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Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros
ya que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas
de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga,
grupos y foros.
Ese es el precio del poder y del dinero, de vivir la belle vie y dirigir
la mafia francesa. Entonces llegó ella, como una bonita flor silvestre
que se abre paso entre las roturas de un pavimento sucio, frágil
pero resistente, un soplo de belleza entre la suciedad. Se suponía
que era un trabajo más, una persona sin nombre que yo debía
arrancar de su vida y entregar a mi hermano, nada más que un
peón en la apuesta de nuestro negocio de diamantes.
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 14
Prólogo
Sabía que venía, pero cuando algo choca contra el otro lado de
la pared, jadeo silenciosamente, con cuidado de no hacer
ruido.
Quizás pararán.
A veces lo hacen.
Empujo el brazo de Vanessa a través del agujero que corté de
una de las servilletas de la abuela con las tijeras de mamá y
ato los extremos en un nudo. No importa que solo tenga un
brazo. Es un vestido bonito de todos modos.
—No lo es.
Él aparta mis manos. —No te estoy diciendo que esto sea malo.
Te lo digo para que no te decepciones algún día.
Johannesburgo, Sudáfrica
Con la mirada fija en el suelo para no pisar a uno de los gatos que
siempre están pidiendo comida, abro la puerta con un hombro
mientras balanceo mi bolso en una mano y mi bolsa de compras en
la otra. La entrada lúgubre es silenciosa, extrañamente ausente de
maullidos y cuerpos peludos que se frotan contra mis piernas.
Cuando asiente con la cabeza a los dos hombres, los miro. El rubio
tiene una cara bonita de modelo. Es delgado y alto. El de la barba
es más fornido y tiene los ojos tan negros que las pupilas sangran
en el iris. Ambos están vestidos con trajes oscuros y portan armas.
—¿Qué?
—¿Tu familia?
—Sí.
—¿Los demás?
—Difuntos padres.
—Mis condolencias.
Mira el cuadrado más oscuro del suelo de lanolina donde solía estar
el frigorífico. Hace mucho que lo vendí cuando no pude pagar el
alquiler, al igual que el resto de los muebles y todo lo demás que
valiera unos pocos dólares. Sin comestibles, no necesito una
nevera. Hace unos minutos, de dónde iba a venir la cena de mañana
era mi mayor problema. Nunca imaginé que mi vida pudiera
empeorar.
—Nunca.
Mi corazón late con tanta furia que siento cada latido en mis sienes.
Apoya el teléfono contra el libro en la mesa de café con la pantalla
girada hacia mí. Se conecta una videollamada. Las funciones de
video y audio de su lado están desactivados. Quienquiera que se
esté conectando no puede vernos ni oírnos.
—No tiene por qué ser así. Puede ser tan fácil o difícil como tú lo
hagas. —Me empuja hacia el sofá.
—Bebe —dice.
—Él no me quiere cerca de la gente que pasa tiempo con él. Dice
que son peligrosos y que no dudarán en usarme contra él.
Mis mejillas arden con una ira más impotente. —Eres un idiota.
Doy varios pasos hacia atrás hasta que mi cuerpo golpea la pared.
—No.
—Sobrevivirá.
Saco una aguja de la caja con hilo y sujeto los bordes de la blusa lo
mejor que puedo. Tarda más de lo que debería debido a lo mucho
que estoy temblando. Cuando termino, alguien golpea la puerta.
El rubio debe haber estado parado afuera, porque Maxime solo tiene
que tocar una vez antes que se abra la puerta. Cuando Maxime me
arrastra con él, sé que mi vida ha terminado.
Capítulo 2
El auto de lujo está tan fuera de lugar en este suburbio que los
peatones reducen la velocidad para mirar. Sin embargo, el crimen
no es nada nuevo. Las mujeres son secuestradas todo el tiempo. No
seré la primera persona en desaparecer de Brixton.
¡Ahora!
Mierda.
Una mano fuerte y cálida se dobla sobre la mía. Miro hacia abajo,
hacia donde los dedos de mi captor están enrollados alrededor de
mi puño, calmándome con un mínimo esfuerzo. Su agarre es firme
sin ser demasiado apretado. No tengo ninguna duda que puede
aplastarme fácilmente los huesos.
Me mira con esos ojos fríos y francos. —Será más fácil para los dos
si te calmas.
—Hijo de puta.
—Mi vida.
Resoplo.
—¿Medicamento?
Sus rasgos duros se ven enfatizados por las sombras que juegan
sobre su rostro cuando pasamos por debajo del puente. —¿Estás
tomando algún medicamento?
—No, nada.
Mirando mis dedos inquietos, dobla su mano sobre la mía. —En ese
caso, espero que me dejes ordenar por ti.
