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Explica en un volumen cada profecía clave,

desde el Génesis hasta el Apocalipsis,


tanto las que que ya se han
cumplido como las que aún
están por cumplirse.

JOHN F. WALVOORD
provided by Centro Cristiano de Apologética Bíblica 2021
CADA PROFECÍA DE LA BIBLIA
Explicaciones Claras para Tiempos Inciertos

JOHN F. WALVOORD

CADA PROFECÍA DE LA BIBLIA

Publicado por David C

Cook 4050 Lee Vance Ver

Colorado Springs, CO 80918 Estados Unidos

Distribució n de David C Cook Canadá

55 Woodslee Avenue, París, Ontario, Canadá N3L 3E5

David C Cook Reino Unido, Kingsway Communications

Eastbourne, East Sussex BN23 6NT, Inglaterra


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Edició n Digital presentada por
Centro Cristiano de Apologé tica Bíblica – CCAB ©
2021 Apologetics Center © 2021
Este libro no está vinculado con los propietarios del copyright.
Solo para uso personal. Prohibida su venta o utilización
comercial., por lo que rogamos, adquirir la obra impresa.
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ISBN impreso: 978-1-4347-0386-6

ePub ISBN: 978-1-4347-0468-9


© 1990, 2011 John F. Walvoord
Publicado previamente por Victor Books® bajo el título
Manual del conocimiento de las profecías © 1990 John F. Walvoord.
Moody también publicó anteriormente partes del capítulo 13 en Apocalipsis.
en 2011 © John F. Walvoord, ISBN 978-0-8024-7312-7
El equipo: Don Pape, Amy Konyndyk, Nick Lee y Karen
Athen Diseñ o de portada: Sarah Schultz
Fotos de portada: iStock 1207548; 15362070
CONTENIDO

Prefacio
Introducció n
1. Profecía en el Pentateuco
2. Profecía En Los Libros De Histó ricos
3. Profecía En Los Libros De Poéticos
4. Profecía en Isaías
5. Profecía en Jeremías
6. Profecía en Ezequiel
7. Profecía en Daniel
8. Profecía en los Profetas Menores
9. Profecía en los Evangelios
10. Profecía en el libro de los Hechos
11. Profecía en las Epístolas Paulinas
12. Profecía en las Epístolas Generales
13. Introducció n General y Profecía acerca de la Iglesia en Apocalipsis
14. Profecía sobre la Visió n de Juan del Cielo y el Tiempo del Fin
15. Profecía de la Segunda Venida, el Milenio y el Estado Eterno

Gráficos
El Templo Milenario
El Templo Milenario Propio
Las Puertas del Templo Milenario
Los Imperios Mundiales de la Biblia en la Historia De Israel
Las Setenta Semanas de Daniel: Daniel 9:24–27
Los 483 Añ os en los Calendarios Judío y
Gregoriano
Orden predicho de Eventos Proféticos relacionados con Israel
Orden de los Acontecimientos de la Profecía Bíblica
Eventos previstos Relacionados con las Naciones
Acontecimientos previstos Relacionados con la Iglesia
Apariciones de Jesú s después de la Resurrecció n
Resurrecciones Mayores
Juicios Divinos Mayores
El Día del Señ or
Eventos Importantes de la Profecía Incumplida
Orden de los Sellos, las Trompetas y las Copas
PREFACIO

Durante muchos añ os se me había instado a compilar una lista de todas las profecías
importantes de las Escrituras y a proporcionar una exposició n de ellas. Este libro, en
un intento por satisfacer esta necesidad, explica mil pasajes de la Biblia y, por primera
vez en la literatura actual, todas las profecías de la Biblia se explican en un solo
volumen. El significado es especialmente sorprendente con la llegada del siglo XXI, que
ha seguido agudizando el interés por la interpretació n profética.
El principal problema en la interpretació n de la profecía es si la Escritura debe
interpretarse en su sentido natural o literal. Esto se discute en la introducció n.
También es importante entender que, en la interpretació n de la profecía, cada profecía
está relacionada con otras profecías como una pieza de un tapiz para el todo. En
consecuencia, se tuvo que usar un sistema que desplegaría la profecía de una manera
ordenada y relacionaría las profecías entre sí. Para lograr esto, el método general de
estudio de la Escritura profética se abordó desde el punto de vista bíblico, comenzando
en el Génesis y terminando en el Apocalipsis. En los evangelios, el enfoque cronoló gico
se modificó para tratar las profecías principales de los evangelios sinó pticos y
considerar por separado la profecía del evangelio de Juan. A menos que se indique lo
contrario, las citas bíblicas son de la Santa Biblia, Nueva Versió n Internacional.
Lo má s significativo es el hecho de que la mitad de estas profecías, quinientas de
ellas, ya se han cumplido literalmente, lo que establece má s allá de cualquier pregunta
intelectual que los pasajes proféticos de la Biblia tenían la intenció n de ser
interpretados literalmente. La evidencia es abrumadora de que Dios quiere decir
exactamente lo que dice como profecía tras profecía que ya se ha cumplido
literalmente. Cuando la historia haya seguido su curso, todas las profecías se
cumplirá n.
Aunque es imposible en un volumen tratar en profundidad cada interpretació n, el
objetivo de este volumen es proporcionar una exposició n explicativa de cada profecía
significativa de las Escrituras con alguna menció n de puntos de vista alternativos. De
esta manera, el lector dispondrá de una interpretació n funcional e inteligente de la
profecía que se ajuste en el esquema má s amplio de la profecía como cumplida o por
cumplirse, y se le dará una comprensió n introductoria de la profecía como base para
un estudio adicional.
El competente trabajo de Karen Grassmick como taquígrafa contribuyó en gran
medida a mejorar el libro. Se reconoce con gratitud la cooperació n de la
administració n del Seminario de Dallas al permitirme tiempo libre.

John F. Walvoord
Verano 1998
INTRODUCCIÓN

LA IMPORTANCIA DE LA PROFECÍA
En la historia de la iglesia, las porciones escatoló gicas o proféticas de las
Escrituras han sufrido má s por una interpretació n inadecuada que cualquier
otro tema teoló gico importante. La razó n de esto es que la iglesia se desvió de
una interpretació n literal normal y gramatical de la profecía a una que no es
literal y está sujeta al capricho del intérprete. Este enfoque falso para
interpretar la profecía se contradice má s allá de toda duda por el hecho de que
tantos cientos de profecías ya se han cumplido literalmente.
En los dos primeros siglos de la era cristiana, la iglesia era
predominantemente premilenial, interpretando las Escrituras para enseñ ar que
Cristo cumpliría la profecía de Su segunda venida para traer un reinado de mil
añ os sobre la tierra antes de que comenzara el estado eterno. Esto se
consideraba normal en la teología ortodoxa. La interpretació n temprana de la
profecía no siempre fue convincente y, a veces, fantasiosa, pero en su mayor
parte, la profecía se trató de la misma manera que otras Escrituras.
En los ú ltimos diez añ os del siglo segundo y en el siglo tercero, la escuela
de teología herética de Alejandría, Egipto, propuso el principio erró neo de que
la Biblia debe interpretarse en un sentido alegó rico o no literal. Al aplicar este
principio a las Escrituras, subvirtieron todas las principales doctrinas de la fe,
incluida la profecía. La iglesia primitiva se levantó y negó enfá ticamente el
sistema alejandrino y, en gran medida, restauró la interpretació n de las
Escrituras a su sentido literal, gramatical e histó rico. El problema era que en la
profecía había predicciones que aú n no se habían cumplido. Esto hizo que fuera
má s difícil probar que la profecía se cumplía literalmente. El resultado fue algo
catastró fico para la idea de una interpretació n literal de la profecía, y la iglesia
se tambaleó en el á rea de la interpretació n del futuro.
Agustín (354-430 d.C.) rescató a la iglesia de la incertidumbre en lo que
respecta a las Escrituras no proféticas, pero continuó tratando la profecía de
una manera no literal con el propó sito de eliminar un reino milenario en la
tierra. Extrañ amente, Agustín sostuvo una segunda venida literal, un cielo
literal y un infierno literal, pero no un milenio literal. Esta distinció n arbitraria
nunca se ha explicado.
Debido a que el amilenialismo, que niega un reino milenial literal en la
tierra después de la segunda venida, es esencialmente negativo y obstaculiza la
interpretació n literal inteligente de la profecía, hubo poco progreso en esta
á rea. La iglesia continuó creyendo en el cielo, el infierno y el purgatorio, pero
descuidó o explicó los largos pasajes que tenían que tratar con Israel en la
profecía y el reino en la tierra como se revela con frecuencia en el Antiguo
Testamento. Incluso en la Reforma Protestante, la profecía no fue rescatada de
este obstá culo en su interpretació n.
Aunque los remanentes de la iglesia aú n avanzaban en el punto de vista
premilenial, no fue hasta los siglos XIX y XX que comenzó a afianzarse un
movimiento para restaurar la verdad literal de la profecía. El siglo XX fue
especialmente significativo en el progreso de la interpretació n profética, ya que
muchos detalles de la profecía fueron debatidos y aclarados de una manera que
antes no era posible. Aunque el amilenialismo continú a siendo el punto de vista
mayoritario de la iglesia, entre aquellos que tienen una alta visió n de las
Escrituras, la interpretació n premilenial ha recibido una exposició n detallada,
que sirve para proporcionar una visió n inteligente del presente y el futuro
desde el punto de vista de la profecía bíblica.
La importancia de la profecía debería ser evidente, incluso
superficialmente, al examinar la fe cristiana, ya que aproximadamente una
cuarta parte de la Biblia fue escrita como profecía. Es evidente que Dios tenía la
intenció n de apartar el velo del futuro y dar alguna indicació n de cuá les eran
sus planes y propó sitos para la raza humana y para el universo en su conjunto.
El descuido y la mala interpretació n de las Escrituras que apoyan la
interpretació n premilenial ahora se está corrigiendo en cierta medida.
En la naturaleza de la fe cristiana es esencial una só lida esperanza para el
futuro. El cristianismo sin futuro no sería el cristianismo bá sico. En contraste
con la escatología de las religiones paganas, que a menudo pintan el futuro de
una manera amenazadora, la esperanza del cristianismo es brillante y clara y
ofrece al cristiano la idea bá sica de que la vida venidera es mejor que la
presente. Como dijo Pablo en 2 Corintios 5: 8: "Tenemos confianza, digo, y
preferiríamos estar lejos del cuerpo y en casa con el Señ or". En la fe cristiana, el
futuro se pinta como un gozo y felicidad en la presencia del Señ or sin los males
que son comunes a esta vida.
La revelació n de la profecía en las Escrituras sirve como evidencia
importante de que las Escrituras son precisas en su interpretació n del
futuro. Debido a que aproximadamente la mitad de las profecías de la Biblia ya
se han cumplido de manera literal, proporciona una base intelectual adecuada
para asumir que la profecía que aú n no se ha cumplido tendrá igualmente un
cumplimiento literal. Al mismo tiempo, justifica la conclusió n de que la Biblia
está inspirada por el Espíritu Santo y que la profecía, que va mucho má s allá de
cualquier esquema del hombre, es en cambio una revelació n de Dios de lo que
seguramente sucederá . El hecho de que la profecía se haya cumplido
literalmente sirve de guía para interpretar las profecías que aú n está n por
venir.
La profecía bíblica, correctamente interpretada, también proporciona una
guía para establecer el valor de la conducta humana y las cosas que pertenecen
a esta vida. Para un cristiano, la pregunta fundamental es si Dios considera que
lo que está haciendo tiene valor o no, en contraste con el sistema de valores del
mundo, que es en gran parte materialista.
La profecía es también un apoyo para la revelació n bíblica de la justicia de
Dios y un apoyo para la afirmació n de que la fe cristiana tiene una relació n
integral con la moralidad. Obviamente, la vida presente no demuestra
completamente la justicia de Dios ya que muchas situaciones de maldad no son
juzgadas activamente. La Escritura que es profética al tratar con esto indica que
cada acto será llevado al juicio divino de acuerdo con la norma infinita del Dios
santo y, en consecuencia, la profecía proporciona una base para la moralidad
basada en el cará cter de Dios mismo.
La profecía también proporciona una guía sobre el significado de la
historia. Aunque los filó sofos continuará n debatiendo una filosofía de la
historia, la Biblia indica que la historia es el desarrollo del plan y el propó sito
de Dios para revelarse a sí mismo y manifestar su amor, gracia y justicia de una
manera que sería imposible sin la historia humana. En la fe cristiana, la historia
alcanza su punto culminante en el plan de Dios para el futuro en el que la tierra
en su situació n actual será destruida y se creará una tierra nueva. Una
interpretació n adecuada de la profecía sirve para apoyar y mejorar todas las
demá s á reas de la teología, y sin una interpretació n adecuada de la profecía,
todas las demá s á reas, hasta cierto punto, se convierten en revelació n
incompleta.
Al intentar comunicar el significado de las Escrituras en relació n con el
pasado y el futuro proféticos, la profecía sirve para iluminar y comprender
muchos aspectos de nuestra vida presente, así como nuestra esperanza
futura. En un esfuerzo por comprender e interpretar correctamente la profecía
como un ejercicio teoló gico justificable, es necesario establecer una base
adecuada para la interpretació n.
LA INTERPRETACIÓ N DE LA PROFECÍA
Supuestos generales en la interpretación bíblica
Como en todas las ciencias, la teología se basa en supuestos. La humanidad
se encuentra viviendo en un mundo ordenado con leyes naturales observables
y evidencia de diseñ o. La naturaleza del mundo ordenado en el que vivimos
revela una interrelació n evidente de propó sitos que requieren la existencia de
un Dios que es infinito en poder, racional y tiene los elementos bá sicos de
personalidad, intelecto, sensibilidad y voluntad. Los hechos observables de la
naturaleza, así como la revelació n a través de las Escrituras, deben ser
consistentes con ese Dios. Estos hechos, organizados en un sistema racional,
son la sustancia de la teología, lo que la convierte en una ciencia que abarca los
hechos revelados sobre Dios, la creació n y la historia. A los hechos observables
en la naturaleza, las Escrituras revelan la verdad adicional de que el Dios de la
historia es misericordioso, santo, amoroso, paciente, fiel, bueno y tiene infinitos
atributos de conocimiento, poder y propó sito racional.
Lo que es cierto de la teología en su conjunto es especialmente cierto de la
interpretació n bíblica. Al abordar la interpretació n de la Biblia, al menos cuatro
suposiciones son esenciales.
1. Para tener una interpretació n coherente y consistente de la Biblia, es
necesario asumir que existe amplia prueba de que la Biblia fue inspirada por el
Espíritu Santo y que los autores humanos fueron guiados en la escritura de la
Escritura y en la selecció n. de las mismas palabras que usaron. En
consecuencia, la Biblia es una revelació n infalible que contiene toda la verdad
que Dios pretendía incluir y excluye todos los hechos que no se pretendía
incluir. Como Palabra inspirada de Dios, debe esperarse que, correctamente
interpretada, la Biblia no se contradiga.
2. La Biblia tenía la intenció n de comunicar la verdad sobre Dios y el
universo, registrar hechos histó ricos, revelar principios éticos, proporcionar
sabiduría para los juicios humanos, revelar valores morales y materiales y
proporcionar predicciones de eventos futuros.
3. La Biblia revela progresivamente la verdad de Dios de tal manera que se
reconocen los cambios en la regla moral de la vida, como el contraste entre la
ley mosaica y la presente era de gracia. La revelació n posterior puede
reemplazar la revelació n anterior como está ndar de fe sin contradecirla.
4. Aunque la Biblia es un libro inusual, en muchos aspectos es una pieza
normativa de literatura, que usa palabras para transmitir la verdad y, sin
embargo, brinda una gran variedad de formas literarias, como historia, poesía y
profecía, y a veces usa palabras normales. figuras de habla. Aunque es un libro
sobrenatural, la Biblia habla de maneras normativas que pueden ilustrarse en
literatura fuera de la Biblia.
Reglas generales de interpretación bíblica
Aunque la interpretació n de la Biblia es un problema sumamente
complejo, si se siguen ciertas reglas generales, evitará n que el intérprete
malinterprete las Escrituras.
1. Al acercarse a las Escrituras, primero que nada, debe haber un estudio
de las palabras que se usan, sus usos generales, variedad de significado,
contexto histó rico, contexto teoló gico y cualquier determinació n del significado
probable de la palabra usada en un contexto particular.
2. Las palabras de las Escrituras se usan en un contexto gramatical que
debe observarse, incluidos asuntos tales como si la palabra se usa en una
declaració n de hecho, un mandato, una meta deseada o una aplicació n a una
situació n particular.
3. En cualquier interpretació n, es muy importante descifrar a quién se
dirige la Escritura, ya que esto implica la aplicació n de la declaració n.
4. La Escritura nunca debe interpretarse aisladamente de su contexto. Se
debe pensar cuidadosamente en el contexto inmediato, el contexto general y el
contexto de toda la Escritura. Esto servirá para relacionar la revelació n
contenida con otras revelaciones divinas.
5. El cará cter literario de la Escritura interpretada debe tenerse en cuenta
ya que la Biblia está escrita en una variedad de estilos literarios — como
historia, poesía, adoració n, predicció n — y usa una variedad de figuras
retó ricas. Estos factores determinan la interpretació n de un texto en particular.
6. Si la Escritura está inspirada por el Espíritu Santo y sin error, es
importante comparar cualquier texto en particular con todas las demá s
Escrituras que puedan ser relativas. Por ejemplo, el libro de Apocalipsis a
menudo se puede interpretar mediante un estudio del libro de Daniel. Una
Escritura servirá para arrojar luz sobre otras Escrituras.
7. Aunque la Biblia está escrita en gran parte en estilo fá ctico para ser
interpretada como una presentació n fá ctica normal, la Biblia, como toda la
demá s literatura, usa figuras retó ricas, y deben reconocerse por su significado
pretendido. Todas las formas de literatura bíblica finalmente producen una
verdad fá ctica.
8. Al interpretar la Biblia, uno debe buscar la guía del Espíritu Santo que
mora en nosotros, que ilumina las Escrituras y guía su interpretació n.

Pautas para la interpretación de la profecía


La interpretació n de la profecía tiene sus propios problemas peculiares de
interpretació n cuando la profecía revela algú n evento futuro o se expresa en
forma figurativa o apocalíptica. En algunos casos es difícil determinar el
significado preciso del texto porque no existe una comparació n corroborativa
con la historia. En general, sin embargo, la profecía se basa en hechos. Debido a
que tantas profecías ya se han cumplido literalmente, la naturaleza de este
cumplimiento proporciona pautas para la interpretació n de la profecía que aú n
no se ha cumplido. Ademá s de las reglas generales de interpretació n de la
Biblia, ciertas pautas adicionales ayudan a interpretar la profecía.
1. Como es cierto en la interpretació n de toda la Escritura, es má s
importante determinar el significado de palabras significativas en la
interpretació n de la profecía. A menudo, estas palabras tienen un trasfondo
histó rico que ayudará a comprender la referencia.
2. Una de las decisiones importantes necesarias en la interpretació n de la
profecía es la determinació n de si la profecía se refiere al presente o al futuro,
es decir, si se refiere a una situació n ahora pasada o presente o si es profética
de acontecimientos futuros. Un profeta bíblico, especialmente en el Antiguo
Testamento, a menudo transmitía mensajes contemporá neos que trataban
problemas actuales que no eran necesariamente futuristas en su revelació n.
Este problema se ve agravado por el hecho de que muchas veces la profecía se
dio en tiempo pasado, donde el escritor de la Escritura tomó la posició n de
mirar hacia atrá s en la profecía como si ya se hubiera cumplido. Sin embargo,
normalmente es posible determinar rá pidamente si la profecía se refiere al
pasado, al presente o al futuro.
3. Muchas profecías de las Escrituras se cumplieron poco después de su
revelació n. Al menos la mitad de las profecías de la Biblia ya se han cumplido
literalmente. Tal cumplimiento confirma el hecho de que la profecía no
cumplida también se cumplirá literalmente. La profecía cumplida es una guía
importante en la interpretació n de la profecía no cumplida y generalmente
confirma el concepto de interpretació n literal de una profecía.
4. Las profecías pueden ser condicionales o incondicionales. Esto se
convierte en un aspecto importante de la conclusió n a la que se puede llegar a
partir de la revelació n de la profecía. Si una profecía es condicional, es posible
que nunca se cumpla. Si es incondicional, es seguro que se cumplirá ,
independientemente de la respuesta humana. Esta es un á rea de confusió n en la
interpretació n de la profecía, ya que algunos han asumido que la profecía es
condicional cuando no hay datos de apoyo que lo indiquen.
5. Las profecías a veces tienen má s de un cumplimiento. Esto se conoce
como la ley de la doble referencia. No es raro en las Escrituras que una profecía
se cumpla parcialmente temprano y luego se cumpla por completo. En
consecuencia, lo que parece ser un cumplimiento parcial de una profecía no
debe asumirse como la respuesta final, ya que el futuro puede registrar un
cumplimiento má s completo.
6. Una de las preguntas má s importantes en la interpretació n de la profecía
es si una profecía es literal o figurativa. Como se discutió anteriormente, a
principios de la historia de la iglesia, especialmente en el siglo III, surgió en
Alejandría una escuela de interpretació n profética que intentó interpretar toda
la Biblia en un sentido alegó rico o no literal. La influencia de esta escuela fue
una de las principales razones por las que el premilenialismo en la iglesia
primitiva se desvaneció y una forma de amilenialismo se volvió dominante.
Aunque la escuela de teología de Alejandría es etiquetada por todos los
teó logos como herética, el efecto de la interpretació n no literal sobre la profecía
fue aceptado por los escritos teoló gicos de Agustín, quien aplicó la
interpretació n alegó rica solo a la profecía y no a otras formas de revelació n
bíblica. Esta influencia continuó durante la Reforma Protestante hasta el día de
hoy.
Entre los intérpretes conservadores de la Biblia, el tema de la
interpretació n literal versus figurativa o alegó rica es un tema importante
porque de él pende la pregunta de si la Biblia enseñ a un reino milenial futuro
después del segundo advenimiento, o si no lo hace. Debido a que la iglesia está
dividida en este tema, se debe prestar total atenció n a la interpretació n de la
profecía a medida que se desarrolla en la Biblia para ver lo que las Escrituras
mismas indican con respecto a la interpretació n literal versus no literal.
La confusió n también reina en la terminología que a veces contrasta lo
literal con lo espiritual o lo literal con lo típico. La interpretació n no literal de la
Biblia no es necesariamente má s espiritual que la literal. La consideració n de
tipos a este respecto es otro aspecto confuso. Los tipos, sin embargo, dependen
del hecho histó rico que luego se usa como ilustració n de una verdad posterior,
pero no es profético en el sentido ordinario. Aunque se puede demostrar que la
mayoría de las profecías deben interpretarse literalmente, esto no excluye la
revelació n figurativa, las alegorías, las Escrituras apocalípticas u otras formas
de profecía no literal. Aunque es difícil tratar con estas cosas en abstracto,
cuando se estudia una Escritura en particular, no es demasiado difícil
determinar hasta qué punto es literal.
7. La literatura apocalíptica está en un lugar por sí sola porque todos está n
de acuerdo en que no es, estrictamente hablando, literal en su
revelació n. Ejemplos sobresalientes, por supuesto, sonlos libros de Daniel,
Ezequiel y Apocalipsis. Sin embargo, el hecho de que tal revelació n no sea literal
no niega que revele hechos específicos. Aquí, la habilidad en la interpretació n es
má s necesaria, y la comparació n cuidadosa de las Escrituras con las Escrituras
es esencial para determinar el significado real. Esto se ilustrará a medida que se
interpreten las profecías de las Escrituras.
Al igual que al leer todos los demá s tipos de literatura, al estudiar la
profecía se puede suponer que una declaració n que predice un evento futuro es
fá ctica y
literal, a menos que haya buenas razones para tomarla en otro sentido. Aquí, el
buen juicio del intérprete y evitar los prejuicios y los conceptos preconcebidos
son lo má s importante para que el pasaje hable por sí mismo.

Principales interpretaciones teológicas de la profecía


Interpretaciones amilenialistas. Dentro de las interpretaciones ortodoxas
de la Biblia, la interpretació n teoló gica má s destacada de la profecía desde el
siglo IV de la era cristiana ha sido amilenial o no milenial. Comenzando con
Agustín, la interpretació n amilenial sostenía que no habría un reinado literal de
mil añ os de Cristo en la tierra en el futuro, sino que el milenio se refería a la era
presente o posiblemente a los ú ltimos mil añ os de la era presente. Debido a que
esto no proporcionó una interpretació n literal de los pasajes milenarios, se ha
designado como amilenial desde el siglo XIX.
La interpretació n amilenial dentro de los límites de la teología ortodoxa ha
tenido varias explicaciones del cumplimiento de las profecías milenarias. La
má s popular, la interpretació n agustiniana, relata el milenio en la época actual
como un reino espiritual que gobierna el corazó n de los cristianos o se
incorpora al progreso del evangelio en la iglesia.
Los amilenaristas de los siglos XIX y XX han ofrecido interpretaciones
variadas, algunos sosteniendo que el milenio se cumple en el tiempo entre la
muerte y la resurrecció n de un cristiano. Algunos en el siglo XX sostienen que el
milenio se cumplirá en el cielo nuevo y la tierra nueva, como se describe en
Apocalipsis 21–22. Algunos amilenaristas también han sugerido que los pasajes
milenarios son condicionales y no se cumplirá n debido a la salida de Israel de la
fe. Aú n otros sugieren que el reino de la tierra se cumplió en el reinado de
Salomó n, quien controlaba la tierra prometida a Abraham (Gén. 15:18).
Dentro del amilenialismo del siglo XX también se puede considerar la
interpretació n neo-ortodoxa de las Escrituras. Este punto de vista considera
que el reino se está cumpliendo ahora en la experiencia de los cristianos
individuales. En términos generales, los eruditos neoortodoxos sostienen que
Dios se comunica directamente con los cristianos de manera sobrenatural, pero
la Biblia no se considera en sí misma un registro infalible de revelació n.
Los teó logos liberales también son amilenialistas en el sentido de que no
creen que se lleve a cabo ningú n milenio futuro.
Interpretación posmilenial. A partir de Daniel Whitby en el siglo dieciocho,
se hizo popular una interpretació n de la profecía que sostenía específicamente
que el milenio serían los ú ltimos mil añ os de la era actual. Los seguidores de
este punto de vista creían que el evangelio triunfaría hasta tal punto en el
mundo que todo el mundo sería cristianizado, trayendo una edad de oro que
correspondería al reino milenial. Como el amilenialismo, coloca la segunda
venida de Cristo al
final del milenio. El posmilenialismo en su forma original intentó una
interpretació n má s literal del milenio que la que siguieron los posteriores
posmilenaristas del siglo XX.
En el siglo XX, sin embargo, el posmilenialismo, influenciado por la
evolució n, se volvió menos bíblico y adoptó el concepto de progreso espiritual
durante un largo período de tiempo como una forma general de traer una edad
de oro. Estos posmilenaristas, sin embargo, no se consideran ortodoxos. Como
movimiento teoló gico, el posmilenialismo murió en gran parte en la primera
parte del siglo XX, pero pequeñ os grupos han intentado revivirlo en la discusió n
teoló gica actual.
Interpretación premilenial. Desde el primer siglo, los eruditos bíblicos han
sostenido que la segunda venida de Cristo será premilenial, es decir, la segunda
venida será seguida por mil añ os del reinado literal de Cristo en la tierra. Esta
fue una visió n predominante de la iglesia primitiva como lo testificaron los
padres de la iglesia primitiva. Sin embargo, en el siglo III, la escuela de teología
de Alejandría, al incorporar una interpretació n alegó rica generalizada de las
Escrituras, logró desplazar la visió n premilenial.
En los ú ltimos siglos, sin embargo, el premilenialismo ha sido revivido por
los eruditos bíblicos y ahora es sostenido por muchos que son ortodoxos en
otros aspectos. A diferencia del amilenialismo y el posmilenialismo, la
interpretació n premilenial no tiene seguidores liberales, ya que se basa en el
concepto de que la Biblia es la Palabra de Dios y que las profecías deben
interpretarse en su sentido literal normal.
El punto de vista premilenial tiene mucho que elogiarlo, ya que tiene los
mismos principios de interpretació n con respecto a la profecía que es normal
en otras á reas de interpretació n teoló gica. El punto de vista premilenial
generalmente se adopta en la interpretació n de la profecía en este trabajo. El
hecho de que tantas profecías ya se hayan cumplido literalmente apoya la
expectativa de que las profecías que aú n no se han cumplido tendrá n el mismo
cumplimiento literal.
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PROFECÍA EN EL PENTATEUCO

LOS COMIENZOS DE LA REVELACIÓ N PROFÉ TICA


Primera profecía del juicio
Génesis 2:16-17. Cuando la obra divina de la creació n se completó y Adá n
fue creado, Dios le dio el primer mandato que tiene la forma de una profecía
condicional. De acuerdo con los versículos 16–17, “La SEÑ OR que Dios le ordenó al
hombre: 'Puedes comer de cualquier á rbol del jardín; pero no comerá s del
á rbol de la ciencia del bien y del mal, porque cuando de él comas, ciertamente
morirá s. '”
Génesis 3:1-3. Después de que Eva fue creada, Sataná s se acercó a ella en
forma de serpiente (véase Apocalipsis 20:2). La serpiente le dijo a la mujer:
"¿Realmente dijo Dios: 'No debes comer de ningú n á rbol del jardín'?" (Gén. 3:1)
La pregunta implica que la restricció n necesariamente la privó de algo que es
legítimamente suyo. En respuesta, Eva dijo: “Podemos comer fruta de los
á rboles en el jardín, pero Dios dijo: 'No debes comer fruta del á rbol que está en
medio del jardín, y no debes tocarlo, o morirá '” (v. 2).
En su respuesta, Eve agregó la restricció n de que no debía tocar la fruta y
omitió la palabra seguramente. El diablo atacó inmediatamente la declaració n
de la certeza de la muerte al negar que Eva seguramente moriría. Encontró
fallas en la restricció n al afirmar que cuando se comiera la fruta serían como
Dios y conocerían el bien y el mal. Lo que no dijo fue que conocerían el bien sin
poder hacerlo, y conocerían el mal sin poder evitarlo.
Génesis registra: “Cuando la mujer vio que el fruto del á rbol era bueno
para comer y agradable a la vista, y también deseable para adquirir sabiduría,
tomó un poco y lo comió . También le dio un poco a su marido, que estaba con
ella, y él lo comió ” (v. 6).
La tentació n que enfrentaron Adá n y Eva siguió el patró n descrito en 1
Juan 2:16: “Por todo en el mundo: los antojos del hombre pecador, los deseos
de sus ojos y la jactancia de lo que tiene y hace, no proviene del Padre, sino del
mundo ". La tentació n que enfrentó Eva fue su creencia de que el fruto era
bueno y apelaba a los deseos reales del hombre descritos en 1 Juan como "los
antojos del hombre pecador". Que fuera "agradable a la vista" corresponde a "la
lujuria de sus ojos". Que era "deseable para adquirir sabiduría" apelaba al
orgullo, que se relaciona con "la jactancia de lo que tiene y hace".
Al acercarse a Cristo en Su tentació n, Sataná s tentó a Cristo de la misma
manera: apelar a los deseos del hombre natural, apelar al hambre y apelar al
orgullo al tentar a Cristo para que se arrojara del templo como el Hijo de Dios.
En la revelació n de la gloria de los reinos del mundo, Sataná s apeló al deseo de
belleza de los ojos (Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13). Las mismas
vías de tentació n se ilustran en Saulo, quien fue tentado por el orgullo (1 Sam.
13:1-14); David, quien fue tentado por los deseos de la naturaleza humana (2
Sam. 11:2-27); y Salomó n, que fue tentado por el deseo de cosas bellas (1 Reyes
10:14-29; 2 Cró n. 9:13-28).

Juicio y promesa de salvación


Génesis 3:14-24. Esta primera profecía se cumplió con la muerte espiritual
de Adá n y Eva y su muerte física final (vv. 7-24; 5:5). Al cumplir la profecía de la
muerte, Dios agregó otras profecías, incluida la maldició n sobre la serpiente
(3:14-15). Dios profetizó que Eva daría a luz hijos con dolor y que su esposo la
gobernaría. Para Adá n, Dios predijo que la tierra estaría maldita y que tendría
dificultades para obtener la comida necesaria para continuar su existencia.
En medio de estas promesas, que ampliaron el juicio que había venido
sobre la humanidad a causa de la entrada del pecado, también se reveló un plan
de redenció n.
Al pronunciar la maldició n sobre el Diablo y la serpiente, se profetizó que
siempre habría enemistad entre la serpiente y los descendientes de la mujer (v.
15). Refiriéndose a uno de los descendientes de la mujer (Cristo), Dios dijo: "É l
te aplastará la cabeza". Con respecto al juicio sobre Sataná s, asegurado por la
cruz de Cristo, la profecía se amplió aú n má s: "Le herirá s en el taló n" (v. 15).
Esto se refería al hecho de que Cristo moriría, pero a diferencia del efecto sobre
Sataná s, Su muerte sería vencida por la resurrecció n. Esto se cumplió en la
muerte y resurrecció n de Cristo (Rom. 3:24-25).

Importancia de las dos primeras profecías principales de las Escrituras


En profecías posteriores, tanto el juicio del pecado como la promesa de
salvació n se pueden rastrear a lo largo de las Escrituras. La importancia de
estas profecías se puede ver en el contexto de los primeros capítulos del
Génesis.
El plan divino para el hombre se declara en detalle en Génesis 1: 26-27:
“Entonces Dios dijo: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen, a nuestra
semejanza, y que gobierne sobre los peces del mar y las aves del mar. aire,
sobre el ganado, sobre toda la tierra y sobre todas las criaturas que se mueven
por la tierra. ' Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó ;
varó n y hembra los creó .
“Dios los bendijo y les dijo: 'Sean fructíferos y multiplíquense en
nú mero; llena la tierra y sométela. Domina los peces del mar y las aves del cielo
y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra” (v. 28). El cumplimiento
de esto se vio obstaculizado por el hecho de que el pecado había entrado en la
raza humana. El cumplimiento final, por supuesto, será por Cristo como “el
postrer Adá n” (1 Cor. 15:45), quien gobernará la tierra en el reino milenial (Sal.
72:8-11).
El cumplimiento de estas primeras profecías de las Escrituras proporciona
la primera idea de la regla normal de interpretar la profecía, es decir,
interpretar la profecía literalmente. Cuando Adá n y Eva pecaron, literalmente
murieron espiritualmente y luego físicamente. Las profecías de maldecir a la
serpiente y a Sataná s, las profecías de que Eva sufrió dolores de parto y de estar
sujeta a su esposo, y las profecías de Adá n de criar alimentos con gran esfuerzo
han estado todas sujetas a cumplimiento literal (vv. 14-19).

PROFECÍA ACERCA DE CAÍN Y ABEL


El nacimiento de Caín y Abel
Génesis 4:1-15. De acuerdo con la profecía de que Eva tendría hijos,
nacieron Caín y Abel (vv. 1–2). Cuando crecieron, “Abel crió rebañ os, y Caín
labraba” (v. 2). Caín llevó una ofrenda al Señ or de los frutos de la tierra (v. 3),
pero “Abel trajo gordos de parte de los primogénitos de su rebañ o” (v. 4).
Dios rechazó la ofrenda de Caín y aceptó la ofrenda de Abel (v. 5). Aunque
las Escrituras no indican la razó n de esto, las Escrituras enfatizan que un
sacrificio sangriento es necesario para el perdó n de los pecados (Heb.
9:22). También puede ser que Caín no trajera su ofrenda con el espíritu
apropiado. Dios pudo haber dado instrucciones sobre las ofrendas que Caín
había ignorado.

La maldición sobre Caín


Debido a que Dios rechazó su ofrenda, Caín atacó a Abel y lo asesinó (Gén.
4:8). Como resultado, Dios profetizó una maldició n sobre él, diciendo: “Cuando
trabajes la tierra, ya no producirá sus cosechas para ti. Vagabundo inquieto
será s por la tierra” (v. 12). Esta profecía se cumplió cuando Caín dejó su hogar
en Edén y estableció una civilizació n al este (v. 16).

PROFECÍA RELACIONADA CON LOS DÍAS DE NOÉ


La predicción del diluvio
Génesis 6:1–22. Debido a la iniquidad de la raza humana, Dios declaró su
propó sito de destruirlos: “Borraré de la faz de la tierra a la humanidad que he
creado: hombres, animales, criaturas que se mueven por la tierra y aves el aire,
porque me entristece haberlos hecho” (v. 7).
De todas las personas de la tierra, aparentemente Noé y su familia fueron
los ú nicos que encontraron el favor de Dios (vv. 8-10). Dios le reveló a Noé su
propó sito de destruir la raza humana: “Voy a acabar con toda la gente, porque
la tierra está llena de violencia a causa de ellos. Ciertamente los destruiré a
ellos ya la tierra” (v. 13). Después de describir las dimensiones principales del
arca que Noé recibió instrucciones de construir, Dios agregó : “Voy a traer aguas
de inundació n sobre la tierra para destruir toda la vida debajo de los cielos,
toda criatura que tenga aliento de vida en ella. Todo lo que hay en la tierra
perecerá ” (v. 17).
En obediencia a Dios, Noé dirigió a los animales al arca (vv. 19-20). Noé
recibió instrucciones de proporcionarles alimento en el arca (v. 21) y de traer a
su esposa, sus hijos y sus esposas también al arca (v. 18).
Génesis 7: 1–24. Dios reveló ademá s que siete días después de que el arca
estuviera terminada vendría el diluvio (vv. 1-4). Las Escrituras registran el
cumplimiento del alimento venidero mediante el cual toda persona viviente
sobre la faz de la tierra fue destruida, excepto Noé y su familia (vv. 21-23).

El pacto de Dios con Noé


Génesis 8:1–9:17. Después que amainó el diluvio y Noé y su familia
pudieron salir del arca, segú n Génesis 8:20, “Entonces Noé construyó un altar a
la SEÑ OR y, tomando de todos los animales limpios y aves limpias, sacrificó
holocaustos. en eso."El Señ or estaba complacido con la ofrenda de Noé y
profetizó : “Nunca má s maldeciré la tierra a causa del hombre, aunque toda
inclinació n de su corazó n sea mala desde la niñ ez. Y nunca má s destruiré a
todos los seres vivientes, como lo he hecho. Mientras dure la tierra, nunca
cesará n la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y
la noche” (vv. 21-22).
En 9:1-17 se dan detalles adicionales sobre el pacto con Noé. Como parte
del programa profético de Dios para Noé y su familia, por primera vez se le dio
permiso a la humanidad para comer carne, pero no sangre. Por primera vez se
estableció la pena capital como un ingrediente esencial del concepto de
gobierno. Segú n el versículo 6, “Cualquiera que derrame sangre de hombre, por
el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios ha hecho Dios al
hombre”. Ademá s de enfatizar las provisiones del pacto (v. 13), Dios dijo:
“Nunca má s las aguas se convertirá n en un diluvio para destruir toda vida.
Siempre que el arco iris aparezca en las nubes, lo veré y recordaré el pacto
eterno entre Dios y todos los seres vivientes de toda clase sobre la tierra” (vv.
15-16).
Profecía de Noé
Génesis 9:18-29. Debido a que Cam, el hijo de Noé, el padre de Canaá n, trató
a Noé con falta de respeto (vv. 20-24), Noé pronunció una profecía sobre sus
descendientes: “Cuando Noé despertó de su embriaguez y se enteró de lo que le
había hecho su hijo menor, él dijo: '¡Maldito sea Canaá n! El má s bajo de los
esclavos será para sus hermanos. También dijo: '¡Bendito sea el SEÑ OR, el Dios de
Sem! Que Canaá n sea esclavo de Sem. Que Dios extienda el territorio de Jafet;
que Jafet viva en las tiendas de Sem, y que Canaá n sea su esclavo” (vv. 24-27).
Esto se cumplió en la historia (10:1–32).

El fracaso del hombre bajo el pacto con Noé


Génesis 11:1–9. Como símbolo de su rechazo a Dios, los que vivían en el
á rea de Babilonia se dijeron unos a otros: “'Venid, hagamos ladrillos y
cocinemos bien'. Usaron ladrillo en lugar de piedra y alquitrá n como argamasa.
Entonces dijeron: 'Ven, edifiquémonos una ciudad, con una torre que llegue
hasta los cielos, para que nos hagamos un nombre y no seamos esparcidos
sobre la faz de toda la tierra'” (vv. 3– 4).
Dios juzgó este esfuerzo y confundió su lenguaje para que no pudieran
entenderse (v. 7). El escenario estaba ahora preparado para la tremenda
revelació n de Dios a Abram.

EL PACTO PROFÉ TICO CON ABRAHAM


Trasfondo del Pacto
Génesis 11:10–31. El trasfondo histó rico de Abraham se da en Génesis 11.
É l y su familia eran descendientes del linaje de Sem. Segú n los versículos 31–32,
Taré tomó a su hijo Abram y su nieto Lot y sus esposas y partió hacia la tierra
de Canaá n. Sin embargo, cuando llegaron a Hará n se establecieron hasta que
murió Taré. La explicació n má s completa se da en la Escritura que sigue, dando
las provisiones precisas del pacto que le fue revelado a Abraham.

Disposiciones del Pacto


Génesis 12:1-3. Dios le reveló a Abram las disposiciones bá sicas de Su pacto
con él mientras Abram todavía estaba en Ur de los caldeos: “La L ORD le había
dicho a Abram: 'Deja tu país, tu pueblo y la casa de tu padre y vete a la tierra
que te mostraré. tú . Haré de ti una gran nació n y te bendeciré; Haré tu nombre
grande y será s una bendició n. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te
maldigan, maldeciré; y todos los pueblos de la tierra será n benditos en ti '” (vv.
1-3).
El pacto con Abram fue un paso importante en la revelació n divina, lo que
indica que Dios había seleccionado a Abram y su posteridad para cumplir Su
propó sito de revelarse al mundo y traer la salvació n a la humanidad. Aunque
solo se usaron once capítulos para trazar toda la historia del mundo antes de
Abram, incluida la creació n y todos los eventos importantes que siguieron, el
resto del libro de Génesis se dedicó a Abram y sus descendientes inmediatos, lo
que indica la importancia de este pacto.
El pacto requería que Abram dejara su país y su pueblo y fuera a la tierra
que Dios le mostraría. La expresió n serás una bendición (v. 2) podría traducirse
como "ser una bendició n". Abram fue esencial para el programa de Dios de
traer bendició n y revelació n al mundo y finalmente salvació n a través de
Jesucristo. De acuerdo con la obediencia de Abram, Dios hizo las promesas: (1)
“Te convertiré en una gran nació n”; (2) “Te bendeciré”; (3) “engrandeceré tu
nombre” (vv. 2-3). La promesa de una gran nació n se cumplió en la nació n de
Israel, que ha tenido un lugar importante en la historia del mundo. Su nú mero
sería como las estrellas del cielo, innumerables (15:5) y como la arena del mar
(32:12). Como Abram no tenía hijos en ese momento, la promesa parecía
demasiado extensa
para ser verdad.
La promesa de bendició n personal sobre Abram (12: 2) es evidente en el
trato especial de Dios con él al llamarlo, elegirlo para su importante papel y
cuidarlo durante toda su vida. Se siguió que Abram sería famoso (v. 2), ya que
su nombre es prominente en el Antiguo Testamento, así como en el Nuevo
Testamento, y es muy apreciado en el judaísmo, el cristianismo y la fe
musulmana. Estas promesas se han cumplido literalmente (Heb. 11:8-19).
A través de Abram y la nació n que descendería de él, vino la bendició n
prometida a “todos los pueblos de la tierra” (Gén. 12:3). Las promesas de Dios
incluían bendició n para aquellos que bendijeron a Abram y sus descendientes,
maldiciones para aquellos que maldecirían a Abram y sus descendientes, y la
promesa de bendició n para todos los pueblos de la tierra. Si bien la mayoría de
estas promesas tuvieron un efecto directo en Israel, la bendició n prometida a
todos los pueblos incluiría a los gentiles mencionados en Gá latas 3: 6–9. Estas
disposiciones bá sicas del pacto de Dios con Abram se ampliaron
posteriormente en el libro de Génesis y en todas las Escrituras. Las profecías
posteriores enfatizaron el hecho de que Israel continuaría como nació n a lo
largo de la historia de la humanidad.

La profecía de la posesión de la tierra


Génesis 12:7. Aunque no se incluye en las disposiciones bá sicas del pacto
con Abram, la característica central de la promesa de la tierra se recoge
inmediatamente en la narració n del libro de Génesis. Esta promesa fue parte de
la revelació n original que Dios le dio a Abram cuando todavía estaba en Ur (v.
1). Ahora se convirtió en una prueba importante del propó sito continuo de Dios
para Abram y su pueblo.
Segú n el versículo 7, “El Señ or se le apareció a Abram y le dijo: 'A tu
descendencia daré esta tierra'”. A partir de este momento en todo el Antiguo
Testamento, la tierra se convirtió en una de las características centrales del
programa profético de Dios para Israel. Tan simple y directa como es esta
profecía, los intérpretes de la profecía han hecho de este un punto de partida
decisivo, algunos interpretan la tierra no como una referencia literal a Tierra
Santa, sino má s bien como una promesa del cielo. Aquellos que interpretan esta
profecía en un sentido no literal señ alan Hebreos 11:9–10: “Por la fe hizo su
morada en la tierra prometida como un extrañ o en un país extranjero; vivía en
tiendas, al igual que Isaac y Jacob, que eran herederos con él de la misma
promesa. Porque esperaba la ciudad con cimientos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios”.
Todos los intérpretes serios de las Escrituras está n de acuerdo en que
Abram tenía la esperanza eterna de morar para siempre en la Nueva Jerusalén
(Apocalipsis 21-22). Esta esperanza eterna, sin embargo, no satisface la
descripció n del Antiguo Testamento de una tierra literal en la historia
humana. El punto es que Abram tenía una esperanza temporal futura, la tierra,
así como una esperanza eterna, la Nueva Jerusalén. No es exagerado decir que
la interpretació n de Génesis 12:7 determina en gran medida la interpretació n
profética del resto de la Biblia.
Como en todos los problemas interpretativos, la regla importante de la
hermenéutica es que el uso debe determinar el significado de un término. En
consecuencia, las numerosas referencias a la Tierra Prometida en todo el
Antiguo Testamento deberían proporcionar una guía en cuanto a su
interpretació n aquí. El concepto de que la tierra es el cielo, aunque es un
concepto popular, no satisface la profecía bíblica.
La tierra era el lugar de bendició n, como pronto descubrió Abram cuando
bajó a Egipto para evitar el hambre y abandonó la tierra. Aunque este
movimiento aumentó su riqueza, también le creó un problema porque Agar, la
sierva que sería la madre de Ismael, fue llevada de Egipto a la Tierra Prometida
en esta visita.
Génesis 13:1–18. En el mandato original a Abram en Ur de los caldeos, se le
dijo que dejara a sus parientes. En cambio, su padre y su sobrino Lot viajaron
con él. Su llegada a la Tierra Prometida se retrasó hasta la muerte de su padre.
En Génesis 13, los rebañ os de Lot y Abram se volvieron tan grandes que no
podían ocupar la misma á rea. A causa de esto, Abram le ofreció a Lot la elecció n
de la tierra. La arqueología apoya el concepto de que en el momento en que
Abram y Lot estaban en la tierra, el valle del Jordá n estaba "bien regado, como
el jardín del SEÑ OR " (v. 10). Lot eligió el valle del Jordá n. Desafortunadamente,
también
fue el lugar donde se ubicaron Sodoma y Gomorra, lo que finalmente lo llevó a
su caída.
Después de que Lot se separó de Abram, Abram recibió otra revelació n
profética: “La SEÑ OR le dijo a Abram después de que Lot se separó de él: 'Levanta
los ojos de donde está s y mira al norte y al sur, al este y al oeste. Toda la tierra
que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Haré de tu
descendencia como el polvo de la tierra, de modo que, si alguien pudiera contar
el polvo, tu descendencia pueda ser contada. Anda, anda a lo largo y ancho de la
tierra, porque yo te la doy '” (vv. 14-17). De este pasaje, queda claro que Abram
entendió la promesa de Génesis 12: 7 como una referencia a la tierra literal que
Dios le había prometido. Esto fue confirmado por la instrucció n de Dios para él
de mirar en todas direcciones porque lo que vio fue lo que heredaría su
descendencia.
Génesis 15: 1–6. La promesa de la tierra se complicó por el hecho de que
Abram no tenía hijos. ¿Có mo se podría cumplir la promesa si no tuviera
herederos? En esta situació n, Abram le sugirió a Dios que considerara a Eliezer
de Damasco como su hijo y, por lo tanto, sus hijos serían los hijos de Abram y
podrían heredar la promesa. La respuesta del Señ or fue directa: “Entonces la
palabra del L ORD vino a él: 'Este hombre no va a ser su heredero, sino un hijo de
su propio cuerpo será el que te heredará ” (v. 4). El hijo profetizado de Abram
era tan literal como la promesa de la tierra.
En el versículo 6 se hizo la declaració n simple: "Abram creyó a la SEÑ OR, y le
fue contado por justicia". La fe de Abram estaba en el cará cter de Dios y la
revelació n de Dios e ilustra la verdadera naturaleza de la fe, que en todas las
dispensaciones es la base de la justicia ante Dios.
Génesis 15:9-21. En los versículos 9–17, la predicció n de la tierra fue
respaldada por una ceremonia solemne en la que se derramó sangre,
certificando que este pacto con Abram se cumpliría literalmente.
Ademá s, los límites de la tierra se indicaron en los versículos 18-21, "En
ese día, la L ORD hizo un pacto con Abram y dijo: 'A tus descendientes les doy
esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el É ufrates, la tierra de los
ceneos, cenezeos, cadmonitas, hititas, ferezeos, refaítas, amorreos, cananeos,
gergeseos y jebuseos '”. Es difícil entender có mo los expositores capaces de la
Palabra de Dios pueden hacer que esta descripció n de la tierra sea un símbolo
de cielo.
Génesis 16: 7–16. El problema de quién heredaría la tierra se complicó
cuando Abram tuvo un hijo, Ismael, de Agar, la sierva que había traído de
Egipto. Agar, que intentaba huir de Sarai, recibió instrucciones de regresar. Su
hijo se llamaría Ismael. Le dijeron que su hijo viviría en hostilidad en relació n
con sus hermanos (v. 12). Después del nacimiento de Ismael, las Escrituras
guardan silencio sobre los pró ximos trece añ os.
Génesis 17:1–8. Cuando Abram tenía noventa y nueve añ os y Sarai noventa,
tener un hijo en la vejez era humanamente imposible. En esta situació n Dios le
habló a Abram, cambiá ndole el nombre a Abraham, que significa “padre de
muchos”, y enfatizando el cumplimiento seguro de las promesas, “Te haré muy
fructífero; Haré de ti naciones, y de ti saldrá n reyes. Estableceré mi pacto como
un pacto eterno entre tú y yo y tu descendencia después de ti para las
generaciones venideras, para ser tu Dios y el Dios de tu descendencia después
de ti. Toda la tierra de Canaá n, donde ahora eres extranjero, te lo daré como
posesió n eterna a ti ya tu descendencia después de ti; y yo seré su Dios” (vv. 6-
8).
Génesis 17:9-21. El rito de la circuncisió n fue instituido como una señ al del
pacto de Abram. Al mismo tiempo, Dios cambió el nombre de Sarai, la esposa de
Abram, a Sara, que significa "princesa". Aunque a Abraham le resultó difícil
creer que Sara y él pudieran tener un hijo en su vejez, Dios reiteró la promesa.
También prestó atenció n a la petició n de Abraham de que Ismael fuera
bendecido (v. 20). Pero Dios lo aclaró : “Pero mi pacto lo estableceré con Isaac,
a quien Sara te dará a luz por este tiempo el añ o pró ximo” (v. 21).

Isaac y Jacob
Génesis 21:1–21. La regla de que la profecía normalmente se interpreta
literalmente se ilustra una vez má s en el nacimiento de Isaac. Por imposible que
pareciera, Abraham y Sara eran los padres de Isaac. Agar e Ismael fueron
despedidos con la bendició n de Abraham, pero sin las promesas que heredaría
Isaac (vv. 9-20). Las promesas hechas a Ismael también se cumplieron (1 Cró n.
1: 28-29).
Génesis 22:15-18. Debido a que Abraham había obedecido a Dios, se le
prometió nuevamente innumerables bendiciones, victoria sobre los enemigos y
que todas las naciones serían bendecidas gracias a él. Esto se cumple en la
historia y la profecía.
Génesis 24:1–26:6. A Isaac se le prometió que la bendició n sobre Abraham
le pasaría, y que cumpliría en parte la promesa de una gran nació n y una
bendició n para todo el mundo. El lugar de la bendició n estaba en la tierra que
Dios le había prometido a Abraham. En esa tierra, Dios proporcionó una esposa
para Isaac (24:1-66). Isaac y Rebeca no tuvieron hijos durante diecinueve añ os,
y parecía que Isaac tendría el mismo problema que tenía Abraham de no tener
un heredero adecuado. Veinte añ os después del matrimonio, cuando Isaac tenía
sesenta añ os, nacieron Jacob y Esaú (25:20, 26).
La promesa de la tierra también se repitió en Génesis 26. Isaac, como su
padre, trató de ir a Egipto debido a la hambruna en la tierra. En confirmació n de
profecías anteriores, los versículos 2 al 6 repiten la promesa de la tierra: “La
L ORD se le apareció a Isaac y le dijo: 'No desciendas a Egipto; vive en la tierra
donde te digo que vivas. Quédate en esta tierra por un tiempo, estaré contigo y
te bendeciré. Porque a ti y a tu descendencia les daré todas estas tierras y
confirmaré el juramento que hice a tu padre Abraham. Haré que tus
descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo y los daré a
todos. estas tierras, y por tu descendencia todas las naciones de la tierra será n
bendecidas, porque Abraham me obedeció y guardó mis exigencias, mis
mandamientos, mis decretos y mis leyes. ' Isaac se quedó en Gerar”.
Génesis 27:1–40. Aunque Jacob no era el primogénito, se confabuló con su
madre Rebeca para engañ ar a Isaac, que ahora era viejo y ciego, para que
concediera la bendició n que normalmente recibiría el primogénito. Las
Escrituras registran que Isaac bendijo a Jacob con una bendició n profética: “Ah,
el olor de mi hijo es como el olor de un campo que la L ORD ha bendecido. Que
Dios les dé del rocío del cielo y de las riquezas de la tierra: grano en abundancia
y vino nuevo. Que las naciones te sirvan y los pueblos se inclinen ante ti. Sé
señ or de tus hermanos y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Sean malditos
los que te maldigan, y benditos los que te bendigan” (vv. 27-29). Cuando Esaú
llegó má s tarde, Isaac también lo bendijo y profetizó su futuro (vv. 39–40). Sin
embargo, fue la voluntad de Dios que Jacob y no Esaú fuera quien heredara las
promesas abrahá micas. Estas promesas se cumplieron en la historia y la
profecía.
Génesis 27:41–28:22. La promesa de la tierra, sin embargo, continuó siendo
el imá n alrededor del cual se desarrollaría la historia de Abraham, Isaac y
Jacob. Debido al odio de Esaú hacia Jacob, su madre Rebeca hizo los arreglos
para enviarlo de regreso a su pueblo. En el camino, el Señ or reiteró la promesa
de la tierra: “Yo soy el SEÑ OR, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. Te
daré a ti y a tu descendencia la tierra en la que está s acostado. Tu descendencia
será como el polvo de la tierra, y te extenderá s hacia el occidente y el oriente,
hacia el norte y hacia el sur. Todos los pueblos de la tierra será n bendecidos a
través de ti y tu descendencia. Yo estoy contigo y te cuidaré dondequiera que
vayas, y te traeré de regreso a esta tierra. No te dejaré hasta que haya hecho lo
que te he prometido” (28:13-15).
Esta profecía es de suma importancia porque deja en claro que la promesa
de la tierra, así como otras promesas dadas específicamente a la simiente
prometida de Abraham, le fueron dadas a Isaac, no a Ismael, y a Jacob, no a
Esaú . Si bien algunas de las promesas de bendició n se extendieron a todos los
descendientes de Abraham, la promesa de la tierra se limitó a Jacob y sus
herederos.
Génesis 36:1–37:36; 39:1–48:22. Los ú ltimos capítulos del Génesis
describen la historia de Jacob. Génesis 37:1 resume: "Jacob vivió en la tierra
donde su padre había estado, la tierra de Canaá n". A medida que se
desarrollaba la historia de
Jacob y sus hijos, José fue vendido como esclavo a Egipto (vv. 1-36) y al final
rescató a su pueblo ylos llevó a Egipto para escapar del hambre (41:1-43; 45:9-
46: 7). En el sueñ o profético de José (37:5-7) se predijo que sus hermanos se
inclinarían ante él (vv. 8-11). Esto se cumplió má s tarde en Egipto (42: 6). En
los capítulos finales de Génesis se registraron varias declaraciones proféticas.
Estas profecías incluían la predicció n de que el copero de Faraó n sería
restaurado (40: 12-13, 21) y su panadero sería ahorcado (vv. 18-19, 22). Ambas
profecías se cumplieron (vv. 21-22). Má s tarde, esto allanó el camino para
interpretar el sueñ o de Faraó n (41: 1-42), que predijo siete añ os de abundancia
seguidos por siete añ os de hambre (vv. 25-36). Esto se cumplió má s tarde (vv.
47–57). José fue elevado a un puesto junto al faraó n y puesto a cargo del
almacenamiento de grano (vv. 37-42). Esto hizo posible que Jacob volviera a
ver a José, segú n predijo la profecía (46:4) y se cumplió (v. 29). Hacia el final de
su vida, Jacob pronunció su bendició n sobre José y sus hijos (48:15-20).
Génesis 49:1–28. Jacob había reunido a sus hijos alrededor de su cama para
darles su bendició n profética final.
A Rubén, el primogénito, se le elogió con la descripció n: “Mi fuerza, la
primera señ al de mi fuerza, sobresaliente en honra, sobresaliente en poder” (v.
3). Sin embargo, el elogio adicional de Rubén fue interrumpido por el hecho de
que había profanado la cama de su padre. Como lo expresó Jacob: “Turbulento
como las aguas, ya no sobresaldrá s, porque subiste a la cama de tu padre, a mi
lecho y lo profanaste” (v. 4). La referencia aquí es al adulterio de Rubén con la
concubina Bilhah de Jacob (35:22). Aunque Rubén como primogénito
normalmente recibiría la doble herencia y se le daría el lugar de liderazgo (1
Cró n. 5:1-2), no hay evidencia de que haya recibido su herencia y no
proporcionó liderazgo a Israel (cf. Jue. 5:15-16).
Simeó n y Leví se agrupan en la profecía de Jacob (Génesis 49: 5-7). Se
caracterizaron por ser violentos con la espada y haber "matado hombres en su
ira" (v. 6). Ambos eran culpables de ira, ferocidad y crueldad, y Jacob predijo
que serían esparcidos por la tierra (v. 7).
Judá es un tema de gran reconocimiento profético (vv. 8-12). Jacob predijo
que Judá triunfaría sobre sus enemigos y sería fuerte como un leó n (vv. 8–9). La
profecía má s significativa dada fue que el cetro, refiriéndose al futuro Mesías,
vendría de la tribu de Judá . Jacob predijo: “No se apartará el cetro de Judá , ni el
bastó n de gobernante de entre sus pies, hasta que llegue a quien pertenece y la
obediencia de las naciones es suya” (v. 10). Esto se cumplió en Cristo
(Apocalipsis 2:27; 12:5; 19:15). Esto se refiere claramente a que Cristo viene de
la familia de David, que es parte de la tribu de Judá . Se le describe
poéticamente: “Atará su burro a una vid, su pollino a la rama má s selecta;
lavará sus vestidos en vino, sus ropas en sangre de uvas. Sus ojos será n má s
oscuros que el vino, sus
dientes má s blancos que la leche” (Génesis 49:11-12). El lenguaje poético indica
la abundancia que caracterizará al reino milenario, cuando habrá abundancia
de enredaderas para que les amarren un burro. El vino será tan abundante
que puede considerarse agua de lavado. La blancura de los dientes
provendría de beber leche. Esta es una descripció n poética de la abundancia
del reino milenial.
En relació n con Zabuló n, Jacob predijo: “Zabuló n vivirá a la orilla del mar y
se convertirá en un puerto para barcos; su límite se extenderá hasta Sidó n”
(v. 13). Aunque Zabuló n no estaría bordeado por el mar, estaría lo
suficientemente cerca como para que se beneficiaran del comercio marítimo.
En cuanto a Isacar, Jacob predijo: “Isacar es un asno deshuesado que yace
entre dos alforjas” (v. 14). Sin embargo, se le representa sometido a trabajos
forzados (v. 15).
En cuanto a Dan, Jacob predijo: “Dan hará justicia a su pueblo como una de
las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto al camino,
que muerde los talones del caballo y el jinete cae hacia atrá s” (vv. 16-17). El
nombre "Dan" significa "juez", lo que implica una justicia justa e igualitaria. En
lugar de eso, Dan es descrito como una serpiente que muerde los talones del
caballo, lo que hace que el jinete caiga de su caballo. En esta predicció n está
implícito que Dan no está a la altura de las expectativas de su nombre. Algunos
creen que el hecho de que la idolatría apareció primero entre los hijos de Jacob
en la tribu de Dan (Jueces 18:30) es una razó n para esto. La tribu de Dan
también se omite en la descripció n de los ciento cuarenta y cuatro mil de Israel
(Ap. 7: 4- 8), lo que implica que no era una tribu destacada.
Jacob insertó una sú plica por la liberació n de Dios antes de continuar su
profecía, diciendo: "Espero tu liberació n, VIEJO " (Génesis 49:18). Al contemplar
las dificultades que encontrarían las tribus de Israel, Jacob reconoció que solo
Dios podía librarlo.
En relació n con Gad, Jacob predijo: "Gad será atacado por una banda de
asaltantes, pero él los atacará tras ellos" (v. 19). El nombre "Gad" significa
"ataque", y hay un juego de palabras en esta predicció n donde Gad, el atacante,
es atacado, pero ella profecía indica que Gad contraatacará . Los ataques
sorpresa de los enemigos eran comunes, y la profecía puede referirse a esto (cf.
1 Cró n. 5:18-19).
En cuanto a Aser, Jacob predijo: “La comida de Aser será rica; él proveerá
delicias dignas de un rey” (Gén. 49:20). La tribu de Aser estaba ubicada en un
á rea de Canaá n con tierra fértil, capaz de proporcionar mucha comida, y
posiblemente la predicció n se relaciona con esto.
En cuanto a Neftalí, Jacob predijo: “Neftalí es una cierva liberada que da
hermosos cervatillos” (v. 21). La tribu de Neftalí se asentó al noroeste del Mar
de Galilea en una zona montañ osa y aquí se representa como un ciervo
libre. Deborah, en su canció n, describió tanto al pueblo de Zabuló n como a
Neftalí arriesgando sus vidas “en las alturas del campo” (Jueces 5:18).
Jacob dio una larga predicció n acerca de José: “Vid fructífera es José, vid
fructífera junto a un manantial, cuyas ramas trepan por el muro” (Génesis
49:22). José es representado como una vid fructífera de acuerdo con el
significado del nombre de su hijo Efraín, que significa "fructífero". Jacob predijo
que José sería atacado: “Con amargura lo atacaron los arqueros, le dispararon
con hostilidad. Pero su arco se mantuvo firme, su brazo fuerte se mantuvo
flexible, porque la mano del Fuerte de Jacob, por el Pastor, la Roca de Israel, por
el Dios de tu padre, que te ayuda, porque el Todopoderoso, que te bendice con
bendiciones de los cielos arriba, bendiciones del abismo que está abajo,
bendiciones del pecho y del vientre” (vv. 23–25). José es representado como
fuerte y capaz de defenderse de todos los ataques porque está bajo las
bendiciones de Dios.
Jacob continuó : “Las bendiciones de tu padre son má s grandes que las
bendiciones de las montañ as antiguas, que la generosidad de las colinas
seculares. Descanse todo esto sobre la cabeza de José, sobre la frente del
príncipe entre sus hermanos” (v. 26). Las extensas profecías acerca de José
indican el interés y la preocupació n particulares de Jacob por él, y Jacob predijo
grandes bendiciones para José en medio de sus hermanos.
Jacob concluyó con una profecía acerca de Benjamín: “Benjamín es un lobo
rapaz; por la mañ ana devora la presa, por la tarde reparte el botín” (v. 27). Los
benjamitas eran grandes guerreros y aquí se los describe como poderosos
como un lobo.
En general, las profecías que Jacob otorgó a sus hijos se cumplieron en su
historia posterior. En sus profecías, Jacob era realista, imaginaba lo malo y lo
bueno, y estimaba con eficacia y precisió n el cará cter de sus hijos. Como elLas
Escrituras indican que a cada uno se le dio “la bendició n que le correspondía”
(v. 28). Después de su profecía, Jacob dio su ú ltimo suspiro.

Otras profecías relacionadas con el pacto abrahámico


La promesa de la tierra es prominente en todo el libro de Génesis y apoya
la conclusió n de que Dios se refería literalmente a la futura tierra de
Israel. También se cumplen otros aspectos del pacto abrahá mico. Junto con la
promesa de la tierra está la promesa continua de descendientes a
Abraham. Aunque todos los hijos de Abraham cumplieron la promesa de que
sus descendientes serían como las estrellas del cielo y las arenas del mar en
nú mero, la narració n es clara de que la promesa de la tierra se limitó a una
línea particular de descendientes: Isaac, Jacob y sus doce hijos.
La promesa de que los reyes descenderían de Abraham estaría sujeta a un
cumplimiento posterior, especialmente en la historia de Israel cuando Saú l,
David y Salomó n fueron hechos reyes. La promesa de que Abraham sería un
gran hombre ciertamente se cumplió en los muchos capítulos dedicados a él y a
sus descendientes en el libro de Génesis. En conjunto, el libro de Génesis
confirma que Dios hizo promesas literales a Abraham que se cumplirían
literalmente en el tiempo y en la eternidad.

PROFECÍA EN É XODO
Cuatro libros está n dedicados al éxodo de Egipto, los añ os de vagar por el
desierto y la muerte de Moisés. Aunque son principalmente libros histó ricos, se
revelaron numerosas profecías a lo largo de esta parte de la historia de Israel.
En la mayoría de los casos, las profecías describen eventos que pronto se
cumplirían.

Moisés llamado a liberar a su pueblo


Éxodo 3:1–4: 31; 6:1–8. Dios, como el á ngel del Señ or, se le apareció a
Moisés en la zarza ardiente y le reveló a Moisés que él sería el libertador de los
hijos de Israel de Egipto. Esta experiencia se describe en 3:5–12. La señ al
prometida a Moisés (v. 12) se cumplió (17: 6).
Moisés se mostró reacio a aceptar este desafío como se describe en 4:1–31,
aunque Dios prometió hacer milagros (vv. 21–23). Después de su contienda con
Faraó n (É xodo 5), Moisés recibió la confirmació n de su papel profético en la
conducció n de los hijos de Israel.de Egipto (6:1-8). La historia posterior, por
supuesto, confirmó estas promesas proféticas (cf. 12:37-50).

Luego plagas en Egipto


Éxodo 7:1–12: 36. Las diez plagas fueron infligidas a los egipcios en
cumplimiento de la profecía: (1) el agua se convirtió en sangre (7:14-24); (2) la
plaga de las ranas (8: 1-15); (3) la plaga de piojos (vv. 16-19); (4) la plaga de los
archivos (vv. 20-30); (5) la plaga del ganado (9: 1-7); (6) la plaga de furú nculos
(vv. 8-12); (7) la plaga de granizo y fuego (vv. 13–35); (8) la plaga de langostas
(10: 1-20); (9) la plaga de las tinieblas (vv. 21-29); (10) la plaga de la muerte
del primogénito (11:1-10; 12:29-30).
En cada una de estas plagas, el faraó n fue advertido de la pró xima plaga. En
cada caso, excepto en la plaga final, el faraó n se resistió a dejar ir a los hijos de
Israel. Y en cada caso, se cumplió la profecía de la plaga. Es digno de menció n
que todas estas profecías fueron simples profecías fá cticas de eventos del
futuro que se cumplieron literalmente.
Éxodo 12:46; cf. Números 9:12. El cordero pascual era un tipo de Cristo. El
hecho de que no se rompió ningú n hueso es un presagio del sacrificio de Cristo
sin que se haya roto un hueso (Juan 19:36).

El Éxodo Comenzó
Éxodo 12:31–36. Después de la décima plaga, el faraó n permitió que los
hijos de Israel se fueran, y fueron librados de Egipto como Dios le había
profetizado a Moisés. Los israelitas pudieron tomar plata, oro y otros despojos
de los egipcios porque los egipcios estaban ansiosos por verlos partir después
de la décima plaga (vv. 33–36). El éxodo de Egipto fue el movimiento má s
importante en la historia de Israel hasta el movimiento de Israel del siglo XX de
regreso a la Tierra Prometida.

Liberación a través del Mar Rojo


Éxodo 14:1–31. La historia bíblica registró a Faraó n persiguiendo a los
israelitas para evitar su partida. Dios intervino y protegió a los
israelitas. Entonces, milagrosamente, Dios les preparó un camino a través del
Mar Rojo. Los egipcios intentaron seguirlos, pero se vieron frustrados por las
aguas que regresaban y se ahogaron.

Victoria sobre los amalecitas


Éxodo 17:8-15. Israel fue atacado por los amalecitas, pero pudo
vencerlos. Dios predijo que los amalecitas serían destruidos (v. 15; 1 Cró n.
4:43).

La promesa preliminar del pacto con Moisés


Éxodo 19:1-13. Se reveló la posició n privilegiada del pueblo de Israel en el
mundo (vv. 1-6). En relació n con la entrega del pacto, se advirtió a los hijos de
Israel que no se acercaran al monte Sinaí (vv. 11-13).

Promesa profética de orientación para Israel


Éxodo 23:20–31. Dios ordenó a Israel que siguiera la guía del Á ngel del
Señ or, quien iría delante de ellos y los conduciría a la Tierra Prometida. Dios
prometió establecer sus fronteras desde el Mar Rojo hasta el Mar de los
Filisteos y desde el desierto hasta el río É ufrates. La direcció n del Señ or se
mencionó nuevamente en 33:15; 34:10-12.
PROFECÍA EN LEVÍTICO
Promesas relacionadas con sus leyes
El libro de Levítico es un resumen de muchas leyes y reglamentos que
regían la vida religiosa de Israel. Las promesas a menudo se adjuntan a un
reglamento que indica la bendició n por la obediencia o el juicio por la
desobediencia. Con frecuencia se encuentran promesas de perdó n (5:13, 16;
6:7; 19:22). Ciertos ritos harían santas las cosas o las personas (6:18, 27).
Algunos rituales resultaron en una limpieza ceremonial (14:20; 15:22; 16:30;
17:15). Algunas ofrendas fueron declaradas inaceptables (7:18). Ciertos actos
de desobediencia resultarían en individuos separados de Israel (7:27; 17:9;
23:29). Algunos actos de desobediencia resultarían en la muerte (10:6).

Las Fiestas del Señor


Aunque no se revelaron profecías importantes, Levítico 23 describe las
fiestas del Señ or que son típicamente proféticas de eventos futuros. La Pascua
señ aló el sacrificio de Cristo (vv. 4-5). La Fiesta de los Panes sin Levadura
representa la santidad de la comunió n con Cristo representada por la ausencia
de levadura (vv. 6–8). La Fiesta de las Primicias anticipa la resurrecció n de
Cristo como las primicias de entre los muertos (vv. 9-14). La fiestade las
Semanas, también conocido como Pentecostés, cincuenta días después de la
Fiesta de las Primicias, representa la venida del Espíritu Santo en Pentecostés
(vv. 15-22). La Fiesta de las Trompetas anticipa la futura reunió n de Israel (vv.
23-25).
El Día de la Expiació n era una fiesta celebrada el décimo día del séptimo
mes (cf. Levítico 16), reconociendo el sacrificio de expiació n ofrecido por el
sumo sacerdote ese día y anticipando el arrepentimiento de Israel en la
segunda venida (23:26 –32). La fiesta final, la de los Taberná culos, es un
memorial de la redenció n de Israel de Egipto y es profética de su reunió n y
restauració n en la segunda venida (vv. 33-44).

Condiciones para la bendición y advertencias de maldiciones


Levítico 26 revela las condiciones para la bendició n y las advertencias de
maldiciones. Se les ordena no hacer ídolos, observar el sá bado y reverenciar el
santuario (vv. 1-2).
Las condiciones para la bendició n y la desobediencia resultante incluyen
cosechas abundantes, paz, triunfo sobre los enemigos, aumento en su nú mero y
la presencia de Dios entre ellos (vv. 3-13).
Se revela una declaració n extendida de las maldiciones por desobediencia,
similar a las advertencias de Moisés (Deut. 28:15–68). Se les prometió angustia
(vv. 16-17), sequía (vv. 18-20), animales salvajes (vv. 21-22), plagas (vv. 23-
26), hambre (vv. 27-31) y dispersió n mundial (vv. 32–39).
A Israel se le prometió perdó n si sus pecados eran confesados. El pacto
abrahá mico fue reafirmado como seguro de cumplimiento incluso si pecaban
(vv. 40–45).

PROFECÍA EN NÚ MEROS
Profecía en Cades Barnea
Números 14:20–34. El pueblo de Israel no siguió al Señ or ni confiaba en que
É l los conduciría a la Tierra Prometida. El Señ or predijo que ninguno de la
població n adulta de hombres que salió de Egipto, excepto Caleb y Josué, podría
entrar en la Tierra Prometida. Esto se cumplió en la historia (26: 63–65). Dios
también predijo que los niñ os a quienes dijeron que serían tomados como botín
serían los que conquistarían la Tierra Prometida.
Números 21:8–9. La serpiente que fue hecha de bronce y elevada sobre un
palo es un tipo de Cristo crucificado (Juan 3:14-15).

Las profecías de Balaam


Números 22:1–24:25. Balac, que era rey de Moab, intentó contratar a
Balaam, un profeta, para maldecir a Israel. Balaam fue inducido a intentar
profetizar maldiciones sobre Israel. Se le impidió hacerlo y, en cambio,
profetizó bendiciones sobre ellos como se registra en 23:7–10; 23:18-24; 24:3–
9, 15–19, 20–24. Esta declaració n profética describe la grandeza de Israel, su
poder como nació n, la bendició n de Dios sobre su tierra y la predicció n de que
conquistaría a los moabitas. Esto se cumplió en la historia.

El mandato profético de Dios de expulsar a los habitantes de la tierra


Números 33:51–66. Dios ordenó a Israel que expulsara a los habitantes de
la tierra y profetizó que aquellos a quienes permitieran quedarse “se
convertirá n en pú as en tus ojos y espinas en tus costados. Te causará n
problemas en la tierra donde vivirá s. Y luego te haré lo que planeo hacer con
ellos” (vv. 55–56; compá rese 25:1–3; Jos. 9:1–26; 13:2–7; Jueces 1:21, 28-36; 2:
11-23).

PROFECÍA EN DEUTERONOMIO
En el resumen de Moisés de la historia de Israel y su ú ltima palabra a los hijos
de Israel, registrada en Deuteronomio, se dieron promesas adicionales de
naturaleza profética.

Profecía de la herencia de la tierra


Deuteronomio 3:21-22. La promesa de que Israel heredaría la tierra se
repitió una vez má s. Esta profecía se cumplirá (Ezequiel 45–48; Amó s 9: 14–
15).
Deuteronomio 4:25–31. A Israel se le advirtió que no hiciera ídolos ni
pecara moralmente porque Dios los juzgaría y los expulsaría de la tierra. Se les
prometió la restauració n si regresaban al Señ or. Esto se cumplió en la historia.

La venida de un gran profeta


Deuteronomio 18: 15-18. Se reveló la venida de un gran profeta, que sería
como Moisés. Deberían escucharle, o Dios les pediría cuentas. Esto fue
cumplido por Cristo (Juan 1:21–45; 6:14; Hechos 3:22–23; 7:37).
Deuteronomio 21:23. El hecho de que alguien que cuelga de un á rbol esté
bajo maldició n divina es un símbolo de la muerte de Cristo en un á rbol que
lleva los pecados del mundo (Gá latas 3:13).

Promesas de bendición y maldición


Deuteronomio 28: 1–68. En esta amplia revelació n profética del futuro de
Israel, Dios prometió bendecirlos si obedecían la Ley, pero maldecirlos si no la
cumplían. Hasta cierto punto, este capítulo traza el curso de la historia de Israel
de aquí en adelante. Los versículos finales de Deuteronomio describen la
dispersió n mundial de los hijos de Israel: “Así como le agradó al SEÑ OR hacerte
prosperar y aumentar en nú mero, así le agradará arruinarte y destruirte. Será s
desarraigado de la tierra que está s entrando a poseer. Entonces la L ORD los
esparcirá por todas las naciones, de un extremo a otro de la tierra. Allí adorará s
a otros dioses, dioses de madera y piedra, que ni tú ni tus padres
conocieron. Entre esas naciones no encontrará s reposo, ningú n lugar de
descanso para la planta de tu pie. Allí, la L ORD le dará una mente ansiosa, ojos
cansados de anhelo y un corazó n desesperado. Vivirá s en constante suspenso,
lleno de pavor tanto de día como de noche, sin estar seguro de tu vida. Por la
mañ ana dirá s: "¡Ojalá fuera de noche!" y al anochecer, "¡Ojalá fuera de
mañ ana!", por el terror que llenará sus corazones y lo que verá n sus ojos. La L
ORD te enviará de regreso en barcos a Egipto en un viaje que dije que nunca
deberías hacer de nuevo. Allí os ofreceréis en venta a vuestros enemigos como
esclavos y esclavas, pero nadie os comprará ” (Deut. 28: 63–68).
Como se muestra en muchos otros pasajes, la restauració n final de Israel
está asegurada (Jeremías 23:5-8; 30:8-11; Ezequiel 39:25-29). La dispersió n
mundial de Israel predicha en Deuteronomio 28 se ha cumplido literalmente.
Así también su reunió n final, que ya comenzó en el siglo XX, se cumplirá en la
segunda venida.

Promesa de restauración de Israel


Deuteronomio 30:1-10. Dios prometió restaurar a su pueblo cuando se
volvieran a él en arrepentimiento y sumisió n. Esto se cumplió en la historia.
Bendición pronunciada sobre Israel
Deuteronomio 31:23. A Josué se le prometió la bendició n de Dios al entrar
en la Tierra Prometida. Esto se cumplió (Jos. 21:43–45).
Deuteronomio 33:1–29. Moisés registró su bendició n final sobre el pueblo
de Israel antes de su muerte. A lo largo de la historia, las bendiciones y
maldiciones pronunciadas por Moisés continuaron cumpliéndose.
2

PROFECÍA EN LOS LIBROS DE HISTORIA

PROFECÍA EN JOSUÉ , JUECES Y RUTH


Los libros de Josué y Jueces son el vínculo histó rico entre Moisés y David. El
libro de Rut agrega su registro histó rico de la línea del Mesías que condujo a
David. Las profecías de estos libros son relativamente breves y está n
conectadas con la narrativa histó rica.

La promesa de la tierra dada a Josué


Josué 1:1–9. Después de la muerte de Moisés (Deut. 34:5; Jos. 1:1) Dios
anunció a Josué Su propó sito de dar la Tierra Prometida a Israel. El Señ or dijo:
“Te daré todo lugar donde pongas tu pie, como le prometí a Moisés. Tu
territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río, el
É ufrates, todo el país hitita, hasta el Gran Mar en el oeste. Nadie podrá
enfrentarse a ti todos los días de tu vida. Como estuve con Moisés, estaré
contigo; Nunca te dejaré ni te desampararé” (vv. 3-5). La profecía concluyó :
“¿No te lo he mandado? Se fuerte y valiente. No tengas miedo; no te
desanimes, porque el SEÑ OR tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (v.
9). El resto del libro de Josué registra có mo Israel conquistó la mayor parte de
la tierra. En la época de Josué, es importante señ alar que las promesas de la
tierra todavía se consideraban promesas literales. Las promesas se cumplieron
parcialmente durante la vida de Josué (21: 43–45).

La conquista de Jericó
Josué 6:1–5. De acuerdo con Su promesa a Josué, cuando llegaron a Jericó ,
Dios dijo: “Mira, he entregado a Jericó en tus manos, junto con su rey y sulucha
contra los hombres. Marcha alrededor de la ciudad una vez con todos los
hombres armados. Haga esto durante seis días. Haga que siete sacerdotes
carguen trompetas de cuernos de carneros frente al arca. El séptimo día,
marche alrededor de la ciudad siete veces, con los sacerdotes tocando las
trompetas. Cuando los oiga tocar un toque prolongado de trompetas, que todo
el pueblo dé un gran grito; entonces los muros de la ciudad se derrumbará n y el
pueblo subirá , todos de inmediato” (vv. 2-3).
Josué 6:6–27. Cuando Josué obedeció el mandato sobre la manera de
conquistar, la promesa se cumplió y conquistaron Jericó , salvando solo a Rahab,
su padre, su madre y sus hermanos (vv. 23, 25). Después de la conquista de
Jericó , segú n las Escrituras, “Josué pronunció este solemne juramento: 'Maldito
ante la SEÑ OR sea el hombre que se comprometa a reconstruir esta ciudad,
Jericó : a costa de su hijo primogénito pondrá sus cimientos; a costa de su hijo
menor alzará sus puertas” (v. 26). Esto se cumplió como se registra en 1 Reyes
16:34, “En la época de Acab, Hiel de Betel reconstruyó Jericó . É l puso sus
cimientos a costa de su hijo primogénito Abiram, y levantó sus puertas a costa
de su hijo menor Segub, de acuerdo con la palabra de la L ORD pronunciada por
Josué, hijo de Nun”. La profecía se cumplió literalmente.

La conquista de Ai
Josué 7:1–8: 29. Después de la desobediencia de Israel registrada en Josué
7, Dios instruyó a Josué sobre có mo tomar a Hai. “Entonces el SEÑ OR le dijo a
Josué: 'No temas; no te desanimes. Lleva a todo el ejército contigo, sube y
ataca a Hai. Porque he entregado en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, a su
ciudad y a su tierra. Haréis con Hai y su rey como hicisteis con Jericó y su rey,
excepto que os llevaréis el botín y el ganado. Pon una emboscada detrá s de la
ciudad '” (8:1– 2).
En el curso de la conquista, el Señ or instruyó a Josué: “Extiende hacia Hai
la jabalina que tienes en la mano, porque en tu mano entregaré la ciudad” (v.
18). Los versículos que siguen el mandato de Dios describen la caída de Hai y
có mo Josué cumplió los mandatos del Señ or.

La profecía en Gabaón
Josué 10:1–28. Después de que Israel no consultó al Señ or, fueron
engañ ados para hacer un pacto con Gabaó n. Los enemigos de los gabaonitas
atacaron a Gabaó n con el resultado de que Josué tuvo que marchar contra los
enemigos de Gabaó n.
En ese momento, “La L ORD le dijo a Josué: 'No les temas; Los he entregado
en tu mano. Ninguno de ellos podrá resistirte'” (v. 8). Las Escrituras que siguen
registran el cumplimiento, ya que los ejércitos fueron totalmente destruidos.

La destrucción de los reyes del norte


Josué 11:1-15. Cuando los reyes del norte de la tierra conspiraron para
atacar a Israel con una gran cantidad de caballos y carros, las Escrituras
registran el mensaje del Señ or a Josué: “No les tengas miedo, porque mañ ana a
esta hora entregaré todos los a Israel, muertos. Desjarretará s sus caballos y
quemará s sus carros” (v. 6). La profecía se cumplió y Josué cumplió este
mandato. La razó n para desjarretar los caballos fue que Dios no quería que
Josué confiara en carros y caballos para su fuerza.
Josué 11:11–23. Se registró un resumen de la conquista de Josué,
cumpliendo la promesa que el Señ or le había dado a Josué en Josué 1. Aunque
se dijo que el Señ or había cumplido todas Sus promesas, como deja en claro el
libro de Jueces, gran parte del territorio aú n no lo había hecho. poseído (Jos. 13:
1–19: 51). Pero Dios les había dado cada porció n de la tierra en la que habían
puesto sus pies (cf. 1: 3).
Josué 21:43–45. La interpretació n de los versículos 43–45 debe
considerarse a la luz de la revelació n posterior. Las Escrituras dicen: “Así que la
L ORD le dio a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus antepasados, y ellos
tomaron posesió n de ella y se establecieron allí. La L ORD les dio descanso por
todos lados, tal como les había jurado a sus antepasados. Ninguno de los
enemigos los resistió ; la L ORD les entregó a todos sus enemigos. Ninguna de
todas las buenas promesas del SEÑ OR a la casa de Israel falló ; cada uno se
cumplió ” (vv. 43–45). El Señ or no había fallado en cumplir Su promesa a pesar
de que Israel había fallado por fe en conquistar toda la tierra. La opinió n
amilenial presentada por algunos de que esto cumplió la promesa de la tierra
dada a Abraham no tiene fundamento bíblico, ya que las promesas posteriores
describen una posesió n futura de la tierra porque los hijos de Israel no habían
poseído toda la tierra (Jueces 1:19, 21, 27, 29–34; 2:1–3, 20–23; 3:1–4).

La promesa de victoria sobre los cananeos


Jueces 1:1–8. Después de la muerte de Josué, el Señ or dio instrucciones
para continuar la batalla para obtener la tierra: “Judá debe ir; Entregué la tierra
en sus manos” (v. 2). Los simeonitas ayudaron a Judá a conquistar la tierra.
Importante en su conquista fue la destrucció n de Jerusalén, que fue incendiada
(v. 8).

Profecía de que Dios castigó a Israel por su desobediencia


Jueces 2:1-3. El cuadro familiar del fracaso de Israel en el tiempo de los
Jueces se describe en la declaració n de Dios a Israel: “Sin embargo, me has
desobedecido. ¿Por qué has hecho esto? Por tanto, ahora les digo que no los
expulsaré de delante de ustedes; será n espinas en tus costados y sus dioses te
será n lazo” (vv. 2 - 3).
Jueces 2: 20-23. Se dio má s revelació n acerca de la ira del Señ or contra
Israel: “Por lo tanto, la SEÑ OR se enojó mucho con Israel y dijo: 'Debido a que esta
nació n ha violado el pacto que establecí para sus antepasados y no me ha
escuchado, ya no expulsa delante de ellos a cualquiera de las naciones que Josué
dejó cuando murió . Los usaré para probar a Israel y ver si seguirá n el camino de
la L ORD y caminará n por él como lo hicieron sus antepasados '. La L ORD ha
permitido que esas naciones permanezcan; no los echó de una vez
entregá ndolos en manos de Josué” (vv. 20-23).
Profecía sobre Débora y Barac
Jueces 4:1–11. A Débora y Barac, cuarto y quinto jueces de Israel, se les
prometió la victoria sobre Sísara. Esta profecía se cumplió y Sísara murió (vv.
12- 24).

Profecía dada a Gedeón


Jueces 6:11-24. Las escrituras registran la selecció n de Gedeó n por parte de
Dios como juez sobre Israel. En el versículo 14 se registró : “La L ORD se volvió
hacia él [Gedeó n] y le dijo: 'Ve con la fuerza que tienes y salva a Israel de la
mano de Madiá n. ¿No te estoy enviando? '”
Jueces 7:1–25. Los trescientos guerreros elegidos por Dios lograron una
victoria decisiva sobre Madiá n, cumpliendo literalmente la profecía.

Profecía de liberación de los amonitas y los filisteos


Jueces 10:13-14. Debido a que los hijos de Israel abandonaron al Señ or,
Dios les dijo que no escucharía su clamor. “Pero me has abandonado y has
servido a otros dioses, así que ya no te salvaré. Ve y clama a los dioses que
has elegido. ¡Deja que te salven cuando estés en problemas! " (vv. 13-14)
Jueces 11:1–40. Sin embargo, debido a su voluntad de volver a Dios, Dios
permitió que Jefté fuera levantado como el noveno juez de Israel, y liberó a
Israel de sus enemigos.

Profecía relacionada con Sansón


Jueces 13-16. La historia de Sansó n es una de las enigmá ticas historias de la
Biblia. Su nacimiento fue anunciado por el á ngel del Señ or a su padre Manoa. Se
describieron las primeras hazañ as de fortaleza y desviaciones de Dios (14:1–
16:19). No obstante, la promesa de Dios a la madre de Sansó n con respecto a su
hijo de que "comenzará la liberació n de Israel de manos de los filisteos" (13:5)
se cumplió .
Después de que Sansó n fue capturado por los filisteos, cegado y
encadenado para moler grano en la prisió n, recuperó sus fuerzas y, al destruir
las columnas sobre las que se construyó el templo, pudo matar má s en su
muerte que en su vida (16:23–31).
Los libros de Josué y Jueces preparan el escenario para la venida de
Samuel, el ú ltimo de los jueces y el primero de los profetas. En contraste con el
libro de Jueces, que es uno de derrota moral y física, el libro de Josué es en gran
parte uno de victoria.
Sin embargo, entre Jueces y 1 Samuel se encuentra el libro de Rut, que,
aunque no contiene profecías del futuro, es en sí mismo un recordatorio de que
el propó sito de Dios es cumplir la promesa de la venida del Mesías. La hermosa
historia de Rut es uno de los vínculos que conducen a David.

PROFECÍA EN PRIMER SAMUEL


Como ú ltimo de los jueces y primero de los profetas, el ministerio de Samuel
fue un vínculo importante entre el tiempo de los jueces y el reinado de David.
Dos capítulos de 1 Samuel presentan el nacimiento y la vida de Samuel como
uno de los grandes profetas de las Escrituras.

Oración de Ana
1 Samuel 1:1–2:11. Como una de las dos esposas de Elcana, Ana tuvo que
soportar la vergü enza de no tener un hijo, en contraste con la otra esposa de
Elcana. Aunque su esposo la trató con amabilidad, las Escrituras registran su
amargura y su oració n en el marco de la puerta del templo: “Con amargura de
alma, Ana lloró mucho y oró al SEÑ OR. E hizo un voto, diciendo: ' Oh SEÑ OR de
los ejércitos, si tan só lo miras a tula miseria de la sierva y acuérdate de mí, y no
te olvides de tu sierva, sino dale un hijo, luego lo entregaré a la L ORD por todos
los días de su vida, y nunca se usará navaja en su cabeza '” (1:10 –11).
Elí pensó que Ana estaba borracha y la reprendió . Cuando ella explicó que
había estado orando con gran angustia y dolor, Elí respondió : "Ve en paz, y que
el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido" (v. 17). A su debido tiempo
nació Samuel, su nombre significa "oído de Dios", en reconocimiento de que él
era una respuesta a la oració n. Después de que fue destetado, Ana lo llevó a Elí
para que permaneciera en el templo por el resto de su vida junto con el
sacrificio de un novillo, un efa de harina y un odre de vino (vv. 24-28).
El segundo capítulo de 1 Samuel registra la oració n inspirada de Ana y
reconoce la grandeza de Dios al responder a su oració n y manifestar Su fuerza
sobrenatural.

La maldición de la familia de Eli


1 Samuel 2:12-17. En contraste con la bendició n de Dios sobre Ana y
Samuel, los hijos de Elí resultaron ser muy malvados.
1 Samuel 2:27–34. Un hombre de Dios se acercó a Elí y le informó que,
aunque Dios tenía la intenció n de bendecir la casa de Elí para siempre, debido a
su pecado iba a cortar la casa de Elí “para que no hubiera un anciano en tu
familia. fila y verá s angustia en mi morada” (vv. 31-32).
Como señ al del cumplimiento de esta promesa a Elí, el hombre de Dios le
dijo: "Y lo que les ocurra a tus dos hijos, Ofni y Finees, te será una señ al: ambos
morirá n el mismo día" (v. .34).
Promesa de un futuro sacerdote fiel
1 Samuel 2:35–36. En contraste con la infidelidad de Ofni y Finees, Dios
declaró : “Me levantaré un sacerdote fiel, que hará segú n lo que esté en mi
corazó n y en mi mente. Estableceré firmemente su casa, y él ministrará siempre
delante de mi ungido” (v. 35). El sacerdocio le fue quitado a Abiatar, que
descendía de Elí, y en su lugar se le dio a Sadoc, que era descendiente de
Eleazar, hijo de Aaró n (1 Reyes 2:27, 35). Esta profecía, sin embargo, parece ir
má s allá de la línea inmediata de sacerdotes y fue parcialmente cumplida
por Samuel. Finalmente será cumplido por Jesucristo, quien es un sacerdote
para siempre (Sal. 110; Heb. 5:6; Apoc. 19:16).

Maldición sobre la familia de Eli revelada a Samuel


1 Samuel 3:1–21. El comienzo del ministerio de Samuel como profeta
reveló que Samuel fue llamado por el Señ or. Dios le dijo a Samuel en la noche:
“Mira, estoy a punto de hacer algo en Israel que hará que los oídos de todo el
que lo escuchen se estremezcan. En ese momento llevaré a cabo contra Eli todo
lo que dije contra su familia, de principio a fin. Porque le dije que juzgaría a su
familia para siempre por el pecado que él conocía; sus hijos se hicieron
despreciables y él no pudo refrenarlos. Por lo tanto, juré a la casa de Elí: 'La
culpa de la casa de Elí nunca será expiada con sacrificio u ofrenda'” (vv. 11-14).
La profecía se cumplió con la muerte de Ofni y Finees, y Elí murió cuando se
informó de sus muertes (4:11, 17-18). Má s tarde, Abiatar, un descendiente de
Eli, fue depuesto del sacerdocio (1 Reyes 2:27).

Profecía del regreso del arca


1 Samuel 6:1–7:2. El arca había sido capturada cuando los filisteos
derrotaron a Israel en la guerra. Sin embargo, el arca resultó ser una catá strofe
para los filisteos, provocando una serie de desastres. Finalmente decidieron
devolver el arca a Israel. Cuando preguntaron a sus propios sacerdotes y
profetas sobre lo que debían hacer, se les dijo que prepararan varios obsequios,
para que dos vacas que no habían tenido un yugo tiraran un carro nuevo (6: 7).
Sus propios profetas les dijeron: “Toma el arca del SEÑ OR y ponla en el carro, y
en un cofre al lado pon los objetos de oro que le envías como ofrenda por
la culpa. Envíalo en su camino, pero sigue mirá ndolo. Si sube a su propio
territorio, hacia Beth Shemesh, entonces la L ORD nos ha traído este gran
desastre. Pero si no es así, entonces sabremos que no fue su mano la que nos
golpeó y que nos sucedió por casualidad” (vv. 8–9). Las Escrituras describen
có mo el arca fue atraída hacia Beth Shemesh, pero Dios juzgó a los hombres de
Beth Shemesh porque habían mirado dentro del arca (v. 19). Enviaron
mensajes a la gente de Quiriat Jearim,
pidiéndoles que vinieran y se llevaran el arca. El arca permaneció con los de
Quiriat Jearim durante veinte añ os (v. 21; 7:1–2).

La promesa de liberación de Samuel


1 Samuel 7:3-13. Samuel desafió a la casa de Israel a volver al Señ or: “Y
Samuel dijo a toda la casa de Israel: 'Si regresan a la SEÑ ORÍA con todo su
corazó n, entonces deshá gase de los dioses extrañ os y Astarté y
entréguense a laL ORD y sírvele só lo a él, y él te librará de la mano de los filisteos”
(v. 3).
Después de este regreso al Señ or, Israel obtuvo una gran victoria militar
sobre los filisteos (vv. 10-13), cumpliendo literalmente la profecía dada a
Samuel.

Profecía sobre los reyes de Israel


1 Samuel 8:1–22. Sin embargo, los hijos de Samuel no siguieron sus
caminos y fueron deshonestos (vv. 3-4), y los hijos de Israel exigieron de
Samuel que se nombrara un rey. Esto disgustó mucho a Samuel, pero mientras
oraba al Señ or, recibió la revelació n profética del Señ or: “Escucha todo lo que el
pueblo te está diciendo; no eres a ti a quien han rechazado, sino que me han
rechazado a mí como su rey. Como lo han hecho desde el día que los saqué de
Egipto hasta el día de hoy, abandoná ndome y sirviendo a otros dioses, así te
está n haciendo a ti. Ahora escú chalos; pero adviérteles solemnemente y hazles
saber lo que hará el rey que reinará sobre ellos” (vv. 7-9).
Por lo tanto, Samuel advirtió a los hijos de Israel sobre lo que un rey haría
por ellos: “Esto es lo que hará el rey que reinará sobre ustedes: tomará a sus
hijos y los hará servir con sus carros y caballos, y correrá n en delante de sus
carros. A algunos los asignará para que sean comandantes de miles y
comandantes de los cincuenta, a otros para arar su tierra y cosechar su cosecha,
y aú n a otros para fabricar armas de guerra y equipo para sus carros. Tomará a
sus hijas para que sean perfumistas, cocineras y panaderas. É l tomará lo mejor
de sus campos, viñ edos y olivares y se los dará a sus asistentes. Tomará la
décima parte de tu grano y de tu vendimia y se lo dará a sus oficiales y
asistentes. Sus siervos y sirvientas y lo mejor de su ganado y burros él tomará
para su propio uso. É l tomará la décima parte de sus rebañ os y ustedes mismos
se convertirá n en sus esclavos. Cuando llegue ese día, clamará s pidiendo
socorro al rey que has elegido, y la L ORD no te responderá en ese día” (vv. 11-
18). Esto se cumplió (1 Reyes 12:2-15).

Saúl elegido y ungido como rey


1 Samuel 9:1–10: 27. Saú l había estado buscando los burros perdidos de su
padre y en el proceso se comunicó con Samuel para ver si podía ayudarlos. El
Señ or le dijo a Samuel: “Mañ ana a esta hora te enviaré un hombre de la tierra
de Benjamín. Ungelo por jefe sobre mi pueblo Israel; librará a mi pueblo de la
mano de los filisteos. He mirado a mi pueblo, porque su clamor me ha llegado”
(9:16). Posteriormente, Samuel invitó a Saú l a una fiesta (vv. 19-24).
Después de la fiesta con Samuel, Saú l regresaba a su casa, y Samuel pidió
que el sirviente de Saú l siguiera adelante para permitir que Saú l y Samuel
tuvieran privacidad. “Entonces Samuel tomó un frasco de aceite, lo derramó
sobre la cabeza de Saú l y lo besó , diciendo: '¿No te ha ungido el SEÑ OR líder sobre
su herencia? Cuando me dejes hoy, te encontrará s con dos hombres cerca de la
tumba de Raquel en Zelza, en el límite de Benjamín. Te dirá n: “Los burros que
saliste a buscar han sido encontrados. Y ahora tu padre ha dejado de pensar en
ellos y está preocupado por ti. É l pregunta: '¿Qué haré con mi hijo?' ”'” (10:1–2).
Samuel también predijo otros eventos que le ocurrirían mientras se dirigía
a casa (vv. 3-13), incluso que el Espíritu del Señ or vendría sobre él. Esto se
cumplió (vv. 10-11). Saú l no anunció su unció n como rey, pero Samuel convocó
una reunió n pú blica del pueblo de Israel y les presentó a Saú l (vv. 17–27).
1 Samuel 11:1-15. Después de que Saú l fue presentado como rey, dirigió al
pueblo de Israel en una gran victoria militar sobre los amonitas (vv. 1-12). Esto
confirmó la profecía de que Saú l sería su rey.

El reinado confirmado
1 Samuel 12: 1–25. Al ensayar su liderazgo, Samuel le recordó al pueblo de
Israel su completa integridad. Sin embargo, habían pedido un rey. Entonces
Samuel les dijo: “Aquí está el rey que habéis elegido, el que pedisteis; Mira, la
L ORD ha puesto un rey sobre ti. Si le temes a la SEÑ OR y le sirves y le obedeces y
no te rebelas contra sus mandatos, y si tanto tú como el rey que reina sobre ti
sigues la SEÑ OR tu Dios, ¡bien! Pero si no obedeces la SEÑ OR, y si te rebelas contra
sus mandatos, su mano estará contra ti, como lo fue contra tus padres” (vv.
13- 15). Después de una nueva exhortació n, Samuel dijo: “Pero asegú rate de
temer a la SEÑ OR y servirle fielmente con todo tu corazó n; piensa en las grandes
cosas que ha hecho por ti. Sin embargo, si persistes en hacer el mal, tanto tú
como tu rey será n barridos” (vv. 24-25).
1 Samuel 13:1–14. Debido a que Saú l ofreció tontamente una ofrenda al
Señ or que Samuel debería haber hecho, se le informó a Saú l que su reino no
duraría. Esto se cumplió cuando David lo sucedió (2 Sam. 5:1-4). Sin embargo,
Saú l ganó muchas victorias militares sobre los enemigos de Israel (14:1-48).

Profecía sobre los amalecitas


1 Samuel 15:1–23. Samuel le había ordenado a Saú l que atacara a los
amalecitas y que no perdonara a ningú n hombre, mujer, niñ o o ganado, ovejas,
camellos y asnos (vv. 1-3). En obediencia, Saú l atacó a los amalecitas, pero
perdonó lo mejor de las ovejas, el ganado, los corderos y otras cosas que eran
buenas (vv. 8–9).
Aunque los amalecitas fueron derrotados y asesinados como se profetizó ,
Saú l fue reprendido por no cumplir completamente el mandato de Dios al
destruir el ganado y las ovejas y las cosas que se llevaron (vv. 12-21). Samuel
respondió , sin embargo, con la importante verdad de que la obediencia es má s
importante que las ofrendas y los sacrificios (vv. 22-23). Aunque Saulo confesó
su pecado, Dios no lo perdonó .

Saúl perderá el reino de Israel


1 Samuel 15:24–35. Después de la desobediencia de Saú l, Samuel le dijo:
“La SEÑ OR te ha arrancado el reino de Israel hoy y se lo ha dado a uno de tus
vecinos, a uno mejor que tú . El que es la Gloria de Israel no miente ni cambia de
opinió n; porque no es hombre, para que cambie de opinió n” (vv. 28-29).

David ungido rey


1 Samuel 16: 1–23. Samuel fue enviado por el Señ or para ungir un nuevo
rey sobre Israel. David, el hijo de Isaí, fue elegido (vv. 12-13). Aunque David fue
ungido rey, no hubo aceptació n pú blica de este hecho hasta mucho después.
Saú l, sin saber de la unció n de David, pidió que David estuviera en su corte
mientras David tocaba el arpa para él (vv. 21–23). La unció n profética de David
como rey fue, por supuesto, el comienzo de una larga vida en la que David sirvió
al Señ or como rey sobre Israel.

David y Goliath
1 Samuel 17:1–58. Estalló la guerra entre los filisteos e Israel. Los filisteos
eligieron a Goliat, el gigante, para ser su campeó n y desafiaron a Israel a elegir a
alguien para luchar contra Goliat, con el acuerdo de que el campeó n de quien
fuera asesinado se rendiría. Después de algú n tiempo, nadie se ofreció a
desafiar a Goliat. Sin embargo, David, que visitaba a sus hermanos y les llevaba
provisiones, no podía entender có mo temían a Goliat. Planteó la pregunta de
por qué Goliat no fue desafiado.
Esta informació n llegó a Saú l, y después de algunas dudas, permitió que
David se acercara a Goliat. David declaró proféticamente a Goliat: “Tú vienes
contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en el nombre
del SEÑ OR Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has
desafiado. Este día la L ORD te entregará a mí, te golpearé y te cortaré la
cabeza. Hoy daré los cadá veres del ejército filisteo a las aves del cielo y las
bestias de la tierra, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. Todos
los aquí
reunidos sabrá n que no es con espada o lanza lo que salva el Señ or; porque la
batalla es de Jehová , y él los entregará a todos en nuestras manos ”(vv. 45–47).
Como registra la Escritura, David triunfó sobre Goliat, usando su honda y
aturdiéndolo con una piedra. Cuando David cortó la cabeza de Goliat con su
propia espada, los hombres de Israel persiguieron a los filisteos y obtuvieron
una gran victoria (vv. 51–54). Estos eventos confirmaron la profecía de que
David sería rey sobre Israel.

Predicción de la victoria sobre los filisteos en Keila


1 Samuel 23:1–13. Aunque Saú l intentó matar a David y buscaba su vida,
David continuó protegido por Dios (18:1–22:23). Después de preguntarle al
Señ or, David se enteró de que los filisteos estaban peleando contra Keila, una
ciudad a unas treinta millas al suroeste de Jerusalén. Cuando David consultó al
Señ or, recibió instrucciones de atacar a los filisteos. El ataque contra los
filisteos tuvo mucho éxito y les infligió grandes pérdidas. Sin embargo, Saú l
también se enteró y comenzó un plan para rodear la ciudad de Keila para
capturar a David. Cuando David preguntó al Señ or, se le informó que, si se
quedaba, los ciudadanos de Keila lo entregarían a Saú l. Por consiguiente, dejó
Keilah y se fue al desierto (23:10-13).

Predicción de que Saúl y sus hijos morirían


1 Samuel 23:14–28: 15. Al proteger a David, Dios continuó dando
revelaciones proféticas (28:1-25), profetizando a Saú l que él y sus hijos
morirían al día siguiente, e Israel sería derrotado (28:16-19; cf. 31:1-9). 6).
1 Samuel 28:16-19. Debido a la desobediencia de Saú l, Samuel le dice que él
y sus hijos morirá n.

La predicción de que David conquistaría a los amalecitas


1 Samuel 30:1–20. Un incidente final en el libro de 1 Samuel registra có mo
la ciudad de Siclag, donde David y sus hombres habían colocado a sus familias,
fue atacada por los amalecitas, la ciudad incendiada y el pueblo llevado
cautivo. Cuando David preguntó al sacerdote Abiatar si debía perseguir a los
amalecitas, se le dijo que los persiguiera. De acuerdo con esta profecía, alcanzó
a los asaltantes amalecitas, recuperó todo y mató a los asaltantes amalecitas,
excepto a cuatrocientos jó venes (vv. 9-20), y cumplió la profecía.
1 Samuel 31:1–6. El capítulo final de 1 Samuel registra la muerte de Saú l y
Jonatá n, lo que preparó el camino para que David comenzara a asumir su papel
de rey en cumplimiento de la profecía.
Aunque el libro de 1 Samuel es principalmente histó rico, las profecías de
este libro, con material histó rico que lo confirma, brindan una lecció n
importante
sobre có mo interpretar las profecías. Muchas profecías se cumplieron en el
futuro inmediato después de que se dio la profecía. Algunas de las profecías se
extendieron má s allá del futuro inmediato, como se ilustra en la profecía que
predijo que Samuel se convertiría en un sacerdote fiel, lo cual se cumplió
parcialmente en la vida y el ministerio de Samuel, pero también esperaba a
Jesucristo como el profeta supremo.

PROFECÍA EN SEGUNDO SAMUEL Y PRIMEROS REYES


La unción profética de David como rey
Mucho antes de que mataran a Saú l, Samuel recibió instrucciones de ungir
a David como el futuro rey de Israel (1 Sam. 16:12-13). Aunque la unció n en sí
no era una profecía, sin embargo, era profética del futuro reinado de David, que
comenzó solo después de añ os de huir de Saú l, quien quería matar a David para
evitar que asumiera el trono. Una vez que Saú l murió , los hombres de Judá
reconocieron a David como su rey (2 Sam. 2:3-4), pero las tribus restantes
reconocieron a Is-Bosheth, un hijo de Saú l. En 2:12–4:12 se registró que un
reino dividido continuó durante siete añ os, pero después de la muerte de Is-
Boset (4: 1–12), David pudo asumir el control de las doce tribus de Israel.
Segú n 5:1–2, representantes de las once tribus vinieron e hicieron un
pacto con David y lo ungieron como rey sobre todo Israel. Cuando fueron a
David, recitaron una profecía, aparentemente dada a David cuando fue ungido:
“Pastoreará s a mi pueblo Israel, y será s su gobernante” (v. 2).
En 2 Samuel 5: 19–25, el Señ or predijo la victoria de David sobre los
filisteos en guerra (cf. 1 Cró n. 14:10–16). En relació n con el hecho de que David
trajo el arca a la Ciudad de David (2 Sam. 6:12–23), David escribió un salmo de
acció n de gracias (1 Cró n. 16:7–36). También se dio la predicció n de que David
tendría un gran nombre (2 Sam. 7:9).

Trasfondo del Pacto Davídico


El pacto davídico es uno de los pocos pactos bíblicos principales
directamente relacionados con la profecía en su cumplimiento. Al igual que el
pacto abrahá mico, la interpretació n del pacto davídico está determinada en
gran medida por la decisió n de interpretarlo literal o no literalmente. En el caso
del pacto abrahá mico, la mayoría de sus disposiciones ya se han cumplido
literalmente, y se da poco espacio para cuestionar su interpretació n literal.
El factor principal que aú n se debate en relació n con el pacto abrahá mico
es la cuestió n de si la tierra prometida a Israel fue una profecía literal, sujeta a
cumplimiento futuro, o si esta no es la interpretació n correcta. Los
amilenaristas tienden a negar el pacto abrahá mico ya sea sobre la base de que
la promesa no se cumplirá debido al fracaso de Israel o porque la promesa se
cumple de manera
no literal, interpretando la tierra como una referencia al cielo. En el caso del
pacto abrahá mico, esta pregunta de interpretació n ha sido respondida por los
premilenaristas que interpretan la promesa de la tierra literalmente y por
los amilenaristas que interpretan la promesa en un sentido no literal o al menos
no cumplida literalmente. El pacto davídico tiene el mismo problema.
En relació n con las promesas dadas a Abram, Dios le informó a Abraham
acerca de Sara: “La bendeciré y de seguro te daré un hijo de ella. La bendeciré
para que sea madre de naciones; de ella saldrá n reyes de pueblos” (Génesis
17:16). La misma promesa se menciona en Génesis 17:6, donde Dios le informó
a Abraham: “Te haré muy fecundo; Haré de ti naciones, y de ti saldrá n reyes”. La
promesa de heredar las bendiciones generales de Abraham se redujo má s tarde
a Isaac, no a Ismael, y luego a Jacob, no a Esaú (Gn. 26:2-6; 28:13-15). La
promesa de los reyes se limitó aú n má s en Génesis 49:10 con la declaració n
profética de Jacob sobre el futuro de sus hijos: “El cetro no se apartará de Judá ,
ni el bastó n de gobernante de entre sus pies, hasta que llegue a quien pertenece
y la obediencia de las naciones es suya ".
Con el trasfondo de las profecías sobre el futuro reino de Israel en Génesis,
el pacto de Abraham recibió un cumplimiento má s específico en el pacto. Dios
hizo con David (2 Sam. 7:5-16; 1 Cr. 17:3-15). El tema del pacto davídico se
convirtió , por tanto, en un aspecto importante de la profecía en todo el Antiguo
Testamento.
2 Samuel 7. Las Escrituras registran que David consultó con el profeta
Natá n, expresando la preocupació n de David de que vivía en una casa magnífica
hecha de cedro y que el templo del Señ or era simplemente una tienda (vv. 1–2).
Sin consultar a Dios, Natá n le dijo a David que procediera (v. 3).
Esa noche, sin embargo, Dios corrigió la aprobació n de Natá n del plan de
David (vv. 4–16). Incluso un profeta necesita que Dios confirme sus
decisiones. En sus instrucciones a Natá n, Dios señ aló que nunca le había pedido
al pueblo de Israel que le construyera una casa de cedro.
Dios primero ensayó có mo había llevado a David de pastor a rey con gran
fama. Dios le prometió a Israel que tendría una patria (v. 10). Entonces Dios fue
má s allá del plan de construir un templo físico al de establecer la casa de David
para siempre: “El Señ or declara que el Señ or mismo establecerá una casa para ti:
Cuando tus días terminen y descanses con tus padres, levantaré a su
descendencia para que los suceda, que saldrá de su propio cuerpo, y estableceré
su reino. É l es el que edificará una casa a mi Nombre, y yo estableceré el trono
de su reino para siempre. Yo seré su padre y él será mi hijo. Cuando haga mal, lo
castigaré con vara de hombres, con azotes infligidos por hombres. Pero mi
amor nunca le será quitado, como se lo quité a Saulo, a quien quité de delante
de ti. Tu casa y tu reino permanecerá n para siempre delante de mí; tu trono
será
establecido para siempre” (vv. 11-16). La referencia a la casa de David fue a sus
descendientes físicos, quienes ocuparían el trono de David.

Disposiciones específicas del pacto davídico en 2 Samuel 7


Aunque aquí no se le llama específicamente pacto, en otros lugares se le
llama pacto (2 Sam. 23:5; Sal. 89:3, 28, 34, 39; cf. Sal. 132:11). Al menos cuatro
disposiciones principales estaban involucradas en el pacto davídico segú n 2
Samuel 7. (1) A David se le prometió un hijo, aú n no nacido, que sucedería a
David en su trono (v. 12). En realidad, esto fue cumplido por Salomó n. (2) Este
hijo construiría el templo (v. 13). Esto fue luego cumplido por Salomó n (1
Reyes 6:37–38; 7:1–51; 2 Cró n. 3:1–5:14). (3) El trono del reino de Salomó n
continuaría para siempre (2 Sam. 7:13). Si Salomó n se equivocaba, Dios lo
castigaría, pero no le quitaría el reino (vv. 10-15; 1 Reyes 11:34). (4) Los
descendientes de David y el reino de David durarían para siempre (2 Sam.
7:16). Las promesas del pacto davídico en 2 Samuel 7 se repitieron
precisamente en 1 Cró nicas 17:3-15 (cf. también 2 Sam. 7:19-29; 1 Cr. 17:15-
27; 2 Cr. 6:7– 10). Al intentar interpretar el pacto davídico, se destacan
ciertos hechos. (1) David entendió que las promesas tenían que ver con sus
descendientes físicos o "casa". (2) La profecía es precisa en detalles, como lo
indica el hecho de que, aunque se prometió que el trono de Salomó n
continuaría para siempre, a sus descendientes no se les dio esta promesa, ya
que finalmente se depuso el linaje de Salomó n (Jer. 22:28-30). (3) La ú ltima
persona para sentarse en el trono de David sería Jesucristo. La genealogía de
María (Lucas 3:23–38) se remonta a Natá n, el hijo de David, en lugar de
Salomó n (v. 31). Por el contrario, la genealogía de José se remonta a Salomó n
(Mateo 1: 2-16), cuya línea fue maldita, pero José proporcionó la base legal para
que Jesucristo reclamara el trono de David. (4) El lenguaje del pacto en 2
Samuel 7 y 1 Cró nicas 17, como ciertamente lo entendió David, se refería a su
linaje físico y a su reino político, no a una entidad como los elegidos, los
salvos o los Iglesia. Los premilenaristas generalmente interpretan la profecía
literalmente y la encuentran cumplida en
el futuro reino milenial que ocurrirá después de la segunda venida de Cristo.
Sin embargo, los amilenaristas proponen un punto de vista opuesto
principal, que interpretan la profecía de manera no literal como una referencia
a Cristo, no en su reinado sobre Israel o sobre el mundo, sino a Cristo como la
cabeza de la iglesia. En la interpretació n amilenial, el trono de David se
equipará con el trono de Dios en el cielo, y el reinado de Cristo generalmente se
relaciona con la era presente o el reinado espiritual de Cristo en los corazones
de los creyentes. Algunos amilenaristas, sin embargo, refieren el cumplimiento
al cielo nuevo y la tierra nueva en la eternidad. Se arrojará nueva luz sobre el
problema
de la interpretació n mediante detalles que confirmen el pacto que se encuentra
má s adelante en las Escrituras.

El Pacto Davídico en el Salmo 89


Salmo 89:1–4. Todo el contenido de este largo salmo proporciona una
exposició n del pacto davídico. Los cuatro versículos iniciales afirman que el
cumplimiento del pacto estaba relacionado con el juramento de Dios: "Tú
dijiste:" Hice un pacto con mi escogido, le juré a David mi siervo, "estableceré tu
linaje y haré tu trono es firme por todas las generaciones”'” (vv. 3-4).
Salmo 89:5-18. La fidelidad y el poder de Dios, quien hizo el pacto, es el
tema de este salmo. La fidelidad, el poder, la rectitud y la justicia de Dios,
tambiéncomo Su amor y fidelidad, aseguró el cumplimiento del pacto. El pacto
fue lleno de gracia e incondicional en cuanto a su cumplimiento final.
Salmo 89:19-29. Aquí se pone de manifiesto el cará cter central de David en
el pacto y su unció n con aceite sagrado. Se declaró que David era “el má s
exaltado de los reyes de la tierra” (v. 27). Dios afirmó : “Mantendré mi amor por
él para siempre, y mi pacto con él nunca fallará . Yo estableceré su linaje para
siempre, su trono mientras duren los cielos” (vv. 28-29).
Salmo 89:30–37. Sin embargo, se advirtió al pueblo de Israel que, si
pecaban, Dios los castigaría: "Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis
estatuas, si violan mis decretos y no cumplen mis mandamientos, castigaré su
pecado". con vara, con azotes su iniquidad” (vv. 30–32). A pesar de la
posibilidad del pecado de Israel, Dios prometió que esto no alteraría el pacto:
“Pero no le quitaré mi amor, ni jamá s traicionaré mi fidelidad. No violaré mi
pacto ni alteraré lo que han dicho mis labios. De una vez por todas, he jurado
por mi santidad, y no mentiré a David, que su línea continuará para siempre y
su trono permanecerá ante mí como el sol; será establecida para siempre como
la luna, testigo fiel en el cielo” (vv. 33-37).
Salmo 89:38–52. El salmista luego señ ala los pecados de Israel y el castigo
de Dios. El salmista pide a Dios que cumpla su promesa (vv. 38-52).
La contribució n del Salmo 89 no puede subestimarse. Por un lado,
confirma una interpretació n literal de las promesas a David. Repite las
promesas específicas que Dios dio en la revelació n original del pacto davídico.
La pregunta de si el pacto era condicional o no literal, puntos de vista que han
sido adoptados por algunos amilenaristas, se responde porque el salmo declara
firmemente que el pacto era seguro independientemente de la fidelidad de
Israel. En consecuencia, Dios castigará a Israel por sus pecados, pero no
cancelará Sus promesas hechas en gracia a David. Es importante notar que este
pacto fue hecho en gracia y no está sujeto al cará cter condicional del pacto
mosaico.
El significado del pacto davídico, como se explica en las Escrituras en 2
Samuel 7 y 1 Cró nicas 17, y ampliado en el Salmo 89, es relativamente fá cil de
entender. Dios entró en un pacto solemne con David, prometiendo que tanto su
trono como su linaje continuarían para siempre. Debido a que tal expectativa
era contraria a la historia ordinaria, el mismo David planteó una pregunta en 2
Samuel 7:18-19 sobre la inusual longevidad de la promesa. Pero está claro que
David entendió la promesa de extenderse a sugobierno político sobre Israel y la
sucesió n en el trono de sus descendientes. Tal interpretació n parece natural en
el registro bíblico del pacto davídico.

Interpretación amilenial del pacto davídico


Debido a que la teología está dividida sobre el tema de un milenio futuro,
el cumplimiento literal de esta promesa a David ha sido cuestionado,
especialmente por aquellos que niegan un milenio futuro.
La negació n de un milenio futuro por parte de los amilenaristas hace que
sea necesario que tengan cumplimiento del pacto davídico antes de la segunda
venida de Cristo. Los amilenaristas no está n de acuerdo en có mo explicar este
pacto, pero en general, la mayoría de ellos tratan de encontrar su cumplimiento
en la era actual con Cristo reinando en el trono del Padre en el cielo y la iglesia
gobernada por Cristo en la tierra.
Los amilenaristas contemporá neos, sin embargo, ofrecen varias otras
soluciones, como que el milenio se cumpla en el estado intermedio, o que el
milenio se cumpla en el cielo nuevo y la tierra nueva revelados en Apocalipsis
21-22. Obviamente, este punto de vista requiere una reinterpretació n del pacto
davídico y los términos de la promesa. Los amilenaristas tienden a justificar su
negació n del cumplimiento literal recurriendo al Nuevo Testamento, que
enfatiza el gobierno actual de Cristo como cabeza de la iglesia.
Los premilenaristas, sin embargo, no solo señ alan los principales pasajes
de 2 Samuel 7, 1 Cró nicas 17 y el Salmo 89, revelan claramente que se esperaba
un cumplimiento literal, sino también que hay numerosas confirmaciones,
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. , que apoyan este concepto
de cumplimiento literal.
Una de las mayores profecías mesiá nicas del Antiguo Testamento incluía la
expectativa de que Cristo se sentaría en el trono de David: “Porque un niñ o nos
ha nacido, un hijo nos es dado, y el gobierno estará sobre sus hombros. Y será
llamado Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Del
aumento de su gobierno y la paz no habrá fin. É l reinará sobre el trono de David
y sobre su reino, estableciéndolo y sosteniéndolo con justicia y rectitud desde
entonces y para siempre. El celo del SEÑ OR Todopoderoso logrará esto” (Isa. 9:
6– 7). La profecía se refiere a Jesucristo y establece claramente que É l reinaría
en el
trono de David. Debido a que Cristo es Uno que murió y resucitó , puede estar
relacionado con el trono davídico para siempre.
En este pasaje, como en otras referencias al trono de David, se debe
mantener una clara distinció n entre el trono davídico y el trono del Padre en el
cielo. Obviamente, David nunca se sentó en el trono en el cielo donde Cristo está
ahora entronizado. El trono de David era un trono político que se ocupaba de la
tierra y específicamente del pueblo de Israel. En consecuencia, no hay nada que
corresponda a esto en el presente reinado de Cristo en el trono del Padre. Má s
bien, Cristo está esperando Su segunda venida y el establecimiento del reino de
Cristo sobre la tierra, como se muestra en el Salmo 110: 1-3. El anuncio en
Isaías 9 del pró ximo nacimiento del hijo de David está claramente vinculado a
una obra de Dios má s que a una obra del hombre. Dice: “El celo del SEÑ OR
Todopoderoso logrará esto” (Isa. 9:7).
Jeremías 23:5–8. El profeta Jeremías también predijo la venida de un Rey
que sería un descendiente de David, “'Vienen días', declara El Señ or,'cuando
levantaré a David un Renuevo justo, un Rey que reinará sabiamente y haz lo
que es justo y recto en la tierra. En sus días, Judá será salvo e Israel vivirá
seguro. Este es el nombre por el cual se le llamará : EL SEÑ OR, nuestra justicia”
(vv. 5-6).
La referencia a un futuro Rey obviamente fue al Señ or Jesucristo, declarado
descendiente de David en el versículo 5. Su reinado será específicamente sobre
la tierra de Israel. Bajo Su dominio como Rey, Judá (el reino de dos tribus) e
Israel (el reino de diez tribus), habitará n juntos en paz y seguridad.
Esta promesa se cumplirá en relació n con la reunió n de Israel de toda la
tierra en el milenio. Se predijo que Israel habitaría en su tierra bajo el reinado
de su Rey (vv. 5-8). Comparar esto con la época actual no revela ningú n
cumplimiento, a pesar de que algunos israelitas han regresado a la tierra en el
siglo veinte. No se ha establecido ningú n trono terrenal de David; no se ha
logrado una reunió n completa de los hijos de Israel de todo el mundo. Estos
eventos está n relacionados en el contexto del establecimiento del futuro reino
davídico y la segunda venida de Cristo.
Jeremías 30:1–9. Jeremías continuó este tema en otros pasajes. Una
profecía similar se dio en los versículos 1 al 9: “Esta es la palabra que llegó a
Jeremías desde el Señ or: 'Esto es lo que dice el Señ or, el Dios de Israel: “Escribe
en un libro todas las palabras que tengo hablado contigo. Vienen días”, declara
el Señ or, “cuando traeré a mi pueblo Israel y Judá de regreso del cautiverio y los
devolveré a la tierra que di a sus antepasados para que la poseyeran”, dice el
Señ or. Estas son las palabras que pronunció la L ORD sobre Israel y Judá : 'Esto
eslo que dice el Señ or: “Se escuchan gritos de miedo, terror, no paz. Pregunte y
vea: ¿Puede un hombre tener hijos? Entonces, ¿por qué veo a cada hombre
fuerte con las manos en el estó mago como una mujer en trabajo de parto, cada
rostro se puso
mortalmente pá lido? ¡Qué espantoso será ese día! Ninguno será así. Será un
tiempo de angustia para Jacob, pero se salvará de ello. En ese día,” declara
el SEÑ OR Todopoderoso, “romperé el yugo de sus cuellos y romperé sus
ataduras; los extranjeros ya no los esclavizará n. En cambio, servirá n al SEÑ OR su
Dios y a David su rey, a quien yo levantaré para ellos”.
Jeremías 30:10-11. En Jeremías 30 se predijo nuevamente que Israel y Judá
serían traídos de regreso del cautiverio e instalados en su tierra (vv. 10-
11). Jeremías señ aló que antes de esto habría un tiempo de gran angustia, pero
que Israel sería liberado de él (vv. 5-9). Después de la reunió n y la liberació n
del tiempo de la tribulació n, Jeremías profetizó que serían gobernados por
“David su rey” (v. 9). Este pasaje introduce un factor nuevo: que el mismo David
resucitará para participar con Cristo en el gobierno de la tierra (cf. Ezequiel
34:23-24; 37:24). La resurrecció n de David está relacionada con la segunda
venida de Cristo, no con un período o evento anterior. En consecuencia, el
cumplimiento de este pasaje aguarda la futura venida de Cristo.
Una confirmació n adicional se reveló en Jeremías 33:14-17, donde se
repitieron las conocidas promesas de un descendiente de David que reinaba
sobre Israel. Se podrían citar muchas otras profecías del Antiguo Testamento
relacionadas con este tema. En Ezequiel 37, en relació n con el avivamiento de
Israel, se dio la profecía de que los dos reinos de Judá e Israel volverían a estar
unidos bajo un solo rey (v. 22). En el versículo 24, se confirmó la profecía de
Jeremías sobre la resurrecció n y el reinado de David como rey. El papel de
David como rey será el de un "príncipe". Aunque Cristo es Rey de reyes y Señ or
de señ ores, David tendrá un papel de honor como príncipe.
A medida que la historia desarrollaba el papel de Israel, obviamente hubo
una interrupció n del reinado de los descendientes de David en el trono durante
el cautiverio babiló nico. Sin embargo, esto se anticipó en las profecías del
Antiguo Testamento que se dan en Oseas 3: 4-5: “Porque los israelitas vivirá n
muchos días sin rey ni príncipe, sin sacrificio ni piedras sagradas, sin efod ni
ídolo. Después, los israelitas regresará n y buscará n la SEÑ OR su Dios y David su
rey. Vendrá n temblando a la L ORD y a sus bendiciones en los ú ltimos días”.
El hecho de que el trono no estuviera ocupado durante este período no
significa que no hubiera ningú n candidato legítimo para él. En ú ltima instancia,
el evangelio de Mateo responde a estapregunta mostrando que Cristo tiene el
derecho legal al trono. Sin embargo, Cristo no ocupará este papel hasta su
segunda venida a la tierra.
Una de las profecías má s importantes del Antiguo Testamento sobre el
reavivamiento de Israel y el pacto davídico se revela en Amó s 9:11-15. Aunque
el libro de Amó s es en gran parte una condenació n de Israel por su pecado y
una afirmació n de que Dios los estaba disciplinando, los ú ltimos cinco
versículos del
libro se refieren al futuro brillante cuando Israel será restaurado. La
restauració n se conoce como una restauració n de la "tienda caída de David" (v.
11). Sería restaurado a la gloria que alguna vez tuvo. Obviamente, esta es una
declaració n de la restauració n del reino davídico. De acuerdo con esta futura
restauració n de Israel, la productividad de Israel en la tierra restaurada se
describe en los versículos 13-15. Sus ciudades será n reconstruidas, se
plantará n viñ edos, los huertos dará n frutos. Pero la promesa má s importante se
da en el versículo 15: "'Plantaré a Israel en su propia tierra, para que nunca má s
sea desarraigado de la tierra que les he dado', dice el SEÑ OR tu Dios". La
restauració n de Israel a su tierra bajo Cristo, su Rey, resultará en la evidente
restauració n de Israel como nació n, que nunca má s será esparcida (v. 15).

Otras confirmaciones del pacto davídico del Antiguo Testamento


2 Samuel 12:1–12. El mismo David iba a experimentar el castigo de Dios
por sus pecados de adulterio y asesinato en relació n con Urías y Betsabé. En los
versículos 1–12, el profeta Natá n reprendió a David y predijo que la espada
continuaría azotando la casa de David (vv. 9–10).
Aunque Cristo cumplió la promesa de que la casa de David reinaría para
siempre, a Salomó n se le advirtió que sus descendientes ocuparían el trono solo
mientras obedecieran a Dios. A Salomó n se le dijo: “Si tus descendientes miran
có mo viven, y si caminan fielmente ante mí con todo su corazó n y alma, nunca
dejará s de tener un hombre en el trono de Israel” (1 Reyes 2: 4). Aunque los
descendientes de Salomó n le fallaron a Dios, el pacto davídico fue cumplido por
los descendientes de David a través de su hijo Natá n.
1 Reyes 3:11–14; 6:11-13; 9:4–9. En 3:11–14, Dios prometió bendecir a
Salomó n de acuerdo con el convenio davídico y darle riquezas, sabiduría y
honor. Estas profecías se cumplieron literalmente (cf. 2 Cró n. 1: 11-12). En
6:11- 13, Dios reiteró Su promesa, que le dio a David con respecto a Salomó n.
En 9:4– 9, Dios repitió Su promesa tal como se la dio a David, pero también
advirtió que, si los hijos de Israel no obedecían la Ley, ciertamente serían
expulsados de la tierra.
2 Crónicas 7:11-22. Esta profecía se cumplió literalmente en los siglos VII y
VI antes de Cristo. Una promesa condicional similar se hizo con motivo de la
terminació n del templo: “Cuando Salomó n hubo terminado el templo de
la SEÑ OR y el palacio real, y hubo logrado llevar a cabo todo lo que tenía en
mente para hacer en el templo de la L ORD y en su propio palacio, el L ORD se le
apareció por la noche y le dijo: 'He escuchado tu oració n y he elegido este lugar
para mí como un templo para los sacrificios. Cuando cierre los cielos para que
no llueva, o ordene a las langostas que devoren la tierra o envíe una plaga entre
mi pueblo, si mi pueblo, que es llamado por mi nombre, se humilla y ora y busca
mi rostro y
se vuelve de sus malos caminos, entonces escucharé desde el cielo, perdonaré
su pecado y sanaré su tierra. Ahora mis ojos estará n abiertos y mis oídos
atentos a las oraciones ofrecidas en este lugar. He elegido y consagrado este
templo para que mi Nombre esté allí para siempre. Mis ojos y mi corazó n
siempre estará n ahí. En cuanto a ti, si caminas delante de mí como lo hizo David
tu padre, y haces todo lo que te mando y guardas mis decretos y leyes,
estableceré tu trono real, como hice un convenio con David tu padre cuando
dije: “Nunca no tener un hombre que gobierne sobre Israel ". Pero si te apartas
y abandonas los decretos y mandamientos que te he dado y te vas a servir a
otros dioses y adorarlos, entonces arrancaré a Israel de mi tierra que les he
dado, y rechazaré este templo para el que he consagrado. mi nombre. Lo
convertiré en sinó nimo y en objeto de burla entre todos los pueblos. Y aunque
este templo es ahora tan imponente, todos los que pasen se horrorizará n y
dirá n: "¿Por qué la L ORD ha hecho tal cosa en esta tierra y en este templo?" La
gente responderá : “Porque han abandonado a el Señ or, el Dios de sus padres,
que los sacó de Egipto, y han abrazado a otros dioses, adorá ndolos y
sirviéndolos, por eso trajo todo este desastre sobre ellos””. (vv. 11-22).
En el encargo de David a Salomó n de construir una casa para el Señ or, le
recordó a Salomó n que, aunque estaba en el corazó n de David construir el
templo, Dios había declarado que debido a que David era un hombre de guerra
que había derramado mucha sangre, su hijo sería acusado con esta
responsabilidad. Salomó n fue nombrado por Dios. Aunque a Salomó n se le
prometió que su trono continuaría para siempre (1 Cró n. 22:6–10), no se le
prometió , como Dios le prometió a David, que un descendiente de Salomó n se
sentaría en el trono.
Esto se explicó má s adelante en Jeremías 36:30, debido a la maldició n en la
línea que viene de Salomó n. En el linaje de María del Nuevo Testamento, fue
declarada unadescendiente de un hijo de David llamado Natá n (Lucas
3:31). Aunque Cristo es descendiente de David, no es descendiente de
Salomó n. El lugar de Salomó n fue nuevamente el tema de la profecía en 1
Cró nicas 28:4-7. David profetizó que Salomó n se sentaría en su trono y que su
reino continuaría para siempre (1 Cró n. 28:5), pero la Biblia no dice nada sobre
los descendientes de Salomó n.

Juicio previsto sobre David


2 Samuel 12:10–12. Debido al pecado de David con Betsabé, Natá n predijo
que la espada no saldría de la casa de David y que violarían a sus esposas. Esto
se cumplió en 2 Samuel 15-20.
Hijo de Betsabé a morir
2 Samuel 12:13–23. Debido al pecado de David, su hijo de Betsabé
moriría. Esto se cumplió en los versículos 18-23.

Nacimiento de Salomón
2 Samuel 12:24–25. Se cumplió la promesa de un hijo que se sentaría en el
trono de David y construiría el templo (cf. 1 Reyes 2:12; 6:37).

Salomón prometió sabiduría, riquezas y honor


1 Reyes 3:5–15. En un sueñ o, Dios le dijo a Salomó n que preguntara qué
deseaba acerca de su reino. Salomó n pidió sabiduría para gobernar a Israel (vv.
7-9). En respuesta, Dios le prometió a Salomó n no solo sabiduría, sino honor y
riquezas (vv. 10-15).

La promesa condicional del trono de Salomón


1 Reyes 9:1–9. A Salomó n se le prometió que sus descendientes se
sentarían en su trono si obedecían a Dios. Si no lo hicieran, serían cortados y el
templo sería destruido. Esto se cumplió en 2 Cró nicas 36:14-21. El trono de
David sobreviviría, pero los descendientes de Salomó n no se sentarían en él.
1 Reyes 11:11–39. Dios confrontó a Salomó n debido a su partida del Señ or
y predijo que el reino sería arrebatado a sus descendientes. Dios le aseguró a
Salomó n que esto no sucedería durante su vida. De acuerdo con esto, un profeta
de Dios designó a Jeroboam como el futuro rey de diez tribus de Israel (vv. 29–
39).
1 Reyes 13:1-3. Se reveló una profecía acerca de Josías de la casa de David:
“Por palabra del SEÑ OR, un varó n de Dios vino de Judá a Betel, mientras
Jeroboam estaba de pie junto al altar para hacer una ofrenda. Gritó contra el
altar por la palabra del SEÑ OR: '¡Oh altar, altar! Esto es lo que dice el Señ or: “Un
hijo llamado Josías nacerá en la casa de David. Sobre ti sacrificará a los
sacerdotes de los lugares altos que ahora hacen ofrendas aquí, y huesos
humanos será n quemados sobre ti”. Ese mismo día el hombre de Dios dio una
señ al: 'Esta es la señ al que ha declarado el SEÑ OR: El altar se partirá y las cenizas
sobre él se derramará n '” (vv. 1-3). La profecía del altar dividido se cumplió de
inmediato. La profecía de que los huesos de los sacerdotes se quemaron en el
altar se cumplió má s tarde (2 Reyes 23:15-17).
1 Reyes 13: 8-26. Se registró el relato de un profeta desobediente que
murió porque no obedeció a Dios (vv. 23-26).
1 Reyes 14:1–16. Se reveló que la casa de Jeroboam sería destruida debido
a los pecados de Jeroboam contra el Señ or. Asimismo, se pronunció juicio sobre
Baasa, rey de Israel, por haber abandonado al Señ or (vv. 1-4). El castigo
adicional
de Israel fue profetizado en 17:1–4 cuando Dios predijo la sequía de Israel. Elías
iba a ser cuidado por la viuda de Sarepta (vv. 8-16). La lluvia regresaría a Israel
solo a la palabra de Elías como se menciona en 18:19, 41, 45.
1 Reyes 16:1–4, 11–13; 17:1, 7–16; 18:35–45; 20:13–14, 18–22, 26–30, 35–36,
42; 21:17-20, 23; 22:13–28, 34–38; 2 Reyes 9:30–37; 2 Crón. 18: 16-27, 33-
34. Muchas otras profecías fueron reveladas y cumplidas rá pidamente. La línea
de Baasa iba a ser destruida (1 Reyes 16:1–4, 11–13). La sequía plagaría a Israel
(1 Reyes 17:1; 18:36–45). La harina y el aceite de la viuda no fallarían (1 Reyes
17:7–16). Acab tendría la victoria sobre Siria (1 Reyes 20:13-14, 18-
21). El ataque a Siria se reanudaría (1 Reyes 20: 35–36). El profeta
desobediente iba a morir (1 Reyes 20:35–36). Acab y su pueblo sufrirían
porque él perdonó a Ben-Adad (1 Reyes 20:42; 22:34–35). Acab debía
derramar su sangre y morir en el mismo lugar donde mató a Nabot (1 Reyes
21:17–20; 22:37–38; 2 Cró n. 18:33– 34). Jezabel sería devorada por perros (1
Reyes 21:23; 2 Reyes 9:30–37). Acab sería derrotado (1 Reyes 22:13-28; 34-38;
2 Cró n. 18:16-27).
Las profecías confirmaron una y otra vez el método de interpretació n que
requiere el cumplimiento literal de la profecía y se relacionan con la disciplina
que Dios ejerció sobre el pueblo de Israel debido a sus pecados. Es significativo
que en ninguna de estas profecías el pacto con David fue cancelado o anulado.

Confirmación del Pacto Davídico en el Nuevo Testamento


Uno de los principales argumentos de quienes rechazan un futuro reinado
de Cristo en la tierra es el argumento de que el Nuevo Testamento no apoya
este concepto. Es cierto que el Nuevo Testamento no repite todas las promesas
del Antiguo Testamento, ya que no era necesario hacerlo porque el Antiguo
Testamento es la Palabra de Dios. El Nuevo Testamento, sin embargo, está en
constante acuerdo con la expectativa del pueblo de Israel por la futura
restauració n y el reinado de Cristo sobre ellos cuando regrese.
La confirmació n del pacto davídico se encuentra en las palabras del á ngel a
María, anunciando que ella sería la madre de Jesú s. “No temas, María, has
hallado gracia ante Dios. Quedará s encinta y dará s a luz un hijo, y le pondrá s
por nombre Jesú s. É l será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señ or Dios
le dará el trono de su padre David, y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre; su reino no tendrá fin” (Lucas 1:30–33). Ademá s de la promesa
general de que Jesú s sería su hijo, se dieron las promesas específicas de que
ocuparía el trono de su padre David y que su reinado y su reino nunca
terminarían.
Si es cierto, como sostienen los defensores del amilenialismo, que el
Antiguo Testamento ha sido mal entendido y que no se debe esperar un
cumplimiento literal del pacto davídico, ¿por qué instruiría Dios a su á ngel a
usar tal terminología con María? Ciertamente, para una doncella judía que
vive en un
tiempo de expectativa de la venida del Mesías para Israel, no habría ningú n
problema en aceptar la promesa como algo muy literal. Por el contrario,
hubiera sido muy extrañ o si lo que Dios tenía la intenció n de revelar era que su
hijo iba a ser cabeza de una iglesia compuesta por judíos y gentiles. Es cierto
que los creyentes de la era de la iglesia fueron llamados "hijos de Abraham"
(Gá latas 3:6- 9), basado en la promesa abrahá mica de bendició n sobre "todos
los pueblos de la tierra" (Génesis 12:3), pero la iglesia nunca estuvo relacionada
con Jacob. La referencia a la casa de Jacob debe ser una referencia a los
descendientes físicos de Jacob, es decir, el pueblo de Israel.
Cuando Cristo instruyó a sus discípulos sobre varias verdades bíblicas,
quedó bastante claro que los mismos discípulos, después de haber sido
enseñ ados por Jesú s durante má s de tres añ os, esperaban tal cumplimiento de
las promesas del Antiguo Testamento. En el incidente registrado en Mateo 20:
20–23, cuando la madre de Santiago y Juan le pidió a Cristo que sus hijos
compartieran Su trono, ciertamente no tenía en mente ocupar eltrono del Padre
en los cielos. Má s bien se anticipó al trono davídico que estaría en la tierra. Má s
tarde, Cristo confirmó su expectativa al prometerles que se sentarían en tronos
para juzgar a las doce tribus de Israel en el período prometido de restauració n
(Mat. 19:28). Esta promesa se confirmó má s tarde, en Lucas 22:30, cuando
Cristo se reunió con sus discípulos para la Pascua la noche antes de su
crucifixió n. Nuevamente se les aseguró que se sentarían en tronos y juzgarían a
las doce tribus de Israel.
Incluso en el momento de la ascensió n de Cristo, los discípulos no tenían
claro có mo se cumpliría esta promesa del reino terrenal de Cristo. En
consecuencia, en Hechos 1: 6 hicieron la pregunta: "Señ or, ¿vas a restaurar el
reino a Israel en este momento?" No anticiparon la era presente, aunque Cristo
les había instruido acerca de ella en Juan 13-16. Su pregunta no era si Cristo
introduciría el reino, sino cuándo lo introduciría. Si este fuera un concepto
incorrecto de parte de los discípulos, debería haber habido correcció n de los
labios del mismo Cristo. En cambio, les dijo que no les correspondía saber la
hora. Al afirmar esto, Cristo en efecto confirmó su esperanza, pero no reveló
cuá ndo ocurriría. Pasajes posteriores del Nuevo Testamento, como Apocalipsis
19, aclaran que el reinado de Cristo en la tierra comenzará con Su segunda
venida.
Los discípulos obviamente tenían dificultad para entender que antes de la
restauració n de Israel, se cumpliría la era presente, en la que los gentiles serían
prominentes. Esta pregunta surgió en el concilio de Jerusalén, como se registra
en Hechos 15. Al resolver el problema, Santiago citó la profecía de Amó s 9:11-
12. Santiago llegó a la conclusió n de que la profecía bíblica indicaba que habría
un tiempo de bendició n y prominencia de los gentiles antes de la restauració n
de
Israel. Esto, por supuesto, es exactamente lo que ha ocurrido en la época
actual. Santiago los instó , por lo tanto, a no ponérselo difícil a los gentiles
esperando que mantuvieran los ritos y ceremonias judíos, aunque también
debían evitar la irritació n innecesaria de los judíos que todavía se aferran a las
antiguas ceremonias. Al concluir la conferencia, sugirieron que los gentiles
debían abstenerse de “alimento sacrificado a los ídolos, de sangre, de carne de
animales estrangulados y de inmoralidad sexual” (Hechos 15:28-29).
Al llegar a esta conclusió n, por un lado, reafirmaron el propó sito actual de
Dios de llamar a un pueblo a Su nombre de los gentiles como cumplido en la era
de la iglesia actual. Al mismo tiempo, reafirmaron su expectativa de que,
después de la era actual, se daría al pueblo de Israel un tiempo de restauració n
y promesas cumplidas en el período posterior a la segunda venida de Cristo.
Se arroja má s luz sobre esto en la dramá tica presentació n de la segunda
venida de Cristo en Apocalipsis 19 y el reino milenial en Apocalipsis 20. Por
consiguiente, la afirmació n de los eruditos amilenialistas de que el reino
milenial se encuentra solo en Apocalipsis 20, y por lo tanto no debería ser
aceptado, no es una explicació n adecuada del tema constante de las Escrituras
desde 2 Samuel 7 hasta Apocalipsis 20 con respecto a un reino futuro en la
tierra que continuaría el reino davídico. La claridad de las promesas y su
interpretació n como profecía literal a ser cumplida se sustenta en un examen
de todos los pasajes de la Escritura involucrados. Solo los premilenaristas
pueden tomar estas Escrituras en su significado natural y encontrar un registro
claro de su cumplimiento futuro.

Profecía de Micaías
Algunas profecías está n registradas en 1 Reyes que no está n relacionadas
con el pacto davídico. Uno es la profecía de Micaías.
El rey Josafat planteó la cuestió n de si debía unirse al rey Acab en una
conquista militar de Ramot de Galaad. Los profetas mentirosos de Acab los
instaron a ir a la batalla (1 Reyes 22:5–12; 2 Cró n. 18:5–11). Josafat desconfiaba
de estos profetas. Micaías profetizó que perderían la guerra (1 Reyes 22:13-28;
2 Cró n. 18:12-27). Fueron a la batalla y fueron derrotados y Acab murió (1
Reyes 22:37–38; 2 Cró n. 18:33–34).
PROFECÍA EN SEGUNDA DE REYES, PRIMERA Y
SEGUNDA DE CRÓ NICAS
Profecía de la muerte de Ocozías
2 Reyes 1:4, 16-17. En el libro de 2 Reyes, se revelan numerosas profecías y
también se registra su cumplimiento. Elías profetizó que Ocozías moriría
porque envió hombres a consultar a Baal-Zebub en lugar del Dios verdadero (v.
4). Su muerte se registró como profecía cumplida en los versículos 16-17.

Profecía relacionada con Elías


2 Reyes 2:1-14. Se revelaron una serie de profecías relativas a que Elías fue
llevado al cielo en un torbellino. En cumplimiento del pedido de Eliseo, se le dio
una doble poció n del Espíritu Santo.

Profecía relacionada con Eliseo


2 Reyes 3:15-27. Eliseo predijo que los reyes de Israel y Judá podrían
conquistar a los moabitas. Se les instruyó que hicieran zanjas que el
Señ or llenaría de agua para que tanto los hombres como los animales pudieran
beber. La profecía se cumplió literalmente (vv. 21-27).
2 Reyes 4:5–6, 38–44. Se cumplió la profecía de que las tinajas de la viuda
se llenarían de aceite. Eliseo predijo que el guiso cocinado en la olla grande no
dañ aría a la compañ ía de los profetas, aunque se usaran calabazas venenosas
(vv. 38–44). Esto se cumplió .
2 Reyes 5:1–19. Se registra la conocida historia de la curació n de Naamá n
de la lepra. Naamá n recibió instrucciones de lavarse en el Jordá n y, cuando lo
hizo, fue sanado milagrosamente (vv. 10, 14).
2 Reyes 5:19-27. Por el contrario, se cumplió la predicció n de Eliseo acerca
de su siervo Giezi, que la lepra de Naamá n lo afligiría por su duplicidad al pedir
una recompensa a Naamá n.
2 Reyes 6:8-23. Cuando fue rodeado por soldados de Aram, Eliseo fue
librado milagrosamente. El ejército fue cegado y conducido a Samaria, donde
fue liberado y abandonó la guerra.
2 Reyes 7:1–2. En tiempos de hambruna en Israel, Eliseo predijo su
liberació n. Eliseo le dijo al oficial del rey que cuestionó la profecía: “'Lo verá s
con tus propios ojos', respondió Eliseo, '¡pero no comerá s nada!'” (V. 2). Esta
profecía se cumplió de inmediato (v. 17).
2 Reyes 8:1-15. La hambruna de siete añ os que sobrevendría a Israel fue
predicha (vv. 1–6) y se cumplió (v. 2). Eliseo profetizó que Ben-Adad, rey de
Aram, se recuperaría de su enfermedad, pero que de hecho moriría, lo cual se
cumplió literalmente (v. 15).
2 Reyes 8:13-15. Eliseo también predijo que Hazael se convertiría en rey de
Aram, lo cual se cumplió (v. 15). Eliseo también predijo que Hazael mataría a
muchos israelitas: hombres, mujeres y niñ os (v. 12). Má s tarde, las Escrituras
registran el cumplimiento de estas profecías (10:32; 12:17–18; 13:3, 22–25; 2
Cró n. 22:5–6).
2 Reyes 9:1–10. Eliseo predijo que Jehú sería rey de Israel.
2 Reyes 9:14-28. El cumplimiento de la profecía acerca de Jehú como rey se
registró má s tarde.
2 Reyes 9:30–37. La profecía de la muerte de Jezabel también se cumplió de
acuerdo con la profecía hecha en 1 Reyes 21:23.
2 Reyes 10:1–11, 17. Se registró el juicio predicho de la casa de Acab,
cumpliendo la profecía de la muerte de Acab en 1 Reyes 21:20–22.
2 Reyes 10:30. La profecía de que los descendientes de Jehú se sentarían en
el trono de Israel hasta la cuarta generació n se registró y se cumplió en 15:12.
2 Reyes 13:14-19. Eliseo predijo que Israel derrotaría a Aram tres veces.
Esto se cumplió en el versículo 25.
2 Reyes 14:25. Se cumplió una profecía no registrada de Joná s de que
Jeroboam poseería el territorio de Israel.

Profecía relacionada con Ezequías


2 Reyes 19:5–6. Se le informó a Ezequías que el ejército asirio que asediaba
a Israel se marcharía y que el rey de Asiria sería asesinado.
2 Reyes 19:20–36. Se reveló una predicció n adicional de la liberació n de
Israel de Asiria, y el cumplimiento se registra en los versículos 35–36.
2 Reyes 20:1–19. En el momento de la enfermedad de Ezequías, se le
informó que se agregarían quince añ os a su vida, durante los cuales estaría
protegido de los ataques del rey de Asiria (vv. 1-11). Sin embargo, el profeta
Isaías predijo que el cautiverio en Babilonia no comenzaría hasta después de la
muerte de Ezequías (vv. 16-19).

Profecía relacionada con Manasés, Josías y Joacaz


2 Reyes 21: 10-15. La caída de Manasés se predijo y se cumplió en 2
Cró nicas 33: 10-11. El regreso de Manasés al Señ or y su reinado renovado se
registra en 2 Cró nicas 33:12–20.
2 Reyes 22:1–20. En respuesta a la solicitud de Josías del Señ or de recibir
direcció n después de que se encontró y leyó el libro de la ley (vv. 8-10), y en
vista de los pecados del pueblo de Israel, la profecía le fue dada a Hulda, la
profetisa de que Dios Traería desastre sobre Israel (cf. 2 Cró n. 34:22-28).
Debido a que el corazó n de Josías respondió y se humilló ante el Señ or, esto no
sucedería hasta después de la muerte de Josías (2 Reyes 22:15-20).
2 Reyes 23:1–30. Aunque Josías hizo lo que pudo para eliminar la adoració n
falsa e intentó cumplir la Ley de Moisés, y aunque está registrado que “se volvió
a la L ORD como lo hizo, con todo su corazó n y con toda su alma y con todo Su
fuerza, de acuerdo con toda la ley de Moisés” (v. 25), Dios predijo que trataría
con Judá como lo había hecho con Israel y que rechazaría a Jerusalén y el
templo (vv. 26-27). Se registró la muerte de Josías (vv. 29-30), y Joacaz lo
sucedió como rey, pero reinó solo tres meses. El faraó n Necao lo encadenó .
Los capítulos finales de 2 Reyes registran el juicio profetizado de Dios
sobre Israel, tanto a manos de Faraó n como a manos de Nabucodonosor, rey de
Babilonia. El juicio de Dios que fue iniciado por Faraó n fue completado por
Nabucodonosor cuando tomó cautiva a Jerusalén.

Batalla con Edom


2 Crónicas 20:15-17. Jahaziel le profetizó al rey Josafat que el gran ejército
que venía contra él desde Edom sería destruido sin que Josafat tuviera que
pelear una batalla (2 Cró n. 20:15-17). Se le indicó que ordenara a sus tropas
que marcharan contra ellos, pero se le dijo que Dios les daría la victoria sin
pelear.
2 Crónicas 20:20-25. La profecía se cumplió literalmente cuando el ejército
contrario comenzó a luchar entre ellos y se alimentaron, dejando atrá s su
equipo. Sin embargo, la aventura de Josafat en la construcció n de barcos
fracasaría (v. 37).

Profecía de Elías
2 Crónicas 21:12-20. A la muerte de Josafat, su hijo Joram asumió el trono,
pero debido a su iniquidad, el profeta Elías predijo el juicio de Dios (vv. 12-
15). Predijo que Dios juzgaría a su familia y que Joram mismo moriría de una
enfermedad persistente. Esto se cumplió cuando la familia de Joram fue llevada
cautiva (vv. 16–17), y la muerte de Joram se describe en los versículos 18–20.

Profecía de Zacarías
2 Crónicas 24:20-22. Zacarías, hijo del sacerdote Joiada, se presentó ante el
rey Joá s y predijo que, por no haber obedecido el mandato del Señ or, el Señ or lo
había abandonado. Zacarías fue apedreado a causa de su mensaje, un hecho al
que Cristo se refirió en su lamento por Jerusalén en Mateo 23:35. En 2 Cró nicas
25:15-17, Dios envió un profeta a Amasías, prediciendo que Dios lo destruiría
porque no había escuchado el consejo de Dios. El resultado se registró en el
versículo 27, cuando Amasías fue asesinado.
PROFECÍA EN ESDRAS, NEHEMÍAS Y ESTER
Profecía en Esdras
En el libro de Esdras, solo un pasaje es profético. Los sacerdotes y los
levitas gritaron grandes alabanzas y acció n de gracias cuando Zorobabel y otros
pusieron los cimientos del nuevo templo del Señ or: “É l es bueno; su amor por
Israel permanece para siempre” (Esdras 3:11).

Profecía en Nehemías
Nehemías también tiene un solo pasaje profético. Al responder a los que
ridiculizaron la reconstrucció n del muro por parte de Israel, Nehemías dijo: “El
Dios del cielo nos dará éxito. Nosotros, sus siervos, comenzaremos a
reconstruir, pero en cuanto a ti, no tienes participació n en Jerusalén ni ningú n
reclamo o derecho histó rico sobre ella” (Neh. 2:20). Nehemías registró el
cumplimiento literal de esta profecía (6: 15-16).

Profecía en Ester
El libro de Ester es ú nico en las Escrituras, ya que no tiene ninguna
referencia directa a la deidad, la adoració n de Dios, la oració n, el sacrificio o la
profecía. Sin embargo, el libro confirma lo que está profetizado explícitamente
en otras Escrituras: Dios le daría Su cuidado infalible a Israel y lo perpetuaría
como nació n (Jer. 30: 8-11; 31:23-40).
3

PROFECÍA EN LOS LIBROS DE POESÍA

PROFECÍA EN JOB
El libro de Job presenta un problema inusual en la interpretació n profética, ya
que gran parte de él registra los discursos de Elifaz, Bildad y Zofar. El Señ or
declaró específicamente en Job 42: 7 que Elifaz, Bildad y Zofar "no hablaron de
mí lo que es justo, como lo hizo mi siervo Job". Sin embargo, el Señ or no
condenó a Eliú y declaró que Job dijo “lo que es justo” (v. 7). Asimismo, en el
discurso de Elifaz en 5:17-26, hubo una verdad profética general, pero su
precisió n está sujeta a dudas en cuanto a su aplicació n a Job. La profecía de
Bildad (8: 20-22) fue defectuosa, ya que Bildad intentó demostrar que Job
estaba sufriendo a causa de sus pecados.
Job 11:14-20. Zofar habló proféticamente que, si Job quitaba el pecado, Dios
lo bendeciría. Pero su profecía se vio empañ ada al aplicar una profecía general
de juicio a los inicuos a Job.
Job 19:25-27. El mismo Job pronunció una de las grandes profecías del
Antiguo Testamento cuando declaró : “Sé que mi Redentor vive, y que al final
estará sobre la tierra. Y después que mi piel haya sido destruida, en mi carne
veré a Dios; Yo mismo lo veré con mis propios ojos, yo, y no otro. ¡Có mo anhela
mi corazó n dentro de mí! " (vv. 25-27). Era notable que Job, que vivía en un
tiempo antes de que se escribiera cualquier Escritura, no obstante, tenía
firmemente en mente la verdad profética de que su Redentor vivía en ese
momento y que algú n día estaría sobre la tierra. Job declaró su fe en que,
aunque su cuerpo sería destruido, vería a Dios cuando el mismo Job resucitara.
Job 23:10-11. Esta expresió n de Job también se erige como una de las
grandes profecías del Antiguo Testamento: “Pero él sabe el camino que
tomo; cuando me ha probado, yosaldrá como oro. Mis pies han seguido de cerca
sus pasos; Me he mantenido en su camino sin desviarme” (vv. 10-11).
Job 36: 8-12. Eliú declaró que aquellos que se arrepientan y obedezcan a
Dios “pasará n el resto de sus días en prosperidad y sus añ os en
contentamiento” (v. 11). Al contrario, los que se niegan a escuchar perecerá n.
Esta declaració n de la justicia general de Dios es cierta en la medida en que el
Señ or no incluyó a Eliú en Su condenació n (42:7).
PROFECÍA EN LOS SALMOS
Aunque el libro de los Salmos registra la adoració n, las oraciones y las
experiencias de los salmistas, era natural que la fe en Dios anticipara el futuro
profético. Destacado en la expectativa del pueblo del Señ or fue el cuidado
futuro y la fidelidad de Dios (1:1-3), la recompensa de los justos y el juicio
sobre los impíos (1:4-7; Apocalipsis 20:11-15), la expectativa de la venida del
Mesías, la esperanza del reinado de Cristo en su reino futuro (Sal. 2) y la
confirmació n de los pactos abrahá mico (105:8-11) y davídico (89:11-37).
Todas estas profecías se cumplen en la historia y la profecía.
Ademá s de las Escrituras que son específicamente proféticas de una
situació n futura, hay muchos pasajes que está n en tiempo presente y anticipan
una situació n futura. Ya sea que estos pasajes se clasifiquen o no como profecía,
no obstante, brindan apoyo e ilustran la gozosa esperanza de los santos de un
futuro glorioso.

El cuidado amoroso y la fidelidad de Dios


Salmo 12:7. Uno de los temas principales de los Salmos fue la adoració n de
Dios por su amoroso cuidado y fidelidad, tal como se cumplirá en el futuro. El
salmista declaró : “Oh SEÑ OR, tú nos mantendrá s a salvo y nos protegerá s de tales
personas para siempre” (v. 7). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 27:1-14. David expresó su confianza en Dios y su cuidado protector
contra los enemigos de David. En los tres primeros versículos, David declara:
“La SEÑ OR es mi luz y mi salvació n. ¿A quién temeré? La L ORD es la fortaleza de
mi vida, ¿de quién tendré miedo? Cuando los malvados avancen contra mí para
devorar mi carne, cuando mis enemigos y mis enemigos me ataquen,
tropezará n y caerá n. Aunque un ejército me asedia, mi corazó n no temerá ;
aunque estalle la guerra contra mí, aun así, estaré confiado” (vv. 1-3). David
declaró su confianza en el Señ or que en el tiempo de angustia estaría escondido
y que sería exaltado sobre sus enemigos (vv. 5-6). También expresó su fe en
que incluso si su padre y su madre lo abandonaban, el Señ or lo recibiría (v. 10).
Expresó su confianza en que sería testigo de la bondad del Señ or no solo en el
futuro, sino también en el presente (v. 13). Esto se cumplió durante la vida de
David (1 Reyes 2:10-11).
Salmo 28:1–9. Dios se preocupó de David como un pastor cuida de sus
ovejas. Esto se cumplió durante la vida de David.
Salmo 32:7-8. David declaró que el Señ or era su escondite (v. 7). David
también asumió el papel de maestro al instruir y aconsejar "en el camino que
debes seguir" (v. 8). Algunos interpretan esto como Dios hablá ndole a
David. Esta profecía se cumplió durante la vida de David.
Salmo 37:1–40. David declaró su deleite en el Señ or y expresó su confianza
en que a medida que uno encomienda su camino al Señ or, recibirá lo que su
corazó n desea (vv. 4–6). También habló de la futura revelació n de la justicia y
la justicia de su causa (v. 6). David predijo juicio sobre los malvados y que los
mansos heredarían la tierra (vv. 9-11). David predijo también que los impíos
perecerían en contraste con el Señ or que sostiene a los justos (vv. 20–24).
David expresó su fe en que el Señ or protegería a los suyos y les daría la tierra
como herencia en contraste con los inicuos, que serían cortados (vv. 27-29).
Este tema continuó en el versículo 34 y los versículos 37–38. Esto se cumplió en
la historia y se cumplirá en el milenio (Amó s 9:15).
Salmo 41:1-13. Estos versículos aseguran la protecció n de Dios para los
suyos, incluso en tiempos de enfermedad y cuando los amigos los abandonan.
Salmo 50:7-15. Dios reprendió a Israel por guardar la letra de la Ley sin
guardar el espíritu de la Ley, y les recordó que su ofrenda debía presentarse
con verdadera devoció n a Dios. Entonces podrían invocar a Dios en tiempos de
angustia y experimentar Su liberació n.
Salmo 50:22. David prometió que Dios juzgaría a los hipó critas y que nadie
los rescataría. Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 59:9-17. Dios será fortaleza y refugio en tiempos de angustia. Esto se
cumplió durante la vida de David.
Salmo 71:20-21. El salmista aseguró a sus lectores que, aunque tendrían
muchos problemas, Dios los libraría y les daría honor y consuelo.
Salmo 73:24-25. El salmista declaró : “Tú me guías con tu consejo, y después
me llevará s a la gloria. ¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Y la tierra
tienenada deseo ademá s de ti. " En esta vida, así como en la vida futura, Dios se
preocupa por los suyos.
Salmo 91:1-16. Esta fue una declaració n dramá tica del cuidado de Dios por
los suyos. El salmista declaró que Dios era su “refugio” y “fortaleza” (v. 2); Dios
librará “de la pestilencia mortal” (v. 3); y le dará refugio “bajo sus alas” (v.
4). Aunque muchos otros caerá n, Dios protegerá a los suyos (vv. 5-7). Por el
contrario, los malvados será n castigados (v. 8). En los versículos 9-12, el
salmista declaró : “Si haces del Altísimo tu morada, incluso el Señ or, que es mi
refugio, no te sobrevendrá ningú n dañ o, ningú n desastre se acercará a tu
tienda. Porque él mandará a sus á ngeles acerca de ti que te guarden en todos
tus caminos; te levantará n en sus manos, para que no golpees tu pie contra una
piedra”. Este pasaje fue mal citado por Sataná s en su tentació n de Cristo. Omitió
“en todos tus caminos” (Mateo 4:5-6; Lucas 4:10-11). El salmista concluyó que
el Señ or protegerá a los suyos en tiempos de angustia, los honrará y les dará
una larga vida (Sal. 91:13–16), una profecía cumplida en el tiempo y la
eternidad.
Salmo 92:8-15. A los enemigos de Dios se les aseguró el castigo divino (vv.
8-11). Por el contrario, los justos prosperará n y dará n fruto incluso en la vejez
(vv. 12-15).
Salmo 94:12-15. El hombre a quien Dios disciplina será
bendecido. Experimentará "alivio de los días de angustia" (v. 13). Esto se
cumple en el tiempo y la eternidad.
Salmo 94:22-23. El salmista declaró que el Señ or es su fortaleza y su roca
que destruirá la maldad de sus enemigos. Esto se cumple en el tiempo y la
eternidad.
Salmo 100. En la adoració n de Dios por el salmista, se exhortó al pueblo de
Dios a entrar en los atrios del Señ or con alabanza y acció n de gracias en
reconocimiento del hecho de que el amor del Señ or “permanece para siempre;
su fidelidad permanece por todas las generaciones” (v. 5). Esto se cumple en el
tiempo y la eternidad.
Salmo 102:25-28. La eternidad de Dios, presente y futura, se expresa en
este salmo. Los objetos de la creació n que Dios ha traído a la existencia "se
desgastará n todos como un vestido" (v. 26). A diferencia del mundo creado, los
siervos de Dios vivirá n en Su presencia para siempre (v. 28). Esto se cumple en
la eternidad.
Salmo 103:1–18. El Hijo de Dios estará con los justos para siempre. Esto se
cumple en el tiempo y la eternidad.
Salmo 103:19-20. El Señ or ha establecido su trono en el cielo, pero
gobernará sobre toda la creació n. Esto se cumplirá en el milenio y la eternidad.
Salmo 118:1–29. El amor de Dios como perdurable para siempre se
expresa en repetició n (vv. 1-4). Esto se cumple en el tiempo y la eternidad.
El salmista predijo que "la piedra que desecharon los constructores" se
convertirá en "la piedra angular" (v. 22). Esto lo logrará el Señ or mismo (vv.
23– 24). Este pasaje anticipa el rechazo de Cristo (Mateo 21:42; Marcos 12:10;
Lucas 20:17) y su exaltació n posterior. El contexto histó rico de este pasaje
puede haber sido la falta de reconocimiento de un rey o de la nació n de Israel
por sus victorias. Salmo 121:1–8. Se prometió la fidelidad de Dios en velar por
los suyos (vv.
1-4). De la misma manera, el Señ or será la protecció n de Israel contra todo
dañ o, y su fidelidad continuará para siempre (vv. 5-8). Esto se cumple en la
historia y la profecía.
Salmo 130:7-8. El Señ or, que era la esperanza infalible de Israel, será su
Redentor. Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 136:1–26. La gran verdad de que el amor de Dios “permanece para
siempre” se declaró en cada versículo del salmo. De acuerdo con esto, el
salmista agradeció a Dios como Creador del sol, la luna y las estrellas, y como
Aquel que “derrotó al primogénito de Egipto” (v. 10). Dios fue exaltado como
Aquel que "dividió el mar Rojo en dos" (v. 13), liberó a Israel de Faraó n (v. 15),
"condujo a su pueblo por el desierto" (v. 16), derribó a los enemigos de Israel
(vv. 17-20),
“nos libró de nuestros enemigos” (v. 24), y continú a proporcionando “bien a
toda criatura” (v. 25). La profecía se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 138:8. El amor perdurable de Dios se ensalza con la fe de que "la
L ORD cumplirá su propó sito para mí". Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 145:13. David declaró : "Tu reino es un reino eterno, y tu dominio
perdura por todas las generaciones". Esto se cumple en la profecía.
A lo largo de estos muchos versículos que se refieren al amor y la fidelidad
de Dios, se aseguró la certeza del cuidado amoroso de Dios.

Juicio sobre los malvados


En contraste con las promesas de recompensa para los justos, los salmos
frecuentemente hablan del destino de los impíos.
Salmo 1:1–6. Se introduce el contraste entre el hombre bienaventurado,
que se deleita en la Ley de Dios, y el impío. Los malvados son comparados con
la paja arrastrada por el viento (v. 4). Los malvados no resistirá n en el tiempo
del juicio (v. 5). Los señ oresla bendició n estará sobre los justos, mientras que
“el camino de los impíos perecerá ” (v. 6). Esto se cumple en la historia y la
profecía.
Salmo 6:8-10. A los malvados se les promete que en el futuro será n
avergonzados, consternados y deshonrados. Esto se cumple en la historia y la
profecía.
Salmo 9:1–20. Dios juzgará a los justos y gobernará al pueblo con justicia,
lo que implicará un juicio sobre los inicuos (Apocalipsis 19:15; 20:11-15). Esto
se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 10:16. Después de relatar los pecados de los impíos, el salmista
declaró que “las naciones perecerá n de su tierra” (v. 16). Esto se cumple en la
historia y la profecía.
Salmo 11:6. Dios “hará llover carbones encendidos y azufre ardiente” sobre
los impíos, y “un viento abrasador será su suerte” (Apocalipsis 20:11-15).
Salmo 21:8-13. El juicio sobre los impíos se describe: “En su ira, el SEÑ OR los
devorará , y su fuego los consumirá . Destruirá s su descendencia de la tierra, su
posteridad de la humanidad” (vv. 9-10). El salmo concluye exaltando el poder
del Señ or (v. 13). La destrucció n de las naciones se cumplió en la historia y
estará en profecía.
Salmo 25:3. Los malvados “será n avergonzados de los traidores sin
excusa”. Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 27:1-14. David exaltó al Señ or como su salvació n. Declaró : “Cuando
los malvados avancen contra mí para devorar mi carne, cuando mis enemigos y
mis enemigos me ataquen, tropezará n y caerá n” (v. 2). En el tiempo de angustia,
Dios lo mantendrá a salvo (v. 5). Estaba seguro de que vería la bondad de Dios
(v. 13). Esto se cumplió durante la vida de David (1 Reyes 2:10-11).
Salmo 28:1–9. David imploró al Señ or que acudiera en su ayuda. É l declaró
con respecto a los malvados: “Puesto que no tienen en cuenta las palabras de
la SEÑ OR y lo que han hecho sus manos, él las derribará y no las volverá a edificar
jamá s” (v. 5). Como pastor, el Señ or llevará a su pueblo para siempre (v. 9). Esto
se cumple en la historia.
Salmo 34:1–22. David profetizó : “El mal matará al impío; los enemigos del
justo será n condenados” (v. 21). El juicio sobre los impíos era seguro, pero los
justos será n librados (v. 19). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 37:1–40. David declaró : “Porque los malos será n exterminados, pero
los que esperan en la SEÑ OR heredará n la tierra” (v. 9). Una de las promesas
importantes que se le hicieron a Israel fue la posesió n de la tierra. David volvió
a declarar juicio sobre los malvados: “Pero suslas espadas perforará n su propio
corazó n, y sus arcos se romperá n” (v. 15). David dijo: “Pero los impíos
perecerá n; los enemigos de Jehová será n como la hermosura de los campos,
desaparecerá n, se desvanecerá n como el humo” (v. 20). En este salmo se repite
que los impíos será n exterminados a causa de su pecado (vv. 22, 28, 38). Esto se
cumple en la historia y la profecía.
Salmo 50:1–23. En la acusació n del salmista contra los inicuos (vv. 16-22),
Dios declaró : “Pero yo te reprenderé y te acusaré en tu propia cara” (v. 21).
Dios librará a los justos en tiempos de angustia (v. 15). Esto se cumple en la
historia y la profecía.
Salmo 52:1–9. David declaró que Dios llevaría a los impíos “a la ruina
eterna” (v. 5), que Dios “los desarraigará de la tierra de los vivientes” (v. 5) y
hará de los impíos la burla de los justos (vv. 6-7). Su juicio contrastará con la
recompensa de los justos.
Salmo 55: 16-23. David declaró que Dios “hará descender a los impíos al
pozo de la corrupció n; los hombres sanguinarios y engañ osos no vivirá n la
mitad de sus días ” (v. 23). Pero Dios sostendrá a los justos (v. 22). Esto se
cumple en la historia y la profecía.
Salmo 59:9-17. David expresó su confianza en que Dios derribará a los
malvados a causa de sus pecados y manifestará Su poder “hasta los fines de la
tierra” (v. 13). Dios era su fortaleza y refugio en tiempos de angustia (vv. 16-
17). Esto se cumplió durante la vida de David.
Salmo 60:12. David declaró su confianza en que "con Dios obtendremos la
victoria, y él pisoteará a nuestros enemigos" (v. 12). Esto se cumplió durante la
vida de David.
Salmo 63:9-11. David declaró que Dios juzgaría a sus enemigos: “Los que
buscan mi vida será n destruidos; descenderá n a las profundidades de la
tierra. Será n entregados a la espada y será n alimento de chacales” (vv. 9-
10). Esto se cumplió durante la vida de David.
Salmo 64:7-10. David predijo que Dios derribaría a sus enemigos con
flechas y los llevaría a la ruina (vv. 7-8). Los justos se regocijarían y se
refugiarían en Dios (vv. 9-10). Esto se cumplió durante la vida de David.
Salmo 68:21. Dios “aplastará la cabeza de sus enemigos, las coronas
peludas de los que continú an en sus pecados” (v. 21).
Salmo 69:22-28. David predijo que sus enemigos incurrirían en la ira de
Dios (v. 24). David oró : "Que sean borrados del libro de la vida y no se
incluyancon los justos” (v. 28). Esto se cumplió durante la vida de David y será
por la eternidad (Apocalipsis 20: 11-15).
Salmo 72: 1–4. Se profetiza juicio sobre los impíos en el reino futuro:
“Juzgará a tu pueblo con justicia, a tus afligidos con justicia” (v. 2). Dios
“aplastará al opresor” (v. 4). Esto se cumplirá en el milenio.
Salmo 73:27. El juicio caerá sobre los infieles. “Los que está n lejos de ti
perecerá n; destruyes a todos los que te son infieles” (v. 27). Esto se cumple en
la historia y en la profecía (Ap. 20:11-15).
Salmo 89:1–4. Cristo, como hijo de David, poseerá su trono para
siempre. Esto se cumplirá en el milenio y la eternidad.
Salmo 89:30–37. Dios aplastará a los enemigos de David. Declaró que
castigará a los hijos de David que pecan contra él (vv. 30–32). Dios declaró : “No
quitaré mi amor de él, ni traicionaré mi fidelidad” (v. 33). El propó sito de Dios
de cumplir el pacto davídico se declaró explícitamente (vv. 34-37). Esto se
cumple en la historia y se cumplirá en el milenio.
Salmo 91:1–8. Dios protegerá a los justos, pero hará que los malvados
perezcan. Esto se cumple en la historia.
Salmo 92:7-15. Dios declaró que los malvados será n destruidos para
siempre (vv. 7, 9, 11), pero los justos prosperará n. Esto se cumple en la
eternidad.
Salmo 94:11-23. Los ejércitos de los malvados será n destruidos. Esto se
cumple en la historia y la profecía.
Salmo 108:13. Este salmo declara que Dios vencería a los enemigos de
Israel. Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 110: 1–7. El juicio final de Cristo sobre las naciones del mundo,
particularmente en Su segunda venida, está profetizado: “El Señ or está a tu
diestra; aplastará a los reyes en el día de su ira. Juzgará a las naciones,
amontonará muertos y aplastará a los gobernantes de toda la tierra” (vv. 5-
6). Esto se cumplirá en el milenio (Apocalipsis 19: 1-15).
Salmo 125. Este salmo de adoració n declara: “Pero a los que se desvían por
caminos perversos, la SEÑ ORA los desterrará con los malhechores” (v. 5). Esto se
cumple en la historia y la profecía.
Salmo 145:1–21. Dios es el refugio de los justos. David declaró :
“La SEÑ OR vela por todos los que le aman, pero destruirá a todos los impíos” (v.
20). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 147:6. Se declaró un pensamiento similar: "La L ORD sostiene a los
humildes, pero arroja a los malvados por tierra". Esto se cumple en la historia y
la profecía.

La recompensa por la justicia


Salmo 1:1–6. El contraste entre el futuro de los justos y los malvados es un
tema constante de los Salmos. Comenzando con el Salmo 1, el hombre bendito
era uno que se deleitaba en la ley del Señ or (v. 2), pero los malvados estaban
destinados a ser juzgados (v. 5). El salmista hablaba con frecuencia del gozo
presente de caminar con el Señ or, pero junto con esto había profecías de
recompensa futura (v. 3). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 15:1–5. David declaró que el que camina con el Señ or y tiene una
vida justa "nunca será conmovido" (v. 5). Esto se cumple en la historia.
Salmo 18:1-50. El Señ or era una fortaleza (v. 2) y un apoyo para los justos
(v. 18). La “bondad inagotable del Señ or para con su ungido, David y su
descendencia para siempre” es otra declaració n del cumplimiento final de Dios
del pacto davídico (v. 50). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 25:1–22. Al hombre piadoso se le prometieron "días de prosperidad"
y que "sus descendientes heredará n la tierra" (v. 13). Nadie que confíe en el
Señ or “será avergonzado” (v. 2). Esto se cumple en la historia y se cumplirá en
el milenio.
Salmo 37:1–40. Las bendiciones para los "mansos" incluían heredar la
tierra y disfrutar de la paz (v. 11). La herencia de los justos “perdurará para
siempre” (v. 18). También se dice que “los justos heredará n la tierra y
habitará n en ella para siempre” (v. 29). Esto se cumple en la historia y se
cumplirá en el milenio (Amó s 9:15).
Salmo 55:16-19, 22. David exhortó a los afligidos a “poner sus
preocupaciones en la L ORD y él los sostendrá ; nunca dejará caer al justo” (v.
22). Esto se cumple en la historia.
Salmo 62:12. David declaró que el Señ or recompensará a quienes le hayan
servido bien (v. 12). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 73:24. Asaf expresó su confianza en que recibiría orientació n en su
vida actual y "después me llevará s a la gloria". Esto se cumple en la historia y la
profecía.
Salmo 121:1–8. Se promete el cuidado infalible del Señ or y Su vigilancia
sobre los justos. “La L ORD te protegerá de todo dañ o, él vigilará sobre tu vida; la
L ORD velará por tus idas y venidas ahora y para siempre” (vv. 7-8). Esto se
cumple en la historia y la profecía.

La profecía mesiánica y el reino


La profecía mesiá nica generalmente incluye los salmos que son
específicamente mesiá nicos, como los Salmos 2, 16, 22, 40, 45, 69, 72, 89, 110 y
118. Sin embargo, algunos salmos no incluidos formalmente en los salmos
mesiá nicos pueden referirse a Cristo. Entre ellos se encuentran los salmos
escatoló gicos, 96–99, que se refieren a la entronizació n del Rey.
Salmo 1:1–6. El libro de los Salmos comienza en el Salmo 1 con un
contraste general entre el hombre bienaventurado, que será bendecido en el
tiempo y la eternidad, y el malvado, que será juzgado y perecerá . Este tema se
transmite a lo largo del libro de los Salmos. Esto se cumple en la historia y la
profecía.
Salmo 2:1-12. Inmediatamente después de este salmo introductorio, el
Salmo 2 describe el propó sito de Dios de poner a Su Hijo como Rey en el Monte
Sió n. Los primeros versículos profetizan la rebelió n del mundo contra el
Señ or. En respuesta, “El que está entronizado en el cielo se ríe; el Señ or se burla
de ellos” (v. 4). Esto describe la actitud de Dios hacia el poder mundano. Sin
embargo, en el propó sito profético de Dios, los reprendió con ira y los
aterrorizó con ira, diciendo: “He instalado a mi Rey en Sion, mi monte santo” (v.
6). El Señ or también declaró Su decreto eterno (vv. 7-9). Dios el Padre se reveló
al decirle al Hijo: “Tú eres mi Hijo; hoy he venido a ser vuestro Padre” (v. 7).
Esto se cumplirá en el milenio.
Este pasaje ha sido interpretado de diversas formas por los eruditos
bíblicos porque se refiere a la filiació n de Cristo. La mejor interpretació n es que
Jesucristo siempre ha sido un Hijo en relació n con el Padre, pero que la
declaració n de esto se hizo a tiempo. Algunos eruditos han propuesto otros
puntos de vista, como que Cristo se convirtió en Hijo por encarnació n, por
bautismo o por resurrecció n. La interpretació n también se relaciona con la
cuestió n de si Cristo fue un Hijo eternamente por generació n eterna. En Juan
3:16, se declara que Dios ha dado a "su Hijo unigénito". Debido a que la palabra
engendrado implicaba un comienzo en el tiempo, parecía una
contradicció n de la filiació n eterna. Probablemente la mejor solució n es
sostener que se refería a Su filiació n eterna — con el pensamiento de tener la
vida del Padre — sin complicarlo con el concepto de un comienzo. Isaías 9:6 se
refirió a Cristo como "un hijo" que "es dado". Debido a que el decreto de Dios
que declaró a Cristo como Hijo es eterno, la evidencia parece apoyar el
concepto de que É l es eternamente Su Hijo, pero que la revelació n de este hecho
se hace en el tiempo.
Para este propó sito de Dios es importante el hecho de que Dios someterá
todas las cosas bajo el mando del Hijo: “Haré de las naciones tu heredad, los
confines de la tierra tu posesió n. Los gobernará s con cetro de hierro; los hará s
pedazos como cerá mica” (Sal. 2: 8–9). El hecho de que Cristo gobernará como
monarca absoluto está respaldado por otras profecías. Apocalipsis 19:15
declaró : “De su boca sale una espada aguda con la cual herir a las naciones. 'É l
los gobernará con cetro de hierro'”. Al interpretar este pasaje, es bastante claro
que Cristo no logró esto en su primera venida, y que la interpretació n
premilenial de que É l logrará esto después de su segunda venida se ajusta a las
Escrituras proféticas. en esta asignatura. Los salmos mesiá nicos generalmente
representaban a Cristo en el trono del Padre, ahora esperando Su triunfo
futuro, cuando subyugará la tierra y se sentará en el trono de David.
En vista de este juicio venidero, se exhortó a reyes y gobernantes a “servir
a la SEÑ OR con temor y regocijarse con temblor. Besa al Hijo, no sea que se enoje
y seas destruido en tu camino, porque Su ira puede estallar en un
momento. Bienaventurados todos los que en él se refugian” (Sal. 2:11-12).
Al principio del libro de los Salmos, este tema general de la venida del Rey
se convierte en una revelació n central. En el pacto davídico, David fue
declarado hijo de Dios (2 Sam. 7:14). Cuá nto má s es el Hijo eterno de Dios el
Rey legítimo que reinará en el trono de David.
Salmo 8:1–4. Este se considera uno de los salmos mesiá nicos porque los
versículos 4–6 fueron citados en hebreos 2: 6–8. El salmo mismo considera la
creació n como una obra de Dios: “Cuando considero tus cielos, obra de tus
dedos, la luna y las estrellas, que tú has puesto en su lugar” (v. 3). En vista de la
gran obra de Dios como Creador, el hombre, en comparació n, era insignificante.
El Salmo 8: 4, citado en Hebreos 2, dice: "¿Qué es el hombre para que te
acuerdes de él, el hijo del hombre para que lo cuides?" Esto se cumple en Cristo
(Heb. 2:6– 8, 10).
Salmo 8:5-8. La habitació n de Cristo en la tierra se compara con la gloria
que tuvo cuando regresó al cielo: “Lo hiciste un poco má s bajo que los seres
celestiales, y lo coronaste de gloria y honra” (v. 5). A medida que el libro de
Hebreos continú a tratando esta revelació n, se resume en Hebreos 2: 8, “Al
ponerlo todo bajo su mando, Dios no dejó nada que no le esté sujeto. Sin
embargo, en la actualidad no vemos que todo esté sujeto a él ". Cristo ahora no
se ha dado cuenta de la sujeció n del mundo entero, sufrió la muerte en la cruz y
fue “perfeccionado por el sufrimiento” (Heb. 2:10). Su derecho a gobernar se
afirma: “Lo hiciste gobernar sobre las obras de tus manos; pones todo bajo sus
pies; todos los rebañ os y manadas, las bestias del campo, las aves del cielo y los
peces del mar, todos los que nadan por las sendas de los mares” (Sal. 8:6–8).
El contraste del Salmo 8 fue entre Cristo y Adá n. La intenció n de Dios era
que Adá n gobernara el mundo, pero esto fue interrumpido por la entrada del
pecado en la situació n. Ahora Cristo ha cumplido con lo que originalmente era
la
responsabilidad de Adá n. Habiendo sufrido en la tierra y pasado por la
humillació n de la muerte, Cristo ahora ha sido exaltado al cielo, y en ú ltima
instancia, es el propó sito de Dios que É l gobierne sobre la tierra. Esta Escritura
se cumplirá completamente cuando Cristo regrese en Su segunda venida.
Salmo 9:1–20. Aunque este salmo no se considera un salmo mesiá nico, sin
embargo, anticipa la venida del gobierno de Cristo. “La L ORD reina por
siempre; ha establecido su trono para juicio. Juzgará al mundo con
justicia; gobernará a los pueblos con justicia” (vv. 7-8). Aunque este pasaje va
má s allá del juicio en el reino milenial hasta el juicio universal de todos los
hombres, tiene un cumplimiento particular en el reinado de Cristo en la tierra
(Ap. 19:11-15; 20:11-15). Esto se cumplirá en el milenio (Apocalipsis 19:15; 20:
11-15).
Salmo 10:1-18. El versículo 16 dice: “La SEÑ OR es Rey por los siglos de los
siglos; las naciones perecerá n de su tierra”. Esto anticipó el futuro reinado de
Cristo en la tierra. Esto se cumplirá en el milenio.
Salmo 14:7. Se predice la futura restauració n de Israel, afirmando que
cuando esto ocurra en el momento de la segunda venida, Jacob "se regocijará e
Israel se gozará ". Esto se cumplirá en la segunda venida.
Salmo 15:1–5. El que camina con el Señ or no será conmovido. Esto se
cumple en la historia.
Salmo 16:1-11. Este salmo se considera uno de los salmos mesiá nicos
porque Pedro citó los versículos 8-11 (Hechos 2:25-28), y Pablo citó el
versículo 10 en Antioquía (Hechos 13:35). David expresó su fe en que no sería
abandonado a la tumba (Sal. 16:10), refiriéndose a sí mismo, pero añ adió que
Dios no “dejaría que tu Santo vea decadencia” (v. 10). Esto fue cumplido por
Cristo, cuando el cuerpo de David se pudrió . David continuaría en la tumba,
pero en su resurrecció n experimentaría “el camino de la vida” (v. 11).
Como lo usaron Pedro y Pablo, el Salmo 16:10 se refirió a la resurrecció n
de Cristo y fue citado como prueba de que la resurrecció n de Cristo fue
predicha. Otros hoy pueden disfrutarcomunió n con Dios mientras vivan y
tengan la seguridad de que cuando mueran, aunque sus cuerpos sean colocados
en la tumba, estará n sujetos a la resurrecció n futura y mientras tanto
disfrutará n de la comunió n con Dios en el cielo.
Salmo 18:1–50; cf. 62:12. David disfrutó de la maravillosa liberació n de
Dios de sus enemigos y alaba a Dios por su bondad.
Salmo 22:1–31. Este salmo se considera uno de los salmos mesiá nicos
porque algunas de las expresiones del salmo van mucho má s allá de los
sufrimientos que experimentó el mismo David. No hubo ningú n incidente
conocido en la vida de David que correspondiera exactamente a lo que dice el
salmo. Lo que pudo haber sido cierto de David como un tipo de sufrimiento, se
cumplió literalmente con los sufrimientos de Cristo.
El versículo inicial del Salmo 22 ("Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? ¿Por qué está s tan lejos de salvarme, tan lejos de las palabras de
mi gemido?") Fue citado por Cristo, segú n se registra en Mateo 27:46 y Marcos
15:34.
En su angustia, David se aseguró a sí mismo que su Dios estaba
“entronizado” (Sal. 22:3). El desprecio y la burla de los hombres y sus insultos
mencionados en los versículos 6–8 era similar a lo que expresaron aquellos que
se burlaban de Cristo en la cruz, sin darse cuenta de que estaban citando las
Escrituras (cf. Mat. 27:39, 42–44). Los que rodearon la cruz fueron comparados
con toros y leones rugientes (Sal. 22:12-13). Su "fuerza se secó como un tiesto"
(v. 15).
Esta es una referencia obvia a la crucifixió n: “Los perros me han
rodeado; me ha cercado cuadrilla de malvados, horadaron mis manos y mis
pies” (v. 16). Los "perros" eran hombres malvados.
Las miradas groseras y el echar suertes por Su ropa se describen en los
versículos 17-18. La liberació n personal de David se indica en los versículos 22-
24, pero también puede referirse a Cristo en Su ministerio posterior a la
resurrecció n. El resultado final se predice en los versículos 27-28: “Todos los
confines de la tierra se acordará n y se volverá n a el SEÑ OR, y todas las familias de
las naciones se postrará n ante É l, porque el dominio pertenece a la L ORD y él
gobierna sobre las naciones ". El salmo termina en los versículos 29–31 con una
nota de victoria y alabanza que se refiere a la vida de David y, en el caso de
Cristo, a Su triunfo posterior a la resurrecció n.
Salmo 23:1–6. Este Salmo del Pastor no suele incluirse entre los salmos
mesiá nicos, pero el papel del Señ or como pastor de David anticipó el papel de
Cristo como el Buen Pastor que cuidaría de Su rebañ o en esta vida presente.
David declaró , "nada me faltará " (v. 1), que su alma sería restaurada (v. 3),
y que "caminaría por valle de sombra de muerte" (v. 4) sin temiendo el mal. La
bondad del Señ or lo seguirá todos los días de su vida, y él tiene la esperanza de
morar en la casa del Señ or para siempre (vv. 5-6). El Salmo 23 fue paralelo a la
experiencia de los creyentes de la era actual, quienes son nutridos y
restaurados espiritualmente, son guiados por el Señ or en su caminar y son
protegidos por É l en tiempos de peligro.
Salmo 24:1-1. Este salmo tampoco se considera un salmo mesiá nico y, sin
embargo, la redacció n del salmo va mucho má s allá de lo que experimentó
David. Algunos creen que fue escrito en relació n con el traslado del arca a
Jerusalén y su colocació n en el templo (2 Sam. 6). La importancia de “manos
limpias y corazó n puro” fue esencial para recibir la bendició n de Dios (Sal. 24:4-
5). Las referencias al "Rey de gloria" (vv. 7, 9-10) obviamente iban má s allá de
la experiencia de David como rey de Israel y anticipaban la venida del Señ or
para reclamar la tierra en Su segunda venida.
Salmo 27:12. Se traerían testigos falsos contra Cristo (Mateo 26: 59–61;
Marcos 14:57–59). Esto también se menciona en el Salmo 35:11.
Salmo 31:1–24. Este es otro salmo que no se considera mesiá nico, pero el
versículo 5 dice: "En tus manos encomiendo mi espíritu". Cristo repitió estas
precisas palabras cuando estaba en la cruz (Lucas 23:46). Pedro expresó el
mismo pensamiento en 1 Pedro 4:19.
Salmo 34:20. En el sacrificio de Cristo no se rompería ningú n hueso, en
contraste con el trato de los dos ladrones (Juan 19:36).
Salmo 35:19. Cristo debía ser odiado sin causa (Juan 15: 24-25; cf. Sal. 69:4).
Salmo 38:11. Los amigos se quedan lejos (Mateo 27:55; Marcos 15:40;
Lucas 23:49).
Salmo 40: 6-10. Esto se considera un salmo mesiá nico en gran parte porque
los versículos 6–8 se citan en Hebreos 10:5–7 como cumplidos. Como dice el
salmo, estos versículos se refieren a la alabanza de David al Señ or y su deseo de
hacer la voluntad de Dios. Esto, sin embargo, también anticipó proféticamente
la perfecta obediencia de Cristo y su sacrificio como superior a los sacrificios de
la ley mosaica. El argumento de Hebreos 10 es que Cristo, en Su sacrificio
perfecto, suplió lo que la Ley no podía hacer con sus sacrificios temporales. Las
palabras clave del salmo son justicia (vv. 9-10), fidelidad, salvación, amor y
verdad (v. 10).
Salmo 41:1-13. Dios protege a los suyos. Esta profecía se cumple en la
historia.
Salmo 41:9. Cristo iba a ser traicionado por un amigo (v. 9), lo cual se
cumplió durante su vida (Mat. 26:14-16, 47, 50; Marcos 14:17-21; Lucas 22: 21-
23; Juan 13:18-19; cf. Sal. 55:12-14).
Salmo 45:1-17. Esto se clasifica como un salmo mesiá nico porque los
versículos 6–7 se refieren al trono de David como eterno (2 Sam. 7:16), y estos
versículos se citan en Hebreos 1:8–9.con respecto al gobierno supremo de
Cristo en la tierra. Como dice la Escritura, “el trono de Dios ... durará por los
siglos de los siglos” (Sal. 45:6), y Su gobierno se caracterizará por la rectitud y
la justicia. Los versículos 8–9 describen al rey el día de su boda. La belleza de la
novia se describe en el versículo 11: “El rey está cautivado por tu
belleza; hó nralo, porque él es tu señ or”. La novia se describe con má s detalle en
los versículos 13-14. Sus vestidos está n “entretejidos con oro” (v. 13) y
bellamente “bordados” (v. 14). Los futuros hijos de la novia se describen como
príncipes, y su memoria se perpetuará (vv. 16-17).
Aunque el salmo parece referirse a una boda de David, es notablemente
similar al concepto de Cristo y Su novia. El apó stol Juan pudo haber tenido este
pasaje en mente en Apocalipsis 19:6-21. El salmo en su conjunto, por lo tanto,
es típico de Cristo como Rey e hijo de David y se cumplirá en el Rapto.
Salmo 46:4-10. Aquí se hace referencia a que Dios hizo cesar las guerras y
fue exaltado entre las naciones (vv. 9-10). Esto no se cumplirá literalmente
hasta que Cristo regrese en su segunda venida.
Salmo 68: 18-19. Cristo llevará cautivos en Su ascensió n (Efesios 4:
8). También aplastará la cabeza de sus enemigos. Esto se cumplió durante la
vida de David y Cristo lo cumplirá en su segunda venida (Apocalipsis 19:11-15).
Salmo 69:1–36. A menudo considerado un salmo mesiá nico, las porciones
de este salmo que detallan el grito de ayuda de David son paralelas a los
sufrimientos de Cristo. Los que odiaban a David eran similares a los que
odiaban a Cristo, como dice el versículo 4: "Los que me odian sin razó n son má s
numerosos que los cabellos de mi cabeza". El celo de David en el versículo 9,
"porque el celo por tu casa me consume", fue relatado por los discípulos a
Cristo al explicar la purificació n del templo por parte de Cristo (Juan 2:17). En
el Salmo 69:21, David dijo: "Pusieron hiel en mi comida y me dieron vinagre
para mi sed". Esto se relaciona con el vinagre dado a Cristo en la cruz (Mateo
27:48; Marcos 15:36; Lucas 23:36). Aunque no es una profecía directa, estos
pasajes se pueden interpretar típicamente como relacionados con Cristo.
Salmo 72:1–20. Obviamente, esto califica como un salmo mesiá nico. En
términos generales, este salmo predice que los justos prosperará n y los
malvados será n juzgados. Segú n la inscripció n, fue escrito por Salomó n y es uno
de los dos salmos que escribió (cf. Sal. 127). Comienza con una oració n por el
rey y luego profetiza su exitoso reinado (vv. 1-3; cf. 2 Cró n. 9:1-28).
Sin embargo, a medida que se desarrolla el salmo, fue mucho má s allá de
todo lo que el mismo Salomó n pudo cumplir. En el Salmo 72:5, se predice que el
Rey “aguantará mientras el sol, como la luna, a través de todas las
generaciones”. Asimismo, en el versículo 7, Salomó n declaró : “En sus días los
justos florecerá n; la prosperidad abundará hasta que desaparezca la luna ".
Estas profecías obviamente fueron má s allá del reinado de Salomó n y
anticiparon el reinado de Cristo en el milenio y finalmente Su reinado eterno
(Isa. 2:1–5).
El hecho de que todos los reyes estará n bajo él, como se declara en el
Salmo 72:11, fue relativamente cumplido por Salomó n porque los reyes en su
á rea se inclinaron ante él, pero obviamente, esto no incluía a todo el mundo.
Tanto de Cristo como de Salomó n se podría decir: “Sea su nombre para
siempre; que continú e mientras el sol” (v. 17). Aunque Salomó n no viviría para
siempre, su buen nombre ha sido perpetuado por las Escrituras que describen
su reinado. La oració n final anticipa que “toda la tierra” será “llena de su gloria”
(v. 19), que se cumplirá en el milenio.
El versículo final del salmo dice: “Con esto concluyen las oraciones de
David, hijo de Isaí” (v. 20). Sin embargo, segú n las inscripciones, David fue autor
de otros salmos, como los Salmos 86, 101, 103, 108–110, 122, 124, 131, 133,
138–
145. Este salmo apoya la interpretació n premilenial de las Escrituras, ya que no
encuentra cumplimiento en la historia. La escena era tierra, no cielo, y su
identificació n del río É ufrates (v. 8) dejó en claro que no será la tierra nueva de
Apocalipsis 21-22.
Salmo 78:2. El Mesías venidero hablará en pará bolas y revelará cosas que
antes estaban ocultas.
Salmo 89:1-37. Este también es claramente uno de los salmos
mesiá nicos. Dios declaró : “Hice un pacto con mi escogido, le juré a David mi
siervo: 'Estableceré tu linaje para siempre y afirmaré tu trono por todas las
generaciones'” (vv. 3-4). Este salmo confirmó el pacto davídico revelado en 2
Samuel 7:11–16 (cf. discusió n del pacto davídico).
El salmista también declaró que el amor de Dios por David continuará para
siempre, que su pacto nunca fallará y que su trono perdurará tanto como los
cielos (Sal. 89:28–37; Jer. 23:5–8). Se enfrentó la contingencia de desobediencia
por parte de sus descendientes. Dios prometió que, si abandonaban Su pacto y
Sus mandamientos, los castigaría, pero no revertiría el pacto: “Pero no le
quitaré mi amor, ni jamá s traicionaré mi fidelidad. No violaré mi pacto ni
alteraré lo que han dicho mis labios. De una vez por todas, he jurado por mi
santidad, y no mentiré a David, que su línea continuará para siempre y su trono
permanecerá ante mí como el sol; será establecida para siempre como la luna,
testigo fiel en el cielo” (Sal. 89:33-37).
Cualquier interpretació n que tome estas palabras en su significado normal,
relacionando estas promesas con el pacto davídico y con el reino en la tierra,
encontrará que el ú nico cumplimiento completo posible es a través de Cristo
mismo después de Su segunda venida.
Los amilenaristas adoptan varios enfoques de este pasaje, pero
generalmente no lo tratan literalmente, encontrando cumplimiento en la era
presente en la gracia de Dios extendida a la iglesia o refiriéndose al reinado de
Cristo en el trono celestial.
Salmo 96:1-13. El Salmo 96-99, aunque generalmente no se considera
salmo mesiá nico, por su contenido justifica su consideració n como mesiá nico.
El salmista anticipó el tiempo en que el Señ or reinará sobre la tierra y juzgará a
las personas con justicia (96:10–13). Fue un tiempo descrito como de alegría en
la tierra. El salmista concluyó : “Viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con
justicia ya los pueblos con su verdad” (v. 13). Esto se cumplirá en el milenio.
Salmo 97:1–12. El versículo de apertura declara que el Señ or está
reinando. El salmo en su conjunto describe las bendiciones milenarias de Cristo
cuando venga a reinar sobre la tierra. Esto se cumplirá en el milenio.
Salmo 98:1–9. Este salmo habla del gozo en la tierra cuando el Señ or reina
y concluye: “Aplaudan los ríos, canten de alegría los montes; que canten
ante el SEÑ OR, que viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia ya los
pueblos con equidad” (vv. 8–9). Esto se cumplirá en el milenio.
Salmo 99:1–9. Comenzando de manera similar, este salmo dice: “Reina
la SEÑ OR, tiemblen las naciones” (v. 1). El Señ or es descrito como Rey en Sion,
como Aquel que ama la justicia (vv. 2–4). Moisés y Aaró n ministraron como
sacerdotes y “Samuel estaba entre los que invocaban su nombre” (v. 6). Esto se
cumplirá en el milenio.
Salmo 102:12-28. Este salmo se refiere al reino futuro de la tierra. “Las
naciones temerá n el nombre del SEÑ OR, todos los reyes de la tierra temerá n tu
gloria. Porque la L ORD reconstruirá a Sion y aparecerá en su gloria” (vv. 15-
16). Esto se cumplirá en el milenio.
Salmo 105:5-11. El pacto que el Señ or hizo con Abraham, Isaac y Jacob
continuará para siempre. “É l es el SEÑ OR nuestro Dios; sus juicios está n en toda
la tierra. Recuerda su pacto para siempre, la palabra que ordenó , por mil
generaciones, el pacto que hizo con Abraham, el juramento que le hizo a Isaac.
Se lo confirmó a Jacob como un decreto, a Israel como un pacto eterno: 'Te daré
la tierra de Canaá n como la porció n que heredará s'” (vv. 7-11). Como otra
referencia alPacto abrahá mico, este salmo confirma que el cumplimiento será
literal y seguro y que la promesa estaba destinada a cumplirse en el reino
milenial.
Salmo 110:1–7. Esto se clasifica como un salmo mesiá nico porque
claramente se refiere a Jesucristo como Rey. Salmo 110: 1 describe su situació n
actual: “el Señ or dijo a mi Señ or: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies. '” Cristo se declara “sacerdote para siempre,
segú n el orden de Melquisedec” (V. 4). Su juicio en el reino milenial se
menciona: “El Señ or está a tu diestra; aplastará a los reyes en el día de su ira.
Juzgará a las naciones, amontonará muertos y aplastará a los gobernantes de
toda la tierra” (vv. 5-6). Obviamente, esto es una referencia al comienzo del
reino milenial después de la segunda venida de Cristo. Esto se cumple en la
historia y la profecía.
Salmo 118:2–29. Este salmo es una profecía directa acerca de Cristo. “La
piedra que desecharon los constructores se ha convertido en la piedra angular;
la L ORD ha hecho esto y es maravilloso a nuestros ojos. Este es el día que ha
hecho el SEÑ OR; regocijémonos y alegrémonos en ella” (vv. 22-24). Cristo como
el
Rey rechazado en Su segunda venida será la piedra angular, es decir, cumplirá
lo que se anticipó en Su autoridad como Rey de reyes al gobernar la tierra
entera.
Salmo 132:11-18. El juramento que Dios le hizo a David fue declarado: “Un
juramento seguro que no revocará ” (v. 11). El salmista continuó : “A uno de tus
descendientes lo pondré en tu trono; si tus hijos guardan mi pacto y las estatuas
que les enseñ o, sus hijos se sentará n en tu trono para siempre jamá s” (vv. 11-
12). Esto se cumple en la historia y la profecía.
Salmo 145:13-14. Dios cumplirá sus promesas y poseerá su reino para
siempre. Esto se cumplirá en el milenio y en la eternidad.

