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COVID-19: UN ENEMIGO INVISIBLE

Programa de formación para técnicos de laboratorio clínico y


biomédico basado en el estudio de la etiología, diagnóstico y
prevención del COVID-19 y análisis del efecto de la pandemia en
España

Módulo FCT

Alumna: Sonia Olvera Lobo

Tutor: Miguel Avia

Técnico Superior de Laboratorio Clínico y Biomédico

Año: 19/20

ÍNDICE:

1 Introducción...............................................................................4
2 Resultados.................................................................................4
2.1 Etiología.................................................................................................4
2.1.1 Introducción y clasificación...................................................................4
2.1.2 Las pandemias: una perspectiva histórica...........................................6
2.1.3 Estructura viral.......................................................................................7
2.1.4 Ciclo replicativo......................................................................................8
2.1.5 Patogenia del COVID-19.........................................................................9
2.1.6 Fuentes de infección............................................................................13
2.1.7 Modo de transmisión............................................................................14
2.1.8 Factores de riesgo para el COVID-19..................................................15
2.1.9 Periodo de incubación y manifestaciones clínicas...........................17
2.2 Comparación entre infección por coronavirus y gripe...................18
2.2.1 Estructura y diferencias con SARS Cov-2..........................................19
2.2.2 Diferencias en la sintomatología entre Influenza vs SARS Cov-2....20
2.2.3 ¿Las personas vacunadas de la gripe presentan protección frente al
coronavirus?.......................................................................................................22
2.2.4 Efecto actual de la gripe en España, ¿se asemeja al del COVID-19?.
Estudio estadístico en comparación de datos actuales de coronavirus y
gripe (2018)..........................................................................................................23
2.2.5 Peligros de la gripe VS COVID-19.......................................................25

3 DISCUSIÓN...............................................................................26
4 CONCLUSIÓN...........................................................................27
5 Bibliografía...............................................................................28
ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1. Estructura del coronavirus y el receptor viral ACE2 en la superficie de la


célula huésped (Fuente: Liu, et al., 2020)......................................................................4
Figura 2. Clasificación de la familia Coronavirus............................................................5
Figura 3. Imagen tridimensional de su glicoproteína espicular S con criomicroscopía
electrónica..................................................................................................................... 8
Figura 4. Cronología de eventos durante la infección por SARS-CoV-2. Fuente:
(Nature, 2020)..............................................................................................................11
Figura 5. Posibles transmisores intermediarios............................................................13
Figura 6. Estructura del virus influenza A.....................................................................20
Figura 7. Diferencias entre los síntomas de COVID-19, gripe y resfriado. (Fuente:
Medical New Today)....................................................................................................22
Figura 8. Tasas acumuladas de hospitalización de casos graves de gripe por grupo de
edad. Temporadas 2013-14/2018-19. España. Fuente: CNE. ISCIII: Sistema de
vigilancia de la gripe en España..................................................................................24
Figura 9: Procedimiento para la toma de muestras de exudado nasofaríngeo.

Figura 10: Esquema de reacción de qPCR basado en sonda


1 Introducción

2 Resultados
2.1 Etiología

2.1.1 Introducción y clasificación

Se entiende por COVID-19 a la enfermedad que provoca el nuevo coronavirus,


conocido como SARS- CoV-2 ,detectado en Wuhan (China) en diciembre de
2019.

Los coronavirus (CoV) son una familia de virus que se descubrieron por
primera vez en los años sesenta. Son virus relativamente grandes que
contienen un genoma de ARN con sentido positivo (codifica directamente las
proteínas), monocatenario, encapsulado dentro de una envoltura de
membrana. La membrana viral está recubierta por unas espigas de
glicoproteínas a modo de corona, de ahí deriva su nombre (Figura 1).

Figura 1. Estructura del coronavirus y el receptor viral ACE2 en la superficie de la


célula huésped (Fuente: Liu, et al., 2020)

La tabla 1 y la figura 2 muestran la clasificación de estos virus.

Subfamilia Orthocoronavirinae (Coronavirus)


Género Alphacoronavirus
Género Betacoronavirus
Género Deltacoronavirus
Género Gammacoronavirus
Subfamilia Letovirinae
Género Alphaletovirus
Tabla 1. Clasificación de la familia Coronavirus

Figura 2. Clasificación de la familia Coronavirus

Los que afectan a humanos están dentro de los géneros alpha (los asociados
al resfriado común: HCoV-NL63 y HCoV-229E) y los beta. De éstos, se estima
que una proporción muy alta de la población ha desarrollado defensas frente a
ellos estando mayoritariamente inmunizados. La clase de betacoronavirus
incluye el virus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) (SARS-CoV), el
virus del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS) (MERS-CoV) y el
agente causal COVID-19 SARS-CoV-2. Al igual que el SARS-CoV y el MERS-
CoV, el SARS-CoV-2 ataca el sistema respiratorio inferior para causar
neumonía viral, pero también puede afectar el sistema gastrointestinal, el
corazón, los riñones, el hígado y el sistema nervioso central, lo que lleva a la
insuficiencia de múltiples órganos (Su et al., 2016; Zhu et al. 2020). La
información actual indica que el SARS-CoV-2 es más transmisible / contagioso
que el SARS-CoV (Tang et al., 2020).

Estos tres últimos coronavirus son los causantes de las últimas grandes
epidemias de este siglo. A continuación, se expone brevemente la evolución
que han experimentado las pandemias.

2.1.2 Las pandemias: una perspectiva histórica

o SARS-CoV

El primero de ellos en aparecer fue virus SARS-CoV (síndrome respiratorio


agudo severo), que generó un brote en el sur de China en noviembre del 2002
e infectó a más de 8.400 personas en 26 países de Asia, Europa y América, en
los que hubo algo más de 800 muertos, lo que supuso una letalidad del 9,6 %.
La pandemia que supuso el SARS-CoV fue contenida en poco más de 6
meses, dándose por controlada en el verano de 2003. Aunque no se han
informado nuevos casos desde 2004, los CDE han puntualizado que no se
debe considerar erradicado porque el virus causante tiene un reservorio animal
del cual posiblemente podría resurgir. Las investigaciones apuntaron a que el
SARS saltó de los gatos civeta a los humanos, siendo el murciélago el
hospedador natural.

o MERS-CoV

Más recientemente, en 2012, apareció el virus MERS-CoV (síndrome


respiratorio del Oriente Medio). Desde el punto de vista genético es un primo
lejano de SARS-CoV con el que comparte aproximadamente el 80% de su
genoma, que se extendió a 27 países de Asia, Europa, África y Norte América
infectando a menos de 2.500 personas, pero de las que murieron más de 850,
lo supone una tasa de letalidad del 34,5 %.

El menor número de personas infectadas en esta epidemia se debió


fundamentalmente al bajo índice de contagio del virus entre humanos, y
probablemente también a su elevada letalidad, dado que el virus al matar al
hospedador reduce su propia capacidad de diseminación. Cabe mencionar que
en 2015 hubo un brote de MERS-CoV en Corea del Sur originado por un
viajero que visitó Oriente Medio, siendo éste el brote más relevante de la
enfermedad fuera de Oriente Medio desde la epidemia de 2012.

El MERS-CoV se ha identificado en dromedarios en varios países, como


Egipto, Omán, Qatar o Arabia Saudita. También hay datos que indican que el
MERS-CoV está extendido entre los dromedarios de Oriente Medio, África y
Asia Meridional.

Es posible que existan otros reservorios animales, pero se han analizado


cabras, vacas, ovejas, búfalos, cerdos y pájaros salvajes sin que hayan dado
positivo para MERS-CoV.