Miro el paisaje que pasa mientras hago planes, notando los puntos
de referencia mientras conducimos hacia el norte. Desde que
éramos niños, Damian y yo teníamos un lenguaje de código secreto.
Nuestras palabra clave para problemas en casa era tarta de
manzana.
—No lo sé. —¿No es obvio que no puedo pagar una comida como
esta?— Nunca lo he probado.
El camarero regresa con una botella de vino y nos sirve una copa a
cada uno, después de lo cual toma nuestro pedido. Maxime no tiene
problemas para pronunciar los nombres de los platos.
—Tu acento.
—¿Por qué estás tan enojada, mi pequeña Zoe? ¿Es porque no caí
en tu forma transparente de buscar información sobre mí?
No voy a decirle que hace que hablar parezca sexo. Apuesto a que
eso es lo que está acostumbrado a oír.
—Exactamente.
—Lo sé. Me odiarás aún más si Damian recibe una paliza esta
noche.
—Soy costurera.
—Sí.
—Es un trampolín.
—Para diseñar.
Me encojo de hombros.
Tal como ella. Es una bonita flor que se abre paso a través de una
grieta en un pavimento sucio, resistente y hermosa, sobreviviendo
contra viento y marea.
Les digo en francés que cenen antes de dormir unas horas. Solo son
más de las ocho. El personal de cocina lleva las comidas a las
habitaciones hasta las diez. Mañana nos espera un largo día.
Está exhausta, lo ha estado desde que llegó a casa con los hombros
caídos, los pies arrastrados y dos tomates para cenar. —Para
dormir.
—Tengo una cama. Tengo una casa.
—Por aquí. —La tomo del brazo y la llevo a la puerta opuesta que
da acceso al baño—. Tardaré un poco. Tómate tu tiempo.
Mira alrededor de la habitación, pareciendo tan perdida como
cuando la traje a la suite.
Ruedo los hombros, pero mi voz sale tensa, de todos modos. —Bien.
No sabía que Maman 1 te había invitado a cenar.
—Estamos en el club.
1 Mamá en francés
Mi columna se pone rígida. El club es donde se hacen los tratos.
Alexis está ansioso por socavar mi poder. —Déjame hablar con
nuestro padre.
Él ríe. —¿Envejeciendo?
—¿Y?
—No va a durar.
—Solo los que él quería que viera. Hizo un buen trabajo al tratar de
ocultarlo, pero definitivamente están acabados. —Tengo olfato para
las cifras. Solo me toma un momento saber cuándo uno y uno no
suman dos.
—En dos años, no ganaremos más dinero con él. Está hundiendo
la mina en el suelo.
Literalmente.
Harold Dalton es el propietario de una de las minas de diamantes
más lucrativas de Sudáfrica. Nos vende directamente, eliminando a
los corredores y mayoristas, lo que nos da un gran ahorro del treinta
por ciento. Cuando se habla de miles de millones, el treinta por
ciento es una parte considerable, suficiente para sobornar y, si es
necesario, matar.
—No lo dudo. —Si tuviera una hermana como Zoe, la protegería con
mi vida.
—Bien. Tráela.
—Los negocios son como una partida de ajedrez, hijo. Tienes que
tener tus piezas en su lugar antes que tu oponente piense en mover
las suyas. No me arriesgo. Será un jaque mate antes que Hart entre
al juego.
Son los más fáciles de comprar, los que no tienen honor ni lealtad.
—¿Maxime?
Me doy la vuelta.
—Dormiré en el sofá.
—Estarás bien.
Pero no así.
¿Dónde estoy?
Salto de la cama, me precipito hacia la ventana y abro de un tirón
las cortinas. La vista me hace retroceder un paso, jadeando al
contemplar los techos de cúpulas y las torres sobre el canal.
—Tengo un avión.
—Me has secuestrado. —No puedo dar sentido a los hechos que me
miran a los ojos—. Ni siquiera tengo pasaporte.
No responde.
Cruza las piernas mientras me mira con sus ojos sin emoción.
¿Acaso siente algo? ¿Es un psicópata? Su rostro es áspero y
antiestético, pero lo que más me asusta es lo plano de esos ojos
grises y afilados.
—Mi familia.
—Le dijiste que me iba a ir contigo. ¿Es esa la mentira que le dijiste?
—Se alegró por ti. Ah, y también se alegrará de saber que le cambié
el teléfono. Estaba muy agradecido por el gesto.
Enrosco las manos en forma de bolas a los lados. —No sabes lo que
es más fácil para mí.
—Creo que esto te quedará bien. —Me pone los artículos en las
manos—. Ve a ponértelo.
Es esa chispa que parpadea bajo las capas más profundas de ceniza
gris la que me hace inclinarme hacia atrás. Es la historia que contó,
la que robó de mis libros, la que separa mis labios en un jadeo sin
sonido. Se me hace un agujero en el corazón, porque esta será la
mentira más terrible que jamás haya dicho, y nunca le he mentido
a mi hermano, ni siquiera una vez.
