados delitos. La idea de celebrar estos acuerdos es
repararle el daño que el victimario le ha ocasionado a la víctima.
En lo que se refiere a las características de los acuerdos reparatorios,
como están planteados en el artículo 40 del COPP (Ibídem), se tiene que
estas se pueden dividir en dos partes: una referida a las características
legales de la institución y la segunda en la que se puede hacer mención a
las características extralegales de esta instancia procesal penal.
En lo que se refiere a las características legales de los acuerdos
reparatorios podrían resaltarse, grosso modo, las siguientes, según el
artículo 40 del COPP (Ibídem): se pueden practicar solamente cuando han

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ocurrido uno de dos tipos de delitos, a saber: delitos contra el patrimonio


o delitos culposos contra las personas, siempre que en estos últimos no
se haya ocasionado la muerte o se haya afectado permanentemente o
gravemente la integridad física de la persona.
Otra característica señalada en el artículo 40 del COPP (Ibídem) es que
los acuerdos reparatorios se celebran entre la víctima y el victimario libre
y conscientemente del acto que van a realizar. Asimismo, a través de éste
el victimario debe reponer pecuniariamente a la víctima por el delito. Al
respecto señala Saím (Ibídem), que ésto pone en desventaja a las personas
que poseen escasos recursos económicos, sin embargo legalmente existe
algún tipo de flexibilidad para que aquellos que no poseen un alto poder
adquisitivo puedan llegar a celebrar y cumplir un acuerdo de este tipo.
Finalmente, ha de señalarse que estos acuerdos reparatorios se aplican
en la fase intermedia del proceso. Sobre este aspecto podría entenderse,
haciendo una interpretación extensiva de la ley, que es posible celebrar un
acuerdo de este tipo en cualquier fase, cosa que resulta cierta, ya que la ley
establece que si el acuerdo reparatorio se celebra en la fase de juicio, y se
cumple efectivamente, la causa penal no se archiva sino que el victimario
queda sujeto(a) al régimen de probación con la medida de suspensión
condicional del proceso, tal y como lo establece el artículo 42 y 43 del
COPP (Ibídem: 12–13).
En lo que se refiere las características extralegales de esta medida se
tiene que la misma le permite al proceso experimentar mayor celeridad;
abarata los costes procesales; a través de él, las víctimas recuperan el
patrimonio perdido; se evita el conflicto interpersonal entre la víctima
y el victimario; se desahogan los tribunales de justicia penal; se evita la
impunidad; se permite al victimario evitar entrar en esas “casa de horror”
que son las cárceles venezolanas; se le reconoce y se le otorga a la víctima
un papel importante dentro del proceso penal. Adicional a ello se podría
decir que la correcta y oportuna práctica de los acuerdos reparatorios es
una salida positiva al problema de lo delictivo donde el Estado tiene gran
parte de responsabilidad.
Se ha mencionado que la práctica de esta medida le permite al victimario
evitar entrar en la cárcel, no obstante, ello no quiere decir que los acuerdos
reparatorios promueven la impunidad. Técnicamente, lo que se propone es
que el sujeto le responda la sociedad (y más a la víctima) por el mal que ha
hecho estando en libertad. Por ésta y otras circunstancias más, es que se

