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LA CATALOGACIÓN
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El análisis documental se desarrolla con la finalidad de crear métodos y técnicas para
analizar documentos, clasificar contenidos y con ello facilitar su uso colectivo. Ello se
fundamenta en la idea de que los significados de los contenidos temáticos de alguna
manera se ligan con los significados de otros, lo cual permite recuperar después
documentos con significados comunes. En el proceso de transferencia de la información
o proceso documental el análisis documental y la recuperación de información son
inseparables.
El ámbito del análisis documental comprende el estudio de los principios, conceptos,
técnicas y métodos que permiten formular enunciados cuya función es expresar una idea
acerca de un documento por medio de palabras, signos y códigos convencionales, con la
intención de que éstos constituyan una representación que haga las veces del documento
a fin de poder identificarlo, describirlo, clasificarlo y localizarlo.
Entre los estudiosos españoles, García Gutiérrez (1984) opina que se trata de aquella
técnica documental que permite mediante una operación intelectual objetiva, la
identificación y transformación de los documentos en productos que faciliten la consulta
de los originales en aras del control documental y con el objetivo último de servicio a la
comunidad científica.
Pinto (1993), por su parte, opina que el análisis documental está constituido por un
conjunto de operaciones (unas de orden intelectual y otras mecánicas y repetitivas) que
afectan al contenido y a la forma de los documentos originales, reelaborándolos y
transformándolos en otros de carácter instrumental o secundario, que faciliten al usuario
la identificación precisa, la recuperación y la difusión de aquéllos.
Estas definiciones nos presentan un análisis documental integrado tanto por el análisis
formal como por el análisis de contenido. Sin embargo, tradicionalmente han existido dos
corrientes principales en la concepción del análisis documental, la corriente integradora
que aúna el análisis formal y el de contenido basándose en la doble estructura del
documento: soporte (continente) / información (contenido), y la corriente restringida
que reserva el concepto de análisis documental y lo identifica con el análisis de
contenido. Los partidarios de esta corriente argumentan la radical diferencia entre las
operaciones de descripción física o externa y las que tratan de su contenido.
Coincidimos en que el análisis de la forma del documento y el análisis de su contenido
operan sobre planos analíticos diferentes (nivel del significante, normalizable y
automatizable / nivel del significado, más difícilmente normalizable y automatizable), y
distintos son también sus fines (la recuperación del documento / la recuperación de la
información contenida en los documentos).
Para la corriente integradora los niveles de análisis están en relación directa con los dos
elementos que forman el documento: forma (soporte) y contenido (mensaje),
distinguiéndose pues entre análisis formal o externo y análisis de contenido o interno. El
análisis formal se efectúa sobre el continente o soporte documental, y el interno sobre el
contenido o mensaje del documento, cada uno de ellos con sus operaciones documentales
propias.
La fase de análisis formal sirve para la identificación precisa de los documentos científicos
de forma que se puedan localizar fácilmente cuando sean demandados.
El campo de actuación del análisis formal se concreta en dos operaciones
complementarias. La descripción bibliográfica supone la identificación, extracción y
formalización de los elementos que mejor representan a un documento, en tanto que la
catalogación se centra en la elección de los puntos de acceso y la forma de las entradas. La
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descripción bibliográfica sirve para la identificación del documento y la catalogación para
su localización.
El análisis de contenido penetra en el mensaje de los documentos y desenmaraña su carga
informativa. Su objetivo no es ya identificar el documento sino conocer la información que
contiene. Esta fase consta de dos operaciones: la indización, orientada a poner de
manifiesto el tema del documento entresacando los aspectos característicos que lo
representan para su posterior localización, y la construcción de resúmenes, encaminada a
extraer la información sustancial del documento original.
El producto de estas operaciones o procesos son los diversos documentos secundarios:
registros bibliográficos, catálogos, índices y resúmenes, destinados al servicio de la
comunidad científica pues hacen posible el control, conocimiento y difusión de los
documentos originales a los que representan.
Pinto (1993) subraya que estos documentos secundarios cumplen una triple función:
1- Constituyen la memoria de las unidades de información, al menos desde el punto de
vista de su identificación física. Es el caso de los registros de un catálogo.
2- Actúan como servicio de alerta, informando a los usuarios de todo lo que se publica en
los temas de su interés.
3- Funcionan como repertorios en las tareas de búsqueda retrospectiva y recuperación de
la información.
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4- Concretar las formas de los puntos de acceso.
La elección de los puntos de acceso es fundamental porque será determinante para la
localización y recuperación posterior del documento en el catálogo. Las fuentes de
información para la elección de los puntos de acceso son las mismas que las utilizadas
para la descripción, ya que la fuente inmediata es la descripción misma dentro de la cual
debe hallarse el punto de acceso escogido.
Las reglas para la elección y la forma de los puntos de acceso son válidas para la
descripción de cualquier tipo de materiales, salvo pequeñas particularidades. De ahí la
amplitud del concepto básico de responsabilidad que alcanza tanto al concepto de autor
personal –en cuanto persona o personas principalmente responsables de la creación del
contenido intelectual o artístico de una obra-, como al de influjo en la producción de la
misma –directores, guionistas, intérpretes, etc.-.
Dicha selección no siempre es sencilla porque en la descripción, punto de partida para la
la extracción de puntos de acceso, puede haber o no mención de responsabilidad,
pueden existir una o muchas menciones, porque en cada una de ellas pueden aparecer
varios nombres y porque los nombres pueden corresponder a personas físicas o a
entidades. Caben, pues, las siguientes posibilidades básicas:
1- Que el punto de acceso sea un nombre de persona;
2- Que el punto de acceso sea un nombre de entidad;
3- Que el punto de acceso haya de ser buscado fuera de la mención de responsabilidad,
es decir, en el título.
Fijar la forma de los puntos de acceso es imprescindible porque, de un lado, el mismo
autor puede usar varios nombres, el mismo nombre puede presentarse bajo muchas
formas y constar de muchas partes entre las que hay que elegir el elemento de entrada y,
de otro, los títulos para la misma obra pueden tener variantes y constar de varias partes.