—Lo firmarás Zoe con dos x y dos o, como siempre haces. —Arranca
la hoja, la arruga en su puño y le indica la hoja en blanco.
Sin más remedio, empiezo de nuevo, escribiendo las palabras de
Maxime pero firmando como lo hago siempre.
Oh, Dios mío. Por eso lo hizo Maxime. Por eso el astuto hijo de puta
me trajo aquí. Es para guardar las apariencias. Si Damian tenía
alguna duda después de leer mi carta, esto lo convencerá de que
conocí a un rico desconocido que me trata como una princesa. Esto
suavizará cualquier preocupación que Damian pueda tener, porque
las princesas son amadas y adoradas.
Una ráfaga de aire frío me golpea, haciendo que mis ojos lloren. Por
supuesto. Aquí es invierno. No pensé en ello, ni siquiera cuando
Maxime me vistió con ropa abrigada. En abstracto, el conocimiento
se registró, pero mi cerebro estaba apagado. El repentino frío me
hace temblar.
—No, gracias.
—Sí.
—Te voy a dar una, quizá la más importante que harás nunca, y
quiero que lo pienses bien. Quiero que lo hagas sabiamente.
¿Entiendes? —Me sacude un poco cuando no respondo—. ¿Lo
entiendes?
Silencio.
Tengo que salir de aquí. El único agujero en este lugar olvidado por
Dios es el espacio de ventilación, y eso no es lo suficientemente
grande como para que pase un gato flaco, sin contar que nunca
llegaría a esa altura, ni siquiera parada en el banco.
Tal vez si hago suficiente ruido alguien me oirá. Agarro la idea como
una boya de vida, pateando las paredes con los talones de las botas
hasta que me duelen los pies. Cuando eso no funciona, pateo el
banco y lo llevo repetidamente contra la pared con mis pies, pero el
cuarto está bajo el nivel del agua, y las paredes de piedra deben ser
gruesas. Nadie me oirá a través de la enorme puerta.
Para morir.
Ratas.
¿Volverá Maxime?
Tiene mi carta y las fotos. Tiene mi teléfono. Puede enviar las fotos
a Damian y a mis amigos, mostrándoles lo genial que lo estoy
pasando. Todos los que me conocen saben que siempre he querido
venir a Venecia. Todo el mundo sabe que he estado esperando
estúpidamente que el amor me encuentre, para que el hombre
adecuado me salve. Escapándome con un extraño es algo que yo
haría. Nadie va a venir a buscarme. Desapareceré de la faz de la
tierra. Mis huesos se pudrirán en esta cámara funeraria bajo los
canales de Venecia, la ciudad de mis sueños.
Llega rápido, un filete como me gusta, jugoso, con ajo, papas con
perejil a un lado y una botella de su mejor vino rojo. Los cubiertos
son de plata y la vajilla de cristal cortado. La vela en la mesa es
perfumada. Huele a lavanda. Mañana les pediré que consigan una
que huela a esencia de rosas.
No termino el cigarrillo.
Lo coloco en mi pecho.
Capítulo 7
Lleva un traje claro con corbata rosa, y su cara está bien rasurada.
Cuando abre la puerta y entra en mi prisión, un olor de invierno
llega a mis fosas nasales. Es limpio y fresco, un marcado contraste
con mi suciedad y agotamiento, como una lupa en su crueldad. Es
frío y monstruoso.
No es mi salvador.
—Si gritas —dice— Me iré. Puedo hacer esto durante días hasta que
estés lista para escuchar.
—Puede ser como ayer, como el día que pasamos, o puede ser así
—Se mueve por el espacio—. Lo que decidas depende enteramente
de ti, pero debes saber que cada elección tiene un precio.
Sacudo la cabeza.
Lame sus labios rotos. —¿Me estás pidiendo que venda mi cuerpo
a cambio de tu protección?
—¿Cómo?
—Créeme, hay señales que serán obvias. —Yo follo duro. Mi familia
me conoce. Mis amantes no caminan derecho por la mañana, no es
que se quejen. Habrá chequeos médicos, anticonceptivos, y nuestro
médico es un amigo de la familia. Él va a informarle a mi padre.
Cambiar a otro sería sospechoso, una señal de alarma. No, hay solo
una forma de jugar a esto.
De verdad.
Sollozando, ella vuelve su cara hacía la luz que cae en una cuña del
agujero en la pared. Entre las dos opciones, lo sé, y ella sabe cuál
va a ser su elección. Le dejo tener un momento, la dejo tomar el sol
en negación por un tiempo más.
—Sí, ¿qué?
—Seré tu amante.
—Esta noche.
—¿Tienes hambre?
—Sed —dice.
