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Hollejo: Es la piel delgada que cubre el grano. El hollejo encierra los tejidos vegetales
que contienen las sustancias de reserva que acumula el fruto y protege las semillas
durante todo el ciclo de la vid hasta su maduración.
Pulpa: Es la parte carnosa y jugosa del grano. Contiene mucho azúcar y representa más
de un 75% del peso de una uva.
Pepita: Las semillas de la uva son las encargadas de reproducir la vid por vía sexual.
Cada grano debería tener cuatro pepitas, que corresponden a los cuatro óvulos que
contiene la flor de la vid; sin embargo, generalmente solo presentan entre tres y una
semilla.
Hollejo: Es la parte más importante en lo que respecta al color, los aromas y los
taninos de un vino. Además, la piel de la uva cuenta con un fino recubrimiento ceroso
llamado “pruina” que no solo protege los frutos de las condiciones atmosféricas, sino
que retiene y almacena las levaduras que se desarrollan en los viñedos y permiten,
posteriormente, la fermentación natural del mosto.
Pepita: Su principal aporte son los taninos que en los vinos tintos se perciben algo
secantes en el paladar.
A excepción del escobajo, todas las partes que componen el fruto de la vid intervienen
en la elaboración y dejan sus huellas en las texturas, los aromas y los sabores de los
vinos que con ellas se elaboran.