PROFECÍA EN PROVERBIOS, CANCIÓ N DE CANCIONES


Y ECLESIASTÉ S
El libro de Proverbios, que trata de las verdades contemporá neas de cará cter
general, no hace ninguna declaració n que pueda interpretarse
proféticamente. Lo mismo puede decirse del Cantar de los Cantares. Una
profecía se encuentra en el libro de Eclesiastés: “Ahora todo ha sido oído; aquí
está la conclusió n del asunto: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque
este es todo el deber del hombre. Porque Dios juzgará toda obra, incluso todo lo
oculto, sea bueno o malo” (12:13-14). Esto se cumplirá en el juicio final (Ap.
20:11-15).
4

PROFECÍA EN ISAÍAS
El libro de Isaías a menudo se considera el má s grande de los libros proféticos
del Antiguo Testamento. Isaías profetizó en los reinados de los reyes Uzías,
Jotá n, Acaz y Ezequías, reyes de Judá , en el período del 790 al 686 a. C. Segú n la
tradició n, Isaías fue martirizado durante el reinado del rey Manasés, después
del reinado del rey Ezequías.
La unidad del libro de Isaías ha sido sostenida por una só lida erudició n. El
libro tiene dos temas importantes. Los primeros treinta y nueve capítulos
tratan generalmente del juicio sobre el pecado, y los capítulos 40–66 enfatizan
el consuelo y la restauració n. Isaías se ocupó principalmente de los pecados del
pueblo de su generació n y reveló el juicio de Dios sobre ellos, que resultó en el
cautiverio asirio de las diez tribus durante su vida y má s tarde, después de su
muerte, el cautiverio de Judá y Benjamín por Babilonia. Su visió n profética, sin
embargo, fue mucho má s allá de su tiempo hasta el juicio final de Dios y el
establecimiento definitivo de la justicia en la tierra.

La pecaminosidad de Judá
Isaías 1:1–31. Como base para Su profecía de juicio, Dios presentó la
evidencia del pecado y la rebelió n. Judá era una nació n "cargada" de culpa (vv.
1- 4). Su observancia de las ofrendas no tenía sentido porque sus “manos
[estaban] llenas de sangre” (vv. 5–17). Dios juzgará y limpiará a Judá de sus
pecados (vv. 18-25) y restaurará jueces que será n justos (vv. 26-31). Esto se
cumple en la historia (2 Cró n. 36:14-21; Jer. 23:5-8; Ez. 20:33-38).

El futuro reino mesiánico


Isaías 2:1–11. Isaías predijo el reino futuro del Mesías. Escribió : “En los
ú ltimos días, el monte del templo del SEÑ OR será establecido como principal
entre los montes; se elevará sobre los collados, y todas las naciones correrá n a
él” (v. 2; Zac. 14:16). Jerusalén se describe como la capital del mundo en un
tiempo de paz en lugar de guerra, un tiempo en el que el Señ or enseñ ará Sus
caminos (Isa. 2:3-5). Esto se cumplirá en el milenio.

La humillación de Judá en el día del Señor


Sin embargo, Isaías predijo que, en el día del Señ or, Judá sería juzgada a
pesar de su riqueza. Dijo: “Los ojos del hombre arrogante será n humillados y el
orgullo de los hombres abatido; só lo la SEÑ OR será exaltada en aquel día”
(v. 11). El pensamiento de humillar a los hombres en el juicio se repitió en los
versículos que siguen. Esto se cumple en la historia y se cumplirá en el milenio.

Juicio venidero sobre Judá y Jerusalén


Isaías 3:1–26. Isaías predijo má s juicios sobre Jerusalén y Judá (vv. 1-
7). “Jerusalén se tambalea, Judá cae; sus palabras y hechos está n en contra de
la SEÑ OR, desafiando su gloriosa presencia. La expresió n de sus rostros testifica
contra ellos; alardean de su pecado como Sodoma; no lo esconden. ¡Ay de
ellos! Han traído calamidad sobre sí mismos” (vv. 8–9). El mismo tema de que el
juicio vendrá sobre Jerusalén y Judá fue predicho en detalle (vv. 10-26). Esta
profecía se cumplió en el cautiverio babiló nico (2 Cró n. 36: 15-21).
Isaías 4:1. El juicio de Dios mató a tantos hombres que Isaías predijo: “En
ese día, siete mujeres agarrará n a un hombre y dirá n: 'Comeremos nuestra
propia comida y nos procuraremos nuestra propia ropa; só lo déjanos ser
llamados por tu nombre. ¡Quita nuestra deshonra! '” (V. 1; 2 Cró n. 35:15-
21). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.

La gloria del reino


Isaías 4:2–6. La expresió n en ese día a veces se refiere a la escena
contemporá nea, a veces al milenio futuro, segú n lo determinado por el
contexto. En Isaías 4:2–6, se describe la belleza del reinado milenial: “En ese
día, el Renuevo de la SEÑ OR será hermoso y glorioso, y el fruto de la tierra será el
orgullo y la gloria de los sobrevivientes de Israel. Los que queden en Sion, los
que permanezcan en Jerusalén, será n llamados santos, todos los que está n
registrados entre los que viven en Jerusalén” (vv. 2-3).
Isaías predijo la limpieza de las manchas de sangre de Jerusalén y la
presencia del Señ or sobre el monte Sió n, representada por una nube de humo
durante el día y fuego por la noche (v. 5). En el reino milenial, llegará el día en
que Israel será limpiada del pecado y su gloria restaurada (Sof. 3:14-20).

Israel como viña de Dios


Isaías 5:1–30. Isaías comparó los tiernos tratos de Dios con Israel con un
viñ ador que cuida de una viñ a. Pero Israel no produjo fruto verdadero, y el
resultado es que será convertida en un pá ramo y el juicio caerá sobre aquellos
que aumenten su riqueza y no sirvan a Dios (v. 8). Isaías predijo que sus
mansiones quedará n vacías y sus viñ edos será n infructuosos (vv. 9-10). Los
pecados de Israel se describen en los versículos 11–23. Sin embargo, llegará su
hora de juicio. Isaías predijo grá ficamente la pró xima invasió n de aquellos que
se llevarían a Judá al cautiverio (vv. 26-30). Esto se cumplió en el cautiverio
babiló nico (2 Cró n. 35:15-21).
Comisión de Isaías
Isaías 6:1–13. Isaías fue comisionado por el Señ or para entregar el mensaje
de la inminente desolació n de Judá , pero Judá no prestó atenció n al mensaje
(vv. 9-10). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico (2 Cró n. 36:15-21).

La señal del nacimiento de Emmanuel


Isaías 7:1–17. El ataque de Efraín a Judá no tendrá éxito (vv. 1-9). Esto se
cumplió en los eventos que siguieron. Isaías registró que “el SEÑ OR le habló a
Acaz: 'Pide al SEÑ OR tu Dios una señ al, ya sea en las profundidades o en las
alturas'” (v. 10). Dios prometió que se le daría una señ al a Israel: “Por tanto, el
Señ or mismo os dará una señ al: La virgen quedará embarazada y dará a luz un
hijo, y lo llamará Emanuel. Comerá cuajada y miel cuando sepa lo suficiente
como para rechazar el mal y elegir el bien. Pero antes de que el niñ o sepa lo
suficiente como para rechazar el mal y elegir el bien, la tierra de los dos reyes
que temes será devastada. La SEÑ OR traerá sobre ti, tu pueblo y la casa de tu
padre un tiempo diferente a cualquier otro desde que Efraín se separó de Judá ;
traerá al rey de Asiria” (vv. 14-17). Isaías predijo la invasió n del rey de Asiria y
la destrucció n de la tierra (vv. 18-25).
La profecía acerca de una virgen con un niñ o ha sido considerada de
diversas formas por eruditos conservadores. Algunos creen que se refería a una
situació n contemporá nea en la que unjoven, todavía virgen, estaba a punto de
casarse y daría a luz un hijo, cumpliendo la profecía. Otro punto de vista es que
la profecía es exclusivamente mesiá nica y se refiere al hecho de que María, aun
siendo virgen, sería la madre de Cristo (Mat. 1:18, 25), que segú n Mateo 1: 21-
23, fue un cumplimiento de la profecía de Isaías. Otros consideran que esta
profecía se refiere a ambos, es decir, una referencia contemporá nea a un niñ o
cuyo nacimiento se menciona en Isaías 8 y cuyo cumplimiento profético final es
el nacimiento de Cristo.
Isaías 7:18-25. Isaías predijo que los asirios asolarían la tierra, lo que se
cumplió con el cautiverio asirio de las diez tribus (2 Reyes 17:1–18).

Resumen de las profecías mesiánicas en Isaías


La profecía sobre el nacimiento virginal de Cristo debe considerarse en el
contexto de otras profecías mesiá nicas en todo el libro de Isaías. Las principales
profecías mesiá nicas futuras en Isaías incluyen el reinado de Cristo en el reino
(2:3-5), el nacimiento virginal de Cristo (7:14), el reinado gozoso de Cristo (9:2,
7), el gobierno de Cristo sobre el mundo (v. 4), Cristo como descendiente de Isaí
y David (11:1, 10), Cristo para ser lleno del Espíritu (v. 2; 42:1), Cristo para
juzgar con justicia (11:3-5; 42:1, 4), Cristo para gobernar sobre las naciones
(11:10), Cristo para ser manso con los débiles (42: 3), Cristo para hacer posible
el nuevo
pacto (v.6; 49:8), Cristo será una luz para los gentiles y será adorado por ellos
(42:6; 49:6-7; 52:15), Cristo será rechazado por Israel (49:7; 53:1-3) , Cristo
para ser obediente a Dios y sujeto al sufrimiento (50:6; 53:7-8), Cristo para ser
exaltado (52:13; 53:12), Cristo para restaurar a Israel y juzgar a los impíos
(61:1- 3).

La invasión asiria y la angustia venidera de Israel


Isaías 8:1–22. Se cumplió la profecía de que una doncella, entonces virgen,
concebiría y daría a luz un hijo. Se le dio el nombre de Maher-Shalal-Hash-Baz.
El nombre significa "rá pido para el botín, rá pido para el botín". La profecía era
que antes de que este niñ o cumpliera dos o tres añ os, o supiera la diferencia
entre el bien y el mal, los asirios conquistarían Samaria. Esta revelació n se
amplió en las profecías de los versículos 5 al 10, en los que Dios profetizó que
Israel (las diez tribus) sería derrotado. Isaías recibió instrucciones de temer a
Dios y no al pueblo, y ademá s profetizó la derrota y el sufrimiento de Israel (vv.
11–22). Judá sería liberadode la dominació n asiria (37:33-38). Esto ilustra la
futura liberació n cuando vendrá su Mesías. Esta profecía se cumple en la
historia y la profecía (2 Reyes 17:1–18; Jer. 23: 3–8).
El Señ or será una roca de escá ndalo para los incrédulos (Isa. 8:13-15; Rom.
9: 32-33).

El hijo de David que viene


Isaías 9:1–7. En contraste con la humillació n pasada de Zabuló n y Neftalí
cuando estaban bajo el gobierno de Asiria, el á rea conocida como “Galilea de los
gentiles” (v. 1) será el escenario de su gran liberació n, refiriéndose al
nacimiento de Cristo. Aunque en realidad nació en Belén, su hogar estaba en
Nazaret, en el á rea relacionada con Zabuló n y Neftalí.
La venida del Mesías se comparó con un tiempo en el que una gran luz
brillaría (v. 2) y sería un tiempo de gozo y regocijo (v. 3). El tiempo se describió
como una gran victoria de Israel (vv. 4-5).
La gran profecía de la venida de Cristo se registra en los versículos 6–7:
“Porque un niñ o nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el gobierno estará sobre
sus hombros. Y será llamado Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno,
Príncipe de paz. Del aumento de su gobierno y la paz no habrá fin. É l reinará
sobre el trono de David y sobre su reino, estableciéndolo y sosteniéndolo con
justicia y rectitud desde entonces y para siempre. El celo del SEÑ OR
Todopoderoso logrará esto ".
Este pasaje es una de las grandes profecías mesiá nicas del Antiguo
Testamento que describe a Cristo como poseedor de los atributos de Dios. É l
será " Padre eterno " (v. 6), no en el sentido de ser Dios el Padre, la primera
persona
de la Trinidad, sino en el sentido de que será como un padre en Su gobierno
sobre Israel en el reino milenial. La paz de ese período se indica en el título
“Príncipe de paz” (v. 6).
Como Dios le prometió a David, su reino continuaría para siempre, siendo
cumplido por el reino milenial. Dios seguirá siendo soberano sobre la creació n
durante toda la eternidad venidera. La profecía especificaba que Su trono sería
el trono de David (v. 7), en cumplimiento del pacto davídico que indica que este
trono, como el reino de David, estaría en la tierra, no en el cielo. Este reino se
distinguirá como uno de justicia y rectitud (cf. 11:3-5). El reino será realizado
por el poder de Dios: “El celo del SEÑ OR Todopoderoso logrará esto” (9:7).
Estas profecías, interpretadas en su sentido literal normal, predicen el
cumplimiento de la expectativa de un reino en la tierra después de la segunda
venida de Cristo, de acuerdo con la interpretació n premilenial de las
Escrituras. No hay nada en este pasaje que se corresponda con el reinado actual
de Cristo en la tierra o la posició n actual de Cristo en el cielo, la interpretació n
de los amilenaristas. En este pasaje, como en muchos pasajes del Antiguo
Testamento, no se distingue la primera y segunda venida de Cristo, y el niñ o
que nació (v.6) en Belén en Su primera venida será la misma persona descrita
como el Eterno. Rey que reinará para siempre (v. 7). El tema del futuro reino de
Cristo en la tierra fue un tema familiar de las profecías de Isaías (11:4; 16: 5;
28:5-6, 17; 32:16; 33:5; 42:1, 3– 4; 51:5).

El cautiverio de las diez tribus del norte de Israel


Isaías 9: 8-10:4. Inmediatamente después de este cuadro glorioso del
futuro reinado de Cristo, la revelació n profética vuelve a la situació n
contemporá nea en Israel. Isaías profetizó el futuro cautiverio de las diez tribus
del reino de Israel (9:8-10:4). Se advirtió a las diez tribus del juicio de Dios
sobre ellas por su orgullo (9:8-17). Se les describe como ya en camino al
desastre. Aunque afirmaron que repararían los “ladrillos” que “se habían caído”
con “piedra labrada” (v. 10), en realidad, sus enemigos los iban a conquistar.
Dios predijo juicio sobre sus líderes, “los ancianos y hombres prominentes” (v.
15), así como sus “profetas que enseñ an mentiras” (v. 15). Su tiempo de juicio
sería uno en el que no habría piedad por los huérfanos y las viudas (v. 17).
La creciente maldad de Israel se describe como un gran fuego que quema
no solo “cardos y espinos”, sino también “la espesura del bosque” (v. 18).
Dios respondería en Su ira, quemando la tierra y destruyendo al pueblo (v. 19).
Dios predijo: “Cada uno se alimentará de la carne de su propia descendencia”
(v. 20). Se hizo una predicció n adicional del desastre venidero de Israel, pero ni
siquiera este juicio apartaría la ira de Dios (10:1-4). Esto se cumplió en el
cautiverio asirio.
Juicio divino sobre Asiria
Isaías 10: 5–34. El juicio de Dios, sin embargo, caería sobre Asiria, a quien
Dios usó para juzgar a Israel, así como sobre el propio Israel (vv. 5-19). El juicio
de Dios sobre Asiria se describe en detalle. La profecía dejó en claro que
después de que Dios usó a los asirios para juzgar a Israel, juzgaría a los asirios:
“Cuando el Señ or haya terminado toda su obracontra el monte Sió n y Jerusalén,
dirá : “Castigaré al rey de Asiria por el orgullo obstinado de su corazó n y la
mirada altiva en sus ojos” (v. 12). Dios destruirá sus "valientes guerreros" (v.
16) y sus "bosques y campos fértiles" (v. 18).
Después de que Asiria fuera destruida, Dios restauraría “el remanente de
Israel, los sobrevivientes de la casa de Jacob” (v. 20). Un remanente de Israel
regresaría a su tierra (v. 21). En lenguaje grá fico, se describe a Asiria como
talada como un á rbol cuyas ramas está n cortadas (vv. 33–34). Se logró un
regreso parcial de Israel a su tierra desde Asiria después de que Nínive cayera
en manos de los babilonios (612 a. C.). La reunió n completa de Israel se
cumplirá en relació n con la segunda venida de Cristo.

El futuro glorioso reino de Israel


Isaías 11:1–12:6. Isaías predijo que Israel disfrutaría del futuro reino
glorioso. Habiendo talado Asiria como se tala un á rbol (10:33-34), ahora Dios
levantaría un nuevo “retoñ o” que “subirá del tronco de Isaí” (11:1). Esta rama
que viene de la raíz de Isaí, o la línea de David, “dará fruto” (v. 1). Esto se
cumplió con el nacimiento de Jesucristo en su primera venida.
Sin embargo, el pasaje revela principalmente la posició n de Cristo como
Rey y Juez en el momento de Su segunda venida. Se profetizó que el Espíritu
Santo reposaría sobre él y que tendría sabiduría, poder y conocimiento (v. 2).
Su juicio será con justicia (vv. 3-4). É l “matará al impío” (v. 4) y la “justicia” y la
“fidelidad” caracterizará n Su gobierno (v. 5). Estos pasajes, por supuesto, se
cumplirá n en el momento de la segunda venida de Cristo y no se refieren al
gobierno actual de Dios sobre la tierra.
El futuro reino del reino de Cristo se caracterizará por la paz entre los
animales y entre los hombres. El lobo y el cordero vivirá n juntos, y “el leopardo
se acostará con el macho cabrío, el becerro y el leó n y el añ o juntos” (v. 6). La
paz de la naturaleza se resumió en el versículo 9: "No dañ ará n ni destruirá n en
todo mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento de la SEÑ OR
como las aguas cubren el mar". Debería ser obvio que
cualquier cumplimiento literal de este pasaje requiere un reino milenial
después de la segunda venida de Cristo. Incluso en un sentido no literal, esto no
describe la era actual. Aplicarlo al cielo o al cielo nuevo y la tierra nueva, como
sostienen
algunos amilenaristas, nuevamente no encaja con el cuadro provisto en otras
Escrituras del cielo y de la tierra nueva.
La restauració n de Israel en el tiempo del reinado de Cristo en la tierra
seguirá a Su segunda venida (vv. 10–16). La “Raíz de Isaí”, refiriéndose a Cristo,
será Aquel a quien las naciones se unan (v. 10). Israel será reunida de las
naciones a las que fue esparcida (vv. 11-12). La animosidad entre el reino de
Judá y el reino de Israel desaparecerá , y Efraín y Judá estará n en paz. Juntos
someterá n a sus antiguos enemigos (v. 14). Para ayudar a la reunió n de Israel,
"el golfo del mar de Egipto" puede "secarse" y el río É ufrates no será una
barrera de agua formidable (v. 15). Si bien esto puede ser sobrenatural, Rusia
ya ha ayudado a construir una presa a través del río É ufrates, y cuando esta y
otras presas se cierran, el río É ufrates se seca en varias secciones. El secado del
río É ufrates permitirá a la gente cruzar fá cilmente (véase Apocalipsis 16:12).
Debido a su gran victoria, Israel alabará al Señ or (Isa. 12:1–6). La gloriosa
restauració n de Israel y su gozo en el reino futuro se anticipó en el pacto
abrahá mico (Gén. 12:1-3; 15:18-21; 17:7-8; 22:17-18), el pacto davídico (2
Sam. 7:16) y el nuevo pacto (Jer. 31:33-34). El glorioso futuro reino milenial de
Israel contrastará con la caída predicha de Babilonia y Asiria (Isa. 10:5–19;
13:1–22).

El juicio de Dios sobre Babilonia


Isaías 13:1–22. Isaías, que vivía en el momento en que Asiria conquistó las
diez tribus (722 aC), también predijo la futura destrucció n de Babilonia que
ocurriría mucho después de su muerte. La profecía de Babilonia y su
destrucció n se describe como ocurriendo en “el día del SEÑ OR” (v. 6). La profecía
de la destrucció n de Babilonia se cumplió parcialmente en 539 a. C. cuando los
medos y los persas capturaron la ciudad de Babilonia. La profecía sobre
Babilonia, sin embargo, mira hacia el futuro a la caída final de Babilonia en los
juicios relacionados con la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 18). La
descripció n del día del Señ or como un tiempo de terror y la ira de Dios no se
cumplió por completo en la caída de Babilonia (539 a. C.) y en cambio describe
la gran tribulació n, los tres añ os y medio que precederá n a la segunda venida.
La victoria de los medos sobre Babilonia anticipó la caída de la ciudad de
Babilonia, así como el poder religioso y político de Babilonia. Babilonia sería
destruida como Sodoma y Gomorra (Isaías 13:19). La ciudad quedaría tan
diezmada que nunca volvería a ser habitada (vv. 20-22). Histó ricamente,
la ciudad de Babilonia no fue destruida en539 a. C. o en los siglos
siguientes. Incluso al comienzo de la era cristiana, Babilonia seguía siendo una
ciudad importante con una gran colonia de judíos. En lugar de una destrucció n
repentina, fue destruida gradualmente por las fuerzas de la naturaleza.
En Apocalipsis 18, nuevamente se describe a Babilonia como una ciudad
que sufriría una destrucció n repentina por un terremoto y un incendio. Aunque
algunos entienden que esto no significa la ciudad literal de Babilonia, la
descripció n realista de Apocalipsis 18 encaja perfectamente en el concepto de
una ciudad importante que será reconstruida en el tiempo del fin, pero que será
destruida por un terremoto y un incendio como un juicio de Dios en el segundo
advenimiento.

La bendición de Israel después de la destrucción de Babilonia


Isaías 14:1–8. Babilonia ha sido parcialmente reconstruida en la era
moderna. Israel es descrito como el objeto de la compasió n del Señ or, una
nació n victoriosa sobre sus enemigos. Israel se burlará de Babilonia en el
tiempo de su destrucció n (vv. 3-11). La opresió n de Babilonia terminará en el
tiempo de la paz milenaria (v. 7).

El destino de los malvados


Isaías 14: 9-23. Los líderes se describen aquí como pertenecientes al reino
de los espíritus de los muertos (vv. 9-11). La profecía sobre Babilonia aquí va
má s allá de la ciudad literal de Babilonia. El rey de Babilonia (v. 3)
generalmente se identifica como Senaquerib (705–651 a. C.). Senaquerib era en
realidad el rey de Asiria, pero cuando conquistó Babilonia, también estaba
relacionado con Babilonia. Si él era el que estaba a la vista (v. 12), aquí se lo
describe como la caída de una estrella de la mañ ana, que desaparece
repentinamente una vez que llega el amanecer. Había sido un gran
conquistador de las muchas naciones de Israel. Ahora sería humillado y
asesinado. Su deseo era ser má s grande que Dios (vv. 13-14).
Algunos intérpretes consideran que estos versículos se refieren a algo má s
que a Senaquerib y, de hecho, a una descripció n de la caída de Sataná s en el
mundo prehistó rico. Sataná s, originalmente creado como un á ngel santo, se
rebeló contra Dios y fue condenado al juicio perpetuo de Dios. La redacció n de
los versículos 13-14 describiría con mucha precisió n el punto de vista de
Sataná s en su deseo de ser elevado por encima de todos los demá s gobernantes
y hecho “como el Altísimo” (v. 14). Esta forma de revelació n se encuentra a
menudo en la profecía. Ademá s de la referencia histó rica, aquí se hace
referencia a la lucha má s amplia entre Sataná s y Dios. Senaquerib se describe
como alguien que había sido asesinado sin un entierro adecuado (vv. 16-20).
Dios predijo que Babilonia sería cortada (v. 22) y se convertiría en un lugar
desolado (v. 23).
Asiria para ser juzgada
Isaías 14:24-27. Aquí se predice nuevamente la destrucció n de Asiria (v.
25). Histó ricamente, esto se cumplió en el 612 a. C. cuando los ejércitos asirios
fueron derrotados por los ejércitos babiló nicos. Nínive, su capital, fue
destruida. La misma á rea que una vez fue conquistada por Asiria estará sujeta a
Cristo después de Su segunda venida.

Juicio sobre los filisteos


Isaías 14:28–32. Otra profecía fue revelada contra los filisteos, quienes
eran los enemigos constantes de Israel. Salieron a regocijarse por las victorias
temporales sobre Israel, pero ellos mismos estaban destinados a la destrucció n
completa. Esto se cumplió parcialmente en la historia, pero también se
cumplirá en relació n con Jesucristo como el vencedor final en Su segunda
venida.

Profecía contra Moab


Isaías 15:1–16:13. Se predice la futura destrucció n de Moab, otro enemigo
tradicional de Israel (15:1-4). En el momento de escribir Isaías, algunas de las
ciudades moabitas ya habían sido destruidas, como Ar y Kir, ubicadas en la
parte sur del Mar Muerto. Dibon, una de sus principales ciudades, estaba cerca
del Mar Muerto. Otras ciudades principales también estaban destinadas a la
destrucció n, junto con ciudades como Nebo y Medeba. Los fugitivos de Moab
huyeron hasta Zoar, al sur y al oeste. La destrucció n de los moabitas recibió una
predicció n grá fica (vv. 5-9).
En lugar de huir hacia el sur, los moabitas deberían haber ido al norte a
Israel y enviar corderos como tributo (16:1). Al final, esta guerra terminaría y
un hombre se sentaría en el trono de la casa de David (v. 5), una profecía que se
cumpliría en el milenio futuro. Se describe un lamento de Moab y su dolor (vv.
7- 12). Se predice un cumplimiento inmediato de la destrucció n de Moab dentro
de tres añ os (vv. 13-14). Esta profecía se cumplió alrededor del 732 a. C. cuando
los ejércitos asirios presionaron hacia el sur o en la posterior invasió n en 701 a.
C. por Senaquerib, el rey de Asiria.

Profecía contra Damasco


Isaías 17:1–8. Se predice la destrucció n venidera de Damasco, una de las
ciudades antiguas del Medio Oriente, la ciudad capital de Aram (vv. 1-
2). Damasco se alió con Israel en la lucha contra los asirios, pero fue en vano
porque los asiriostriunfo. Jacob sería como una persona con un cuerpo gordo
que se consumía (v. 4). La destrucció n de Damasco se cumplió en la historia y la
profecía.
Como resultado de su disciplina por parte de los conquistadores asirios,
Israel se volvería de sus dioses falsos y los postes de Asera al Dios verdadero
(vv. 7-8).
Isaías 17:9-14. Las ciudades fuertes serían abandonadas y desoladas (v.
9). La razó n de su juicio fue que se habían olvidado de Dios (v. 10). Se describe
la furia de las naciones unas contra otras y contra Dios, pero al final, Dios será
el que triunfe (vv. 12-14).

Profecía contra Cus


Isaías 18:1–7. Esta profecía se refiere a la destrucció n de Cus, o Etiopía,
conocida como “la tierra de las alas que zumban” (v. 1). El territorio
involucraba el norte de Etiopía, Sudá n y el sur de Egipto. Las "alas zumbantes"
representaban a los invasores o las alas de las langostas. Se los describe como
un pueblo temible, “alto y de piel suave” y una “nació n agresiva” (v. 2). El Señ or
prometió permanecer con ellos “como calor resplandeciente al sol” (v. 4), pero
a su debido tiempo Dios castigaría a los invasores asirios. Después de que
Asiria fuera destruida, el pueblo traía regalos a Israel (v. 7). Esta profecía sobre
Cus se cumplió en la historia y se cumplirá en la segunda venida (Ezequiel 38:
5; Apocalipsis 16:14-21).

Profecía contra Egipto


Isaías 19:1–25. Isaías predijo que los egipcios pelearían entre sí (v. 2) y
“consultarían a los ídolos ya los espíritus de los muertos” (v. 3). Serían
conquistados por “un rey feroz” (v. 4). El río Nilo se secaría y "las cañ as y los
juncos se secará n" (v. 6). El juicio continuo de Dios sobre los egipcios, la
destrucció n de su economía y su falta de sabiduría fueron explicados (vv. 8-
15). Con sus problemas internos, así como la falta de cultivos y la falta de agua,
Egipto quedaría desolado.
La predicció n de que Judá gobernaría a los egipcios (vv. 16-17) puede
referirse al milenio futuro, ya que no parece corresponder a ningú n evento en
la historia. Algunas de las ciudades de Egipto usará n el idioma de Canaá n (v.
18). En el tiempo del reino futuro, la profecía indicó que Egipto se volvería al
Señ or y lo adoraría. Como resultado, los sanaría de la plaga (vv. 19-22).
También se hizo referencia a la carretera de Egipto a Asiria (v. 23) que
estará en uso en el reino futuro. La bendició n de Dios descansará tanto sobre
Israel como sobre Egiptoy Asiria en ese día (vv. 24-25). Las profecías se
cumplen en la historia y se cumplirá n en el milenio.
Cus y Egipto serán conquistados
Isaías 20:1–6. Isaías recibió instrucciones de andar “desnudo y descalzo”
(v. 2) como señ al de que no solo Israel, sino también Egipto y Cus serían
conquistados por Asiria y llevados cautivos. Esto se cumplió en la historia.

Profecía contra Babilonia


Isaías 21:1–10. Isaías profetizó algunas de las batallas que girarían
alrededor de Babilonia. Aunque algunos rastrean esto hasta la caída final de
Babilonia en 539 a. C., puede referirse a batallas anteriores resultantes de
revueltas contra Asiria, con la revuelta finalmente sofocada alrededor del 702 a.
C. Isaías advirtió a Israel que, aunque había rebeliones temporales contra
Asiria, no debían confiar en esta victoria, porque Asiria continuaría siendo un
poder fuerte. Aunque los detalles de la profecía no está n del todo claros, se dio
el mensaje: “¡Ha caído Babilonia, ha caído! ¡Todas las imá genes de sus dioses
yacen destrozadas en el suelo! " (v. 9). Cuando Babilonia fue capturada en 539
a. C., no hubo una destrucció n extensa como se describe aquí, pero el
cumplimiento final ocurrirá en la segunda venida (Apocalipsis 18).

Profecía contra Edom


Isaías 21:11-12. Se dio una breve profecía sobre Dumah, probablemente
una referencia a Edom. El "atalaya" informó que vendrían la mañ ana y la noche,
lo que significa que los juicios proféticos finalmente se cumplirá n.

Profecía contra Arabia


Isaías 21:13-17. El juicio de Dios se pronunció sobre Arabia. Como nació n,
serían invadidos por los asirios y los á rabes tendrían que huir de los ejércitos
asirios. El tiempo de este evento se cumplió probablemente alrededor del 715
a. C.

Juicio sobre Jerusalén


Isaías 22:1–14. Jerusalén es el tema de esta profecía. No está del todo claro
qué ataque a Jerusalén por parte de los asirios se menciona, pero
probablemente sea una referencia a la invasió n de Senaquerib en 701 aC, que se
describe má s adelante en Isaías 36-37. En esa ocasió n, Dios liberó
maravillosamente a Jerusalén. Senaquerib había conquistado varias ciudades
de Judá y se había apoderado de muchos de los líderes de Judá . Probablemente
se refería a Jerusalén con la referencia al “Valle de la Visió n” (22:5). Jerusalén se
puede describir de diversas formas como una montañ a, como en la expresió n el
Monte de Sión, pero también hay un valle entre Jerusalén y el Monte de los
Olivos marcado por el arroyo Cedró n. Se describe que los muros de Jerusalén
tienen
muchos calzones (v. 9). La liberació n vino sobrenaturalmente del Señ or, pero la
gente se entregó tontamente a la juerga en lugar de alabar al Señ or (vv. 12-13).

Profecía contra Shebna


Isaías 22: 15-25. Se pronunció una acusació n profética contra Sebna, quien
aparentemente era un alto funcionario en el palacio de Jerusalén (v. 15). Se
unió a otros en su jolgorio en lugar de honrar al Señ or como su
libertador. Isaías profetizó que Sebna sería destituido de su cargo (v. 19). Esto
se cumplió (22:19; 36:3).
Se profetizó que Eliaquim reemplazaría a Sebna. Era un líder en Israel y
tenía el respeto de Israel. Era probable que participara en las negociaciones
entre Israel y Senaquerib cuando los ejércitos asirios todavía rodeaban
Jerusalén (cf. 2 Reyes 1818, 26, 37; Isa. 36: 3, 11, 22; 37:2). Realizaría bien su
trabajo, pero con el tiempo él también caería (22: 23-25). Esto se cumple en la
historia.

Juicio de Tiro
Isaías 23:1–18. Esta profecía de la destrucció n de Tiro (vv. 1-14) resultó en
un eclipse de la ciudad durante unos setenta añ os, después de los cuales se
recuperaría (vv. 15-18).
A Tiro le fue bien en el siglo VIII cuando el Imperio asirio estaba ganando
fuerza. Los setenta añ os a los que se hace referencia pueden ser los setenta
añ os del 700 al 630 a. C. Durante este período, el poder de Asiria disminuyó
gradualmente y terminó con su destrucció n en el 612 a. C. Esto permitiría a Tiro
recuperar fuerzas.
La profecía describía a todo el mundo mediterrá neo afligido por la
destrucció n de Tiro. Los comerciantes de Sidó n (v. 2), así como los egipcios (v.
3), lamentaron la angustia de Tyre. Incluso Tarsis, ubicada por algunos en
Españ a, se vio afectada porque su comercio se vio obstaculizado. Desde el
punto de vista de Isaías, lo que se predijo aú n estaba por cumplirse.
Al final de los setenta añ os (v. 17), Tiro y su comercio serían restaurados
nuevamente. Las fortunas de Tiro subieron y bajaron a lo largo de los siglos,
pero el golpe final llegó cuando Alejandro asedió la ciudad en 332 a. C. Como la
ciudad estaba en una isla, construyó una calzada, raspando todos los restos de
la ciudad continental para llenar el espacio. El resultado de esto puede verse
hoy. Aunque la ciudad revivió má s tarde, Alejandro la destruyó casi por
completo. Lo que fue cierto de Tiro en Isaías 23 también será cierto de la tierra
en su conjunto.

La inminente destrucción de la tierra


Isaías 24:1–23. La destrucció n de la tierra, que ocurrirá en el día del Señ or,
será un juicio sobre toda la faz de la tierra. Este capítulo no tiene ningú n
cumplimiento en la historia, pero anticipa la gran tribulació n venidera y la
destrucció n de la tierra por grandes terremotos, fuego del cielo y otros
desastres. Sin embargo, el tiempo del desastre futuro de la tierra culminará con
la segunda venida de Cristo y Su reino de justicia y paz.

El Reino Glorioso Venidero


Isaías 25:1–27:13. Estos tres capítulos predicen el triunfo de Dios y la
alabanza de Su pueblo a Dios por Su omnipotente liberació n de Su pueblo. Estas
profecías se han cumplido hasta cierto punto en el pasado, pero tendrá n su
cumplimiento final y completo en el futuro reino milenial de Dios. En ese
tiempo futuro, aquellos que han confiado en Dios será n honrados y aquellos
que son enemigos de Dios será n derribados (25:12).
Isaías 26. Este es otro largo salmo de alabanza que reconoce la fidelidad del
Señ or en el cuidado de su pueblo. El reino futuro será un tiempo de paz (v.
12). También será un tiempo de resurrecció n de los muertos: “Pero tus muertos
vivirá n; sus cuerpos se levantará n. Tú que moras en el polvo, despierta y grita
de alegría. Tu rocío es como el rocío de la mañ ana; la tierra dará a luz a sus
muertos” (v. 19). La liberació n de los justos en resurrecció n al comienzo del
milenio se refiere a los santos del Antiguo Testamento (cf. Dan. 12:1–2). En
Isaías 26:19 y Daniel 12:1–2, se revelaron las profecías má s importantes de la
resurrecció n de los santos del Antiguo Testamento.
En Isaías 27, la alabanza de Dios y la predicció n de la liberació n de Israel
recibieron má s revelació n. El futuro cumplirá este tiempo de juicio sobre los
enemigos de Dios, pero también registrará un tiempo de restauració n y
avivamiento de Israel y su posesió n de la tierra desde el río É ufrates hasta el
Wadi de Egipto, un arroyo que forma la frontera entre Egipto. y Canaá n (Isa.
26:12-13; Génesis 15:18-21).

Efraín y Judá advirtieron de la destrucción venidera


Isaías 28:1–29. Se reanudó el tema del juicio sobre los enemigos de Dios, y
se revelaron profecías sobre el futuro juicio de Efraín por Dios en el momento
de la invasió n asiria. Este tema del juicio continú a desde Isaías 28 hasta Isaías
33. Si los enemigos de Dios eran de Israel, y en este caso de Efraín, o si eran
gentiles, en cualquier caso, Dios trataría con ellos en juicio (28:29).

La piedra angular preciosa


En medio de estas declaraciones del juicio venidero, se dio revelació n
acerca de Jesucristo como “piedra en Sion, piedra probada, piedra angular
preciosa para un fundamento firme; el que confía no se desanimará jamá s” (v.
16; cf. Efesios 2:20; 1 Pedro 2:6). Esto se cumple en Cristo.
Jerusalén advirtió
Isaías 29:1–24. El juicio se pronunció sobre la ciudad de Jerusalén, aquí
llamada Ariel. Jerusalén ha sido destruida muchas veces en la historia (2 Cró n.
36:15-21), pero estaba destinada a ser la capital del reino milenial (cf. Isa. 2:3-
5). Dios declaró que la razó n de Su juicio fue que el corazó n de la gente estaba
lejos de É l (29:13). Sin embargo, del juicio de Israel y Jerusalén vendrá el
triunfo final (vv. 17:24). Estas profecías específicas esperan su cumplimiento en
el reino milenial.

Judá advirtió sobre la alianza con Egipto


Isaías 30:1–31:9. El Señ or denunció la tendencia de Israel a confiar en la
ayuda de Egipto. Dios declaró la ayuda de Egipto "completamente inú til" (30:
7). La razó n por la que los hijos de Israel van a Egipto es que son un “pueblo
rebelde, niñ os engañ osos, niñ os que no quieren escuchar la instrucció n del
Señ or” (v. 9). Dios declaró que su juicio vendría como “un muro alto, agrietado y
abultado, que se derrumba repentinamente, en un instante” (v. 13). En los
versículos 15-18, Dios pidió a su pueblo que viniera y pusiera su confianza en
él, ya que “la L ORD anhela tener misericordia de ustedes” (v. 18). Aunque habrá
un tiempo de juicio, también habrá un tiempo de restauració n y misericordia
del Señ or (vv. 19-26). El dolor se convertirá en gozo cuando el Señ or pelee por
ellos (vv. 27–33).
Se pronunció otra acusació n contra los que dependen de Egipto: “¡Ay de los
que descienden a Egipto en busca de ayuda, que dependen de los caballos, que
confían en la multitud de sus carros y en la gran fuerza de sus jinetes, pero no
miran al Santo de Israel, o busca ayuda de la SEÑ OR” (31:1)! El Señ or prometió la
liberació n definitiva de Israel y el monte Sió n (vv. 4-5). Sobre esta base, se
exhortó a Israel a volver al Señ or (v. 6). Con el tiempo, las huestes de Asiria
“caerá n a espada que no es de hombre” (v. 8).

La venida de Cristo, el Rey justo


Isaías 32:1–20. Israel tendrá “un rey” que “reinará con justicia y
gobernantes gobernará n con justicia” (v. 1). Isaías predijo que Israel en ese
momento escucharía Su exhortació n (vv. 2-8). A Israel se le prometió un juicio
severo de Dios, pero una restauració n y liberació n definitivas (vv. 9-20). El
pasaje concluye, “cuá n bienaventurado será s, sembrando tu semilla junto a
todos los ríos, y dejando que tu ganado y asnos corran libres” (v. 20). Esto se
cumplirá en el milenio (Jeremías 23:5-8; Apocalipsis 19:11-15).
La angustia de Israel y la liberación de Dios
Isaías 33:1–24. Se pronunció juicio futuro sobre Israel. Esto sería seguido,
sin embargo, por la restauració n de Israel (vv. 5-6). El juicio de Dios sobre
aquellos que le desobedecen, sin embargo, se describe en términos grá ficos (vv.
7-14). Por el contrario, los justos será n bendecidos por el Señ or (vv. 15-18).
Ellos “verá n al rey en su hermosura y verá n una tierra que se extiende lejos”
(v. 17). Isaías predijo la restauració n futura de Israel y la liberació n del pueblo
de Israel (vv. 20–24). Esto finalmente se cumplirá en el milenio.

El próximo día de venganza contra las naciones


Isaías 34:1–17. El “día de la venganza” sobre las naciones (v. 8) se describe
en términos grá ficos en los versículos 1-15. Por el contrario, los que siguen al
Señ or será n bendecidos (vv. 16–17). Esto se cumple en la historia y se cumplirá
en la segunda venida (Apocalipsis 16: 18-21).

Bendiciones del Reino


Isaías 35:1–10. Aquellos que han sido redimidos de sus enemigos y
bendecidos por el Señ or en el futuro reino milenial se regocijará n (vv. 1–2).
Será un tiempo degran regocijo cuando el desierto florezca. En ese tiempo, Dios
vendrá y traerá venganza sobre los inicuos, pero liberació n para los justos (v.
4). Las abundantes bendiciones del reino milenial se describen en los versículos
5–7: “Entonces se abrirá n los ojos de los ciegos y se destapará n los oídos de los
sordos. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y la lengua muda gritará de
alegría. El agua brotará en el desierto y los arroyos en el desierto. La arena
ardiente se convertirá en un estanque, la tierra sedienta burbujeará en
manantiales. En los lugares donde alguna vez estuvieron los chacales, crecerá
hierba, juncos y papiros ". Se hace referencia nuevamente a la carretera
internacional que pasará por Israel (vv. 8-10).

Senaquerib amenaza a Jerusalén


Isaías 36:1–22. La amenaza de Senaquerib, rey de Asiria, se describe
grá ficamente en este pasaje. Senaquerib instó al pueblo de Israel a rendirse y
evitar la captura militar de Jerusalén. Los desafió a no escuchar al rey Ezequías,
quien confiaba en el Señ or (vs. 13-22; cf. 2 Reyes 18-19).

La liberación de Jerusalén por Dios


Isaías 37:1–38. Aquí se registra la maravillosa liberació n de Jerusalén de
sus enemigos. El profeta Isaías declaró : “No temas por lo que has oído, esas
palabras con las que los subordinados del rey de Asiria me han blasfemado.
¡Escucha! Voy
a poner un espíritu en él para que cuando escuche cierto informe, regrese a su
propio país, y allí haré que lo maten a espada” (vv. 5-7).
Senaquerib, sin embargo, renovó su ataque contra Israel, desafiá ndolos a
rendirse. Le envió una carta a Ezequías, indicando que habían conquistado
otros países, ¿por qué no podían conquistar Jerusalén (vv. 9-13)? Al recibir la
carta, Ezequías fue al templo y extendió la carta ante el Señ or (v. 14). En
respuesta a la oració n de Ezequías, Isaías envió un mensaje a Ezequías: “Esto es
lo que dice el SEÑ OR, el Dios de Israel: Porque me has orado acerca de
Senaquerib, rey de Asiria, esta es la palabra que la L ORD ha hablado contra él”
(v. 21).
En la siguiente secció n poética, Dios predijo que serían liberados de los
asirios (vv. 22:29). Le dio a Ezequías una señ al, prediciendo que Israel
continuaría sembrando sus cosechas y dando fruto en la tierra de Judá (vv. 30–
32). Isaías concluyó queAsiria no podría conquistar Jerusalén y regresarían por
el camino por el que vinieron (vv. 33–35).
Luego, las Escrituras registran la muerte de ciento ochenta y cinco mil
hombres en el campamento asirio, lo que precipitó la retirada asiria y,
finalmente, el asesinato de Senaquerib (vv. 36-38).

Enfermedad y curación de Ezequías


Isaías 38: 1–22. A Ezequías se le dijo que su vida terminaría pronto, aunque
era comparativamente un hombre joven. Ezequías le pidió al Señ or que
extendiera su vida y Dios añ adió quince añ os a su vida (v. 5). Como prueba de la
profecía, hizo retroceder diez pasos la sombra proyectada por el sol (vv. 7-8).
En la secció n poética que sigue, Ezequías se regocijó en la liberació n que Dios le
había dado (vv. 9-20). Isaías había predicho: “Prepara una cataplasma de higos
y ponla a hervir, y sanará ” (v. 21; cf. 2 Reyes 20:1-11).

Enviados de Babilonia
Isaías 39:1–8. Ezequías mostró a los enviados de Babilonia todos sus
tesoros (vv. 1-2). Isaías lo reprendió por esto (vv. 3-4). Isaías le predijo a
Ezequías que todos sus tesoros serían llevados a Babilonia, incluidos algunos
de sus descendientes, pero que no ocurriría durante su vida (vv. 5-8). Aunque
no fue registrado por Isaías, en los quince añ os que Dios le dio, nació Manasés,
uno de los reyes má s malvados del reino de Judá . Hablando humanamente,
hubiera sido mucho mejor que Ezequías muriera antes de que se añ adieran
quince añ os a su vida.

La restauración venidera de Israel


Isaías 40:1–31. Aquí comienza la ú ltima secció n principal del libro de Isaías
(40-66). Existe amplia evidencia de que Isaías escribió esto, así como los
primeros treinta y nueve capítulos, pero el énfasis profético cambia. De acuerdo
con el propó sito de la revelació n de Dios, un cambio importante en el tema de
esta secció n fue el plan de Dios para la restauració n y liberació n de su
pueblo. Esto se cumplirá principalmente después de la segunda venida de
Cristo en el reino milenial. En ese momento, Israel no solo recibirá bendiciones
que no se merece, sino que el juicio caerá sobre Babilonia debido a sus pecados.
En vista del glorioso futuro de Israel, se le exhorta a vivir con rectitud ante el
Señ or.
El profeta comenzó con un mensaje de consuelo para el pueblo de Dios. Les
aseguró que su tiempo de prueba estaba por terminar y que ella recibiría de
"la mano de la L ORD el doble por todos sus pecados" (v. 2), lo que indicaba
perdó n. La profecía fue revelada en cuanto a la voz de uno que precedió al
Mesías: “Una voz de uno que llama: 'En el desierto preparad el camino para
el SEÑ OR; allanad en el desierto una calzada para nuestro Dios. Todo valle se
levantará , todo monte y collado se rebajará ; el terreno accidentado se nivelará ,
los lugares accidentados una llanura. Y la gloria de la L ORD será revelada, y toda
la humanidad junta la verá . Porque la boca del SEÑ OR ha hablado” (vv. 3-5).
Los cuatro evangelios atribuyen este pasaje a Juan el Bautista como el
precursor de Cristo (Mateo 3:1–4; Marcos 1:2–4; Lucas 1:76–79; Juan 1:23). En
este pasaje se describe a toda la nació n de Israel como en un lugar desierto (Isa.
40: 3), pero anticipando la gloriosa liberació n de Dios. Nivelar el terreno era
una forma de prepararse para la venida de un rey, y el pasaje anticipa el reino
milenial: “Y la gloria del SEÑ OR será revelada” (v. 5).
Otra voz le recordó a Israel: “Una voz dice: 'Clama'. Y dije: '¿Qué clamaré?'”
(V. 6) La respuesta a esta pregunta fue el hecho del cará cter temporal del
hombre como la hierba del campo (vv. 6–8). En contraste con el cará cter eterno
de Dios, la raza humana es como la hierba, que rá pidamente se seca y se cae. En
contraste, "la palabra de nuestro Dios permanece para siempre" (v. 8).
A los que llevaron el mensaje a Sion se les exhortó a alzar la voz y declarar
el propó sito de la restauració n de Dios (vv. 9-11). El Señ or vendría con Su
recompensa, que se cumplirá en la segunda venida. El poder de Dios en la
creació n se describe en los versículos 12-14. Por el contrario, los hombres
individualmente son inadecuados en comparació n con el poder de Dios. Se
describe a Dios como entronizado ya la gente como saltamontes (vv. 21-24). La
grandeza de Dios se compara con los cielos estrellados (vv. 25-26). Dios nunca
se cansa y fortalece a quienes confían en É l (vv. 28–31).

El poder y la liberación de Dios


Isaías 41:1–29. La omnipotencia de Dios se compara con las limitaciones
del hombre y la naturaleza (vv. 1-4). Los ídolos no pueden librar (vv. 5-7) como
el Dios omnipotente. Esto se cumple tanto en la historia como en la profecía.
Dios pudo dirigir a Israel y los vio como sus siervos (vv. 8-10). Se describe
la destrucció n final de los enemigos de Dios y el triunfo de Dios (vv. 11-16).
Dios puede aliviar la sed de los sedientos y necesitados (vv. 17-20). También se
resaltan las limitaciones de la raza humana (vv. 21-24) y la insuficiencia de los
hombres en comparació n con la omnipotencia de Dios (vv. 25-29).
Isaías 42:1–13. Isaías presentó la revelació n acerca del Siervo del
Señ or. Este pasaje describe a Cristo mismo: “Aquí está mi siervo, a quien
sostengo, mi escogido en quien me deleito; Pondré mi Espíritu sobre él y traerá
justicia a las naciones. No gritará ni gritará , ni alzará la voz en las calles. No
quebrará la cañ a cascada, no apagará la mecha humeante. Con fidelidad traerá
justicia; no vacilará ni se desanimará hasta que establezca la justicia en la
tierra. En su ley las islas pondrá n su esperanza” (vv. 1-4; cf. cita parcial de esto
en Mateo 12: 18-21). Esta es la primera presentació n de Cristo como "el siervo"
en contraste con Israel como el siervo de Dios (Isa. 41:8; 42:19; 43:10; 44:1–2,
21; 45: 4; 48: 20). El “siervo” en esta secció n no es otro que Cristo mismo,
aunque algunos lo consideran una referencia a Israel. Este es el primero de
cuatro cá nticos que presentan al Siervo como Cristo (42:1–9; 49:1–13; 50:4–11;
52: 13–
53:12).
Israel era un siervo ciego en contraste con Cristo, quien traerá justicia y
restauració n al mundo (42:19). Dios como Creador sería el que da vida a su
pueblo (v. 5). Dios prometió tomar a Israel de la mano, considerarlo como un
pueblo del pacto y convertirlo en “luz para los gentiles” (v. 6). El hecho de que
Cristo será una luz para los gentiles (v. 16) se menciona en Lucas 1:79. Dios no
solo liberará a la gente en su conjunto, sino que también abrirá los ojos
individuales que estaban ciegos y cautivos libres del pecado. De acuerdo con
esto, en Isaías se registra una voz de alabanza al Señ or y se describe la victoria
final del Señ or (vv. 10-13). Esto se cumplió en la primera venida de Cristo y se
cumplirá en su segunda venida.

Israel ciego y sordo


Isaías 42:14–25. Se predice el juicio de Dios sobre el mundo por su pecado
(vv. 14-17). Los que adoran a los ídolos se avergonzará n (v. 17), y los que son
sordos y ciegos a la Palabra de Dios pagará n por su pecado porque no prestaron
atenció n a la Palabra de Dios (v. 23). El Señ or declaró que É l mismo había
entregado a Jacob (Israel) a sus enemigos para que lo saquearan (vv. 23-25). A
pesar de su disciplina por parte del Señ or, ella no entendía y no regresaba al
Señ or. Para traer a Israel de regreso al Señ or, Dios enviaría a Su Sierva (vv. 1-4)
y se ocuparía de ella enmisericordia. Esto se cumple en la historia y se cumplirá
en los juicios milenarios (Ezequiel 20:33-38).
Israel será restaurado
Isaías 43:1–28. El Dios que creó a Israel estaría con ella a través de las
aguas profundas y del fuego de su aflicció n (vv. 1–2). El propó sito final de Dios
es traer al pueblo de Israel de regreso a Tierra Santa para que no sea esparcido
por todo el mundo (vv. 3–7). Esto só lo se ha cumplido parcialmente a cambio
de los cautiverios y espera su cumplimiento completo en la segunda venida
de Cristo (Ezequiel 39:26-28). Al restaurar a Israel de manera sobrenatural,
Dios hará de Israel un testimonio de Su propia deidad y poder (Isaías 43:8-13).
En el futuro inmediato, Dios libraría a Israel de Babilonia (vv. 14-21). A
pesar de la bondad de Dios, Israel no respondió (vv. 22-24). Dios le recordó que
solo É l podría borrar sus transgresiones o castigarla por sus pecados (vs. 25-
28). Esta profecía se cumplirá en el reino milenial.

La promesa del espíritu y la impotencia de los ídolos


Isaías 44:1–23. Dios volvió a declarar su propó sito de redimir a Israel, de
restaurarla, como “arroyos en la tierra seca” (v. 3). Dios derramaría Su Espíritu
sobre ella para que ella confesara que pertenecía al Señ or (v. 5). A Israel se le
recordó que los ídolos no eran nada y que solo Dios podía ayudarla (vv. 6–
23). Esta profecía se cumplirá en la segunda venida.

Profecía sobre Ciro


Isaías 44: 24-28. Se hizo la inusual profecía de que Jerusalén sería habitada,
sus ruinas restauradas y que "Ciro" autorizaría la reconstrucció n del templo
después del cautiverio. Esta profecía de Isaías fue escrita 150 añ os antes de su
cumplimiento. Ciro, rey de Medo-Persia, conquistó Jerusalén en el 539 a. C., y al
añ o siguiente les dio permiso a los judíos para regresar a su tierra y construir
un templo. Es muy posible que Daniel, quien tenía un alto cargo en el gobierno
de Ciro, pudiera haber influido en esta decisió n. La profecía es inusual porque
el nombre de la persona se da antes de que naciera. Esto también fue cierto
para Jesú s (Mat. 1:21) y Maher-Shalal-Hash-Baz (Isa 8:1-4).
Isaías 45:1–13. Cyrus es nuevamente nombrado como el que conquistaría
todo lo que estaba antes que él. Al hacerlo, el Señ or sería reconocido ante el
mundo. Se hizo otra referencia a Ciro: “Resucitaré a Ciro en mi justicia:
Enderezaré todos sus caminos. É l reconstruirá mi ciudad y hará libres a mis
desterrados, pero no por precio ni recompensa, dice el SEÑ OR Todopoderoso” (v.
13).

Restauración de Israel
Isaías 45:14-25. Las profecías que siguieron van má s allá de lo que le
sucedería a Ciro y anticipan la venida del Señ or en Su reino milenial. Por
consiguiente, las profecías de esta secció n en su conjunto esperan su
cumplimiento futuro.

Exhortación a Israel y Babilonia a reconocer a Dios


Isaías 46:1–13. Bel, una deidad de Babilonia, se describe incliná ndose, y
Nebo, otra deidad, "se inclina hacia abajo" (v. 1). Los babilonios llevaron
imá genes de estos dioses en algunas de sus fiestas triunfantes, pero, por el
contrario, Dios llevó a Israel (vv. 3–4). Se instó a Israel a recordar a Dios como
Aquel que declaró el fin desde el principio (vv. 8-10), cuyo propó sito se
cumpliría (v. 10). Dios traería la salvació n a Israel (vv. 11-13).

Los dioses de Babilonia


Isaías 47:1-15. Se predijo la destrucció n de Babilonia, la "virgen hija de
Babilonia" (v. 1). Se comparó a Babilonia con una esclava que molía harina con
las piedras de molino (vv. 2-4). El juicio de Dios sobre Babilonia fue pintado en
términos grá ficos (vv. 5-15). Sus astró logos no podrían salvarla (vv. 13-15).

Dios cumple sus promesas


Isaías 48:1–22. Israel se resistiría a reconocer a Dios y rompería los
juramentos que le hizo (vv. 1-6). Dios prometió continuar refinando a Israel
(vv. 7-11). Dios nuevamente le pidió a Israel que recordara cuá nto má s grande
es É l que cualquier ídolo y profetizó que cumpliría Su propó sito (vv. 12-15). Al
exhortarla a dejar Babilonia y regresar a su Tierra Prometida, Dios le recordó
todo lo que había hecho por ella, pero predijo que a menos que ella lo siguiera,
no encontraría la paz (vv. 16–22). Estas profecías se cumplen en la historia y la
profecía.

La redención venidera de Israel


El tema general de Isaías 49–57 es que el Siervo del Señ or sería en ú ltima
instancia el protector y libertador de Israel. En estos capítulos, a veces siervo
se refiere a la propia Israel, pero en otras ocasiones a Jesucristo como el Siervo
del Señ or, que sería el libertador de Israel.
Isaías 49:1–7. El Siervo será llamado por el Señ or antes de que nazca (v.
1). El ministerio del Siervo será traer a Israel de regreso a Dios (vv. 5-6). En la
predicció n de la salvació n venidera por parte del Siervo, también se declara que
É l es “una luz para los gentiles” (v. 6), mencionado en Lucas 1:79; 2:32; cf. Es
un. 42: 6. Aunque “despreciado y aborrecido por la nació n” en su primera
venida (49:7), traerá a Israel de regreso a Dios en el milenio.
Isaías 49:8-13. Se hace la predicció n de que el Siervo triunfará en el
cumplimiento del pacto de Dios con su pueblo (v. 8; cf. Jer. 31:31-34). Israel
vendrá de todas las direcciones para ser restaurado a su Tierra Prometida
(Isaías 49:12). Esto se cumple en la historia y la profecía.

La certeza de la restauración de Israel


Isaías 49:14-26. Sin embargo, a pesar de estas profecías, Israel se sentirá
abandonada (v. 14). Dios le aseguró que este no era el caso y que no la olvidaría
(vv. 15-18). Aunque Israel regresó de Babilonia como una nació n pequeñ a,
cuando finalmente Cristo la reuniera en Su segunda venida, ella será
una nació n grande (vs. 19-21). Entonces su tierra le parecerá demasiado
pequeñ a (v. 20). El regreso de los niñ os del cautiverio, sin embargo, presagia la
reunió n final de la nació n en su conjunto, un evento que aú n está por llegar (v.
20). El triunfo de Israel será reconocido por los gentiles (vv. 22-24). En el
proceso de su liberació n y el juicio de Dios sobre sus opresores, Dios se
revelará como el “Redentor de Israel, el Fuerte de Jacob” (v. 26). Esto se cumple
en la historia y la profecía.

El siervo obediente en la humillación


Isaías 50:1–11. Dios se describió a sí mismo como un esposo que se había
divorciado temporalmente de su esposa debido al pecado (v. 1). Israel fue
referido como uno vendido como esclavo. El que estaba hablando era el Siervo
del Señ or. El poder de Dios es tal que podía redimirlos de cualquier situació n (v.
2). La sumisió n del Siervo a la voluntad de Dios llevó a Su rechazo y burla (v. 6;
Mat. 27:28–30; Mar. 14:65; 15:19–20; Luc. 22:63). Los que quierenseguir al
Siervo del Señ or en obedecer a Dios debe confiar en el Señ or en lugar de en su
propia luz (Isa. 50:10-11). Esta profecía se cumplió en la primera venida de
Cristo.

Dios puede cumplir sus promesas a Israel


Isaías 51:1–23. Se exhortó a Israel a mirar a Abraham y Sara, y al Señ or
como Aquel que cumpliría las promesas de bendició n. La descripció n de la
situació n corresponde al reino milenial, cuando habrá gozo y justicia
universales (vv. 3- 5). La salvació n de Dios durará para siempre (v. 6). Dios fue
ensalzado como Aquel que podría traer a los redimidos de regreso a Sion (v.
11). Dios, que es su Creador, consolará a Israel (v. 12). Su poder es mayor que el
poder del opresor de Israel (vv. 12-15). La copa de la ira de Dios bebida por
Israel le será dada a su opresor (vv. 17-23). Esta profecía se cumple en la
historia y la profecía.
La venida de la salvación de Dios
Isaías 52:1–6. Aunque Dios se ocupó de los problemas de esta manera, se
exhortó a Israel a esperar la restauració n de Dios. Cuando sea restaurado, Israel
sabrá que el Señ or lo ha hecho. Esto se cumplirá en el milenio.
Isaías 52:7–12. La escena descrita va má s allá de la restauració n de Israel
después de los cautiverios y visualiza la tierra milenaria y Jerusalén como su
ciudad central (vv. 8-10). Esto se hará para que lo vean todas las naciones.

El siervo sufriente debe ser exaltado


Isaías 52–53:12. En el proceso, el Siervo del Señ or sufrirá (52:13), una
predicció n de los sufrimientos de Cristo en relació n con Su
crucifixió n. El resultado será , sin embargo, que las bendiciones se extenderá n a
muchas naciones (v. 15; cf. Rom. 15:21).
La gran profecía mesiá nica de Isaías 53 está dedicada a la descripció n de la
muerte de Cristo. Partes de esta secció n de Isaías se citan en el Nuevo
Testamento. Se describió el rechazo de Jesú s por parte de Israel (v. 1; cf. Juan
12:38; Rom. 10:16). No tenía belleza exterior, y fue despreciado y no estimado
(Isa. 53:2-3). Aquellos en Israel que entendieron que Cristo había muerto por
ellos reconocieron que É l tomó sus debilidades sobre sí mismo (vv. 4-6; cf. Mat.
8:17). El Siervo fue afligido por las transgresiones de Israel. La verdad se
resumió en Isaías 53: 6: “Todos nosotros, como ovejas, nos hemos descarriado,
cada uno se ha apartado por su propio camino; y la SEÑ OR cargó sobre él la
iniquidadde todos nosotros ". El Siervo fue comparado con un cordero llevado
al matadero porque no abrió la boca. Su muerte hizo imposible que É l tuviera
descendientes físicos (vv. 7-8; Hechos 8: 32-33). Su "tumba" fue "con los
impíos" pero también "con los ricos" (Isa. 53:9; 1 Pedro 2:22). El Siervo murió
en la voluntad de Dios porque “su vida” fue hecha “ofrenda por la culpa” (Isaías
53:10). Esta profecía se cumplió en la muerte de Cristo, con la bendició n que se
cumplirá en el milenio (Marcos 15:3–4, 27–28; Lucas 23: 1–25; Juan 1:29;
11:49–
52; Hechos 8:28–35; 10:43; 13:38–39; 1 Cor. 15:35; Efesios 1:7; 1 Pedro 2: 21–
25; 1 Juan 1:7–9).
Su descendencia espiritual brotaría de Su muerte y resurrecció n (Isa.
53:10). Su victoria final sobre los malvados se describe en los versículos 11-12
(cf. Lucas 22:30).

La futura gloria de Israel


Isaías 54:1–17. La futura gloria de Israel y Jerusalén se describió en
lenguaje grá fico. Se la comparó con una mujer estéril que, sin embargo, tiene
muchos hijos (v. 1). Se le dijo que se extendiera y se estableciera en varias
ciudades debido al aumento de sus descendientes. Dios se describió a sí
mismo como su “esposo;
el SEÑ OR Todopoderoso es su nombre; el Santo de Israel es tu Redentor” (v.
5). Aunque Israel fue abandonado por un momento, Dios prometió guardar Su
pacto eterno y colmarla de bondad y compasió n eternas (vv. 7–8). Su trato con
Israel será como su trato con Noé, y su “amor inagotable por ti no será
conmovido” (vv. 9-10). El hecho de que Dios no necesitará reprender a Israel
nuevamente (v. 9) describe su reino milenial.
Jerusalén será como una ciudad construida con piedras preciosas (vv. 11-
12), que es similar a la descripció n de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21-
22. Sin embargo, la referencia es a la ciudad de Jerusalén en el milenio má s que
al estado eterno (Isa. 54:11-12). En los versículos finales del capítulo, se declara
que Israel está libre de tiranía y terror, y Dios mismo será su defensor contra el
ataque (vv. 14-17).

La promesa de salvación
Isaías 55:1–13. Se extendió una invitació n a todos los que tuvieran sed y no
tuvieran dinero para que vinieran y comieran vino y leche sin precio ni costo
(vv. 1–2). Dios hará un pacto eterno con Israel como lo hizo con David (v. 3). Al
hacer cumplir esta invitació n, Dios le recordó a Israel que debía escuchar y
buscar al Señ or mientras se le pudiera encontrar (vv. 3–7). Los versos finales
del capítulocontinú e exponiendo la maravilla del cuidado de Dios en la
naturaleza, así como en la proclamació n de Su Palabra que no volverá vacía (vv.
8-11). La profecía promete que Israel tendrá un gran gozo en el reino venidero.
Toda la naturaleza se unirá para regocijarse por la bendició n de Dios (vv. 12-
13).
Todas las bendiciones descritas en este capítulo está n relacionadas en el
versículo 3 con "un pacto eterno contigo, mi amor fiel prometido a David". Así
como las promesas de David y las promesas de su reino son eternas y de seguro
se cumplirá n, también se profetizaron las expectativas de Israel de su
restauració n y gozo en el milenio futuro.

Salvación para los gentiles


Isaías 56:1–8. Dios prometió incluir entre los bienaventurados a aquellos
que no eran judíos pero que guardaban los sá bados y amaban y servían al
Señ or. Sus ofrendas serían aceptadas y tendrían gozo en la casa de oració n (v.
7). La declaració n de que “mi casa será llamada casa de oració n” (v. 7) fue
citada por Cristo como una reprimenda de la profanació n del templo por parte
de Israel (Mat. 21:13). Esto se cumple en la historia y se cumplirá en el milenio.
Isaías 56 cierra con una acusació n severa contra los impíos en contraste con las
bendiciones pronunciadas sobre los que sirven al Señ or.
La condenación de los inicuos contrasta con el consuelo de los justos
Isaías 57:1–21. Después de la anterior acusació n generalizada sobre el
pecado (vv. 1-13), se prometió consuelo a quienes se volvieran al Señ or (v.
14). Aunque el Señ or traerá paz a los justos, los impíos no tendrá n consuelo ni
paz (vv. 14-21). Esto se cumple en la historia y la profecía.

Verdadero ayuno para ser recompensado


Isaías 58:1–14. El Señ or los exhortó al verdadero ayuno y a hacer buenas
obras, como desatar las cadenas de la injusticia (v. 6), compartir comida con los
hambrientos (v. 7) y vestir al desnudo (v. 7). Cuando invocan al Señ or y le
sirven de esta manera, Dios los escuchará y vendrá en su ayuda (vv. 7-10). Se
renovó la promesa de que Dios los guiaría (v. 11) y que reconstruirían las
ruinas antiguas (v. 12). Se pronuncia una bendició n especial sobre aquellos que
no violan el sá bado y encuentran su gozo en el Señ or (vv. 13-14). Esto se
cumple en la historia y se cumplirá en el milenio.

El Redentor prometido vendrá a pesar de los pecados de Israel


Isaías 59:1–21. Esta descripció n grá fica de los pecados de Israel requiere
confesió n y restauració n. Dios declaró có mo sus pecados la habían separado de
É l (vv. 1-4). Sus actos de violencia (v. 6) e injusticia (vv. 8-14) exigieron una
respuesta divina tanto para Israel como para sus enemigos (v. 18). El Redentor
vendrá de Sion a aquellos que se arrepientan de sus pecados (v. 20). Dios
prometió que su Espíritu hablaría a través de ellos para siempre (v. 21). Esto se
cumplió en la primera venida y se cumplirá en la segunda venida.

La gloria de Sion en el reino


Isaías 60:1–22. La redenció n de Israel por parte de Dios traerá un futuro
glorioso. La gloria vendrá de Dios mismo, y las naciones responderá n y saldrá n
a la luz (vv. 1-3). Las riquezas del mundo se acumulará n para ellos (vv. 4-
7). Rebañ os de camellos cubrirá n la tierra (v. 6) y se ofrecerá n abundantes
ofrendas sobre el altar (v. 7). Estas predicciones aú n no se han cumplido en la
historia y anticipan el futuro reino milenial. En ese día, las naves de Tarsis
traerá n plata y oro para honrar al Señ or.
Las glorias de Jerusalén superará n cualquier cosa realizada en el pasado
(vv. 10-12). “Los extranjeros reconstruirá n tus muros, y sus reyes te servirá n”
(v. 10). La riqueza de las naciones les llegará (v. 11). La gloria futura de Israel y
sus posesiones incluirá a sus enemigos postrá ndose ante ellos (vv. 13-14).
Sus bendiciones supremas y el cuidado maravilloso de Dios se describen
en detalle (vv. 15-22). Tendrá n oro en lugar de bronce (v. 17). “No se oirá má s
violencia en tu tierra, ni ruina ni destrucció n dentro de tus fronteras” (v. 18). La
profecía anticipó el estado eterno cuando predijo: “El sol ya no será tu luz
durante el día, ni el brillo de la luna brillará sobre ti, porque la L ORD será tu luz
eterna, y tu Dios será tu gloria” (V. 19; véase Apocalipsis 21:23; 22:5).

Los dos advenimientos de Cristo


Isaías 61:1–11. El Siervo del Señ or, que es Cristo mismo, tendrá la unció n
del Espíritu Santo. “El Espíritu del SEÑ OR soberano está sobre mí, porque el SEÑ OR
me ha ungido para predicar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado para
vendar a los quebrantados de corazó n, para proclamar el añ o del favor del
SEÑ OR y el día de la venganza de nuestro Dios, para consolar a todos los que
lloran” (vv. 1– 2). Su unció n, como la de Saú l y David, lo distinguirá como Rey
porque el título "Cristo" tiene el significado de serungido (véase Mateo 3:16-
17). En Lucas 4: 18- 19, Cristo citó Isaías 61:1 y parte del versículo 2 en
relació n con É l mismo. Significativamente, detuvo la cita antes de la menció n
del “día de la venganza de nuestro Dios” (v. 2). Los versículos anteriores
armonizan con Su primera venida, pero el día de la venganza se refiere a Su
segunda venida. Con esto, Cristo significó la diferencia entre los dos eventos y
su cumplimiento profético.
Como en otros pasajes milenarios, se profetiza la reconstrucció n de las
ciudades de Israel (vv. 4-6). No solo se restaurará n los lugares materiales, sino
que el pueblo de Israel también será restaurado como nació n, y los
extraterrestres será n sus siervos. El mismo Israel vivirá como “sacerdotes de
del SEÑ OR” (v. 6).
Su prosperidad incluía que le serían perdonados sus pecados y tendría una
doble porció n de su herencia y gozo eterno. Su prosperidad será una señ al para
las naciones de las bendiciones del Señ or. El profeta mismo describió su gozo
en el Señ or y enumeró las bendiciones que Dios le ha derramado (vv. 10-11).
Estas profecías se cumplirá n principalmente en el milenio.

Preparando el camino para el rey


Isaías 62:1–12. Otro hermoso cuadro profético del reino futuro se revela
después de la segunda venida de Cristo. En ese momento, la salvació n de
Jerusalén será evidente para todos (v. 1). Las naciones de Israel observará n su
justicia y gloria (v. 2). Israel se compara con una corona o una diadema real (v.
3). Aunque alguna vez se la describió como desolada, ahora la llamará n
"Hephzibah", que significa "mi deleite está en ella", y su tierra "Beulah", que
significa "una casada", porque "la L ORD se deleitará en ti, y tu tierra se casará ”
(v. 4). Su restauració n se describe como un matrimonio feliz.
Israel nunca tendrá que entregar a los extranjeros su vino nuevo o sus
cosechas (vv. 6-9). Israel fue desafiado a preparar el camino para el Rey (vv. 10-
11). El mismo pueblo de Israel será descrito como "el pueblo santo" (v. 12).

El próximo día del juicio y la redención


Isaías 63:1–64:12. El Señ or vendrá como un vencedor victorioso, viniendo
de Edom con vestidos manchados de carmesí. Esto predijo un día de juicio
venidero sobre Edom (63:1), una nació n que a menudo se oponía a Israel y
estaba ubicada al sureste de Israel. El pasaje describe a Cristo pisando un lagar
del juicio deDios con sangre salpicando sus vestiduras (vv. 2-3). Será "el día de
la venganza" (v. 4). La venida de Cristo será en un tiempo de liberació n de Israel
y su restauració n, pero será un tiempo de juicio sobre aquellos que no está n
bien con Dios (vv. 3-6). Las muchas bendiciones pasadas de Israel se
contrastaron con su gloria futura. Israel recordará entonces có mo Dios la había
bendecido en los días de Moisés (vv. 7-14), aunque Israel se rebeló contra Dios
(v. 10).
Israel pidió a Dios que juzgara a los malvados que se oponían a ella a pesar
de que ella era consciente de sus propios pecados (64: 1-7). Israel deploró la
destrucció n de sus enemigos, la desolació n de Jerusalén y la destrucció n de su
templo por el fuego (vv. 8-11).

Bendición para los justos frente a la destrucción de los malvados


Isaías 65:1–16. Después de que se enumeraron los pecados de Israel (vv. 1-
7), Dios predijo sus futuras bendiciones (v. 10). Por el contrario, los malvados
será n juzgados (vv. 11-12). En los tratos futuros de Dios con Israel, suplirá
todas las necesidades de sus siervos, pero juzgará a los que lo rechacen (vv. 13–
16).
Isaías 65:17-25. Se presentó una imagen gloriosa de los nuevos cielos y la
tierra nueva definitivos (vv. 17-19). El profeta luego volvió al tema de Jerusalén
en el reino milenial, en el que habrá longevidad, pero también muerte. Quien
muere a los cien añ os será considerado todavía un joven. La tierra milenaria
proporcionará seguridad a Israel. “Construirá n casas y habitará n en
ellas; plantará n viñ as y comerá n de su fruto” (v. 21). Por el contrario, los impíos
no quitará n posesiones al pueblo de Israel: “Mis escogidos disfrutará n por
mucho tiempo de las obras de sus manos” (v. 22). Los hijos de Israel no estará n
"condenados a la desgracia" (v. 23). La tranquilidad en la naturaleza también
ocurrirá : “El lobo y el cordero se alimentará n juntos, y el leó n comerá paja
como el buey, pero el polvo será el alimento de la serpiente. No dañ ará n ni
destruirá n en todo mi santo monte” (v. 25; cf. 11:6-7). Estas profecías no se
ajustan a la eterna Nueva Jerusalén, pero se relacionan con el milenio.
Al expresar la esperanza futura de Israel, el Antiguo Testamento a menudo
mezclaba profecías del reino milenial con las de la Nueva Jerusalén en la
eternidad. Las distinciones se aclaran cuando se observan los detalles. Aquí,
obviamente, se estaba describiendo el reino milenial porque en la Nueva
Jerusalén no habrá muerte, pecado ni juicio. El reino milenial será un tiempo de
gran gozo y regocijo y liberació n para el pueblo de Dios, pero la muerte y el
pecado aú n estará n presentes.

El juicio sobre los impíos contrasta con la esperanza eterna de los justos
Isaías 66:1–24. Este capítulo describe el reino milenial después de la
segunda venida de Cristo. Debido a que el cielo es el trono de Dios, se sigue que
la tierra es “el estrado de mis pies” (v. 1). Por consiguiente, ningú n templo
puede contener realmente a Dios. Dios declaró que los sacrificios de Israel
serían inú tiles a menos que su corazó n estuviera con él. Dios prometió juzgar
con justicia a aquellos que no vivieran en una relació n correcta con É l (vv. 4-6).
La restauració n de Israel será como un niñ o nacido antes de su
tiempo. Israel será liberado y restaurado rá pidamente (vv. 8–9). Dios le ordenó
que se regocijara (v. 10). En el futuro milenio, Dios también prometió cuidar de
su pueblo como una madre que cuida a un bebé (vv. 11-13). Israel “florecerá
como la hierba” (v. 14). Pero los malvados verá n a Dios descender sobre ellos
en juicio (vv. 15-17). Incluso las naciones llegará n a ver la gloria de Dios, y los
que no sean de la nació n de Israel será n llevados a Jerusalén para adorar a Dios
(vs. 19-21).
Los versículos finales de Isaías repiten la promesa de que Dios cuidará de
los suyos para siempre, en contraste con aquellos que experimentan el castigo
eterno (vv. 22-24). El cierre del libro de Isaías es una severa advertencia para
aquellos que rechazan a Dios y una palabra de seguridad para aquellos que
ponen su confianza en É l. Estas profecías se cumplirá n en el milenio.
5

PROFECÍA EN JEREMÍAS

PROFECÍA EN JEREMÍAS ACERCA DE JUDÁ


Jeremías, aunque era hijo de un sacerdote levítico, Hilcías, ministró como
profeta desde aproximadamente el 625 al 582 a. C. Sus profecías fueron
entregadas en un momento de gran angustia y apostasía para el pueblo de
Israel. Sus profecías sobre Judá y las naciones revelaron má s detalles y se
referían a má s pueblos que cualquier otro libro de las Escrituras. Jeremías vivió
para ver literalmente cumplidas muchas de sus profecías, pero algunas se
extendieron hasta el final de la era. Sus profecías acerca de Judá fueron
reveladas desde el capítulo 1 de Jeremías hasta el capítulo 45.

Profecías generales del juicio divino sobre Judá


Jeremías 1:13-19. Jeremías informó esta profecía del Señ or: “'¿Qué
ves?' "Veo una olla hirviendo, inclinada hacia el norte", respondí. La L ORD me
dijo: 'Desde el norte se derramará desastre sobre todos los habitantes de la
tierra. Estoy a punto de convocar a todos los pueblos de los reinos del norte,
'declara el SEÑ OR” (vv. 13-14).
En los versículos que siguen, Dios declaró que los reyes que conquistarían
Jerusalén establecerían sus tronos en la puerta de Jerusalén. Dios pronunció
juicios sobre la gente debido a su iniquidad (vv. 15-16).
Ademá s, Dios instruyó a Jeremías para que no se aterrorizara, sino que
tomara posició n contra los enemigos de Dios. A Jeremías se le informó :
“'Peleará n contra ti, pero no te vencerá n, porque yo estoy contigo y te
rescataré', declara e SEÑ OR” (v. 19). Estas profecías se cumplieron en el
cautiverio babiló nico. Jeremías 2:35–37. Después de una acusació n punzante
que declaraba que Israel era culpable de prostitució n espiritual, Dios declaró
su propó sito de juzgarla: “Pero yo te juzgaré porque dices: 'No he pecado'” (v.
35). Dios le informó que aunqueella se alejaría tanto de Egipto como de Asiria,
“tú también dejará s ese lugar con las manos en la cabeza, porque la L ORD ha
rechazado a aquellos en quienes confías; ellos no te ayudará n” (v. 37). La
referencia de esta profecía es que, aunque Israel declaró su independencia de
Asiria y de Egipto, sería llevada prisionera bajo el cautiverio babiló nico que
seguiría al período
asirio (2 Cró n. 36:15-21).
Bendiciones para seguir el juicio
Jeremías 3:11-18. Al declarar que Judá le había sido infiel al Señ or, el Señ or
la instó a regresar. Prometió que sería recibida con misericordia (v. 12). Dios
“les dará pastores conforme a mi corazó n, que los guiará n con conocimiento y
entendimiento” (v. 15). Dios se imaginó a Jerusalén en el momento de su
restauració n en el milenio: “En ese momento llamará n a Jerusalén El Trono de
del SEÑ OR, y todas las naciones se reunirá n en Jerusalén para honrar el nombre
de la SEÑ OR. Ya no seguirá n la terquedad de sus corazones malvados. En aquellos
días, la casa de Judá se unirá a la casa de Israel, y juntos vendrá n de una tierra
del norte a la tierra que di a tus antepasados en heredad” (vv. 17-18).

Desastre por venir Israel


Jeremías 4:1–31. El Señ or suplicó a Israel que desechara sus ídolos (v. 1) y
que “se circuncidaran al SEÑ OR, circuncidad vuestro corazó n, varones de Judá y
pueblo de Jerusalén, o mi ira estallará y arderá como fuego a causa del mal que
has hecho, quema sin que nadie lo apague” (v. 4). En lugar de ser bendecida (v.
2), el Señ or la castigaría.
Dios declaró que sería invadida desde el norte (vv. 5-9). Judá fue desafiada
a huir a sus ciudades fortificadas (v. 5) porque Dios estaba “trayendo calamidad
del norte, y destrucció n terrible” (v. 6). Los versículos que siguen describen las
ciudades en ruinas y la gente vestida de cilicio (vv. 7-9). Jeremías se angustió
con esta revelació n, y le dijo al Señ or que había hablado de paz cuando en
realidad “la espada está en nuestras gargantas” (v. 10). Dios predijo de manera
dramá tica có mo avanzaría el enemigo (vv. 11-17). Los versículos que siguen
(vv. 18-20) declaran que esto fue causado por Judá por su conducta, que resultó
en “toda la tierra” que quedó “en ruinas” (v. 20). También se predijo la
destrucció n de Judá (vv. 21–31). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.

Razones divinas para juzgar a Israel


Jeremías 5:1–19. Debido a sus pecados, Judá sería atacada por el leó n, el
lobo y el leopardo (v. 6). Dios describió la devastació n de los viñ edos de Judá
porque “han mentido acerca del SEÑ OR; dijeron: '¡No hará nada! No nos
sobrevendrá ningú n dañ o; nunca veremos espada ni hambre'” (v. 12). Debido a
que los "profetas de Judá son viento" (v. 13), Dios hará precisamente con ella lo
que ella dijo que no se haría.
Dios vendría sobre la nació n de Israel y traería “una nació n lejana contra
ellos” (v. 15). Devorarían todo lo que tenían delante, pero Dios prometió : “'No
te destruiré por completo'. Y cuando la gente pregunta: "¿Por qué la L ORD
nuestro Dios nos ha hecho todo esto?" les dirá s: 'Como me dejaste y sirviste
a dioses
extranjeros en tu propia tierra, ahora servirá s a los extranjeros en una tierra
que no es la tuya'” (vv. 18-19). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.
Jeremías 6: 1–30. Después de una descripció n grá fica del juicio de Israel a
causa de sus pecados, Dios declaró : “Oye, tierra: traigo calamidad sobre este
pueblo, fruto de sus planes, porque no han escuchado mis palabras y han
rechazado mi ley” (v. 19). Declaró que sus ofrendas no eran aceptables (v. 20).
Un gran ejército vendría del norte (v. 22), que no mostraría misericordia a Judá .
Se la exhortó a vestirse de cilicio y revolcarse en ceniza (v. 26). Esto se cumplió
en el cautiverio babiló nico.

El pecado y la idolatría de Israel


Jeremías 7:1–29. Después de llamar a la religió n de Israel inú til porque no
cambió sus vidas (vv. 2-11), Dios declaró que “os echará de mi presencia, como
hice con todos vuestros hermanos, el pueblo de Efraín” (v. 15).
Después de reprender a Israel por sus pecados e idolatría, el Señ or declaró :
“Mi ira y mi ira se derramará n sobre este lugar, sobre hombres y bestias, sobre
los á rboles del campo y sobre el fruto de la tierra, y arderá . y no se apague” (v.
20). En los versículos 21-29, Dios continuó suplicá ndole a Israel y le prometió
que sería su Dios si ella caminaba en Sus caminos (vs. 22-23). Esto se cumplió
en el cautiverio babiló nico.
Jeremías 7:30–34. Dios declaró que el Valle de Ben Hinnom se convertiría
en el Valle de la Matanza (vv. 31–32). Los muertos serían tan numerosos que no
tendrían lugar para enterrarlos (v. 32), y "los sonidos de gozo y alegría" y "las
voces de la novia y el novio" (v. 34) ya no será n Escuchó . Esto se cumplió en el
cautiverio babiló nico.
Jeremías 8:1-3. A los que han deshonrado a Dios al adorar ídolos se les
quitará n los huesos de sus tumbas y los expondrá n al sol y a la luna como
muestra del juicio de Dios. Esto se cumplió (2 Reyes 23:4-16).

Juicio a causa del pecado


Jeremías 8:9-22. Debido al rechazo de Israel a la palabra del Señ or, se
profetizó que sus esposas serían entregadas a otros hombres y sus campos a
nuevos dueñ os. Ella sería abatida y castigada (vv. 9-12).
Su cosecha sería quitada (v. 13). Cuando huyera a las ciudades fortificadas,
estaría condenada a perecer (v. 14). El enemigo vendría a devorar la tierra (v.
15). Dios enviaría serpientes venenosas entre ella (v. 17). Estas profecías se
cumplieron en el cautiverio babiló nico.
Jeremías 9:11-26. Jerusalén y las ciudades de Judea serían devastadas (v.
11). El pueblo de Israel sería esparcido entre las naciones. Sus mujeres llorarían
con lá grimas (vv. 18-19). La muerte cortaría tanto a sus jó venes como a los
niñ os
(vv. 21-22). El juicio de Dios se extendería no solo a Israel, sino también a
Egipto, Edom, Ammó n, Moab y otros que vivían en el desierto (vs. 25-26). Esto
se cumplió en el cautiverio babiló nico.
Jeremías 10:17-25. Los que vivieran en la tierra serían capturados (v.
18). Tanto sus familias como sus tiendas serían destruidas (v. 20). Jeremías oró :
“Derrama tu ira sobre las naciones que no te reconocen, sobre el pueblo que no
invoca tu nombre. Porque han devorado a Jacob; lo devoraron por completo y
destruyeron su tierra” (v. 25). Se cumplió la desolació n de la tierra (2 Cró n.
36:21).

El pacto de Moisés roto


Jeremías 11:1–8. El pacto de Moisés que Dios hizo con el pueblo de Israel
no se había cumplido, aunque Dios cumplió Su promesa de darle la “tierra que
fluye leche y miel, la tierra que posees hoy” (v. 5). Israel no había obedecido la
Ley ni escuchado al Señ or. Por tanto, Dios traería sobre ella las maldiciones del
pacto (v. 8).
Jeremías 11:9-14. Debido a que los hijos de Israel no siguieron al Señ or, así
como sus padres habían ignorado a Dios y adorado a otros dioses, Dios no
escuchó susllora cuando golpea el desastre (vv. 11-13). Jeremías recibió
instrucciones de no orar por este pueblo porque Dios no escucharía (v. 14).
Jeremías 11:15-17. Aunque Israel adoraba en el templo, porque era inicua,
Dios la castigaría (v. 15). Dios quiso que ella fuera un “olivo con frutos
hermosos en forma. Pero con el rugido de una fuerte tempestad, le prenderá
fuego y sus ramas se quebrará n” (v. 16). Se decretó el desastre para ella porque
había quemado incienso a Baal (v. 17). Estas profecías se cumplieron en el
momento del cautiverio babiló nico.

El complot contra Jeremías


Jeremías 11:18-23. Los hombres de Anatot planearon matar a Jeremías
porque no les agradaban sus profecías. Dios le aseguró a Jeremías que los
castigaría con la muerte (v. 21). El hambre, así como la espada que devoraría a
sus hijos e hijas, resultaría en un juicio que “no les dejará ni un remanente” (v.
23). Estas profecías se cumplieron en el cautiverio babiló nico.

Por qué prosperan los malvados


Jeremías 12:1–17. La queja de Jeremías acerca de la prosperidad de los
malvados fue temporalmente cierta. Dios en Su tiempo entregaría a Israel en
manos de sus enemigos (v. 7). Su tierra sería asolada (vv. 10-12), y ella
cosecharía espinas, no trigo (v. 13). Aquellos que castigan a Israel y se apoderan
de su herencia será n desarraigados (vv. 14-15). Aquellos que no escucharan a
Dios serían completamente destruidos (v. 17). Estas profecías se cumplieron en
el cautiverio babiló nico.

El cinturón de Jeremías y los odres


Jeremías 13:1–11. El Señ or le ordenó a Jeremías que tomara un cinturó n y
lo escondiera en las rocas. Má s tarde, el cinturó n se arruinó por esta exposició n.
De la misma manera Dios “arruinará la soberbia de Judá y la gran soberbia de
Jerusalén” (v. 9). Los que se niegan a adorar a Dios y siguen la iniquidad serían
completamente inú tiles, como el cinturó n de Jeremías (vv. 10-11).
Jeremías 13:12-14. Como los odres de vino se llenan de vino, así el Señ or
haría que el pueblo de Israel se embriagara con vino y lo destruyera. Estas
profecías se cumplieron en el cautiverio babiló nico.

El cautiverio venidero
Jeremías 13:15-27. Cuando la gente preguntó por qué les estaba pasando
esto, Dios declaró : “Todo Judá será llevado al destierro, llevado por completo”
(v. 19). “Si te preguntas: '¿Por qué me ha sucedido esto?', Es por tus muchos
pecados” (v. 22). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.

Israel experimentará la sequía, el hambre y la espada


Jeremías 14:1–6. Las ciudades de Judá llorarían, y el clamor saldría de
Jerusalén (vv. 1–2). Sus cisternas estarían vacías (v. 3). No tendrían lluvia (v.
4). Sus animales morirían (vv. 5-6).
Jeremías 14:10-12. Aunque Dios amaba al pueblo de Judá , los castigó por
sus pecados (v. 10). Dios no haría caso de sus ayunos ni aceptaría sus ofrendas,
y serían destruidos “a espada, hambre y plaga” (v. 12).
Jeremías 14:13–16. En cuanto a los profetas que profetizaron mentiras de
que el juicio de Dios no vendría, Dios dijo: “Esos mismos profetas perecerá n a
espada y de hambre. Y la gente a la que profetizan será arrojada a las calles de
Jerusalén a causa del hambre y la espada. No habrá nadie que los entierre a
ellos ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Derramaré sobre ellos la
desgracia que se merecen” (vv. 15-16). Estas profecías se cumplieron en el
cautiverio babiló nico.

El juicio es inevitable, pero el verdadero arrepentimiento traerá


restauración
Jeremías 15:1–4. Aunque Moisés y Samuel intercedieron, Dios castigaría a
su pueblo. Fueron destinados a muerte por espada, por hambre y por cautiverio
(v. 2). Cuatro clases de destructores los atacarían: la espada, los perros, las aves
y las bestias de la tierra (v. 3). Incluso las naciones los aborrecerían porque
siguieron los pecados de Manasés (v. 4). Esto se cumplió en el cautiverio
babiló nico.
Jeremías 15:5-21. Nadie se compadecería de Jerusalén en su día de angustia
por haber rechazado al Señ or (vv. 5-6). Habría muchas viudas, má s que las
arenas del mar (v. 8). Estos supervivientes serían pasados a espada (v. 9). Dios
prometió liberar a Jeremías en tiempos de angustia. Su riqueza sería saqueada y
esclavizados por sus enemigos. A Jeremías se le prometió que, si era un digno
vocero de Dios, sería como “una muralla fortificada de bronce” (v. 20). Dios
prometió salvarlo de la mano de los impíos (v. 21). Estas profecías se
cumplieron en el cautiverio babiló nico.

El desastre que se avecina


Jeremías 16:1–13. Jeremías recibió instrucciones de no casarse ni tener
hijos e hijas porque estarían destinados a morir a espada y de hambre como los
demá s. A Jeremías también se le dijo que no se uniera a la comida del funeral ni
que mostrara lá stima por los afligidos porque Dios había retirado su
compasió n de este pueblo y estaban destinados a un final triste. La novia y el
novio nunca má s
celebrarían con alegría.
Jeremías recibió instrucciones de decirle al pueblo que se avecinaba un
gran desastre porque no solo ellos, sino también sus padres, habían
abandonado al Señ or (vv. 10–12). Serían llevados cautivos a una tierra extrañ a
y allí servirían a otros dioses (v. 13). Estas profecías se cumplieron en el
cautiverio babiló nico y en la experiencia de Jeremías.

El propósito final de Dios de restaurar a Israel


Jeremías 16:14-15. Aunque la perspectiva cercana para Israel era la del
desastre y la expulsió n de la tierra, Dios afirmó que incluso en este contexto de
apostasía É l los restauraría a la tierra: “'Sin embargo, vienen días', declara el
SEÑ OR, 'cuando los hombres ya no dirá n "Tan seguro como vive el SEÑ OR, que
sacó a los israelitas de Egipto", sino que dirá n: "Tan seguro como vive el SEÑ OR,
que sacó a los israelitas de la tierra del norte y de todos los países donde los
había desterrado ". Porque los devolveré a la tierra que les di a sus antepasados
'”.
Se pueden notar dos cosas acerca de esta profecía: (1) Fue entregada en un
tiempo de apostasía cuando Israel ciertamente no merecía esta promesa. (2) La
promesa de la tierra todavía se entendía como una promesa literal, como lo es
en todo el Antiguo Testamento. Así como Israel fue literalmente llevada al
cautiverio de su tierra a otra, también ella será literalmente traída de otras
tierras a su tierra natal. El tiempo de cumplimiento será en la segunda venida
de Cristo, cuando los israelitas saldrá n “de todos los países adonde los había
desterrado” (v. 15). Su reunió n le permitirá participar en el reino milenial
después de la segunda venida.

El cautiverio precede a la restauración


Jeremías 16:16-18. En contraste con la reunió n misericordiosa de Israel
mencionada en los versículos anteriores, esta profecía describe la caza de los
israelitas que serían llevados cautivos. Los israelitas que estaban escondidos
serían registrados, ysufrirían por sus pecados y los pecados de sus
antepasados. Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.

Los gentiles también serán salvos


Jeremías 16:19-21. Dios, quien había sido el refugio de aquellos que se
volvían a É l, eventualmente traería a sí mismo a aquellos de todas las naciones
que confían en el Señ or (v. 19). Cuando regresen al Señ or, É l les enseñ ará sobre
Su “poder y fortaleza. Entonces sabrá n que mi nombre es el SEÑ OR” (v. 21). Esto
se cumple en el programa de salvació n de Dios.

El impío y el justo contrastados


Jeremías 17:1–18. El pecado de Judá quedó grabado de manera indeleble en
su corazó n, lo que hizo que Dios la castigara (vv. 1–2). Su riqueza le sería
quitada (v. 3); perdería su herencia (v. 4) y sería esclavizada (v. 4). Dios
pronunció una maldició n sobre el que confiaba en el hombre y lo describió
como una zarza en el desierto (vv. 5-6).
Por el contrario, el hombre bendito “será como un á rbol plantado junto al
agua que echa sus raíces junto al arroyo. No teme cuando llega el calor; sus
hojas son siempre verdes. No tiene preocupaciones en un añ o de sequía y nunca
deja de dar frutos” (v. 8). Israel en ese momento, sin embargo, era como un
arbusto del desierto, no una persona justa que se alimentaba de una abundante
provisió n de agua. El problema con Israel y Judá era que sus corazones eran
engañ osos (v. 9), y esto resultó en que Dios los abandonara y los avergonzara
(v. 13). Debido a que los perseguidores de Jeremías no le creyeron, Jeremías
pidió a Dios que trajera el juicio que había profetizado (vv. 14-18).

Guardar el sábado
Jeremías 17:19-27. La sú plica de Jeremías a los hijos de Israel de guardar el
día de reposo fue desatendida. Dios le ofreció una promesa condicional: si ella
guardaba Su sá bado y observaba Su ley, É l la bendeciría; si no lo hiciera,
“encenderé un fuego insaciable en las puertas de Jerusalén que consumirá sus
fortalezas” (v. 27).
Signo de la casa del alfarero
Jeremías 18:1–10. Usando la ilustració n de una vasija de barro estropeada
que está siendo moldeada en las manos del alfarero, Dios declaró a Jeremías
que podía hacer lo que hizo el alfarerocomo Israel era barro en sus manos. Dios
declaró que, si una nació n bajo la maldició n de Su juicio se arrepintiera de su
maldad, É l la aliviaría del desastre (v. 8). Si, por otro lado, anunciaba
bendiciones sobre la nació n o el reino, pero hacía lo malo, entonces Dios
“reconsideraría el bien que tenía la intenció n de hacer por él” (v. 10). La
bendició n bajo la ley mosaica estaba condicionada a la obediencia. Esta profecía
se cumplió en la historia de Israel.

Desastre previsto
Jeremías 18:11-23. A la luz de esto, Dios declaró : “'¡Mira! Estoy preparando
un desastre para ti e ideando un plan en tu contra. Así que apá rtate cada uno de
tus malos caminos y reforma tus caminos y tus acciones. ' Pero ellos
responderá n: 'No sirve de nada. Continuaremos con nuestros propios
planes; cada uno de nosotros seguirá la obstinació n de su malvado corazó n '”
(vv. 11-12). Dios acusó a Israel de “una cosa horrible” (v. 13). Israel se había
olvidado de Dios y había estado quemando incienso a los ídolos que no valían
nada (v. 15). Como resultado, “su tierra será devastada, objeto de permanente
desprecio; todos los que pasen se espantará n y meneará n la cabeza” (v.
16). Jeremías le pidió a Dios que cumpliera sus planes de castigar a Israel
porque ella estaba conspirando contra el mismo Jeremías.

Signo de la olla rota


Jeremías 19:1-15. Jeremías recibió instrucciones de comprar una vasija de
barro al alfarero y luego pronunciar juicio sobre Israel por sus pecados (vv. 1-
5). En lugar de llamar al lugar “Tofet o el valle de Ben Hinnom”, lo llamarían “el
valle de la matanza” (v. 6). Dios describió el terrible juicio sobre Israel que
devastaría sus ciudades e incluso la haría comer la carne de sus hijos (vv. 7-
9). Jeremías luego rompió la vasija y declaró que Dios “aplastará a esta nació n y
esta ciudad, así como la vasija de este alfarero se rompe y no se puede
reparar. Enterrará n a los muertos en Tofet hasta que no haya lugar” (v. 11).
Dios contaminará a Jerusalén tal como contaminó a Tofet (vv. 12-13).
Jeremías repitió su juicio de que Dios traería desastre sobre Jerusalén y las
aldeas circundantes porque “eran tercos y no escuchaban mis palabras” (v.
15). Este juicio se cumplió en el cautiverio babiló nico.
Jeremías 20:1–6. Después de que Jeremías fue golpeado por el sacerdote
Pasur (vv. 1–2), Jeremías repitió la profecía de la destrucció n de Jerusalén (v.
4). Declaró queverían a sus amigos caer a espada y verían los tesoros de
Jerusalén llevados a Babilonia (vv. 4-5). É l predijo que el mismo Pasur iría al
exilio en Babilonia y moriría y sería sepultado allí (v. 6). Esto se cumplió en el
cautiverio babiló nico (2 Cró n. 36:15-21).

Los reyes de Judá advertidos


Jeremías 21:1–7. Después de que Jeremías se quejó de que el Señ or estaba
permitiendo que lo rechazaran (20:7–18), Jeremías recibió una invitació n del
rey Sedequías para preguntarle al Señ or acerca de Nabucodonosor y su ataque
(vv. 1–2). Jeremías respondió , sin embargo, que Jerusalén sería conquistada
(vv. 3- 4), que Dios estaba contra ellos (v. 5), y que tanto el hombre como los
animales morirían “de una terrible plaga” (v. 6). El mismo Sedequías y sus
funcionarios, así como la gente de la ciudad, serían entregados a
Nabucodonosor, quien mataría a muchos de ellos a espada y no mostraría
piedad ni compasió n (v. 7). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico (2
Cró n. 36:15-21).

Jerusalén será destruida


Jeremías 21:8-14. Jeremías transmitió el mensaje de Dios de que los que se
quedaran en la ciudad “morirían a espada, de hambre o de plaga” (v. 9). En
cambio, “el que salga y se entregue a los babilonios que os sitian vivirá ;
escapará con su vida” (v. 9). La ciudad de Jerusalén misma sería destruida por
el fuego (v. 10). La destrucció n de Jerusalén fue profetizada nuevamente, y
aquellos que crean que tendrá n refugio allí será n castigados por sus malas
acciones (vs. 11- 14). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico (2 Cró n.
36:15-21).

Los reyes de Judá serán destruidos


Jeremías 22:1–30. Jeremías recibió instrucciones de ir al palacio del rey e
instar a los oficiales a gobernar con rectitud (vv. 2-3). Jeremías prometió que, si
obedecían al Señ or, continuarían reinando en el trono de David (v. 4). Si no
obedecían, el palacio se arruinaría (v. 5).
Jeremías describió la destrucció n del templo en términos grá ficos (vv. 6–
7). Profetizó que personas de otras naciones preguntarían por qué Jerusalén
fue destruida, y la respuesta sería que habían abandonado el pacto de Dios (vv.
8– 9). Jeremías declaró que no debían llorar por los muertos, sino má s bien
llorar por el hecho de quefueron exiliados y ya no volverían a su tierra natal (v.
10). Lo que sucedió con muchos de los cautivos fue especialmente cierto en el
caso de Salum, hijo de Josías, que sucedió a su padre, que era rey de Judá . Salum
es otro nombre de Joacaz, que fue llevado cautivo.
Jeremías describió el juicio de Dios sobre aquellos que construyeron un
palacio y no pagaron a los obreros (vv. 13-14). Jeremías señ aló que el padre del
rey hizo mejor que él en la defensa de los pobres. Dios acusó a Salum de
ser deshonesto y derramar sangre inocente (v. 17). Así como Salum (Joacaz)
abandonó el ejemplo de su padre Josías y como resultado fue llevado cautivo a
Egipto, Joacim, otro hijo de Josías que lo sucedió , actuó de manera corrupta al
tratar de construir un gran palacio a expensas de los trabajadores. (vv. 13-
14). Jeremías registra el juicio de Dios sobre él: “No llorará n por él: '¡Ay,
hermano mío! ¡Ay, hermana mía! No llorará n por él: '¡Ay, mi amo! ¡Ay, su
esplendor! Será sepultado como un asno, arrastrado y arrojado fuera de las
puertas de Jerusalén” (vv. 18-19). El juicio de Dios no solo recaería sobre
Joacim sino también sobre su pueblo (vv. 20-23).
Dios también pronunció juicio sobre Joaquín (también conocido como
Conías y Jeconías). La profecía de que sería entregado a Nabucodonosor de
Babilonia y moriría en un país extrañ o (vv. 25-27) se cumplió (véase Jeremías
24:1; 29: 2). Se le consideraría sin hijos, y sus hijos no se sentarían en el trono
(vv. 29-30).
Se planteó la pregunta de por qué Joaquín fue expulsado de la tierra. Dios
declaró : “Registra a este hombre como si no tuviera hijos, un hombre que no
prosperará en su vida, porque ninguno de su linaje prosperará , nadie se sentará
en el trono de David ni gobernará má s en Judá ” (v. 30). En realidad, Joaquín
tuvo muchos hijos (cf. 1 Cró n. 3: 17-18), pero ninguno se sentaría
permanentemente en el trono de David. Su hijo Zorobabel (1 Cró n. 3:17-19;
Mat. 1:12) llegó a ser gobernador de Judá , pero no rey. Sedequías, otro hijo de
Josías, se sentó en el trono durante un período después de Joaquín porque no
era hijo de Joaquín. Se cumplieron las Escrituras que dicen que ninguno de sus
descendientes reinaría. Debido a la rebelió n de Sedequías contra
Nabucodonosor, finalmente vio có mo mataban a sus dos hijos y luego fue
cegado y llevado a Babilonia (Jer. 52: 9-11).
La exactitud de estas profecías puede notarse en comparació n con las
genealogías de Cristo en Mateo 1 y Lucas 3. La línea de José pasó por Joaquín,
llamado Jeconías en Mateo 1:12 (cf. 1 Cró n. 3:17). Si José hubiera sido el padre
real de Cristo, el linaje habría sido descalificado debido a la profecía de que
ninguno de losLos herederos de Joaquín se sentarían en el trono. En cambio, la
genealogía de Lucas presenta la línea física de Cristo a través de María y no cayó
bajo la maldició n de Joaquín (cf. Mateo 1:2-17; Lucas 3:24-38). Estas profecías
se cumplen en la historia y la profecía.

Juicio sobre los pastores de Israel


Jeremías 23:1–4. Dios pronunció juicio sobre los pastores, los líderes
espirituales de Israel, porque habían descarriado a su pueblo y habían
esparcido el rebañ o (vv. 1–2). Sin embargo, Dios anunció que “recogería el
remanente de mi rebañ o de todos los países adonde los había arrojado y los
llevaría de regreso
a sus pastos, donde será n fructíferos y se multiplicará n” (v. 3). Dios declaró que
entonces É l tendría pastores que cuidaran de ellos y que cuidaran
adecuadamente de las ovejas (v. 4). Estas profecías está n relacionadas con la
segunda venida de Cristo y hablan de la situació n del milenio.

La promesa de un rey justo


Jeremías 23: 5–8. En este pasaje, Dios revela su programa a largo plazo
para restaurar a Israel y declara que restaurará la monarquía davídica (v. 5). La
venida de Cristo como Rey de Israel está claramente predicha (vv. 5-6). Dios
prometió que en ese día tanto Judá (las dos tribus) como Israel (las diez tribus)
“vivirá n seguros” (v. 6). La referencia a Cristo se hizo evidente por el hecho de
que se le llamó “el SEÑ OR nuestra justicia” (v. 6). Ningú n evento de este tipo se ha
cumplido en la historia y debe estar relacionado, como muchos otros pasajes,
con la segunda venida de Cristo.

La próxima reunión de Israel


A medida que esta profecía se cumpliría, Dios predijo: “'Entonces, vendrá n
días', declara el SEÑ OR, 'cuando la gente ya no dirá : “Tan ciertamente como vive
la el Señ or, que sacó a los israelitas de Egipto”, pero dirá n:“ Con tanta seguridad
como vive el SEÑ OR , que sacó a los descendientes de Israel de la tierra del norte
y de todos los países donde los había desterrado ”. Entonces vivirá n en su
propia tierra '” (vv. 7-8).
De acuerdo con muchas otras profecías, Dios predijo la restauració n y la
reunió n de Israel de todo el mundo en su tierra antigua, un movimiento que
comenzó en el siglo XX pero que se cumplirá completamente después de la
segunda venida de Cristo. Aunque Israel fue restaurado a su tierra después de
los añ os de cautiverio en Egipto, Asiria y Babilonia, y aunque una parte ha
regresado a la tierra en el siglo veinte, esta profecía aú n no se ha cumplido y
está sujeta a cumplimiento futuro en relació n con la segunda venida. Este
importante pasaje es un claro apoyo para la interpretació n premilenial de la
profecía.

Juicio sobre los profetas mentirosos


Jeremías 23:9–40. Habiendo declarado la profecía segura de la restauració n
de Israel, Dios, que no miente, continuó su juicio sobre los profetas
mentirosos. La maldad de los habitantes de la tierra se reveló por el hecho de
que “la tierra está llena de adú lteros” (v. 10); “'Tanto el profeta como el
sacerdote son impíos; aun en mi templo encuentro su maldad 'declara el SEÑ OR”
(v. 11). Se detalla la descripció n de su maldad, su adoració n a Baal, su adulterio
y sus mentiras que hicieron de Israel como Sodoma y de Jerusalén como
Gomorra (vv. 12-14). Dios predijo que su juicio los llevaría a beber agua
envenenada (v.
15). Sus profecías dieron "falsas esperanzas" (v. 16). El juicio venidero fue
representado como una tormenta a punto de estallar sobre ellos (v. 19). La ira
de Dios continuará hasta que se complete Su juicio (vv. 20-24). Continuó
denunciando los sueñ os de los que profetizaban falsamente (vv. 25–32). Eran
falsos profetas que hablaban falsos orá culos (vv. 33-37). En lugar de cumplir
sus promesas, Dios les traería desgracia eterna (vv. 39–40). Estas profecías se
cumplieron en el cautiverio de Babilonia (2 Cró n. 36:11-15).

Las dos cestas de higos


Jeremías 24:1–10. Dios le mostró a Jeremías dos cestas de frutas, una muy
buena y la otra muy mala (vv. 1-2). Estos se utilizaron como ilustraciones. Los
buenos higos representaban a los llevados al destierro a Babilonia. Dios
prometió velar por ellos, protegerlos y eventualmente traerlos de regreso a su
tierra (vv. 5-7).
Por el contrario, los malos higos representaban a los que quedaban en la
tierra con Sedequías como rey. Ya sea que permanecieran en la tierra o fueran a
Egipto, Dios prometió destruirlos (vv. 8-10). Esto se cumplió en la historia.

Setenta años de cautiverio


Jeremías 25:1–14. Jeremías les recordó que se habían apartado de los
profetas, y aunque Dios prometió que los bendeciría si se volvíande sus malos
caminos (v. 5), declaró que no le habían escuchado (v. 7). Debido a que no
habían escuchado a Dios, Nabucodonosor, el rey de Babilonia, los destruiría por
completo, y los cá nticos de gozo y alegría ya no se escucharían (vv. 9–10). El
resultado sería que todo el país quedaría desolado y servirían al rey de
Babilonia durante setenta añ os (v. 11).
Esta profecía de setenta añ os de cautiverio es muy importante
proféticamente porque da la cronología del cautiverio. Sesenta y siete añ os má s
tarde, Daniel leería esta porció n de Jeremías y sería llevado a orar por el
regreso del pueblo a Israel (Dan. 9). Es esclarecedor que Daniel entendiera que
la profecía significaba añ os literal y la promesa del regreso a la tierra como una
promesa literal.
Dios prometió que después de los setenta añ os juzgaría a Babilonia y la
"asolaría para siempre" (Jer. 25:12). Esta profecía nunca se ha cumplido.
Cuando los medos y los persas se apoderaron de Babilonia, no destruyeron la
ciudad. De hecho, Babilonia continuó durante cientos de añ os, incluso después
de Cristo, y gradualmente se convirtió en el lugar desolado que es hoy. Algunos
eruditos creen que Babilonia será reconstruida en los ú ltimos días y destruida
sumariamente por Jesucristo en Su segunda venida, como puede indicarse en
Apocalipsis 18 y otras Escrituras. Ya se está reconstruyendo algo de Babilonia
para convertirla en una atracció n turística. Aunque Dios usó a los babilonios
para disciplinar al pueblo de Israel, a su debido tiempo juzgará a los babilonios
por su iniquidad y los esclavizará como esclavizaron a Israel (Jer. 25:13-14).

La copa de la ira divina


Jeremías 25:15-29. Dios instruyó a Jeremías a tomar “el vino de mi ira y dar
de beber a todas las naciones a las cuales yo te envío” (v. 15). Cuando lo bebían,
se “tambaleaban y se volvían locos a causa de la espada que enviaré entre ellos”
(v. 16). Aunque Jeremías obviamente no podía hacer que las naciones bebieran
de la copa simbó lica, esta profecía describía el hecho de que Jerusalén sería la
primera en ser juzgada (vv. 17-18). Después de que Jerusalén fuera juzgada, se
juzgaría a otras naciones, así como a las que se detallan en los versículos que
siguen (vv. 19-26). Estas naciones son las que conquistaron los babilonios, su
juicio continuaría después de que Babilonia fuera destruida. Algunos han
tomado a Shehach como una referencia a Babilonia. El juicio de Dios traería
desastre primero a Jerusalén, pero luego a los demá s que vivían malvados (v.
29). Estas profecías se cumplieron en la historia y la profecía.

Descripción poética del juicio venidero


Jeremías 25:30–38. Esta secció n poética describe a Dios viniendo del cielo
con un rugido poderoso y trayendo juicio sobre toda la humanidad, un juicio
que no ocurrirá hasta la segunda venida de Cristo.
También se da una descripció n grá fica de aquellos que fueron asesinados
en juicio por Dios. Los malvados será n destrozados como cerá mica fina (v. 34).
El Señ or destruirá tanto a los pastores como a sus pastos (vv. 35–37). La venida
del Señ or se compara con un leó n que sale de su guarida (v. 38).

Jeremías amenazado
Jeremías 26:1–24. Dios le ordenó a Jeremías que se parara en el patio de la
casa del Señ or y entregara el mensaje de Dios del juicio venidero a menos que
Judá se arrepintiera (vv. 2–6). Sin embargo, la gente no prestó atenció n a la
advertencia de Jeremías. En lugar de seguir la profecía de Jeremías, la gente
declaró que Jeremías mismo debía morir (vv. 7-8). El asunto se presentó
formalmente a los funcionarios de Judá (vv. 10-11).
Jeremías afirmó que las profecías que da son las ordenadas por el Señ or. Si
los oficiales lo matan, será n culpables de sangre inocente (vv. 12-15). Después
de la respuesta de Jeremías, se reconoció que su palabra venía del Señ or (v. 16).
La profecía del Señ or, dada en el tiempo de Ezequías, de que Jerusalén sería
destruida fue escuchada y creída por Ezequías (Isa 37:1-7), y el resultado fue
que el desastre no cayó sobre ellos (Jer. 26:17-19). Cuando Urías pronunció
las
mismas profecías que Jeremías, aunque huyó a Egipto, fue devuelto y asesinado
(vv. 20–23). Pero Jeremías fue liberado por la influencia de Ahicam y no fue
ejecutado (v. 24). Sus profecías se cumplieron en el cautiverio babiló nico.

Jeremías ordena al rey Sedequías que se someta a Babilonia


Jeremías 27:1–22. Usando el simbolismo de un yugo y barras transversales,
como las que se usan en los bueyes, Jeremías informó a los reyes de Edom,
Moab, Amó n, Tiro y Sidó n que Dios “entregará todos tus países a mi siervo
Nabucodonosor, rey de Babilonia; Haré que hasta los animales salvajes estén
sujetos a él. Todas las naciones le servirá n a él, a su hijo y a su nieto hasta que
llegue el momento de su tierra; entonces muchas naciones y grandes reyes lo
subyugará n” (vv. 6–7).
Dios predijo que cualquier nació n que no se inclinara ante Nabucodonosor
sería castigada “con espada, hambre y plaga” (v. 8). Por consiguiente, Jeremías
les advirtió que no escucharan a profetas o intérpretes de sueñ os que les decían
que no sirvieran a Babilonia (v. 9). A las naciones que se inclinaran ante
Babilonia se les permitiría quedarse en sus propios países, pero los que
resistieran a Nabucodonosor serían llevados (vv. 10-11).
El mismo mensaje dado anteriormente a otras naciones fue entregado a
Sedequías, rey de Judá . Jeremías le advirtió que debería servir a Babilonia o ser
consumido por la espada, el hambre y la plaga (vv. 12-13). Por consiguiente,
Sedequías no debería haber escuchado a los profetas que le dijeron que no
sirviera a Babilonia (vv. 14-15).
Jeremías les dijo a los profetas que estaban profetizando mentiras cuando
instaron al rey a resistir a Nabucodonosor. En cambio, Nabucodonosor se
llevaría los tesoros restantes en el palacio y en la casa de Dios y los llevaría a
Babilonia (vv. 16–22). Las profecías de Jeremías se cumplieron en el cautiverio
babiló nico.

Las falsas profecías de Hananías


Jeremías 28:1–17. El profeta Hananías predijo que el yugo de Babilonia se
rompería (vv. 1-2) y que dentro de dos añ os los artículos tomados por
Nabucodonosor rey de Babilonia serían devueltos a Jerusalén y el control de
Babilonia sobre Jerusalén se rompería (vv. 3–4). Hananías continuó su profecía
de que se rompería el yugo de Babilonia, pero Jeremías respondió que la prueba
sería si la predicció n se cumplía (vv. 9-11).
Dios le dijo a Jeremías que, en lugar de romper el yugo de Babilonia,
pondría “un yugo de hierro en el cuello de todas estas naciones para hacerlas
servir a Nabucodonosor rey de Babilonia, y le servirá n a él. Incluso le daré
control sobre los animales salvajes” (vv. 13-14).
Jeremías denunció a Hananías como un falso profeta y predijo que
Hananías moriría dentro de un añ o (vv. 15-16). En el séptimo mes de ese añ o
murió Hananías (v. 17). Las profecías de Jeremías se cumplieron en relació n
con el cautiverio babiló nico.

La primera carta de Jeremías a los exiliados: el cautiverio hasta los últimos


setenta años
Jeremías 29:1–23. Jeremías envió un mensaje a los ancianos, sacerdotes y
profetas supervivientes que habían sido llevados por Babilonia al exilio, para
sacar lo mejor de su nuevohogar, edificar casas, casarse y multiplicarse (vv. 4–
7). Se les dijo que no escucharan a los profetas que profetizaban lo contrario (v.
9).
El Señ or le reveló a Jeremías una profecía muy importante de que, después
de setenta añ os de cautiverio en Babilonia, se le permitiría regresar al pueblo
de Israel (v. 10). Dios prometió entonces bendecirlos y escuchar sus oraciones
(vv. 11-12). Entonces Dios los traería de regreso de su cautiverio, los reuniría
de las diversas naciones a las que habían ido y los llevaría de regreso al lugar
del que fueron llevados al exilio (v. 14). Los setenta añ os de cautiverio fueron
una profecía importante del futuro de Israel.
Con respecto a los que se quedaron en la tierra y no fueron llevados a
Babilonia, Dios predijo que sufrirían "la espada, el hambre y la plaga" (v. 17), y
que los haría como "pobres higos" (v. 17). Dios no bendeciría a los que
permanecieron en la tierra durante los cautiverios. Dios predijo que aquellos
que profetizaran en contra de Su verdad serían condenados a muerte por su
maldad y por sus mentiras (vv. 21-23). Estas profecías se cumplieron en la
historia del cautiverio.

Semaías, el falso profeta, será castigado


Jeremías 29:24–32. Semaías se quejó con Sedequías y con algunos
sacerdotes acerca de lo que Jeremías les había dicho a los cautivos en Babilonia
que estarían allí por mucho tiempo (vv. 24-28). Sin embargo, el sacerdote
Sofonías leyó la carta de Semaías a Jeremías (v. 29). Jeremías respondió que
Dios “ciertamente castigará a Semaías el nehelamita ya su descendencia” (v.
32). Serían cortados de su posteridad porque él había predicado profecías
falsas (vv. 31-32). Esta profecía se cumplió (2 Cró n. 36:11-15).

La restauración de Israel a su tierra


Jeremías 30:1–11. Esta secció n es una profecía de gran alcance de Jeremías
sobre la reunió n final de Israel y la restauració n de su tierra (vv. 2–3). En
particular, el Señ or profetizó un tiempo de angustia para Israel como nunca
antes
había experimentado (vv. 4–7; cf. Mat. 24:15–30). Sin embargo, Dios le aseguró
a Israel que “él [Jacob] será salvo de ella” (Jer. 30: 7).
Dios predijo ademá s que la esclavitud de Israel terminaría, y en lugar de
servir a los extranjeros, ella serviría a Dios ya David su rey (vv. 8–9). El
momento de esta profecía es de gran importancia porque estaba relacionado
con la resurrecció n de “David su rey, a quien yo resucitaré para ellos” (v. 9). La
resurrecció n de David estará conectadacon la segunda venida de Cristo y será
parte de la resurrecció n de los santos del Antiguo Testamento que también
ocurrirá en el momento de la segunda venida (cf. Dan. 12:2-3). Esta profecía
nunca se ha cumplido y fue parte de la revelació n contenida en muchos pasajes
del Antiguo Testamento sobre la restauració n de Israel a su tierra. Esta profecía
apoya la cronología de los pretribulacionistas de que Israel debe pasar por un
tiempo de angustia sin precedentes antes de la segunda venida, será rescatado
por Cristo en su venida (coincidiendo con la resurrecció n de David) y disfrutará
de liberació n y bendició n en el período de tiempo posterior a la segunda
venida.
.
Dios exhortó a Israel a no desanimarse (v. 10) porque Dios seguramente la
salvaría de un lugar distante, incluyendo a sus descendientes de la tierra de su
exilio (v. 10). Dios prometió que Jacob tendría paz y seguridad, y que no habría
nadie que lo asustara (v. 10). Dios prometió salvar a Israel. Aunque destruyó
completamente a las otras naciones, nunca destruiría a Israel (v. 11). Sin
embargo, él la disciplinaría y no la dejaría impune (v. 11).

El juicio de Israel es inevitable


Jeremías 30:12-15. Con respecto a la generació n de Israel que vivió en el
tiempo de Jeremías, Dios declaró que sus heridas eran incurables (v. 12).
Declaró que la culpa y el pecado de Israel eran tanto que hicieron necesario el
juicio de Dios (vv. 13-15). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.

Otra promesa de restauración


Jeremías 30:16-24. Dios también prometió juzgar a los que han atacado a
Israel, pero, por el contrario, devolverá la salud a Israel (vv. 16-17).
Dios prometió finalmente restaurar a Israel como nació n y reconstruir la
ciudad y el palacio (v. 18). Dios predijo que habría acció n de gracias, regocijo y
honor para Israel en esos días (vv. 19-20). Dios también prometió levantar un
gobernante que la acercaría a Dios (v. 21). El hecho de que Israel tenía una
relació n especial con Dios se menciona en muchos pasajes del Antiguo
Testamento (Lev. 26:12; Deut. 7:6; 26:16-19; Jer. 7:23; 11:4; 24: 7; 31:1, 33;
Ezequiel 11:20; 14:11; 34:30; 36:28; 37:23, 27; Oseas 2:23; Zacarías 8:8; 13:9).
Jeremías añ adió su palabra de confirmació n a lo que el Señ or había dicho:
que vendría como una tormenta y juzgaría a los impíos, y que su ira feroz no
se apartaríahasta que cumpla su propó sito. Estas profecías se cumplieron en la
historia y la profecía.

Bendiciones futuras de Israel


Jeremías 31:1. Resumiendo el capítulo anterior, Dios declaró que él sería el
Dios de Israel y ella sería su pueblo.
Jeremías 31:2–30. Toda esta secció n describe las bendiciones futuras de
Israel, su regreso a la tierra, su gozo al servir al Señ or y el hecho de que sería
reunida de todas partes de la tierra (vv. 1–9). Este tema continú a
desarrollá ndose a través del hecho de que Dios recogerá a Israel de lugares
distantes, y ella volverá a la prosperidad y al gozo y experimentará la bondad
del Señ or (vv. 10-14). Esto seguirá al segundo advenimiento.
Sin embargo, en medio del gozo de Israel, también habrá llanto, como se ve
en Mateo 2:18 con respecto a la muerte de los niñ os de Belén por parte de
Herodes (v. 16). Sin embargo, Dios exhortó a Israel a abstenerse de llorar y a
esperar la maravillosa esperanza que tiene en Cristo. Su disciplina y sus
problemas fueron parte de su viaje de regreso al Señ or, pero Dios en realidad
tuvo una gran compasió n por Israel (Jer. 31:16-20).
Dios exhortó a los israelitas a regresar a la tierra de Israel de sus
vagabundeos (vv. 21-22). Jeremías los dejó con una profecía difícil de entender:
“La L ORD creará algo nuevo en la tierra: una mujer rodeará a un hombre” (v.
22). Normalmente, un hombre corteja a una mujer, pero en este caso la mujer
es Israel e intentará volver a Dios.
Se dio otra descripció n de las bendiciones sobre Israel cuando regrese a su
tierra en el milenio. Será el momento en que el Señ or refresque al cansado y
sacie al desfallecido (vv. 23-25).
En el versículo 26, Jeremías habló de despertarse después de que "el sueñ o
había sido placentero". Aunque el significado de esto no está claro, es posible
que el pasaje anterior le fuera dado cuando estaba en trance o en un sueñ o. Se
dio otra promesa de la restauració n de Israel después de su tiempo de angustia
(vv. 27-30).

El nuevo pacto
Jeremías 31:31–40. Dios declaró que haría un nuevo pacto con Israel (v.
31). Esto estaría en contraste con el pacto mosaico que les dio en Egipto (v.
32). En el nuevo pacto, Dios declaró : “'Pondré mi ley en sus mentes y la
escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos será n mi pueblo. Ya no
enseñ ará un hombre a su pró jimo, ni un hombre a su hermano, diciendo:
“Conoce al SEÑ OR”,
porque todos me conocerá n, desde el menor hasta el mayor”, declara
el SEÑ OR. 'Porque perdonaré su maldad y no me acordaré má s de sus pecados' ”
(vv. 33–34).
Esta es una de las grandes profecías del Antiguo Testamento que describe
el nuevo pacto que Dios hará , un pacto de gracia que se deriva de la muerte de
Cristo, lo que hace posible que Dios perdone tanto a Israel como a los gentiles
que vienen a él. Aunque Dios en gracia ha salvado y bendecido a Israel en el
pasado, el mayor cumplimiento para Israel será después de la segunda venida,
cuando será reunida en su tierra.
La certeza absoluta del nuevo pacto se describe en los versículos 35–36. El
nuevo pacto sería tan seguro como las leyes naturales que mueven la luna y las
estrellas y agitan el mar. Mientras continú en estas leyes de la naturaleza, Dios
continuaría Sus promesas a Israel. Este pacto no es un pacto condicional como
lo fue el pacto mosaico.
Así como Israel será perdonado en gracia bajo el nuevo pacto, así también
la iglesia en la era presente recibe gracia. Todos los sistemas de gracia
provienen de la muerte de Cristo, ya sea que se apliquen a Israel oa otros
pueblos. Por lo tanto, la iglesia en la época actual también participa en un nuevo
pacto. Esto puede explicarse mejor como un nuevo pacto de gracia hecho
posible por la muerte de Cristo, ya sea aplicado a Israel como en Jeremías o a la
iglesia como en el Nuevo Testamento. Toda gracia tiene su origen en la nueva
promesa de gracia, que tiene varias aplicaciones. Jeremías hace su aplicació n a
Israel, que en gran parte se cumplirá en relació n con el reino venidero en la
tierra después de la segunda venida.
La segunda promesa tranquilizadora del Señ or declaraba que solo si los
cielos se pudieran medir y la tierra se escudriñ ara debajo, É l rechazaría a los
descendientes de Israel (v. 37). De hecho, ni siquiera el hombre moderno con
sus grandes telescopios ha podido encontrar el fin del universo. La
continuació n del sol y la luna es un recordatorio constante de que Dios todavía
está cumpliendo sus promesas a Israel y la preserva como nació n. El nuevo
pacto es una revelació n profética importante a la que se le da má s tratamiento
en el Nuevo Testamento, y sus bonitas promesas continuará n para siempre.
En el tiempo relacionado con el reino futuro, Dios declaró que Jerusalén
“será reconstruida para mí desde la Torre de Hananel hasta la Puerta de la
Esquina. La línea de medició n se extenderá desde allí directamente hasta la
colina de Gareb y luego se dirigirá a Goah. El conjuntoEl valle donde se arrojan
los cadá veres y las cenizas, y todas las terrazas hacia el valle de Kidron en el
este hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, será n sagradas para el SEÑ OR.
La ciudad nunca má s será desarraigada ni demolida” (vv. 38-40).
Esta notable profecía, dada por Jeremías hace casi dos mil quinientos añ os,
se ha cumplido en la actualidad con la reconquista de Jerusalén. La Jerusalén
moderna ha construido esta á rea precisa, y hoy en día hay
hermosos apartamentos y calles en un lugar que anteriormente se usaba como
lugar para montones de basura y cadá veres. A pesar del hecho de que Jerusalén
ha sido demolida muchas veces, Dios declaró que esta secció n no sería
demolida, sino que continuaría siendo santa para el Señ or hasta la segunda
venida. Esta profecía es una de las señ ales de que la venida del Señ or puede
estar cerca.

Jeremías ordena comprar un campo


Jeremías 32:1–44. Jeremías fue confinado al patio de la guardia en el
palacio real porque Sedequías, rey de Judá , escuchó la profecía de Jeremías de
que la ciudad sería capturada por los babilonios (v. 3). También había oído que
el Señ or había anunciado que “Sedequías, rey de Judá , no escapará de las manos
de los babilonios, sino que ciertamente será entregado al rey de Babilonia, y le
hablará cara a cara y lo verá con sus propios ojos” (v. 4). La profecía de
Jeremías declaró ademá s que Sedequías sería llevado a Babilonia y que si Israel
luchaba contra los babilonios no tendrían éxito (v. 5).
Como muestra de la promesa de Dios de que Israel volvería a la tierra, a
Jeremías se le indicó que comprara un terreno a Hanamel, su primo (vv. 6–7).
En obediencia a Dios, Jeremías compró la tierra y la registró debidamente (vv.
8- 12). Entonces Jeremías le dijo a Baruc que tomara los documentos y los
pusiera en una vasija de barro para que duraran mucho tiempo. Jeremías
predijo: “Porque así dice el SEÑ OR Todopoderoso, el Dios de Israel: 'Se volverá n a
comprar casas, campos y viñ as en esta tierra'” (v. 15).
Después de esta transacció n, Jeremías oró acerca de los tratos de Dios con
Israel en el pasado, su sitio actual por parte de los babilonios, y predijo que la
ciudad sería entregada a Babilonia (vv. 17-25).
Dios repitió la profecía de que entregaría la ciudad de Jerusalén a los
babilonios (vv. 26-28). Los babilonios tomarían la ciudad y la quemaríanporque
el pueblo de Judá había provocado a ira a Dios al ofrecer incienso a Baal (v. 29).
Se detallaron las razones del juicio de Dios sobre Israel; Israel había
provocado la ira de Dios, había erigido ídolos y adorado a dioses paganos (vv.
30–35). A pesar de los pecados de Israel y del castigo de Dios hacia ella, É l
prometió : “Los traeré de regreso a este lugar y los dejaré vivir a salvo. Ellos
será n mi pueblo, y yo seré su Dios” (vv. 37–38). Dios prometió un pacto eterno
de gracia, y Dios continuaría haciéndoles bien (vv. 39–40).
Dios reiteró su plan de traer a Israel de regreso a su tierra donde se
venderían los campos y se firmarían las escrituras. Dios prometió restaurar su
fortuna (vv. 42–44). Esto se cumplió después del cautiverio babiló nico.
Restauración para seguir el cautiverio babilónico
Jeremías 33:1–26. Dios predijo que Babilonia conquistaría Jerusalén y que
sus casas se llenarían de cadá veres (vv. 4-5).
Así como Dios juzgó a Israel por sus pecados, Dios extenderá en gracia un
ministerio de sanidad para su pueblo en el futuro. Tanto Israel como Judá
regresarían de su cautiverio (vv. 6–7). Dios los limpiaría del pecado y
perdonaría su rebelió n (v. 8). Una vez má s tendrían renombre, gozo, honor y
prosperidad abundante (vv. 8–9). Estas promesas de bendiciones futuras
resultarían en que ofrecieran alabanza a Dios (vv. 10-11). Dios reiteró su
promesa de restaurar a Israel. Sus pastos tendrían pastores y rebañ os (vv. 12-
13).
En la futura restauració n de Israel en el milenio, Dios levantará un
descendiente de David (v. 15). En su día, Jerusalén y Judá estará n a salvo, y su
nombre se llamará “EL SEÑ OR, nuestra justicia” (v. 16). Dios prometió que la casa
de David nunca dejaría de tener un hombre calificado para sentarse en el trono,
y lo mismo sucedería con los sacerdotes y los levitas (vv. 17-18). Esto será
cumplido por Cristo. Aquí Dios confirmó Su pacto con Israel como uno que no
se puede romper. Dios prometió que su pueblo sería incontable como las
estrellas e inconmensurable como la arena (vv. 19-22; cf. Génesis 15:5; 26:4;
28:14).
El informe de que Dios había rechazado por completo el reino de Israel y el
reino de Judá no era cierto. Dios declaró que había establecido Su pacto con
ellos, así como las leyes que gobiernan día y noche.

Advertencia a los líderes de Sedequías y Judá


Jeremías 34:1–22. Dios anunció a través de Jeremías que Sedequías, el rey
de Judá , sería llevado a Babilonia, que Jerusalén sería incendiada y que
Sedequías hablaría cara a cara con Nabucodonosor (vv. 2-3; cf. 32:4– 5). Dios
prometió que Sedequías moriría en paz (v. 4) y sería honrado en su muerte (v.
5). Estos hechos fueron informados a Sedequías (v. 6).
Debido a que los hijos de Israel no habían cumplido la ley de libertad de los
esclavos, porque cuando los liberaron temporalmente los esclavizaron
nuevamente, Dios profetizó que los juzgaría (vv. 8–16). Dado que no habían
obedecido a Dios al liberar esclavos, Dios los liberaría “para que cayeran a
espada, plaga y hambre” (v. 17). El resultado sería que los líderes de Jerusalén y
los que participaron en esta desobediencia serían entregados al enemigo y
asesinados (vv. 18-20). Como se profetizó anteriormente, Sedequías sería
entregado al rey de Babilonia y la ciudad sería incendiada (vv. 21-22). Esto se
cumplió en la historia (2 Reyes 24:18-25: 8).
La fidelidad de los recabitas
Jeremías 35:1–19. Este capítulo registra la fidelidad de la familia de los
recabitas en obedecer a su antepasado y no construir casas, plantar cosechas ni
beber vino. Habían obedecido plenamente a su padre.
En reconocimiento de esto, Dios le reveló a Jeremías: “Ve y dile a los
hombres de Judá y al pueblo de Jerusalén: '¿No aprenderá s una lecció n y
obedecerá s mis palabras?' declara el SEÑ OR. 'Jonadab hijo de Recab ordenó a sus
hijos que no bebieran vino y este mandamiento se ha cumplido. Hasta el día de
hoy no beben vino, porque obedecen el mandato de su antepasado. Pero te he
hablado una y otra vez, pero no me has obedecido. Una y otra vez les envié a
todos mis siervos y profetas. Dijeron: “Cada uno de ustedes debe volverse de
sus malos caminos y reformar sus acciones; no sigas a otros dioses para
servirlos. Entonces vivirá s en la tierra que te he dado a ti y a tus padres”. Pero
no me has prestado atenció n ni me has escuchado. Los descendientes de
Jonadab hijo de Recab cumplieron el mandato que les dio su antepasado, pero
este pueblo no me obedeció '” (vv. 13-16).
Debido al historial de Judá e Israel al rebelarse contra Dios, Dios prometió
traer sobre ellos todos los desastres que había predicho. En reconocimiento a la
familia de Recaby su fidelidad, Dios prometió , “Jonadab hijo de Recab nunca
dejará de tener un hombre que me sirva” (v. 19).

Destrucción de la escritura de Jeremías


Jeremías 36: 1–26. En obediencia al mandamiento del Señ or, Jeremías dictó
todas sus profecías a Baruc, quien las escribió en un pergamino (vv. 1-
4). Jeremías luego instruyó a Baruc que leyera el rollo delante de la casa del
Señ or a la gente reunida allí con la esperanza de que se arrepintieran (vv.
5–7). De acuerdo con el mandato de Dios, Baruc leyó las profecías de Jeremías
(vv. 8-10).
Cuando se supo que el rollo de Jeremías había sido leído en voz alta, Jehudi
le dijo a Baruc que le trajera el rollo (vv. 11-14). Cuando se leyó (vv. 15-18), los
oficiales le dijeron a Jeremías y Baruc que se escondieran donde no los
pudieran encontrar (v. 19).
Cuando se leyó el rollo en presencia del rey, lo cortó en pedazos y lo arrojó
al fuego hasta que se quemó (vv. 20-23). Aunque algunos de sus asistentes
protestaron, la mayoría no lo hizo (v. 24). El rey ordenó que arrestaran a Baruc
y Jeremías (v. 26).

Jeremías ordenó escribir otro pergamino


Jeremías 36:27–32. Dios le ordenó a Jeremías que tomara otro rollo y
escribiera las palabras del primer rollo junto con palabras adicionales. Dios
también pronunció juicio sobre Joacim y su posteridad: “No tendrá quien se
siente en el trono de David; su cuerpo será expulsado y expuesto al calor de día
y al hielo de noche. Lo castigaré a él, a sus hijos y sus asistentes por su
maldad; Traeré sobre ellos y sobre los habitantes de Jerusalén y sobre el pueblo
de Judá todos los desastres que pronuncié contra ellos, porque no han
escuchado” (vv. 30–31; cf. 22:30). En obediencia a Dios, Jeremías tomó otro
rollo y dictó sus profecías y palabras adicionales a Baruc. Estas profecías se
cumplieron en la historia.

El encarcelamiento de Jeremías
Jeremías 37:1–17. Ninguno de los asistentes del rey o del pueblo prestó
atenció n a las profecías de Jeremías (vv. 1–2). Sin embargo, Sedequías envió un
mensaje a Jeremías para que orara por él (v. 3). Debido a que el ejército de
Faraó n había venido de Egipto y atacó a los babilonios, se levantó el sitio
babiló nico de Jerusalén (vv. 4-5).
Jeremías instruyó al rey que cuando el ejército de Faraó n regresara a
Egipto, los babilonios regresarían, atacarían la ciudad y la incendiarían (vv. 7-
8). Dios declaró a través de Jeremías que no debían ser engañ ados, que
Babilonia ciertamente vendría y los destruiría (vv. 9-10).
Cuando Jeremías intentó salir de Jerusalén, fue arrestado, golpeado y
encarcelado (vv. 11-15). Jeremías, sin embargo, fue llevado en secreto al rey
Sedequías para que pudiera saber si había una palabra de Dios. “Sí”, respondió
Jeremías, “Será s entregado al rey de Babilonia” (v. 17). Esta profecía se cumplió
(2 Reyes 25:5-7).

Jeremías liberado de la prisión


Jeremías 37:18-21. El rey Sedequías escuchó la petició n de Jeremías de que
lo sacaran del calabozo y le dieran pan, y le ordenó que permaneciera en el
patio de la guardia.

Jeremías arrojado a una cisterna


Jeremías 38:1–13. Cuando Jeremías continuó repitiendo la profecía de Dios
de que Babilonia tomaría la ciudad, instruyó a la gente que abandonara la
ciudad porque los que quedaran morirían “a espada, hambre o plaga, pero el
que se pasa a los babilonios vivirá . El escapará con su vida; vivirá ” (v. 2). Estas
profecías se cumplieron en relació n con el cautiverio babiló nico.
Los funcionarios se quejaron al rey de que se diera muerte a Jeremías
porque desanimaba al pueblo. El rey les permitió hacer lo que quisieran. El
resultado fue que Jeremías fue colocado en una cisterna donde, en ú ltima
instancia, habría muerto (vv. 5-6).
Ebed-Melec, un funcionario del palacio, fue al rey y le informó que habían
arrojado a Jeremías en la cisterna y el rey ordenó que lo sacaran (vv. 7-10). De
modo que sacaron a Jeremías y se quedó en el patio del rey (vv. 10-13).

Sedequías nuevamente advertido


Jeremías 38:14-28. Llamado por Sedequías para dar una palabra de Dios,
Jeremías informó que, si se rendía a Babilonia, se salvaría y la ciudad no se
quemaría. Si no lo hiciera, no se salvaría y Jerusalén sería incendiada (vv. 14-
17). Sedequías le reveló a Jeremías que tenía miedo de los judíos, pero Jeremías
lo instó a obedecer al Señ or y le iría bien (vv. 19-21).
Jeremías predijo que las mujeres del palacio serían llevadas a los
babilonios (v. 22). Dirían que Sedequías había sido traicionado por sus amigos
de confianza. Cuando los pies de Sedequías se hundieran en el barro,
descubriría que sus amigos lo habían abandonado (v. 22). Se repitió la profecía
de que los que fueran al rey de Babilonia serían rescatados, y si no iban a los
babilonios, la ciudad sería incendiada (v. 23). Sedequías instó a Jeremías a no
contarle a nadie lo que le había dicho al rey (vv. 24-26). Jeremías no reveló lo
que le había dicho al rey (v. 27), y permaneció en el patio hasta que Jerusalén
fue capturada (v. 28). Las profecías de Jeremías se cumplieron.

La Caída de Jerusalén
Jeremías 39:1–18. Estas profecías se cumplieron literalmente. Cuando los
babilonios finalmente conquistaron Jerusalén, Sedequías y muchos otros
intentaron huir, pero fueron alcanzados por los babilonios (vv. 1-5). Los hijos
de Sedequías y los nobles de Judá fueron asesinados ante sus ojos. Luego
cegaron a Sedequías, lo ataron con grilletes de bronce y lo llevaron a Babilonia
(vv. 6–7). El triste resultado de ignorar la profecía se representó grá ficamente
en estos incidentes. Los babilonios prendieron fuego a la ciudad y los palacios,
llevaron a la gente de la ciudad al cautiverio en Babilonia y dejaron atrá s a los
pobres de la tierra (vv. 8-10).
Jeremías recibió un trato favorable de los babilonios y se le permitió
permanecer con su pueblo. Sin embargo, Jeremías envió un mensaje a Ebed-
Melec, el cusita, de que el Señ or lo protegería de la destrucció n y lo rescataría
porque había puesto su confianza en el Señ or. Ebed-Melec fue quien hizo que
Jeremías fuera rescatado de la cisterna (38:7-9).

Jeremías liberado
Jeremías 40:1–6. Jeremías fue encadenado junto con los otros prisioneros
para ir a Babilonia, pero cuando lo localizaron fue liberado y se le permitió
elegir si ir a Babilonia o quedarse atrá s (vv. 1-4). Jeremías decidió quedarse
atrá s (v. 5). Jeremías se quedó con Gedalías y otros que se quedaron atrá s (v. 6).

Gedalías asesinado
Jeremías 40:7–41: 18. Muchas personas que huyeron regresaron y
comenzaron a establecerse en la tierra. Gedalías fue advertida sobre un
complot para asesinarlo, pero no lo creyó . De acuerdo con la advertencia,
Ismael, el hijo de sangre real de Netanías, asesinó a Gedalías (41:1-3). Aquellos
que vinieron a Gedalías, trayendo sus ofrendas, sin saber que lo habían
matado, fueron masacrados por Ismael, excepto algunos que afirmaron tener
un tesoro (vv. 4- 9). Los demá s fueron hechos cautivos (v. 10). La profecía de
Jeremías se cumplió . Ismael, sin embargo, fue derrocado y tuvo que huir para
salvar su vida (vv.
11-15). Los que habían participado en el derrocamiento de Ismael temían que
los babilonios los castigaran, por lo que escaparon a Egipto (vv. 16-18).

Oficiales del ejército van a Egipto


Jeremías 42:1–22. Las personas que quedaron fueron a Jeremías y le
pidieron que orara al Señ or para saber qué debían hacer (vv. 1-3). Prometieron
obedecer al Señ or (vv. 4–6). Jeremías oró por ellos y el Señ or respondió (v. 7).
Se les dijo que permanecieran en la tierra con Jeremías y que Dios los
bendeciría. Si no se quedaban en la tierra y optaban por ir a Egipto, serían
destruidos (vv. 13- 18). Jeremías les advirtió que debido a que estaban
desobedeciendo a Dios y yendo a Egipto de todos modos, Dios los destruiría (vs.
19-22).

Jeremías llevado a Egipto


Jeremías 43:1–13. En desobediencia a Dios, el pueblo se fue a
Egipto. Jeremías pronunció la profecía de Dios de que Faraó n los perseguiría
hasta Egipto y los destruiría en cumplimiento de esta profecía (vv. 8–13).

La continua rebelión de Israel


Jeremías 44:1–14. Jeremías entregó la palabra del Señ or a los que estaban
en Egipto, que la ira de Dios estaría contra ellos y que serían objeto de
maldició n y reproche. Todos morirían a espada, hambre o plaga. Esto se
cumplió en la historia.

La idolatría en Egipto
Jeremías 44:15-30. Los judíos rechazaron la advertencia de Jeremías y
anunciaron que adorarían a los dioses de Egipto (vv. 15-19). Jeremías les
recordó có mo Dioshabía castigado al pueblo de Israel. Cuando se negaron a
escuchar (vv. 20-24), Jeremías les recordó que Dios los haría perecer y que les
daría una señ al de que los castigaría en este lugar, es decir, que el faraó n Ofra,
rey de Egipto, sería entregado a Nabucodonosor, el rey de Babilonia. Esta
profecía, así como Ezequiel 29:19-20, que se dio en 571 a. C., indicaron que la
invasió n aú n estaba por llegar. Probablemente se cumplió entre el 571 y el 567
a. C.

Mensaje de Jeremías a Baruc


Jeremías 45:1–5. En el cuarto añ o de Joacim, Jeremías le dijo a Baruc, quien
estaba abrumado por las tragedias que habían sobrevenido a su pueblo, que él
mismo escaparía del desastre que sobrevendría a su pueblo. Baruc fue el
taquígrafo que escribió el dictado de Jeremías (36: 4, 32). Las muchas profecías
sobre la destrucció n de Jerusalén se cumplieron literalmente.

PROFECÍA EN JEREMÍAS RELATIVA A LAS NACIONES


La caída de Egipto
Jeremías 46:1–12. Las profecías sobre las naciones comenzaron con la
predicció n de la caída de Egipto ante los ejércitos de Babilonia. Una de las
batallas má s importantes del mundo antiguo ocurrió en Carquemis en el 605 a.
C. Los ejércitos babiló nicos derrotaron decisivamente a Egipto y acabaron con
cualquier pretensió n egipcia de influir en Tierra Santa. El ejército babiló nico
había levantado el sitio de Jerusalén para luchar contra los egipcios (cf. Jer.
37:4- 13). Después de derrotar a los egipcios, los babilonios regresaron y
conquistaron Jerusalén. En esta Escritura, Jeremías profetizó grá ficamente
có mo el ejército egipcio caería ante los babilonios. Egipto nunca volvería a
alcanzar un gran poder.

Invasión de egipto
Jeremías 46:13-26. Después de la derrota de los egipcios, los ejércitos
babiló nicos invadieron Egipto. Esto estaba de acuerdo con las profecías
anteriores de Jeremías de que Dios perseguiría a los israelitas que huyeron a
Egipto y los buscaría y los entregaría a los babilonios (cf. 42:13-22). La profecía
de Jeremías no solo predijo la invasió n, sino que describió a Egipto devastado y
en ruinas. Sería su día de desastre (46:21). Dios usaría a los babilonios para
juzgar a los dioses de Egipto (v. 25). Aunque la destrucció n de Egipto iba a ser
extensa, má s tarde Egipto reanudaría su vida normal (v. 26).

La Restauración Posterior de Israel


Jeremías 46:27-28. En contraste con la destrucció n que trajo a Egipto, Dios
le aseguró a Israel que finalmente sería restaurada a su tierra y segura (v.
27). Aunque Dios trataría severamente a los israelitas que huyeron a Egipto,
finalmente la nació n sería restaurada. Dios declaró : “Aunque destruya por
completo todas las naciones entre las cuales te esparzo, no te destruiré por
completo. Te disciplinaré, pero solo con justicia; No te dejaré quedar sin
castigo” (v. 28). Este mismo pensamiento fue declarado en Jeremías 30:11. Esto
se cumplió en la historia y se cumplirá en el milenio.

Profecía sobre los filisteos


Jeremías 47:1–7. La segunda nació n en ser destruida segú n la profecía de
Jeremías fue la tierra de los filisteos. Ocuparon un á rea a lo largo de la costa de
Judá y perió dicamente se alzaron en el poder para atacar a Israel y otras
naciones. Muchos de esos incidentes se registran en las Escrituras (véase Jueces
3:1–4, 31; 13–16; 1 Sam. 7:2–17; 1 Sam. 13:1–14:23; 28:1–4; 29:1–2, 11; 31:1–
10; 2 Sam. 5:17–25; 8:1; 2 Cró nicas 21:16–17; 28:16–18). Esta secció n describe
una batalla entre Filistea y el faraó n Necao, rey de Egipto (cf. 2 Reyes 23:29-
30). Este evento probablemente ocurrió alrededor del 609 a. C.
Ashkelon, que se describe como destruida (Jer. 47:5), fue conquistada por
los babilonios en el 604 a. C. Aunque Ashkelon fue reconstruida en numerosas
ocasiones a lo largo de su historia después del siglo VII a. C., las antiguas ruinas
que son visibles hoy son una prueba dramá tica del juicio de Dios. La ciudad en
ruinas de Ashkelon es un testimonio de la profecía cumplida, y junto a ella se
encuentra la ciudad moderna de Ashkelon, una de las cinco ciudades má s
importantes de Filistea. Ascaló n se menciona con frecuencia en las Escrituras
(Jueces 1:18; 14:19; 1 Sam. 6:17; 2 Sam. 1:20; Jer. 25:20; Amó s 1:8; Sof. 2:4, 7;
Zacarías 9: 5).

Profecía sobre Moab


Jeremías 48:1–47. La destrucció n de Moab se describe como completa (v.
8). Los moabitas eran descendientes de la hija mayor de Lot (Gén. 19:36–
37). Nebo y Quiriathaim eran ciudades originalmente poseídas por la tribu de
Rubén, pero fueron conquistadaspor los moabitas. Hesbó n, otra ciudad que
perteneció a la tribu de Rubén, también sería destruida. Otras profecías en las
Escrituras también se relacionan con Moab (Isa. 15-16; Eze. 25:8-11; Amó s 2:1-
3; Sof. 2:8-11). Segú n la evidencia disponible, los eruditos creen que Moab fue
destruido en 582 a. C. por los babilonios. El dios de los moabitas, Quemos, ya no
sería adorado ni honrado.
Jeremías describió la palabra del Señ or como una profecía de una mayor
destrucció n de Moab (Jer. 48:11-12). Se avergonzaría de Quemos, su dios (v.
13). Sus mejores jó venes serían asesinados (v. 15).
Se dictó juicio sobre las principales ciudades de Moab, que se nombran (vv.
20-24). Aunque una vez despreciaron a Israel, tendrían que abandonar sus
ciudades y vivir entre las rocas (v. 28).
El orgullo de Moab, que había sido tan evidente en su jactancia en tiempos
pasados, ahora se convertiría en llanto (vv. 29-33). Sus gritos de angustia se
escucharían desde Hesbó n hasta Eleale y Jabaz (v. 34). Ya no llevaría má s
ofrendas a sus dioses (v. 35). Su riqueza desaparecería (v. 36). Moab se haría
añ icos como una pieza de cerá mica y se convertiría en objeto de burla (vv. 37-
39).
Al concluir sus predicciones acerca de Moab, el Señ or indicó que su
destrucció n sería completa (vv. 40–44). Sería un país destruido por el fuego (v.
45), y sus hijos e hijas serían llevados al exilio (v. 46). Sin embargo, al concluir
la predicció n, Dios predijo la restauració n futura de Moab (v. 47; cf. 49:39).

Profecía acerca de Ammón


Jeremías 49:1–6. En esta profecía que Jeremías recibió del Señ or se
describe una devastadora invasió n y destrucció n de la tierra de los amonitas.
Los amonitas eran descendientes de la hija menor de Lot (Gén. 19:38). Su
ciudad capital, Rabá , "se convertiría en un montó n de ruinas" (Jer. 49:2). Hai,
mencionada como destruida (v. 3), no es Hai en Josué 7, pero se desconoce su
ubicació n. Como la profecía acerca de Moab, aunque la destrucció n fue extensa,
Dios prometió “restaurar la fortuna de los amonitas” (Jer. 49: 6).

Profecía sobre Edom


Jeremías 49:7-22. Los edomitas, que vivían en el á rea al este del Mar
Muerto, eran descendientes de Esaú y enemigos tradicionales de Israel. A lo
largo de la historia de Israel allíera un conflicto constante con los edomitas
(véase Nú meros 20:18-21; 1 Sam. 14:47; 2 Sam. 8:13-14; 1 Reyes 11:14-23; 2
Cró n. 20:22). Los
edomitas fueron denunciados por profetas posteriores (Isa. 34:5–8; 63:1–4;
Lam 4:21; Eze. 25:13–14; Amó s 1:11–12; Abd. 8–10).
Aquí la profecía describe el desastre que caería sobre los edomitas y les
traería ruina y horror (v. 13). Se instó a las naciones a atacar a Edom (Jer.
49:14- 15). “Edom se convertirá en objeto de horror; todos los que pasen
quedará n consternados y se burlará n de todas sus heridas” (v. 17). Se describe
como derrocado como Sodoma y Gomorra (v. 18). El enemigo se describe como
un leó n (v. 19) y un á guila que vuela (v. 22). Aquí no se dio ninguna profecía
sobre la restauració n de Edom. Los edomitas desaparecieron de la historia
después de la destrucció n de Jerusalén en el 70 d.C.
Profecía sobre Damasco
Jeremías 49:23-27. Damasco, una de las ciudades má s antiguas de Oriente
Medio, se describe aquí como destruida por un incendio. Se menciona por
primera vez en las Escrituras en Génesis 14:15 y continuó siendo una ciudad
importante a lo largo de la historia bíblica. Aunque destruido por los asirios,
má s tarde fue reconstruido antes de la época de Jeremías. Aquí se destruye una
vez má s. La destrucció n profetizada en Jeremías también se predice en Isaías 7:
8; 8: 4; 17:1-3. En la época del Nuevo Testamento, nuevamente era una ciudad
floreciente. Se ha identificado la casa de Ananías en Damasco, adonde fue Pablo
después de su conversió n. Damasco, conocida como “la ciudad de renombre”
(Jer. 49:25), se describe aquí como sufriendo la derrota de sus soldados y fuego
en sus muros.

Profecía sobre Cedar y Hazor


Jeremías 49:28–33. Se predijo el ataque de Babilonia a Cedar y Hazor (v.
28). Cedar era una tribu descendiente de los ismaelitas (Génesis 25:13). Era
famosa por su excelencia en el tiro con arco (Isa. 21:16-17) y por sus ovejas
(60: 7), que fueron declaradas destruidas en este ataque (Jer. 49:29). La
referencia a Hazor no se refiere a la ciudad de Israel, sino a una ciudad
aparentemente ubicada en algú n lugar del desierto de Arabia. La destrucció n de
estas ciudades sucedió junto con las otras conquistas de los babilonios en el
período del poder de Nabucodonosor.

Profecía sobre Elam


Jeremías 49:34–39. La profecía sobre Elam se refería a un á rea al este de
Babilonia, conocida hoy como Irá n. Elam se describe como rompiendo su arco,
porque al igual que Cedar, Elam se destacó por el tiro con arco. La destrucció n
completa de Elam no parece haberse cumplido en la historia y aú n puede tener
su capítulo final en el futuro en relació n con los juicios en la segunda venida de
Cristo. Sin embargo, a Elam se le prometió la restauració n (v. 39).

Profecía sobre Babilonia


Jeremías 50:1–51:64. Los dos ú ltimos capítulos de Jeremías se relacionan
con Babilonia y su futura destrucció n. La profecía revela que una gran nació n
del norte la atacaría (50:3), probablemente refiriéndose a Medo-Persia y su
conquista de Babilonia descrita en Daniel 5. Porque Babilonia continuó
figurando en la historia bíblica y en la profecía hasta el tiempo de la segunda
venida de Cristo, algunas de estas profecías pueden tener su cumplimiento final
en ese momento (véase Apocalipsis 17-18).
Las profecías sobre Babilonia, declaradas extensamente en estos capítulos
finales de Jeremías, confirman muchas otras profecías sobre la destrucció n de
Babilonia (véase Isaías 13:1–14:23; 21:1–9; Jeremías 25:10–14, 26). Las
Escrituras son claras sobre la destrucció n de Babilonia: “Babilonia será
capturada; Bel será avergonzado” (Jer. 50:2), refiriéndose al dios de Babilonia
(51:44; cf. Isa. 46:1). Marduk fue una deidad importante de Babilonia. Segú n la
profecía, "Marduk" estará "lleno de terror. Sus imá genes será n avergonzadas y
sus ídolos llenos de terror” (Jer. 50:2). La nació n “de la tierra del norte”
mencionada en el versículo 9 también se menciona en el versículo 3. El invasor
“asolará su tierra. Nadie vivirá en él; huirá n hombres y animales” (v. 3). Debido
a que esto, como las profecías de Isaías 13:1-16, no se cumplió completamente
en la historia, puede relacionarse con la destrucció n final de Babilonia en la
segunda venida de Cristo (cf. Apoc. 18). En medio de la descripció n del juicio
sobre Babilonia, se le dio a Israel la seguridad de que finalmente sería
restaurada y perdonada (Jer. 50: 4-5).
En esta profecía, la completa destrucció n de Babilonia se describe en
detalle (vv. 11-16). Como esta y las profecías precedentes de la destrucció n de
Babilonia no ocurrieron cuando los medos y los persas conquistaron Babilonia,
parece haber aquí otra referencia a la destrucció n final de Babilonia en el
momento de la segunda venida.
En medio de estas profecías acerca de Babilonia, se dio una revelació n
profética acerca de Israel. Aunque aplastado tanto por Asiria como por
Babilonia, Dios prometió castigar a los opresores de Israel. Llegaría el día en
que la culpa de Israel sería perdonada e Israel sería devuelto a su propia tierra
(vv. 18-20).
Babilonia se describe como completamente destruida (v. 26). A sus
enemigos se les acusa de no dejar escapar a nadie (v. 29) y se les ordena
silenciar a sus soldados (v. 30). El castigo de Babilonia es grande porque era
"arrogante" (vv. 31-32). Aunque Dios volvería a tratar con Israel con
misericordia, no trataría con Babilonia de esta manera (vv. 33–34).
Dios pidió una espada contra Babilonia, contra sus falsos profetas, contra
todos los demá s babilonios (vv. 35–38). Babilonia es descrita como una ciudad
que “nunca má s será habitada o habitada de generació n en generació n. Cuando
Dios derrocó a Sodoma y Gomorra junto con sus ciudades vecinas” (vv. 39–40),
Dios declaró , “así que nadie vivirá allí; nadie morará en ella” (v. 40). Como otras
profecías relacionadas con la destrucció n de Babilonia, estos castigos nunca se
han cumplido por completo y parecen indicar una destrucció n futura de
Babilonia en relació n con la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 17:18).
El ejército del norte se menciona nuevamente (v. 41). Babilonia estaría
ansiosa y angustiada cuando escucharan los informes de la venida del
ejército. Nuevamente, se describe la destrucció n completa de Babilonia (v. 45).
La revelació n profética sobre Babilonia continú a a medida que se describe
la destrucció n de Babilonia (51:1-10). "Leb Kamai" es una expresió n inusual
que aparentemente significa "el corazó n de mis atacantes". Los que vinieron a
Babilonia como extranjeros la devastarían por completo (v. 2). Sus crías no
se salvarían y su ejército sería completamente destruido (v. 3). Aunque
Babilonia sería destruida, Israel y Judá no serían abandonados (v. 5). Se declara
que Babilonia caerá repentinamente y será quebrantada (v. 8).
En este pasaje (vv. 11-14) se describe a los atacantes como "los reyes de
los medos", que en realidad conquistaron Babilonia en 539 a. C. En la conquista
de Babilonia se cumplió esta promesa. El mensaje profético se basa en el hecho
de que Dios es soberano, que creó el mundo y puede controlar sus eventos (vv.
15- 16). Por el contrario, el pueblo de Babilonia era "insensato y sin
conocimiento" (v. 17). Sus ídolos “son un engañ o; no tienen aliento en ellos” (v.
17). Dios no es como estos ídolos. É l es el Señ or Todopoderoso (v. 19).
Dios declaró que “destrozaría naciones, contigo destruiré reinos” (v.
20). También destrozaría sus caballos, sus carros, hombres y mujeres, ancianos
y jó venes, pastores y rebañ os, granjeros y bueyes, gobernadores y funcionarios
(vv. 21-23). Dios dijo que estaba pagando a Babilonia "por todo el mal que han
hecho en Sion" (v. 24). Una vez má s, Dios declaró que Babilonia "será desolada
para siempre" (v. 26).
Dios reveló que convocaría a Ararat, Minni y Ashkenaz para luchar contra
Babilonia (v. 27). Todas estas personas eran guerreras y aparentemente
tomaron parte en la batalla contra Babilonia. “Los reyes de los medos”
nuevamente estaban luchando contra Babilonia (v. 28). La destrucció n de
Babilonia y sus guerreros se describe en términos grá ficos (vv. 29–32).
Babilonia es “como una era cuando es pisoteada; pronto vendrá el tiempo de
cosecharla” (v. 33).
Así como Nabucodonosor había devorado a Israel, Dios devoraría a
Babilonia (vv. 34–35). Su destrucció n se describe en términos grá ficos (vv. 36–
39). Babilonia sería llevada “como corderos al matadero, como carneros y
machos cabríos” (v. 40). La completa destrucció n de Babilonia la dejaría como
“una tierra seca y desértica, una tierra donde nadie vive” (v. 43). Bel, el dios de
Babilonia, sería castigado y “el muro de Babilonia caerá ” (v. 44).
Babilonia sería destruida por atacantes del norte, lo que resultaría en el
castigo de sus ídolos y la deshonra de toda la tierra. La destrucció n de Babilonia
fue el resultado de su trato cruel con Israel. “'Pero vienen días', declara el SEÑ OR,
'en que castigaré a sus ídolos, y en toda su tierra gemirá n los heridos. Incluso si
Babilonia alcanza el cielo y fortifica su elevada fortaleza, enviaré destructores
contra ella ', declara la SEÑ OR” (vv. 52-53). La destrucció n de Babilonia fue
causada por “un Dios de retribució n; É l pagará por completo” (v. 56). A pesar
de
que los muros de Babilonia eran gruesos, serían derribados y sus puertas
incendiadas (v. 58).
En este pasaje Jeremías le entregó un mensaje a Seraías, el hijo de Nerías,
cuando fue con Sedequías a Babilonia (v. 59). Nabucodonosor había convocado
a sus reyes vasallos a Babilonia para una conferencia, intentando evitar la
insurrecció n. Se le ordenó a Seraías que leyera las profecías de Jeremías sobre
la destrucció n de Babilonia (v. 62), aparentemente una copia de las profecías
del manuscrito má s grande. Después de que se leyó el rollo, se le instruyó :
“Á tenle una piedra y tírenla al río É ufrates. Entonces di: 'Así se hundirá
Babilonia para no volver a levantarse a causa del desastre que traeré sobre ella.
Y su pueblo caerá '” (vv. 63–64). Jeremías declaró que este era el final de sus
profecías. El capítulo final fue agregado por otra persona.

La caída de Jerusalén y el comienzo del cautiverio de Judá


Jeremías 52:1–34. El capítulo 52 de Jeremías es claramente similar a 2
Reyes 24:18-25:30. La porció n inicial de Jeremías 52 registra la rebelió n de
Sedequías contra Babilonia, con el resultado de que Nabucodonosor marchó
contra Jerusalén y la destruyó (vv. 1-8). Sedequías vio a sus hijos muertos ante
sus ojos, y vio la ejecució n de todos los oficialesde Judá . Luego fue cegado y
llevado a Babilonia, atado con grilletes de bronce (vv. 10-11; cf. 39:6-7). Este
fue un cumplimiento literal de las profecías dadas a Sedequías.
“En el añ o diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia”, el templo, el
palacio real y todas las casas de Jerusalén fueron destruidas por el fuego (52:
12- 13). Esto ocurrió en el 586 a. C., diecinueve añ os después de que Babilonia
conquistara Jerusalén por primera vez. Los muros de Jerusalén fueron
destruidos y muchos fueron llevados cautivos (v. 15). Solo los má s pobres de la
gente se quedaron atrá s (v. 16). Se derribaron varios artículos y decoraciones
del templo y se llevaron a Babilonia (vv. 17–23).
Los líderes importantes de Jerusalén fueron secuestrados y luego
ejecutados (vv. 24-27). Todo esto constituyó el cumplimiento de las muchas
profecías de Jeremías sobre la destrucció n de Jerusalén.
Se enumeraron los que fueron llevados al cautiverio, incluidas cuatro mil
seiscientas personas en total.
La nota final del libro de Jeremías se refiere a la liberació n de Joaquín en 561
a. C. cuando Evil-Merodac se convirtió en rey de Babilonia después de la muerte
de Nabucodonosor. Joaquín fue sacado de la prisió n, se le dio un asiento de
honor y fue tratado como un rey en la mesa del rey por el resto de su vida (vv.
31-34).
El libro de Jeremías, a través de cientos de profecías, contiene una prueba
dramá tica de que la profecía bíblica está sujeta a un cumplimiento literal. La
idea
de que la profecía se cumple de una manera no literal está casi completamente
ausente en Jeremías.
6

PROFECÍA EN EZEQUIEL

PROFECÍA DEL JUICIO SOBRE JUDÁ EN EZEQUIEL


Los juicios predichos sobre el reino de Judá ocupan los primeros veinticuatro
capítulos de Ezequiel. A esto le sigue el juicio sobre las naciones gentiles en
Ezequiel 25–32 y la profecía de bendiciones sobre Israel (Eze. 33–48).
El mismo Ezequiel era un sacerdote que había sido llevado en el cautiverio
babiló nico. É l y los otros cautivos se habían establecido "junto al río Quebar en
la tierra de los babilonios" (1:3). Era un canal al este de Babilonia que
conectaba un punto del río É ufrates con otro punto má s abajo. Esto forma el
trasfondo geográ fico de este libro profético. A medida que se desarrolla la
revelació n, se dan má s datos sobre Ezequiel.

Preparación de Ezequiel como profeta


Ezequiel 1:1–3:15. Aunque no son estrictamente proféticos en sí mismos,
los primeros capítulos de Ezequiel prepararon al profeta para la serie de
revelaciones y visiones que experimentaría segú n se registra en este libro.
Aunque Ezequiel estaba en el exilio lejos de Jerusalén y del templo, recibió
una visió n de la gloria de Dios. En particular, vio “cuatro seres vivientes” (1: 5),
algo parecido a un hombre, pero con cuatro caras. La primera cara era de
hombre, la segunda cara de leó n, la tercera cara de buey y la cuarta cara de
á guila (v. 10). Los intérpretes difieren en cuanto a su interpretació n, pero
parece razonable equiparar el rostro de un hombre con la inteligencia; el rostro
de un leó n como el rey de las bestias, que representa al hombre como
gobernante; el buey que representa el poder; y el á guila como la má s noble de
las aves, el hombre en su nobleza.
Aunque las explicaciones de la revelació n a Ezequiel pueden diferir,
obviamente tenía la intenció n de representar la gloria de Dios, a la que se hace
referencia muchas veces en el libro (1:28; 3:12, 23; 8:4; 9:3; 10: 4, 18-19;
11:22-
23; 39:21; 43:2, 4-5; 44:4). En respuesta a estogloriosa revelació n, Ezequiel
cayó sobre su rostro y escuchó la voz del mencionado en 1:25.
Ezequiel era un sacerdote sobre la base de su linaje humano, pero ahora
recibió el llamado especial de un profeta de Dios. Se le dijo que lo enviarían a un
pueblo que sería “obstinado y terco” (2:4). Se le ordenó que entregara su
mensaje tanto si lo escuchaban como si no (v. 7). También se le entregó y
desenrolló un rollo que contenía “palabras escritas de lamento, lamento y
aflicció n” (v. 10).
En el capítulo 3 se le instruyó a Ezequiel que “comiera este rollo; entonces
ve y habla a la casa de Israel” (v. 1). Se le informó nuevamente que la gente a la
que hablaría sería “inflexible y endurecida” (v. 8).
Después de esta revelació n, fue levantado por el Espíritu (v. 12) y llevado
para poder ir a los exiliados que vivían cerca del río Kebar (v. 15).
Ezequiel 3:16-27. En estos versículos, Ezequiel registró su experiencia
posterior mientras se preparaba para ser profeta. Se le dijo que sería
considerado responsable si no advertía a los israelitas en el exilio (vv. 17-21).
A Ezequiel se le dijo: “Levá ntate y sal al llano, y allí te hablaré” (v.
22). Cuando el Espíritu Santo vino a él, se le dijo que se encerrara dentro de su
casa (v. 24) y que no podría hablar hasta que el Señ or le abriera la boca (v. 27).
Se le instruyó , ademá s: “El que quiera escuchar, que escuche, y el que se niegue,
que se niegue; porque es casa rebelde” (v. 27). Estos capítulos iniciales dieron
un trasfondo profético para el mensaje de Ezequiel como un mensaje de Dios a
su pueblo Judá .

Advertencia profética de juicio sobre Jerusalén


Ezequiel 4:1–17. La primera profecía fue simbolizada por Ezequiel
tomando una tabla de arcilla en la que estaba dibujada la ciudad de
Jerusalén (v. 1). Entonces Ezequiel construyó lo que representaba una rampa
contra Jerusalén y campamentos alrededor (v. 2). Entonces Ezequiel, siguiendo
las instrucciones, tomó una sartén de hierro que se usó como muro entre
Ezequiel y la ciudad de Jerusalén. Esto fue para indicar que Jerusalén estaría
sitiada, y lo que hizo fue una señ al para la casa de Israel (v. 3).
Ezequiel recibió instrucciones de que se acostara sobre su lado izquierdo
durante 390 días, lo que simboliza la cantidad de añ os que Israel había pecado
contra Dios desde la época de Salomó n (vv. 4-5). Luego debía acostarse sobre
su lado derecho durante 40 días, cada día simbolizando un añ o (v.6),
posiblementerefiriéndose al reinado inicuo de Manasés (2 Reyes 21:11-15;
23:26-27; 24:3-4; 2 Cró nicas 33:12-13).
Luego se le dijo a Ezequiel que tomara como alimento “trigo y cebada,
frijoles y lentejas, mijo y espelta” (Ezequiel 4:9). Se le instruyó que pesara
veinte siclos de comida por día y "una sexta parte de un hin de agua y que la
bebiera a horas determinadas" (v. 11). Con este acto simbó lico, profetizaría que
se cortaría el suministro de alimentos en Jerusalén, que racionarían la comida y
el agua, ya que escasearan (vv. 16-17). Esto se cumplió en la cautividad
babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).
El símbolo de la espada afilada de Ezequiel
Ezequiel 5:1–17. A Ezequiel se le dijo que se afeitara el cabello de la cabeza
y la barba (v. 1). Luego se le indicó que quemara un tercio de su cabello con
fuego dentro de la ciudad. Debía tomar un tercio del cabello y golpearlo con una
espada y luego esparcir un tercio al viento. Se colocarían algunos mechones de
cabello en los pliegues de su manto (v. 3). Ademá s, se iban a arrojar algunos
cabellos al fuego. Proféticamente, se le dijo a Ezequiel: “Un fuego se extenderá
desde allí a toda la casa de Israel” (v. 4).
Este simbolismo se explicó como relacionado con Jerusalén, que sería
destruida debido a su rebelió n contra Dios (vv. 5-6). Sus pecados excedieron los
pecados de las naciones gentiles que la rodeaban (v. 7). Debido a su idolatría,
Dios le haría a Jerusalén lo que no había hecho antes (v. 9). Los padres en Israel
se comerían a sus propios hijos y los hijos se comerían a sus padres (v.
10). Después de esto, esparciría a los supervivientes a los vientos. Así como
Ezequiel dividió el cabello en tercios, un tercio de la gente moriría por plaga o
hambre, un tercio por la espada y un tercio sería esparcido (v. 12).
Dios haría de Jerusalén un objeto de horror para las naciones (v. 15) y la
destruiría con hambre, fieras, plagas y derramamiento de sangre (vv. 15-17).

Profecía de destrucción contra las montañas de Israel


Ezequiel 6:1–14. Dios predijo la destrucció n de las montañ as de Israel, así
como de los barrancos y valles (vv. 1-3). Se suponía que Israel adoraría en el
templo de Jerusalén, pero la idolatría pagana hizo que construyera santuarios
en lugares altos por toda la tierra. Dios predijo que estos altares serían
destrozados y que los cadá veres de Israel estarían frente a sus ídolos y sus
ciudades serían devastadas (vv. 5-7).
Aquellos que escaparon podrían recordar por qué Dios juzgó a Israel
mientras vivía en una tierra extrañ a, y ella conocería el poder de Dios (vv. 8-
10). Debido a sus pecados, su tierra quedaría en ruinas (vv. 11-14). Esto se
cumplió en la cautividad babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).

El próximo día del juicio de Dios


Ezequiel 7:1–27. Dios había sido paciente con Israel durante muchos añ os,
pero ahora había llegado el final de su paciencia. É l desataría su ira contra ella y
no la perdonaría (vv. 1-4).
En toda la tierra de Israel habría pá nico cuando el día de la ira de Dios se
derramará sobre ella. Ella sabría que el Señ or era quien la estaba castigando
(vv. 5-9). Había llegado el día de su juicio, muy parecido al momento en que una
flor está en plena floració n. Ni el comprador ni el vendedor poseerían la tierra
(vv. 11-14).
En el tiempo de la destrucció n, los israelitas se vestían de cilicio, se
afeitaban la cabeza y arrojaban su plata y su oro por las calles. Todo esto sería
inú til (vv. 15-20). Su botín iría a manos de extranjeros que tomarían sus
riquezas y profanarían su “lugar preciado” (v. 22). El dolor y la destrucció n se
extenderían a todo el pueblo, resultando no solo en el duelo de reyes y
príncipes, sino también en el pueblo en general lleno de terror (vv. 23-27). Esto
se cumplió en el cautiverio babiló nico.

La idolatría revelada en el templo


Ezequiel 8:1–18. El Espíritu llevó a Ezequiel a la puerta norte del templo
(vv. 1-4). Luego llevaron a Ezequiel a la entrada del patio y le dijeron que
mirara por un agujero en la pared. É l “vio representados por todos los muros
toda clase de reptiles y animales detestables y todos los ídolos de la casa de
Israel. Delante de ellos estaban setenta ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías
hijo de Safá n estaba de pie entre ellos. Cada uno tenía un incensario en la mano,
y una nube de incienso fragante se elevaba” (vv. 10-11).
Ezequiel estaba entonces en la entrada de la puerta norte del templo
donde vio a mujeres llorando por Tamuz, un dios sumerio relacionado con la
vegetació n. Los adoradores de este ídolo creían que cuando llegaba la sequía en
el verano, Tamuz moriría, pero en la primavera salía y traía lluvia (vv. 14-15).
Cuando Ezequiel fue llevado al patio interior del templo, vio a veinticinco
hombres de espaldas al templo, incliná ndose hacia el sol (v. 16). Como
resultado de la profanació n del templo y de volverse a dioses paganos, Dios los
juzgaría y no mostraría piedad (vv. 17-18). Esto se cumplió en la cautividad
babiló nica (2 Cró n. 36: 11-15).

Dios ordena que los idólatras sean asesinados


Ezequiel 9:1–11. Dios instruyó a seis guardias para que recorrieran la
ciudad y marcaran a todos los que “se entristecen y se lamentan por todas las
abominaciones que en ella se hacen” (vv. 1-4).
Entonces Dios les dijo a otros que mataran a todos los que no tenían la
marca, ya fueran jó venes o viejos, pero que no tocaran a los que tenían la
marca, lo que indica que detestaban la adoració n de ídolos (vv. 5-7).
Cuando Ezequiel preguntó si el Señ or derramaría Su ira sobre Jerusalén,
Dios respondió que el tiempo del juicio había llegado debido a su maldad y que
É l “no los mirará con compasió n ni los perdonará , sino que haré caer sobre sus
propias cabezas lo que han hecho” (vv. 8-11). Esto se cumplió en la cautividad
babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).
La gloria sale del templo profanado
Ezequiel 10:1–22. En una visió n que es similar pero no idéntica a la que vio
Ezequiel antes (1:1–28), Ezequiel vio otra visió n de la gloria de Dios. Dios
estaba en un trono de carro que tenía ruedas y contenía carbones encendidos
(10:1- 3). Cuando Dios entró en el templo, el templo se llenó de Su gloria (vv. 4-
5).
Entonces Dios instruyó a un hombre vestido de lino, probablemente un
á ngel, que tomara fuego de las brasas del carro y las esparciera sobre la ciudad
de Jerusalén (vv. 2, 6-7).
Las cuatro ruedas se describieron como brillantes como crisó lito (v. 9). Los
querubines descritos tenían cuatro caras similares a las cuatro caras
mencionadas en 1:4-10, pero algo diferente porque una de las caras era la de un
querubín en lugar de un buey (10:14).
Ezequiel identificó a las criaturas vivientes como las que vio junto al río
Kebar (v. 15, 20; 1:1). El punto principal de esta revelació n fue que “la gloria
del SEÑ OR se apartó del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines”
(10:18). En los versículos 20-22 se da otra imagen de los querubines. Esto se
cumplió en la cautividad babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).

El juicio venidero sobre los líderes malvados de Israel


Ezequiel 11:1-15. A Ezequiel se le dio otra visió n de veinticinco líderes de
Israel que estaban tramando el mal y eran inicuos (vv. 1-4). Los que ya habían
sido asesinados en la ciudad eran solo el comienzo, ya que Dios los expulsaría e
infligiría un castigo de acuerdo con sus pecados (vv. 5-12). La muerte de
Pelatiah, uno de los líderes, fue un presagio de la muerte que destruiría a los
demá s (v. 13). En contraste con la destrucció n de los líderes de Israel estaba el
remanente de Israel, los compañ eros cautivos de Ezequiel (vv. 13-15). Dios le
aseguró a Ezequiel que finalmente la tierra sería dada para la posesió n de
Israel (v. 15). Esto se cumplió en el cautiverio de Babilonia, y la restauració n de
la tierra se cumplirá en el reino milenial.

Israel será restaurado a su tierra


Ezequiel 11:16-25. Así como Dios los había esparcido entre los paganos,
Dios finalmente llevaría a los israelitas de regreso a su tierra (vv. 16-17). Esta
promesa, repetida con tanta frecuencia, debe tomarse en el mismo sentido
literal que la destrucció n que siguió , que cayó sobre ella a causa de sus pecados.
Tal restauració n se cumplió parcialmente en el regreso de los cautiverios de
Babilonia y Asiria, pero finalmente se cumplirá con la reunió n completa de
Israel en el momento de la segunda venida de Cristo.
Cuando Israel regrese, habrá un nuevo espíritu entre ella que hará que
elimine los ídolos. Dios prometió “infundirles un espíritu nuevo; Les quitaré su
corazó n de piedra y les daré un corazó n de carne” (v. 19). En ese momento Dios
declaró : “Entonces seguirá n mis decretos y se cuidará n de guardar mis
leyes. Ellos será n mi pueblo y yo seré su Dios” (v. 20). Aquellos que han
sido malvados y se han apartado de Dios traerá n juicio sobre sus propias
cabezas. Al cerrar este episodio de la imagen de Ezequiel, vio que la gloria salía
del interior de la ciudad y se detenía en la montañ a al este de Jerusalén (v.
23). Esto se cumplirá en el milenio (Jer. 23:3-8).

El cautiverio simbolizado
Ezequiel 12:1–28. Dios le dio a Ezequiel instrucciones para actuar al ir al
exilio (vv. 1-6). Obedeciendo lo que Dios ordenó , Ezequiel empacó sus cosas,
como si se fuera al exilio, cavó un hoyo en la pared y al anochecer cargó sus
cosas sobre sus hombros mientras la gente miraba (v. 7).
Dios le instruyó que si le preguntaban qué estaba haciendo, debía decirles
que simbolizaba que toda la casa de Israel iba al exilio (vv. 8-11). Dios describió
al “príncipe entre ellos” (v. 12) haciendo lo mismo que Ezequiel. Sin embargo, la
partida de Sedequías de Jerusalén só lo resultaría en que lo capturaran y lo
llevaran a Babilonia (vv. 12-13). La predicció n de que mientras iba a Babilonia
no la vería se cumplió durante la conquista de Nabucodonosor (Jer. 52:10-
11). Debido a que Sedequías estaba cegado, no pudo ver Babilonia a pesar de
que fue llevado a ella.
Se predijo la dispersió n de Israel entre las naciones del mundo (Ezequiel
12: 15-16). Esta predicció n no fue completada por los cautiverios de Babilonia
o Asiria, pero se cumplió en la dispersió n de Israel después de la destrucció n de
Jerusalén en el añ o 70 d.C.
Ezequiel recibió instrucciones de comer y beber y de “temblar de miedo”
(v. 18). De esta manera, simbó licamente, iba a representar lo que sucedería en
Jerusalén, ya que en su desesperació n vieron la tierra despojada de todo y sus
ciudades destruidas (vv. 17-20). Dios prometió cumplir sin demora las visiones
y revelaciones de su destrucció n (vv. 25-28). Esto se cumplió en la cautividad
babiló nica (2 Cró n. 36: 11-15).

Condena de los falsos profetas


Ezequiel 13:1–23. Habiendo entregado dos mensajes de que el juicio estaba
cerca (12:21-25; 26-28), Dios le dio a Ezequiel el tercer mensaje de juicio por
venir, que se refería a los falsos profetas que habían animado a Israel a creer
que ella no iría al cautiverio (13:1-3). Dios declaró : “Sus visiones son falsas y
sus adivinaciones mentira” (v. 6). Ella sería destruida y no podría regresar a la
tierra de Israel (v. 9).
Dios comparó a los falsos profetas de Israel con “un muro endeble”
cubierto “de cal” (v. 10). Dios predijo que la lluvia, los vientos violentos y el
granizo destruirían el muro (vv. 10-13). Dios declaró : “Derribaré el muro que
cubriste con cal y lo nivelaré hasta el suelo para que queden al descubierto sus
cimientos. Cuando caiga, será s destruido en él; y sabrá s que yo soy el SEÑ OR” (v.
14). Dios también declaró juicio sobre “las mujeres que cosen amuletos má gicos
en todas sus muñ ecas y hacen velos de varias longitudes para sus cabezas para
atrapar a la gente” (v. 18). Dios declaró que los juzgaría por su comportamiento
inicuo (vv. 19-22). Estos falsos profetas y las mujeres "ya no verá n visiones
falsas ni practicará n adivinació n" (v. 23). Esto se cumplió en la cautividad
babiló nica (2 Cró n. 36: 11-15).

Juicio sobre los idólatras


Ezequiel 14:1–23. Aquellos que practicaran la idolatría y luego acudieran a
un profeta serían juzgados por el Señ or (v. 1-5). Dios les exhortó : "¡Apá rtate de
tus ídolos y renuncia a todas tus prá cticas detestables!" (v. 6).
Si un israelita servía a los ídolos y buscaba un profeta, Dios lo destruiría a
él y también al profeta si el profeta no resistiera la tentació n de pronunciar una
profecía (vv. 7–11). Dios declaró que Su juicio sobre Israel no podría evitarse
incluso si Noé, Daniel y Job intercedieran (vv. 13-14). La referencia a estos
personajes histó ricos es muy significativa. Noé y Job vivieron muchos añ os
antes que Ezequiel, pero Daniel era contemporá neo. Aunque los eruditos
liberales han intentado destruir la historicidad de Daniel, esta referencia es una
confirmació n significativa de que Daniel estaba en Babilonia sirviendo al rey
Nabucodonosor durante el tiempo del cautiverio. La declaració n arbitraria de
algunos estudiosos de que esta referencia no puede tomarse al pie de la letra no
tiene una razó n justificable. Habría sido natural que Ezequiel hubiera oído
hablar de Daniel, un importante funcionario babiló nico.
Después de que Dios amplió Su declaració n de que estos tres hombres
notables no podrían salvar a Israel, declaró que, si las bestias salvajes pasaran
por la tierra, incluso estos hombres no podrían salvar a sus propios hijos e
hijas, que solo ellos serían salvos (vv. 15-16). Dijo lo mismo con respecto a la
espada o la plaga que atraviesa la tierra (vv. 17-20). Se repitieron los nombres
de los tres hombres (v. 20). Entonces Dios declaró que el juicio contra Jerusalén
sería terrible, incluyendo espada, hambre, fieras y plagas (v. 21). Habría
algunos sobrevivientes, pero la mayoría de la gente sería destruida (v. 22). Esto
se cumplió en la cautividad babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).
Jerusalén tan inútil como una vid sin fruto
Ezequiel 15:1–8. En la revelació n dada a Ezequiel, se usaron señ ales para
indicar el desastre que se avecinaba (12:1–20), luego siguió una serie de cinco
mensajes (12:21–14:23). Este capítulo es la primera de tres pará bolas que
confirman el hecho de que Israel no pudo escapar de su juicio venidero. Por
naturaleza, una vid es ú til solo si es fructífera. Como madera, no sirve para nada
(vv. 1-5). Debido a esto, Dios arrojaría la vid al fuego para que se consumiera y
“dejaría la tierra en desolació n por haber sido infieles” (v. 8). Esto se cumplió en
la cautividad babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).

Jerusalén como esposa infiel


Ezequiel 16:1–63. Jerusalén fue descrita como un bebé no deseado que fue
expulsado a morir (vv. 1-6) pero rescatado por Dios. Finalmente, el bebé se
convirtió en una mujer hermosa. Dios dijo que se preocupaba por ella y la vestía
con lino fino y hermosas joyas. Su belleza fue tal que se convirtió en reina (vv.
8- 14).
Habiendo recibido todos estos favores, Jerusalén se prostituyó y usó sus
joyas para hacer ídolos. La comida que Dios le dio fue ofrecida como incienso a
los ídolos. Los hijos y las hijas que nacieron fueron sacrificados a los ídolos (vv.
15-21).
Debido a estas cosas detestables, Dios declaró juicio sobre Jerusalén (vv.
22- 29). Incluso las naciones paganas de Babilonia y Egipto se sorprendieron
por su adulterio. Debido a su continua conducta descarada, Dios no solo la
juzgaría a ella, sino también a los que cometieron adulterio con ella (vv. 30–38).
Sus amantes destruirían sus santuarios, le quitarían la ropa y las joyas finas y la
dejarían desnuda (v. 39). “Traerá n contra ti una turba, que te apedreará y te
cortará en pedazos con sus espadas. Quemará n tus casas y te castigará n a la
vista de muchas mujeres. Pondré fin a tu prostitució n y ya no pagará s a tus
amantes. Entonces mi ira contra ti se calmará y mi ira de celo se apartará de
ti; Estaré tranquilo y no má s enojado” (vv. 40–42).
Dios declaró que Jerusalén se había vuelto como la madre de Israel, quien
fue descrita aquí como hitita y su padre amorreo (v. 45). Su hermana mayor fue
comparada con Samaria y su hermana menor con Sodoma (v. 46). Segú n Dios,
Jerusalén se volvió má s depravada que cualquier otra nació n (vv. 47–52).
Dios prometió restaurar Sodoma y Samaria, pero Edom y los filisteos
despreciarían a Jerusalén (vv. 53–58). Dios declaró : “'Esto es lo que dice
la SEÑ ORA Soberana: Te trataré como te mereces, porque has despreciado mi
juramento al romper el pacto'” (v. 59).
Sin embargo, Dios prometió recordar el pacto eterno que hizo con Israel (v.
60). Pero al recibir Su gracia, se avergonzaría de su conducta (vv. 61–63).
La parábola de las dos águilas y la vid
Ezequiel 17:1–24. Esta tercera pará bola que presenta el juicio de Dios
sobre Israel describe una situació n en Israel cuando Sedequías gobernaba
(alrededor del 592 al 591 a. C.). Dios describió una gran á guila que cortó la copa
de un cedro y lo llevó a una tierra lejana donde prosperó con abundante agua
(vv. 1-5). Se convirtió en una vid extendida (v. 6).
Entonces Dios describió a otra á guila que atrajo a la vid para enviar sus
raíces y ramas hacia la segunda á guila. Dios declaró que la vid no prosperaría.
Al explicar la pará bola, Dios comparó la primera á guila con Babilonia, que
conquistó Jerusalén en el 605 a. C. y se llevó a muchos de sus líderes y
habitantes en el 597 a. C. Después de esto, Babilonia colocó a Sedequías sobre
todo lo que quedaba de Israel en la tierra. La segunda á guila describió la
tentació n de Egipto, que hizo que Sedequías se rebelara contra Nabucodonosor
y confiara en los ejércitos de Egipto (vv. 9-15). Jeremías había advertido a
Sedequías que resultaría en un desastre si se rebelaba contra Babilonia (Jer. 38:
17-28). Cuando Sedequías intentó escapar, fue capturado por los babilonios y
tuvo que ver có mo mataban a sus hijos y nobles. Entonces Nabucodonosor cegó
a Sedequías y lo llevó a Babilonia (Jer. 52:10-11). Esto correspondía a la palabra
del Señ or en Ezequiel (Ezequiel 17:11-21).
Después de la caída de Sedequías en el 586 a.C., en cumplimiento de esta
profecía de Jeremías, Dios declaró en Ezequiel que É l mismo tomaría un vá stago
de la copa del cedro, lo plantaría en los montes de Israel, y éste crecería y
prosperaría (vv. 22-24). Ezequiel, que había sido llevado cautivo,
probablemente en el 597 a. C., registró esta profecía, que se cumplió con la
caída de Jerusalén en el 586 a. C. Una y otra vez en Isaías, Jeremías y Ezequiel se
ilustra el cumplimiento literal de la profecía.

Juicio sobre los que pecan


Ezequiel 18:1–32. Dios hizo una pregunta acerca de su interpretació n del
proverbio, “Los padres comen uvas agrias, y los dientes de los hijos está n
erizados” (vv. 1–2). El punto de esta profecía parece ser que los hijos de Israel
afirmaban que su castigo se debía a los pecados de sus padres, no a los
suyos. Dios declaró a modo de réplica, “Tan cierto como que yo vivo, declara el
Soberano SEÑ OR, ya no este refrá n en Israel. Porque toda alma viviente me
pertenece, tanto el padre como el hijo, ambos me pertenecen por igual. El alma
que peca, esa esa morirá ” (vv. 3-4). Jeremías también citó el proverbio que Dios
repitió (Jer. 31:29-30). En los Diez Mandamientos se indicó el principio de que
el castigo a veces llega a la tercera y cuarta generació n (cf. É xodo 20: 5; 34: 6-7;
Deut. 5:9).
Sin embargo, en el caso presente, Dios declaró que estaba juzgando a los
niñ os mismos por su pecaminosidad y los instó a arrepentirse para evitar Su
juicio (Ezequiel 18:3-4).
Dios enumeró los pecados de los impíos (vv. 5-9) y declaró que, si un justo
no hiciera estas cosas, viviría (v. 9). Por el contrario, la persona inicua que hace
estas cosas no viviría (vv. 10-13).
Sin embargo, si uno era hijo de una persona tan malvada y no seguía su
maldad, Dios declaró : “No morirá por el pecado de su padre; ciertamente
vivirá ” (v. 17). En el caso particular de Israel, con quien Dios estaba tratando en
juicio, un hijo no heredaría los pecados del padre ni la justicia del padre, sino
que cada uno sería juzgado sobre la base de sus propias acciones (vv. 18-23).
Dios defendió sus acciones como justas en contraste con la acusació n de
algunos de que era injusto (vv. 25-29).
El llamado final del Señ or fue que Israel se "arrepintiera". (v. 30). Dios
declaró : “Porque no me complazco en la muerte de nadie, declara
el SEÑ OR Soberano. ¡Arrepiéntete y vive! " (v. 32). Esto se cumplió en la
cautividad babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).

Un lamento por los príncipes de Israel


Ezequiel 19:1–14. De manera similar a la profecía y el cumplimiento
representados por los símbolos de los capítulos anteriores, esta secció n es un
canto fú nebre formal, como el que se usa habitualmente para un funeral. En
este caso, el profeta lo usó como un lamento por la nació n de Israel y Jerusalén.
Se representa a una leona criando un cachorro que se hizo fuerte, pero fue
atrapado y llevado a la tierra de Egipto (vv. 1-4). Esto probablemente se refería
a Joacaz, quien fue llevado cautivo a Egipto (véase 2 Reyes 23:31–34; Jeremías
22:11–12).
El segundo cachorro probablemente se refería a Sedequías, quien fue
llevado a Babilonia (Ezequiel 19:5-9; cf. 2 Reyes 25: 7). En el momento en que
Ezequiel escribió esto, la referencia a Sedequías todavía era una predicció n que
luego se cumpliría en el 586 a. C.
Israel, o Jerusalén, fue representada entonces como una vid, fructífera y
con ramas fuertes debido a las abundantes aguas (Ezequiel 19:10-11). La vid,
sin embargo, “fue arrancada con furia y arrojada al suelo. El viento del este la
hizo marchitar, le quitó su fruto; sus ramas fuertes se secaron y el fuego las
consumió ” (v. 12). Luego fue retratado como plantado en el desierto y sus
ramas consumidas por el fuego (vv. 13-14). EsoCabe señ alar que, aunque la
profecía se dio en forma simbó lica, tenía una referencia literal a la profecía o la
historia, segú n sea el caso.
Rebelión pasada de Israel
Ezequiel 20:1–29. Cuando los ancianos de Israel vinieron a preguntar por la
tierra, Dios instruyó a Ezequiel que les dijera que primero tenían que revisar
sus muchos pecados. Entonces Dios recitó su rebelió n en el desierto, su
incumplimiento de las leyes de Dios (vv. 8-10) y su profanació n de los sá bados
(vv. 12-13).
Sin embargo, Dios declaró que quería cumplir Su promesa de llevarlos a la
Tierra Prometida (vv. 14-20).
Aunque Dios no destruyó a Israel en el desierto, predijo que serían
esparcidos entre las naciones debido a sus pecados (vs. 21-26). Cuando
llegaron a la Tierra Prometida, demandaron los lugares altos para ofrecer
sacrificios a los ídolos (vv. 27-29).

Restauración después del juicio


Ezequiel 20:30–44. Dios indicó que llegaría el momento en que los juzgaría
y los justos entrarían en la Tierra Prometida. Sin embargo, esta restauració n no
se extendería a los ancianos que vinieron a Ezequiel (vv. 30–32).
En la profecía que sigue (vv. 33-38), se detalla la promesa de gran alcance
de que Dios reunirá a los israelitas y los restaurará permanentemente a la
tierra. Esta fue una profecía que no se cumplió en el regreso de los cautiverios
de Babilonia y Asiria.
Dios declaró : “Tan cierto como que yo vivo, declara el Soberano SEÑ OR, yo
los gobernaré con una mano fuerte y brazo de sombras y enojo derramado. Los
sacaré de las naciones y los reuniré de los países donde han sido esparcidos,
con mano poderosa y brazo extendido y con ira derramada. Los llevaré al
desierto de las naciones y allí, cara a cara, ejecutaré juicio sobre ustedes. Como
juzgué a vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así os juzgaré a
vosotros, declara la SEÑ ORA Soberana. Me fijaré en ti al pasar bajo mi vara y te
introduciré en el vínculo del pacto. Te limpiaré de los que se rebelan y se
rebelan contra mí. Aunque los sacaré de la tierra donde viven, no entrará n en
la tierra de Israel. Entonces sabrá s que yo soy el SEÑ OR” (vv. 33-38).
Esta importante profecía nunca se cumplió en la historia de Israel y está
relacionada con los juicios de la segunda venida. En ese momento, todos los
israelitas que aú n vivan en el mundo será n reunidos, pero solo aquellos que
pertenezcan al remanente piadoso podrá n entrar en la tierra (vv. 36–38). El
propó sito de Dios de llevar a Israel eventualmente a su Tierra Prometida y
asentarlos permanentemente allí es una de las grandes líneas de profecía,
comenzando con Génesis 12:7 y continuando a lo largo del Antiguo
Testamento. Este pasaje, sin embargo, es ú nico en describir en detalle la
separació n purificadora de los salvos de los no salvos al comienzo del reino
milenial y la reunió n y plantació n de Israel en su tierra antigua. Después de que
Israel sea reunido, recordará n sus pecados y servirá n al Señ or (vv. 40–44). Esta
futura reunió n de Israel estará de acuerdo con el nuevo pacto revelado en
Jeremías 31:31–37.

Profecía contra el sur


Ezequiel 20:45–49. La profecía aquí está dirigida contra Jerusalén e Israel,
que se consideraba hacia el sur. Cuando llegaran los babilonios, vendrían desde
el norte y atacarían a Israel por el sur.
El sur, llamado Negev, es ahora un desierto, pero aquí se representa como
un bosque que será consumido por el fuego (vv. 45–47). Ya sea que se lo
considere un fuego literal o una profecía simbó lica de la destrucció n de Israel,
Dios declaró : “Todos verá n que yo, el SEÑ OR, lo he encendido; no se apagará ” (v.
48). Sin embargo, Ezequiel se quejó de que la gente decía que estaba hablando
en pará bolas que no entendían (v. 49). La verdad del asunto era que no querían
entender. Este pasaje de juicio contra el sur fue una introducció n a las profecías
de juicio en el capítulo 21. Esta profecía de juicio se cumplió en el cautiverio de
Babilonia (2 Cró n. 36:11-15).

Babilonia como la espada del juicio divino


Ezequiel 21:1–27. Dios primero declaró que había desenvainado una
espada contra Israel (vv. 1-7). Esta espada fue descrita como afilada y pulida y
preparada para matar (vv. 8-17).
A Ezequiel se le informó que Dios dirigiría sobrenaturalmente a Babilonia
hacia Jerusalén, dá ndoles un presagio para que fueran en esa direcció n (vv. 18-
23).
Dios informó al rey a quien se dirigía: "Príncipe de Israel profano y
perverso" (v. 25) que se quitaría la corona porque los líderes de Israel ser
humillado y los humildes será n exaltados. Esto se cumplió en la cautividad
babiló nica (2 Cró n. 36:11-15).

Profecía contra Ammón


Ezequiel 21:28–32. La siguiente profecía fue contra los amonitas debido a
sus insultos (vv. 28-29). Dios derramaría Su ira sobre ellos y serían como
combustible para el fuego (vv. 31-32).
Los amonitas fueron mencionados nuevamente en Ezequiel 25:1-10, pero
no fueron mencionados en las Escrituras después del siglo VI a. C. Hoy no queda
nada de la civilizació n amonita, excepto ruinas arqueoló gicas, y nadie
identificado como amonita vive hoy.
Los muchos pecados de Jerusalén
Ezequiel 22:1–31. De casi todas las formas posibles, Jerusalén y sus
habitantes han pecado contra Dios. Habían sido culpables de derramar sangre
(vv. 1-4). Sus objetos de adoració n habían sido ídolos (v. 4). A causa de sus
muchos pecados, se habían convertido en “objeto de burla para las naciones y
hazmerreír de todos los países” (v. 4).
Sus príncipes habían derramado sangre, habían tratado a padre y madre
con desprecio, y “oprimieron al extranjero y maltrataron al huérfano ya la
viuda” (v. 7).
Habían sido culpables de despreciar el sá bado y despreciar las cosas santas
(v. 8). Habían sido culpables de difamació n, de adorar en los santuarios de
idó latras y de cometer actos lascivos (v. 9). Habían sido culpables de muchos
pecados sexuales (vv. 10-11). Habían aceptado sobornos y cobrado usura e
intereses excesivos y obtenían ganancias injustas mediante la extorsió n (v.
12). Como resultado de sus muchos pecados, Dios predijo que serían
dispersados entre las naciones (v. 15).
Dios comparó la casa de Israel con la escoria, el material que sobró
después del refinado de cobre, estañ o, hierro y plomo. Declaró : “No son má s
que escoria de plata” (v. 18). Dios predijo que los reuniría en Jerusalén tal como
los hombres recogen metales y los ponen en un horno para fundirlos (vv. 19-
20). “Como la plata se derrite en un horno, ustedes será n derretidos dentro de
ella, y sabrá n que yo, el SEÑ OR, he derramado mi ira sobre ustedes” (v. 22).
Su sequía había sido declarada un día de ira porque sus gobernantes se
comportaron perversamente como leones rugientes. Habían robado tesoros y
cosas preciosas y habían dejado muchas viudas (v. 25). Los sacerdotes también
violaron la Ley y profanaron las cosas sagradas (v. 26). No distinguían entre
limpio e inmundo y no guardaban el sá bado (v. 26). Sus funcionariosfueron
descritos como si fueran lobos que matan gente (v. 27). Sus profetas fueron
acusados de encubrir sus obras (v. 28). La extorsió n, el robo y la opresió n
caracterizaron a la gente de la tierra (v. 29). Cuando Dios buscó a un hombre
que se parara en la brecha para evitar que Israel fuera destruido, no pudo
encontrar ninguno (vv. 30–31).
La Palabra de Dios describió claramente estos pecados como
absolutamente prohibidos en la Ley (véase Levítico 18:7-20; 20:10-21;
Deuteronomio 22:22-24, 30; 27:22). Había pocos pecados que Israel no hubiera
cometido. Jerusalén fue juzgada en el cautiverio babiló nico (2 Cró n. 36: 11-15).

Las dos hermanas pecadoras


Ezequiel 23:1–49. Ezequiel recibió una revelació n especial sobre dos
mujeres. Descritas como hijas de la misma madre, se prostituyeron. La mayor
se
llamaba Aholah y su hermana Aholibah (vv. 1-4). Aholah representó a Samaria
y Aholibah representó a Jerusalén.
A Aholah se la describió como una prostituta que buscaba amantes
asirios. Su prostitució n había comenzado en Egipto (vv. 5-8). Finalmente, los
asirios la despojaron y la mataron a espada (vv. 9-10).
Aholibah, que representa a Jerusalén, fue aú n peor. No solo tuvo amantes
asirios, sino que también buscó amantes en Babilonia (vv. 14-21).
El Señ or predijo que los caldeos, a quienes ella buscaba, vendrían contra
Jerusalén y la destruirían (vv. 22-24). Le mutilaban la nariz y las orejas, le
quitaban a sus hijos e hijas (v. 25), la despojaban de sus ropas finas y le
quitaban sus joyas (v. 26). Al juzgarla, Dios “pondría fin a la lascivia y la
prostitució n que comenzasteis en Egipto” (v. 27). Dios predijo que la entregaría
a sus enemigos (vv. 28–31).
En forma poética, Dios declaró que Aholibah “bebería la copa de tu
hermana, una copa grande y profunda” (v. 32). Llevarían las consecuencias de
sus pecados (v. 35). El juicio de Dios pondría fin a sus muchos pecados
flagrantes y demostraría que Dios es soberano (vv. 48–49). Estos juicios se
cumplieron en los cautiverios de Asiria y Babilonia.

El signo de la olla
Ezequiel 24:1–27. Se le ordenó a Ezequiel que registrara la fecha, porque en
esa fecha el rey de Babilonia comenzaría el sitio de Jerusalén (vs. 1-2). Esta
fecha fue en elnoveno añ o del rey Joaquín. El décimo mes y el décimo día
pueden calcularse como el 15 de enero de 588 a. C. Esta fecha significativa se
menciona en otras partes de las Escrituras (2 Reyes 25:1; Jer. 39:1; 52:4). La
ciudad no fue conquistada de inmediato y no fue destruida hasta el 586 a. C.
A Ezequiel se le dijo que representara otra pará bola. Se le indicó que
pusiera en una olla y le agregara la carne y las mejores piezas. Debía poner leñ a
debajo y llevar el agua a ebullició n (Ezequiel 24:3-5).
En los versículos que siguen, se compara la ciudad de Jerusalén con la
olla. Lo que había en ella se vaciaría (vv. 9-10). Luego se le ordenó a Ezequiel
que pusiera la olla vacía en el fuego hasta que se derritieran las impurezas
(v. 11). Pero el fuego no quitó el depó sito (v. 12). Dios declaró que este depó sito
era una imagen de la lascivia de los israelitas (v. 13). Aunque Dios intentó
limpiar la impureza, no se limpiaría hasta que se hubiera expresado Su ira
(v. 13). Dios declaró que no mostraría piedad y que serían juzgados segú n sus
pecados (v. 14). En apoyo de esta señ al, Dios le dijo a Ezequiel que su esposa
moriría. No debía lamentar ni hacer las diversas cosas que normalmente se
asocian con el duelo por los muertos (vv. 15-17). De acuerdo con esta
predicció n, su esposa
murió esa noche.
Cuando Ezequiel no siguió las costumbres habituales del duelo, le declaró a
Israel el mensaje de Dios de que estaba a punto de profanar su santuario. Sus
hijos e hijas serían asesinados, y cuando esto sucediera, ella tampoco se
lamentaría. Ezequiel fue una señ al para Israel de lo que iba a suceder (v. 24).
A Ezequiel se le dijo que cuando este evento ocurriera y Jerusalén fuera
destruida, recibiría la noticia y en ese momento Dios le hablaría (2 Cró n. 36:11-
15).

