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TEMA 1: Introducción a la Respuesta Inmune

El sistema inmune es el conjunto de tejidos, células y moléculas solubles que tienen la


función de defender al individuo de agentes extraños que ponen en peligro su salud. El
proceso mediante el cual el sistema inmune reconoce y elimina estos agentes se llama
respuesta inmune. El funcionamiento adecuado del sistema inmune requiere que responda
únicamente contra agentes extraños y peligrosos. En condiciones anormales se pueden
generar respuestas inmunes contra agentes que no son peligrosos, lo cual puede resultar
en procesos patológicos causados por el sistema inmune.

Los dos tipos de agentes extraños y peligrosos que son blanco de las respuestas
inmunes normales son los microorganismos patógenos y las células tumorales. Los
microorganismos patógenos son seres vivos extraños al organismo humano capaces de
ingresar y sobrevivir en él. Por su parte, las células tumorales, aunque se originan en el
organismo, expresan moléculas anormales que son reconocidas como extrañas. Ambos
son agentes peligrosos porque producen enfermedad y pueden causar la muerte.

De acuerdo a esto, un individuo con un sistema inmune normal o competente es


resistente a infecciones por microorganismos patógenos y a tumores. Esto quiere decir
que los microorganismos patógenos solamente producirán enfermedades leves y
pasajeras y las células tumorales que surjan serán eliminadas sin causar cáncer. Esta
resistencia se enmarca dentro de ciertos límites, ya que en casos de altas dosis o virulencia
de microorganismos o de alteraciones oncogénicas severas pueden aparecer
enfermedades graves en personas inmunocompetentes por verse abrumado el sistema
inmune a pesar de ser normal.

Por el contrario, un individuo con el sistema inmune deficiente es susceptible a


infecciones y a tumores. En la inmunodeficiencia severa la susceptibilidad incluye a
microorganismos no patógenos y la incidencia de cáncer es muy alta.

Por último, hay ocasiones en que la respuesta inmune que se produce contra un
microorganismo patógeno es mal regulada e ineficaz, y en lugar de controlar y eliminar
la infección genera lesión tisular.

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Los trasplantes entre individuos que no son idénticos genéticamente o
alotrasplantes son un tercer elemento que induce una respuesta inmune en condiciones
normales. Son órganos, tejidos o células extrañas al organismo que responde, aunque no
se los puede clasificar como peligrosos por ser eventos artificiales. La respuesta inmune
contra un alotrasplante produce muerte del trasplante y rechazo por lo que su estudio es
importante en Inmunología. El individuo inmunocompetente rechaza los alotrasplantes,
mientras que el inmunodeficiente los acepta, por lo cual la inmunosupresión es
fundamental para el éxito de este tipo de procedimientos.

En condiciones anormales, el sistema inmune puede reaccionar ante agentes que


no son peligrosos. Los alergenos son agentes inertes del ambiente, extraños al organismo,
que entran en él pero por sí mismos no causan daño. En personas alérgicas se producen
respuestas inmunes patológicas contra alergenos. También hay individuos en los que se
desarrollan respuestas inmunes contra moléculas propias, las cuales no son peligrosas.
Estas respuestas pueden causar patología, fenómeno llamado autoinmunidad.

Entonces, para su funcionamiento correcto, el sistema inmune debe ser capaz de


diferenciar las moléculas extrañas de las propias y los agentes peligrosos de los no
peligrosos. Como se puede apreciar en la Tabla 1.1, es fundamental que el sistema
reconozca el peligro, ya que las respuestas inmunes contra agentes no peligrosos siempre
son anormales.

