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De Suzanne Lebeau
El lugar
UNA CASA en el bosque
Como uno las imagina en los cuentos,
Rudimentaria, algo incómoda.
UNA ESCUELA de pueblo de la que se habla con frecuencia.
EL CAMINO entre las dos.
UNA CABAÑA de cazadores abandonada y
El bosque como un cerco que la rodea
Es el día en que comienzan las clases. El Ogrito está vestido con ropa nueva, lleva pantalones
cortos y una camisa planchada. Es muy grande, y sus piernas son las de un hombre.
Su madre está poniendo cuadernos y lápices en su mochila.
OGRITO
El 3 de diciembre, mamá.
OGRITO
Seis años, mamá.
OGRITO
Yo le digo “Todos los niños de seis años tienen derecho de ir a la escuela libre y gratuita”...
¿Qué quiere decir eso, mamá?, ¿“Libre y gratuita?”
OGRITO
Si usted no me cree, escríbale una nota a mi mamá, ella está en la casa. No tenemos teléfono,
pero...
OGRITO
Sí, mamá.
1
MADRE DEL OGRITO
(Dándole la mochila)
No te metas los dedos en la nariz, escuchas a la maestra, Respondes “sí, señorita”, “no,
señorita” y miras el pizarrón.
OGRITO
¿Qué es un pizarrón?
OGRITO
Ya me lo dijiste, mamá. ¿Entonces no podré jugar a la pelota como los niños del libro que me
lees en la noche para dormirme?
OGRITO
Hasta la tarde, mamá.
OGRITO
Para ir, camino derecho y miro el sol que sube por el cielo. Para regresar, camino otra vez
derecho, pero miro el sol que se pone detrás de la montaña.
El Ogrito y la madre se besan con ternura. Ella lo mira partir. El Ogrito vuelve sobre sus
pasos.
OGRITO
Olvidaba las flores para la maestra.
El Ogrito parte solo por el camino mientras su madre, en el umbral de la puerta, agita la
mano.
2
MADRE DEL OGRITO
A mi pequeño Ogrito, yo lo alimenté con leche. Lo atiborré de zanahorias y de nabos, de moras
silvestres de jalea de rosas. Jamás ha conocido el olor de la sangre fresca. Jamás ha tenido un
hueso entre sus manos, ni siquiera los huesitos del pollo. Jamás ha probado la carne cruda. Está
listo para la escuela, y tiene tantos deseos de leer.
OGRITO
Voy a aprender a leer y a contar los días y los años. Iré al mercado del pueblo con mamá. Le
ayudaré con las bolsas porque ya soy grande.
OGRITO
Después, es fácil: todo derecho hasta la casa blanca con ventanas s rojos...
OGRITO
Como la amapola que mamá me enseñó para que conociera el rojo.
OGRITO
Yo conozco desde hace mucho el gris de las piedritas, el café de la madera, el verde de la
hierba, el amarillo del verano y el blanco de la espuma del arroyo. Hoy voy a conocer el rojo de
la escuela.
3
Escena 3: Donde el Ogrito descubre que él es diferente.
OGRITO
¡Mamá!
OGRITO
Pero mira, ya estoy aquí.
OGRITO
No me perdí.
OGRITO
El rojo de los ventanas de la escuela brillaba con el sol. En tres pasos, yo estaba en la puerta y
sentía latir mi corazón muy fuerte en el pecho. Entré sin vacilar y reconocí enseguida a la
maestra... Llevaba un vestido rojo como los postigos. Y eso me puso contento.
OGRITO
Sus labios también eran rojos y brillantes, y sus uñas en el pizarrón, eran rojas, mamá. Dijo:
“Eres demasiado grande para tener seis años”, con una sonrisa y la voz dulce.
OGRITO
Ella dijo: “Como eres tan grande, vas a sentarte en el fondo del salón”, y fue por un pupitre
bastante grande y alto para mí. “Así estarás bien”. Los niños de mi salón son tan pequeños, es
raro... apenas más altos que la pata de la mesa.
4
MADRE DEL OGRITO
Los niños de seis años son frecuentemente muy pequeños.
