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Ochoa
Resumen
Afuera crece un mundo, ganadora del Premio de novela Casa de Las Américas en 2015, es
una novela de una riqueza poética excepcional, en la que la autora Adelaida Fernández Ochoa
reconstruye con gran dominio la condición de la mujer negra y esclava del siglo XIX, pero
no desde la visión del otro, sino mediante el otorgamiento de voz propia a la protagonista.
De ahí que Nay, Princesa de Gambia, se libere del silencio al que ha sido condenada por el
blanco, pues ella, dueña de la palabra, posee la autonomía de decidir su destino y logra
mantenerse firme en su esperanza de libertad. Así pues, somos testigos del poder
emancipador de la palabra, capaz de construir realidades, que le permite a Nay, a través de
la poetización de la cotidianidad y la evocación de sus ancestros, afirmar su identidad y la de
su hijo, y dar cauce a la autoexpresión, para retornar felizmente a su añorada África.
Abstract
Afuera crece un mundo, winner of the Casa de Las Americas Award in 2015, is a novel of
exceptional poetic richness, in which the author Adelaida Fernández Ochoa reconstructs with
great mastery the condition of the black woman and slave of the nineteenth century, but not
from the vision of the other, but through the granting of own voice to the protagonist. Hence,
Nay, Princess of Gambia, is freed from the silence that has been condemned by the white
man, because she, owner of the word, has the autonomy to decide their fate and manages to
stand firm in their hope of freedom. Thus, we are witnesses to the emancipating power of the
word, capable of constructing realities, which allows Nay, through the poetization of
everyday life and the evocation of his ancestors, to affirm his identity and that of his son, and
give way to self-expression, to happily return to her longed Africa.
Key words: freedom, identity, the power of the word, slave woman, rooting.
Afuera crece un mundo (2017) en su tercera edición aparece con este título, pero en el 2015
la Universidad del Valle publica esta novela con un nombre muy poético: La hoguera lame
mi piel con cariño de perro, y este mismo aparece en ediciones de Casa de Las Américas,
pues su autora, la caleña Adelaida Fernández Ochoa (1957) gana el Premio de Novela
patrocinado por esta casa cubana en 2015. Es una novela que revela el nacimiento de la voz
de Nay, princesa de Gambia, nacida en las páginas de María (1867), de Jorge Isaacs (1837 –
1895), con el nombre de Feliciana1; y, precisamente, la autora aprovecha este personaje para
darle una dimensión más espiritual a partir de la voz de emancipación e identidad, pues Nay
es dueña de su palabra y de su vida, por eso narra su historia en primera persona. En cambio,
lo que sabemos de Feliciana es lo que Efraín nos dice de ella:
Aquella mujer que iba a morir lejos de su patria; aquella mujer que tan dulce
afecto me había tenido desde que fue a nuestra casa; en cuyos brazos se durmió
1
En los capítulos XL al XLIV de María, podemos encontrar la novela de Feliciana dentro de la novela de
María. Efraín cuenta la historia de Feliciana, desde su vida de princesa en África, pasando por el amor de Sinar,
hasta su llegada a la Nueva Granada. Nay es hija de Magmahú, jefe distinguido de los ejércitos de los Achanti
(nación de África Occidental) que lucha con denuedo frente a la amenaza del ejército inglés. Ante la derrota,
Magmahú decide expatriarse, no sin antes sacrificar a los más bellos esclavos como ofrenda a la divinidad. Uno
de ellos, Sinar, también de origen noble, es hijo de Orsúe, rey de la nación vencida de los Achimis. Nay,
profundamente enamorada de Sinar, ruega a su padre que lo exima del sacrificio. A pesar de la sorpresa y del
dolor que le causa ver a su hija entregar su corazón a un esclavo, Magmahú acepta al nuevo integrante de la
familia. Los tres parten hacia la ribera de Gambia. Una vez instalados allí, los Kombu-Manez aprovechan la
experticia militar de los recién llegados y la usan contra sus vecinos, los Cambez, con quienes se disputan el
control del territorio. Magmahú ha ganado varias contiendas y decide vender los prisioneros, Cambez vencidos
en combate, a los europeos. En medio de estas incesantes luchas, y durante los esponsales de Nay y Sinar,
Magmahú cae muerto a manos de los Cambez. Los amantes son tomados prisioneros y embarcados en un
bergantín con rumbo a Cuba, pero más adelante son separados en cubierta y toman rumbos distintos. Nay llega
a la costa del Darién, a poca distancia del puerto Pisisí, ubicado en el municipio de Turbo, en el Golfo de Urabá.
