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EN CANCIONEROS POLIFÓNICOS
DEL SIGLO XVII
III
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL
HISPÁNICO DE LISBOA
Vol. I
PUBLICACIONES DE LA
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MUSICOLOGÍA
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL
HISPÁNICO DE LISBOA
Vol. I
MARIANO LAMBEA
Y
LOLA JOSA
© Mariano Lambea
© Lola Josa
© Sociedad Española de Musicología, 2004
COMPAGINACIÓN:
Jorge Ardévol
COPISTAS MUSICALES:
Bernat Cabré y Marta Torrents
DISEÑO GRÁFICO:
Mercè Franco Roca
EDITA:
Sociedad Española de Musicología
Carretas, 14, 7º, B-3
28012 Madrid
Tel. 915 313 988
Fax 915 231 712
e-mail: sedem@idecnet.com
www.sedem.es
Índice
AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 007
ABREVIATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 009
ILUSTRACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 011
AL LECTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 015
I. INTRODUCCIÓN
1.1 El Cancionero Poético-Musical Hispánico de Lisboa (CPMHL) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 017
1.1.2 Compases utilizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 019
1.2 La datación del CPMHL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 020
1.2.1 Una variante, un reino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 020
1.2.2 Consideraciones musicales a propósito de los tres romances melodinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 025
1.2.3 Un romance lírico para el cumpleaños de un rey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 031
1.2.4 Los deslindes de tres poetas más . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 031
1.2.5 Las interrelaciones de cuatro cancioneros poético-musicales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 032
1.3 La reconstrucción de la voz extraviada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 033
1.4 Últimos apuntes musicales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 039
1.5 Tabla descriptiva de las composiciones editadas en este volumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 041
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
COMPOSICIONES
Texto Música
C
on profunda sinceridad y reconocimiento queremos agradecer a los miembros de la Junta Directiva de la Socie-
dad Española de Musicología y, especialmente, a su presidenta, la Dra. Rosario Álvarez, su aceptación a nues-
tro proyecto de edición del Cancionero Poético-Musical Hispánico de Lisboa.
Nuestro más emotivo agradecimiento a la Dra. Rosa Navarro Durán, Catedrática de Literatura Española de la Uni-
versidad de Barcelona, por su apoyo constante y su implicación en nuestro proyecto interdisciplinario.
Damos las gracias al Dr. Gerhard Doderer, Catedrático de Musicología de la Universidade Nova de Lisboa, por la
cordial y atenta acogida que nos dispensó durante nuestra estancia en la capital lisboeta.
Nuestro reconocimiento al Dr. John O’Neill, curator de la Biblioteca de The Hispanic Society of America, que,
con su habitual solicitud y cortesía, nos envío fotocopias de los manuscritos que allí se conservan.
Agradecemos la amable deferencia que el Dr. Miguel Bernal Ripoll ha tenido con nosotros al poner a nuestra dis-
posición y consulta un ejemplar de su tesis doctoral inédita.
También agradecemos a Noelia Márquez Fernández su entusiasmo en la rigurosa puntuación y traducción al espa-
ñol del romance lírico «Encontrei ontem de tarde».
Tenemos un recuerdo muy especial para el personal de la Biblioteca da Ajuda (Lisboa) por la competencia y ama-
ble atención que tuvieron con nosotros durante el tiempo que estuvimos allí trabajando.
Asimismo agradecemos al personal de la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional (Madrid) y al de la Real Biblio-
teca de Palacio (Madrid) su disposición en atender nuestras continuas peticiones de libros, impresos y manuscritos.
La realización de este libro no hubiera sido posible sin la competencia y buenhacer de nuestro buen amigo Jordi
Ardèvol, experto maquetador y reconocido profesional en artes gráficas.
De la misma manera agradecemos a Bernat Cabré y a Marta Torrents su entusiasta dedicación y el excelente tra-
bajo realizado en la informatización de la música.
También tenemos un recuerdo muy cordial para nuestro amigo Josep Dolcet por su interés y sus sabios consejos
en cuestiones musicológicas y editoriales.
Agradecemos a Miguel Ángel Plaza su amabilidad y ayuda en cuantas cuestiones bibliográficas le hemos consul-
tado.
Y, por último, nuestro reconocimiento más cariñoso para Mercè Franco Roca, que con tanta sensibilidad, acierto
y entrega ha diseñado la cubierta de este libro.
Abreviaturas
Ilustración 1
3. «Envuelto en sus esperanzas» (estribillo). Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-11 (f. 4r), Tiple 1º.
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo.
Ilustración 2
50. «Sin Leda y sin esperanza» (estribillo). Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-11 (f. 51r), Tiple 1º.
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo [Luis de Góngora].
12 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Ilustración 3
4. «¿Dónde voláis, pensamientos?». Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-13 (f. 4v), Tenor.
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo [Gabriel Bocángel].
Ilustración 4
9. «El basalisco encarnado». Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-12 (f. 9v), Tiple 2º.
Música: Anónimo [¿Luiz de Christo?]. Poesía: Anónimo [Francisco Manuel de Melo].
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 13
Ilustración 5
10. «Montero, que por la selva». Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-11 (f. 10v), Tiple 1º.
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo [Antonio Hurtado de Mendoza].
Ilustración 6
15. «Madrugaba una aldeana». Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-12 (f. 15v), Tiple 2º.
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo [Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache].
14 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Ilustración 7
19. «¿Dónde, infeliz mariposa,…?». Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-13 (f. 19v), Tenor.
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo.
Ilustración 8
23. «“¡Venganza, griegos!” repite». Biblioteca da Ajuda (Lisboa), ms. 47-VI-12 (f. 23v), Tiple 2º.
Música: Anónimo [Manuel Correa]. Poesía: Anónimo.
Al lector
P
or fin, amigo y paciente lector, tienes entre tus manos el primer volumen del Cancionero Poético-Musical His-
pánico de Lisboa, para nosotros el más rico y entrañable de todos los cancioneros del siglo XVII. ¿Por qué, nos
preguntas? Como te explicamos en la introducción, por su carácter misceláneo: por ser cancionero de entre dos
reinos, de entre dos cortes y dos tendencias estéticas, las que pautan lo que fue la evolución del romancero lírico espa-
ñol. Entrañable, porque lo hemos tenido que hacer muy nuestro, ya que el tiempo ha querido que nos llegara falto de
una voz, pero, tal y como te prometimos en el segundo volumen del Libro de Tonos Humanos, hemos reconstruido esta
voz perdida con la más entregada dedicación y el mejor de nuestros conocimientos. El esfuerzo por conseguir la repa-
ración de su falta nos ha ofrecido, precisamente, la recompensa de una comprensión más profunda de su arte poético-
musical.
Tu benevolencia te permitirá creer que nuestro orgullo como editores está más allá de toda vanidad y complacen-
cia en el trabajo propio, porque, además de que nos envilecería, poca importancia tiene el auxilio de nuestra ciencia
ante las obras de grandes ingenios poéticos de la Edad de Oro y de los no menos inspirados compositores de la época.
Sin embargo, debemos reconocer que nos congratula el haber podido justificar, desde la poesía misma y la música,
fechas, datos históricos que contextualizan el repertorio recopilado en el devenir histórico, demostrando, una vez más,
cómo la filología y la musicología, trabajando desde la creación artística misma, alcanzan mayores logros que si se afe-
rran al documento, puesto que, tratándose de la Edad de Oro, si tuviéramos que hacer caso sólo a lo que consta escri-
to, difícilmente se avanzaría en la reconstrucción de la historia y su intrahistoria. Nuestro trabajo con músicas y textos
anónimos y sin datación requiere más reflexión intelectual, investigación e intuición que positivismo.
Quizá te sorprenderá que este tercer volumen de la colección creada por nuestro empeño científico –y no por ins-
titución o editorial alguna–, y que titulamos La música y la poesía en cancioneros polifónicos del siglo XVII, salga
publicado bajo el patrocinio de la Sociedad Española de Musicología, pero debemos decirte que ha sido fruto de la
inquietud y sensibilidad editorial de nuestra querida asociación. No hará falta insistirte demasiado en que el cambio
favorece nuevos formatos, nuevas propuestas editoriales y nuevos modos de entender una edición interdisciplinaria, a
la vez que a nosotros nos ha permitido vencer la más difícil de las carreras en toda empresa humana: ganarle al tiem-
po. Este último es el motivo esencial por el que hemos iniciado la edición de este cancionero estando en curso de publi-
cación la del Libro de Tonos Humanos, iniciativa que, asimismo, nos facilita el enriquecimiento propio que aporta el
cotejo, el análisis y, en definitiva, la investigación simultánea de ambos repertorios.
Ten en cuenta, por otra parte, que nuestra labor como editores de los dos cancioneros poético-musicales con los
que estamos trabajando requiere, además de paciencia, años, por lo que nos vemos obligados a buscar las alternativas
que favorezcan el despertar del sueño eterno en que estaban sumidos tan bellísimos repertorios líricos. De la misma
16 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
manera, con mucho júbilo tenemos que anunciarte que la edición del tercer volumen del Libro de Tonos Humanos, es
decir, el cuarto de nuestra colección, intentaremos que coincida con el cuarto centenario de la edición del Quijote, bus-
cando, por lo tanto, el amparo de Miguel de Cervantes en nuestras andanzas romanceriles.
Por último, antes de dejarte en manos de nuestro trabajo, queremos hacerte cómplice del inmenso gozo que supo-
ne trabajar con romances y letras conservados en el Cancionero Poético-Musial Hispánico de Lisboa gracias a la unión
de dos culturas. En su momento, Portugal tuvo que sublevarse para recuperar de nuevo su corona, pero fruto del estre-
cho (aunque forzado) contacto, del vaivén de poetas y músicos españoles y portugueses de uno a otro país, quedó como
testimonio de concordia este cancionero. Desde la historia, una vez más, resurge otro ejemplo de cómo el hombre es
capaz de redimirse a través del arte y la belleza. Por ello queremos que nuestra edición crítica del Cancionero Poético-
Musial Hispánico de Lisboa sea un homenaje intelectual y científico al provecho artístico extraído aun en tiempos de
asedios, puesto que, al decir de Pessoa, “a arte tem valia porque nos tira do mundo”. Vale.
Lola JOSA
Mariano LAMBEA
Musical de Ajuda.”6 Y, en segundo lugar, porque, a raíz incluso, a un tiple primero. Celebramos que Fortuna se
de nuestro trabajo interdisciplinario, hacemos referen- haya mostrado próvida en preservar del paso implaca-
cia explícita a su contenido artístico –poesía y música, ble del tiempo los cuatro libritos del preciado cancio-
en igualdad de calidad artística y perfectamente herma- nero, pero lamentamos que, en su veleidad, no haya
nadas en un solo arte–, así como a la época y área de permitido que se extraviara el correspondiente al
influencia cultural y política que lo vio nacer; por últi- guión, que es una parte que repite en casi su totalidad
mo, no nos olvidamos de incluir el nombre de la ciudad las notas de la cuarta voz y cuya pérdida no hubiera
en la que se halla.7 supuesto, prácticamente, ningún contratiempo.10 Ha
Transcurría el mes de enero del año 2001 cuando preferido, sin embargo, que se perdiera, acaso para
visitamos la mencionada biblioteca lisboeta, al objeto siempre, el cuaderno de una voz intermedia, circuns-
de conocer a fondo el contenido exacto del cancionero tancia que impone la reconstrucción de esa parte.
que nos ocupa. Pudimos observarlo in situ, y ensegui- Disentimos, pues, de Querol cuando dice que
da nos percatamos del extraordinario valor artístico de “solamente hay tres voces humanas, siendo la cuarta la
su contenido literario y musical. Se trata de un cancio- que corresponde al acompañamiento”.11 Es evidente
nero polifónico con piezas a cuatro voces8 y guión ins- que sólo se han conservado tres voces humanas, pero la
trumental. Consta de 130 composiciones poético-musi- cuarta no es la que corresponde al acompañamiento, ya
cales con texto en español (excepto unas pocas en que éste es una parte independiente de las voces –en el
portugués9); de estas 130 obras, 90 tienen estribillo y 7 sentido de que viene escrito en otra libreta–, y en reali-
presentan coplas. Todas las piezas vienen anónimas, dad repite las notas de la voz más grave actuando como
tanto en la música como en la poesía. La distribución un basso seguente12; este acompañamiento incluye, en
de la parte instrumental, voces y signaturas en los cua-
tro cuadernos manuscritos es la siguiente:
10. De hecho, algunas piezas del Libro de Tonos Humanos
Parte instrumental: “Guião a 4” Signatura: 47-VI-10. traen indicaciones de que el guión se hallaba en tal o cual legajo los
Primera voz: “Tiple 1º a 4” Signatura: 47-VI-11. cuales, sin embargo, se han perdido; véase La música y la poesía en
Segunda voz: “Tiple 2º a 4” Signatura: 47-VI-12. cancioneros polifónicos del siglo XVII. II. Libro de Tonos Humanos
Cuarta voz: “Tenor a 4” Signatura: 47-VI-13. (1655-1656). Introducción y edición crítica de Mariano LAMBEA y
Lola JOSA, Madrid-Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2003, vol. II, pp. 85b y 90b.
El cancionero está incompleto. Afortunadamente 11. QUEROL, «Dos nuevos cancioneros…», p. 105.
sólo le falta una voz que, en buena teoría, debería 12. En el Diccionario Harvard de música. Don Michael RAN-
corresponder a un alto. Pero esto no es siempre así, DEL (ed.), Madrid, Alianza editorial, 1997, pp. 150-151, viene la
puesto que, prácticamente cada pieza exige su trata- siguiente definición de basso seguente: “A finales del siglo XVI y
comienzos del siglo XVII, una parte formada por las notas más gra-
miento específico en la distribución de las voces, ya ves de una composición y tocada en el órgano u otro instrumento a
que los manuscritos no son muy explícitos, o, mejor la manera de un bajo continuo. No se trata, por tanto, de una parte
dicho: el nombre de la voz que figura en el cuaderno no verdaderamente independiente, como si se tratara de un auténtico
bajo continuo.” Cfr. con Alejandro VERA, Música vocal profana en
siempre se corresponde con la realidad de su conteni-
el Madrid de Felipe IV: El Libro de Tonos Humanos (1656), Llei-
do. De esta manera, no es de extrañar que, en algunas da, Institut d’Estudis Ilerdencs, 2002, pp. 151-160. Vera transcribe
composiciones, la voz que realmente falte sea un tiple algunos fragmentos de Fray Pablo Nassarre que nosotros recoge-
segundo en lugar del alto, mientras que en otras, favo- mos con alguna breve ampliación: “La misma razón hay para los
acompañamientos (digo por cuanto cantan unisonalmente con la
rablemente las menos, la parte extraviada corresponde, voz o voces que sirven de bajo en la obra). Y llámase acompaña-
miento a distinción de los otros bajos, porque, a más de servir para
el mismo fin, se ponen voces sobre él, sea en órgano, arpa u otro
instrumento, las cuales abrazan o abrigan todas las otras voces que
6. Véase Mariano LAMBEA, Íncipit de poesía española musi- cantan en la dicha obra, y aumentan la armonía por las diversas
cada ca. 1465 - ca. 1710, Madrid, Sociedad Española de Musico- consonancias que entre ellas se forman” (Pablo NASSARRE, Escue-
logía, 2000, p. 20. la música según la práctica moderna, Zaragoza, Herederos de
7. Véase Lola JOSA y Mariano LAMBEA, «Poemas para música Diego de Larumbe, 1724. Edición facsímil con estudio preliminar
de Francisco Manuel de Melo», Bulletin Hispanique, 2 (2001), pp. de Lothar SIEMENS, Zaragoza, Institución Fernando el Católico,
429-430. 1980, p. 23). Más adelante el célebre tratadista recomienda lo
8. La indicación “A 4” consta claramente en la parte superior siguiente: “Y sobre esto digo ser muy conveniente el que los acom-
izquierda de cada composición; por lo general, junto con el nombre pañamientos de toda música que sea a número de voces, canten uni-
de la voz correspondiente sonalmente con los bajos, para que, mediante la virtud simpática,
9. Entre ellas «Encontrei ontem de tarde» (nº 8 del presente mueva la música a los oyentes los afectos en se expresan con ella”
volumen). (p. 27). En nuestras transcripciones de textos de diferentes teóricos,
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 19
ocasiones, algunas cifras, y si quisiéramos numerar su ña el musicólogo en transcribirla y editarla a tres voces,
parte sería la quinta. La cuarta voz es, en realidad, la dándola por definitiva, sin ni siquiera molestarse en
tercera, a la que nosotros nos hemos referido, y que confrontarla con la versión que, de la misma pieza, se
lamentablemente se ha perdido. ha conservado completa en el Cancionero de la Sablo-
Ahora comprendemos por qué Querol, en su error, nara.18
transcribió las piezas «Envuelto en sus esperanzas»13 y Prosiguiendo con nuestro cancionero trataremos
«Sin Leda y sin esperanza»14 a tres voces, omitiendo ahora de los copistas que lo trasladaron. Distinguimos
mencionar las circunstancias de la voz que falta.15 Si dos copistas principales: el primer copista tiene una
bien indicó que ambas tenían la misma música (como caligrafía excelente, muy pulcra y esmerada (ilustra-
así es, puesto que se trata del mismo romance; véanse ción 1); la letra del segundo amanuense es más irregu-
las ilustraciones 1 y 2), no se percató de los siguientes lar y menos cuidada (ilustración 2). Carece de interés
pormenores: de que las dos voces extremas, es decir, musicológico enumerar aquí qué piezas se deben a uno
los tiples primeros y los tenores tienen exactamente y otro copista. Digamos simplemente que hay compo-
idéntica música; de que los dos guiones instrumentales siciones en las que están presentes ambos. También
también, salvo algunas variantes melódicas que no hemos observado otras manos en momentos puntuales
afectan a la estructura armónica de las composiciones; de algunas piezas, pero son irrelevantes.19 A raíz de
y, por último, de que los dos altos tienen música dife- algunas grafías podemos decir que los dos copistas
rente. Si hubiera tenido en cuenta todas estas circuns- principales son portugueses. Por todo lo anterior hemos
tancias, hubiera podido completar perfectamente de mostrar, una vez más y no sin pesar, nuestro desa-
ambas piezas de la siguiente manera: elevando una cuerdo con Querol cuando afirma que el cancionero
octava cada alto, convirtiéndolo en un tiple segundo y “fue copiado por una sola mano –y mano ciertamente
realizando un intercambio recíproco entre ambas com- de copista profesional–.”20 No acertamos a comprender
posiciones, manteniendo, evidentemente, el alto esta afirmación, máxime cuando el propio Querol,
correspondiente en cada una de ellas. Con ello hubiera cuando describió el cancionero, incluyó en su trabajo
conseguido que cada pieza tuviera las cuatro voces de ilustraciones que pertenecen a uno y otro copista.21
rigor, tal y como señala la indicación de cada manus-
crito, y, además, que la sonoridad global de las dos
obras no se resintiera por la falta de ninguna parte del 1.1.2 Compases utilizados
entramado armónico.
