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Gioconda

Saltos Saltos

MANUAL DE DERECHO INTERNACIONAL


PÚBLICO

CORPORACIÓN DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES


Quito D. M., 2017



CORPORACIÓN DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES (CEP)
Manual de Derecho Internacional Público
Gioconda Saltos Saltos
Revisión
Departamento Jurídico Editorial - CEP
Diagramación
Departamento de Diagramación - CEP

Derecho de Autor No.: 029086: 26-jun-2008
Depósito Legal: 004040: 26-jun-2008
ISBN No.: 978-9942-06-360-1
Tiraje: 500
Edición: Primera. Junio 2008
Edición: Segunda. Noviembre 2017
Quito - Ecuador
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PARTE I
GENERALIDADES

1.1 Concepto de derecho internacional público


y sus distintas denominaciones
Concepto
El derecho internacional público es el conjunto de normas y principios
nacidos de fuentes internacionales particulares que regulan las relaciones
entre los sujetos internacionales.
Al decir relaciones entre sujetos internacionales nos estamos refiriendo a
las relaciones entre Estados, o de éstos con organismos internacionales, o de
los organismos internacionales entre sí, incluyendo a los ciudadanos en sus
intereses particulares, respecto de los Estados y respecto de los organismos
internacionales, lo cual en la actualidad resulta imperativo.
Esta definición ha tomado en cuenta la evolución del derecho
internacional, tan cambiante en los últimos años y que ha llegado a incorporar
otros sujetos, susceptibles de obligaciones, responsabilidades y derechos.
El derecho internacional público es, desde el punto de vista de las fuentes,
el ordenamiento jurídico de la comunidad internacional.
Debemos recordar la definición clásica de derecho internacional público,
es decir aquella expuesta por tratadistas tradicionales como CHARLES
ROUSSEAU, TRUYOL Y SERRA, CALVO, MANUEL FRANCISCO
MÁRMOL, KOROVÍN y otros, quienes lo definían como el conjunto de
normas o principios que regulan las relaciones jurídicas de los Estados entre
sí.
Esta definición consideraba a los Estados como únicas personas del
derecho internacional público, ya que los organismos internacionales y las
personas particulares no formaban parte del mismo, lo cual en la actualidad
resulta un concepto incompleto.
Existen tantas definiciones de derecho internacional público, como
tratadistas hay, en cada documento investigado o consultado, existe un
concepto diferente, aunque los elementos que forman parte de él son
generales. De esta manera, si tomamos como referencia los elementos
comunes de dicha definición, podemos decir que el derecho internacional es
el conjunto de normas y principios que se aplican en la sociedad
internacional, tanto en las relaciones entre Estados soberanos, como respecto
a las organizaciones internacionales; y de éstas, en las relaciones con sus
similares o con los Estados; y, aquellas que se aplican directamente a los
individuos, principalmente en las relaciones con los otros sujetos del derecho
internacional.
Denominaciones del derecho internacional público
No obstante que existían relaciones entre los pueblos, desde el inicio
mismo de su organización, éstas fueron creciendo y desarrollándose en la
medida que crecía la necesidad de comerciar entre ellos y de establecer ciertas
estrategias de acercamiento. Sin embargo, el derecho internacional empieza a
surgir unido a los grandes Estados de Europa, en el siglo XVI, aunque lo
hacía apegado al concepto y respeto del principio de la soberanía de los
Estados, caracterizado por situaciones emanadas de la práctica y por su
estrecha relación con la política.
En la época moderna, ya en el siglo XX, las relaciones internacionales
toman un nuevo cariz, se fortalecen los acuerdos entre los Estados, se
profundiza en la práctica de la diplomacia y se adoptan una serie de normas
que iban rigiendo esas relaciones, hasta enriquecer el derecho internacional, al
que se lo venía denominando como “derecho de las Naciones”, “derecho
universal” y “derecho de gentes” (jus gentium).
El jus gentium, fue parte del derecho público (jus publis), que regía las
relaciones del Estado romano con los otros Estados, ejemplo: declaraciones
de guerras, tratados de paz o de alianzas. Pero además fue una colección de
reglas y principios que eran comunes en las instituciones que prevalecían
entre las distintas tribus italianas.
El jus inter gentes fue el vocablo que se lo introdujo en casi todos los
idiomas para referirse al derecho internacional.
En cuanto al derecho universal, encontramos una definición que incluye la
idea general con la que se pretendía describir a esta ciencia: “El derecho
universal es el que abarca todos los fenómenos jurídicos con una específica
referencia a proyección mundial, comprendiendo una justicia en la que el ser
humano como integrante de la humanidad vive en el espacio total” (Ciuro
Caldani, 2001). Es decir, la idea de un derecho universal, que estudia la
relación del hombre con el espacio universal en el cual habita.
Otras denominaciones con las cuales se ha conocido al derecho
internacional son: derecho transnacional o derecho de las naciones.
1.2 Diferencias entre derecho internacional público
y el derecho público interno
Existen diferencias importantes entre las normas del derecho internacional
y las del derecho interno, tanto en el ámbito del origen y de la naturaleza,
como en el de la aplicación de cada uno de ellos, algunas de esas diferencias
son las siguientes:

El derecho interno regula la conducta o las relaciones entre los


individuos (derecho privado) y entre el individuo y el Estado
(derecho público), mientras que el derecho internacional, regula
las relaciones entre los Estados, los organismos internacionales y
los demás sujetos del derecho internacional público, incluyendo
al ser humano.
El derecho interno se nos presenta como un derecho de
subordinación, en tanto que el internacional como un derecho de
coordinación, ya que el primero procede de la voluntad unilateral
del Estado que las dictó, y el segundo, de la voluntad común de
dos o más Estados. Entre sus cometidas está armonizar normas
comunes.
Las normas del derecho interno son promulgadas por la autoridad
competente y se aplican o se imponen necesariamente a los
particulares. En tanto que en las del derecho internacional, basta
la coincidencia de voluntades entre los Estados, impuestas a ellos
mismos o las organizaciones internacionales o supranacionales.
El derecho interno es un derecho con fuerza coercitiva, la misma
que está organizada de un modo conveniente. El derecho
internacional tiene relativa fuerza coercitiva, ésta ha sido
impuesta por las organizaciones internacionales supranacionales
y consisten, más en condenas impuestas por la opinión pública
internacional, sin desconocer, desde luego, la acción de los
Tribunales de Justicia Internacionales, como el de la Haya y la
Corte Penal Internacional, auténticos tribunales de justicia que
imponen penas coercitivas.

1.3 Lugar que ocupa el derecho internacional público en


el ordenamiento jurídico: doctrinas dualista y monista
En el territorio del Estado tienen vigencia tanto las normas de derecho
internacional como las normas de derecho interno, y pueden estar en vigor
conjuntamente. Si unas no se oponen a las otras, o hay coincidencia entre
ambas, no existe problema; sin embargo, si dichas normas se oponen entre sí,
o si hay discrepancia entre una y otra disposición, será necesario establecer la
prevalencia de una de ellas.
Al respecto, se han mantenido dos teorías llamadas dualista y monista, las
cuales describiremos a continuación:
1.3.1 Teoría Dualista
La cual reconoce que el Orden Jurídico Internacional y el Orden Jurídico
Interno son dos sistemas diferentes, independientes, separados, que nunca
llegan a fundirse y que por lo tanto no debe existir conflicto entre ellos, ya
que ambos ordenamientos poseen características diferentes. Esta teoría es
defendida entre otros por ANZILOTTI y representada todavía hoy por la
doctrina italiana.
Las características que las difieren son las siguientes:
Diferentes fuentes
En el derecho interno la principal fuente es la ley, la cual es producto de la
voluntad unilateral del legislador. En el derecho internacional no hay un
legislador internacional capaz de crear normas jurídicas de manera unilateral
para someter a esa ley a los Estados que conforman la Comunidad
Internacional. Su principal fuente está constituida por los tratados
internacionales, que son producto de la voluntad conjunta de los Estados que
los celebran y que dan su consentimiento a través de las normas que
generalmente esos mismos tratados las contienen.
Diferentes sujetos
En el derecho interno, las normas jurídicas están destinadas a gobernantes
y gobernados. En el derecho internacional ese destino es para los Estados
principalmente, aunque hay casos en que esas normas están también
destinadas a gobernantes y gobernados de esos Estados.
Diferente poder de coacción
Las leyes nacionales poseen la fuerza obligatoria en el orden interno y los
ciudadanos pueden ser llevados por la fuerza a los tribunales, si incumplieron
una norma; en el orden Internacional, existen los tribunales internacionales,
pero no tienen la fuerza obligatoria para someter a un Estado demandado,
siempre es necesario que los Estados acepten la jurisdicción de dicha Corte.
Diferentes ámbitos territoriales
Las normas de derecho interno se aplican en todo el territorio nacional
para el cual fue hecha y por excepción, expresamente determinada, se aplicará
extraterritorialmente, sin embargo, la norma de derecho internacional ha sido
hecha para aplicarse en el territorio comunitario o de los Estados partes. (Ley
Supranacional).
Las críticas en contra de esta teoría se basan no sólo en razones
metodológicas sino filosóficas e históricas, como aquellas que no se puede
admitir la coexistencia de dos órdenes jurídicos supuestamente heterogéneos.
Sostienen, además, que esta doctrina llevaría a negar la existencia del derecho
internacional.
Por otro lado, en la actualidad, no se puede admitir que el único sujeto de
derecho internacional sea el Estado, existen organizaciones no
gubernamentales e incluso individuos que son parte de las relaciones.
Además, como son dos sistemas autónomos, entre los cuales no hay
subordinación, la norma internacional para ser aplicada en el territorio de un
Estado necesita ser incorporada a la legislación nacional, a través de un acto
legislativo interno.
1.3.2 Teoría Monista
Toma como punto de partida la unidad de normas jurídicas. Está
constituido según el principio de subordinación, es decir todas las normas
jurídicas se hallan subordinadas, las unas a las otras, en un orden jerárquico.
Esta teoría ha sido expresada por KELSEN, principalmente y en Francia, fue
extendida al derecho internacional por SCELLE, autor que fundamenta la
unidad del sistema jurídico sobre la unidad social de los grupos que entran en
relación.
KELSEN y otros tratadistas, admiten que desde el punto de vista científico
los dos sistemas a los cuales puede dar nacimiento el monismo (es decir
primacía del derecho interno o primacía del derecho internacional) son
igualmente admisibles, pudiendo elegirse una norma cualquiera como punto
de partida del sistema jurídico total. Dice ROUSSEAU que “si KELSEN
defiende la primacía del derecho internacional, no es por razones de orden
científico, sino por consideraciones de orden práctico: la primacía del derecho
interno provocaría en efecto la división del derecho internacional y como
consecuencia, su negación” (ROUSSEAU, Derecho Internacional Público
profundizado, 1966, pág. 17).
1.3.2.1 El monismo con primacía del derecho interno
Son varios los defensores de esta concepción, la llamada “Escuela de
Bonn”, algunos franceses, y más ampliamente los juristas soviéticos, que
admiten que el derecho internacional deriva del derecho interno,
desembocándose así en una concepción unitaria del derecho, con primacía del
derecho público nacional.
Quienes sostienen esta doctrina, lo hacen bajo estas argumentaciones:
La ausencia de una autoridad supraestatal, por lo que cada Estado
determina libremente cuáles son sus obligaciones internacionales y
permanece en principio como único juez del modo en que las ejecuta;
El fundamento puramente constitucional ‒por lo tanto, interno‒ de las
obligaciones competentes para concluir los tratados en nombre del
Estado y obligar a éste en el plano internacional.
Las objeciones que se hacen a esta doctrina son:

Es insuficiente, ya que no vale en definitiva sino con respecto a


los tratados, cuya fuerza obligatoria hace descansar sobre la
Constitución de cada Estado.
Le contradice el propio derecho internacional positivo. Si las
obligaciones internacionales reposaran sobre la Constitución del
Estado, su validez debería estar subordinada a la de la
Constitución en base a la cual fueron concertadas.

1.3.2.2 El monismo con primacía del derecho internacional


En esta acepción, es el derecho interno el que deriva del derecho
internacional, y le concibe a éste como un orden jurídico jerárquicamente
superior. No hay aquí dos órdenes jurídicos coordinados, sino dos órdenes
jurídicos de los cuales uno, el internacional, es superior; y el otro el derecho
interno es el subordinado.
El orden jurídico interno es derivado del orden jurídico internacional y
colocado bajo su supremacía, es así de acuerdo con la fórmula de KELSEN,
un “derivado” o una “delegación” del derecho internacional. Esta concepción
fue defendida por la escuela normativa austriaca (KELSEN, VERDROSS) y
por la francesa.
La crítica a esta teoría es que, sin embargo, de ser evidentemente más
satisfactoria:

El monismo llega a suprimir toda distinción entre el derecho


internacional y el derecho interno, para fundir los dos en un
derecho universal unificado.
El monismo sería contrario a la verdad histórica, pues haría al
derecho interno una simple “delegación” del derecho
internacional.
El monismo desconoce ciertos datos formales del derecho
positivo, especialmente por su teoría de la derogación automática
de las normas jurídicas inferiores contrarias. MIGUEL D’ESTÉFANO
(1974) describe el monismo de la siguiente manera:

(…) el Derecho Nacional y el Internacional forman parte de un


sistema jurídico unitario, dentro del cual hay dos modalidades:

La teoría del primado del derecho interno o monistas


constitucionalistas, que reduce el derecho internacional en una
parte del derecho interno, reconociendo la preeminencia de la
ley nacional sobre la internacional (generalizada por los
juristas alemanes de principios del siglo pasado).
La teoría del primado internacional o monistas internacionales,
que afirma la preeminencia de la ley internacional sobre la ley
nacional y que a su vez se subdivide en dos corrientes:

Del monismo radical (KELSEN, SCELLE), que sostiene que no es


posible un derecho interno opuesto al derecho internacional, en cuyo
caso, sufriría ipso facto de nulidad (lo que refleja el pensamiento
imperialista, porque los Estados que ejercen papel preponderante en la
elaboración del derecho internacional se hallarán en condiciones de
dominar los Estados menos influyentes, llegando hasta edificar el
derecho interno de éstos).
Del monismo moderado (VERDROSS, LAUTERPACH y otros), quienes
sostienen que el derecho interno con respecto al internacional no es
nulo y obliga a las autoridades del Estado correspondiente. Esas leyes
internas constituyen una infracción y pueden ser impugnadas por los
procedimientos propios del derecho internacional (D’ESTÉFANO, 1974,
págs. 8 y 9).
1.4 Referencia a las disposiciones del derecho constitucional
ecuatoriano al respecto
La Constitución de la República del Ecuador, norma suprema del Estado,
contiene las pautas que guían su accionar en el campo internacional, en lo que
se refiere al manejo de la política exterior y las relaciones del Estado con sus
similares, con los organismos internacionales y los ciudadanos en sus
cuestiones con los Estados y con los organismos internacionales,
promoviendo una adecuada inserción del país en el mundo.
La Constitución vigente (aprobada mediante Referéndum del pueblo
ecuatoriano en 2008), contiene normas relativas a los asuntos internacionales
principalmente en su Título VIII, las mismas que podríamos agruparlas en
cuatro aspectos:

Principios que deben tenerse en cuenta en las relaciones del


Ecuador con la comunidad internacional.
El manejo de la política internacional: atribuciones del Ejecutivo.
Normas sobre asuntos de carácter internacional que afectan a los
ciudadanos.
Los tratados e instrumentos internacionales, reglas para su
celebración: suscripción, ratificación y denuncia.
Preceptos sobre integración latinoamericana, como objetivo
estratégico del Estado.

1.4.1 Principios que deben tenerse en cuenta sobre las relaciones del
Ecuador con la Comunidad Internacional
La Constitución de la República (2008) contempla en el Título VIII
“RELACIONES INTERNACIONALES”, Capítulo primero: “Principios de
las relaciones internacionales”, lo siguiente:
Las relaciones del Ecuador con la comunidad internacional
responderán a los intereses del pueblo ecuatoriano, al que le rendirán
cuenta sus responsables y ejecutores, y, en consecuencia:

1. Proclama la independencia e igualdad jurídica de los Estados,


la convivencia pacífica y la autodeterminación de los
pueblos, así como la cooperación, la integración y la
solidaridad.
2. Propugna la solución pacífica de las controversias y los
conflictos internacionales y rechaza la amenaza o el uso de la
fuerza para resolverlos.
3. Condena la injerencia de los Estados en los asuntos internos
de otros Estados, y cualquier forma de intervención, sea
incursión armada, agresión, ocupación o bloqueo económico
o militar.
4. Promueve la paz, el desarme universal, condena el desarrollo
y uso de armas de destrucción masiva y la imposición de
bases o instalaciones con propósitos militares de unos
Estados en el territorio de otros.
5. Reconoce los derechos de los distintos pueblos que coexisten
dentro de los Estados, en especial el de promover
mecanismos que expresen, preserven y protejan el carácter
diverso de sus sociedades, y rechaza el racismo, la xenofobia
y toda forma de discriminación.
6. Propugna el principio de ciudadanía universal, la libre
movilidad de todos los habitantes del planeta y el progresivo
fin de la condición de extranjero como elemento
transformador de las relaciones desiguales entre los países,
especialmente Norte–Sur.
7. Exige el respeto de los derechos humanos, en particular de
los derechos de las personas migrantes, y propicia su pleno
ejercicio mediante el cumplimiento de las obligaciones
asumidas con la suscripción de instrumentos internacionales
de derecho humanos.
8. Condena toda forma de imperialismo, colonialismo,
neocolonialismo, y reconoce el derecho de los pueblos a la
resistencia y liberación de toda forma de opresión.
9. Reconoce al derecho internacional como norma de conducta,
y demanda la democratización de los organismos
internacionales y la equitativa participación de los Estados al
interior de éstos.
10. Promueve la conformación de un orden global multipolar con
la participación activa de bloques económicos y políticos
regionales, y el fortalecimiento de las relaciones horizontales
para la construcción de un mundo justo, democrático,
solidario, diverso e intercultural.
11. Impulsa prioritariamente la integración política, cultural y
económica de la Región Andina, de América del Sur y de
Latinoamérica.
12. Fomenta un nuevo sistema de comercio e inversión entre los
Estados, que se sustente en la justicia, la solidaridad, la
complementariedad, la creación de mecanismos de control
internacional a las corporaciones multinacionales y el
establecimiento de un sistema financiero internacional justo,
transparente y equitativo. Rechaza que controversias con
empresas privadas extranjeras se conviertan en conflictos
entre Estados.
13. Impulsa la creación, ratificación y vigencia de instrumentos
internacionales para la conservación y regeneración de los
ciclos vitales del planeta y la biósfera (art. 416).

Estos principios que han sido universalmente reconocidos y practicados


por la mayor parte de los países se tornan esenciales al momento de la
adopción de una norma internacional, o incluso para el pronunciamiento del
país en casos de respaldo o condena a las acciones de otro Estado, o de un
organismo supranacional. Y desde luego, rigen en la política internacional y
en la convivencia armónica de los Estados. Algunos de estos principios se
encuentran reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas en su
Carta (Naciones Unidas, 1945, art.1 y 2), así como en la Carta de los Estados
Americanos (OEA, 1948, art. 3), instrumentos suscritos en 1945 el primero y
en 1948 el segundo.
1.4.2 El manejo de la Política Internacional: atribuciones
del Ejecutivo. Normas sobre asuntos de carácter internacional que afectan
a los ciudadanos
El artículo 147 de la Constitución de la República del Ecuador, numeral
10, dispone:
Son atribuciones y deberes de la Presidenta o Presidente de la
República, además de los que determine la Ley… 10. Definir la
política exterior, suscribir y ratificar los tratados internacionales,
nombrar y remover a embajadores y jefes de misión (…)(Constitución
de la República del Ecuador, 2008, art. 147).
Es decir, de acuerdo con nuestra Constitución, es privativo del Presidente
de la República definir la política exterior y por lo tanto dirigir las relaciones
internacionales. Y es el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través del
servicio exterior, quien ejecuta la política internacional de la República, vela
por el respeto de la personalidad, soberanía, independencia, dignidad e
integridad territorial de la República y asegura la defensa de sus derechos y la
protección de sus intereses, según determina la Ley Orgánica del Servicio
Exterior (Congreso del Ecuador, 2006).
Pero, además, el Presidente de la República tiene la atribución
constitucional de “cumplir y hacer cumplir la Constitución, las leyes, los
tratados internacionales y las demás normas jurídicas dentro del ámbito de su
competencia (…)” (Constitución de la República del Ecuador, 2008, art. 147,
num. 1), otorgándole la obligación de respetar y hacer respetar las normas
adoptadas por el Estado ecuatoriano, en razón de la celebración y
formalización de los instrumentos internacionales.
Entre las otras normas de política internacional que afectan a los
ciudadanos y que están contenidos en la Constitución encontramos que la
sección tercera, del capítulo tercero, del título II, se refiere a la movilidad
humana como uno de los derechos de las personas o grupos de atención
prioritaria; es decir el reconocimiento a las personas del derecho a migrar y la
prohibición de considerar como ilegal a un ser humano por su condición
migratoria (art. 40).
En el artículo 41 se reconocen los derechos de asilo y refugio, de acuerdo
con la ley y los instrumentos internacionales de derecho humanos y la
protección del Estado a los asilados y refugiados.
Se reconoce también la igualdad de los extranjeros con los nacionales,
sobre todo en la garantía de los derechos incluyendo el voto para los que
hayan residido en el país por más de cinco años (art. 9 y 63).
La Constitución prohíbe la devolución o expulsión de extranjeros a un
país donde su vida, libertad, seguridad o integridad o de sus familiares
peligren, por causas de su etnia, religión, nacionalidad, ideología, etc.
Además, prohíbe la expulsión de colectivos de extranjeros. Los procesos
migratorios –dice– deberán ser singularizados (art. 66, num. 14).
1.4.3 Los Tratados Internacionales. Facultad del Ejecutivo para celebrarlos
y ratificarlos y del Legislativo para aprobarlos
El artículo 418 de la Constitución de la República (2008), dispone
categóricamente que:
A la Presidenta o Presidente de la República le corresponde suscribir
o ratificar los tratados y otros instrumentos internacionales (…).
La Presidenta o Presidente de la República informará de manera
inmediata a la Asamblea Nacional de todos los tratados que suscriba,
con indicación precisa de su carácter y contenido. Un tratado solo
podrá ser ratificado, para su posterior canje o deposito, diez días
después de que la Asamblea haya sido notificada sobre el mismo (art.
148).
Disposición ésta que confirma la responsabilidad compartida de Ejecutivo
y Legislativo en la celebración de tratados internacionales. Pero además
ratifica que la Asamblea Nacional, depositaria directa de la voluntad del
pueblo, participe en el conocimiento y aprobación de los tratados
internacionales que le comprometen.
De esta forma el artículo 419 de la misma Constitución (2008) señala que:
La ratificación o denuncia de los tratados internacionales requerirá la
aprobación previa de la Asamblea Nacional en los casos que:
1. Se refieran a materia territorial o de límites.
2. Establezcan alianzas políticas o militares.
3. Contengan el compromiso de expedir, modificar o derogar
una ley.
4. Se refieran a los derechos y garantías establecidas en la
Constitución.
5. Comprometan la política económica del Estado establecida
en su Plan Nacional de Desarrollo a condiciones de
instituciones financieras internacionales o empresas
transnacionales.
6. Comprometan al país en acuerdos de integración y de
comercio.
7. Atribuyan competencias propias de orden jurídico interno a
un organismo internacional o supranacional.
8. Comprometan el patrimonio natural y en especial el agua la
biodiversidad y su patrimonio genético (art. 419).

Con lo cual debemos admitir que hay otros tratados internacionales, cuya
materia específica no está señalada en esta disposición que no requieren de la
aprobación de la Asamblea Nacional para su ratificación o denuncia.
La facultad de la Asamblea Nacional está expresamente señalada en el
numeral 8 del artículo 120 de la Constitución de la República (2008) que dice:
“La Asamblea Nacional tendrá las siguientes atribuciones y deberes, además
de las que determine la ley: (…) 8. Aprobar o improbar los tratados
internacionales, en los casos que corresponda” (art. 120, num. 8).
Y los casos que le corresponde son aquellos que los hemos encontrado
señalados en el artículo 419 de la propia Ley Suprema.
Los tratados internacionales que vayan a ser ratificados por parte de la
Asamblea Nacional deberán contar con el dictamen previo y vinculante de la
Corte Constitucional, según lo dispuesto en el Artículo 438, numeral primero.
La Constitución de la República que entró en vigencia en octubre de 2008,
introdujo algunas innovaciones en esta materia, por ejemplo, volvió a
establecer disposiciones sobre la denuncia de un tratado internacional
aprobado, que le corresponde al Presidente de la República, pero debe contar,
además, con la aprobación previa de la Asamblea Nacional. Esta disposición
no constaba en las Constituciones de 1998, ni en la de 1946, aunque si en las
de 1967 y de 1945. Del mismo modo la denuncia de un tratado internacional
aprobado en referéndum requiere del mismo trámite que lo aprobó.
Otras innovaciones introducidas en la Constitución (2008) son las
contempladas en los artículos 420, 421 y 422, transcritos a continuación:
Art. 420.- La ratificación de tratados se podrá solicitar por
referéndum, por iniciativa ciudadana o por la Presidenta o Presidente
de la República.
Art. 421.- La aplicación de los instrumentos comerciales
internacionales no menoscabará, directa o indirectamente, el derecho a
la salud, el acceso a medicamentos, insumos, servicios, ni los avances
científicos y tecnológicos.
Art. 422.- No se podrá celebrar tratados o instrumentos
internacionales en los que el Estado ecuatoriano ceda jurisdicción
soberana a instancias de arbitraje internacional, en controversias
contractuales o de índole comercial, entre el Estado y personas
naturales o jurídicas privadas.
Se exceptúan los tratados e instrumentos internacionales que
establezcan la solución de controversias entre Estados y ciudadanos
en Latinoamérica por instancias arbitrales regionales o por órganos
jurisdiccionales de designación de los países signatarios. No podrán
intervenir jueces de los Estados que como tales o sus nacionales sean
parte de la controversia.
En el caso de controversias relacionadas con la deuda externa, el
Estado ecuatoriano promoverá soluciones arbitrales en función del
origen de la deuda y con sujeción a los principios de transparencia,
equidad y justicia internacional (Constitución de la República del
Ecuador, 2008).
1.4.3.1 Los tratados internacionales de derechos humanos
Desde hace varios años ya el derecho constitucional en varios países venía
reconociendo a los tratados internacionales de derechos humanos una
jerarquización a nivel de la propia Constitución, incluso y no muy pocos los
sitúan por encima de ella. Sin duda esta fue una conquista de quienes han
trabajado constantemente por la defensa y el desarrollo de los derechos
humanos en el mundo.
En el caso del Ecuador, en forma expresa, se encuentra señalada esta
disposición en el segundo inciso del artículo 424 que dice:
La Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos
ratificados por el Estado que reconozcan derechos más favorables a
los contenidos en la Constitución, prevalecerán sobre cualquier otra
norma jurídica o acto del poder público (Constitución de la República
del Ecuador, 2008, art. 424).
Por otro lado, es necesario dejar señalado que son de aplicación directa e
inmediata estas normas previstas en instrumentos internacionales de derechos
humanos, así lo dispone el artículo 426, la condición es, que dichas normas de
los tratados de derechos humanos sean más favorables a las establecidas en la
Constitución, y deben ser aplicadas, aun si las partes no las invocan
expresamente.
1.4.4 Preceptos sobre integración latinoamericana,
como objetivo estratégico del Estado
El Ecuador ha sido tradicionalmente un país integracionista, generalmente
ha estado dispuesto siempre a asociarse con otros Estados para formar
uniones políticas, económicas o sociales, regionales o subregionales e incluso
mundiales encaminadas a la armonización de políticas y normas comunes
tendientes a lograr el bien común de sus pobladores.
La Constitución del Ecuador coloca entre los objetivos estratégicos del
Estado a la integración y señala que en forma especial será considerada la
integración con los países de Latinoamérica.
En el artículo 423 de la Constitución se encuentran señalados los
compromisos del Estado ecuatoriano en esta materia:
La integración, en especial con los países de Latinoamérica y el
Caribe será un objetivo estratégico del Estado. En todas las instancias
y procesos de integración, el Estado ecuatoriano se comprometerá a:

1. Impulsar la integración económica, equitativa, solidaria y


complementaria; la unidad productiva, financiera y
monetaria; la adopción de una política económica
internacional común; el fomento de políticas de
compensación para superar las asimetrías regionales; y el
comercio regional, con énfasis en bienes de alto valor
agregado.
2. Promover estrategias conjuntas de manejo sustentable del
patrimonio natural, en especial la regulación de la actividad
extractiva; la cooperación y complementación energética
sustentable; la conservación de la biodiversidad, los
ecosistemas y el agua; la investigación, el desarrollo
científico y el intercambio de conocimiento y tecnología; y la
implementación de estrategias coordinadas de soberanía
alimentaria.
3. Fortalecer la armonización de legislaciones nacionales con
énfasis en los derechos y regímenes laboral, migratorio,
fronterizo, ambiental, social, educativo, cultural y de salud
pública, de acuerdo con los principios de progresividad y de
no regresividad.
4. Proteger y promover la diversidad cultural, el ejercicio de la
interculturalidad, la conservación del patrimonio cultural y la
memoria común de América Latina y del Caribe, así como la
creación de redes de comunicación y de un mercado común
para las industrias culturales.
5. Propiciar la creación de la ciudadanía latinoamericana y
caribeña; la libre circulación de las personas en la región; la
implementación de políticas que garanticen los derechos
humanos de las poblaciones de frontera y de los refugiados; y
la protección común de los latinoamericanos y caribeños en
los países de tránsito y destino migratorio.
6. Impulsar una política común de defensa que consolide una
alianza estratégica para fortalecer la soberanía de los países y
de la región.
7. Favorecer la consolidación de organizaciones de carácter
supranacional conformadas por Estados de América Latina y
del Caribe, así como la suscripción de tratados y otros
instrumentos internacionales de integración regional.

1.5 El derecho internacional público como un derecho


imperfecto
Tradicionalmente lo que se ha pretendido es establecer el carácter jurídico
de esta disciplina, con el objetivo de fundamentar si el derecho internacional
público es una verdadera disciplina jurídica o una disciplina inconclusa,
defectiva. Se han establecido dos grupos de tratadistas, los que niegan el
carácter jurídico del derecho internacional público y los que defienden dicho
carácter.
Los argumentos de aquellos que niegan su carácter jurídico, se basan
principalmente en que lo consideran como una simple política internacional y
no un verdadero derecho, o como un simple conjunto de normas morales, es
decir no jurídicas, ni obligatorias. Otros lo consideran solamente un “derecho
sui géneris”, es decir un conjunto de normas válidas solamente para los
contratantes y que el derecho internacional es solo el conjunto de normas
aparecidas de los acuerdos bilaterales o multilaterales.
Por otro lado, están además, quienes consideran al derecho internacional
como “un derecho imperfecto”, como el alemán SABIGNY, debido
principalmente a tres aspectos: 1.- Por falta de normatividad, pues no existe
un legislador universal que dicte dichas normas, por lo tanto no se puede
considerar un derecho positivo; 2.- Carece de coercitividad, su cumplimiento
no va acompañado de una fuerza represiva que garantice su cumplimiento y
su incumplimiento no acarrea sanciones efectivas 3.- Por la falta de unión
sistemática, pues se trata de normas desarticuladas, aisladas, con un lento
mecanismo de armonización, que depende de la voluntad política de los
Estados y que, en ciertos casos, no logran encajar adecuadamente en el
derecho interno de muchos Estados.
Estos argumentos no dejan de ser una exposición de las falencias de las
cuales se ve afectado el derecho internacional público, sin embargo, no llega a
constituirse en un fundamento jurídico o doctrinario que niegue
verdaderamente el carácter jurídico del derecho internacional público.
PARTE II
FUNDAMENTOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
PÚBLICO

2.1 Fundamentos de validez de la norma internacional


Para que el derecho internacional público tenga plena validez y sus
normas sean consideradas válidas y aplicables, es necesario establecer la base
o soporte lógico, histórico y jurídico sobre el que descansa y le otorga su
razón de ser.
Con este objeto, los tratadistas han expuesto, en forma general, una serie
de teorías, agrupándose en las diversas escuelas jurídicas, cada una de las
cuales lo ha hecho en forma personal y excluyente. Debemos recordar que el
derecho internacional público se ha nutrido de las doctrinas de determinadas
escuelas, por lo que es natural mirar en ellas el verdadero fundamento de este
derecho.
Algunas de esas escuelas son:
Teológica.- Fundamenta al derecho internacional en la religión,
subordinándolo al concepto de moral y religión.
Romana.- Fundamenta el derecho internacional público al Jus Gentium
romano, verdadero origen para algunos del derecho internacional.
De derecho natural.- Algunos autores han pretendido fundamentar al
derecho internacional en el derecho natural. Una mezcla de derecho
consuetudinario y derecho natural, sin precisar cuál de los dos es más
prominente.
Positivista.- En esta escuela se agrupan todos los que sostienen que el
derecho internacional proviene de los tratados y convenciones, así como de la
costumbre.
Sin embargo, en la doctrina clásica, existen dos grandes corrientes: una
que versa sobre el voluntarismo y otra que se sitúa fuera del mismo.
2.1.1 Teorías voluntaristas: referencia a la doctrina de la autolimitación de
voluntades, de la voluntad común y
de la coordinación de voluntades
El derecho tiene su origen en la expresión de una voluntad. El derecho
internacional se basa necesariamente en la voluntad del Estado.
Entre las teorías voluntaristas están:
La teoría de la autodelimitación.- (JELLINEK, 1880)[1]. El Estado, por
obra de su propia voluntad, establece limitaciones a su poder cuando lo estima
necesario para entrar en el sistema internacional; por lo tanto, el derecho
internacional es obligatorio porque el Estado es capaz de obligarse a sí
mismo. Se ha objetado a esa tesis que, si el derecho internacional tiene por
fundamento la voluntad del Estado, y ésta es discrecional, en manos de él está
admitir tales o cuales reglas y también desecharlas. Este fundamento
conduciría a la negación del derecho internacional.
La teoría de la voluntad común.- (TRIEPEL, 1889) El derecho
internacional nace de la combinación de las voluntades de los Estados de la
cual sale una voluntad común. Cada uno de ellos colabora a formar el derecho
internacional; pero una vez que se ha producido esa fusión de voluntades,
distintas, pero con un mismo contenido, existe una unión, un acuerdo
(Vereinbarung): el Estado se encuentra ante una norma objetiva, que no es un
acuerdo con intereses encontrados ni es tampoco una simple suma de
voluntades particulares, sino un resultado nuevo proveniente de la voluntad
colectiva. Esta teoría muestra la manera como los Estados se sienten ligados,
pero no explica la razón por la que se sienten ligados.
2.1.2 Teorías objetivistas: referencia a la escuela positivista,
a la normativa, a la sociológica y a las del derecho natural
A las teorías voluntaristas se han opuesto autores como ANZILOTTI (1912),
KELSEN (1920) y VERDROSS (1926), que han sostenido que la validez de
una norma jurídica depende de la validez de una norma jurídica preexistente.
Esta norma para ANZILOTTI es la regla “pacta sunt servanda”,[2] que impone
el deber de cumplir las obligaciones contraídas. Para KELSEN esa norma
jurídica es el derecho consuetudinario y VERDROSS, sostiene que los dos
anteriores dan por supuesto la existencia de Estados y que éstos forman una
comunidad, y que para “dar un contenido a la norma fundamental del derecho
internacional tenemos que partir de aquellos principios jurídicos que los
pueblos civilizados reconocen comúnmente, toda vez que las normas de
derecho internacional positivo se han ido constituyendo sobre la base de la
conciencia jurídica común de los pueblos” (VERDROSS, 1955, pág. 36). La
intervención del Estado es necesaria desde el punto de vista formal.
La reacción contra el positivismo aparece con la teoría de la “conciencia
jurídica internacional” (Defendida entre otros, por DUGUIT, 1921), de la
llamada “Escuela Sociológica”, según la cual los hombres poseen un instinto,
un sentimiento independiente de su voluntad que los obliga a seguir cierta
conducta; esta conciencia es el origen y la medida de las normas de derecho
internacional e induce a reaccionar contra todo ataque que se le dirija, porque
se ha formado la convicción de que su respeto es indispensable para mantener
el orden social e internacional.
La concepción del derecho natural establece que los principios del derecho
internacional se concretan en dos normas fundamentales, que son una
aplicación directa de la noción de justicia: la obligación de cumplir los
compromisos contraídos y el deber de reparar el daño causado injustamente.
De lo cual se deriva la importancia del principio pacta sunt servanda base
fundamental del derecho natural, aunque por encima de este principio está la
idea de la justicia, que reside en la conciencia jurídica de los hombres y esa
noción es lo que da carácter obligatorio a sus normas.
PARTE III
FUENTES DEL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO

3.1 Concepto de fuente


Fuente es el conjunto de procedimientos a través de los cuales nace, se
modifica o extingue el derecho internacional público. Son formas en las que
el derecho internacional se expresa o manifiesta y a las cuales los sujetos,
creados por él, se refieren para legalizar o legitimar sus conductas. Aquellas
causas, orígenes e influencias que dan nacimiento a la norma jurídica.
Es decir, fuente del derecho internacional público puede tener un
significado en razón del sentido que se le da la fuente, por ejemplo:
En sentido material: de dónde nace o de dónde surge el derecho.
En sentido general: de donde emana algo.
En sentido filosófico: la causa última del derecho.
En sentido instrumental: fuente de conocimientos.
En sentido formal: actos o procedimientos jurídicos a los que
determinados ordenamientos jurídicos están vinculados.

3.2 Fuentes principales y fuentes secundarias


3.2.1 Fuentes, principales, directas o autónomas
Las fuentes de derecho en sentido formal propio son los actos o
procedimientos jurídicos a los que un determinado ordenamiento vincula la
producción de reglas jurídicas. Son en este caso, los procesos de creación de
las reglas de derecho internacional. Entre éstas tenemos a la costumbre, los
tratados o convenios internacionales y los principios generales del derecho.
3.2.2 Fuentes indirectas, secundarias o auxiliares
Las fuentes auxiliares o secundarias del derecho internacional tienen como
función, no crear derecho, sino contribuir a la determinación de las reglas de
derecho.
Entre éstas ubicamos: las decisiones judiciales, la jurisprudencia y la
legislación nacional, la jurisprudencia internacional, los documentos
internacionales, la opinión de los jurisconsultos y de las asociaciones
especializadas y la doctrina de los publicistas.
Hay autores que a estos actos no consideran como fuentes del derecho
internacional, o que más bien, éstos están contenidos en las fuentes
principales, de cualquier manera, podríamos afirmar que son actos en los
cuales, en determinado momento, se soporta el derecho internacional para
fortalecerse y enriquecerse.
3.3 Artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional
de Justicia[3]
El artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, ha sido
tomado, más bien como una norma que jerarquiza las fuentes del derecho
internacional:
Art. 38.-
1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional
las controversias que le sean sometidas, deberá aplicar:

a. las convenciones internacionales, sean generales o


particulares, que establecen reglas expresamente reconocidas
por los Estados litigantes;
b. la costumbre internacional como prueba de una práctica
generalmente aceptada como derecho;
c. los principios generales de derecho reconocidos por las
naciones civilizadas;
d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas
de mayor competencia de las distintas naciones, como medio
auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59.

2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para


decidir un litigio ex aequo et bono[4] si las partes así lo convinieren.
En tal sentido, CHARLES ROUSSEAU, afirma que no se trataría de una
jerarquización de las fuentes, puesto que, éste solamente enumera las normas
jurídicas que la Corte debe aplicar, y no establece un valor jerárquico; el
haber colocado a los convenios internacionales en primer lugar y a la
costumbre, en segundo lugar, obedece a la tendencia actual hacia el derecho
escrito, aunque la costumbre sea la fuente original del derecho internacional.
Por otro lado, en sentido formal de esta disposición, una sentencia de la
Corte nunca podrá apoyarse sólo en una decisión judicial o en la doctrina, ya
que dichas fuentes sólo podrán utilizarse como medios auxiliares que apoyen
a los tratados, la costumbre o los principios generales del derecho.
3.4 La costumbre: análisis de sus elementos constitutivos
La costumbre está definida como una práctica común y reiterada, general
y uniforme, aceptada como derecho con carácter obligatorio y correcto. Los
Estados tienen la convicción de estar cumpliendo una norma jurídica, por lo
que se obligan a cumplir dicha práctica. Los propios destinatarios las crean,
modifican o extinguen.
El mencionado artículo 38, literal b, del Estatuto de la Corte Internacional
de Justicia define la costumbre internacional como una práctica generalmente
aceptada como derecho. En este concepto, encontramos simple y claramente
dos elementos: la práctica como elemento material y el derecho como
elemento subjetivo.
ROUSSEAU, en su obra Derecho Internacional Público Profundizado,
señala tres condicionantes o características que debe poseer la costumbre
internacional:

Una práctica común, que resulta de una repetición de actos


concluyentes;
Una práctica obligatoria, o sea que debe ser aceptada como de
derecho, como correspondiendo a una necesidad jurídica.
Una práctica evolutiva, que es la que distingue al derecho
consuetudinario del derecho convencional (ROUSSEAU,
Derecho Internacional Público profundizado, 1966, págs. 96, ss).

Y señala que:
El fenómeno consuetudinario implica la reunión de dos elementos:
por una parte, un elemento de hecho (es decir la existencia de una
costumbre constante y general); y por otra, un elemento sicológico (es
decir la existencia de un elemento intelectual, la opinio juris, que
implica la aceptación del carácter obligatorio de la costumbre por los
sujetos mismos del derecho) (ROUSSEAU, Derecho Internacional
Público profundizado, 1966).
En este marco, casi todos los autores del derecho internacional público
coinciden en otorgar a la costumbre internacional estos dos elementos, como
condición inevitable para la existencia.
3.4.1 El elemento material
Este elemento consiste en la práctica general y uniforme de los actos u
omisiones a los cuales se les denomina precedentes. Estos actos u omisiones
deben ser probados.
ROUSSEAU, manifiesta que, para ser generador de costumbre, el
precedente debe revestir dos caracteres, ya que la costumbre se presenta como
un uso a la vez continuo y general.
En cuanto a la continuidad de aplicación en el tiempo, –dice–ROUSSEAU
(1966):
…en virtud de su definición, la costumbre aparece como la repetición
concordante de ciertos hechos. Para que una disposición
consuetudinaria adquiera valor obligatorio, es necesario que haya sido
constantemente aceptada por los Estados que se encontraron en
situación de tener que aplicarla.
En lo que se refiere a la generalidad en el espacio, “la costumbre no es
solamente el reflejo de una práctica continua, es también la expresión de una
práctica común” (ROUSSEAU, Derecho Internacional Público profundizado,
1966). El autor, señala la existencia de costumbres generales reconocidas por
el conjunto de Estados (costumbres universales) y de costumbres relativas
(costumbres regionales), limitadas a ciertos Estados determinados.
3.4.2 El elemento subjetivo o psicológico
El elemento material no sería suficiente por sí sólo para que una práctica
internacional pase a ser una norma consuetudinaria jurídicamente obligatoria,
es necesario que los sujetos del derecho internacional crean en dicha práctica
y la acepten. Esta “aceptación”, –dice ROUSSEAU (1966)–, “constituye la
opinio juris u opinio necessitatis[5], el elemento subjetivo, único criterio
válido de la costumbre en el orden jurídico” (pág. 131).
Este elemento que consiste en la convicción de que la costumbre resulta
jurídicamente obligatoria, es decir, se refiere a la conciencia que tienen los
Estados de actuar jurídicamente obligados y por lo tanto se debe adecuar su
conducta a la misma, caso contrario estaría violando dicha norma
consuetudinaria.
3.5 Los principios generales del derecho
Son aquellos conceptos fundamentales que aparecen como el conjunto de
ideas y creencias que forman el pensamiento jurídico de un pueblo y que
están formados por aquellos principios elementales de justicia y equidad que
tienen aplicación universal. Entre dichos conceptos están la libertad, igualdad,
justicia, seguridad jurídica, equidad, bien común.
Estos conceptos jurídicos fundamentales se han conservado a través del
tiempo y del espacio y que como sirven de base para la creación de la norma
jurídica, se han constituido en fuente del derecho internacional.
Pero, además, los principios generales del derecho no solo sirven para
crear y orientar normas de derecho, sino que complementan un ordenamiento
deficiente, fruto incompleto de la imaginación del legislador, lo cual
generalmente crea vacíos legales, los mismos que son completados por estos
principios.
Los principios del derecho están constituidos por normas en las que se
fundamenta su estructura, las cuales han sido partícipes en la historia del
derecho internacional público. Estas normas o principios son llamados Jus
Cogens, lo que FERMÍN TORO[6] las define como: “Normas Jurídicas
Internacionales admitidas universalmente e imperativas que se dirigen por el
alto grado de generalización de los preceptos expresados en ellos y son
fundamentales y rectores para todas las demás normas jurídicas
internacionales” (Toro, 1982). Es decir, son aquellas normas aceptadas y
reconocidas por la Comunidad Internacional de Estados en su conjunto como
norma que no admite acuerdo en contrario.
Algunos de los principios que forman el Jus Cogens, son los siguientes:

Prohibición de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza.


Obligación de arreglar las controversias por medios pacíficos.
No-intervención en los asuntos de la jurisdicción interna de los
Estados.
Igualdad de derecho y libre determinación de los pueblos.
Igualdad soberana de los Estados.
Obligación de cumplir de buena fe las obligaciones contraídas.

3.6 Las decisiones judiciales y la doctrina


Las decisiones judiciales o conjunto de decisiones judiciales de los
tribunales internacionales que integran la jurisprudencia internacional
constituyen fuente del derecho internacional. En tanto en cuanto los diversos
tribunales internacionales, son cuerpos de magistrados independientes, su
jurisprudencia constituye una valiosa aportación al corpus del derecho
internacional que ha contribuido a la evolución del ordenamiento.
Algunos de estos tribunales son:

Tribunal Internacional de Justicia, sede en La Haya, organismo


principal de las Naciones Unidas.
Tribunal Internacional del Mar, Hamburgo.
Tribunal Administrativo de la Organización Internacional del
Trabajo.
Tribunal Europeo de Derecho Humanos, Estrasburgo.
Corte Interamericana de Derecho Humanos, Costa Rica.
Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina.
Tribunal para el enjuiciamiento ex Yugoslavia–Haya.
Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, Luxemburgo.
Cada Tribunal en su contexto ha contribuido decisivamente a la creación
del derecho internacional, aunque no genera derecho, sino que lo enuncia,
determina su alcance y realiza su evolución. Se conoce como doctrina la
opinión de los jurisconsultos y de las asociaciones especializadas. Como
fuente de derecho internacional la doctrina puede ser de carácter filosófico,
sociológico o histórico.
Se la considera como fuente indirecta, por cuanto se debe recurrir a ella
como complemento para los estudios de los diversos casos que se plantean.
Su importancia radica en que las opiniones dadas por los jurisconsultos no
tienen la intención de constituir o crear normas de derecho internacional, sino
que la cultura jurídica de los jueces internacionales, tratadistas y académicos
constituye la mejor guía para su aplicación.
Sin importar el valor que se le quiera dar a la doctrina, es cierto que ha
ejercido una gran influencia en las normas del ordenamiento jurídico.
MANUEL SIMÓN EGAÑA (1984), establece tres fines esenciales de la
doctrina:

Un fin científico, que persigue el estudio de las normas del


ordenamiento jurídico vigente y las sistematiza a la vez, así como
también a los principios generales del derecho.
Un fin práctico, ofrece soluciones concretas donde la voluntad
del legislador está plasmada en las normas generales y se
convierte en el principal auxiliar del abogado y del juez en el
estudio de los casos que se presenten.
Un fin crítico, trata de mejorar cada vez más al derecho
procurando un contenido más justo de las normas (Ciuro
Caldani, 2001).