Ya en tierra firme, Nay se alberga en la casa de William Sardick y su esposa Gabriela, quien le enseña a hablar
en español. En el viaje de regreso de las Antillas al interior de la Nueva Granada, el señor Ibrahim se hospeda
en casa de este contrabandista; ocasión que aprovecha Nay para pedirle que la lleve a ella y a su hijo, porque
ha resuelto que el hijo de Sinar no sea esclavo. En ese momento es comprada y liberada por el padre de Efraín,
que traía de Kingston a su sobrina María. Así empieza su historia en tierras granadinas, a las que ingresa por la
ruta del Atrato, que era la antigua ruta del contrabando.
tantas veces María siendo niña… Pero he aquí su historia, que referida por Feliciana
con rústico y patético lenguaje, entretuvo algunas veladas de mi infancia. (Isaacs,
1997, p. 152)
En oscuro calabozo
Cuya reja al sol ocultan
Negros y altos murallones
Que las prisiones circundan;
En que solo las cadenas
Que arrastro, el silencio turban
De esta soledad eterna
Donde ni el viento se escucha…
Muero sin ver tus montañas
¡Oh patria! donde mi cuna
Se meció bajo los bosques
Que no cubrirán mi tumba. (Isaacs, 1867, p.172)
Cada uno de nosotros tiene una máquina mental de lavar, y que esa máquina
es su inteligencia y su conciencia; con ella podemos y debemos lavar nuestro
lenguaje político de tantas adherencias que lo debilitan. Sólo así lograremos que el
futuro responda a nuestra esperanza y a nuestra acción, porque la historia es el
hombre y se hace a su imagen y a su palabra. (p. 9)
Nay combina inteligencia, sensibilidad y sabiduría, y hace uso de esa máquina mental
para limpiar su pensamiento y el de su hijo de las ideas opresoras del blanco. La princesa de
Gambia reconduce la realidad, creando un nuevo relato con palabras dotadas de significados
propios de su cultura y de su ideal de libertad. A medida que va narrando su historia, se va
creando a sí misma, encuentra el significado de su vida y recupera la memoria de sus
ancestros. El lenguaje tejido entre el amo y el esclavo legitima el sometimiento, y hace que
el pensamiento de Sundiata obedezca a los significados construidos por el otro en su rol
dominante. De manera que las palabras del blanco condicionan su comportamiento por medio
de la intimidación, el pecado y el miedo. En este juego de poder, a través de la imposición de
los valores culturales, en los que el blanco prevalece como etnia dominante, la religión
católica juega un papel fundamental gracias a que infunde principios de humildad y sumisión
para controlar las acciones del esclavo y justifica el poder del blanco como representante de
dios en la tierra para perpetrar el abuso.
Sin embargo, Nay se opone a ello con todo su empeño, mediante la construcción de
un lenguaje nuevo para liberar a su hijo de las ataduras del miedo, pues con él logrará cambiar
su manera de pensar y de actuar. Somos testigos de la transformación de Sundiata: “Madre,
yo no quiero nunca ser un borrón de mí” (Fernández Ochoa, 2017, p. 147); también, vemos
cómo la influencia de su madre lo ayuda a recuperar su identidad, gracias al conocimiento
que va adquiriendo de sí mismo: “su voz me mueve, también me hace crecer, en un instante
me convertí en otro. Voy a quedarme así, grande, de repente” (p. 153). Las palabras de Nay
expresan su espíritu de rebeldía, hacen consciente su identidad de mujer negra, reviven ese
amor por Sinar y evocan su apartada África. Todas estas experiencias son transmitidas a su
hijo; por eso el final de la novela, además de poético, es revelador: “Quiero llorar cuando
aparece, nítida, la costa; es apenas una línea con resplandores de hogueras. Me quito la
camisa y la voleo con todas mis fuerzas. Y grito el único grito posible: ¡Madre!” (p. 271).