Por otra parte, no acertamos a comprender por qué Los compases utilizados en las treinta primeras
califica la pieza «Entre dos mansos arroyos»16 de una composiciones de nuestro cancionero son los siguien-
“redacción […] arreglada para 3 voces y acompaña- tes: el compás ternario de proporción menor en un por-
miento […] no muy buena en su primera parte”.17 centaje abrumador; después el compasillo, compasete o
Naturalmente que no puede ser muy buena una obra en compás menor; y por último el compás ternario de pro-
ninguna de sus partes si ha sido concebida y compues- porción mayor.22 Es decir, los compases habituales para
ta para cuatro voces, y, perdida una de ellas, se empe- la música profana de la época, si bien hay una salvedad
que conviene tener en cuenta y es que el compás de
proporción menor, el que, por lo general, se escribe de Piezas que presentan una alternancia entre el com-
manera más anárquica y menos académica, viene ano- pás ternario de proporción mayor para el romance y la
tado, por el primer copista, perfectamente acorde y fiel proporción menor para el estribillo: 13.
con la preceptiva, esto es, con un puntillo dentro del Evidentemente no debemos comparar estos datos
semicírculo. Así lo refiere Nassarre: parciales de manera definitiva con los de otros cancio-
neros, pero sí podemos tener una orientación. Por
No menos usado que el compasillo es el tiempo que vul- ejemplo, hemos examinado a primera vista los roman-
garmente se llama proporción menor, el que es forzoso ces con estribillo (muchos de los cuales, además, tienen
explicar para que los nuevos profesores de la música
coplas, circunstancia que no se da en el cancionero lis-
adquieran la inteligencia bastante para poderlo cantar.
En este tiempo (según comúnmente se usa) son todas las boeta) contenidos en el Cancionero de la Sablonara y
figuras imperfectas, menos la semibreve que, ora sea por efectivamente vemos que se cumple esta misma distri-
abuso, como quiere Lorente, o por regla, es perfecta. bución de tipos de compás en las composiciones, con la
Tienen el valor siguiente todas: la máxima de ocho com- salvedad de que no es tan abrumadora la diferencia
pases, la longa de cuatro, la breve vale dos, la semibre- entre las piezas escritas íntegramente en compás terna-
ve uno, tres mínimas entran en un compás, seis semíni-
rio de proporción menor y las que presentan una alter-
mas (aunque se pintan como corcheas) y doce corcheas,
aunque figuradas como semicorcheas. Este tiempo, para nancia entre el compasillo para el romance y la propor-
estar propiamente figurado, había de ser con un puntillo ción menor para el estribillo. Diferencia que,
dentro del semicírculo, en la forma que aquí se ve: C.. prácticamente, se estabiliza en los primeros romances
Éste es el modo con que declara ser la prolación perfec- líricos del Libro de Tonos Humanos, fechado entre
ta, que es lo mismo que ser ternario el semibreve, valien- 1655 y 1656. Cuando tengamos editado todo el cancio-
do tres mínimas. Pero habiéndo[se] dejado de usar este
nero será el momento adecuado para establecer las
modo de señal, se figura ordinariamente de ésta: 3/2. No
puedo dejar de decir que es corruptela este modo de oportunas comparaciones.
figurarle, porque, aunque dan por razón algunos que el
tres significa ser el semibreve ternario, y el dos que el
breve es binario, no deja de ser confusa esta figuración e 1.2 La datación del CPMHL
impropia; porque solo el círculo, o semicírculo, es sola
la señal que hace relación a la breve, según la observa-
A diferencia del Libro de Tonos Humanos, el Can-
ción antigua de todos los músicos.23
cionero Poético-Musical Hispánico de Lisboa no ofre-
ce ninguna fecha explícita que lo date. Sin embargo, la
La distribución de tipos de compás en las composi-
Historia y sus afanes han fijado no pocos indicios que
ciones es la siguiente:
nos permiten reconstruir el marco cronológico durante
Piezas escritas íntegramente en compás ternario de
el cual fue recopilado el valioso cancionero, así como
proporción menor: 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8, 11, 12, 15, 16, 18,
las fechas aproximadas de composición de aquellos
19, 21, 23, 24, 25, 28, 29 y 30.
romances líricos a los que, con fortuna, les hemos
Piezas escritas íntegramente en compasillo: 26 y 27.
encontrado la fuente literaria, el poeta y el compositor.
Piezas que presentan una alternancia entre la pro-
Pasemos a ocuparnos de todo ello ofreciendo cada una
porción menor para el romance y el compasillo para el
de las calas cronológicas que dan cuenta de la forja del
estribillo: 9, 20 y 22. Conviene señalar que en la pieza
cancionero.
20 se da la circunstancia de que el compasillo y la pro-
porción menor se alternan en el transcurso del estribi-
llo, siendo esta composición la única de las que edita-
1.2.1 Una variante, un reino24
mos aquí que tiene esta característica.
Piezas que presentan una alternancia entre el com-
Si los maestros Manuel Correa, Manuel Machado,
pasillo para el romance y la proporción menor para el
Filipe da Cruz, Antonio de Viera y el Portugal natal de
estribillo: 3, 14 y 17.
Piezas que presentan una alternancia entre el com-
pás ternario de proporción mayor para el romance y el
compasillo para el estribillo: 10. 24. Con este apartado completamos nuestro siguiente trabajo:
Lola JOSA y Mariano LAMBEA, «Una variante, un reino. Francisco
Manuel de Melo y el romancero lírico», Memoria de la palabra.
Actas del VI Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro
23. NASSARRE, Escuela música…, p. 240. (Burgos-La Rioja, 15-19 de julio de 2002). Editadas por María
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 21
todos ellos significaron para nuestra edición del Libro go de tres versiones musicadas de los romances “melo-
de Tonos Humanos la prueba definitiva con que delimi- dinos”.
tar el marco cronológico de uno de los períodos creati- De la pérdida irreparable de muchos poemas tam-
vos del cancionero en cuestión –1621-1640, los “dora- bién se lamentó el anónimo escritor de la “Epístola a
dos años” de la corte de Felipe IV, que no son otros que los letores por un aficionado del autor y del estudio
los del gobierno del conde-duque de Olivares–,25 de poético” –que precede «El tercer coro de las musas del
nuevo, ante la edición de otra no menos preciosa com- Melodino y última parte de sus versos»–:
pilación poético-musical cortesana, Portugal nos vuel-
ve a brindar el ingenio de alguno de ellos y, en este Por esta razón vengo aquí a decirte solamente cómo son
caso, también el ingenio poético de Francisco Manuel éstos, los últimos, si no ultimados, consonantes del
Melodino que llegarán a tus manos, bien que no todos;
de Melo (1608-1666). Este escritor, político y militar,
porque sus desgracias, y aun las nuestras, han hecho
que nació y murió en Lisboa, es un valioso ejemplo, por como destos versos se perdiese grande parte. […] Es
su vida y por su obra, del intercambio artístico y las cierto que los años y las infelicidades (también de años)
inquietantes relaciones que sobrellevaron España y no se amasan con los líricos entretenimientos. Todo se
Portugal a lo largo de la primera mitad del siglo XVII. reconoce en la confusión de sus borradores, donde ape-
Nos aproximamos a Francisco Manuel de Melo a nas pudo sacarse obra entera, siendo muchas y grandes
las que en ellas se malograron.28
raíz de la elaboración de un artículo26 en el que dimos
noticia de los poemas “para música” que el poeta por-
Y de la misma manera, filólogos y musicólogos
tugués había incluido en sus Obras métricas. En ellas
deploramos hoy el extravío de cancioneros poético-
descubrimos casi una cincuentena de poemas –entre
musicales que no han podido resistir el paso del tiem-
romances, tonos, madrigales, letrillas y otras formas
po.29 Razón por la que identificar a Melo como el autor
métricas– que Melo puso a disposición de los compo-
de poemas que son la fuente literaria de tres romances
sitores de su tiempo para ser musicados, indicándolo al
líricos del Cancionero Poético-Musical Hispánico de
inicio de los mismos con expresiones como “para
Lisboa ya es, por sí mismo, un estímulo gratificante
música”, “puesto en música”, “para cantarse” y “para
para nuestras investigaciones. Por un lado, porque,
cantarse al uso”. Asimismo, comprobamos que el poeta
como decimos reiteradamente en nuestros trabajos,
homenajeó a los músicos que llevaron sus versos al
sólo “la consideración del conjunto de categorías gene-
pentagrama, colocando sus nombres al lado de las
rales del que depende cada romance, es decir, la hiper-
expresiones que hemos referido. Y, pese a que el resto
textualidad”30 es el método adecuado para el estudio y
de su producción poética no trae indicaciones musica-
análisis del romancero lírico. Por otro lado, porque
les, no significa, necesariamente, que los compositores
Melo se nos ha convertido en un indicio para datar,
no se hubieran sentido atraídos por alguno de esos poe-
aunque sea aproximadamente, esta fuente poético-
mas. Tal es el caso, por ejemplo, del romance «Ave real
musical lisboeta, la cual no trae fecha alguna referente
peregrina»27 al que Melo no le reservó indicación
a su compilación.31 Junto a ello, porque algunas de las
musical alguna, pero que, sin embargo, fue puesto en
indicaciones o epígrafes del poeta que preceden a los
música por un compositor anónimo en el cancionero
que nos ocupa. Lo cierto es que, de momento, nuestras
investigaciones sólo nos han podido deparar el hallaz-
28. Francisco Manuel de MELO, Obras métricas, León de
Francia, Horacio Boessat y George Remeus, 1665, p. 3.
Luisa LOBATO y Francisco DOMÍNGUEZ MATITO, Madrid-Frankfurt, 29. Como, por ejemplo, los folios que se conservan de la voz
Iberoamericana-Vervuert, 2004, vol. II, pp. 1093-1108. Por un Alto de lo que, sin duda, sería un cancionero polifónico. Al menos
incomprensible error, ajeno por completo a nuestra manera de tra- esto es lo que se deduce del contenido poético-musical y del copis-
bajar, no se publicaron en estas actas los ejemplos musicales que ta que lo trasladó, cuya grafía es la misma del segundo de los copis-
enviamos en su día juntamente con el original de la ponencia y que tas del cancionero que nos ocupa. Véase el apartado 1.1 El Cancio-
posteriormente, en la corrección de galeradas, indicamos con abso- nero Poético-Musical Hispánico de Lisboa (CPMHL). Los folios
luta precisión el lugar en el que debían ser incluidos. Recogemos en cuestión se custodian en la Biblioteca da Ajuda. Para la descrip-
ahora estos ejemplos, en el apartado 1.2.2 Consideraciones musica- ción de los mismos consúltese MACHADO SANTOS, Catálogo de
les a propósito de los tres romances melodinos. música manuscrita…, vol. II, p. 171.
25. Véase La música y la poesía en cancioneros polifóni- 30. Véase Lola JOSA y Mariano LAMBEA, «Las trazas poético-
cos…, vol. I, pp. 14-17. musicales en el romancero lírico español», Edad de Oro, XXII
26. Véase JOSA - LAMBEA, «Poemas para música…», pp. 427- (2003), p. 31.
448. 31. Todo lo contrario nos sucede con el otro cancionero poé-
27. Nº 13 del presente volumen. tico-musical que estamos editando en la actualidad y que se deno-
22 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
poemas, y que sintetizan el argumento de los mismos En cuanto a su poesía, nos dice el propio Melo en
convertido en materia poética, son muy útiles para una carta que sirve de introducción a sus Obras métri-
conocer el contexto, la finalidad y la funcionalidad de cas:
esas poesías musicadas, y, por extensión, del propio
cancionero. En este sentido, tenemos ejemplos de Veréis (y todos) que de la [sic] ajeno estilo, no es poco
tonos de Melo puestos en música por el maestro precioso el robo que hemos hecho. No sin trabajo pro-
puse templar los modos modernos de nuestros vulgares;
Miguel de Herrera “para cantarse a la mesma serenísi-
lo cándido de los Vegas; lo severo de los Leonardos; lo
ma reina, después de un sarao real en que danzaron los culto de los Góngoras y Ortensios. Si advertís, los veréis
reyes”,32 o con la intención de ofrecer las “Buenas Pas- añudados en paz y armonía. Escribir claro no es humil-
coas a la Majestad de la Reina de Inglaterra, para que de; majestuoso no es ápero; breve no es confuso. Aspiré
se cantase en su cámara”.33 Y, por último, porque des- siempre a observar los decoros, no teniéndole por solo
cubrir, a propósito de un romance lírico, el hipotexto cargo de los épicos o cómicos, mas también de los líri-
cos, que algunos no poco han olvidado. Esto pienso yo
nos orienta aun más sobre las posibilidades que se
he conseguido por haber estado en mi mano.37
barajaban a la hora de convertir un romance poético en
poético-musical, y, en consecuencia, de qué forma “la
Y, ciertamente, ser lector de sus Obras métricas es
música imponía toda una lógica poética al romancero
serlo de “todas las tendencias poéticas de su tiempo”:
lírico español del siglo XVII”.34
Y, en esta ocasión, también se nos cruza Olivares Lo que hace sobresalir a Melo como poeta es su extra-
en nuestras investigaciones. El conde-duque designó a ordinaria versatilidad, que le permite pasar de la imita-
Melo como su representante en las negociaciones para ción arcaizante de los modelos renacentistas a curiosas
pacificar la rebelión de Évora,35 aunque, posteriormen- anticipaciones de la poesía vanguardista, de los estilos
te, ordenó encarcelarlo –enero-febrero de 1641– bajo la populares y tradicionales a los más refinados, de los
temas más frívolos y académicos a la efusión sentimen-
acusación de conspirar contra Felipe IV en el seno de
tal y religiosa…38
las tropas portuguesas del frente de Cataluña. Una vez
en libertad, la intención de Melo era quedarse al servi-
Sin embargo, pese a ser valorado por Menéndez
cio de la monarquía española, pero, finalmente, tomó
Pelayo como el mayor ingenio que produjo la Penínsu-
partido por la independencia de Portugal. Decisión que
la en el siglo XVII, junto a Quevedo, “todavía sigue
no le comportó mejor ventura, puesto que, bajo sospe-
siendo un autor mal conocido y peor estudiado […].
cha de conspirar contra los portugueses, por permane-
Mientras en Portugal sólo se estudia su obra portugue-
cer todavía al servicio de los españoles, fue exiliado a
sa, en España únicamente es recordado por su obra
Brasil, de donde regresó, tras la muerte de João IV, para
maestra, la Guerra de Cataluña”.39 De este modo,
dedicarse a la tarea de diplomático. Otros estudiosos
resulta evidente concluir que su poesía ha sido la que
(Braga, por ejemplo) se arriesgan a sostener que fue la
más se ha resentido de este abandono crítico. Tal es así
rivalidad amorosa por doña Blanca de Silveira la causa
que, hasta el presente, sólo se ha podido valorar la
por la que el monarca portugués castigara a Melo. Sin
influencia de Góngora (1561-1627) en cuanto “a los
embargo, su “vida amorosa […] sigue siendo una de las
poemas extensos de Melo, sin extenderla al conjunto
más importantes lagunas de su biografía”.36
de su amplia y variada producción poética”.40 Y es en
este punto en el que nuestro trabajo retoma los versos
mina Libro de Tonos Humanos, el cual viene perfectamente datado
‘melodinos’ para seguir delimitándolos cada vez más
por su copista principal, Diego Pizarro, entre las fechas 3 de sep-
tiembre de 1655 y 3 de febrero de 1656. Véase La música y la poe-
sía en cancioneros polifónicos…, vol. I, p. 11.
32. Se trata del tono «Apeóse el firmamento» perteneciente a 37. MELO, Obras métricas…, p. 12.
La Avena de Tersícore, octava musa del melodino. Véase MELO, 38. ESTRUCH TOBELLA, «Un muestrario de la poesía barroca
Obras métricas…, p. 54. portuguesa…», p. 31.
33. También se trata de un tono que tiene por primer verso: 39. Juan ESTRUCH TOBELLA, «Un poema gongorino (inédito)
«Vengo a daros buenas reinas», ibidem, pp. 53-54a. de Francisco Manuel de Melo», Manojuelo de estudios literarios
34. JOSA - LAMBEA, «Las trazas poético-musicales…», p. 42. ofrecidos a José Manuel Blecua Tejeiro por los profesores de Ense-
35. Véase Juan ESTRUCH TOBELLA, Vida y obra de Francisco ñanza Media. Coordinadores: Felipe B. PEDRAZA JIMÉNEZ, Pedro
Manuel de Melo, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1985, p. 2. PROVENCIO CHUMILLAS y Milagros RODRÍGUEZ CÁCERES, Madrid,
36. Juan ESTRUCH TOBELLA, «Un muestrario de la poesía Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia,
barroca portuguesa: As segundas três musas, de Francisco Manuel 1983, p. 155.
de Melo», Quadrant, 8 (1991), p. 11. 40. ESTRUCH TOBELLA, Vida y obra…, p. 20.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 23
en su propia realidad poética. «El basalisco encarna- el sol por las cumbres», es una prueba definitiva de que
do»,41 «Ave real peregrina»42 y «Rayaba el sol por las debemos ampliar la influencia gongorina más allá de
cumbres»43 son importantes, por un lado, porque, como los poemas extensos de Melo y, a su vez, de que el can-
ya hemos dicho, son la fuente literaria de tres romances cionero lisboeta alberga romances líricos pensados
líricos, y, por otro, porque el tercer romance, «Rayaba para la corte de Felipe III. Comprobémoslo.
Rayaba el sol por las cumbres Rayaba el sol por las cumbres
de dos erguidos escollos, de dos erguidos escollos,
que, siendo paz de la orilla, que, siendo paz de la orilla,
son siempre guerra del golfo, son siempre guerra del golfo.
cuando de espumas ceñido 5
volaba un bajel medroso ¡Ay, pobre peregrino, 5
de tres galeras bastardas cautivo sobre cautivo!
en la ambición y en el modo. Tu mal no es ordinario:
Donde a Génova pasaba, forzado a un remo,
peregrinando sus golfos, 10 al otro voluntario.
un amante peregrino,
en su patria y en sí solo. Cuando de espumas ceñido 10
Amor le lleva sin guía, volaba un bajel medroso
porque ha dejado sus ojos de tres galeras bastardas
en los ojos de su dama 15 en la ambición y en el modo.
donde él se quedaba todo.
Viendo, en fin, ya del contrario Alas prestan a su vuelo
vecinos los remos corvos, los suspiros amorosos 15
y que en su desdicha pueden de un peregrino que Denia
más los brazos que los soplos, 20 notó su paso y su voto.
“¡generosas ondas —dice—,
que os paráis a mis sollozos, “¡Generosas ondas —dice—,
cuánto más bien emplearais que os paráis a mis sollozos,
en mi curso vuestro enojo! cuánto más bien acallarais 20
Vientos, de quienes fiaba 25 con vuestro curso mi asombro!
la esperanza sin asombro,
pruebe, como antes los daños, Turquesas lunas me siguen
esta vez vuestros socorros. de envidia del sol que adoro,
Turquesas lunas me siguen mas, pues del sol soy cautivo,
de envidia del sol que adoro, 30 cautiven las lunas otros.” 25
y, pues del sol soy cautivo,
cautiven las lunas otros”. ¡Ay, pobre peregrino,…!
