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EL OGRITO

De Suzanne Lebeau
El lugar
UNA CASA en el bosque
Como uno las imagina en los cuentos,
Rudimentaria, algo incómoda.
UNA ESCUELA de pueblo de la que se habla con frecuencia.
EL CAMINO entre las dos.
UNA CABAÑA de cazadores abandonada y
El bosque como un cerco que la rodea

Escena 1: Comienza la escuela

Es el día en que comienzan las clases. El Ogrito está vestido con ropa nueva, lleva pantalones
cortos y una camisa planchada. Es muy grande, y sus piernas son las de un hombre.
Su madre está poniendo cuadernos y lápices en su mochila.

MADRE DEL OGRITO


Dime otra vez la fecha de tu cumpleaños, mi chiquito.

OGRITO
El 3 de diciembre, mamá.

MADRE DEL OGRITO


Dime ahora: ¿Cuántos años cumpliste el de diciembre pasado?

OGRITO
Seis años, mamá.

MADRE DEL OGRITO


¿Qué haces si la maestra te dice: “Tú eres demasiado grande para venir a la escuela?”

OGRITO
Yo le digo “Todos los niños de seis años tienen derecho de ir a la escuela libre y gratuita”...
¿Qué quiere decir eso, mamá?, ¿“Libre y gratuita?”

MADRE DEL OGRITO


Que todos los niños de seis años, sin excepción, deben ir a la escuela... Y que la escuela debe
aceptarlos. ¿Y qué dices después de “libre y gratuita?”

OGRITO
Si usted no me cree, escríbale una nota a mi mamá, ella está en la casa. No tenemos teléfono,
pero...

MADRE DEL OGRITO


Ella le explicará nuestra situación. ¿Vas a saber decirlo?

OGRITO
Sí, mamá.
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MADRE DEL OGRITO
(Dándole la mochila)
No te metas los dedos en la nariz, escuchas a la maestra, Respondes “sí, señorita”, “no,
señorita” y miras el pizarrón.

OGRITO
¿Qué es un pizarrón?

MADRE DEL OGRITO


Lo sabrás en cuanto lo veas. Aquí tienes tu comida, mi Ogrito. Pregúntale a la maestra si te
deja comer solito en el salón... Los primeros días... Dile que será mejor para ti.

OGRITO
Ya me lo dijiste, mamá. ¿Entonces no podré jugar a la pelota como los niños del libro que me
lees en la noche para dormirme?

MADRE DEL OGRITO


Espera conocer los juegos y la fragilidad de los niños para jugar con ellos.
Tú eres muy fuerte y muy grande. Podrías lastimarlos sin querer.

OGRITO
Hasta la tarde, mamá.

MADRE DEL OGRITO


No te quedes por ahí después de clases, ni en el pueblo, ni en el bosque.

OGRITO
Para ir, camino derecho y miro el sol que sube por el cielo. Para regresar, camino otra vez
derecho, pero miro el sol que se pone detrás de la montaña.

MADRE DEL OGRITO


Serás un buen alumno, corazón. Ahora, deprisa, si no quieres llegar tarde el primer día de
clases.

El Ogrito y la madre se besan con ternura. Ella lo mira partir. El Ogrito vuelve sobre sus
pasos.

OGRITO
Olvidaba las flores para la maestra.

MADRE DEL OGRITO


Que tengas buen día, mi Ogrito.

El Ogrito parte solo por el camino mientras su madre, en el umbral de la puerta, agita la
mano.

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MADRE DEL OGRITO
A mi pequeño Ogrito, yo lo alimenté con leche. Lo atiborré de zanahorias y de nabos, de moras
silvestres de jalea de rosas. Jamás ha conocido el olor de la sangre fresca. Jamás ha tenido un
hueso entre sus manos, ni siquiera los huesitos del pollo. Jamás ha probado la carne cruda. Está
listo para la escuela, y tiene tantos deseos de leer.

OGRITO
Voy a aprender a leer y a contar los días y los años. Iré al mercado del pueblo con mamá. Le
ayudaré con las bolsas porque ya soy grande.

Escena 2: Donde el Ogrito descubre el color rojo.

MADRE DEL OGRITO


A esta hora, ya atravesó el bosque más espeso, Ya llegó al claro por donde corre el arroyo.
Toma del agua que brota de las piedras como un regalo a mitad del camino. Escucho tu risa de
niño de seis años, pequeño bribón...
Te burlas de mis consejos porque te sientes grande. ¡Camina derecho! No voltees la cabeza
para seguir a esa liebre curiosa y rápida, No te detengas a pelear con el tlacuache que asecha ni
con el zorro de ojos penetrantes. Ellos cruzan tu camino para ponerte a prueba… Bajo su
gruesa piel ocultan una terrible tentación. Mira lo que yo te enseñé a ver: los árboles, las flores,
el sol que calma el tumulto interior. Al final del bosque, verás la primera casa con techo de
tejas...

OGRITO
Después, es fácil: todo derecho hasta la casa blanca con ventanas s rojos...

MADRE DEL OGRITO


¡Cierto! También las ventanas de la escuela son rojas.

OGRITO
Como la amapola que mamá me enseñó para que conociera el rojo.

MADRE DEL OGRITO


No te puedes equivocar, mi Ogrito, el rojo no se parece a nada, sino al rojo.

OGRITO
Yo conozco desde hace mucho el gris de las piedritas, el café de la madera, el verde de la
hierba, el amarillo del verano y el blanco de la espuma del arroyo. Hoy voy a conocer el rojo de
la escuela.

MADRE DEL OGRITO


No te dejes impresionar por el rojo, corazón. Míralo una sola vez para reconocer la escuela,
toca la puerta y entra sin esperar respuesta. La escuela está abierta para todos.

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Escena 3: Donde el Ogrito descubre que él es diferente.

Comienza a caer la noche. La madre del Ogrito está en la puerta.

MADRE DEL OGRITO


Cálmate, corazón, Que tienes miedo de todo, Y tú, cabeza, Que diseñas catástrofes. Dejemos a
la vida hacer sus cosas.

OGRITO
¡Mamá!

MADRE DEL OGRITO


Mi pequeño Ogrito, estaba preocupada. De la escuela a la casa no hay más de mil pasos y el sol
hace tiempo que pasó la punta del cedro más alto.

OGRITO
Pero mira, ya estoy aquí.

MADRE DEL OGRITO


Cuéntame tu primer día en la escuela.

OGRITO
No me perdí.

MADRE DEL OGRITO


Cuéntame todos los detalles que pongan orden en mi cabeza loca.

OGRITO
El rojo de los ventanas de la escuela brillaba con el sol. En tres pasos, yo estaba en la puerta y
sentía latir mi corazón muy fuerte en el pecho. Entré sin vacilar y reconocí enseguida a la
maestra... Llevaba un vestido rojo como los postigos. Y eso me puso contento.

MADRE DEL OGRITO


Debes mirar la cara de la maestra y seguir con la vista sus manos, nunca te detengas en el color
de sus vestidos.

OGRITO
Sus labios también eran rojos y brillantes, y sus uñas en el pizarrón, eran rojas, mamá. Dijo:
“Eres demasiado grande para tener seis años”, con una sonrisa y la voz dulce.

