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La escuela moderna

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La escuela moderna

de

Francisco Ferrer y Guardia

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Índice

2
I. Explicación preliminar

II. La señorita Meunier

III. Responsabilidad aceptada

IV. Programa primitivo

V. Coeducación de ambos sexos

VI. Coeducación de las clases


sociales

VII. Higiene escolar

VIII. El profesorado

IX. La renovación de la escuela

X. Ni premio ni castigo

XI. Laicismo y biblioteca

XII. Conferencias dominicales

XIII. Resultados positivos

XIV. En legítima defensa

XV. Ingenuidad infantil

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XVI. Boletín de la Escuela
Moderna

XVII. Clausura de la Escuela


Moderna

(1908)

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Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.I.

EXPLICACIÓN PRELIMINAR

Mi participación en las luchas de fines del pasado siglo


sometieron a prueba mis convicciones.

Revolucionario inspirado en el ideal de justicia, pensando


que la libertad, la igualdad y la fraternidad eran el corolario
lógico y positivo de la República, y, dominado por el
prejuicio generalmente admitido, no viendo otro camino
para la consecución de aquel ideal que la acción política,
precursora de la transformación del régimen gubernamental,
a la política republicana dediqué mis afanes.

Mi relación con D. Manuel Ruiz Zorrilla, que podía


considerarse como centro de acción revolucionaria, me
puso en contacto con muchos revolucionarios españoles y
con muchos y notables republicanos franceses, y su
frecuentación me causó gran desengaño : en muchos ví
egoísmos hipócritamente disimulados; en otros que
reconocí como más sinceros sólo hallé ideales insuficientes,
en ninguno reconocí el propósito de realizar una
transformación radical que, descendiendo hasta lo profundo
de las causas, fuera garantía de una perfecta regeneración
social.

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La experiencia adquirida durante mis quince años de
residencia en París, en que presencié las crisis del
boulangismo, del dreyfusismo y del nacionalismo, que
constituyeron un peligro para la República, me
convencieron de que el problema de la educación popular
no se hallaba resuelto, y no estándolo en Francia, no podía
esperar que lo resolviera el republicanismo español, toda
vez que siempre había demostrado deplorable
desconocimiento de la capital importancia que para un
pueblo tiene el sistema de educación.

Imagínese lo que sería la presente generación si el partido


republicano español, después del destierro de Ruiz Zorrilla,
se hubiera dedicado a fundar escuelas racionalistas al lado
de cada comité, de cada núcleo librepensador o de cada
logia masónica; si en lugar de preocuparse los presidentes,
secretarios y vocales de los comités del empleo que habrían
de ocupar en la futura república hubieran trabajado
activamente por la instrucción popular, cuánto se hubiera
adelantado durante treinta años en las escuelas diurnas para
niños y en las nocturnas para adultos.

¿Se contentaría en ese caso el pueblo enviando diputados al


Parlamento que aceptan una ley de Asociaciones presentada
por los monárquicos?

¿Se limitaría el pueblo a promover motines por la subida


del precio del pan, sin rebelarse contra las privaciones
impuestas al trabajador a causa de la abundancia de lo

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superfluo de que gozan los enriquecidos con el trabajo
ajeno?

¿Haría el pueblo raquítico motines contra los consumos en


vez de organizarse para la supresión de todo privilegio
tiránico?

Mi situación como profesor de idioma español en la


Asociación Fílotécnica y en el G. O. de Francia me puso en
contacto con personas de todas clases, tanto en concepto de
carácter propio como en el de su posición social, y
examinadas con la idea de ver que prometían respecto de
influir en el gran conjunto, sólo ví gente dispuesta a sacar el
mejor partido posible de la vida en sentido individual: unos
estudiaban el idioma español para proporcionarse un avance
en su profesión, otros para estudiar la literatura española y
perfeccionarse en su carrera, algunos hasta para
proporcionarse mayor intensidad en sus placeres viajando
por los países en que se habla el idioma.

A nadie chocaba el absurdo dominante por la incongruencia


que existe entre lo que se cree y lo que se sabe, ni nadie
apenas se preocupaba de dar una forma racional y justa a la
solidaridad humana, que diera a todos los vivientes en cada
generación la participación correspondiente en el
patrimonio creado por las generaciones anteriores.

Ví el progreso entregado a una especie de fatalidad,


independiente del conocimiento y de la bondad de los

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hombres, y sujeto a vaivenes y accidentes en que no tiene
participación la acción de la conciencia ni de la energía
humanas. El individuo, formado en la familia con sus
desenfrenados atavismos, con los errores tradicionales
perpetuados por la ignorancia de las madres, y en la escuela
con algo peor que el error, que es la mentira sacramental
impuesta por los que dogmatizan en nombre de una
supuesta revelación divina, entraba en la sociedad
deformado y degenerado, y no podía exigirse de él, por
lógica relación de causa a efecto, más que resultados
irracionales y perniciosos.

Mi trato con las personas de mi relación, inspirado siempre


en la idea de proselitismo, se dirigía a juzgar la utilidad de
cada una desde el punto de vista de mi ideal, y no tardé en
convencerme de que con los políticos que rodeaban a D.
Manuel no se podía contar para nada; a mi juicio,
perdónenme las honrosas excepciones, eran arrivistas
impenitentes. Esto dió lugar a cierta expresión que,
circunstancias graves y tristes para mí, quiso explotar en mi
perjuicio la autoridad judicial. D. Manuel, hombre de alteza
de miras y no suficientemente prevenido contra las miserias
humanas, solía calificarme de anarquista cada vez que me
veía exponer una solución lógica, y por tanto radical
siempre, opuesta a los arbitrios oportunistas y a los
radicalismos de oropel que presentaban los revolucionarios
españoles que le asediaban y aun explotaban, lo mismo que
a los republicanos franceses, que seguían una política de
beneficio positivo para la burguesía y que huían de lo que
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pudiera beneficiar al proletariado desheredado, pretextando
mantenerse a distancia de toda utopía.

Resumiendo y concretando: durante los primeros años de la


restauración conspiraron con Ruiz Zorrilla hombres que
después se han manifestado convencidos monárquicos
desde el banco azul; y aquel hombre digno que mantenía
viva la protesta contra el golpe de Estado del 3 de enero de
1874, cándido por demasiado honrado, se confió a aquellos
falsos amigos, resultando lo que con harta frecuencia resulta
entre políticos, que la mayoría abandonó al caudillo
republicano para aceptar una cartera o un puesto elevado, y
sólo pudo contar con la adhesión de los que por dignidad no
se venden, pero que por preocupaciones carecen de lógica
para elevar su pensamiento y su energía para activar su
acción.

A no haber sido por Asensio Vega, Cebrián, Mangado,


Villacampa y pocos más, D. Manuel hubiera sido juguete
durante muchos años de ambiciosos y especuladores
disfrazados de patriotas.

En su consecuencia limité mi acción a mis alumnos,


escogiendo para mis experimentos a aquellos que me
parecieron más apropiados y mejor dispuestos.

Con la percepción clara del fin que me proponía, y en


posesión de cierto prestigio que me daba mi posición de
maestro y mi carácter expansivo, cumplidos mis deberes

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profesionales, hablaba con mis alumnos de diversos
asuntos; unas veces sobre costumbres españolas, otra sobre
política, religión, arte, filosofía, y siempre procuraba
rectificar los juicios emitidos en lo que pudieran tener de
exagerados o de mal fundados, o bien hacía resaltar el
inconveniente que existe en someter el criterio propio al
dogma de secta, de escuela o de partido, lo que por
desgracia está tan generalizado, y de ese modo obtenía con
cierta frecuencia que individuos distanciados por su credo
particular, después de discutir, se acercasen y concordasen,
saltando sobre creencias antes indiscutidas, y aceptadas por
fe, por obediencia o por simple acatamiento servil, y por
ello mis amigos y alumnos se sentían dichosos por haber
abandonado un error vergonzoso y haber aceptado una
verdad cuya posesión eleva y dignifica.

La severidad de la lógica, aplicada sin censura y con


oportunidad, limó asperezas fanáticas, estableció concordias
intelectuales y quién sabe hasta qué punto determinó
voluntades en sentido progresivo.

Librepensadores opuestos a la Iglesia y que transigían con


las aberraciones del Génesis, con la inadecuada moral del
Evangelio y hasta con las ceremonias eclesiásticas;
republicanos más o menos oportunistas o radicales que se
contentaban con la menguada igualdad democrática que
contiene el título de ciudadanía, sin afectar lo más mínimo a
la diferencia de clases; filósofos que pretendían haber
descubierto la causa primordial entre laberintos metafísicos,

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fundando la verdad sobre una vana fraseología, todos
pudieron ver el error ajeno y el propio; todos o la mayor
parte se orientaron hacia el sentido común.

Llevado por las alternativas de mi vida lejos de aquellos


amigos, algunos me enviaron la expresión de su amistad al
fondo del calabozo donde esperaba la libertad confiado en
mi inculpabilidad; de todos espero buena y eficaz acción
progresiva, satisfecho por haber sido la causa determinante
de su racional orientación.

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Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.II.

LA SEÑORITA MEUNIER

Entre mis alumnos e contaba la señorita Meunier, dama


rica, sin familia, muy aficionada a los viajes, que estudiaba
el español con la idea de realizar un viaje a España.

Católica convencida y observante escrupulosamente nimia,


para ella la religión y la moral eran una misma cosa, y la
incredulidad, o la impiedad, como se dice entre creyentes,
era señal evidente de inmoralidad, libertinaje y crimen.

Odiaba a los revolucionarios, confundía con el mismo


inconsciente e irreflexivo sentimiento todas las
manifestaciones de la incultura popular, debido entre otras
causas de educación y de posición social, a que recordaba
rencorosamente que en los tiempos de la Commune había
sido insultada por los pilluelos de París yendo a la iglesia en
compañía de su mamá.

Ingenua y simpática y poco menos que sin consideración


alguna a antecedentes, accesorios y consecuencias, exponía
siempre sin reserva lo absoluto de su criterio, y muchas
veces tuve ocasión de hacerle observar prudentemente sus
erróneos juicios.

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En nuestras frecuentes conversaciones evité dar a mi
criterio un calificativo, y no vió en mí el partidario ni el
sectario de opuesta creencia, sino un razonador prudente
con quien tenía gusto en discutir.

Formó de mí tan excelente juicio que, falta de afectos


íntimos por su aislamiento, me otorgó su amistad y absoluta
confianza, invitándome a que la acompañara en sus viajes.

Acepté la oferta y viajamos por diversos países, y con mi


conducta y nuestras conversaciones tuvo un gran
desengaño, viéndose obligada a reconocer que no todo
irreligioso es un perverso ni todo ateo un criminal
empedernido, toda vez que yo, ateo convencido, resultaba
una demostración viviente contraria a su preocupación
religiosa.

Pensó entonces que mi bondad era excepcional, recordando


que se dice que toda excepción confirma la regla; pero ante
la continuidad y la lógica de mis razonamientos hubo de
rendirse a la evidencia; y si bien respecto de religión le
quedaron dudas, convino en que una educación racional y
una enseñanza científica salvarían a la infancia del error,
darían a los hombres la bondad necesaria y reorganizarían
la sociedad en conformidad con la justicia.

Le impresionó extraordinariamente la sencilla


consideración de que hubiera podido ser igual a aquellos
pilluelos que la insultaron si a su edad se hubiera hallado en

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las mismas condiciones que ellos. Así como, dado su
prejuicio de las ideas innatas, no pudo resolver a su
satisfacción este problema que le planteé: Suponiendo unos
niños educados fuera de todo contacto religioso, ¿qué
tendrían de la divinidad al entrar en la edad de la razón?

Llegó un momento que me pareció que se perdía el tiempo


si de las palabras no se pasaba a las obras. Estar en posesión
de un privilegio importante, debido a lo imperfecto de la
organización de la sociedad y al azar del nacimiento,
concebir ideas regeneradoras y permanecer en la inacción y
en la indiferencia en medio de una vida placentera, me
parecía incurrir en una responsabilidad análoga a la en que
incurriría el que viendo a un semejante en peligro e
imposibilitado de salvarse no le tendiera la mano. Así dije
un día a la señorita Meunier:

-Señorita: hemos llegado a un punto en que es preciso


determinarnos a buscar una orientación nueva. El mundo
necesita de nosotros, reclama nuestro apoyo, y en
conciencia no podemos negárselo. Paréceme que emplear
en comodidad y placeres recursos que forman parte del
patrimonio universal, y que servirían para fundar una
institución útil y reparadora, es cometer una defraudación,
y esto, ni en concepto de creyente ni en el de librepensador
puede hacerse. Por tanto, anuncio a usted que no puede
contar conmigo para los viajes sucesivos. Yo me debo a mis
ideas y a la humanidad, y pienso que usted, sobre todo

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desde que ha reemplazado su antigua fe por un criterio
racional, debe sentir igual deber.

Esta decisión le sorprendió, pero reconoció su fuerza, y sin


más excitación que su bondad natural y su buen sentido,
concedió los recursos necesarios para la creación de una
institución de enseñanza racional: la Escuela Moderna,
creada ya en mi mente, tuvo asegurada su realización por
aquel acto generoso.

Cuanto ha fantaseado la maledicencia sobre este asunto,


desde que me ví obligado a someterme a un interrogatorio
judicial, es absolutamente calumnioso.

Se ha supuesto que ejercí sobre la señorita Meunier poder


sugestivo con un fin egoísta; y esta suposición, que puede
ofenderme, mancilla la memoria de aquella digna y
respetable señorita y es contraria a la verdad.

Por mi parte no necesito justificarme. Confío mi


justificación a mis actos y a mi vida, al severo juicio de los
imparciales; pero la señorita Meunier es merecedora del
respeto de las personas de recta conciencia, de los
emancipados de la tiranía dogmática y sectaria, de los que
han sabido romper todo pacto con el error, de los que no
someten la luz de la razón a las sombras de la fe ni la digna
altivez de la libertad a la vil sumisión de la obediencia.

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Ella creía con fe honrada: se le había enseñado que entre la
criatura y el criador había una jerarquía de mediadores a
quienes debía obedecer, y una serie de misterios,
compendiados en los dogmas impuestos por una
corporación denominada la Iglesia, instituída por un dios, y
en esa creencia descansaba con perfecta tranquilidad.

Oyó mis manifestaciones, consideraciones y consejos, no


como indicaciones directas, sino como natural respuesta y
réplica a sus intentos de proselitismo; y vió luego que, por
falta de lógica, puesto que anteponía la fe a la razón,
fracasaban sus débiles razonamientos ante la fuerte lógica
de los míos.

No pudo tomarme por un demonio tentador, toda vez que de


ella partió el ataque a mis convicciones, sino que hubo de
considerarse vencida en la lucha entre su fe y su misma
razón, despertada por efecto, de la imprudencia de negar la
fe de un contrario a sus creeencias y querer atraérsele.

En su ingenua sencillez llegó a disculpar a los pilluelos


comunalistas como míseros e ineducados, frutos de
perdición, gérmenes del crimen y perturbadores del orden
social por culpa del privilegio, el cual, frente a tanta
desgracia, permite que vivan improductivos y disfrutando
de grandes riquezas otros no menos perturbadores que
explotan la ignorancia y la miseria, y pretenden seguir
gozando eternamente, en una vida ultraterrena, los placeres

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terrenales mediante el pago de ceremonias rituales y obras
de caridad.

El premio a la virtud fácil y el castigo al pecado imposible


de rechazar sublevó su conciencia y enfrió su religiosidad,
y, queriendo romper su cadena atávica que tanto dificulta
toda renovación, quiso contribuir a la institución de una
obra redentora que pondría a la infancia en contacto con la
naturaleza y en condiciones de utilizar sin el menor
desperdicio el caudal de conocimientos que la humanidad
viene adquiriendo por el trabajo, el estudio, la observación
y la metodización de las generaciones en todo tiempo y
lugar.

De ese modo, pensó que por obra de una sabiduría infinita


oculta a nuestra inteligencia tras el misterio, o por el saber
humano, obtenido por el dolor, la contradicción y la duda,
lo que haya de ser será, quedándole como satisfacción
íntima y justificación de conciencia la idea de haber
contribuído con la cesión de parte de sus bienes a una obra
extraordinariamente trascendental.

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Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.III.

RESPONSABILIDAD ACEPTADA

En posesión de los medios necesarios a mi objeto, pensé sin pérdida de tiempo en llevarle
a la práctica.

Llegado el caso de haber de salir de las vaguedades de una aspiración no bien definida aun,
hube de pensar en precisarla, hacerla viable, y al efecto, reconociendo mi competencia
respecto de la técnica pedagógica, pero no confiando demasiado en las tendencias
progresivas de los pedagogos titulares, considerándolos ligados en gran parte por
atavismos profesionales o de otra especie, me dediqué a buscar la persona competente que
por sus conocimientos, su práctica y su elevación de miras coincidiera con mis
aspiraciones y formulara el programa de la Escuela Moderna que yo había concebido y que
había de ser, no el tipo perfecto de la futura escuela de la sociedad razonable, sino su
precursora, la posible adaptación racional al medio, es decir, la negación positiva de la
escuela del pasado perpetuada en lo presente, la orientación verdadera hacia aquella
enseñanza integral en que se iniciará a la infancia de las generaciones venideras, en el más
perfecto esoterismo científico.

Persuadido de que el niño nace sin idea preconcebida, y de que adquiere en el transcurso
de su vida las ideas de las primeras personas que le rodean, modificándolas luego por las
comparaciones que de ellas hace y según sus lecturas, observaciones y relaciones que le
procura el ambiente que le rodea, es evidente que si se educara al niño con nociones
positivas y verdaderas de todas las cosas, y se le previniera que para evitar errores es
indispensable que no se crea nada por fe sino por experiencia y por demostración racional,
el niño se haría observador y quedaría preparado para toda clase de estudios.

Hallada la persona buscada, mientras ésta trazaba las primeras líneas del plan para su
realización, se practicaron en Barcelona las diligencias necesarias para la creación del
establecimiento: designación del local, su preparación, compra del material, su colocación,
personal, anuncios, prospectos, propaganda, etc., y en menos de un año, a pesar del abuso
de confianza de cierto sujeto que aceptó mi encargo y me puso en grave peligro de fracaso,
todo quedó dispuesto, siendo de notar que al principio hube de luchar con no pocas
dificultades, presentadas, no por los enemigos de la enseñanza racional, sino por cierta
clase de arbitristas que me ofrecían como producto de su saber y de su experiencia
indicaciones y consejos que no podían considerarse más que como manifestación de sus
preocupaciones. Así, por ejemplo, hubo quien, inspirado en mezquindades de patriotismo
regional, me propuso que la enseñanza se diera en catalán empequeñeciendo la humanidad
y el mundo a los escasos miles de habitantes que se contienen en el rincón formado por
parte del Ebro y los Pirineos. Ni en español la establecería yo -contesté al fanático

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catalanista, -si el idioma universal, como tal reconocido, lo hubiera ya anticipado el
progreso. Antes que el catalán, cien veces el esperanto.

Este incidente me confirmó más y más en mi propósito de no someter lo culminante de mi


plan al prestigio de personas ilustradas, que con toda su fama no adelantan un paso
voluntariamente en la vía progresiva.

Me sentía bajo el peso de una responsabilidad libremente aceptada y quise cumplirla a


satisfacción de mi conciencia.

Enemigo de la desigualdad social, no me limité a lamentarla en sus efectos, sino que quise
combatirla en sus causas, seguro de que de ese modo se ha de llegar positivamente a la
justicia, es decir, a aquella ansiada igualdad que inspira todo afán revolucionario.

Si la materia es una, increada y eterna; si vivimos en un cuerpo astronómico secundario,


inferior a incontable número de mundos que pueblan el espacio infinito, como se enseña en
la Universidad y pueden saber los privilegiados que monopolizan la ciencia universal, no
hay razón ni puede haber pretexto para que en la escuela de primeras letras, a que asiste el
pueblo cuando puede asistir a ella, se enseñe que Dios hizo el mundo de la nada en seis
días, ni toda la colección de absurdos de la leyenda religiosa.

La verdad es de todos y socialmente se debe a todo el mundo. Ponerle precio, reservarla


como monopolio de los poderosos, dejar en sistemática ignorancia a los humildes y, lo que
es peor, darles una verdad dogmática y oficial en contradicción con la ciencia para que
acepten sin protesta su ínfimo y deplorable estado, bajo un régimen político democrático
es una indignidad intolerable, y, por mi parte, juzgo que la más eficaz protesta y la más
positiva acción revolucionaria consiste en dar a los oprimidos, a los desheredados y a
cuantos sientan impulsos justicieros esa verdad que se les estafa, determinante de las
energías suficientes para la gran obra de la regeneración de la sociedad.

He aquí la primera noticia de la existencia de la Escuela Moderna lanzada al público:

PROGRAMA

La misión de la Escuela Moderna consiste en hacer que los niños y niñas que se le confíen
lleguen a ser personas instruídas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio.

Para ello, sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales.

Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la
totalidad del propio valer individual no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que,
como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad.

Enseñará los verdaderos deberes sociales, de conformidad con la justa máxima: No hay
deberes sin derechos; no hay derechos sin deberes.

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En vista del buen éxito que la enseñanza mixta obtiene en el extranjero, y, principalmente,
para realizar el propósito de la Escuela Moderna, encaminado a preparar una humanidad
verdaderamente fraternal, sin categoría de sexos ni clases, se aceptarán niños de ambos
sexos desde la edad de cinco años.

Para completar su obra, la Escuela Moderna se abrirá las mañanas de los domingos,
consagrando la clase al estudio de los sufrimientos humanos durante el curso general de la
historia y al recuerdo de los hombres eminentes en las ciencias, en las artes o en las luchas
por el progreso.

A estas clases podrán concurrir las familias de los alumnos.

Deseando que la labor intelectual de la Escuela Moderna sea fructífera en lo porvenir,


además de las condiciones higiénicas que hemos procurado dar al local y sus
dependencias, se establece una inspección médica a la entrada del alumno, de cuyas
observaciones, si se cree necesario, se dará conocimiento a la familia para los efectos
oportunos, y luego otra periódica, al objeto de evitar la propagación de enfermedades
contagiosas durante las horas de vida escolar.

En la semana que precedió la inauguración de la Escuela Moderna, invité a la prensa local


que visitara su instalación para su anuncio al público, y como recuerdo y hasta como
documento histórico, incluyo la siguiente reseña que del acto dió El Diluvio:

ESCUELA MODERNA

Galantemente invitados, tuvimos el gusto de asistir a la inauguración de la nueva escuela


Bailén.

El porvenir ha de brotar de la escuela. Todo lo que se edifique sobre otra base es construi
servir de cimiento a los baluartes de la tiranía que a los alcázares de la libertad. De este p

Por esto nos congratulamos al ver que hombres patriotas y humanitarios, comprendiendo
gobiernos tienen sistemáticamente preterida y los pueblos confiada a sus eternos enemigo
Escuela Moderna, la verdadera escuela, que no puede consistir en la satisfacción de inter
el presente, sino en la creación de un ambiente intelectual donde las generaciones recién
adelantos que aporta sin cesar la corriente del progreso.

Mas esta finalidad no puede lograrse sino por la iniciativa privada. Las instituciones histó
pequeñeces del presente, no pueden llenar esta hermosa función. A las almas nobles, a lo
por donde se han de deslizar las nuevas generaciones a más felices destinos.

Esto han hecho, o por lo menos intentan, los fundadores de la modesta Escuela Moderna
por los que han de regirla y por los que se interesan en su desenvolvimiento. No se trata d

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exhibiciones de esta índole, sino de un ensayo pedagógico, cuyo tipo sólo encontraríamo
si lo hubiésemos de buscar en nuestra patria.

Brillantemente lo expuso el Sr. Salas Antón en el discurso-programa que en tono familia


que asistieron a la pequeña fiesta de la exhibición del local donde habrá de desarrollarse
verdad y sólo en la verdad, o lo que como tal esté demostrado. Nos limitaremos a recorda
dicho señor, que no se trata de crear un ejemplar más de lo que hasta hoy se ha conocido
dogmatismos, sino un observatorio sereno, abierto a los cuatro vientos, donde ninguna nu
humano conocimiento.

Excusado es, por consiguiente, decir que en la Escuela Moderna tendrán representación p
servidos por los más progresivos métodos que hoy conoce la Pedagogía, así como por lo
medio conductor más potente para obrar en la inteligencia de los educandos. Como la má
cosas sustituirán allí a las lecciones de palabras, que tan amargos frutos han dado en la ed

Basta echar una ojeada por las modestas salas de aquel establecimiento incipiente para co
cumplir tan valiosa promesa. El material, tan descuidado en la enseñanza de nuestro país
representado por láminas de fisiología vegetal y animal, colecciones de mineralogía, botá
máquina de proyecciones; substancias alimenticias, industriales, minerales, etcétera; con
empapados del espíritu de nuestro tiempo, como entre otros el conocido ex periodista señ
menos en germen, la escuela del porvenir.

Ahora sólo falta que tenga imitadores.

21
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.IV.

PROGRAMA PRIMITIVO

Llegó el momento de pensar en la inauguración de la


Escuela Moderna.

Algún tiempo antes invité a un corto número de señores


conocidos como ilustrados, progresivos y de honorabilísima
reputación, para que tuvieran a bien guiarme con sus
consejos, constituyéndose por su benévola aceptación en
Junta Consultiva. De gran utilidad me fué su concurso en
Barcelona, donde yo tenía escasas relaciones, por lo que me
complazco en consignar aquí mi reconocimiento. En
aquella junta se manifestó la idea de inaugurar con
ostentación la Escuela Moderna, lo que hubiera sido de
buen efecto: con un cartel llamativo, un reclamo-circular en
la prensa, un gran local, una música y un par de oradores
elocuentes, escogidos entre la juventud política de los
partidos liberales, todo ello facilísimo de conseguir, había
material de sobra para reunir algunos cientos de
espectadores que ovacionaran con ese entusiasmo fugaz con
que suelen adornarse nuestros actos públicos; pero no me
seducían tales ostentaciones. Tan positivista como idealista,
quería yo empezar con modesta sencillez una obra
destinada a alcanzar la mayor trascendencia revolucionaria;

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otro procedimiento hubiérame parecido una claudicación,
una sumisión al enervante convencionalismo, una concesión
al mismo mal que a todo trance quería reparar con un bien
de efecto y de éxito segurísimos; la proposición de la
Consultiva fué, pues, desechada por mi conciencia y mi
voluntad, que en aquel caso y para todo lo referente a la
Escuela Moderna, representaba una especie de poder
ejecutivo.

En el primer número del Boletín de la Escuela Moderna,


publicado el 30 de octubre de 1901, expuse en términos
generales el fundamento de la Escuela Moderna.

Los productos imaginativos de la inteligencia, los conceptos


a priori, todo el fárrago de elucubraciones fantásticas
tenidas por verdad e impuestas hasta el presente como
criterio director de la conducta del hombre, han venido
sufriendo, desde muchísimo tiempo, pero en círculo
reducido, la derrota por parte de la razón y el descrédito de
la conciencia.

