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Ahora bien, para mostrar que al no conmutar las rotaciones finitas, implica que no podemos representarlas
por medio de vectores, apliquemos dos rotaciones finitas sucesivas representadas por las matrices de rotación
λ1 y λ2 . Asociemos a dichas rotaciones los vectores A y B respectivamente. Sea C = A + B suma de estos dos
vectores que serı́a equivalente a la matrı́z λ3 = λ2 λ1 . Pero debido a que la suma de vectores es conmutativa,
también podrı́amos escribir C = B + A con λ4 = λ1 λ2 . Pero sabemos que la multiplicación de matrices no
es conmutativa por lo que, en general, λ3 6= λ4 . De modo que el vector C no es único y por lo tanto, no
podemos asociar a un vector con una rotación finita.
δr = δθ × r (1)
donde δθ es un vector cuya magnitud es igual al ángulo infinitesimal de rotación y su dirección es a lo
largo del eje instantáneo de rotación. El solo hecho de que la ecuación (1) describa la situación ilustrada
en la figura no es suficiente para establecer que δθ es un vector. Pero si mostramos que dos vectores de
1
rotación infinitesimal δθ1 y δθ2 realmente conmutan, entonces nuestra hipótesis resultará mucho más sólida.
Recordemos que una demostración formal estarı́a basada en las propiedades de transformación.
Consideremos que una rotación δθ1 traslada r a r + δr1 , donde δr1 = δθ1 × r. Enseguida, consideremos
ahora una segunda rotación δθ2 sobre un eje distinto. Notemos que es vector inicial de posición para esta
rotación es r + δr1 . Entonces,
pero δθ2 y δr1 son cantidades infinitesimales de modo que podemos despreciar estos términos de segundo
orden. Por lo que la diferencial final del vector de posición es
de donde claramente se ve que δr12 = δr21 . Es decir, las rotaciones produjeron el mismo resultado al aplicarse
en un orden o en otro. Entonces, los vectores de rotación δθ1 y δθ2 conmutan. De modo que parece razonable
pensar que δθ en (1) de verdad es un vector.