El “cegador brillo de las Soledades de Góngora”45 nos sobreviene la imagen del cautivo “amarrado al
no sólo resplandece, como se ha venido considerando, duro banco/ de una galera turquesca,/ ambas manos en
en el melodino Panteón a la inmortalidad del nombre el remo”… (vv. 1-3) del famoso romance del poeta cor-
Itade, sino también –cómo no– en sus romances. Desde dobés (1583):50 el peregrino de Melo es “cautivo de
el primer verso de «Rayaba el sol por las cumbres», amor” y cautivo de las “turquesas lunas” –los estandar-
resurge uno de sus hipotextos, que no es otro que el ini- tes de los turcos que lo persiguen–, por lo que el primer
cio de la «Soledad segunda» del poeta cordobés (escri- tipo de cautiverio es el remo “voluntario” (v. 37) y el
ta en el período que va de 1610 a 1614).46 Digamos, otro, el de los turcos, es el remo “forzado” (v. 36).
asimismo, que es uno de los momentos “más bellos, Por último, nos queda otro romance más de Gón-
más sentidos, y desde luego más elevados del poema” gora que late bajo los versos de «Rayaba el sol por las
gongorino.47 Motivo que justificaría esta inspiración cumbres». En este caso se trata de «Según vuelan por
romanceril de Melo. Pero, a propósito de este peregri- el agua» (1602),51 romance del que Melo extrae la per-
no melodino, hemos de desvelar otra fuente textual, la secución al “bajel medroso” (v. 6) por parte de “tres
que nos descubren los versos 11 y 12, que no es otra galeras bastardas” (v. 7) y la referencia a Génova (v.
que El Peregrino en su patria (1604) de Lope de Vega 9).52 Referencia que, por su parte, el poeta-compositor
(1562-1635).48 Es muy significativo que, pese a que el del romance lírico omite para sustituirla por otra que
peregrino de las Soledades esté enamorado, su naufra- resulta de lo más elocuente para nuestra edición del
gio y su itinerario sea mero pretexto para adentrarnos cancionero lisboeta: “Denia” (v. 16). En este caso, esta-
en el bello escenario de la naturaleza. Por este motivo, mos ante la recuperación del propósito con que Gón-
estos versos de Melo –junto al estribillo y la última gora dispuso la salvación de la tripulación del “bergan-
cuarteta– nos revelan que, a la intertextualidad con las tín genovés”;53 propósito que no fue otro que el de
Soledades gongorinas, Melo incorpora la talla del pere- referir el poderío de don Francisco Sandoval y Rojas,
grino de amor de Lope. Lo que no impide al peregrino duque de Lerma, valido de Felipe III y, por aquel
del romance que nos ocupa exclamar un hermoso após- entonces, marqués de Denia.54
trofe al mar y al viento, así como un dolorido lamento Esta variante que nos ofrece el romance lírico se ha
amoroso (vv. 21-32), que resultan ser, también, hiper- convertido en un indicio más que nos lleva a conside-
texto del canto del peregrino de Góngora de la «Sole- rar al Cancionero Poético-Musical Hispánico de Lis-
dad segunda».49 Asimismo, en el estribillo de Melo, boa como un repertorio poético-musical cortesano de
los últimos años del reinado de Felipe III y los centra-
les del de Felipe IV –es decir, un cancionero de carác-
ter misceláneo–, ya que veníamos observando en nues-
45. Juan ESTRUCH TOBELLA, «Tras las huellas de las soleda- tras transcripciones que muchos de los romances son
des: el Panteon, de F. M. de Melo», Estado actual de los estudios más tempranos que los del Libro de Tonos Humanos. Y,
sobre el Siglo de Oro: Actas del II Congreso Internacional de His-
panistas del Siglo de Oro. (Salamanca – Valladolid, 1990). Edita- en última instancia, lo que podría resultar una modesta
das por Manuel GARCÍA MARTÍN [et al.], Salamanca, Universidad de
Salamanca, 1993, vol. I, p. 331.
46. “Los escollos el Sol rayaba…” (v. 33). Luis de GÓNGORA,
Obras completas, I. Poemas de autoría segura. Poemas de autenti- 50. Luis de GÓNGORA, Romances. Edición de Antonio CARRE-
cidad probable. Edición y prólogo de Antonio CARREIRA, Madrid, ÑO, Madrid, Ediciones Cátedra, 2000, p. 194 n.
Ediciones de la Fundación José Antonio de Castro, 2000, p. 396. 51. Ibidem, p. 397 n.
Para la fecha de escritura de las Soledades, remitimos a Luis de 52. Ibidem, p. 397, vv. 1-8.
GÓNGORA, Soledades. Edición, introducción y notas de Robert Según vuelan por el agua
JAMMES, Madrid, Editorial Castalia, 1994, pp. 7-14. tres galeotas de Argel,
47. Robert JAMMES, «Elementos burlescos en las Soledades de un aquilón africano
Góngora», Edad de Oro, II (1983), p. 116. las engendró a todas tres;
48. Este libro de Lope y el Persiles y Segismunda de Cervan- y según los vientos pisa
tes representan “la peregrinación amorosa que […] funde el idea- un bergantín genovés,
lismo platónico de la novela bizantina y la idea bíblica del peregri- si no viste el temor alas,
naje de la vida humana”. Pero es que, además, el peregrino de amor de plumas tiene los pies.
de Lope “concibe también la peregrinación como una aventura”. 53. Ibidem, p. 399, vv. 29-32.
Antonio VILANOVA, ‘El peregrino andante en el Persiles de Cer- Ya surcan el mar de Denia,
vantes’, Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelo- ya sus altas torres ven,
na, XXII (1949), p. 114. grandeza del duque ahora
49. “Si de aire articulado…”, vv. 116-171. GÓNGORA, Soleda- título ya del marqués.
des…, pp. 437-445. 54. Ibidem, p. 399.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 25
variante textual, una vez más ha venido a confirmar la común, por cierto)63 la atribución de la música del
suma importancia que tiene en un romance lírico, pues- romance al compositor portugués en la obra melodina.
to que, cuanto más avanzamos en nuestras investiga- Tengamos en cuenta, además, que, a lo largo de casi
ciones, más conscientes somos de que “esas variantes diez páginas seguidas, bastantes romances llevan la
[…] que antes sólo tenían mucho o poco interés poéti- anotación de su nombre como autor de la música,64 por
co”, se nos van descubriendo “como elocuentes testi- lo que no sería de extrañar que el caso de esta atribu-
monios de la música”,55 ya que lo dicen todo en cuan- ción fuera fruto de una repetición. Y, por último, otra
to al porqué de esa versión musicada del poema y no prueba que refuerza nuestra hipótesis es el año en que
otra. En el caso de este romance lírico, si existe la fueron editadas las Tres musas del Melodino: 1649; si
voluntad de evidenciar la recreación que Melo hizo del Madre de Deus hubiera nacido algunos años después
romance gongorino «Según vuelan por el agua» –y que de 1630, entonces demasiado poco tiempo tuvo para
tan bien supo acomodar a las Soledades y al romance componer tanto y tan hermoso.
«Amarrado al duro banco»–, es porque se quiso recu-
perar el elogio que Góngora dirigió desde sus octosíla-
bos –y que Melo silenció– a Felipe III y a su poderosí- 1.2.2 Consideraciones musicales a propósito de
simo valido.56 No olvidemos que este romance del los tres romances melodinos
poeta cordobés gozó de tal fama que fue “vuelto a lo
divino y a lo burlesco, y adaptado en un entremés”,57 Si tenemos en cuenta que las composiciones que
por lo que el recuperar la mención a la ciudad levanti- nos ocupan se interpretaban en la corte y en los salones
na remitía, de inmediato, al marqués de la misma y a la privados de la nobleza, en reuniones, fiestas palaciegas
corte de Felipe III;58 aquélla que debió de escuchar los y saraos, es lógico pensar que nos hallamos ante obras
versos y la música de este romance lírico. Porque, cier- poético-musicales de primera categoría artística. En
tamente, resulta bastante imposible suponer a la corte consecuencia, a unos textos de extremada elaboración
de Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, poética, forzosamente les habían de corresponder unas
consintiendo semejantes licencias poético-musicales.59 músicas compuestas con idénticos parámetros expresi-
Valga, así pues, el estudio que aquí hemos realiza- vos y ambición estética. Los recursos técnicos ordina-
do de algunos de los “mejores concetos” y “bellas pala- rios que la polifonía vocal de esta época utiliza son
bras”60 de «Rayaba el sol por las cumbres» para com- prácticamente idénticos tanto para la música litúrgica
probar, por un lado, cómo su correspondiente romance en latín (misas, motetes, salmos...), como para la músi-
lírico ofrece una variante en la que cabe todo un reino, ca religiosa en lengua romance (villancicos y romances
y para demostrar, por otro, cómo resulta algo dudoso sacros, y tonos a lo divino) e, incluso, para la música
que el compositor del romance lírico sea Filipe da profana de la que tratamos (villancicos, romances y
Madre de Deus, tal y como se indica en el epígrafe a la tonos a lo humano). Sin embargo, los recursos técnicos
edición del romance de Melo,61 puesto que, según que, por su especificidad, podríamos calificar de extra-
Robert Stevenson, el compositor nació ca. 1630 y ordinarios, son exclusivos, únicamente, de la música
murió después de 1687.62 Por consiguiente, no sería profana. Nos explicaremos mejor: desde el renacimien-
descabellado considerar error de impresión (muy to, y aun antes, el compositor ha pretendido siempre
imitar, expresar o sublimar con la música el sentido del
texto poético. Para ello ha acomodado el lenguaje
55. JOSA - LAMBEA, «Las trazas poético-musicales…», p. 32.
musical a las necesidades expresivas de la letra,
56. Robert JAMMES, La obra poética de Luis de Góngora y
Argote, Madrid, Editorial Castalia, 1987, pp. 223-224. siguiendo la sugerencia que la preceptiva musical le
57. GÓNGORA, Romances…, p. 397. indicaba; de esta manera lo manifestaba el teórico Juan
58. Tal y como recuerda Carreño, Jammes vio en el romance Bermudo:
de Góngora, no sólo una alabanza al duque de Lerma, sino que,
también, a la razón de ser de la Corte (ibidem, p. 397).
59. Remitimos a las interesantísimas páginas de J. H. ELLIOTT, Todo lo que dice la letra que con el canto se pueda con-
El conde-duque de Olivares. El político en una época de decaden- trahacer, se contrahaga en la composición. […] si fuere
cia, Barcelona, Editorial Crítica, 1991, pp. 54-67.
60. MELO, Obras métricas…, p. 6.
61. Ibidem…, La avena de Tersícore, pp. 65-66. 63. Véase Alberto BLECUA, Manual de crítica textual, Madrid,
62. Robert STEVENSON, «Madre de Deus, Filipe da», The New Editorial Castalia, 1983, pp. 172-200.
Grove Dictionary of Music and Musicians. Edited by Stanley 64. Cfr. JOSA - LAMBEA, «Poemas para música…», pp. 437-
SADIE, Oxford University Press, 2001, vol. 15, pp. 539-540. 443.
26 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
una palabra triste debe poner un bemol. Si fuere una hacia Europa–, se inició una época de superposición
doctrina que suspende, tales puntos se deben poner que, de estilos que tuvo importantes consecuencias de
en todo y por todo, sean muy conformes a la letra. El que orden estilístico, técnico, expresivo y conceptual. En
fuere gramático, poeta y retórico entenderá más de lo
que en este caso digo.65
efecto, paralelamente a la composición del género que
nos ocupa, o sea, el tono humano polifónico, surgieron
El resultado de la aplicación de estos postulados otras necesidades de expresión musical que acapara-
vendría a significar la representación musical de la ron el interés de los compositores, concretamente
expresión textual a través de procedimientos intelec- hacia tipologías o géneros como la melodía acompa-
tuales o pictóricos.66 Con ello se obtenía la constata- ñada y la ópera. Por nuestra parte nos inclinamos a
ción de que la música era capaz de ‘representar’ los pensar que los avances técnicos y estilísticos que dilu-
afectos o sentimientos del texto o ‘pintar’ los fenóme- yen el espíritu musical renacentista son fruto, tanto de
nos de la naturaleza descritos en él. En esta época de su la propia evolución del madrigal italiano en su última
historia, la música aun no tiene configurado un lengua- fase expresiva –es decir, con el concurso de una técni-
je autónomo capaz de expresarse libremente al margen ca refinadísima de plasmación de los afectos del texto
de un texto poético. La actitud de servidumbre hacia la poético a través de lo que se conoce como ‘madriga-
letra hará posible que la técnica compositiva, dentro de lismos’–, como de la presión que ejerce la incipiente
su evolución diacrónica normal, vaya configurando un mentalidad musical barroca que, con su representación
muestrario de ‘novedades’ técnicas capaces de satisfa- de los afectos extremados de alegría exultante o dolor
cer las necesidades expresivas de la poesía. En el rena- intenso, expresados libremente, sin el pudor renacen-
cimiento estas novedades se manifiestan de manera tista, acabará dando paso al estilo barroco pleno. De
controlada, como es de esperar de una época en la que esta manera, la superposición de estilos que mencio-
el arte y el pensamiento muestran actitudes de equili- nábamos anteriormente nos permite afirmar que en
brio y moderación. Ya lo advertía Pedro Cerone (1566- nuestro cancionero lisboeta no hay música barroca ni
1625), tratadista musical bergamasco, para quien resul- música renacentista propiamente dichas, sino que hay
taba conveniente: música que se corresponde a un período de la historia
de la música que podemos denominar de transición, el
acompañar en tal manera cada palabra que, adonde cual muestra en su exposición y desarrollo rasgos idio-
significa crueldad, amargura, dolor, pasión, aspereza, máticos de ambos estilos.
dureza, llanto, sospiros y cosas semejantes, la música De las diversas aproximaciones que conviene reali-
también ha de ser dura, áspera y triste, empero regola- zar sobre el estudio y análisis de estos rasgos idiomáti-
damente ordenada.67 cos, destaca la que puede llevarse a cabo desde la
influencia que la retórica ejerce sobre el arte de la com-
Estos parámetros expresivos pueden observarse en posición en la época que tratamos, en la cual la teoría
nuestro Cancionero Poético-Musical Hispánico de musical tenía debidamente codificadas las aportaciones
Lisboa, algunas de cuyas piezas, aunque “regolada- más relevantes. Como señala López Cano:
mente” compuestas, se alejan, cada vez más, del
comedimiento renacentista. En nuestra opinión, a par- Las investigaciones contemporáneas han venido desci-
tir de las primeras décadas del siglo XVII, en el desa- frando el funcionamiento del complejo sistema de la teo-
rrollo evolutivo de la música culta occidental –y con- ría retórico-musical, gracias a la gran cantidad de trata-
cretamente en Italia, e irradiando simultáneamente dos musicales que, escritos entre 1599 y 1792, se
dedican al estudio de diversos aspectos musicales bajo
los principios de la retórica. En estas obras se hace refe-
rencia directa a la estrecha relación entre música y retó-
65. Juan BERMUDO, Declaración de instrumentos musicales, rica, al papel del músico como un orador cuya tarea fun-
Osuna, Juan de León, 1555, f. CXXVr, col. II. Edición facsímil de damental es la persuasión de su auditorio, al origen y
Macario Santiago KASTNER, Kassel und Basel, Bärenreiter-Verlag, funcionamiento de los afectos y al modo en que opera el
1957. sistema retórico musical.68
66. Véase Manfred F. BUKOFZER, La música en la época
barroca. De Monteverdi a Bach, Madrid, Alianza Editorial, 1986,
p. 20.
67. Pedro CERONE, El melopeo y maestro. Tractado de música
theórica y prática, Nápoles, Iuan Bautista Gargano y Lucrecio 68. Rubén LÓPEZ CANO, Música y retórica en el barroco,
Nucci, 1613, vol. II, p. 669. Edición facsímil de F. Alberto GALLO, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000, p.
Bologna, Forni editore, 1969. 40.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 27
Un romance antecedido de las indicaciones “para deber era hacer siempre una música elocuente”,70
música” o “para cantarse al uso”69 presupone siempre entonces hemos de dirigir una mirada al ‘arte del bien
la colaboración entre otro poeta (o el mismo de la fuen- decir’ para constatar hasta dónde llega la actitud del
te literaria) y el compositor, con vistas a realizar la ver- compositor en este sentido.
sión poético-musical del mismo. De esta manera se Posiblemente el maestro Luiz de Christo (1625-
consigue hermanar la retórica poética con la musical, 1693)71 para «El basalisco encarnado», un compositor
teniendo en cuenta, además, que esta última es doble- anónimo para «Ave real peregrina» y, quizá, el maestro
mente retórica, puesto que viene a sublimar lo ya Filipe da Madre de Deus para «Rayaba el sol por las
embellecido. El canto es un elemento de expresión más cumbres» utilizaron varias figuras retóricas en la deco-
directo y eficaz que la recitación o la declamación. La ratio musical de estos tres romances líricos ‘melodi-
plegaria dirigida a Dios cristaliza en la oración mental nos’. Ejemplificaremos algunas de ellas para ilustrar
o musitada; los salmos, primero recitados y después nuestro trabajo. Empezaremos citando las palabras de
cantados, dan lugar al canto gregoriano que es la ora- Helena Beristáin cuando dice que “la repetición es un
ción cantada por antonomasia, y el principio y origen procedimiento retórico general que incluye un gran
de toda nuestra música posterior. La retórica, y quizá la número de figuras que afectan a la morfología de las
musical en mayor medida que la poética, llega al inte- frases”.72 En este sentido, podemos observar la sinoni-
lecto, a la razón por la vía de la sensibilidad. Por este mia que tiene lugar en los compases finales de la estro-
motivo, los compositores del cancionero lisboeta ac- fa inicial de «El basalisco encarnado», concretamente
túan como oradores y se afanan en reinterpretar los tex- en el verso “¡oh, qué sangriento que viene!” (ejemplo
tos poéticos en clave de discurso persuasivo, salpicán- 1). Entendemos por sinonimia “la repetición de un
dolo de momentos expresivos culminantes que se fragmento musical transportado a otro nivel”.73 En el
corresponden al verso dominante, a la palabra clave, a ejemplo que nos ocupa, el fragmento musical com-
la imagen impactante. Si, como dice el director Niko- prendido entre los compases 11 y 14 se repite, entre los
laus Harnoncourt, “todo músico del siglo XVII, y de compases 15-18, pero transportado a un intervalo de
buena parte del XVIII, tenía perfecta conciencia que su segunda mayor ascendente.74
69. JOSA - LAMBEA, «Poemas para música…», pp. 427-436. «Christo, Luiz de», The New Grove Dictionary of Music and Musi-
70. Nikolaus HARNONCOURT, Le discours musical, Paris, cians…, vol. 5, p. 811. Cfr. JOSA - LAMBEA, «Poemas para músi-
Gallimard, 1984, p. 164; apud LÓPEZ CANO, Música y retórica…, ca…», pp. 434-442.
p. 35, nota 15. 72. Helena BERSITÁIN, Diccionario de retórica y poética,
71. Luiz de Christo, en 1642, era carmelita calzado en el México, Editorial Porrúa, 1988, pp. 419-420 (el subrayado es de la
monasterio de su orden en Lisboa, y, en 1660, desempeñaba el autora); apud LÓPEZ CANO, Música y retórica…, p. 124.
cargo de organista en la catedral lisbonense. Fue favorecido en la 73. LÓPEZ CANO, Música y retórica…, p. 134.
corte de Alfonso VI (1643-1683; rey de Portugal entre 1656-1683), 74. Agradecemos a Rosalía Plana Rey su amabilidad y com-
y puso música a cuatro poemas de Melo. Véase Robert STEVENSON, petencia en la realización informática de los ejemplos musicales.