OGRITO
¿Por qué yo soy tan grande, mamá?
OGRITO
El camino de la escuela es una verdadera alacena, mamá, y yo tenía tanta hambre que comí
todo el tiempo mientras caminaba.
OGRITO
Hojas de té del bosque, moras que encontré en los arbustos...
OGRITO
Huelo las zanahorias de otoño y los nabos... las papas, el brócoli, la col... ¡Mamá, cocinaste
todo el huerto! Pero ¿sabes qué? Me gustaría comer también cosas que no me hagan crecer
tanto.
OGRITO
No te preocupes por mí. Mis piernas largas me llevan solas.
OGRITO
La maestra dijo, con su misma voz dulce: ¿Qué voy a hacer contigo? ¡Eres tan diferente de los
otros niños!
OGRITO
Mis manos son más grandes que las hojas del cuaderno que pusiste en mi mochila.
5
MADRE DEL OGRITO
¿Le dijiste que necesitas manos grandes y fuertes para cortar la leña?
OGRITO
Pues, la verdad no...
OGRITO
“Eres tan grande como mi papá”, me dijeron los niños y se fueron a jugar al patio. Yo me quedé
solo en mi pupitre todo el recreo.
OGRITO
Eso me dijo para consolarme. ¿Ya puedo hacer mi tarea?
Mientras la madre levanta la mesa, el Ogrito saca de su mochila cuadernos, lápices y goma de
borrar.
OGRITO
Debo escribir mi nombre diez veces sobre las rayas.
La madre limpia la mesa mirando a su hijo de vez en cuando. Con el lápiz en el aire, el Ogrito
tiene la mirada soñadora...
OGRITO
La maestra no tenía mi nombre en su cuaderno, como el de los otros, y yo tengo que elegir qué
nombre escribir. ¿Qué nombre me queda mejor, mamá? Mi ogrito, Tu ogrito, El ogrito...
OGRITO
¿Puedo escribir Simón?
OGRITO
Es un nombre que tú repites a veces en sueños.
6
MADRE DEL OGRITO
Simón es un nombre bonito.
OGRITO
Entonces voy a escribir Simón. Es corto y suena bien. La maestra dijo que debes escribirlo una
vez para que yo lo vea. La madre escribe.
Señorita:
Mi hijo parece feliz con su primer día de escuela y con su pupitre. Estoy segura de que Simón
le dará muchas satisfacciones porque a él le gusta aprender. No le recrimine su altura, él es
como su padre, que era un hombre muy robusto.
Le ruego que guarde para los fines de semana su vestido rojo que parece muy bonito. Desconfío
tanto de los efectos que ese color pueda tener sobre el espíritu fantasioso de mi hijo que
alrededor de la casa sólo conservé los árboles que no enrojecen cuando llega el otoño.
La saluda atentamente.
Ana Chaffaut.
(Para ella) Arranqué del jardín las fresas, las frambuesas y los tomates que crecen solos, y
hasta las sandias, que esconden ese rojo resplandeciente bajo su gruesa piel de primavera.
La madre y el hijo están en la cocina. El Ogrito recoge sus cuadernos y sus libros mientras los
hojea. Su madre entreabre la ventana y se queda escuchando los disparos. Respira con
inquietud el aire del exterior.
OGRITO
Todas las páginas de mi cuaderno tienen estrellitas, mamá, y la maestra dice que soy un buen
alumno.
OGRITO
Ellos ahuyentan a los lobos.
OGRITO
La maestra dice que los lobos hambrientos impiden ir a la escuela a los niños y que por eso los
cazadores son útiles.
OGRITO
Ayer, faltaron Jorge y José, y hasta María. Los tres viven del otro lado del bosque, Pamela sí
viene todos los días pese a los lobos. ¿Qué es un lobo, mamá?
OGRITO
Yo no les tengo miedo a los lobos.
OGRITO
A mí me gusta el olor del otoño y de los cazadores. No te preocupes por mí, soy demasiado
grande para tener miedo. Mira mis manos, con ellas podría retorcerle el cuello a un lobo.
