Como reflexión personal sobre mi experiencia como practicante de un preescolar infantil
puedo decir que entre las primeras emociones que experimente fueron de mucha ansiedad por el desconocimiento ante una labor tan valiosa como lo era hacer parte de un equipo de profesionales que acompaña uno de los procesos más importantes y significativos en la vida de los niños, por lo cual hacer parte de una experiencia de socialización, educación y acompañamiento para cada uno de los procesos que experimentan es de mucha responsabilidad y entrega, entre las emociones encontradas que sentía por esta nueva etapa en mi vida en la que de alguna manera iba poder desenvolverme laboralmente frente a las exigencias de una práctica profesional, me generaba miedos el deseo excesivo y los pensamientos de hacerlo muy bien, dejar en alto no solo mi profesión sino también muchos otros aspectos que vienen consigo, como lo son el poder poner en practica todos aquellos conocimientos que hicieron y siguen haciendo parte de esta experiencia tan gratificante que otorga un pregrado. Tener la oportunidad de ver y ser parte de una labor docente tan importante me hizo reflexionar sobre el alcance que tiene estos lugares para la vida de un niño después del hogar, conocer tantas realidades y entender que además de la familia hay un proceso de socialización significativo que cumple un preescolar, marcando la diferencia en muchos aspectos en la vida de un menor. esto era algo que no tenía totalmente concientizado sino hasta después de vivirlo, conocerlo y hacerlo, literalmente. estar allá y hacer parte del día a día de muchísimos niños que vienen con una propia historia, sus propios contextos de vida, problemas y situaciones personales los cuales influyen indudablemente en su proceso de vida solo me hace reafirmar que un ser humano se encuentra permeado por todo aquello que hace parte de la experiencia, por eso respecto a la labor de docencia solo tengo admiración por la paciencia y el gran don de vocación al querer enseñar, la entrega en cada docente para dejar huellas de aprendizaje en aspectos tanto educativos como también en valores es una profesión para resaltar, entendiendo que el hogar y la familia son los principales actores para la estructuración de valores, habilidades y crecimiento, reconozco que el preescolar tiene gran parte de responsabilidad en el aprovechamiento y máximo potencial de un niño, ya que con esta práctica pude ver la estructura de un preescolar como esa “zona de desarrollo próximo” que necesitan los niños, donde se otorgan herramientas y se enseñan habilidades en muchos aspectos del desarrollo como lo son cognitivo, afectivo y social. entendiendo que además de ser centros educativos suplen una necesidad de aquellos padres que necesitan dejar sus hijos por cuestiones de trabajo, tiempo y cuidado, muchas veces llegue a cuestionarme el bienestar y acompañamiento real de un hogar en aquellos niños que veía que pasaban una jornada completa en el preescolar, aunque inmediatamente me replantee sobre el hecho de una realidad social que se vive y es que la mayoría de padres no pueden acompañar sus hijos en los hogares pues necesitan salir a trabajar para cumplir con las condiciones de una vida digna. Vivir la práctica en Torrecitas de Cristal me permitió conocer mis habilidades y enfrentarme ante miedos e inseguridades que hacen parte de la misma inexperiencia, me generaba demasiada curiosidad mi progreso y pensar en el como fuera a intervenir y atender todas aquellas necesidades y “problemáticas” que encontré desde el primer análisis del entorno del preescolar y las que se fueran presentando, aprovechar el espacio para ejercer algo que hace parte de mi profesión como lo es la psicología educativa me abrió el pensamiento frente al poder que se puede obtener del aprendizaje para compartirlo, cuando pensaba en aquellas actividades grupales que quería hacer para cumplir mis objetivos frente aquello que quería reforzar positivamente en los niños, se despertó una parte creativa que no sabía que podía aprovechar; desde el acompañamiento psicopedagógico que pudiera brindarle a un niño que lo necesitara fuera cual fuera su condición, me tranquilizaba saber que también se puede contar con profesionales que apoyan problemáticas de aquellos niños que necesitan de ese profesor, psicólogo, fonoaudiólogo, pediatra, etc. Pienso que contar con esto crea una esperanza para aquellos padres que quieren y velan por el bienestar y el correcto desarrollo de sus hijos, entendiendo que ningún padre quisiera que sus hijos atravesaran por situaciones negativas que afecten su vida en alguna esfera, tuve muchas oportunidades con respecto al caso de un niño para entender que la funcionalidad, plenitud o desarrollo social de un niño y próximo adolescente/ adulto depende mucho del hogar que habite y aquellos quienes lo conformen, pues de una familia ausente y disfuncional la mayoría de veces ya se sabe el resultado, sin el ánimo de generalizar ni categorizar, las consecuencias que puede sufrir los niños a causa de cualquier situación negativa que enfrenten puede ser algunas veces la causante de muchos otros problemas futuros, toparme también con aquellos patrones de padres exigentes, sobreprotectores, abusivos, entre otros. Sin el deseo de juzgar y el respeto por la individualidad y aquello que claramente no podemos controlar como lo son los entornos donde pueda crecer un niño, desde mi propia opinión pienso que un hijo y un niño además de ser una gran responsabilidad, es el resultado de lo que se haga con él, partiendo del ejemplo y el amor por la labor de ser un buen padre/ madre o cuidador. la oportunidad de crear escuelas de padres y talleres reflexivos con las docentes ayudo a conformar el como quería trasmitirles algo e intervenir ante aquellas situaciones que lo necesitara, fuera problemas de conducta, la adaptación siendo que a la mayoría de niños en la naturalidad de un apego por sus figuras más significativas casi siempre llegan con miedo, llanto y otras muchas emociones que pueden ser trabajadas, también el buscar estrategias para fomentar en una escuela de padres un buen autoestima, el reconocimiento de aquellas conductas en los niños que puedan ser indicadores de alarma ante otras situaciones y condiciones como por ejemplo: depresión infantil, impulsividad, manejo de emociones, síntomas de abuso, hiperactividad o temas tan importantes de abordar como la nutrición y el tiempo de calidad, resumido a un concepto que ahora es muy visibilizado llamado “Crianza positiva” La conformación y planeación de todo aquello que hizo parte de mi labor me permitió crear un aprendizaje muy significativo de la mano de padres de familia, niños y docentes destacando el excelente clima laboral que permitió que me sintiera mucho más a gusto con la práctica profesional y el acompañamiento por parte de las docentes en el preescolar, la asesora de staff y la cooperadora del preescolar que fueron imprescindibles para el pleno desarrollo de mi práctica.
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