Para Sundiata, madre es sinónimo de libertad, de identidad y de arraigo. Nay ha convertido
el sueño de libertad en una realidad física y tangible, por eso son tan importantes esas palabras
que su hijo expresa. Esa reacción de quitarse la camisa es como si Sundiata se despojara de
aquel pasado en Santa Ruda, y sintiera en su cuerpo el viento y el sabor del mar tantas veces
evocado por su madre.
A pesar de todo, Nay guarda la esperanza de retornar a su realidad, a ese mundo
vivido, soñado y contemplado:
El canto, tantas veces entonado por Nay, es una forma de cambio: el miedo por la
alegría y el placer; es la recreación de la esperanza y es también un encuentro con los cuerpos,
en el que el baile cumple un papel fundamental:
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Cántame que hoy ya es ayer / Cántame cantos de la aldea, del balar de las cabras, del tac, tac, del mortero. /
Cántame de la miel en los labios, cántame del añil / Del añil tendido en la piel. / Cántame que dormí, que hoy
ya es ayer. / Cántame que dormí. / Cántame que hoy ya es ayer. (p.125)
De ahí que Nay utilice el canto para llegar a lo más profundo de sus sentimientos y
en ellos hay una manifestación colectiva de sus lejanos ancestros; efectivamente, no es
música de diversión, sino una explicación de su existencia. Por eso, los cantos son tristes,
evocadores de su aldea a través de la cotidianidad del trabajo y de las reuniones familiares.
En otro orden de ideas, Adelaida Fernández Ochoa recrea la realidad de la mujer
afrocolombiana que se ve sometida, pero que no se conforma y desea retornar a sus orígenes.
Esto es posible gracias a la magia de la literatura. Vargas Llosa (2016) expone cómo la
literatura nos da la posibilidad de crear un mundo distinto que restablezca nuestras
inconformidades:
Ellas (las ficciones) se escriben y se leen para que los seres humanos tengan
las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle una
inconformidad, late un deseo. (…) No se escriben novelas para contar la vida sino
para transformarla, añadiéndole algo. (p. 5)
El fraile trató dos asuntos que si bien atraviesan mis acciones más allá de lo
que yo pienso, hasta ahora cobran palabra: el valor del enemigo y el de una lengua
extranjera. El enemigo, incluido él, era mi aliado, y aliada también era esta lengua
prestada en la que ahora escribo. (Fernández Ochoa, 2017, p. 256)
La reflexión anterior señala que su destino no corre peligro en la medida en que pueda
comunicarse e intercambiar sentidos con el otro, siempre con la defensa inquebrantable del
respeto por su identidad, su libertad y sus sueños. Nay afirma su soberanía individual, la
defiende del poder y las interferencias de otros:
No me he alejado de mí. La casa grande ha querido desviar mis ideales hacia
los suyos; que yo derive alegría de sus blancas alegrías, sueños de sus realizados
paraísos, que sea testigo sentimental de sus blancas vidas. Pero yo conozco mis
goces propios y no quiero dejar de ser yo. (p. 46)
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La lengua wólof o volofo es una lengua hablada en Senegal y Gambia. Es la lengua nativa de la etnia wólof y
es usada como segunda lengua en la región. Nay acostumbra a cantar canciones en su lengua materna para
arrullar el sueño de su hijo Sundiata y evocar su aldea.
ataduras” (p. 62). Con la adquisición del español la redime de la inexistencia y la devuelve a
la vida, pues Nay se hace visible a través de las palabras cuando manifiesta quién es, qué
piensa y qué siente; además, logra comprender el mundo que la rodea y se abastece de él para
lograr su propósito de libertad.