Tabla 1.1. Agentes contra los que responde el sistema inmune


Condición de la respuesta Agente blanco de la respuesta Característica

Microorganismos patógenos Extraño y peligroso

Normal Tumores Extraño y peligroso

Trasplantes Extraño

Alergenos Extraño, no peligroso


Anormal
Moléculas propias Propio, no peligroso

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1.1. Fases de la respuesta inmune

El objetivo del sistema inmune es eliminar el agente blanco de la respuesta inmune del
organismo. Sin importar cuál de los cinco tipos de agentes descritos en la sección anterior
sea el blanco, la respuesta sigue una secuencia de eventos similar que se ha dividido en
tres fases (Figura 1.1). Antes del inicio de la respuesta, el sistema se encuentra en un
estado de reposo y al encontrar el agente blanco de la respuesta debe interactuar con él de
forma específica, fase conocida como reconocimiento. En seguida se pone en marcha la
siguiente fase, activación, que incluye los eventos necesarios para generar los
mecanismos capaces de eliminar al agente. La ejecución de estos mecanismos constituye
la fase de mecanismos efectores que debe concluir con la eliminación del agente del
organismo, luego de lo cual el sistema vuelve al reposo.

Agente blanco de la
respuesta inmune

1. Reconocimiento

Eliminan
2. Activación

3. Mecanismos
efectores

Figura 1.1. Fases de la respuesta inmune. Cuando el agente blanco de la respuesta es reconocido por el sistema
inmune se dispara la activación del sistema y se generan mecanismos efectores encargados de eliminar el agente
del organismo.

1.1.1. Fase de reconocimiento

Cuando las células y moléculas del sistema inmune se encuentran con los agentes que van
a ser blanco de la respuesta inmune deben interactuar con ellos para reconocer que sean
extraños y peligrosos. Esto lo hacen por medio de receptores, que son proteínas, la
mayoría localizadas en la superficie de las células, algunas intracelulares y otras solubles.

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Las moléculas presentes en el agente que son reconocidas por los receptores
reciben el nombre general de ligandos. Estos ligandos pueden ser moléculas de cualquier
naturaleza química (proteínas, carbohidratos, lípidos, ácidos nucleicos o cualquier otra
molécula orgánica o inorgánica).

La unión de un ligando a un receptor se caracteriza por ser específica. Esto quiere


decir que se realiza por enlaces no covalentes que son posibles gracias a que existe
complementariedad física y química entre las dos moléculas. El receptor tiene un sitio de
unión para el ligando. Las cadenas laterales de los aminoácidos que forman este sitio
tienen grupos químicos y forman superficies que son complementarias a la del ligando,
permitiendo que las dos moléculas se unan. Por ejemplo, un receptor con una superficie
cóncava puede unirse a un ligando con superficie convexa, uno que tenga cargas positivas
puede formar interacciones electrostáticas con un ligando con cargas negativas, un
receptor con grupos hidrofóbicos puede formar interacciones hidrofóbicas con un ligando
con grupos hidrofóbicos. Si no existe esta complementariedad, dos moléculas solamente
podrán unirse débilmente de forma no específica y no pueden ser ligando y receptor
(Figura 1.2).

Unión específica Unión específica


de alta afinidad de baja afinidad No hay unión específica

Molécula A Molécula B Molécula C

+ H h
_ H
_ O

_ O h
_ O h
_ O h

Receptor Receptor Receptor

+ H h
Interacción Puente de Interacción
electrostática hidrógeno hidrofóbica
_ O h

Figura 1.2. Unión específica entre dos moléculas. Las moléculas A y B tienen complementariedad con el
receptor y forman uniones específicas, mientras que la molécula C no tiene complementariedad con el receptor
y no puede unirse específicamente a él. La afinidad de la unión de la molécula A es mayor que la de la unión de
la molécula B porque es capaz de formar mayor número de enlaces.

Aunque la especificidad es un requisito para que una molécula sea ligando del
receptor al que se une, también se necesita que la unión tenga un cierto grado de afinidad
para que pueda activar al receptor. La afinidad es la fuerza con la que se unen las dos
moléculas y depende de cuántos enlaces químicos se pueden formar entre ellas. Así,

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mientras mayor es la complementariedad física y química entre ligando y receptor, mayor
es la afinidad. Es decir que un receptor puede unirse a varias moléculas específicamente
pero con distinta afinidad debido a la presencia de distintas características físicas y/o
químicas (Figura 1.2). Solamente las moléculas que lleguen a cierto umbral de afinidad
activarán al receptor y son ligandos que inician la respuesta inmune.