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podría decir que los acuerdos reparatorios son una medida alternativa a la
pena privativa de libertad; parafraseando a Zaffaroni (2004), toda sanción
impuesta, diferente a la cárcel, es a su vez una alternativa a la misma.
En este punto se debe entrar ya en la consideración del tercer aspecto
teórico de la investigación y que está referido al tema de los procesos
alternativos de resolución de conflictos, conocidos también por sus siglas
como PARC. Se entiende aquí que los PARC son estrategias a través de las
cuales se pretende neutralizar, manejar y/o suprimir un conflicto existente
entre dos o más partes con la intención final de establecer la paz en un
lugar y momento determinados.
Josco (199?: 22-28) refiere que las tres estrategias más conocidas y
practicadas son: la mediación, el arbitraje y la negociación. Cada una de
ellas posee características bien específicas, que pueden ser resumidas de la
siguiente manera: en lo que se refiere a la mediación, ésta es una estrategia
que se practica cuando las partes en conflicto ubican a un tercero (mediador),
generalmente neutral al problema, y éste, escuchando a las partes, propone
una salida sui generis al conflicto, la cual no están obligados a acatar o
seguir. Bajo esta experiencia ambas partes ganan y/o ambas partes pierden
de manera que siempre están en igualdad de condiciones.
En lo que se refiere al arbitraje, ésta es una medida que se aprecia
cuando las partes en conflicto buscan a un tercero (llamado árbitro),
igual, neutral ante el problema, y éste, escuchando a las partes, propone
una salida. Pero la salida planteada por el árbitro ya se encuentra pre-
establecida en una regla, en un código, en una norma o una ley. Al igual
que en el caso anterior las partes, habiendo escuchado la salida planteada
pueden decidir acogerse a ello o no.
Luego, la negociación es una estrategia en la que las partes conflictuadas
ubican a un tercero, que es generalmente neutral ante el problema. Este
negociador actúa siguiendo unas reglas pre – establecidas así como aque­
llas que se pueden generar de la misma dinámica del conflicto, que son
también sui generis. Bajo esta medida las partes, moral o éticamente, están
obligadas a seguir la salida planteada, solo que una de ellas se sentirá como
vencedora. Esta alternativa al conflicto se da, casi siempre, cuando existen
grandes intereses económicos de por medio.
Si ello es así, ¿Qué estrategia se asemeja a la práctica de los acuerdos
reparatorios? La respuesta a esta pregunta es medianamente clara; la
práctica de los acuerdos reparatorios se asemeja al arbitraje, ya que partes

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conflictuadas, por un problema delictivo específico, buscan a un tercero


(el juez), quien habiendo escuchado a las partes libre y concientemente
propone una salida (reparación del daño hecho a la víctima) y tal resolución
ya se encuentra planteada en una norma: el COPP. Dada esta situación las
partes pueden decidir si desean seguir la sugerencia planteada o no.

C. Metodología aplicada
La metodología planteada en esta investigación fue evaluativa, en el
sentido que señala Balestrini (2001: 6-7), es decir, ella “... tiene por objeto
medir los efectos de un programa por comparación con las metas que se
propuso alcanzar, a fin de contribuir a la toma de decisiones subsiguientes
acerca de un programa y para mejorar la programación futura.”
Parados sobre este camino se siguieron los siguientes pasos: primero,
se describió cómo se comportaba el fenómeno delictivo relacionado con
el objeto de estudio, esto es, se describió cuantitativamente el fenómeno
de los delitos contra los bienes y los delitos culposos denunciados en
Venezuela; segundo, se hizo lo propio pero en el Estado Aragua; tercero,
se describió el lugar donde son tramitados y practicados los acuerdos
reparatorios en el Estado Aragua, es decir, los tribunales de control, de
aquí se tomó una muestra de tribunales donde se indagó acerca de las
características de los acuerdos reparatorios; cuarto, de éstos se eligió una
muestra estadísticamente representativa, de expedientes tramitados en los
tribunales de control seleccionados anteriormente, a los cuales se les aplicó
un instrumento de recopilación de datos, previamente validado para este
caso, y que recogía datos cuantitativos sobre cuatro aspectos: las víctimas,
los victimarios, los hechos, y datos cualitativos de casos llamativos donde
se hubieran practicado o no acuerdos reparatorios. Finalmente, con todos
estos datos recopilados se exponen los análisis y las conclusiones de la
investigación.