OGRITO
¡Oh no, mamá! Le prometí a Pamela darle a probar una manzana verde. Ella dice que con las
manzanas verdes te duele el estómago y que hay que esperar a que estén rojas para comérselas.
¡Ah! Ten mamá. Una carta de la maestra que se me había olvidado en la mochila.
OGRITO
Se me olvidó, mamá. Hasta la tarde. No me voy a atrasar.
8
MADRE DEL OGRITO
¡Simón! No te vayas todavía.
OGRITO
Voy a llegar tarde.
OGRITO
Es de otro día, a lo mejor de la otra semana y la maestra no volvió a decir nada.
Te prometo regresar enseguida después de la escuela.
OGRITO
Hasta la tarde, mamá.
OGRITO
No te preocupes tanto, mamá.
OGRITO
Tú no me puedes impedir que vaya a la escuela... Aunque quisieras, no podrías, soy demasiado
fuerte ahora. Me gusta el olor del bosque. Toda la noche él me ha inquietado, hasta en los
pliegues de mi almohada.
Simón ya está lejos y no la oye. La madre queda sola, con la carta en la mano.
9
Los niños trabajaban en silencio cuando a Tomás comenzó a sangrarle la nariz. Esto es bastante
común en cualquier salón. Lo que me sorprendió fue la actitud de Simón. Se paró, como
hipnotizado, con la mirada fija. Se puso en cuatro patas y siguió las huellas de sangre desde el
pupitre de Tomás hasta el baño con una sonrisa extraña. Me dio miedo y envié a los niños al
recreo, aunque sólo eran las nueve de la mañana. Lavé la sangre con mucha agua y cuando
Simón volvió al salón, había recuperado su mirada tierna y su sonrisa de niño. Me gustaría
hablar con usted. Cordialmente, la maestra de Simón.
Silencio.
Ella abre la ventana y descubre a Simón sentad justo debajo. Él llora, con la cabeza escondida
en su mochila.
Mi chiquito...
OGRITO
Me lastimé, mamá...
OGRITO
Me siento peor por dentro. Estoy mareado, me duele el estómago y tengo ganas de vomitar.
OGRITO
Corrí por el bosque como loco. Quería ir a la escuela.
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MADRE DEL OGRITO
¿Por qué volviste?
OGRITO
Más corría, y más me alejaba de la escuela. Fui a donde mis pasos me llevaban y mis pasos me
llevaron tan lejos que ya no reconocía ni los árboles, ni los senderos. Escuchaba los disparos de
los cazadores y respiraba a todo pulmón un extraño olor que me daba alas en los brazos y
fuerza en las piernas. Corría, corría tan rápido que no vi la rama en medio del camino y me caí.
Debo haberme desmayado porque cuando me desperté, había un gran silencio alrededor mío y
un olor a rosas más fuerte que el del bosque. Tenía la cabeza en un rosal en flor...
OGRITO
Mira mis piernas llenas de rasguños de espinas. El olor de las rosas me recordó la jalea de los
días de fiesta y... regresé a casa.
OGRITO
¿Podré ir a la escuela cuando termines, mamá?
OGRITO
Pídele a la maestra la tarea de hoy, la hago cuando me despierte.
OGRITO
Creí que nunca se dormiría... Ella me vigila de la mañana a la noche y de la noche a la mañana.
Abre los armarios sin hacer ruido, toma una zanahoria, La mordisquea, la escupe con
disgusto. Revuelve, prueba todo. Lo que encuentra y lo tira: brócoli, manzana, apio, hierbas,
etc. Va y viene, toma un vaso de leche, pisotea un trozo de pan con rabia y abre la ventana
que deja pasar la luz de la luna llena. Salta por la ventana y huye en la noche con la
precipitación y la furia de una bestia hambrienta. La madre se despierta.
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MADRE DEL OGRITO
¿Eres tú quien hace ese ruido, Simón?
Se da cuenta del desorden en la cocina. Se cubre los hombros con un chal y pone la cocina en
orden cuando ve la mochila de Simón. La abre y revuelve febrilmente y descubre una carta
arrugada. La aprieta contra su pecho.
