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Un conflicto que existe actualmente es que como adolescentes no sabemos lidiar con la
presión ni manejar la frustración, lo cual claramente nos perjudica. Estas habilidades
resultan fundamentales para llevar a cabo nuestros distintos procesos mentales, así que si
no las desarrollamos, puede afectarnos en diversas áreas de nuestra vida, desde nuestra
salud y relaciones sociales, hasta nuestro desempeño académico, provocando que seamos
personas inseguras y vulnerables ante la constante tensión presente en el mundo; creo que
es aquí cuando lo ideal es que tanto padres como la escuela formen un equipo para
ayudarnos en este aspecto, ya que son ellos quienes observan nuestros quehaceres diarios.
Sin embargo, que los padres estén ahí para nosotros no implica el hecho de que no
establezcan límites y reglas constantes, pues esto nos permitirá comprender que en esta
vida no todo es fácil, que existen esquemas que deben de ser respetados dentro de la
sociedad y que sobrepasar los límites tiene consecuencias. Se debe fomentar la
negociación, el llegar acuerdos y el cooperar para aprender a resolver problemas.
Por lo anterior, la comunicación entre padres e hijas debe ser clara y precisa, como hijos, no
molestarnos de manera apresurada ante una negativa de los padres, sino que tratar de dar
nuestros puntos de vista de una manera respetuosa, de esta manera se podrán encontrar
soluciones rápidas y conseguir una postura adecuada. Como padres, puedo entender el
cambio drástico que han tenido que presenciar y vivir a lo largo de los años, la situación en
el mundo con respecto a los jóvenes es cada vez más complicada, pues agregamos diversos
factores que afectan su desarrollo, como el uso de las redes sociales.
Algo que me gustó mucho de lo que me comentaron mis papás, es que durante la plática se
mencionó que cada uno de nosotros madura a diferente ritmo y que por tanto existen veces
donde necesitamos nuestro propio espacio y contención. El educar a un adolescente
requiere de mucha paciencia, pues hay que ayudar a que autorregulen sus conductas, una
tarea que no siempre se puede hacer por sí mismo.
Los padres deben de aceptar el hecho de que ya no somos niños y que por tanto,
buscaremos personas fuera del núcleo familiar que compartir nuestras afinidades o
intereses, es parte del ciclo de la vida.
A su vez, los padres deben tener en claro que la escuela solo es un colaborador, y que no
resulta congruente otorgarles la responsabilidad por lo que hacemos, puesto que eso ya
recae en nuestra cuenta y en el esfuerzo de nuestros padres por procurar que sigamos las
reglas establecidas y con eso, fortalecer el proceso de educación y aprendizaje.
Durante la conferencia se mencionó que los padres deben hacer un esfuerzo por tratar de
conocernos sin llegar a un interrogatorio, explorar nuestros gustos, sueños y deseos, pero
creo que nosotros también debemos hacer los mismo con nuestros padres y así, entender
cuál fue su historia de vida y cómo eso nos puede ayudar o servir de ejemplo.
Finalmente, se comentó en la reunión que si bien, es importante que los padres nos hagan
darnos cuenta de nuestros errores, también es de suma importancia reconocer nuestros
logros y ayudarnos a tener expectativas claras y realistas sobre nosotros y el mundo. Los
padres son nuestro pilar, de ellos aprendemos de primera mano lo que es la responsabilidad
o la falta de ella, que todas nuestras acciones tienen consecuencias, ya sean negativas o
positivas y que debemos buscar el sentirnos bien con nosotros mismos, el no olvidar la
relevancia de expresar gratitud. Esto siempre se tiene que hacer en el hogar, y no buscar
exponernos a la humillación frente a otras personas.
Para concluir, solo quiero decir que hablar con mis papás de todo lo que se habló en las
escuelas para padres resultó muy gratificante, pues me ayudó a percatarme de las cosas
que ellos hacen por la familia y me llevó a admirarlos mucho más, además, ellos siempre
estuvieron contentos con los temas tratados durante cada plática.