Sería ingenuo pensar que los códigos de catalogación resuelven la incontrolable
casuística que se puede dar en los documentos. Descansan en principios cuya
consistencia no es metafísica, sino que se fundamentan en la experiencia y hábitos de
actuación. Caben, pues, la ambigüedad y la subjetividad.
De ahí que las bibliotecas tengan que complementar sus catálogos bibliográficos con
catálogos de autoridades, que fijen las formas válidas para los puntos de acceso y
realicen referencias que aseguren la unidad en la forma escogida, haciendo confluir
todas las posibilidades en una determinada.
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El Statement of International Cataloguing Principles, que actualiza y sustituye a los
Principios de París de 1961, se aplica a los catálogos en línea actuales y del futuro, y
está pensado para guiar el desarrollo de códigos de catalogación.
El documento se articula en siete apartados: alcance de la declaración; principios
generales; entidades, atributos y relaciones; objetivos y funciones del catálogo;
descripción bibliográfica; puntos de acceso, y, por último, fundamentos para las
capacidades de búsqueda.
Los principios toman como punto de partida la tradición catalográfica existente, es
decir, los Principios de París (1961), las contribuciones de Cutter (1904), Lubetzky
(1979), y el modelo FRBR (Functional Requirements for Bibliographic Records) de la
IFLA.
Amplían el alcance con respecto a los Principios de París. Se ha pasado de unos
principios que sólo hacían referencia a la elección y a la forma de los puntos de acceso
bibliográficos, a unos principios, mucho más comprensivos, que tienen en cuenta todos
los datos incluidos en los registros bibliográficos y de autoridad. Se aplican, por tanto, a
todos los datos bibliográficos, descripción y puntos de acceso incluidas las materias, de
todos los tipos de recursos bibliográficos, y a los datos de autoridad.
La sección dedicada a los puntos de acceso es la más extensa del documento, e
introduce modificaciones significativas con respecto a los Principios de París. Ya no se
habla de encabezamientos ni de entradas, conceptos ambos ligados al catálogo manual,
sino de puntos de acceso controlados y no controlados.
Los puntos de acceso controlados son todos los que se incluyen en los registros de
autoridades, y engloban tanto los puntos de acceso autorizados como las formas
variantes, y se aplican a los nombres de las entidades persona, familia, entidad
corporativa, obra, expresión, manifestación, ítem, concepto, objeto, acontecimiento y
lugar. Los puntos de acceso no controlados se corresponden con los datos bibliográficos
de nombres, títulos, códigos, palabras clave, etc., que no se controlan por medio de
registros de autoridad, tal es el caso del título propio de una manifestación.
La última sección de la declaración de principios está dedicada a los fundamentos de las
capacidades de búsqueda. Entre otras cuestiones referentes a los mecanismos de
búsqueda, se apunta una clasificación de los puntos de acceso que los organiza en
esenciales y adicionales. Los puntos de acceso esenciales son los que se basan en los
atributos y las relaciones principales de cada entidad del registro bibliográfico y del
registro de autoridad.
Los códigos de catalogación que se deriven de estos principios tendrán que concretar,
entre otros muchos aspectos, hasta qué punto son obligatorios u opcionales algunos de
los puntos de acceso adicionales que hasta ahora se consideraban puntos de acceso
secundarios y que, como tales, formaban parte del registro bibliográfico.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. P. 21-38, 62-66.
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LECTURAS Y CONSULTA
Biblioteca Nacional (España). Catálogo de autoridades [en línea] Disponible en:
http://www.bne.es/es/Catalogos/CatalogoAutoridades/index.html
IFLA. Declaración de Principios Internacionales de Catalogación. Disponible en:
http://www.ifla.org/files/cataloguing/icp/icp_2009-es.pdf
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. CAPÍTULO 1. SUBAPARTADO 1.2. El Proceso de Transferencia
de la Información. El tratamiento Documental. CAPÍTULO 2. La representación formal
de los documentos. P. 35-49.
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TEMA 2
NORMATIVAS PARA LA CATALOGACIÓN
LOS INICIOS Y LA NECESIDAD DE LA
NORMALIZACIÓN
La necesidad de un acceso rápido y universal a la
información bibliográfica y la cooperación entre
sistemas y unidades de información han generado un
importante esfuerzo normalizador
• Se incluyen también:
• tablas de transliteraciones de otros alfabetos
• listas de términos abreviados en catalogación
• un glosario
• un índice analítico que facilita el uso
• Mas información:
http://www.loc.gov/aba/rda/
TEMA 3
FORMATOS MARC
PUNTO DE PARTIDA
• Registros bibliográficos
• Registros de Autoridad
• Registros de fondos y localizaciones
• Clasificaciones
• Community informations (Informaciones locales, noticias)
b. Indicadores
c. Códigos de subcampo
Un registro en formato MARC contiene además otros dos tipos
de designación del contenido:
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específicos de los ejemplares de las colecciones bibliotecarias, tales como los números
de registro y las signaturas topográficas.
En España la introducción del término registro bibliográfico ha sido tardia, prueba de
ello es que en el glosario de las vigentes Reglas de Catalogación (1999) no aparece ese
término sino el de asiento bibliográfico, al que conceptualiza como registro o
descripción de acuerdo con unas normas, de una unidad bibliográfica o documental.
Para terminar este apartado conceptual acudimos a Ríos (2002) quien concibe el registro
bibliográfico como un conjunto de elementos informativos, organizados conforme a
unas normas, que permiten identificar a una unidad documental de manera unívoca en
vistas a su localización y posterior recuperación.
El registro bibliográfico permitirá identificar e indicar los datos formales y aparentes del
documento original, distinguiendo cada unidad de las demás. El asiento bibliográfico
contiene tres series de datos: los que sirven para la identificación del documento, que es el
más voluminoso y que es el resultante propiamente de la descripción bibliográfica, los que
sirven para su localización dentro de una colección determinada (punto de acceso
principal, puntos de acceso secundarios, signatura y número de registro) y los que sirven
para la indización de los asientos.