Señora:
Simón trabaja siempre con esmero, pero su comportamiento es cada vez más extraño.
Le cuento lo que sucedió hoy: los niños jugaban en el patio mientras yo calificaba en el salón.
Escuché unos gritos agudos y corrí afuera como una loca, imaginando lo peor.
Los niños se subían a los árboles, lo cual está prohibido. Al pie de un pino muy alto, la pequeña
Pamela, de quien Simón seguramente le ha hablado, estaba tirada con una herida en la mano
que sangraba abundantemente.
Simón lamía la sangre. Tenía la mirada de un adulto enloquecido en su cara de niño bueno. Yo
me acerqué, pero él me empujó
Brutalmente y cada vez que daba un paso, se ponía a rugir. Perdón que use esta palabra, pero
ninguna otra describe lo que yo escuché.
Cuando dejó de sangrar, Simón se fue a jugar como si nada hubiera pasado.
Creo que deberíamos contemplar la posibilidad de retirar a Simón de la escuela por unos días...
La madre busca en el fondo de la mochila con el temor de descubrir otra carta. Simón entra.
OGRITO
Mamá, ¿no duermes?
OGRITO
Tenía mucho calor en la cama y la luna brillaba tanto.
OGRITO
Ya no me acuerdo.
12
MADRE DEL OGRITO
Mira el desorden de la cocina y lo que hiciste con la comida para mañana.
OGRITO
Tenía hambre, mamá.
OGRITO
Una liebre pasó entre mis piernas.
OGRITO
No recuerdo más que un olor salado, el hambre que me retorcía el estómago, el sabor divino
que no es el de las zanahorias desabridas ni el de los nabos insípidos.
Escena 6: Donde el Ogrito se entera quién es su padre y qué sangre corre por sus venas.
OGRITO
Sí, conozco la palabra. Los niños de mi clase tienen un padre.
OGRITO
Dime dónde está, mamá.
OGRITO
¿Por mí culpa?
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OGRITO
Sigue, mamá.
OGRITO
¿Un ogro?
OGRITO
Dímelo, mamá.
OGRITO
¿Un hombre puede tener deseos de comerse un niño?
OGRITO
¡Tengo una hermanita!
OGRITO
¿Si qué?
OGRITO
Beatriz…
14
OGRITO
¿Es lo que mi padre te contó?
OGRITO
¡Ya, mamá!
OGRITO
Todas mis hermanas…
OGRITO
¿Mi padre se las comió?
OGRITO
¿Qué pasó, mamá?
OGRITO (leyendo)
“Mi querida Ana, No es natural que los hijos mueran antes que sus padres...
OGRITO
Lee tú, ya no puedo... El Ogrito calla: no puede seguir leyendo. Su madre retoma la carta.
15
OGRITO
Ya ves, mamá, no fue él quien…
OGRITO
Soy el hijo de un ogro que se comió a sus hijas.
MADRE DEL OGRITO
Eres mi pequeño Ogrito.
OGRITO
No me vuelvas a llamar Ogrito. Soy Simón: Simón, en el bosque como en la escuela. No
necesito padre. ¡Nunca tuve uno y no quiero uno!
OGRITO
¿Un remedio?
OGRITO
Entonces él va a volver, mamá… ¿ves ?
OGRITO
¿Y tú sabes cuáles son las pruebas, mamá? (tiempo) Lee, mamá, lee. Quiero saberlo.
OGRITO
Estoy seguro de que mi padre la pasó. Dime pronto la segunda.
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OGRITO
¡Un lobo!
OGRITO
¿Y la tercera, mamá?
OGRITO
Hubiera preferido que no me digas nada, mamá.
OGRITO
Quisiera dormir para siempre.
Escena 7: Donde el Ogrito decide intentar las tres pruebas que su padre no pasó.
Todavía es de noche en la casa y Simón, está llenando un recipiente con agua. La Madre se
acerca.
OGRITO
Quiero estar listo antes del amanecer. Ya lo pensé, mamá.
OGRITO
No entiendes, mamá. Yo quiero ir a la escuela.
OGRITO
Yo quiero jugar a la pelota con los otros, compartir mi almuerzo con Pamela que no conocía ni
brócolis, ni calabazas y que me ofrece pedazos de pollo.
