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Texto clase 5

Conocimiento científico y otros saberes en la atención de la salud

Este texto es producción de la cátedra


Saberes y formas de atención de la salud

Decíamos entonces que existen múltiples formas y tipos de conocimiento y que el conocimiento científico
es solamente uno de ellos. En virtud del proceso histórico propio de nuestras sociedades, vemos que la
Medicina Occidental (también conocida como biomedicina o medicina alopática) ocupa un lugar central
en el proceso Salud/Enfermedad/Atención (S/E/A). Sin embargo, la biomedicina no es el único saber al
respecto de los cuidados de la salud/enfermedad pero sí el que más legitimidad tiene en nuestras
sociedades. A lo largo de todos los tiempos, todos los grupos humanos han desarrollado conocimientos
y prácticas para diagnosticar, clasificar, tratar, curar y/o aliviar, diversos padecimientos o enfermedades;
referidos tanto a entidades físicas como espirituales. Podemos afirmar que la biomedicina, es el saber
propio de las sociedades occidentales, pero no el único; y que la expansión de la biomedicina se ha dado
conjuntamente con la expansión colonial y con la dominación del capitalismo de todas las geografías del
planeta.
Existen varios tipos de conocimientos (natural, religioso, estético, científico, etc) que permiten que un
mismo evento sea interpretado de formas diversas. Podemos admirar la belleza de una montaña o
podemos pensar en los procesos que condujeron al plegamiento de los estratos y la posterior formación
de una montaña. Respecto de lo que consideramos estar sanos o estar enfermos (o qué tipo de
enfermedad tenemos) ocurre lo mismo; dependiendo de la mirada que analice dicho evento, habrá
diagnósticos diferentes con tratamientos diferentes según dicho diagnóstico. Un ejemplo podría ser un
dolor de cabeza leve pero constante, desde la medicina popular la puedo interpretar como un “Ojeo” y
para tratarla debo comunicarme con la persona que cura el mal de ojo; desde la perspectiva de la
biomedicina, es interpretada como migraña y se indicará un analgésico o descanso en función de qué
pudo haber ocasionado ese dolor de cabeza. ¿Qué estamos queriendo decir con esto?

Que todas las sociedades desarrollan diferentes tipos de conocimiento, saberes y formas de atención a
la enfermedad, que utilizan diversas técnicas diagnósticas, diferentes indicadores para la detección del
problema, así como variadas formas de tratamiento e inclusive diferentes criterios de curación. Además,
estas diversas formas de atención tienen que ver con las condiciones religiosas, étnicas,
económico/políticas, técnicas y científicas que dan lugar al desarrollo de formas que se diferencias mucho
de la biomedicina.

Es importante comprender entonces que así como en nuestras sociedades existen diversos tipos de
conocimiento y saberes sobre la salud, también existe algo que se denomina pluralismo médico: este
término refiere a que en nuestras sociedades la mayoría de la población utiliza potencialmente varios
saberes no sólo para diferentes problemas, sino para un mismo problema de salud.

¿De qué hablamos cuando decimos pluralismo médico?

Cuando hablamos de pluralismo médico, nos vamos a referir a la articulación entre distintos saberes y
formas de atención. Como habíamos presentado más arriba, las diversas formas de atención
corresponden a diferentes modos de interpretar los síntomas de nuestros padecimientos en función de
las explicaciones que podemos dar desde diversos tipos de conocimiento. El punto de partida es que son
los sujetos en su carrera del paciente los que pueden o no articular formas de atención diversas y que a
simple vista no tienen nada que ver, y que esto lo hacen a partir de las decisiones que toman en el marco
de sus propios saberes. Esto es vital de entender porque principalmente desde la biomedicina se suelen
subestimar dichas prácticas y los usuarios del sistema de salud pueden sentirse inhibidos a relatar
elementos que en algunos casos pueden ser críticos en la atención. También necesitamos comprender
que las combinaciones de formas de atención van a estar fuertemente vinculadas con las posibilidades
de las personas y sus grupos de acceso, de clase, religión, aspectos culturales, etc.
Para clasificar los distintos saberes y formas de atención de la salud, vamos a seguir a Eduardo
Menéndez1; para quien los principales saberes a las que los sujetos y sus grupos suelen recurrir son:

a) Biomedicina: lo que conocemos como medicina, que incluye también la homeopatía, así como la
quiropraxia y la osteopatía; del mismo modo que incluye las diferentes formas de psicoterapia individual,
grupal y comunitaria.

b) Medicina Popular o Tradicional: Aquí incluye los saberes desarrollados por también a través de
curadores como hueseros, culebreros, brujos, curanderos, espiritualistas, yerberos, shamanes, etc.
También se refiere al papel curativo de ciertos santos o figuras religiosas tanto cristianas como de otros
cultos, así como el desarrollo de actividades curativas a través de grupos católicos, pentecostales o los
carismáticos.

c) Formas alternativas, paralelas o new age: refiere a aquellas formas de atención que surgen como
modas, en oposición a la biomedicina, y que son sumamente variables.

e) Autoayuda: Alcohólicos Anónimos, Neuróticos Anónimos, Clubes de Diabéticos, padres de niños con
síndrome de Down, etc., cuya característica básica radica en que están organizadas y orientadas por las
personas que padecen o co/padecen algún tipo de problema.

Esta clasificación de las formas de atención, que podría ampliarse y/o modificarse, no supone que las
consideremos como formas estáticas y aisladas cada una en sí misma, dado que asumimos la existencia
de un proceso dinámico entre las actividades devenidas de diferentes formas de atención; es decir que
las mismas no funcionan siempre excluyentemente sino también a través de relaciones entre dos o más
formas de atención.