El registro bibliográfico contiene, por tanto, los detalles que describen a una unidad
bibliográfica dentro de una colección bibliotecaria. Las formas de presentación de estos
datos han sido múltiples y han ido variando con el tiempo. Actualmente conviven el
formato ISBD (formato ficha) con el formato MARC y el formato de etiquetas.
La estructura de los distintos formatos es bastante similar y se pueden diferenciar en
ellos las siguientes partes o secciones:
La descripción bibliográfica:
De acuerdo con nuestras Reglas de Catalogación (1999) la descripción bibliográfica es
el conjunto de datos bibliográficos con que se registra o identifica un documento, de
acuerdo con unas reglas. Es la parte del registro bibliográfico que contiene la
descripción e identificación del ítem. Los datos que aparecen dentro de la descripción
son, en su mayor parte, transcritos tomando como punto de partida la propia unidad
documental. La estructura de la descripción fue fijada por la International Standard
Bibliographic Description (ISBD).
La descripción bibliográfica se divide en ocho áreas. Por área se entiende cada una de
las secciones de la descripción bibliográfica que comprende uno o varios elementos
relacionados entre sí (Reglas de Catalogación, 1999).
En un registro bibliográfico en forma de ficha o formato ISBD las áreas se agrupan en
párrafos. Las cuatro primeras áreas de la descripción forman el primer párrafo. A esta
parte del registro se le suele denominar cuerpo de la ficha. Las dos áreas siguientes,
áreas 5 y 6, forman un único párrafo. El área de notas forma el siguiente párrafo de la
descripción. Finalmente, el último párrafo lo constituye el área de número normalizado
y condiciones de adquisición.
Cada área consta de distintas piezas de información. El término elemento se utiliza para
referirse a palabra, frase o grupo de caracteres que describen datos homogéneos de un
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reproducciones del asiento principal pero con otro encabezamiento superpuesto al punto
de acceso de la ficha principal. En todos los asientos consta un registro de fichas
secundarias detrás de la descripción bibliográfica donde figuran los diferentes puntos de
acceso por los que se quiere localizar el documento representado en el catálogo.
Los encabezamientos de materia son términos normalizados usados para representar el
tema o temas de la unidad documental. Pueden asignarse uno o más encabezamientos de
materia al registro bibliográfico, dependiendo del contenido del ítem y de las directrices
para asignar los encabezamientos de materia. En un asiento en ficha los
encabezamientos aparecen al final de la ficha, en el registro de fichas secundarias
precediendo al resto de los puntos de acceso secundarios. Los encabezamientos se
numeran con números arábigos y los puntos de acceso derivados directamente de la
descripción con números romanos.
Sin numeración y al final del asiento aparece la CDU. El número de clasificación es un
número que se asigna al documento de acuerdo a su materia principal, usando para ello
un esquema de clasificación decimal que sitúa cada ítem en una de las diez clases que a
su vez se dividen en diez subclases y así sucesivamente. Existe correspondencia entre
los encabezamientos de materia asignados a la unidad documental y las notaciones de la
clasificación.
En los catálogos automatizados el registro bibliográfico es único y podrá ser recuperado
por todos los campos que se considere conveniente y hayan sido indexados. La
diferenciación entre punto de acceso principal y secundario ha perdido significado. No
obstante, el formato MARC distingue campos para los puntos de acceso principal y
secundarios. El del punto de acceso principal precede a los correspondientes campos de
la descripción bibliográfica. La etiqueta MARC para el punto de acceso principal es
1xx, las de puntos de acceso secundarios para nombres de personas, entidades
corporativas, congresos, títulos uniformes, variantes del título y combinaciones de
autor-título es 7xx. Los segundos y tercer dígitos de ambas etiquetas varían en función
de que el punto de acceso sea de nombre de autor personal (100/700), de entidad
(110/710), etc. Las etiquetas MARC para puntos de acceso secundarios de serie son 8xx
y los campos para los encabezamientos de materia se asignan a la etiqueta MARC 6xx.
Estas etiquetas ocupan posiciones finales en el registro bibliográfico.
En los catálogos en línea, el número o números de la CDU pueden o no aparecer en el
registro, y dependiendo del catálogo puede asignarse a diferentes etiquetas del formato
MARC.
Otros componentes del registro bibliográfico:
Además de la descripción bibliográfica y de los puntos de acceso un registro
bibliográfico contiene una signatura topográfica. La signatura es un signo formado por
cifras, letras o por una combinación de ambas, que se pone en un libro o documento,
así como en su asiento bibliográfico, para indicar el lugar que ocupa en una biblioteca
o archivo (Reglas de Catalogación, 1999). La signatura representa, por tanto, la
localización topográfica del ítem. Tras localizar el registro bibliográfico de un
documento a través del catálogo -el documento secundario-, la signatura topográfica se
utiliza para hallar el propio documento -documento original o primario- dentro de la
colección de la biblioteca.
En los catálogos de fichas la signatura solía situarse en la parte superior izquierda del
asiento. En los catálogos automatizados los datos de localización del ejemplar suelen
situarse después de los datos bibliográficos, es decir al final del registro bibliográfico.
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Estrechamente ligada a la mención del objetivo del registro se encuentra la calidad del
mismo. Las discusiones sobre la calidad del registro giran en torno a dos exigencias
básicas:
1- La fidelidad: la medida en que el registro refleja el objeto físico y, por lo tanto,
permite su identificación.
2- La amplitud: el número de campos y subcampos (áreas y elementos) empleados y la
cantidad de información incluida en ellos.
Se hace necesario fijar los elementos imprescindibles del registro bibliográfico -aquéllos
con valor informativo para la mayoría de los usuarios-, y actualizar las normativas
seguidas en su realización en función de los resultados obtenidos. Esta es la misión del
estudio de la IFLA sobre los Requerimientos Funcionales de los Registros
Bibliográficos (Functional Requirements for Bibliographic Records) (FRBR, 1998).