2.1.3 Estructura viral

Estructuralmente los coronavirus son virus esféricos de 100-160 nm de


diámetro, con envuelta y que contienen ARN monocatenario (ssRNA) de
polaridad positiva de entre 26 y 32 kilobases de longitud. El genoma del virus
SARS-CoV-2 codifica 4 proteínas estructurales: la proteína S (spike protein), la
proteína E (envelope), la proteína M (membrane) y la proteína N
(nucleocapsid). La proteína N está en el interior del virión asociada al RNA
viral, y las otras cuatro proteínas están asociadas a la envuelta viral. La
proteína espicular S es transmembrana, se ensambla en homotrímeros, y
forma estructuras que sobresalen de la envuelta del virus (Tortorici y Veesler,
2019). La proteína S contienen el dominio de unión al receptor celular y por lo
tanto es la proteína determinante del tropismo del virus y además es la proteína
que tiene la actividad de fusión de la membrana viral con la celular y de esta
manera permite liberar el genoma viral en el interior de la célula que va a
infectar (Su, 2016; Zhu, 2020).

La proteína S es un trímero formado por tres péptidos, cada uno con dos
subunidades S1 y S2. La subunidad S1 actúa como una bisagra con dos
conformaciones llamadas «abajo» (RBD down) y «arriba» (RBD up). La imagen
por criomicroscopia electrónica (Figura 3) muestra que solo uno de los péptidos
está en estado «arriba», estando los otros dos en estado «abajo». La unión al
receptor celular se realiza en la configuración «arriba». Tras la unión se
escinden los tres péptidos de la proteína S por el punto S1/S2; luego se
produce una segunda escisión por el punto S2′, que despliega el péptido de
fusión (FP) clave en la unión entre las membranas. La conformación
tridimensional observada indica que la fusión entre el virus y el huésped es muy
similar a la documentada en otros coronavirus (sobre todo para el coronavirus
de la hepatitis murina, M-CoV, y para el SARS-CoV) (Wrapp, 2020).

Figura 3. Imagen tridimensional de su glicoproteína espicular S con criomicroscopía


electrónica

Muy recientemente (el 11 de Abril) se ha descubierto la arquitectura del


genoma de ARN SARS-CoV-2 (Su, 2016). Se confirman los ARN
subgenómicos predichos que a su vez se traducen en proteínas virales.

2.1.4 Ciclo replicativo

La enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) es un receptor celular


expresado en los pulmones, las arterias, el corazón, los riñones y el intestino.
ACE2 se une a la proteína viral (S) y constituye el receptor de entrada celular
para SARS-CoV-2 en su huésped humano (Zhou, et al. 2020). Más
específicamente, la proteína S se divide en dos subunidades, S1 y S2, por una
proteasa extracelular. Mientras S1 se une a ACE2, S2 se escinde aún más y es
activada por la TMPRSS2 (proteasa transmembrana de serina 2 asociada a la
superficie del huésped) (Hoffmann et al., 2020). Juntas, estas acciones dan
como resultado una fusión de la membrana viral del huésped y su genoma de
ARN se libera en el citoplasma de la célula huésped. Entonces la maquinaria
de traducción del huésped es secuestrada para la traducción de las
poliproteínas y las proteasas virales esenciales. Las poliproteínas (pp1a y
pp1ab) se dividen en 16 proteínas efectoras no estructurales mediante 3CLpro
y PLpro, lo que les permite formar el complejo de replicación junto con la ARN
polimerasa dependiente de ARN, que sintetiza una plantilla de cadena de ARN
negativa de longitud completa (Liu et al. 2020; Fehr, Perlman, 2015). Esta se
utiliza para replicar el genoma completo de ARN y generar las plantillas
individuales de mARN subgenómico necesarias para la traducción de las
proteínas estructurales y accesorias virales. Las nuevas proteínas estructurales
y accesorias recién sintetizadas son transferida desde el retículo
endoplasmático al aparato de Golgi, donde se ensamblan los nuevos viriones
(Fehr, Perlman, 2015). Finalmente, los viriones maduros de SARS-CoV-2 se
exocitan y se liberan de la célula huésped al ambiente para repetir el ciclo de
infección (Guo et al., 2020).

En el huésped, los antígenos del SARS-CoV-2 se presentan a las células


presentadoras de antígenos (APC) como los macrófagos, y pueden producir
como respuesta un abundante número de citocinas proinflamatorias que
incluyen IL ‐ 1, IL ‐ 4, IL ‐ 6, IL‐ 8, MCSF, CXCL-10 y TNF-α (Guo, 2020; Li et
al., 2020). En algunos casos, estas citocinas provocan una respuesta
proinflamatoria aumentada, desequilibrada y devastadora en el huésped.

2.1.5 Patogenia del COVID-19

Los pacientes con COVID-19 muestran manifestaciones clínicas que incluyen


fiebre, tos seca, disnea (falta de aire), dolor muscular, fatiga, normal o
disminución de los recuentos de leucocitos y evidencia radiográfica de
neumonía (Huang et al., 2020), que son similares a los síntomas del SARS-
CoV y Infecciones por MERS-CoV (Peiris et al., 2020). Por lo tanto, aunque la
patogénesis de COVID-19 es poco conocido, los mecanismos similares de
SARS-CoV y MERS-CoV aún nos pueden dar mucha información sobre la
patogénesis de la infección por SARS-CoV-2 para facilitar nuestro
reconocimiento de COVID-19.

Los últimos estudios realizados, lanzan la hipótesis de que, en los casos más
leves, son los macrófagos residentes los que inician una respuesta inflamatoria
pulmonar que hace que se contenga al virus después de la infección, haciendo
que se frene la replicación viral y haciendo que el paciente se recupere rápido.
Sin embargo, en los casos más graves, se cree que se produce na sepsis viral
debido al ataque directo a otros órganos por el SARS-CoV-2 diseminado, la
patogénesis inmune causada por la tormenta sistémica de citoquinas y las
disfunciones de microcirculación juntas, lo que suele conducir a la muerte (Li,
2020).

Las observaciones clínicas actuales apuntan a que cuando la repuesta inmune


no es capaz de controlar eficazmente el virus, como en personas mayores con
un sistema inmune debilitado, el virus se propagaría de forma más eficaz
produciendo daño tisular pulmonar, lo que activaría a los macrófagos y
granulocitos y conduciría a la liberación masiva de citoquinas proinflamatorias.
Esta hiperinflamación pulmonar estaría asociada al síndrome de insuficiencia
respiratoria aguda o Síndrome de Distrés Respiratorio del Adulto (SDRA) que
se ha descrito como la principal causa de mortalidad por COVID-19.
Figura 4. Cronología de eventos durante la infección por SARS-CoV-2. Fuente:
(Nature, 2020).

En la figura 4 se describe la cronología de eventos durante la infección por


SARS-CoV-2 (Matthew Zirui T, 2020) . Cuando el coronavirus del síndrome
respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) infecta las células que expresan los
receptores de superficie de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) y
TMPRSS2, la replicación activa y la liberación del virus hacen que la célula
huésped sufra piroptosis y libere daño molecular asociado al daño patrones,
incluidos ATP, ácidos nucleicos y oligómeros de ASC. Estos son reconocidos
por las células epiteliales vecinas, las células endoteliales y los macrófagos
alveolares, lo que desencadena la generación de citocinas y quimiocinas
proinflamatorias (incluidas IL-6, IP-10, proteína inflamatoria de macrófagos 1).
macrófagos 1). macrófagos 1). macrófagos 1). macrófagos 1). macrófagos 1).
macrófagos 1). α (MIP1 α), MIP1 β y MCP1). y MCP1). y MCP1). y MCP1). y
MCP1). y MCP1). y MCP1). Estas proteínas atraen monocitos, macrófagos y
células T al sitio de infección, Promover una mayor inflamación (con la adición
de IFN γ producido por las células T) y establecer un circuito de
retroalimentación proinflamatorio. En una respuesta inmune defectuosa (lado
izquierdo), esto puede conducir a una mayor acumulación de células inmunes
en los pulmones, causando una sobreproducción de citocinas proinflamatorias,
que eventualmente dañan la infraestructura pulmonar. La tormenta de
citoquinas resultante circula a otros órganos, provocando daños en múltiples
órganos. Además, los anticuerpos no neutralizantes producidos por las células
B pueden mejorar la infección por SARS-CoV-2 a través de la mejora
dependiente de anticuerpos (ADE), lo que exacerba aún más el daño a los
órganos. Alternativamente, en una respuesta inmune saludable (derecha lado),
la inflamación inicial atrae a las células T específicas de virus al sitio de
infección, donde pueden eliminar las células infectadas antes de que el virus se
propague. Los anticuerpos neutralizantes en estos individuos pueden bloquear
la infección viral, y los macrófagos alveolares reconocen virus neutralizados y
células apoptóticas y los eliminan por fagocitosis. En conjunto, estos procesos
conducen a la eliminación del virus y al daño pulmonar mínimo, lo que resulta
en la recuperación. G-CSF, factor estimulante de colonias de granulocitos;
TNF, factor de necrosis tumoral.