PARTE IV
LOS TRATADOS INTERNACIONALES

4.1 Concepto y clasificación


La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados fue adoptada en
esa ciudad en mayo de 1969, entró en vigor en 1980, luego de cumplir con la
condición señalada en el mismo instrumento, es decir el trigésimo día a partir
de la fecha en que haya sido depositado el trigésimo quinto instrumento de
ratificación o de adhesión lo cual sucedió en ese año. En el Ecuador está
vigente luego de su ratificación en el 2005.
Esta Convención en su artículo 2 define de la siguiente manera a los
tratados internacionales:
“Tratado es un acuerdo internacional, celebrado por escrito entre Estados
y regido por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único, o en
dos o más instrumentos conexos y cualquiera sea su denominación particular”
(art. 2).
En esta definición encontramos algunos elementos:

“Acuerdo Internacional”, es decir trasciende la jurisdicción


nacional, se trata de aquellos acuerdos que van más allá de las
fronteras del país.
“Celebrado por escrito”, por lo tanto, no estarían considerados en
esta definición los acuerdos orales.
“Entre Estados”, considerando que esta Convención regula
solamente la celebración de tratados celebrados entre Estados,
sin embargo, hasta que entre en vigor la Convención que regula
la celebración de tratados entre Estados y organizaciones
internacionales, se aplica también en dichos casos.
“Ya conste en un instrumento único, o en dos más instrumentos
conexos”, es muy común encontrar acuerdos internacionales,
contenidos en dos o más instrumentos, principalmente se trata de
los llamados “acuerdos marco” alguno de los cuales constituyen
verdaderos códigos especializados.
“Cualquiera sea su denominación particular” siempre se estará
hablando de un tratado internacional, sin importar el nombre con
el que se adopta un instrumento (protocolo, convenio,
convención, etc.).
La Comisión de Derecho Internacional[7] decidió circunscribir la
Convención de Viena a los acuerdos celebrados entre Estados,
excluyendo los concluidos entre Estados y Organizaciones
Internacionales. Por lo anterior, se decidió que los tratados
celebrados entre Organizaciones Internacionales, o entre
Organizaciones Internacionales y Estados, serían objeto de otra
Convención, la cual fue adoptada el 21 de marzo de 1986, sin
embargo como el artículo 85 de la propia Convención establece
que ésta entrará en vigor al ser ratificada por treinta y cinco
estados, actualmente sólo 31 países la han ratificado por lo cual
aún no tiene vigencia.
A través de los años, varios autores y tratadistas del derecho internacional,
han ido definiendo al tratado internacional, considerando los mismos
elementos e incorporando los nuevos que fueron dando forma a los acuerdos
entre Estados y organismos internacionales, los que se han tornado, cada vez
más importantes en sus relaciones.
De esta manera, KELSEN (1965) definió al tratado internacional, de la
siguiente manera: “Un tratado es un acuerdo concertado normalmente entre
dos o más Estados conforme al derecho internacional general” (pág. 271).
ROUSSEAU (1966), lo hace con estos términos:
“Un acuerdo entre sujetos del derecho de gentes destinado a producir
ciertos efectos de derecho. En su sentido amplio debe reservarse la
denominación de tratado a todo acuerdo celebrado entre miembros de la
comunidad internacional”.
En su obra de 1951, ÁNGEL MODESTO PAREDES, presenta la
siguiente definición: “tratado es todo acuerdo escrito entre dos o más
potencias, para el arreglo de algunos aspectos de las relaciones
internacionales”.
En base y consideración de los elementos señalados en la definición de la
Convención sobre el Derecho de los Tratados y en las diferentes definiciones
de los tratadistas, podemos decir que: Tratado es un Acuerdo Internacional
regido por el derecho internacional y celebrado por escrito entre uno o
varios Estados y una o varias organizaciones internacionales, o entre
organizaciones internacionales, el mismo puede constar de uno o varios
instrumentos jurídicos conexos, sea cual fuere su denominación
particular.
En lo que respecta a la clasificación de los tratados internacionales no
encontramos criterio unánime respecto a su clasificación, ésta más bien
responde al interés del sistema o del pensamiento de cada tratadista.
Una de las clasificaciones en las que coinciden la mayoría de autores es la
que responde al número de partes que intervienen en la celebración del
tratado. De esta forma tenemos a los tratados bilaterales y a los multilaterales.
Tratados Bilaterales
Son aquellos que se celebran entre dos Estados, responden a materias
propias o de interés particular de esos Estados parte. El Ecuador ha suscrito
una serie de tratados bilaterales; entre ellos, los de cooperación económica,
cultural, técnica; acuerdos comerciales; acuerdos de asistencia recíproca de
inversiones[8]; convenios para evitar la doble imposición fiscal, etc., y con
diversos países.
Tratados Multilaterales
Son aquellos que se celebran entre más de dos Estados. A éstos se les
denomina también Tratados–Leyes o Tratados Generales. Son los que más se
asemejan a la Ley y de mayor aplicabilidad en el derecho internacional.
La tendencia actual es la de adoptar tratados multilaterales que
generalmente son el resultado de reuniones internacionales especializadas, en
las cuales se exponen el criterio y el interés de los países, regiones o incluso
del Orbe.
En atención a la materia sobre la cual versa el tratado, tenemos como
ejemplo:

Tratados Políticos.
Tratados Económicos.
Tratados sobre Asuntos Especiales.

Los tratados políticos.- Comprenden aquellos sobre alianza, asistencia


mutua, no intervención, neutralidad, de paz, sobre cuestiones territoriales y de
fronteras, sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas y otros. Como
ejemplo podemos mencionar: la Carta de las Naciones Unidas, los acuerdos
de Yalta o de Potsdam. Para impartirle la fuerza estratégica propia de esta
materia política es preciso que se haga constar expresamente en el tratado.
Los tratados económicos.- Entre los que podríamos mencionar a los
comerciales, los convenios sobre suministros y circulación de mercancías, los
convenios de prestación de asistencia técnica y sobre cooperación científico–
técnica, los convenios internacionales de pagos y sobre empréstitos, tarifas
aduaneras, aquellos de integración económica o comercial, etc.
Los tratados sobre asuntos especiales.- Abarcan numerosos acuerdos
sobre las más diversas cuestiones especiales: en la rama del transporte
(ferroviario, marítimo, fluvial, aéreo, etc.), en la esfera de las comunicaciones
(correos, telégrafos, teléfonos, radiodifusión, etc.); acuerdos sobre agricultura
(profiláctica, epizootias, cuarentenas y lucha contra los parásitos de la
agricultura, etc.); convenios sobre cooperación científica, relaciones
culturales, enseñanza, sanidad; tratados de carácter jurídico (convenciones
consulares, acuerdos sobre asistencia jurídica, acuerdos de asistencia social).
Entre los tratados de carácter jurídico ocupan especial lugar las convenciones
multilaterales sobre codificación de diferentes ramas del derecho
internacional , como las Convenciones de Ginebra de 1958 sobre Derecho
Marítimo, las Convenciones de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas
y relaciones Consulares de 1969, la Convención de las Naciones Unidas sobre
el Derecho del Mar, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Tráfico
Ilícito de los Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 1988, etc.
Otra clasificación de los tratados es la referente al fondo o esencia de los
mismos, que SEARA VÁSQUEZ (1981) los clasifica de la siguiente manera:
a) Tratados – Contratos, de finalidad limitada a crear una obligación
jurídica que se extingue con el cumplimiento del tratado; por ejemplo, si dos
Estados celebran un tratado para fijar su frontera común, una vez que este
objetivo haya sido conseguido se agota el contenido del tratado.
b) Tratados – Leyes, destinados a crear una reglamentación jurídica
permanentemente obligatoria, como es el caso de la Convención firmada en
Viena, en abril de 1961, sobre privilegios e inmunidades de los agentes
diplomáticos; en este caso se trata de crear una reglamentación permanente.
En relación a la forma, la siguiente clasificación la realiza el Profesor
chileno Llanos Mansilla (1977) en el sentido de si el tratado permite o no la
incorporación de otros Estados; así tenemos los tratados abiertos que permiten
la adhesión de otros Estados y los tratados cerrados que no admiten dicha
incorporación, a la vez que los primeros pueden ser en forma restringida o
universal (pág. 61).
En forma universal los tratados generales son aquellos que por su
naturaleza tienen vocación a la universalidad; y restringidos, que son los que,
también por su naturaleza, deben limitarse a un número determinado de
Estados.
4.2 Las partes en un tratado
Parte en un tratado es un Estado o una organización internacional que ha
consentido en obligarse por el mismo y con respecto al cual o a la cual el
tratado entra en vigor.
Por lo que podemos deducir que son parte de un tratado: los Estados entre
sí, o éstos con organizaciones internacionales; las organizaciones
internacionales con los Estados o ellas entre sí.
Lo más común suele ser que los acuerdos internacionales se suscriban
entre Estados. Estas celebraciones están regulados por la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969; cuando son suscritos con un
organismo internacional, estarían regulados por la Convención de Viena sobre
el Derecho de los Tratados celebrados entre Estados y Organizaciones
Internacionales o entre Organizaciones Internacionales de 1986, aunque como
quedó señalado en otra parte de este Manual, ésta última no ha entrado en
vigencia plena.
4.3 Análisis del procedimiento para la conclusión de los
tratados internacionales de acuerdo con la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados
Cada Estado, cualquiera sea su régimen social o político, su extensión
territorial, el número de sus habitantes y el grado de desarrollo de su
economía y cultura, posee capacidad jurídica para suscribir tratados
internacionales.
La conclusión[9] del tratado internacional constituye un proceso integrado
por diversas fases consecutivas principales:

1. La negociación de las cláusulas del tratado.


2. La adopción de su texto.
3. La autentificación del mismo.
4. La manifestación del consentimiento del Estado sobre la
obligatoriedad del tratado con respecto a él: firma o suscripción,
adhesión, aprobación legislativa, aceptación o ratificación.
5. Depósito o canje de los instrumentos de ratificación.
6. Publicación.

No es indispensable que cada tratado recorra todas estas fases, pero si


debe pasar por los períodos de la elaboración del texto, de su aceptación y de
la manifestación del Estado sobre la obligatoriedad del tratado con respecto a
él.
Los Estados acuerdan los tratados internacionales a través de sus órganos
supremos de poder y de la administración del Estado. El procedimiento de la
representación de los Estados para suscribir y la determinación de los órganos
sobre los que recae esta función de sus atribuciones corresponde normar al
derecho interno de cada Estado.
En lo que se refiere a las organizaciones internacionales, este
procedimiento se encuentra previsto en sus Estatutos. Debemos recordar que,
en los últimos años, y cada vez con mayor fuerza, las organizaciones
internacionales celebran tratados internacionales, de tal importancia que
obligan regularmente a adecuar las legislaciones de los Estados.
4.4 La negociación
Es la fase inicial del tratado, en la que las partes exponen su punto de vista
o de interés, a través de plenipotenciarios, o aquellos funcionarios acreditados
por el Gobierno que, portadores de la Carta de Plenos Poderes, pueden actuar
a nombre del gobierno de su país. En la negociación se va elaborando el
proyecto de trabajo conforme las partes van llegando a acuerdos.
4.4.1 ¿Quiénes negocian?
En la mayoría de los casos, los órganos del Estado, al suscribir los tratados
internacionales, obran a través de personas expresamente autorizadas para
ello mediante la provisión de documentos especiales denominados Plenos
Poderes. En estos documentos se certifica el derecho a negociar, adoptar el
texto del tratado, establecer su autenticidad, firmarlo o manifestar de otro
modo el consentimiento sobre la obligatoriedad del tratado.
Los Plenos Poderes pueden emitirse también sólo para algunas fases de la
conclusión del tratado, como por ejemplo las negociaciones, la adopción del
texto y la autentificación del mismo, pero sin la debida autorización del
Estado al que representa, no podrá firmar o suscribir el tratado.
Según el artículo 7, numeral 2 de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados de 1969, no necesitan de Plenos Poderes para
negociar un tratado internacional: el Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno y los
Ministros de Relaciones Exteriores. Los jefes de misión diplomática no
necesitan Plenos Poderes cuando negocian con el país o el organismo ante el
cual están acreditados, ni los representantes acreditados por los Estados ante
una conferencia internacional o uno de sus órganos.
De acuerdo al artículo 8 de la misma Convención de Viena, cualquier acto
respectivo a la conclusión de un tratado realizado por una persona facultada
para ello o con infracción de los Plenos Poderes no acarrea ninguna
consecuencia jurídica para el Estado, siempre y cuando este acto sea
revalidado después por el órgano competente del Estado.
Además de Plenos Poderes, las personas que llevan a cabo las
negociaciones reciben de sus gobiernos instrucciones en las que se fija la
posición que deberán mantener las delegaciones sobre materia objeto del
tratado. Estas instrucciones constituyen un documento interno de cada
delegación. El tratado concluido con infracción de las instrucciones no pierde
su fuerza jurídica.
4.4.2 El idioma en los tratados
La negociación termina con la redacción del texto escrito, es decir lo que
constituye el cuerpo del tratado. Un problema que ha surgido por años y que
aún hoy es materia de controversia, es la que se refiere a idioma que se debe
emplear en las negociaciones y en el texto mismo del tratado. Cada Estado
reivindicaba el uso de su idioma y se olvidaban otras consideraciones, sobre
todo prácticas, como las de determinar el idioma que mejor pueda servir para
expresar claramente lo que ha sido acordado.
Cuando los Estados que negocian hablan el mismo idioma no existe
ningún problema, éste será generalmente el que se utilice, tanto para negociar,
como para el texto. El conflicto se da cuando los Estados utilizan idiomas
distintos, para lo cual se aplican algunas modalidades.
El sistema que se ha aplicado generalmente es el de redactar el tratado en
un solo idioma. La elección de este idioma único, que antiguamente era el
latín, luego, a partir del siglo XVIII era exclusivamente el francés en razón de
las cualidades técnicas propias de este idioma. La mayoría de los grandes
tratados políticos celebrados en esa época fueron redactados exclusivamente
en francés. Pero este uso ha desaparecido casi completamente a contar de
1914.
Desde entonces se ha puesto en práctica algunas fórmulas:

Un primer sistema consiste en redactar el tratado en dos o varios


idiomas, pero con preeminencia de una sola versión.
Un segundo sistema consiste en escoger tantos idiomas como
Estados contratantes hay. Aplicada a los tratados bilaterales esta
fórmula conduce a la redacción en dos idiomas, lo que presentará
el inconveniente de provocar dificultades si a los dos textos se
asigna igual valor (fue célebre, por ejemplo, lo que sucedió con
el artículo 17 del Tratado Ítalo-Etíope de Ucciali, de 25 de mayo
de 1889, cuya interpretación divergente por ambas fue una de las
causas de la guerra de 1896).
Otro sistema y que se aplica muy comúnmente es el de redactar
los textos en los idiomas oficiales de la organización
internacional. Un ejemplo práctico de este caso podría ser la de
los convenios que se adoptan en varios organismos de Naciones
Unidas, donde los idiomas oficiales son el inglés y el francés.
Las traducciones a otros idiomas, incluyendo al español son
realizados por los Estados interesados o por la voluntaria
contribución de alguno de ellos.

4.5 La adopción del texto


El artículo 9 de la Convención de Viena, establece que la adopción del
texto se efectúa por el consentimiento de todos los Estados participantes en la
negociación, una vez que ésta ha sido terminada. Sin embargo, cuando las
negociaciones han sido colectivas, mediante una conferencia internacional, la
adopción del texto se sujetará a lo que se establezca al respecto en el
reglamento de la respectiva conferencia.
Los textos de los tratados bilaterales y de los tratados concluidos por un
número reducido de partes se adoptan unánimemente por todos los Estados
concertantes[10]. En el pasado, el principio de la unanimidad se observaba en
todos los casos. Después de la Segunda Guerra Mundial alcanzó gran difusión
una analogía a la cláusula establecida en la Carta de las Naciones Unidas para
las votaciones en la Asamblea General, esto es de los dos tercios de los
votantes. En los últimos años se viene aplicando el consenso, es decir, el
acuerdo general, sin votación, sobre todo en la elaboración de tratados que
abordan problemas importantes. Así, por ejemplo, en la Tercera Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, se dio preferencia al
consenso, previéndose votaciones sólo en casos extremos. Con la
particularidad de que, si se recurría a la votación, la mayoría exigida para
aprobar los artículos del tratado (dos tercios de los votos) debía comprender
no menos de la mitad de los Estados asistentes a la conferencia.
La adopción del texto de un tratado por una organización internacional
también se lo puede realizar de acuerdo con las reglas de procedimiento
aplicadas en el órgano que adopta el tratado.
4.6 Autenticación del texto
Es el procedimiento por el cual se establece como auténtico y definitivo el
texto de un tratado. Una vez que ha sucedido esto, sus preceptos no pueden
modificarse, salvo una reforma de fondo. Si no se ha acordado expresamente
algún tipo de procedimiento para autenticar el texto del tratado o convenio,
éste será hecho mediante la firma o la rúbrica de los Estados parte. Este texto
autenticado es aquel que el depositario utiliza para constituir el texto original.
El artículo 10 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
(1969), dispone sobre este asunto, lo siguiente:
Autenticación del texto. El texto de un tratado quedará establecido
como auténtico y definitivo:

1. Mediante el procedimiento que se prescriba en él o que


convengan los Estados que hayan participado en su
elaboración; o
2. A falta de tal procedimiento, mediante la firma, la firma “ad
referéndum” o la rúbrica puesta por los representantes de
esos Estados en el texto del tratado o en el acta final de la
conferencia en la que figure el texto.

4.7 El consentimiento del Estado en obligarse


La fase de conclusión más importante, luego de negociar y adoptar un
texto de tratado es el consentimiento del Estado en obligarse, con arreglo al
derecho internacional, mediante algún acto formal, es decir: la firma
definitiva o suscripción, la aprobación, la ratificación, la aceptación o la
adhesión.
En el texto del tratado se especifican normalmente el acto o actos
mediante los cuales un Estado puede expresar su consentimiento en obligarse.
4.8 La firma o suscripción
Una vez convenido y adoptado el texto del tratado, debe establecerse que
es definitivo y no puede ser modificado por los mandatarios de los países. El
procedimiento por el que se declara definitivo el texto adoptado se llama
autenticación y constituye una fase necesaria para concluir el tratado
internacional, ya que todo gobierno, antes de asumir las obligaciones
emanadas del tratado, debe conocer exactamente el contenido definitivo del
mismo. Los representantes plenipotenciarios de los Estados demostrarán que
están dispuestos a obligarse por el tratado.
No es necesario que suscriba el tratado el representante que negoció o que
adoptó el texto del mismo.
La suscripción equivale a la firma del tratado y puede realizarse de dos
formas:

Según la importancia o solemnidad que le quiera dar al tratado.


De acuerdo a la voluntad de las partes.

La suscripción puede ser en unidad de acto o diferido. En los acuerdos


bilaterales todos los tratados son suscritos en unidad de acto.
El procedimiento de autenticación del texto se determina en el propio
texto o mediante acuerdo entre los Estados concertantes.
Las formas de autenticar son las siguientes:

La firma.
La firma AD REFERÉNDUM (o condicional).
La rúbrica.
La inclusión del texto del tratado en la resolución de la
organización internacional que la adopto.

4.9 La Firma Ad-Referéndum


Firma ad referéndum o firma condicional, significa que la firma del
mandatario está condicionada y precisa de la subsiguiente aprobación de su
gobierno o de otro órgano competente del Estado.
La rúbrica es la confirmación de la concordancia definitiva del texto del
tratado, expresada en la puesta de sus iníciales sobre él por cada uno de los
mandatarios de las partes tratantes.
La diferencia entre la firma condicional y la rúbrica consiste, en que el
tratado se hace definitivo después de ser aprobada la firma condicional. En
cambio, después de la rúbrica es necesario, por lo general, la firma completa o
definitiva del texto.
4.10 La aprobación legislativa
La aprobación es el dictamen favorable que da un órgano interno del
Estado, investido con facultad para ello, sobre la pertinencia del contenido de
un tratado concluido por el Estado.
Generalmente es el órgano legislativo quien tiene esta función. Si bien,
para algunos tratadistas, es solo un acto que le da solemnidad al tratado, es
cierto que es un elemento de fondo, pues sin la aprobación, el Ejecutivo o el
Jefe de Estado no pueden ratificar el tratado y si no se ratifica no entra en
vigor, queda sin efecto. Es la manifestación de la influencia del régimen
parlamentario.
En Estados Unidos la aprobación corresponde al Senado, en Colombia al
Congreso bicameral, en España a las Cortes Generales y en la ex Unión
Soviética era al presidente del Soviet Supremo. En México, los tratados que
celebra el presidente requieren la aprobación del Senado.
En el Ecuador, esta atribución está otorgada por el artículo 120 de la
Constitución de la República (2008) a la Asamblea Nacional en los siguientes
términos:
La Asamblea Nacional tendrá las siguientes atribuciones y deberes,
además de las que determine la ley:
(…)
8. Aprobar o improbar los tratados internacionales en los casos que
corresponda.
Y los casos que le corresponde son los establecidos en el artículo 419 de la
Constitución.
La ratificación o denuncia de los tratados internacionales requerirá la
aprobación previa de la Asamblea Nacional en los casos que:

1. Se refieran a materia territorial o de límites.


2. Establezcan alianzas políticas o militares.
3. Contengan el compromiso de expedir, modificar o derogar
una ley.
4. Se refieran a los derechos y garantías establecidas en la
Constitución.
5. Comprometan la política económica del Estado establecida
en su Plan Nacional de Desarrollo a condiciones de
instituciones financieras internacionales o empresas
transnacionales.
6. Comprometan al país en acuerdos de integración y de
comercio.
7. Atribuyan competencias propias de orden jurídico interno a
un organismo internacional o supranacional.
8. Comprometan el patrimonio natural y en especial el agua la
biodiversidad y su patrimonio genético.

4.11 La ratificación
La ratificación es la aprobación definitiva del tratado por el órgano
supremo del poder del Estado. Está contenida en dos instrumentos jurídicos
distintos en una disposición normativa interna (Ley, Decreto, etc.) y en un
documento internacional (Carta de Ratificación). El procedimiento de
ratificación es de la competencia interna del Estado. En unos países el Jefe de
Estado ratifica por sí mismo los tratados, en otros, lo hace con el acuerdo del
Parlamento.
De todas maneras, la ratificación se lo hace de acuerdo a la legislación
interna de cada país. Pero, son los poderes del Estado los que tienen la
facultad de aprobar o ratificar el instrumento. Depende también de las
circunstancias políticas de los Estados. Por ejemplo, en el caso de un
Gobierno dictatorial quien aprueba o ratifica será el Jefe Supremo o el
dictador. La ratificación se la hace en un solo acto.
El derecho internacional no establece qué tratados internacionales están
sujetos a ratificación. Esto se determina en cada caso por las condiciones del
tratado, ya que habrá instrumentos cuya aprobación del Estado pueda hacerse
de cualquier otra forma de las ya descritas anteriormente.
De ordinario, el derecho interno del Estado también contiene normas
sobre la ratificación de los tratados.
La Constitución del Ecuador (2008) reconoce a la acción de ratificación
de un tratado internacional como un acto único, dentro del cual se contempla
la aprobación de la Asamblea Nacional y la ratificación propiamente dicha
por parte del Presidente de la República.
En este ámbito, además, se señala que la suscripción o ratificación de los
tratados internacionales le corresponde al Presidente de la República, no
obstante, él mismo informará de manera inmediata a la Asamblea nacional
“de todos los tratados que suscriba, con indicación precisa de su carácter y
contenido” (art. 418).
Por lo demás, incluye este artículo que: “Un tratado solo podrá ser
ratificado, para su posterior canje o deposito, diez días después de que la
Asamblea haya sido notificada sobre el mismo” (art. 418), confirmando de
esta manera el íntegro conocimiento que debe tener el poder legislativo sobre
los compromisos internacionales que adopta el país.
La negativa a la ratificación no está considerada como una infracción del
derecho internacional. Sin embargo, se podría decir que, las numerosas
negativas a ratificar los tratados quebrantando la confianza en la firma del
Estado respectivo. El número de tratados no ratificados abundan en la
práctica[11].
El documento que confirma la ratificación en el plano internacional se
llama Carta o Instrumento de Ratificación. Al concluir los tratados bilaterales
se canjean estos instrumentos. Cuando los tratados son multilaterales las
Cartas se entregan a sus depositarios para que las guarden.
Por lo general la ratificación es incondicional, aunque se dan casos en que
se acuerda con alguna condición. Como ejemplos de este caso podríamos
nombrar: la ratificación por los Estados Unidos del Tratado de 1930 sobre la
Limitación y Reducción de Armamento Marítimo; la ratificación por algunos
Estados de las Convenciones de 1927 sobre la Prohibición de Importaciones y
Exportaciones y diversas Convenciones sobre Trabajo. En los dos últimos
casos, la ratificación de los tratados fue condicionada a la ratificación de ellos
por otros Estados. Esto significa que la acción de la ratificación queda en
suspenso hasta que se cumpla la condición prevista. Otro ejemplo es el de
Italia, que al firmar el 8 de enero de 1969 el Tratado de No Proliferación de
Armas Nucleares, subordinó su ratificación a la celebración de un Acuerdo
entre la Agencia Internacional de Energía Atómica y el EURATOM, sobre
Protección Nuclear.
Por lo anterior deducimos, que la ratificación tiene carácter discrecional.
De ello se derivan dos consecuencias: a) indeterminación del plazo para
ratificar. El Estado es libre para otorgar la ratificación cuando lo estime
oportuno; b) falta de obligatoriedad de la ratificación. Los Estados no están
obligados a ratificar un tratado y su negativa a hacerlo no compromete su
responsabilidad internacional.
4.11.1 Depósito del Instrumento de Ratificación
La figura del depósito apareció con los tratados multilaterales. Con
anterioridad al siglo XX, la mayoría de los tratados eran bilaterales, no se
hacía necesario un depositario pues, cuando se celebraba un tratado entre dos
Estados, éstos intercambiaban los instrumentos de ratificación, y se lo sigue
haciendo para ese tipo de tratados o convenios.
En el caso de los tratados multilaterales, es necesario el nombramiento de
un Estado, una organización internacional o un funcionario administrativo
principal de tal organización, para que se ocupe de recibir, salvaguardar y
comunicar a las partes involucradas sobre los instrumentos de ratificación.
Esta entidad o Estado es el “depositario” y su designación se hace por acuerdo
de las partes.
El depositario cumple una función internacional y debe actuar con
imparcialidad. Entre otras cosas, la circunstancia de que no reconozca a uno u
otro Estado no debe influir en el cumplimiento de sus deberes. En los últimos
años, a fin de superar las contradicciones políticas y asegurar la posibilidad de
la participación universal en los tratados se designa como depositarios a
varios Estados. Por ejemplo, el caso de la Convención Interamericana sobre el
Tráfico Internacional de Menores, se nombra depositario del mismo, al
Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, en
cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 29 de la Convención; o el caso del
Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, firmado en
Londres, Moscú y Washington, el 1 de julio de 1968, se dispuso que los
instrumentos de ratificación y los de adhesión serán entregados para su
depósito a los Gobiernos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del
Norte, de los Estados Unidos de América y de la URSS, a quienes se les
designa como depositarios. En el caso de la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar, CONVEMAR, el depósito de los
instrumentos de ratificación y de confirmación formal, así como de adhesión
se hace ante el Secretario General de las Naciones Unidas, en concordancia
con los artículos 306 y 307 de la propia Convención.
En las últimas décadas ha sido una práctica casi común, que la Secretaría
General de las Naciones Unidas sea depositaria de los tratados internacionales
multilaterales.
4.11.2 El canje del Instrumento de Ratificación
Para que un tratado bilateral formal entre en vigor, se requiere la
ratificación de los Estados contratantes y el canje de los instrumentos de
ratificación. Los Estados, si así lo desean, pueden señalar una determinada
fecha para que el tratado entre en vigor, con posterioridad a dicho canje. De la
operación del canje se deja constancia en un acta.
La característica básica de este procedimiento es que las firmas de ambas
partes no aparecen en una carta o nota, sino en dos cartas o notas separadas.
Por lo tanto, el acuerdo reside en el canje de esas cartas o notas, reteniendo
cada una de las partes una carta o nota firmada por el representante de la otra
parte. En el tratado bilateral las partes indicarán mediante el canje de notas
que han completado todos los procedimientos internos necesarios para aplicar
el tratado.
4.12 El registro
El registro de los tratados internacionales se refiere a la función de la
Secretaría de las Naciones Unidas de efectuar la inscripción de los mismos,
según la disposición del artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas
(1945):

1. Todo tratado y todo acuerdo internacional concertados por


cualesquiera Miembros de las Naciones Unidas después de entrar
en vigor esta Carta, serán registrados en la Secretaría y
publicados por ésta a la mayor brevedad posible.
2. Ninguna de las partes en un tratado o acuerdo internacional que
no haya sido registrado conforme a las disposiciones del párrafo
1 de este Artículo, podrá invocar dicho tratado o acuerdo ante
órgano alguno de las Naciones Unidas.

Esta función está confirmada, además en el artículo 80 de la Convención


de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), que dispone:
Los tratados, después de su entrada en vigor, se transmitirán a la
Secretaria de las Naciones Unidas para su registro o archivo e
inscripción, según el caso, y para su publicación.
La designación de un depositario constituirá la autorización para que
éste realice los actos previstos en el párrafo; precedente.
De las disposiciones que se desprende del artículo 102, podemos precisar
lo siguiente:

Para registrar un tratado o convenio, éste debe haber entrado en


vigor.
Si las Naciones Unidas son parte del acuerdo, o el Secretario
General es el depositario del mismo, las Naciones Unidas
registrarán o archivarán e inscribirán unilateralmente el acuerdo.
Si una de las partes en el acuerdo es un Estado Miembro de las
Naciones Unidas, el tratado puede registrarse en Naciones
Unidas, con el objeto de darle publicidad y de poderlo invocar el
momento que proceda en las negociaciones o reclamaciones
internacionales.
Si una de las partes no es un Estado miembro de las Naciones
Unidas, o es un organismo especializado de las Naciones Unidas
o es una organización internacional con capacidad para celebrar
tratados, éstos pueden archivarse o inscribirse en Naciones
Unidas.

4.12.1 Sanciones por falta de registro


La falta de registro no afecta en modo alguno a la fuerza vinculante de un
tratado para las partes que lo suscribieron, pero no podrán invocarlo ante los
órganos de las Naciones Unidas en caso de necesidad, lo cual le hace perder
parte de su eficacia.
En ocasiones, la diplomacia sobre todo de los grandes países imperialistas
utilizó los tratados secretos, para alcanzar algunos objetivos poco notorios, a
espaldas de los pueblos, fruto de lo cual y bajo la presión de la opinión
pública, el Pacto de la Sociedad de las Naciones incluyó el requisito del
registro de los tratados de sus miembros en la Secretaría con el fin de
publicarlos.
El artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas (1945) en su segundo
numeral, dispone:
2. Ninguna de las partes en un tratado o acuerdo internacional que no
haya sido registrado conforme a las disposiciones del párrafo 1 de este
Artículo, podrá invocar dicho tratado o acuerdo ante órgano alguno de
las Naciones Unidas.
Consecuentemente, el registro, no la publicación, es el requisito previo
para que un tratado o acuerdo internacional pueda ser invocado ante la Corte
Internacional de Justicia o ante cualquier otro órgano de las Naciones Unidas.
Sin embargo, aparte de ésta, no existe otra norma que incluya sanción para
quienes no registran y tampoco estipula plazo para dicho registro.
4.13 La adhesión a un tratado internacional
La adhesión es la aceptación de las obligaciones convenidas en un tratado
por un Estado que no ha firmado previamente el instrumento.
La adhesión es una figura frecuente en tratados cuyos Estados signatarios
los dejan “abiertos” para que otros Estados se incorporen a ellos
posteriormente.
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, en su artículo
15 dispone:
Consentimiento en obligarse por un tratado manifestado
mediante la adhesión. El consentimiento de un Estado en obligarse
por un tratado se manifestara mediante la adhesión:

1. Cuando el tratado disponga que ese Estado puede manifestar


tal consentimiento mediante la adhesión;
2. Cuando conste de otro modo que los Estados negociadores
han convenido que ese Estado puede manifestar tal
consentimiento mediante la adhesión; o
3. Cuando todas las partes hayan consentido ulteriormente que
ese Estado puede manifestar tal consentimiento mediante la
adhesión.

De lo cual podemos colegir que un Estado puede adherir a un tratado


internacional, luego de que este haya sido firmado por los miembros, haya
entrado o no en vigor, siempre y cuando la adhesión esté prevista en el texto
del mismo; o, que haya manifestación por parte de los Estados parte de que
otros Estados pueden adherir al tratado; y, ante una solicitud del Estado que
desea adherir al tratado, los Estados miembros consientan en ello. Es decir, la
intención de un Estado de adherirse a determinado tratado debe estar siempre
permitido por las partes del mismo.
La adhesión a un tratado internacional surte el mismo efecto jurídico que
las otras formas de manifestación de voluntad del Estado de comprometerse
por el tratado y seguirá las mismas normas que se aplica en la ratificación del
mismo.
4.14 Las reservas
El artículo 2, literal d) de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados (1969) define la reserva como:
(…) una declaración unilateral, cualquiera que sea su enunciado o
denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o
aprobar un tratado o adherirse a él, con objeto de excluir o modificar
los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su
aplicación a ese Estado.
En esta definición existen varios elementos importantes que caracterizan a
la reserva: en primer lugar, se trata de una declaración unilateral, lo cual
significa que no requiere ser hecha por acuerdo entre las partes, es decir surge
como una simple manifestación de la voluntad y la soberanía del Estado,
quien además pretende excluirse de los efectos que emane del tratado
internacional, debido a la aplicación de una norma jurídica interna. Por otro
lado, las reservas pueden ser interpuestas en cualquiera de las etapas de
manifestación del Estado del consentimiento de obligarse por el tratado.
Una reserva puede permitir que un Estado participe en un tratado
multilateral en el que de otro modo ese Estado no querría o no podría
participar, excluyendo tan solo una parte del mismo.
La Organización de las Naciones Unidas acepta como equivalentes
cualesquiera de los siguientes términos: “reserva”, “declaración”,
“entendimiento”, “declaración interpretativa” o “manifestación declarativa”,
siempre y cuando sirva para modificar o excluir los efectos jurídicos de
ciertas disposiciones del tratado en su aplicación.
La Convención de Viena de 1969, solamente utiliza el término “reserva” y
en su artículo 19 dispone los momentos en que puede ser introducida una
reserva y las excepciones a esta facultad.
Formulación de reservas. Un Estado podrá formular una reserva en
el momento de firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o de
adherirse al mismo, a menos:

1. Que la reserva esté prohibida por el tratado;


2. Que el tratado disponga que únicamente pueden hacerse
determinadas reservas, entre las cuales no figure la reserva de
que se trate; o
3. Que, en los casos no previstos en los apartados a) y b), la
reserva sea incompatible con el objeto y el fin del tratado.

El texto de la reserva debe incluirse en el instrumento de ratificación,


aceptación, aprobación o adhesión o anexarse a él, y debe ser firmada
separadamente por el Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno o el Ministro de
Relaciones Exteriores, o la persona que tenga plenos poderes con tal fin
expedidos por una de las autoridades mencionadas.
Por otro lado, a menos que el tratado disponga otra cosa, un Estado puede
en cualquier momento retirar, completa o parcialmente su reserva u objeción
a la reserva. En este caso el consentimiento de los Estados interesados no es
necesario para la validez del retiro (artículos 22 y 23 de la Convención de
Viena de 1969). El retiro debe ser formulado por escrito y firmado por el Jefe
de Estado, Jefe de Gobierno, el Ministro de Relaciones Exteriores o el
Plenipotenciario.
Una reserva vigente puede ser modificada como resultado de un retiro
parcial o para crear nuevas exenciones o modificaciones de los efectos
jurídicos de ciertas disposiciones de un tratado. Una modificación tiene el
carácter de una nueva reserva, y ésta debe ser puesta en conocimiento de las
partes y dentro del plazo determinado se podrá hacer objeciones, caso
contrario se dará paso a las mismas.
En la práctica, existen algunos tratados internacionales que no admiten
reservas, debido principalmente a la delicadeza o importancia de los temas a
ser aplicados. Como ejemplo de este tipo de Instrumentos podemos señalar el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998, dispone: “No se
admitirán reservas al presente Estatuto” (art. 120). Existen algunos tratados
internacionales, especialmente los de defensa de los derechos humanos, o de
asuntos humanitarios, que, por su naturaleza, no admiten reservas. Otros
tratados internacionales, en cambio, no admiten reservas para ciertas partes o
artículos determinados de su texto, solamente.
4.14.1 Las Declaraciones
No obstante, no estar contempladas en las disposiciones de la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, la práctica de las
Naciones Unidas reconoce plenamente las declaraciones, sin embargo, éstas
solamente son: interpretativas o facultativas u obligatorias, como veremos
más adelante.
Al igual que las reservas, las declaraciones se depositan generalmente en
el momento de la firma o en el momento del depósito del instrumento de
ratificación, aceptación, aprobación o adhesión. Algunas veces una
declaración puede formularse posteriormente.
4.14.2 Las Declaraciones interpretativas
Un Estado parte de un tratado internacional puede hacer una declaración
acerca de su entendimiento de un asunto de una disposición particular de un
tratado o de la interpretación de ella. Estas declaraciones interpretativas, a
diferencia de las reservas, no tienen por objeto excluir o modificar los efectos
jurídicos de un tratado, sino más bien aclarar el significado de ciertas
disposiciones o de todo el tratado.
Algunos tratados prevén expresamente las declaraciones interpretativas.
Por ejemplo, al firmar o ratificar la Convención de las Naciones Unidas sobre
el Derecho del Mar, de 1982, o al adherirse a ella, un Estado puede hacer
declaraciones a fin de armonizar su derecho interno con las disposiciones de
esa Convención, siempre que tales declaraciones o manifestaciones no tengan
por objeto excluir o modificar los efectos jurídicos de las disposiciones de la
Convención en su aplicación a ese Estado (CONVEMAR, art. 310).
4.14.3 Las Declaraciones facultativas y obligatorias
Las disposiciones de un tratado pueden prever que los Estados parte hagan
declaraciones facultativas u obligatorias, las mismas que son jurídicamente
vinculantes para los declarantes.
Declaraciones facultativas
Muchos tratados de derechos humanos prevén que los Estados hagan
declaraciones facultativas que sean jurídicamente vinculantes para ellos.
Generalmente esas declaraciones se refieren a la competencia de las
comisiones o comités de derechos humanos. Un ejemplo de este caso es el del
artículo 41 del Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos, de 1966,
que dice:
Todo Estado Parte en el presente Pacto podrá declarar en cualquier
momento que reconoce la competencia del Comité para recibir y
examinar las comunicaciones en que un Estado Parte alegue que otro
Estado Parte no cumple las obligaciones que le impone este Pacto.
Declaraciones obligatorias
Cuando un tratado requiera que los Estados que se hagan partes en él,
formulen una declaración obligatoria, el depositario tratará de asegurarse de
que hagan tales declaraciones. Algunos tratados de desarme y de derechos
humanos prevén declaraciones obligatorias, como por ejemplo el artículo 3 de
la Convención sobre la prohibición de armas químicas y sobre su destrucción,
de 1993. En el párrafo 2 del artículo 3 del Protocolo Facultativo de la
Convención sobre los Derecho del Niño relativo a la participación de niños en
los conflictos armados, de 2000, se establece que:
Cada Estado Parte depositará, al ratificar el presente Protocolo o
adherirse a él, una declaración vinculante en la que se establezca la
edad mínima en que permitirá el reclutamiento voluntario en sus
fuerzas armadas nacionales y se ofrezca una descripción de las
salvaguardias que haya adoptado para asegurarse de que no se realiza
ese reclutamiento por la fuerza o por coacción.
También aparecen declaraciones obligatorias en la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y en el Acuerdo sobre la
aplicación de las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar de 10 de diciembre de 1982 relativas a la
conservación y ordenación de las poblaciones de peces transzonales y las
poblaciones de peces altamente migratorios, de 1995, se debe hacer una
declaración en la que especifique las cuestiones sobre las que se ha conferido
competencia a la organización, y la naturaleza y extensión de esa
competencia.
4.15 La enmienda y la modificación de los tratados
internacionales
En cuanto a los tratados bilaterales, estos sólo podrán enmendarse por
acuerdo entre las partes.
En los multilaterales, las partes podrán ponerse de acuerdo para modificar
el texto de un tratado, en cuyo caso cualquier Estado parte puede proponer un
proyecto de enmienda, el mismo que será puesto a consideración de las demás
partes y con su acuerdo, siempre y cuando no haya disposición en contrario o
prohibición en el mismo tratado se procederá a enmendar dicho tratado.
Como ejemplo de estos casos podemos mencionar el párrafo 4 del artículo
13 de la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento,
Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción, de
1997, que señala: “Toda enmienda a esta Convención será adoptada por una
mayoría de dos tercios de los Estados parte presentes y votantes en la
conferencia de enmienda. El Depositario comunicará toda enmienda así
adoptada a los Estados Partes”.
Todo Estado que es parte de un tratado está también permitido para ser
parte del texto enmendado. Sin embargo, en las relaciones entre un Estado
que sea parte del tratado original y del enmendado y un Estado que sólo lo sea
en uno de ellos, los derechos y obligaciones recíprocos se regirán por el
tratado en el que los dos Estados sean partes.
Los Estados que lleguen a ser parte en el tratado después de su entrada en
vigor, se entenderá que es parte del tratado en su forma enmendada y del
tratado en la forma no enmendada, con respecto a los Estados que no han sido
parte del acuerdo de enmienda, salvo, claro, que no manifieste decisión en
contrario. El acuerdo de enmienda de un tratado no obligará a ningún Estado
que, aunque sea parte del tratado original, no sea del acuerdo de enmienda.
Dos o más partes en un tratado multilateral podrán celebrar un acuerdo
que tenga por objeto modificar el tratado únicamente en sus relaciones
mutuas, siempre y cuando la posibilidad de tal modificación está prevista por
el tratado, o no está prohibida por el tratado, siempre que no afecte al disfrute
de los derecho y obligaciones de las demás partes; y que no se refiera a
ninguna disposición cuya modificación sea incompatible con el objeto y el fin
del tratado (Ciuro Caldani, 2001).
Las partes interesadas deberán notificar a las demás partes su intención de
celebrar el acuerdo y la modificación del tratado que en ese acuerdo se
disponga.
Los tratados especifican normalmente que una parte debe consentir
formalmente en obligarse por una enmienda, después de su aprobación,
mediante el depósito de un instrumento de ratificación, aceptación o
aprobación de la enmienda. Como ejemplo de este mandato tenemos el
párrafo 3 del artículo 39 de la Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Transnacional, de 2000.
Una enmienda puede entrar en vigor de varios modos diferentes, por
ejemplo:

1. En el momento de la aprobación de la enmienda;


2. Cuando transcurra un período de tiempo determinado, 30 días,
tres meses, etc.;
3. Cuando se suponga su aceptación por consenso si, en un plazo
determinado después de su distribución, ninguna de las partes en
el tratado objeta; o
4. Una vez depositado un número determinado de instrumentos de
ratificación, aceptación o aprobación, etc.

Como ejemplo podemos señalar el párrafo 4 del artículo 20 del Protocolo


de Kioto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático, de 1997[12]:
Los instrumentos de aceptación de una enmienda se entregarán al
Depositario. La enmienda aprobada de conformidad con el párrafo 3
entrará en vigor para las Partes que la hayan aceptado el nonagésimo
día contado desde la fecha en que el Depositario haya recibido los
instrumentos de aceptación de por lo menos tres cuartos de las Partes
en el presente Protocolo.
En cuanto a los efectos de las enmiendas, éstas pueden obligar luego de
entrar en vigor, sólo a los Estados que hayan aceptado formalmente la
enmienda (como el caso anterior) o en ciertos casos especiales a todos los
Estados partes en el tratado.
En el caso de los tratados que no han entrado en vigor, no será posible
enmendarlos, salvo que los Estados partes convengan en que el texto de un
tratado necesita ser revisado; luego de ser aprobado, los signatarios y las
partes contratantes pueden reunirse para aprobar acuerdos conexos que
modifiquen el tratado principal.
PARTE V
LA INTERPRETACIÓN Y LOS EFECTOS
DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES

5.1 La interpretación de los tratados internacionales.-


Los distintos sistemas
Interpretar un tratado es clarificar lo que las partes han acordado en él, o
sea determinar el sentido de lo expresado en sus cláusulas. El tratado debe
interpretarse de buena fe, atendiéndose al significado usual de los términos
empleados en él.
A cualquier término del tratado sólo se le puede atribuir un sentido
especial cuando tal fue el propósito de las partes. En algunos casos, la práctica
diplomática malintencionada ha utilizado la interpretación para desfigurar el
verdadero contenido de los tratados en conjunto o de algunas normas de
derecho internacional.
Cuando se trate de interpretar un tratado internacional, se debe tomar en
cuenta el idioma en el que está redactado, las circunstancias históricas en que
fue concluido, el vínculo entre las partes y que el texto, incluido el preámbulo
y los anexos constituyen una unidad lógica y un conjunto armónico de normas
jurídicas. Los resultados de la interpretación no deben estar en pugna con los
principios básicos de derecho internacional, no han de violar la soberanía de
los Estados, ni deben acarrear sentido para la suspensión del tratado o la
pérdida de su sentido. Los artículos especiales del tratado poseen prioridad
sobre sus disposiciones generales. La práctica de la aplicación del tratado es
un elemento importante a los efectos de la interpretación.
En cuanto a quien realiza la interpretación del tratado, ésta debe ser hecha
por el órgano que lo aplica. Cada parte tiene derecho a interpretar el tratado,
pero su interpretación, como acto unilateral, no es obligatoria para las demás
partes, pues la interpretación interna del Estado, no puede modificar el
contenido del tratado.
La interpretación auténtica es aquella que es acordada por todas las partes
de un tratado internacional y es obligatoria para todos.
5.2 Normas de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados para la interpretación de los mismos
Según el artículo 31 de la Convención de Viena de 1969, la interpretación
se hará observando su objeto y su fin. Además se tomará en cuenta como una
sola unidad el texto, preámbulo y anexos. Para interpretar el tratado deberá
tenerse en cuenta los acuerdos ulteriores entre las partes para la interpretación
o la aplicación del mismo, y las prácticas sobre la materia.
En el artículo 32 la Convención (1969) determina los medios de
interpretación complementarios:
(…) en particular los trabajos preparatorios del tratado y las
circunstancias de su celebración, para confirmar el sentido resultante
de la aplicación del artículo 31. Además en los siguientes casos para
determinar el sentido cuando la interpretación ha sido hecha de
conformidad con el artículo 31:

1. Cuando deje ambiguo u oscuro el sentido; o


2. Conduzca a un resultado manifiestamente absurdo o ilógico.

En el artículo 33 de la Convención se señala las siguientes normas para la


interpretación de tratados autenticados en dos o más idiomas:
Interpretación de tratados autenticados en dos o más idiomas:

1. Cuando un tratado haya sido autenticado en dos o más


idiomas, el texto hará igualmente fe en cada idioma, a menos
que el tratado disponga o las partes convengan que en caso
de discrepancia prevalecerá uno de los textos.
2. Una versión del tratado en idioma distinto de aquel en que
haya sido autenticado el texto será considerada como texto
auténtico únicamente si el tratado así lo dispone o las partes
así lo convienen.
3. Se presumirá que los términos del tratado tienen en cada
texto auténtico igual sentido.
4. Salvo en el caso en que prevalezca un texto determinado
conforme a lo previsto en el párrafo 1, cuando la
comparación de los textos auténticos revele una diferencia de
sentido que no pueda resolverse con la aplicación de los
artículos 31 y 39, se adoptará el sentido que mejor concilie
esos textos, habida cuenta del objeto y fin del tratado.