Los objetivos del estudio se cifraban en la recomendación de un nivel básico desde el
punto de vista de la funcionalidad y unos requisitos de datos básicos para la creación de
los registros por parte de las agencias bibliográficas nacionales, es decir, se trata de
definir un nivel elemental de normalización que permita a las agencias bibliográficas
nacionales reducir sus costes de catalogación a través de la creación de registros más
simples, pero que al mismo tiempo asegure que todos los registros producidos por
dichas agencias bibliográficas nacionales satisfagan las necesidades esenciales de los
usuarios.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONSULTA
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El informe analiza las relaciones que se establecen entre obra, expresión, manifestación
e ítem, entre las entidades persona y entidad corporativa y las entidades del primer
grupo, y las relaciones de materia entre los tres grupos.
Finalizado el análisis entidad/relación, el estudio desentraña el papel que desempeñan
los atributos y las relaciones de las entidades obra, expresión, manifestación e ítem en
las cuatro tareas que el usuario efectúa por medio del catálogo –encontrar, identificar,
seleccionar y acceder a una entidad- en una escala de hasta 3. El resultado de esta
evaluación es la base para recomendar un nivel básico de funcionalidad para el registro
bibliográfico nacional.
Velluci (2008) califica el desarrollo del modelo conceptual FRBR y la elaboración de
unos nuevos principios de catalogación más adaptados al entorno digital como la
investigación conceptual más importante de los últimos veinte años. Inicialmente, sin
embargo, el informe pasó bastante desapercibido entre la comunidad bibliotecaria, ha
sido traspasado el milenio cuando se ha incrementado el interés por el modelo sobre
todo cuando se comenzó a relacionar con la revisión de las AACR2 y cuando, a partir
de 2002, comenzó a funcionar un grupo de trabajo de FRBR dentro de la Sección de
Catalogación de la IFLA encargado del mantenimiento, desarrollo y aplicación del
modelo.
La introducción del informe FRBR reconocía la necesidad de aplicar la misma técnica
entidad/relación a los datos de autoridad para conseguir un modelo conceptual
completo.
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Identificar una entidad o validar la forma del nombre que se ha de usar como punto
de acceso controlado;
Contextualizar las entidades;
Justificar la elección.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. P. 57-59, 79-83.
LECTURAS Y CONSULTA
Biblioteca Nacional (España). Normativas [en línea]
http://www.bne.es/es/Servicios/NormasEstandares/
Estivill Rius, A. Estado actual de la normativa de catalogación. Primera parte: el
escenario internacional. [en línea] BID: textos universitaris de biblioteconomía i
documentació, n. 22, juny de 2009. Disponible en:
http://www.ub.edu/bid/22/estivill2.htm
Ríos Hilario, A. B. Nuevos horizontes en el análisis de los registros y la normativa
bibliográfica. Gijón: Trea, 2003.
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. CAPÍTULO 2. Apartado 2.4 y CAPÍTULO 3.
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Tema 6. EL CATÁLOGO. FUNCIONALIDADES
1- Permitir a una persona encontrar un documento del que conoce: el autor, el título o la
materia.
Carrión (1990) subraya que el catálogo debe ser capaz de satisfacer las siguientes cuestiones:
A las tres primeras cuestiones tradicionalmente, hasta la implantación del OPAC, respondía el
catálogo de autores, cuya ordenación es alfabética; a la cuarta el catálogo de materias también
ordenado alfabéticamente y a la última el catálogo sistemático en el que los asientos se
ordenan según un plan de clasificación preestablecido.
Junto a estos catálogos principales algunas bibliotecas tenían catálogos de títulos o catálogos
diccionarios (refundición en uno del catálogo de autores, títulos y materias), ambos ordenados
alfabéticamente.
Todos estos catálogos aunque sirven para el trabajo interno de la biblioteca, son sobre todo
catálogos de usuario. De uso interno de la biblioteca es el catálogo topográfico que tiene como
fin el control de los fondos de la biblioteca: sirve de lista en los recuentos para certificar la
integridad o faltas de la colección; y contiene el registro de fichas secundarias para orientar en
la actualización de los demás ficheros/catálogos en caso de reposiciones, cancelaciones o
cambios de signaturas. En muchas bibliotecas la signatura topográfica coincide con el número
de registro y, por consiguiente, el topográfico es un verdadero inventario. Otras veces coincide
en buena parte con el sistemático, pues en algunas bibliotecas se utiliza el sistema de
clasificación para ordenar los fondos en las estanterías.
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Esta amplia tipología de catálogos se debe a que las entradas en los catálogos son múltiples,
respondiendo a la necesidad de obtener la información que contiene el fondo documental,
cualquiera que sea el dato para iniciar la búsqueda.
De entre los distintos tipos de catálogos destacaba el catálogo de autores como el principal
para la explotación de los fondos literarios e informativos. Este catálogo además servía de base
para la elaboración de los demás.
En los Principios de París de 1961 se expresaron las funciones del catálogo de autores: el
catálogo debe conseguir por un lado establecer si la biblioteca posee una obra determinada, y,
por otro, qué obras de un autor y qué ediciones de una obra son conservadas en esa biblioteca.
En opinión de Eva Verona (1963) los objetivos del catálogo de autores son los mencionados
en los Principios de París, pero introduce el fin último de la información que proporciona el
catálogo: la localización del documento determinado. Así, asevera que los objetivos de un
catálogo alfabético de autores son:
2- Proporcionar información respecto a todas las ediciones, traducciones, etc. de una obra
determinada siempre y cuando existan en la biblioteca;
Grosso modo, la finalidad de un catálogo es proporcionar información sobre qué posee una
biblioteca y dónde está con vistas a su utilización.
Los principios toman como punto de partida la tradición catalográfica existente, es decir,
los Principios de París (1961), las contribuciones de Cutter (1904), Lubetzky (1979), y el
modelo FRBR de la IFLA.
Amplían el alcance con respecto a los Principios de París. Se ha pasado de unos principios
que sólo hacían referencia a la elección y a la forma de los puntos de acceso bibliográficos,
a unos principios, mucho más comprensivos, que tienen en cuenta todos los datos incluidos
en los registros bibliográficos y de autoridad.