La afinidad requerida para la activación es variable: algunos receptores requieren


una afinidad muy alta y otros una afinidad relativamente baja para activarse. De esta
forma, cada receptor puede tener uno o varios ligandos, todos específicos pero cuya
afinidad varía. Cuando un receptor no requiere que el ligando se una con una alta afinidad
para activarse, es más probable que existan agentes que contengan moléculas que puedan
unirse de forma específica con el número de enlaces requerido. Para este tipo de receptor
existen muchos ligandos y se dice que su especificidad es gruesa (Fig. 1.3A). La
propiedad de que existan muchos ligandos para el mismo receptor se llama promiscuidad.

Unión de alta afinidad Unión de afinidad media Unión de baja afinidad

A Molécula A Molécula B Molécula C


(es ligando) (es ligando) (es ligando)

Receptor 1 Receptor 1 Receptor 1


(especificidad gruesa) (especificidad gruesa) (especificidad gruesa)

Activación Activación Activación

Unión de alta afinidad Unión de afinidad media Unión de baja afinidad

B Molécula A Molécula B Molécula C


(es ligando) (no es ligando) (no es ligando)

Receptor 2 Receptor 2 Receptor 2


(especificidad muy fina) (especificidad muy fina) (especificidad muy fina)

Activación No hay activación No hay activación

Figura 1.3. Especificidad gruesa y especificidad muy fina. La característica de la especificidad de un


receptor depende del umbral de afinidad que requiere para activarse. A. Cuando el umbral de afinidad requerido
es bajo, el receptor tiene una especificidad gruesa: muchas moléculas pueden ser ligando del receptor, todas
específicas pero con afinidades distintas. B. Cuando el umbral de afinidad requerido es alto, el receptor tiene
una especificidad muy fina: muy pocas moléculas pueden ser ligando del receptor, todas con afinidad alta.

Por otro lado, existen receptores que requieren una alta afinidad de unión para
activarse, por lo cual muy pocos ligandos pueden cumplir esta condición. Estos receptores

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en general se unen a un solo ligando, no tienen promiscuidad y se dice que tienen una
especificidad muy fina (Fig. 1.3B).

1.1.2. Fase de activación

La unión de un ligando con la afinidad requerida causa un cambio de conformación en el


receptor que hace que se inicie una cascada bioquímica de activación, la cual consiste en
la activación secuencial de muchas moléculas que se describe como una vía de activación.
Las vías que participan en la activación del sistema inmune son numerosas y complejas.
En su mayoría se realizan dentro de células aunque a veces pueden suceder en el espacio
extracelular. Al final, estas vías generan diversos tipos de efectos que incluyen:
regulación de la transcripción de genes, cambios en el ciclo celular, reorganización del
citoesqueleto y activación de enzimas y transportadores, entre otros. Los efectos de la
activación determinan que la célula se diferencie a una célula “efectora” capaz de llevar
a cabo los mecanismos efectores. En ocasiones también determina que haya proliferación
de las células activadas (Fig. 1.4).

Ligando
Receptor

Cascada de señalización

Cambios en ciclo
celular, enzimas,
transportadores,
citoesqueleto

Transcripción
de genes

Proliferación y diferenciación
Figura 1.4. Activación de una célula del sistema inmune. El reconocimiento de un ligando por un receptor
del sistema inmune dispara una cascada bioquímica que culmina en diversos efectos. En conjunto, estos efectos
determinan la diferenciación de la célula a una célula capaz de hacer los mecanismos efectores. En algunos
casos también inducen proliferación.

La activación descrita a nivel de una célula por el reconocimiento del agente


blanco de la respuesta inmune a su vez induce la activación de otros tipos de células

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necesarias para la respuesta. La activación de muchas células individuales debe ser
coordinada para que se produzca una respuesta inmune efectiva. En ocasiones, la
comunicación entre células puede darse por contacto directo mediado por moléculas de
membrana. Sin embargo, es mucho más común que las células se comuniquen por
mediadores solubles que pueden actuar incluso en células que se encuentran en sitios
distantes.