28 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Ejemplo 1
Cancionero Poético-Musical Hispánico de Lisboa
9. «El basalisco encarnado»
Música: Anónimo [¿Luiz de Christo?] Poesía: Anónimo [Francisco Manuel de Melo]
Tiple 1º, tiple 2º y tenor, compases 11-18.
El poliptoton “es la repetición de un mismo frag- me lleva!”, el cual es cantado, en primer lugar, por el
mento musical en otra voz”,75 y así puede verse en los tiple 2º (compases 15-18), y, a continuación, por el tiple
compases iniciales del estribillo de la pieza «Ave real 1º (compases 18-20) (ejemplo 2). En nuestro ejemplo
peregrina», en un fragmento del verso “¡Ay, que el alma musical incluimos la parte del guión instrumental.
Ejemplo 2
Cancionero Poético-Musical Hispánico de Lisboa
13. «Ave real peregrina»
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo [Francisco Manuel de Melo]
Tiple 1º, tiple 2º y guión, compases 14-20.
La síncopa “es un retardo. Una nota que, introduci- dice “de dos erguidos escollos” (ejemplo 3). El compo-
da como consonancia dentro de un acorde, se transfor- sitor, con muy buen criterio, introduce una nota conso-
ma en disonancia al ligarse o repetirse en el acorde nante en el tiple 1º, sobre la sílaba “es” de la palabra
siguiente. Esta disonancia, que habitualmente ocurre “escollos”. Al repetirse dicha nota en el acorde siguien-
en un tiempo fuerte, se resolverá en una consonancia te, concretamente sobre la sílaba “co”, hace disonancia
en el siguiente tiempo débil”.76 En efecto, esta figura con el tenor, y es, precisamente, este efecto disonante
retórica puede observarse en el segundo verso de la el que busca el músico para resaltar el contenido
estrofa inicial de «Rayaba el sol por las cumbres», que semántico de la palabra “escollos”, puesto que, de la
misma manera que este accidente geográfico perturba
la “paz de la orilla”, así esta disonancia aislada resalta
sobre el resto de consonancias del fragmento. Para el
76. Ibidem, p. 167. teórico alemán Sethus Calvisius (1556-1615) “la syn-
30 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
cope hace más interesante la armonía y pone en evi- en nuestro ejemplo musical escribimos la parte del Alto
dencia la fuerza de un texto”.77 Téngase en cuenta que que no se nos ha conservado.
Ejemplo 3
Cancionero Poético-Musical Hispánico de Lisboa
128. «Rayaba el sol por las cumbres».
Música: Anónimo. Poesía: Anónimo [Francisco Manuel de Melo]
Tiple 1º, tiple 2º, [alto] y tenor, compases 8-12.
1.2.3 Un romance lírico para el cumpleaños de un mental, además, que fuera “gran amigo de Mateo
rey Romero y buen conocedor del ambiente musical pala-
tino”,81 lo que propiciaba que su poesía fuese musica-
Si «Rayaba el sol por las cumbres» se nos ha des- da y cantada en los ambientes cortesanos.82 Por su
cubierto como uno de los romances líricos del reperto- parte, Mateo Romero, apodado maestro Capitán (ca.
rio de la corte de Felipe III, «Montero, que por la 1575-1647), de quien el cancionero lisboeta cuenta con
selva»,78 en cambio, lo es de la corte de Felipe IV. En dos composiciones suyas –«Entre dos mansos arro-
este caso, su hipotexto es el poema «En el Pardo el día yos»83 y «Aquella hermosa aldeana»–,84 fue maestro de
claro» que Antonio Hurtado de Mendoza (1586-1644) capilla desde 1598 a 1634, es decir, durante todo el rei-
dedicó «A los reyes, y a las damas de palacio, que se nado de Felipe III (1598-1621) y durante la etapa de
hallaron entonces en Aranjuez»79 (primavera de 1622) mayor esplendor artístico del reinado de Felipe IV
para celebrar la fiesta del decimoséptimo cumpleaños (1621-1665): los dorados años que van de 1621 a
de Felipe IV, y, juntamente, la renovación dinástica con 1640,85 llegando a ser el compositor de mayor prestigio
todo lo que suponía: un nuevo régimen y la llegada del en la corte durante la primera mitad del siglo XVII.86
conde-duque de Olivares, el nuevo privado. La función
propagandística de esta fiesta de Aranjuez era, por lo
tanto, evidente. Hurtado de Mendoza recrea, asimismo, 1.2.4 Los deslindes de tres poetas más
en sus versos La Gloria de Niquea que el Conde de
Villamediana escribió también para la ocasión, y que Respecto a este primer volumen de nuestro cancio-
aquél conocía muy bien, puesto que escribió una rela- nero lisboeta, hemos referido ya a Góngora, Melo,
ción sobre «La Representación de La Gloria de Niquea Hurtado de Mendoza, y a los compositores Mateo
del Conde de Villamediana (1622)». Romero, Luiz de Christo y Filipe da Madre de Deus;
Es muy significativo que, al igual que en el Libro por consiguiente, hemos podido delimitar ya un perío-
de Tonos Humanos, el nombre de Antonio Hurtado de do que va de principios del siglo XVII –coincidiendo
Mendoza siga siendo el más prolífico respecto al resto con la eclosión del poderío del duque de Lerma– a los
de autores identificados en los poemas editados en el
presente volumen. Fue secretario, ayuda de cámara de
Felipe IV, y, lo más importante, el poeta favorito del 81. Véase Luis ROBLEDO, Juan Blas de Castro (ca. 1561-
conde-duque de Olivares.80 Para nosotros es funda- 1631). Vida y obra musical, Zaragoza, Institución Fernando el
Católico, 1989, p. 76b.
82. Robledo, mientras argumenta cuán admirada y cantada en
la corte y las academias era la poesía de Hurtado de Mendoza, trae
78. Nº 10 del presente volumen. a colación El diablo cojuelo de Vélez de Guevara: “y sacando una
79. Antonio HURTADO DE MENDOZA, Obras poéticas de don guitarra una dama de las tapadas, templada sin sentillo, con otras
Antonio Hurtado de Mendoza. Edición y prólogo de Rafael BENÍ- dos cantaron a tres voces un romance excelentísimo de don Anto-
TEZ CLAROS, Madrid, Real Academia Española, 1947-1948, vol. II, nio de Mendoza” (ibidem, p. 52b).
pp. 52-55. 83. Nº 44 del segundo volumen de nuestra edición.
80. La pericia cortesana de Antonio Hurtado de Mendoza 84. Nº 123 del último volumen de nuestra edición.
queda recogida detalladamente en Gareth A. DAVIES, A Poet at 85. “Son en realidad los más interesantes del reinado de Feli-
Court: Antonio Hurtado de Mendoza, 1586-1644, Oxford, The pe IV en lo que a la política reformista de Olivares se refiere, por-
Dolphin, 1971. Asimismo, valga este comentario de J. H. ELLIOTT, que son aquellos en los que va buscando soluciones a los problemas
El Conde-Duque de Olivares…, pp. 187-188: que habían conmovido y preocupado a los arbitristas y a los círcu-
los reformistas castellanos en las dos décadas precedentes. Es una
El poeta y dramaturgo Antonio Hurtado de Mendoza, protegi- época de efervescencia política e intelectual en la corte…”. John H.
do del hijo del duque de Lerma, el conde de Saldaña, parece ELLIOTT y José F. de la PEÑA, Memoriales y cartas del Conde
haberse granjeado el favor de don Gaspar con antelación sufi- Duque de Olivares, Madrid, Editorial Alfaguara, 1978, vol. I., p.
ciente, según parece, como para participar de su gloria en LVIII. Como testimonio del continuo viaje de músicos portugueses
1621. A los dos meses de la subida al trono del nuevo rey, reci- a la corte española, remitimos al artículo de Adriana LATINO, «Os
bió su primer puesto en la corte, como ayuda de la guardarro- músicos da Capela Real de Lisboa nos reinados dos Filipes:
pa. En agosto de 1621, fue nombrado ayuda de cámara del rey, 1580/1640», Revista de Musicología, XVI (1993), pp. 3620-3629.
oficio que le permitiría actuar como si fuera los ojos y oídos de Véase, asimismo, José SUBIRÁ, «La música en la Real Capilla
Olivares en la cámara del rey, y en 1624 secretario real. Duran- madrileña y en el Colegio de Niños Cantorcicos», Anuario Musical,
te todos los años que Olivares detentó el poder, pudo verse a XIV (1959), pp. 207-230; Nicolás ÁLVAREZ SOLAR-QUINTES,
Mendoza en todos los actos de la corte. Sus dotes literarias y «Panorama musical desde Felipe III a Carlos II», Anuario Musical,
su servilismo hicieron de él la persona indispensable para un XII (1957), pp. 167-200; y ROBLEDO…, p. 44.
ministro que sabía valorar ambos talentos y la manera exacta 86. Véase VERA, Música vocal profana en el Madrid de Feli-
de emplearlos. pe IV…, pp. 95-98.
32 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
años de mayor esplendor de Felipe IV; delimitación 1.2.5 Las interrelaciones de cuatro cancioneros
que, precisamente, viene a reafirmar el resto de poetas poético-musicales
y compositores. Pero aproximémonos primero a los
poetas. Otra prueba más que define la delimitación crono-
Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquila- lógica de los romances líricos del Cancionero Poético-
che (1581-1658), otro de los poetas identificados en el Musical Hispánico de Lisboa –de principios del siglo
cancionero, nos sitúa, nuevamente, entre la corte de XVII a 1640, aproximadamente– lo son las interrela-
Felipe III y la de Felipe IV: el primer monarca lo ciones que el cancionero lisboeta tiene con otros tres
designó virrey del Perú (1614), siendo, en cambio, a cancioneros poético-musicales. Empecemos por las
partir de 1621, tras su regreso del Perú, cuando escri- relaciones que guarda con el más temprano: los tonos
bió la mayor parte de su obra, es decir, en esos años de «Entre dos mansos arroyos» y «Aquella hermosa alde-
esplendor artístico referidos anteriormente. El ana» del maestro Capitán también forman parte del
siguiente poeta, Gabriel Bocángel (1603-1658), en repertorio recogido en el Cancionero de la Sablonara 88
cambio, remite directamente a los años centrales del que, aunque tampoco traiga fecha explícita que lo date,
gobierno olivarista: fue bibliotecario del cardenal gracias a la valiosa edición y estudio de Judith Etzion,
Infante (1629) y ocupó el puesto de cronista real. Sus por todos es considerado como cancionero de la corte
Rimas y prosas se publicaron en 1627 y, desde enton- de Felipe III, siendo compilado a los pocos años de la
ces, fueron apareciendo el resto de sus obras. Lo más muerte del monarca (1621), que fue bailarín apasiona-
llamativo en su creación como dramaturgo fue la ori- do, intérprete de viola de gamba, cantante y gran afi-
ginalidad con que concibió un tipo de teatro musical cionado a la música profana.89
(El nuevo Olimpo de 1648) que tanto gustó, además, a Por otra parte, el romance lírico «“¡Venganza, grie-
Felipe IV. gos!” repite»90 fue incluido por el copista Baltasar
Sólo el misterioso Juan de la Carrera nos podría lle- Ferriol en el Cancionero Musical de Onteniente,91
var a bordear los últimos años del reinado de Felipe IV, fechado –éste sí– en 1645. La música de este romance
cuando el conde-duque de Olivares había sido destitui- lírico, en ambos testimonios, es creación del portugués
do hacía tiempo e incluso había fallecido ya (1645). Manuel Correa (ca. 1600-1653), monje carmelita cal-
Sin embargo, es poco probable que este caballero de la zado, compositor de reconocido prestigio en su época92
orden de Santiago escribiera su romance «¿Dónde, y el más representado en el Libro de Tonos Humanos
mariposa triste,…?» tan tardíamente. El testimonio que (1655-1656). Pero es que, además, junto a Luiz de
nos ha llegado –que es hipotexto del romance lírico nº Christo, el probable compositor de «El basalisco encar-
19 «¿Dónde, infeliz mariposa,…?», del presente volu- nado», son los dos únicos compositores identificados
men–, se halla recogido en un impreso publicado a raíz en estos primeros treinta romances líricos que editamos
de la celebración de una academia el “veinte y tres de en el presente volumen del cancionero lisboeta. Por su
abril ” de 1662 en Madrid.87 Si bien los testimonios parte, el maestro Correa también es el compositor de
conservados dan cuenta de que el romance de la Carre- «Ya las sombras de la noche»93, romance lírico, a su
ra gozó de cierta fama, lo que nos hace considerar que vez, del Libro de Tonos Humanos.94
la publicación de la academia es un homenaje poético Así pues, por todo lo expuesto, y por aspectos
a obras y autores anteriores a 1662 es la presencia, por que reservamos para el estudio completo de su poe-
ejemplo, de versos del famoso conde de Villamediana
(1582-1622). Por lo tanto, todo indicio en el cancione-
ro lisboeta relacionado con la corte de Felipe IV se cir- 88. El Cancionero de la Sablonara…, pp. lxxix-lxxxi (poesí-
cunscribe a los años de esplendor artístico, cultural y as) y 5-8 y 14-17 (músicas), respectivamente.
de reformismo político de su corona; período cuyo tér- 89. Ibidem, p. xxi.
mino coincide, por supuesto, no casualmente, con la 90. Nº 23 del presente volumen.
91. El Cançoner Musical d’Ontinyent. Transcripció i estudi de
revuelta de Portugal y la recuperación de su indepen- Josep CLIMENT, Ontinyent, Ajuntament d’Ontinyent, 1996, pp. 84-
dencia. 85 (facsímil), 284-285 (transcripción musical de la única voz con-
servada, es decir, del cantus primus) y 444-445 (texto poético).
92. Véase VERA, Música vocal profana en el Madrid de Feli-
pe IV…, pp. 110-113.
87. Véase José SIMÓN DÍAZ, Bibliografía de la Literatura His- 93. Nº 68 del tercer volumen de nuestra edición.
pánica, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 94. Véase La música y la poesía en cancioneros polifóni-
1972, vol. IV, pp. 367-368. cos…, vol. I, pp. 50-51(poesía) y 203-207 (música).
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 33
sía y su música una vez esté el cancionero editado de la época.95 Pero, por otra parte, pensar que la pre-
íntegramente, podemos decir que cabe considerarlo ceptiva musical nos va a resolver todos los escollos que
un cancionero de carácter misceláneo por estar con- nos salgan al paso es desconocer la realidad del arte
formado a base de romances líricos y otras letras de musical, realidad que está presente y es tangible, sobre
dos reinados, el de Felipe III y Felipe IV, y, en con- todo, en muchas obras de nuestro cancionero, en las
secuencia, por la sutil mezcla de dos estilos que cuales, los textos poéticos describen unas situaciones
comprenden desde lo más temprano del arte poético- anímicas tan intensas, sentimentales y subjetivas que
musical del romancero lírico, donde el Renacimien- aplicarles ahí las férreas reglas de la composición y del
to se deja notar en armonías, temas y motivos, hasta contrapunto fuera obrar como Procrustes con su lecho
lo más genuinamente Barroco, pero orquestado todo de hierro. Conviene, pues, que, desde el principio y en
por una marcada tendencia a la contención expresi- todo momento, seamos conocedores de que, con
va capaz de equilibrar ambas tendencias estéticas, mucha probabilidad, nuestra versión de la voz perdida
que es, en resumidas cuentas, lo que más caracteriza no va a ser nunca igual a la que el compositor hubiera
a este cancionero, que debemos situar a medio cami- escrito –salvo en los pasajes homofónicos, donde,
no del mesurado Cancionero de la Sablonara y del como comentaremos más adelante, el margen de elec-
desbordante Libro de Tonos Humanos. De este ción queda restringido al mínimo–, pero por lo menos
modo, podemos concluir que el Cancionero Poéti- intentaremos aproximarnos a ella en todo cuanto nos
co-Musical Hispánico de Lisboa está próximo al sea posible.
Cancionero Musical de Onteniente, pero con esa Antes de proseguir queremos manifestar que somos
peculiar contención, insistimos, que, quizá –sólo perfectamente conscientes de que, en ocasiones, utili-
quizá–, le impuso la condición portuguesa de su zamos (y utilizaremos) de manera retroactiva términos
recopilador. de nuestra nomenclatura y técnica musicales que poco
tienen que ver con los que se refieren y definen la
estructura, manejo y discurso de la música antigua, la
1.3 La reconstrucción de la voz extraviada cual sólo se debe atener a los postulados, reglas y nor-
mas de la preceptiva de su tiempo, siendo lícito y con-
veniente que así sea. Pero en nuestro ánimo está prac-
El repertorio de este cancionero posee suficiente
ticar una musicología pragmática, directa y viva que
entidad artística como para intentar que sus obras
dejen de permanecer inéditas por más tiempo y conti-
núen sin posibilidad de ser interpretadas y escucha-
das. Si nos hallamos, como así es, ante auténticas 95. Queremos agradecer aquí a nuestro colega Miguel Bernal
obras de arte de la música vocal de cámara hispánica Ripoll su amabilidad en facilitarnos una copia de su tesis doctoral
del siglo XVII, los prejuicios o escrúpulos que poda- titulada Procedimientos constructivos en la música para órgano de
Joan Cabanilles, brillantemente defendida en la Universidad Autó-
mos tener en lo referente a la manipulación del origi-
noma de Madrid, en el año 2003; véase su correspondiente resumen
nal, a la hipotética desviación por parte nuestra de la e índice en la sección de tesis doctorales de la Revista de Musico-
verdadera intención del compositor, y, en definitiva, logía, XXVI, 2 (2003), pp. 686-692. Muchas de las citas de teóri-
ante la posibilidad de desvirtuar de alguna manera el cos como Andrés Lorente o Pablo Nassarre que hemos recabado
para referir o autorizar nuestros planteamientos, están tomadas de
resultado final de la obra al proponer nosotros una la tesis del Dr. Bernal, cuya sistematización nos ha ahorrado mucho
solución alternativa, han de quedar forzosamente tiempo en el momento de buscar la referencia adecuada. Aunque la
superados, puesto que nuestro objetivo es casi una tesis analice y estudie música instrumental, su contenido teórico se
adapta también, en los aspectos más sustanciales y útiles a nuestro
obligación científica y artística, y pasa por un plante-
propósito, a la música vocal de cámara que nos ocupa. En este sen-
amiento deontológico al que hemos añadido nuestra tido dice Bernal en su tesis: “Es cierto que los teóricos exponen un
particular dosis de optimismo y buena intención. lenguaje compositivo común a instrumentistas y cantantes, y que
Hemos de escribir o componer la voz que falta con las las mismas composiciones vocales sirven para los instrumentos” (p.
