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Introducción

No podemos ignorar, aunque tuviésemos la opción de hacerlo, la realidad


social en que vivimos, puesto que en ella misma se encuentran las huellas y el
curso de nuestro desarrollo. Nos movemos como individuos no aislados, sino
interconectados dentro de un engranaje llamado sociedad. Esta sociedad va en
continuo cambio en sus formas, estructuras y medios. Una de sus formas más
esenciales y básicas de la sociedad, es la familia. Ésta es el medio natural para el
crecimiento y bienestar de sus miembros (Ribeiro, 2011).

La familia es un pilar fundamental que se relaciona directamente con las demás


estructuras de un sistema social. En el caso de nuestra sociedad, esta institución
se encuentra en el más alto rango del orden moral, sancionando desde la
perspectiva heterosexista la presencia de nuevas familias que alteran el modelo
tradicional (González, 2007).

Hacia un panorama general de la familia. Las familias


Las trasformaciones ocurridas en el régimen demográfico como el descenso de la
fecundidad, la disminución de la mortalidad, la incorporación de las mujeres a la
actividad económica extradoméstica, la desacralización del matrimonio han
contribuido al lento proceso de erosión de los fundamentos socioculturales del
modelo patriarcal heterosexista y a la emergencia de imágenes cambiantes de las
mujeres y sus familias (Marina Araiza, 2001).

Dentro de estas transformaciones destacan las que conciernen a la estructura de


la familia, dejando atrás aspectos como la procreación de los hijos y su
consolidación dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer. Entre las
familias que escapan a estas condiciones, se encuentran las parejas conformadas
por personas del mismo sexo. En el estado de Nuevo León pareciesen no existir
dichas familias, tal vez por la falta de estudios, investigaciones o leyes que
visibilicen este fenómeno social. Sin embargo, poco a poco se va evidenciando su
presencia por distintos medios (incipientes investigaciones, organizaciones no
gubernamentales, redes sociales, etc.). Por ello, consideramos la importancia que
para las ciencias sociales, tienen el tema que podrá aportar una mejor
comprensión de los cambios en la sociedad neoleonesa

Hablar y tratar sobre el concepto de la familia como una estructura o fenómeno


social, nos remite a los clásicos como Engels, quien afirma que la familia y su
desarrollo se origina paralelamente al dominio del ser humano sobre la producción
de alimentos (2012), pero también implica analizar y no pasar sin atender a las
distintas consideraciones de los aspectos y roles que juega esta agrupación
humana. Por ejemplo concreto de la preponderancia de esta estructura: en 1948
se proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos donde se advierte
que la humanidad en sí misma, representa una familia. En la misma, en el
apartado tercero del artículo decimosexto, declara que: “La familia es el elemento
natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la
sociedad y del Estado” (ONU, 1948). Cabe señalar la importancia que se da hacia
el matrimonio, pues forma parte de los dos anteriores apartados del mismo
artículo.

Desde el punto de vista de la antropología, se advierte que aunque es múltiple la


diversidad cultural en que se han desarrollado los agrupamientos sociales en
todo el mundo, hay por lo menos dos tipos que se encuentran en toda sociedad
humana (Mandelbaum, 1975). Destacando la familia como uno de ellos. En todos
los países, entre todos los pueblos, los nuevos miembros, los niños
ordinariamente son criados y alimentados dentro de una familia. Y la familia se
establece, pues, como el primer grupo social que el infante llega a conocer.
Podemos concluir, según esta visión que el fenómeno familiar es universal, pero
con arreglos muy diversos según las distintas sociedades.

Entre las sociedades tradicionalmente estudiadas por los antropólogos y las


sociedades contemporáneas no existe una diferencia de grado, sino de
naturaleza, en las primeras, el parentesco proporciona lo esencial de las
categorías sociales, el marco de las relaciones de producción, de consumo, de
poder, etc.; en las segundas, el parentesco tiene la concurrencia de otras
instituciones sociales, y sobre todo el Estado. La antropología insiste en la
necesidad de estudiar el hecho familiar en el seno de una cultura bien definida, y
en sus relaciones con esa misma cultura.

Sin embargo sólo hemos de centrar nuestra atención en el modelo, hasta ahora
predominante, de familia en nuestra civilización occidental moderna. Misma que,
según el discurso y el debate actual, se encuentra en crisis.

Autores como Claude Levi-Strauss (1975) enmarcan al tipo de familia


característico de la civilización moderna, como aquella que tiene como base y
sustento legal o religioso el matrimonio monógamo, mediante el establecimiento
independiente de la pareja de recién casados y la relación afectuosa entre padres
e hijos, etc., y reconoce rasgos característicos esenciales como: se origina con el
matrimonio; está conformado por el marido, la esposa y los hijos(as) nacidos en el
matrimonio, aunque es concebible que otros parientes encuentren su lugar cerca
del grupo nuclear; sus miembros están unidos por lazos legales, derechos y
obligaciones económicas, religiosas y de otro tipo; por último, tiene una red
precisa de derechos y prohibiciones sexuales, más una cantidad variable y
diversificada de sentimientos psicológicos tales como amor, afecto, respeto, temor,
etc.