5.3 Efectos de los tratados internacionales


Un tratado internacional impone una regla de conducta obligatoria para los
Estados signatarios, como principio reconocido por la práctica internacional.
Además, los tratados crean derechos y obligaciones, lo cual constituye el
efecto general de los mismos. Esto plantea un particular problema: el del
fundamento y la razón de la obligatoriedad entre las partes. La justificación al
punto, se encuentra en el principio “pacta sunt servanda” reconocido
repetidamente por la Comunidad Internacional. Este principio implica una
actitud de buena fe que ha de prevalecer durante la ejecución de tratado en
vigor, lo que se traduce en la satisfacción de una necesidad de seguridad
jurídica y que se ha transmitido en el tiempo como una verdad universalmente
aceptada, como veremos más adelante.
Los tratados internacionales producen efectos en el tiempo, en el espacio,
respecto de otros tratados, entre las partes y respecto de terceros Estados,
según lo analizamos a continuación:
En el tiempo: La entrada en vigor de un tratado se produce en el
momento que el Estado parte admite su consentimiento, es decir, ratifica el
texto.
El término final suele estar previsto en el propio tratado, de lo contrario,
dejarán de surtir efecto por nulidad, suspensión o terminación.
En el primer caso, la Convención de Viena de 1969, considera los vicios
del consentimiento de los Estados que acarrean nulidad, en los siguientes
supuestos:
Absoluta: Si el consentimiento de una de las partes se ha conseguido
mediante la coacción, o si en el momento de la celebración del tratado, éste se
encuentra en oposición a una norma imperativa del derecho internacional.
Relativa: En caso de que el consentimiento se haya prestado con una
violación manifiesta de una norma interna fundamental sobre la competencia
para celebrar tratados, o si existiera corrupción del representante de un
Estado, efectuada por otro Estado negociador.
En el espacio: El principio general que reconoce la Convención de Viena
sobre cuál es el espacio físico o territorial al que alcanzan los efectos del
tratado, es el de la “obligatoriedad en todo el territorio” de cada una de las
partes, entendiéndose por esto, territorio terrestre, aguas interiores, mar
territorial y espacio aéreo.
Respecto de otros tratados: Se suscita otro cuestionamiento sobre los
efectos de dos o más tratados de la misma clase, que consiste en determinar la
compatibilidad y la medida de los efectos que cada uno ha de producir o
limitarse.
Incluimos algunos ejemplos, que se encuentran de acuerdo al orden que
refleja la Convención de Viena en su artículo 30.
El supuesto excepcional del artículo 103 de la Carta de Naciones Unidas
en el que se dice: “En caso de conflicto entre las obligaciones contraídas por
los Miembros de las Naciones Unidas en virtud de la presente Carta, y sus
obligaciones contraídas en virtud de cualquier otro convenio internacional,
prevalecerán las obligaciones impuestas por la presente Carta” (Naciones
Unidas, 1945).
Esto es consecuente con la naturaleza propia de las Naciones Unidas, cuyo
fin es el mantenimiento de la paz y seguridad internacional, a cuya realización
quedarán subordinados la organización y sus Miembros.
Otro supuesto similar es el contemplado en el numeral 2 del artículo 30 de
la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados: “Cuando un
tratado especifique que está subordinado a un tratado anterior o posterior o
que no debe ser considerado incompatible con ese otro tratado, prevalecerán
las disposiciones de este último” (Naciones Unidas, 1969).
Un tercer caso es aquel en el que se encuentren dos tratados sucesivos
sobre la misma materia entre las mismas partes con contenidos disímiles, la
manera de resolución es el principio romano “Lex posteriori derogat priori”,
lo que significa que la ley posterior deroga a la anterior de manera
contundente.
5.3.1 En relación a las partes contratantes: respecto
del territorio, de los gobernantes y de los gobernados
Por norma universal el tratado internacional extiende sus efectos en todo
el territorio sobre el cual el Estado ejerce soberanía. El Estado es un
organismo que reúne tres elementos básicos: la población, el territorio y las
instituciones a través de las cuales ejerce el poder, o en criterio de
DUGUIT[13], “se caracteriza por la realización, sobre un territorio determinado,
de una cierta diferenciación entre los gobernantes y gobernados” (Duguit,
2003).
Con respecto a los gobernantes, debemos recordar que, en regímenes
como el del Ecuador, es al Ejecutivo a quien le corresponde dirigir la política
internacional y las relaciones internacionales y por ende celebrar y ratificar
los tratados internacionales. Esos tratados internacionales, celebrados,
aprobados y ratificados de acuerdo a la Constitución y a la ley; constituyen
fuente del derecho interno y para que sean aplicados en forma obligatoria, el
Estado ha adoptado los procedimientos necesarios para que las normas del
tratado sean incorporadas al derecho interno.
Con respecto al órgano legislativo, en algunos casos se requiere una ley
para que el tratado internacional pueda producir sus efectos, en el caso de la
legislación mexicana, por ejemplo, los tratados internacionales son una ley de
orden federal, con igualdad de rango jerárquico a las leyes emanadas del
Congreso de la Unión y el tratamiento para su aprobación, es igual que para
estas leyes.
Otros parlamentos tienen mecanismos más simples para su aprobación e
incorporación a la legislación nacional, en el caso del Ecuador, la aprobación
legislativa del tratado internacional, requiere un solo debate (a diferencia de la
ley que requiere dos) y el voto conforme de la mayoría de todos los
integrantes de la Asamblea Nacional y además sólo requieren de aprobación
legislativa los tratados internacionales de cuya materia que se trate están
enumerados expresamente en el artículo 419 de la Constitución.
La aprobación legislativa de los tratados conlleva la aceptación de los
gobernados, del pueblo directamente representado en esa legislatura, para
comprometerse por ese tratado.
5.3.2 Con relación a terceros: tratados que benefician
y que crean obligaciones
En este punto la cuestión se sustrae a determinar cuáles son los sujetos
internacionales respecto de los que surten efecto los Tratados, o sea si crean
obligaciones sólo para las partes o también para Estados terceros. Los tratados
producen efectos entre las partes y sólo éstas pueden limitarlos mediante la
estipulación en el propio tratado.
En el caso de los Estados terceros, la regla general está formulada de la
siguiente manera: “Un tratado no crea obligaciones ni derechos para un tercer
Estado sin su consentimiento” (Convención de Viena, 1969, Art. 34). Y la
misma establece en los literales g) y h) del artículo 2, que se entiende por
“Parte” un Estado que ha consentido en obligarse por el tratado y con respecto
al cual el mismo está en vigor; y se entiende por “Tercer Estado” un Estado
que no es parte en el tratado.
No obstante se debe tener en cuenta que la misma Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados (1969) reconoce que hay acuerdos
internacionales que no están comprendidos en el ámbito de la misma, es decir
aquellos celebrados entre Estados y otros sujetos de derecho internacional o
entre esos otros sujetos de derecho internacional, así como los acuerdos
internacionales no celebrados por escrito, pero que este hecho no afecta:

1. Al valor jurídico de tales acuerdos;


2. A la aplicación a los mismos de cualquiera de las normas
enunciadas en la presente Convención a que estuvieren
sometidos en virtud del derecho internacional
independientemente de esta Convención;
3. A la aplicación de la Convención a las relaciones de los Estados
entre sí en virtud de acuerdos internacionales en los que fueren
asimismo partes otros sujetos de derecho internacional (art. 3).

PARTE VI
LA NULIDAD Y LA TERMINACIÓN DE LOS TRATADOS
INTERNACIONALES

6.1 La nulidad de los tratados internacionales de acuerdo con la


Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
Siendo el consentimiento el fundamento de la celebración de los tratados
internacionales, estos pueden perder su fuerza jurídica por aparecimiento de
algunos de los vicios que lesionan el consentimiento: error, coacción y dolo.
Pues para la firma del tratado se presume la voluntad del Estado y su
intención de proceder de acuerdo a la buena fe.
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, en su
artículo 46, se refiere a las disposiciones de derecho interno concernientes a la
competencia para celebrar tratados y lo hace de la siguiente manera:

1. El hecho de que el consentimiento de un Estado en obligarse por


un tratado haya sido manifiesto en violación de una disposición
de su derecho interno concerniente a la competencia para
celebrar tratados no podrá ser alegado por dicho Estado como
vicio de su consentimiento, a menos que esa violación sea
manifiesta y afecte a una norma de importancia fundamental de
su derecho interno.
2. Una violación es manifiesta si resulta objetivamente evidente
para cualquier Estado que proceda en la materia conforme a la
práctica usual y de buena fe.

En esta disposición concurren dos supuestos: el primero, que la voluntad y


el consentimiento del Estado para obligarse por un tratado, viole alguna
disposición de su derecho interno; y, segundo, el Estado no puede señalar este
hecho como vicio del consentimiento para alegar anulación de un tratado. La
excepción en este caso es que la violación sea palpable, notoria, pero sobre
todo, que afecte a una norma de derecho constitucional, ya que generalmente
estas son normas supremas de los Estados.
6.1.1 La capacidad
Tienen capacidad para celebrar tratados internacionales los representantes
de los Estados con plenos poderes (artículo 7 de la Convención de Viena de
1969). Sin embargo, hay determinados cargos estatales que tienen facultades
para celebrar todos estos actos sin que sea necesario que tenga un poder del
Estado específico pues el derecho internacional les confiere facultades en
virtud de sus funciones. Estos son el Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno y el
Ministro de Relaciones Exteriores. Los Jefes de Misión Diplomática también
tienen determinadas competencias, cuando actúan con el país ante el cual
están acreditados, caso contrario requerirán, además, la carta de plenos
poderes
Las organizaciones internacionales también tienen capacidad para celebrar
tratados internacionales, se rigen por las normas de la Convención de Viena
de 1986, pero esta capacidad depende de lo establecido en sus cartas
fundacionales o estatutos.
El artículo 6 de la Convención de Viena de 1969 dice que todo Estado
tiene capacidad para celebrar tratados.
El artículo 7, por otro lado, señala que:

1. Para la adopción, la autenticación del texto de un tratado, para


manifestar el consentimiento del Estado en obligarse por un
tratado, se considerará que una persona representa a un Estado:
a. Si se presentan los adecuados plenos poderes; o
b. Si se deduce de la práctica seguida por los Estados interesados, o
de otras circunstancias, que la intención de esos Estados ha sido
considerar a esa persona representante del Estado para esos efectos y
prescindir de la presentación de plenos poderes.

2. En virtud de sus funciones, y sin tener que presentar plenos


poderes, se considerará que representan a su Estado:
a. Los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Ministros de Relaciones
Exteriores, para la ejecución de todos los actos relativos a la
celebración de un tratado;
b. Los Jefes de misión diplomáticas, para la adopción del texto de un
tratado entre el Estado acreditante y el Estado ante el cual se
encuentran acreditados;
c. Los representantes acreditados por los Estados ante una
conferencia internacional o ante una organización internacional o
uno de sus órganos, para la adopción del texto de un tratado en tal
conferencia, organización u órgano.

El artículo 8 por su parte se refiere a la confirmación ulterior de un acto


ejecutado sin autorización:
Un acto relativo a la celebración de un tratado, ejecutado por una
persona que, conforme al artículo 7 no pueda considerarse autorizada
para representar con tal fin a un Estado, no surtirá efectos jurídicos a
menos que sea ulteriormente confirmado por ese Estado.
En todo caso, la falta de plenos poderes en un funcionario no investido de
representación natural del Estado, generalmente no anula el compromiso del
Estado de obligarse, siempre será posible una confirmación posterior por
parte de las autoridades estatales.
6.1.2 El objeto lícito
Los tratados tienen como objeto una o más obligaciones que afectan a los
Estados contratantes. El objeto de un tratado puede ser una regulación sobre
cualquier asunto de interés para los Estados.
El derecho internacional prohíbe la celebración de tratados que tengan
como finalidad un objeto ilícito; el objeto tiene que ser también posible, ya
que la imposibilidad natural (por ejemplo la inexistencia de un río fronterizo)
conduce a la imposibilidad jurídica. Tampoco es lícito un tratado que
pretende imponer obligaciones a un tercer Estado, conforme al principio de
pacta tertiis nec nocent nec prosun[14].
6.1.3 Vicios del consentimiento
Los vicios del consentimiento: error, fuerza y dolo, anulan un tratado
internacional, siempre que se encuentren dentro de ciertas situaciones, que las
analizaremos a continuación:
El Error
El artículo 48 de la Convención de Viena de 1969, señala:
1. Un Estado podrá alegar un error en un tratado como vicio de su
consentimiento en obligarse por el tratado si el error se refiere a un
hecho o a una situación cuya existencia diera por supuesta ese Estado
en el momento de la celebración del tratado y constituyera una base
esencial de su consentimiento en obligarse por el tratado.
2. El párrafo I no se aplicará si el Estado de que se trate contribuyó
con su conducta al error o si las circunstancias fueron tales que
hubiera quedado advertido de la posibilidad de error.
3. Un error que concierna sólo a la redacción del texto de un tratado
no afectará a la validez de éste: en tal caso se aplicará el artículo 79.
Un tratado obliga a las partes y solo a las partes, no crean obligaciones
para un tercer Estado sin su consentimiento. Es decir, el error no invalida
“ipso-facto” el tratado. Sólo faculta al Estado para alegarlo –nulidad relativa–
como vicio de su consentimiento.
El error, en materia de tratados, es poco frecuente ya que éstos son
concluidos en varias etapas, lo que ofrece suficientes oportunidades para
detectarlo a tiempo y evitarlo.
Para invalidad un tratado se requiere:

Que el error se refiera a un hecho o a una situación cuya


existencia diera por supuesta ese Estado en el momento de la
celebración del tratado;
Que haya constituido una base esencial de su consentimiento en
obligarse.

Si es evidente que el Estado contribuyó con su conducta al error o si puede


advertirlo de acuerdo a las circunstancias no podrá alegarlo como vicio de su
consentimiento.
La Fuerza o Coacción
La fuerza o coacción está contemplada en la Convención de Viena de la
siguiente manera:
Coacción sobre el representante de un Estado. La manifestación
del consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado que haya
sido obtenida por coacción sobre su representante mediante actos o
amenazas dirigidos contra él carecerá de todo efecto jurídico (art. 51).
Coacción sobre un Estado por la amenaza o el uso de la fuerza. Es
nulo todo tratado cuya celebración se haya obtenido por la amenaza o
el uso de la fuerza en violación de los principios de derecho
internacional incorporados en la Carta de las Naciones Unidas (art.
52).
La Carta de las Naciones Unidas por su parte, establece en su artículo 2,
numeral 4, lo siguiente:
Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales,
se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la
integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o
en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las
Naciones Unidas[15].
En consecuencia, la situación es la siguiente en virtud de lo establecido en
la disposición citada de la Carta de las Naciones Unidas, en relación al
artículo 52, entre otros: si un Estado recurre a la fuerza violando la Carta, el
tratado de paz que se suscriba en término de las hostilidades, adolecería de
nulidad absoluta. Esta situación afectaría por consiguiente a los tratados
celebrados después de la entrada en vigor de la Carta, no afecta a la validez de
los anteriores, en virtud del principio de irretroactividad.
Ha habido decisiones sobre los tratados de paz emanada de los tribunales,
sin que haya discutido la nulidad de ellos a causa de la coacción aplicada.
Como ejemplo, señalaré el caso de Bolivia, que en noviembre de 1920,
solicitó de la Sociedad de las Naciones la recomendación de ésta para que
Chile se allanara a la revisión del Tratado de 1904, suscrito por ambos países,
aduciendo, entre otras consideraciones, la coacción de que había sido víctima
por parte de Chile al celebrar dicho tratado. Chile argumentó por su parte, que
dicho tratado había sido suscrito 24 años después de haber cesado las
hostilidades entre ambos países además de que la fuerza no viciaba los
tratados de paz.
La Sociedad de Naciones nombró a tres juristas para que determinaran el
verdadero alcance de la disposición legal invocada por Bolivia (artículo 19
del Tratado) ellos opinaron unánimemente que la demanda era inadmisible, ya
que el artículo citado se referiría a los tratados inaplicables o inaplicados lo
que no sucedía en el caso discutido[16].
El Dolo
El artículo 49 de la Convención de Viena, describe al dolo de la siguiente
manera: “si un Estado ha sido inducido a celebrar un tratado por la conducta
fraudulenta de otro Estado negociador, podrá alegar el dolo como vicio de su
consentimiento en obligarse por el tratado” (Naciones Unidas, 1969).
Según algunos autores el dolo es el error debido al fraude de otro, esto es,
toda especie de maniobras o artificios dirigidos a inducir a una parte para la
conclusión de un tratado, sea provocado el error: dolo positivo, o
aprovechando el error existente: dolo negativo.
La alegación del dolo es escasa en derecho internacional ya que los
Estados, al concluir un tratado, tomarán todos los medios para evitarlo.
Hay quienes señalan que el caso típico se da cuando una parte es víctima
del error y la otra parte conoce el error, pero no hace nada para desengañar a
la primera.
El dolo en los tratados se manifestará en declaraciones falsas de los
hechos, en la omisión de actos, hechos o situaciones importantes, si son
esenciales para el consentimiento de la otra parte y si ésta por razones
excusables, no puede obtener esa información. El Estado si lo desea, podrá
alegar la nulidad relativa del tratado.
Fraude o corrupción de un representante del Estado
Dice el artículo 50 de la Convención de Viena (1969) sobre el Derecho de
los Tratados:
Corrupción del representante de un Estado. Si la manifestación del
consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado ha sido
obtenida mediante la corrupción de su representante, efectuada directa
o indirectamente por otro Estado negociador, aquel Estado podrá
alegar esa corrupción como vicio de su consentimiento en obligarse
por el tratado.
Esta situación estaría prevista en el artículo referente al dolo, ya que
plantea una forma de conducta fraudulenta para obtener el consentimiento del
representante del otro Estado.
Otro caso de corrupción de un representante del Estado, sucede cuando
antes de expresar el consentimiento de ese Estado para obligarse por un
tratado, ha aceptado ofertas, promesas o regalos realizados con la finalidad de
inducirlo a expresar dicho consentimiento.
Deben ser actos que ejerzan una influencia decisiva en la conducta del
representante, para que el Estado pueda alegar, si lo desea, la nulidad del
tratado. Así, un favor o una cortesía no serían determinantes para alegar tal
corrupción.
6.2 Consecuencias de la nulidad de los tratados internacionales
La Convención de Viena de 1969, se refiere en sus artículos 69 y 71 a dos
situaciones diferentes de nulidad:
La del artículo 69 que establece la norma general que acarrea la nulidad de
todos los tratados bilaterales o multilaterales. Este artículo, inicia
estableciendo que declarado nulo un tratado carece de toda fuerza jurídica
(numeral 1).
El tratado es nulo ab-initio (“desde el principio”), y no solo a partir de la
fecha en que la nulidad es alegada.
La nulidad puede haber sido alegada después de que las partes realizaron
actos de buena fe. En estos casos, si bien la nulidad del tratado regirá a partir
de su celebración, cada parte puede pedir a cualquier otra de las partes que en
la medida de lo posible establezca en sus relaciones mutuas la situación que
habría existido o no se hubieran ejecutado esos actos (art. 69, número 2,
literal a). Se establece, además, que “los actos ejecutados de buena fe antes de
que se haya alegado la nulidad no resultarán ilícitos por el solo hecho de la
nulidad del tratado” (numeral 2, literal b).
Si no existe la buena fe como en casos de dolo, corrupción o coacción, no
proceden las situaciones señaladas en las disposiciones anteriores, esto es
restauración del statu quo ante licitud de los actos de buena fe, antes de
declararse la nulidad.
La del artículo 71 de la Convención de Viena de 1969, se refiere al caso
de tratados que están en oposición a una norma de jus cogens (existente o
emergente).
También se refiere este artículo a las consecuencias de la nulidad de los
tratados que están en oposición a una norma imperativa de derecho
internacional general, sea un jus cogens existente (artículo 53) o un jus cogens
emergente (artículo 64).
Esta causal de nulidad ha sido tratada separadamente por la Convención,
por cuanto ella no depende de la voluntad de las partes, como ocurre con el
error, corrupción o coacción, por ejemplo.
Señala el artículo 71, en su párrafo 1:
Cuando un tratado sea nulo en virtud del artículo 53 las partes
deberán:

a. Eliminar en lo posible las consecuencias de todo acto que


se haya ejecutado basándose en una disposición que esté en
oposición con la norma imperativa de derecho internacional
general; y,
b. Ajustar sus relaciones mutuas a la norma imperativa de
derecho internacional general.
El párrafo 2 se refiere a la aparición de una nueva norma de Jus cogens:
Cuando un tratado se convierte en nulo en virtud del artículo 64, la
terminación del tratado:

a. Eximirá a las partes de toda obligación de seguir


cumpliendo el tratado.
b. No afectará ningún derecho, obligación o situación jurídica
de las partes creados por la ejecución del tratado antes de su
terminación; sin embargo, esos derechos, obligaciones o
situaciones podrán en adelante mantenerse únicamente en la
medida en que su mantenimiento no esté por sí mismo en
oposición con la nueva norma imperativa del derecho
internacional general

Así, al ser nulo un tratado sus disposiciones carecen de fuerza jurídica y


eximirá a las partes de seguir cumpliendo los derechos y las obligaciones;
éstos, si han sido creados antes de la terminación del tratado, podrán
mantenerse en tanto no se opongan a las normas de jus cogens.
6.3 La terminación de los tratados internacionales
por voluntad de las partes
La terminación del tratado internacional significa que ha perdido su
obligatoriedad en las relaciones entre las partes y ha dejado de crear derechos
y deberes para ellas.
El tratadista CHARLES ROUSSEAU (1966), plantea cuatro formas de
terminación de los tratados internacionales: la derogación, la denuncia, el
cambio de circunstancias y la revisión (pág. 84). Veamos algunas de ellas:
6.3.1 Por voluntad unánime de las partes
Las partes pueden establecer cláusulas que permiten terminar con el
tratado o también pueden no disponer nada. Las cláusulas de terminación del
tratado pueden ser: cláusulas resolutivas y cláusulas de denuncia o retiro.
La Derogación
Es la extinción de los tratados por la voluntad común de las Partes. Es el
caso más simple, que resulta de un acuerdo entre las partes y puede darse en
cualquier momento.
ROUSSEAU señala que la derogación de un tratado, puede darse de tres
formas: la primera, cuando:
“la derogación nace tanto de un tratado especial como de una cláusula
especial de un tratado más amplio. La derogación de un tratado
bilateral por medio de cláusula especial es frecuente en los tratados
con duración limitada (tratados de comercio, de arbitraje, de amistad,
de alianza, etc.). La de un tratado multilateral se encuentra
especialmente en los tratados de paz, las uniones internacionales, etc.
(ROUSSEAU, Derecho Internacional Público profundizado, 1966)”.
La segunda forma se da por una importante excepción al principio de la
extinción por acuerdo unánime entre las partes y consiste en que “un régimen
convencional finalice o se vea modificado por una decisión mayoritaria de los
Estados parte en el tratado” (ROUSSEAU, Derecho Internacional Público
profundizado, 1966, págs. 84, 85).
6.3.2 Por voluntad unilateral
La Denuncia
Los tratados internacionales pueden finalizar como consecuencia de una
manifestación de la voluntad de una de las partes. Pero para que ésta tenga
valor jurídico, debe haber sido permitida con anterioridad, de preferencia en
el mismo texto del tratado.
Hay tratados en los que se prohíbe su denuncia en determinadas
circunstancias. Así, las Convenciones de Ginebra de 1949 sobre la Protección
de las Víctimas de Guerra, en la cual se prohíbe su denuncia en períodos
bélicos (art. 158).
En general son muy pocos los tratados que prohíben su denuncia, sin
embargo ésta es la práctica más extendida y más usada.
Corresponde a la ley interna de cada Estado, determinar el órgano estatal
que tendrá la competencia necesaria para poder denunciar los compromisos
internacionales. En forma general, es el Jefe de Estado, a través del Ministro
de Relaciones Exteriores. En el caso del Ecuador, la Asamblea Nacional debe
aprobar la denuncia de los tratados señalados en el artículo 419 de la
Constitución.
A más de estar previsto en el tratado la posibilidad de la denuncia, debe
constar también otras condiciones como:

El órgano ante el cual se notificará la denuncia, lo cual conlleva


la publicidad de la denuncia.
La fecha a partir de la cual es posible la denuncia.
La adopción de un plazo de preaviso, es decir un término
acordado, en el cual queda suspendida la denuncia, antes de que
esta sea aplicada.

En cuanto a los efectos de la denuncia es necesario distinguir entre los


tratados bilaterales y los tratados multilaterales:
En el caso de los tratados bilaterales, la denuncia pone fin al tratado. Es
muy frecuente su utilización en el caso de los tratados de naturaleza
económica o de comercio, cuya duración es de ordinario limitada. Cabe
señalar, como ejemplo, que en los últimos años el Parlamento ecuatoriano
aprobó la denuncia unilateral de los tratados sobre protección de inversiones
con varios países.
En los casos de tratados multilaterales, la denuncia no pone fin al tratado,
sino que más bien excluye al Estado denunciante de las disposiciones
jurídicas establecidas en el tratado, el que sigue vigente para el resto de los
Estados parte.
Para referirse a la denuncia o retiro de un tratado, en el caso de que en su
texto no existan disposiciones sobre la terminación, la denuncia o el retiro, la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, expresa:
Denuncia o retiro en el caso de que el tratado no contenga
disposiciones sobre la terminación, la denuncia o el retiro.

1. Un tratado que no contenga disposiciones sobre su


terminación ni prevea la denuncia o el retiro del mismo podrá
ser objeto de denuncia o de retiro a menos:
2. Que conste que fue intención de las partes admitir la
posibilidad de denuncia o de retiro; o
3. Que el derecho de denuncia o de retiro pueda inferirse de la
naturaleza del tratado.
4. Una parte deberá notificar con doce meses, por lo menos, de
antelación su intención de denunciar un tratado o de retirarse
de él conforme al párrafo primero (art. 56).

6.3.3 Por cumplimiento de una condición resolutoria


Cuando una cláusula se ha cumplido, produce la revocatoria o ineficacia
de la obligación o disposición del tratado, lo cual trae como consecuencia
reponer las cosas en el estado que tenía antes de la celebración del tratado.
El cumplimiento de la condición resolutoria, se da, especialmente en dos
situaciones, las que dependen del cumplimiento del plazo que se señaló en la
cláusula correspondiente y las que dependen del hecho, el mismo que está
también señalado en la cláusula resolutoria.
La terminación del tratado resulta de su texto en sí mismo, es decir, el
tratado encara a título de causa de extinción ciertos acontecimientos que al
suceder provocan automáticamente su desaparición: tal es la llegada del
término final para los tratados con duración determinada, concluyen, por
ejemplo, en 5, 10, 50, 99 años. Y, porque se cumplió el objeto del mismo
tratado, la entrega, conclusión, o finalización de un hecho.
6.4 Terminación de los tratados por aplicación de normas de
derecho internacional general
6.4.1 La norma “Rebus Sic Stantibus”
La norma “Rebus Sic Stantibus” es aquella según la cual un cambio
esencial en las circunstancias de hecho, en vista o en consideración de las que
se celebró un tratado, puede provocar la caducidad de ese tratado o por lo
menos afectar su fuerza obligatoria. Es decir, el supuesto de que los tratados
se concluirían bajo la condición de que las cosas permanecieran en el mismo
estado, implica que un tratado puede dejar de ser obligatorio si las
condiciones existentes en el momento de su celebración sufrieron ulteriores
modificaciones de una importancia esencial para las relaciones entre las
partes.
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados no reconoce de
manera abierta la Cláusula “Rebus Sic Stantibus”, sin embargo el cambio
fundamental de las circunstancias, quedó contemplada en el artículo 62 de la
misma, de la siguiente manera:

1. Un cambio fundamental en las circunstancias ocurrido con


respecto a las existentes en el momento de la celebración de
un tratado y que no fue previsto por las partes, no podrá
alegarse como causa para dar por terminado el tratado o
retirarse de él, a menos que:
a. La existencia de esas circunstancias constituyera una base
esencial del consentimiento de las partes en obligarse por el
tratado; y,
b. Ese cambio tenga por efecto modificar radicalmente el
alcance de las obligaciones que todavía deban cumplirse en
virtud del tratado.
2. Un cambio fundamental en las circunstancias no podrá
alegarse como causa para dar por terminado un tratado o
retirarse de él:
a. Si el tratado establece frontera; o
b. Si el cambio fundamental resulta de una violación, por la
parte que lo alega, de una obligación nacida del tratado o de
toda otra obligación internacional con respecto a cualquier
otra parte del tratado.
3. Cuando, con arreglo a lo dispuesto en los párrafos
precedentes, una de las partes pueda alegar un cambio
fundamental en las circunstancias como causa para dar por
terminado un tratado o para retirarse de él, podrá también
alegar ese cambio como causa para suspender la aplicación
del tratado.

6.4.2 La violación grave de un tratado


Se considera violación grave de un tratado, en concordancia con la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados: El rechazo a un
tratado y la violación de una disposición fundamental para el objeto del
tratado.
En el caso de tratados bilaterales, si una de las partes comete una violación
grave del tratado, la otra parte estará facultada para dar por terminado o para
suspender su aplicación total o parcialmente.
En el caso de los tratados multilaterales, la violación grave del mismo, en
el cual incurra una de las partes, las otras partes podrán de común acuerdo,
suspender la aplicación del tratado en forma parcial o total, ya sea para todas
las partes, incluyendo al infractor, o solamente excluyendo de la aplicación al
infractor solamente.
Aquella parte en el tratado, que se crea especialmente perjudicada por la
violación de otra de las partes, podrá alegar ésta como causa de terminación
del tratado, en las relaciones entre ambas partes solamente.
Cualquiera de las partes de un tratado, excepto el infractor, puede alegar la
violación como causa de terminación o suspensión temporal del tratado, con
respecto a sí misma, siempre que la violación modifique sustancialmente la
situación de cada parte en relación con sus responsabilidades futuras.
Algunos tratados internaciones, prevén disposiciones para caso de
violación del mismo.
La excepción para este caso, es tratándose de normas de derecho
humanitario, o de aquellas que protegen a la persona.
6.4.3 La imposibilidad de cumplirlo
Se entenderá que es imposible cumplir un tratado internacional, cuando el
objeto principal del mismo ha desaparecido o ha sido destruido, por lo tanto
las partes del mismo podrán alegar su terminación.
La imposibilidad podría ser temporal, en cuyo caso lo que se alegue no
será la terminación sino la suspensión del tratado.
Pero si la pérdida o desaparición el objeto ha sido producida por la
violación de una de las partes, ésta no podrá alegar la terminación o
suspensión del tratado o del cumplimiento de su responsabilidad emanada del
mismo.
6.4.4 El surgimiento de una nueva norma imperativa
El artículo 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, de 1969, establece el llamado Jus cogens existente, esto es, una
norma imperativa de derecho internacional aceptada y reconocida por la
Comunidad Internacional, norma que no admite acuerdo en contrario, salvo
por otra norma que tenga igual carácter.
Tratados que están en oposición con una norma imperativa de
derecho internacional general (“jus cogens”). Es nulo todo tratado
que, en el momento de su celebración, esté en oposición con una
norma imperativa de derecho internacional general. Para los efectos
de la presente Convención, una norma imperativa de derecho
internacional general es una norma aceptada y reconocida por la
comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que
no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por
una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el
mismo carácter.
El artículo 64 de la misma Convención, por su lado, consagra el llamado
Jus Cogens emergente: “Si surge una nueva norma imperativa de derecho
internacional general, todo tratado existente que esté en oposición con esa
norma se convertirá en nulo y terminará”.
El mandato por lo tanto es claro y directo, todo tratado que se oponga a
una norma imperativa, de aplicabilidad obligatoria de derecho internacional y
que pueda surgir en un momento dado, mediante la aceptación y
reconocimiento de la Comunidad Internacional, es nulo y perderá su efecto
jurídico.
Como ejemplo de las normas de derecho internacional, que sean de
aplicación imperativa es decir que tienen el carácter de jus cogens, podemos
mencionar, entre otras los siguientes:
Normas fundamentales de derechos humanos que frenen:

Actos contrarios a la prohibición de la esclavitud.


Actos contrarios a ciertas normas de derecho humanitario en
conflictos armados.
Violaciones de los derecho humanos en general.
Actos contrarios a la libre determinación de los pueblos.
Discriminación racial.

Normas fundamentales de la convivencia humana:

Actos contrarios a la prohibición de la piratería.


Agresión y uso ilícito de la fuerza.
Destrucción de la soberanía o independencia política de un
Estado.

6.5 Consecuencias de la terminación de los tratados


La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados señala en el
artículo 70 las consecuencias para las partes en el caso de la terminación de
un tratado, siempre que las partes no hayan acordado otra situación o
consecuencia con anterioridad o que hayan acordado que conste en el texto
del tratado una disposición al respecto.
La consecuencia lógica que se deriva de la terminación de un tratado es,
sin duda, la no obligación de las partes para que sigan cumpliendo con el
tratado y de seguir aplicándolo.
Sin embargo, las disposiciones de la Convención de Viena son directas en
señalar que las partes del tratado que se termina mantendrán sus derechos,
obligaciones o situaciones jurídicas y sus efectos que se hayan derivado o que
hayan surgido por la aplicación del tratado.
Si es uno solo el Estado que denuncia o se retira de un tratado
internacional, las disposiciones mencionadas en los párrafos anteriores, se
aplicarán en las relaciones de ese Estado con cada una de las demás partes.
6.6 Trámite de controversias en los términos
de la Convención de Viena
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, señala el
procedimiento que debe seguir una de las partes de un tratado, cuando
invoque que ha incurrido en uno de los vicios de su consentimiento para
celebrar un tratado, o que surja una causa para impugnar su validez, darlo por
terminado, retirarse o suspender su aplicación. En cuyo caso, notificará a las
demás partes su decisión, precisando las causas que le motivaron.
Si no hubiese objeción a esa decisión, pasados tres meses de haber sido
notificada, la parte que notificó podrá proceder a declarar la nulidad del
tratado, darlo por terminado, retirarse o suspender su aplicación siguiendo las
formalidades del artículo 67 de la Convención de Viena.
Pero, en el caso de que alguna de las partes, objete dicha decisión, se
entenderá que ha seguido una controversia y que ésta debe ser solucionada en
la forma que dispone la Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 33, es
decir con uno de los métodos de solución pacífica, previsto para tal caso.
Estos métodos son: la negociación, la investigación, la mediación, la
conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o
acuerdos regionales. Además, podrá hacerlo escogiendo otros medios
pacíficos que crea conveniente.
Si el Estado notificante, luego de conocer los hechos que le motivarían a
alegar una causa de nulidad, terminación, retiro o suspensión de la aplicación
del tratado, haya convenido expresamente que el tratado sigue siendo válido y
que sigue en vigor; o que, ese Estado parte haya dado muestras o se ha
comportado de forma que expresamente demuestre la validez y vigencia del
tratado, perderá su derecho a alegar la nulidad, terminación, retiro o
suspensión.
El artículo 66 de la Convención de Viena, señala el procedimiento que
debe continuar, en caso de que no se haya llegado a ninguna solución, dentro
de los doce meses siguientes y esos procedimientos, podrán ser:

a. Someter el caso a decisión de la Corte Internacional de


Justicia; y,
b. Presentar al Secretario General de las Naciones Unidas una
solicitud de arreglo, en cumplimiento de las disposiciones del
anexo de la misma Convención.

Estos procedimientos son aplicados también para los casos de


controversias derivadas del surgimiento de una nueva norma imperativa de
derecho internacional general o de “Jus Cogens”.
Por supuesto que las notificaciones y los instrumentos previstos en las
disposiciones señaladas, podrán ser revocados en cualquier momento.
PARTE VII
LOS SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
PÚBLICO

7.1 Los sujetos del derecho internacional público


En derecho internacional público los individuos no son los sujetos
inmediatos de sus normas sino los Estados, éstos son los que gozan de
personalidad jurídica internacional.
El Estado es la persona moral del derecho público, territorial y soberano,
es decir la organización política de un país, que se manifiesta por la
coexistencia de tres elementos básicos: un territorio determinado, una
población asentada en ese territorio y una autoridad común o gobierno que
rige dentro de él de modo exclusivo. Algunos tratadistas incluyen en este
tercer elemento, a las instituciones del Estado que le representan.
Para el derecho internacional público, deben además de los anteriores,
concurrir un elemento más: la soberanía, ya que al derecho internacional le
interesa un Estado soberano, porque sólo en función de la autonomía e
independencia, puede este sujeto contraer obligaciones y ejercitar derecho.
Con estos elementos reunidos, existe lo que se llama un “Estado
soberano”, o un “Estado independiente” y mediante su reconocimiento por los
demás, ese Estado entra a formar parte de la comunidad internacional y asume
el carácter de persona de derecho internacional[17].
Las organizaciones internacionales son las otras personas de derecho
internacional. En realidad en la doctrina una de las controversias más
importantes, desde mucho antes de la adopción de la Carta de las Naciones
Unidas, fue la cuestión de la personalidad jurídica. Con el desarrollo de
dichas organizaciones internacionales el dilema se resolvió a favor del
reconocimiento de la personalidad internacional. En varios tratados
constitutivos los Estados les otorgaron derechos y les impusieron
obligaciones. Con la Sociedad de las Naciones ya la doctrina se inclinó por
reconocer dicha personalidad.
Las organizaciones internacionales son entidades intergubernamentales,
establecidas por un acuerdo internacional, dotadas de órganos permanentes
propios e independientes, encargados de gestionar intereses colectivos y
capaces de expresar una voluntad jurídica distinta de la de sus miembros.
Los otros sujetos de menor jerarquía, que ejercen similares atribuciones y
derechos en la comunidad internacional, son:

Las comunidades beligerantes.


Movimientos de liberación nacional.
La persona humana.
La Santa Sede.
La Orden Soberana de Malta.

7.2 El nacimiento de los Estados


ÁLVAREZ LONDOÑO afirma que:
El Estado no es un fenómeno permanente ni en el tiempo (nacimiento
en el siglo XVI) ni en el espacio (nómadas, tribus); puede
desaparecer: Por integración en un conjunto más extenso (conquista,
cesión), o por desintegración (casos de Austria, Hungría,
desmembramiento de Polonia en el Congreso de Viena 1815,
República Checa- Eslovaquia. (Álvarez Londoño, 1998, pág. 51).
Un Estado puede nacer sin que para ello sean necesarias acciones y
decisiones específicas, sino como producto de la historia, del desarrollo
humano y de la vida política.
En realidad el Estado nace, se modifica y se extingue, pero siendo una
entidad abstracta, su vida es mucho más larga que la vida de las personas
físicas, por eso se dice que su existencia es ilimitada en el tiempo.
Algunas de las formas de nacimiento del Estado son: por fusión de varios
Estados en uno sólo; por separación resultante de un acuerdo; por división o
fraccionamiento de un Estado en varios; y, por fundación directa, es decir
mediante el establecimiento de una población en un territorio res nullius[18] y
la consiguiente organización de un gobierno.
7.2.1 La fusión de varios Estados
Varios Estados anteriores se unen para formar uno nuevo, por lo cual,
ellos desaparecen, pierden su personalidad internacional y nace el nuevo
Estado soberano, con nueva personalidad.
Cuando aquella fusión es violenta, se entiende que un Estado hace de
centro, de matriz, y por la fuerza va adhiriendo a los otros Estados.
En todo caso, los Estados fusionados y su matriz, adquieren una nueva
personalidad, nace un nuevo Estado.
Como ejemplos de fusión de Estados tenemos la unificación de Italia, en
1870 y del Imperio alemán en 1871.
7.2.2 La separación por acuerdo
La separación de un Estado consiste básicamente, en que una parte de la
población de un Estado, ubicada en una sección de su territorio, decide
separarse de la metrópoli y formar un Estado independiente.
Esta separación puede realizarse por los canales pacíficos y de acuerdo
con la metrópoli, en cuyo caso, será reconocido por la metrópoli, caso
contrario, una separación violenta, ocasionará lo que se llama una guerra de
secesión. Las causas pueden ser diversas, incluyendo la liberación de sectores
oprimidos, etc. Si triunfan los separatistas, ocasionarían el nacimiento de un
nuevo Estado.
Tenemos muchos ejemplos de este tipo de casos, recordemos Estados
Unidos de Norteamérica y las Repúblicas hispanoamericanas que se
independizaron en el siglo XIX y formaron nuevos Estados[19].
7.2.3 Por división o fraccionamiento de un Estado en varios
En los años posteriores a la caída del muro de Berlín ocurrida en
noviembre de 1989, el mundo ha presenciado el fraccionamiento de varios
Estados, algunos fusionados a la fuerza a raíz de la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los casos es la disolución de la antigua Yugoslavia por hechos de
agitación política acontecidos desde junio de 1991 hasta el 2006 que
culminaros con el fraccionamiento y la formación de seis nuevas repúblicas
soberanas (Eslovenia, Croacia, Macedonia , Montenegro, Bosnia –
Herzegovina y Serbia). En el 2008 además, se independizó de Serbia la
provincia de Kosovo y Metohija, aunque esta independencia no ha sido
reconocida por la Comunidad Internacional (UN News Centre, 2016).
7.2.4 Fundación
La fundación de un Estado es una forma originaria de nacimiento de los
Estados puesto que, cuando un grupo de individuos o de instituciones deciden
formar un Estado, sobre un territorio res nullius, es decir territorio sin dueño,
susceptible de apropiación por otro Estado mediante esta figura jurídica y en
el que no ejercen ningún derecho de soberanía.
Actualmente, es muy difícil encontrar este tipo de territorios nullius, por
lo que también es muy difícil la posibilidad de fundar un Estado, de esta
manera.
Un ejemplo de este tipo de nacimiento de los Estados, es el caso de la
actual República Democrática del Congo, para lo cual, la corona Belga con
Leopoldo II funda en 1878 la Asociación Internacional del Congo financiada
con inversiones privadas. En 1879 se establece en el norte de Kinshasa un
territorio francés que más tarde sería el Congo Francés o el Congo actual. De
1884 a 1885 se establece la Conferencia de Berlín, la cual intenta dar orden a
las posiciones coloniales en África durante el boom de la colonización de la
misma. Se reconoció al Estado Libre del Congo como un país, de propiedad
del ciudadano privado Leopoldo II Esta región fue llamada “Estado Libre del
Congo”, tuvo vida independiente hasta 1909.
7.3 El reconocimiento de los Estados
Los Estados, desde el momento que nacen y se han desarrollado a través
de sus instituciones, tienen una vida, existen de hecho; pero en las relaciones
internacionales, dependen de la actitud de los demás, es decir, el nuevo
Estado entra a formar parte de la comunidad internacional a medida que es
reconocido de acuerdo al derecho internacional[20].
El reconocimiento es: “(…) un acto unilateral por el cual uno o más
Estados declaran o admiten tácitamente que ellos consideran que un Estado,
con los derechos y obligaciones de esta condición a una unidad política que
existe de hecho y se consideran a sí misma como Estado. (Sorensen, 1973,
pág. 277)”.
El reconocimiento de un nuevo Estado no significa necesariamente
entablar relaciones diplomáticas con el mismo solo indica el deseo de
mantener relaciones normales con el Estado reconocido.
El reconocimiento es una facultad discrecional del Estado que lo extiende
y él mismo determinará cuando debe otorgarlo para evitar un reconocimiento
prematuro, lo que podría ser considerado como una intervención ilícita en los
asuntos internos de un Estado. Del mismo modo el reconocimiento tardío
traería consecuencias en las relaciones entre los Estados. Por lo tanto, el
reconocimiento debe otorgarse cuando el Estado reúna las condiciones de tal,
ejerza una autoridad efectiva sobre su territorio y población, tenga un
territorio delimitado y sea independiente.
El reconocimiento es irrevocable e incondicional, no es retroactivo. Un
Estado no reconocido no queda eximido de acatar las normas de derecho
internacional pues se lo aplica a toda la comunidad internacional, compuesta
tanto de Estados reconocidos como no reconocidos.
SEARA VÁSQUEZ, en su Derecho internacional público, reconoce la
existencia de dos teorías respecto al reconocimiento de los Estados:
Teoría constitutiva.- Según la cual antes del reconocimiento, la
comunidad política en cuestión no tiene la cualidad plena de Estado,
de sujeto de derecho internacional, viniendo a ser el reconocimiento
de los otros Estados lo que le da tal cualidad.
Teoría declarativa.- Considera que la cualidad estatal la tiene la
nueva comunidad aun antes del reconocimiento, y el Estado que lo
otorga no hace más que aceptar un hecho (SEARA VÁSQUEZ,
Derecho internacional público, 1979, pág. 97).
Si se acepta como válida la teoría constitutiva, este reconocimiento podría
acarrear efectos jurídicos negativos, pues el Estado quedaría al margen del
derecho internacional y de la protección que este derecho otorga a los sujetos,
hasta ser reconocido y por lo tanto limitado del ejercicio de derechos y
obligaciones.
La teoría declarativa entraña una simple declaración de una situación
jurídica preexistente en virtud de la cual el Estado tiene derechos de tal, antes
de su reconocimiento por los demás miembros de la comunidad internacional.
Esta teoría está amparada por la Carta de la Organización de los Estados
Americanos (1948), que en su artículo 13 manifiesta:
La existencia política del Estado es independiente de su
reconocimiento por los demás Estados. Aun antes de ser reconocido,
el Estado tiene el derecho de defender su integridad e independencia,
proveer a su conservación y prosperidad y, por consiguiente, de
organizarse como mejor lo entendiere, legislar sobre sus intereses,
administrar sus servicios y determinar la jurisdicción y competencia
de sus tribunales. El ejercicio de estos derechos no tiene otros límites
que el ejercicio de los derechos de otros Estados conforme al derecho
internacional.
El reconocimiento puede ser hecho en forma expresa o tácita y en ambos
casos pueden ser individuales o colectivos.
El expreso individual se manifiesta mediante una nota diplomática o a
través de tratados.
El reconocimiento expreso colectivo es muy poco frecuente.
El tácito individual se manifiesta mediante el envío o recepción de agentes
diplomáticos o consulares. Si terceros Estados envían o mantienen cónsules
en el nuevo Estado no implica necesariamente reconocimiento.
El reconocimiento tácito colectivo se realiza a través de la firma o
adhesión de un tratado multilateral por un nuevo Estado o por la admisión de
un nuevo Estado en los organismos internacionales.
7.4 Las colectividades estatales
Cuando cierto número de Estados se han reunido en asociación y
persiguen un mismo fin, hablamos de colectividades estatales y ésta como tal,
puede ser sujeto de derecho internacional, para lo cual el tratado constitutivo
deberá permitirle realizar actos de alcance jurídico internacional. Se presentan
en la comunidad internacional como un solo ente, pero en realidad son
consecuencia de una estructura compuesta por la asociación de dos o más
Estados que persiguen un fin común.
La característica principal consiste en que los Estados asociados
establecen órganos colectivos para atender los asuntos comunes.
Generalmente se asocian por acuerdo, pero hay casos en que estas
asociaciones son creadas por actos unilaterales.
Hay uniones internacionales de carácter político y de carácter apolítico y
uniones internacionales de carácter político organizadas y no organizadas.
Existen muchos ejemplos de este tipo de asociación de Estados, entre ellos
podríamos mencionar la Comunidad Británica de Naciones:
Las principales colonias que integraban el Imperio Británico en
primer lugar las de inmigración blanca, esto es, Canadá, Australia,
Nueva Zelandia y Unión Sudafricana, y más tarde la India y otras
obtuvieron personalidad jurídica internacional. Los cinco países
mencionados concurrieron a la Conferencia de la Paz de 1919; allí
firmaron conjuntamente con Gran Bretaña los tratados respectivos y
en consecuencia fueron admitidos en la Sociedad de las Naciones
como miembros originarios. En 1926, la Conferencia Imperial
efectuada en Londres declaró que esos países estaban unidos por un
vínculo común, que es la Corona, y que eran “comunidades
autónomas” dentro del imperio Británico, no subordinadas una a otra
en sus asuntos interiores o exteriores, aunque unidas por un vínculo
común con la Corona y asociadas libremente como miembros de la
British Commonwealth. Con excepción de la India, los países arriba
referidos fueron considerados “dominios autónomos” (Self-governing
Dominiors): poseían su propia Constitución, parlamento, consejo de
ministros y poder judicial; y como vínculo con la Corona británica, un
Gobernador General o Alto Comisionado designado por el Rey.
Además, cada uno legislaba, emitía moneda, imponía contribuciones,
disponía de fuerzas armadas y poseía su propia bandera (Ruda José
María y Podestá Costa L. A. 1996).
7.5 Concepto de soberanía
“La soberanía es la función de regir al Estado, ejercida por el poder
público dentro de su respectivo territorio y con exclusión, en principio, de
cualquier otro poder”[21] (Ruda José María y Podestá Costa L. A. 1996).
Soberanía nacional, es el poder que tiene el Estado sobre su territorio
donde ninguno es superior a él, es decir la soberanía nacional le permite a un
país ser un territorio independiente e inviolable.
La soberanía si bien se concentra en el poder público que rige al Estado
sin subordinación a otro poder no es indivisible: en lo interno, su ejercicio se
distribuye en las funciones concurrentes de los diversos órganos que entregan
el gobierno; y no es tampoco absoluta, porque cuando trasciende al exterior su
ejercicio debe ser coordinado con la soberanía de los demás Estados. Por esto
la doctrina contemporánea afirma que: “El derecho internacional es un
derecho de coordinación, mientras que el derecho interno es un derecho de
subordinación” (mencionado en otra parte de este trabajo); esto último porque
el derecho interno se caracteriza por la presencia de autoridades con fuerza
coercitiva.
Debemos tener siempre presente que la costumbre internacional ha ido
introduciendo algunas limitaciones importantes al concepto de soberanía. La
celebración de tratados internacionales muy frecuentes en los últimos años,
lleva consigo obligaciones que restringe la soberanía. La interdependencia es
un fenómeno irreductible y universal que impone a la soberanía restricciones
cada vez mayores en el terreno económico, primero y luego en el político.
Las transformaciones que ha sufrido la idea de la soberanía ha llevado a
que varios autores se alejen de la noción de soberanía como característica de
la cualidad del Estado persona del derecho internacional, en su lugar utilizan
la palabra competencia, porque entienden que en el campo internacional el
Estado no ejerce sino una atribución de competencias.
La soberanía tiene dos fases: una primera y esencial, que es la soberanía
interior, ejercida dentro del Estado y otra, la soberanía exterior, que aparece
como reflejo de aquella en cuanto dos o más Estados se ponen en contacto.
La soberanía conlleva el ejercicio de algunas facultades, entre ellas:

a. El derecho de jurisdicción, que consiste en la facultad de


legislar y aplicar la ley;
b. El derecho de policía, en virtud del cual el derecho ejerce las
funciones preventiva y represiva indispensables para asegurar el
cumplimiento de las leyes.