211). Y a continuación transcribe el siguiente párrafo de Lorente:
máximas garantías de aproximación a lo que el com- “Advirtiendo que esta composición de a cuatro, con todas las
positor hubiera escrito, y para ello nada mejor que demás que dejamos anotadas por ejemplos, podrán servir para que,
obrar con prudencia y experiencia, y tener en cuenta en las iglesias, los ministriles las toquen por canciones con sus ins-
una serie de factores, entre los cuales, sin duda, se trumentos.” Véase Andrés LORENTE, El porqué de la música, Alca-
lá de Henares, Nicolás de Xamares, 1672, p. 618. De este mismo
halla el que más conviene a nuestro propósito, que no teórico nos interesa especialmente el libro cuarto de su tratado, titu-
es otro que el estudio y consulta de la teoría musical lado “Arte de composición de música” (pp. 441-695).
34 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
verdaderamente se ciña con total rigor y sujeción a la saliendo del tono, ni de lo que se pretende componer.
teoría musical antigua, pero que no tenga pudor ni También hemos de advertir que los prácticos en sus
reparo en hacer uso de nuestra terminología actual composiciones comúnmente suelen poner cuatro voces,
en las cuales, dicen, se encierra toda la perfección de la
cuando ello convenga, porque lo que nos interesa es armonía.97
que nos podamos entender todos sin tener que recurrir
al ensimismamiento de la hueca erudición y a la auto- En nuestro cancionero la voz perdida es una de las
complaciencia de pretendidos logros intelectuales y dos intermedias, es decir, o la segunda o la tercera,
pseudocientíficos. Si otros musicólogos no están de según la pieza. Esta circunstancia es favorable a nues-
acuerdo con esta postura y critican el uso que nosotros tros intereses, porque no cabe duda de que la recons-
hacemos de esa terminología, con cerrar este libro en trucción sería mucho más comprometida si se hubiera
este punto y dejar de leerlo está la polémica resuelta. extraviado una de las dos voces extremas.
Por nuestra parte decimos que nos situamos, de mane- Volvamos de nuevo a Cerone porque es muy inte-
ra clara y contundente, al margen de cualquier crítica, resante lo que refiere en relación a las características de
tan absurda como estéril, que nos puedan hacer en este cada una de las cuatro voces. Se trata de un fragmento
sentido. del capítulo titulado “De la particular propriedad y ofi-
Las obras del cancionero que nos ocupa están com- cio de cada una de las cuatro sobredichas partes”:
puestas para cuatro voces y guión. Pedro Cerone, en el
libro XII de su tratado, escribe un capítulo titulado el tiple, como aquel que es más agudo y más penetrati-
“Que es lo que se ha de observar para componer a 4 vo, se hace sentir primero que ninguno. […] así, el com-
voces”, que comienza de esta manera: posidor [sic], ha de usar diligencia [para] que la parte
más aguda de la composición tenga lindo, lozano y ele-
La mayor dificultad que puede acontescer en la compo- gante proceder.
sición a cuatro y más voces es el acomodar las partes de »[…] el contrabaxo tiene tal propriedad que sustenta,
tal manera que la una dé lugar a la otra y que sean fáci- mantiene y fortifica a las demás partes, siendo que es
les de cantar, y tengan un hermoso, regolado y elegante puesto por fundamento de la armonía, adonde es llamado
proceder.96 baxo, casi basa, sostenimiento del concento. […] cuando
faltase el baxo, la composición se hinchará toda de con-
fusión y de disonancias, y todo cuanto iría en ruina.
Sigue después una serie de observaciones que, de »Cuando, pues, el composidor compusiere el contrabaxo
momento, no sirven a nuestra intención. Mayor servi- procederá por movimientos tardíos y apartados, para
cio nos prestan las generalidades que recoge en su libro que las voces de medio puedan proceder con movimien-
XIII, en el capítulo que trata “Del nombre de las partes tos conjuntos y elegantes, mayormente el tiple, que éste
que componen el armonía y de su oficio y naturaleza”, es su proprio proceder. Pues el contrabaxo no ha de ser
donde dice lo siguiente: muy diminuido; mas debe caminar por la mayor parte
con figuras grandes, y ha de ser ordenado de manera
que haga buenos efectos, y que no sea difícil de cantar,
quien quisiere componer por arte y a concierto (esto es,
procediendo con gravedad y majestad, que así las demás
ordenando y concertando todas las voces unas con otras)
partes se podrán ordenar en sus proprios lugares. El
ha de imaginar y hacer cuenta que las cuatro voces que
tenor, inmediatamente, sigue al baxo hacia el agudo, y es
ordinariamente se usan son cuatro hombres de buena
aquella parte que rige y gobierna la ca[n]tilena musi-
razón, de los cuales cada uno en particular habla cuan-
cal. […] Se debe hacer con elegantes movimientos, y
do debe hablar y calla cuando debe callar, y responde
con tal orden, que él, particularmente, guarde la natu-
cuando debe responder, teniéndose respeto unos a otros
raleza del tono en el cual fuere compuesto, observando
conforme razón. A cuya semejanza cada una de las cua-
de hacer las cláusulas a sus proprios lugares y a propó-
tro partes o voces, teniéndose respeto unas a otras, ha de
sito. […] cuando el contralto es bien ordenado y bien
cantar cuando debe cantar, callar cuando debe callar y
compuesto, adornado de gentiles y elegantes pasos,
responder cuando debe responder, y todo conforme a las
cantando con figuras más diminuidas y haciendo linde-
leyes y buena arte de la música. Y así, el que quisiere
zas, adorna siempre más y hace más hermosa la compo-
ordenar bien las voces ha de tener tanta cuenta con ellas
sición, por lo cual debe advertir el composidor de orde-
que cada voz en particular no se mueva un solo punto,
nar la parte del contralto, por tales términos y de tal
sin tener gran cuenta y respeto con todo lo que cada una
manera, que haga buenos efectos.98
de las otras voces pide, conforme al intento del fin que
se pretende, de suerte que ninguna voz haga desatinos,
Las orientaciones y consejos que da Cerone, a las voces a consonancias.”102 De manera bastante
pesar de su prolijidad, siempre son útiles, pues nos usual, el compositor acostumbraba a incluir estos pasa-
informan sobre el proceder compositivo de la época y jes en la primera sección de los romances líricos, es
sobre la manera en que habitualmente los compositores decir, en las cuartetas, mientras que en los estribillos, o
afrontaban o planificaban algunos aspectos de la com- sea, en la segunda sección, utilizaba preferentemente el
postura. Es evidente que el teórico bergamasco, por su contrapunto imitativo que nosotros, en sentido amplio,
formación intelectual e interés pedagógico, se refiere llamamos canon o estilo fugado. Para Lorente “la imi-
casi siempre a la música religiosa, pero el modo de tación es cuando las voces imitan algunas figuras o
componer y el manejo del discurso musical no difería puntos de la entrada u de la parte intermedia de la
excesivamente entre ambas esferas, la religiosa y la obra.”103 Independientemente de las secciones de
profana. romances líricos y villancicos, algunos fragmentos
Antes de abordar la composición de la voz que falta están escritos en contrapunto “sin imitación […] com-
en nuestro cancionero, conviene tener en cuenta los puesto [es decir, no simple] (formado por ligaduras y
ámbitos melódicos de las voces. Por el conjunto de las movimientos con ritmos diferentes en cada voz)”.104
otras partes sabremos la cuerda a la que corresponde la Otros pasajes combinan fragmentos en homofonía con
voz extraviada y, en consecuencia, procuraremos no otros en ligera imitación y podríamos incluirlos en una
sobrepasar su ámbito natural. De esta manera, cuando especie de estilo polifónico-imitativo. Por último, algu-
se trate de un tiple segundo, habrá que observar el nos pasajes, los menos, están escritos a solo o a dos
ámbito del tiple primero, puesto que ambos son simila- voces.
res.99 Es posible que, al tener que reconstruir un alto o El preceptista Juan Díaz Rengifo (siglo XVI) dejó
un tenor, nos veamos en la obligación de sobrepasar escrito en su tratado Arte poética española (1592) lo
sus tesituras normales, pero intentaremos hacerlo en la siguiente:
menor medida posible, y siempre en casos extremos y
puntuales.100 No hay cosa más fácil que hacer [que] un romance, ni
En general, los pasajes musicales de nuestras obras cosa más dificultosa, si ha de ser cual conviene. Lo que
están escritos en contrapunto simple de nota contra causa la facilidad es la composición del metro, que toda
es de una redondilla multiplicada, en la cual no se guar-
nota, en contrapunto imitativo, en contrapunto sin imi-
da consonancia rigurosa, sino asonancia entre segundo y
tación o en estilo polfónico-imitativo. El contrapunto cuarto verso; porque los otros dos van sueltos. La difi-
simple de nota contra nota, que llamamos también cultad está en que la materia sea tal, y se trate por tales
homofonía, homorritmia, estilo acordal o isométrico,101 términos, que levante, mueva y suspenda los ánimos.105
era descrito por los teóricos de la época así: “comenzar
Podemos extrapolar las palabras de Rengifo al
hecho en sí de componer la voz perdida de nuestro can-
99. Como bien señala Judith Etzion en su edición de El Can- cionero lisboeta, porque, en efecto, no hay cosa más
cionero de la Sablonara…, p. l: “la textura polifónica subyacente fácil de escribir, con la debida consideración, respeto y
en la mayoría de las obras del Cancionero es indicativa también buen criterio, que una voz intermedia en un conjunto
de una tendencia de corte popular: las obras a tres y a cuatro
de cuatro, cuando se trata de una estructura homofóni-
voces constan generalmente de dos voces superiores intercambia-
bles (los tiples) que tienden a avanzar en terceras paralelas, mien- ca y cuando la disposición de las consonancias o inter-
tras que la voz baja (bajo, bajete o tenor) se orienta hacia una fun- valos armónicos (lo que nosotros llamamos acordes,
ción más armónica; y siempre que hay una voz media pero que no lo son en el sentido de la armonía funcio-
(usualmente un alto) sirve como ‘relleno’ armónico. Sin embar-
go, muchas obras asumen una alta calidad de refinamiento a tra-
nal, evidentemente) se ciñen a tríadas, mayores y
vés de un considerable enriquecimiento contrapuntístico, armóni- menores, en estado fundamental, primera inversión y
co y madrigalesco.” Cfr. con la observación que incluimos en las segunda inversión (esta última, sólo en momentos pun-
notas críticas de la pieza nº 23 «“¡Venganza, griegos!” repite». tuales), tríadas de quinta disminuida en primera inver-
Obsérvese también cómo en el tono nº 6 «Al compás de un
arroy[u]elo», el fragmento musical correspondiente al primer sión, síncopas o ligaduras (nuestros retardos) con la
verso (compases 1-7) se repite a continuación (compases 7-13);
en el fragmento completo los dos tiples intercambian sus respec-
tivas líneas melódicas. 102. LORENTE…, p. 654.
100. Para una exposición clara de los ámbitos de las voces 103. Ibidem, p. 650.
véase ROBLEDO…, p. 109. 104. BERNAL…, p. 367.
101. Cfr. las voces “homofonía” y “homorrítmico, -a” en el 105. RENGIFO, Juan Díaz, Arte poética española, Madrid,
Diccionario Harvard de música…, p. 516. Imprenta de Francisco Martínez, 1644 pp. 38-39.
36 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
disonancia preparada, algunas notas extrañas u otras de va de melos, que significa dulzura. Ésta puede ser cau-
difícil clasificación y acordes de séptima en diversos sada de seis modos, siendo en cada uno de ellos con más
estados pero con la fundamental y la séptima también o menos grados de perfección […].
»El cuarto modo, que produce más melodía o dulzura
preparadas, sin bien, en algunas ocasiones y por varias que los dichos, es cuando cantan en consonancia dos,
razones, la séptima puede ser abordada de salto. Éste tres, cuatro o más voces humanas. Éstas engendran más
es, grosso modo y en lo referente a la estructura homo- melodía, porque, como dice Cerone, capítulo 77 del
fónica, el bagaje técnico de la sintaxis musical de la segundo libro, entre todas las voces, la más deleitable es
época y en su funcionamiento y encadenamiento suele la humana; y mucho más lo será la música que éstas
ser fácil concluir con la nota que falta, puesto que en hicieren, cuanto mejor cantaren sus partes cada una de
por sí, teniendo cuidado el compositor de disponerlas de
los tríadas bastará con duplicar una de las notas (evi- modo que no canten escabrosamente, ni tengan períodos
dentemente, la que mejor suene, teniendo en cuenta ásperos y desapacibles al oído que, junta la dulzura del
tanto lo que se haya oído antes como lo que se vaya a cantar de las partes con la del todo de las consonancias,
oír después), mientras que en los otros acordes habrá hacen más deleitable y de mayor melodía la música.108
que incluir un cuarto sonido, con lo cual, en unos casos
por mera lógica, y en otros, incluso, por eliminación, Prosigamos con la cita de Rengifo, y detengámo-
no nos vamos a alejar en exceso del pensamiento del nos en la frase “ni cosa más dificultosa, si ha de ser cual
compositor al restituir la voz que falta; además, en caso conviene”, porque, en efecto, cuando se trata de com-
de desacierto o de una duplicación poco feliz, la sono- poner la voz extraviada y ésta procede en estilo imita-
ridad casi nunca se resentirá al tratarse de una voz tivo, “en sabios contrapuntos de técnica y ejecución
intermedia que pertenece al relleno armónico. complejas,”109 hemos de reconocer que el asunto es
En la sonoridad general de estos pasajes homofóni- comprometido. Y este brete lo hallamos refrendado en
cos podemos percibir tanto la armonía como la melo- Lorente, cuando contrapone la facilidad de composi-
día. En este sentido dice Bernal: ción del estilo homofónico con la dificultad del imitati-
vo; veámoslo:
Como hoy en día, con el término armonía se referían en
el siglo XVII al resultado de la simultaneidad de soni- era repartida su composición [la de un motete] entre
dos. Por el contrario, el significado del término melodía algunas voces distintas, haciendo sus entradas con imita-
no se establecía en oposición a armonía, sino que hacía ción, siguiéndose las unas a las otras, en el principio y en
referencia al efecto sensorial de esa armonía.106 el intermedio de la canción o motete, lo cual se observa
siempre en este género de composición, dando su princi-
A continuación de sus palabras Bernal trae a cola- pio en ella con imitación, siguiéndola las voces repetidas
ción otras de Nassarre que nosotros recogemos de veces, a diferencia de las composiciones de música que
se hacen sobre este nombre castellano: villancico, que
manera más íntegra por parecernos muy interesantes, por ser su composición más común, se permite (algunas
aunque ciertas expresiones puedan resultar algo tauto- veces) en sus entradas (o principios) comenzar las voces
lógicas: a consonancias (o fabordón), careciendo de lo difícil de
la imitación semejantes composiciones.110
Para los que no hacen distinción de la armonía a la melo-
día, digo que no es todo uno, porque la armonía es una El alma de la imitación es, como sabemos, el tema
resultancia audible de la variedad de sonidos y diversas
melódico a imitar. Este tema puede imitarse también
cantidades, y la melodía es el deleite causado de las con-
sonancias armónicas.107 rítmicamente y puede fragmentarse en pequeños moti-
vos o minúsculas células que contribuyen al desarrollo
Por ser la melodía compañera inseparable de la armonía, compositivo de la pieza y dinamizan y embellecen su
como efecto producido de ella, […] digo que melodía es discurso musical. Hay muchas maneras de proceder en
un deleite o dulzura que resulta de la armonía. Dije que la imitación, y los temas, en el momento de retomarse
eran compañeras inseparables, porque donde hay armo-
por las diferentes voces, pueden sufrir modificaciones,
nía perfecta no puede dejar de deleitar, que es el efecto
que produce, al cual llamamos melodía, porque se deri- tanto melódicas como rítmicas que vienen impuestas
por la marcha natural de todas las partes. Dice Lorente añadida a nuestro trabajo de reconstrucción y nos obli-
que “en la composición de la música es necesario, para gan a proceder con mayor cautela y atención. Por ejem-
ser bien hecha, el que haya un tema o sujeto, que es el plo, conviene decidir con acierto qué voz va a realizar
que comúnmente llamamos paso” y prosigue después la imitación, en qué lugar efectuará su entrada y cuál
de esta manera: será el intervalo pertinente. Como botón de muestra
obsérvense los inicios de las siguientes composiciones
Las obras de la música, para ser hechas con perfección, y apréciese el grado de diversidad, riqueza y artificio
requieren muchas cosas y, entre ellas, una de las más musicales que muestran:
principales e importantes es el que haya un tema o suje-
Nº 3 «Envuelto en sus esperanzas» (primer tema
to para que el compositor con sus operaciones, teniendo
respeto al fin que le mueve a obrar, poniendo materia o expuesto en el tenor y retomado a la octava superior
sujeto sobre el cual funde sus composiciones, será causa por el tiple 1º en el compás siguiente; segundo tema
para que sus obras salgan perfectas. […] y así el músico expuesto en el [tiple 2º], a distancia de semínima del
movido del fin, es, a saber, de aprovechar y deleitar los primer tema, y retomado por el alto a la octava inferior
ánimos de los oyentes con los acentos armoniosos, […] en el compás siguiente).
tiene el sujeto o tema sobre el cual está fundada su com-
Nº 10 «Montero, que por la selva» (primer tema
posición o canción, a la cual adorna después con diver-
sas modulaciones y con varias armonías. Advirtiendo expuesto en el tiple 1º y retomado a la quinta inferior
que el sujeto o tema, en la composición música, se llama por el [alto] en el compás siguiente; segundo tema
aquella parte sobre la cual el compositor saca la inven- expuesto por el tenor y retomado a la octava superior
ción de hacer las demás partes, o voces de la cantoría, por el tiple segundo en el compás siguiente).
aunque sean en crecido número. Nº 15 «Madrugaba una aldeana» (estribillo: primer
»Y también se advierta que el sujeto, tema o paso puede
tema expuesto en el tiple 2º y retomado al unísono por
ser de muchas maneras, porque puede ser de invención
propria, (esto es) que el mismo compositor le haya halla- el tiple 1º en el compás 21; segundo tema, con texto
do en su proprio ingenio, y también le puede haber diferente al del primero, expuesto por el [alto] y reto-
tomado de otras composiciones, acomodándole a su mado a la octava inferior por el tenor en el compás 22).
composición, […] según su inventiva, capacidad o inge- Y, por último, nº 21 «Reniego de Amor, zagales»
nio; y este sujeto o tema puede ser también una canción (primer tema expuesto en el [tiple 2º] y retomado al
de canto llano (o canto de órgano), llevándole cualquie-
unísono por el tiple 1º en el compás siguiente; segundo
ra de las voces, tenor, alto o tiple, &c., y podrá ser dos o
más partes que la una siga a la otra en fuga o canon u de tema expuesto por el alto, a distancia de mínima del
otra manera, siendo los sujetos pasos o temas sin fin; primer tema, y retomado por el tenor a la cuarta infe-
[…] y siempre será el tema o sujeto aquella parte con la rior en el compás siguiente).