D. Datos obtenidos
1. Cifra de delitos conocidos en Venezuela denunciados ante el
CICPC
En Venezuela existe un registro de datos medianamente confiable a
través del cual se puede conocer el comportamiento del fenómeno delictivo

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del país. Este registro no es otro que la base de datos de delitos que maneja
el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, también
conocido por sus siglas como CICPC.
Este registro agrupa todas las denuncias que son interpuestas ante los
entes de control social formal (Ministerio Público, Guardia Nacional, DISIP,
Policía, etc.). Ahora, el que un delito haya sido denunciado ante un ente de
control social formal no significa que el mismo haya existido en realidad
o que todos lleguen hasta la instancia del juicio o sentencia. No obstante,
este es un registro que le ofrece al investigador una idea somera del
comportamiento delictivo sucedido en un momento y lugar determinados
en el cual uno se puede apoyar pero críticamente.
En este sentido se tiene que el registro de datos del CICPC del que se
dispone, solamente ofrece datos llevados hasta el año 2002 debido a que
sólo esta permitido, por órdenes del Ministro del Interior y Justicia, ofrecer
estos datos a ciertos entes. Sin embargo esta información conseguida ha
sido utilizada para tener, por lo menos, una idea del fenómeno delictivo
relacionado con el objeto de estudio de esta investigación.
Según el CICPC para el año 2002 se colocaron un total de 262.608
denuncias, ante los entes de control social formal, sobre supuestos delitos
cometidos en todo el país. De ellos, 172.002 denuncias fueron hechas sobre
supuestos delitos contra la propiedad, lo que traduce que del total de delitos
denunciados, un 65,50% se corresponden con la modalidad de delitos
contra la propiedad: robo, en todas sus modalidades; hurto, en todas sus
modalidades; estafa, secuestro, apropiación indebida y extorsión.
Luego, en lo que se refiere a los delitos culposos se tiene que, como era
de esperar, de ellos no existe ningún registro en el CICPC, debido a que
la modalidad culposa del delito es una condición que se establece durante
la imputación o la fase del juicio y no cuando se formula una denuncia.
No cabe duda que muchos de los delitos denunciados pueden entrar en
este rubro pero es la autoridad competente (el juez) el que determina esta
condición, y por ende no existen datos numéricos sobre esta situación en
los registros de los entes de control social formal.

2. Cifra de delitos conocidos en el Estado Aragua denunciados


ante el CICPC
En lo que se refiera al Estado Aragua los datos disponibles del
CICPC señalan que en el año 2002 se denunciaron un total de 18.570

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supuestos delitos ante los entes de control social formal. De ellos 11.015 se
correspondían con denuncias sobre delitos contra la propiedad, es decir que
del total de delitos denunciados un 59,33% eran delitos que pertenecían a
este rubro. De igual manera no existen datos sobre delitos culposos por lo
ya expuesto en líneas anteriores.

3. Tribunales de Control del Estado Aragua


En lo que se refiere al lugar o la instancia donde son tramitados los
delitos y donde se celebran los acuerdos reparatorios establecidos en el
artículo 40 del COPP, es decir, los Tribunales de Control, se tiene que en el
Estado Aragua existen un total de 10 tribunales de este tipo. Ahora, según
una selección aleatoria se escogieron cuatro de ellos donde se recopilarían
los datos, a saber: el 2do., el 4to., el 7mo., y el 9no. Tribunal de Control.
Cada uno de estos tribunales maneja un número cuantioso de causas
y lleva un registro estadístico de las mismas, solo que a este registro nada
más pueden tener acceso las personas que laboran dentro del Poder
Judicial y más específicamente, en los tribunales. Tales datos estadísticos
son guardados celosa y sigilosamente por cada uno de los secretarios,
jueces y el presidente del Circuito Judicial del Estado Aragua, en materia
penal. Por tal motivo fue imposible determinar una muestra representativa
de los casos de delitos contra la propiedad y delitos culposos sucedidos en
este lugar.
Sin embargo, los secretarios de cada uno de los tribunales seleccionados
permitieron que se recabaran datos de los expedientes que se habían
decidido en el tribunal y que estaban por ser enviados a juicio o, que en su
defecto, se iban a archivar o estaban ya archivados. Por tal razón la ayuda
de estos funcionarios de la Administración de Justicia Penal del Estado
Aragua fue relevante en la recopilación de datos de esta investigación.
Así, fueron cuatro en total los tribunales de control que formaron parte
de la muestra, donde se revisaron un total de 51 expedientes. De todos
ellos se tiene que el 70,59% fueron delitos sucedidos contra la propiedad y
que el 29,41% se reconocieron como delitos culposos.