Esta dinámica que nos plantea Menéndez funciona en dos niveles diferentes: por un lado, cómo en los
diferentes lugares las formas de atención se articulan entre sí, mediado por los distintos curadores. Pero
también en paralelo, o no, cómo las personas deciden articular distintas formas de atención. Para seguir
con el ejemplo del mal de ojo, puedo pedirle a la señora que cura el ojeo, que me cure; pero al mismo
tiempo apelar a prácticas de la biomedicina y tomar una bayaspirina.

Lo que nos llama la atención es que todos los grupos humanos hacen cosas para mantenerse sanos y
también cosas cuando las personas se enferman. Algunas cosas las hacemos nosotros sobre nuestros
padecimientos, o personas cercanas a nosotros, sin ser necesariamente especialistas y para otras
recurrimos a curadores especializados. Lo interesante es que la propuesta de Menéndez nos conduce a
valorar como curadores a todas aquellas personas intervienen intencionalmente en el proceso salud /
enfermedad y que se han “formado” (en algún tipo de saber) para la atención de padecimientos, y que
además viven de ello o hacen del curar una forma de vida. En esta forma de clasificar, ubica tanto al
médico, como a la señora que cura el mal de ojo. Estos son los que el autor va a llamar “curadores
profesionales”.

Resumiendo lo dicho hasta aquí, podemos entender que existen distintos tipos de conocimiento en
general y existen distintos tipos de conocimiento (los llamamos saberes) en la atención de la salud. A
cada forma de atención de la salud, corresponde un tipo de saber. Entonces, a continuación,
profundizaremos en dos de las formas de atención mencionadas, para entender sus relaciones con lo que
para Sabino son el conocimiento natural y conocimiento científico.

Conocimiento natural en la Autoatención

Como se mencionaba más arriba, el modo de “activar” formas de atención es principalmente la demanda

1
Este autor es un antropólogo argentino, exiliado en México, quien analiza las distintas formas de atención de grupos
sociales y culturales diversos; y su relación con el saber biomédico.
de los sujetos y grupos sociales. Cuando hablamos de autoatención nos referimos entonces a las
representaciones y prácticas que utilizan los sujetos y grupos sociales para diagnosticar, explicar,
controlar, aliviar, aguantar, curar o prevenir los problemas que afectan su salud (en términos reales o
imaginarios) sin la intervención directa e intencional de curadores profesionales; aun cuando estos sean
la referencia de las actividades de autoatención.

¿Qué estamos planteando? Que absolutamente todas nuestras acciones para cuidarnos a nosotros
mismos y/o a nuestro grupo cercano (familia, amigos, vecinos, etc) son medidas de autoatención. Estas
medidas en la mayoría de los casos las hemos aprendido en nuestros encuentros con el servicio de salud
(por ejemplo cómo hacer adecuadamente una nebulización, qué debo tomar cuando tengo fiebre) y otras
las hemos aprendido por otros diversos caminos de otros curadores o de personas de nuestro entorno
(bajar la fiebre con un paño frío, colocar tomate sobre una quemadura, etc) que pueden ser eficaces o no
o acertadas o no ante los ojos de la biomedicina.

Los dos saberes que están en permanente movimiento y articulándose entre sí son la biomedicina y la
autoatención. Son los sujetos o grupos sociales los que articulan, y sintetizan distinto tipo de saberes en
términos de autoatención, por lo tanto los dos saberes que están en permanente movimiento y
articulándose entre sí son la biomedicina y la autoatención.

Una característica central de la autoatención es, para Menéndez, su carácter estructural. ¿Qué significa
esto? Significa que la autoatención se constituye como un proceso necesario en toda cultura a través de
las acciones de los pequeños grupos para contribuir a asegurar el proceso de reproducción biosocial. La
autoatención casi siempre es la primera actividad que el microgrupo realiza respecto de los padeceres
detectados, y esa actividad no incluye inicialmente ningún curador profesional, aun cuando pueda
inicialmente consultar a algún miembro de los espacios familiares y sociales inmediatos, pero que no
desempeña ninguna actividad como curador profesional. Es a partir de lo que acontece en la autoatención
y por supuesto en la evolución del padecimiento, así como en función de las condiciones sociales y
culturales ya señaladas, que el sujeto y su microgrupo deciden consultar o no a curadores profesionales
de una de las formas de atención que reconocen y aceptan.

La diferencia sustantiva entre el uso del concepto autocuidado con el de autoatención es que el uso del
primero supone una perspectiva netamente individualista, mientras que el concepto de autoatención si
bien alude a los sujetos pero los refiere a entidades grupales más amplias.

Más aún será el sujeto y su grupo los que a través de la carrera del enfermo articulen, a partir de las
características de cada grupo y de cada padecer, las diferentes formas de atención pero en función de
esta experiencia. Es el proceso de autoatención el que articula las formas existentes, más allá de que
éstas tengan interacciones directas entre sí.

¿Qué es entonces la carrera del enfermo? Son todos los recorridos que las personas realizan desde el
primer acto de identificación del padecimiento/malestar y los recorridos que se hacen hasta que se logra
resolver el problema, se vuelve crónico y/o el sujeto muere.

Bibliografía:

 Menéndez, Eduardo L.; (2003). Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones


teóricas y articulaciones prácticas. Ciência & Saúde Coletiva, . 185-207.
http://www.redalyc.org/pdf/630/63042995014.pdf

 Sabino, Carlos (1996). “Capítulo 1: El conocimiento científico”. En El proceso de investigación.


Buenos Aires: Editorial Lumen/ Humanitas.

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