cual el compositor diere principio a cualquiera composi- Cerone habla de las entradas con uno o dos temas
ción, sino es que las voces entren juntas a fabordón o en estos términos:
consonancias, sin tema o sujeto.111
algunas entradas […] son de dos diferentes maneras. La
Hemos de tener en cuenta que no todas las compo- una es de un sol[o] paso (que es la más usada); es, a
siciones de nuestro cancionero están planteadas con un saber, que todas cuatro voces dicen la mesma solfa, imi-
único tema, sino que muchas están pensadas también tando las demás partes a la primera que comienza. La
para que empiecen con dos temas. Un ejemplo de com- otra es de dos pasos; y es que dos voces cantan una solfa,
y otras dos otra diversa, la cual tengo por muy buena,
posición con un tema o paso lo tenemos al principio de
porque se deja entender la letra.113
la pieza nº 2 «Ojos, si vais a la fuente» (el tema es
expuesto en el tenor y retomado a la quinta superior por
Y Lorente resalta, incluso, una mayor proliferación
el [tiple 2º]112 en el compás siguiente, a la octava supe-
de temas:
rior por el tiple 1º en el compás 4 y de nuevo a la quin-
ta superior por el alto en el compás 5). y podrán ponerse dos sujetos, temas o pasos diferentes
Las obras con dos temas, al ser técnica y musical- en la composición sobre los cuales se funde la obra, y en
mente más ambiciosas, merecen una atención especial habiendo hecho la imitación suficiente se podrá tomar o
ya que, en honor a la verdad, suponen una dificultad mezclar otro tema […] o paso diferente.114
En las imitaciones hemos procedido con el mayor guna postura poco usada.”116 Para Lorente es preferible
esmero posible y no nos hemos limitado a componer la contravenir una norma que traicionar musicalmente el
parte extraviada siguiendo asépticamente las normas sentido del texto; veámoslo:
académicas de la sintaxis musical en lo referente a la
conducción de las voces y a la disposiciones interváli- Adviértase que es muy necesario en la música, en algu-
cas, sino que nos hemos planteado también las cues- nos casos particulares, tomarse algunas licencias,
tiones hermenéuticas, semánticas y retóricas que sur- haciendo excepciones de reglas, […] especialmente
cuando el sentido de la letra pide armonía particular,
gen de la estrecha relación entre texto musical y texto
haciendo demonstración del ingenio en la concordancia
poético. Si el resultado obtenido es satisfactorio, el que la letra, y lo sonoro y acorde de la música,
esfuerzo y tiempo empleados habrán valido la pena, hace[n].117
aunque somos perfectamente conscientes de que nues-
tra propuesta no es unívoca. Por mucho que se diga, los Por nuestra parte no hemos atentado contra las
musicólogos no podemos abarcarlo todo; hay aspectos reglas, pero tampoco nos hemos privado de escribir
de la praxis musical que se nos escapan, pues son com- notas comprometidas o realizar algún cromatismo
petencia exclusiva de los intérpretes, a los cuales invi- cuando el resultado sonoro ha sido bueno. Sabemos
tamos desde aquí a que realicen cuantos cambios con- que nuestra propuesta es forzosamente subjetiva y
sideren oportunos, si se consideran avalados por su aquello que a nosotros nos ha parecido bueno, quizá a
experiencia, musicalidad y familiaridad con este reper- otros no les parezca sino regular. Pero hemos actuado
torio. con honestidad y al menos hemos tocado al piano todas
Un aspecto muy interesante y enriquecedor que nos las obras transcritas y completadas, y no hemos dejado
ha surgido en la composición de la voz extraviada ha pasar ni un solo compás que a nosotros nos sonara mal.
sido el de las disonancias. En relación a su utilidad en Por eso insistimos en que el intérprete tiene también
el discurso musical dice Lorente: aquí su margen de libertad y decisión. Hemos descu-
bierto sonoridades bellísimas, en íntima concordancia
Saca el compositor dos provechos (demás de otros con el texto poético, de las que no podemos hacer rela-
muchos) en usar destas especies falsas y disonantes en la
ción aquí en aras de la brevedad, dejando que el lector
música. El primero es que con el socorro dellas se pasa
con más comodidad de una consonancia a otra. El y el intérprete las descubran y las disfruten por sí mis-
segundo es que la disonancia hace parecer la consonan- mos. Como decía Nassarre en sus Fragmentos músicos
cia que le sigue más deleitosa, y que sea comprehendida “son tantas las extraordinarias posturas inventadas por
más plausiblemente del oído. los grandes maestros prácticos destos tiempos, que a
»[…] han juzgado los maestros en la música que en sus querer hacer expresión de todas serían necesarios cre-
composiciones tuviesen lugar, no tan solamente las
cidos volúmenes.”118 También, por otra parte, nos he-
consonancias que llaman perfectas y las que nombran
imperfectas, sino también las disonancias que llaman mos acogido al concepto sensorial de la dulzura meló-
falsas y malas; y así decimos que la música práctica dica, tan magníficamente recogido y expuesto por
consta de consonancias y de disonancias; de conso- Bernal en su tesis, y que resumimos aquí con sus pro-
nancias como de principios intrínsecos y esenciales, y pias palabras:
de disonancias como de accidentes que dan perfección
a la música […]; las consonancias y disonancias, que Se desprende también de las afirmaciones de Nassarre,
son contrarias, pertenecen a la misma ciencia de la la aproximación a un concepto sensorial de la armonía.
música, por cuanto las disonancias se ponen en con- Aunque se siguen justificando las posturas por las
cierto para que las consonancias salgan más hermosas, “reglas del arte”, muchas veces, junto a los razonamien-
más armoniosas y sonoras.115 tos teóricos, se alude a que “suena bien” o “suena mal”
como justificación.119
En no pocas ocasiones nos ha asaltado la duda al
escribir tal o cual nota, y en otras tantas ha sido el texto
poético nuestro mejor aliado, puesto que algunas de sus
palabras, al referir estados de dolor o de tristeza, nos 116. Pablo NASSARRE, Fragmentos músicos, Madrid, Impren-
han autorizado a introducir, como diría Nassarre, “al- ta Real de Música, 1700. Edición facsímil y estudio a cargo de
Álvaro ZALDÍVAR GRACIA, Zaragoza, Institución Fernando el Cató-
lico, 1988, p. 235.
117. LORENTE…, p. 498.
118. NASSARRE, Fragmentos…, p. 217.
115. Ibidem, pp. 275-276. 119. BERNAL…, p. 282.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 39
Para finalizar este apartado, y después de haber ex- Dando lugar a un acorde de 5ª aumentada en pri-
puesto parte de nuestra estrategia en la composición de la mera inversión (nº 2 «Ojos, si vais a la fuente», tiple 1º,
voz extraviada, tan solo nos resta desear no haber cometi- cc. 30/31).
do demasiados errores y haber podido restituir, en lo posi- Dando lugar a una mutatio toni121 (nº 4 «¿Dónde
ble, esa bondad sonora y perfección musical de las obras voláis, pensamientos», tiple 1º, cc. 30/31).
a cuatro voces, que Nassarre refería con estas palabras: Dando lugar a un acorde de séptima de dominante
en primera inversión (nº 9 «El basalisco encarnado»,
toda la perfección de las composiciones está en las que tenor, cc. 11/12 y 15/16; nº 19 «¿Dónde, infeliz mari-
son a cuatro; y que todas las voces que se añaden, las posa,…?», tenor, cc. 50/51; véase, en circunstancias
deben considerar como accidentes, y no como esencia-
parecidas, nº 26 «¡Ay de la vida,…!», bajo, c. 5).
les para la perfección de la música.120
Dando lugar a un acorde de séptima en estado
fundamental (nº 14 «Dos zagalas de un retiro», tiple
1º, c. 57; en otras circunstancias: tiple 2º, cc. 29/30 y
1.4 Últimos apuntes musicales
42/43).
Algunos madrigalismos interesantes pueden obser-
Al término de esta introducción queremos incluir
varse en las siguientes piezas:
aquí algunos breves apuntes o comentarios de diversa
Nº 2 «Ojos, si vais a la fuente», líneas melódicas
índole que determinadas obras, por su especificidad o
quebradas, generalmente con saltos ascendentes, en
características puntuales, nos invitan a realizar.
todas las voces para el verso “y hasta que esos peñas-
En lo que a la interválica se refiere, destacaremos,
cos”.
como poco usuales (o usuales en menor medida), los
Nº 7 «No me le recuerde el aire», melismas sobre
siguientes intervalos:
las palabras “soplan” y “airecillos”. Interrupción de la
4ª aumentada ascendente (nº 22 «Balaba quejosa y
palabra “suspiros” mediante pausas.122
tierna», tenor, c. 45, palabra “ponzoña”).
Nº 14 «Dos zagalas de un retiro», ejemplo de músi-
4ª disminuida ascendente (nº 9 «El basalisco encar-
ca visual por el movimiento ondulatorio sobre las pala-
nado», tiple 1º, cc. 38/39; nº 10 «Montero, que por la
bras “a la orilla”, simulando las olas del mar.
selva», tiple 2º, c. 19).
Nº 16 «Cristal deshecho a pedazos», tenor, cc.
4ª disminuida descendente (nº 6 «Al compás de un
7/10, movimiento melódico descendente sobre el verso
arroy[u]elo», tenor, c. 20; nº 14 «Dos zagalas de un
“se precipitaba arroyo”. Inmediatamente después saltos
retiro», bajo, cc. 31/32 y 37/38).
de cuarta, quinta y octava ascendentes sobre la palabra
5ª disminuida descendente (nº 20 «Retratar, hoy, la
“montaña” en todas las voces.
niña pretendo», tiple 1º, cc. 61/62; nº 28 «A los ojos de
La disposición melódica, armónica y contrapuntís-
Amariles», tenor, c. 2).
tica del lamento,123 así como su estrecha relación con el
6ª menor descendente (nº 1 «Picóla una abeja a
texto poético, puede observarse en varias piezas:
Filis», varias voces, c. 18 y ss.; nº 2 «Ojos, si vais a la
Nº 1 «Picóla una abeja a Filis», estribillo, verso
fuente», alto, c. 19 y tenor, c. 20; nº 29 «Sin color anda
“por tu muerte.”
Marica», tenor, c. 2).
Nº 13 «Ave real peregrina», estribillo, verso “¡Ay,
6ª mayor ascendente (nº 4 «¿Dónde voláis, pensa-
que el alma me lleva!”
mientos», tiple 1º, c. 33).
Nº 30 «Enternecido un peñasco», estribillo, verso
7ª menor ascendente (nº 22 «Balaba quejosa y tier-
“¡Ay, triste pajarillo!”
na», tiple 2º, c. 46).
7ª menor descendente (nº 7 «No me le recuerde el
aire», tenor, c. 68; nº 21 «Reniego de Amor, zagales»,
121. Cfr. LÓPEZ CANO, Música y retórica…, p. 204. La muta-
tenor, cc. 27/28 y 31/32). tio toni viene definida aquí como “cambio súbito de modo.”
En varias obras de nuestro cancionero se dan cro- 122. Véase La música y la poesía en cancioneros
matismos, casi siempre ascendentes, impuestos por polifónicos…, vol. I, pp. 82-83.
123. Véase Mila ESPIDO-FREIRE, «Los lamentos hispanos
determinadas palabras del texto poético; veamos algu-
como tópicos semánticos en comedias palaciegas del XVII», Cam-
nos ejemplos: pos interdisciplinares de la musicología (V Congreso de la Socie-
dad Española de Musicología, Barcelona, 25-28 de octubre de
2000). Edición de Begoña LOLO, Madrid, Sociedad Española de
Musicología, 2002, vol. II, pp. 1137-1153. Véase también La músi-
120. NASSARRE, Segunda parte…, p. 255. ca y la poesía en cancioneros polifónicos…, vol. II, p. 23a.
40 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Queremos destacar también varios aspectos como La pieza nº 4 «¿Dónde voláis, pensamientos» trae
la inspiración, los hallazgos armónicos, la intención en los manuscritos la indicación “ecco” (c. 62) para las
musical y la expresividad de algunas piezas. Véanse, palabras “no, no me engañó” de un triste estribillo que
por ejemplo, la nº 13 «Ave real peregrina», en todo el dice:
estribillo; o la nº 24 «Dejen morirme de triste», para la
estrofa inicial. Cogí lágrimas y quejas,
La pieza nº 6 «Al compás de un arroy[u]elo» ofre- la tierra no me engañó,
que lo mismo sembré yo.
ce un texto poético con numerosas referencias y voca-
blos musicales, no desmereciéndole en absoluto su pro-
La mencionada indicación afecta a los cc. 62/64, ya
pio discurso musical. Véase cómo el fragmento
que éstos son una repetición exacta de los cc. 59/61.
musical de los cc. 1-7 se repite en los cc. 7-13 con los
Nassarre nos ofrece algunas sugerencias para la inter-
tiples intercambiando sus líneas melódicas124; y obsér-
pretación del eco:
vese también cómo el fragmento musical del verso
“dulcemente un jilguerillo” (cc. 19-22) se retoma Otras veces se ofrece cantar palabras que expresan dolor
inmediatamente a la quinta justa descendente (cc. 23- o lástimas, provocando a llanto, ha que se debe ajustar,
26). El tratamiento musical del verso “sus ecos esparce así en atemperar la voz como en el modo de las glosas
al aire” (cc. 26-37) está clarísimo en su intencionalidad en los movimientos; y así mesmo si, en cualesquiere
semántica sobre la palabra “ecos” y también con la palabras, se hiciere cargo de su significación, las canta-
rá con toda propiedad. A veces se hallan algunas adver-
inclusión de la pausa de semínima entre “sus ecos” y
tencias hechas por los compositores en el mismo canto
“esparce”; sólo nos resta confiar en que la parte del alto con semejantes palabras: Cántese a media voz u Eco.
escrita por nosotros se adapte perfectamente a la traza Cuando se advierte que se cante a media voz, la ha de
ideada por el compositor. Por último, en el c. 73 el apocar el músico durante aquellas palabras que pruden-
adverbio portugués devagar nos indica una interpreta- cialmente conociere, según el sentido de las sílabas que
ción pausada, lenta, muy acorde con el significado del lo pide y, acabadas de cantar, ha de proseguir con el
lleno de la voz. Cuando se advierte Eco, ha de apocar la
texto “no suspendas el canto”, espléndidamente indica-
voz más que la mitad, pero debe conformarse con todos
da para preparar la entrada, decidida y rotunda, del los demás que cantaren juntos, porque si la obra es a
fragmento final: “¡Prosigue! ¡Hechicen tus ecos, eleven cuatro o a más voces y en aquel período cantan todas,
tus voces!” también estará en todas hecha la advertencia del Eco, y
Un excelente contraste entre la delicadeza de la oyéndose unos a otros, deben igualarse la[s] voces, no
estrofa y el dinamismo y gracia del estribillo puede sonando más una que otra. Cuando hubieren juntas dos
o tres advertencias de Eco, la primera ha de ser a media
observarse en la pieza nº 22 «Balaba quejosa y tierna».
voz, la segunda a menos, y la tercera menos que la
La similitud melódica entre los tiples primeros en segunda; y se procede con el mismo orden si fueren
los inicios de las obras nº 9 «El basalisco encarnado» y más.126
nº 21 «Ligera y temerosa» (esta última del Libro de
Tonos Humanos125) nos invita y anima a seguir anali- Finalizamos estos breves apuntes o comentarios
zando y estudiando el discurso musical de estas obras, destacando con mucha atención la dulzura y expresivi-
sus referentes melódicos, sus estructuras armónicas dad melódicas de la copla a solo del tono nº 27 «¡Qué
definitorias y su posible pertenencia a un entramado dulcemente siente…!», puesto que son, a nuestro
musical general, a unos tópicos o lugares comunes, y entender y sin temor a exagerar, de una belleza incues-
en definitiva, a una coiné musical en la que todo se tionable e incomparable.
amalgama y se interrelaciona con todo.
1 1v-2r Anónimo Picóla una abeja a Filis Romance lírico Tz, 4; 2 y 5:2 Luis de Góngora
2 2v-3r Anónimo Ojos, si vais a la fuente Romance lírico Anónimo
3 3v-4r Anónimo Envuelto en sus esperanzas Romance lírico Tz, 3: Luis de Góngora
4 4v-5r Anónimo ¿Dónde voláis, pensamientos? Romance lírico Tz, 2: Gabriel Bocángel
5 5v-6r Anónimo Menguilla, el atrevimiento Romance lírico Anónimo
6 6v-7r Anónimo Al compás de un arroy[u]elo Romance lírico Anónimo
7 7v-8r Anónimo No me le recuerde el aire Romance lírico c/vr.:3 Calderón de la Barca
8 8v-9r Anónimo Encontrei ontem de tarde Romance lírico Anónimo
9 9v-10r Anónimo [¿Luiz de Christo?] El basalisco encarnado Romance lírico Tz, 3 y 6: Francisco Manuel de Melo
10 10v-11r Anónimo Montero, que por la selva Romance lírico Tz, 2 y 5: Antonio Hurtado de Mendoza
11 11v-12r Anónimo De las deidades del Tajo Romance lírico Anónimo
12 12v-13r Anónimo La labradora del valle Romance lírico Anónimo
13 13v-14r Anónimo Ave real peregrina Romance lírico Tz, 2: Francisco Manuel de Melo
14 14v-15r Anónimo Dos zagalas de un retiro Romance lírico Tz, 3: Antonio Hurtado de Mendoza
15 15v-16r Anónimo Madrugaba una aldeana Romance lírico Tz, 3: Fco. de Borja, Príncipe de Esquilache
16 16v-17r Anónimo Cristal deshecho a pedazos Romance lírico Anónimo
17 17v-18r Anónimo Acentos de mi cuidado Romance lírico Anónimo
18 18v-19r Anónimo Al Betis lleva el ganado Romance lírico Anónimo
19 19v-20r Anónimo ¿Dónde, infeliz mariposa,…? Romance lírico Tz, 3: Juan de la Carrera
20 20v-21r Anónimo Retratar, hoy, la niña pretendo Seguidillas reales c/vr.: Andrade Caminha
21 21v-22r Anónimo Reniego de Amor, zagales. Romance lírico Anónimo
22 22v-23r Anónimo Balaba quejosa y tierna Romance lírico Tz, 2: Antonio Hurtado de Mendoza
23 23v-24r Anónimo [Manuel Correa] “¡Venganza, griegos!” repite Romance lírico Anónimo
24 24v-25r Anónimo Dejen morirme de triste Romance lírico Anónimo
25 25v-26r Anónimo ¡Arroyo, no corras tanto! Villancico Anónimo
26 26v-27r Anónimo ¡Ay de la vida,…! Villancico Anónimo
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA
1. Incluimos únicamente la foliación del ms. 47-VI-11. Véase el apartado 1.1 de la «Introducción».
2. Remitimos a la tabla en la que, en el apartado 2.1, recogemos, numeramos y definimos todos los tipos de trazas.
3. En el CPMHL, ‘con variantes’ respecto a un poema / estribillo de…
41
II. Edición crítica de los textos poéticos
2.1 Fuentes y testimonios poéticos; fuentes mu- nes.1 Tanto los nombres como las definiciones han
sicales; ediciones y grabaciones; bibliogra- sido fijados según Genette2 y Gracián,3 acomodándo-
fía específica, y referencias literarias los a las necesidades del romancero lírico del siglo
XVII.