OGRITO
Quiero ir a la escuela, mamá.
OGRITO
Cuando vuelva a la escuela, será porque ya pasé las tres pruebas de la carta.
OGRITO
Yo voy a lograrlo. Yo sé dónde encontrar un gallo blanco y una cabaña de cazadores
abandonada.
OGRITO
Y será demasiado tarde, mamá. Ya tendré para siempre el gusto por la carne cruda, que
aumentará con los años.
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OGRITO
Si no lo logro, iremos a vivir al bosque... donde esté al alcance de tu mirada de la mañana a la
noche. Ahora me voy, mamá; el cielo se aclara y el día va a comenzar. El Ogrito abre la
puerta.
OGRITO
Sólo debo llevar agua. ¡Hasta mañana, mamá!
OGRITO
¿Mi padre se habrá comido al gallo, al lobo o al niño? O a los tres.
Llega a una cabaña abandonada, con una jaula en la mano, y en la jaula, un gallo.
OGRITO
La escuela enseña mucho más que a leer, a escribir y a contar.
Ahí aprendí a seguir el rastro del zorro que me llevó hasta las gallinas, y ellas me llevaron hasta
el gallo de Pamela.
El Ogrito instala el gallo en una esquina y se sienta frente a él. Amanece y el gallo canta.
Luz sobre la madre que escucha el canto del gallo.
OGRITO
Tú anuncias con orgullo el inicio de la prueba, gallito. Eres valiente, y te admiro, porque tienes
mucho que perder hoy en un enfrentamiento, que no es entre tú y yo, como tú crees, sino
conmigo mismo...
Tengo agua, leña para el fuego... (Buscando en sus bolsillos) y un cuchillo... (inquieto) que
debería haber dejado en casa... El Ogrito está cada vez más febril. Ver el cuchillo lo ha
turbado.
OGRITO
Este cuchillo no es inocente. El frío del metal calienta mi mano que se pone a temblar de deseo.
¡Maldito cuchillo! Terriblemente emocionado, cierra el cuchillo y lo guarda en el bolsillo.
OGRITO
¿Qué dice la maestra sobre el deseo?
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Ella que habla de eso todos los días y que conoce tan bien el deseo y el placer.
Todo la inspira, hasta la pelota que los niños se arrebatan en el recreo.
“Tómense el tiempo de desear esa pelota. Un día sin pelota la vuelve más preciada”
Dice que hay que cultivar el deseo con paciencia, como una planta en su jardín.
Que hay que sentir cómo nace, Mirarlo crecer...
Y que eso debe hacerse con todos los deseos: El del chocolate, El de una muñeca, El de una
espada para jugar a los caballeros. Y seguramente, el de un gallo blanco.
Darle tiempo al deseo. Hace madurar el verdadero placer escondido en el fondo de las cosas.
La maestra debe conocer los ogros y sospechar algo porque el otro día me llamó después de la
clase y me dijo:
Yo tengo un gallo valiente para ocupar mi espíritu y (toma el cuchillo y lo acaricia) un cuchillo
asesino para ocupar mis manos. Guarda el cuchillo y se pasea por la cabaña, apretando el
cuchillo en su puño.
OGRITO
¿Por qué traje este cuchillo?
Lo abre nuevamente y se dirige hacia el gallo, se vuelve bruscamente y clava el cuchillo en un
tronco.
OGRITO
¡Quédate allí, prisionero de la madera!
Toma el tronco en sus brazos y lo acaricia.
OGRITO
“Ocupar las manos y el espíritu”, dijo la maestra.
Retira el cuchillo y vuelve a clavarlo en la madera con mucha delicadeza.
OGRITO
Este nudo va a ser tú corazón y alrededor voy a hacer el cuerpo...
Mira al gallo atentamente, esta vez sin malestar, y se pone a esculpir un gallo en el tronco...
OGRITO
Desde la cresta hasta los espolones, Te haré de cedro, gallito blanco. Dibujaré tus plumas en la
madera dura y te pondré en mi sombrero para indicar la dirección del viento... Y de mis
sentimientos. Primero, la cresa de un rojo tan vivo...