En principio, el derecho de jurisdicción del Estado es territorial: es decir,


lo ejerce con respecto a las personas y los bienes, sean nacionales o
extranjeras, que se hallan en su territorio. En materia penal la jurisdicción no
es absolutamente territorial, la mayoría de los Estados incrimina ciertos
hechos que, iniciados o realizados en territorio extranjero, tienen efecto en el
propio Estado o a la inversa. Muchos incriminan igualmente determinados
hechos producidos en territorio extranjero cuando la víctima o el culpable son
nacionales; como es obvio, tales incriminaciones pueden hacerse efectivas
solamente cuando el culpable se halla, ya sea de modo permanente o en
tránsito, dentro de la jurisdicción de esos Estados.
Recíprocamente, no rigen en el Estado las leyes extranjeras de carácter
internacional. Pero las leyes contenidas en el derecho privado pueden ser
aplicadas, en los términos prescritos por la legislación local o pactados en los
tratados, y salvando principalmente el requisito de que no sean contrarias al
orden público. En iguales condiciones, las sentencias extranjeras sobre
asuntos referentes al derecho privado pueden ser ejecutadas otorgando el
Estado a cada caso el exequátur[22] correspondiente, y en cuanto a la
sentencias penales hay Estados que admiten que sean homologadas al sólo
efecto de obtener la reparación civil del daño.
7.6 La independencia como atributo de los Estados.- Elementos
La independencia es una de las capacidades fundamentales del Estado,
característica propia de su existencia, de su personalidad e integridad en el
orden internacional, es la facultad del Estado de decidir libremente, sin
intromisión de otros sujetos foráneos, sobre sus asuntos internos y externos,
tomar decisiones, dentro del marco de sus obligaciones internacionales.
Encontramos que el término independencia es utilizado, generalmente,
como sinónimo de soberanía.
La Carta de la Organización de Estados Americanos (1948), dentro de los
principios, se refiere en el literal b) a la independencia de los Estados:
Art 3.- Los Estados Americanos reafirman los siguientes principios:
b. El orden internacional está esencialmente constituido por el respeto
a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados y por el
fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de
otras fuentes del derecho internacional.
Para entender de manera precisa es necesario tener en cuenta que la
independencia implica, a la vez, exclusividad, autonomía y plenitud de
competencia. Las dos primeras, se refieren a la calidad de la independencia y
la última tiene un carácter cuantitativo.
7.6.1 La exclusividad
El primer elemento de la independencia es la exclusividad de la
competencia, lo cual quiere decir que, en el territorio de un Estados la única
competencia que se ejerce es la competencia estatal.
La exclusividad tiene que ver con las tareas del Estado que le son propias,
entre ellas:

Las relativas a la fuerza y seguridad;


El ejercicio de la competencia jurisdiccional; y,
De la organización de los servicios públicos.

De estas tareas, sólo la primera tiene un carácter absoluto, las dos últimas
son relativas, ya que puede ocurrir que la competencia jurisdiccional se ejerza
en territorio extranjero, en cuyo supuesto se da un caso de prevalencia sobre
la competencia territorial del Estado.
Igual situación podría ocurrir en relación con la organización y
funcionamiento de los servicios públicos.
El único caso de exclusividad absoluta de la competencia del Estado, es el
relativo al ejercicio de la competencia coactiva.
El ejercicio, por un Estado, de cualquier competencia coactiva, en
territorio extranjero, está prohibido por el derecho internacional. En caso de
requerirse una acción de presión se deberá recurrir a la práctica diplomática, a
los tratados internacionales, a la práctica arbitral y a la jurisprudencia interna.
7.6.2 La autonomía
Un Estado independiente no solo actúa por sí mismo, sino que, para que
su independencia sea efectiva, debe ejercitarle, de acuerdo a sus propias
iniciativas y modelos, sin que tenga que admitir, las fórmulas, mandatos o
directrices de otros Estados o sujetos del derecho internacional, situación
propia de la política de intervención.
La autonomía es un aspecto positivo de la independencia. Implica la
existencia, para los órganos estatales, de una competencia discrecional; o
sea, del derecho que le asiste, con toda libertad, para tomar decisiones
oportunas, como lo considere adecuado.
A la competencia discrecional se opone la competencia reglada, por la
cual, el órgano estatal, no es árbitro de la oportunidad de su acción o de su
abstención, sino que, por el contrario, se halla jurídicamente obligado a
actuar, a no actuar, o a hacerlo en determinada forma o momento.
7.6.3 La plenitud de su ejercicio
Por definición, la competencia del Estado es una competencia plena. Así
como las competencias de las demás colectividades públicas son
competencias de atribución, necesariamente limitadas en cuanto al objeto, la
competencia estatal permanece indeterminada ratione materiae (competencia
por razón de la materia). Un Estado teocrático puede englobar en ella el
control de la vida espiritual y otro tipo de Estado puede extender su gestión a
la vida económica. Estas extensiones de la competencia pueden dar lugar al
ejercicio de la responsabilidad internacional del Estado, en el caso de que se
produzca un perjuicio al derecho de terceros Estados o de sus súbditos.
7.7 Colectividades estatales de estructura compleja
Lo que al derecho internacional le interesa es el análisis de la Unión de
Estados, pues éstas tienen un poder único y centralizado y una sola
personalidad internacional.
Las Uniones de Estados, en la actualidad, prácticamente han desaparecido,
aunque las formas clásicas más conocidas son la Uniones Personales, las
Uniones Reales y las Confederaciones.
7.7.1 Unión de Estados: Unión personal y real
La Unión Personal de los Estados aparece cuando, por razones
dinásticas, o históricas, dos o más Estados pasan a tener un solo Jefe de
Estado. Sin embargo, cada Estado mantiene su personalidad internacional y
su autonomía, no obstante que el Jefe de Estado actuaba a nombre de cada
uno de ellos en forma independiente. O sea si los órganos principales de
gobierno de Estados diferentes tienen un titular común. Cada Estado continúa
siendo sujeto de derecho internacional.
Como ejemplo de casos de uniones personales, señalaremos a Gran
Bretaña y Hannover (1714-1837), Holanda y Luxemburgo (1815- 1890),
Bélgica y el Congo (1885-1908). En los dos últimos ejemplos hay unión
personal por razones dinásticas.
El único caso que se considera unión personal, en la actualidad, es la
del Papa que es Jefe de la Santa Sede y del Estado de la ciudad del
Vaticano. Una Unión que pretendió ser Unión Personal fue la Ítalo-
albanesa (1939-1943), la que fue impuesta por la fuerza mediante la
ocupación de Albania por tropas italianas. La Unión Personal radicaba
en un solo Jefe de Estado: Víctor Manuel (Llanos Mansilla, Teoría y
Práctica del Derecho internacional público, 1980).
La Unión Real existió al unirse voluntariamente dos Estados bajo un solo
monarca, ello dio origen a una persona internacional, lo que le diferenció de
la Unión Personal en la que existieron varios sujetos de derecho internacional.
La unión real es diferente, no es el fruto de un acto casual sino de una
decisión deliberada y conscientemente adoptada. Se da siempre que dos o más
Estados se articulan entre sí con el propósito de cumplir determinadas
finalidades comunes, que ordinariamente se refieren a la defensa nacional y a
la gestión de los asuntos exteriores bajo la conducción de órganos de gobierno
compartidos.
La unión real no entraña el nacimiento de un nuevo Estado sino la
creación, a través de correspondientes reformas constitucionales, de ciertas
instituciones gubernativas comunes.
Los Estados por ella vinculados no pierden su soberanía por el hecho de la
coalición sino que la limitan en aquellos temas que, como el de la política
exterior u otros, han decidido manejarlos de común acuerdo y por medio de
órganos compartidos.
La característica de la Unión Real es la voluntariedad en su constitución,
sea interno o internacional, lo cual provenía de la existencia de una cierta
proximidad geográfica entre sus miembros. Cada Estado seguía siendo
soberano plenamente, excepto para los asuntos de defensa y de relaciones
exteriores.
Como ejemplo de las Uniones reales tenemos el caso de Holanda e
Indonesia, según los acuerdos de 1947 y de 1949. Una vez concluidas las
guerras entre Holanda e Indonesia, el 23 de agosto se inició en La Haya la
mesa redonda para discutir el futuro de Indonesia. El 2 de noviembre, se
alcanzó el Acuerdo de La Haya: la República de Indonesia formaría parta de
una mancomunidad (incluyendo además los Países Bajos, Surinam y las
Antillas Neerlandesas) con la reina Juliana como Jefe de Estado. La propia
Indonesia sería una federación de 16 estados. El 30 de diciembre se llevó a
cabo la transferencia de soberanía (Recuperado de http://historia-de-
holanda.blogspot.com/2013/04/reconstruccion-y-guerras-coloniales).
7.7.2 El Federalismo: la Confederación de Estados
y el Estado Federal
El federalismo es una asociación cerrada de varios Estados, que persiguen
ciertos objetivos comunes, existe una solidaridad de intereses entre todos los
Estados que forman la asociación.
El federalismo se ha manifestado en la Confederación de Estados y en el
Estado Federal.
La Confederación de Estados
Consiste en la unión de varios Estados independientes, mediante un
tratado, para realizar fines comunes, generalmente en materia de defensa,
comercio o para mantener la paz entre los asociados.
La asociación es voluntaria y cada Estado mantiene su soberanía propia y
personalidad internacional. Se establecen órganos comunes colegiados.
Algunos tienen un parlamento al cual asisten representaciones, en ellos se
votan por unanimidad o mayoría calificada. Los Estados se someten a ciertas
obligaciones, entre otras, aquellas que respetan la paz, y los principios del
derecho internacional, lo cual ha dado paso a la institución del arbitraje. Se
comprometen a no participar en alianzas antagónicas, etc.
Las Confederaciones de los Estados han dado lugar a la constitución de
Estados Federales.
El Estado Federal
Consiste en la unión permanente de varios Estados soberanos, que tienen
órganos propios con poder sobre los Estados miembros y sobre sus
ciudadanos. La soberanía se comparte entre el Estado Federal y los Estados
miembros, cada uno de los cuales tiene competencia para determinadas
materias, su competencia es independiente.
Precisamente, se caracteriza porque su competencia en asuntos internos,
de acuerdo a su Constitución, es compartida entre las autoridades federales y
los Estados miembros que la componen, mientras que los asuntos exteriores
solo son competencia de ellos.
Para el derecho internacional lo que existe es el Estado federal, no sus
Estados miembros. Solo el Estado federal podrá declarar la guerra, celebrar
tratados de alianza y políticos, enviar y recibir representantes diplomáticos,
tener responsabilidad internacional, participar en organismos internacionales,
en definitiva ser un Estado soberano ante el derecho internacional.
Algunas Constituciones permiten que los Estados celebren tratados y
participen en organismos internacionales, pero se considera que actúan a
nombre del Estado federal.
El caso de Estado federal más representativo, fue en su momento, la
Unión Soviética, cuya Constitución autorizaba a las Repúblicas federadas a
mantener relaciones diplomáticas, celebrar tratados internacionales e
intercambiar representantes diplomáticos y consulares (Ucrania y Bielorrusia
eran miembros de Naciones Unidas).
La Constitución Soviética describía al Estado como “Estado federal”,
compuesto de una República federal, 15 Repúblicas federadas, 16 Repúblicas
autónomas, 6 territorios administrativos y 134 regiones administrativas; y,
una organización integrada por un Poder Ejecutivo: el Presidium y el Consejo
de Ministros; el Poder Legislativo, con dos órganos: el Consejo de las
Nacionalidades y el Consejo de la Unión y el Poder Judicial. Establecía
además, que “cada República de la Unión ejerce independientemente la
autoridad estatal”. En 1944 se declaró que cada una de las Repúblicas de la
federación era independiente en la conducción de sus asuntos internos. De
acuerdo con el artículo 72 de la Constitución Soviética de 1977, cada
república mantenía el derecho a la secesión. Durante la crisis política de 1991
Rusia, Ucrania y Bielorrusia la utilizaron para disolver legalmente la Unión.
Actualmente hay varias federaciones, entre ellas se encuentran: Alemania,
Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, India, México, Rusia,
Suiza y Venezuela.
7.8 Colectividades no estatales
7.8.1 Estado Ciudad del Vaticano
Hasta 1870, los Estados Pontificios formaban parte de la Comunidad
internacional, al igual que otros Estados, con la sola diferencia de que su
Soberano era, al mismo tiempo, Jefe Supremo de la Iglesia Católica, lo cual le
otorgaba ciertas prerrogativas, que no tenían los demás jefes de Estado.
La unidad de Italia, producida en 1870, terminó con los Estados
Pontificios, reduciéndoles a los límites de la Ciudad del Vaticano. El Papa
protestó firmemente contra el despojo territorial del que había sido objeto, y
lo hicieron sus sucesores hasta conseguir la firma de los Acuerdos de Letrán.
En 1871 Italia otorgó a la Santa Sede la llamada “Ley de Garantías”, por la
cual reconocía el carácter especial del Papa y aseguraba su independencia
absoluta respeto al Jefe de Estado italiano. Esta ley no fue reconocida nunca
por los Papas, pero utilizaron los privilegios que allí se le otorgaban.
Considerar que la Ciudad del Vaticano es un Estado en sentido estricto de
la palabra no es tan real, en realidad posee los siguientes elementos
constitutivos de un Estado, pero en forma inexacta:

Territorio, enclavado en Italia, esparcido y muy pequeño: 40


hectáreas.
Población, de dignatarios de la Iglesia y funcionarios: 350
aproximadamente.
Gobierno, de la Iglesia y se beneficia de los servicios públicos de
Italia.

En el campo internacional, la ciudad del Vaticano, como Estado soberano,


ejerce el derecho de legación activa a través de los nuncios apostólicos y
pasiva; y el de celebrar tratados internacionales (Concordatos). Posee una
política de neutralidad perpetua y se beneficia de libertad de comunicación
absoluta a través de todo el territorio italiano.
Los Tratados de Letrán
El reconocimiento de la Iglesia Católica como sujeto de derecho
internacional tuvo solemne confirmación bajo el pontificado de Pío XI y el
gobierno de Mussolini, quienes llegaron a una solución conciliadora con los
Acuerdos de Letrán del 11 de febrero de 1929.
Los Acuerdos de Letrán son tres: un Tratado Político, un Concordato y
una Convención Financiera.
Por el inicio del artículo 3 del tratado político: “Italia reconoce a la Santa
Sede la plena propiedad y el poder exclusivo y absoluta potestad y
jurisdicción soberana sobre El Vaticano (…)”
(www.vaticanstate.va/content/dam/vaticanstate/documenti/leggi-e-
decreti/TratadoentrelaSantaSedeeItalia.pdf).
Por otro lado, en atención con el artículo 26 del Tratado (misma fuente),
Italia “reconoce el Estado de la Ciudad del Vaticano, bajo la soberanía del
Pontífice”. Desde entonces se ha discutido en torno a la cuestión de si se le
puede considerar a la Ciudad del Vaticano como un Estado. La mayor parte
de los tratadistas niega el carácter de Estado, pero le reconocen al mismo
tiempo que tiene cierta personalidad internacional, que se manifiesta por
ejemplo en el derecho de legación ya mencionado, celebrar tratados, etc.
7.9 Estados en situación particular
La mayor parte de los tratadistas señalan que el derecho internacional
reconoce la existencia de Estados en situación particular, entre ellos están los
protectorados, los Estados diminutos o exiguos, los Estados neutralizados y el
Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
En todos estos casos no se tienen los atributos suficientes como para ser
considerados Estados soberanos en la más amplia acepción del término
(Llanos Mansilla, 1980).
a) Los protectorados: Incluyen algunos casos con características propias
otorgados por el tratado que los crea. Un Estado llamado Estado Protector
asume el manejo de las relaciones internacionales de otro Estado llamado
Estado Protegido, lo representa internacionalmente, es decir el protector
celebra los tratados del protegido y responde internacionalmente por los actos
de éste. El Estado protegido cede su soberanía externa, no pierde totalmente
su independencia ya que posee libertad de acción en los asuntos internos. La
historia nos señala algunos casos de protectorados, en los cuales protector y
protegido comparten la soberanía.
En 1912 se estableció, mediante un tratado, el protectorado de la
República Francesa sobre Marruecos. Este régimen terminó por la declaración
conjunta PINEAU -BEKKAI (franco- marroquí), del 2 de marzo de 1956,
mediante la cual Francia reconocía la independencia de Marruecos, en mayo
del mismo año se abolió formalmente el protectorado, aunque con algunas
relaciones especiales.
Estos protectorados no deben confundirse con los protectorados coloniales
ya que éstos últimos no son sujetos de derecho por carecer totalmente de
independencia.
Están también los protectorados financieros, como el caso de aquellos
emanados de los convenios subscritos por los Estados Unidos de
Norteamérica con algunos países del Caribe y América Central que le
permitían el derecho a intervenir en los asuntos internos y externos de dichos
países.
b) Como Estados exiguos: Califica LLANOS MANSILLA a aquellos
Estados que, no obstante reunir los requisitos para tal, tienen un territorio muy
pequeño y una población muy escasa lo cual les impide ejercer plenamente
sus derechos y obligaciones, por lo cual da a cargo de un tercer Estado la
conducción de sus relaciones exteriores. No son miembros de Naciones
Unidas aunque algunos forman parte de los organismos especializados de ella.
Existe el protectorado de la República Francesa sobre el Principado de
Mónaco, el tratado que rige sus relaciones es de Julio de 1918 y en cuyo
artículo primero dice lo siguiente:
El gobierno de la República Francesa garantiza al Principado de
Mónaco la defensa de su independencia y de su soberanía y garantiza
la integridad de su territorio como si este formara parte de Francia.
Por su parte, el gobierno de Su Alteza serenísima el Príncipe de
Mónaco se compromete a ejercer sus derechos de soberanía en
perfecta conformidad con los interese políticos, militares, navales y
económicos de Francia.
c) El Estado Libre Asociado de Puerto Rico: Esta isla fue cedida por
España a los Estados Unidos de América, en 1898, como consecuencia de la
guerra entre ambos Estados.
El Acta Foraker, primera ley dictada para la administración de Puerto
Rico, señalaba que el Presidente de los Estados Unidos, designaría un
Gobernador para la Isla previa la autorización del Senado. Se creaba también
una función legislativa compuesta de dos cámaras, en la Cámara baja a más
de los representantes elegidos por el pueblo, estaban cinco ciudadanos
designados por el Presidente de los Estados Unidos, quien además, con
autorización del Senado, designaba a los miembros de la Corte Suprema de
Justicia.
En 1952, un plebiscito sancionó la Constitución de Puerto Rico, la que
luego era aprobada por el Senado de Estados Unidos, y en ella se declara
“Estado Libre Asociado dentro de los Estados Unidos de América” y que el
Gobernador sería elegido mediante sufragio universal y directo al igual que
los miembros de la Función Legislativa.
Estado libre asociado, es aquel que es libre de toda autoridad superior para
el manejo de sus asuntos internos unidos a los Estados Unidos de
Norteamérica y forma parte de su sistema político, de una manera compatible
con su estructura federal, no teniendo una existencia independiente y separada
de aquel.
En 2007, un comité de trabajo de Casa Blanca concluyó que Puerto Rico
continúa totalmente sujeto a la autoridad del Congreso de EE. UU., bajo las
cláusulas territoriales [ ]. El Partido Popular Democrático, fundador del
“Estado Libre Asociado”, protesta esta opinión de la Casa Blanca. Sin
embargo, son los únicos que protestan por este informe y continúan
defendiendo el estatus político actual.
En 2012 Puerto Rico realizó un referéndum, pero el mandato fue algo
confuso, porque si bien ganó la opción de que sea el Estado 51 de Estados
Unidos, ésta no completó el cincuenta por ciento de votos, aún con los votos
blancos, lo cual no llevó a ningún resultado real, además Estados Unidos ha
mostrado muy poco interés en resolver esta situación que se ha mantenido sin
ningún cambio.
El 11 de junio de 2017, los puertorriqueños nuevamente fueron
convocados a un referéndum, caracterizada por una altísima abstención (solo
participó un 22% de votantes) y con el carácter de no vinculante. En ella
nuevamente ganó la tesis de la anexión a EE.UU. como uno más de sus
Estados, en búsqueda de solucionar la profunda crisis económica que
atraviesa por hoy Puerto Rico. Este resultado del referéndum no tiene ningún
efecto inmediato, porque cualquier modificación a la relación entre EE.UU. y
Puerto Rico debe ser aprobada por el Congreso estadounidense, que no ha
mostrado la más mínima intención de tramitar cambio alguno en el vínculo
con esta isla caribeña. Por lo tanto, su estatus de Libre Asociado, seguirá por
ahora (De Llano, Diario El País, 2017).
7.10 Territorios sometidos al régimen de mandato
y al régimen de fideicomiso
Los mandatos
Eran territorios puestos bajo la administración de otro Estado. La
denominación mandato era totalmente inadecuada desde un punto de vista del
derecho privado, ya que carece de varios de los elementos básicos del
mandato civil, desde luego, no podría ser revocado por no existir
procedimiento alguno para ello.
El artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones, estableció tres
categorías de mandato:
Mandato A: A éstos, se les conocía como verdaderas comunidades con un
trato preferencial a las otras categorías por considerarlas mayormente aptas, o
con mejores posibilidades de obtener su total independencia.
Mandato B: El artículo 22 los denomina como “pueblos”. Todos ellos
estaban en el Continente Africano.
Mandato C: Esta se aplica en aquellos territorios que eran considerados
los menos aptos para obtener su independencia, teniendo en consecuencia las
potencias mandatarias muchos más deberes y responsabilidades.
Los mandatos podrían extinguirse cuando los territorios llegan a tener:

1. Un gobierno legítimo constituido.


2. Capacidad para mantener el orden y la seguridad del territorio
sobre el cual se ejercía el mandato.
3. Autonomía financiera.
4. Tener un poder legislativo y judicial que funcionen normalmente.

Los fideicomisos
Este sistema muy parecido al de los mandatos, en algunos casos lo
sustituyó, fue creado por la Carta de las Naciones Unidas, y ejerce bajo la
autoridad de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en virtud de
acuerdos especiales.
Se basa igualmente en el deseo que una potencia administradora ejerciera
su administración durante un cierto tiempo sobre un territorio llamado
fideicometido, hasta que éste estuviera en su total capacidad para poder
desenvolverse en la comunidad internacional como un miembro libre y
soberano.
Los territorios fideicometidos tienen capacidad jurídica, pero son
representados por la autoridad administradora frente a terceros Estados, la
única que puede ejercer el derecho de protección sobre los ciudadanos del
fideicometido. La protección fiduciaria se aplica sobre los siguientes
territorios:

1. Territorios bajo mandatos.


2. Territorios que pueden ser segregados de Estados enemigos a
raíz de la Segunda Guerra Mundial.
3. Territorios voluntariamente colocados bajo este régimen por los
Estados responsables de su administración.

Inicialmente se creó el fideicomiso por un acto unilateral que viene a ser


la propuesta de la posible administradora que deberá aprobar ya sea la
Asamblea General o el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El fideicomiso sobre un determinado territorio finaliza por su
reconocimiento como Estado independiente o la renuncia del fideicomisario a
la administración del fideicomiso, plantea dudas la posibilidad de privación
del fideicomiso por la Organización de las Naciones Unidas.
La administración fiduciaria está contemplada en los artículos del 75 al
91, de la Carta de las Naciones Unidas.
A la fecha casi todos los territorios fideicometidos han logrado su
independencia o han cambiado su status. Como ejemplos de los abundantes
casos que se dieron mencionaremos a Camerún (Camerún septentrional se
unió a Nigeria, y Camerún meridional se unió a Camerún–1961). Togo se
unió a Costa de Oro para formar Ghana – 1957. África Sudoccidental
(mandato concluido por la Asamblea General–1966), actualmente Namibia
que logró su independencia en 1990. En 1986 la Asamblea General determinó
que Nueva Caledonia es un territorio no autónomo. Timor Oriental alcanzó la
independencia en mayo de 2002 y entró en las Naciones Unidas en
septiembre de 2002 como Timor-Leste. En 1963 la Federación Malaya pasó a
ser Malasia, tras la admisión de la nueva Federación de Singapur, Sabah
(Borneo septentrional) y Sarawak. Singapur se convirtió en Estado
independiente en 1965. Tras la ratificación en 1964 de los Artículos de Unión
entre Tanganyika y Zanzíbar, se estableció la República Unida de Tanganyika
y Zanzíbar, que posteriormente pasó a denominarse República Unida de
Tanzanía, etc (http://www.un.org/es/decolonization/).
PARTE VIII
LAS COMPETENCIAS

8.1 Determinación de las competencias


El derecho en general y particularmente el derecho público tienen por
función determinar las competencias. Y no solamente lo hace en derecho
interno, sino también en el derecho internacional público. En las últimas
décadas muchos autores han sostenido que la función esencial del derecho
internacional es delimitar el poder de un Estado, en los ámbitos que se los
quiera señalar.
De esta manera, si el derecho internacional público se ocupa de las
relaciones entre sus sujetos, se le puede asignar tres funciones:

a. Determinación de la competencia entre los Estados, ya que


cada Estado tiene una esfera de acción con base geográfica fuera
de la cual no posee, en principio, y salvo excepciones, ningún
título valedero para actuar.
b. Determinación de las obligaciones, negativas (abstenciones) o
positivas (deberes de colaboración, de asistencias, etc.) que se
imponen a los Estados en el ejercicio de su competencia y que
tienen como efecto sustituir la competencia discrecional por un
régimen de competencia regulada y aún limitada.
c. Reglamentación de la competencia de las instituciones
internacionales, tarea que alcanzó un gran desarrollo en la época
contemporánea.

La Constitución de la República del Ecuador, aprobada en 2008, se refiere


al “Régimen de Competencias”, en el Título V “ORGANIZACIÓN
TERRITORIAL DEL ESTADO”, artículos del 260 al 269. “El ejercicio de las
competencias exclusivas no excluirá el ejercicio concurrente de la gestión en
la prestación de servicios públicos y actividades de colaboración y
complementariedad entre los distintos niveles de gobierno (Constitución del
Ecuador, 2008, art. 260)”.
El artículo 261 de la Constitución de la República del Ecuador describe las
competencias exclusivas del Estado, entre las que señala: la defensa nacional;
relaciones internacionales; planificación nacional; política económica,
tributaria, aduanera, arancelaria, fiscal, monetaria, comercio exterior y
endeudamiento y otras. En este ámbito, además, es necesario señalar que el
Ejecutivo tiene entre sus deberes constitucionales delinear políticas públicas.
El art. 262 del mismo cuerpo legal se refiere a las competencias de los
gobiernos regionales[23]; el art. 263 a las de los gobiernos provinciales; el art.
264 a las de los gobiernos municipales y el art. 267 a las de los gobiernos
parroquiales.
Señala además la Constitución, que el sistema público de registro de
propiedad será compartido entre el Ejecutivo y las municipalidades y otros
casos especiales de competencias que serán normados por la ley, según los
casos.
El art. 156, del Código Orgánico de la Función Judicial del Ecuador, en
cuanto al poder de administrar justicia, define esa competencia de la siguiente
manera:
Competencia es la medida dentro de la cual la potestad jurisdiccional
está distribuida entre las diversas cortes, tribunales y juzgados, en
razón de las personas, del territorio, de la materia, y de los grados.
El derecho internacional reconoce en los Estados tres competencias
distintas: la personal, la relativa a los servicios públicos y la territorial.
La competencia personal
El Estado está investido de una competencia particular con respecto a
ciertas personas, independientemente del hecho de que esas personas se
encuentren en su territorio y de que participen en el funcionamiento de un
servicio público.
La competencia personal de un Estado se ejerce primera y principalmente
en relación con sus nacionales. El poder discrecional de establecer las normas
sobre adquisición y pérdida de la nacionalidad de los individuos sometidos a
la jurisdicción de ese Estado, es de competencia exclusiva y no puede
inmiscuirse otro sujeto, aunque existan ciertas delimitaciones o normas
generales en la práctica del derecho internacional.
La competencia personal la ejerce también con respecto a ciertas
sociedades u organizaciones, para lo cual se determina la nacionalidad en
base a la sede de las mismas.
Además, se encuentran sometidos a la competencia personal las naves y
las aeronaves, en las condiciones que ha establecido cada Estado, o que se
encuentra normado por los tratados internacionales.
El efecto principal de la competencia personal es la posibilidad para el
Estado de legislar con respecto a sus nacionales que se encuentran en el
extranjero, en lo que se refiere por ejemplo a los temas de familia, servicio
militar, ejercicio de la competencia penal, etc.
La competencia relativa a los servicios públicos
En cuanto a las competencias con respecto a los servicios públicos y sus
instituciones, el Estado se manifiesta de tres modos:

1. El Estado tiene ante todo competencia para reglamentar la


organización de sus servicios públicos, es decir, para darse su
propia Constitución, organizar libremente su gobierno y el
sistema que prefiere aplicar en su normativa interna.
2. El Estado tiene competencia para regular el funcionamiento de
sus servicios públicos y obrar sobre ellos.
3. Tiene además, competencia para asegurar la defensa y seguridad
de sus servicios públicos.

En el Ecuador, disposiciones sobre la competencia para administrar los


servicios públicos, se encuentra en la Ley de Modernización del Estado y,
además, por decreto ejecutivo que otorga “… a la Secretaría Nacional de la
Administración Pública, además de las competencias señaladas en el Estatuto
de Régimen Jurídico y Administrativo de la función ejecutiva, ejercerá la
rectoría en materia de: calidad de servicio y excelencia; denuncias y quejas en
la prestación de los servicios públicos; atención al usuario; estatutos
orgánicos y estructuras institucionales en la administración pública central
institucional y dependiente de la Función Ejecutiva”.[24]
8.2 La competencia territorial
Competencia territorial es aquella que tiene el Estado con respecto a los
pobladores sobre una base física que constituye su territorio, sobre las cosas
que en él se encuentran y sobre los hechos que en él ocurren. Esta
competencia está comprendida entre un máximo que vendría a ser la
soberanía territorial y un mínimo, las competencias territoriales limitadas.
El territorio es uno de los elementos esenciales para la existencia del
Estado y establecer sus competencias resulta vital para su desenvolvimiento
interno y fundamental en las relaciones internacionales.
El territorio del Estado Ecuatoriano está formado por “(…) el espacio
continental y marítimo, las islas adyacentes, el mar territorial, el Archipiélago
de Galápagos, el suelo, la plataforma submarina, el subsuelo y el espacio
suprayacente continental, insular y marítimo” (Constitución del Ecuador,
2008, art. 4).
Modos de adquisición de la competencia territorial
La doctrina ha reconocido dos modos de adquirir la competencia
territorial:

a. Modos originarios: Es decir aquellos que se utilizan cuando el


territorio sobre el que se establece la competencia no está
sometido a la de otro Estado, tratándose de una terra nullius
(tierra de nadie). De este modo: la ocupación y la accesión.
b. Modos derivativos: Aquellos que cuando el territorio sobre el
que se establece la competencia está sometida a la de otro
Estado. De este modo: la cesión.

1. La ocupación
Es el modo más común de los originarios, tomando posesión del mismo y
adquiriendo sobre él la competencia territorial. Para que la ocupación tenga
consecuencias internacionales es necesario que se den dos elementos: el
elemento psicológico o animus occupandi y el elemento material de la
efectividad de la ocupación.
2. La accesión
Consiste en extender la competencia a aquellas formaciones terrestres que
hayan acrecido al propio territorio del Estado, ya sea por causas naturales o
por la acción del hombre.
3. La cesión
Está basada en un acuerdo entre dos o más Estados para llevar a cabo una
transferencia territorial, la cesión se perfecciona jurídicamente cuando se
produce la ocupación efectiva del territorio y el ejercicio de las competencias
por el Estado beneficiario de la cesión.
Este modo, ha sido reprobado en los últimos años, debido a que era el
modo de transferir territorios del Estado vencido al vencedor de una guerra,
cuando ésta finalizaba, utilizando el uso de la fuerza y las conquistas de los
fuertes.
CHARLES ROUSSEAU reconoce competencias territoriales limitadas y las
categoriza bajo tres supuestos: El protectorado, el mandato y la tutela
(ROUSSEAU, Derecho internacional público profundizado, 1966, pág. 165).
El Protectorado: Cuya naturaleza jurídica fue muy discutida en doctrina.
En el territorio del protectorado se encuentra un territorio del Estado
protegido, sobre el cual el Estado protector ejerce ciertas competencias
limitadas. “La jurisprudencia francesa que calificaba hasta 1955 el territorio
tunecino como “territorio no integrado al territorio francés, sometido
simplemente a la protección de Francia, no contradice esta posición, que
excluye toda soberanía territorial del Estado protector” (ROUSSEAU, 1966,
pág. 166).
Territorios bajo Mandato: Respecto de los territorios que estaban a su
cargo, la potencia mandataria no poseía una competencia originaria e
incondicional, sino competencias territoriales limitadas. Esto es así tanto para
los mandatos C, como para los demás.
Como consecuencia los tratados celebrados por el Estado mandatario por
su propia cuenta no podían ser aplicados; la inaplicabilidad del derecho
interno del Estado mandatario, bajo reserva de la extensión de los principios
fundamentales del orden jurídico de la potencia mandataria y de la facultad
para esta última de administrar los territorios bajo mandato B y C como parte
integrante de su propio territorio; la obligación para el mandatario de respetar
la integridad del territorio bajo mandato, lo que implicaba la prohibición de
toda anexión por el Estado mandatario y la interdicción de toda cesión
territorial por este último a otros Estados (Analizados en el punto 7.10)
Territorios bajo Tutela: El mismo análisis cabe para los territorios que
fueron colocados bajo el régimen de tutela en 1945.
El régimen de tutela se ha aplicado a los territorios que se hallaban
bajo mandato todavía al final de la segunda guerra mundial y a
Somalia (separada de un Estado vencido en 1945) Todos los
territorios bajo tutela han pasado a ser Estados independientes, menos
las Islas del Pacífico (Carolinas, Marshall, Marianas) que están bajo la
tutela de Estados Unidos de Norteamérica (http://www.enciclopedia-
juridica.biz14.com/inicio-enciclopediajuridico.html 2014).
8.2.1 La Soberanía Territorial
Soberanía territorial es el poder exclusivo que ejerce un Estado sobre su
territorio, sin perjuicio de los límites que señala el derecho internacional.
La soberanía territorial concede a los Estados dos derechos: el dominio
internacional y la competencia territorial. El dominio internacional que es la
pertenencia de un territorio a un Estado determinado y la competencia o
supremacía territorial que es el ejercicio pleno y exclusivo de la autoridad o
poder público del Estado sobre las personas y bienes situados en su territorio.
JUAN ANTONIO CARRILLO SALCEDO manifiesta que:
Jurídicamente, la noción de soberanía expresa en derecho
internacional el conjunto de competencias y derechos de que cada
Estado independiente es titular en sus relaciones con otros Estados.
Así entendida, la soberanía se nos muestra como un principio
constitucional del derecho internacional, símbolo del hecho de que
este último opera sobre la base de la coordinación entre los Estados y
no de subordinación entre los mismos, y su esencia consiste en el
derecho a ejercer las funciones del Estado en un plano de
independencia e igualdad respecto de otros Estados (Carrillo Salcedo,
1969).
La competencia territorial exclusiva y plenaria, denominada soberanía
territorial, se ejerce esencialmente sobre el espacio terrestre nacional que
forma el territorio estatal, incluidos el mar territorial y el espacio aéreo.
Para ROUSSEAU la soberanía territorial tiene un doble aspecto: positivo
y negativo.
El aspecto positivo, es que la soberanía territorial se funda en dos ideas
esenciales: es un poder jurídico y es una noción funcional.
Un conjunto de poderes jurídicos reconocidos a un Estado para permitirle
ejercer las funciones estatales dentro de un espacio determinado, es decir,
cumplir los actos destinados a producir un efecto de derecho (actos
legislativos, administrativos y jurisdiccionales).
La soberanía territorial es, por otra parte, una noción funcional: positiva,
acorde con la noción misma del Estado, que solo existe para cumplir ciertas
funciones y realizar ciertas finalidades que le son exteriores ya que no existe
sino en interés de sus ciudadanos.
En el aspecto negativo, la soberanía territorial comporta, el exclusivismo,
es decir, la facultad de excluir toda competencia de otro Estado en el interior
del territorio sobre el cual se ejerce. Hemos visto que ese exclusivismo se
afirma sobre todo, en lo que concierne al monopolio de la obligación (poder
coercitivo), del ejercicio del poder jurisdiccional y de la organización de los
servicios públicos.
Otros autores, completan esta idea del aspecto negativo de la soberanía
territorial, analizando la igualdad jurídica de los Estados ante el derecho
internacional, y que, sus principios son el referente de las relaciones de
amistad y cooperación entre los ellos.
8.3 El reconocimiento de gobiernos: doctrinas
Cuando se produce un rompimiento del orden constitucional en el
gobierno de un Estado, éste no afecta su personalidad internacional, pero el
nuevo régimen o gobierno que nazca de esa transformación, necesita ser
reconocido por los gobiernos extranjeros, con la finalidad de que las
relaciones diplomáticas y de otro tipo, se mantengan y vuelvan a la
normalidad.
La necesidad de este procedimiento surge porque, se altera el sistema
político del Estado, debido a las acciones de hecho que se han producido y
queda en duda o espera, ante los demás Estados, la legitimidad o legalidad de
la autoridad efectiva y suprema en el Estado que surja de ese cambio violento,
pues es con esa autoridad con la cual habrá de mantener relaciones.
La práctica diplomática general ha sido la de proceder al reconocimiento
del nuevo gobierno. Ecuador no se ha inclinado por esta práctica sino ha
propugnado una automática continuación de relaciones diplomáticas.
El reconocimiento del nuevo gobierno no implica la aprobación de su
política o testimonio de su legalidad, es solamente la confirmación de un
hecho.
Quienes consideran necesario el reconocimiento del gobierno emergente,
lo consideran también como mecanismo de garantía del respeto de las
obligaciones internacionales por parte de éste. Pero quienes propugnan la
supresión del reconocimiento, lo hacen por el temor de que su aplicación
pueda conducir a casos de intervención foránea en los asuntos internos de un
Estado.
El reconocimiento de gobiernos puede ser expreso o tácito, ya sea que se
lo haga, a través de una declaración formal reconociendo al nuevo gobierno o
por actos internacionales dirigidos a admitir que el nuevo gobierno detenta el
poder interno y representa al Estado en lo internacional (por ejemplo la
celebración de un tratado internacional).
Puede también reconocerse “de jure” (de derecho) cuando el nuevo
gobierno se hubiere consolidado y se le reconoce sin reservas; o, “de facto”
(de hecho) cuando surgen dudas sobre la estabilidad del nuevo gobierno y se
espera para la reanudación de las relaciones diplomáticas. El reconocimiento
prematuro de un gobierno, se podría catalogar como una intervención ilícita
en asuntos internos del Estado.
Será indispensable para el reconocimiento que el nuevo gobierno
demuestre efectividad y responsabilidad, la primera, con el control del aparato
administrativo y la aceptación de la población; y la segunda, con la capacidad
y voluntad de cumplir las obligaciones internacionales.
No es requisito para el reconocimiento que el gobierno goce de
legitimidad, ésta podría ser posterior.
El reconocimiento es generalmente individual, es decir que cada Estado
reconoce al nuevo gobierno, pero también se han presentado ocasionalmente
otras formas de reconocimiento: el colectivo (realizan colectivamente varios
Estados), el consultado (procedimiento de llamar a consulta a varios países
para otorgar el reconocimiento), el concertado (nacido de un acuerdo), el
conjunto o simultáneo (realizado simultáneamente por varios países).
Doctrina Tobar: El 15 de marzo de 1907, el Canciller ecuatoriano Doctor
CARLOS R. TOBAR, propuso esta doctrina, con la finalidad de defender el
sistema democrático y los principios constitucionales en América Latina. La
doctrina propugna el “no reconocimiento de los gobiernos de hecho
surgidos de revoluciones contra la Constitución”. Como dicha actitud
implica injerencia en los asuntos internos de un Estado, el doctor TOBAR
sostenía que “una intervención convenida no es propiamente una
intervención”, sobre todo si “los autores mismos que no aceptan las
intervenciones aisladas las aceptan cuando son hechas por varios países
en colectividad (…)”. Esta doctrina fue aplicada especialmente por el
Presidente WILSON, de los Estados Unidos, en algunos casos como los
regímenes revolucionarios de los generales HUERTA en México y TINOCO
en Costa Rica. A esta doctrina se la conoce también como de la legitimidad
democrática.
Doctrina Estrada: Propuesta por el Ministro de Relaciones Exteriores de
México, señor GENARO ESTRADA, en 1930, según la cual el
reconocimiento constituye intromisión en los asuntos internos de otro Estado.
Por lo tanto, su país “no se pronuncia en sentido de otorgar
reconocimiento, sino que limitase a mantener o retirar, cuando lo crea
procedente, a sus agentes diplomáticos, y a continuar aceptando, cuando
también lo considere procedente, a similares agentes diplomáticos que las
naciones respectivas tengan acreditados en México”.
Doctrina Betancourt: El Presidente de Venezuela, RÓMULO
BETANCOURT, en 1963, proclamó que su país “(…) sostiene y practica la
tesis del no reconocimiento diplomático a los gobiernos de hecho cuando
resulten del derrocamiento de regímenes de legítimo origen comicial”.
Venezuela había adoptado la modalidad generada por la Doctrina TOBAR.
Tal posición sin embargo, fue gradualmente abandonada.
8.4 Principios que rigen el ejercicio de las competencias
Entre los principios que rigen el ejercicio de las competencias del Estado
se encuentran el principio de la independencia, con sus tres manifestaciones,
las mismas que las hemos analizado en páginas anteriores; el principio de la
igualdad de los Estados ante el derecho internacional, y el principio de la
abstención o de la no intervención.
8.4.1 Principio de la igualdad
Hemos afirmado repetidas veces que todos los Estados son jurídicamente
iguales y ese es un principio fundamental de las relaciones entre ellos.
La carta de las Naciones Unidas (1945), proclama este principio: “La
Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus
Miembros” (art. 2).
De igual manera, la Declaración de Principios Referentes a las Relaciones
Amistosas y a la Cooperación entre los Estados de Conformidad con la carta
de las N.U., dice: “Todos los Estados gozan de igualdad soberana. Tienen
iguales derechos e iguales deberes y son por igual miembros de la comunidad
internacional, pese a las diferencias de orden económico, social, político o de
otra índole”.
El artículo 10 de la Carta de la OEA, manifiesta:
Los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos e
igual capacidad para ejercerlos y tienen iguales deberes. Los derechos
de cada uno no dependen del poder de que disponga para asegurar su
ejercicio, sino del simple hecho de su existencia como persona de
derecho internacional.
Como vemos, es un principio reconocido y promocionado por las
organizaciones internacionales, principio del cual emana una serie de
derechos y obligaciones en el campo de las relaciones de los Estados y ante
los organismos internacionales, que se manifiesta en la práctica diaria de
dichas relaciones.
8.4.2 Principio de la abstención
Este principio rector de las relaciones internacionales denominado
abstención o de no intervención, tiene como fundamento que cada Estado
debe evitar inmiscuirse en los asuntos internos de los demás, pues tiene su
zona de competencia propia más allá de la cual ha de privarse de obrar, es un
deber que se le impone en el ejercicio de sus competencias.
Las grandes potencias emplearon el “derecho de intervención”, durante los
siglos XIX y comienzos del XX, alegando el derecho de la autodefensa, para
interferirse en los asuntos de otros Estados. Han utilizado argucias como los
“motivos humanitarios”, con la finalidad de proteger intereses de sus
nacionales o para mantener o implantar regímenes gubernativos, etc.
La intervención, ha merecido un rechazo general, en cualquiera de las
formas que la presenten, especialmente en nuestra región, la “no
intervención” es uno de los principios esenciales del sistema interamericano.
La Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 2, numeral 7 manifiesta:
Ninguna disposición de esta Carta autoriza a las Naciones Unidas a
intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción
interna de los Estados, ni obligará a los Miembros a someter dichos
asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta;
pero este principio no se opone a la aplicación de las medidas
coercitivas prescritas en el capítulo VII.
La Carta de la OEA, tiene disposición similar, en su artículo 19:
Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho de intervenir directa
o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o
externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente
la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de
tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos
políticos, económicos y culturales que los constituyen.
La Constitución de la República del Ecuador (2008), reconoce con
bastante amplitud los principios para el ejercicio de las competencias en la
convivencia con otros Estados:
Las relaciones del Ecuador con la comunidad internacional
responderán a los intereses del pueblo ecuatoriano, al que le rendirán
cuenta sus responsables y ejecutores y en consecuencia:

1. Proclama la independencia e igualdad jurídica de los Estados,


la convivencia pacífica y la autodeterminación de los
pueblos, así como la cooperación, la integración y la
solidaridad.
2. Propugna la solución pacífica de las controversias y los
conflictos internacionales y rechaza la amenaza o uso de la
fuerza para resolverlos.
3. Condena la injerencia de los Estados en los asuntos internos
de otros Estados y cualquier forma de incursión, sea armada,
agresión, ocupación o bloqueo económico o militar.
4. Promueve la paz, el desarme universal, condena el de
destrucción masiva y la imposición de bases o instalaciones
con propósitos militares de unos Estados en los territorios de
otros.
5. Reconoce los derechos de los distintos pueblos que coexisten
dentro de los Estados (…) rechaza el racismo, la xenofobia y
toda forma de discriminación.
6. Propugna el principio de ciudadanía universal, la libre
movilidad de todos los habitantes del planeta.
7. Exige el respeto de los derechos humanos, en particular de
los derechos de las personas migrantes.
8. Condena toda forma de imperialismo, colonialismo,
neocolonialismo, y reconoce el derecho de los pueblos a la
resistencia y liberación de toda forma de opresión.
9. Reconoce el derecho internacional como norma de conducta,
y demanda la democratización de los organismos
internacionales.
10. Promueve la conformación de un orden global multipolar con
la participación de bloques económicos, políticos regionales,
y el fortalecimiento de las relaciones horizontales para la
construcción de un mundo justo, democrático, solidario,
diverso e intercultural.
11. Impulsa prioritariamente la integración política, cultural y
económica de la región andina, de América del Sur y de
Latinoamérica.
12. Fomenta un nuevo sistema de comercio e inversión entre los
Estados que se sustenten en la justicia, la solidaridad, la
complementariedad, la creación de mecanismo de control
internacional a las corporaciones multinacionales y el
establecimiento de un sistema financiero internacional, justo,
transparente y equitativo. Rechaza que controversias con
empresas privadas extranjeras se conviertan en conflictos
entre Estados.
13. Impulsa la creación, ratificación y vigencia de instrumentos
internacionales para la conservación y regeneración de los
ciclos vitales del planeta y la biosfera.

