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Primera Prueba Parcial

Felipe Vargas Sotela A96613

Tomás de Aquino
Sobre la eternidad del mundo

En su obra Sobre la eternidad del mundo, Santo Tomás de Aquino pone en


contraposición dos tesis: la primera, que enseña desde la fe católica que el mundo tuvo
un comienzo de duración, es decir que fue creado por Dios en un primer momento junto
con el tiempo, y que respalda con la autoridad de la Sagrada Escritura, y la segunda en
que expone la duda de si el mundo podría haber existido siempre, sin dudar en ningún
momento que éste fue creado por Dios, no solo por la fe, sino por los argumentos de los
filósofos, pues estos afirman que todo lo que es, debe recibir su ser de lo que lo posea
completamente de manera máxima y verdadera.
Teniendo esto como base, intenta empatar lo que enseña la fe con los
razonamientos de los filósofos, pues examina como el mundo, al no tener comienzo de
duración, pudo haber sido creado. El Aquinate no duda de que Dios siendo infinito
pueda crear algo que sea igualmente infinito, pues sería contradecir la omnipotencia, sin
embargo quiere analizar si repugna a la razón el hecho de que algo que no tiene
principio de duración haya sido creado o si es imposible por falta de una potencia
pasiva. El hecho de que algo haya sido creado sin necesidad de una potencia pasiva,
solamente lo demuestra a partir del ejemplo de la existencia del ángel, pues este no fue
creado a partir de una materia previa, sin embargo Dios lo creó. No obstante, desde la fe
no puede afirmarse que la potencia pasiva haya existido siempre pues esto es herético.
Sin embargo de esto no se sigue que Dios no pueda crear algo infinitamente. Es
importante notar que no explica como la materia en acto, siendo infinita en el tiempo no
supone una materia en potencia igualmente infinita.
El otro modo por el cual no se podría afirmar que algo que no tenga comienzo de
duración es por contradicción de los conceptos, por ejemplo que se diga que algo sea
falso y verdadero al mismo tiempo. Tomás explica como no es necesario que la causa
agente, en este caso Dios, preceda en duración a su efecto, pues ambos elementos
pueden darse simultáneamente, dado que la causa genera su efecto instantáneamente y
además Dios no genera las cosas por un cambio sino instantáneamente, por eso no es
necesario que sea anterior a lo creado en duración. Sin embargo cabe destacar como la
existencia del mundo si es dependiente de la acción creadora de Dios, pues Dios es
principio ontológico y causa primera de todas las cosas, dado que todas las cosas
reciben su ser de otro excepto Él, que es causa de sí mismo. Por esta razón se explica
que el mundo debe su existencia a la causa primera, y también lo apoya con un ejemplo,
en el que pone a una causa agente, el fuego, como principio ontológico del calor, ya que
el último debe su existencia al primero, y que además ninguno precede en duración al
otro, pues se dan simultáneamente causa y efecto. Y porque si algo que produce
solamente la forma puede producirla sin precederle en duración y hacer que siempre que
él mismo exista, exista también lo producido, dando el ejemplo del sol al iluminar las
cosas, con mucha más razón Dios, que crea la sustancia de todas las cosas, puede hacer
que éstas existan todo el tiempo que Él exista.
Luego se analiza si repugna a la razón el hecho de que algo que ha sido creado
de la nada es preciso que su no ser preceda en duración a su ser. El Aquinate se apoya
en la descripción de Anselmo respecto de lo creado de la nada, entendiendo que algo ha
sido hecho pero que no hay nada de lo que ha sido hecho. Y pone el ejemplo de que un
hombre que se entristece sin causa se entristece de la nada y dice que de esto no se sigue
contradicción alguna. Pues el hecho de que algo sea hecho de la nada no significa que
su no ser preceda en duración a su ser, sino simplemente que no había nada de lo que
fuera hecho. Analizando esto, se entiende que si Dios, al ser eterno, no participa del
tiempo, no creó las cosas en un determinado momento sino fuera del tiempo y por eso el
no ser de los entes creados no se entiende en términos de duración sino en el sentido de
que no hay nada de lo que han sido hechos. En este caso la nada precede a los entes en
cuanto al orden natural y no temporal, pues a una cosa siempre le pertenece con
anterioridad lo que le es propio que lo que recibe de otro.
Santo Tomás por esta vía explica la diferencia de cómo el mundo tiene
existencia solo gracias a que existe Dios, quien le otorga su ser, pues si fuera
abandonado a sí mismo sería nada. Y también explica basándose en argumentos de otros
filósofos como el mundo no fue creado coeterno con el creador, pues hace la diferencia
entre ser llevado por una vida interminable y poseer el ser en sí mismo y la presencia
eterna. Y apela también a la naturaleza inmutable de Dios, la cual es eterna, pues ni el
tiempo ni el movimiento pasan por Él, y por eso no se puede igualar la duración de vida
de lo creado con la de Dios, de modo que no puede existir nada coeterno con Dios.