A la hora presente, el sol, no tan sólo cubre las cimas,


estamos en casi luz meridiana que invade hasta las faldas de
las montañas. La ciencia, dichosamente, no es ya
patrimonio de un reducido grupo de privilegiados; sus
irradiaciones bienhechoras penetran con más o menos
conciencia por todas las capas sociales. Por todas partes
disipa los errores tradicionales; con el procedimiento seguro
de la experiencia y de la observación, capacita a los

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hombres para que formen exacta doctrina, criterio real,
acerca de los objetos y de las leyes que los regulan, y en los
momentos presentes, con autoridad inconcusa, indisputable,
para bien de la humanidad, para que terminen de una vez
para siempre exclusivismos y privilegios, se constituye en
directora única de la vida del hombre, procurando
empaparla de un sentimiento universal, humano.

Contando con modestas fuerzas, pero a la vez con una fe


racional poderosa y con una actividad que está muy lejos de
desmayar, aunque se le opongan circunstancias adversas de
toda clase, se ha constituído la Escuela Moderna. Su
propósito es coadyuvar rectamente, sin complacencias con
los procedimientos tradicionales, a la enseñanza pedagógica
basada en las ciencias naturales. Este método nuevo, pero el
únicamente real y positivo, ha cuajado por todos los
ámbitos del mundo civilizado, y cuenta con innúmeros
obreros, superiores de inteligencia y abnegados de voluntad.

No ignoramos los enemigos que nos circundan. No


ignoramos los prejuicios sin cuento de que está impregnada
la conciencia social del país. Es hechura de una pedagogía
medieval subjetiva, dogmática, que ridículamente presume
de un criterio infalible. No ignoramos tampoco que, por ley
de herencia, confortada por las sugestiones del medio
ambiente, las tendencias pasivas que ya son connaturales de
suyo en los niños de pocos años, se acentúan en nuestros
jóvenes con extraordinario relieve.

24
La lucha es fuerte, la labor es intensa, pero con el constante
y perpetuo querer, única providencia del mundo moral,
estamos ciertos que obtendremos el triunfo que
perseguimos; que sacaremos cerebros vivos capaces de
reaccionar; que las inteligencias de nuestros educandos,
cuando se emancipen de la racional tutela de nuestro
Centro, continuarán enemigas mortales de los prejuicios;
serán inteligencias sustantivas, capaces de formarse
convicciones razonadas, propias, suyas, respecto a todo lo
que sea objeto del pensamiento.

Esto no quiere decir que abandonaremos al niño, en sus


comienzos educativos, a formarse los conceptos por cuenta
propia. El procedimiento socrático es erróneo si se toma al
pie de la letra. La misma constitución de la mente, al
comenzar su desarrollo, pide que la educación, en esa
primera edad de la vida tenga que ser receptiva. El profesor
siembra las semillas de las ideas, y éstas, cuando con la
edad se vigoriza el cerebro, entonces dan la flor y el fruto
correspondientes, en consonancia con el grado de la
iniciativa y con la fisonomía característica de la inteligencia
del educando.

Por otra parte, cúmplenos manifestar que consideramos


absurdo el concepto esparcido, de que la educación basada
en las ciencias naturales atrofia el órgano de la idealidad.
Lo concebimos absurdo, decimos, porque estamos
convencidos de lo contrario. Lo que hace la ciencia es
corregirla, enderezarla, sanear su función dándole sentido

25
de realidad. El remate de la energía cerebral del hombre es
producir el ideal con el arte y con la filosofía, esas altas
generaciones conjeturables. Mas para que lo ideal no
degenere en fábula o en vaporosos ensueños, y lo
conjeturable no sea edificio que descanse sobre cimientos
de arenas, es necesario de toda necesidad que tenga por
base segura, inconmovible, los cimientos exactos y
positivos de las ciencias naturales.

Además, no se educa íntegramente al hombre disciplinando


su inteligencia, haciendo caso omiso del corazón y
relegando la voluntad. El hombre, en la unidad de su
funcionalismo cerebral, es un complejo; tiene varias facetas
fundamentales, es una energía que ve, afecto que rechaza o
se adhiere lo concebido y voluntad que cuaja en actos, lo
percibido y amado. Es un estado morboso, que pugna contra
las leyes del organismo del hombre, establecer un abismo
en donde debiera existir una sana y bella continuidad, y sin
embargo, es moneda corriente el divorcio entre el pensar y
el querer. Debido a ello, ¡cuántas fatalísimas consecuencias!
No hay más que fijarse en los directores de la política y de
todos los órdenes de la vida social: están afectados
profundamente de semejante pernicioso dualismo. Muchos
de ellos serán indudablemente potentes en sus facultades
mentales; poseerán riqueza de ideas; hasta comprenderán la
orientación real, y por todo concepto hermosa, que prepara
la ciencia a la vida del individuo y pueblos. Con todo, sus
desatentados egoísmos, las propias conveniencias de sus
afines... todo ello mezclado con la levadura de sentimientos
26
tradicionales, formarán un impermeable alrededor de sus
corazones, para que no se filtren en ellos las ideas
progresivas que tienen, y no se conviertan en jugo de
sentimiento, que al fin y al cabo es el propulsor, el
inmediato determinante de la conducta del hombre. De aquí
el detentar el progreso y poner obstáculos a la eficacia de
las ideas; y como efecto de tales causas, el escepticismo de
las colectividades, la muerte de los pueblos y la justa
desesperación de los oprimidos.

Hemos de proponernos, como término de nuestra misión


pedagógica, que no se den en un solo individuo dualidad de
personas: la una, que ve lo verdadero y lo bueno y lo
aprueba, y la otra, que sigue lo malo y lo impone. Y ya que
tenemos por guía educativa las ciencias naturales,
fácilmente se comprenderá lo que sigue: trataremos que las
representaciones intelectuales, que al educado le sugiera la
ciencia, las convierta en jugo de sentimiento, intensamente
las ame. Porque el sentimiento, cuando es fuerte, penetra y
se difunde por lo más hondo del organismo del hombre,
perfilando y colorando el carácter de las personas.

Y como la vida práctica, la conducta del hombre, ha de


girar dentro del círculo de su carácter, es consiguiente que
el joven educado de la indicada manera, cuando se gobierne
por cuenta de su peculiar entender, convertirá la ciencia, por
conducto del sentimiento, en maestra única y benéfica de su
vida.

27
Efectuóse la inauguración el 8 de setiembre de 1901 con un
efectivo escolar de 30 alumnos; 12 niñas y 18 niños.

Bastaban para un primer ensayo, con el propósito de no


aumentar su número por el momento para facilitar la
vigilancia, en previsión de cualquiera añagaza que, acerca
de la coeducación de niñas y niños, hubieran podido
introducir arteramente los rutinarios enemigos de la nueva
enseñanza.

La concurrencia se componía de público atraido por la


noticia publicada en la prensa, de familias de los alumnos y
de delegados de varias sociedades obreras, invitadas por
habérseme facilitado su dirección. En la presidencia
acompañábanme los profesores y la Junta Consultiva, dos
de cuyos individuos expusieron el sistema y el fin de esta
novísima institución, y así, con tan sobria sencillez, quedó
creada aquella Escuela Moderna, Científica y Racional, que
no tardó en alcanzar fama europea y americana, que si con
el tiempo perderá el título de moderna, vigorizará cada vez
más en la continuidad de los siglos sus títulos de racional y
científica.

28
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.V.

COEDUCACIÓN DE AMBOS SEXOS

La manifestación más importante de la enseñanza racional, dado el atraso intelectual del


país, lo que por lo pronto podía chocar más contra las preocupaciones y las costumbres, era
la coeducación de niñas y niños.

No es que fuera absolutamente nueva en España, porque, como imperio de la necesidad y


por decirlo así en estado primitivo, hay aldeas, apartadas de los centros y de las vías de
comunicación situadas en valles y montañas, donde un vecino bondadoso, o el cura, o el
sacristán del pueblo acogen niños y niñas para enseñarles el catolicismo y a veces el
silabario; es más: se da el caso de hallarse autorizada legalmente, o si no tolerada, por el
Estado mismo, en pueblos pequeños cuyos ayuntamientos carecen de recursos para pagar
un maestro y una maestra; y entonces una maestra, nunca un maestro, enseña a niños y
niñas, como yo mismo he tenido ocasión de verlo en un pequeño pueblecillo no lejos de
Barcelona; pero en villas y ciudades era desconocida la escuela mixta, y si acaso por la
literatura se tenía noticia de que en otros países se predicaba, nadie pensaba en adaptarla a
España, donde el propósito de introducir esa importantísima innovación hubiera parecido
descabellada utopía.

Conociéndolo, me guardé bien de propagar públicamente mi propósito; reservándome


hacerlo privada e individualmente. A toda persona que solicitaba la inscripción de un
alumno le pedía alumnas si tenía niñas en su familia, siendo necesario exponer a cada uno
las razones que abonan la coeducación, y aunque el trabajo era pesado, resultó fructífero.
Anunciado públicamente hubiera suscitado mil preocupaciones, se hubiera discutido en la
prensa, los convencionalismos y el temor al qué dirán, terrible obstáculo que esteriliza
infinitas buenas disposiciones, hubieran predominado sobre la razón y, si no destruido por
completo, el propósito hubiera sido de realización dificilísima: procediendo como lo hice
pude lograr la presentación de niños y niñas en número suficiente en el acto de la
inauguración, que siempre fué en progresión constante, como lo demuestran las cifras
consignadas en el Boletín de la Escuela Moderna que expondré después.

La coeducación tenía para mi una importancia capitalísima, era, no sólo una circunstancia
indispensable para la realización del ideal que considero como resultado de la enseñanza
racionalista, sino como el ideal mismo, iniciando su vida en la Escuela Moderna,
desarrollándose progresivamente sin exclusión alguna e inspirando la seguridad de llegar
al término prefijado.

La naturaleza, la filosofía y la historia enseñan, contra todas las preocupaciones y todos los
atavismos, que la mujer y el hombre completan el ser humano, y el desconocimiento de

29
verdad tan esencial y trascendental ha sido y es causa de males gravísimos.

En el segundo número del Boletín justifiqué ampliamente estos juicios con el siguiente
artículo:

NECESIDAD DE LA ENSEÑANZA MIXTA

La enseñanza mixta penetra por todos los pueblos cultos. En muchos, hace tiempo que se

El propósito de la enseñanza de referencia es que los niños de ambos sexos tengan idénti
inteligencia, purifiquen el corazón y templen sus voluntades; que la humanidad femenina
ser la mujer, no de nombre, sino en realidad de verdad, la compañera del hombre.

Una institución secular, maestra de la conciencia de nuestro pueblo, en uno de los actos m
mujer se unen por el matrimonio, con aparato ceremonioso, le dice al hombre que la muj

Palabras huecas, vacías de sentido, sin trascendencia efectiva y racional en la vida, porqu
ortodoxia católica en especial, es lo contrario de todo en todo a semejante compañerismo
rebosando sinceridad, no hace mucho se quejaba amargamente a su iglesia por el rebajam
sus fieles: Atrevimiento impío sería que en el templo osara aspirar la mujer a la categor

Padecería ceguera de inteligencia quien no viese que, bajo la inspiración del sentido crist
mismo ser y estado que lo dejara la Historia Antigua: o quizás peor, y con agravante de m
nuestras sociedades cristianas como fruto y término de la evolución patriarcal, es la muje
un adjetivo del hombre, atado continuamente al poste de su dominio absoluto, a veces... c
menor. Una vez mutilada ha seguido para con ella uno de los términos de disyuntiva sigu
mimado... a gusto del antojadizo señor.

Si parece que asoma para ella la aurora del nuevo día, si de algún tiempo a esta parte ace
esclava va pasando, siquiera con lentitud irritable, a la categoría de pupila atendida, débe
costumbres de los pueblos y a los propósitos de los gobernantes sociales.

El trabajo humano, proponiéndose la felicidad de su especie, ha sido deficiente hasta aho


encomendado al hombre y a la mujer, cada cual desde su punto de vista. Es preciso tener
frente de la misión de la mujer, no es respecto de ésta, de condición inferior ni tampoco,
cualidades distintas, y no cabe comparación en las cosas heterogéneas.

Según advierten buen número de psicólogos y sociólogos, la humanidad se bifurca en do


predominio del pensamiento y el espíritu progresivo; la mujer dando a su rostro moral la
conservador.

Mas precisa tener en cuenta que semejante modo de ser no da pábulo favorable a las idea
ellos. Porque si el predominio de la nota conservadora y de la cualidad afectiva se encarn

30
peregrina legítima consecuencia que a la compañera del hombre, por íntima constitución
en caso contrario, que ejercite la inteligencia en dirección contraria a la ciencia asimiland

Tener idiosincrasia conservadora no es propender a cristalizar en un estado de pensamien


la realidad. Conservar quiere decir sencillamente retener, guardar lo que se nos ha produc
del porvenir, refiriéndose a la mujer en el asunto indicado dice: El espíritu conservador p
lo que se da para conservarse. Si se instruye a la mujer en ideas filosóficas y científicas,
ideas progresivas.

Por otro lado, dicho se está, la mujer es con intensidad afectiva. Lo que recibe no lo guar
todo lo bueno y lo malo que forman sus tesoros morales, se los saca de sí, y con profusió
misteriosa del sentimiento se identifican con ella. De aquí lo que es sabido, como moned
sugieren toda su fisonomía moral, toda el alma de ellas, en el alma de sus predilectos am

Si las capas de las primeras ideas son gérmenes de verdad, semillas de adecuados conoci
pedagogo, que aspira el ambiente científico de su tiempo, entonces lo que se produce en
lados.

Pero si al hombre, en la primera edad de la vida, se le alecciona con fábulas, con errores
¿qué cabe esperar de su porvenir? Cuando de niño evolucione en adulto será un obstácul
de idéntica contextura que su naturaleza fisiológica: es tierna, blanda. Recibe muy fácilm
teniendo conato de rigidez la plasticidad de su ser; se convierte en consistencia relativam
momento tenderá el sedimento primero que le diera la madre, más que a incrustarse, a id
ideas más racionales, sugestionadas en el comercio social o efecto de privativos estudios
conceptos erróneos en la niñez adquiridos. Pero ¿qué tiene que ver en la vida práctica, en
mente? Porque no hay que olvidar que quedan, después de todo, la mayoría de las veces,
potentes afectivas inclinaciones que dimanan de las primitivas ideas. De donde resulta qu
entre la inteligencia y la voluntad existe una antítesis consumada, honda, repugnante, de
obrar y la paralización del progreso. Ese sedimento primario dado por nuestras madres es
de nuestro ser, que energías fuertes, caracteres poderosamente reactivos que han rectifica
penetran de vez en cuando en el recinto del yo para hacer el inventario de sus ideas, topa
que les comúnicara la madre.

La mujer no debe estar recluída en el hogar. El radio de su acción ha de dilatarse fuera de


llega y termina la sociedad. Mas para que la mujer ejerza su acción benéfica, no se han d
que le son permitidos: debieran ser en cantidad y en calidad los mismos que el hombre se
mujer, alumbraría, dirigiéndole certeramente, el rico venero de sentimiento; nota saliente
buena nueva en el porvenir de paz y de felicidad en la sociedad.

Se ha dicho con Secretan que la mujer es la continuidad y el hombre es el cambio; el hom


la mutación en la vida no se comprenderían, serían un parecer fugaz, inconsistente; despr
afirmara y consolidara lo que el hombre produce. El individuo, representado por el varón
significación en la sociedad. La mujer, que representa la especie, es la que posee la misió
mejoren la vida, pero, para que éstos sean adecuadamente entendidos, es preciso que ella

31
La humanidad mejoraría con más aceleración, seguiría con paso más firme y constante e
bienestar, poniendo a contribución del fuerte impulsivo sentimiento de la mujer las ideas
que una idea, un simple hecho de conocimiento que no produce nada, no puede nada, no
si no despierta tendencia, es decir, elementos motores.

De aquí se desprende que, para bien del progreso, cuando asoma una idea, consagrada co
ni cortos lapsos de tiempo en estado contemplativo. Esto se evita penetrando de sentimie
ella no para, no la deja hasta convertirla en hecho de vida.

¿Cuándo sucederá todo esto? Cuando se realice et matrimonio de las ideas con el corazón
será un hecho evidente en los pueblos civilizados el matriarcado moral. Entonces, la hum
hogar, poseerá el pedagogo significado que modele, en el sentido del ideal, las semillas d
apóstol y propagandista entusiasta, que por sobre todo ulterior sentimiento sepa hacer sen

32
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.VI.

COEDUCACION DE LAS CLASES SOCIALES

Lo mismo que de la educación en común de ambos sexos, pienso de la de diferentes clases


sociales.

Hubiera podido fundar una escuela gratuita; pero una escuela para niños pobres no hubiera
podido ser una escuela racional, porque si no se les enseñase la credulidad y la sumisión
como en las escuelas antiguas, hubiéraseles inclinado forzosamente a la rebeldía, hubieran
surgido espontáneamente sentimientos de odio.

Porque el dilema es irreductible; no hay término medio para la escuela exclusiva de la


clase desheredada: o el acatamiento por el error y la ignorancia sistemáticamente
sostenidos por una falsa enseñanza, o el odio a los que les subyugan y explotan.

El asunto es delicado y conviene dejarle en claro: la rebeldía contra la opresión es


sencillamente cuestión de estética, de puro equilibrio: entre un hombre y otro, como lo
consigna la famosa Declaración revolucionaria en su primera cláusula con estas
indestructibles palabras: los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derecho, no
puede haber diferencias sociales; si las hay, mientras unos abusan y tiranizan, los otros
protestan y odian; la rebeldía es una tendencia niveladora, y por tanto, racional, natural, y
no quiero decir justa por lo desacreditada que anda la justicia con sus malas compañías: la
ley y la religión. Lo diré bien claro: los oprimidos, los expoliados, los explotados han de
ser rebeldes, porque han de recabar sus derechos hasta lograr su completa y perfecta
participación en el patrimonio universal.

Pero la Escuela Moderna obra sobre los niños a quienes por la educación y la instrucción
prepara a ser hombres, y no anticipa amores ni odios, adhesiones ni rebeldías, que son
deberes y sentimientos propios de los adultos; en otros términos, no quiere coger el fruto
antes de haberle producido por el cultivo, ni quiere atribuir una responsabilidad sin haber
dotado a la conciencia de las condiciones que han de constituir su fundamento: aprendan
los niños a ser hombres, y cuando lo sean declárense en buena hora en rebeldía.

Una escuela para niños ricos no hay que esforzarse mucho para demostrar que por su
exclusivismo no puede ser racional. La fuerza misma de las cosas la inclinaría a enseñar la
conservación del privilegio y el aprovechamiento de sus ventajas.

La coeducación de pobres y ricos, que pone en contacto unos con otros en la inocente
igualdad de la infancia, por medio de la sistemática igualdad de la escuela racional, esa es
la escuela, buena, necesaria y reparadora.

33
A esta idea me atuve logrando tener alumnos de todas clases sociales para refundirlos en la
clase única, adoptando un sistema de retribución acomodado a las circunstancias de los
padres o encargados de los alumnos, no teniendo un tipo único de matrícula, sino
practicando una especie de nivelación que iba desde la gratuidad, las mensualidades
mínimas, las medianas a las máximas.

Relacionado con el asunto de este capítulo véase el artículo que publiqué en La


Publicidad, de Barcelona, en 10 de mayo de 1905, y en el Boletín:

PEDAGOGÍA MODERNA

Nuestro amigo D. R. C. dió una conferencia el sábado último, en el Centro Republicano


que encabeza estas líneas, explicando a la concurrencia lo que es la enseñanza moderna y

Considerando el asunto de interés palpitante, y digno, sobre otros muchos, de fijar la aten
y las reflexiones consiguientes, deseoso de contribuir al esclarecimiento de verdades de m
acertado el conferenciante en esa explicación, pero no en los medios aconsejados para re
presentó como modelos dignos de imitación.

En efecto, el señor C. confía solamente en el Estado, en las Diputaciones o en los Munici


establecimientos escolares; error grande, a nuestro entender, porque si pedagogía modern
es decir, justa; si con la pedagogía moderna nos proponemos educar e instruir a las nueva
motivaron y motivan el desequilibrio de la sociedad; si con la pedagogía moderna preten
religiosa y de toda idea de sumisión a una necesaria desigualdad económico-social, no po
siendo como son sostenedores de los privilegios, y forzosamente conservadores y foment
hombre, inicua base de los más irritantes abusos. Las pruebas de lo que afirmamos abund
las fábricas, talleres y doquier haya gente asalariada; preguntando cómo viven los de aba
palacios de lo que se llama justicia en todo el mundo y preguntando a los reclusos, en tod
de su prisión.

Si todas esas pruebas no bastasen para demostrar que el Estado ampara a los detentadore
tal injusticia, bastará entonces enterarse de lo que pasa en Bélgica; país favorecido, según
oficial, de tal manera eficaz, que se hace imposible la enseñanza particular. A las escuela
los de los pobres y da gusto ver salir a un niño riquísimo del brazo de un compañero pob
escuelas oficiales de Bélgica pueden asistir todos los alumnos; pero, es de advertir que la
siempre habrá de haber pobres y ricos, y que la armonía social consiste en el cumplimien
amos sino que esta enseñanza se diera en todas partes? Porque ya cuidarían bien ellos de
haciendo como recientemente en Bruselas y otras ciudades de Bélgica, donde los hijos de
nacional, fusilaron a los hijos de los obreros que se atrevieron, a pedir el sufragio univers
enseñanza belga, difieren mucho de las manifestadas por el señor C. Tengo a la vista vari
sección titulada: La destrucción de nuestra enseñanza pública, en la que se leen datos qu

34
ocurre en España, sin contar que de poco tiempo a esta parte ha tomado gran desarrollo l
sabe, es la sistematización de la ignorancia. Al fin y al cabo, no en balde domina en Bélg

En cuanto a la enseñanza moderna que se da en la republicana Francia, diremos: que ning


enseñanza verdaderamente laica, y añadiremos que el mismo día que el señor C. hablaba
título Como se enseña la moral laica, tomado del libro Recueil de maximes et pensées m
anacrónicos que chocan contra el más elemental buen sentido.

Se nos preguntará ahora ¿qué haremos si no contamos con apoyo del Estado, de las Dipu
quienes han de tener interés en cambiar el modo de vivir: a los trabajadores en primer lug
sentimientos que si no abundan, no dejan de encontrarse. Conocemos algunos.

El mismo señor C. se quejaba de lo que cuesta y de lo que tarda el Ayuntamiento en conc


que menos tiempo habría de costar hacer entender a la clase obrera que de sí sola ha de e

Está el campo bien preparado. Visítense las sociedades obreras, las Fraternidades Republ
entidades tengan interés en la regeneración de la humanidad, y háblese allí el lenguaje de
constante al problema de la instrucción racional y científica, de la instrucción que demue
hacerlos desaparecer. Si en este terreno dirigieran sus esfuerzos cuantos particulares o en
que sufre, porque no solamente sufren los trabajadores, esté seguro el señor C, que el res
obtenga de los gobiernos será tarde y no servirá más que para deslumbrar, para sofisticar
otra.

35
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.VII.

HIGIENE ESCOLAR

Respecto a la higiene, la suciedad católica domina en España.

San Alejo y San Benito Labra son, no los únicos, ni los más caracterizados puercos que
figuran en la lista de los supuestos habitantes del reino de los cielos, sino dos de los más
populares entre los inmundos e innumerables maestros de la porquería.

Con tales tipos de perfección, en medio del ambiente de ignorancia, hábil e inicuamente
sostenido por el clero y la realeza de tiempos pasados y por la burguesía liberal y hasta
democrática de nuestros días, claro es que los niños que venían a nuestra escuela habían de
ser muy deficientes en punto a limpieza: la suciedad era atávica.

La combatimos prudente y sistemáticamente, demostrando a los niños la repugnancia que


inspira todo objeto, todo animal, toda persona sucia; por el contrario, el agrado y la
simpatía que se siente ante la limpieza; cómo se acerca uno instintivamente a la persona
limpia y se aparta de la grasienta y maloliente, y recíprocamente cómo ha de sernos grato
ser simpáticos por curiosos o vergonzoso causar asco a los que nos vean.

Exponíamos después la limpieza como asunto de belleza y la suciedad como característica


de la fealdad, y entrábamos decididamente en el terreno de la higiene, presentando la
suciedad como causa de enfermedad, con su peligro de infección indefinida hasta causar
epidemias, y la limpieza como agente principal de salud, y lográbamos fácilmente
determinar la voluntad de los niños a la limpieza y disponer su inteligencia a la
comprensión científica de la higiene.

La influencia de esta enseñanza penetraba en las familias por las exigencias de los niños,
que alteraban la rutina casera. Un niño pedía con urgencia que le lavaran los pies, otro
quería bañarse, otro pedía polvos y cepillo para los dientes, otro se avergonzaba de llevar
una mancha, otro pedía que le renovasen la ropa o el calzado, y las pobres madres,
atareadas por sus obligaciones diarias, o tal vez abrumadas por la dureza de las
circunstancias en que se desarrolla la vida social, e influídas además por la suciedad
religiosa, procuraban acallar tantas peticiones; pero la nueva vida introducida en el hogar
por la idea del niño triunfaba al fin como consolador presagio de la futura regeneración
que ha de producir la enseñanza racional.

Dejo la exposición de las razones que abonan la higiene escolar a personas perfectamente
competentes, por lo cual inserto a continuación los dos artículos publicados en el Boletín
de la Escuela Moderna.

36
PROTECCIÓN HIGIÉNICA DE LAS ESCUELAS - SU IMPLANTACIÓN POR LOS P

El clamoreo es general. De todas partes surge la misma exclamación: de 18 millones de e


falta de educación y de instrucción. La exclamación está inspirada en la realidad; no pue
la rutina y la falta de fe en el trabajo; por ambas cosas, comarcas enteras de nuestra penín
yerba pajiza y rala para asemejarlas mejor a las llanuras del desierto; ni el arado ni el cul
terreno, y allá se están esas miles de hectáreas improductivas para miseria de sus terraten
suelo. Y no lo digo por los catalanes, que aquí encanta ver en las más atrevidas pendiente
o el algarrobo como señal de una labor y de una lucha que no cesa hasta el punto de saca

Enhorabuena que se abogue por la instrucción, que se haga obligatoria para aquellos ciud
cumplimiento de ciertas garantías, no me parece ya tan satisfactorio; como médico he ten
se hallan muchos niños en las escuelas, y me ha conmovido hondamente el desconsuelo d
enfermedad que contrajo en la escuela y que pudo haberse evitado.

¿Están en nuestras escuelas suficientemente protegidos los niños para que una madre dej
tuvo en su regazo crecía sano y que al ir al colegio se tornó enfermizo? Las epidemias de
contagios que se van realizando a la sordina, y que por lo mismo causan mayor número d
lo evite.

Hace unos meses, por mera coincidencia, sin duda, asistí, con unos días de intervalo, a tr
ferina, el sarampión, la escarlatina y otras, encuentran en las escuelas el campo más fecu
reunidos, sometidos al mismo medio, cuando llegan a sus casas contagian a sus hermanit
influye hasta en los niños de pecho, en los mismos recién nacidos. A veces llega hasta a

La tuberculosis se transmite por este medio.

Aparte de estas enfermedades tan terribles, la tiña, las enfermedades de los ojos, la sarna
siempre salen de la escuela.