En esta tabla recogemos todos los tipos de trazas,
las ordenamos y ofrecemos sus respectivas definicio-
1
amplificación Desarrollo temático y estilístico del hipotexto.
2
disminución Se aminora el hipotexto tanto en su extensión como en el desarrollo del tema.
3
concisión Se abrevia el hipotexto sin disminuirlo temáticamente.
4
transformación Conversión métrica del hipotexto en romance.
5
transmutación Conversión de los efectos y los fines del hipotexto.
6
trasentonación Variación parcial o total del valor connotativo de la entonación poética del hipotexto.
1. «Picóla una abeja a Filis» y vente (Ncorpus, 15) es un precioso romance, «Mira-
ba dos sirguerillos»7, cuya quinta y sexta cuarteta ofre-
Fuentes y testimonios poéticos cen ya el juego de contrarios entre el agua y el fuego, y
la comparación de los ojos con una fuente que estructu-
El bello soneto de Luis de Góngora «Al tronco
ra todo el romance lírico. Transcribimos las dos cuarte-
Filis de un laurel sagrado» es el hipotexto del romance
tas referidas para que se pueda apreciar todo ello en tan
lírico (Tz, 4).4 En concreto, la escena del primer terce-
hermosos versos (vv. 21-28, f. 18r):
to, por lo que estamos ante un hipertexto por transmu-
tación (Tz, 5) y por disminución (Tz, 2). En la compo- Y tú, pensamiento mío,
sición del romance lírico se dejaron fijadas las en mis suspiros ardientes
siguientes huellas de lectura del soneto gongorino: el ve, sin quemarte las alas,
nombre de la dama; el uso de la metáfora tipificada de a visitar a mi ausente.
la descriptio puellae; la estructura sintáctica de dos Mata la sed en sus ojos
versos, y el lexema de una palabra decisiva en la acción y mira bien lo que bebes,
que en ellos nació mi vida
de la abeja, tal y como podrá apreciarse en los respec- y quizá mi vida muere.
tivos comentarios de las notas a la edición. Valga aña-
dir que, como bien anota Ciplijauskaité, varios epígra-
fes al soneto de Góngora rezan: «A una dama que
estando dormida la picó una abeja en la boca»5. Con el
romance lírico se ha reducido el episodio del soneto
para centrar la atención sólo en la escena de la abeja,
dando lugar, a su vez, a la recreación en el estribillo de
3. «Envuelto en sus esperanzas»
un motivo clásico en la poesía erótica desde Teócrito:
el deseo por parte del yo poético de metamorfosearse
Fuentes y testimonios poéticos
en abeja.6 El gusto barroco hiperboliza dicho motivo y
genera todo un juego poético de amor y de muerte, Hipertexto por concisión (Tz, 3) del famoso
retomando, también con ello, uno de los temas recu- romance «Sin Leda y sin esperanza» de Luis de Gón-
rrentes en la poesía cancioneril castellana. gora8 (R). En el aparato crítico consignamos todas las
variantes junto a los recursos de esta traza que se apli-
caron. Querol, que no llegó a comprender el circuito
artístico y creativo del romancero lírico, considera el
testimonio del cancionero lisboeta como obra, asimis-
mo, del poeta cordobés, asignándoselo bajo la afirma-
ción de que “no tengo duda alguna en atribuir este
2. «Ojos, si vais a la fuente» romance a Góngora” puesto que “desarrolla los mis-
mos conceptos, emplea varias palabras y tiene el
Referencias literarias mismo estribillo”9. Sin embargo, el lector debe saber
que nos hallamos ante uno de esos “once textos” que
Nos encontramos ante uno de los romances –¡de Querol publicó en el mencionado cancionero atribui-
entre los muchos que se escribieron sobre este tema!– dos a don Luis “con poco o ningún fundamento”10.
que recrean la canción de corte tradicional de las mozas
de cántaro. El primer testimonio encontrado donde
aparece el estribillo Pajarito, que vas a la fuente,/ bebe
7 Las fuentes del Romancero General (Madrid, 1600). XI.
Flor de varios romances. Novena parte. Edición, nota e índices por
Antonio RODRÍGUEZ-MOÑINO, Madrid, Real Academia Española,
4 El número de la traza (Tz) se corresponde con el que hemos 1957, ff. 17v-18.
fijado para cada una de ellas en la tabla que presentamos al inicio 8 Luis de GÓNGORA, Romances. Edición de Antonio CARRE-
del presente apartado. ÑO, Madrid, Ediciones Cátedra, 2000, pp. 363-364.
5 Luis de GÓNGORA, Sonetos completos. Edición, introducción 9 Cancionero Musical de Góngora. Recopilación, transcrip-
y notas de Biruté CIPLIJAUSKAITÉ, Madrid, Editorial Castalia, 1990, ción y estudio por Miguel QUEROL GAVALDÁ, Barcelona, Consejo
p. 161 n. Superior de Investigaciones Científicas, 1975, p. 80.
6 TEÒCRIT, Idil·lis. Text revisat i traducció de Josep ALSINA, 10 Véase Antonio CARREIRA, Gongoremas, Barcelona, Edi-
Barcelona, Fundació Bernat Metge, 1961, III, 12-14, p. 108. ciones Península, 1998, p. 393.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 45
Referencias literarias
4. «¿Dónde voláis, pensamientos?»
Desde que Lope de Vega escribiera el estribillo
para el testimonio del romancillo «¡Ay riguroso esta-
Fuentes y testimonios poéticos
do…!», incluido en el tercer acto de La Dorotea, pare-
Hipertexto por disminución (Tz, 2) del romance ce ser que proliferó el cultivo del motivo poético del
«¿Dónde voláis, pensamientos?» de Gabriel Bocán- diálogo entre el yo lírico con sus pensamientos. Recor-
gel11 (RP)12. El romance lírico está compuesto por demos la primera cuarteta de las tres que conforman el
cuatro de las siete cuartetas de la primera parte de RP estribillo de Lope15:
que consiste en el diálogo entre el yo poético y sus
pensamientos. La segunda parte está conformada por Dulces pensamientos
siete cuartetas más en las que, en cambio, el yo lírico que vais conmigo,
volveréis en el aire
cuenta y justifica sus aspiraciones a sus pensamien- de mis suspiros.
tos. Pero al poeta-compositor no le interesó ningún
elemento de esta segunda parte de RP; sólo la exalta- Antes que en La Dorotea, en El caballero de
ción del diálogo que tanto juego propiciaba para la Olmedo pone el romancillo en boca de Alonso, pero
polifonía. El motivo por el que las tres cuartetas de la con importantes variantes respecto al testimonio poste-
primera parte de RP no se aludan –no conformando, rior y sin el estribillo16. Aunque lo cierto es que, en su
por lo tanto, el material lírico del testimonio poético- estribillo, Lope no hizo sino retomar un tema de corte
musical– es debido a las siguientes causas: una pre- tradicional (Ncorpus, 657E y 2320). Así como también
senta el apóstrofe a la dama (v. 16), lo que condicio- de corte tradicional es el estribillo de Hurtado de Men-
naría la interpretación del romance lírico ante damas doza recuperado por el poeta-compositor en el testimo-
principales; otra no es propiamente un diálogo (vv. nio lírico (Ncorpus, 2323):
17-20), por lo que rompería la estructura del romance
lírico que se cierra con una cuarteta-sentencia de los
pensamientos; y la tercera en cuestión es la cuarteta
que marca la transición hacia la segunda parte de RP,
13 Antonio HURTADO DE MENDOZA, Obras poéticas de don
careciendo, así pues, de función poética en el roman-
Antonio Hurtado de Mendoza. Edición y prólogo de Rafael BENÍ-
ce lírico. TEZ CLAROS, Madrid, Real Academia Española, 1947-1948, vol. II,
pp. 316-317.
14 HSA, vol. I, p. 127: “XVI [Cancionero]. Primer tercio
del siglo XVII. Parece formado en algún convento carmelita
11 Gabriel BOCÁNGEL Y UNZUETA, Obras completas. Edición andaluz.”
de Trevor J. DADSON, Madrid, Universidad de Navarra-Iberoameri- 15 LOPE DE VEGA, La Dorotea. Edición de José Manuel BLE-
cana-Vervuert, 2000, vol. I, pp. 177-178. CUA, Madrid, Ediciones Cátedra, 1996, p. 271.
12 Gabriel BOCÁNGEL Y UNZUETA, Rimas y prosas, junto con 16 LOPE DE VEGA, El caballero de Olmedo. Edición, intro-
la Fábula de Leandro y Ero, Madrid, Juan González, 1627, ff. 53v- ducción y notas de Joseph PÉREZ, Madrid, Editorial Castalia, 1983,
55r (BN, R. 2882). Véase BLH, VI, p. 522a. II, vv. 1607-1654.
46 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
romance del poeta portugués con una de las glosas del Antonio Hurtado de Mendoza26 escribió, asimis-
conde de Villamediana: «Volved, Leonisia, a mirar»23. mo, una riquísima relación sobre «La Representación
En este poema de Villamediana, no sólo la proximidad de La Gloria de Niquea del Conde de Villamediana
en el nombre de la dama delata la mencionada herman- (1622)», obra, la de Villamediana, presente, a su vez,
dad, sino que también la peligrosidad, asimismo, de la en el romance lírico como comentamos oportunamente
Leonisa de la glosa y el tratamiento poético que se le en las notas a la edición. Sin embargo, lo que más se
da. potencia es el carácter venatorio, reduciendo a prota-
gonistas a los jóvenes monarcas en calidad de mitos,
por lo que el romance lírico puede ser considerado
como otro fruto más de las célebres e inolvidables –por
tantos motivos– Fiestas de Aranjuez de 1622.
Bibliografía específica
10. «Montero, que por la selva»
ETZION, «The Spanish Polyphonic Cancione-
ros…», p. 99.
Fuentes y testimonios poéticos
Hipertexto por disminución (Tz, 2) y transmuta-
ción (Tz, 5) del romance de Antonio Hurtado de Men-
doza «En el Pardo, el día claro» (OP)24, dedicado «A
los reyes, y a las damas de palacio, que se hallaron
entonces en Aranjuez»25. Debemos precisar, en cam-
bio, que Benítez Claros transcribe erróneamente el 12. «La labradora del valle»
primer verso del estribillo, puesto que hemos consul-
tado el manuscrito original y, en él, el estribillo es Referencias literarias
como lo hemos fijado y como lo recoge, asimismo, el
romance lírico, mientras que Benítez Claros transcri- El íncipit del estribillo de este romance lírico está
be: “En el Pardo claro el día”. También se equivoca en hermanado con aquel otro de corte tradicional que
su edición al fundir los dos versos del estribillo con Lope escribe, o bien recoge, en la jornada tercera de El
los dos primeros de la primera cuarteta; error que pro- labrador del Tormes (Ncorpus, 1978):
duce el equívoco en el cómputo de los versos y, en
Labrador, que vas al Tormes,
definitiva, en la comprensión de todo el poema. Parti- ¡allá vayas y no tornes!
mos, por lo tanto, de las enmiendas que hemos hecho
a su edición.
Hurtado de Mendoza escribió este romance a raíz
de la Fiesta de Aranjuez con que, en la primavera de
1622, se celebraba el decimoséptimo cumpleaños de
Felipe IV, así como también –con todo el esplendor del
que fue posible–, la renovación dinástica, un nuevo 13. «Ave real peregrina»
régimen y la llegada de un nuevo privado, el conde-
duque de Olivares. Pero al mismo tiempo, esa Fiesta de Fuentes y testimonios poéticos
Aranjuez fue el medio con el que hacer público y noto-
rio la fortaleza de la monarquía católica. El romance lírico es hipertexto por disminución
(Tz, 2) del romance «Ave real peregrina» de Francisco
23 Conde de VILLAMEDIANA, Poesía. Edición, prólogo y notas 26 Antonio HURTADO DE MENDOZA, «Relación de Antonio
de María Teresa RUESTES, Madrid, Editorial Planeta, 1992, pp. 583- Hurtado de Mendoza sobre la representación de La gloria de
584. Niquea del conde de Villamediana (1622)», Nobleza y espectáculo
24 Antonio HURTADO DE MENDOZA, Diversos romances del Sr. teatral (1535-1622). Edición de Teresa FERRER VALLS, Valencia,
don Antonio de Mendoza, ff. 26r-27r (BPR, ms. 2802). UNED-Universidad de Sevilla-Universitat de València, 1993, pp.
25 HURTADO DE MENDOZA, Obras poéticas…, II, pp. 52-55. 283-295.
48 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Referencias literarias
El romance de Melo remite de manera inmediata
al romance de Góngora «Ave del plumaje negro», del 15. «Madrugaba una aldeana»
que hay huellas en todas las cuartetas melodinas; hue-
llas que, en cambio, quedan difuminadas en el roman- Fuentes y testimonios poéticos
ce lírico por la traza que aplica el poeta-compositor.
Es hipertexto por concisión (Tz, 3) del romance
Asimismo, el romance de Melo remite, aunque en
«Madrugaba una aldeana» de Francisco de Borja, Prín-
menor medida, pero sí por el tratamiento de alguna
cipe de Esquilache (OV)33. Lo que no recoge el roman-
imagen, al soneto también de Góngora «Ave real, de
ce lírico es la reiterada recreación en la belleza de la
plumas tan desnuda». Por lo que, nuevamente29, pode-
mirada de la niña.
mos afirmar que la influencia gongorina va más allá de
los poemas extensos de Melo, a diferencia de lo que se
ha venido sosteniendo hasta ahora.30
2.2 Catalogación por temas y motivos de los VI. Diálogo del yo poético con animales o la natu-
romances líricos y otras letras raleza
II. Piscatorios
VII. La niña airosa
3. Envuelto en sus esperanzas
15. Madrugaba una aldeana
20. Retratar, hoy, la niña pretendo
III. Venatorios
9. El basalisco encarnado
V. Dolor y lamentos del yo poético
2.3 Criterios de edición caso de haber el mismo número de voces para cada una
de las variantes, fijamos el texto de la voz superior.
Modernizamos la ortografía siempre que no se A los romances a los que les hemos podido encon-
altere el valor fonético de la palabra. En cuanto al aviso trar su fuente poética, otros testimonios, así como refe-
«¡Al arma!», seguimos el criterio de Alberto Blecua de rencias literarias que nos ayuden a entender su fortuna
conservar la antigua forma, así como los lusitanismos poética o poético-musical, influencias de otras obras,
que, en este caso, fija el copista por su origen portu- de otros poetas, etc., cuentan al final del aparato crítico
gués. Acentuamos según las normas académicas, y, res- con una llamada que así lo indica y que remite al apar-
pecto a la puntuación, tal y como viene siendo costum- tado pertinente. Por último, sólo nos queda decir que en
bre en nuestras ediciones, al trabajar con un arte en las notas a pie de página recogemos imágenes, figuras
movimiento –la música–, nos esforzamos por respetar, retóricas y tópicos literarios que, si bien en algún caso
cuando nos es posible, su juego estilístico con la poe- podrían considerarse obvios para los filólogos, en cam-
sía. En los casos de ambivalencia, seguimos el dictado bio no tienen por qué serlo para otros profesionales de
de la presencia o ausencia de pausas musicales. ámbitos diversos para quienes también está pensada la
Sólo enmendamos cuando el error del copista es presente edición.
evidente y lo hemos cotejado con los manuscritos
delante, por lo que no hay enmienda que no quede lo
suficientemente justificada en el aparato crítico. En
cuanto a las variantes de las tres voces conservadas,
mantenemos las que cantan la mayoría de ellas, y en el
III. Crítica de la edición musical
embargo, en nuestra transcripción hemos obviado este que se nos han conservado en dos o tres copias,
signo convencional por las incongruencias1 que presen- requisito imprescindible para la confrontación de las
ta la notación, ya que no siempre se cumplen los grupos diversas lecturas y variantes, y el establecimiento del
ternarios, y, también, para no dificultar la lectura de la texto definitivo. Quizá la solución pase por recurrir a
música, sobrecargando la edición con demasiados sig- los sofisticados medios informáticos. En este senti-
nos. Es cierto que la presencia de las hemiolias llena la do, habría que utilizar, exclusivamente, las alteracio-
partitura de muchas ligaduras modernas de prolonga- nes escritas con total fiabilidad en los manuscritos y
ción a causa de las síncopas, pero es un mal menor. Ade- elaborar los pertinentes listados y estadísticas, a la
más, estas ligaduras se usaban en la época, al igual que par que un análisis detenido de la modalidad, de los
las líneas divisorias, cuando las obras se “partían” para giros melódicos, de las disposiciones armónicas y de
su ejemplificación.2 Antes bien, creemos que con ello se las relaciones entre música y texto. Es posible que
gana visualmente y se perciben las síncopas con más entonces estemos en condiciones de confrontar
claridad y antelación, con el fin de enfatizar las notas aspectos y situaciones, y actuar con mayor seguri-
que convenga, siempre en relación con el texto, eviden- dad.
temente. Lo importante también es que el intérprete no En nuestra edición escribimos las alteraciones
perciba las divisorias con el sentido rítmico y acentual añadidas siempre encima de la nota a la que afectan.
que tienen en nuestra moderna escritura musical. Cuando van entre paréntesis indican una propuesta
La cuestión de la semitonía es siempre problemá- subjetiva y sugieren una interpretación ad libitum
tica y polémica, sobre todo, en obras con texto en para el músico práctico. Con el fin de evitar malen-
romance. Es verdad que se pueden rastrear algunas tendidos, hemos optado por colocar la alteración
indicaciones en los teóricos que resultan útiles,3 pero el correspondiente a toda nota que la precise, afectándo-
problema es, hoy por hoy, insoluble, por lo menos en la única y exclusivamente a ella, aunque se repita en
un tanto por ciento de manuscritos bastante elevado. una misma voz y compás, y aun yendo a contraco-
Los musicólogos luchamos contra dos inconvenientes. rriente de nuestra práctica moderna. Hacemos una
En primer lugar, contra la inclusión de accidentales excepción en las alteraciones de precaución, ya que
fuera de las claúsulas que, en numerosas ocasiones, se las utilizamos para deshacer una alteración anterior,
convierte en un problema de difícil solución; y, en
únicamente cuando ésta se halla en el mismo compás
segundo lugar, contra los errores del copista, ya que, a
y en la misma voz. Por otra parte, conviene tener pre-
veces, es preciso suprimir alguna alteración escrita. La
sente que, en la época, era normal escribir el <, en
norma general de la mayoría de musicólogos en este
función de >, afectando a las notas MI y SI, cuando se
aspecto de la transcripción es, o debería ser, la pruden-
quería que éstas fueran naturales, es decir, que el can-
cia. La misma que hemos adoptado nosotros, puesto
tor no las bemolizara por inercia. Comoquiera que, en
que un exceso de alteraciones da lugar a una versión
nuestro sistema actual de escritura, el > sólo tiene
demasiado tonal, y la parquedad conduce a una inter-
sentido si anula una alteración anterior u otra presen-
pretación estrictamente modal.
te en la armadura, o si se utiliza como alteración de
No es posible resolver el problema a través de la
precaución, por estas razones, pues, hemos creído
metodología ecdótica que pone a nuestro alcance la
conveniente suprimirlos de la edición, ya que sólo
crítica textual,4 porque, son muy escasas las piezas
pueden inducir a error. Sin embargo, consideramos
útil recogerlos en las notas críticas por cuestiones de
índole interpretativa.