4. Características de los expedientes investigados


De todos los expedientes estudiados se tiene que en el 41,18% de
los casos se practicaron acuerdos reparatorios, mientras que en el 58,

122 Enero-Junio 2009 Nuevo Foro Penal, No. 72


Estudios

82% de los casos no se dieron tales acuerdos. Ahora, las características


tomadas por el instrumento de recopilación para cada uno de estos casos
se pueden observar en el siguiente cuadro (no. 01) en el que el SI indica las
características de los expedientes donde se celebraron acuerdos reparatorios
y el NO indica aquellos casos donde ello no fue posible:

CUADRO No. 1. Comparación de los casos donde fue posible celebrar


acuerdos reparatorios y en los que no fue posible celebrar los mismos:

Datos Sí No
28,57% tenían entre 10–16 40% tenían entre
años y 38 – 44 años. 38 – 44 años.
71,42% eran hombres 70% eran hombres
Las víctimas
100% Provenían del 100% provenían del
Edo. Aragua Edo. Aragua
85,71% Hubo una víctima 70% Hubo otras víctimas
57,14% utilizaron 50% utilizaron defensa
defensa privada Priv.-publica
57,14% actuaron 60% actuaron varios
varios victimarios victimarios
Los victimarios 40% tenían una edad 30% tenían una edad
entre 24–30 años entre 24-39 o +45 edad
90% eran de sexo masculino 90% eran de sexo masculino
100% Provenían del 80% Provenían del
Edo. Aragua Estado Aragua
57,14% fueron delitos 80% fueron delitos
contra la propiedad contra la propiedad
57,14% no usaron armas 60% no usaron armas
100% no hubo violencia física 50% si hubo violencia física
Los hechos 100% sucedió en el Estado 100% sucedió en el Estado
71,42% denunció
90% denunció inmediatamente
inmediatamente
71,42% la denuncia la 60% la denuncia la
recibió la policía recibió la policía
80% estaban las partes
71,42% lo propuso la fiscalía
en desacuerdo
Tribunales
28,57% tardó la fiscalía entre 40% tardó la fiscalía entre
y fiscalías
2-5 o +6 meses, en llevar el más de 6 meses en llevar el
caso a primera instancia caso a primera instancia

Enero-Junio 2009 Nuevo Foro Penal, No. 72 123


Análisis criminológico de los acuerdos reparatorios. El caso del Estado Aragua, Venezuela

E. Análisis de los datos


1. Generalidades

El primer punto a tocar en esta discusión es el referido a las estadísticas


delictivas presentadas. Como bien es sabido éstas no escapan al fenómeno
de la conocida cifra negra, definido como aquellos delitos que no son
conocidos o denunciados por o ante los entes de control social formal, tal
y como lo señalan Garrido, Stangeland y Redondo (2001: 139). A conse­
cuencia de ello, es que existen delitos que no son registrados y esto vuelve
o hace dificultoso el análisis de lo delictivo, a la vez que éstos se mantienen
impunes.
De manera que el acercamiento hecho en este estudio no escapa a esta
realidad. Sin embargo, como lo advierte Bergalli (1997:66), la estadística
delictiva sigue siendo, a pesar de sus fallas, una de las herramientas con las
que se cuenta para tener una idea medianamente certera de cómo se está
comportando, o como se ha comportado, el fenómeno delictivo en un lugar
y momento determinado, permitiéndole al investigador trabajar sobre una
base de datos medianamente cierta. En este sentido llama la atención de
las estadísticas manejadas, tanto del país como del Estado Aragua, que la
mayoría de los delitos denunciados en el año 2002 se enmarcan en el rubro
de delitos contra la propiedad, siguiendo así la tendencia señalada en otros
estudios de años anteriores (ver Santos, 1992: 9).
Ello permitiría aseverar entonces que la probabilidad de que se
celebren acuerdos reparatorios es alta. Sin embargo, los datos recopilados
de la muestra indican que ello no es del todo cierto ya que los acuerdos
sucedieron en apenas un 40% de los casos llevados a primera instancia,
aproximadamente.