Todo este mecanismo inmunológico tiene unos efectos en la sintomatología.


Cuando el SARS-CoV2 entra en las células de los alveolos (los neumocitos) y
utiliza el contenido que hay dentro de ellas para multiplicarse de forma masiva,
hasta matar a la célula en la que se encuentra. Y el procedimiento se repite:
entran en las células cercanas, ampliando la infección. Al multiplicarse, el virus
acaba con estos neumocitos y por eso se dificulta mucho el trabajo que deben
realizar en cada inspiración para que el oxígeno llegue a la sangre y se reparta
a todos los órganos del cuerpo.

Estos neumocitos tienen gran cantidad de una proteína llamada ACE2, que es


por donde el virus se une para entrar a la célula, lo que facilita su entrada. Esto
se complica en el caso de las personas con hipertensión arterial, ya que se
sabe que estos pacientes tienen en su cuerpo grandes cantidades de esta
proteína, lo que puede aumentar las opciones de que el virus entre; de ahí que
estas personas sean un grupo de riesgo.

La destrucción de los alveolos genera una respuesta de nuestro sistema de


defensa en forma de inflamación. Este proceso natural eficiente nos permite
defendernos de los virus, bacterias y agentes externos. Pero provoca irritación
y aparece la fiebre, uno de los principales síntomas de la COVID-19. si la
infección se expande en los pulmones, es entonces cuando se origina la
neumonía.

Lo que se conoce hasta ahora es que esta respuesta inflamatoria produce unas
sustancias que pueden dañar al propio pulmón y si es muy elevada, genera
una acumulación de líquidos que dificulta que el oxígeno atraviese esta pared
tan finita de los alveolos y llegue a la sangre. Es decir, a mayor respuesta
inflamatoria, más líquido se acumula, menos oxígeno llega a la sangre y más
dióxido de carbono se queda dentro de nuestro cuerpo ocasionando una
insuficiencia respiratoria. Cuando esto ocurre, necesitamos respiradores
artificiales para facilitar la respiración y ayudar a introducir y extraer aire de los
pulmones. De ahí que los respiradores artificiales sean imprescindibles en la
gestión de esta pandemia.

2.1.6 Fuentes de infección

El SARS cov-2 es el séptimo coronavirus que afecta a humanos y, como otros


de su clase, la fuente primaria más probable de la enfermedad es de origen
animal. Mucho se ha hablado sobre la hipótesis sobre su origen en un
laboratorio por manipulación de otros SARS ya existentes. Esta idea parece
estar descartada, ya que la unión del virus con los receptores humanos es
considerado diferente a los ya conocidos.

En este momento la idea más extendida es que se trata de una zoonosis, es


decir, de una enfermedad que es transmitida por un animal. Como muchos de
los primeros casos de COVID-19 estaban vinculados al mercado de Huanan en
Wuhan (Zhou et al., 2020; Wu et al., 2020), es posible que haya una fuente
animal presente en este lugar. Dada la similitud del SARS-CoV-2 con los
coronavirus (Wu et al., 2020) similares a los del SARS-CoV, es probable que
los murciélagos sirvan como reservorios para el virus, señalándolos como el
originario. Por otro lado, en el estudio de los coronavirus de los pangolines de
Malasia, que han sido importados ilegalmente a la provincia de Guangdong, se
ha visto que son muy similares a SARS Cov-2, por lo que se cree que pueden
ser el hospedador intermediario (Zhang et al., 2020) aunque se están
estudiando otros transmisores potenciales (figura 4).

Figura 5. Posibles transmisores intermediarios

Dada la prevalencia y la distribución de los coronavirus en distintas especies


animales, su amplia diversidad genética y la frecuente recombinación de sus
genomas, es esperable que se detecten nuevos coronavirus en casos
humanos, especialmente en contextos y situaciones donde el contacto con los
animales es estrecho (Cui et al., 2019).

2.1.7 Modo de transmisión

El modo en el que pudo transmitirse el virus de la fuente animal a los primeros


casos humanos se desconoce. El modo más común parece ser el contacto
directo con los animales infectados o con sus secreciones.

La vía de transmisión entre humanos se considera similar al descrito para otros


coronavirus a través de las secreciones de personas infectadas, principalmente
por contacto directo con gotas respiratorias de más de 5 micras (capaces de
transmitirse a distancias de hasta 2 metros) y las manos o los fómites
contaminados con estas secreciones seguido del contacto con la mucosa de la
boca, nariz u ojos (Hung, 2003). El SARS-CoV-2 se ha detectado en
secreciones nasofaríngea, incluyendo la saliva (To et al., 2020).
Las gotas infectadas con el virus se depositan en las diferentes superficies,
teniendo una vida en ellas que va desde las pocas horas hasta los días,
dependiendo del material en la que caigan. De esta manera, en plásticos, por
ejemplo, es capaz de sobrevivir 72 horas a 21-23ºC y con 40% de humedad
relativa (Doremalen et al., 2020).

Aunque se ha detectado el genoma y el virus infectivo en heces de personas


enfermas, la trasmisión a través de las heces es otra hipótesis para la cual no
existe evidencia en esta epidemia hasta la fecha. Las manifestaciones clínicas
gastrointestinales, aunque presentes no son demasiado frecuentes en los
casos de COVID-19, lo que indicaría que esta vía de transmisión, en caso de
existir, tendría un impacto menor en la evolución de la epidemia. No hay
evidencia suficiente acerca de la transmisión vertical del SARS-CoV-2, aunque
los datos de una serie de 9 embarazadas indican la ausencia del virus en
muestras de líquido amniótico, cordón umbilical y leche materna.

El «período de incubación» es el tiempo que transcurre entre la infección por el


virus y la aparición de los síntomas de la enfermedad. La mayoría de las
estimaciones respecto al periodo de incubación de la COVID-19 oscilan entre 1
y 14 días, y en general se sitúan en torno a cinco días.

El tiempo medio desde el inicio de los síntomas hasta la recuperación es de 2


semanas cuando la enfermedad ha sido leve y 3-6 semanas cuando ha sido
grave o crítica. El tiempo entre el inicio de síntomas hasta la instauración de
síntomas graves como la hipoxemia es de 1 semana, y de 2-8 semanas hasta
que se produce el fallecimiento (OMS, 2020).

El número básico de reproducción R0 (el promedio de casos secundarios


producidos a partir un caso) calculado mediante modelización a partir de datos
preliminares disponibles se ha estimado entre 2-3. En el brote de Wuhan el R0
fue de 2-2,5 (OMS, 2020). Sin embargo, este valor es va cambiando desde que
comienza la epidemia y disminuye conforme se conoce sus medios de contagio
y se aplican medidas de Salud Pública.
2.1.8 Factores de riesgo para el COVID-19

Según los datos clínicos manejados, los grupos con mayor riesgo de
desarrollar enfermedad grave por COVID son las personas que tienen:

• más de 60 años
• enfermedades cardiovasculares e hipertensión arterial
• diabetes
• enfermedades pulmonares crónicas
• cáncer
• inmunodepresión
• embarazo

También se consideran más vulnerables las personas que viven o trabajan en


instituciones cerradas, con especial atención a las personas mayores que viven
en residencias. El grupo considerado menos vulnerable por su mejor evolución
clínica son los menores de 18 años, que también se describen en este
apartado.