MADRE DEL OGRITO


Le escribiré una carta a la maestra. Cuéntame que pasó después.

OGRITO
Ella dijo: “Como eres tan grande, vas a sentarte en el fondo del salón”, y fue por un pupitre
bastante grande y alto para mí. “Así estarás bien”. Los niños de mi salón son tan pequeños, es
raro... apenas más altos que la pata de la mesa.

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MADRE DEL OGRITO
Los niños de seis años son frecuentemente muy pequeños.

OGRITO
¿Por qué yo soy tan grande, mamá?

MADRE DEL OGRITO


Porque te alimenté con verduras del huerto. ¡Huele la sopa en la olla!

OGRITO
El camino de la escuela es una verdadera alacena, mamá, y yo tenía tanta hambre que comí
todo el tiempo mientras caminaba.

MADRE DEL OGRITO


Yo te esperaba, y mi corazón latía más fuerte que la campana de la iglesia. ¿Qué tanto comiste
en el camino de regreso?

OGRITO
Hojas de té del bosque, moras que encontré en los arbustos...

MADRE DEL OGRITO


¡Gracias a Dios! Nada para quitarte el apetito. Ve a lavarte las manos mientras yo enciendo una
vela y pongo el mantel de las grandes ocasiones. Ella le sirve un plato inmenso.

OGRITO
Huelo las zanahorias de otoño y los nabos... las papas, el brócoli, la col... ¡Mamá, cocinaste
todo el huerto! Pero ¿sabes qué? Me gustaría comer también cosas que no me hagan crecer
tanto.

MADRE DEL OGRITO


Sentémonos a la mesa, debes estar con el estómago en los talones, después de todas esas
emociones.

OGRITO
No te preocupes por mí. Mis piernas largas me llevan solas.

MADRE DEL OGRITO


Cuéntame qué pasó después de la historia del pupitre.

OGRITO
La maestra dijo, con su misma voz dulce: ¿Qué voy a hacer contigo? ¡Eres tan diferente de los
otros niños!

MADRE DEL OGRITO


¿Diferente?

OGRITO
Mis manos son más grandes que las hojas del cuaderno que pusiste en mi mochila.

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MADRE DEL OGRITO
¿Le dijiste que necesitas manos grandes y fuertes para cortar la leña?

OGRITO
Pues, la verdad no...

MADRE DEL OGRITO


Voy a escribirle una carta a la maestra.

OGRITO
“Eres tan grande como mi papá”, me dijeron los niños y se fueron a jugar al patio. Yo me quedé
solo en mi pupitre todo el recreo.

MADRE DEL OGRITO


Pequeño o grande, la maestra va a estar contenta si a ti te gustan las letras y los números.

OGRITO
Eso me dijo para consolarme. ¿Ya puedo hacer mi tarea?

Mientras la madre levanta la mesa, el Ogrito saca de su mochila cuadernos, lápices y goma de
borrar.

OGRITO
Debo escribir mi nombre diez veces sobre las rayas.

La madre limpia la mesa mirando a su hijo de vez en cuando. Con el lápiz en el aire, el Ogrito
tiene la mirada soñadora...

MADRE DEL OGRITO


¿No escribes?

OGRITO
La maestra no tenía mi nombre en su cuaderno, como el de los otros, y yo tengo que elegir qué
nombre escribir. ¿Qué nombre me queda mejor, mamá? Mi ogrito, Tu ogrito, El ogrito...

MADRE DEL OGRITO


Mi Ogrito, Mi pequeño Ogrito. Y el Ogrito, son palabras de cariño entre tú y yo.
Nunca debes pronunciarlos en la escuela, y mucho menos escribirlos.

OGRITO
¿Puedo escribir Simón?

MADRE DEL OGRITO


¿Simón?

OGRITO
Es un nombre que tú repites a veces en sueños.

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MADRE DEL OGRITO
Simón es un nombre bonito.

OGRITO
Entonces voy a escribir Simón. Es corto y suena bien. La maestra dijo que debes escribirlo una
vez para que yo lo vea. La madre escribe.

MADRE DEL OGRITO


S I M Ó N. Simón té queda como un guante. Es suave como la seda. (Para ella) Yo no sé si me
va a gustar decirlo todos los días...

Ella se sienta al lado de su hijo y escribe una carta para la maestra.

MADRE DEL OGRITO


6 de septiembre,

Señorita:
Mi hijo parece feliz con su primer día de escuela y con su pupitre. Estoy segura de que Simón
le dará muchas satisfacciones porque a él le gusta aprender. No le recrimine su altura, él es
como su padre, que era un hombre muy robusto.
Le ruego que guarde para los fines de semana su vestido rojo que parece muy bonito. Desconfío
tanto de los efectos que ese color pueda tener sobre el espíritu fantasioso de mi hijo que
alrededor de la casa sólo conservé los árboles que no enrojecen cuando llega el otoño.
La saluda atentamente.
Ana Chaffaut.
(Para ella) Arranqué del jardín las fresas, las frambuesas y los tomates que crecen solos, y
hasta las sandias, que esconden ese rojo resplandeciente bajo su gruesa piel de primavera.

Escena 4: Donde el Ogrito descubre el olor de la sangre.

La madre y el hijo están en la cocina. El Ogrito recoge sus cuadernos y sus libros mientras los
hojea. Su madre entreabre la ventana y se queda escuchando los disparos. Respira con
inquietud el aire del exterior.

OGRITO
Todas las páginas de mi cuaderno tienen estrellitas, mamá, y la maestra dice que soy un buen
alumno.

MADRE DEL OGRITO


Odio a los cazadores.

OGRITO
Ellos ahuyentan a los lobos.

MADRE DEL OGRITO


No respetan ni el día, ni la noche.
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OGRITO
¿Dormiste mal, mamá?

MADRE DEL OGRITO


Los disparos me tuvieron despierta.
En la oscuridad, las horas pasan lentamente y las sombras se transforman en pesadilla...
(Para ella) ¡Y ese olor de sangre! Hasta en el cuarto.
Incluso con la ventana cerrada yo podía oler la herida del lobo que va dibujando caminos en el
bosque.

OGRITO
La maestra dice que los lobos hambrientos impiden ir a la escuela a los niños y que por eso los
cazadores son útiles.

MADRE DEL OGRITO


Aquí, los lobos tienen lo necesario para comer así que los cazadores cazan por puro placer.

OGRITO
Ayer, faltaron Jorge y José, y hasta María. Los tres viven del otro lado del bosque, Pamela sí
viene todos los días pese a los lobos. ¿Qué es un lobo, mamá?

MADRE DEL OGRITO


Un carnívoro, corazón, un animal que come carne cruda. Sus colmillos acaban con todo y sus
ojos amarillos ven en la oscuridad. Corren más rápido que un niño de seis años, aunque sea
grande como tú. ¡No te cruces en su camino!

OGRITO
Yo no les tengo miedo a los lobos.

MADRE DEL OGRITO


Pues yo les tengo miedo a los cazadores y a los lobos.

OGRITO
A mí me gusta el olor del otoño y de los cazadores. No te preocupes por mí, soy demasiado
grande para tener miedo. Mira mis manos, con ellas podría retorcerle el cuello a un lobo.