2. Características asociadas a la aplicación de los acuerdos


reparatorios celebrados en el Estado Aragua entre los años
2002–2004
Según el estudio realizado, se observó que la celebración de los
acuerdos reparatorios se dió en presencia de las siguientes características
extrajurídicas:
Cuando la mayoría de las víctimas tenían entre 10 a 16 años de edad
o cuando éstas tenían entre 38 a 44 años de edad.

124 Enero-Junio 2009 Nuevo Foro Penal, No. 72


Estudios

Cuando la mayoría los victimarios tenían entre 14 y 30 años de edad.


Un número alto de los victimarios señaló no tener trabajo. Este dato
así visto resulta interesante ya que a pesar de ello el victimario cumplió con
el acuerdo, es decir, asumió de una u otra manera su responsabilidad en el
cumplimiento de la decisión.
Todas las víctimas y victimarios señalaron vivir en el Estado Aragua,
lo que sugiere que, probablemente, la cercanía de la pareja penal es impor­-
tante a la hora de celebrar o no un acuerdo. Esto permite suponer que el
control informal surgido de esta situación podría estar incidiendo posi­
tivamente en la celebración de los acuerdos reparatorios.
En la mayoría de los casos hubo una sola víctima, de lo que se infiere
que en ellos el arbitraje y los acuerdos fueron desarrollados sin mayor
dificultad.
De igual manera, en la mayoría de los casos el victimario utilizó los
servicios de abogados privados, probablemente porque éstos suelen ser
un tanto más eficientes que los abogados públicos por el volumen de casos
que ocupan a estos últimos, razones éstas que obedecen a hechos no
jurídicos.
Ahora, en lo que se refiera a las características llamativas anotadas para
la investigación parece importante resaltar tres aspectos: Primero, que casi
la mitad de las personas estuvieron detenidas, ello hace que probablemente
algunos hayan sufrido algún efecto de prisionización, es decir, adquisición
de ciertos patrones o rutinas carcelarias, muchas antisociales, como forma
de vida. Segundo, hay casos de robo en los que se celebraron acuerdos
reparatorios, contraviniendo la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia
(2002) en la que se señala que en estos casos no se puede hacer ello, lo que
demuestra, probablemente, que la aplicación o no de un acuerdo depende
más de la circunstancia que se presente en cada caso.
Como tercer punto se debe anotar que hay jueces que practican
audiencias especiales con la intención de que las partes lleguen a un acuerdo
antes o durante la audiencia preliminar. Ello no se encuentra previsto en el
COPP, en ningún artículo, sin embargo tampoco está prohibido por lo que
la interpretación extensiva de éste, para aplicar una medida alternativa,
parece de lo más adecuada.
Ahora, no se quiere decir aquí que el juez, el fiscal o el defensor, obser­
van estas características para poder aplicar o no un acuerdo. Sencillamente

Enero-Junio 2009 Nuevo Foro Penal, No. 72 125


Análisis criminológico de los acuerdos reparatorios. El caso del Estado Aragua, Venezuela

se cree que estas se han dado espontáneamente durante el proceso y lo


que se hace aquí es describir algunas de éstas.