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Una vez enunciado el alcance de los principios, el documento incluye unas
recomendaciones que deben guiar la elaboración de los códigos de catalogación. La
declaración de intenciones comienza manifestando que el interés o la conveniencia del
usuario debe ser el principio director de todo código de catalogación. Las demás
recomendaciones incluyen: la elección de un vocabulario de uso común; la representación
de las entidades tal y como se denominan a sí mismas; la corrección o precisión a la hora de
representar a una entidad; la inclusión de los elementos necesarios para permitir al usuario
la identificación de una entidad sin ambigüedades; que los elementos de datos que se
incluyen sean significativos; la economía como principio rector cuando existen varias
opciones; la coherencia y la normalización de los datos; y, por último, la integración en un
conjunto común de reglas, que tienen que guiar las descripciones de todos los tipos de
materiales y las formas controladas de los nombres de todas las entidades.
En la sección tres de los Principios de 2009 se declara que los códigos de catalogación
tienen que tener en cuenta las entidades, los atributos y las relaciones que se definen en los
modelos conceptuales del universo bibliográfico (FRBR, etc).
El apartado de los Principios dedicado a las funciones y a los objetivos del catálogo parte
de los formulados por Svenonius (2000) y que derivan, reformulándolas, de las tareas del
usuario enumeradas en el informe FRBR.
1- Encontrar recursos bibliográficos en una colección como resultado de una búsqueda que
utilice atributos o relaciones de los recursos con la finalidad de:
4- Adquirir u obtener acceso al ítem descrito (es decir, proporcionar información que
permitirá al usuario adquirir un ítem mediante la compra, el préstamo, etc., o acceder
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electrónicamente al ítem mediante una conexión en línea a una fuente remota); o
acceder, adquirir u obtener datos de autoridad o datos bibliográficos.
5- Navegar por el catálogo (es decir, mediante presentación de vías claras por las que
moverse, incluyendo la presentación de relaciones entre obras, expresiones,
manifestaciones, ítems, personas, familias, entidades corporativas, conceptos, objetos,
acontecimientos y lugares).
La sección dedicada a los puntos de acceso es la más extensa del documento, e introduce
modificaciones significativas con respecto a los Principios de París. Ya no se habla de
encabezamientos ni de entradas, conceptos ambos ligados al catálogo manual, sino de
puntos de acceso controlados y no controlados.
Los puntos de acceso controlados son todos los que se incluyen en los registros de
autoridades, y engloban tanto los puntos de acceso autorizados como las formas variantes, y
se aplican a los nombres de las entidades persona, familia, entidad corporativa, obra,
expresión, manifestación, ítem, concepto, objeto, acontecimiento y lugar. Los puntos de
acceso no controlados se corresponden con los datos bibliográficos de nombres, títulos,
códigos, palabras clave, etc., que no se controlan por medio de registros de autoridad, tal es
el caso del título propio de una manifestación.
El punto de acceso autorizado del nombre del creador de la obra o del primer creador
cuando se cita más de uno;
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El título propio o título restituido de la manifestación;
En el caso de los registros de autoridad, los puntos de acceso esenciales son los siguientes:
Los nombres variantes y las formas variantes del nombre o del título de la entidad.
Con respecto a los puntos de acceso adicionales, se considera que los atributos de otras
áreas de la descripción bibliográfica o del registro de autoridades pueden servir como
puntos de acceso opcionales o como mecanismos que se pueden utilizar para filtrar o
limitar la búsqueda. En los registros bibliográficos, estos puntos de acceso adicionales
incluyen, entre otros, los siguientes:
Lugar de publicación;
Tipo de contenido;
Tipo de soporte.
En los registros de autoridad los atributos que son la base de los puntos de acceso
adicionales incluyen, entre otros, los siguientes:
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Los códigos de catalogación que se deriven de estos principios tendrán que concretar, entre
otros muchos aspectos, hasta qué punto son obligatorios u opcionales algunos de los puntos
de acceso adicionales que hasta ahora se consideraban puntos de acceso secundarios y que,
como tales, formaban parte del registro bibliográfico.
Tipos de catálogos
Por lo que se refiere a la presentación física de los catálogos, esta ha sido variada: en fichas, en
lista, en CD-ROM, y en acceso directo en línea. Hoy cuando se habla de catálogos se habla
sólo del OPAC. El catálogo propiamente dicho no existe, lo que existe es un conjunto de datos
y de órdenes, una serie de posibilidades que se actualizan en el momento oportuno. Es la hora
de los OPAC que diversifican y facilitan la búsqueda del usuario, convirtiéndole en un
interlocutor interactivo.
Un rasgo principal de los sistemas en línea es la mayor flexibilidad de acceso a los registros
individuales de la base de datos, hasta el punto de que teóricamente un asiento catalográfico
puede ser recuperado por casi todos los términos que aparezcan en cualquier parte del registro
almacenado en la base para dicho asiento. La expansión de los puntos de acceso a los asientos
en el catálogo en línea ha conseguido un nivel de flexibilidad en la búsqueda y en la
recuperación no logrado por los catálogos anteriores. Además del mayor número de puntos de
acceso está la posibilidad de afinar y extender la búsqueda por medios tales como la lógica
booleana y búsquedas por términos ajustados al usuario por parámetros adicionales como la
fecha de publicación, el idioma, etc.
Los catálogos en línea, como ya se ha indicado, han avanzado en los últimos tiempos si bien
se hayan circunscritos al ámbito bibliotecario. Los registros MARC deben ser expresados en
XML y permitir, de ese modo, la interoperabilidad de metadatos. La cooperación bibliotecaria
es imprescindible, y la iniciativa de OCLC de crear un catálogo mundial -WorldCat- se halla
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en la senda idónea, pero no podemos olvidar que los recursos de las bibliotecas tienen que
poder ser utilizados conjuntamente con los recursos no bibliotecarios de ahí que resulte
necesario la coordinación con todos los agentes implicados en la creación, distribución y
uso de datos bibliográficos.