Ella no discute. Sus largas pestañas revolotean sobre sus ojos, y los
músculos de su rostro se relajan mientras se va acostando. Con
una aceptación inusualmente dócil, me permite acariciar su
cabello.
Algún día ella va a anhelar que la toque así. Llegará un día en que
no tendrá que simplemente tolerar mi toque.
Tengo que jugar un poco con los controles antes de descubrir cómo
hacer que las burbujas funcionen. Un chorro de agua masajea mi
espalda baja y otro mis pies; me recuesto e incluso hay una
almohada de baño para mi cabeza, y admiro la vista del canal y del
puente de fondo. Las luces parpadean en el puente y las farolas que
iluminan las calles adoquinadas parecen antiguas, como sacadas
de un cuento de hada. Excepto que este no es un cuento de hadas
y no lo debería olvidar.
Todo encaja perfectamente, incluso los tacones son del mismo color
del vestido. Estoy por ir al baño para lavar mis dientes cuando noto
un cepillo plateado y cosméticos sobre el tocador. Me acerco y trazo
la rosa en relieve en el reverso del cepillo; es hermoso, una pieza de
arte. Después de remover el elástico que mantiene mi moño, paso
el cepillo por mi cabello casi cerrando mis ojos por cuan suave las
cerdas masajean mi cuero cabelludo.
—Gracias.
Se hace a un lado para que salga antes que él. En el salón, me pone
un largo abrigo blanco sobre los hombros y me entrega una bufanda
de piel sintética.
—Si. —Su voz está llena de convicción—. En este mundo, solo los
más fuertes sobreviven.
Una vez dentro, entiendo por qué Maxime no se inmutó. Somos los
únicos clientes. Un hombre de unos cincuenta años atraviesa la
puerta de vaivén para recibirnos. Veo la cocina a través de la puerta
abierta. La carne chisporrotea en una parrilla y algo burbujea en
una olla, un aroma a orégano y ajo llena el aire.
Asiento.
—¿Qué es…?
2
La tapenade es una pasta de aceitunas machacadas con alcaparras, anchoas y aceite
de oliva, típica de la Provenza.
Mi estomago se retuerce. Él quiere que recuerde nuestra primera
vez.
Su fácil aceptación del insulto tácito me dice que: uno, que le pasa
muy seguido, y dos, que no le molesta.
—Zoe.
3
Palabra en francés que significa cariño.
Capítulo 10
Enrosco los dedos hasta que las uñas cortan mis palmas. —
¿Desnuda o vestida?
Una lenta sonrisa curva sus labios. —No me follo a una mujer con
la ropa puesta.
—Desnuda, entonces —digo con mordacidad en mi tono—. ¿Sobre
la cama? ¿Inclinada sobre el tocador?
Las únicas partes de nuestros cuerpos que se tocan, son sus manos
en mis mejillas y nuestros labios, pero ya es una sobrecarga
sensorial. Su olor limpio se infiltra en mi nariz: cítricos y especias.
El calor de sus manos se filtra en mi piel. No estoy preparada y las
nuevas sensaciones me pillan desprevenida. Quizá no habría sido
tan susceptible si este no fuera mi primer beso. Solo puedo
culparme por esperar una fantasía inútil; solo puedo culpar a mi
inexperiencia por estar tan indefensa ante sus hábiles labios.
—Mírame, Zoe.
—Así está mejor —dice—. Quiero ver tu expresión cuando haga que
te corras.
—¿Quieres correrte?
Él ya es mi destrucción.
Ya no soy la mujer que solía ser.
Mis labios se separan con sorpresa. —Me has traído aquí para
follarme. —Porque él conoce mis ideales más íntimos. Conocer
Venecia, mi fijación con este teatro de ópera en particular, y mi
versión del vestido perfecto. Me ha robado mi vida y mi sueño, los
ha mezclado en una jodida fantasía y me los ha servido en una
versión retorcida de la realidad. Conoce mis deseos y los utiliza en
mi contra—. Hijo de puta. Usaste mi sueño para crear todo este
pequeño escenario romántico.
—Prefiero la verdad.
Cierra los dos pasos que nos separan. Agarrando las solapas de la
chaqueta y junta los bordes para cubrir mi cuerpo. —¿Por eso no
me lo has dicho, Zoe? ¿Porque prefieres la verdad?
Desvío la mirada.
La bañera solo está un cuarto llena cuando desliza las manos por
debajo de la chaqueta y me la quita de los hombros, sin tener en
cuenta la costosa prenda arrugada en el suelo. Me levanta y me
pone de pie en la bañera. Toma un bote de sales de baño del borde,
lo vacía todo en la bañera y echa agua en el bote que vacía sobre mi
hombro.
Abro la puerta del auto para Zoe. —¿Parece que me importa una
mierda?