PROFECÍA DE JUICIOS SOBRE LAS NACIONES EN


EZEQUIEL
La profecía contra Ammón
Ezequiel 25:1–7. Esta secció n comienza la predicció n del juicio venidero
sobre los gentiles. De acuerdo con la profecía anterior contra Ammó n, esta
palabra adicional se registró aquí. Se le dijo a Ezequiel que profetizara contra
Ammó n (vv. 1–2). Debido a que Ammó n se regocijó cuando el templo de Israel
fue destruido y el pueblo de Israel fue llevado cautivo, Dios también los
entregaría “al pueblo de Oriente como posesió n” (v. 4). La referencia a "la gente
de Oriente" aparentemente se refiere a las tribus nó madas que vivieronal este
de Ammó n. Algunos piensan que esto se refiere a Nabucodonosor y su ejército
(cf. 21:31). La destrucció n de este antiguo pueblo provocó su desaparició n de la
historia. (Para las profecías anteriores sobre Ammó n, véanse Jeremías 9:25–26;
25:21; 49:1–6; Ezequiel 21:28–32.)

La profecía contra Moab


Ezequiel 25:8-11. Los moabitas eran un enemigo tradicional de Israel,
comenzando cuando se opusieron a que Moisés guiara a los hijos de Israel a la
Tierra Prometida (Nú m. 22-24). En el tiempo de los jueces, Egló n, rey de Moab,
oprimió a Israel. También figuraron en la oposició n a Saú l, pero luego David
conquistó a los moabitas y continuaron bajo el poder de Israel hasta la muerte
de Salomó n. Moab también había atacado a Judá durante el reinado de
Josafat. Dios predijo juicio sobre Moab debido a su desprecio por Israel. Al igual
que los amonitas, serían conquistados por “la gente de Oriente como posesió n”
(v. 10). Esto fue cumplido por los babilonios que atacaron Moab.

La profecía contra Edom


Ezequiel 25:12-14. El conflicto de Israel con los edomitas se remonta al
tiempo del éxodo cuando se opusieron al camino de los hijos de Israel. Saú l los
combatió (1 Sam. 14:47), y David los sometió a su reinado (2 Sam. 8:13-14). Sin
embargo, después de liberarse de Israel, los edomitas quedaron sujetos a
Babilonia después de la derrota de Egipto por Nabucodonosor (605 a. C.). Su
pecado fue que se vengaron de la casa de Judá . Será n castigados por su
oposició n a Dios y a Israel. Edom fue mencionado como sujeto al juicio de Dios
en otras Escrituras (Isa. 11:14; 63:1; Jer. 9:26; 49:7–22; Joel 3:19; Mal. 1:4–5).
Esto probablemente se cumplió con el ataque de los babilonios.

La Profecía contra Filistea


Ezequiel 25:15-17. El conflicto de Israel con los filisteos también tuvo una
larga historia, y aquí Dios pronunció juicio sobre Filistea. Desde el momento del
éxodo, los filisteos se opusieron a Israel e intentaron controlar su territorio en
el tiempo de los jueces. David finalmente los conquistó y permanecieron bajo el
control de Israel hasta la muerte de Salomó n. La contienda entre Filistea y el
reino dividido finalmente se resolvió cuando Babilonia estableció el control
sobre ella. Porque Filistea había actuado enmalicia contra Israel, Dios la juzgó
por su intento de destruir a Israel, y especialmente a Judá . Como muchas otras
naciones antiguas, Filistea desapareció en el período antes de Cristo y se
fusionó con otras personas.

La profecía contra Tiro


Ezequiel 26:1–21. La profecía contra Tiro ocupa tres largos capítulos de
Ezequiel. Tiro fue juzgada porque se regocijó por la destrucció n de Judá ,
pensando que le traería má s negocios (vv. 1–2). Dios predijo que Tiro sería
destruida y los escombros de su ciudad serían raspados y reducidos a roca
desnuda. En el lado del océano de Tiro, donde anteriormente tenía un gran
comercio, habría redes de pesca (vv. 4-6).
Esta profecía fue dada "En el undécimo añ o, el primer día del mes" (v. 1), el
tiempo en que Jerusalén estaba en peligro inminente de colapso o captura por
Babilonia. En este momento de tensió n, Dios le habló a Ezequiel sobre Tiro.
Dios pronunció juicio sobre ella porque se regocijó por la caída de Judá (v. 2).
Dios predijo que la propia Tiro sería destruida, sus muros derribados, las ruinas
raspadas hasta la roca desnuda (vv. 3-4). Donde antes tenían comercio, en la
orilla del mar los pescadores tendían sus redes. “Devastada por la espada” (v.
6), Tiro no sería reconstruido. Aunque Tiro se había regodeado con la caída de
Jerusalén, ella misma iba a experimentar la devastació n de los ejércitos
babiló nicos y alterar la invasió n de los ejércitos de Alejandro el Grande.
En el 332 a. C., los ejércitos de Alejandro destruyeron la ciudad en la costa
y arrojaron los escombros al mar para hacer una calzada hacia la fortaleza de la
isla. El terreno desnudo donde una vez estuvo Tiro es hoy testimonio del
cumplimiento literal de esta profecía. Tiro nunca recuperó el poder después de
este ataque. En el resto de este capítulo se registran má s detalles sobre la
profecía de la destrucció n total de Tiro (vv. 15-21).
Ezequiel 27:1–36. A diferencia de Jerusalén, que fue reconstruida muchas
veces, Tiro no sobreviviría, por lo que cesaría su rica empresa comercial. Sus
clientes incluyeron Líbano (v. 5); Egipto (v. 7); Eliseo, un nombre antiguo de
Chipre (v. 7); Persia; Lydia; Gebal, un nombre antiguo de Biblos (vv. 8-
10); Grecia y Arabia (vv. 19-24); y muchos otros. Sus barcos eran famosos por
sus ricas mercancías (vv. 25-27). Su destrucció n, sin embargo, causaría duelo
a favor de aquellos que comerciaban con ella (vv. 27–36). Dios declaró que ella
“llegaría a un final horrible y no existirá má s” (v. 36).

La profecía contra el rey de Tiro


Ezequiel 28:1–19. Dios pronunció juicio sobre el "gobernante de Tiro" (vv.
1–2) debido a su orgullo y su pretensió n de ser Dios (v. 2). Dios hizo la
pregunta: "¿Eres má s sabio que Daniel?" (v. 3). Esta fue la tercera referencia de
Ezequiel a Daniel (véase 14:14, 20), quien en este momento era un gobernante
prominente en Babilonia. Como el hombre inmediatamente gobernado por el
rey Nabucodonosor, era conocido por su sabiduría al ayudar en el gobierno del
vasto imperio. La pregunta implicaba que Daniel, que no pretendía tener
sabiduría alguna excepto de Dios, en realidad era má s sabio que el gobernante
de Tiro que decía ser un dios.
El gobernante de Tiro había recolectado oro y plata y otras cosas de gran
riqueza (28:4-5), pero Dios traería “extranjeros contra ti, la má s cruel de las
naciones; desenvainará n sus espadas contra tu hermosura y sabiduría, y
traspasará n tu resplandeciente esplendor” (v. 7). Moriría una muerte violenta, y
Dios lo desafió a afirmar que él era un dios en presencia de sus verdugos (vv. 8-
10). En la secció n anterior de este capítulo, el gobernante de Tiro no fue
llamado rey, ya que Ezequiel rara vez usa la palabra rey. En los versículos que
siguen, sin embargo, se dirigió un mensaje al "rey de Tiro" (vv. 11-12).
Los intérpretes difieren en su comprensió n de este pasaje porque parece ir
má s allá de los atributos del gobernante de Tiro. Algunos afirman que se refiere
a su dios, pero la descripció n dada no se relaciona con un dios pagano, y
Ezequiel no reconocería tal afirmació n. Segú n el pasaje, fue declarado “modelo
de perfecció n, lleno de sabiduría y perfecto en belleza. Estabas en Edén, en el
huerto de Dios” (vv. 12-13).
Se describe que este gobernante de Tiro tenía todas las piedras preciosas
engastadas en oro (v. 13). Se hizo referencia al “día en que fuiste creado” (v.
13). Aquí el pasaje parece trascender todo lo que correspondería al gobernante
de Tiro o sus dioses paganos. Entonces Dios declaró : “Fuiste ungido como
querubín guardiá n, porque así te ordené. Estabas en el monte santo de
Dios; caminaste entre las piedras de fuego. Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (vv. 14-15).
Debido a la descripció n inusual de este rey de Tiro, desde los padres de la
iglesia hasta la época moderna, algunos expositores concluyen que se trataba
de una referencia a Sataná s má s que a un hombre. Esto explicaría el hecho de
que fue creado (v. 13) y que era “querubín guardiá n” (v. 14). También
explicaría có mo él estaba "en el monte santo de Dios" (v. 14), lo que implicaba
que se le permitió estar en la santa presencia de Dios. Ademá s, en el versículo
15, fue declarado “irreprensible en todos tus caminos desde el día que fuiste
creado” (v. 15). Este estado de santidad, sin embargo, se perdió cuando “se halló
en vosotros maldad” (v. 15).
Aunque la Biblia no da mucha informació n específica sobre el origen de
Sataná s, los teó logos durante siglos han sostenido que Sataná s fue creado
originalmente como un á ngel santo y cayó de esa posició n mucho antes de que
el hombre fuera creado. Algunos relacionan este pasaje con Isaías 14: 12-15
como otra referencia a la caída de Sataná s de un estado de santidad a un estado
de pecado. Estas referencias al origen de Sataná s y el origen de su presente
condició n pecaminosa armonizan con lo que la Biblia enseñ a sobre Sataná s.
Aquí fue descrito como el verdadero poder detrá s del gobernante de Tiro y, en
realidad, el rey sobre el gobernante de Tiro.
La descripció n adicional de Sataná s como expulsado del monte de Dios y
como un querubín guardiá n que fue expulsado debido a su orgullo (vv. 16-17)
también parece ir má s allá de lo que experimentó el gobernante de Tiro (vv. 18-
19); o puede interpretarse como una doble referencia tanto al gobernante de
Tiro como a Sataná s.

El juicio sobre Sidón


Ezequiel 28:20-24. Situada a unas veinte millas al norte de Tiro, Sidó n era
una ciudad con una larga historia. Sidó n era hijo de Canaá n, y má s tarde se
fundó una ciudad en su nombre (Gén. 10:15, 19). La historia de Sidó n continuó
hasta la época de Cristo y durante cientos de añ os a partir de entonces y ahora
es la ciudad moderna de Saida. Debido a que Sidó n era un enemigo tradicional
de Israel, Dios prometió que le infligiría castigo y que sus calles fluirían con
sangre. Entonces sabría que Dios es el Señ or (Ezequiel 28:21-23). Israel
removería a Sidó n como “cardos dolorosos y espinos agudos” (v. 24) que antes
la afligían.
Ezequiel 28:25-26. Después de la profecía contra Sidó n, Dios volvió a
prever que reuniría a su pueblo Israel (v. 25) y que vivirían seguros en su
propia tierra (vv. 25-26). Esto se cumplirá en el milenio (Jeremías 23:5-8).
La profecía contra Egipto
Ezequiel 29:1–21. La nació n de Egipto es objeto de muchas profecías en el
Antiguo Testamento. En Ezequiel 29, Dios se declaró en contra de Faraó n y
describió la destrucció n de Egipto (vv. 1-6). Egipto, mencionado por primera
vez en Génesis 12:10, es objeto de cientos de profecías en todo el Antiguo
Testamento y frecuentes referencias enel Nuevo Testamento también. Egipto
fue la tierra donde Israel pasó de ser una familia a una nació n, donde Cristo
pasó Sus primeros añ os, donde nació Moisés y de la cual los hijos de Israel
partieron hacia la Tierra Prometida. En el momento de la profecía de Ezequiel,
Ofra era faraó n de Egipto y reinó del 589 al 570 a. C. Parte del problema de
Sedequías era que dependía de Egipto para protegerlo de Babilonia, lo que
resultó ser un error fatal. Se declaró que Egipto era “una vara de cañ a para la
casa de Israel” (Ezequiel
29: 6). Como planta débil, no era capaz de soportar peso, como aprendió Israel
cuando confió en Egipto (v. 7).
Dios declaró que haría de Egipto “un desierto desolado” (v. 9) y que
mataría tanto a sus hombres como a sus animales (v. 8).
Dios predijo cuarenta añ os de desolació n para Egipto (vv. 10-12). Algunos
interpretan los cuarenta añ os como una imagen simbó lica de prueba. Aunque la
historia no registra una deportació n de Egipto a Babilonia, Nabucodonosor
conquistó Egipto (véase Jeremías 43:8-13; 46:1-25; Ezequiel 29:17-21), y
habría sido natural para él tomar cautivos egipcios. Sin embargo, cuando los
persas derrotaron a Babilonia, a los cautivos egipcios se les permitió regresar a
su tierra, así como a los israelitas se les permitió regresar a Jerusalén.
Transcurrieron cuarenta y tres añ os entre la conquista de Egipto por parte de
Nabucodonosor y la caída de Babilonia ante los persas; por lo tanto, el período
podría fá cilmente denominarse aproximadamente cuarenta añ os. En este
pasaje no hay necesidad de esperar un cumplimiento futuro.
En cualquier caso, Dios prometió devolver a los egipcios a su tierra antigua
después de haber sido esparcidos, tanto como prometió a Israel que volvería a
su tierra (vv. 13-14). Sin embargo, Egipto nunca volverá a ser una gran nació n
(vv. 15-16).
El Señ or le declaró a Ezequiel que le iba a dar Egipto a Nabucodonosor
para que se llevara sus riquezas como pago por destruir Tiro, donde no tenía
recompensa (vv. 17-20). La referencia a un cuerno (v. 21) es probablemente
una indicació n simbó lica de que Israel volverá a tener autoridad y poder en el
día de su restauració n a su tierra, probablemente cumplida en el regreso de
Babilonia.

El lamento por Egipto


Ezequiel 30:1–26. En Ezequiel 30 se registra una descripció n poética de la
caída de Egipto. Su día de destrucció n sería un tiempo de juicio en el que no
solo
Egipto, sino también otras naciones, caerían a espada (v. 5). Las naciones
mencionadas eran aliadas de Egipto, y cuando Egipto cayera, también lo
harían. Cus, designada el á rea del surEgipto, se conoce hoy como el norte de
Etiopía (Est. 1:1; Jer. 46:9). Put corresponde a la Libia moderna (Isa. 66:19; Jer.
46:9; Ezeq. 27:10). Lidia formaba parte de la costa occidental de Asia Menor (cf.
v. 10). Arabia fue designada normalmente como la gran península entre el Mar
Rojo y el Golfo Pérsico. La referencia al “pueblo de la tierra del pacto” puede
referirse a aquellos en Israel que huyeron a Egipto para escapar de
Nabucodonosor. La referencia a “de Migdol a Asuá n” (30: 6) describe a Egipto
de norte a sur. Sus ciudades serían arruinadas y sus edificios incendiados (v. 8).
La destrucció n de Egipto estaba relacionada con la invasió n de Nabucodonosor
(v. 10). En el proceso de destrucció n de Egipto, Dios también destruiría sus
ídolos e imá genes (v. 13).
Memphis fue una de las grandes ciudades de Egipto, originalmente su
capital. Pathros probablemente se refirió al Alto Egipto. La destrucció n llegaría
hasta el alto Egipto (v. 14). Zoá n era una ciudad en el delta del Nilo (cf. Sal.
78:12, 43; Isa. 19:11, 13). Tebas, otra ciudad prominente de Egipto, estaba
ubicada a varios cientos de millas al sur de El Cairo, un á rea con la moderna
Karnak y Luxor, visitada con frecuencia por turistas en la actualidad. Algunas de
estas ciudades fueron destruidas por los asirios cuando invadieron Egipto en
el 663 a.
C. Probablemente fueron reconstruidos cuando los babilonios invadieron
Egipto. La referencia a Helió polis era el á rea de Egipto justo debajo del delta
del Nilo. Bubastis, mencionada solo por Ezequiel en las Escrituras, durante un
tiempo fue la capital de Egipto y estaba ubicada al noreste de El Cairo.
Tahpanhes estaba en el este de Egipto cerca del actual Canal de Suez y era la
ubicació n de uno de los palacios egipcios. Jeremías predijo su destrucció n (Jer.
2:16; cf. 43:7- 8). Como resultado de su destrucció n, Egipto sabría que el Dios
de Israel es el
Dios verdadero (Ezequiel 30:19).
En los versículos finales de Ezequiel 30, Dios declaró que rompería los dos
brazos de Faraó n y fortalecería los brazos del rey de Babilonia (vv. 20-
25). Cuando Nabucodonosor conquistó Egipto, Dios dispersaría a los egipcios y
los esparciría por los países. Esto les haría saber que el Señ or es Dios (v. 26).

La inminente destrucción de Egipto y sus naciones aliadas


Ezequiel 31:1–18. En Ezequiel 31, la profecía sobre la destrucció n de Asiria
ilustra la destrucció n de Egipto. La nació n de Asiria, que fue destruida
repentinamente después de su derrota por los babilonios en 612 a. C., fue
comparada con un hermoso cedro que fue cortado (vv. 10-12). Dios había
destruido a Asiria entregá ndolaa “la má s cruel de las naciones extranjeras” (v.
12). Se describe como un evento que hizo llorar a muchas naciones e incluso al
mundo natural (vv. 15-17). Lo que le pasó a Asiria también le pasaría a Egipto.
La nació n que destruiría Egipto y sus aliados era Babilonia, dirigida por
Nabucodonosor. Los asirios anteriormente habían destruido algunas de las
principales ciudades de Egipto en el 663 a. C. (Nah. 3: 8-10). La destrucció n de
Egipto, que siguió a la destrucció n de Asiria, probablemente ocurrió alrededor
del 571 a. C. cuando los ejércitos de Babilonia invadieron Egipto.
La destrucció n generalizada de Egipto fue indicada por la menció n de estas
ciudades esparcidas por todo Egipto. No solo el país y sus ciudades fueron
destruidos, sino también sus ejércitos, a los que se hace referencia como “todas
sus hordas” (Ezequiel 31:18). Ezequiel se refiere frecuentemente a las hordas
de gentiles y en este caso a Egipto (véase Isaías 29:5, 7-8; Ezequiel 30:10, 15;
31:2,
18; 32:12, 16, 18, 20, 24-26, 31-32; 38: 7, 13; 39:11). La pérdida de miles de
soldados fue característica de la guerra de ese día.

El lamento por el faraón


Ezequiel 32:1–32. Este capítulo registra un largo lamento por Faraó n (vv. 1-
16). Los cautivos habían oído hablar de la caída de Jerusalén en el 586 a. C., y
esta profecía fue fechada un añ o después. Al profetizar la destrucció n de Egipto,
este lamento registra la certeza de esta destrucció n en el futuro. Anteriormente,
Ezequiel había registrado lamentos similares a un canto fú nebre para Judá
(Ezequiel 19), Tiro (26:17-18; 27) y el rey de Tiro (28:12-19). El lamento está
dividido por la expresió n “Esto es lo que dice la SEÑ ORA Soberana” (32: 3, 11). En
el versículo 2 se dio una declaració n preliminar.
Se compara a Egipto con un leó n y un monstruo (v. 2). El leó n sería
atrapado en una red (v. 3), expuesto a las aves del cielo y las bestias de la tierra
(v. 4). La tierra quedaría empapada de sangre (v. 6). Incluso los cielos
responderían atenuando la luz del sol y la luna y oscureciendo las estrellas (vv.
7-8). La gente del mundo quedaría consternada por la destrucció n de Egipto
(vv. 9-10).
La profecía se refiere específicamente a la "espada del rey de Babilonia" (v.
11). Los soldados egipcios y los que contrataran serían eliminados (v. 12). El
ganado de Egipto moriría (v. 13) y la nació n quedaría desolada (v. 15). El
mundo se uniría al lamento (v. 16). Cuando los mataban, se acostaban con los
incircuncisos (vv. 19, 21). Esto se refería a una vergonzosa muerte por haber
sido asesinado a espada. Los muertos de Egipto se unirían a los muertos de
Asiria en el Seol (vv. 21-23).
Otras naciones como Elam también estarían en el Seol (v. 24). Eran un
pueblo que se estableció al este de Babilonia y luego fue absorbido por el
Imperio Persa. Fueron conquistados tanto por Asiria como por Nabucodonosor
(Jer. 49: 34-39). El pensamiento de su muerte con los incircuncisos, una
muerte
vergonzosa, se menciona con frecuencia en este pasaje (Ezequiel 32:19, 21, 24-
30). Mesec y Tubal también se encuentran en el Hades (v. 26), refiriéndose a un
pueblo que probablemente vivía originalmente en el á rea al norte de
Turquía. Má s tarde se convirtieron en el tema de la profecía en Ezequiel 38–
39. Ademá s de todas las personas mencionadas, el faraó n se uniría a ellos en el
Seol. Ademá s, estarían los sidonios, descritos como “todos los príncipes del
norte” (v. 30), probablemente ubicados al norte de Egipto. La profecía final fue
que Faraó n y su ejército también estarían allí, habiendo sido asesinados por las
espadas. Esto se cumplió en 663 y 571 a.C.

PROFECÍA DE FUTURAS BENDICIONES SOBRE ISRAEL


EN EZEQUIEL
En capítulos anteriores de Ezequiel, las profecías fueron dirigidas contra Israel
y revelaron sus futuros juicios debido a su pecado. Estas profecías se
confirmaron porque Jerusalén había caído ahora en manos de los babilonios y
había sido destruida. Debido al cumplimiento literal de estas profecías, da
crédito a profecías que aú n no se han cumplido.
En Ezequiel 25–32, se pronunciaron juicios sobre las diversas naciones
que rodeaban a Israel. Muchos de estos todavía está n sujetos a cumplimiento
futuro. Comenzando con Ezequiel 33, el profeta predijo bendiciones futuras
sobre Israel, algunas bendiciones vendrían relativamente pronto y otras se
referían a
la restauració n lejana de Israel al final de la gran tribulació n.

Ezequiel comisionado como vigilante


Ezequiel 33:1–20. A Ezequiel se le advirtió que entregara el mensaje de
juicio a Israel tal como un atalaya anunciaría la llegada de un enemigo (vv. 1-6).
En consecuencia, se encargó a Ezequiel que advirtiera a los malvados de su
juicio venidero. Si no lo hiciera, se le haría responsable.
Dios le ordenó a Ezequiel que le dijera a Israel que no se complacía en
juzgarlos. Quería que se apartaran de sus malos caminos.
Dios honrará a los impíos que se vuelven al Señ or si se apartan de su
maldad, y juzgará a los justos que se aparten de su justicia al pecado. De hecho,
Dios ofreció perdó n a todos los que acudieran a É l en arrepentimiento sincero
(vv. 13- 16).
Si los israelitas culpaban a Dios, diciendo que no era justo, serían juzgados
por su pecado (vv. 17-20). Esto se cumplió durante la vida de Ezequiel.
Informe de la caída de Jerusalén
Ezequiel 33:21-22. Varios meses después de la caída de Jerusalén en el 586
a. C., la noticia de la destrucció n de la ciudad llegó a Ezequiel (v. 21). Después de
esto, el Señ or, que había estado manteniendo a Ezequiel un poco en silencio,
“abrió mi boca antes de que el hombre viniera a mí por la mañ ana. Entonces mi
boca se abrió y dejé de callar” (v. 22).

Sentencia pronunciada sobre los que permanecen en la tierra


Ezequiel 33:23–33. Los que permanecieron en la tierra compararon su
posesió n de la tierra con la posesió n de la tierra por parte de Abraham cuando
llegó de Ur de los caldeos (Gn. 11:31; 12:1–5). Dios informó a las personas que
permanecían en la tierra que su caso no era el mismo que el de Abraham
porque Abraham era un hombre justo, mientras aú n desobedecían la Ley,
adoraban ídolos, comían carne con sangre y cometían inmoralidad (Ezequiel
33:23- 26). Dios advirtió al pueblo dejado en la tierra que perecería a espada,
por animales salvajes, por plaga, y que sufriría el juicio del Señ or (vv. 27-29).
Dios evaluó el ministerio de Ezequiel para ellos, indicando que la gente
escuchó lo que É l tenía que decir, pero no practicaron lo que oyeron (vv. 30–33;
Santiago 1:22–25). Esto se cumplió después de la caída de Jerusalén.

Los pastores infieles de Israel en contraste con su futuro pastor verdadero


Ezequiel 34:1–10. Los israelitas se habían descarriado porque tenían falsos
pastores que no los cuidaban, sino que los “gobernaban con dureza y
brutalidad” (v. 4). Nadie había intentado encontrar las ovejas que estaban
esparcidas (v. 6).
Dios declaró que iba a pedir cuentas a los pastores por su falta de cuidado
de las ovejas de Israel (vv. 7-10). Esto se cumplió en el cautiverio babiló nico.
Dios prometió rescatarlos en la futura restauració n de Israel (v. 10).
Ezequiel 34:11–16. Dios declaró que É l mismo buscaría a sus ovejas y las
rescataría de donde habían sido esparcidas (vv. 11-12). Dios prometió : "Lo
harésá calos de las naciones y reú nelos de los países, y los llevaré a su propia
tierra. Los pastorearé en los montes de Israel, en los barrancos y en todos los
asentamientos de la tierra” (v. 13). Esta predicció n de la futura reunió n de
Israel de todo el mundo es todavía un compromiso incumplido que se cumplirá
cuando comience el pró ximo reino milenial.
Dios se preocupará especialmente por los débiles o heridos, los llevará a
pastos ricos y los pastoreará con justicia (vv. 14-16). Esto se cumplirá en el
milenio (Jeremías 23:5-8).
Ezequiel 34:17–31. Dios prometió un cuidado especial para aquellos que
eran débiles y que habían sido pisoteados por las ovejas má s fuertes. É l servirá
como juez “entre la oveja gorda y la oveja flaca” (v. 20).
El centro del plan de restauració n de Dios para Israel será la resurrecció n
de David como un verdadero pastor que servirá como príncipe bajo Cristo
como Rey de reyes y Señ or de señ ores (vv. 23–24). Esto sitú a el cumplimiento
en la segunda venida cuando los santos del Antiguo Testamento resucitará n
(Dan. 12:1-3).
Dios también prometió que este sería un tiempo de paz cuando las bestias
salvajes no los afligirían, cuando recibirían lluvias para regar la tierra y los
á rboles darían su fruto (Ezequiel 34:25-27).
Dios también prometió mantenerlos a salvo, ya que no permitiría que las
naciones los saquearan y los libraría del hambre (vv. 28-29). Como resultado
del trabajo de Dios en la restauració n de Israel, “Y sabrá n que yo, el L ORD su
Dios, estoy con ellos y ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, dice Jehová el
SEÑ OR. Usted mis ovejas, las ovejas de mi pasto, son las personas, y yo soy tu
Dios ', declara el Soberano SEÑ OR” (vv. 30-31). Esto se cumplirá en el milenio
(Jeremías 23:5-8).

Profecía contra Edom


Ezequiel 35:1-15. La profecía contra el monte Seir predijo la destrucció n de
los edomitas, descendientes de Esaú , que vivían en esa zona. Aunque Ezequiel
había predicho antes la destrucció n de los edomitas (25:12-14), esta profecía
aparentemente es representativa de todas las naciones que se opusieron a
Israel y que será n juzgadas en el futuro. Los edomitas parecían haber
participado con los babilonios en la destrucció n de Jerusalén y en la crueldad
que experimentaron los de Jerusalén.
La larga historia de la animosidad de los descendientes de Esaú contra
Israel requirió muchas profecías en la Biblia ademá s de las mencionadas por
Ezequiel (Isa. 34:5-8; 63:1-4; Jer. 49:17; Lam. 4:21; Amó s 1:11, 12; Abd.8, 10).
Aunque los edomitas se habían regocijado con la destrucció n de Jerusalén,
su tierra, a su vez, quedaría desolada (Ezequiel 35: 1-9). Dios llenaría las
montañ as de su nació n, así como sus valles y barrancos con muertos (v. 8). Sus
ciudades serían destruidas y nunca habitadas (v. 9).
Edom se había regocijado con la caída tanto de Israel (las diez tribus) como
de Judá (las dos tribus), que había llevado a la destrucció n de Jerusalén en el
586
a. C. (v. 10). Entonces pensó que podría tomar posesió n de las doce tribus de
Israel. En cambio, Dios iba a causarle devastació n (vv. 11-15).
En realidad, Edom continuó durante otros cuatro siglos antes de
desaparecer gradualmente de la historia. En el tiempo de Dios, las profecías se
cumplieron literalmente.
La futura restauración de Israel a su tierra
Ezequiel 36:1–7. Así como el pueblo de Edom y otras naciones acosaron a
Israel, destruyeron sus ciudades y las saquearon, Dios prometió que destruiría
a las naciones, incluida Edom, que le había hecho esto a Israel (vv. 1-7).
Ezequiel 36:8–36. Sin embargo, Dios le dio a Israel la maravillosa promesa
de su restauració n. Será restaurada como un á rbol que produce ramas y frutos
(v. 8). Dios aumentará el nú mero de la casa de Israel, y sus ciudades volverá n a
ser habitadas y sus ruinas reconstruidas (v. 10). Incluso los animales será n má s
abundantes y la tierra se volverá fructífera (v. 11). Dios no solo prometió que
los hijos de Israel caminarían sobre su tierra antigua y la poseerían, sino
también que nada los privaría de sus hijos (v.12), refiriéndose al hecho de que
Israel se establecería permanentemente en su tierra cuando su se lleva a cabo
la restauració n (Amó s 9:15). Dios declaró que nunca má s los hijos de Israel
será n destruidos y sufrirá n burlas de las naciones (Ezequiel 36: 13-15).
Sin embargo, Dios les recordó a los hijos de Israel su iniquidad y có mo
fueron juzgados y dispersados entre las naciones porque habían pecado contra
É l (vs. 16-18). Dios declaró que los israelitas serían “esparcidos por los
países; Los juzgué segú n su conducta y sus acciones” (v. 19).
Dios no restauraría a Israel porque ella lo mereciera, sino por Su deseo de
mostrarle Su justicia y Su santidad (vs. 22-23). En su restauració n, Dioslímpiala
y dale su Espíritu Santo: “Porque te sacaré de las naciones; Los reuniré de todos
los países y los traeré de regreso a su propia tierra. Los rociaré con agua limpia
y quedará n limpios; Te limpiaré de todas tus impurezas y de todos tus ídolos.
Les daré un corazó n nuevo y les daré un espíritu nuevo; Quitaré de ti tu corazó n
de piedra y te daré un corazó n de carne. Y pondré mi Espíritu en ti y te
impulsaré a seguir mis decretos y a guardar mis leyes” (vv. 24-27). El Espíritu
Santo morará en ellos en ese día, en contraste con la dispensació n mosaica
cuando solo moraban unos pocos.
En ese día cuando los israelitas vuelvan a vivir en su Tierra Prometida,
pertenecerá n a Dios y Dios será su Dios (v. 28). Dios hará que su grano sea
abundante y ya no tendrá n hambre (vv. 29-30). Cuando Dios los prospere en el
día de la restauració n, pensará n en su maldad y sabrá n que Dios les ha
mostrado Su gracia.
La tierra se describe como repoblada, reconstruida, ya no desolada, sino
como el jardín del Edén (vv. 33–35). Este será un testimonio para las naciones
de que Dios ha restaurado a Israel (v. 36). Lo má s importante es que Israel
sabrá que el Señ or es su Dios y que la ha restaurado.
Todo este capítulo requiere un reino milenial futuro después de la segunda
venida de Cristo para su cumplimiento completo y literal (Jer. 23: 5-8). Así
como las profecías del juicio se cumplieron literalmente en relació n con
Israel y las
naciones, su futura restauració n se cumplirá literalmente y ella experimentará
la maravillosa gracia de Dios.

División de los huesos secos: la restauración de Israel


Ezequiel 37:1–10. Ezequiel tuvo una visió n de un valle lleno de huesos
secos. El Señ or le hizo la pregunta: "Hijo de hombre, ¿vivirá n estos huesos?" (v.
3). Ezequiel fue cauteloso al responder, indicando que solo el Señ or lo sabría (v.
3).
Entonces se le instruyó a Ezequiel que profetizara que estos huesos secos
cobrarían vida, que los huesos se unirían, que la carne los cubriría y,
finalmente, que tendrían el aliento de vida muy parecido a Adá n (Génesis 2: 7).
Entonces Dios le habló a Ezequiel: “Profetiza al aliento; profetiza, hijo de
hombre, y dile: 'Esto es lo que dice la SEÑ ORA Soberana: Ven, oh aliento, de los
cuatro vientos, y respira en estos muertos, para que vivan' ”(Ezequiel 37: 9).
Cuando Ezequiel obedeció al Señ or y profetizó , “entró aliento [en los
huesos]; volvieron a la vida y se pusieron de pie: un gran ejército” (v. 10).
Ezequiel 37:11-14. Habiendo dado a Ezequiel la visió n, el Señ or ahora se la
interpretó . En la interpretació n, se informó a Ezequiel que los huesos
representaban a Israel. Su condició n desesperada y seca ilustraba su
desesperanza de ser restaurada. En respuesta a esto, Dios prometió traerla de
regreso de la muerte a la tierra de Israel. Dios pondría Su Espíritu Santo en ella
y ella se instalaría en su propia tierra.
El Señ or dijo: “Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel.
Dicen: 'Nuestros huesos se han secado y nuestra esperanza se ha ido; estamos
aislados. Por tanto, profetiza y diles: 'Esto es lo que dice la SEÑ ORA Soberana:
Pueblo mío, voy a abrir tus sepulcros y te haré subir de ellos; Te llevaré de
regreso a la tierra de Israel. Entonces ustedes, mi gente, sabrá n que yo soy
el SEÑ OR, cuando abra sus tumbas y los saque de ellas. Pondré mi Espíritu en ti y
vivirá s, y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrá s que yo, la SEÑ OR, he
hablado y lo he hecho, 'declara el SEÑ OR” (vv. 11-14).
En la interpretació n bíblica de hoy, muchos afirman que Israel nunca será
restaurado. Comparten la desesperanza que se apoderó de los israelitas cuando
fueron esparcidos de su tierra a Asiria y Babilonia. En contradicció n con esta
situació n desesperada, Dios prometió restaurar a Israel y, en los términos má s
enérgicos posibles, indicó que le daría nueva vida, que sería restaurada como
nació n, que el Espíritu Santo moraría en ella y se asentaría en su propia tierra
en seguridad.
La predicció n de que la sacarían de la tumba es en parte simbó lica en el
sentido de que la nació n parecía estar muerta y volverá a la vida física. Pero
también debe considerarse literalmente, porque segú n Daniel 12: 1-3, al final
de
la gran tribulació n cuando Cristo regrese en Su segunda venida, habrá una
resurrecció n de los santos del Antiguo Testamento. Tanto en sentido figurado
como literalmente, Israel será restaurado y se le dará nueva vida. Aquellos que
hayan muerto y que fueron salvos será n resucitados para participar en el reino
milenial como santos resucitados.
La promesa de que Su Espíritu Santo estaría en Israel va má s allá de su
experiencia bajo la Ley, cuando el Espíritu Santo estaba con ella, pero no
necesariamente en ella (Juan 14:17). A partir del día de Pentecostés (Hechos 2),
todas las personas genuinamente salvas son habitadas por el Espíritu Santo,
una situació n que continuará hasta el rapto de la iglesia. Aunque no hay una
revelació n clara de lo que será cierto entre el rapto y elSegunda venida, esta y
otras Escrituras aclaran que el Espíritu Santo morará en los santos en el reino
milenial (Ezequiel 37:14; Jeremías 31:33).

Signo de los dos palos


Ezequiel 37:15-17. A Ezequiel se le ordenó : “Hijo de hombre, toma un palo
de madera y escribe en él: 'Perteneciente a Judá y los israelitas asociados con
él'. Luego toma otra vara de madera y escribe en ella: "Vara de Efraín, de José y
de toda la casa de Israel asociada con él". Ú nelos en un solo palo para que se
conviertan en uno en tu mano” (vv. 16-17).
La situació n que se estaba abordando era la del reino dividido. Después de
Salomó n, las diez tribus que siguieron a Jeroboam se convirtieron en el reino de
Israel; las dos tribus restantes en Jerusalén, Judá y Benjamín, se convirtieron en
el reino de Judá . Las diez tribus fueron llevadas a Asiria en el 722 a. C., y las dos
tribus restantes fueron llevadas por Babilonia entre el 605 y el 586 a. C. La
situació n en la que estos dos reinos se dividieron terminará , y como predicen
esta y otras profecías, los dos reinos se convertirá n en una sola nació n (véase
Jeremías 3:18; 23:5-6; 30:3; Oseas 1:11; Amó s 9:11). Nunca se ha registrado
ningú n cumplimiento en la historia, y la futura reunió n de Israel ocurrirá en el
milenio.
Ezequiel 37:18-23. Ezequiel recibió instrucciones de responder a las
preguntas de quienes preguntaban el significado de los dos palos, y él debía
decirles: “Esto es lo que dice el SEÑ OR Soberano: Voy a tomar el palo de José, que
está en la mano de Efraín. —Y de las tribus israelitas asociadas con él, y ú nalas
a la vara de Judá , haciéndolas una sola vara de madera, y será n una sola en mi
mano” (v. 19).
Entonces Dios interpretó esto aú n má s, diciendo: “Sacaré a los israelitas de
las naciones adonde han ido. Los reuniré de todos los alrededores y los traeré
de regreso a su propia tierra. Los haré una nació n en la tierra, en los montes de
Israel. Habrá un rey sobre todos ellos y nunca má s será n dos naciones ni será n
divididos en dos reinos” (vv. 21-22). Dios prometió que mantendría a Israel de
contaminarse a sí misma como lo había hecho en el pasado, y declaró : “Los
salvaré de todas sus rebeliones pecaminosas y los limpiaré. Ellos será n mi
pueblo y yo seré su Dios” (v. 23). Esto se cumplirá en el reino milenial.
Ezequiel 37:24-25. Como se predijo en 34: 23–24, aquí se dio nuevamente
la profecía: “Mi siervo David reinará sobre ellos, y todos tendrá n un solo
pastor. EllosCumplirá mis leyes y guardará mis decretos. Vivirá n en la tierra
que le di a mi siervo Jacob, la tierra donde vivieron sus padres. Ellos y sus hijos
y los hijos de sus hijos vivirá n allí para siempre, y mi siervo David será su
príncipe para siempre” (37: 24–25).
Aunque algunos han intentado tomar esta profecía en un sentido menos
que literal, la declaració n clara es que David, que ahora está muerto y cuyo
cuerpo está en su tumba en Jerusalén (Hechos 2:29), resucitará . Esto ocurrirá
en la segunda venida (Dan. 12:1-3), lo que indica claramente que la
restauració n de Israel será posterior, no antes, de la segunda venida. Esto
requiere la venida de Cristo antes del milenio o en cumplimiento de las
promesas premilenialistas. La promesa de que David sería su príncipe para
siempre debe interpretarse como cumplida en el reinado de mil añ os. En
realidad, la palabra para siempre es una traducció n de una expresió n "hasta los
siglos", que puede interpretarse como para siempre o hasta que comience la
eternidad.
Ezequiel 37:26-28. Como dijo Jeremías, Dios predijo aquí un pacto de paz
con Israel que será “un pacto eterno” (v. 26). Aunque se anunció en el Antiguo
Testamento, reemplazará el pacto mosaico y tendrá su cumplimiento principal
para Israel en el momento de la segunda venida, cuando Israel sea restaurado
nacional y espiritualmente.
Los eruditos se han preguntado sobre el significado preciso del nuevo
pacto, anunciado anteriormente por Jeremías (Jer. 31:31-34). Probablemente la
explicació n má s simple es que al morir en la cruz, Dios hizo posible un pacto de
gracia para aquellos que confiarían en el Señ or. Este pacto de gracia es la base
para la salvació n de cada individuo, desde el tiempo de Adá n hasta la ú ltima
persona que se salva. Se ilustra de manera preeminente en la era actual cuando
Dios salva a la iglesia por gracia y la Cena del Señ or conmemora el nuevo pacto.
El nuevo pacto, tal como se aplica aquí a Israel, tiene principalmente un
significado profético, que se indica aquí como cumplido en la paz, la justicia y la
restauració n que caracterizará n al reino milenial.
Al momento del cumplimiento de este pacto, el nú mero de israelitas en la
tierra aumentará enormemente, especialmente durante el reino milenial. Una
profecía preliminar de que Dios proporcionará un santuario (Ezequiel 37:28) se
refería a un templo milenial que se describirá má s adelante en Ezequiel (40-
48).
Dios prometió estar con Israel y morar entre ella en el reino milenial (v.
27). Esto también será cierto en la tierra nueva en la eternidad.
La restauració n de Israel será una señ al para el mundo para que las
naciones sepan que será cumplida por el santo Señ or, quien puede limpiar a
Israel y santificarla.

Profecía contra Gog


Ezequiel 38:1–39:24. En la secció n que trata de la bendició n de Israel se
incluye la descripció n de la liberació n de Israel de los invasores del norte
dirigidos por Gog en Ezequiel 38–39.
La profecía contra Gog es una de las predicciones má s dramá ticas de
Ezequiel. Muchos detalles de la profecía no está n del todo claros, pero el
impulso principal de la predicció n no es difícil de entender. El pasaje predice
una invasió n de Israel por un gran ejército que atacará a Israel desde el norte.
Para entender esta profecía, se necesitan algunos antecedentes en la
perspectiva profética del fin de los tiempos.
Este pasaje es parte de las predicciones del gran conflicto mundial que
caracterizará los añ os previos a la segunda venida. Aunque los expositores de la
Biblia han diferido en cuanto a cuá ndo encaja esto en el cuadro profético, es
plausible que antes de este evento, se cumplan las predicciones del Imperio
Romano revivido, una confederació n de diez naciones. (Esto se considerará en
las profecías de Daniel 2 y 7.)
Surgirá un líder político que encabezará las diez naciones y hará del mar
Mediterrá neo un lago romano como lo era en los tiempos del Nuevo
Testamento. En 9:26 se hace referencia a él como "el gobernante que
vendrá ". Este gobernante estará asociado con el pueblo que destruyó la ciudad
de Jerusalén en el añ o 70 d.C., es decir, el pueblo romano, y en consecuencia,
cumplirá el papel de un líder romano en el tiempo del fin al encabezar esta
confederació n de diez naciones. Este gobernante aparecerá en la primera de las
tres fases principales del cumplimiento profético, que culminará con la segunda
venida de Cristo. Su ascenso y la formació n de la confederació n de diez
naciones preparará n el escenario para lo que seguirá .
La segunda fase de esta lucha, con una duració n de tres añ os y medio, fue
descrita por Ezequiel en estos dos capítulos. Aunque se interprete de diversas
formas, puede ser el precursor y el acontecimiento principal que conduzca al
gobierno mundial previsto para los ú ltimos tres añ os y medio previos a la
segunda venida. Como la batalla aquí descrita es un desastre para los países
invasores, puede cambiar la estructura del poder político hasta tal punto que
será posible que el líder romano de las diez naciones se convierta en un
dictador mundial.
La tercera fase del período que conduce a la segunda venida será esta
etapa del imperio mundial, que incluye todas las naciones del mundo (Dan.
7:23; Apoc. 13:7-8). La tercera fase, que termina en la segunda venida, será un
tiempo de gran tribulació n. La gran tribulació n también registra otra gigantesca
guerra mundial (Dan. 11:40–45; Apoc. 16:12–16), que ocurrirá justo antes de la
segunda venida. Esto debe distinguirse de la guerra descrita en Ezequiel 38–39,
que no es un conflicto mundial sino una guerra entre un grupo selecto de
naciones.
En los añ os transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial, Rusia se ha
convertido en una de las grandes potencias militares del mundo moderno. En
mayor medida que nunca, Rusia es una nació n prominente, especialmente en su
influencia en el Medio Oriente. La posibilidad de que Rusia ataque a Israel es
una preocupació n moderna de Estados Unidos y otras naciones. Con Rusia y
China constituyendo un bloque político importante, una futura guerra entre
Rusia e Israel se convierte en una posibilidad.
La palabra Rusia nunca aparece en las Escrituras, pero la descripció n de
esta guerra conecta estos dos importantes capítulos de Ezequiel con el
resultado futuro de Rusia como potencia mundial.
Si se estudia detenidamente Ezequiel 38–39, revela una futura invasió n de
la tierra de Israel por parte de los ejércitos de Rusia y otras cinco
naciones. Aunque a veces se confunde con la batalla de Armageddon, que será
un conflicto mundial antes de la segunda venida, esta guerra será distinta en
sus objetivos, su cará cter y su resultado. Segú n las Escrituras, los invasores
será n totalmente destruidos. Sin duda, esto tendrá un efecto en la lucha por el
poder mundial en la que Rusia ahora es un factor importante. Como esta
profecía fue escrita hace má s de 2.500 añ os, la pregunta sigue siendo si esto se
ha cumplido alguna vez en el pasado.
Una bú squeda en la historia no encuentra tal batalla o resultado. En
consecuencia, como se ilustra en innumerables otros pasajes, la profecía que no
se ha cumplido está sujeta a un cumplimiento futuro tan literalmente como las
profecías se cumplieron en el pasado. Aunque puede dejar algunas preguntas
sin respuesta, el estudio de estos dos capítulos proporciona un segmento
importante de la profecía en lo que respecta al período del tiempo del fin que
conduce a la segunda venida de Cristo.
El punto de vista adoptado aquí sitú a esta guerra en la primera mitad de
los ú ltimos siete añ os, probablemente hacia su fin. Se han propuesto otros
puntos de vista que deberían compararse con esta interpretació n.
Algunos han propuesto la teoría de que esta guerra debe ocurrir antes del
rapto. La situació n que se describe aquí no ocurre hasta después del rapto. La
escena es unade paz que tiene su mejor explicació n con el pacto de siete añ os
promulgado por el gobernante de la confederació n de diez naciones. Esto solo
puede ocurrir después de que la restricció n de la presencia del Espíritu Santo
haya sido quitada en el rapto (cf. 2 Tes. 2:6-8). Ademá s, contradeciría la
doctrina de la inminencia del rapto.
Otro punto de vista combina la guerra con Rusia con la batalla de
Armagedó n (Apocalipsis 16:13-16). La guerra centrada en Armageddon es una
que involucra a todas las naciones del mundo. La guerra rusa es
predominantemente Rusia con sus aliados. La lucha del Armagedó n cubre toda
Tierra Santa, pero la guerra con Rusia se resuelve en la montañ a del norte de
Israel. El Armagedó n es el clímax de la gran tribulació n, un tiempo de
persecució n para Israel. Ezequiel 38 describe a Israel en paz y prosperidad. Por
estas razones, Ezequiel 38–39 no se ajusta al Armagedó n.
Algunos han sugerido que la guerra tendrá lugar a principios del
milenio. Este será un tiempo de paz que seguirá a la segunda venida. Pero todos
los inconversos son ejecutados en los juicios de la segunda venida, y los
creyentes en Cristo no apoyarían una guerra contra Israel y Jerusalén.
Otra sugerencia má s es que ocurrirá al final del milenio. El hecho de que
Gog y Magog se mencionen tanto en Ezequiel 38: 2 como en Apocalipsis 20: 8
indica para algunos una conexió n. Sin embargo, Gog es un líder humano y
Magog es un pueblo en Ezequiel 38, pero su significado no está definido en
Apocalipsis 20. En otros aspectos, la escena es diferente. En Ezequiel, la vida
continú a después de la guerra, requiriendo meses para enterrar a los muertos.
La guerra en Apocalipsis 20 es seguida inmediatamente por la destrucció n de la
tierra y la creació n de un cielo nuevo y una tierra nueva. La guerra en
Apocalipsis 20 se refiere a Jerusalén. La guerra en Ezequiel no toca a Jerusalén.
Las escenas son diferentes. Ezequiel 38:1–6. En la parte inicial de esta gran
profecía, se mencionan seis naciones, la má s importante de las cuales tenía
un líder llamado Gog (v. 2), identificado como un gobernante de Magog.
Ademá s, fue descrito como "el príncipe principal de Mesec y Tubal" (v. 2). El
líder descrito como Gog aparentemente liderará una fuerza de la tierra de
Magog (v. 2). Magog fue mencionado en Génesis 10: 2 como uno de los hijos
de Jafet, un hecho que se repite en 1 Cró nicas 1: 5. Ademá s de las dos
referencias en Ezequiel 38–39 (38:2; 39:6), Magog también se menciona en
Apocalipsis 20: 8, donde parece referirse a una situació n totalmente diferente.
La explicació n má s plausible es que Gog es el gobernante y Magog es el pueblo.
En la descripció n de Gog como el "príncipe principal de Mesec y Tubal", la
Versió n Está ndar Americana traduce esta expresió n, "el príncipe de Rosh", que
algunosconéctese con las consonantes raíz del término moderno Rusia. Eran un
pueblo antiguo ubicado al norte de Israel
(Ezequiel 27:13; 32:26).
Tubal (38: 2) también se menciona como hijo de Jafet (Gén. 10:2; 1 Cró n.
1:5). Aunque originalmente se encontraba al sur del á rea de Tierra Santa, la
gente de Tubal finalmente se fue al norte y ha sido identificada como la antigua
tribu escita, que en un momento ocupó Asia Menor. El pensamiento principal
sobre estas identificaciones es que verifica que los invasores proceden del
norte de Israel.
La predicció n mostraba a Dios poniendo garfios en las fauces de Gog y
guiá ndolo a él y a su ejército desde el norte contra Israel (Ezequiel 38:4). Persia
(v. 5) se ha identificado fá cilmente como relacionada con el Irá n moderno, que
fá cilmente podría suministrar un ejército, atacando a Israel desde el norte,
aunque se encuentra al este.
La identidad de Cus (v. 5) es incierta, pero a menudo se la conoce como el
á rea al este de Egipto y al oeste del Mar Rojo. Esto les obligaría a dar la vuelta,
posiblemente por mar, para unirse al ejército del norte que ataca a Israel.
La identidad de Put (v. 5) también es incierta, pero algunos la han colocado
inmediatamente al sur de Cus en Á frica.
Gomer (v. 6) generalmente se asociaba con los antiguos cimerios, algunos
que estaban ubicados en Asia Menor y otros en Europa del Este.
Bet Togarmah (v. 6) ha sido identificada con Armenia, ubicada al norte de
Israel. Aunque no todas las naciones estaban ubicadas al norte de Israel, no
es demasiado difícil entender su participació n en la gran invasió n del norte
dominada por Rusia.
Algunos también señ alan el hecho de que Meshech tiene cierta similitud
con el nombre moderno de Moscú en su estructura consonante, y Tubal es
similar a una de las provincias prominentes de Rusia: Tobolsk.
Cuando se juntan todos los hechos, se indica que lingü ística, geográ fica y
teoló gicamente, la identidad de las naciones invasoras es lo suficientemente
clara como para identificarlas como una gran fuerza proveniente del norte.
Probablemente la explicació n má s convincente es el hecho de que los
invasores, especialmente Gomer y Magog (vv. 2-3), invaden la tierra desde el
“lejano norte” (vv. 6, 15; 39:2). La ú nica nació n que encajaría con la descripció n
de "extremo norte" sería Rusia, que, por supuesto, está al norte de Israel, con
Moscú directamente al norte de Jerusalén. Aunque algunos intentan cuestionar
la identificació n, porque Rusia se extiende má s deseis mil millas al este y al
oeste, cualquier referencia a una nació n en el extremo norte de Israel tendría
que ser Rusia debido a los hechos geográ ficos involucrados.
Ya en 38: 4, la profecía revela que el ejército vendrá montado en caballos
con los jinetes completamente armados (v. 4). Los jinetes está n armados con
escudos, espadas y cascos (vv. 4-5) con armas adicionales, que incluyen arcos y
flechas y garrotes y lanzas (39:9).
Se ha especulado mucho sobre el hecho de que se trata de armas antiguas
contemporá neas a Ezequiel pero que no describen la guerra moderna. Algunos
consideran que estas armas antiguas son simplemente típicas o figurativas de la
guerra moderna. Otros intentan explicar estas armas sobre la base de que se
fabrican rá pida y fá cilmente y que posiblemente se puedan utilizar en el
período en que otras armas han sido objeto de desarme. Se desconoce la
respuesta final para explicar las armas.
Ezequiel 38:7–9. Se describe al ejército como una gran horda que invadirá
una tierra que ha sido restaurada de la desolació n anterior (vv. 7-8). El pueblo
se describe como aquellos que han sido “reunidos de muchas naciones a los
montes de Israel, que habían estado desolados por mucho tiempo” (v. 8).
Ademá s, fueron descritos como provenientes de las naciones y viviendo en
seguridad (v. 8). El ataque, por tanto, fue inesperado y se impuso a un pueblo
que no estaba preparado militarmente para defenderse. Los invasores fueron
descritos como tan numerosos que parecen una "nube que cubre la tierra" (v.
9).
Ezequiel 38:10-13. Se cita a los invasores diciendo: “Invadiré una tierra de
pueblos sin murallas; Atacaré a un pueblo pacífico y desprevenido, todos ellos
viviendo sin muros y sin puertas ni rejas” (v. 11).
La escena descrita es una escena moderna donde los muros ya no son
necesarios para proteger un pueblo, lo que confirma la idea de que se trata de
un ataque inesperado. Se describe al pueblo de Israel en la tierra como
“un pueblo pacífico y desprevenido, todos viviendo sin muros y sin puertas ni
barrotes” (v. 11). Se describe al pueblo de Israel como viviendo en "las ruinas
reasentadas" (v. 12), y se les describe como "reunidos de las naciones, ricos en
ganado y bienes, que viven en el centro de la tierra" (v. 12).
Sabá , Dedá n y los mercaderes de Tarsis preguntan si han venido a
apoderarse del botín (v. 13). Sabá probablemente se refiere al reino del cual la
reina de Sabá había venido a ver a Salomó n (1 Reyes 10:1–13; 2 Cró n. 9:1–
12). Estaba ubicado en el suroeste de Arabia, mencionado por Isaías (Isaías
21:13), Jeremías (Jeremías 25:23; 49:8) y Ezequiel (Ezequiel 25:13; 27:15, 20;
38:13), y probablemente se refirió a untribu que se había casado con el pueblo
cusita. Tarsis probablemente estaba relacionado con un á rea donde se
recolectaba petró leo en Españ a, aunque algunos lo identifican también en un
lugar en el sur de Arabia donde también se fundía mineral. En una palabra,
estos eran comerciantes que estaban familiarizados con las riquezas de Israel.
Ezequiel 38:14–16. Ezequiel recibió instrucciones de profetizar que este
evento ocurriría. Israel se describe como "viviendo en seguridad" (v. 14), y su
seguridad también se menciona en el versículo 8 y 39:6. Esta referencia debe
dejar en claro que no describe a Israel hoy, que es un campamento armado y
vive atemorizado por sus vecinos. Dios resume la naturaleza del ataque:
“Vendrá s de tu lugar en el lejano norte, tú y muchas naciones contigo, todas
montadas a caballo, una gran horda, un ejército poderoso. Avanzará s contra mi
pueblo Israel
como una nube que cubre la tierra. En los días venideros, oh Gog, te traeré
contra mi tierra, para que las naciones me conozcan cuando me muestre santo
a través de ti ante sus ojos” (38:15-16).
Estos versículos resumen lo que se dijo antes en el capítulo de que el
ataque vendrá cuando Israel viva en seguridad, que los invasores vendrá n del
lejano norte, que montará n a caballo, que será n numerosos como una nube, y
que Dios los traerá contra el pueblo de Israel para que por su destrucció n É l
pueda mostrar Su propia santidad y poder.
Ezequiel 38:17-23. Dios les recordó a los invasores lo que fue predicho “en
tiempos pasados por [Sus] siervos los profetas de Israel” (v. 17). Los detalles de
esta profecía no se habían mencionado previamente, pero muchos capítulos de
los profetas tratan de las naciones alrededor de Israel y Dios trayendo juicio
sobre ellas. En consecuencia, lo que estaba a punto de ser revelado está de
acuerdo con las profecías anteriores de Dios.
Dios declaró su reacció n al ataque contra Israel: “Cuando Gog ataque la
tierra de Israel, se despertará mi ira, declara la L ORD Soberana. En mi celo y mi
ira ardiente, declaré que en ese tiempo habría un gran terremoto en la tierra de
Israel” (vv. 18-19).
El aspecto notable de esta profecía es que las Escrituras no revelan ningú n
ejército contrario atacando a los invasores. Má s bien, será un momento en que
Dios mismo, mediante acciones sobrenaturales, destruirá el ejército. El primer
paso será un gran terremoto en la tierra de Israel. El efecto de este terremoto lo
sentirá n todas las criaturas de Dios en la tierra, “los peces del mar, las aves del
cielo, las bestias del campo, toda criatura que se mueva por el suelo y toda la
gente en la cara de la tierra temblará ante mipresencia. Los montes será n
derribados, los acantilados se derrumbará n y todo muro caerá a tierra” (v. 20).
El segundo gran juicio que Dios traerá sobre los invasores será que
luchará n entre ellos: “Convocaré una espada contra Gog en todos mis montes,
declara el SEÑ OR Soberano. La espada de cada uno será contra su hermano”
(v. 21). Debido a la disrupció n provocada por el terremoto y al hecho de que el
ejército estará compuesto por varios pueblos provenientes de varias naciones,
es fá cil entender có mo a través del malentendido pueden comenzar a luchar
entre ellos, pensando que los demá s son un pueblo defensor.
La pró xima forma de juicio será por plaga y derramamiento de sangre (v.
22). Ademá s de ser destruidos por la espada, experimentará n una plaga, un
medio que Dios ha usado a menudo para atacar a los enemigos de Israel (véase
Isaías 37:36).
El siguiente juicio habla de “torrentes de lluvia, granizo y azufre ardiente
sobre él y sus tropas y sobre las muchas naciones con él” (Ezequiel 38:22). Las
inundaciones provocadas por los torrentes de lluvia obviamente
obstaculizarían
a un ejército invasor y causarían má s confusió n en las comunicaciones, lo que
explicaría adecuadamente el hecho de que estará n luchando entre sí. El granizo,
que también es sobrenatural, puede ser destructivo para la vida humana. El
azufre ardiente que caerá sobre ellos será un recordatorio de có mo Dios
destruyó Sodoma y Gomorra. La naturaleza de estos juicios demuestra a todos
que Dios peleará contra el ejército invasor y derramará Su juicio sobre ellos.
Esto se destaca en el versículo final del capítulo: “Y así mostraré mi grandeza y
mi santidad, y me daré a conocer a los ojos de muchas naciones. Entonces
sabrá n que yo soy el SEÑ OR” (v. 23).
Ezequiel 39:1–6. Al repetir aspectos de la profecía de la destrucció n de los
invasores, Dios notó nuevamente que la invasió n de la tierra será causada por
É l los traerá a este conflicto: “Te haré girar y te arrastraré. Te traeré del lejano
norte y te enviaré contra los montes de Israel” (v. 2). Se dice nuevamente que el
origen geográ fico de la invasió n fue “el lejano norte” (v. 2).
Dios declaró , ademá s: “Entonces golpearé tu arco desde tu mano izquierda
y haré caer tus flechas de tu mano derecha” (v. 3). Anteriormente había
mencionado otras armas, pero este pasaje menciona por primera vez arcos y
flechas, que eran armas está ndar en la época en que vivió Ezequiel. Aunque los
arcos y flechas se caracterizan generalmente como armas primitivas, en
realidad han jugado un papel en la guerra moderna y se usaronextensamente,
por ejemplo, en la guerra de Vietnam. Debido a que una flecha que atraviesa el
aire no revela la ubicació n de quien disparó la flecha, fue buena para usar en
situaciones de jungla. No se puede dar una respuesta final por qué se
especifican las armas primitivas. Aunque el resultado de la batalla fue
claramente profetizado, las Escrituras no ofrecen ninguna explicació n de por
qué las armas descritas son primitivas.
Debido a los diversos juicios de Dios mencionados anteriormente, declaró
que el ejército invasor caerá sobre las montañ as de Israel (v. 4). Dios dijo: “Te
daré por alimento a toda clase de aves carroñ eras ya los animales salvajes.
Usted caerá en el campo abierto, porque yo he hablado, dice Jehová el SEÑ OR”
(vv. 4- 5). De estas Escrituras, está claro que todo el ejército invasor será
aniquilado. En la versió n King James, Ezequiel 39: 2 fue traducido, "Y te volveré,
y dejaré só lo la sexta parte de ti". Esta traducció n es inexacta, y de la Nueva
Versió n Internacional, está claro que toda la fuerza invasora será aniquilada
como se indica en la expresió n, “Todas tus tropas y las naciones contigo” (v. 4).
Ademá s de aniquilar al ejército que invadirá Israel, también se impondrá
un juicio de fuego sobre Magog y "los que viven seguros en las costas" (v. 6), lo
que indica que también se impondrá un juicio especial en la tierra de donde
proceden las tropas del ejército ruso.
Ezequiel 39:7–8. El propó sito de la destrucció n de los ejércitos será dar
aviso a las naciones de que ya no podrá n profanar el santo nombre del
Señ or (v. 7). Dios reafirma la certeza y la literalidad de este evento,
declarando: “¡Viene! Ciertamente sucederá ” (v. 8).
Ezequiel 39:9–10. El alcance de la destrucció n está indicado por la cantidad
de armas que se acumulará n a partir de la victoria sobre el ejército invasor. Se
utilizará n como combustible e incluirá n “los escudos pequeñ os y grandes, los
arcos y flechas, los garrotes y las lanzas de guerra. Durante siete añ os los
utilizará n como combustible. No necesitará n recolectar madera de los campos
ni cortarla de los bosques, porque usará n las armas como combustible. Y
despojará n a quienes los despojadores, y robará n a los que les saquearon ',
declara el Soberano SEÑ OR” (vv. 9-10).
La teoría de que estas armas son simplemente figurativas y no representan
armas reales de madera se contradice con el hecho de que se utilizará n como
combustible, lo que indica que las armas en realidad será n las descritas.
Ademá s, el combustible será de una cantidad tan grande que podrá n alimentar
sus incendios durante siete añ os.
La cifra de siete añ os presenta algunos problemas, ya que afecta la
ubicació n de esta guerra en los eventos del tiempo del fin, porque muestra a
Israel en paz y seguridad (38:8; 39:6). La quema del combustible no es un
evento profético, sino solo una declaració n de la cantidad de escombros. Varios
expositores han localizado esta guerra en la primera mitad de los ú ltimos siete
añ os previos a la segunda venida. La primera mitad de los siete añ os será un
período de paz debido al pacto celebrado entre Israel y el gobernante gentil de
ese período (Dan. 9:27). El problema del combustible que dura siete añ os, sin
embargo, no es un problema profético real, porque incluso después de que el
Señ or regrese, todavía necesitará n combustible para los fuegos en el reino
milenial a medida que avanza la vida. En consecuencia, la cifra de siete añ os no
debe considerarse un obstá culo para situar la guerra en algú n punto
intermedio de los ú ltimos siete añ os con la posibilidad de que ocurra antes en
el período de siete añ os y justifique la cifra aproximada de siete añ os.
Ezequiel 39:11–16. Se describe que los miles de soldados muertos en la
guerra necesitaron siete meses para enterrarlos a fin de limpiar la tierra (vv.
11- 13). Después de los siete meses, todavía se encontrará n otros cuerpos y,
segú n la profecía, algunas personas será n empleadas permanentemente para
buscar a los muertos y enterrarlos (vv. 14-16).
Ezequiel 39:17-20. Inmediatamente después de la batalla, antes de que
tenga lugar el entierro, Dios invitará a las aves y animales salvajes a darse un
festín con los cadá veres. Dios señ aló có mo los muertos incluirá n jinetes,
algunos de los cuales eran personas importantes, y también sus caballos (vv.
17-20).
Ezequiel 39:21-24. El juicio sobre los invasores está diseñ ado para mostrar
el poder de Dios (v. 21). Dios había juzgado previamente al pueblo de Israel por
su infidelidad y muchos de ellos habían muerto (vv. 23–24).

La Restauración de Israel
Ezequiel 39:25-29. En esta secció n, Dios anunció la restauració n de Israel,
como se predijo en muchos otros pasajes del Antiguo Testamento. Dios declaró :
“Ahora traeré de regreso a Jacob del cautiverio y tendré compasió n de todo el
pueblo de Israel, y seré celoso por mi santo nombre. Olvidará n su vergü enza y
toda la infidelidad que me demostraron cuando vivían seguros en su tierra sin
nadie que los asustara” (vv. 25-26). Esta predicció n de la restauració n es tan
literal como la predicció n de la batalla, y ambas tendrá n lugar en el futuro.
Dios, habiendo predicho previamente Sus juicios sobre Israel, aquí hizo un
punto especial de có mo será n reunidos por completo de las diversas tierras
extranjeras de donde fueron esparcidos. Esto fue descrito en Ezequiel 38. Ahora
Dios hace una predicció n específica y arrolladora: “Cuando los haga volver de
las naciones y los junte de los países de sus enemigos, me mostraré santo por
medio de ellos a la vista de muchas naciones. Entonces sabrá n que yo soy el
SEÑ OR su Dios, porque, aunque los envié al destierro entre las naciones, los
reuniré en su propia tierra, sin dejar ninguno atrá s. No voy a ya ocultar mi
rostro de ellos, porque yo derramaré mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice
Jehová el el SEÑ OR” (39:27-29). Dios no solo restaurará a Israel a la tierra, sino
que también prometió reunir a todo su pueblo de sus posiciones dispersas y
traerlos de regreso a la tierra. Esto ocurrirá en el período de apertura del reino
milenial. No será una opció n para los hijos de Israel, pero se les ordenará que
vengan a su Tierra Prometida. Esta es una predicció n arrolladora y dramá tica, y
apoya la doctrina de un futuro glorioso para Israel en el milenio.
Anteriormente en Ezequiel 20:33–38, Dios había declarado su propó sito de
reunir a Israel, pero purgará a los rebeldes o los inconversos para que solo el
justo Israel pueda poseer su antigua tierra. Un punto importante en la
interpretació n bíblica es tratar estas profecías en el sentido literal como lo son
las otras profecías que se han cumplido. Si es así, requiere que la segunda
venida de Cristo sea antes del reinado de mil añ os de Cristo o el regreso
premilenial del Señ or.

El templo milenario
Ezequiel 40:1–43:27. A partir de Ezequiel 40, se describen las
especificaciones del templo milenario y su sistema de adoració n. Los eruditos
han diferido sobre la cuestió n de si estas profecías deben tomarse literalmente
o en algú n sentido figurado. Algunos sugieren que los planes eran para un
templo
que reemplazara al de Salomó n, que había sido destruido. Pero no se construyó
tal templo. A otros les parece una imagen simbó lica de la iglesia, pero no
responden por qué se revelaron detalles tan específicos. Ademá s, aquellos que
adoptan la interpretació n figurativa no está n de acuerdo con el significado de
este templo. Dado que las especificaciones son muy específicas e implican un
templo literal y dado que tener un templo en el milenio coincidiría con un
período de gozo, paz y adoració n del Señ or, parecería mejor considerar este
templo como un templo literal, aunque existen problemas. de interpretació n
permanecen.
Ezequiel registró có mo el Señ or en una visió n lo llevó a una montañ a alta
donde fue presentado a un hombre que parecía hecho de bronce. El hombre le
dijo: “Hijo de hombre, mira con tus ojos y oye con tus oídos y presta atenció n a
todo lo que te voy a mostrar, por eso te han traído aquí. Dile a la casa de Israel
todo lo que veas” (40:4).
En la introducció n del templo milenario y su adoració n en el milenio,
Ezequiel continuaba su aná lisis de la restauració n de Israel espiritualmente,
que se incorporó en las predicciones de Ezequiel 33–39. En los primeros cuatro
capítulos de la secció n relativa al templo (40–43), el nuevo templo fue descrito
como el centro de adoració n. A esto le siguió la revelació n de las características
de la adoració n en los capítulos 44–46 y la divisió n final de la tierra para Israel
en los capítulos 47–48.
A medida que se desplegaba la imagen detallada del templo, era obvio que
no podía interpretarse como un plan para el templo construido por los
exiliados que regresaban de Babilonia. El templo que construyeron era
totalmente diferente en su estructura. Ademá s, es inexplicable si se toma esto
en un sentido simbó lico porque los detalles dados no eran necesarios para
un templo simbó lico. En consecuencia, aquellos que creen en interpretar la
profecía en un sentido literal creen que este será un templo real que se
construirá en el reino milenial. Puede haber un templo
anterior construido con diferentes
especificaciones en el período de la gran tribulació n antes de la segunda venida,
ya que un sistema de sacrificios de ofrendas fue restaurado y luego detenido
por los desarrollos políticos, pero no será el templo que se describe aquí en
Ezequiel. Antes de considerar los detalles del templo, se puede hacer la
pregunta justamente: ¿Por qué se revela el templo milenial con tantos
detalles? La respuesta parece ser que será el símbolo de la presencia de Dios
con su pueblo como prometió estar con ellos en la época del milenio. Como se
dijo anteriormente en 37:26–27, Dios declaró : “Los estableceré y aumentaré su
nú mero, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Mi morada estará con
ellos; Yo seré su Dios y ellos será n mi pueblo. Entonces las naciones sabrá n que
yo, el SEÑ OR, santifico a Israel, cuando mi santuario esté entre ellos para
siempre”.
El santuario en medio de ellos también será una garantía de la presencia
de Dios en medio de ellos, ya que Dios morará en el templo milenial de la
misma manera que lo hizo en el templo de Dios y el taberná culo antes de él. La
gloria de Dios había abandonado el templo de Salomó n como se describe en
Ezequiel 8–
11. La restauració n de Israel como nació n contará con el reingreso de la
presencia de Diosun templo y estar visiblemente con su pueblo. De acuerdo con
la promesa del nuevo pacto (37:26), el templo será la evidencia visible de la
presencia de Dios. Un templo tan grande está de acuerdo con las otras
promesas de la presencia y bendició n de Dios en el reino milenial y la
restauració n de Israel a su tierra.
Aunque los detalles de la construcció n del templo no tienen en sí mismos
un significado profético, poner estos detalles juntos implica una descripció n de
un edificio que nunca se ha construido en el pasado y que será la pieza central
del plan de Dios para el reino cuando Cristo regrese. Su tamañ o supera con
creces todo lo que se conocía en templos anteriores.
Como se describe en Ezequiel (40:5–42:20), las dimensiones exteriores del
complejo del templo formará n un cuadrado de 875 pies (500 codos) de ancho y
largo. El templo quedará orientado hacia el este, al igual que el taberná culo y
los templos de Salomó n y del exilio. Los lados sur, este y norte tendrá n un muro
exterior. También se construyen treinta habitaciones en el segundo y tercer
nivel. El templo en sí se proyecta desde el interior del muro occidental del
complejo del templo hacia el este y, excepto en el muro occidental, tiene patios
exteriores en tres lados: sur, este y norte, de 175 pies de ancho. Las
habitaciones dentro del á rea del templo está n asignadas a sus respectivos usos,
incluido el templo propiamente dicho en el centro con un patio interior al
frente que se extiende hacia el este. Los detalles, aunque no son proféticos en sí
mismos, juntos dan una visió n tremenda del lugar central de adoració n en el
reino milenial.
Ezequiel, que registró esta visió n del templo, recibió lo que equivalía a un
recorrido, lo que motivó la descripció n detallada. Fue guiado por un á ngel
descrito como "un hombre cuya apariencia era como el bronce" (40:3).
La vara de medir que usó el á ngel tenía seis codos de largo (v. 5), y una
vara de aproximadamente veintiuna pulgadas de largo. Por tanto, la vara de
medir total era de unos diez pies y seis pulgadas. Ezequiel entró por la puerta
oriental (v. 6); También había una puerta al sur y otra al norte,
correspondientes a las puertas del atrio exterior. El templo de Salomó n tenía
una puerta solo al este.
Cuando Ezequiel comprendió lo que estaba viendo, se le informó acerca de
las medidas que se mencionan en las Escrituras. Después de que se midió el
atrio exterior, Ezequiel registró que el á ngel midió el atrio interior (vv. 28–37).
Cada una de las puertas tenía mesas dispuestas a cada lado de la entrada
con el
propó sito de sacrificar los sacrificios, con ocho mesas, cuatro a cada lado,
disponibles en cada una de las tres puertas.

Tomado de The Bible Knowledge Commentary , Antiguo Testamento (David C Cook, 1985), p.1303. Usado con permiso.

Uno de los problemas exegéticos del templo de Ezequiel es el hecho de que


se ofrecerá n sacrificios en el milenio. Esto a menudo se ha considerado una
contradicció n del hecho de que Cristo es el ú nico sacrificio que quita el pecado,
ya que su sacrificio causó la abolició n de la ley mosaica de los
sacrificios. Entonces, ¿por qué se predice aquí el sistema de sacrificios?
Aunque algunos han intentado explicar esto mediante una explicació n
simbó lica, en realidad, la explicació n de una interpretació n literal es bastante
clara. Debe observarse que los sacrificios en el Antiguo Testamento no quitaban
el pecado. Fueron proféticos, esperando la muerte de Cristo, quien fue el
sacrificio final. En el milenio, aparentemente, también se ofrecerá n sacrificios,
aunque algo diferentes de los requeridos por la ley mosaica, pero esta vez los
sacrificios será n conmemorativos, tanto como la Cena del Señ or es un
monumento en la era de la iglesia por la muerte de Cristo.
Aunque es objetable para algunos tener sacrificios de animales en la
escena del milenio, en realidad, será n necesarios allí porque las circunstancias
ideales en las que vivirá n los santos del milenio tenderá n a hacer que las
personas pasen por alto la atrocidad del pecado y la necesidad de sangre.
sacrificio. Por lo tanto, los sacrificios ofrecidos será n un recordatorio de que
solo mediante el derramamiento de sangre, y má s específicamente la sangre de
Cristo, se puede quitar el pecado. Ezequiel no fue el ú nico que se refirió a un
sistema de sacrificios en el milenio (véase Isaías 56:7; 66:10-23; Jeremías
33:18; Zacarías 14:16-21; Malaquías 3:3-4). Por lo tanto, los profetas parecen
estar unidos al referirse a los sacrificios literales en relació n con un templo
literal en el milenio.
Es natural que un futuro sistema de sacrificios en el milenio plantee
objeciones. Los sacrificios sangrientos son ofensivos para la cultura
moderna. Sin embargo, su uso en el pacto mosaico y antes fue ordenado por
Dios mismo como un rito religioso típico que apuntaba a Cristo. Cualquier
intento de espiritualizar el templo, así como los sacrificios milenarios, se topa
con grandes dificultades con los detalles revelados, ya que no se puede ofrecer
una explicació n satisfactoria que explique los detalles de la revelació n profética.
Si los sacrificios sangrientos eran apropiados como ilustraciones típicas de la
redenció n en el Antiguo Testamento, también lo son como un memorial de la
muerte de Cristo.
Se mencionaron específicamente dos habitaciones (Ez. 40:44) que fueron
designadas para uso de sacerdotes (vv. 44–46).
El á ngel también midió el Lugar Santísimo y también el santuario interior,
en el cual Ezequiel no podía entrar. Se mencionan varios otros detalles sobre el
Lugar Santísimo, el interior y los edificios traseros (41:1–26).
Tomado de The Bible Knowledge Commentary , Antiguo Testamento (David C Cook, 1985), p.1306. Usado con permiso.

Como se registra en Ezequiel 42, se midieron las cá maras de los sacerdotes


y el templo mismo. Las dimensiones totales del templo son tremendas y
superan con creces cualquier templo anterior que se hubiera construido para
Israel.
Al culminar el recorrido por el templo, Ezequiel vio proféticamente el
regreso del Señ or y la gloria del Señ or llenando el templo (43:1–5). Dios declaró
que este templo será Su residencia y Su trono (vv. 6–7). Dios prometió que
el templo se mantendrá santo (vv. 8–9). Ezequiel recibió instrucciones de
describir el templo al pueblo de Israel, incluidos sus diversos aspectos del
diseñ o,
para que sean fieles en la construcció n del templo cuando llegue el momento
(vv. 10-11). El á rea alrededor del templo también sería declarada “santísima”
(v. 12). Ezequiel también describió los detalles acerca del altar del sacrificio
(vv. 13- 17).
En la siguiente secció n, Ezequiel describió un programa detallado de có mo
consagrar a los sacerdotes y al pueblo (vv. 18-27). Un período de siete días de
ofrenda de toros, machos cabríos y carneros santificaría a los sacerdotes y el
templo, algo similar a có mo el taberná culo fue consagrado por Moisés (É xodo
40: 2-33), y a có mo Salomó n consagró su templo (2 Cró nicas 7:8–9).
Después de los holocaustos presentados para el pueblo, también se
ofrecerá n ofrendas de comunió n (ofrendas de paz). El significado de esto es que
Dios estaba renovando Su comunió n con el pueblo de Israel y estos sacrificios
señ alarían a Cristo como Aquel que es el sacrificio supremo por el pecado y que
hizo posible que ellos se acercaran a Dios el Padre (Hebreos 10:19-25).
Como se mencionó anteriormente, no hay una buena razó n para entender
este pasaje en otro sentido que no sea literal. Las ofrendas aquí no quitan el
pecado má s que las ofrendas bajo el pacto mosaico, pero apuntan hacia la ú nica
ofrenda de Cristo en la cruz, tal como las ofrendas del Antiguo Testamento
apuntaban hacia la muerte de Cristo. Debido a que ya no se observará la Cena
del Señ or, el sistema de sacrificios, algo diferente del sistema mosaico, se
restablecerá , pero con la misma intenció n de señ alar a la gente a Cristo.

Nueva vida y adoración en el Reino Milenial


Ezequiel 44:1–46:24. El templo, como centro de la vida religiosa de Israel,
producirá cambios en sus formas de adoració n y en las regulaciones relativas al
uso del templo. A Ezequiel se le informó que la puerta del este debía
mantenerse cerrada porque por ella entraría el Señ or (44: 2). David fue
identificado como un príncipe, resucitado para servir bajoCristo en el reino
milenial (v. 3; 34:23-24; 37:24-25). David resucitará en la segunda venida, y el
reino seguirá a este evento como lo celebraron los premilenaristas. El muro
exterior del templo tendrá tres puertas orientadas al sur, este y norte que
conducen al atrio exterior. Debido a que el príncipe entrará por la puerta del
este, la puerta misma se cerrará excepto él, y todos los demá s entrará n por la
puerta del norte o por la del sur.
En el muro actual alrededor de la ciudad de Jerusalén, incluido el muro que
está cerca del sitio del templo, solo hay una puerta en el muro oriental, que ha
estado cerrada durante muchos siglos. Probablemente se deba distinguir de la
puerta oriental, que conducía al patio exterior del templo de Salomó n. La puerta
oriental del atrio exterior se abrirá y conducirá a la puerta oriental del templo
(44:1-3). La puerta actual en el muro de Jerusalén no corresponde a la puerta
del templo milenial, pero sin duda estará abierta al Señ or cuando É l venga.
El á ngel, refiriéndose al "hombre" que había estado mostrando a Ezequiel
el templo (40:3-4), llevó a Ezequiel al frente del templo a través de la puerta del
norte (44:4). Ezequiel luego fue testigo de có mo la gloria del Señ or llenaba el
templo (v. 4), lo que hizo que Ezequiel cayera sobre su rostro. Dios le ordenó a
Ezequiel que le comunicara a Israel que no debía profanar el templo como
había profanado el templo de Salomó n al traer extranjeros y prá cticas
incorrectas y no observar las leyes relativas a los sacrificios (vv. 5-8). Todos los
extranjeros deben ser excluidos de la entrada al santuario (v. 9).
Al observar la adoració n del futuro templo, los levitas está n limitados en su
servicio en el santuario a hacerse cargo de las puertas, sacrificar los
holocaustos y tareas similares, pero no deben servir como sacerdotes o
acercarse a las cosas santas o al templo. ofrendas santas (vv. 10-14).
Los sacerdotes que son levitas y descendientes de Sadoc será n los
encargados del ministerio sagrado y se les permitirá entrar al santuario y
ministrar al Señ or (vv. 15-16).
Se les instruye que no usen prendas de lana para que no transpiren y
deben usar ropa de lino en su lugar. Sin embargo, cuando salgan al atrio
exterior del templo, deben ponerse otras ropas (vv. 17-19).
Se dan instrucciones adicionales de que no deben afeitarse la cabeza ni
dejarse crecer el cabello, no beber vino al entrar en el patio interior, y no
casarse con viudas o divorciadas, porque deben enseñ ar al pueblo de Israel la
diferencia entre lo que es santo y lo que no es santo (vv. 20-24).
Tomado de The Bible Knowledge Commentary , Antiguo Testamento (David C Cook, 1985), p.1305. Usado con permiso.

Como también era cierto segú n el có digo mosaico, el sacerdote no debe


contaminarse acercá ndose a un cadá ver. Si esto es necesario, debe limpiarse
durante siete días antes de preparar nuevamente ofrendas para el Señ or (vv.
25- 27).
A los sacerdotes no se les da una herencia, sino que deben ser sostenidos
por las ofrendas que traiga el pueblo, que les servirá n de alimento (vv. 28–31).
Estas normas relativas al uso del templo y su culto solo pueden tomarse en
su sentido literal, ya que ninguna interpretació n simbó lica se ajusta a ningú n
otro período cronoló gico. Las regulaciones detalladas delineadas en Ezequiel
no tendrían sentido a menos que se tomen en su sentido ordinario segú n se
apliquen a este reino futuro.
Aunque a los sacerdotes no se les permite tener una herencia personal, se
les debe dar una secció n especial de tierra (45:1–5).
Ademá s de la tierra asignada a los sacerdotes como lugar para que vivan,
que incluía el templo mismo, la ciudad también contará con una porció n de la
tierra junto al á rea sagrada que pertenecerá a Israel en su conjunto (v. .6).
El príncipe también tendrá una porció n de tierra que se extenderá tanto al
este como al oeste desde este bloque central de tierra, y se extenderá desde el
á rea asignada a los sacerdotes en la ciudad hasta el Mediterrá neo en el oeste y
el río Jordá n en el este. En Ezequiel 47–48 se describe una mayor divisió n de la
tierra.
Sobre la base del plan de Dios para que ellos fueran un pueblo santo en una
tierra santa, Ezequiel debía exhortar al pueblo de Israel a ser honesto en su
situació n actual, no entregá ndose a la violencia u opresió n, sino a ser justos y
honestos en sus tratos (vv. 9-12).
Se dieron detalles sobre un don especial en sus ofrendas (vv. 13-16). El
príncipe también proporcionará varias ofrendas durante los tiempos de
observancia de las lunas nuevas y los sá bados y en otras fiestas designadas (v.
17).
Deben ofrecerse sacrificios especiales el primer mes y el primer día (vv.
18- 19). Esta ofrenda se repetirá el séptimo día del mes (v. 20).
La fiesta de la Pascua también se observará en el primer mes en el día
catorce, seguida de la fiesta de los siete días de los panes sin levadura (vv. 21-
25).
Regulaciones especiales regirá n la adoració n y el servicio de Dios en
sá bado y otros días festivos especiales (46:1–8). La gente que viene del exterior
del templo al atrio exterior debe entrar por la puerta del norte y salir por la
puerta del sur, o si entra por la puerta del sur para salir por la puerta del norte
(v. 9). Se describen má s detalles sobre sus ofrendas para varias ocasiones (vv.
11-15).
Ezequiel describió las leyes de la herencia en lo que se refiere al príncipe y
al pueblo con el punto de vista de que cada uno debe recibir su herencia de su
propia propiedad y no ser desposeído por el príncipe (vv. 16-18).
A Ezequiel también se le mostraron los aposentos sagrados que
pertenecerían a los sacerdotes y donde ellos podrían cocinar la ofrenda por la
culpa y la ofrenda por el pecado y también donde podrían hornear la ofrenda
de cereal (vv. 19-20). A Ezequiel también se le mostraron las otras
características de las habitaciones relacionadas con el atrio exterior (vv. 21-
24).
La tierra prometida en el milenio
Ezequiel 47:1–48:35. En los dos ú ltimos capítulos de Ezequiel, la atenció n
se dirige al río que fluirá desde el templo y a los diversos límites y divisiones de
la Tierra Prometida. El río fluirá desde el lado sur del templo (47:1). El río se
describe como uno de considerable volumen, tanto que no pudo cruzarlo (vv. 3-
6).
Los á rboles crecerá n en las orillas del río (vv. 7-9), y los peces y otras
criaturas vivientes está n relacionados con el río. Este río desembocará en lo
que ahora es el Mar Muerto y restaurará su agua sin sal (v. 8). El río llegará al
océano al sur de Israel y desembocará en el Golfo de Aqaba. Aunque el Mar
Muerto en sí ya no será sal, sino que se caracterizará por agua dulce, quedará n
pantanos que tienen sal, un ingrediente importante en el mundo mineral que
será en beneficio de Israel.
Los límites de la tierra se delinearon para la informació n de Ezequiel, ya
que existirá n en el reino milenial. Aunque algunos de los lugares geográ ficos
mencionados no son seguros, está bastante claro que el límite norte se
extenderá má s allá de Sidó n desde el Mediterrá neo al norte de Damasco y luego
llegará al suroeste hasta el río Jordá n debajo del mar de Galilea y, por lo tanto,
hasta el mar Muerto, donde una porció n de la tierra al sur del Mar Muerto
llegará al Río de Egipto. El Mediterrá neo será el límite occidental de Israel.
Como lo describe Ezequiel, la tierra se distribuirá de norte a sur, dando a
Dan una porció n, luego Aser, Neftalí, Manasés, Efraín, Rubén y Judá . El límite
sur de Judá se marcará como las porciones del príncipe y de los sacerdotes. Al
sur de esto estará n Benjamín, Simeó n, Isacar, Zabuló n y Gad. No hay razó n para
cuestionar que estos son lugares y situaciones literales. Estas profecías nunca
se han cumplido en el pasado, pero se cumplirá n en el futuro reino milenial
después de la segunda venida de Cristo.
La Jerusalén milenaria también se describe como una ciudad gloriosa con
doce puertas, tres a cada lado. Las puertas llevará n los nombres de las doce
tribus de Israel, las puertas del norte llevará n los nombres de Rubén, Judá y
Leví; las puertas orientales llevan el nombre de José, Benjamín y Dan; las
puertas del sur llevan el nombre de Simeó n, Isacar y Zabuló n; y las puertas
occidentales que llevan el nombre de Gad, Aser y Neftalí (48:30–34).
Notablemente diferente del estado actual de Jerusalén será el hecho de que
Jerusalén tendrá en el milenio la gloriosa presencia de Dios (v. 35). El regreso
de la gloria visible de Dios a la ciudad indica la bendició n de Dios sobre Israel y
Jerusalén en el estado milenario. La Jerusalén milenaria es mucho má s pequeñ a
que la Nueva Jerusalén en la tierra nueva que será la ciudad eterna (Ap. 21:15-
17).
Aunque se han hecho muchos intentos de simbolizar las profecías de
Ezequiel como si fueran pasadas o presentes, obviamente, la interpretació n má s
simple y mejor de acuerdo con la forma en que se presentó la profecía es
tomarla en su forma literal como una profecía de eventos futuros.
7

PROFECÍA EN DANIEL

INTRODUCCIÓ N AL LIBRO DE DANIEL


Entre los libros bíblicos proféticos, Daniel tiene un lugar especial que lo
distingue como una contribució n ú nica y distintiva. Escrito por Daniel, un judío
cautivo llevado de Jerusalén a Babilonia en el 605 a. C., el libro registra no solo
las iluminadoras experiencias del mismo Daniel, sino también las notables
profecías que Dios le dio que proporcionan una cronología tanto para los
tiempos de los gentiles como para el futuro de Israel hasta la segunda venida de
Cristo. Daniel vivió má s de los setenta añ os de cautiverio y todavía era un
personaje destacado en el 536 a. C. en el tercer añ o de Ciro el persa. Aunque no
se registró la muerte de Daniel, probablemente vivió alrededor del 530 a. C., lo
que le dio suficiente tiempo para completar la escritura del libro de Daniel.
Aunque algunos han atacado el libro de Daniel como si no fuera una
Escritura genuina, está claro que el libro en sí mismo afirma ser un proyecto de
Daniel, como se lo menciona en primera persona en numerosos pasajes de la
segunda mitad del libro (7:2, 15, 28; 8:1, 15, 27; 9:2, 22; 10:2, 7, 11-12;
12:5). Daniel también se menciona en Ezequiel (14:14, 20; 28:3), lo cual sería
bastante natural ya que Ezequiel era un contemporá neo de Daniel, quien, como
funcionario principal del Imperio babiló nico, sin duda, sería conocido por
Ezequiel.
La autenticidad del libro de Daniel no fue cuestionada desde el momento
de su escritura, antes del 530 a. C., hasta el siglo III de la era cristiana, o
alrededor de ochocientos añ os. Un escritor pagano y ateo llamado Porfirio
(siglo III d.C.) planteó la cuestió n de si el libro de Daniel era una profecía bíblica
genuina sobre la premisa de que la profecía del futuro es imposible. Porfirio
descubrió que el libro de Daniel era tan preciso al describir eventos futuros que
debió haber sido escrito después del evento. Avanzó la teoría de que el libro era
una falsificació n, escrito en el período macabeo alrededor del 175 a. C. Su
ataque al libro de Daniel despertó oposició n inmediata y má s tarde hizo que
Jeró nimo (347-420 d. C.) escribiera su propio comentario sobre Daniel en el
que respondía a Porfirio en detalle.
Durante otros 1.300 añ os, los cristianos y judíos ortodoxos consideraron a
Daniel como un libro genuino hasta que surgió el liberalismo moderno en el
siglo
XVII. Los críticos de la Biblia como la Palabra inspirada de Dios recogieron la
idea de Porfirio e intentaron probar que Daniel no era un libro genuino
de la
Biblia. Sus objeciones han sido respondidas por completo por muchos
estudiosos conservadores. El descubrimiento de un libro de Daniel en los Rollos
del Mar Muerto (ca. 100 a.C.), sobre la base de premisas mantenidas por los
mismos liberales, demostró que era imposible que el libro hubiera sido escrito
en el siglo II a.C., y que claramente fue escrito muchos añ os antes. Tanto los
eruditos judíos como los cristianos han atestiguado el cará cter genuino del
libro de Daniel, y la prueba incluye el reconocimiento de Cristo mismo de
“Daniel el profeta” (Mateo 24:15).
Daniel se encuentra en la Biblia hebrea en lo que se conoce como "Los
escritos" en lugar de "La profecía". Esto se ha explicado por el hecho de que
Daniel era profesionalmente un funcionario del gobierno en lugar de un profeta
y porque su libro era muy diferente en comparació n con otros escritos
proféticos. Sin embargo, el cará cter profético se reconoce en la Septuaginta y la
Vulgata, y Lutero clasificó a Daniel como uno de los profetas mayores. Al
principio de la historia de la iglesia, Josefo puso a Daniel con los otros libros
proféticos del Antiguo Testamento.
El libro de Daniel a menudo se clasifica como apocalíptico del
griego apokalypsis (que significa “descubrir, desvelar”) porque muchas de sus
profecías fueron reveladas en forma simbó lica. Sin embargo, el mismo libro de
Daniel generalmente explica los símbolos y les da un significado claro. Otros
libros apocalípticos como Ezequiel y Zacarías toman su lugar junto con el libro
de Apocalipsis en el Nuevo Testamento.
El libro de Daniel, a diferencia de la mayoría de los libros del Antiguo
Testamento, fue escrito en dos idiomas, comenzando con hebreo y luego
cambiando a arameo, comenzando en 2:4 y terminando en 7:28. Como el
arameo era el idioma está ndar de Babilonia, era natural que esta parte del libro
que trata sobre los gentiles se escribiera en el idioma que se usaba actualmente
entre los gentiles en la época de Daniel.
El libro de Daniel se ha dividido a menudo en la primera secció n, Daniel 1–
6 como principalmente historia, aunque incluía revelació n profética, y Daniel
7– 12 como profético porque en estos capítulos Daniel registró visiones que él
mismo tuvo. Otro enfoque ha sido reconocer el capítulo 1 como antecedentes
personales de Daniel, capítulos 2-7 tratan de los tiempos de los gentiles, y los
capítulos 8-12 tratan de la historia de los gentiles en lo que respecta a Israel.
El libro de Daniel, má s que cualquier otro libro del Antiguo Testamento,
revela profecías muy específicas sobre el futuro, tan específicas que aquellos
que creían que la profecía del futuro era imposible se han visto obligados a
tratar de poner el registro de Daniel después del evento. Sin embargo, incluso
un Daniel del siglo II no pudo explicar algunas profecías que aú n no se han
cumplido. Una
ilustració n sobresaliente de profecía detallada es Daniel 11:1–35, que contiene
má s de cien profecías específicas, todas las cuales se han cumplido.
Debido a que muchas de las profecías de Daniel ya se han cumplido
literalmente, da una base sustancial para la fe de que las profecías que aú n no
se han cumplido tendrá n el mismo cumplimiento literal en el tiempo de Dios.
En consecuencia, el libro de Daniel no solo es importante como clave para
comprender el pasado en el control soberano de Dios de la historia gentil y
judía, sino que también brinda una perspectiva sobre el futuro y, en particular,
ayuda a los lectores a comprender el simbolismo en el libro de Revelació n.
En la mayoría de los aspectos, Daniel dio el cuadro má s completo y
detallado de los tiempos de los gentiles de cualquier libro de la Biblia, así como
la historia futura de Israel desde el tiempo de Daniel hasta la segunda venida de
Cristo. En consecuencia, el libro de Daniel es la clave para la interpretació n
profética, y la comprensió n adecuada de su revelació n ayudaría mucho en la
interpretació n de otras porciones proféticas.

PROFECÍA DE LOS TIEMPOS DE LOS GENTILES EN


DANIEL
Daniel 1:1–21. El libro de Daniel comienza con la explicació n de có mo Daniel y
sus compañ eros fueron llevados a Babilonia para ser educados en la religió n y
la historia de Babilonia a fin de convertirse en siervos del rey. Aunque Daniel 1
no es profético en sí mismo, justifica la afirmació n de que Daniel era un profeta,
y su interpretació n de la visió n profética de Nabucodonosor forma la base para
una profecía posterior y má s detallada sobre los tiempos de los gentiles. El
hecho de que Daniel resistió la prueba de obedecer la ley de Israel en lugar de
ceder a las costumbres dietéticas de los babilonios hizo posible que Dios lo
usara como un instrumento puro a través del cual É l podía revelar Su verdad.
Daniel y sus tres compañ eros se destacaron como aquellos que fueron fieles a
Dios cuando otros judíos cautivos sin duda se comprometieron, otros cuyos
nombres se perdieron en la historia.

La imagen profética de Nabucodonosor


Daniel 2:1–16. El rey Nabucodonosor tuvo una serie de sueñ os que lo
perturbaron profundamente y no pudo dormir (v. 1). Aunque puede que no
haya sido durante una hora en que la corte estaba en sesió n, requirió que sus
magos, encantadores, hechiceros y astró logos se presentaran ante él para
interpretar el sueñ o (v. 2). Cuando estuvieron reunidos, preguntaron al rey
sobre el contenido del sueñ o (v. 4). Sin embargo, les informó que no les iba a
contar el sueñ o, y que, si no le contaban el sueñ o y su interpretació n, serían
cortados en pedazos y sus
casas destruidas (v. 5). Esta no era una amenaza vana, ya que los antiguos
monarcas eran conocidos por sus castigos crueles e inusuales.
Los eruditos está n divididos en cuanto a si Nabucodonosor retuvo
intencionalmente el conocimiento del sueñ o o no recordó el sueñ o lo
suficientemente bien como para comunicá rselo a sus consejeros. Existía la
posibilidad de que Nabucodonosor, un joven gobernante, que había heredado
estos consejeros de su padre, estuviera algo impaciente con sus afirmaciones de
poderes y conocimientos sobrenaturales y quisiera probarlos.
Aunque los consejeros suplicaron al rey que les informara sobre el sueñ o
(v. 7), el rey reafirmó que, si no le contaban el sueñ o y su interpretació n, se
impondría la pena (vv. 8–9). Cuando los astró logos protestaron diciendo que se
trataba de una petició n que ningú n rey había exigido jamá s a sus sú bditos (vv.
10-11), el rey se enojó tanto que ordenó su ejecució n inmediata. Daniel y sus
tres compañ eros, aunque clasificados como sabios, aparentemente no estaban
en la compañ ía, pero fueron buscados para ejecutarlos junto con los demá s (v.
13).
Cuando el comandante de la guardia del rey, Arioc, informó a Daniel del
decreto, “Daniel fue al rey y le pidió tiempo para interpretarle el sueñ o” (v.
16). Aparentemente, Nabucodonosor se había calmado, y la idea de que este
joven sirviente, que aú n no tenía veinte añ os de edad, pudiera interpretar el
sueñ o, sin duda lo intrigó y apartó a Daniel de los aduladores consejeros con
quienes el rey había tratado primero.
Daniel 2:17-18. Daniel compartió su problema con sus tres compañ eros,
Hananías, Misael y Azarías (v. 17), y juntos se dirigieron al Señ or en oració n
para que les revelara el secreto.
Daniel 2:19-23. A Daniel le fue revelado el secreto en una visió n nocturna (v.
19) e inmediatamente alabó al Señ or con una notable expresió n poética.
IMPERIOS MUNDIALES DE LA BIBLIA
EN LA HISTORIA DE ISRAEL

Daniel 2:20-23. La alabanza de Daniel al Señ or reveló su madurez


espiritual, una cuidadosa elecció n de palabras y un reconocimiento apropiado
de la sabiduría y el poder de Dios y Su misericordia al revelarle a Daniel el
secreto del sueñ o.
Daniel 2:24. Daniel le informó a Arioc que interpretaría el sueñ o, y Arioc
inmediatamente, con la esperanza de ganarse el favor del rey, fue a
Nabucodonosor y le dijo: "He encontrado a un hombre entre los exiliados de
Judá que puede decirle al rey lo que significa su sueñ o". (v. 25).
Daniel 2:25-28. Habiendo recibido audiencia inmediata con
Nabucodonosor, Daniel, en su respuesta a la pregunta del rey, tuvo cuidado de
atribuir la revelació n a Dios en lugar de a cualquier inteligencia humana. Le dijo
a Nabucodonosor: “Ningú n sabio, encantador, mago o adivino puede explicarle
al rey el misterio por el que ha preguntado, pero hay un Dios en el cielo que
revela los misterios. Le ha mostrado al rey Nabucodonosor lo que sucederá en
los días venideros. Tu sueñ o y las visiones que pasaron por tu mente mientras
estabas acostado en tu cama son estos” (vv. 27-28).
Daniel 2:29–35. Daniel describió la visió n y dijo que era como “una estatua
grande, una estatua enorme, deslumbrante, de apariencia asombrosa” (v. 31).
La estatua en la visió n aparentemente era má s grande que la estatura normal
de un hombre, y la estatua estaba cerca del lecho de Nabucodonosor en una
situació n que haría que Nabucodonosor respondiera con miedo. Daniel explicó
ademá s que la cabeza de la estatua era de oro puro y que la parte superior del
cuerpo era
de plata. Ademá s, describió la parte inferior del cuerpo y los muslos como
hechos de bronce (v. 32). Las piernas eran de hierro y los pies eran parte hierro
y parte arcilla (v. 33).
Daniel registró có mo en el sueñ o Nabucodonosor vio “una roca fue
cortada, pero no por manos humanas” y que “golpeó la estatua en sus pies de
hierro y barro y la rompió ” (v. 34). El resultado del impacto de la piedra sobre
la estatua fue que toda la estatua se partió en pedazos finos y quedó como paja
en la era (v. 35). Luego vio que la paja volaba y todos los escombros de la
estatua desaparecieron. Finalmente, Daniel registró que vio que “la roca que
pegó la estatua se convirtió en una montañ a enorme y llenó toda la tierra” (v.
35).
Sin duda, el relato de Daniel de los detalles de la visió n le recordó al rey el
sueñ o que tuvo o confirmó lo que recordaba. En cualquier caso, se asombró de
que Daniel le contara el sueñ o.
Daniel 2: 36–45. Habiendo contado el sueñ o, Daniel explicó su significado
(v. 36). É lle recordó a Nabucodonosor que él era un gran rey y que Dios le había
dado un gran dominio y gloria no solo sobre los hombres sino también sobre
las bestias (vs. 37-38). Le declaró a Nabucodonosor: “Tú eres la cabeza de oro”
(v. 38).
Daniel explicó que la parte superior del cuerpo representaba otro reino
que era inferior al reino de Babilonia (v. 39) y que sería seguido por un tercer
reino de bronce que gobernaría sobre toda la tierra (v. 39). Má s adelante en
Daniel, estos reinos se llaman Medo-Persia y Grecia (8:20-21).
Entonces Daniel definió el significado del cuarto reino representado por
las piernas de hierro y los pies parte de hierro y parte de cerá mica. Declaró :
“Finalmente, habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro, porque el hierro
rompe y destruye todo, y como el hierro rompe las cosas, aplastará y romperá a
todos los demá s” (2:40). Se da una explicació n separada de los pies y los dedos,
que eran en parte de arcilla cocida y en parte de hierro. Daniel dijo que
representaban el reino dividido (v. 41). Tendría la fuerza del hierro, pero la
debilidad de la cerá mica de barro (v. 42). Daniel explicó que la mezcla de barro
y hierro representaba la mezcla de personas que no estaban unidas (v. 43).
En la visió n quedó la explicació n de la roca que destruyó la imagen y luego
se convirtió en una montañ a. Daniel explicó esto: “En el tiempo de esos reyes, el
Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido, ni será dejado a
otro pueblo. Aplastará a todos esos reinos y los acabará , pero perdurará para
siempre. Este es el significado de la visió n de la roca excavada en una montañ a,
pero no por manos humanas, una roca que rompió en pedazos el hierro, el
bronce, el barro, la plata y el oro” (vv. 44-45). El reino representado por la roca
es el reino que Cristo inaugurará en su segunda venida. Destruirá todos los
reinos anteriores.
Daniel resumió toda la visió n como Dios mostrando al rey lo que sucederá
en el futuro (v. 45).
Esta revelació n profética deja en claro que el reino de los cielos no es un
reino espiritual, que por procesos espirituales conquistará gradualmente la
tierra, sino má s bien un juicio catastró fico repentino del cielo que destruirá los
reinos políticos de los gentiles. Esto allanará el camino para un reino milenial
político que comenzará con la segunda venida de Cristo. La revelació n no
respalda ni el punto de vista amilenial de que el reino es un reino espiritual
ahora en la tierra ni el punto de vista postmilenial de que el reino ganará
gradualmente control sobre la tierra espiritualmente en mil añ os o má s. La
destrucció n de las potencias mundiales gentiles es un evento, no un proceso, y
Cristo lo cumplirá en la segunda venida.
Daniel 2:46–49. La interpretació n del sueñ o dejó a Nabucodonosor
abrumado, y “se postró ante Daniel, le rindió honores y ordenó que le
presentaran una ofrenda e incienso” (v. 46). Su reacció n a la revelació n de
Daniel fue profunda. Le dijo a Daniel: “Ciertamente tu Dios es Dios de dioses,
Señ or de reyes y revelador de misterios, porque tú pudiste revelar este
misterio” (v. 47). Si Nabucodonosor estaba buscando la verdad acerca del Dios
del cielo, se le había dado una presentació n dramá tica.
Como resultado de la interpretació n de Daniel del sueñ o, a pesar de que
probablemente todavía era un adolescente y se acercaba o acababa de terminar
su período educativo con Nabucodonosor, se le dio el alto rango de "gobernante
de toda la provincia de Babilonia" y fue puesto "a cargo de todos sus sabios" (v.
48). Esto fue especialmente notable porque Daniel era judío, extranjero, no
babiló nico.
Daniel no ignoraba la parte que Hananías, Misael y Azarías tuvieron en la
oració n que condujo a la revelació n del sueñ o y pidió que fueran nombrados
sobre la provincia de Babilonia; y el mismo Daniel permaneció en la corte del
rey (v. 49). En un breve día, Daniel, habiendo interpretado el sueñ o de
Nabucodonosor, fue elevado de la posició n de un esclavo humilde entre cientos
de otros a un lugar ú nico donde él, aunque era judío, fue puesto a cargo de
"toda la provincia de Babilonia" y “Encargado de todos sus sabios” (v. 48). Hasta
este momento no se había dado ninguna profecía completa sobre los tiempos
de los gentiles, que comenzó con Nabucodonosor y terminará con la segunda
venida de Cristo. Daniel continuó sirviendo al rey como administrador ejecutivo
hasta la muerte de Nabucodonosor en 562 a. C.

La imagen dorada de Nabucodonosor


Daniel 3:1–30. En respuesta a la revelació n en Daniel 2 de que
Nabucodonosor sería la cabeza de oro, Nabucodonosor ordenó la construcció n
de una imagen enteramente de oro. Sin duda, esto sirvió para reflejar su
pensamiento de que no quería que nadie lo sucediera.
Estrictamente hablando, Daniel 3 no es una profecía, ya que no anticipa un
futuro específico, pero los eventos del capítulo hasta cierto punto apoyan la
idea general de que Dios restaura y salva a su pueblo.
Como se registra en Daniel 3, Nabucodonosor colocó una imagen cerca de
Babilonia que estaba revestida de oro, de noventa pies de altura. La imagen en
sí probablemente se construyó sobre una plataforma que elevó su altura. Al
sonido de la trompeta, se ordenó a todos que se inclinaran ante la imagen (vv.
4-6). En la religió n babiló nica, el poder del emperador era parte de su
adoració n a los dioses babiló nicos, y los dos conceptos estaban entrelazados.
Mientras toda la multitud se inclinaba al sonido de la mú sica, los tres
compañ eros de Daniel, cuyos nombres babiló nicos eran Sadrac, Mesac y
Abednego, se mantuvieron erguidos y no se postraron ante la imagen. Los
seguidores del rey notaron esto y se lo informaron a Nabucodonosor.
Enfurecido, Nabucodonosor llevó a los hombres ante él, les recordó la
orden y les dijo que, si no se inclinaban, los arrojarían inmediatamente al horno
ardiente (vv. 13-15).
Sadrac, Mesac y Abednego, sin embargo, le dijeron al rey que no podían
hacer esto porque servían al Dios verdadero. Y le dijeron al rey que su Dios
podía rescatarlos, pero, aunque no lo hiciera, no se inclinarían ante la imagen
(vv. 16- 18).
Nabucodonosor ordenó que el horno se calentara siete veces má s de lo
normal e hizo que los tres hombres fueran atados con una cuerda y arrojados al
fuego con la ropa puesta.
Mientras Nabucodonosor miraba, se asombró al ver a cuatro hombres
caminando en el fuego, sueltos e ilesos, y dijo que el cuarto "parece un hijo de
los dioses" (v. 25). La cuarta figura pudo haber sido Cristo como el á ngel de
Yahweh o un á ngel. Al acercarse al horno, Nabucodonosor les pidió a los
hombres que salieran. Entonces vio que las llamas no les habían hecho dañ o,
que sus cabellos no estaban chamuscados, sus ropas no estaban chamuscadas y
no había ni siquiera un olor a fuego en ellos (vs. 26-27). Su maravillosa
liberació n impulsó a Nabucodonosor a emitir un decreto por el que todo el que
dijera algo contra el Dios de Israel sería cortado en pedazos. Sadrac, Mesac y
Abednego ascendieron a sus puestos en la provincia de Babilonia.
Aunque el capítulo es completamente histó rico, hasta cierto punto anticipa
la restauració n final de Israel a pesar de la ira del mundo gentil en la gran
tribulació n en el momento de la segunda venida de Cristo. También fue un
capítulo importante en el progreso de Nabucodonosor en la comprensió n del
poder y la gloria del Dios de Israel.
El sueño de Nabucodonosor del gran árbol
Aunque Daniel 4 es en gran parte un registro histó rico de lo que le sucedió
a Nabucodonosor, también contiene una profecía en su cumplimiento
relacionada con Nabucodonosor. El capítulo es má s inusual porque tiene la
forma de un decreto del rey que circuló por todo el imperio. Es posible que
Daniel participó en la elaboració n del documento en nombre de
Nabucodonosor.
Daniel 4:1-3. La apertura de Daniel 4 es un saludo reconociendo la
grandeza de Dios, Sus maravillosas señ ales y prodigios, y que É l es un Dios
eterno.
Daniel 4:4–8. Como en Daniel 2, Nabucodonosor tuvo un sueñ o y lo que vio
lo aterrorizó . Como en el capítulo 2, llamó a los magos, encantadores,
astró logos y adivinos, pero no pudieron interpretar el sueñ o, a pesar de que les
contó lo que había visto. Como ú ltimo recurso, Nabucodonosor llamó a Daniel
debido a su experiencia previa en que interpretara el sueñ o de Daniel 2
muchos añ os antes.
Daniel 4:9-18. Como se registra en Daniel 4, Nabucodonosor en su sueñ o
vio un gran á rbol de enorme altura y tamañ o que era visible para toda la
tierra. Daba hermosos frutos y hermosas hojas. Las bestias encontraron refugio
debajo de él, y las aves del cielo vivían en sus ramas (vv. 9-12).
Sin embargo, cuando Nabucodonosor vio el á rbol, escuchó a “un mensajero
santo” que venía del cielo y llamaba a gran voz para cortar el á rbol, cortar sus
ramas y esparcir a los que estaban siendo amparados por él (vv. 13 –14). Sin
embargo, se dio la instrucció n de que el muñ ó n se atara con hierro y bronce (v.
15).
El mensajero del cielo también dijo que Nabucodonosor debería vivir entre
los animales y recibir la mente de un animal y ser empapado con el rocío del
cielo hasta que “pasen para él siete tiempos” (v. 16). Nabucodonosor informó
que se le dijo que el cumplimiento de su sueñ o dejaría en claro que Dios era el
Dios Altísimo y capaz de poner sobre reinos “al má s humilde de los hombres”
(v. 17). Mientras le recitaba el sueñ o a Daniel, le pidió a Daniel que lo
interpretara.
Daniel 4:19-23. Sin embargo, Daniel se mostró reacio a interpretar el sueñ o
porque se dio cuenta de que iba a ser una catá strofe para Nabucodonosor.
Daniel resumió la imagen y luego procedió a la interpretació n.
Daniel 4:24-27. Daniel le informó al rey que la visió n significaba que el rey
se volvería loco; sería expulsado de su palacio, viviría como un animal salvaje,
comería hierba y actuaría como el ganado del campo (vv. 24-25). La longituddel
juicio serían siete veces, es decir, siete añ os. Daniel interpretó que el hecho de
que el muñ ó n tuviera una banda era revelador de que finalmente sería
restaurado a su reino. Sobre la base de esta profecía, Daniel le suplicó al rey:
“Por tanto, oh rey, siéntete complacido en aceptar mi consejo: Renuncia a tus
pecados haciendo lo correcto, y a tu maldad siendo bondadoso con los
oprimidos. Puede ser que entonces tu prosperidad continú e” (v. 27).
Daniel 4:28–32. Como había indicado la visió n, doce meses después,
mientras Nabucodonosor caminaba sobre el techo de su palacio real en
Babilonia, se dijo a sí mismo: “¿No es esta la gran Babilonia que he edificado
como residencia real, con mi gran poder y para la gloria de mi majestad?
(v. 30). Mientras Nabucodonosor decía estas palabras, escuchó una voz del cielo
que indicaba que había llegado el momento de cumplir la profecía de la visió n.
Daniel 4:33. Nabucodonosor, segú n el decreto, fue expulsado y comió pasto
como ganado. Vivía al aire libre con el cuerpo empapado de rocío. Se le permitió
crecer el cabello y sus uñ as se volvieron como “garras de pá jaro” (v. 33). Su rara
enfermedad ha sido identificada como insania zoanthropica o boantropía, en la
que un individuo se ve a sí mismo como un buey.
Daniel 4:34–35. Al final de los siete añ os, la cordura de Nabucodonosor fue
restaurada y expresó en el decreto su alabanza a Dios, declarando que el
dominio de Dios era eterno, que todas las personas estaban bajo Su autoridad,
que É l podía hacer lo que quisiera y nadie podía decirlo. É l para retener Su
mano (vv. 34–35).
Daniel 4:36–37. Después de su restauració n de la cordura, fue
inmediatamente devuelto a su antigua gloria como rey del imperio. Es probable
que Daniel fuera fundamental para mantener el reino durante los siete añ os de
la locura del rey y también para asegurar a la corte del rey que cuando llegara al
final del período sería restaurado. Normalmente, si algo así hubiera sucedido,
sus enemigos habrían conspirado y matado al rey. Nabucodonosor cerró su
decreto con esta declaració n: “Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y
glorifico al Rey del cielo, porque todo lo que É l hace es recto y todos Sus
caminos son justos. Y al que anda con soberbia, puede humillarlo” (v. 37). Este
capítulo deja en claro que el poder de los gentiles está sujeto a la voluntad de
Dios y eventualmente será destruido.
Sobre la base de esta experiencia, se ha planteado la cuestió n de si
Nabucodonosor alguna vez puso fe en el Dios de Israel. Aunque las opiniones
varían, parece haber tenido una conciencia creciente de que el Dios de Daniel
era el Dios verdadero, como se ilustra en la revelació n de los cuatro reinos de la
imagen en Daniel 2, su experiencia con los compañ eros de Daniel en Daniel 3, y
ahora esta experiencia personal donde Dios le dejó en claro a Nabucodonosor
que todo su poder y grandeza estaba sujeto al otorgamiento de Dios. Puede ser
que, en respuesta a la oració n de Daniel durante muchos añ os, Nabucodonosor
puso su fe en el Dios de Daniel.

La fiesta de Belsasar y la caída de Babilonia


Cuando Nabucodonosor murió en el 562 a. C., su hijo Evil-Merodach lo
sucedió . Resultó ser un líder pobre y fue asesinado por Neriglisar después de
haber reinado dos añ os. Neriglisar ocupó el trono durante cuatro añ os, cuando
murió y fue sucedido por su hijo Lavorosoarchod, que era solo un niñ o. Ocupó
el trono durante só lo nueve meses hasta que fue asesinado a golpes por un
grupo de conspiradores que hicieron rey a Nabonido. Nabonido reinó desde el
556 a. C. hasta el 539 a. C., cuando Babilonia fue conquistada por los
medopersas. Belsasar, quien fue nombrado rey de Babilonia en Daniel 5, fue
nombrado por Nabonido después de haber reinado durante tres añ os; y
Belsasar asumió esta posició n de corregente en el 553 a. C. y gobernó
principalmente la ciudad de Babilonia porque Nabonido vivía en otro lugar.
Los eruditos liberales habían atacado durante mucho tiempo la
historicidad de Belsasar porque su nombre no había sido descubierto en
ninguna historia secular. Sin embargo, con el descubrimiento del Cilindro de
Nabonido, en el que se menciona a Belsasar, los liberales ya no pueden atacar la
historicidad de Belsasar, a pesar de que fueron lentos en reconocer su error
anterior.
El comienzo del servicio de Belsasar como corregente con Nabonido en el
553 a. C. se volvió importante porque fue en ese añ o que Daniel tuvo la primera
de sus cuatro visiones en Daniel 7. En realidad, Daniel 7 y Daniel 8 ocurren en el
período de tiempo entre Daniel 4 y Daniel. Daniel 5 y está n fuera de orden
cronoló gico, posiblemente porque Daniel deseaba dar el capítulo final de la
historia sobre Babilonia y el incidente resultante de sí mismo en el foso de los
leones antes de pasar al aná lisis profético de los cuatro imperios en el capítulo
7 con informació n adicional en el capítulo. 8.
Quizá s lo má s importante fue el hecho de que Daniel había recibido la
revelació n de los capítulos 7 y 8 antes de asistir al banquete de Belsasar. La
revelació n de Daniel 7–8 reforzó la informació n anterior dada en Daniel 2
cuando Daniel profetizó la caída de Babilonia. El mensaje en la pared que Daniel
iba a interpretar apoyaba la opinió n de Daniel de que esta era la noche del
destino cuando Babilonia caería.
La situació n que enfrentó el rey Belsasar en el momento del banquete fue
que los medos y los persas ya habían conquistado todo el imperio de Babilonia
excepto la ciudad de Babilonia misma. Babilonia fue construida para resistir un
asedio de veinte añ os, y segú n el relato de Herodoto, era una ciudad tremenda
de catorce millas cuadradas, los muros exteriores de la ciudad tenían 87 pies de
espesor y 350 pies de alto con 100 grandes puertas de bronce en los muros.
. También había un sistema de muros interiores y exteriores con un foso de
agua entre ellos, lo que hacía que la ciudad fuera aú n má s segura. El muro era
tan fuerte y ancho que los carros podían desfilar encima de él de cuatro
en fila. Herodoto también imaginó cientos de torres que alcanzaban 30 metros
de altura por encima del muro.
La mayoría de los eruditos contemporá neos creen, sin embargo, que
Herodoto exageró enormemente el tamañ o de la ciudad, y la arqueología parece
confirmar que era mucho má s pequeñ a de lo que afirmaba Herodoto. En
realidad, puede haber sido aproximadamente un tercio del tamañ o de la
descripció n de Herodoto.
Uno de los hechos importantes, sin embargo, fue que el río É ufrates fluía
por el centro de la ciudad en una direcció n general de norte a sur, el agua
pasaba por debajo de los muros exteriores y la propia orilla del río con
muros a cada lado. Incluso con las dimensiones reducidas, Babilonia seguía
siendo la ciudad má s grande del mundo antiguo, con muchos edificios altos,
algunos tan altos como el Templo de Bel, de ocho pisos de altura. El palacio del
rey, que ha sido excavado, corresponde a lo que registra la Escritura. El río fue
atravesado tanto por un puente como por un tú nel. En los ú ltimos añ os se han
realizado esfuerzos para restaurar algunos de los edificios, incluido el palacio
del rey, en aras del turismo. Miles de visitantes vienen a Babylon cada añ o.
Debido a que se han encontrado má s de diez mil tablillas de arcilla e
inscripciones que recitan varios aspectos de la historia de Babilonia, se sabe
mucho sobre la ciudad. Debido a la gran construcció n y el sistema de murallas
de Babilonia, Belsasar y sus compañ eros gobernantes en Babilonia se sintieron
seguros, a pesar de que la ciudad había estado rodeada por algú n tiempo.
Sin embargo, había motivos de alarma. Nabonido ya había sido capturado y
el hecho de que la ciudad estuviera rodeada no hablaba bien de su historia
futura. El banquete fue diseñ ado para tranquilizar a los líderes y al pueblo de
Babilonia sobre la superioridad de su dios Bel y la certeza de su victoria sobre
sus enemigos.
Daniel 5:1–4. Los primeros versículos de Daniel 5 revelan que mil nobles
babiló nicos se habían reunido para esta gran fiesta, probablemente reunidos en
el saló n del trono mismo, que los arqueó logos creen haber identificado en la
Babilonia contemporá nea. Era una típica orgía donde muchos bebían vino hasta
emborracharse. No solo nobles sino tambiénsus esposas y concubinas bebían
con ellos (vv. 1-2). Debido a su deseo de atribuir su futura victoria a su dios Bel,
Belsasar dio ó rdenes de traer las copas de oro y plata tomadas del templo en
Jerusalén y usarlas para beber a su dios. Este fue un acto especial de blasfemia
contra el Dios verdadero. Esta fue probablemente la primera vez que se usaron
de esa manera. Las Escrituras registran: “Mientras bebían el vino, alabaron a los
dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra” (v. 4).
Daniel 5:5–6. En la sala de banquetes llena de humo, iluminada só lo por
antorchas y resonando con el ruido del banquete, sucedió algo que casi de
inmediato acalló las conversaciones y la juerga. Como lo registró Daniel: “De
repente aparecieron los dedos de una mano humana y escribieron en el yeso de
la pared, cerca del candelabro del palacio real. El rey observó la mano mientras
escribía. Su rostro se puso pá lido y estaba tan asustado que sus rodillas
chocaron y sus piernas cedieron” (vv. 5-6). Obviamente, este era un mensaje de
Dios porque, aunque la mano estaba escribiendo en la pared enlucida, no había
ningú n brazo o cuerpo conectado a ella. Sin duda, pasaron por la mente de
Belsasar algunas de las hazañ as sobrenaturales atribuidas a Daniel y sus tres
compañ eros, como se describe en los capítulos 2 y 3, y también la experiencia
de Nabucodonosor como se registra en Daniel 4.
Daniel 5:7-8. Tal como lo había hecho Nabucodonosor en los capítulos 2 y
4, Belsasar “llamó a encantadores, astró logos y adivinos” con el fin de que ellos
interpretaran la escritura. É l prometió : “Cualquiera que lea este escrito y me
diga lo que significa, se vestirá de pú rpura y se le colocará una cadena de oro
alrededor del cuello, y será el tercer gobernante má s alto del reino” (5:7). Como
Nabonido era el gobernante nú mero uno y Belsasar el nú mero dos, estaba
ofreciendo lo má ximo que podía al convertirse en el intérprete nú mero tres en
el reino de Babilonia.
Sin embargo, cuando llegaron los magos, no pudieron interpretar la
escritura má s de lo que pudieron los sueñ os de Daniel 2 o Daniel 4. Esto dejó a
Belsasar aú n má s presa del pá nico, su rostro se puso má s pá lido y sus nobles no
sabían nada. qué decir (5:8).
Daniel 5:10-12. Daniel registró que la reina, al enterarse del problema,
entró en el saló n de banquetes. Los eruditos no está n seguros de quién fue. Ella
podría haber sido la esposa sobreviviente de Nabucodonosor; ella podría haber
sido la esposa de Nabonido; ella podría haber sido hija de Nabucodonosor; o
podría haber sido la esposa de Belsasar, fuera o no hija de Nabucodonosor. En
efecto, le dijo a Belsasar: “Tranquilízate; hay una solució n a tu problema ".
Danielregistró : “La reina, al oír la voz del rey y sus nobles, entró en el saló n del
banquete, '¡Oh rey, vive para siempre!' ella dijo. ¡No se alarme! ¡No te pongas
tan pá lido! Hay un hombre en tu reino que tiene el espíritu de los dioses santos
en él. En la época de tu padre, se descubrió que tenía una visió n, una
inteligencia y una sabiduría como las de los dioses. El rey Nabucodonosor tu
padre, tu padre el rey, digo, lo nombró jefe de los magos, encantadores,
astró logos y adivinos. Se descubrió que este hombre, Daniel, a quien el rey
llamaba Beltsasar, tenía una mente aguda, conocimiento y comprensió n, y
también la capacidad de interpretar sueñ os, explicar acertijos y resolver
problemas difíciles. Llama a Daniel, y él te dirá lo que significa la escritura'” (vv.
10-12).
La referencia a Nabucodonosor, el padre de Belsasar, se puede explicar
porque pudo haber sido su abuelo, en cuyo caso Belsasar era su nieto, o
posiblemente podría usarse simplemente en el sentido sucesor de uno que
sucedió a Nabucodonosor. En cualquier caso, se dirigió a Belsasar para
recordarle que había alguien en el reino que podía interpretar la escritura. El
hecho de que a la reina se le permitiera entrar y hablar con tanta libertad era
una característica del mundo antiguo, que honraba especialmente a los padres
(É xodo 20:12; 1 Reyes 2:13-20; 2 Reyes 24:12-15).
Daniel 5:13-16. Cuando llevaron a Daniel ante el rey, el rey le informó que
él entendía que Daniel podía interpretar sueñ os y, por lo tanto, podría leer la
escritura en la pared. Belsasar prometió : "Si puedes leer este escrito y decirme
lo que significa, te vestirá n de pú rpura y te pondrá n un collar de oro alrededor
del cuello, y será s el tercer gobernante má s alto del reino" (v. 16).
La apariencia de Daniel, un hombre venerable de posiblemente ochenta
añ os de edad, contrastaba con la de los nobles borrachos que con sus esposas y
concubinas ocupaban el saló n de banquetes. Era como si Dios estuviera allí para
desafiar su maldad.
Daniel 5:17-21. Daniel rechazó cualquier interés en los dones o puestos que
se le ofrecían y le aseguró a Belsasar que leería el escrito.
Daniel le recordó a Belsasar: “El Dios Altísimo le dio a tu padre
Nabucodonosor soberanía, grandeza, gloria y esplendor” (v. 18). Daniel señ aló
que Nabucodonosor era un gobernante absoluto que ascendería o degradaría
como quisiera. Sin embargo, como Belsasar ya sabía, Nabucodonosor tuvo su
período de locura cuando actuó como una de las bestias (vv. 19-21). Só lo
cuando Nabucodonosor "reconoció que el Dios Altísimo es soberano sobre los
reinos de los hombres y pone sobre ellos a quien É l desea" (v. 21), su cordura
fue restaurada.
Daniel 5:22-23. Daniel entonces le recordó a Belsasar que él sabía todas
estas cosas pero que no se humilló ante el Dios Altísimo. En cambio, Belsasar
había blasfemado contra Dios cuando tomó las copas del sagrado templo de
Israel y las usó en alabanza de sus propios dioses “de plata y oro, de bronce,
hierro, madera y piedra” (v. 23). Daniel le recordó que sus dioses no
escucharían ni entenderían. Pero el hecho importante era que Belsasar había
honrado a sus dioses babiló nicos en lugar del verdadero Dios.
Daniel 5:24-28. Daniel entonces interpretó : “Esta es la inscripció n que
estaba escrita: MENE, MENE, TEKEL, PARSIN” (v. 25).
Solo las consonantes de estas palabras aparecían en la pared, lo que hacía
aú n má s difícil discernir lo que se quería decir. La palabra mene significa
"contado": "Dios ha contado los días de tu reinado y lo ha acabado" (v. 26). La
repetició n de la primera palabra lo hizo aú n má s seguro.
La palabra tekel significa "pesado": "Has sido pesado en la balanza y te
hallaron falto" (v. 37). Peres, el singular de parsin, significa “dividido”: “Tu reino
está dividido y entregado a los medos y persas” (v. 28). La inscripció n
significaba que su reino había sido contado, pesado y dividido.
Daniel 5:29–31. De acuerdo con su promesa, Belsasar le puso una ropa de
color pú rpura alrededor de Daniel y una cadena de oro alrededor de su cuello y
lo proclamó como el tercer gobernante má s alto del reino. Todo esto, sin
embargo, estaba vacío, porque como lo registró Daniel, “esa misma noche
Belsasar, rey de los babilonios, fue asesinado, y Darío el Medo se apoderó del
reino, a la edad de sesenta y dos añ os” (v. 30).
El repentino fin del Imperio Babiló nico, que se produjo en esa fatídica
noche, es típico del fin del poder gentil en la segunda venida de Cristo. Aunque
la ciudad de Babilonia no fue destruida en 539 a. C. cuando el Imperio
Medopersa tomó el poder político, en la segunda venida de Cristo, incluso
Babilonia, la ciudad será repentinamente destruida (Apocalipsis 18). Esta
profecía y su cumplimiento proporcionan una prueba má s de que el
cumplimiento literal de la profecía es normal, como se ilustra en cientos de
casos en el Antiguo Testamento. La profecía de Daniel de un imperio que
seguiría a Babilonia se cumplió cuando los medos y persas conquistaron
Babilonia.

Daniel en el foso de los leones


Daniel 6:1–28. El relato familiar de que Daniel fue arrojado al foso de los
leones (Dan.6) no es una profecía en sí misma, sino que proporciona un
trasfondo importante para la historia del Señ or.tratos con Daniel. En los
capítulos siguientes, Daniel recibió cuatro visiones proféticas que agregan una
gran cantidad de detalles y confirmació n a la revelació n profética anterior.
Daniel 6 fue importante para dar testimonio de la fidelidad continua de
Daniel, a pesar de que fue probado hasta el extremo en este capítulo. Los
enemigos de Daniel, al planear su caída, habían obtenido de Darío un decreto de
que cualquiera que orara durante treinta días a Dios o al hombre, excepto al
mismo Darío, sería arrojado al foso de los leones. Los enemigos de Daniel
estaban seguros de que Daniel continuaría orando. Darío quedó fá cilmente
atrapado en esta situació n, ya que los medos y los persas creían que un decreto
una vez firmado no podía revertirse.
Daniel, sin embargo, continuó su vida de oració n, que había practicado tres
veces al día durante muchos añ os. Tenía sus ventanas abiertas hacia Jerusalén y
no se hizo ningú n intento por ocultar su continua devoció n a su Dios. Aunque
muy en contra de su deseo, Darío, cuando se enfrentó a la desobediencia de
Daniel, hizo que lo arrojaran al foso de los leones. Pero el mismo Darío,
mostrando su amor extremo por Daniel, esperaba que el Dios de Daniel lo
liberara.
A la mañ ana siguiente, cuando Daniel fue rescatado, Darío no tuvo reparos
en ordenar que los conspiradores, sus esposas y sus hijos fueran arrojados al
foso de los leones, donde tenían la intenció n de que mataran a Daniel. Daniel 6
cierra
con otro decreto, posiblemente escrito por el mismo Daniel, en el que el rey
ordenó que todos temieran y reverenciaran al Dios de Daniel.
En el decreto, Darío mostró un entendimiento notable de que Dios es
eterno y que Su reino y dominio nunca terminará n (v. 26). Atribuyó a Dios la
capacidad de realizar “señ ales y prodigios en los cielos y en la tierra” (v. 27). El
decreto concluyó con la declaració n: “Ha rescatado a Daniel del poder de los
leones” (v. 27).
Todo el capítulo es notable por varias razones. Daniel tenía entonces unos
ochenta añ os y había estado en la oscuridad durante algunos añ os desde la
muerte de Nabucodonosor veintitrés añ os antes. Daniel había salido de su
retiro en la fiesta de Belsasar. Ahora los persas reconocieron su genio en la
administració n y prosperó durante los añ os restantes de su vida. En medio de
una situació n política difícil y viviendo en una tierra que adoraba a otro dios,
Daniel continuó sin ser tocado por la inmoralidad y la idolatría de quienes lo
rodeaban y tuvo un testimonio entre todos los hombres de su fidelidad a su
Dios. Proféticamente, los eventos del capítulo hablan del rescate del remanente
piadoso de Israel en la segunda venida.

La visión de Daniel de la historia mundial futura


Daniel 7:1–7. La visió n de este capítulo ocurrió , segú n Daniel, “en el primer
añ o de Belsasar rey de Babilonia” (v. 1), probablemente el añ o 553 aC, o catorce
añ os antes de que los medos y los persas conquistaran Jerusalén. Esta visió n ya
había pasado cuando Belsasar celebró su fiesta en el capítulo 5.
Daniel registró haber tenido esta visió n de “los cuatro vientos del cielo
agitando el gran mar” (7:2). Las cuatro bestias, que se describen má s adelante,
salieron del mar (vv. 2-3).
La primera bestia fue comparada con un leó n que tiene alas de á guila (v.
4). Mientras Daniel miraba, las alas fueron arrancadas y el á guila fue levantada
varios pies del suelo, y “le fue entregado corazó n de hombre” (v. 4).
Daniel entonces tuvo una visió n de una segunda bestia descrita como
“como un oso. Estaba levantado sobre uno de sus lados y tenía tres costillas en
la boca entre los dientes. Se dijo: '¡Levá ntate y come hasta hartarse de carne!'”
(V. 5).
Se reveló una tercera bestia. Se parecía a un leopardo con cuatro alas,
como las que tendría un pá jaro, y cuatro cabezas. A esta bestia también "se le
dio autoridad para gobernar" (v. 6).
La cuarta bestia revelada a Daniel fue, con mucho, la má s importante y la
má s aterradora. Daniel lo describió como muy poderoso. “Tenía grandes
dientes de hierro; aplastó y devoró a sus víctimas y pisoteó lo que quedaba. Era
diferente de todas las bestias anteriores, y tenía diez cuernos” (v. 7).
Daniel 7:8-10. Mientras Daniel continuaba mirando, vio un undécimo
cuerno “un pequeñ o, que subía entre ellos; y tres de los primeros cuernos le
fueron arrancados de raíz. Este cuerno tenía ojos como los de un hombre y una
boca que hablaba con jactancia” (v. 8).
La visió n luego cambió de las cuatro bestias que emergen del gran mar a
una escena en el cielo. Daniel vio a uno descrito como "el Anciano de días" (v.
9). La ropa y el cabello de Aquel a quien vio eran blancos y Su trono "ardía en
llamas, y todas sus ruedas ardían" (v. 9). Ademá s, mientras miraba la escena,
“un río de fuego fluía, saliendo de delante de él. Le asistieron miles y miles; diez
mil veces diez mil estaban ante él. El atrio estaba sentado y los libros abiertos”
(v. 10).
Daniel 7:11-14. Daniel continuó observando la visió n del cielo hasta que vio
“la bestia fue inmolada y su cuerpo destruido y arrojado al fuego abrasador” (v.
11). Esto se refería a la cuarta bestia, o la ú ltima de las cuatro. Sin embargo,
también fue testigo de quelas primeras tres bestias “habían sido despojadas de
su autoridad, pero se les permitió vivir por un tiempo” (v. 12).
El clímax de la visió n fue cuando vio a “uno como un Hijo de hombre, que
venía con las nubes del cielo. Se acercó al Anciano de Días y fue conducido a su
presencia. Se le dio autoridad, gloria y poder soberano; todos los pueblos,
naciones y hombres de todos los idiomas lo adoraron. Su dominio es un
dominio eterno que nunca pasará , y su reino es uno que nunca será destruido”
(vv. 13- 14).
Si Daniel 7 hubiera cerrado con el versículo 14, basado en otras Escrituras,
casi se podría entender una parte de la visió n. Al igual que la imagen del
capítulo 2, las cuatro bestias representaban cuatro reinos (véase el cuadro de
los imperios mundiales en la Biblia en Dan. 2).
El primer reino con características de leó n y á guila representó a
Babilonia. Este reino tenía el esplendor real del imperio de Babilonia,
representado por el leó n, el rey de las bestias, y el á guila, el rey de las aves. El
corazó n de un hombre que se le dio se refería a las experiencias de
Nabucodonosor en Daniel 4 cuando fue humillado ante Dios.
El segundo reino representó al Imperio Medo-Persa, que conquistó
Babilonia en 539 aC (Dan. 5). Como un oso, tenía un gran poder, pero no las
características reales de Babilonia. El mayor poder de Persia en comparació n
con los medos se reveló en el oso que se levantaba a un lado. Las tres costillas
de su boca probablemente se referían a las tres provincias de Babilonia, Persia
y Media.
El tercer reino representó a Grecia, identificada en 8:21, y las rá pidas
conquistas de Alejandro el Grande, quien conquistó toda Asia occidental, fueron
el cumplimiento del leopardo. El leopardo es una bestia capaz de alcanzar una
gran velocidad como las conquistas de Alejandro. Los cuatro vientos también
representaron la velocidad de la conquista. Cuando Alejandro el Grande murió
en Babilonia en 323 a. C., su imperio se dividió entre sus cuatro generales,
representados por las cuatro cabezas y cuatro alas. Eran Lisímaco, que
gobernaba Tracia y Bitinia; Casandro, que gobernó Macedonia y Grecia;
Seleuco, que gobernaba Siria, Babilonia y la tierra del este; y Ptolomeo, que
gobernó Egipto, Palestina y Arabia Petrea. Los reinos de Medo-Persia y Grecia
se nombraron en 8:20-21.
El cuarto reino no fue nombrado, pero histó ricamente fue cumplido por el
Imperio Romano. Como se describe en 7:7, aplastó y devoró los países que
conquistó . Los diez cuernos representaron un futuro Imperio Romano que
reaparecerá en el tiempo del fin.
El cuerno pequeñ o representaba a un gobernante que llegaría el ú ltimo en
el cuarto reino y que sería un conquistador del mundo. Así como la imagen fue
destruida en Daniel 2, así elLa cuarta bestia fue destruida por el fuego (7:11).
Las primeras tres bestias se distinguieron de la cuarta en que, en lugar de ser
cortadas, se les permitió continuar por un tiempo, es decir, cada una fue
absorbida en el reino que siguió , en contraste con el cuarto reino, que será
repentinamente destruido. (v. 12).
La venida del Hijo del Hombre (v. 13) podría entenderse para referirse a la
venida de Jesucristo como el Mesías en Su segunda venida, como Cristo mismo
usó la expresió n “un Hijo del Hombre” en muchas referencias a É l mismo en el
Nuevo Testamento (p. Ej., Mateo 8:20; 9:6; 10:23; 11:19; 12:8, 32, 40).
Este pasaje se refiere a Jesucristo en Su encarnació n acercá ndose al
“Anciano de días” (Dan. 7:13), una referencia obvia a Dios el Padre. La
referencia a darle autoridad completa sobre todos los pueblos se cumplirá en
Su reino milenial, que, en lo que respecta al dominio, continuará para siempre
(v. 14).
Daniel 7:15-22. Daniel no entendió de inmediato la imagen, y se acercó a
uno que estaba allí, probablemente un á ngel, y le preguntó el significado de la
visió n (vv. 15-16). A Daniel se le dijo: “Las cuatro grandes bestias son cuatro
reinos que se levantará n de la tierra. Pero los santos del Altísimo recibirá n el
reino y lo poseerá n para siempre, sí, por los siglos de los siglos” (vv. 17-18).
Daniel estaba particularmente preocupado por el significado de la cuarta
bestia, a la que se le dio especial énfasis en la visió n. Daniel escribió : “Entonces
quise saber el verdadero significado de la cuarta bestia, que era diferente de
todas las demá s y má s aterradora, con sus dientes de hierro y garras de bronce,
la bestia que aplastó y devoró a sus víctimas y pisoteó lo que quedaba. También
quería saber sobre los diez cuernos que tenía en la cabeza y sobre el otro
cuerno que subió , ante el cual cayeron tres de ellos, el cuerno que parecía má s
imponente que los demá s y que tenía ojos y una boca que hablaba con
jactancia” (vv 19-20).
Antes de que Daniel tuviera la oportunidad de escuchar la respuesta,
escribió : “Mientras yo miraba, este cuerno estaba haciendo guerra contra los
santos y derrotá ndolos, hasta que vino el Anciano de Días y pronunció juicio a
favor de los santos y del Altísimo, y llegó el tiempo en que poseyeron el reino”
(vv. 21-22).
Daniel 7:23-28. A Daniel se le dio esta explicació n: “La cuarta bestia es un
cuarto reino que aparecerá sobre la tierra. Será diferente a todos los demá s
reinos y devorará toda la tierra, pisoteá ndola y aplastá ndola. Los diez cuernos
son diez reyes que vendrá n de este reino. Después de ellos se levantará otro rey
diferente de los anteriores; someterá a tres reyes. Hablará contra el Altísimo y
oprimirá a sus santos y tratará de cambiar los tiempos establecidos y las
leyes. Los santos le será n entregados por un tiempo, tiempos y medio tiempo”
(vv. 23-25).
En esta interpretació n se le dijo a Daniel que el reino final descrito por la
cuarta bestia "devorará toda la tierra, pisoteá ndola y aplastá ndola" (v. 23). Este
fue un avance sobre todo lo que se había revelado antes. En la visió n del
capítulo 2, la piedra destruyó la imagen, pero no entró en detalles sobre la
forma del imperio del tiempo del fin como lo hizo este.
A Daniel se le dijo que los diez cuernos representaban diez reyes (7:24). El
cuerno pequeñ o, que representa a “otro rey” (v. 24), será diferente de los diez
cuernos y, de hecho, conquistará tres de los cuernos (v. 24). No solo será un
gobernante mundial que eventualmente conquistará toda la tierra (v. 23), sino
que también hablará contra Dios y oprimirá a sus santos (v. 25). Intentará
cambiar las leyes y los tiempos aceptados desde hace mucho tiempo (v. 25), y
por un tiempo podrá perseguir a los santos.
El factor tiempo se representó como “tiempo, tiempos y medio tiempo” (v.
25). Aunque este factor de tiempo no es transparente, al compararlo con otras
Escrituras, es evidente que estaba hablando de un período de tres añ os y
medio: un tiempo que representa un añ o, el plural "tiempos" representa dos
añ os, y luego agrega " medio tiempo” (v. 25) que representa medio añ o. Se verá
que esto corresponde a la ú ltima mitad del período de siete añ os descrito en
Daniel 9:27, los cuarenta y dos meses descritos en Apocalipsis 13:5 y los 1.260
días mencionados en Apocalipsis 11:3. El hecho de que la palabra tiempo
representa un añ o también se ilustra en Daniel 4:16, 23, 25, 32. La expresió n
similar "un tiempo, tiempos y medio tiempo" se indica en Apocalipsis 12:14,
que también representa tres y un medio añ o. En todos estos casos, la
probabilidad es que se refiera a los ú ltimos tres añ os y medio anteriores a la
segunda venida de Cristo a la tierra.
La descripció n del gobernante final como uno que despiadadamente
"aplastó y devoró a sus víctimas y pisoteó lo que quedaba" (Dan. 7:19) fue
característica del Imperio Romano histó ricamente, y aquí se aplicó a su forma
final cuando se trata de el estado de una dictadura mundial en los ú ltimos tres
añ os y medio antes de la segunda venida.
La descripció n minuciosa que se da aquí del tiempo del fin, la cuarta bestia
y los diez cuernos seguidos del undécimo cuerno que ganó el control de tres no
se ha cumplido en la historia. Algunos expositores han intentado encontrar diez
reyes de la bestia y laundécimo rey que se levantaría para cumplir de alguna
manera esta profecía, pero no hay nada que corresponda a esto en la historia
del Imperio Romano. Los diez cuernos no reinan uno tras otro, pero reinan
simultá neamente. Ademá s, no son el imperio mundial, pero son el precursor del
cuerno pequeñ o, que después de someter tres de los diez cuernos, pasará a ser
un gobernante mundial (v. 23; Apoc. 13:7).
Es obvio para muchos expositores que los primeros tres reinos han ido y
venido en la historia, representados por Babilonia, Medo-Persia y Grecia. El
cuarto imperio, aunque no se menciona aquí, ha sido identificado como el
Imperio Romano como lo fue histó ricamente. La ú ltima etapa del Imperio
Romano, descrita aquí como la etapa de los diez cuernos para convertirse en un
imperio mundial, nunca se ha cumplido. De hecho, toda la era presente
interviene entre el Imperio Romano y este futuro imperio mundial, un factor
característico del Antiguo Testamento para revelar el futuro. La época actual se
pasa por alto en su perspectiva.
Este período intermedio de la era presente tiene muchos paralelos en las
Escrituras. En el Antiguo Testamento, con frecuencia se hace referencia a la
primera y segunda venida de Cristo en el mismo versículo sin tener en cuenta
los má s de dos mil añ os que ya han transcurrido entre ellos. La perspectiva del
Antiguo Testamento simplemente no anticipó la era actual de la iglesia
compuesta de judíos y gentiles en igualdad de condiciones, bautizados en el
cuerpo de Cristo y llegando a ser uno.
En lo que respecta a las profecías del Antiguo Testamento, el tiempo del fin
seguiría inmediatamente a la primera venida de Cristo. Los profetas del Antiguo
Testamento no sabían ni anticipaban que habría este largo período de tiempo
entre los dos advenimientos. En vista del hecho de que la profecía se cumple
literalmente en otros aspectos, es comprensible cuá ntos estudiosos sostienen
que este aspecto futuro aú n está por delante y, de hecho, puede cumplirse en
una historia humana relativamente cercana. Aquellos que colocarían el rapto
antes de la tribulació n del tiempo del fin creen que el rapto ocurrirá antes de
que se cumplan estas profecías del tiempo del fin, incluido el grupo de las diez
naciones y el imperio mundial dirigido por el undécimo cuerno o gobernante.
Daniel concluyó su cuadro profético de esta dramá tica serie de eventos
diciendo: “Pero el tribunal se sentará y su poder será quitado y completamente
destruido para siempre. Entonces la soberanía, el poder y la grandeza de los
reinos debajo de todo el cielo será n entregados a los santos, el pueblo del
Altísimo. Su reino será un reino eterno, y todos los gobernantes le adorará n y le
obedecerá n” (Dan. 7:26–27). Cuando Daniel concluyó este episodio, declaró :
“Yo, Daniel, estaba profundamente turbado por mis pensamientos, y mi rostro
se puso pá lido, pero me guardé el asunto para mí” (v. 28).
Está claro que Daniel no entendió la profecía que registró . Los que viven
hoy, debido al cumplimiento de gran parte de esta profecía, pueden entender
esta profecía mejor que Daniel. Algunos intérpretes de esta profecía han
intentado encontrar cumplimiento en el pasado. La interpretació n amilenial,
que sostiene que no hay reino milenial después de la segunda venida, a menudo
afirma que este capítulo se ha cumplido completamente en la historia. Sin
embargo, un cumplimiento completo requeriría primero, un gobernante que
gobernaría la tierra entera, y segundo, una confederació n de diez naciones en la
que el gobernante conquistó a tres de los diez reyes. Ningú n gobernante en el
pasado ha señ alado un período de tres añ os y medio para ser el perseguidor de
Israel y traer el período especial que en el Antiguo Testamento fue colocado
antes de la segunda venida. Si se pudiera identificar a tal gobernante, él y su
gobierno tendrían que ser destruidos para siempre por Dios mismo y
necesitarían ser suplantados por un reino de Dios.
Los intentos de interpretar el cuerno pequeñ o como el papado romano
también son defectuosos, ya que no se puede identificar a ningú n rey o papa en
la historia que cumpla estas profecías. El poder papal todavía está activo en el
mundo y no se limita a tres añ os y medio, y el papado no ha sido destruido por
la segunda venida. En otras palabras, si esta profecía ha de entenderse en su
cumplimiento literal, debe interpretarse en paralelo al capítulo 2, donde no se
ha cumplido la profecía de la destrucció n de los pies de la imagen y de toda la
imagen misma. En esta profecía no ha surgido el gobernante final, y las diversas
circunstancias que rodean su gobierno no se han cumplido en la historia. En
vista del hecho de que las profecías hasta el tiempo del fin se han cumplido tan
literalmente, un clímax literal es también el ú nico enfoque satisfactorio, y esto
sostiene que todavía hay un tiempo futuro en el que se cumplirá n las profecías
del tiempo del fin.
PROFECÍA DE ISRAEL EN LOS TIEMPOS DE LOS
GENTILES EN DANIEL
Segunda visión de Daniel: Persia y Grecia
Daniel 8:1–4. La segunda visió n de Daniel en el tercer añ o de Belsasar, que
se puede fechar aproximadamente en el 550 a. C., también precedió a la
destrucció n final de Babilonia en el 539 a. C. La profecía en esta visió n, sin
embargo, tiene que ver con el segundo y tercer reinos implicados en la imagen
de Daniel 2 como la parte superior del cuerpo y los brazos.de plata y la parte
inferior del cuerpo y los muslos de bronce. En Daniel 2 o Daniel 7 se dan pocos
detalles sobre el segundo y tercer reinos, aunque se reconoce su presencia.
Daniel aquí registró una visió n que dio en detalle có mo entrarían en
escena el segundo y tercer reinos.
Daniel describió que su visió n ocurrió mientras estaba en Susa (Susa
bíblica) en la provincia de Elam, una capital persa a unas doscientas millas de
Babilonia. Daniel no estuvo involucrado en el reinado del reino de Belsasar, y
no se explicó por qué estaba en Susa. Má s tarde, después de que los
medopersas conquistaron Babilonia, Jerjes construyó un gran palacio en esta
ciudad, que fue el escenario del libro de Ester y donde Nehemías sirvió como
copero del rey Artajerjes (Nehemías 1:11).
En su visió n, Daniel se vio a sí mismo junto al canal de Ulai. El río Ulai fluía
desde 150 millas al norte de Shushan hasta el río Tigris al sur. La ubicació n de
la visió n es importante solo por implicar el trasfondo de la visió n que trata de
Medo-Persia y Grecia.
Cuando Daniel describió la visió n, escribió : “Ante mí había un carnero con
dos cuernos, de pie junto al canal, y los cuernos eran largos. Uno de los cuernos
era má s largo que el otro, pero creció má s tarde. Observé al carnero mientras
cargaba hacia el oeste, el norte y el sur. Ningú n animal podía enfrentarse a él y
nadie podía rescatarlo de su poder. Hizo lo que quiso y se engrandeció ” (Dan.
8:3-4).
Má s adelante en la visió n, Daniel identificó al carnero: “El carnero de dos
cuernos que viste representa a los reyes de Media y Persia” (v. 20).
El carnero claramente correspondía al imperio de los medos y los persas
porque tener dos cuernos representaba a Media y Persia, y el cuerno má s
largo representaba el mayor poder de Persia. Pudieron destruir todo lo que
tenían delante de ellos yendo hacia el oeste, el norte y el sur (v. 4). Esto incluyó
la conquista de Babilonia y otros países al oeste de Persia. El poder persa
alcanzó histó ricamente su triunfo bíblicamente significativo cuando Babilonia
fue conquistada en octubre de 539 a. C. Hasta que Alejandro el Grande entró en
escena doscientos añ os después, el poder persa era predominante. Aunque
Daniel estaba vivo y observó el cumplimiento de las profecías en torno a la
destrucció n de Babilonia y la llegada de los medos y los persas durante su vida,
no vivió lo suficiente para ver el resultado del gobierno persa como lo reveló
esta profecía.
Daniel 8:5–8. Mientras Daniel miraba al carnero conquistando todo lo que
tenía delante, escribió : “De repente, un macho cabrío con un cuerno prominente
entre los ojos vino del oeste, cruzando toda la tierra sin tocar el suelo. Se acercó
al carnero de dos cuernos que había visto junto al canal y cargó contra él con
gran rabia. Lo vi atacar al carnero con furia, golpeá ndolo y rompiéndole los dos
cuernos. El carnero era impotente para enfrentarse a él; la cabra lo tiró al suelo
y lo pisoteó , y nadie pudo rescatar al carnero de su poder. El macho cabrío llegó
a ser muy grande, pero en el apogeo de su poder se rompió su gran cuerno, y en
su lugar surgieron cuatro cuernos prominentes hacia los cuatro vientos del
cielo” (vv. 5-8).
Daniel declaró má s tarde: “El macho cabrío peludo es el rey de Grecia, y el
cuerno grande entre sus ojos es el primer rey” (v. 21).
Como dijo Daniel claramente, la cabra representaba a Grecia, un país que
era pequeñ o e insignificante cuando vivía Daniel, pero que estaba destinado a
gobernar el Medio Oriente en la época de Alejandro el Grande. En lugar de dos
cuernos, lo que sería normal para un macho cabrío, solo se colocó un cuerno
grande entre los ojos del macho cabrío que fue declarado "el primer rey" (v.
21).
Toda la visió n sobre Grecia era muy apropiada para describir la conquista
de Alejandro el Grande, quien con rá pidas marchas de su ejército conquistó
todo el Medio Oriente y llegó hasta la India. Ningú n conquistador que precedió
a Alejandro cubrió má s territorio tan rá pidamente. En consecuencia, el hecho
de que la cabra fuera representada sin tocar el suelo sino volando por el aire
correspondería a la rá pida conquista de Alejandro. Esto también estaba
implícito en Daniel 7, donde el tercer imperio, Grecia, se comparó con un
leopardo, un animal muy veloz que en la visió n de Daniel se describió como que
tenía cuatro alas, lo que implica una gran velocidad (7:2).
La predicció n de que el cuerno grande, que representa a Alejandro el
Grande, se rompería en la cima de su poder, se cumplió literalmente con la
muerte de Alejandro en Babilonia cuando él y sus ejércitos habían regresado de
una conquista de la India para celebrar. Alejandro el Grande murió en 323 a. C.
a los treinta y tres añ os, un hombre que pudo conquistar el mundo, pero no
pudo conquistarse a sí mismo.
Después de la muerte de Alejandro, sus conquistas se dividieron entre
cuatro generales, como lo indican los cuatro cuernos. Casandro gobernó
Macedonia y Grecia; Lisímaco gobernó Tracia, Bitinia y la mayor parte de Asia
Menor; Seleuco gobernó Siria y el Cercano Oriente de Siria, incluida
Babilonia; Ptolomeo gobernó Egipto y probablemente Palestina y
Arabia.Petrea. Aunque otro líder de Alejandro, Antígono, intentó hacerse con el
poder, fue derrotado fá cilmente. Otro testimonio de la precisió n de la visió n
profética de Daniel fue que las conquistas de Alejandro el Grande se dividieron
en cuatro secciones, no en tres o cinco. La precisió n fue tan clara que los
eruditos liberales quieren considerar que este relato fue escrito después de los
hechos por alguien que asumió el nombre de Daniel pero que en realidad no era
el personaje del siglo VI a. C. descrito en la Biblia.
Daniel 8:9-12. Mientras Daniel continuaba observando la visió n, vio que se
levantaba un cuerno pequeñ o ademá s de los cuatro cuernos prominentes (v. 8),
y este cuerno pequeñ o "crecía en poder hacia el sur y hacia el este y hacia la
Tierra Hermosa" (v. 9). Las profecías son muy precisas en cuanto a la
direcció n. El carnero, el Imperio Medo-Persa, fue en gran parte hacia el oeste y
no hacia el este de acuerdo con lo que hizo el Imperio Medo-Persa. En cambio,
la cabra, procedente de Grecia en el oeste, atacó el Medio Oriente desde el oeste
(v. 5), de acuerdo con las conquistas de Alejandro Magno que siempre
estuvieron al este de Grecia. Pero el cuerno pequeñ o mencionado aquí
manifestó su poder al sur y al este y hacia la “Tierra Hermosa”, refiriéndose a la
Tierra Santa.
Hay una distinció n obvia entre el cuerno pequeñ o que se menciona aquí y
el cuerno pequeñ o de Daniel 7:8. El cuerno pequeñ o de Daniel 7 salió del cuarto
imperio y en su etapa final, que cuando se interpreta correctamente todavía se
refiere al futuro. Por el contrario, el cuerno pequeñ o de Daniel 8 salió del tercer
reino, el macho cabrío, y se refiere a la profecía que ya se ha cumplido.
Daniel informó má s adelante sobre la visió n: “Creció hasta que alcanzó las
huestes de los cielos, y arrojó algunas de las huestes de estrellas a la tierra y las
pisoteó . Se erigió para ser tan grande como el Príncipe de las huestes; le quitó el
continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue abatido. Debido a la rebelió n,
se le entregó la hueste de los santos y el sacrificio diario. Prosperó en todo lo
que hizo, y la verdad fue arrojada por tierra” (8:10-12).
La dificultad para comprender esta parte de las Escrituras ha dado lugar a
varias teorías de interpretació n. Como se mencionó anteriormente en la
introducció n de Daniel, los eruditos liberales sostienen que el libro de Daniel
fue una falsificació n escrita en el siglo II, porque creen que la profecía del futuro
es imposible. Esta conclusió n se contradice con el hallazgo de los rollos de
Qumrá n en los que se encontró una copia completa de Daniel. Incluso los
eruditos liberales sobre la base de susLos presupuestos tienen dificultad para
armonizar este hallazgo arqueoló gico con la idea de que un pseudo-Daniel
escribió el libro de Daniel en el siglo II cuando lo que se presentaba como
profecía ya era historia. Los eruditos conservadores rechazan esto, por
supuesto, y aceptan la inspiració n y la autoridad del libro de Daniel como se
mantuvo durante muchos
añ os a lo largo del período del Antiguo Testamento y durante cientos de añ os
en la era cristiana.
Una segunda interpretació n sostiene que la profecía de Daniel ya se ha
cumplido en la persona de Antíoco Epífanes, un gobernante de Siria (175-164 a.
C.). En general, los intérpretes conservadores, ya sean premilenial o amilenial,
está n de acuerdo con esta interpretació n.
Un tercer punto de vista es que esta profecía se cumplió histó ricamente en
el siglo II a. C., pero típicamente representaba al futuro gobernante mundial de
la gran tribulació n antes de la segunda venida. Esto está respaldado por la
referencia al “tiempo del fin” (vv. 17, 19).
El mejor enfoque es aceptar esto como una profecía cumplida
principalmente, ya que Antíoco Epífanes cumplió con los requisitos
establecidos en esta profecía, aunque esto típicamente puede representar el
tiempo del fin.
Segú n la historia, Antíoco Epífanes se erigió como Dios, sin tener en cuenta
“la hueste de estrellas” (v. 10) ni los poderes del cielo. Se erigió como el
"Príncipe del ejército" (v. 11) en el sentido de hacerse grande. Antíoco quitó y
detuvo los sacrificios diarios ofrecidos por los judíos en el templo y profanó su
santuario (v. 13), convirtiéndolo en un templo pagano. Cumplió los requisitos
de arrojar la verdad por tierra (v. 12). La historia ha registrado que al tomar
el nombre de Epífanes, que significa "el glorioso", Antíoco asumió que él era
Dios, al igual que lo hará el cuerno pequeñ o de Daniel 7 en la futura gran
tribulació n. Su papel es similar al papel futuro del futuro dictador mundial.
Daniel 8:13-14. Daniel informó haber escuchado a dos descritos como
“santos” (v. 13), aparentemente á ngeles, discutiendo cuá nto tiempo tomaría
para que se cumpliera esta visió n (v. 13), definida como “la visió n concerniente
al sacrificio diario, la rebelió n que Causa desolació n, y la entrega del santuario y
del ejército que será pisoteado” (v. 13).
El á ngel le dijo a Daniel: “Se necesitará n 2.300 tardes y mañ anas; entonces
el santuario será reconsagrado” (v. 14).
Si hubo algú n acuerdo en que los versículos anteriores se refieren a
Antíoco Epífanes, el versículo 14 agrega una revelació n adicional que ha
provocado varios puntos de vista diferentes.
Muchos de los detalles a los que se hace referencia en los versículos
anteriores se registraron en el libro histó rico de 1 Macabeos, que describe la
profanació n del templo, la persecució n del pueblo judío y la supuesta revuelta
macabea de los judíos. Antíoco Epífanes mató a miles de judíos en un intento de
acabar con la religió n judía, pero todo fue en vano.
Sin embargo, la afirmació n de que se necesitarían 2.300 tardes y mañ anas
antes de que el santuario pudiera ser reconsagrado ha provocado muchas
opiniones diferentes porque no está del todo claro lo que significa. Los
Adventistas del Séptimo Día entienden que 2.300 días se refieren a 2.300 añ os,
y sobre la base de esta culminació n esperada de la segunda venida en el añ o
1884. La historia, por supuesto, ha demostrado que esta no era la respuesta
adecuada. Otros han pensado que los 2.300 días, incluidos los sacrificios
vespertinos y matutinos, eran en realidad 1.150 días, es decir, 2.300 tardes y
mañ anas. Esta visió n es difícil de armonizar con la historia del período.
Probablemente la mejor interpretació n se remonta al hecho de que en el
añ o 171 a. C., Onías III, que era el sumo sacerdote reinante, fue asesinado y otra
línea de sacerdotes asumió el poder. Este fue el comienzo de la profanació n,
pero el templo en sí no fue profanado hasta el 25 de diciembre de 167 a.C.,
cuando los sacrificios se detuvieron por la fuerza, se colocó un altar griego en el
templo y se erigió una estatua griega que representaba a un dios pagano.
Si el período comprendido entre el 171 a. C. y el 164 a. C., el añ o en que
murió Antíoco, se considera ese período, el total de 2.455 días se reduciría a
2.300 días si se restasen las partes del primer y ú ltimo añ o. Esto representaría
los 2.300 días como un nú mero redondo. La historia del caso no proporciona
suficientes detalles para determinar exactamente có mo se logró el
cumplimiento. Tomando todo en consideració n, es mejor considerar los 2.300
días cumplidos en ese momento en el siglo II a.C. y no sujetos a cumplimiento
profético en el futuro.
Daniel 8:15-22. Daniel, mientras observaba la visió n, registró que el que
estaba a su lado era "como un hombre", pero probablemente era un á ngel (v.
15). Daniel también escuchó la voz de un hombre instruyendo a Gabriel, un
á ngel, que le diera a Daniel la interpretació n del sueñ o (v. 16). Esta fue la
primera menció n del á ngel Gabriel en las Escrituras. É l estambién
mencionado en 9:21; Lucas 119, 26. Mientras que a los á ngeles se les dieron
numerosos títulos en la literatura apó crifa, la Biblia nombra solo a otro á ngel,
Miguel (Dan. 10:13, 21; 12:1; Judas 9; Apoc. 12:7). Cuando Gabriel se le acercó ,
Daniel se postró ante este santo á ngel (Dan. 8:17).
A Daniel se le llamó "hijo de hombre" y se le dijo que "comprendiera que la
visió n se refiere al tiempo del fin" (v. 17). El encuentro con el á ngel hizo que
Daniel entrara en “un sueñ o profundo”, pero Gabriel lo puso de pie (v. 18).
Gabriel luego confirmó la interpretació n del carnero y la cabra y los
detalles de la visió n. Dijo: “Les voy a decir lo que sucederá má s tarde en el
tiempo de la ira, porque la visió n se refiere al tiempo señ alado del fin. El
carnero de dos cuernos que viste representa a los reyes de Media y Persia. La
cabra peluda es el rey de Grecia, y el gran cuerno entre sus ojos es el primer rey.
Los cuatro cuernos que reemplazaron al que se rompió representan cuatro
reinos que surgirá n de su nació n pero que no tendrá n el mismo poder” (vv. 19-
21). Como la interpretació n de Gabriel ha sido confirmada por la historia, es
comparativamente fá cil encontrar un consenso de intérpretes conservadores
que relacionan este pasaje como una referencia a Medo-Persia y Grecia.
Daniel 8:23-26. Esta porció n ha sido objeto de interminables discusiones y
diferencias de opinió n siguiendo varias interpretaciones: (1) la idea de que esto
ya ha sido completamente cumplido en la historia por Antíoco Epífanes; (2) que
esto representa un período completamente futuro, refiriéndose al gobernante
mundial final; (3) que es una profecía sobre Antíoco Epífanes, pero que en
cierto sentido tiene un doble cumplimiento debido a la similitud entre él y el
gobernante mundial del tiempo del fin.
Daniel describió al malvado rey de esta profecía como “un rey de rostro
severo, maestro de intrigas” (v. 23). Afirmó que “se volverá muy fuerte, pero no
por su propio poder. Causará una devastació n asombrosa y tendrá éxito en
todo lo que haga. Destruirá a los valientes y al pueblo santo. Hará prosperar el
engañ o y se considerará superior. Cuando se sientan seguros, destruirá a
muchos y se opondrá al Príncipe de los príncipes. Sin embargo, será destruido,
pero no por obra humana” (vv. 24-25).
La descripció n que se da aquí de este gobernante inicuo es muy similar a lo
que la historia y el registro bíblico sobre Antíoco Epífanes. Tuvo un gran poder
sobre Tierra Santa y Siria y durante un tiempo tuvo poder en Egipto hasta que
tuvo que retirarse debido a la presió n romana. É l devastó el culto hebreo y
profanó eltemplo. Mató a miles de judíos que intentaron continuar su culto en
oposició n a él. Se consideraba a sí mismo por encima de los demá s; de hecho,
afirmó ser Dios, indicado por su título "Epífanes", que significa "el
glorioso". Obviamente, se opuso a Cristo como "el Príncipe de los príncipes" (v.
25). Antíoco murió por causas naturales en 164 a. C. mientras estaba en una
campañ a militar, lo que indica que “será destruido, pero no por el poder
humano” (v. 25). A Daniel se le había instruido en el versículo 17 que "la visió n
se refiere al tiempo del fin". Se le instruyó ademá s que la visió n era verdadera,
“pero [para] sellar la visió n, porque se refiere al futuro lejano” (v. 26).
Este pasaje, aunque cumplido por Antíoco, también es típico de la
descripció n del papel futuro del Anticristo venidero, el Hombre de Pecado, el
dictador de todo el mundo durante los ú ltimos tres añ os y medio antes de la
segunda venida. Algunos creen que esto también tiene connotaciones proféticas
y anticipa el clímax de las edades. Si bien la controversia no puede resolverse
por completo, se puede entender que esta profecía es ciertamente una
ilustració n en la historia de lo que sucedería en la profecía de la gran
tribulació n aú n futura. Como Antíoco, el gobernante mundial final afirmará ser
Dios, perseguirá a los judíos, detendrá los sacrificios judíos y será un personaje
malvado.
Daniel 8:27. Daniel, quien había pasado por una tremenda tensió n
emocional en el transcurso de recibir esta visió n, escribió : “Yo, Daniel, estaba
exhausto y estuve enfermo durante varios días. Luego me levanté y me ocupé
de los asuntos del rey. Estaba horrorizado por la visió n; era incomprensible” (v.
27). Lo que era una profecía para Daniel en el siglo VI a.C. aquí puede
interpretarse como un cumplimiento literal. Pero a pesar de que se aproximan
tanto al cará cter, la interrupció n de los sacrificios y otras cualidades del
gobernante mundial final, muchos sienten que esto es una sombra de cosas que
aú n no se han cumplido.

Introducción a la profecía de los setenta y siete


El profeta Daniel no solo estaba revelando las tremendas profecías sobre
los tiempos de los gentiles, abrazando los cuatro grandes imperios,
comenzando con Babilonia y terminando con Roma, y la destrucció n final del
poder gentil por la segunda venida, sino que también recibió en su tercera
visió n en el pró ximo capítulo una cronología detallada del futuro de Israel, que
culmina con la segunda venida de Cristo. Debido a la revelació n dada a través
de Daniel, tanto con respecto a los tiempos de los gentiles como al programa de
Dios para Israel, las profecías de Daniel son la clave para comprender las
principales profecías de las Escrituras tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento.
En Daniel 9, se presentan tres segmentos importantes: (1) el cumplimiento
inminente del regreso de Israel a la tierra (vv. 1-2); (2) la notable oració n de
Daniel en vista del cumplimiento inminente de la profecía (vv. 3-19); (3) la
importante profecía sobre los setenta siete del futuro de Israel, que culmina con
la segunda venida.
Los eventos de este capítulo siguieron a las dos visiones anteriores de
Daniel en el 553 a. C. y el 550 a. C., y la caída del Imperio babiló nico en Daniel 5
(539 a. C.). La experiencia de Daniel en el foso de los leones (6:1–24) no fue
claramente antes o después de la visió n de Daniel 9, ya que la visió n no estaba
fechada.
Las grandes profecías dadas tanto a Nabucodonosor como a Daniel y el
cumplimiento de la caída de Babilonia deben haberle dado a Daniel un gran
sentido de la soberanía de Dios y la certeza de que la profecía se está
cumpliendo literalmente. Fue con este trasfondo que Daniel informó su
descubrimiento de la profecía de Jeremías sobre los setenta añ os del cautiverio
de Israel.

La oración de Daniel por la restauración de Jerusalén


Daniel 9:1–2. Daniel registró que los primeros eventos de Daniel 9
ocurrieron “en el primer añ o de Darío hijo de Jerjes” (v. 1), que probablemente
fue el añ o 539–538 a. C. Daniel comprendió por primera vez las profecías del
profeta Jeremías sobre los setenta añ os del cautiverio de Israel. Puede ser que
no haya leído la profecía o que no haya entrado en su poder antes de este
evento.
Segú n el libro de Jeremías, estas profecías fueron escritas antes de la caída
de Jerusalén en el 586 a. C., al menos cincuenta y siete añ os antes de los eventos
de este capítulo. El mismo Jeremías había sido llevado a Egipto contra su
voluntad y aparentemente murió allí y fue sepultado en una tierra extrañ a (Jer.
43: 4-13). Se desconoce có mo las profecías de Jeremías, probablemente
llevadas consigo a Egipto, llegaron a Babilonia y a las manos de Daniel. Debido a
la alta posició n de Daniel en el gobierno de los medos y los persas, sería natural
remitirle este manuscrito cuando llegara a Babilonia.
Al leer las profecías de Jeremías, Daniel concluyó que estaba por llegar el
momento en que Israel podría regresar y reclamar su antigua ciudad de
Jerusalén. En Jeremías 25:11-12, Jeremías había escrito: “'Todo este país se
convertirá en un pá ramo desolado, y estas naciones servirá n al rey de Babilonia
setenta añ os. Pero cuando se cumplan los setenta añ os, castigaré al rey de
Babilonia y a su nació n, la tierra de los babilonios, por su culpa ', declara el
SEÑ OR,' y la asolaré para siempre '”.
Como el cautiverio de Israel comenzó en 605, setenta añ os proféticos de
360 días cada uno lo llevarían aproximadamente al tiempo de la caída de
Babilonia en 539 AC. En realidad, los medopersas no destruyeron Babilonia. De
hecho, se prolongó durante muchos cientos de añ os y nunca quedó desolado
hasta la época moderna. Por esta razó n, algunos creen que Babilonia será
reconstruida en el tiempo del fin y destruida en el tiempo de la segunda venida
(Isa. 13:1–22; Apoc. 18:1–24). Aunque la caída de Babilonia ocurrió en 539 a. C.,
la destrucció n completa de Babilonia como se describe en este pasaje no se ha
cumplido en la historia.
Daniel también leyó Jeremías 29:10–14: “Esto es lo que dice el SEÑ OR:
'Cuando se cumplan setenta añ os para Babilonia, vendré a ti y cumpliré mi
amable promesa de traerte de regreso a este lugar. Porque conozco los planes
que tengo para ti ', declara el SEÑ OR,' planes para prosperar y no dañ arte, planes
para darte esperanza y un futuro. Entonces me llamará s y vendrá s a orarme, y
yo te escucharé. Me buscará s y me encontrará s cuando me busques con todo tu
corazó n. Seré encontrado por ti, 'declara el SEÑ OR,' y te traeré de regreso del
cautiverio. Los reuniré de todas las naciones y lugares donde los he desterrado
', declara el SEÑ OR,' y los llevaré de regreso al lugar de donde los llevé al exilio '”.
La razó n por la que Daniel estaba emocionado con esta profecía era que ya
habían pasado aproximadamente sesenta y siete añ os desde la caída de
Jerusalén en el 605 a. C. Como Daniel creía en el cumplimiento literal de la
profecía basado en su propia experiencia, la profecía fue una tremenda
revelació n para él.
En los eventos de Daniel 6 cuando Daniel fue arrojado al foso de los leones,
las Escrituras revelan la prá ctica de Daniel de orar tres veces al día con la
ventana abierta hacia Jerusalén. Desde que fue llevado a Babilonia cuando era
adolescente, había estado orando para que Jerusalén pudiera ser restaurada y
la gente pudiera regresar. No habría mensaje má s bienvenido o má s
estimulante para Daniel que la seguridad de la Palabra de Dios de que después
de setenta añ os podrían regresar. Es digno de menció n que Daniel tomó la
profecía literalmente. Sabía que Dios haría exactamente lo que Jeremías había
profetizado. Esto llevó a la notable oració n que sigue.
Algunos intérpretes señ alan que hay una diferencia entre los setenta añ os
de cautiverio y los setenta añ os de desolació n de Israel. En Jeremías 29:10 se
hace referencia al período de cautiverio que comenzó en el 605 a. C. y terminó
aproximadamente en el 538 a. C. Esto es lo que impulsó a Daniel a orar y
pedirle a Dios que cumpliera esta profecía.
En Jeremías 25:12, Jeremías está considerando las desolaciones de
Babilonia. El hecho es que las desolaciones de Babilonia no ocurrieron después
del 539 a. C. y aú n se pueden proyectar hacia el futuro final de la Era Inter-
Advenimiento.
Asimismo, la desolació n de Jerusalén no comenzó hasta el 586 a. C. cuando
Jerusalén fue destruida, y se extendió por setenta añ os. Terminó
aproximadamente en el 516 o 515 a. C. En consecuencia, algunos concluyen que
debido a que el cautiverio de setenta añ os terminó en el 538 a. C., Se autorizó a
Esdras a regresar a Jerusalén. La reconstrucció n real de Jerusalén se retrasó ,
incluida la reconstrucció n del templo, hasta aproximadamente el 515 a. C. para
permitir que Jerusalén permaneciera desolada durante setenta añ os a partir de
la fecha de su destrucció n en el 586 a. C. En vista del hecho de que las
desolaciones de Jerusalén son algo diferentes del cautiverio de Jerusalén en
fecha y circunstancia, esta distinció n puede servir para explicar la secuencia de
eventos en cumplimiento. Aunque la mayor deportació n de cautivos de
Jerusalén a Babilonia tuvo lugar en el 597 a. C., Daniel probablemente estaba en
el primer contingente que fue tomado poco después de la caída de Jerusalén
en el 605 a.
C. Por consiguiente, Daniel daría la fecha de la conclusió n de los setenta añ os de
cautiverio para que se cumplieran aproximadamente setenta añ os después de
que él mismo fuera llevado cautivo.
Al tratar de reconstruir la profecía y el cumplimiento, debe tenerse en
cuenta que un añ o profético tiene 360 días, no 365, y por lo tanto, los añ os eran
algo má s cortos que en el calendario moderno. Aunque los setenta añ os fueron
literales, es obvio que la Biblia no intenta probar que fue en el día exacto o
incluso en el añ o exacto, sino que fue aproximadamente en nú meros redondos
setenta añ os, no un período de tiempo indefinido.
Los eruditos que intentan reconstruir la cronología de este período
también deben tener en cuenta que la captura de Babilonia fue en octubre de
539 a. C. cuando Darío fue nombrado gobernante. Sin embargo, Ciro, el rey
de Persia,
emitió su decreto permitiendo que los cautivos regresaran a Jerusalén en el
primer añ o completo de su reinado sobre Babilonia, que no comenzó hasta
marzo de 538 a. C., ya que no se contaron fracciones de añ os. En consecuencia,
el regreso de los cautivos sería del 538 a. C. al 537 a. C. Sin embargo, el
descubrimiento de las profecías de Jeremías movió a Daniel a ofrecer una de las
oraciones má s notables de la Biblia.
Daniel 9:3-16. La oració n de Daniel es un modelo para aquellos que buscan
mover a Dios en oració n. Daniel, en primer lugar, se preparó espiritualmente
mediante ayuno, cilicio y ceniza (v. 3). Si bien esto no era necesario, Daniel hizo
todo lo posible para ponerse en una posició n espiritual favorable para la
oració n. Mientras oraba, le recordó a Dios su grandeza y el hecho de que guarda
sus convenios, especialmente para aquellos a quienes ama (v. 4). Sin embargo,
Daniel no esquivó el hecho de que el cautiverio fue causado por los pecados de
Israel. En su oració n declaró : “Hemos pecado y hemos hecho mal. Hemos sido
impíos y nos hemos rebelado; nos hemos apartado de tus mandamientos y
leyes. No hemos escuchado a tus siervos los profetas, que hablaron en tu
nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes y padres, ya todo el pueblo de
la tierra”
(vv. 5-6).
Aunque el mismo Daniel nunca fue identificado con ningú n acto
pecaminoso en el libro de Daniel, es significativo que Daniel se identificara
con su pueblo. Aunque no participó en su rebelió n contra Dios, reconoció que
él era parte de la nació n, y la nació n en su conjunto fue castigada por Dios.
Daniel estaba diciendo que su cautiverio fue justificado como un juicio justo de
un Dios justo.
Daniel continuó señ alando que Dios es justo, lo que resalta aú n má s la
atrocidad del pecado. É l declaró : “Señ or, tú eres justo, pero hoy estamos
cubiertos de vergü enza: los hombres de Judá y el pueblo de Jerusalén y todo
Israel, tanto cerca como lejos, en todos los países donde nos has esparcido
debido a nuestra infidelidad a tú SEÑ OR, nosotros, nuestros reyes, de nuestros
príncipes y de nuestros padres está n cubiertos de vergü enza porque hemos
pecado contra ti. El Señ or nuestro Dios es misericordioso y perdonador, aunque
nos hemos rebelado contra él; no hemos obedecido al SEÑ OR
nuestro Dios ni hemos guardado las leyes que nos dio por medio de sus
siervos los profetas. Todo Israel transgredió tu ley y se apartó , negá ndose a
obedecerte” (vv. 7–11).
En esta oració n modelo, Daniel no solo enfatizó la necesidad de
preparació n espiritual, sino que también hizo una confesió n honesta de los
pecados de los cuales podemos ser culpables personal o corporativamente.
Daniel señ aló có mo los mismos juicios traídos sobre el pueblo de Israel
fueron un cumplimiento de la profecía: “Por tanto, las maldiciones y los juicios
escritos en la Ley de Moisés, siervo de Dios, se han derramado sobre nosotros,
porque hemos pecado contra nosotros. tú . Has cumplido las palabras
pronunciadas contra nosotros y contra nuestros gobernantes al traernos un
gran desastre. Nada se ha hecho nunca bajo todo el cielo como lo que se le ha
hecho a Jerusalén. Tal como está escrito en la Ley de Moisés, todo este desastre
ha venido sobre nosotros, pero no hemos buscado el favor de la SEÑ OR nuestro
Dios por medio deapartá ndonos de nuestros pecados y atentos a tu verdad. La
L ORD no dudó en traer el desastre sobre nosotros porque la L ORD nuestro Dios
es justo en todo lo que hace; pero no le hemos obedecido” (vv. 11-14).
Al confesar sus pecados y los pecados del pueblo de Israel, Daniel sentó las
bases adecuadas para confiar en que Dios aú n cumpliría Su profecía. Así como
hubo profecía del juicio de Israel, también hubo profecía de la restauració n de
Israel, y su oració n aquí se centró en este aspecto de la profecía de Jeremías.
Daniel 9:17-19. Daniel luego ofreció su petició n de que Dios escucharía y
contestaría la oració n y cumpliría la profecía que había hecho (v. 17). Es digno
de menció n que en esta oració n Daniel le pidió a Dios que respondiera la
oració n por lo que le concierne: que su santuario está desolado. Por
consiguiente, Daniel suplicaba que Dios se glorificara a sí mismo cumpliendo Su
profecía: “Escucha, oh Dios, y oye; abre tus ojos y ve la desolació n de la ciudad
que lleva tu Nombre. No te pedimos porque seamos justos, sino por tu gran
misericordia. ¡Oh Señ or, escucha! ¡Oh Señ or, perdona! ¡Oh Señ or, escucha y
actú a! Por tu bien, oh Dios mío, no te demores, porque tu ciudad y tu pueblo
llevan tu Nombre” (vv. 18- 19).
La oració n de Daniel de muchas maneras es un modelo extraordinario para
toda oració n. Daniel primero hizo una preparació n espiritual personal; luego
confesó los pecados del pueblo de Israel. Daniel señ aló có mo Dios era justo al
cumplir las profecías del juicio; y el resultado fue que Jerusalén y el templo
quedaron en ruinas y la gente quedó en cautiverio. Sin embargo, sobre la base
de esto, Daniel presentó su petició n, argumentando de la misma manera que
declaró que la profecía se cumplió en su juicio. Entonces le presentó a Dios la
necesidad de cumplir la profecía de misericordia y hacer lo necesario para
devolver a su pueblo a Jerusalén y llevar a cabo la reconstrucció n del templo y
la ciudad. Daniel le suplicó a Dios sobre la base de Su misericordia, el hecho de
que É l es un Dios que perdona, y oró para que Dios no demorara má s la
respuesta después de tantos añ os de desolació n de Jerusalén y el templo.
Como se revela tan a menudo tanto en la profecía como en el
cumplimiento, Dios no solo trató con Israel en el juicio de sus pecados en
cumplimiento de la profecía, sino que también deseaba restaurarlos en
cumplimiento de la profecía. Y la restauració n del pueblo a la tierra esta vez
estuvo de acuerdo con la profecía dada a través de Jeremías. Durante el tiempo
de la oració n de Daniel,
los versículos que siguen revelan que el á ngel Gabriel fue enviado al comienzo
de la oració n de Daniel.
Sin lugar a dudas, la oració n de Daniel en realidad fue mucho má s larga de
lo que se registró en el libro de Daniel, y lo que se reveló fue una condensació n,
como suele ser el caso en las Escrituras. Parece evidente que la oració n terminó
cerca de la hora del sacrificio vespertino, aunque en realidad no se habían
ofrecido sacrificios desde que el templo fue destruido en el 586 a. C.
Daniel 9:20-23. Daniel resumió estos hechos proféticos en estas palabras:
“Mientras estaba hablando y orando, confesando mi pecado y el pecado de mi
pueblo Israel y haciendo mi petició n al SEÑ OR mi Dios por su santo monte,
mientras todavía estaba en oració n, Gabriel, el hombre que había visto en la
visió n anterior, vino a mí en rá pida huida hacia la hora del sacrificio de la tarde”
(vv. 20-21). Al referirse a su contacto anterior con Gabriel, Daniel se refería al
contacto que tuvo con el á ngel Gabriel má s de once añ os antes (8:15). En las
Escrituras, Gabriel se relaciona con frecuencia con mensajes importantes de
Dios entregados a su pueblo (Lucas 1:19, 26).
Al llegar y ponerse en contacto con Daniel, Gabriel le informó : “Daniel,
ahora he venido para darte perspicacia y comprensió n. Tan pronto como
comenzó a orar, se le dio una respuesta, que vengo a decirle, porque es muy
estimado. Por tanto, considera el mensaje y comprende la visió n” (Dan. 9:22–
23).

La tercera visión de Daniel: Los setenta y siete de Israel: el lugar de Israel


en los tiempos de los gentiles
Daniel 9:24-27. En los versículos que siguen, Daniel registró una de las
profecías má s completas y concisas que se encuentran en la Biblia acerca de lo
que se llama "setenta y siete". Esta revelació n debe colocarse junto a la profecía
acerca de los gentiles descrita anteriormente en Daniel. La cronología y
secuencia de eventos en los tiempos de los gentiles, como los setenta siete de
Israel, culmina en la segunda venida. A Daniel se le informó acerca de có mo
Israel se relacionaba cronoló gicamente con este mismo período de tiempo
gentil.
Gabriel declaró : “Se decretan setenta 'sietes' para tu pueblo y tu santa
ciudad para terminar la transgresió n, poner fin al pecado, expiar la maldad,
traer justicia eterna, sellar la visió n y la profecía y ungir a la mayoría Santo”
(v. 24). Gabriel primero presentó la profecía como un todo, cubriendo un
período que declaró como "setenta y siete".
LAS SETENTA SEMANAS DE DANIEL
DANIEL 9: 24-27

Los setenta y siete: interpretación liberal


La profecía, debido a su precisió n, ha despertado una gran oposició n por
parte de los expositores liberales que intentan explicarla como una repetició n
confusa de los setenta añ os de cautiverio de Israel. La mayoría de los liberales
también sostienen que Daniel fue una falsificació n escrita por una persona en el
siglo II a. C. en lugar del siglo VI a. C., y en consecuencia, se oponen a cualquier
cosa que constituya una visió n profética del futuro. En otras palabras, los
liberales intentan decir que esto no era una profecía en absoluto, al mismo
tiempo que se dan cuenta de que tienen un pasaje difícil de explicar. En
realidad, ellos mismos admiten que no tienen una interpretació n razonable.

Setenta y siete como 490 años


Desafortunadamente, incluso los estudiosos conservadores no se han
puesto de acuerdo sobre la interpretació n de los "setenta sietes", y la mayor
parte del problema es la determinació n de la fecha de inicio de la serie. Los
conservadores generalmente sienten que las unidades de tiempo son añ os; en
otras palabras, setenta siete suman 490 añ os. Los eruditos conservadores,
particularmente aquellos que son amilenialistas, se resisten a la idea de que se
trata de 490 añ os literales porque tienen dificultades para encontrar un
cumplimiento que sea satisfactorio para sus otros puntos de vista.
Incluso los comentaristas liberales, sin embargo, está n de acuerdo en que
las unidades eran añ os, no días de veinticuatro horas, ya que 490 días no
constituirían una profecía completa. Los eruditos conservadores generalmente
han reconocido que siete se usaba a menudo en relació n con alguna gran obra
de Dios. Los judíos ortodoxos no han hecho nada mejor en su interpretació n al
creer que la profecía se cumplió en el añ o 70 d.C., lo que no da cumplimiento
literal al pasaje. Sin embargo, partiendo del concepto de que las unidades son
añ os, una serie de interpretaciones desafían cualquier comprensió n unificada
de este pasaje.

Setenta y siete: cristológico o no cristológico


En general, las interpretaciones se dividen entre explicaciones
cristoló gicas y no cristoló gicas. Aquellos que rechazan un significado
cristoló gico no toman las Escrituras como profecía literal. Aquellos que creen
que estas profecías se relacionan con Jesucristo y el cumplimiento final de la
segunda venida, por lo general consideran los primeros sesenta y nueve añ os
como añ os literales. Los amilenaristas suelen seguir el mismo procedimiento,
pero existe una considerable diferencia de opinió n sobre si los ú ltimos siete
añ os se han cumplido o se cumplirá n literalmente. Este es el meollo del
problema.

Setenta y siete: eventos importantes


Segú n Daniel 9:24, seis eventos importantes caracterizan los 490 añ os: (1)
“para terminar con la transgresió n”; (2) “poner fin al pecado”; (3) “para expiar
la maldad”; (4) “para traer justicia eterna”; (5) “para sellar la visió n y la
profecía”; y
(6) “ungir al santísimo” (v. 24). Como no se explicó ninguno de los seis logros, el
expositor debe encontrar una explicació n plausible.
El logro definido como "la transgresió n consumada" probablemente se
refiere a la tendencia de Israel a la apostasía, que debe ser terminada cuando
Israel sea llevado a la restauració n y al avivamiento espiritual en el momento
de la segunda venida. Prá cticamente todos los expositores premilenialistas
está n de acuerdo en que el término de esta profecía es antes del futuro reino
milenial. La restauració n de Israel espiritualmente y el regreso a Jerusalén como
lo menciona Daniel en oració n, por supuesto, ya se ha cumplido, pero la
restauració n final de Israel aguarda su reunió n en el momento de la segunda
venida. Obviamente, los sacrificios del Antiguo Testamento no pudieron llevar a
Israel a este importante hito, y requirió la muerte de Cristo en la cruz
estableciendo la gracia como un método de trato divino con Israel. El
cumplimiento de muchos detalles sobre el nuevo pacto para Israel (Jer. 31)
no comenzaría hasta la segunda venida. Escatoló gicamente, los israelitas
será n restaurados porque Dios los tratará con gracia en lugar de lo que
merecen.
El objetivo de "poner fin al pecado" puede entenderse como llevar el
pecado a su punto de perdó n o podría significar llevar el pecado a su juicio final.
Una variació n en el texto también permite una traducció n "para sellar el
pecado". La explicació n total aparentemente incluye todos estos elementos de
poner fin al pecado, llevar el pecado a juicio y extender el perdó n por
los pecados ya cometidos. Obviamente, es el programa de Dios traer el pecado
a juicio y traer perdó n a aquellos que reciben la gracia.
El tercer logro, "expiar la maldad", se refiere tanto a la muerte de Cristo en
la cruz, que es la base de toda gracia, como a la aplicació n de esto,
especialmente a Israel, en el momento de la segunda venida. La expresió n
expiar literalmente significa "cubrir". La muerte de Cristo trata con el pecado de
la manera final que los sacrificios del Antiguo Testamento solo podían
ilustrar temporalmente. Cuando Cristo murió en la cruz, trajo una
reconciliació n permanente para aquellos que se volverían a É l con fe (2 Cor.
5:19).
El cuarto logro, “traer justicia eterna”, fue posible gracias a la muerte de
Cristo en la cruz. La aplicació n de esto a Israel individual y nacionalmente se
relaciona con la segunda venida. Como se dice en Jeremías 23:5–6, “'Vienen
días', declara el SEÑ OR, 'cuando levantaré a David un Renuevo justo, un Rey que
reinará sabiamente y hará lo que es justo y recto en la tierra. En sus días, Judá
será salvo e Israel vivirá seguro. Este es el nombre por el cual se le
llamará : EL SEÑ OR, nuestra justicia '”. El tiempo de esta es la segunda venida, el
mismo tiempo en que David resucitará para ser un regente bajo Cristo (30:9).
La justicia es una de las características sobresalientes del reino milenial en
contraste con las dispensaciones anteriores.
El quinto objetivo de los 490 añ os es "sellar la visió n y la profecía". Esta
expresió n se refiere a la finalizació n de la Biblia inspirada con la escritura del
Nuevo Testamento. La figura del "sello" se refiere al sellado de una carta
después de que se completa y se cierra y luego se vuelve segura por el sello. De
la misma manera, Dios ha completado la inspiració n de la Biblia y no se
escribirá n libros adicionales.
El sexto logro, “ungir al santísimo”, ha traído una variedad de
interpretaciones. Algunos lo relacionan con la dedicació n del templo construido
por Zorobabel (516 aC); otros lo relacionan con la santificació n del altar del
templo en el período macabeo después de haber sido profanado por Antíoco
Epífanes (165 a. C.) (cf. 1 Mac. 4:52-56), o en un futuro lejano a la dedicació n
del Nuevo Jerusalén (Apocalipsis 21:1–27). Aú n otros lo refieren al templo
milenario descrito por Ezequiel (Ezequiel 40-42). Debido a que la profecía no es
del todo clara, probablemente la mejor conclusió n es que su cumplimiento
completo se refiere a la Nueva Jerusalén, que será el templo de Dios en la
eternidad. Debido a que los otros artículos de la profecía concluyeron con la
segunda venida, no hubo
un evento claro en ese momento relacionado con el templo. La unció n del
Santísimo, sin embargo, estará en consonancia con otras facetas de los 490 añ os
que tienen que ver con el juicio del pecado, la expiació n, el perdó n y la
restauració n espiritual.

Setenta y siete: fecha de su comienzo


Otra decisió n importante en la interpretació n de este pasaje es la cuestió n
del comienzo de los 490 añ os. Esto se describe en Daniel 9:25: “Sepa y entienda
esto: desde la promulgació n del decreto para restaurar y reconstruir Jerusalén
hasta que venga el Ungido, el Gobernante, habrá siete 'sietes' y sesenta y dos
'sietes.'” Daniel estabainstruido, "Sepa y entienda esto", pero es cuestionable si
él lo entendió . Si los estudiantes de las Escrituras de hoy, después de que se
haya cumplido gran parte de Daniel, tienen dificultades para señ alar el
comienzo de los 490 añ os, es obvio que Daniel habría tenido el mismo
problema.
Los amilenaristas tienden a adoptar un punto de vista que esencialmente
no le da a la profecía un cumplimiento literal. Una sugerencia es que el período
comienza en el 586 a. C. cuando Jerusalén fue destruida. El decreto, entonces, es
un mandato de Dios, algo que el texto no apoya, y su cumplimiento dista mucho
de ser literal.
Si el decreto se refiere a un decreto político, se han sugerido cuatro
decretos diferentes: (1) el decreto de Ciro de que el templo se reconstruya en
538 a. C. (2 Cró n. 36: 20-23; Esdras 1:1-4; 6:1-5); (2) el decreto de Darío, que
confirma el decreto de Ciro (Esdras 6:6-12); (3) el decreto de Artajerjes (Esdras
7:11-26); y
(4) el decreto de Artajerjes dado en Nehemías, autorizando la reconstrucció n
de la ciudad (Neh. 2:1-8). Aunque está claro que el decreto de Ciro autorizó la
reconstrucció n del templo, hay dudas de si autorizó la reconstrucció n de la
ciudad. Los ú ltimos decretos de Esdras aparentemente tratan solo del templo.
En cualquier caso, la muralla de la ciudad y la ciudad misma no fueron
reconstruidas hasta la época de Nehemías (445–444 a. C.). Los eruditos difieren
en cuanto a si la fecha exacta es el ú ltimo mes de 445 a. C. o el primer mes de
444 a. C. Aunque los eruditos continú an debatiendo el tema, la explicació n má s
plausible es la fecha del 444 a. C. porque esto funciona precisamente para el
cumplimiento de la profecía y también coincide con la reconstrucció n real de la
ciudad. Esta interpretació n proporciona la explicació n má s literal sin ignorar
algunos de los detalles de la profecía.
Los amilenaristas, que en general han tomado esta profecía en un sentido
menos que literal, en muchos casos tienden a evitar la fecha del 444 a. C. a favor
de tener cumplimiento en el momento de la primera venida de Cristo. Bajo esta
proyecció n el decreto se emitió en una fecha anterior al 445 a.C., y la primera
mitad del ú ltimo período de siete añ os, segú n su interpretació n, se cumplió en
la
vida de Cristo, culminando con su crucifixió n, que colocan en el a mediados de
los ú ltimos siete añ os. Sin embargo, esto no proporciona un cumplimiento
realista de la profecía de los primeros tres añ os y medio y ciertamente ningú n
cumplimiento de los ú ltimos tres añ os y medio. Como en la interpretació n de
muchas otras profecías, una interpretació n literal o normal requiere un
cumplimiento futuro, en este caso el cumplimiento de los ú ltimos siete añ os de
los 490 añ os de profecía.

Setenta y siete: fecha de culminación


Si se acepta 444 a. C. como la fecha de inicio de los 490 añ os, los 483 añ os
culminarían en el añ o 33 d. C., donde los estudios recientes han colocado el
tiempo probable de la muerte de Cristo. En la interpretació n, la Biblia autoriza
el uso del añ o profético de 360 días. Los 360 días se multiplican por 483 añ os, o
los 490 añ os menos siete. El cá lculo aparece en el añ o 33 d.C. El concepto de
que el añ o profético es de 360 días es confirmado por los 1260 días (Ap. 11:3;
12:6), con los cuarenta y dos meses (11:2; 13:5), y con un tiempo, tiempos y
medio tiempo, o tres añ os y medio (Dan. 7:25; 12:7; Apoc. 12:14). Esta
interpretació n permite que los 483 añ os sigan su curso. El tiempo transcurrido
entre los 483 añ os y los ú ltimos siete añ os se proporcionó en la profecía misma,
como se verá en el examen de Daniel 9: 26-27.

Setenta y siete: primeros siete años


Los 490 añ os se dividen en tres partes: Primero, siete veces siete, o un
período de cuarenta y nueve añ os, luego sesenta y dos veces siete, o 434 añ os, y
luego el ú ltimo setenta y siete, o los ú ltimos siete añ os.
Segú n el versículo 25, en los primeros siete sietes se construirá n calles y
una zanja en tiempos de angustia. Este período de cuarenta y nueve añ os
describió las consecuencias de la construcció n del muro de Jerusalén por parte
de Nehemías y requirió que uno de cada diez en Israel construyera una casa en
Jerusalén, lo cual se cumplió en los cincuenta añ os posteriores a la construcció n
del muro. Esto fue en completo cumplimiento de los primeros siete tiempos
siete añ os.

Setenta y siete: los próximos sesenta y dos sietes, 434 años


El segundo segmento de sesenta y dos sietes, o 434 añ os, se añ adió a los
primeros cuarenta y nueve añ os, lo que eleva el total a 483 añ os.
Setenta y siete: eventos entre sesenta y nueve y setenta y siete
En este período, el Ungido, o el Mesías, nace y es cortado después de la
conclusió n del añ o 483 como se indica en el versículo 26: “Después de los
sesenta y dos 'sietes', el Ungido será cortado y tendrá nada."
Se da otra profecía de un evento después del sesenta y nueve y siete y
antes del setenta y siete: “El pueblo del gobernante que vendrá destruirá la
ciudad y el santuario. El fin vendrá como un diluvio: la guerra continuará hasta
el fin, y se han decretado asolamientos” (v. 26).

Los 483 años en lo judío


y calendarios gregorianos

__
* Vea los comentarios sobre Daniel 9: 27b para la confirmació n de este añ o de 360 días.
† Dado que solo expiró un añ o entre el 1 a. C. y el 1 d. C., el total es 476, no 477.
‡ Un total de 476 añ os dividido por cuatro (un añ o bisiesto cada cuatro cuatro añ os) da 119 días
adicionales. Pero se deben restar tres días de 119 porque los añ os centenarios no son añ os bisiestos,
aunque cada añ o 400 es un añ o bisiesto.
Tomado de The Bible Knowledge Commentary , Antiguo Testamento (David C Cook, 1985), p.1363. Usado con permiso.

Dos eventos importantes marcan la diferencia entre el final del sexagésimo


noveno siete y el comienzo del septuagésimo siete, lo que significa que el
Mesías sería cortado aproximadamente en el añ o 33 d.C. y que la ciudad de
Jerusalén sería destruida en el 70 d.C. Obviamente, si el cumplimiento de los
ú ltimos siete añ os siguió inmediatamente al período anterior, no habría tiempo
para considerar la destrucció n de Jerusalén como parte del cumplimiento, que
precedería a los ú ltimos siete añ os. Nuevamente, una interpretació n literal,
como la sostienen los premilenialistas, es preferible a la explicació n amilenial
de que esto ya se ha cumplido en un sentido u otro. El final llegó para
Jerusalén en su
destrucció n en el añ o 70 d. C., y después de eso, la guerra continú a con sus
desolaciones, como ha confirmado la historia.

Setenta y siete: septuagésimo siete


La revelació n final en Daniel 9:27 dice: “É l confirmará el pacto con muchos
por uno 'siete'. A la mitad de los 'siete' pondrá fin al sacrificio y la ofrenda. Y en
un ala del templo erigirá una abominació n desoladora, hasta que se derrame
sobre él el fin que está decretado”.

Setenta y siete: interpretación amilenial del setenta y siete


Daniel 9:27 lleva a un punto crítico las diversas interpretaciones de este
pasaje. Los amilenaristas, en oposició n a la interpretació n premilenial que
considera que estos ú ltimos siete añ os aú n está n por venir, han ofrecido al
menos otros cuatro puntos de vista: (1) los amilenaristas liberales encuentran
su plenitud en el siglo II a. C. en la época de persecució n macabea durante el
reinado de Antiochus Epiphanes; (2) Los eruditos judíos encuentran que la
semana setenta está relacionada con la destrucció n de Jerusalén en el añ o 70 d.
C. (3) los amilenaristas conservadores mantienen la septuagésima semana,
particularmente la ú ltima mitad, como un período indefinido; (4) los
amilenaristas también consideran siete añ os literales comenzando con los tres
añ os y medio del ministerio de Cristo, culminando con Su muerte y seguidos
por los ú ltimos tres añ os y medio del período de 490 añ os para el cual no tienen
una interpretació n específica.
Los puntos de vista amilenaristas, así como los de los eruditos judíos,
tienen el problema de no explicar la profecía en su sentido literal y normal. No
se puede encontrar un cumplimiento específico para los elementos principales
de la profecía, particularmente la ú ltima mitad de la semana setenta, que, segú n
las Escrituras, culmina en la segunda venida.

Setenta y siete: vista premilenial del setenta y siete


Los premilenaristas confirman su cumplimiento futuro identificando "el
gobernante que vendrá " de 9:26 con el "él" del versículo 27, el futuro
gobernante mundial. Por el contrario, algunos amilenaristas sostienen que el
que confirmó el pacto en el versículo 27 fue Cristo mismo con referencia al
nuevo pacto, pero este pacto obviamente tiene má s de siete añ os de duració n.
La interpretació n de "él", que comienza en el versículo 27, es crucial para
entender esta profecía en su cumplimiento. En las leyes normales de referencia,
un pronombre se refiere a la ú ltima persona mencionada anteriormente. En
este caso fue el "gobernante que vendrá " del versículo 26 en lugar de "el
Ungido" de la porció n anterior de ese versículo. Porque el cumplimiento
nunca fue
literalmente cumplido por Cristo en Su primera venida, y tampoco puede el
nuevo pacto, al que afirman que se hace referencia aquí, estar relacionado con
un pacto de siete añ os. El pacto es eterno, lo que deja la identificació n del
hacedor del pacto como el futuro gobernante mundial, o el Anticristo del
tiempo del fin, un romano relacionado con el pueblo que destruyó la ciudad.
Esto está de acuerdo con otra profecía que indica que él detendrá los
sacrificios a la mitad de los ú ltimos siete añ os, la conclusió n se confirmó má s
tarde en Daniel 12:7 en referencia a los ú ltimos tres añ os y medio y la
revelació n de la abolició n de los sacrificios diarios y la abominació n establecida
en el versículo 11.
El concepto de que hay una brecha de tiempo entre el 9:26 y el versículo
27, aunque muchos amilenaristas se oponen, tiene mucha confirmació n bíblica.
Una de las confirmaciones má s importantes es el hecho de que el Antiguo
Testamento presenta la primera y segunda venida de Cristo ocurriendo al
mismo tiempo que en Isaías 61:1–2. Si toda la Edad entre Advenimiento puede
interponerse entre las referencias a la primera y segunda venida de Cristo en el
Antiguo Testamento, ciertamente sienta un precedente para tener una brecha
de tiempo entre el sesenta y nueve "siete" y el septuagésimo "siete" de Daniel
9:24-27.
Como en otros problemas de la profecía, gran parte de la dificultad surge
cuando los intérpretes no toman nota de los detalles de la profecía. Una vez que
se entiende que la profecía debe cumplirse literal y completamente, muchos de
los problemas desaparecen.