La aglomeración en que viven los escolares, el uso de un solo retrete, de un solo vaso, el
mano y de boca en boca, el regalo mutuo de pan o de golosinas, todo esto es una promisc
mal de su grado, han tenido que renunciar a la instrucción de sus hijos en la escuela, porq
edificios y el mobiliario escolar de nuestros colegios, pocos responderían a una organizac
prácticos. Aun cuando se dispusiera de un gran capital para montar escuelas de nueva pla
interrumpiríamos la instrucción bruscamente mientras se derribaran y se construyeran los

Por consiguiente, obligados a utilizar el material existente, creo que se le puede mejorar
instrucción higiénica en las escuelas. No se necesitan palacios relumbrantes; para difund
puro, donde los escolares estén protegidos.

En otros países esta reforma ha partido del Gobierno; aquí... me parece que la iniciativa d
provecho de sus propios intereses. Los maestros de escuela encontrarán médicos que les

37
de colegios podrán encontrar el concurso médico con poco esfuerzo. Y aun cuando tuvie
sería muy reproductivo. Pierden cuando se enferma un niño, deja de concurrir a la escuel
niño muere y es un cliente borrado para siempre.

¿Quién sabe si el crédito del establecimiento se resiente todavía más con esas bajas? No
alrededores, tuvo que enviar a sus casas numerosas alumnas por haberse desarrollado una
mejor no habría sido evitar con la protección higiénica aquel quebranto de ingresos y aqu

Piensen, pues, los propietarios de colegios y los maestros municipales en instaurar este s
gobernantes. Aquí no iremos bien en este respecto mientras, no se publiquen noticias com
ha excluído temporalmente en una semana del mes de setiembre último, 100 alumnos: de
conjuntivitis, 15 afecciones de la piel, etc. ¡De este modo sí que podrían enviarse con tra

Esta protección de la escuela persigue un fin eminentemente social, la condición fundam


eficaz. La organización del servicio, que debería correr a cargo de un médico en cada esc

1º Salubridad del edificio. A este propósito vigilará la distribución de los locales, la ilum
la instalación de los retretes, etc. Se adaptarán lo más posible al progreso pedagógico est

2º Profilaxis de las enfermedades transmisibles.Una ligera tos, un vómito, una leve fiebri
le conducirán a una investigación personal y a disponer en el acto una separación relativa
con el concurso leal de las familias, para que no oculten el sarampión o la tos ferina u otr
Un aislamiento prudente impedirá la transmisión morbosa escolar, y, en caso de enferme
precauciones puede el niño volver al Colegio, sin peligro para sus camaradas.

3º Función normal de los órganos y crecimiento. Mediante mediciones y pesadas periódi


contrae o no actitudes viciosas que pueden hacerse permanentes como la miopía, la escol

Atenta la madre a las tareas domésticas y absorto el padre en sus negocios, no se percata
vertebral, de si acerca mucho el libro a los ojos para leer; y cuando llegan a enterarse, el
grandes dispendios y quizá algunos sacrificios. Esta vigilancia llenaría un gran vacío en a
este caso a advertir a los padres el peligro, para que busquen el auxilio de su respectivo m

4º Educación física y adaptación de los estudios a la capacidad intelectual de cada niño. E


inspección, se evitarán a los niños esos dolores de cabeza, esos insomnios, la neurastenia
graduará entonces el ejercicio físico (gimnasia) y la labor intelectual.

5º Educación e instrucción sanitarias. Se darán a los niños conferencias de higiene seman


higiénicas, lavado de manos, boca, baños, natación, limpieza de uñas, etc.

Por jovencito que el escolar sea, debe recibir esa educación y esa instrucción; no son muy
en la manera de hacérselo comprender. Penetrado de su altísima importancia, el último C
decretó esa enseñanza, y muchos médicos eminentes del extranjero la practican, sin creer
país yo he procurado imitar tan loable conducta. Enseñado el niño a amar su salud, trata
los consejos aprendidos y verifica una irradiación escolar conveniente.

38
Llegado a la madurez, gobernara su prole con mejor acuerdo; acaso será éste un medio d
condiciones sociales de nuestra raza, esta enseñanza será más fructífera en España que en

y 6º Redacción de un cuaderno biológico. Consiste en la anotación del desarrollo del esc


trascendencia étnica y antropológica, tiene esta historia personal una aplicación práctica
pequeña una epidemia de fiebre tifodea, tos ferina, sarampión, etcétera. La clausura de la
resuelve el problema y es además objeto de serias censuras. Cuando se disponga del cuad
enfermedad epidémica, si está ya protegido para ella, puede seguir asistiendo a la escuela
no la hayan padecido pueden ser objeto de ciertas medidas que ni interrumpen la vida no
holganza y el afán de vacaciones de los escolares.

Este es el programa: a primera vista, tanto apartado y tantas atenciones, parecerán una m
hablo de la pedagogía experimental, que, fundada en la psicología, mide la fuerza intelec
pero apliquémonos a esta tarea redentora de nuestros escolares, y nuestra labor y nuestra
con igual facilidad que subimos hoy al Tibidabo desde que disponemos de funicular.

Dr. Martinez Vargas

LOS JUEGOS

El juego es indispensable a los niños. Por lo que mira a su constitución, salud y desarroll
únicamente para la atención en la cantidad de desarrollo físico que producen los juegos. D
un equivalente excelente y creyéndose algunos que se ha ganado en la substitución.

Esos asertos han venido a ser negados por la higiene en términos absolutos. Después de l
desarrollo de nuestras fuerzas físicas, ha venido a dominar otro concepto en el campo de
hora presente, como en autoridad de cosa juzgada, que el estado placentero y el libre des
importantes, esencialísimos y predominantes en la vigorización y desenvolvimiento del s

El contento, como afirma Spencer, constituye el tónico más poderoso; acelerando la circ
sus funciones; contribuye a aumentar la salud cuando la hay, y a restablecerla cuando s
experimentan en sus pasatiempos, son tan importantes como el ejercicio corporal que lo
estímulos mentales, resulta defectuosa... Pero tenemos que decir con el pensador aludido
quedarnos sin juego y sin gimnasia, o aceptar el gimnasio, corriendo, con los ojos cerrad

Los juegos, por otra parte, merecen en la pedagogía otro punto de vista y una mayor cons

Debe dejarse al niño que en donde quiera que esté manifieste sinceramente sus deseos. E
Johonnot, es el deseo complacido por la libre actividad. Por lo mismo, no nos pesa decir

39
substancia del juego por el interior de las clases. Así lo entienden en países más cultos y
preocupación, y no desean otra cosa que encontrar racionales procedimientos para realiza
niño. Allí no se ha hecho otra cosa, para realizar ese fin, que arrancar de cuajo, de las sal
características de la muerte, y llevar en su lugar el bienestar, la intensa alegría, el alboroz
comparte con sus colegas, se asesora con sus libros, o está en compañía e intimidad con s
vida física y de vida de inteligencia.

Las afirmaciones que hacemos producirán el fruncimiento del ceño de los dómines pedag
Por ese camino derrumbamos todo el organismo educacionista que, por ser vetusto, se no
¡No tomamos, rectificando la conducta de nuestros padres por medida de la importancia
deja paso libre a las iniciativas del niño como camino que derechamente conduce a conse
individualiza su ser, en vez de someter el cerebro del educando al molde de los antojos d

No hay más remedio. La verdad tiene sabor a retama para sus enemigos. Una concepción
obligado a los pedagogos a modificar sus ideas.

En individuos y colectividades donde ha penetrado la cultura moderna, se ve la vida desd


cristiano. La idea de que la vida es una cruz, una enojosa y pesada carga, tiene que tolera
radicalmente desaparece.

La vida se nos dice, es para gozar de la vida, para vivirla. Lo que atormenta y produce do
pacientemente lo acepta es merecedor de que se le considere como un atávico degenerad
lo que hace.

El supremo deber individual que preside a la conciencia del hombre es el deber de nutrirs
colectivo es irradiar la vida por todas partes. Esa hermosa tendencia tiene que cuajar y ar
expedito de hacerlo consiste en llevar a la educación el sentido de Froebel : todo juego b
juego.

Por otra parte, los juegos sirven para dar a conocer el carácter del niño y a lo que viene ll

Los padres y los pedagogos tienen que ser hasta cierto punto pasivos en la obra educador
profesor no deben convertirse en precepto imperativo a la manera de orden mecánica ni m
el educando, con una vida particular. No se la puede gobernar con dirección arbitraria; se
nada más que ayudando a que sus disposiciones nativas se desarrollen.

Por eso el educante no ha de proponerse a priori, sin la consulta previa, paciente y deteni
agricultor, o médico, etc. ¿Puédese destinar a los niños, por el mero deseo de la voluntad
para filósofos o a que revelen en música extraordinarias disposiciones geniales? Pues par

El estudio de los juegos de los niños demuestra su gran semejanza con las ocupaciones m
juegos con un interés y una energía que sólo abate el cansancio. Trabajan por imitar cuan
Construyen casas, hacen pasteles de barro, van a la ciudad, juegan a la escuela, dan baile
funciones de circo, venden frutas y bebidas, forman jardines, trabajan en minas de carbón

40
El ardor y vehemencia con que hacen esto muestra cuán profundamente real es para ellos
absolutamente de los instintos a la edad viril. El juego espontáneo, que es de la preferenc
niño juega a hombre, y cuando llega a la edad viril hace en serio aquello que de niño le d

Taylor dice: Debiérase enseñar a los niños a jugar con el mismo cuidado con que se le e
hecho excelentes costureras cortando y haciendo vestidos para sus muñecas; y muchos m
jugando a los carpinteros. Una amiguita mía llegó a ser una verdadera artista después d
niño declamaba cosas interesantes jugando a las comedias, y algunos años después dió s
conocimientos que había adquirido en el juego. Así también muchas de las imágenes poé
juegos y aventuras de la niñez.

Además, el juego es apto para desenvolver en los niños el sentido altruista. El niño, por l
muchas causas, siendo entre todas, la principal, la ley de la herencia. De la cualidad indic
lleva a querer mandar arbitrariamente a sus demás amiguitos.

En el juego es en donde se debe orientar a los niños a que practiquen la ley de la solidarid
de padres y profesores, débense encaminar, en los juegos de los niños, a probarles que se
el amiguito que intransigente con él: que la ley de la solidaridad beneficia a los demás y

R. Columbié.

41
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.VIII.

EL PROFESORADO

Otra dificultad grave se me presentó con el personal. Por útil que fuera la formación del
programa para el planteamiento de la enseñanza y de la educación racional, venía después
la necesidad de buscar personas aptas para su ejecución y la práctica me demostró que esas
personas no existían. ¡Cuán verdad es que la necesidad crea al órgano!

Había maestros, ¡cómo no! Al fin, aunque no muy lucrativa, la pedagogía es una carrera
que mantiene su hombre, no siendo siempre verdad el dicho vulgar que sirve para designar
un desgraciado con esta frase: ¡Tiene más hambre que un maestro de escuela! porque la
verdad es que en muchos, muchísimos pueblos de España, el maestro forma parte de la
junta caciquil en unión del cura, el médico, el boticario y el usurero, personaje este último
que no siempre es el mayor contribuyente aunque sea el más rico del lugar, y en resumen
el maestro tiene una paga municipal, iguala con los vecinos y también cierta influencia que
puede traducirse a veces en beneficios materiales y en las poblaciones importantes, si al
maestro no le satisface la paga municipal suele dedicarse a la industria de la enseñanza en
colegios particulares donde, de acuerdo con el Instituto provincial prepara burgueses
jóvenes para el bachillerato, y si no alcanza una posición privilegiada vive en condiciones
de defensa como la generalidad de los ciudadanos.

Había también maestros dedicados a la llamada enseñanza laica, denominación importada


de Francia, donde tiene su razón de ser, porque allí la instrucción primaria, antes de ser
laica, era exclusivamente clerical y ejercida por congregaciones religiosas, lo que no
sucedía en España, donde, por cristiana que fuera la enseñanza, siempre era profesada por
maestros civiles. Pero los maestros laicos españoles inspirados y alentados por la
propaganda librepensadora y el radicalismo político se manifestaba más bien como
anticatólicos y anticlericales que como verdaderos racionalistas.

Ello es que los profesionales de la enseñanza, para adaptarse a la enseñanza científica y


racional, habían de sufrir una preparación difícil en todo caso y no siempre realizable por
los impedimentos de la rutina, y los que sin previas nociones pedagógicas, entusiasmados
por la idea, acudían a ofrecernos su concurso necesitaban también y tal vez con mayor
motivo su preparación.

El problema era de solución dificilísima, porque no había más medio de preparación y


adaptación que la escuela racional misma.

Pero ¡oh maravilla de la bondad del sistema! Creada la Escuela Moderna por inspiración
individual, con recursos propios y con la vista fija en el ideal como criterio fijo, las
dificultades se allanaban, toda imposición dogmática era descubierta y rechazada, toda

42
incursión o desviación hacia el terreno metafísico era inmediatamente abandonada, y poco
a poco la experiencia iba formando esa nueva y salvadora ciencia pedagógica, y esto, no
sólo por mi celo y vigilancia, sino por los primeros profesores, y en ocasiones hasta por
dudas e ingenuas manifestaciones de los mismos alumnos.

Bien puede decirse que si la necesidad crea al órgano, al fin el órgano satisface la
necesidad.

No obstante, dispuesto a llevar mi obra hasta el fin creé una Escuela Normal, racionalista
para la enseñanza de maestros, bajo la dirección de un maestro experimentado y con el
concurso de los profesores de la Escuela Moderna, donde se matricularon varios jóvenes
de ambos sexos y empezó a funcionar con buen éxito, hasta que la arbitrariedad autoritaria,
obedeciendo la instigación de misteriosos y poderosos enemigos, se opuso a nuestra
marcha, forjándose la engañadora ilusión de haber triunfado para siempre.

Como complemento de las ideas expuestas en este capítulo, juzgo conveniente incluir las
que acerca de la pedagogía individual expuso en el Boletín mi amigo Domela Niewenhuis,
en el siguiente escrito:

PEDAGOGÍA INDIVIDUAL

Nunca se hará bastante en pro de los niños. Quien no se interesa por los niños no es dign
porvenir. Pero los cuidados para los niños deben ser guiados por el buen sentido; no bast
experiencia.

¿Quién cultiva plantas, floresy frutos sin saber algo de lo que le corresponde?

¿Quién cría animales, por ejemplo, perros, caballos, gallinas, etc., sin saber lo que es bue

Pero en la educación de los niños, la cosa más difícil del mundo, casi todo el mundo pien
padre de familia.

El caso es verdaderamente extraño: un hombre y una mujer se conciertan para vivir junto
educadores, sin haberse tomado la molestia de instruirse en lo más elemental del arte de

No somos de los que dicen con Rousseau que es bueno todo lo que viene del creador de l

Ante todo no podemos decir que todo es bueno, y después declaramos que no conocemo
manos con las que haga como un hábil obrero que copia un modelo. Y además, pregunta
degenerar? ¿Qué idea se tiene de un creador cuyo trabajo puede ser estropeado por los ho
creador? ¡Conque es decir que uno de los productos puede estropear los otros! Si un obre
por inhábil y torpe.

43
Preséntase siempre dos lados: el positivo y el negativo; y más se estropea generalmente p

Hacer algo puede ser útil, pero también perjudicial; pero si impide algo, la naturaleza sue

El célebre pedagogo Froebel decía: Vivamos para los niños. La intención fué buena sin d
educación. Ellen Key, quien en su gran libro El Siglo de los Niños nos da tanto que pensa
por sí mismos.

Comiéncese la instrucción cuando el mismo niño la pida. Todo el programa escolar, que
es ridículo. A las nueve de la mañana sabe el ministro de instrucción pública que todos lo
niños y también los profesores el mismo deseo a la misma hora? ¿Por qué no dejar al pro
conocer sus alumnos mejor que el señor ministro o cualquier burócrata, y debe tener la li
de sus discípulos? La misma razón para todos los estómagos, la misma ración para todas
los mismos estudios, los mismos trabajos.

Víctor Considérant, el discípulo de Carlos Fourier, escribió un importante libro, ya olvid


natural y atractiva, en que pregunta: ¿Qué adiestrador de perros somete a la misma regl
falderillos y sus mastines? ¿Quién exige de tan diversas especies servicios idénticos? ¿Q
otras más sol, unas más agua, otras más aire, ni que aplique a todas los mismos sustentá
manera y en la misma época o que practique el mismo injerto sobre todos los arbolillos
o la animal, para que dediquéis menos atención a la cría de los niños que a la de las esp
lejos lo que está a nuestro alcance si queremos y podemos ver y observar. Las cosas suele
difíciles.

Sigamos a la naturaleza y cometeremos menos faltas. La Pedagogía oficial ha de ceder el


anegara a todos los pedagogos, y si el arca salvara únicamente a Montaigne, Rousseau y
edificarían escuelas sino que plantarían viñas en las cuales la labor de los profesores serí
en vez de hacer que los niños no puedan gustar, como sucede en el día, más que el mosto

En el huevo hay un germen: según su naturaleza ha de abrirse; pero no se abrirá sino en e


conveniente. En el niño hay muchos gérmenes de facultades industriales, de numerosas v
el medio y en las circunstancias favorables a su exteriorización.

Si tenemos órganos, preciso es que se formen y se desarrollen; preciso es dejar a los niño
padres y de los educadores consiste en no impedir su desarrollo. Sucede como con las pla
hojas, después las flores y los frutos; pero mataréis la planta si la sujetáis a procedimient
desarrollo. Preservad, sostened, regad; he ahí la labor de los educadores.

Los grandes iniciadores del socialismo comprendieron que el principio de todo es la educ
han sido comprendidas o que han sido descuidadas. En ningún manual de pedagogía se h
honor, porque todas las ideas de educación moderna que actualmente se propagan, se hal

La grandeza de aquellos héroes del pensamiento aumenta cuanto más se profundiza en su


considerando que han estudiado la naturaleza.

44
Una vez más: seguid la naturaleza y seguiréis el mejor camino.

Ya en sus primeros números del Boletín de la Escuela Moderna se empezó la publicación


de los siguientes anuncios:

A LA JUVENTUD

La Escuela Moderna, en vista del buen éxito obtenido con su instituto inicial, y deseando
jóvenes de ambos sexos que deseen dedicarse a la enseñanza científica y racional y tenga
escrito, a fin de preparar la apertura de sucursales en varios distritos de esta capital.

AL PROFESORADO LIBRE

Los profesores y jóvenes de ambos sexos que deseen dedicarse a la enseñanza racional y
supersticiones y creencias tradicionales absurdas, pueden ponerse en comunicación con e
vacantes en varias escuelas.

45
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.IX.

LA RENOVACIÓN DE LA ESCUELA

Dos medios de acción se ofrecen a los que quieren renovar


la educación de la infancia: trabajar para la transformción
de la escuela por el estudio del niño, a fin de probar
científicamente que la organización actual de la enseñanza
es defectuosa y adoptar mejoras progresivas; o fundar
escuelas nuevas en que se apliquen directamente principios
encaminados al ideal que se forman de la sociedad y de los
hombres los que reprueban los convencionalismos, las
crueldades, los artificios y las mentiras que sirven de base a
la sociedad moderna.

El primer medio presenta grandes ventajas, responde a una


concepción evolutiva que defenderán todos los hombres de
ciencia y que, según ellos, es la única capaz de lograr el fin.

En teoría tiene razón y así estamos dispuestos a


reconocerlo.

Es evidente que las demostraciones de la psicología y de la


fisiología deben producir importantes cambios en los
métodos de educación; que los profesores, en perfectas
condiciones para comprender al niño, podrán y sabrán
conformar su enseñanza con las leyes naturales. Hasta
46
concedo que esta evolución se realizará en el sentido de la
libertad, porque estoy convencido de que la violencia es la
razón de la ignorancia, y que el educador verdaderamente
digno de ese nombre obtendrá todo de la espontaneidad,
porque conocerá los deseos del niño y sabrá secundar su
desarrollo únicamente dándole la más amplia satisfacción
posible.

Pero en la realidad, no creo que los que luchan por la


emancipación humana puedan esperar mucho de ese medio.
Los gobiernos se han cuidado siempre de dirigir la
educación del pueblo, y saben mejor que nadie que su poder
está totalmente basado en la escuela y por eso la
monopolizan cada vez con mayor empeño. Pasó el tiempo
en que los gobiernos se oponían a la difusión de la
instrucción y procuraban restringir la educación de las
masas. Esa táctica les era antes posible porque la vida
económica de las naciones permitía la ignorancia popular,
esa ignorancia que facilitaba la dominación. Pero las
circunstancias han cambiado: los progresos de la ciencia y
los multiplicados descubrimientos han revolucionado las
condiciones del trabajo y de la producción; ya no es posible
que el pueblo permanezca ignorante; se le necesita instruído
para que la situación económica de un país se conserve y
progrese contra la concurrencia universal. Así reconocido,
los gobiernos han querido una organización cada vez más
completa de la escuela, no porque esperen por la educación
la renovación de la sociedad, sino porque necesitan
individuos, obreros, instrumentos de trabajo más
47
perfeccionados para que fructifiquen las empresas
industriales y los capitales a ellas dedicados. Y se ha visto a
los gobiernos más reaccionarios seguir ese movimiento; han
comprendido que la táctica antigua era peligrosa para la
vida económica de las naciones y que había que adaptar la
educación popular a las nuevas necesidades. Grave error
sería creer que los directores no hayan previsto los peligros
que para ellos trae consigo el desarrollo intelectual de los
pueblos, y que, por tanto, necesitaban cambiar de medios de
dominación; y, en efecto, sus métodos se han adaptado a las
nuevas condiciones de vida, trabajando para recabar la
dirección de las ideas en evolución. Esforzándose por
conservar las creencias sobre las que antes se basaba la
disciplina social, han tratado de dar a las concepciones
resultantes del esfuerzo científico una significación que no
pudiera perjudicar a las instituciones establecidas, y he ahí
lo que les han inducido a apoderarse de la escuela. Los
gobernantes, que antes dejaban a los curas el cuidado de la
educación del pueblo, porque su enseñanza, al servicio de la
autoridad, les era entonces útil, han tomado en todos los
países la dirección de la organización escolar.

El peligro, para ellos, consistía en la excitación de la


inteligencia humana ante el nuevo espectáculo de la vida,
en que en el fondo de las conciencias surgiera una voluntad
de emancipación. Locura hubiera sido luchar contra las
fuerzas en evolución; era preciso encauzarlas, y para ello,
lejos de obstinarse en antiguos procedimientos
gubernamentales, adoptaron otros nuevos de evidente
48
eficacia. No se necesitaba un genio extraordinario para
hallar esta solución; el simple curso de los hechos llevó a
los hombres del poder a comprender lo que había que
oponer a los peligros presentados: fundaron escuelas,
trabajaron por esparcir la instrucción a manos llenas y, si en
un principio hubo entre ellos quienes resistieron a este
impulso, -porque determinadas tendencias favorecían a
algunos de los partidos políticos antagónicos -todos
comprendieron pronto que era preferible ceder y que la
mejor táctica consistía en asegurar por nuevos medios la
defensa de los intereses y de los principios. Viéronse, pues,
producirse luchas terribles por la conquista de la escuela; en
todos los países se continúan esas luchas con
encarnizamiento; aquí triunfa la sociedad burguesa y
republicana, allá vence el clericalismo. Todos los partidos
conocen la importancia del objetivo y no retroceden ante
ningún sacrificio para asegurar la victoria. Su grito común
es: ¡Por y para la escuela! y el buen pueblo debe estar
reconocido a tanta solicitud. Todo el mundo quiere su
elevación por la instrucción, y su felicidad por añadidura.
En otro tiempo podían decirle algunos: Esos tratan de
conservarte en la ignorancia para mejor explotarte;
nosotros te queremos instruído y libre. Al presente eso ya
no es posible: por todas partes se construyen escuelas, bajo
toda clase de títulos.

En ese cambio tan unánime de ideas, operado entre los


directores respecto de la escuela, hallo los motivos para
desconfiar de su buena voluntad, y la explicación de los
49
hechos que ocasionan mis dudas sobre la eficacia de los
medios de renovación que intentan practicar ciertos
reformadores. Por lo demás, esos reformadores se cuidan
poco, en general, de la significación social de la educación;
son hombres que buscan con ardor la verdad científica, pero
que apartan de sus trabajos cuanto es extraño al objeto de
sus estudios. Trabajan pacientemente por conocer al niño y
llegarán a decirnos -todavía es joven su ciencia- qué
métodos de educación son más convenientes para su
desarrollo integral.

Pero esta indiferencia en cierto modo profesional, en mi


concepto, es perjudicialísima a la causa que piensan servir.

No les considero en manera alguna inconscientes de las


realidades del medio social, y sé que esperan de su labor los
mejores resultados para el bien general. Trabajando para
revelar los secretos de la vida del ser humano, -piensan-
buscando el proceso de su desarrollo normal físico y
psíquico, impondremos a la educación un régimen que ha
de ser favorable a la liberación de las energías. No
queremos ocuparnos directamente de la renovación de la
escuela; como sabios tampoco lo conseguiremos, porque
todavía no sabríamos definir exactamente lo que debiera
hacerse.

Procederemos por gradaciones lentas, convencidos de que


la escuela se transformará a medida de nuestros
descubrimientos, por la misma fuerza de las cosas. Si nos

50
preguntáis cuáles son nuestras esperanzas, nos
manifestaremos de acuerdo con vosotros en la provisión de
una evolución en el sentido de una amplia emancipación
del niño y de la humanidad por la ciencia, pero también en
este caso estamos persuadidos de que nuestra obra se
prosigue completamente hacia ese objeto y le alcanzará por
las vías más rápidas y directas.

Este razonamiento es evidentemente lógico, nadie puede


negarlo, y, sin embargo, en él se mezcla una gran parte de
ilusión. Preciso es reconocerlo; si los directores, como
hombres, tuviesen las mismas ideas que los reformadores
benévolos, si realmente les impulsara el cuidado de una
organización continua de la sociedad en el sentido de la
desaparición progresiva de las servidumbres, podría
reconocerse qué los únicos esfuerzos de la ciencia
mejorarían la suerte de los pueblos; pero lejos de eso, es
harto manifiesto que los que se disputan el poder no miran
más que la defensa de sus intereses, que sólo se preocupan
de la propia ventaja y de la satisfacción de sus apetitos.
Mucho tiempo hace que dejamos de creer en las palabras
con que disfrazan sus ambiciones; todavía hay cándidos que
admiten que hay en ellos un poco de sinceridad, y hasta
imaginan que a veces les impulsa el deseo de la felicidad de
sus semejantes; pero éstos son cada vez más raros y el
positivismo del siglo se hace demasiado cruel para que
puedan quedar dudas sobre las verdaderas intenciones de
los que nos gobiernan.