 Mayores de 60 años
Se desconoce por qué la edad avanzada constituye un factor de riesgo
para desarrollar COVID-19 grave. Entre los factores que podrían
contribuir a ello se encuentran la mayor prevalencia de comorbilidades
(confluencia de dos o más enfermedades), la mayor concentración de
receptores ACE2, los fenómenos de inmunosenescencia y la vida en
residencias cerradas.
 Personas con enfermedades cardiovasculares e hipertensión
Las personas con enfermedades cardiovasculares e hipertensión (HTA)
constituyen un grupo de mayor riesgo para desarrollar síntomas graves
por COVID-19. Los niveles de ACE2 pueden estar aumentados en
personas con enfermedad cardiovascular.
El SARS-CoV-2 al igual que el MERS-CoV, produce daño cardiaco
agudo e insuficiencia cardiaca. El daño miocárdico se observó en 5 de
41 pacientes diagnosticados en Wuhan, en los que se detectó elevación
de los niveles de la troponina.
Uno de los últimos descubrimientos es que el patógeno no solo ataca a
los pulmones, sino que también afecta a los vasos sanguíneos de varios
órganos (Varga et al., 2020). Según las conclusiones del equipo, el
coronavirus causa inflamaciones en el endotelio, pared interna de los
vasos sanguíneos de los órganos, a través de las citoquinas, que
también tienen funciones inflamatorias.
Esta hinchazón puede afectar a los vasos sanguíneos de corazón,
cerebro y riñones, según señala el equipo de expertos. Sin embargo,
han hallado evidencias de que en los jóvenes no suele producirse dicho
fenómeno en el endotelio. En personas mayores o con enfermedades
cardiovasculares, como la hipertensión, sí han encontrado una mayor
incidencia.
 Diabetes

Se ha descrito en diversos estudios realizados durante la epidemia de


COVID-19 la presencia de diabetes mellitus como una de las
comorbilidades más frecuentes presentes en aquellos pacientes que
desarrollaron neumonía grave o fallecieron a causa de la enfermedad. El
motivo por el cual la diabetes supone un factor de riesgo para desarrollar
enfermedad grave por COVID-19 no está bien establecido, pero también
se sugiere que la sobreexpresión de ACE2 en pacientes diabéticos
puede estar implicada en el proceso. La sobreexpresión de la ACE2 en
diabéticos parece un mecanismo compensatorio para frenar el deterioro
de la microvasculatura renal implicada en la nefropatía diabética a largo
plazo, así como para limitar el daño cardiovascular a largo plazo en
pacientes diabéticos mediante la activación del eje
ACE2/Ang-(1–7)/MasR. Por otra parte, el grupo de antidiabéticos orales
tiazolidinedionas también se han relacionado con una mayor expresión
de la ACE2

 Embarazo
Un estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine
ha arrojado nuevos datos sobre las características clínicas de mujeres
embarazadas con COVID-19. Según esta investigación, en el 92 por
ciento de las mujeres la enfermedad se manifestó de manera más leve,
mientras que el 8 por ciento la sufrieron en un grado más grave.
Los expertos concluyen que los resultados del estudio no sugieren un
mayor riesgo de enfermedad grave de COVID-19 entre las mujeres
embarazadas. De hecho, “las exacerbaciones de la enfermedad
respiratoria que se observan en las mujeres durante el período posparto
probablemente se relacionen con cambios fisiopatológicos que ocurren
en este periodo”.

2.1.9 Periodo de incubación y manifestaciones clínicas

El «período de incubación» es el tiempo que transcurre entre la infección por el


virus y la aparición de los síntomas de la enfermedad. La mayoría de las
estimaciones respecto al periodo de incubación de la COVID-19 oscilan entre 1
y 14 días, y en general se sitúan en torno a cinco días, según la Organización
Mundial de la Salud.

En cuanto a la sintomatología, los informes presentados por la OMS con los


datos de China y los notificados al Sistema Europeo de Vigilancia (TESSy) en
Europa, muestran una ligera variación de éstos. Mientras que en China, en los
casos confirmados en laboratorio, las señales más comunes eran fiebre
(87,9%), tos seca (67,7%), astenia (38,1%), expectoración (33,4%), disnea
(18,6 %), dolor de garganta (13,9%), cefalea (13,6%), mialgia o artralgia
(14,8%), escalofríos (11,4%), náuseas o vómitos (5 %), congestión nasal
(4,8%), diarrea (3,7%), hemoptisis (0,9%) y congestión conjuntival (0,8%). En
Europa, con 14.011 casos confirmados notificados al Sistema Europeo de
Vigilancia (TESSy) por 13 países (97% de Alemania), los síntomas más
frecuentes fueron: fiebre (47%), tos seca o productiva (25%), dolor de garganta
(16%), astenia (6%) y dolor (5%) (99). En España, con 18.609 casos
notificados, los síntomas más frecuentes fueron: Fiebre o reciente historia de
fiebre (68,7%), tos (68,1%), dolor de garganta (24,1%), disnea (31%),
escalofríos (27%), vómitos (6%), diarrea (14%) y otros síntomas respiratorios
(4,5%) (Ying et al., 2020).

También se han descrito otros síntomas relacionados con distintos órganos y


sistemas:
 Neurológicos: en un estudio con 214 pacientes ingresados en un
hospital de Wuhan, el 36% tenían síntomas: mareo (17%), alteración del
nivel de conciencia (7%), accidente cerebrovascular (2,8%), ataxia
(0,5%) y epilepsia (0,5%), hipogeusia (5,6%), hiposmia (5%) y neuralgia
(2,3%) (Mao L, et al. 2020).
 Cardiológicos: se ha señalado que en ocasiones la enfermedad puede
presentarse con síntomas relacionados en el fallo cardiaco o el daño
miocárdicos agudo, incluso en ausencia de fiebre y síntomas
respiratorios (Zheng Y-Y, et al. 2020).
 Oftalmológicos: en una serie de 534 pacientes confirmados en Wuhan
se detectaron en 20,9% ojo seco, 12,7% visión borrosa, 11,8%
sensación de cuerpo extraño y 4,7% congestión conjuntival (el 0,5% la
presentaron como primer síntoma).

2.2 Comparación entre infección por coronavirus y gripe

Al principio de la pandemia, se refería constantemente que el coronavirus era


similar a la gripe. Con el paso del tiempo se ha visto que no es exactamente
igual. A lo largo de este epígrafe se van a indicar las similitudes y diferencias
que hay entre estos dos virus.

2.2.1 Estructura y diferencias con SARS Cov-2

La primera diferencia que se encuentra entre ambos virus es en la clasificación,


ya que el virus de la gripe pertenece a la familia Orthomixoviridae, cuyo nombre
deriva del griego orthos: derecho, y myxo: mucus. Existen tres géneros
Influenza virus A, B y C; formados por los virus influenza A, B y C,
respectivamente. Cada virus influenza se denomina internacionalmente
indicando el género o tipo de virus (A, B, C); el nombre en inglés de la especie
animal de la que se aisló (excepto si es de humano); el lugar del aislamiento; el
número de caso del laboratorio; el año de su aislamiento, y, entre paréntesis,
se escribe el subtipo de HA y NA. Por ejemplo: A/gooser/Guandong/1/96
(H5N1) (Biggerstaff M et al, 2014 y Esposito S, 2018).
Los virus de influenza A se dividen en subtipos según dos proteínas de la
superficie del virus: la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N). Existen 18
subtipos de hemaglutinina y 11 subtipos de neuraminidasa diferentes (de H1 a
H18 y de N1 a N11, respectivamente). Si bien existen potencialmente 198
combinaciones del subtipo de influenza A, solo se han detectado 131 subtipos
por naturaleza. Los actuales subtipos de virus de influenza A que circulan
habitualmente entre las personas son: A(H1N1) y A(H3N2). Los subtipos de
influenza A pueden dividirse en diferentes "clados" y "sub-clados" genéticos.