Setenta y siete: Pacto con el gobernante mundial


Si el pacto de Daniel 9:27 no es el pacto de gracia hecho posible por la
muerte de Cristo como sugieren los amilenaristas, ¿a qué se puede referir? La
mejor explicació n es que esto se refiere al gobernante mundial venidero al
comienzo de los ú ltimos siete añ os que puede hacerse con el control de diez
países en el Medio Oriente. Hará un pacto con Israel por un período de siete
añ os. Como indica Daniel 9:27, a la mitad de los siete añ os romperá el pacto,
detendrá los sacrificios que se ofrecen en el templo reconstruido en ese período
y se convertirá en su perseguidor en lugar de su protector, cumpliendo las
promesas del día angustioso de Israel. (Jer. 30:5-7). El templo de ese día futuro
será profanado de la misma manera que Antíoco profanó el templo en su época
en el siglo II a. C., deteniendo los sacrificios y dando uso pagano al templo.
Así como Antíoco Epífanes en el siglo II a. C. profanó el templo de Jerusalén
ofreciendo una cerda en el altar y colocando un ídolo de un dios griego, así en el
tiempo del fin el gobernante mundial final, que afirmará ser Dios, establecerá
una imagen de sí mismo y constituyen la abominació n del templo como se
describe en Daniel 9:27. El establecimiento de tal imagen se menciona en
Apocalipsis 13:
14-15. Esto lo logrará la bestia del mar que será el gobernante mundial (vv. 11,
14). La bestia de la tierra “les ordenó que levantaran una imagen en honor a la
bestia que fue herida por la espada y aú n vivía. Se le dio poder para dar aliento
a la imagen de la primera bestia, para que pudiera hablar y causar que todos los
que se negaran a adorarla imagen para morir” (vv. 14-15). El hecho de que el
gobernante mundial final sea presentado como Dios también fue mencionado
en 2 Tesalonicenses 2:4: “Se opondrá y se exaltará a sí mismo sobre todo lo que
se llama Dios o es adorado, de modo que se instala en el templo de Dios,
proclamá ndose a sí mismo ser Dios ".

Setenta y siete: Mejor interpretación


En consecuencia, la mejor explicació n de los 490 añ os es que los 483 añ os
se cumplieron justo antes del tiempo de la crucifixió n de Cristo, que ocurriría
un intervalo de tiempo entre la crucifixió n de Cristo y la destrucció n de
Jerusalén de má s de treinta y cinco añ os, cumpliendo Daniel. 9:26, y ambos
eventos ocurrieron en ese período.
Los ú ltimos siete añ os, sin embargo, comenzará n cuando el gobernante de
las diez naciones en el Medio Oriente, que aú n aparecerá , cumplirá la
descripció n como un gobernante relacionado con las personas que destruyen la
ciudad de Jerusalén, es decir, los romanos. personas. Comenzará el período final
de siete añ os haciendo un pacto de paz con Israel que se romperá después de
los primeros tres añ os y medio. Este enfoque tiene la ventaja de dar
cumplimiento literal a la profecía y armonizarla con cualquier otra profecía del
tiempo del fin.
Otras interpretaciones simplemente no se ajustan al pasaje. Algunos han
sugerido a Antíoco Epífanes como la persona que cumpliría con esto en el siglo
II a. C. Sin embargo, no hay nada en la historia que corresponda a un pacto de
siete añ os después de Antíoco. Solo aquellos que creen que Daniel es una
falsificació n escrita en el siglo II a. C. ofrecen algú n apoyo a este punto de vista.
En conjunto, los "setenta y siete" de la profecía de Daniel presentan toda la
historia de Israel desde la época de Nehemías en el 444 a. C. hasta la segunda
venida. Interpuesta está la edad presente no revelada en el Antiguo
Testamento, que a menudo profetizaba la primera venida como el mismo
evento que la segunda venida y no tomaba en consideració n la edad presente
entre los dos eventos.
En la visió n de Daniel, entonces, él no solo cubrió el alcance de la profecía
gentil que termina en la segunda venida, sino que también reveló que los
“setenta siete” de Israel concluirá n con el mismo evento, la segunda venida. El
hecho de que Israel ya está de regreso en la tierra, que un movimiento mundial
hacia un gobierno mundial también es actual, y que ya existe un movimiento
religioso
mundial se combinan para indicar que el tiempo del cumplimiento de los
eventos del tiempo del fin puede no estar distante.

Cuarta visión de Daniel: su experiencia


Daniel 10:1-3. La cuarta y ú ltima visió n que se le dio a Daniel se registró en
Daniel 10–12. Esta fue la visió n final de Daniel “en el tercer añ o de Ciro rey de
Persia” (el añ o 536 a. C.) (v. 1). A Daniel se le aseguró que la visió n presentaba
la verdad y que su visió n principal estaba relacionada con una “gran guerra” (v.
1). Aparentemente, en respuesta al hecho de que se le iba a dar una visió n,
Daniel se preparó ayunando durante tres semanas (v. 2). Esto no significa que
se abstuviera completamente de comer o beber, sino que, como él mismo lo
expresó , “no comí comida selecta; ni carne ni vino tocó mis labios; y no usé
loció n hasta que pasaron las tres semanas” (v. 3). Cuando Daniel tuvo esta
visió n, él
tenía aproximadamente ochenta y cinco añ os.
Aunque Daniel no lo mencionó , tuvo ocasió n de angustia porque los
israelitas que habían regresado a la Tierra Prometida y estaban intentando
construir el templo habían atravesado tiempos difíciles. El período de su ayuno
incluía el tiempo de la Pascua, que normalmente ocurría el día catorce del
primer mes y fue seguido por siete días en los que se comía pan sin levadura. El
período de tres semanas, obviamente, eran semanas de días en contraste con
los "setenta siete" de Daniel 9, a los que aquí se hace referencia como "tres
sietes de día". El hecho de que se usara la palabra día deja en claro que Daniel
estaba hablando de un día literal de veinticuatro horas.
Llegó la noticia de Jerusalén acerca de la difícil situació n de los judíos que
habían intentado construir el templo y habían puesto los cimientos solo para
ser detenidos por la oposició n de la gente que ya vivía en la tierra (Esdras 4: 1–
5, 24). Daniel consideró esto como una gran dificultad, ya que una de las
principales razones para regresar a Jerusalén era reconstruir el templo y
restablecer el sistema de sacrificios. En realidad, el templo se retrasó unos
veinte añ os. Como se ha explicado anteriormente, la diferencia fue entre los
setenta añ os de cautiverio, que comenzó en el 605 a. C., y los setenta añ os de la
desolació n de Jerusalén, que comenzó en el 586 a. C. La construcció n del templo
se retrasó veinte añ os y se completó en el 515 a. C., setenta añ os después de
que el templo fuera destruido en el 586 a. C. Desde el punto de vista humano, se
retrasó ; desde un punto de vista divino, llegó a tiempo. Sin embargo, el período
de ayuno dio la oportunidad de recibir má s revelaciones de Dios.
Daniel 10:4–6. El comienzo de las tres semanas de ayuno no se indica en la
Biblia, pero aparentemente se completó el día veinticuatro del primer mes. Esto
daría tiempo para el festival de dos días del comienzo del añ o y el comienzo de
la luna nueva, que era un momento de alegría y, en consecuencia, no era un
momento adecuado. tiempo para que Daniel ayunara (1 Sam. 20:18-19,
34). Aparentemente, el período de ayuno de Daniel comenzó inmediatamente
después, o el cuarto día del nuevo mes, y continuó hasta la Fiesta de la Pascua y
la Fiesta de los Panes sin Levadura, que había concluido antes de que se diera la
visió n.
Daniel registró que la visió n le vino cuando estaba “de pie en la orilla del
gran río Tigris” (Dan. 10:4). En Daniel 8, tuvo una visió n “al lado del canal de
Ulai” (8: 2), pero eso se interpretaría como estar allí en la visió n, no realmente
allí en el cuerpo. Aquí la implicació n era que él estaba realmente en el Tigris y
parado en su orilla cuando comenzó la visió n. El hecho de que Daniel estuviera
junto al río Tigris responde a la pregunta de por qué no regresó a Jerusalén con
los peregrinos que regresaban. Aparentemente, esto fue imposible para Daniel,
en parte debido a su edad y en parte debido a su ocupació n como uno de los
administradores del imperio. Puede que haya estado allí por algú n asunto del
imperio. El río Tigris estaba aproximadamente a treinta y cinco millas al
noreste de Babilonia, lo que no habría requerido mucho viaje.
Daniel registró que en su visió n vio una figura gloriosa en la forma de un
hombre: “Miré hacia arriba y allí, ante mí, había un hombre vestido de lino, con
un cinturó n del mejor oro alrededor de su cintura. Su cuerpo era como crisó lito,
su rostro como un relá mpago, sus ojos como antorchas encendidas, sus brazos
y piernas como el resplandor del bronce bruñ ido, y su voz como el sonido de
una multitud” (10:5-6).
Los eruditos han luchado con la pregunta de si este hombre es una teofanía
(aparició n de Dios) o un á ngel glorioso. Debido a la similitud de esta visió n con
la que se encuentra en Apocalipsis 1:11–16, muchos consideran esta primera
revelació n como la de Cristo mismo apareciendo como el Á ngel del Señ or. Si es
así, contrastaba con la persona descrita en Daniel 10:10-14 o con la que Miguel
menciona en el versículo 13 porque claramente eran á ngeles. Lo que vio Daniel
estaba de acuerdo con la gloriosa visió n de Dios.
La vestimenta general del hombre era de lino, que parecía caracterizar a
los visitantes celestiales (Ez. 9:2-3, 11; 10:2, 6-7), así como las vestiduras de los
sacerdotes (É xodo 28:39-43). Los á ngeles aparecían con frecuencia con largas
vestimentas blancas, ya fueran de lino o no, y a veces de colores brillantes
(Marcos 16:5; Lucas 24: 4; Juan 20:12; Hechos 1:10). El cinturó n o cinto
probablemente estaba hecho de lino bordado con el oro má s fino (Dan. 10:5).
En la versió n King James, el "cinto" se describió como "oro fino de Ufaz". Una
referencia similar se encuentra en Jeremías 10:9, pero se desconoce el
significado de esta frase, excepto que da a entender que era de oro muy fino.
Se decía que la apariencia gloriosa del cuerpo del hombre era "como
crisó lito", también traducido como "berilo". Algunos piensan que fue como un
topacio. Esta joya también se menciona en É xodo 28:17 y Ezequiel
1:16; 10:9. Debido a que en hebreo se llamaba tarshish, la implicació n era que
se originó en Españ a y posiblemente era de color amarillo.
Se describió el rostro del hombre como “como un relá mpago, sus ojos
como antorchas encendidas”, similar a la descripció n de Cristo en Apocalipsis
1: 14–
16. Los brazos y piernas se describieron como "bronce bruñ ido", similar a la
descripció n de Cristo en Apocalipsis 1:15: "Sus pies eran como bronce que
brilla en un horno". Como en Apocalipsis 1:15, la voz de Cristo fue descrita
"como el sonido de un torrente de aguas", así que aquí Daniel oye un sonido
"como el sonido de una multitud" (Dan. 10: 6).
Daniel 10:7–9. Aunque Daniel vio la visió n que lo sobrecogió de terror, los
que estaban con él no vieron la visió n, pero sintieron que algo terrible estaba
sucediendo y “huyeron y se escondieron” (v. 7). Daniel, sin embargo, después
de contemplar la imagen, declaró : “No me quedaban fuerzas, mi rostro se puso
pá lido como la muerte y estaba indefenso. Entonces lo escuché hablar, y
mientras lo escuchaba, caí en un sueñ o profundo, con el rostro en tierra” (vv. 8–
9). La experiencia de Daniel es similar a la de Pablo en el camino a Damasco
cuando los hombres con Saulo (Pablo) escucharon un sonido, pero no vieron a
nadie y no entendieron lo que se decía (Hechos 9:7; 22:9). El hecho de que los
hombres que estaban con Daniel no vieron la visió n corrobora la conclusió n de
que él estaba en el río Tigris geográ ficamente. No se dijo có mo sabía que su
rostro estaba "mortalmente pá lido", pero aparentemente sintió que estaba muy
débil. Luego cayó en un sueñ o profundo. El relato ilustra có mo los hombres en
sus cuerpos mortales, incluso los hombres piadosos como Daniel, no pueden
soportar la gloriosa presencia de Dios; también se ilustra en la respuesta de
Pablo a la visió n de Cristo en el camino a Damasco (Hechos 9:4).
Daniel 10:10-11. En su debilidad, Daniel registró : “Una mano me tocó y me
puso temblando de manos y rodillas” (v. 10). A Daniel se le dijo que la visió n le
fue dada porque era un hombre "muy estimado", y se le indicó que "considerara
cuidadosamente las palabras que estoy a punto de hablarte, y ponte de pie,
porque ahora he sido enviado a ti" (v. 11). En respuesta a esto, Daniel dijo que
"se puso de pie temblando".
Daniel 10:12-14. La persona que hablaba con él le dijo: “No tengas miedo,
Daniel. Desde el primer día en que te propusiste ganar entendimiento y
humillarte ante tu Dios, tus palabras fueron escuchadas y yo he venido en
respuesta aellos. Pero el príncipe del reino persa me resistió veintiú n
días. Entonces Miguel, uno de los principales príncipes, vino a ayudarme,
porque estaba detenido allí con el rey de Persia. Ahora vengo a explicarte lo que
le sucederá a tu pueblo en el futuro, porque la visió n se refiere a un tiempo por
venir” (vv. 12-14).
Si el hombre descrito en los versículos 4–6 era una teofanía, una revelació n
de Cristo mismo, se aclaró que el primer hombre descrito aquí era un á ngel y no
Cristo porque se decía que era menos que omnipotente y fue resistido por “el
príncipe del reino Persa” durante “veintiú n días” (v. 13). Luego fue asistido por
Miguel el arcá ngel que lo ayudó (v. 13). El á ngel le declaró a Daniel que “la
visió n se refiere a un tiempo por venir” (v. 14). La revelació n del conflicto entre
los á ngeles y el mundo de los demonios que se describe en este pasaje es
similar a otras indicaciones de este conflicto que continú a sin cesar (Efesios
6:10-17).
Daniel 10:15-19. La revelació n dejó a Daniel “sin habla” (v. 15), y se inclinó
hacia el suelo. Una vez má s, Daniel fue tocado por “alguien que parecía un
hombre” (v. 16). No estaba claro si esto se refiere a un á ngel oa la teofanía, pero
lo má s probable es que se trate del á ngel mencionado en los versículos
anteriores. Daniel, quien trató de hablar, dijo: “Se me han acabado las fuerzas y
apenas puedo respirar” (v. 17).
Daniel fue nuevamente tocado y fortalecido, y el á ngel dijo: “'No temas,
hombre muy estimado', dijo. '¡Paz! Sé fuerte ahora; sé fuerte'” (v. 19). En
respuesta a esto, Daniel declaró : “Me sentí fortalecido y dije: 'Habla, señ or mío,
que me has dado fuerzas'” (v. 19).
Daniel 10:20-11:1. La figura angelical le dijo a Daniel: “¿Sabes por qué he
venido a verte? Pronto volveré para luchar contra el príncipe de Persia, y
cuando me vaya, vendrá el príncipe de Grecia; pero primero les diré lo que está
escrito en el Libro de la Verdad. (Nadie me apoya contra ellos excepto Michael,
tu príncipe. Y en el primer añ o de Darío el Medo, tomé mi posició n para
apoyarlo y protegerlo) ". Esto se refería a la visió n profética dada a Daniel en el
capítulo 8 donde se profetizó el triunfo final de Grecia sobre Medo-Persia. Sin
embargo, el á ngel indicó que apoyó a Darío el Medo cuando se hizo cargo de
Babilonia.

Cuarta visión de Daniel: profecía de los reyes antes de Antíoco IV


Daniel 11:2–35. Este pasaje proporciona la profecía má s detallada que se
puede encontrar en las Escrituras. El intérprete se enfrenta a la pregunta de si
Dios está omnisciente, es decir, conoce todos los eventos del futuro y también si
Dios revela los eventos futuros en detalle.
El libro de Daniel se consideró Escritura genuina escrita por el profeta
Daniel en el siglo VI a. C. durante al menos ochocientos añ os sin que nadie
cuestionara la validez de esta profecía.
Como se discutió anteriormente, en el siglo III de la era cristiana, unos
ochocientos añ os después de Daniel, un filó sofo ateo llamado Porfirio, al
estudiar el libro de Daniel, concluyó que las profecías de Daniel 11:2–35 eran
extremadamente precisas. describiendo el período histó rico que
cubrieron. Debido a que no creía en Dios ni creía que Dios era omnisciente, tuvo
que encontrar alguna manera de explicar este extraordinario escrito. Concluyó
que quienquiera que lo haya escrito debe haber vivido después de los hechos
descritos. En consecuencia, ofreció la teoría de que Daniel no fue escrito por el
profeta Daniel en el siglo VI a. C., sino por un hombre del período macabeo,
alrededor del 175 a. C., que decía ser Daniel.
Hasta los tiempos modernos, ningú n otro se comprometió a apoyar a
Porphyry. Cuando empezaron a surgir eruditos liberales, se enfrentaron al
mismo problema que tuvo Porfirio al intentar interpretar este pasaje. Debido a
que no creían en la revelació n sobrenatural e incluso cuestionaron si Dios era
omnisciente, adoptaron el punto de vista de Porfirio con pocos cambios y
argumentaron que el libro debe ser una falsificació n del segundo siglo después
de los eventos descritos. Hasta el momento, esta ha sido una posició n de los
estudiosos liberales.
El hallazgo de un manuscrito completo de Daniel entre los documentos de
Qumrá n, que era cientos de añ os má s antiguo que la copia má s antigua de
Daniel encontrada anteriormente, sirvió para socavar esta posició n liberal
porque trajo el libro de Daniel de regreso al siglo II a.C., pero en hebreo
comparativamente moderno en lugar del hebreo antiguo. Segú n la propia
posició n de los teó logos liberales, esto requeriría un par de siglos entre esta
copia y el original, que por supuesto, lo tendría en la vida de Daniel o al menos
antes de los eventos descritos en Daniel 11. Los liberales han estado en gran
parte callados. acerca de este descubrimiento, pero una nueva generació n de
liberales tendrá que enfrentar el hecho de que su vieja teoría ya no es vá lida y
que el libro de Daniel contiene profecías genuinas.
Los detalles que se ofrecen en Daniel 11:2–35 incluyen los principales
eventos y personalidades del Imperio Persa, y luego continú an con los
principales eventos del período alejandrino, que culmina en la profecía sobre
Antíoco Epífanes (175-164 a. C.). Comenzando con el versículo 36, la profecía se
adelantó a los eventos que siguieron a Antíoco hasta el tiempo del fin, que aú n
está por llegar desde el punto de vista de nuestro tiempo presente.
Daniel 11:2. La profecía comenzó describiendo a cuatro reyes de Persia (v.
2). Daniel escribió : “Ahora bien, les digo la verdad: tres reyes má s aparecerá n
en Persia, y luego un cuarto, que será mucho má s rico que todos los demá s.
Cuando haya ganado poder con sus riquezas, despertará a todos contra el reino
de Grecia” (v. 2).
Al intentar identificar a los cuatro reyes, es probable que Daniel excluyera
a Darío el Medo y Ciro II (550-540 a. C.). Los cuatro reyes probablemente
fueron Cambises (529-522 a. C.), que no se menciona en el Antiguo Testamento,
Pseudo- Smerdis (522-521 a. C.), Darío I Hystaspes (521-486 a. C., Esdras 5-6) y
Jerjes I (486–465 a. C., Esdras 4:6).
Como indicó Daniel, Jerjes I fue el gobernante que intentó conquistar
Grecia en la época del mayor poder del Imperio Persa. Jerjes I reunió un ejército
de varios cientos de miles y comenzó una guerra contra Grecia (580 a. C.) en la
que tanto su flota como sus tropas fueron derrotadas. Persia declinó en el poder
después de esto. Muchos identifican a Asuero, que eligió a Ester como su reina,
como este Jerjes I. La desastrosa expedició n contra Grecia probablemente
ocurrió entre Ester 1 y Ester 2. Daniel no dio muchos detalles sobre el Imperio
persa, ya que se proporcionaron datos adicionales en Esdras, Nehemías y Ester,
complementado por Hageo, Zacarías y Malaquías. Como Daniel probablemente
murió alrededor del 530 a.C., su vida terminó antes de que ocurrieran estos
eventos y, por lo tanto, tenía que ser una profecía genuina.
Daniel 11: 3-4. Daniel profetizó la venida de Alejandro el Grande: “Entonces
aparecerá un rey poderoso, que gobernará con gran poder y hará lo que le
plazca. Después de su aparició n, su imperio será dividido y dividido en parcelas
hacia los cuatro vientos del cielo. No irá a sus descendientes, ni tendrá el poder
que él ejerció , porque su imperio será desarraigado y entregado a otros” (vv. 3-
4). Esta profecía anticipó el ascenso de Alejandro Magno y su conquista del
Imperio Persa. Como registra la historia, cuando Alejandro Magno murió en
323
a. C., su conquista se dividió entre sus cuatro generales. Los mismos eventos
fueron profetizados en los versículos 5-8 e interpretados por Daniel en los
versículos 21-22. Cuando Daniel escribió esta profecía, Grecia era una nació n
pequeñ a y relativamente insignificante.
Daniel 11:5–6. Daniel continuó con una profecía aú n má s detallada que las
profecías anteriores. Escribió : "El rey del sur se hará fuerte, pero unode sus
comandantes será aú n má s fuerte que él y gobernará su propio reino con gran
poder. Después de algunos añ os, se convertirá n en aliados. La hija del rey del
sur irá al rey del norte para hacer una alianza, pero no retendrá su poder, y él y
su poder no durará n. En aquellos días será entregada junto con su escolta real y
su padre y el que la sostuvo” (vv. 5-6).
Como se insinú a en el versículo 5, el pasaje se refería a las luchas entre
Siria como rey del norte y Egipto como rey del sur. Aunque Siria no fue
mencionada porque no existía como nació n en ese momento y el gobernante de
Egipto fue referido solo como el rey del Sur, sin embargo, estaba bastante claro
có mo esto corresponde a la historia. Ptolomeo I Soter (323-285 a. C.) es el rey
del Sur. El que es má s fuerte que él en referencia a Seleuco I Nicator (312-281
aC). En el trasfondo histó rico de estos eventos hay evidencia de que Seleuco
había dejado a Antígono en Babilonia y por un breve tiempo estuvo asociado
con Ptolomeo I en Egipto. Juntos habían derrotado a Antígono, lo que hizo
posible que Seleuco controlara de manera militar la gran á rea desde Asia
Menor hasta la India, y se hizo má s fuerte que Ptolomeo, que gobernaba Egipto.
Esto explica el versículo 5:
"Uno de sus comandantes llegará a ser aú n má s fuerte que él y gobernará su
reino con gran poder". Las dos á reas de fuerza en este período fueron Egipto,
dirigido por Ptolomeo, y Seleuco como gobernante de Siria. También se indica,
“Después de algunos añ os, se convertirá n en aliados” (v. 6).
Sería normal tener matrimonios mixtos entre estos dos gobernantes, y esto
se menciona en el versículo 6, que dice: “La hija del rey del sur irá al rey del
norte para hacer una alianza, pero no retendrá su poder, y él y su poder no
durará n. En aquellos días será entregada junto con su escolta real y su padre y
el que la sostenía” (v. 6). La hija mencionada aquí era Berenice, que era la hija
de Ptolomeo II Filadelfo (285–246 a. C.), que era rey de Egipto. En ese
momento, el rey de Siria, o "el rey del norte", era Antíoco II Theos (261–246 a.
C.). Sin embargo, la alianza no duró ya que una ex esposa de Antíoco de nombre
Laodice se unió a una conspiració n en la que tanto Berenice como Antíoco
fueron asesinados, y su padre, Ptolomeo, también murió en ese momento. Los
versículos son precisos al describir los eventos futuros de ese período.
Daniel 11:7–9. Un rey posterior de Egipto, Ptolomeo III Euergetes (246-222
a. C.), pudo conquistar el reino del norte, apoderá ndose de una gran cantidad de
botín, como lo describe Daniel: “Uno de su linaje se levantará para ocupar su
lugar. Atacará elfuerzas del rey del norte y entrar en su fortaleza; luchará
contra ellos y saldrá victorioso. También se apoderará de sus dioses, sus
imá genes de metal y sus valiosos artículos de plata y oro y se los llevará a
Egipto. Durante algunos añ os dejará solo al rey del norte” (vv. 7-8). Ptolomeo III
Euergetes, al conmemorar su victoria sobre el reino del Norte, erigió un
monumento llamado Marmor Adulitanum, en el que registró su jactancia de
haber conquistado una gran á rea, que incluía Mesopotamia, Persia, Media,
Susiana y otros países. Después de esta victoria, aparentemente dejó de invadir
el Norte.
En la historia que siguió a este período, hubo ataques desde el norte y
desde el sur, ya que lucharon entre sí en varios momentos. El versículo 9 indica
un ataque del rey del norte contra el rey del sur que ocurrió alrededor del 240
a. C. y fue dirigido por Seleuco II Callinicus. Sin embargo, fue derrotado y
regresó sin conquistar la tierra de Egipto.
Daniel 11:10-12. El hijo mayor de Seleucus murió durante una campañ a
militar en Asia Menor. Pero má s tarde, el hijo menor, Antíoco III, atacó Egipto
con cierto éxito. Como gobernante del reino del Norte, Antíoco III tuvo varias
campañ as exitosas contra Egipto durante un período en el que el gobernante
egipcio, Ptolomeo Philopator (221–203 a. C.) no levantó una defensa suficiente
contra él.
En una batalla posterior en 217 a. C., Antíoco el Grande desafió a un
ejército egipcio, con unos setenta mil soldados en cada bando, lo que resultó
en que
Egipto destruyera todo el ejército de Antíoco como se indica en los versículos
11- 12.
Daniel 11:13–16. En los versículos que siguen, sin embargo, se mencionan
invasiones adicionales de Egipto llevadas a cabo por el rey del Norte: “Porque el
rey del Norte reunirá otro ejército, má s grande que el primero; y después de
varios añ os, avanzará con un enorme ejército totalmente equipado. En esos
tiempos, muchos se levantará n contra el rey del sur. Los hombres violentos de
tu propia gente se rebelará n en cumplimiento de la visió n, pero sin éxito.
Entonces el rey del norte vendrá y construirá rampas de asedio y tomará una
ciudad fortificada. Las fuerzas del Sur no podrá n resistir; incluso sus mejores
tropas no tendrá n la fuerza para resistir. El invasor hará lo que le plazca; nadie
podrá oponerse a él. Se establecerá en la Tierra Hermosa y tendrá el poder de
destruirla” (vv. 13-16).
Estas profecías corresponden precisamente a la historia del período que
describió estas guerras y el éxito del reino del Norte. La conquista de un
fortificadociudad (v. 15) se cumplió cuando los ejércitos egipcios fueron
derrotados en Paneas, en la cabecera del río Jordá n, con el resultado de que
Antíoco III pudo tomar Sidó n, que fue capturada en 199-198 a. C. El resultado
fue que Siria controló toda Tierra Santa hasta el sur de Gaza.
Posteriormente, Egipto intentó conquistar Siria, y los ejércitos liderados
por los egipcios Eropas, Menacles y Damoyenus no lograron mellar el poder
sirio.
Daniel 11:17-20. En ese momento, sin embargo, Roma comenzó a ejercer su
poder en el Mediterrá neo oriental, y parecía mejor que Antíoco hiciera las
paces con Egipto al casar a su hija Cleopatra con Ptolomeo V Epífanes. Daniel
describió esto: “Decidirá venir con el poder de todo su reino y hará una alianza
con el rey del sur. Y le dará una hija en matrimonio para derrocar el reino, pero
sus planes no lo ayudará n ni lo conseguirá n” (v. 17).
Antíoco, habiendo arreglado las cosas con Egipto, intentó conquistar
Grecia, pero fue derrotado en 191 a. C. en las Termó pilas y en 189 a. C. fue
nuevamente derrotado en Magnesia al sureste de É feso, esta vez por soldados
romanos. Esto cumplió lo que escribió Daniel: “Entonces volverá su atenció n a
las costas y tomará muchas de ellas, pero un comandante pondrá fin a su
insolencia y volverá su insolencia sobre él. Después de esto, volverá hacia las
fortalezas de su propio país, pero tropezará y caerá , para no ser visto má s” (vv.
18-19). Aunque Antíoco fue un gran gobernante, su fracaso en la conquista de
Grecia lo dejó destrozado en el momento de su muerte, que ocurrió cuando
intentó saquear un templo en Elam.
Cuarta visión de Daniel: Antíoco IV
La profecía de Daniel ahora se dirige a otros dos gobernantes: Seleuco IV
Filopator (187-175 a. C.) y Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), quien fue el
famoso perseguidor de los judíos mencionado anteriormente en Daniel 8: 23-
25 y al que se hace referencia como el cuerno pequeñ o mencionado en Daniel
8: 9-
14. Daniel 11:20 indicó a Seleuco IV Filó pador: “Su sucesor enviará un
recaudador de impuestos para mantener el esplendor real. Sin embargo, dentro
de unos añ os será destruido, pero no con ira ni en batalla” (v. 20). La necesidad
de aumentar los impuestos se debió al tributo que tenía que pagar a Roma de
mil talentos cada añ o.
Daniel 11:21–35. El recaudador de impuestos que nombró se llamaba
Heliodoro (2 Mac. 3:7). Algunos creen que Seleuco IV Philopator fue asesinado
por veneno y su muerte preparó el escenario para el gobernante final de este
período que se describe en Daniel 11:21–35. En los versículos 21–35, aparece a
continuació n un gobernante comparativamente insignificante de Siria, conocido
como Antíoco IV Epífanes. La importancia de este hombre para Daniel y Dios
fue su persecució n del pueblo judío durante el período de su reinado en 175-
164 a. C.
En comparació n con los gobernantes anteriores del reino del norte, Daniel
lo describió como “una persona despreciable a quien no se le ha dado el honor
de la realeza” (v. 21). Aseguró el trono mediante una serie de intrigas y
asesinatos de otros posibles candidatos, como Daniel describió : "Cuando su
pueblo se sienta seguro, invadirá el reino y lo tomará con intrigas" (v. 21).
El camino por el que llegó al trono es bastante complicado. Hubo varios
gobernantes legítimos posibles a la muerte de su predecesor, Seleucus IV
Philopator. El hijo menor de Seleuco IV era Demetrio y probablemente fue el
sucesor má s legítimo al trono, pero en ese momento estaba en prisió n en Roma
como rehén. Un hijo menor, Antíoco, era todavía un bebé. El hermano de
Seleuco IV era Antíoco IV, que en el momento de la muerte de su hermano vivía
en Atenas. Allí escuchó que Heliodoro había asesinado a su hermano Seleuco
como estaba profetizado en Daniel 11:20. Antiochus IV Epiphanes fue a Antioch
y de alguna manera aseguró el trono. Andró nico ayudó a esto asesinando al
bebé Antíoco, pero a su vez fue ejecutado por Antíoco IV. Heliodoro, que había
asesinado a Seleuco IV, aparentemente desapareció de la historia. Para que una
profecía prediga con precisió n una historia tan enredada, só lo puede explicarse
por la inspiració n del Espíritu Santo.
Antíoco IV comenzó una vida muy convulsa, luchando contra Egipto, el
reino del Sur, y el poder naciente de Roma. Su ascenso al poder se describe en
el versículo 21. Antíoco IV añ adió el título de Epífanes, que significa "el
glorioso". Debido a sus diversas intrigas, otros lo apodaron como Epimanes,
que
significa "loco". Antíoco fue atacado por un gran ejército, probablemente de
Egipto, pero de alguna manera Antíoco pudo derrotar al ejército como dijo
Daniel: “Entonces un ejército abrumador será barrido ante él” (v. 22). La
referencia adicional de que “un príncipe del pacto será destruido”
probablemente se refería al hecho de que el depuesto sumo sacerdote Onías III
había comenzado su persecució n de los judíos.
Algunos de sus éxitos militares se describen en los versículos que siguen:
“Después de llegar a un acuerdo con él, actuará con engañ o y con só lo unas
pocas personas llegará al poder. Cuando las provincias má s ricas se sientan
seguras, las invadirá y logrará lo que ni sus padres ni sus antepasados hicieron.
Distribuirá botín, botín y riquezas entre sus seguidores. Conspirará para
derribar fortalezas, pero só lo por un tiempo” (vv. 23-24).
Habiendo consolidado su poder político a través de victorias por las armas,
intentó lo que otros habían hecho antes que él: atacar a Egipto. Daniel escribió :
“Con un gran ejército, aumentará su fuerza y valor contra el rey del sur. El rey
del sur hará la guerra con un ejército grande y muy poderoso, pero no podrá
resistir debido a los complots ideados contra él. Los que comen de las
provisiones del rey tratará n de destruirlo; su ejército será barrido y muchos
caerá n en la batalla” (vv. 25-26).
Esta guerra ocurrió aproximadamente cinco añ os después de que asumió
el trono. Un gran ejército egipcio se enfrentó a las fuerzas de Antíoco en Pelusio
cerca del delta del Nilo y fue derrotado. Después de la batalla, los dos
intentaron establecer un pacto de paz, que Daniel describió : “Los dos reyes, con
el corazó n inclinado hacia el mal, se sentará n a la misma mesa y se mentirá n el
uno al otro, pero en vano, porque el fin llegará . aú n ven a la hora señ alada. El
rey del norte volverá a su propio país con grandes riquezas” (vv. 27-28).
Aunque la conferencia fue un intento de llegar a la paz, ambos conspiradores
intentaron vencer al otro y el resultado fue que la paz no se logró .
Antíoco, ahora con aparente éxito sobre Egipto, estaba irritado por el
hecho de que los judíos no lo apoyaran activamente. En consecuencia, Daniel
escribió : “Pero su corazó n se opondrá al santo pacto. Actuará contra ella y
luego regresará a su propio país” (v. 28). Antíoco se oponía mucho a la religió n
judía y al "pacto santo". Profanó su templo, ofreciendo una cerda en el altar e
instalando una estatua de un dios griego. Esto precipitó la revuelta macabea en
la que miles de judíos fueron asesinados, incluidos hombres, mujeres y niñ os,
algunos fueron arrojados desde lo alto de los edificios hasta la muerte, en el
vano esfuerzo por acabar con la religió n judía.
La profanació n del templo judío descrita en los versículos 31-32 siguió a
otro ataque a Egipto que no tuvo éxito. El problema ahora era que Roma estaba
empezando a extender su poder y Antíoco no creía que fuera seguro intentar
conquistar Egipto dadas las circunstancias. En consecuencia, como escribió
Daniel, “En el tiempo señ alado volverá a invadir el Sur, pero esta vez el
resultado será diferente al de antes. Los barcos de las costas occidentales se le
opondrá n y él se desanimará . Entonces se volverá y desahogará su furor contra
el santo pacto. É l volverá y mostrará favor a los que abandonan el santo pacto”
(vv. 29- 30).
El intento de Antíoco de destruir la religió n judía fue descrito por Daniel
con estas palabras: “Sus fuerzas armadas se levantará n para profanar la
fortaleza del templo y abolirá n el sacrificio diario. Entonces establecerá n la
abominació n que causa la desolació n. Con lisonjas corromperá a los que han
violado el pacto, pero el pueblo que conoce a su Dios lo resistirá firmemente”
(vv. 31–32). Esto se había anticipado en Daniel 8:9-12, 23-25. Daniel describió
con má s detalle el tiempo de persecució n de Israel: “Los sabios instruirá n a
muchos, aunque por un tiempo caerá n a espada o será n quemados, capturados
o saqueados. Cuando caigan, recibirá n un poco de ayuda, y muchos que no
son sinceros se unirá n a ellos. Algunos de los sabios tropezará n para ser
refinados, purificados y sin mancha hasta el tiempo del fin, porque aú n llegará
en el tiempo señ alado” (11:33–35).
Estas intrincadas profecías que describen en detalle la relació n entre los
imperios de Persia y Grecia con el pueblo judío solo pueden explicarse por
inspiració n divina. Los detalles eran tales que incluso una persona que viviera
en ese momento podría tener dificultades para poner todos los hechos juntos
en una relació n y conclusió n adecuadas. El hecho de que los incrédulos hayan
atacado a Daniel sobre la base de esta profecía es en sí mismo una admisió n de
que las profecías eran precisas, y los datos de apoyo indican que fue escrito por
Daniel en el siglo VI a. C.

Cuarta visión de Daniel: el tiempo del fin


La referencia al “tiempo del fin” en la profecía restante, que comienza en el
versículo 36, no fue el resultado inmediato del reinado de Antíoco IV Epífanes.
La brecha cronoló gica entre Antíoco IV Epífanes (vv. 21-34) y el tiempo del fin
(vv. 36-45) era comú n en el Antiguo Testamento, ya que muchas profecías
sobre la primera y segunda venida de Cristo, aunque presentadas juntas, fueron
separadas por miles de añ os en su cumplimiento.
Daniel 11:36–45. Las profecías detalladas de Daniel 10: 1–11: 35 fueron
completamente proféticas desde el punto de vista de Daniel en el siglo VI a. C., y
ahora todas se han cumplido. Desde el punto de vista de Daniel, todo era futuro,
pero a partir del versículo 36, las profecías dadas por Daniel aú n no se han
cumplido y, de hecho, se relacionan con el período justo antes de la segunda
venida.
Daniel describió al gobernante mundial final: “El rey hará lo que le plazca.
É l se exaltará y se engrandecerá a sí mismo sobre todo dios y dirá cosas
inauditas contra el Diosde los dioses” (v. 36). Algunos intérpretes han intentado
relacionar a este rey con Antíoco IV, mencionado en los primeros versículos de
este capítulo. Sin embargo, la evidencia de la historia es que Antíoco IV murió
en el añ o 164 a.C. poco después de cumplirse los versos anteriores. Algunos
piensan que estaba loco en el momento de su muerte. En cualquier caso, no
cumplió con ninguno de los eventos descritos en la ú ltima parte de este
capítulo, comenzando en el versículo 36.
Una explicació n má s plausible es que este gobernante se refirió al cuerno
pequeñ o de Daniel 7:8, 21-24 así como a la bestia del mar (Apocalipsis 13: 1-
10). En esta identificació n, él será el futuro gobernante mundial y un gentil.
Algunos expositores sostienen que el rey final será un judío apó stata,
posiblemente no el gobernante mundial, sino uno que surja en Palestina y
coopere con el poder gentil final.
Por muchas razones, la identificació n de este rey como el gobernante gentil
final es una interpretació n superior. Segú n el mismo Daniel, será un rey
voluntarioso que se considerará a sí mismo por encima de todo dios y por
encima de todo rey. Esto no encajaría con un rey judío que no era el gobernante
supremo en los tiempos de los gentiles. También sería increíble que este
gobernante fuera judío en la medida en que persiguió a los judíos.
Daniel también describió a este gobernante: “Tendrá éxito hasta que se
complete el tiempo de la ira, porque lo que ha sido determinado debe suceder”
(Dan. 11:36). Esto estaba de acuerdo con Daniel 7:27-28 y también la
destrucció n del gobernante mundial final en Apocalipsis 19:20. Cumplirá la
profecía de hablar “contra el Dios de los dioses” (Dan. 11:36) como se menciona
también en Apocalipsis 13:5-7.
Daniel describió al futuro gobernante de una manera inusual: “No tendrá
respeto por los dioses de sus padres ni por el deseado por las mujeres, ni
considerará a ningú n dios, sino que se exaltará sobre todos ellos” (Dan.
11:37). Sobre la base de este versículo, algunos han considerado a este
gobernante un judío debido a la frase familiar "los dioses [Elohim] de sus
padres". En la versió n King James, "dioses" se traduce en singular "Dios". La
expresió n habitual con respecto al Dios de Israel como el Dios de sus padres
es Yahvé, que es inequívocamente el Dios de Israel. El hecho de que Daniel
usó Elohim es significativo porque Elohim se usa tanto para el Dios verdadero
como para los dioses falsos y es una palabra general como la palabra
inglesa dios. Ademá s, Elohim es un plural natural, y aunque a veces se tradujo
en singular, la traducció n má s precisa en este caso sería en plural, refiriéndose
a los dioses paganos. El punto del pasaje no es simplemente que rechazará al
Dios de
Israel, sino que hará caso omiso de todas las deidades como se indica en el
versículo anterior donde se consideraba a sí mismo má s grande que cualquier
dios. El pasaje incluía el hecho de queno considerará “al deseado por las
mujeres” (v. 37). Desde la perspectiva judía, el deseo de las mujeres era cumplir
la promesa dada a Eva de un Redentor venidero que nacería de una mujer. Sin
duda, muchas mujeres judías esperaban que uno de sus hijos cumpliera esta
profecía. En consecuencia, "el deseado por las mujeres" es el Mesías de Israel.
En consecuencia, lo que predijo este pasaje fue que él, como gentil, tendrá un
desprecio total por las Escrituras y su promesa de un Rey de reyes venidero.
De acuerdo con el versículo 36, Daniel declaró : “Ni considerará a ningú n
dios, sino que se exaltará a sí mismo sobre todos ellos” (v. 37). Esto reforzó el
concepto de que rechazó no solo al Dios de Israel, sino a todos los dioses, ya
fueran paganos o el Dios verdadero. En otras palabras, será ateo y se
considerará deidad.
Sin embargo, Daniel pasó a describirlo como apenas un objeto de
adoració n: “En lugar de ellos, honrará al dios de las fortalezas; honrará a un
dios desconocido para sus padres con oro y plata, con piedras preciosas y
regalos costosos” (v. 38). Como dejan claro los versículos anteriores, no
reconocerá a ninguna persona como Dios, pero en lugar de adorar a Dios
colocará cosas materiales que le permitirá n aumentar su poder militar y
políticamente. Es similar al concepto moderno de "el dios de la guerra", que es
una personificació n del deseo de hacer la guerra.
Sus esfuerzos militares tendrá n éxito durante un tiempo, como dijo Daniel:
“Atacará las fortalezas má s poderosas con la ayuda de un dios extranjero y
honrará grandemente a quienes lo reconozcan. Los hará gobernantes sobre
muchos pueblos y repartirá la tierra por un precio” (v. 39). Su reinado estará
conectado con el concepto de deidad, y aparentemente usará la creencia en
deidades como un trampolín para hacer que la gente crea en él como
Dios. Tendrá éxito en esto, como se confirma en Apocalipsis 13: 8: “Todos los
habitantes de la tierra adorará n a la bestia, todos cuyos nombres no han sido
escritos en el libro de la vida que pertenece al Cordero que fue inmolado desde
la creació n del mundo." Todas las religiones de cualquier cará cter se fusionará n
en la adoració n final de este gobernante mundial, que es el sustituto de Sataná s
por Cristo Rey de reyes y Señ or de señ ores. É l recompensará a los que le han
apoyado haciéndolos gobernantes y distribuirá la riqueza de una manera que
ayudará a su reinado.
Los versículos finales de Daniel 11, que comienzan con el versículo 40,
describen la guerra mundial final que ocurrirá en el período justo antes de la
segunda venida. Segú n Apocalipsis 13: 7, el rey habrá logrado su objetivo de
estar sobre todas las naciones del mundo. Pero a medida que suceden los
acontecimientos de la gran tribulació n con su destrucció n total de personas, Se
desarrollará la insatisfacció n con su reinado, y el resultado es que varias partes
del mundo comenzará n a rebelarse contra este gobernante mundial y atacarlo.
Tierra Santa será el campo de batalla y los ejércitos de todo el mundo
convergerá n. Daniel describió esto: “En el tiempo del fin, el rey del sur lo
entablará en batalla, y el rey del norte atacará contra él con carros y caballería y
una gran flota de barcos” (Dan. 11:40). La profecía no es del todo claro có mo
clasificar a estas diversas personas, pero aparentemente un gran ejército de
Á frica, descrito como proveniente del sur, y un gran ejército de Europa lo
atacará desde el norte. Sin embargo, Daniel declaró : “É l invadirá muchos países
y los barrerá como un diluvio” (v. 40). Esto profetiza que el gobernante mundial
triunfará contra estas fuerzas invasoras. Dice: “É l también invadirá la Tierra
Hermosa”, que se refiere a Tierra Santa (v. 41). Daniel declaró : “Muchos países
caerá n”, pero hay excepciones que describió Daniel: “Pero Edom, Moab y los
líderes de Ammó n será n librados de su mano. Extenderá su poder sobre
muchos países; Egipto no escapará . Obtendrá el control de los tesoros de oro y
plata y de todas las riquezas de Egipto, con los libios y los nubios sometidos”
(vv. 41–43).
Aunque tendrá mucho éxito en la guerra, el líder mundial del futuro
escuchará informes de ejércitos adicionales provenientes del Este y del
Norte. Esto aparentemente se refiere al gran ejército de Oriente descrito en
Apocalipsis 16:12 como "los reyes de Oriente". Algunos también relacionan
esto con 9: 13-16, que establece que el ejército tiene 200 millones de efectivos.
Esto probablemente no solo incluirá a los ejércitos que luchará n, sino también
al personal de apoyo detrá s de ellos.
Las escrituras son claras en que aparentemente el gobernante mundial
continuará dominando la situació n hasta el momento de la segunda
venida. Como Daniel lo resumió , “É l levantará sus tiendas reales entre los mares
en la hermosa montañ a santa. Sin embargo, llegará a su fin y nadie lo ayudará ”
(Dan. 11:45). La destrucció n final del poder de los gentiles se había anticipado
anteriormente en 7:11: “Entonces continué velando por las palabras
jactanciosas que hablaba el cuerno. Seguí mirando hasta que mataron a la
bestia y su cuerpo fue destruido y arrojado al fuego ardiente ".
En la segunda venida, el gobernante mundial será capturado y arrojado al
“lago ardiente de azufre ardiente” (Ap. 19:20).
Aunque a Daniel no se le dieron profecías acerca de la era presente entre la
primera y la segunda venida de Cristo, má s que cualquier otro profeta,
describió la secuencia de eventos proféticos que abrazará n a Israel hasta el
tiempo de la segunda venida, así como también aquellos que incluirá n el
gobierno de los gentiles. En Daniel 12 se dan má s detalles.
Daniel 12:1-3. En el capítulo anterior, Daniel fue informado sobre la gran
tribulació n y la guerra mundial que llegará a su conclusió n. Naturalmente,
estaría preocupado por el pueblo de Israel. En respuesta a esta pregunta
natural sobre el destino de su pueblo, se le informó : “En ese momento se
levantará Miguel, el gran príncipe que protege a tu pueblo. Habrá un tiempo de
angustia como no ha sucedido desde el principio de las naciones hasta
entonces. Pero en ese momento tu pueblo, todo aquel cuyo nombre se
encuentre escrito en el libro, será entregado” (v. 1).
Segú n otras profecías, muchos de los judíos y los gentiles se volverá n a
Cristo en el período posterior al rapto, pero será n má rtires. En Apocalipsis 7: 1–
8, se le informó al apó stol Juan que 144.000 del pueblo de Israel, 12.000 de
cada una de las doce tribus enumeradas, serían sellados y pasarían ilesos por la
gran tribulació n. En 14:1, se los ve de pie en el monte Sion intactos.
En 7:9-17, muchos otros será n martirizados de todos los países y
razas. Está n representados en el cielo triunfantes, pero han ido al cielo de la
gran tribulació n, porque será n ejecutados por el gobernante mundial que
exigirá que todos lo adoren bajo pena de muerte (cf. Ap. 13:15). A Daniel se le
aseguró que, si bien las personas pueden perecer, la nació n de Israel como tal
será protegida y continuará existiendo a través de la gran tribulació n y entrará
en el reino milenial cuando Jesucristo, su Mesías, regrese en Su segunda venida.

Cuarta visión de Daniel: Resurrecciones del tiempo del fin


A Daniel se le informó que muchos de los que mueran será n resucitados:
“Multitudes que duermen en el polvo de la tierra despertará n: unos para vida
eterna, otros para vergü enza y desprecio eterno” (Dan. 12:2). Esta profecía se
refiere al hecho de la resurrecció n. En la reconstrucció n del orden de
resurrecció n, está claro que no todos será n resucitados al mismo
tiempo. También se mencionó en relació n con la resurrecció n de Cristo la
resurrecció n simbó lica de un pequeñ o nú mero de santos (Mat. 27:51–53). En el
rapto de la iglesia al final de la era presente, los miembros del cuerpo de Cristo,
los cristianos que murieron desde Pentecostés, será n resucitados de entre los
muertos. También se reveló una resurrecció n especial con respecto a los
dos testigos (Ap. 11:3-13), quienes será n resucitados y arrebatados al cielo al
concluir su testimonio (v. 12). Todas estas resurrecciones precedenla
resurrecció n en el momento de la segunda venida (Dan. 12:2-3). La
resurrecció n de algunos a la vergü enza y al desprecio eterno (v. 2) no ocurrirá
hasta el final del milenio, como se aclara en Apocalipsis 20:4–6, 11–15. La
resurrecció n aquí se extendió a todos los salvos del Antiguo Testamento, ya
sean judíos o gentiles, todos los que no fueron resucitados en el momento del
rapto. Se les dará vida de resurrecció n y nuevos cuerpos y entrará n en el
reino milenial como personas
resucitadas. Los santos de la tribulació n también será n resucitados (v. 4). Al
comienzo del milenio, los ú nicos que quedará n en la tumba será n los
inconversos.
El tiempo de la resurrecció n también será un tiempo de recompensa, y a
Daniel se le dijo: "Los sabios resplandecerá n como el resplandor de los cielos, y
los que llevan a muchos a la justicia, como las estrellas por los siglos de los
siglos" (Dan. 12:3). Así como los que son arrebatados será n juzgados y
recompensados en el tribunal de Cristo, todos los demá s santos que hayan
muerto será n resucitados en el momento de la segunda venida y, de la misma
manera, será n recompensados por lo que han hecho por Dios.

Cuarta visión de Daniel: resultado del tiempo del fin


Daniel 12:4. Aunque Daniel había sido un fiel registrador de las profecías
recibidas de Dios, solo entendió parcialmente lo que estaba
escribiendo. Entonces se le instruyó a Daniel: “Pero tú , Daniel, cierra y sella las
palabras del rollo hasta el tiempo del fin” (v. 4). Los que se beneficiará n má s de
las profecías de Daniel será n los que vivan en el tiempo del fin. Incluso hoy,
antes de que ocurran los eventos culminantes que seguirá n al rapto, es posible
interpretar la mayoría de las profecías de Daniel y encontrar el cumplimiento
de estas profecías en la historia. Los que no se hayan cumplido todavía se
cumplirá n. La era que conduce al fin se caracterizó con las ú ltimas palabras:
“Muchos irá n de aquí para allá para aumentar el conocimiento” (v. 4). La
implicació n es que se apresurará n a tratar de aumentar el conocimiento.
Nuestro mundo moderno ciertamente se caracteriza por esto, y hay má s
descubrimientos científicos en un añ o ahora de lo que solía haber en un siglo.
Pero el hecho triste es que la mayor parte de este conocimiento no pertenece a
los valores eternos y no prepara a una persona para la venida del Señ or. Con
demasiada frecuencia, en un mundo intelectual, se descuidan las Escrituras, que
son la fuente de toda la verdad acerca de Dios y Su plan para el universo.
Daniel 12:5–13. Al recibir má s revelació n, Daniel todavía estaba de pie en la
orilla del Tigris (10: 4), y ahora vio a otros dos, uno a un lado del río y uno al
otro lado. Los escuchó conversar: “Uno de ellos dijo al hombre vestido de lino,
que estaba sobre las aguas del río: '¿Cuá nto tiempo pasará antes de que se
cumplan estas cosas asombrosas?'” (12:6). Las Escrituras registran la respuesta
del otro hombre: “El hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río,
levantó su mano derecha y su mano izquierda hacia el cielo, y le oí jurar por
Aquel que vive para siempre, diciendo: será por un tiempo, tiempos y medio
tiempo'” (v. 7). La expresió n “tiempo, tiempos y medio tiempo” (véase 7:25;
Apocalipsis 12:14) son los ú ltimos tres añ os y medio antes de la segunda
venida. En relació n con la gran tribulació n, la mujer, refiriéndose a la nació n de
Israel, fue declarada
protegida “por un tiempo, tiempos y medio” de la persecució n de Sataná s (v.
14). Aunque muchos israelitas será n asesinados en la gran tribulació n (7:9-17),
la nació n sobrevivirá , será reunida (Ezeq. 20:33-38) y será juzgada, y solo
aquellos que se salven será n se le permitirá entrar en el reino milenial. Debido
a que se declaró que el período de la gran tribulació n era de cuarenta y dos
meses (véase Daniel 9:27; Apocalipsis 13:5), la expresió n se entiende mejor
como que un "tiempo" es un añ o, "tiempos". dos añ os y “medio tiempo” medio
añ o, sumando tres añ os y medio.
A Daniel también se le informó que “cuando el poder del pueblo santo haya
sido finalmente quebrantado, todas estas cosas se cumplirá n” (v. 7). Como se
indica en muchas Escrituras, como Apocalipsis 13:7, el pueblo de Israel, así
como los gentiles que se conviertan en cristianos, estará n sujetos a juicios
purificadores por parte del gobernante mundial al final de los tiempos, que
intentará exterminar a todos los cristianos y todos los judíos. Las Escrituras son
claras en que a veces Dios ha permitido el martirio, pero en otras ocasiones
libró a su pueblo del martirio, como se ilustra en los 144.000 de Apocalipsis 7.
Daniel volvió a declarar que no entendía la profecía y que preguntó : "Señ or
mío, ¿cuá l será el resultado de todo esto?" (Dan. 12:8).
El á ngel respondió : “Ve, Daniel, porque las palabras está n cerradas y
selladas hasta el tiempo del fin” (v. 9). A Daniel se le instruyó ademá s que en el
tiempo del fin algunos será n purificados por su persecució n pero que los
malvados seguirá n siendo malvados: “Muchos será n purificados, sin mancha y
refinados, pero los malvados seguirá n siendo malvados. Ninguno de los impíos
entenderá , pero los sabios entenderá n” (v. 10).
El clímax del tiempo del fin lo resume el á ngel: “Desde el momento en que
el sacrificio diario sea abolido y la abominació n que causa desolació n sea
establecida, Habrá 1.290 días. Bienaventurado el que espera y llega al final de
los 1335 días” (vv. 11-12).
Otras Escrituras confirman este breve resumen del tiempo del fin de
aproximadamente tres añ os y medio. El comienzo de los tres añ os y medio de la
gran tribulació n contará con la abolició n de los sacrificios diarios y el
establecimiento de una abominació n en el templo (7:25; 9:27; Apocalipsis 11:
2- 3). El tiempo a la vista será la gran tribulació n, los ú ltimos tres añ os y medio
previos a la segunda venida de Cristo. Este será un tiempo terrible de juicio
divino, así como de persecució n gubernamental, como se muestra en
Apocalipsis 6: 1–18: 24. Debido a que tres añ os y medio de 360 días cada uno,
comú nmente usados como añ o profético, no explicaron los 30 días adicionales
en la figura 1290, quedan dos explicaciones posibles. Puede ser que el anuncio
del cese de los sacrificios ocurra 30 días antes de la mitad de los ú ltimos 7 añ os,
permitiendo que los restantes 1,260 días culminen en la segunda venida de
Cristo. Otra
explicació n es que cuando Cristo regrese, habrá un lapso de tiempo antes del
milenio cuando comience a lidiar con los juicios, que puede que no todos
tengan lugar en unos pocos días. En ese caso, los 30 días serían un período en el
que Cristo comenzaría a aplicar Su juicio sobre el mundo antes de que comience
el milenio.
En cualquier caso, en el momento de la segunda venida, los malvados será n
juzgados. Las ovejas será n rescatadas y entrará n en el reino, pero las cabras
será n muertas (Mat. 24:36–41; 25:31–46). Estos pasajes parecen referirse al
juicio de los gentiles en particular, pero los judíos experimentará n un juicio de
purga similar (Ez. 20:33-38). En estos juicios, todos los incrédulos adultos, ya
sean judíos o gentiles, será n purgados, y solo los creyentes podrá n entrar en el
reino milenial, y los niñ os que no tienen la edad suficiente para tomar una
decisió n aparentemente está n exentos de juicio. En consecuencia, cualquiera
que viva hasta el final de los 1335 días será salvo porque los juicios de
purificació n han tenido lugar de todos los inconversos antes de que se alcance
este tiempo. En consecuencia, a los que se queden se les permitirá entrar en el
reino milenial.
Daniel obviamente no entendió estas profecías, aunque hoy con la
perspectiva de la historia y muchas profecías cumplidas, los intérpretes pueden
entenderlas mejor que él. Pero a Daniel se le dijo simplemente que seguiría su
camino, es decir, que moriría, y luego, al final de los días, es decir, en el
momento de la segunda venida de Cristo, resucitaría: “En cuanto a ti, sigue tu
camino hasta el final. Descansará sy luego, al final de los días, te levantará s para
recibir tu herencia asignada” (Dan. 12:13).

El gran alcance de las profecías de Daniel


El tremendo alcance de la revelació n profética de Daniel difícilmente se
puede exagerar. Solo el libro de Daniel nos da la extensió n de la historia de
Israel en 490 añ os con la edad actual intercalada entre el añ o 483 y el añ o
490. Asimismo, la profecía gentil, que describe los imperios de Babilonia, Medo-
Persia, Grecia y Roma, tiene el mismo curso, comenzando en el 605 a.C. cuando
Nabucodonosor conquistó Jerusalén y extendiéndose hasta la segunda venida
de Cristo cuando el poder gentil será destruido y el mundo. el gobernante será
arrojado al lago de fuego.
Al igual que la vista panorá mica de Israel, las profecías gentiles
relacionadas con los reinos será n interrumpidas por la era presente,
extendiéndose desde la primera venida de Cristo hasta el período justo antes de
Su segunda venida y excluyendo el período desde Pentecostés hasta el rapto de
la iglesia. La revelació n de Daniel no solo es esencial para comprender la
profecía del Antiguo Testamento, sino que, en un sentido particular, es la clave
para comprender el libro de Apocalipsis. El libro de Daniel apoya la idea de que
el libro de Apocalipsis
del capítulo 4 en adelante aú n está por venir desde nuestro punto de vista
actual, como el fin de los tiempos de los gentiles en Daniel, así como el fin de los
tiempos en el curso del futuro profético de Israel.
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PROFECÍA EN LOS PROFETAS MENORES

LA PROFECÍA EN OSEAS
Oseas 1:1. Poco se sabe acerca del profeta Oseas, excepto la informació n
biográ fica que se da en el primer versículo del libro. Fue descrito como el hijo
de Beeri, y su ministerio fue durante el reinado de cuatro reyes de Judá —
Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías — y siete reyes de Israel (las diez tribus) —
Jeroboam, hijo de Joá s; Zacarías; Shallum; Menahem; Pekah; Pekaía; y Hoshea.
El ministerio de Oseas fue principalmente para las diez tribus de Israel. Cuatro
de los reyes de Israel fueron asesinados en el cargo. Oseas vivió en el período
750- 722 a. C., que condujo al cautiverio de las diez tribus en 722 a. C., y sus
profecías en general fueron una advertencia para Israel, así como una
advertencia a las dos tribus de Judá del juicio venidero de Dios por sus pecados.
Aunque la obra de Oseas puede describirse de varias maneras,
probablemente sea má s esclarecedor considerar que su ministerio profético
gira en torno a tres temas: los pecados de Israel y Judá , el castigo de Dios por
estos pecados y su restauració n espiritual y política final. En consecuencia, los
pecados y el juicio resultante reconocidos en 1:2-9 fueron seguidos por la
restauració n (1:10-2:1). En 1:2–13 se describe una segunda serie de
acusaciones por los pecados de Israel y Judá , y en 2:14–3:5 se profetizaron la
restauració n y liberació n resultantes. Una tercera serie de acusaciones se
registró en 4:1–5:14, seguida de profecías de restauració n en 5:15–6:3. Un
cuarto período de acusaciones se reveló en 6:4-11:7, y la restauració n se
profetizó en 11: 8-11. Las profecías finales sobre los juicios venideros por los
pecados de Israel se dieron en 11:2-13:16, seguidas de una profecía de
restauració n que se encuentra en el capítulo 14.
A lo largo del libro, la relació n matrimonial entre Oseas y su esposa
adú ltera, Gomer, proporciona un hilo conductor a través de las profecías de
Oseas y típicamente representó la relació n de Yahweh con las doce tribus de
Israel, que eran vistas como una esposa adú ltera. Aunque, sin duda, los pecados
de Israel y Judá implicaron idolatría física real, las profecías abordan
predominantemente el adulterio espiritual, es decir, la infidelidad a Dios y el
amor al mundo.

El primer ciclo de los pecados de Israel y su restauración


Oseas 1: 2–2:1. En el primer ciclo de condenació n, juicio y restauració n
final, Oseas recibió instrucciones de casarse con “una esposa adú ltera”
porque
“la tierra es culpable del adulterio má s vil al apartarse del SEÑ OR” (v. 2). Tres
hijos nacieron de la unió n (probablemente hijos genuinos de Oseas en lugar de
hijos de adulterio). Al primero se le dio el nombre de Jezreel como una
indicació n significativa del juicio venidero de Dios sobre las diez tribus de Israel
debido a “la masacre de Jezreel” (v. 4). Esto se refería a la matanza de los
descendientes de Acab y Jezabel por Jehú , la cual había sido profetizada
primero por Elías (1 Reyes 21:21-24), luego ordenada por Eliseo (2 Reyes 9: 6-
10) y aprobada por el Señ or. É l mismo (10:30). Surgió la pregunta de por qué se
predijo este juicio. La respuesta probablemente se encuentre en el hecho de que
Jehú había ido má s allá de las instrucciones del Señ or y también había matado a
Joram (9:24), Ocozías del reino de Judá (vv.27-28) y muchos parientes de
Ocozías (10:12). – 14), que no formaban parte del comando original.
La profecía del juicio sobre la línea de Jehú se cumplió má s tarde con el
asesinato de Zacarías, un rey que descendía de Jehú (15:10), cortando así la
línea de Jehú de cualquier sucesió n al trono. El cumplimiento de esta profecía
también puso de relieve el hecho de que Asiria capturaría a las diez tribus,
comenzando a gobernarlas en el 734 a. C. y terminando con su cautiverio en el
722 a. C.
El segundo hijo de Oseas y Gomer fue una hija llamada Lo-Ruhamah (Oseas
1: 6), que significa “no amada”, refiriéndose a la casa de Israel. El tercer hijo se
llamó Lo-Ammi (v. 9), que significa "no mi pueblo". Sin embargo, la profecía de
destrucció n no se cumplió debido a la promesa de que Judá será salvo (v. 7) y
que las doce tribus del reino de Israel también será n llamadas nuevamente
"hijos del Dios viviente" (v. 10). La profecía también dice: "El pueblo de Judá y
el pueblo de Israel se reunirá n, y nombrará n un líder y subirá n de la tierra,
porque grande será el día de Jezreel" (v. 11). Esta profecía se cumplirá
proféticamente cuando Cristo vuelva a ocupar el trono de David (2 Sam. 7:11–
16; Isa. 3:5; 9:6–7; Amó s 9:11; Mic. 5:2). La referencia a “la tierra” (Oseas 1:11)
probablemente se refiere a la tierra en la que fueron exiliados. La secció n se
cierra con referencia a Israel y Judá como “'Mi pueblo', y de tus hermanas, 'Mi
amada'” (2:1).

El segundo ciclo del juicio de Israel y su restauración


Oseas 2:2-3:5. El segundo ciclo de juicio sobre el pecado y la restauració n
final comenzó con una reprimenda de Gomer como representante de Israel. Se
predijo que sería desnudada, convertida en un desierto sin agua y deshonrada
(2: 2-6). Sus amantes la dejarían, pero Dios declaró que la juzgaría y castigaría
(vv. 7–13). Sin embargo, después del tiempo del juicio (v. 13), sería restituida a
su esposo (vv. 14-20). En ese momento ella sería plantada en la tierra (v. 23) y
sería amada por su esposo; Dios la declararía “mi pueblo” y se convertiría en su
Dios (v. 23).
De acuerdo con esta profecía, el Señ or le ordenó a Oseas que reclamara a
su esposa como compraría un esclavo (3:1-3). Debía quedarse en casa y no
continuar con su vida adú ltera (v. 3).
El significado profético de esto fue declarado: “Porque los israelitas vivirá n
muchos días sin rey ni príncipe, sin sacrificio ni piedras sagradas, sin efod ni
ídolo. Después, los israelitas regresará n y buscará n la SEÑ OR su Dios y David su
rey. Vendrá n temblando a la SEÑ OR ya sus bendiciones en los ú ltimos días” (vv.
4- 5). Esto se cumplirá en la segunda venida.

El tercer ciclo del juicio de Israel y su restauración


Oseas 4:1–6:3. El tercer ciclo de juicio seguido por la restauració n comenzó
con el juicio sobre Israel: “no hay fidelidad, no hay amor, no hay reconocimiento
de Dios en la tierra”; “Só lo maldició n, mentira y asesinato, hurto y adulterio ... el
derramamiento de sangre sigue al derramamiento de sangre” (4:1–2). Dios
predijo que, aunque los sacerdotes aumentaran en nú mero, pecarían contra
Dios (v. 7). El pueblo de Israel sería como ellos: “Comerá n, pero no tendrá n
suficiente; se prostituirá n, pero no aumentará n” (v. 10). Hacían ofrendas a los
ídolos y se dedicaban a la prostitució n espiritual (vv. 11-14).
La acusació n continuó con acusaciones de rebelió n, corrupció n y
arrogancia de Israel (5:1–5). A causa de sus pecados, ella sería “desolada en el
día del juicio final” (v. 9). El juicio se pronunció sobre “Efraín”, que
representaba a las diez tribus de Israel. Dios predijo que las tribus serían
llevadas cautivas (v. 14).
Aunque Israel no se arrepintió , Dios prometió que llegaría el día en que
“buscará n mi rostro; en su miseria me buscará n” (v. 15). Dios prometió
restaurarlos como la lluvia restaura la tierra (6:1-3). La restauració n final se
cumplirá en la segunda venida.

El cuarto ciclo del juicio de Israel y su restauración


Oseas 6:4–11:11. El cuarto ciclo de juicio y restauració n comenzó con una
serie de acusaciones. Dios les ordenó : “Tu amor es como la niebla de la mañ ana,
como el rocío temprano que desaparece. Por eso te despedazo con mis
profetas. Te maté con las palabras de mi boca; como relá mpagos te iluminaron
mis juicios” (6: 4-5). Su pueblo era culpable de ser infiel (v. 7); “matan en el
camino a Siquem, cometiendo delitos vergonzosos” (v. 9).
La acusació n continuó diciendo que los pecados de Israel la envolvían
(7:2), y ella era como “todos los adú lteros, ardiendo como un horno cuyo fuego
y panadero no necesitan moverse del amasado de la masa hasta que suba” (v.
4). Ella se llenó de pasió n (v. 6), y se declaró que Efraín era "una torta plana que
no se volvía" (v. 8). Se comparó a Efraín con una paloma, que llamaba a Egipto y
luego a Asiria, y ambos traicionarían a Israel (v. 11). La gente se reunió para
beber vino, pero se apartó de Dios (v. 14). Habían roto su pacto con Dios (8:1) y
habían “rechazado lo bueno” (v. 3). Adoraban un becerro en lugar del Dios
verdadero (vv. 4-6).
Dios iba a venir sobre Israel como un torbellino (v. 7), y ella se convertiría
en “cosa sin valor” (v. 8). Sus altares se convertirían en lugares solo para pecar
(vv. 11-13). Debido a que Israel se había olvidado de su Dios y Judá había
intentado fortificar sus ciudades, Dios consumiría a ambos con fuego.
Dios predijo que su pueblo no permanecería en la tierra de Israel (9: 3)
sino que iría a Egipto, donde serían destruidos y sus tesoros quitados (vv. 3–6).
Dios predijo que vendría el tiempo del castigo de Israel (v. 7), y Dios la
castigaría por su maldad (vv. 7–9). Estaría privada de sus hijos (v. 12) y sería
como una planta “marchita, se secó su raíz, no dan fruto” (v. 16).
Israel fue descrito como “una vid extendida” (10:1), lo que la llevó a
construir má s altares, pero Dios los derribaría (v. 2). Sus ídolos serían llevados
a Asiria y ella sería deshonrada (vv. 5-6). A medida que comenzaba a tomar
conciencia de la ira de Dios, decía “a las montañ as: '¡Cú brenos!' ya los collados:
¡Caed sobre nosotros!” (v. 8).
Dios le suplicó : “Siembren justicia, cosechen el fruto de la misericordia y
rompan la tierra”, pero Israel no respondió (vv. 12-13). Como resultado, “tus
fortalezas será n devastadas, como Shalman” devastaría a “Beth Arbel” en la
batalla (v. 14). Beth Arbel era una ciudad pequeñ a. Así como Beth Arbel fue
destruida, también sería destruida Beth Aven, refiriéndose a Beth-el como la
casa de Dios. Beth Aven significa "casa de maldad", mientras que Bet-el se
conocía anteriormente como la casa de Dios. Dios predijo que las madres serían
"derribadas por tierra con sus hijos" (v. 14) y "el rey de Israel será
completamente destruido" (v. 15).
Dios ensayó có mo había sacado a los hijos de Israel de Egipto con amor
(11:1–4). Algunos interpretan la referencia a un hijo como una profecía de que
Cristo saldría de Egipto (v. 1; Mat. 2:15). Israel estaba decidido a alejarse de
Dios (Oseas 11:7).
Dios prometió , sin embargo, llevar a cabo su restauració n definitiva:
“¿Có mo puedo dejarte, Efraín? ¿Có mo puedo entregarte, Israel? ¿Có mo puedo
tratarte como Admah? ¿Có mo puedo hacerte como Zeboiim? (v. 8). Dios declaró
que Su compasió n se despertó (v. 8) y que finalmente los hijos de Israel
regresarían a su tierra y se establecerían en sus hogares (v. 11). Esto se
cumplirá en la segunda venida.
El quinto ciclo del juicio de Israel y su restauración
Oseas 11:12-14:9. Dios declaró con respecto al quinto y ú ltimo ciclo de
juicio seguido de restauració n, “Efraín me ha rodeado de mentiras, la casa de
Israel de engañ o. Y Judá es rebelde contra Dios, incluso contra el Santo fiel”
(11:12).
Efraín fue condenado por un intento de hacer alianzas con Egipto y Asiria
(12:1). Mientras Jacob luchaba con Dios, Dios "lo encontró en Betel" (v. 4). Dios
declaró que sacó a Israel de Egipto y ella vivía en tiendas. Dios predijo que
volvería a vivir en tiendas de campañ a (v. 9). Dios prometió pagarle a Israel por
su culpa y “pagará [a Efraín] su desprecio” (v. 14).
La condenació n de Efraín continuó : “Ahora pecan má s y má s; con su plata
se hacen ídolos, imá genes há bilmente modeladas, toda ella obra de artesanos”
(13:2). Israel fue acusado de ofrecer sacrificios humanos (v. 2). Dios le recordó
có mo la había sacado de Egipto (v. 4) y cuidó de ella en el desierto (v. 5), pero
ella se olvidó de Dios (v. 6). Por consiguiente, Dios la juzgaría como un leó n o un
leopardo que acecha en el camino de una persona o como una osa despojada de
sus cachorros (vv. 7-8). Sus reyes no la salvarían (vv. 9-10).
Dios dijo: “Los rescataré del poder del sepulcro; Los redimiré de la
muerte. ¿Dó nde está n, oh muerte, tus plagas? ¿Dó nde, oh sepulcro, está tu
destrucció n? (v. 14). El apó stol Pablo aplicó esta declaració n a la victoria de los
creyentes sobre la muerte (1 Cor. 15:55–56). Pero aquí fue un llamado a la
muerte y la tumba para alcanzar a Israel debido a su pecado. Dios declaró que
Israel se marchitaría como un viento seco del este procedente del desierto
(Oseas 13:15). El Señ or predijo: “A espada caerá n; sus pequeñ os será n
estrellados por tierra, sus mujeres encintas desgarradas” (v. 16).
En el capítulo final de Oseas, el tema se centra en el arrepentimiento y la
restauració n definitivos de Israel. Llegará el día en que Dios perdonará sus
pecados (14:1-3) y amará a Israel libremente (v. 4). Una vez má s Israel
“florecerá como un lirio” (v. 5). Prosperará como un olivo y tendrá fragancia
como un cedro del Líbano (v. 6). Los pasajes concluyen con una declaració n:
“¿Quién es sabio? Se dará cuenta de estas cosas. ¿Quién discierne? É l los
entenderá . Las formas de L ORD son correctas; los justos andan en ellos, pero los
rebeldes tropiezan en ellos” (v. 9).
Aunque el juicio de Dios fue pronunciado claramente sobre Israel y sus
pecados ya habían sido juzgados en la historia por cosas como el cautiverio
asirio y má s tarde el cautiverio babiló nico, los profetas tenían claro que llegaría
un momento para la restauració n final de Israel. Si bien parte de esto se logró
parcialmente cuando regresaron del cautiverio babiló nico, el cumplimiento
final será cuando el Señ or regrese y David resucite e Israel se reunirá en su
propia tierra de forma permanente.
LA PROFECÍA EN JOEL
Joel, el autor del libro que lleva su nombre, pudo haber vivido ya en el siglo IX a.
C. antes de los cautiverios asirios y babiló nicos o hasta el siglo VI a. C. después
de los cautiverios. El libro en sí no se relaciona directamente con ningú n evento
o situació n histó rica.
El tema del libro de Joel es el día del Señ or (Yahvé), una expresió n que se
encuentra a menudo en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo
Testamento. El día del Señor se refiere a cualquier período de tiempo en el que
Dios se ocupa directamente de la situació n humana, ya sea en juicio o en
misericordia. La expresió n puede referirse a un día específico oa un período
prolongado de tiempo, como en el día escatoló gico del Señ or, que se extiende
desde el rapto de la iglesia hasta el fin del reino milenial (1 Tes. 5:1-9; 2 Pedro
3:10-13).

La plaga de langostas
Joel 1:1-14. Lo que el profeta describió fue una invasió n de langostas, una
catá strofe muy temida por los del Antiguo Testamento. Algunos creen que las
langostas eran una descripció n de un ejército invasor, pero otros lo consideran
una invasió n literal de langostas, que destruye como un ejército invasor. Se
consumió toda la vida vegetal. Los sacerdotes fueron llamados al duelo y al
ayuno. Las langostas fueron descritas en el versículo 4, indicativo de la
destrucció n venidera en el día del Señ or. La profecía se cumplió con la
destrucció n inmediata de las langostas, pero el cumplimiento final se verá en la
gran tribulació n cuando ocurrirá una destrucció n similar.
Joel 1:15-20. Ademá s de la plaga de langostas, se describió la plaga de la
sequía, un juicio divino experimentado a menudo por Israel. El efecto de todo
esto en los pastos fue descrito como fuego que devoraba todo lo viviente. Esto
podría ser un incendio literal, pero má s probablemente se refiere al efecto de
las langostas y la sequía que producen el mismo efecto que causaría un
incendio. Esto presagió la destrucció n de la futura gran tribulació n.

El día del señor


Joel 2:1–11. Aunque algunos expositores consideran las langostas en Joel 2
como langostas literales, las langostas probablemente describieron un ejército
que devasta como lo hicieron las langostas en el capítulo 1. Era típico de las
invasiones militares que arruinarían todo lo que conquistaron. En cualquier
caso, la destrucció n se describió como un evento del día del Señ or (v. 11). Esto
se cumplió en el cautiverio asirio.
El llamado al arrepentimiento
Joel 2:12-17. Sobre la base del poder de Dios para traer juicio, se exhortó a
Israel a volver al Señ or con ayuno y llanto (v. 12). A la gente se le aseguró que
Dios era misericordioso y compasivo y que los bendeciría en lugar de
maldecirlos. El profeta exhortó a todas las personas, a los ancianos, a los niñ os,
al esposo y a la esposa, y a los sacerdotes a que acudieran al Señ or en oració n y
arrepentimiento. Esto se cumplió después del cautiverio babiló nico.

La promesa de la restauración
Joel 2:18-27. En respuesta a tal arrepentimiento, el profeta prometió que el
Señ or respondería; Enviaría grano, vino y aceite y conduciría "el norteejército
lejos de ti ” (v. 20). Israel fue descrito como una nació n con abundancia de
comida que “te pagaría por los añ os que comieron las langostas” (v. 25). De esta
experiencia, Israel sabría “que yo soy el SEÑ OR tu Dios, y que no hay otro” (v.
27). Esto se cumplió en su regreso a la tierra después del cautiverio en
Babilonia.

La Promesa del Espiritu Santo


Joel 2:28–32. Ademá s de las bendiciones materiales, los profetas
prometieron que Dios derramaría Su Espíritu en el día del Señ or con el
resultado de que “tus hijos e hijas profetizará n, tus ancianos soñ ará n sueñ os,
tus jó venes verá n visiones. Incluso sobre mis siervos, hombres y mujeres,
derramaré mi Espíritu en aquellos días” (vv. 28–29).
El apó stol Pedro citó este pasaje en su sermó n pentecostal (Hechos 2:14-
21). Estaba bastante claro que no se cumplió toda la profecía de Joel, pero a lo
que Pedro se refería era a la similitud de la situació n. Así como en la época de
Joel el pueblo de Israel fue llamado al arrepentimiento con la esperanza de que
el día de la bendició n del Señ or vendría sobre ellos, también se exhortó a los
que escucharon el sermó n pentecostal de Pedro a volverse al Señ or anticipando
que las bendiciones prometidas seguir.
Pedro y todos los demá s desconocían la duració n de la actual edad de la
iglesia en el momento de su sermó n pentecostal. Sobre la base de las Escrituras
existentes, él podía esperar legítimamente que ocurriera el rapto y que los
eventos siguientes ocurrieran inmediatamente. Esto incluiría los días oscuros
de la gran tribulació n descritos en Joel 2:30–31, que precederían a la segunda
venida de Cristo y vendría un tiempo de bendició n.
Por consiguiente, los hijos de Israel no deberían haberse sorprendido al
ver el derramamiento del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, fue un recordatorio
de que Dios podía bendecir a aquellos en Israel que confiaban en su Mesías.
Aunque muchos judíos individuales aceptaron a Cristo como Salvador el día de
Pentecostés, la nació n en su conjunto, así como sus líderes religiosos, no habían
acudido al Señ or. Su arrepentimiento definitivo se describe en las Escrituras
como ocurriendo justo antes de la segunda venida de Cristo (Zacarías 12:10-
13). La profecía de Joel espera su completo cumplimiento en relació n con la
segunda venida de Cristo. Incluirá revelació n sobrenatural y eventos
milagrosos en los cielos y la tierra y abrirá el día de la salvació n a todos los
que invocan el
nombre del Señ or (cf. Rom. 10:13).

El juicio de las naciones y la futura restauración de Israel


Joel 3:1-3. El futuro día del Señ or incluirá el juicio sobre las naciones
después de la segunda venida (Mat. 25:31–46). El Valle de Josafat descrito es el
valle entre Jerusalén y el Monte de los Olivos, que contiene en los tiempos
modernos un pequeñ o cementerio justo afuera del muro y el arroyo Kidron. Si
el valle de Josafat sería literalmente lo suficientemente grande para juzgar a las
naciones, se lo describe como un lugar de juicio, y el nombre Josafat mismo
significa "el Señ or juzga". En este valle, Josafat, que fue rey de Judá en el 875-
850
a. C., experimentó una victoria militar sobre sus enemigos, a quienes Dios hizo
que se pelearan entre ellos para que Josafat no tuviera que luchar contra ellos
porque se destruían entre sí.
Joel 3:4–8. Se declaró el juicio sobre Tiro y Sidó n por el trato que dieron a
los hijos de Israel y la plata, el oro y otros tesoros que se llevaron. Dios también
los juzgó por vender a los hijos de Israel como esclavos a Grecia y prometió que,
a cambio, sus hijos e hijas serían vendidos al pueblo de Judá . Esto se cumplió en
el siglo IV a. C. por Alejandro Magno.
Joel 3:9-15. El profeta pidió que los ejércitos de las naciones se levantaran y
se reunieran para la guerra en el valle de Josafat, donde se encontrarían con el
juicio de Dios. Joel declaró que Dios “se sentará a juzgar a todas las naciones de
todos lados” (v. 12). Sobre la base del cumplimiento de estas profecías, Joel
suplicó a las multitudes que reconocieran que el día del Señ or estaba cerca
(v.14) y que sería precedido por el oscurecimiento del sol y la luna y el borrado
de la luz. estrellas (v. 15). El cumplimiento final será en la segunda venida.
Joel 3: 16-21. En la porció n anterior de la profecía de Joel, se declaró que
Dios se alejaría de Sion y sería un refugio para su pueblo. Después de la
segunda venida, Dios juzgará a los malvados, pero redimirá a su pueblo Israel.
La abundancia de comida, vino y agua caracterizará el período de Israel en
contraste con Egipto y Edom, que fueron descritos como desiertos (vv. 18-19).
Cuando tenga lugar esta restauració n de Israel, “Judá será habitada para
siempre en Jerusalén por todas las generaciones” (v. 20). El profeta concluyó
con una declaració n de que Dios perdonará a Israel por sus pecados (v. 21). Las
profecías de Joel está n en armonía con la interpretació n premilenialde las
Escrituras
porque estos eventos tendrá n lugar antes y después de la segunda venida de
Cristo cuando Cristo asuma el poder como Rey de reyes y Señ or de señ ores.

LA PROFECÍA EN AMOS
Amó s se describió a sí mismo como procedente de Tecoa, una ciudad ubicada a
unas diez millas al sur de Jerusalén. Su ocupació n era la de pastor, pero debido
a la palabra inusual para pastor que usa, los intérpretes lo han juzgado no solo
como supervisor de rebañ os de ovejas y cabras, sino también como alguien que
cultivaba sicomoros-higueras (7:14). Dios lo llamó , sin embargo, para ser un
profeta principalmente para las diez tribus del reino de Israel, pero también
para impartir alguna profecía relacionada con el rey de Judá .
Las ciudades en las que vivió Amó s fueron pró speras durante los reinados
de Uzías (790-739 a. C.) en Judá y Jeroboam II (793-753 a. C.) en Israel, como
menciona Amó s en 1:1. La prosperidad de Israel y Judá en este período había
sido predicha por Elías cuarenta añ os antes (2 Reyes 13:7-19), y Joná s también
lo mencionó (14:25). Aunque ambos reinos prosperaban econó micamente, eran
culpables de fallas sociales y morales, y su culto era religioso en forma, pero no
en sustancia. En consecuencia, las profecías de Amó s anticipaban el severo
juicio que Dios infligiría sobre Israel, comenzando con el cautiverio asirio (722
aC) y má s tarde el cautiverio babiló nico de Judá (comenzando en 605 aC). Las
profecías de Amó s tenían la intenció n de sacar a Israel y Judá de su
complacencia y autosatisfacció n ocasionados por su prosperidad financiera.
El tiempo del ministerio de Amó s fue señ alado por el propio Amos como
dos añ os antes de un terremoto que los arqueó logos establecieron
aproximadamente en el 760 a. C. Para Amó s, el terremoto fue un símbolo del
poder de Dios para juzgar al mundo. Su ministerio profético probablemente
duró unos diez añ os, comenzando en 762 a. C.

Profecía de juicio contra los vecinos de Israel


Amós 1:1–5. Después de presentar las profecías, Amó s presentó una
acusació n contra las naciones vecinas de Israel. La primera profecía fue contra
Damasco e introdujo la fó rmula para profecías posteriores: “Esto es lo que dice
el Señ or: 'Por tres pecados de Damasco, aun por cuatro, no revocaré mi ira'”
(v. 3). La implicació n fue que los muchos pecados de Israel se sumaron hasta
que requirieron juicio. La expresió n relacionada con tres pecados má s un
cuarto se encuentra a lo largo del libro (vv. 6, 9, 11, 13; 2:1, 4, 6). La designació n
de un cierto nú mero de pecados má suna era característica de otras profecías
bíblicas (cf. Prov. 6:16; 30:15, 18, 21, 29; Miq. 5:5).
Damasco se ha distinguido por su trato cruel a Israel. La expresió n “trineos
con dientes de hierro” (v. 3) se refería a un instrumento utilizado en la trilla que
cortaba el grano e indicaba có mo Damasco trataba a Israel. En el juicio de
Damasco, Dios derribaría la puerta de Damasco y destruiría con fuego “la casa
de Hazael” (v. 4), la ciudad del rey de Damasco.
Amós 1: 6–8. Se pronunció un juicio similar contra Gaza porque “tomó
cautivas comunidades enteras y las vendió a Edom” (v. 6). Dios destruiría sus
muros, así como a su rey y también juzgaría a los filisteos en su conjunto.
Amós 1:9-10. De manera similar, Dios juzgaría a Tiro porque ella también
llevó a Israel a la esclavitud y desatendió un “tratado de hermandad” anterior
(v. 9). Tiro iba a experimentar la destrucció n de sus murallas y fortalezas.
Amós 1:11-12. Se pronunció un juicio similar contra Edom porque ella no
tuvo compasió n de Israel. El fuego también destruiría sus fortalezas.
Amós 1:13-15. El pueblo de Ammó n también sería juzgado porque mataron
a mujeres embarazadas e intentaron extender sus fronteras a expensas de
Israel. Los muros de Ammó n también serían destruidos por el fuego, y sus reyes
irían al exilio (vv. 14-15).
Amós 2:1-3. Moab fue condenado porque privó al rey de Edom de un
entierro digno. Ella también sería destruida en la guerra.
Amós 2:4-5. La condenació n de las naciones por parte de Dios se extendería
al reino de Israel, que sería juzgado y sus fortalezas consumidas porque ella
rechazó la ley del Señ or y sirvió a dioses falsos. Estas profecías se cumplieron
hasta cierto punto en la historia, y se profetiza su completo cumplimiento para
el futuro.

Juicio contra el Reino de Israel


Amós 2:6-12. A causa de sus pecados de injusticia y opresió n de los pobres
y profanació n del templo, Israel iba a ser juzgada (vv. 9-12). Aunque Dios había
ayudado a Israel a destruir a los amorreos y sacar a su pueblo de Egipto y
cuidarlos durante cuarenta añ os en el desierto (vv. 9-10), Israel no escuchó a
los profetas que Dios levantó y animó a los nazareos. para anular sus votos
bebiendo vino. También intentó sofocar a los profetas. Esta profecía se cumplió
en los cautiverios.
Amós 2:13-16. El resultado sería el juicio de Dios, e Israel sería aplastado, e
incluso sus guerreros má s valientes huirían desnudos (vv. 13-16). Esta profecía
se cumplió en los cautiverios.

Razones del juicio de Dios sobre Israel


Amós 3:1-15. Los juicios caerían sobre Israel a pesar de que era una nació n
elegida. Aunque Dios había elegido a Israel de entre todas las familias de la
tierra, prometió castigar a su pueblo por sus pecados (vv. 1–2).
Amos hizo una serie de preguntas: "¿Caminan dos juntos a menos que
hayan acordado hacerlo?" (v. 3) Un leó n no ruge a menos que haya presa (v. 4).
Cuando suena la trompeta, ¿no tiemblan los habitantes de la ciudad (v. 6)? Los
juicios de Dios fueron justificados porque Dios había revelado Su plan a través
de Sus siervos los profetas (v. 7). Así como la gente teme cuando ruge un leó n,
Israel debería temer cuando Dios habla (v. 8). Dios prometió : “Un enemigo
invadirá la tierra; derribará tus fortalezas y saqueará tus fortalezas” (v. 11).
Israel sería salvo solo como un pastor salva parte de un cordero de la boca del
leó n (v. 12). Dios predijo que, como castigo, “destruiría los altares de Betel” y
“derribaría la casa de invierno y la casa de verano” (vv. 14-15). Las lujosas
casas y mansiones de Israel serían demolidas (v. 15). La profecía se cumplió en
los cautiverios.
Amós 4:1-13. Ilustrando có mo Israel no se había vuelto a Dios, Amó s
describió a las mujeres a las que se refería como “vacas de Basá n” (v. 1) y las
acusó de oprimir a los pobres y de exigir a sus maridos que las tuvieran bien
abastecidas de bebidas. Se les prometió que, en lugar de seguir dominando a
sus maridos, serían llevados con garfios como esclavos (vv. 2-3).
La religió n vacía de Israel y la adoració n de Betel, donde traían sacrificios
cada mañ ana y diezmos cada tres añ os (v. 4), no eran aceptables para Dios. En
cambio, prometió que ella tendría "el estó mago vacío" (v. 6). Dios le negaría la
lluvia (vv. 7-8). Sus viñ edos se llenaron de moho y las langostas devorarían sus
fragantes olivos (v. 9). Aunque Dios había enviado plagas entre ellos como lo
hizo con Egipto y mató a sus jó venes, ella no había regresado al Señ or (v. 10).
Dios trataría con ella en un juicio sumario cuando derrocó a Sodoma y Gomorra
(vv. 11-13). Esto se cumplió en los cautiverios.
Amós 5:1-17. Dios prometió juicio sobre los ejércitos de Israel que
diezmaría las tropas (v. 3). En lugar de viajar a Betel o Gilgal para adorar, Israel
deberíabusca al Señ or para vivir (vv. 5-6). Dios la acusó de arrojar la justicia
por tierra (v. 7), lo que desataría destrucció n en sus fortalezas (v. 9). Su pisoteo
de los pobres podría resultar en que ella plantara viñ edos, pero no bebiera el
vino (v. 11). Su opresió n al justo, aceptando sobornos y privando a los pobres
de la justicia sería juzgada (vv. 12-13). Dios describió el duelo de Israel por sus
pecados y Su juicio sobre ella (vv. 14-17). Esto se cumplió en los cautiverios.
Amós 5: 18-27. El día del Señ or vendría sobre Israel, un día de tinieblas y
no de luz (v. 18). La alcanzaría porque Dios despreciaba sus fiestas religiosas y
sus holocaustos (vv. 19-22). Dios dijo que no escucharía su mú sica, sino que
dejaría que el juicio justo cayera sobre ella. Como resultado de sus pecados,
Dios la enviaría al exilio má s allá de Damasco (v. 27). Esto se cumplió en los
cautiverios. Amós 6:1-14. La vida complaciente y lujosa de Israel traería un
juicio completo sobre ella. Ella podría "acostarse en camas con incrustaciones
de marfil y descansar en sus sofá s" y "comer corderos selectos y terneros
cebados" (v.
4). Escucharía arpas como las que tocaba David y bebería vino “a copas” (vv. 5-
6), pero estaría entre las primeras en ir al exilio, donde terminaría su banquete
y su vida lujosa (v. 7).
Dios declaró que aborrecía el orgullo de Jacob (v. 8). Dios declaró que
destrozaría las grandes casas de Israel (v. 11). Ella había “convertido la justicia
en veneno” (v. 12). Por consiguiente, Dios incitaría a una nació n contra ella (v.
14). Esto se cumplió en los cautiverios.

El carácter ineludible del juicio futuro de Israel


Amós 7:1-17. Los enemigos de Israel serían como un enjambre de langostas
que limpian la tierra (vv. 1-2). Aunque Dios le había perdonado algunos
pecados, finalmente no pudo perdonarla má s (v. 8). Sus lugares altos dedicados
a los ídolos “será n destruidos” (v. 9). Asimismo, “los santuarios de Israel será n
destruidos” (v. 9).
Debido a que las profecías de Amó s no fueron bien recibidas, Amasías, el
sacerdote de Betel, informó a Jeroboam que Amó s estaba conspirando contra él
(v. 10). En respuesta, Amó s rechazó la sú plica de dejar de profetizar y predijo
que la esposa de Amasías sería una prostituta y que “tus hijos e hijas caerá n a
espada” (v. 17). El pueblo de Israel moriría en un país pagano y se exiliaría (v.
17). Esto se cumplió en los cautiverios.
Amós 8:1-14. Como típico del juicio de Israel, se le mostró a Amó s una
canasta de fruta madura como señ al de que había llegado el momento del juicio
de Israel (vv. 1-3). Aquellosel que oprimía al pobre y daba poca medida sería
juzgado (vv. 4-6). El juicio caería sobre la tierra (v. 8) y el sol se oscurecería (v.
9). Las fiestas religiosas de Israel resultarían en duelo (v. 10). Dios prometió
enviar hambre a la tierra, no hambre de comida o bebida, sino de escuchar las
palabras de Dios (v. 11). Amó s predijo que Israel estaría buscando la Palabra de
Dios, pero no la encontraría. Sus “hermosas jovencitas y jó venes fuertes se
desmayará n de sed” (v. 13). Esto se cumplió en los cautiverios.

Israel será destruido


Amós 9:1-10. Israel sería juzgado, y los que quedaran serían muertos a
espada (v. 1). Dios la buscaría sin importar dó nde se esconda, y sus enemigos la
llevarían al exilio (vv. 2-4). Dios declaró que Sus ojos estaban puestos en Israel
como nació n pecadora (v. 8). Los pecadores del pueblo morirían a espada, junto
con los que afirmaban que el desastre no los alcanzaría (v. 10). Esto se cumplió
en los cautiverios.
La Restauración de Israel
Amós 9:11-15. Después de la narració n de los muchos pecados de Israel y el
juicio seguro de Dios sobre ellos, los ú ltimos cinco versículos de Amó s
describen la restauració n final de Israel, que seguirá a los tiempos del juicio de
Dios. Las profecías de la completa restauració n de Israel nunca se han
cumplido. Sin embargo, Amó s declaró : “En ese día restauraré la tienda
caída de David. Repararé sus ruinas, restauraré sus ruinas y la edificaré como
antes” (v. 11). Esta promesa se hizo en referencia a la restauració n del reino
davídico, durante el cual David resucitará de entre los muertos para reinar
como rey bajo Cristo en el reino futuro, después de la segunda venida (Jer. 30:
9; Eze. 34:23). – 24; 37:24). Dios prometió que Israel “poseerá el remanente de
Edom” (Amó s 9:12).
Se describió una época de prosperidad para el reino: “cuando el labrador
alcanzará al segador y el que pisa las uvas al sembrador” (v. 13).
Dios prometió “traer de vuelta a mi pueblo exiliado Israel; reconstruirá n
las ciudades en ruinas y vivirá n en ellas. Plantará n viñ as y beberá n su
vino; cultivará n huertos y comerá n de sus frutos” (v. 14). Si bien esto se
cumplió parcialmente en la restauració n del pueblo de Israel en los siglos IV y V
a. C., su cumplimiento final estará relacionado con la venida de Cristo y la
restauració n permanente de Israel.
La certeza de la restauració n de Israel, que será reunida en su tierra y
nuevamente bendecida por el Señ or, se resumió : “'Plantaré a Israel en su propia
tierra, para nunca má s ser desarraigado de la tierra que les he dado', dice el
L ORD tu Dios” (v. 15). Esta profecía obviamente no se ha cumplido, ya que Israel
fue esparcido después del 70 d.C. y Jerusalén fue destruida. Este proceso de
regreso a la tierra es por etapas. En el siglo XX se ha cumplido la primera etapa,
una restauració n parcial, con la primera de Israel regresando a su tierra,
comenzando el proceso de su ú ltima restauració n completa. Una segunda etapa
se cumplirá después de que se firme el pacto con el gobernante de Oriente
Medio. La tercera etapa se cumplirá cuando Israel atraviese su período de
angustia en la gran tribulació n. La etapa final ocurrirá cuando ella sea rescatada
en la segunda venida de Cristo, y las profecías de los versículos 11-15 se
cumplirá n por completo.
Debido a que Israel ya regresó a la tierra y formó un estado capital, el
mayor retorno desde la época de Moisés, los eventos del siglo pasado parecen
anticipar que Dios cumplirá los otros aspectos de la restauració n de Israel, que
muchos creen que seguirá al rapto. de la iglesia, que todavía es un evento
inminente. El profeta Amó s, por un lado, aprobó la justicia de Dios por Su juicio
sobre el pueblo de Israel y, por otro lado, manifestó la gracia de Dios, quien
restaurará a Israel a
su tierra en cumplimiento de Sus ú ltimas promesas a Abram y a su pueblo.
descendientes. Una vez restaurado, Israel nunca volverá a ser esparcido (v. 15).

LA PROFECÍA EN OBADÍAS
El libro de Abdías, el libro má s corto de la Biblia, fue escrito por un oscuro
profeta del que se sabe muy poco. Abdías era un nombre comú n y se refiere a al
menos doce personajes del Antiguo Testamento. Pero poco se sabe acerca del
profeta Abdías, excepto que su nombre significa "adorador de Yahvé". Las
opiniones de los estudiosos difieren en cuanto a cuá ndo se escribió el libro; no
hay una indicació n clara de la fecha en el libro en sí, y algunos lo fechan ya en el
reinado de Joram (848-841 a. C.) o tan tarde como después de la destrucció n de
Jerusalén en 586 a. C.
Las profecías de Abdías se referían principalmente a la nació n de Edom,
cuyo pueblo descendía de Esaú y eran enemigos tradicionales de Israel. El
conflicto entre Edom e Israel se remonta al conflicto entre Esaú y Jacob e
incluyó el incidente en el que los edomitas se negaron a pasar a Israel yendo de
Egipto a la Tierra Prometida (Nú m. 20:14-21). Edom fue objeto de muchos
juicios predichos; má s tieneSe ha dicho acerca de Edom que muchas otras
naciones extranjeras (Isa. 11:14; 34:5–17; 63:1–6; Jer. 9: 25–26; 25:17–26;
49:7–22;
Lam.4:21-22; Ezequiel 25:12-14; 35; Joel 3:19; Amó s 1:11-12; 9:11-12; Abd.; Mal.
1: 4). Edom personificó la arrogancia de los enemigos de Israel, quienes a
menudo fueron usados para castigar a Israel por sus pecados, pero, sin
embargo, fueron considerados responsables ante Dios como aquellos que
atacaron a Su pueblo elegido.

Se predice la destrucción de Edom


Abdías 1. Las naciones que rodean Edom fueron llamadas a levantarse y
atacar a esta nació n con miras a destruirla.
Abdías 2–9. El profeta predijo que Edom será “totalmente despreciado. El
orgullo de tu corazó n te ha engañ ado” (vv. 2-3). Aunque los edomitas pensaban
que estaban a salvo en sus hogares en las hendiduras de las rocas (v. 3), Dios
declaró que Edom sería derribada incluso si hacía su nido entre las estrellas
(vv. 3-4).
Edom no sería simplemente robada, como un ladró n tomaría lo que desea,
sino que ella sería completamente saqueada y sus tesoreros saqueados (vv. 5-
6). Sus amigos la abandonarían (v. 7), y Dios declaró : "¿No destruiré a los sabios
de Edom, hombres de entendimiento en los montes de Esaú ?" (v. 8).
Abdías 10–14. El profeta predijo que Esaú sería aniquilado (v. 9) como
juicio de Dios: “Por la violencia contra tu hermano Jacob, será s cubierto de
vergü enza; para siempre será s destruido” (v. 10).
Se describió que Edom se mantuvo firme y permitió que extrañ os
saquearan Jerusalén y se regocijara por la caída de Israel. Edom fue juzgada
porque no solo observó , sino que también participó en el saqueo de Israel.
Abdías 15-21. En el futuro profético en el día del Señ or, los pecados de
Edom le será n devueltos, pero en el monte Sion la casa de Jacob tendrá
liberació n y poseerá su herencia (vv. 15-17). Israel será como un fuego y la casa
de Esaú como rastrojo que será consumido por el fuego, sin dejar
sobrevivientes (v. 18). La tierra de los edomitas será poseída por otros,
principalmente Israel (vv. 19-21). Muchas de estas profecías ya se han
cumplido, ya que los edomitas fueron aplastados por una serie de desastres
militares y fueron aniquilados casi por completo por Tito, el general romano,
en relació n con el sometimiento de Israel
en el añ o 70 d.C.
Las profecías de Abdías en forma de cá psula, por un lado, expresan el juicio
de Dios sobre los enemigos de Dios y los enemigos de Israel y, por otro
lado, asegure que Israel, a pesar de sus pecados y dificultades, finalmente será
restaurado a su tierra.

LA PROFECÍA EN JONAS
El relato de la inusual experiencia de Joná s, probablemente escrito por el
mismo Joná s, es una de las historias má s familiares del Antiguo Testamento.
Joná s se describió a sí mismo solo como el hijo de Amittai de Gat Hefer (2 Reyes
14:25), que estaba ubicado en Zabuló n (Jos. 19:10, 13). Joná s había recibido la
orden de ir a predicar a Nínive y había intentado huir del Señ or, solo para ser
disuadido por una gran tormenta en un barco con destino a Tarsis
(probablemente Españ a). Después de ser rescatado por el gran pez y arrojado a
la orilla, predicó su mensaje a Nínive, solo para ser decepcionado por su
asombroso arrepentimiento. Si el ministerio de Joná s ocurrió unos 150 añ os
antes de la caída de Nínive (612 a. C.), el libro registra una situació n ú nica en la
que Dios perdonó a una ciudad gentil durante má s de un siglo debido a su
arrepentimiento inmediato en respuesta a la predicació n de Joná s.
El libro de Joná s, esencialmente una narració n, contiene solo unas pocas
profecías má s allá de las que se cumplieron inmediatamente. Cuando la
tormenta envolvió el barco, Joná s profetizó acertadamente que, si lo arrojaban
por la borda, la tormenta cesaría: “'Levá ntame y arró jame al mar', respondió , 'y
se calmará . Sé que es mi culpa que esta gran tormenta haya venido sobre ti'”
(1:12). Después de dudar inicialmente en quitarle la vida, los marineros
arrojaron a Jonah por la borda. El mar se calmó de inmediato y fue una prueba
para los hombres de que el Dios de Joná s era un Dios real (vv. 15-16).
La profecía de que Nínive sería destruida en cuarenta días era
condicional. Después de su arrepentimiento, su juicio fue aplazado por 150
añ os
— para disgusto de Joná s. La narració n da una visió n notable de la falta de
ministerio de Israel en el mundo gentil.
Sin embargo, el principal significado profético de Joná s fue el hecho de que
Cristo mismo se refirió a Joná s y su experiencia como un tipo de Su propia
muerte y resurrecció n, como se indica en Mateo 12:39–40: “É l respondió : 'Una
generació n inicua y adú ltera pide una señ al milagrosa! Pero a nadie se le dará
sino la señ al del profeta Joná s. Porque como estuvo Joná s tres días y tres noches
en el vientre de un pez enorme, así el Hijo del Hombre estará tres días y tres
noches en el corazó n de la tierra '”.
En esta declaració n, Cristo no solo afirmó la historicidad del mismo Joná s,
sino también la historicidad de la extrañ a experiencia de Joná s de ser tragado
por un gran pez y finalmente entregado a salvo a la costa. También se ha
planteado la cuestió n de si los tres días y las tres noches significaban
automá ticamente setenta y dos horas. Algunos eruditos creen que pueden
incluir solo partes de tres días y que una parte del día se contaba como un todo
con frecuencia en la Biblia. En la visió n tradicional de la crucifixió n de Cristo el
viernes, el lapso de tiempo de Su resurrecció n fue menor que el profetizado
para Joná s a menos que se entienda que se refiere a partes de días. Algunos
explican esto colocando la muerte de Cristo en jueves o miércoles.
En relació n con la incredulidad de los fariseos y saduceos que buscaban
señ ales, Cristo declaró : "Una generació n impía y adú ltera busca una señ al
milagrosa, pero ninguna se la dará sino la señ al de Joná s" (Mateo 16:4; cf. Lucas
11:29-32).
Aunque algunos han dudado de la historia de Joná s porque fue un evento
inusual — verdaderamente sobrenatural — no es má s extrañ o que muchos
otros actos sobrenaturales de Dios. Los eventos de Joná s deben tomarse como
histó ricos, y su aplicació n profética por Cristo fue la confirmació n de la
veracidad e inspiració n del libro de Joná s. Obviamente, otros factores
sobrenaturales actuaron cuando el gran pez se tragó a Joná s y luego lo llevó a
tierra firme. Sin embargo, el factor principal de confirmació n fue la palabra de
Cristo mismo de que la historia de Joná s era verdadera, lo que ilustra el cará cter
sobrenatural de Su propia muerte y resurrecció n.

LA PROFECÍA EN MIQUEAS
El profeta Miqueas, el autor del libro que lleva su nombre, segú n su propia
declaració n, era de la ciudad de Moresheth, una ciudad de Judea a unas
veinticinco millas al suroeste de Jerusalén. Su nombre es una abreviatura de un
nombre má s largo, Micaías, que significa, "¿Quién es como Yahweh?" É l
ministró en el período de 750 a 686 aC, segú n su propia declaració n, en los
reinados de los reyes Jotam, Acaz y Ezequías (1:1; cf. Jer. 26:18). Fue
contemporá neo de
Isaías y Oseas y fue citado como alguien que predijo la ruina de
Jerusalén. Miqueas 3: 5 fue citado por aquellos que defendían las predicciones
de Jeremías (Jer. 26:18). Argumentaron que Ezequías había escuchado a
Miqueas, y Dios fue misericordioso con él, asegurando la seguridad de Jeremías
de la destrucció n (vs. 19-24).
Miqueas se destacó por predecir la caída del Reino del Norte de las diez
tribus de Israel en el 722 a. C. Alternó entre profecías de perdició n y
destrucció ny profecías de restauració n y perdó n. En el proceso, atacó los males
sociales y morales de su época. Su brillante imagen de la futura gloria de Israel,
sin embargo, tendió a suavizar las profecías de fatalidad que debían cumplirse
primero.

Juicio inminente sobre Israel


Miqueas 1:2–3:12. Después de la breve introducció n del libro, Micah
suplicó a la gente que escuchara.
Miqueas imaginó al Señ or descendiendo para hollar los lugares altos de la
tierra con el resultado de que las montañ as se derretirían y los valles se
dividirían (1:3-4). Las causas de este juicio divino fueron los pecados de Israel y
el juicio final sobre Judá . Miqueas predijo que Samaria sería “un montó n de
escombros” (v. 6). Dijo: “Todos sus ídolos será n hechos pedazos; todos sus
regalos del templo será n quemados con fuego; Destruiré todas sus imá genes
”(v. 7).
Miqueas se imaginó a sí mismo como Samaria, caminando “descalzo y
desnudo” (v. 8). Miqueas llamó al pueblo al duelo debido a la vergü enza de
Israel y declaró : “Desastre ha venido desde el SEÑ OR hasta la puerta de
Jerusalén” (v. 12). Prometió que vendría un conquistador contra Israel (v. 15).
Sus “hijos en quienes te deleitas ... irá n de ti al destierro” (v. 16).
Miqueas denunció a los que "planean la iniquidad" (2:1). Dijo: “Codician
campos y se apoderan de ellos, y casas, y se apoderan de ellos. Al hombre
defrauda su casa, al compañ ero su heredad” (v. 2). Como resultado, Miqueas
citó al Señ or diciendo: “Estoy planeando un desastre contra este pueblo, del
cual ustedes no pueden salvarse. Ya no caminará s con orgullo, porque será un
tiempo de calamidad. En ese día los hombres se burlará n de ti; se burlará n de ti
con esta canció n de tristeza: 'Estamos completamente arruinados; la posesió n
de mi pueblo está dividida” (vv. 3-4).
Miqueas denunció a sus falsos profetas, quienes declararon que el juicio de
Dios no vendría sobre Israel. En cambio, sus pecados resultarían en que la
gente fuera privada de sus casas (vv. 6–11).
En medio de estas profecías de juicio, Miqueas también predijo la futura
restauració n de Israel, cuando su rey vendría a abrirle el camino (vv. 12-13).
Esto se cumplirá en la segunda venida.
Miqueas denunció a sus líderes porque “odian el bien y aman el mal”
(3:2). Debido a sus pecados, Dios no escuchó a la gente cuando "claman a
la SEÑ OR "(v. 4). Los profetas que predijeron la paz se sentirían avergonzados y
deshonrados (vv. 5-7). En contraste con los falsos profetas, Miqueas declaró :
“Estoy lleno de poder, del Espíritu del SEÑ OR, y de justicia y fortaleza” (v. 8).
Debido a esto, pudo condenar a los injustos y profetizar su desastre (vv. 9-
10). A causa de sus pecados, Miqueas declaró : “Sion será arada como un campo,
Jerusalén se convertirá en un montó n de escombros, la colina del templo en un
montículo cubierto de matorrales” (v. 12). Estas profecías se cumplieron en los
cautiverios.

El futuro reino glorioso


Miqueas 4:1–8. Al describir el glorioso reino futuro, Miqueas declaró : “En
los ú ltimos días, el monte del templo de Jehová será establecido como principal
entre los montes; se elevará sobre los collados, y a él correrá n pueblos” (v. 1).
Los primeros tres versículos del capítulo 4 son casi idénticos a Isaías 2: 2-4. El
templo glorioso se establecería "en los ú ltimos días" (Miqueas 4:1). Esto tiene
su cumplimiento en el milenio cuando se construirá el templo de Ezequiel
(Ezequiel 40-44). En lo que respecta a la previsió n de Miqueas, el templo podría
haberse establecido pronto, ya que él no contempló la intervenció n de la era
actual de la iglesia. Gente de todo el mundo vendrá a visitar el templo del Señ or.
Incluso los gentiles buscará n ir al templo. Dirá n: “É l nos enseñ ará sus
caminos, para que caminemos por sus sendas” (v. 2). Sió n y Jerusalén será n el
centro desde el que partirá la Ley. La situació n contemporá nea en el reino será
de paz porque “convertirá n sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en
podaderas. No tomará espada nació n contra nació n, ni se entrenará má s para la
guerra” (v. 3). El pueblo estará en paz y “cada uno se sentará debajo de su vid y
debajo de su higuera, y nadie los atemorizará , porque el SEÑ OR Todopoderoso ha
hablado” (v. 4). En este período del reino, el Señ or los gobernará en el monte
Sió n (v. 7) y restaurará el dominio gubernamental de Sió n (v. 8). Estas profecías
se cumplirá n en el reino milenial.
Miqueas 4: 9-13. De cerca, Miqueas predijo el cautiverio de Babilonia (v.
10) y declaró que las naciones recibirían con agrado la destrucció n de Israel
(v. 11). Miqueas predijo, sin embargo, que al final las naciones se romperían en
pedazos y sus riquezas serían dedicadas al Señ or (v. 13). Esto se cumplió en el
cautiverio babiló nico.
Miqueas 5:1–4. En contraste con las predicciones del juicio (v. 1), el futuro
gobernante de Israel (Cristo) vendría a Belén: “Pero tú , Belén Efrata, aunque
eres pequeñ a entre los clanes de Judá , de ti me saldrá uno. quien gobernará a
Israel, cuyos orígenes son desde la antigü edad, desde la antigü edad” (v. 2). Esto
fue y se cumplirá en Cristo. Hasta que este futuro gobernante asuma el poder,
"Israel será abandonado" (v. 3). Sin embargo, cuando venga el Gobernante,
“estará y pastoreará su rebañ o con la fuerza del SEÑ OR” (v. 4). Hará que Israel
habite seguro y viva en paz (vv. 4-5).
Miqueas 5:5–15. Aunque Asiria invadiría la tierra de Israel y la conquistaría
por un tiempo (vv. 5-6), finalmente el pueblo de Israel prevalecerá y será como
un leó n entre las bestias de los bosques (vv. 7-8). Miqueas predijo: "Tu mano
se levantará en triunfo sobre tus enemigos, y todos tus enemigos será n
destruidos" (v. 9). Cuando llegue ese día, Dios traerá la destrucció n de lo malo
en medio de Israel: sus carros (v.10), su hechicería, sus imá genes talladas (vv.
12- 13), y los postes de Asera (v. 14). La venganza de Dios será tanto contra
Israel como contra las naciones (v. 15). Esto se cumplirá en el reino milenial.

La base de la condenación de Israel


Miqueas 6:1–8. Dios declaró su caso contra Israel. A pesar de la bondad de
Dios para con ellos al sacarlos de Egipto y de la esclavitud, proporcionando a
Moisés, Aaró n y María para guiarlos (v. 4), Israel se había apartado de Sus
caminos y leyes. Dios no estaba complacido con sus terneros o carneros (vv. 6-
7). Lo que Dios quería era que ella “actuara con justicia y ame la misericordia y
caminara humildemente con tu Dios” (v. 8).
Miqueas 6:9–16. Dios llamó a Israel a rendir cuentas por los tesoros que
había robado; por pesos deshonestos; por ser violentos, mentirosos y hablar
engañ osamente (vv. 9-12). Dios declaró que ella no estaría satisfecha con la
comida (v. 14). Ella plantaría, pero no podría recoger la cosecha (v. 15). Ella
seguiría la adoració n idó latra como la realizada por Acab y su casa (v. 16). Por
esto, Dios la entregaría a la burla (v. 16). Estas profecías se cumplieron en la
historia y la profecía.

La victoria definitiva en el reino


Miqueas 7: 1–20. Miqueas llamó la atenció n sobre el alejamiento de Israel
de las leyes de Dios. Declaró : “Los piadosos han sido barridos de la tierra; no
queda ni un hombre recto. Todos los hombres acechan para derramar sangre;
cada uno caza a su hermano con una red” (v. 2).
Describió las manos de Israel como "há biles para hacer el mal" (v. 3): "El
gobernante exige regalos, el juez acepta sobornos, los poderosos dictan lo que
desean; todos conspiran juntos" (v. 3). Debido a esto, Dios iba a traer un tiempo
de confusió n (v. 4). Declaró : “Porque el hijo deshonra a su padre, la hija se
levanta contra su madre, la nuera contra su suegra, los enemigos del hombre
son los miembros de su propia casa” (v. 6; cf. Mateo 10:34-36).
Por el contrario, Miqueas, en lugar de buscar el mal, buscaba la esperanza y
esperaba a su Salvador con la confianza de que Dios lo escucharía: “Pero yo, en
la esperanza de mí, espero al SEÑ OR, espero a Dios mi Salvador; mi Dios me oirá ”
(Miqueas 7: 7).
Miqueas le suplicó al enemigo que no se regodeara con ellos (v. 8). Aunque
es cierto que Israel ha pecado y soportará la ira de Dios (vv. 9-10), llegará el día
en que Israel continuará construyendo sus muros y ampliando sus límites (v.
11). El juicio de Dios en ese día será sobre las naciones en lugar de sobre Israel
(vv. 12-13).
En el futuro de Israel, Dios una vez má s le mostrará sus milagros (v. 15), y
el mundo verá y se avergonzará (v. 16). El mundo se volverá a Dios con temor
(v. 17). Miqueas preguntó retó ricamente: "¿Quién es un Dios como tú , que
perdona el pecado y perdona la transgresió n del remanente de su herencia?" (v.
18) Miqueas dijo de Dios: “No está s enojado para siempre, sino que te deleitas
en mostrar misericordia. Volverá s a tener compasió n de nosotros; pisará s
nuestros pecados y arrojará s todas nuestras iniquidades a lo profundo del mar”
(vv. 18- 19). Al concluir su profecía, Miqueas le dijo a Dios: “Será s fiel a Jacob y
tendrá s misericordia de Abraham, como lo juraste a nuestros padres en días
atrá s” (v. 20). La futura restauració n de Israel se basará en la doctrina de la
gracia en lugar de en la doctrina del juicio y cumplirá el pacto con Abraham, que
Dios se ha comprometido a cumplir independientemente de los pecados y
defectos de Israel.
La imagen mezclada de la profecía, incluida la condenació n de Israel y
luego la glorificació n, está de acuerdo con las otras Escrituras que describen
este proceso en el que Israel finalmente será reunido y bendecido por Dios en el
reino milenial.

LA PROFECÍA EN NAHUM
Todo lo que se sabe sobre el libro de Nahum es que el profeta Nahum fue su
autor y que vivía en Elkosh, cuya ubicació n se desconoce. Varias personas han
hecho sugerencias sobre la probable ubicació n de Elkosh, incluido Jeró nimo
(340–420
d. C.), quien dijo que estaba en Galilea. É sta y otras posibles ubicaciones no
contienen ninguna informació n de convincente evidencia ya que el libro miraba
a Nínive desde el punto de vista de Judá . Elkosh probablemente se encontraba
en el sur de Galilea.
Nahum registró la caída de Tebas, una ciudad comú n de Egipto,
conquistada por el rey asirio Asurbanipal (663 a. C.). Nahum debió haber vivido
en el siglo VII
a. C., antes de la destrucció n de Nínive, que predijo y que se cumplió en el 612 a.
C.
Mencionado en las Escrituras ya en Génesis 10:11-12, Nínive era un tema
frecuente de profecía. Allí, Joná s entregó su mensaje de advertencia, que fue
escuchado por la generació n a la que habló , y se pospuso la destrucció n de
Nínive. Si la advertencia de Joná s a Nínive ocurrió durante el reinado de
Jeroboam II (793–753 a. C.), Nínive estuvo protegida de la destrucció n durante
casi 150 añ os antes de que finalmente cayera en el 612 a. C.
Durante la época del poder de Nínive, Azarías, rey de Judá (790-739 a. C.),
y Menaén, rey de Israel (752-742 a. C.), pagaron tributo y reconocieron el
dominio de Nínive. Nínive había conquistado las diez tribus en 722 a. C.,
pero Dios le impidió conquistar Jerusalén cuando 185.000 del ejército de
Senaquerib murieron sobrenaturalmente mientras intentaban conquistar
Jerusalén. Cuando las diez tribus fueron al cautiverio, las tribus de Judá y
Benjamín escaparon. Nínive cayó ante los ejércitos combinados de medos y
escitas en el mes de agosto del 612 a. C. Nínive estaba tan completamente
arruinada que se perdió en la historia hasta que los arqueó logos descubrieron
sus ruinas en 1845. Nahum 1: 1–11. Dios estaba enojado con Nínive debido
a Su propio cará cter. Nahum escribió : “La L ORD es un Dios celoso y
vengador; la L ORD se venga y se llena de ira. La L ORD se venga de sus
enemigos y mantiene su ira
contra sus enemigos” (v. 2).
Por otro lado, Dios había permitido que Nínive avanzara relativamente sin
control porque “la L ORD es lenta para la ira y grande en poder” (v. 3). Hace
temblar las montañ as y secar los ríos (vv. 4-5).
Cuando Dios eligió traer juicio sobre la malvada ciudad de Nínive, nadie
podría oponerse a É l (v. 6). Aunque “la SEÑ OR es buena, un refugio en tiempos de
angustia” (v. 7), había llegado el momento en que Nínive debía cargar con la ira
de Dios por sus pecados (vv. 8-11). Esto se cumplió en el 612 a. C.
Nahum 1:12-15. Nahum predijo que Nínive sería derribada y perdería su
poder político; sus templos e ídolos serían destruidos, y su pueblo descendería
al sepulcro (vv. 12-14). Esto se cumplió en el 612 a. C.
En contraste con Su ira y juicio sobre Nínive, Dios un día bendecirá a Judá :
“¡Miren, allá en las montañ as, los pies del que trae buenas nuevas, que proclama
la paz! Celebra tus fiestas, oh Judá , y cumple tus votos. Nunca má s los malvados
te invadirá n; será n completamente destruidos” (v. 15). Esto se cumplirá en el
reino milenial.

Nínive será destruida


Nahum 2:1-13. La caída de Nínive había sido predicha mucho antes por
otros profetas. Isaías, que vivió en el siglo VIII a. C., cien añ os antes de la
destrucció n
de Nínive, predijo que Nínive llegaría a su fin (10:12-19; 14:24-25; 30:31-33;
31:8-9). Ezequiel también predijo la caída de Nínive (32:22-23), y se menciona
en Sofonías 2: 13-15 y Zacarías 10:11.
A medida que se acercaban los ejércitos de Babilonia y los medos, Nahum
se burló de Nínive para que pusiera protecció n, lo que resultaría inú til: "¡Vigila
la fortaleza, vigila el camino, prepá rate, reú ne todas tus fuerzas!" (Nahum
2: 1). Dios se refirió a la restauració n de Jacob en contraste con la caída de
Nínive (v. 2).
Nahum describió que el ejército invasor tenía uniformes rojos y escudos
rojos; irrumpieron por las calles en su conquista de Nínive (vv. 3-4). La caída de
Nínive fue completa y repentina (vv. 5-7). Los invasores fueron invitados a
“¡saquear la plata! ¡Saquea el oro! La provisió n es infinita, la riqueza de todos
sus tesoros” (v. 9). El resultado fue declarado en el versículo 10: “¡Ella es
saqueada, saqueada, despojada! Los corazones se derriten, las rodillas ceden,
los cuerpos tiemblan, todo rostro palidece” (v. 10).
Nínive fue comparada con un foso de leones donde antes los leones
mataban lo suficiente para comer y sobraban. Pero ahora no quedaba nada.
Nínive ya no se podía comparar con el rey de las bestias (vv. 11-12).
Dios declaró : “Estoy contra ti ... quemaré tus carros con humo, y la espada
devorará a tus leoncillos. No te dejaré presa en la tierra. Las voces de tus
mensajeros ya no se oirá n'” (v. 13).

La destrucción completa de Nínive


Nahum 3:1–19. Nínive, que una vez fue irresistiblemente victoriosa sobre
sus enemigos, ahora iba a experimentar la destrucció n que trajo a otros. Los
muchos muertos amontonaban sus cadá veres sin nú mero. Su juicio se debió
simplemente a que había esclavizado a las naciones (vv. 1-5). “Te arrojaré con
inmundicia, te trataré con desprecio y te haré un espectá culo. Todos los que te
vean huirá n de ti y dirá n: 'Nínive está en ruinas; ¿quién se lamentará por
ella? ¿Dó nde puedo encontrar a alguien que los consuele? '” (Vv. 6–7)
Los muros protectores de Nínive no servirían de nada. Así como Tebas fue
llevada cautiva y fue al destierro, los infantes de Nínive serían asesinados y sus
grandes hombres encadenados (v. 10).
Las fortalezas de Nínive se compararon con una higuera con fruto maduro
que cae cuando se agita (v. 12). Las tropas de Nínive fueron comparadas con
mujeres, sus puertas estaban abiertas a sus enemigos (v. 13).
Nínive fue objeto de burlas para que se preparara para el asedio, sacara
agua, fortaleciera sus defensas y reparara los ladrillos; pero, sin embargo, sería
devorada por fuego y espada. Como los saltamontes, aunque se multiplican, no
serviría de nada (vv. 14-17).
Al rey de Asiria se le informó que su pueblo sería esparcido como ovejas
sin nadie que lo recogiera (v. 18). La herida y la herida de Nínive serían
fatales (v. 19). Aquellos que se enteraron de la caída de Nínive aplaudirían de
gozo por la retribució n de Dios sobre Nínive por sus interminables actos de
crueldad (v. 19). En el 612 a. C., Nínive fue tan completamente destruida que
nunca fue reconstruida y pronto se convirtió en un montó n de arena.
Durante siglos se desconoció la ubicació n de Nínive, tan completamente
destruida, pero en 1845 fue localizada por arqueó logos. La lecció n que se debe
aprender es que las profecías de juicio de Dios pueden demorarse en su
cumplimiento, pero en el
tiempo de Dios se cumplirá n por completo.

LA PROFECÍA EN HABAKKUK
El libro de Habacuc tiene la característica inusual del profeta que registra un
diá logo entre él y Dios en lugar de actuar como un instrumento de
comunicació n de Dios al hombre.
No se sabe mucho sobre Habacuc personalmente, e incluso se discute el
significado de su nombre. Se describió a sí mismo como un profeta (1:1), lo cual
era inusual en los libros proféticos del Antiguo Testamento; solo Hageo y
Zacarías también incluyeron el término profeta en sus introducciones.
El estilo literario del libro es similar al de los libros Sapienciales y los
Salmos. El libro mismo demuestra que Habacuc fue debidamente reconocido
como profeta y quetenía formació n teoló gica y litú rgica. En muchos sentidos, el
libro es uno de los enfoques má s incisivos de la cuestió n de la justicia de Dios al
tratar con el pecado humano.
Habacuc 1:1–4. Aunque el libro en sí no fecha el momento de su escritura,
se puede concluir del versículo 6, que predijo la invasió n babiló nica, que
Habacuc ministró en el siglo VII a. C. Aunque algunos fechan el libro desde el
reinado de Manasés (697-642 a. C.) o en el reinado de Josías (640-609 a. C.), es
má s probable que Habacuc ministrara má s cerca de la fecha de la invasió n
babiló nica durante el reinado de Joacim (609–598 a. C.). Por lo tanto, no solo
fue un profeta de la caída de Jerusalén, sino que má s tarde fue un testigo del
cumplimiento de la profecía. La fecha que relaciona la profecía con la invasió n
babiló nica del reino de Judá está respaldada por el contenido del libro, que
planteó la cuestió n de có mo un Dios justo podría usar a una nació n injusta como
Babilonia para castigar a Judá por sus pecados. El hecho de que Dios permitió
que los babilonios fueran victoriosos en la conquista de Judá creó problemas
teoló gicos para todos los que creían que los hijos de Israel eran un pueblo
especial. Esta pregunta de có mo la justicia de Dios se relaciona con esta
situació n domina el tono del libro y también conduce a la respuesta.
¿Por qué no se juzga a los impíos?
Habacuc vivió en la época de la apostasía que precedió al cautiverio
babiló nico. Aunque fue el momento en que Jeremías estaba desafiando a Judá a
regresar a Dios, hubo poca respuesta. Habacuc se quejó : “¿Hasta cuá ndo, VIEJO,
debo pedir ayuda, ¿pero no me escuchas? O gritarte: '¡Violencia!' pero tu no
salvas? ¿Por qué me haces mirar la injusticia? ¿Por qué toleras mal? Ante mí
hay destrucció n y violencia; hay contienda, y abunda la contienda” (vv. 2-3).

La respuesta del señor


Habacuc 1:5–11. A Habacuc se le informó que Dios estaba levantando a los
babilonios, que barrerían la tierra como el viento y conquistarían todas las
ciudades que tenían ante ellos (vv. 5–11). La respuesta de Dios fue que el juicio
estaba en camino, pero aú n no era el momento.

¿Por qué Dios va a usar una nación inicua como Babilonia para conquistar
a Judá?
Habacuc 1:12-17. Habacuc renovó su pregunta sobre por qué Dios usaría a
Babilonia, una nació n que era completamente malvada y menos justa que
Israel. Có mo podría ¿Dios toleró una nació n como esa, permitiéndole
conquistar Israel a pesar del estado pecaminoso de Babilonia?

La respuesta del señor


Habacuc 2:1–8. Habacuc escribió que esperaría para ver lo que Dios tenía
que decir (v. 1). Dios respondió que el juicio aguardaba el tiempo de Dios:
“Porque la revelació n aguarda el tiempo señ alado; habla del fin y no resultará
falso. Aunque se demore, espéralo; ciertamente vendrá y no tardará ” (v. 3).
La respuesta de Dios se resumió en el versículo 4: "Pero el justo por su fe
vivirá ". Esta declaració n central del libro se repite en Romanos 1:17, Gá latas
3:11 y Hebreos 10:38. Esta declaració n no es solo el tema central de Habacuc,
sino de toda la Escritura.
Aunque Babilonia saldría victoriosa por el momento, llegaría el día en que
los que fueron saqueados por Babilonia saquearían a cambio: “Porque has
saqueado muchas naciones, los pueblos que queden te saqueará n. Porque has
derramado sangre de hombre; has destruido tierras y ciudades ya todos en
ellas” (Hab. 2:8). La profecía se cumplió en 539 a. C. cuando Babilonia fue
conquistada por los medos y los persas.
Habacuc 2:9-20. Dios declaró cuatro veces ay de Babilonia (vv. 9, 12, 15,
19). Dios le aseguró a Habacuc que, aunque el juicio podría tomar tiempo y no
ser rá pido desde el punto de vista de Habacuc, el juicio de Babilonia era
inevitable y Dios trataría con ella debido a sus muchos pecados y su maldad.
Dios
denunció no solo su maldad moral sino también su idolatría, señ alando que un
ídolo es madera o piedra sin vida, y aunque estaba cubierto de oro y plata, no
estaba vivo (vv. 18-19). Por el contrario, Dios declaró : “Pero el SEÑ OR está en su
santo templo; enmudezca delante de él toda la tierra” (v. 20). Esto se cumplió
en el 539 a. C., pero también se cumplirá en la segunda venida (Apocalipsis 18).

Oración de Habacuc
Habacuc 3: 1-15. En respuesta a la tremenda revelació n de la justicia
suprema de Dios en la que juzgará cada pecado, Habacuc estalló en oració n y
adoració n: “El Señ or, he oído hablar de tu fama; Estoy asombrado por tus
obras, VIEJO” (v. 2).
Habacuc pasó a describir a Dios como un conquistador todopoderoso que
sacude la tierra y hace temblar a las naciones (v. 6). El poder de Dios dividió la
tierra para formar los ríos (v. 9). “El sol y la luna se detuvieron en los cielos” (v.
11). Dios en ira trata con las naciones y libera a su pueblo (vv. 12-13).
Habacuc 3:16-19. En respuesta a esto, Habacuc declaró : “Escuché y mi
corazó n latió con fuerza, mis labios temblaron ante el sonido; la
descomposició n se infiltró en mis huesos y mis piernas temblaron. Sin
embargo, esperaré pacientemente a que llegue el día de la calamidad sobre la
nació n que nos invade” (v. 16). Habacuc concluyó con la notable declaració n de
su fe en el tiempo de la apostasía: “Aunque la higuera no brote y no haya uvas
en las vides, aunque se acabe la cosecha de olivos y los campos no produzcan
alimento, aunque no haya ovejas en el corral y no hay ganado en los establos,
pero yo me regocijaré en el SEÑ OR, estaré gozoso en Dios mi Salvador” (vv. 17-
18).
La perplejidad de Habacuc al preguntarle a Dios por qué los malvados
continuaron floreciendo y por qué Dios usó a Babilonia como un instrumento
de venganza fue reemplazada por la simple confianza de Habacuc en Dios, que
no se basó en lo que vio sino en la Palabra de Dios y la promesa profética de la
justicia suprema. y triunfo de Dios.
El cierre del libro dice: “Para el director de mú sica. En mis instrumentos de
cuerda” (v. 19). Aparentemente, la oració n de Habacuc se convirtió en parte de
la adoració n y el servicio de Dios en el templo.
Aunque el libro de Habacuc no es principalmente profético, asegura a los
creyentes que Dios, en Su tiempo, traerá justicia al mundo, triunfará sobre los
malvados y librará a los justos.

LA PROFECÍA EN ZOFONIAS
El versículo inicial de Sofonías presenta al autor como el tataranieto de
Ezequías. En esta declaració n estaba implícito que tenía un alto rango social y
probablemente pertenecía a la realeza. Su ministerio fue durante el reinado del
rey Josías (640-609 a. C.). Probablemente era un pariente lejano de Josías y
contemporá neo de Jeremías, Nahum y probablemente Habacuc.
El punto culminante del reinado de Josías fue la recuperació n de la Ley por
Hilcías en el 622 a. C. (2 Reyes 22-23; 2 Cró n. 34). El descubrimiento de la Ley
provocó un avivamiento espiritual de Israel. El culto a Baal fue cortado (Sof. 1:
4), pero por lo demá s, la condició n moral de Judá justificó los severos juicios
que predijo Sofonías.
El reinado de Josías se produjo en un período en el que Asiria estaba
perdiendo poder, lo que hizo posible que el reino de Judá se expandiera y Josías
detuviera algunas de las prá cticas religiosas de los asirios. En 612 a. C., pocos
añ os antes de la muerte de Josías, Nínive, la capital de Asiria, fue
destruida. Aunque algunas de las prá cticas inicuas introducidas por el rey
Manasés, que precedió a Josías, fueron destruidas, incluso el avivamiento
espiritual no produjo ningú n cambio profundo en Judá .
Como resultado del estado espiritual de Judá , el libro de Sofonías se dedica
en gran parte a declarar el juicio venidero de Dios, al que se hace referencia
como el día de Yahvé o día del Señ or, al que se hace referencia unas diecinueve
veces en este libro.
El día del Señ or se entiende mejor como un tiempo en que Dios juzga
directamente al mundo, aunque también puede ser un tiempo de bendiciones
inusuales como en el milenio. La carga principal de las Escrituras con respecto
al día del Señ or apunta al juicio final en relació n con la segunda venida de
Cristo. El período inmediatamente anterior a Judá fue el cautiverio babiló nico,
que fue el día del Señ or en lo que respecta a Judá . Este tiempo de juicio
venidero, aunque se extendió a toda la tierra (1:2-3), fue principalmente en
Judá y Jerusalén (1:4- 2:3). Sin embargo, después del juicio sobre Jerusalén,
habría juicio sobre las naciones vecinas (vv. 4-15). El libro concluyó con la
restauració n final, refiriéndose al reino milenial, que tendrá lugar después de la
segunda venida de Cristo (3: 9-12).

El Juicio Final en el Día del Señor en toda la Tierra


Sofonías 1:1-3. Hablando específicamente del juicio final de Dios sobre la
tierra entera en el momento de la segunda venida de Cristo, Sofonías declaró la
palabra del Señ or: “'Barreré todo de la faz de la tierra', declara el Señ or.
'Barreré tanto a hombres como a animales; Barreré las aves del cielo y los
peces del mar. Los impíos só lo tendrá n montones de escombros cuando yo
corte al hombre de la faz de la tierra ', declara el Señ or” (vv. 2-3).
El juicio inminente del día del Señor sobre Judá y Jerusalén
Sofonías 1:4–18. Sofonías declaró la palabra del Señ or contra Judá y
Jerusalén: “Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de
Jerusalén” (v. 4). Dios particularmente detalló que el "resto de Baal" (v. 4) y los
nombres de los sacerdotes idó latras serían juzgados: "Cortaré de este lugar
todoremanente de Baal, los nombres de los sacerdotes paganos e idó latras, los
que se postran en los tejados para adorar a la hueste estrellada, los que se
inclinan y juran por la SEÑ OR y también juran por Moloc” (vv. 4-5 ).
Judá fue comparado con un sacrificio preparado (v. 7), y en el día del
Señ or, los príncipes, los hijos del rey y los que vestían ropas extranjeras serían
especialmente los objetos de Su ira (vv. 7-8).
Sofonías declaró la palabra del Señ or: “Aullad, moradores de la zona del
mercado; todos tus mercaderes será n exterminados, todos los que comercian
con plata será n arruinados” (v. 11). Sus casas serían tomadas por otros, sus
viñ edos proporcionarían vino para otros y sus riquezas serían saqueadas (vv.
12-13). El día del Señ or se describió en detalle: “El gran día del SEÑ OR está cerca,
cercano y pronto. ¡Escucha! El grito del día de la L ORD será amargo, el grito del
guerrero allí. Ese día será un día de ira, un día de angustia y angustia, un día de
angustia y ruina, un día de tinieblas y tristeza, un día de nubes y negrura, un día
de trompeta y grito de guerra contra las ciudades fortificadas y contra las torres
de la esquina. Traeré angustia sobre la gente y caminará n como ciegos, porque
han pecado contra el Señ or” (vv. 14-17). Estas profecías se cumplieron en la
historia y se cumplirá n en la segunda venida.

La súplica de Sofonías al arrepentimiento


Sofonías 2:1-3. A la luz de las profecías que pronto se cumplirían, Sofonías
suplicó al pueblo de Judá que se arrepintiera y acudiera a Dios antes de que se
les revelara Su ira. Dijo: “Busquen la SEÑ OR todos los humildes de la tierra,
ustedes que hacen lo que él manda. Busca la justicia, busca la humildad; tal vez
será s protegido en el día de la ira de Jehová ” (v. 3).

El juicio del día del Señor caerá sobre las naciones circundantes
Sofonías 2:4-15. La tierra de los filisteos sería destruida, incluidas Gaza y
Ascaló n, Asdod y Ecró n (vv. 4-5). La tierra de los filisteos sería tan destruida
que se convertiría en un lugar para rebañ os.
Moab y Ammó n también compartirían el juicio: “'He oído los insultos de
Moab y las burlas de los ammoritas, que insultaban a mi pueblo y amenazaban
su tierra. Por tanto, tan ciertamente como yo vivo, 'declara
el SEÑ OR Todopoderoso, el Dios de Israel,' seguramente Moab llegará a ser como
Sodoma, y los amonitas comoGomorra: un lugar de maleza y pozos de sal, un
pá ramo para siempre. El resto de mi pueblo los saqueará '”(vv. 8–9). Los
cusitas, refiriéndose a los de Etiopía, también escucharían el juicio de Dios (v.
12). Dios finalmente juzgaría a Asiria y dejaría a Nínive desolada (v. 13). Donde
antes se encontraba la ciudad de Nínive sería un lugar para rebañ os y manadas
y el bú ho del desierto. La ciudad misma sería abandonada (v. 14). Estas
profecías se cumplieron en la historia.

La apostasía de Israel que la llevó a su cautiverio


Sofonías 3:1–7. Jerusalén fue descrita bajo la acusació n de Sofonías: “¡Ay de
la ciudad de los opresores, rebelde y profanada! No obedece a nadie, no acepta
correcció n. No confía en el SEÑ OR, no se acerca a su Dios” (vv. 1-2). Sofonías
denunció a sus funcionarios como leones rugientes, a sus profetas como
arrogantes, a sus sacerdotes como profanos (vv. 3-4). Dios declaró que no solo
Jerusalén, sino también las ciudades y las naciones serían destruidas sin que
nadie las habitara (vv. 6–7). El día del Señ or sería un tiempo en que la ira de
Dios se derramaría sobre toda la tierra (v. 8). Estas profecías se cumplieron en
la historia.

La purificación venidera de las naciones


Sofonías 3: 8–10. Después del día del Señ or vendría un tiempo en que las
naciones serían limpiadas y una vez má s adorarían al Señ or: “Entonces
purificaré los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre de la
SEÑ OR y sirvan él hombro con hombro. De má s allá de los ríos de Cus, mis
adoradores, mi pueblo esparcido, me traerá n ofrendas” (vv. 9-10).

Restauración de Israel
Sofonías 3:11-13. Lo má s importante para Dios será la restauració n del
pueblo de Israel en el día del Señ or. Dios declaró : “En ese día no será s
avergonzado por todos los males que me has hecho, porque quitaré de esta
ciudad a los que se regocijan en su orgullo. Nunca má s será s altivo en mi santo
monte. Pero dejaré dentro de ti a los mansos y humildes, que confían en el
nombre del Señ or. El remanente de Israel no hará ningú n mal; no hablará n
mentiras, ni se hallará engañ o en su boca. Comerá n y se acostará n, y nadie les
asustará ” (vv. 11-13). Esto se cumplirá en el milenio.
Aunque se produjo un avivamiento espiritual en Israel cuando regresaron
del cautiverio babiló nico a Jerusalén, el cumplimiento final será en el reino
milenial, después de la segunda venida de Cristo. Entonces habrá una
verdadera purga de lo que es contrario a Dios y la nació n de Israel, y los que
queden será n los verdaderos adoradores.
La bendición de Dios en la restauración de Israel
Sofonías 3:14-20. Israel es exaltado: “Canta, oh hija de Sion; da voces de
jú bilo, Israel. Alégrate y regocíjate con todo tu corazó n, hija de Jerusalén. La
L ORD ha quitado tu castigo, ha hecho retroceder a tu enemigo. El Señ or, el Rey
de Israel, está contigo; nunca má s volverá s a temer mal alguno” (vv. 14-15).
Será un tiempo en que Dios se deleitará en Israel (v. 17) y quitará sus dolores.
La profecía concluyó : “'En ese tiempo los reuniré; en ese momento te llevaré a
casa. Te daré honor y alabanza entre todos los pueblos de la tierra cuando
restaure tus fortunas ante tus propios ojos”, dice el Señ or” (v. 20).
El versículo final de Sofonías resume las promesas de Dios de bendecir a
Israel en el futuro, incluida la reunió n en su Tierra Prometida, el ser honrado y
elogiado por las naciones, y la restauració n de su buena fortuna al regresar a la
tierra. En el milenio, las promesas a Israel de la posesió n final de su tierra
(Génesis 12:1-7; 13:14-17; 15:7-21; 17:7-8) y la venida de Cristo como su
Mesías y Rey. resultará en la restauració n del reino davídico, cumpliendo las
promesas a David (2 Sam. 7:16; Sal. 89:3-4; Isa. 9:6-7; Dan. 7:27; Sof. 3:15). La
expresió n final del libro, "dice la SEÑ OR " (v. 20), es un recordatorio de que lo que
se ha prometido lo ha prometido el Señ or, que no deja de cumplir sus
promesas. Estas promesas se cumplirá n finalmente en el milenio.

LA PROFECÍA EN HAGEO
Poco se sabe acerca de Hageo, excepto que fue el primer profeta que habló a la
casa de Israel en el período postexílico. Su libro, el segundo libro má s corto del
Antiguo Testamento — solo Abdías es má s corto — reportó cinco mensajes
relacionados con la reconstrucció n del templo. Cada mensaje estaba fechado en
el añ o 520 a. C., el segundo añ o de Darío I. Hageo fue contemporá neo de
Zacarías, cuyo ministerio siguió al de él y al de Esdras, quien registró el primer
regreso a la tierra. Hageo 1:1–11 debe sercomparado con Esdras 4:24–5:1;
Hageo 1:12–15 debe compararse con Esdras 5:2 y Zacarías 1:1–6; Hageo 2:10–
23 debe compararse con Zacarías 1:7–6:15; también, Esdras 5: 3-17 y 6: 1-13
deben compararse con Zacarías 7-8.
Los mensajes que Hageo registró fueron entregados a Zorobabel, que era
gobernador de Judá , y al sumo sacerdote Josué. El tema de los mensajes se
estableció en Hageo 1–2, en el que Dios reprendió al pueblo por postergar la
reconstrucció n del templo.
Los peregrinos habían regresado a Jerusalén del cautiverio babiló nico en
538 a. C. y habían intentado construir el templo, poniendo los cimientos como
se registra en Esdras 3. Sin embargo, los adversarios los acusaron de
reconstruir la ciudad y lograron obtener una orden del rey Artajerjes (465-424
a.C.), quien les ordenó que dejaran de construir. Cuando Hageo entregó su
mensaje, habían
pasado dieciocho añ os desde el comienzo original. El rey Artajerjes había
muerto, pero aparentemente nadie se atrevió a continuar. El libro de Hageo
registra su reprimenda al pueblo de Israel por no construir el templo y el
comienzo de su empresa para construirlo.

Mensaje de reprensión de Hageo


Hageo 1:1–11. El profeta Hageo pronunció la palabra del Señ or, que
planteó la pregunta de por qué Israel vivía có modamente en sus propias casas
mientras la casa de Dios estaba en ruinas. Hageo le recordó que Dios la había
castigado; sus cosechas no habían producido abundante cosecha porque Dios
estaba reteniendo Su bendició n.

La palabra de aliento de Hageo


Hageo 1:12-15. Cuando la gente respondió al mensaje de Hageo y comenzó
a reconstruir el templo, Hageo entregó el mensaje del Señ or, animá ndolos, “'Yo
estoy contigo', declara la SEÑ OR” (v. 13). Bajo el liderazgo de Zorobabel y el sumo
sacerdote Josué, comenzó el trabajo en el templo.

Segundo mensaje de aliento de Hageo


Hageo 2:1–9. Los pocos que habían visto el templo original vieron,
obviamente, que la casa que estaban construyendo era mucho menos gloriosa
que la de Salomó n. Pero Dios, hablando a través de Hageo, los exhortó a ser
fuertes y continuar construyendo el templo (vv. 2-4). Hageo entregó el mensaje
de Dios: “'Sed fuertes, todos los habitantes de la tierra'declara el Señ or, 'y
funciona. Porque yo estoy contigo”, declara el SEÑ OR Todopoderoso. Esto es lo
que pacté contigo cuando saliste de Egipto. Y mi Espíritu permanece entre
ustedes. No temas '” (vv. 4-5).
Ademá s de animar al pueblo de Israel, Dios le recordó su propó sito final de
traer el reino a la tierra cuando Cristo regrese en su segunda venida. Hageo
informó la palabra de Dios: “Esto es lo que dice el SEÑ OR Todopoderoso: 'Dentro
de poco haré temblar una vez má s los cielos y la tierra, el mar y la tierra
seca. Sacudiré a todas las naciones, y vendrá lo deseado de todas las naciones, y
llenaré de gloria esta casa, dice el SEÑ OR Todopoderoso” (vv. 6–7).
Dios también prometió : “'La gloria de esta casa actual será mayor que la
gloria de la casa anterior', dice el SEÑ OR Todopoderoso” (v. 9).
En esta profecía, Dios estaba prediciendo el futuro lejano donde, antes de
la segunda venida de Cristo, la tierra será juzgada y Cristo regresará para tomar
posesió n de la tierra redimida para el reino milenial. En relació n con esto, no
solo bendecirá el templo que Israel estaba construyendo entonces, sino
también los templos futuros, uno que se construirá en el período anterior a la
segunda venida
de Cristo, y el gran templo descrito en Ezequiel 40-43 que se construirá
después del segundo advenimiento. Dios glorificará el templo milenial y
también se glorificará a sí mismo en el templo que Israel estaba construyendo
entonces.

Segundo mensaje de reprensión de Hageo


Hageo 2:10-19. Dios entregó a través de Hageo el mensaje sobre lo que está
contaminado y lo que es puro. El contacto puro con lo impuro no convierte a lo
impuro en puro. En consecuencia, lo que Israel había estado haciendo y
ofreciendo al Señ or se consideró contaminado. El resultado fue que Dios había
limitado sus cosechas y no la había bendecido de manera material. Ahora que
ella estaba comenzando a construir el templo, Dios declaró : "Desde hoy en
adelante te bendeciré" (v. 19). Esto se cumplió en la construcció n del templo.

Mensaje final de aliento de Hageo


Hageo 2:20-23. El Señ or le ordenó al profeta Hageo que le diera un mensaje
a Zorobabel, diciendo: “Dile a Zorobabel, gobernador de Judá , que haré temblar
los cielos y la tierra. Derrocaré tronos reales y destrozaré el poder de los reinos
extranjeros. Derrocaré carros y sus conductores; los caballos y sus jinetes
caerá n, cada unopor la espada de su hermano” (vv. 21-22). Esto se refería al
juicio soberano de Dios sobre los diversos gobiernos y pueblos a lo largo de la
historia y, especialmente, será cierto de los juicios finales que preceden a la
segunda venida de Cristo.
El mensaje continuaba, “'En ese día', declara el SEÑ OR Todopoderoso, 'te
llevaré, mi siervo Zorobabel hijo de Shealtiel', declara el Señ or, 'y te haré como
mi anillo de sello, porque tengo te escogió , 'declara el SEÑ OR Todopoderoso ”(v.
23).
El versículo final de Hageo fue otra confirmació n de la restauració n de
Israel con un trasfondo de juicio del poder gentil en el mundo. Dios prometió
honrar a Zorobabel y hacerlo como un anillo de sello, una señ al de autoridad
real. Esto no se cumplirá durante la vida de Zorobabel, pero fue un símbolo de
la venida del Mesías, momento en el cual Zorobabel resucitará de entre los
muertos y compartirá la autoridad delegada con David en el reino milenial. En
esta revelació n, Dios estaba asegurando a su pueblo de su má xima bendició n
sobre ella y el má ximo cumplimiento de las promesas a David con respecto a su
reino y su pueblo.

LA PROFECÍA EN ZACARÍAS
Zacarías, el profeta cuyo libro lleva su nombre, fue un destacado profeta
postexílico. Hijo de Beraquías y nieto de Iddo, sacerdote (Zacarías 1:1), Zacarías
nació en Babilonia durante el tiempo de la cautividad babiló nica (Esdras 12:4,
16). Tanto Esdras como Nehemías lo describieron como “un descendiente de
Iddo” (Esdras 5:1; 6:14; cf. Nehemías 12:4, 16). É l era tanto profeta como
sacerdote. Su nombre, uno comú n compartido con otras treinta personas
mencionadas en el Antiguo Testamento, tiene el significado de "La
L ORD recuerda". Zacarías había regresado a Jerusalén desde Babilonia con la
primera expedició n de unos cincuenta mil judíos exiliados. Fue contemporá neo
de Hageo el profeta, Zorobabel el gobernador y Josué el sumo sacerdote (Esdras
5:1-2; Zacarías 3:1; 4: 6; 6:11).
Después del regreso de los judíos cautivos a Jerusalén, se había construido
un altar para renovar los holocaustos (Esdras 3:1–6), y el segundo añ o después
de su regreso, se colocaron los cimientos del templo (Esdras 3:8– 13; 5:16). Sin
embargo, debido a la oposició n de la gente de la tierra, la construcció n del
templo se detuvo hasta 520 a.C., cuando los hijos de Israel respondieron a la
predicació n del profeta Hageo y comenzaron a reconstruir (Esdras 5: 1-2; Hage.
1:1). Hageo no fue mencionado después del breve período en el que profetizó ,
pero Zacarías retomó el ministerio profético (v. 1; Zac. 1:1). Partes de la
profecía de Zacarías que fueron fechadas estaban relacionadas con la
reconstrucció n del templo, que se completó en el 515 a. C. Es posible que las
profecías sin fecha, como las que se encuentran en Zacarías 9–14, se hayan
escrito má s tarde.
Los eventos importantes, desde el primer sermó n de Hageo hasta la
dedicació n del templo, forman un trasfondo cronoló gico para el tiempo de
Zacarías y pueden desglosarse de la siguiente manera:

29 de agosto de 520 a.C. Primer sermó n de Hageo (Hage. 1:1-11; Esdras 5: 1).
21 de septiembre de 520 Se reanudó la reconstrucció n del templo (Hag. 1:12-15;
a.C. Esdras 5:2).
17 de octubre de 520 a.C. El segundo sermó n de aliento de Hageo (Hage. 2:1-9).
Octubre-noviembre de 520 Comenzó el ministerio de Zacarías (Zacarías 1:1–6).
a. C.
18 de diciembre de 520 a.C. El segundo mensaje de reprensió n de Hageo y el tercer
mensaje de aliento (Hage. 2:10-23).
15 de febrero de 519 a.C. Las ocho visiones de Zacarías (Zacarías 1: 7–6: 8).
7 de diciembre de 518 a.C. La delegació n de Betel con preguntas sobre el ayuno (Zac.
7).
12 de marzo de 515 a.C. Se dedica el templo (Esdras 6:15-18).

El libro de Zacarías en su conjunto constituyó uno de los libros proféticos


apocalípticos má s compactos del Antiguo Testamento. El libro de Zacarías
incluía no solo los ocho sueñ os proféticos, que eran visiones que ocurrieron en
una noche (Zacarías 1:7–6:8), sino también descripciones apocalípticas que
constituían la revelació n escatoló gica. Los capítulos 9-15 concluyen el libro con
dos orá culos proféticos relacionados con la futura restauració n de
Israel. Aunque las secciones apocalípticas no son fá ciles de interpretar, un
estudio cuidadoso revelará los hechos proféticos literales que está n
relacionados con ellas.

La advertencia de arrepentirse
Zacarías 1: 1–6. Dios advirtió a los hijos de los cautivos de Israel que no
fueran como sus antepasados: “'No sean como sus antepasados, a quienes
proclamaron los primeros profetas: Esto es lo que dice el SEÑ OR Todopoderoso:
“Vuélvanse de sus malos caminos y de su maldad prá cticas ". Pero no me
escucharon ni me hicieron caso, 'declara el Señ or” (v. 4). Los hijos de Israel se
habían arrepentido, pero ya era demasiado tarde. Fueron llevados al cautiverio.

La primera visión: el jinete del caballo rojo


Zacarías 1:7–17. Se declaró que la fecha de la visió n era el día veinticuatro
del undécimo mes, el mes de Sebar del segundo añ o de Darío. Esto fue el 15 de
febrero de 519 a. C. Esta profecía en el versículo 1 usa un gobernante gentil
para fechar el período, un recordatorio de que los hijos de Israel vivían en los
tiempos de los gentiles y que Jerusalén estaría bajo el control de los gentiles e
Israel sería esparcido.
El hombre del caballo rojo (v. 8) fue identificado como el á ngel del Señ or
(v. 11), que era una teofanía o una aparició n de Jesucristo en el Antiguo
Testamento. El hecho de que el á ngel del Señ or era el Señ or Jesucristo en la
teofanía se indica en Zacarías 3:1–2, así como en muchas otras Escrituras. Los
caballos que se describieron fueron declarados mensajeros de Dios enviados
por toda la tierra (1:10) para averiguar en qué estado estaba el mundo. Le
informaron al á ngel del Señ or: “Hemos recorrido la tierra y hemos encontrado
el el mundo entero en reposo y en paz” (v. 11).
El hecho de que las naciones estuvieran en paz cuando Israel estaba en
cautiverio resultó en la revelació n de que Dios estaba enojado con las naciones
(vv. 14-15). La promesa del Señ or fue dada para la restauració n de Israel, “Por
tanto, esto es lo que dice el Señ or: 'Volveré a Jerusalén con misericordia, y allí
mi casa será reconstruida. Y el cordel de medir se extenderá sobre Jerusalén,
'declara el SEÑ OR Todopoderoso” (v. 16). La profecía concluyó con la declaració n
de que la prosperidad se extendería a las ciudades alrededor de Jerusalén y que
Dios consolaría al pueblo de Israel (v. 17). En general, la visió n indicó que Dios
restauraría a Israel en el futuro inmediato. La reconstrucció n del templo sería
parte de su restauració n actual después del cautiverio babiló nico.

La segunda visión: los cuatro cuernos y los cuatro artesanos


Zacarías 1: 18-20. En la segunda visió n, Zacarías vio cuatro cuernos, que se
describieron como esparciendo a Judá , Israel y Jerusalén (vv. 18-19). Los cuatro
artesanos fueron el instrumento de Dios para juzgar a las mismas naciones que
afligieron a Israel; “Los artesanos han venido para aterrorizarlos y arrojar estos
cuernos de las naciones que alzaron sus cuernos contra la tierra de Judá para
esparcir a su pueblo” (v. 21).
Los cuatro artesanos pueden identificarse como cuatro juicios de Dios: la
espada, el hambre, las fieras y la plaga (véase Ezequiel 14:21; Apocalipsis 6: 1–
8). La revelació n fueal grano: las naciones que afligieron a Israel también serían
afligidas, un hecho que ha sido bien ilustrado en la historia de las naciones que
afligieron a Israel. Algunos han interpretado que los cuatro cuernos se
relacionan con los cuatro imperios de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma,
pero la dispersió n parece referirse a un período anterior a Zacarías. En ese
caso, los cuatro imperios podrían ser Asiria, Egipto, Babilonia y Medo-Persia.
Sin embargo, se estableció el principio de que Dios en ú ltima instancia juzgaría
a los que juzgaran a Israel con la misma certeza que restauraría a Israel.

La tercera visión: el hombre que medirá a Jerusalén


Zacarías 2:1–13. Zacarías vio a un hombre con un cordel de medir (v.
1). Cuando se le preguntó a dó nde iba, el hombre dijo: "Para medir Jerusalén,
para saber qué tan ancha y cuá nto es" (v. 2). Los intérpretes de esta Escritura
han hecho varias sugerencias sobre quién era este hombre con el cordel de
medir. Algunos lo interpretan como una persona cuya identidad se
desconoce. Otros piensan en él como el mismo Zacarías o el á ngel del Señ or,
Cristo mismo en su teofanía del Antiguo Testamento. En realidad, las Escrituras
no lo aclaran. El punto importante es que la revelació n indicó que Jerusalén iba
a ser reconstruida (véase Ezequiel 40:3-5). Como tal, la revelació n sería un
estímulo para quienes construyen el templo, aunque la ciudad misma todavía
estaba en ruinas.
Después de la revelació n preliminar, el á ngel con el que estaba hablando
Zacarías se fue, y otro á ngel le dijo que corriera tras el joven y declarara:
“Jerusalén será una ciudad sin murallas debido a la gran cantidad de hombres y
ganado en ella. Y yo mismo seré un muro de fuego a su alrededor ', declara el
Señ or,' y seré su gloria por dentro'” (vv. 4-5).
Esta revelació n, aunque relacionada con la reconstrucció n de Jerusalén,
obviamente se extendió má s allá de la construcció n de la ciudad que siguió a la
llegada de Nehemías. El propó sito final de Dios es construir Jerusalén en el
reino milenial, donde será una gran ciudad sin muros como se describe aquí.
De acuerdo con el plan de Dios para restaurar a Jerusalén y al pueblo de
Israel a su tierra, Dios la invitó a regresar de su esparcimiento por todo el
mundo a la tierra santa (v. 6). Declaró : “'¡Ven, oh Sion! ¡Huye, tú que vives en la
Hija de Babilonia! Porque esto es lo que dice el SEÑ OR Todopoderoso: 'Después
que me haya honrado y me haya enviado contra las naciones que te saquearon,
porque cualquiera que te toque, tocará la niñ a de sus ojos, ciertamente
levantaré mi mano contra ellos para que sus lavos los saqueará n. Entonces
sabrá s que el SEÑ OR Todopoderoso me ha enviado '” (vv. 7-9).El pasaje continú a
describiendo las bendiciones de Israel en el reino milenial, después de la
segunda venida de Cristo (vv. 11-12).

La cuarta visión: Josué el sumo sacerdote


Zacarías 3:1–10. Esta visió n se diferenciaba de las visiones anteriores en
que los actores eran identificables y las acciones simbó licas no requerían el
mismo grado de interpretació n que el á ngel en visiones anteriores. Los actores
incluyeron a Josué el sumo sacerdote (v. 1); el á ngel del Señ or, una teofanía de
Cristo (v. 1); y Sataná s el acusador parado para acusar a Josué (v. 1). Ademá s
del mismo Zacarías, quien fue parte de la visió n, aparentemente había á ngeles
presentes (v. 4).
En la visió n, se representó a Josué de pie ante el á ngel del Señ or (v. 3), lo
que implica que estaba actuando como sacerdote (Deut. 10:8; 2 Cr. 29:11). El
hecho de que el á ngel del Señ or era Cristo en Su revelació n como una teofanía
del Antiguo Testamento se puso de manifiesto en Zacarías 3: 2, donde le habló a
Sataná s, y en el versículo 4, donde habló como el Á ngel. Ademá s, en el versículo
2, el Señ or se distingue del á ngel del Señ or que le habla a Sataná s.
Debido a la acusació n de Sataná s, la escena se convirtió en un juicio judicial
sobre el pecado en lugar de una descripció n de la obra sacerdotal de Josué.
Josué fue descrito como “un palo ardiente arrebatado del fuego” (v. 2), lo que
indica que había sido rescatado para ser alguien que sirviera al Señ or. La
referencia a la elecció n de Jerusalén por parte del Señ or (v. 2) indica que
Jerusalén había sido escogida por el Señ or para el perdó n y la restauració n.
La situació n espiritual de Israel, sin embargo, fue descrita por Josué y su
ropa sucia (v. 3). El á ngel del Señ or ordenó a “los que estaban de pie delante de
él” que se quitaran las ropas sucias de Josué, que representan el acto de Dios al
quitar el pecado de Israel, y en cambio lo vistieran con la justicia de Dios (v. 4).
Habiendo sido purificado, Josué fue exhortado por el á ngel del Señ or a
andar en los caminos del Señ or y se le prometió que, si lo hacía, "gobernará mi
casa" (v. 7), "estará a cargo de mis atrios". (v. 7), y se le dará un lugar de
alguien que
represente al pueblo de Israel (v. 7). Se declaró que la visió n, que representaba
a Josué purificado y vuelto a poner en servicio, era "un símbolo de lo que
vendría" (v. 8).
La ú ltima limpieza y restauració n de Israel será el resultado de la venida
del siervo de Dios, el renuevo (v.8): la segunda venida de Cristo para traer Su
reino futuro y restaura al pueblo de Israel. El referirse a Cristo como “el
pá mpano” (v. 8) indica que É l era un descendiente de David y se sentará en el
trono de David (2 Sam. 7:8–16; Isa. 11:1). Como rama, Cristo ejercerá la
autoridad suprema como Rey de reyes y ocupará el trono de David (Is. 4:2; Jer.
23:5; 33:15; Zac. 6:12- 13). Como la rama, también será el siervo del Señ or y
hará la voluntad de Dios (Isa. 42:1; 49: 3-4; 50:10; 52:13; 53:11).
Como piedra (Zac. 3:9; Sal. 118:22; Mat. 21:42; 1 Pedro 2:6), traerá juicio
purificador sobre los gentiles (Dan. 2:44-45), y sobre Israel. É l será piedra de
tropiezo en su tiempo de incredulidad (Romanos 9: 31-33). Sin embargo, en
ú ltima instancia, en el tiempo de la restauració n de Israel, É l “quitará el pecado
de esta tierra en un solo día” (Zac. 3:9). El resultado de la segunda venida de
Cristo, el establecimiento de Su reino en la tierra y la restauració n de Israel,
será la paz en la tierra, cumpliendo la promesa de que “'en ese día cada uno de
ustedes invitará a su pró jimo a sentarse debajo de su vid y higuera,
'declara el SEÑ OR Todopoderoso” (v. 10). Los siete ojos (v. 9) indicaban al Dios
que todo lo ve, que tiene un conocimiento completo de lo que está sucediendo
en el mundo y juzgará a la luz de ese conocimiento infinito (Is. 11:2-5). En
conjunto, la visió n tranquilizó a Josué y al pueblo de Israel de que Israel debía
proceder a construir el templo y prometió el cumplimiento definitivo de su
restauració n en la segunda venida de Cristo.

La quinta visión: el candelabro de oro y dos olivos


Zacarías 4:1–14. Después de la visió n anterior, el á ngel del Señ or
aparentemente despertó a Zacarías y le preguntó qué había visto.
Zacarías respondió : “Veo un candelabro de oro macizo con un cuenco en la
parte superior y siete luces encima, con siete canales para las luces. También
hay dos olivos junto a él, uno a la derecha de la copa y otro a la izquierda” (vv.
2- 3). No se indicó la forma exacta del candelero, pero probablemente era
similar a los candelabros que se usaban en el taberná culo y el templo. Aquí, sin
embargo, había características inusuales. Un cuenco encima del candelero
aparentemente contenía aceite de oliva, y había siete canales o tuberías en cada
una de las siete luces, formando cuarenta y nueve canales en total, obviamente
una provisió n abundante para el flujo de aceite.
Zacarías hizo una pregunta sobre los dos olivos. La respuesta no fue dada
de inmediato, pero el Señ or le informó a Zorobabel que la característica
principal
de esta revelació n era “no con ejército ni con poder, sino con mi Espíritu” (v.
6). La revelació n fue que solo el poder de Dios puede lograr los propó sitos de
Dios como lo indica el aceite de oliva, que representaba al Espíritu Santo.
Debido a que el recipiente que contenía el aceite de oliva estaba conectado a los
dos olivos, había un flujo constante de aceite en abundancia para las siete
lá mparas. El hecho de que la revelació n fuera dirigida a Zorobabel indica que se
lo reconoce como gobernador de Judá e instrumento de Dios para cumplir la
meta de Dios de reconstruir el templo. En el versículo 7 se declaró que el
“monte poderoso” se convertiría en terreno llano ante Zorobabel, lo que indica
que todos los obstá culos pueden ser superados por el poder de Dios.
La palabra del Señ or llegó a Zacarías: “Las manos de Zorobabel han puesto
los cimientos de este templo; sus manos también lo completará n. Entonces
sabrá s que el SEÑ OR Todopoderoso me ha enviado a ti” (vv. 8–9). La construcció n
del templo, para la cual Zorobabel sentó las bases y sacó la plomada (vv. 9-10),
haría que los que observaran se regocijaran, ya que simbolizaba a Dios
trabajando una vez má s y bendiciendo a su antiguo pueblo. Un pensamiento
entre paréntesis se introdujo en el versículo 10 con los siete ojos de Dios, "que
se extienden por toda la tierra", hablando como en 3: 9 de la omnisciencia de
Dios al ver todas las cosas y todos los eventos.
Debido a que la pregunta anterior de 4:4 no fue respondida acerca de los
dos olivos, Zacarías volvió a preguntar al á ngel: "¿Qué son estos dos olivos a la
derecha y a la izquierda del candelero?" (v. 11). También quería saber sobre
dos ramas de olivo y dos tubos de oro. La respuesta fue dada en el verso 14:
“Estos son los dos ungidos que está n al servicio de la L ORD de toda la tierra.” En
conjunto, el candelero representaba a Israel como una luz para el mundo; los
dos olivos representaban a Josué y Zorobabel, quienes juntos representan tanto
al sacerdote como al rey, tal como los representa Cristo en Su segunda venida.
Todo esto animó a los cautivos que regresaban a reconstruir el templo. La
verdad permanente para todos era que lo que Dios había logrado tenía que
realizarse en el poder del Espíritu.

La sexta visión: el pergamino volador


Zacarías 5:1–4. En las visiones anteriores, el énfasis estaba en la gracia
divina revelada en el perdó n y plan de Dios para restaurar a Israel, así como en
Su poder para lograr la reconstrucció n del templo para los cautivos que
regresaban. La sexta visió n tuvo que ver con la condenació n del pecado.
Zacarías vio un enorme rollo de diez por quince pies que volaba por el aire. Esto
fue interpretado por Zacarías como “la maldició n que está saliendo sobre toda
la tierra; porque segú n lo que dice por un lado, todo ladró n será desterrado, y
segú n lo que dice la otra, todo el que jure en falsedad será desterrado” (v. 3). La
visió n
en su conjunto describió el hecho de que Dios juzgaría y juzgará el pecado,
cumplido en parte en la experiencia de Israel en ese momento, y que se
cumplirá por completo en el reino milenial, cuando todo pecado será juzgado y
la gracia de Dios se manifestará .

La séptima visión: la canasta de medir y las mujeres


Zacarías 5:5–11. El á ngel le pidió a Zacarías que le contara lo que veía: “É l
respondió : 'Es una canasta de medir', y añ adió : 'Esta es la iniquidad del pueblo
en toda la tierra'” (v. 6). Los judíos usaban la canasta de medir para medir en
seco y contenía de cinco a diez galones de contenido. En la visió n, sin embargo,
la canasta fue agrandada para cumplir con la descripció n de los versículos que
siguen. La canasta, que se dice que representa la maldad del pueblo, tenía su
tapa de plomo levantada, revelando a una mujer sentada en la canasta (v. 7). La
mujer era la maldad personificada en la visió n, y el á ngel del Señ or continuó su
encierro empujando hacia abajo la cubierta de plomo (v. 8).
En la visió n, Zacarías vio a otras dos mujeres con alas grandes, que se
llevaron la canasta (v. 9). Zacarías preguntó : "¿Dó nde está n llevando la
canasta?" (v. 10). El á ngel respondió : “Al país de Babilonia para construirle una
casa. Cuando esté listo, la canasta se colocará allí en su lugar” (v. 11). Debido a
que Babilonia fue representada uniformemente en las Escrituras como la fuente
de mucho mal, el regreso de la canasta y la mujer en la canasta simbolizaron
que el mal sería removido de Israel y regresado a Babilonia, donde se
convertiría en parte de su sistema religioso apó stata. El lenguaje que indica que
la canasta se colocaría en un lugar de la casa probablemente significa que sería
un objeto de adoració n como un ídolo en Babilonia.
En la preparació n final del mundo para la segunda venida de Cristo,
Babilonia será juzgada (Apocalipsis 17-18), y su juicio será un paso preliminar
para el avivamiento de Israel y la llegada del justo reino de Cristo en Su
segunda venida (Apocalipsis 19-20).

La octava visión: los cuatro carros


Zacarías 6:1–8. En la primera visió n se vieron caballos recorriendo el
mundo para describir la escena en el mundo. En Zacarías 6 fueron
representados como cuatro carros que salían de entre dos montañ as de bronce
(v. 1). Cuando ZacaríasCuando se le preguntó qué significaba esto, el á ngel dijo:
“Estos son los cuatro espíritus del cielo, que salieron de la presencia del Señ or
de todo el mundo. El de los caballos negros va hacia el campo del norte, el de los
caballos blancos hacia el oeste, y el de los caballos moteados hacia el sur” (vv. 5-
6).
Algunos creen que los caballos de diferentes colores tenían un significado
espiritual, el negro se refiere a la muerte y el hambre, el rojo simboliza la guerra
y el moteado indica pestilencia y plagas. El caballo blanco pudo haber
simbolizado el poder invencible de Dios como en la segunda venida de Cristo
(Apocalipsis 19). Las dos montañ as de bronce de donde vinieron los cuatro
caballos (Zac. 6:1) indicaron el juicio divino contra el pecado, generalmente
asociado con el bronce (Ap. 1:15; 2:18).
El hecho de que los caballos se fueran al norte puede haber indicado las
antiguas invasiones de Israel por Babilonia. El sur parecía representar las
invasiones de Egipto, que también afectaron la historia de Israel. Algunos
interpretan los caballos hacia el oeste en una traducció n diferente: "El que tiene
caballos blancos detrá s". En otras palabras, el caballo blanco seguiría al caballo
negro hacia el norte, dejando a la vista las dos direcciones principales de la
conquista de Israel en el norte y el sur. Como resultado de la acció n de Dios en
estos países, el Espíritu reposaría en la tierra del norte (Zacarías 6: 8). El
significado puede ser que, después de los juicios divinos indicados en visiones
anteriores, el mal habrá sido juzgado y se introducirá la justicia, como será
principalmente en el futuro reino milenial en la tierra.
Las ocho visiones en su conjunto representaron el poder de Dios y la
certeza del cumplimiento de sus promesas para Israel, tanto en bendició n como
en juicio. Las visiones tenían la intenció n de darle a Israel la seguridad de que
estaba operando bajo el poder y la direcció n de Dios mientras construía el
templo de Dios.

La coronación de Josué
Zacarías 6:9-15. En una revelació n final que reú ne las ocho visiones, se le
ordenó a Zacarías que tomara plata y oro de tres exiliados: Heldai, Tobías y
Jedaías, y con la plata y el oro hiciera una corona para colocarla en la cabeza del
sumo sacerdote Josué. el hijo de Josadac (vv. 9-11).
El hecho de que Josué, el sumo sacerdote, fuera coronado en lugar de
Zorobabel, el gobernador, indicó que Dios se estaba guardando de la idea de
que Zorobabel era el cumplimiento de la promesa de Dios de que el
descendiente de David se sentara en un trono.
En la coronació n, Josué fue tomado como representante de Israel de la
venida del Mesías. Se dio la profecía: “Aquí está el hombre cuyo nombre es el
Renuevo, y él se ramificará de su lugar y construirá el templo del SEÑ OR. É l es
quien construirá el templo del SEÑ OR, y se vestirá de majestad y se sentará y
gobernará en su trono. Y será sacerdote en su trono. Y habrá armonía entre los
dos” (vv. 12-13).
Como Josué tuvo un papel relativamente menor en la reconstrucció n del
templo, el cumplimiento debe continuar hasta el Mesías, Jesucristo, en Su
segunda venida, cuando cumplirá la profecía por completo y será a la vez Rey
(Isa.9:7; Jer. 23:5; Miq. 4: 3, 7; Sof. 3:15; Zac. 14:9) y Sacerdote (Heb. 4:15; 5:6;
7:11-21). Un sacerdote de la orden levítica no podría sentarse en un trono y
reinar, pero Cristo será Rey y Sacerdote y combinará los dos oficios en Su
persona y obra.
En la situació n de la reconstrucció n del templo, la corona fue entregada a
Heldai, Tobías, Jedaiah y Hen para que fuera un monumento en el templo
cuando fue construido. La visió n se cerró con la promesa de que vendría ayuda
de muchos rincones del mundo para ayudar en la construcció n del templo (Zac.
6:15). Tomadas en su conjunto, las visiones tranquilizaron al pueblo de Israel
de que estaban en la voluntad de Dios al construir el templo y al mismo tiempo
que Dios tenía en mente la restauració n final de Israel, que aú n está por venir y
que lo hará . se cumplirá en el milenio.

La pregunta sobre el ayuno


Zacarías 7:1-3. En la primera parte del cautiverio babiló nico, los judíos
habían insertado una ceremonia de ayuno en el quinto mes para conmemorar
la destrucció n de Jerusalén y el templo. La gente de Betel, una ciudad a doce
millas al norte de Jerusalén, preguntó a los sacerdotes de la casa del Señ or si
debían continuar este ayuno. El ayuno había sido una invenció n humana y no
fue ordenado por Dios y, en consecuencia, ilustró có mo los ritos rituales y
ceremoniales pueden tener lugar sin tener un significado real.
La respuesta a la pregunta se dio en cuatro mensajes que siguen en 7:4–
8:23.

El primer mensaje
Zacarías 7:4–7. En el primer mensaje, Dios hizo la pregunta: "¿Realmente
ayunaste por mí?" (v. 5). La implicació n era que era una mera ceremonia
sincualquier significado real. En consecuencia, Dios los reprendió por su
formalismo. Aunque habían preguntado sobre el ayuno en el quinto mes, en
realidad también habían observado un ayuno en el séptimo mes (Lev. 16:29,
31; 23:26–32). El ayuno del séptimo mes fue en conmemoració n del asesinato
de Gedalías, gobernador de Judea, relacionado con la caída de Jerusalén (Jer.
41: 2). Su fiesta en el séptimo mes, como la del quinto mes, no fue instituida
divinamente y no se relacionó con el ayuno que deberían haber observado en el
Día de la Expiació n.
El segundo mensaje
Zacarías 7: 8-14. En el segundo mensaje, su dureza de corazó n y no
escuchar la palabra de Dios sirvió para probar que sus fiestas no se observaban
con el espíritu correcto. Cuando Dios les dijo que no oprimieran a la viuda, al
forastero ni al huérfano, se negaron: “Pero se negaron a prestar atenció n;
obstinadamente dieron la espalda y taparon sus oídos. Hicieron sus corazones
tan duros como el pedernal y no quisieron escuchar la Ley ni las
palabras que el SEÑ OR Todopoderoso había enviado por su Espíritu a través de
los profetas anteriores. Así que el SEÑ OR Todopoderoso se enojó mucho” (vv. 11-
12). El resultado fue que Dios no escuchó sus oraciones cuando llamaron, y la
tierra quedó desolada (vv. 13-14).

El tercer mensaje
Zacarías 8:1–17. El tercer mensaje de Dios aseguró a Israel su restauració n
final en cumplimiento del propó sito de Dios. La promesa de restauració n fue
mucho má s allá del futuro inmediato de Israel y esperaba el reino milenial
después de la segunda venida de Cristo. Dios les reveló : “Esto es lo que dice el
Señ or: 'Volveré a Sion y habitaré en Jerusalén. Entonces Jerusalén será llamada
la Ciudad de la Verdad, y el monte del SEÑ OR Todopoderoso será llamado el
Monte Santo”(v. 3). Al afirmar que Dios regresaría a Sió n, se estaba refiriendo al
nombre dado al sitio del templo en Jerusalén, aunque originalmente se refería a
una fortaleza que David conquistó en el suroeste de Jerusalén. Por consiguiente,
Sió n era sinó nimo de Jerusalén (Sal. 2:6; Isa. 2:3; 4:3; 8:18; 33:20; Joel 2:1;
Amó s 1:2; Miq. 3:10, 12). Zacarías se refirió a Sió n como Jerusalén con
frecuencia (Zacarías 1:14, 17; 8:3; 9:9).
Dios prometió que Jerusalén sería segura para los ancianos y los niñ os en
la futura edad de oro (8:4). Lo que parecía maravilloso para la gente en el
presenteel tiempo (v. 6) sería eclipsado por el propó sito má s amplio de Dios de
traer a Israel de regreso a su tierra: “Esto es lo que dice el SEÑ OR Todopoderoso:
'Salvaré a mi pueblo de los países del este y del oeste. Los haré volver a vivir en
Jerusalén; ellos será n mi pueblo, y yo les seré fiel y justo como su Dios'” (vv. 7-
8). En vista del propó sito final de Dios de bendecir a Israel, se les animó a
reconstruir el templo (vv. 9-11). Dios bendeciría sus cosechas y haría que la
tierra produjera abundantemente (vv. 12-13). Como Dios los había juzgado
antes; ahora derramaría sobre ellos sus bendiciones (v. 15). Sin embargo, para
recibir bendiciones, deben hablar la verdad y vivir honorablemente ante Dios y
el hombre (vv. 15–16).
El cuarto mensaje
Zacarías 8:18-23. El cuarto mensaje dio la respuesta final a su pregunta
sobre los ayunos: “Esto es lo que dice el SEÑ OR Todopoderoso: 'Los ayunos del
cuarto, quinto, séptimo y décimo mes se convertirá n en ocasiones alegres y
alegres y festivales felices para Judá . Amen, pues, la verdad y la paz '”(vv. 18-
19). En otras palabras, la observancia de los ayunos tendría un significado real
y sería aceptable ante Dios.
Para animar aú n má s al pueblo de Israel, Dios prometió que Jerusalén sería
una gran ciudad mundial: “Y muchos pueblos y naciones poderosas vendrá n a
Jerusalén para buscar al SEÑ OR Todopoderoso y suplicarle” (v. 22). En ese día se
reconocerá que el judío es bendecido por Dios, y las personas de otros idiomas
y naciones querrá n asociarse con ellos (v. 23; 14:16-19; Isa. 2:3). Esto se
cumplirá en el reino milenial.
Los cuatro mensajes considerados juntos fueron, por un lado, una
reprimenda por una ceremonia sin significado y, por otro lado, un estímulo
para ellos en la reconstrucció n del templo, así como en su esperanza de la
restauració n final y la bendició n espiritual para el pueblo de Israel en el reino
futuro.

El juicio venidero sobre las naciones que rodean a Israel


Zacarías 9:1–8. En contraste con la má xima bendició n de Dios sobre el
pueblo de Israel, estaba la predicció n del juicio sobre las naciones y ciudades
que rodeaban a Israel (vv. 1–8). Los juicios futuros incluyeron los de Damasco,
la tierra de Hadrach (v. 1), Hamat y Tiro y Sidó n (v. 2). Aunque Tiro era una
fortaleza con gran riqueza, el Señ or le quitaría sus posesiones y la destruiría
(vv. 3-4). Del mismo modotratar con las principales ciudades de los filisteos,
como Ascaló n, Gaza y Ecró n. Dios declaró : "Gaza perderá a su rey y Ascaló n
quedará desierta" (v. 5). Los extranjeros ocuparían Ashdod y conquistarían a
los filisteos (vv. 6-7).
Muchas de estas profecías se cumplieron literalmente cuando la Tierra
Santa fue invadida por Alejandro Magno después de que ganó la batalla de Issus
en el 333 a. C. Aunque Alejandro fue el instrumento, el resultado fue la
destrucció n de las ciudades que habían oprimido a Israel. Tiro en particular fue
sometido en un sitio de cinco meses y destruido.
En el mismo período, los ejércitos de Alejandro pasaron por alto la ciudad
de Jerusalén sin destruirla, un cumplimiento de la protecció n de Dios de la
ciudad. Estos juicios y la protecció n de Jerusalén en esta situació n en el siglo IV
aC presagiaron la má xima protecció n de Israel y Jerusalén en el reino milenial.
La venidera liberación del Mesías
Zacarías 9:9-17. En contraste con la destrucció n de los enemigos de Israel,
Jerusalén sería bendecida cuando llegara su Mesías. Se dio una profecía
particular acerca de la entrada de Cristo en Jerusalén en la procesió n
triunfante: “¡Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Grita, hija de Jerusalén! Mira, tu rey
viene a ti, justo y salvador, manso y montado en un asno, en un pollino, hijo de
un asno” (v. 9). El anuncio se relacionó con la primera venida de Cristo (Isa. 9:5-
7; Miq. 5:2- 4; Lucas 1:32-33). Su cará cter justo se revela tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento (Sal. 45:6–7; Isa. 11:1–5; 32:17; Jer. 23:5–6;
33:15–16). É l
vendría y vendrá como un Libertador que tiene salvació n, tanto en el sentido de
proporcionar salvació n personal para aquellos que ponen su confianza en É l
como finalmente para liberar a Israel de sus enemigos. La profecía describió
particularmente a Cristo en su primera venida como “manso y montado en un
asno, en un pollino, y en un pollino de asna” (Zacarías 9:9). Esto se cumplió
literalmente como se registra en Mateo 21.
Las profecías que siguieron combinaron la primera y la segunda venida de
Cristo como si fueran un solo evento (Isa. 9:6–7; 61:1–2; Lucas 4:18–21). La
visió n profética se extendió al reino futuro de la tierra: “Quitaré los carros de
Efraín y los caballos de guerra de Jerusalén, y el arco de batalla se
romperá . Proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de mar a
mar y desde el río hasta los confines de la tierra” (Zacarías 9:10). Esto no se
cumplió en Su primera venida, pero se cumplirá en Su segunda venida. El reino
milenario será caracterizado como un tiempo de paz (Isa. 2: 4; Miq. 4: 3). La
nació n de Israel ocupará la tierra originalmente prometida a Abram, desde el
río de Egipto hasta el río É ufrates. El resto del mundo estará bajo el gobierno de
Cristo como Rey de reyes y Señ or de señ ores.
Al referirse a “la sangre de mi pacto contigo” (v. 11), la profecía indicó la
certeza absoluta del cumplimiento del pacto concerniente a la tierra sellada con
sangre (Génesis 15:7–17). Los prisioneros o cautivos en Babilonia regresará n a
la fortaleza, es decir, a Jerusalén, donde Dios los bendecirá (Zacarías 9: 12-
13). Algunos intérpretes consideran el versículo 13 como una referencia al
período macabeo (169-135 a. C.), cuando los hijos de Israel fueron oprimidos
por Antíoco IV Epífanes (cf. Dan. 11:32). Al final, obtuvieron la victoria,
limpiaron su templo y restauraron su adoració n. En un lenguaje pintoresco, se
describió a Dios como su líder supremo, quien los hace conquistar a sus
enemigos (Zacarías 9:14-17).

La promesa de liberación de Judá y Efraín


Zacarías 10:1–8. Dios fue descrito como Aquel que finalmente dio la
victoria a Israel. Dios fue el que dio lluvias (v. 1). É l castigaría a sus pastores
que no
cuidaran debidamente del rebañ o (vv. 2-3). Levantaría a Judá como un poder
para Dios (vv. 4-6). La promesa de bendició n sobre los efraimitas puede
haberse referido a todo el Reino del Norte de las diez tribus (vv. 7-8).

El recogimiento de Israel
Zacarías 10: 9-12. Ademá s de cualquier bendició n que llegue a Israel antes
del reino en la tierra, aunque Dios los esparcirá en tierras lejanas (v.9),
sobrevivirá n y regresará n de Egipto, Asiria y otras partes del mundo (v.
10). Cuando atraviesen el “mar de angustia” (v. 11), será n fortalecidos en
contraste con el juicio de Dios sobre Asiria y Egipto (vv. 11-12). Esta fue una de
las muchas profecías que aú n no se habían cumplido y que describían a Israel
esparcido por el mundo, pero reunido en el momento de la segunda venida de
Cristo para poseer su Tierra Prometida.

El rechazo del Mesías de Israel y sus consecuencias


Zacarías 11:1–17. Aunque las Escrituras anteriores habían anticipado la
restauració n final de Israel, el largo proceso antes de que esto se cumpliera
estaba relacionado con su rechazo.de su Mesías. Por consiguiente, los cedros
del Líbano, las encinas de Basá n y los ricos pastos de la tierra serían destruidos
(vv. 1-3).
Se le dijo a Zacarías que asumiera el papel de pastor y apacentara el
rebañ o de Israel (vv. 4-6). Los líderes religiosos de Israel, representados por
Zacarías, no eran verdaderos pastores y no se preocupaban por las ovejas, sino
que las oprimían (vv. 4-6).
Zacarías, actuando como pastor, tomó dos varas llamadas Favor y Unión (v.
7). No está claro qué significa la Escritura cuando dice: “En un mes me deshice
de los tres pastores” (v. 8). Los líderes de Israel ocuparon los cargos de profeta,
sacerdote y rey, y es posible que se refiriera a esto.
Pero el rebañ o no quiso recibir a Zacarías como su pastor. En
consecuencia, rompió el favor de la vara, lo que indica que ella ya no estaba a
favor de Dios. Como pastor, pidió su paga (v. 12). Las Escrituras registran:
“Entonces me pagaron treinta piezas de plata” (v. 12). Este era el precio de un
esclavo, pero Zacarías, actuando como pastor, arrojó las treinta piezas de plata
en la casa del Señ or para el alfarero (v. 13). De esta manera rompió luego la
segunda vara llamada Unión, que representa la relació n fraternal entre Judá e
Israel, ya fracturada en dos reinos. Esto anticipó proféticamente que a Judas se
le pagarían treinta piezas de plata por traicionar a Cristo (Mat. 26:14-16; 27:3-
10).
Luego se le dijo a Zacarías que asumiera el papel de un pastor necio (Zac.
11:15), que representa proféticamente al Anticristo, que guiará a Israel en el
tiempo del fin, y al falso líder de Israel. ¡Ay se pronunció sobre este pastor
inquieto (v. 17)!
Si bien todos los detalles proféticos de este capítulo no está n claros,
generalmente indica la razó n por la cual la restauració n de Israel no se llevó a
cabo antes y apunta a su rechazo del Mesías en Su primera venida.
A pesar del rechazo de Israel del Mesías en su primera venida, el propó sito
establecido de Dios era entronizar a Cristo como Rey de Israel. La declaració n
de este propó sito de Dios se estableció en el contexto del conflicto militar que
precederá a Su venida.

La futura liberación de Israel de sus enemigos


Zacarías 12:1–9. Dios declaró su propó sito: “'Voy a hacer de Jerusalén una
copa que hará tambalear a todos los pueblos circundantes. Judá será sitiada al
igual que Jerusalén. En ese día, cuando todas las naciones de la tierra se junten
contra ella, haré de Jerusalén una roca inamovible para todas las naciones.
Todos los que intenten moverlo lo hará nlesionarse. Ese día golpearé a todos los
caballos con pá nico y a sus jinetes con locura”, declara el Señ or. 'Vigilaré la casa
de Judá , pero cegaré a todos los caballos de las naciones'” (v. 2-4). La imagen
profética continú a describiendo a Jerusalén en su defensa contra las
naciones. Dios declaró : “En ese día partiré para destruir a todas las naciones
que atacan a Israel” (v. 9).

El arrepentimiento de Israel en ese día


Zacarías 12:10-14. Ademá s de la liberació n física del pueblo de Israel,
habrá restauració n espiritual y arrepentimiento por parte de los liberados. Dios
declaró : “Derramaré sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén un
espíritu de gracia y sú plica. Me mirará n a mí, al que traspasaron, y llorará n por
él como se lamenta por un hijo ú nico, y lo llorará n amargamente como se
lamenta por un hijo primogénito” (v. 10). El pasaje continú a hablando del llanto
por toda la tierra (vv. 11-14). Esta profecía se cumplirá en preparació n para la
segunda venida.

La purificación del remanente de Israel


Zacarías 13:1–7. De acuerdo con la preparació n espiritual indicada por
Israel en el arrepentimiento, Dios prometió : “En aquel día se abrirá una fuente a
la casa de David ya los habitantes de Jerusalén para limpiarlos del pecado y de
la impureza” (v. 1). Esto se cumplirá en la segunda venida.
Los juicios purificadores de Israel
Zacarías 13:8–9. El tiempo de la completa restauració n de Israel será
precedido por un tiempo de purificació n de juicios. El Señ or declaró : “'En ese
día, desterraré los nombres de los ídolos de la tierra, y no será n recordados
má s', declara el SEÑ OR Todopoderoso. 'Quitaré de la tierra tanto a los profetas
como al espíritu de impureza. Y si alguno todavía profetiza, su padre y su
madre, de quien nació , le dirá n: "Tienes que morir, porque has dicho mentiras
en el nombre del SEÑ OR". Cuando profetice, sus propios padres lo apuñ alará n'”
(vv. 2–3). La referencia a “ese día” se refiere al día del Señ or, que al comienzo
del rapto incluirá la gran tribulació n antes de la segunda venida de Cristo. La
referencia a "ese día" aparece muchas veces en los capítulos finales de Zacarías
(12:3–4, 6, 8– 9, 11; 13:1, 4; 14:4, 6, 8–9, 13, 20 –21).
Aunque la limpieza fue proporcionada por la muerte de Cristo en la cruz,
Israel no experimentará esto hasta que se vuelva al Señ or como se describe en
este pasaje. El destierro de los ídolos (v. 2) es una referencia al hecho de que el
dictador mundial establecerá un ídolo de sí mismo en el templo y será adorado
como Dios (2 Tes. 2:3-4; Apoc. 13:14). -15). Habrá muchos falsos profetas en
ese día, y Dios también los juzgará (v. 3). Los falsos profetas intentará n negar
que son profetas (vv. 4-5). Como los profetas a veces tenían heridas
autoinfligidas que estaban relacionadas con la adoració n de ídolos, dirá n que se
las dieron en la casa de un amigo (v. 6).

La profecía del verdadero profeta


En la profecía poética que sigue, se declaró que el verdadero Pastor había
sido herido, con el resultado de que las ovejas fueron esparcidas (v. 7). Esto se
cumplió en la crucifixió n de Cristo.

El refinamiento purificador de Israel


Se profetizó que dos tercios de Israel en la tierra perecerá n: “'En toda la
tierra', declaró el Señ or, 'dos tercios será n heridos y perecerá n; sin embargo,
quedará un tercio en él. Este tercio lo traeré al fuego; Los refinaré como la plata
y los probaré como el oro. Invocará n mi nombre y yo les responderé; Yo diré:
“Ellos son mi pueblo”, y ellos dirá n: “El Señ or es nuestro Dios” (vv. 8–9). Esta
profecía se cumplirá en la gran tribulació n cuando dos de cada tres judíos en la
tierra que intentan huir de su perseguidor, el futuro líder mundial, perecerá n, y
solo un tercio escapará y estará esperando a Cristo cuando venga. Los 144.000
de Apocalipsis 7 y Apocalipsis 14 será n parte de ese remanente.
La venida triunfante del Mesías de Israel y la segunda venida del Señor
Zacarías 14:1-3. La interpretació n de esta difícil porció n quedó clara en
una revelació n posterior acerca de los eventos del tiempo del fin que conducen
a la segunda venida de Cristo.
El drama final de la gran tribulació n que termina en la segunda venida de
Cristo se describe en estos versículos: “El día de la SEÑ OR se acerca cuando su
botín será dividido entre ustedes. Reuniré a todas las naciones de Jerusalén
para luchar contra ella; la ciudad será capturada, las casas saqueadas y las
mujeres violadas. La mitad de la ciudadVete al destierro, pero el resto del
pueblo no será sacado de la ciudad. Entonces la L ORD saldrá y peleará contra
esas naciones como peleará en el día de la batalla” (vv. 1-3). Esta será una etapa
de lo que se llama en Apocalipsis 16:14 “la batalla en el gran día del Dios
Todopoderoso”, también conocida comú nmente como la Batalla de Armagedó n
(Apocalipsis 16:16).

Cambios físicos en Tierra Santa


Zacarías 14:4–8. Asistir a la segunda venida de Cristo habrá eventos
catastró ficos, incluida la divisió n del Monte de los Olivos en mitades norte y sur
con el gran valle entre: “En ese día sus pies estará n sobre el Monte de los Olivos,
al este de Jerusalén, y el El monte de los Olivos se partirá en dos de este a oeste,
formando un gran valle, con la mitad del monte moviéndose hacia el norte y la
otra mitad hacia el sur” (v. 4). Aquellos que buscan escapar de Jerusalén huirá n
por este valle recién construido, que aparentemente se extenderá desde
Jerusalén hasta la ciudad de Jericó . Esto deja en claro que la segunda venida es
un evento futuro, ya que el Monte de los Olivos aú n está intacto.
Ese día también será ú nico en que aparentemente se alargará : “Ese día no
habrá luz, ni frío ni helada. Será un día ú nico, sin día ni noche, un día conocido
por el Señ or. Cuando llegue la tarde, habrá luz” (v. 6).
Se producirá n otros cambios topoló gicos que aparentemente elevará n a
Jerusalén, de modo que las aguas que fluyen de Jerusalén irá n la mitad al mar
oriental, o el mar de Galilea, y la mitad al mar occidental o al Mediterrá neo (v.
8). Habrá otros fenó menos inusuales que ocurrirá n en relació n con la segunda
venida de Cristo (Isa. 11:10; 34:4; Joel 2:10, 30–31; 3:15; Mat. 24:29). Una gran
cantidad de eventos se agrupan en un período de tiempo relativamente corto.

El Reino Milenial establecido


Zacarías 14:9-21. El reino milenial se distinguirá por el hecho de que el
Señ or, Jesucristo como el Mesías de Israel y Rey de reyes, gobernará sobre toda
la tierra (v. 9). Incluido en los cambios topográ ficos estará la elevació n de
Jerusalén como se describe en el versículo 10. Desde ese día en adelante,
Jerusalén estará segura y nunca má s será destruida.
Una indicació n del gobierno de Cristo como Rey de reyes y Señ or de
señ ores es que juzgará a las naciones que pelearon contra Jerusalén (vv. 12-13).
Una plaga se apoderará tanto el hombre como la bestia, pero como resultado
una gran cantidad de oro, plata y ropa se acumulará en beneficio de Israel (v.
14).
Aquellos que sobrevivan a los juicios purificadores al comienzo del reino
milenial deberá n adorar a Cristo anualmente (v. 16). Si no lo adoran como se les
ha ordenado, Dios detendrá su lluvia (vv. 17-19). Será un tiempo en que la
santidad de Dios se revelará especialmente y los elementos falsos como los
cananeos será n excluidos (vv. 20-21). La revelació n parcial de la naturaleza
del reino milenial como se describe aquí se amplifica en muchas otras
Escrituras tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

LA PROFECÍA EN MALAQUÍAS
El libro de Malaquías es un clímax apropiado para el Antiguo Testamento,
proporcionando cuidadosamente la ú ltima expresió n profética hasta que
apareció Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. De las referencias al culto en
el templo, estaba claro que el templo ya había sido reconstruido y terminado
como en el 515 a. C. Es probable que Malaquías fuera un contemporá neo má s
joven de Nehemías, cuyo ministerio fue para la misma generació n a la que se
dirigieron Esdras y Nehemías o para la generació n posterior a sus ministerios.
Malaquías se encontró con los mismos pecados de Israel que antes había
enfrentado Esdras en el 458 a. C. y Nehemías en el 444 a. C. La situació n incluía
la corrupció n del sacerdocio, como se ilustra en la crítica que Malaquías hizo de
ellos (1:6–2:9). Malaquías criticó el divorcio de esposas anteriores y los
matrimonios mixtos con gentiles en 2:10, y existía una condició n similar en
Esdras 9:1–2 y Nehemías 13:1–3, 23–28. De manera similar, hubo falta de
apoyo para los sacerdotes y los levitas (Mal. 3:10; cf. Neh. 13:10), y los pobres
fueron oprimidos (Mal. 3:5; cf. Neh. 5:4-5). Está claro que estos eran pecados
recurrentes, y la correcció n de Nehemías probablemente no duró mucho. El
nombre Malaquías parece significar "mi mensajero" y, como tal, fue el ú ltimo
profeta del Antiguo Testamento.
La forma del libro no tiene la forma de una cita directa de Dios, sino má s
bien la forma de preguntas y respuestas; Malaquías haría preguntas a los
sacerdotes u otras personas, y habría una disputa sobre la respuesta. Malachi
en el proceso ofrecería pruebas de que sus acusaciones y correcciones estaban
justificadas. Debían transcurrir varios siglos entre el ministerio de Malaquías y
la venida de Juan el Bautista, anticipada en Malaquías 3:1. Como ilustra el
primer versículo del libro, el contenido fue un mensaje de Dios dado a través de
Malaquías. La revelació n estaba relacionada con seis orá culos que trataban de
sucesivos problemas en Israel, a los que Malaquías se dirigió a la verdad de
Dios.
El primer oráculo: deberían amar a Dios
Malaquías 1:1–5. Estos versículos muestran el fracaso de Israel en
responder al amor de Dios. La discusió n comienza con la declaració n, “'Te he
amado', dice el Señ or. 'Pero preguntas: “¿Có mo nos has amado?”' (V. 2). El
Señ or respondió con la declaració n: "Sin embargo, amé a Jacob, pero aborrecí a
Esaú " (v. 2). Como prueba, Dios señ aló có mo la herencia de Edom había
quedado en ruinas (v. 3). Aunque Edom podría haberse jactado de que
reconstruirían, Dios declaró que, si lo hacían, demolería su edificio (v. 4).
La declaració n de que Dios amaba a Jacob, pero odiaba a Esaú debe
entenderse como una declaració n relativa en el sentido de que Dios, eligiendo
entre los dos, eligió a Jacob. Esaú fue el padre de Edom y los edomitas (Gén. 36:
1). Aunque era el primogénito, Jacob fue elegido incluso antes de nacer para ser
el heredero de la promesa mesiá nica.
En la historia posterior, Dios bendijo a Jacob y sus descendientes y no
bendijo a Edom, aunque tenían derecho a algunas promesas que Dios le había
dado a Jacob. Edom se había ido reduciendo gradualmente hasta que su ú ltimo
reconocimiento como pueblo separado se desvaneció en la historia. En
contraste, se prometió a Israel que sería una nació n para siempre (Jer. 31:35-
37). Como pueblo elegido, Israel debería haber reconocido el amor de Dios por
ellos y sus propó sitos, que deberían cumplirse tanto en la eternidad como en el
tiempo.

El segundo oráculo: deben honrar a Dios


Malaquías 1:6–2:9. A pesar de todo lo que Dios había hecho por ellos, Israel
no había honrado a Dios, y los sacerdotes habían sido líderes en esta falta de
respeto debido. Malaquías señ aló que un hijo debería honrar a su padre y un
siervo a su amo (v. 6), y si Dios era su Padre, ¿dó nde estaba el respeto que se le
debía (v. 6)? Luego preguntaron có mo no habían honrado su nombre.
Malaquías dijo que habían ofrecido “comida contaminada sobre mi altar” (v. 7).
Malaquías señ aló có mo habían traído animales para sacrificio que eran ciegos,
lisiados o enfermos, y los desafió a que observaran que no se habrían atrevido a
hacerle esto a uno de sus gobernadores políticos. ¿Cuá nto má s deberían haber
evitado hacerle esto a Dios (vv. 8–9)?
Malaquías declaró que sería mejor cerrar las puertas del templo y no tener
sacrificios en el altar si no lo iban a hacer de acuerdo con la ley de Dios, que
exige ofrendas perfectas (vv. 10-13). Malaquías los desafió a decirles que si no
corrigían sus caminos, Dios los maldeciría y contaminaría sus rostros con las
vísceras de sus sacrificios, mostrando su desprecio por ellos (2:1-3). En lugar
de ser sacerdotes queno honraron al Señ or, sino que debían ser fuente de
instrucció n en la verdad de Dios (v. 7). En cambio, hicieron tropezar al pueblo
de
Israel (v. 8). El resultado fue que ellos mismos fueron despreciados por el
pueblo (v. 9). Deberían haber sabido que estaban haciendo mal al traer
animales imperfectos para el sacrificio porque la ley era clara (Lev. 22: 18-25;
Deut. 15:21). En lugar de honrar a Dios, estaban contaminando la mesa,
probablemente una referencia a la ofrenda del sacrificio. Habían hecho de la
mesa del Señ or, el lugar de las ofrendas, despreciable para el pueblo. Estas
profecías se cumplieron en la historia y la profecía.

El tercer oráculo: debían estar agradecidos como pueblo del pacto de Dios
Malaquías 2:10–16. No solo habían pecado contra Dios, sino que también
habían pecado unos contra otros al profanar el pacto que Dios había hecho con
sus antepasados (v. 10). No solo habían pecado el uno contra el otro, sino que
también habían pecado contra Dios como grupo al profanar Su santuario y
adorar ídolos, a lo que Malaquías se refirió como “casarse con la hija de un dios
extranjero” (v. 11). Dios no quiso aceptar su ofrenda debido a sus pecados (v.
13), y ellos lloraron por ello. Habían sido culpables de quebrantar la fe con sus
esposas para formar otras uniones, a menudo con mujeres extranjeras (v.
14). Necesitaban dejar de quebrantar la fe con sus esposas y hacer lo malo ante
los ojos del Señ or (v. 16).