1 Cfr. Mariano LAMBEA, «Teoría y práctica del compasillo y Las ligaduras antiguas se señalan en la transcrip-
de la proporción menor», Revista de Musicología, XXII, 1 (1999),
pp. 153-154. ción mediante un corchete horizontal. Las modernas de
2 Véase Pedro CERONE, El melopeo y maestro. Tractado de expresión que trae el manuscrito, y que afectan a dos o
musica theorica y pratica. Nápoles, Iuan Bautista Gargano y Lucre- más notas, se transcriben tal cual están, aunque, a
cio Nucci, 1613. Edición facsímil de F. Alberto GALLO, Bologna,
Forni editore, 1969, vol. II, p. 746. Un ejemplo con nuestras liga-
veces, no estemos muy de acuerdo con su ubicación en
duras puede verse en la p. 662. determinadas sílabas. Corresponde, pues, al intérprete
3 Véase Mariano LAMBEA, «La cuestión de la semitonía subin- determinar su expresión. Las omisiones evidentes del
telecta en Cerone (El Melopeo y maestro, 1613)», Nassarre, XII, 2 copista se señalan en la transcripción mediante ligadu-
(1996), pp. 197-216.
4 Véase Alberto BLECUA, Manual de crítica textual, Madrid, ras discontinuas, que también conviene que sean obser-
Editorial Castalia, 1983. vadas por nuestros cantantes.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 97
Tiple 1º Tiple 1º
C. 21,3: SI = (FA natural por la transposición). Es CC. 12,1,3/13,1: Estos dos LA vienen sostenidos
alteración de precaución que omitimos en la transcrip- en el manuscrito. Creemos que se trata de un error y los
ción; además, aquí no tiene sentido, puesto que a nin- transcribimos naturales.
gún cantor se le ocurriría hacer este FA <.
C. 13,3: MI mínima. La transcribimos por FA que
es la nota que corresponde.
Tiple 2º
Transcribimos a la octava superior la parte del
alto de la pieza «Sin Leda y sin esperanza»9, ya que se
trata de la misma composición que la que nos ocupa.10
Alto
CC. 65,3/66,1: FA semibreve ennegrecida con
puntillo. La transcribimos sin puntillo que es el valor 6. «Al compás de un arroy[u]elo»
que le corresponde según las voces restantes.
Tiple 1º
Alto
Tiple 1º Guión
C. 30,2-3: LA y SI mínimas que dan octavas con el C. 5,1: LA mínima. Esta nota aquí da lugar a un
tenor. Las transcribimos por MI y RE. acorde en segunda inversión al dar del compás. La
C. 103,2: LA mínima. La transcribimos por SOL< transcribimos por RE.
que es la nota que corresponde. C. 74: FA semibreve perfecta. La transcribimos
por LA mínima y FA semibreve imperfecta para evitar
la disonancia con el MI del tiple 1º.
C. 78: LA semibreve. La transcribimos por breve que
es el valor que le corresponde según las voces restantes.
•Observación
El Cancionero Musical de Onteniente, en su única
22. «Balaba quejosa y tierna» voz conservada (cantus primus, a 4, Correa), trae la misma
música que nuestro tiple 1º (para la estrofa del romance) y
que nuestro tiple 2º (para el estribillo), lo cual ya nos da
Tiple 1º una idea de que, en el repertorio que tratamos y en piezas
escritas para dos tiples, alto o tenor, y tenor o bajo, los dos
C. 21,3: El LA corchea lleva un sostenido en el
tiples suelen ser intercambiables, tal como afirma Judith
manuscrito. No tiene sentido esta alteración aquí.
Etzion12. Pero se da la circunstancia, además, de que las
Quizá el copista la quiso escribir para el SI mínima del
últimas notas del cantus primus, las que en nuestra trans-
compás siguiente, donde tendría sentido en función de
cripción del tiple 2º deberían corresponder al fragmento
becuadro y como alteración de precaución.
comprendido entre los compases 105-112, ambos inclusi-
ve, no son las mismas; son otras notas que, sin embargo,
Tiple 2º
curiosamente, nos vienen a la perfección para el alto, que
C. 20: FA semibreve perfecta. La transcribimos es la voz que falta y que nosotros hemos compuesto. No
por semibreve imperfecta y mínima para articular deja de ser interesante esta cuestión: observar cómo, en la
correctamente el texto. fuente onteniense, la única parte musical conservada de
una obra escrita a cuatro voces se reparte en nuestro can-
cionero entre tres voces. Nunca lamentaremos lo suficien-
te que al Cancionero Musical de Onteniente le falten tres
voces y a nuestro lisboeta, una, aunque la esperanza de
que algún día aparezcan esos cuadernos o libritos por
ahora extraviados, nunca la vamos a perder.
Tiple 1º
C. 57: LA< en el manuscrito. Se trata de un error,
puesto que no tiene sentido esta alteración aquí. Es posible
25. «¡Arroyo, no corras tanto!»
que el sostenido deba afectar al SOL del compás siguiente,
como así lo sugerimos nosotros en la transcripción.
•Observación
En los manuscritos consta la indicación “Tono a 4”.
Tenor
C. 23: LA<. No tiene sentido esta alteración aquí. 12 Véase la nota 99 del apartado 1.3 La reconstrucción de la
Hacemos caso omiso de ella en la transcripción. voz extraviada.
102 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Tiple 1º •Observación
En el tiple 1º, al final de la copla a solo, consta la
C. 2,3: SOL< en el manuscrito. Creemos que se
siguiente indicación: “Al fin de cada copla se va al
trata de un error. A pesar de que el texto traiga la pala-
principio, al bocado del estribillo.” En las voces res-
bra “duro”, y pueda esperarse una disonancia musical,
tantes las indicaciones son similares.
como sería de rigor, lo cierto es que este acorde de
quinta aumentada en estado fundamental suena mal, En los manuscritos consta la indicación “Tono a 4”.
por lo que omitimos esta alteración en la transcripción.
Guión
C. 2,3: Debajo del DO figura un 5 con un sosteni-
do encima. Los eliminamos de la transcripción por las
razones expuestas en la nota crítica anterior.
28. «A los ojos de Amariles»
•Observación
En todas las voces, al final de las coplas, consta la •Observación
siguiente indicación: “En diciendo cada uno su13 copla, En todas las voces, y también en el guión, al final
se dice el estribillo hasta la raya.” La raya del estribillo de las coplas, consta la siguiente indicación: “tírale
es la divisoria que figura en medio del c. 8. Por nuestra supra verte”. “Tírale” es una palabra del estribillo (que
parte, tan sólo queremos añadir que nos parecería lógi- el tiple 2º omite en la indicación) que remite al c. 43.
co que, tras la interpretación a cargo del tiple 2º de la Por nuestra parte, tan sólo queremos añadir que nos
última copla, que es la octava, se interpretara el estribi- parecería lógico que, tras la interpretación de la última
llo completo, es decir, hasta el c. 17. copla, que es la tercera, se interpretara el estribillo
En los manuscritos consta la indicación “Tono completo, es decir, hasta el c. 56.
a 4”. En los manuscritos consta la indicación “Tono a 4”.
•Observación al texto
Tiple 1º
CC. 32-35: El manuscrito trae “no reconoce tus
luces”, pero nosotros transcribimos “tus luces no reco-
27. «¡Qué dulcemente siente…!» noce”, que es lo que cantan las voces restantes.
Guión
C. 37,2: En el manuscrito viene un = encima del
6. Tanto si afecta a la tercera como a la sexta, sería una
alteración de precaución equivalente a un becuadro
debido a la transposición. En cualquier caso la omiti-
mos en la transcripción.
29. «Sin color anda Marica»
C. 40,1-2: El cifrado = encima del 6 figura en el
RE mínima; sin embargo, lo desplazamos para el RE
semimínima siguiente, tal como consta en el primer Tiple 1º
CC. 8,3-9,1: Pausa de mínima y MI mínima. Las
transcribimos por pausa de semimínima y MI semimí-
13 En el guión “una” en lugar de “su”. nima, atendiendo a las voces restantes.
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 103
Tiple 1º Tiple 3º
CC. 74-79: No nos ha sido posible transcribir este CC. 45,3-46,1: SOL semibreve ennegrecida con
fragmento tal y como viene en el manuscrito, porque puntillo. La transcribimos sin puntillo para la correcta
algunas notas están tachadas y porque se dan continuas distribución de los valores.
Índice alfabético de las composiciones
contenidas en este volumen
Texto Música
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COMPOSICIONES
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA 115-318
COMPOSICIONES
Nota bene
Publicación semestral. Los socios recibirán 11. Catálogo del Archivo de Música de la Catedral de
gratuitamente los dos números anuales, desde el Ávila, por José López-Calo. Santiago de Com-
momento de su alta en la SEdeM. postela, 1978, 308 pp., ilustraciones.
12. Índices de la revista Tesoro Sacro Musical, 1917-
Vol. I, 1-2. (1979) – Vol. II, 1 y 2. (1979) – Vol. III, 1978, por José López-Calo. Madrid, 1983, 400
1-2. (1980) (agotado) – Vol. IV, 1 y 2 (reimpresión). pp.
(1981) – Vol. V, 1 y 2. (1982) (agotado) – Vol. VI, 1- 13. La música en la catedral de Las Palmas (1514-
2. (1983) (agotado) – Vol. VII, 1. (1984) – Vol. VIII, 1600). Documentos para su estudio, por Lola de
1 y 2. (1985) – Vol. IX, 1 y 2. (1986) – Vol. X, 1, 2 y la Torre. Madrid, 1983, 88 pp.
3. (1987) – Vol. XI, 1, 2 y 3. (1988) – Vol. XII, 1, 2 y 14. La música en la catedral de Sevilla (1484-1606).
2B. (1989) – Vol. XIII, 1, 2 y 3. (1990) – Vol. XIV, 1- Documentos para su estudio, por Robert Steven-
2 y 3. (1991) – Vol. XV, 1 y 2-3. (1992) – Vol. XVI, 1, son. Madrid, 1985, 116 pp.
2 (agotado), 3, 4, 5 y 6. (1993) – Vol. XVII, 1-2. 15. La música en el Monasterio de Santa Ana de Ávila
(1994) – Vol. XVIII, 1-2. (1995) – Vol. XIX, 1-2. (Siglos XVI-XVIII), por Alfonso de Vicente Del-
(1996) – Vol. XX, 1 y 2. (1997) – Vol. XXI, 1 y 2. gado. Madrid, 1989, 268 pp.
(1998). Vol. XXII, 1 y 2. (1999) – Vol. XXIII, 1 y 2. 16. Bibliografía del Folklore Musical Español, por
(2000) – Vol. XXIV, 1-2. (2001) – Vol. XXV, 1 y 2. Emilio Rey García. Madrid, 1994, 284 pp.
(2002).- Vol. XXVI, 1 y 2 (2003) – Vol. XXVII, 1 17. Íncipit de poesía española musicada ca.1462 -
(2004) ca.1710, por Mariano Lambea. Madrid, 2000,
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18. Índices de la Revista de Musicología (1978-1999),
por Begoña Lolo, Carlos José Gosálvez, Maria-
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1999, 417 pp. Hernández. Madrid, 1989, 68 pp.
13. Días de Gloria y Muerte. Misas de José de Torres en 10. Salvador Rexach: Sonatas y tríos para violines y
honor de Luis I. Ed. de Begoña Lolo. Madrid, bajo. Ed. de Lothar Siemens Hernández.
2000, 255 pp. Madrid, 1990, 58 pp.
14. Francisco Manalt: Obra armónica en seis sonatas 11. Juan Oliver y Astorga: Sonatas 1-6 para violín y
de cámara de violín y bajo solo. Edición de Lothar bajo (Londres, 1767). Ed. de Lothar Siemens
Siemens y Lourdes Bonnet. Madrid, 2001, 76 Hernández. Madrid, 1991, 64 pp.
pp. 12. Juan Oliver y Astorga: Seis sonatas en trio IV-IX.
15. La música y la poesía en cancioneros polifónicos del Ed. de Emilio Moreno. Madrid, 1999, 112 pp.
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nico de Lisboa, vol. I. Intruducción y edición crí- variaciones sobre el «Minué afandangado» para
tica de Mariano Lambea y Lola Josa, Madrid, forte piano. Ed. de Genoveva Gálvez. Madrid,
2004. 2000, 36 pp.
14. Francisco Manalt (ca. 1710-1759): Obra armónica
en seis sonatas de cámara de violín y bajo solo
Sección E: Cuadernos de música antigua (Madrid, 1757). Ed. de Lothar Siemens y Lour-
des Bonnet. Madrid, 2001, 54 pp.
11. Cuatro Villancicos de Cáceres (siglo XVI). Estudio 15. José Lidón: La música para teclado. Edición crítica.
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Madrid, 1980, 31 pp. 2002, vol. I, 216 pp.
12. Obras inéditas para tecla (Herrando, Scarlatti, 16. José Lidón: La música para teclado. Edición crítica.
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transcripción por Rosario Álvarez Martínez. 2004, vol. II, 252 pp.
Madrid, 1984, 64 pp.
13. Ya rompen sus velos, Villancico de Navidad a 8 con
chirimías y bajo continuo de Diego Durón (1653- Sección F: Ediciones en facsímil
1731). Introducción y transcripción por Lothar
Siemens Hernández. Madrid, 1984, 60 pp. 11. Theórica y práctica del temple para los órganos y
14. Sebastián Raval: 6 cánones. Estudio y transcrip- claves. Manuscrito autógrafo de Antonio Soler.
ción por Máximo Pajares. Madrid, 1985, 86 pp. Madrid, 1983, 67 pp.
15. «La feria» y «Las cañas», ensaladas de Fray Mat- 12. Antiphonal Silense, British Library. Mss. Add.
heo Flecha. Edición a cargo de Mª Carmen 30.850. Introducción e índices por Ismael Fer-
Gómez. Madrid, 1987, 68 pp. nández de la Cuesta. Madrid, 1985, 44 + 494
16. Dos tríos de Pla (siglo XVIII): trío en re menor pp.
(oboe, violín y violoncelo) y en sol Mayor (dos flau- 13. Compendio de El Arte de Organería. Introducción
tas y bajo). Introducción y transcripción por y edición a cargo de Louis Jambou. Madrid,
Beryl Kenyon de Pascual. Madrid, 1987, 61 pp. 1987, 132 pp.
17. Seis sonatas para teclado de Manuel Blasco de 14. Francisco Salinas: Musices Liber Tertius. Estudio
Nebra. Edición a cargo de Inmaculada Cárde- preliminar de J. Javier Goldáraz Gaínza. Intro-
nes. Madrid, 1987, 48 pp. ducción al texto latino, edición y traducción
18. José Herrando: tres sonatas para violín y bajo solo por Antonio Moreno Hernández. Madrid,
y una más para flauta travesera o violín, entre las ONCE-SEdeM, 1993, 380 pp.
que se incluye la intitulada: «El Jardín de Aranjuez
en tiempo de Primavera, con diversos cantos de
páxaros y otros animales». Introducción y trans-
cripción por Lothar Siemens Hernández.
Madrid, 1987, 60 pp.
322 MARIANO LAMBEA Y LOLA JOSA
Sección G: Discografía. Colección «El Pa- dez, violonchelo. Eduard Martínez, clave.
trimonio Musical Hispano» Juan Carlos de Mulder, guitarra barroca. Anto-
ni Trigueros, locución. 2000.
11. José de Nebra (1702-1768): Dos Lamentaciones y 15. Obras para violín y piano de Joaquín Turina (1882-
Oficio de Difuntos para Fernando VI y Bárbara de 1949). Manuel Guillén, violín. Luís Rego,
Braganza. Estil Concertant. Estrella Estévez, piano. 2000.
soprano. Victoria, Cor de Cambra de València. 16. Días de gloria y muerte. Dos misas de José de
Dirección: Josep R. Gil-Tàrrega. 1999. Torres (1670-1738). Estil Concertant. Dirección:
12. El piano en el salón romántico. Obras de Santia- Josep R. Gil-Tàrrega. 2001.
go de Masarnau (1805-1880), Juan María Guel- 17. Manuel Canales (1747-1786): Cuartetos de cuerda
benzu (1819-1886), Martín Sánchez Allú (1825- op. 1. Cuarteto Cambini: Miguel Simarro, pri-
1858), Adolfo de Quesada (1830-1880), mer violín. Eva-Maria Röll, segundo violín. Lot-
Dámaso Zabalza (1835-1894), Federico Chueca har Haass, viola. Ulrike Mix, violonchelo. 2001.
(1846-1908) e Isaac Albéniz (1860-1909). Ana 18. Música para dos órganos en la catedral de Cuenca.
Vega Toscano, piano. 1999. Obras de Pedro José Blanco (¿?-1811), Francis-
13. Celebrando a Carlos Patiño (1600-1675). Obras co José Olivares (1778-1854), Julián Paxarón
religiosas para uno y dos coros y bajo continuo. (ca. 1778-después de 1811) y Nicolás Sabas
Coro de Cámara de la Schola Cantorum de la Gallardo (ca. 1805-ca. 1849). Heinrich Walther
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. y Michael Fuerst, organistas. 2002.
Dirección: Emilio Trabaue. 2000. 19. Jesús de Monasterio (1836-1903): Veinte estudios
14. El violín español del siglo XVIII. Música en torno artísticos de concierto para violín con acompa-
a la Capilla Real. Obras de José de Herrando ñamiento de un segundo violín. Manuel Gui-
(1720-1763), Francisco Courcelle (1702-1778), llén y Pablo Suárez. (violines). 2003.
Francisco Manalt (ca. 1720-1759), Juan de 10. Jesús de Monasterio (1836-1903): Obras para
Ledesma (ca. 1713-1781) y anónimos. Emilio violín y piano. Manuel Guillén (violín) y
Moreno, violín barroco. José Manuel Hernán- María Jesús García (piano). 2003.
ESTE LIBRO,
QUE CONTIENE LOS TREINTA PRIMEROS
ROMANCES LÍRICOS Y OTRAS LETRAS DEL
CANCIONERO POÉTICO-MUSICAL HISPÁNICO DE LISBOA,
HA SIDO ESTAMPADO EN LAS PRENSAS DE GRÁFICAS ARABÍ,
EN LA VILLA DE DAGANZO (MADRID),
EL 6 DE OCTUBRE, DÍA EN QUE FALLECIÓ EN VIENA (1532)
ALFONSO DE VALDÉS,
AUTOR DEL LAZARILLO DE TORMES.