Se hace a un lado para que entremos. El guardia nos sigue con las
maletas.
—En mi habitación.
—No tenías que venir hasta aquí para cocinar para mí —digo.
—Tu favorito. —Mi madre me dirige una mirada tierna, una mirada
que habla de la intimidad y las costumbres familiares, que excluye
a los forasteros como Zoe. Nuestro clan siempre ha sido una
camarilla.
—Zoe.
—¿Es católica?
—Haré un cheque.
—Bien.
Se vuelve hacia mí, con la ira brillando en sus bonitos ojos azules.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué es preciosa? ¿Qué mi prisión es
hermosa? ¿Debo desmayarme por lo grande y elegante que es tu
propiedad, por lo mucho que vale?
—Oh, error mío. Supongo que esta es la parte en la que te doy las
gracias por salvarme de ser encerrada y violada.
Lo dejo pasar. Está cansada. Ha pasado por mucho en los últimos
tres días, especialmente anoche. —Si necesitas algo, mi ama de
llaves, Francine, atenderá tus necesidades. Mi casa es tuya, y no
me desviaré para hacerte sentir miserable.
—Puede que Damian Hart esté entre rejas, pero es poderoso y cada
día lo es más. Es sarcástico, inteligente y despiadado, y con
recursos. No ha perdido el tiempo en hacer las conexiones
adecuadas en el interior. Tiene gente que le cuida desde fuera,
gestionando el dinero que gana consiguiendo información y
haciendo trabajos sucios. Ahora no puede poner las manos en ese
dinero, pero podrá hacerlo cuando le dejen salir dentro de dos años.
—Mi padre sabe que el dinero y las conexiones significan poder,
suficiente para iniciar una guerra—. No lo queremos como enemigo.
—¿No era ese el objetivo de llevarse a su hermana? Dime cómo eso
no lo convierte en nuestro enemigo.
—El objetivo era tener algo que sostener sobre su cabeza. —Para
chantajearlo para que cumpla nuestro trato con Dalton cuando la
propiedad de la mina pase a Hart—. Esta forma será aún mejor.
5
Traducido del Francés que significa Los Bellos Delincuentes.
Golpea con un puño el escritorio. —¿Por qué Alexis no pudo hacerla
feliz?
—No sabe por qué la hemos tomado. Le dije que si corre o intenta
algo, Hart lo pagará. —Por supuesto, no tenemos intención de
dañar a Hart. Lo necesitamos para revivir la mina o nuestro negocio
se hundirá, de todos modos.
—¿Genial, no?
Hace una mueca. —Ya veremos. Ahora vete de aquí. Tengo trabajo
que hacer.
Lo agarra con dudas. —Lo dejaré con el correo de Max. Suele dejarlo
en el buzón de camino al trabajo.
—No, gracias.
—Por supuesto.
Sin saber qué más hacer, recorro el resto de la casa. Todas las
habitaciones están decoradas con muebles antiguos. Hay incluso
una armadura de caballero y armas medievales. El lugar parece un
museo. No encuentro un teléfono por ninguna parte, y el enchufe
vacío de la entrada indica que el teléfono ha sido desenchufado.
Habría dado cualquier cosa por llamar a Damian ahora, para
contarle lo que mi carta no puede transmitir si Maxime decide no
enviarla.
—Quítate la ropa.
Sus rizos caen sobre sus hombros mientras sacude la cabeza. —No
quiero tener sexo.
—No lo disfruté.
—¿Desnudarse en el estudio?
Le rozo los rizos por encima del hombro antes de deslizar mis dedos
por su brazo, manteniendo el tacto ligero. —¿Exploraste la casa?
Ella se pone rígida. —Solo tenía curiosidad. No subí allí con alguna
fantasía reprimida.
Ella no responde.
Ah, ella esperaba que su carta fuera enviada sin que yo lo supiera,
pero se dio cuenta que Francine nunca me desautoriza.
—En absoluto.
Sus ojos se dirigen hacia el baño. —Has estado fuera menos de una
semana.
—Lo que significa que. —Señala la puerta del baño—, fue rápido.
Sus ojos se nublan. —¿Un par de revolcones entre las sábanas son
suficientes para que te canses de una mujer?
Lamentablemente, sí.
Hace un gesto con la cabeza hacia el baño. —¿Cuánto crees que
durará?
—No es de tu incumbencia.
—Ella me lo dijo.
—¿Por qué los teléfonos están bajo llave, Max? ¿Por qué no se le
permite salir de la casa?
—Exactamente.
La puerta del baño se abre. Los dos giramos la cabeza hacia allí.
—¿Hacer qué?
—No son excusas. Son hechos, y ¿por qué iba a dejarte fuera si
nunca has estado dentro para empezar?
Soy un depravado.
Mi orgullo no me lo permite.
—Fuego.