51
Del mismo modo que han sabido arreglarse cuando se ha
presentado la necesidad de la instrucción, para que esta
instrucción no se convirtiese en un peligro, así también
sabrán reorganizar la escuela de conformidad con los
nuevos datos de la ciencia para que nada pueda amenazar su
supremacía. Ideas son éstas difíciles de aceptar, pero se
necesita haber visto de cerca lo que sucede y cómo se
arreglan las cosas en la realidad para no dejarse caer en el
engaño de las palabras. ¡Ah! ¡Qué no se ha esperado y
espera aún de la instrucción! La mayor parte de los hombres
de progreso todo lo esperan de ella, y hasta estos últimos
tiempos algunos no han comenzado a comprender que la
instrucción sólo produce ilusiones. Cáese en la cuenta de la
inutilidad positiva de esos conocimientos adquiridos en la
escuela por los sistemas de educación actualmente en
práctica; compréndese que se ha esperado en vano, a causa
de que la organización de la escuela, lejos de responder al
ideal que suele crearse, hace de la instrucción en nuestra
época el más poderoso medio de servidumbre en mano de
los directores. Sus profesores no son sino instrumentos
conscientes o inconcientes de sus voluntades, formados
además ellos mismos según sus principios; desde su más
tierna edad y con mayor fuerza que nadie han sufrido la
disciplina de su autoridad; son muy raros los que han
escapado a la tiranía de esa dominación quedando
generalmente impotentes contra ella, porque la organización
escolar les oprime con tal fuerza que no tienen más remedio
que obedecer. No he de hacer aquí el proceso de esta
organización, suficientemente conocida para que pueda
52
caracterizársele con una sola palabra: Violencia. La escuela
sujeta a los niños física, intelectual y moralmente para
dirigir el desarrollo de sus facultades en el sentido que se
desea, y les priva del contacto de la naturaleza para
modelarles a su manera. He ahí la explicación de cuanto
dejo indicado: el cuidado que han tenido los gobiernos en
dirigir la educación de los pueblos y el fracaso de las
esperanzas de los hombres de libertad. Educar equivale
actualmente a domar, adiestrar, domesticar. No creo que los
sistemas empleados hayan sido combinados con exacto
conocimiento de causa para obtener los resultados
deseados, pues eso supondría genio; pero las cosas suceden
exactamente como si esa educación respondiera a una vasta
concepción de conjunto realmente notable: no podría
haberse hecho mejor. Para realizarla se han inspirado
sencillamente en los principios de disciplina y de autoridad
que guían a los organizadores sociales de todos los tiempos,
quienes no tienen más que una idea muy clara y una
voluntad, a saber: que los niños se habitúen a obedecer, a
creer y a pensar según los dogmas sociales que nos rigen.
Esto sentado, la instrucción no puede ser más que lo que es
hoy. No se trata de secundar el desarrollo espontáneo de las
facultades del niño, de dejarle buscar libremente la
satisfacción de sus necesidades físicas, intelectuales y
morales; se trata de imponer pensamientos hechos; de
impedirle para siempre pensar de otra manera que la
necesaria para la conservación de las instituciones de esta
sociedad; de hacer de él, en suma, un individuo
estrictamente adaptado al mecanismo social.
53
No se extraña, pues, que semejante educación no tenga
influencia alguna sobre la emancipación humana. Lo repito,
esa instrucción no es más que un medio de dominación en
manos de los directores, quienes jamás han querido la
elevación del individuo, sino su servidumbre, y es
perfectamente inútil esperar nada provechoso de la escuela
de hoy día. Y lo que se ha producido hasta hoy continuará
produciéndose en el porvenir; no hay ninguna razón para
que los gobiernos cambien de sistema; han logrado servirse
de la instrucción en su provecho, así seguirán
aprovechándose también de todas las mejoras que se
presenten. Basta que conserven el espíritu de la escuela, la
disciplina autoritaria que en ella reina, para que todas las
innovaciones les beneficien. Para que así sea, vigilarán
constantemente; téngase la seguridad de ello.

Deseo fijar la atención de los que me leen sobre esta idea:


todo el valor de la educación reside en el respeto de la
voluntad física, intelectual y moral del niño. Así como en
ciencia no hay demostración posible más que por los
hechos, así también no es verdadera educación sino la que
está exenta de todo dogmatismo, que deja al propio niño la
dirección de su esfuerzo y que no se propone sino
secundarle en su manifestación. Pero no hay nada más fácil
que alterar esta significación, y nada más difícil que
respetarla. El educador impone, obliga, violenta siempre; el
verdadero educador es el que, contra sus propias ideas y sus
voluntades, puede defender al niño, apelando en mayor
grado a las energías propias del mismo niño.
54
Por esta consideración puede juzgarse con qué facilidad se
modela la educación y cuán fácil es la tarea de los que
quieren dominar al individuo. Los mejores métodos que
puedan revelárseles, entre sus manos se convierten en otros
tantos instrumentos más poderosos y perfectos de
dominación. Nuestro ideal es el de la ciencia y a él
recurriremos en demanda del poder de educar al niño
favoreciendo su desarrollo por la satisfacción de todas sus
necesidades a medida que se manifiesten y se desarrollen.

Estamos persuadidos de que la educación del porvenir será


una educación en absoluto espontánea; claro está que no
nos es posible realizarla todavía, pero la evolución de los
métodos en el sentido de una comprensión más amplia de
los fenómenos de la vida, y el hecho de que todo
perfeccionamiento significa la supresión de una violencia,
todo ello nos indica que estamos en terreno verdadero
cuando esperamos de la ciencia la liberación del niño. ¿Es
éste el ideal de los que detentan la actual organización
escolar, es lo que se proponen realizar, aspiran también a
suprimir las violencias? No, sino que emplearán los medios
nuevos y más eficaces al mismo fin que en el presente; es
decir, a la formación de seres que acepten todos los
convencionalismos, todas las mentiras sobre las cuales está
fundada la sociedad.

No tememos decirlo: queremos hombres capaces de


evolucionar incesantemente; capaces de destruir, de renovar
constantemente los medios y de renovarse ellos mismos;

55
hombres cuya independencia intelectual sea la fuerza
suprema, que no se sujeten jamás a nada; dispuestos
siempre a aceptar lo mejor, dichosos por el triunfo de las
ideas nuevas y que aspiren a vivir vidas múltiples en una
sola vida. La sociedad teme tales hombres: no puede, pues,
esperarse que quiera jamás una educación capaz de
producirlos.

¿Cuál es, pues, nuestra misión? ¿Cuál es, pues, el medio


que hemos de escoger para contribuir a la renovación de la
escuela?

Seguiremos atentamente los trabajos de los sabios que


estudian el niño, y nos apresuraremos a buscar los medios
de aplicar sus experiencias a la educación que queremos
fundar, en el sentido de una liberación más completa del
individuo. Mas ¿cómo conseguiremos nuestro objeto?
Poniendo directamente manos a la obra, favoreciendo la
fundación de escuelas nuevas donde en lo posible se
establezca este espíritu de libertad que presentimos ha de
dominar toda la obra de la educación del porvenir.

Se ha hecho ya una demostración que por el momento


puede dar excelentes resultados. Podemos destruir todo
cuanto en la escuela actual responde a la organización de la
violencia, los medios artificiales donde los niños se hallan
alejados de la naturaleza y de la vida, la disciplina
intelectual y moral de que se sirven para imponerle
pensamientos hechos, creencias que depravan y aniquilan

56
las voluntades. Sin temor de engañarnos podemos poner al
niño en el medio que le solicita, el medio natural donde se
hallará en contacto con todo lo que ama y donde las
impresiones vitales reemplazarán a las fastidiosas lecciones
de palabras. Si no hiciéramos más que esto, habríamos
preparado en gran parte la emancipación del niño.

En tales medios podríamos aplicar libremente los datos de


la ciencia y trabajar con fruto.

Bien sé que no podríamos realizar así todas nuestras


esperanzas; que frecuentemente nos veríamos obligados,
por carencia de saber, a emplear medios reprobables; pero
una certidumbre nos sostendría en nuestro empeño, a saber:
que sin alcanzar aún completamente nuestro objeto,
haríamos más y mejor, a pesar de la imperfección de
nuestra obra, que lo que realiza la escuela actual.Prefiero la
espontaneidad libre de un niño que nada sabe, a la
instrucción de palabras y la deformación intelectual de un
niño que ha sufrido la educación que se da actualmente.

Lo que hemos intentado en Barcelona, otros lo han


intentado en diversos puntos, y todos hemos visto que la
obra era posible. Pienso, pues, que es preciso dedicarse a
ella inmediatamente. No queremos esperar a que termine el
estudio del niño para emprender la renovación de la
escuela; esperando, nada se hará jamás. Aplicaremos lo que
sabemos y sucesivamente lo que vayamos aprendiendo. Un
plan de conjunto de educación racional es ya posible, y en

57
escuelas tales como las concebimos pueden los niños
desarrollarse líbres y dichosos, según sus aspiraciones.
Trabajaremos para perfeccionarlo y extenderlo.

Tales son nuestros proyectos: no ignoramos lo difícil de su


realización; pero queremos comenzarla, persuadidos de que
seremos ayudados en nuestra tarea por los que luchan en
todas partes para emancipar a los humanos de los dogmas y
de los convencionalismos que aseguran la prolongación de
la inicua organización social actual.

58
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.X.

NI PREMIO NI CASTIGO

La enseñanza racional es ante todo un método de defensa contra el error y la ignorancia.


Ignorar verdades y creer absurdos es lo predominante en nuestra sociedad, y a ello se debe
la diferencia de clases y el antagonismo de los intereses con su persistencia y su
continuidad.

Admitida y practicada la coeducación de niñas y niños y ricos y pobres, es decir, partiendo


de la solidaridad y de la igualdad, no habíamos de crear una desigualdad nueva, y, por
tanto, en la Escuela Moderna no habría premios, ni castigos, ni exámenes en que hubiera
alumnos ensorbebecidos con la nota de sobresaliente, medianías que se conformaran con la
vulgarísima nota de aprobados ni infelices que sufrieran el oprobio de verse despreciados
por incapaces.

Esas diferencias sostenidas y practicadas en las escuelas oficiales, religiosas e industriales


existentes, en concordancia con el medio ambiente y esencialmente estacionarias, no
podían ser admitidas en la Escuela Moderna, por razones anteriormente expuestas.

No teniendo por objeto una enseñanza determinada, no podía decretarse la aptitud ni la


incapacidad de nadie. Cuando se enseña una ciencia, un arte, una industria, una
especialidad; cualquiera que necesite condiciones especiales, dado que los individuos
puedan sentir una vocación o tener, por distintas causas, tales o cuales aptitudes, podrá ser
útil el examen, y quizá un diploma académico aprobatorio lo mismo que una triste nota
negativa pueden tener su razón de ser, no lo discuto; ni lo niego ni lo afirmo. Pero en la
Escuela Moderna no había tal especialidad; allí ni siquiera se anticipaban aquellas
enseñanzas de conveniencia más urgente encaminadas a ponerse en comunión intelectual
con el mundo; lo culminante de aquella escuela, lo que la distinguía de todas, aun de las
que pretendían pasar como modelos progresivos, era que en ella se desarrollaban
amplísimamente las facultades de la infancia sin sujeción a ningún patrón dogmático, ni
aun lo que pudiera considerarse como resumen de la convicción de su fundador y de sus
profesores, y cada alumno salía de allí para entrar en la actividad social con la aptitud
necesaria para ser su propio maestro y guía en todo el curso de su vida.

Claro es que por incapacidad racional de otorgar premios, se creaba la imposibilidad de


imponer castigos, y en aquella escuela nadie hubiera pensado en tan dañosas prácticas si
no hubiera venido la solicitud del exterior. Allí venían padres que profesaban este rancio
aforismo: la letra con sangre entra, y me pedían para su hijo un régimen de crueldad; otros,
entusiasmados con la precocidad de su prole, hubiera querido, a costa de ruegos y dádivas,
que su hijo hubiera podido brillar en un examen y ostentar pomposamente títulos y

59
medallas; pero en aquella escuela no se premió ni castigó a los alumnos, ni se satisfizo la
preocupación de los padres. Al que sobresalía por bondad, por aplicación, por indolencia o
por desorden se le hacía observar la concordancia o discordancia que pudiera haber con el
bien o con el mal propio o el de la generalidad, y servían de asunto para una disertación a
propósito del profesor correspondiente, sin más consecuencias; y los padres fueron
conformándose, poco a poco, con el sistema, habiendo de sufrir no pocas veces que sus
mismos hijos les despojaran de sus errores y preocupaciones. No obstante, la rutina surgía
a cada punto con pesada impertinencia, viéndome obligado a repetir mis razonamientos,
sobre todo con los padres de los nuevos alumnos que se presentaban, por lo que publiqué
en el Boletín el siguiente escrito:

POR QUÉ LA ESCUELA MODERNA NO CELEBRA EXAMENES

Los exámenes clásicos, aquellos que estamos habituados a ver a la terminación del año e
predicamento, no dan resultado alguno, y si lo producen es en el orden del mal.

Estos actos, que se visten de solemnidades ridículas, parecen ser instituídos solamente pa
supina vanidad y el interés egoísta de muchos maestros y para causar sendas torturas a lo
enfermedades más o menos prematuras.

Cada padre desea que su hijo se presente en público como uno de los tantos sobresaliente
le importa que para ello su hijo, por espacio de quince días o un mes, sea víctima de exqu
consideración que los dichos tormentos no son tales, porque no dejan como señal el más

La inconsciencia en que se vive con relación a la naturaleza del niño y a lo inicuo de


ponerle en condiciones forzadas para que saque de su flaqueza psicológica fuerzas
intelectuales, sobre todo en la esfera de la memoria, impide a los padres ver que un rato de
satisfacción de amor propio, puede ser la causa, como ha sucedido muchas veces, de
enfermedad, de la muerte moral y material de sus hijos.

A la mayoría de los profesores, por otra parte, estereotipadores de frases hechas,


inoculadores mecánicos, más que padres morales del educando, lo que más les interesa en
los exámenes es su propia personalidad y su estado económico; su objeto es hacer ver a los
padres y demás concurrentes a los exámenes, que el alumno, bajo su égida, sabe
muchísimo, que sus conocimientos en extensión y caridad exceden a lo que se podía
esperar de sus cortos años y al poco tiempo que hace ha estado en el colegio de tan
meritísimo profesor.

Además de esa miserable vanidad, satisfecha a costa de la vida moral y física del alumno,
se esfuerzan, esos determinados maestros, en arrancar plácemes del vulgo, de los padres y

60
demás concurrentes ignaros de lo que pasa en la realidad de las cosas, como un reclamo
eficacísimo que les garantiza el crédito y el prestigio de la Tienda Escolar.

En crudo, somos adversarios impenitentes de los indicados exámenes. En el colegio todo


tiene que ser efectuado en beneficio del estudiante. Todo acto que no consiga ese fin debe
ser rechazado como antitético a la naturaleza de una positiva enseñanza. De los exámenes
no saca nada bueno y recibe, por el contrario, gérmenes de mucho malo el alumno. A más
de las enfermedades físicas susodichas, sobre todo las del sistema nervioso y acaso de una
muerte temprana, los elementos morales que inicia en la conciencia del niño ese acto
inmoral calificado de examen son: la vanidad enloquecedora de los altamente premiados;
la envidia roedora y la humillación, obstáculo de sanas iniciativas, en los que han
claudicado; y en unos y en otros, y en todos, los albores de la mayoría de los sentimientos
que forman los matices del egoísmo.

He aquí razonado nuestro pensamiento por una escritura profesional, en el siguiente


artículo tomado del Boletín:

EXAMENES Y CONCURSOS

Al finalizar el año escolar hemos oído, como los años anteriores, hablar de concursos, de
niños cargados de diplomas y de volúmenes rojos adornados con follajes verdes y dorado
por la incertidumbre, y de niños aterrorizados por las temibles pruebas del examen, dond
tremendo interrogatorio, circunstancias que dan al acto cierta desdichada analogía con lo

Ese es el símbolo de todo el sistema actual de enseñanza.

Porque no se interrumpe solamente nuestro trabajo para sancionarle por marcas y clasific
durante todos nuestros años de estudio y para muchas profesiones durante toda la vida.

Comienza la cosa desde que cumplimos cinco o seis años, cuando se nos enseña a leer, y
las historias que ese nuevo ejercicio nos permite conocer, ni el dibujo más o menos inter
de disputar; y lo peor es que se nos hace enrojecer de vergüenza si quedamos rezagados,
hemos atraído la envidia y la enemistad de nuestros compañeros.

Mientras estudiábamos gramática, cálculo, ciencia y latín, los maestros y nuestros padres
procurando persuadirnos que estábamos rodeados de rivales que combatir, de superiores
trabajamos?, se nos ocurría preguntar alguna vez, y se nos contestaba que ya obtendríam
consecuencias de nuestra torpeza; y todas las excitaciones y todos los actos nos inspiraba
lográsemos ser más que los otros, nuestros padres, parientes y amigos, el profesor mismo
consecuencia lógica, nuestros esfuerzos se dirigían exclusivamente al premio, al éxito. D
la vanidad y el egoísmo.

61
La gravedad del mal aumenta considerablemente en la época en que se entra en la vida. E
número de carreras en que los concurrentes se disputan cruelmente el derecho a la existe
sí, que necesita asegurarse por sí mismo su porvenir, y se convencerá cada vez más que p
astuto. De semejante concepción se resiente toda la vida social.

Hemos encontrado en la sociedad hombres de toda condición y de diferentes edades que


hubieran tenido la íntima convicción de que todos sus méritos les serían contados y paga
perfectamente, ya que obtienen tanto de los ciudadanos por las recompensas, avances, di
vivaz del cristianismo. El dogma de la gloria eterna ha inspirado la Legión de Honor. A c
exámenes y oposición, ¿hay algo más triste, más feo ni más falso? Hay algo más anorma
de trabajo moral y físico que tiene por efecto deformar las inteligencias, desarrollando ha
quedan atrofiadas. El menor reproche que se les pueda dirigir consiste en que son una pé
vidas, hasta prohibir toda otra preocupación personal, familiar o social. Los candidatos se
en el amor, ni interesarse en la cosa pública, so pena de un fracaso.¿Y qué diremos de las
universalmente conocido? No hablaré de las injusticias intencionales, aunque de ellas pu
base del sistema. Una nota o una clasificación dada en condiciones determinadas, sería d
jurado fuese otro, si el ánimo del juez, por cualquier circunstancia, hubiese variado. En e
casualidad es ciega.Suponiendo que se reconociese a ciertos hombres en razón de su eda
valor de otros hombres, de medirle y sobre todo de comparar entre si los valores individu
sobre bases sólidas.

En lugar de esto, se reducen al mínimum los elementosde apreciación: un trabajo de algu


basta para declarar si un hombre es más capaz que otro de desempeñar tal función, de de

Reposando sobre la casualidad y la arbitrariedad, los concursos y los dictámenes que de e


universales, que se imponen, no sólo a los individuos sino también a sus esfuerzos y a su
ciencia escogida alrededor de la cual no hay sino medianía; únicamente la ciencia marcad
vivir.

Denunciamos con complacencia los vicios de este sistema, porque en él vemos una heren
misma investidura oficial.

Séanos permitido idear sin ser tachados de utopistas, una sociedad en que todos los que q
y en que se trabaje por el trabajo y por sus frutos legítimos.

Comencemos por introducir desde la escuela tan saludables costumbres; dedíquense los p
arbitrarias, ya que hay sanciones naturales e inevitables que bastará poner en evidencia. S
comparación y de medida entre los individuos, porque para que los hombres comprendan
y las inteligencias es necesario evitar a los escolares la concepción inmutable de buen alu
aproxima más o menos con mayor o menor mérito.

Suprimamos, pues, en las escuelas las clasificaciones, los exámenes, las distribuciones d
principio práctico.

62
Emilia Boivin.

En el número 6, año quinto, del Boletín creí necesario publicar lo siguiente :

NO MÁS CASTIGOS

Recibimos frecuentes comunicaciones de Centros obreros instructivos y Fraternidades re


los niños en sus escuelas.

Nosotros mismos hemos tenido el disgusto de presenciar, en nuestras cortas y escasas ex


viendo niños de rodillas o en otras actitudes forzadas de castigo.

Esas prácticas irracionales y atávicas han de desaparecer; la Pedagogía moderna las rech

Los profesores que se ofrecen a la Escuela Moderna y solicitan su recomendación para ej


a todo castigo material y moral, so pena de quedar descalificados para siempre. La severi
sevicia y han debido desaparecer con el antiguo dómine. En las escuelas libres todo ha de

Creemos que este aviso bastará para desterrar en lo sucesivo tales prácticas, impropias de
una generación apta para establecer una sociedad verdaderamente fraternal, solidaria y ju

63
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XI.

LAICISMO Y BIBLIOTECA

Tratándose de instituir una escuela racional para preparar dignamente el ingreso de la


infancia en la libre solidaridad humana, el problema inmediato al de la determinación de su
programa, era el de su biblioteca.

Todo el bagaje instructivo de la antigua pedagogía era una mezcla incoherente de ciencia y
de fe, de razón y absurdo, de bien y mal, de experiencia humana y de revelación divina, de
verdad y de error; en una palabra, inadaptable en absoluto a la nueva necesidad creada por
el intento de la institución de la nueva escuela.

Si la escuela había estado en todo tiempo, desde la más remota antigüedad, supeditada no a
la enseñanza en su amplio sentido de comunicar a la generación naciente la suma del saber
de las generaciones anteriores, sino a la enseñanza concordada con la autoridad y la
conveniencia de las clases dominadoras, y por tanto destinada a hacer obedientes y
sumisos, es evidente que nada de lo escrito a tal fin podía ser utilizable.

Mas la severidad lógica de tal afirmación no pudo convencerme por el pronto. Resistíanse
a creer que la democracia francesa, que tan activamente trabajaba por la separación de la
Iglesia y del Estado, que de tal modo se había concitado las iras clericales y que había
adoptado la enseñanza obligatoria y laica, incurriese en el absurdo de la semienseñanza o
de la enseñanza sofisticada; pero hube de rendirme a la evidencia contra todo resto de
preocupación, primero por la lectura de gran parte de las obras inscriptas en el catálogo del
laicismo francés, en que Dios era reemplazado por el Estado, la virtud cristiana por el
deber cívico, la religión por el patriotismo, la sumisión y la obediencia al rey, al autócrata
y al clero por el acatamiento al funcionario, al propietario y al patrón; después por la
consulta que hice a un notable librepensador que desempeñaba un elevado cargo en el
ministerio francés de instrucción pública, quien, expuesto mi deseo de conocer los libros
destinados a la enseñanza y depurados de todo error convencional, tras una completa
exposición de mi pensamiento y de mis propósitos, me declaró con franqueza y con
sentimiento que no había uno siquiera; todos, con un artificio más o menos hábil e
insidioso, deslizaban el error que es el necesario cimiento de la desigualdad social.
Preguntado además al mismo sujeto si, ya que el ídolo divino estaba en plena decadencia
oficial por haberle sustituído con el ídolo de la denominación oligárquica, había algún
libro destinado a enseñanza del origen de la religión, me contestó que no había ninguno
pedagógico destinado a tal objeto, pero después de evocar sus recuerdos, me dijo que
conocía uno que me serviría, Science et Religion, de Malvert, lo que me proporcionó la
satisfacción de comunicarle que ya estaba traducido al español destinado a libro de lectura
de la Escuela Moderna, con el título de Origen del Cristianismo.

64
Entre la literatura pedagógica española vi algunos trataditos de un ilustrado escritor,
versado en ciencias, que había recurrido a escribir más para el negocio de los editores que
para la educación e ilustración de los niños. Algunos de aquellos libritos fueron utilizados
en un principio en la Escuela Moderna, pero, sin poder rechazarlos por erróneos, adolecían
de la falta de inspiración en el ideal emancipador de la razón y del método consiguiente.
Busqué al citado autor con el propósito de interesarle en mi propósito y de encargarle que
escribiera para la nueva biblioteca, pero un editor lo tenía sujeto por un contrato y no pudo
complacerme.

En resumen, se inauguró la Escuela Moderna antes de que la creada biblioteca hubiera


producido su primera obra, pero ésta, que se publicó poco después, fue brillante creación
que ejerció gran influencia sobre la institución reciente; se trata de Las Aventuras de Nono,
por Juan Grave, especie de poema en que se parangona con graciosa ingenuidad y verdad
dramática una fase de las delicias futuras con la triste realidad de la sociedad presente, las
dulzuras del país de Autonomía con los horrores del reino Argirocracia. El genio de Grave
ha elevado su obra adonde no pueden llegar las censuras de los escépticos antifuturistas,
así como ha presentado los males sociales con toda verdad y sin la menor exageración. Su
lectura encantaba a los niños, y la profundidad de sus pensamientos sugería a los
profesores múltiples y oportunísimos comentarios. Los niños en sus recreos reproducían
las escenas de Autonomía, y los adultos, en sus afanes y sufrimientos, veían reflejadas su
causa en la constitución de aquella Argirocracia donde imperaba Monadio.

En el Boletín de la Escuela Moderna y en diversos periódicos políticos se anunciaron


concursos para la adopción y publicación de libros para la enseñanza racional, pero los
escritores se retrajeron, limitándome aquí a consignar el hecho sin aventurarme a juzgarle
ni a inquirir su causa.

Dos libros edité a continuación, dedicados a la lectura escolar. No se escribieron para las
escuelas, pero a la Moderna dediqué su traducción, también con éxito brillante: uno el
Cuaderno manuscrito, otro Patriotismo y Colonización ambos colección de pensamientos
de escritores de todos los países presentando las injusticias del patriotismo, los horrores de
la guerra y las iniquidades de la conquista. Comprueba el acierto de la elección de tales
obras la benéfica influencia ejercida en la inteligencia de los niños, manifestada en la
recopilación de pensamientos infantiles publicados en el Boletín, y la inquina con que
fueron denunciados por la prensa reaccionaria y por los cangrejos del Parlamento.

Muchos han considerado que entre la enseñanza laica y la racionalista no hay diferencia
apreciable y en muchos artículos y discursos de propaganda se ha hablado de esas
enseñanzas como perfectamente análogas. Para desvanecer ese error publiqué en el Boletín
el siguiente artículo:

LA ENSEÑANZA LAICA

65
La idea enseñanza no debiera de ir seguida de ningún calificativo; responde únicamente a
la plenitud de sus facultades de preparar a la generación naciente, entregándole el patrim

Hallándonos aún en camino de ese ideal, nos vemos frente a frente de la enseñanza religi
la racional y científica.

Como tipo de la enseñanza religiosa existe la que se da en las congregaciones monásticas


posible de conocimientos útiles y recargada de doctrina cristiana e historia sagrada.

Como enseñanza política hay la establecida en Francia poco después de la caída del impe
administración pública actual como instrumento de buen gobierno.

Se aplica a la enseñanza en determinadas circunstancias la calificación de libre o laica de


opinión pública; así llaman los religiosos escuelas libres las que pueden fundar contrarian
enseñanza, y se denominan escuelas laicas muchas que no son más que políticas o esenci

La enseñanza racional se eleva dignamente sobre tan mezquinos propósitos.

En primer lugar no ha de parecerse a la enseñanza religiosa, porque la ciencia ha demost


mitos, y por consiguiente se abusa de la ignorancia de los padres y de la credulidad de lo
creador gel mundo, y al que puede acudirse con ruegos y plegarias para alcanzar toda cla

Ese engaño, desgraciadamente tan generalizado aún, es causa de graves males, cuyos efe
de la causa.

La misión de la enseñanza consiste en demostrar a la infancia, en virtud de un método pu


productos de la naturaleza, sus cualidades y la manera de utilizarlos, más abundarán los p
útiles, convenientes y necesarios para la vida, y con mayor facilidad y profusión saldrán
todos los ramos del saber y de la actividad, guiados por la razón e inspirados por la cienc
sociedad.