MADRE DEL OGRITO


Me gustaría que hoy te quedaras en casa.

OGRITO
¡Oh no, mamá! Le prometí a Pamela darle a probar una manzana verde. Ella dice que con las
manzanas verdes te duele el estómago y que hay que esperar a que estén rojas para comérselas.
¡Ah! Ten mamá. Una carta de la maestra que se me había olvidado en la mochila.

MADRE DEL OGRITO


Me escondiste una carta de la maestra.

OGRITO
Se me olvidó, mamá. Hasta la tarde. No me voy a atrasar.
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MADRE DEL OGRITO
¡Simón! No te vayas todavía.

OGRITO
Voy a llegar tarde.

MADRE DEL OGRITO


Espera un minuto, tengo que leer esta carta. Puede que diga algo importante… algo que tenga
que darte para hoy.

OGRITO
Es de otro día, a lo mejor de la otra semana y la maestra no volvió a decir nada.
Te prometo regresar enseguida después de la escuela.

MADRE DEL OGRITO


El bosque es peligroso, prefiero que te quedes conmigo.

OGRITO
Hasta la tarde, mamá.

La madre corre detrás de él y lo toma de un brazo para retenerlo.

MADRE DEL OGRITO


Preferiría que te quedaras conmigo.

OGRITO
No te preocupes tanto, mamá.

MADRE DEL OGRITO


¡Tú no sales de aquí, Simón!

La madre le cierra el paso.

OGRITO
Tú no me puedes impedir que vaya a la escuela... Aunque quisieras, no podrías, soy demasiado
fuerte ahora. Me gusta el olor del bosque. Toda la noche él me ha inquietado, hasta en los
pliegues de mi almohada.

MADRE DEL OGRITO


¡Simón, regresa, Simón! No quiero que salgas.

Simón ya está lejos y no la oye. La madre queda sola, con la carta en la mano.

MADRE DEL OGRITO


No es el olor del bosque el que te llama, es el olor del lobo herido. Abre la carta.
10 de octubre, Estimada señora:
Simón me cae muy bien. Es muy listo y aplicado en todo lo que hace, pero... hoy ha ocurrido
algo de lo que me gustaría hablarle.

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Los niños trabajaban en silencio cuando a Tomás comenzó a sangrarle la nariz. Esto es bastante
común en cualquier salón. Lo que me sorprendió fue la actitud de Simón. Se paró, como
hipnotizado, con la mirada fija. Se puso en cuatro patas y siguió las huellas de sangre desde el
pupitre de Tomás hasta el baño con una sonrisa extraña. Me dio miedo y envié a los niños al
recreo, aunque sólo eran las nueve de la mañana. Lavé la sangre con mucha agua y cuando
Simón volvió al salón, había recuperado su mirada tierna y su sonrisa de niño. Me gustaría
hablar con usted. Cordialmente, la maestra de Simón.

La madre responde inmediatamente.

MADRE DEL OGRITO


Señorita: ¿Cómo expresar con palabras el pasado que odio y el futuro que temo?
Busco por dónde empezar y lo único que encuentro es una historia de amor. (Los recuerdos la
invaden) La luna estaba llena, el aire era suave y la cerveza brotaba de los grandes barriles.
La gente estaba contenta, y yo no veía más que a un hombre, alto, como mi pequeño, y fuerte
como un roble. Con un solo brazo hacía girar los toneles de cerveza y riendo la vertía en mi
garganta. Se llamaba Simón. Yo llevaba un vestido de baile y él me hizo girar hasta la
madrugada. Al amanecer, ya estaba enamorada, y perdida sin saberlo. Tenía veinte años y
soñaba con el gran amor que hace olvidar a los padres. Lo seguí hasta el fin del mundo...

Un ruido de ramas que se quiebran, la madre se detiene para escuchar.

Simón... Simón, corazón, ¿eres tú?

Silencio.

¡Simón, respóndeme! Estoy segura que eres tú.

Ella abre la ventana y descubre a Simón sentad justo debajo. Él llora, con la cabeza escondida
en su mochila.

Mi chiquito...

OGRITO
Me lastimé, mamá...

MADRE DEL OGRITO


Te heriste la frente y te raspaste las piernas.

OGRITO
Me siento peor por dentro. Estoy mareado, me duele el estómago y tengo ganas de vomitar.

MADRE DEL OGRITO


¿Qué pasó, Simón?

OGRITO
Corrí por el bosque como loco. Quería ir a la escuela.

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MADRE DEL OGRITO
¿Por qué volviste?

OGRITO
Más corría, y más me alejaba de la escuela. Fui a donde mis pasos me llevaban y mis pasos me
llevaron tan lejos que ya no reconocía ni los árboles, ni los senderos. Escuchaba los disparos de
los cazadores y respiraba a todo pulmón un extraño olor que me daba alas en los brazos y
fuerza en las piernas. Corría, corría tan rápido que no vi la rama en medio del camino y me caí.
Debo haberme desmayado porque cuando me desperté, había un gran silencio alrededor mío y
un olor a rosas más fuerte que el del bosque. Tenía la cabeza en un rosal en flor...

MADRE DEL OGRITO


Lo soñaste, corazón. Los rosales no florecen en octubre.

OGRITO
Mira mis piernas llenas de rasguños de espinas. El olor de las rosas me recordó la jalea de los
días de fiesta y... regresé a casa.

MADRE DEL OGRITO


Te voy a hacer una compresa de col y mañana estarás como nuevo.

OGRITO
¿Podré ir a la escuela cuando termines, mamá?

MADRE DEL OGRITO


Cálmate, Simón. Hoy te quedarás en la cama para recuperar las fuerzas. Yo iré a la escuela a
decirle a la maestra que estás enfermo.

OGRITO
Pídele a la maestra la tarea de hoy, la hago cuando me despierte.

MADRE DEL OGRITO


(Para ella) Tengo que encontrar ese rosal que le devolvió la razón al hijo y el hijo a la madre.

Escena 5: Donde el Ogrito descubre el sabor de la sangre.

Es de noche y Simón se levanta y deambula por la cocina. Va y viene, turbado y agitado.

OGRITO
Creí que nunca se dormiría... Ella me vigila de la mañana a la noche y de la noche a la mañana.

Abre los armarios sin hacer ruido, toma una zanahoria, La mordisquea, la escupe con
disgusto. Revuelve, prueba todo. Lo que encuentra y lo tira: brócoli, manzana, apio, hierbas,
etc. Va y viene, toma un vaso de leche, pisotea un trozo de pan con rabia y abre la ventana
que deja pasar la luz de la luna llena. Salta por la ventana y huye en la noche con la
precipitación y la furia de una bestia hambrienta. La madre se despierta.

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MADRE DEL OGRITO
¿Eres tú quien hace ese ruido, Simón?

Ella percibe la ventana abierta.

¡Simón! Regresa antes de que sea demasiado tarde.


Simón, el bosque de noche, no es bueno para los Ogritos. ¡Simón!

Se da cuenta del desorden en la cocina. Se cubre los hombros con un chal y pone la cocina en
orden cuando ve la mochila de Simón. La abre y revuelve febrilmente y descubre una carta
arrugada. La aprieta contra su pecho.