A partir de allí, Nay reflexiona acerca del verdadero sentido de las palabras: “A lo
largo de infinitas lunas aprendí a leer esta carta de manumisión y ya me la sé de memoria,
incluso he ido muy al fondo y allá donde las palabras eran compacto pedernal encuentro
subterráneos con manantiales y fango” (p. 73). Descubre la complejidad de las palabras, y al
navegar en las profundidades de la significación, advierte que, aunque en la superficie se
muestren impenetrables, poseen la capacidad de representar la vida y la muerte. Aunque Nay
sabe que la libertad no está en la carta de manumisión, sino en su corazón y en su deseo de
retornar a África, reconoce que las reglas del mundo en el que vive ahora se valen de este
documento escrito que hace las veces de salvoconducto y que le permite transitar sin mayores
riesgos, pues socialmente se reconoce la autoridad que lo enviste: “ella (la carta) representaba
la palabra de alguien que daba fe de que yo era mía. Mi cuerpo y sus partes, y mi voluntad”
(p. 74). Nay sabe que es dueña de sí misma, pero admite que esta carta concede, aunque
parcialmente, la libertad a los ojos del blanco.
A lo anterior se le agrega esa naturaleza emocional que Nay descubre en el espíritu
de las palabras, los valores profundos que guarda dentro de sí cada una de estas. Para ello,
señalamos la palabra “hijo” como una forma de reconocerse madre; es la palabra que acerca
los cuerpos y evoca a ese amor llamado Sinar; hijo es la posibilidad de crear el sentido de
sangre y familia. Asimismo, la esencia de la palabra está en la verdad que atesora: “empecé
a encontrar el espíritu de la escritura. Esa carta contenía las justas palabras y era depositaria
de lo que yo debía saber tanto en ese momento como en el futuro” (p. 75). La verdad que
contiene esa carta es su libertad, es la declaración pública y oficial de que su destino le
pertenece. Si bien Nay conoce la esencia de las palabras en wólof, ahora se da cuenta de que
los del español son signos acordados en estas latitudes, pero, así como los suyos, estos tienen
la capacidad de representar la mezquindad o la generosidad del alma humana: “Tuve la vaga
idea de que estas eran equiparables a cualquier otro signo natural o creado de común acuerdo,
y que tenían la capacidad de reflejar el mundo con su infierno, y también el cielo” (p. 75).
Nay ha experimentado los horrores del infierno en este mundo de cadenas, pero ha
logrado levantar el vuelo sujetándose fuerte a sus convicciones. La palabra libera el alma de
Nay, rompe las ataduras de la materia: “el que necesita reposar es mi espíritu, mi espíritu no
cabe en mi cuerpo, mi espíritu necesita volar en la chalupa de estas palabras prestadas,
entonces escribo” (p. 210). Ella escribe en esta lengua extranjera, su aliada, para ser libre y
echar a volar su alma. Como el pájaro enjaulado abre las alas hacia el horizonte, Nay emerge
de la oscuridad del inframundo maloliente hacia la libertad: “Fui pájaro que ahora emerge de
la sentina a darse baños de luz” (p. 212).
Bibliografía
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Buenos Aires, Argentina: Agencia de noticias culturales “Buenos Aires Sos”.
Recuperado de http://www.voltairenet.org/article146689.html
Fernández Ochoa, A. (2015) La hoguera lame mi piel con cariño de perro. Cali, Universidad
del Valle.
Fernández Ochoa, A (2015) La hoguera lame mi piel con cariño de perro, La Habana, Casa
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Fernández Ochoa, A. (2017). Afuera crece un mundo. Bogotá, Colombia: Editorial Planeta.
Vargas Llosa, Mario (2016). La verdad de las mentiras. Buenos Aires, Argentina: Alfaguara.
Ortiz, F. (1993). Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba. La Habana, Cuba:
Editorial Letras Cubanas.
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Bogotá, Colombia: Común Presencia Editores.
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