Infinitud del Universo según Kant


En esta segunda parte de la investigación se va a tratar el tema de la finitud o
infinitud del universo desde la primera Antinomia Kantiana para tener otra
interpretación ontológica de la eternidad del mundo tratada anteriormente por Santo
Tomás de Aquino. Kant pone en contraposición dos tesis, a saber, que le mundo tiene
un comienzo en el tiempo y, con respecto al espacio, está igualmente encerrado entre
límites, y su antítesis, que plantea que el mundo no tiene comienzo, así como tampoco
límites en el espacio. Es infinito tanto respecto del tiempo como del espacio.
Para comprender correctamente la resolución del problema planteado por Kant
es preciso dar las definiciones de la finitud o infinitud que él mismo describe en su
dialéctica trascendental. Kant, afirma que es necesario aclarar la diferencia entre lo
infinito  y lo indefinido. Según él, lo infinito se da cuando nos encontramos con un todo
dado a la intuición, es decir cuando podemos llevarnos de una condición a otra hasta el
infinito. En este caso, estamos ante un avance de la condición a lo condicionado, y, tal
avance, es posible que se extienda a lo infinito en la serie de los fenómenos. El progreso
al infinito implica un regreso descendente donde podemos proseguir sin fin una línea en
sentido descendente, desde lo próximo a lo lejano, como también lo podemos pensar
como una línea que avanza infinitamente. También es necesario diferenciar este término
con el de progreso indefinido, a través del ejemplo que da en su dialéctica trascendental
cuando dice que prolongar una línea recta puede significar en el caso de
indefinidamente sería prolongarla mientras se quiera y en el caso de al infinito sería no
dejar nunca de prolongarla.
Kant plantea que para resolver el problema de la infinitud del universo es
necesario saber si el nunca limitado ascender es regreso al infinito o solo regreso
proseguido indefinidamente, es decir si el progreso ascendente del universo se da al
infinita o indefinidamente. El plantea que el todo solo se puede poseer en el concepto y
de ningún modo en la intuición, por lo tanto no se puede partir del concepto para saber
la magnitud del progreso sino se debe partir de la magnitud del progreso empírico para
saber la magnitud del universo. Sin embargo plantea que hacer esto de manera empírica
solo lleva a continuar ascendiendo grados y que no se puede calcular su magnitud de
este modo. Además dicho progreso no puede asegurar que se extienda al infinito, pues
eso sería anticipar miembros que no han sido descubiertos empíricamente y por lo tanto
asegurar la infinitud del mundo antes del regreso, lo cual es imposible. Por tanto nada se
puede decir de la magnitud del mundo, ni siquiera que tiene un regreso al infinito. Por
eso no se puede afirmar la infinitud o finitud del mundo, pues por un lado no se sabe si
tiene un límite absoluto, pues no se ha descubierto por la observación, y por otro lado
no se puede aceptar que sea infinito pues eso sería anticipar miembros en el progreso.

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