(Leyendo) “28 de octubre”,

(Comentando)¡Hace más de dos semanas que la maestra me escribió esta carta!


Enciende una vela y lee.

Señora:
Simón trabaja siempre con esmero, pero su comportamiento es cada vez más extraño.
Le cuento lo que sucedió hoy: los niños jugaban en el patio mientras yo calificaba en el salón.
Escuché unos gritos agudos y corrí afuera como una loca, imaginando lo peor.
Los niños se subían a los árboles, lo cual está prohibido. Al pie de un pino muy alto, la pequeña
Pamela, de quien Simón seguramente le ha hablado, estaba tirada con una herida en la mano
que sangraba abundantemente.
Simón lamía la sangre. Tenía la mirada de un adulto enloquecido en su cara de niño bueno. Yo
me acerqué, pero él me empujó
Brutalmente y cada vez que daba un paso, se ponía a rugir. Perdón que use esta palabra, pero
ninguna otra describe lo que yo escuché.
Cuando dejó de sangrar, Simón se fue a jugar como si nada hubiera pasado.
Creo que deberíamos contemplar la posibilidad de retirar a Simón de la escuela por unos días...
La madre busca en el fondo de la mochila con el temor de descubrir otra carta. Simón entra.

OGRITO
Mamá, ¿no duermes?

MADRE DEL OGRITO


¿De dónde vienes, Simón?

OGRITO
Tenía mucho calor en la cama y la luna brillaba tanto.

MADRE DEL OGRITO


Acércate, corazón. Ella levanta la vela y mira el rostro de Simón atentamente. Con mano
temblorosa, enjuga una gota de sangre en la comisura de sus labios. Lo que ves aquí, en mi
dedo, es sangre. Simón. No me digas que saliste a admirar el claro de luna.

OGRITO
Ya no me acuerdo.
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MADRE DEL OGRITO
Mira el desorden de la cocina y lo que hiciste con la comida para mañana.

OGRITO
Tenía hambre, mamá.

MADRE DEL OGRITO


Mira tú pijama manchada y haz un esfuerzo por recordar. Te lo ruego, corazón.

OGRITO
Una liebre pasó entre mis piernas.

MADRE DEL OGRITO


Dime qué hiciste, ¡Simón!

OGRITO
No recuerdo más que un olor salado, el hambre que me retorcía el estómago, el sabor divino
que no es el de las zanahorias desabridas ni el de los nabos insípidos.

MADRE DEL OGRITO


Le retorciste el cuello a esa liebre que no te había hecho nada y te la comiste cruda y tibia. Es
su sangre lo que tienes en la boca.

Escena 6: Donde el Ogrito se entera quién es su padre y qué sangre corre por sus venas.

MADRE DEL OGRITO


¿Aprendiste la palabra padre en la escuela?

OGRITO
Sí, conozco la palabra. Los niños de mi clase tienen un padre.

MADRE DEL OGRITO


Tú también, Simón.

OGRITO
Dime dónde está, mamá.

MADRE DEL OGRITO


No sé dónde está. Él se fue una noche de luna llena.

OGRITO
¿Por mí culpa?

MADRE DEL OGRITO


No, por tu culpa, Simón... Por ti... Tu padre era el más alto y más fuerte, de todos los hombres
del pueblo, tierno, amoroso...

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OGRITO
Sigue, mamá.

MADRE DEL OGRITO


Lo que voy a decir te hará daño, mi querido. Tú te pareces mucho a él por tu estatura y tu
fuerza. Te pareces también por ese gusto de carne cruda que te ha hecho salir esta noche. En tus
venas corren su sangre y la mía…y la sangre de tu padre, es la sangre de un ogro.

OGRITO
¿Un ogro?

MADRE DEL OGRITO


Los ogros no comen, devoran y su plato preferido...
Se calla, incapaz de seguir hablando...

OGRITO
Dímelo, mamá.

MADRE DEL OGRITO


...es la carne tierna de los niños.

OGRITO
¿Un hombre puede tener deseos de comerse un niño?

MADRE DEL OGRITO


Un ogro, sí. Cuando conocí a tu padre, yo no sabía nada. Yo no veía más que el azul de sus
ojos, su mano que tomaba la mía para cruzar el río y las rosas que me regalaba en pleno
invierno. Tuvimos una hija que amábamos con locura.

OGRITO
¡Tengo una hermanita!

MADRE DEL OGRITO


Tendrías una hermana de quince años si...

OGRITO
¿Si qué?

MADRE DEL OGRITO


Si Alejandrina, no hubiera desaparecido misteriosamente a los dos años...
Es lo que tu padre me contó y yo le creí. Yo estaba desesperada, justo a punto de dar a luz y
puse toda mi alma en preparar la venida de nuestra segunda hija, Beatriz...

OGRITO
Beatriz…

MADRE DEL OGRITO


Que se cayó en un barranco a los dos años.

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OGRITO
¿Es lo que mi padre te contó?

MADRE DEL OGRITO


No se encontró el cuerpo, por más que lo buscamos. Empecé a dudar y vigilé a mi pequeña
Celeste sin descanso. Pero no pude evitar que la desgracia nos golpeara otra vez. Tuve otras
tres niñas. Dorotea, rubia como el trigo…

OGRITO
¡Ya, mamá!

MADRE DEL OGRITO


Elisa, tan dulce con su vestido gris. Fabiana…

OGRITO
Todas mis hermanas…

MADRE DEL OGRITO


Yo vigilé, espié, protegí, sin poder impedir que desaparecieran una tras otra.

OGRITO
¿Mi padre se las comió?

MADRE DEL OGRITO


Yo estaba embarazada de ti. De siete meses ya. Tú padre estaba extrañamente feliz. Esperaba tu
nacimiento con impaciencia y yo con inquietud. Juré seguir cada uno de tus pasos hasta que
crecieras.

OGRITO
¿Qué pasó, mamá?

MADRE DEL OGRITO


Una noche me desperté sola en la cama, se había ido, sentía como tú te movías en mi vientre.
Sobre la mesa encontré esta carta que puedes leer ahora.
Ella saca una carta de la blusa y se la da a su hijo.

OGRITO (leyendo)
“Mi querida Ana, No es natural que los hijos mueran antes que sus padres...

MADRE DEL OGRITO


Sigue leyendo, corazón.

OGRITO
Lee tú, ya no puedo... El Ogrito calla: no puede seguir leyendo. Su madre retoma la carta.

MADRE DEL OGRITO


…que los niños mueran antes que sus padres…y tú perdiste seis hijas sin saber cómo ni porqué.
Si esto puede calmar tu pena, te juro que no sé cómo desaparecieron nuestras hijas”.

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OGRITO
Ya ves, mamá, no fue él quien…

MADRE DEL OGRITO


(Leyendo) “La desaparición de las pequeñas me recordó una historia que mi padre me contaba
antes de dormir. Durante mucho tiempo yo he creído que se trataba de una leyenda: creo ahora
que él me contaba su vida y me preparaba para el futuro. Mi padre describía el ogro del pueblo
que se había comido casi una docena de niños sin darse cuenta siquiera…

OGRITO
Soy el hijo de un ogro que se comió a sus hijas.
MADRE DEL OGRITO
Eres mi pequeño Ogrito.