No perdamos, pues, el tiempo pidiendo a un dios imaginario lo que únicamente puede pr

No ha de parecerse tampoco nuestra enseñanza a la política, porque habiendo de formar i


le supedita a otros hombres, y así como las religiones, ensalzando un poder divino, han c
emancipación humana, los sistemas políticos la retardan acostumbrando a los hombres a
supuesto orden superior, de los que por tradición o por industria ejercen la profesión de g

Demostrar a los niños que mientras un hombre depende de otro hombre se cometerán abu
mantienen la ignorancia popular, conocer el origen de todas las prácticas rutinarias que d
alumnos sobre cuanto a la vista se nos presenta, tal ha de ser el programa de las escuelas

No perdamos, pues, el tiempo pidiendo a otros lo que nos corresponde y podemos obtene

66
Trátase, en suma, de inculcar a los cerebros infantiles la idea de que al ser mayores obten
cuanto mayores sean los esfuerzos que ellos mismos hagan para procurárselo; y que más
se hayan desprendido de todas las supersticiones religiosas y similares que hasta ahora ha

Por esta razón suprimimos en nuestras escuelas toda repartición de premios, de regalos, d
ser imitaciones religiosas y patrióticas, propias únicamente para mantener la fe en talism
conscientes de su valor y de su saber.

La enseñanza racional y científica ha de persuadir a los futuros hombres y mujeres que n


real); y que pueden esperar todo lo racional de sí mismos y de la solidaridad libremente

A fin de dar la necesaria extensión a la biblioteca de la Escuela Moderna, publiqué en el


Boletín y en la prensa local los siguientes anuncios:

A LOS INTELECTUALES

La Escuela Moderna hace un llamamiento vehemente a cuantos escritores amen la cienci


propongan obras de textos dirigidas a emancipar al espíritu de todos los errores de nuestr
la verdad y la práctica de la justicia, librando al mundo de dogmas autoritarios, sofismas
desgraciadamente forman el mecanismo de la sociedad presente.

CONCURSO DE ARITMÉTICA

Considerando que de la manera como ha sido comprendido hasta el presente el estudio d


inculcar a los niños las falsas ideas del sistema capitalista, que tan pesadamente gravita s
atribuir al dinero un valor que no debe tener, la Escuela Moderna abre un Concurso para
concurran los amigos de la enseñanza racional y científica que se ocupan especialmente d
problemas fáciles, verdaderamente prácticos y en los cuales no se trate de dinero, de aho
producción agrícola y manufacturera, la buena repartición de las materias primeras y de l
transporte de las mercancías, el trabajo humano comparado con el mecánico y ventajas d
palabra, la Escuela Moderna desea un conjunto de problemas por el cual la aritmética res
social, tomando la palabra economía en su sentido etimológico de buena distribución.

Los ejercicios se desarrollarán sobre las cuatro operaciones fundamentales (números ente
proporciones, mezclas y aleaciones, los cuadrados y cubos de los números y la extracción

Considerando que las personas que respondan a este llamamiento, más han de inspirarse
infancia, que en una idea de beneficio individual, y deseando separarse de la rutina gener
calificador ni prometeremos premios. La Escuela Moderna editará la Aritmética que más
autor para la recompensa.

67
A LOS SEÑORES PROFESORES

A cuantos se dedican a la enseñanza con el noble propósito de educar racionalmente las n


deberes, para estimularlas a que no abdiquen jamás del goce de sus derechos, rogamos fi
Universal, por Clemencia Jacquinet, y Las Aventuras de Nono, por Juan Grave, insertas e

Las obras que la Escuela Moderna edita y las que se propone seguir editando, se destinan
estudios sociales y padres de familia, enemigos de la limitación intelectual que el dogma
social impone para que continúe preponderante y victorioso el privilegio a expensas de la

Todos los enemigos del jesuitismo y de las mentiras convencionales, así como de los erro
nuestras publicaciones la verdad sancionada por la evidencia. Como no inspiramos nuest
apenas representan el valor intrínseco o el coste material, y si algún beneficio resultase a
sucesivas.

En el número 6 del año 2º del Boletín publiqué el siguiente artículo y la contestación de


Reclus a una demanda que le hice, que me complazco en insertar a continuación por la
elevación con que trata un asunto interesantísimo relacionado íntimamente con mi
concepto de la enseñanza racionalista:

LA ENSEÑANZA DE LA GEOGRAFÍA

Toda la historia de la ciencia moderna, comparada con la escolástíca de la Edad Media, p


aprender, tratemos antes de comprender. En vez de raciocinar sobre lo inconcebible, com
nuestra vista, al alcance de nuestros sentidos y de nuestra experimentación.

Sobre todo en geografía, es decir, precisamente en el estudio de la naturaleza terrestre, co


esta Tierra que nos ha hecho nacer y que nos da el pan que nos alimenta; pero la enseñan
nuestras escuelas, lleva la marca de los tiempos escolásticos: el profesor pide al alumno u
sentidos no domina; recita de corrido los nombres de los cinco ríos de Francia, de tres ca
a ninguna realidad precisa. ¿Cómo podría hacerlo, si el maestro jamás le presenta ningun
la misma calle, ante la puerta de la escuela, en los arroyos y en los charcos de agua que f

¡Volvamos a la naturaleza!

68
Si tuviese la dicha de ser profesor de geografía para niños, sin verme encerrado en un est
comenzar por poner libros y mapas en manos de mis infantiles compañeros; quizá ni pro
invitaría a largos paseos comunes, feliz de aprender en su compañía.

Siendo profesor, pero profesor sin título, cuidaría mucho de proceder con método en esos
objetos y de los paisajes. Es evidente que el primer estudio debe variar en sus detalles se
mismo aspecto en un país llano que en otro montañoso, en las regiones graníticas que en
páramo; en Bélgica no hablaría lo mismo que en los Pirineos o en los Alpes. Nuestro len
en todas hay rasgos particulares e individuales que señalar, observaciones preciosas que r
otros distritos.

Por monótono y pobre que fuese nuestro punto de residencia, no faltaría la posibilidad de
rasgaran la vestidura de tierras más recientemente depositadas; por todas partes observar
y turbas; probablemente también areniscas y calcáreas; podríamos seguir el margen de un
remolino que se desarroIla, un reflujo que devuelve las aguas, el juego de las arrugas que
despojan parte de una ribera y de los aluviones que se depositan sobre los bajíos. Si nues
careciese de arroyo en nuestras inmediaciones, a lo menos habría alguna vez aguaceros q
acantilados, rápidos, contenciones, compuertas, circuitos, revueltas y confluentes; en fin

¿Pues y en el cielo? En él podemos estudiar la serie infinita de los movimientos de la Tie


la obscuridad en que se descubren las estrellas; las nieves y las nubes que reemplazan al
tempestad, el relámpago, el arco iris y acaso la aurora boreal. Todos esos movimientos ce
una matemática inicial, ya que todos los astros siguen un camino trazado de antemano y
dándonos así la ocasión de precisar los puntos cardinales y de reconocer los diversos pun

A estos paseos alrededor de nuestra residencia habitual, las circunstancias de la vida pod
con método, porque no se trata de correr al azar, como aquellos americanos que dan su v
a fuerza de amontonar desordenadamente lugares y personas en sus cerebros, confundién
la guardia de Postdam, las visitas al papa y al sultán, la subida a las pirámides y la adorac
que pueda imaginarse, porque matan la potencia de admiración que ha de crecer en el ind
estragarle de modo que llega a despreciar toda belleza. Recuerdo a propósito, la sensació
instruído, muy desdeñoso, y, tan tonto como sabio, decir perezosamente acerca del Mont

Para evitar semejantes aberraciones es importante proceder a las excursiones y a los viaje
ordinario para la enseñanza; pero es preciso evitar también todo pedantismo en la direcci
ellos su alegría: el estudio debe presentarse únicamente en el momento psicológico, en el
lleno en el cerebro para grabarse en él para siempre. Preparado de ese modo, el niño se e
se llama un curso: el entendimiento se halla abierto y tiene deseo de saber.

Tarde o temprano, siempre demasiado pronto, llega el tiempo en que la cárcel de la escue
porque el establecimiento de educación lo es casi siempre, ya que la palabra escuela perd
recreo o de fiesta. Aparecen los libros y con ellos la primera lección oficial de geografía
momento de someterse a la rutina y de poner en las manos del niño un atlas sellado por e

69
de tocarle; ante todo deseo ser perfectamente lógico en mis explicaciones: después de ha
en el espacio como el sol y la luna, no había de presentar su imagen en forma de una hoja
representan Europa, Asia, Africa, Australia, ¡las dos mitades del Nuevo Mundo!

¿Cómo salir de esta contradicción flagrante? Habré de imitar a los antiguos magos pidien
obligado a intentar que los niños comprendan que la esfera ha cambiado en planisferio; e
palabras esfera plana; pero la explicación quedará forzosamente coja, porque sólo es pos
los niños. Es preciso que el profesor, en el umbral de su clase, no atente al perfecto comp
y él para la comprensión de las cosas.

Además sé por experiencia que esos mapas, de escalas y de proyecciones desiguales, har
mismo, y el, que sin duda habrán causado al lector; porque nadie logra borrar completam
mapas, ya que según las proyecciones que hemos visto sucesivamente, las formas geográ
proporciones entre las diferentes comarcas no se presentan con limpieza a nuestra consid
clase con múltiples deformaciones, infladas o enflaquecidas, estiradas, prolongadas o tru
fuerza de presión intelectual queda embotada; seguros de antemano de no alcanzar la pre

Para evitar esa indiferencia que impide la sinceridad y el ardor en el estudio, es, pues, ne
de los puntos mayores de la geografía por el empleo de globos escolares, respecto del cu
siéndole verdaderamente imposible servirse de mapas sin traicionar la causa misma de la

¿Cuál es el globo mejor como objeto escolar? En mi concepto, una simple bola sostenida
toma, la mueve y la confía a sus alumnos. Las líneas que trace en ella han de ser sencilla
el vientre marca el ecuador; después, cuando llega el caso de hablar del vaivén de las esta
otra el ecuador; nada de meridianos ni paralelos de latitud; eso vendrá después; basta ind
Bruselas o a cualquiera otra poblacion de la superficie de la Tierra; además puede trazars
inicial. Tal ha de ser el primer globo, que estará impregnado de barniz graso que se pued
sus demostraciones y marcar sus viajes teóricos sobre la redondez planetaria.

Después utilizarán los alumnos otros globos con ventaja, sobre todo si los han manejado
los mares y todo cuanto se les enseñó en la escuela. En esto consiste el verdadero método

No cabe dudarlo: por la vista directa del globo, reproducción proporcional y exacta de la
geográfica del niño; pero esta enseñanza será pronto detenida por la exigüidad del instrum
circunferencia, no deja de ser una máquina pesada, difícil de manejar, sobre todo por niñ
dimensiones del objeto, porque si el globo se construye a la escala de la 20 millonésima,
del techo para moverle con el dedo, según las necesidades de la enseñanza. Por último, u
forma ordinaria, se hace de tal manera incómodo que no se sabe dónde guardarle, acaban
Así acabaron los grandes globos de Olearius y de Coronelli, que, por otra parte, carecería

Pero si las esferas de esas dimensiones considerables estorban demasiado para que se les
bibliotecas y en las naves de nuestros institutos, no por eso se les debe descuidar en la en
monumentos distintos, con su arquitectura especial y original, constituyendo una nueva r
ya, a pesar de que los resultados hasta ahora obtenidos no pasan del mediano. Los grande

70
circunferencia (escala a la millonésima) que se vió en la exposición de París en 1889, no
de la geografía precisa, y su único mérito, que no era posible desdeñar, consistía en most
comparados con nuestros pequeños territorios políticos, y el valor relativo en extensión d
cada gran ciudad la construcción de un globo de grandes dimensiones, a la millonésima,
verdadera forma de la corteza terrestre con su relieve exacto. Proyectos detallados de esa
y estamos en época en que la ejecución puede comenzarse con toda seguridad. Los astrón
comprendido la conveniencia de la construcción del relieve lunar en grandes proporcione

Es indudable que esos monumentos científicos serán imprescindibles para la enseñanza d


dedicadas a los alumnos de nuestras escuelas, donde no caben los globos de gran diámetr
nos impide mostrar fragmentos? Si un globo es demasiado grande, se pueden hacer corte
millonésimas! ¡Otro a las 5 millonésimas! ¡Hasta la l0 milésima, la Suiza de Person, part

Ya que se han encontrado los medios industriales, pueden en lo sucesivo hacerse discos d
bien, no se trata sólo de geografía, sino también de astronomía, y vosotros, escrutadores
serviros de discos globulares en hueco, como nosotros la hemos tenido sirviéndonos de l
mismos para vosotros que para nosotros; puedo, pues, en toda confianza, contar con voso
revolucionario que intentamos en las escuelas.

Hablamos de progreso, pero considerado desde cierto punto de vista, nos hallamos en un
desagradables, y hemos de recorrer mucho camino para alcanzar un período correspondie
más lejanos de la antigüedad nos presenta la Caldea, aquel país donde en cada población
bajas se elevaba siempre el observatorio; los hermosos jardines aéreos de la legendaria S
canto de sus pájaros la alta torre superior desde la que los astrónomos interrogaban los es
de esos templos de la ciencia consagrados al estudio de la Tierra y del Cielo.

Una leyenda harto conocida refiere que los hombres, unidos en un solo pueblo y trabajan
de Babel, se encontraron repentinamente afectos de ignorancia mutua los unos por los ot
quedaron convertidos en extranjeros y enemigos. Actualmente hablamos de nuevo una le
unirnos aún más estrechamente que nunca; ya hemos llegado al tiempo en que sin temor
que en un porvenir próximo cada población construirá su nueva Torre de Estrellas donde
fenómenos del Cielo e instruirse en las maravillas de la Tierra, el planeta natal.

Eliseo Reclus.

Después de leído el precedente artículo, escribí al Instituto Geográfico de Bruselas


pidiéndole me recomendara un libro de texto para la enseñanza de la Geografía, cuya
petición fué contestada por el insigne geógrafo Reclus con la siguiente carta :

Señor Ferrer Guardia:

71
Querido amigo: En mi concepto no hay texto para la enseñanza de la geografía en las es
inficiconado del veneno religioso, del patriótico, o, lo que es peor aún, de la rutina admi

Por otra parte, cuando los niños tienen la dicha, que seguramente tendrán en la Escuela
inteligentes y amantes de su profesión, ganan con no tener libros. La enseñanza oral, sug
mejor. Después de haber recogido la semilla dan la cosecha por la redacción de notas y
hasta para los profesores, la literatura geográfica se enriquezca con un manual que sirv

¿Quiere usted que me dirija para ellos a N. .., persona que me parece capaz de escribir e

Le saluda cordialmente su amigo

Eliseo Reclus.

Bruselas, 26 de febrero de 1903.

En el número 7 del Boletín publiqué el siguiente prefacio al segundo libro de lectura


titulado:

EL ORIGEN DEL CRISTIANISMO

La antigua pedagogía, la que tenía por objeto positivo, aunque no declarado, enseñar al p
las privaciones materiales en la vida, soñase compensaciones celestiales de felicidad imp
de primera lectura de la infancia con cuentecillos, anécdotas, relatos de viajes, trozos de

Con esa mezcla de lo bonito y de lo útil iba el error; se llenaba un fin social inicuo; puest
mística, la que establece relaciones entre un poder sobrenatural y los hombres por media
privilegiados y desheredados en la sociedad, culpable de todas las injusticias que, según

Entre muchos libros de la clase indicada, afectos todos del mismo mal, recordamos uno q
española, destinado a ensalzar la Biblia, cuya síntesis, entre galas insuperables de lengua
Biblioteca de Alejandría: en el libro santo está la verdad única y absoluta: si todos esos
fuego.

La Escuela Moderna, que aspira a formar inteligencias Iibres, responsables, aptas para vi
exclusivo de la vida, necesariamente había de adoptar para el caso concreto de la formac
de acuerdo con su método de enseñanza, y a ese fin, enseñando verdades comprobadas, s
tinieblas, ha creído necesario presentar un trabajo crítico que, con datos positivos e irrefu
período de la infancia, después, hombre ya, cuando intervenga en el mecanismo-social, y
hipocresía y las infamias que se ocultan bajo el manto del misticismo.

72
Abona esta composición la circunstancia importante de que nuestros libros no se dirigen
las escuelas de adultos que por todas partes se crean por iniciativa de multitud de socieda
círculos de estudios sociales y cuantas agrupaciones progresivas e ilustradas existen y se
la tradición y es naturalmente refractario al progreso. Al efecto juzgamos perfectamente
Cristianismo, hemos formado del libro Ciencia y Religión, de Malvert, donde los mitos,
primitiva, unas veces como símbolo exotérico que oculta una verdad para el iniciado y de
creencias anteriores impuestas por la torpe rutina y conservada por la malicia utilitaria.

Firmes en nuestra convicción, posesionados con la prueba de la evidencia de que nuestro


público, deseando que dé todo el fruto que de él nos hemos prometido, restándonos obse
indicadas con puntos suspensivos, pueden hallarlas los hombres en la edición completa.

F. Ferrer Guardia.

73
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XII.

CONFERENCIAS DOMINICALES

No se limitó la Escuela Moderna a la acción pedagógica. Sin olvidar un momento su


carácter predominante y su objeto primordial se dedicó también a la instrucción popular,
organizando una serie de conferencias dominicales públicas, a que acudían los alumnos,
sus familias y gran número de trabajadores deseosos de aprender.

Las primeras conferencias carecieron de método y de la continuidad necesaria, por haber


tenido que recurrir a conferenciantes incompetentes en determinados asuntos, que
exponían en una sola conferencia sin relación con la anterior ni con la siguiente. Otras
veces, por falta de conferenciantes se daban interesantes lecturas que suplían, sin
desventaja, a las conferencias orales.

El público concurría con asiduidad, y los anuncios, previamente publicados en la prensa


liberal de la localidad, eran perfectamente atendidos.

En vista de estos resultados y deseando aprovechar tan buenas disposiciones populares,


celebré un convenio con los doctores D. Andrés Martínez Vargas y D. Odón de Buen,
catedrático de la Universidad de Barcelona, para crear en la Escuela Moderna una
Universidad popular, en la que aquella ciencia que en el establecimiento del Estado se da,
o mejor dicho, se vende a la juventud privilegiada, se diera gratuita al pueblo, como una
especie de restitución, ya que todo ser humano tiene derecho a saber y la ciencia no debe
vincularse en una clase por ser producto de los observadores, sabios y trabajadores de
todas las épocas y de todos los países.

En efecto, las conferencias adquirieron entonces continuidad y verdadera regularidad, con


arreglo a la especialidad de los conocimientos de ambos conferenciantes. El Dr. Martínez
Vargas explicó fisiología e higiene y el Dr. De Buen, geografía y ciencias naturales,
alternando, desde entonces, los domingos, hasta que se inició la persecución, y sus
explicaciones eran ávidamente recogidas por los alumnos de la Escuela Moderna y por los
asiduos concurrentes, formando aquel auditorio de niños y adultos un bellísimo conjunto
que en una de las reseñas que de las conferencias se publicaban constantemente en la
prensa liberal de Barcelona, fue calificado por un periodista, de misa de la ciencia.

Los eternos apaga-Iuces, los que fundan sobre las tinieblas de la ignorancia popular el
sostenimiento de sus privilegios, sufrieron mucho al ver aquel foco de ilustración que
brillaba con tanta intensidad, y no sería poca su complacencia al ver a la autoridad, puesta
a su servicio, extinguirle brutalmente.

74
Al dedicar este recuerdo a aquellos grandiosos hechos me anima el propósito de renovarlos
sobre bases más firmes que pueden llegar a ser indestructibles.

Recuerdo con sensación placentera aquella hora semanal dedicada a la confraternidad por
la cultura.

Inauguró las conferencias el 15 de diciembre de 1901, D. Ernesto Vendrell, representando


a Hipatía, como mártir de las ideas generales de la Ciencia y de Belleza, víctima de aquel
fanatismo del obispo Cirilo.

Siguieron en los domingos sucesivos diferentes conferenciantes, como queda indicado,


hasta que en 5 de octubre de 1902 se normalizaron las conferencias constituyendo dos
cursos científicos.

En aquel día el Dr. Andrés Martínez Vargas, catedrático de enfermedades de la infancia en


la Facultad de Medicina de Barcelona dió su primera lección disertando sobre la higiene
escolar, exponiendo en términos sencillos, al alcance de la inteligencia de los niños, las
principales nociones higiénicas, y el Dr. D. Odón de Buen, catedrático de la Facultad de
Ciencias, expuso la utilidad del estudio de la Historia Natural.

La prensa en general se manifestó simpática a la Escuela Moderna; pero a la aparición del


programa del tercer año escolar desentonaron dos diarios locales: El Noticiero Universal y
el Diario de Barcelona. Dijo éste y aquél reprodujo lo siguiente, que merece recordarse
como manera típica con que la prensa conservadora trata los asuntos progresivos:

Hemos visto el prospecto de un centro de enseñanza establecido en nuestra ciudad, en el


librar al mundo de dogmas autoritarios, sofismas vergonzosos y convencionalismos ridíc
que se enseñará a los alumnos y alumnas, pues la escuela es mixta, es a negar la existenc
particular jóvenes destinadas a ser buenas esposas y madres de familia a su manera...

Continuando con irónico estilo, argumenta como mejor le parece y termina con esta
insidiosa indicación:

La tal escuela cuenta con el concurso de dos doctores catedrático el uno de Ciencias Natu
Medicina. A éste no le nombramos por si se hubiese padecido algún error al incluir su no

75
Afortunadamente los daños que causa la prensa se remedian con la prensa misma, y a la
insidia clerical respondió El Diluvio con amplitud y energía.

LOS CLERICALES DESPECHADOS

El Brusi como autor y El noticiero por tijeretearlo, ambos han cometido el más ridículo d
laica que funciona en Barcelona con aplauso de todos los ciudadanos liberales, que son m
Escuela Moderna, la cual, con motivo de la inauguración del próximo curso, ha pasado c
locales, excepto, suponemos, en el Brusi y en su apéndice El noticiero, que, con objeto, s
laica de la cálle de Bailén.

No vamos a defender a la Escuela Moderna porque nuestros lectores no necesitan para en


no hace falta a la Escuela; sus invectivas han sólo demostrado que el Brusi con toda su re
mentir de la manera descubierta que lo hace en el suelto aquel que rezuma mala fe por to
expresada se enseña a no creer en Dios, a hacer escarnio de la religión y no sabemos cuá
las palabras Ni dogmas ni sistemas con que la entidad de referencia revela su organizació
usted muy mal desconcertado y falta a la verdad al decir que en aquel centro de enseñanz
lo ha leído en ningún párrafo del prospecto de referencia. Lo que ha escocido al Brusi, ha
un cristiano de veras, es este párrafo: Ni dogmas ni sistemas, moldes que reducen la vital
transitoria que aspira a definitiva; soluciones comprobadas por los hechos, teorías acep
esto es lo que constituye nuestra enseñanza, encaminada a que cada cerebro sea el moto
abstracto, arraiguen en todo entendimiento y, aplicadas a la práctica, beneficien a la hu
repugnantes.

Eso le ha llegado a la entraña al Diario de Barcelona, que no puede resignarse a que la


enseñanza laica barra a la clerical; a que los rezos de las escuelas conventuales se
conviertan en cánticos a la Libertad y a la Ciencia pura; a que el párroco ignorante y el
religioso astuto, ladrón de inteligencias y tirano de cerebros cohibidos, sean sustituídos por
el profesor independiente que deja a un lado la religión para infundir conocimientos en
absoluto laicos basados en la Naturaleza y en la Ciencia. El Brusi sabe con toda certeza
que en esas escuelas laicas cuyo avance ya le arredra, no se enseña nada contra la religión
ni el dogma; no preocupan allí tales cuestiones porque creen que los sentimientos
religiosos deben nacer e infundirse a los pequeñuelos en el seno del hogar doméstico; hay
en tales centros de enseñanza la sana convicción de que en ellos debe formarse el hombre
de ciencia y de conocimientos humanos, al paso que la familia, y la sociedad luego, deben
formar al hombre de creencias religiosas si esas son sus inclinaciones. Y no venga el
rancio periódico con afirmaciones de que en tales enseñanzas (en las ateas) se han formado
los anticlericales, porque ahí están los Voltaire, los Volney, los Darwin, los Víctor Hugo,
los Zola, los Combes y demás pléyade de hombres insignes y espíritus independientes que

76
educados todos por jesuitas, frailes o curas, y conocedores profundos del mal disfrazado de
bien en que se criaron, se han vuelto contra aquéllos y han demolido el edificio clerical con
la fuerza de su talento, con las armas de su saber y las energías de su voluntad. Ni venga,
por tanto, el Brusi con alarmas y razones infundadas que pueden hacer mella en familias
apocadas o en cerebros menguados; reconozca con nobleza que la educación clerical
pierde bríos a medida que invade el terreno de la enseñanza la escuela liberal; y al menos
cállese y resígnese ante la propaganda lícita que hacen los ciudadanos liberales en pro de la
enseñanza laica frente a frente de la otra, de la monástica, retrógrada y medioeval, en
pugna con las sociedades y conocimientos progresivos actuales. Créanos el vetusto Diario:
si continúa su insensata labor, el vacío que ha tiempo le rodea le dejará solo y aislado, aun
por parte de aquellos que, siguiéndole por tradición, no llevan tan lejos su mojigatería ni
juzgan prudente enseñar la oreja en tanta cantidad.

77
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XIII.

RESULTADOS POSITIVOS

Al comenzar el segundo año escolar publiqué e hice circular


el siguiente programa:

Confirmamos nuestro programa anterior: probado por el


éxito, sancionada la teoría por la práctica, el criterio que
desde un principio informó nuestro propósito y que preside
la vida de la Escuela Moderna, queda firme e invariable.

LA CIENCIA ES LA EXCLUSIVA MAESTRA DE LA VIDA:

Inspirada en este lema, la Escuela Moderna se propone dar


a los niños sometidos a su cuidado, vitalidad cerebral
propia, a fin de que cuando se emancipen de su racional
tutoría, continúen siendo en el mundo social enemigos
mortales de prejuicios de toda clase, propendiendo a
formarse convicciones razonadas, propias, sobre todo lo que
sea objeto del pensamiento.

Además, como no se educa cumplidamente disciplinando


sólo la inteligencia, sino que ha de contarse con el
sentimiento y la voluntad, en la educación del alumno
ponemos exquisito cuidado para que las representaciones
intelectuales sugeridas al educando, se transformen en jugo

78
de sentimiento; porque éste, cuando adquiere cierto grado
de intensidad, se difunde de modo inefable por todo el ser,
colorando y perfilando el carácter de la persona. Y como la
vida práctica, o sea la conducta del hombre, gira
indefectiblemente dentro del círculo del carácter, el joven
educado por semejante manera ha de convertir la ciencia en
maestra única y benéfica de la vida.

Para completar nuestro criterio es necesario indicar que


somos entusiastas partidarios de la enseñanza mixta, que
consiste en que los niños y las niñas obtengan idéntica
educación. De esa manera se compenetrarán hondamente la
humanidad femenina y la masculina, llegando a ser la
mujer, en la vida privada y social la compañera del hombre
en el trabajo humano, que tiene por fin el mejoramiento y la
felicidad de la especie.

El trabajo indicado, limitado casi exclusivamente al


hombre, ha sido incompleto hasta el día, y, por tanto,
ineficaz; en lo sucesivo ha de ser encomendado al hombre y
a la mujer. Para esto se necesita que la mujer no esté
recluída en el hogar; que se extienda el radio de su acción
hasta donde llega la sociedad. Mas para que la compañera
del hombre, con su influencia moral, produzca intensos y
benéficos frutos, han de ser los conocimientos que se le
den, en cantidad y calidad, los mismos que el hombre se
proporciona.