Aparta mi mano, bajándola, y la coloca sobre su erección. Cierro los
dedos involuntariamente. Sisea. El sonido me da fuerza. Le acaricio.
Él gruñe.
—Voy a... —El orgasmo llega. Es una sinfonía de placer que estalla
en cada célula de mi cuerpo. Clavo mis uñas en sus brazos. Un grito
se escapa de mis labios cuando se aparta de mí.
—Maxime.
—Casi lo olvidamos.
—Estás cansada.
Se sienta a mi lado con una risita. —Mi pequeña gata infernal está
agotada.
—¿Y tú? —le pregunto cuando me entrega una copa de vino tinto.
6
Magret de canard - Es un filete de carne magra, cortada de la pechuga de un ganso o
un pato cebado.
necesito es un poco de aire fresco para despejar mi cabeza. Tengo
que decidir cómo manejar esto. No puedo hacer esta cosa del vaivén
con Maxime. Es demasiado agotador. O consiento mi destino o le
desafío hasta la destrucción de mi alma. Lo que no puedo hacer es
convertirme en una persona que odio. Nos lo habíamos prometido,
Damian y yo, que nunca repetiríamos los errores de nuestros
padres.
Jadeando, lucho contra los calambres que aparecen por el frío. Mis
pulmones arden. El castigo arde en mi pecho como un fuego
mientras el frío envuelve mi piel. Lo acepto. Joder, qué bien sienta.
La energía me recorre. La fuerza estalla en mis venas. Me alejo de
la orilla y nado más profundamente en el océano con fuertes
brazadas. El frío se desvanece hasta que solo queda la sensación de
invencibilidad. En el tramo de luz de luna que cae sobre el agua,
floto de espaldas para mirar las estrellas. El cielo está claro. Es un
tipo de claridad fría, esa sequedad helada que se instala en la noche
y escarcha el paisaje como el azúcar glasé tamizado sobre un pastel.
¿Qué hago con ella, mi pequeña flor? Miro la casa que se alza sobre
los acantilados, un faro de estatus y riqueza con las luces que
brillan en sus ventanas. Mi mirada encuentra la habitación donde
ella duerme, y entonces me quedo quieto. Una figura se asoma al
balcón, pequeña y vulnerable frente a los mitos malignos y las
verdades desafortunadas que acechan en la noche. Una ráfaga de
viento le arroja el cabello a la cara. No debería estar ahí fuera. Va a
atrapar una pulmonía.
—Dios mío, Maxime. —Se acerca a mí, con los ojos muy abiertos—
. Te vas a morir de frío. —Me examina la cara—. Tienes los labios
azules.
Frunce la nariz. —No, es ciencia. Para cada acción hay una reacción
igual. —Ladea la cadera, su postura es un desafío—. Tú mismo lo
has dicho, ¿No? No con tantas palabras, pero si lo piensas,
realmente creemos en lo mismo. —Se encoge de hombros—. Las
acciones tienen consecuencias.
—No tienes que preocupar tu linda mente por cosas como esa. No
pienso morirme pronto, y me alegro que podamos dejar de lado las
peleas. —Acaricio su mejilla. Voy a descubrirla, esta pequeña
margarita inteligente—. Quise decir lo que dije. Puedes ser feliz
aquí.
—Era violento.
—Sobre todo con mi madre y con Damian, pero rompía cosas, y eso
me asustaba.
Supongo que lo que dijo sobre ser peor que su padre es cierto. He
roto mucho más que cosas materiales. Hay más sangre en mi alma
que en las manos de un soldado. Supongo que asusto a los niños,
y a los cachorros, y a las pequeñas e inocentes flores, pero no soy
ni cobarde ni tonto. Su padre fue un cobarde por aterrorizar a su
propia hija y un tonto por no ver a la chica pura y perfecta que tenía
bajo sus ojos.
Una idea me golpea. Zoe creció con violencia. Por muy equivocado
que esté, debería estar acostumbrada a eso, al menos hasta cierto
punto. Lo que soy debería asustarla, pero no debería sorprenderla.
No debería ser tan inocente como es. Ella evitó la realidad. El único
medio que tenía para escapar de una infancia traumática era
esconderse en sí misma yendo a otro lugar en su cabeza. Por eso
Zoe es una soñadora. Por eso es una romántica. Su realidad era
una mierda, pero se aferró desesperadamente a los cupidos y a la
felicidad para siempre. Por eso es una princesa, hasta en su forma
de vestir.
Como ayer, Maxime nos lleva mientras dos hombres nos siguen en
su propio auto. Contemplo el paisaje exterior, los acantilados, la
playa y la ciudad que aparece cuarenta minutos después. Desde
lejos, los edificios no son impresionantes. La única pieza
arquitectónica que destaca es la iglesia en lo alto de la colina. Al
entrar en el centro de la ciudad, los edificios pasan de ser bloques
de hormigón blanco a hermosos edificios antiguos con ventanas
francesas, contraventanas azules y barandillas ornamentadas en
los balcones. Estaciona frente a un edificio con una entrada
esculpida, cuya esquina superior se apoya en los hombros de un
ángel de mármol.