OGRITO
No me vuelvas a llamar Ogrito. Soy Simón: Simón, en el bosque como en la escuela. No
necesito padre. ¡Nunca tuve uno y no quiero uno!

MADRE DEL OGRITO


Tu padre no merece ese desprecio, Simón. Déjame terminar la carta…
“…que se había comido casi una docena de niños sin darse cuenta siquiera, antes de encontrar
un remedio para su ogritud.”

OGRITO
¿Un remedio?

MADRE DEL OGRITO


Tres pruebas, Simón, que tu padre quiso intentar. Por eso se fue.

OGRITO
Entonces él va a volver, mamá… ¿ves ?

MADRE DEL OGRITO


Las tres pruebas duran apenas un poco más de un mes y él se fue hace siete años…

OGRITO
¿Y tú sabes cuáles son las pruebas, mamá? (tiempo) Lee, mamá, lee. Quiero saberlo.

MADRE DEL OGRITO


“El ogro debe permanecer en un lugar cerrado, desde un amanecer hasta el otro con un gallo
blanco y con agua. Si en la mañana del segundo día, el gallo canta, el ogro habrá pasado la
primera prueba.”

OGRITO
Estoy seguro de que mi padre la pasó. Dime pronto la segunda.

MADRE DEL OGRITO


“El ogro debe permanecer en un lugar cerrado durante siete días con un lobo…”

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OGRITO
¡Un lobo!

MADRE DEL OGRITO


“…con frutas, verduras y agua. Si al final de esos siete días, el lobo hambriento huye en el
bosque, el ogro habrá pasado la segunda prueba.”

OGRITO
¿Y la tercera, mamá?

MADRE DEL OGRITO


“El ogro debe permanecer en un lugar cerrado, durante una luna, con un niño y provisiones
para dos. Si al término de esos veintiocho días, el niño canta atravesando el umbral de la puerta,
el ogro habrá pasado la tercera y última prueba. La ogritud estará completamente curada y… no
se conocen casos de recaídas graves.”

OGRITO
Hubiera preferido que no me digas nada, mamá.

MADRE DEL OGRITO


La noche es sabia y ayuda a calmarse. Ya veremos mañana lo que podemos hacer…
La madre pliega la carta cuidadosamente y mete entre los pliegues los pétalos de una rosa
blanca que se habían caído.

MADRE DEL OGRITO


Buenas noches, Simón.

OGRITO
Quisiera dormir para siempre.

MADRE DEL OGRITO


Hablaremos cuando estemos más tranquilos. (Una vez sola, la madre quema la carta) No
hubiera debido conservar este recuerdo. Ella apaga la vela.

Escena 7: Donde el Ogrito decide intentar las tres pruebas que su padre no pasó.

Todavía es de noche en la casa y Simón, está llenando un recipiente con agua. La Madre se
acerca.

MADRE DEL OGRITO


¿Qué haces levantado a esta hora, Simón?

OGRITO
Quiero estar listo antes del amanecer. Ya lo pensé, mamá.

MADRE DEL OGRITO


Yo también, hijo. Nos iremos por la mañana al bosque profundo, donde nadie se ha aventurado
jamás. Nos construiremos una casa y haremos un jardín.
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OGRITO
¿Y no habrá escuela?

MADRE DEL OGRITO


Yo te enseñaré a leer y a escribir.

OGRITO
No entiendes, mamá. Yo quiero ir a la escuela.

MADRE DEL OGRITO


Es desde que vas a la escuela que veo el hambre salvaje crecer en tu mirada y que el miedo ha
vuelto a latir en mi pecho.

OGRITO
Yo quiero jugar a la pelota con los otros, compartir mi almuerzo con Pamela que no conocía ni
brócolis, ni calabazas y que me ofrece pedazos de pollo.

MADRE DEL OGRITO


Cada uno de esos pedazos de pollo es un veneno que mantiene tu gusto por carne.

OGRITO
Quiero ir a la escuela, mamá.

MADRE DEL OGRITO


Imagínate que las ganas de comerte a un niño te agarren en plena clase de español.

OGRITO
Cuando vuelva a la escuela, será porque ya pasé las tres pruebas de la carta.

MADRE DEL OGRITO


No sabes lo que dices, Simón. Tu padre siendo un adulto, no pudo lograrlo.

OGRITO
Yo voy a lograrlo. Yo sé dónde encontrar un gallo blanco y una cabaña de cazadores
abandonada.

MADRE DEL OGRITO


Cuando seas grande lo decidirás.

OGRITO
Y será demasiado tarde, mamá. Ya tendré para siempre el gusto por la carne cruda, que
aumentará con los años.

MADRE DEL OGRITO


Yo juré seguir cada uno de tus pasos...

18
OGRITO
Si no lo logro, iremos a vivir al bosque... donde esté al alcance de tu mirada de la mañana a la
noche. Ahora me voy, mamá; el cielo se aclara y el día va a comenzar. El Ogrito abre la
puerta.

MADRE DEL OGRITO


Espera, Simón, déjame darte un poco de comida, un abrigo... y algunos libros para que leas...

OGRITO
Sólo debo llevar agua. ¡Hasta mañana, mamá!

MADRE DEL OGRITO


Adiós, mi chiquito.

Escena 8: Donde el Ogrito intenta y pasa la primera prueba.

El Ogrito camina en la noche...

OGRITO
¿Mi padre se habrá comido al gallo, al lobo o al niño? O a los tres.
Llega a una cabaña abandonada, con una jaula en la mano, y en la jaula, un gallo.

OGRITO
La escuela enseña mucho más que a leer, a escribir y a contar.
Ahí aprendí a seguir el rastro del zorro que me llevó hasta las gallinas, y ellas me llevaron hasta
el gallo de Pamela.
El Ogrito instala el gallo en una esquina y se sienta frente a él. Amanece y el gallo canta.
Luz sobre la madre que escucha el canto del gallo.

MADRE DEL OGRITO


Simón no está lejos, escucho al gallo saludar al día.
Negro sobre la madre, luz sobre el Ogrito.

OGRITO
Tú anuncias con orgullo el inicio de la prueba, gallito. Eres valiente, y te admiro, porque tienes
mucho que perder hoy en un enfrentamiento, que no es entre tú y yo, como tú crees, sino
conmigo mismo...
Tengo agua, leña para el fuego... (Buscando en sus bolsillos) y un cuchillo... (inquieto) que
debería haber dejado en casa... El Ogrito está cada vez más febril. Ver el cuchillo lo ha
turbado.

OGRITO
Este cuchillo no es inocente. El frío del metal calienta mi mano que se pone a temblar de deseo.
¡Maldito cuchillo! Terriblemente emocionado, cierra el cuchillo y lo guarda en el bolsillo.