El virus de la gripe, igual que ocurre con el coronavirus, es una zoonosis. El


huésped natural del virus no es el ser humano, sino las aves (sobre todo las
silvestres, patos, gaviotas, pollos, …), que actúan como reservorio o almacén
donde se encuentran los distintos tipos de virus. El virus de la gripe es un virus
de aves. En las aves es donde podemos encontrar todas las combinaciones
posibles de virus de la gripe, desde el H1N1 hasta el H16N9. Pero también
pueden infectar a otras especies animales, como cerdos, caballos, focas, … y
por supuesto al hombre. Normalmente, los virus de la gripe que infectan al
hombre suelen ser de los tipos H1N1, H2N2 o H3N2. No todos los virus de la
gripe infectan al hombre, sino solo aquellos que pueden unirse a los receptores
de las células humanas, los que se han adaptado al hombre.

Por tanto, en cuanto a su morfología encontramos que tiene un genoma con 8


segmentos ARN y la estructura lipídica de la superficie que lo definen (Figura
6). En primer lugar, unas espículas glicoproteicas con las que el virus se une al
epitelio respiratorio, denominada hemaglutinina (H), siendo las responsables de
su infecciosidad. En segundo lugar, la Neuraminidasa (N), que es la
responsable de la difusión del virus (interviene en la liberación o salida de la
célula huésped). Conforme a estos 2 elementos, el virus A se divide en
subtipos, y son los que, según sus variaciones antigénicas, producen
recombinaciones con cepas virales de diferentes animales o dentro del mismo
huésped. Si dichas variaciones son mayores (importantes), se producen
pandemias cada 10-20 años (propagaciones mundiales del virus, la última en
2009 subtipo H1N1), mientras que, si son menores, epidemias cada 3 años
(propagación rápida y numerosa en una determinación población) (Mejias
Estevez JM et al, 2018).
Figura 6. Estructura del virus influenza A.

Por tanto, se observan diferencias estructurales entre ambos virus, que se


indican en la tabla 2.

Influenza SARS Cov-2


Clasificación familia Orthomixoviridae familia Coronaviridae
Genoma 8 hebras ARN sentido 1 hebra ARN sentido (+)
(-)
Presencia polimerasa Si No
Nº Estructuras 2 3
proteicas
Capacidad mutación Rápida Lenta
Reservorios aves Murciélagos
Tabla 2: Diferencias estructurales entre el virus de la gripe y SARS Cov-2. (Fuente:
Medical new today)

2.2.2 Diferencias en la sintomatología entre Influenza vs SARS Cov-2

Los síntomas del coronavirus y la gripe se parecen, pero tienen diferencias.


Así, los síntomas más comunes del coronavirus son fiebre, tos y dificultad para
respirar. Mientras, el Ministerio de Sanidad describe que el cuadro inicial típico
de la gripe "suele comenzar de forma brusca con fiebre y escalofríos,
acompañados de dolor de cabeza, congestión nasal, molestias de garganta,
malestar general, dolores musculares, pérdida de apetito y tos seca".
Según explica laOMS, el Covid-19 "es un nuevo patógeno altamente
contagioso, que puede propagarse rápidamente y que debe considerarse
capaz de causar enormes impactos sanitarios, económicos y sociales en
cualquier entorno".

Por todo ello indican claramente que "no es el SARS y no es la gripe", sino que
el SARS-CoV-2"es un nuevo virus con sus propias características". Por
ejemplo, "la transmisión en los niños parece ser limitada en comparación con la
gripe, mientras que el cuadro clínico difiere del SARS". De hecho, la
transmisibilidad en la gripe es inferior al coronavirus.

En la siguiente imagen (Figura 7) se esquematiza los síntomas, comparados


con el resfriado común.
Figura 7. Diferencias entre los síntomas de COVID-19, gripe y resfriado. (Fuente:
Medical New Today)

2.2.3 Vacuna de influenza y la posible protección frente a SARS CoV-2

¿Podría ser efectiva contra el SARS CoV-2 la vacuna de la gripe? La respuesta


es que, a priori, no. Son virus totalmente diferentes, con morfología, genoma,
estructura y tropismo completamente distintos.
Cada año es necesario vacunarse contra la gripe. El motivo es que los
anticuerpos producidos en respuesta a la vacunación antigripal van
disminuyendo con el tiempo y pueden no ser suficientes para garantizar la
adecuada protección al año siguiente de la vacunación. Además, el proceso
evolutivo normal del virus de la gripe incluye una serie de mutaciones
antigénicas menores que suponen una diferencia en un pequeño número de
aminoácidos en las proteínas hemaglutinina y neuraminidasa. La consecuencia
de estas pequeñas variaciones es que la vacuna antigripal debe ser modificada
anualmente adaptándola a las cepas que se estima circularán en cada
temporada. En el caso de la vacuna para el SARS Cov-2, se cree que será una
única para toda la vida, como la del sarampión, ya que se está viendo que la
capacidad de mutación del virus es muy baja y apenas se están produciendo
cambios.

Los esfuerzos recientes para generar una vacuna frente al SARS-COV en los
años posteriores a la epidemia de 2003 representan una base científica para
desarrollar una vacuna frente a SARS CoV-2 de la actual pandemia. Ambos
virus tienen una alta homología de secuencia y ambos se unen al receptor
ACE2 para entrar en las células que infectan. Por tanto, se cree que si existiera
ya una vacuna contra SARS o MERS hubiera podido ser aplicada para SARS
Cov-2 o, al menos, allanar bastante el camino para su consecución.

En los últimos días se ha oído hablar de una nueva investigación que será
llevada a cabo por el área de Investigación en Vacunas de la Fundación para el
Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad
Valenciana (Fisabio). Este ensayo parte de la teoría de la interferencia viral,
que explica cómo las defensas del organismo responden de una manera innata
y global antes de identificar al 'enemigo' y atacarlo de manera específica. Se
hará el estudio sobre 400 niños a los que les van a vacunar de la gripe para
conocer si las sustancias antivirales que se liberan en el organismo con la
vacuna antigripal pueden interferir en la incidencia y severidad de virus como el
SARS-CoV2. Habrá que esperar un tiempo para tener una respuesta firme a la
primera pregunta que se planteaba.
2.2.4 Efectos actuales de la gripe en España, y comparación con la
COVID-19. Estudio estadístico de datos de coronavirus y gripe
(2018).

Los últimos datos completos que se tienen sobre los efectos de la gripe en
España son de la temporada 2018-2019. Durante el tiempo que duró la
epidemia, cuyo momento más álgido se mantuvo durante 12 semanas, se
observó una co-circulación de varios tipos de cepas del virus A (H3N2) y
A(H1N)pdm09, con la identificación de dos grupos genéticos de H3N2. Estas
cepas eran diferentes a la que contenía la vacuna.

En ese año, en los menores de 15 años se obtuvo una tasa de incidencias de


la gripe muy elevadas, cosa que no ocurre con la COVID-19. En cuanto a los
hospitalizados, si coinciden en que la mayor tasa se da entre los mayores de
64 años (61,5 casos por 100.000 habitantes) y en los menores de cinco años
(29,8 casos por 100.000 habitantes), como se puede observar en la figura 8.

Figura 8. Tasas acumuladas de hospitalización de casos graves de gripe por grupo de


edad. Temporadas 2013-14/2018-19. España. Fuente: CNE. ISCIII: Sistema de
vigilancia de la gripe en España.

La evaluación de la gravedad de la gripe cada año se establece en función de


tres indicadores: la transmisibilidad de un virus influenza, la gravedad de la
enfermedad y su impacto, según el procedimiento descrito en la Guia PISA
(Pandemic influenza severity assessment) (OMS, 2017). Se va a establecer las
diferencias entre estos tres parámetros sobre la gripe y la COVID-19.