Encontramos pues, que en las sociedades occidentales contemporáneas existe un


modelo hegemónico de la familia, que se describe de la siguiente manera: “la
familia tradicional es una institución, una unidad social y económica, que organiza
los hogares sobre la base de relaciones de alianza, parentesco y consanguinidad,
y sobre la base de una división sexual de trabajo, donde el hombre es el
proveedor y la mujer junto con los hijos son económicamente dependientes de él”
(Arraigada, 2007).

El modelo hegemónico de familia está inserto, como institución, en los sistemas


económicos y sociales de un país: el hombre gana un sueldo en el mercado de
trabajo, los niños van a la escuela, los enfermos tienen acceso al sistema de
salud, etc. Sobre estos conceptos se han desarrollado, o tal vez al contrario, un
discurso que sirve para fundamentar y fundamentarse a sí misma.

En su hegemonía podemos destacar el uso del discurso que afirma que es


“natural” que un hombre y una mujer vivan juntos en un mismo lugar, unidos por
un vínculo legal o religioso (casi siempre ambos) que se basa en el amor (Burgos
Velasco, 2005). Un amor duradero y estable “hasta que la muerte los separe” que
se expresa mediante el acto sexual, y de ahí nacerán los hijos. Al igual que las
tareas dentro del hogar son determinadas por una “naturaleza” u “orden natural”
(Arriagada, 2007).

Orientación profesional a las familias

El contexto, o mejor dicho, las circunstancias de cada construcción familiar,


aunque comparten características esenciales a la estructura psico-social-
económico-política, son diversas y particulares. A partir de las condiciones
sociales y culturales del momento, las familias planean sus estrategias referentes
a las oportunidades, necesidades y limitaciones que ofrece su entorno; las cuales
comprenden la toma de decisiones y el momento de llevarlas a cabo (García,
2015). Lo anterior queda fundamentado en la diversidad en la configuración de la
familia, acercase al universo de las mismas implica revisar sus particularidades.
Un ejemplo es la emergente, aunque sabemos que siempre ha estado ahí, la
familia formada por individuos del mismo sexo. En el Estado de Nuevo Léon, se ha
llevado a cabo estudio que aporta información importante sobre el fenómeno de
complejización de la estructura familiar en Nuevo león, Diagnóstico de Familia en
Nuevo León, que inició en junio del 2009 con la firma de un convenio entre el
Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF-NL) y la Universidad
Autónoma de Nuevo León a través de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo
Humano. En el 2010 ha sido presentado el informe de este proyecto donde sus
resultados arrojaron que sólo 42.1 % representa a la familia nuclear tradicional y
el otro porcentaje restante se constituye por 27 tipos o nuevos modelos de familias
y hogares en Nuevo León que escapan de la definición tradicional. (Ver la Tabla
No. 1)

persona sola

pareja sola

14% 6% pareja con hijos


11%
4%
11% parejas con hijos en la que uno
de estuvo previamente casado
mujer sola con hijos
7%
6% 41% tres generaciones con pareja en
la jefatura (extensa)
tres generaciones con mujer
sola en la jefatura (extensa)
otros

Tabla No. 1: de tipos de familia y de hogares

Reflexiones finales

Los retos a los que se enfrentan quienes decidan adentrarse en el análisis de las
familias en la actualidad van a la par de sus nuevas configuraciones, si bien no se
puede echar por tierra las estructuras del sistema predominante es necesario que
el investigador o la investigadora tome en cuenta tres dimensiones importantes:

a) Atender tanto a las dimensiones culturales generales como a las regionales.

b) Atender a las interacciones de la pareja, sus maneras de resolución e


integración de roles.

c) Atender a las pautas de interacción en las relaciones de sus miembros con el


medio circundante.

Los anteriores ejes o dimensiones nos ayudan a situarnos en el contexto particular


de esa configuración familiar, analizar y entender sus dinámicas y procesos.
Reiterando la importancia que cobra un mayor acercamiento a la complejidad de
las estructuras sociales, como la familia, que van conformando y delimitando la
vida de los ciudadanos. De esta manera se podrán construir mayores espacios
que acojan a la pluralidad y que garanticen sus derechos con miras hacia el
mejoramiento progresivo de lo que hemos consolidado como sociedad neolonesa
y de nuestro país.

Bibliografía

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 García-Méndez, Mirna. (2015). Continuidad y cambio en la familia. UNAM.

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 Ribeiro Ferreiro, Manuel, (2011). Diagnóstico de Familia en Nuevo León.


DIF N. L. – UANL. Monterrey, N. L.
Segunda Parte

Después de leer el recurso. La protección constitucional de la familia. Aproximaciones a


las constituciones latinoamericanas. (Chávez, E., 2006.).

1. ¿Cómo defines los lazos jurídicos familiares?

Aquellos que se contraen por las vías legales como con el matrimonio y aquellos por
consanguineidad como ser padres o hijos.

2. ¿Qué funciones cumplen?

Facultan de derechos y obligaciones a quienes fungen un rol con un lazo familiar jurídico.
Dotan al individuo de protección como miembro de una familia, porque siendo ésta la
unidad fundamental del Estado, el bienestar alcanzado se refleja en el sano devenir
social.

3. ¿Qué orden del parentesco existe?

Parentesco por consanguinidad: padres, hijos, hermanos, abuelos, etc.

Parentesco por afinidad: suegros, yernos, cuñados, etc.

Parentesco por costumbre: padrinos, compadres, ahijados.

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