(Constitución del Ecuador, 2008, art. 416).


8.5 Doctrina Monroe: los principios de la no colonización, no
intervención y del aislamiento
El 2 de diciembre de 1823, el Presidente de los Estados Unidos, JAMES
MONROE, formuló en su mensaje anual al Congreso ciertas declaraciones que
luego vinieron a constituir, con el nombre de Doctrina Monroe, una de las
piedras angulares de la política exterior de ese país.
La causa de tales declaraciones, era como respuesta a los hechos que
mostraban el propósito de las grandes potencias europeas de extender su
dominación en América: principalmente la penetración rusa en las costas
americanas del Pacífico septentrional, al atribuirse derechos exclusivos de
pesca; y sobre todo los planes de la Santa Alianza de auxiliar a España para
reconquistar las colonias de América, lo que hubiera significado entronizar el
absolutismo en gran parte del continente.
Esta doctrina fue invocada y utilizada durante más de un siglo con criterio
y alcance diversos, ha tenido éxito y tropiezos, así como ha sido objeto de
apologías y de críticas duras.
La Doctrina MONROE puede ser resumida en tres principios:

No colonización futura por Estados europeos en América. “Los


continentes americanos, dada la condición libre e independiente
que han asumido y mantienen, no deben ser considerados en
adelante como sujetos a colonización futura por ninguna potencia
europea”, decía MONROE.
No intervención por Estados europeos en el continente
americano.

El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente distinto al


de América (…). Corresponde, pues, a la lealtad y a las amistosas
relaciones que existen entre los Estados Unidos y aquellas potencias
declarar que hemos de considerar toda tentativa de su parte para
extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como
peligrosa para nuestra paz y seguridad. En las colonias o dependencias
existentes de potencias europeas no hemos intervenido ni hemos de
intervenir. Pero, con respecto a los gobiernos que han declarado su
independencia y la han mantenido, y cuya independencia nosotros
hemos reconocido teniendo en cuenta elevadas consideraciones y
principios de justicia, no podríamos ver ninguna interposición por una
potencia europea con el propósito de oprimirlos o controlar de
cualquier manera sus destinos, sino como manifestación de una
disposición inamistosa hacia los Estados Unidos.
Y más adelante manifiesta:

Desinterés de los Estados Unidos en las cuestiones europeas:


Nuestra política con relación a Europa, que ha sido adoptada
desde el comienzo de las guerras que durante largo tiempo han
agitado a esa parte del globo, se mantiene igual y consiste en no
injerir en los asuntos que sólo conciernen a esas potencias.

Para las nuevas repúblicas americanas estas declaraciones fueron tomadas


como un anuncio de liberación definitiva, en los países europeos causó
sorpresa y enojo. Sin embargo dio resultado. Sobre todo frustró la pretendida
intervención de la Santa Alianza en América.
La Doctrina MONROE, no fue siempre aplicada por los Estados Unidos,
hay varios ejemplos de ello, ni tampoco se la usó de inmediato. Luego a
través de los años, se la ha ido transformando, por medio de
“interpretaciones” o “conclusiones”, por algunos presidentes, que cambiaron
la idea originaria, e incluso en ciertos casos sirvió de instrumento de la
política imperialista (Doctrina Monroe, 1823, Senado de los Estados Unidos
de América. Anales del Congreso).
8.6 Doctrina Drago
El antecedente fue una operación naval realizada frente a las costas de
Venezuela, en diciembre de 1902, por fuerzas de Alemania, Gran Bretaña e
Italia, para obligar al gobierno venezolano al pago de créditos adeudados a
nacionales de esos países, el canciller de la República Argentina, LUÍS
MARÍA DRAGO, propugnó el repudio al cobro compulsivo de las deudas
públicas. DRAGO envió al Ministro argentino en Washington, una nota para
el Gobierno de los Estados Unidos, en la que, entre otras cosas, decía:
El principio que quisiéramos ver reconocido es el que la deuda
pública no puede provocar jamás la intervención armada, ni mucho
menos la ocupación material del suelo de las naciones americanas por
parte de potencias europeas (…). El reconocimiento de la deuda y la
liquidación de su monto pueden y deben ser hechos por la Nación, sin
detrimento de sus derechos primordiales como entidad soberana; pero
el cobro compulsivo, inmediato en un momento dado, por medio de la
fuerza, entrañaría la ruina de las naciones débiles y la absorción de un
Gobierno por los poderosos de la tierra (…).
La II Conferencia de Paz de La Haya (1907), no acogió la Doctrina Drago
y más bien aprobó una propuesta del delegado americano, que se transformó
en la “Convención relativa al empleo de la fuerza para el cobro de las deudas
contractuales”. Actualmente tanto, la Carta de las Naciones Unidas, como la
Carta de la OEA, proscriben el uso de la fuerza y promueven la solución
pacífica de las controversias internacionales.
PARTE IX
LAS RELACIONES INTERNACIONALES

9.1 Los órganos de las relaciones internacionales: el Jefe de


Estado, los ministros de relaciones exteriores
Los Estados, al igual que las personas jurídicas son representados por
individuos en la práctica de sus relaciones. Estas personas o grupo de
personas que lo representan son los órganos del Estado en las relaciones
internacionales. Está representación, es decir la medida en la cual los órganos
deben y pueden representar al Estado frente a otros Estados o frente a otros
sujetos, está determinado por el derecho internacional; y él mismo señala los
privilegios e inmunidades necesarios para el ejercicio de sus funciones
internacionales. El derecho interno reglamenta las competencias.
Los órganos estatales encargados de las relaciones exteriores del Estado,
han sido tradicionalmente, el Jefe de Estado o el Jefe de Gobierno, el Ministro
de Relaciones Exteriores, los agentes diplomáticos y los agentes consulares.
Sin embargo, en la actualidad, dado el incremento de actividades por la
mayor interdependencia entre los Estados, ha requerido utilizar una gran
cantidad de agentes ad-hoc [25], encargados de asuntos políticos
determinados, de negociadores o de técnicos, e igualmente el desarrollo de
organizaciones internacionales, lo que ha dado lugar a una activa diplomacia
multilateral, pues, ante las organizaciones los Estados se encuentran
representados por misiones permanentes, diplomáticas o de observación, o
delegados ante órganos o conferencias convocados por la organización u
observadores ante la misma.
En el caso de Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Ministro de Relaciones
Exteriores, el derecho internacional dispone que puedan representar ipso facto
a su Estado, sin necesidad de tener que probar su autoridad. Los agentes
diplomáticos requieren presentar las credenciales para probar su
representación, igual que corresponde con la representación ad-hoc. Los
agentes consulares, no representan al Estado en la totalidad de las relaciones
internacionales, como lo hacen los agentes diplomáticos permanentes,
realizan funciones más bien de servicio, no políticas, y con el objeto principal
de proteger los intereses del Estado y de sus nacionales en el exterior.
Jefes de Estado
El Jefe de Estado es la persona que ejerce y representa con carácter
supremo al poder público que gobierna en un Estado. Le corresponde la
formulación de la política exterior. No requiere de plenos poderes para
negociar y suscribir tratados, ratificarlos, reconocer a los Estados y a los
gobiernos extranjeros y, declarar la guerra. Ante él es ante quien se acreditan
los Jefes de misiones diplomáticas y él los acredita en el exterior, conceden
exequátur[26] a los cónsules extranjeros, etc.
El Jefe de Estado posee la representación exterior del Estado, pero
normalmente delega su ejercicio en su Ministro de Relaciones Exteriores o en
el representante diplomático que ha acreditado en el respectivo Estado
extranjero. En realidad la mayor parte de funciones en materia de política
internacional delega en el Ministro de Relaciones Exteriores.
Algunas de estas funciones son compartidas con otras funciones u órganos
del Estado, en el orden interno.
El Jefe de Estado, su familia y su séquito, gozan de completa inmunidad
cuando se encuentran en territorio extranjero, lo cual tiene como fundamento
la igualdad de los Estados y tiene que ver con la inviolabilidad de su persona
(no puede ser arrestado, ni citado ante un tribunal, ni ser objeto de multas) y
en la exención de determinados impuestos. Gozan de la misma inmunidad de
jurisdicción civil y penal que los agentes diplomáticos. Puede, eso sí, ejercer
en el extranjero las funciones propias de su cargo: firmar decretos, leyes, etc.
El ministro de relaciones exteriores
Ejecuta la política exterior del país, bajo la dirección del Jefe de Estado o
Jefe de Gobierno o del Parlamento, según sea el caso, de acuerdo con la
Constitución de cada Estado.
En su calidad de órgano del Estado en las relaciones exteriores, sus actos
pueden acarrear la responsabilidad internacional del Estado que representa.
Cuando el Ministro de Relaciones Exteriores se encuentra en el extranjero,
tiene las mismas inmunidades y privilegios conferidos al personal
diplomático: inviolabilidad e inmunidades de jurisdicción civil y penal, que se
extienden también a su familia.
Las comunicaciones de representantes extranjeros, salvo circunstancias
excepcionales, deben ser dirigidas al Ministro de Relaciones Exteriores. La
Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas, establece en el
artículo 41, inciso 2º que: “Todos los asuntos oficiales de que la misión está
encargada por el Estado acreditante han de ser tratados con el Ministro de
Relaciones Exteriores de ese Estado o por conducto de él, o con el ministerio
que se haya convenido”.
9.2 Sistema Ecuatoriano
Por disposición de la Constitución de la República del Ecuador le
corresponde al Presidente de la República definir la política exterior, suscribir
y ratificar los tratados internacionales, nombrar y remover a embajadores y
jefes de misión.
El Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana
(MREMH) es el rector de la política internacional y es responsable de
la gestión y coordinación de la misma, la integración latinoamericana
y la movilidad humana, respondiendo a los intereses del pueblo
ecuatoriano, al que le rendirá cuentas de sus decisiones y acciones en
cumplimiento de los principios constitucionales y de las normas del
derecho internacional, en el marco de los planes nacionales de
desarrollo (Cancillería, 2017).
La ley que rige su funcionamiento es la Ley Orgánica del Servicio
Exterior, cuyo texto fue aprobado y publicado en el RO 75: 28-Dic-1935. Su
última codificación se llevó a cabo en el 2006 y ha sufrido algunas reformas.
El artículo primero, inciso segundo de dicha Ley Orgánica establece que:
El Servicio Exterior, bajo la inmediata dirección del Ministro de
Relaciones Exteriores, ejecuta la política internacional, vela por el
respeto de la personalidad, soberanía, independencia, dignidad e
integridad territorial de la República y asegura la defensa de sus
derechos y la protección de sus intereses.
De manera que, los órganos del servicio exterior en el Estado ecuatoriano
son: el Jefe de Estado, el Ministro de Relaciones Exteriores, y el servicio
exterior, el mismo que está Integrado por el Ministerio de Relaciones
Exteriores; las misiones diplomáticas; y, las oficinas consulares.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, bajo la dirección directa del
Ministro, es el órgano central que orienta, dirige y coordina el trabajo de las
misiones diplomáticas y de las oficinas consulares.
9.3 Los agentes diplomáticos: funciones, designación,
inmunidades
Los agentes diplomáticos son las personas que ejercen la representación
oficial de un Estado en otro Estado, ya sea de modo general y permanente, o
bien con carácter ad hoc, esto es, para determinado asunto solamente.
El derecho de legación es aquel que tienen los Estados para enviar (activo)
o recibir (pasivo) agentes diplomáticos.
Los primeros agentes diplomáticos permanentes fueron instituidos en el
siglo XV por las Repúblicas italianas. La paz de Wesfalia (1648) al establecer
en los Estados europeos un sistema de equilibrio político, indujo a mantener
entre ellos representaciones diplomáticas permanentes. Esta práctica se
generalizó, especialmente desde mediados del siglo XIX.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas[27], de 1961, en
su artículo 14, estableció tres categorías de Jefes de Misión:
Art. 14.- 1. Los jefes de misión se dividen en tres clases:

a. Embajadores o Nuncios acreditados ante los Jefes de


Estado y otros jefes de misión de rango equivalente;
b. Enviados, ministros o internuncios acreditados ante los
Jefes de Estado;
c. Encargados de negocios acreditados ante los Ministros de
Relaciones Exteriores.

La realización de reuniones o conferencias internacionales ha sido cada


vez más frecuente, y aunque a algunas muy importantes han concurrido los
jefes de Estado o sus ministros, ha sido necesario acreditar en ellos agentes
diplomáticos ad hoc como delegados plenipotenciarios.
Con la finalidad de cumplir el derecho de legación, los Estados han
organizado su “servicio exterior”, que comprende actualmente todo lo relativo
al funcionamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores, como también a
los agentes diplomáticos y a los funcionarios consulares en el exterior.
El Cuerpo diplomático lo componen el conjunto de los jefes de misión
acreditados ante un gobierno, que tienen al frente, un Decano, que es
generalmente, el Nuncio, o el jefe de misión más antiguo en el lugar dentro de
los de mayor jerarquía.
Funciones
El agente diplomático tiene cuatro funciones básicas:

Misión de representación.
Misión de negociación.
Misión de observación e información.
Misión de protección.

En La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de 1961, en


el artículo 3, inciso 1, además se establece:

Representar al Estado acreditante ante el Estado receptor.


Proteger en el Estado receptor los intereses del Estado
acreditante y la de sus nacionales, dentro de los límites
permitidos por el derecho internacional.
Negociar con el gobierno del Estado receptor.
Enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la
evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e
informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante.
Fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones
económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y
el Estado receptor.

Las misiones diplomáticas podrán además, de acuerdo con el inciso


segundo, ejercer funciones consulares.
Puede haber otras, como por ejemplo ejercer la representación de un tercer
Estado que ocurre en el caso de ruptura de relaciones diplomáticas, o en
forma permanente.
En la actualidad, las funciones diplomáticas han tomado un carácter
moderno de posicionar a los Estados en el concierto internacional, se trabaja
por la imagen, por agrandar el comercio de las exportaciones, por aprovechar
los espacios de los organismos internacionales y por reforzar las buenas
relaciones entre los Estados, principalmente.
Designación
La costumbre internacional ha establecido que requisito previo para la
designación de un jefe de misión diplomática, consultar confidencialmente al
gobierno ante el cual ha de ser acreditado si el candidato es “persona grata”.
El gobierno consultado puede responder en sentido negativo, sin que tenga
obligación de expresar los motivos en el que se funda, así lo tiene establecido
el artículo cuarto de la Convención de 1961.
No se requiere consultar, para la designación de los demás funcionarios
que integran el personal oficial de la misión diplomática o del resto del
personal de la misión diplomática permanente, que el Estado acreditante
podrá nombrar libremente (artículo 7 de la Convención).
La Convención de 1961 también establece en el artículo 8, inciso primero,
que los miembros del personal diplomático deberán tener la nacionalidad del
Estado acreditante, pero podrán designarse conforme con el inciso segundo,
personas que tengan la nacionalidad del Estado receptor, con el
consentimiento de este Estado, que podrá retirarlo en cualquier momento en
el caso de nacionales de un tercer Estado, el Estado receptor podrá reservarse
el mismo derecho de objetar su nombramiento según el inciso tercero.
En casos de Estados que no tienen suficientes recursos financieros, puedan
acreditar agentes diplomáticos ante dos o más Estados y organismos
internacionales (artículo 5 de la Convención) salvo que los Estados receptores
se opongan expresamente.
Inmunidades
En cuanto a las inmunidades de los agentes diplomáticos, las reglas de
derecho internacional consuetudinario han sido incorporadas a la legislación
interna.
Entre los privilegios e inmunidades que tienen los agentes diplomáticos
podemos mencionar:
1. La inviolabilidad: Según la Convención de 1961, el agente
diplomático gozará de inviolabilidad y no podrá ser objeto de detención ni
arresto. El Estado receptor adoptará todas las medidas adecuadas para impedir
cualquier atropello contra su persona.
Los locales de la misión son inviolables, al igual que los bienes, los
archivos y la correspondencia. La inviolabilidad de los locales de la misión es
el fundamento para el derecho de asilo diplomático, ya que este existe cuando
una persona busca refugio en la sede de una Misión extranjera, o también
puede ser en los buques de guerra y aeronaves. Este derecho de asilo, es más
bien una práctica de los países latinoamericanos y para delitos políticos.
Goza de la misma inviolabilidad la residencia particular del agente
diplomático, y se extiende a los correos que lleva la valija diplomática.
2. Inmunidad de Jurisdicción: En cuanto a la jurisdicción penal, la
inmunidad de jurisdicción es total. En cuanto a la jurisdicción civil y
administrativa, también gozan de inmunidad, excepto: jurisdicción civil en
casos de acciones reales, sobre bienes inmuebles, sucesiones y las relativas a
actividades comerciales o profesionales privadas. No puede ser citado como
testigo, aunque puede hacerlo por escrito y sus bienes no serán embargados ni
objeto de medidas ejecutivas.
El Estado acreditante puede renunciar expresamente a la inmunidad de
jurisdicción de sus agentes diplomáticos y demás personal de la misión, lo
cual no significa renuncia a la inmunidad de ejecución.
3. Exención de Impuestos: El agente diplomático está exento en el
Estado receptor del pago de todo tipo de impuestos o gravámenes personales
o reales, excepto los impuestos directos que se incluye en los precios de las
mercaderías, sobre sucesiones o sobre utilidades de las inversiones en
empresas en el Estado receptor. También está exento del pago de impuestos
de aduana sobre los objetos para su uso personal o de su familia, incluidos los
de instalación.
9.4 Los agentes consulares: funciones, clases, alcance
de sus inmunidades
9.4.1 Funciones
Los cónsules son funcionarios oficiales de un Estado, que actúan en
territorio de otro Estado, con previo conocimiento de éste, ejerciendo en
forma general las funciones de prestar información y ayuda a sus nacionales,
y en forma específica, actúa de Ministro de fe, desempeña funciones
notariales: poderes, escrituras comerciales, etc. Llevan además los libros de
un oficial de registro civil, pudiendo incluso celebrar matrimonios; trabajan,
además, por los intercambios entre los Estados, informan sobre ellos a sus
gobiernos y auxilian a dichos nacionales en ciertas circunstancias personales
extraordinarias.
Lo referente a la institución consular se rige por la costumbre y por
tratados. El 24 de abril de 1963, se pone en vigencia la Convención de Viena
sobre Relaciones Consulares[28].
Los cónsules no son agentes diplomáticos y es una institución más antigua
que la misión diplomática permanente, se desarrolló como un medio de
protección del comercio.
Como no tienen carácter representativo, su nombramiento no requiere del
reconocimiento de un gobierno, ni están acreditados frente al mismo. El
artículo 2, inciso 1 de la Convención de Viena dispone que: “el
establecimiento de relaciones consulares entre Estados se efectuará por
consentimiento mutuo” (Naciones Unidas, 1969). Pero como el
establecimiento de relaciones consulares no trae consigo consecuencias
políticas, se podría mantener consulados en territorios de Estados no
reconocidos o bajo el control de regímenes no reconocidos o en territorios no
autónomos o en protectorados.
9.4.2 Clases
Se clasifican en Cónsules de Carrera (denominados Cónsules Missi) y en
Cónsules Honorarios (denominados Cónsules Electi).
Los cónsules de carrera, pueden ser o no miembros del servicio exterior. Y
aunque lo sean, gozan únicamente de las prerrogativas consulares. En los
casos en que funcionarios diplomáticos asuman las funciones de cónsules
continúan gozando de los privilegios e inmunidades diplomáticas. En la
práctica, los consulados generales, donde existe mayor representación de
ciudadanos nacionales del país acreditante, se destina un cónsul general, el
que corresponde a un diplomático de carrera con rango de ministro o
consejero, e incluso en algunos casos, se estila destinar un embajador.
Los cónsules honorarios, pueden ser nacionales del Estado donde ejercen
sus funciones, están autorizados a desempeñar otras actividades fuera de las
consulares y no cobran sueldos por su gestión.
Los cónsules de carrera tienen más privilegios e inmunidades que los
honorarios así como funciones más amplias.
Otra clasificación es la de cónsul general, cónsul y vicecónsul;
clasificación en relación a la jerarquía y a las designaciones de los distintos
cónsules en las capitales o en las ciudades de mayor o menor importancia del
país receptor.
La Ley Orgánica del Servicio Exterior ecuatoriana, en su artículo 62
manifiesta que:
Las Oficinas Consulares son:

Consulados generales;
Consulados;
Viceconsulados; y,
Agencias consulares.

9.4.3 Alcance de sus inmunidades


La Convención sobre Relaciones Consulares contiene disposiciones para
otorgar facilidades, privilegios e inmunidades a la oficina consular y a los
funcionarios consulares.
Según el artículo 28, el Estado receptor deberá conceder “todas las
facilidades” para el ejercicio de sus funciones. En el artículo 30 dispone,
además, que dicho Estado deberá facilitar la adquisición de los locales
necesarios para su funcionamiento o ayudar a obtenerlos de alguna manera,
así como conseguir alojamiento para sus miembros.
Por el artículo 32, inciso primero, los locales consulares y la residencia del
jefe de la oficina consular de carrera están exentos de impuestos y
gravámenes, ya sean propiedad o alquilados por el Estado que envía. Por el
artículo 50, inciso primero, están exentos de los derechos de aduana los
objetos destinados al uso oficial de la oficina consular.
La Convención de 1963, reconoce la libertad de tránsito a los miembros
de la oficina consular, salvo las zonas de acceso prohibidas por razones de
seguridad nacional, es decir, en las mismas condiciones que a los agentes
diplomáticos. Reconoce la libertad de comunicación, para fines oficiales y la
facultad que tienen las oficinas consulares de percibir derechos y aranceles
por sus actuaciones, que estarán exentos de todo impuesto y gravamen.
En lo que se refiere a las inmunidades de la oficina consular, el artículo 31
establece la inviolabilidad de los locales consulares, pero sus disposiciones
son más restringidas que de los locales de las misiones diplomáticas. Por
ejemplo, las oficinas consulares no podrán ser utilizadas como lugar de asilo
(aunque la Convención de Viena no lo dice expresamente).
Lo que si manifiesta la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares
es que, los archivos y documentos consulares son siempre inviolables donde
quiera que se encuentren (artículo 33).
Los miembros de la oficina consular, a diferencia de los diplomáticos, si
pueden ser llamados a comparecer como testigos, aunque sin aplicación de
medida coercitiva o sanción.
9.5 Derecho de asilo: generalidades
El asilo es una institución por la cual una persona elude la jurisdicción
local, para ir a otro país (asilo territorial), o refugiándose en la embajada
(asilo diplomático), o en un barco (asilo naval), o avión (asilo aéreo) de un
país extranjero.
Esta institución es muy antigua y tiene sus orígenes en el campo religioso.
La Constitución ecuatoriana (2008) en el artículo 41, manifiesta con
relación al asilo:
Se reconocen los derechos de asilo y refugio, de acuerdo con la ley y
los instrumentos internacionales de derechos humanos. Las personas
que se encuentren en condición de asilo o refugio gozarán de
protección especial que garantice el pleno ejercicio de sus derechos.
El Estado respetará y garantizará el principio de no devolución,
además de la asistencia humanitaria y jurídica de emergencia.
No se aplicará a las personas solicitantes de asilo o refugio sanciones
penales por el hecho de su ingreso o de su permanencia en situación
de irregularidad.
El Estado, de manera excepcional y cuando las circunstancias lo
ameriten reconocerá a un colectivo el estatuto de refugio, de acuerdo
con la Ley.
Este artículo de la Constitución se refiere no solo al derecho de asilo,
como un derecho que se otorga individualmente a perseguidos políticos, bajo
las circunstancias contenidas en la ley, sino también al refugio para
conglomerados, lo cual tiene un significado especial al haberse tornado el
Ecuador como país de desplazados obligados por razones políticas, sociales o
de violencia generada en otros países.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre, de
1948, en su artículo XXVII determina: “Toda persona tiene el derecho de
buscar y recibir asilo en territorio extranjero, en caso de persecución que no
sea motivada por delitos de derecho común y de acuerdo con la legislación de
cada país y con los convenios internacionales (CIDH, 1948)”.
De la misma manera, la Convención Interamericana sobre los Derechos
Humanos (1969)[29], establece en su artículo 22, numeral 7: “Toda persona
tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de
persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de
acuerdo con la legislación de cada Estado y los convenios internacionales”.
La condición en todos estos casos es que la motivación del asilo sea la
persecución por delitos políticos o conexos. Además, el derecho de asilo es
considerado como un derecho humano que debe ser precautelado[30].
9.5.1 El asilo territorial
En este caso el perseguido extranjero se refugia en el territorio de otro
Estado y la concesión del asilo territorial por dicho Estado obedece a la
práctica de la soberanía territorial y el Estado territorial tiene la facultad
discrecional de otorgarlo o no. Habría la posibilidad, sin embargo, que esta
facultad se encuentre limitada por un tratado de extradición para el caso de
ciertos delincuentes políticos.
Según la Convención sobre asilo territorial (Caracas: 28 de marzo de
1954): “Todo Estado tiene derecho, en ejercicio de su soberanía, a admitir
dentro de su territorio a las personas que juzgue conveniente, sin que por el
ejercicio de este derecho ningún otro Estado pueda hacer reclamo alguno”
(art. 1).
Además, a ningún Estado se le podrá obligar a entregar a otro Estado o a
expulsar de su territorio a personas perseguidas por delitos políticos, ni en el
caso de que hubiese ingresado a su territorio de forma furtiva o secreta.
9.5.2 El asilo diplomático
En el caso de asilo diplomático el perseguido busca refugio en una
embajada de país extranjero. No puede otorgárselo en consulados y tampoco
se le concederá por delitos comunes.
Como ha sido muy utilizado en nuestros países latinoamericanos, cuando
se han encontrado muy convulsionados, se ha transformado en una institución
característica de los países de la región. En Europa perduró hasta finales del
siglo XVII, pero fue cuestionada por la mayoría de Estados. Ha tenido sin
embargo, aplicación ocasional en algunos países.
Existen instrumentos internacionales concertados entre países americanos
sobre asilo: Convención sobre Asilo (Adoptada en la VI Conferencia
Interamericana de la Habana, 1928). Esta fue reemplazada por la
“Convención sobre Asilo Político” adoptada en Montevideo, Uruguay, el 26
de diciembre de 1933, y las Convenciones sobre asilo diplomático y sobre
asilo territorial (ambas adoptadas en la X Conferencia Interamericana de
Caracas, 1954)[31].
Entre los varios casos suscitados en los últimos años, el más sonado ha
sido, sin duda, el del australiano Julián Assange, fundador de WikiLeaks,
asilado en la Embajada de Ecuador en Londres, desde 2012, por motivos de
defensa de sus derechos humanos, considerando que su vida estaba en peligro,
en caso de extradición a Estados Unidos, donde está vigente la pena de
muerte, según señaló el gobierno ecuatoriano.
PARTE X
EL DOMINIO MARÍTIMO

10.1 La Convención de las Naciones Unidas sobre


el Derecho del Mar
En diciembre de 1970, la Asamblea General de las Naciones Unidas
convocó a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho
del Mar, que se realizaría desde diciembre de 1973 hasta 1982.
Esta Conferencia se desarrolló en once períodos de sesiones. El primero se
realizó en Caracas, Venezuela y el último en Nueva York, Estados Unidos. En
esta última se aprobó, el 30 de abril de 1982, la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar por 130 votos a favor, 4 en contra y 17
abstenciones.
El 10 de diciembre de ese mismo año, en Montego Bay, Jamaica, se
realizó la ceremonia de la firma tanto del Acta final de la Tercera
Conferencia, como de la Convención del Derecho del Mar. El mismo día que
se abrió a la firma, suscribieron la Convención 119 Estados.
La CONVEMAR entró en pleno vigor el 16 de noviembre de 1994, una
vez que el sexagésimo país (Guayana) se adhirió a ella, de conformidad con el
artículo 308 de la Convención, quedando abierta, desde entonces, la
posibilidad de adhesión por parte de los otros Estados. En un período de 13
años, 155 países ratificaron o adhirieron a la Convención[32].
Existen dos instrumentos complementarios de la Convención: el primero,
es el Acuerdo relativo a la aplicación de la Parte XI de la Convención,
aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 28 de julio de
1994 y que entró en vigencia el 28 de julio de 1996; el segundo, es el Acuerdo
sobre la aplicación de las disposiciones de la Convención relativas a la
Conservación y Ordenación de las Poblaciones de Peces Transzonales y las
Poblaciones de Peces Altamente Migratorios, aprobado el 4 de agosto de
1995. Este instrumento fue abierto a la firma de los Estados a partir del 4 de
diciembre de 1995 por 12 meses. Quedó también abierto a la adhesión de los
Estados.
El Acuerdo relativo a la aplicación de la Parte XI, debe ser interpretado y
aplicado en forma conjunta con la Convención como un solo instrumento y,
en caso de discrepancia entre la Convención y el Acuerdo, prevalecerán las
disposiciones del primero. A partir del 28 de julio de 1994 el instrumento de
ratificación de la Convención o de adhesión a ella constituirá también
consentimiento en obligarse por el Acuerdo. Además, ningún Estado o
entidad podrá manifestar su consentimiento en obligarse por el Acuerdo a
menos que haya manifestado previamente o manifieste al mismo tiempo su
consentimiento en obligarse por la Convención.
La Convención sobre el Derecho del Mar constituye uno de los
acontecimientos más importantes en el ámbito del derecho internacional
contemporáneo. La vigencia de la CONVEMAR representa la conquista de la
igualdad de derechos entre todas las naciones para el uso y el
aprovechamiento del mar, como medio de transporte y comunicación y como
fuente de recursos biológicos y minerales para toda la humanidad.
10.1.1 Líneas de base
El artículo 5 de la Convención dice:
Línea de base normal. Salvo disposición en contrario de esta
Convención, la línea de base normal para medir la anchura del mar
territorial es la línea de bajamar a lo largo de la costa, tal como
aparece marcada mediante el signo apropiado en cartas a gran escala
reconocidas oficialmente por el Estado ribereño (Naciones Unidas,
1982).
Pero la CONVEMAR se refiere también a las líneas de base en caso de
islas situadas en atolones o bordeadas por arrecifes, en cuyo caso se utilizará
como línea de base la de bajamar del lado del arrecife que da al mar.
Las líneas de base rectas, en cambio, se utilizan en los lugares donde la
costa tenga “profundas aberturas y escotaduras”, o en las que haya una
franja de islas a lo largo de la costa. La línea recta va uniendo los puntos más
salientes de esa costa.
El Ecuador por Decreto Supremo 959-A determinó las líneas de base
rectas para la medición del mar territorial ecuatoriano, Decreto publicado en
el RO 265: 13 Jun-1971.
El artículo 1 de dicho Decreto Supremo dice:
Las líneas de base recta desde las que debe medirse la anchura del mar
territorial de la República estarán constituidas por las poligonales que
a continuación se describe:
EN EL CONTINENTE:
La línea partirá del punto de intersección de la frontera marítima con
Colombia, con la recta Punta manglares (Colombia) – Punta Galera
(Ecuador);
De este punto, una recta que pasando por Punta Galera vaya a
encontrar el punto más septentrional de la Isla de la Plata;
De éste punto una recta a la Puntilla de Santa Elena;
Recta desde la Puntilla de Santa Elena en dirección a Cabo Blanco
(Perú), hasta la intersección con el paralelo geográfico que constituye
la frontera marítima con el Perú.
EN EL ARCHIPIÉLAGO DE COLÓN:
Del Islote Darwin, una recta al extremo nororiental de la Isla Pinta;
Recta al punto más septentrional de la Isla Genovesa;
Recta que pasando por Punta Valdizán, Isla San Cristóbal, corte la
prolongación norte de la recta que une al extremo sur oriental de la
Isla Española con Punta Pitt, Isla San Cristóbal;
Recta desde esta intersección al extremo sur oriental de la Isla
Española;
Recta a Punta Sur, Isla Santa María;
Recta que pasando por el extremo sur oriental de la Isla Isabela, cerca
de Punta Esex, vaya a corta la prolongación sur de la línea que una al
punto más saliente de la costa occidental de la Isla Fernandina,
aproximadamente en el centro de la misma, con el extremo occidental
del sector sur de la Isla Isabela, en las proximidades de Punta
Cristóbal;
De este punto de intersección una línea que pasando por el extremo
occidental del sector sur de la Isla Isabela, en las proximidades de
Punta Cristóbal, vaya al punto más saliente de la costa occidental de la
Isla Fernandina, aproximadamente en el centro de la misma; h) Recta
a la Isla Darwin.
10.1.2 Aguas interiores
Son aguas interiores las situadas en el interior de la línea de base del mar
territorial. Es decir, si se ha trazado líneas de base rectas, las aguas que van
quedando dentro o encerradas por esas líneas, son las llamadas aguas
interiores.
Existe derecho de paso inocente por las aguas interiores, reconocido por la
CONVEMAR.
El artículo 2 del citado decreto Supremo Ecuatoriano 959-A, dice: “Las
zonas de mar comprendidas entre las líneas descritas en el artículo 1º (I) y la
línea de costa, en el Continente, y dentro de las líneas descritas en el artículo
1º (II), en el Archipiélago de Colón, constituyen aguas interiores”.
10.1.3 Mar territorial
El artículo 2 de la CONVEMAR determina:
La soberanía del Estado ribereño se extiende más allá de su territorio
y de sus aguas interiores y, en el caso del Estado archipiélago, de sus
aguas archipelágicas, a la franja de mar adyacente designada con el
nombre de mar territorial.
Esta soberanía se extiende al espacio aéreo sobre el mar territorial, así
como al lecho y al subsuelo de ese mar (Naciones Unidas, 1982).
Es decir mar territorial es la franja de mar que se encuentra a continuación
de las aguas interiores, y sobre la cual el Estado ejerce soberanía absoluta.
La CONVEMAR, reconoce que aún en esta franja de mar territorial existe
derecho de paso inocente para naves de todos los Estados sean ribereños o no.
10.1.3.1 La delimitación del mar territorial
El artículo 3 de la Convención dice: “Todo Estado tiene derecho a
establecer la anchura de su mar territorial hasta un límite que no exceda de 12
millas marinas medidas a partir de líneas de base determinadas de
conformidad con esta Convención”.
En esta disposición es claro que prevalece un criterio de seguridad y
defensa de los Estados ribereños, ampliando los criterios económicos a las
áreas de la zona económica exclusiva y de la plataforma continental.
Podríamos afirmar, que existe un reconocimiento internacional a través de las
Naciones Unidas y con este Instrumento Internacional, de que a más del
espacio terrestre donde ejerce soberanía el Estado se incluya el espacio
marítimo llamado mar territorial y su espacio aéreo respectivo y, por otro
lado, se estaría superando la situación desordenada en la cual los Estados,
unilateralmente, se auto determinaban su mar territorial sin el debido
reconocimiento internacional.
Quedaría por tanto unificada la anchura del mar territorial, a una franja
que no vaya más allá de las 12 millas marinas y que en esa franja el Estado
tendría todos los derechos y deberes que le otorga el ejercicio de su plena
soberanía.
10.1.3.2 El paso inocente
El artículo 17 de la Convención señala: “Derecho de paso inocente. Con
sujeción a esta Convención, los buques de todos los Estados, sean ribereños o
sin litoral, gozan del derecho de paso inocente a través del mar territorial”.
En el artículo 18 se determina el significado de paso inocente y entre otras
características señala: “Atravesar dicho mar sin penetrar en las aguas
interiores ni hacer escala en una rada o una instalación portuaria fuera de las
aguas interiores; el paso sea rápido e ininterrumpido”.
Igualmente el artículo 19 establece: “El paso es inocente mientras no sea
perjudicial para la paz, el buen orden y la seguridad del Estado ribereño.
Señala también las acciones que permiten determinar cuando el paso de un
buque extranjero es perjudicial para la paz, el buen orden y la seguridad del
Estado ribereño”.
El artículo 20 dispone que: “En el mar territorial, los submarinos y
cualesquiera otros vehículos sumergibles deberán navegar en la superficie y
enarbolar su pabellón”.
El artículo 21 dispone que el Estado ribereño podrá dictar leyes y
reglamentos relativos al paso inocente por el mar territorial; el artículo 22 le
da la atribución para determinar vías marítimas y dispositivos de separación
del tráfico en el mar territorial; y el artículo 25 le otorga derechos de
protección del Estado ribereño: “El Estado ribereño podrá tomar en su mar
territorial las medidas necesarias para impedir todo paso que no sea inocente”.
En el caso ecuatoriano, estas disposiciones de la Convención son
concordantes con el espíritu de nuestra legislación nacional contenida en el
Código Civil ecuatoriano, artículo 609 (codificado) que hace relación al
régimen de libre navegación marítima o al de transito inocente para naves
extranjeras, texto que es concordante con la disposición V de la Declaración
de Santiago que dice: “La presente Declaración no significa desconocimiento
de las necesarias limitaciones al ejercicio de la soberanía y jurisdicción
establecidas por el derecho internacional a favor del paso inocente e
inofensivo, a través de la zona señalada para las naves de todas las naciones”.
10.1.4 La zona contigua
El artículo 33 de la Convención establece la zona contigua como aquella
franja de mar inmediatamente adyacente al mar territorial cuya anchura no
podrá extenderse más allá de las 24 millas marinas contadas desde las líneas
de base, a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial. El Estado
ribereño podrá tomar las medidas de fiscalización necesarias para prevenir y
sancionar las infracciones a sus leyes aduaneras, fiscales, de inmigración o
sanitarias que se cometan en su territorio o en su mar territorial.
Los Estados de Chile, Ecuador y Perú, en la Declaración de Santiago de
1952, en el numeral I) decidieron que:
Los factores geológicos y biológicos que condicionan la existencia,
conservación y desarrollo de la fauna y flora marítimas en las aguas
que bañan las costas de los países declarantes, hacen que la antigua
extensión de mar territorial y de la zona contigua sean insuficientes
para la conservación, desarrollo y aprovechamiento de esas riquezas a
que tienen derecho los países costeros.
Con esta disposición la Convención institucionaliza internacionalmente la
figura de “zona contigua” en la cual reconoce la atribución del Estado
ribereño para poder tomar las medidas de fiscalización necesarias para
prevenir las infracciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de
inmigración o sanitarios; igualmente, para sancionar las infracciones de esas
leyes y reglamentos.
La Convención, con la determinación de la zona contigua, llena un vacío
que existía con respecto a la extensión de la zona contigua.
10.1.5 La zona económica exclusiva
En la Parte V de la Convención se desarrolla la figura de Zona Económica
Exclusiva y el artículo 55 dice:
Régimen Jurídico específico de la zona Económica Exclusiva. La
Zona Económica Exclusiva es un área situada más allá del mar
territorial y adyacente a éste, sujeta al régimen jurídico específico
establecido en esta Parte, de acuerdo con el cual los derechos y la
jurisdicción del Estado ribereño y los derechos y libertades de los
demás Estados se rigen por las disposiciones pertinentes de esta
Convención.
La Convención con este artículo busca determinar el área correspondiente
a la Zona Económica Exclusiva; y, establecer el régimen jurídico específico al
cual se someterán, por una parte, los derechos y la jurisdicción del Estado
ribereño y por otra parte, los derechos y las libertades de los demás Estados.
El artículo 56 determina los derechos, jurisdicción y deberes del Estado
ribereño en la Zona Económica Exclusiva:

1. En la zona económica exclusiva, el Estado ribereño tiene:


a. Derechos de soberanía para los fines de exploración y
explotación, conservación y administración de los recursos
naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas
suprayacentes al lecho y del lecho y subsuelo del mar, y con
respecto a otras actividades con miras a la exploración y
explotación económicas de la zona, tal como la producción
de energía derivada del agua, de las corrientes y de los
vientos.
b. Jurisdicción, con arreglo a las dispociciones pertinentes de
esta Convención, con respecto a:
i) El establecimiento y la utilización de las islas artificiales,
instalaciones y estructuras;
ii) La investigación científica marina;
iii) La protección y preservación del medio marino”.
“Entre los deberes del Estado ribereño la Convención
determina que tendrá debidamente en cuenta los derechos y
deberes de los demás Estados”.