Referencias bibliográficas
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Tema 7. ELECCIÓN Y FORMA DE LOS PUNTOS DE ACCESO.
NORMAS
El Control de autoridades
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esta recuperación va a ser realmente ágil y eficaz, y esto es algo que no garantizan, por
sí solos, los puntos de acceso. Es necesario algo más, es necesario que los puntos de
acceso estén debidamente normalizados, unificados y diferenciados para que puedan
funcionar siempre como un elemento homogéneo de búsqueda.
Conviene recordar que los puntos de acceso se redactan a partir de la información
contenida en los documentos. Si el catalogador registrara la información de los puntos
de acceso tal y como aparece en los documentos, sin someterlos a un control, la
búsqueda sería dificultosa y los resultados obtenidos poco fiables, dado que los datos
que se refieren al autor, título, etc., pueden aparecer en los documentos en formas
variadas. Además hay que contar con la posibilidad de que un mismo autor pueda firmar
sus trabajos con nombres distintos o que sea conocido por distintas variantes de su
nombre. De ahí que sea preciso lograr que la forma de estos puntos de acceso sea única,
para diferenciar puntos de acceso similares que correspondan a autores/obras diferentes,
y consistente, de modo que podamos recuperar todo el conjunto de registros
bibliográficos que comparten una característica común. Sin ambas condiciones,
unicidad y consistencia, la recuperación a través del catálogo no será óptima.
El catalogador deberá, por tanto, forzar los datos de los documentos, someter los puntos
de acceso a un proceso de control, denominado control de autoridades, a fin de
establecer una forma única y uniforme para cada punto de acceso. Estas formas
normalizadas y predeterminadas de los puntos de acceso son las autoridades, que
constituyen la mejor garantía para una recuperación óptima de la información. Las
autoridades forman parte integrante de unidades más amplias de información, los
registros de autoridad, donde, aparte de la forma aceptada del punto de acceso, se
recogen además otros datos relativos al mismo. El conjunto organizado de estos
registros de autoridad es lo que constituye el catálogo de autoridades.
El catálogo de autoridades es un elemento auxiliar cuya consulta es esencial para una
recuperación adecuada de información en el catálogo bibliográfico. Generalmente, en
los sistemas de información automatizados implantados en bibliotecas y centros de
documentación, la consulta de las autoridades por parte del usuario se realiza a través
del propio catálogo bibliográfico. La vinculación entre uno y otro catálogo es tan
estrecha que permite integrar la búsqueda de los datos relativos a las autoridades y a los
registros bibliográficos en un mismo módulo de búsqueda.
Si bien la expresión control de autoridades ha comenzado a utilizarse recientemente, el
concepto propiamente dicho no es algo nuevo. En opinión de Delsey (1989), aunque no
se formulase con la misma terminología de hoy, el principio básico que rige el control
de autoridades ya estaba implícito en los fundamentos relativos a los objetivos del
catálogo bibliográfico que venían siendo enunciados desde mediados del siglo XIX.
Sin embargo, como apuntan Jiménez y García (2002), no será hasta principios de los
años ochenta del siglo XX, coincidiendo con la plena automatización de las bibliotecas,
cuando el control de autoridades comience a ser asumido y estudiado como una
actividad fundamental en la cadena documental.
Desde entonces, el control de autoridades ha sido definido de muy diferentes formas.
Schmierer (1980), uno de los primeros teóricos de la materia, lo concibe como la
operación que consiste en la determinación de los puntos de acceso y en el registro de
las decisiones que se han tomado para su elección. El control de autoridades, según esta
autora, comprendería tres grandes actividades:
1. La recopilación, registro y mantenimiento de los datos de autoridad.
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2. La verificación de dichos datos.
3. La utilización de formas establecidas y autorizadas como puntos de acceso en el
catálogo de la biblioteca.
Hagler y Simmons (1982) ofrecen otro punto de vista sobre el concepto, al definirlo
como la operación que consiste en descubrir todas las variantes posibles con las que
puede nombrarse a una persona, institución, materia, etc., para posteriormente
determinar de entre ellas, y conforme a unas reglas determinadas, el punto de acceso y
sus correspondientes referencias cruzadas.
Abraham (1984) introduce en su definición, por primera vez, el término consistencia, en
el sentido de uniformidad y homogeneidad: el control de autoridades es un proceso que
proporciona consistencia en los encabezamientos de un catálogo documental.
Por su parte, Elías y Fair (1983) aportan algo nuevo al concepto al referirse al control de
autoridades como la operación que permite agrupar o reunir bajo una misma entrada
los nombres iguales, las diferentes formas de un mismo nombre, los nombres
relacionados, las frases y los títulos que son puntos de acceso en el catálogo.
Subrayan Jiménez y García (2002) que una de las definiciones más acertadas y
pragmáticas es la proporcionada por Clack (1990), para quien el control de autoridades
es el proceso consistente en asegurar que cualquier entrada elegida como punto de
acceso en el catálogo -ya sea nombre, título uniforme, título de serie o materia- sea
única y no pueda confundirse, por ser idéntica, con ninguna otra entrada que ya esté
almacenada en el catalogo o que pueda estarlo en un futuro. A esta variedad de
definiciones formuladas a lo largo de estas décadas se ha de unir una amplia gama de
términos para designar la operación a la que se refiere el control de autoridades.
Si bien la expresión “control de autoridades” ha sido y sigue siendo la forma
predominante en la literatura sobre la materia, también es posible encontrar con cierta
frecuencia denominaciones como: control de puntos de acceso, gestión de autoridades,
gestión y mantenimiento de autoridades, trabajo de autoridades y control de acceso. La
diferencia entre estos términos es puramente léxica y han de ser considerados
sinónimos, dado que todos ellos designan la misma operación técnica.
Consideramos que con esta operación lo que realmente se somete a control son los
puntos de acceso surgidos de la operación de catalogación, y no las autoridades, que
son, en definitiva, el resultado de ese control. Si bien actualmente la expresión control
de autoridades se encuentra consolidada, en el diseño del nuevo código anglosajón de
catalogación, Resource Description and Access, se ha optado, acertadamente, por el uso
de la expresión control de punto de acceso.