Miro a Maxime.
7
Mademoiselle Hart – Señorita Hart traducido del Francés
—Adelante —dice con una sonrisa. Es una sonrisa practicada, una
que pone para aparentar.
—No.
—No tienen que hablar en inglés por mí. —Hago un gesto con la
mano—. Continúen en francés. Lo más probable es que su cháchara
me aburra.
Las mejillas de Cecile se encienden, dos manchas rojas sobre un
fondo pálido. —¿Perdón?
Correcto.
Los odio. Los odio a todos. Ojalá pudiera correr. Ojalá pudiera bajar
los escalones hasta la calle del fondo y colarme en un tren e ir a
donde me lleve. No me importa no tener pasaporte ni dinero. Puedo
trabajar. Siempre puedo hacer un plan. Lo que no puedo hacer es
dejar que Damian salga herido.
Doy un respingo.
—Lo que estoy diciendo —dice Alexis—, es que tienes que tener
cuidado.
A Alexis le encanta joder conmigo, pero no dejaré que joda con Zoe.
Ella no conoce a esta familia y todos sus matices. No tiene forma de
protegerse contra los juegos mentales que jugamos. Le tomará años
entendernos a todos.
—Solo di que no quiero que hables con él. —La posesividad es algo
que todos los hombres de esta familia comprenden.
—¿Qué te dijo?
—Cambié de opinión.
—Solo así.
—Ya veo.
—No. —Me muevo alrededor del auto, más cerca de ella—. Vamos.
—¿Cómo se ve?
—¿Un picnic?
—Pensé que…
—¿Iba a matarte?
—Sí —susurra.
—No lo sabes.
—Sí.
—Un poco.
—Come.
—Donde quiera.
—¿Y si alguien...
Sus palabras se cortan cuando le levanto el abrigo y le desabrocho
los pantalones. Los bajo por sus caderas con su ropa interior y le
doy la vuelta.
Esa es la lección.
Capítulo 19
Debe ser el efecto del champán, pero son más de las nueve cuando
me despierto a la mañana siguiente. La taza de té de rosas en la
mesita de noche está fría. El lado de la cama de Maxime está vacío.
Debe haberse ido a trabajar.
Ella me lanza una mirada irritada. —No soy psíquica. Tendrás que
preguntarle.
Me encojo de hombros.
Su rostro es duro, sus rasgos siempre dan miedo, pero hay algo
amistoso, casi juguetón, en su expresión cuando dice: —Ve y
sírveme un trago.
Roza con los nudillos la tela que cubre mi pezón. —Me sorprendes,
Zoe. —Arrastra sus labios sobre mi cuello, plantando otro dulce
beso en mi hombro—. Duro será.
—Leer.
—¿Que leíste?
—¿Te gustó?
—¿Mm?
—Estoy bien.
—¿Qué? —Mi padre empuja las palmas de las manos sobre la mesa.
Sonríe. —No.
—¿Entonces qué?
—Ven.
Sylvie sale con dos vasos de vino tinto. Tiende uno hacia mí. —Es
bonito, ¿verdad?
—¿Qué?
—¿Qué estudias?
—Derecho. A mi padre no le gusta. —Se ríe—. Él piensa que estoy
perdiendo el tiempo.
—¿Por qué?
—No, gracias.
—Claro.
8
Francés traducción; el entorno social de una persona.
Ella guiña un ojo. —Por cierto, me encanta tu ropa.
—Gracias, supongo.
No estoy preparada para volver a entrar, pero tengo frío. Dejo el vino
en la mesa de café. Frotándome los brazos, me acerco a la repisa de
la chimenea y examino las fotografías. La mayoría de ellas son de
dos jóvenes, Sylvie y Noelle.
—La comida está lista —dice Noelle desde algún lugar de la casa.
—Bien.
—He estado ocupado con el trabajo, pero ahora que el trato está
hecho, saldremos más. —Me toma la mano—. Te lo prometo.
—¿Me enseñarás?
—¿De verdad?
—Por supuesto.
—No entiendo nada de esto —dice, alisando sus palmas sobre sus
caderas—. Realmente no me gustan estas fiestas formales.
—¿Solo un baile?
—Probablemente.
Sus fosas nasales se agitan. —¿Por eso me has vestido como una
puta?
La sacudo con más fuerza. Más rizos caen sobre sus hombros. —
No eres nada de eso.
—Dilo.
Maldita sea. Es cierto. Cada palabra que dijo está cincelada hasta
su verdad desnuda e hiriente. La hice una puta, pero una preciada.