El artículo 57 determina: “Anchura de la Zona Económica Exclusiva. La


Zona económica Exclusiva no se extenderá más allá de 200 millas marinas,
contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del
mar territorial”.
Con la Zona Económica Exclusiva determinada en los artículos anteriores,
la CONVEMAR establece un área sustentada en razones económicas y
sociales, con derecho de soberanía del Estado ribereño y que se extiende hasta
las 200 millas del mar contadas desde las líneas de base a partir de las cuales
se mide la anchura del mar territorial. Ésta es la segunda área que establece la
Convención con Derecho de soberanía y jurisdicción del Estado ribereño.
De los artículos 55, 56 y 57 se desprende con claridad que el acuerdo
mundial radica en el reconocimiento de una zona económica exclusiva de 200
millas en las cuales el Estado ribereño tiene derechos de soberanía y
jurisdicción. Estos derechos de soberanía y jurisdicción están vinculados a lo
económico y social.
De estas disposiciones y de otras de la Convención los Estados tienen los
siguientes derechos y facultades:
Derecho para determinar la captura permisible de recursos vivos, su
capacidad para explotarlos y facultad para asegurarse de que la preservación
de esos recursos no se vea amenazada por un exceso de explotación. Los
nacionales de otros Estados –a quienes el Estado ribereño permita la
explotación de tales recursos en las condiciones que determine– deberán
observar las medidas de conservación y demás modalidades y condiciones
establecidas en los reglamentos dictados por dicho Estado (artículos 61 y 62).
En el caso de las especies altamente migratorias (atún principalmente), el
Estado ribereño y los demás Estados cuyos nacionales pesquen en la región
dichas especies cooperarán directamente o por conducto de las organizaciones
internacionales competentes con miras a asegurar la conservación y promover
la conservación óptima de dichas especies en toda la región tanto dentro como
fuera de la zona económica exclusiva. Pero esta cooperación es sin perjuicio
del derecho exclusivo del Estado ribereño, antes señalado, en cuanto a la
determinación de la captura permisible y de su propia capacidad de
explotación (artículos 63, 64).
La facultad para adoptar las medidas necesarias contra buques extranjeros
que violen la zona económica exclusiva, incluso la visita, registro, inspección,
apresamiento e iniciación de procedimientos judiciales, a fin de garantizar el
cumplimiento de sus leyes y reglamentos dictados para proteger sus derechos
en dicha zona se encuentra recogida en el artículo 73.
Derecho exclusivo de construir así como de autorizar y reglamentar la
construcción, explotación y utilización de islas artificiales, instalaciones y
estructuras para fines de explotación y exploración de los recursos (artículo
60).
Derecho a dictar sus propias leyes y reglamentos para la prevención,
reducción y control de la contaminación del medio marino (art. 210) y
derecho para establecer leyes y reglamentos tendientes a prevenir, reducir y
controlar la contaminación causada por buques (art. 211). El vertimiento
dentro de su zona económica exclusiva o su plataforma continental no se
realizará sin el previo consentimiento expreso del Estado ribereño, el cual
tendrá derecho a permitir, regular y controlar dicho vertimiento.
Con estos derechos de soberanía, jurisdicción y facultades del Estado
ribereño en la zona económica exclusiva bien podríamos afirmar que en este
caso se trata de un mar territorial sui géneris, es decir una nueva concepción
de mar territorial en un mundo globalizado y con características económico
sociales.
10.1.5.1 Derechos y Deberes de otros Estados en la Zona
Económica Exclusiva
En el artículo 58 se establecen los derechos y deberes de otros Estados en
la zona económica exclusiva: “En la Zona Económica Exclusiva, todos los
Estados, sean ribereños o sin litoral, gozan con sujeción a las disposiciones
pertinentes de esta Convención, de las libertades de navegación y sobre vuelo
y de tendido de cables y tuberías submarinos (…)”.
En esta disposición, en la cual se otorga derechos a otros Estados de gozar
de las libertades de navegación y sobre vuelo y de tendidos de cables y
tuberías submarinos, radica la diferencia fundamental entre mar territorial y
zona económica exclusiva.
Mientras en el mar territorial el Estado ribereño ejerce la totalidad de la
soberanía, lo que significa la jurisdicción civil, penal, fiscal y administrativa
con las únicas limitaciones establecidas por el derecho internacional en
cuanto al paso inocente para todos los buques extranjeros y las obligaciones
que por tal motivo debe asumir dicho Estado; en la zona económica exclusiva,
el Estado ribereño ejerce “derechos de soberanía para los fines de exploración
y explotación, conservación y administración de los recursos naturales, tanto
vivos como no vivos, del lecho y el subsuelo del mar y las aguas supra
yacentes” (artículo 56, 1, a).
Estos derechos de otros Estados están limitados tal como dispone el
numeral 3 del artículo 58, que dice:
En el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus deberes en
la zona económica exclusiva en virtud de esta Convención, los
Estados tendrán debidamente en cuenta los derechos y deberes del
Estado ribereño y cumplirán las leyes y reglamentos dictados por el
Estado ribereño de conformidad con las disposiciones de esta
Convención y otras normas de Derecho internacional en la medida en
que no sean incompatibles con esta parte.
Es decir, otros Estados tienen el derecho de participar mediante la pesca,
en los excedentes que no aprovecha el Estado ribereño en la zona económica
exclusiva, luego de utilizar su capacidad de captura de los recursos vivos y él
también establecerá cuál es la captura permisible que no afecte la
conservación de las especies.
El Estado ribereño tiene la facultad de fijar todas las condiciones y
reglamentaciones que juzgue conveniente a las cuales se tienen que ajustar
otros Estados que deseen pescar en la zona económica exclusiva del Estado
ribereño, a través de la concesión de licencias a pescadores, buques y equipos
de pesca incluidos el pago de derechos; la determinación de las especies que
pueden capturarse y la fijación de las cuotas de captura; la reglamentación de
las temporadas y áreas de pesca, así como el tipo, tamaño y cantidad de
aparejos y buques que pueden utilizarse; la fijación de la edad y tamaño de
peces que pueden capturarse; la determinación de la información que deben
proporcionar los buques pesqueros; y la descarga por tales buques de toda la
captura o de parte de ella en los puertos del Estado ribereño, entre otras
condiciones que expresamente establece la Convención.
10.1.6 Régimen jurídico de la alta mar*
La Parte séptima de la Convención trata sobre alta mar y el artículo 86
manifiesta lo siguiente: “Las disposiciones de esta Parte se aplican a todas las
partes del mar no incluidas en la zona económica exclusiva, en el mar
territorial o en las aguas interiores de un Estado (…)”.
Igualmente la Convención dispone en el artículo 87:

1. La alta mar está abierta a todos los Estados, sean ribereños o sin
litoral (…):
a. Libertad de navegación;
b. Libertad de sobrevuelo;
c. Libertad de tender cables y tuberías submarinos con
sujeción a las disposiciones de la Parte VI;
d. Libertad de construir islas artificiales y otras instalaciones
permitidas por el derecho internacional, con sujeción a las
disposiciones de la Parte VI;
e. Libertad de pesca, con sujeción a las condiciones
establecidas en la Sección 2;
f. La libertad de investigación científica, con sujeción a las
disposiciones de las Partes VI y XIII (…).
Estas disposiciones del artículo 86 y siguientes son muy importantes para
todo Estado ribereño ya que sus intereses pesqueros no terminan en las 200
millas, sino que van más allá, pues ciertas actividades de pesca realizadas
fuera del mar territorial pueden afectar la conservación y posterior
explotación de los recursos vivos dentro de las 200 millas, teniendo en cuenta
que los recursos vivos no son inmóviles y que más bien circulan por los
océanos, sin tener fronteras, en especial en el caso de ciertas especies.
La Convención establece normas para proteger a las especies
transfronterizas cuyos cardúmenes entran y salen de las 200 millas.
10.1.7 Régimen jurídico de la plataforma continental
La Parte VI de la Convención trata sobre la plataforma continental y al
respecto reconoce al Estado ribereño el derecho de soberanía no solo de 200
millas sino, en algunos casos específicos, hasta 350 millas marinas (artículo
76). Este derecho de soberanía es para los efectos de la exploración y
explotación de todos los recursos naturales que ahí se encuentran, incluyendo
dentro de éstos los recursos mineros, los hidrocarburos, otros recursos no
vivos del lecho del mar y su suelo, y los organismos vivos pertenecientes a
especies sedentarias.
El artículo 77 establece los derechos de soberanía del Estado ribereño
sobre la plataforma continental independientemente de su exploración o
explotación o de su ocupación real o ficticia, así como de toda declaración
expresa. Igualmente dispone que nadie pueda emprender actividades de
exploración y explotación de los recursos naturales de ésta sin expreso
reconocimiento del Estado ribereño.
Y sobre la jurisdicción del Estado ribereño en relación a actividades en la
plataforma continental el artículo 81 dispone que: “El Estado ribereño tendrá
el derecho exclusivo a autorizar y regular las perforaciones que con cualquier
fin se realicen en la plataforma continental”.
10.1.8 La zona
La Parte XI de la Convención trata sobre La Zona y el artículo 133 dice:
“Por recursos se entiende todos los recursos mineros, sólidos, líquidos o
gaseosos in situ en la zona, situados en los fondos marinos o en su subsuelo
incluidos los nódulos polimetálicos”.
La Convención tiene el acierto de determinar en el artículo 136: “La Zona
y sus recursos son patrimonio común de la humanidad”.
Considerando que existe una gran riqueza en los fondos marinos más allá
de las 200 millas, en la Convención del Mar se declara que los fondos
marinos y sus recursos son patrimonio común de la humanidad. Bajo este
concepto se entiende que ningún Estado o persona natural o jurídica podrá
apropiarse de parte alguna de la Zona o de sus recursos (artículo 137). Se
entiende, que los derechos sobre los recursos de la Zona pertenecen a toda la
humanidad, en cuyo nombre actuará la Autoridad Internacional de los Fondos
Marinos que ha sido creada en la misma Convención (artículo 156). Estos
recursos son inalienables.
Es necesario anotar que sobre la aplicación de la Parte XI de la
Convención existe un Acuerdo que reglamenta su aplicación expedido por las
Naciones Unidas y que forma parte de la Convención como anexo.
10.2 La Declaración de Santiago de 1952 y la convemar
El artículo 15 de la CONVEMAR dice:
Delimitación del mar territorial entre Estados con costas adyacentes o
situadas frente a frente. Cuando las costas de dos Estados sean
adyacentes o se hallen situadas frente a frente, ninguno de dichos
Estados tendrá derecho, salvo acuerdo en contrario, a extender su mar
territorial más allá de una línea media cuyos puntos sean equidistantes
de los puntos más próximos de las líneas de base a partir de las cuales
se mide la anchura del mar territorial de cada uno de esos Estados. No
obstante, esta disposición no será aplicable cuando, por la existencia
de derechos históricos o por otras circunstancias especiales, sea
necesario delimitar el mar territorial de ambos Estados en otra forma.
Este artículo 15 que busca determinar la delimitación del mar territorial
entre Estados con costas adyacentes o situados frente a frente, concuerda con
el hecho de que el Ecuador posee acuerdo en contrario con las disposiciones
de la Declaración sobre Zona Marítima (Declaración de Santiago 1952) y un
Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima (Lima 1954) suscritos por
Chile, Ecuador y Perú, que son Acuerdos que recogen derechos históricos y
circunstancias especiales, que determinan el límite marítimo de los Estados
Partes.
La Declaración de Santiago de 1952 en su Parte IV dice:
En el caso de territorio insular la zona de 200 millas marinas se
aplicará en todo el contorno de la isla o grupo de islas. Si una isla o
grupo de islas pertenecientes a uno de los países declarantes estuviere
a menos de 200 millas marinas de la zona marítima general que
corresponde a otro de ellos, la zona marítima de esta isla o grupo de
islas quedará limitada por el paralelo del punto en que llega al mar la
frontera terrestre de los Estados respectivos.
La existencia de las islas de La Plata, Puná y Santa Clara conduce a
determinar el límite marítimo por el Paralelo del punto en que llega al mar la
frontera terrestre de los Estados correspondientes.
Igualmente, el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de
Lima 1954, en su disposición primera señala: “Establécese una zona especial
a partir de las 12 millas marinas de la costa, de 10 millas marinas de ancho a
cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos países”.
El artículo 74 de la Convención establece la delimitación de la zona
económica exclusiva entre Estados con costas adyacentes o situadas frente a
frente y en su numeral 4 dice: “Cuando exista un acuerdo en vigor entre los
Estados interesados, las cuestiones relativas a la delimitación de la zona
económica exclusiva se resolverán con las disposiciones de este acuerdo”.
De igual manera le artículo 83 de la Convención establece la delimitación
de la plataforma continental entre Estados con costas adyacentes o situados
frente a frente y en su numeral 4 dice: “Cuando exista un acuerdo en vigor
entre los Estados interesados, las cuestiones relativas a la delimitación de la
plataforma continentales determinarán de conformidad con las disposiciones
de ese acuerdo”.
Por lo tanto, al existir un acuerdo en vigor previo, es decir la Declaración
de Santiago de 1952 y el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima
de 1954, la delimitación del mar territorial, de la zona económica exclusiva y
de la plataforma continental está contemplada en dichos acuerdos y la
Convención expresamente reconoce dicha delimitación.
PARTE XI
EL DOMINIO AÉREO Y DEL ESPACIO EXTERIOR

11.1 Delimitación del espacio aéreo, régimen jurídico


El territorio del Estado incluye el espacio aéreo que cubre la tierra firme,
las aguas interiores y el mar territorial.
Cuando hablamos del espacio aéreo, en sentido jurídico, decimos que es el
espacio susceptible de apropiación y sobre el cual el hombre y los Estados
pueden ejercer derechos. En este espacio se desarrolla principalmente la
actividad aeronáutica, sigue la suerte de la superficie subyacente.
Al mismo tiempo que aparecen las primeras manifestaciones de la
actividad aeronáutica, surge la inquietud de determinar cuál va a ser la
condición jurídica a que se someta el espacio aéreo. Existen varias posiciones
y son extremas: Hay quienes sostienen la libertad absoluta del espacio aéreo y
que los Estados no pueden ejercer su soberanía, ni hacer valer su autoridad,
por cuanto éste no es susceptible de apropiación. En contraposición se
presenta la teoría de la soberanía absoluta, lo cual implicaba el derecho de
cerrar sus fronteras a las aeronaves cuando lo consideren conveniente.
La conclusión fue el artículo 1 de la Convención de París de 1919, que
expresa: “Las altas partes contratantes reconocen que cada potencia tiene
soberanía completa y exclusiva sobre el espacio atmosférico de encima de su
territorio”.
Desde inicios del siglo XX, ya fue reglamentada la aeronavegación en el
derecho interno de cada Estado, pero pronto resultó insuficiente esta
legislación, puesto que el transporte aéreo se llegó a utilizar en forma
masificada e internacionalmente. Los Estados, entonces comenzaron a
celebrar acuerdos bilaterales en dicha materia, lo cual también a la larga
resultó limitado para esas necesidades.
En la actualidad existen normas de derecho positivo que rigen la
aeronavegación.
La primera Convención Multilateral sobre Navegación Aérea se celebró
en París, en 1919 como ya dijimos, reconoció la plena y exclusiva soberanía
del Estado sobre su espacio aéreo, estableciéndose algunas limitaciones al
transporte aéreo civil. Otros principios reconocidos que también se
reconocieron tienen que ver con las reglamentaciones sobre aeronaves y los
pilotos, equipos de comunicación, certificados y diplomas de los pilotos, la
distinción de las aeronaves públicas de las privadas y la creación de la
Comisión Internacional de Navegación Aérea de carácter permanente.
Esta convención fue sustituida por el Convenio sobre Aviación Civil
Internacional de 1944, conocido como el Convenio de Chicago.
11.1.1 El Convenio de Chicago de 1944
El Convenio de Chicago sobre Aviación Civil Internacional fue suscrita el
7 de diciembre 1944 y entró en vigencia en 1949, cuyo objetivo era actualizar
las normas sobre aviación civil internacional, es en la actualidad el tratado
más importante relacionado al derecho público internacional aeronáutico.
En el año 1944, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos
promovió la realización de una Conferencia con el objeto de actualizar los
acuerdos internacionales sobre aviación civil. Está se realizó en Chicago
desde el 1 de noviembre al 7 de diciembre de 1944, con la presencia de
delegados de 52 países. El resultado de esta Conferencia fue la adopción del
Convenio sobre Aviación Civil Internacional.
En su primer artículo este Convenio establece: “Los Estados contratantes
reconocen que cada uno de los Estados tiene la soberanía completa y
exclusiva sobre el espacio aéreo situado encima de su territorio”.
Estableció además las llamadas cinco libertades del aire (art. 5 del
Convenio):

1. Derecho de sobrevuelo sobre el territorio de los Estados


contratantes sin aterrizar;
2. Derecho a aterrizar sin fines comerciales, escalas técnicas;
3. Derecho a desembarcar pasajeros, carga y correo, tomados en el
Estado cuya nacionalidad posee la nave;
4. Derecho a tomar pasajeros, carga y correos destinados al
territorio cuya nacionalidad posee la nave;
5. Derecho a tomar pasajeros, carga y correos destinados al
territorio de cualquier Estado contratante y poder desembarcar
los procedentes de cualquiera de dichos territorios.

Las dos primeras son libertades elementales, mientras que las otras tres
son libertades comerciales, sobre las cuales los Estados contratantes pueden
conceder alguna de las libertades y otras no, para lo cual requieren un acuerdo
de tráfico entre los interesados.
Existen otras libertades que han sido definidas por la doctrina:
Derecho a efectuar transportes entre dos Estados distintos de aquél en que
esté matriculada la aeronave, sobrevolando el territorio de este país.
Derecho para operar completamente fuera del Estado de matriculación y a
embarcar y desembarcar pasajeros, correo o carga provenientes de o con
destino a un Estado tercero, que no es el de matriculación.
Derecho a transportar pasajeros, correo o carga de un punto a otro del
mismo Estado, distinto a aquél en que está matriculada la aeronave.
Esta libertad, que habitualmente se denomina de “cabotaje”, constituye
fundamentalmente el objetivo que debe alcanzarse para realizar el mercado
interior del transporte aéreo, como ha venido haciendo la Unión Europea.
Del texto del Convenio se deriva que: “Las aeronaves tendrán la
nacionalidad del Estado en que están matriculadas”, y no pueden matricularse
en más de un Estado (art. 17).
Según el artículo 3, son aeronaves estatales las que se emplean para
servicios militares, aduaneros o policiales y todas las demás son civiles.
El Ecuador participó activamente en la Conferencia Internacional de
Aviación Civil y es parte del Convenio de Chicago.
El texto del Convenio de la OACI consta de un preámbulo y 96 artículos
divididos en cuatro partes:
Parte I: Navegación Aérea.
Parte II: Organismo Internacional de Aviación Civil (OACI).
Parte III: Transporte Aéreo Internacional.
Parte IV: Disposiciones Finales.
Comprende todos los aspectos de la Aviación Civil, establece obligaciones
y privilegios que han de observar los Estados contratantes. Establece las
normas y métodos internacionales recomendados, para regular los
procedimientos de operaciones aéreas, de navegación y cualquier otra
actividad aérea, instando a los Estados participantes a que adecuen las
instalaciones y servicios que posibiliten el mejor desarrollo del transporte
aéreo.
A parte de los 96 artículos que conforman el Convenio, este cuenta
además con 18 Anexos:
Anexo 1: Licencias al Personal.
Anexo 2: Reglamento del aire.
Anexo 3: Meteorología.
Anexo 4. Cartas aeronáuticas.
Anexo 5: Unidades de medida que se emplearán en las comunicaciones
aeroterrestres.
Anexo 6: Operación de aeronaves en el transporte aéreo comercial
internacional.
Anexo 7: Marcas de nacionalidad y de matrícula de las aeronaves.
Anexo 8: Aeronavegabilidad.
Anexo 9: Facilitación: son requisitos uniformes para la entrada y salida de
las aeronaves, la entrada y salida de personas y sus equipajes, la entrada y
salida de mercaderías y otros artículos, tráfico que atraviesa el territorio de un
Estado contratante, aeropuertos internacionales, instalaciones y servicios para
el tráfico, aterrizaje fuera del aeropuerto internacional y otras disposiciones.
Anexo 10: Telecomunicaciones aeronáuticas.
Anexo 11: Servicios de Tránsito Aéreo.
En el año de 1944, cuando se firmó el convenio, los servicios de tránsito
aéreo eran prácticamente desconocidos. Precisamente este anexo contiene las
normas y practicas recomendadas para posibilitar estos servicios con la
máxima seguridad.
Anexo 12: Búsqueda y Salvamento.
Detalla los procedimientos internacionales a seguir para rescatar a las
víctimas de un accidente aéreo o localizar lo más rápidamente posible a los
supervivientes a fin de prestarles, con la máxima urgencia, la ayuda necesaria.
Anexo 13: Investigación de Accidentes Aéreos.
Es necesario señalar que los procedimientos a seguir en una investigación
de accidentes en lo que a la OACI se refiere, es puramente técnica y no
jurídica, ya que el objetivo fundamental de una investigación es la prevención
de futuros, accidentes, pero de ninguna manera es de su competencia el
determinar las posibles culpas, errores o responsabilidades.
Anexo 14: Aeródromos.
Anexo 15: Servicios de información aeronáutica.
Anexo 16: Protección al medio ambiente.
Anexo 17: Seguridad. Protección de la Aviación Civil Internacional contra
los actos de interferencia ilícita.
Anexo 18: Transporte de mercaderías peligrosas. Los principios generales
aplicables en el transporte aéreo internacional sobre mercancías peligrosas.
El Convenio de Chicago creó la Organización de Aviación Civil
Internacional (OACI), con sede en Montreal, Canadá, con la finalidad de
promover los principios y técnicas de la navegación internacional. Para ello
establece normas internacionales y regulaciones necesarias para la seguridad,
la eficiencia y la regularidad del transporte aéreo.
La OACI es también un medio de cooperación en todos los campos de la
aviación civil entre los países socios, y proporciona asistencia técnica a los
países que necesitan ayuda para mantener instalaciones de aviación civil o
para alcanzar las normas establecidas por la OACI, la misma que también
realiza ediciones técnicas y estudios especiales. Su función es regularizar el
transporte aéreo internacional para hacerlo seguro, eficaz y económico.
En la OACI están representados 191 países que se reúnen una vez cada
tres años en una asamblea. Su órgano ejecutivo provisional es un consejo
constituido por 33 socios que son elegidos por la asamblea a partir de su
importancia relativa en el transporte aéreo internacional y su distribución
geográfica. La OACI tiene su propia secretaría, dirigida por un secretario
general designado por el consejo, y varios comités técnicos permanentes.
Los objetivos de la OACI, de conformidad con el Capítulo VII, Artículo
44, de su instrumento constitutivo son: desarrollar los principios y las técnicas
de la navegación aérea internacional y fomentar el establecimiento y
desenvolvimiento del transporte aéreo internacional, con el propósito de:

Lograr el progreso seguro y sistemático de la aviación civil


internacional en todo el mundo.
Fomentar la técnica de la construcción y utilización de aeronaves
para fines pacíficos.
Estimular el desarrollo de aerovías, aeropuertos e instalaciones y
servicios para la navegación aérea empleados en la aviación civil
internacional.
Facilitar los transportes aéreos seguros, regulares, eficaces y
económicos que necesiten los pueblos del mundo.
Evitar el despilfarro económico producido por la competencia
excesiva.
Asegurar que se respeten plenamente los derechos de los Estados
contratantes y que cada Estado miembro tenga la oportunidad
equitativa de explotar los servicios de transportes aéreos
internacionales.
Evitar que se den preferencias a ciertos Estados contratantes.
Aumentar la seguridad de los vuelos en la navegación aérea
internacional.
Fomentar en general el desarrollo de la aeronáutica civil
internacional en todos sus aspectos.

11.1.2 La Legislación Ecuatoriana


El 11 de enero de 2007, fue publicado en el RO 435, la última
codificación del Código Aeronáutico del Ecuador, que recoge una serie de
reformas establecidas en los últimos tiempos y, según establece el artículo
primero de dicho Código, en lo referente a los principios:
La aeronáutica civil en la República del Ecuador se rige por la
Constitución Política de la República, los tratados y convenios
internacionales ratificados por la República del Ecuador, así como por
este Código, sus leyes especiales y reglamentos. En los Casos no
previstos en este Código se aplicarán las demás leyes de la República
y los principios generales del Derecho Aeronáutico.
El artículo 2 define: “Aeronáutica civil es el conjunto de actividades
directa o indirectamente vinculadas con la circulación y utilización de
aeronaves privadas. Las aeronaves públicas estarán sujetas a las disposiciones
de este Código solamente cuando normas expresas así lo preceptúen”.
Dispone el Código en el siguiente artículo, que la República del Ecuador
ejerce soberanía plena y exclusiva sobre el espacio aéreo que cubre su
territorio y aguas jurisdiccionales.
El Código Aeronáutico tiene quince Títulos, en los cuales establece todas
las actividades y temas que son materia de la aeronavegación en el país; a
saber:
Título I De la aeronáutica civil
Título II De la infraestructura de los aeródromos y aeropuertos
Título III De las aeronaves
Título IV Del personal aeronáutico
Título V Del explotador
Título VI De los servicios aéreos
Título VII De las actividades conexas
Título VIII Del otorgamiento de las concesiones y permisos de operación.
Título IX De los contratos y obligaciones
Título X De los privilegios
Título XI De la responsabilidad
Título XII De los seguros aéreos
Título XIII De la prevención e investigación de accidentes
Título XIV De la búsqueda, asistencia, salvamento y desaparición de
aeronaves.
Título XV De las infracciones y sanciones.
Las normas del Convenio de Chicago de 1944 han sido incorporadas a la
legislación nacional y son aplicadas por el Ecuador. El Convenio de Aviación
Civil Internacional o Convenio de Chicago, fue firmado en esa ciudad el 7 de
diciembre de 1944. El Ecuador lo ratifica mediante Decreto Ejecutivo 1110,
publicado en el Registro Oficial 675 de 25 de noviembre de 1954.
Este texto fue reformado más tarde, el 23 de marzo de 1965, mediante
Decreto Supremo 1455, con un texto publicado en el RO 463, que dice:
El Ecuador acepta las enmiendas introducidas al texto del Convenio
de la Organización de Aviación Civil Internacional, de 7 de diciembre
de 1944, OACI, firmados en Chicago el 27 de mayo de 1947, el 14 de
junio de 1954, el 21 de junio de 1961 y el 15 de septiembre de 1962.
Se ratifica los mismos. Inserta los textos.
Además, rige en materia de aeronavegación la Ley de Aviación Civil, la
misma que en su artículo primero dispone que le corresponde al Estado, entre
otras funciones, la planificación, regulación y control aeroportuario y de la
aeronavegación civil en territorio ecuatoriano; y, que esta ley, el Código
Aeronáutico, reglamentos y regulaciones técnicas deberán estar conforme a
las normas vigentes de la Organización de Aviación Civil Internacional,
OACI, de la cual el Ecuador es signatario.
El órgano ejecutor de las políticas de aeronavegación es el Consejo
Nacional de Aviación Civil, y la Dirección General de Aviación Civil
(DGAC) y sus dependencias, como ente controlador, que mantendrán el
control técnico–operativo de la actividad aeronáutica nacional.
El Consejo Nacional de Aviación Civil está integrado por: Un delegado
nombrado por el Presidente de la República, quien lo preside; el Comandante
General de la Fuerza Aérea o su delegado; el Ministro de Finanzas, o su
delegado; el Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración o su
delegado; Ministerio de Industrias y Competitividad o su delegado; el
Ministro de Turismo o su delegado; un representante de la Federación de las
Cámaras de Turismo; y, un representante de las cámaras de la producción.
Entre las funciones del Consejo de Aviación Civil esta: Aprobar, reformar
y expedir las regulaciones técnicas y normas de operación, basadas en los
anexos al Convenio de Aviación Civil Internacional de Chicago; Aprobar el
Plan de Desarrollo Aeronáutico formulado por la Dirección General de
Aviación Civil y velar por su cumplimiento, a la vez que apoyar y estimular
las actividades aeronáuticas; Otorgar las concesiones y los permisos de
operación a las compañías nacionales y extranjeras de transporte aéreo
público y revocarlos, suspenderlos, modificarlos o cancelarlos; A pedido de la
Dirección General de Aviación Civil, aprobar la creación y regulación de
tasas y derechos por servicios aeroportuarios, tasas y derechos por facilidades
aeronáuticas y utilización de la infraestructura aeronáutica, de los aeropuertos
que estén bajo su operación y administración.
En la Asamblea de la OACI de 2016, fueron elegidos los 36 miembros del
Consejo de la OACI, para el período de 2016 al 2019. Para esta elección, se
toman en cuenta tres categorías de socios: los Estados de mayor importancia
en el transporte aéreo, los que contribuyen en mayor medida al suministro de
instalaciones y servicios para la navegación aérea y, los Estados que
garantizan la representación geográfica. En el primer grupo se encuentran:
Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Federación de
Rusia, Francia, Italia, Japón, y el Reino Unido. En el segundo: Arabia
Saudita, Argentina, Colombia, Egipto, España, India, Irlanda, México,
Nigeria, Singapur, Sudáfrica y Suecia. Y en el tercero: Argelia, Cabo Verde,
Congo, Cuba, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Kenya, Malasia, Panamá,
República de Corea, República Unida de Tanzanía, Turquía y Uruguay.
11.2 El espacio exterior
En octubre de 1959, se lanza el primer Sputnik, al espacio ultraterrestre,
con lo cual se inició la incorporación, a la jurisdicción de los Estados, de las
normas de un nuevo derecho: el Espacial, llamado también ultraterrestre,
derecho cósmico o interplanetario. El nombre de derecho del espacio exterior
le otorga VERPLAETSE, aunque JAIME MERCHÁN[33], dice que este
nombre resulta impreciso, como lo es también “la delimitación entre espacio
aéreo y espacio exterior”.
Junto a la soberanía del espacio aéreo, se admitía la libertad del espacio
exterior. Este hecho se institucionalizó a través del Tratado sobre los
Principios que deben regir las Actividades de los Estados en la Explotación y
Utilización de Espacio Ultraterrestre, en el cual se manifiesta que el espacio
exterior, incluso la luna y otros cuerpos celestes son de libre acceso por parte
de todos los Estados, sin discriminación, en condiciones de igualdad y
conforme al derecho internacional.
Pero es necesario establecer, en realidad, ¿cuál es el límite del espacio
aéreo y dónde comienza el espacio ultraterrestre? Es decir, hasta dónde
alcanza el límite vertical de la soberanía del Estado?
Los criterios son diversos, hay quienes piensan que el Estado tiene
soberanía hasta el infinito.
KOVALEV y CHEPROV (Kovalev, F.N y Cheprov, I.I., 1962), afirman
que la soberanía del Estado se extiende hasta el límite donde puede ejercer un
poder efectivo. Hay quienes opinan que la soberanía del Estado alcanza hasta
donde llega la gravedad de la tierra, otros autores hablan de hasta donde
alcanza el vuelo de un avión y otros entre 50 y 100 millas.
Los soviéticos y los norteamericanos llegaron a un acuerdo, en 1960, en el
Congreso de la Federación Internacional Aeronáutica, y concluyeron que será
considerada como nave espacial, aquella que sobrepase una altura de 62
millas.
En 1961, en la llamada Carta Magna del Espacio Interplanetario, bajo el
auspicio de Naciones Unidas, se dividió el espacio sideral en espacio aéreo y
espacio interplanetario y se refirieron a este último como “patrimonio común
de la humanidad”.
En 1970, las Naciones Unidas solicitaron a los Estados opinión sobre el
límite entre el espacio aéreo y el espacio exterior. En el 45° Período de
Sesiones de la Subcomisión de Asuntos Jurídicos de la Comisión sobre la
Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, celebrado en 2006,
el Grupo de Trabajo encargado de examinar los asuntos relativos a la
definición y delimitación del espacio ultraterrestre convino en plantear a los
Estados Miembros de N.U. las siguientes preguntas:
¿Considera necesario su gobierno definir el espacio ultraterrestre o
delimitar el espacio aéreo y el espacio ultraterrestre, dado el nivel
actual de las actividades aeronáuticas y espaciales y el nivel de
desarrollo de las tecnologías aeronáuticas y espaciales?
¿Considera su gobierno que es necesario aplicar otro enfoque para
resolver esta cuestión?
En el 2007, en el 46° Período insisten en obtener las respuestas, pero hasta
el 21 de enero de 2008, solamente Belarús, Dinamarca, Jordania, Nicaragua,
República Checa y Ucrania, enviaron respuesta. Todos ellos consideran
necesario delimitar el espacio aéreo y ultraterrestre, excepto Dinamarca que
no cree oportuno ni necesario. No existe hasta el momento tal delimitación.
En junio de 2013, la Comisión sobre la Utilización del Espacio
Ultraterrestre con Fines Pacíficos presenta un amplio informe al 56º período
de sesiones de las Naciones Unidas. En este documento, entre el amplio
número de “Declaraciones” ahí formuladas, se felicita “al Ecuador por la
puesta en órbita de su primer satélite, el NEE-01 Pegaso, que se lanzó el 25 de
abril de 2013 desde Jiuquan (China)”. Este proyecto no tuvo feliz término y
se concluyó anticipadamente cuando en mayo de 2013 la agencia notificó que
la señal de Pegaso se había perdido.
(http://www.elcomercio.com/afull/satelite-pegasoecuador-investigacion-
ronnienader.html).
11.2.1 Régimen Jurídico: Principios básicos
Los principios que regulan las actividades de los Estados en el espacio
ultraterrestre fueron establecidos en la: “Declaración de los principios
jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y
utilización del espacio ultraterrestre”[34], que fueron recogidos luego, en el
Tratado sobre los Principios Jurídicos que deben regir las actividades de los
Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, los que
podríamos resumirlos así:

Libertad de exploración y utilización del espacio ultraterrestre a


todos los Estados sin discriminación.
Igualdad en la exploración y utilización en provecho y en interés
de todos los países, sea cual fuere el grado de desarrollo
económico y científico.
No apropiación: el espacio ultraterrestre, inclusive la luna y otros
cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por
reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra
manera.
Utilización para fines pacíficos: se prohíbe expresamente la
colocación en órbita de armas nucleares u otro medio de
destrucción masiva, emplazarlas o colocarlas en el espacio
ultraterrestre, y establecer bases, instalaciones o fortificaciones
militares o efectuar ensayos militares.
Imputabilidad de responsabilidad a los Estados por actividades
que se realicen en el espacio ultraterrestre sus organismos
gubernamentales o no gubernamentales. Si los realiza una
organización internacional le será imputable a ella y a sus
Estados parte (Llanos Mansilla, Teoría y Práctica del Derecho
internacional público, 1980).

El 10 de octubre de 1967 entró en vigor el Tratado sobre el Espacio


Ultraterrestre o Tratado sobre el Espacio Exterior, cuyo nombre completo es
“Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados
en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y
otros cuerpos celestes”, instrumento que constituye la base del derecho
internacional sobre del espacio. En 2015, ciento tres países son partes del
tratado, mientras que 24 han firmado el acuerdo pero todavía no lo han
ratificado. Ecuador lo ratificó el 7 de marzo de 1969.
El 22 de diciembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprobó la Resolución 62-217, sobre la “Cooperación Internacional para la
utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos”, mediante la cual
aprueba el informe de la Comisión sobre la Utilización del Espacio
Ultraterrestre con Fines Pacíficos, sobre la labor realizada en su 50° período
de sesiones y en base al mismo recomienda que la Subcomisión de Asuntos
Jurídicos que, “teniendo en cuenta las preocupaciones de todos los países y en
particular, las de los países en desarrollo” examine entre otras, las siguientes
cuestiones:

a. Situación y aplicación de los cinco tratados de las Naciones


Unidas relativos al espacio ultraterrestre;

Tratado sobre el espacio ultraterrestre, de 1966.


El Acuerdo sobre el salvamento y la devolución de astronautas
y la restitución de objetos lanzados al espacio ultraterrestre, de
22 de abril de 1968.
El Convenio sobre la responsabilidad internacional por daños
causados por objetos espaciales, de 29 de abril de 1972.
El Convenio sobre el registro de objetos lanzados al espacio
ultraterrestre, de 14 de enero de 1975.
El Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la
Luna y otros cuerpos celestes, de 18 de diciembre de 1979.

b. La definición y delimitación del espacio ultraterrestre;


c. El carácter y la utilización de la órbita geoestacionaria,
incluida la consideración de medios y arbitrios para asegurar la
utilización racional y equitativa de la órbita geoestacionaria, sin
desconocer el papel de la Unión Internacional de
Telecomunicaciones.

Así, también hace una serie de recomendaciones a los Estados, para que
actúen con equidad y responsabilidad en la utilización de ese espacio.
11.3 La órbita geoestacionaria
La órbita geoestacionaria es una órbita sincrónica con la rotación de la
Tierra, situada a 35.900 km., más o menos por encima de la línea ecuatorial.
A esa distancia, un objeto geoestacionario parece inmóvil por cuanto orbita
alrededor de la tierra en 24 horas, período que se le conoce como el día
sideral.
Esta órbita fue divulgada por el escritor de ciencia ficción ARTHUR C.
CLARKE, en 1945, como una órbita útil para quienes operan satélites
artificiales, incluyendo los de comunicaciones, televisión digital,
meteorológicos, etc.
La ocupación de este espacio ha sido total, de forma que comienza a ser
saturado por los satélites de comunicaciones especialmente.
Entre el 29 de noviembre y 3 de diciembre de 1976, Colombia, Ecuador,
Brasil, Gabón, Congo, Indonesia, Kenia, Somalia, Uganda y Zaire, países
ecuatoriales que gozan del privilegio de poseer una órbita geoestacionaria, se
reunieron en Bogotá con el objetivo de fijar los derechos a los que habría
lugar por la situación con respecto a la órbita geoestacionaria, que
corresponde a su territorio terrestre, marítimo e insular y los aspectos del
ejercicio de la soberanía de los Estados, con respecto a ella.
Entre las conclusiones a las que llegaron estos países en la reunión
podemos mencionar:
La órbita geoestacionaria constituye un hecho físico vinculado a la
realidad de nuestro planeta, por cuanto su existencia depende, en forma
exclusiva, de su relación con los fenómenos gravitacionales generados por la
tierra, de allí que sea parte del territorio, sobre el cual los Estados ejercen
soberanía nacional. Es por tanto un recurso natural.
Al ser un recurso natural, los Estados ecuatoriales reafirman “el derecho
de los pueblos y de las naciones a la soberanía permanente sobre sus riquezas
y recursos naturales, que deben ejercer, en interés de su desarrollo nacional y
del bienestar del pueblo” (Resolución de Naciones Unidas 2692 -XXV).
La existencia de derechos soberanos sobre los segmentos
de la órbita geoestacionaria
Los países ecuatoriales consideran que el régimen jurídico aplicable debe
estar encaminado a prestar beneficio a los pueblos y a la comunidad
internacional y no sólo a los países más desarrollados; debe ser considerado
patrimonio común de la humanidad; reconocen el libre tránsito orbital y el de
las comunicaciones, autorizadas en la Convención Internacional de
Telecomunicaciones; los artefactos que se pretendan ubicar fijamente sobre el
segmento de la órbita geoestacionaria de un Estado ecuatorial, requerirá la
autorización de ese Estado; la utilización de los segmentos para colocar
satélites no otorga ningún derecho de soberanía en dicho segmento.
Lamentablemente, esta declaración no pasó de ser aquello y en la
actualidad la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organización
del sistema de las Naciones Unidas, es el que se encarga de administrar y de
adjudicar las posiciones orbitales. Las grandes potencias, poseedoras de la
tecnología y recursos están obteniendo la capacidad de la órbita y dejando sin
espacios a los países en vías de desarrollo, que no cuentan con los recursos
para hacerlo[35].
En el marco del 44 Período de Sesiones de la Subcomisión de Asuntos
Científicos y Técnicos de la Comisión sobre Utilización del Espacio
Ultraterrestre con Fines Pacíficos, de las Naciones Unidas (COPUOS),
realizado en Viena, en febrero de 2007, la Delegación del Ecuador realizó una
declaración sobre la posición nacional en relación con la órbita
geoestacionaria.
Algunos de los puntos expresados en dicha declaración son los siguientes:

1. Los atributos técnicos de la Órbita Geoestacionaria, su


utilización y aplicaciones, constituyen un recurso natural
limitado que debe ser accesible a todos los países, especialmente
aquellos en desarrollo y con determinada posición geográfica y
que requieren hacer uso del espacio ultraterrestre, para asuntos de
interés común y de su desarrollo económico y social.
2. Es necesario que la COPUOS, quién mantiene la competencia
para el examen de los aspectos técnicos, jurídicos y políticos, con
el “fin de lograr una normatividad que intente asegurar equidad
en el acceso y utilización de este recurso natural limitado, sin
descartar la adopción de un régimen internacional “sui generis”
aplicable a esta órbita.
3. Demanda que los aspectos que engloban la situación del manejo
de la órbita, sean abordados adecuadamente, para evitar prácticas
discriminatorias que salvaguarden únicamente intereses de los
países con tecnología más avanzada.
4. Exhortó a la comunidad internacional a asumir el compromiso de
que los países industrializados faciliten sus medios y condiciones
tecnológicas para que los países en desarrollo puedan acceder en
forma equitativa a la órbita geoestacionaria, para lo cual se
requiere la voluntad política de todos los Estados.

La Constitución de la República del Ecuador de 2008, vigente a la fecha,


por primera vez declara, en el último inciso del artículo cuarto, su derecho
sobre la órbita geoestacionaria, en los siguientes términos: “El Estado
ecuatoriano ejercerá derechos sobre los segmentos correspondientes de la
órbita sincrónica geoestacionaria, los espacios marítimos y la Antártida”.
11.4 Régimen jurídico de las cosas y las personas
en el espacio exterior
Para el propósito de establecer un régimen jurídico adecuado en la
administración de las cosas que se lanzan o se encuentran en el espacio
exterior, debemos establecer el alcance de la palabra, es decir, el término
“cosa”, dentro de este análisis, tiene una vinculación muy amplia, ya que no
sólo se aplica a los cohetes, satélites, vehículos o naves espaciales, sino a
todos los artefactos lanzados por el hombre al espacio, o construidas en él y
sus componentes.
No se consideran como tal a los cuerpos celestes, gases o polvo cósmico y
recursos naturales, que se encuentren en el espacio no por acción del hombre.
Para que el hombre acceda al espacio exterior es necesario que existan
objetos espaciales inventados o creados por el mismo hombre como
instrumentos de tal actividad, por lo tanto, su utilización genera
consecuencias jurídicas que deben ser consideradas por el derecho.
En 1957, fue lanzado con éxito al espacio el Sputnik soviético,
constituyéndose en el primer objeto espacial de fabricación del hombre, que
orbitó la Tierra. En 1961, el soviético YURI GAGARIN, protagoniza el
primer viaje espacial humano. En 1966, fue lanzada la primera estación
automática a la Luna, desde donde se transmitió las primeras imágenes de
televisión e información a la Tierra. Posteriormente, se produce el viaje de
varias naves aéreas estadounidenses, los GÉMINI, y los SOYUZ que
construyeron en el espacio, en 1969 la primera plataforma espacial y ese
mismo año, el Apollo 11, norteamericano, descendió a la superficie lunar, con
lo cual se inicia una nueva carrera espacial.
Los autores de esta disciplina jurídica coinciden en señalar que para
determinar el status jurídico de los objetos espaciales, es necesario primero,
establecer una definición acertada que facilite la aplicación de las normas del
derecho adecuadas a su naturaleza y en la categoría de objetos que debe ser
ubicada cada uno de los elementos que se describa. No se ha podido
establecer una definición común, más bien existen infinidad de criterios al
respecto:
La denominación “Objeto Espacial” ha sido utilizada por numerosas
resoluciones de las Naciones Unidas (resoluciones 1721, 1802, 1963, 2345,
etc.), por el Instituto de Derecho Internacional, por la Comisión sobre la
utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos, por el Convenio
sobre responsabilidad internacional por daños causados por objetos
espaciales, por el Convenio sobre Registro de objetos lanzados al espacio
ultraterrestre, etc.
La Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con fines
pacíficos se manifestó que:
La expresión objeto espacial designará a las astronaves, los satélites,
los laboratorios orbitales, las cápsulas y cualesquiera otros artefactos
que hayan de moverse en el espacio ultraterrestre y se sostengan en él
por distintos medios de la reacción del aire, así como los dispositivos
de envío de tales objetos y cualquier parte de los mismos.
En cambio la denominación “vehículo espacial” fue utilizada por la
National Aeronautic and Spacial Act de Estados Unidos (1968) que
manifiesta: “Vehículos astronáuticos y espaciales significa máquinas de volar,
misiles, satélites y otros vehículos espaciales, tripulados o no, juntamente con
el equipo conexo, artefactos, componentes y partes”.
Esta denominación también la encontramos en uso por Resoluciones de
las Naciones Unidas (Resol. 1963 y 2130), en la Sub-Comisión de Asuntos
Jurídicos de las Naciones Unidas, en la Convención de Eldo (Londres 1962),
etc.
La denominación “artefacto espacial” la encontramos utilizada en el
proyecto Belga para el Convenio sobre Responsabilidad Internacional que
definía al “artefacto espacial” como “todo artefacto destinado a moverse en el
espacio y sostenerse en él por medios distintos de la reacción del aire, así
como el material utilizado para el lanzamiento y la propulsión del aparato”.
La Declaración de principios jurídicos que deben regir las actividades de
los Estados en el espacio de 1962, estableció en el número 7 el criterio de que
el estado de registro del objeto retendrá su jurisdicción y control sobre él, y el
personal a bordo, mientras se encuentre en el espacio exterior. Esta norma fue
recogida luego en el artículo VIII del Tratado del Espacio de 1967, pero es
considerada no completa pues se presenta el caso de que un Estado sea el
propietario de una nave espacial y si no tiene facilidades para su lanzamiento
pide a otro que lo haga, en este caso, si se aplicaría la disposición del Artículo
VIII del Tratado del Espacio de 1967, el Estado de Registro tendría
jurisdicción y control sobre el objeto espacial; pero si se aplicaría el Acuerdo
sobre Retorno y Rescate, el Estado que lo lanzó tendría dicha jurisdicción y
control.
CSABAFI[36] sostiene que el caso puede ser solucionado desde una
perspectiva pragmática y no jurídica, “(…) parecería permisible -dice- que el
Estado que realizó la recuperación del objeto espacial o el Estado en cuyo
territorio han descendido la nave espacial o los astronautas extranjeros se
comunique optativamente con la autoridad de lanzamiento, o con el Estado en
cuyo registro consta el objeto o con ambos”.
Esta practicidad de los hechos, conduciría a buscar en el derecho interno
de cada Estado las condiciones y situaciones de dicha propiedad.
En cuanto a las personas, en abril de 1978 se adoptó el Acuerdo sobre el
Salvamento y la Devolución de Astronautas y la restitución de Objetos
Lanzados al Espacio Ultraterrestre, el mismo que no ha sido ratificado, sino
por pocos Estados, debido a que la mayoría de ellos no participan en
actividades de lanzamiento de objetos espaciales. Este Acuerdo consta de diez
artículos, referidos en su mayoría a la tripulación a bordo, otro a los objetos
espaciales que retornan; y, a la autoridad de lanzamiento.
11.5 Régimen jurídico de la luna y de los cuerpos celestes
El Tratado del Espacio Exterior conocido formalmente como el “Tratado
sobre los Principios que deben regir las Actividades de los Estados en la
Exploración y Utilización del Espacio Ultraterrestre, incluyendo a la Luna y
otros Cuerpos Celestes”, es un tratado considerado la Carta Magna del
Derecho del Espacio. Fue suscrito por Estados Unidos, el Reino Unido y la
Unión Soviética, el 27 de enero de 1967 y entró en vigencia el 10 de octubre
de 1967. En la actualidad 105 países son parte del tratado mientras otros 24
han firmado el acuerdo pero todavía no lo han ratificado (Ecuador lo ratificó
en marzo de 1969).
En su artículo II este Tratado menciona la prohibición de apropiación de la
Luna y otros cuerpos celestes: “El espacio ultraterrestre incluso la Luna y
otros cuerpos celestes, no podrán ser objeto de apropiación nacional por
reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.
El Tratado sobre el Espacio Exterior representa el marco jurídico básico
del derecho internacional del espacio. Entre sus principios, prohíbe a los
Estados partes del Tratado la colocación de armas nucleares u otras armas de
destrucción masiva en la órbita de la Tierra, la instalación de ellos en la Luna
o cualquier otro cuerpo celeste, o de otra estación en el espacio exterior. Se
limita exclusivamente a la utilización de la Luna y otros cuerpos celestes con
fines pacíficos y prohíbe expresamente su uso para la realización de pruebas
de armas de cualquier tipo, la realización de maniobras militares, o el
establecimiento de bases militares, instalaciones y fortificaciones (artículo IV
del Tratado).
La Luna ha sido declarada patrimonio común de la humanidad, por lo que
ningún Estado podrá reivindicarla como recurso propio.
El artículo VI del Tratado sobre el espacio exterior dispone que los
Estados parte serán responsables internacionalmente por las actividades en el
espacio que lleven a cabo los organismos gubernamentales o no
gubernamentales, por lo que, constantemente deben autorizar las actividades a
realizarse y fiscalizar el cumplimiento de las mismas.
Los tratadistas del derecho internacional del espacio, le otorgan a la Luna,
el concepto jurídico de la res communis, que significa que es un espacio
común no susceptible de apropiación.
El 5 de diciembre de 1979, se suscribió en Nueva York el “Acuerdo que
debe regir las actividades de los Estados en la Luna y otros cuerpos celestes”,
el mismo que tiene como propósito favorecer, sobre la base de la igualdad, el
desarrollo colaboración entre los Estados, a efectos de la exploración y
utilización de la Luna y otros cuerpos celestes, a fin de evitar que la Luna se
convierta en zona de conflicto internacional.
En este Acuerdo se establece que la exploración y uso de la Luna
incumbirá a toda la humanidad y se efectuará en provecho e interés de todos
los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico. Se
tendrán debidamente en cuenta los intereses de las generaciones actuales y
venideras.
El régimen internacional que establece el Acuerdo, toma en consideración
lo siguiente:

a. El desarrollo ordenado y seguro de los recursos naturales de la


Luna;
b. El ordenamiento racional de esos recursos;
c. La ampliación de las oportunidades sobre el uso de los
recursos;
d. Una participación equitativa de todos los Estados partes en los
beneficios de esos recursos, teniéndose especialmente en cuenta
los intereses y necesidades de los países en desarrollo, así como
los esfuerzos de los países que hayan contribuido directa o
indirectamente a la exploración de la luna.