El cuarto oráculo: su esperanza debe estar en Dios


Malaquías 2:17–3: 6. El pueblo había hecho la acusació n: “'Todos los que
hacen lo malo son buenos a los ojos del SEÑ OR, y él se agrada de ellos' o '¿Dó nde
está el Dios de justicia?'” (2:17). El problema de có mo los malvados pueden
prosperar temporalmente, aparentemente sin el control de Dios, es un tema
frecuente de las Escrituras (Job 21:7–26; 24:1–17; Sal. 73:1–14; Ecl. 8:14;
Jeremías 12:1-4; Hab. 1:12-17).
Sin embargo, las Escrituras aclaran que, aunque los malvados prosperen
por un tiempo, finalmente la justicia de Dios vendrá sobre ellos (Job 24:22–24;
27:13–23; Sal. 73:16–20; Ec. 8:12-13; Jeremías 12:7-17; Hab. 2:3; 3:2-19). Las
Escrituras se refieren con frecuencia al hecho de que Dios traerá Su reino justo
como el punto culminante de la historia humana en el período posterior a la
segunda venida de Cristo.
Mientras la gente todavía se preguntaba si Dios es justo, Dios iba a enviar a
su mensajero para preparar el camino del Señ or: “'Mira, enviaré a mi
mensajero, que prepara el camino delante de mí. Entonces, de repente, el Señ or
que buscas vendrá a su templo; el mensajero del pacto, a quien tú deseas,
vendrá ”, dice el SEÑ OR Todopoderoso” (Mal. 3:1). Esta referencia era a Juan el
Bautista, segú n el Nuevo Testamento (Mateo 11:10; Marcos 1:2; Lucas 7:27),
pero la frase “al Señ or a quien buscas” no se cita en el Nuevo Testamento. Era
cierto que cuando Cristo
viniera, vendría repentinamente a Su templo en Su primera venida. Pero la
segunda venida final de Cristo será de juicio, no de gracia. Como suele suceder
en el Antiguo Testamento, tanto la primera como la segunda venida de Cristo se
consideran un solo evento. Ninguno de los profetas parece haber entendido la
separació n de estos eventos por un largo período entre ellos. El mensajero
obviamente era Juan el Bautista, sin embargo, y Cristo era Aquel que vendría
repentinamente en Su primera venida y vendrá nuevamente repentinamente en
Su segunda venida.
La segunda venida de Cristo será precedida por el comienzo del día del
Señ or, incluidos los juicios que conducen a la segunda venida de Cristo (Isa.
2:12; Joel 3:11–16; Amó s 5:18–21; Zacarías 1: 14-18). La respuesta a la
pregunta de quién puede soportar el día de Su venida (Mal. 3: 2), es que nadie,
excepto por la purificació n de Dios, puede resistir en ese momento. La figura se
usó de fuego refinador o jabó n de lavarropas (v. 2). Dios purificará a su pueblo,
incluidos los levitas, y ellos vendrá n al Señ or para ser limpiados, trayendo sus
sacrificios aceptables en ese día (vv. 3-4).
En el día del juicio, los adú lteros y perjuros y otros que han pecado será n
fá cilmente identificados (v. 5). Por el contrario, Dios mismo no cambiará y se
asegurará de que Jacob no sea destruido.

El quinto oráculo: el mandato de obedecer a Dios


Malaquías 3:7-12. Dios los acusó de apartarse de sus mandamientos y no
guardarlos del tiempo de sus antepasados (v. 7).
Israel tenía una larga historia de desobediencia a Dios (É xodo 32:7–9;
Deuteronomio 9:6–8, 13, 23–24; 31:27–29). En consecuencia, Dios les suplicó :
“'Vuélvanse a mí, y yo volveré a ustedes', dice el SEÑ OR Todopoderoso” (Mal. 3:
7). Pero preguntan: "¿Có mo vamos a regresar?" (v. 7). Su pretensió n de no
darse cuenta de su extravío ilustró lo lejos que estaban de Dios. Dios los acusó
sin rodeos de robarle (v. 8).
Cuando le preguntaron có mo le habían robado, él respondió : “'En diezmos
y ofrendas. Está s bajo una maldició n, toda tu nació n, porque me está s
robando. Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi
casa. Pruébame enesto ', dice el SEÑ OR Todopoderoso,' y mira si no abro las
compuertas del cielo y derramo tanta bendició n que no tengas espacio
suficiente para ella '” (vv. 8-10).
Si hubieran sido fieles en obedecer a Dios, É l habría bendecido su cosecha
y los habría convertido en una nació n obviamente bendecida: “'Entonces todas
las naciones te llamará n bienaventurado, porque tu tierra será deliciosa',
dice el SEÑ OR Todopoderoso” (v. 12). Las promesas de bendició n y maldició n se
cumplen en la historia y la profecía.
El sexto oráculo: el mandato de temer a Dios
Malaquías 3:13–4: 3. Aunque Dios había bendecido abundantemente a
Israel, acusó a Israel: "Has dicho cosas duras contra mí" (3:13). Cuando la gente
preguntó : "¿Qué hemos dicho contra ti?" Dios acusó que ellos habían dicho: “Es
inú til servir a Dios. ¿Qué ganamos al cumplir con sus requisitos y andar como
dolientes ante el SEÑ OR Todopoderoso? Pero ahora llamamos bienaventurados a
los arrogantes. Ciertamente los malhechores prosperan, y aun los que desafían
a Dios escapan”(vv. 14-15).
Como siempre en tiempos de apostasía, es posible que la mayoría no sirva
a Dios ni lo honre, pero siempre hubo unos pocos piadosos, en este caso, un
remanente fiel que caminaba con Dios. Habían escrito “un rollo de la memoria”,
enumerando a los que temían al Señ or y lo honraban (v. 16). “'Será n míos', dijo
el SEÑ OR Todopoderoso, 'en el día en que haga mi tesoro preciado. Los
perdonaré, como con compasió n un hombre perdona a su hijo que le servía. Y
verá s de nuevo la distinció n entre el justo y el impío, entre los que sirven a Dios
y los que no lo hacen '”(vv. 17-18).
La distinció n entre los justos y los malvados será una característica del día
del Señ or que Malaquías declaró que vendría (4: 1). Será un día que “arderá
como un horno. Todo soberbio y todo malhechor será rastrojo, y aquel día que
viene les prenderá fuego, dice el SEÑ OR Todopoderoso” (v. 1). Ademá s, Dios dijo,
“no les quedará raíz ni rama” (v. 1). Esto no promete la aniquilació n de los
malvados, pero sí indica que cualquiera que sea tan malvado será excluido del
reino.
Si bien el día del Señ or será un tiempo de juicio sobre los impíos, también
será un tiempo en que los justos será n reconocidos: “Pero para ustedes que
reverencian mi nombre, el sol de justicia se levantará con curació n en sus alas.
Y saldréis y saltaréis como becerros soltados del establo” (v. 2). Se representó a
los malvados pisoteados como cenizas (v. 3). Esto responde completamente a la
declaració n falsa de los impíos, pero importa si sirven a Dios o no. En el juicio
final, los justos florecerá n y los malvados sufrirá n. Esto se cumplió en la historia
y se cumplirá en la segunda venida.

La última palabra
Malaquías 4:4–6. Como conclusió n de todo el libro y como preparació n
espiritual para los días venideros, Dios declaró : "Acuérdate de la ley de mi
siervo Moisés, de los decretos y leyes que le di en Horeb para todo Israel" (v. 4).
La ley que Dios entregó a través de Moisés fue Su palabra para el pueblo de
Israel, incluidos los mandamientos de hacer justicia y la prohibició n del mal. Se
les dio la promesa de que serían bendecidos si guardaban la ley, pero maldecían
si la rechazaban. La historia ha demostrado la verdad sobre esta predicció n.
La ú ltima palabra de Malaquías predijo la venida de Elías: “Mira, te enviaré
al profeta Elías antes de que llegue ese gran y terrible día del Señ or. É l volverá
el corazó n de los padres hacia sus hijos, y el corazó n de los hijos hacia sus
padres; si no, vendré y heriré la tierra con maldició n” (vv. 5-6).
Los intérpretes han diferido en cuanto a si Juan el Bautista cumplió esta
profecía de Elías. Segú n Mateo 11:7–10, se declaró específicamente que el
mensajero de Malaquías 3: 1 era Juan el Bautista y, como tal, alguien que
preparó el camino del Señ or en Su primera venida. Se predijo antes de su
nacimiento que Juan operaría en el espíritu y el poder de Elías (Lucas 1:17).
Aunque está claro que Juan el Bautista preparó el camino para el Señ or
(Isa. 40: 3; Mal. 3:1), Juan el Bautista expresó que él no era Elías (Juan 1: 21-23).
Cristo incluso llamó a Juan "el Elías que había de venir", con la estipulació n, "si
está s dispuesto a aceptarlo" (Mat. 11:14). El asunto se analiza má s a fondo en
Mateo 17:11-12, donde Cristo afirmó : "Elías viene y restaurará todas las cosas"
(Mateo 17:11). En otras palabras, debido a que Israel no aceptó a Juan el
Bautista como Elías, otro Elías está por venir. Pero en Mateo 17:12 Jesú s dijo:
"Elías ya vino, y no lo reconocieron".
Está claro que Elías era un tipo de Juan y, hasta cierto punto, Juan el
Bautista cumplió el papel de Elías. Pero, de manera predictiva, es difícil
determinar si el futuro vendrá con el espíritu y el poder de Elías o será Elías
mismo. Aunque algunos identifican a uno de los dos testigos en Apocalipsis
11:1–13 como Elías, no hay evidencia bíblica de que este sea el caso. El libro de
Malaquías se cierra con una advertencia de que, si el corazó n del pueblo de
Israel no se vuelve al Señ or, Dios golpeará la tierra con una maldició n (Mal.
4:6).
Así que el Antiguo Testamento, que comenzó con la declaració n "En el
principio Dios", termina con la posibilidad de una maldició n sobre la tierra,
seguida de varios cientos de añ os de silencio durante los cuales no hubo profeta
hasta que Juan el Bautista apareció en escena. Gran parte del Antiguo
Testamento ya se ha cumplido, pero mucho también aguarda su cumplimiento
futuro en los ú ltimos días.
9

PROFECÍA EN LOS EVANGELIOS

PROFECÍAS GENERALES EN LOS EVANGELIOS


Las profecías en los evangelios tienen un cará cter especial porque la mayoría
de ellas son profecías hechas por Jesucristo. El hecho de que Jesú s estuvo
presente en los Evangelios también les da a estas profecías un significado
especial porque Jesú s mismo estaba y está cumpliendo profecías en Su persona,
Sus obras y Sus enseñ anzas. Las profecías de los Evangelios forman un puente
importante entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y presentan una revelació n
profética en contraste con los cuatrocientos añ os precedentes, durante los
cuales no hubo profetas. Los eventos de los Evangelios sientan una nueva
plataforma para la revelació n completa en el Nuevo Testamento.
La mayoría de las profecías en los cuatro evangelios son de naturaleza
general y cubren una amplia variedad de temas proféticos. Sin embargo, hay
ciertos pasajes que proporcionan un énfasis profético especial. El Sermó n del
Monte (Mat. 5-7) tiene un énfasis profético especial. Asimismo, Mateo 13, que
trata de las profecías relativas a la era actual, y el Discurso del Monte de los
Olivos (Mat. 24-25) proporcionan una presentació n especial de las profecías
sobre el fin de la era. También se enfatizan en los Evangelios las profecías sobre
la muerte y resurrecció n de Cristo. Estas á reas de revelació n especial será n
consideradas después de que se examinen las profecías generales en los
Evangelios.

La profecía del nacimiento de Juan el Bautista


Lucas 1:5–25. Una declaració n introductoria relacionada con el nacimiento
de Juan el Bautista proporciona una importante introducció n profética al
contenido del evangelio. Zacarías, un sacerdote, había sido elegido por sorteo
para quemar incienso, lo que representa su divisió n del sacerdocio. Tenía una
buena reputació n como alguien que guardaba la ley. Zacarías y su esposa
estaban preocupados porque estaban envejeciendo y no tenían hijos (v. 7).
Zacarías, mientras cumplía con sus deberes en el templo, se enfrentó a un
á ngel parado en el altar del incienso (v. 11). Zacarías fue informado por el
á ngel, “No temas, Zacarías; tu oració n ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te
dará a luz un hijo, y le pondrá s por nombre Juan. Será un gozo y un deleite para
ti, y muchos se regocijará n por su nacimiento, porque será grande a los ojos del
Señ or. Nunca debe tomar vino u otra bebida fermentada, y estará lleno del
Espíritu Santo desde su nacimiento. A muchos de los israelitas los traerá de
vuelta al Señ or su
Dios. Y él irá delante del Señ or, con el espíritu y el poder de Elías, para convertir
el corazó n de los padres a sus hijos y a los desobedientes a la sabiduría de los
justos, para preparar un pueblo preparado para el Señ or” (vv. 13-17; véase
Mateo 3:11; Marcos 1:1-18; Juan 1:6-8, 15-37).
Como Zacarías y su esposa eran ancianos y no tenían hijos, pidió la
confirmació n de esta profecía, y “el á ngel respondió : 'Yo soy Gabriel. Estoy en la
presencia de Dios y he sido enviado para hablarles y darles esta buena noticia. Y
ahora estará s en silencio y no podrá s hablar hasta el día en que esto suceda,
porque no creiste mis palabras, que se hará n realidad a su debido tiempo'”
(Lucas 1:19-20; cf. vv. 63-64).
Cuando Zacarías salió del templo, no pudo hablar con la gente que lo
esperaba (vv. 21-22). Después de regresar a casa, su esposa quedó embarazada
en cumplimiento de la profecía. A su debido tiempo, la profecía se cumplió
literalmente en todos los detalles dados a Zacarías y forma un trasfondo
importante para el nacimiento de Cristo mismo.

Profecía del nacimiento de Jesús


Lucas 1:26–38. Así como el á ngel Gabriel se había aparecido a Zacarías, seis
meses má s tarde se apareció a María, descrita como “una virgen que prometió
casarse con un hombre llamado José, descendiente de David” (v. 27).
El á ngel la saludó : “¡Saludos, muy favorecida! El Señ or está contigo” (v. 28).
Debido a que María estaba preocupada por este saludo, la Escritura
registra el anuncio del á ngel a María: “Pero el á ngel le dijo: 'María, no temas, has
hallado gracia ante Dios. Quedará s encinta y dará s a luz un hijo, y le pondrá s
por nombre Jesú s. É l será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señ orDios
le dará el trono de su padre David, y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre; su reino nunca terminará ” (vv. 30–33).
La profecía era demasiado extensa para que ella la entendiera de
inmediato. Probablemente no podría comprender por qué debería llamarse
Jesú s, que significa Salvador. También iba a ser “Hijo del Altísimo” (v. 32), lo
que significa que sería el Hijo de Dios. Aunque María estaba familiarizada con la
esperanza de Israel de un Mesías y un Redentor, es indudable que no
comprendió completamente el hecho de que su Hijo tendría el trono de su
padre David, que reinaría sobre este reino para siempre, y que Su reino nunca
terminaría (Sal. 89:36; Jer. 23: 5-8). Solo el tiempo le permitiría contemplar
todo el alcance de la profecía. Sin embargo, le preocupaba la cuestió n de có mo
tendría un hijo cuando aú n no estaba casada.
En consecuencia, María le preguntó al á ngel: "¿Có mo será esto ... ya que soy
virgen?" (Lucas 1:34).
El á ngel respondió : “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que el santo que va a nacer será llamado
Hijo de Dios. Incluso Elizabeth, tu pariente, va a tener un hijo en su vejez, y ella,
que se decía que era estéril, está en su sexto mes. Porque nada hay imposible
para Dios” (vv. 35-27; cf. Isa. 7:14; Mat. 1:21-22, 25; Lucas 2:1-8).
La simple respuesta de María fue: "Yo soy la sierva del Señ or ... há gase en
mí como has dicho" (v. 38).
La mayoría de las profecías enumeradas por Gabriel se cumplieron
durante la vida de Cristo. La profecía sobre el reinado de Cristo en el trono de
David está relacionada escatoló gicamente con la segunda venida de Cristo,
cuando el reino davídico revivirá y continuará de alguna forma para siempre.
De particular importancia para el tema de la escatología es el hecho de que
se predijo que Cristo reinaría en el trono de David. Debido a que muchos han
intentado limitar la profecía del reino davídico al Antiguo Testamento y afirmar
que el Nuevo Testamento interpreta la profecía en un sentido no literal como
cumpliéndose hoy, este es un pasaje interpretativo importante en el Nuevo
Testamento, reafirmando que el davídico reino sería restaurado
literalmente. Este anuncio estableció la esperanza del reavivamiento del reino
davídico como una profecía del Nuevo Testamento y sentó las bases para creer
en el regreso premilenial de Cristo que será seguido por el reino milenial y el
reino davídico. Aparentemente, el reino davídico será un aspecto delreino
milenario de Cristo y se referirá a Israel y su situació n reunida en la Tierra
Prometida. María tenía la expectativa, al igual que el pueblo de Israel, de un
futuro Mesías que literalmente reviviría el reino davídico. El á ngel confirmó
esto al afirmar que Cristo reinaría en el trono de David. El avivamiento político
literal de Israel en relació n con la segunda venida de Cristo no es una
interpretació n erró nea en la que había caído el pueblo de Israel, sino má s bien
precisamente lo que el Antiguo Testamento predijo y lo que el Nuevo
Testamento aquí confirma.

La profecía de Isabel acerca de Jesús


Lucas 1:39–45. Aparentemente, cuando María se dio cuenta de que estaba
embarazada, dejó Nazaret para visitar a la esposa de Zacarías. A su llegada a la
casa de Zacarías, se registró una nueva confirmació n del mensaje del á ngel a
María: “Cuando Isabel escuchó el saludo de María, el bebé saltó en su vientre y
se llenó del Espíritu Santo. En voz alta exclamó : '¡Bendita tú entre las mujeres, y
bendito el hijo que dará s a luz!'” (Vv. 41–42). Isabel continuó : “Pero, ¿por qué
me siento tan favorecida para que la madre de mi Señ or venga a mí? Tan pronto
como el sonido de tu saludo llegó a mis oídos, el bebé en mi vientre saltó de
alegría. ¡Bienaventurada la que ha creído que se cumplirá lo que el Señ or le ha
dicho! " (vv. 43–45).
Canción de alabanza de María
Lucas 1:46–56. María se tranquilizó mucho con el saludo de Isabel, que
confirmó de inmediato las profecías sobre Juan y las profecías sobre Jesú s. En
respuesta, Mary pronunció un poema profético, a menudo llamado "Magnifcat".

Y María dijo: “Mi alma glorifica al Señ or y mi espíritu se regocija en Dios mi


Salvador, porque se ha acordado de la humildad de su sierva. De ahora en
adelante me llamará n bienaventurada todas las generaciones, porque
grande cosa ha hecho por mí el Poderoso; santo es su nombre. Su
misericordia se extiende a los que le temen, de generació n en
generació n. Ha realizado maravillas con su brazo; ha esparcido a los
orgullosos en sus pensamientos má s íntimos. Derribó a los gobernantes de
sus tronos, pero exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes
y despidió a los ricos con las manos vacías. É l tieneayudó a su siervo
Israel, acordá ndose de ser misericordioso con Abraham y su descendencia
para siempre, tal como dijo a nuestros padres”. (vv. 46–55)

La declaració n de María, sin duda, fue inspirada por el Espíritu Santo, pero
también reveló en María una madurez espiritual asombrosa para una mujer
joven y una fe inteligente en Dios que comprendía tanto los aspectos histó ricos
como proféticos de su experiencia.
En su declaració n, María afirmó que su regocijo estaba en Dios porque É l la
había sacado de su estado humilde y ahora todas las generaciones la llamarían
bienaventurada. Afirmó que la misericordia de Dios se extiende a quienes le
temen y que Dios realiza obras poderosas, derribando gobernantes y
estableciendo a otros. É l colmó a los hambrientos y despidió a los ricos. Lo má s
importante es que ha recordado sus promesas a Abraham y sus
descendientes. En esta declaració n, María estaba llamando la atenció n sobre el
hecho de que se puede esperar que las profecías sobre Abraham y el reino
davídico se cumplan literalmente.
María se quedó con Isabel hasta poco antes del nacimiento de Juan y luego
regresó a Nazaret.

Se cumplió la profecía sobre el nacimiento de Juan


Lucas 1:57–66. En cumplimiento de la profecía acerca de Juan, a su debido
tiempo Isabel dio a luz, y hubo gran regocijo. Cuando algunos quisieron ponerle
el nombre de su padre, Zacarías, las Escrituras registran: “Pero su madre habló
y dijo: '¡No! Será llamado Juan'” (v. 60). “Pidió una tablilla para escribir y, para
asombro de todos, escribió : 'Su nombre es Juan'” (v. 63). Entonces, por primera
vez desde que recibió el anuncio, Zacarías pudo hablar, y en su alabanza a Dios
indicó que el nacimiento de Juan fue un evento profético importante.

Canción profética de Zacarías


Lucas 1:67–80. Como indica la Escritura, Zacarías, lleno del Espíritu Santo,
entregó su mensaje profético:

“Alabado sea el Señ or, Dios de Israel, porque ha venido y ha redimido a su


pueblo. Nos ha levantado un cuerno de salvació n en la casa de su siervo
David (como dijo por medio de sus santos profetasde hace mucho tiempo),
salvació n de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian,
para mostrar misericordia a nuestros padres y recordar su santa alianza, el
juramento que hizo a nuestro padre Abraham: rescatarnos de la mano de
nuestros enemigos. y para que podamos servirle sin temor en santidad y
justicia delante de él todos nuestros días. Y tú , hijo mío, será s llamado
profeta del Altísimo; porque seguirá s delante del Señ or para prepararle el
camino, para dar a su pueblo el conocimiento de la salvació n mediante el
perdó n de sus pecados, por la tierna misericordia de nuestro Dios, por la
cual el sol naciente nos vendrá del cielo. para brillar sobre los que viven en
tinieblas y en la sombra de la muerte, para guiar nuestros pies por el
camino de la paz”. (vv. 68–79)

En su profecía, Zacarías, refiriéndose a Cristo, declaró que Dios había


levantado a alguien para traer liberació n a través de la casa de David. Señ aló
que la venida de Cristo fue en cumplimiento del solemne juramento de Dios a
Abraham (v. 73).
Con respecto a Juan, Zacarías predijo: “Y tú , hijo mío, será s llamado profeta
del Altísimo” (v. 76). Zacarías también predijo que Juan serviría como
precursor para preparar el camino para Cristo (vv. 76–79). Las profecías a
través de Zacarías, Isabel y María fueron claramente una confirmació n de la
expectativa de los judíos de que un Hijo de David aparecería literalmente y
literalmente liberaría a Su pueblo de sus enemigos y traería una gran bendició n
y salvació n a Israel.
Una breve declaració n concluyó la narració n sobre Juan, indicando que
creció para ser un joven fuerte y que vivió en el desierto hasta el momento de
su presentació n de Cristo (v. 80).
TRASFONDO DE JESÚ S COMO HIJO DE DAVID
Genealogía de Mateo
Mateo 1:1–17. El evangelio de Mateo es ú nico al presentar tanto la vida de
Cristo desde un punto de vista particular como una explicació n de por qué las
profecías del Antiguo Testamento sobre el reino en la tierra no se cumplieron
en la primera venida de Cristo. A diferencia del evangelio de Lucas, que está
diseñ ado para presentar un registro histó rico verdadero de los hechos
relacionados con Cristo (Lucas 1: 1-4), el evangelio de Mateo tiene el propó sito
específico de explicar a los judíos, quienes esperaban que su Mesías fuera un
conquistando yRey glorioso, por qué, en cambio, Cristo vivió entre los hombres,
murió en una cruz y resucitó . De acuerdo con este objetivo, el evangelio de
Mateo proporciona un puente entre las profecías del Antiguo Testamento y la
expectativa de la venida del Mesías de Israel y su cumplimiento en el
nacimiento y la vida de Cristo.
En consecuencia, en el evangelio de Mateo, el linaje de Jesú s se remonta a
Abraham y David. La genealogía de Mateo terminó con José, el esposo de
María. Mateo dejó en claro que Jesú s no era el hijo de José, sino que María era
su madre (Mat. 1:16). En contraste, la genealogía de María fue dada en Lucas 3:
23– 37, asegurando que Cristo es un descendiente genuino de David. La
genealogía de Mateo apoya el concepto de que Jesú s es el heredero legítimo del
trono de David a través de José, su padre. Aunque José no era el padre humano
de Jesú s, el derecho del trono real pasó a través de José a Jesú s. En
consecuencia, Jesú s cumplió la expectativa del Antiguo Testamento de que un
Hijo de David reinaría en el trono de David para siempre, como Gabriel le había
anunciado a María (Lucas 1:32–33).
Un estudio cuidadoso de la genealogía de Mateo revela que no se pretendía
que fuera una genealogía completa, ya que solo se seleccionaron catorce
generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta el exilio
en Babilonia y una tercera parte desde el exilio hasta el momento del
nacimiento de Jesú s. Mateo 1:13–15 registra personas en la genealogía de Jesú s
que no figuran en el Antiguo Testamento. Asimismo, algunos nombres en el
Antiguo Testamento no está n incluidos en la genealogía como en el caso de
Uzías, quien fue declarado hijo de Joram cuando en realidad era el tataranieto
de Joram (Mateo 1:9; cf. .2 Reyes 8:25; 13:1-15:38; 2 Cró nicas 22-25). El hecho
de que el Nuevo Testamento incluya algunos nombres que no está n en el
Antiguo Testamento y el Antiguo Testamento incluye algunos nombres que no
está n en el Nuevo Testamento es una de las razones por las que es imposible
tomar las genealogías como base para determinar la antigü edad de la raza
humana. como las mismas Escrituras dejan claro que esta no era la intenció n
divina. Por otro
lado, no justifica el punto de vista de que la raza humana es muchos miles de
añ os má s antigua de lo que parecen indicar las Escrituras.
Otra característica inusual de las genealogías es la prominencia de cuatro
mujeres que normalmente no se incluirían en una genealogía. Cada uno de ellos
tiene un trasfondo especial. Tamar (Mat. 1:3) en realidad se metió en la línea
al hacerse la ramera (Gén. 38:1-30). Rahab la ramera fue protegida por Josué
cuando Jericó fue capturada y se convirtió en parte de la línea mesiá nica (Jos.
2:1–6; 6:25). Rahab fue declarada esposa de Salmon, el padrede Booz, y esto fue
revelado só lo en el Nuevo Testamento (Mat. 1:5). Solo Rut, que es el tema de
una hermosa representació n en el libro de Rut, tenía un registro sin mancha,
pero ni siquiera ella era israelita. Betsabé, la madre de Salomó n, quien
anteriormente había sido la esposa de Urías, tuvo una relació n adú ltera con
David que resultó en el asesinato de su esposo (2 Sam. 11:1–12:25). El hecho de
que estas mujeres estuvieran en la genealogía también puso fin a cualquier
orgullo judío. Sin duda, María también tuvo que soportar la carga de los
chismes acerca de su Hijo, que fue concebido antes de que José la tomara como
su esposa.

La concepción y el nacimiento de Jesús


Mateo 1:18-24. Cuando María regresó de su visita a Isabel, aparentemente
estaba embarazada de tres meses, y esto se hizo evidente para José. No
dispuesto a dar un ejemplo pú blico de María mediante un divorcio pú blico,
tenía en mente divorciarse de ella en silencio. Mateo explicó , sin embargo, que
Dios le comunicó a José los hechos del caso, declarando: “Un á ngel del Señ or se
le apareció en un sueñ o y le dijo: 'José, hijo de David, no temas llevar a María a
casa como tu esposa., porque lo que en ella se concibe es del Espíritu Santo. Ella
dará a luz un hijo, y le pondrá s por nombre Jesú s, porque él salvará a su pueblo
de sus pecados” (vv. 20-21). Mateo declaró que esto fue en cumplimiento de la
profecía de Isaías 7:14: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el
Señ or había dicho por medio del profeta: 'La virgen quedará embarazada y dará
a luz un hijo, y ellos llá menlo Emanuel ', que significa' Dios con nosotros'” (vv.
22-23).
Las Escrituras guardan silencio con respecto a la ansiedad de María en
toda esta situació n ya que, aparentemente, ella no se sintió libre de divulgar a
José los hechos del caso. Sin embargo, habiendo recibido esta instrucció n de
Dios, José “hizo lo que el á ngel del Señ or le había mandado y tomó a María
como esposa. Pero él no tuvo unió n con ella hasta que dio a luz a un hijo. Y le
puso por nombre Jesú s” (vv. 24-25). Sin duda, tanto José como María sufrieron
chismes maliciosos sobre todo este asunto y no pudieron proclamar la verdad.
Sin embargo, para María fue un gran alivio que José la llevara a casa como
esposa.
La profecía del nacimiento de Jesús
Lucas 2:1-7. En una declaració n condensada, Lucas registró có mo José y
María habían regresado a su ciudad natal, Belén, para ser registrados para el
impuesto. Lucas se tomó la molestia de señ alar el momento del decreto como
relacionado con el primer censo bajo Quirinius, gobernador de Siria. En un
registro histó rico simple y directo, Lucas indicó có mo María dio a luz a su Hijo y
lo puso en un pesebre porque la posada estaba llena (vv. 5-7).

El anuncio angelical del nacimiento de Jesús


Lucas 2:8-14. El nacimiento de Jesú s no tuvo ninguno de los adornos de la
publicidad moderna. Nació en un pueblo oscuro y fue puesto en un pesebre
porque ni siquiera el posadero no se dio cuenta de la importancia de su
nacimiento. La publicidad mundial habría tenido lugar el nacimiento de Jesú s
en Jerusalén, asistido por los líderes religiosos de los judíos y aclamado como
un evento histó rico importante. Dios eligió hacer esto de manera diferente. En
lugar de revelarlo a la jerarquía religiosa, sus á ngeles hicieron el anuncio a los
pastores en un campo cercano. Lucas se imaginó a estos pastores en un campo
cerca de Belén, observando sus rebañ os por la noche. Bien pudo haber sido el
campo tradicional al este de Jerusalén donde mantenían sus rebañ os. En la
oscuridad de la noche, de repente hubo una luz gloriosa cuando vieron la gloria
del Señ or (v. 9). Aunque estaban aterrorizados, las Escrituras registran: “Pero el
á ngel les dijo: 'No temá is. Les traigo buenas noticias de gran alegría que será n
para todo el pueblo. Hoy en la ciudad de David te ha nacido un Salvador; él es
Cristo el Señ or. Esto te servirá de señ al: hallará s a un niñ o envuelto en pañ ales
y acostado en un pesebre” (vv. 10-12).
Mientras los pastores luchaban por comprender lo que estaba sucediendo,
las Escrituras registran: “De repente, una gran compañ ía de la hueste celestial
apareció con el á ngel, alabando a Dios y diciendo: 'Gloria a Dios en las alturas, y
paz en la tierra a los hombres en quienes su el favor descansa'” (vv. 13-14).
El gran evento del nacimiento de Jesú s, aunque poco publicitado en la
tierra, debe haber sido un acontecimiento sensacional en el cielo. Uno solo
puede contemplar lo que pensaron los á ngeles. Conocieron a Jesú s en su gloria
preencarnada en el cielo. ¿Có mo podrían entender Su nacimiento como hombre
y Su mentira como un niñ o en el pesebre? El desarrollo de la vida, muerte y
resurrecció n de Cristo debe haber sido un tema absorbente para la hueste
celestial. El plan de Dios era que la noticia fuera recibida por los pastores
humildes, quienes presenciaron el anuncio de la profecía cumplida del
nacimiento de Jesú s en Belén y ahora estaban contemplando el tremendo hecho
de que la profecía se estaba cumpliendo.
Los pastores visitan a Jesús
Lucas 2:15-20. Los pastores se apresuraron a entrar en Belén y
aparentemente no tuvieron dificultad para ubicar la posada y el pesebre donde
habían colocado a Jesú s. Habiendo vistocon sus propios ojos, los pastores se
convirtieron en el vehículo del anuncio a otros en Belén de que Jesú s había
nacido, y los pastores regresaron a sus rebañ os, alabando a Dios por Su
maravillosa revelació n (v. 20). María, mientras tanto, luchaba por comprender
el cumplimiento de la profecía de que ella sería la madre de Jesú s, sin duda
preguntá ndose có mo se cumpliría todo lo que había escuchado y esperado (v.
19).

La profecía de Simeón cuando Jesús fue presentado en el templo


Lucas 2:21–35. Cuando Jesú s fue presentado en el templo en el octavo día
para ser consagrado, sus padres ofrecieron un sacrificio prescrito por la ley
para aquellos en circunstancias muy moderadas: un par de palomas y dos
pichones (vv. 21-24). Con motivo de su presentació n, el Espíritu Santo inspiró a
Simeó n a entrar en el templo. Cuando Jesú s fue presentado por sus padres,
Simeó n lo tomó en sus brazos y alabó a Dios (vv. 25-28). Su proclamació n
profética fue completa: “Señ or Soberano, como lo prometiste, ahora despides a
tu siervo en paz. Porque mis ojos han visto tu salvació n, la cual has preparado a
la vista de todos los pueblos, luz para alumbrar a los gentiles y para gloria de tu
pueblo Israel” (vv. 29–32). Esta visió n profunda y profética incluyó a Jesú s no
solo como la respuesta a la esperanza de Israel, sino también como Su
revelació n de Dios y Su gracia a los gentiles.
José y María se maravillaron de lo que había dicho Simeó n (v. 33). Las
Escrituras registran: “Entonces Simeó n los bendijo y dijo a María, su madre:
'Este niñ o está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en
Israel, y a ser una señ al contra la que se hablará , de modo que los pensamientos
de muchos corazones será n revelados. Y una espada también te traspasará el
alma'” (vv. 34– 35). Esta profecía se cumpliría cuando Jesú s murió en la cruz,
algo que María no pudo entender en ese momento.
Segú n Lucas, para confirmar la profecía de Simeó n, Ana se acercó a ellos en
ese momento y “dio gracias a Dios y habló del niñ o a todos los que esperaban la
redenció n de Jerusalén” (v. 38).

La visita de los magos


Mateo 2:1–12. La confirmació n final inmediata del nacimiento de Jesú s
como el futuro Rey de los judíos vino de la visita de los magos, que viajaron
desde Persia para encontrar a Jesú s. Los magos eran conocidos como personas
que estudiaban las estrellas, y era posible que vieran la luz asistiendo al
glorioso
anuncio de los á ngeles. No carecían de alguna informació n sobre el Mesías, ya
que había habido contacto frecuente entre judíos y persas en los añ os antes del
nacimiento de Cristo, y la idea de que Israel estaba esperando un Mesías
aparentemente era ampliamente conocida.
No hay indicios de que el nú mero de magos se limitara a tres, ni de que
fueran reyes, aunque esta es a menudo la forma en que se los llamaba
tradicionalmente. Probablemente eran una empresa má s grande. Al parecer,
habían sentido lo que había sucedido cuando nació Cristo, y les tomó algunos
meses organizarse y venir a Israel para encontrar al niñ o Jesú s. Debido a que
Jerusalén era el centro de la religió n judía, los magos vinieron preguntando:
“¿Dó nde está el rey de los judíos que ha nacido? Vimos su estrella en el oriente
y venimos a adorarlo” (v. 2). El rey Herodes estaba muy preocupado por este
anuncio cuando vio el nacimiento de un niñ o destinado a ser Rey de los judíos
como una competencia por su propio gobierno. En consecuencia, reunió a los
líderes de Israel para averiguar dó nde iba a nacer Cristo (vv. 3-4). Ellos
respondieron que É l nacería en Belén de Judea y citaron Miqueas 5: 2 en apoyo
de su conclusió n (Mat. 2:5-6). Entonces, el rey Herodes intentó descubrir
cuá ndo apareció la estrella para determinar el momento del nacimiento del
niñ o y les dijo a los magos que le informaran cuando encontraran al niñ o (vv. 7-
8).
Mientras los magos viajaban a Belén, la estrella reapareció y los llevó al
lugar donde estaba el niñ o. Esta vez no era un pesebre sino una casa, y es
evidente, teniendo en cuenta toda la narració n, que habían pasado algunas
semanas, si no meses, desde el nacimiento de Cristo. Los magos se llenaron de
gozo cuando vieron a María y al niñ o y lo adoraron (vv. 9-11). En
reconocimiento al niñ o honrado, trajeron regalos de oro, incienso y mirra (v.
11). Aunque probablemente no estaban conscientes del significado de los
dones, el oro representaba la deidad de Cristo; incienso, la fragancia de su vida;
y la mirra, Su sacrificio y muerte. A los magos se les advirtió en un sueñ o que no
regresaran a Herodes (v. 12).
Mateo 2:13-15. El Señ or se apareció a José en un sueñ o y le dijo que se
llevara al niñ o ya su madre a Egipto debido al complot de Herodes para matarlo
(vv. 13- 14). Mateo señ aló que esto era un cumplimiento de la profecía: “De
Egipto llamé a mi Hijo” (v. 15; Oseas 11: 1). Como toda la nació n, Cristo salió de
Egipto para regresar a la Tierra Prometida.
Mateo 2: 16-18. Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos no iban a
informarle, se enojó mucho y ordenó que todos los niñ os de dos añ os o menosel
á rea de Belén debería ser asesinada. Esto resultó en el cumplimiento de la
profecía de Jeremías: “Se oye una voz en Ramá , llanto y gran lamento: Raquel
llora por sus hijos y no quiere ser consolada, porque ya no existen” (v. 18; Jer.
31:15 .
El regreso a Nazaret
Mateo 2:19-23. Después de la muerte de Herodes, José y María pudieron
traer a Jesú s de regreso a Israel. Sin embargo, debido a que el sucesor de
Herodes, Arquelao, hijo de Herodes (v. 22), también era un hombre cruel, y
como Dios los advirtió en un sueñ o, se fueron a vivir a Nazaret, cumpliendo así
la profecía “É l será llamado nazareno” (v. 23). Esta referencia a Cristo como
nazareno puede estar relacionada con Isaías 11: 1, donde se habla de Cristo
como "un retoñ o ... del tronco de Isaí". El hebreo para "disparar" es netzer, que
aquí se le asigna un significado especial. Como lo indicaron Mateo y Lucas, los
eventos que condujeron al nacimiento de Cristo, Su nacimiento mismo y los
eventos que siguieron, corresponden todos a la previsió n profética
proporcionada en el Antiguo Testamento.
Lucas 2:39–52. Lucas resumió los eventos que siguieron al nacimiento de
Cristo, declarando simplemente que José y María regresaron a Nazaret y que
Jesú s creció como un niñ o y “estaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios
estaba sobre él” (vs. 39-40). Excepto por la breve referencia a Jesú s yendo con
sus padres a la fiesta de la Pascua en Jerusalén, no se hizo ninguna otra
menció n de Jesú s en su niñ ez y juventud (vv. 41-52).

PROFECÍAS EN LA VIDA DE JESÚ S


El ministerio de Juan el Bautista como precursor de Cristo
Mateo 3:1–12; Marcos 1:2–8; Lucas 3:1–18. Durante cuatrocientos añ os
antes de que Juan el Bautista comenzara su ministerio profético predicando en
el desierto de Judea, no había ningú n profeta en Israel. Muchos en Judea y
Jerusalén salieron a escucharlo. El propio John hizo una aparició n espectacular,
viviendo con ropas toscas de pelo de camello y un cinturó n de cuero alrededor
de su cintura. Su comida eran langostas y miel silvestre. Su mensaje fue brusco
e inflexible. Instó a la gente a confesar sus pecados (Mateo 3: 6; Marcos 1:
5). Denunció a sus líderes religiosos, especialmente a los fariseos y saduceos,
llamá ndolos "¡generació n de víboras!" (Mat. 3:7.) Su mensaje fue de
arrepentimiento y bautismo con agua como una señ al de su cambio
espiritual. John predijoque después de él vendría el profetizado, “cuyas
sandalias no soy apto para llevar” (v. 11).
Su mensaje fue prá ctico. Si uno tiene dos abrigos, debe compartir uno
(Lucas 3:11), y la gente debe hacer lo mismo con su excedente de comida. Se
exhortó a los publicanos a no extorsionar impuestos, sino a tomar lo legal. A los
soldados se les dijo que no hicieran lo que fuera violento y que no exigieran
nada que no fuera correcto (vv. 13-14). Mateo, Marcos y Lucas vieron a Juan
cumpliendo las profecías de Isaías 40: 3: “Voz de uno que clama en el desierto:
'Preparad el camino para el Señ or, alísadle sendas'” (Mateo 3: 3); Marcos 1:3;
Lucas 3:4; véase
Isaías 40:3-5). Aunque Juan el Bautista conocía a Jesú s como individuo,
probablemente no sabía que É l era el Mesías profetizado hasta que Jesú s se
presentó para el bautismo. Juan dejó en claro que él no era el Mesías, pero
también anticipó que el verdadero Mesías podría aparecer en cualquier
momento.

Jesús bautizado por Juan en el Jordán


Mateo 3:13–17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21-22. Cuando Juan objetó la idea de
bautizar a Jesú s, sin embargo, fue exhortado a hacerlo. Después de que Jesú s fue
bautizado, Mateo, Marcos y Lucas registran la voz del cielo declarando que
Jesú s era el Hijo amado del Padre. Lucas declaró que, en el bautismo de Jesú s, el
Espíritu Santo descendió sobre É l como una paloma y la voz que hablaba desde
el cielo era Dios el Padre, una clara indicació n de la Trinidad: el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. El elogio de Jesú s por Dios el Padre fue anticipado en el Salmo
2:7 e Isaías 42:1.

El reino de Dios a la mano


Mateo 4:17; Marcos 1:14-15; Lucas 4:14-15. A su llegada a Galilea, Jesú s
predicó Su mensaje central: “Ha llegado el momento ... El reino de Dios está
cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas! " Este aspecto central de Su
ministerio profético persistió durante los tres añ os de Su predicació n pú blica.

El peligro de la falsa profesión


Mateo 7:15–27; Lucas 6:46–49. Jesú s advirtió a sus discípulos sobre
aquellos que profesan la fe, pero no son verdaderos creyentes. Declaró que esas
personas son falsos profetas y lobos, no ovejas (Mat. 7:15). Jesú s predijo que la
diferencia se demostrará en el fruto que dan, como un buen á rbol dará buenos
frutos y un á rbol malo dará frutos malos (vv. 16-20). Jesú s también predijo que
los culpables de la mera profesió n no entrará n en el reino de los cielos (vv. 21-
23).
Jesú s ilustró esto en la pará bola de los dos constructores y las dos casas. El
que construye su casa sobre una roca ilustra a un hombre sabio que es fiel en su
fe en Dios, y cuando se levanta una tormenta, su casa no fallará porque está
cimentada sobre la roca (vv. 24-25). Por el contrario, el que profesa fe, pero no
sigue con verdadera confianza en Dios es como una casa construida sobre la
arena, que se destruye cuando llega la tormenta (vv. 26-27).

Los verdaderos creyentes en Jesús entrarán en el reino de los cielos


Mateo 8:5–13; Lucas 7:1-10. Cuando Jesú s entró en Capernaum, un
centurió n se le acercó y le pidió que sanara a su criado que estaba sufriendo
terriblemente en su casa. Jesú s respondió que iría a curarlo (Mat. 8:5-7). Sin
embargo, el centurió n respondió que no era necesario que É l fuera porque
podía mandar, tal como el centurió n ordenó a sus soldados que hicieran las
cosas, y se haría (vv. 8–9).
Las Escrituras registran: “Cuando Jesú s escuchó esto, se asombró y dijo a
los que lo seguían: 'Les digo la verdad, no he encontrado a nadie en Israel con
tanta fe. Les digo que muchos vendrá n del oriente y del occidente, y ocupará n
su lugar en la fiesta con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero los
sú bditos del reino será n arrojados afuera, a las tinieblas, donde será el llanto y
el crujir de dientes” (vv. 10-12). Luego, las Escrituras registran, ademá s:
“Entonces Jesú s dijo al centurió n: '¡Ve! Se hará tal como creías. Y su criado fue
sanado en ese mismo momento” (v. 13).

Sentencia pronunciada sobre Korazin, Betsaida y Capernaum


Mateo 11: 20-24. Cristo declaró que las ciudades donde se habían realizado
la mayoría de sus milagros estaban bajo el justo juicio de Dios porque deberían
haber respondido con arrepentimiento. Dijo: “¡Ay de ti, Korazin! ¡Ay de ti,
Betsaida! Si los milagros que se realizaron en ti se hubieran realizado en Tiro y
Sidó n, se habrían arrepentido hace mucho tiempo en cilicio y ceniza” (v.
21). Jesú s declaró , ademá s: “Será má s tolerable para Tiro y Sidó n en el día del
juicio que para ti” (v. 22).
Se pronunció un juicio final sobre Capernaum. Jesú s declaró : “Si los
milagros que se realizaron en ti se hubieran realizado en Sodoma, habría
quedado poreste día. Pero les digo que en el día del juicio será má s tolerable
para Sodoma que para ustedes” (vs. 23-24; cf. Mat. 10:15).
Hoy Capernaum, en particular, es un testigo elocuente del juicio de Dios,
porque está en ruinas en el extremo norte del mar de Galilea, en contraste con
Tiberíades en la costa occidental de Galilea, que nunca ha sido destruida.

La invitación a descansar en Cristo


Mateo 11:28–30. En vista de su rechazo por parte de aquellos que habían
visto los milagros, Cristo extendió la invitació n a las personas para que vinieran
y pusieran su confianza en Cristo. Dijo: “Venid a mí todos los que está is
cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Carguen con mi yugo y aprendan
de mí, porque soy manso y humilde de corazó n, y encontrará n descanso para
sus almas. Porque mi yugo es fá cil y ligera mi carga” (vv. 28-30). En contraste
con dirigirse a la nació n como grupo, Jesú s ahora extendió la invitació n a la fe
personal y el compromiso a cualquier individuo que viniera a É l.
Jesús en su ministerio de sanación cumpliría la profecía
Mateo 12:9-20. Debido a que Jesú s había sanado en sá bado, los fariseos
conspiraron para matarlo (vv. 9-14). Jesú s, consciente de sus planes para
matarlo, citó Isaías 42:1–4, la profecía que se estaba cumpliendo en Su
ministerio de sanidad: “Consciente de esto, Jesú s se retiró de ese lugar. Muchos
lo siguieron y él curó a todos sus enfermos, advirtiéndoles que no dijeran quién
era. Esto fue para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: 'Aquí
está mi siervo a quien he elegido, a quien amo, en quien me deleito; Sobre él
pondré mi Espíritu y proclamará justicia a las naciones. No peleará ni gritará ;
nadie oirá su voz en las calles. No quebrará la cañ a cascada, ni apagará la mecha
que humea, hasta que lleve el derecho a la victoria” (Mat. 12: 15-20).
Como profetizó Isaías, Jesú s fue un deleite para Dios el Padre, amado y
habitado por el Espíritu Santo. Proclamaría justicia, pero no pelearía ni
gritaría. La suya finalmente sería la victoria (vv. 18-20).

Advertencia contra las palabras descuidadas de incredulidad


Mateo 12:32–37; Marcos 3:28–30. En respuesta a aquellos que lo habían
acusado de realizar milagros por Beelzebub (Mateo 12:24), Jesú s había
señ alado có moinconsistente esto era como el diablo estaría luchando contra
sus propias posesiones. Sin embargo, advirtió : “Y por eso les digo, todo pecado
y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu
no será perdonada. Cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre
será perdonado, pero el que hable contra el Espíritu Santo no será perdonado,
ni en este siglo ni en el venidero” (vv. 31-32).
Esta declaració n de Cristo ha planteado la pregunta de si hay algunos
pecados que no está n sujetos a perdó n. El punto era que, si la gente rechazaba
la demostració n de que Cristo es el Hijo de Dios sobre la base de los milagros
que realizó , estaban negando lo que el Espíritu Santo estaba usando para traer
convicció n y fe; y mientras lo hicieran, sus pecados no estaban sujetos a ser
perdonados. En el siglo veintiuno, este pecado ya no es posible porque nadie es
testigo de estos milagros, pero se mantiene el principio de que rechazar el
ministerio del Espíritu Santo en un individuo puede llevarlo a su incredulidad
confirmada. El rechazo del mismo instrumento que Dios usa para traer fe solo
puede resultar en el castigo asignado a los incrédulos.

Condena de quienes buscan una señal


Mateo 12:38–45. En respuesta a algunos de los fariseos y maestros de la ley
que exigían una señ al milagrosa, Jesú s respondió que no recibirían ninguna
señ al excepto la señ al de Joná s, porque, así como Joná s estuvo en un enorme
pez tres días y tres noches, Jesú s lo haría. estar en el corazó n de la tierra tres
días y tres
noches. Nínive, que se arrepintió ante el mensaje de Joná s, se levantaría para
juzgarlos (v. 41). La Reina del Sur también los condenaría porque honraba a
Salomó n, y ahora había aparecido uno má s grande que Salomó n (v. 42). Jesú s
describió la inutilidad de la renovació n moral sin una fe real como una
invitació n a los espíritus malignos a tomar su morada. Jesú s dijo: “Así será con
esta generació n inicua” (v. 45).

Advertencia sobre el costo del discipulado


Mateo 10:24–42. Jesú s advirtió a sus discípulos que si los fariseos lo
llamaban Beelzebub (v. 25), debían esperar un trato similar. Sin embargo, les
dijo: “Así que no les tengas miedo. No hay nada oculto que no se dé a conocer, ni
nada oculto que no se dé a conocer” (v. 26). Jesú s también indicó que aquellos
que recibieron unEl profeta enviado por Dios sería recompensado (v. 41). Jesú s
también dijo: “Y si alguno da incluso un vaso de agua fría a uno de estos
pequeñ os porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su
recompensa” (v. 42).
Mateo 12:41–42. Nínive, así como la Reina del Sur, se levantaría para
condenar la incredulidad de Israel (vv. 41–42).
Mateo 12:43–45; cf. Lucas 11:24-26. La autoreformació n só lo conducirá a
una peor condició n espiritual, ya que no es una solució n permanente al
problema del pecado.

La predicción de Jesús sobre la edificación de su Iglesia y la entrega de las


llaves del reino a los discípulos
Mateo 16:17-19. En su primera predicció n acerca de la iglesia futura, Jesú s
declaró que se basaría en Pedro en el sentido de que él pertenecería a la
primera generació n de cristianos. Ademá s, les daría a Pedro ya los otros
discípulos las llaves del reino de los cielos, que es el mensaje del evangelio de
que por medio de Cristo ellos pueden entrar en el reino de los cielos (vv. 18-
19).

Advertencia de Jesús contra el peligro de avergonzarse de él


Mateo 16:24–27; Marcos 8: 34–38; Lucas 9:23-27. Jesú s señ aló que seguir a
Cristo implica tomar la voluntad de Dios como una cruz y seguirlo (Mat.
16:24). Prometió recompensar a todos segú n su compromiso con Jesucristo (v.
27). La misma verdad está incorporada en la declaració n de Lucas (Lucas 9:23-
27). Jesú s declaró ademá s que algunos de los que está n ante él no gustarían la
muerte hasta que vieran el reino de Dios (Lucas 9:27). Esto debe haber sido
cumplido por la transfiguració n que siguió inmediatamente, cuando los
discípulos vieron en visió n profética la gloria futura de Cristo y la venida de Su
reino.
Promesa de responder a la oración
Mateo 18: 19-20. Si dos está n de acuerdo en la tierra con respecto a una
petició n de oració n, su oració n será respondida. Esto fue especialmente cierto
para los doce discípulos.

Advertencia contra maltrato a un hermano


Mateo 18:15-18, 21-35. Jesú s usó una ilustració n de un siervo que había
sido perdonado por su amo, pero, sin embargo, infligió un castigo a uno que le
debía. Jesú s advirtió : “Así es como mi Padre celestial los tratará a cada uno de
ustedes a menos que perdonen a su hermano de corazó n” (v. 35; cf. Lucas 17:3-
4).

La denuncia de Jesús de los que rechazan a los setenta y dos discípulos


Lucas 10: 1–24. En relació n con los setenta y dos que fueron enviados a
cada pueblo y lugar, Cristo predijo que algunos los recibirían y otros no, pero
que quienes no los recibieran encontrarían el juicio final má s tolerable para
Sodoma que para ellos (cf. Mateo 11:20-24). Lo mismo sucedió donde Cristo
realizó milagros (vv. 13-14).

Se insta a la oración persistente


Lucas 11:1-13; cf. Mate. 6:9-15. En respuesta a la solicitud de los discípulos,
Jesú s les dio lo que se conoce como el Padre Nuestro (Lucas 11: 2–4). En
realidad, fue la oració n de los discípulos, no la oració n del Señ or. Jesú s usó la
ilustració n de su necesidad de pan. Cuando llega un amigo y el anfitrió n acude a
su vecino a pedirle pan, el vecino se levanta y se lo da al anfitrió n. Entonces
Jesú s les instó : “Por eso les digo: Pidan y se les dará ; Busca y encontraras;
llamen y la puerta se les abrirá . Porque todo el que pide, recibe; el que busca,
encuentra; y al que llama, se le abrirá la puerta” (vv. 9-10). También les aseguró
que lo que recibirían sería un buen regalo (vv. 11-13).

Advertencia contra la hipocresía y la incredulidad


Lucas 12:1–12; cf. Mateo 16:6–12; Marcos 8:14-21. Se advirtió a los
discípulos que estuvieran en guardia contra la levadura y la levadura de los
fariseos (Lucas 12: 1), lo cual es hipocresía. Aunque la hipocresía se puede
ocultar por un tiempo, Jesú s declaró : “No hay nada oculto que no se dé a
conocer, ni nada oculto que no se dé a conocer. Lo que has dicho en la oscuridad
se oirá a la luz del día, y lo que has susurrado al oído en los aposentos interiores
se proclamará desde los tejados” (vv. 2–3). Se discernirá la hipocresía de todos
los incrédulos, y será n juzgados en su juicio final.
Jesú s declaró que sus seguidores tienen má s valor para Dios que los
gorriones y que hasta los cabellos de sus cabezas está n contados (vv. 4–7).
Jesú s declaró ademá s que, si lo repudian ante los hombres, será n repudiados
ante los á ngeles de Dios (v. 9). É lTambién les prometió que cuando fueran
juzgados ante los gobernantes de la sinagoga, Dios les daría palabras para decir
(vv. 11-12).

Advertencia contra el materialismo


Lucas 12:13–40. Jesú s declaró que debían “¡tener cuidado! Esté alerta
contra toda clase de codicia; la vida de un hombre no consiste en la abundancia
de sus posesiones” (v. 15). Usó una ilustració n de un hombre que derriba su
granero para construir otros má s grandes (vv. 16-21) solo para morir
inesperadamente. Jesú s declaró : “Por eso les digo, no se preocupen por su vida,
qué comerá n; o sobre tu cuerpo, lo que te pondrá s. La vida es má s que la
comida y el cuerpo má s que la ropa. Considere los cuervos: no siembran ni
cosechan, no tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Y
cuá nto má s valioso eres que los pá jaros! " (vv. 22-24). Prometió que los que
busquen el reino de Dios primero tendrá n un tesoro en el cielo (vv. 31–33).

Advertencia contra la fe superficial y su lamento por Jerusalén en su


incredulidad
Lucas 13:22–32. Jesú s les advirtió que era necesario tener una fe real, ya
que solo unas pocas personas se salvará n. No será suficiente decir: "Comimos y
bebimos contigo, y enseñ aste en nuestras calles" (v. 26). Estas personas verá n a
los salvos —Abraham, Isaac, Jacob y los profetas— entrar en el reino, pero ellos
mismos será n excluidos (vv. 28–29).

Advertencia del juicio de Jerusalén


Lucas 13:33–35. Sin embargo, al final de esta secció n, Jesú s se lamentó por
Jerusalén y su incredulidad y rechazo de los profetas: “¡Jerusalén, Jerusalén, que
matas a los profetas y apedreas a los que te envían! ¡Cuá ntas veces he deseado
reunir a tus hijos!, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, ¡pero
no quisiste! Mira, tu casa te queda desolada. Les digo que no me volverá n a ver
hasta que digan: 'Bienaventurado el que viene en el nombre del Señ or'” (vs. 34-
35; cf. Mat. 23:37-39).

Advertencia contra el rechazo de la invitación al banquete del Señor


Lucas 14:1–24. Jesú s recitó lo importante que es ser invitado al banquete
de Dios. Dio la ilustració n de preparar un banquete e invitar a muchos invitados
que no acudieron. Cada uno puso una excusa tras otra (vv. 16-20). Al enterarse
de surechazo, el amo instó a su siervo a traer a los pobres, lisiados, ciegos y
cojos (v.
21). Terminó la discusió n diciendo: “Les digo que ninguno de esos hombres que
fueron invitados probará mi banquete” (v. 24).

Las recompensas de sus discípulos


Marcos 10: 28–31; Lucas 18: 28-30. Con respecto a la pregunta de los
discípulos sobre lo que recibirá n en la eternidad, Jesú s respondió : “Les digo la
verdad ... nadie que haya dejado su hogar o hermanos o hermanas o madre o
padre o hijos o campos para mí y el El evangelio no recibirá cien veces má s en
esta era presente (hogares, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, y con
ellos, persecuciones) y en la era venidera, la vida eterna. Pero muchos primeros
será n postreros, y los postreros primeros” (Marcos 10:29–31). Al hacer estas
promesas, Jesú s estaba afirmando que no solo hay algunas recompensas que
está n presentes para un creyente y seguidor de Cristo, sino que también se
dará n abundantes recompensas en el cielo.

La recompensa del servicio fiel


Lucas 19:11-27. En la pará bola del noble que dio a tres siervos diez minas
cada uno para cuidar de los obreros mientras él estaba fuera, los dos siervos
que fueron fieles y aumentaron el dinero del señ or con un servicio duro fueron
recompensados, pero el que escondió el dinero de su señ or, quizá s pensando
que su señ or no volvería, fue juzgado, y le quitaron el dinero y lo entregaron al
que había ganado diez minas má s. Jesú s, en relació n con esto, dijo: “Os digo que
a todo el que tiene, se le dará ; pero al que no tiene, hasta lo que tiene se le
quitará ” (v. 26). Lo que tenía el siervo exitoso era fe en que su señ or regresaría
y recompensaría el servicio fiel y obediente. Lo que era verdad de estos siervos
es verdad de todos los que siguen a Jesú s.

La respuesta de Jesús al desafío de los fariseos a su autoridad


Mateo 21:23–22: 14; Marcos 11:27-12: 12; Lucas 20:1–19. Los principales
sacerdotes y los ancianos habían acudido a Cristo y le habían preguntado: “¿Con
qué autoridad haces estas cosas? ... ¿Y quién te dio esta autoridad?'” (Mateo
21:23). Jesú s respondió haciendo otra pregunta: “El bautismo de Juan, ¿de
dó nde vino? ¿Fue del cielo o de los hombres? (v. 25). Los principales sacerdotes
y los demá s no pudieron responder porque no reconocieron a Juan como
profeta como lo había hecho el pueblo, pero no se atrevieron a decir que no
era profeta. En consecuencia, Jesú s respondió que tampoco respondería su
pregunta. Sin embargo, siguió esta conversació n con una serie de pará bolas
para ilustrar de qué estaba hablando.
Un hijo dijo que no iría, pero fue a trabajar en la viñ a; el otro dijo que iría,
pero no lo hizo (vv. 28-31). Sobre la base de esta ilustració n, Jesú s les dijo: “Les
digo la verdad, los recaudadores de impuestos y las prostitutas está n entrando
en el reino de Dios antes que ustedes. Porque vino Juan para mostraros el
camino de la justicia, y no le creísteis, pero sí lo hicieron los publicanos y las
prostitutas. E incluso después de haber visto esto, no se arrepintió ni le creyó ”
(vv. 31–32).
A esto le siguió otra pará bola sobre el dueñ o de una viñ a que envió a sus
siervos a cobrar la renta, pero los labradores golpearon a algunos y mataron a
otros (vv. 33–35). Finalmente envió a su hijo, y los labradores se lo llevaron y lo
mataron. Jesú s planteó la pregunta: "Por tanto, cuando venga el dueñ o de la
viñ a,
¿qué hará con esos labradores?" (v. 40). Sus oyentes, por supuesto, dijeron que
el propietario los juzgaría por ello. Entonces Jesú s hizo la solicitud de que É l,
como la piedra que rechazaron los constructores (v. 42), iba a ser la piedra
angular (v. 42). En otras palabras, aunque podrían rechazarlo, llegaría el
momento en que pagarían el precio y Jesú s se convertiría en la piedra angular
del edificio. Jesú s predijo: “Por eso les digo que el reino de Dios les será quitado
y entregado a un pueblo que producirá su fruto. El que caiga sobre esta piedra,
será quebrantado, pero el sobre quien caiga será aplastado” (vv. 43–44). Los
fariseos se dieron cuenta de que estaba hablando de que ellos rechazaban el
mensaje de Cristo y estaban sujetos a un castigo futuro.
Cristo utilizó una ilustració n final, la pará bola de un banquete de bodas,
para aclarar su punto. Los invitados tenían una excusa tras otra y no querían
venir, y él envió a sus sirvientes a invitar a otros, quienes pudieran. Cuando el
rey llegó a la fiesta, Jesú s dijo que uno de ellos no tenía traje de boda: “Pero
cuando el rey entró a ver a los invitados, vio a un hombre que no vestía traje de
boda. "Amigo", preguntó , "¿có mo llegaste aquí sin ropa de boda?" El hombre se
quedó sin habla” (Mat. 22:11-12). El punto en esta pará bola es que los invitados
fueron invitados y los vestidos de boda fueron proporcionados por el que
organizó el banquete, y no había excusa para que él no tuviera un vestido de
boda. Por consiguiente, en la ilustració n Jesú s hizo que arrojaran al hombre a
las tinieblas de afuera porque no podía participar en la fiesta. Sin salvació n, es
imposible ir al cielo.

La respuesta de Jesús a la pregunta de los saduceos sobre la resurrección


Mateo 22:23–33; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27–40. Debido a que los
saduceos no creían en la resurrecció n del cuerpo, pensaron que podían atrapar
a Jesú s con una historia teó rica de una mujer que tenía siete maridos.
Plantearon la pregunta de de quién sería la esposa en el cielo. Jesú s les
respondió . En primer lugar, con respecto a su pregunta en particular, Jesú s dijo:
“Está s en un error porque no conoces las Escrituras ni el poder de Dios. En la
resurrecció n, la gente no se casará ni se dará en matrimonio; será n como
á ngeles en el cielo” (Mat. 22: 29–30). Jesú s también abordó la pregunta bá sica
sobre la resurrecció n y agregó :
“Pero sobre la resurrecció n de los muertos, ¿no has leído lo que Dios te dijo: 'Yo
soy el Dios de Abraham, ¿el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de
muertos, sino de vivos” (vv. 31–32). Los saduceos, silenciados, no se atrevieron
a hacer má s preguntas.

Denuncia de los escribas y fariseos


Mateo 23:1–39; Marcos 12: 38–40; Lucas 20:45–47. Cristo denunció a los
fariseos en primer lugar porque buscaban exaltarse a sí mismos en lugar de ser
siervos (Mat. 23:1-11). Jesú s predijo que los que se humillen será n exaltados,
pero que los fariseos será n excluidos del reino (vv. 12-13).
Después de la severa denuncia de los escribas y fariseos (vv. 15-26), Jesú s
predijo: “¡Serpientes! ¡Generació n de víboras! ¿Có mo escapará s de ser
condenado al infierno? Por tanto, les envío profetas, sabios y maestros. A
algunos de ellos matará s y crucificará s; a otros los azotará s en tus sinagogas y
los perseguirá s de pueblo en pueblo. Y así vendrá sobre ti toda la sangre justa
que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la
sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien mataste entre el templo y el altar.
Les digo la verdad, todo esto vendrá sobre esta generació n” (vv. 33–36). Esta
solemne denuncia de los fariseos fue la preparació n para el profético Discurso
del Monte de los Olivos en Mateo 24-25, Marcos 13:1-35 y Lucas 21:5-36.

Las profecías de Jesús en la última fiesta de la Pascua


Mateo 26:17–75; Marcos 14:12–72; Lucas 22:7-71. En relació n con las
ú ltimas veinticuatro horas de la vida de Jesú s en la tierra antes de su
crucifixió n, variosse dieron profecías ademá s del discurso en el Cená culo (Juan
13-17), que se tratará por separado. Jesú s anunció que uno de sus discípulos lo
traicionaría: “Les digo la verdad, uno de ustedes me entregará ” (Mat. 26:21).
Cuando todos lo negaron, Jesú s respondió : “El que haya metido la mano en el
cuenco conmigo, me traicionará . El Hijo del Hombre se irá tal como está escrito
de él. Pero ¡ay del hombre que traiciona al Hijo del Hombre! Mejor le sería si no
hubiera nacido” (vv. 23-24). Después de esta predicció n, las Escrituras
registraron que “Judas, el que lo iba a traicionar, dijo: '¿Seguramente yo no,
Rabí?' Jesú s respondió : 'Sí, eres tú '” (v. 25). Judas má s tarde esa noche traicionó
a Jesú s.
Mientras observaban la institució n de la Cena del Señ or en el momento de
la fiesta de la Pascua, Jesú s declaró : “Les digo que no beberé de este fruto de la
vid desde ahora hasta el día en que lo beba de nuevo con ustedes en el reino de
mi Padre” (v. 29). Jesú s se estaba refiriendo al reino milenial cuando volverían a
estar juntos después de su resurrecció n.
Cuando dejaron el Cená culo y se dirigieron al Monte de los Olivos, Jesú s les
dijo: Esta misma noche todos ustedes se apartará n por mi causa, porque está
escrito: 'Heriré al pastor, y las ovejas del rebañ o será n esparcidas. ' Pero
después que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea” (vv. 31-32). Cuando
Pedro negó que hiciera esto, Jesú s dijo: "En verdad os digo ... esta misma noche,
antes que cante el gallo, me negaréis tres veces" (v. 34; Marcos 14: 29-32; Lucas
22:34; Juan 13:35-38). En consecuencia, esta profecía se cumplió má s tarde esa
noche, así como la profecía de que todos los discípulos huirían.
En relació n con su interrogatorio ante el Sanedrín, el sumo sacerdote le
preguntó a Jesú s: “Te encargo bajo juramento del Dios viviente: Dinos si eres el
Cristo, el Hijo de Dios” (Mateo 26:63). “'Sí, es como tú dices', respondió
Jesú s. Pero yo os digo a todos: En el futuro veréis al Hijo del Hombre sentado a
la diestra del Poderoso y viniendo sobre las nubes del cielo” (v. 64). El sumo
sacerdote tomó esto como lo mismo que afirmar ser Dios y lo declaró digno de
muerte (vv. 64–66).

A los discípulos se les dijo que se encontraran con Jesús en Galilea


Mateo 28:7; San Marcos 16:7. A medida que los discípulos comprendieron
gradualmente el hecho de que Jesú s había resucitado de entre los muertos, el
á ngel en la tumba les informó queCristo los encontraría en Galilea. En realidad,
los conoció varias veces mucho antes, pero los conoció en Galilea má s tarde
(Juan 21:1).

PROFECÍA EN RELACIÓ N CON EL SERMÓ N DEL MONTE


El carácter ético del Sermón de la Montaña
Mateo 5–7; Marcos 4:21-23; 10:2-12; Lucas 6:20–49; 8:16-18. Los judíos, en
su anticipació n de la venida del Mesías, creían que cuando É l viniera habría
independencia política de sus enemigos y bendiciones materiales para la nació n
de Israel. Sin embargo, lo que habían pasado por alto era que el reino futuro,
cuando Cristo reinaría, tendría también ciertos principios espirituales que
caracterizarían el período. Debido a su énfasis unilateral en lo político, Cristo
pronunció el Sermó n del Monte para enfatizar los principios éticos del Rey.
Las interpretaciones del Sermó n del Monte han variado desde el punto de
vista extremo de que es completamente profético y no se cumplió antes de la
segunda venida al otro extremo, donde se lo toma como el mensaje del
evangelio del camino de salvació n para la época actual. Una lectura cuidadosa
del Sermó n del Monte respalda la conclusió n de que Cristo estaba tratando con
los principios éticos del reino, que entrará n en juego en el futuro reino milenial
pero que hasta cierto punto son aplicables ahora. En consecuencia, en el
Sermó n de la Montañ a hay frecuentes referencias al presente y có mo deben
aplicarse los principios que anuncia. Al mismo tiempo, el Sermó n comunica la
visió n distante de que la realizació n de estos principios éticos llegará cuando
Cristo reine en la tierra.
El carácter profético de las bienaventuranzas
Mateo 5:1–12; Lucas 6:20-23. Las Bienaventuranzas son una buena
ilustració n del cará cter ético del reino, incluida la bendició n presente pero
también la recompensa futura. Cada bienaventuranza habla de la bendició n
presente y luego la bendició n suprema en el reino. En consecuencia, los que son
"pobres de espíritu" poseerá n "el reino de los cielos" (Mat. 5:3). A los que
"lloran" se les promete "será n consolados" (v. 4). A los que son "los mansos" se
les promete que "heredará n la tierra" (v. 5). A los que en la actualidad “tienen
hambre y sed de justicia” se les promete que “será n saciados” (v. 6). A los que
son “misericordiosos” se les mostrará misericordia (v. 7). Los queson "limpios
de corazó n" se les promete que "verá n a Dios" (v. 8). A los que son "los
pacificadores" se les promete que "será n llamados hijos de Dios" (v. 9). A los
que son “perseguidos por causa de la justicia” se les promete que “de ellos es el
reino de los cielos” (v. 10). Estas bienaventuranzas son generales en su
promesa para cualquiera que califique.
Inmediatamente después de estas bienaventuranzas, Jesú s hizo una
aplicació n a los propios discípulos. É l declaró : “Bienaventurado eres cuando la
gente te insulta, te persigue y falsamente dice todo tipo de mal contra ti por mi
causa. Regocíjense y regocíjense, porque grande es su recompensa en el cielo,
porque de la misma manera persiguieron a los profetas que fueron antes de
ustedes” (vv. 11-12). Lo que es verdad de las Bienaventuranzas es verdad de
otras promesas del Sermó n de la Montañ a. Hay una aplicació n actual y una
promesa futura de recompensa.

Las verdades de la ley o los profetas se cumplirán en el reino futuro


Mateo 5:17-20. La dispensació n de la ley mosaica debía ser llevada a su fin
en la tierra por Cristo, pero su fin no sería de abolició n sino de cumplimiento.
Por consiguiente, como escribió Pablo en 2 Corintios 3:13, "el resplandor" de la
ley "se estaba desvaneciendo". Asimismo, se instruyó a los gá latas: “Ahora que
ha venido la fe, ya no estamos má s bajo la supervisió n de la ley” (Gá latas 3:25).
La ley mosaica estaba limitada en su aplicació n a la nació n de Israel y estaba
limitada en cuanto a su continuidad porque debía ser cumplida por Cristo y
sucedida por otra dispensació n.
Los principios espirituales y morales de la ley, sin embargo, continú an, y
Jesú s declaró : “Les digo la verdad, hasta que el cielo y la tierra desaparezcan, ni
la letra má s pequeñ a, ni el má s mínimo trazo de una pluma, desaparecerá de
ninguna manera. Ley hasta que todo se cumpla” (v. 18). En consecuencia,
aunque la ley mosaica como una aplicació n directa se terminó , los principios
morales y espirituales involucrados continuarían para siempre. En esta
declaració n, Jesú s estaba afirmando la inspiració n de la Escritura que se
extiende no solo a las
palabras, sino también a la letra má s pequeñ a o la parte má s pequeñ a de una
letra. La letra hebrea má s pequeñ a era yod, y la parte má s pequeñ a de una letra
probablemente era un título, que se refiere a la parte má s pequeñ a de una letra
que se cambia y afecta su significado. Se proporciona una ilustració n en inglés
en la letra E mayú scula inglesa. Si se elimina la línea horizontal inferior, se
convierte en una F mayú scula. En la letra E, el título es la línea horizontal
inferior.
Sobre la base de esta revelació n, Jesú s declaró que quebrantar los
mandamientos y enseñ ar a otros a hacerlo también requerirá juicio, lo que hará
que algunos no entren el Reino. Por otro lado, los que obedezcan la ley y los
principios morales del reino “será n llamados grandes en el reino de los cielos”
(v. 19).

El requisito de la ley de reconciliación antes del sacrificio


Mateo 5:21-26. La ley era clara en cuanto a que uno no debía asesinar a
otro, pero la plena aplicació n de la ley indicaba que uno debía tener cuidado
incluso de hablar tontamente, como llamar tonto a una persona (v. 22). Si uno
estaba ofreciendo un sacrificio, pero no había arreglado las cosas con su
hermano, primero debe arreglar las cosas con él y luego traer el sacrificio (vv.
23-26).

La ley aplicada al adulterio y al divorcio


Mateo 5:27–32. Aunque el divorcio se lograba fá cilmente en el Antiguo
Testamento, mirar a una mujer con lujuria es adulterio, y el divorcio debe
concederse solo por infidelidad conyugal (vv. 28, 32).

La aplicación de la ley a los juramentos, la resistencia a las personas malas


y la generosidad como cumplimiento del carácter espiritual de la ley
Mateo 5:33–42. Los juramentos descuidados traerá n problemas tanto en el
tiempo como en la eternidad (vv. 33-36). También está prohibido tomar
represalias de mal por mal (vv. 38-39). Del mismo modo, uno no debe resistir si
otro quiere robarle o tomar su manto o pedir prestado dinero (vv. 40-42). Estos
mandamientos ilustran el cará cter supremo de la ley, que, en estos casos, no
podrá alcanzar su plena aplicació n hasta el reino milenial.

Amar a los enemigos


Mateo 5:43–48; Lucas 6:27–36. Aunque la ley instruyó a amar al pró jimo, la
aplicació n má s elevada de la ley sería amar a los enemigos (Mat. 5:43–
45). Incluso los recaudadores de impuestos del mundo amaban a quienes los
recompensaban (vv. 46–47). La norma perfecta, por supuesto, es el amor de
Dios por nosotros encarnado en la exhortació n de “sed, pues, perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto” (v. 48).
El evangelio de Lucas, que también registra esta porció n del Sermó n del
Monte, enfatiza la necesidad de amar al pró jimo (Lucas 6:27–36). Asimismo, no
debemos juzgar a los demá s, sino perdonarlos (v. 37). La ley disponía que los
judíos debían ser generosos; serían bendecidos en proporció n a su generosidad
con los demá s (v. 38). Luke tambiénamplió la necesidad de no juzgar mediante
el uso de una ilustració n de una persona que tiene un gran obstá culo en su
propio ojo e intenta quitar la mota del ojo de su hermano. En cambio, esa
persona debe aclararse primero su propia vista (Lucas 6: 41-42).

La vida de fe prohíbe la hipocresía


Mateo 6:1–8. Al actuar con rectitud, un individuo no debe mostrar su acto
para ser visto por los hombres, porque esto le impedirá obtener una
recompensa en el cielo (v. 1). Nuestra donació n de nuestra sustancia debe ser
en secreto para que no perdamos nuestra recompensa eterna (vv. 2–3). La
oració n debe estar desprovista de hipocresía y no debe darse en pú blico para
ser escuchada por los hombres (v. 5). En cambio, lo ideal es orar en secreto,
evitando la repetició n en vano, reconociendo que Dios conoce nuestra petició n
antes de que la demos (vv. 6–8).

La oración modelo
Mateo 6:9-15; Lucas 11:1–4. Esta oració n, ofrecida como modelo por Cristo
a sus discípulos, tiene tanto aplicació n actual como cumplimiento
futuro. Anticipa el reino futuro (v. 10). Exhorta a perdonar ahora a los que
pecan contra nosotros en vista del futuro perdó n de Dios para nosotros (v. 12).
Se reiteró la promesa de que, si perdonamos a los hombres, Dios nos
perdonará . Este perdó n es a nivel familiar má s que a nivel judicial ya que,
obviamente, los cristianos son justificados por la fe y no necesitan perdó n en el
sentido judicial.

Hipocresía nuevamente denunciada


Mateo 6:16-18. Cuando los discípulos ayunaban, se les instruyó que no se
desfiguraran ni dejaran en claro que estaban ayunando. Má s bien, se debe
considerar a Dios como el testigo de lo que estaban haciendo, y se les prometió
una recompensa (vv. 17-18). El tesoro en el cielo se contrasta con el tesoro en
la tierra.
Tesoros en el cielo
Mateo 6:19–34. Jesú s les recordó que los tesoros terrenales se pueden
robar o estropear. Aquellos que tienen su tesoro en el cielo lo tienen en un lugar
seguro (vv. 19-21). Codiciar el dinero también es contrario a la voluntad de
Dios (vv. 22- 23). No se puede servir al dinero y a Dios al mismo tiempo (v. 24).
La comprensió n adecuada de que el tesoro terrenal es temporal hace
mucho para quitar la preocupació n por esta vida (v. 25). Jesú s usó la ilustració n
de pá jaros que fueron alimentados por susPadre celestial. Si Dios los alimenta,
también nos cuidará (v. 26). Después de todo, la preocupació n no agrega nada a
la vida (v. 27). Esto fue ilustrado por los lirios del campo y la hierba del campo,
que son só lo temporales en su valor (vv. 28–32). La ley bá sica se declara: “Pero
buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas también os será n
dadas” (v. 33). En estas exhortaciones, como muchas otras en el Sermó n de la
Montañ a, el presente está vinculado a la recompensa futura y las riquezas
futuras. La vida de fe, como se ilustra en Mateo 6, es imposible sin la
comprensió n de las verdaderas riquezas que está n almacenadas en el cielo.

Condena la crítica injusta


Mateo 7:1–6; Lucas 6:37–45. Mantener los principios espirituales del reino
implica no participar en juzgar a los demá s cuando deberíamos estar
considerando nuestras propias deficiencias (Mat. 7:1–5).

Jesús anima a sus discípulos a orar


Mateo 7:7–11; cf. Lucas 11:5-13. Jesú s nuevamente animó a los discípulos a
orar por las bendiciones presentes y también por la recompensa futura. Así
como un padre no le daría a su hijo una piedra en lugar de pan (Mat. 7: 9) o una
serpiente en lugar de un pez (v. 10), como un buen padre terrenal, Dios puede
dar buenos regalos a Sus hijos.

La regla de oro
Mateo 7:12; Lucas 6:31. La ley bá sica de servir bien a los demá s, como
esperaríamos que nos sirvan a nosotros, es la esencia de la Ley y los Profetas
(Mateo 7:12), y lo que hagamos tendrá recompensa eterna.

Los dos caminos


Mateo 7:13–27; Lucas 6:43–49. El Sermó n de la Montañ a concluyó con
énfasis en el hecho de que los hombres tienen que elegir constantemente entre
dos caminos. El camino a la salvació n es angosto, y solo unos pocos lo
encuentran, a menudo porque no lo buscan (Mateo 7:13-14). Los falsos profetas
pueden contrastarse con los verdaderos profetas y son reconocidos por su
fruto (vv. 15-20). Su fruto también será una base para el juicio en la eternidad.
El contraste entre la verdadera fe y la falsa profesió n también tendrá su
má xima revelació n (vv. 21-23).
La ilustració n final de las dos formas se presentó como un contraste entre
fundamentos verdaderos y fundamentos falsos. Una casa construida por un
sabio será construida sobre una roca (v. 24). El necio edificará su casa sobre
arena (v. 26). Cuando la lluvia y la tormenta la prueban, la casa sobre la roca
perdura; la casa sobre la arena se desmorona (vv. 25, 27). Incluso una vida
construida sobre principios éticos no sobrevivirá a menos que esté basada en la
verdadera fe en Dios y la confianza en Su gracia para la salvació n. Aunque
algunas otras exhortaciones tendrá n su cumplimiento completo en el reino
milenial, muchas de las verdades reveladas aquí se aplican tanto a la vida
presente como a la futura.

LOS MISTERIOS DEL REINO DE LOS CIELOS


El propósito de Dios en la revelación de las parábolas
Mateo 13, que presenta siete pará bolas del reino de los cielos, es un
capítulo ú nico en los Evangelios porque trata del reino de los cielos en su forma
de misterio, es decir, el reino de los cielos tal como se cumplirá en la era
presente antes del segundo advenimiento
Los judíos esperaban que su Mesías los librara políticamente de sus
opresores y los estableciera como la nació n líder del mundo. Se hizo cada vez
má s obvio que Jesú s no iba a cumplir con esta expectativa. En consecuencia,
Mateo estaba presentando la verdad para explicar la respuesta real a
esta pregunta a aquellos judíos que estaban cuestionando el papel de Jesú s
como el Mesías.
Anteriormente en el evangelio de Mateo, el linaje de Jesú s desde David
hasta José, su padre legal, constituía una prueba de que Jesú s realmente estaba
calificado para ser el Mesías. El registro de Su concepció n y nacimiento,
también presentado en Mateo, dejó en claro que Jesú s era Aquel a quien se
prometió nacer de una virgen en Isaías 7:14. La visita de los magos confirmó
que Jesú s era en verdad el Mesías.
Con la venida de Juan el Bautista, Jesú s fue bautizado y tuvo el testimonio
adicional de Juan de que É l era realmente el prometido.
El problema con los judíos era que su expectativa de su Mesías era
unilateral. Solo habían anticipado el lado político, es decir, que Jesú s los
redimiría de sus enemigos. Los judíos no se dieron cuenta de que el reino
venidero también tendría exigencias para ellos en el camino de la vida
espiritual. Para corregir esto, Jesú s pronunció el Sermó n del Monte segú n se
registra en Mateo 5–7. Solo Mateo registró todas estas pará bolas, aunque
Marcos y Lucas también revelaron la pará bola delsembrador (Marcos 4:1–9,
13–20; Lucas 8:5–15) y la pará bola de la semilla de mostaza (Marcos 4:30–32;
Lucas 13:18–19). La pará bola de la levadura, que no se encuentra en Marcos, se
revela en Lucas 13:20-21.
Los altos está ndares éticos del reino venidero no atrajeron al pueblo
judío. En apoyo de Su revelació n, Jesú s realizó muchos milagros, como se
describe en Mateo 8–10, pero en general, el pueblo judío rechazó a Jesú s,
aunque muchas personas se convirtieron en Sus seguidores. Debido a esto,
Jesú s se volvió hacia el individuo en lugar de la nació n como un todo, invitando
a cada persona a venir a É l y encontrar descanso (Mat. 11:28-30). A medida que
aumentaba la oposició n de los judíos, Cristo presentó su propia denuncia de su
incredulidad y dureza de corazó n en Mateo 12.
En vista del hecho de que los judíos, en su mayor parte, habían rechazado a
Cristo, las normas morales de Su reino y la evidencia de que Jesú s era en verdad
el Mesías, Jesú s ahora se dirigió al resultado, es decir, que el reino no vendría
inmediatamente, pero que, en cambio, se cumpliría una nueva forma del reino
no anticipada en la revelació n del Antiguo Testamento.
La idea de un reino pospuesto ha sido rechazada por algunos que ven a
Dios cambiando de opinió n y anulando la oferta de Cristo como Mesías y Rey de
los judíos. Debe entenderse que el aplazamiento del plan de Dios para traer el
reino es solo del lado humano. Desde el lado divino, el plan de Dios incluía esta
contingencia. Dios sabía que se produciría un rechazo y que, en consecuencia,
se cumpliría Su propó sito con respecto a la era presente.
La comparació n puede hacerse entre Israel en Cades Barnea y los
seguidores de Jesú s en el primer siglo. En Cades Barnea se les prometió a los
hijos de Israel la tierra si entraban y la poseían (Nú m. 13:26-14:26). La entrada
de los hijos de Israel a la Tierra Prometida se retrasó cuarenta añ os debido a su
incredulidad. Sin embargo, esto se anticipó en el plan de Dios y no representa
un cambio de opinió n por parte de Dios, sino má s bien un cambio en la
expectativa humana de cumplimiento del propó sito de Dios.
En Mateo 13, en consecuencia, Jesú s respondió a la pregunta de qué
sucederá antes de que Cristo regrese para establecer Su reino. Jesú s no reveló
todos los detalles de este período, sino que reveló el cará cter general de la
época actual. Lo que les reveló fue en pará bolas diseñ adas para ser entendidas
por el pueblo de Dios, pero no por los incrédulos. La verdad que Jesú s reveló
fue declarada como un misterio: “los secretos del reino de los cielos” (Mat.
13:11).
Como se define en las Escrituras, un misterio es una verdad que no se
discierne simplemente mediante la investigació n, sino una verdad que requiere
revelació n. En términos generales, se refiere a una verdad escondida en el
Antiguo Testamento y desconocida para ese período, pero una verdad que
ahora se revela. Se encuentra una definició n en Colosenses 1:26, donde se
define el misterio o secreto: "el misterio que se ha mantenido oculto durante
siglos y generaciones, pero que ahora ha sido revelado a los santos". Se pueden
encontrar referencias similares a los misterios en todo el Nuevo Testamento
(Romanos 11:25; 16:25; 1 Cor. 2:7; 4:1; 13:2; 14:2; 15:51; Efesios 1:9; 3:3–4, 9;
5:32; 6:19; Col. 1:27; 2:2; 4:3; 2 Tes. 2:7; 1 Tim. 3:16; Apoc. 1:20; 10:7; 17:5, 7).
A partir de estos pasajes se hace evidente que un misterio no es una
verdad difícil de entender, sino que requiere revelació n antes de que sea
posible la comprensió n. Debido a que la era presente estaba en gran parte
oculta del Antiguo Testamento, donde la primera y la segunda venida de Cristo
a menudo se presentan como el mismo evento, las verdades que deben
cumplirse en la era actual constituyen misterios o verdades que una vez no se
revelaron, pero ahora se revelaron. El escenario del mensaje sobre los
misterios del reino fue a lo largo del lago de Galilea, donde Jesú s se sentó en
una barca y una gran multitud se paró en la orilla para escucharlo hablar.

La parábola del sembrador y varios tipos de suelo


Mateo 13:1–9; Marcos 4:1–20; Lucas 8:4-15. Al presentar las pará bolas,
Jesú s usó ilustraciones que se referían a aspectos comunes de la vida en Israel.
En esta primera pará bola, Jesú s describió có mo hubo una variedad de
recepció n de la semilla. A veces, los agricultores sembraban donde ni siquiera
habían arado, y Jesú s se refirió a la semilla que caía en un camino duro y
trillado donde no podía echar raíces y los pá jaros se comían la semilla (Mat.
13:4). Alguna semilla caería sobre el suelo que cubría finamente la roca.
También aquí, debido a que el suelo era poco profundo, la semilla, aunque
comenzaba a echar raíces, pronto se marchitaría (vv. 5-6). Aú n otra semilla caía
en un suelo bueno pero asfixiado por las malas hierbas. Tampoco crecería bien
(v. 7). Sin embargo, alguna semilla caería en buena tierra, la cual sería receptiva
y produciría hasta cien veces má s (v. 8). Habiendo entregado la pará bola, Jesú s
les instó : “El que tiene oídos, oiga” (v. 9).
En la interpretació n de la pará bola, conviene recordar que los intérpretes
proceden de varios puntos de vista escatoló gicamente. Aquellos que son
premilenialistas interpretan esto como una referencia a la era presente que
precede a la segunda venida de Cristo, con el reino siguiendo por mil añ os
después del regreso de Jesú s. Los amilenaristas llegan al pasaje e intentan
encontrar el cumplimiento de la promesa del reino en la tierra en un sentido u
otro. Los posmilenaristas intentan encontrar en este pasaje evidencia de que el
evangelio finalmente triunfará y, para todos los propó sitos prá cticos, dominará
el mundo entero.
Debería ser obvio que esta pará bola no anticipa el evangelio como una
fuerza triunfante en el mundo. Por el contrario, solo una pequeñ a parte de la
població n recibirá el mensaje del evangelio y responderá favorablemente y
dará fruto. Esta y otras pará bolas dejan en claro que la Biblia no enseñ a a un
mundo cada vez mejor, que culmina con la segunda venida de Cristo. Má s bien,
retrata un cumplimiento dual del bien y del mal que será n juzgados en la
segunda venida.
Esta pará bola del sembrador tampoco corresponde a la interpretació n
milenial de que el reino milenial se está cumpliendo ahora. Má s bien, se hace
hincapié en el rechazo del evangelio de una manera que no sería cierta en el
cumplimiento de las profecías del reino en la tierra.

Razones para la revelación en forma de parábolas


Mateo 13:10-17. Después de la primera pará bola, los discípulos se
acercaron a Jesú s y le preguntaron: "¿Por qué le hablas a la gente en
pará bolas?" (v. 10).
El secreto de por qué se usaron las pará bolas fue que aquellos que
rechazaron a Jesucristo presentado sin pará bolas no tenían derecho a
comprender los secretos que pertenecen a los que son de fe. En consecuencia,
Jesú s dijo: “Al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (v. 12). Lo que
faltaba es el elemento de fe. En otras palabras, aquellos que se niegan a aceptar
una presentació n clara del evangelio no será n inducidos a los secretos que
está n involucrados en la verdad espiritual.
Como resultado, Jesú s caracterizó la dureza de su corazó n al no aceptar la
verdad en las palabras: “Aunque ven, no ven; aunque oyen, no oyen ni
entienden” (v. 13).
Jesú s también citó a Isaías, quien, como profeta, anticipó la dificultad de las
personas para escuchar la Palabra de Dios: “Siempre escuchará s, pero nunca
entenderá s; siempre verá s, pero nunca percibirá s. Porque el corazó n de este
pueblo se ha endurecido; apenas oyen con los oídos y han cerrado los ojos. De
lo contrario, podrían ver con sus ojos, oír con sus oídos, comprender con su
corazó n yvuelve, y yo los sanaré” (Mat. 13:14-15). Un conocimiento má s
profundo de la verdad de Dios requiere la aceptació n de verdades anteriores
má s simples sin las cuales las verdades má s profundas nunca será n reveladas.
Jesú s, sin embargo, elogió a los discípulos como aquellos que escucharon y
declaró que lo que oyeron, “muchos profetas y justos anhelaban ver lo que veis,
pero no lo vieron, y oír lo que oís, pero no oyeron” (v. 17).

Interpretación de la parábola del sembrador


Mateo 13:18-23. Con este trasfondo, Jesú s interpretó la pará bola del
sembrador. La semilla del camino difícil es arrebatada inmediatamente por el
maligno porque no hay receptividad (vv. 19-20). La semilla que cae en los
lugares rocosos indica una recepció n poco profunda que no dura lo suficiente
para que la semilla crezca eficazmente (vv. 20-21). La semilla entre espinas se
refiere a alguien que es receptivo pero cuya vida está ahogada por "las
preocupaciones de esta vida y el engañ o de las riquezas" (v. 22), con el
resultado de que la semilla se ahoga y no da fruto (v. 22). La semilla que es
productiva, sin embargo, cae en buena tierra donde se entiende el evangelio, y
puede producir hasta cien veces má s (v. 23). El evangelio, aunque rechazado
por muchos, será recibido por unos pocos.

Las malas hierbas entre el trigo


Mateo 13:24–30, 37–43. En contraste con la primera pará bola que enseñ ó
varios tipos de recepció n de la semilla, la segunda pará bola se refiere a la
diferencia entre el verdadero trigo y la mala hierba. Para la pará bola, Jesú s usó
la situació n en la que un hombre siembra buena semilla en su campo (v. 24). Sin
embargo, después de que el hombre ha sembrado la buena semilla, sus
enemigos vienen y sembran cizañ a (v. 25). Cuando ambos comienzan a crecer,
se hace evidente que el trigo y la mala hierba crecen juntos. Cuando los
sirvientes preguntan si deben tratar de arrancar la mala hierba, se les dice que
esperen hasta la cosecha (vv. 28-30). En el momento de la cosecha, se instruye a
los segadores para que recojan las malas hierbas primero y luego el trigo (v.
30). Como en la primera pará bola de los tipos de suelo, la pará bola aquí no
apoya la idea posmilenial de que el evangelio triunfará y traerá una edad
de oro. Ademá s, no apoya el concepto de que la era actual es el cumplimiento de
las promesas del reino de Cristo. En cambio, es una descripció n precisa de la
era actual, donde se proclaman tanto el evangelio verdadero como los
evangelios falsos.
Esta pará bola es utilizada por los post-tribulacionistas como prueba de
que el rapto no se puede colocar antes de los eventos del tiempo del fin de la
gran tribulació n porque las malas hierbas son reunidas primero. Esto refutaría
a los pretribulacionistas que enseñ an que el rapto reú ne primero a los salvos.
En consecuencia, colocan el rapto como un evento que precede a la segunda
venida de Cristo a la tierra.
La respuesta a esto es bastante simple. En primer lugar, el orden de la
recolecció n no es significativo, como se ilustra en la pará bola final de la red,
cuando lo contrario es cierto: los peces buenos se recogen primero y los peces
malos se tiran (v. 48). El hecho es que habrá una serie de juicios en la segunda
venida, y el orden no es significativo aquí.
Sin embargo, la verdadera respuesta es que el rapto no está a la vista aquí.
El período involucrado es el período completo entre el primer y segundo
advenimiento de Cristo sin consideració n especial de la era de la iglesia como
tal desde Pentecostés hasta el rapto.
Los discípulos no entendieron fá cilmente la pará bola de la mala hierba en
el campo, y Jesú s se la explicó , diciendo: “El que sembró la buena semilla es el
Hijo del Hombre. El campo es el mundo y la buena semilla representa a los hijos
del reino. La mala hierba son los hijos del maligno, y el enemigo que la siembra
es el diablo. La cosecha es el fin de los tiempos y los segadores son á ngeles. Así
como las malas hierbas se arrancan y se queman en el fuego, así será al final de
la era. El Hijo del Hombre enviará a sus á ngeles, y ellos arrancará n de su reino
todo lo que causa pecado y todo lo que hace el mal. Los arrojará n al horno de
fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes. Entonces los justos brillará n como
el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, oiga” (vv. 37–43). Una vez
explicada, la pará bola es fá cil de entender y creer, pero esta pará bola, como
otras, requiere interpretació n.

La parábola de la semilla de mostaza


Mateo 13: 31–32; Marcos 4:30–32. Jesú s usó la semilla de mostaza como
una ilustració n del rá pido crecimiento del reino. La planta de mostaza no es la
que se usa hoy para condimentos, sino una variedad diferente. Una sola vaina a
menudo contiene cientos de semillas pequeñ as, cada una de las cuales
produciría una planta. Jesú s usó esto, por lo tanto, como una ilustració n del
crecimiento de poco a mucho, declarando: “Aunque es la má s pequeñ a de todas
tus semillas, cuando crece, es la má s grande de las plantas del jardín y se
convierte en á rbol, de modo que las aves del cielo vienen y se posan en sus
ramas” (Mat. 13:32). En general, esta pará bola se refiere al rá pido crecimiento
de la iglesia. El reino de los cielos se refiere a una esfera de profesió n (aquellos
que solo profesan fe) que obviamente crece rá pidamente, ose refiere a un
verdadero reino de Dios, como en Marcos 4:30–32, que también crece
rá pidamente. Sin embargo, se toma nota del hecho de que las aves del cielo se
posan en sus ramas, refiriéndose a las malas influencias de quienes ni siquiera
está n en una esfera de profesió n que se relacione con la iglesia.
A veces surge una pregunta acerca de la declaració n del pasaje de que la
semilla de mostaza es “la má s pequeñ a de todas tus semillas” (v. 32). En
realidad, el texto del Nuevo Testamento griego es un comparativo (mikroteron),
lo que significa que es má s pequeñ o. Algunos sostienen que esto es un error en
las Escrituras porque la semilla de la orquídea, por ejemplo, es aú n má s
pequeñ a. Esto, sin embargo, está descartado por el propio pasaje, que limita las
semillas en consideració n a las que se plantan en Tierra Santa. El hecho de que
se encuentren semillas má s pequeñ as en otras partes del mundo carece de
importancia.
Esta pará bola es especialmente significativa porque se encuentra solo en el
evangelio de Mateo, que revela los misterios del reino de los cielos, así como en
Marcos, donde el reino de Dios está relacionado con esta pará bola. Aunque la
mayoría de los eruditos consideran el reino de los cielos y el reino de Dios como
una referencia a la misma entidad, en Mateo 13, en particular, el reino de los
cielos parece incluir aquello que no es una parte genuina del reino sino un á rea
de mera profesió n. en contraste con el reino de Dios, que incluye solo hombres
y á ngeles salvos. Esta pará bola es significativa, sin embargo, ya que incluye a
ambos porque sucede que tanto el reino de los cielos como esfera de profesió n
como el reino de Dios como esfera de salvació n (el verdadero cuerpo de Cristo)
crecen rá pidamente. Cabe señ alar que las pará bolas de Mateo 13 incluyen un
á mbito de profesió n como en el caso del trigo y la cizañ a y má s adelante en el
caso de la red barredera, que recoge tanto peces buenos como malos. Estas
pará bolas no se usan del reino de Dios en los otros evangelios.

La parábola de la levadura
Mateo 13:33; Lucas 13:20-21. Al preparar la masa que fermentaba y se
elevaba, era costumbre dejar fuera parte de la masa para extender el fermento
a la nueva tanda. Cristo usó este ejemplo para ilustrar la cualidad penetrante de
la verdad sobre el reino de los cielos, es decir, penetra a través de la masa y,
debido a la calidad de la levadura, hace que la masa parezca mucho má s grande
de lo que realmente es sin agregar cualquier valor alimenticio.
Los posmilenaristas, debido a su deseo de probar el reino en crecimiento,
tienden a decir que la levadura representa el evangelio que impregna el mundo
entero y, finalmente, afectando al mundo entero. Sin embargo, esto no se apoya
en otras Escrituras, donde la levadura se usa universalmente para representar
el mal. En los sacrificios no se permitía levadura en el pan, que representaba la
santidad. Sin embargo, en la ofrenda de comunió n (Lev. 7:11-13), los dos panes
que representan a la iglesia profesante (23:15-18) contenían levadura, así como
el reino de los cielos contiene una cepa de maldad aquí. Debido a que la
levadura tiende a inflar la masa, como la usó Cristo, representa el externalismo
de los fariseos, la incredulidad como se ilustra en los saduceos, la
mundanalidad como se representa en los herodianos y la mala doctrina en
general (Mat. 16:6–12; Marcos 8:14-21). Pablo, igualmente, usó levadura para
representar el mal (1 Cor. 5:6-8; Gá . 5:7-10). El hecho de que una cierta
cantidad de maldad penetre tanto en la iglesia profesante como en la verdadera
iglesia es un hecho de vida reconocido en las Escrituras. La historia de la iglesia
desde el primer siglo apoya con demasiada claridad la prevalencia del
externalismo, la incredulidad, la mundanalidad y la doctrina inexacta.
Parábolas en cumplimiento de profecía
Al concluir la revelació n de la pará bola anterior, Jesú s se refirió a las
pará bolas como un cumplimiento de la profecía y citó el Salmo 78:2: “Abriré mi
boca en pará bolas, hablaré cosas ocultas desde la creació n del mundo” (Mateo
13:35).

El tesoro escondido
Mateo 13:44. Jesú s comparó el reino de los cielos con un tesoro escondido
en el campo (v. 44). Describió el gozo que viene cuando un hombre lo descubre,
vende todo lo que tiene y lo compra (v. 44).
Los posmilenaristas, por su afá n de demostrar que el mundo está
mejorando, atribuyen esto a la salvació n como un caso en el que debemos
vender todo lo que tenemos para poder comprar el tesoro, que es Jesú s. Aunque
esta es una interpretació n comú n, también es defectuosa porque en la salvació n
un individuo no tiene nada con qué comprar el tesoro; está espiritualmente en
bancarrota. Una explicació n mucho má s precisa es identificar al hombre como
Jesucristo, el Salvador, que vende todo lo que tiene, es decir, deja las glorias del
cielo y compra el campo.
Aunque el pasaje no lo indica, en la medida en que estaba dirigido a los
judíos, ellos estaban muy conscientes del hecho de que el Antiguo Testamento
los describía como un tesoro en lo que a Dios respecta. É xodo registra el
mensaje dado a Moisés para que lo entregara a los hijos de Israel: 'Ahora bien,
si me obedecen plenamente y guardan mi pacto, entonces de todosnaciones
será s mi tesoro preciado. Aunque toda la tierra es mía, ustedes será n para mí
un reino de sacerdotes y una nació n santa. ' Estas son las palabras que dirá s a
los israelitas” (É xodo 19:5-6). Ademá s, el Salmo 135: 4 declara: "Porque la SEÑ OR
ha escogido a Jacob para ser ... su posesió n má s preciada". De las Escrituras es
evidente que Cristo en su venida tenía como propó sito principal la redenció n de
Israel, que se llevó a cabo en la cruz. En consecuencia, la interpretació n correcta
de la pará bola del tesoro es que representa a Jesú s vendiéndolo todo, en otras
palabras, muriendo en la cruz para comprar el tesoro (cf. Fil. 2:7-8; 1 Pedro
1:18- 19). Aunque Israel es obvio en el mundo de hoy, generalmente no se la
reconoce como el tesoro de Dios, y esta verdad explica por qué el tesoro estaba
escondido en el campo.

La parábola de la perla
Mateo 13:45–46. Una pará bola similar a la del tesoro se encuentra
representada por la perla que fue comprada por el comerciante que vendió
todo lo que tenía para comprarla (vv. 45-46). La influencia posmilenarista
nuevamente ha intentado representar esto como el creyente vendiendo todo lo
que tiene para comprar la perla, que es Jesucristo. Una vez má s, el problema es
que los incrédulos no tienen con qué pagar la salvació n. Solo Jesú s puede
proporcionar la salvació n y pagar el precio de nuestra redenció n. En
consecuencia, aquí como en la pará bola del tesoro, el comerciante representa a
Jesú s y la perla representa a la iglesia.
La perla es un organismo que crece en el costado de una ostra irritada. De
manera similar, la iglesia surge del costado herido de Cristo. Así como Cristo
murió por Israel, también murió por otros, incluidos los creyentes judíos y
gentiles de la época actual.

La parábola del Dragnet


Mateo 13:47–50. La pará bola de la red, como la del trigo y la mala hierba,
representa el juicio que tendrá lugar en la segunda venida de Cristo. La red que
se describe aquí es larga, a menudo de hasta media milla, y la captura sería
demasiado grande para que la sostuviera un solo bote. En consecuencia, la red
se lleva a la orilla, donde se clasifica su contenido, se salvan los peces buenos y
se arrojan de nuevo al mar los peces malos (vv. 47-48). Jesú s declaró que esta
es una imagen similar a lo que ocurrirá al final de la era cuando los á ngeles
separará n a los malvados que está n en la red, la esfera de la profesió n, y los
arrojará n al horno de fuego (vv. 49-50). en contraste con los justos, que será n
reunidos y bendecidos. El orden del juicio puede significarque los impíos son
los ú ltimos separados y los justos eliminados primero, que es el orden opuesto
del trigo y la cizañ a, lo que demuestra que el orden no es significativo en sí
mismo. En realidad, en la segunda venida habrá una serie de juicios que
tendrá n como resultado final separar a los justos de los malvados; pero cada
juicio se describe como un juicio separado y el orden no es significativo.
En general, las siete pará bolas describen la edad entre la primera y la
segunda venida de Cristo. Este será un período en el que algunos responderá n a
la verdad y otros no. Esta será una época en la que el bien y el mal crecerá n uno
al lado del otro, donde el bien no conquistará al mal y el mal no conquistará al
bien. La separació n en el juicio ocurre al final cuando se recoge el mal y se
permite que el bien entre en el reino. Por un lado, no corresponde a la
expectativa posmilenial de una época en la que el bien vence gradualmente al
mal, ni cumple las promesas del Antiguo Testamento de Cristo reinando en la
tierra. De hecho, a través de las pará bolas Jesú s es visto como ausente excepto
cuando las referencias son a lo que hizo en su primera venida. Este capítulo, por
lo tanto, se vuelve importante para completar lo que el Antiguo Testamento no
reveló con respecto a la edad entre la primera y la segunda venida de Cristo. Se
complementa y aumenta aú n má s con el Discurso del Monte de los Olivos, sobre
el fin de la era, y Juan 13-17, el discurso de Cristo sobre la era actual desde el
punto de vista espiritual.

PROFECÍAS DE LA MUERTE Y RESURRECITÓ N DE


JESÚ S EN LOS EVANGELIOS
Jesú s, habiendo presentado los grandes principios éticos de Su reino y habiendo
apoyado Su afirmació n de ser el Mesías con muchos milagros, había dirigido Su
llamamiento a las personas que lo seguirían, como lo hizo en Mateo 11: 28–
30. Después de condenar la incredulidad y Su rechazo por parte de los líderes
de Israel, Jesú s reveló el cará cter especial de la era presente entre la primera y
la segunda venida de Cristo. Al hacerlo, asumió que sería rechazado, moriría,
resucitaría y ascendería al cielo. Después de la revelació n de la era presente,
que se cumpliría después de su partida al cielo, Jesú s comenzó a hablar má s
claramente a sus discípulos acerca de su muerte y resurrecció n.

Las primeras predicciones de su muerte y resurrección


Mateo 16:21-28; Marcos 8:31–9: 1; Lucas 9:21-27. Como se registra en tres
de los cuatro evangelios, Jesú s predijo su muerte y resurrecció n
venideras. Mateo registró : "DeEn ese momento, Jesú s comenzó a explicar a sus
discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los
ancianos, los principales sacerdotes y los maestros de la ley, y que debía ser
muerto y resucitar al tercer día.” (16:21). Aunque Pedro se opuso
enérgicamente a esta declaració n como algo que nunca sucedería, Jesú s lo
reprendió y les recordó a él y a los otros discípulos que hay una cruz que hay
que llevar al seguirlo. El principio es: “Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá , pero el que pierda su vida por mí, la encontrará ” (v. 25). Aunque
tendría que morir y resucitar, volvería del cielo en poder y gloria (v. 27), y
también predijo que algunos de los discípulos “no gustará n la muerte antes de
ver al Hijo del Hombre viniendo en su reino” (V. 28). Probablemente se trate de
una referencia a la transfiguració n, que tuvo lugar inmediatamente después,
cuando Jesú s fue revelado en la gloria que será suya.

La segunda profecía de Jesús sobre su muerte y resurrección


Mateo 20:17-19; Marcos 10:32–34; Lucas 18:31–34. La segunda predicció n
de Cristo con respecto a su muerte y resurrecció n se registra en tres de los
evangelios. Los doce discípulos iban camino de Jerusalén, y Jesú s los apartó de
la multitud y les dijo: “Vamos a subir a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será
entregado a los principales sacerdotes ya los maestros de la ley. Lo condenará n
a muerte y lo entregará n a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo
crucifiquen. ¡Al tercer día resucitará !" (Mateo 20:18-19). Lucas agregó : “Los
discípulos no entendieron nada de esto. Su significado les estaba oculto, y no
sabían de qué estaba hablando” (Lucas 18:34).

Un tercer anuncio de la muerte y resurrección de Jesús


Mateo 26:2–5; Marcos 14:1–9. En el tercer anuncio de Su muerte, no
mencionó el hecho de que también sería levantado de entre los muertos. En
Lucas 22:1–6, se menciona el complot de Judas para entregar a Jesú s a los
principales sacerdotes en el momento oportuno.

PROFECÍAS ACERCA DEL FIN DE LA ERA DEL


INTERADVENTO
Profecía sobre el monte de los Olivos
Mateo 24-25; Marcos 13:1–27; Lucas 21:5-36. Las extensas profecías de
Cristo en su sermó n en el monte de los Olivos fueron entregadas a cuatro de los
discípulos: Pedro, Santiago, Juan y Andrés (Marcos 13:3). Su discurso fue en
respuesta a las preguntas de los discípulos: “Dinos, ¿cuá ndo sucederá n estas
cosas? ¿Y cuá l será la señ al de que está n a punto de cumplirse? " (v. 4). Habían
hecho referencia a la predicció n anterior de Cristo de que el magnífico templo
sería destruido, lo que no se ajustaba a las expectativas de los discípulos del
reino venidero.
Es evidente que los tres evangelios registraron solo una parte de este
discurso, y el cuadro completo se da al juntar la revelació n en cada uno de los
tres evangelios. Esto debe entenderse a la luz del hecho de que Jesú s había
declarado los principios morales del reino en el Sermó n del Monte (Mat. 5-7) y
había descrito la era actual (Mat. 13). Ahora estaba describiendo el período que
siguió a Su muerte, resurrecció n y ascensió n y extendiendo hasta el final del
período de tribulació n el tiempo de Su segunda venida. Los discípulos todavía
tenían mucha dificultad para entender có mo esto encajaba con sus expectativas
mesiá nicas.

Señales generales de su segunda venida


Mateo 24:1–14; Marcos 13:5–13; Lucas 21:5-19. Cristo pronunció una dura
reprimenda contra los fariseos y saduceos por su hipocresía e incredulidad.
Esto llegó a una conclusió n cuando Jesú s se lamentó por Jerusalén por su larga
historia de rechazar a los profetas y matar a los que se les enviaron con la
verdad. Pronunció una solemne maldició n sobre Jerusalén, diciendo: “Mira, tu
casa te queda desolada. Porque les digo que no me volverá n a ver hasta que
digan: 'Bienaventurado el que viene en el nombre del Señ or'” (Mat. 23:38–
39). Un poco má s tarde, después de que él había dejado el templo, los discípulos
llamaron su atenció n sobre la magnificencia del templo (24:1). Jesú s regresó ,
sin embargo, con una profecía devastadora: “Les digo la verdad, aquí no
quedará piedra sobre piedra; todos será n derribados” (v. 2).
Esta profecía alarmó a los discípulos. Cuatro de ellos, Pedro, Andrés,
Santiago y Juan, preguntaron en una reunió n privada con Jesú s: "Dinos ...
¿cuá ndo sucederá esto y cuá l será la señ al de tu venida y el fin de los tiempos?"
(v. 3; Marcos 13:3-4; Lucas 21:7)
Al responder a las tres preguntas, la respuesta a la primera pregunta sobre
la destrucció n de Jerusalén se dio en Lucas 21:20–24. La segunda y tercera
preguntas con respecto a las señ ales de Su venida y el fin de la era en realidad
eran la misma pregunta porque la era termina en el momento de Su venida. El
libro de Mateo nos da la respuesta má s completa a estas dos preguntas (Mateo
24:4-30).
Los eruditos interpretan a Mateo desde varios puntos de vista
diferentes. Por lo general, su interpretació n de la profecía en general dicta la
interpretació n de esta secció n. Los amilenaristas, que niegan un reino milenario
literal de Cristo, tienden a tomar estas profecías de una manera má s general
que específica y con frecuencia intentan encontrar cumplimiento en el primer
siglo. En consecuencia, intentan relacionar la mayoría de las profecías con el
momento en que Jerusalén fue destruida en el añ o 70 d.C.
Los posmilenaristas tienen un problema diferente en el sentido de que
quieren apoyar su punto de vista de que el mundo mejorará cada vez má s a
medida que el evangelio triunfe gradualmente, pero este pasaje de las
Escrituras no respalda esto y de hecho predice un aumento del mal con el
clímax en el segundo. viniendo. Los intérpretes liberales, que no aceptan la
profecía legítima del futuro, tienden a cuestionar si Cristo realmente enseñ ó lo
que es vá lido en este pasaje y lo ven como un resumen de sus enseñ anzas má s
descubrimientos posteriores en la iglesia. Sienten que el escenario son los
escritos apocalípticos de esa época, que está n fuera de las Escrituras.
Solo la interpretació n premilenial tiende a interpretar esta profecía como
literal y específica. Incluso entre los premilenaristas, sin embargo, se pueden
observar variaciones. Algunos sostienen que todo este pasaje se cumplirá en el
futuro en relació n con la gran tribulació n. Otros creen que la ruptura se
produce en el versículo 9 con las predicciones anteriores siendo de cará cter
general y las profecías particulares cumpliéndose en la gran tribulació n. Otro
punto de vista má s presentado en este escrito es que todo el período descrito
en los versículos 4–14 son profecías generales que pueden encontrar
cumplimiento a lo largo de la era presente, con los versículos 15–30 cumplidos
en la gran tribulació n. Sin embargo, estas mismas profecías y los eventos
predichos en los versículos 4–14
se repiten en la gran tribulació n, cuando lo que quizá s se cumplió parcialmente
antes tendrá un cumplimiento muy literal y devastador. La pregunta central es
si las señ ales específicas dadas en los versículos 15-26 son la futura gran
tribulació n. Bajo esta interpretació n, la señ al de la abominació n será el
comienzo de los ú ltimos tres añ os y medio cuando el gobernante mundial tome
el poder y comience la gran tribulació n.

ORDEN PREDECIDO DE EVENTOS PROFÉTICOS


RELACIONADOS CON ISRAEL

1. El holocausto y el sufrimiento de los judíos en Alemania en la Segunda


Guerra Mundial conduce a la simpatía mundial por los judíos, lo que resulta
en su transició n a una patria.
2. En 1948, las Naciones Unidas reconocen a Israel como nació n y le permiten
tener cinco mil millas cuadradas de territorio, excluyendo la antigua
Jerusalén.
3. Israel, aunque inmediatamente atacado por las naciones que la rodean,
logra aumentos de territorio en guerras posteriores.
4. Aunque Rusia al principio simpatiza con Israel, Estados Unidos se convierte
en su principal benefactor y proveedor de ayuda militar y dinero.
5. Israel da pasos asombrosos hacia el restablecimiento de su tierra y su
agricultura, industrias y poder político.
6. En la serie de pruebas militares, Israel establece que su ejército es superior
al de las naciones vecinas.
7. El poder á rabe que se opone a Israel es suficiente para evitar que Israel
tenga una coexistencia pacífica con otras naciones del Medio Oriente.
8. Israel continú a en un estado de confusió n y conflicto hasta que la iglesia es
arrebatada.
9. Con la formació n de la confederació n de diez naciones por un gobernante
gentil en el Medio Oriente, Israel se ve obligado a aceptar un acuerdo de
paz de siete añ os.
10. El mundo y el pueblo judío celebran lo que parece ser un acuerdo de paz
permanente en el Medio Oriente.
11. Israel prospera y muchos regresan a Israel después de que se establece
la paz.
12. Hacia el final de los tres añ os y medio de paz, Rusia, acompañ ada de
varias otras naciones, intenta invadir Israel, pero es destruida por una serie
de juicios de Dios.
13. Después de tres añ os y medio de paz, el pacto se rompe y el gobernante
de Oriente Medio se convierte en un dictador mundial y un perseguidor
principal de Israel.
14. El dictador mundial profana el templo de Israel y pone un ídolo de sí
mismo para ser adorado.
15. Comienza la persecució n mundial de los judíos, y en la tierra dos de cada
tres perecen.
16. Surge un remanente judío que confía en Cristo.
17. Aunque el gobernante mundial masacra tanto a judíos como a gentiles
que no lo adoran como a dios, algunos sobreviven y son rescatados por
Cristo.
18. La segunda venida de Cristo rescata a judíos y gentiles perseguidos y
trae juicio sobre toda la maldad del mundo y sobre los incrédulos.
19. El reino prometido en la tierra, con Jesú s como el Mesías de Israel y
David como su príncipe regente, comienza con el Israel piadoso reunido de
todo el mundo para habitar su Tierra Prometida.
20. Durante mil añ os Israel experimentó bendiciones inusuales como objeto
del favor de Cristo.
21. Con el fin del reino milenial y la destrucció n de la tierra actual, el Israel
piadoso tiene su lugar en el estado eterno y el cielo nuevo y la tierra nueva.
22. Aquellos entre Israel que son salvos son colocados en la Nueva Jerusalén
en la Tierra Nueva.

En las predicciones que Cristo hizo hace casi dos mil añ os, describió con
precisió n el progreso en la era actual. En los versículos 4-14 É l predijo al menos
nueve características distintivas del período: (1) falsos cristos (vv. 4-5); (2)
guerras y rumores de guerras (vv. 6-7); (3) hambrunas (v. 7); (4) pestilencia (v.
7 KJV); (5) terremotos (v. 7); (6) muchos má rtires (vv. 8-10); (7) falsos profetas
(v. 11); (8) aumento en la maldad con el amor enfriá ndose (v. 12); y (9) la
predicació n mundial del evangelio del reino (vv. 13-14). Lucas 21: 8-24 registra
profecías similares.
Todas estas situaciones se han cumplido en la historia. A pesar de los
avances en muchas á reas, el mundo todavía sufre guerras, hambrunas y
pestilencias. Los terremotos adquieren un papel cada vez má s grave. A medida
que aumenta la densidad de població n, los terremotos se vuelven má s
destructivos. La Escritura, por supuesto, predice el terremoto má s grande de
todos los tiempos en Apocalipsis 16:18-20, cuando las ciudades del mundo
aparentemente será n arrasadas poco antes de la segunda venida de
Cristo. Puede que sea cierto que estas señ ales se está n cumpliendo en la era
actual con una intensidad creciente, pero finalmente tendrá n un cumplimiento
aú n mayor y má s literal en el período de la gran tribulació n. El período de tres
añ os y medio de la gran tribulació n alcanzará su punto culminante en la
segunda venida de Cristo.
Debe hacerse una nota importante en este punto de que el rapto de la
iglesia y el fin de la era de la iglesia no se menciona en ninguna parte de esta
profecía. Algunos expositores han tratado de traer el rapto de la iglesia en
Mateo 24-25, pero esto solo ha introducido confusió n. El evangelio de Mateo no
habla de la era de la iglesia como tal, sino má s bien de toda la Era del Inter
advenimiento desde la primera venida de Cristo hasta Su segunda venida, y por
lo tanto trata de la gran tribulació n al final de la era presente.
La era de la iglesia es un período má s limitado porque comenzó el día de
Pentecostés con el advenimiento y el bautismo del Espíritu Santo y concluirá
cuando la iglesia sea sacada del mundo antes de que se cumplan las profecías
del tiempo del fin. Aunque Mateo anticipó la iglesia, en la declaració n a Pedro
(Mateo 16:18), no hay una exposició n de la era de la iglesia como la que se
encuentra má s adelante en Juan 13-17. Se llega con seguridad a la conclusió n de
que la edad de la iglesia y el rapto no se introducen hasta Juan 14:1–3.
Han surgido algunos problemas de Mateo 24:13 donde dice: “Pero el que
se mantenga firme hasta el fin, será salvo” (cf. Marcos 13:13). Una
interpretació n comú n de que aquellos que se mantengan firmes resistirá n hasta
el final de la tribulació n se contradice con el hecho de que miles de cristianos
será n martirizados durante la gran tribulació n (Apocalipsis 7:9-17). Entonces,
¿qué se entiende por salvació n al final de la tribulació n?
Esta declaració n se interpreta mejor como liberació n física, y predice que
aquellos que todavía estén vivos en el momento de la segunda venida de Cristo
habrá n demostrado su fe al permanecer con Cristo durante ese período y será n
liberados por Jesú s, o salvos, en la sensació n de que será n liberados de sus
perseguidores. En consecuencia, este versículo no tiene nada que ver con el
tema de la seguridad eterna o la cuestió n de si una vez que uno es salvo
siempre será salvo, sino que se refiere, má s bien, a la liberació n física de los
justos al final de la tribulació n. Por el contrario, muchos miles de los que
también son salvos morirá n e irá n al cielo, pero no permanecerá n en la tierra
hasta el momento de la segunda venida.
En esta secció n de Mateo 24:4–14, Mateo respondió a la pregunta sobre las
señ ales del fin y de la venida de Cristo y presentó las señ ales generales. Sin
embargo, Mateo no se ocupó de la primera pregunta que hicieron los discípulos
acerca de cuá ndo tendría lugar la destrucció n de Jerusalén, como lo predijo
Cristo en el versículo 2. Sin embargo, esto se responde en el evangelio de Lucas.
La señal de la destrucción de Jerusalén
Lucas 21:20-24. Lucas dijo que la señ al de que Jerusalén está rodeada de
ejércitos debería alertarlos sobre el hecho de que su destrucció n era inminente:
“Cuando veas a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabrá s que su desolació n está
cerca” (v. 20). En la medida de lo posible, se les instó a que huyeran a las
montañ as y salieran al campo abierto porque sería un tiempo terrible de
persecució n para Israel (vv. 21-22). Sería especialmente difícil para las mujeres
embarazadas y las madres lactantes porque sería el momento del juicio de Dios
sobre la tierra de Israel (v. 23). Jesú s predijo que muchos en Israel caerían
a espada o serían hechos prisioneros (v. 24). Jerusalén continuaría siendo
pisoteada por los gentiles hasta que se cumplieran los tiempos de los gentiles
(v. 24).
Los tiempos de los gentiles comenzaron en el 605 a. C. cuando
Nabucodonosor y sus ejércitos conquistaron Jerusalén y llevaron a los primeros
cautivos a Babilonia. Desde entonces, ha habido ocasiones en las que Israel tuvo
posesió n temporal de Jerusalén, pero no tuvo posesió n permanente. En el
momento en que Jesú s estaba en la tierra, aunque Israel estaba en Jerusalén, la
ciudad estaba bajo el control de los gentiles. Eso ha continuado hasta la
actualidad. Incluso hoy, Israel controla Jerusalén gracias al apoyo militar de
Estados Unidos.
ORDEN DE LOS EVENTOS DE LA PROFECÍA BÍBLICA

Segú n las profecías de Daniel, los tiempos de los gentiles no terminará n


hasta el final de la gran tribulació n, que aú n está por venir. La secció n de
profecía en Lucas 21:20-24 se distingue de las otras profecías que tratan de las
señ ales del fin porque Lucas 21:24 ya se ha cumplido literalmente, mientras que
los otros aspectos de sus señ ales, como en Mateo 24 y Marcos 13, se han
cumplido. aú n por ver el cumplimiento completo. Solo el libro de Lucas da la
respuesta específica a las señ ales de la destrucció n de Jerusalén.

Los signos específicos del fin y de la venida de Cristo


Mateo 24:15–26; Marcos 13:14-25; Lucas 21:25-28. Jesú s, habiendo descrito
las señ ales relativas a la destrucció n de Jerusalén, que algunos de ellos vivirían
para ver, y las señ ales generales del progreso de la era presente, luego reveló
en detalle las señ ales específicas que serían evidencia inequívoca de que la
segunda venida de Cristo y el fin de los tiempos estaba cerca. Es importante
señ alar que las señ ales específicas son completamente diferentes de las señ ales
de la destrucció n de Jerusalén, aunque existen algunas similitudes. En ambos,
Israel estará en tiempos de angustia y tribulació n. En ambos períodos se insta a
los de Judea a huir a las montañ as. En ambos casos, el poder gentil, al menos al
principio, triunfará . Pero las señ ales específicas del fin de la era y la venida de
Cristo no ocurren en conexió n con la destrucció n de Jerusalén, sino que esperan
el período futuro que conduce a la segunda venida de Cristo, que será la señ al
específica del fin.
Una de las fuentes de confusió n entre los intérpretes del Discurso del
Monte de los Olivos es su intento de encontrar el cumplimiento completo de
todo el Discurso del Monte de los Olivos en relació n con la destrucció n de
Jerusalén. Esto a veces se relaciona con el intento de evitar profecías específicas
y la tendencia a evitar detalles en la profecía por ser precisos. De hecho, Cristo
estaba pintando un cuadro detallado y preciso de la gran tribulació n y su efecto
sobre los habitantes de Jerusalén. Como se señ aló anteriormente, las
predicciones de Mateo no se relacionan con la era de la iglesia como tal, el rapto
de la iglesia o eventos relacionados. Aquí, el evangelio de Mateo, que informa
las profecías de Cristo, se centra en los ú ltimos tres añ os y medio previos a la
segunda venida. En ese tiempo habrá señ ales específicas que identificará n
inequívocamente el período como el tiempo de la gran tribulació n.
En primer lugar, Jesú s llamó la atenció n sobre la señ al específica de la
aparició n de “'la abominació n desoladora' de la que se habló por medio del
profeta Daniel” (Mateo 24:15). Segú n Daniel 9: 26-27, el futuro gobernante
mundial, que estará en el poder en ese período de tres añ os y medio, profanará
el templo y hará que cesen los sacrificios. Esto se llama "una abominació n que
causa desolació n" porque destruye el cará cter sagrado del altar de sacrificios y
el templo que existirá en ese momento. Un hecho similar ocurrió en el siglo II a.
C. cuando Antíoco Epífanes detuvo los sacrificios y profanó el templo. Este
evento cumplió la profecía de Daniel, registrada en Daniel 11:31.
El relato de Mateo describe este evento, que aú n está por venir, como un
tiempo en que el templo será profanado de manera similar: “Desde el momento
en que el sacrificio diario sea abolido y se establezca la abominació n que causa
la desolació n, habrá 1.290 días” (Dan. 12:11). Este período de
aproximadamente tres añ os y medio será el período de la gran tribulació n y
culminará con la segunda venida de Cristo. Por consiguiente, cuando el templo
sea profanado por el futuro gobernante mundial, será una señ al específica de la
inminente venida de Cristo (cf. 2 Tes. 2:3-4; Apoc. 13:11-15).
Así como el rodeo de Jerusalén por los ejércitos romanos fue una señ al
para que huyeran a las montañ as de Judea en el añ o 70 d.C., cuando este templo
sea profanado en el futuro, será una señ al para que los judíos de Jerusalén
huyan. Será una señ al muy concreta que llegará un día determinado a una hora
determinada. Jesú s los instó a huir inmediatamente cuando se enterará n, sin
siquiera molestarse en regresar a la casa o detenerse a buscar su manto (Mat.
24: 16-18). Como sucedió cuando Jerusalén fue destruida, será difícil para las
mujeres embarazadas y las madres lactantes salir de casa y soportar las
dificultades de escapar de Jerusalén.
Jesú s también dijo que debían orar para que no tuvieran que irse en
sá bado porque viajar en sá bado sería una señ al obvia de que estaban huyendo,
ya que normalmente no viajaban en sá bado (v. 20).
La señ al inicial de la profanació n de su templo será seguida por el terrible
cumplimiento y el tiempo de gran angustia anticipado en el Antiguo
Testamento (Jer. 30:4-7; Dan. 9:25-26). Jesú s declaró que “habrá una gran
angustia, sin igual desde el principio del mundo hasta ahora, y nunca má s será
igualada” (Mat. 24:21). Este tiempo de angustia será tan grande que el período,
si no se limita a los tres añ os y medio de duració n como se describe en las
Escrituras, destruirá a la raza humana. Jesú s dijo: “Nadie sobreviviría, pero por
causa de los elegidos esos días se acortará n” (Mateo 24:22).
El evangelio de Marcos declara esencialmente las mismas verdades que el
de Mateo 24 (Marcos 13:14-17). Lucas registró a Cristo diciendo: “Habrá
señ ales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estará n
angustiadas y perplejas por el rugido y el batir del mar. Los hombres se
desmayará n de terror, temiendo lo que viene sobre el mundo, porque los
cuerpos celestes será n conmovidos” (Lucas 21:25-26).
Todos estos eventos será n advertencias de que Cristo vendrá al final de
este período. Aunque las personas no sabrá n el día ni la hora, podrá n
comprender el tiempo aproximado porque la duració n del período total es de
cuarenta y dos meses (Ap. 13:5). Tomando en consideració n toda la Escritura, y
especialmente la imagen grá fica de la gran tribulació n proporcionada en el libro
de Apocalipsis, parece que la població n del mundo será diezmada y solo una
fracció n de los que ingresen al período sobrevivirá hasta el final. Jesú s dijo, de
hecho, que, si no detenía el período con Su segunda venida, no quedarían seres
humanos en la tierra (Mat. 24:22). La idea de los postribulacionistas de que
sobrevivir a través de este tiempo es una bendita esperanza no es sostenible.
También habrá señ ales e informes engañ osos de que Cristo ya ha
aparecido: “En ese tiempo, si alguien les dice: '¡Miren, aquí está el Cristo!' o,
'¡Ahí está !' no lo creo. Porque aparecerá n falsos Cristos y falsos profetas y
realizará n grandes señ ales y milagros para engañ ar incluso a los elegidos, si eso
fuera posible” (vv. 23-24; cf. Marcos 13:21-23). Segú n Mateo 24:26, habrá
informes de que Jesú s ha aparecido en el desierto o ha sido revelado en la
habitació n interior, pero se insta a los creyentes a no creer esto.
El punto es que la segunda venida de Cristo será un evento muy visible.
Jesú s lo describió en Mateo: “Porque como el relá mpago que viene del oriente
se ve también en el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (v. 27). La
segunda venida estará precedida por muchos eventos sobrenaturales en los
cielos que se describen en el libro de Apocalipsis. Jesú s, segú n el evangelio de
Mateo, dijo: “Inmediatamente después de la angustia de aquellos días, el sol se
oscurecerá y la luna no dará su luz; las estrellas caerá n del cielo y los cuerpos
celestes será n conmovidos” (Mateo 24:29; cf. Marcos 13:24-25; Lucas 21:25-
26). La señ al final será la aparició n de Cristo mismo en el cielo en Su regreso del
cielo a la tierra. Jesú s dijo: “En ese tiempo, la señ al del Hijo del Hombre
aparecerá en el cielo, y todas las naciones de la tierra hará n duelo. Verá n al Hijo
del Hombreviniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”
(Mateo 24:30; cf. Marcos 13:26; Lucas 21:27). Apocalipsis 19: 11–16 describe la
escena
con mayor detalle.
Cabe señ alar que Mateo no estaba hablando del rapto de la iglesia, que se
describe en un lenguaje totalmente diferente (cf. 1 Tes. 4:16). La señ al final es
la gloria de Cristo mismo en los cielos a cambio de la tierra. Las naciones se
entristecerá n porque es el momento del juicio por el rechazo de Jesú s como
Salvador y Señ or.
Cuando Cristo venga a la tierra, enviará a sus á ngeles para reunir a los
elegidos: "Y enviará a sus á ngeles con un fuerte toque de trompeta, y recogerá n
a sus elegidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el
otro" (Mateo 24:31). Marcos describió el mismo evento como la reunió n de los
elegidos tanto de la tierra como del cielo (Marcos 13:27).
Algunos han tomado los "elegidos" aquí para referirse específicamente a
los elegidos que viven en la tierra, pero es má s probable que este evento incluya
a todos los elegidos o los salvos, incluidos los santos del Antiguo Testamento, el
Israel salvo, la iglesia y los santos. del período de tribulació n que conduce a la
segunda venida. Algunos necesitará n ser resucitados de entre los muertos,
como los má rtires (Apocalipsis 20:4-6) y los santos del Antiguo Testamento
(Dan. 12:2). La iglesia fue resucitada, o trasladada, antes, en el momento del
rapto. En la segunda venida de Cristo, ningú n hijo de Dios quedará sin resucitar
o sin restaurar, sino que todos participará n en el reino milenial.
En conjunto, la revelació n de Mateo 24:4-31, con pasajes paralelos en
Marcos y Lucas, responde a las preguntas que los discípulos habían planteado:
la primera con respecto a la destrucció n de Jerusalén, que ocurrió en el 70 d.C.,
y la segunda y terceras preguntas que tratan del fin de los tiempos y la
venida de Cristo. El evento en sí está precedido por las señ ales que Jesú s
describió y que culminan en la segunda venida de Cristo al comienzo de Su
reino en la tierra.
Habiendo respondido a sus preguntas, Jesú s pasó a las ilustraciones y
aplicaciones de las verdades de estas profecías.

La parábola de la higuera
Mateo 24:32–35; Marcos 13:28–31; Lucas 21:29–33. Jesú s usó por primera
vez la higuera como una ilustració n de las señ ales de la venida del Señ or. Jesú s
declaró : “Ahora aprende esta lecció n de la higuera: tan pronto como sus
ramitas
se ponen tiernas y sus hojas salen, sabes que el verano está cerca. Aun así,
cuando ves todas estas cosas, sabes quecerca está , a la puerta” (Mateo 24:32–
33; cf. Marcos 13:28–29; Lucas 21:29–31). Una interpretació n comú n ha sido
interpretar la higuera como un tipo de Israel y el avivamiento de Israel como el
brote de la higuera. La higuera muy bien podría ser un tipo de Israel, pero no
parece que se use de esa manera en las Escrituras. Los higos buenos y malos se
mencionan en Jeremías 24:1–8; los higos buenos son los que se llevan en
cautiverio, y los higos malos son los que quedan en la tierra de Israel. Jeremías
29:17 también mencionó los higos. En Jueces 9:1-11 se mencionan las higueras,
pero no en relació n con Israel. Cristo los menciona en Mateo 21:19–20 y Marcos
11:12–14. No hay ninguna indicació n en la interpretació n de Mateo 21:18-22 y
Marcos 11:12-14, 20-26 que relacione la higuera con Israel. En consecuencia,
aunque muchos han seguido esta interpretació n, no existe una base bíblica.
Una mejor alternativa es la simple explicació n de que la higuera se usa
como ilustració n natural. Debido a que la higuera por naturaleza produce hojas
a fines de la primavera, ver hojas en una higuera es evidencia de que el verano
está muy cerca. Esta ilustració n se traslada a la segunda venida de Cristo.
Cuando ocurran los eventos descritos en los versículos anteriores, será una
clara indicació n de que la segunda venida de Cristo está cerca. La señ al en el
pasaje no es el avivamiento de Israel, que no es el tema de Mateo 24, sino má s
bien los detalles de la gran tribulació n, que ocurre en los tres añ os y medio que
preceden a la segunda venida. Por consiguiente, “todas estas cosas” (v. 33) no
se refiere al avivamiento de Israel sino a los eventos de la gran tribulació n. Sin
embargo, es cierto que Israel tendrá una medida de avivamiento antes de la
segunda venida de Cristo, pero esto se basa en otra revelació n bíblica en lugar
de en la revelació n presentada aquí.

La generación para ver el cumplimiento


Jesú s hizo un comentario adicional sobre la situació n al decir: “Esta
generació n ciertamente no pasará hasta que todas estas cosas hayan sucedido.
El cielo y la tierra pasará n, pero mis palabras no pasará n jamá s” (Mat. 24:34–
35). El uso normal de la palabra generación se refiere al lapso de tiempo entre
el nacimiento de uno y el momento en que uno se convierte en padre.
Obviamente, la generació n que vivió en los días de Cristo no vio todas las cosas
descritas en el contexto anterior. Algunos han inferido de esto que el término
generación es una referencia a Israel y han afirmado que Israel no pasará hasta
que se cumplan todas estas cosas. Sin embargo, Israel nunca pasará . Otros
estudiosos consideran la generación como un período de tiempo indefinido.
El significado má s natural, sin embargo, es tomarlo como se usa
normalmente como referencia a un período de veinticinco a cuarenta añ os.
Pero
en lugar de referirse a la época en que vivió Cristo, se refiere al período anterior
que se describe como la gran tribulació n. Como la gran tribulació n dura solo
tres añ os y medio, obviamente, aquellos que vean la gran tribulació n también
verá n la venida del Señ or. Independientemente de có mo se interprete, Cristo
afirmó , en apoyo del cumplimiento de la profecía, que sus palabras nunca
pasará n, aunque nuestra tierra y nuestro cielo actuales finalmente será n
destruidos.

El tiempo anterior a la segunda venida comparado con los días de Noé


antes del diluvio
Mateo 24:36–42. Aunque se puede reconocer que el tiempo de la venida del
Señ or está a punto de suceder, los detalles no se dan con tanta claridad que uno
pueda determinar el día o la hora. La especulació n innecesaria sobre el tiempo
de la venida del Señ or podría evitarse si este versículo se tomara
literalmente. Jesú s dijo: “Nadie sabe acerca de ese día u hora, ni siquiera los
á ngeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (v. 36).
Jesú s, por supuesto, se refería aquí a Su inteligencia humana, que estaba
limitada, no a Su divina omnisciencia. El tiempo previo a la segunda venida se
comparó con los días previos al diluvio. En el caso del diluvio, hubo numerosas
señ ales de que se acercaba el final, y lo mismo sucederá con la segunda
venida. Cabe señ alar que las señ ales está n relacionadas con la segunda venida
de Cristo al final de la tribulació n, no con el rapto de la iglesia, que no tiene
señ ales y siempre es inminente hasta que ocurre. Noé tardó má s de cien añ os
en construir el arca. En este tiempo la gente realizaba sus actividades
normales, como mencionó Jesú s (vv. 37–38). Sin embargo, cuando finalmente
se terminó el arca, la situació n cambió de repente. Ahora era posible que llegara
la inundació n. Como observaron los vecinos de Noé, vieron un espectá culo
muy extrañ o:
los animales entrando en el arca en parejas, con una precisió n casi militar (Gn.
7: 2-3). Dios también anunció a Noé: “Dentro de siete días enviaré lluvia sobre
la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y borraré de la faz de la tierra
todo ser viviente que he creado” (v. 4).
Después de que los animales llegaron sanos y salvos al arca, Moisés
registró que Noé y su familia, compuesta por su esposa y tres hijos y sus
esposas, también entraron en el arca. Ahora la situació n cambió por completo.
Todo lo que precedió al diluvio se cumplió ahora. Se cerró la puerta del arca y
luego comenzó a llover. De manera similar, muchas profecías deben cumplirse
antes de la segunda venida. A medida que avanza el período de la gran
tribulació n, y aquellos que comprenden las profecías del tiempo del fin se dan
cuenta de que han pasado aproximadamente tres añ os y medio, sin duda
conocerá n y esperará n que Cristo venga, aunque las profecías no se detallan
específicamente para permitirles. para saber el día o la hora. Esa gente sabrá el
añ o.
Jesú s luego comparó la situació n del diluvio de Noé con el tiempo de la
segunda venida. Dijo: “Así será en la venida del Hijo del Hombre. Dos hombres
estará n en el campo; uno será tomado y el otro dejado. Dos mujeres estará n
moliendo con un molino de mano; uno será tomado y el otro dejado. Por tanto,
velad, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señ or” (Mat. 24:39–42).
Debido a que este evento es algo similar al rapto en que algunos son
tomados y otros son abandonados, los post-tribulacionistas casi
universalmente citan este versículo como prueba de que el rapto ocurrirá como
parte de la segunda venida de Cristo después de la tribulació n. Sin embargo,
una lectura cuidadosa del pasaje arroja exactamente el resultado opuesto. En el
rapto de la iglesia, los que se llevan son los que se salvan, y los que quedan
quedan para pasar por el período terrible, incluida la gran tribulació n. Aquí la
situació n es al revés. Los que son apresados son juzgados, y los que quedan
quedan para entrar en el reino milenial.
A pesar del hecho obvio de que la ilustració n debe invertirse para poder
hacer una aplicació n al rapto, los postribulacionistas a veces señ alan que la
palabra griega airo, que se usa para expresar "se los llevó a todos" (v. 39), es
una palabra diferente de lo que se usa en el versículo 40 y en el versículo
41 (gr., paralambano: “será tomado”). Aunque admiten que en el versículo 39,
en el momento del diluvio, los que fueron tomados fueron juzgados, los
postribulacionistas afirman que el cambio de redacció n justifica la lectura del
rapto en los versículos 40-42. Sin embargo, esta conclusió n no solo es contraria
al texto de Mateo 24, sino que tampoco toma en consideració n a Lucas 17 en su
descripció n de la segunda venida, donde Jesú s dijo: “Les digo que esa noche
estará n dos personas en una cama; uno será tomado y el otro dejado. Dos
mujeres molerá n juntas; uno será tomado y el otro dejado” (vv. 34-35). En
Lucas, sin embargo, los discípulos hacen la pregunta: "¿Dó nde, Señ or?" (v. 37).
En respuesta, Jesú s dijo: “Donde haya un cadá ver, allí se juntará n los buitres” (v.
37). En otras palabras, los tomados son obviamente ejecutados en juicio,
encontraste con lo que sucederá en el rapto cuando los que sean llevados sean
llevados al cielo. No hay ninguna base bíblica para leer el rapto en Mateo 24. La
ocasió n es completamente diferente. En el rapto, la iglesia, compuesta por
aquellos que son salvos, es llevada al cielo. En la segunda venida de Cristo, los
salvos permanecen en la tierra y los inconversos son llevados en juicio al
comienzo del reino milenial. La misma palabra que se usa para describir a los
que fueron llevados en Mateo 24: 40-41 se usa para decir que Cristo fue llevado
a la cruz, obviamente siendo llevado en juicio como se usa aquí (véase Juan
19:16: “Entonces los soldados se hicieron cargo de Jesú s").
La conclusió n para los que viven en el tiempo de la segunda venida es
similar a la del tiempo de Noé: “Por tanto, velad, porque no sabéis qué día
vendrá
vuestro Señ or” (Mat. 24:42). Aunque el pasaje habla de la segunda venida de
Cristo y no del período que precede al rapto, si los que viven en el período
anterior a la segunda venida, que pueden ver las señ ales de la segunda venida
que indican su aproximació n, deberían estar mirando, ¿cuá nto, Es má s, los que
esperan el rapto, que no tiene señ ales, deben vivir en constante expectativa del
inminente regreso de Jesú s para su iglesia.

Se alienta la vigilancia para el propietario de una casa


Mateo 24:43–44. Jesú s hizo la aplicació n de la vigilancia como se le exigiría
al dueñ o de una casa que no sabía cuá ndo entraría un ladró n (v. 43). Sin saber
la hora exacta, tendría que vigilar continuamente. Jesú s aplicó esto a los que
esperaban la segunda venida con la exhortació n: “Así que vosotros también
debéis estar preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora en que no
lo esperá is” (v. 44).

Ilustración de un sirviente puesto a cargo de la casa de su amo


Mateo 24:45–50; Marcos 13:33–37. El que está esperando la segunda
venida de Cristo es como un siervo al que se le pone a cargo de la casa de su
amo. Sin saber cuá ndo regresaría su amo, se instó al siervo a ser fiel (vv. 45–
47). Sin embargo, si el siervo se aprovecha de su amo y abusa de sus consiervos
y vive la vida de un borracho, experimentará el juicio de su amo cuando el amo
regrese inesperadamente (vv. 48-50). Jesú s dijo que el siervo infiel será cortado
en pedazos y colocado con los hipó critas (v. 51). La implicació n de este pasaje
es que la creencia en la segunda venida de Cristo está vinculada a la creencia en
la primera venida de Cristo. Si unoacepta quién fue Cristo y lo que hizo en su
primera venida, también aceptará quién será Cristo y qué hará en su segunda
venida y, en consecuencia, vivirá en preparació n.

La parábola de las diez vírgenes


Mateo 25:1–13. Como otra ilustració n de la necesidad de estar preparados
para la segunda venida, Cristo describió una escena familiar en Israel: la del
novio reclamando a su esposa. El procedimiento normal era que una boda
tuviera tres etapas. Primero, los padres del novio arreglarían el matrimonio con
los padres de la novia y pagarían la dote. Este fue el matrimonio legal. La
segunda etapa, que a menudo tenía lugar un añ o o má s después, se cumplía
cuando el novio, acompañ ado de sus amigos, salía de la casa del novio a la
medianoche y se dirigía a la casa de la novia y la reclamaba. La novia sabría que
él vendría, estaría lista con sus amigas solteras y se uniría a la procesió n desde
su casa hasta la casa del novio. La tercera fase de la boda tradicional fue una
fiesta de bodas que siguió
a esta, que podría tener lugar durante días y se ilustró en las bodas de Caná
(Juan 2).
Si bien la figura de la novia y la esposa se usa en má s de una aplicació n en
las Escrituras, normalmente, Israel se describe como la esposa del Señ or, ya
casada, y la iglesia se representa como una novia esperando la llegada del Novio
(2 Cor. 11:2). En el rapto de la iglesia, el Novio reclamará a Su esposa y la
llevará al cielo.
La ilustració n aquí es en referencia a los asistentes a la boda. Cada una de
las diez vírgenes tomó una lá mpara, pero solo las cinco vírgenes prudentes
tomaron aceite con sus lá mparas. Aunque las Escrituras no explican el
significado espiritual de estos elementos, con frecuencia en la Biblia se describe
al Espíritu Santo como aceite, como se ilustra en las lá mparas que arden en el
taberná culo y en el templo. Cuando sonó el grito de que venía el novio (Mateo
25:6), todas las vírgenes se levantaron para encender sus lá mparas y recibir la
procesió n. Las vírgenes insensatas, sin embargo, no tenían aceite en absoluto, ni
siquiera en sus lá mparas, y sus mechas pronto se quemaron. Cuando pidieron
aceite a las vírgenes prudentes, se les dijo que fueran a comprar un poco.

Mientras estaban tratando de hacer su compra a la medianoche, lo que


podría haber sido difícil, las cinco vírgenes prudentes fueron con la procesió n a
la casa del novio, y las Escrituras registraron que entonces la puerta se cerró (v.
10). Cuando finalmente llegaron las cinco vírgenes insensatas, fueron excluidas
porque no estaban esperandola venida del novio y su procesió n. Como en todas
las ilustraciones, el significado de la ilustració n no debe presionarse hasta el
punto en que se convierta en una base para la doctrina. En este caso el objetivo
principal es claro. Cuando ocurra la segunda venida, será demasiado tarde para
prepararse. Aunque algunos han visto este incidente como el rapto de la iglesia,
realmente no hay justificació n para esto porque el contexto está
completamente relacionado con la segunda venida de Cristo, y Jesú s aú n no
había revelado ninguna verdad sobre el rapto. Por lo tanto, difícilmente podía
esperar que sus discípulos entendieran una ilustració n de una verdad que no
había sido revelada.
También es significativo que no se mencione a la novia, só lo al novio. Las
diez vírgenes no eran la novia, sino los asistentes a la boda, y esto se aplicará ,
por supuesto, a aquellos que está n esperando la segunda venida de Cristo.
Aunque la interpretació n se relaciona con la segunda venida, hay una aplicació n
de esta verdad al rapto en el sentido de que la preparació n para el rapto es tan
necesaria como la preparació n para la segunda venida.
La parábola de los talentos
Mateo 25:14–30; cf. Lucas 19:11-26. Mientras Jesú s todavía estaba en las
cercanías de Jericó y de camino a Jerusalén, usó la pará bola de las diez minas
para indicar la necesidad de trabajar mientras esperaba el regreso del Señ or
(Lucas 19:11–26). Lucas registró có mo el amo les dio a sus siervos diez minas
— una mina cada uno para diez siervos — y les ordenó que invirtieran su mina
y la usaran de la mejor manera mientras él no estaba para recibir el
nombramiento como rey. Una mina equivalía al salario de tres meses. A su
regreso, un siervo había ganado diez minas y otro cinco, y ambos fueron
elogiados. Sin embargo, el que escondió la mina y no había hecho nada con ella
fue condenado por su amo porque no había aprovechado la oportunidad de
hacer que este dinero trabajara para su señ or.
El relato de Mateo de la pará bola de los talentos tiene la misma ilustració n,
algo modificada, que Jesú s usó en relació n con Su discurso en el monte de los
Olivos. En la pará bola de los talentos, el dueñ o de la casa le dio a uno cinco, a
otro dos y a otro un talento, e instruyó a los sirvientes para que trabajaran con
él mientras él no estaba. Un talento tenía originalmente un peso de cincuenta y
ocho a cien libras. En valor moderno, un solo talento de plata vale má s de dos
mil dó lares, y un talento de oro vale má s de treinta mil dó lares. Con los precios
inflados de hoy, el oro y la plata valen mucho má s. En la época de Jesú s, el
salario de un día ascendía a dieciséis centavos. En consecuencia, estas sumas
representaron un valor enorme.
En la ilustració n que usó Cristo, se refería a los talentos de plata como se
ilustra en la palabra dinero (Mat. 25:18), que es literalmente plata. En la
ilustració n, el amo le dio a un siervo cinco talentos, a otro dos y a otro, segú n su
estimació n de sus habilidades. El amo estuvo fuera por un largo período de
tiempo, pero cuando regresó , llamó a sus siervos para dar cuenta (v. 19). El
hombre de cinco talentos aportó otros cinco talentos y dijo: “Maestro ... me
confiaste cinco talentos. Mira, he ganado cinco má s” (v. 20). Su señ or lo elogió :
“¡Bien hecho, buen siervo y fiel! Has sido fiel en algunas cosas; Te pondré a
cargo de muchas cosas. ¡Ven y comparte la felicidad de tu amo! " (v. 21) Cuando
el hombre de dos talentos informó , él también había duplicado su dinero y
había recibido exactamente el mismo elogio (vv. 22-23).
El hombre de un talento, sin embargo, tuvo un informe diferente:
“'Maestro', dijo, 'sabía que eres un hombre duro, que cosechas donde no has
sembrado y recoges donde no has esparcido semilla. Así que tuve miedo y salí y
escondí tu talento en la tierra. Mira, esto es lo que te pertenece'” (vv. 24-25).
El amo juzgó a su siervo, diciendo: “¡Siervo malvado y perezoso! ¿Sabías
que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Pues bien, debiste
haber puesto mi dinero en depó sito con los banqueros, para que cuando yo
regresara
lo hubiera recibido con los intereses” (vv. 26-27). El manejo del hombre de un
talento es uno de los puntos principales de esta ilustració n. ¿Por qué el amo fue
tan duro con su sirviente? La respuesta es que el sirviente indicó que tenía
serias dudas sobre si el amo regresaría. Si el amo no lo hacía, el siervo podía
quedarse con el dinero y no declararlo como parte de la herencia de su amo. Si
el maestro regresaba, podría reproducir el talento y no podría ser acusado de
robo. Lo que demostró el sirviente inú til fue falta de fe en su amo y el deseo de
tener el dinero de su amo ilegalmente.
El punto es que aquellos que rechazan la verdad del regreso del Señ or
está n, en efecto, anulando el hecho de Su primera venida, ya que la aceptació n
de uno debería llevar a la aceptació n del otro. En la ilustració n, el maestro
declaró : “Quitadle el talento y dá selo al que tiene los diez talentos. Porque a
todo el que tiene, se le dará y tendrá en abundancia. Quien no tiene, hasta lo
que tiene le será quitadoél. Y echa afuera a ese siervo inú til, a las tinieblas,
donde será el llanto y el crujir de dientes” (vv. 28-30).
Como se menciona en 2 Pedro 3:3-4, el que alguien cuestione la literalidad
de la segunda venida de Cristo plantea preguntas sobre si la persona creyó en la
primera venida. Si Jesú s es en verdad el Hijo de Dios, entonces su venida de
nuevo es tanto razonable como esperable. Si no es el Hijo de Dios, por supuesto,
no regresará . Por consiguiente, la falta de fe en la segunda venida proviene de la
falta de fe en la primera venida. El hombre de un talento indicó una profesió n
externa de servicio a su maestro, pero no poseía una fe real.

El juicio de los gentiles en la segunda venida


Mateo 25:31–46. Este juicio relativo a los gentiles en el momento de la
segunda venida se revela solo aquí en las Escrituras. Los premilenaristas
interpretan este juicio como la determinació n de quiénes de los gentiles
entrará n en el reino milenial. La base del juicio es có mo trataron a los
hermanos de Cristo, los judíos, como una muestra de su fe o falta de ella. Los
amilenaristas creen que la segunda venida marca el comienzo del estado eterno
e interpretan este juicio como la determinació n de quién entrará en el cielo
nuevo y la tierra nueva. La cuestió n de si hay o no un milenio después de la
segunda venida de Cristo debe ser determinada por otras Escrituras, ya que
este pasaje en sí mismo no es decisivo.
Los premilenaristas contrastan este juicio con varios otros juicios
mencionados en las Escrituras, como el juicio de la iglesia (2 Cor. 5:10), el juicio
de Israel y la purga de los rebeldes como preludio del reino milenial (Ezequiel
20:33-38), y también es diferente del juicio de los impíos muertos resucitados
en el juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11-15), que ocurre al final
del milenio.
El tiempo de este juicio se declara claramente en Mateo 25:31: "Cuando el
Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los á ngeles con él, se sentará en su
trono en la gloria celestial". El juicio no es de todos los hombres, sino de los
gentiles vivientes (gr. Ethne). Los gentiles se describen como ovejas o cabras, y
los judíos se describen como hermanos de Cristo.
Jesú s describió la situació n: “Todas las naciones se reunirá n delante de él,
y él separará a las personas unas de otras como un pastor separa las ovejas de
las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda” (vv. 32-
33). Mientras ovejas ylas cabras se parecen mucho, son razas diferentes; y
aunque en la vida ordinaria, las ovejas y las cabras a veces está n en el mismo
rebañ o, en el momento adecuado podrían separarse.
A las ovejas, que representan a los salvos, se les habla: “Entonces el Rey
dirá a los de su derecha: 'Venid, benditos de mi Padre; toma tu herencia, el
reino preparado para ti desde la creació n del mundo. Porque tenía hambre y
me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era un extrañ o y me invitaste a
entrar, necesitaba ropa y me vestiste, estaba enfermo y me cuidabas. Estaba en
la cá rcel y viniste a visitarme'” (vv. 34-36). Cuando las ovejas se sorprendieron
y dijeron que no sabían que le habían hecho esto a Cristo, Jesú s dijo: “El Rey les
responderá : 'Les digo la verdad, todo lo que hicieron por uno de estos
hermanos míos má s pequeñ os, lo hiciste por mí'” (v. 40).
Asimismo, se dirigirá a las cabras: “Entonces dirá a los de su izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus
á ngeles. Porque tuve hambre y no me diste nada de comer, tuve sed y no me
diste de beber nada, era un extrañ o y no me invitaste a entrar, necesitaba ropa
y no me vestiste, estaba enfermo y en prisió n y no me cuidaste'” (vv. 41–43).
Los machos cabríos también respondieron, diciendo que no se habían dado
cuenta de que habían descuidado a Cristo, pero él respondió : "En verdad, les
digo que lo que no hicieron por uno de los má s pequeñ os, no lo hicieron por mí"
(v. 45). El pasaje termina con la declaració n de que las ovejas será n declaradas
justas y tendrá n vida eterna, y las cabras irá n al castigo eterno (v. 46).
Tomado como un todo, este juicio encaja naturalmente en el orden
premilenial de eventos antes y después de la segunda venida de Cristo. Este
juicio relacionado con los gentiles es similar al juicio relacionado con Israel (Ez.
20: 33–38). El contraste de judíos y gentiles es familiar en las Escrituras, ya que
los gentiles se distinguen de los judíos en su perspectiva y esperanza (véase
Romanos 11:13; 15:27; 16:4; Gá latas 2:12). Se contrastan con los que se
consideran judíos como en Romanos 3:29 y 9:24.
Este pasaje, sin embargo, ha desconcertado a los expositores porque no
hay predicació n de la cruz, no hay declaració n del evangelio como necesario
para la salvació n, y todo lo que el pasaje habla es el contraste de las obras de
las ovejas
y las cabras. Sin embargo, la respuesta a este problema no es negar que la
salvació n se basa ú nicamente en la fe y la gracia (Rom. 3:10-12, 21, 28). El
pasaje se puede ver a la luz de Santiago 2:26, que declara: "La fe sin obras está
muerta". Lo que se presenta aquí no es la base de la salvació n sino el fruto de la
salvació n.

EVENTOS PREVISTOS RELACIONADOS CON LAS NACIONES.

1. Las Naciones Unidas se organizaron como primer paso hacia el gobierno


mundial en 1946.
2. Israel se forma como nació n reconocida en 1948.
3. Europa se reconstruye después de la Segunda Guerra Mundial, preparando
el escenario para su papel en el futuro renacimiento del Imperio Romano.
4. El ascenso de Rusia como potencia militar y política mundial.
5. Los movimientos mundiales como la Unió n Europea y el Banco Mundial
preparan el escenario para futuros eventos políticos y financieros.
6. La China Roja se convierte en una potencia militar.
7. El Medio Oriente y la nació n de Israel se convierten en el foco de tensió n
mundial.
8. El embargo de petró leo á rabe en 1973 da como resultado el
reconocimiento mundial del poder de la riqueza y la energía en el Medio
Oriente.
9. La falta de un líder político poderoso impide que Oriente Medio se organice
como potencia política.
10. El rapto de la iglesia elimina uno de los principales obstá culos para la
expansió n del poder político y financiero del mundo mediterrá neo.
11. Surge un nuevo líder en el Medio Oriente; este líder se identifica má s tarde
como el Anticristo, que asegura el poder sobre las tres primeras, y luego las
diez naciones, uniéndolas en una confederació n mediterrá nea.
12. El nuevo líder mediterrá neo impone un acuerdo de paz durante siete añ os
a Israel.
13. El ejército ruso acompañ ado de varias naciones invade Israel y es destruido
por los juicios de Dios.
14. El acuerdo de paz en el Medio Oriente se rompe después de tres añ os y
medio.
15. El gobernante de Oriente Medio se convierte en un dictador mundial como
el Anticristo.
16. El gobernante de Oriente Medio afirma ser Dios y exige que todos lo adoren
bajo pena de muerte.
17. El dictador de Oriente Medio profana el templo en Jerusalén.
18. Comienzan los terribles juicios de la gran tribulació n, descritos en los
sellos, trompetas y copas de la ira de Dios en el libro de Apocalipsis.
19. Existe un descontento mundial por el gobierno del gobernante de Oriente
Medio, resultado de muchas catá strofes y que provocó la rebelió n y la
reunió n de los ejércitos del mundo en el Medio Oriente para luchar con
Armagedó n como el centro del conflicto.
20. Ocurre la segunda venida de Cristo; Cristo está acompañ ado por los
ejércitos del cielo.
21. Los ejércitos del mundo intentan luchar contra los ejércitos del cielo, pero
son totalmente destruidos.
22. Se establece el reino milenial de Cristo, culminando los juicios sobre todos
los inconversos y la disposició n final del poder político de los gentiles.
23. Los salvos (tanto judíos como gentiles) son colocados en la Nueva Jerusalén
en la tierra donde pasará n la eternidad.

En tiempos ordinarios, sería difícil determinar si un gentil se salva o se


pierde sobre la base de su trato a los judíos. Sin embargo, en la gran tribulació n
que precede a la segunda venida, debido al antisemitismo mundial y al intento
de matar a todos los judíos, cualquiera que se oponga a esto y se haga amigo de
un judío y lo visite en la prisió n o en el hospital, obviamente está declarando su
fe en la Biblia y su reconocimiento de que los judíos son el pueblo elegido por
Dios. Aparte de la fe en Cristo en estas circunstancias, nadie se atrevería a
hacerse amigo de un judío. Aunque las ovejas eran de naturaleza diferente a las
cabras, se demuestra que son salvos por sus obras, y las cabras se demuestran
por su falta de buenas obras.
En la cuestió n má s amplia de si las visiones premilenial, amilenial o
postmillennial del futuro son correctas, debe tenerse en cuenta que el pasaje no
da ninguna base para la esperanza ni para el punto de vista amilenial ni
posmilenial. Si bien encaja naturalmente en la secuencia premilenial de
eventos, no hay evidencia de que este juicio sea de todos los hombres, ya que se
trata solo de los vivos en el momento de la segunda venida, en contraste con las
demandas del concepto amilenial de un juicio general. en la segunda venida.
Este juicio también es bastante diferente del juicio del Gran Trono Blanco
(Apocalipsis 20:11-15) porque no hay personas resucitadas aquí, sino personas
que viven en la tierra. Ademá s, el propó sito del juicio es permitir que los justos
entren en el reino milenial. Cabe señ alar que no hay resurrecció n relacionada
con este juicio como sería cierto si fuera el rapto de la iglesia.
El pasaje también tiende a contradecir el punto de vista postribulacional
de que el rapto ocurre al final de la tribulació n en el momento de la segunda
venida. Si tal rapto hubiera tenido lugar en el proceso de la venida de Cristo del
cielo a la tierra y los creyentes fueran arrebatados para encontrarse con É l,
como se describe el rapto, las ovejas ya habrían sido separadas de las cabras, y
ningú n juicio como este sería posible. necesario. Después de que el reino de
Cristo se establece en la tierra, todavía existe la imagen mezclada de salvos y
no salvos. Los creyentes gentiles vivos en este juicio prueban que no había
tenido lugar ningú n rapto postribulacional.
El Discurso del Monte de los Olivos ocupa su lugar entre los grandes
pasajes proféticos de la Escritura. El juicio explica por qué Cristo no introdujo
su reino en su primera venida: otras profecías tenían que cumplirse antes de
que se cumpliera la segunda venida. Por consiguiente, aunque Cristo fue
declarado Rey de Israel y Salvador delmundo, fue rechazado en su primera
venida, pero regresará triunfante, cumpliendo literalmente el pasaje del
Antiguo Testamento que describe esta victoria.
Los discípulos estaban mal preparados para entender esto y, sin duda, no
lo entendieron en ese momento cuando hicieron la pregunta adicional en
Hechos 1 sobre el tiempo en que Cristo traería Su reino. La iglesia primitiva
tardó en responder y comprender que habría un extenso período de tiempo
entre la primera venida de Cristo y su segunda venida y que en él se cumpliría
el programa de Dios, imprevisto en el Antiguo Testamento: que Dios llamaría a
un pueblo, tanto judíos como gentiles, para formar un cuerpo especial de
creyentes por el tiempo y la eternidad.

PROFECÍA EN EL EVANGELIO DE JUAN


El evangelio de Juan no es principalmente un libro sobre profecías, ya que el
mismo Juan declaró que el propó sito del libro era llevar a las personas a la
familia en Jesucristo (Juan 20: 30–31). Debido al propó sito especial del
evangelio de Juan, se trata má s de historia que de profecía. Escrito como estaba
en la ú ltima parte del primer siglo, estaba ministrando a la segunda generació n
de la iglesia, que, por supuesto, estaba principalmente preocupada por lo que
sucedería en la era actual.
En consecuencia, aunque el evangelio de Juan tiene numerosas profecías
de naturaleza general, el mensaje profético principal se encuentra en Juan 13-
17, revelado la noche antes de que Jesú s fuera crucificado. El Discurso del
Aposento Alto que se encuentra en esta secció n toma su lugar junto con otras
porciones proféticas importantes, como Mateo 5–7, Mateo 13 y Mateo 24–25.

El testimonio de Juan el Bautista acerca de Jesús


Juan 1:15-17. El ministerio de Juan el Bautista como precursor de Jesú s fue
profetizado en Isaías 40:3-5. Mateo llamó la atenció n sobre esto (Mateo 3:3,
citando Isaías 40:3). Lucas citó todo el pasaje de Isaías 40:3-5 (Lucas 3:4-6).
Juan
el Bautista afirmó que él era ese profeta en relació n con el bautismo de Jesú s
(Juan 1:23). Juan el Bautista había predicho: “Este es de quien dije: 'El que viene
después de mí me ha superado porque fue antes que yo'” (v. 15). Juan el
discípulo trazó la gracia y todas las bendiciones de Dios a través de Jesú s,
declarando: “De la plenitud de su gracia todos hemos recibido una bendició n
tras otra. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo” (vv. 16-17). Juan, en efecto, anunció que
Jesú straería una nueva dispensació n, que tendría la gracia y la verdad como
su característica central. Estas declaraciones son compatibles solo con el
concepto de que Jesucristo es el Hijo de Dios y el Mesías prometido de Israel.

Juan el Bautista anuncia a uno que es más grande que él


Juan 1:26-27. Cuando se le preguntó a Juan el Bautista si era Cristo, Elías o
el profeta, negó su identificació n con ellos. En cambio, declaró que bautizó con
agua, pero que Uno después de él sería mayor que él (1:24-27).

Juan el Bautista identifica a Jesús como el Cordero


Juan 1:29–34. El día después de que Juan el Bautista anunció que vendría
Uno que era má s grande que él, vio que Jesú s se acercaba y Juan anunció :
“¡Mira, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! A esto me refería
cuando dije: 'Un hombre que viene después de mí me ha superado porque
estaba antes que yo'. Yo mismo no lo conocía, pero la razó n por la que vine a
bautizar con agua fue para que pudiera ser revelado a Israel” (vv. 29–31).
Debido a que Jesú s estaba relacionado con Juan el Bautista, sin duda se habían
conocido antes, pero Juan no sabía que Jesú s era el Mesías hasta ese momento.
El pronunciamiento de que Jesú s sería el Cordero de Dios fue una predicció n de
su ministerio futuro. Juan el Bautista declaró que una de las principales razones
de su ministerio era revelar a Jesú s a Israel.
A Juan el Bautista se le había informado que cuando se encontrara con
Jesú s vería una paloma que venía del cielo y que permanecería sobre él: “Vi al
Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. No lo
habría conocido si no fuera porque el que me envió a bautizar con agua me dijo:
"El hombre sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece, es el que
bautizará con el Espíritu Santo". He visto y testifico que éste es el Hijo de Dios”
(vv. 32–34). En el registro de Mateo del mismo incidente, Mateo registró que
después de que Jesú s fue bautizado, “en ese momento se abrió el cielo y vio al
Espíritu de Dios descender como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del
cielo dijo: 'Este es mi Hijo, a quien amo; en él me complazco” (Mateo 3:16-17).
El registro de Juan y el registro de Mateo juntos proporcionan una
demostració n notablemente clara de la doctrina de la Trinidad. Juan vio que la
paloma, símbolo
del Espíritu Santo, permanecía sobre Cristo y, por supuesto, Jesú s estaba siendo
bautizado. Al mismo tiempo, la voz del cielo, grabada por Mateo, indicó la
presencia de Dios el Padre. Lucas, igualmente, confirmó el hecho de que se
escuchó la voz del Padre (Lucas 3:21-22).

El testimonio de Natanael
Juan 1:40–51. Andrés, que había sido llamado a seguir a Jesú s el día
anterior, primero fue a buscar a su hermano Simó n Pedro y lo llevó a Jesú s (vv.
40–42). Al día siguiente, llamaron a Felipe (v. 43). Felipe llamó a Natanael (v.
45), pero Natanael estaba preocupado porque dijo que ningú n profeta venía de
Nazaret (vv. 45-46). Cuando Natanael se acercó a Jesú s, Jesú s dijo: “Aquí hay un
verdadero israelita, en quien no hay nada de falso” (v. 47). Natanael se asombró
de que Jesú s lo conociera y le preguntó có mo lo conocía (v. 48). La respuesta de
Jesú s fue: “Te vi cuando aú n estabas debajo de la higuera antes de que Felipe te
llamara” (v. 48). Natanael reconoció que la ú nica forma en que Jesú s podía
conocerlo, porque había estado completamente solo, era que él era Dios, y
declaró : “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (v. 49). En
relació n con el hallazgo y el llamado de Natanael, Jesú s hizo el
pronunciamiento: “Crees porque te dije que te vi debajo de la higuera. Cosas
mayores que estas verá s” (v. 50). Entonces Jesú s añ adió : “En verdad os digo que
veréis el cielo abierto y los á ngeles de Dios que suben y bajan sobre el Hijo del
Hombre” (v. 51). En este pasaje sobre el llamado de Natanael, Juan estaba
probando ante todo que Jesú s es omnipresente en su deidad, lo que explica por
qué vio a Natanael debajo de la higuera, y también que era omnisciente,
sabiendo cosas en el futuro.

Predicción de Jesús de su muerte y resurrección


Juan 2:13-22. Juan registró la primera purificació n del templo por Jesú s
(vv. 13-17). Jesú s había echado las ovejas y el ganado fuera del á rea del templo
y había esparcido las mesas de los cambistas (v. 15). Sin embargo, Juan registró :
“Entonces los judíos le preguntaron: '¿Qué señ al milagrosa puedes mostrarnos
para demostrar tu autoridad para hacer todo esto?'” (V. 18). La respuesta de
Jesú s fue la predicció n de Su muerte y resurrecció n: “Destruye este templo y lo
resucitaré en tres días” (v. 19). Los judíos, por supuesto, pensaron que se
refería al templo que estaba construyendo Herodes, que había estado en
construcció n durante cuarenta y seis añ os (v. 20). Juan explicó que el templo
del que hablaba Jesú s era Su cuerpo (v. 21). En ese momento, los discípulos no
entendieron lo que Jesú s dijo, pero Juan registró : “Después que resucitó de los
muertos, sus discípulos recordaron lo que había dicho. Entonces creyeron en la
Escritura y en las palabras que Jesú s había hablado” (v. 23).
Jesús predice su crucifixión
Juan 3:14-16. Cuando Jesú s testificó a Nicodemo sobre la dificultad de
aceptar la verdad espiritual, dijo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo
el que crea en él tenga la vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga
vida eterna” (vv. 14-16). Al aludir a que Moisés levantó la serpiente en el
desierto, Jesú s se estaba refiriendo a Nú meros 21:6–9. Cuando los hijos de
Israel se quejaron de no tener comida y agua de su agrado, Nú meros registró
que Dios envió serpientes venenosas entre el pueblo y causó la muerte de
muchos (v. 6). Cuando el pueblo de Israel confesó que había pecado, el Señ or le
ordenó a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la colocara en un poste,
y si el pueblo era mordido por las serpientes, podían mirar a la serpiente de
bronce y ser sanados (vv. 8–9).
Usando esta ilustració n histó rica, Jesú s declaró que É l también "debe ser
levantado" (Juan 3:14). Así como en el caso de Israel cuando miraron a la
serpiente de bronce con fe y fueron sanados, Jesú s predijo que cuando lo
miraran levantado, creerían y tendrían vida eterna (v. 15). Al referirse a ser
levantado, Jesú s se estaba refiriendo a Su crucifixió n y la necesidad de que ellos
fueran a la cruz con fe para tener la salvació n a través de Cristo. Jesú s concluyó
esto con la gran afirmació n de que la dá diva del Hijo de Dios fue un acto de
amor y que “todo el que crea en él no se perderá , sino que tendrá vida eterna”
(v. 16). Sin duda, los discípulos no entendieron a qué se refería Jesú s hasta
después de Su muerte y resurrecció n.

Necesidad de fe en Cristo para tener vida


Como resumen de este importante capítulo, el apó stol Juan declaró : “El que
cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rechaza al Hijo no verá la vida,
porque la ira de Dios permanece sobre él” (3:36). Este versículo proporciona
una maravillosa profecía de que creer en Jesú s como el Hijo asegura al
individuo la vida eterna en contraste con aquellos que rechazan a Jesú s, quienes
no solo no reciben la vida, sino que está n bajo la ira de Dios.

El testimonio de Jesús a la mujer samaritana


Juan 4:7-42. El viaje entre Judea y Galilea requería pasar por Samaria, la
ruta directa que usaban Jesú s y sus discípulos, o dar la vuelta por el este por
Perea. Después de viajar todo el día, Jesú s y sus discípulos llegaron hasta el
pozo de Jacob, ubicado en Samaria, y los discípulos fueron al pueblo a comprar
comida. Mientras Jesú s estaba sentado junto al pozo, una mujer samaritana
vino a sacar agua. Jesú s, plenamente consciente de su necesidad espiritual, le
pidió de
beber (v. 7). La mujer samaritana, muy consciente del antagonismo entre
samaritanos y judíos, se sorprendió de que él tuviera algo que ver con
ella. Cuando ella le preguntó por qué Jesú s estaba dispuesto a pedir la bebida,
Jesú s le respondió : “Si supieras el don de Dios y quién es el que te pide de
beber, se lo habrías pedido y él te habría dado agua viva”. (v. 10). La mujer
samaritana respondió , por supuesto, que Jesú s no tenía nada con qué sacar
agua y, después de todo, sus antepasados, Jacob y sus hijos, habían
sacado agua del pozo. Naturalmente, planteó la pregunta de có mo É l podría
darle agua viva (vv. 11-12).
Jesú s expuso sobre el agua viva, diciendo: “Todo el que beba de esta agua
volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le doy nunca má s tendrá
sed. En verdad, el agua que yo le doy se convertirá en él en manantial de agua
que brotará para vida eterna” (vv. 13-14). Cuando la mujer samaritana pidió
esta agua, Jesú s le dijo: “Ve, llama a tu marido y vuelve” (v. 16).
En la conversació n resultante, ella dijo que no tenía marido, y Jesú s dijo
que era correcto, que aunque había tenido cinco maridos, el que estaba
viviendo ahora no era su marido. La mujer samaritana, reconociendo que
estaba hablando con un profeta, mencionó la contenció n familiar de los
samaritanos con el pueblo judío sobre dó nde podían adorar. Ella dijo:
“Nuestros padres adoraron en este monte, pero ustedes los judíos afirman que
el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén” (v. 20).
En su respuesta, Jesú s señ aló que la adoració n no es una cuestió n de lugar,
sino una cuestió n de adoració n verdadera en espíritu y en verdad (v. 23). La
mujer samaritana respondió : “'Sé que el Mesías' (llamado Cristo) 'viene.
Cuando venga, nos explicará todo'” (v. 25). Entonces Jesú s le declaró : “Yo soy el
que te hablo” (v. 26).
En este punto de la narració n, los discípulos habían regresado y se
sorprendieron de que É l hablara con una mujer samaritana, pero, sin embargo,
no le preguntaron por qué. Cuando le pidieron a Jesú s que comiera, É l
respondió : "Tengo comida para comer de la que no sabes nada" (v. 32). Cuando
los discípulos no pudieron entender esto, les dijo: “Mi comida ... es hacer la
voluntad del que me envió y terminar su obra” (c. 34). Jesú s luego les señ aló
que los campos estaban blancos para la cosecha, hablando, por supuesto, de una
cosecha espiritual.
Cuando la mujer les testificó a los habitantes de su aldea que Jesú s le había
contado todo lo que ella había hecho, debido a su vida pecaminosa, ellos
naturalmente vinieron por curiosidad a ver a Uno que sabía todo sobre ella, y
muchos creyeron (vv. 40-41). El evangelio de Juan, diseñ ado para llevar a las
personas a la fe en Cristo para que puedan recibir la vida eterna, ahora ha
agregado a la mujer samaritana como posible candidata para la salvació n junto
con Nicodemo, un judío respetuoso de la ley. En el proceso de llevar a la mujer
samaritana a la fe en É l, Jesú s había demostrado su omnisciencia y su capacidad
para dar vida eterna.
Jesús sana al hijo de un funcionario en Capernaum
Juan 4:43–53. Cuando el funcionario buscó a Cristo para que bajara y
sanara a su hijo, Jesú s respondió simplemente: “Puedes irte. Tu hijo vivirá ” (v.
50). En los versículos que siguen, Juan registró có mo el niñ o fue sanado en esa
misma hora, lo que hizo que toda la familia creyera en Jesú s (vv. 52–53).

La afirmación de Jesús de la igualdad con el Padre, el derecho a juzgar y la


capacidad de dar vida eterna
Juan 5: 16-29. Debido a que Jesú s había sanado al invá lido en el estanque
de Betesda en sá bado, los judíos lo persiguieron (vv. 2-16). Debido a que
Jesú s afirmó que Dios era Su Padre, los judíos lo persiguieron aú n má s porque
consideraron esto como una declaració n de que É l era igual al Padre (vv. 17-
18). En su exposició n sobre su unió n con el Padre, declaró que el Padre lo ama
(v.20), que tiene el poder de resucitar a los muertos como el Padre (v.21), y que
el Padre ha confiado todos juicio al Hijo (vv. 22-23). En consecuencia, el que no
honra al Hijo, no honra al Padre (v. 23).
Esto llevó a Jesú s a declarar: “En verdad les digo que el que oye mi palabra
y cree al que me envió , tiene vida eterna y no será condenado; ha pasado de
muerte a vid” (v. 24).
Ampliando aú n má s Su capacidad para salvar, Jesú s dijo: “Les digo la
verdad, se acerca un tiempo y ahora ha llegado cuando los muertos oirá n la voz
del Hijo de Dios y los que la escuchen vivirá n. Porque como el Padre tiene vida
en sí mismo, también le ha concedido al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha
dado autoridad para juzgar porque es el Hijo del Hombre. No se asombre de
esto, porque se acerca un tiempo en que todos los que está n ensus sepulcros
oirá n su voz y saldrá n; los que hicieron el bien se levantará n para vivir, y los
que hicieron el mal, se levantará n para ser condenados” (vv. 25-29).
Las amplias profecías reveladas por el Salvador aquí predicen, en primer
lugar, la salvació n de las personas que escuchan los hechos acerca de Cristo y,
como resultado de su fe, vivirá n eternamente. Así como Jesú s tiene vida en sí
mismo del Padre, también tiene autoridad para juzgar como Hijo del hombre (v.
26). Para una mayor confirmació n de la capacidad de Cristo, Jesú s llamó la
atenció n sobre el hecho de que los que está n en la tumba, refiriéndose a los que
han muerto físicamente, algú n día oirá n Su voz y saldrá n de la tumba con el
resultado de que será n juzgados con respecto a su vida en tierra, ya sea buena o
mala (vv. 28-29). Al afirmar este hecho de juicio, Cristo Jesú s no estaba
enseñ ando que todas las resurrecciones ocurrirá n al mismo tiempo, ya que
otras
Escrituras aclaran que habrá una serie de resurrecciones, y los impíos no será n
juzgados hasta que todos los justos resuciten.
En estas predicciones y afirmaciones, el apó stol Juan registró un hecho tras
otro que respaldaba su creencia de que Jesú s es el Hijo de Dios y el ú nico
Salvador que puede dar vida eterna.

La venida de un falso Cristo


Juan 5:41–44. Juan acumuló pruebas adicionales de que Jesú s es todo lo
que dijo ser al resumir el testimonio de Juan el Bautista (vv. 33-35), la evidencia
de las obras milagrosas que Jesú s había realizado (v. 36), el testimonio de Dios
el Padre que había hablado desde el cielo acerca de Jesú s (vv. 37-38) y las
Escrituras (vv. 39-40).
A la luz de estas muchas evidencias, la incredulidad en Jesú s no es
razonable y es causada por una falta de amor por Dios (vs. 41-42). Jesú s
entonces predijo que mientras É l había venido en el nombre de Su Padre, ellos
lo habían rechazado, y luego aceptarían un falso cristo (v. 43). Lo resumió
diciendo que su incredulidad los llevará a aceptar la alabanza de los hombres,
pero no a hacer un esfuerzo por ganar la alabanza de Dios (v. 44).

Jesús como pan de vida


Juan 6:30–59. Las multitudes siguieron a Jesú s después de haber
alimentado a los cinco mil (vv. 5-11). Sin embargo, Jesú s los acusó de seguirlo
porque les proporcionó pan, no porque quisieran la vida eterna (vv. 26-27). Al
contemplarEl milagro de Cristo, los judíos también habían recordado que sus
antepasados tenían maná del cielo, que era má s milagroso que el ú nico caso en
que Cristo los alimentó (vv. 30–31). Jesú s no negó que Moisés les dio pan del
cielo, pero dijo: “Mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el
pan de Dios es el que descendió del cielo y da vida al mundo” (vv. 32-33).
Cuando declararon que querían este pan, Jesú s amplió el hecho de ser el
Pan de Vida: “Yo soy el pan de Vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre, y
el que en mí cree, nunca tendrá sed” (v. 35).
Los judíos, sin embargo, criticaron porque Jesú s dijo que É l era el Pan del
cielo (v. 41). Dijeron: “¿No es éste Jesú s, el hijo de José, cuyo padre y madre
conocemos? ¿Có mo puede ahora decir: 'Bajé del cielo'? " (v. 42). Jesú s pasó a
explicarles que no se refería al maná físico ni al pan físico; Estaba hablando de
sí mismo. Sus antepasados habían comido el maná y murieron. El que come del
Pan del cielo vivirá para siempre (vv. 50–51). Sin embargo, los judíos no
entendieron que cuando Cristo habló de comer Su carne y beber Su sangre (v.
53), no estaba hablando literalmente de comer Su carne y sangre, sino de
participar de Cristo por fe (vv. 53-57). Jesú s afirmó : “Nuestros antepasados
comieron el maná y
murieron, pero el que se alimenta de este pan vivirá para siempre” (v. 58). Los
judíos tenían dificultad para entender a Jesú s porque al principio no tenían fe
en É l y no estaban preparados para las afirmaciones que exaltaban a Jesucristo
como Salvador y Dios.

La necesidad del padre capacitando a los hombres para creer


Juan 6: 60–65. Los judíos no pudieron aceptar la enseñ anza de Cristo y se
sintieron ofendidos por ella, así que Jesú s preguntó : “¿Esto te ofende? ¿Qué
pasa si ves al Hijo del Hombre ascender a donde estaba antes? " (vs. 61–62).
Cerró su discusió n recordá ndoles una vez má s, como lo había hecho antes, que
sin la habilitació n del Padre, nadie creería en el Hijo (v. 65).

La predicción de Jesús de que los dejará, pero enviará el Espíritu


Juan 7: 33–39. Como la gente estaba perpleja porque Jesú s no había sido
arrestado, se enviaron guardias del templo para detenerlo (vv. 26, 30–32).
Jesú s dijo a los guardias enviados para arrestarlo: "Estoy con ustedes por poco
tiempo, y luegove al que me envió . Me buscará s, pero no me encontrará s; ya
donde yo estoy, ustedes no pueden venir” (vv. 33–34).
Juan registró la predicció n de Jesú s sobre la venida del Espíritu Santo: “En
el ú ltimo y mayor día de la Fiesta, Jesú s se puso de pie y dijo en voz alta: 'Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que crea en mí, como dice la Escritura,
de su interior correrá n corrientes de agua viva. Con esto se refería al Espíritu, a
quien má s tarde recibirían los que creyeran en él. Hasta ese momento no se
había dado el Espíritu, pues Jesú s aú n no había sido glorificado” (vv. 37-39). En
su predicció n, Jesú s anticipó la venida del Espíritu en el día de Pentecostés y el
Espíritu Santo llenando a los discípulos.

Jesús como la luz del mundo


Juan 8:12-20. Jesú s anunció : “Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (v. 12). Cuando los
fariseos lo desafiaron con respecto a este testimonio, Jesú s señ aló que un
asunto fue verificado por dos testigos (v. 17). Como Jesú s testifica, así también
el Padre testifica, cumpliendo el requisito de los dos testigos. Aunque Jesú s es la
Luz del mundo, los fariseos no recibieron la Luz, y Jesú s les dijo: “No me
conocen a mí ni a mi Padre ... Si me conocieran a mí, también conocerían a mi
Padre” (v. 19).

La predicción de Jesús de que los fariseos morirán en sus pecados y donde


Jesús iba, no podían venir
Juan 8:21-30. Jesú s volvió a anunciar que los dejaría pero que los fariseos
no vendrían a él porque morirían en sus pecados (vv. 21-24). Jesú s también
declaró
que cuando fuera levantado, es decir, crucificado, su afirmació n de poder
perdonar los pecados sería apoyada (v. 28; cf. Nú m. 21:6-9; Juan 3:14).

Jesús mayor que Abraham


Juan 8: 48–50. Al debatir con los judíos si eran hijos legítimos de Abraham,
Jesú s llamó la atenció n sobre su incredulidad, lo que indicaba que no eran
verdaderos hijos de Abraham, aunque estaban relacionados físicamente con
él. En el transcurso de la discusió n, Jesú s declaró : “En verdad les digo que si
alguno guarda mi palabra, no verá la muerte jamá s” (v. 51). Esto hizo que los
judíos le cuestionaran si era mayor queAbraham (v. 53). En respuesta, Jesú s
dijo: “Tu padre Abraham se regocijó con la idea de ver mi día; él lo vio y se
alegró ” (v. 56).
Cuando los judíos le preguntaron có mo podía ser esto porque él no era tan
viejo, Jesú s respondió : "Les digo la verdad ... ¡antes de que Abraham naciera, yo
lo soy!" (v. 58). Los judíos veían con razó n que esto afirmaba ser Dios, y aunque
tomaron piedras para apedrearlo, Jesú s estaba protegido de ellos (v. 59). A lo
largo del pasaje, lo que Jesú s estaba afirmando era que aquellos que fueran
verdaderos descendientes espirituales de Abraham reconocerían a Jesú s
también por lo que es.

El contraste entre la vista natural y la vista espiritual


Juan 9:39–41. Después de la curació n de Jesú s al que nació ciego (vv. 1-38),
Jesú s hizo el pronunciamiento: "Para juicio he venido a este mundo, para que
los ciegos vean y los que ven se vuelvan ciegos". (v. 39). Cuando los fariseos
preguntaron si ellos también eran ciegos, Jesú s respondió : “Si fueras ciego, no
serías culpable de pecado; pero ahora que dices que puedes ver, tu culpa
permanece” (v. 41). Aunque la curació n del hombre que era ciego por
naturaleza fue un gran milagro, también fue una evidencia del poder de Dios
que aquellos que alguna vez fueron ciegos espiritualmente pueden ver y que
aquellos que afirman que pueden ver espiritualmente a menudo son ciegos.

Jesús como el buen pastor


Juan 10:5–18. Al expandir el hecho de que Jesú s era el Buen Pastor y que
Sus ovejas lo seguirían, Jesú s dijo: “Pero nunca seguirá n a un extrañ o; de hecho,
huirá n de él porque no reconocen la voz de un extrañ o” (v. 5). Cuando los
discípulos no entendieron esto, Jesú s amplió la explicació n declarando: “Les
digo la verdad, yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de
mí eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la
puerta; el que entre por mí, se salvará . Entrará y saldrá , y encontrará pastos. El
ladró n viene só lo para robar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan
vida y la tengan
en abundancia” (vv. 7-10). Jesú s estaba declarando que É l es el ú nico Salvador y
que aquellos que son salvados por É l no solo tendrá n vida, sino que tendrá n
pasto y el cuidado de Dios. Tendrá n vida y vivirá n en plenitud (v. 10).
Al ampliar la declaració n de que É l es el Buen Pastor, Jesú s declaró : “Yo soy
el buen pastor. El buen pastor su vida da por las ovejas” (v. 11). En contraste
confalsos pastores que huyen cuando el lobo viene y abandona las ovejas (vv.
12- 13), Jesú s declaró : “Yo soy el buen pastor; Yo conozco a mis ovejas y mis
ovejas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al
Padre, y doy mi vida por las ovejas” (vv. 14-15). Como Buen Pastor al morir en
la cruz, Jesú s murió por Sus ovejas.
Al proclamar que É l es el Buen Pastor, Jesú s agregó : “Tengo otras ovejas
que no son de este redil. Debo traerlos también. Ellos también escuchará n mi
voz, y habrá un solo rebañ o y un solo pastor” (v. 16). En esta profecía, Jesú s
estaba anticipando la iglesia, compuesta de judíos y gentiles, donde el muro de
separació n entre ellos se derribaría y serían uno en Cristo y serían un solo
rebañ o y tendrían un solo Pastor.
Jesú s luego se amplió sobre el sacrificio de su vida, declarando: “La razó n
por la que mi Padre me ama es que doy mi vida, solo para volver a tomarla.
Nadie me lo quita, pero yo lo dejo por mi propia voluntad. Tengo la autoridad
para dejarlo y la autoridad para retomarlo. Este mandamiento lo recibí de mi
Padre” (vv. 17-18). Al hacer esta afirmació n, Jesú s estaba anticipando su muerte
en la cruz cuando daría su vida por las ovejas. Sin embargo, en el caso de Jesú s,
É l no solo tenía el poder de dar su vida, sino que tenía el poder de tomarla de
nuevo, algo que nunca había sido cierto para ninguna persona anterior
resucitada de entre los muertos. É sta iba a ser la prueba suprema de su deidad,
que sus discípulos reconocieron. Como demuestra un estudio de la resurrecció n
de Cristo, Jesú s no fue simplemente restaurado a la vida que tenía antes de Su
muerte, sino que se le dio un nuevo cuerpo, el modelo del cuerpo de
resurrecció n de los santos que recibirá n en el momento de la resurrecció n o el
rapto.

La deidad de Jesús y su poder para dar vida eterna a quienes confían en él


Juan 10:19–39. Los dichos de Jesú s dividieron a su audiencia; algunos
afirmaron que estaba poseído por un demonio, pero otros afirmaron que, sin
embargo, sus milagros demostraron que era un profeta genuino (vv. 19-21).
Cuando los judíos se dirigieron a É l, “¿Hasta cuá ndo nos mantendrá s en
suspenso? Si eres el Cristo, dínoslo claramente” (v. 24), Jesú s respondió que les
había dado la prueba adecuada. Sus milagros testificaron de su pretensió n de
ser genuino (v. 25). La razó n por la que tenían problemas para creerle era que
no eran sus ovejas (v. 26). Jesú s declaró : “Mis ovejas escuchan mi voz; Yo las
conozco y ellas me siguen. Les doy vida eterna y nunca perecerá n; nadie me las
puede arrebatar de la mano” (vv. 27-28). EstaEl pasaje es otra afirmació n de
que aquellos que han nacido de nuevo han recibido una salvació n eterna en la
vida eterna que reciben. Jesú s prometió que nunca perecerá n ni caerá n de su
exaltada posició n. Dijo: “Nadie puede arrebatá rmelas de la mano. Mi Padre que
me las dio, mayor que todos es; nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre. Yo y el Padre uno somos” (vv. 28-30).
Como doble seguridad de la certeza de su salvació n, Jesú s declaró que no
solo está n en sus manos, sino también en las manos del Padre, y nadie puede
arrebatarlas de las manos del Padre. Cuando concluyó con la declaració n, "Yo y
el Padre uno somos" (v. 30), los judíos reconocieron esto como un reclamo de
deidad y tomaron piedras para apedrearlo (v. 31). Jesú s les preguntó por qué se
sentían ofendidos. Ellos respondieron: “No te apedreamos por ninguna de
estas cosas ... sino por blasfemia, porque tú , un simple hombre, pretendes ser
Dios” (v. 33).
Cuando Jesú s citó la Ley en el sentido de que los que habían recibido la
palabra de Dios eran "dioses" (v. 34), preguntó por qué lo acusaban de
blasfemia. En su uso de la Ley aquí, Jesú s se refirió no solo al Pentateuco sino
también a todo el Antiguo Testamento.
La referencia particular es el Salmo 82, donde los hombres son designados
para juzgar en nombre de Dios, y Dios declaró en el versículo 6: “Dije: 'Ustedes
son “dioses”; todos sois hijos del Altísimo '”. Este salmo no declara que los
hombres son dioses excepto cuando Dios los designa para actuar en su nombre,
como en este caso. Jesú s estaba discutiendo de manera muy parecida a los
judíos, señ alando este pasaje del Antiguo Testamento que ampliaría el uso de la
palabra dioses. Si los hombres ordinarios pudieran ser dioses como en este
salmo, no deberían objetar que É l afirme ser Dios en vista de Sus credenciales:
É l en realidad es el Hijo de Dios. Jesú s una vez má s les pidió que aceptaran Su
palabra, pero si no podían hacerlo, al menos creyeran debido a los milagros que
É l realizó (Juan 10:37-38). Una vez má s, intentaron apoderarse de él, pero no lo
consiguieron (v. 39).
En el proceso de declarar que usó correctamente la palabra Dios
con respecto a sí mismo, Jesú s también hizo un gran pronunciamiento con
respecto a la Escritura: “la Escritura no puede ser quebrantada” (v. 35). Aquí,
como en otros casos, Jesú s da plena autoridad a la Biblia como inspirada por
Dios, a las mismas palabras, pero a veces incluso a las mismas letras e incluso a
la letra má s pequeñ a (Mat. 5:18). Debido a que Jesú s puso su propio sello de
aprobació n en el concepto de que la Biblia está inspirada por el Espíritu Santo
y, por lo tanto, sin error, quien ataca la Palabra escrita también debe atacar la
veracidad de Jesú s como Verbo encarnado. Si Jesú s tiene razó n, entonces la
Biblia también tiene razó n.
Los pronunciamientos de Jesús sobre Lázaro y su resurrección
Juan 11: 1–53. Este capítulo, que trata de la muerte y resurrecció n de
Lá zaro, es una introducció n apropiada de la muerte y resurrecció n de Cristo,
que ocurrió no muchos días después. Se centra en la gran verdad de que en
Jesú s hay resurrecció n y vida.
Cuando Jesú s se enteró de la enfermedad de Lá zaro, declaró : “Esta
enfermedad no terminará en muerte. No, es para la gloria de Dios, para que el
Hijo de Dios sea glorificado por ella” (v. 4).
Después de enterarse de la enfermedad de Lá zaro, Jesú s se quedó
deliberadamente dos días má s antes de comenzar el viaje de regreso. Cuando
anunció a sus discípulos que regresaría a Judea (v. 7), llamaron su atenció n
sobre el hecho de que los judíos estaban al acecho para matarlo, pero Jesú s
respondió : “¿No hay doce horas de día? El que camina de día no tropezará ,
porque ve la luz de este mundo. Cuando anda de noche, tropieza, porque no
tiene luz” (vv. 9-10). Entonces Jesú s les anunció que Lá zaro se había quedado
dormido (v.
11). Los discípulos, pensando en el sueñ o natural, pensaron que esto era una
señ al de que estaba mejorando (v. 12), pero, como nos informa la Escritura,
Jesú s les dijo: “Lá zaro ha muerto, y por ustedes me alegro de haberme muerto.
no allí, para que crean. Pero vayamos a él” (vv. 14-15). Guiados por Tomá s,
regresarían cuando él les exhortara: “Vá monos también nosotros, para que
muramos con él” (v. 16).
Cuando Jesú s y sus discípulos regresaron a Betania, se enteraron de que
Lá zaro había estado en la tumba durante cuatro días. Marta, que salió a
recibirlo, dijo como sin duda lo habían dicho muchas veces en su ausencia:
“Señ or ... si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero sé que
incluso ahora Dios te dará todo lo que pidas” (vv. 21-22). Aunque no esperaba
que Jesú s resucitara a Lá zaro, afirmó que tenía el poder para hacerlo.
Esto le dio a Jesú s la oportunidad de discutir la resurrecció n con ella, y
Jesú s le dijo a Marta: “Tu hermano resucitará ” (v. 23). Marta en su respuesta
afirmó su fe en que todos resucitarían eventualmente. Jesú s pasó a afirmar má s
que la esperanza de la resurrecció n de todos, y le dijo a Marta: “Yo soy la
resurrecció n y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá ; y todo el que
vive y cree en mí, no morirá jamá s. ¿Cree usted esto?" (vv. 25-26). Marta, en
respuesta, volvió al hecho bá sico de que ella creía que Jesú s era el Cristo, el Hijo
de Dios (v. 27).
Entonces Marta llamó a María. Cuando María se encontró con Jesú s, las
Escrituras registran: “Ella se postró a sus pies y dijo: 'Señ or, si hubieras estado
aquí, mi hermano no habría muerto'” (v. 32). Jesú s vio que ella lloraba junto con
los judíos que estaban allí, y las Escrituras registran: “É l estaba profundamente
conmovido y turbado” (v. 33). Luego pidió ver el lugar donde estaba sepultado
Lá zaro. Algunos de los judíos que estaban allí estuvieron de acuerdo con María
y
Marta en que si Jesú s hubiera estado allí mientras Lá zaro todavía estaba vivo,
no había duda de que É l podría haberlo sanado. Pero estaba má s allá de la fe de
la mayoría de ellos que Jesú s pudiera resucitar a Lá zaro, incluso en este
punto. Cuando llegaron al sepulcro, que era una cueva, Jesú s les dijo: “Quitad la
piedra” (v. 39). Cuando Marta objetó que habría mal olor porque había estado
muerto durante cuatro días, Jesú s le respondió : "¿No te dije que, si creías, verías
la gloria de Dios?" (v. 40). Jesú s entonces oró a Dios Padre: “Padre, te doy
gracias porque me has escuchado. Sabía que siempre me escuchas, pero lo dije
en beneficio de la gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste” (vv.
41– 42).
Entonces Jesú s, hablando con un fuerte vicio, dijo: "¡Lá zaro, sal!" (v.
43). Ante el asombro de los que observaron, Lá zaro salió de la tumba con sus
vestiduras funerarias. Jesú s les ordenó que le quitaran las vestiduras y lo
dejaran ir (v. 44).
El gran milagro obvio que ocurrió influyó en muchos otros para que
depositaran su confianza en Jesú s (v. 45), pero los principales sacerdotes y los
fariseos estaban molestos por esta demostració n del poder de Dios, y dijeron:
“Aquí está este hombre realizando muchos signos milagrosos. Si lo dejamos
seguir así, todos creerá n en él, y entonces vendrá n los romanos y nos quitará n
nuestro lugar y nuestra nació n” (vv. 47–48).
La total ceguera de los fariseos al significado de lo que había sucedido en la
tumba de Lá zaro y su deseo egoísta de mantener su propio lugar de liderazgo
son un recordatorio constante de la ceguera del corazó n humano que no ha sido
tocado por la gracia de Dios cuando se enfrenta a los hechos de Jesucristo. Juan
registró que Caifá s, que era sumo sacerdote, dijo: “¡No sabes nada en
absoluto! No te das cuenta de que es mejor para ti que un hombre muera por el
pueblo que que perezca toda la nació n” (vv. 49-50). Lo que Caifá s quiso decir es
que era mejor que Jesú s muriera que que toda la nació n fuera engañ ada. Pero
como Juan nos recordó , Caifá s sin saberlo entregó una profecía verdadera, que
era exactamente lo que iba a suceder: que Jesú s iba a morir y el resultado sería
que la nació n se salvaría. John declaró : "É l dijoesto por su cuenta, pero como
sumo sacerdote ese añ o profetizó que Jesú s moriría por la nació n judía, y no
solo por esa nació n, sino también por los hijos de Dios dispersos, para unirlos y
hacerlos uno” (vv. 51 –52). A partir de ese momento, como dice la Escritura, los
judíos planearon activamente su muerte (v. 53).

Jesús ungido por María de Betania


Juan 12:1–11; Mateo 26:6–13; Marcos 14:3–9. Jesú s y sus discípulos habían
regresado a Betania para cenar en su honor. Mientras estaba reclinado a la
mesa, John registró : “Entonces María tomó alrededor de medio litro de nardo
puro, un
perfume caro; lo derramó sobre los pies de Jesú s y le secó los pies con el
cabello. Y la casa se llenó del olor del perfume” (Juan 12: 3). Juan escribió que
Judas Iscariote se opuso a lo que él pensó que era un desperdicio del perfume y
dijo que debería haberse vendido y el dinero dado a los pobres (v. 4-5). Juan,
sin embargo, notó que la verdadera preocupació n de Judas Iscariote era que él
era el tesorero, y el dinero habría llegado a su posesió n y él se beneficiaría con
él como si fuera un ladró n (v. 6).
Sin embargo, Jesú s respondió a esto: “Déjala en paz ... estaba previsto que
ella guardara este perfume para el día de mi entierro. Siempre tendréis pobres
entre vosotros, pero no siempre me tendréis a mí” (vv. 7-8). Este conmovedor
acto de devoció n por parte de María reveló que, tal vez má s que nadie, como
resultado de estar sentada a los pies de Jesú s, ella de alguna manera
comprendió que É l iba a morir y tuvo la intenció n de esto como una
preparació n y una demostració n de su devoció n por él.
Durante la cena, una multitud salió de Jerusalén no solo para ver a Jesú s,
sino también para ver a Lá zaro, ya que se había difundido la noticia de su
restauració n (v. 9). El resultado de esto fue que los principales sacerdotes no
solo planearon matar a Jesú s, sino matar a Lá zaro porque muchos creían en
Jesú s por su causa (vv. 10-11).

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén


Juan 12:12-19; Mateo 21:1–9; Marcos 11:1–10; Lucas 19:29–38; cf. Zacarías
9: 9. Las noticias de la resurrecció n de Lá zaro y la acumulació n del ministerio
de Jesú s hicieron que las multitudes lo recibieran con ramas de palma (Juan 12:
12- 13). Juan registró que la multitud gritó : “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en
nombre del Señ or! ¡Bendito el Rey de Israel! " (v. 13). Ademá s de citar y cumplir
Zacarías 9: 9, la multitud también citó el Salmo 118:25-26.
Juan registró que los discípulos en ese momento no reconocieron el
significado de lo que habían visto y oído, pero después de la glorificació n de
Jesú s, se dieron cuenta de que esta ocasió n era un cumplimiento de la
profecía. Juan también agregó que la resurrecció n de Lá zaro y este evento de
entrar en Jerusalén sirvieron triunfalmente para difundir el evangelio para que
muchos otros creyeran en Jesú s. Esto llevó a los fariseos a una exasperació n
total, y dijeron: “Mira, esto no nos lleva a ninguna parte. ¡Mira có mo el mundo
entero ha ido tras él! " (v. 19).

La respuesta de Jesús a los griegos que lo buscaban


Juan 12:20-26. Al escuchar que los griegos querían verlo, Jesú s dijo: “Ha
llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. Les digo la verdad, a
menos que un grano de trigo caiga al suelo y muera, só lo queda una semilla.
Pero
si muere, produce muchas semillas. El que ama su vida la perderá , mientras que
el que odia su vida en este mundo la guardará para vida eterna. El que me sirve,
que me siga; y donde yo soy también estará mi siervo. Mi Padre honrará al que
me sirve” (vv. 23-26).
Los problemas que enfrentaba Jesú s eran mucho mayores que el de
concederles una entrevista a los griegos. En cambio, Jesú s se enfrentaba a una
muerte inminente. Sin embargo, señ aló que, así como el trigo cuando muere
produce mucho má s que un solo grano que se planta, así cuando Jesú s murió , Su
muerte produciría muchas semillas (v. 24). Esto llevó al principio má s amplio
de que para ganar la vida es necesario perderla, y aquellos que está n dispuestos
a perderla, la ganan (v. 25). Jesú s dijo, ademá s: “El que me sirve, que me siga; y
donde yo esté, también estará mi siervo. Mi Padre honrará al que me sirve” (v.
26). En este pronunciamiento, Jesú s estaba anticipando su muerte y también el
desafío de aquellos que lo seguirían. Prometió que aquellos que le sirven será n
honrados por Dios el Padre (v. 26).

La lucha de Jesús con la hora de su muerte que se acerca


Juan 12:27–36. Mientras Jesú s contemplaba su crucifixió n venidera, dijo:
“Ahora mi corazó n está turbado, ¿y qué diré? 'Padre, ¿sá lvame de esta hora’?
No, fue precisamente por eso que vine a esta hora. Padre, ¡glorifica tu nombre! "
(vv. 27-28). En respuesta al pronunciamiento de Jesú s, las Escrituras registran:
“Entonces vino una voz del cielo: 'Lo he glorificado, y lo glorificaré de nuevo'. La
multitud que estabaallí y lo escuché decir que había tronado; otros decían que
un á ngel le había hablado” (vv. 28-29).
En respuesta a lo que había dicho la multitud, Jesú s dijo: “'Esta voz era
para tu beneficio, no el mío. Ahora es el momento de juzgar a este mundo;
ahora el príncipe de este mundo será expulsado. Pero yo, cuando sea levantado
de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Dijo esto para mostrar la clase de muerte
que iba a morir” (vv. 30–33). Esta predicció n es otra alusió n a Su crucifixió n, y
ser levantado se refiere a Juan 3:14; 8:28; 12:32, 34.
Aunque la alusió n de ser levantado se refería a su muerte, parece que la
multitud entendió que sus palabras se referían al hecho de que Jesú s no estaría
con ellos para siempre. Ellos hablaron: “Hemos escuchado de la Ley que el
Cristo permanecerá para siempre, entonces, ¿có mo puedes decir: 'El Hijo del
Hombre es necesario que sea levantado'? ¿Quién es este 'Hijo del Hombre'? " (v.
34). Jesú s no les respondió directamente, pero les advirtió que la luz no estaría
con ellos para siempre (vv. 35-36). Debían poner su confianza en É l mientras
aú n estuviera abierta para ellos. El incidente terminó con Jesú s ocultá ndose de
ellos (v. 36).
Juan 12:37–50. Juan concluyó con el triste cumplimiento de Isaías, quien
profetizó la dureza de su corazó n y la ceguera de sus ojos cuando se trataba de
la verdad espiritual (vv. 37-40; Isa. 6:10; 53:1). Sin embargo, a pesar de la
ceguera de algunos, incluso algunos de los líderes de Israel estaban
comenzando a creer en É l (Juan 12:42–43). En conclusió n, Juan registró la
declaració n de Jesú s de que los que escuchan será n considerados responsables
y juzgados por lo que hagan con lo que ven y oyen (vv. 44–50).