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Diferenciar puntos de acceso distintos que se pueden identificar de la misma
manera, esto es, homónimos.
Convertir el catálogo bibliográfico o la base de datos en una red de relaciones que
permitan al usuario moverse con seguridad desde formas no aceptadas como
autoridad, pero posibles, a las formas aceptadas, y desde formas aceptadas a otras
aceptadas relacionadas, mediante el sistema de referencias.
Dirigir al usuario, mediante notas explicativas, a una clase, categoría o grupo de
puntos de acceso que pueden hacerle mejorar su búsqueda de información en el
sistema.
De estos objetivos, unificar y diferenciar son, indudablemente, la base de todo proceso
de control de autoridades.
El catálogo de autoridades sería, por tanto, un conjunto organizado de registros de
autoridad que contiene los datos relativos a los puntos de acceso de un catálogo
bibliográfico; constituye, por tanto, la garantía de la mayor uniformidad y objetividad
de criterios aplicados en una biblioteca o centro documental. Se convierte, por si
mismo, en una norma para el centro de información que lo crea y mantiene.
El catálogo de autoridades garantiza una recuperación óptima de información en el
sistema de información. Esta función la cumple:
Informando al usuario de cuál es la forma autorizada de un punto de acceso.
Dirigiendo de una forma no autorizada a la autorizada de un punto de acceso.
Dirigiendo de una forma autorizada a otra autorizada de un punto de acceso,
relacionada semánticamente con ella.
Individualizando cada punto de acceso con datos específicos (biográficos,
históricos, administrativos, etc.) relativos al mismo.
Los elementos básicos que constituyen el fichero de autoridades son los registros o
entradas de autoridad. Aunque de modo genérico suele denominarse registro de
autoridad a cualquier entrada con información normalizada sobre un punto de acceso, se
distinguen tres clases básicas de registros:
1- Registro de referencia propiamente dicho: conjunto de informaciones acerca de un
punto de acceso normalizado (autoridad) que incluye la forma elegida como
autorizada, las formas no autorizadas, las fuentes consultadas que justifican cada
variante encontrada, y las posibles relaciones con otros puntos de acceso. Además,
puede incluir notas explicativas para el usuario, instrucciones para el catalogador
que aseguran la uniformidad en su aplicación, e información de tipo interno (número
de registro, códigos de validación, fecha de creación y modificación, etc.).
2- Registro de referencia específica: constituye una unidad de información relativa a un
punto de acceso no autorizado. Su función en el catálogo es dirigir al usuario desde
una variante no admitida a la forma admitida (autoridad).
3- Registro de referencia general: sirve para dirigir al usuario desde un punto de acceso
autorizado a una determinada clase o categoría de encabezamientos. También se
utiliza para informar al usuario del catálogo de una convención o práctica que se
aplica a un grupo definido de puntos de acceso, a fin de proporcionar una guía para
su localización.
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Normas, recomendaciones y herramientas
Son los verdaderos estándares de uso para la normalización de las autoridades. Los
distintos códigos de catalogación nacionales fueron redactados a partir de la adopción
de los principios de la Conferencia de París. Tienen un carácter amplio, dado que
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recogen tanto las reglas relativas a la descripción documental (ISBD) como las referidas
a los puntos de acceso (elección de encabezamientos, construcción, y redacción de su
forma, establecimiento de referencias, etc.). Por lo que respecta a las autoridades, los
códigos catalográficos actuales respetan los principios generales expuestos en las
publicaciones de la IFLA que citaremos a continuación, constituyendo, de este modo, la
normativa por excelencia para la determinación y redacción de las formas autorizadas
de los puntos de acceso.
Recomendaciones de la IFLA para la construcción de los puntos de
acceso normalizados
Los primeros pasos en la consecución del concepto del CBU de autoridades se dieron en
la Conferencia Internacional sobre Principios de Catalogación celebrada en París en
1961. Es esta fecha, como indican Jiménez y García (2002), la primera que hay que
recordar cuando se habla de la normalización en el campo de las autoridades, ya que,
aunque en la conferencia internacional se debatieron múltiples asuntos relacionados con
la catalogación, el tema de la normalización de los puntos de acceso de persona y
corporativos en los catálogos recibió una especial atención, y los acuerdos allí
alcanzados al respecto sembraron la semilla para el desarrollo de directrices de
aplicación internacional. Así fueron surgiendo las diferentes publicaciones de la IFLA
que incluyen directrices de carácter general para la determinación y forma en que se han
de redactar los puntos de acceso en el catálogo.
La primera de estas directrices, Names of persons hace referencia a las autoridades de
nombres personales y se publicó por primera vez en 1963. Después ha conocido hasta
cuatro ediciones revisadas y actualizadas en los años 1967, 1977, 1980 y 1996.
Posteriormente fueron apareciendo las publicaciones Anonymous classics: a list of
uniform headings of European literatures (1978), referida a títulos uniformes para obras
clásicas anónimas europeas; List of uniform headings for higher legislative and
ministerial bodies in Europe and countries (1979, 2ª ed. ), para encabezamientos de
instituciones oficiales; Form and structure o f corporate headings (1980), para nombres
de entidad en general; Names of States: an authority list of language form for
cataloguing entries (1981), que incluye nombres geográficos y jurisdicciones
territoriales, y List of uniform titles for liturgical works of the Latin rites of the Catholic
Church (1975, 1981, 2ª ed.), donde se establecen títulos uniformes autorizados para las
obras litúrgicas de la Iglesia Católica.
Todos estos documentos constituyen, en conjunto, la normativa internacional
fundamental para el establecimiento de las autoridades y han sido un referente obligado
para todos aquellos códigos de catalogación nacionales que se desarrollaron a partir de
la Conferencia de París y que han ido incorporando estas recomendaciones en sus
diferentes ediciones.