La transmisibilidad de la influenza en el 2018-2019 se catalogó como moderada


en el pico de la epidemia, para todas las edades y para todos los grupos de
edad. La transmisibilidad refleja la facilidad con que circula el virus influenza
entre las personas y comunidades. Por lo tanto, un virus con alta
transmisibilidad se propagará rápidamente de una persona a otra. Hay varios
factores que afectan a este indicador: la capacidad del virus para propagarse
de persona a persona, la dinámica de la propagación y la vulnerabilidad de la
población expuesta. Con esta definición, se puede deducir que la
transmisibilidad del virus SARS Cov-2 es moderada, ya que a día 5 de mayo de
2020, los datos que se manejan son de 219.329 casos confirmados de
COVID.19 por PCR, en solo unos meses de presencia del virus entre la
población (RENAVE. CNE. CNM (ISCIII), 2020). En toda la campaña anterior
de gripe, el número de contagiados ascendió, según estima el Instituto de
Salud Carlos III en el Informe de Vigilancia de la Gripe en España, a 527.800.

La gravedad clínica manifiesta en qué medida enferman las personas cuando


se ven infectadas por el virus influenza. Describe la frecuencia de los síntomas
clínicos, las complicaciones de la enfermedad y las consecuencias después de
la infección. La gravedad de la enfermedad depende del virus; por ejemplo, un
virus influenza asociado a una alta gravedad clínica puede dar lugar a un
número desproporcionado de personas seriamente afectadas, algunas de las
cuales deberán ser hospitalizadas o incluso morirán (OMS, 2017). En el año de
estudio, la gripe se presentó con un impacto bajo de gravedad clínica. Por
tanto, en comparación con la COVID-19, se debe indicar que su gravedad es
muy alta, a tenor del número de fallecidos que se cuentan, que ascienden a 5
de mayo a 25.613, frente a los 6.900 fallecidos por gripe o enfermedades
asociadas a ella.

El impacto refleja de forma general cómo afecta a la sociedad la epidemia o


pandemia de influenza. Abarca los efectos de esta en el sector sanitario -por
ejemplo, en el uso de los servicios médicos (hospitalización e ingresos en la
UCI) o en los trabajadores de la salud- y en la sociedad (en particular el exceso
de mortalidad). El impacto se ve influido por las medidas de salud pública que
se apliquen, por el grado de preocupación de la población y por el
comportamiento de las personas afectadas. Si el impacto en el sector de la
salud es alto, los recursos asistenciales pueden verse comprometidos. El
impacto en la salud pública puede tener también efectos sociales y
económicos, como el ausentismo laboral y escolar, la pérdida de
infraestructuras críticas y una disminución del comercio y el turismo. El impacto
de la epidemia gripal 2018-19 fue alto en términos de tasas de hospitalización y
moderado en términos de excesos de mortalidad por todas las causas. En este
parámetro, los estragos de la COVID-19 en la salud, la economía y en la vida
de los residentes en España, se salen de toda medida, siendo de muy altos a
extremos.

2.2.5 Peligros de la gripe VS COVID-19

Hoy por hoy no se dispone de vacuna frente al coronavirus SARS CoV-2 y esta
es una de las razones más poderosas por las que es mucho más peligrosa la
COVID-19. No hay opciones de proteger nuestras defensas ante el virus, por lo
que la profilaxis se centra en la higiene y precaución personal y pública. Otros
argumentos a tener en cuenta y que validan la afirmación de la peligrosidad del
coronavirus frente a la gripe se exponen a continuación.

El coronavirus es más contagioso que la gripe. La tasa de contagio de ésta


última se estima que es 1,28 por persona (Biggerstaff, M.et al, 2014), frente a
las 2-3 personas que lo hacen con SARS Cov-2 (Ying Liu, 2020).

Al tratarse de un nuevo coronavirus aún no se sabe su comportamiento durante


los meses de verano, aunque se prevé que se extenderá al hemisferio sur, por
lo que no se disminuirá su propagación.

El número de contagiados por COVID-19 desde el inicio de la pandemia en


España (mes de marzo) hasta hoy (dos meses después) es de
aproximadamente la mitad de todos los infectados por influenza en el año
entero. Si nos centramos en fallecidos, el número de éstos es muy superior
como se ha visto anteriormente.
La influenza tiene un periodo de incubación relativamente corto, que va de los
uno a cuatro días, aunque los síntomas suelen aparecer dentro de los dos
primeros días. No ocurre lo mismo con el SARS Cov-2, como se vio en el
apartado “Factores de riesgo para la COVID-19” que oscilan entre 1 y 14 días,
y en general se sitúan en torno a cinco días. Por tanto, es más probable que las
personas permanezcan en casa antes cuando se enferman de gripe que
cuando se contagian por coronavirus, ya que al no tener síntomas desconocen
que están infectados, contribuyendo a su dispersión.

Quienes corren mayor riesgo de contraer una infección gripal grave son los
niños, las mujeres embarazadas, las personas mayores, las personas con
afecciones crónicas subyacentes y las personas inmunodeprimidas. En el caso
de la COVID-19, consideramos actualmente que la edad avanzada y las
afecciones subyacentes incrementan el riesgo de infección grave.

Por tanto, se concluye que la enfermedad por COVID-19 es más peligrosa que
la gripe.

2.3 Epidemiología

Muchos de los primeros casos registrados se concentran en un mercado de


marisco en Wuhan, (China), en diciembre de 2019. Wuhan es una capital de
más de 11 millones de habitantes y uno de los principales centros de
transportes del país. Dicho mercado está situado muy próximo a una estación
de tren, donde diariamente pasan decenas de miles de personas.

Figura 9. Mercado de marisco de Wuhan, posible origen de la pandemia.


(Fuente: The New York Times)
Las autoridades chinas notificaron el pasado 31 de diciembre 27 casos de
neumonía de origen desconocido, siete de ellos graves. Los afectados estaban
aparentemente vinculados con un mercado de la ciudad de Wuhan, una gran
metrópoli con 11 millones de habitantes. La causa de la dolencia fue
identificada el 7 de enero como un nuevo coronavirus. China comunicó días
más tarde que el patógeno podía transmitirse de persona a persona.

2.3.1 Medidas tomadas y su adecuación

China es una de los países ejemplo de la buena gestión de la crisis. Para


explicar la gestión de la misma, conviene dar una breve introducción sobre el
transcurso de los hechos tras los primeros casos antes mencionados.

 El 31 de diciembre de 2019, las autoridades sanitarias de China,


comunicaron a la OMS un foco viral de neumonía de origen
desconocido, indicando que era “prevenible y controlable”. Dicho origen,
coincide con el regreso a sus hogares de cientos de millones de
personas, tras el año nuevo lunar. En este periodo son numerosos
también los desplazamientos a otros países.

Figura 10. Mapa de dispersión del Figura 10. Mapa de dispersión del
coronavirus en los primeros días desde coronavirus desde Wuhan al resto del
Wuhan a otras ciudades Chinas Fuente: mundo Fuente: The New York Times
The New York Times

 Hasta el 21 de enero no se advirtió del riesgo de transmisión humano-


humano.

 Dos días más tarde las autoridades cerraron Wuhan y el resto de


ciudades en pocas semanas. A partir de este momento se adoptaron las
siguientes medidas de control:
o Inicio del confinamiento de los 1.400 millones de habitantes de
China
o Controles de tráfico
o Cancelación de actos multitudinarios
o Test masivos en calles y edificios para detección del virus
o Retirada de efectivo y desinfección con ultravioleta o altas
temperaturas
o Activación de 2.000 equipos de control epidemiológico
o Localización de principales focos mediante manejo de datos
o Construcción de hospitales específicos para el tratamiento de la
enfermedad
o Cierre de fábricas y reanudación muy progresiva de la actividad

 Medidas adoptadas por la población: además de las medidas impuestas


por el gobierno, el cumplimiento de las mismas y la adopción de otras
medidas tomadas por la población, han sido muy importantes para el
control de la epidemia.

o Uso de mascarillas fuera de casa (77%)


o Higiene de manos (74)
o Permanecer en casa (71%)
o Reducción de la movilidad y uso de comercios (61%)
o Evitar el transporte público (59%)
o Distanciamiento social (58%)
o Evitar lugares públicos (56%)
o Reducción de pagos en efectivo, limpieza del hogar, teletrabajo,
etc.