El pronunciamiento de Jesús en ocasión de la Pascua y su lavado de pies a


los discípulos
Juan 13: 1–20. En la fatídica noche antes de su crucifixió n, Jesú s se había
reunido con sus discípulos para observar la fiesta de la Pascua. Jesú s mismo
estaba mirando má s allá de los eventos inmediatos de Su muerte, resurrecció n
y posterior ascensió n al cielo hasta la era presente entre Pentecostés y el rapto
cuando el plan previamente no revelado de Dios de llamar a un pueblo de la
iglesia se cumpliría. Este discurso de Juan 13-17 se llama Discurso del Aposento
Alto, pero solo los dos primeros capítulos se pronuncian en el Aposento
Alto. Mientras la observancia de la cena pascual estaba en marcha, Jesú s,
sabiendo que Judas Iscariote había aceptado traicionarlo y que había venido de
Dios y estabavolviendo a Dios (vv. 2-3), tomó un recipiente con agua y una
toalla y comenzó a secar los pies de los discípulos. Aunque no es una profecía
en sí misma, anticipó el ministerio de los discípulos después de que Jesú s se
fuera.
Hubo un silencio incó modo en la habitació n mientras pasaba de uno a otro
mientras se reclinaban, con la cabeza hacia la mesa y los pies lejos de la mesa,
en un sofá que estaba a poca distancia del suelo. Cuando se les invitaba a cenar,
era costumbre que un esclavo lavara los pies a los invitados después de su
contacto con las calles sucias. Ninguno de los discípulos quería ofrecerse como
voluntario para esto porque admitiría que no eran los má s grandes, y ahora
estaban siendo reprendidos por el hecho de que Jesú s asumió este humilde
trabajo.
Cuando vino a Pedro, Pedro le dijo: "No me lavará s los pies jamá s" (v. 8).
Sin embargo, Jesú s respondió a Pedro: "Si no te lavo, no tienes parte de mí"
(v. 8). Peter luego respondió : "¡No solo mis pies, sino también mis manos y mi
cabeza!" (v. 9). La respuesta de Jesú s distingue entre una persona que se bañ a
donde se lava todo el cuerpo y una persona a la que solo se le lavan los pies.
Jesú s le dijo a Pedro: “Una persona que se ha bañ ado solo necesita lavarse
los pies; todo su cuerpo está limpio. Y está is limpios, aunque no todos” (v. 10).
Jesú s, por supuesto, se estaba refiriendo a Judas Iscariote (v. 11).
Al completar la tarea, Jesú s les preguntó : "¿Entienden lo que he hecho por
ustedes?" (v. 12). Jesú s dijo: “Ahora que yo, su Señ or y Maestro, les he lavado
los
pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Te he dado ejemplo
para que hagas como yo he hecho contigo” (vv. 14-15).
Entonces Jesú s predijo: “No me refiero a todos ustedes; Conozco a los que
he elegido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: "El que comparte mi
pan, ha levantado contra mí su calcañ ar". Te lo digo ahora, antes de que suceda,
para que cuando suceda, creas que yo soy” (vv. 18-19). En este intercambio con
sus discípulos, Jesú s predijo nuevamente que Judas Iscariote lo iba a entregar a
los principales sacerdotes.

Jesús predice su traición por parte de Judas Iscariote, su negación por parte
de Pedro y su partida
Juan 13:21–38; cf. Mateo 26:21–25, 30–35; Marcos 14:18–21, 26–31; Lucas
22:21-23, 31-34. Después de referirse a la importancia de aceptarlo, Jesú s dijo
claramente: “Yo digovosotros la verdad, uno de vosotros me va a traicionar”
(Juan 13:21). Los discípulos no sabían qué hacer con esta declaració n (v.
22). Pero Juan, el discípulo amado, que aparentemente estaba junto a Cristo en
la mesa, le preguntó a Jesú s: "Señ or, ¿quién es?" (v. 25). Jesú s respondió : “'Es a
quien le daré este pedazo de pan cuando lo haya mojado en el plato'. Luego,
mojando el trozo de pan, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simó n. Tan pronto
como Judas tomó el pan, Sataná s entró en él” (vv. 26-27).
Aparentemente, solo Juan el apó stol sabía de la identificació n de Judas
Iscariote como el que traicionaría a Jesú s. El mismo Judas, después de tomar el
pan, salió (v. 30).
Entonces Jesú s anunció a sus discípulos: “Ahora es glorificado el Hijo del
Hombre y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, Dios glorificará al
Hijo en sí mismo, y en seguida lo glorificará ” (vv. 31–32).
Entonces Jesú s anunció proféticamente que no estaría con ellos por mucho
má s tiempo. É l dijo: “Hijos míos, estaré con ustedes solo un poco má s. Me
buscará n, y como les dije a los judíos, así les diré ahora: adonde yo voy, ustedes
no pueden venir” (v. 33).
A la luz de su separació n de sus discípulos, Jesú s les dio un mandamiento
nuevo: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como
yo los he amado, deben amarse unos a otros. Todos sabrá n que son mis
discípulos, si se aman los unos a los otros” (vv. 34–35).
Los discípulos no se preocuparon por el mandamiento de amarse unos a
otros. De hecho, habían estado discutiendo entre ellos sobre quién sería el
mayor (Lucas 22:24). Pero estaban muy interesados en el hecho de que Jesú s
los dejaba. Simó n Pedro le hizo a Jesú s la pregunta: "Señ or, ¿a dó nde vas?" (v.
36). Jesú s respondió : “A donde yo voy, no me pueden seguir ahora, pero me
seguirá n má s tarde” (v. 36). Sin embargo, Pedro insistió y preguntó : “Señ or,
¿por
qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti” (v. 37). Jesú s respondió a
Pedro: “¿De verdad dará s tu vida por mí? Te digo la verdad, antes que cante el
gallo, ¡me negará s tres veces! (v. 38). Sin duda, Pedro fue sincero en su
profesió n de lealtad a Jesucristo, pero no sabía lo débil que era. La profecía de
Jesú s de que Pedro negaría al Señ or tres veces antes de que cantara el gallo se
cumpliría literalmente a la mañ ana siguiente.

La revelación de Jesús de la provisión de Dios para sus discípulos


atribulados Juan 14:1–31. Los discípulos estaban profundamente
preocupados. Habían escuchado a Jesú s anunciar que uno lo iba a traicionar. Le
habían oído decirle a Pedro que lo iba a negar tres veces. Sobre todo,
estaban preocupados por el hecho de que Jesú s dijo que los iba a dejar y
ellos no podían seguirlos en ese momento (13:36). En este punto de su ú ltima
noche juntos, Jesú s describió proféticamente las provisiones de Dios para ellos
como discípulos atribulados en
un mundo atribulado.
Jesú s, en primer lugar, los exhortó a que no se turbaran, pero les dijo que,
en cambio, debían “confiar en Dios; confía también en mí” (14:1). Este
mandamiento puede traducirse literalmente, “Sigan confiando en Dios; sigue
confiando en mí”. El secreto del corazó n tranquilo en un mundo atribulado es la
completa confianza en Dios. Al exhortarlos a hacer esto, les estaba dando toda
la respuesta. Sin embargo, reconociendo que todos nosotros, incluidos los
discípulos, somos débiles, el resto del capítulo describe la base de apoyo para
esta confianza en Dios.
A la luz de su partida, Jesú s les prometió que regresaría: “En la casa de mi
Padre hay muchos cuartos; si no fuera así, te lo habría dicho. Voy a prepararte
un lugar. Y si voy y les preparo un lugar, volveré y los llevaré conmigo para que
también ustedes estén donde yo estoy” (vv. 2–3).
Esta fue una revelació n completamente nueva que se contrasta con la
revelació n anterior de Cristo con respecto a su segunda venida para juzgar al
mundo. Esta fue una venida con un contexto completamente diferente, y su
propó sito era sacarlos del mundo y llevarlos a la casa del Padre, que claramente
se refiere al cielo, donde Jesú s ha ido antes para preparar un lugar para
aquellos que creen en É l. Esta es la primera referencia en el Nuevo Testamento
a lo que Pablo má s tarde denominó el rapto de la iglesia (1 Cor. 15:1-58; 1 Tes.
4:13-18). Los discípulos no estaban ni emocional ni teoló gicamente preparados
para recibir esta verdad, que Juan registró muchos añ os después en este
evangelio. Sin embargo, comprendieron que É l los iba a dejar. Esta fue una
verdad devastadora para ellos porque habían estado con Cristo durante tres
añ os y medio y habían dejado sus hogares y sus ocupaciones para ser sus
discípulos. Simplemente no entendieron lo que Jesú s quiso decir cuando dijo
que
los iba a dejar. Las Escrituras registran que Jesú s había cerrado sus comentarios
diciendo: “Tú sabes el camino al lugar adonde voy” (Juan 14:4).

EVENTOS PREDECIDOS RELACIONADOS CON LA IGLESIA

1. El surgimiento del liberalismo y el rechazo de las doctrinas bíblicas


fundamentales impregnan la iglesia profesante.
2. El comunismo y el ateísmo se alzan como principales oponentes del
cristianismo.
3. El movimiento ecuménico que promueve una iglesia mundial organizado en
1948.
4. Un mayor caos moral resulta de la desviació n de las doctrinas bíblicas.
5. Aumenta la evidencia del espiritismo, el ocultismo y la adoració n a Sataná s.
6. La iglesia es arrebatada.
7. El Espíritu Santo levanta la restricció n del pecado.
8. El movimiento de la sú per iglesia gana poder y forma una iglesia mundial.
9. La iglesia mundial trabaja con el Anticristo para asegurar la dominació n
mundial.
10. La sú per iglesia es destruida por los diez reyes que apoyan al Anticristo para
allanar el camino para la adoració n del gobernante mundial como Dios.
11. Aquellos que han llegado a creer en Cristo como Salvador desde el rapto
sufren persecució n porque se niegan a adorar al gobernante mundial.
12. Ocurre la segunda venida de Cristo, y los cristianos que quedan en el mundo
son rescatados y entran en el reino milenial.
13. Después del milenio, la iglesia se coloca en la Nueva Jerusalén en la tierra
nueva.

Tomá s, al contemplar esta frase, no sabía adó nde iba Jesú s, y


probablemente los otros discípulos tenían el mismo problema. Tomá s le dijo a
Jesú s: "Señ or, no sabemos a dó nde vas, así que ¿có mo podemos saber el
camino?" (v. 5) Esta fue una declaració n ló gica porque si uno no sabe su
destino, no sabe a dó nde se dirige. É sta es una verdad profunda que afecta a
todas nuestras vidas. Conocer nuestro destino final es parte del programa de
Dios para tranquilizar a los discípulos atribulados. Por otro lado, Jesú s se
estaba refiriendo al cielo, y ciertamente Tomá s y los otros discípulos deberían
haber sabido que este era su destino final.
La respuesta de Jesú s a Tomá s fue profunda y sencilla: “Yo soy el camino, la
verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (v. 6). Hay pocas
declaraciones en cualquier idioma o libro que puedan rivalizar con esto en
cuanto a verdad profunda.
Jesú s es el camino o el camino al cielo; esta verdad no es aceptada por el
mundo, pero es el pilar de los cristianos que ponen su confianza en Dios.
Jesú s también dijo: "Yo soy la verdad". Todas las cosas son verdaderas
debido a las leyes y la revelació n de Dios, y Jesú s es la fuente de este orden en el
universo. Toda la verdad es verdadera solo si está relacionada de alguna
manera con Jesucristo como la verdad.
Jesú s también declaró : “Yo soy la vida” (v. 6). Una vez má s, la profunda
verdad de que solo en Jesú s es posible la vida eterna y la bendició n en la vida
venidera. Todas las filosofías del mundo y los planes de los hombres nunca han
podido sustituir nada por el plan de Dios de Jesú s como el camino al cielo como
la prueba suprema de la verdad y el otorgador supremo de la vida eterna.
Ademá s de tener a Jesucristo como camino, verdad y vida, los discípulos
también tenían un Padre celestial. Jesú s dijo: “Si realmente me conocieran,
también conocerían a mi Padre. De ahora en adelante, lo conoces y lo has visto”
(v. 7). Esta vez Felipe habló : “Señ or, muéstranos al Padre y eso nos bastará ” (v.
8).
La respuesta de Jesú s a Felipe está en el corazó n de la fe cristiana. Jesú s
dijo: “¿No me conoces, Felipe, incluso después de haber estado entre vosotros
tanto tiempo? Cualquiera que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Có mo puedes
decir: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre
está en mí? Las palabras que te digo no son solo mías. Má s bien, es el Padre, que
vive en mí, quien está haciendo su obra. Créame cuando digo que yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí; o al menos creer en la evidencia de los milagros
mismos” (vv. 9-11).
Como Dios el Padre no ha sido visible para el hombre, la ú nica forma en
que el Padre puede ser conocido es a través de Su revelació n en Jesucristo. Jesú s
tiene los mismos atributos que Dios Padre; como cualquier hijo verdadero, era
la réplica, en efecto, de Su Padre, aunque existía desde la eternidad pasada, así
como el Padre ha existido.
Jesú s llevó este pensamiento del Padre a su punto culminante cuando dijo:
“Les digo la verdad, el que tiene fe en mí hará lo que yo he estado haciendo.
Cosas aú n mayores hará , porque yo voy al Padre” (v. 12).
La sorprendente declaració n de que los discípulos de Jesú s podían hacer
obras má s grandes que las de Jesú s mismo hizo que los discípulos se
detuvieran. El secreto, por supuesto, es el hecho de que Jesú s no dijo que serían
má s grandes que Jesú s o que harían cosas má s grandes en sí mismos que
Jesú s; pero en sociedad con Jesú s a la diestra de Dios el Padre y su ministerio en
la tierra, podrían lograr má s en esa relació n de lo que Jesucristo hubiera podido
si hubiera permanecido en la tierra como individuo. Los discípulos pudieron
lograr la multiplicació n de su nú mero y llegar a má s personas en el mundo de
las
que incluso Jesú s en la tierra hubiera podido alcanzar. Incluso la experiencia de
llevar un alma a Cristo es, en cierto sentido, un milagro mayor que la creació n
del mundo entero. La creació n del mundo no le costó nada a Dios ya que É l
podía hablar yestaría hecho. Pero la salvació n de un alma implicó la muerte de
Su Hijo en la cruz. La predicció n de que se lograría má s en el mundo se ve en los
millones de personas que han depositado su confianza en Jesú s a través de los
siglos a través del trabajo de muchos discípulos individuales.
De acuerdo con esta promesa de ser socios con É l a la diestra del Padre,
Jesú s los instó a orar: “Y haré todo lo que pidá is en mi nombre, para que el Hijo
traiga gloria al Padre. Puedes pedirme cualquier cosa en mi nombre, y lo haré”
(vv. 13- 14). Este, nuevamente, es un dicho que confunde la sabiduría del
mundo. El plan es que la oració n en el nombre de Jesú s por parte de un
discípulo sea en ú ltima instancia oració n en la voluntad de Dios. Como un
cheque que requiere dos firmas, cualquier solicitud firmada por un creyente, si
también está firmada por Jesucristo y está en Su nombre, justificará la
esperanza de que la oració n sea respondida.
Otra faceta importante en la provisió n de Dios para los discípulos
atribulados fue la promesa de la morada del Espíritu Santo. Jesú s dijo: “Y le
pediré al Padre, y él te dará otro Consejero para que esté contigo para siempre:
el Espíritu de verdad. El mundo no puede aceptarlo porque ni lo ve ni lo
conoce. Pero ustedes lo conocen, porque él vive con ustedes y estará en
ustedes” (vv. 16-17).
Esta profecía anticipó el cambio dispensacional en el día de Pentecostés.
En el Antiguo Testamento, solo unos pocos vivían permanentemente y siempre
con miras a un servicio especial para Dios. Comenzando en Pentecostés, cada
creyente sería y será habitado por el Espíritu y tendrá el mismo recurso en el
tiempo de angustia. Aunque Cristo los iba a dejar, dijo: “No los dejaré
huérfanos; Vendré a ti” (v. 18). La asombrosa verdad en este capítulo es que no
solo el Espíritu Santo morará en cada creyente, sino que también Jesucristo
morará en cada creyente, una verdad que nunca se mencionó en el Antiguo
Testamento y que ningú n santo se dio cuenta antes del día de
Pentecostés. Aunque el mundo no podrá ver a Jesú s, podrá n darse cuenta de
que É l está en el cielo y, de hecho, lo verá n (v. 19). Ademá s, como Jesucristo
vive, ellos también vivirá n (v. 19).
Ademá s de la gran verdad de que Cristo mismo iba a morar en los
creyentes, en el versículo 20 se predijo una verdad dispensacional adicional
característica de la era presente desde Pentecostés: “En ese día comprenderá n
que yo estoy en mi Padre, y ustedes está n en yo, y yo estoy en ti ". La
expresió n Yo soy en ti se refiere a la morada de Cristo, pero tú estás en mí
presenta una verdad ajena al Antiguo Testamento, pero realizada por
cristianos bautizados en Cristo. La
misericordiosa provisió n de Dios no es solo que Dios está en nosotros,
sinotambién que estamos vitalmente relacionados con Jesucristo y
compartimos la misma vida eterna. No es exagerado decir que el versículo 20 es
una de las grandes revelaciones del Nuevo Testamento y caracteriza la era
actual como una dispensació n distinta.
Una vez má s, Jesú s se refirió a la necesidad de obedecer sus mandamientos
y amarlo. Prometió : “El que me ama, será amado por mi Padre, y yo también lo
amaré y me manifestaré a él” (v. 21). Los discípulos no mostraron
demasiado interés en el hecho del amor de Cristo o en ser amados por el Padre,
pero Judas (no Iscariote) hizo la pregunta. "Pero, Señ or, ¿por qué pretendes
mostrarte a nosotros y no al mundo?" (v. 22). Jesú s respondió que existía una
nueva relació n entre Jesú s y los discípulos, así como entre el Padre y los
discípulos. Jesú s dijo: “Si alguno me ama, obedecerá mi enseñ anza. Mi Padre lo
amará , y iremos a él y haremos nuestro hogar con él” (v. 23). Aquí había un
hecho adicional: no solo Jesú s y el Espíritu Santo morarían en un creyente, sino
que Dios el Padre también haría de su cuerpo Su hogar. Aquellos que no aman a
Jesú s y le obedecen no saben nada de esta maravillosa verdad (v. 24).
Algo del tremendo ministerio futuro del Espíritu Santo a los discípulos se
indicó en el pronunciamiento de Jesú s: “Todo esto he hablado mientras aú n
estaba con ustedes. Pero el Consejero, el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, les enseñ ará todas las cosas y les recordará todo lo que
les he dicho” (vv. 25-26). Esto se iba a dar cuenta, particularmente por los
discípulos y el apó stol Juan, quien estaba escribiendo el evangelio de Juan
muchos añ os después de los eventos que se describen, pero también es cierto
que el Espíritu Santo les recuerda a todos los creyentes la verdad de Dios
mientras estamos escuchando su enseñ anza.
La obra final de Dios a favor de los discípulos atribulados fue Su
maravillosa paz: “La paz os dejo; mi paz te doy. Yo no les doy como el mundo les
da. No se turbe vuestro corazó n ni temá is” (v. 27). Esta notable declaració n vino
de Jesú s, quien sabía que en las pró ximas veinticuatro horas moriría la terrible
muerte de crucifixió n y Su cuerpo estaría en la tumba. ¿Qué quiso decir Jesú s
con "mi paz"? La paz a la que se refería Cristo va má s allá de la profecía de la
muerte y resurrecció n de Cristo y má s allá de la ascensió n hasta la disposició n
final y el juicio de todas las cosas.
Jesú s sabía que al final Dios triunfaría y que Su muerte en la cruz sería
recompensada con la herencia de millones de almas que se salvarían. También
sabía que, aunque los discípulos estaban preocupados, sus problemas eran
temporales y sula paz iba a realizarse. La paz que Cristo da es má s que una paz
psicoló gica, má s que un acto de voluntad humana, y una de las cosas
maravillosas que vienen cuando un discípulo de Jesú s que pone su fe en Dios se
da cuenta de
los tremendos bienes y provisiones que Dios ha hecho para él. como
cristiano. Debido a esto, es posible estar en paz, aunque un discípulo viva en un
mundo atribulado.
Jesú s nuevamente se refirió a su partida y dijo que lo estaba prediciendo
de antemano y que sabrían que era de Dios que él fuera al Padre y regresara
(vv. 28- 29). Les dijo que después de su partida, “el príncipe de este mundo
vendrá . É l no me tiene poder, pero el mundo debe aprender que amo al Padre y
que hago exactamente lo que mi Padre me ha mandado” (vv. 30–31). Su
referencia al "príncipe de este mundo" es una referencia a Sataná s, y se refería,
por supuesto, a la actividad continua de Sataná s durante el período en que
Jesú s regresaba al Padre. Sin embargo, el triunfo final sobre Sataná s estaba
asegurado. En este momento de su velada juntos, dejaron el Cená culo y se
dirigieron al huerto de Getsemaní.

Jesús como la vid y los discípulos como las ramas


Juan 15:1–8. Al iniciar su discusió n sobre los discípulos como aquellos que
darían fruto para Dios, Jesú s declaró : “Yo soy la vid verdadera” (v. 1). Este es el
séptimo "yo soy" de Cristo segú n se registra en el evangelio de Juan. En Juan
6:35, Jesú s declaró : "Yo soy el pan de vida". En Juan 8:12 Jesú s reveló : "Yo soy la
luz del mundo". En Juan 10:7, 9 Jesú s dijo: "Yo soy la puerta". En Juan 10:11, 14
Jesú s afirmó : "Yo soy el buen pastor". En Juan 11:25 Jesú s declaró : "Yo soy la
resurrecció n y la vida". En Juan 14: 6 Jesú s declaró : "Yo soy el camino, la verdad
y la vida".
En esta declaració n final, “Yo soy la vid verdadera”, Jesú s se estaba
comparando a sí mismo con Israel como una vid que fue plantada pero no dio
fruto (cf. Isa. 5:1-7). Ampliando la figura, declaró : “Mi Padre es el jardinero. É l
corta en mí todo pá mpano que no da fruto, mientras que todo pá mpano que da
fruto lo poda para que tenga aú n má s fruto” (Juan 15:1–2).
Cuando Jesú s dijo que las ramas estaban en la vid, estaba usando una
figura retó rica. En 14:20 É l dijo: "Tú está s en mí". Los creyentes desde el día de
Pentecostés han sido bautizados y colocados en el plan de gracia de Dios para
aquellos que ponen su confianza en Cristo. En Juan 15, sin embargo, donde
habla de estar “en la vid”, no se refiere a la posició n sino a la fecundidad. Una
rama parece estar en la vid superficialmente, perosi no hay fruto, se poda. El
jardinero lo ve solo como una conexió n superficial con la vid. No se refiere aquí
a la seguridad de un creyente en Cristo, sino má s bien al estado de fecundidad
que existe en un verdadero creyente, pero que no existe en uno que es
simplemente un cristiano profesante.
Jesú s dijo a los discípulos: “Ya está is limpios por la palabra que os he
hablado” (v. 3). De acuerdo con la ilustració n, los discípulos no pueden esperar
dar fruto a menos que permanezcan en la vid, lo que les permitiría dar
fruto. Jesú s volvió a afirmar que “Yo soy la vid; ustedes son las ramas. Si un
hombre permanece en mí y yo en él, dará mucho fruto; sin mí nada podéis
hacer” (v. 5). Sin embargo, como en el caso de una vid, algunas ramas no
mantendrá n una conexió n viva con la vid y será n podadas. En consecuencia,
Jesú s dijo: “Si alguno no permanece en mí, es como una rama que se tira y se
seca; esas ramas se recogen, se arrojan al fuego y se queman” (v. 6).
Han surgido varias interpretaciones con respecto a esta declaració n como
expresió n de la idea de que una persona, una vez salva, puede perderse. Pero
Jesú s contradijo tal interpretació n. En el evangelio de Juan, Jesú s afirmó que la
vida eterna no se puede perder (Juan 5:24). En ú ltima instancia, se trata de lo
que hace Dios y no de lo que hace el hombre en contraste con la fecundidad,
que depende de lo que haga el hombre al depender y sacar vida de la vid. Jesú s
había hablado con frecuencia de la autenticidad de la salvació n, que no podía
perderse en el evangelio de Juan (1 Cor. 3:15; 9:27; 2 Cor. 5:10). La mejor
explicació n, sin embargo, es que se refiere a los cristianos profesantes que
exteriormente está n unidos a Cristo pero en realidad no tienen una conexió n
viva y por lo tanto no pueden dar el fruto que se puede esperar de una rama
fructífera. Las ramas no se convierten en ramas fructíferas al dar fruto; se
convierten en pá mpanos fructíferos debido a su conexió n permanente con la
vida de la vid.
Si los discípulos permanecen en una relació n vital con Jesucristo y está n
recurriendo a É l para que les dé fruto, É l prometió : “Si permanecen en mí y mis
palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les dará . Esto es
para la gloria de mi Padre, que den mucho fruto, mostrá ndose a sí mismos
como mis discípulos” (vv. 7-8). En el discurso sobre la vid, se mencionan tres
grados de fructificació n: dar fruto (v. 2), ser “má s fructífero” (v. 2) y dar “mucho
fruto” (v. 8). Una de las características de un cristiano fructífero es que está en
comunió n de oració n con Dios, y Dios puede contestar sus oraciones porque
son para Su gloria.

La importancia de vivir en una relación amorosa


Juan 15:9-14. Anteriormente, Jesú s había declarado que el amor de los
discípulos entre ellos debía ser una característica distintiva de su relació n
(13:35). De acuerdo con esto, les ordenó que se amaran unos a otros como
Jesú s los había amado (v. 34). Al repetir este tema, Jesú s les recordó en primer
lugar que había sido amado por el Padre y, de acuerdo con esto, había amado a
los discípulos. La orden fue: “Ahora permanece en mi amor. Si obedecen mis
mandamientos, permanecerá n en mi amor, como yo he obedecido los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (vv. 9-10). Al hablar de
la relació n de amor, Jesú s les estaba llamando la atenció n sobre el hecho de que
si
Dios los ama y ellos aman a Dios, sería relativamente fá cil obedecer los
mandamientos de Dios, y obedecer Sus mandamientos sería una evidencia de
su amor mutuo el uno por el otro. La obediencia es a la vez la demostració n del
amor.
Ahora Jesú s añ ade una dimensió n má s: “Les he dicho esto para que mi
gozo esté en ustedes y su gozo sea completo” (v. 11). La vida cristiana fructífera
no es solo una en la que hay amor mutuo entre Dios y los discípulos; esta
relació n también trae gran gozo, y sin esta relació n, nunca estará s completo.
Cristo luego extendió el mandamiento nuevamente como en Juan 13:34–
35: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (15:12). La prueba suprema de
este amor es el propio amor de Cristo por ellos, que se demostrará al día
siguiente cuando É l dio su vida por ellos. Jesú s dijo: “Nadie tiene mayor amor
que este, que ponga su vida por sus amigos” (v. 13). A medida que obedecen a
Cristo y entran en esta relació n, califican como sus amigos.

La nueva relación de ser amigos de Dios


Juan 15:15-17. Aunque en el Nuevo Testamento Pablo y otros se deleitaban
en llamarse siervos o esclavos de Dios, la relació n de Jesú s con sus discípulos
era mucho má s profunda que eso. En lugar de ser siervos, en realidad son Sus
amigos y asociados: “Ya no los llamo siervos, porque un siervo no conoce los
negocios de su amo. En cambio, los he llamado amigos, porque todo lo que
aprendí de mi Padre, les he dado a conocer” (v. 15). Esta relació n no vino de
que los discípulos eligieran a Jesú s, sino de que Jesú s los eligió y les dio el
nombramiento para ser fructíferos y los que manifiestan el amor de Dios: “Tú
no me elegiste a mí, pero yo te elegí y te nombré para ve y da fruto, fruto que
durará . Entonces el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Este es mi
mandamiento: que se amen los unos a los otros” (vv. 16-17).

El mundo odiará a los verdaderos discípulos de Jesús


Juan 15:18-25. Así como la relació n de un discípulo con Dios y con Jesú s era
de amor, así, por el contrario, el mundo los odiará porque también odiaron a
Cristo. Jesú s dijo: “Si el mundo te odia, recuerda que primero me odió a mí. Si
pertenecieras al mundo, te amaría como si fuera suyo. Tal como está n las cosas,
no perteneces al mundo, pero te he elegido fuera del mundo. Por eso es que el
mundo te odia. Recuerda las palabras que te dije: "Ningú n siervo es mayor que
su amo". Si me persiguieron a mí, también a ti te perseguirá n a ti”(vv. 18-
20). Jesú s declaró al mundo culpable porque rechazaron a Cristo y no prestaron
atenció n a sus milagros (vv. 21-25).
La venida del Espíritu Santo como consejero
Juan 15:26-2 . Al dar una ú ltima palabra de aliento a sus discípulos, tal
como lo había hecho en 14:26, Jesú s les aseguró que el Espíritu de verdad
vendría y les testificaría acerca de Jesú s (15:26). Así como el Espíritu les
testificó , ellos también deben ser un testimonio de Dios porque han visto de
primera mano Sus milagros y escuchado Su ministerio pú blico (v. 27). Tomado
en su conjunto, el Discurso del Aposento Alto mira má s allá de la muerte y
resurrecció n de Cristo y Su ascensió n al cielo y es una predicció n sobre las
características morales y espirituales del mundo mientras Jesú s está con el
Padre.

Los discípulos experimentarán persecución


Juan 16:1–4; cf. Mateo 24:9-10; Lucas 21:16-19. Habiendo mencionado su
persecució n venidera (Juan 15:18-20), Jesú s ahora detalló algunas de sus
experiencias futuras. Los discípulos serían echados de la sinagoga y los que los
mataran pensarían que estaban sirviendo a Dios (v. 2). La razó n de esta
persecució n es que esas personas no conocen al Padre ni a Jesú s (v. 3). Como É l
estará ausente de ellos, les dice a los discípulos ahora para que se den cuenta de
que la profecía se está cumpliendo cuando suceda.

La obra del Espíritu Santo después del regreso de Jesús al Padre


Juan 16:7-15. Aunque los discípulos temían que Jesú s los dejara y no
podían entenderlo, Jesú s dijo que lo mejor era que fuera para que el Consejero,
elEspíritu Santo, podría venir. Con respecto al mundo, el Espíritu Santo traería
convicció n con respecto a la culpa con respecto al pecado, convicció n de la
justicia de Dios en comparació n con su injusticia y convicció n de juicio venidero
sobre el pecado (v. 8). Jesú s amplió la verdad que se comunicará . Aquellos que
reciben la revelació n del Espíritu Santo comprenderá n que el pecado que les
impide ser salvos es el pecado de incredulidad (v. 9). Estará n convencidos de la
justicia porque Jesú s, quien es el ejemplo perfecto de justicia, estará con el
Padre y no podrá ser modelo de justicia (v. 10). Con respecto al juicio venidero
de Dios sobre el pecado, necesitan saber que, en la muerte de Cristo, el príncipe
de este mundo, Sataná s, permanece condenado y su sentencia finalmente se
cumplirá .
En contraste con la obra de convicció n del Espíritu en los inconversos que
escuchan el evangelio, el Espíritu de Dios también se comunicará con los
cristianos. Jesú s dijo: “Tengo mucho má s que decirte, má s de lo que ahora
puedes soportar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda
la verdad. No hablará solo; só lo hablará lo que oiga y les dirá lo que está por
venir. É l me glorificará tomando de lo mío y dá ndoselo a conocer a ustedes” (vv.
12-14).
En general, el Espíritu Santo dará a conocer el significado de las Escrituras
a los creyentes en Cristo. Para los discípulos, puede haber habido una
comunicació n especial adicional para recordarles lo que Jesú s dijo mientras
estaba con ellos y hacerles entenderlo. El proceso de la revelació n traerá gloria
a Cristo (v. 14).

La predicción de Jesús de su muerte, resurrección y segunda venida


Juan 16:16–33. Jesú s les dijo a los discípulos: “Dentro de poco no me verá n
má s, y después de poco me verá n” (v. 16). Los discípulos no entendieron a Jesú s
(vv. 17-18). Entonces Jesú s amplió esta profecía: “Les digo la verdad, llorará n y
lamentará n mientras el mundo se regocija. Te entristecerá s, pero tu dolor se
convertirá en gozo. Una mujer que da a luz a un niñ o siente dolor porque ha
llegado su hora; pero cuando nace su bebé, se olvida de la angustia por su
alegría de que un niñ o nazca en el mundo. Así también contigo: Ahora es tu
momento de dolor, pero te volveré a ver y te regocijará s, y nadie te quitará tu
alegría” (vv. 20- 22).
En este pasaje, Jesú s estaba prediciendo su muerte y resurrecció n. En Su
muerte, se entristecerían y sufrirían; en Su resurrecció n, su dolor se convertiría
en gozo.
En el período posterior a la resurrecció n de Cristo, Jesú s les instruyó : “En
ese día ya no me preguntará n nada. Les digo la verdad, mi Padre les dará todo
lo que pidan en mi nombre. Hasta ahora no has pedido nada a mi nombre. Pide
y recibirá s, y tu gozo será completo” (vv. 23-24). Mientras Jesú s estaba con
ellos, por supuesto, podrían pedirle una explicació n de lo que dijo y tendrían la
oportunidad de tener una comunicació n directa. Sin embargo, después de su
partida, Jesú s les aseguró que el Padre les revelaría lo que necesitaban saber y
les daría todo lo que necesitaran. Aunque los discípulos só lo entendieron
parcialmente lo que dijo Jesú s, les aseguró el amor del Padre. Les dijo
claramente que regresaría al Padre (vv. 25-28).
Cuando los discípulos dijeron que entendían y confiaban en Cristo, Jesú s
dijo: "¡Por fin crees!" (v. 31). Jesú s luego pasó a predecir có mo se dispersarían
en el momento de Su crucifixió n y dejarían a Jesú s solo. Jesú s resumió su
mensaje para ellos: “Les he dicho estas cosas para que en mí tengan paz. En este
mundo tendrá s problemas. ¡Pero anímate! He vencido al mundo” (v. 33).

El carácter predictivo del sumo poder sacerdotal de Jesús


Juan 17:1–26. Juan 17 es una maravillosa revelació n de có mo Jesú s oró al
Padre. Aunque, estrictamente hablando, no es una profecía, el hecho de que
todas sus oraciones sean contestadas indica el futuro profético de los discípulos
en muchos detalles. En su oració n, Jesú s se regocijó de que Dios le hubiera dado
autoridad para dar vida eterna. Jesú s pidió que Su ministerio glorificara al
Padre y que el Padre, a su vez, glorificara al Hijo (vv. 2-5). Jesú s se regocijó de
que los discípulos hubieran llegado a la fe en É l y de que lo hubieran
considerado como proveniente de Dios, creyendo que Jesú s había sido enviado
por el Padre (vv. 6– 8).
Entonces Jesú s oró por los discípulos. Debido a que É l ya no estaría en el
mundo una vez que fuera al Padre, le pidió al Padre que protegiera a los
discípulos y les diera una unidad similar a la unidad de la Trinidad (vv. 10-
11). Jesú s se regocijó de haber guardado a todos los discípulos excepto a Judas
Iscariote (v. 12).
El objetivo de la oració n de Jesú s era que los discípulos tuvieran el gozo
pleno de la comunió n con él (v. 13). Aunque eran odiados por el mundo, Jesú s
oró para que Dios los protegiera del “maligno” (vv. 14-15). Como los discípulos
tendrían la tarea de dar testimonio de un mundo malvado, Jesú s oró por su
santificació n: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como me
enviaste al mundo, yo los envié al mundo. Por ellos me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean verdaderamente santificados” (vv. 17-19).
Esta oració n de santificació n es inusual, ya que, en la Biblia, la santificació n
normalmente se relaciona con la posició n de un cristiano en Cristo, tal como se
expresa en la palabra santo y otros aspectos de la verdad. La santificació n
continua y progresiva de los creyentes se menciona solo ocasionalmente en las
Escrituras y está relacionada con esta oració n de Cristo para que los discípulos
sean santificados, es decir, apartados como santos para Dios y usados por Dios
como una entidad santa (vv. 17– 19).
Jesú s, sin embargo, también oró por aquellos que no estaban entre los
discípulos en ese momento, teniendo en vista el alcance má s amplio de la iglesia
tanto a los gentiles como a los judíos. Oró para que todos los creyentes fueran
uno en Cristo (vv. 20-21). Su unidad estará en el hecho de que el Padre está en
ellos y ellos está n en el Padre (v. 21). Jesú s volvió a hablar de la unidad de los
creyentes, un tema que recorre toda la oració n. Jesú s dijo: “Yo en ellos y tú en
mí. Que sean llevados a la completa unidad para que el mundo sepa que tú me
enviaste y los has amado, así como me has amado a mí” (v. 23).
Habiendo orado por sus discípulos que permanecerían en el mundo, pidió
que estuvieran en la gloria y vieran la gloria de Cristo: “Padre, quiero que los
que me has dado estén conmigo donde yo estoy, y vean mi gloria, la gloria que
me has dado porque me amaste antes de la creació n del mundo” (v. 24). La
oració n concluyó con la anticipació n de Cristo de que el amor entre el Padre y el
Hijo caracterizará el amor de los creyentes (vv. 25-26).
La oració n del sumo sacerdote de Cristo enfatizó la gloria de Dios, la
relació n de amor entre el Padre y el Hijo y los discípulos, la provisió n para la
protecció n
de los discípulos en el mundo inicuo, el gozo de ser discípulos, su santificació n
progresiva a través de la verdad de Dios, y el tema de la unidad en el Padre, el
Hijo y los creyentes en Cristo, que es una de las características inusuales de la
era de la iglesia.

El arresto y la traición de Jesús


Juan 18: 1–11; Mateo 26: 36–56; Marcos 14: 32–50; Lucas 22: 39–53. Jesú s y
sus discípulos habían ido a un jardín al otro lado del arroyo Cedró n, y allí lo
encontró Judas mientras dirigía un destacamento de soldados para arrestar a
Jesú s (Juan 18: 1–3). Sin embargo, cuando lo arrestaron, Jesú s les instó a que
dejaran ir a los discípulos (vv. 4-8). John agregó el comentario, “Esto sucedió
para que se cumplieran las palabras que había dicho: 'No he perdido a ninguno
de los que me diste'” (v. 9). Pedro, en su celo por defender a Cristo, le cortó la
oreja al siervo del sumo sacerdote. Sin embargo, Jesú s reprendió a Pedro, sanó
y restauró el oído (Lucas 22:49–51).

El arresto de Jesús y la negación de Pedro como cumplimiento de las


Escrituras
Juan 18 12-19:16. El relato de Juan del juicio y condenació n de Jesú s que
condujo a su crucifixió n no es en sí mismo una profecía, sino predicciones
cumplidas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento con respecto al
hecho de que Jesú s moriría.

La crucifixión de Jesús como cumplimiento de la profecía


Juan 19:16–37. Al dar los detalles de la crucifixió n de Cristo, Juan señ aló
que hay varios cumplimientos de la profecía. Uno se refiere al vestido sin
costuras de Cristo, por el cual echaron suertes como estaba predicho en el
Salmo 22:18: “Dividieron entre ellos mis vestidos y echaron suertes sobre mi
ropa” (Juan 19:24).
Cuando Jesú s declaró : "Tengo sed" (Juan 19:28), Juan también mencionó
que las Escrituras se habían cumplido. Se refería al Salmo 69:21. Jesú s, el que
podía dar el agua de la vida (Juan 4:14; 7:38–39), estaba sufriendo por los
pecados del mundo. Con su declaració n final, “Consumado es” (19:30), Jesú s
indicó que había completado la obra de redenció n y que el precio había sido
pagado en su totalidad.

La muerte y resurrección de Cristo como cumplimiento de las Escrituras


Juan 19:31–42; cf. Mateo 27:51–66; Marcos 15:33–47; Lucas 23:45–49. El
hecho de que no le quebraron las piernas a Jesú s (Juan 19: 32-33) cumplió las
Escrituras: “Ninguno de sus huesos será quebrantado” (v. 36; cf. la predicció n
en
É xodo 12:46; Nú m. 9:12; Salmos 34:20). Juan también citó la Escritura:
“Mirará n al que traspasaron” (Juan 19:37; cf. Zacarías 12:10).
El hecho de que Jesú s fuera sepultado en la tumba de José de Arimatea
cumplió con la alusió n de Isaías 53:9, que indicaba que sería sepultado con los
ricos.

La resurrección como cumplimiento de la profecía


Juan 20:1–18; cf. Mateo 28:1–15; Marcos 16:1–14; Lucas 24:1–32. En su
resurrecció n, Cristo cumplió las profecías del Antiguo y Nuevo Testamento.
Jesú s se reveló a sí mismoprimero a María Magdalena (Marcos 16:9-11; Juan
20:11- 18); a las mujeres que regresan por segunda vez a la tumba (Mat. 28:8-
10); a Pedro (Lucas 24:34; 1 Cor. 15:5); a los discípulos en el camino a Emaú s
(Marcos 16:12; Lucas 24:30–32); a los discípulos el día de su resurrecció n por
la tarde, aunque Tomá s estaba ausente (Marcos 16:14; Lucas 24:36–43; Juan
20:19– 25); y una semana después a todos los discípulos, incluido Tomá s (Juan
20:26– 31; 1 Cor. 15:5).
Aunque los eventos de Su resurrecció n fueron un cumplimiento de la
profecía, Jesú s mismo no introdujo muchas profecías nuevas en Juan 20. En su
conversació n con María Magdalena, Jesú s le dijo que estaba ascendiendo a Dios
el Padre, y que no era apropiado que ella lo hiciera. sostenlo contra la tierra. Su
ascensió n tuvo lugar cuarenta días después (Hechos 1:9-10). En Juan 20:23 les
dijo a los discípulos: “Si perdoná is a alguien sus pecados, le quedan
perdonados; si no los perdonas, no son perdonados ". Los discípulos tenían el
poder de reconocer que los pecados fueron perdonados, pero sobre la misma
base que otros cristianos, es decir, sobre la base de la Palabra de Dios y sus
promesas.

APARICIONES DE JESÚS DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN

1. A María Magdalena cuando regresó a la tumba (Juan 20:11-17; cf.


Marcos 16:9-11).
2. A las otras mujeres cuando regresaban a la tumba por segunda vez (Mat.
28:9-10).
3. A Pedro en la tarde del día de la resurrecció n (Lucas 24:34; 1 Cor. 15:5).
4. A los discípulos en el camino a Emaú s (Marcos 16:12-13; Lucas 24:13-35).
5. A los diez discípulos (Marcos 16:14; Lucas 24:36–43; Juan 20:19–23).
6. A los once discípulos una semana después de Su resurrecció n, estando
presente Tomá s (Juan 20:26-29).
7. A los siete discípulos junto al mar de Galilea (Juan 21:1–23).
8. A quinientas personas segú n lo informado por Pablo (1 Cor. 15:6).
9. A Santiago, el hermano del Señ or (1 Cor. 15:7).
10. A los once discípulos en una montañ a de Galilea (Mateo 28:16-20;
Marcos 16:15-18).
11. En el momento de Su ascensió n del monte de los Olivos (Lucas 24: 44–
53; Hechos 1:3–9).
12. A Esteban en el momento de su martirio (Hechos 7:55–56).
13. A Pablo en el camino a Damasco (Hechos 9:3-6; 22:6-11; 26: 13-18).
14. A Pablo en Arabia (Gá latas 1:12, 17).
15. A Pablo en el templo (Hechos 22:17-21).
16. A Pablo en la prisió n de Cesarea (Hechos 23:11).
17. Al apó stol Juan al comienzo de la revelació n que se le dio (Ap. 1:12-20).

Apariciones finales de Jesús a los discípulos


Juan 21. Una aparició n adicional de Cristo ocurrió una semana después de
Su resurrecció n cuando se encontró con varios de los discípulos en el mar de
Galilea (vv. 1–2). En su conmovedora entrevista con Pedro en relació n con el
amor de Pedro por él, Jesú s agregó la profecía: “Te digo la verdad, cuando eras
má s joven te vestías y ibas a donde querías; pero cuando seas viejo extenderá s
tus manos, y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras” (v. 18). La profecía
indicó que Pedro sería crucificado (v. 19).
El evangelio de Juan concluyó con la declaració n: “Jesú s hizo muchas otras
cosas también. Si cada uno de ellos estuviera escrito, supongo que ni el mundo
entero tendría lugar para los libros que se escribirían” (v. 25).
10

PROFECÍA EN EL LIBRO DE HECHOS

HISTORIA DE LA IGLESIA PRIMITIVA


Como lo indica el título del libro, los Hechos de los Apó stoles es en gran parte
un informe sobre las actividades de la iglesia primitiva desde el tiempo de
Pentecostés hasta el ministerio de Pablo en Roma. Si Pablo soportó dos
encarcelamientos romanos, el libro de los Hechos nos lleva a través de los dos
añ os que Pablo ministró en Roma en su primer encarcelamiento.
Debido a que la naturaleza del libro trata de la historia má s que de la
profecía, hay relativamente pocas profecías incluidas en el libro de los
Hechos. Los que se incluyen son esenciales para la narrativa histó rica.

La venida del espiritu santo


Hechos 1:1–8. En muchos aspectos, el libro de los Hechos, también escrito
por Lucas, es una continuació n del evangelio de Lucas. En su ministerio
posterior a la resurrecció n, Jesú s instruyó a los discípulos: “No se vayan de
Jerusalén, sino esperen el regalo que prometió mi Padre, del cual me han oído
hablar. Porque Juan bautizó con agua, pero en unos días será s bautizado con el
Espíritu Santo” (vv. 4-5). El registro del cumplimiento de esta profecía se da en
Hechos 2.
Mientras Jesú s todavía estaba con ellos, los discípulos le preguntaron:
"Señ or, ¿vas a restaurar el reino a Israel en este momento?" (1:6). Es muy
esclarecedor que, en este punto, después de tres añ os y medio de escuchar las
enseñ anzas de Cristo y pasar por las experiencias de Su muerte, resurrecció n y
ministerio posterior a la resurrecció n, los discípulos aú n no tuvieran claridad
en cuanto a las promesas del reino del Antiguo Testamento. Jesú s respondió a
su pregunta: “No os corresponde a vosotros conocer los tiempos o fechas que el
Padre ha fijado por su propia autoridad” (v. 7). Si estaban equivocados en su
expectativa del cumplimiento literal de las promesas del Antiguo Testamento
de un reino en la tierra, este habría sido un momento apropiado. para corregir a
los discípulos. La respuesta que Jesú s dio, de que no les correspondía saber la
hora o la fecha, es decir, la hora general o la hora particular, indicaba que el
evento aú n estaba por delante, pero Dios no había creído conveniente
revelarles có mo estos las profecías debían cumplirse.
Desde la perspectiva de má s de dos mil añ os, es obvio que Dios está
cumpliendo en esta era presente Su propó sito, no anunciado en el Antiguo
Testamento, de llamar a un pueblo tanto de judíos como de gentiles para
formar
la iglesia de Cristo. También es muy claro que la iglesia no cumple las promesas
del reino en la tierra como se las dio al pueblo de Israel. A medida que avanza el
libro de los Hechos, los discípulos gradualmente se dieron cuenta de que Dios
estaba llevando a cabo este programa para judíos y gentiles primero, y después
de este período, que en realidad es un tiempo de bendició n para los gentiles,
que reanudaría Su plan y propó sito para cumplir el reino. promesa a Israel en
relació n con la segunda venida de Cristo.
Má s importante que el tiempo del reino, que Dios no había creído
conveniente revelarles, Jesú s les reveló la venida del Espíritu Santo, que sería el
factor principal en la presente dispensació n. Les dijo: “Pero recibirá n poder
cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y seréis mis testigos en Jerusalén,
y en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (v. 8). En sucesos
posteriores del libro de los Hechos, incluido Hechos 2, se ilustró el
cumplimiento literal de la promesa. Todos los evangelios está n de acuerdo en
que era un deber de los que quedaron atrá s en la ascensió n evangelizar el
mundo (Mateo 28:18- 20; Marcos 16:15-18; Lucas 24:47-48; Juan 20:21-22).

Ascensión de Jesús y promesa de regreso


Hechos 1:9-11. Tan pronto como respondió a su pregunta, fue literalmente
tomado de delante de sus ojos y se elevó corporalmente de la tierra a los
cielos. Una nube lo envolvió y lo ocultó de su vista. Las Escrituras registran:
“Estaban mirando fijamente hacia el cielo mientras él iba, cuando de repente
dos hombres vestidos de blanco se pararon junto a ellos. 'Hombres de Galilea',
dijeron, '¿por qué está is aquí mirando al cielo? Este mismo Jesú s, que ha sido
llevado de vosotros al cielo, volverá de la misma manera que le habéis visto ir al
cielo” (vv. 10-11). La partida de Jesú s fue corporal, visible, gradual y
acompañ ada de una nube. Estos mismos factores entran en Su segunda venida
como se describe en otras Escrituras, incluido Apocalipsis 19: 11-18.
SiguiendoEstas profecías introductorias en el libro de los Hechos, solo se
mencionan profecías ocasionales en el transcurso del libro.

Pronunciamiento de Pedro en ocasión de la curación del lisiado en el templo


Hechos 3:11-26. Mientras la gente miraba expectante a Pedro ya Juan
debido a la curació n del hombre lisiado, Pedro pronunció su sermó n, señ alando
el trasfondo de Jesú s y Su crucificació n (vs. 13-15). Pedro anunció que este
hombre lisiado había sido sanado por la fe en Jesú s (v. 16). Pedro les informó
ademá s que, aunque actuaron en ignorancia, lo que hicieron cumplió las
profecías del Antiguo Testamento que indicaban que Cristo sufriría (vv. 17-18).
Sobre esta base, Pedro les exhortó : “Arrepiéntanse, pues, y vuélvanse a
Dios, para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de
refrigerio del
Señ or, y para que él envíe al Cristo, que ha sido designado para ti, incluso
Jesú s. Debe permanecer en el cielo hasta que llegue el momento de que Dios
restaure todo, como lo prometió hace mucho tiempo a través de sus santos
profetas. Porque Moisés dijo: “El Señ or tu Dios te levantará un profeta como yo
de entre tu propio pueblo; debes escuchar todo lo que te diga. Cualquiera que
no le escuche será completamente excluido de su pueblo '. De hecho, todos los
profetas desde Samuel en adelante, todos los que han hablado, han predicho
estos días. Y ustedes son herederos de los profetas y del pacto que Dios hizo
con sus padres. Dijo a Abraham: "Por tu descendencia será n bendecidos todos
los pueblos de la tierra". Cuando Dios levantó a su siervo, lo envió primero a
ustedes para bendecirlos y convertirlos a cada uno de ustedes en sus malos
caminos” (vs. 19-26). Pedro dio la predicció n segura de que Jesú s está ahora en
el cielo y que el tiempo de restauració n prometido a Israel a través de las santas
profecías aú n está en el futuro, en espera de Su regreso.

La predicción de la hambruna severa


Hechos 11:27–30. En relació n con la indicació n de Pedro de su ministerio a
los gentiles en Hechos 11 y la justificació n de su ir a Cornelio con el evangelio,
algunos profetas que iban de Jerusalén a Antioquía profetizaron que habría
hambre en todo el mundo romano (vv. 27-28). En respuesta a esto, los
discípulos tomaron una ofrenda y la enviaron a Judea, llevada por Bernabé y
Saulo (vv. 29- 30).

Sermón de Pablo en la colina de Marte


Hechos 17:22–34. Pablo, tratando de llegar a la multitud hostil en Corinto,
predicó su sermó n, enseñ ando que Jesú s fue nombrado juez de toda la tierra.
En relació n con esto, Pablo declaró : “En el pasado, Dios pasó por alto tal
ignorancia, pero ahora ordena a todas las personas en todas partes que se
arrepientan. Porque ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia por el
hombre que ha designado. É l ha dado prueba de esto a todos, levantá ndolo de
entre los muertos” (vv. 30–31). Entonces, como ahora, el mundo incrédulo no
estaba preparado para aceptar el concepto de juicio futuro.

Mensaje final de Pablo a la iglesia en Éfeso


Hechos 20:18–31. Pablo entregó su mensaje final a la iglesia de É feso a los
líderes de la iglesia de É feso que vinieron a recibirlo en Mileto. Les dijo que iba
a Jerusalén y que le habían advertido proféticamente que enfrentaría
dificultades en la cá rcel (v. 23). Pablo también anunció : “Ahora sé que ninguno
de ustedes entre quienes he ido predicando el reino me volverá a ver. Por tanto,
les declaro
hoy que soy inocente de la sangre de todos los hombres. Porque no he dudado
en anunciaros toda la voluntad de Dios” (vv. 25-27).
Pablo también los exhortó a “velar por ustedes mismos y por todo el
rebañ o del cual el Espíritu Santo los ha puesto por supervisores. Sed pastores
de la iglesia de Dios, que compró con su propia sangre. Sé que después de que
me vaya, entrará n lobos feroces entre ustedes y no perdonará n al rebañ o.
Incluso de tu propio nú mero se levantará n hombres y distorsionará n la verdad
a fin de atraer discípulos tras ellos. ¡Así que esté en guardia! Recuerden que
durante tres añ os nunca dejé de advertirles a cada uno de ustedes noche y día
con lá grimas” (vv. 28–31). Las Escrituras no registran los detalles de esta
interrupció n de la iglesia de É feso, pero parece haber continuado durante
varias generaciones después de Pablo a pesar de los problemas que profetizó .

Profecía de Pablo yendo a Roma


Hechos 23:11. En relació n con el arresto de Pablo y su defensa ante el
Sanedrín, la reunió n terminó en confusió n cuando Pablo declaró que estaba
siendo perseguido por su esperanza en la resurrecció n (Hechos 23:6–10). El
resultado fue que el comandante tuvo que rescatar a Pablo de los maestros de
la ley.
Hechos registra que “a la noche siguiente, el Señ or se paró cerca de Pablo y
le dijo: '¡Anímate! Como has testificado de mí en Jerusalén, así también debes
testificar en Roma'” (v. 11). Esto se cumplió posteriormente en el libro de los
Hechos.

Seguridad de la tormenta
Hechos 27:21-25. En relació n con el viaje de Pablo a Roma, los barcos
chocaron con una tormenta y durante muchos días estuvieron en peligro de
naufragio. En este momento de problemas, a Pablo se le dio una revelació n
especial. Hechos registra: “Después de que los hombres habían pasado mucho
tiempo sin comer, Pablo se puso de pie ante ellos y dijo: 'Hombres, deberían
haber seguido mi consejo de no zarpar desde Creta; entonces se habrían
ahorrado estos dañ os y pérdidas. Pero ahora les insto a que tengan valor,
porque ninguno de ustedes se perderá ; solo el barco será destruido. Anoche, un
á ngel del Dios de quien soy y a quien sirvo se paró a mi lado y me dijo: “No
temas, Pablo. Debes ser juzgado ante César; y Dios en gracia te ha dado la vida
de todos los que navegan contigo ". Así que, varones, tengan valor, porque tengo
fe en Dios de que sucederá tal como él me lo ha dicho'” (v. 21-25). Como
registra Hechos, el barco encalló en la isla de Malta y todas las personas a bordo
estaban a salvo. “De esta manera todos llegaban seguros a tierra” (v. 44). Esta
profecía de Pablo se
reforzó aú n má s en el versículo 34 cuando Pablo les dijo que sobrevivirían y los
animó a comer (vv. 33–36).
Aunque el libro de los Hechos no es principalmente un libro profético, nos
da un trasfondo histó rico dentro del cual ubicar las tremendas revelaciones
contenidas en las epístolas y libros posteriores del Nuevo Testamento.
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PROFECÍA EN LAS EPÍSTOLAS PAULINAS

PROFECÍA EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS


En la epístola a los Romanos, el apó stol Pablo, guiado por el Espíritu, declaró la
teología bá sica de las Escrituras, incluida la revelació n del Antiguo Testamento,
pero también la nueva revelació n que vino a través de la primera venida de
Cristo. Muchas de las principales doctrinas de la fe cristiana se revelan hasta
cierto punto en el Antiguo Testamento, pero la revelació n má s completa vino
con la declaració n del propó sito de Dios de llamar a la iglesia, compuesta por
judíos y gentiles, formando una nueva entidad que el Antiguo Testamento no
había predicho.
La teología de la iglesia proporcionó una declaració n nueva y má s
completa. En consecuencia, en la epístola a los Romanos, el apó stol Pablo
presentó la doctrina de la santificació n, la relació n del propó sito actual de Dios
en la iglesia con sus propó sitos declarados para Israel, y los principios
principales de la vida cristiana, que son las aplicaciones prá cticas de los
grandes principios. doctrinas de la teología. Como Pablo estaba especialmente
preocupado por có mo la doctrina de la iglesia se relacionaba con las promesas
dadas a Israel, se dedicaron tres capítulos a esto (Rom. 9-11).
Es probable que la epístola a los Romanos fuera precedida por 1 y 2
Tesalonicenses, Gá latas y 1 Corintios. Habiendo declarado ya, particularmente
en las epístolas de Tesaló nica y en 1 Corintios, la doctrina del rapto de la iglesia,
Pablo no consideró necesario reafirmar esta doctrina en la epístola a los
Romanos.
Como la epístola se refiere principalmente a la teología que existía en el
momento en que Pablo escribió la epístola, el libro no proporciona un extenso
bosquejo profético del futuro. Solo ocasionalmente en Romanos se predicen
eventos futuros, pero los que se mencionan son de cará cter esencial, incluidas
las profecías sobre Israel que se cumplirá n después de la era presente. Aunque
la epístola a los Romanos enfatizó lasituació n en el tiempo que vivió Pablo,
como siempre es el caso, la doctrina realizada en el presente tiene implicació n y
cumplimiento en el futuro. En consecuencia, cuando la epístola toca la profecía,
se ocupa de importantes eventos futuros.
Las implicaciones de una doctrina del pecado para el juicio divino futuro
Romanos 2:5–16. La doctrina del pecado y la culpa siempre tiene una
aplicació n presente, mientras que también implica juicio futuro. Al tratar
especialmente con el pecado y la rebelió n de los gentiles contra Dios, Pablo
reveló que habrá cierto juicio divino. Dijo: “Pero debido a tu terquedad y tu
corazó n impenitente, está s acumulando ira contra ti mismo para el día de la ira
de Dios, cuando se revelará su justo juicio. Dios 'dará a cada uno segú n lo que
haya hecho'. A los que persisten en hacer el bien y buscan gloria, honra e
inmortalidad, les dará vida eterna. Pero para los egoístas que rechazan la
verdad y siguen el mal, habrá ira e ira” (vv. 5-8).
Al principio de este capítulo, Pablo argumentó que todos los hombres no
han cumplido las normas morales de Dios y que, por lo tanto, no deberían
juzgar a los demá s. É l resumió : "Entonces, cuando tú , un simple hombre, los
juzgas y, sin embargo, haces las mismas cosas, ¿crees que escapará s del juicio
de Dios?" (v. 3) Ya que todos hemos pecado, como Pablo aclara má s adelante en
esta epístola, la salvació n es por fe y por gracia.
Sin embargo, hay una calidad de vida diferente en los que se salvan de los
que no se salvan. Aquellos que persisten en no arrepentirse, como dijo Pablo,
enfrentan cierto juicio de Dios. Al hablar del "día de la ira de Dios" (v. 5), Pablo
no se refería a ningú n día específico, sin embargo, a medida que las Escrituras
desarrollan la serie de juicios que caracterizará n el juicio de todos los hombres,
el juicio final vendrá al final. del reino milenial (Apocalipsis 20:11-15). Los que
son salvos tienen una calidad de vida diferente que demuestra que han venido a
Dios en arrepentimiento y fe. En consecuencia, su forma de vida será
recompensada y dará como resultado la vida eterna. La vida de hacer el bien y
recibir la vida eterna obviamente no es posible a menos que una persona crea y
acepte la verdad del evangelio de Dios (Rom. 2:6–8).
Aunque Pablo estaba tratando principalmente con los gentiles, dejó en
claro que los judíos está n en la misma situació n: “Habrá problemas y angustia
para todo ser humano que hace el mal: primero para el judío, luego para el
gentil; pero gloria, honra y paz para todo el que hace el bien: primero para el
judío, luego para el gentil. Porque Dios no muestra favoritismos” (vv. 9-11). La
diferencia entre judío y gentil es que al judío se le ha dado la revelació n de la
Ley y al gentil no, pero esto no cambia los requisitos fundamentales de hacer lo
que es correcto a los ojos de Dios.
Pablo se refirió específicamente a la distinció n entre los que pecan que
conocen la ley y los que no: “Todos los que pecan sin la ley, sin la ley también
perecerá n, y todos los que pecan bajo la ley será n juzgados por la ley. Porque no
son los justos a los ojos de Dios los que oyen la ley, sino los que obedecen la ley
los que será n declarados justos” (vv. 12-13).
Pablo usó la palabra ley en varios sentidos diferentes en sus epístolas. El
punto que hizo es que aquellos que está n bajo la ley mosaica que son judíos
será n juzgados por ella; pero que los gentiles tienen una ley moral general, y si
viven en la voluntad de Dios, hasta cierto punto, se ajustará n a la ley mosaica en
sus enseñ anzas morales.
Pablo dijo: “(De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, hacen por
naturaleza las cosas requeridas por la ley, son una ley para sí mismos, aunque
no tienen la ley, ya que muestran que los requisitos de la ley está n escritos en
su corazó n, dando testimonio también su conciencia, y sus pensamientos ahora
acusá ndolos, ahora incluso defendiéndolos). Esto sucederá el día en que Dios
juzgará los secretos de los hombres por medio de Jesucristo, como declara mi
evangelio” (vv 14-16).
Debido a que todos los hombres tienen una conciencia que hasta cierto
punto distingue el bien del mal, y debido a que Dios trata con los corazones de
los hombres, incluso si no son judíos segú n la ley mosaica, será n juzgados segú n
el có digo moral que reconocen como atestigua su conciencia.
Al tratar con el día del juicio, Pablo tenía en mente que Dios juzgará a los
cristianos en el momento del rapto, como se indica en su escrito anterior en 1
Corintios 3:11-15; 9:24-27. Sin embargo, los inconversos no será n juzgados
finalmente hasta después del reino milenial. En la vida, sin embargo, Dios
también juzga a aquellos que se rebelan contra É l, y ellos experimentan la ira de
Dios tal como se expresa en la historia. El juicio final, sin embargo, determinará
el destino final del alma. Esto será especialmente evidente en la gran
tribulació n que precede a la segunda venida de Cristo.

Reconciliación mediante la justificación


Romanos 5:9-11; 6:8; 8:1. Habiendo demostrado la necesidad de la
salvació n debido a la condenació n universal descrita en Romanos 1: 18-20, y
habiendo expuestoA la doctrina de la justificació n, Pablo luego se dirigió a la
maravillosa reconciliació n que proporciona la justificació n: “Ya que ahora
hemos sido justificados por su sangre, ¡cuá nto má s seremos salvos de la ira de
Dios por medio de él! Porque si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos
reconciliados con él por la muerte de su hijo, ¡cuá nto má s, reconciliados,
seremos salvos por su vida! No solo es así, sino que también nos regocijamos en
Dios por medio de nuestro Señ or Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la
reconciliació n” (5:9- 11).
La justificació n ha declarado que el que confía en Cristo es justo en su
posició n ante Dios porque Dios lo ve en la persona y obra de Su Hijo. El
argumento es que, si fuimos salvados de la ira de Dios por la justificació n en el
tiempo, ¡cuá nto má s, habiendo sido reconciliados, los cristianos disfrutará n de
la salvació n en esta vida y en la venidera!
Má s tarde, Pablo reveló má s luz sobre este tema de ser visto en la vida de
Cristo: “Porque moriste, y tu vida ahora está escondida con Cristo en
Dios. Cuando Cristo, que es tu vida, aparezca, tú también aparecerá s con él en
gloria” (Col. 3:3-4 ). La justificació n como un acto particular de Dios ocurre en el
momento de la salvació n. A partir de entonces, disfrutamos de la justificació n
porque Dios nos ve a través de Su Hijo. Esto se hará especialmente evidente en
el juicio final. No solo ya hemos sido justificados, sino que también hemos sido
reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo (Rom. 5:11).
Aquí, como en todas sus discusiones sobre la salvació n, Pablo dejó en claro
que la salvació n es algo que Dios hace por aquellos que confían en Cristo, y la
justificació n y la reconciliació n son verdaderas para cada creyente desde el
momento de su salvació n. El disfrutarlo en el tiempo y la eternidad demuestra
el maravilloso hecho de la salvació n en Cristo.
Un pensamiento similar de có mo la salvació n se manifiesta en la vida se
expresa en Romanos 6: 8, "Ahora bien, si morimos con Cristo, creemos que
también viviremos con él". Así como la muerte precede a la resurrecció n,
aquellos que se identifican con Cristo en Su muerte también se identifican con
É l en Su resurrecció n. Este es un beneficio presente y una garantía de
bendiciones futuras. El que está en Cristo no vendrá a la condenació n (8:1).

Profecía de un creyente como hijo y heredero que hereda la gloria


Romanos 8:12–39. Se describe al verdadero creyente en Cristo que no tiene
condenació n (v. 1) y que vive bajo el control del Espíritu Santo. Aunque esto no
produce una vida moral perfecta, sin embargo, caracteriza al creyente que vive
bajo la nueva naturaleza en lugar de la vieja (v. 13). Experiencia actual dela
salvació n es precursora de lo profetizado. Si el creyente es ahora un hijo de
Dios (v. 17), entonces también es el heredero de Dios (v. 17). Como tal,
podemos compartir algunos sufrimientos en esta vida presente, pero también
compartiremos la gloria venidera.
Contrastar nuestro sufrimiento presente con la gloria futura ayuda al
cristiano a darse cuenta de lo que dijo Pablo: “Considero que nuestros
sufrimientos presentes no merecen ser comparados con la gloria que se
revelará en nosotros” (v. 18). Los sufrimientos de un cristiano son paralelos a
los sufrimientos del mundo en su conjunto, porque toda la creació n gime y
sufre como una mujer que da a luz (vv. 22-23). Cuando un cristiano
experimenta sufrimiento, anticipa aú n má s el pleno significado de ser adoptado
como hijo de Dios. Aunque esto ocurre en nuestra vida presente, cuando Dios
reconoce a un cristiano como su hijo, da una base para la esperanza de que
finalmente los
sufrimientos cesará n y hace posible esperar pacientemente (v. 25). Aunque un
cristiano no sepa có mo orar en algunas circunstancias, se da la promesa de que
el Espíritu Santo orará como su intercesor (vv. 26-27).
Habiendo sido salvo, el cristiano entra en el proceso divino de má xima
glorificació n descrito por Pablo: “Porque a los que antes conoció , también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la semejanza de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó ,
también llamó ; a los que llamó , también justificó ; a los que justificó , también los
glorificó ” (vv. 29-30).
Sobre la base de la obra soberana de Dios para un creyente, que no se
consumará hasta que sea presentado perfecto en gloria, Pablo declaró la gran
verdad de que un cristiano puede “saber que en todas las cosas Dios obra para
el bien de los que lo aman, los cuales han sido llamados conforme a su
propó sito ”(v. 28). El punto es que un cristiano fue predestinado antes de ser
salvo, y fue llamado y justificado cuando fue salvo. Ahora, siendo justificado y
declarado justo por Dios, su pró ximo estado será uno de glorificació n.
Todo esto, por supuesto, se basa en la gracia porque un cristiano ha sido
elegido y su salvació n ha sido posible porque Dios no perdonó a su propio Hijo
(v. 32). No hay peligro de que un cristiano llegue a ser condenado y declarado
perdido. Esto se debe a que se le ve en Cristo que murió y resucitó y es apoyado
por Su presente intercesió n en el cielo: “Cristo Jesú s, que murió , má s que eso,
que resucitó , está a la diestra de Dios y también está intercediendo por
nosotros ”(v. 34).
La completa seguridad del creyente se presenta en la conclusió n clá sica de
este capítulo, en el que Pablo declaró que nada puede separar al cristiano del
amor de Dios. Cristo (v. 35). Si bien es cierto que un cristiano puede enfrentar
la muerte y el sufrimiento como un má rtir, también es cierto que un cristiano
vence a través de Cristo que lo ama.
Pablo declaró su propia fe y el contenido de la fe de todo cristiano: “Porque
estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los á ngeles ni los demonios,
ni el presente ni el futuro, ni los poderes, ni la altura ni la profundidad, ni
ninguna otra cosa en todo creació n, podrá separarnos del amor de Dios que es
en Cristo Jesú s Señ or nuestro ”(vv. 38–39). Este resumen detallado cubre toda
la experiencia evangélica del hombre. Como todos los demá s aspectos de
nuestra salvació n, se basa en la gracia má s que en la recompensa. Pero
habiendo entrado por fe en la gracia que es en Cristo Jesú s, el creyente tiene la
esperanza segura de que lo prometido ciertamente se cumplirá .
La misericordia de Dios está bajo su voluntad soberana
Romanos 9:10–33. La doctrina de la soberanía de Dios, tan firmemente
arraigada en la historia y la profecía, fue discutida extensamente por Pablo,
quien usó a Jacob y Esaú como ilustraciones. Con respecto a este punto
importante en la manifestació n de Dios de Su elecció n de Israel como una
nació n especial, Pablo declaró : “No solo eso, sino que los hijos de Rebeca
tuvieron un solo y mismo padre, nuestro padre Isaac. Sin embargo, antes de que
los gemelos nacieran o hubieran hecho algo bueno o malo, para que el
propó sito de Dios en la elecció n se mantuviera: no por obras, sino por el que
llama, se le dijo: 'El mayor servirá al menor'. Tal como está escrito: 'Amé a
Jacob, pero aborrecí a Esaú ' ”(vv. 10-13).
La cita que se refiere a Jacob siendo amado y Esaú odiado se deriva de
Malaquías 1: 2-3. Esto debe entenderse en la revelació n má s amplia de toda la
Biblia porque Juan 3:16 declara que Dios ama al mundo, que incluiría a Esaú . En
otras palabras, la elecció n es relativa. A Jacob amó de antemano y a Esaú
no. Ahora Pablo plantea la pregunta de si esto es injusto: “¿Qué, pues,
diremos? ¿Es Dios injusto? ¡De ningú n modo! Porque él dice a Moisés: "Tendré
misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que me
compadezca". Por tanto, no depende del deseo ni del esfuerzo del hombre, sino
de la misericordia de Dios ”(Rom. 9:14-16).
Utilizando la ilustració n del faraó n, Pablo señ aló que el endurecimiento de
Dios de un pecador impenitente a menudo se basa en una ofrenda adicional de
perdó n. Como en el caso del faraó n, Pablo escribió : “'Te levanté con este mismo
propó sito, para mostrar mi poder en ti y para que mi nombre sea proclamado
en toda la tierra'. Por tanto, Dios tiene misericordia del que quiere tener
misericordia, y endurece al que quiere.endurecer ”(vv. 17-18). Como señ aló
Pablo, la forma en que Dios endureció el corazó n de Faraó n fue dá ndole
repetidas oportunidades de ceder a la voluntad de Dios con respecto a Israel. El
capítulo final fue escrito cuando el Faraó n los persiguió hasta el Mar Rojo y se
ahogó . El endurecimiento del corazó n de Faraó n no vino del corazó n de Dios,
sino del corazó n de Faraó n.
Pablo usó otra ilustració n para demostrar por qué Dios es soberano. Al
describir a un alfarero que hacía una vasija de barro, hizo la pregunta: "¿Lo que
está formado dirá al que lo formó :" ¿Por qué me hiciste así? "" ¿No tiene el
alfarero el derecho de hacer con la misma ¿Un trozo de arcilla, algo de cerá mica
para propó sitos nobles y algo para uso comú n? (vv. 20-21).
El proceso de soportar con paciencia a las personas que está n destinadas a
la ira de Dios se justifica por el hecho de que esto hace que las riquezas de la
gloria de su gracia sean aú n má s evidentes, tanto para los judíos como para los
gentiles (vv. 23-24). .
Reconocer la importancia de esto es una de las principales doctrinas de las
Escrituras. Pablo luego citó de Oseas 2:23: “Llamaré 'mi pueblo' a los que no
son mi pueblo; y la llamaré 'mi amada' si no es mi amada ”(Rom. 9:25). Este
pasaje llama la atenció n sobre un punto fino de la exégesis en el que la
interpretació n y la aplicació n son diferentes. El pasaje citado es para mostrar
que Dios en general es soberano en Sus misericordias, ya sea para con los judíos
o los gentiles. La cita de Oseas 2:23, sin embargo, se refiere a Israel que, debido
a sus pecados, fue declarada no ser el pueblo de Dios y luego en gracia es
restaurada. El hecho de que aquí se esté refiriendo a Israel, no a los gentiles, en
lo que a interpretació n se refiere, se pone de manifiesto en su cita adicional de
Oseas 1:10, “Sucederá que en el mismo lugar donde se les dijo: 'Ustedes son no
mi pueblo, 'será n llamados' hijos del Dios viviente '”(Rom. 9:26). Sin embargo,
Pablo usó esta ilustració n de la misericordia de Dios con Israel para respaldar
su concepto de la misericordia que también se da a los gentiles y, aunque no
interpretó el libro de Oseas, para hacer una aplicació n. Está en juego la
distinció n que se hace a lo largo de las Escrituras de que Israel está separado de
las naciones gentiles, y esto debe entenderse en este pasaje.
Se da má s luz en el libro de Isaías (10:22-23): “Aunque el nú mero de los
israelitas sea como la arena junto al mar, só lo el resto se salvará . Porque el
Señ or cumplirá su sentencia en la tierra con rapidez y firmeza ”(Rom. 9: 27-28).
Incluso para Israel, el pueblo del convenio, solo aquellos que vengan al Señ or
será n recibidos con misericordia y gracia, y probablemente la gran mayoría de
la nació n se perderá .
Pablo ademá s apoyó esto en una cita de Isaías: “Si el Señ or Todopoderoso
no nos hubiera dejado descendencia, hubiéramos llegado a ser como Sodoma,
habríamos sido como Gomorra” (v. 29).
Como conclusió n de este complicado argumento, Pablo declaró que los
gentiles, aunque no son el pueblo favorecido de Dios, tendrá n justicia cuando se
vuelvan a Dios, sino el pueblo de Israel, que normalmente sería considerado
como el que debería seguir la ley. de justicia, no la alcanzará n porque no han
puesto su confianza en Jesucristo. “¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que
no perseguían la justicia, la han obtenido, una justicia que es por la fe; pero
Israel, que siguió la ley de justicia, no la alcanzó . Por qué no? Porque no lo
persiguieron por fe, sino como por obras. Tropezaron con la 'piedra de
tropiezo'. Como está escrito: 'Mira, pongo en Sion una piedra que hace tropezar
a los hombres y una roca que los hace caer, y el que en él confía no será
avergonzado jamá s' ”(vv. 30- 33).
Cristo como la piedra se presenta en las Escrituras en varias
caracterizaciones. É l era la roca herida (Ex. 17:6; 1 Cor. 10:4); Fue presentado
como el fundamento y la principal piedra angular de la iglesia (Efesios
2:20). Aquí, como también es cierto para los judíos en su primera venida, É l es
una "piedra de tropiezo" (cf. 1 Cor. 1:23). É l será la piedra que será la piedra
angular del á ngulo cuando É l venga en Su segunda venida (Zac. 4:7). Segú n
Daniel 2:34, É l será la piedra que derriba el poder de los gentiles. También en el
versículo 35, él será la piedra que se expandirá y llenará la tierra cuando tome
la tierra como Su reino. También para los incrédulos, É l es una piedra que
muele (Mat. 21:44).
Todas estas ilustraciones se combinan para enfatizar el cará cter soberano
de Dios y, por otro lado, la responsabilidad del hombre de responder al mensaje
de gracia y salvació n de Dios. La misma verdad que salva a uno condenará a
otro. Tomado en su conjunto, Romanos 9 explica la extensió n del evangelio a
los gentiles porque los judíos no respondieron con fe a Jesucristo. Esto prepara
el escenario para Romanos 10, que trata de la oportunidad presente de Israel, y
Romanos 11, la restauració n futura de Israel.

La oportunidad de la salvación en la era actual


Romanos 10:8-21. Aunque es cierto que Dios ha apartado temporalmente a
Israel como nació n y se ha movido en los gentiles para su bendició n en la era
actual, también es cierto que cada individuo, ya sea judío o gentil, puede ser
salvo al venir a Cristo. Pablo habla de la palabra de fe que es el mensaje de
salvació n: “Cerca de ti está la palabra; Está dentrotu boca y en tu corazó n, es
decir, la palabra de fe que estamos proclamando: que si confiesas con tu boca
que Jesú s es el Señ or y crees en tu corazó n que Dios lo levantó de los muertos,
será s salvo.
. Porque es con su corazó n que cree y es justificado, y es con su boca que
confiesa y es salvo. Como dice la Escritura, 'El que en él confía, no será jamá s
avergonzado' ”(vv. 8-11).
El evangelio no solo está abierto a todos, sino que tanto judíos como
gentiles pueden ser salvos de la misma manera: “Porque no hay diferencia
entre judío y gentil, el mismo Señ or es Señ or de todos y bendice
abundantemente a todos los que lo invocan, porque , 'Todo el que invoque el
nombre del Señ or, será salvo' ”(vv. 12-13).
Aquí hay una repetició n de la verdad también extendida en Romanos 9:33
de que las personas que confían en Dios, ya sean judíos o gentiles, pueden ser
salvas. En consecuencia, aunque Israel como nació n se ha dejado de lado
temporalmente y se ha detenido el progreso en su programa profético como se
describe en el Antiguo Testamento, los judíos individuales aú n pueden ser
salvos exactamente de la misma manera que los gentiles.
El glorioso futuro de Israel
Romanos 11:11-12. Como se explicó anteriormente, Pablo señ aló có mo los
gentiles está n recibiendo una bendició n porque Israel había rechazado el
evangelio. Pablo reiteró esto: “Nuevamente pregunto: ¿Tropezaron y cayeron
má s allá de la recuperació n? ¡De ningú n modo! Má s bien, debido a su
transgresió n, la salvació n ha llegado a los gentiles para hacer que Israel tenga
envidia. Pero si su transgresió n significa riquezas para el mundo, y su pérdida
significa riquezas para los gentiles, ¡cuá ntas riquezas mayores traerá n su
plenitud! " (vv. 11-12).
El argumento aquí es que si Israel ha sido puesto temporalmente a un lado
ha traído grandes riquezas a los gentiles, cuá nto má s se manifestará n las
riquezas de la gracia de Dios cuando Israel vuelva a ser restaurado. Así como
Romanos 9 trata de los fracasos de Israel en el pasado y Romanos 10 de su
oportunidad presente de ser salvo, Romanos 11 pinta un cuadro de que Israel
tiene un futuro glorioso que cumplirá sus expectativas basadas en la profecía
del Antiguo Testamento.

El regreso de Israel a la bendición


Romanos 11:22-24. Como dijo Pablo, los gentiles han sido injertados en el
lugar de bendició n, el olivo. Los judíos, por otro lado, han sido aislados
temporalmente como nació n. Sin embargo, será má s fá cil para Israel ser
injertado en su propio olivo queera para los gentiles ser injertados en:
“Después de todo, si fuiste cortado de un olivo que es silvestre por naturaleza, y
contrario a la naturaleza fueras injertado en un olivo cultivado, ¿cuá nto má s
fá cilmente estos, el natural ramas, sean injertadas en su propio olivo! " (v. 24).
Hablando a los gentiles, les advirtió que si bien Israel temporalmente como
nació n no está injertado, será mucho má s fá cil para ellos ser injertados en el
á rbol de bendició n que tenían en el Antiguo Testamento que injertados en los
gentiles. , como es cierto en la época actual.
El olivo en las Escrituras representa las bendiciones que llegan a través de
Abraham tanto a judíos como a gentiles. Debido a que el pacto abrahá mico tenía
provisió n para la bendició n de los gentiles (Génesis 12:3), era posible que los
gentiles fueran injertados, pero la mayoría de las promesas que está n
involucradas en el pacto abrahá mico se relacionan con los judíos, su posesió n
futura del tierra, y su restauració n espiritualmente. Por consiguiente, es má s
natural para Israel ser injertado en el olivo abrahá mico que para los gentiles.

La promesa de la restauración de Israel


Romanos 11:25-27. La realizació n del propó sito actual de Dios de llamar a
judíos y gentiles por igual para formar el cuerpo de Cristo no fue anticipada en
el
Antiguo Testamento. Sus características principales eran los misterios, es decir,
verdades que no fueron reveladas en el Antiguo Testamento pero sí reveladas
en el Nuevo Testamento. Pablo indicó que quería que Israel entendiera este
factor: “Hermanos, no quiero que ignoréis este misterio, para que no seá is
engreídos: Israel ha experimentado un endurecimiento en parte hasta que haya
entrado el nú mero completo de los gentiles. Y así todo Israel será salvo, como
está escrito: “El libertador vendrá de Sion; apartará de Jacob la impiedad. Y este
es mi pacto con ellos, cuando quite sus pecados '”(vv. 25-27).
En el programa de Dios, el proyecto de llamar a su iglesia tanto de judíos
como de gentiles debe completarse primero (1 Cor. 12: 12-13; Efesios 1:22-23;
4:11-13). Lo que se predice aquí es que después de que se haya cumplido el
propó sito de Dios para Su iglesia, Dios librará a Israel (Rom. 11:25-26). La
referencia a la salvació n de Israel no es con respecto a la libertad de la culpa del
pecado o la verdad redentora, sino que Israel será liberado de sus enemigos en
el momento de la segunda venida. Como se indica en la cita del versículo 26 de
que vendrá un libertador, esto asegura, por un lado, la finalizació n del
propó sito de Dios para los gentiles y, por otro lado, la restauració n de Israel
después de este período ha terminado. La respuesta a la pregunta de si Dios
rechaza a su pueblo(v. 1) se responde por el hecho de que Dios no los ha
rechazado, sino que llevará a cabo sus propó sitos como se indica en la profecía.
Sin embargo, antes de la liberació n de Israel, durante la época actual está n
experimentando “un corazó n endurecido”, es decir, muchos en Israel se apartan
del evangelio. Esto continuará hasta que se complete el propó sito de Dios en su
iglesia. Entonces habrá un avivamiento en Israel y muchos se volverá n al Señ or.
El trasfondo de esto es la doctrina del Nuevo Testamento del rapto de la
iglesia. Cuando la iglesia sea sacada del mundo en cumplimiento del propó sito
de Dios para la iglesia, la actual experiencia de endurecimiento de Israel
también será eliminada y el avivamiento vendrá a Israel (v. 25). Su conversió n
temprana al evangelio ayudará a difundir el evangelio por todo el mundo
después del rapto de la iglesia, ya que hay israelitas en todas las naciones
importantes que ya
conocen los idiomas y la gente.
Es obvio de las Escrituras que no todo israelita individual será salvo de la
culpa y el poder del pecado. En Ezequiel 20: 33–38, se predice que los rebeldes
de Israel, los que no fueron salvos antes de la segunda venida de Cristo, será n
purgados y solo los convertidos podrá n entrar en el reino milenial. En
consecuencia, la liberació n en la salvació n a la que se hace referencia en el
versículo 26 se refiere a una liberació n nacional, es decir, el cese de la
persecució n de los gentiles. Los liberados no son necesariamente salvos en el
sentido de ser salvos de la culpa y el poder del pecado. Aunque algunos
expositores se esfuerzan por probar que Israel no tiene futuro, todo Romanos
11
enseñ a lo contrario. Predice que Israel tiene un futuro una vez que se cumpla el
propó sito presente de Dios en la iglesia.
La cita de los versículos 26-27 es una combinació n de varios versículos del
Antiguo Testamento. Lo que se está enseñ ando es que el Redentor saldrá de
Sion, que apartará la impiedad de Jacob, y esto será un cumplimiento de la
promesa de Dios de extender misericordia y salvació n a Israel.
El Antiguo Testamento habla de la venida de Cristo a Sion y también de la
venida de Sion (Sal. 14:7; 20:2; 53:6;110: 2;128: 5;134: 3, 135: 21; Isa. 2:3; Joel
3:16; Amó s 1:2). El punto es que en la segunda venida, Cristo viene a Sion tanto
para gobernar sobre Israel como para gobernar el mundo, incluidos los
gentiles. Sió n aquí se usa como una referencia a Jerusalén, como es comú n en
las Escrituras.
El cumplimiento predicho en Romanos 11:25-27 está de acuerdo con el
pacto abrahá mico, que promete que Israel perdurará como nació n para
siempre y que el Los israelitas finalmente será n restaurados espiritualmente y
políticamente a su tierra. Aunque algunos eruditos se oponen a esta verdad que
no aceptan el concepto de un reino milenial después de la segunda venida, la
ú nica manera de entender estos pasajes, que tratan con verdades como las que
la Escritura presenta aquí, es tomar literalmente el hecho de que Israel ha un
futuro como nació n y que ese futuro está ligado a la segunda venida de Cristo.
En los versículos que siguen (vv. 28-32), se da una declaració n adicional
del plan de Dios para dar misericordia a Israel y la certeza de que eso se
cumplirá en el futuro. El capítulo 11 de Romanos se cierra con una notable
declaració n de la sabiduría de Dios al tratar con Sus propó sitos en el mundo, y
especialmente con Israel.

La promesa de bendición a los comprometidos con Dios


Romanos 12:1–2. Estos versículos prometen revelar la voluntad de Dios a
aquellos comprometidos con Dios. Es importante notar que la revelació n de la
voluntad de Dios es para las personas que se han comprometido con él.

El Trono del Juicio Futuro de Cristo


Romanos 14:9-12 . En Romanos 14 el tema es có mo deben manejarse las
á reas "grises" de la vida cristiana. Un ejemplo de ello es la cuestió n de si el
cristiano de la época de Pablo podía comer carne que antes se había ofrecido a
los ídolos. La comunidad cristiana estaba dividida sobre esto; algunos decían
que la carne es carne sin importar lo que le sucediera antes de comprarla, y por
otro lado, otros aseguraban que comprá ndola participaban en la adoració n de
los ídolos que involucraba.
La exhortació n que surge de la situació n es que no debemos juzgar a
nuestros hermanos cristianos, especialmente en á reas donde hay diferencias de
opinió n sobre lo que es correcto hacer. Como señ aló Pablo, el hecho importante
es que Cristo murió y resucitó para que pudiera ser Señ or tanto de los muertos
como de los vivos: “Por esta misma razó n, Cristo murió y volvió a la vida para
ser Señ or de ambos. los muertos y los vivos ”(v. 9). En vista de esto, Pablo
declaró que los cristianos no deben juzgarse unos a otros, especialmente en el
á rea de evaluar el ministerio de un hermano. “Tú entonces, ¿por qué juzgas a tu
hermano? ¿O por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos estaremos
ante el tribunal de Dios ”(v. 10).
Pablo da una exposició n má s detallada del tribunal de Cristo en 1 Corintios
3:11-15; 9:24-27; 2 Corintios 5:10. El asunto del juicio o evaluació n de unEl
ministerio del hermano está comprometido con Cristo. Dado que todos los
cristianos comparecerá n ante el tribunal de Cristo para ser evaluados, los
creyentes deben concentrarse en sus propios problemas en lugar de en los
problemas de los demá s.
La certeza absoluta de este juicio se afirma en una cita de Isaías 45:23:
“'Tan cierto como yo vivo', dice el Señ or, 'toda rodilla se doblará ante mí; toda
lengua confesará a Dios ”(Rom. 14:11). La Escritura es clara tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento que cada individuo se presentará ante el juicio
de Dios, no necesariamente al mismo tiempo o por la misma razó n. El juicio en
el tribunal de Cristo es para aquellos que han sido salvos y que luego será n
evaluados en cuanto a su contribució n a la obra del Señ or.
Pablo continuó resumiendo esto: “Entonces, cada uno de nosotros dará
cuenta de sí mismo a Dios” (v. 12). La cifra es la de un administrador o
fideicomisario, que tiene la responsabilidad de manejar los asuntos comerciales
de otra persona y, finalmente, informar lo que hace con ella. En la vida, los
cristianos está n dotados de dones espirituales y naturales que difieren. No hay
dos cristianos exactamente iguales, y no hay dos cristianos que tengan
exactamente las mismas oportunidades, pero cada uno deberá dar cuenta de lo
que ha hecho con ellos. Obviamente, cuanto má s tiene una persona, mayor es su
responsabilidad.
El problema aquí no es el éxito o la cantidad de éxito, sino má s bien la
cuestió n de la fidelidad en el uso adecuado de lo que Dios le ha dado a un
cristiano individual. Dado que este es el principal problema en la vida de un
cristiano, no debe desviarse para tratar de ser juez de sus hermanos cristianos,
excepto cuando sea necesario en determinadas circunstancias. En cambio,
debería preocuparse por el hecho de que su propia vida será juzgada y debería
entregarse a cosas que contará n en la eternidad.
Gentiles para alabar al Señor
Romanos 15:8-13. Como Pablo había explicado anteriormente, el propó sito
de Dios en la era actual es llamar a los gentiles y también a los judíos para que
formen el cuerpo de Cristo. Aunque el Antiguo Testamento no anticipó las
características específicas del cuerpo de Cristo, sí hizo promesas a los gentiles y
las describió cantando alabanzas a Dios. Pablo declaró , citando 2 Samuel 22:50
y Salmo 18:49, “Por tanto, te alabaré entre los gentiles; Cantaré himnos a tu
nombre ”(Rom. 15:9). Ademá s, citó de Deuteronomio 32:43: “Alégrense,
gentiles, con su pueblo” (Rom. 15:10). Pablo nuevamente citó del Salmo 117:1:
“Alabad al Señ or, todos los gentiles, y cantadle alabanzas, pueblos todos” (Rom.
15:11). Su cita final fue de Isaías 11:10: “La raíz deSe levantará Isaí, el que se
levantará para gobernar las naciones; en él esperará n los gentiles ”(Rom.
15:12). En cada uno de estos, se anticipó que los gentiles alabará n al Señ or, lo
que hasta cierto punto se cumple en la era presente, pero tendrá su
cumplimiento final en el reino milenial, en el que será n bendecidos tanto los
gentiles como los judíos.
Pablo está argumentando aquí para que los cristianos judíos y gentiles
entren en la plena bendició n de su comunió n unos con otros y disfruten de la
misericordia y la gracia de Dios. Su oració n final fue: “Que el Dios de la
esperanza os llene de todo gozo y paz al confiar en él, para que reboséis de
esperanza por el poder del Espíritu Santo” (v. 13).

La predicción de que Satanás será aplastado


Romanos 16:20. En relació n con los saludos a varios cristianos en Roma, en
los que Pablo los exhortaba a servir al Señ or con todo su corazó n, profetizó : “El
Dios de paz pronto aplastará a Sataná s bajo tus pies” (v. 20). Debido a que la era
actual es de duració n indeterminada, y Pablo y otros en el primer siglo
desconocían su duració n, les pareció que la conquista final de Sataná s ocurriría
en la segunda venida de Cristo y se confirmaría al final del siglo XXI. milenio. A
lo largo de la historia de la iglesia, estas profecías han tenido la cualidad de ser
pronto o inminentes, ya que la era actual y su duració n son de duració n
indeterminada.
Tomada en su conjunto, la epístola a los Romanos no solo expone las
grandes doctrinas del pecado, la salvació n y la santificació n, sino también có mo
estas doctrinas afectan a Israel en la era presente y en el futuro, cuando la
restauració n de Israel esté asegurada.
PROFECÍA EN 1 CORINTIOS
En 1 Corintios se encuentran referencias frecuentes al futuro profético, má s o
menos esparcidas por todo el libro. Las má s importantes son las profecías del
capítulo 15, que constituyen una importante contribució n a la verdad profética.

Profecías introductorias en 1 Corintios


1 Corintios 1:8–9. Gran parte de esta epístola consiste en reprender y
corregir los muchos problemas que existían en la iglesia de Corinto. Por lo
tanto, es muy significativo que al comienzo del primer capítulo, Pablo llamó la
atenció n sobre el propó sito soberano de Dios de que algú n día será n
presentados sin mancha en la presencia del Señ or: “É l los mantendrá fuertes
hasta el fin, para que sean irreprensibles. en el día de nuestro Señ or
Jesucristo.Dios, que os ha llamado a la comunió n con su Hijo Jesucristo, nuestro
Señ or, es fiel ”(vv. 8–9).
Aunque la epístola contiene muchas exhortaciones y correcciones de los
problemas de la iglesia de Corinto, Pablo tenía una visió n a largo plazo, como se
indica en este pasaje, de có mo se presentará n perfectos en el momento del
rapto de la iglesia. La expresió n "día de nuestro Señ or Jesucristo"
aparentemente es una referencia al rapto. El mismo día se conoce como "el día
del Señ or" (1 Cor. 5: 5;2 Cor. 1:14), "el día de Cristo Jesú s" (Fil. 1:6), y "el día de
Cristo ”(Fil. 1:10;2:16). El contexto de estas referencias indica que se refieren al
rapto de la iglesia.
Como tales, sin embargo, contrastan con las referencias al día del Señ or
como en 1 Tesalonicenses 5:1-11, que se refiere al período extendido de
tiempo, comenzando con el rapto, extendiéndose hasta el tiempo de la
tribulació n y la segunda venida. e incluso el reino milenario. Es un período en el
que Dios trata directamente con la tierra. El rapto es el evento que comienza
este período prolongado. En el rapto de la iglesia, la iglesia de Corinto, a pesar
de todas sus imperfecciones, será perfeccionada, y cada cristiano en esa iglesia
será arrebatado para estar con el Señ or para siempre. En vista de la fidelidad de
Dios en el cumplimiento de su pacto con ellos, Pablo tenía una base para
comenzar sus exhortaciones y correcciones en los versículos que siguen.

El mensaje de la cruz como locura


1 Corintios 1:18-19. Uno de los problemas de la iglesia de Corinto era que
admiraban mucho el intelectualismo de Corinto con su enseñ anza filosó fica. En
contraste, el evangelio era simple, como dijo Pablo: “Porque el mensaje de la
cruz es locura para los que se pierden, pero para nosotros, que somos salvos, es
poder de Dios” (v. 18). En apoyo de esto, citó Isaías 29:14: “Destruiré la
sabiduría de los sabios; la inteligencia de los inteligentes frustraré ”(1 Cor.
1:19). En el pasaje que sigue (vv. 20-31), Pablo señ aló que la sabiduría del
hombre es necedad para con
Dios, y que la necedad del evangelio fue declarada como la sabiduría de Dios,
“sabiduría de Dios, es decir, nuestra justicia, santidad y redenció n ”(v. 30).

La sabiduría de dios
1 Corintios 2:6–12. De acuerdo con su discusió n anterior sobre la sabiduría
de Dios en oposició n a la sabiduría del hombre, Pablo señ aló có mo la sabiduría
de Dios es una cuestió n derevelació n divina, que supera con creces la sabiduría
humana. Pablo declaró : “Sin embargo, hablamos un mensaje de sabiduría entre
los maduros, pero no la sabiduría de esta era ni la de los gobernantes de esta
era, que está n llegando a la nada. No, hablamos de la sabiduría secreta de Dios,
una sabiduría que ha estado escondida y que Dios destinó para nuestra gloria
antes de que comenzara el tiempo. Ninguno de los gobernantes de esta época lo
entendió , porque si lo hubieran hecho, no habrían crucificado al Señ or de la
gloria ”(vv. 6–8).
La sabiduría revelada de Dios supera con creces cualquier cosa que el
hombre pueda idear con su propia sabiduría. Esto se dijo ademá s: "Sin
embargo, como está escrito: 'Ningú n ojo ha visto, ningú n oído ha oído, ninguna
mente ha concebido lo que Dios ha preparado para los que le aman', pero Dios
nos lo ha revelado por su Espíritu". (vv. 9-10). La cita que Pablo registró es de
Isaías 64: 4.
En la revelació n que sigue, se discute el contraste entre la verdad espiritual
y la verdad natural, y la evaluació n del mundo de la sabiduría de Dios como
locura se debe a que no comprenden espiritualmente la verdad de la revelació n
de Dios (1 Cor. 2:14). La verdad espiritual que Pablo declaró aquí es el corazó n
de la vida espiritual y constituye la verdad que Dios revela a aquellos que
caminan en comunió n con él.

El juicio de las obras de un creyente


1 Corintios 3:11-15. De acuerdo con la discusió n anterior en 1 Corintios
acerca de la sabiduría de Dios, que la contrasta con la sabiduría de los hombres,
aquí Pablo señ aló la diferencia de valor que se aclara cuando lo que Dios valora
como valioso se contrasta con lo que el mundo valora como vale la pena.
La vida cristiana se ve aquí como un edificio que usa el fundamento de
Jesucristo. Esto se refiere a la salvació n, sin la cual es imposible construir una
vida cristiana. En los versículos que siguen, se mencionan seis posibles
materiales de construcció n: “oro, plata, piedras preciosas, madera, heno o paja”
(v. 12). Cuando ocurra el rapto, al que se refiere “el Día” (v. 13), la calidad de
nuestra vida será probada en el tribunal de Cristo.
La prueba será que el edificio se verá sometido a un incendio. Obviamente,
la madera, el heno y la paja, que representan diferentes grados de valor
humano, se reducen a cenizas. El oro, la plata y las piedras costosas sobreviven
porque no
son combustibles. Constituirá n la base de la recompensa. El asunto se refiere
claramente a las recompensas, no a la salvació n, porque Pablo dijo, refiriéndose
a las obras que se destruyen, “Si se quema,sufrir pérdidas; él mismo se salvará ,
pero só lo como quien escapa por las llamas ”(v. 15).
Pablo no asignó valores espirituales al oro, la plata y las piedras
preciosas. En las Escrituras, el oro se usa característicamente para la gloria de
Dios y, por lo tanto, era prominente en el taberná culo y en el templo. Todo lo
que se hace para la gloria de Dios está representado por oro. La plata es el
metal de la redenció n (Nú m. 3: 46–51). Todo lo que se hace para evangelizar o
ganar almas está representado por plata. Las piedras costosas no se identifican,
ya que representan tantas tareas ordinarias que, si se cumplen para la gloria de
Dios, constituirá n una base para la recompensa. Para ver otros pasajes sobre el
tribunal de Cristo, consulte Romanos 14:10-12; 1 Corintios 9:24–27; y 2
Corintios 5:10.

El Señor, el juez de sus siervos


1 Corintios 4:1–5. Debido a que un cristiano es un fideicomisario de todo lo
que Dios le ha encomendado, ya sean talentos u oportunidades naturales o
espirituales, como fideicomisario, un cristiano debe ser fiel. “Ahora se requiere
que los que han recibido una confianza demuestren ser fieles” (v. 2). Pablo
señ aló có mo juzgará el Señ or, pero no hasta el tiempo señ alado (v. 5). Se dio
una seguridad: “En aquel tiempo cada uno recibirá su alabanza de Dios”
(v. 5). Aparentemente, cada cristiano tendrá algo que haya logrado que valga la
pena desde el punto de vista eterno de Dios.

Dios, el juez supremo


1 Corintios 5:13. En el quinto capítulo, Pablo exhortó a los corintios a juzgar
un caso de inmoralidad que existía en la iglesia, así como otros pecados
abiertos. En relació n con esto, no deben asociarse con personas sexualmente
inmorales, aquellos que son codiciosos, estafadores o idó latras (v. 9). Aunque es
imposible separarse completamente del mundo inicuo, no debemos mantener
la comunió n con los cristianos que obviamente está n viviendo como el mundo
está viviendo (v. 11). Como declaració n final en relació n con esto, aunque no
estamos calificados para juzgar al mundo exterior, declaró : “Dios juzgará a
los de fuera. 'Expulsa al impío de en medio de ti' ”(v. 13).

Los santos como jueces


1 Corintios 6: 1-3. Uno de los problemas en la iglesia cristiana era que
algunos en la asamblea estaban demandando a otros en la asamblea. Pablo los
reprendió duramente: “Si alguno deSi tienes una disputa con otro, ¿se atreve a
llevarla ante los impíos para juicio en lugar de ante los santos? ¿No sabéis que
los santos juzgará n al mundo? Y si va a juzgar al mundo, ¿no es competente
para juzgar casos triviales? ¿No sabéis que juzgaremos a los á ngeles? ¡Cuá nto
má s las cosas de esta vida! " (vv. 1-3).
Las Escrituras enseñ an que no debemos juzgarnos unos a otros evaluando
las acciones de los demá s. Aquí, sin embargo, hay un caso de disputa entre
cristianos que Pablo les dice que deberían haber sido llevados ante la iglesia
para que se resolviera. En el proceso, predijo que participaremos en el juicio del
mundo (v. 2) y participaremos en el juicio de los á ngeles (v. 3). Si esto es cierto,
estamos capacitados para juzgar las cosas que se relacionan con esta vida.

Dios juzgará a los malvados


1 Corintios 6:9-20. Partiendo de juzgar las disputas entre cristianos, Pablo
luego señ aló có mo Dios juzgará a los impíos, incluidos los que son sexualmente
inmorales, idó latras, adú lteros, prostitutas, homosexuales, ladrones, codiciosos,
borrachos, calumniadores y estafadores (vv. 10). Aquellos cuyas vidas se
caracterizan por estos pecados no manifiestan que son hijos de Dios. A los
corintios se les recordó , sin embargo, que algunos de ellos cometieron estos
pecados una vez, pero que habiendo venido a Cristo, Pablo declaró : “Pero
ustedes fueron lavados, fueron santificados, fueron justificados en el nombre
del Señ or Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios ”(v. 11).
Aunque incluso los cristianos tienen libertad de elecció n en muchos
asuntos, Dios es el juez supremo (v. 13). Un cristiano no debe entregarse a la
inmoralidad en vista del hecho de que Dios, quien resucitó a Jesú s de entre los
muertos, también nos dará un cuerpo resucitado. Ahora, sin embargo, los
cristianos ya son miembros del cuerpo de Cristo. En estas circunstancias, un
cristiano no debe unirse con una prostituta (vv. 14-17). El argumento final de
Pablo fue que el cuerpo del creyente es el templo de Dios: “¿No sabes que tu
cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ti, a quien has recibido de
Dios? No eres tuyo; fuiste comprado por un precio. Honra, pues, a Dios con tu
cuerpo ”(vv. 19-20).

Ganar el premio
1 Corintios 9: 24-27. En el contexto anterior, Pablo discutió có mo se esforzó
por ganar a tantos como fuera posible (v. 19). Usando la figura de una carrera,
que era muy familiar para los que vivían en Corinto, la vida cristiana se
comparó con una carrera por un premio. Obviamente,al correr una carrera, uno
debe competir, y esto requería un entrenamiento estricto (v. 25). En las
carreras de Corinto era costumbre regalar una corona de laurel, que en pocos
días se desvanecía. Por el contrario, el cristiano se esfuerza por obtener una
corona que durará para siempre (v. 25). En vista de esto, Paul encontró
necesario limitarse
a las reglas de la carrera. No corrió sin rumbo fijo (v. 26). No pelea simplemente
golpeando el aire (v. 26). Hace que su cuerpo se someta y se convierta en su
esclavo para que, después de haber exhortado a otros, él mismo no sea
descalificado para el premio. La corona no es la salvació n, que es un regalo de
Dios para los que confían en Cristo; es, má s bien, la recompensa futura de quien
es cristiano y busca honrar a Cristo en su vida. La recompensa se recibirá en el
tribunal de Cristo (Ro. 14:10-12; 1 Cor. 3:11-15; 2 Cor. 5:10).

La resurrección de Cristo es esencial para la fe cristiana


1 Corintios 15: 12-19. Habiendo ofrecido la prueba de la resurrecció n de
Cristo en el contexto anterior (vv. 4-8), estos versículos afirman que la
resurrecció n de Cristo es importante porque, aparte de esto, habría una duda
de si Jesú s era quien decía ser. : el Hijo de Dios que tuvo el poder de dar su vida
y volver a tomarla (Juan 10: 17-18). En consecuencia, Pablo declaró : “Y si Cristo
no ha resucitado, nuestra predicació n es inú til y también su fe” (1 Cor.
15:14). Nuevamente, declaró : “Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es
inú til; todavía está s en tus pecados ”(v. 17). El hecho de la resurrecció n hace
que nuestra esperanza se extienda a la eternidad, no solo a esta vida (v. 19).

El orden de las resurrecciones


1 Corintios 15:20-28. La historia registra que Jesú s murió y que
resucitó . Como tal, É l es “las primicias de los que durmieron” (v. 20). Aunque
otros han sido restaurados a la vida tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, se puede suponer que murieron de nuevo y regresaron a la
tumba. En Cristo, comenzó un nuevo orden cuando Cristo recibió el cuerpo que
durará por la eternidad. Debido a que É l ha recibido un cuerpo de resurrecció n,
aquellos que sean resucitados después de É l también pueden recibir un cuerpo
similar y no volverá n a morir. Dorcas, sin embargo, fue simplemente restaurado
a esta vida (Hechos 9:36-42). Era apropiado que Cristo muriera y resucitara
primero y luego que otros resucitaran en su debido orden (1 Cor. 15:22-23).
Cuando la historia humana haya seguido su curso y el reino milenial se
haya cumplido, se llevará a cabo el juicio final sobre los malvados (Apocalipsis
20:11- 15), cuando Cristo podrá presentar el mundo conquistado a
Dios Padre. “Entonces vendrá el fin, cuando entregue el reino a Dios Padre,
después que haya destruido todo dominio, autoridad y poder” (1 Cor. 15:24).
En cierto sentido, el reino de Dios continuará para siempre, ya que Dios
necesariamente dirige Su gobierno completo sobre la creació n.
La naturaleza del cuerpo de resurrección
1 Corintios 15:35–50. Se plantea la cuestió n de qué tipo de cuerpo se
recibirá en la resurrecció n. Pablo usó la analogía de plantar semillas.
Obviamente, el cuerpo que resucitará es como la semilla que se planta, pero la
semilla misma perece. Incluso en el mundo natural, los hombres tienen cuerpos
que son diferentes a los cuerpos de los animales o las aves (v. 39). Los cuerpos
inanimados en el espacio, como el sol, la luna y las estrellas, también tienen
diferentes cualidades (vv. 40-41).
El cuerpo resucitado, por lo tanto, tendrá semejanza con el cuerpo
sembrado o enterrado, pero resucitará con diferentes cualidades: “Así será con
la resurrecció n de los muertos. El cuerpo que se siembra es perecedero,
resucita imperecedero; se siembra en deshonra, resucita en gloria; se siembra
en debilidad, resucita en poder; se siembra cuerpo natural, resucita cuerpo
espiritual ”(vv. 42–44).
En nuestro mundo natural, el cuerpo natural viene primero, luego el
cuerpo que es espiritual o apto para el cielo (vv. 45–46). En consecuencia, en la
resurrecció n, los seres humanos recibirá n otro cuerpo humano y,
especialmente en el caso de los salvos, tendrá n un cuerpo imperecedero, santo
y apto para el servicio y la adoració n de Dios. Como concluyó Pablo, es
imposible para aquellos en su cuerpo natural ir a la eternidad sin cambios. Lo
que es perecedero debe volverse imperecedero (v. 50).

El misterio de la resurrección de la Iglesia


1 Corintios 15:51–58; cf. 1 Tesalonicenses 4:14-17. Aunque el orden normal
para todos los hombres es vivir, morir y luego estar sujetos a la resurrecció n,
habrá una gran excepció n al final de la era. En la historia, Elías y Enoc fueron
arrebatados al cielo sin morir (2 Reyes 2:11; Heb. 11:5). En el rapto de la
iglesia, sin embargo, toda una generació n de los que son salvos será arrebatada
al cielo sin morir. Esto constituirá la gran excepció n a la regla normal de muerte
y resurrecció n.
Esta traducció n sin morir fue revelada por Pablo: “Escuchen, les digo un
misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un
destello, en un abrir y cerrar de ojos, a la ú ltima trompeta. Porque sonará la
trompeta, los muertos resucitará n imperecederos y nosotros seremos
transformados. Porque el perecedero debe vestirse de imperecedero, y el
mortal de inmortalidad ”(1 Cor. 15:51–53).
¿Qué se puede saber sobre el cuerpo resucitado? Se puede aprender
mucho acerca de nuestro cuerpo resucitado al estudiar el cuerpo resucitado de
Jesucristo. De estas Escrituras y de este pasaje, es obvio que los que resuciten
de entre los muertos compartirá n el rapto con los que vivan en la tierra en
el
momento del rapto. Los que resuciten y los que sean trasladados se parecerá n a
lo que fueron en la vida terrenal. Jesucristo fue reconocido, y aunque tenía un
nuevo cuerpo de resurrecció n, todavía tenía similitudes con el cuerpo antes de
la crucifixió n.
Como se muestra en la doctrina del rapto (1 Tes. 4:14-17), no solo los
cristianos vivos será n arrebatados al cielo sin morir, sino que los cristianos que
hayan muerto también resucitará n. Ambos recibirá n sus nuevos cuerpos
adecuados para el cielo. Como dijo Pablo, será n imperecederos y nunca estará n
sujetos a la descomposició n, y será n inmortales, no sujetos a la muerte (1 Cor.
15:53). También estará n libres de pecado y será n objeto de la gracia y
bendició n de Dios por toda la eternidad.
En el rapto de la iglesia, habrá una victoria sobre la muerte y la tumba.
Pablo dijo: “La muerte ha sido devorada por la victoria. '¿Dó nde, oh muerte,
está tu victoria? ¿Dó nde está , oh muerte, tu aguijó n? '”(Vv. 54-55). Pablo estaba
citando de Isaías 25: 8, que declara que Dios “destruirá la muerte para
siempre”, y de Oseas 13:14 donde Dios declara: “Los rescataré del poder
del sepulcro; Los redimiré de la muerte. ¿Dó nde está n, oh muerte, tus plagas?
¿Dó nde, oh sepulcro, está tu destrucció n? Esta doctrina se declara con mayor
claridad en el Nuevo Testamento cuando Pablo trazó la victoria a través de
Jesucristo: “¡Pero gracias a Dios! É l nos da la victoria por medio de nuestro
Señ or Jesucristo ”(1 Cor. 15:57). A la luz de la gran doctrina de la resurrecció n y
la traducció n y la inminente esperanza del regreso del Señ or, se exhorta a
los creyentes a aprovechar al má ximo el tiempo que les queda en la tierra.
Pablo dijo: “Por tanto, mis queridos hermanos, estad firmes. No dejes que nada
te conmueva. Entréguense siempre plenamente a la obra del Señ or, porque
saben que su labor en el Señ or no es en vano ”(v. 58). Un creyente debe
mantenerse firme porque está sobre la roca Cristo Jesú s y sobre las seguras
promesas de Dios. El no deberiaPermita que las vicisitudes de la vida y los
dolores y las cargas que vienen para alejarlo de la confianza en Dios. Mientras
vivan su vida en la tierra, deben dedicarse a la obra del Señ or siempre en el
tiempo y plenamente en la medida, porque saben que, siguiendo esta vida en
el tribunal de Cristo, será n recompensados y “su labor en el Señ or no es en vano
”(v. 58). Este gran pasaje que trata del rapto de la iglesia, junto con la
revelació n anterior de Pablo sobre los tesalonicenses (1 Tes. 4:14- 17),
constituyen los pasajes principales sobre esta gran verdad de la venida del
Señ or y la brillante esperanza de que podría ser pronto.
PRINCIPALES RESURRECCIONES

1. Resurrecció n de Jesucristo (Mateo 28:1–7; Marcos 16:1–7; Lucas 24:1–8;


Juan 20:1–8; Hechos 2:24; 3:15; 4:33; 10:40 ; 17: 3; Romanos 1: 4; 4:25;
10:9; 1 Corintios 15:4; Efesios 1:20; 1 Tesalonicenses 4:14; 1 Pedro 3:18).
2. La resurrecció n simbó lica de algunos santos en el momento de la
resurrecció n de Cristo (Mat. 27: 50–52).
3. La resurrecció n en el rapto (1 Cor. 15:51-58; 1 Tes. 4:14-17).
4. La resurrecció n de los dos testigos (Apocalipsis 11:3-13).
5. La resurrecció n de los santos del Antiguo Testamento (Isa. 26: 19–21; Eze.
37:12–14; Dan. 12:1-3).
6. La resurrecció n de los santos de la tribulació n (Ap. 20:4-6).
7. La resurrecció n de los impíos muertos (Apocalipsis 20:11-15).

PROFECÍA EN 2 CORINTIOS
Aparte de la profética 2 Corintios 5, la segunda epístola de Pablo a los Corintios
tiene solo dos alusiones proféticas, ambas al día del rapto de la iglesia. En 1:14,
la referencia al día del Señ or Jesú s es una referencia específica al rapto, acerca
del cual Pablo había escrito anteriormente a los Tesalonicenses. En 4:14 él
habla de su resurrecció n y la de ellos, también una referencia al día del rapto (1
Tes. 4: 13-18). Pablo declara que se jactará de los corintios en el rapto (2 Cor.
1:14).

La promesa de una casa eterna en el cielo


2 Corintios 5:1–9. Continuando con su revelació n sobre la naturaleza
temporal de nuestra vida presente y nuestros cuerpos presentes, Pablo reveló
la gran verdad de que nuestros cuerpos terrenales actuales, que son tan
temporales, será n reemplazados por cuerpos que durará n para siempre (v.
1). Nuestros cuerpos actuales tienen limitaciones y está n sujetos al dolor, la
enfermedad y la muerte, y los cristianos anhelan tener sus cuerpos
permanentes (vv. 2-3). “Mientras tanto, gemimos, deseando ser vestidos con
nuestra morada celestial, porque cuando estamos vestidos,no seremos hallados
desnudos ”(vv. 2-3). Como dijo Pablo, “el mortal puede ser absorbido por la
vida” (v. 4).
Al enfrentar la pregunta de si los cristianos pueden estar absolutamente
seguros de su futura resurrecció n, Pablo señ aló que Dios nos ha dado Su
Espíritu Santo morando en el creyente, que es nuestro sello y garantía de la
futura resurrecció n (Efesios 4:30). Como dijo Pablo aquí: “Ahora es Dios quien
nos hizo para este mismo propó sito y nos ha dado el Espíritu como depó sito,
garantizando lo que ha de venir” (2 Cor. 5:5).
Como cristianos, hay dos estados diferentes. Mientras está n en sus cuerpos
actuales, los cristianos está n físicamente lejos del Señ or porque no está n en Su
presencia en el cielo: “Por lo tanto, siempre tenemos confianza y sabemos que
mientras estemos en casa en el cuerpo, estamos lejos del Señ or. Vivimos por fe,
no por vista ”(vv. 6–7).
La alternativa de estar con el Señ or es atractiva. Sin embargo, como Pablo
había escrito anteriormente a los filipenses: “Si he de seguir viviendo en el
cuerpo, esto significará una labor fructífera para mí. Sin embargo, ¿qué
elegiré? ¡Yo no sé! Estoy dividido entre los dos: deseo partir y estar con Cristo,
que es mucho mejor; pero te es má s necesario que yo me quede en el
cuerpo. Convencido de esto, sé que permaneceré, y seguiré con todos ustedes
por su progreso y gozo en la fe, para que al estar de nuevo con ustedes, su gozo
en Cristo Jesú s se desborde por mí ”(Fil. 1:22-26).
Sin embargo, Pablo declaró que mientras él todavía estaba en el cuerpo y
en esta vida, “nuestra meta es complacerlo, ya sea que estemos en casa en el
cuerpo o lejos de él” (2 Cor. 5: 9). Nuestra vida presente presenta
oportunidades de servicio y recompensa que no estará n abiertas para nosotros
en el estado intermedio entre la muerte y la resurrecció n o después de la
resurrecció n en el cielo.

La profecía del tribunal de Cristo


2 Corintios 5:10. Hay una serie de razones por las que un cristiano debe
vivir su vida teniendo en cuenta el tribunal de Cristo. Má s adelante en este
capítulo, Pablo habla del amor imperioso de Cristo: “Porque el amor de Cristo
nos impulsa, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por lo
tanto todos murieron. Y murió por todos, para que los que viven, ya no vivan
para sí mismos, sino para Aquel que murió por ellos y resucitó ”(vv. 14-15).
En el versículo 10, la apelació n se hace sobre la base del tribunal de
Cristo. Pablo declaró : “Porque es necesario que todos comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le es debido por lo que hizo
en el cuerpo, sea bueno o malo” (v. 10). Este es el pasaje central de la Biblia
sobre el tribunal de Cristo, y Pablo lo aludió varias veces en sus epístolas (Rom.
14:10- 12; 1 Cor. 3:11-15; 9:24-27). ). Esto fue reforzado por la declaració n de
Jesú s: “Ademá s, el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio ha confiado al
Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre” (Juan 5:22-23).
El tribunal de Cristo no debe confundirse con otros juicios, como el juicio
de las naciones (Mateo 25:31-46), el juicio de Israel (Ezequiel 20:33-38), el
juicio del justo Israel levantado en la segunda venida (Dan. 12:1-2), o el juicio
de los inconversos (Apocalipsis 20:11-15). El tribunal de Cristo es peculiar en
el
sentido de que se relaciona solo con los cristianos y, aparentemente, está
limitado a aquellos que han sido salvos entre Pentecostés y el rapto.
Segú n Filipenses 3:11, un cristiano anticipa "la resurrecció n de entre los
muertos", literalmente "de entre los muertos", lo que implica que solo algunos
está n siendo resucitados. Esto también es confirmado por 1 Tesalonicenses
4:16 donde los resucitados son referidos como "los muertos en Cristo". En lugar
de una resurrecció n general, las Escrituras dejan en claro que habrá una serie
de resurrecciones, comenzando con la resurrecció n de Cristo, incluida la
resurrecció n de un pequeñ o grupo de santos (Mat. 27:52–53), la resurrecció n
en el rapto. , la resurrecció n de los dos testigos (Apocalipsis 11:12), la
resurrecció n de los santos del Antiguo Testamento (Dan. 12:1-2), la
resurrecció n de los má rtires de la tribulació n (Apocalipsis 20:4), y la
resurrecció n de los inicuo (Apocalipsis 20:11-15).
De estas Escrituras, está claro que los presentes en el tribunal de Cristo son
personas que han resucitado, o trasladado, en el rapto de la iglesia y está n
siendo juzgados no por el tema de la salvació n o la justificació n, sino por la
cuestió n de qué. lo habían hecho por Dios mientras aú n estaban en el mundo.
La expresió n “bueno o malo” (2 Cor. 5:10) se refiere al valor, no a la moralidad,
una verdad que se manifiesta en otros pasajes que tratan del tribunal de Cristo.
Es un hecho solemne de las Escrituras que todo cristiano dará cuenta de sí
mismo a Dios (Rom. 14:12). En vista de eso, los cristianos no solo tienen la
motivació n del amor para servir a Cristo, sino también la motivació n de ser
considerados dignos en la medida en que sus obras honran y glorifican a Dios.

PRINCIPALES JUICIOS DIVINOS

1. Juicio sobre Cristo en la cruz (Juan 1:29; Hechos 20:28; Rom. 3:23-26; 5:9;
1 Cor. 15:3; 2 Cor. 5:15, 21; Gá . 1:4 ; Tito 2:14).
2. Juicio contemporá neo sobre los pecados de los creyentes (1 Cor. 11:29–
32; He. 12:5–6; 1 Pedro 4:14–15; 1 Juan 1: 9).
3. El tribunal de Cristo (Romanos 14:10-12; 1 Corintios 3:11-15; 9:24-27; 2
Corintios 5:10; Efesios 6:8).
4. El juicio de Israel (Ezequiel 20:33–38; Mat. 24: 42–51; 25:1–30).
5. El juicio de las naciones (Mateo 25: 31–46; Apocalipsis 18:1–24; 19:17–
19, 21; 20:7–9).
6. El juicio de Sataná s y los á ngeles caídos (Mateo 25:41; Juan 16:11; 2 Pedro
2: 4; Judas 6; Apocalipsis 12:7–9; 20:1–3, 7–10).
7. El juicio del gran trono blanco (Apocalipsis 20:11-15)
PROFECÍA EN LA EPÍSTOLA A LOS GÁ LATAS
La epístola de Pablo a los Gá latas trata en gran parte con la cuestió n del
legalismo en lo que se refiere a la salvació n y en lo que se refiere a la
santificació n. Por consiguiente, la revelació n profética no fue parte de la
revelació n de este libro.
Sin embargo, debido a que nuestra vida se extiende desde el tiempo hasta
la eternidad, es imposible tener una visió n correcta de la vida sin una visió n de
su culminació n. Pablo nos llamó la atenció n sobre esto en Gá latas 6:7–10. En
este pasaje declaró la ley del sembrador, es decir, que lo que se siembra
determina lo que se cosecha. En consecuencia, quien vive de acuerdo con la
naturaleza pecaminosa cosechará el juicio de Dios.
Por otro lado, quien siembra para agradar al Espíritu heredará la vida
eterna (v. 8). Pablo no estaba diciendo que las buenas obras son
recompensadas con la vida eterna, sino que los que tienen buenas obras
demuestran que tienen vida eterna y cosechará n sus beneficios. En
consecuencia, exhortó a los gá latas: “No nos cansemos de hacer el bien, porque
a su tiempo segaremos si no nos damos por vencidos” (v. 9).
Dios permite que lo que sembramos produzca su cosecha, sea buena o
mala. Hasta cierto punto, Dios, sin embargo, interviene en gracia, y no siempre
permite que lo que hemos hecho mal tenga su juicio inevitable porque está
tratando con nosotros en gracia basado en nuestra fe en Jesucristo. Sin
embargo, es obvio que incluso bajo la gracia de Dios, un cristiano no hereda una
cosecha que no ha sembrado. Puede que la cosecha no esté en esta vida; puede
ser en la vida venidera en el tribunal de Cristo. Sobre esta base, Pablo continuó
con su exhortació n: “Por tanto, como hemosoportunidad, hagamos el bien a
todos, especialmente a los que pertenecen a la familia de los creyentes ”(v. 10).

PROFECÍA EN LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS


La epístola a los Efesios se refiere principalmente al propó sito de Dios para la
iglesia, una nueva línea de verdad no revelada en el Antiguo Testamento. Por
consiguiente, la profecía es algo incidental a la revelació n de la epístola, pero
como siempre es el caso, tiene un clímax natural para lo que se experimenta en
esta vida.

La profecía de que todas las cosas serán traídas bajo Cristo


Efesios 1:9-10. Pablo reveló que es una parte importante del propó sito final
de Dios traer todas las cosas bajo Cristo. Pablo se refirió a las riquezas de la
gracia de Dios (vv. 7-8), y luego declaró : “Y nos dio a conocer el misterio de su
voluntad segú n su beneplá cito, que se propuso en Cristo, para que se cumpliera
cuando los tiempos habrá n llegado a su cumplimiento: reunir todas las cosas en
el cielo
y en la tierra bajo una sola cabeza, Cristo ”(vv. 9-10). Por consiguiente, Cristo
será reconocido como heredero del trono davídico y Rey sobre Israel.
También será reconocido como Cabeza de la iglesia, y todas las cosas estará n
sujetas a É l. Como deja claro la revelació n que sigue, también los cristianos
formará n parte de ella, habiendo sido predestinados a participar de esta
consumació n del misterio, la revelació n de Dios sobre la Iglesia.

La profecía de nuestra herencia


Efesios 1:13-14. Debido a que la iglesia es parte de este gran propó sito de
Dios, los creyentes, como dijo Pablo, “han oído la palabra de verdad, el
evangelio de tu salvació n” (v. 13). También como parte de nuestra salvació n,
recibimos el Espíritu Santo como el sello de Dios, o señ al de propiedad:
“Habiendo creído, fuiste marcado en él con un sello, el Espíritu Santo
prometido, que es un depó sito que garantiza nuestra herencia hasta el
redenció n de los que son posesió n de Dios, para alabanza de su gloria ”(vv. 13-
14).
Una parte de la certeza de que el propó sito de Dios se está cumpliendo en
Cristo, en consecuencia, es la presencia del Espíritu Santo ahora y debido a Su
presencia como el sello de Dios, nuestra redenció n final. La redenció n
mencionada se refiere específicamente a la resurrecció n del cuerpo (Rom.
8:23), que incluye toda la transformació n dramá tica que vendrá
enresurrecció n, o traslació n, para un cristiano cuando reciba un nuevo cuerpo,
será liberado completamente del pecado y estará equipado para servir al Señ or
por toda la eternidad.

Profecía de la gloriosa herencia de los santos


Efesios 1:18-19. De acuerdo con la revelació n dada en los versículos
anteriores, Pablo pasó a hablar de su oració n por los efesios para que sepan
algo de las maravillosas riquezas que será n de ellos en su herencia en Cristo:
“Yo también ruego que los ojos de tu corazó n sea iluminado para que conozcas
la esperanza a la que él te ha llamado, las riquezas de su gloriosa herencia en
los santos, y su incomparable poder grande para con nosotros los que creemos
”(vv. 18-19).
La salvació n de un cristiano tiene muchas señ ales del futuro, incluido el
Espíritu Santo que mora en él, que es un sello para el día de la redenció n, una
nueva naturaleza que desea las cosas de Dios y nuevas experiencias a medida
que Dios obra en la vida de los creyente para santificarlo y hacerlo ú til en su
servicio. Todos estos, sin embargo, son señ ales de lo que está por venir, que es
mucho mayor, ya lo que Pablo se refirió como “las riquezas de su gloriosa
herencia en los santos” (v. 18).
El punto es que cuando la salvació n de un cristiano se complete en el cielo,
será una ilustració n de la gracia de Dios y el poder de Su resurrecció n. En
consecuencia, será glorioso, es decir, reflejará las infinitas perfecciones de la
obra de Dios. Hasta cierto punto, este poder de resurrecció n se experimenta
en esta vida, pero su consumació n será completa en su transformació n de un
creyente a la imagen de Cristo.

Profecía de la gracia revelada en la Iglesia


Efesios 2:7. De acuerdo con el hecho maravilloso de que Jesucristo estará
sentado en los reinos celestiales, los cristianos compartirá n Su gloria, y el
propó sito de esto es que ellos manifiesten la gracia infinita de Dios “para que en
las edades venideras É l pueda mostrar las incomparables riquezas de su gracia,
expresada en su bondad para con nosotros en Cristo Jesú s ”(v. 7). Los á ngeles
no saben nada por experiencia acerca de la gracia de Dios, aunque observan
có mo obra Dios en la raza humana. Aunque todos los santos de todas las edades
son una muestra de la gracia de Dios, la iglesia es especialmente selectiva.
Segú n esta Escritura, los cristianos manifestará n las grandes riquezas de esta
gracia. Si alguien quiere conocer la gracia de Dios, debe considerar el estado
deCristiano en el cielo hecho completo y perfecto en la presencia de Dios. Todo
esto es gracia, no logro humano.

Profecía del Espíritu Santo como sello de nuestra redención


Efesios 4:30. De acuerdo con 1:13-14, Pablo usó el argumento de un
cristiano sellado para el día de la redenció n, es decir, su resurrecció n y
perfecció n, como un argumento de por qué no debería entristecerse ni pecar en
la presencia del Espíritu Santo. Como advertencia importante relacionada con
la vida espiritual, se exhorta a los cristianos a no contristar al Espíritu: “Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con quien fuisteis sellados para el día de la
redenció n” (v. 30).
La presencia del Espíritu Santo es la seguridad de Dios de que su propó sito
de gracia para la iglesia se cumplirá por completo. Sobre esa base, los cristianos
deben entregarse a Dios y no permitir el pecado en sus vidas que contristaría la
presencia del Espíritu Santo que mora en ellos. El pecado que entristece al
Espíritu Santo es pecado que debe ser confesado y enderezado de acuerdo con
la promesa de 1 Juan 1: 9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo,
perdonará nuestros pecados y nos limpiará de todos. injusticia ". La importante
realidad de mantener una comunió n ininterrumpida con Dios requiere que el
pecado sea enfrentado, confesado y tratado tan pronto como sea conocido por
un cristiano individual.
Profecía de la presentación de Dios de su iglesia radiante
Efesios 5:25-27. Al tratar el tema de los esposos y las esposas (vv. 22-30),
Pablo trazó la comparació n del matrimonio en la relació n de Cristo y la
iglesia. Los esposos deben amar a sus esposas “como Cristo amó a la iglesia y se
entregó a sí mismo por ella” (v. 25). Ademá s de Su sacrificio en la cruz, hay un
compromiso presente para la iglesia de “santificarla, limpiá ndola por el
lavamiento con agua mediante la palabra” (v. 26).
La obra actual de Dios en la santificació n se describe aquí como un intento
de llevar a la iglesia y su estado espiritual al alto nivel de nuestra posició n
espiritual en Cristo. La purificació n “por el lavamiento con agua mediante la
palabra” se refiere al poder purificador de la Palabra de Dios, no a la ceremonia
bautismal, como algunos la han tomado. Esta es la razó n bá sica de la
predicació n expositiva y el estudio de las Escrituras. El objetivo no es
simplemente comprender la verdad, sino aplicarla en su poder santificador a la
vida individual. El objetivo final proféticamente es que Cristo “la presentará
a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra
imperfecció n, sino santa e intachable” (v. 27). Por la gracia de Dios, la iglesia
que ahora está en la tierra con sus imperfecciones será una iglesia que
resplandece en belleza y santidad. No habrá mancha, es decir, no habrá
contaminació n por el pecado; no habrá arrugas, evidencia de edad y
decadencia; y sin imperfecciones: desfiguració n natural. Cuando la iglesia
resucite o se traslade, los creyentes individuales tendrá n cuerpos sin pecado y
adecuados para servir al Dios Santo por toda la eternidad. Toda esta obra de
santificació n proviene del hecho de que Cristo murió por la iglesia, y la
subsiguiente santificació n surge de este hecho bá sico de que Cristo se entregó a
sí mismo por la iglesia en Su muerte en la cruz. Aunque la posició n de un
cristiano es una posició n santificada, ahora como santo, su estado espiritual
finalmente se elevará al mismo nivel perfecto de su posició n cuando esté
completo en la presencia de Dios después del rapto de la iglesia. Estos
versículos constituyen una revelació n importante acerca de la obra
actual de Dios para su iglesia.

Profecía sobre la recompensa


Efesios 6:7–9. Se exhorta a los cristianos a servir al Señ or como los esclavos
sirven a sus amos. En todo caso, un cristiano debería hacerlo mejor. Como lo
expresó Pablo: “Sirvan de todo corazó n, como si sirvieran al Señ or, no a los
hombres” (v. 7). En su servicio a Dios, los cristianos tienen la seguridad de que
el Señ or los recompensará por lo que han hecho, independientemente de si uno
es esclavo o libre: “Porque sabéis que el Señ or recompensará a todo el mundo
por el bien que haga, sea esclavo o libre ”(v. 8). En vista de la recompensa final
de la
iglesia en el cielo, se insta a los amos terrenales a tratar a sus esclavos
terrenales con bondad (v. 9).

PROFECÍA EN LAS EPÍSTOLAS A LOS FILIPENSES Y


COLOSENSES
Aunque la epístola de Pablo a los Filipenses no se considera una epístola
profética porque trata principalmente con otras verdades, sin embargo, su
visió n de la vida cristiana se extiende de tiempo a la eternidad, con referencias
al rapto, la resurrecció n, los cuerpos gloriosos de la santos resucitados o
trasladados, y la destrucció n de los impíos.

Profecía del día de Cristo


Filipenses 1:6, 10; cf. 1 Corintios 1:8; 5:5; 2 Corintios 1:14; Filipenses
2:11. El día de Cristo en las Escrituras debe distinguirse de la expresió n má s
comú n "el día del Señ or". El día del Señ or normalmente tiene a la vista un
período prolongado de tiempo en el que Dios juzga directamente al mundo.
Esto se desarrolla, por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 5. El día de Cristo, al que se
hace referencia con varias palabras, se refiere al rapto en sí y los resultados
inmediatos del rapto y, por lo tanto, no se refiere al juicio sobre el mundo.
En 1 Corintios 1: 7–8, Pablo declaró : “Por tanto, no os faltará ningú n don
espiritual mientras aguardan ansiosamente la revelació n de nuestro Señ or
Jesucristo. É l te mantendrá fuerte hasta el fin, para que seas irreprensible en el
día de nuestro Señ or Jesucristo ”.
En 1 Corintios 5: 5, hay una referencia en el contexto al rapto de la iglesia,
aunque la expresió n que se usa es la expresió n má s comú n "el día del Señ or". En
Filipenses 1:6, se usa la expresió n "el día de Cristo Jesú s", y en Filipenses 1:10,
"el día de Cristo". En Filipenses 2:16, la expresió n familiar “el día de Cristo” se
usa nuevamente en referencia al rapto.
Aunque la variada redacció n no especifica en sí misma qué día está a la
vista, el contexto de estas seis referencias indica una referencia al rapto en
lugar del día del Señ or, que comenzará con el rapto de la iglesia y se extenderá
a través de la tribulació n. ya través del reino milenial, culminando al final del
milenio. Pablo tiene confianza en que Dios, que ha comenzado una buena obra
en la iglesia de Filipos, la continuará hasta el día del rapto y que la iglesia de
Filipos será hallada “pura y sin mancha hasta el día de Cristo” (1:10). A medida
que el rapto de la iglesia remueva a la iglesia del mundo, será inmediatamente
seguido por el tribunal de Cristo en el cielo cuando las obras de los creyentes
será n evaluadas y recompensadas.
Profecía de la vida venidera
Filipenses 1:21–24. En todos los Filipenses, Pablo considera que la vida
culmina en la vida venidera. El objetivo de Pablo era vivir de tal manera que no
se avergonzara de la inversió n de su vida una vez que fuera llevado de esta vida
al cielo. También señ aló que la vida por venir es mucho mejor que la vida en la
carne aquí: “Porque para mí, vivir es Cristo y morir es ganancia. Si voy a seguir
viviendo en el cuerpo, esto significará un trabajo fructífero para mí. Sin
embargo,
¿qué elegiré? ¡Yo no sé! Estoy dividido entre los dos: deseopartir y estar con
Cristo, que es mucho mejor; pero os es má s necesario que yo permanezca en el
cuerpo ”(vv. 21-24).
En el cielo, Pablo será liberado del cuerpo de esta carne; ya no tendrá una
naturaleza pecaminosa; será liberado de las limitaciones, la debilidad y la
mortalidad de esta vida presente con sus persecuciones y dificultades; y será
libre para servir al Señ or sin obstá culos por toda la eternidad venidera. En vista
de la clara comprensió n de Pablo de lo que el cielo ofrece a un cristiano, su
creencia de que “morir es ganancia” (v. 21) es completamente comprensible.

Profecía de la exaltación de Jesús


Filipenses 2:9-11. Al exhortar a la iglesia de Filipos a seguir la actitud
humilde de Cristo cuando se encarnó , lo que finalmente condujo a la
humillació n de la cruz, Pablo también señ aló que Jesucristo experimentó Su
exaltació n después del sufrimiento, un patró n que los cristianos también
seguirá n. Pablo declaró esta exaltació n: “Por tanto, Dios lo exaltó a lo má s alto y
le dio el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesú s se
doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señ or, para gloria de Dios Padre ”(vv. 9-11).
Jesucristo obviamente tendrá un lugar má s alto que cualquier otra persona
que tuviera un cuerpo humano. También experimentará la adoració n universal,
con cada rodilla inclinada ante É l. Aquellos “en el cielo” que doblan la rodilla
obviamente se refieren a á ngeles y santos que está n en el cielo; los "en la tierra"
se refieren a los hombres en la tierra que todavía está n en sus cuerpos
mortales; y los "debajo de la tierra" (v. 10) aparentemente se refieren a Sataná s,
el mundo de los demonios e incluso las almas en el infierno. De buena gana o de
mala gana, toda lengua confesará el señ orío de Jesucristo, y esto traerá gloria a
Dios el Padre.
Aquí se profetiza el triunfo seguro de Cristo, como en muchos otros
pasajes. La nota prá ctica es que si bien todos se inclinará n, para aquellos que no
se inclinaron en la vida, será demasiado tarde; y reconocer a Jesú s como Señ or
no los conducirá a su salvació n sino a su castigo eterno. Sobre la base de la
experiencia de Cristo y su esperanza profética, se exhorta a los cristianos a
seguir su ejemplo.

Profecía de la jactancia de Pablo en el día de Cristo


Filipenses 2:16. Otra referencia al rapto, que se encuentra aquí en la
expresió n "el día de Cristo", describe la ocasió n en que los cristianos de Filipos
será njuzgado. Pablo declaró que en ese día su obra entre los filipenses será
honrada “segú n ofrezcas la palabra de vida, para que yo me gloríe en el día de
Cristo de que no corrí ni trabajé en balde” (v. 16) . Los fieles en la predicació n y
la enseñ anza de la Palabra no necesariamente ven el fruto de sus labores en
forma visible en este mundo, pero en el tribunal de Cristo, después del rapto,
sus obras se reflejará n en su verdadera evaluació n por Cristo mismo.

Profecía de lograr la resurrección de entre los muertos


Filipenses 3:10-11, 14. Al exhortar a los filipenses y expresar su propio
deseo “de conocer a Cristo y el poder de su resurrecció n y la comunió n de
participar en sus sufrimientos, llegando a ser como él en su muerte” (v. 10),
Pablo esperaba vivir hasta que ocurra el rapto de la iglesia y se lleve a cabo la
resurrecció n de los cristianos. En ese momento, Pablo y los otros discípulos no
sabían cuá ndo ocurriría el rapto, excepto que siempre se consideró como un
evento inminente. Má s adelante en la vida de Pablo, se le informó que sería un
má rtir, y esto se refleja en 2 Timoteo. Ya sea que Pablo viviera o no hasta esa
fecha, siguió adelante “hacia la meta de ganar el premio por el cual Dios me ha
llamado al cielo en Cristo Jesú s” (Fil. 3:14).

Profecía del destino de los malvados


Filipenses 3:18-19. Aunque Pablo enfatizó en sus epístolas el glorioso
destino de los cristianos, también pintó el trasfondo de la destrucció n de los
inicuos. Dijo: “Porque, como les he dicho muchas veces antes y ahora vuelvo a
decir incluso con lá grimas, muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo.
Su destino es la destrucció n, su dios es su estó mago y su gloria está en su
vergü enza. Su mente está en las cosas terrenales ”(vv. 18-19). Mientras advirtió
contra el camino de los impíos, Pablo también estaba pintando un contraste de
lo que debería estimular al cristiano en vista del hecho de que está destinado a
la gloria. Los que está n programados para la destrucció n pasan todo su tiempo
en el presente y viven como enemigos de la cruz. Por el contrario, los cristianos
deben promover la obra de Dios, deben vivir para los valores eternos y tener en
mente la gloria que será de ellos en la presencia del Señ or.
Profecía del glorioso cuerpo del creyente en el cielo
Filipenses 3:20–21. En contraste con los malvados, cuyo destino es la
destrucció n, aunque no la aniquilació n, Pablo se refirió al hecho de que los
cristianos son ciudadanos del cielo.Su expectativa está en el futuro con el
objetivo final de que tendrá n un cuerpo glorioso en el cielo. “Pero nuestra
ciudadanía está en el cielo. Y esperamos ansiosamente un Salvador de allí, el
Señ or Jesucristo, quien, por el poder que le permite poner todo bajo su control,
transformará nuestros cuerpos humildes para que sean como su cuerpo
glorioso ”(vv. 20–21 ). Aunque el cristiano todavía está en la tierra, es un
ciudadano del cielo y está gobernado por el poder invisible de Dios obrando en
su vida.
El mismo poder que le permite a un cristiano controlar su vida también
transformará finalmente el cuerpo que tiene en esta vida en un cuerpo “como
su cuerpo glorioso” (v. 21).
Pablo se está refiriendo aquí al hecho de que el cuerpo resucitado de un
creyente tendrá el modelo del cuerpo resucitado de Cristo. Este cuerpo será un
cuerpo de carne y hueso, pero un cuerpo sin pecado, sin descomposició n ni
muerte. Al hablar del cuerpo del creyente como un cuerpo glorioso, no significa
que nuestros cuerpos emanará n una luz brillante, como sucede a veces con el
mismo Dios, como en la transfiguració n de Cristo y como se reveló por Dios en
el cielo. La gloria de la que él está hablando aquí se refiere al hecho de que la
gloria de Dios es la manifestació n de sus infinitas perfecciones. Aunque el
creyente no tenga un cuerpo que resplandezca con luz de manera similar al
cuerpo transfigurado de Cristo (Mat. 17:1–2), su cuerpo reflejará las
perfecciones de Dios.
Por lo tanto, el cuerpo de la resurrecció n de un cristiano será santo como
Dios es santo, inmortal como Dios es inmortal, eterno como Dios es eterno, y un
recordatorio constante del alcance de la gracia de Dios que tomó a los que
estaban destinados justificadamente al castigo eterno y los transformó en
santos. cuya resurrecció n o traducció n les introdujo a una vida totalmente
comprometida con Dios.
La epístola de Pablo a los Colosenses se ocupa de los problemas de la
iglesia de Colosenses y no de la profecía, pero hay algunas alusiones al futuro
como la meta de la vida y el testimonio cristianos.

Profecía de la herencia de los santos


Colosenses 1:12. Al detallar las normas cristianas bá sicas para un
ministerio eficaz, Pablo habló de dar las gracias adecuadas por nuestra
herencia: “dando gracias al Padre, que os ha capacitado para participar de la
herencia de los santos en el reino de la luz” (v. 12). .
Aunque los detalles de la herencia de un cristiano no está n claros, una de
las grandes verdades de la vida cristiana es que a un cristiano se le prometen
bendiciones futuras y es coheredero con Cristo con una gloriosa herencia
esperá ndolo en el cielo.
Las Escrituras del Antiguo Testamento abundan en las leyes de herencia
que existieron en el tiempo en Israel. El Nuevo Testamento lleva esto a la
herencia de los cristianos cuando llegan a la gloria. En general, la herencia se
refiere a todas las bendiciones que a los cristianos se les ha prometido en
Cristo, a las cuales hay varias referencias en el Nuevo Testamento (Rom. 8:17;
Gá . 3:29; Col. 3:24; Tito 3:7; Heb.1: 14; 6:17; 1 Pedro 1:4). Las bendiciones que
un cristiano recibirá en gloria exceden con creces nuestra capacidad para
comprender o visualizar ahora. Podemos estar seguros de que la gracia de Dios
es completa y que tendremos un futuro glorioso a medida que Dios cumpla sus
promesas.

Profecía de la perfección futura del cristiano


Colosenses 1:22-27. Al contrastar el tremendo cambio entre estar alejados
de Dios porque su comportamiento era característicamente malo, los cristianos
ahora han sido reconciliados con Dios por Cristo a través de Su muerte y tienen
la esperanza de ser presentados en perfecció n moral y física en el cielo. Pablo lo
expresó : “Pero ahora os ha reconciliado mediante el cuerpo físico de Cristo
mediante la muerte, para presentaros santos ante sus ojos, sin defecto y sin
acusació n” (v. 22). Debido a que no todos los cristianos colosenses fueron
genuinamente salvos, señ aló que nuestra herencia es solo para aquellos que
continú an en la fe, demostrando que verdaderamente han nacido de nuevo (v.
23).
Debido a que se cree que los cristianos colosenses estaban luchando contra
un error conocido como gnosticismo, que se suponía que daría a sus adherentes
un conocimiento superior, el apó stol Pablo aquí, como a través de la epístola,
sostiene las maravillosas bendiciones espirituales que pertenecen a un
cristiano en el tiempo y el glorioso futuro que es nuestro, que está má s allá de
nuestro conocimiento o comprensió n.
Pablo también mencionó en conexió n con esto la revelació n del misterio, la
verdad no revelada en el Antiguo Testamento, que en esta dispensació n Cristo
moraría en el creyente. “A ellos Dios quiso dar a conocer entre los gentiles las
gloriosas riquezas de este misterio, que es Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria” (v. 27). Esta revelació n excede con creces cualquier conocimiento
especial de los gnó sticos.
La promesa de aparecer con Cristo en gloria
Colosenses 3:4. Habiendo declarado que los cristianos ahora son
resucitados con Cristo espiritualmente y posicionalmente en Cristo ya está n
con É l a la diestra de Dios, Pablo los exhortó a poner su “mente en las cosas de
arriba” (v. 2). Paul se imaginó , entonces,el objetivo final: “Cuando Cristo, que es
tu vida, aparezca, tú también aparecerá s con él en gloria” (v. 4). El Cristo que
mora en nosotros, que es el centro de la vida de un cristiano ahora, será una
parte aú n má s de la vida de un cristiano en el cielo porque estará visiblemente
presente y compartirá algo de la gloria del cielo con él.

La promesa de recibir una herencia del Señor


Colosenses 3:23-24. Después de exhortar a todas las clases de cristianos
(esposos, esposas, hijos, padres y esclavos) a vivir una vida de acuerdo con su fe
en Cristo, el apó stol agregó la promesa: “Todo lo que hagas, hazlo con todo tu
corazó n, como trabajando para el Señ or, no para los hombres, ya que sabes que
recibirá s una herencia del Señ or como recompensa. Es al Señ or Cristo a quien
sirves ”(vv. 23–24).
Aunque todos los cristianos tendrá n una herencia en Cristo porque se basa
fundamentalmente en la gracia, no obstante es cierto que nuestra herencia
también es una recompensa por el servicio fiel a Dios en este mundo presente.
El punto es que Dios no está ajustando todas las cuentas ahora, y en el cielo
habrá recompensa para aquellos que no recibieron su recompensa en la vida.

PROFECÍA EN 1 TESALONICENSES
Probablemente la primera de las epístolas inspiradas de Pablo, 1
Tesalonicenses tiene un lugar especial porque estaba dirigida a una iglesia
joven. Pablo fundó esta iglesia en su segundo viaje misionero cuando pasó tres
días de reposo predicando el evangelio. Aunque los judíos que rechazaron el
mensaje de Pablo provocaron problemas y lo obligaron a irse, los jó venes
cristianos de Tesaló nica se mantuvieron firmes y formaron el nú cleo de la
iglesia allí. Para animarlos en su fe, Pablo les escribió sus dos epístolas.
Especialmente significativo es el hecho de que la doctrina de la venida del Señ or
y los eventos relacionados forman una de las principales doctrinas de 1 y 2
Tesalonicenses, con alguna referencia a la venida del Señ or en cada capítulo. La
instrucció n dada por Pablo en el campo de la profecía fue la base para
ampliar esta enseñ anza en sus epístolas. Especialmente significativo es el
relato detallado del rapto en 4:13-18.

La esperanza del regreso del Señor fomenta la fe y la perseverancia


1 Tesalonicenses 1: 3. Al agradecer a Dios por su obra de gracia en el
corazó n de los tesalonicenses, Pablo se refirió a la importancia de su esperanza
en Cristo:
“Nosotrosrecuerda continuamente ante nuestro Dios y Padre tu obra producida
por la fe, tu labor inspirada por el amor y tu perseverancia inspirada por la
esperanza en tu Señ or Jesucristo ”(v. 3). La fe de los tesalonicenses era
equilibrada y los llevó a trabajar fielmente para Dios. Su labor también fue
alentada por su amor mutuo y su amor por Dios. Su perseverancia, su
perseverancia, segú n Pablo, fueron "inspirados por la esperanza en nuestro
Señ or Jesucristo" (v. 3). En 1 Tesalonicenses, la esperanza del regreso del Señ or
se ve como una parte integral de nuestra fe y esperanza total en Dios.

Esperando al Hijo de Dios del cielo


1 Tesalonicenses 1:10. El testimonio de la iglesia de Tesaló nica involucró
tres marcos de tiempo. A Pablo se le aseguró que cuando él estuvo allí, ellos
habían venido a Cristo con una profunda convicció n del Espíritu Santo, ya que
esto se manifestaba en su forma de vida (vv. 4-5). Tenían un historial de ser
fieles en la persecució n. Aunque estaban sufriendo, permanecieron fieles a Dios
y se convirtieron en un ejemplo para las iglesias de la zona (vv. 6–7). La verdad
que habían recibido no solo era suficiente para su propia fe, sino que se
convirtió en su mensaje para aquellos en todas partes que escucharon sobre la
iglesia de Tesaló nica.
Un resumen de su testimonio actual fue que “te volviste a Dios de los ídolos
para servir al Dios vivo y verdadero” (v. 9). De esta manera, ejercitando la fe y
manifestando esa fe en el servicio, también esperaban la venida del Señ or como
parte de su fe cristiana. Tenían un marco de tiempo futuro, como Pablo lo
expresó , “esperar a su Hijo del cielo, a quien resucitó de los muertos, Jesú s, que
nos librará de la ira venidera” (v. 10). La profecía del futuro fue comprendida
por la iglesia de Tesaló nica en la perspectiva adecuada con fe en lo que ya había
sido logrado en la historia por Cristo.

Viviendo con la expectativa del reino y la gloria venideros de Dios


1 Tesalonicenses 2:12. Al animar a los tesalonicenses, Pablo escribió que
Dios los había tratado "como un padre trata a sus propios hijos" (v. 11), y los
instó a vivir dignamente ante Dios (v. 12). Sin embargo, toda su fe, vida y
servicio fue una anticipació n del futuro llamado de Dios a Su reino y gloria.
Como lo expresó Pablo, “los anima, los conforta y los exhorta a vivir una vida
digna de Dios, que los llama a su reino y gloria” (v. 12). A lo largo de esta
epístola, la venidadel Señ or está vinculado como un resultado natural y un
estímulo para vivir para Cristo en este mundo presente. Estaban seguros de
que, si bien su experiencia actual podría involucrar persecució n y prueba,
estaban destinados a ser parte del reino de Dios con gloria y bendició n para
siempre.
Los malvados destinados a la ira de Dios
1 Tesalonicenses 2:15–16. Así como la vida del cristiano tiene como meta la
bendició n de Dios en la eternidad, los malvados pueden anticipar experimentar
la ira de Dios. Pablo se refirió a los judíos que eran incrédulos “que mataron al
Señ or Jesú s ya los profetas y también nos echaron. No agradan a Dios y son
hostiles a todos los hombres en su esfuerzo por evitar que hablemos a los
gentiles para que puedan ser salvos. De esta manera, siempre acumulan sus
pecados hasta el límite. Por fin ha venido sobre ellos la ira de Dios ”(vv. 15-
16). Escrito sobre toda experiencia humana está el hecho de que el presente
conduce al futuro y que el futuro está determinado por lo que se hace en el
presente. Los malvados solo pueden anticipar el juicio de Dios, en contraste con
los justos, quienes experimentará n la bendició n de Dios.

La Iglesia de Tesalónica será la gloria y el gozo de Pablo en el cielo


1 Tesalonicenses 2:19-20. Al hablar de su intensa preocupació n y amor por
la iglesia de Tesaló nica, Pablo indicó que quería verlos, pero Sataná s lo detuvo
(vv. 17-18). Al intentar expresar su amor y preocupació n por ellos, Pablo señ aló
que no solo estaba involucrado con ellos en el momento presente, sino
que estaba esperando el momento en que estará n presentes en el cielo, cuando
será n una fuente de gozo y gloria para él. Dijo: “¿Cuá l es nuestra esperanza,
nuestro gozo o la corona en la que nos gloriaremos en la presencia de nuestro
Señ or Jesú s cuando venga? No eres tu En verdad, tú eres nuestra gloria y gozo
”(vv. 19-20).
Habiendo declarado que su servicio actual y su fidelidad a Dios serían
recompensados en el cielo, añ adió este pensamiento adicional de que, debido a
que los había llevado a Cristo y los había animado en su vida cristiana, él
también tendría la satisfacció n de verlos en la presencia. del Señ or, y que serían
la base de la gloria y el gozo de Pablo. Al expresar este pensamiento, el apó stol
continuaba en la línea de la revelació n que había dado anteriormente en la
epístola de que nuestra vida presente está inexorablemente ligada a la
venidera.

Ser irreprensibles y santos cuando el Señor venga


1 Tesalonicenses 3:13. Al orar por ellos e instarlos a continuar en su vida
cristiana, el apó stol presenta ante la iglesia de Tesaló nica la perspectiva de ser
reconocidos como aquellos que está n sirviendo al Señ or, sin mancha y santos
cuando el Señ or venga. Pablo dijo: “Que él fortalezca vuestros corazones para
que seá is irreprensibles y santos en la presencia de nuestro Dios y Padre
cuando nuestro Señ or Jesú s venga con todos sus santos” (v. 13). Este versículo
se relaciona comú nmente con el rapto de la iglesia, que cuando Cristo venga
encontrará a su iglesia en la tierra, sirviéndole efectivamente. Sin embargo, el
pasaje también podría tomarse con respecto a la llegada al cielo de aquellos que
fueron capturados en el rapto. En el cielo, su santidad y fidelidad a Dios será n
especialmente evidentes ante Dios Padre y ante los santos y á ngeles. Pablo no
estaba defendiendo aquí la perfecció n sin pecado como algo que podría
alcanzarse en esta vida, pero sí sostiene que es posible que un cristiano viva de
tal manera que manifieste su deseo de servir al Señ or y sea irreprensible en lo
que quiere. está haciendo.

La Revelación del Rapto de la Iglesia


1 Tesalonicenses 4:13-18. Tomando su lugar junto a 1 Corintios 15:51–58,
este pasaje en Tesalonicenses se convierte en una de las revelaciones cruciales
con respecto al rapto de la iglesia. Aunque el Antiguo Testamento y los
evangelios sinó pticos revelan mucho acerca de la segunda venida de Cristo, la
revelació n específica acerca de la venida de Cristo para sacar a su iglesia del
mundo, tanto viva como muerta, no se reveló hasta Juan 14:1–2, la noche antes
de su crucifixió n. Debido a que los apó stoles en ese momento no entendían la
diferencia entre la primera y la segunda venida de Cristo, difícilmente podían
ser instruidos en la diferencia entre el rapto de la iglesia y la segunda venida de
Cristo para juzgar y gobernar la tierra. Un estudio cuidadoso de este pasaje en 1
Tesalonicenses hará mucho para establecer el asunto en su debida revelació n
bíblica.
A diferencia de los pasajes que tratan de la segunda venida de Cristo y
trazan los tremendos eventos que sacudirá n al mundo y que tendrá n lugar en
los añ os que la preceden, el rapto de la iglesia siempre se presenta como el
pró ximo evento y, como tal, uno que no es dependiente. sobre eventos
inmediatos precedentes. El rapto de la iglesia, definido en 1 Tesalonicenses
4:17 como “ser arrebatados junto con ellos en las nubes para recibir al Señ or en
el aire”, es una verdad maravillosa especialmente diseñ ada para animar a los
cristianos.
En consecuencia, Pablo declaró que no quería que los tesalonicenses
estuvieran desinformados o ignorantes acerca de los cristianos que habían
muerto. En consecuencia, no debían lamentarse por ellos como lo hace el
mundo que no tiene esperanza. En este pasaje, como en todas las Escrituras, la
triste suerte de aquellos que dejan este mundo sin fe en Cristo se describe en
términos absolutos de “no tener esperanza” (v. 13). Solo en Cristo se puede
tener la esperanza de que la vida venga al cielo.
La naturaleza de su fe en Cristo que los impulsa a creer que estará n listos
cuando Cristo venga se declara en el versículo 14: “Creemos que Jesú s murió y
resucitó y por eso creemos que Dios traerá con Jesú s a los que durmieron. en
él."
Aunque puede haber un debate sobre lo que es absolutamente
fundamental en la doctrina cristiana, es evidente que la fe en el hecho de que
Cristo murió por
los pecados del mundo y resucitó de entre los muertos es esencial para una fe
efectiva en Cristo.
Si uno puede aceptar el evento sobrenatural de la muerte de Cristo por el
pecado y su resurrecció n de la tumba, también puede creer en el rapto futuro
de la iglesia. Esto se define como su fe “en que Dios traerá con Jesú s a los que
durmieron en él” (v. 14). Aunque la verdad general de la resurrecció n de los
muertos se declara de diversas maneras en las Escrituras tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento, una revelació n especial del rapto de un cuerpo
particular de santos y la traducció n de los que vivían en ese momento no está
vinculada en ninguna parte a la doctrina. de la segunda venida cuando Cristo
venga a establecer Su reino. En el rapto, los creyentes son arrebatados al cielo.
En la segunda venida, los creyentes permanecen en la tierra. En consecuencia,
el evento que Pablo estaba describiendo aquí es bastante diferente de la
segunda venida de Cristo como se define normalmente.
¿En qué sentido traerá Jesú s consigo a los que durmieron? Esto se refiere a
los cristianos que han muerto, y la expresió n de quedarse dormido se usa para
enfatizar el hecho de que su muerte es temporal. Cuando un cristiano muere, su
alma va inmediatamente al cielo (2 Cor. 5:6-8). En consecuencia, con ocasió n
del rapto de la iglesia, Pablo declaró que Jesú s traería consigo las almas de los
que se habían quedado dormidos. El propó sito de esto se presenta en los
versículos que siguen en que Jesú s hará que sus cuerpos sean resucitados de
entre los muertos y sus almas volverá n a entrar en sus cuerpos.
Pablo describió la secuencia real de eventos: “Segú n la propia palabra del
Señ or, les decimos que nosotros, los que aú n vivimos, los que quedaremos
hasta la venida del Señ or, ciertamente no precederá a los que se han quedado
dormidos. Porque el Señ or mismo descenderá del cielo con voz de mando, con
voz de arcá ngel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitará n
primero. Después de eso, nosotros, los que todavía estamos vivos y quedamos,
seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el
Señ or en el aire. Y así estaremos con el Señ or para siempre ”(1 Tes. 4:15-17).
Esta revelació n se presentó como verdad que es “conforme a la palabra del
Señ or” (v. 15), es decir, dada a Pablo por revelació n especial. Aunque Jesú s
presentó la doctrina del rapto en Juan 14: 1–3, no hubo ninguna exposició n de
ella mientras aú n estaba en la tierra. Por consiguiente, esta revelació n, dada a
Pablo con el propó sito de transmitirla a la iglesia de Tesaló nica, se convierte en
una importante revelació n adicional con respecto a la naturaleza del rapto.
Una de las preguntas que parecen haber enfrentado los tesalonicenses es
la pregunta de si si el Señ or viniera por los vivos, tendrían que esperar antes de
poder ver a los que fueron resucitados de entre los muertos. Este pensamiento
quedó en reposo cuando Pablo declaró : “Nosotros, los que todavía vivimos, los
que quedaremos hasta la venida del Señ or, ciertamente no precederemos a los
que durmieron” (1 Tes. 4:15). En el versículo 16, se describe la secuencia de
eventos. El Señ or Jesú s mismo descenderá del cielo, es decir, habrá un regreso
corporal a la esfera de la tierra. Jesú s pronunciará un mandato fuerte
relacionado con la resurrecció n de los muertos y el traslado de los vivos. Esto
irá acompañ ado de la voz del arcá ngel. El arcá ngel Miguel, aunque no está
relacionado con el orden de los eventos aquí, en vista del hecho de que él es el
líder de los santos á ngeles en su oposició n a Sataná s, puede comprensiblemente
expresar triunfo y victoria. Esto será seguido por el llamado de la trompeta de
Dios. Cuando suene esto, se llevará a cabo el evento. Los cristianos que han
muerto resucitará n primero. Entonces, los cristianos que aú n vivan, que será n
trasladados a cuerpos adecuados para el cielo, “será n arrebatados juntamente
con ellos en las nubes para recibir al Señ or en el aire” (v. 17).
A todos los efectos prá cticos, estos eventos tendrá n lugar al mismo
tiempo. Los que viven en la tierra y son trasladados no tendrá n que esperar la
resurrecció n de los cristianos que han muerto porque, de hecho, resucitará n un
momento antes. Al expresar el pensamiento de que "los que queden será n
arrebatados junto con ellos en las nubes" (v. 17), Pablo estaba expresando el
cará cter esencial del rapto, que es un arrebatamiento o un levantamiento
corporal de los que está n en la tierra, ya sea viva o resucitada, su encuentro con
el Señ or en el aire, y luego su regreso triunfal al cielo. Esto se describe como
estar "con el Señ or para siempre" (v. 17).
Esto está de acuerdo con la revelació n original del rapto en Juan 14:1–3
donde Cristo informó a sus discípulos que vendría a buscarlos para llevarlos a
donde estaba, es decir, a la casa del Padre en el cielo. Permanecerá n en el cielo
hasta que ocurran los grandes eventos que describen el período que precede a
la segunda venida de Cristo, y la iglesia en el cielo participará en la gran
procesió n descrita en Apocalipsis 19 del regreso de Cristo del cielo a la tierra
para establecer Su reino terrenal. .
Algunos toman la menció n de nubes (1 Tes. 4:17) como nubes literales,
como sucedió con Su ascensió n (Hechos 1:9). Algunos creen que el gran
nú mero de los raptados se parecerá a una nube, similar a la referencia de
Hebreos 12:1. La perspectiva gloriosa es que una vez que esto suceda, no habrá
má s separaciones entre Cristo y Su iglesia.
El lugar de su futuro no es permanente, ya que estará n en el cielo durante
el tiempo anterior a la segunda venida. Estará n en la tierra durante el reino
milenial, y luego habitará n el cielo nuevo y la tierra nueva en la eternidad. En
cada una de estas situaciones estará n con Cristo de acuerdo con el simbolismo
de su matrimonio con É l como el Novio celestial. Aunque este pasaje es
sumamente informativo sobre la naturaleza del rapto, está diseñ ado para
animar a quienes viven para Cristo.
Lo má s significativo de este pasaje es el hecho de que no hay eventos
precedentes, es decir, no hay eventos que conmocionan al mundo descritos
como previos a este evento. De hecho, la iglesia a lo largo de los siglos pudo
esperar momentá neamente el rapto de la iglesia, una esperanza que continú a
hoy. Por el contrario, la segunda venida de Cristo será precedida por juicios
divinos sobre el mundo y seguida por el establecimiento del reino terrenal de
Cristo. No se hace menció n de eso aquí, pero el énfasis se pone en la maravillosa
comunió n que los cristianos disfrutará n con el Salvador. La maravillosa
esperanza del rapto de la iglesia es una fuente de aliento constante para
aquellos que ponen su confianza en É l y esperan su venida.

El día del señor


1 Tesalonicenses 5:1–11. Inmediatamente después de la revelació n sobre el
rapto de la iglesia, es natural considerar la cuestió n de cuá ndo ocurrirá esto.
Aquí el apó stol apela a una doctrina mucho má s amplia de las Escrituras, el día
del Señ or, que es un tiempo de visitació n divina especial que se menciona a
menudo en el Antiguo y el Nuevo Testamento.

EL DIA DEL SEÑOR

Pablo dijo: “Ahora bien, hermanos, no es necesario que les escribamos


acerca de las horas y las fechas, porque saben muy bien que el día del Señ or
vendrá como ladró n en la noche” (vv. 1–2). Como el día del Señ or viene sin
aviso, así también vendrá el rapto. La colocació n de esta doctrina junto a la
revelació n del rapto se debe a la similitud de que ambos eventos no tienen
señ ales antes de su comienzo. Como un ladró n en la noche que viene sin avisar,
el rapto ocurrirá y comenzará el día del Señ or.
Mencionado con frecuencia en el Antiguo Testamento, el día del Señ or se
refiere a cualquier período especial donde Dios interviene sobrenaturalmente,
trayendo juicio sobre el mundo. Una ilustració n sobresaliente es el libro de Joel,
que tiene como tema el día del Señ or. El término se usa propiamente para la
crisis que ocurrió en la época de Joel provocada por la plaga de langostas, que
arruinó sus cosechas, trayendo hambre y destrucció n.
Joel lo describió : “¡Ay de ese día! Porque el día de la L ORD está cerca;
vendrá como destrucció n del Todopoderoso ”(Joel 1:15). La devastació n
causada por la pérdida de cosechas se describe grá ficamente en los versículos
16–20. Este, sin embargo, no fue el ú nico problema al que se enfrentaron.
También iban a experimentar los ejércitos invasores asirios, que los
conquistarían, al igual que las langostas los habían conquistado. Estaban
experimentando un día de juicio de Dios.
El día descrito en Joel no fue un largo período de tiempo, sino má s de
veinticuatro horas. Este día inminente del Señ or cumplido en el Antiguo
Testamento fue un llamado de Joel al pueblo de Israel para que regresara al
Señ or. Joel escribió : “'Incluso ahora', declara el Señ or, 'vuélvete a mí con todo tu
corazó n, con ayuno, llanto y lamento'. Desgarra tu corazó n y no tus
vestiduras. Vuélvete al Señ or tu Dios, que es clemente y compasivo, lento para
la ira y grande en amor, y se abstiene de enviar calamidades. ¿Quién sabe?
Puede volverse y tener piedad y dejar una bendició n: ofrendas de cereal y
libaciones para el Señ or tu Dios ”(2:12-14).
El período futuro de la intervenció n de Dios en el mundo comenzará con el
rapto e incluirá el período de angustia que precede a la segunda venida de
Cristo y el establecimiento del reino de Dios en la tierra. El día del Señ or
también incluirá el reino milenial. Todo el período antes y después de la
segunda venida de Cristo constituirá una intervenció n divina especial y un
gobierno de justicia en la tierra de una manera que no se está experimentando
en la era actual. La enseñ anza que el día deel Señ or no comienza hasta que la
segunda venida es refutada por el hecho de que incluye la gran tribulació n. Joel
dejó en claro que el día del Señ or incluía la gran tribulació n antes de la segunda
venida (Joel 2:28– 3:2). El tiempo de la restauració n de Israel (Joel 3:16-21)
después de la gran tribulació n está relacionado con la segunda venida y se
cumplirá en el milenio.
El día del Señ or comenzará como un período de tiempo en el rapto, pero
sus principales eventos no comenzará n de inmediato. El reino de diez naciones
debe
formarse en los ú ltimos siete añ os antes de que comience la segunda
venida. Debido a que el día del Señ or comenzará como un período de tiempo en
el momento del rapto, los dos eventos está n vinculados, ya que ambos
comienzan sin advertencia y vienen sin una señ al específica. Sin embargo, una
vez que comience el día del Señ or, como sucederá después del rapto, a medida
que avance el tiempo, habrá señ ales obvias de que el mundo está en el día del
Señ or y en el período previo a la segunda venida, así como también habrá Será n
evidencias obvias de que el reino milenial ha comenzado después de la segunda
venida. Como el rapto debe preceder a las señ ales, necesariamente debe ocurrir
cuando comienza el día del Señ or. (Para una discusió n má s detallada, vea 2
Tesalonicenses 2.)
Una de las señ ales importantes del día del Señ or es el hecho de que la
gente dirá : "Paz y seguridad", cuando, de hecho, "la destrucció n vendrá sobre
ellos de repente, como dolores de parto en una mujer embarazada. y no
escapará n ”(1 Tes. 5:3). La interpretació n que enseñ a que este es el período
entre el rapto y la segunda venida encaja muy naturalmente en este período.
Segú n Daniel 9:27, habrá un período de siete añ os antes de la segunda venida
de Cristo. La primera mitad de este período será un tiempo de paz cuando se
hará un pacto de paz con Israel, como se indica en Daniel 9:27. Durante este
período, la gente aclamará que se ha logrado la paz, como se menciona en 1
Tesalonicenses 5: 3. Entonces, de repente, comenzará la gran tribulació n y no
escapará n de su juicio. Los juicios que estremecen el mundo que preceden a la
segunda venida se describen grá ficamente en Apocalipsis 6–18.
Debido a que los cristianos está n advertidos de que el día del Señ or se
acerca, no deben sorprenderse y deben vivir a la luz de la revelació n divina de
Dios. “Pero ustedes, hermanos, no está n en tinieblas para que este día los
sorprenda como un ladró n. Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. No
somos de la noche ni de las tinieblas ”(1 Tes. 5:4-5). El día del Señ or se describe
aquí como una hora de la noche para el mundo porque es un tiempo de juicio,
en contraste con el día del cristiano, que es un día de luz. El día del cristiano
culminará con el rapto; el día de los malvadoscomenzará n en ese momento, y
los juicios relacionados con el día del Señ or tendrá n lugar de acuerdo con la
secuencia de tiempo de este período, con los grandes juicios ocurriendo en la
gran tribulació n, culminando en la segunda venida. Ademá s de las referencias al
día del Señ or en Joel, se encuentra una descripció n má s detallada del día del
Señ or en Isaías 13:9–11; Sofonías 1:14–18; 3:4-15.
Debido a que los cristianos han sido alertados, no deben estar dormidos,
sino estar “alerta y con dominio propio” (1 Tes. 5:6). En contraste con el
mundo, que ahoga sus dolores en la bebida (v. 7), el cristiano debe tener
"dominio propio, vistiendo la fe y el amor como una coraza, y la esperanza de la
salvació n como un
casco" (v. 8) . El recurso de un cristiano en el período previo al rapto será uno
de fe en Dios, amor por Dios y su hermano cristiano, y la esperanza gloriosa de
su salvació n futura, que se describe como un casco.
El destino de los que será n salvos en el momento del rapto y de los que no
lo son fue revelado: “Porque no nos designó Dios para sufrir ira, sino para
recibir la salvació n por medio de nuestro Señ or Jesucristo” (v. 9). Para el
cristiano, su nombramiento es el rapto; para los inconversos, su nombramiento
es el día del Señ or.
Pablo se dio cuenta de que algunos cristianos habrían muerto antes del
rapto y que otros todavía vivirían. En consecuencia, dice de Cristo: “É l murió
por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él” (v. 10). Al estar
despierto, se refería a que los cristianos todavía está n vivos en el mundo, al
estar dormidos, al hecho de que los cristianos han muerto y sus cuerpos estará n
durmiendo en la tumba aunque sus almas estén en el cielo. Su conclusió n aquí,
como en las otras verdades proféticas reveladas en esta epístola, es prá ctica:
“Por tanto, anímense unos a otros y edifíquense unos a otros, como en realidad
lo está n haciendo” (v. 11).

Ser irreprensibles ante la venida de nuestro Señor Jesucristo


1 Tesalonicenses 5:23. La extensa revelació n profética, así como el consejo
y la exhortació n de Pablo a vivir para Dios, tiene su clímax profético en su
exhortació n: “Que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo sean conservados sin
mancha en la venida de nuestro Señ or Jesucristo” (v. 23 ). Al referirse a los
cristianos por tener espíritu, alma y cuerpo, Pablo estaba reconociendo los
elementos esenciales de la personalidad humana . Los cristianos tienen un
cuerpo que morirá pero resucitará . También tienen un alma, que se refiere al
aspecto psicoló gico de la vida humana, y un espíritu, que parece referirse a su
conciencia de Dios yexperiencias religiosas. Aunque se puede demostrar en las
Escrituras que todos estos términos a veces se usan como sinó nimos para un
individuo, y que toda la persona está a la vista, sin embargo, estos forman los
principales elementos constituyentes de la personalidad humana.
La referencia a la santificació n progresiva, obviamente, establece que esta
es una obra que solo Dios puede hacer. Un creyente en Cristo puede ser parte
del proceso de santificació n valiéndose de los medios para la santificació n,
como la Palabra de Dios, la oració n, la comunió n con el pueblo del Señ or y el
estudio de las Escrituras. Sin embargo, al final, Dios debe hacer la santificació n,
o no será efectiva. Pablo anticipó lo ú ltimo cuando todos los cristianos estará n
en el cielo completos, con un cuerpo nuevo, sin pecado, mancha o
contaminació n.
PROFECÍA EN 2 TESALONICENSES
La joven iglesia de Tesaló nica, desde que habían recibido la primera carta de
Pablo, había experimentado falsas enseñ anzas por parte de algunos que iban a
visitar la iglesia. Ademá s de las persecuciones que enfrentaban por parte de los
incrédulos, ahora también estaban lidiando con confusió n y divisió n entre
ellos. Para remediar esta situació n, Pablo escribió esta epístola recordá ndoles
lo que les había enseñ ado cuando estuvo allí y dá ndoles má s instrucció n sobre
el tema principal del día del Señ or y el hombre del desafuero.

El juicio venidero de los impíos y la recompensa de los justos


2 Tesalonicenses 1:5–10. Debido a que la iglesia de Tesaló nica estaba
experimentando persecució n por parte de los incrédulos, Pablo les aseguró que,
por un lado, los justos será n recompensados en el futuro y, por otro lado, los
malvados será n castigados. Pablo escribió : “Todo esto es evidencia de que el
juicio de Dios es correcto y, como resultado, será s considerado digno del reino
de Dios, por el cual está s sufriendo. Dios es justo: devolverá las molestias a los
que te afligen y te aliviará a ti, que está s atribulado, y también a nosotros ”(vv.
5- 7). La verdad de que Dios juzgará a todos los hombres en algú n momento en
el futuro se enseñ a en las Escrituras, pero tal programa es un consuelo y una
fortaleza para los que sufren persecució n porque, por un lado, saben que Dios
tratará con sus perseguidores en juicio y , por otro lado, que será n
recompensados y bendecidos.
Nuestra expectativa aparece en los detalles adicionales que dio Pablo
cuando dijo que Dios “les dará alivio a ustedes que está n atribulados, y también
a nosotros. Esto sucederá cuandoel Señ or Jesú s se revela desde el cielo en
llamas de fuego con sus poderosos á ngeles. Castigará a los que no conocen a
Dios y no obedecen el evangelio de nuestro Señ or Jesú s. Será n castigados con
destrucció n eterna y excluidos de la presencia del Señ or y de la majestad de su
poder ”(vv. 7– 9).
Las Escrituras revelan que hay varias ocasiones en las que Dios juzga
directamente al mundo. Algo de esto ocurrirá en lo que se conoce como la gran
tribulació n, el período de cuarenta y dos meses antes de la segunda
venida. Algunos ocurrirá n en la segunda venida de Cristo, cuando las personas
que viven en el mundo que se rebelan contra Dios y no han puesto su confianza
en Cristo, será n juzgadas indignas del reino milenial y será n purgadas. Un juicio
adicional se registra en Apocalipsis 20:11-15, donde los muertos inicuos será n
resucitados y juzgados. Este es el juicio final.
El problema que algunos tienen con este pasaje es que los incrédulos
inicuos que está n persiguiendo a la iglesia de Tesaló nica no recibirá n su castigo
final hasta el juicio del gran trono blanco (vv. 11-15). Aquellos que será n
castigados
en el momento de la segunda venida de Cristo será n los que vivan en ese
momento y que sean incrédulos, pero no incluirá n a los que persiguieron a la
iglesia de Tesaló nica que, por supuesto, han muerto. El tiempo exacto no se
indica aquí porque hay varios períodos de juicio divino.
A los tesalonicenses se les aseguró que, en el tiempo de Dios y a la manera
de Dios, los que los persiguen será n castigados, incluido el hecho de ser
excluidos del Señ or. Debido a que ni Pablo ni los cristianos tesalonicenses
sabían cuá ndo vendría el Señ or, pudieron obtener de esta revelació n la
seguridad de que los impíos serían atendidos en el programa de Dios, ya sea
tarde o temprano.
Otra dificultad para explicar este pasaje es que esta destrucció n está
relacionada con el día de la glorificació n del Señ or. Segú n 2 Tesalonicenses
1:10, el castigo de los impíos será “el día en que venga para ser glorificado en su
pueblo santo y para ser admirado entre todos los que han creído. Esto te
incluye a ti, porque creíste en nuestro testimonio ”(v. 10).
El Señ or vendrá en diferentes momentos en el programa futuro y será
glorificado. É l, en primer lugar, fue glorificado cuando fue al cielo después de su
período en la tierra. É l será glorificado y su majestad también se revelará en la
segunda venida, cuando el mundo será sometido a su poder y juicio, y aquellos
que han confiado en él, a los que aquí se hace referencia como “su pueblo
santo”, será n glorificados. La gloria de Cristo otra vezse manifestará al final del
reino milenial en el juicio del gran trono blanco cuando él trate con los muertos
inicuos y los entregue al castigo eterno. Por consiguiente, la profecía debe
tomarse como si no se refiriera a un momento específico en el programa futuro,
sino al hecho de que en el curso de estos diversos cumplimientos de la profecía,
los malvados será n juzgados y Cristo será glorificado.

La venida del día del Señor en relación con el rapto


2 Tesalonicenses 2:1–12. En 1 Tesalonicenses 5, el apó stol había señ alado a
los tesalonicenses que el día del Señ or comenzaría en el momento del rapto y
que sería un período de tiempo en el que Dios juzgaría directamente en el
mundo antes de la segunda venida y en el momento de la segunda venida, así
como en el reino milenial. En todo esto, Dios tratará directamente con el pecado
humano, en contraste con su juicio retenido en la época actual.
Sin embargo, los falsos maestros habían venido a los tesalonicenses y les
habían dicho que ya estaban en el día del Señ or, contradiciendo la enseñ anza de
Pablo, inquietando y alarmando a la iglesia de Tesaló nica porque habían
entendido que Pablo decía que no estarían en este período. Por consiguiente,
Pablo intentó corregir esta dificultad señ alando que los eventos principales del
día del Señ or no habían ocurrido y que no había evidencia de que el día ya
hubiera comenzado.
El problema se manifestó en los primeros versículos del capítulo 2 de 2
Tesalonicenses: “Con respecto a la venida de nuestro Señ or Jesucristo y a que
estemos reunidos con él, les pedimos, hermanos, que no se inquieten o alarmen
fá cilmente por alguna profecía, informe o carta. se supone que viene de
nosotros, diciendo que el día del Señ or ya ha llegado. No dejes que nadie te
engañ e de ninguna manera, porque ese día no llegará hasta que ocurra la
rebelió n y el hombre del desafuero sea revelado, el hombre condenado a la
destrucció n. Se opondrá y se ensalzará sobre todo lo que se llama Dios o es
adorado, de modo que se instala en el templo de Dios, proclamá ndose Dios ”(vv.
1-4).
Al abordar la interpretació n de estos versículos, se debe hacer una
distinció n entre el concepto del día del Señ or que comienza en un momento
específico y los eventos principales del día de la venida del Señ or que ocurrirá n
algú n tiempo después de que haya comenzado. El paralelo es el período
ordinario de veinticuatro horas. En realidad, el día comienza a la medianoche,
pero ninguna actividad marca el día hasta que uno se levanta del sueñ o para
recibir la mañ ana. Entonces como elLos acontecimientos del día se desarrollan,
es evidente que ha llegado un nuevo día . El período de tiempo, en
consecuencia, comienza antes de que lleguen los principales acontecimientos
del período .
Lo mismo ocurre con el día del Señ or. El período de tiempo comienza con
el rapto de la iglesia, pero los eventos principales no llegan de inmediato. Sin
embargo, si el día del Señ or ha avanzado mucho, habrá señ ales inequívocas de
que está n en el día del Señ or.
Por consiguiente, Pablo advirtió a la iglesia que no se deje engañ ar por
ningú n informe que se reciba de él, una carta o informe falsificado, porque él no
lo envió . Su opinió n se expresó en la primera carta que les envió , que fechaba el
día del Señ or como siguiente al rapto.
Las razones por las que Pablo estaba seguro de que no estaban en el día del
Señ or era que no había señ ales de ello. Una de las principales señ ales será el
surgimiento de un líder humano, "el hombre del desafuero" al que se hace
referencia como el "cuerno pequeñ o" de Daniel 7: 8, quien, segú n las profecías
de Daniel, unirá diez países en una confederació n política que estará ubicado en
el Medio Oriente. Para un estudiante de la Biblia cuidadoso, sería reconocido de
inmediato cuando el evento tenga lugar siete añ os antes de la segunda venida
porque Daniel lo describió como primero conquistando tres países y luego,
aparentemente, los siete restantes (vv. 8, 24-25). . Su protagonismo será
progresivo. Como no había rastro de su existencia, era prueba de que el día del
Señ or no había comenzado.
Como dijo Daniel, ademá s de conquistar los diez países, eventualmente
“devorará toda la tierra, la pisoteará y la triturará ” (v. 23). Antes de conquistar
el mundo, después de haber obtenido el control de estos diez países, hará un
pacto con Israel, aparentemente resolviendo pacíficamente los problemas que
existen entre Israel y sus vecinos (9:27). Aunque los detalles de este pacto no se
revelan, del versículo 27 se desprende claramente que se planeará que dure
siete añ os, que se observará durante los primeros tres añ os y medio y luego se
romperá , haciendo de Israel el objeto de su voluntad. persecució n en la segunda
mitad de los siete añ os, que culminará con la segunda venida de Cristo.
Habrá evidencia inequívoca entonces de que está n en el día del Señ or, que
viene por etapas: primero, cuando el gobernante conquista tres, luego diez
países, luego hace un pacto de siete añ os con Israel, lo observa durante tres
añ os y medio. añ os, y luego lo rompe y profana el templo y persigue al pueblo
de Israel. Ninguno de estos eventos había ocurrido. Muchas Escrituras del
Antiguo y Nuevo Testamento brindan má s detalles sobre este proceso de
profecía cumplida.
El argumento de Pablo, en consecuencia, fue que los tesalonicenses no
tenían ninguna prueba de que estuvieran en el día del Señ or y, de hecho, esto
era contrario a lo que les había enseñ ado cuando estaba con ellos.
La clave de todo el programa del día del Señ or en su comienzo es este
"hombre de desafuero", que puede ser identificado con el "cuerno pequeñ o" de
Daniel 7:8 y el "gobernante que vendrá " de 9:26 , quien antes de la segunda
venida de Cristo profanará el templo y se convertirá él mismo en objeto de
terribles juicios de parte de Dios como se define en Apocalipsis 6–18. El
“hombre de desafuero” también puede identificarse como el gobernante
mencionado en Daniel 11:36–39 y como la bestia del mar (Ap. 13:1–10). El
"hombre de desafuero" se convertirá en un conquistador del mundo durante
cuarenta y dos meses (vv. 5-7), y será el perseguidor de Israel en el ú ltimo
período de cuarenta y dos meses con incontables má rtires (Apocalipsis 7:9). –
17).
Ademá s de la aparició n de este hombre en el cumplimiento de profecías
relacionadas con él que aú n no habían ocurrido, Pablo también señ aló el hecho
de que el que está ayudando a restringir el pecado en el mundo, muy
probablemente una referencia al Espíritu Santo, no ha sido “quitado del
camino” (2 Tes. 2:7). Esto ocurrirá en el rapto cuando la iglesia en la que mora
el Espíritu será removida. Es evidente por las Escrituras que Dios usa varios
medios para refrenar el pecado en el mundo, uno de ellos es la presencia del
Espíritu Santo. Aunque el Espíritu Santo es omnipresente y no puede ser
quitado de la tierra en el sentido de restringir Su acceso al mundo, Su
ministerio de reentrenamiento aparentemente será limitado durante el tiempo
del fin, y Dios permitirá que la maldad de los malvados se manifieste
plenamente. Esto comenzará después del rapto. Como el “hombre de desafuero”
será revelado al menos siete añ os antes de la segunda venida, el rapto, que
quita al Espíritu Santo, debe ocurrir antes de que comiencen los siete añ os. Por
lo tanto, el hecho de que
el rapto no hubiera tenido lugar era otra evidencia de que los maestros que les
habían dicho que ya estaban en el día del Señ or estaban enseñ ando doctrinas
falsas.
En el momento de la segunda venida, el inicuo será destruido (v. 8; Ap.
19:20). Aunque sus señ ales milagrosas engañ ará n a aquellos que no quieran
creer en Jesú s como Salvador, la profecía dice que perecerá n porque no "aman
la verdad" (2 Tes. 2:10). Es posible que algunos de los que está n adorando a la
bestia fueran incrédulos en el momento del rapto de la iglesia, y debido a su
firme incredulidad contra Jesucristo, se les permitió creer la mentira en lugar
de la verdad y, por supuesto, recibir la juicio que esto amerita (vv. 10-12).
Es bastante esclarecedor que la iglesia de Tesaló nica al comienzo de la era
de la iglesia experimentó lo que hoy se llama postribulacionismo, la idea de que
el rapto ocurre después de que el día del Señ or ha comenzado. El
postribulacionismo generalmente hace del rapto una fase de la segunda venida
de Cristo para establecer Su reino. Está claro que Pablo negó esta enseñ anza y
afirmó que el día del Señ or, que incluye las actividades del futuro gobernante
mundial, debe seguir en lugar de preceder al rapto de la iglesia. Aunque es una
opinió n popular que el rapto será parte de la segunda venida, aquellos que
sostienen esta opinió n, en términos generales, no pueden asignar
cumplimientos específicos de profecía en el período que precede a la segunda
venida a pesar del hecho de que Hay tantas profecías detalladas sobre la
segunda venida que requieren cumplimiento. Obviamente, Pablo quería que los
tesalonicenses tuvieran el desafío de creer que Cristo vendría en cualquier
momento por ellos y la seguridad de que este evento aú n no había ocurrido.

Protección del maligno


2 Tesalonicenses 3:1–5. En vista de los problemas de ser fá cilmente
engañ ado por falsos maestros, así como otros problemas en la vida cristiana,
Pablo pidió oració n para que él y sus compañ eros "sean librados de los impíos y
de los malos, porque no todos tienen fe" (v. 2 ). Cuando Pablo anticipó que la
fidelidad de Dios satisfacía sus necesidades en respuesta a la oració n, también
confiaba en que la iglesia de Tesaló nica sería fortalecida y protegida del
maligno (v. 3). Su oració n por los tesalonicenses fue que continuaran en el amor
de Dios y continuaran sirviendo al Señ or (vv. 4-5).

PROFECÍA EN 1 Y 2 TIMOTEO, TITO Y FILEMÓ N


Las cartas pastorales a Timoteo no contienen mucha profecía, ya que los
problemas con Timoteo se relacionan con otras á reas de la verdad bíblica. Sin
embargo, cuando se menciona la profecía, está en armonía con otras partes de
la Escritura.
La venida aparición del Señor Jesucristo
1 Timoteo 6:14. En relació n con el encargo de Pablo a Timoteo de obedecer
a Dios y de tener su testimonio "sin mancha ni culpa" (v. 14), Pablo vio al Señ or
Jesucristo como el juez final de esta situació n, quien juzgará a Timoteo en el
momento de Su apareciendo. Aunque Cristo no aparecerá al mundo entero
hasta el momento de su segunda venida,Obviamente, se les aparecerá a
aquellos que son arrebatados en el período anterior a estos eventos del tiempo
del fin. En ese momento, se evaluará la vida ejemplar de Timothy. La vida
cristiana se completa en el momento de la venida de Cristo.

La apostasía venidera
2 Timoteo 3:1–9. En la ú ltima epístola de Pablo dirigida a Timoteo, se dio
una revelació n detallada sobre el alcance de la partida, o apostasía, de Cristo en
los ú ltimos tiempos. Pablo dijo: “Habrá tiempos terribles en los ú ltimos días.
Las personas será n amantes de sí mismas, amantes del dinero, jactanciosos,
orgullosos, abusivos, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin amor,
implacables, calumniadores, sin dominio propio, brutales, no amantes del bien,
traidores, imprudentes, vanidosos, amadores de los placeres en lugar de
amadores de Dios, teniendo apariencia de piedad pero negando su poder. No
tengas nada que ver con ellos ”(vv. 1-5).
En este aná lisis detallado de la iniquidad del corazó n humano, Pablo se
refería, por supuesto, a los que no eran salvos, que pueden tener una forma de
religió n pero se apartan de ella para manifestar su verdadero cará cter. La
apostasía, por supuesto, ya estaba presente en el tiempo que vivió Pablo, pero
con el progreso de la era actual, a pesar de la diseminació n de la verdad y la
disponibilidad de la Escritura, el mundo sin duda continuará siguiendo la
descripció n pecaminosa que el el apó stol Pablo dio aquí.
Pablo dio una descripció n má s detallada del cará cter de los apó statas: “Son
de la clase que se abren camino hasta los hogares y se hacen con el control de
las mujeres de voluntad débil, que está n cargadas de pecados y se dejan llevar
por toda clase de malos deseos, siempre aprendiendo pero nunca capaz de
reconocer la verdad. Así como Jannes y Jambres se opusieron a Moisés, también
estos hombres se oponen a la verdad: hombres de mente depravada, quienes,
en lo que respecta a la fe, son rechazados. Pero no llegará n muy lejos porque,
como en el caso de aquellos hombres, su necedad será evidente para todos ”(vv.
6-9).
La apostasía que existió en los días de Timoteo, y que ha continuado
manifestá ndose en la historia humana, contrasta con el testimonio de los
cristianos. Pablo caracterizó su vida como una de “fe, paciencia, amor,
paciencia, persecuciones, sufrimientos” (vv. 10-11). En contraste con el camino
de los malvados, a Timoteo también se le habían enseñ ado las Sagradas
Escrituras
desde la infancia (v. 15). Pablo concluyó con la gran afirmació n: “Toda la
Escritura es inspirada por Dios y es ú til para enseñ ar, reprender, corregir y
capacitar en justicia, a fin de que el hombre de Dios esté completamente
equipado para toda buena obra” (vv. 16-17). .

Cristo Jesús, el futuro juez


2 Timoteo 4: 1. En apoyo de su solemne encargo a Timoteo de vivir para
Dios, Pablo llamó la atenció n sobre el hecho de que Timoteo sería juzgado por
Jesucristo en el momento de Su aparició n. Aunque Pablo habla del juicio de
vivos y muertos como si ocurrieran al mismo tiempo, las Escrituras dejan en
claro que los muertos no será n juzgados hasta el fin del reino milenial
(Apocalipsis 20:11- 15).

La promesa de ser llevados con seguridad al reino celestial de Cristo


2 Timoteo 4:18. Después de su exhortació n a Timoteo y su evaluació n de
algunos que no compartían la devoció n de Pablo a Dios, Pablo expresó su
seguridad: “El Señ or me librará de todo ataque maligno y me llevará a salvo a
su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén ”(v. 18).
Como se desprende de la historia, poco después de escribirle esto a Timoteo,
Pablo fue decapitado, pero esto no contradice su promesa anticipada de que
Dios lo rescataría. El punto es que a través de su ejecució n, Pablo fue
inmediatamente llevado a salvo a la presencia del Señ or, donde estaría libre de
todas las limitaciones y problemas de esta vida. Lo que desde el punto de vista
humano es una tragedia es a menudo la provisió n misericordiosa de Dios para
los suyos en vista de sus planes para ellos en la eternidad venidera.
Tito 2:13. La epístola de Pablo a Tito se ocupó principalmente del consejo y
consejo pastoral, ya que Tito fue uno de los colaboradores de Pablo. Al apelar a
Tito, Pablo declaró que el evangelio de salvació n “nos enseñ a a decir 'no' a la
impiedad ya las pasiones mundanas, ya vivir una vida de dominio propio, recta
y piadosa en esta época” (v. 12). Mientras vivimos nuestras vidas en este
mundo, tenemos una maravillosa esperanza. Como lo expresó Pablo, “mientras
aguardamos la esperanza bienaventurada, la manifestació n gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo” (v. 13). Esta esperanza, obviamente, se
relaciona con el rapto de la iglesia en lugar de la segunda venida de Cristo para
establecer Su reino, pero se ha planteado la pregunta de por qué se describe
como una "manifestació n gloriosa". En su segunda venida, Jesú s aparecerá en
un evento glorioso descrito en Apocalipsis 19:11–16, un evento que todo el
mundo verá (1:7). Por otro lado, el rapto de la iglesia nunca se describe como
visible para el mundo. Por tanto, la pregunta permanece: ¿Có mo se puede
describir el rapto
como un evento glorioso, como un evento que revela la gloria de Dios? La
respuesta es bastante simple.
Aunque el mundo no verá la gloria de Cristo en el momento del rapto,
como lo verá en el momento de la segunda venida, en el rapto los cristianos lo
contemplará n en Su gloria, y para ellos será una manifestació n gloriosa. Como
se dice en 1 Juan 3:2, “Aú n no se ha dado a conocer lo que habremos de ser.
Pero sabemos que cuando él aparezca, seremos como él, porque lo veremos tal
como es ”.
Los cristianos necesariamente necesitará n ser transformados en cuerpos
sin pecado para poder contemplar al Señ or en Su santa gloria. El hecho de que
“lo veremos como es”, es decir, su gloriosa persona, es evidencia en Juan de que
los cristianos habrá n sido transformados, lo que les permitirá verlo en su
gloria. La expectativa de ver a Cristo como está en gloria es otra razó n para
alejarnos de la gloria de este mundo y vivir vidas cristianas ante Dios mientras
esperamos su venida.
La epístola de Pablo a Filemó n se refería al regreso de Onésimo, quien
había escapado de Filemó n a pesar de ser un esclavo, pero ahora se había
convertido en cristiano y había ministrado a Pablo. La epístola no tiene ninguna
alusió n al futuro profético.
12

PROFECÍA EN LAS EPÍSTOLAS GENERALES

PROFECÍA EN LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS


El propó sito de la epístola a los hebreos era confirmar a los judíos cristianos en
su fe y apoyar la enseñ anza de que la fe cristiana reemplazó al judaísmo y la
cumplió . En general, la epístola sirve para demostrar que la fe cristiana era
mejor, que el sacerdocio de Cristo era mejor que el de Aaró n y que el nuevo
pacto de gracia era mejor que el pacto mosaico. La epístola fue un estímulo para
los judíos cristianos a permanecer fieles a la fe cristiana.
Debido a su tema principal, Hebreos no se dedica a la profecía, pero como
siempre ocurre con cualquier declaració n de la fe cristiana, el futuro profético
de un cristiano sirve para confirmar la importancia de vivir para Cristo ahora.

El trono de Dios es para siempre


Hebreos 1:1–9. Al comparar a Cristo con los á ngeles, varios hechos
demuestran la superioridad de Cristo. Cristo es el Hijo, habiendo sido
engendrado por el Padre (v. 5), y se instruye a los á ngeles para que le adoren (v.
6). A diferencia de los á ngeles, que son hechos ministros, el Hijo tiene un trono
para siempre y es superior a todos los demá s: “Pero acerca del Hijo dice: 'Tu
trono, oh Dios, durará por los siglos de los siglos, y la justicia será la cetro de tu
reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, Dios, tu Dios, te
ha puesto por encima de tus compañ eros ungiéndote con el aceite de la alegría
”(vv. 8–9). Cristo es superior a los á ngeles en la medida en que su trono es para
la eternidad porque es el Hijo de Dios.

Cristo, el Creador que existe para siempre


Hebreos 1:10-12. No solo el trono de Cristo continú a para siempre, sino que
É l también continú a para siempre como Creador. Aunque la creació n será
destruida, Jesucristo seguirá siendo el mismo para siempre. “Oh Señ or, tú
pusiste los cimientos de la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Perecerá n,
pero tú permaneces; todos se desgastará n como un vestido. Los enrollará s
como un manto; como un vestido será n cambiados. Pero tú sigues siendo el
mismo y tus añ os no se acabará n nunca ”(vv. 10-12).
La promesa de entrar en el reposo de Dios
Hebreos 3:7–11; 4: 1–11. Israel no pudo entrar en el resto de la fe y la
bendició n de confiar en Dios para la redenció n. Debido a esto, Dios declaró que
no entrarían en Su reposo (3:11; cf. vv. 7-10).
A los lectores de la epístola se les advierte del peligro de no alcanzar la fe
perfecta y el reposo en Cristo: “Por lo tanto, puesto que la promesa de entrar en
su reposo sigue en pie, tengamos cuidado de que ninguno de ustedes se haya
quedado corto. Porque también a nosotros se nos ha predicado el evangelio,
como a ellos; pero el mensaje que oyeron no les sirvió de nada, porque los que
oyeron no lo combinaron con la fe ”(4:1–2). Como “Dios descansó de toda su
obra en el séptimo día” (v. 4), hay un lugar para que los creyentes también
descansen en la fe en Dios para su salvació n, pero la oferta es limitada en el
tiempo, y el peligro no está entrando. por la fe en el reposo de Dios.
Esto se define: “Queda, pues, un reposo sabá tico para el pueblo de
Dios; porque todo el que entra en el reposo de Dios también descansa de su
propia obra, como Dios lo hizo de la suya. Por tanto, hagamos todo lo posible
por entrar en ese reposo, de modo que nadie caiga siguiendo su ejemplo de
desobediencia ”(vv. 9-11). En la revelació n má s completa dada en el Nuevo
Testamento, los creyentes ahora pueden entender su reposo en Dios, en
contraste con muchos en Israel en el Antiguo Testamento que no entraron en su
reposo.

La promesa de un mejor pacto en Cristo


Hebreos 8:6–13. El pacto mosaico tenía sus limitaciones, tanto en sus
promesas, que no ofrecían salvació n, como en su duració n porque solo sirvió
por un tiempo. Por el contrario, un cristiano que confía en Cristo tiene un nuevo
pacto mejor, del cual Cristo es el Mediador: “Pero el ministerio que Jesú s ha
recibido es tan superior al de ellos como el pacto del que él es mediador es
superior al antiguo, y se basa en una mejorpromesas ”(v. 6). El nuevo pacto
para los cristianos es mejor que el pacto mosaico (7:19; Rom. 8:3-4) porque sus
promesas son incondicionales (Heb. 8:10, 12); trae revelació n personal de la
verdad divina a todo creyente (v. 11); asegura el perdó n de los pecados (v. 12;
10:17); depende de una redenció n realizada por Cristo en la cruz (1 Corintios
11:25; Heb. 9:11-12, 18-23); y asegura a Israel cierto perdó n y restauració n en
el futuro (10:9; cf. Jeremías 31:31-40).
En apoyo de la superioridad del nuevo pacto para los cristianos, se dio
evidencia de que incluso el Antiguo Testamento anticipó la aprobació n del
pacto mosaico y la introducció n de un nuevo pacto con Israel y la casa de Judá
(Heb. 8: 8). El nuevo pacto de Israel no era como el pacto mosaico, que era
temporal y condicional. En cambio, como dijo el Señ or, “Este es el pacto que
haré con la casa
de Israel después de ese tiempo, declara el Señ or. Pondré mis leyes en sus
mentes y las escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios, y ellos será n mi pueblo
”(v. 10, véase Jeremías 31:33).
A Israel también se le prometió la revelació n universal de la gracia de Dios:
“Nunca má s un hombre enseñ ará a su pró jimo, ni un hombre a su hermano,
diciendo: 'Conoce al Señ or', porque todos me conocerá n, desde el má s pequeñ o
de ellos hasta el mayor. Porque perdonaré su maldad y no me acordaré má s de
sus pecados ”(vv. 11-12). Esto se reveló que se cumplirá en el milenio. El hecho
de que estas promesas fueron hechas a Israel, formando un nuevo pacto que
reemplaza al pacto mosaico, es una evidencia má s de que aquellos que ponen su
confianza en el pacto mosaico está n confiando en algo que ya es anticuado: “Al
llamar a este pacto 'nuevo', él ha hecho obsoleto el primero; y es obsoleto y el
envejecimiento pronto desaparecerá ”(v. 13).
Los intérpretes de este pacto de Israel han tenido dificultades debido a la
pregunta de dó nde entra la iglesia, los creyentes de la era actual. Algunos han
sostenido que la iglesia es el verdadero Israel y por lo tanto hereda la promesa
junto con Israel; otros sostienen que el pacto es con Israel, pero que la iglesia
obtiene bendiciones del pacto de Israel. Ninguna de estas soluciones parece
resolver el problema de có mo la iglesia puede tener un nuevo pacto que sea
diferente en sus requisitos del nuevo pacto con Israel.
Hoy, todavía es necesario llevar el evangelio al pró jimo, porque no todos
conocen el evangelio. Esto es evidencia de que el nuevo pacto con Israel no se
está cumpliendo ahora. La pregunta es: ¿Por qué esta epístola cita esta profecía
de Jeremías 31:31–34 en su totalidad aquí?
Para entender esta Escritura, es má s importante darse cuenta de que la
epístola a los Hebreos no afirma que la iglesia esté heredando el pacto con
Israel; afirma só lo un aspecto del pacto, a saber, que el pacto con Israel es un
nuevo pacto, y como tal, incluso el Antiguo Testamento predijo que el pacto
mosaico sería reemplazado. No se hace ninguna otra aplicació n en este
contexto. Esto debería haber persuadido a los cristianos profesos entre los
judíos de que no debían regresar a Moisés.
Aunque los eruditos continuará n difiriendo en sus explicaciones, la
solució n simple a todo el problema es el hecho de que cuando Cristo murió en
la cruz, É l proporcionó gracia, es decir, un favor inmerecido con Dios para
aquellos que pusieron su confianza en É l, incluido el perdó n. , vida eterna y
promesa de eternidad en la presencia de Dios. En un mundo gobernado por la
ley, incluida la ley moral, este nuevo aspecto se introduce y se hace posible por
el hecho de que Cristo murió por los pecados del mundo en la cruz. Esta
doctrina de la gracia de Dios, por supuesto, tuvo su aplicació n en el Antiguo
Testamento por fe.
Incluso bajo la Ley, los israelitas fueron perdonados cuando confesaron sus
pecados. La salvació n era posible en el Antiguo Testamento, no sobre la base de
guardar la Ley, sino sobre la base de la fe en un Dios que es misericordioso. Esto
anticipó , por supuesto, el hecho de que Cristo moriría en la cruz por los pecados
del mundo entero.
Por tanto, la mejor solució n al problema es reconocer que Cristo introdujo
con su muerte en la cruz este pacto de gracia, que tiene muchas aplicaciones.
Una de sus principales aplicaciones fue a Israel en el Antiguo Testamento. Debe
quedar claro en las Escrituras que la restauració n de Israel en el futuro y la
liberació n en la segunda venida de Cristo no se deben a ningú n mérito de su
parte, sino que se derivan del hecho de que Dios es un Dios misericordioso. El
nuevo pacto, mencionado en Jeremías 31, es un pacto de gracia, basado en la
gracia de Dios, no en el mérito humano.
La gracia de Dios extendida a Israel no agota la gracia de Dios. En la era
actual, tanto judíos como gentiles vienen a Cristo con fe y son salvos,
perdonados y dados la vida eterna sobre la base de la gracia que se les extiende
mediante la muerte de Cristo.
En consecuencia, el pacto de gracia se extiende principalmente a Israel en
el Antiguo Testamento, a la iglesia en la era presente, y se manifestará en la
restauració n de la gracia de Israel en el futuro. El ú nico acto de morir en la cruz
hace posible que Cristo extienda la gracia a quienes no la merecen. Este
concepto de gracia, derivado de la muerte de Cristo, puede extenderse a todos
los actos del perdó n y la misericordia de Dios,desde Adá n hasta el ú ltimo ser
humano del mundo. En consecuencia, aunque el gobierno de Dios en diferentes
épocas puede ser diferente, ya que bajo la ley mosaica era una regla de justicia
y en la era actual una regla de gracia, no es necesario confundir las promesas de
Dios a Israel con las promesas de Dios a la iglesia en que ambos conjuntos de
promesas provienen de la muerte de Cristo sin complicació n para los demá s.
La salvació n de cualquier individuo, desde Adá n hasta aquellos en el
tiempo presente y en el futuro, se basa en la gracia, y el perdó n de aquellos una
vez salvos que no alcanzan la santidad de Dios es igualmente posible gracias a
la gracia de Dios. Sin embargo, esto debería haber sido una evidencia
convincente para los cristianos judíos que estaban reflexionando sobre si su
nueva relació n con Cristo era mejor que su relació n con Moisés. En cada
particular, la aplicació n de la gracia en el Nuevo Testamento excede lo que era
cierto en el Antiguo Testamento bajo Moisés.