PARTE XII
ORGANISMOS INTERNACIONALES

12.1 Las organizaciones internacionales: naturaleza


SEARA VÁSQUEZ afirma que la idea de organización internacional está
vinculada con la finalidad de la misma, y que ésta se encuentra en un
propósito de dos aspectos: (SEARA VÁSQUEZ, 1979, págs. 131, ss).

Negativo: prevención de los conflictos que pueden surgir entre


los grupos;
Positivos: desarrollo de los contactos entre los grupos y de su
mutua cooperación para aumentar el bienestar.

Por tal consideración, ‒afirma‒ “si la necesidad de prevenir los conflictos


y de desarrollar la cooperación es tan antigua como la humanidad “debemos
encontrar los orígenes de la organización internacional en el comienzo de la
historia” (SEARA VÁSQUEZ, 1979). Pero como la idea de organización
internacional requiere, además, cierto grado de institucionalización, el
antecedente más lejano no lo encontramos sino en 1815, con el Congreso de
Viena y la Santa Alianza.
En el siglo XIX, se produjeron una serie de intentos de organización
internacional, pero, según continúa SEARA, no hubo resultados prácticos. No
obstante a la mitad del siglo, comienzan a producirse organizaciones, sobre
todo, para determinadas materias como correos, transporte, telégrafo,
servicios de sanidad en tiempos de guerra, etc.
Sin embargo, en las últimas décadas, se ha producido una proliferación de
organismos internacionales.
El modelo de organización global, con agrupación de la mayor parte de
los Estados del mundo, es la Sociedad de las Naciones que nace a raíz de la
Primera Guerra Mundial, la misma que luego de la Segunda Guerra Mundial
decae y fue sustituida por la Organización de las Naciones Unidas.
Las organizaciones internacionales si bien son sujetos plenos del derecho
internacional público, no son Estados, no tienen los elementos para serlo, son
creadas por ellos, quienes les fijan su finalidad, poderes, estructura orgánica,
estatuto, etc. Al país sede le compete garantizar el funcionamiento de la
organización, sin presiones locales, para lo cual otorgan a sus funcionarios, a
los representantes de los Estados miembros y a los observadores de los
Estados no miembros, determinadas facilidades, privilegios e inmunidades
necesarias para que ejerzan sus funciones y necesidades.
Este otorgamiento se lo ha realizado en aplicación de normas tanto de
carácter consuetudinario como convencionales. La mayoría de ellas
constantes en tratados internacionales, principalmente en los siguientes:

a. La Convención de Viena Sobre la Representación de los


Estados en sus Relaciones con las Organizaciones
Internacionales de Carácter Universal, adoptada en 1975, en cuyo
preámbulo afirma la validez, precisamente, de las normas de
derecho internacional consuetudinario, para aquello que no está
regulado en la Convención.
b. El Acuerdo sobre Privilegios e Inmunidades de las Naciones
Unidas, aprobado en 1946.
c. La Convención sobre Privilegios e Inmunidades de los
Organismos Especializados, de 1947.
d. Una serie de acuerdos bilaterales, entre Estados, o de éstos con
organismos internacionales.

La Carta de la Organización de las Naciones Unidas, en su artículo 105,


inciso primero, dispone: “La Organización gozará en el territorio de cada uno
de sus miembros, de los privilegios e inmunidades necesarios para la
realización de sus propósitos”.
Las organizaciones internacionales funcionan y expresan su voluntad a
través de sus órganos.
12.2 Clasificación de las organizaciones internacionales
Una clasificación elemental y común de las organizaciones internacionales
es la siguiente:
Organizaciones Intergubernamentales
Son creadas por los gobiernos de los Estados, que acuerdan unir sus
esfuerzos y voluntades para lograr ciertos objetivos que beneficien a sus
ciudadanos.
Estas organizaciones pueden ser:
Regionales: Son las que tienen un carácter regional, por ejemplo, la
Organización de los Estados Americanos (OEA), ésta tiene como objetivo
preservar la paz y la seguridad internacional a nivel continental.
Universales: Son aquellas que tienen como objetivo preservar valores
esenciales en beneficio de la sociedad internacional en su conjunto, por
ejemplo la Organización de las Naciones Unidas.
Organizaciones No Gubernamentales (O.N.G.s)
Son las organizaciones que no dependen de los gobiernos, gozan de
estatuto propio, si bien no persiguen fines de lucro su objetivo es promover y
desarrollar actividades en beneficio de la sociedad internacional en su
conjunto. Hay quienes entienden que estas organizaciones gozan de cierta
personería jurídica internacional, serían sujetos reflejo del sistema
internacional (porque poseen personería limitada, se les reconoce estatuto
jurídico especial), por ejemplo la Cruz Roja.
Organizaciones comunitarias: Son aquellas comunidades creadas por un
grupo de Estados, que cuentan con órganos supranacionales, por ejemplo la
Unión Europea, la Comunidad Andina.
12.3 La Sociedad de las Naciones: estructura, funciones,
disolución
El Pacto fue el documento que dio origen a la Sociedad de las Naciones,
inspirado por el Presidente norteamericano Wilson y adoptado por la
Conferencia de Paz, el 28 de abril de 1919.
El artículo primero del Pacto de la Sociedad de las Naciones se refería a
los miembros de la misma y les reconocía categorías:

1. Miembros originarios los signatarios (cuyos nombres figuraban


en el anexo correspondiente del Pacto, Ecuador entre ellos), que
hayan accedido sin ninguna reserva u obtenido una declaración
depositada en la Secretaría dentro de los dos meses de la entrada
en vigor del Pacto. Estados Unidos, pese a ser el proponente,
nunca ratificó los acuerdos, puesto que el Senado negó su
aprobación. Alemania fue excluida ya que según el artículo 231,
Alemania (y sus aliados) fueron los únicos responsable de la
guerra.
2. Miembros admitidos, a los que se refería el párrafo 2 del artículo
primero. Es decir, todo Estado, dominio o colonia que se
gobernara libremente. Esa admisión debía:
a. Ser aprobada por la mayoría de los dos tercios;
b. Que diese garantías sobre su intención sincera de respetar
los compromisos internacionales;
c. Que aceptase la reglamentación establecida por la
Sociedad en lo que respecta a sus fuerzas y sus armamentos
militares, navales y aéreos.

Los órganos de la Sociedad de las Naciones eran: la Asamblea, el Consejo


y la Secretaría Permanente.
La Asamblea: Estaba compuesta por los representantes de los Estados
miembros; un máximo de tres por cada Estado, pero con derecho a un solo
voto. Se reunía una vez al año, generalmente en septiembre, pero podía
hacerlo en cualquier otro momento en forma extraordinaria. El lugar de la
reunión era la sede (Ginebra), aunque se dejaba abierta la posibilidad de
hacerlo en cualquier otro lugar.
Las atribuciones de la Asamblea solo se las mencionaba de forma general:
todas las cuestiones relativas a las actividades de la Sociedad o que afectasen
a la paz mundial. Las decisiones se las tomaba por unanimidad, aunque para
cuestiones de procedimiento bastaba la mayoría. El presidente y seis
vicepresidentes eran elegidos por la Asamblea.
Funcionaba con seis comisiones a las que se sumaban las denominadas:
Comisión del orden del día, la Comisión verificadora de poderes y la Séptima
Comisión “de higiene, opio y cooperación intelectual”.
El Consejo: Disponía el Pacto que el Consejo esté integrado por un
representante de las “principales potencias aliadas y asociadas” (Estados
Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), así como por representantes
de otros cuatro miembros de la Sociedad, libremente elegidos por la
Asamblea y hasta que éstos fueran elegidos, se designaba a los representantes
de: Bélgica, Brasil, España y Grecia.
El Consejo conocía, al igual que la Asamblea de todas las cuestiones
sometidas a la Sociedad, de ahí que hubiera una serie de competencias
comunes al Consejo y a la Asamblea. Exclusivamente le competían, entre
otras funciones:

La aprobación de nombramientos del personal de la Secretaría,


hechos por el Secretario General;
Preparación de planes de desarme;
Dar opiniones sobre las medidas que se tomarían en caso de
agresión exterior contra la integridad territorial y la
independencia política de los miembros de la Sociedad;
Proponer medidas para asegurar el cumplimiento de las
sentencias arbítrales o judiciales;
Recomendar sanciones militares;
Pronunciarse sobre la exclusión de miembros culpables de la
violación de un compromiso del Pacto;
Todas las cuestiones relativas a los mandatarios, etc.

Tenía cuatro sesiones ordinarias anuales, luego se redujeron a tres y


extraordinarias, cada vez que se lo requiriera. Las decisiones se las tomaba
por unanimidad.
La Secretaría Permanente: Establecida en la sede de la Sociedad,
comprendía un Secretario General, los secretarios y el personal necesario que
era nombrado por el Secretario General, con aprobación del Consejo.
El 18 de abril de 1946, la Asamblea de la Sociedad de las Naciones
celebró su última reunión; desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial
se presumía que la Sociedad de las Naciones estaba condenada a desaparecer
y la necesidad de reemplazarla. El 31 de julio de 1947, dejaba de existir
jurídicamente y todos sus bienes fueron transferidos a la Organización de las
Naciones Unidas, según lo acordado entre las dos organizaciones, en los
meses de abril, julio y agosto de 1946.
La Sociedad de las Naciones fracasó, sin duda, por la actitud negativa de
las grandes potencias, la poca efectividad en las sanciones por agresión, la
ineficacia en la defensa de los Estados pequeños, etc.
12.4 Importancia de los organismos internacionales
en la actualidad
En las últimas décadas se ha producido una proliferación de organismos
multilaterales, en la comunidad internacional, cada uno de ellos con
finalidades específicas, pero que en definitiva han sido creados para promover
el desarrollo económico y social y la lucha contra la pobreza, preocupación
suprema de la humanidad en la actualidad. Especialmente desde el final de la
guerra fría, el estudio de los alcances y propósitos de estos organismos
internacionales, ha adquirido un nuevo significado, ya que el objetivo y
finalidad de éstos se tornaron más bien canalizadores de la cooperación y por
ende fortalecedores de la paz y el desarrollo.
Existen organismos cuyas finalidades son de carácter financiero, es decir
creados para otorgar préstamos, asistencia y cooperación internacional a
sectores o Estados que lo requieren. Estos son llamados “instituciones
financieras multilaterales”. Existen también los llamados “bancos
multilaterales de desarrollo”, como el Banco Mundial, el Banco Asiático, etc.,
cuyo objetivo es constituirse en organismos financieros de apoyo al
desarrollo, a través de la generación de oportunidades de negocios, cuyos
beneficiarios, son principalmente los organismos que otorgan dichos
financiamientos.
Por ejemplo, los fondos que los gobiernos de los países de la Organización
para la Cooperación al Desarrollo (OCD) distribuyen como donaciones y
préstamos o créditos a los países emergentes y en vías de desarrollo para
financiar proyectos que contribuyan al desarrollo y mejoramiento de la
calidad de vida de los países beneficiarios.
Los Organismos Internacionales, destinan su asistencia a los siguientes
sectores principalmente: desarrollo rural y agricultura, transporte, medio
ambiente, salud y equipamiento médico, energía, educación y formación,
competitividad, comercio y PYMES, infraestructuras, agua y saneamientos,
finanzas, modernización del Estado, macroeconomía, desarrollo urbano y
turismo.
Las Naciones Unidas, en el 2000 adoptaron la Declaración del Milenio, en
la cual se marcó como una de las prioridades: reducir la pobreza a la mitad,
hasta el año 2015, para lo cual se impusieron los siguientes objetivos:

Educación primaria a nivel universal.


Promover la igualdad de género.
Reducir la mortalidad infantil.
Mejorar la salud.
Combatir el SIDA, la malaria y otras enfermedades.
Desarrollo medioambiental sostenible.
Acuerdo global para el desarrollo.
Reducir la pobreza y el hambre.

Lo cual implica programas y proyectos en los diferentes sectores y países.


Según la apreciación de sectores de análisis de la cooperación de los
organismos internacionales, en el pasado estos organismos financiaban casi
exclusivamente proyectos de instituciones públicas de los países
beneficiarios. En los últimos años, y en paralelo en lo que constituye una
tendencia general hacia el fortalecimiento de las economías de mercado, los
organismos internacionales están incrementando sus actividades con el sector
privado.
Otorgan cooperación y ayuda financiera, pero sobre todo “asistencia
técnica”, es decir asesoramiento, pues cuentan con importantes servicios de
estudios y análisis que asesoran a los Estados sobre políticas económicas,
reformas estructurales, privatizaciones, etc.
Algunos ejemplos de organismos internacionales que otorgan cooperación
y asistencia a los Estados, son los siguientes:

El Banco Mundial, que opera en todo el mundo. Organismo


especializado del sistema de las Naciones Unidas, presta
asistencia financiera y técnica a los países en desarrollo. Tiene
como objetivos reducir la pobreza extrema y promover la
prosperidad compartida de manera sostenible. Otorga créditos
con facilidades a los países que acuden.
La Unión Europea, a través de la Oficina de Cooperación
Europea, la misma que tiene una serie de programas de
cooperación con terceros países.
El Banco Europeo de Inversiones, Institución financiera de la
Unión Europea, creado en el Tratado de Roma (Constitutivo de
la Comunidad Económica Europea), para favorecer en general a
la integración europea.
Banco Interamericano de Desarrollo, para América Latina y el
Caribe, creado en 1959, como una innovadora institución
financiera multilateral para el desarrollo económico y social,
tiene actualmente 47 miembros.

En el Sistema de las Naciones Unidas existe una buena cantidad de


organismos, desde el PNUD, hasta la Organización Mundial de la Salud,
pasando por la FAO, UNICEF, y muchas otras.
Las de cooperación generalmente denominadas agencias, facilitan la
ayuda para el desarrollo y otras iniciativas a través de donaciones y
financiamiento, como por ejemplo:

La GTZ de Alemania, ejecuta proyectos de la cooperación


técnica por mandato del Gobierno Federal.
La Agencia Española de Cooperación, con una gran cantidad de
proyectos encaminados, especialmente para América Latina y
otras regiones pobres.

PARTE XIII
LA ORGANIZACIÓN DE LAS
NACIONES UNIDAS

13.1 Antecedentes
Podemos mencionar que quizá el antecedente de las Naciones Unidas
constituyan los siguientes instrumentos: la Carta del Atlántico, suscrita el 14
de agosto de 1941; la Declaración de las Naciones Unidas, del 1 de enero de
1942; la Conferencia de Moscú, realizada entre el 19 y 30 de octubre de 1943.
Como resultado de esta última Conferencia, las cuatro potencias participantes
(Estados Unidos, la URSS, Gran Bretaña y China) publicaron el 1 de
noviembre de ese año la siguiente llamada Declaración de Moscú, en la que
se habla de la “necesidad de establecer en la fecha más temprana posible una
organización internacional general basada en la igualdad soberana de todos
los Estados amantes de la paz”.
Entre agosto y septiembre de 1944, en Dumbarton Oaks (Washington),
tuvo lugar las reuniones entre Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS, la
primera, y en la segunda la URSS fue sustituida por China. Fruto de estas
reuniones se emitió las llamadas Propuestas de Dumbarton Oaks, que
contenían los lineamientos generales de lo que sería la Organización de las
Naciones Unidas.
Posteriormente fue necesario concretar nuevas reuniones, en las que se
iban adoptando algunos aspectos como votaciones en el Consejo de Seguridad
y otros sobre la postguerra.
Finalmente, entre el 25 de abril al 26 de junio de 1945 se reúne en San
Francisco la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la organización
internacional, en la cual los 50 Estados participantes más Polonia,
suscribieron la Carta de las Naciones Unidas y el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia, que sustituía a la Corte Permanente de Justicia
Internacional y que fue adoptada como anexo de la Carta.
La Carta entró en vigor el 24 de octubre de 1945. Algunos de sus artículos
han sido reformados, otros no se los ha aplicado nunca y algunos de ellos han
sido derogados de hecho, por su inaplicabilidad.
La enmienda al artículo 23 aumentó el número de miembros del Consejo
de Seguridad de once a quince. El artículo 27 enmendado estipula que las
decisiones del Consejo de Seguridad sobre cuestiones de procedimiento serán
tomadas por el voto afirmativo de nueve miembros (anteriormente siete) y
sobre todas las demás cuestiones por el voto afirmativo de nueve miembros
(anteriormente siete) incluso los votos afirmativos de los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad.
La enmienda al artículo 61 que entró en vigor el 31 de agosto de 1965,
aumentó el número de miembros del Consejo Económico y Social de
dieciocho a veintisiete. Con la otra enmienda a dicho artículo, que entro en
vigor el 24 de septiembre de 1973, se volvió a aumentar el número de
miembros del Consejo de veintisiete a cincuenta y cuatro.
La enmienda al artículo 109, que corresponde al párrafo 1 de dicho
artículo, dispone que se podrá celebrar una Conferencia General de los
Estados Miembros con el propósito de revisar la Carta, en la fecha y lugar que
se determinen por el voto de las dos terceras partes de los Miembros de la
Asamblea General y por el voto de cualesquiera nueve miembros
(anteriormente siete) del Consejo de Seguridad. El párrafo 3 del mismo
artículo, que se refiere al examen de la cuestión de una posible conferencia de
revisión en el décimo período ordinario de sesiones de la Asamblea General,
ha sido conservado en su forma primitiva por lo que toca a una decisión de
“siete miembros cualesquiera del Consejo de Seguridad”, dado que en 1955 la
Asamblea General, en su décimo período ordinario de sesiones, y el Consejo
de Seguridad tomaron medidas acerca de dicho párrafo.
La sede permanente de la Organización se encuentra en Nueva York, por
resolución tomada por la Asamblea General, aprobada en diciembre de 1946;
y su Estatuto fue establecido mediante acuerdo entre la Organización y los
Estados Unidos, en junio de 1947.
13.2 Principios y finalidades
La Organización ha reconocido algunos principios que se encuentran en el
artículo 2 de la Carta, entre ellos:

Igualdad soberana de todos sus miembros;


Obligación de cumplir de buena fe los compromisos contraídos;
Solución pacífica de las controversias internacionales;
Prohibición de utilizar el recurso a la amenaza o uso de la fuerza;
Obligación de prestar ayuda a la Organización de conformidad
con la propia Carta;
La Organización procurará que los Estados no miembros
respeten los principios de la Carta, en la medida que ello sea
necesario para mantener la paz y la seguridad internacionales;
Prohibición a las Naciones Unidas de intervenir en los asuntos
internos de los Estados miembros, excepto en los casos señalados
en el Capítulo VII (Amenaza a la paz, quebrantamientos de la
paz o actos de agresión).

Las finalidades o propósitos de las Naciones Unidas son:

1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin:


tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar
amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros
quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de
conformidad con los principios de la justicia y del derecho
internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones
internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de
la paz;
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el
respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre
determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas
para fortalecer la paz universal;
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de
problemas internacionales de carácter económico, social, cultural
o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin
hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión; y
4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por
alcanzar estos propósitos comunes[37].

Pilar Pozo Serrano, Profesora de derecho internacional de la Universidad


de Valencia, prologa su trabajo sobre los problemas actuales de interpretación
de la Carta de las Naciones Unidas y el régimen jurídico del uso de la fuerza a
los siguientes:
La admisibilidad de la legítima defensa frente a amenazas latentes o
una respuesta militar frente a los atentados terroristas de cierta
magnitud. En segundo lugar, el debate sobre la emergencia de una
responsabilidad colectiva de proteger a la población civil frente a
genocidio, crímenes de guerra, depuración étnica y crímenes de lesa
humanidad y su eventual consagración como norma jurídica (Pozo
Serrano, 2013).
13.3 Composición de la ONU: miembros originarios y
admitidos
Con la adhesión de Sudán del Sur, en el 2011 el número de Estados
miembros de las Naciones Unidas subió a 193.
De acuerdo a la fecha en que tales miembros ingresaron a la Organización,
se han establecido diversas categorías, lo cual no les otorga ningún efecto
jurídico y más bien este hecho sirve para otorgarles el carácter de
permanencia en el Consejo de Seguridad y a los privilegios inherentes a esa
calidad.
Como miembros observadores, sin derecho a voto, actúan: El Estado de la
Ciudad del Vaticano; la Orden de Malta; el Estado de Palestina, cuya
Autoridad Nacional Palestina ejerce como miembro observador; la República
de China-Taiwán, cuyo asiento en la ONU fue transferido a la República
Popular China en 1971; el Sahara Occidental, de jure, territorio no autónomo
de administración española, como indica el documento S/2002/161 de las
N.U.
Miembros originarios
El artículo 3, párrafo I, define como miembros originarios a aquellos
Estados que habiendo participado en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Organización Internacional, celebrada en San Francisco, o que habiendo
firmado previamente la Declaración de las Naciones Unidas, el 1 de enero de
1942, hayan firmado y ratificado la Carta. De tal manera que miembros
originarios son los cincuenta Estados que participaron en la Conferencia de
San Francisco, más Polonia, que aunque no firmó la Carta el 15 de octubre de
1945, le otorgaron ese privilegio.
Miembros admitidos
La admisión de nuevos miembros en la Organización tiene lugar por
decisión de la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad.
La Asamblea decide por la mayoría de los dos tercios, mientras que el
Consejo lo hace por mayoría calificada de nueve miembros, incluido el voto
afirmativo de los miembros permanentes, cada uno de los cuales tiene así la
posibilidad de bloquear la entrada de cualquier Estado. Por lo que su
recomendación no es solo un trámite, sino que es una condición sin la cual la
Asamblea no podría proceder a admitir un nuevo miembro, según declaró la
Corte Internacional de Justicia en una consulta realizada, sobre la
“Competencia de la Asamblea General para la admisión de un Estado a las
Naciones Unidas”.
El artículo 4 de la Carta, menciona los requisitos para que un Estado sea
admitido como miembros de la Organización:

Que sea amante de la paz;


Que acepte las obligaciones consignadas en la Carta;
Que a juicio de la Organización esté capacitado para cumplir
dichas obligaciones; y,
Que se halle dispuesto hacerlo.

En algunas ocasiones ha existido oposición al ingreso de un nuevo


miembro, como sucedió por ejemplo, durante la “guerra fría”, que se les negó
el ingreso algunos Estados considerados no amantes de la paz y seguridad
mundial.
13.4 El retiro voluntario y la expulsión
Los miembros de las Naciones Unidas pueden salir voluntariamente de la
Organización. La Carta no dice nada al respecto, pero una interpretación de la
Conferencia de San Francisco, lo permite. Podemos mencionar como ejemplo
el caso de Indonesia: “Por carta de fecha 20 de enero de 1965, Indonesia
anunció su decisión de retirarse de las Naciones Unidas “en esta etapa y bajo
las presentes circunstancias”. Luego, por medio de un telegrama, el 19 de
septiembre de 1966, Indonesia comunicó su decisión de reasumir su
cooperación plena con las Naciones Unidas y su participación en las
actividades de la Organización. El 28 de septiembre de 1966, la Asamblea
General tomó nota de esa decisión y el Presidente de la Asamblea invitó a los
representantes de Indonesia a “ocupar sus lugares correspondientes en la
Asamblea”. En este caso, los miembros de la Asamblea no consideraron que
se había retirado, sino que había dejado de cooperar con ella
momentáneamente (datos resumidos de http://www.un.org/es/member-states).
Los miembros además, pueden ser suspendidos del ejercicio de sus
derechos y privilegios de miembros, y también pueden ser expulsados por
decisión de la Asamblea a recomendación del Consejo de Seguridad, cuando
hayan violado repetidamente los principios contenidos en la Carta.
13.5 Organización de las Naciones Unidas: órganos
En el artículo 7 de la Carta, la Organización manifiesta que son los
órganos principales de las Naciones Unidas los siguientes:
La Asamblea General
El Consejo de Seguridad
El Consejo Económico y Social
El Consejo de Administración Fiduciaria
La Corte Internacional de Justicia
La Secretaría.
Pero, además el mismo artículo 7 prevé la posibilidad de que, atendiendo a
las disposiciones que sobre los asuntos contenga la propia Carta, se podrá
establecer los órganos subsidiarios que sean necesarios.
13.5.1 La Asamblea General
Conformación, modos de votación, atribuciones
La Asamblea General está conformada por todos los miembros de las
Naciones Unidas (actualmente 193 países). Cada uno de ellos podrá tener un
máximo de cinco representantes cada uno (artículo 9 de la Carta).
Cada miembro de la Asamblea tendrá un solo voto (artículo 18.1).
Para el modo de votar se distingue:
Para las cuestiones importantes, es necesaria la mayoría de los dos tercios
de los miembros presentes y votantes. Son importantes, por ejemplo las
recomendaciones relativas al mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales; la elección de miembros no permanentes al Consejo de
Seguridad o de miembros del Consejo Económico y Social y del Consejo de
Administración Fiduciaria; la admisión de nuevos miembros; la adopción de
sanciones contra los miembros (suspensión de derechos y privilegios o
expulsión); las cuestiones relativas al funcionamiento de la administración
fiduciaria y las cuestiones presupuestarias.
Para las otras cuestiones es suficiente la simple mayoría de los presentes y
votantes. Dentro de esta última categoría se incluye la determinación de la
importancia de una cuestión.
Para ejercer el derecho al voto, los Estados deben estar al día en los pagos
de sus cuotas correspondiente de aportes a la Organización.
Atribuciones
En cuanto a sus atribuciones, el artículo 10 establece, de manera general,
que la Asamblea General podrá analizar todos los asuntos o cuestiones que se
encuentren dentro de los límites de la Carta o que se refieran a los poderes o
funciones de cualquier órgano creado por la Carta, excepto cuando el Consejo
de Seguridad se está ocupando en un caso, la Asamblea no hará ninguna
recomendación, salvo que lo solicite el Consejo de Seguridad (artículo 12,
párrafo I).
Puede también hacer recomendaciones o discutir sobre cooperación
internacional o sobre el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
Pero si ésta requiere de una acción, luego de discutida en la Asamblea pasará
al Consejo de Seguridad.
La Asamblea puede llamar la atención del Consejo de Seguridad sobre
aquellas situaciones que puedan poner en peligro la paz y podrá además,
hacer recomendaciones respecto a las medidas que deben tomarse para
evitarlas, o para solucionar pacíficamente, las situaciones que pueden
perjudicar el bienestar general o las relaciones amistosas entre las Naciones.
La Asamblea tiene, además, las siguientes atribuciones (art. 17 de la
Carta):

a. Aprobar el presupuesto de la Organización;


b. Fijar la proporción de los gastos comunes que deba pagar cada
miembro;
c. Aprobar los acuerdos presupuestarios y financieros celebrados
con los organismos especializados;
d. Fiscalizar los presupuestos administrativos de los organismos
especializados, haciendo las recomendaciones que crea
conveniente.

Otras atribuciones de la Asamblea son:

a. Aprobación de los acuerdos de administración fiduciarias, de


zonas no designadas como estratégicas (artículo 16).
b. Elección de los miembros del Consejo Económico y Social
(artículo 61).
c. Autorización a los otros órganos de las Naciones Unidas
(excepto el Consejo de Seguridad) y los órganos especializados
para pedir opiniones consultivas a la Corte Internacional de
Justicia.

13.5.2 El Consejo de Seguridad


Composición: miembros permanentes y no permanentes
El Consejo de Seguridad está compuesto por 15 de los miembros de las
Naciones Unidas. La República de China, Francia, la Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte
y los Estados Unidos de América, son miembros permanentes. La Asamblea
General elige otros diez miembros que son no permanentes del Consejo de
Seguridad, prestando especial atención, en primer término, a la contribución
de los Miembros de las Naciones Unidas al mantenimiento de la paz y la
seguridad internacional y a los demás propósitos de la Organización, como
también a una distribución geográfica equitativa (art. 23 de la Carta).
Atribuciones
Según el artículo 24 de la Carta, el Consejo de Seguridad tiene la
responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacional,
reconociendo que en el desempeño de estas funciones actúa en el nombre de
cada uno de los miembros. Con esta disposición se asegura la acción rápida y
eficaz de las Naciones Unidas. Las decisiones que toma el Consejo de
Seguridad, en cumplimiento de la Carta, serán aceptadas y cumplidas por los
miembros de la Organización.
El Consejo de Seguridad siempre actúa acorde con los propósitos y
principios de las Naciones Unidas.
En materia de seguridad y paz internacional, trabaja en la resolución de
conflictos entre las partes, con aplicación de métodos pacíficos, con la
intención de que los conflictos que surjan entre los Estados no prosperen y se
conserve la paz en las regiones y en el mundo.
Tiene también a su cargo elaborar, con ayuda del Comité del Estado
Mayor, planes para un sistema de reglamentación de los armamentos (artículo
47 de la Carta).
Forma de tomar resoluciones
Cada miembro del Consejo de Seguridad tiene un voto. El procedimiento
de la votación es el siguiente:
Para las cuestiones de procedimiento es suficiente el voto afirmativo de
nueve miembros.
Para todas las demás cuestiones es necesario el voto afirmativo de nueve
miembros incluidos los miembros permanentes. No se distingue cuestiones
importantes ni de fondo.
El Derecho al Veto
El artículo 27, numeral 3 de la Carta de las Naciones Unidas establece que
la parte en una controversia se abstendrá de votar en dos casos:

a. En las decisiones tomadas en virtud del capítulo VI (arreglo


pacífico de controversias);
b. Cuando en las controversias de carácter local el Consejo de
Seguridad promueve su arreglo pacífico por medio de acuerdos u
organismos regionales (artículo 52.3).

Pero además, cuando los asuntos no son de procedimiento, se exige la


unanimidad de los miembros permanentes lo cual resulta un problema grave,
que muchas veces paralizar la acción del Consejo de Seguridad, lo cual se ha
convertido en una posibilidad para los miembros permanentes de paralizar
intencionalmente con su voto negativo la acción del Consejo.
A esta acción se la conoces con el nombre de “derecho de veto”.
Sobran los ejemplos de la aplicación del derecho al veto por lo que se ha
considerado que este fue el precio que debieron pagar los Estados pequeños a
los grandes para que la ONU pudiese seguir existiendo. En general se ha
cometido una serie de abusos con la aplicación del veto por lo que en muchas
ocasiones ha sido promovido introducir modificaciones a la Carta para limitar
el uso de dicho derecho.
Arreglo pacífico de las controversias
La misma Corte Permanente de Justicia Internacional (hoy Corte
Internacional de Justicia), definió, a propósito de unos de los casos que
conoció en 1924, “la controversia internacional como “un desacuerdo sobre
una cuestión de derecho o de hecho, una oposición de punto de vista legal o
de interés entre las partes”.
En tal sentido podríamos definir a los conflictos internacionales en dos
tipos:

Los de orden jurídico, por el cual se mantiene un desacuerdo


sobre una cuestión de derecho, sean en su aplicación o en su
interpretación;
Los de orden político, es decir la disputa entre las partes se basa
en una modificación del derecho existente. Las demandas de las
partes no se encuentran apoyadas por argumentos de tipo legal.

Es importante esta determinación puesto que la naturaleza del conflicto


determinará el medio de solución pacífica para resolverlo.
El artículo 33 de la Carta establece que: “Las partes en una controversia,
cuya continuación pudiera poner en peligro el mantenimiento de las paz y la
seguridad internacionales, tratarán de buscarle solución”.
En aplicación a los diversos métodos pacíficos, enumerados en el mismo
artículo mencionado. Estos son: la negociación, la investigación, la
mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, recurso a
organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de elección. El
Consejo de Seguridad puede intentar que las partes arreglen sus conflictos
utilizando los medios señalados, si no llegaran hacerlo deberán someter su
conflicto al Consejo de Seguridad.
De esta manera podemos clasificar los medios de solución pacífica de las
controversias internacionales en dos grupos, los medios políticos y
diplomáticos y los medios jurídicos.
I. Son medios políticos y diplomáticos los siguientes:
a) La negociación directa: Es el medio ordinario para la solución de un
conflicto internacional y se lo utiliza en aquellos casos menos graves. Se los
hace a través de los Ministerios de Relaciones Exteriores, de los agentes o
funcionarios diplomáticos o de personalidades especiales designadas para
ello, o mediante la celebración de una reunión internacional, convocada con
ese fin. La negociación no supone categóricamente la obligación de llegar a
un acuerdo. Cuando el conflicto es más grave, se complican las
negociaciones, puesto que están comprometidos, generalmente, asuntos de
interés nacional.
b) Los buenos oficios: En caso de conflicto entre las partes, un tercero
interpone su voluntad para reunir a las partes para negociar. Esta intervención
responde más bien a gestiones amistosas, espontáneas o de buena voluntad
que hace un Estado o una personalidad relevante, o un ambiente propicio para
que se realice esta negociación.
Según establece el Pacto de Bogotá, de 1948[38]:
“ARTICULO IX. El procedimiento de los Buenos Oficios consiste en
la gestión de uno o más Gobiernos Americanos o de uno o más
ciudadanos eminentes de cualquier Estado Americano, ajenos a la
controversia, en el sentido de aproximar a las partes,
proporcionándoles la posibilidad de que encuentren directamente una
solución adecuada”.
Y completa la disposición con el siguiente artículo:
“Una vez que se haya logrado el acercamiento de las partes y que
éstas hayan reanudado las negociaciones directas quedará terminada la
gestión del Estado o del ciudadano que hubiere ofrecido sus buenos
oficios o aceptado la invitación a interponerlos; sin embargo, por
acuerdo de las partes, podrán aquéllos estar presentes en las
negociaciones”.
Los buenos oficios pueden ser ofrecidos espontáneamente o pueden haber
sido solicitados por las partes en conflicto.
La Comisión Interamericana de Soluciones Pacíficas podrá ofrecer sus
buenos oficios a las partes, según lo dispone el artículo 86 del Pacto.
c) La investigación: Tiene por objeto aclarar los hechos motivo de la
controversia mediante la designación de una Comisión que estudia la
situación producida y emite un informe que servirá de base para la solución
de ella.
La investigación ha sido muy utilizada, desde hace muchos años, en la
historia de las relaciones internacionales, puesto que el objetivo es aclarar los
hechos y aliviar las tensiones entre las partes.
El artículo 34 de la Carta de las Naciones Unidas, dispones que: “El
Consejo de Seguridad podrá investigar toda situación susceptible de conducir
a fricción internacional o dar origen a una controversia, a fin de determinar si
la prolongación de tal controversia o situación puede poner en peligro el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”.
d) La mediación: En su artículo XI el Pacto de Bogotá la define como:
“El procedimiento de mediación consiste en someter la controversia a uno o
más gobiernos americanos, o a uno o más ciudadanos eminentes, quien
interviene en la negociación y propone una solución al litigio”.
La diferencia con los buenos oficios es que el tercero (Estado o
ciudadano) interviene en las negociaciones y propone una solución al litigio.
Su papel es más activo.
e) La conciliación: Una comisión designada por las partes, es la
encargada de examinar todos los aspectos de la situación producida,
proponiendo una solución sobre la base de concesiones recíprocas que las
partes están libres de aceptar o rechazar.
Es un procedimiento distinto y más avanzado que la investigación, ya que
la comisión además de investigar, sugiere una solución al respecto.
II. Son medios jurídicos los siguientes:
1. El arbitraje: En este caso, las partes designan un tribunal de su propia
elección y acuerdan los principios de derecho aplicables al caso sometido a
solución.
“El arbitraje internacional tiene por objeto resolver los conflictos entre
los Estados mediante jueces elegidos por ellos y sobre la base del
respeto al derecho” (Artículo 37 del I Convenio de La Haya de 1907).
Puede ser árbitro un Jefe de Estado, una personalidad relevante, un
Tribunal Arbitral. El Pacto de Bogotá, en su artículo XLI, establece que: “Las
partes podrán de común acuerdo constituir el Tribunal en la forma que
considere más conveniente y aun elegir un árbitro único, designando en tal
caso al Jefe de un Estado, a un jurista eminente o a cualquier Tribunal de
Justicia en quien tengan mutua confianza”.
En la actualidad existen constituidos algunos tribunales, cortes y otros
organismos de arbitraje, y para las diferentes materias. La mayoría de ellas
han sido constituidas por medio de tratados internacionales.
Algunos organismos Internacionales de Arbitraje son los siguientes:
Corte Permanente de Arbitraje–La Haya.
Organización Mundial del Comercio–Solución de controversias.
Corte Internacional de Arbitraje (Es parte de la Cámara de
Comercio Internacional C.C.I).
Centro Internacional para la Resolución de Disputas relativas a
Inversiones CIADI (Banco Mundial).
Corte Europea de Arbitraje.
Centro de Arbitraje y Mediación de la Organización–Mundial de
la Propiedad Intelectual (O.M.P.I).
Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación Medioambiental.
Tribunal de Arbitraje Deportivo.
Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional (CNUDMI).
Organización Mundial del Comercio (OMC).
Centro de Arbitraje y Mediación Comercial para las Américas
(CAMCA).
Comisión Interamericana de Arbitraje Comercial (CIAC).

2. El arreglo judicial: En el procedimiento judicial las partes no tienen


elección: deben concurrir necesariamente a un Tribunal Permanente que
resolverá el conflicto mediante la aplicación de normas generales de derecho.
El más alto Tribunal de Justicia de Naciones Unidas es la Corte
Internacional de Justicia, lo cual quedó así establecido, en el artículo 92 de la
Carta de las Naciones Unidas: “La Corte Internacional será el órgano judicial
principal de las Naciones Unidas (…)”.
Y en el siguiente artículo (artículo 93), manifiesta que:

1. Todos los miembros de las Naciones Unidas son ipso facto partes
en el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, y
2. Un Estado que no sea miembro de las Naciones Unidas podrá
llegar a ser parte en el Estatuto de la Corte Internacional de
Justicia de acuerdo con las condiciones que determina en cada
caso la Asamblea General a recomendación del Consejo de
Seguridad.

Acciones en caso de amenazas a la paz


El Consejo de Seguridad determinará si existe amenaza a la paz,
quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendaciones o
decidirá qué medidas deben tomarse para mantener o restablecer la paz y la
seguridad internacional (artículo 39). Puede pedir a las partes que cumplan
ciertas medidas provisionales para evitar que se agrave la situación, cuidando
que no perjudique sus derechos, las reclamaciones o la posición de las partes
interesadas tomará debida nota si dichas medidas provisionales no fueran
cumplidas el Consejo de Seguridad. Puede también pedir a los Estados
miembros que apliquen las medidas diferentes del uso de la fuerza armada
que hayan decidido, como por ejemplo la interrupción total o parcial de las
relaciones económicas, de las comunicaciones y la ruptura de relaciones
diplomáticas.
Si estas medidas no fueran las adecuadas, el Consejo de Seguridad puede
usar la fuerza armada en la forma que crea conveniente con la ayuda de los
países miembros, quienes otorgarán la ayuda y las facilidades, incluso el
derecho de paso que fuese necesario. La prestación de las Fuerzas Armadas se
determinará mediante acuerdos especiales en los que se determinará además
los contingentes de fuerzas nacionales que los Estados miembros deben
mantener disponibles para el caso de que fuese necesario ejecutar de modo
urgente una acciones coercitiva internacional.
Es decir la acción del Consejo de Seguridad tiene como objetivo, más
bien, prevenir y reprimir la guerra que solucionar los conflictos.
13.5.3 El Consejo Económico y Social
El Consejo Económico y Social, está integrado por cincuenta y cuatro
miembros de las Naciones Unidas, elegidos por la Asamblea General,
dieciocho de los cuales son elegidos cada año, para un período de tres años.
Nueve miembros son reemplazados en un año y los otros nueve, luego de
transcurridos dos años.
Cada Estado miembro del Consejo Económico y Social tiene un
representante.
Entre sus funciones están:

1. Adelantar estudios e informes de carácter económico, social,


cultural, educativo y sanitario y otros asuntos conexos, con las
respectivas recomendaciones para la Asamblea General o para
los Miembros de las Naciones Unidas u otros organismos
especializados interesados.
2. Realizar recomendaciones con el objeto de promover el respeto a
los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos.
3. Formular proyectos de convención con respecto a cuestiones de
su competencia para someterlos a la Asamblea General.
4. Podrá convocar conferencias internacionales sobre asuntos de su
competencia (art. 62 Carta).

Además, de acuerdo con el artículo 63 de la Carta, el Consejo Económico


y Social podrá concertar con cualquiera de los organismos especializados
acuerdos por medio de los cuales se establezcan las condiciones en que dichos
organismos se vincularán con la Organización. Tales acuerdos estarán sujetos
a la aprobación de la Asamblea General.
El Consejo Económico y Social podrá coordinar las actividades de los
organismos especializados mediante consultas con ellos y haciéndoles
recomendaciones, al igual que a la Asamblea General y a los Miembros de las
Naciones Unidas.
Los organismos especializados rendirán informes periódicos al Consejo
Económico y Social, y éste deberá realizar las correspondientes observaciones
a los mismos.
El Consejo Económico y Social, además, desempeñará las funciones de su
competencia para cumplir con las recomendaciones de la Asamblea General.
Puede además prestar la asistencia técnica que le soliciten los miembros y los
organismos especializados, con autorización de la Asamblea.
Cada miembro del Consejo Económico y Social tendrá un voto y las
decisiones se toman por la mayoría de los miembros presentes y votantes.
13.5.4 El Consejo de Administración Fiduciaria
El Consejo de Administración Fiduciaria está integrado por los siguientes
Miembros de las Naciones Unidas:

Los Miembros que administren territorios fideicometidos;


Los Miembros mencionados por su nombre en el Artículo 23 que
no estén administrando territorios fideicometidos; y
Tantos otros Miembros elegidos por períodos de tres años por la
Asamblea General cuantos sean necesarios para asegurar que el
número total de miembros del Consejo de Administración
Fiduciaria se divida por igual entre los Miembros de las
Naciones Unidas administradores de tales territorios y los no
administradores (art. 86 Carta).

Entre las funciones del Consejo de Administración Fiduciaria están:

Aprobar los informes que les haya presentado la autoridad


administradora;
Aceptar peticiones y examinarlas en consulta con la autoridad
administradora;
Disponer visitas periódicas a los territorios fideicometidos en
fechas convenidas con la autoridad administradora; y,
Tomar éstas y otras medidas de conformidad con los términos de
los acuerdos sobre administración fiduciaria (art. 87 Carta).

El artículo 75 de la Carta establece la existencia de un régimen


internacional de Administración Fiduciaria con la finalidad de tener bajo su
autoridad la administración y la vigilancia de los territorios que deban
colocarse bajo ese régimen. Estos territorios son conocidos como “territorios
fideicometidos”.
Los objetivos básicos del régimen de Administración Fiduciaria inicia por
el fomento de la paz y la seguridad; la promoción del desarrollo político,
económico, social y educativo de los habitantes de dichos territorios, con la
finalidad de que logren su independencia y su gobierno propio; el respecto de
los derechos humanos; asegurar el trato semejante a la de los Miembros de
Naciones Unidas, para los nacionales, en todos los aspectos, incluyendo la
administración de justicia.
El régimen de Administración Fiduciaria se aplicará a:

Territorios actualmente bajo mandato;


Territorios que, como resultado de la segunda guerra mundial,
fueron segregados de Estados enemigos; y,
Territorios voluntariamente colocados bajo este régimen por los
Estados responsables de su administración.