En cuanto si se consideran adecuadas estas medidas, si se atiende a la


cronología, está claro que existe una ocultación inicial de información, así como
una subestimación de los efectos de la enfermedad. Una vez iniciadas las
medidas parece que son ejemplo de una buena gestión de la crisis. En
particular, los cierres de fronteras y confinamiento temprano, acompañado de
los test masivos para localización de focos, han sido la clave para el control
temprano de la enfermedad.

La única mejora a lo realizado y ya comentado, está en el control prematuro de


la epidemia una vez conocida la misma y su facilidad de transmisión. En
España se debería de haber tomado decisiones más rápidas, y el cierre de las
ciudades foco/focos de la infección.

2.4 Técnicas de diagnóstico

2.4.1 Equipos de protección en laboratorio

Todo el personal del laboratorio debe usar equipo de protección personal


apropiado que incluya guantes desechables, mascarilla quirúrgica, bata
antifluidos y protección para los ojos al momento de manipular muestras
potencialmente infecciosas. En el momento de tomar una muestra respiratoria
de un paciente sospechoso en Unidad de Cuidados Intensivos, se debe
considerar el uso de mascarilla N95 o FFP2. Cualquier procedimiento con el
potencial de generar aerosoles de partículas finas (por ejemplo, preparación de
las muestras con el tubo abierto o agitación con vortex) debe realizarse en una
cabina de seguridad biológica (BSC) de clase II. Deben usarse dispositivos de
contención física apropiados (por ejemplo, cubetas de seguridad de centrífuga
y rotores sellados) para la centrifugación. Idealmente, los rotores para
centrifuga deberían cargarse y descargarse dentro de una BSC. Cualquier
procedimiento dentro del laboratorio, que genere aerosoles y que se realice
fuera de una BSC (o limpieza ante derrames de muestras altamente
sospechosas, por ejemplo), debe realizarse utilizando mascarilla N95. Después
de procesar las muestras, descontamine las superficies de trabajo y el equipo
utilizado con los desinfectantes apropiados. Para esto, utilizar cualquier
desinfectante hospitalario debidamente registrado.

2.4.2 Toma de muestras

El diagnóstico de laboratorio para el nuevo coronavirus se basa en un resultado


positivo a una PCR (Reacción en cadena de la polimerasa) para cualquiera de
los genes de SARS-CoV-2. También se puede diagnosticar mediante una
serología específica por ELISA o a un test rápido de detección de antígenos o
de anticuerpos. Las muestras recomendadas para el diagnóstico mediante
PCR o un test rápido de detección de antígenos son muestras del tracto
respiratorio:

 Muestras del tracto respiratorio superior: exudado nasofaríngeo


preferentemente y/o exudado orofaríngeo, mediante hisopo de
poliéster con dacrón. El hisopo se introduce por las fosas nasales,
hasta la cavidad nasofaríngea o por la cavidad bucal y se rota para
que la mucosa se adhiera a él. El hisopo se conserva a 4ºC hasta 72
horas. Si se va a analizar más tarde, se puede congelar a -70ºC.

Figura 11: Procedimiento para la toma de muestras de exudado nasofaríngeo.


(Fuente: Servicio extremeño de Salud).

 Muestras de tracto respiratorio inferior: en los casos con infección del


tracto respiratorio inferior se pueden tomar, preferentemente lavado
bronco-alveolar, esputo (si es posible), y/o aspirado endotraqueal.

La muestra recomendada para el diagnóstico de serología por ELISA es una


muestra de sangre obtenida por extracción de vía venosa periférica y, para el
test serológico rápido de detección de anticuerpos, una muestra de sangre
obtenida por extracción de vía venosa periférica o por digitopunción con lanceta
(sangre capilar).

2.4.3 Técnicas de laboratorio

Las pruebas de laboratorio van encaminadas a dos objetivos fundamentales:


conocimiento de la carga viral del paciente y detección de anticuerpos. Dentro
de estas dos vías, los resultados pueden obtenerse de manera rápida o más
lentos usando técnicas que conllevan un mayor tiempo. A continuación, se van
a describir las pruebas que conllevan más tiempo de realización.

 Real Time RT-PCR

Con esta prueba se va a saber la carga viral del paciente. A diferencia de la


RT-PCR convencional, que solo arroja los resultados al final, esta técnica
permite a los técnicos observar los resultados de manera casi inmediata
mientras el proceso sigue en curso.

La RT-PCR se realiza en laboratorios de Microbiología clínica, necesita


personal experto en Microbiología molecular y medidas de bioseguridad. La
muestra debe ser en primer lugar inactivada. La PCR es una técnica utilizada
para amplificar secuencias de ADN. Consta de dos fases (actualmente):
extracción y amplificación de los ácidos nucleicos. El ARN es monocatenario y
muy inestable por lo que primero debe transcribirse de forma inversa en ADN
complementario (ADNc) utilizando una transcriptasa inversa. A partir de aquí,
se utiliza el procedimiento de PCR convencional para amplificar el ADNc. Se
utilizan secuencias cortas de ADNc, cebadores o primers, para seleccionar la
parte del genoma a amplificar. La temperatura de la muestra se sube y se baja
repetidamente para ayudar a la ADN polimerasa a duplicar la secuencia del
ADN que está siendo copiada. Con esta técnica se producen millones de
copias de la secuencia estudiada en unas horas. Lo ideal es que ambos
procesos estén automatizados para aumentar la rapidez y evitar errores. En la
actualidad el resultado de las pruebas está disponible desde unas horas a
varios días. Otra ventaja de la PCR en el momento actual, con existencia de
muchos casos, es que permite procesar simultáneamente un elevado número
de muestras. Los genes diana más usados para la detección de SARS-CoV-2
son el gen E (recomendado por la OMS como screening de primera línea 2), el
gen RdRp, para estudio de confirmación y el gen N para estudio adicional de
confirmación.

A medida que se producen nuevas copias de las partes del ADN vírico, los
marcadores se acoplan a las cadenas de ADN y emiten una fluorescencia, que
la computadora del aparato medirá y presentará en tiempo real en la pantalla.
La computadora hace un seguimiento de la magnitud de la fluorescencia de la
muestra tras cada ciclo. Cuando esta supera un determinado nivel, se confirma
la presencia del virus. Los encargados supervisan también el número de ciclos
que se tarda en alcanzar ese nivel para determinar así la gravedad de la
infección: mientas menor sea el número de ciclos, más grave será la infección
vírica.

 Técnica de extracción de ARN

Actualmente, y más en concreto para la extracción de tejido en fresco


congelado, se emplea el Trizol. Este es un reactivo diseñado para aislar RNA
de alta calidad a partir de células y muestras de tejido, ya sean de origen
humano o de origen animal, vegetal o bacteriológico. Se trata de una solución
monofásica que aúna el isocianato de guanidinio, el fenol y otros componentes
que facilitan el aislamiento de una gran variedad de moléculas de RNA. Este
reactivo mantiene la integridad del RNA debido a la inhibición altamente
efectiva de la actividad RNasa mientras se lisan las células y se disuelven los
componentes celulares durante la homogeneización de la muestra. (Lan et al.,
2009).