La certeza del juicio divino


Hebreos 9:27-28. Sin embargo, a un cristiano que vive en esta era de gracia
actual se le recuerda que es parte del gobierno justo de Dios que cada individuo
sea juzgado. Normalmente, esto es después de su muerte: “Así como el hombre
está destinado a morir una vez, y luego enfrentar el juicio, así Cristo fue
sacrificado una vez para quitar los pecados de muchas personas; y aparecerá
por segunda vez, no para cargar con el pecado, sino para llevar la salvació n a los
que le esperan ”(vv. 27-28). El juicio venidero para todos los hombres deja muy
en claro la necesidad de entrar por fe en la gracia de Dios, que es proporcionada
por la muerte de Cristo. Aunque el juicio es seguro, aquellos que han entrado en
la gracia en la era actual encontrará n que su juicio es un juicio de gracia y
consistirá para el creyente en una evaluació n de su vida y servicio como base
para la recompensa, como se muestra en la doctrina. del tribunal de Cristo (2
Cor. 5:10).

La promesa de la santificación eterna


Hebreos 10:14-18. De acuerdo con la discusió n anterior del nuevo pacto, se
enfatiza la superioridad del sacrificio de Cristo a los sacrificios en el Antiguo
Testamento. Como dice Hebreos, “porque con un solo sacrificio hizo perfectos
para siempre a los santificados” (v. 14). Como lo cumplió Israel en su
restauració n milenaria, el nuevo pacto establece que Dios “'pondrá mis leyes en
sus corazones, y las escribiré en sus mentes'. Luego agrega: 'Sus pecados y actos
ilícitos recordaréno má s '”(vv. 16-17). Debido a que la ú nica ofrenda de Cristo
es suficiente por el tiempo y la eternidad, la conclusió n es: “Y donde éstos han
sido perdonados, ya no hay sacrificio por el pecado” (v. 18). En consecuencia,
un cristiano en la era actual no está obligado a traer las ofrendas que el judío
tenía que traer en el Antiguo Testamento bajo el pacto mosaico. Los sacrificios
mosaicos eran una cobertura temporal, esperando típicamente el sacrificio de
Cristo. Ahora que ha tenido lugar el sacrificio de Cristo, ya no son necesarios.

La promesa de que Cristo vendrá


Hebreos 10:37. Mientras el cristiano espera con ansias el alivio de las
persecuciones y dificultades actuales, se le da la promesa: “Porque en muy poco
tiempo, 'El que ha de venir, vendrá y no tardará '” (v. 37). La referencia, sin
duda, es al rapto de la iglesia cuando todo cristiano, vivo o muerto, será
arrebatado por el Señ or. Necesariamente, esto pondrá fin a los conflictos y
problemas de esta vida y constituirá una parte de la esperanza segura de un
cristiano que busca a Dios para resolver sus problemas.

La promesa de un juicio futuro sobre la Tierra


Hebreos 12:26. Al revisar los juicios de Dios en el pasado, se recuerda que
se avecina un juicio futuro: “En ese momento su voz sacudió la tierra, pero
ahora ha prometido: 'Una vez má s sacudiré no solo la tierra sino también los
cielos '”(V. 26). La Escritura profética amplía esto tanto en el Antiguo como
en el Nuevo
Testamento y describe los terribles juicios, incluidos los terremotos, que
sacudirá n la tierra antes de la segunda venida de Cristo. Esto será parte del
programa de juicio de Dios sobre los malvados y también terminará en la
bendició n y el rescate de aquellos que son salvos. Un recordatorio del cará cter
frá gil de nuestro mundo actual es también un recordatorio de que las cosas
eternas que pertenecen a la fe cristiana no está n sujetas a cambio o destrucció n.

La inmutabilidad de Jesucristo
Hebreos 13: 8. Al considerar el pasado, el presente y el futuro relacionados
con la fe cristiana, este recordatorio dice: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y
por los siglos” (v. 8). Aunque hay progreso en la doctrina y progreso en la
experiencia y la historia registra muchos cambios, Jesucristo en Su deidad es el
mismo ayer, hoy y siempre. Aunque en la encarnació n participó de un cuerpo,
alma y espíritu humanos,que continú a por toda la eternidad después de Su
resurrecció n, en Su deidad Jesucristo es el mismo, teniendo los mismos
atributos, la misma gloria y el mismo poder. Los cristianos, en consecuencia, en
su fe en Cristo está n poniendo su confianza en cosas que no se pueden cambiar
porque está n relacionados con la persona de Cristo. Tomadas en su conjunto,
las profecías del libro de Hebreos sirven para apoyar y aclarar la fe cristiana
como la respuesta de Dios a la necesidad del hombre en el tiempo y la
eternidad.

PROFECÍA EN LAS EPÍSTOLAS DE JAMES Y 1 Y 2 PEDRO


La epístola de Santiago está dedicada principalmente a la vida cristiana prá ctica
y al énfasis en las enseñ anzas morales y éticas. Se incluyen dos menciones de la
venida de Cristo en relació n con la vida cristiana.

La promesa de la corona de la vida


Santiago 1:12. Aquellos que confiará n en el Señ or en un tiempo de prueba
son especialmente bendecidos: “Bienaventurado el hombre que persevera bajo
la prueba, porque cuando haya pasado la prueba, recibirá la corona de la vida
que Dios ha prometido a quienes lo aman ”(V. 12). Los creyentes será n
recompensados en el cielo por su fidelidad al Señ or. A menudo, estas
recompensas se caracterizan como coronas (1 Cor. 9:25; Fil. 4:1; 1 Tes. 2:19; 2
Tim. 4:8; 1 Pedro 5:4; Apocalipsis 2:10; 3:11; 4:4, 10). Las persecuciones
pueden traer humillació n y sufrimiento en la tierra. El hecho de que tengamos
vida eterna será una corona que nos distinguirá como pertenecientes al Señ or.

Esperando pacientemente la venida del Señor


Santiago 5:7-8. Se hace una comparació n entre los creyentes que esperan
la venida del Señ or y el agricultor que espera que madure su cosecha. Así como
la
cosecha está por venir, así la venida de Cristo culminará nuestra obra terrenal:
“Hermanos, sed pacientes hasta que venga el Señ or. Vea có mo el agricultor
espera que la tierra produzca su valiosa cosecha y qué paciente es con las
lluvias de otoñ o y primavera . Tú también, ten paciencia y mantente firme,
porque la venida del Señ or está cerca ”(vv. 7-8). Como dejó en claro Santiago,
mientras esperamos la venida del Señ or, debemos ser fieles en soportar el
sufrimiento y ser abundantes en nuestro servicio al Señ or. Especialmente,
debemos dedicarnos a la oració n, reconociendo que Dios escucha y contesta la
oració n (vv. 13-18).

Profecía de la certeza de nuestra herencia


1 Pedro 1:4-5. De acuerdo con la “esperanza viva” dada a los cristianos “por
la resurrecció n de Jesucristo” (v. 3), tienen una herencia futura que se les
guarda: “y en una herencia que nunca perecerá , estropeará ni se marchitará —
guardado en los cielos para ti ”(v. 4). Mientras tanto, mientras los cristianos
esperan su herencia, Dios los protege: “los que por la fe está n protegidos por el
poder de Dios hasta la venida de la salvació n que está lista para ser revelada en
los ú ltimos tiempos” (v. 5). Esta herencia es segura debido a la promesa de
Dios en gracia. Pedro continuó diciendo que las persecuciones y las pruebas en
Cristo demuestran la autenticidad de la fe de un creyente.

Profecía de persecución, que refinará la fe


1 Pedro 1:7. Por un lado, nuestra herencia es segura debido a la promesa de
Dios; por otro lado, es cierto porque nuestra fe se demuestra a través de la
persecució n: “Estos han venido para que vuestra fe, má s valiosa que el oro, que
perece aunque refinada por el fuego, resulte genuina y resulte en alabanza,
gloria y honra cuando Jesucristo sea revelado ”(v. 7). Aunque las persecuciones
por el momento resultan difíciles en la vida de cualquier cristiano, puede que se
sienta animado por el hecho de que su fidelidad en estas circunstancias prueba
la autenticidad de su fe y, por lo tanto, su derecho a recibir la recompensa que
será suya en el cielo. Sus persecuciones también será n motivo de alabanza a
Jesucristo.

Profecía de que la Palabra de Dios permanecerá para siempre


1 Pedro 1:25. En contraste con lo que es temporal, como se ilustra en la
hierba y las flores en el campo, se hizo la declaració n, "la palabra del Señ or
permanece para siempre" (v. 25). El cristiano puede observar que nuestro
mundo actual está decayendo y no durará para siempre. Por el contrario, las
cosas que pertenecen a nuestra fe cristiana nunca dejará n de ser verdad y será n
apoyadas por la Palabra de Dios, que permanece para siempre.
La promesa del fin está cerca de cumplirse
1 Pedro 4: 7. En la breve declaració n, “El fin de todas las cosas está cerca”
(v. 7), el hecho de que la vida no continuará para siempre debería ser un
estímulo para los cristianos que está n pasando por serios problemas. La
peregrinació n de un cristiano en la tierra es temporal y pronto puede ser
interrumpida por el rapto de la iglesia. Esto debería servir como un estímulo
para el servicio fiel y la perseverancia donde las persecuciones y las pruebas
pueden ser la suerte de un cristiano individual.

La bienvenida prometida al reino de Dios


2 Pedro 1:11. Al asegurarnos de que nuestra fe en Cristo sea real, se le
recuerda al cristiano: “Recibirá s una rica bienvenida en el reino eterno de
nuestro Señ or y Salvador Jesucristo” (v. 11). Aunque es posible que el mundo
no siempre dé la bienvenida a los cristianos y su testimonio, y que haya
oposició n e incluso la muerte de un má rtir, como en el caso de Pedro, sigue
siendo cierto que podemos anticipar, ya sea mediante la muerte o mediante el
rapto, que seremos recibido y reconocido pú blicamente como parte del reino
de Dios.

Profecía de que vendrán maestros apóstatas


2 Pedro 2:1–22. Cuando Pedro se acercaba al final de su vida, se sintió
abrumado por la evidencia de corrupció n en la doctrina y desviació n de la fe
por parte de aquellos que eran apó statas, es decir, personas que aparentemente
afirman ser cristianos pero en realidad no tienen fe cristiana. En consecuencia,
a quienes lean su segunda epístola, escrita poco antes de su muerte, se les
advierte que estos maestros no solo rechazará n la verdad ellos mismos, sino
que traerá n enseñ anzas radicales y destructivas.
Estos falsos maestros fueron descritos: “Pero también hubo falsos profetas
entre el pueblo, así como habrá falsos maestros entre ustedes. En secreto
introducirá n herejías destructivas, incluso negando al Señ or soberano que las
compró , trayendo sobre ellos una rá pida destrucció n. Muchos seguirá n sus
caminos vergonzosos y desacreditará n el camino de la verdad. En su codicia,
estos maestros te explotará n con historias que han inventado. Su condenació n
se cernía sobre ellos desde hace mucho tiempo, y su destrucció n no dormía
”(vv. 13).
Al tratar con herejías, Pedro no estaba describiendo pequeñ as
desviaciones de la fe, sino lo que era esencial para la salvació n y la esperanza.
Los falsos maestros será n culpables de “aun negar al Señ or soberano que los
compró ” (v. 1).
De importancia en este pasaje es la palabra para "redenció n", traducida
como "comprado", y se usa incluso para estos falsos maestros. Los estudiosos
debaten si incluye a todos los hombres. Este es uno de los pasajes centrales que
demuestran que cuando Cristo murió , É l murió para hacer que todo el mundo
fuera salvo, muriendo incluso por aquellos que no se vuelven a Cristo y
rechazan la salvació n ofrecida. La condenació n de los impíos es aú n mayor
porque Cristo murió por ellos, y ellos rechazaron que É l les proveyó en gracia.
La condenació n de los falsos maestros se vio a la luz del juicio de Dios
sobre los á ngeles, para quienes no había gracia ni misericordia: “Porque si Dios
no perdonó a los á ngeles cuando pecó , pero los envió al infierno, poniéndolos
en ló bregos calabozos para ser llevados a juicio; si no perdonó al mundo
antiguo cuando trajo el diluvio sobre su pueblo impío, sino que protegió a Noé,
un predicador de justicia, ya otros siete; si condenó las ciudades de Sodoma y
Gomorra, quemá ndolas hasta convertirlas en cenizas, y las convirtió en un
ejemplo de lo que les va a pasar a los impíos; y si rescató a Lot, un hombre justo,
que estaba angustiado por la vida inmunda de los malhechores (porque ese
hombre justo, que vivía entre ellos día tras día, fue atormentado en su alma
justa por las malas acciones que vio y oyó ), si esto es así, entonces el Señ or
sabrá có mo rescatar a los piadosos de las pruebas y retener a los injustos para
el día del juicio, mientras continú a su castigo ”(vv. 4-9).
En consecuencia, si los cristianos son atormentados por los terribles
pecados del mundo inconverso, como lo fue Lot en su época, pueden estar
seguros, junto con Lot, de que el juicio de Dios en su momento apropiado se
encargará de los malvados.
La absoluta falta de cará cter moral de los malvados se describió má s
adelante en el sentido de que "calumnian a los seres celestiales" (v. 10), en sus
"acusaciones difamatorias contra tales seres en la presencia del Señ or" (v. 11) y
su blasfemia. en doctrina esencial “que no entienden” (v. 12), aunque “son
manchas y defectos, que se deleitan en sus placeres mientras se deleitan con
vosotros” (v. 13). Aunque es cierto que sus "ojos" está n "llenos de adulterio" y
"seducen a los inestables" (v. 14), será n juzgados en el tiempo de Dios y
llevados al castigo apropiado por sus actos.
Se hace una comparació n entre estos falsos maestros y Balaam, un profeta
de Dios (Nú m. 22) que fue contratado para maldecir a Israel, aunque se le
impidió hacerlo (2 Pedro 2:15-16). Estos falsos maestros “son manantiales sin
agua y nieblas impulsadas por una tormenta. Las tinieblas má s negras está n
reservadas para ellos ”(v. 17). Su oratoria ganadora y su promesa de libertad no
son respaldadas, y quienes los sigan estará n “peor al final de lo que estaban al
principio” (v. 20). Esta negació n mordaz de los maestros apó statas refleja el
enfoque de Dios a este importante aspecto de la vida moderna en el que
muchos rechazan la Palabra de Dios y sustituyen las religiones de los hombres.
Pedro les
aseguró a los creyentes que aunque en esta vida podamos sufrir persecució n y
prueba, al final los justos triunfará n y los malvados perecerá n.

Profecía de incredulidad con respecto a la segunda venida


2 Pedro 3:3–7. En vista de la perspectiva profética de esta epístola, escrita
tan poco antes del martirio de Pedro, se anticipa que habrá burlas en todo el
mundola segunda venida. Pedro declaró : “Primero que nada, debes entender
que en los ú ltimos días vendrá n burladores, burlá ndose y siguiendo sus propios
malos deseos. Dirá n: '¿A dó nde viene esto que prometió ? Desde que nuestros
padres murieron, todo sigue igual desde el principio de la creació n ”(vv. 3-4).
El argumento de los burladores es que debido a la uniformidad de la
naturaleza, es decir, actuar siempre de acuerdo con la ley natural, no hay lugar
para un evento milagroso, como una persona que regresa y que una vez
murió . Argumentaron que aunque Dios creó el mundo (una concesió n por parte
de los incrédulos), desde entonces se ha ocupado del mundo enteramente sobre
la base de las leyes naturales. Como lo expresaron, “todo sigue como lo ha
hecho desde el principio de la creació n” (v. 4).
Sin embargo, estos burladores han pasado por alto muchas cosas. Si tienen
razó n, no hay nada en los relatos de la Biblia de los muchos milagros que Dios
realizó , como el milagro del diluvio y muchos milagros relacionados con la
liberació n de Israel de Egipto y, por supuesto, lo má s importante, el
acontecimiento sobrenatural de Jesucristo encarnado.
Pedro acusó a los burladores de tener poca memoria y de olvidarse a
propó sito: “Pero olvidan deliberadamente que hace mucho tiempo por la
palabra de Dios existían los cielos y la tierra se formó del agua y del agua” (v. 5).
Aunque pasaron por alto la cuestió n del origen de todas las cosas al decir que
Dios las creó , no se dieron cuenta de que esto reconoce que Dios tiene poder
sobrenatural sobre las leyes naturales y que puede cambiar algunas o todas
ellas segú n su voluntad.
Pedro también los acusó de olvidar el hecho histó rico del diluvio. En el
versículo 5 mencionó que “la tierra fue formada de agua y de agua”,
refiriéndose al relato de Génesis 1. Sin embargo, en la historia se agregó el
relato del diluvio de Noé cuando estas mismas aguas que eran prominentes en
la creació n ahora cubrían la tierra y la destruyó : “Por estas aguas también el
mundo de entonces fue inundado y destruido” (v. 6). La misma Palabra de Dios,
que predijo el diluvio y lo cumplió , también predijo que no habría má s diluvio y
que la pró xima destrucció n del mundo será por fuego: “Por la misma palabra,
los cielos y la tierra actuales está n reservados para el fuego. guardado para el
día del juicio y destrucció n de los impíos ”(v. 7).
Profecía del juicio de Dios aunque Dios espera ofrecer salvación
2 Pedro 3:8–9. Sin embargo, el hecho es que la segunda venida de Cristo no
ocurrió de inmediato, como quizá s anticiparon muchos de los primeros
cristianos. Aquí Peterpresentó el punto de vista de Dios sobre el tiempo en
comparació n con el del hombre: “Pero no olviden esto, queridos amigos: para el
Señ or, un día es como mil añ os, y mil añ os como un día” (v. 8). Este es un verso
que comú nmente se malinterpreta en el sentido de que mil añ os no significa mil
añ os. El contraste no es entre el significado literal y no literal, sino entre la
visió n de Dios y la visió n del hombre. Para Dios, que existió desde toda la
eternidad pasada, un día de veinticuatro horas podría ser como mil añ os de
historia humana. Si uno intenta escribir todos los eventos de un solo día, todo lo
que hicieron los hombres, todo lo que hicieron los animales, todo lo que ocurrió
en el mundo vegetal y otros aspectos de la creació n, sería imposible dar una
cronología del trabajo de uno. día. Los hechos de los eventos en un día serían
má s grandes que mil añ os de historia humana tal como los ve el hombre. Dios
mira al mundo microscó picamente. É l sabe todo acerca de los eventos
enredados que forman un solo día de veinticuatro horas.
Por otro lado, mil añ os de historia humana es también un tiempo breve
para Dios, que existió desde toda la eternidad pasada, y puede compararse con
la experiencia del hombre de un día de veinticuatro horas. Cuando se trata de
un Dios infinito que siempre ha existido, no se puede argumentar por lo tanto a
partir de factores temporales. El paso de dos mil añ os desde la primera venida
de Cristo no debería ser motivo para ver la segunda venida con
incertidumbre. Como lo expresó Pedro: “El Señ or no tarda en cumplir su
promesa, como algunos entienden la lentitud. É l es paciente contigo, no
queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento ”(v.
9).
En lugar de estar desatento y lento en responder a la promesa de la
segunda venida, Dios tiene un propó sito amoroso al querer extender el mensaje
de salvació n y de perdó n lleno de gracia a má s personas antes de que llegue el
momento del juicio. En otras palabras, Dios está esperando que escuchen
algunos que no han escuchado. Está esperando que respondan otros que lo han
escuchado. No desea castigar a nadie con castigo eterno; Quiere que todos los
hombres se arrepientan.
Aquí tenemos el contraste entre la voluntad soberana de Dios y sus
deseos. En la naturaleza de un universo moral donde los hombres tienen
opciones para crear la situació n, Dios sabía que no todos elegirían el camino
correcto. En su corazó n de amor, que ha proporcionado gracia a todos los
hombres a través de Jesucristo, Dios quiere que todos se salven y quiere darles
todo el tiempo que sea posible para escuchar y responder al mensaje. El hecho
es que, independientemente de cuá ndo viniera el Señ or, habría muchos que no
creyeran. La situació n será similar a la de los días de Noé, usando una
ilustració n en las Escrituras (Mat.24:37-39). Aunque el arca tardó má s de cien
añ os en construirse y Noé fue fiel al decirle a la gente por qué se estaba
construyendo, no parecía haber respuesta al mensaje de Noé, excepto de parte
de su propia familia; sus tres hijos y sus esposas compartían esta fe. En el
momento de la segunda venida de Cristo, algunos no estará n listos, mientras
que otros estará n esperando su venida.

La inminente destrucción de la tierra


2 Pedro 3:10–14. En referencias anteriores al día del Señ or, como en 1
Tesalonicenses 5, se describió que el período comenzaba con el rapto
y continuaba durante el período de la tribulació n y terminaba al final del
milenio. Aquí el cuadro completo se revela nuevamente con énfasis en el final
final: “Pero el día del Señ or vendrá como un ladró n. Los cielos desaparecerá n
con un rugido; los elementos será n destruidos por el fuego, y la tierra y todo lo
que hay en ella quedará al descubierto ”(v. 10). Esto no ocurrirá al principio
sino al final del día del Señ or, que será el fin del reino milenial (Apocalipsis
20:11; 21:1). La descripció n de la destrucció n de la tierra por el fuego es
catastró fica y apoya la conclusió n de que la tierra nueva, creada segú n el
versículo 1, reemplazará por completo a nuestra tierra actual. Como saben los
científicos, la tierra está compuesta de estructura ató mica, que se mantiene
unida por el poder de Dios. Así como Dios lo creó de la nada, también puede
desecharlo y convertirlo en nada en preparació n para el estado eterno.
La aplicació n prá ctica de todo esto, por supuesto, es que los cristianos
deben considerar nuestro mundo actual como un hogar temporal. Pedro hizo la
pregunta: “Ya que todo será destruido de esta manera, ¿qué clase de personas
deberías ser? Debes vivir una vida santa y piadosa mientras esperas con ansias
el día de Dios y apresura su venida ”(2 Pedro 3:11-12). En el versículo 12 se
encuentra una nueva expresió n que no es comú n en las Escrituras: "El día de
Dios". Naturalmente, surge la pregunta de si este es el día del Señ or o si tiene un
significado especial.
Aunque la conclusió n puede ser debatida, un punto de vista es que el día
del Señ or, que comienza en el rapto y termina en el milenio, será seguido por el
día de Dios, que es el día de la eternidad. Así como el día del Señ or terminará , y
entonces comenzará el día de Dios, el futuro traerá los diversos eventos que se
encuentran en el medio.
Se arroja má s luz sobre el tema de si la tierra será restaurada o destruida
en el momento de la creació n de los nuevos cielos y tierra. Como declaró Pedro:
"Ese díatraerá destrucció n de los cielos por fuego, y los elementos se
derretirá n con
el calor ”(v. 12). Esta descripció n de la destrucció n ató mica de la tierra lleva a la
conclusió n de que la nueva tierra será completamente diferente, sin ninguno de
los hitos geográ ficos que se relacionan con nuestra tierra actual. No habrá má s
océano, no má s Mar Rojo, no má s Río Jordá n, no habrá sol ni luna. La tierra
nueva será completamente diferente, como se describe en Apocalipsis 21-22.
Aunque se advierte a los cristianos sobre la naturaleza temporal de
nuestro mundo actual, también se les asegura que pueden esperar un
hogar eterno. "¡Pero de acuerdo con su promesa, esperamos un cielo nuevo y
una tierra nueva, el hogar de la justicia!" (2 Pedro 3:13). Esto, por supuesto, es
la revelació n del cielo nuevo y la tierra nueva, que se describen en detalle en
Apocalipsis 21-
22. Este es el objetivo final de la fe cristiana y el hogar final de los redimidos de
todas las edades.
Al contemplar el majestuoso programa de Dios, tanto en el juicio como en
la restauració n, Pedro descubrió que había una aplicació n prá ctica: “Entonces,
queridos amigos, ya que está n esperando esto, hagan todo lo posible por ser
hallados sin mancha, sin culpa y en paz con él ”(2 Pedro 3:14). Esto, por
supuesto, se refiere a la venida del Señ or para siempre a través de los eventos
que siguen.
En la conclusió n de 2 Pedro, señ aló la necesidad de paciencia, fe y
anticipació n, y la necesidad de estar en guardia para que no caigan de la fe.

PROFECÍA EN 1, 2 Y 3 JUAN Y LA EPÍSTOLA DE JUDAS


Las profecías en las epístolas de Juan está n significativamente relacionadas con
el caminar cristiano en comunió n con el Padre.

Los deseos temporales del mundo en oposición a la voluntad eterna de Dios


1 Juan 2:17. En el contexto anterior, Juan reveló que los cristianos no deben
amar al mundo porque todo lo que hay en el mundo es pecaminoso, incluidas
las tres principales líneas de tentació n: la carne o "los antojos del hombre
pecador", la lujuria o los deseos de sus ojos. y orgullo o jactancia, y no viene “del
Padre, sino del mundo” (vv. 15-16). Desde el punto de vista cristiano de la fe, se
hace la predicció n: “El mundo y sus deseos pasan, pero el que hace la voluntad
de Dios, vive para siempre” (v. 17). Aunque Juan estaba principalmente
preocupado por el efecto del pecado en la vida de un cristianoahora y la
necesidad de caminar en comunió n con Dios, esta profecía señ aló el cará cter
eterno de la voluntad de Dios y la importancia del cristiano enfatizando las
cosas que son eternas en contraste con el cará cter temporal de las cosas del
mundo.

Tener confianza ante el Señor en su aparición


1 Juan 2:28. Como punto culminante de la exhortació n anterior, en la que
Juan advirtió a sus lectores sobre la apostasía y la importancia de escuchar al
Espíritu Santo que mora en nosotros mientras distingue lo que es verdadero y
lo que es falso, se anima al lector a continuar sirviendo al Señ or para que no te
avergü ences delante de Cristo en su venida. “Y ahora, queridos hijos,
permanezcan en él, para que cuando él aparezca, estén seguros y sin vergü enza
ante él en su venida” (v. 28). Aunque ningú n cristiano puede llevar una vida
perfecta, el tenor general de su vida sirviendo al Señ or o no sirviendo al Señ or
será evidente en el momento del juicio divino.

La promesa de ser como Cristo


1 Juan 3:2-3. La exhortació n previa a estar sirviéndole cuando É l venga está
respaldada por la revelació n del amor del Padre (v. 1). Juan señ aló la
importancia de ser llamados “hijos de Dios” (v. 2) ahora, incluso si no sabemos
lo que seremos. John dijo: “Queridos amigos, ahora somos hijos de Dios y aú n
no se ha dado a conocer lo que seremos. Pero sabemos que cuando él aparezca,
seremos como él, porque le veremos tal como es ”(v. 2).
El hecho de que un creyente pueda ver a Cristo en su aparició n indica que
se producirá una transformació n de los creyentes en el mundo. Varias veces en
las Escrituras se aclara que el hombre en su estado natural no puede soportar
estar en la presencia del Dios Santo. Pablo, por ejemplo, quedó ciego cuando vio
al Cristo glorificado (Hechos 9: 8), y el apó stol Juan cayó a los pies de Cristo
como si estuviera muerto (Apocalipsis 1:17). En consecuencia, esta Escritura
deja en claro que cuando lo veamos, seremos como É l. Es decir, que seremos
libres de pecado y podremos estar có modos en la presencia del Dios Santo
porque Cristo, cuando É l aparezca, se nos aparecerá y veremos Su gloria (Tito
2:13).
Se les da un incentivo má s a los cristianos para que vivan para Cristo
ahora, de modo que sus vidas no sean criticadas cuando estén en Su presencia.
La aplicació n de esto esque se encuentra en el siguiente versículo: “Todo el que
tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan
3:3). Este pasaje se refiere a la obra presente de santificació n, ya que purifica en
tiempo presente. Toda la doctrina de la santificació n revela que los cristianos
deben volverse cada vez má s como Cristo en sus vidas en la tierra, y tienen la
perspectiva de ser perfectamente como É l cuando lo vean.
Los elementos de la santificació n se revelan en las Escrituras. La presencia
del Espíritu Santo que mora en nosotros es la guía y el maestro del cristiano. A
medida que los cristianos se rinden a Cristo, experimentará n el poder
santificador de la Palabra de Dios. La experiencia de la oració n y la comunió n
con Dios también es una experiencia santificadora. Mezclarse con otros
cristianos que sirven a Dios también constituye una obra de santificació n. En
consecuencia, la esperanza de la aparició n de Cristo es un evento inminente,
que podría ocurrir en cualquier momento, y debería impulsar a un cristiano
a servir al Señ or y
continuar en el proceso de santificació n en anticipació n de la santificació n final
en la presencia de Cristo.
Las profecías incluidas en 1 Juan conectan nuestra vida presente con la
esperanza del regreso de Cristo de acuerdo con el tema principal de la
epístola. No se menciona ninguna profecía en las epístolas de 2 Juan y 3 Juan.

La profecía de Enoc sobre la segunda venida


Judas 14-15. Judas citó a Enoc quien, como Elías, fue al cielo sin
experimentar la muerte (Heb. 11:5). Esta profecía con respecto a la segunda
venida de Cristo enfatizó el hecho de que É l estará acompañ ado por miles de
á ngeles, y en esa ocasió n juzgará la iniquidad de los impíos de acuerdo con las
declaraciones anteriores de Judas sobre el alcance de la apostasía y el juicio de
Dios sobre ellos. “Enoc, el séptimo desde Adá n, profetizó acerca de estos
hombres: 'Mira, el Señ or viene con miles y miles de sus santos para juzgar a
todos, y para condenar a todos los impíos de todos los actos impíos que han
hecho de la manera impía y de todas las duras palabras que los pecadores
impíos han dicho contra él '”(vv. 14-15).
Esta cita de Enoc no se encuentra en ninguna otra parte de la Biblia.
Debido a la similitud de esto con una declaració n en lo que se conoce como el
"libro de Enoc", uno de los libros apó crifos que no estaba incluido en la Biblia,
se ha planteado la pregunta de si la cita es del mismo Enoc o de este escrito. ,
que en sí mismo no fue inspirado. Independientemente de su fuente, esta cita
de este libro se registró aquí como verdadera bajo la inspiració n del Espíritu
Santo. En consecuencia, si se trataba de un especialrevelació n dada a Enoc, que
es similar a lo que se registró en el libro de Enoc, o si él citó del libro apó crifo de
Enoc no afecta la verdad o la exactitud de esta profecía.
Una verdad similar se enfatiza en Apocalipsis 19:11-21, cuando Cristo
regrese. Como se incluye aquí en la epístola de Judas, hay un recordatorio de
que Dios tratará con aquellos que enseñ an doctrinas falsas y que son apó statas
con respecto a la fe. Su hipocresía, maldad e incredulidad se describen
grá ficamente en los versículos anteriores. En consecuencia, se advierte al lector
contra los apó statas y en contra de seguir sus enseñ anzas y, al mismo tiempo,
se le advierte del hecho de que los apó statas está n sujetos a los juicios
escrutadores de Dios.

El poder guardián de Dios


Judas 24-25. Al final de este libro, que trata principalmente del tema de la
apostasía, Judas tranquilizó al cristiano de que puede experimentar el poder
guardiá n de Dios para no caer en errores doctrinales y no seguir el ejemplo de
los maestros apó statas. Judas escribió : “Al que puede evitar que caigas y
presentarte ante su gloriosa presencia sin falta y con gran gozo, al ú nico Dios
nuestro Salvador sea la gloria, la majestad, el poder y la autoridad, por
Jesucristo nuestro Señ or, antes de todas las edades, ahora y para siempre!
Amén ”(vv. 24- 25).
En la actualidad, cuando los apó statas está n enseñ ando doctrinas falsas, el
poder de Dios puede impedir que un cristiano siga sus enseñ anzas equivocadas
y su mal ejemplo. Al mismo tiempo, al cristiano se le asegura que llegará el día
en que será presentado a Dios como un trofeo de su gracia y que será sin falta y
con gran alegría. Judas amplió la naturaleza de Dios, que los creyentes verá n en
ese momento, incluida Su gloria, majestad, poder y autoridad. Este es un
recordatorio importante de que, si bien el mal parece florecer, Dios en Su
tiempo lo juzgará y manifestará Sus santas y justas perfecciones.
13

INTRODUCCIÓN GENERAL Y PROFECÍA ACERCA DE


LA IGLESIA EN APOCALIPSIS

INTRODUCCIÓ N GENERAL A LA PROFECÍA EN EL


LIBRO DE REVELACIÓ N
El libro de Apocalipsis, que llega como punto culminante de los libros
anteriores de las Escrituras, concluye con los principales temas de la profecía
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Debido a su enorme alcance y
revelació n detallada, estas profecías se considerará n en tres divisiones: (1)
Profecía en Revelació n acerca de la Iglesia (1–3); (2) La visió n de Juan del cielo
y el tiempo del fin (4–18); y (3) Profecía sobre la Segunda Venida, el Milenio y el
Estado Eterno (19-22).
El libro de Apocalipsis es ú nico como el ú nico libro del Nuevo Testamento
que es apocalíptico y similar en estilo a los libros del Antiguo Testamento como
Ezequiel, Daniel, Joel y Zacarías. La palabra apocalíptico es una transliteració n
de la palabra griega apokalypsis , que significa "descubrir o revelar". Sin
embargo, los libros apocalípticos del Antiguo Testamento, así como el libro de
Apocalipsis en el Nuevo Testamento, difieren ampliamente de los escritos
apocalípticos que está n fuera de la Biblia, que generalmente no tienen un autor
específico y, a menudo, son fantasiosos e imposibles de organizar.
teoló gicamente. Un libro apocalíptico es aquel que afirma ser una revelació n
divina, por lo general revela el futuro y presenta la revelació n en términos no
literales que requieren interpretació n.
Los libros bíblicos que son verdaderamente apocalípticos, sin embargo, no
solo contienen este elemento sino también profecía simple en palabras
ordinarias, que frecuentemente explican la visió n o un símbolo después de que
la revelació n se da simbó licamente. Por esta razó n, la interpretació n de los
libros bíblicos que son apocalípticos no es necesariamente incierta. Un libro
apocalíptico requiereinterpretació n basada en la revelació n dada en el pasaje
mismo, así como en otros libros de cará cter profético en las Escrituras.
Aunque algunas referencias simbó licas en los libros apocalípticos no son
seguras de interpretació n, la mayoría de ellas dan un significado literal que
describe un evento o situació n futuros. En consecuencia, en los libros bíblicos
apocalípticos, el pensamiento principal es el de la revelació n, ya sea dada
simbó licamente o en términos ordinarios.
Porque el libro de Apocalipsis presenta un futuro escatoló gico específico,
que incluye el concepto de un período literal extendido de terribles problemas,
una segunda venida literal de Cristo, un reino de mil añ os después de la
segunda venida, y un cielo nuevo y una tierra nueva como la ú ltima residencia
de los santos, aquellos que difieren con estos conceptos teoló gicos tienden a
ofrecer alguna forma de interpretació n del libro de Apocalipsis que no
conducirá a estas conclusiones teoló gicas. Se han empleado al menos cuatro
métodos de interpretació n divergentes.
1. La interpretació n alegó rica es un intento de interpretar el libro de
Apocalipsis en un sentido no literal, en el que el intérprete encuentra algú n
significado diferente al significado simple del término en sí. A menudo se afirma
que esta es una interpretació n espiritual en oposició n al literalismo, pero es una
falsa antítesis. Una interpretació n literal puede ser la interpretació n espiritual.
Aunque el libro de Apocalipsis se consideró en el siglo II como una
revelació n genuina, debido al surgimiento de una escuela de teología en
Alejandría, Egipto, en el siglo III que intentó hacer de toda la Biblia una gran
alegoría, esta misma interpretació n se aplicó a el libro de Apocalipsis. Esto les
resultaba aceptable porque no les planteaba puntos de vista teoló gicos sobre el
futuro que les resultaban inaceptables. Los teó logos contemporá neos,
independientemente de su punto de vista teoló gico, reconocieron que la
interpretació n alegó rica de la Biblia en su conjunto no está justificada y
consideraron la escuela de Alejandría como bá sicamente herética.
San Agustín de Hipona en los siglos IV y V intentó limitar el punto de vista
de la alegoría a la escatología en lugar de a toda la Escritura, y este punto de
vista fue seguido por muchos. El siguiente resultado de la interpretació n
alegó rica, sin embargo, es negar que el libro de Apocalipsis tenga algo
específico que decir sobre eventos futuros.
2. El acercamiento del preterista al libro de Apocalipsis es similar al
método alegó rico pero es má s limitado en su aplicació n de interpretació n
no literal. DebajoCon este enfoque, el libro de Apocalipsis se considera una
presentació n simbó lica de los conflictos de la iglesia primitiva, convirtiéndolo
en una historia simbó lica de la iglesia primitiva en lugar de una revelació n
profética del futuro. Este punto de vista afirma que hay dos enfoques bá sicos
del libro de Apocalipsis, a saber, el predictivo o el descriptivo, y eligen una
visió n descriptiva que elimina el elemento profético. Los eruditos que se
oponen a la interpretació n literal del libro de Apocalipsis tienden a combinar la
visió n del preterista con alguna forma de interpretació n alegó rica o no literal
que les permitirá explicar su punto de vista sin contradecir el libro de
Apocalipsis.
3. El enfoque histó rico del libro de Apocalipsis es uno de los má s
populares, que se ha seguido a lo largo de los siglos de la iglesia cristiana.
Adoptando una interpretació n un tanto simbó lica del libro de Apocalipsis
similar al enfoque preterista, los intérpretes afirman que el libro de Apocalipsis
es una historia simbó lica de la iglesia, que, en general, rastrea sus luchas
que resultan en el triunfo final de la iglesia. En consecuencia, tiene cierto
cará cter predictivo. Esto es popular entre los posmilenaristas, ya sean
conservadores o liberales, y fue sostenido por teó logos que eran considerados
ortodoxos en otras á reas de la teología.
Uno de los principales problemas de la visió n histó rica, sin embargo, es
que cada intérprete intentó que el libro culminara con su generació n, lo que dio
lugar a una gran variedad de interpretaciones. En consecuencia, es imposible
encontrar dos intérpretes histó ricos que proporcionen la misma interpretació n
del libro de Apocalipsis, y no deja un patró n de verdad significativa con ningú n
consenso que la apoye. Las opiniones que tienden a evitar el clímax teoló gico
del libro de Apocalipsis como una serie de eventos literales tienden a combinar
de una forma u otra un enfoque no literal que deja la interpretació n en un
estado de confusió n.
4. Debido a que ninguno de los enfoques anteriores ha logrado un
consenso reconocido, muchos eruditos conservadores se han volcado hacia el
enfoque futurista, viendo el libro como una profecía del futuro, especialmente a
partir de Apocalipsis 4. Bajo esta interpretació n, Apocalipsis 4–18 trata sobre
eventos. que aú n son futuros; Apocalipsis 19 trata de una segunda venida
literal; Apocalipsis 20 trata sobre un futuro reinado de mil añ os de Cristo en la
tierra; y Apocalipsis 21-22 se considera una descripció n del estado eterno.
Sin embargo, seguir esta interpretació n requeriría que los intérpretes
fueran premilenialistas, sosteniendo la opinió n de que Cristo regresará primero
en Su segunda venida y que sigue el reinado de Cristo de mil añ os, en contraste
con la visió n posmilenial, que sitú a la segunda venida de Cristo al final del
reinado del milenio. Por supuesto, se producen innumerables variaciones en las
diversas interpretaciones del libro, pero en general, la ú nica visió n que ofrece
algú n consenso es la visió n futurista.
Bajo la mirada futurista, se le da el debido reconocimiento a lo simbó lico y
la necesidad de interpretar los símbolos. Sin embargo, a menudo esto se hace
en el contexto mismo de la revelació n, o puede determinarse por referencia a
otros libros proféticos de la Biblia. Aunque algunas revelaciones simbó licas
todavía no se comprenden completamente, una sorprendente cantidad de
pasajes arroja una conclusió n fá ctica con respecto a eventos futuros. Las
objeciones a la visió n futurista suelen ser de naturaleza teoló gica, ya que
algunos se resisten a la posició n teoló gica adoptada por los premilenaristas. A
menudo se hace la acusació n de que el libro no brindaría suficiente consuelo a
quienes lo leyeron a lo largo de la historia de la iglesia si fuera completamente
futurista. Sin embargo,
este punto de vista pasa por alto el hecho de que toda profecía, hasta cierto
punto, es futurista y constituye una revelació n de lo que abarca la fe.
En la medida en que la visió n futurista ofrece la ú nica base só lida para una
forma de interpretació n consistente y verificable, este es el punto de vista
adoptado en este trabajo.
Algunos de los símbolos del libro de Apocalipsis tienen un uso
generalizado de nú meros que, aunque se toman literalmente, también pueden
tener un significado simbó lico. Estos nú meros incluyen
3; 3 / ; 4; 5; 6; 7; 10; 12; 24; 42; 666; 1.000; 1.250; 12.000; 144.000; 100
1
2

millones; y 200 millones. Uno de los nú meros má s comunes mencionados es el


nú mero 7, que contiene el concepto de finalizació n. El libro de Apocalipsis
incluye 7 iglesias, 7 candelabros, 7 estrellas, 7 espíritus de Dios, 7 sellos en el
rollo, 7 á ngeles con 7 trompetas, 7 copas que contienen las 7 ú ltimas plagas, 7
truenos, 7.000 muertos en el terremoto (Ap. 12), el dragó n con 7 cabezas
(13:1), 7 colinas (Apocalipsis 17) y 7 reyes. Muchos de los otros nú meros se
utilizan con frecuencia en todo el libro de Apocalipsis. La evidencia apunta al
hecho de que estos nú meros siempre se usan en un sentido literal, aunque
también pueden tener un sentido simbó lico; es decir, si declara que hay 7
estrellas, hay 7 estrellas, no 6 u 8, y así con otros usos de los nú meros.
Una de las referencias má s significativas es a los 42 meses, o 1.260 días,
que es la duració n de la gran tribulació n (13:5). Esto se refiere a la ú ltima mitad
del período de siete añ os predicho en Daniel 9:27. Muchos intérpretes
encuentran la totalidad de los 7 añ os de verso 27 como el tema principal de la
Revelació n 6 a
18.
El énfasis, sin embargo, parece estar en los ú ltimos 3 / añ os, que es el
1
2

tiempo previsto de problemas sin precedentes de la cual CristoÉ l mismo habló


(Mat. 24:21-22). Se prestará má s atenció n a la interpretació n de los nú meros a
medida que aparecen en el libro de Apocalipsis.
Los símbolos abundan en el libro de Apocalipsis. La siguiente lista de
símbolos publicada en el Apocalipsis del autor (Moody Press, 2011, p. 31)
servirá para demostrar el cará cter simbó lico de muchos de los pasajes que
tratan sobre el futuro en el libro de Apocalipsis.
Aunque el libro de Apocalipsis a menudo se ve como irremediablemente
contradictorio y carente de informació n objetiva, ya que los intérpretes
modernos carecen de la clave para comprender su escritura, si se considera que
el libro tiene un significado real, sorprendentemente, varios de los pasajes
simbó licos arrojan profecías específicas. de eventos en el futuro. Esto se
demostrará en la interpretació n del propio libro.
Pocos libros de la Biblia hará n má s para aclarar la teología y el
pensamiento de un estudiante de las Escrituras que una comprensió n adecuada
del libro de Apocalipsis. Es lamentable que incluso los eruditos hayan tendido a
convertirlo
en un libro imposible de entender para nuestra generació n actual. Para un
comentario sobre el libro de Apocalipsis, vea Apocalipsis del autor , Moody
Press, 2011.

PROFECÍA EN EL LIBRO DE APOCALIPSIS ACERCA DE


LA IGLESIA
Profecía de la dramática revelación de Jesucristo en su segunda venida
Apocalipsis 1:7–8. El lector es desafiado, “Miren, viene con las nubes, y
todos los ojos lo verá n, incluso los que lo traspasaron; y todos los pueblos de la
tierra se lamentará n por él. ¡Así será ! Amén ”(v. 7). Debido a que este libro final
del Nuevo Testamento tiene como tema central la revelació n de Jesucristo, es
decir, lo que el mundo contemplará en el momento de la segunda venida, este
versículo es especialmente significativo y, en consecuencia, se insta al lector a
contemplar eso.
Cuando Cristo fue recibido por una nube en el momento de Su ascensió n
(Hechos 1:9), y cuando tres de los Evangelios mencionan Su venida en las nubes
(Mateo 24:30; 26:64; Marcos 13:26; 14:62 ; Lucas 21:27), entonces aquí Cristo
viene con nubes, las cuales reflejará n Su gloria. Sin embargo, a diferencia de la
ocasió n de Su ascensió n, las nubes no impedirá n que la gente lo vea, y declara
que “todo ojo lo verá ” (Ap. 1:7).
Se plantea la pregunta de có mo, en una situació n global con la població n
mundial en todo el mundo, en cualquier momento, todos los ojos podrá n ver la
venida de Cristo a la tierra. La respuesta parece encontrarse en 19:11-16. La
venida de Cristo, a diferencia del rapto, no será un evento instantá neo sino que
será una gigantesca procesió n de santos á ngeles y santos del cielo a la tierra. No
hay ninguna razó n por la que esto no deba tomar veinticuatro horas con su
finalizació n en el Monte de los Olivos. En ese período, la tierra girará , y sin
importar de qué direcció n venga Cristo, la gente podrá ver Su venida desde su
posició n en la tierra.
La aparició n de Cristo en la segunda venida contrasta con el rapto de la
iglesia, cuando no se dice nada acerca de que el mundo lo haya visto, y es
posible que el mundo no vea nada en el momento del rapto. Solo los cristianos
verá n Su gloria en el rapto (Tito 2:13).
El hecho de que incluso aquellos que lo traspasaron en Su crucifixió n lo
verá n en Su segunda venida presenta un problema, ya que no fueron salvos y en
ese momento estará n en el infierno y no estará n en condiciones de ver este
evento. Sin embargo, este problema se resuelve mediante la predicció n de
Zacarías 12:10, que dice: “Derramaré sobre la casa de David y los habitantes de
Jerusalén un espíritu de gracia y de sú plica. Me mirará n a mí, al que
traspasaron,
y llorará n por él como se llora por un hijo ú nico, y llorará n amargamente por él
como se lamenta por un hijo primogénito. Los que vivan en el momento de la
segunda venida en Israel será n, por tanto, representantes de los del primer
siglo que participaron en la muerte de Cristo. Aunque los gentiles realizaron el
acto de la crucifixió n, lo exigieron los judíos que, segú n las Escrituras,
“traspasaron” a Cristo. Los judíos que vivan en el momento de la segunda
venida aceptará n la responsabilidad.
El dolor de Israel, sin embargo, será compartido por otros pueblos del
mundo porque los pecados del mundo exigieron la muerte de Cristo. Como dice
la predicció n, “Todos los pueblos de la tierra llorará n por él” (Apocalipsis 1:
7). Esto es confirmado por Mateo 24:30, que dice: “En ese tiempo aparecerá en
el cielo la señ al del Hijo del Hombre, y todas las naciones de la tierra hará n
duelo. Verá n al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y
gran gloria ”. El luto de Israel, sin duda, será causado por su identidad con el
pueblo de Israel en el primer siglo, pero el luto de todos los pueblos de la tierra
probablemente se deba a que no son salvos y no está n listos para la venida del
Señ or. . La incredulidad del mundo ysu rechazo de Cristo se menciona con
frecuencia en el libro de Apocalipsis (6:15-17; 9:20-21; 16:9-11, 21). El
versículo termina con "Amén", que significa "así sea".
Al concluir el saludo, Juan cita a Cristo: “'Yo soy el Alfa y la Omega', dice el
Señ or Dios, 'que es, y que era y que ha de venir, el Todopoderoso'” (1:8). Al usar
el término “Alfa y Omega”, está usando la primera y la ú ltima letra del alfabeto
griego, de acuerdo con la idea de que Cristo es desde la eternidad pasada hasta
la eternidad futura. La expresió n "quién es, quién era y quién ha de venir" es la
misma expresió n que la declaració n hecha por el Padre en el versículo 4 y
culmina con el término "el Todopoderoso", una expresió n que se usa nueve
veces en el Libro de revelació n. Debido a que el ú ltimo libro de la Biblia se
ocupa principalmente de la revelació n de Jesucristo y Su gloria en el momento
de la segunda venida, es apropiado que estos ocho versículos de introducció n
presenten a Cristo como el Dios eterno y glorioso. El contraste, por supuesto, es
su primera venida cuando era un bebé en Belén, y su presencia se reveló solo a
unos pocos. En muchos aspectos, el libro de Apocalipsis contrasta con los
cuatro evangelios, que describen a Cristo en su primera venida.

La visión de Patmos
Apocalipsis 1:9-20. En el primer capítulo del libro de Apocalipsis, Juan, en la
isla de Patmos, donde estaba en el exilio, tuvo una tremenda revelació n de Jesú s
en Su gloria. A Cristo se le describe como “el Primero y el Ú ltimo. Yo soy el
Viviente; ¡Estaba muerto, y he aquí que estoy vivo por los siglos de los siglos!
(vv. 17-18). Esta fue una experiencia para Juan que ya había pasado, y
aunque el
primer capítulo de Apocalipsis presenta la futura venida de Cristo, en general,
el primer capítulo trata de cosas que fueron.
Comenzando con el mensaje de É feso y las otras seis iglesias, la narració n
continú a con las cosas que está n, es decir, que está n presentes en la era de la
iglesia. En consecuencia, aunque hay profecía, tiene que ver con el presente
má s que con el futuro (vv. 9-20).
Sin embargo, a partir del capítulo 4, toda la narració n trata de eventos que
aú n son futuros, y solo la interpretació n que los considere futuros puede dar
una interpretació n seria a los detalles de la profecía que se registra.

Profecía acerca de la Iglesia en Éfeso


Apocalipsis 2:1–7. A partir del capítulo 2, se revela que los mensajes
proféticos se comunicará n a las siete iglesias de Asia. Estas iglesias fueron
seleccionadas especialmente para elpropó sito de esta revelació n, ya que había
otras iglesias de Asia no mencionadas. Tenían algú n tipo de relació n geográ fica,
pero fueron seleccionados para representar la condició n espiritual de varias
iglesias locales. En consecuencia, los mensajes fueron, en primer lugar, para
cada una de las iglesias como iglesias. Cada mensaje, sin embargo, también se
dirige a individuos, y se dan promesas individuales a quienes escuchan.
También es cierto que a lo largo de la historia de la iglesia y de cada generació n,
surgirían iglesias similares que podrían beneficiarse al escuchar la exhortació n
dada a estas siete iglesias. Algunos sostienen que estas iglesias también, en
general, representan la historia de la iglesia: la idea de que la iglesia en É feso
representa a la iglesia apostó lica, los otros el progreso de la iglesia a través de
los siglos, y la iglesia en Laodicea como la iglesia final en el tiempo de la venida
de Cristo. Sin embargo, no hay verificació n bíblica de este tipo de
interpretació n.
Al dirigirse a la iglesia de É feso, que anteriormente había sido altamente
elogiada por su fidelidad a Dios, se entregó el mensaje correctivo: “Sin embargo,
tengo esto en tu contra: has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda la altura de
la que has caído! Arrepientete y haz las cosas que hiciste al principio. Si no te
arrepientes, iré a ti y quitaré tu candelero de su lugar. Pero tienes esto a tu
favor: odias las prá cticas de los nicolaítas, que yo también odio. El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré derecho a
comer del á rbol de la vida, que está en el paraíso de Dios ”(vv. 4-7).
El mensaje a la iglesia en É feso fue dirigido “al á ngel de la iglesia en É feso”
(v. 1). Aunque la palabra á ngel (gr. Aggelos ) se traduce correctamente como
"á ngel", parece que se usa aquí en el sentido general de un mensajero, ya que es
dudoso que Dios encomiende el mensaje a cada una de las iglesias a un á ngel.
La palabra a veces se usa en la literatura griega, como en las Escrituras,
para referirse a los mensajeros humanos (Mateo 11:10; Marcos 1: 2; Lucas
7:24,
27; 9:52). La iglesia de É feso, una ciudad muy prominente en la parte occidental
de la provincia romana de Asia, había disfrutado del ministerio de Pablo
durante tres añ os (Hechos 20:31). Timoteo aparentemente también había
servido a esta iglesia como pastor (1 Timoteo 1:3). Má s tarde, antes de su exilio
a la isla de Patmos, el apó stol Juan había servido como uno de los pastores de
esta iglesia. La iglesia, por lo tanto, estaba bien establecida en doctrina y fe, y en
este mensaje no se cuestionaban su ortodoxia bá sica ni su fe cristiana. Cristo,
sin embargo, había señ alado que el ardor de la primera generació n de
cristianos ya no estaba allí porque habían abandonado su primer amor. Como
es histó ricamente cierto y, a menudo, dolorosamente experimentado por
cristianos individuales, la devoció n a Cristo a menudodeclina mucho antes de
que comience el desacuerdo doctrinal. Los efesios eran culpables de un defecto
del corazó n má s que de la mente.
Unos treinta añ os antes, el apó stol Pablo había escrito la carta a los efesios
y aparentemente tuvo una gran comunió n con ellos y los incluyó en sus
constantes oraciones (Efesios 1:15-16). Sin embargo, Pablo ya no estaba en la
escena, y la segunda y tercera generació n de cristianos que habían seguido de
alguna manera no tenían el mismo celo que sus antepasados. El amor genuino
es una prueba de la comunió n cristiana en relació n con Dios y sus hermanos
cristianos y se caracteriza por no amar al mundo (cf. 1 Tim. 6:10; 1 Juan 2:15).
Cristo los instó a arrepentirse, cambiar de opinió n acerca de su relació n
con Dios y volver a las actitudes y obras que los caracterizaron anteriormente.
El no hacer esto haría que É l quitara su candelero. En Apocalipsis 1:20, los
candeleros se toman como representantes de las iglesias y su distribució n de la
verdad de Dios. La advertencia a las iglesias de É feso de que ya no serían un
candelero para Dios fue entregada, aunque É l las elogió por odiar las prá cticas
de los Nicolaítas (v. 6). Se cree que los Nicolaítas eran cristianos que profesaban
fe pero vivían vidas licenciosas. Lo que se llama "las prá cticas de los nicolaítas"
en el versículo 6 se llama "enseñ anza de los nicolaítas" en el versículo 15, una
progresió n adicional y un alejamiento de Dios.
Como es característico de la amonestació n a las iglesias, la apelació n se
dirige al individuo y se le da la promesa: "Al que venciere, le daré derecho a
comer del á rbol de la vida, que está en el paraíso de Dios". (v. 7). Aunque todo
cristiano salvado por gracia tendrá derecho a comer del á rbol de la vida, es
posible profesar la fe cristiana mientras solo logra la profesió n cristiana sin
realidad, y esto será juzgado tanto en la eternidad como en el tiempo.

La profecía a Esmirna
Apocalipsis 2:8-11. La iglesia de Esmirna estaba a unas treinta y cinco
millas al norte de É feso y, a diferencia de É feso, que ahora es una ciudad
desierta,
Esmirna sigue siendo un puerto importante y una ciudad rica y cosmopolita. La
ciudad de Esmirna, sin embargo, no era un lugar agradable para la pequeñ a
iglesia cristiana que se encontraba allí. Los que profesaban a Cristo se oponían
tanto a los gentiles impíos como a los judíos, a los que se les llamaba “una
sinagoga de Sataná s” (v. 9), y también Sataná s. Cristo los urge, sin embargo,“No
tengas miedo de lo que está s a punto de sufrir. Les digo que el diablo pondrá a
algunos de ustedes en la cá rcel para probarlos, y sufrirá n persecució n durante
diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida ”(v. 10). El hecho
de su sufrimiento presente y futuro se señ ala claramente en esta Escritura. La
alusió n a los “diez días” ha suscitado diversas interpretaciones. Probablemente
el mejor punto de vista es que es representativo de un breve pero intenso
período de sufrimiento. Se les instó a ser fieles a Dios, incluso hasta la muerte, y
se les daría “la corona de la vida” (v. 10). En contraste con su persecució n y
aflicciones actuales, en el cielo disfrutará n de la vida eterna como corona y
señ al de la bendició n de Dios.
El problema del sufrimiento en la experiencia cristiana se trata en las
Escrituras desde varios puntos de vista. En algunos casos es una disciplina (1
Cor. 11:30–32; cf. Hebreos 12:3–13). A veces se usa como preventivo,
manteniendo al cristiano del pecado (2 Cor. 12:7). Obviamente, el sufrimiento
le enseñ a a un hijo de Dios cosas que no podría aprender de otra manera, e
incluso se dice que Cristo “aprendió la obediencia por lo que padeció ” (Heb.
5:8). El sufrimiento a menudo dará fruto de esperanza (Rom. 5:3-5). Por su
naturaleza, el sufrimiento también aclara el testimonio del cristiano y
demuestra la realidad de su fe y compromiso (Hechos 9:16).
En este pasaje, primero se animaba a la iglesia de Esmirna a no tener
miedo al sufrimiento, lo que era un recordatorio de que realmente no debían
tener miedo mientras estuvieran en las manos de Dios. Ademá s, aunque
aparentemente no sufrieron el martirio, deben ser fieles hasta la muerte segú n
sea necesario. El sufrimiento de la iglesia en Esmirna continuaría en la historia
posterior, como se ilustra en el caso de Policarpo, quien fue obispo de la iglesia
en Esmirna y murió como má rtir.
Su sufrimiento, sin embargo, llevaría a que Dios los reconociera como
teniendo vida eterna, y tendrían la corona de la vida (Ap. 2:10). En las
Escrituras, se mencionan otras coronas, como la corona para el pastoreo fiel (1
Pedro 5:4) y la corona de oro, que era una evidencia de redenció n (Ap. 4:4). Los
tesalonicenses serían la corona de regocijo de Pablo (1 Tes. 2:19), y la corona
incorruptible, o la corona que no se pudriría, sería otorgada a aquellos que
mostraran dominio propio en la carrera de la vida (1 Cor. : 25). En la
experiencia cristiana, el sufrimiento precede a la corona. Se usa en las
Escrituras como reconocimiento de Dios del fiel compromiso con el Señ or.
También se extiende una invitació n a las personas: “El que tiene oído, oiga
lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere no sufrirá ningú n dañ o en el
segundomuerte ”(Apocalipsis 2:11). Aquellos que tienen la vida eterna no
tienen que temer la muerte eterna, que será experimentada por los inconversos
(20:6, 15).

La profecía sobre Pérgamo


Apocalipsis 2:12-17. La iglesia de Pérgamo puede describirse como una
iglesia comprometida con el mundo. Aunque habían permanecido fieles a su fe
en Dios y uno de ellos, Antipas, había sido martirizado, sin embargo eran
culpables de lo que se conoce como "la enseñ anza de Balaam" (v. 14),
practicando los pecados del mundo. y “la enseñ anza de los nicolaítas” (v. 15),
refiriéndose a su vida licenciosa aunque afirmaban ser cristianos. La palabra de
Cristo para ellos fue aguda y directa: “¡Arrepentíos, pues! De lo contrario,
vendré pronto a ti y pelearé contra ellos con la espada de mi boca ”(v. 16).
La iglesia de Pérgamo fue devorada por una ciudad que era en gran parte
pagana y dedicada a la adoració n de ídolos. Los cultos paganos como Atenea,
Asclepio, Dioniso y Zeus tenían un lugar importante en sus prá cticas religiosas
locales. La ciudad también contaba con una biblioteca de doscientos mil
volú menes y se destacaba por su papel, y el papel en sí se llamaba
"pergamena". Aunque la iglesia se encontraba en una situació n cultural
desfavorable, ellos, sin embargo, debían dar un verdadero testimonio de Dios y
se estaban quedando cortos.
Cristo declaró que los pelearía con la espada de su boca (v. 16). La espada a
la que se hace referencia era una espada larga como una lanza, pero tenía la
connotació n de ser una referencia a la Palabra de Dios, que tiene un cará cter de
doble filo muy parecido a una espada. Esta espada se menciona siete veces en la
Biblia (Lucas 2:35; Apocalipsis 1:16; 2:12, 16; 6:8; 19:15, 21). Como esta espada
se usa refiriéndose a la espada que salió de la boca de Cristo (1:16), apoya el
concepto de que la verdadera referencia aquí es a la Palabra de Dios en su
cará cter penetrante y disciplinario. La Palabra de Dios es un arma de doble filo
y, por un lado, ofrece promesas de gracia y salvació n a quienes ponen su
confianza en Cristo, y por otro lado, promete condenació n al incrédulo.
La ciudad de Pérgamo era tan malvada que Cristo se refirió a ella como
“donde Sataná s tiene su trono” (2:13), cumplida por la persecució n de los
incrédulos en Pérgamo y la costumbre de adorar a Asclepio, el dios
serpiente. Bajo las malas influencias de esta ciudad, es comprensible que los
que vivan allí sean influenciados por la enseñ anza de Baal y los Nicolaítas, pero
Cristo, sin embargo, la juzgó como mala y una base para el castigo de los de esta
iglesia.
Lo que fue cierto de Pérgamo y sus fracasos ha sido demasiado evidente en
la historia de la iglesia. Cuando el mundo y su sistema de valores toman el
control, deja al cristiano sin la clara esperanza de servir a Cristo ahora y la
esperanza del regreso de Cristo por él.
Como en los demá s mensajes, se da una invitació n personal a los que
quieran escuchar: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venciere, le daré del maná escondido. Le daré también una piedra blanca
con un nombre nuevo escrito en ella, que só lo él conoce cuando lo recibe ”(v.
17).
Las decisiones espirituales siempre comienzan con los individuos, y se
abordaron los de la iglesia de Pérgamo. Se les prometió que si venceban por la
fe, recibirían maná escondido y un nuevo nombre en una piedra blanca. El
maná escondido parece referirse a un creyente siendo alimentado por Jesú s
como el pan del cielo, como los israelitas se beneficiaron al comer el maná
escondido en el desierto. La gracia sustentadora de Dios la experimentan
aquellos que entregan su corazó n al Señ or.
La piedra blanca no se identifica con ninguna joya en particular. Aunque no
está claro qué representa la piedra blanca, tiene el nuevo nombre de un
cristiano escrito y es una señ al de que el creyente individual está siendo
aceptado por Cristo.

La profecía sobre Tiatira


Apocalipsis 2:18-29. El cargo contra esta iglesia es que toleró la apostasía.
La ciudad de Tiatira, donde se encontraba la iglesia, está a sesenta kiló metros al
sureste de Pérgamo, y la ciudad era famosa por la fabricació n de tinte pú rpura.
Es interesante que Cristo seleccionó esta pequeñ a iglesia en un lugar oscuro
para representar una de las siete iglesias, pero claramente representó la
tendencia ilustrada muchas veces en la historia de la iglesia de una iglesia que
se aparta de la fe y abraza la apostasía.
Poco se menciona sobre Tiatira fuera del libro de Apocalipsis. La
conversió n de Lidia pudo haber sido la fuente de la evangelizació n de esta
ciudad, ya que las Escrituras no registran ningú n otro esfuerzo evangelístico
que haya llegado a la ciudad. La conversió n de Lydia menciona que era de
Tiatira y vendedora de pú rpura: “Una de las que escuchaba era una mujer
llamada Lidia, una vendedora de telas pú rpura de la ciudad de Tiatira, que era
adoradora de Dios. El Señ or le abrió el corazó n para responder al mensaje de
Pablo ”(Hechos 16:14).
Aunque la iglesia de Tiatira tenía muchas características encomiables
(Apocalipsis 2:19), Cristo denunció sus compromisos: “Sin embargo, tengo esto
contra ti: tolera a esa mujer Jezabel, que se llama profetisa. Con su enseñ anza,
ella engañ a a mia los siervos a la inmoralidad sexual y al comer alimentos
sacrificados a los ídolos. Le he dado tiempo para que se arrepienta de su
inmoralidad, pero no está dispuesta. Así que la echaré sobre un lecho de
sufrimiento, y haré sufrir intensamente a los que cometan adulterio con ella, a
menos que se arrepientan de sus caminos. Mataré a sus hijos. Entonces todas
las iglesias sabrá n que yo soy el que escudriñ a los corazones y las mentes, y les
pagaré a cada uno segú n sus obras ”(vv. 20–23).
Una de las principales críticas a la iglesia de Tiatira fue que toleraban a una
mujer llamada Jezabel. Este probablemente no era su nombre real, pero les
recordaría el papel de Jezabel en la historia como esposa de Acab. Intentó
combinar la adoració n de Israel y la de Baal, pero en realidad deseaba destruir
la verdadera adoració n de Dios. Su maldad se registra en el Antiguo
Testamento, incluso la muerte de Nabot como en 1 Reyes 21:1–16. Ella hizo lo
que pudo para matar a otros profetas del Señ or y quiso matar a Elías (1 Reyes
19:2), pero se le impidió hacerlo. En su muerte, su cuerpo fue devorado por los
perros, cumpliendo la profecía de su muerte (21:23; cf. 2 Reyes 9:33-35).
Se hizo un llamamiento a la persona que se volverá a Dios cuando Cristo
dice: “Ahora les digo a los demá s en Tiatira, a ustedes que no se aferran a su
enseñ anza y no han aprendido los supuestos secretos profundos de Sataná s (no
imponga cualquier otra carga sobre usted): Só lo aférrese a lo que tiene hasta
que yo venga. Al que venciere y haga mi voluntad hasta el fin, yo le daré
autoridad sobre las naciones: 'É l las regirá con cetro de hierro; los hará pedazos
como cerá mica ”, tal como yo recibí autoridad de mi Padre. También le daré la
estrella de la mañ ana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias
”(Apocalipsis 2:24-29).
Aunque es evidente que el avivamiento de la iglesia en su conjunto era
poco probable, las personas que la integraban podían volverse al Señ or y vivir
para É l. Dios juzgará a los que no lo hagan, pero recompensará a los que se
vuelvan a É l con fe. Se le dio al vencedor una promesa inusual: “Yo también le
daré la estrella de la mañ ana” (v. 28). Al que venza se le dará autoridad en el
reino milenial de Dios cuando Cristo tendrá autoridad para gobernar (cf. Sal. 2).
La autoridad que Cristo recibe del Padre puede delegarse a otros que
reinará n con É l. Aquellos que son fieles a Cristo también compartirá n su reino
milenial. La referencia a Su gobierno en Apocalipsis 2:27 es uno de los primeros
recordatorios de la segunda venida de Cristo que se da en las cartas a las
iglesias. El concepto de "gobernar" tiene en sí el pensamiento de pastorear al
pueblo del Señ or, que incluye las ovejas de Mateo 25:31–46 y el remanente
piadoso de Israel en Ezequiel 20: 33–38. La estrella de la mañ ana no se explica,
pero puede referirse a una estrella que aparece justo antes del amanecer, la
hora má s oscura de la noche. Cristo será aquel glorioso que regresará al final de
las tinieblas de la gran tribulació n. Como en otras iglesias, el llamado es
escuchar y responder.
La profecía a la iglesia de Sardis
Apocalipsis 3:1–5. En el momento en que esta carta fue dirigida a Sardis, la
ciudad era prominente y obtenía su riqueza de la fabricació n de textiles, el
comercio de joyas y la industria del tinte. En términos generales, la ciudad era
pagana con muchos cultos misteriosos individuales. El templo de Artemisa fue
uno de los principales puntos de interés. Los arqueó logos han localizado los
restos de una iglesia cristiana adyacente a este templo, lo que indica, al menos
en parte, el testimonio de la iglesia de Sardis para su generació n. La ciudad ha
perdido su importancia hace mucho tiempo, y hoy en día solo se puede
encontrar un pequeñ o pueblo, Sart, en las ruinas antiguas.
La iglesia descrita como espiritualmente muerta (v. 1) no tiene encomio, y
el mensaje a la iglesia es de juicio sin alivio y advertencia de
arrepentimiento. Cristo dijo: “Acuérdate, por tanto, de lo que has recibido y
oído; obedécelo y arrepiéntete. Pero si no te despiertas, vendré como un ladró n,
y no sabrá s a qué hora vendré a ti ”(v. 3).
Aunque la iglesia en su conjunto podría caracterizarse como una iglesia sin
vida espiritual, algunas personas en la iglesia todavía estaban intentando servir
al Señ or. Cristo les dijo: “Sin embargo, hay algunas personas en Sardis que no se
han ensuciado la ropa. Caminará n conmigo vestidos de blanco, porque son
dignos. El que venza, como ellos, se vestirá de blanco. Nunca borraré su nombre
del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y de
sus á ngeles ”(vv. 4-5).
Cuando una iglesia o una generació n es etiquetada como apó stata, como lo
fue la iglesia en Sardis, algunos será n descubiertos en medio del grupo que
todavía está n sirviendo al Señ or. A ellos, Cristo les extiende la seguridad de su
salvació n y la promesa de que no borrará su nombre en el Libro de la Vida. El
Libro de la Vida, mencionado má s tarde en 20:12, 15, es el registro de aquellos
que tienen vida eterna y que pasará n la eternidad en la presencia del Salvador.
Los eruditos han debatido qué significaba la promesa de Cristo de no
borrar sus nombres del Libro de la Vida. Han surgido dos puntos de vista
importantes. Uno es que el Libro deLa vida contiene los nombres de todas las
personas a las que se les dio vida física en el mundo y sus nombres se borran
cuando han pasado el punto sin retorno en lo que respecta a la salvació n,
generalmente al morir. La promesa, entonces, sería una garantía de su
salvació n eterna.
Otro punto de vista, que parece má s probable, es que el Libro de la Vida
contiene a aquellos que han nacido de nuevo y sus nombres se ingresan en el
momento de su nuevo nacimiento. Aunque no hay ningú n registro de que nadie
haya borrado su nombre del libro, la seguridad que se da a las personas en
Sardis es de seguridad y certeza.
En contraste con el mensaje a los pocos que fueron salvos, a la iglesia en su
conjunto se le advirtió que el juicio de Dios caería sobre ellos en un momento
que no esperaban. La ciudad de Sardis tenía una situació n geográ fica peculiar, y
estaba ubicada en un terreno elevado rodeado de acantilados de difícil
escala. Sardis tendía a relajarse con la confianza de que el enemigo no podría
alcanzarlos. Sin embargo, dos veces en la historia han experimentado una
repentina invasió n de ejércitos que sí escalaron los acantilados. Su captura se
produjo de repente y casi sin previo aviso. De manera similar, Dios le advierte
a Sardis que el juicio de Dios puede venir sobre ellos y, por supuesto, los
acantilados no impiden que Dios juzgue a una ciudad inicua.
No se sabe si la iglesia en su conjunto escuchó el mensaje, pero como en los
mensajes a las otras iglesias, se exhortó a las personas a escuchar: "El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (3:6). En toda situació n, no
importa cuá n lejos estén los individuos de Dios, si la luz de la verdad divina ha
penetrado en absoluto, a veces dan testimonio fiel a pesar de sus
circunstancias adversas. Así fue en Sardis.

La profecía a Filadelfia
Apocalipsis 3:9-12. La ciudad de Filadelfia es inusual porque su nombre
significa "amor fraternal", una expresió n de afecto que se encuentra otras seis
veces en el Nuevo Testamento (Rom. 12:10; 1 Tes. 4:9; Heb. 13:1; 1 Pedro 1:22;
2 Pedro 1:7). Esta es la ú nica vez que se usa de una ciudad. Filadelfia estaba
ubicada en una zona rica en cultivos agrícolas, especialmente uvas, y la
població n disfrutaba de cierta prosperidad.
El mensaje a la iglesia en Filadelfia es inusual porque es casi en su
totalidad una alabanza, en contraste con el mensaje de Sardis, que es casi
completamente una condena. En la introducció n de Su mensaje a Filadelfia,
Cristo había declarado que había una puerta abierta frente a la iglesia de
Filadelfia. Cristo mismo tenía la llave de David, queabre el tesoro de Dios (v. 7).
La iglesia de Filadelfia fue elogiada porque, aunque su fuerza era pequeñ a,
había sido fiel al nombre de Jesú s (v. 8).
En la profecía relacionada con la iglesia en Filadelfia, Cristo hizo la
siguiente declaració n: “Haré que los que son de la sinagoga de Sataná s, que
dicen ser judíos aunque no lo son, pero que son mentirosos, los haré venir y
caer a tus pies y reconozco que te he amado ”(v. 9). Aunque aparentemente
hubo oposició n a la iglesia por parte de ciertos judíos que eran incrédulos, la
promesa es que tendrá n que reconocer sus faltas en el tiempo o en la eternidad
y reconocer el amor de Dios por la iglesia de Filadelfia.
La iglesia también fue elogiada por perseverar con paciencia (v. 10). Por
eso Cristo hizo una promesa: “Yo también os guardaré de la hora de la prueba
que
vendrá sobre el mundo entero, para probar a los que habitan en la tierra” (v.
10). La mayor parte del libro de Apocalipsis se refiere a la gran tribulació n y los
terribles juicios que se derramará n sobre la tierra en ese momento. Por
consiguiente, es muy significativo que a la iglesia de Filadelfia se le haya dado la
promesa de que se guardará n desde esta hora de prueba. El lenguaje es
explícito que no simplemente se mantendrá n alejados de la persecució n de ese
tiempo y las grandes catá strofes que ocurrirá n, sino que se mantendrá n
alejados de toda la hora, indicando que Dios los protegerá y no entrará n en este
período. .
Esto debe verse a la luz de la cuestió n de si la iglesia pasará por la
tribulació n o no. Lo que aquí se promete a la iglesia de Filadelfia es, de hecho, la
promesa de que no entrará n en el período de tribulació n que vendrá sobre el
mundo incrédulo. Aunque el pasaje no contiene nada que sugiera que la iglesia
de Filadelfia tendría que pasar por el juicio, la cuidadosa selecció n de palabras
indica que no entrará n en el período.
La preposició n de en relació n con la hora de la prueba (gr., Ek ) debe
entenderse como guardada de todo el período y no solo como liberació n al final
del tiempo de angustia. El pasaje dice que se guardarían de la hora, no
simplemente de los eventos de la hora. El uso de la preposició n aquí junto con
la hora debería dejar en claro que la liberació n es del período, no la liberació n a
través del período. Si se pretendiera enseñ ar que se conservarían durante el
tiempo de angustia, sería apropiado usar otra preposició n (gr., Dia ), que
significa "hasta".
El libro de Apocalipsis contrasta marcadamente a los ciento cuarenta y
cuatro mil representantes de las doce tribus de Israel (Apocalipsis 7; 14), que
pasará n por el período ileso, para los santos en general, tanto judíos como
gentiles, que sufrirá n el martirio (7:9-17). En realidad, nunca se menciona a la
iglesia por su nombre durante todo el período de la tribulació n (4:1–19:
10). Aunque puede seguir siendo un tema de debate si esto indica claramente
un rapto antes de la tribulació n, el pasaje ciertamente no ofrece consuelo a
aquellos que predicen que la iglesia pasará por la tribulació n. De acuerdo con la
enseñ anza de un rapto pretribulacional, el evento de Su venida se considera
inminente, en contraste con la segunda venida, descrita en Apocalipsis 19, que
tiene muchos eventos precedentes, incluida toda la tribulació n (4:1–19:10 ). El
rapto de la iglesia siempre se presenta como un evento inminente que podría
ocurrir en cualquier momento. En consecuencia, la promesa para la iglesia de
Filadelfia les aseguraba que cuando el Señ or viniera, serían arrebatados y
sacados del mundo antes del tiempo de angustia que vendría. Sin embargo,
debido a la promesa especial que les hicieron, se les aseguró que no pasarían
por este período de problemas.
A medida que se desarrolla la historia, el rapto no ha tenido lugar, y la
iglesia de Filadelfia fue a la gloria por medio de la muerte, pero estará sujeta a
la resurrecció n en el rapto en el momento de la venida de Cristo. La iglesia de
Filadelfia ha recibido muchas promesas, incluida la corona (311) y ha sido
hecha columna en el templo de Dios (v. 12). Esto, por supuesto, debe tomarse
como una forma de hablar porque un ser humano individual no podría
convertirse en un pilar del templo. A lo que se refiere es a que estará n de pie en
gloria en contraste con otros que han caído.
Debido a que Filadelfia estaba en un á rea sujeta a grandes terremotos y
había sido destruida varias veces por terremotos, el concepto de permanecer
firme indicaba la permanencia de su salvació n y recompensa. Ademá s, se dio la
promesa de que el nombre de Dios y el nombre de la ciudad de Dios, la Nueva
Jerusalén, que se describe como "descendiendo del cielo de Dios" (cf. 21:1–2),
sería escrito en cada individuo ademá s de "mi nuevo nombre" (3:12), lo que
indicará que pertenece a Cristo.
Como en el caso de otros mensajes a las iglesias, finalmente se hace un
llamamiento al individuo: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias” (v. 13). Incluso en Filadelfia puede haber algunos que no alcanzaron la
fe salvadora en Cristo, pero que pasaron solo por la forma externa de la
religió n. En consecuencia, el mensaje finalmente llega al individuo y se refiere a
su propia salvació n. El mensaje a la iglesia de Filadelfia debe ser considerado
por cada individuo en relació n con su fe en Cristo y su esperanza para el futuro.

La profecía a Laodicea
Apocalipsis 3:15-18. La iglesia de Laodicea se describe como una iglesia
desde un punto de vista espiritual que estaba en bancarrota y sin un rasgo
redentor. Aunque no se opusieron abiertamente a la verdad, tampoco apoyaron
la verdad y fueron lo que Cristo describe como “ni fríos ni calientes” (v. 15).
Cristo dijo: “Por eso, porque eres tibio, ni caliente ni frío, estoy a punto de
escupirte de mi boca” (v. 16). La iglesia de Laodicea era culpable de tener
religió n sin fe sincera o celo por servir al Señ or. Parte de su problema era que
estaban en una ciudad rica y autosuficiente que tenía buenos ingresos de la
industria de la lana. Su tibia situació n se debió a que no comprendieron sus
necesidades espirituales. La suficiencia financiera de su cultura los estaba
adormeciendo. Esto se puso de manifiesto en lo que Cristo tenía que decirles:
“Ustedes dicen: 'Soy rico; He adquirido riquezas y no necesito nada '. Pero no te
das cuenta de que eres un miserable, un miserable, un pobre, un ciego y un
desnudo ”(v. 17). Estaban bastante satisfechos con ser morales, religiosos y
exteriormente conformados a la descripció n de una vida cristiana. No hay
indicios de que fueran culpables de pecados graves. Su problema era que no
habían reconocido su bancarrota espiritual y su necesidad de volverse a Cristo.
Los adjetivos utilizados son grá ficos. Pablo usó la palabra desdichado para
referirse a sí mismo (Rom. 7:24) en su lucha con el pecado. La
palabra lastimoso también fue usada por Pablo en 1 Corintios 15:19 para
alguien que no cree en la doctrina de la resurrecció n. La palabra que se
usaba para pobre significaba pobreza total que reduciría a una persona a la
mendicidad. La situació n estaba lejos de sus mentes. Se les declaró "ciegos", es
decir, incapaces de reconocer la verdad espiritual y comprenderla. Se les
declaró "desnudos" porque no reconocieron su necesidad de tener vestiduras
espirituales.
En consecuencia, Cristo les aconsejó : “Les aconsejo que me compren oro
refinado en el fuego, para que puedan enriquecerse; y ropa blanca para vestir,
para que puedas cubrir tu vergonzosa desnudez; y ungü ento para poner en tus
ojos, para que veas ”(Apoc. 3:18). Los laodicenos caracterizaron al mundo a
medida que se acercaba a la vida, viendo las vestiduras exteriores de oro y plata
como evidencia de riqueza, pero incapaces de ver las necesidades espirituales
del individuo que puede tener todo lo que la riqueza puede comprar. Las
vestiduras que Cristo les provee incluirá n oro real, usado en las Escrituras para
describir la gloria de Dios. Vestiduras blancas, hablando de justicia, cubrirían su
desnudez y son simbó licasen referencia a la justicia de Dios que viene sobre
aquellos que ponen su confianza en Cristo. Su colirio era para hacerles ver.
En Laodicea había en ese momento un tratamiento para el dolor de ojos
que era comú n en el Medio Oriente. Sabían lo que el colirio podía hacer por
alguien físicamente con ojos doloridos, y aquí esto iba a ser transferido a sus
necesidades espirituales. En contraste con lo que se puede comprar con la
riqueza, es má s significativo que lo que Dios proporciona aquí es algo que no
se puede ganar ni comprar con la riqueza humana, sino que Dios mismo
debe suministrarlo a aquellos que depositan su confianza en É l. Como se indica
en Isaías 55: 1, los que acuden a Dios tienen una invitació n a recibir lo
necesario sin dinero y sin precio. Desafortunadamente, muchas iglesias en el
siglo veinte, en su totalidad o en parte, se parecen a la iglesia de Laodicea que
es autosuficiente en las cosas de esta vida pero está en la pobreza en cuanto
a las cosas de Dios. Aunque no se exigió una exhortació n clara para el
arrepentimiento en relació n con la necesidad de la iglesia de Laodicea, se les
advirtió que serían expulsados a menos que recurrieran a las riquezas
reconocidas por Dios, lo cual sería un
arrepentimiento, un cambio de opinió n acerca de su condició n espiritual.
La profecía dada a los vencedores
Apocalipsis 3:19-21. Al concluir los siete mensajes a las iglesias, se dio una
invitació n general a aquellos que escuchará n y vendrá n a Cristo. En primer
lugar, Cristo declaró el principio general: “Yo reprendo y disciplino a los que
amo. Por tanto, sé ferviente y arrepiéntete ”(v. 19). Como se ilustra en los
mensajes a las iglesias, Cristo declaró que su propó sito no era juzgar sino
llevarlos al arrepentimiento. Un hecho interesante es que se dirige a ellos como
"aquellos a quienes amo" (gr. Agapao ). El hecho importante es que Su
reprensió n y disciplina se derivan de Su amor por ellos. La palabra disciplina
tiene en sí el pensamiento de la formació n del niñ o desde la niñ ez hasta la edad
adulta. La exhortació n al juicio propio y al arrepentimiento es otro recordatorio
de que los cristianos que no se juzgan a sí mismos será n juzgados, como dice
Pablo en 1 Corintios 11:31–32: “Pero si nos juzgá ramos a nosotros mismos, no
seríamos juzgados. Cuando somos juzgados por el Señ or, somos disciplinados
para que no seamos condenados con el mundo ". Debido a que el creyente ha
establecido una relació n eterna con Dios como uno que es salvo, se revela que
Dios no permitirá que continú e en el pecado indefinidamente, pero tarde o
temprano, ya sea en el tiempo o en la eternidad, se ocupará de él.
Habiéndoles instado a tener comunió n con É l, Cristo ahora se describe a Sí
mismo como Aquel que está esperando su venida: “¡Aquí estoy! Me paro frente
a la puerta y golpeo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y comeré con
él, y él conmigo ”(Ap. 3:20). A veces se ha interpretado que este pasaje se
refiere a la salvació n, pero en el contexto parece referirse a aquellos que ya son
creyentes. El problema no está relacionado con la salvació n al comer con Cristo,
sino con el compañ erismo, la nutrició n y el crecimiento espiritual. Dios no se
impone a nadie, sino que espera que los creyentes vengan con fe simple para
recibir de Dios lo que solo Dios puede suplir.
El concepto de tocar y entrar se encuentra en las Escrituras, de las cuales
Lucas 12:35–40 es una ilustració n. Sin embargo, en este y en muchos otros
casos, la idea es que Cristo está afuera y los otros que está n adentro esperando
que É l venga deben abrir la puerta cuando É l venga. Cristo usó esto en una
pará bola: “Vístanse listos para el servicio y mantengan encendidas sus
lá mparas, como hombres que esperan que su amo regrese de un banquete de
bodas, para que cuando él venga y llame, puedan abrirle inmediatamente la
puerta” (Lucas 12:35-36).
La invitació n que Cristo extiende aquí para aquellos que desean venir a
comer con É l es una invitació n de lo má s graciosa e ilustra que la comunió n con
Dios siempre está disponible para aquellos que está n dispuestos a poner su
confianza en Cristo y venir a Dios. En esa comunió n, no solo disfrutará n de la
presencia del Salvador, sino también del alimento y el fortalecimiento que
proviene de participar de la verdad espiritual. Pueden fortalecerse cenando en
las cosas de Dios, las cosas de la salvació n, nuestra maravillosa esperanza, la
gracia sustentadora de Dios y todas las demá s bendiciones que son nuestras en
Cristo.
Como Cristo lo expresa, “Al que venciere, le daré el derecho de sentarse
conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono”
(Ap. 3:21). Aquellos que caminan con Cristo en comunió n en esta vida también
disfrutará n del derecho de comunió n y participació n en el trono de Cristo en la
eternidad venidera. Esta invitació n se extiende a todos en las iglesias que sean
fieles y que honren y sirvan al Señ or. Es otra ilustració n de la provisió n
misericordiosa que Dios ha hecho para aquellos que confían en É l.
El mensaje a las iglesias se cierra con la misma invitació n que se repite en
el mensaje de cada iglesia: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias” (v. 22). Dios ha hablado con palabras que no deben malinterpretarse,
pero mucho depende de que las personas escuchen y respondan a lo que
escuchan. La tragedia es que en muchos casos nadie escucha.
Tomados en su conjunto, los mensajes a las siete iglesias representan los
principales problemas espirituales de la iglesia a lo largo de los siglos. É feso
representó el peligro de abandonar el amor que caracterizó a los creyentes
cuando confiaron en Cristo por primera vez (2: 4). Esmirna ilustró el peligro del
miedo, aunque por lo demá s fueron fieles a Dios (v. 10). La iglesia de Pérgamo
es un recordatorio del peligro constante del compromiso doctrinal (v. 14-15).
La iglesia de Tiatira ilustró el compromiso moral (v. 20). La iglesia de Sardis
ilustró el peligro de la muerte espiritual (3:1–2). A la iglesia de Filadelfia,
aunque fiel, se le advirtió que se aferrara a las cosas en las que creían (v. 11).
Laodicea ilustró el peligro de la tibieza (vv. 15-16), de la religió n externa sin
celo interno y realidad.
Aunque el libro de Apocalipsis se ocupa principalmente de la profecía
sobre el futuro, fue escrito para ayudar a las iglesias de la era presente a
comprender los propó sitos de Dios y los grandes eventos que caracterizará n el
fin de la era.
14

PROFECÍA ACERCA DE LA VISIÓN DE JUAN DEL


CIELO Y DEL TIEMPO FINAL

LA VISIÓ N DEL CIELO DE JUAN


Profecía de la Iglesia en el cielo
Apocalipsis 4:1–11. Este capítulo, que sigue a la revelació n del mensaje a las
siete iglesias, se introduce con la importante frase que sigue . La mayoría de las
luchas de los eruditos que intentan interpretar el libro de Apocalipsis
provienen de no entender que el libro de Apocalipsis es un libro de profecía y
que la profecía tiene un orden cronoló gico. Esta se convierte en la clave para
abrir el libro de Apocalipsis. Como se señ aló antes (cf. 1:9-20), a Juan se le
instruyó : “Escribe, pues, lo que has visto, lo que es ahora y lo que sucederá
después” (v. 19). Por má s simplista que sea esta declaració n, proporciona un
bosquejo inspirado del libro de Apocalipsis, refiriéndose primero a lo que fue,
es decir, la experiencia de Juan viendo a Jesú s en Su gloria en el capítulo 1; “Lo
que es ahora”, los mensajes a las siete iglesias, que se refieren a la era presente
ya que las siete iglesias representan iglesias en esta era presente; y luego "lo
que sucederá después", refiriéndose a lo que es futuro. La confusió n en la
interpretació n de Apocalipsis proviene casi por completo del incumplimiento
de este esquema divino. El comienzo del capítulo 4 con la frase que sigue a esto,
refiriéndose a las iglesias, debería dejar en claro que a partir del capítulo 4 en
adelante, el libro de Apocalipsis trata de eventos futuros.
Aparte de estas indicaciones en el texto del esquema cronoló gico, varios
argumentos importantes apoyan este concepto tan esencial para comprender
este libro. Uno de los argumentos importantes y convincentes de que el libro de
Apocalipsis capítulo 4 y siguientes se relaciona con el futuro es que los eventos
descritos, ya sea de manera simbó lica o de otra manera, no encuentran
cumplimiento literal en la historia de la iglesia. El historicoLa escuela de
interpretació n, que considera que el libro de Apocalipsis se ha cumplido en la
historia, no ha podido proporcionar consenso sobre su interpretació n y só lo
ofrece confusió n.
Si los eventos descritos tienen algú n cumplimiento literal, en consecuencia,
deben cumplirse en algú n momento futuro. Esto está en armonía con el
concepto de que el libro es una profecía má s que una historia o simplemente
una descripció n del conflicto moral que existe en el mundo. Esto también
explica por qué, aparte de la visió n futurista, que ve el Apocalipsis como una
profecía a partir
del capítulo 4, no ha habido una interpretació n coherente o mayoritaria, y cada
una de las opiniones principales (alegó rica, preterista e histó rica) cuando se
aplica a este libro producir respuestas completamente diferentes segú n la
persona que realiza el estudio. Solo la visió n futurista proporciona una
coherencia razonable entre lo que dice el libro y lo que indicaría el
cumplimiento de su profecía. Aunque hay algunos casos en los que la
interpretació n no es del todo clara, otros eventos se destacan como eventos
futuros específicos y brindan suficiente guía para que el libro de Apocalipsis se
convierta en un majestuoso despliegue del futuro con la revelació n de Cristo en
la segunda venida como su principal tema.
Una de las conclusiones importantes de la profecía es el concepto de que la
iglesia compuesta por los salvos de la era presente estará en el cielo mientras se
llevan a cabo los grandes eventos de la tribulació n y del tiempo del fin. Esto es
exactamente lo que se describe en Apocalipsis 4–5. La iglesia en el cielo
contrasta con el gran tiempo de angustia que tendrá lugar en la tierra antes de
la segunda venida de Cristo. En consecuencia, aunque las profecías específicas
de 4-5 no son el tema principal de estos dos capítulos, lo que se describe es una
visió n del cielo cuando los santos y á ngeles y el Dios soberano en Su trono
forman un trasfondo inteligente para otros eventos que tienen lugar tanto en el
cielo como en la tierra. Juan declaró al comienzo de Apocalipsis 4: “Después de
esto miré, y ante mí había una puerta abierta en el cielo. Y la voz que escuché
por primera vez que me hablaba como una trompeta, dijo: 'Sube acá , y te
mostraré lo que sucederá
después de esto' ”(v. 1).
En realidad, Juan estaba en la isla de Patmos, donde había sido exiliado, y
la revelació n le fue dada en este lugar. En este caso, sin embargo, declaró : “En
ese momento estaba yo en el Espíritu, y delante de mí había un trono en el cielo
con alguien sentado en él” (v. 2). Se puede debatir si Juan fue arrebatado
físicamente al cielo osi simplemente en su visió n es arrebatado en el cielo. En
cualquier caso, vio la escena como lo haría si hubiera estado presente. La voz
que proporcionó la invitació n, segú n Juan, fue la misma voz que había
escuchado en 1:10 donde se le indicó que escribiera el mensaje a las siete
iglesias (v. 11).
Debido a que la experiencia de Juan es similar a lo que sucederá en el rapto
cuando la iglesia sea arrebatada al cielo, algunos han equiparado los dos
eventos, pero en realidad, Juan no fue arrebatado y su cuerpo natural
probablemente todavía estaba en la Isla de Patmos. En consecuencia, es mejor
considerar esto como una situació n especial. Puede ir má s allá de la intenció n
de este pasaje insinuar que el rapto tendrá lugar en el período que sigue a la era
de la iglesia, pero por el contexto en el que se ubica el evento en el libro de
Apocalipsis, es razonable concluir que el rapto ha tenido lugar y que lo que Juan
está viendo es
un escenario para los eventos en el cielo que tendrá n lugar en el cielo y en la
tierra en el período posterior al rapto.
La palabra iglesia, prominente en los capítulos 2-3, no vuelve a aparecer
hasta el 22:16, aunque la novia mencionada en 19:7, sin duda, es una referencia
a la iglesia. La ausencia total de cualquier referencia a la iglesia o cualquier
sinó nimo de la iglesia en los capítulos 4 al 18 es muy significativa porque
normalmente la iglesia estaría en el centro de las actividades. Má s bien, se habla
de judíos y gentiles por separado como individuos que son salvos o no.
La primera experiencia de Juan al llegar al cielo fue contemplar “un trono
en el cielo con alguien sentado en él” (4:2). Describió al personaje en el trono
con estas palabras: “Y el que estaba sentado allí tenía apariencia de jaspe y
cornalina. Un arco iris, parecido a una esmeralda, rodeaba el trono ”(v. 3). Se
dice que el personaje en el trono se asemeja en Su gloria al jaspe y las piedras
de cornalina. El jaspe, descrito en 21:11, es una piedra clara en contraste con la
piedra de jaspe conocida en la tierra como piedra opaca. En consecuencia,
algunos han llegado a la conclusió n de que puede ser un diamante en
apariencia. La piedra de cornalina es de color rojo como un rubí.
Aunque los colores de la piedra, realzados por el arco iris, que se asemejan
a una esmeralda, que es de color verde, brindan la apariencia gloriosa, el
significado de estas piedras puede derivarse de su uso en Israel. En el pectoral
del sacerdote había doce piedras, cada una de las cuales representaba una tribu
de Israel. El sumo sacerdote representó a las doce tribus ante Dios cuando
desempeñ ó sus funciones sacerdotales. El jaspe y las piedras de cornalina eran
la primera y la ú ltima de las doce piedras (cf. É xodo 28:17-21). Ademá s, el jaspe
representaba a la tribu de Rubén, la primera tribu, y la piedra de cornalina
representabaBenjamín, la tribu má s joven. En consecuencia, la menció n de
estas dos piedras tenía la intenció n de incluir a las doce tribus de Israel.
Ademá s, los nombres de Rubén y Benjamín tienen significado porque
Rubén tiene el significado de "he aquí el hijo", y Benjamín significa "hijo de mi
mano derecha". Cristo, por supuesto, cumple ambas funciones, y es el Hijo
primogénito. Como Benjamín, él es “el Hijo de mi diestra”, y también habla de
Cristo en su relació n con Dios el Padre. Tomando todas estas cosas en
consideració n, parecería mejor interpretar este pasaje como una descripció n de
Dios el Padre sentado en un trono. Esto también es apoyado por el hecho de
que Cristo es representado de una manera diferente en este pasaje como
separado del que está en el trono, aunque en realidad É l también ocupa el trono
con el Padre. Sin embargo, el propó sito principal de esta visió n era mostrar la
gloria de Dios.
Mientras Juan contemplaba la escena en el cielo, también vio otros
veinticuatro tronos y registró : “Alrededor del trono había otros veinticuatro
tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos. Iban vestidos de blanco y
tenían coronas de oro en la cabeza ”(Ap. 4:4). Obviamente son un grupo
representativo. En Israel, por ejemplo, los muchos sacerdotes se dividieron en
veinticuatro grupos, y un sacerdote representaría a cada uno de los
veinticuatro. Sin embargo, se ha planteado la pregunta de si estos veinticuatro
ancianos representan a todos los santos, tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento, o solo a la iglesia de la época actual, o quizá s son figuras
angelicales. Los estudiosos
han propuesto estas y otras interpretaciones.
Se les describió con vestiduras blancas, hablando de justicia en la
presencia de Dios y con coronas de oro, que no eran la corona de un
gobernante (gr., Diadema ), sino má s bien la corona de un vencedor (gr.
Stephanos). ), coronas otorgadas a los vencedores de la carrera. La implicació n
es que estos ya han sido recompensados como se simboliza en el trono.
Al reconstruir los eventos del tiempo del fin, si la iglesia es arrebatada
antes de los eventos del tiempo del fin y es juzgada en el tribunal de Cristo,
proporcionaría una explicació n plausible de que estos veinticuatro ancianos
son representantes de la iglesia. La revelació n adicional sobre este tema se
discutirá en el capítulo 15.
Entonces Juan se dio cuenta de los sonidos ominosos que indicaban el
juicio divino: “Del trono vinieron relá mpagos, estruendo y truenos” (4:5). La
puesta en el cielo presagia los juicios que vendrá n sobre la tierra. Una
experiencia similar detruenos, relá mpagos y trompetas se experimentaron al
dar la ley mosaica en É xodo 19:16. La escena en el cielo que vio fue, por
supuesto, la precursora de los terribles juicios que se infligirían sobre la tierra
en el período que siguió .
Juan también registró : “Ante el trono, siete lá mparas ardían. Estos son los
siete espíritus de Dios ”(Ap. 4:5). La menció n de estos siete espíritus se
encuentra anteriormente en 1:4 y 3:1. Aunque no se da ninguna explicació n,
probablemente sea mejor considerar esto como una representació n del Espíritu
Santo de una manera séptuple en lugar de considerarlos relacionados con siete
á ngeles, lo que sería una explicació n alternativa.
El Espíritu Santo, normalmente no visible, en ciertas ocasiones ha asumido
forma física como aquí, y en el caso del Espíritu Santo descendiendo como una
paloma sobre Cristo en Su bautismo (Mateo 3:16; Marcos 1:10; Lucas 3:22; Juan
1:32). En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo fue visto como “lenguas de
fuego que se separaron y se posaron sobre cada uno de ellos” (Hechos 2:3). En
esta escena del cielo, no solo Dios el Padre se reveló en el trono y Cristo en el
pró ximo capítulo como "el Leó n de la tribu de Judá " (Apocalipsis 5: 5), sino
también el Espíritu Santo, las tres personas del Trinity está presente. El término
"siete" en relació n con las lá mparas y los espíritus de Dios está de acuerdo con
el concepto
de que el nú mero siete indica perfecció n, y está de acuerdo también con las
siete cualidades o atributos del Espíritu Santo revelados en Isaías 11:2–3.
Juan registró : “También delante del trono había lo que parecía un mar de
vidrio, claro como el cristal” (Ap. 4:6). Aunque la expresió n no se interpreta
aquí, parece haber una relació n con la fuente o un recipiente de bronce lleno de
agua en el taberná culo en el Antiguo Testamento y el "mar" en el templo (1
Reyes 7: 23-25), ambos de ellos, lavabos diseñ ados para proporcionar al
sacerdote agua para la limpieza. Juntos representan el poder santificador de la
Palabra de Dios simbolizada por el agua.
Juan también registró : “En el centro, alrededor del trono, había cuatro
seres vivientes, y estaban cubiertos de ojos, por delante y por detrá s. La
primera criatura viviente era como un leó n, la segunda era como un buey, la
tercera tenía cara de hombre, la cuarta era como un á guila voladora. Cada uno
de los cuatro seres vivientes tenía seis alas y estaba cubierto de ojos alrededor,
incluso debajo de sus alas ”(Apocalipsis 4:6-8). Existe una diversidad
considerable entre los intérpretes con respecto a lo que representan los
cuatro seres vivientes. Probablemente la mejor interpretació n es que son
encarnaciones físicas de los atributos de Dios, ya que las siete lá mparas
representan al Espíritu Santo (v. 5). Se les compara con un leó n, un buey, un
hombre y un á guila voladora. Algunos relacionan esto con los cuatro evangelios:
Mateo representaba al leó n.o el rey; Mark, el buey o sirviente; Luke, hombre en
su humanidad; y Juan, el á guila voladora que representa la deidad de Cristo.
Otros los comparan con los á ngeles y encuentran apoyo en el hecho de que
tenían seis alas. Su ministerio era adorar a Dios, y Juan registró : “Día y noche
nunca dejaron de decir: 'Santo, santo, santo es el Señ or Dios Todopoderoso, el
que era, y es, y ha de venir'” (v. 8).
Su adoració n a Dios también es un llamado a los veinticuatro ancianos a
adorar. “Cuando los seres vivientes dan gloria, honra y gracias al que está
sentado en el trono y que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro
ancianos se postran ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive
por los siglos de los siglos. ”(Vv. 9-10). Los veinticuatro ancianos también
alaban al Señ or: “Ponen sus coronas delante del trono y dicen: 'Señ or nuestro y
Dios eres digno de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas
las cosas y por tu voluntad fueron creados y tienen su existencia '”(vv. 10-11).
Aunque todo el contenido del capítulo 4 es lo que Juan vio en el cielo,
también es una revelació n de la gloria y el honor dados a Dios en el futuro y,
por lo tanto, tiene una base profética. Má s importante aú n, enfatiza qué eventos
ocurrirá n en el cielo mientras los eventos del tiempo del fin tienen lugar en la
tierra.
Profecía de que Cristo será digno de tomar el rollo de siete sellos
Apocalipsis 5:1–10. La atenció n ahora se centra en el hecho de que
Jesucristo está en el cielo. Esto contrasta con Su segunda venida posterior,
cuando estará en la tierra por mil añ os. Juan vio un rollo, pergamino enrollado
en un rodillo, escrito en ambos lados y sellado con siete sellos de tal manera
que al desenrollar el rollo, cada sello debe romperse sucesivamente. Juan
registró esto: “Entonces vi a la mano derecha del que estaba sentado en el trono
un rollo escrito por ambos lados y sellado con siete sellos” (v. 1).
Un á ngel poderoso planteó la pregunta: "¿Quién es digno de romper los
sellos y abrir el rollo?" (v. 2). Un á ngel fuerte se menciona en 10:1 y
18:21. La voz fuerte indicaría que lo que se dice es de gran importancia y debe
exigir la atenció n de todos. Juan agregó : “Pero nadie en el cielo, ni en la tierra, ni
debajo de la tierra, podía abrir el rollo ni siquiera mirar dentro. Lloré y lloré
porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo o mirar dentro ”(5:3–4).
Uno de los otros consoló a Juan, que estaba llorando, y le dijo: “¡No
llores! Mira, el Leó n de la tribu de Judá , la Raíz de David, ha triunfado. Puede
abrir el libro y sus siete sellos ”(v. 5). La referencia a Cristo como el Leó n se
basasobre Génesis 49: 9-10. La tribu de Judá , la tribu de los leones, era de la que
vendría Cristo. El concepto de Cristo como la Raíz de David (Ap. 5:5), o un
descendiente de David, también fue profetizado en Isaías 11:10. La
caracterizació n de Cristo como Leó n llama la atenció n sobre Cristo como el juez
soberano del mundo, especialmente en su segunda venida, y contrasta con su
representació n de un Cordero, que habla de mansedumbre. Esta es la ú nica
referencia a Cristo como Leó n en el libro de Apocalipsis, en contraste con
muchas referencias a É l como el Cordero.
John registró lo que sucedió a continuació n; “Entonces vi un Cordero, que
parecía inmolado, de pie en el centro del trono, rodeado por los cuatro seres
vivientes y los ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete
espíritus que Dios envió a toda la tierra. Vino y tomó el rollo de la mano
derecha del que estaba sentado en el trono ”(Apocalipsis 5: 6–7). El propó sito
de dirigirse a Cristo como el Cordero es identificar a Cristo como el Cordero que
fue sacrificado en su primera venida, pero también la misma persona que el
Cristo glorificado del libro de Apocalipsis. Cristo es Cordero y Leó n. Debido a
que Cristo muestra los atributos de Dios, los cuatro seres vivientes también son
prominentes en la imagen.
La referencia a los cuernos parece indicar autoridad (Dan. 7:24; Apoc.
13:1). Los siete ojos se identifican como los siete espíritus de Dios, muy
probablemente otra referencia al Espíritu Santo, como en 5:6 (cf. Zac. 3:9;
4:10). El Cordero tomó el rollo: “Vino y tomó el rollo de la mano derecha del
que estaba sentado en el trono” (Apocalipsis 5:7).
Los mismos veinticuatro ancianos que se postraron ante Aquel en el trono
ahora se postran y adoran al Cordero, indicando Su deidad y señ orío. “Y cuando
lo hubo tomado, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y sostenía copas de oro
llenas de incienso, que son las oraciones de los santos ”(v. 8).
Al reconocer la deidad del Cordero, los veinticuatro ancianos entonaron un
cá ntico nuevo: “Digno eres de tomar el rollo y abrir sus sellos, porque fuiste
inmolado, y con tu sangre compraste para Dios hombres de cada tribu y lengua
y pueblo y nació n. Tú los has hecho reino y sacerdotes para servir a nuestro
Dios, y reinará n sobre la tierra ”(vv. 9-10).
La traducció n de los versículos 9-10 en la NVI es algo diferente de la que se
usó en la versió n King James. En la KJV la canció n dice, “porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos redimiste para Dios de todo linaje, lengua
ypueblo y nació n. Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra ”(vv. 9-10). La diferencia es que en la KJV la canció n
indica que los "veinticuatro ancianos" (v. 8) son los que son redimidos, lo que
armonizaría con el concepto de que representan a la iglesia. En la NVI, un
manuscrito diferente cambia esto de la primera persona a la tercera persona.
En lugar de comprar a los veinticuatro ancianos, dice: “Para Dios, compraste
hombres de todas las tribus, idiomas, pueblos y naciones. Tú los has hecho
reino y sacerdotes para servir a nuestro Dios, y reinará n sobre la tierra ”(vv. 9-
10).
La traducció n de la KJV hace necesario que los veinticuatro ancianos sean
seres humanos y conduce a apoyar el concepto de que son representantes de la
iglesia. En la traducció n revisada de la NVI, se hace general y la declaració n es
simplemente que Cristo compró hombres de todos los pueblos y los convirtió
en sus sú bditos. La traducció n de la NVI haría posible que los veinticuatro
ancianos fueran algo má s que seres humanos, es decir, á ngeles, aunque no
afirma esto.
Los eruditos continú an difiriendo sobre este tema. La evidencia
manuscrita en apoyo de la KJV en los versículos 9–10 brinda un apoyo
considerable al concepto de que la KJV es en realidad el mejor manuscrito. La
KJV daría a los veinticuatro ancianos un lugar distintivo en el cielo, en contraste
con los á ngeles, en lugar de ser á ngeles ellos mismos. No hay ninguna razó n
só lida por la que los veinticuatro ancianos no puedan ser seres humanos
redimidos en lugar de á ngeles, independientemente de la traducció n que se
acepte. La interpretació n de que son á ngeles es posible con la traducció n
revisada, pero no está respaldada por ninguna declaració n directa. Con
cualquier traducció n, los veinticuatro ancianos podrían ser seres humanos.
Profecía del culto angelical del Cordero
Apocalipsis 5:11-12. En un estudio general de lo que está sucediendo en el
cielo, Juan miró y escuchó a una multitud de á ngeles innumerables que también
adoraban al Cordero: “Entonces miré y escuché la voz de muchos á ngeles, miles
y miles, y diez mil veces diez mil. Rodearon el trono, los seres vivientes y los
ancianos. En voz alta cantaron: '¡Digno es el Cordero, que fue inmolado, de
recibir poder, riquezas, sabiduría, fuerza, honra, gloria y alabanza!' ”(V. 11-12).
Los detalles de los á ngeles adorando al Cordero son significativos. En
primer lugar, está el asombroso nú mero que los coloca má s allá de la
estimació n humana. Son declaradosaquí para cantar, lo cual es inusual para los
á ngeles. El canto de ese gran grupo debe haber sido muy impresionante y
constituye un trasfondo importante para la adoració n final del Cordero por
parte de todo el universo. El hecho de que esto siga a la adoració n de los
veinticuatro ancianos puede contrastar con la adoració n humana.

La adoración de toda la creación


Apocalipsis 5:13-14. Juan registró que escuchó un coro poderoso no solo de
á ngeles sino de toda criatura en el cielo y en la tierra. “Entonces oí a toda
criatura en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y sobre el mar, y todo lo
que hay en ellos, cantando: 'Al que se sienta en el trono y al Cordero sea
alabanza y honra y gloria y poder, ¡por los siglos de los siglos!' Los cuatro seres
vivientes dijeron: 'Amén', y los ancianos se postraron y adoraron ”(vv. 13-14).
La gloria de esta escena celestial está en marcado contraste con la escena
oscura en la tierra cuando comienza un tiempo de angustia. Los cristianos que
anteriormente han soportado la tentació n y la prueba y, a menudo, la
persecució n y el martirio, ahora está n libres de los males de la tierra y dejan a
otros la tarea de la fidelidad continua a Dios, lo que podría conducir al martirio
de muchos. El significado de los capítulos cuarto y quinto del libro de
Apocalipsis es recordarle al lector las escenas oscuras que aú n se avecinan para
la gran tribulació n y el hecho de que en el cielo hay victoria, gloria y majestad, y
que en el bien de Dios tiempo Su autoridad se expresará en la tierra en el reino
milenial.

PROFECÍA EN APOCALIPSIS ACERCA DEL TIEMPO


FINAL
Como se revela en un estudio a lo largo de las Escrituras, los eventos del tiempo
del fin siguen al rapto de la iglesia y culminan con la segunda venida de
Cristo. Inmediatamente después del rapto de la iglesia, habrá un período de
tiempo que puede llamarse período de preparació n. En este período surgirá un
grupo de diez naciones que formará una unidad política en el Medio
Oriente. Surgirá un líder que tomará el control primero de tres y luego de los
diez (cf. Dan. 7: 8, 24-25). Desde esta posició n de poder, podrá entrar en un
pacto con Israel, poniendo fin a la relació n de Israel con sus vecinos (9:27) y
comenzando la cuenta regresiva final de siete añ os que culminará con la
segunda venida.
La primera mitad de los siete añ os será un tiempo de paz mientras se
observa el pacto. A la mitad de los siete añ os, el pacto se romperá y el líder
político asumirá mediante la proclamació n el cargo de gobernante de todo el
país.mundo. Esto dará comienzo al período de persecució n, los ú ltimos tres
añ os y medio. Durante los pró ximos tres añ os y medio, el dictador mundial, que
anteriormente dirigió las diez naciones, encabezará un imperio mundial, al que
se hace referencia en Daniel 7:25 como que se extiende por un tiempo, tiempos
y medio tiempo, es decir, por un añ o, dos añ os y medio añ o. El final de su
reinado en la segunda venida será precedido por una gran guerra mundial
(Dan. 11: 40– 45; Apoc. 16: 14–16).

PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS DE PROFECÍA INCUMPLIDA

1. Rapto de la iglesia (1 Cor. 15:51–58; 1 Tes. 4:13-18).


2. Renacimiento del Imperio Romano; se formó una confederació n de diez
naciones (Dan. 7: 7, 24; Apoc. 13:1; 17:3, 12-13).
3. El ascenso del Anticristo: el dictador de Oriente Medio (Dan. 7: 8; Apoc. 13:
1–8).
4. El tratado de paz de siete añ os con Israel: consumado siete añ os antes de la
segunda venida de Cristo (Dan. 9:27; Apoc. 19:11–16).
5. Establecimiento de una iglesia mundial (Ap. 17:1-15).
6. Rusia lanza un ataque sorpresa contra Israel cuatro añ os antes de la
segunda venida de Cristo (Ezequiel 38-39).
7. Tratado de paz con Israel roto después de tres añ os y medio: comienzo del
gobierno mundial, sistema econó mico mundial, religió n atea mundial, tres
añ os y medio finales antes de la segunda venida de Cristo (Dan. 7:23; Apoc.
13: 5-8, 15-17; 17:16-17).
8. Muchos cristianos y judíos martirizados que se negaron a adorar al
dictador mundial (Ap. 7:9-17; 13:15).
9. Juicios divinos catastró ficos representados por sellos, trompetas y copas
derramados sobre la tierra (Apocalipsis 6–18).
10. Estalla la guerra mundial centrá ndose en el Medio Oriente: Batalla de
Armagedó n (Dan. 11:40–45; Apoc. 9:13–21; 16:12–16).
11. Babilonia destruida (Apocalipsis 18).
12. Segunda venida de Cristo (Mateo 24:27–31; Apocalipsis 19:11–21).
13. Juicio de judíos y gentiles inicuos (Ezequiel 20:33–38; Mat. 25:31–46;
Judas 14–15; Apocalipsis 19:15–21; 20:1–4).
14. Sataná s atado por mil añ os (Apocalipsis 20:1-3).
15. Resurrecció n de los santos de la tribulació n y los santos del Antiguo
Testamento (Dan. 12: 2; Apoc. 20:4).
16. Comienza el reino milenial (Apocalipsis 20:5–6).
17. Rebelió n final al final del milenio (Apocalipsis 20:7-10).
18. Resurrecció n y juicio final de los impíos: juicio del gran trono blanco
(Apocalipsis 20:11-15).
19. Comienza la eternidad: cielo nuevo, tierra nueva, Nueva Jerusalén
(Apocalipsis 21:1–2).

Los tres períodos de tiempo entre el rapto y la segunda venida de Cristo


incluyen, por lo tanto, un período introductorio de duració n desconocida, un
período de paz de tres añ os y medio y un período de gran persecució n durante
tres añ os y medio. El clímax será la segunda venida de Cristo. Apocalipsis 6–18
trata de los ú ltimos siete añ os o, má s específicamente, de los ú ltimos tres añ os y
medio anteriores a la segunda venida.

El primer sello: conquista mundial


Apocalipsis 6:1–2. El rollo con siete sellos presentado anteriormente ahora
se convierte en la clave para comprender los eventos que fueron profetizados
para este período. A medida que se cumplen los eventos, un pergamino sellado
proporciona el esquema principal de los eventos que conducen a la segunda
venida. Aunque muchos han intentado puntos de vista alternativos,
probablemente el mejor enfoque es el punto de vista de que los siete sellos son
los eventos principales, o períodos de tiempo, que del séptimo sello vendrá n
una serie de eventos descritos como siete trompetas, y de la séptima trompeta.
vendrá una serie de siete copas de ira: juicios sobre el mundo justo antes de la
segunda venida. El efecto es un crescendo de juicios que llegan con mayor
severidad y ritmo creciente a medida que se acerca la segunda venida. Aunque
el libro de Apocalipsis no está escrito necesariamente en orden cronoló gico,
como se verá , este bosquejo forma el trasfondo cronoló gico y el orden de la
revelació n del libro de Apocalipsis con el que las Escrituras en esta secció n
pueden estar relacionadas.
Mientras Juan miraba, registró que el Cordero abrió el primer sello. “Vi
como el Cordero abrió el primero de los siete sellos. Entonces escuché a uno de
los cuatro seres vivientes decir con voz como de trueno: "¡Ven!" Miré, ¡y ante mí
había un caballo blanco! Su jinete sostenía un arco, y le dieron una corona, y
salió como un vencedor empeñ ado en conquistar ”(vv. 1–2). El simbolismo
de un
caballo blanco en el primer siglo representaba a un líder militar
conquistador. Má s adelante en Apocalipsis, Cristo regresa con los santos
á ngeles en caballos blancos para conquistar el mundo (19:11-21). Aunque ha
habido diferentes interpretaciones sobre el caballo blanco y su jinete, el
contexto indicaría que no hay un paralelo real entre este jinete y Cristo como el
jinete del caballo blanco, y es preferible asumir que este jinete es el Cristo
falso. , o el Anticristo, el gobernante que previamente había ganado el control
de los diez reinos en el Medio Oriente.
En una descripció n del jinete del caballo blanco, se dice que tiene un arco y
una corona, pero no se menciona una flecha. Aunque la Escritura no
proporciona ninguna interpretació n deesto, su probable significado es que
viene como un conquistador sin guerra. Esto parece encajar con todos los otros
pasajes que se relacionan con este gobernante mundial. Al parecer, ha
alcanzado un poder político tal que nadie puede oponerse a él. En la revelació n
posterior de este mismo personaje en Apocalipsis 13, se hace la pregunta:
“¿Quién es como la bestia? ¿Quién podrá hacerle la guerra? (Apocalipsis 13: 4).
La respuesta, por supuesto, es que nadie puede luchar contra él.

ORDEN DE SELLOS, TROMPETAS Y CUENCOS


Apocalipsis 6:1-16:21
La interpretació n del primer sello plantea la pregunta de dó nde ocurre
esto en los eventos del tiempo del fin. Probablemente la opinió n má s popular es
que introduce el ú ltimo período de siete añ os. Sin embargo, en los versículos
que siguen inmediatamente, se habla de terribles desastres que se apoderan del
mundo, que aparentemente ocurren en la segunda mitad de los ú ltimos siete
añ os. Ademá s, el gobierno mundial comienza a mediados de los siete añ os. En
consecuencia, es probable que el libro de Apocalipsis, aunque reconozca los
eventos de los siete añ os completos, se concentre en los tres añ os y medio antes
de la segunda venida como si contienen las señ ales má s significativas y
reconocibles del regreso del Señ or.

El segundo sello: la guerra


Apocalipsis 6:3–4. Luego se invitó a Juan a considerar la ruptura del
segundo sello, que revela otro caballo y jinete. Juan escribió : “Cuando el
Cordero abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente decir: '¡Ven!' Luego
salió otro caballo, uno de color rojo intenso. A su jinete se le dio poder para
quitar la paz de la tierra y hacer que los hombres se maten unos a otros. A él se
le dio una espada grande ”(vv. 3-4). Así como un caballo blanco es un símbolo
de conquista, un caballo rojo sería un símbolo de guerra. Esta es la
interpretació n específica que se le da al caballo y su jinete.
En la referencia a la guerra, no es necesario presumir que esta tiene en
mente una guerra en particular, sino que hay una serie de guerras en el tiempo
del fin, la má s importante de las cuales será al final del período de siete añ os.
justo antes de la segunda venida de Cristo (16:13-16). Los ú ltimos tres añ os y
medio es una época en la que no hay paz.

El tercer sello: el hambre


Apocalipsis 6:5–6. A continuació n, se invitó a Juan a contemplar la apertura
del tercer sello, y escribió : “Cuando el Cordero abrió el tercer sello, oí al tercer
ser viviente decir: '¡Ven!' Miré, ¡y ante mí había un caballo negro! Su jinete
sostenía un par de escamas en la mano. Entonces oí lo que sonó como una voz
entre los cuatro seres vivientes, diciendo: 'Un litro de trigo por el salario de un
día y tres cuartos de cebada por el salario de un día, ¡y no dañ es el aceite ni el
vino!' ”(Vv. . 5-6).
Las secuelas de la guerra, que aparentemente continú an en cierta medida
durante todo este período, provocan hambrunas, especialmente en las á reas
donde la guerra ha devastado sus cultivos. El salario de un día era de
aproximadamente dieciséis centavos, o un denario. Un litro de trigo sería
suficiente solo para una comida. Si compraran cebada, podrían obtener tres
cuartos, suficiente para tres comidas, pero no les quedaría nada para comprar
aceite, vino u otras necesidades. La imagen es de hambruna. El cará cter
sombrío y mortífero de una hambruna está simbolizado por el hecho de que el
caballo es negro.

El cuarto sello: muerte


Apocalipsis 6:7–8 . A continuació n, se invitó a Juan a observar la apertura
del cuarto sello. “Cuando el Cordero abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser
viviente que decía: '¡Ven!' Miré, ¡y ante mí había un caballo pá lido! Su jinete se
llamaba Muerte, y Hades lo seguía de cerca. Se les dio poder sobre una cuarta
parte de lapara matar la tierra con espada, hambre y plaga, y con las fieras de la
tierra ”(vv. 7-8). La revelació n del caballo pá lido es bastante dramá tica ya que
en realidad es de un color sobrenatural, algo así como un verde pá lido, la
misma palabra se usa en Marcos 6:39, Apocalipsis 8:7; y 9:4. El jinete es
igualmente horrible y se llama "Muerte", y Hades lo sigue de cerca. Debido a
que Hades es la morada de los que mueren, cuando una persona muere en esta
situació n, va al Hades. La parte má s asombrosa de la profecía, sin embargo, es
que estos reciben poder sobre una cuarta parte de la tierra, y los instrumentos
de la muerte incluirá n la espada y el hambre, mencionadas anteriormente en
los sellos anteriores, pero también la plaga y las bestias salvajes de la Tierra.
tierra.
Anteriormente, se planteó la pregunta de en qué marco de tiempo cae el
capítulo 6 y siguientes, considerando que el ú ltimo período que precede a la
segunda venida se divide en siete añ os, con la primera mitad un tiempo de paz
y la segunda mitad un tiempo de persecució n. Aunque es una interpretació n
bastante popular encontrar la segunda mitad de los siete añ os en Apocalipsis
con la gran tribulació n que no comienza hasta el capítulo 11, el hecho de que
una cuarta parte de la tierra muera en este punto parecería indicar que la
tribulació n es ya en marcha.
Si la població n de la tierra en el momento en que esto ocurre es de seis mil
millones, una cuarta parte significaría la pérdida de vidas para 1.5 mil millones
de la població n mundial. Esto sería má s que si todas las personas de América
del Norte, América Central y América del Sur fueran asesinadas. Todavía no
igualaría lo que se describe aquí. En consecuencia, es difícil imaginar que ésta
no sea la gran tribulació n. Si ese es el caso, dado que el segundo y tercer sello, la
guerra y el hambre, son parte del proceso, parecería volver a ellos también.
Asimismo, el primer sello, por ser un conquistador del mundo entero, parece
encajar mejor en los ú ltimos tres añ os y medio, que comienzan con el
gobernante asumiendo el control político del mundo entero.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de esta gran tribulació n final. En
Daniel 9:27, la ú ltima mitad de los ú ltimos siete añ os previos a la segunda
venida es el período en el que el gobernante mundial toma el poder y persigue
a Israel
y a todos los que no está n dispuestos a obedecerle. El gobernante en ese
momento es la persona mencionada en Daniel 9:26 como "el gobernante que
vendrá ". En las palabras: “¡Qué terrible será ese día! Ninguno será así. Será un
tiempo de angustia para Jacob, pero de ella será salvo ”(Jer. 30:7).
Cristo añ adió Su palabra de explicació n sobre esto al describir la gran
tribulació n con estas palabras, “Porque entonces habrá gran angustia, sin igual
desde el principio de la mundo hasta ahora, y nunca má s ser igualado. Si esos
días no se hubieran acortado, nadie sobreviviría, pero por el bien de los
elegidos esos días se acortará n ”(Mat. 24:21–22).
La característica distintiva de la gran tribulació n es que es un tiempo de
angustia sin precedentes, ya sea antes o después. Bajo esta definició n, el cuarto
sello califica porque nunca en la historia del mundo ha habido destrucció n de
vida humana como se describe aquí. Si esto se determina, los sellos anteriores
podrían verse fá cilmente como parte del período. En general, este pasaje de las
Escrituras deja en claro que el mundo se encamina a problemas sin
precedentes, pero que esto no ocurrirá hasta después del rapto de la iglesia. Sin
embargo, hay muchos indicios de que la tierra es vulnerable, ya que nuestra
época moderna ha multiplicado las formas de destrucció n de la vida humana. Si
a esto se agregan los juicios sobrenaturales de Dios, es fá cil ver có mo se
describirá el tiempo de angustia como sin precedentes.

El quinto sello: mártir


Apocalipsis 6:9-11. Se invitó a Juan a observar la apertura del quinto sello y
registró lo que vio. “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de
los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que
habían mantenido. Gritaron a gran voz: "¿Hasta cuá ndo, Señ or Soberano, santo
y verdadero, hasta que juzgues a los habitantes de la tierra y vengues nuestra
sangre?" Entonces a cada uno de ellos se le dio una tú nica blanca, y se les dijo
que esperaran un poco má s, hasta que se completara el nú mero de sus
consiervos y hermanos que iban a ser muertos como a ellos ”(vv. 9-11).
Los muertos martirizados preguntaban cuá nto tiempo pasaría antes de
que fueran vengados, es decir, ¿cuá ndo terminaría la gran tribulació n y
ocurriría la segunda venida? Se les dio tú nicas blancas y se les informó que
habría tiempo adicional durante el cual algunos de sus compañ eros de servicio
y hermanos serían asesinados.
Una de las preguntas que a menudo se plantean en la profecía es la
cuestió n de cuá l será el estado de una persona salva entre el momento en que
muera en la tierra y el momento en que resucita. Las escrituras dicen
claramente que su alma irá inmediatamente al cielo, pero la pregunta es: ¿Cuá l
será el estado de su cuerpo? Este pasaje es uno de varios que apuntan a la
conclusió n de que los
creyentes en Cristo tendrá n un cuerpo temporal antes de su cuerpo
resucitado. Sería difícil colgarles una tú nica si no tuvieran un cuerpo físico para
sostenerla. También se les atribuye el hecho de que está n de pie, lo que de
nuevosería imposible sin un cuerpo (7:9; cf. Lucas 16: 22-24). En Apocalipsis 7
se da una descripció n completa de los muertos martirizados.

El sexto sello: juicio catastrófico


Apocalipsis 6:12-17. Después de observar estas escenas conmovedoras,
Juan registró a continuació n la observació n de la apertura del sexto sello. “Vi
mientras abría el sexto sello. Hubo un gran terremoto. El sol se volvió negro
como tela de saco de pelo de cabra, la luna entera se puso roja como la sangre, y
las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como higos tardíos que caen de
una higuera cuando un viento fuerte los agita. El cielo retrocedió como un
pergamino, enrollá ndose, y cada montañ a e isla fue removida de su lugar.
Entonces los reyes de la tierra, los príncipes, los generales, los ricos, los
poderosos y todo esclavo y todo hombre libre se escondieron en cuevas y entre
las rocas de las montañ as. Llamaron a los montes y a las rocas: '¡Caed sobre
nosotros y escó ndenos del rostro del que está sentado en el trono y de la ira
del Cordero! Porque ha llegado el gran día de su ira, ¿y quién podrá mantenerse
en pie? '”(Vv. 12-17).
Sería difícil señ alar una escena má s dramá tica, má s terrible que la que se
describe en estos versículos. Todos los elementos del juicio catastró fico está n
presentes: un gran terremoto, el sol volviéndose negro, la luna volviéndose
como sangre, las estrellas del cielo cayendo como higos maduros, los cielos
demostrando movimientos importantes partiendo como un pergamino, y en la
tierra cada montañ a e isla. Moviente. La imagen del juicio de Dios sobre el
mundo en este momento es tan dramá tica que algunos retroceden e intentan
interpretarla en un sentido menos que literal. Sostendrían que esto
simplemente se refiere a la inestabilidad política y social que caracterizará el
fin de los tiempos. Sin embargo, las objeciones a una interpretació n simbó lica
para la que no existe una norma o principio rector son tales que es mucho
mejor interpretarla en su sentido literal.
Aunque esta escena no es el juicio final como se registra en Apocalipsis 16
bajo la séptima copa de ira, indica que los ú ltimos tres añ os y medio completos
hasta la segunda venida de Cristo será n un período de prueba y problemas sin
precedentes para el mundo. como Dios juzga directamente al mundo y todo su
pecado. Este pasaje también tiene apoyo de la propia descripció n de Cristo de la
gran tribulació n en Mateo 24, donde habló de grandes terremotos (v. 7). Los
cielos partiendo como un rollo se menciona en Isaías 34: 4. El libro de Joel, que
trata con cierta extensió n de la gran tribulació n, habla de terremotos y el sol se
vuelve negro (Joel 2:2, 10, 30–31). El mundo incrédulo en lo que concierne a la
salvació n está asolado por el terror, pero no siente queahora hay alguna
oportunidad para arrepentirse y ser salvo. En cambio, lo reconocen como lo que
temían: un tiempo de ira y juicio divinos. Al referirse al período como un día, no
hay indicios de que se limitará a veinticuatro horas, sino má s bien a la duració n
del período de tiempo requerido para el cumplimiento de estas profecías.
A la luz de la descripció n de este terrible tiempo de juicio, la perspectiva de
que la iglesia sea arrebatada antes del tiempo de la ira se vuelve aú n má s
plausible y comprensible. Que la iglesia se vea obligada a soportar un juicio tan
dramá tico difícilmente puede describirse como una bendita esperanza.
La pregunta que surgió al final del capítulo 6, "¿Quién puede estar de
pie?" (Apocalipsis 6:17), dejó en claro que solo aquellos que responden a la
gracia de Dios podrá n tener un clímax victorioso. Ya sea que se cumpla con el
rapto de la iglesia - la intervenció n de la gracia de Dios al llevar a la iglesia de la
tierra al cielo - o si se refiere a los salvos después del rapto que permanecen
fieles, incluso al martirio, en este período de gran tribulació n, solo aquellos los
que se salvan vencen y salen victoriosos.

Revelación entre paréntesis I: Los muertos martirizados en el cielo; los


144.000 de Israel
Apocalipsis 7:1–8. Aunque el libro de Apocalipsis en su cumplimiento de la
profecía se mueve metó dicamente a través de los siete sellos, las siete
trompetas y las siete copas de la ira de Dios en secuencia cronoló gica, algunos
capítulos del libro de Apocalipsis son entre paréntesis, es decir, ven un sujeto
sin adelantar el orden de los eventos en la tribulació n. Apocalipsis 7 es uno de
estos capítulos. En el capítulo 6 hubo cumplimiento cronoló gico cuando se
abrieron los primeros seis sellos . Ahora surge la pregunta de si alguien será
salvo en la gran tribulació n.
Esta pregunta es particularmente relevante debido al hecho de que las
Escrituras describen al Espíritu Santo como removido en el momento del
rapto. Segú n 2 Tesalonicenses 2: 7, el Espíritu Santo será removido para
permitir que el pecado se manifieste: “Porque el poder secreto de la iniquidad
ya está obrando; pero el que ahora lo retiene seguirá haciéndolo hasta que lo
saquen del camino ". Aunque se han dado muchas interpretaciones a este
pasaje, lo má s probable es que se refiera al Espíritu Santo, quien de alguna
manera será removido de la escena para permitir que la maldad del mundo se
muestre después del rapto de la iglesia.
Entonces, naturalmente, surge la pregunta: ¿Có mo puede alguien ser salvo
sin el Espíritu Santo? La respuesta es que la remoció n del Espíritu Santo debe
calificarse. El Espíritu de Dios será removido en el mismo sentido en que vino el
día de Pentecostés para morar en la iglesia y bautizarla en un solo cuerpo. Estas
obras del Espíritu Santo cesará n y la situació n volverá a ser como era antes de
Pentecostés. Antes de Pentecostés, la gente era salva y el Espíritu Santo estaba
obrando en el mundo porque É l siempre es omnipresente. Así será en este
período del tiempo del fin.
En Apocalipsis 7, se mencionan dos grupos de salvos: Primero, aquellos
que está n protegidos y capacitados para pasar por la gran tribulació n; y
segundo, la gran multitud de má rtires que se ven de pie en el cielo.
Juan registró : “Después de esto, vi cuatro á ngeles de pie en los cuatro
á ngulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra para evitar que el
viento soplara sobre la tierra, el mar o cualquier á rbol. Entonces vi a otro á ngel
que venía del este, que tenía el sello del Dios viviente. Llamó en voz alta a los
cuatro á ngeles a quienes se les había dado poder para dañ ar la tierra y el mar:
'No dañ en la tierra ni el mar ni los á rboles hasta que pongamos un sello en la
frente de los siervos de nuestro Dios. '”(Vv. 1-3).
Juan entonces escribió : “Entonces oí el nú mero de los sellados: 144.000 de
todas las tribus de Israel” (v. 4). Luego sigue el desglose de doce tribus y doce
mil de cada tribu de Israel que está n selladas y protegidas. Algunas preguntas
surgen en el examen de este grupo. Como en todos los listados de las doce
tribus, una tribu tiene que ser eliminada, ya que los descendientes de José se
convirtieron en dos tribus. En consecuencia, en los muchos listados del
Antiguo y Nuevo Testamento, nunca se enumeran má s de doce tribus. A
menudo, la tribu que se omite es la de Leví. Aquí, sin embargo, es la tribu de
Dan. No hay explicació n de por qué se omite Dan, excepto quizá s porque era
una de las tribus má s pequeñ as. Los estudiosos también se han topado con la
pregunta de si esto se refiere a Israel. Una interpretació n comú n basada en el
concepto de que Israel ya no está sujeto a la profecía cumplida es que esta
es en realidad una presentació n poética de la iglesia. Sin embargo, el hecho es
que muchas Escrituras apuntan al futuro de Israel, como se ha visto en estudios
anteriores y se confirma en el libro de Apocalipsis. Se contrastan judíos y
gentiles, y en este período de la gran tribulació n ni siquiera se menciona a
la iglesia. En consecuencia, es preferible
una interpretació n que los tome como individuos literales de Israel.
Sin embargo, también está claro que no todos los israelitas está n
involucrados en este grupo de ciento cuarenta y cuatro mil, y sin duda, muchos
judíos perecerá n en la gran tribulació n. Zacarías 13:8 dice específicamente: “'En
toda la tierra', declara el Señ or, 'dos tercios será n heridos y perecerá n; pero
quedará un tercio en él. '”Por consiguiente, el sellamiento de los ciento cuarenta
y cuatro mil no se refiere a toda la nació n de Israel sino a individuos específicos
que está n incluidos. Aquí no se da ninguna explicació n con respecto a su
situació n peculiar, pero en Apocalipsis 14, al final de la gran tribulació n, se
vuelve a ver a los ciento cuarenta y cuatro mil. Se los describe como redimidos,
puros, comprados por Dios y sin mancha (Apocalipsis 14:1–5).
A veces se afirma que estos son evangelistas que predican el evangelio en
el tiempo del fin. No hay nada en las Escrituras que indique que predican,
aunque su cará cter y su preservació n es en sí mismo un sermó n de que Dios
puede guardar a aquellos que desea conservar incluso en el tiempo de la gran
tribulació n. Este pasaje deja en claro que algunos judíos será n salvos en el
tiempo del fin y que algunos será n preservados hasta el fin en el tiempo de la
segunda venida.

La multitud de mártires
Apocalipsis 7:9-17. También en este capítulo se presenta otro grupo que
describió Juan. “Después de esto miré y allí delante de mí había una gran
multitud que nadie podía contar, de cada nació n, tribu, pueblo y lengua, de pie
delante del trono y delante del Cordero. Vestían tú nicas blancas y sostenían
ramas de palma en sus manos. Y clamaron a gran voz: 'La salvació n es de
nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero' ”(vv. 9-10). Este
grupo es notablemente diferente de los ciento cuarenta y cuatro mil porque son
una gran multitud que no está numerada, los individuos del grupo se relacionan
con cada nació n, tribu, pueblo y lengua, y está claro que ya no está n en la tierra.
pero en el cielo.
Juan pasó a describir la escena: “Todos los á ngeles estaban parados
alrededor del trono y alrededor de los ancianos y los cuatro seres
vivientes. Cayeron de bruces ante el trono y adoraron a Dios, diciendo:
'¡Amén! Alabanza y gloria y sabiduría y gracias y honor y poder y fuerza sean a
nuestro Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén! '”(Vv. 11-12). La ocasió n de que
estos estén de pie ante el trono mueve a los á ngeles a adorar. Luego, Juan
registró la respuesta a la pregunta de quiénes son: “Entonces uno de los
ancianos me preguntó : 'Estos con tú nicas blancas, ¿quiénes son y de dó nde
vienen?' Le respondí: 'Señ or, usted sabe'. Y él dijo: 'Estos son los que han salido
delgran tribulació n; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la
sangre del Cordero '”(vv. 13-14).
En los versículos que siguen se les describe como aquellos que han servido
al Señ or. Se les promete que nunca volverá n a sufrir hambre, sed o calor y que
Dios enjugará toda lá grima (vv. 16-17). Es obvio que son má rtires que
murieron en la gran tribulació n. Debido a que no adorarían al gobernante
mundial, fueron asesinados, pero estará n sujetos a la resurrecció n al regreso de
Cristo para poder entrar en el reino milenial como se indica en Apocalipsis
20:4.
Aunque ha habido muchas interpretaciones confusas de este capítulo que
intentan interpretar el capítulo de manera no literal, la interpretació n literal
tiene tanto sentido en vista de las profecías del período que es mucho mejor
que cualquier teoría competitiva. ¿Qué sería má s natural que seleccionar a los
judíos como un grupo simbó lico que testifique del poder protector de Dios?
¿Qué sería má s natural que seleccionar un nú mero igual de cada tribu? Después
de todo, Israel, como está profetizado en el Antiguo Testamento, juega un papel
importante en el tiempo del fin, como incluso Cristo predijo (Mat. 24:15-20). En
la gran tribulació n, la presentació n de muchos má rtires en el cielo de todas las
naciones también es una consecuencia natural de la gran tribulació n. Si la
interpretació n literal tiene sentido, ¿por qué buscar otra?
También se pueden llegar a varias conclusiones específicas. A veces se ha
planteado la cuestió n de si Israel se pierde para siempre como nació n y si se
borra la distinció n tribal. Desde un punto de vista humano, puede ser difícil
determinar la relació n tribal de un judío hoy; pero desde el punto de vista
divino, Dios conoce a los israelitas ya qué tribu pertenecen. Las diez tribus
no está n perdidas, pero son parte de las doce tribus que pertenecen a la nació n
de Israel. El registro de los muchos má rtires incontables que está n en el cielo
en este período también es una refutació n del concepto de que será
relativamente fá cil para los santos pasar por este período y ser preservados
hasta el final. En consecuencia, aunque se avanza la enseñ anza de que la
iglesia pasará por este tiempo de tribulació n y triunfará al final, la evidencia
apunta a lo contrario. La misma severidad de la gran tribulació n y el nú mero
de má rtires aquí indica que la mayoría de los que vienen a Cristo en el tiempo
del fin se enfrentará n a una elecció n, y un gran porcentaje de ellos será n
ejecutados por no adorar al gobernante mundial. Si la iglesia pasara por este
tiempo de terribles problemas, es dudoso que má s de una pequeñ a fracció n
pueda sobrevivir. En la gran tribulació n no hay protecció n contra el martirio
excepto estosciento cuarenta y cuatro mil mencionados específicamente aquí.
La palabra tranquilizadora de la provisió n de Dios para estos muertos
martirizados enriquece el concepto de có mo en el cielo los dolores de la tierra
será n borrados, y todos los salvos será n
objeto de la gracia de Dios.

El séptimo sello: el sonido de las primeras cuatro trompetas


Apocalipsis 8:1–13. Con la apertura del capítulo 8, se continú a con la lista
cronoló gica de eventos proféticos. Juan escribió : “Cuando abrió el séptimo sello,
hubo silencio en el cielo durante media hora” (v. 1). Aunque treinta minutos no
es mucho tiempo, el silencio absoluto durante ese período fue ominoso y una
indicació n de tremendos eventos por venir. Podría compararse con el informe
del presidente de un jurado que pide treinta minutos de silencio antes de dar su
veredicto.
Juan registró : “Y vi a los siete á ngeles que estaban delante de Dios, ya ellos
se les dieron siete trompetas. Otro á ngel, que tenía un incensario de oro, vino y
se paró ante el altar. Se le dio mucho incienso para ofrecer, con las oraciones de
todos los santos, en el altar de oro delante del trono. El humo del incienso, junto
con las oraciones de los santos, subió de la mano del á ngel ante Dios. Entonces
el á ngel tomó el incensario, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y
vinieron truenos, retumbos, relá mpagos y terremotos. Entonces los siete
á ngeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocarlas ”(vv. 2-6).
Las trompetas que sonaron y se describen en este capítulo describen la
secuencia cronoló gicamente de los diversos juicios que se derraman sobre el
mundo. Como se presenta en Apocalipsis, el séptimo sello incluye las siete
trompetas, así como la séptima trompeta incluye las siete copas de la ira de
Dios. El efecto es un gran crescendo, lo que indica que cada juicio vendrá con
mayor severidad y rapidez en el tiempo justo antes de la segunda venida.
Juan registró : “El primer á ngel tocó su trompeta, y vino granizo y fuego
mezclados con sangre, y fue arrojado sobre la tierra. Se quemó la tercera parte
de la tierra, se quemó la tercera parte de los á rboles y se quemó toda la hierba
verde ”(v. 7).
Estos juicios sobre la tierra se pueden tomar mejor en su sentido literal. No
está claro có mo el granizo y el fuego podrían mezclarse con sangre, pero en un
evento sobrenatural esto es posible. El resultado fue que se quemó un tercio de
la tierra, de los á rboles y de la hierba verde. Característicamente, las trompetas
tratan con un tercio de la tierra, en contrastea las copas de la ira en Apocalipsis
16, que se extienden por toda la tierra. En general, el tiempo de la tribulació n es
un período de muchos cambios de juicio en el mundo, incluidos cambios en el
clima, la temperatura y las precipitaciones. El efecto de quemar un tercio de la
tierra y un tercio de los á rboles y un tercio de la hierba será catastró fico porque
destruirá al menos un tercio de las cosechas de la tierra.
La tendencia de los expositores a tratar de simbolizar profecías y
explicarlas como no literales tiende a oscurecer la verdad má s que a explicar lo
que se revela. Aunque algunas partes del libro de Apocalipsis obviamente son
simbó licas, el efecto literal de esta trompeta es muy claro y debe entenderse en
ese sentido. Como en el caso de los primeros cuatro sellos rotos, las primeras
cuatro trompetas forman una unidad, y una sigue a la otra de una manera algo
complementaria.
Juan describió la segunda trompeta. “El segundo á ngel tocó su trompeta, y
algo parecido a una enorme montañ a, todo en llamas, fue arrojado al mar. La
tercera parte del mar se convirtió en sangre, la tercera parte de los seres
vivientes que había en el mar murió y la tercera parte de las naves fue
destruida ”(vv. 8–9). Aunque algunos expositores tratan de explicar esto de
una manera
menos que literal, la gran tribulació n es tan terrible que una interpretació n
literal es una explicació n razonable.
La explicació n de una enorme montañ a arrojada al mar puede ser una
referencia a un gran objeto que cae del cielo. Se indicó anteriormente en el
sexto sello que las estrellas cayeron a la tierra, y aparentemente, no es
imposible, especialmente en una situació n sobrenatural como esta, que un gran
objeto material caiga al mar. Eso, por supuesto, sería devastador, ya que
causaría maremotos montañ osos.
También hay que explicar la afirmació n de que “un tercio del mar se
convirtió en sangre” (v. 8), y se plantea la cuestió n de si esto podría ser sangre
literal. El mismo problema existía, por supuesto, en las plagas de Egipto cuando
las aguas del Nilo se convirtieron en sangre. Algunos toman esto como el
lenguaje de la apariencia: que parecía sangre, pero si hubo un cambio químico
que no entendemos o si fue hecho sobrenaturalmente para ser sangre, el efecto
devastador en el mar se indica en que un tercio de las criaturas vivientes en el
mar murieron y también un tercio de los barcos fueron destruidos. Estos son
juicios catastró ficos y no deben explicarse. En vista del hecho de que son
sobrenaturales, no debemos limitar a Dios en lo que desea hacer.
Juan luego describió los resultados del sonido de la tercera trompeta. “El
tercer á ngel tocó su trompeta, y una gran estrella, ardiendo como una antorcha,
cayó del cielo enun tercio de los ríos y en los manantiales de agua; el nombre de
la estrella es Ajenjo. La tercera parte de las aguas se volvió amarga, y mucha
gente murió a causa de las aguas que se habían vuelto amargas ”(vv. 10-11).
Ha habido muchos intentos de encontrar algú n significado simbó lico a esta
tercera trompeta, pero no ha habido uniformidad. De nuevo, la mejor
explicació n es tomarlo en su sentido literal. La estrella que caía del cielo era
indudablemente un objeto grande que brillaba naturalmente al entrar en la
atmó sfera y aparentemente tenía sustancias químicas que amargaban el agua.
Se llama “Ajenjo”, posiblemente una referencia a la experiencia de los hijos de
Israel en Mara (É xodo 15:23-25), donde las aguas eran amargas y había que
arrojar un á rbol a las aguas para endulzarlas. Aquí los efectos parecen ser
químicos y físicos, y el resultado es que muchas personas mueren a causa de las
aguas que se vuelven amargas. Estos juicios coinciden con lo que Cristo predijo:
que los eventos de la gran tribulació n excederían cualquier juicio del pasado o
del futuro (Mat. 24:21).
Juan registró los eventos relacionados con la cuarta trompeta cuando se
toca, y puso fin a las primeras cuatro trompetas, cada una afectando a un tercio
de la tierra. “El cuarto á ngel tocó su trompeta, y la tercera parte del sol fue
golpeada, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de modo
que una tercera parte de ellas se oscureció . Un tercio del día estuvo sin luz, y
también un tercio de la noche. Mientras miraba, escuché a un á guila que volaba
en el aire gritar en voz alta: '¡Ay! ¡Aflicció n! ¡Ay de los habitantes de la tierra,
por los toques de trompeta que van a tocar los otros tres á ngeles! '”(Vv. 12-13).
Esta trompeta se relaciona con el cielo, en contraste con los tres juicios
anteriores, que cayeron sobre la tierra, el mar, los ríos y las fuentes de
agua. Aunque el juicio caerá sobre el cielo, el efecto dramá tico sobre la tierra
será tremendo. Intentar una interpretació n simbó lica y considerar esta
interrupció n del gobierno humano o de la sociedad no está justificado. Es
mucho mejor tomar este pasaje en su sentido literal, que está de acuerdo con
todas las profecías que preceden a este período y que lo describen como una
época de problemas sin precedentes.
Esto es apoyado por las siguientes tres trompetas, que se describen como
incluso peores que las primeras cuatro. En estos juicios que se relacionan con
varias partes de la creació n de Dios, es significativo que aunque Dios los creó y
eran buenos, ahora está n bajo el juicio divino debido al pecado en el mundo. Así
como la bendició n de Dios a menudo se interpreta como relacionada con el
mundo físico en el que vivimos, la destrucció n y el juicio sobreel mundo indica
la purga de Dios del mundo en preparació n para el reino milenial. Aunque estos
juicios será n terribles, será n solo el comienzo, ya que las trompetas, y má s
tarde las copas de la ira de Dios, hablará n de desastres aú n mayores.

La quinta trompeta y el primer ay


Apocalipsis 9:1–11. Cuando suenan la quinta y la sexta trompeta, viene
sobre la tierra un nuevo juicio, má s terrible que cualquier cosa que hayan
experimentado.
Juan escribió : “El quinto á ngel tocó su trompeta, y vi una estrella que había
caído del cielo a la tierra. La estrella recibió la llave del pozo del Abismo.
Cuando abrió el Abismo, salió humo de él como el humo de un horno
gigantesco. El sol y el cielo se oscurecieron por el humo del Abismo. Y del humo
descendieron langostas sobre la tierra y se les dio poder como el de los
escorpiones de la tierra. Se les dijo que no dañ aran la hierba de la tierra ni
ninguna planta o á rbol, sino solo a las personas que no tenían el sello de Dios en
la frente. No se les dio poder para matarlos, sino solo para torturarlos durante
cinco meses. Y la agonía que sufrieron fue como la picadura de un escorpió n
cuando golpea a un hombre. Durante esos días los hombres buscará n la
muerte, pero no la encontrará n; anhelará n morir, pero la muerte se les
escapará ”(vv. 1-6).
Cuando suenan las trompetas, cada trompeta presenta un desastre peor
que el desastre que lo precedió . La gran estrella que cayó en 8:10 fue una
porció n literal de una estrella que cayó a la tierra como se describe. Esta
estrella aquí, sin embargo, fue diferente porque se le dio la llave del Abismo,
un lugar que se
describe mejor como un lugar de detenció n para los á ngeles malvados o el
mundo de los demonios. Sataná s pasará mil añ os aquí durante el reino milenial
(20:3). La estrella aparentemente es un á ngel que tiene el poder de abrir el
pozo del Abismo y, en efecto, desatar el terrible juicio representado por la
quinta trompeta.
Mientras John miraba, vio humo saliendo del Abismo, oscureciendo el
cielo. Luego, del humo vio salir langostas que eran como escorpiones en la
tierra. Si el á ngel que descendió (descrito en 9: 1) era un á ngel prominente, los
escorpiones parecen explicarse mejor como á ngeles caídos o el mundo de los
demonios. Aunque tomaron la apariencia de langostas y se les dio el poder de
los escorpiones, en realidad no lo eran. Sin embargo, se les instruyó , "no dañ ar
la hierba ... ni ninguna planta o á rbol" como se había juzgado en 8: 7, sino só lo a
aquellas personas "que no tenían el sello de Dios en susfrentes ”(v. 4). Esto
libraría de dañ o a los ciento cuarenta y cuatro mil de 7:4. La pregunta de si
aquellos que son salvos y que no estaban protegidos por el sello de Dios
estarían bajo este juicio no tiene respuesta, pero parecería ser contrario al
propó sito de Dios permitir que este juicio que viene de Dios golpee a un
hombre que en realidad había nacido de nuevo.
Aunque la mayoría de los juicios de las trompetas tuvieron lugar en un
período de tiempo relativamente corto, esta trompeta se define como una
introducció n a la tortura durante cinco meses. El dolor se comparó con el de un
escorpió n. En climas desérticos, los escorpiones tienen el poder de matar a los
niñ os pequeñ os e infligir un dolor terrible. Debido a esto, John declaró que los
hombres querrá n suicidarse, pero que no lo hará n.
Se proporciona má s informació n sobre la naturaleza de las langostas: “Las
langostas parecían caballos preparados para la batalla. En la cabeza llevaban
algo parecido a coronas de oro y sus rostros parecían rostros humanos. Su
cabello era como cabello de mujer, y sus dientes como dientes de leó n. Tenían
corazas como corazas de hierro, y el sonido de sus alas era como el trueno de
muchos caballos y carros que se precipitan a la batalla. Tenían colas y aguijones
como escorpiones, y en sus colas tenían el poder de atormentar a las personas
durante cinco meses. Tuvieron como rey sobre ellos al á ngel del abismo, cuyo
nombre en hebreo es Abaddon, y en griego, Apollyon ”(vv. 7-11).
Los intérpretes han tenido la tentació n de encontrar algú n significado
oscuro o no literal de este evento, pero el mejor enfoque es tomarlo
literalmente, es decir, los cinco meses son meses, no un período de tiempo
prolongado, pero probablemente má s que el de algunos de las otras trompetas.
Aunque el dolor de los hombres que son picados por el escorpió n es real y se
compara con el dolor de ser picado por un escorpió n en la vida ordinaria, es
obvio que esta es una imagen de juicio sobrenatural. Los demonios y los
á ngeles pueden adoptar
apariencias distintas a las humanas, y la descripció n de las langostas que
picaron como escorpiones no encaja en ninguna categoría de hombre o bestia.
El que está a cargo de ellos se llama en hebreo, Abaddon, y en
griego, Apollyon, ambos significan "destructor". La quinta trompeta, aunque
presenta problemas de interpretació n que no está n completamente resueltos,
deja en claro que su efecto excede con mucho la destrucció n y catá strofe de las
trompetas precedentes. Como tal, esta trompeta es una introducció n adecuada
a la sexta y séptima trompetas, que superan con mucho todo lo que las
precede. Con la quinta trompeta habiendo cumplido el papel del primer ay, el
escenario ahora está listo para los dos ayes restantes por venir.

La sexta trompeta y el segundo ay


Apocalipsis 9:13-21. Mientras Juan observaba la escena, registró lo que vio
y escuchó : “El sexto á ngel tocó su trompeta, y oí una voz que venía de los
cuernos del altar de oro que está delante de Dios. Le dijo al sexto á ngel que
tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro á ngeles que está n atados junto al gran río
É ufrates". Y los cuatro á ngeles que habían estado preparados para esta misma
hora, día, mes y añ o, fueron puestos en libertad para matar a la tercera parte de
la humanidad ”(vv. 13-15).
Juan, que estaba presenciando este evento desde el punto de vista del cielo,
se refirió al altar de oro con cuatro cuernos. Este altar es el altar del incienso y
su introducció n se refiere a las oraciones de los santos (cf. 8: 3-4). El altar de
oro era el altar del incienso dentro del templo o el taberná culo, en contraste con
el altar de bronce, que estaba afuera y se usaba para sacrificios de sangre. El
altar de oro se usó para quemar incienso y adorar a Dios.
La voz que provenía de los cuernos del altar, probablemente la voz de un
á ngel, se dirigió al sexto á ngel: “'Libera a los cuatro á ngeles que está n atados
junto al gran río É ufrates'. Y los cuatro á ngeles que se habían mantenido listos
para esta misma hora, día, mes y añ o fueron liberados para matar a un tercio de
la humanidad. El nú mero de tropas montadas era de doscientos
millones. Escuché su nú mero ”(9:14-16). Los cuatro á ngeles mencionados aquí
deben referirse a demonios o á ngeles caídos, ya que los á ngeles santos nunca
está n atados. Se dice que se mantuvieron listos para la misma hora, día, mes y
añ o, lo que significa que se guardaron para el mismo día y hora en que esto iba
a suceder.
La liberació n de los cuatro demonios hizo posible una cadena de eventos
que mataría a un tercio de la humanidad. Si el cuarto sello (6: 8) pudo matar a
una cuarta parte de la població n mundial, este juicio mataría a un tercio del
resto, lo que dejaría a la població n mundial en un cincuenta por ciento o menos,
dependiendo de cuá ntos murieron en otros juicios. que se mencionan. El hecho
de que esta gran tribulació n se defina como un tiempo de problemas sin
precedentes ciertamente está respaldado por los hechos que se dan aquí.
Se da un dato adicional que el nú mero de tropas montadas era de
doscientos millones. Juan dijo: “Escuché su nú mero” (9:16). Amasar un ejército
de doscientos millones generalmente se considera imposible. Sin embargo, si
un ejército de este tamañ o se pusiera en el campo, su origen en Asia y países
como China e India ciertamente haría posible este nú mero de personas. El gran
nú mero ha planteado la cuestió n de sital ejército podría reunirse y
abastecerse. Sería una fuente abrumadora de poder militar. Es interesante que
Juan dijo que escuchó el nú mero porque, obviamente, no podía contar tantos en
ninguna visió n que se le diera. Como en otros casos de nú meros en el libro de
Apocalipsis, los nú meros deben tomarse literalmente aunque el nú mero literal
a veces también tiene un significado espiritual.
Que el ejército vendría del este se indica por el hecho de que los cuatro
á ngeles estaban en el río É ufrates, el límite oriental de Tierra Santa. Esto es
confirmado por referencias posteriores en 16:12 cuando el río É ufrates se seca,
permitiendo el paso de los ejércitos del Este. Rusia ha ayudado a construir una
serie de represas a lo largo del río É ufrates que hacen posible secar el río.
El ejército de Oriente también se menciona en Daniel 11:44 como parte de
la gran guerra final antes de la segunda venida.
Habiendo presentado el significado principal del gran ejército, Juan dio
má s detalles sobre su cará cter. “Los caballos y jinetes que vi en mi visió n se
veían así: Sus corazas eran de un rojo intenso, azul oscuro y amarillo como el
azufre. Las cabezas de los caballos se parecían a cabezas de leones, y de sus
bocas salía fuego, humo y azufre. Un tercio de la humanidad murió a causa de
las tres plagas de fuego, humo y azufre que salieron de sus bocas. El poder de
los caballos estaba en sus bocas y en sus colas; porque sus colas eran como
serpientes, y tenían cabezas con las que infligen dañ o ”(Apocalipsis 9:17-19).
La descripció n de los caballos no se parece a la de un caballo, y algunos han
sugerido que representan una forma de guerra moderna, como los tanques, que
serían la fuente de fuego, humo y azufre. No hay explicació n de los caballos
aparte de lo que se da aquí. Algunos creen que el ejército es un ejército de
demonios, una fuerza sobrenatural en lugar de un ejército puramente natural.
El efecto devastador de una fuerza tan grande, ya sea humana o demoníaca, está
en armonía con el resultado.
Juan continuó diciendo: “El resto de la humanidad que no fue muerta por
estas plagas todavía no se arrepintió de la obra de sus manos; no dejaron de
adorar a los demonios ya los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera,
ídolos que no pueden ver, oír ni caminar. Tampoco se arrepintieron de sus
asesinatos, sus artes má gicas, su inmoralidad sexual o sus robos ”(vv. 20-
21). Aunque habían observado el terrible juicio de Dios, que resultó en la
muerte de un tercio de la raza humana, todavía no se arrepentían de sus malas
acciones. El libro de Apocalipsis, por un lado, muestra los poderosos juicios
deDios, sino también la total depravació n del corazó n humano que no ha sido
tocado por la gracia de Dios. Aunque los impíos tenían la adoració n de ídolos
como su religió n, no los redimió ni los cambió , y continuaron en su vida de
pecado.

Revelación entre paréntesis II: Anuncio angelical y los dos testigos


Apocalipsis 10:1–11. Habiendo llevado la cadena de eventos de la gran
tribulació n hasta la sexta trompeta, Juan, antes de la séptima trompeta,
introdujo una secció n entre paréntesis que no avanza la serie de eventos en la
gran tribulació n.
Juan escribió : “Entonces vi a otro á ngel poderoso que descendía del
cielo. Estaba vestido con una nube, con un arco iris sobre su cabeza; su rostro
era como el sol y sus piernas como pilares de fuego. Sostenía un pequeñ o
pergamino, que estaba abierto en su mano. Plantó su pie derecho sobre el mar y
su pie izquierdo sobre la tierra, y dio un grito fuerte como el rugido de un leó n.
Cuando gritó , las voces de los siete truenos hablaron. Y cuando hablaron los
siete truenos, estaba a punto de escribir, pero oí una voz del cielo que decía:
'Sella lo que han dicho los siete truenos y no lo escribas' ”(vv. 1-4).
El á ngel poderoso se describe de una manera que es casi similar a la gloria
de Dios, y por esta y otras razones, varios intérpretes creen que este no es otro
que el mismo Señ or Jesucristo apareciendo como un á ngel. A lo largo del
Antiguo Testamento, Cristo apareció como el á ngel de Jehová .
Sin embargo, varias razones se oponen al concepto de que este es el mismo
Cristo y llevan a la conclusió n de que se trata de un á ngel al que Dios le había
dado un gran poder.
El á ngel se presenta como “otro” á ngel (gr. Allon ), que identifica al á ngel
como del mismo tipo que los á ngeles anteriores (v. 1). Aunque no es el sexto
á ngel mencionado en 9:13, y no el á ngel que toca la séptima trompeta (11:15),
el á ngel parece no alcanzar los atributos de Dios. Como "el á ngel poderoso", es
similar al á ngel mencionado en 5:2.
También se dice que aquí el á ngel descendió del cielo, y no hay Escritura
que indique que Cristo regresaría a la tierra durante la gran tribulació n antes
de Su segunda venida. A otros á ngeles se les concede un gran poder, como
Miguel, que encabeza a todos los santos á ngeles. La descripció n del á ngel, sin
embargo, de que está "envuelto en una nube, con un arco iris sobre su cabeza"
es muy grá fica. Sus piernas se comparan con "ardientespilares ”, y su rostro se
compara con el brillo del sol. Se le representa plantando sus pies en el
océano, "su pie
derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra", que es el orden
opuesto, porque generalmente se menciona la tierra antes que el mar (5:13; 7:1
-3; 12:12; 14:7). Obviamente, pararse en el mar requiere la postura
sobrenatural que pararse en la tierra podría no requerir.
El hecho má s importante sobre él es que tiene un pergamino en la mano
(gr. Biblaridon ). Por consiguiente, no debe confundirse con el rollo mencionado
en 5:1 en el cielo (gr. Biblion ). No se da informació n sobre lo que contiene el
rollo, pero probablemente representa la Palabra de Dios. Ademá s de todos los
otros elementos que hacen de este á ngel una persona inusual, Juan declaró :
“Dio un gran grito como el rugido de un leó n” (10:3). Cuando esto sucedió , Juan
registró que hablaron siete truenos (v. 4). Aparentemente, los truenos
pronunciaron algo que Juan pudo entender, y estaba a punto de escribirlo
cuando se le prohibió hacerlo (v. 4).
Este á ngel poderoso ahora hace el importante anuncio de que “no habrá
má s demora” (v. 6). En la historia de los santos de todas las épocas, Dios ha sido
llamado a cumplir Su Palabra. La perspectiva de un gran tiempo de angustia
que preceda a la segunda venida de Cristo se encuentra con frecuencia tanto en
el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Ahora se predice que su posterior
cumplimiento seguirá inmediatamente.
Debido a que ya han sonado seis trompetas, se le informó a Juan que
cuando suene la séptima trompeta, introducirá “el misterio de Dios” (v. 7),
aparentemente una referencia a detalles sobre la segunda venida de Cristo no
revelados previamente. La profecía que se cumplirá será la plena revelació n de
la gloria de Dios, que cumplirá lo que los profetas habían predicho.
Habiendo concluido la primera parte del anuncio de que no habrá demora,
ahora se le informó a Juan sobre el segundo evento importante de este
capítulo. É l escribió : “Entonces la voz que había oído del cielo me habló una vez
má s: 'Ve, toma el rollo que está abierto en la mano del á ngel que está de pie
sobre el mar y sobre la tierra'. Así que fui al á ngel y le pedí que me diera el
pergamino. Me dijo: tó malo y có melo. Te amargará el estó mago, pero en la boca
será tan dulce como la miel. Tomé el pequeñ o rollo de la mano del á ngel y lo
comí. Sabía tan dulce como la miel en mi boca, pero cuando lo hube comido, mi
estó mago se agrió . Entonces me dijeron: 'Debes volver a profetizar sobre
muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes' ”(vv. 8-11).
Este mandato a Juan de comerse el libro tiene un paralelo en Ezequiel
(Ezequiel 2: 9–3: 4) y también en Jeremías (Jer. 15: 16–18). No se hace ningú n
comentario en las Escrituras sobre este acto de comerse el rollo, pero parece
má s probable que esto represente la Palabra de Dios. Prestar atenció n al rollo
significa participar de sus promesas y contenidos, así como de sus predicciones
de juicio y vivir de acuerdo con sus pronunciamientos.
La experiencia que tiene Juan de que la Palabra es dulce indica las muchas
y maravillosas promesas de la Palabra de Dios, su maravillosa gracia y su
revelació n del amor de Dios. El salmista habló de manera similar de la dulzura
de la verdad del Señ or (Sal. 19:9-10).
Pero la Palabra de Dios también tiene su lado amargo. Hay capítulos que
tratan del juicio divino, y los creyentes a veces experimentan grandes
dificultades, sufrimiento e incluso martirio. El mismo Juan estaba
experimentando sufrimiento mientras estaba exiliado aquí en la isla lejos de
amigos cristianos y un lugar de ministerio y sin las comodidades normales de la
vida. La revelació n que se le estaba dando a Juan también era amarga e indicaba
que Dios estaba tratando con su ira sobre el mundo inicuo.
Sin embargo, el simbolismo de invitar a Juan a comer el rollo se extiende a
otros que necesitan la verdad de la Palabra de Dios. Así como Juan participó de
ella, aquellos que enfrentan la recepció n de la Palabra de Dios deben aceptarla
como del Señ or. Aunque la amargura pueda aparecer a veces en la vida y en
este mundo, la má xima gloria de Dios será la porció n de todos aquellos que
pongan su confianza en Cristo. A Juan también se le aseguró que su estadía en la
isla de Patmos no era permanente y que estaba destinado a hablar con muchas
personas (v. 11).

Ministerio de los dos testigos


Apocalipsis 11:1–13. Continuando con la secció n entre paréntesis,
comenzando con 10: 1, Juan luego registró el extrañ o caso de los dos testigos
que fueron levantados por Dios para este período.
Sin embargo, antes de presentar a los testigos, se le dio una cañ a y se le
indicó que midiera el templo. É l escribió : “Se me dio una cañ a como una vara de
medir y se me dijo: 'Ve y mide el templo de Dios y el altar, y cuenta los
adoradores allí. Pero excluye el atrio exterior; no lo midas, porque ha sido dado
a los gentiles. Pisoteará n la santa ciudad durante 42 meses ”(11:1–2).
No se da ninguna explicació n para este comando, pero su simbolismo
probablemente es hasta el punto de que se miden y se encuentran cortos. En la
gran tribulació n, el templo haya ha sido profanado, los sacrificios cesaron y la
adoració n del gobernante mundial se instaló en su lugar (Dan. 9:27; 12:11-12;
Mat. 24:15; 2 Tes. 2:4; Apoc. 13:14-15) . Medir el templo indicará la apostasía
de la nació n de Israel y su necesidad de avivamiento y restauració n.
La Ciudad Santa, Jerusalén, segú n las Escrituras, será pisoteada por los
gentiles durante los ú ltimos cuarenta y dos meses anteriores a la segunda
venida. En realidad, esto ha sido cierto desde el añ o 600 a. C. porque desde
entonces hasta el momento de la gran tribulació n, Israel nunca estuvo en plena
posesió n de sus lugares santos excepto por la tolerancia y el permiso de los
gentiles. Esto sigue siendo cierto hoy en día, ya que Israel no podría mantener
su independencia sin la ayuda de Estados Unidos. Sin embargo, los cuarenta y
dos meses se refieren a la gran tribulació n como un tiempo en el que el lugar
santo en el templo será profanado especialmente, y la gran tribulació n seguirá
su curso, culminando con la segunda venida de Cristo (13:5). Aunque ha habido
breves períodos en la historia de Israel en los que Israel retuvo temporalmente
el control del lugar santo, nunca será de ellos permanentemente hasta la
segunda venida de Cristo.
Luego, Juan fue presentado a aquellos que fueron llamados “dos testigos”
(v. 11:3) que será n profetas en el tiempo del fin. Su profecía cubrirá 1.260 días,
o 42 meses, el mismo período de tiempo que el gobernante mundial poseerá el
templo y lo convertirá en un centro religioso para la adoració n de sí mismo.
Juan describió su testimonio inusual: “'Y daré poder a mis dos testigos, y
profetizará n durante 1.260 días, vestidos de cilicio'. Estos son los dos olivos y
los dos candelabros que está n delante del Señ or de la tierra. Si alguien intenta
hacerles dañ o, sale fuego de su boca y devora a sus enemigos. Así es como debe
morir quien quiera hacerles dañ o. Estos hombres tienen poder para cerrar el
cielo para que no llueva durante el tiempo que está n profetizando; y tienen
poder para convertir las aguas en sangre y para herir la tierra con toda clase de
plagas tantas veces como quieran ”(11:3-6).
La referencia a los dos testigos simbolizados por los dos olivos y los dos
candeleros probablemente se refiere a Zacarías 4, donde se discuten el
candelero y los dos á rboles. El significado de esto para Zorobabel, quien fue uno
de los líderes importantes en Israel en el tiempo de Zacarías, fue que su
testimonio fue fortalecido por el aceite del olivo, símbolo de ser fortalecido por
el Espíritu Santo (Zac. 4:1-14 ).
Debido a que los ú ltimos 7 añ os previos a la segunda venida de Cristo se
dividirá n en dos períodos de 1260 días cada uno, se puede debatir cuá l de estos
dos períodos está a la vista aquí. Sin embargo, la situació n descrita claramente
corresponde a la gran tribulació n cuando el lugar santo del templo será
profanado y los judíos será n perseguidos. En esa situació n en la gran
tribulació n donde miles han muerto como má rtires, el surgimiento de estos dos
testigos que no pueden ser asesinados introduce un problema mundial para
quienes está n operando el gobierno mundial.
Los dos testigos, obviamente, tienen un poder inusual comparable al poder
de Elías y algunos de los otros profetas, y pueden infligir plagas como lo hizo
Moisés en Egipto. Debido al cará cter inusual de estos dos testigos, ha surgido
una gran especulació n sobre quiénes son. Las Escrituras no indican ninguna
identificació n. Debido a que Enoc y Elías fueron al cielo sin morir, algunos
afirman que estos dos testigos son Enoc y Elías regresó a la tierra. Sin embargo,
la regla de que está designado morir una vez no solo no se observó en el caso de
Enoc y Elías, sino que será cierta para toda la iglesia cuando la iglesia sea
arrebatada de la tierra. Otros intentan relacionarlo con Elías y Moisés porque el
poder y el ministerio de los dos testigos es similar.
En vista del hecho de que la Biblia no indica quiénes son, probablemente
sea seguro reconocerlos como dos testigos que aparecerá n en el tiempo del fin
y que no está n relacionados con ningú n personaje histó rico anterior.
Sin embargo, llega el momento en que Dios permite que los testigos sean
vencidos. Juan escribió : “Ahora, cuando hayan terminado su testimonio, la
bestia que sube del abismo los atacará , los dominará y los matará . Sus cuerpos
yacerá n en la calle de la gran ciudad, que figurativamente se llama Sodoma y
Egipto, donde también su Señ or fue crucificado. Durante tres días y medio,
hombres de todos los pueblos, tribus, idiomas y naciones contemplará n sus
cuerpos y rechazará n su entierro. Los habitantes de la tierra se regocijará n con
ellos y celebrará n enviá ndose regalos unos a otros, porque estos dos profetas
habían atormentado a los habitantes de la tierra ”(vv. 7-10).
Se ha planteado la pregunta sobre el hecho de que el mundo entero puede
contemplar sus cuerpos aunque en realidad estén tirados en la calle de
Jerusalén. En el mundo moderno con capacidad de televisió n, esto se convierte
en algo que podría cumplirse fá cilmente. En consecuencia, se lograría un mayor
impacto si su resurrecció n también se transmitiera por televisió n en el
momento en que tuvo lugar.
Juan continuó : “Pero después de tres días y medio, un soplo de vida de
Dios entró en ellos, y se pusieron de pie, y el terror golpeó a los que los
vieron. Entonces oyeron una gran voz del cielo que les decía: 'Sube acá '. Y
subieron al cielo en una nube, mientras sus enemigos miraban. A esa misma
hora hubo un fuerte terremoto y una décima parte de la ciudad se derrumbó .
Siete mil personas murieron en el terremoto y los supervivientes se
aterrorizaron y dieron gloria al Dios del cielo ”(vv. 11-13).
La resurrecció n de los dos testigos se convierte en un testimonio
importante para el mundo en el momento en que el mundo es entregado a la
adoració n del gobernante mundial, y Sataná s parece estar reinando supremo. A
pesar de que Dios está permitiendo que ocurran los terribles eventos de la gran
tribulació n, incluidas las catá strofes que afectará n a la mayoría de la raza
humana, también es evidente que Dios todavía tiene el control y puede
proporcionar un ministerio de testimonio al mundo incluso bajo estas
circunstancias.

La séptima trompeta y la reacción en el cielo, el tercer ay


Apocalipsis 11:15-19. Todo el pasaje de Apocalipsis desde el capítulo 10
hasta el capítulo 14 es entre paréntesis y no avanza la narració n excepto por la
inyecció n en este punto del sonido de la séptima trompeta, cuyos detalles se
desarrollan en el capítulo 15. En el momento de la séptima trompeta, se hace
el anuncio del cielo: “El reino del mundo se ha convertido en el reino de nuestro
Señ or y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos” (11:15).
La reacció n en el cielo se describe y forma una preparació n siniestra para
las tremendas catá strofes que será n parte de las copas de la ira de Dios
contenidas en la séptima trompeta.
Juan registró : “Y los veinticuatro ancianos, que estaban sentados en sus
tronos delante de Dios, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios,
diciendo: 'Te damos gracias, Señ or Dios Todopoderoso, el que es y el que era,
porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar. Las naciones se
enojaron; y ha llegado tu ira. Ha llegado el momento de juzgar a los muertos y
recompensar a tus siervos, los profetas, a tus santos ya los que reverencian tu
nombre, tanto pequeñ os como grandes, y de destruir a los que destruyen la
tierra '”(vv. 16-18). Cronoló gicamente, la séptima trompeta está cerca del
tiempo de la segunda venida de Cristo, ya que el contenido de la séptima
trompeta, las copas de la ira de Apocalipsis 15-16, conducen inmediatamente al
tiempo de la segunda venida de Cristo.
Se escuchan sonidos siniestros en el cielo que apuntan a lo espantoso de
las catá strofes que está n por venir. Juan escribió : “Entonces se abrió el templo
de Dios en el cielo, y dentro de su templo se vio el arca de su pacto. Y vinieron
relá mpagos, estruendo, truenos, un terremoto y una gran tormenta de granizo
”(v. 19).

Revelación entre paréntesis III: siete personajes importantes


Apocalipsis 12:1–17. La secció n entre paréntesis que comenzó con 10:1 es
interrumpida por el sonido de la séptima trompeta que ahora se enfoca en
personas importantes que será n prominentes en los ú ltimos tiempos.

La mujer con el niño


A continuació n, Juan registró una profecía sobre una mujer con un hijo.
“Una gran y maravillosa señ al apareció en el cielo: una mujer vestida del sol,
con la luna debajo de sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritó de dolor cuando estaba a punto de dar a luz ”(12:1–
2).
Uno de los problemas importantes en la interpretació n de la profecía a
través de los siglos de la iglesia ha sido la tendencia a tomar pasajes que se
relacionan con Israel e interpretarlos como que tratan con la iglesia en la época
actual. Este problema aparece en este capítulo, ya que algunos han dicho que la
mujer representa a la iglesia. Para que esta profecía se relacione con la iglesia,
requiere una interpretació n no literal sin ningú n cumplimiento real de los
elementos predictivos. Una explicació n mucho mejor es que esto se relaciona
con Israel, ya que está respaldado por los detalles de la profecía.
En Apocalipsis 12-14 se presentan siete personajes importantes: (1) La
mujer que representa a Israel (12:1-5), (2) El dragó n o Sataná s (12:7-17; 13:1-
2,
4, 11). ), (3) El hijo varó n, Cristo (12:4-16), (4) Miguel, que representa a los
á ngeles (vv. 7-9), (5) El remanente de Israel representado por los ciento
cuarenta y cuatro mil (7:4–8; 14:1–5), (6) La bestia del mar, el dictador mundial
del tiempo del fin (13:1–8). (7) La bestia de la tierra (vv. 11-17), un líder
religioso que es un falso profeta y apoya al dictador mundial. Si las predicciones
de esta porció n de Apocalipsis han de interpretarse correctamente, es
necesario prestar mucha atenció n a los detalles que conciernen a cada persona.
La mujer no es la iglesia o Jesucristo, sino Israel visto como la matriz de la cual
vino Jesucristo.
En las Escrituras, una mujer se usa con frecuencia para representar
diferentes entidades. Por ejemplo, Jezabel representa una religió n falsa
(2:20). La prostituta de Apocalipsis 17es la iglesia apó stata del tiempo del fin.
La novia, la esposa del Cordero (19:7), representa a la iglesia unida a Cristo en
gloria. Israel también se representa como la esposa infiel de Jehová . En esta
descripció n, el verdadero Israel, o esa porció n de Israel que permanece fiel a
Dios, está a la vista.
La declaració n de que ella está "vestida del sol, con la luna debajo de sus
pies" (12:1) es una alusió n al sueñ o de José en el que vio el sol, la luna y once
estrellas incliná ndose ante él (Gén. 37: 9). El sol y la luna en este contexto se
refieren a Jacob y Raquel, los antepasados de Israel. También se dice que la
mujer tiene “una corona de doce estrellas en la cabeza” (v. 1). En el sueñ o de
José también las estrellas, o los hijos de Israel, está n representadas con la
duodécima estrella, incluido el mismo José, que no estaba en el sueñ o como tal.
Israel es obviamente importante en la historia del mundo y en la
realizació n de los propó sitos de Dios, y muchas bendiciones se han obtenido a
través de los hijos de Jacob, como la Biblia, los profetas, los apó stoles y el
mismo Cristo.
El hecho de que la mujer esté embarazada y sufra se refiere a la
experiencia de Israel a lo largo de los siglos, esperando la venida de su
Mesías. Sus sufrimientos se refieren a la nació n en su conjunto, no a María, la
madre de Jesú s.
Juan registró : “Entonces apareció otra señ al en el cielo: un enorme dragó n
rojo con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en sus cabezas” (v. 3).
Esta señ al se llama "maravilla" en la KJV, pero la palabra maravilla no se usa
aquí. Má s bien, es una "señ al". El enorme dragó n rojo con siete cabezas y diez
cuernos y siete coronas en sus cabezas se refiere al Imperio Romano (cf.
Dan.7:7; Apoc.13:1), particularmente en el tiempo del fin, pero también al
poder del Imperio Romano en el momento del nacimiento de Cristo. Apocalipsis
13 revela má s acerca de este dragó n rojo, con los diez cuernos que
representan a diez
países que constituyen el nú cleo del imperio de la bestia, las siete cabezas y
siete coronas se refieren a los principales gobernantes del imperio en la
historia o en la profecía. Juan predijo que la cola de la bestia arrojará una
tercera parte de las estrellas a la tierra, probablemente refiriéndose al tiempo
de su poder en el tiempo del fin, cuando finalmente conquistará el mundo al
comienzo de la gran tribulació n.
Se representa al dragó n esperando el nacimiento del niñ o para devorarlo
tan pronto como nazca (12:4). Esto, por supuesto, se refiere al nacimiento de
Cristo y los intentos de Herodes de destruir al niñ o Jesú s. Fue necesario que
José, María y Jesú s fueran a Egipto durante los primeros añ os de la vida de Jesú s
para escapar del deseo de Herodes de destruirlo (Mateo 2:16-18).Juan luego
registró : “Ella dio a luz a un hijo, un varó n, que gobernará todas las naciones
con cetro de hierro. Y su hijo fue arrebatado a Dios y a su trono. La mujer huyó
al desierto a un lugar preparado por Dios para ella, donde podría ser atendida
durante 1.260 días ”(Apocalipsis 12:5-6).
Los expositores han argumentado acerca de la identidad del niñ o, y
algunos prefieren que represente a la iglesia en lugar de a Cristo mismo. El
texto, sin embargo, indica que el niñ o nacido es un niñ o varó n. Si fuera la
iglesia, probablemente sería en femenino. También se le describe como "quien
gobernará a todas las naciones con cetro de hierro" (v. 5). Esto está profetizado
en Apocalipsis 19:15 refiriéndose a Cristo y cumplido en el reino milenial como
se predice en el Salmo 2: 9: “Los gobernará s con cetro de hierro; los hará s
pedazos como si fueran cerá mica ". También se profetiza a Cristo como el
gobernante de Israel, pero aquí se representa de una manera má s gentil (Lucas
1:32–33).
La afirmació n de que el niñ o será “arrebatado a Dios ya su trono” (12:5)
también ha sido debatido, y algunos lo refieren a la liberació n de Egipto
después de la muerte de Herodes. Sin embargo, es probable que se refiera a la
ascensió n de Cristo. La expresió n arrebatada es una expresió n demasiado
fuerte para referirse al viaje de Cristo desde Egipto a Nazaret. La misma palabra
se usa para el rapto de la iglesia (1 Tes. 4:17), cuando Pablo fue arrebatado al
cielo en su visió n (2 Cor. 12:2, 4), y el arrebatamiento de Felipe por el Espíritu.
de Dios (Hechos 8:39). Si la iglesia está representada por los veinticuatro
ancianos, parecería mezclar metá foras para referirse a la iglesia como un hijo
varó n, especialmente porque la iglesia se conoce como la esposa (Apocalipsis
19:7-8).
La declaració n "la mujer huyó al desierto a un lugar preparado para ella
por Dios, donde podría ser atendida durante 1.260 días" (12: 6) hace referencia
a que Israel fue preservado durante la gran tribulació n. Esto también se predice
en la profecía del Antiguo Testamento en Jeremías 30: 7: “¡Cuá n terrible será
ese día! Ninguno será así. Será un tiempo de angustia para Jacob, pero se
salvará de
él ". Los 1.260 días es la duració n exacta de la gran tribulació n que culminará
con la segunda venida de Cristo. Aunque muchos en Israel perecerá n (Zac.
13:8), Israel como nació n será preservada y rescatada por Cristo cuando É l
venga (Ezequiel 20:33-38; Rom. 11:26-27).
El comienzo de la gran tribulació n, que es el tiempo especial de angustia de
Israel, también está marcado por la guerra en el cielo. Juan escribió : “Y hubo
guerra en el cielo. Miguel y sus á ngeles lucharon contra el dragó n, y el dragó n y
sus á ngeles se defendieron. Pero él no era lo suficientemente fuerte y perdieron
su lugar en el cielo. El gran dragonfue arrojado al suelo, esa serpiente antigua
llamada diablo, o Sataná s, que extravía al mundo entero. Fue arrojado a la
tierra, y sus á ngeles con él ”(Apocalipsis 12:7-9). Anteriormente, el Imperio
Romano se representaba como el dragó n (v. 4), pero aquí el dragó n se identifica
como el mismo Sataná s, quien especialmente está en control del gobierno
mundial en el período anterior a la segunda venida. Hasta que este evento tenga
lugar, Sataná s puede entrar al cielo y acusa a los hermanos como lo hizo en el
caso de Job. El lanzamiento de Sataná s a la tierra también marca el comienzo
del período má s terrible de la historia de la humanidad, la gran tribulació n.
Juan registró la voz del cielo que conmemora este evento: “Ahora han
venido la salvació n y el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de
su Cristo. Porque el acusador de nuestros hermanos, que los acusa ante nuestro
Dios día y noche, ha sido arrojado. Lo vencieron por la sangre del Cordero y por
la palabra de su testimonio; no amaban tanto sus vidas como para rehuir la
muerte. Por tanto, ¡regocíjense, cielos y los que los habitan! Pero ¡ay de la tierra
y del mar, porque el diablo ha descendido hacia ti! Está lleno de ira, porque
sabe que le queda poco tiempo ”(vv. 10-12).
La larga actividad de Sataná s en el cielo ahora llega a su fin y con ella las
actividades intensificadas de Sataná s en la tierra. Aquellos que vencieron a
Sataná s lo hicieron “por la sangre del Cordero” (v. 11), por su testimonio fiel y
su disposició n a ser má rtires si fuera necesario (v. 11). En la tierra seguirían
habiendo muchos má rtires a través de la gran tribulació n. Sataná s conoce la
profecía y cree que “su tiempo es corto” (v. 12).
Se presta má s atenció n a las actividades de Sataná s durante la gran
tribulació n. Juan registró : “Cuando el dragó n vio que había sido arrojado a la
tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varó n. A la mujer se le
dieron las dos alas de una gran á guila, para que volara al lugar preparado para
ella en el desierto, donde sería atendida por un tiempo, tiempos y medio
tiempo, fuera del alcance de la serpiente ”. (vv. 13-14).
El período de tiempo aquí es el mismo que los 1.260 días se mencionó
anteriormente como el término tiempo se refiere a 1 añ o, veces, 2 añ os, ademá s
de un tiempo medio o un total de 3 / añ os (cf. Dan 7:25;. 12 :7). Como se
1
2

explicó
anteriormente, aunque muchos en Israel perecerá n segú n lo advirtió Cristo
(Mateo 24:15-22), algunos creen que habrá un lugar específico en el desierto
donde Israel puede huir; otros lo toman como representativo de la seguridad de
quienes sobreviven. La descripció n de Sataná s como el Diablo tiene en sí el
pensamiento de calumniar o difamar (gr., Diabolos) y se usa unas 14 veces en el
libro de Job, así como en otras partes de las Escrituras (1 Cró n. 21:1; Sal. 109: 6;
Zac. 3:1–2). Sataná s es el oponente de Cristo, y así como Cristo defiende a los
creyentes, Sataná s los acusa.
Juan registró ademá s: “Entonces de su boca la serpiente arrojó agua como
un río, para alcanzar a la mujer y arrastrarla con el torrente. Pero la tierra
ayudó a la mujer abriendo su boca y tragá ndose el río que el dragó n había
arrojado de su boca. Entonces el dragó n se enfureció contra la mujer y se fue a
hacer la guerra contra el resto de su descendencia: los que obedecen los
mandamientos de Dios y se aferran al testimonio de Jesú s ”(Apocalipsis 12: 15-
17). Aunque el poder de Sataná s es tremendo, también lo es la fuerza que se les
da a los creyentes en esa hora de quienes se dice que vencerá n mediante la
sangre del Cordero y su testimonio (v. 11).
El diluvio que emana de Sataná s es probablemente una imagen simbó lica
de todo lo que Sataná s está haciendo para destruir a Israel. Esto incluiría la
enseñ anza falsa de que en el tiempo del fin vendrá como una inundació n. Las
circunstancias de la gran tribulació n también pondrían a prueba su fe en el
cumplimiento de la promesa de la venida del Mesías. Sataná s no solo intenta
perseguir a Israel sino a todos los demá s que obedecen los mandamientos de
Dios. Esto, por supuesto, se ilustra en Apocalipsis 7:9-17 y en muchas otras
Escrituras que hablan de los horrores de la gran tribulació n.
Desde el punto de vista del tiempo, se debe considerar que este capítulo
ocurrió antes de Apocalipsis 6 si este es el momento de la gran tribulació n. Las
secciones entre paréntesis que tratan temas específicos no son cronoló gicas en
su presentació n, pero dan una visió n amplia de las actividades del período.

Revelación entre paréntesis III: El dictador mundial venidero


Apocalipsis 13:1–10. En este capítulo, la profecía se enfoca en el gobierno
mundial venidero y la bestia y el falso profeta que lo dirige. Esto se reú ne en
muchas profecías a lo largo de las Escrituras que hablan de este tiempo final
crucial de tres añ os y medio, que culminó con la segunda venida de Cristo.
Habiendo presentado a los personajes principales del tiempo del fin,
incluidos Israel, el dragó n, Cristo y Sataná s, la revelació n dada a Juan continú a
describiendo los personajes importantes que dominan la gran tribulació n,
incluida la bestia, el gobernante mundial venidero y el rey. falso profeta, el
asistente religioso de la bestia que lo apoyará durante el período.
El capítulo comienza con una revelació n del gobernante mundial como el
dragó n parado "en la orilla del mar" contemplando la escena. En la KJV, usando
un texto diferente, declara que Juan estaba en la orilla del mar. Cuá l de las dos
lecturas es correcta no afecta el resultado de este capítulo. Juan escribió : “Y vi
una bestia que salía del mar. Tenía diez cuernos y siete cabezas, con diez
coronas en sus cuernos, y en cada cabeza un nombre blasfemo. La bestia que vi
se parecía a un leopardo, pero tenía pies como los de un oso y una boca
como la de un leó n. El dragó n le dio a la bestia su poder y su trono y gran
autoridad ”(vv. 1– 2).
La identidad de la bestia es que representa al Imperio Romano revivido y a
su gobernante en los ú ltimos tiempos. La revelació n aquí corresponde a la
descripció n dada en Daniel 7:7-8; Apocalipsis 12:3; 17:3, 7. Este pasaje deja
claro que la bestia, el futuro gobernante mundial, saldrá de la situació n del
Mediterrá neo, con el mar representando la masa de la humanidad.
El imperio se ve aquí en la forma que tomará después de que tres de las
diez naciones que forman su comienzo sean derrocadas y caigan bajo el poder
de la bestia (cf. Dan. 7: 8). Los diez cuernos representan diez gobiernos, ya que
el cuerno es el símbolo del poder político, como se ilustra en Daniel 7-8. Las
coronas son diademas o el emblema de la autoridad gubernamental. Sus
nombres blasfemos indican que se oponen a Dios. Los intérpretes interpretan
las siete cabezas de diversas maneras, a veces fases de gobierno que preceden,
pero má s probablemente refiriéndose a las principales autoridades que
encabezan estos futuros gobiernos.
Juan registró : “La bestia que vi se parecía a un leopardo, pero tenía pies
como de oso y boca como de leó n” (Apocalipsis 13:2). En la descripció n de
Daniel de los cuatro grandes imperios mundiales que preceden al reino de los
cielos en Daniel 7, los cuatro grandes imperios se describen como bestias. El
poder babiló nico fue representado como el leó n (v. 4), el Imperio Medo-Persa
como el oso (v. 5), el leopardo fue Alejandro el Grande en su conquista (v. 6), y
la bestia de Apocalipsis 13:1-7, que no se menciona en Daniel 7:7, presentó el
futuro Imperio Romano.
Los primeros tres de estos imperios, por supuesto, son profecía cumplida,
ahora historia, y los dos primeros de ellos fueron observados por el mismo
Daniel. Aunque algunos intentan otras explicaciones, el ú nico imperio desde el
de Alejandro que es digno de consideració n es el Imperio Romano, con mucho
el má s grande de todos los imperios del mundo antiguo y uno con la historia
má s larga como potencia mundial y uno con la mayor influencia. sobre la
civilizació n posterior.
El punto de tener estos tres animales representados en la bestia del mar es
que el gobernante mundial final reú ne en su poder todo el poder de los
gobernantes precedentes y su territorio, y como las Escrituras continú an
enseñ ando, eventualmente se convierte en gobernante de todo el mundo. Globe,
algo que nunca antes se había logrado.
Juan también señ aló : “El dragó n le dio a la bestia su poder y su trono y
gran autoridad” (Apocalipsis 13:2). Detrá s del gobierno político del tiempo del
fin y su dominio mundial está el poder del mismo Sataná s. El gobernante
mundial humano es representante de Sataná s, tanto como Cristo es el
representante de Dios el Padre. Por tanto, el poder político final es malo y se
opone a todo lo que representa las cosas de Dios.
Juan también dio una descripció n de la bestia y su adoració n e introdujo
una revelació n que ha provocado mucha discusió n. É l escribió : “Una de las
cabezas de la bestia parecía haber tenido una herida fatal, pero la herida fatal
había sido sanada. El mundo entero estaba asombrado y siguió a la bestia. Los
hombres adoraban al dragó n porque él había dado autoridad a la bestia, y
también adoraban a la bestia y preguntaban: '¿Quién es como la bestia? ¿Quién
podrá hacer guerra contra él? '”(Vv. 3-4).
Es cuestionable que Sataná s pueda resucitar a uno de entre los
muertos. Sería difícil explicar có mo Dios resucitaría a una persona tan malvada
de entre los muertos. Ha habido mucha discusió n sobre la herida fatal que se
describe como curada. A lo largo de la historia de la iglesia, esta descripció n ha
sugerido a varios expositores el resurgimiento de entre los muertos de algú n
gran personaje del pasado para asumir este papel, incluidas personas como
Judas Iscariote, Neró n y, en tiempos má s modernos, Mussolini, Hitler y Stalin. El
hecho de que haya tantos posibles candidatos parece contradecir esta
explicació n. También tiene el problema de que si Sataná s no puede resucitar a
uno de entre los muertos, sería necesario que Dios resucitara a esta persona de
entre los muertos para cumplir su funció n.
Otras explicaciones son mejores. Uno de los comunes es que lo que se
describe aquí no es la bestia en sí, sino el imperio que representa. El Imperio
Romano aparentemente ha estado muerto durante siglos, aunque tenía una
larga historia. El hecho de que resucite en este momento parecería indicar que
si bien el imperio tuvo una herida fatal que debería haber causado su
desaparició n, lo que estamos viendo es un resurgimiento del Imperio Romano
similar al resurgimiento de una persona muerta.
Otra posible explicació n es que el gobernante sufre un intento de asesinato
y resulta herido con una herida que normalmente le causaría la muerte. Está en
el poder de Sataná s sanar, y es posible que él sane a este gobernante y lo
devuelva a la vida. Encualquier evento e independientemente de cuá l sea la
interpretació n, se revelan el origen sobrenatural y los poderes especiales de
este gobernante
mundial. Mientras el mundo lo observa, como lo indica la Escritura, se sienten
atraídos por él como su gobernante mundial y se asombran de sus poderes.
Debido a que un elemento sobrenatural está involucrado en su gobierno y
complementado por el poder sobrenatural de Sataná s, naturalmente se
preguntan si alguien es igual a la bestia y puede hacerle la guerra. Es a partir de
este trasfondo que el mundo adora al hombre y también adora a Sataná s, quien
es el poder detrá s del gobernante mundial. La forma final de apostasía y
apartarse de Dios es adorar a un hombre en lugar de adorar a Dios y adorar a
Sataná s, que buscaba ser como Dios (Isa. 14:14).
En el trasfondo de esta descripció n de la bestia y la declaració n de que
nadie puede oponerse a él, puede haber un cumplimiento de Ezequiel 38-39
con una gran guerra cuando Rusia y sus aliados atacan a Israel desde el norte
solo para ser destruidos. . Con Rusia probablemente la principal potencia
mundial en el mundo, o al menos en el Medio Oriente, su destrucció n, como se
describe en Ezequiel 38 y 39, eliminaría la ú nica gran potencia militar en el
mundo en ese momento. No hay indicios de que países del hemisferio
occidental, como Estados Unidos, entren en juego en este momento, y es
probable que ahora tengan menos poder político que antes.
El resultado de todo esto es que la bestia del mar puede convertirse en
líder mundial y gobernar durante los ú ltimos tres añ os y medio, o cuarenta y
dos meses, antes de la segunda venida de Cristo. Juan registró : “A la bestia se le
dio boca para pronunciar palabras soberbias y blasfemias y para ejercer su
autoridad durante cuarenta y dos meses” (Ap. 13: 5).
Al igual que los gobernantes de los grandes imperios del pasado, y en
particular los que encabezaron el Imperio Romano a quienes se describe con
"nombres blasfemos" (v. 1), el gobernante final, un poder gentil, blasfemará
contra Dios. Juan escribió : “Abrió su boca para blasfemar contra Dios, y para
calumniar su nombre, su morada y los que viven en el cielo” (v. 6).
A continuació n se indica el alcance de su poder. “Se le dio poder para hacer
la guerra contra los santos y vencerlos. Y se le dio autoridad sobre toda tribu,
pueblo, lengua y nació n ”(v. 7). Las Escrituras no dejan ninguna duda de que
este es un gobierno político real que se extiende por todo el mundo. Esto, por
supuesto, está de acuerdo con lo que Daniel predijo cuando declaró que el
gobernante mundial final “devorará toda la tierra, pisoteá ndola y aplastá ndola”
(Dan. 7:23). Durante la mayor parte de los ú ltimos tres y unmedio añ o, el
gobernante mundial tiene poder para hacer que los santos sean martirizados,
como se reveló anteriormente en Apocalipsis 7: 9–17. Su autoridad se extiende
a todo el mundo y a todas las personas del mundo. Reforzando su posició n
como líder, es adorado como Dios: “Todos los habitantes de la tierra
adorará n a la
bestia, todos cuyos nombres no está n escritos en el libro de la vida que
pertenece al Cordero que fue inmolado desde la creació n del mundo” ( 13:8).
Si bien la profecía establece que todos en la tierra adorará n a la bestia, hay
una gran excepció n de aquellos cuyos nombres está n escritos en el Libro de la
Vida. Hay dudas sobre si la traducció n que indica que el Cordero fue inmolado
desde la creació n del mundo es la interpretació n correcta. Aunque esta
traducció n sigue el orden griego de las palabras, la interpretació n preferible es
que desde la creación del mundo se refiere al Libro de la Vida en lugar del
Cordero.
Han surgido algunos problemas en la interpretació n de este pasaje. El
Libro de la Vida mencionado en Apocalipsis 3:5 promete que aquellos que sean
vencedores no será n borrados del libro. Consideran que el Libro de la Vida
inscribe a los salvos cuando son salvos. Otros creen que el libro no es el libro de
los salvos, sino el libro de todos los vivos cuyos nombres está n en el libro hasta
que pasan el punto sin retorno en la muerte. Una referencia adicional en
Apocalipsis 22:19 probablemente sea una referencia al Á rbol de la Vida en
lugar del Libro de la Vida.
Segú n los mejores textos, la abundante evidencia en las Escrituras de que
un alma una vez salva es salva eternamente arroja luz sobre la interpretació n
de este pasaje. El significado resultante es que los que no son salvos adorará n a
la bestia, y los que son salvos no.
Como se observa frecuentemente en las cartas a las siete iglesias, se dan
invitaciones al individuo: “El que tiene oído, oiga. Si alguno ha de ir al
cautiverio, al cautiverio irá . Si alguien ha de morir a espada, a espada lo matará .
Esto requiere paciencia y fidelidad de parte de los santos ”(13:9-10).
Esto enfatiza la soberanía de Dios, que toma en consideració n la respuesta
de las personas al mensaje del evangelio. Una invitació n a los que escuchan se
encuentra con frecuencia en las Escrituras (Mateo 11:15; 13:9, 43; Marcos 4:9,
23; 8:18; Lucas 8: 8; 14:35). La invitació n aquí no está dirigida a las iglesias
como en Apocalipsis 2-3, ya que la iglesia ya ha sido arrebatada, sino a las
personas. Los santos pueden descansar en el hecho de que Dios honra a los
sincerosfe en venir a él. Aunque esto no les impide ser martirizados, les
asegura, sin embargo, la bendició n eterna en la presencia de Dios. Por otro lado,
aquellos que son malvados y merecen el castigo, lo recibirá n en el tiempo o en
la eternidad. Los santos, reconociendo que Dios no está ajustando todas las
cuentas en este mundo, deben tener paciencia y perseverancia, confiando en
Dios que está manejando sus vidas personales.
Tomado como un todo, este pasaje predice claramente un futuro gobierno
mundial que surgirá del gobernante en el Medio Oriente que primero
conquistará diez países, y luego podrá proclamarse dictador del mundo entero
durante los ú ltimos tres añ os y medio anteriores. la segunda venida de Cristo.
El
cará cter de este período y las cosas que ocurrirá n en él apoyan el concepto de
que aquellos en la iglesia, que han puesto su confianza en Cristo y se les ha
prometido que no experimentará n la ira de Dios, será n arrebatados antes de
que comience este período. , de hecho, má s de siete añ os antes de la segunda
venida de Cristo.