OGRITO
¿Qué dice la maestra sobre el deseo?
19
Ella que habla de eso todos los días y que conoce tan bien el deseo y el placer.
Todo la inspira, hasta la pelota que los niños se arrebatan en el recreo.
“Tómense el tiempo de desear esa pelota. Un día sin pelota la vuelve más preciada”
Dice que hay que cultivar el deseo con paciencia, como una planta en su jardín.
Que hay que sentir cómo nace, Mirarlo crecer...
Y que eso debe hacerse con todos los deseos: El del chocolate, El de una muñeca, El de una
espada para jugar a los caballeros. Y seguramente, el de un gallo blanco.
Darle tiempo al deseo. Hace madurar el verdadero placer escondido en el fondo de las cosas.
La maestra debe conocer los ogros y sospechar algo porque el otro día me llamó después de la
clase y me dijo:

“Mi pequeño Simón, no confundas la voracidad de los ogros con el deseo.


El ogro traga ferozmente, para calmar sus ansias. Su felicidad es turbia y se parece a la cólera.
La plenitud que da ese placer dura sólo unos minutos y deja un sabor amargo.
Para luchar con el deseo brutal, Ocupa tus manos y tu espíritu.”

Yo tengo un gallo valiente para ocupar mi espíritu y (toma el cuchillo y lo acaricia) un cuchillo
asesino para ocupar mis manos. Guarda el cuchillo y se pasea por la cabaña, apretando el
cuchillo en su puño.

OGRITO
¿Por qué traje este cuchillo?
Lo abre nuevamente y se dirige hacia el gallo, se vuelve bruscamente y clava el cuchillo en un
tronco.

OGRITO
¡Quédate allí, prisionero de la madera!
Toma el tronco en sus brazos y lo acaricia.

OGRITO
“Ocupar las manos y el espíritu”, dijo la maestra.
Retira el cuchillo y vuelve a clavarlo en la madera con mucha delicadeza.

OGRITO
Este nudo va a ser tú corazón y alrededor voy a hacer el cuerpo...
Mira al gallo atentamente, esta vez sin malestar, y se pone a esculpir un gallo en el tronco...

OGRITO
Desde la cresta hasta los espolones, Te haré de cedro, gallito blanco. Dibujaré tus plumas en la
madera dura y te pondré en mi sombrero para indicar la dirección del viento... Y de mis
sentimientos. Primero, la cresa de un rojo tan vivo...
La luz, sobre el Ogrito decrece, mientras, se hace más intensa sobre la madre. Ella está en la
ventana y mira amanecer. Con los primeros rayos, se escucha el canto del gallo.

MADRE DEL OGRITO


¡Simón pasó la primera prueba! ¡Gracias a Dios!
Se arregla y arregla la casa.

MADRE DEL OGRITO


20
¿Por qué tardas, Simón?
Pone la mesa, vuelve a la ventana, impaciente. Hace fuego, vuelve otra vez a la ventana.
Debe ser una pesadilla… un olor a sangre me anuncia la llegada de Simón.

OGRITO
¡Hola, Mamá!
El Ogrito le salta al cuello, en una mano tiene el gallo desplumado y listo para ir a la olla. La
madre se sobresalta.

MADRE DEL OGRITO


¿Qué hiciste, Simón?

OGRITO
Lo que todo el mundo hace sin ningún remordimiento.

MADRE DEL OGRITO


¡Mataste al gallo!

OGRITO
Sin lastimarlo, mamá, y después de soñar con un “pollo a la cacerola” que comeremos juntos,
sentados a la mesa y con cubiertos elegantes. He pasado la prueba porque el gallo cantó y pensé
en ti, que te has privado de la carne deliciosa de esta ave, por años.

MADRE DEL OGRITO


Esa es una trampa que te condena.

OGRITO
Te equivocas, mamá. No es una trampa, sino la vida cotidiana. Todos los días, los gallos comen
lombrices, los hombres comen gallos y es así como los niños crecen. Mira mi boca... Ni un
resto de sangre, ni de gula. Sólo hay en mis ojos el orgullo de traerte un banquete.

MADRE DEL OGRITO


¿Quién te dio el derecho de matar a un animal que no te pertenecía?

OGRITO
Pamela. Su padre cría cientos de gallinas y gallos que venden en el mercado. No me digas que
no sabías. ¿Escuchaste cantar el gallo?

MADRE DEL OGRITO


Tienes razón: el gallo cantó.

OGRITO
He pasado la primera prueba.

MADRE DEL OGRITO


Haces bien en saborear tu victoria, corazón. (Para ella) Todavía faltan dos pruebas...
Ve a descansar un poco mientras yo cocino el gallo.

21
OGRITO
Tengo hambre, mamá; un hambre de... un hambre terrible, y ya me anda por probar la carne
con salsa.

MADRE DEL OGRITO


¿Y con lechuga?

OGRITO
Y jitomates, mamá... Olvídate que son rojos.

Escena 9: Donde el Ogrito reconoce el peligro con el cual debe aprender a vivir.

Un aullido en la noche al que responden, a lo lejos, los lobos de la manada. Está oscuro en la
cabaña y se adivina la silueta del Ogrito agregando leña al fuego. En la esquina opuesta, una
masa sombría: la de un lobo.

OGRITO
(Susurrando)
Ahora entiendo por qué esta hora pone a mi mamá tan triste. Es la hora del perro que termina,
y el lobo que comienza. A pesar de la calma del bosque y del calor del fuego, mis músculos se
tensan y mi estómago gruñe. Tú también te agitas, perro de la noche, y tus ojos que brillan me
anuncian que la noche será larga. El lobo gruñe.

OGRITO
Cálmate, mañana a la hora en que los gallos canten, tú serás libre de correr por el bosque.
El Ogrito mordisquea una col.

OGRITO
Estómago lleno, a nada le temo.
El lobo aúlla y la manada responde.
¡Cállate, Perro de la Noche! La puerta está bien cerrada y ni todos los lobos de tu manada
juntos podrán liberarte. Vas a atraer a los cazadores que no tienen compasión. Conmigo no
tienes nada que temer; no tengo permiso para matarte.
Los ojos del lobo se desplazan en la noche. El Ogrito lo amenaza y lo controla con el extremo
incandescente de una larga rama que recoge en el fuego.

OGRITO
¡Quédate en tu lugar! Y yo me quedaré en el mío. No quiero sentir tus colmillos en mi piel, y
tengo miedo de la fuerza de mis puños que podrían traicionarme al querer defenderme.
El lobo gruñe y se agita. El Ogrito le avienta una zanahoria y se come una.

OGRITO
Zanahoria insípida que no me da ningún placer.
El lobo gruñe. El lobo desdeña la zanahoria.

OGRITO
Si no quieres comer, trata de dormir...
22
Ya no quiero ver tus ojos amarillos que me marean, Perro de la Noche. Mereces bien el nombre
que te di. El Ogrito vuelve a poner un leño en el fuego que divide el espacio en dos territorios.

OGRITO
Tus ojos brillan peligrosamente... pero no más que las llamas que nos separan.

El lobo se agita alrededor del fuego. Busca obstinadamente una salida.


El Ogrito no le quita los ojos de encima y con su palo incandescente sigue los movimientos del
lobo y le indica el lugar en el que debe quedarse.