La luz, sobre el Ogrito decrece, mientras, se hace más intensa sobre la madre. Ella está en la
ventana y mira amanecer. Con los primeros rayos, se escucha el canto del gallo.
OGRITO
¡Hola, Mamá!
El Ogrito le salta al cuello, en una mano tiene el gallo desplumado y listo para ir a la olla. La
madre se sobresalta.
OGRITO
Lo que todo el mundo hace sin ningún remordimiento.
OGRITO
Sin lastimarlo, mamá, y después de soñar con un “pollo a la cacerola” que comeremos juntos,
sentados a la mesa y con cubiertos elegantes. He pasado la prueba porque el gallo cantó y pensé
en ti, que te has privado de la carne deliciosa de esta ave, por años.
OGRITO
Te equivocas, mamá. No es una trampa, sino la vida cotidiana. Todos los días, los gallos comen
lombrices, los hombres comen gallos y es así como los niños crecen. Mira mi boca... Ni un
resto de sangre, ni de gula. Sólo hay en mis ojos el orgullo de traerte un banquete.
OGRITO
Pamela. Su padre cría cientos de gallinas y gallos que venden en el mercado. No me digas que
no sabías. ¿Escuchaste cantar el gallo?
OGRITO
He pasado la primera prueba.
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OGRITO
Tengo hambre, mamá; un hambre de... un hambre terrible, y ya me anda por probar la carne
con salsa.
OGRITO
Y jitomates, mamá... Olvídate que son rojos.
Escena 9: Donde el Ogrito reconoce el peligro con el cual debe aprender a vivir.
Un aullido en la noche al que responden, a lo lejos, los lobos de la manada. Está oscuro en la
cabaña y se adivina la silueta del Ogrito agregando leña al fuego. En la esquina opuesta, una
masa sombría: la de un lobo.
OGRITO
(Susurrando)
Ahora entiendo por qué esta hora pone a mi mamá tan triste. Es la hora del perro que termina,
y el lobo que comienza. A pesar de la calma del bosque y del calor del fuego, mis músculos se
tensan y mi estómago gruñe. Tú también te agitas, perro de la noche, y tus ojos que brillan me
anuncian que la noche será larga. El lobo gruñe.
OGRITO
Cálmate, mañana a la hora en que los gallos canten, tú serás libre de correr por el bosque.
El Ogrito mordisquea una col.
OGRITO
Estómago lleno, a nada le temo.
El lobo aúlla y la manada responde.
¡Cállate, Perro de la Noche! La puerta está bien cerrada y ni todos los lobos de tu manada
juntos podrán liberarte. Vas a atraer a los cazadores que no tienen compasión. Conmigo no
tienes nada que temer; no tengo permiso para matarte.
Los ojos del lobo se desplazan en la noche. El Ogrito lo amenaza y lo controla con el extremo
incandescente de una larga rama que recoge en el fuego.
OGRITO
¡Quédate en tu lugar! Y yo me quedaré en el mío. No quiero sentir tus colmillos en mi piel, y
tengo miedo de la fuerza de mis puños que podrían traicionarme al querer defenderme.
El lobo gruñe y se agita. El Ogrito le avienta una zanahoria y se come una.
OGRITO
Zanahoria insípida que no me da ningún placer.
El lobo gruñe. El lobo desdeña la zanahoria.
OGRITO
Si no quieres comer, trata de dormir...
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Ya no quiero ver tus ojos amarillos que me marean, Perro de la Noche. Mereces bien el nombre
que te di. El Ogrito vuelve a poner un leño en el fuego que divide el espacio en dos territorios.
OGRITO
Tus ojos brillan peligrosamente... pero no más que las llamas que nos separan.
OGRITO
Tus ojos me dan miedo, Perro de la Noche... y el miedo me vuelve malo en una extraña mezcla
de fuerza y debilidad. Debilidad en el corazón y en la cabeza y fuerza desmesurada en brazos y
piernas. ¡Cierra los ojos! El Ogrito mordisquea un nabo.