79
La ciencia, penetrando en el cerebro de la mujer alumbrará,
dirigiéndole certeramente, el rico venero de sentimiento que
es nota saliente y característica de su vida; ese elemento,
separado de su natural aplicación con miras antiprogresivas,
ha de convertirse en buena nueva de paz y de felicidad en el
porvenir para el mundo moral.

Sabiendo lo conveniente que es en nuestro país sobre todo,


la difusión de los conocimientos de Ciencias Naturales y de
Higiene; en particular de los niños, la Escuela Moderna se
propone coadyuvar a la realización de este fin. Para ello
cuenta con el concurso de dos peritísimos catedráticos. El
Sr. De Buen, catedrático de Ciencias Naturales, y el Sr.
Martínez Vargas, catedrático de Enfermedades de los Niños,
quienes darán conferencias alternativamente, acerca de sus
respectivas materias científicas, en el local de este centro de
enseñanza.

En el Boletín de 30 de junio de 1903, pude publicar la


siguiente declaración:

UN AÑO MÁS

Contamos ya dos años de vida, de exposición de


nuestro propósito, de su justificación con nuestra
práctica, de crédito y prestigio entre cuantas
personas nos han favorecido con su cooperación.

80
No ya una garantía de triunfo, sino un triunfo
positivo representa el hecho de poder afirmar con
seguridad y firmeza lo que dejamos consignado.

Puestos en esta vía, desvanecidos los obstáculos que


a nuestro paso oponían el interés y la preocupación,
animados con la idea de que a quien ha hecho lo
difícil, no le será costoso perseverar en lo ya fácil, y
contando siempre con esa solidaridad intelectual
progresiva que desvanece con su potente luz las
negras obscuridades de la ignorancia, continuaremos
nuestra obra en septiembre próximo, tras el reposo
de la vacación veraniega.

Nos complace en extremo poder repetir lo que en


idéntica circunstancia y lugar dijimos el año pasado.

La Escuela Moderna y su Boletín rebosan vida,


porque a una necesidad hondamente sentida han
correspondido con un medio de satisfacerla
perfectamente: mas no necesitábamos tanto para
perseverar, como, sin formular promesas ni
programas, perseveraremos hasta el límite de lo
posible.

La Redacción.

81
En el mismo número apareció la siguiente clasificación por
sexos y números de alumnos presentes en la Escuela
Moderna durante los dos primeros años escolares:

Niñas Niñas Niños Niños


en en en en Totales Totales
Meses
1901- 1902- 1901- 1902- 1ª año 2ª año
2 3 2 3
Día de
12 - 18 - 30 -
apertura
Septiembre 16 23 23 40 39 63
Octubre 18 28 25 40 43 68
Noviembre 21 31 29 40 50 71
Diciembre 22 31 30 40 52 71
Enero 22 31 32 44 54 75
Febrero 23 31 32 48 55 79
Marzo 25 33 34 47 59 80
Abril 26 32 37 48 63 80
Mayo 30 33 38 48 68 81
Junio 32 34 38 48 70 82

Con especial complacencia, en prueba del adelanto triunfal


de la Escuela Moderna, inserto los dos artículos siguientes,

82
que publiqué en el Boletín, año 3º, número I:

INAUGURACIÓN DEL AÑO ESCOLAR

El día 8 del corriente se celebró la inauguración del


presente curso.

Gran concurrencia de alumnos, sus familias y ese


público simpático a nuestra institución que asiste
con asiduidad a las conferencias públicas, llenaban
los recientemente ampliados salones, y antes de la
hora señalada contemplaba las colecciones que les
dan aspecto de museo científico.

Comenzó el acto por un breve discurso del director,


declarando abierto el tercer curso escolar, en el que,
facilitado por la práctica y la experiencia y
fortalecido por el éxito, se proseguirá con energía y
convicción el propósito que anima a la Escuela
Moderna.

El Dr. de Buen se felicitó por las mejoras materiales


introducidas en la Escuela ratificando el ideal de que
la enseñanza refleje fielmente la naturaleza, ya que
el conocimiento no puede ser otra cosa que la
percepción que de lo existente adquiere nuestra
inteligencia.

83
Expuso, por encargo especial de sus hijos, alumnos
de esta Escuela y residentes aún en la estación
veraniega, las manifestaciones de fraternal
compañerismo para sus condiscípulos, para quienes
desean alcanzar la posibilidad de vivir en plena
naturaleza, a la orilla del mar, internándose en el
bosque, corriendo por la llanura, trepando por los
riscos de escarpada montaña, observando y
estudiando sin cesar las maravillas naturales.

Dijo que aun en la enseñanza oficial, o mejor en


parte de los profesores a ella dedicados, a pesar de
lo que tiene de arcaica como representación de las
antiguas clases sociales, existen iguales tendencias
que las sustentadas por la Escuela Moderna, como lo
prueba la asistencia del mismo orador, la del Dr.
Martínez Vargas y también la de algunos maestros
presentes al acto.

Anunció que la Escuela Moderna tiene ya una


análoga en Guadalajara, donde se abrirá
próximamente una escuela dirigida al mismo fin,
producto del legado de un altruista que al morir
quiso contribuir a la redención de la infancia,
librándola de la ignorancia y de la superstición, y
manifestó la esperanza y el vivísimo deseo de que
los ricos al morir comprenderán al fin que, mejor
que el loco egoísmo de dedicar sus riquezas a la
fundación de una felicidad ilusoria de ultratumba,

84
deben restituirlas a la sociedad en beneficio de los
desheredados.

El Dr. Martínez Vargas afirmó, contra quienes crean


lo contrario, que la enseñanza puramente científica y
racional de la Escuela Moderna es base positiva de
la buena educación, inmejorable para la relación de
los niños con sus familias y con la sociedad, y única
para la formación moral e intelectual del hombre
futuro.

Se congratuló de que la higiene escolar practicada


ya en la Escuela Moderna en años anteriores por
medio del examen periódico de los alumnos, en
evitación de las enfermedades infecciosas, y
expuesta teóricamente en las conferencias públicas,
haya tenido sanción solemne en el congreso
higiénico recientemente celebrado en Bruselas.

Al hacer el resumen de sus conferencias y con el


propósito de auxiliar la explicación oral con la
percepción visual, recurrió a las proyecciones
luminosas, presentando una serie de figuras que
representan ejercicios higiénicos, tipos
característicos de varias enfermedades, órganos
enfermos, etc., que el conferenciante explicaba
detalladamente. Un incidente ocurrido en el aparato
proyector, subsanable fácilmente para conferencias
sucesivas, interrumpió la presentación de las figuras,

85
aunque no la explicación, que continuó versando
sobre la maléfica influencia del corsé, lo ocasionado
que es a la infección microbiana el polvo producido
por el arrastre de los vestidos, el inconveniente de
que los niños jueguen con tierra por el peligro de
dicha infección, las habitaciones y talleres
insalubres, etc., terminando con la promesa de
continuar durante el curso que se inaugura la serie
de sus explicaciones higiénicas.

La concurrencia manifestó su complacencia al


terminar el acto, y los alumnos, radiantes de alegría,
ofrecían animadísimo cuadro, que era como un
consuelo para las penas de la triste realidad presente
y la esperanza de una humanidad mejor para lo
porvenir.

UNA EXCURSIÓN ESCOLAR AL PAÍS DE LA


INDUSTRÍA

¡Qué grande, qué hermoso, qué útil es el trabajo!

86
Tales exclamaciones brotaban espontáneas de labios
de niñas y niños, alumnos de la Escuela Moderna,
en la alegre campiña de Sabadell, el díá 30 de julio
próximo pasado, después de haber visitado varias
fábricas, donde se relacionaron afectuosísimamente
con obreras y obreros, que acogieron a los infantiles
visitantes con amor y respeto, y por último, cuando
después de campestre y fraternal banquete, reunidos
todos en torno del encargado del resumen de la
excursión instructiva, pudieron admirar las
consideraciones a que la misma se prestaba.

El hombre primitivo, formado tras larguísima y


progresiva evolución, se encontraba en los albores
de la humanidad, inexperto, sin recursos y con
necesidades apremiantes. En medio de una
naturaleza abundante y fecunda, aunque poco
dispuesta a conceder gratuitamente sus tesoros,
vegetaba más bien que vivía en las costas, en los
bosques, en las montañas, refugiado en las cavernas
donde procuraba liberarse de las inclemencias
atmosféricas y de la voracidad de las fieras.

Cuando, relacionando ideas que insensiblemente se


clasificaban en su memoria, pudo formar el primer
pensamiento, promovido por la necesidad, principal
si no única impulsora de la actividad intelectual, le
ofreció a la naturaleza, que se mostró satisfecha y
dispuesta a otorgarle sus dones, y a cambio de un

87
pensamiento que produjo la celada o el arma
arrojadiza le dió, la caza, y por otro adecuado al
objeto, le dió la pesca, y por haber discurrido
enterrar la semilla, le dió el fruto. Con esto, no sólo
no se moriría ya de hambre, sino que aprendía a
rechazar la agresión de animales feroces, y aún
concebía los primeros esbozos de la sociabilidad.

Necesitaba vestirse, y tal vez la utilización de las


fibras de las plantas textiles, después de haber
utilizado las pieles de los animales devorados,
sucias, informes, y pronto inútiles, faltas del
conveniente curtido, le inspiró el pensamiento de
utilizar las fibras de la lana, tejerlas en aquel telar
embrionario, donde los hilos se tendían tirantes entre
dos palos, y la trama se entretejía a mano, por no
conocerse aún los lizos, que abren la cala, ni la
lanzadera, que deposita el hilo que forma la trabazón
del tejido.

Surgió la hilandera, que supone un inmenso adelanto


social; porque con ella tenemos convertida en
sedentaria la tribu nómada que salía de un territorio
agotado en busca de otro virgen y abundante, no
encontrándolo siempre, antes bien sufría enormes
penalidades en el camino, o lo encontraba ocupado
por otra tribu, a la que tenía que despojar en guerra
cruel o perecer en la demanda.

88
La hilandera, pues, supone la familia, el hogar, el
campo cultivado, el rebaño, el vestido, el alimento
regular de pan, legumbres, hortalizas, frutas, leche,
queso y carne; supone además el hierro, la fragua, la
herramienta, el trabajo, la moralidad y la paz.

Si a esa altura del progreso no hubieran surgido,


como enfermedades capaces de viciar el organismo,
el sacerdote, el mandarín y el guerrero, los progresos
se hubieran ido sucediendo en escala regularmente
ascendentes, y aquellos ideales que hoy
vislumbramos como aspiración lejana contarían ya
siglos de práctica.

Conócese el tipo de la hilandera por representación


artística y aún visual, porque todavía hay hilanderas
en aquellos apartados repliegues del territorio donde
apenas llega el influjo civilizador: sentada, enhiesta
la rueca que contiene el vellón lavado y cardado,
toma el hilo que retuerce y consolida por medio del
huso, que se desliza rápido y suave entre sus dedos,
siendo unas veces anciana decrépita, hermosa
matrona o tímida doncella.

Con tal representación en la mente comparaban y


apreciaban los niños las maravillas mecánicas que se
ofrecían a su ingenua admiración, y en la dificultad
de apreciar las explicaciones y detalles técnicos que
con claridad y amabilidad exponían el cicerone de la

89
expedición y los obreros de las diferentes secciones,
parecíales obra de hadas bienhechoras aquella
transformación de la lana burda, sucia, recién
esquilada, en finísimos tejidos de elegantes muestras
y ricos colores que vieron en breve espacio de
tiempo, pasando por los diversos artefactos, sin
dejar apenas idea de la dificultad de las operaciones
ni de las penalidades del trabajo.

Preciso fué traerles a la realidad y fijar su atención


en el mecanismo que toma la lana en bruto, la lava
pasándola mecánicamente por una serie de pilas, en
cada una de las cuales progresa la limpieza hasta
alcanzar nívea blancura; viene luego la carda, donde
la simple vedija que todos conocemos se disuelve en
las infinitas unidades sueltas y perfectamente
individualizadas de las tenues fibrillas; sigue el
hilado con sus carros que van y vienen llenos de
husos, haciendo en un minuto una cantidad de
trabajo que costaría meses a la hilandera tradicional;
a continuación el torcido, que da al hilo solidez e
igualdad; luego el urdido, preparación para el telar;
después éste, coronado por el ingenioso mecanismo
de Jacquard, que, cual si fuera un cerebro impulsor
de una voluntad, como un artista que manejase
pinceles y colores, mueve agujas y cartones y con
ellos produce los coloridos dibujos que embellecen
las telas que usamos como vestidos y ornamentos de
varias clases.
90
Completaba aquel laborioso cuadro el
aprovechamiento de desechos, desperdicios y retales
que, sometidos a las operaciones primitivas,
renovaban en cierto modo la fibra usada, para
dedicarla a telas baratas, para los pobres, es decir,
como recompensa para los productores.

Un himno al progreso, a la civilización, al trabajo, se


formulaba espontáneo en las exaltadas
imaginaciones de los excursionistas escolares,
manifestándose en las exclamaciones de admiración
en que prorrumpían a cada paso, con notas
argentinas moduladas por sus frescas e infantiles
gargantas.

Necesario fué retenerlas en la realidad una segunda


vez. Un incidente dió la ocasión: varios niños y
niñas, molestados por el calor y el olor desagradable
de materiales e ingredientes, no quisieron entrar en
el último departamento visitado, y esto dió ocasión a
una consideración final.

Las obreras y obreros que trabajan en esas fábricas


han empezado su aprendizaje siendo niños, muchos
antes de haber consolidado y fortalecido su
organismo y antes de haber completado su
educación e instrucción; también les molestaría el
calor y el hedor de los materiales; pero sobre la
molestia se imponía la necesidad, y ahí han de estar

91
hasta que mueran, triste final que ocurre siempre
antes de la época generalmente fijada por las
condiciones esenciales del organismo humano.

Cierto es y admirable que la ciencia y la industria


unidas, han realizado maravillas como las que se
efectúan por medio de esas máquinas; mas
desgraciadamente ha de oponérseles un pero
terrible: sus beneficios no se distribuyen
equitativamente; a la vista está: esos obreros que han
de soportar continuamente esas condiciones para
algunos niños insoportables, que pasan muchas
penalidades y que acaban por lo general de muerte
prematura, disfrutan de un esquilmado jornal; en
tanto que los dueños legales de las máquinas, de los
productos y de las utilidades, cuando el negocio no
fracasa, se enriquecen y gozan ellos y los suyos de
las ventajas consiguientes, lo que indica que para
que la justicia social se eleve siquiera a la altura del
adelanto científico industrial, hemos de trabajar
cuantos tengamos empeño en elevar la especie
humana a la altura de la dignidad y de la positiva
felicidad.

Tales fueron las consideraciones sumariamente


expuestas, que impresionaron a nuestros alumnos en
esta agradable excursión, que constituyó uno de los
varios complementos instructivos usados en esta
escuela.

92
93
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XIV.

EN LEGÍTIMA DEFENSA

He aquí el programa del tercer año escolar 1903 a 1904:

Fomentar la evolución progresiva de la infancia evitando los atavismos regresivos, que son
como rémoras que opone el pasado a los avances francos y decididos hacia el porvenir, es
en síntesis, el propósito culminante de la Escuela Moderna.

Ni dogmas ni sistemas, moldes que reducen la vitalidad a la estrechez de las exigencias de


una sociedad transitoria que aspira a definitiva; soluciones comprobadas por los hechos,
teorías aceptadas por la razón, verdades confirmadas por la evidencia, eso es lo que
constituye nuestra enseñanza, encaminada a que cada cerebro sea el motor de una
voluntad, y a que las verdades brillen por sí en abstracto, arraiguen en todo entendimiento
y, aplicadas a la práctica, beneficien a la humanidad sin exclusiones indignas ni
exclusivismos repugnantes.

Dos años de éxito nos sirven de garantizador testimonio, descollando en primer término la
bondad de la enseñanza mixta, brillante resultado, triunfo pudiéramos decir, alcanzado por
el más elemental sentido común sobre la preocupación y la rutina.

Considerando conveniente, sobre todo, que el alumno se forme concepto cabal de cuanto le
rodea, la difusión de los conocimientos de las Ciencias Físicas y Naturales y de Higiene, la
Escuela Moderna cuenta, como en cursos anteriores, con el concurso de los doctores Sr. de
Buen, catedrático de Ciencias Naturales, y el Sr. Martínez Vargas, catedrático de la
Facultad de Medicina de esta Universidad, quienes darán alternativamente, acerca de sus
respectivas materias científicas, conferencias dominicales de once a doce en el local de la
Escuela, que servirá de ampliación y complemento a las lecciones que sobre dichas
Ciencias recibirán los alumnos durante el curso.

Réstanos manifestar que, celosos siempre del buen éxito de nuestra obra de regeneración
intelectual y volitiva, hemos enriquecido nuestro material de enseñanza con la adquisición
de nuevas colecciones que, a la vez que faciliten la comprensión, hagan agradables los
conocimientos científicos, y que, resultando insuficiente el local por el número creciente
de alumnos, hemos tomado nuevas habitaciones para ensanchar las salas de clase y acoger
favorablemente las demandas de inscripción recibidas.

La publicación de este programa, como queda indicado, fijó la atención de la prensa


reaccionaria y fué contestado por la liberal. Mas para dar patente muestra de la fortaleza
racional de la Escuela Moderna, inserté en el Boletín el siguiente artículo:

94
ANTAGONISMO PEDAGÓGICO

La moderna pedagogía, despojada de tradiciones y convencionalismos, ha de ponerse a l


conocimientos científicos y del consiguiente ideal humano.

Si por cualquier género de influencia se diera otro sentido a la enseñanza y a la educació


denunciarle como embaucador, y declarar que la pedagogía no pasa de artificio para dom

Por desgracia, esto último es lo que principalmente ocurre: la sociedad está organizada y
una necesidad general y al cumplimiento de un ideal, como entidad que tiene especial em
tenazmente contra toda reforma, por racional y apremiante que sea.

Ese afán de inmovilidad da a los antiguos errores el carácter de creencias sagradas, los ro
sucede que después de crear perturbaciones y conflictos, las verdades científicas quedan
iluminando todas las inteligencias y traduciéndose en instituciones y costumbres de utilid
privilegio; de modo que en nuestros días, como en los tiempos de la teocracia egipcia, ha
para las clases bajas, las destinadas al trabajo, a la defensa y a la más degradante miseria

Por eso tenemos la doctrina mística y mítica, cuya dominación y extensión es únicament
humanidad, gozando aún de todos los respetos, al paso que la doctrina científica, a pesar
viven los intelectuales, y a lo sumo es reconocida en secreto por ciertos hipócritas que, p
ostentación de la contraria.

Para patentizar ese antagonismo absurdo, nada más a propósito que el siguiente parangón
contrasta con la sencillez racional del sabio:

LA BIBLIA

En la Biblia están escritos los anales del cielo, de la tierra y del género humano; en ella, c
y lo que será: en su primera página se encuentra el principio de los tiempos y de las cosa
tiempos. Comienza con el Génesis, que es un idilio, y acaba con el Apocalipsis de San Ju
primera brisa que refrescó los mundos; como la primera aurora que se levantó en el cielo
primera palabra amorosa que pronunciaron los hombres; como el primer sol que apareció
última palpitación de la Naturaleza; como el último rayo de luz; como la última mirada d
vense pasar unas en pos de otras a la vista de Dios todas las generaciones y unos en pos d
las repúblicas con sus magistrados; las monarquías con sus reyes y los imperios con sus e
su pompa, Menfis con su sacerdocio, Jerusalén con sus profetas y sus templos, Atenas co
despojos del mundo. Nada está firme sino Dios; todo lo demás pasa y muere, como pasa

Libro prodigioso aquel en que el género humano comenzó a leer treinta y tres siglos ha, y
acabado su lectura. Libro prodigioso aquel en que se calcula todo antes de haberse inven
lingüísticos se da noticia del origen de las lenguas; en que sin estudios astronómicos se c
documentos históricos se cuenta la historia; en que sin estudios físicos se revelan las leye

95
todo; que sabe los pensamientos que se levantan en el corazón del hombre y los que están
abismos del mar y lo que sucede en los abismos de la tierra; que cuenta o predice todas la
atesoran todos los tesoros de la misericordia, todos los tesoros de la justicia y todos los te
replieguen sobre sí mismos como un abanico gigantesco, y cuando la tierra padezca desm
permanecerá él solo con Dios, porque es su eterna palabra, resonando eternamente en las

Donoso Cortés.

(Discurso de recepción académica, incluído en un volumen titulado La Elocuencia, recop

EL ANTROPISMO

La atrasada filosofía de los dogmas tradicionales extrae su fuerza principal del antropism
y grande conjunto de nociones erróneas que tienden a poner el organismo humano, cons
resto de la naturaleza, haciendo de él el fin previamente asignado a la creación orgánica

Una crítica profunda de este conjunto de nociones demuestra que éstas se fundan sobre tr
y antropolátrico (1) .

1º El dogma antropocéntrico afirma que el hombre es el centro, el objeto previamente as


a todo el Universo. Como este error satisface el egoísmo humano, y como está íntimame
mediterráneas, mosaica, cristiana y mahometana, domina aún la mayor parte del mundo c

2.º El dogma antropomórfico compara la creación del Universo y el gobierno del mundo
ingeniero mecánico y a la administración de un prudente jefe de Estado, Dios, el Señor, c
concebido én absoluta conformidad en su modo de pensar y de obrar, sobre el modelo hu
semejante a Dios, y por eso afirma el dogma: Dios creó el hombre a su imagen. La cándi
sus dioses la forma humana y les da carne y sangre. La reciente teosofía mística adora al
y al mismo tiempo le hace pensar, hablar y obrar a la manera humana, yendo a parar al ab

3º El dogma antropolátrico resulta naturalmente de la comparación de las actividades hu


organismo humano, en el delirio antropista de las grandezas, del cual resulta la creencia e
dualista de la doble naturaleza del hombre, cuya alma inmortal sólo temporalmente resid

Estos tres dogmas antropistas, desarrollados de diferente modo y adaptados, según circun
diferentes religiones, han tomado en el curso de los años extraordinaria importancia y ha

Ernesto Haeckel.

(De Los Enigmas del Universo, de donde se ha tomado el extracto insertado al final de la

(1) Antropos (hombre) palabra radical combinada con las terminaciones centro, morfo (fo

96
Ante ese antagonismo sostenido tanto por ignorancia como por interés, la pedagogía
positiva, la que se propone enseñar verdades para que resulte justicia práctica, debe
metodizar y sistematizar los conocimientos positivos de la naturaleza, inculcados en la
infancia y preparar así elementos para la sociedad equitativa, para aquella que, como
expresión exacta de la sociología, ha de funcionar en beneficio individual y recíproco de
todos los asociados.

Necesario es que Moisés o quien fuese autor del Génesis y con él todos los dogmatizantes,
con sus días de la creación sacada de la nada por la potencia de un creador que pasó antes
eternidades en inacción absoluta, ceda el puesto a Copérnico, que demostró el doble
movimiento de los planetas sobre sí mismos y alrededor del sol; a Galileo, que proclamó
que el sol y no la tierra es el centro del mundo planetario; a Colón y con él a cuantos
partiendo de la esferidad de la tierra se lanzaron a recorrerla en todos sentidos para formar
su inventario y dar fundamento práctico a la fraternidad humana; a Cuvier y a Linneo,
fundadores de la historia natural; a Laplace, inventor del no desmentido y subsistente
sistema cosmogónico; a Darwin, autor de la doctrina transformista que explica la
formación de las especies por selección natural, y a todos los que por la observación y el
estudio desmienten la supuesta revelación y exponen con verdad demostrable lo que son el
universo, los mundos, la tierra y la vida.

Contra los males producidos por las generaciones sumergidas en el error y la superstición,
de los cuales si muchos individuos se libran es para caer en antisocial escepticismo, es
eficacísimo remedio sin desechar otros no menos eficaces, educar e instruir la generación
naciente en los principios puramente humanistas y en el conocimiento positivo y racional
de esta naturaleza de que forma parte.

Mujeres así educadas serán madres en el verdadero sentido natural y social, no


transmisoras de supersticiones tradicionales, y enseñarán a sus hijos la integridad de la
vida, la dignidad de la libertad, la solidaridad social, no el acatamiento a doctrinas
aniquiladas y esterilizadas por agotamiento y la sumisión a jerarquías absolutamente
ilegítimas.

Los hombres emancipados del misterio, del milagro, de la desconfianza de sí mismos y la


de sus semejantes y en perfecta posesión del concepto, de que han nacido, no para morir,
según la nefasta síntesis del misticismo, sino para vivir, llegarán a facilitar las condiciones
sociales para dar a la vida toda su amplísima extensión.

De este modo, conservando el recuerdo de otras generaciones y otros estados intelectuales


como enseñanza y aun como escarmiento, cerraremos de una vez y para siempre el período
religioso para entrar de modo definitivo en el puramente natural y racional.

A pesar de todas las dificultades, en el Boletín de 30 de junio de 1904 publiqué la siguiente


declaración:

97
EL TERCER AÑO

Tres años de práctica floreciente y progresiva, con tendencia a ver espontáneamente gene
Barcelona, no sólo el carácter de institución perfectamente consolidada, sino el de suscita
capaces de transformar la nueva generación, despojándola de atavismos, y disponiéndola
los errores dominantes y abra vía a la ciencia, a la razón, a la justicia, y obtenga como rec

Terminado este tercer año de nuestra existencia, y al entrar en el período anual de descan
satisfacción tan brillante resultado, manifiesta su gratitud a cuantos a él han cooperado y
cumplimiento de la obra emprendida.

La Redacción.

En el mismo número presenté el siguiente resumen:

CLASIFICACIÓN POR SEXO Y NÚMERO DE ALUMNOS PRESENTES EN LA ESC


AÑOS ESCOLARES

Niñas en Niñas en Niñas en Niños en Niños en


Meses
1901-2 1902-3 1903-4 1901-2 1902-3
Día de
12 - - 18 -
apertura
Septiembre 16 23 24 23 40
Octubre 18 28 43 25 59
Noviembre 21 31 44 29 40
Diciembre 22 31 45 30 40
Enero 22 31 47 32 44
Febrero 23 31 47 32 48
Marzo 25 33 49 34 47
Abril 26 32 50 37 48
Mayo 30 33 51 38 48
Junio 32 34 51 38 48

98
POBLACIONES Y NÚMERO DE ESCUELAS QUE TIENEN COMO TEXTO LIBROS
DE LA ESCUELA MODERNA

Villanueva y Geltrú

Sociedad Cooperativa.
1 escuela

Tarragona

Escuela Laica La Educación


1 escuela

Sevilla

Escuela laica
1 escuela

Sestao

Escuela laica
1 escuela

Reus

Centro Instructivo Obrero


1 escuela

Portbou

Escuela laica Progreso


1 escuela

Palamós

Escuela laica
1 escuela

Mongat

Escuela libre
1 escuela

Mazarrón

Escuela laica. Sociedad de Oficios Varios

99
2 escuelas

Mataró

Ateneo Obrero
1 escuela

Málaga

Escuela laica de Julián Vargas


1 escuela

Mahón

Federación Obrera
1 escuela

La Unión

Sociedades Obreras
1 escuela

Gaucín

S. de Obreros La Verdad
1 escuela

Granollers

Escuela laica
1 escuela

Granada

Asociación Obrera La Obra


1 escuela

Esplugas

Academia libre La Nueva Humanidad


1 escuela

Córdoba

Sociedades Obreras
1 escuela

100
Casares

Centro Instructivo Obrero


1 escuela

Cartagena

Federación Obrera. Escuela laica del Llano del Real


2 escuelas

Escuela libre de Hostafranchs

Colegio Germinal

Sociedad de Albañiles

Sociedad de Albañiles de Gracia

Barcelona

Enseñanza Mutua

Escuela libre de Poblet

Fraternidad Republicana Sansense

Escuela colectiva de San Martín

Ateneo Republicano del Fuerte Pío.