OGRITO
Tus ojos me dan miedo, Perro de la Noche... y el miedo me vuelve malo en una extraña mezcla
de fuerza y debilidad. Debilidad en el corazón y en la cabeza y fuerza desmesurada en brazos y
piernas. ¡Cierra los ojos! El Ogrito mordisquea un nabo.

OGRITO
Nabo insípido.
El lobo aúlla y el Ogrito se tapa los oídos.
No necesito un rifle para hacerte callar. El lobo aúlla. Con un movimiento brusco, totalmente
imprevisible, el Ogrito salta por encima del fuego e inmoviliza al lobo entre sus piernas,
apretándole las fauces con sus manos.

OGRITO
Te puedo inmovilizar con las piernas y romperte el cuello con mis diez dedos para hacerte
callar. Yo sé que puedo porque ya lo he hecho. Ya me acordé. Me acuerdo de todos los detalles;
La liebre pasó entre mis piernas, pero yo la dejé ir. Detrás corría un lobo, apresurado,
hambriento, el hocico abierto, la lengua colgando, los colmillos de fuera. Yo estaba en pijama,
sin cuchillo, las manos desnudas.

(Pone las dos manos alrededor del cuello del lobo)

Fue con mis dedos entrando en su piel húmeda que yo hice callar al lobo, con mis dientes le
abrí las venas del cuello y calmé para siempre sus ansias de devorar.
¡Cierra los ojos, Perro de la Noche!

(Cambiando de tono)

Perro de la Noche...

El lobo sujetado fuertemente por el Ogrito, no lucha más por y se deja caer. El Ogrito cree que
lo ha matado.

OGRITO
¿Cómo pude haber matado a un lobo que no me hizo nada?

El ogrito va a la puerta y la abre dejando entrar la luz de la luna.


El lobo viene a su lado y se acuesta a sus pies en un gesto de sumisión.

23
OGRITO
¡Perro de la Noche! El Ogrito se enjuga las comisuras, mira sus manos, revisa su ropa...
No tengo ni una gota de sangre sobre mí... Ya ves, Tenía razón cuando pensé que era más
difícil matar a alguien a quien se le ha dado un nombre. Pero... nunca podré dar un nombre a
todos los habitantes del pueblo, a todos los animales del bosque y, acordarme de ellos.
Ahora debo desconfiar de mis manos tanto como de mi sangre. Ya te puedes ir, hiciste lo que
tenías que hacer. Lo siento por la séptima marca.

El lobo se va, con la cola entre las patas.

Le quedaba tan poco tiempo a la noche…

El Ogrito vierte una vasija de agua sobre el fuego para apagarlo y pone en la mochila las
frutas y verduras que no se comió. Se voltea y ve al lobo que viene a dejar a sus pies una
pequeña masa sanguinolenta.

OGRITO
Tú cómetelo, yo tengo el corazón al revés y no se me antoja la carne… cruda
(Mirando al lobo comerse al puerco espin)
Un puerco espín demasiado joven para reconocer el peligro y hacerse bolita.
(Al lobo) Amanece un poco tarde. Cuando nos veamos en el bosque, si mis manos se acercan
demasiado a tu cuello, aúlla con todas tus fuerzas y yo sabré reconocerte.
El lobo se aleja por el bosque. El Ogrito recoge la bola de espinos.

OGRITO
¡Qué extraño recuerdo de esta larga semana! Mañana me iré con mamá a lo profundo del
bosque, pero como quisiera encontrar las palabras para explicarle que no maté al lobo, que no
le hice el más mínimo rasguño.

Escena 10: Donde el Ogrito toma conciencia de que ha pasado la segunda prueba.

El Ogrito entra en su casa con la cabeza baja. Besa a su madre sin decir nada.

MADRE DEL OGRITO


Tienes los ojos de un perro apaleado, Simón. ¿Es la fatiga o es la tristeza?

OGRITO
No sé, mamá. No entiendo a los lobos...

MADRE DEL OGRITO


Tu lobo era una loba. Reconocí los aullidos que escuché durante horas.

OGRITO
Lobo o loba es lo mismo, mamá. Yo sólo quería que se callara.

MADRE DEL OGRITO


Estaba preocupada por sus lobitos, Simón. Ella sabe que sus pequeños la necesitan para comer,
para masticar la carne que luego les pone en el hocico.
24
OGRITO
¿Crees que hice bien en dejarla partir antes del amanecer?

MADRE DEL OGRITO


Claro que hiciste bien, Simón. Los lobos no cuentan el tiempo como nosotros. Y yo sentía que
su angustia crecía al paso de las horas.

OGRITO
Sí... pero no me atreví a hacer la séptima marca en el muro.

MADRE DEL OGRITO


Pero estás en casa sano y salvo, Simón, y eso es lo único que cuenta.

OGRITO
No, mamá hay mucho más: tengo las manos limpias y la loba está con sus cachorros en el
bosque. Todo está como debe ser. Ves, pasé la segunda prueba.

MADRE DEL OGRITO


Estoy contenta de que los siete días pasaron.

OGRITO
Yo también estoy contento. Ahora sé por qué mi loba me trajo un regalo. (Para él) Guardo tu
caparazón en mi bolsa, pequeño puerco espín, y las espinas en mi pierna me dirán lo que es
bueno para los lobos, y lo que es bueno para los hombres. Así tu muerte no habrá sido inútil.

Escena 11: Donde el Ogrito se encuentra una dificultad imprevista.

Es de noche y el Ogrito, en el jardín, llena cajas con provisiones. Llega su madre.

MADRE DEL OGRITO


Eso no va a servir de nada, Simón.

OGRITO
Veintiocho días es mucho tiempo, mamá, y ya sabes cuánto como.

MADRE DEL OGRITO


Saldremos mañana temprano y no vamos a poder llevar toda esa comida.

OGRITO
Yo salgo y necesito estas provisiones.

MADRE DEL OGRITO


Ni se te ocurra.

OGRITO
Ya logré pasar las dos primeras pruebas, mamá. Pasaré la tercera.

25
MADRE DEL OGRITO
Que te comas un gallo pretencioso y charlatán, puedo aceptarlo. La gente lo hace todos los días
y eso no me quita el sueño. Puedo entender que arriesgues la vida de un lobo. Pero que tomes a
un niño de rehén durante veintiocho días, de veinticuatro horas, ¡Jamás!

OGRITO
¿Entonces, por qué me dejaste, intentar las dos primeras pruebas?

MADRE DEL OGRITO


Creí que no lo lograrías.

OGRITO
Me engañaste, mamá. Me mentiste...

MADRE DEL OGRITO


En lo profundo del bosque olvidarás...

OGRITO
No quiero olvidar.

MADRE DEL OGRITO


Tienes que entender, Simón.

OGRITO
No quiero entender. Yo voy a pasar la tercera prueba, aunque me muera de hambre.

MADRE DEL OGRITO


Mis hijas están muertas porque yo me negaba a entender. No tientes al diablo, Simón.

OGRITO
¡Ya no quiero sentir tu mirada en mi boca cuando llego, y en mi espalda cuando me voy!
¡Quiero ser libre! El Ogrito huye.

MADRE DEL OGRITO


¡Simón, regresa inmediatamente! ¡Simón!
A lo lejos en el bosque, el eco de la voz de Simón que repite:
“quiero ser libre”, “quiero ser libre”.
De una luna llena a la otra, hay una eternidad, Simón… Veintiocho veces la noche, el día
veintiocho veces.