El régimen de Administración Fiduciaria no se aplica a territorios que


hayan adquirido la calidad de Miembros de las Naciones Unidas.
Cada miembro del Consejo de Administración Fiduciaria tiene un voto y
las decisiones se toman por el voto de la mayoría de los miembros presentes y
votantes.
13.5.5 La Secretaría General
La Secretaría General está a cargo de un Secretario General nombrado por
la Asamblea General, a recomendación del Consejo de Seguridad, es el
funcionario administrativo de más alto rango en la Organización. Actúa como
tal en todas las sesiones de la Asamblea General, del Consejo de Seguridad,
del Consejo Económico y Social y del Consejo de Administración Fiduciaria,
y desempeña las demás funciones que le encomienden dichos órganos. El
Secretario General entrega a la Asamblea General un informe anual sobre las
actividades de la Organización.
El Secretario General podrá atraer la atención del Consejo de Seguridad
sobre asuntos que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de
la paz y la seguridad internacionales.
En el cumplimiento de sus deberes, el Secretario General y el personal de
la Secretaría no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún Gobierno o
autoridad ajena a la Organización. El Secretario General nombrará al personal
de la Secretaría de acuerdo con las reglas establecidas por la Asamblea
General.
13.5.6 La Corte Internacional de Justicia, integración
y competencias
Integración y competencias
La Corte Internacional de Justicia (Art. 92 y ss. de la Carta) es el órgano
judicial principal de las Naciones Unidas; funciona de conformidad con el
Estatuto. Todos los Miembros de las Naciones Unidas son ipso facto partes en
el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. Un Estado que no sea
Miembro de las Naciones Unidas podrá llegar a ser parte en el Estatuto de la
Corte Internacional de Justicia, de acuerdo con las condiciones que determine
en cada caso la Asamblea General a recomendación del Consejo de
Seguridad.
La sede de la Corte está en La Haya, Países Bajos, está integrada por 15
magistrados elegidos por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, en
votaciones independientes. Se los elige por sus méritos y no por su
nacionalidad, y se intenta que estén representados en la Corte los principales
sistemas jurídicos del mundo. No puede haber dos magistrados que sean
nacionales de un mismo Estado. Los magistrados cumplen mandatos de nueve
años y pueden ser reelegidos. No pueden dedicarse a ninguna otra ocupación
mientras dure su mandato.
Los Miembros de las Naciones Unidas se hallan comprometidos a cumplir
la decisión de la Corte Internacional de Justicia en todo litigio en que sea
parte. Si una de las partes en un litigio dejare de cumplir las obligaciones que
le imponga un fallo de la Corte, la otra parte podrá recurrir al Consejo de
Seguridad, el cual podrá, si lo cree necesario, hacer recomendaciones o dictar
medidas con el objeto de que se lleve a efecto la ejecución del fallo.
PARTE XIV
EL SISTEMA INTERAMERICANO

14.1 El congreso de Panamá de 1826 y las conferencias


panamericanas
El Congreso de Panamá, celebrado entre el 22 de junio y el 15 de julio de
1826 y que tuvo como resultado el Tratado de la Unión, Liga y Confederación
Perpetua, es el antecedente del movimiento de integración y organización en
América Latina, aunque el Tratado nunca entró en vigor, ya que solo recibió
la ratificación de un país. A partir de entonces y hasta 1889, período que se lo
ha denominado como del hispanoamericanismo, se destinó a la búsqueda de
la unión entre todos los Estados hispanoamericanos, para lo cual se realizaron
varias reuniones, con muy pobres resultados. Entre ellas: los Congresos de
Lima (1847-1848; 1864-1865), Santiago (1856) y Washington (1856).
A partir de 1889 tuvo lugar el período del Panamericanismo[39], en el
cual los eventos más importantes fueron:
La I Conferencia Panamericana, realizada en Washington entre 1889 y
1890, en la cual se decidió la creación de una “Oficina Comercial de
las Repúblicas Americanas”, con el objeto casi exclusivo de otorgar
información en materia comercial. Al inicio funcionó bajo la dirección
y control del Secretario de Estado de los Estados Unidos, lo cual
causó malestar y críticas que provocaron la creación de un Comité
Ejecutivo de cinco miembros: cuatro elegidos por votación en los
Estados hispanoamericanos y el Secretario de Estado, que era el
presidente del Comité.
La II Conferencia se desarrolló en México, entre 1901 y 1902, en la
cual, a la Oficina Comercial se le cambia por la “Oficina Internacional
de las Repúblicas Americanas”, el Comité Ejecutivo es sustituido por
el “Consejo Director”, bajo la presidencia del Secretario de Estado y
compuesto por los representantes de los países hispanoamericanos en
Washington.
La III Conferencia se llevó a cabo en Río de Janeiro, en 1906, con el
objetivo de ampliar las funciones de la organización. En ésta se
acordó que el Consejo Director pasaría a ser el Comité Ejecutivo de
las conferencias panamericanas. Se creó el puesto de Director
General.
La IV Conferencia, se realizó en Buenos Aires, en 1910, en ella se
acordó que ya no sería considerado como presidente de jure del
Consejo Director el Secretario de Estado de los Estados Unidos,
aunque le otorgan esa designación por última vez. Entre otras
resoluciones aprobadas en esta Conferencia figura la adopción del
nombre de Unión Panamericana para la organización y que, cuando
una República americana no tenga representación en Washington,
podrá delegar en cualquier otro miembro del Consejo Director su
representación.
La V Conferencia se llevó a cabo en Santiago de Chile, en 1923,
donde se trataron en forma directa dos puntos: la presidencia del
Consejo Director, para lo cual se resolvió que sea un cargo de
elección y se creó la vicepresidencia; y el carácter de representantes
diplomáticos ante el gobierno de Washington que se exigía a los
miembros del Consejo Director. Los asuntos graves que se expusieron
era la necesidad del agreement (beneplácito) del gobierno de
Washington, puesto que, los Estados Unidos tenían un derecho de
veto sobre las personas que las repúblicas hispanoamericanas
quisieran designar como representantes en el Consejo Director. Se
acordó que si alguna República hispanoamericana, por cualquier
motivo no tenía representación en Washington, podría enviar al
Consejo Director un agente especial que gozaría de todas las
prerrogativas e inmunidades diplomáticas, con ello se resolvían en
parte las dificultades.
La VI Conferencia se realizó en La Habana, en 1928, en ella se adoptó
una convención que debía convertirse en la Carta Fundamental de la
Organización, pero igual ésta no tuvo las ratificaciones necesarias y
no entró en vigor. En esta Conferencia también se analizaron y se
aprobaron normas sobre los siguientes temas:

a. Condición de los extranjeros.


b. Asilo.
c. Agentes consulares.
d. Funcionarios diplomáticos.
e. Neutralidad marítima.
f. Deberes y derechos de los Estados en caso de luchas
civiles.
g. Tratados.
h. Aviación comercial.
i. Derecho internacional privado (Código Sánchez de
Bustamante).
j. Además se revisó la Convención de Buenos Aires sobre
protección a la propiedad literaria y artística.

La VII Conferencia se realizó en Montevideo en 1933 y la VIII en Lima


en 1938, no otorgaron ningún cambio a la organización de la Unión,
considerada ya en un grado superior de su evolución, lo que significaba más
bien una transición hacia una nueva organización, pues tenía la siguiente
estructura:

a. El Consejo Director, con sede en Washington y compuesto


de los representantes de los países americanos.
b. La Conferencia Panamericana, que se reunía en períodos
regulares, cada vez en una capital distinta.

Había también reuniones extraordinarias, cuando era preciso.


La Unión Panamericana propiamente dicha, u oficina que era el órgano
administrativo permanente, con sede en Washington, regido por un director
general y un subdirector nombrados por el Consejo.
Desde 1938 existió otro órgano: la Reunión de Consulta de los Ministros
de Relaciones Exteriores.

Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la


Paz se reunió en la Ciudad de México del 21 de febrero al 8 de
marzo de 1945, por invitación del Gobierno de México. Esta
Conferencia no correspondió a ninguna de las series de
Conferencias Interamericanas, sino que fue más bien una reunión
especial con el objeto de proporcionar a los gobiernos
americanos la oportunidad de considerar conjuntamente “la
forma de intensificar su colaboración, así como la participación
de América en la futura organización mundial y el impulso que
debería darse tanto al sistema interamericano como a la
solidaridad económica del continente”.
Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la
Seguridad del Continente realizada en Río de Janeiro en 1947. Se
establecen las bases del Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR) o Tratado de Río.
IX Conferencia Panamericana de 1948 en Bogotá. Esta se
convierte en la conferencia panamericana más importante ya que
se crea la OEA por medio de la Carta de la Organización de los
Estados Americanos en sustitución de la Unión Panamericana y
además se aprueban el Tratado Americano de Soluciones
Pacíficas y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre.

14.2 La Organización de los Estados Americanos (OEA)


14.2.1 Origen, principios y propósitos
La Novena Conferencia Internacional Americana, reunida en Bogotá el 30
de abril de 1948, creó una nueva Organización, con base en los principios
establecidos ya en el Acta de Chapultepec y adopta la Carta de la
Organización de los Estados Americanos, suscrita en esa ciudad, el 2 de mayo
de 1948, entra en vigor el 13 de diciembre de 1951 conforme al artículo 140
de la misma.
En la década de los 60 la Organización sufrió un estancamiento, lo cual
hizo necesario introducir reformas a la Carta, que en la Segunda Conferencia
Extraordinaria Interamericana, de Río de Janeiro, en 1965, dio dinamismo al
sistema interamericano, a favor del desarrollo económico y social del
continente, así como al proceso de integración económica.
Luego de esto, este instrumento ha sido enmendado en diversas ocasiones
por los siguientes instrumentos: Protocolo de Reformas a la Carta de la
Organización de los Estados Americanos, Protocolo de Buenos Aires, de 27
de febrero de 1967, en vigor desde febrero de 1970; Protocolo de Reformas a
la Carta de la Organización de los Estados Americanos, Protocolo de
Cartagena de Indias, aprobado el 5 de diciembre de 1985 en el decimocuarto
período extraordinario de sesiones de la Asamblea General; Protocolo de
Reformas a la Carta de la Organización de los Estados Americanos, Protocolo
de Washington, aprobado el 14 de diciembre de 1992 en el decimosexto
período extraordinario de sesiones de la Asamblea General, entró en vigencia
en septiembre de 1997; y, por el Protocolo de Reformas a la Carta de la
Organización de los Estados Americanos, Protocolo de Managua, adoptado el
10 de junio de 1993, en el decimonoveno período extraordinario de sesiones
de la Asamblea General, entró en vigencia en enero de 1996.
La Carta Democrática Interamericana, fue aprobada el 11 de septiembre
de 2001, en sesión especial de la Asamblea de la Organización de los Estados
Americanos en Lima, Perú, con la esperanza de fortalecer y preservar la
institucionalidad democrática, al establecer que la ruptura del orden
democrático o su alteración, que afecte gravemente el orden democrático en
un Estado miembro, constituye “un obstáculo insuperable” para la
participación de su gobierno en las diversas instancias de la OEA (recuperado
de http://www.oas.org/OASpage/esp/Documentos/Carta_Democratica.htm).
A través de la Carta de la OEA, los Estados Americanos declaran que se
han organizado para el logro de un orden de paz y de justicia, fomentar la
solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad
territorial y su independencia. Del mismo modo la Carta prohíbe
expresamente intervenir en asuntos de la jurisdicción interna de los Estados
miembros.
Los principios que rigen la convivencia de los Estados Americanos, y que
se encuentran contenidos en el artículo tercero de la Carta y son los
siguientes:

a. El derecho internacional es norma de conducta de los Estados


en sus relaciones recíprocas.
b. El orden internacional está esencialmente constituido por el
respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los
Estados y por el fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas
de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional.
c. La buena fe debe regir las relaciones de los Estados entre sí.
d. La solidaridad de los Estados americanos y los altos fines que
con ella se persiguen, requieren la organización política de los
mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia
representativa.
e. Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su
sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma
que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los
asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los
Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con
independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos,
económicos y sociales.
f. La eliminación de la pobreza crítica es parte esencial de la
promoción y consolidación de la democracia representativa y
constituye responsabilidad común y compartida de los Estados
americanos.
g. Los Estados americanos condenan la guerra de agresión: la
victoria no da derecho.
h. La agresión a un Estado americano constituye una agresión a
todos los demás Estados americanos.
i. Las controversias de carácter internacional que surjan entre dos
o más Estados americanos deben ser resueltas por medio de
procedimientos pacíficos.
j. La justicia y la seguridad sociales son bases de una paz
duradera.
k. La cooperación económica es esencial para el bienestar y la
prosperidad comunes de los pueblos del Continente.
l. Los Estados americanos proclaman los derechos fundamentales
de la persona humana sin hacer distinción de raza, nacionalidad,
credo o sexo.
m. La unidad espiritual del Continente se basa en el respeto de la
personalidad cultural de los países americanos y demanda su
estrecha cooperación en las altas finalidades de la cultura
humana.
n. La educación de los pueblos debe orientarse hacia la justicia,
la libertad y la paz.

Los propósitos esenciales, de los Estados Americanos están descritos en el


artículo 2 de la Carta y son los siguientes:

a. Afianzar la paz y la seguridad del Continente;


b. Promover y consolidar la democracia representativa dentro del
respeto al principio de no intervención;
c. Prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la
solución pacífica de controversias que surjan entre los Estados
miembros;
d. Organizar la acción solidaria de éstos en caso de agresión;
e. Procurar la solución de los problemas políticos, jurídicos y
económicos que se susciten entre ellos;
f. Promover, por medio de la acción cooperativa, su desarrollo
económico, social y cultural;
g. Erradicar la pobreza crítica, que constituye un obstáculo al
pleno desarrollo democrático de los pueblos del hemisferio, y
h. Alcanzar una efectiva limitación de armamentos
convencionales que permita dedicar el mayor número de recursos
al desarrollo económico y social de los Estados miembros.

Para alcanzar sus propósitos la OEA se fundamenta básicamente en la


democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo.
14.2.2 Miembros
En la actualidad son miembros plenos de la OEA los 35 Estados
independientes de las Américas. Además, ha otorgado el estatus de
observador permanente a 69 Estados, así como a la Unión Europea (UE).
Para ser miembro de la OEA se requiere que sea un Estado independiente,
basta con que ratifique la Carta y que se comprometa a cumplir con las
obligaciones que se derivan de ella. Además, pueden ser aquellos Estados que
al 10 de diciembre de 1985 fueron miembros de las Naciones Unidas, y
aquellos territorios no autónomos, que alcancen la independencia.
El artículo 5 de la Carta, reconoce el ingreso del nuevo Estado, que
resultare de la fusión de Estados. Para lo cual prevé la posibilidad del ingreso
de la nueva entidad y la pérdida de calidad de miembros de cada uno de los
Estados que se fusionaren.
La Asamblea General es la que autoriza el ingreso de un nuevo miembro,
pero lo hace con la recomendación del Consejo Permanente, ambos
organismos requieren el voto favorable de los dos tercios de los Estados
miembros.
Cuando un gobierno democrático de un Estado miembro, ha sido
derrocado por la fuerza, se suspenderá el derecho a participar, tanto en las
sesiones de la Asamblea, como de los demás órganos y reuniones de la
Organización, cuando han sido infructuosas todas las gestiones del
restablecimiento del orden democrático, que esta decisión de suspenderlo se
lo haya tomado en período extraordinario de sesiones y con el voto afirmativo
de los dos tercios de los Estados miembros. Del mismo modo podrá levantar
esa sanción con el mismo número de votos. Luego de dicha suspensión la
Organización reiniciará sus esfuerzos para lograr el restablecimiento de la
democracia.
14.2.3 Órganos
En el artículo 53 de la Carta de la OEA, están establecidos los órganos con
los cuales la Organización de los Estados Americanos realiza sus fines:
La Asamblea General;
La Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores;
Los Consejos;
El Comité Jurídico Interamericano;
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos;
La Secretaría General;
Las Conferencias Especializadas; y,
Los Organismos Especializados.
Se podrán establecer, además de los previstos en la Carta y de acuerdo con
sus disposiciones, los órganos subsidiarios, organismos y las otras entidades
que se estimen necesarios.
14.2.4 La Asamblea General
Es el órgano supremo de la Organización, está integrada por los
representantes de los Estados miembros, cada uno de los cuales tiene derecho
a un voto.
Entre sus atribuciones están las de decidir y diseñar la política general de
la Organización, determinar su estructura y coordinar las actividades de los
órganos y entidades de la Organización entre sí y con otras instituciones del
Sistema Interamericano, robustecer las relaciones con las Naciones Unidas y
sus organismos Le corresponde también las decisiones presupuestarias de la
organización y fijar las cuotas de los Estados miembros, así como, considerar
los informes de la Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores
y adoptar normas generales que deben regir el funcionamiento de la Secretaría
General (art. 54 de la Carta).
Se reúne en períodos ordinarios, una vez al año, en el lugar que se
determine, conforme al principio de rotación, o en la Secretaría General.
Pueden reunirse también en períodos extraordinarios, con el voto conforme de
dos tercios de los miembros de la Organización.
14.2.5 La reunión de Consulta de Ministros
de Relaciones Exteriores
Esta reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores, es
convocada para considerar problemas de carácter urgente y de interés común
para todos los Estados, a pedido de cualquiera de ellos, dirigido al Consejo
Permanente, el que decidirá con la mayoría absoluta de votos.
A estas reuniones pueden asistir, delegados especiales de los Ministros de
Relaciones Exteriores, en ausencia de ellos. Tratándose de ataque armado al
territorio de un Estado miembro, inmediatamente se reunirá el Consejo
Permanente para determinar la convocatoria de la reunión de Consulta, “sin
perjuicio de lo dispuesto en el Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca”.
Se encuentra establecido el Consejo Consultivo de Defensa, para asesorar
al Órgano en materia de seguridad.
14.2.6 Los consejos
Son consejos de la organización:

El Consejo Permanente, con una Comisión Interamericana de


Soluciones Pacíficas como órgano subsidiario.
El Consejo Interamericano Económico y Social, que debe
reunirse al menos una vez al año y tiene una Comisión Ejecutiva
Permanente.
El Consejo Interamericano para la Educación la Ciencia y la
Cultura se reúne una vez al año.

En los consejos deben estar representados todos los miembros de la


Organización.
14.2.7 El Comité Jurídico Interamericano
El Comité Jurídico sirve de cuerpo consultivo de la OEA en asuntos
jurídicos de carácter internacional y promueve el desarrollo progresivo y la
codificación del derecho internacional en la región.
Está formado por once juristas, nacionales de los Estados miembros,
elegidos por la Asamblea para cuatro años, con renovación parcial; no puede
haber más de un miembro con la misma nacionalidad. Su sede está en Río de
Janeiro.
Además tiene por finalidad el estudio de los problemas jurídicos referentes
a la integración de los países en desarrollo del continente y la posibilidad de
uniformar sus legislaciones en cuanto parezca conveniente.
14.2.8 La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, es un órgano
principal de la Organización de los Estados Americanos creado para
promover la observancia y la defensa de los derechos humanos y servir como
órgano consultivo de la Organización en esta materia. La Comisión se
compone de siete miembros, quienes deben ser personas de alta autoridad
moral y de reconocida idoneidad en materia de derechos humanos, se
desempeñan en forma personal y tiene su sede en Washington, D.C. Fue
creada por la OEA en 1959 y, en forma conjunta con la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, instalada en 1979, es una institución del Sistema
Interamericano de protección de los derechos humanos (SIDH).
En mayo de 2017, la CIDH presentó el Plan Estratégico 2017-2020, cuya
agenda se resume en las siguientes prioridades: Defensores y defensoras de
los derechos humanos; pueblos indígenas; afrodescendientes; mujeres;
migración, refugio, protección complementaria, apatridia, trata de personas y
desplazamiento interno; niños, niñas y adolescentes; libertad de expresión;
personas privadas de libertad; derechos económicos, sociales, culturales y
ambientales, DESCA; LGTBI; personas con discapacidad; personas mayores.
“Este Plan será el principal instrumento de gestión institucional de la CIDH, y
establecerá los mecanismos prioritarios para cumplir exitosamente su misión,
a fin de enfrentar los desafíos actuales y futuros que exige la atención y
protección de los derechos humanos en el continente”.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos es una institución judicial
autónoma cuyo objetivo es la aplicación e interpretación de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, ejerce sus funciones de conformidad
con las disposiciones de la Convención y de su Estatuto.
La Corte tiene su sede en San José, Costa Rica pero puede reunirse en
cualquier Estado miembro de la Organización de los Estados Americanos
(OEA), en que lo considere conveniente por mayoría de sus miembros y
previa la aceptación del Estado respectivo.
14.2.9 La Secretaría General
Es el órgano administrativo de la Organización, a su cargo se encuentra un
Secretario General, elegido por la asamblea para un periodo de cinco años,
pudiendo ser reelegido por una sola vez; existe también el Secretario General
adjunto. Sus funciones se encuentran determinadas en el artículo 112 de la
Carta.
14.2.10 Las conferencias especializadas
Son reuniones intergubernamentales para tratar asuntos técnicos
especiales o para desarrollar determinados aspectos de la cooperación
interamericana. Son convocados por la Asamblea General o por la reunión de
consulta, por iniciativa propia o de los Consejos u Organismos
Especializados.
Las agendas y más aspectos técnicos de estas conferencias están a cargo,
generalmente, de los Consejos o de los Organismos Especializados.
14.2.11 Organismos especializados
Se encuentran definidos en el artículo 124, como: “Organismos
Intergubernamentales establecidos por acuerdos multilaterales, que tengan
determinadas funciones en materias técnicas de interés común para los
Estados Americanos”.
Entre los organismos especializados tenemos:

La Organización Panamericana de la Salud (OPS 1902,


organismo especializado de la OEA desde 1950).
El Instituto Interamericano del Niño (IIN 1927, organismo
especializado 1949).
El Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH 1928,
organismo especializado 1949).
Comisión Interamericana de Mujeres (CIM 1928, organismo
especializado 1953).
Instituto Indigenista Interamericano (III 1940, organismo
especializado 1953).
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura
(IICA 1942, organismo especializado 1949).

Otras Entidades y Organismos[40]:

Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas


(CICAD).
Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL).
Comité Interamericano Contra el Terrorismo (CICTE).
Comité Interamericano para la Reducción de Desastres
Naturales.
Centro de Estudios de Justicia de las Américas.
Tribunal Administrativo.
Fundación Panamericana para el Desarrollo.
Junta Interamericana de Defensa (JID).
Comité Interamericano de Puertos.
Junta de Auditores Externos.

Trabajan con una amplia autonomía técnica pero están sujetos a las
recomendaciones que les hagan la Asamblea General y los Consejos. Se
relacionan con la OEA mediante acuerdos celebrados con la Secretaria
General, autorizados por la Asamblea.
14.3 El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
de Río de Janeiro (TIAR): antecedentes, finalidades
Al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) se le conoce
también como Tratado de Río, por haber sido suscrito en Río de Janeiro, el 2
de septiembre de 1947. Fue el primer instrumento que suscribieron los
Estados miembros de la OEA después que entró en vigencia la Carta de las
Naciones Unidas en 1945, puesto que resultaba inevitable y necesario que las
organizaciones regionales tuvieran que acogerse al nuevo sistema previsto en
esa Carta, para asegurar su supervivencia jurídica. El objetivo era constituirse
en un organismo regional, con el fin de garantizar el mantenimiento de la paz
y la seguridad internacional, susceptible de acción regional, siempre que
dichos acuerdos u organismos sean compatibles con los principios y
propósitos de las Naciones Unidas.
El Tratado entró en vigencia en 1948, no obstante que no todos los
Estados miembros de la OEA se han hecho parte de él.
El TIAR fue el primer Tratado con el que los Estados Americanos dieron
vida jurídica a un sistema de seguridad colectiva, que acogió lo dispuesto por
la Carta de las Naciones Unidas, por un lado y a la Resolución VIII de la
Conferencia Interamericana sobre problemas de la Guerra y de la Paz, reunida
en la ciudad de México en 1945, por otra.
Lamentablemente ha existido en función de las circunstancias políticas lo
que le ha tornado controvertido, no obstante lo cual es el instrumento al que
más han recurrido los Estados, especialmente latinoamericanos no solamente
para afianzar la seguridad sino además como medio para la solución pacífica
de sus controversias. De 1948 a 1978 se registraron 17 casos en los que los
Estados miembros de la OEA recurrieron al TIAR.
El Tratado tiene como finalidad asegurar la paz por todos los medios
posibles, proveer ayuda recíproca efectiva para hacer frente a los ataques
armados contra cualquier Estado Americano y conjurar las amenazas de
agresión contra cualquiera de ellos. Lamentablemente durante la guerra de las
Malvinas este tratado no fue aplicado ni cumplido, por lo que se le consideró
que perdió su efectividad en el sistema.
Ecuador suscribió este Tratado en 1949, el Presidente de la República
firmó el decreto confirmando la salida del mismo el 5 de junio de 2012, luego
de la aprobación parlamentaria y ratificó su retiro el 4 de febrero de 2014, por
considerarlo “anacrónico”.[41]
14.3.1 Amenazas de agresión a la paz, zona de seguridad
La OEA ha tratado el tema de la agresión en varias de sus conferencias, en
instrumentos multilaterales y en su propia Carta.
En la Primera Conferencia Latinoamericana celebrada en Washington en
1990 condenó a la agresión, mediante la resolución relacionada con el
“Derecho de Conquista” en virtud de la cual “el principio de conquista queda
eliminado del Derecho Público Americano” y son nulas las cesiones de
territorio efectuadas “bajo la amenaza de la guerra o la presión de las Fuerzas
Armadas”.
En el Acta de Chapultepec (México 1945), se manifiesta:
Que todo atentado de un Estado contra la integridad o la
inviolabilidad del territorio o contra la soberanía o independencia
política de un Estado americano, será considerado como un acto de
agresión contra los demás Estados que la firme. En todo caso, se
considerará como acto de agresión la invasión por fuerzas armadas de
un Estado al territorio de otro, traspasando las fronteras establecidas
por tratados y demarcados de conformidad con ellos.
El TIAR es más explícito cuando define la agresión. En su artículo
primero la condena y luego pone de relieve las dos formas en que puede
producirse. “Los casos de ataque armado” (artículo 3) o “una agresión que no
sea ataque armado” (artículo 6).
La Carta de la OEA en el artículo 2 señala entre los propósitos esenciales
de la OEA: “d) Organizar la acción solidaria de los Estados miembros en caso
de agresión”.
El artículo 3 consigna los principios de la Organización y entre ellos
proclama que: “Los Estados americanos condenan la guerra de agresión, la
victoria no da derechos”, a la par que “la agresión a un Estado americano
constituye una agresión a todos los demás Estados americanos”. Por ello
advierte que “las controversias de carácter internacional que surgen entre dos
o más Estados americanos deben ser resueltos por medio de procedimientos
pacíficos”.
El artículo 21 de la Carta de la OEA, al hablar de la inviolabilidad del
territorio de los Estados miembros, expresa que: “(…) no se reconocerán las
adquisiciones territoriales o las ventajas especiales que se obtengan por la
fuerza o por cualquier otro medio de coacción”.
Con arreglo al artículo 22, los Estados americanos se obligan a no recurrir
al uso de la fuerza, salvo el caso de legítima defensa.
En el capítulo relativo a la seguridad colectiva, el artículo 28 de la Carta,
proclama que: “Toda agresión a un Estado contra la integridad o la
inviolabilidad del territorio o contra la soberanía o la independencia política
de un Estado americano será considerado como un acto de agresión contra los
demás Estados americanos”.
En la primera Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones
Exteriores de las Repúblicas Americanas, (Panamá 1939) se adoptó la
“Declaración de Panamá”, orientada a obtener de los países beligerantes no
americanos involucrados en la Segunda Guerra Mundial, que eviten cometer
actos hostiles en las aguas adyacentes a sus costas, dentro de zona definida en
dicha declaración. Los gobiernos signatarios se esforzaron por tener el respeto
a esa zona de seguridad por parte de los beligerantes. Realizaban incluso
patrullajes dentro de la misma. A la larga los países beligerantes no aceptaron
la zona de seguridad, y en la práctica fue inaplicable.
Años más tarde el TIAR instituyó también una zona de seguridad, en la
cual opera un mecanismo inspirado en el principio de solidaridad continental,
en el cual un ataque armado a alguno de los países americanos será un ataque
contra todos.
14.3.2 Conflictos Interamericanos
A vísperas de la I Conferencia Internacional Americana (1889-1890), la
situación en Latinoamérica era preocupante: los conflictos interamericanos
amenazaban con romper el sueño de unión que se había venido fraguando
desde el Congreso de Panamá, convocado por Simón Bolívar. Europa,
además, ejercía una doble presencia en todo el continente por la amenaza de
que se vuelva a intentar una intervención militar o una reconquista.
Las relaciones interamericanas, hacia principios de 1880 atravesaban
momentos muy difíciles. Casi todos los países estaban involucrados en
conflictos de tipo diplomático o militar. Chile, Perú y Bolivia se encontraban
en guerra; Venezuela continuaba peleando con Gran Bretaña por el control
del Orinoco; Colombia y Costa Rica estaban envueltos en pleitos de carácter
limítrofe; México y Guatemala se encontraban al borde de la guerra por el
Soconusco, y el resto de los países, incluyendo Brasil, Argentina y Estados
Unidos estaban involucrados de una u otra manera con los países beligerantes,
ya fuera intentando una solución diplomática o como aliados. El Secretario de
Estado norteamericano Blaine, participaba fundamentalmente como árbitro en
el conflicto entre Chile y Perú, y en el de México con Guatemala.
En ese contexto el panamericanismo parecía ser un recurso diplomático
práctico para solucionar algunos de estos conflictos.
Durante el primer tercio del siglo XX, diversos Estados latinoamericanos
experimentaron un notable crecimiento económico, basado en las
exportaciones agrícolas y mineras, lo cual no modificó sustancialmente su
estructura social y política. Las dificultades de los años treinta dieron lugar a
que en varios países cobrara fuerza un nacionalismo económico, orientado a
reducir la dependencia del exterior. La creciente influencia de los Estados
Unidos originó sentimientos de rechazo tanto en sectores de derecha como de
izquierda.
Para los primeros años del siglo XX el trazado de las fronteras
latinoamericanas era casi idéntico al actual. El último cambio importante se
produjo en 1903, cuando Panamá se separó de Colombia. El conflicto acerca
de las antiguas provincias de Arica y Tacna, entre Perú y Chile, se había
resuelto pacíficamente en 1929 por el Tratado Rada-Figueroa, que atribuyó
Arica a Chile y Tacna a Perú. El conflicto entre Colombia y Perú por la
región de Leticia quedó resuelto por el Protocolo de Río de 1934 que le
atribuyó a Colombia. Mucho más grave fue el conflicto de El Chaco, que dio
lugar a una guerra entre Bolivia y Paraguay entre 1932 y 1935. El conflicto
entre Ecuador y Perú dio lugar a una guerra entre ambos países en 1941, pero
fue resuelto en desmedro de Ecuador, en la Conferencia de Río de Janeiro de
1942. Claro que comparación con los conflictos europeos, los interamericanos
eran mínimos.
Tras la Segunda Guerra Mundial hubo en América Latina un avance de la
democracia, que culminó hacia 1960, cuando sólo se mantenían cinco
dictaduras tradicionales, en la República Dominicana, Haití, El Salvador,
Nicaragua y Paraguay y una revolucionaria en Cuba. A partir de entonces, la
tendencia se invirtió y en la mayoría de países se establecieron dictaduras, que
a su vez desaparecerían entre 1979 (Ecuador) y 1990 (Chile).
El conflicto que se inició en Colombia en 1948 puede considerarse la
última guerra civil entre conservadores y liberales. Tras la revolución cubana,
los principales conflictos internos han enfrentado al ejército con guerrillas de
orientación marxista, con violentas ofensivas desencadenada por los
narcotraficantes colombianos como la acaecida en 1986.
En el presente siglo, el conflicto interno de Colombia ha continuado
causando graves estragos, la llamada narco guerrilla, agravó la situación, lo
cual obligó al gobierno colombiano a desarrollar el llamado Plan Colombia,
como una estrategia integrada para enfrentar los desafíos más apremiantes
que se le plantean actualmente: promover el proceso de paz, combatir la
industria del narcotráfico, revivir la economía colombiana y fortalecer los
pilares democráticos de la sociedad colombiana. Este Plan cuenta con la
asistencia económica y el respaldo del gobierno de los Estados Unidos de
América.
En las últimas décadas, América Latina ha presentado graves
imperfecciones en su desarrollo económico de mediano y largo plazo, en
comparación con otras regiones del mundo, bajo crecimiento y recursos mal
distribuidos. Se caracterizó por endeudamientos notables de algunos países,
golpeados por la caída del precio del petróleo y otros problemas económicos.
Se ha mantenido la pobreza, aunque algunos países disminuyeron la pobreza
extrema en un porcentaje importante. Surgieron nuevas amenazas,
degradación del medio ambiente, pandemias, aumento incontrolable del
narcotráfico. Por otro lado, ha crecido la cooperación internacional y se ha
manifestado de diferentes maneras, llegando a un mayor número de población
necesitada. Los habitantes de la región han ido incorporándose a la tecnología
cada vez más creciente y a la era digital más avanzada, acercando a los países
y regiones, de tal forma que las fronteras solo constituyen en la actualidad
solo un referente físico.
[1]JELLINEK, GEORG, (Leipzig, 1851-Heidelberg, 1911) Jurisconsulto alemán. Profesor en las
universidades de Basilea y de Heidelberg, publicó varias obras sobre filosofía del derecho y ciencia
jurídica, entre las que destaca Teoría General del Estado, donde sostiene que la soberanía recae en el
Estado y no en la nación, que es un simple órgano de aquel.
[2]Pacta sunt servanda es una locución latina, que se traduce como «lo pactado obliga» y debe ser
cumplido de buena fe.
[3] La Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya (Países Bajos), es el principal órgano
judicial de las Naciones Unidas. La Corte resuelve controversias jurídicas entre los Estados partes y
emite opiniones consultivas para las Naciones Unidas y sus organismos especializados. Su Estatuto
forma parte de la Carta de las Naciones Unidas.
[4] Como amigable componedor (correcto y bueno).
[5] Deber jurídico.
[6] Humanista, político, diplomático y docente venezolano del siglo XIX.
[7] La Comisión de Derecho Internacional fue establecida por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en 1947 para promover el desarrollo progresivo del derecho internacional y su codificación. Está
compuesta por 34 miembros que son elegidos por la Asamblea General para cubrir un período de cinco
años. Fuente recuperada de: http://www.cinu.org.mx/onu/estructura/ag.html.
[8]Sobre estos acuerdos o tratados sobre protección de inversiones el Ecuador había suscrito alrededor
de 30 instrumentos de este tipo de los cuales 26 entraron en vigencia a partir 1990, su objetivo principal
consiste en ser “un mecanismo impulsado por los países exportadores de capital para proteger la
inversión extranjera de sus nacionales en un tercer Estado”. En el marco de estos tratados, el Ecuador ha
sido sometido 36 veces a procesos arbitrales, en la mayoría de casos el CIADI ha sido la instancia
encargada de resolver los conflictos. En el año 2009 se creó una Comisión internacional para auditar los
26 tratados. A partir de los cual el Gobierno solicitó a la Asamblea Nacional tramite la denuncia de
dichos tratados. El 3 de mayo de 2017, la Asamblea aprobó la denuncia de doce convenios para la
Promoción y Protección Recíproca de Inversiones con China, Chile, Venezuela, Países Bajos, Suiza,
Canadá, Argentina, Estados Unidos, España, Perú, Bolivia e Italia, según comunicado emitido por la
misma Asamblea Nacional. Recuperado de http://www.asambleanacional.gob.ec/es/noticia/48966-
pleno-aprobo-la-denuncia-de-12-tratados-de-inversion.
[9] Conclusión o celebración son términos equivalentes en la política internacional.
[10] Así se adoptó, por ejemplo, el Tratado de la Antártica, en la Conferencia de 1959 en la que
participaron 12 Estados.
[11] Por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos de América, en el período transcurrido desde la
aprobación de su Constitución, hasta 1945 se negó la ratificación de más de 100 tratados y otro número
importantes ratificaciones fueron demoradas por tiempo indefinido. Entre otros, la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer, firmó en julio de 1980, no lo ha
ratificado. Convención sobre los Derechos del Niño, firmó en febrero de 1995, no lo ha ratificado. Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, firmó en octubre de 1997, no lo ha
ratificado. Tratado de prohibición completa de Ensayos Nucleares, firmó en septiembre de 1996, no lo
ratificó. Entre otros muy importantes. Estos datos han sido recuperados de la web, principalmente de
www.mujereshoy.com, en la cual se menciona como fuente de este artículo www.wedo.org.
[12] La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático incorporó una línea muy
importante de uno de los tratados multilaterales sobre medio ambiente que más éxito han tenido en toda
la historia: el Protocolo de Montreal de 1987, en virtud de la cual los estados miembros están obligados
a actuar en interés de la seguridad humana incluso a falta de certeza científica. La Convención entró en
vigor el 21 de marzo de 1994. Hoy en día cuenta con un número de miembros que la hace casi
universal, son 197 Estados que la han ratificado. La decimoctava Conferencia de las Partes sobre
cambio climático ratificó el segundo periodo de vigencia del Protocolo de Kioto desde el 1 de enero de
2013. Durante la Vigésima Primera Conferencia sobre cambio climático en diciembre de 2015 fue
adoptado el Acuerdo de París, con la aprobación de 195 Estados, dentro del marco de la Convención,
que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Su
aplicabilidad sería para el año 2020, cuando finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto y ya cumplió
con el número de Estados adherentes para su puesta en vigor.
EE.UU anunció el 1 de junio de 2017 su retiro del Acuerdo (http://www.bbc.com/mundo/noticias-
internacional-40124921).
[13]DUGUIT, LEÓN, célebre, y en su época controvertido jurista francés, autor de Las transformaciones
del derecho público, del cual llama la atención la actualidad de su obra, no obstante haya sido escrita en
1913. Critica duramente el concepto de soberanía y sostiene que ya cumplió la función para la cual fue
creada.
[14] Un tratado obliga a las partes y solas las partes, no crean obligaciones para un tercer Estado sin su
consentimiento.
[15] Este artículo constituye una verdadera disposición de Jus Cogens sobre la materia. El Pacto de la
Sociedad de las Naciones prohibió el recurso a la guerra antes de agotarse todos los medios pacíficos
sobre la materia. Luego el Pacto de París, de 1928, hizo que los Estados renunciaran a la guerra como
instrumento de su política nacional que se perdieron en la Segunda Guerra Mundial, los mismos que se
perfeccionaron en este artículo de la Carta de las Naciones Unidas.
[16] Otro ejemplo en el caso de error y fuerza en la firma de un tratado es la referente al Protocolo de
Río de Janeiro suscrito entre Ecuador y Perú, pues en 1960, el presidente ecuatoriano Dr. José María
Velasco Ibarra declaró, que dicho instrumento no sólo era inejecutable sino que era “nulo de nulidad
absoluta”, porque había sido impuesto bajo coerción y con presencia de fuerzas militares peruanas en
suelo ecuatoriano.
[17] La Constitución de la República del Ecuador de 2008, en su artículo 1, dice que el Ecuador “es un
Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario,
intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma de República y se gobierna de manera
descentralizada. La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad y se
ejerce a través de los órganos del poder público y de las formas de participación directa previstas en la
Constitución. Los recursos naturales no renovables del territorio del Estado pertenecen a su patrimonio
inalienable, irrenunciable e imprescriptible”.
[18] “Cosa de nadie”. Dícese de todo lo que no pertenece a nadie en particular.
[19] Otro ejemplo importante de este caso es el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, las
políticas de GORBACHOV no siguieron el rumbo esperado y en 1991 la Unión Soviética se disolvió ante
la secesión de sus repúblicas. GORBACHOV, llegó a proponer la creación de un nuevo Tratado de la
Unión que dejaría al gobierno central sólo los asuntos de defensa y política exterior con tal de mantener
unidas a las repúblicas, pero no tuvo éxito ante la negativa de los gobiernos locales. Cada una de las
repúblicas se convirtió en estado independiente, aunque 12 de las 15 existentes al momento del
desmembramiento de la Unión conformaron la Comunidad de Estados Independientes.
[20] La Carta de la Organización de los Estados Americanos, en su artículo 13 manifiesta: “La
existencia política del Estado es independiente de su reconocimiento por los demás Estados. Aun antes
de ser reconocido, el Estado tiene el derecho de defender su integridad e independencia, proveer a su
conservación y prosperidad y, por consiguiente, de organizarse como mejor lo entendiere, legislar sobre
sus intereses, administrar sus servicios y determinar la jurisdicción y competencia de sus tribunales. El
ejercicio de estos derechos no tiene otros límites que el ejercicio de los derechos de otros Estados
conforme al derecho internacional”.
[21] Noción presentada por Podestá Costa y Ruda en su libro de Derecho internacional público, en el
que mencionan que la misma ha sido introducida en la filosofía política por JEAN BODÍN en 1577.
[22]Exequátur es la autorización que concede el Estado receptor a un agente consular extranjero para
que pueda ejercer funciones en su territorio.
[23] Concepto que todavía no ha sido desarrollado.
[24] Decreto Ejecutivo 106, de 11 de septiembre de 2013. Art. 1. Los siguientes artículos se refieren
más ampliamente a estas facultades.
[25] Locución latina que literalmente significa “para esto”, en derecho quiere decir “para un fin
específico”, es decir son agentes designados para que representen al gobierno en determinadas
reuniones o conferencias.
[26] Autorización que otorga el Estado receptor al agente consular extranjero para que pueda ejercer sus
funciones.
[27] Fue adoptada el 18 de abril de 1961 en Viena (Austria) y entró en vigor el 24 de abril de 1964.
Ecuador lo suscribe el 18 de abril de 1961 y ratifica el 21 de septiembre de 1964.
[28] El Ecuador otorga la ratificación mediante Decreto Supremo 2830, publicado en el Registro Oficial
472 de 05-abr-1965.
[29] Convención Interamericana Sobre Derechos Humanos, llamada también Pacto de San José, fue
suscrita en la Conferencia Especializada Interamericana Sobre Derechos Humanos en San José, Costa
Rica entre el 7 y el 22 de Noviembre de 1969.
[30] “El pedido de asilo a Ecuador del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, se inscribe en una larga
tradición latinoamericana, con casos emblemáticos como el del político peruano Víctor Raúl Haya de la
Torre, quien vivió cinco años en la embajada de Colombia en Lima. Presidentes, dictadores, políticos y
guerrilleros han hallado amparo en este recurso que norma la Convención de Caracas de 1954, surgida a
raíz del episodio de Haya de la Torre, a quien Bogotá otorgó asilo en 1949.
Fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), el dirigente fue acusado de liderar
un fallido golpe de Estado contra la dictadura militar de Manuel Odría, que gobernó Perú entre 1948 y
1956.
Odría se negó a entregar un salvoconducto para que Haya de la Torre pudiera salir del país, por lo que la
embajada colombiana fue su hogar durante cinco años.
……………..
Assange, un ex hacker de 40 años, se refugió el martes en la embajada de Quito en Londres alegando
ser un perseguido político por la filtración de miles de documentos secretos de Estados Unidos, lo que
según él lo expone a la pena de muerte en ese país por espionaje.
En Ecuador la lista incluye a decenas de opositores de las dictaduras que gobernaron entre 1963 y 1966
y de 1972 a 1976, así como a los ex mandatarios José Velasco Ibarra, Gustavo Noboa, Abdalá Bucáram
y Lucio Gutiérrez, que se asilaron en Colombia, República Dominicana, Panamá y Brasil,
respectivamente” (Redacción El Comercio, 2012).
[31] Ecuador suscribió y ratificó todos estos instrumentos.
[32] Ecuador adhirió a la CONVEMAR el 24 de octubre de 2012, luego de que la Asamblea Nacional
aprobara dicha adhesión el 22 de mayo del mismo año.
[33] MERCHÁN, JAIME en su obra menciona a VERPLETSE, Derecho Internacional Aéreo y del Espacio,
pág. 29.
[34] Estos principios están resumidos en el libro de LLANOS MANSILLA, JORGE, op. cit., págs. 282 y 283.
[35] En 1972 en la Órbita Geoestacionaria se desplazaban el 7.5% de los aparatos espaciales, en 1993
ya alcazaba el 42% y hoy en día supera el 80%.
[36] Referido por JAIME MERCHÁN en Derecho Internacional del Espacio, op. cit., pág. 512.
[37] Artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas.
[38] El Pacto de Bogotá o Tratado Americano de Soluciones Pacíficas fue suscrito en Bogotá el 30 de
abril de 1948, durante la IX Conferencia Internacional Americana.
[39] Unión, asociación, integración de las naciones del continente americano, incluyendo las de origen
anglosajón.
[40] OEA, “Nuestra Estructura” Información recuperada de
http://www.oas.org/es/acerca/nuestra_estructura.asp.
[41] Dato recuperado de http://www.eluniverso.com/noticias/2014/02/05/nota/2141826/presidente-
correa-firmo-decreto-retiro-ecuador-tiar.
* “El 13 de agosto de 2017, la Armada del Ecuador realizó la captura del buque de bandera china Fu
Yuan Yu Long, el mismo que transitaba ilegalmente por aguas interiores y área de reserva marina de
Galápagos, al noreste del Puerto Baquerizo Moreno. En las bodegas del buque se encontró especies de
fauna marina vulnerables y protegida por el Estado ecuatoriano, entre ellos tiburones martillo y tiburón
silki. Los 20 tripulantes fueron judicializados y el barco incautado”. (Tomado del boletín de prensa
DIRNEA 054, de la Armada del Ecuador, del lunes 14 de agosto de 2017).
BIBLIOGRAFÍA

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Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, suscrita en
Jamaica en diciembre de 1982, entró en vigencia en noviembre de 1994.
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, suscrita en Viena
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Convención de Viena sobre la representación de los estados en sus
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Adoptada en Viena el 14 de marzo de 1975.
Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, adoptada el 24 de
abril de 1963. Entró en vigor el 19 de marzo de 1967.
Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, suscrita en Viena el
18 de abril de 1961, entró en vigor el 24 de abril de 1964.
Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos, o Pacto de San
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Derechos Humanos. Suscrita en San José de Costa Rica, entre el 7 y 22
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Declaración Universal de los derechos y deberes del hombre adoptada por
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Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
Ley Orgánica del Servicio Exterior del Ecuador (RO 344: 29-Ago-2006).
Pacto de la Sociedad de Naciones (junio 1919), tuvo vigencia hasta abril
de 1946.
Tratado Americano de Soluciones Pacíficas. Pacto de Bogotá, suscrito en
Bogotá el 30 de abril de 1948, durante la IX Conferencia Internacional
Americana.
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también
llamado Tratado de Río, firmado el 2 de septiembre de 1947 en Río de
Janeiro.
Tratado sobre los Principios que deben regir las actividades de los
Estados en la Exploración y utilización del Espacio Ultraterrestre, incluso
la Luna y otros Cuerpos Celestes. Hecho en Londres, Moscú y
Washington, el 27 de enero de 1967.

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