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¿QUIEN SE CORRE AL CENTRO?

Cuando los franceses idearon el sistema de la segunda vuelta electoral, pensaron en la necesidad de
facilitar el triunfo de los candidatos más moderados. De Gaulle pensaba en la posibilidad que los
comunistas o que los fascistas pudieran tener opciones serias de ganar el poder en las urnas y pensaba
que una gran coalición de los partidos más al centro podría derrotarlos, llegado el caso. Hasta hoy, esa
regla se ha cumplido en dicho país europeo.

Trasladada a América Latina, en muchos casos – no en todos –, la segunda vuelta ha cumplido con la
función pensada por De Gaulle, pero también ha permitido que candidatos radicales puedan moderarse,
con miras a dejar de lado programas radicales para optar por opciones más centristas. Nos pasó en el
2011 con Ollanta Humala y Keiko Fujimori y hoy, una década después, el destino nos vuelve a poner en
el mismo destino, con Pedro Castillo y la lideresa de Fuerza Popular.

Ambas son candidaturas que tienen serios problemas. Castillo ha sido capaz de transitar por varios
partidos y alianzas de compromiso – de todo tipo y varias de ellas cuestionables - para obtener objetivos
políticos y sindicales. Es el representante no solo de la rabia de siempre de la sierra centro y sur, con
varios anacronismos y conservadurismos que no son bien vistos desde el progresismo más limeño, sino
que también es el vehículo personal de un gobernador regional como Vladimir Cerrón, con serias
acusaciones. Y, por ahora, el candidato de Perú Libre considera que aún no es necesario moderarse.

Keiko Fujimori ha insistido en la reivindicación de un condenado por asesinato, secuestro y corrupción


en esta campaña electoral. No ha expresado arrepentimiento alguno por la desestabilización generada
por ella durante el quinquenio que viene terminando, en la que apoyó la salida de dos presidentes
constitucionales. Ha prometido indulto a quien antes se lo negó. Y busca la defensa de una Constitución
que hace rato pide cambios institucionales a gritos. Además de una impronta conservadora que
comparte con su competidor. Por ahora, su estrategia es la garantía de mantener todo como está,
apostando al voto de derecha y que eso le baste para ganar.

Pero queda en el medio el votante que teme los riesgos que tienen ambas postulaciones en materia
institucional. En principio, ese elector no quiere votar por Keiko Fujimori, pero quisiera que Castillo diera
algunas señales o guiños que, sin ser una hoja de ruta que el postulante ha rechazado, le de ciertas
garantías en esa materia. ¿Cuáles son las opciones de ambos para acercarse?

Castillo, en principio, podría tener más incentivos para ello. No solo porque Keiko parece tener más
asegurado a un elector que prioriza lo económico por sobre lo institucional, sino porque ese votante es
requerido por él para ganar. Eso sí, es probable que empiece una negociación de ese corte en forma
directa con ese sector del electorado y con los modos propios del viejo sindicalismo peruano.

¿Y Keiko? Tiene más complicada la situación en esa línea. Una garantía que le va a exigir el votante
institucional es no indultar al señor Fujimori, cuestión que no solo le resulta difícil por cuestiones
familiares, sino también porque atenta contra su base política. Y tampoco ha mostrado autocrítica
alguna sobre su comportamiento. Salvo que decida matar simbólicamente a su padre, tiene cuesta
arriba esta decisión.

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