OGRITO
Son veintiocho marquitas en la madera.

La madre del Ogrito prepara las maletas. Oscuro sobre la madre, luz sobre Simón, que corre
por el bosque.

No me enterraré en el fondo del bosque. Quiero vivir con todos los colores, no solamente con
el verde que se vuelve blanco en invierno. Quiero ver los árboles ponerse rojos en otoño, quiero

26
comer fresas y frambuesas, mirar a los niños brincar la cuerda, sin que se me apriete el corazón.
Veintiocho marquitas en la madera, y después, la vida entera.

Oscuro.

Escena 12: Donde el Ogrito emprende y pasa la tercera prueba.

La madre del Ogrito está en bata, despeinada: con un calendario en la mano calcula los días y
las semanas. Reina en la casa un olor a desastre. Todo está en desorden. Las maletas apiladas
en una esquina.

MADRE DEL OGRITO


Tres lunas se han llenado y tres han menguado desde que Simón se fue sin abrigo de invierno,
sin víveres y sin agua… Desapareció como su padre, dejándome el corazón desecho y la cabeza
a punto de estallar.
Una carta, una sola carta de la maestra para avisarme que Pamela desapareció.
Después el silencio mortal que rompe el rumor de la búsqueda de Pamela.
Ya no soporto los gritos que la llaman y los perros que resoplan en mi puerta.
¿Qué le respondo a la madre de Pamela? No sé nada y tengo miedo yo también.
Tengo miedo del silencio, tengo miedo del rumor.
Tengo miedo del olor que el viento pueda traerme.
Simón, mi chiquito...

OGRITO
Aquí estoy mamá.

MADRE DEL OGRITO


¡Simón! La madre se precipita hacia el Ogrito y lo llena de caricias.

OGRITO
Mamá, pasé la tercera prueba.

MADRE DEL OGRITO


Este flaco, pálido. Te ves demacrado y pareces hambriento.

OGRITO
Mamá, no me comí a Pamela...

MADRE DEL OGRITO


Estás vivo, estás conmigo, Simón. ¡Lo demás no importa! Las maletas están listas y tenemos
que escapar antes que los perros olfateen tu olor.

OGRITO
Podemos quedarnos. No me comí a Pamela, mamá. Lo logré...

MADRE DEL OGRITO


¿Cómo quieres que te crea, Simón? El pueblo entero llora por Pamela; corrieron a la maestra de
la escuela porque sabía todo y no dijo nada; los niños viven encerrados en sus casas.
¡Y tú me vienes a decir que lo lograste!
27
OGRITO
Pamela está en su casa y su madre está sirviéndole un caldo de pollo.

MADRE DEL OGRITO


Pamela en su casa... ¿De qué hablas?

OGRITO
La recibieron como reina, sus hermanos gritaron de alegría, su madre lloró y su padre mató a un
puerco. Nos invitan a comer moronga esta noche. ¿Por qué me ves así?

MADRE DEL OGRITO


No entiendo nada de lo que dices, Simón. Te fuiste hace tres meses; te llevaste a una niñita de
tu clase. No supe nada de ti, ¡y ahora me vienes a hablar de caldo de pollo y de moronga!

OGRITO
Pasé la tercera prueba, mamá, y todo el pueblo lo sabe, hasta la maestra. Me la encontré cuando
venía para acá y me dijo que nunca dudó que lo lograría. ¿Viste la luna llena anoche, mamá?
Brillaba sin nubes. Cuando el sol nos despertó, Pamela corrió hacia el bosque cantando:
“Jugaremos en el bosque, mientras el lobo no está...” Como decía la carta. La llevé a su casa y
me vine para acá. Es todo.

MADRE DEL OGRITO


¿Por qué tres meses? Ya no tengo uñas en los dedos.

OGRITO
Fue idea de Pamela. Mira. El ogrito saca del bolsillo dos dientecitos y los muestra a su madre.

MADRE DEL OGRITO


Tus dientes de leche...

OGRITO
Esperamos a que los dientes de leche se me cayeran, y después esperamos la luna llena.

MADRE DEL OGRITO


Pensé que me moría.

OGRITO
También fue largo para mí mamá.

MADRE DEL OGRITO


No me mandaste ni una nota, ni una señal, no me escribiste una carta...

OGRITO
Tengo una carta para ti. El Ogrito saca una carta del bolsillo y la tiende a su madre.

MADRE DEL OGRITO


(Leyendo) “Para Ana” ¿De dónde sacaste esta carta?
Ella esconde la carta en su chal.

28
OGRITO
En las flores de ayer.

MADRE DEL OGRITO


¿De qué hablas, Simón?
El Ogrito le tiende un ramo de rosas blancas.

OGRITO
Todos los días nos despertaban unos pasos sobre el techo, y todos los días recibíamos por la
chimenea un ramo de rosas blancas…

MADRE DEL OGRITO


Blancas y perfumadas...

OGRITO
Cuando las ganas de sangre me subían por la garganta, Pamela lo adivinaba enseguida en mi
mirada, y empujaba las rosas justo hasta debajo de mi nariz…y las ganas desaparecían como
por encanto. (A su madre que no escucha) Puedes leer la carta tranquila, mamá.
Yo voy a lavarme y a vestirme para la cena...
Quedándose sola, la madre abre la carta.

MADRE DEL OGRITO


“Querida Ana,
Hace siete años que vivo en el bosque con los lobos.
Aprendí a conocerlos y a amarlos durante la segunda prueba que pasé…de la misma manera
que antes había pasado la primera. Dudé mucho tiempo antes de emprender la tercera…y
cuando nuestro hijito nació, decidí no intentarla jamás.
Yo venía a mirarlo crecer desde lejos.
Trabajaba en tu jardín, de noche, cuando dormías, y lo regaba en las semanas de sequía.
Aprendí mucho de nuestro hijo y siento admiración por él. Ha logrado vencer la ogritud
cuando yo ya no lo creía posible. Una de estas lunas llenas, lo intentaré yo también. Ahora me
siento capaz de hacerlo.
Hasta pronto. Simón.”

El Ogrito vuelve vestido de domingo.


Trae en su sombrero el gallo de madera que esculpió y, en el cuello, un extraño pendiente.

OGRITO
Apúrate, mamá, que tienes que ponerte hermosa porque hoy salimos por primera vez juntos y
hay una gran fiesta en el pueblo.

MADRE DEL OGRITO


Me apuro, me apuro. En estos años he perdido la costumbre de pasar horas delante del espejo.
La madre nota el pendiente del Ogrito.

MADRE DEL OGRITO


¿Qué llevas en el cuello?

29
OGRITO
Para ocupar las manos y el espíritu, Pamela y yo modelábamos deditos de los pies con la cera
de la velas.
Te espero, mamá.
La madre del Ogrito sale.

OGRITO
Al dedo del pie de Pamela, al verdadero dedo, lo mastiqué, pero no me lo tragué. Lo guardo
aquí, en el bolsillo, con la gotita de sangre seca que no quiere salir.

Oscuro.

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