El trizol va a romper la envuelta del virus y va a hacer que salga el ARN. El


protocolo podría ser el siguiente, ya que las cantidades de los reactivos podrían
ser variables:

 Añadir a 300 µL de muestra clínica (suero) 300 µL de TRIZOL,


agitar por vortex 15 seg., dejar reposar 5 min. a temperatura
ambiente (TA).
 Añadir 100 µL de Cloroformo, agitar por vortex 15 seg., dejar
reposar 3 min. a TA.
 Centrifugar a 15 000 r.p.m., durante 20 min a 4°C.
 Transferir la fase superior a un tubo limpio, añadir 300 µL de
Isopropanol, mezclar por inversión, dejar reposar 10 min. a TA.
 Centrifugar en las condiciones descritas anteriormente.
 Eliminar el sobrenadante, lavar el precipitado con 300 µL de
Etanol al 75%.
 Centrifugar a 15 000 r.p.m. durante 5 min a 4°C.
 Eliminar el sobrenadante, secar el ARN y resuspender en 20 µL
de agua bidestilada estéril.

Es importante vigilar el PH de la muestra, con el fin de que no se contamine


con ADN. Para ello, el PH óptimo que debemos mantener es de 4.

Para la realización de la qPCR en tiempo real, es necesario tener una serie de


primer que actuarán de cebadores, que son unos oligonucleótidos. Hay dos
cebadores, forward que va en dirección 5´a 3´ y otro reverse que va en
dirección 5´a 3´ de la cadena complementaria. Se incorpora una sonda que son
oligonucleótidos modificados con un fluoróforo 5 'y un inhibidor de 3' que es un
quencher. Bajo determinadas condiciones, la sonda se hibrida de una manera
específica de secuencia al ADN molde. El interruptor suprime la fluorescencia
del fluoróforo. Durante la reacción de extensión, la actividad de exonucleasa 5
'→ 3' de la ADN polimerasa Taq degrada la sonda hibridada, liberando la
supresión de desactivación y permitiendo la fluorescencia (Figura 12). 

Figura 12: Esquema de reacción de qPCR basado en sonda

 Pruebas rápidas

Son las pruebas encargadas de detectar las inmunoglobulinas que hay en la


sangre. Estos test rápidos no identifican el ARN del virus, sino que detectan, o
bien anticuerpos producidos frente al virus utilizando una muestra de sangre,
que es otra manera de conocer si el paciente está o ha estado infectado, o bien
proteínas del virus presentes en las muestras respiratorias de exudado
nasofaríngeo.

Se trata de un inmunoensayo cualitativo basado en membrana para la


detección de anticuerpos IgG e IgM contra el SARS Cov-2 en muestras de
sangre, suero o plasma. Esta prueba consta de dos componentes, un
componente IgG y un componente IgM. En el componente IgG, la IgG
antihumana está recubierta en la región de la línea de prueba de IgG. Durante
la prueba, la muestra reacciona con partículas recubiertas de antígeno del
coronavirus en el casete de prueba. La mezcla luego migra hacia arriba en la
membrana cromatográficamente por acción capilar y reacciona con la IgG
antihumana en la región de la línea de prueba de IgG, si la muestra contiene
anticuerpos IgG contra SARS CoV-2. Como resultado, aparecerá una línea de
color en la región de línea de prueba de IgG. De manera similar, la IgM
antihumana está recubierta en la región de la línea de prueba de IgM y si la
muestra contiene anticuerpos IgM contra el coronavirus, el complejo
conjugado-muestra reacciona con la IgM antihumana. Como resultado, aparece
una línea de color en la región de línea de prueba de IgM.

Por lo tanto, si la muestra contiene anticuerpos IgG SARS Cov-2, aparecerá


una línea de color en la región de la línea de prueba de IgG. Si la muestra
contiene anticuerpos IgM SARS Cov-2, aparecerá una línea de color en la
región de la línea de prueba de IgM. Si la muestra no contiene anticuerpos
SARS Cov-2, no aparecerá una línea coloreada en ninguna de las regiones de
la línea de prueba, lo que indica un resultado negativo. Para servir como control
de procedimiento, siempre aparecerá una línea de color en la región de la línea
de control, lo que indica que se ha agregado el volumen adecuado de muestra
y se ha producido la absorción de la membrana.

 Pruebas serológicas: Método ELISA

Los tests serológicos se basan en la detección indirecta del virus, a través de la


medida específica de los anticuerpos generados por el propio organismo de la
persona infectada. Ante el ataque de, o exposición a organismos ajenos (como
los agentes infecciosos víricos) el sistema inmune humano responde
desencadenando la producción de anticuerpos que conferirán cierta inmunidad
ante posteriores reinfecciones (en un mecanismo análogo al que
desencadenan las vacunas).

Un ensayo ELISA requiere, en términos generales, de tres componentes


esenciales: el antígeno a detectar o cuantificar, un anticuerpo específico para
ese antígeno conjugado a una enzima que genere una reacción cuantificable y
un sistema que permita estimar la cantidad de antígeno presente en la muestra
a partir de la reacción enzimática que se genere. El ELISA indirecto es un
proceso de unión de dos pasos que implica el uso de un anticuerpo primario y
un anticuerpo secundario marcado. En este método, el anticuerpo primario se
incuba con los pocillos de una placa recubiertos con antígeno. A continuación,
se agrega un anticuerpo secundario marcado que reconoce el anticuerpo
primario. Luego se agrega un sustrato para producir una amplificación de la
señal. Este método se utiliza comúnmente para diagnosticar infecciones por
bacterias, virus o parásitos y cuantificar los anticuerpos contra este antígeno
extraño. La detección por ELISA indirecta es versátil, ya que se pueden usar
diferentes marcadores de visualización con el mismo anticuerpo primario. Dado
que se puede unir más de un anticuerpo marcado por objetivo de anticuerpo,
se considera que el ELISA indirecto es altamente sensible y más flexible que el
ELISA directo. Sin embargo, puede producirse reactividad cruzada y una señal
no específica con el anticuerpo secundario. En la figura 13 se puede observar
un esquema de la técnica.

Figura 13: Esquema de la ELISA indirecta.

Hay que advertir que la interpretación de las pruebas serológicas debe


realizarse con cautela, teniendo en cuenta sus limitaciones, y evaluarlas acorde
a la situación clínica del paciente y de los resultados de la prueba de referencia
de RT-PCR (Figura 14). Aunque la presencia de IgG parece indicar una
inmunización frente una reinfección frente al virus, aún no hay evidencias
científicas que lo confirme con seguridad.

Figura 14: Interpretación de los resultados para la COVID-19.

La prueba más sensible de las aquí expuestas es, según algunos autores, la
RT-PCR en tiempo real (OMS.2020 & Chin-Huat, J,et al. 2020). Es muy
específica y arroja un bajo número de falsos negativos.

Se considera la mejor elección para un diagnóstico agudo/precoz.


Es una prueba también recomendada para el seguimiento de
paciente infectado e imprescindible para el alta hospitalaria en caso de ingreso.
Dado su elevado coste, no se aconseja como herramienta de uso masivo para
contención y, aunque podría indicarse para pacientes asintomáticos, se
recomienda usar como segunda opción en estos casos si se dispone de
pruebas rápidas de antígeno.

2.4.4 Estudios de seroprevalencia

Para conocer el impacto real de la enfermedad COVID-19 en la población es


muy importante realizar un estudio epidemiológico, para estimar el porcentaje
de la población española que ha desarrollado anticuerpos frente al nuevo
coronavirus SARS- CoV-2. Por tanto, se realizan, en primer lugar, test rápidos
para determinar la presencia o no de anticuerpos en sangre por
inmunocromatografía, para saber si la persona ha estado infectada. La
sensibilidad de esta prueba, que sólo requiere de un pinchazo en el dedo, se
estima que es superior al 80 por ciento, por tanto, para asegurar la fiabilidad de
los resultados y aplicar el máximo rigor metodológico, se ha considerado muy
recomendable obtener una muestra de suero en todos los pacientes para
hacerles la prueba ELISA. Gracias a estas dos pruebas, que combinan
diferentes niveles de precisión, se obtendrá una estimación poblacional de la
presencia de anticuerpos del virus.

Los primeros análisis han mostrado que solo hay un 5% de la población


española con anticuerpos frente al SARS-CoV-2.

3 DISCUSIÓN
4 CONCLUSIÓN
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