3. Algunas fallas del sistema encontradas durante la aplicación


de los acuerdos reparatorios celebrados en el Estado Aragua
entre los años 2002 – 2004
Específicamente se han identificado dos fallas generales: primero, que
el tiempo que les llevó a algunos fiscales para presentar el caso a primera
instancia ha sido de seis meses, lo que se traduce en un retardo procesal
importante y si a ello le añadimos que algunos de los procesados estuvieron
detenidos la cuestión se vuelve más grave aún. Segundo, hubo algunos
casos donde las partes consensuadamente habían decidido celebrar un
acuerdo reparatorio pero el juez decidió no realizarlo, de manera que la
neutralidad que debía observar este funcionario en estos casos, necesario
para un proceso justo y apegado a derecho, no existió.
4. Algunas soluciones propuestas, surgidas de la dinámica
tribunalicia, para mejorar la aplicación de los acuerdos
reparatorios en el Estado Aragua
Lo primero que se debe mencionar es que en muchos casos los
operadores del sistema, llámense jueces, fiscales o defensores, deben seguir
preparándose como mediadores o árbitros pero además deben poner en
práctica los conocimientos adquiridos como tales, ya que existe un número
significativo de casos en los que se pueden celebrar acuerdos reparatorios
y no se hace y se cree que es, en parte, por esta razón.
Algunas de las dificultades que se tuvieron para recopilar los datos
parecieran indicar que existe un abarrotamiento del sistema de admi­
nistración de justicia en lo que se refiere a casos por resolver. En consecuencia
el sistema se torna inhumano tanto para quienes administran o trabajan en
el sistema como para quienes son tratados por el mismo.
Se vuelve necesario, como lo advierten Hulsamn y Celis (op. cit.),
mantener la mente abierta al cambio, ello con la intención de poder romper
con los paradigmas que nos atan a visiones y prácticas poco progresistas.
De manera que es esta actitud la que podría permitirnos acercarnos y
penetrar en importantes transformaciones de los sistemas en los que nos
movemos y desenvolvemos, como ha sucedido en algunos casos donde se
han aplicado los acuerdos reparatorios.

126 Enero-Junio 2009 Nuevo Foro Penal, No. 72


Estudios

F. Conclusiones

Ya en este punto se recopilan algunas de las cosas más importantes
dichas anteriormente: primero, que las características más llamativas de
la celebración de los acuerdos reparatorios es que las víctimas, de sexo
masculino, parecieran haber tenido menos problemas para celebrar un
acuerdo reparatorio. Luego, que la proximidad de la pareja penal pareciera
que es un factor importante sobre todo a la hora de plantear el cumplimiento
de este tipo de acuerdo.
Asimismo, resultó mucho más fácil el llegar a un acuerdo reparatorio
cuando existía una sola víctima, probablemente porque allí el arbitraje
no era muy dificultoso y resultaba efectivo. Otro aspecto que pudo haber
ayudado en el arbitraje es el hecho de que el delito, sea cual fuere, se
hubiera cometido sin violencia, esto es, sin la utilización de ningún tipo
de arma o de coacción hacia la victima. De igual manera se registraron
algunos casos de robo donde se celebraron acuerdos reparatorios lo que
deja entrever la intención, por parte de algunos operadores de justicia, de
aplicar una política criminal al servicio de los derechos humanos que se
ajusta a cada caso en su justa dimensión.
Segundo, a pesar de lo dicho anteriormente resulta necesario recalcar
la idea de que es fundamental seguir preparando a los operadores de justicia
y evaluarlos en la práctica de estos conocimientos impartidos. Ello con la
intención de ver si de verdad nos acercamos, o por lo menos rozamos, un
sistema de administración de justicia penal verdaderamente humanitario.
Tercero, se cree que los acuerdos reparatorios apuntan a la libertad
positiva. El hecho de que muchos de los sujetos hayan cumplido al repararle
a la víctima el daño hecho, aún prorrogando el lapso legal para lograr
esta meta, pareciera que apunta sobre la verdadera concientización del
victimario, quien, utilizando su libertad lo hace para resarcir el daño causado
y para, probablemente, no repetir el acto delictivo en otra oportunidad.
Finalmente habría que decir que hace falta ahondar en la problemática
de los acuerdos reparatorios insistiendo en tocar aspectos tales como: que
se trabaje con una muestra más representativa de casos a analizar; que se
establezca la relación estadística de cada una de las variables intervinientes
en los acuerdos reparatorios así como observar y estudiar el comportamiento
del objeto de estudio en otras partes del país y/o de Latinoamérica.

Enero-Junio 2009 Nuevo Foro Penal, No. 72 127


Análisis criminológico de los acuerdos reparatorios. El caso del Estado Aragua, Venezuela

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