Los mediadores solubles que participan en la fase de activación de la respuesta


inmune son moléculas que se secretan por una célula al espacio extracelular y actúan
sobre células blanco que expresan un receptor específico para el mediador. La activación
del receptor genera diversos efectos. De esta forma, los mediadores pueden tener tres
tipos de acciones: autocrina si el receptor se expresa en la misma célula que secreta el
mediador, paracrina si el receptor se expresa en una célula cercana y endocrina si el
receptor se expresa en una célula distante.

Existen muchos tipos distintos de mediadores que difieren en su naturaleza


química, origen y tipos de procesos en que participan. Aunque se describirá cada grupo
durante el desarrollo de la respuesta inmune, es importante anotar que uno de los grupos
más grandes e importantes son proteínas pequeñas denominadas citocinas.

1.1.3. Fase de mecanismos efectores

Los mecanismos efectores son las acciones que el sistema inmune pone en marcha para
eliminar el agente que es blanco de la respuesta inmune. Son muy diversos y se ajustan a
las características del agente. Deben ser dirigidos solamente al agente y detenerse una vez
que se lo elimina. Cuando la respuesta inmune no es eficaz para eliminar al agente
extraño, la persistencia de mecanismos efectores puede dañar los tejidos y causar
patología.

1.2. División de la respuesta inmune en innata y adaptativa

La respuesta inmune se ha dividido en dos tipos: innata y adaptativa. Esta división se debe
a que existen componentes de la respuesta que tienen propiedades particulares en cuanto
al momento en que responden y la manera de reconocer el agente blanco, así como la
generación de mecanismos efectores particulares. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que esta es solamente una división didáctica que se adoptó para estudiar la respuesta

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inmune. En realidad las dos respuestas son necesarias, actúan de forma coordinada y sus
componentes con frecuencia interactúan entre sí.

Tanto la respuesta innata como la adaptativa tienen fases de reconocimiento,


activación y mecanismos efectores y en ambas el reconocimiento es específico. Las
principales diferencias entre los dos tipos de respuesta se deben a que distintos tipos de
células realizan el reconocimiento con propiedades distintas. En la respuesta innata,
varios tipos de células son capaces de discriminar la presencia de elementos peligrosos
con receptores que tienen especificidad gruesa y diversidad limitada, iniciando la
respuesta de forma inmediata. Por su parte, la respuesta adaptativa reconoce elementos
llamados antígenos por medio de los linfocitos, células que tienen receptores con
especificidad muy fina y diversidad inmensa, y requiere un tiempo de latencia.

La respuesta innata genera diversos mecanismos efectores que no son muy


eficientes en la eliminación del agente, pero contienen el daño hasta que se active la
respuesta adaptativa. Además, debido a que la respuesta innata es la única que reconoce
señales de peligro, su activación es indispensable para que se active la respuesta
adaptativa. Esta última tiene una efectividad mayor, en parte porque amplifica y enfoca
los mecanismos efectores de la respuesta innata y además genera memoria inmunológica.

Estas diferencias se resumen en la Tabla 1.2. y serán objeto de estudio en los


siguientes capítulos.

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Tabla 1.2. Diferencias entre la respuesta innata y la adaptativa
Variable Respuesta innata Respuesta adaptativa

Neutrófilos, eosinófilos, basófilos,


monocitos, macrófagos, células NK,
Principales células Linfocitos T y B
células dendríticas,
células cebadas

Moléculas microbianas
Ligando reconocido Antígenos
Falta de moléculas propias

Especificidad de los Gruesa (hay promiscuidad), requieren Muy fina, requieren unión de alta
receptores afinidad relativamente baja afinidad

Diversidad de los
Limitada Inmensa
receptores

Tiempo de acción Inmediato Luego de periodo de latencia

Inflamación, citocinas, fagocitosis, Anticuerpos, citocinas, citotoxicidad;


Mecanismos efectores estallido respiratorio, citotoxicidad, activa, amplifica y enfoca los
lisis por complemento mecanismos de la respuesta innata

Contiene al agente; activa la respuesta


Resultados Elimina al agente; genera memoria
adaptativa

Bibliografía
Abbas, A., Lichtman, A., Pillai S. (2011) Cellular and Molecular Immunology.
Philadelphia, PA: Saunders Elsevier.
Murphy, K. (2012) Janeway’s Immunobiology. New York, NY: Garland Science.

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