9 escuelas

Aznalcóllar

Centro Instructivo Obrero


1 escuela

Total: 32 escuelas

101
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XV.

INGENUIDAD INFANTIL

En el Boletín de 30 de setiembre de 1903 se insertaron los


trabajos de los alumnos de las diferentes secciones de la
Escuela Moderna, leídos en la sesión de clausura del
segundo curso escolar.

Ha de tenerse en cuenta que en estos escritos, en que sus


infantiles autores se veían obligados a buscar un asunto al
que aplicar su naciente criterio, el esfuerzo intelectual se
imponía predominando el razonamiento inexperto, ingenuo
e inspirado en el sentimiento de lo justo, sobre la aplicación
de las reglas de forma; resultando que si los juicios no
alcanzan el perfeccionamiento racional se debe únicamente
a falta de datos, a carencia de conocimientos indispensables
para formar un razonamiento perfecto; lo contrario de lo
que sucede en las opiniones dominantes, que no tienen otra
base que la preocupación fundada en tradiciones, intereses y
dogmas.

Así, un niño de 12 años establece un criterio para juzgar las


naciones, en las siguientes palabras:

Una Nación o Estado, para ser civilizado, es preciso que


carezca de lo siguiente...
102
Suspendemos aquí el enunciado para observar que a la
palabra civilizado da el autor la significación de justo, y
sobre todo que, despojado de preocupaciones, ve males
evitables, que señala, considerando su desaparición como
condición esencial para que resulte la justicia, las cuales
son:

1º La coexistencia de pobres y ricos, y como consecuencia


la explotación.

2º El militarismo, medio de destrucción empleado por unas


naciones contra otras, debido a la mala organización de la
sociedad.

3º La desigualdad, que permite a unos gobernar y mandar y


obliga a otros a humillarse y obedecer.

4º El dinero, que hace unos ricos y les somete a los pobres.

Claro que este criterio es primordial y sencillo, como


corresponde a una inteligencia escasamente documentada, y
no puede resolver un problema complejo de sociología;
pero tiene la ventaja de que deja libre acceso a cuantas
observaciones racionales se presenten: es como si se le
preguntase: ¿Qué necesita un enfermo para recobrar la
salud?, y respondiese: Que desaparezca el dolor. Cándida y
natural respuesta que no daría seguramente un niño influido
por la metafísica espiritualista, que necesita ante todo contar
con la voluntad arbitraria de supuestos seres extranaturales.

103
Claro es que tan sencilla manera de plantear el problema de
la vida social no excluye en definitiva una solución
razonable, antes bien lo uno reclama lógicamente lo otro,
como lo demuestra el mismo escrito que comentamos con
esta conclusión:

No se entienda que porque no haya ricos, ni militares, ni


dinero, las gentes hayan de pelearse y abusar de la libertad
y del bienestar, sino que disfrutando todos de un alto grado
de civilización, reinaría la cordialidad, todos serían
amigos, y seguramente la ciencia adelantaría muchísimo
más, por no haber guerras ni entorpecimientos políticos.

Una niña de 9 años presenta esta sensata observación, que


entresacamos de la explicable incorrección de su lenguaje:

Al criminal se le condena a muerte: si el homicidio merece


esa pena, el que condena y el que mata al criminal
igualmente son homicidas; lógicamente deberían morir
también, y así se acabaría la humanidad.

Mejor sería que en vez de castigar al criminal cometiendo


otro crimen, se le diesen buenos consejos para que no lo
hiciese más. Sin contar que si todos fuéramos iguales no
habría ladrones, ni asesinos, ni ricos, ni pobres, sino todos
iguales, amantes del trabajo y de la libertad.

La sencillez, claridad y trascendencia de este pensamiento


no permiten comentario; así se explica la admiración que

104
causó oirlo de labios de una tierna y bellísima niña, más que
realidad viviente, semejaba simbólica representación de la
verdad y de la justicia.

Un niño de 12 años trata de la sinceridad y dice:

El que no es sincero, no vive tranquilo: siempre teme ser


descubierto; al paso que si es sincero, aunque haya hecho
algo malo, su declaración sincera descarga su conciencia.

Si se empieza a mentir desde la infancia, se llegará a


grande diciendo grandes mentiras que pueden causar males
enormes.

Hay casos en que no se debe ser sincero. Por ejemplo: un


hombre llega a nuestra casa huyendo de la policía. Si
después se nos pregunta si hemos visto a aquel hombre,
debemos negarlo: lo contrario sería una traición y una
cobardía.

Triste es que para una inteligencia naciente, que considera


la verdad como un bien inapreciable sin el cual no se puede
vivir, la gravedad de los abusos autoritarios le hayan
inducido a considerar en ciertos casos la mentira como una
virtud.

Una niña de 13 años trata del fanatismo, y después de


considerarlo como mal característico de un país atrasado,
busca y halla su causa, diciendo:

105
El fanatismo es producido por el estado de ignorancia y
atraso en que se halla la mujer; por eso los católicos no
quieren que la mujer se instruya, ya que la mujer es su
principal sostén.

Observación profunda ésta que busca la causa del


fanatismo, y halla la causa de la causa, considerando que si
la ignorancia produce el fanatismo, la ignorancia de la
mujer perpetúa la ignorancia general.

Contra tan grave daño, señala un remedio eficaz otra niña


de 13 años con este pensamiento que insertamos íntegro:

LA ESCUELA MIXTA

La escuela mixta o de ambos sexos es sumamente


necesaria. El niño que se educa, trabaja y juega en
compañía de la niña, aprende insensiblemente a respetarla
y a ayudarla, y recíprocamente la niña; mientras que
educados separadamente, indicándole al niño que es mala
la compañía de la niña y a ésta que es peor la de aquél,
sucederá que el niño, hombre ya, no respetará a la mujer y
la considerará como un juguete o como una esclava, a lo
que se ve reducida la mujer en la actualidad. Así, pues,
contribuyamos todos a la fundación de escuelas mixtas en
todas partes en que sea posible, y donde no, allanemos las
dificultades que a ello se opongan.

106
A pensamiento tan bien razonado y condensado con tal
sobriedad, nada podemos añadir sino que juzgamos debe
ser atendida la excitación con que termina su escrito esta
pensadora de 13 años.

Un niño de 12 años considera la escuela como digna de


todo respeto, porque en ella se aprende a leer, escribir y
pensar y sirve de base a la moralidad y a la ciencia y añade:

Si no fuera por la escuela, viviríamos en el bosque,


andaríamos desnudos, comeríamos hierbas y carne cruda,
y nos refugiaríamos en cuevas y en árboles; es decir,
llevaríamos una vida brutal.

Con el tiempo y como consecuencia de la escuela, todo el


mundo será más inteligente, y no habrá guerras, ni
poblaciones incendiadas, y la gente recordará con horror al
guerrero considerando que es el obrero de la muerte y de la
destrucción.

Es una desgracia que debiera evitarse que haya niños que


jueguen por la calle sin ir a la escuela, y cuando llegan a
hombres son muy desgraciados.

Así, pues, agradezcamos a nuestros profesores la paciencia


que emplean en enseñarnos y míremos con respeto la
escuela.

Razonamiento justo y sentimiento bien aplicado, que


indican un estado psíquico en equilibrio. Si este niño
107
conserva y desarrolla las facultades que descubre,
armonizará debidamente el egoísmo y el altruismo en bien
propio y en el de la sociedad.

Una niña de 11 años lamenta que las naciones se destruyan


mutuamente por las guerras; lamenta igualmente que haya
diferencia de clases sociales y que los ricos sometan al
trabajo y a la privación a los pobres, y termina:

¿Por qué los hombres en lugar de matarse en las guerras y


de odiarse por la diferencia de clases, no se dedican con
alegría al trabajo y a descubrir cosas para bien de la
humanidad? Los hombres deben unirse y amarse para vivir
fraternalmente.

He ahí un reproche infantil que debiera avergonzar a


cuantos persisten en el sostenimiento de las causas del daño
que tan dolorosamente afecta el tierno corazón de esa niña.

Un niño de 10 años, en un escrito casi correcto que


podríamos insertar íntegro, y que no lo hacemos por no dar
excesivas dimensiones a este trabajo y porque coincide con
pensamientos de condiscípulos ya expuestos, habla de la
escuela y del alumno, diciendo:

Reunidos bajo un mismo techo, deseosos de aprender lo que


ignoramos, sin distinción de clases, somos hermanos
guiados por un mismo fin... El ignorante es una nulidad;
poco o nada puede esperarse de él. Sírvanos esto de

108
estímulo, y no perdamos el tiempo; por el contrario,
aprovechémosle, y en su día nos proporcionará la merecida
recompensa... No olvidemos jamás los frutos de una buena
escuela, y honrando a nuestros maestros, a la familia y a la
sociedad viviremos satisfechos.

Hermosa sensatez, que a los 10 años se armoniza con la


alegría infantil.

Una niña de 10 años filosofa sobre las faltas del género


humano evitables, a su juicio, con la instrucción y la
voluntad, y dice:

Entre las faltas del género humano se encuentran la


mentira, la hipocresía y el egoísmo. Si los hombres
estuvieran más instruídos y principalmente las mujeres,
enteramente iguales al hombre, esas faltas desaparecerían.
Los padres no enseñarían sus hijos en escuelas religiosas,
que inculcan ideas falsas, sino que los llevarían a las
escuelas racionales donde no se enseña lo sobrenatural, lo
que no existe; ni tampoco a guerrear, sino a solidarizarse
todos y a practicar el trabajo en común.

Sobre un principio de crítica de la sociedad se vislumbra en


ese pensamiento el ideal que guía al género humano.

Terminamos esta recopilación con el siguiente escrito de


una señorita de 16 años, que por su corrección y por su
fondo puede insertarse sin mutilación alguna :

109
LA SOCIEDAD PRESENTE

¡Qué desigualdad hay en esta sociedad! Unos trabajando


desde la mañana hasta la noche, sin más descanso que el
preciso para comer sus deficientes alimentos; otros
recibiendo el producto de los trabajadores para recrearse
con lo superfluo.

¿Y por qué ha de ser esto así? ¿No somos todos iguales?


Indudablemente que lo somos, aunque la sociedad no lo
reconozca, ya que unos parecen destinados al trabajo y al
sufrimiento, y otros a la ociosidad y al goce. Si algún
trabajador se rebela al ver la explotación a que vive sujeto,
es despreciado y castigado cruelmente mientras otros
sufren con resignación la desigualdad.

El obrero necesita instruirse, y para lograrlo es necesario


fundar escuelas gratuitas, sostenidas por ese dinero que
desperdician los ricos.

De ese modo se conseguiría que el obrero adelantase cada


vez más hasta lograr verse considerado como merece,
porque en resumen él es quien desempeña la misión más
útil en la sociedad.

Cualquiera que sea el valor racional de estos pensamientos,


resulta patente de esta colección lo que la Escuela Moderna
se proponía con objeto predominante, a saber: que la
inteligencia del alumno, influída por lo que ve y

110
documentada por los conocimientos positivos que vaya
adquiriendo, discurra libremente, sin prejuicios ni sujección
sectaria de ningún género, con autonomía perfecta y sin
más traba que la razón, igual para todos, sancionada en
último término, cuando alcanza la verdad, por el brillo
hermoso de la evidencia, ante el cual desaparecen las
negruras del sofisma y de la imposición dogmática.

El Congreso obrero ferroviario, celebrado en Barcelona en


diciembre de 1903, anunció que formaba parte de su
programa una visita a la Escuela Moderna.

La idea fué acogida con júbilo por todos los alumnos, y


para sacar de ella una utilidad, se les invitó a que
formularan, cuantos se sintieran inspirados un pensamiento
adecuado a la circunstancia, los cuales serían leídos por sus
autores en el acto de la visita.

Por causas imprevistas no se realizó la visita anunciada,


mas habiendo recogido un hermoso ramillete de
pensamientos infantiles que exhala el delicado perfume de
la sinceridad del juicio despreocupado, matizado además
por la gracia de la ingenuidad intuitiva se publicó en el
Boletín.

Hay que observar que se partía del tema obligado del saludo
a obreros congresistas reunidos para tratar de mejorar sus
condiciones de trabajo y de existencia y resultó que los
alumnos a pesar de no existir indicio siquiera de sugestión y

111
sin previa consulta mutua, como si se inspirasen en un
criterio único, manifestaron una gran conformidad en sus
afirmaciones diferenciándose algo no mucho en la
argumentación por lo que se extractaron sus escritos,
haciendo las supresiones necesarias para evitar la repetición
aunque dejando subsistentes la ingenuidad y casi siempre la
incorrección original.

Una niña de 9 años escribió:

Os saludo, queridos obreros, por el trabajo que hacéis en


bien de la sociedad.

A vosotros y a todos los obreros hay que agradecer el


trabajo con que se hace todo lo necesario para la vida y no
a los ricos que os pagan un jornal mísero, y no os lo pagan
para que viváis, sino porque si vosotros no trabajárais
tendrían que trabajar ellos.

Un niño de 9 años después de cariñoso saludo, dice:

La tierra debe pertenecer a los obreros lo mismo que a los


demás. La naturaleza no ha creado hombres para que se
queden con todo. La tierra debería cultivarse sin que el que
trabaja fuera explotado y otro se comiera sus frutos. El
obrero habita en casa pequeña y obscura, come poco y mal
y no va en coche como el burgués. Si el obrero quisiera
todo sería suyo; si no que se cuenten los obreros y los
burgueses, ¿de cuáles hay más? Pues como los obreros son

112
más, pronto o mejor dicho, en seguida, obtendrían su
deseo.

Estos niños de 9 años en su cándida explosión del juicio,


demuestran que pudieran ser maestros de muchos caducos
economistas que inspiran su entendimiento en el respeto de
lo existente sólo por serlo, sin considerar si en razón y en
justicia tiene derecho a ser.

Niña de 11 años:

Llegará el día en que sea más repartido el trabajo, domine


la razón, prevalezca la ciencia y desaparezcan las clases
sociales... El deber del hombre es hacer todo el bien
posible, ya por medios manuales, ya intelectuales, con lo
que sale beneficiado, y el que hace lo contrario es
inhumano... La instrucción es la base de la humanidad y la
redentora del hombre, pues ella le reintegrará en todos los
derechos.

Niña de 11 años:

¡Salud, representantes del trabajo!... Vosotros, como


obreros ferroviarios, guiáis potentes máquinas como si
fueran inofensivos animalillos. Esas máquinas, como
producto de la civilización humana y que a la humanidad
debieran pertenecer, son propiedad de unos cuantos
potentados a quienes nada ha costado su posición, que ha
sido adquirida con la explotación de los trabajadores...

113
Mientras vosotros sufrís el sol, la lluvia y la nieve
cumpliendo vuestro trabajo, los satisfechos burgueses,
quejándose de la poca velocidad del tren, se estiran en su
coche-cama.

Niña de 11 años:

Celebro que os dediquéis a los trabajos ferroviarios para


que adelante la industria y haya trenes que transporten
viajeros, productos y muchas cosas de un pueblo a otro. Los
que se dedican a esos trabajos y a los descubrimientos sí
que hacen bien a la humanidad, y sin embargo, hay quien
considera mejor a un general que ha ganado una batalla.

Niño de 11 años:

El trabajador, que debiera ser la admiración del mundo, es


el más despreciado por nuestra sociedad. El que nos
proporciona vestido, casa y muebles; apacenta el ganado
que nos suministra lana y carne; con trenes o buques nos
lleva de un punto a otro, y nos presta muchos otros
servicios. A él debemos la vida.

Niño de 11 años, que coincidiendo con algunos


pensamientos expuestos, dice:

Los parásitos que consumen y no producen pensando


siempre en la explotación, desprecian al trabajador, que
gana un jornal muy reducido trabajando muchas horas
diarias casi sin poder mantener su familia. Si la sociedad
114
estuviera organizada de otro modo, no habría quien se
muriera de fastidio (modismo catalán), mientras los ricos
están disfrutando.

En este grupo de intelectuales de 11 años se encuentran


elementos para desarrollar un tratado de sociología. En él se
halla lo más importante: exposición de hechos, crítica y
censura consiguiente, terminando con hermosa y sencilla
afirmación del ideal.

Niño de 12 años:

¿Quiénes son los que disfrutan del trabajo producido por


los obreros? Los ricos. ¿Para qué sirven los ricos? Estos
hombres son improductivos, por lo que se les puede
comparar con las abejas, sino que éstas tienen más
conocimiento porque matan a los parásitos.

Niña de 12 años:

El trabajador es esclavo del burgués... Mientras los ricos se


recrean por jardines y paseos, hay trabajadores a quien sus
hijos les piden pan y no tienen para dárselo. ¿Por qué
sucede esto? Porque los ricos lo acaparan todo.

Niño de 12 años:

El obrero además de trabajar ha de ir a la guerra, que es


un gran mal, y mientras va a la guerra, sus padres quedan
sin su ayuda; pudiendo suceder que vuelva inútil para el
115
trabajo. El día que se modifique la sociedad de modo que
cada uno, cumpliendo sus deberes sociales, tenga
asegurada la satisfacción de las necesidades, no habrá
pobres ni ricos y todos serán felices.

Niña de 12 años:

Obreros que con vuestro trabajo acortáis las distancias por


medio de las vías férreas, y tal vez llegará el día en que
podáis hacer que desaparezcan las fronteras que separan
una nación de otra, bien venidos seáis, porque con los
ferrocarriles puede haber mucha industria y mucho
adelanto, pueden también comunicarse sus pensamientos
los ausentes hasta los países más remotos.

Niño de 12 años:

La mala organización social marca entre los hombres una


separación injusta, pues hay dos clases de hombres, los que
trabajan y los que no trabajan... Cuando hay una huelga no
se ven más que civiles a las puertas de las fábricas
dispuestos a hacer uso del máuser. ¿No valdría más que en
vez de emplearse en eso se dedicaran a un oficio útil?

Niña de 12 años:

Para que el obrero sea respetado como lo debe ser todo


hombre y prevalezcan sus derechos sin ser insultado ni
menospreciado, debe instruirse.

116
Niño de 12 años:

¿Los hijos de los burgueses y los de los trabajadores no son


todos de carne y hueso? pues ¿por qué en la sociedad han
de ser unos diferentes de otros?

Sin faltar en este grupo nada de lo expuesto en el anterior,


hay cierta nota de gran energía y más intensidad, de
sentimiento, sobresaliendo un pensamiento en que hay
profundidad, verdad y una concisión correcta y bellísima.

Niña de 13 años:

La explotación del hombre por el hombre es despiadada,


inhumana y cruel... ha de llegar el día en que los
trabajadores se unan para exigir de la burguesía que cese
para siempre tan inicua explotación.

Niña de 14 años:

El deber de todo hombre es buscar y descubrir cuanto


pueda ser útil para sí y para sus semejantes, ayudándoles
en cuanto le sea posible y consolándoles en sus
afirmaciones. El que no obra así no merece el nombre de
ser humano. La solidaridad, la fraternidad, y la igualdad
son las máximas aspiraciones de la sociedad futura.

Niña de 17 años:

117
Saludo y felicito a los obreros ferroviarios como
representantes del trabajo y como amantes de la igualdad,
cosas que concuerdan mal con esta sociedad egoísta,
hipócrita y vana. Deseo que la obra emprendida en su
congreso tenga éxito cumplido y que logren disminución de
horas de trabajo y aumento de jornal, de que tanto
necesitan para sus necesidades y, para atender a su
instrucción.

En la manera como las nacientes inteligencias desarrolladas


en la Escuela Moderna, respondían a la excitación que se
les había dirigido para que se manifestaran libremente
acerca de la representación de una de las más importantes
ramas del trabajo, no debe verse más que una demostración
de saber positivo, ni menos una orientación en determinado
sentido de la opinión, sino la genial espontaneidad con que
los alumnos exteriorizaban su manera peculiar de sentir,
libres de preocupaciones y convencionalismos.

La enseñanza racionalista progresaba. He aquí una bella


manifestación de su progreso, tomada del Boletín:

CONFRATERNIDAD ESCOLAR

Los alumnos de la Clase elemental del Ateneo Obrero de


Badalona han dirigido a los de la Escuela Moderna la
siguiente carta.

A los niños de la Escuela Moderna - Barcelona

118
Queridos compañeros:

Deseando ponernos en relación con niños de otras escuelas


para trabar amistades e instruirnos mutuamente, nos
dirigimos a vosotros para principiar nuestros propósitos.

Hace pocos días hemos empezado a leer Las Aventuras de


Nono, que nos gustan muchísimo, y como nuestro profesor
nos ha dicho que vosotros hace tiempo que las leéis,
deseamos nos indiquéis algo de lo que habéis sacado de su
lectura.

Aprovechamos esta ocasión para ofrecernos como buenos


amigos vuestros, y sabed que estamos deseosos de
conoceros, y que nuestro profesor nos ha prometido
llevarnos a Barcelona a ver la Colección Zoológica del
Parque; allí podremos vernos. Ya os lo anunciaremos.

Recibid de estos, ya vuestros amigos que esperan deseosos


vuestras contestaciones, muchos abrazos para todos.

Os desean Salud y Amor, los niños de la Clase Elemental


del Ateneo Obrero de Badalona.

En su nombre

Francisco Rodríguez.

Badalona, 16 de febrero de 1904.

119
La lectura en clase por el profesor Badalonés, causó
vivísima impresión en nuestros alumnos; todos, desde los
párvulos a los de la superior, sintieron intensa simpatía por
aquellos niños que les ofrecían confraternidad, y quedaron
deseando el momento de demostrarlo prácticamente.

Invitados por los profesores a contestar a la feliz iniciativa


de los niños badaloneses, como corresponde a pensamientos
y a sentimientos tan humanamente bellos, cada cuál tomó la
pluma y todos hicieron su contestación.

Para dar una colectiva que forme una respuesta común con
el elemento fundamental de cada individuo, como ha de
suceder en todo acto humano comunista, en que, como en
aritmética, toda cantidad es la reunión de las unidades
íntegras que la forman, tenemos 64 cartas; 16 de niñas y 19
de niños de la clase elemental, y 10 de niñas y 19 de niños
de la clase superior: la alegría con que se recibe el saludo de
amor y la idea de recíproca presentación en un día de recreo
es unánime; la respuesta acerca de lo que han sacado
nuestros alumnos de Las Aventuras de Nono, quizá no es
muy categórico, porque la mayor parte se contentan con
decir que el libro les gusta mucho y refieren las escenas que
son más de su agrado; no obstante, hay varios niñas y niños,
no exclusivamente los mayores, que profundizan hasta
formar juicios parciales y alguno general de la obra.

Lo notable en esta recopilación de contestaciones es que no


hay nada contradictorio, cada alumno expone su impresión,

120
y el que alcanza poco, aunque no sepa expresarlo, siente lo
mismo que el que alcanza más; pudieran expresarse los
pensamientos por una escala ascendente con una dirección
única. Los hay que se encantan con el idilio de Autonomía,
y quien se apena con la tiranía e insolidaridad de
Argirocracia; uno se fija en la descripción del hogar de la
familia de Nono; otro en la belleza de la práctica de la
solidaridad que expresa magistralmente el gírabo con estas
palabras: sin darte cuenta de ello has puesto en práctica la
gran ley de la solidaridad universal que quiere que todos los
seres se ayuden mutuamente. Todo está tenido en cuenta y
para cada nota hay su intérprete: la libertad del trabajo, la
igualdad social, el inconveniente y las consecuencias del
vicio y de la falta de recíproca sinceridad, la gracia
consecuencia de la felicidad general y armónica, el
heroísmo de los solidarios, la grata sensación de la belleza
natural y de la poesía, hasta la nota cómica apuntada; no
falta a quien le haya caído en gracia el golpe que dió Nono
a la nariz de Monadio.

Con todos estos elementos y con frases textuales levemente


corregidas de la mayor parte, y no de todos para evitar
repeticiones, se compuso la siguiente carta, que si no podían
firmar todos por la integridad de su forma, si podían hacerlo
por su fondo de pensamiento y de sentimiento.

A los niños de la Clase Elemental del Ateneo obrero de


Badalona

121
Queridos compañeros:

Lo mismo que vosotros deseamos ponernos en relación con


niños bien educados para practicar la amistad y la
solidaridad.

Aceptamos con alegría vuestra proposición y esperamos


impacientes el momento de conoceros, de jugar con
vosotros, de comunicarnos nuestros conocimientos y de
hablar de ese hermoso libro Las Aventuras de Nono que
tanto os gusta ahora que empezáis a leerlo, y que tanto
amamos nosotros que ya le hemos leído.

Considerar que hemos de esforzar nuestras inteligencias


para llevar esta sociedad más cerca de los propósitos que
tuvieron nuestros padres y que no han podido conseguir; a
eso estamos llamados.

¡Qué hermoso en el país de la Autonomía! Allí se está muy


bien: se trabaja, se descansa y se juega cuando se quiere;
cuando uno hace lo que desea, como debiera hacerse entre
los hombres; no hay dinero, ni centinelas, ni guardas
rurales, ni soldados que tengan cara de garduña o de
hiena, ni ricos que vivan en palacios y se paseen en coche
junto a pobres que viven en malas habitaciones y mueran
de hambre después de trabajar mucho; no hay ladrones,
porque todo es de todos y no se practica la explotación del
hombre por el hombre. En país tan delicioso quisiéramos
vivir todos. Ese país lo sueña Nono, hoy no es posible pero

122
vendrá un día, que lo será; para que lo sea pronto debemos
trabajar todos, porque Autonomía es un ejemplo de la
sociedad futura. Hemos deducido que es de aquella manera
como se tiene que vivir, no de la manera que vivimos
actualmente, tan lejos de la verdadera y completa
civilización.

Argirocracia es una repetición de lo que sucede en la


sociedad actual; todos los países, unos más que otros,
imitan a Argirocracia, país fatal donde existe la
explotación, donde hay quien trabaja y quien se recrea,
donde unos sirven a otros y se encierra en la cárcel a los
que hablan de la felicidad con que se vive en Autonomía.

En resumen: Las aventuras de Nono es un libro instructivo


que ha de leerse con mucho cuidado, y que casi todo él
quiere decir que un país donde todos trabajan para uno y
uno para todos, y no hay dinero, ni ladrones, ni quien
imponga las leyes que les plazca, ni armas y donde se
fomenta la ciencia y el arte es como habría de ser el
mundo.

Esperamos el momento de conoceros, repetimos vuestra


despedida:

Salud y Amor.

Alumnas y Alumnos de la Escuela Moderna Barcelona.

123
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XVI.

BOLETÍN DE LA ESCUELA MODERNA

La Escuela Moderna necesitó y tuvo su órgano en la prensa.