Estas publicaciones ofrecen únicamente directrices de tipo general. Con ellas la IFLA
no pretende normalizar, en el sentido literal del término, las diferentes convenciones
nacionales para el establecimiento de los puntos de acceso a los catálogos, su objetivo
es recopilar las diferentes formas que cada país utiliza, según sus propias
particularidades lingüísticas y culturales, para redactar los nombres de autores
personales, corporativos, títulos uniformes, etc., y proporcionar, a partir del estudio de
las mismas, una base lógica que sirva como modelo para la construcción de las
autoridades en el marco internacional.
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Directrices para los registros de autoridad y referencia (GARE)
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Subject Authority and Reference Entries fueron publicadas por la IFLA en 1993 y
traducidas al castellano en 1995.
Tanto las GARE como las GSARE pretenden establecer normas para la presentación de
los registros de autoridad y referencia, ya sea en soporte impreso, microforma o en la
pantalla de un ordenador. La estructura especificada en tales directrices no tiene la
pretensión de servir como un estándar para la codificación electrónica de las
autoridades, aunque indudablemente ha tenido una gran influencia en el diseño de un
formato internacional automatizado, el UNIMARC/Authorities, publicado en 1991 y del
que contamos con una segunda edición de 2001.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. P. 69-79.
LECTURAS Y CONSULTA
Biblioteca Nacional (España). Normativas [en línea]
http://www.bne.es/es/Servicios/NormasEstandares/
Jiménez Pelayo, J.; García Blanco, R. El catálogo de autoridades: creación y gestión de
unidades de información. Gijón: Trea, 2002.
Reglas de catalogación. Edición nuevamente revisada. Madrid: Ministerio de
Educación y Cultura: Boletín Oficial del Estado, 1999
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. CAPÍTULO 3.
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Tema 8. EL FORMATO MARC DE AUTORIDADES
1
Estructura de un registro de autoridades
En los campos 1XX, 4XX, 5XX y 7XX se ha mantenido una misma fórmula para
señalar el tipo de contenido. Con los dos últimos caracteres de la etiqueta se alude a los
significados siguientes:
2
Otros códigos: código n (no aplicable), o (obligatorio), Oa (obligatorio cuando sea
aplicable), Op (opcional)
La posibilidad de enlazar campos en los registros de autoridad. Esta técnica se basa
en la sintaxis de datos del subcampo $8 (número de enlace y secuencia).
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Jiménez Pelayo, J.; García Blanco, R. El catálogo de autoridades: creación y gestión en
unidades documentales. Gijón: Trea, 2002.
LECTURA Y CONSULTA
Biblioteca Nacional (España). Normativas [en línea]
http://www.bne.es/es/Servicios/NormasEstandares/
Formato MARC de autoridades: versión concisa en español [en línea]
http://www.loc.gov/marc/authority/spanish/ecadintr.pdf
3
Tema 9. PROGRAMAS Y EXPERIENCIAS DE CONTROL DE AUTORIDADES
Las bases en las que se asienta el prototipo desarrollado por el Names Project del JISC,
Functional Requirements for Authority Data (FRAD): interoperabilidad, reutilización de
datos y mínima intervención manual, pueden señalar la trayectoria evolutiva en este
campo de estudio. En el ámbito temático, la tendencia hacia interfaces con
funcionalidades que permiten la búsqueda y navegación facetada ha sido el origen del
desarrollo de un prototipo en el que partiendo de la representación de los Library of
Congress Subject Headings (LCSH) en SKOS –Simple Knowledge Organization
System- se ha diseñado una ontología que asiste a los usuarios en la elección del
término correcto, relacionando automáticamente las palabras claves introducidas con los
correspondientes encabezamientos temáticos del sistema (Papadakis et al., 2009).
Parece esta una de las apuestas viables dirigidas a lograr la interoperabilidad sintáctica y
semántica de los sistemas.
1
OCLC Research ha desarrollado un software para la comparación de nombres
construido sobre la base de WorldCat Identities y el trabajo de OCLC con FRBR de
agrupación de registros bibliográficos. Los criterios de comparación de VIAF incluyen
el examen de los nombres y su asociación con las obras existentes en múltiples ficheros
bibliográficos nacionales y Worlcat. Los registros de autoridad de VIAF se construyen
con información extraída durante el proceso de comparación e incluye elementos de los
registros fuente de autoridad y bibliográficos. El sistema enlaza las diferentes formas
aceptadas de un autor en los distintos países, agrupándolas en un solo registro.
El prototipo de base de datos se encuentra libremente disponible en Internet para su
consulta. Existen cuatro campos de búsqueda: todos los campos, nombres, nombres
aceptados, y títulos. Se puede buscar en cada una de las bibliotecas o en todas a la vez.
El sistema muestra los resultados según el nivel de relevancia. Aparecen agrupados los
registros de autoridad que VIAF ha identificado como referentes a la misma persona. Al
lado de cada resultado, cada bandera identifica al país o biblioteca cuya forma aceptada
para ese autor coincide con dicho resultado.
El proyecto VIAF se ha limitado hasta el momento a los nombres de persona, si bien se
está empezando a trabajar ya con los nombres geográficos. Con la adhesión de nuevos
miembros, como es el caso de la Biblioteca Nacional española y las futuras
incorporaciones, el gran reto de VIAF está en integrar nuevos alfabetos y expandir el
control global de autoridades a otros ámbitos.
Actualmente forman parte del proyecto trece bibliotecas nacionales y la Union List of
Artists Names del J. Paul Getty Trust y está en estudio la incorporación de nuevos
miembros.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Papadakis, I.; Konstantinos, K.; Mavropodi, R. y Stefanidakis, M. Subject-based
Information Retrieval within Digital Libraries Employing LCSHs. D-Lib Magazine,
2009, vol. 15, n. 9/10.
http://www.dlib.org/dlib/september09/papadakis/09papadakis.html
Rodríguez Bravo, B. Apuntes sobre representación y organización de la información.
Gijón: Trea, 2011. P. 82-83.
CONSULTA
VIAF: http://viaf.org/
ISNI: http://www.isni.org/
ORCID http://www.orcid.org/
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