OGRITO
Nabo insípido.
El lobo aúlla y el Ogrito se tapa los oídos.
No necesito un rifle para hacerte callar. El lobo aúlla. Con un movimiento brusco, totalmente
imprevisible, el Ogrito salta por encima del fuego e inmoviliza al lobo entre sus piernas,
apretándole las fauces con sus manos.
OGRITO
Te puedo inmovilizar con las piernas y romperte el cuello con mis diez dedos para hacerte
callar. Yo sé que puedo porque ya lo he hecho. Ya me acordé. Me acuerdo de todos los detalles;
La liebre pasó entre mis piernas, pero yo la dejé ir. Detrás corría un lobo, apresurado,
hambriento, el hocico abierto, la lengua colgando, los colmillos de fuera. Yo estaba en pijama,
sin cuchillo, las manos desnudas.
Fue con mis dedos entrando en su piel húmeda que yo hice callar al lobo, con mis dientes le
abrí las venas del cuello y calmé para siempre sus ansias de devorar.
¡Cierra los ojos, Perro de la Noche!
(Cambiando de tono)
Perro de la Noche...
El lobo sujetado fuertemente por el Ogrito, no lucha más por y se deja caer. El Ogrito cree que
lo ha matado.
OGRITO
¿Cómo pude haber matado a un lobo que no me hizo nada?
23
OGRITO
¡Perro de la Noche! El Ogrito se enjuga las comisuras, mira sus manos, revisa su ropa...
No tengo ni una gota de sangre sobre mí... Ya ves, Tenía razón cuando pensé que era más
difícil matar a alguien a quien se le ha dado un nombre. Pero... nunca podré dar un nombre a
todos los habitantes del pueblo, a todos los animales del bosque y, acordarme de ellos.
Ahora debo desconfiar de mis manos tanto como de mi sangre. Ya te puedes ir, hiciste lo que
tenías que hacer. Lo siento por la séptima marca.
El Ogrito vierte una vasija de agua sobre el fuego para apagarlo y pone en la mochila las
frutas y verduras que no se comió. Se voltea y ve al lobo que viene a dejar a sus pies una
pequeña masa sanguinolenta.
OGRITO
Tú cómetelo, yo tengo el corazón al revés y no se me antoja la carne… cruda
(Mirando al lobo comerse al puerco espin)
Un puerco espín demasiado joven para reconocer el peligro y hacerse bolita.
(Al lobo) Amanece un poco tarde. Cuando nos veamos en el bosque, si mis manos se acercan
demasiado a tu cuello, aúlla con todas tus fuerzas y yo sabré reconocerte.
El lobo se aleja por el bosque. El Ogrito recoge la bola de espinos.
OGRITO
¡Qué extraño recuerdo de esta larga semana! Mañana me iré con mamá a lo profundo del
bosque, pero como quisiera encontrar las palabras para explicarle que no maté al lobo, que no
le hice el más mínimo rasguño.
Escena 10: Donde el Ogrito toma conciencia de que ha pasado la segunda prueba.
El Ogrito entra en su casa con la cabeza baja. Besa a su madre sin decir nada.
OGRITO
No sé, mamá. No entiendo a los lobos...
OGRITO
Lobo o loba es lo mismo, mamá. Yo sólo quería que se callara.
OGRITO
Sí... pero no me atreví a hacer la séptima marca en el muro.
OGRITO
No, mamá hay mucho más: tengo las manos limpias y la loba está con sus cachorros en el
bosque. Todo está como debe ser. Ves, pasé la segunda prueba.
OGRITO
Yo también estoy contento. Ahora sé por qué mi loba me trajo un regalo. (Para él) Guardo tu
caparazón en mi bolsa, pequeño puerco espín, y las espinas en mi pierna me dirán lo que es
bueno para los lobos, y lo que es bueno para los hombres. Así tu muerte no habrá sido inútil.
OGRITO
Veintiocho días es mucho tiempo, mamá, y ya sabes cuánto como.
OGRITO
Yo salgo y necesito estas provisiones.
OGRITO
Ya logré pasar las dos primeras pruebas, mamá. Pasaré la tercera.