La prensa política o la de información, lo mismo cuando


nos favorecía que cuando empezó a señalar esta institución
como peligrosa, no solía mantenerse en la recta
imparcialidad, llevando las alabanzas por la vía de la
exageración o de la falsa interpretación, o revistiendo las
censuras con los caracteres de la calumnia. Contra estos
daños no había más remedio que la sinceridad y la claridad
de nuestras propias manifestaciones, ya que dejarlos sin
rectificación era una causa perenne de desprestigio, y el
Boletín de la Escuela Moderna llenó cumplidamente su
misión.

Por la Dirección se insertaban en él los programas de la


escuela, noticias interesantes de la misma, datos
estadísticos, estudios pedagógicos originales de sus
profesores, noticias del progreso de la enseñanza racional
en el propio país o en distintos países, traducciones de
artículos notables de revistas y periódicos extranjeros
concordantes con el carácter predominante de la
publicación, reseñas de las conferencias dominicales y en
último término los avisos de los concursos públicos para
124
completar nuestro profesorado y los anuncios de nuestra
Biblioteca.

Una de las secciones del Boletín que mayor éxito


alcanzaron, fué la destinada a la publicación de
pensamientos de los alumnos. Más que una exposición de
sus adelantos, en cuyo concepto jamás se hubieran
publicado, era la manifestación espontánea del sentido
común. Niñas y niños, sin diferencia apreciable en concepto
intelectual por causa del sexo, en el choque con la realidad
de la vida que les ofrecían las explicaciones de los
profesores y las lecturas, consignaban sus impresiones en
sencillas notas si a veces eran juicios simplistas e
incompletos, muchas más resultaban de incontrastable
lógica que trataban asuntos filosóficos, políticos o sociales
de importancia.

Al principio se distribuía gratuitamente a los alumnos y


servía también de cambio con diversas publicaciones,
empezando luego a ser solicitada su adquisición, por lo que
fué necesario abrir una subscripción pública.

Llegado este caso, el Boletín, a la vez que órgano de la


Escuela Moderna, adquirió el carácter de revista filosófica,
en que perseveró con regular aceptación, hasta que llegó el
momento de la persecución y cierre de la Escuela.

Como prueba de la importante misión del Boletín, además


de su utilidad ya demostrada por los datos y artículos

125
preinsertos, véase el que publiqué en el nº 5 del año 4º,
aplicando un correctivo a ciertos profesores laicos que
iniciaron inconscientemente una desviación.

En mi propósito de evitar desviaciones en la enseñanza


popular, me creí en el deber de dirigir desde el Boletín la
siguiente censura:

A PROPÓSITO DE SUBVENCIONES

Tristeza e indignación me causó leer la lista de


subvenciones que el Ayuntamiento de Barcelona
votó para ciertas sociedades populares que fomentan
la enseñanza.

Vimos cantidades destinadas a Fraternidades


Republicanas y otros Centros similares, y no
solamente estas corporaciones no han rechazado la
subvención, sino que han votado mensajes de
agradecimiento al concejal del distrito o al
Ayuntamiento en pleno.

Que suceda esto entre gente católica y ultra


conservadora se comprende, ya que el predominio
de la iglesia y de la sociedad capitalista puede sólo
mantenerse gracias al sistema de caridad y

126
protección bien entendidas con que dichas entidades
saben contener al pueblo desheredado, siempre
conformado y siempre confiado en la bondad de sus
amos. Pero que los republicanos se transformen de
revolucionarios que deben ser, en pedigüeños, cual
cristianos humildísimos, eso sí que no podemos
verlo sin dar la voz de alerta a los que de buena fe
militan en el campo republicano.

¡Alerta! les decimos: ¡alerta! que educáis mal


vuestros hijos y seguís mal camino al pretender
regeneraros recibiendo limosnas. ¡Alerta! que no os
emanciparéis ni emanciparéis a vuestros hijos
confiando en fuerzas ajenas y en protecciones
oficiales o particulares.

Pásese que por la ignorancia de la realidad de las


cosas en que vegetan los católicos lo esperen todo
de un dios; de un san José, o de otro mito semejante,
ya que si bien no pueden asegurarse de la eficacia de
sus plegarias en esta vida, se consuelan en la
creencia de ser correspondidos después de muertos.

Pásese también que los jugadores a la lotería


desconozcan el engaño de que son víctimas moral y
materialmente de parte de los gobiernos, puesto que
cobran algo de lo mucho que en conjunto pierden, y
se puede dispensar a la gente ignorante o jugadora

127
que esperen su bienestar de la suerte y no de su
energía.

Pero, que tiendan de ese modo la mano pedigüeña


los hombres que en son de protesta revolucionaria se
unen para cambiar de régimen; que admitan y
agradezcan dádivas humillantes y no sepan confiar
en la energía que ha de dar la convicción de su razón
y de su fuerza, lo repetimos, entristece e indigna.

¡Alerta, pues, los hombres de buena fe! con tales


procedimientos no se va a la enseñanza verdadera de
la infancia, sino a su domesticidad.

Tras un año de suspensión, después de la clausura de la


Escuela Moderna y durante mi proceso y prisión en Madrid,
reapareció el Boletín, insertando en el primer número de su
segunda época, 1º de mayo de 1908, la siguiente
declaración :

A TODOS

Decíamos ayer...

128
Nunca con mayor oportunidad que en la ocasión
presente, al dar a luz el primer número de la segunda
época de nuestro Boletín, podríamos emplear esta
histórica frase: La Escuela Moderna continúa su
marcha, sin rectificar procedimientos, métodos,
orientaciones ni propósitos; continúa su marcha
ascendente hacia el ideal, porque tiene la evidencia
de que su misión es redentora y contribuye a
preparar, por medio de la educación racional y
científica, una humanidad más buena, más perfecta,
más justa que la humanidad presente. Ésta se debate
entre odios y miserias, aquélla será el resultado de la
labor realizada durante siglos para la conquista de la
paz universal.

No tenemos que rectificar una tilde de nuestra obra


hasta el presente; es nuestra convicción íntima, cada
vez más intensa, de que sin una absoluta reforma de
los medios educadores no será posible orientar la
humanidad hacia el porvenir. A ello vamos; por
medio de escuelas, donde puedan crearse escuelas;
por medio de nuestros libros, cuya Biblioteca
aumenta día tras día intensificando la difusión de las
verdades demostradas por la ciencia; por medio de
la palabra, en conferencias que lleven a los cerebros
la luz de la verdad contra los errores tradicionales;
por medio de este Boletín, donde adquieren vida
nuestras aspiraciones, para que la serenidad del

129
estudio pueda tener su influencia por el vehículo de
la palabra escrita.

Nuestros amigos, los que durante cinco años nos han


acompañado en nuestra querida Escuela Moderna y
se solidarizaron con los hombres progresivos del
mundo entero para impedir la injusticia que la
reacción pretendiera llevar a cabo en la persona de
su fundador, no habrán de volver la vista atrás: al
contrario, alta la frente, fija la mirada en un mañana
de justicia y de amor, nos ayudarán con mayores
energías a realizar esta obra de verdadera y fecunda
redención.

A la prensa, la expresión de nuestra solidaridad


profesional y nuestro afectuoso saludo.

A los buenos, nuestra mano les estrecha efusiva en


signo de paz.

Salud.

Como muestra de la labor del Boletín, inserto a


continuación el siguiente artículo, traducido, que une a la
competencia pedagógica, la clara visión del ideal de la
enseñanza.

130
LA EDUCACIÓN DEL PORVENIR

La idea fundamental de la reforma que introducirá el


porvenir en la educación de los niños consistirá en
reemplazar, en todos los modos de actividad, la
imposición artificial de una disciplina de convención
por la imposición natural de los hechos.

Considérese lo que se hace al presente: fuera de las


necesidades del niño, se ha elaborado un programa
de los conocimientos que se juzgan necesarios a su
cultura, y, de grado o por fuerza, sin reparar en los
medios, es preciso que los aprenda.

Pero únicamente los profesores comprenden ese


programa y conocen su objeto y su alcance; no el
niño. He ahí de dónde proceden todos los vicios de
la educación moderna. En efecto, quitando a las
voliciones y a los actos su razón natural, es decir, la
imposición de la necesidad o del deseo;
pretendiendo reemplazarla por una razón artificial,
un deber abstracto, inexistente para quien no puede
concebirlo, se ha de instituir un sistema de disciplina
que ha de producir necesariamente los peores
resultados: constante rebeldía del niño contra la
autoridad de los maestros, distracción y pereza
perpetuas, mala voluntad evidente. ¡Y a qué

131
maniobras han de recurrir los profesores para
dominar la irreductible dificultad! Por todos los
medios, algunos indecorosos, procuran captar la
atención del niño, su actividad y su voluntad, siendo
los más ingeniosos en tales prácticas considerados
como los mejores educadores.

Tiénense por dichosos cuando logran una apariencia


de éxito; pero no se llega jamás sino a las
apariencias, allí donde el objeto artificial es la razón
única y superior de la acción, la necesidad que
impone la necesidad. Todo el mundo ha podido
sentir que sólo el trabajo que determina el deseo es
realmente valedero. Cuando desaparece esta razón
sobreviene la negligencia, la pena y la fealdad.

En nuestras sociedades la razón artificial del trabajo


tiende a reemplazar por todas partes la imposición
lógica y saludable de la necesidad, del deseo natural
de conseguir un resultado, de realizar; la conquista
del dinero aparece a los ojos de los hombres de
nuestra época como el verdadero objeto del
esfuerzo. Pero es lo cierto que la educación moderna
no hace nada para reaccionar contra esa concepción
perniciosa, sino todo lo contrario. Por eso aumenta
de día en día la caza del dinero en sustitución del
hermoso instinto del cumplimiento que se encuentra
en los únicos hombres cuyas voliciones no hayan
sido falseadas, a quienes ha quedado la razón

132
normal del acto y que trabajan para realizar lo que
han concebido, en un noble desprecio del dinero.
¿Cómo podría exigirse que unos individuos que han
sido habituados desde la infancia a obrar por la
voluntad ajena, bajo la opresión de la ley exterior, en
vista de un resultado cuya importancia no
comprenden -ya que la significación del trabajo se
define sencillamente por el castigo y la recompensa-
fuesen capaces de interesarse en lo que hace la
belleza, la nobleza del esfuerzo humano, su lucha
eterna contra las fuerzas ciegas de la Naturaleza?

La mala concepción de la educación ha causado la


enfermedad orgánica de nuestras sociedades: la
necesidad de llegar a ser algo, de gozar; el
desprecio, el odio al trabajo; el ansia de la vida, que
no sabe cómo satisfacerse; la hostilidad espantosa de
los seres que se odian y tratan de destruirse
mutuamente. Se ha olvidado que lo que es preciso
defender y conservar a toda costa en el hombre es el
juego natural de sus actividades, las cuales, todas,
deben dirigirse y desplegarse hacia el exterior en el
sentido de todo el esfuerzo social. ¡La lucha por la
existencia! ¡Cómo se ha abusado de esa frase, y qué
a propósito se ha venido para excusar tantas
infamias! y también, ¡qué mal ha sido comprendida!
Se entiende de manera que es hasta la negación de
los principios naturales de la sociedad: en ninguna
parte en la Naturaleza se encuentra ejemplo de la
133
aberración que se la quiere hacer que exprese. No
hay organismo, no hay colonia animal donde los
elementos individuales traten de destruirse
mutuamente; al contrario, todos juntos luchan contra
las influencias hostiles del medio, y las
transformaciones funcionales que se cumplen entre
ellos son diferenciaciones necesarias, cambios
saludables en la organización general, no
destrucciones.

Ante todo, es preciso que la vida sea tal, llegue a ser


tal, que el hombre trabaje y luche únicamente por
ser útil a sus semejantes; para esto se necesita
sencillamente que guarde y fortifique en sí mismo el
instinto de defensa contra las fuerzas hostiles de la
Naturaleza; que haya aprendido a amar el trabajo
por los goces que procuran los cumplimientos
queridos, propuestos y larga y obstinadamente
trabajado para conseguirlos, que comprenda la
extensión inmensa y la belleza sublime del esfuerzo
humano. Nuestros grandes hombres, nuestros
inventores, nuestros sabios, nuestros artistas, lo son
porque han conservado la excelente cualidad de
querer, no contra sus semejantes, sino para ellos. A
los ojos de sus contemporáneos, pasan por seres
extraños, y, siendo los que más en consonancia se
hallan con el conjunto armónico de las leyes de la
existencia, antes de alcanzar el éxito, son tenidos por
visionarios.
134
Una educación racional será, pues, la que conserve
al hombre la facultad de querer, de pensar, de
idealizar, de esperar; la que está basada únicamente
sobre las necesidades naturales de la vida; la que
deje manifestarse libremente esas necesidades; la
que facilite lo más posible el desarrollo y la
efectividad de las fuerzas del organismo para que
todas se concentren sobre un mismo objetivo
exterior: la lucha por el trabajo para el cumplimiento
que reclama el pensamiento.

Se renovarán, pues, por completo las bases de la


educación actual: en lugar de fundar todo sobre la
instrucción teórica, sobre la adquisición de
conocimientos que no tienen significación para el
niño, se partirá de la instrucción práctica, aquella
cuyo objeto se le muestre claramente, es decir, se
comenzará por la enseñanza del trabajo manual.

La razón de ello es lógica. La instrucción por sí, no


tiene utilidad para el niño. No comprende por qué se
le enseña a leer, escribir, y se les atesta la cabeza de
física, de geografía o de historia. Todo eso le parece
completamente inútil, y lo demuestra resistiéndose a
ello con todas sus fuerzas. Se llena de ciencia, y lo
desecha lo más pronto posíble, y nótese bien que en
todas partes, lo mismo en la educación moral y
física que en la educación intelectual, la razón
natural ausente se reemplaza por la razón artificial.

135
Se trata de fundar todo sobre la razón natural. Para
esto nos bastará recordar que el hombre primitivo ha
comenzado su evolución hacia la civilización por el
trabajo determinado por la necesidad de lo
necesario; el sufrimiento le ha hecho crear medios
de defensa y de lucha, de donde han nacido poco a
poco los oficios. El niño tiene en sí una necesidad
atávica de trabajo suficiente para reemplazar las
circunstancias iniciales, al que basta sencillamente
con secundarle. Organícese el trabajo en su derredor,
manténgase en él la disciplina lógica y legítima de
su cumplimiento, y se llegará fácilmente a una
educación completa, fácil y saludable.

No tendremos que hacer más que esperar que el niño


venga a nosotros. Basta haber vivido un poco la vida
del niño para saber que un irresistible deseo le
impulsa al trabajo. ¡Y cuánto se hace para aniquilar
en él esa buena disposición! ¿Quién osará después
hablar de vicio y de pereza? Un hombre y un niño
sanos tienen necesidad de trabajar: lo prueba la
historia entera de la humanidad.

El niño abandona poco a poco el juego, que no es en


sí más que una forma de trabajo, una manifestación
innata de ese deseo de actividad que no ha
encontrado dirección aún, o funda su razón de ser en
el gusto atávico de la lucha subsistente desde los
períodos primitivos de la vída humana; abandona el

136
juego bajo el impulso de la necesidad que nace
lentamente y del atractivo del ejemplo: se trabaja
cerca de él y aspira con todas sus fuerzas al trabajo.

Entonces se interpone la influencia del educador;


influencia oculta e indirecta; su ciencia de la vida le
ayuda a comprender lo que sucede en el niño, a
distinguir sus deseos, a suplir la incertidumbre y la
inconsciencia de sus voluntades; sabe ofrecerle lo
que pide; le basta estudiar la vida primitiva de los
salvajes para saber lo que desea hacer.

Y en la continuación todo será fácil, natural,


sencillo. El oficio tiene su lógica inflexible: conduce
el trabajo mejor que lo podría hacerlo la alta ciencia;
bastará que los profesores no le dejen desviarse
hacia las imperfecciones del trabajo primitivo, hacia
un esfuerzo de ignorante, sino que le impondrán tal
como ha llegado a través de los progresos de los
pueblos avanzados hasta la voluntad del niño,
exigiendo de él el esfuerzo de una realización en la
cual se entrelazarán todos los conocimientos
humanos necesarios.

Fácilmente se comprende que todo oficio en


nuestros días, para ser convenientemente conocido y
ejercido, se acompaña de un trabajo intelectual que
necesita los conocimientos que constituyen
precisamente el conjunto de esta instrucción que al

137
presente se limitan a inculcar teóricamente. A
medida que el niño avance en su aprendizaje, se le
presentará la necesidad de saber, de instruirse, y
entonces se tendrá cuidado de no ahogar esa
necesidad, sino que, al contrario, se le facilitarán los
medios de satisfacerla, y entonces se instruirá
lógicamente, en virtud de las necesidades mismas de
su trabajo, teniendo siempre a la vista la causa
determinante de su querer.

Es inútil insistir sobre la cualidad de semejante


trabajo y los excelentes resultados que
necesariamente ha de producir. Por la combinación
de los oficios, podrán adquirirse los conocimientos
necesarios a una educación mucho más fuerte y sana
que la compuesta toda de apariencias que se da
actualmente.

¿Dónde queda la imposición a todo esto? El


educador pedirá sencillamente ayuda a la Naturaleza
y donde quiera que halle dificultades indagará en
qué pueda haberla contrariado; a ella confiará el
cuidado de su disciplina y le será admirablemente
conservada.

Trabajando así en la educación de los hombres es


como infaliblemente puede esperarse una
humanidad mejor empeñada en su tarea;
conservando todo el vigor de su voluntad, toda su

138
salud moral; marchando siempre hacia nuevos
ideales; una humanidad no mezquinamente dedicada
a una lucha estúpida, no sórdidamente sujeta a la
hartura de sus apetitos, miserablemente entregada a
sus vicios y a sus mentiras, triste, rencorosa,
depravada, sino siempre amante, bella y alegre.

139
Francisco Ferrer y Guardia, La escuela moderna, 1908.

.XVII.

CLAUSURA DE LA ESCUELA MODERNA

He llegado al punto culminante de mi vida y de mi obra.

Mis enemigos, que lo son todos los reaccionarios del


mundo, representados por los estacionarios y los regresivos
de Barcelona en primer término y luego de toda España, se
creyeron triunfantes con haberme incluído en un proceso
con amenaza de muerte y de memoria infamada y con
cerrar la Escuela Moderna; pero su triunfo no pasó de un
episodio de la lucha emprendida por el racionalismo
práctico contra la gran rémora atávica y tradicionalista. La
torpe osadía con que llegaron a pedir contra mí la pena de
muerte, desvanecida, menos por la rectitud del tribunal que
por mi resplandeciente inocencia, me atrajo la simpatía de
todos los liberales, mejor dicho, de todos los verdaderos
progresistas del mundo, y fijó su atención sobre la
significación y el ideal de la Escuela Moderna, produciendo
un movimiento universal de protesta y de admiración no
interrumpido durante un año, de mayo de 1906 a junio de
1907, que refleja la prensa de todos los idiomas de la
civilización moderna de aquel período con sus artículos
editoriales o de distinguida colaboración, o con la reseña de
mítines, conferencias o manifestaciones populares.

140
En resumen, los encarnizados enemigos de la obra y del
obrero fueron sus más eficaces cooperadores, facilitando la
creación del racionalismo internacional.

Reconocí mi pequeñez ante tanta grandiosidad. Iluminado


siempre por la luz inextinguible del ideal, concebí y llevé a
la práctica la creación de la Liga Internacional para la
Educación racional de la Infancia, en cuyas secciones
extendidas ya por todo el mundo, se agrupan los hombres
que representan la flor del pensamiento y la energía
regeneradora de la sociedad, cuyo órgano es L'École
Renovée, de Bruselas, secundado por el Boletín de la
Escuela Moderna, de Barcelona, y La Escuela Laica, de
Roma, que exponen, discuten y difunden todas las
novedades pedagógicas encaminadas a depurar la ciencia de
todo contacto impuro con el error, a desaparecer toda
credulidad, a la perfecta concordancia entre lo que se cree y
lo que se sabe y a destruir el privilegio de aquel esoterismo
que desde los más remotos tiempos venía dejando el
exoterismo para la canalla.

De esta recopilación del saber, efectuada por esa gran


reunión del querer, ha de brotar la gran determinante de una
acción poderosa, consciente y combinada, que dé a la
revolución futura el carácter de manifestación práctica de
aplicación sociológica, sin apasionamientos ni venganzas,
ni tragedias terróríficas ni sacrificios heroicos sin tanteos
estériles, sin desfallecimientos de ilusos y apasionados
comprados por la reacción, porque la enseñanza científica y

141
racional habrá disuelto la masa pupular para hacer de cada
mujer y de cada hombre un ser consciente, responsable y
activo, que determinará su voluntad por su propio juicio,
asesorado por su propio conocimiento, libres ya para
siempre de la pasión sugerida por los explotadores del
respeto a lo tradicional y de la charlatanería de los
modernos forjadores de programas políticos.

Lo que en la vía progresiva pierda la revolución de su


característica dramática lo ganará la evolución en firmeza,
estabilidad y continuidad, y la visión de la sociedad
razonable, que entrevieron los revolucionarios de todos los
tiempos y que prometen con certeza los sociólogos, se
ofrecerá a la vista de nuestros sucesores, no como sueño de
ilusorios utopistas, sino como triunfo positivo y merecido,
debido a la eficacia altamente revolucionaria de la razón y
de la ciencia.

La fama que adquirió la novedad educativa e instructiva de


la Escuela Moderna fijó la atención de cuantos concedían
importancia especial a la enseñanza, y todos quisieron
conocer el nuevo sistema.

Había escuelas laicas particulares unas y sostenidas por


sociedades otras, y sus directores y sostenedores quisieron
apreciar la diferencia que pudiera existir entre sus prácticas
y las novedades racionalistas, y constantemente acudían
individuos y comisiones a visitar la Escuela y a
consultarme. Yo satisfacía complaciente sus consultas,

142
desvanecía sus dudas y les excitaba a que entraran en la
nueva vía, y pronto se iniciaron los propósitos de reformar
las escuelas creadas y de crear otras nuevas tomando por
tipo la Escuela Moderna. El entusiasmo fué grande, hubo en
él fuerza impulsiva capaz de realizar grandes empresas,
pero surgió una dificultad grave, como no podía menos de
suceder: faltaban maestros, y, lo que es peor, no había
medio de improvisarlos. Los profesores titulares, siendo ya
escasos los excedentes, tenían dos géneros de
inconvenientes, la rutina pedagógica y el temor a las
contingencias del porvenir, y fueron muy pocos,
constituyendo honrosas excepciones, los que por altruismo
y por amor al ideal se lanzaron a la aventura progresiva.
Los jóvenes instruídos de ambos sexos que pudieran
dedicarse a la enseñanza, constituían el recurso a que había
de recurrir para salvar la grave deficiencia; pero ¿quién les
había de iniciar el profesorado? ¿dónde habían de practicar
su aprendizaje? Se me presentaban a veces comisiones de
sociedades obreras y políticas anunciándome que habían
acordado la implantación de una escuela; disponían de buen
local, podían adquirir el material necesario, contaban con la
Biblioteca de la Escuela Moderna, -¿tienen ustedes
profesor? -les preguntaba yo, y me respondían
negativamente confiados en que eso era cosa fácil de
arreglar; -pues, como si no tuvieran nada; -les replicaba.

En efecto, constituído, por efecto de las circunstancias, en


director de la enseñanza racionalista, por las constantes
consultas y las demandas de los aspirantes al profesorado,
143
vi palpablemente aquella gran falta, que procuré subsanar
con mis explicaciones particulares y con la admisión de
jóvenes auxiliares en las clases de la Escuela Moderna. En
sus resultados ha habido de todo: hay actualmente
profesores dignos que empezaron allí su carrera y siguen
como firmes sostenedores de la enseñanza racional, y otros
que fracasaron por incapacidad intelectual o moral.

No queriendo esperar a que los alumnos de la misma


Escuela Moderna que se dedicaran al profesorado llegaran
al tiempo indispensable para su ejercicio, instituí la Escuela
Normal, de que se habla en otro lugar, convencido por la
experiencia de que si en la Escuela científica y racional está
la clave del problema social, para hallar esa clase se
necesita, ante todo, preparar un profesorado apto y capaz
para tan grandioso destino.

Como resultado práctico y positivo de cuanto queda


expuesto, puedo asegurar que la Escuela Moderna de
Barcelona fué un felicísimo ensayo que se distinguió por
estos dos caracteres:

1º Dió la norma, aun siendo susceptible de


perfeccionamientos sucesivos, de lo que ha de ser la
enseñanza en la sociedad regenerada.

2º Dió el impulso creador de esa enseñanza.

144
No había antes enseñanza en el verdadero sentido de la
palabra: había tradición de errores y preocupaciones
dogmáticas, de carácter autoritario, mezclados con verdades
descubiertas por los excepcionales del genio, que se
imponían por su brillo deslumbrador, para los privilegiados
en la Universidad; y para el pueblo había la Instrucción
primaria, que era y es por desgracia, una especie de
domesticación; la escuela era algo así como un picadero
donde se domaban las energías naturales para que los
desheredados sufrieran, resignados, la íntima condición a
que se le reducía.

La verdadera enseñanza, la que prescinde de la fe, la que


ilumina con los resplandores de la evidencia, porque se
halla contrastada y comprobada a cada instante por la
experiencia, que posee la infalibilidad falsamente atribuida
al mito creador, la que no puede engañarse ni engañarnos,
es la iniciada con la Escuela Moderna.

En su efímera existencia produjo beneficios notabilísimos:


niño admitido en la escuela y en contacto con sus
compañeros sufría rápida modificación en sus costumbres,
como he observado ya: empezaba por ser limpio, dejaba de
ser camorrista, no perseguía a los animales callejeros, no
imitaba en sus juegos el bárbaro espectáculo llamado fiesta
nacional, y, elevando su mentalidad y purificando sus
sentimientos, lamentaba las injusticias sociales que de
modo tan sensible, como llagas que por su abundancia y
gravedad no pueden ocultarse; se ponen de manifiesto a

145
cada instante. Del mismo modo detestaba la guerra, y no
podía admitir que la gloria nacional, en vez de tomar por
fundamento la mayor suma de bondad y felicidad de un
pueblo, se fundara en la conquista, en la dominación y en la
más inicua violencia.

La influencia de la Escuela Moderna, extendida por las


demás escuelas que a modo de sucursales se fueron creando
por la adopción de su sistema, sostenidas por centros y
sociedades obreras, se introdujo en las familias por
mediación de los niños, quienes iluminados por los
destellos de la razón y de la ciencia, se convirtieron
inconscientemente en maestros de sus mismos padres, y
éstos, llevando esa influencia al círculo de sus relaciones,
ejercieron cierta saludable difusión.

Por la extensión manifiesta de esa influencia se atrajo el


odio de ese jesuitismo de hábito corto y largo que, como
víboras en sus escondrijos, se cobija en los palacios, en los
templos y en los conventos de Barcelona, y ese odio inspiró
el plan que cerró la Escuela Moderna, cerrada aún, pero que
en la actualidad reconcentra sus fuerzas, define y
perfecciona su plan y adquiere el vigor necesario para
alcanzar el puesto y la consideración de verdadera obra
indispensable del progreso.

He aquí, lo que fue, lo que es y lo que ha de ser la Escuela


Moderna.

146
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3. ↑ https://www.gnu.org/copyleft/fdl.html

148
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https://es.wikisource.org/wiki/Ayuda:Informar_de_un_
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