Alexis habría hecho algo mucho peor.
Joder.
¿Qué mierda está haciendo aquí? Solo puede haber una razón.
—Zoe Hart —dice ella, sin saber que el hombre que la mira con
tanta amabilidad es una serpiente a punto de atacar.
—¿De qué se trata? —Zoe pregunta, con los ojos tan redondos como
antes cuando la empujé contra la pared.
—Nada.
—Podrías haberme dicho que ibas a pujar por mí. Hiciste que me
estresara toda la noche. ¿Por qué ser tan cruel?
—Siempre.
Soy duro con ella. Demasiado duro. No soy yo mismo, no estoy cien
por ciento en control. Es una peligrosa combinación de factores.
Son mis celos. Es nuestra lucha. Lo que dijo Leonardo está
pulsando en mi cerebro. La vacilación de Zoe necesita ser castigada.
No puedo dejar que su recaída quede sin respuesta. Las acciones
tienen consecuencias. Ella lo dijo. ¿Qué respeto tendrá por mí si no
soy un hombre de palabra? Sobre todo, es la forma en que ella se
ve, como nada más sino mi puta.
—¿Vas a follarme?
—Silencio.
9
Frances; Mi hermosa
dolor cuando torturo a mis enemigos. Es la retorcida excitación que
siento al matar.
Me río entre dientes. —No pensaste que te iba a tocar así, ¿verdad?
Enfadado, sí. Ser frío y cruel, sí, pero nunca con una preocupación
tan evidente.
Agarro una toallita, la mojo con agua fría y la froto sobre mi rostro
hasta que mi piel se vuelve roja. No se limpia todo, así que la traigo
conmigo para limpiar la evidencia de lo que no puedo afrontar. La
expresión de Maxime es tensa. Se ha quitado la chaqueta. En la
puerta, me tiende la chaqueta. Me la pongo, odiando el olor a
invierno que se adhiere a la tela.
Algo no va bien.
10
Francés traducción; ¿Qué hiciste?
Alexis tropieza, derramando su bebida sobre el brazo de Maxime.
Una mujer desnuda está atada a una cruz en medio del suelo, con
las manos y los pies abiertos. Un hombre la golpea. No me ve,
porque está de espaldas a la puerta. Un horrible patrón de líneas
entrecruzadas cubre lo que puedo ver de sus pechos y muslos, la
sangre gotea de los cortes. Su brazo izquierdo está doblado de forma
antinatural por el codo. Tiene la cara magullada y los ojos
hinchados. Los cortes marcan sus piernas y sus pies.
Dios mío. Trago y vuelvo a tragar. Nunca he visto algo tan
espantoso. La conmoción que me congeló se desvanece en un
ataque de rabia cegadora. Mi mirada se posa en un látigo que yace
en una cama cubierta con una sábana de plástico. Me muevo como
un demonio, agarro el instrumento de tortura de la cama y lo
balanceo y lo golpeo con todas mis fuerzas contra la espalda del
hombre desnudo.
—¿Señor Belshaw?
—Creo que su brazo está roto. —Me resulta difícil mantener mi voz
uniforme—. Voy a llamar a una ambulancia.
—No.
—Sí, señor.
—En casa.
—¿Quién es la mujer?
Alexis señala un bolso que está sobre la mesa. Voy hacia allá y lo
recojo. Está hecho de cuero de imitación, de calidad barata. El
plástico está roto. Abriéndolo, saco una cartera. Hay una tarjeta de
identificación adentro. La guardo y tomo el bolso, luego inclino mi
cabeza hacia la puerta. —Vamos.
—No señor.
Ellos no discuten. Discutir solo hará peor lo que les está esperando.
Alexis sonríe cuando pasa, pero todo es una actuación. El cobarde
está temblando en sus pantalones.
No me molesto en responderle.
—Me oíste.
—Maxime.
—No hay manera que hubiera podido acostarme y dormir sin saber
que ella está bien.
—Ya te lo dije. —Él levanta una ceja—. ¿Algo más que necesites
saber?
—Maxime.
Él se detiene de nuevo.
Él duda.
—Zoe.
Miro hacia abajo al mar, aterrador pero muy bonito. Estoy cansada
de ser débil. Quiero saltar como él. Quiero saltar y saber que puedo
sobrevivir. Cuidadosamente, levanto mi pie derecho, colocándolo
sobre el abismo.
—¡Zoe! Mírame.
Fin
Agradecimiento
Mientras esperas, ¿has leído el primer libro de la colección Diamond
Magnate, Beauty in the Broken? Es una novela independiente que
se desarrolla en el mismo mundo de los diamantes.
Standalone Novels
(Romance oscuro De Enemigos a Amantes)
Darker Than Love
(Segundas Oportunidades Romance)
Catch Me Twice