Injustamente perseguidas

Aves de presa, de rapiña o

rapaces: especies,
características y ejemplos
Estas aves tienen un rol importante para mantener el
equilibrio de la naturaleza. Se las combate por creerlas
dañinas.

Espléndida águila coronada que fue liberada en 2009 por el Zoológico porteño.
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21/08/2021 9:00 
 Clarín.com
 Buena Vida
Actualizado al 21/08/2021 9:00

Quizás porque su nombre no les hace demasiada honra, la condena

es la primera reacción que generan. A las aves de presa o de
rapiña las revolotean el prejuicio, la ignorancia y mucho
folclore. Por desconocimiento y por miedo, a las aves de rapiña se
las ataca, se las combate, se las mata. Sin embargo, lejos de ser
dañinas o una amenaza, tienen un rol clave para la biodiversidad.
Si se considera que la salud de los ambientes depende en
buena medida del equilibrio entre las especies que los
componen, hay que decir que, al predar sobre otros animales,
las aves rapaces controlan su proliferación. Serpientes,
roedores, murciélagos y hasta otras especies de aves aumentarían
su número de manera peligrosa si no fuesen mantenidas a raya por
sus predadores naturales.
Y esto es importante tanto en pequeñas poblaciones, ciudades y en
todos los diferentes ecosistemas en donde se encuentren: las aves
de presa contribuyen al equilibrio y a nuestra propia salud de un
modo mucho más directo del que tal vez tengamos idea.

Para los expertos, lejos de tener connotaciones negativas, estas

aves deberían ser revalorizadas y, por su rol, dignificadas. De
allí que, además de identificar, monitorear y restaurar áreas
importantes para la conservación de las aves, llevan a cabo
proyectos que se basan en la educación con la idea de que los
pobladores locales tengan una vinculación diferente con ellas, en
especial con las especies amenazadas.
Entonces, ¿cuáles son las aves de presa? ¿Qué especies hay y
cuáles son sus características?
Los cóndores andinos son aves carroñeras. Comen de los cadáveres.

Las aves de presa: qué especies hay y cuáles son sus

características
Dentro de las aves, las rapaces conforman un grupo
especial. A pesar de la evolución a lo largo de los siglos y a
diferencia de la mayoría de las aves modernas, estas aves han
logrado mantener una característica ancestral: la habilidad de
ser predadoras.
“En la actualidad, entendemos como aves rapaces (o de presa) a
todas aquellas cuya alimentación primaria está constituida por
otros vertebrados que ellas mismas capturan”, explica Juan José
Bonanno, coordinador de área Comunidad de Aves Argentinas,
una organización que nació hace más de cien años con el fin de
proteger las aves silvestres y la naturaleza de nuestro país.
Miembro de BirdLife International, la red de organizaciones
dedicadas a la conservación de la naturaleza más grande del
mundo, Aves Argentinas trabaja junto con investigadores,
técnicos y una amplia red de voluntarios en la conservación de
cerca de mil especies de aves silvestres y de sus ambientes a través
de proyectos, promoción de políticas públicas y de acciones
concretas para la conservación, investigación, educación y
divulgación. Se puede seguir el gran trabajo de esta organización
en su página web, en Instagram o en Facebook.
Los búhos y lechuzas tienen una gran capacidad para la caza nocturna.

El coordinador de Aves Argentinas Juan José Bonanno aclara que

“Por motivos prácticos o educativos, se suele englobar a varias de
estas aves bajo el mismo rótulo. Sin embargo, muchas de ellas se
encuentran más emparentadas con aves no rapaces, como los loros
y carpinteros, que entre ellas mismas”.

Águilas, halcones, búhos y lechuzas forman parte del grupo de

las aves rapaces. También hay que sumar otras aves menos
conocidas, como las chuñas, que son las únicas sobrevivientes de
un linaje de aves que fueron las principales depredadoras durante
la prehistoria más reciente de nuestro continente.
En la lista también hay que incluir a los cóndores y los jotes, que
hasta no hace mucho eran considerados el grupo hermano de las
cigüeñas (varios estudios moleculares demostraron que, en
realidad, su familia más cercana es la de las águilas).
Se dan algunos ejemplos, ya que el listado de aves rapaces es de
una gran vastedad y hay distintos tipos de águilas, halcones,
lechuzas, cóndores que están divididos entre aves rapaces
diurnas y aves rapaces nocturnas. En cualquier listado no
pueden faltar los caranchos y los gavilanes, que son los más vistos
en los cielos de Buenos Aires. Ni los buitres, el maravilloso águila
real, el mochuelo, el busardo ratonero o el buitre quebrantahuesos,
si incluímos aves rapaces de todos los continentes.
Un águila pescadora de Asturias, España.

Entre las características que presentan las aves rapaces está el

de un agudo sentido de la vista. “Esta particularidad, que
comparten todas las aves de rapiña, les permite identificar a sus
presas”, apunta Bonanno. Al sentido de la vista se suman las
garras y un pico curvo, tres pilares que les permiten depredar
sobre otros animales de manera muy efectiva: atrapan a sus
víctimas con sus picos, las transportan con sus garras y desgarran
su carne.
La harpía y el águila pescadora, que son aves rapaces
diurnas, capturan a sus presas de esta manera. Y también el
halcón peregrino, que forma parte del grupo de los halcones y
que está considerado el animal más veloz del mundo: alcanza
los 300 km/h al abalanzarse en picada sobre sus presas.
La mayoría de los búhos y lechuzas han desarrollado
habilidades que les permiten la caza nocturna. “Además del
oído agudo, con el que pueden detectar el más leve movimiento en
su entorno, cuentan con una visión binocular: sus ojos están
ubicados al frente de la cabeza y no a los lados”, precisa
Bonanno. Las plumas de las rapaces nocturnas tienen una
estructura especial: pueden batir sus alas sin emitir sonido.

Halcón peregrino. El ave más veloz, alcanza los 300 km lanzado rumbo a la presa.

La dieta de las rapaces es variada. Los halcones, por ejemplo,

tienen la más amplia de todas ellas: desde serpientes hasta
chimangos y caranchos. Pero no siempre: hay algunos que
comen solo serpientes. Los jotes y cóndores americanos, en
cambio, son aves carroñeras: sus presas están muertas.
“Tienen un gran sentido del olfato, que utilizan para detectar a sus
presas. Por otra parte, no poseen plumas ni en la cabeza ni en
el cuello, que evita que transporten las bacterias que está en la
materia en descomposición”, apunta Bonanno.
Las garras de jotes y cóndores no tienen el poder prensil de otras
rapaces, y sus picos son más débiles. Dice Bonanno:
“Lamentablemente, mucha gente las combate debido a que tiene la
falsa percepción de que son una amenaza para el ganado o,
incluso, para las mascotas. No hay registro de ninguna especie de
ave rapaz haya realizado este tipo de ataques”.

Espléndido Jote de cabeza colorada junto al Pacífico, en Chile.

En el mundo, muchas de las aves rapaces están en peligro. El
territorio que suelen ocupar estos predadores es extenso y, en
general, coincide con los que hoy se destinan a las actividades
productivas, como la agricultura y la ganadería.
“En estas últimas décadas, la destrucción de los hábitats naturales
y el avance sin pausa de las ciudades las ha ido arrinconado y
aislando de sus grupos familiares. Esto está disminuyendo de
manera dramática la posibilidad de intercambio genético y, por lo
tanto, de reproducirse”, concluye Bonanno.

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