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MADRE DEL OGRITO
Que te comas un gallo pretencioso y charlatán, puedo aceptarlo. La gente lo hace todos los días
y eso no me quita el sueño. Puedo entender que arriesgues la vida de un lobo. Pero que tomes a
un niño de rehén durante veintiocho días, de veinticuatro horas, ¡Jamás!
OGRITO
¿Entonces, por qué me dejaste, intentar las dos primeras pruebas?
OGRITO
Me engañaste, mamá. Me mentiste...
OGRITO
No quiero olvidar.
OGRITO
No quiero entender. Yo voy a pasar la tercera prueba, aunque me muera de hambre.
OGRITO
¡Ya no quiero sentir tu mirada en mi boca cuando llego, y en mi espalda cuando me voy!
¡Quiero ser libre! El Ogrito huye.
OGRITO
Son veintiocho marquitas en la madera.
La madre del Ogrito prepara las maletas. Oscuro sobre la madre, luz sobre Simón, que corre
por el bosque.
No me enterraré en el fondo del bosque. Quiero vivir con todos los colores, no solamente con
el verde que se vuelve blanco en invierno. Quiero ver los árboles ponerse rojos en otoño, quiero
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comer fresas y frambuesas, mirar a los niños brincar la cuerda, sin que se me apriete el corazón.
Veintiocho marquitas en la madera, y después, la vida entera.
Oscuro.
La madre del Ogrito está en bata, despeinada: con un calendario en la mano calcula los días y
las semanas. Reina en la casa un olor a desastre. Todo está en desorden. Las maletas apiladas
en una esquina.
OGRITO
Aquí estoy mamá.
OGRITO
Mamá, pasé la tercera prueba.
OGRITO
Mamá, no me comí a Pamela...
OGRITO
Podemos quedarnos. No me comí a Pamela, mamá. Lo logré...
OGRITO
La recibieron como reina, sus hermanos gritaron de alegría, su madre lloró y su padre mató a un
puerco. Nos invitan a comer moronga esta noche. ¿Por qué me ves así?
OGRITO
Pasé la tercera prueba, mamá, y todo el pueblo lo sabe, hasta la maestra. Me la encontré cuando
venía para acá y me dijo que nunca dudó que lo lograría. ¿Viste la luna llena anoche, mamá?
Brillaba sin nubes. Cuando el sol nos despertó, Pamela corrió hacia el bosque cantando:
“Jugaremos en el bosque, mientras el lobo no está...” Como decía la carta. La llevé a su casa y
me vine para acá. Es todo.
OGRITO
Fue idea de Pamela. Mira. El ogrito saca del bolsillo dos dientecitos y los muestra a su madre.
OGRITO
Esperamos a que los dientes de leche se me cayeran, y después esperamos la luna llena.
OGRITO
También fue largo para mí mamá.
OGRITO
Tengo una carta para ti. El Ogrito saca una carta del bolsillo y la tiende a su madre.
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OGRITO
En las flores de ayer.
OGRITO
Todos los días nos despertaban unos pasos sobre el techo, y todos los días recibíamos por la
chimenea un ramo de rosas blancas…
OGRITO
Cuando las ganas de sangre me subían por la garganta, Pamela lo adivinaba enseguida en mi
mirada, y empujaba las rosas justo hasta debajo de mi nariz…y las ganas desaparecían como
por encanto. (A su madre que no escucha) Puedes leer la carta tranquila, mamá.
Yo voy a lavarme y a vestirme para la cena...
Quedándose sola, la madre abre la carta.
OGRITO
Apúrate, mamá, que tienes que ponerte hermosa porque hoy salimos por primera vez juntos y
hay una gran fiesta en el pueblo.
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OGRITO
Para ocupar las manos y el espíritu, Pamela y yo modelábamos deditos de los pies con la cera
de la velas.
Te espero, mamá.
La madre del Ogrito sale.
OGRITO
Al dedo del pie de Pamela, al verdadero dedo, lo mastiqué, pero no me lo tragué. Lo guardo
aquí, en el bolsillo, con la gotita de sangre seca que no quiere salir.
Oscuro.
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