Revelación entre paréntesis III: La bestia de la tierra


Apocalipsis 13:11-18. Se presenta un segundo personaje, y Juan escribió :
“Entonces vi otra bestia que salía de la tierra. Tenía dos cuernos como de
cordero, pero hablaba como un dragó n. Ejerció toda la autoridad de la primera
bestia en su favor, e hizo que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera
bestia, cuya herida mortal había sido sanada ”(vv. 11-12). Los intérpretes que
tratan de determinar quién es esta persona han prestado mucha atenció n a este
pasaje. El hecho de que él salga de la tierra se refiere al hecho de que sale del
mundo, no simplemente de la tierra de Palestina. El hecho de que tuviera dos
cuernos indicaría que tenía cierta autoridad como personaje político, y también
fue retratado como un cordero, lo que señ alaría el hecho de que tiene cará cter
religioso, lo cual se apoya en el hecho de que se le llama un profeta en
Apocalipsis 19:20. Aunque se han hecho muchos intentos de leer en este pasaje
má s de lo que dice, no indica su origen racial o geográ fico, y es probable que sea
un gentil revelado aquí como un personaje secundario que tiene algo de poder
sobrenatural. del gobernante mundial, pero usa este poder para hacer que la
gente adore al gobernante mundial.
En el proceso de apoyar el gobierno del dictador mundial, la bestia del mar
realiza obras milagrosas: “Y realizó grandes y milagrosos cantos, incluso
haciendo que descendiera fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres.
Por las señ alesse le dio poder para hacer en nombre de la primera bestia,
engañ ó a los habitantes de la tierra. Les ordenó que pusieran una imagen en
honor de la bestia que fue herida por la espada y aú n vivía ”(Apocalipsis 13-14).
A menudo se pasa por alto que Sataná s tiene poderes milagrosos, aunque
limitados y menos extensos que los de Dios.
Como falso profeta, la bestia de la tierra (v. 13) es capaz de proporcionar
alguna base para creer en la bestia del mar a través de los milagros que
realiza. Como parte de su trabajo para lograr que la gente honre a la primera
bestia, coloca una imagen de la bestia que, aunque no se indica, bien podría ser
un ídolo que representa a la bestia misma. Se hace referencia a la imagen varias
veces en este capítulo y también seis veces má s a lo largo de Apocalipsis
(Apocalipsis 14:9, 11; 15:2; 16:2; 19:20; 20:4). Debido a que el fuego desciende
del cielo, él, sin duda, se compara con algunos de los milagros de Elías (2 Reyes
1:10-12) o con el día de Pentecostés (Hechos 2:3). Ademá s, en Apocalipsis 11: 5
en relació n con los dos testigos, tenían el poder de matar cuando el fuego salía
de sus bocas.
Una vez hecha la imagen, le da la capacidad de respirar: “Se le dio poder
para dar aliento a la imagen de la primera bestia, de modo que pudiera hablar y
hacer que todos los que se negaran a adorar la imagen fueran asesinados”.
(13:15). Aunque algunos han interpretado que esto da vida a la imagen, es má s
bien que él es capaz de idear, ya sea sobrenatural o naturalmente, la impresió n
de que la bestia está respirando. En cualquier caso, hace que las personas
adoren a esta bestia, y si no lo hacen, se les da muerte.
Uno de los aspectos má s comentados de este trabajo es la introducció n de
una marca que indica los adoradores de la bestia. Juan registró : “También
obligó a todos, pequeñ os y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, a recibir la
marca en su mano derecha o en su frente, para que nadie pudiera comprar ni
vender a menos que tuviera la marca, que es el nombre de la bestia o el nú mero
de su nombre. Esto requiere sabiduría. Si alguno tiene perspicacia, calcule el
nú mero de la bestia, porque es el nú mero del hombre. Su nú mero es 666 ”(vv.
16-18).
El paso que requiere que las personas tengan una marca, ya sea en la
frente o en la mano derecha, para identificarlos como adoradores de la bestia,
no es difícil de entender, ya que hoy en día se utilizan varios tipos de
identificació n para las bestias, como el ganado, los peces, etc. pá jaros y otros. La
aplicació n se aplica a todos, y las seis clases de personas mencionadas aquí
cubren a toda la raza humana. Debido a que esta marca es absolutamente
esencial para comprar o vender, ejerce una tremenda presió n sobre los
cristianos que se resisten a esto, ya que son incapaces de realizar negocios
ordinarios y cuidar de sus seres queridos.
El nú mero de la bestia, como se menciona en el versículo 18, requiere un
estudio extenso. La Biblia misma no interpreta el "666". Debido a que en
algunos idiomas el alfabeto que se usa tiene valor numérico, algunos sintieron
que esto apuntaba a la bestia como un personaje del pasado cuyo nombre en su
valor numérico revelaría el nú mero "666". En consecuencia, abundaban los
esquemas en los que se sugirieron muchos nombres diferentes.
Probablemente el sistema numérico má s reconocido se encuentra en latín,
donde la V mayú scula representa 5, X representa 10, C representa 100, con los
valores correspondientes en otros nú meros. La tarea del expositor era
encontrar un nombre que, sumando las letras en su equivalencia numérica,
sumara 666. Muchos personajes de la historia fueron identificados así, a
menudo usando el alfabeto que arrojaba los nú meros correctos. Todos los
intentos realizados hasta la fecha con este método han fallado.
Aunque puede haber má s luz sobre él en el momento en que se cumpla
esta profecía, el pasaje mismo declara que este nú mero es "el nú mero del
hombre". En
el libro de Apocalipsis, el nú mero 7 es uno de los nú meros significativos que
indican la perfecció n. En consecuencia, hay 7 sellos, 7 trompetas, 7 copas de la
ira de Dios, 7 truenos, etc. Esta bestia afirma ser Dios, y si ese fuera el caso,
debería ser 777. Este pasaje, en efecto, dice: "No, solo tienes 666 añ os. Te falta
deidad a pesar de que originalmente fuiste creado a imagen y semejanza de
Dios". La mayor parte de las especulaciones sobre el significado de este nú mero
carecen de significado teoló gico o lucrativo.
La revelació n importante de este capítulo es que la historia mundial que
conduce a la segunda venida de Cristo estará dominada por estos dos
personajes, especialmente en los ú ltimos tres añ os y medio antes de la segunda
venida. El gobernante mundial en realidad ejercerá por un tiempo autoridad
política sobre el mundo entero y el personaje de apoyo, la bestia de la tierra,
dará su apoyo sobrenaturalmente y hará que la gente adore al gobernante
mundial. La adoració n de este gobernante mundial y el reconocimiento de
Sataná s también como deidad trae la apostasía a su revelació n má s dramá tica.
Se permite que el mal en los corazones de Sataná s y de
los hombres se manifieste plenamente, pero estará sujeto al juicio de Dios en
el momento de la segunda venida.

Revelación entre paréntesis III: Visión de los 144.000 en el monte Sión


Los capítulos entre paréntesis, del 12 al 14, se centran en personajes
importantes del período. En el capítulo 12, Israel, Cristo, Sataná s y Miguel está n
vinculados al gran drama final. En el capítulo 13, el futuro gobernante mundial,
la bestia del mar y suasociado, la bestia de la tierra, y se describen los detalles
de su gobierno mundial. El capítulo 14 se puede resumir como una predicció n
de Cristo en su triunfo final, el juicio de los malvados y los pronunciamientos y
visiones que apoyan esto.
Apocalipsis 14:1–5. Los expositores han tenido problemas para unirse en
una interpretació n específica de este pasaje, uno de los problemas es si el
monte Sion es una referencia a la tierra o al cielo. Sin embargo, un estudio
cuidadoso de este capítulo no respalda el concepto de que Sió n aquí es el cielo.
Los ciento cuarenta y cuatro mil, presentados en el capítulo 7, fueron sellados
para ser guardados a salvo durante la tribulació n sin perder la vida y todavía
está n en sus cuerpos naturales. Entrará n en el milenio sin morir. En
consecuencia, no se los vería en el cielo. Es preferible la interpretació n de que,
en una visió n profética, Juan ve el triunfo del Cordero después de Su segunda
venida y los ciento cuarenta y cuatro mil en el monte Sió n como señ ales de Su
poder guardiá n y su inducció n al reino milenial.
Los estudiosos han tenido dificultades para determinar si los ciento
cuarenta y cuatro mil del capítulo 14 son los mismos que los del capítulo 7.
Aunque se han dado varias explicaciones, es preferible considerarlos como el
mismo grupo, ya que sería muy poco probable que tener dos grupos diferentes
de ciento cuarenta y cuatro mil cada uno, especialmente cuando los ciento
cuarenta y cuatro mil originales se basan en doce tribus de doce mil cada uno
para llegar a este nú mero. Las escrituras registran que tienen el nombre de
Cristo y el nombre del Padre escritos en sus frentes, lo que indica posesió n y
seguridad. Es bastante obvio que aunque los ciento cuarenta y cuatro mil se
refieren a Israel racialmente, no serían preservados durante la gran tribulació n
a menos que también fueran cristianos.
No hay nada en las Escrituras que indique que son evangelistas, como se
enseñ a a menudo, o que son profetas, pero su papel es el de ilustrar el poder
guardiá n de Dios en este período tan terrible de la tribulació n.
Juan "escuchó un sonido del cielo" que se compara con "el rugido de las
aguas torrenciales" o un "trueno". Por supuesto, es una demostració n del poder
divino. El sonido, sin embargo, tiene una calidad musical como si se tocara en el
arpa. Junto con la mú sica instrumental, los que está n ante el trono cantan una
nueva canció n. Esta nueva canció n no la cantan los ciento cuarenta y cuatro mil
en la tierra, ya que está n en un lugar diferente, y dice simplemente que nadie
má s que los ciento cuarenta y cuatro mil puede aprenderlo. El celestialcoro es
probablemente el muerto martirizado de la tribulació n mencionada en 7: 9-
17. Sin embargo, la canció n mencionada no es la misma que la de los
veinticuatro ancianos en 5:9-10. En Apocalipsis 5, los ancianos cantan la
canció n; en el capítulo 14, la canció n se canta a los cuatro seres vivientes y a los
ancianos.
También se describen los ciento cuarenta y cuatro mil. “Estos son los que
no se contaminaron con mujeres, porque se mantuvieron puros” (v. 4). Se los
describe como "redimidos" (v. 3) y como aquellos "ofrecidos como primicias a
Dios y al Cordero" (v. 4). La implicació n de todos estos términos descriptivos es
que los ciento cuarenta y cuatro mil se han mantenido alejados de la impureza
doctrinal o moral y que se caracterizan como aquellos que “siguen al Cordero
dondequiera que va” (v. 4). En circunstancias normales, el estado matrimonial
no se considera menos puro que el estado soltero, pero en el terrible período de
la gran tribulació n, una vida matrimonial normal sería imposible y, para servir
al Señ or sin distracciones, permanecen solteros.
La descripció n de los ciento cuarenta y cuatro mil pone de manifiesto la
importancia de tener una vida de pureza en el testimonio de un cristiano al
mundo. Los cristianos deben ser “santos e irreprensibles” (Efesios 1:4; 5:27) y
“sin mancha” (Judas 24). Los ciento cuarenta y cuatro mil constituyen un
testimonio asombroso de la santidad de Dios en medio de una generació n que
es absolutamente malvada y adora a Sataná s.
El evangelio eterno proclamado
Apocalipsis 14:6–7. Luego, Juan registró : “Vi a otro á ngel que volaba en el
aire, y tenía el evangelio eterno para proclamarlo a los que viven en la tierra, a
toda nació n, tribu, lengua y pueblo” (v. 6). Debido a que la palabra evangelio se
usa aquí, se presume que él está hablando del camino de la salvació n. Sin
embargo, como indica el contexto que sigue, lo que está anunciando es que Dios
juzgará a los malvados. Este es el evangelio o una buena noticia para aquellos
que han confiado en Cristo, especialmente aquellos que viven en la gran
tribulació n, porque señ alará el fin de la tribulació n y el fin de su liberació n de
sus enemigos. Juan continuó : “Dijo en voz alta: 'Teman a Dios y denle gloria,
porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo los cielos, la tierra,
el mar y las fuentes de las aguas ”(v. 7). Así como el futuro depara un tiempo de
recompensa y bendició n para los ciento cuarenta y cuatro mil, también tiene
juicio sobre los
malvados que se apartan de Dios y blasfeman Su nombre.

Se predice la caída de Babilonia


Apocalipsis 14: 8. El segundo á ngel hace otro pronunciamiento: “Un
segundo á ngel lo siguió y dijo: '¡Caído! Cayó Babilonia la Grande, que hizo beber
a todas las naciones el vino enloquecedor de sus adulterios ”(v. 8). El anuncio
de la caída de Babilonia no indica que haya llegado el fin de la gran tribulació n,
sino que es má s bien un anuncio de la futura destrucció n de Babilonia descrita
en Apocalipsis 18. Las diversas declaraciones de este capítulo no son
necesariamente un registro de que el evento ha tenido lugar. pero que el evento
es inminente.

Juicio sobre los adoradores de la bestia


Apocalipsis 14:9-12. Los adoradores de la bestia han sido descritos
previamente como sujetos a juicio. Aquí tenemos un pronunciamiento
adicional: “Un tercer á ngel los siguió y dijo en voz alta: 'Si alguien adora a la
bestia y su imagen y recibe su marca en la frente o en la mano, él también
beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido derramada con toda su fuerza
en la copa de su ira. Será atormentado con azufre ardiente en presencia de los
santos á ngeles y del Cordero. Y el humo de su tormento sube por los siglos de
los siglos. No hay descanso de día ni de noche para los que adoran a la bestia y
su imagen, ni para quien recibe la marca de su nombre. Esto requiere paciencia
por parte de los santos que obedecen los mandamientos de Dios y permanecen
fieles a Jesú s ”(vv. 9-12).
Aunque el concepto del castigo eterno es difícil de recibir para muchos, se
enseñ a claramente en la Palabra de Dios. La revelació n posterior en el libro de
Apocalipsis indica que los que mueren en el momento de la segunda venida de
Cristo van al Hades y no resucitará n y será n arrojados "al lago de fuego" hasta
después del reinado de mil añ os de Cristo (20:11-15). Aquellos que sufren a
manos de Sataná s y de los hombres inicuos en la gran tribulació n tienen su
consuelo en el hecho de que sus sufrimientos son temporales. Los juicios sobre
los que los persiguen inicuamente será n para siempre.

Benditos los muertos de la gran tribulación


Apocalipsis 14:13. John escuchó otro pronunciamiento; “Entonces oí una
voz del cielo que decía: 'Escribe: Bienaventurados los muertos que de ahora en
adelante mueren en el Señ or'. 'Sí', dice el Espíritu, 'descansará n de su trabajo,
porque sus obras los seguirá n' ”(v.13). Este es el pasaje de la Escritura que se
aplica solo a los que mueren.en la gran tribulació n y no pretende ser un
reconocimiento universal de que la muerte es una bendició n.
El punto es que en la gran tribulació n los santos soportará n tal sufrimiento
y persecució n. Cuando sufren la muerte de un má rtir, son liberados
inmediatamente y van al cielo. Lo que esta Escritura está revelando es que para
aquellos que confían en Cristo, la muerte será mejor que la vida en la gran
tribulació n porque aquellos que mueren pasan inmediatamente a la bendició n
de Dios. El hecho de que este pronunciamiento venga del cielo le da un cará cter
especial. Es la quinta instancia de una voz del cielo en Apocalipsis (10:4, 8;
11:12; 14:2). Má s adelante en Apocalipsis 18: 4 y 21:3, nuevamente hay una
comunicació n directa desde el cielo, lo que implica que es má s importante y
urgente que otros pronunciamientos.

Juicio en la segunda venida


Apocalipsis 14: 14-20. La secció n entre paréntesis de Apocalipsis 12-14 se
cierra con una visió n general del Armagedó n y el juicio de Dios sobre el
mundo. Juan registró : “Miré, y ante mí había una nube blanca, y sentado en la
nube había uno 'como un hijo de hombre' con una corona de oro en la cabeza y
una hoz afilada en la mano. Entonces otro á ngel salió del templo y llamó en voz
alta al que estaba sentado sobre la nube: "Toma tu hoz y siega, porque ha
llegado el momento de segar, porque la mies de la tierra está madura". Así que
el que estaba sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue
cosechada ”(vv. 14-16).
El tiempo del Armagedó n (16:13-16) es un tiempo de cosecha en el que se
juzga la iniquidad, que ha alcanzado su punto má ximo en la gran tribulació n, y
los inicuos, incluido Sataná s, el gobernante mundial y el falso profeta, también
son juzgado ante Dios (19:20).
Juan registró ademá s: “Otro á ngel salió del templo en el cielo, y él también
tenía una hoz aguda. Otro á ngel, que estaba a cargo del fuego, salió del altar y
llamó en voz alta al que tenía la hoz aguda: `` Toma tu hoz afilada y recoge los
racimos de uvas de la vid de la tierra, porque sus uvas está n maduras ''. . El
á ngel blandió su hoz sobre la tierra, recogió sus uvas y las arrojó al gran lagar
de la ira de Dios. Fueron pisoteados en el lagar fuera de la ciudad, y la sangre
fluyó del lagar, elevá ndose tan alto como las bridas de los caballos por una
distancia de 1.600 estadios ”(13:17-20).
Obviamente, este pasaje habla del juicio divino, y el simbolismo de la
cosecha de uvas se toma como ilustració n. El mal en el mundo ha llegado al
punto maduro en el que Dios puede juzgarlo en el momento del Armagedó n. En
consecuencia, la cosecha se representa como si estuvieran recogiendo uvas y
arrojá ndolas al lagar, lo que representa la ira de Dios. Cuando se presionan las
uvas, se dice que la sangre fluye tan alto como las bridas de los caballos.
Este juicio se describe como uno realizado por los á ngeles. El á ngel del
versículo 17 es el quinto á ngel, que se usa como instrumento de Dios en este
capítulo. Un sexto á ngel también lo exhorta a recoger la cosecha. Los á ngeles
actú an, por supuesto, bajo las ó rdenes de Dios. Las uvas se muestran listas para
la cosecha y llenas de jugo. El uso de la vid como figurativo en la Biblia se usa
tanto para Israel como para la iglesia, de Israel en muchos pasajes (Sal. 80: 8,
14- 15; Isa. 5:2-7; Jer. 2:21; Ezeq. 17:5-8; Oseas 10:1) y de la iglesia en Juan
15:1-6.
Aunque la vid estaba destinada a producir frutos justos, trajo iniquidad, y
esto exige el juicio de Dios. El juicio que se describe aquí se cumple má s tarde
después de la segunda venida de Cristo como se registra en Apocalipsis 19:15.
El pisar las uvas en la vendimia ordinaria que resulta en la producció n del jugo
en grandes cantidades se usa aquí para describir la terrible destrucció n que
sufrieron los ejércitos que se opusieron a Cristo en su venida (Apocalipsis
19:17- 21).
Se dice que las uvas se elevan "tan alto como las bridas de los caballos" y "a
una distancia de 1.600 estadios", o 160 millas. Por supuesto, sería imposible
producir suficiente jugo de uva en un lugar o dejar suficiente sangre en un lugar
para una inundació n que alcanzaría la altura de las riendas de un caballo. Debe
tenerse en cuenta que esto es completamente una ilustració n y no se cumple
literalmente, pero sin duda habla del alcance del derramamiento de sangre en
la batalla final de Apocalipsis 19 donde, sin duda, la sangre real se salpica tan
alto como las riendas del caballo. . El hecho de que se extienda 160 millas
(1.600 estadios) indica el alcance de la batalla de Armagedó n, que cubre toda la
Tierra Santa con el juicio de Dios sobre los ejércitos allí reunidos que cubren
toda el á rea donde está n ubicados los ejércitos.
Apocalipsis 14 reú ne en una perspectiva los elementos principales de los
juicios del tiempo del fin, incluidos los ciento cuarenta y cuatro mil como
muestra del poder liberador de Dios; la predicció n de la caída de Babilonia,
que es un
factor importante del período de la segunda venida de Cristo; la condenació n de
los ejércitos que se oponen a Cristo en su segunda venida; el juicio sobre el
gobernante mundial, la bestia, y su asistente, el falso profeta;la
bienaventuranza de los que mueren en el período de la gran tribulació n debido
a su inmediata liberació n al cielo; y, finalmente, la exactitud y justicia del juicio
de Dios sobre la apostasía religiosa y la blasfemia contra Dios, que describe el
período del fin de los tiempos.
Aunque el capítulo trata sobre el período posterior a la era actual de la
gracia, muchas verdades se aplican a nuestra era actual, incluida la necesidad
de la salvació n en Cristo y el cará cter imperativo de caminar ante Dios en
santidad y pureza. En esta era de gracia donde este juicio no es inminente,
todavía existe la oportunidad de recibir la gracia de Dios y ser salvo y ser
incluido en ese alegre nú mero que será arrebatado antes de que estos trá gicos
eventos del fin de los tiempos se apoderen de la tierra.

Continuación de la gran tribulación: los juicios de la copa


Apocalipsis 15 y 16 concluyen los eventos cronoló gicos del libro de
Apocalipsis que preceden a la segunda venida. Como se mencionó
anteriormente, la estructura de Apocalipsis depende primero de los siete sellos
que está n rotos (6:1-17; 8:1); el séptimo sello incluye las siete trompetas (8: 1–
9:21; 11:15–19). Las siete copas de la ira de Dios que se está n introduciendo
ahora está n todas incluidas en la séptima trompeta. El orden de los eventos
implica un rá pido aumento en la severidad y frecuencia de los juicios de Dios,
con énfasis en el séptimo sello, las siete trompetas y las siete copas de la ira de
Dios. Las secciones entre paréntesis, que intervienen con frecuencia en el libro
de Apocalipsis, tienen que ver con la revelació n profética sobre individuos y
situaciones, pero no avanzan la narració n cronoló gicamente (7:1-17; 10:1-
11:14; 12-14; 17-19:10). Apocalipsis 19:11 ocurre inmediatamente después del
capítulo 16 después de la séptima copa de la ira de Dios.

Se anunciaron los juicios de las siete copas


Apocalipsis 15:1–8. Juan introduce la revelació n acerca de las siete copas.
“Vi en el cielo otra señ al grande y maravillosa: siete á ngeles con las siete plagas
postreras, por ú ltimo, porque con ellas se consuma la ira de Dios” (v. 1). Esta es
otra señ al en secuencia a dos señ ales previas registradas en Apocalipsis 12, la
señ al de la mujer vestida del sol (v. 1) y la señ al que aparece en el cielo,
refiriéndose a “un enorme dragó n rojo con siete cabezas y diez cuernos y siete
diademas en sus cabezas ”(v. 3). Los tres signos juntos concentran la atenció n
en la mujer, o Israel, en el imperio mundial, la obra suprema de Sataná s, y los
siete á ngeles de las siete ú ltimas plagas quesacar a relucir el juicio de Dios
sobre los
impíos. La señ al que se presenta aquí en Apocalipsis 15 se describe como
"grande y maravillosa", una expresió n que se encuentra só lo aquí (v. 1), y con
respecto a las obras de Dios (v. 3).
Los siete á ngeles que se presentan aquí aparentemente son un grupo
diferente de los mencionados anteriormente, y las plagas se refieren a un juicio
de Dios que es diferente de todo lo que le precede. Siendo siete en nú mero, da la
impresió n de consumació n, o cumplimiento, o el juicio de Dios sobre los impíos,
que se incluye en la frase, “ú ltimos, porque con ellos se consuma la ira de Dios”
(v. 1). Por tremendos que hayan sido los juicios en la ruptura de los sellos y el
sonido de las trompetas, estos ú ltimos juicios son obviamente má s extensos y
má s definitivos que cualquier otro precedente. Son la expresió n de la ira de
Dios (gr. Thymos ), lo que indica no tanto Su ira judicial como Su ira. La
reacció n de Dios al pecado es, en primer lugar, ira y, en segundo lugar, ira en
forma de juicio. Juan registró má s revelació n: "Y vi algo parecido a un mar de
vidrio mezclado con fuego, y a los que habían salido victoriosos sobre la
bestia y su imagen y el nú mero de su nombre, de pie sobre el mar de vidrio,
sosteniendo arpas de Dios" (v. 2 NASB). El mar de vidrio aquí, así como en 4: 6,
aparentemente es la misma entidad y puede significar la Palabra de Dios. El
mar no es un mar ordinario porque las huestes celestiales se representan de
pie sobre él, y está diseñ ado para manifestar la gloria de Dios. Con el fuego
hablando del juicio divino, los que está n sobre él revelan que algunos no
experimentará n la ira de Dios, mientras que otros sí. Los que está n de pie
sobre el mar de vidrio se
describen como "victoriosos sobre la bestia y su imagen" (15:2).
El grupo victorioso también recibirá arpas o liras. Los ú nicos instrumentos
musicales descritos en el cielo son las arpas o liras, y solo ciertos personajes en
el cielo tienen las arpas. Los muertos martirizados de la tribulació n se
encuentran entre los que tocan el arpa.
Juan registró que los que salen victoriosos parados sobre el mar de vidrio
"cantaron el cá ntico de Moisés siervo de Dios y el cá ntico del Cordero" (v. 3). La
declaració n implica que hay un cá ntico de Moisés y otro cá ntico del Cordero. El
cá ntico de Moisés a menudo se relaciona con el cá ntico cantado por Moisés en
É xodo 15 cuando los hijos de Israel triunfaban sobre el faraó n y sus huestes.
Otra sugerencia, sin embargo, es que se refiere al cá ntico en Deuteronomio 32,
también producido por Moisés al presentar una revelació n completa de la
fidelidad de Dios a Israel y la certeza de que los enemigos de Israel fueron
derrotados. Luego se registra el cá ntico del Cordero: “Grande y maravillososon
tus obras, Señ or Dios Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey
de los tiempos. ¿Quién no te temerá , oh Señ or, y glorificará tu nombre? Porque
solo tú eres santo. Todas las naciones vendrá n y te adorará n, porque tus justos
actos han sido revelados ”(Apocalipsis 15:3-4).
La pregunta sobre quién temerá al Señ or y le glorificará es una pregunta
que se aborda a menudo en las Escrituras. Jeremías, por ejemplo, hizo la
pregunta: "¿Quién no debería venerarte, oh Rey de las naciones?" (Jeremías
10:7). El cá ntico de las naciones que adoran al Señ or registrado aquí por Juan es
un tema frecuente del Antiguo Testamento, que se cumplirá , por supuesto,
tanto en el reino milenial como en el estado eterno (cf. Sal. 2:8–9). ; 24:1-10;
66:1-4; 72:8- 12; 86:9; Isa 2:2-4; 9:6-7; 66:18-23; Dan. 7:14; Sof. 2:11; Zacarías
14: 9). Debido
a que Dios es justo y santo, traerá Sus juicios sobre los hombres como se indica
en las palabras finales del cá ntico, “porque tus justos actos han sido revelados”
(Apocalipsis 15:4).
Desde el punto ventajoso del cielo, Juan registró que vio má s lejos.
“Después de esto miré y en el cielo se abrió el templo, es decir, el taberná culo
del testimonio. Del templo salieron los siete á ngeles con las siete plagas. Iban
vestidos de lino limpio y brillante y llevaban fajas doradas alrededor del
pecho. Uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete á ngeles siete copas de
oro llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el templo se
llenó de humo por la gloria de Dios y por su poder, y nadie podía entrar en el
templo hasta que se hubieran completado las siete plagas de los siete á ngeles
”(vv. 5-8). El templo (gr. Naos ) indica que los á ngeles salen del lugar
santo interior. Aunque el acceso del sacerdote fue limitado, los á ngeles, debido
a que no tienen pecado, pueden entrar al lugar santo. Lo que John ha visto
es, por supuesto, un símbolo de lo que está a punto de suceder. Cada uno de los
á ngeles recibe un tazó n de la ira de Dios que se derramará en Apocalipsis 16.
Debido a que esta es una consumació n muy dramá tica del juicio de Dios sobre
un mundo inicuo, la Escritura indica que el humo llenará el templo, de
alguna manera. similar a cuando la nube llenó el taberná culo (É xodo 40: 34-
35). Toda la escena
es ominosa e indica un juicio inminente sobre un mundo inicuo.

Siete copas del juicio de Dios ordenadas derramadas sobre un mundo inicuo
Apocalipsis 16:1. Mientras Juan contemplaba la escena que tenía ante sí,
escuchó “una gran voz desde el templo que decía a los siete á ngeles: 'Id,
derramad las siete copasde la ira de Dios sobre la tierra ”(v. 1). La voz del
templo bien podría ser la voz de Dios, aunque el texto no lo indica. La voz
“fuerte” (gr., Megales ) es una palabra característica a lo largo de este
capítulo como se muestra en la KJV. En el versículo 1 una "gran" voz, en el
versículo 9 "gran" calor, en el versículo 12 el "gran" É ufrates, en el versículo 14
el "gran" día del Dios Todopoderoso, en el versículo 18 un "poderoso" o gran
terremoto, en el versículo 19 la "gran" ciudad, también en el versículo 19
Babilonia la "grande", en el versículo 21 "grandes" o piedras de granizo,
también en el versículo 21
hacha "inmensa" o gran plaga. Todo en este capítulo habla del clímax como el
período má s grande y terrible de la historia de la humanidad.
Debido a que las siete copas de la ira de Dios son similares a los juicios de
las trompetas y los de los sellos, los expositores han sido tentados a
equipararlos. Sin embargo, una cuidadosa atenció n a los detalles señ alará las
diferencias. Es cierto en la serie de las trompetas y las copas que las primeras
tratan de la tierra, la siguiente del mar, la siguiente de los ríos y manantiales de
agua, la siguiente del sol, la siguiente de la oscuridad, la siguiente de la el río
É ufrates, y el séptimo con un juicio integral que incluye todo lo que está en las
trompetas y todo lo que está en las copas de la ira de Dios, que se resumen en la
séptima copa como un gran terremoto y una gran tormenta de granizo.
Aunque los juicios son similares, se mencionan diferencias notables. Los
juicios de las trompetas se extienden a solo un tercio de la tierra, mientras que
los juicios de las copas generalmente se extienden a toda la tierra. Realmente
no hay problema de repetició n de juicios ya que lo que la Escritura está
revelando es que estos juicios a medida que avanza el tiempo se vuelven cada
vez peores y ocurren en orden cronoló gico rá pido. Las siete copas
aparentemente ocurren una tras otra en secuencia rá pida e inmediatamente
introducen la situació n de la segunda venida de Cristo. En Apocalipsis 16 se
revela una serie de juicios má s allá de todo lo mencionado anteriormente.

El primer cuenco
Apocalipsis 16:2. En obediencia a la voz del templo, el primer á ngel
derrama su cuenco. Como lo registró Juan: “El primer á ngel fue y derramó su
copa sobre la tierra, y aparecieron llagas horribles y dolorosas en la gente que
tenía la marca de la bestia y adoraba su imagen” (v. 2). Por el contrario, en la
primera trompeta se quema un tercio de la tierra (8: 7). En el primer cuenco de
la ira de Dios llagas y aflicciones dolorosasson experimentados por aquellos
que adoran a la bestia, la experiencia es similar a la experimentada por los
egipcios (Ex. 9:9-11). Los ú nicos que escapan a este juicio son los que se han
negado a adorar a la bestia.

El segundo cuenco
Apocalipsis 16:3. A continuació n, se vierte el segundo tazó n. “El segundo
á ngel derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como la de un
muerto, y murió todo lo que vive en el mar” (v. 3). En la segunda trompeta, un
tercio del mar se convierte en sangre (8: 8). Este juicio nuevamente parece ser
similar al juicio de las plagas en Egipto (É xodo 7:20-25), que se derramó sobre
el río Nilo, lo que hizo imposible beber y mató a los peces en el río. En
referencia al mar, es posible que se limite al Mediterrá neo, pero se usaría la
misma palabra si todo el mundo estuviera involucrado.
El tercer cuenco
Apocalipsis 16:4–7. John luego registró el derramamiento del tercer
tazó n. “El tercer á ngel derramó su copa sobre los ríos y fuentes de agua, y se
convirtieron en sangre. Entonces oí al á ngel a cargo de las aguas decir: 'Tú eres
justo en estos juicios, tú que eres y que eras, el Santo, porque así has juzgado
porque han derramado la sangre de tus santos y profetas, y tú les he dado a
beber sangre como se merecen '”(vv. 4-6). En respuesta a esto, se escucha
nuevamente una voz desde el altar: “Sí, Señ or Dios Todopoderoso, verdaderos y
justos son tus juicios” (v. 7).
Los expositores tienden a tratar de explicar el juicio del mar
convirtiéndose en sangre como algo que no es realmente sangre. Si uno acepta
la omnipotencia de Dios, por supuesto, nada es imposible, y el mar podría
convertirse en sangre literal, o puede ser el lenguaje de las apariencias, pero en
cualquier caso es un juicio terrible, que hace que el agua no sea apta para los
peces en el mar y para beber por parte del hombre.
En la tercera copa se llama la atenció n sobre el martirio de los santos y el
rechazo de los profetas (v. 6). El juicio fue declarado justo (v. 5).

El cuarto tazón
Apocalipsis 16:8–9. John luego registró el cuarto tazó n. “El cuarto á ngel
derramó su copa sobre el sol, y al sol se le dio poder para quemar a la gente con
fuego. Ellosfueron chamuscados por el intenso calor y maldijeron el nombre de
Dios, que tenía control sobre estas plagas, pero se negaron a arrepentirse y
glorificarlo ”(vv. 8–9). Se pueden ver nuevamente similitudes y contrastes entre
la cuarta trompeta y la cuarta copa. El cuarto cuenco se relaciona solo con el sol
y aumenta la intensidad del sol. Por el contrario, la cuarta trompeta oscureció
un tercio del sol, la luna y las estrellas (8:12). Aunque la esfera del juicio es la
misma, el efecto es diferente.

El quinto cuenco
Apocalipsis 16:10-11. Se anuncia el quinto cuenco. “El quinto á ngel derramó
su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se hundió en las tinieblas. Los
hombres se mordían la lengua en agonía y maldecían al Dios del cielo a causa de
sus dolores y llagas, pero se negaban a arrepentirse de lo que habían hecho
”(vv. 10-11). Este juicio aparentemente aumentó la severidad de la aflicció n del
primer cuenco y describe a los asociados con la bestia, y también a otros, como
en agonía inusual. El tema familiar de la falta de arrepentimiento se repite aquí
(véase 2:21; 9:20-21). Cuando los hombres inicuos se enfrentan al poder de
Dios, no llegan fá cilmente al lugar del arrepentimiento, sino que aumentan su
rebelió n contra Dios.
El sexto cuenco
Apocalipsis 16:12. El sexto cuenco presenta una serie de hechos
interesantes. “El sexto á ngel derramó su copa sobre el gran río É ufrates, y sus
aguas se secaron para preparar el camino a los reyes de Oriente” (v. 12).
Cuando se derrama la sexta copa, cronoló gicamente, el tiempo de la
segunda venida está muy cerca. Una de las principales características del
período justo antes de la segunda venida es una guerra mundial en la que varias
partes del mundo se rebelan contra el gobernante mundial que ha tomado el
poder como dictador algú n tiempo antes. A la luz de esta conclusió n militar de
la gran tribulació n, la sexta copa hace su propia contribució n al preparar el
camino para que los reyes de Oriente crucen el É ufrates.
Pocas porciones de Apocalipsis han requerido una interpretació n má s
variada que este versículo. Un estudio de cien comentarios sobre Apocalipsis
revela cincuenta teorías diferentes, prá cticamente todas tratando de
interpretar lo que significan los "reyes de Oriente" (v. 12) y también de
determinar si el río É ufrates es literal o no. Las numerosas interpretaciones
simbó licas son su propia confesió n de que esta no es la interpretació n
adecuada.
En consecuencia, una interpretació n literal de esto es exactamente lo que
pide el texto, a saber, que el río É ufrates se secará , y esto preparará para la
invasió n militar de los reyes de Oriente, probablemente incluidos los
gobernantes de China y otros países.
La implicació n del texto es que esto se logra por medios sobrenaturales,
como un terremoto, aunque el método no se revela. En el siglo XX, sin embargo,
Rusia ayudó a construir una serie de presas a lo largo del río É ufrates para
capturar agua con fines de riego. El caso es que en determinadas épocas de la
temporada cuando se almacena toda el agua, el río É ufrates está seco. Si fluyera
a un ritmo normal, sería un río difícil de cruzar debido al terreno accidentado a
ambos lados del río. Con el lecho del río seco, no habría restricció n de
movimiento de un gran ejército del Este.
Aunque este pasaje no se conecta directamente con la sexta trompeta,
aparentemente el río se secó para que el gran ejército de doscientos millones lo
cruce como se indica en la sexta trompeta (9:14-16). Los dos eventos está n
cronoló gicamente cerca aunque pertenecen a series diferentes.
Aunque no se da má s informació n sobre el sexto tazó n, John luego registró
una pequeñ a secció n entre paréntesis, dando una descripció n general del
Armagedó n.

Revelación entre paréntesis IV: Encuentro demoníaco de ejércitos


mundiales Apocalipsis 16:13-14. John escribió que vio lo que reveló una guerra
mundial venidera: “Entonces vi tres espíritus malignos que parecían ranas;
salieron de la
boca del dragó n, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta. Son
espíritus de demonios que realizan señ ales milagrosas, y salen a los reyes de
todo el mundo para reunirlos para la batalla en el gran día del Dios
Todopoderoso ”(vv. 13-14).
Esta revelació n es una combinació n de literal y simbó lico. Obviamente, los
espíritus malignos que parecían ranas eran en realidad á ngeles caídos que,
aparentemente, responden a la direcció n del dragó n que es Sataná s y el
gobernante mundial y su asociado, el falso profeta. Los espíritus malignos se
envían por todo el mundo para atraer a los reyes del mundo a unirse a la gran
guerra mundial que se llevará a cabo en Tierra Santa.
Obviamente, mientras el gobierno mundial esté intacto, no habrá guerra. El
hecho de que haya una guerra indica rebelió n contra el gobierno del dictador
mundial hacia el final de la gran tribulació n.
La reunió n de los ejércitos se prepara para la segunda
venida. Aparentemente, Cristo mismo proclama la advertencia que hay que
estar preparado: “¡He aquí, vengo como un ladró n!Bienaventurado el que se
mantenga despierto y lleve consigo su ropa, para que no ande desnudo y quede
expuesto vergonzosamente ”(v. 15). Aunque muchos eventos preceden a la
segunda venida y Sataná s mismo es consciente de que es inminente, muchos no
estará n preparados — "desnudos" y "expuestos vergonzosamente" - en lo que
respecta a la justicia de Dios.
Los ejércitos de todo el mundo está n reunidos geográ ficamente en Tierra
Santa, aparentemente para luchar por el poder. El lugar de la guerra se describe
como Armageddon. El término Armagedón se refiere geográ ficamente al á rea
hacia el este desde el monte Meguido en el norte de Israel e incluye la gran
llanura de Esdreló n. Meguido es en hebreo un título correspondiente al
griego, Armagedón. Esta zona ha sido escenario de grandes batallas en el
pasado, incluida la de Barac y los cananeos (Jueces 4) y la victoria de Gedeó n
sobre los madianitas (Jueces 7). Saú l y Josías también murieron en esta á rea. El
valle es bastante grande, tiene catorce millas de ancho y veinte millas de largo.
Por grande que sea esta á rea, obviamente no puede contener los ejércitos de
millones de hombres, y parece ser el punto de partida.
En realidad, los ejércitos está n esparcidos por Tierra Santa a lo largo de
unas doscientas millas. Algunos identificaron tanto la Primera Guerra Mundial
como la Segunda Guerra Mundial como Armagedó n, pero la historia posterior
demostró que estaban equivocados.
La seducció n de los demonios aparentemente es efectiva porque los
ejércitos del mundo se reú nen para combatirla en Tierra Santa. El hecho de que
los demonios, incluidos los esfuerzos del dragó n, el gobernante mundial y el
falso profeta, inviten abiertamente a una guerra mundial, parece ser una
contradicció n, porque en Apocalipsis 13 el gobierno mundial es creado por
Sataná s para cumplir su mandato. imitació n del gobierno mundial
millennial. Sataná s, el gobernante mundial y el falso profeta son una trilogía
comparada con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que está n a cargo del
reino. Aquí, sin embargo, las mismas personas está n invitando a países del
mundo a luchar, lo que parece ser una contradicció n.
La respuesta a este acertijo se encuentra en Apocalipsis 19 cuando se
revela la segunda venida de Cristo. Lo que Sataná s está haciendo es reunir todo
el poder militar del mundo en un vano esfuerzo por enfrentarse al ejército del
cielo. Por supuesto, es inú til porque Cristo habla la Palabra y los ejércitos y sus
caballos en ambos lados del conflicto mueren instantá neamente en el terrible
juicio que ocurre en la segunda venida.
Como en otras profecías generales que tratan de muchos, también hay una
aplicació n individual como en 16:15, “¡He aquí, vengo como un
ladró n! Bienaventurado el que permanece despierto y lleva consigo su ropa,
para que no ande desnudo y quede expuesto vergonzosamente ”. losEl
simbolismo de este versículo no se explica en el texto, pero se le dice al
individuo que se mantenga la ropa puesta en preparació n para este evento. Las
vestiduras, cuando se usan simbó licamente, a menudo se refieren a la rectitud
en la vida, y es posible que aquellos que son salvos en ese momento deban
continuar sirviendo al Señ or de manera justa. Aunque muchos han sido
asesinados por la bestia, muchos otros han escapado hasta este momento como
se atestigua en las ovejas en Mateo 25: 31–46 y el remanente de Israel se
menciona con frecuencia en el Antiguo Testamento como en Ezequiel 20: 33–
38. Los comentaristas generalmente está n de acuerdo en que la séptima copa se
prepara para los principales eventos que siguen, como la segunda venida de
Cristo.

Continuación de la Gran Tribulación: El Séptimo Cuenco de la Ira Divina y el


Gran Terremoto
Apocalipsis 16:17-18. Con el anuncio de la séptima copa, se revelan los
juicios finales sobre la tierra que preceden a la segunda venida: “El séptimo
á ngel derramó su copa en el aire, y del templo salió una gran voz desde el trono,
diciendo: ¡está hecho!' Luego vinieron relá mpagos, retumbos, truenos y un
severo terremoto. Ningú n terremoto como este ha ocurrido desde que el
hombre estuvo en la tierra, tan tremendo fue el terremoto ”(vv. 17-18).
Los terremotos han asolado al mundo a lo largo de la historia. Con el
aumento de la població n y la construcció n de ciudades, los terremotos ahora
afectan á reas pobladas con un aumento de víctimas y destrucció n de
propiedades. Este terremoto final que ocurre antes de la segunda venida de
Cristo eclipsa todo lo que ha ocurrido antes.
Destrucción de la gran ciudad
Apocalipsis 16:19. Juan continú a describiendo la destrucció n de la gran
ciudad. “La gran ciudad se dividió en tres partes y las ciudades de las naciones
se derrumbaron. Dios se acordó de Babilonia la Grande y le dio la copa llena del
vino del furor de su ira ”(v. 19).
Las Escrituras declaran que la gran ciudad se dividió en tres partes y que
en todo el mundo las ciudades de los gentiles se harían pedazos y se
derrumbarían. El texto no indica qué gran ciudad está a la vista, aunque
Jerusalén se menciona como una gran ciudad en 11:8. La Biblia indica que
habrá cambios tremendos en la tierra que rodea a Jerusalén (cf. Zac. 14:4).
El problema que ocurre al identificar a Jerusalén como una ciudad
destruida es que en Zacarías 14, en el momento de la segunda venida, Jerusalén
sigue siendo una ciudad intacta a pesar de del terremoto que destruyó las otras
ciudades del mundo. Si Jerusalén hubiera sido destruida por un terremoto, la
lucha casa por casa y otros aspectos de la guerra final, como se registra en
Zacarías 14, no podrían haber tenido lugar.
Algunos expositores relacionan esto con la ciudad de Babilonia en el
É ufrates, y hay muchas indicaciones en las Escrituras de que será reconstruida
y posiblemente se convierta en la capital del imperio mundial. Esto parece ser
confirmado por el capítulo 18. Si Babilonia es la ciudad a la vista, el hecho de
que esté dividida en tres partes es lo que sucede segú n Apocalipsis 18, y la
profecía podría cumplirse literalmente de esta manera. Este sería el clímax de
una larga historia de juicio sobre Babilonia.

Destrucción de islas, montañas y la plaga del granizo


Apocalipsis 16:20-21. Juan describió ademá s la destrucció n del mundo:
“Todas las islas huyeron y no se pudieron encontrar las montañ as. Desde el
cielo, enormes piedras de granizo de unas cien libras cada una cayeron sobre
los hombres. Y maldijeron a Dios a causa de la plaga del granizo, porque la
plaga era tan terrible ”(vv. 20-21). La naturaleza topográ fica del mundo
cambiará drá sticamente probablemente como resultado de las secuelas del
terremoto con la desaparició n de islas y montañ as con la consiguiente pérdida
de vidas y propiedades. Las enormes olas en el océano creadas por estos
cambios traerá n una destrucció n total que está má s allá de toda descripció n.
Sin embargo, ademá s del terremoto, habrá una tremenda tormenta de
granizo sobrenatural con enormes piedras de granizo, que pesan
aproximadamente cien libras cada una. Todo lo que quede del terremoto en
cuanto a la construcció n de monumentos de hombres será reducido a pulpa por
estos enormes bloques de hielo. Sin embargo, como en los juicios anteriores de
Dios, no trae arrepentimiento o confesió n del pecado, sino que los hombres,
reconociendo que los juicios provienen de Dios, maldicen a Dios por ello (v. 21).
El mundo está ahora preparado para la segunda venida de Cristo, pero
antes de que esto ocurra, se introduce una secció n entre paréntesis que trata de
Babilonia.

Revelación entre paréntesis V: La destrucción de la Babilonia eclesiástica


Apocalipsis 17:1–18. El libro de Apocalipsis fue escrito en el orden en que la
verdad le fue revelada a Juan, pero los eventos descritos no está n
necesariamente en orden cronoló gico. Esto es especialmente cierto en
Apocalipsis 17, que probablemente ocurre durante la primera mitad de los
ú ltimos siete añ os. Se manifiesta mucha confusió nen las interpretaciones de los
capítulos 17-18, y hay cierta oscuridad en la revelació n misma. Probablemente
la mejor solució n es considerar el capítulo 17 como la destrucció n de la
Babilonia eclesiá stica, o Babilonia como religió n, y el capítulo 18, la destrucció n
de Babilonia como ciudad y como imperio.
Juan fue invitado por uno de los á ngeles que tenían las copas del juicio
divino para presenciar el castigo de la Babilonia eclesiá stica. Al usar el
término eclesiástico, no significa que Babilonia sea la verdadera iglesia en
ningú n sentido del término, sino que es Babilonia desde un punto de vista
religioso. Un estudio extenso de las religiones de Babilonia demuestra que
muchas de ellas fueron trasladadas en parte al catolicismo romano y formaron
el trasfondo de algunas de las ceremonias. La influencia babiló nica, sin
embargo, siempre es contraria a la verdad, y su hora final se describe en este
capítulo.
Juan registró su introducció n al juicio de la mujer: “Vino uno de los siete
á ngeles que tenían las siete copas y me dijo: 'Ven, te mostraré el castigo de la
gran ramera, que se sienta sobre muchas aguas. Con sus reyes de la tierra
cometieron adulterio y los habitantes de la tierra fueron intoxicados con el vino
de sus adulterios. ' Entonces el á ngel me llevó en el Espíritu a un desierto. Allí vi
a una mujer sentada sobre una bestia escarlata que estaba cubierta de nombres
blasfemos y tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de
pú rpura y escarlata, y brillaba con oro, piedras preciosas y perlas. Tenía una
copa de oro en la mano, llena de cosas abominables y la inmundicia de sus
adulterios. Este título estaba escrito en su frente:

MISTERIO
BABILONIA LA GRANDE
LA MADRE DE LAS PROSTITUTAS
Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
Vi que la mujer estaba ebria con la sangre de los santos, la sangre de los
que daban testimonio de Jesú s ”(vv. 1–6).
La gran prostituta descrita en estos versículos es una representació n de la
cristiandad apó stata en el tiempo del fin. Cuando ocurre el rapto, todos los
verdaderos creyentes son arrebatados para estar con el Señ or, pero quedan
atrá s muchos miles de aquellos que hicieron alguna profesió n de fe.fe en Cristo
y afirmaban ser cristianos que no habían nacido de nuevo. É stos constituyen la
iglesia apó stata, que dominará la escena política y religiosamente hasta la
mitad de los ú ltimos siete añ os antes de la segunda venida.
La apostasía, llamada adulterio y fornicació n aquí, por supuesto se refiere
a la infidelidad espiritual, no al adulterio físico. La iglesia desprovista de
cualquier influencia redentora está ahora completamente unida al mundo y,
como indica el pasaje, está trabajando mano a mano con los poderes políticos.
Juan vio a una mujer sobre una bestia escarlata con siete cabezas y diez
cuernos. La bestia es obviamente el imperio político descrito en 13:1-10. El
hecho de que esté sentada sobre la bestia indica que está trabajando con las
bestias para lograr fines comunes, es decir, la subyugació n del mundo entero a
su autoridad, y que el poder político está apoyando a la iglesia apó stata. La
mujer usa los adornos de la religió n ceremonial en los que el pú rpura y el
escarlata son prominentes y que a menudo se realzan con piedras preciosas.
Por el título escrito en su frente, se la vincula con el misterio de Babilonia la
Grande. Al referirse a esta identificació n como un misterio, debido a que su
verdad ú ltima se aprende solo por revelació n divina, la influencia de Babilonia
para el mal está respaldada en las Escrituras desde Génesis 11 y continú a hasta
la revelació n de la destrucció n de la ciudad en Apocalipsis 18. .
Babilonia es el título que cubre todas las religiones falsas que afirman ser
cristianas en su contenido. La influencia babiló nica se infiltró claramente en la
iglesia, y gran parte de su ritual es similar a los ritos religiosos babiló nicos.
Cuando se introdujo a Babilonia en Génesis 11, su verdadero cará cter se
reveló como rebelde contra Dios e intentando construir una torre en
reconocimiento de la adoració n de deidades paganas. Debido a que esto era
contrario a la voluntad de Dios, confundió el lenguaje que la gente estaba
usando en ese momento para que no pudieran entenderse entre sí; por lo tanto,
el término Babel, que significa confusió n, se aplica a la historia posterior de
Babilonia (véase Génesis 11:9).
Debe tenerse en cuenta que el término Babilonia se aplica a la religió n
babiló nica; también se aplica a la ciudad de Babilonia; y se aplica al imperio de
Babilonia.
Babilonia tuvo una larga historia y alcanzó una prominencia considerable
en la época de Hammurabi (1726-1686 a. C.). Ella alcanzó su cima de gloria bajo
Nabucodonosor, quien vivió en lo que se conoce como el período neobabiló nico,
comenzando seiscientos añ os antes de Cristo. Fue en este período que Daniel
escribió el libro de Daniel. Arqueó logosHan descubierto gran parte de los
detalles de esta ciudad, habiendo podido descifrar las miles de tablillas
cuneiformes que se encontraron en Babilonia.
En esta secció n, sin embargo, la revelació n se concentra en la influencia
religiosa de Babilonia. Debido a que la religió n de Babilonia tenía la forma de un
rito religioso secreto en el que adoraban ciertos ídolos, se requiere una
revelació n divina para comprender completamente lo que tenían. La esposa de
Nimrod, quien fue el fundador de Babilonia, encabezó la religió n misteriosa que
caracterizó a Babilonia. Se le dio el nombre de Semiramis y, segú n la creencia
de los adherentes, tuvo un hijo concebido milagrosamente cuyo nombre era
Tamuz. Fue retratado como un salvador que cumple la promesa de liberació n
dada a Eva. Esta fue, por supuesto, una descripció n satá nica que impregna las
religiones paganas.
El concepto de mujer y niñ o fue incorporado en varios ritos religiosos que
fueron realizados por una orden sacerdotal que adoraba a la mujer y al niñ o.
A lo largo de las Escrituras se encuentran referencias sobre la adoració n
babiló nica, como la protesta de Ezequiel en contra del llanto por Tamuz
(Ezequiel 8:14-15). Jeremías objeta la prá ctica pagana de ofrecer tortas a
Semiramis como reina del cielo (Jer. 7:18). También se le ofreció incienso como
reina del cielo (44:17-19, 25). Una consecuencia de esto fue la adoració n de
Baal, que era una de las religiones paganas de Canaá n, y Baal a menudo se
identifica como la misma persona que Tamuz.
Las religiones misteriosas de Babilonia impregnaron el mundo antiguo, y
con el declive de Babilonia como ciudad y como imperio, la religió n
babiló nica llegó a Pérgamo, la ciudad en la que se encontraba una de las siete
iglesias de Asia. Aquellos que servían como sumos sacerdotes del culto
babiló nico a menudo estaban relacionados con Dagó n, el dios pez y el
"Guardiá n del Puente", que es el puente entre el hombre y Sataná s; y en
reconocimiento a esto, los sacerdotes llevaban coronas en forma de cabeza de
pez.
Cuando el cristianismo entró en contacto con la religió n babiló nica, creó
confusió n y confusió n en la iglesia. A lo largo de los siglos ha existido una
tendencia a que la iglesia esté anclada en el mundo en lugar de en Dios, y el
liberalismo moderno ha ido aú n má s lejos al apartarse de las Escrituras. La
profecía concerniente a Babilonia aquí, así como otras alusiones a la religió n en
el libro de Apocalipsis, demuestran que la apostasía tendrá su forma final en la
gran tribulació n en la adoració n del gobernante mundial y Sataná s.
En el período de la primera mitad de los siete añ os previos a la segunda
venida de Cristo, Babilonia combinada con el romanismo se convierte en una
religió n mundial: cristiana en nombre, pero no en contenido. Aquellos que
vengan a Cristo estará n sujetos a ellapersecució n de los que tienen verdadera fe
en Cristo. Aquellos que vengan a Cristo en el tiempo del fin tendrá n el doble
problema de evitar el martirio a manos de los gobernantes políticos y a manos
de la iglesia apó stata.
Juan estaba abrumado por esta revelació n y solo la entendió parcialmente,
y se le explicó . Escribió : “Cuando la vi, me quedé muy asombrado. Entonces el
á ngel me dijo: '¿Por qué está s asombrado? Te explicaré el misterio de la mujer y
de la bestia que monta, que tiene siete cabezas y diez cuernos. La bestia que
viste, una vez fue, ahora no es, y saldrá del Abismo e irá a su destrucció n. Los
habitantes de la tierra cuyos nombres no está n escritos en el libro de la vida
desde la creació n del mundo, se asombrará n al ver a la bestia, porque una vez
fue, ahora no está , y sin embargo vendrá '”(vv. 6). –8).
Uno de los argumentos sobresalientes y convincentes para adorar a la
bestia es el hecho de que regresa de la aparente muerte a la vida, como se
registra en 13: 3. La referencia al Abismo identifica el hogar de Sataná s y el
mundo de los demonios. Toda la religió n falsa que se encuentra en Babilonia es
satá nica en su origen y, por lo tanto, está estrechamente relacionada con el
mundo de los demonios.
El propó sito de la alianza entre la mujer y la bestia es que ambos buscan la
dominació n mundial. Cuando esto finalmente se logre, como indica el final de
este capítulo, el poder político ya no necesitará del poder religioso para
sostenerlo.
Como se discutió anteriormente, las referencias a la bestia como alguien
que “una vez fue, ahora no es y sin embargo vendrá ” (17:8) se ha tomado como
prueba de que el líder mundial es alguien que resucitó de un tiempo anterior en
la tierra. , incluidas posibilidades como Judas Iscariote, Neró n y otros
gobernantes mundiales. Sin embargo, la interpretació n preferible es considerar
la resurrecció n de la bestia como la resurrecció n del Imperio Romano o
considerar la posibilidad de una herida mortal sufrida en el intento de
asesinato del cual Sataná s lo cura milagrosamente. En cualquier caso, el
gobernante mundial aparece en escena como una persona milagrosa.
Debido a las cualidades aparentemente milagrosas que entran en el
gobernante del mundo, los no salvos, no en el Libro de la Vida, se asombrará n y
pondrá n su confianza en esta bestia como Dios.
El á ngel continú a refiriéndose a las siete cabezas como refiriéndose a los
siete reyes, “Esto requiere una mente con sabiduría. Las siete cabezas son siete
colinas sobre las que se sienta la mujer. También son siete reyes. Cinco han
caído, uno es, el otro aú n no ha llegado; pero cuando elviene, debe quedarse un
rato. La
bestia que una vez fue, y ahora no es, es un octavo rey. Es de los siete y va a su
perdició n ”(vv. 9-11).
Este pasaje ha causado una gran confusió n entre los expositores que han
tenido dificultades para entender lo que significa cuando dice que las siete
cabezas son siete colinas y que la mujer se sienta sobre ellas. La declaració n,
“Esto requiere una mente con sabiduría” (v. 9) está claramente indicada por la
historia de interpretació n de este pasaje.
Una de las explicaciones comunes es referirse a las siete colinas como la
ciudad de Roma, que se conoce como "la ciudad de las siete colinas". La antigua
ciudad de Roma estaba ubicada en la margen izquierda del Tíber, y siete colinas
fueron nombradas: Palatina, Aventina, Celiana, Esquilina, Viminal, Quirinal y
Capitolina. A medida que Roma crecía en poder y tamañ o, tomó otra colina,
Janículo, que también se contaba entre las siete colinas, y se omitió la colina
Capitolina. Má s tarde, se añ adió otra colina, Pincian, al norte de la antigua
Roma, que requería la sustracció n de una de las otras colinas.
Sin embargo, la confusió n de las siete cabezas de la bestia con las siete
colinas de Roma surge de la falta de atenció n a lo que dice el pasaje. A Juan se le
informó : “También son siete reyes” (v. 10). Si las colinas representan reyes,
entonces no se refieren a las siete colinas de Roma, y se cuestiona toda la
conclusió n de que Roma es la capital de la Babilonia eclesiá stica. Ademá s, se
hace una declaració n: “Cinco han caído, uno es, el otro aú n no ha venido; pero
cuando venga, será necesario que se quede un poco ”(v. 10). Esto no puede
referirse a colinas. ¿Có mo pueden identificarse los cinco que han caído y el que
está y el que aú n no ha de venir?
Algunos han identificado a los cinco como algunos de los gobernantes má s
prominentes de la antigua Roma, pero es difícil seleccionar cinco que merezcan
esta prominencia. En consecuencia, los eruditos han sugerido que en lugar de
los cinco que se refieren a reyes individuales, se refieren a las grandes naciones
del pasado que fueron imperios. Esto incluiría Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-
Persia, Grecia y la antigua Roma. Como Juan lo veía, la antigua Roma sería el
sexto rey, pero má s tarde en la historia, Roma reviviría y sería considerada un
séptimo rey. A esto es a lo que se refería Juan cuando dijo, “el otro aú n no ha
venido” (v. 10). Esta vista al menos es una posibilidad.
Sin embargo, a medida que avanzan los añ os que conducen a la segunda
venida de Cristo, el reino de diez naciones (Apocalipsis 13), que fue Roma
revivida, se convierte en un imperio mundial que, con su gobernante, es el
octavo rey. Esto se dice, "La bestia que una vez fue, y ahora no es, es un octavo
rey" (17:11).
Esta identificació n es una explicació n plausible, aunque no todos los
expositores estarían de acuerdo. Sin embargo, es importante para las
conclusiones sobre esta profecía que elimina el concepto de que Roma está
involucrada geográ ficamente como la sede de la Babilonia política. Deja abierta
la cuestió n de dó nde la Babilonia eclesiá stica tendrá su sede de poder. Quizá s lo
má s importante es que abre el camino a la posibilidad de que la Babilonia
política (la Roma revivida) tenga su centro de poder en la ciudad reconstruida
de Babilonia durante los ú ltimos tres añ os y medio previos a la segunda venida
de Cristo. Esto tendría su punto culminante en Apocalipsis 18, donde la ciudad
es destruida.
Si se acepta la explicació n de las siete cabezas de la bestia, queda la
pregunta de qué son los diez cuernos.
El á ngel declaró : “Los diez cuernos que viste son diez reyes que aú n no han
recibido un reino, pero que durante una hora recibirá n autoridad como reyes
junto con la bestia. Tienen un propó sito y dará n su poder y autoridad a la bestia
”(vv. 12-13).
Basado en un estudio de Daniel 7 y Apocalipsis 13, los diez cuernos
representan diez reinos que se unieron para formar el nú cleo del Imperio
Romano revivido que tuvo poder durante la primera mitad de los ú ltimos siete
añ os. Muchos han intentado encontrar diez reyes en la historia que se
correspondan con estos diez cuernos, pero la bú squeda es inú til porque, de
hecho, los diez cuernos no existen hasta que el Imperio Romano revivido, llegue
y no se cumplirá n hasta el se cumple la primera mitad de los ú ltimos siete
añ os. Ademá s, está claro que son simultá neos en su gobierno, no
sucesivos. Siempre se los considera diez reyes en una unidad en lugar de
monarcas sucesivos. Actú an unidos, como se ilustra má s adelante en este
capítulo (17:16-17). Como se indica en el versículo 13, su propó sito y lugar es
honrar al gobernante mundial.
El á ngel continú a en su predicció n: “Peleará n contra el Cordero, pero el
Cordero los vencerá porque es Señ or de señ ores y Rey de reyes, y con él será n
sus llamados, escogidos y fieles seguidores” (v. 14 ). Tanto la mujer como la
bestia, lo eclesiá stico y lo político, se oponen totalmente a Dios y a aquellos que
ponen su confianza en el Señ or en este momento.
La mujer se describe como una "que se sienta sobre muchas aguas" (v.
1). Esto es ahora interpretado por el á ngel: “Entonces el á ngel me dijo: 'Las
aguas que viste, donde la prostituta se sienta, son pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas'” (v. 15). Esto indica que la religió n falsa promovida por la
mujer así como el poder político promovido por la bestia son mundiales.
El siguiente desarrollo, sin embargo, es una tremenda revelació n adicional:
“La bestia y los diez cuernos que viste odiará n a la prostituta. La arruinará n y la
dejará n desnuda; comerá n su carne y la quemará n con fuego. Porque Dios ha
puesto en sus corazones el cumplir su propó sito acordando dar a la bestia su
poder para gobernar, hasta que se cumplan las palabras de Dios ”(vv. 16-17).
La misma iglesia eclesiá stica apó stata, tipificada por la mujer que fue
apoyada y creada con la ayuda del gobernante político, la bestia escarlata,
ahora está destruida. La pregunta es natural de có mo encaja esto en la
secuencia de eventos.
En el cuadro general de los ú ltimos siete añ os previos a la segunda venida
de Cristo, este pasaje indica que en la primera mitad de los siete añ os, esta
mujer, que representa la religió n mundial, tendrá poder, pero probablemente
será una continuació n de el movimiento de la iglesia mundial en el mundo
actual del cual la iglesia verdadera fue arrebatada antes en la secuencia de
eventos. Ahora, habiendo llegado a la mitad de los siete añ os cuando la cabeza
de las diez naciones asume el poder como gobernante mundial, la iglesia
apó stata ya no es ú til y, de hecho, está en el camino. En consecuencia, las diez
naciones destruyen a la mujer y terminan su poder y posició n.
El propó sito detrá s de esto es que el gobernante mundial afirmará ser Dios
mismo, y durante los ú ltimos tres añ os y medio, la religió n mundial consistirá
en la adoració n del gobernante mundial y la adoració n de Sataná s, quien es
reconocido como el poder detrá s del gobernante mundial. Esto fue declarado en
Apocalipsis 13: 4. “Los hombres adoraban al dragó n porque él había dado
autoridad a la bestia, y también adoraban a la bestia y preguntaban: '¿Quién es
como la bestia? ¿Quién podrá hacerle la guerra? '”. Todo el sistema religioso que
tiene su origen en la antigua Babilonia llega a su fin porque la forma final de
religió n, el culto al gobernante mundial, es el ateísmo y no necesita este apoyo.
El versículo final del capítulo trae otro concepto: “La mujer que viste es la
gran ciudad que gobierna a los reyes de la tierra” (17:18).
Esta afirmació n debe tomarse como representativa del cará cter religioso
de Babilonia representado por la prostituta, pero también como una gran
ciudad, posiblemente refiriéndose al Vaticano, que en la historia había
gobernado la tierra. El poder de la Iglesia Cató lica Romana fue hasta cierto
punto la extensió n de la influencia de la antigua Babilonia a lo largo de la
historia, particularmente en el período anterior a la Reforma Protestante. La
ciudad aquí debe tomarse en un sentido menos que literal porque se refiere a la
iglesia, que por su naturaleza no esuna ciudad má s que una prostituta. El
capítulo que sigue tratará del poder romano centrado en la ciudad de Babilonia.
La destrucción de la Babilonia política
Apocalipsis 18:1–24. Este capítulo continú a una revelació n profética sobre
Babilonia con el contexto y el significado de este capítulo como completamente
diferente del capítulo anterior. Apocalipsis 17 probablemente se cumpla antes
de que comience la gran tribulació n. Por el contrario, los eventos de Apocalipsis
18 probablemente se cumplan como un juicio en el momento de la segunda
venida de Cristo.
Los expositores han luchado con Apocalipsis 17 y Apocalipsis 18 en un
intento de encontrar una explicació n razonable de las profecías. Probablemente
el mejor enfoque para Apocalipsis 17 es considerarlo cumplido en el
movimiento de la iglesia mundial que será juzgado y destruido tres añ os y
medio antes de la segunda venida de Cristo.
Apocalipsis 18, sin embargo, trata específicamente de una ciudad que es
esencialmente una entidad política. La pregunta es: ¿Cuá ndo se cumplirá esta
profecía?
La interpretació n de este capítulo depende de la cuestió n de si Babilonia
será reconstruida como la capital del mundo en el tiempo del fin o si Babilonia
será cumplida por el papel de Roma en el período anterior a la segunda
venida. Como se señ ala en la exégesis de Apocalipsis 17, el concepto de que las
siete colinas se refieren a la ciudad de Roma resulta insoportable en el contexto,
y la evidencia de que la ciudad de Roma será en cierto sentido la Babilonia
representada aquí no lo hace. tener suficiente base de apoyo en otras Escrituras
para justificar la conclusió n.
En consecuencia, el enfoque adoptado aquí es anticipar a Babilonia como
una ciudad que será reconstruida como la capital del imperio mundial final y
será destruida tanto física como políticamente en el momento de la segunda
venida.
Esta conclusió n se basa en estudios del Antiguo Testamento sobre las
profecías de la destrucció n de Babilonia. En el Antiguo Testamento, varias
profecías apuntan a la destrucció n repentina y catastró fica de Babilonia (Isa.
13:5–6, 10, 19–22; 14:1–6, 22, 25–26; Jer. 51). Estas profecías que anticipaban
la destrucció n repentina de Babilonia no se cumplieron en la historia. Cuando
los medos y los persas se apoderaron de Babilonia en el 539 a. C., no
destruyeron la ciudad de Babilonia. La ciudad de Babilonia continuó siendo un
centro de població n durante la época de Cristo, cuando hubo una granColonia
de judíos que viven en la ciudad. En realidad, no hubo un acto de destrucció n
repentina, pero Babilonia gradualmente disminuyó como ciudad en los siglos
posteriores a la primera venida de Cristo hasta que hoy está en gran parte en
ruinas. En consecuencia, no se ha cumplido la promesa del Antiguo
Testamento . Es sobre esta base que algunos anticipan una Babilonia
reconstruida como parte del sistema del imperio mundial antes de la segunda
venida de Cristo.
Apocalipsis 18 encaja muy bien en este cuadro porque describe una
destrucció n catastró fica repentina de la ciudad y con ella la destrucció n de su
poder político y comercial. Presentado como está en relació n con la segunda
venida de Cristo en el libro de Apocalipsis, la implicació n es que la caída de
Babilonia en el Antiguo Testamento no cumplió todas las profecías.
El anuncio dado en Apocalipsis 18 es por “otro á ngel” que el que reveló la
destrucció n de Babilonia en Apocalipsis 17. Juan describió esto: “Después de
esto vi a otro á ngel que descendía del cielo. Tenía gran autoridad, y la tierra
estaba iluminada por su esplendor ”(18: 1). Este á ngel descendió
cronoló gicamente después del capítulo 17, y en el orden de la revelació n ocupa
el segundo lugar. En realidad, la destrucció n del capítulo 17 y la destrucció n del
capítulo 18 son dos eventos separados separados por tres añ os y medio.
John registró : “Con una voz poderosa gritó : '¡Caído! ¡Ha caído Babilonia la
Grande! Ella se ha convertido en un hogar para los demonios y un refugio para
todo espíritu maligno, un refugio para cada ave inmunda y detestable. Porque
todas las naciones han bebido el vino enloquecedor de sus adulterios. Los reyes
de la tierra cometieron adulterio con ella, y los mercaderes de la tierra se
enriquecieron con sus excesivos lujos '”(vv. 2-3). La caída de Babilonia, como se
profetiza aquí, será seguida por una despoblació n, un centro de poder
demoníaco y el hogar de los animales salvajes. Esto nunca ocurrió en la historia
de Babilonia. Las escrituras no aclaran si la destrucció n de Babilonia es
inmediatamente antes de la segunda venida o inmediatamente después. Sin
embargo, segú n 16:19, el gran terremoto que precede a la segunda venida
destruirá las ciudades
de los gentiles, y podría ser que Babilonia sea destruida al mismo tiempo.
Entonces Juan escuchó una revelació n adicional sobre la caída de
Babilonia. “Entonces oí otra voz del cielo que decía: 'Salid de ella, pueblo mío,
para que no participéis en sus pecados, para que no recibá is ninguna de sus
plagas; porque sus pecados está n amontonados hasta el cielo, y Dios se ha
acordado de sus crímenes. Devuélvele lo que ella ha dado; devolverle el doble
por lo que ha hecho. Mézclala una ració n doblede su propia taza. Dale tanta
tortura y dolor como la gloria y el lujo que se dio a sí misma. En su corazó n se
jacta: “Me siento como una reina; No soy viuda y nunca lloraré ”. Por tanto, en
un día sus plagas la alcanzará n: muerte, luto y hambre. Ella será consumida por
el fuego, porque el Señ or Dios es poderoso, que la juzga ”(18:4-8).
Se insta a los cristianos que vivan en Babilonia en el tiempo del fin a huir
de Babilonia, de la misma manera que se instó a los habitantes de Babilonia que
fueron salvos a huir de Babilonia en el Antiguo Testamento (cf. Jer. 50:4-9;
51:6).
. Asimismo, se instó a Lot a que abandonara Sodoma (Gén. 19:15-20). La
advertencia de que las plagas no los alcancen parecería indicar que esto puede
ser posterior a la séptima copa de la ira de Dios (Apocalipsis 16: 17-21). La
declaració n de que "sus pecados está n amontonados hasta el cielo" (18:5) es un
recordatorio de la Torre de Babel (Génesis 11:5-9), un recordatorio de có mo
Dios juzgó la Torre de Babel cuando comenzó el largo historia de Babilonia.
Otra voz del cielo los exhortó a castigar a Babilonia de acuerdo con sus
pecados y lujos ilícitos. Una vez má s, el juicio no se produce en una situació n
prolongada, sino por el juicio inmediato que vendrá en un día determinado. La
exhortació n de devolver a Babilonia el doble por lo que ha hecho es una
aplicació n de la ley de retribució n. Cuando se jacta de no ser viuda, piensa en
todas sus ilícitas aventuras amorosas con los reyes de la tierra. El resultado es
que Babilonia será destruida y quemada con fuego (v. 8).
Juan registró que los reyes de la tierra que habían compartido sus lujos
ilícitos lamentaron su muerte: “Aterrados por su tormento, se mantendrá n lejos
y clamará n: '¡Ay! ¡Ay, oh gran ciudad, oh Babilonia, ciudad poderosa! ¡En una
hora ha llegado tu destino! ”(V. 10). Nuevamente, este juicio sobre Babilonia
ocurre en un solo día en contraste con los cientos de añ os en los que
gradualmente quedó en ruinas.
La voz del cielo continú a su revelació n: “Los mercaderes de la tierra
llorará n y se lamentará n por ella porque ya nadie compra sus cargamentos:
cargamentos de oro, plata, piedras preciosas y perlas; lino fino, pú rpura, seda y
tela escarlata; toda clase de madera de cidro y artículos de toda clase de marfil,
madera de calidad, bronce, hierro y má rmol; cargamentos de canela y especias,
de incienso, mirra e incienso, de vino y aceite de oliva, de harina fina y de
trigo; ganado vacuno y ovino; caballos y carruajes; y cuerpos y almas de
hombres. Ellos dirá n: 'El fruto que anhelabas se te ha ido. Todas tus riquezas y
esplendor se han desvanecido y nunca se recuperará n. Los comerciantes que
vendieron estas cosas y obtuvieron su riqueza de ella se mantendrá n lejos,
aterrorizados por su tormento. Llorará n y se lamentará n y gritará n: '¡Ay! ¡Ay,
oh gran ciudad, vestida de lino fino, pú rpura y escarlata, y resplandeciente de
oro, piedras preciosas y perlas! ¡En una hora se han arruinado tantas riquezas!
”(Vv. 11-17).
Este notable relato de los productos que se usaron en la antigua Babilonia
indica la gran riqueza de la ciudad y las muchas cosas costosas que
normalmente se importaban. Una vez má s, cuando la ciudad es destruida, los
comerciantes lamentan su desaparició n y se les recuerda que esta destrucció n
tiene lugar “en una hora” (v. 17).
No hay correspondencia de la escena aquí con lo que le sucedió a Babilonia
en el Antiguo Testamento, y esto da una base má s para creer que esta es una
situació n futura en la que Babilonia es reconstruida y luego arruinada en
relació n con los eventos relacionados con la segunda venida. de Cristo. Los
capitanes y comerciantes que habían transportado estos ricos productos a
Babilonia
también añ aden su lamento: “Todo capitá n de barco y todo el que viaja en
barco, los marineros y todo el que se gana la vida con el mar, se
mantendrá lejos. Cuando vean el humo de ella ardiendo, exclamará n: "¿Hubo
alguna vez una ciudad como esta gran ciudad?" Arrojará n polvo sobre sus
cabezas, y con llanto y duelo clamará n: '¡Ay! ¡Ay, oh gran ciudad, donde todos
los que tenían barcos en el mar se enriquecieron con sus riquezas! ¡En una hora
ha sido arruinada! '”(Vv. 17-19). Algunos han sugerido que el É ufrates en ese
momento se abrirá al trá fico marítimo, lo que explicaría la referencia a barcos y
marineros.
Unirse al clamor sobre Babilonia es el cielo mismo. Como lo dijo Juan,
“¡Regocíjate por ella, oh cielo! ¡Alégrense, santos y apó stoles y profetas! Dios la
ha juzgado por la forma en que te trató ”(v. 20).
La descripció n final de la destrucció n de Babilonia se produce después de
que un á ngel arrojara una piedra de molino al mar, símbolo de la destrucció n de
Babilonia. “Entonces un á ngel poderoso tomó una piedra del tamañ o de una
gran piedra de molino y la arrojó al mar, y dijo: 'Con tanta violencia será
derribada la gran ciudad de Babilonia, y nunca má s se la volverá a encontrar. La
mú sica de arpistas y mú sicos, flautistas y trompetistas, nunca má s se
escuchará en ti. Ningú n trabajador de ningú n oficio se volverá a encontrar en ti.
El sonido de una piedra de molino nunca má s se escuchará en ti. La luz de una
lá mpara no volverá a brillar en ti. La voz del novio y la novia nunca má s se
escuchará en ti. Tus comerciantes fueron los grandes hombres del mundo. Por
tu hechizo má gico todas las naciones fueronllevado por mal camino. En ella se
halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido
muertos en la tierra '”(vv. 21-24).
La profecía es específica de que la vida y los eventos se detendrá n por
completo en la antigua ciudad de Babilonia debido a una destrucció n repentina
que se producirá en un día. Como esto nunca se ha cumplido, da crédito al
concepto de que Babilonia será reconstruida en el tiempo del fin y luego sufrirá
esta destrucció n en el tiempo de la segunda venida.
15

PROFECÍA DE LA SEGUNDA VENIDA, EL MILENIO Y


EL ESTADO ETERNO

PROFECÍA ACERCA DE LA SEGUNDA VENIDA DE


CRISTO
Anuncio de la segunda venida de Cristo
Apocalipsis 19:1–6. La revelació n anterior en el libro se ha ocupado en gran
medida del juicio de Dios sobre un mundo inicuo. Ahora el tema cambia hasta
cierto punto porque revela el plan bendito de Dios para los suyos. Este capítulo
presenta la segunda venida de Cristo, que es el tema principal de todo este
libro. Todo lo que precede al capítulo 19 es a modo de introducció n. La segunda
venida en sí se presenta en Apocalipsis 19:11-21, y los capítulos que siguen, 20-
22, son las secuelas de la segunda venida. La revelació n del capítulo 19 sigue al
capítulo anterior en orden de revelació n a Juan, así como cronoló gicamente.
En consecuencia, Juan escribió : “Después de esto oí lo que sonó como el
rugido de una gran multitud en el cielo que gritaba: '¡Aleluya! La salvació n, la
gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios, porque verdaderos y justos son sus
juicios. Ha condenado a la gran ramera que corrompió la tierra con sus
adulterios. Ha vengado de ella la sangre de sus sirvientes. Y de nuevo gritaron:
'¡Aleluya! El humo de ella sube por los siglos de los siglos. Los veinticuatro
ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba
sentado en el trono. Y gritaron: '¡Amén, Aleluya!' ”(19:1-4)
Juan registró el grito de “una gran multitud” (v. 1), precisamente la misma
redacció n que en 7:9. En consecuencia, la multitud en el cielo que está
participando en esto bien puede serlos santos martirizados de la gran
tribulació n. El “Aleluya” (19:1) es el primero de los cuatro Aleluyas en el Nuevo
Testamento, todos los cuales se encuentran en este capítulo (vv. 1, 3-4, 6).
La palabra inglesa aleluya proviene de la palabra hebrea aleluya, que
significa "alabado sea el Señ or". La palabra griega allelouia es una
transliteració n del hebreo y tiene el mismo significado. Es un tiempo para
regocijarnos y alabar a Dios por la gran victoria que será simbolizada y
realizada por la segunda venida de Cristo.
La multitud atribuye tres atributos principales a Dios: salvació n,
refiriéndose a la liberació n del mal; gloria, hablando de la gloria moral de Dios
descrita en los juicios sobre el pecado; y poder, revelado en sus juicios sobre la
prostituta y el mal en el período anterior a la segunda venida. Algunos textos
agregan un cuarto honor, refiriéndose al hecho de que Dios es digno del má s
alto honor.
Los atributos han sido ilustrados y confirmados en el juicio de Dios sobre
la prostituta (Apocalipsis 17). El humo de su tormento continú a para siempre
(19:3), que se refiere primero al juicio en el Hades antes del juicio del gran
trono blanco y luego al castigo en el lago de fuego (20:14). Los veinticuatro
ancianos y los cuatro seres vivientes atribuyen má s alabanzas a Dios (19:4). Si
la multitud mencionada en este capítulo se refiere a los santos de la tribulació n
y los veinticuatro ancianos representan a la iglesia antes del rapto, la revelació n
es que unen su alabanza a Dios. Se anticipa el hecho de que Jesucristo reinará
(v. 6).

Se anuncia la cena de bodas


Apocalipsis 19:7–10. A continuació n, Juan fue presentado a las bodas del
Cordero, literalmente, la “cena de bodas” (gr. Gamos ). Este anuncio debe verse
en el trasfondo de las ceremonias relativas a las costumbres matrimoniales en
el mundo antiguo. Cuando Cristo estuvo en la tierra, esto tenía tres aspectos
principales: (1) Los padres de la novia y el novio consumaban un contrato
matrimonial, y los padres del novio pagaban una dote a los padres de la
novia. Este era el matrimonio legal y requeriría un divorcio para romper la
unió n. (2) El segundo paso, que generalmente ocurría un añ o después o en otro
momento adecuado, presentaba al novio acompañ ado de sus amigos varones
yendo a la casa de la novia a la medianoche con un desfile de antorchas por las
calles. La novia sabría que él vendría y estaría lista con sus doncellas y se uniría
a la procesió n y regresaría a la casa del novio. Esto se ilustra en la pará bola de
las vírgenes en Mateo 25:1-13. (3)La tercera fase de la boda era una cena de
bodas que podía durar días, como se ilustra en las bodas de Caná en Juan 2: 1–
12.
En vista de esta costumbre, es significativo que lo que aquí se anuncia sea
el banquete de bodas o la cena, y la implicació n es que se han llevado a cabo los
dos primeros pasos de la boda. Esto encajaría naturalmente en el cumplimiento
profético de esta ilustració n en el sentido de que la fase legal de la boda se
consuma en la tierra cuando un creyente individual pone su confianza en Cristo
como Salvador. Ha sido comprado por la sangre de Cristo y ahora pertenece a
Cristo en el sentido de un compromiso. En consecuencia, la infidelidad de la
novia en esta situació n se considera adulterio.
La segunda fase de las bodas del Cordero se ilustra en el rapto de la iglesia
cuando Cristo viene a reclamar a Su novia y llevarla a la casa del Padre. La cena
de las bodas del Cordero seguiría entonces como tercer y ú ltimo paso.
Como la narració n de los eventos que condujeron a la segunda venida se
ha completado y la segunda venida en sí está a la vista, es significativo que la
fiesta
de bodas ahora se anuncie como si no se consumara en el cielo sino que
estuviera a punto de consumarse en conexió n. con la segunda venida. Aunque
muchos expositores creen que la cena de bodas es en el cielo, al menos aquí
existe esta evidencia de que la fiesta de bodas podría estar relacionada con la
segunda venida de Cristo. Cabe recordar que esta no será una fiesta literal con
la asistencia de millones de personas, sino que es un concepto simbó lico donde
los invitados, o amigos, de la novia y el novio se unirá n a la celebració n del
matrimonio del novio y la novia. la novia.
La novia se presenta lista con lino fino brillante y limpio, que se define
como la representació n de los actos justos de los santos. Efesios 5: 25–27 habla
de la preparació n de la novia: “Maridos, amen a sus esposas, así como Cristo
amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla, limpiá ndola
por el lavamiento con agua mediante la palabra, y para presentá rsela a sí
mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra mancha,
pero santa e intachable ”.
En preparació n para el matrimonio, el Salvador murió en la cruz por Su
iglesia y se convirtió en el sacrificio por su pecado. Esto llevó al presente
trabajo de santificació n, ya que la iglesia está siendo limpiada durante su
período en la tierra con el lavamiento del agua a través de la Palabra, lo que
significa que se aplica la verdad santificadora de la Palabra de Dios y de esta
manera se prepara a la novia para su rol futuro. . El tercer y ú ltimo estado está
en elRapto cuando la novia se presenta en su perfecció n. No hay mancha ni
decoloració n, ni arruga, ni imperfecció n, pero en todos los aspectos la novia es
santa e intachable. Esto, por supuesto, es el resultado de la obra santificadora
en el momento del rapto cuando la iglesia es hecha como Cristo.
La invitació n a asistir a la cena de bodas recibe má s revelaciones cuando
Juan escribió : “Entonces el á ngel me dijo: 'Escribe:“ ¡Bienaventurados los que
son invitados a la cena de las bodas del Cordero! ”'” (Apocalipsis 19: 9). ).
Aunque no se dice que la fiesta de bodas tenga lugar aquí, parecería razonable
que fuera parte de las festividades en la tierra cuando el Señ or Jesucristo venga
con todos Sus santos.
Juan se sintió abrumado por esta revelació n, y cayó a los pies del á ngel, que
lo reprende, diciendo que no debe ser adorado (v. 10). Se deja la exhortació n:
“¡Adora a Dios! Porque el testimonio de Jesú s es espíritu de profecía ”(v. 10). La
profecía tiene su propó sito central al revelar la belleza y la justicia de Cristo.
Esto será parte de la revelació n divina en relació n con la segunda venida.
Este pasaje distingue a los que está n invitados a la fiesta de bodas y a los
que no, y también distingue a la novia y a los que no lo son.
La figura de un matrimonio se usa en el Antiguo Testamento de Israel,
representada como la esposa infiel de Yahvé cuya restauració n espiritual
tendrá
lugar en el futuro. La figura del matrimonio también se usa para la iglesia donde
Cristo es el Novio y la iglesia es la esposa. La fiesta de bodas, a la que los santos
está n invitados, en consecuencia, incluye a la iglesia como la esposa de Cristo y
a todos los demá s. Esto incluiría a los santos del Antiguo Testamento que será n
resucitados en la segunda venida, así como a los muertos martirizados de la
tribulació n que forman la multitud. El hecho de que Dios trate de manera
diferente con diferentes personas, como Israel, la iglesia y varias naciones, está
de acuerdo con Su soberanía. En realidad, no hay dos personas que estén
atravesando el mundo exactamente en la misma situació n o tengan
exactamente las mismas oportunidades. Dios trata con cada individuo así como
con cada grupo sobre la base de las cualidades que se revelan en ellos.

Se describe la segunda venida de Cristo


Apocalipsis 19:11-21. A la revelació n preparatoria sobre la cena de las
bodas del Cordero le sigue la visió n que tuvo Juan de la segunda venida de
Cristo. É l registró : “Vi el cielo abierto y delante de mí había un caballo blanco,
cuyo jinete se llama Fiel y Verdadero” (v. 11).
Cristo es visto aquí como dejando físicamente el cielo y viniendo a la
tierra. El caballo blanco simboliza la victoria. Era costumbre que los generales
romanos después de una conquista desfilaran sobre caballos blancos con sus
prisioneros cautivos en la procesió n que siguió . El hecho de que Cristo venga en
un caballo blanco indica que es tiempo de Su victoria y de juicio sobre el mundo
inicuo.
John registró ademá s: “Con justicia juzga y hace la guerra. Sus ojos son
como fuego ardiente, y en su cabeza hay muchas coronas. Tiene un nombre
escrito que nadie conoce má s que él mismo. Está vestido con una tú nica
empapada en sangre y su nombre es la Palabra de Dios. Los ejércitos del cielo lo
seguían, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio.
De su boca sale una espada afilada con la que herir a las naciones. 'Los
gobernará con cetro de hierro'. Pisa el lagar del vino del furor de la ira del Dios
Todopoderoso. En su manto y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE
REYES Y SEÑ OR DE SEÑ ORES ”(vv. 11–16).
Lo que Juan registró con respecto a la segunda venida contrasta
fuertemente con la primera venida de Cristo cuando nació en Belén y fue
colocado en un pesebre. Aquí viene como Rey conquistador y Señ or de señ ores.
Su propó sito al venir es ejecutar justicia en el mundo, y para lograrlo hará la
guerra (v. 11). Esta gloria fue descrita por Juan, refiriéndose a Sus ojos de fuego
ardiente, hablando de Su omnisciencia y omnipotencia. El hecho de que lleve
muchas coronas, lo que significa gobernació n, muestra que en verdad es el Rey
apropiado sobre todas las naciones.
El nombre escrito en É l no se revela. Su tú nica hecha de lino blanco está
empapada en sangre, lo que significa que viene sobre la base de Su sacrificio
por el pecado y Su victoria sobre la muerte. También se le llama la "Palabra de
Dios" (v. 13) con lo que se quiere decir que É l, como la Palabra escrita, expresa
quién es Dios e ilustra los atributos de Dios.
Lo acompañ an las huestes del cielo que también montan en caballos
blancos, representá ndolos como victoriosos y "vestidos de lino fino, blanco y
limpio" (v. 14), lo que significa pureza. Se representa a Cristo con una espada en
la boca, y la palabra "espada" indica una espada larga y generalmente grande
conocida como espada tracia (gr. Hromphaia ). Por supuesto, hablará la palabra
y podrá juzgar a los malvados. También se cita el Salmo 2:9, refiriéndose a Su
reinado con cetro de hierro (Apocalipsis 19:15). Su gobierno será el de un
monarca absoluto, pero perfectamente recto y justo. É l también será Aquel que
juzgará a los malvados, y el simbolismo de un lagar que exprime el jugo de uvas
se usa como una imagen de Su juicio sobre los malvados. "Enen su manto y en
su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑ OR DE SEÑ ORES ”(v.
16). Por breve que sea esta descripció n de la segunda venida, está claro que
cuando Cristo venga en poder, traerá Su juicio sobre el mundo y establecerá el
reino milenial.
Otras Escrituras confirman algunos de los detalles sobre la segunda
venida. En Zacarías 14: 3–4 se hace la predicció n: “Entonces el Señ or saldrá y
peleará contra esas naciones, como peleó en el día de la batalla. Ese día sus pies
estará n sobre el monte de los Olivos, al este de Jerusalén, y el monte de los
Olivos se dividirá en dos de este a oeste, formando un gran valle, con la mitad
de la montañ a moviéndose hacia el norte y la otra mitad hacia el sur ". Este
evento distingue la segunda venida de Cristo del rapto, momento en el que no
ocurrirá tal evento.
Jesú s mismo describió Su segunda venida en Mateo 24:27–31: “Porque
como el relá mpago que viene del oriente es visible incluso en el occidente, así
será la venida del Hijo del Hombre. Dondequiera que haya un cadá ver, allí se
reunirá n los buitres. 'Inmediatamente después de la angustia de aquellos días,
el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz; las estrellas caerá n del cielo y los
cuerpos celestes será n sacudidos '. En ese momento, la señ al del Hijo del
Hombre aparecerá en el cielo, y todas las naciones de la tierra hará n
lamentació n. Verá n al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con
poder y gran gloria. Y enviará a sus á ngeles con un fuerte toque de trompeta, y
reunirá n a sus elegidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos
hasta el otro ”. La segunda venida de Cristo y Su presencia en la tierra trae a su
clímax todo el asunto de juzgar al mundo y traer el justo reino de Cristo.
Juan registró algunas de las cosas que sucederá n después de la segunda
venida de Cristo: “Y vi a un á ngel de pie en el sol, que clamaba en voz alta a
todos los pá jaros que volaban en el aire: 'Venid, reuníos para la gran cena. de
Dios, para que comá is carne de reyes, generales y valientes, de caballos y sus
jinetes, y la carne de todos, libres y esclavos, pequeñ os y grandes. Entonces vi a
la bestia, a los reyes de la tierra y sus ejércitos reunidos para hacer guerra
contra el jinete del caballo y su ejército ”(Apocalipsis 19:17-19).
El hecho de que el á ngel hable en voz alta significa que algo importante
está a punto de suceder (véase 6:10; 7:2, 10; 10:3; 14:15; 18:2). La invitació n a
los pá jaros a participar de los cadá veres asesinados en el juicio al ejército.está
en contraste con la invitació n dada anteriormente en este capítulo a aquellos
que son invitados a la cena de las bodas del Cordero. También se puede
encontrar similitud en las profecías de Ezequiel 39: 17–20 al concluir la
invasió n de Israel desde el norte con los cuerpos de los muertos devorados por
aves. Sin embargo, Ezequiel se refirió a una batalla anterior que ocurrió en la
primera mitad de los ú ltimos siete añ os en lugar de a esto, pero las similitudes
son obvias. Sin embargo, la similitud no prueba la identidad. Una escena que en
realidad es paralela a esta se encuentra en Mateo 24:28, donde, nuevamente,
los pá jaros se alimentan de los cadá veres.
El terrible juicio que se inflige a los ejércitos que se habían unido para
luchar contra el ejército del cielo deja en claro que Dios no hace acepció n de
personas, y los incrédulos que son grandes a la vista del mundo no son mejores
que otros que son oscuros.
El siguiente paso es llevar el juicio sobre la bestia, el gobernante mundial y
el falso profeta asociado con él. Juan registró : “Pero la bestia fue capturada, y
con él el falso profeta que había realizado las señ ales milagrosas en su favor.
Con estas señ ales había engañ ado a los que habían recibido la marca de la
bestia y adoraban su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al lago ardiente de
azufre ardiente ”(Ap. 19:20).
Debe hacerse una cuidadosa distinció n entre este lago de fuego y el
Hades. Los que no son salvos y mueren antes de la segunda venida de Cristo
van al Hades, como lo ilustra el hombre rico después de su muerte (Lucas
16:23). Hasta este momento nadie ha sido arrojado al lago de fuego. Sin
embargo, tanto la bestia como el falso profeta ahora son arrojados
directamente al lago de fuego, y mil añ os má s tarde se unirá n a ellos los que
ahora está n en el Hades o los que no son salvos en el momento del fin del
milenio. Reino. Esto marca el fin, por supuesto, del poder gentil y del reino
mundial, que estaba bajo el dominio de la bestia del mar y la bestia de la tierra,
el falso profeta que estaba asociado con la bestia del mar ( Apocalipsis 13: 1-
18). Como lo apoya el hecho de que la bestia y el falso profeta todavía está n allí
en el lago de fuego al final del milenio, está
claro que el lago de fuego no es aniquilació n, pero tampoco sirve como una
fuerza santificadora porque los que está n en él permanecen en su naturaleza
perversa con cuerpos que son adecuados para el castigo eterno. Por el
contrario, los creyentes en Cristo tendrá n nuevos cuerpos que será n santos y
adecuados para la adoració n y el servicio de Dios por toda la eternidad. El juicio
de Cristo sobre este ejército se resume: “Los demá s fueron muertos con la
espada que salió de la boca del jinete sobre el caballo, y todas las aves se
hartaron de su carne” (19:21).

EL REINADO MILENARIO DE CRISTO


Vistas del Milenio
Una divisió n importante en la teología de la iglesia ha estado relacionada
con la cuestió n de si habrá un reinado de Cristo por mil añ os después de Su
segunda venida. Tanto el punto de vista postmilenial como el amilenial
sostienen que el cumplimiento del milenio se logra antes de Su segunda venida,
y los amilenaristas má s o menos explican cualquier cumplimiento literal. En
consecuencia, este capítulo debe estudiarse cuidadosamente para ver cuá l es su
contribució n y si enseñ a un reino en la tierra del cual Cristo será Rey de reyes y
Señ or de señ ores después de Su segunda venida. Se verá que los eventos de
Apocalipsis 19:11-20:15 se presentan cronoló gicamente con los eventos que
siguen ló gicamente a la segunda venida como el efecto sigue a la causa. No hay
ninguna sugerencia en el texto de ninguna interrupció n de las consecuencias
naturales de la segunda venida. Para una discusió n sobre el reino milenario, vea
The Millennial Kingdom (Zondervan) del autor .
Apocalipsis 20 junto con Apocalipsis 19 forman dos de los capítulos má s
importantes de las Escrituras sobre la profecía de eventos futuros. Apocalipsis
20, en particular, trata la cuestió n de si hay un milenio en la tierra después de la
segunda venida de Cristo.
Hay un nú mero asombroso de diversas interpretaciones. Entre los
premilenialistas que ven el reino como una continuació n de la segunda venida
de Cristo, hay tres escuelas de pensamiento: aquellos que siguen un
cumplimiento histó rico del libro de Apocalipsis, creyendo que algunos eventos
de Apocalipsis 6–18 se está n cumpliendo ahora. Sostienen que la segunda
venida y el reino que sigue son literales, pero que gran parte del material
preliminar, Apocalipsis 6–18, se ha cumplido en cierto sentido.
En el siglo XX surgió otra forma de premilenialismo que enfatizaba el
cará cter soterioló gico del mismo, y este punto de vista intenta encontrar algú n
terreno de fe comú n con los puntos de vista posmilenial y amilenial. Esta forma
de premilenialismo tiende a restar importancia al papel de Israel y al cará cter
político del reino milenial.
Sin embargo, la opinió n mayoritaria entre los premilenaristas es que el
reino que sigue a la segunda venida de Cristo es un cumplimiento del programa
teocrá tico de Dios, y en cumpliendo la promesa dada a David de que su reino
y trono continuarían para siempre sobre Israel. Aquellos que interpretan las
profecías literalmente ven a Cristo reinando supremamente sobre el mundo
entero como líder político, comenzando con la segunda venida. Este punto de
vista a menudo se llama el punto de vista dispensacional, pero una designació n
preferible sería que se aferran a un reino literal en la tierra. Que tal reino es
soterioló gico también es evidente, y que tiene cualidades espirituales también
es evidente por sí mismo, pero este punto de vista toma en consideració n el
hecho de que Cristo cumple de manera literal lo que fue profetizado en las
Escrituras acerca del reino en la tierra.
La interpretació n amilenial, que probablemente sea la opinió n mayoritaria
de la iglesia hoy, tiende a minimizar la promesa de un reino en la tierra. No
todos los amilenaristas está n de acuerdo en có mo llegar a esta conclusió n. Su
punto de vista se llama amilenial porque su punto de vista no es milenial, es
decir, no habrá un reino literal en la tierra con Cristo reinando en el trono. Los
amilenaristas varían mucho en cuanto a có mo llegan a esta conclusió n.
Algunos sienten, como Agustín, que toda la era actual es el reino milenial y
que Dios reina en el corazó n de los hombres que confían en él. Esto, por
supuesto, no proporciona ningú n cumplimiento literal del reino milenial.
Algunos sostienen que el reino milenial se está cumpliendo en el cielo a
través del reinado espiritual de Cristo sobre la tierra. A menudo no consideran
el período literal de mil añ os, y minimizan el significado literal de las profecías
relacionadas con él.
Algunos amilenaristas ahora sostienen que el milenio se cumplirá en el
cielo nuevo y la tierra nueva en la eternidad. Por lo tanto, no es necesario que
se cumpla ahora. El problema con todos estos puntos de vista, característicos
del amilenialismo y el posmilenialismo, es que no proporcionan una explicació n
inteligente de muchos pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento que
enseñ an un reino literal. Esto también es cierto en Apocalipsis 20.

La atadura de Satanás
Apocalipsis 20:1–3. Juan registró lo que vio acerca de la atadura de Sataná s:
“Y vi a un á ngel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran
cadena en la mano. Agarró al dragó n, esa serpiente antigua, que es el diablo o
Sataná s, y lo ató por mil añ os. Lo arrojó al abismo, lo encerró y lo selló sobre él,
para evitar que engañ ara má s a las naciones.hasta que se cumplieron los mil
añ os. Después de eso, debe ser puesto en libertad por un breve tiempo ”(vv. 1-
3). Juan vio un á ngel que tenía la llave del Abismo, el hogar natural de
Sataná s y los á ngeles
caídos. Mientras miraba, vio al dragó n, o Sataná s, atado con una gran cadena,
arrojado al abismo, y la abertura estaba sellada y cerrada con la declaració n de
que no se abriría hasta mil añ os después. Si bien pudo ver que Sataná s estaba
siendo atado y arrojado al Abismo con el punto obvio de que Sataná s ya no
podría estar activo, ademá s de lo que vio, escuchó la interpretació n de que esta
atadura de Sataná s duraría mil añ os y el propó sito era evitar que Sataná s
engañ ara a las naciones.
Dado que la revelació n de la duració n es un asunto de revelació n divina
directa que Juan ha contado, los mil añ os también deben tomarse como una
cifra literal porque fue revelado por Dios como la duració n de este evento. Si
Dios intentara de alguna manera describir la atadura literal de Sataná s y su
inactividad por mil añ os, no podría haberlo hecho de una manera má s grá fica o
clara que en estos tres versículos.
Los eventos de los versículos 1-3 son claramente cronoló gicos en orden y
en total apoyo a la interpretació n premilenial. El pasaje deja en claro que
Sataná s no está simplemente restringido, como algunos enseñ arían, sino que
está totalmente inactivo en el milenio. Por el contrario, el Nuevo Testamento
enseñ a que Sataná s todavía está muy vivo y bien en la era actual. En Hechos 5:
3 se declara que Ananías estaba lleno de Sataná s y que él lo motivó a mentir
sobre la venta de su propiedad. En 2 Corintios 4:3–4 se hace la declaració n de
que Sataná s es muy activo en cegar los ojos de los que escuchan el evangelio
para que no lo vean ni lo entiendan. En 11:14 se declaró que Sataná s era un
á ngel de luz, que aparecía con disfraz religioso y engañ aba a la iglesia mediante
enseñ anzas falsas. Segú n Efesios 2:2, los inconversos está n trabajando en el
poder de Sataná s. En 1 Tesalonicenses 2:18 se reveló que Sataná s había
obstaculizado a Pablo en su deseo de ir a los tesalonicenses. En 2 Timoteo 2:26
se declaró que los inconversos habían sido llevados cautivos y solo pueden ser
salvados por la gracia de Dios. El texto má s decisivo está en 1 Pedro 5: 8: “Ten
dominio propio y alerta. Tu enemigo el diablo ronda como un leó n rugiente
buscando a quien devorar ".
Estos pasajes enseñ an dramá ticamente que Sataná s no está atado en la era
actual, y aunque está algo restringido por Dios, como en el caso de Job, los
cristianos pueden depender del poder protector de Dios. Sataná s es, sin
embargo, muy activo en el mundo.y líder en toda su rebelió n contra Dios. Los
mil añ os seguirá n a la segunda venida.

La resurrección de los santos de la tribulación


Apocalipsis 20:4–6. Con Sataná s fuera del camino, la revelació n ahora se
centra en lo que Dios hará por los santos en este período. Juan escribió : “Vi
tronos en los que estaban sentados aquellos a quienes se les había dado
autoridad para juzgar. Y vi las almas de los que habían sido decapitados por su
testimonio de Jesú s y por la palabra de Dios. No habían adorado a la bestia ni a
su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en las manos.
Resucitaron y reinaron con Cristo mil añ os ”(v. 4).
Los que se habían negado a adorar a la bestia habían sido ejecutados y una
gran multitud de má rtires fue al cielo durante el tiempo de la gran
tribulació n. Esto había sucedido en los tres añ os y medio anteriores a la
segunda venida. Se les describe como "una gran multitud" (7:9). Aquí son
resucitados y honrados porque no habían recibido la marca de la bestia, y el
propó sito de la resurrecció n es que reinará n con Cristo mil añ os. Este es un
apoyo muy claro para un reino milenial después de la segunda venida de Cristo.
La cronología es bastante evidente.
Estos muertos martirizados fueron asesinados en el período justo antes de
la segunda venida. Ahora Cristo hace que los santos que habían sido
martirizados en la tribulació n, que fue solo un corto período antes de la
segunda venida, resuciten para reinar con Cristo por mil añ os. No hay forma de
evitar la implicació n de que el milenio es posterior a la segunda venida de
Cristo en este pasaje como es posterior a la muerte y resurrecció n de los
má rtires. Como tal, se apoya la visió n premilenial.
Los intentos de evitar el premilenialismo han requerido métodos extremos
para explicar este pasaje. Algunos amilenaristas interpretan la resurrecció n de
los muertos martirizados como su nuevo nacimiento. Esto, por supuesto,
estaría completamente fuera de secuencia porque nacieron de nuevo en la gran
tribulació n y fueron martirizados en esa situació n. Ahora han resucitado y no
podría referirse a ellos como nacidos de nuevo en esta ocasió n.
Las Escrituras continú an describiendo su situació n, “(El resto de los
muertos no revivieron hasta que se cumplieron mil añ os). Esta es la primera
resurrecció n. Bienaventurados y santos los que participan en la primera
resurrecció n. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, pero será n
sacerdotes de Dios y de Cristo y reinará n con él.por mil añ os ”(20:5-6). Esta
resurrecció n es "primera" en el sentido de ser la primera o antes de la
resurrecció n de los malvados. Obviamente, Cristo fue el primero en resucitar si
se cuentan las resurrecciones de las Escrituras.
Apocalipsis 20:7–15. Se declara que la suerte de los que son resucitados de
entre los muertos es un evento bendecido para ellos, y promete que no estará n
sujetos a la segunda muerte, refiriéndose al juicio del gran trono blanco en los
versículos 11-15. Ademá s, se les declara "sacerdotes de Dios y de Cristo" (v.
6). Esto, aparentemente, se refiere al hecho de que tendrá n un significado
especial como má rtires y tendrá n un papel especial en el reino milenial.
La interpretació n de este pasaje de Apocalipsis ilustra un punto
importante. Si bien la profecía a veces se presenta en forma simbó lica que debe
interpretarse, cuando se interpreta el acto simbó lico, uno no es libre de
espiritualizar la interpretació n. En los versículos 1 al 6, si bien se presenta
como una visió n que necesita interpretació n, la interpretació n, cuando se da,
habla del hecho só lido de que Sataná s necesita ser atado por mil añ os y que los
santos de la tribulació n resucitará n para reinar con Cristo. en el reino
milenario. No hay base para la espiritualizació n de estas declaraciones, y es por
eso que muchos concluyen que la explicació n premilenial de la segunda venida
de Cristo como precedente al milenio está justificada por las Escrituras.
Se ha planteado la cuestió n acerca de los que está n sentados en el trono
para juzgar (v. 4). Muchas Escrituras contribuyen al hecho de que los santos
participará n en el reinado de Cristo. Jesú s les dijo a sus discípulos: “Y yo os doy
un reino, como mi Padre me lo confirió a mí, para que comá is y bebá is a mi
mesa en mi reino y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel”
(Lucas 22: 29-30).
Obviamente, aquellos que reinan con Cristo no tendrá n el mismo estatus,
pero estará n sujetos a Cristo y actuará n en su nombre. El reino milenial como
tal, sin embargo, no se discute, excepto que está claro que comenzará con la
segunda venida de Cristo y terminará con el juicio sobre el mundo y la creació n
de un cielo nuevo y una tierra nueva.

Principales características del milenio


El reino milenial, que seguirá su curso antes de los eventos que lo
culminen, se describe extensamente en muchos pasajes de las Escrituras.
Aunque la cifra exacta de mil añ os no se menciona excepto en Apocalipsis 20, el
hecho de un reino quetiene una larga duració n es claramente la intenció n de los
pasajes proféticos (Isa. 2:2-4; 11:4-9; Sal. 72; etc.). Segú n el Antiguo
Testamento, Jerusalén será la capital del reino milenial (Isa. 2: 3). La guerra
cesará (v. 4). El reino milenial se caracterizará por la justicia, la paz y la
tranquilidad, y habrá justicia para todos los oprimidos (11:3-5). Incluso la
ferocidad de las bestias será domesticada (vv. 6–9). Isaías resumió el
pensamiento en el versículo 9: “No dañ ará n ni destruirá n en todo mi santo
monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señ or como las aguas
cubren el mar”, como se indica en Isaías 11:11–16. ; Jeremías 23:3–4, 8; 30:3–9;
31:3-14.
El Salmo 72, así como muchos otros salmos, da la brillante imagen
profética del futuro milenio. El futuro se describe como floreciente y el
gobierno como justo, y se promete una paz abundante mientras dure la luna.
Todos los reyes se postran ante Cristo y su gobierno se extiende de mar a mar.
La tierra se llenará de la gloria de Dios. El deseo de las naciones por la paz,
la justicia, el
conocimiento del Señ or, la justicia econó mica y la liberació n de Sataná s tendrá
su cumplimiento profético. Los principales factores del milenio, incluido el
poder absoluto de Cristo, incluirá n el gobierno perfecto y justo y las
circunstancias ideales de la tierra. En muchos aspectos, el gobierno de Cristo
como el ú ltimo Adá n reemplaza lo que Dios había planeado para Adá n, quien
fue puesto a cargo del jardín del Edén.
Muchos pasajes del Antiguo Testamento enfatizan el hecho de que Israel
tendrá un lugar destacado. Segú n Ezequiel 20: 33–38, en el momento de la
segunda venida, Israel experimentará un juicio purificador y solo el remanente
justo y piadoso podrá entrar en el reino. Israel, representada en el Antiguo
Testamento como una esposa falsa, ahora se reunirá con Cristo en el símbolo
del matrimonio y experimentará el amor de Cristo (Oseas 1:10-11; 2:14-23).
Aunque Israel disfrutará de las bendiciones de ser reunido en su tierra
antigua y bajo el gobierno especial de Cristo, el resto del mundo también
experimentará el gobierno de Cristo como Rey de reyes. Sin embargo, la nació n
de Israel también tendrá los beneficios del gobierno de David resucitado de
entre los muertos como regente de Cristo (Jer. 30:9; Eze. 34:23–24; 37:24–25).

La rebelión final contra Cristo


Apocalipsis 20:7–9. Juan describió el clímax del reino milenial: “Cuando
pasen los mil añ os, Sataná s será liberado de su prisió n y saldrá aengañ ar a las
naciones en los cuatro rincones de la tierra, Gog y Magog, para reunirlos para la
batalla. En nú mero, son como la arena a la orilla del mar. Marcharon a lo ancho
de la tierra y rodearon el campamento del pueblo de Dios, la ciudad que
ama. Pero fuego descendió del cielo y los devoró ”(vv. 7-9).
Al final del milenio, Sataná s será liberado y saldrá y engañ ará a las
naciones (vv. 7-8). Las naciones se conocen como "Dios y Magog" (v. 8). Esto ha
confundido a algunos que intentan conectar esto con Ezequiel 38 y 39. La
guerra de Ezequiel es una invasió n de Israel desde el norte por Rusia y algunas
otras naciones. Por una serie de juicios de Dios, los ejércitos son aniquilados
por completo y se pasan meses enterrando los cuerpos.
La batalla aquí es totalmente diferente. Los que forman los atacantes
provienen de todas las naciones del mundo, no solo de unas pocas. Se reú nen
alrededor de la ciudad de Jerusalén para intentar tomar la ciudad capital, pero
el fuego desciende del cielo y los devora. La guerra de Ezequiel 38–39 está muy
al norte de Jerusalén. La situació n del tiempo es diferente.
La guerra de Ezequiel 38–39 ocurre en un momento en que Israel está en
paz y no espera la guerra. La batalla aquí está al final del reino milenial y es el
intento final de Sataná s de conquistar el mundo. No es necesario enterrar los
cadá veres porque han sido consumidos por el fuego a diferencia de Ezequiel
38–
39. La vida no continú a después de esta batalla como en Ezequiel, porque el
mundo se mueve inmediatamente hacia la situació n de cielo nuevo y tierra
nueva.
La gente se ha preguntado por qué Sataná s sería liberado de su prisió n
después de mil añ os. Esta acció n está en consonancia con el propó sito de Dios
de demostrar en la historia que el hombre abandonado a su suerte, sin
embargo, pecará contra Dios. Aunque el milenio proporcionó un ambiente
perfecto para la humanidad con abundante revelació n del poder de Dios, el
corazó n malvado del hombre se manifiesta en el hecho de que la gente rechaza
a Cristo y sigue a Sataná s cuando es liberado. La desaparició n de Sataná s
también es una demostració n de la maldad de Sataná s y los á ngeles caídos y
có mo ni siquiera mil añ os de confinamiento no cambia esto.

Satanás arrojado al lago de fuego


Apocalipsis 20:10. La maldad de Sataná s es la base para justificar el juicio
de Dios sobre Sataná s, quien está aquí “arrojado al lago de azufre ardiente” (v.
10). Es importante notar el hecho de que la bestia y el falso profeta, que habían
sido arrojados allago de azufre ardiente mil añ os antes, todavía está n allí,
demostrando que esto no es aniquilació n sino castigo continuo. La bestia y el
falso profeta, así como el Diablo, está n incluidos en la declaració n: “Día y noche
será n atormentados por los siglos de los siglos” (v. 10).

El Juicio del Gran Trono Blanco


Apocalipsis 20:11-15. Juan luego registró el cambio en la escena e introdujo
la revelació n sobre el gran trono blanco y el juicio de los impíos muertos. É l
escribió : “Entonces vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La
tierra y el cielo huyeron de su presencia, y no hubo lugar para ellos ”(v.
11). Aunque la palabra trono aparece unas treinta veces en el libro de
Apocalipsis, esta es una referencia a un trono diferente de cualquiera de los
mencionados anteriormente y, en consecuencia, se llama "un gran trono
blanco". A diferencia de los tronos anteriores en la tierra o el cielo, está
representado en el espacio y ocupado por Cristo mismo.
Esto está respaldado por la declaració n de Juan 5:22–23: “Ademá s, el
Padre a nadie juzga, sino que ha confiado todo el juicio al Hijo, para que todos
honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre
que lo envió ”. Como el tribunal de Cristo que tuvo lugar en el cielo antes del
milenio, este juicio no tiene su escenario en la tierra sino en el espacio.
El hecho de que la tierra y el cielo huyeran de la presencia de Aquel en el
trono está de acuerdo con Apocalipsis 21:1 en el que se introducen un cielo
nuevo y una tierra nueva. Mientras Juan observaba, vio que se estaba
produciendo este gran juicio. “Y vi a los muertos, grandes y pequeñ os, de pie
delante del trono, y los libros fueron abiertos. Se abrió otro libro, que es el libro
de la vida. Los muertos fueron juzgados segú n lo que habían hecho segú n
consta en los libros. El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el
Hades entregaron los muertos que había en ellos, y cada uno fue juzgado segú n
lo que había hecho. Entonces la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de
fuego. El lago de fuego es la muerte segunda. Si el nombre de alguien no se
encuentra escrito en el libro de la vida, es arrojado al lago de fuego
”(Apocalipsis 20:12-15). Como aclara este texto, este es el juicio final. Como los
justos ya han sido juzgados, este juicio se relaciona con los malvados. Esta es la
resurrecció n final en contraste con la primera resurrecció n, que tenía que ver
con los justos (Dan.
12:2; Juan 5:29; Hechos 24:15; Apocalipsis 20:5).
El hecho de que se especifiquen tanto los pequeñ os como los grandes es
similar a las descripciones utilizadas anteriormente en Apocalipsis (11:18;
13:16; 19:5, 18). Los que está n ante el trono provienen de todos los á mbitos de
la vida, pero ahora está n siendo juzgados sobre la base de sus obras. Segú n
Hebreos 9:27, todos deben enfrentar a Cristo en el juicio. El juicio se basa en lo
que ocurre en los libros que registran sus obras y si sus nombres está n en el
Libro de la Vida.
El Libro de la Vida se presenta incluyendo los nombres de todos los que
son genuinamente salvos. La descripció n de esta resurrecció n indica que es una
resurrecció n universal de todos los que aú n está n en la tumba, es decir, los
injustos. Se hace especial menció n al mar por entregar los muertos en él porque
los cuerpos perdidos en el mar se desintegran y se dispersan en lo que respecta
a las partículas de sus cuerpos humanos. Esto no es un problema para un Dios
omnipotente, y sus cuerpos son resucitados de entre los muertos en el
mar. También se declara que el Hades entregó “los muertos que estaban en él”
(Apocalipsis 20:13), y los que estaban en el Hades fueron arrojados al lago de
fuego.
Debe observarse una distinció n en las Escrituras entre el Hades, que es el
lugar de los muertos entre la muerte y la resurrecció n, y el lago de fuego, que es
el destino final de los que no son salvos. La resurrecció n de los malvados se
distingue de la resurrecció n de los justos en que no hay recompensa ni
reconocimiento de la justicia de su parte.
Al igual que los justos, reciben cuerpos que no pueden ser destruidos. Pero
mientras los justos reciben cuerpos que son santos y adecuados para la
presencia de Dios, los muertos inicuos reciben cuerpos que son indestructibles
y aptos para el castigo eterno. Todavía son malvados y todavía se rebelan
contra Dios. Las Escrituras son muy claras en cuanto a que si el nombre de
alguien no se encuentra en el Libro de la Vida, será arrojado al lago de fuego.
Muchos han intentado encontrar un escape para los malvados para que no
sean objeto de castigo eterno. Desde un punto de vista humano, esto puede ser
deseable, pero la Biblia nunca sugiere que el castigo de los malvados continú e
solo por un tiempo. Si la bestia y el falso profeta después de mil añ os en el lago
de fuego todavía está n intactos, es obvio que los que ahora está n
siendo arrojados al lago de fuego continuará n igualmente en el lugar de
tormento. Cristo mismo enfatizó el destino de los malvados (Mat. 13:42; 25:41,
46). En Apocalipsis 14:11, los que recibieron la marca de la bestia fueron
declarados objeto de castigo eterno. La revelació n bíblica limita el destino de la
humanidad al cielo o al lago de fuego.

EL CIELO NUEVO, LA TIERRA NUEVA Y LA NUEVA


JERUSALÉ N
Descripción general
Apocalipsis 21:1–8. Habiendo revelado la destrucció n de la tierra vieja y el
cielo viejo, Juan escribió que vio lo que tomará su lugar: un cielo nuevo, una
tierra nueva y una nueva Jerusalén. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe” (v. 1).
La revelació n bíblica brinda muy poca informació n sobre el cielo nuevo y la
tierra nueva, excepto al inferir que es bastante diferente de nuestra tierra
actual. La ú nica característica importante que se menciona es que ya no habrá
mar en contraste con la situació n actual donde la mayor parte de la tierra está
cubierta de agua. A medida que avanza la narració n, es evidente que la tierra
nueva es redonda porque hay direcciones de norte, sur, este y oeste (v.13), pero
no hay indicios de si la tierra nueva es má s grande o má s pequeñ a que nuestra
tierra. tierra presente.
En lugar de centrarse en la tierra nueva y un cielo nuevo, Apocalipsis trata
el tema de la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén. Juan escribió : “Vi la Ciudad
Santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo de Dios, preparada como una
novia bellamente vestida para su esposo” (v. 2). La Nueva Jerusalén es
totalmente diferente de la antigua Jerusalén en la tierra actual y fue creada para
ser el centro de població n en la Tierra Nueva.
Sin explicació n, Juan declaró que la Nueva Jerusalén desciende del cielo de
Dios. Aunque la tierra nueva y el cielo nuevo se crean en este momento,
aparentemente la Nueva Jerusalén se creó antes. Como la Nueva Jerusalén no
estará en la tierra del milenio, algunos han postulado la posibilidad de que la
Nueva Jerusalén sea una ciudad satélite sobre la tierra durante el milenio y,
como tal, sea el hogar de los santos resucitados y trasladados. Podrían ir de la
Nueva Jerusalén a la Tierra del Milenio de la misma manera que la gente hoy
tiene su
hogar en el campo y va a la oficina en la ciudad. Esto resolvería el problema de
dó nde viven los millones de personas resucitadas y trasladadas durante el
período en el que en la tierra habrá una població n que aú n viva su vida natural,
y ninguna imagen de la tierra milenaria toma en consideració n a los millones de
personas que no está n en la Tierra. sus cuerpos naturales pero que está n
sirviendo al Señ or. Sin embargo, debido a que esto tiene una base tan débil, es
una doctrina que no puede sostenerse dogmá ticamente.
La Nueva Jerusalén se menciona anteriormente en las Escrituras en
algunos pasajes (Isaías 65:17; 66:22; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 3:12). Varias de
estas predicciones del NuevoJerusalén se encontró en un contexto donde se
está discutiendo la verdad milenaria, y esto ha confundido a los expositores en
cuanto a có mo relacionar la Nueva Jerusalén con el período milenial. La
respuesta es que al revelar eventos futuros, a menudo los eventos que está n
separados por el tiempo se fusionan como si existieran juntos. Esto es
especialmente cierto, por ejemplo, de la primera y segunda venidas de Cristo,
que en el Antiguo Testamento a menudo se mencionan en el mismo versículo
(Isa. 61: 1-2; cf. Lucas 4: 17-19). De manera similar en Daniel 12: 2, la
resurrecció n de los justos y los malvados se menciona en el mismo versículo,
pero la revelació n posterior revela que habrá mil añ os entre la resurrecció n de
los justos y la resurrecció n de los malvados. En Malaquías 4: 5, la segunda
venida de Cristo es seguida en el versículo 6 con referencia a su primera venida.
También en el Nuevo Testamento, se juntan eventos similares que fueron
separados por tiempo como en 2 Pedro 3: 10-13, que se refiere al comienzo del
día del Señ or pero luego relata eventos como la destrucció n del cielo y el tierra,
que tendrá lugar al final del día del Señ or, así como al final del milenio.
La ausencia de cualquier mar en la tierra nueva también deja en claro que
este no es el milenio como algunos han tratado de sostener, porque los cuerpos
de agua ocurren con frecuencia en los pasajes del milenio (Sal. 72:8; Isa. 11:9,
11; Ezequiel 47:10, 15, 17-18, 20; 48:28; Zacarías 9:10; 14:8). La tendencia de
algunos eruditos contemporá neos a tratar de encontrar el cumplimiento del
milenio en el cielo nuevo y la tierra nueva ignora estas importantes diferencias
en la descripció n de la tierra nueva en comparació n con la tierra vieja. En la
revelació n a Juan de la tierra nueva, el cielo nuevo y la Nueva Jerusalén, debe
recordarse que lo que Juan está viendo proféticamente es lo que sucederá en el
futuro, no lo que existía en el momento en que vivió en la tierra. En
consecuencia, Juan fue proyectado hacia adelante en la historia del mundo
hasta el tiempo que sigue al final del milenio, cuando se producirá este
importante cambio de escenario.
Algunos eruditos también se han sentido confundidos porque se dice que
la ciudad está “preparada como una novia bellamente vestida para su
esposo”
(Apocalipsis 21:2). Algunos han tratado de espiritualizar la Nueva Jerusalén
como si fuera una compañ ía de personas. Sin embargo, a medida que el
Apocalipsis continú a, queda bastante claro que se trata de una ciudad literal, y
la referencia a que sea hermosa como una novia es solo una forma de referirse
a su belleza y su novedad. El establecimiento de la Nueva Jerusalén en la tierra
nueva es la provisió n de Dios de un hogar feliz para los santos de todas las
edades. Aunque no se revela en el Antiguo Testamento en gran extensió n,
Abram, quienbuscó el cumplimiento de Dios con respecto al reino milenial,
también buscó una ciudad celestial (Heb. 11:10–16; cf. 12 22–24).
Dios hará Su residencia en la Nueva Jerusalén; de hecho, la Nueva
Jerusalén será Su templo. Juan escribió : “Secará toda lá grima de sus ojos. No
habrá má s muerte ni llanto ni llanto ni dolor, porque el antiguo orden de cosas
ha pasado ”(Apocalipsis 21: 4). Al hacer esta declaració n, la revelació n no
significa que comenzaremos a llorar en el cielo y luego se aliviará nuestro
llanto, sino que será ajeno a todo el escenario. Será un tiempo de regocijo en la
gracia de Dios y la oportunidad y el privilegio de adorar y servir al Señ or. La
situació n será un orden completamente nuevo, como escribió Juan, “El que
estaba sentado en el trono dijo: '¡Estoy haciendo todo nuevo!' Luego dijo:
'Escribe esto, porque estas palabras son confiables y verdaderas' ”(v. 5).
En un resumen adicional del cará cter del cielo y de la Nueva Jerusalén,
Juan escribió : “Me dijo: 'Hecho está . Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el
Fin. Al que tuviere sed, le daré de beber gratuitamente del manantial del agua
de la vida. El que venciere heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo.
Pero los cobardes, los incrédulos, los viles, los asesinos, los inmorales
sexualmente, los que practican artes má gicas, los idó latras y todos los
mentirosos, su lugar estará en el lago ardiente de azufre ardiente. Esta es la
muerte segunda '”(vv. 6- 8).
Al referirse a sí mismo como "el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin" (v. 6),
Cristo está diciendo que É l es el primero y el ú ltimo, ya que se mencionan la
primera y la ú ltima letra del alfabeto griego, y esto se define ademá s como el
principio y el final. Cristo es el eterno, y las verdades de las que habla son
verdades que durará n para siempre.
La maravilla de la salvació n por gracia y el beber del manantial del agua de
la vida son parte de la maravillosa provisió n que Dios ha hecho para aquellos
que ponen su confianza en É l. Esto se refiere a cuá n abundante es nuestra
nueva vida en Cristo, como se indica en la invitació n de Isaías 55: 1 y la de
Cristo en Juan 4:10, 13–14. La promesa de que todas las cosas será n heredadas
por aquellos que vencen por la fe y que Dios será su Dios y él será el hijo de
Dios es la ilustració n de la abundante gracia que los cristianos tienen en
Cristo y cuá n
maravillosa es nuestra herencia (cf. Mat. 5:5; 19:29; 25:34; 1 Cor. 6:9-10; Heb.
1:14; 9:15; 1 Pedro 1 4; 3:9; 1 Juan 5:5).
La superació n por la fe también se menciona como motivo de recompensa
en los mensajes de Cristo a las siete iglesias (Ap. 2-3) y se detalla como una
esperanza y una expectativa de Pablo. “¡Entonces, no má s jactancia sobre los
hombres! Todo es tuyo, sea Pablo, Apolos, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el
presente o el futuro; todo es tuyo, y tú eres de Cristo y Cristo de Dios ”(1 Cor.
3:21-23 ).
Aquellos cuyas vidas se caracterizan por el desprecio de Dios y el
desprecio de sus mandamientos morales será n excluidos. Esta revelació n no
significa que si en algú n momento de sus vidas algunas personas estuvieron
involucradas en estos actos inmorales que no pueden ser salvas, sino má s bien,
es si la calidad de su vida en su conjunto se caracteriza por estos pecados, su
destino será sea el lago de fuego. En las Escrituras, como en la vida comú n, a
veces las personas con un trasfondo só rdido son salvas, perdonadas,
justificadas y destinadas al cielo. Aquellos que no responden a la fe en Cristo
tienen que enfrentar el hecho de que su destino es la muerte segunda, el lago
ardiente de azufre ardiente.

La Nueva Jerusalén
Apocalipsis 21:9-27. Habiendo examinado el cará cter general de la tierra
nueva y la Nueva Jerusalén, Juan fue presentado a la Ciudad Santa, Jerusalén,
mencionada en el versículo 2. Los eruditos que está n de acuerdo en la
interpretació n de la profecía han planteado la pregunta de si esta secció n,
comenzando en el versículo 9, es una recapitulació n, llevá ndolos de regreso al
reino milenario, o si está en orden cronoló gico aquí y una descripció n del cielo
nuevo y la tierra nueva y la Nueva Jerusalén como lo que seguirá al milenio.
Aunque se pueden nombrar eruditos dignos en ambos lados de este
argumento, en vista del hecho de que todo ha sido cronoló gico desde el capítulo
19:11 hasta este punto, parecería má s ló gico que la narració n continú e
cronoló gicamente, habiendo introducido la Nueva Jerusalén. ahora para
describirlo en detalle. Habiendo introducido el tema en 21:2–8, que la mayoría
de los expositores reconocen como el estado eterno, se deduciría que el
versículo 9 también se refiere al estado eterno y no a una situació n milenial. A
medida que se desarrollan los detalles de la ciudad, queda claro que no se trata
de una situació n milenaria, porque no hay lugar para que una ciudad tan
grande como la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén, sea colocada en Tierra
Santa durante el reino milenial. En cambio, las Escrituras describen la ciudad en
el milenio en términos completamente diferentes (Ezequiel 40-48).
La revelació n que se da en estos versículos finales del libro de Apocalipsis
ofrece una perspectiva para comprender la belleza de la situació n eterna en la
que se encontrará n los cristianos cuando estén en la Nueva Jerusalén y en la
tierra nueva.
Uno de los problemas de interpretació n es la cuestió n de hasta qué punto
debe figurar la interpretació n no literal en la comprensió n de este pasaje. Como
regla general, la base para la interpretació n se entiende mejor como una visió n
literal de lo que se revela, pero que el contenido de lo que se ve puede tener un
significado espiritual má s allá del físico.
Juan escribió : “Uno de los siete á ngeles que tenían las siete copas llenas de
las siete ú ltimas plagas vino y me dijo: 'Ven, te mostraré la novia, la esposa del
Cordero'. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la
Ciudad Santa, Jerusalén, que descendía del cielo de Dios ”(Apocalipsis 21: 9–
10). El problema mencionado en el versículo 2 de có mo una ciudad también
podría ser una novia se traslada a esta descripció n. En realidad, la novia de
Cristo está compuesta por personas, aquellos que han aceptado a Cristo en la
era actual y que forman la iglesia, el cuerpo de Cristo. Al mostrarle a Juan la
Ciudad Santa, hay una relació n con la novia en el sentido de que la belleza de la
Ciudad Santa es similar a la belleza de la novia. Obviamente, un significado
literal no puede ser que sea a la vez ciudad y novia, por lo que uno debe
complementar al otro.
Juan en su declaració n prosiguió : “Resplandecía con la gloria de Dios, y su
resplandor era como el de una joya preciosa, como un jaspe, claro como el
cristal” (v. 11). Comenzando con este versículo, se mencionan varias joyas
preciosas como características de la Nueva Jerusalén. A veces, sin embargo, es
difícil determinar exactamente qué joya está en mente.
La ciudad en su conjunto es como una joya preciosa, "como un jaspe, claro
como el cristal" (v. 11), segú n Juan. En nuestra tierra actual, la piedra de jaspe
no es clara sino opaca, lo que indica que, si bien la joya parece un jaspe, en
realidad podría ser alguna otra joya. La descripció n que sigue muestra a
Jerusalén como una gigantesca joya resplandeciente con la gloria de Dios y un
hermoso escenario para que la gracia de Dios se haga evidente en las vidas de
aquellos que han confiado en É l.
John describió la ciudad. “Tenía un gran muro alto con doce puertas, y doce
á ngeles en las puertas. En las puertas estaban escritos los nombres de las doce
tribus de Israel. Había tres puertas al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al
occidente ”(vv. 12-13). La ciudad descrita por John es muy impresionante
incluso para los está ndares actuales. Aunque algunos han dicho que la ciudad
no es una ciudad literal y simplemente simboliza la iglesia, el cuerpo de Cristo,
parece mejor considerarla una ciudad literal que, sin embargo, en sus
elementos representa a la iglesia en algunas de sus cualidades. El muro dela
ciudad se describe como grande y alta, lo que ilustra el hecho de que no todo el
mundo está calificado para recibir las bendiciones de la ciudad. El nú mero 12
es muy
prominente en la descripció n de la ciudad como se ve en las 12 puertas, los 12
á ngeles, las 12 tribus de Israel (v. 12), las 12 fundaciones, los 12 apó stoles (v.
14), las 12 perlas. (v. 21) y los 12 tipos de frutos (22: 2). También se dice que la
ciudad tiene 12.000 estadios de largo y que el muro tiene 144 codos de ancho,
siendo 144 12 veces 12. El hecho de que las 12 puertas tengan los nombres de
las 12 tribus de Israel (21:12) deja en claro que Israel será parte de la població n
de esta ciudad.
En Ezequiel 48: 31–34 se mencionan las doce puertas del templo milenial:
Rubén, Judá y Leví, yendo de oeste a este por el lado norte; yendo de norte a sur
por el lado este, José, Benjamín y Dan; en el lado occidental, moviéndose de
norte a sur, Neftalí, Aser y Gad; y al sur, de oriente a occidente, Simeó n, Isacar y
Zabuló n. No se dice nada en Apocalipsis 21 sobre los nombres de las doce
tribus en las puertas particulares. Puede que sea cierto o no que aquí se siga el
mismo orden que en el templo milenial.
Juan, en su descripció n de la ciudad, continuó : “Había tres puertas al este,
tres al norte, tres al sur y tres al oeste. El muro de la ciudad tenía doce
cimientos, y sobre ellos estaban los nombres de los doce apó stoles del Cordero
”(Apocalipsis 21:13-14). Aunque no se dieron los nombres de los doce
apó stoles, está claro que así como los nombres de Israel en las puertas de la
ciudad prueban que Israel está en la Nueva Jerusalén, así los nombres de los
apó stoles en los doce fundamentos prueban que la iglesia estará en la Nueva
Jerusalén. De hecho, a medida que se juntan todos los hechos, la Nueva
Jerusalén será el hogar de todos los santos de todas las épocas y de los santos
á ngeles, así como de Dios mismo.
La inmensidad de esta ciudad se pone de manifiesto por la declaració n de
Juan del á ngel que mide la ciudad: “El á ngel que hablaba conmigo tenía una
vara de medir de oro para medir la ciudad, sus puertas y sus muros. La ciudad
estaba dispuesta como un cuadrado, siempre que fuera ancha. Midió la ciudad
con la vara y encontró que tenía 12.000 estadios de largo, y tan ancha y alta
como su longitud ". Midió su muro, y tenía 144 codos de espesor (o alto) segú n
la medida del hombre, que estaba usando el á ngel. La ciudad, por lo tanto, es
una ciudad grande, má s grande que cualquier ciudad conocida hoy en día, y
especialmente inusual porque es tan alta como larga. Los 12.000 estadios
traducidos en términos modernos equivalen a unas 1.400 millas. La ciudad
como tal sería demasiado grande para colocarla en la tierra milenaria, pero en
la tierra nueva habrá mucho espacio.
En esta ciudad, como se dijo, tanto judíos como gentiles habitará n la
ciudad junto con los santos de todas las demá s edades. Sin embargo, es
significativo el hecho de que un judío no se reconoce automá ticamente como
perteneciente a la iglesia y la iglesia no se relaciona automá ticamente con
Israel. Las distinciones
entre el judío racial y la iglesia compuesta por judíos y gentiles se mantienen en
esta revelació n.
En Hebreos 12:22–24 se enumeran los habitantes de la ciudad. “Pero
habéis venido al monte Sion, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente.
Has venido a miles y miles de á ngeles en alegre asamblea, a la iglesia de los
primogénitos, cuyos nombres está n escritos en el cielo. Has venido a Dios, el
juez de todos los hombres, a los espíritus de los justos perfeccionados, a Jesú s,
mediador de un nuevo pacto, ya la sangre rociada que habla mejor palabra que
la sangre de Abel ". En la Nueva Jerusalén estará n tanto los á ngeles como la
iglesia y todos los demá s que podrían ser llamados justos sin importar su
trasfondo dispensacionalista. También en la ciudad estará n Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu Santo.
Juan describió en detalle las hermosas piedras relacionadas con el muro:
“El muro estaba hecho de jaspe, y la ciudad de oro puro, puro como vidrio. Los
cimientos de las murallas de la ciudad estaban decorados con todo tipo de
piedras preciosas. El primer fundamento fue jaspe, el segundo zafiro, el tercero
calcedonia, el cuarto esmeralda, el quinto sardó nice, el sexto cornalina, el
séptimo crisó lito, el octavo berilo, el noveno topacio, el décimo crisoprasa, el
undécimo jacinto y el duodécimo amatista ”(Apocalipsis 21: 18-20).
Estas piedras, de colores variados y resplandecientes con la gloria de Dios,
presentaron un espectá culo asombrosamente hermoso para Juan mientras
contemplaba la ciudad. La piedra de jaspe, mencionada primero, es
aparentemente como nuestra piedra de jaspe actual pero clara como el
cristal. Construido sobre la piedra de jaspe, que es la capa inferior de la base,
había un zafiro brillante en apariencia como un diamante en color. La tercera
base de calcedonia era una piedra de á gata de Calcedonia, la Turquía moderna,
y se cree que era azul cielo con rayas de otros colores. La cuarta base, la
esmeralda, introduce el familiar color verde brillante. El sardó nice es una
piedra roja y blanca. La sexta fundació n, carne-lian, también identificada como
piedra de Sardius, era una piedra que generalmente se encontraba en color
miel. Se usa con jaspe en Apocalipsis 4: 3, que describe la gloria de Dios en el
trono.
La séptima base es crisó lito, que se cree que era de un color dorado, y
posiblemente diferente de la piedra crisó lita moderna, que es de un verde
pá lido. La octava base, el berilo, es de un verde mar profundo. La novena
fundació n, el topacio, esverde amarillo y transparente. La décima base,
crisoprasa, introduce otro color verde. La undécima base, el jacinto, es de color
violeta. La duodécima fundació n, la amatista, es comú nmente de color pú rpura.
Al ver estos muchos colores con la brillante luz de la gloria de Dios en la
Nueva Jerusalén, Juan vio una escena de indescriptible belleza digna del Dios
que la había creado. Si los cristianos pueden emocionarse con el uso de colores
y las
creaciones de los hombres, cuá nto má s grande será la Nueva Jerusalén, que
proviene de la mano creadora de Dios.
Juan también se refirió a las doce puertas, “Las doce puertas eran doce
perlas, cada puerta hecha de una sola perla” (21:21). Obviamente estas
trascienden cualquier perla como las que conocemos en esta vida y son piedras
grandes, pero hermosas como una perla. Se declara que las calles de la ciudad
son de oro puro como vidrio transparente (v. 21). Es posible que todos los
materiales de esta ciudad sean traslú cidos, y la gloria de Dios los traspasará e
iluminará la ciudad con un resplandor de color.
A continuació n, John enumeró las cosas que no vio. “No vi templo en la
ciudad, porque el Señ or Dios Todopoderoso y el Cordero es su templo” (v.
22). Aparentemente, no se necesitará sol ni luna para iluminar la tierra porque
la gloria de Dios iluminará la Nueva Jerusalén (v. 23). Tampoco habrá noche
porque la gloria de Dios iluminará continuamente la ciudad (v. 25). Juan dijo:
“Las naciones caminará n a su luz, y los reyes de la tierra traerá n a ella su
esplendor” (v. 24).
Las naciones, refiriéndose a los gentiles, traerá n su gloria y honor a la
ciudad para la gloria de Dios (v. 26). Sin embargo, todo lo que sea impuro,
vergonzoso o engañ oso está excluido de la ciudad y no se le permite habitar en
ella, como Juan lo dijo, “sino só lo a aquellos cuyos nombres está n escritos en el
libro de la vida del Cordero” (v. 27) se permitirá en la ciudad. Aunque la
descripció n de Juan es grá fica y presenta una hermosa exhibició n de la gloria de
Dios, es obvio que la ciudad real que los creyentes verá n en el estado eterno
excederá con creces la posibilidad de describirla con palabras.

La revelación final sobre la ciudad y el estado eterno


Apocalipsis 22:1–21. Cuando Juan registró el capítulo final del libro de
Apocalipsis que presenta las principales características de la vida y las
circunstancias de los santos en la eternidad, el juicio de los malvados se ve
como pasado y la eternidad se extiende ante el creyente. Es un momento de
bendició n incondicional. Juan registró : "Entonces el á ngel me mostró el río del
agua de la vida, claro como el cristal, que fluye del trono de Dios y del
Cordero"(v. 1). De acuerdo con la santidad y perfecció n del estado eterno, el
agua de vida brotó del trono de Dios y del Cordero. Las Escrituras mencionan
otros arroyos en el milenio, y esta revelació n no debe confundirse con el río que
fluye del santuario milenario (Ezequiel 47:1, 12), ni con el registro de las aguas
vivas que salen de Jerusalén (Zacarías 14:8). El agua de vida habla de la pureza,
el poder y la santidad de la vida eterna en la ciudad celestial. Es significativo el
hecho de que el agua procede del trono de Dios y del Cordero. Aunque el trono
de Cristo es diferente del trono de David y del trono milenial en el que se sentó
durante todo
el reino milenial, esto indica que Cristo todavía está con Dios el Padre reinando
sobre el estado eterno.
Ademá s de representar el agua de vida, Juan también registró el á rbol de la
vida en la ciudad. También se dice que el agua de vida que Juan describe en
Apocalipsis 22:1 fluye “por el medio de la gran calle de la ciudad. A cada lado
del río estaba el á rbol de la vida, que producía doce cosechas de frutos, que
daba su fruto todos los meses. Y las hojas del á rbol son para la curació n de las
naciones ”(v. 2).
Este versículo ha confundido a los expositores porque es difícil visualizar
có mo podría estar el mismo á rbol a ambos lados del río que fluye por la gran
calle de la ciudad. Son posibles varias soluciones. El arroyo puede ser muy
angosto que fluye por la calle, y el á rbol de la vida puede ser muy grande en el
sentido de que está sobre toda la calle. Algunos opinan que el á rbol de la vida es
un término colectivo y que hay má s de un á rbol, por lo que el á rbol de la vida
estaría a ambos lados de la calle.
Varios problemas confrontan la interpretació n de este pasaje ademá s del
intento de reconstruir visualmente lo que se describe. El á rbol de la vida aquí
parece ser una referencia a lo que se menciona en el jardín del Edén (Génesis
3:22, 24) donde se afirma que si Adá n y Eva hubieran comido del á rbol de la
vida, habrían vivido para siempre en su estado caído. Era preferible que
pasaran por la muerte a un nuevo orden de cuerpo resucitado y todo lo que
esto implicaba.
Ademá s, la declaració n es que el á rbol de la vida da doce cosechas de
frutos que, aparentemente, está n sujetos a ser comidos. Lo má s significativo es
el hecho de que “las hojas del á rbol son para la curació n de las naciones”
(Apocalipsis 22: 2). La pregunta es justamente por qué sería necesaria la
curació n en una situació n en la que no hay enfermedad, muerte, dolor ni
crimen. La palabra para curar (gr. Theapeian ) es en inglés la palabra
terapéutica. En consecuencia, má s que curació n, podría entenderse como
aquello que aporta salud.Entonces, se describiría que las hojas del á rbol traen
el disfrute de la vida en la Nueva Jerusalén. En consecuencia, como puede que
no sea necesario participar de las hojas del á rbol para disfrutar del estado
eterno para siempre, aparentemente proporciona una vía por la cual se puede
mejorar el disfrute. También se dice que la curació n se extiende a las naciones
(gr. Ethne ), literalmente, los gentiles o los pueblos. Aunque se usa con
frecuencia para distinguir a los gentiles de Israel, la palabra incluiría todas las
razas en un contexto como este.
Como para responder a la pregunta de si estos versículos implican
imperfecció n en el estado eterno, Juan dijo: “Ya no habrá maldició n. El trono de
Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus siervos le servirá n ”(v. 3). Todo lo
que hablaba del pecado y sus penas fue borrado en el cielo, y no queda nada
que sea un recordatorio del pecado. Todos son bendecidos, no malditos. En
apoyo de
esta conclusió n, se revela que el trono de Dios y el del Cordero estará n en la
ciudad. A menudo surge la pregunta: ¿Qué hará n los cristianos en el cielo? Las
Escrituras son muy sencillas al afirmar el hecho, como lo hace este versículo, de
que “sus siervos le servirá n” (v. 3). En una situació n en la que todos los hijos de
Dios estará n profundamente agradecidos por la gracia de Dios al traerlos a este
lugar donde pueden disfrutar de las bendiciones de la vida eterna, el amor de
los santos por Dios se manifestará en un ansioso deseo de servir a Dios.
Cualquiera que sea la tarea humilde o la tarea importante que se le asigne a un
individuo, será una gran satisfacció n poder hacer algo por Dios, que ha hecho
tanto por él.
La intimidad de los siervos de Dios con Dios se indica en que los santos
podrá n ver el rostro de Dios, y Su nombre estará en sus frentes. Juan escribió :
“Verá n su rostro, y su nombre estará en sus frentes” (v. 4). La identificació n con
Dios se menciona varias veces anteriormente en el libro de Apocalipsis (2:17;
3:12; 7:3; 14:1). Ver el rostro de Dios es algo que no podría haberse logrado
antes de la resurrecció n y glorificació n de los santos. El hecho de que puedan
ver el rostro de Dios demuestra que son perfectamente santos por la gracia de
Dios.
Así como habrá una experiencia maravillosa de relació n y servicio a Dios,
así ellos disfrutará n de la gloria de Dios, “No habrá má s noche. No necesitará n
la luz de una lá mpara ni la luz del sol, porque el Señ or Dios les dará luz. Y
reinará n por los siglos de los siglos ”(22:5). La oscuridad será desterrada en el
estado eterno. La Nueva Jerusalén hecha de materiales translú cidos será una
vista increíble y hermosa a medida que la luz fluya a través de todos los colores,
sin dejar sombras. El sol y la luna ya no existirá n porque ya no son necesarios,
pero la gloria de Diossea la luz de la ciudad (21:23). Su estado bendito es que
reinará n con Cristo para siempre.
Como colofó n de esta revelació n, Juan registró : “El á ngel me dijo: 'Estas
palabras son confiables y verdaderas. El Señ or, el Dios de los espíritus de los
profetas, envió a su á ngel para mostrar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto ”(22:6).
Un registro asombroso de la fidelidad y soberanía de Dios se demuestra en
la historia y culmina en el estado eterno. Dios ha derribado el mal y ha juzgado
a Sataná s y a los hombres. Los hombres ya no se rebelará n contra Dios, sino que
Dios será soberano en el tiempo y la eternidad. Ningú n rastro de pecado
manchará el reino de Dios, pero la santidad que es la propia cualidad espiritual
de Dios será compartida con los santos. Donde una vez hubo muerte, ahora
habrá vida de resurrecció n; donde antes hubo juicio y maldició n, ahora hay
remoció n y redenció n; donde antes había oscuridad, ahora hay luz; donde antes
había fealdad, ahora hay belleza. Las alegrías reemplazan la tristeza, la
santidad, el pecado; y los hombres, en lugar de servirse a sí mismos ya Sataná s,
adorará n a Dios, servirá n a Cristo y será n como Cristo en calidad espiritual.
Espiritualmente, habrá una restauració n perfecta. En la conducció n del
gobierno, habrá una administració n perfecta. Los siervos será n transformados
a semejanza de Dios. Se identificará n claramente con su nombre en la frente. No
se necesitan medios artificiales de luz porque Dios proporciona una
iluminació n perfecta.
Sin embargo, Juan era muy consciente de que la batalla de las edades aú n
no se había consumado y aú n vivía en el mundo inicuo donde estaba exiliado en
la Isla de Patmos. A él ya otros atrapados todavía en el estado pecaminoso del
mundo, el á ngel dijo: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro ”(v. 7). Aunque es imposible fechar la
venida de Cristo, el hecho de que el rapto de la iglesia sea un evento inminente
que requiere preparació n con anticipació n sirve para alertar a los creyentes de
que los eventos del tiempo del fin pueden ser inminentes.
Juan estaba abrumado por la abundancia de revelació n que se le dio, y
registró : “Yo, Juan, soy el que escuchó y vio estas cosas. Y cuando las hube oído
y visto, me postré para adorar a los pies del á ngel que me las había estado
mostrando. Pero él me dijo: '¡No lo hagas! Soy consiervo contigo y con tus
hermanos los profetas y de todos los que guardan las palabras de este
libro. ¡Adora a Dios! '”(Vv. 8–9).
El á ngel también le dio a Juan una palabra prá ctica sobre có mo se debe
usar esta verdad como Juan registró : “Entonces me dijo: 'No selles las palabras
de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. El que obra mal,
continú e haciéndolo; el que es vil, continú e siendo vil; el que hace lo correcto,
siga haciendo lo correcto; y el santo, siga siendo santo ”(vv. 10-11). Al darle a
Juan estas instrucciones, el á ngel no es indiferente a la necesidad de un cambio
moral, pero afirma que en vista del inminente regreso del Señ or, no será
posible corregir las cosas en la tierra antes de Su venida. El á ngel, al igual que
Juan, lucha con el mal en el mundo, pero no debe ser adorado.
Juan luego registró que se repite el anuncio de la venida de Cristo. “¡He
aquí, vengo pronto! Mi recompensa está conmigo, y daré a cada uno segú n lo
que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ú ltimo, el
Principio y el Fin. Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho
al á rbol de la vida y pasar por las puertas de la ciudad. Afuera está n los perros,
los que practican artes má gicas, los inmorales sexuales, los asesinos, los
idó latras y todos los que aman y practican la mentira. Yo, Jesú s, he enviado a mi
á ngel para darte este testimonio para las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de
David, y la estrella resplandeciente de la mañ ana ”(vv. 12–16). En este
pronunciamiento final de Jesú s mismo, a Juan se le recordó nuevamente que
Cristo vendrá como la estrella de la mañ ana justo antes del amanecer, y cuando
É l venga será un evento abrupto. Será un tiempo de juicio sobre los impíos y
un tiempo de recompensa
para los santos. Cristo nuevamente señ ala que É l es Alfa y Omega, la primera y
ú ltima letra del alfabeto griego, y la Primera y Ú ltima en términos de tiempo, y
el Principio y Fin en términos de creació n (1:8, 17; 2:8 ; 21:6).
Juan también registró la bienaventuranza final de los siete en el libro de
Apocalipsis (1:3; 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7, 14). La declaració n
"Bienaventurados los que lavan sus ropas" (v. 14) difiere del texto que se usa en
la KJV donde se traduce la frase "que guardan sus mandamientos". La evidencia
textual parece estar a favor de la traducció n de la NVI, y es preferible basar
nuestra esperanza de salvació n en el hecho de que nuestras ropas han sido
lavadas y limpiadas en lugar de nuestra obediencia a Dios. El punto importante
es que los creyentes ahora está n justificados para entrar a la ciudad porque han
sido santificados ante Dios y por lo tanto tienen derecho al á rbol de la vida.
A diferencia de los creyentes que disfrutará n de la vida eterna, a los
incrédulos, a quienes se describe como "perros", no se les permitirá entrar en la
ciudad (v. 15). La referencia a "perros" no es para el animal sino má s bien para
aquellos de cará cter pecaminoso que no califican para la presencia deDios. Sus
vidas se han caracterizado por la inmoralidad y la falsedad viviente, y sus vidas
no han sido tocadas por la gracia de Dios.
Una vez má s, Jesú s señ ala que É l es el hijo de David y la brillante estrella de
la mañ ana. Aunque cumple todo lo que le fue prometido a David, la estrella de
la mañ ana habla de la brillante promesa del futuro (v. 16).
La referencia a “las iglesias” (v. 16) es significativa porque es la primera
referencia a la palabra iglesia (gr. Ekklesia ) desde el mensaje a las siete
iglesias. La razó n de esto es que la iglesia no está involucrada en la gran
tribulació n.
El mensaje final del libro de Apocalipsis es una invitació n a participar
libremente del agua de la vida. “El Espíritu y la novia dicen: '¡Ven!' Y el que oye,
diga: "¡Ven!" El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratis del agua de la
vida ”(v. 17).
La profecía fue escrita, por un lado, para advertir al pecador del juicio de
Dios sobre él en el futuro con su llamado a venir a Dios por la gracia que É l
ofrece. En contraste también, la profecía describe para el santo las bendiciones
que será n suyas en la eternidad porque él sirve a Dios en el tiempo. En
consecuencia, se insta a los lectores del libro de Apocalipsis que no tienen el
don de la vida eterna a aceptar el don como la oferta gratuita de Dios para nacer
de nuevo por la fe en Cristo y a estar capacitados para participar en lo que Dios
ha planeado para aquellos que lo amo.
Juan registró una ú ltima palabra de advertencia. “Advierto a todo el que
escuche las palabras de la profecía de este libro: Si alguien les agrega algo, Dios
le agregará las plagas descritas en este libro. Y si alguno quita palabras de este
libro de profecía, Dios le quitará la parte que le corresponde en el á rbol de la
vida y en la ciudad santa, que se describen en este libro ”(vv. 18-19).
Obviamente, es un pecado tremendo alterar la Palabra de Dios, descartarla
como indigna o vivir sin prestarle atenció n. La Biblia en varios pasajes advierte
contra la manipulació n de la Palabra de Dios (Dt. 4:2; 12:32; Prov. 30: 6; Apoc.
1:3). Debido a que el Libro es inspirado por Dios, uno no puede ni sumar ni
sustraer de lo revelado. A la luz de la negligencia actual del libro de Apocalipsis
en la iglesia de hoy, apunta a una falta grave al no tomar en consideració n el
cuadro que se pinta del fin de los tiempos.
Como una palabra final de Cristo, Juan registró : “El que da testimonio de
estas cosas, dice: 'Sí, vengo pronto'” (22:20). El concepto de la venida de Cristo
pronto debe interpretarse como una advertencia de que É l podría venir en
cualquier momento, pero que cuando venga será repentino. El tiempo de
preparació n para la venida del Señ or es el período que precede a Su venida.
Juan añ adió la oració n: “Amén. Ven, Señ or Jesú s ”(v. 20). Juan cerró esta
tremenda revelació n con la simple declaració n: “La gracia del Señ or Jesú s sea
con el pueblo de Dios. Amén ”(v. 21).
El libro de Apocalipsis, colocado en ú ltimo lugar en las Escrituras,
introduce el tema amplio de la revelació n de Jesucristo en los
versículos iniciales. Posteriormente, los principales eventos que siguen revelan
el poder, la justicia, la soberanía de Cristo y también Su maravillosa gracia para
aquellos que vienen a É l con fe. La Biblia no presenta en ningú n otro libro una
imagen tan cruda de la atrocidad del pecado, la certeza del juicio divino y, en
contraste, la maravilla de ser un hijo de Dios a quien se le promete la bendició n
eterna en la presencia del Salvador. En cierto sentido, toda la revelació n
profética, desde el Génesis hasta el libro de Apocalipsis, encuentra su resumen
y su clímax en el libro de Apocalipsis. Aquellos que leen el libro de Apocalipsis
hoy y son capturados por su revelació n grá fica deben sentir el hecho de que si
bien estos eventos aú n no se han cumplido, podrían suceder muy rá pidamente,
y el tiempo de preparació n para los eventos del tiempo del fin es ahora.
ÍNDICE TÓPICO

A | B | C | D | mi
F | G | H | Yo | J
K|L|M|N|O
P|Q|R|S|T
U|W

144.000 en el libro de Apocalipsis 519


144.000 de Israel 519 , 541–543
144.000 en el monte Sion 569–571

A
Sacerdocio aaró nico quitado a Abiatar, descendiente de Elí y entregado a Sadoc,
descendiente de Eleazar 44
Abel 21
Abominació n 249 , 262 , 268 , 376–377
Abrahá n
una bendició n para todo el mundo 25
padre de una gran nació n 24
profecías sobre el cumplido 25
profecía acerca de sus hijos 30–33
Pacto abrahá mico 24–28 , 94
confirmado 70
continuó a Isaac 28
continuar por siempre 85
cumplimiento en el pacto davídico 51
cumplimiento de, reducido a Isaac 51
parcialmente cumplido por los eventos en Génesis 33
promesa de reyes limitada a la tribu de Judá 51
Sara será la madre del hijo que hereda el pacto 51
Acab
sus profetas mentirosos lo instan a luchar 64
se cumplió el juicio predicho sobre su casa 66
profecías de Micaías cumplidas con Acab muertos 64
dicho por Micaías que perdería la guerra 64
derramar su sangre y morir en el mismo lugar donde mató a Nabot 61
sufrir porque perdonó a Ben-Hadad 61
victoria sobre Siria 61
Ocozías
muerte profetizada por Elías 64
murió 64
Ai conquistó 40
Interpretació n alegó rica 504
Amalecitas
derrotado por Israel 35 , 50
Amasías, dicho por un profeta que Dios lo destruiría 67
Amilenialismo 10 , 15–17 , 41 , 51 , 53 , 55–56 , 62–64 , 85 , 92 , 93 , 242 , 245–
249 , 361–362 , 371 , 604–607 , 607
Amó n
destruido pero luego restaurado 146
profecía contra 166
profecía del juicio 168
profecía de juicio contra 281
Amonitas
Israel prometió la victoria sobre 42–43
para ser destruido 300-301
Anuncio angelical 552–554
Á ngel del Señ or, para guiar a Israel 35
Apostasía, por venir en los ú ltimos días 482–483 , 493 , 565–567
Apó statas
para ser juzgado 493–494
por venir 493
Arabia
profecía contra 98
caer 173
Aram
soldados de, incapaces de conquistar a Eliseo 65
ser derrotado por Israel tres veces 66
Arca
traído a Jerusalén 51
regreso profetizado por los filisteos 45
Ashdod
destrucció n predicha 300
juicio sobre 316-317
Ashkelon
destrucció n por los babilonios pero luego reconstruida 145
destrucció n predicha 300
juicio sobre 316
Asiria
dia de la bendicion futura 97
destrucció n prevista 92–93 , 96 , 291 , 300–301
Expiació n, día del 36
Agustín 9

B
Baasa, reino de Israel, sentencia por haber abandonado a Dios 61
Babilonia
Primera visió n de Daniel 222–224
destruido 584–591
destruido en la segunda venida 592–596
destrucció n de 108 , 148-150
eclesiá stico, destruido 584–591
caída de 220
caída prevista 572
cuatro ayes predichos 297
El juicio de Dios sobre él 94–95
la historia como religió n falsa 584–588
juzgado 312
juzgado después de setenta añ os del cautiverio de Israel 130
líderes descritos como en el reino de los muertos 95
político, destruido 592–596
predicció n de su victoria sobre Judá 296
profecía contra 98
reconstruido en el tiempo del fin 596
representado en la imagen de Nabucodonosor 210-211
espada del juicio de Dios en Israel 165–166
ser juzgado 297
llevar tesoros de Jerusalén a Babilonia 104
conquistar la tierra 296
para derrotar e invadir Egipto 143-144
Cautiverio en Babilonia, que comenzará después de la muerte de Ezequías 66
Balaam
doctrina del 37
profecías de 37
Barak, profecías del 42
Baruc, escaparía del desastre porque era el secretario de Jeremías 144
Betsabé 337–338
Bestia
ejerció la autoridad durante cuarenta y dos meses 565
nota de 568
nú mero de 569
fuera de la tierra 567–569
fuera del mar 222–226 , 563–566
regla universal 565–566
adorado como Dios 565–566
adoradores para ser juzgados 572
herida de 564–565
Bienaventuranzas 354–355
Baltasar
muerte prevista y cumplida 220
fiesta de 216-220
fiesta de, escritura en la pared interpretada por Daniel 219-220
Ben-Adad, rey de Aram, aunque se estaba recuperando de una enfermedad,
moriría 65
Betsaida, sentencia dictada en 344
Bendiciones para los cristianos
Ver cristianos
Libro de la vida 612
Juicios de tazó n
anunció 575–584
introducido por siete á ngeles 575–576
Bochas
quinto, de ira 580
primero, de ira 578–579
cuarto, de ira 579–580
segundo, de ira 579
séptimo, de ira 583
sexto, de ira 580–581
tercero, de ira 579

C
Caín 21
Cananeos, la victoria sobre ellos prometida 41–42
Capernaum, sentencia pronunciada en 344–345
Cristo
Ver a Jesucristo
Cristianos
aparecer con Cristo en la gloria 464–465
autoridad para juzgar 607
entrando en el reposo de Dios 486
tienen el nombre de Dios en sus frentes 622
herencia de 456 , 463–464 , 491–493 , 615
juzgado en el tribunal de Cristo 442–443
juicio de obras 446–447
guardado por el poder de Dios 501
como Cristo en su venida 499–500
La gloria y el gozo de Pablo 467
perfecto en el cielo 464
prometió una herencia 465
bendició n prometida 442
prometida corona de vida 491
prometió nuevos cuerpos 451
prometida persecució n 492
prometido ser llevado a salvo al cielo 483
protegido de Sataná s 481
recompensado 448–449 , 459 , 476–477
a salvo en Cristo 435–436
sufrimiento 513
ser irreprensible en el rapto 468 , 475–476
ser glorificado 435
ser herederos de Dios 434–435
tener un cuerpo glorioso en el cielo 462–463
recibir la salvació n 475
esperando el regreso del Señ or 466
bienvenido en el reino de Dios 493
con Cristo después de la resurrecció n 434
con Cristo en gloria 434–435
Iglesia
completado antes de la restauració n de Israel 63 , 441
Eventos previstos relacionados con 410–411
presentado a Dios como una iglesia radiante 458–459
presentado a Dios como santo y purificado 459
Iglesias de Asia, problemas con 524
Arcilla, en la mano del alfarero, símbolo del futuro juicio de Dios sobre Israel
por sus pecados 124-125
Nubes, en la ascensió n y la segunda venida 378–379 , 426 , 508–510
Corintios, para ser bendecidos 444–445
Cruz, necedad 445
Corona de vida 513
Corona de regocijo 513
Maldició n
de uno colgado de un á rbol 37
en la línea de Salomó n cumplió
60 Cus 187
profecía contra 97
caer 173-174
Ciro
como el conquistador venidero 108
profecía sobre su restauració n de Jerusalén 107–108
para reconstruir Jerusalén y liberar a los exiliados 108

D
Damasco
profecía de destrucció n 96–97 , 147
profecía de juicio contra 280
Daniel
así como a Noé y Job, no podrían salvar a Israel del juicio divino 160
autenticidad del libro 205-206
personaje del libro 205-207
primera visió n de la historia del mundo futuro 222
interpretació n de la primera visió n de la historia mundial futura 222–227
primera visió n del cuerno pequeñ o, futuro dictador mundial 223-224
primera visió n de los diez cuernos 224-226 , 227-234
cuarta visió n de 251-270
cuarta visió n de los gobernantes egipcios 256–258
cuarta visió n de la guerra mundial final 264-265
cuarta visió n de, interpretació n 253-270
cuarta visió n de, interpretació n, Antíoco IV 259-262
cuarta visió n de, interpretació n, reyes griegos 256
cuarta visió n de, interpretació n, gobernantes persas 255-256
cuarta visió n de, interpretació n, el tiempo del fin 262-270
cuarta visió n de, resultado del tiempo del fin 267-270
cuarta visió n de, resultado del tiempo del fin, 1290 días, 1335 días 269
cuarta visió n de, resultado del tiempo del fin, 1290 días antes de la segunda
venida 268
cuarta visió n de, resultado del tiempo del fin, abominació n que se
establecerá 268
cuarta visió n del resultado del tiempo del fin, bendició n para aquellos que
alcancen los 1335 días 269
cuarta visió n de, resultado del tiempo del fin, Daniel se levantará para recibir su
herencia en la segunda venida 269–270
cuarta visió n de las resurrecciones del tiempo del fin 266–267
cuarta visió n de los sacrificios por abolir 268
cuarta visió n de la gran tribulació n 266
cuarta visió n de las dos resurrecciones 266–267
en documentos de Qumran 255
en el foso de los leones 220-225
oració n de 237-240
profecías, alcance de 270
segunda visió n de 227-234
segunda visió n del surgimiento de otro rey, un cuerno pequeñ o 223-224
segunda visió n de, cuatro cuernos de carnero identificados como cuatro
reinos 233
segunda visió n de Grecia identificada como conquistadora de Medo-Persia 233
segunda visió n de, identifica Medo-Persia como segundo imperio 233
segunda visió n de, identifica el tercer imperio como Grecia 229
segunda visió n de, interpretada 227–234
segunda visió n de un cuerno grande en una cabra peluda identificada como el
primer rey 233
setenta añ os de, fecha de inicio 244–245
tercera visió n de 234-250
Setenta y siete de Daniel 240–250
amilenial view 245 , 248
como 490 añ os 242
mejores interpretaciones 250
Cristoló gico o no cristoló gico 242
pacto con el gobernante mundial 249-250
fecha de culminació n 246
eventos entre el sexagésimo noveno y el setenta y siete 246–247
primeros siete añ os 246
interpretació n liberal 242
eventos importantes 243–244
interpretació n premilenial 248–249
"Gobernante que vendrá " 248
sesenta y dos sietes 246
David
rey ungido 48 , 50–51
asume la realeza sobre doce tribus después de la muerte de Ish-Bosheth 50
autor de muchos salmos 84
confianza en que Dios le daría el deseo de su corazó n 71
conquista a Goliat 49
La liberació n de Dios de sus enemigos 81
es resucitar y ser el pastor de Israel 182 , 182-183
juicio de Dios por el pecado con Betsabé 60
lidera el ataque contra los filisteos con éxito 49
amado de Dios por siempre 84
prometido un gran nombre 51
Prometió un hijo de Betsabé que se sentaría en el trono de David y construiría
el templo 60
profecía de que los hipó critas serían juzgados por Dios 71
profetizado como rey, cumpliendo el convenio abrahá mico 51–52
reconocido como rey sobre Judá 50
pecado con Betsabé, resultando en la muerte segura de su hijo 60
trono de, ser eterno 82
victorioso sobre los filisteos 51
Pacto davídico
exacto al prometer trono a Salomó n pero no a los descendientes de Salomó n 53
interpretació n amilenial 55
anticipa la restauració n de Israel a la tierra 58
bendició n sobre Israel para seguir a la bendició n gentil 63
cronología de, implícita en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15) como siguiente
al tiempo de la bendició n gentil 63
confirmado 70
confirmado como duradero para siempre 86
confirmado por la declaració n de Cristo de que doce discípulos juzgarían a doce
tribus de Israel en la restauració n 62–63
confirmado por la resurrecció n y el reinado de David 57
confirmado por Isa. 9: 6-7 55
confirmado por Jer. 23: 5-8, que se cumplirá en la segunda venida 56
confirmado por Jer. 30: 1-9 56
confirmado por las promesas del reinado davídico 57
confirmado en anuncio a María 62
confirmado en Ps. 89 53–54
Los discípulos esperaban el cumplimiento literal 62–63
los discípulos no tienen claro cuá ndo se cumpliría esta promesa 63
expectativa de cumplimiento respaldada por muchas promesas del reino futuro
en la tierra 62–64
cumplido en la futura restauració n de Israel 58
cumplido a través de María, descendiente de Natá n, hijo de David en lugar de
José porque la línea de José había sido maldecida 59
incluyó que Dios no le quitaría el trono a Salomó n incluso si hiciera mal 52
interpretado literalmente por premilenaristas 53
interpretado de forma no literal por amilenaristas 53
Se anticipa la interrupció n del reinado de los hijos de David 57
implicó la reconstrucció n y restauració n de las ciudades, viñ edos y jardines de
Israel 58
muchas promesas de bendició n sobre Salomó n 58
no cumplido por los descendientes de Salomó n debido a la maldició n sobre su
línea 59
interpretació n premilenial de 55
prometió que los descendientes de David y el reino durarían para siempre 52–
53
promesas nunca canceladas o anuladas 61
promesas del 52 al 53
profetiza que Israel no será desarraigado de la tierra una vez restaurado 58
siempre que el reino de Salomó n continuara para siempre 52
advirtió a Salomó n que sus descendientes no se sentarían en el trono a menos
que obedecieran a Dios 58
disposiciones de 52
revelado 51–53
El trono de Salomó n continuará para siempre incluso si sus descendientes no se
sientan en él 58
entendido por David como relacionado con sus descendientes físicos 53
Trono davídico
en contraste con el trono de Dios en el cielo 56
ocupados por la posteridad de David incondicionalmente incluso si pecaron 58
Día de Cristo 445 , 460
tiempo en el que Pablo se jactará de los Filipenses 461–462
Día de Dios 497
Se acerca el día de la redenció n y el día del juicio 114-115
Día del Señ or 277 , 471–475
grá fico de 471
en relació n con el rapto 478–479
que implica juicio sobre Judá y Jerusalén 300
juicio en 299
el juicio caerá sobre las naciones que rodean a Israel 300–301
será precedido por un tiempo de paz 474
Muerto en Cristo, para ser arrebatado primero 469–470
Muerte 19-20
espiritual 20-21
victoria sobre 451
Débora, profecía del 42
Dedá n 188–189
Sequía, plaga del 277
Dumah, profecía contra el 98

E
Terremoto 373 , 540 , 545 , 557 , 583–584 , 593
Ebed-Melec, rescatado por su confianza en el Señ or 142
Eclesiastés, Dios para llevar a juicio toda mala acció n 86
Edom
destrucció n de 146-147
juzgado 169
sentencia contra 281
sentencias sobre 285-286
profecía contra 178-179
Egipto
conquistada por Babilonia 144
dia de bendicion 97
destinado a la desolació n 173
destruida por los babilonios, luego reanudaría la vida normal 144-145
destruida con sus naciones aliadas 174-175
carretera de Egipto a Asiria 97
profecía contra 97
diez plagas 34
Gobernantes egipcios 257–258
Ekron
destruido 300
juicio sobre 316
Elam
destruido pero prometido restauració n 147-148
profecía de su juicio 176
Ancianos, veinticuatro 528–530
Elí, maldició n, revelado a Samuel 45
Eliú , profecía de que Dios prosperará a los que se arrepientan y le obedezcan 70
Elías
capaz de traer sequía y lluvia 61
cuidó de la viuda de Sarepta 61
atrapado en un torbellino 64
predicció n de su futuro pró ximo 328
Elíseo
predicció n de la liberació n del hambre 65
la predicció n de que Hazael sería rey de Aram se cumplió 65
predice que Jehú será rey de Israel 65
profecía de siete añ os de hambre en Israel 65
se cumplió la profecía de que las tinajas de la viuda se llenaron de aceite 65
profecía de que los moabitas serían conquistados 65
Malditos hijos y posteridad de Elí 44
Los hijos de Elí condenados por malvados 44
Isabel, su profecía acerca de Jesú s 334
Termina cerca de 492
Hora del fin, acontecimientos importantes de 184-185
Enoc, profecía de la segunda venida 500 , 500–501
Efeso, profecía sobre 510–512
Efraín, advertencia de la destrucció n venidera 101
Ester, cuidado infalible de Dios por Israel 68
Etiopía, para ser destruida 300–301
éxodo
comenzado 34
liberació n a través del Mar Rojo 34
Ezequiel
templo, sacrificios ofrecidos en él en el milenio 197-199
le dijo a su esposa que moriría pero que él no debía llorar 168

F
Hambruna, predicha 427
Rá pido
pregunta sobre 314
requiere otros actos de bondad hacia los necesitados 112
ser recompensado 112
Banquete
de los Taberná culos 36
de las Primicias 35
del Señ or 35
de trompetas 35–36
de panes sin levadura 35
de las Semanas, o Pentecostés 35–36
Pascua 35
Higos
higos buenos que representan a los llevados al exilio a Babilonia, higos malos
que representan a los de la tierra 129
significado espiritual de 380
Higuera, pará bola de, interpretada 380
Inundació n 22-23
Diluvio de Noé, ilustració n de la segunda venida 381–383
Interpretació n futurista de Apocalipsis 505–506

G
Galilea de los gentiles, escenario de una gran liberació n 91
Gaza
destruido 300
sentencia 281 , 316
Giezi, enfermo de lepra 65
Gentiles
Ver Babilonia , Medo-Persia , Grecia , Roma
bendició n de 439
juzgado 153
eventos proféticos relacionados con 371–372 , 389–390
salvació n de 112 , 124
tiempos de 376
alabar al Señ or 443–444
Gabaonitas, profecías del 40 al 41
Gedeó n, prometió la victoria sobre Madiá n 42
Dios 70–73
capaz de cumplir su promesa a Israel 110
un refugio para los justos pero los malvados destruirá 76
como pastor, llevará a su pueblo para siempre 74
El escondite de David 71
disciplina a los que bendecirá 72
entronizado 81
fidelidad en velar por los suyos 73
fortaleza y refugio para David y todos los que confían en Dios 72
fortaleza para los justos 77
fortaleza para quienes confían en él 72
Su bendició n sobre los justos, incluso en la vejez 72
Su cuidado por David como un pastor cuida de sus ovejas 71
Su pacto con Israel, perpetuo 183
Su eternidad 72
Su juicio sobre el mundo 106–107 , 131
Su reino eterno 73
Su amor se preocupa por Israel en el tiempo y la eternidad 73
Su amoroso cuidado y fidelidad 70–73
Su poder para librar a su pueblo 105
Su promesa de llevar a los creyentes a la gloria 71–72
Su protecció n asegurada 71
Su reprensió n a Israel por guardar la letra de la Ley pero no el espíritu de la
Ley 71
Su recompensa de los justos 70
juicio de, sobre las naciones del mundo en la segunda venida 76
mantener a los suyos del dañ o 77
amor de, perdurar por siempre 73
alabado y adorado 72
protege a los suyos 82
proporciona orientació n en la vida presente y gloria en la vida futura 77
provisió n para los suyos como refugio y fortaleza 72
el Libertador de los que le honran 71
el refugio y fortaleza de quienes confían en él 75
el refugio de los justos 75
para aplastar a los enemigos de David 76
para aplastar a los enemigos de David 76
para juzgar a los justos y juzgar a los malvados 73–74
para juzgar a los malvados y borrar sus nombres del Libro de la Vida 75
para proteger a David de sus enemigos 74
para proteger a los justos 76
para redimir a Israel y derramar su Espíritu sobre ella 107
Dios, hijo de
Ver a Jesucristo
Su trono es para siempre 485
sostiene a los humildes y derriba a los malvados 77
estar con los justos para siempre 72
para sostener a los que confían en él 75
infalible en su bondad para con David y sus descendientes 77
Gog
ejército del norte juzgado por terremotos, inundaciones, fuego del cielo y
pestilencia 189-190
ejército de, una gran horda 188
ejército de, armado con escudos, espadas y cascos 188
ejército de, escombros de batalla utilizados como combustible durante siete
añ os 191-192
ejército de, destruido 191
ejército de, luchando entre sí 190
ejército de, juzgado por Dios 190
ejército de, para invadir Israel desde el norte 189
como futuro líder mundial 184-186
profecía contra 184-185
Gomer 187
Evangelio
extendido a los gentiles 443–444
el eterno, proclamado 571
Gracia, para ser revelada en la iglesia 457
Gran tribulació n 506–508 , 573 , 607–608
Imperio griego, a imagen de Nabucodonosor
211 Grecia, en la primera visió n de Daniel 223 ,
226

H
Habacuc, preguntó por qué florecen los impíos 296
Hades, distinguido del lago de fuego 612
Hageo
trasfondo de sus profecías 302-303
mensaje final de aliento 304-305
primer mensaje de aliento en la reconstrucció n del templo 303
mensaje de reprensió n por no edificar el templo 303
profecía de la gloria futura del reino milenial 304
restauració n de Israel asegurada 305
segundo mensaje de aliento para la reconstrucció n del templo 303–304
segundo mensaje de reprensió n sobre el pecado 304
juicio final de Dios sobre el mundo 305
Salve, plaga de 584
Hananías, falsas profecías de, denunciado por Jeremías 132
Hanath, juicio sobre 316
Cosecha, ley del sembrador 455
Hazael
rey de Aram, profecía cumplida 65
matar a muchos israelitas 65
Cielo 51 , 222 , 452-453 , 526-533 , 560-561 , 575-577 , 599 , 600
Herodes, matanza de bebés 341–342
Ezequías
dada una predicció n adicional de la liberació n de Israel de Asiria 66
su enfermedad y curació n 104
informado que se sumarían 15 añ os a su vida 66
informó que el ejército asirio dejaría el sitio 66
espíritu Santo
un sello de redenció n de los cristianos 458
bautismo de 425
venida de 418
trabajo condenatorio de 418–419
garantía de la herencia del creyente 456
morando 413
poder 426
promesa de 278-279
restricció n de, quitarse 480
enseñ anza 414
los siete espíritus 529
para morar en los creyentes en el reino 158 , 179–180 , 181 , 193
Oseas
quinto ciclo de juicio y su restauració n 275-276
primer ciclo de pecados de Israel y restauració n 272-273
cuarto ciclo de juicio de Israel y su restauració n 274-275
segundo ciclo de juicio de Israel y su restauració n 273
tercer ciclo de juicio de Israel y su restauració n 273-274

yo
Idolatras
para ser juzgado 156 , 160
ser asesinado 157
La herencia de los creyentes para ser gloriosa 457 , 463–464 , 465 , 492
Edad entre advenimiento
fin de la aparició n de Cristo en su segunda venida 378–379
fin de, cronología de 376–379
fin de, señ ales generales de la segunda venida de Cristo 370–376
fin de, gran tiempo de angustia 376–379
fin de, nueve rasgos distintivos del período 373
fin de, señ al de destrucció n de Jerusalén 374–376
fin de, signo específico 376–379
profecías sobre 369–391
signos de su fin 378–379
Israel
Ver tierra
Ver los setenta y siete de Daniel
un remanente piadoso para ser restaurado a la posesió n de la tierra 158
un remanente para ser salvo 437
como un siervo ciego en contraste con Cristo como el siervo del Señ or 106
como un pueblo sin murallas 188
atacado y Jerusalén quemada 41–42
base de condena 291
huesos removidos debido a la adoració n de ídolos 120
cautiverio de, simbolizado 158-159
cautiverio de, las diez tribus 92
Samuel desafió a volver al Señ or como un medio para ser liberado de los
filisteos 45–46
ciudades a restaurar 114
ordenó expulsar a los habitantes de la tierra 37
destinado al cautiverio asirio 87
destinado a la desolació n 89
desastre por delante de sus pecados 125
angustia de comerse a su propia descendencia 92
no creer en Cades Barnea, lo que resulta en el juicio de la població n adulta 36
bendició n final antes de la muerte de Moisés 38
futuro reino glorioso 290-291
ineludible juicio futuro 283–284
dado nuevos corazones y nuevos espíritus 158
La misericordia de Dios para 442
su cautiverio antes de la restauració n 123-124
su pacto no se romperá 138
sus pastores infieles para ser juzgados 177
sus futuras bendiciones en la tierra 135
su gloria futura 111
su futura redenció n 109
su juicio antes de su restauració n inevitable 134
sus líderes será n juzgados por desviar al pueblo de Dios 129
su reunió n 128-129
su arrepentimiento y restauració n 320
su restauració n de, a su tierra después de su tiempo de angustia 133 , 133-134
su pecado e idolatría juzgados por Dios 119
en cautiverio babiló nico 290
habitado por el Espíritu en el milenio 181
juzgado y experimentado sequía, hambre y espada 122
juzgados y los rebeldes purgados en el momento de la segunda venida de
Cristo 165
juzgado por Dios a causa de los ídolos y los pecados 138
juzgado por no cumplir su pacto con respecto a la esclavitud 139
juicio de los asirios 92–93
juicio de los babilonios 125–126
el juicio de los cautivos no apartará la ira de Dios 92
juicios de Dios 117-118
sentencias de 120
sentencias sobre 92 , 289-290
juicios sobre ella, pero el arrepentimiento para traer la restauració n 122
juicios sobre, razones para 119
juicio con esposas dadas a otros y campos a nuevos propietarios 120
nuevo pacto 183
posesió n de su tierra 302
orden predicho de los eventos proféticos 371–372
Presentar oportunidades para ser salvo 438–439
castigo prometido por desobediencia 42
perdon prometido 36
prometió la bendició n de Dios por Josué 38
Prometido juicio a manos de Faraó n y Nabucodonosor 67
prometió juicio severo pero restauració n final 102
tiempo prometido de restauració n futura 427
promesas de bendició n y maldició n 38
rebeldes será n purgados en la segunda venida 441
reunió n iniciada en el siglo XX 38
permaneciendo en la tierra durante el cautiverio, para ser juzgado por Dios 177
arrepentimiento de 43 , 277
restauració n en el milenio 110
restauració n de 104–105 , 107 , 123 , 145 , 277–278 , 279–280 , 284–285 , 291–
292 , 301–302 , 440–442
restauració n de, después del cautiverio asirio 93
restauració n de, predicha en la segunda venida 80
restauració n de, a su tierra 179–180
restauració n de, a su tierra prometida 109
restauració n prometida cuando se arrepientan 38
resurrecció n y restauració n 181-183
setenta añ os de cautiverio 129-130
ser un pueblo favorecido con Dios 35
ser bendecido 153
para ser capturada y su patria destruida 120
ser llevado al cautiverio 89
para ser derrotado por los asirios 90
para ser liberada de sus enemigos 319–320
ser destruido 156
para ser destruido como odres llenos de vino 121
ser esparcido entre las naciones 159
ser humillado en el día del Señ or 88
ser juzgado como viñ edo que no produce uvas 89
ser juzgado por Dios 61
para ser juzgado, cada uno por su propio pecado 163
ser juzgado por rechazar al Mesías 319
para ser juzgado por los pecados, pero para ser restaurado 164
ser juzgados por su pecado y rebelió n 87
para ser restaurado físicamente por la resurrecció n 181
ser refinado por Dios a través del sufrimiento 108–109
ser reunidos 318
volver a reunirse en su tierra 138 , 193
para ser rescatado por Dios mismo 177–178
tener un futuro glorioso 439
tener paz y seguridad 134
guardar el sá bado o ser juzgado 124
perder dos tercios en juicio en el tiempo del fin 321
morir en la tierra 321
sufrir juicios depurativos 320–321
para darle la bienvenida a su pró ximo Rey 317–318
victorioso en el reino 291-292
victoria predicha 91
advertido de volverse al Señ or o ser juzgado 176–177
líderes malvados para ser juez 158
maldad descrita 92
dispersió n mundial cumplida 38
Israel y Jerusalén, conquistados por Babilonia 138

J
Jacob, prometido del convenio abrahá mico afirmado a través de él 29–33
Joaquín
que los niñ os no se sienten en su trono con éxito 127
descendientes en el linaje de José pero no en el linaje de María, llamado
Jeconías en Mat. 1:12 127–128
juicio sobre, morir en Babilonia 127
Joacim, para ser asesinado, cuerpo expuesto 140
Joram, juzgado por Dios segú n la profecía de Elías 67
Josafat
informó que el enorme ejército de Edom sería destruido 67
ve la profecía cumplida de que Edom sería destruida 67
valle de, lugar del juicio 279-280
aventurarse en la construcció n naval para fallar 67
Jehú
profetizado para ser rey sobre Israel 65
hijos para estar en el trono de Israel por cuatro generaciones 66
Jereboam
casa de, para ser destruido a causa de sus pecados 61
Jeremías
cinturó n arruinado por la exposició n 121
ordenó comprar un campo 137-138
primera carta a los exiliados sobre setenta añ os de cautiverio 132-133
instruido de no casarse y no unirse a las celebraciones funerarias debido al
gran desastre que se avecina 123
vida amenazada 131
conspirar contra él 121
escritos leídos y luego quemados por el rey 140
Jericó , conquista del 39 al 40
Botella grande
poseería territorio de Israel, cumplido 66
Jerusalén
Ver Nueva Jerusalén
sitiada por Babilonia 167–168
construidos en las á reas que antes se utilizaban para basura y cadá veres 137
quemado por los babilonios 139
capital del reino milenario 101
capturado y destruido 154-155
conquistada por Babilonia 162
conquistada por los babilonios 138
liberado de los asirios 103-104
destruido 126 , 301
terremoto 557
elevado en el reino milenario 322
referencias generales 88 , 98–99 , 101 , 103–
104 , 111 , 118 , 120 , 122 , 126 , 130 , 137 , 138 , 142 , 150–151 , 154–
155 , 160–161 , 165 , 166 , 168 , 177 , 204 , 235–
237 , 245 , 247 , 251 , 279 , 299–300 , 301 , 308 , 315–316 , 319–
320 , 349 , 374–377 , 405–406
predicciones de 413–417
Jesucristo 24 , 44 , 55 , 62 , 81–83 , 89–90 , 91–92 , 93–
94 , 101 , 106 , 107 , 110 , 113 , 243–244 , 287–288 , 291 , 317–
318 , 331 , 332–334 , 336–342 , 353 , 392 , 560
primera venida de 20 , 21 , 35 , 37
tribunal de 428 , 432–433 , 446–447 , 448–449 , 453–455 , 483 , 490
predicciones de 345 , 347 , 352–353 , 368–369 , 393–394 , 396–397 , 397–
401 , 406 , 408–409 , 418–424
Segunda venida del 30 al 31 , 52 al 53 , 56 , 57 , 64 , 79 al
81 , 82 , 83 , 85 , 92 , 93 , 94 , 100 , 106 , 107 , 109 , 110 , 113 , 123 , 128 , 131 ,
133–134 , 148 , 158 , 184 , 213 , 285 , 309–310 , 313 , 321–322 , 325–
326 , 333 , 362 , 367 , 372 , 374 , 378 , 378–
379 , 379 , 383 , 389 , 411 , 442 , 444 , 468–469 , 477 , 481 , 488 , 496–
497 , 500–501 , 504 , 516–517 , 534 , 553 , 555 , 557 , 572 , 574–575 , 582–
583 , 592 , 597–604
Jezabel
comido por perros 61
profecía de su muerte cumplida 66
maldad de 516
Joá s, informado de que Dios lo había abandonado a causa de sus pecados 67
Trabajo
confianza en Dios después de su prueba 69
profecía del Redentor venidero 69
John
evangelio de, mensaje profético de 391
visió n del cielo 525–533
Juan el Bautista
anticipado 105
precursor de Cristo 342–343
Cumpliendo la profecía de Isa. 40: 3–5 343
cumplimiento de la profecía 391–392
su mensaje 343
mensaje de arrepentimiento 343
predicció n de la venida de Cristo 342–343
profecía del nacimiento 331–332
Jonadab, para tener sucesores que continuará n sirviendo al Señ or 139–140
José, sueñ o de advertencia 341
Joshua
conquista de, resumido 41
coronació n de 313-314
Josías
no ver la destrucció n de Israel antes de su muerte 66
profecía del sacrificio del sacerdote cumplida 61
solicitud de relació n de las profecías de la condenació n de Israel a su
reinado 66
sacrificar sacerdotes en los lugares altos 61
Judá
bendiciones para seguir el juicio divino 118
llevado cautivo 122
llevado en el cautiverio de Babilonia 117-118
liberació n si permanecían en la tierra pero serían destruidos si iban a
Egipto 141
entregado 318
destruido por Egipto 143
destrucció n de, en cautiverio babiló nico 118
sus reyes será n destruidos, así como su templo 126-127
El juicio debido a su pecado en contraste con las bendiciones del hombre
bendito 124
juicios de un ejército del norte, cumplidos en el cautiverio babiló nico 118
sentencias sobre 117
morir a menos que salgan de Jerusalén 141
advirtió sobre la alianza con Egipto 101–102
advirtió que los que escaparan a Egipto morirían 143
Judá y las diez tribus de Israel se reunirá n en el milenio 182
Juicio
en la segunda venida 496
viniendo al mundo 327–328
Egipto, Edom, Ammó n y Moab 120
enemigos de Dios 72
Gentiles 316–317
Gentiles, en la segunda venida 387–390
Gentiles, en contraste con el juicio de Israel 388–390
Gentiles, relacionados con el amilenialismo 390
Gentiles, relacionados con el posmilenialismo 390
Gentiles, relacionados con el postribulacionismo 390
Gran Trono Blanco 611–612
Israel 454
naciones 279–280 , 454
Filisteos 96
prometido en la iglesia de Sardis 517–518
Israel justo en la segunda venida 165 , 454
pecado 432–433
inconverso 454
malvado 70
malvados en el reino futuro, predijo 76
Juicio de Dios, profético 19-20
Trono del juicio de Cristo
Ver a Jesucristo, tribunal de
Juicios divinos mayores 455–456

K
Cades Barnea 36
Cedar y Hazor será n destruidos por los babilonios 147
Reino
Ver reino mesiá nico
Ver reino milenario
a mano 343
ingresado solo por verdaderos creyentes 344
Reino de los cielos
misterios de 359–367
misterios de, trasfondo de revelació n 359–361
misterios de, definido 361
misterios de, pará bola de la semilla de mostaza 364–365
misterios de, pará bola de la red 367–368
misterios de, pará bola de la perla 367
misterios de, pará bola del sembrador 361–362
misterios de, pará bola del sembrador interpretada 363
misterios de, pará bola de la levadura 365–366
misterios de, razones para la revelació n en pará bolas 362–363
misterios de, revelados en pará bolas 362–363
misterios de, malas hierbas entre el trigo 363–364
misterio del tesoro escondido 366
Reino de Judá , liberado de la dominació n asiria 90–91
Reyes, nombramientos de los reyes de Israel profetizados 46
El oficial del rey cuestionó la profecía, vería pero no podría comer, la profecía
se cumplió 65
Korazin, sentencia dictada en 344
L
Tierra
distribuidos entre doce tribus 203
heredado por los mansos 77
heredado por los justos 74 , 77
en el milenio 203-204
Israel será expulsado si adora ídolos 37
posesió n de, no cumplida en la vida de Josué 41
prometido como posesió n del hombre piadoso 77
prometido a Israel 25-27
promesa de, cumplida en la parte 41
promesa de importancia para la interpretació n premilenial 25-26 , 27-28 , 29
promesa de la herencia de Israel 37
Laodicea
iglesia en, advirtió que serían rechazados 521
profecía sobre 521–522
Ley
condiciones para bendiciones y advertencias de maldiciones 36
desobediencia a, resultó en el aislamiento de una persona en Israel 35
Ofrendas levíticas, algunas declaradas inaceptables 35
Levítico, libro que resume las leyes y reglamentos de la vida religiosa de
Israel 35–36
Libia, caerá 173-174
Vida después de la muerte 460–461
Ver el cielo , Hades
Linaje de Cristo, genealogía de, trazada a través de María hasta Natá n, hijo de
David 53
Langostas, plaga del 277
Señ or
Su reinado como Redentor 73
ser glorificado 477
Lydia, caerá 173-174

M
1 Macabeos 4:52, 56 232
2 Macabeos 3: 7 259
Magos, visita a Jesú s 340–341
Magog 186 , 187–188 , 609–610
Malaquías
fondo de profecías 323
advertencia final sobre juicios futuros 328–329
quinto orá culo, mandato de obedecer a Dios 326–327
primer orá culo, sobre el amor de Dios 324
cuarto orá culo, la esperanza de Israel está en la primera y segunda venidas de
Cristo 325–326
predicció n acerca de Elías 328
segundo orá culo, honrando a Dios 324–325
sexto orá culo, mandato de temer a Dios 327–328
tercer orá culo, exhortació n a ser agradecido 325
Manasés
caída pronosticada 66
volver al Señ or y reinar renovado 66
Maná escondido, promesa a la iglesia de Pérgamo 515
Hombre de desafuero
Ver Hombre de pecado
Hombre de pecado
conquistador del mundo 479
pacto con Israel 479
destruido en la segunda venida 480
identificado como bestia fuera del mar 480
identificado con la regla 480
perseguidor de israel 480
Revelado temprano en el Día del Señ or 479
Mars Hill, predicció n del juicio futuro 428
Má rtires, en la gran tribulació n 543–544
María
genealogía, no la de Joaquín 127-128 , 337
el Magnificat 334
la madre de Jesú s 332–333 , 338
Medo-Persia
Primera visió n de Daniel 223
Imagen de Nabucodonosor 211
Mesec, para ser juzgado 176
Mesías
liberació n venidera de 317–318
esperanza de su reinado en la tierra 70
predicció n de su nacimiento 89
Nacimiento virginal 89–90
Reino mesiá nico
Ver reino milenario
caracterizado por la paz entre los animales y los hombres 93
Cristo, justo y recto 91 , 93
El reino de Cristo se realizará por el poder de Dios 91
El reinado de Cristo como descendiente de Isaí 93
Cristo para poseer el Espíritu Santo 93
disfrutado por Israel 93
alabanza y adoració n futuras 94
restauració n futura de Israel después de la segunda venida de Cristo 94
La fidelidad de Dios en el cuidado de su pueblo 100
Jerusalén como capital del mundo 87–88
tiempo de paz en lugar de guerra 87–88
Profecía mesiá nica
interpretació n amilenial del Sal. 89 84–85
la belleza de la novia descrita 82–83
hijos de la novia descritos como príncipes 82–83
Cristo, luz de los gentiles y adorado por ellos 90
Cristo, roca ofensiva 91
Cristo traicionado por un amigo 82
Cristo soporta los falsos testigos 82
Cristo, amable con los débiles 90
Cristo, dado vinagre en la cruz 83
Cristo odió como David tenía 83
Cristo odiado sin causa 82
Cristo en su reino 90
Cristo, “perfeccionado mediante el sufrimiento” 79–80
Cristo, obediente a Dios y sujeto al sufrimiento 90
Los huesos de Cristo no deben romperse 82
La venida de Cristo es un tiempo de gran luz, gozo y regocijo 91
La deidad y el poder de Cristo 91
Los amigos de Cristo deben mantenerse alejados de É l 82
La salida de Cristo de la tierra después de su encarnació n, recibido en la gloria
celestial 79–80
El justo gobierno de Cristo sobre la tierra en Su reino 85
El gobierno de Cristo sobre las naciones 90
La fuerza de Cristo se secó en la cruz 81
Los sufrimientos de Cristo 81
Cristo, piedra desechada por los constructores 86
Cristo para ser exaltado 90
Cristo será lleno del Espíritu 90
Cristo será rechazado por Israel 90
Cristo para encomendar su espíritu a Dios 82
Cristo para juzgar con justicia 90
Cristo para llevar cautivos en su ascensió n 83
Cristo, para ocupar el trono de David 91
Cristo para restaurar a Israel y juzgar a los malvados 90
Cristo para gobernar sobre toda la creació n 81
Cristo para sentarse a la diestra de Dios 86
Cristo juzgará a las naciones y aplastará a los gobernantes de la tierra 86
Cristo, celoso en la limpieza del templo 83
venida el Mesías para hablar en pará bolas
84 venida de cristo 91
venidero gobierno de Cristo para juzgar al mundo con justicia 80
confirma el pacto davídico 84
La fe de David que no sería abandonada a la tumba anticipó la resurrecció n de
Cristo 80–81
El ú ltimo rescate de David de sus enemigos, profético del ministerio posterior a
la resurrecció n de Cristo 81
descendiente de Isaí y David 90
decreto eterno sobre el Hijo de Dios 78
profecías generales acerca del hombre bendito en contraste con el hombre
inicuo 78
Dios como Creador en contraste con el hombre que era insignificante 79
El Hijo eterno de Dios, el Rey legítimo que reinará en el trono de David 78–79
Dios abandona a Cristo en la cruz 81
El propó sito de Dios de poner a Su Hijo como Rey en el Monte Sion 78
gozoso reinado de Cristo 90
reino para ser poseído para siempre 86
reino milenario 85–86
nuevo pacto 90
interpretació n premilenial del Ps. 72 83–84
gobierno de Cristo sobre el mundo 90
desprecio y burla de los hombres similar a la experiencia de Cristo en la cruz 81
guerras para cesar 83
testigos de crucifixió n comparados con toros y leones rugientes 81
Miguel, guerra angelical, Sataná s arrojado a la tierra 560–561
Milenialismo, avanzado en los siglos XIX y XX 10
Reino milenario 93
Ver reino mesiá nico
un tiempo de bendició n sobre Israel 116
belleza y gloria del Mesías así como de la tierra 88
tiempo venidero de la restauració n de Israel 102
David reinará sobre Israel 133-134
establecido por Cristo en la segunda venida 322–323
tiempo futuro de bendició n 102
la gloria se contrasta con la caída de Babilonia y Asiria 94
El propó sito de Dios para que Cristo reine en el trono de David 128
Israel para que sus pecados sean perdonados y sea gozoso 115-116
Jerusalén será limpiada 88
en la tierra 88
predicció n de 100
seguridad para Israel con casas y viñ edos 115
la venida del señ or 109
para comenzar en la segunda venida de Cristo 102
ser glorioso 115
para proporcionar una larga vida 115
proporcionará abundante salvació n 111–112
Milenio
como un reino que comienza con la atadura de Sataná s 605–606
bendiciones en 317
El reinado de Cristo, diversas opiniones sobre 604–605
puertas del templo 618
Jerusalén descrita como una ciudad gloriosa con doce puertas 204
características principales de 608–609
templo 193-199
Moab
destruido 300-301
destruido por los babilonios 145–146
futura destrucció n de 96
juzgado por Dios 169
sentencia contra 281
Moabitas
derrota profetizada por Eliseo 65
profecía de la derrota de Elisah cumplida 65
Estrella de la mañ ana, promesa de 516
Pacto mosaico, roto por Israel, que resulta en juicio divino 120-121
Moisés, para ser libertador de los hijos de Israel 33
Monte de los Olivos, que se dividirá en dos en la segunda venida 322
N
Naamá n, sanado de lepra 65
Natanael, testimonio de Jesú s 393
Naciones, para ser juzgadas 102
Nabucodonosor
sueñ o de, el gran á rbol 214
sueñ o, el gran á rbol interpretado por Daniel 214-215
sueñ o, el gran á rbol, profecía cumplida 215-216
imagen de 212-213
imagen de la interpretació n de Daniel 210-211
imagen de, destruido 211
interpretació n de su sueñ o 210-211
Nehemías, profecía de que los enemigos de Israel no tendrían parte en el
templo 68
Nuevo pacto
como un aspecto del pacto de gracia 488–489
mejor que Mosaic 486–487
El propó sito de Dios de hacer universal el conocimiento del Señ or 135–136
El propó sito de Dios de poner Su Ley en sus mentes y corazones y ser su
Dios 135–136
de Israel, para llevar a cabo su restauració n 486–489
promesa de que Israel perduraría tanto como la tierra 135-137
para extenderse a la iglesia en la era actual 487–489
con Israel 135-137
Tierra nueva 613–616
sin océanos 614
Cielo nuevo 613–616
Cielo nuevo y tierra nueva, prometidos 498
Nueva Jerusalén 616–625
un río de agua de vida 620–621
como novia 613 , 614–615
descendiendo del cielo 613–614
descripció n de 616–620
iluminado por la gloria de Dios 620
habitado 619
ya no hay maldició n 622
no hay noche 620
tamañ o 618
para ser construido con piedras preciosas 111
arbol de la vida 621
muro y puertas 617–618
sin dolor, pena ni muerte 615
Nínive
destruido 301–300
destruido en cuarenta días 287
Dios enojado con ella 293
su destrucció n completa 294-295
antecedentes histó ricos 293
ser cortado y perder su poder 293
Noé 22-23
Reyes del norte, destinados a ser conquistados 41

O
Ahola, representante de Samaria, será juzgado 167
Aholiba, representante de Jerusalén, para ser juzgado por los babilonios 167
Vencedores, profecía sobre 522

P
Pasur, morir en Babilonia 125–126
Pablo
no volver a ver a los efesios 428
prediciendo que sobrevivirían a la tormenta 429
predicciones de 432–433 , 438–439 , 446–447 , 448 , 453–454 , 456–465 , 483–
484
le dijeron que testificaría en Roma 429
Pedro
muerte por crucifixió n 424
pregunta sobre a dó nde iba Jesú s 409
Faraó n, lamenta su destrucció n 175–176
Filadelfia
iglesia en, prometió un nuevo nombre 520
iglesia en, prometió estar en la nueva Jerusalén 520
iglesia en, prometido ser guardado desde la hora del juicio 519-520
profecía sobre 518–520
Filisteos
Israel prometió victoria sobre 42
sentencia 169-170 , 316
para ser destruido por egipcios y babilonios 145
Plagas de Egipto 34
Posesió n de la tierra
Ver tierra
Posmilenialismo 17–18 , 211–212 , 361–362 , 363 , 365–
366 , 366 , 368 , 371 , 505–506 , 604–605
El campo del alfarero, que se comprará con el dinero de la traició n de
Cristo 319
Premilenialismo 9 , 10 , 15 , 17–18 , 51–55 , 64 , 79 , 84 , 92 , 128–
129 , 183 , 193 , 199–200 , 231 , 243 , 247 , 248 , 248–249 , 279–280 , 333–
334 , 361–362 , 371 , 387 , 388 , 390 , 505–506 , 604–605 , 606 , 607–608
Ver nuevo pacto
Ver reino milenario
Ver reino mesiá nico
Ver tierra, promesa de
Ver el pacto davídico
La era actual, no profetizada en el Antiguo Testamento 426
Interpretació n preterista 504–505
Sacerdote
futuros fieles, resucitados por Dios 44
futuros fieles, finalmente cumplidos por Cristo 44
Promesa de la tierra
Ver tierra
confirmado 27-28
dado a través de Josué 39
Profecía
Abraham, padre de una gran nació n 24
Pacto abrahá mico 25–28
Pacto abrahá mico cumplido 25
El nombre de Abraham sería genial 24
Abraham será una bendició n para el mundo 24
una guía sobre el significado de la historia 11
adoració n angelical del Cordero 532–533
apocalíptico, requiere una interpretació n especial 15–16
asume la inspiració n de la Biblia 12
supuestos de, en la interpretació n 12-13
seguro de cumplimiento 495–497
Cristo tomará el rollo de siete sellos 530–531
sobre Pérgamo 514–515
acerca de la iglesia 508–522
sobre el tiempo del fin 533
sobre el estado eterno 613–626
sobre el milenio 604–612
condicional o incondicional 14
determinació n de si es importante literal o figurativamente 14-15
la tierra no será destruida por un alimento la segunda vez 22-23
esencial para la esperanza futura 11
cumplido, una guía para el cumplimiento literal de la profecía futura 14
Cumplida y demostrada precisió n de la Biblia 11.
cumplido, prueba la pauta para la interpretació n de la profecía incumplida 14
pautas para la interpretació n 13-17
importancia de 9-11
importancia de la posesió n futura de la tierra 26-28
importancia de en la Escritura 10
destinado a comunicar la verdad acerca de Dios y sus planes para el mundo 12
interpretació n, regla general de 13
interpretació n de 12
ley de doble referencia 14
el cumplimiento literal de la maldició n sobre Sataná s apoya la interpretació n
literal 20-21
interpretació n literal, un tema importante en la determinació n de la profecía 15
acontecimientos importantes en el tiempo del fin 534–535
interpretaciones principales 16-17
necesidad de determinar el significado de palabras significativas 14
necesidad de determinar si presente o futuro 14
Noé acerca de sus tres hijos 23
no dado a Ismael 28-29
de maldició n sobre Caín 22
de dificultad para criar alimentos 20
de la posesió n de Israel de la tierra 25–28
de muerte física y espiritual 19
de la muerte física y espiritual de Adá n y Eva, un cumplimiento literal de la
profecía 20-21
de muerte física 20
de posesió n de la tierra confirmada 25-28
de posesió n de la tierra, confirmada por un pacto 27-28
de posesió n de la tierra, confirmada a Jacob 29–33
de posesió n de la tierra, cumplimiento retrasado 28-29
de salvació n 20-21
de salvació n y juicio sobre Sataná s 20-21
de la segunda venida
Ver a Jesucristo, segunda venida
de especial énfasis en los Evangelios 331
de la comida de Noé 22
principios de interpretació n 12-18
proporciona una base para la moral 11
revela cambios en las dispensaciones, especialmente entre la ley mosaica y la
presente era de gracia 12
que todo acto será juzgado 86
la primera profecía del juicio 19-20
aunque a veces en lenguaje no literal, generalmente está sujeto a cumplimiento
literal 15
eventos importantes no cumplidos de 534–535
las tinajas de la viuda se llenarían de aceite 65
Profeta
desobediente, muerte profetizada cumplida 61
desobediente, morir 61
falso, condenado 159
el grande, ser como Moisés 37
los que mintieron a Israel para ser juzgados 129
Añ o profético, duració n de 237
Proverbios, ninguna profecía revelada 86
Ponga 187
caer en juicio 173-174

Q
Qumran 230 , 255

R
Rahab 337–338
Rapto 363–364 , 379 , 382–383 , 410 , 451 , 459 , 460 , 465 , 468 , 468–
471 , 474–475 , 478–481 , 481 , 483 , 490 , 492 , 498 , 623
Resurrecció n
de los cristianos 450 , 454 , 457
de los má rtires 454 , 607–608
de má rtires en la segunda venida 379
de los santos del Antiguo Testamento 100 , 266–267 , 379 , 454
de los dos testigos 454
de los malvados 454
Resurrecciones
mayor, de la Escritura 452
orden de 449–450
Revelació n
interpretació n alegó rica de 504
cará cter apocalíptico de 503–504
diferentes interpretaciones 503–508
interpretació n futurista 505–506
interpretació n histó rica 505
interpretació n de símbolos 506–508
introducció n a 503–507
interpretació n preterista 504–505
segunda venida, que requiere veinticuatro horas 509
siete personajes importantes 558
Justo
para ser bendecido en contraste con la destrucció n de los malvados 116
ser recompensado 77
aguantar para siempre 77
florecer 76
caminar con el Señ or nunca será sacudido 77
Roma
ciudad de las siete colinas 589
cuarto reino a imagen de Nabucodonosor 211
en la primera visió n de Daniel 223
Rosh, príncipe de, en referencia a Gog 186-187
Gobernante que vendrá 480 , 538
Ver Bestia fuera del mar
Rusia, a la vista en Ezek. 38–39
187–188
Rut 337–338
relació n con la profecía 43

S
Santos, jueces 447–448
Salvació n 20-21
en la edad actual 438–439
de los gentiles 112
prometido a los creyentes en Cristo 438–439
Mujer samaritana, testimonio de Jesú s a 394–396
Sansó n
capturado por los filisteos y cegado 43
destruye a los filisteos en su muerte 43
profecías sobre 43
proezas de fuerza profetizadas y
Samuel
nacimiento y vida profetizados 43
reprende a Saú l por no destruir animales de Amalec 48
Santificació n eterna prometida 489–490
Sardis, profecía relativa a 517–518
Satá n
actividad de 415
anticipado en las profecías de la destrucció n de Babilonia 95
ataque a Israel 562
arrojado al lago de fuego 610–611
su rebelió n original contra Dios 95
juicio el 20-21
lanzado 609–610
ser aplastado 444
Saul
como rey, presentado al pueblo 47
como rey, llevó a Israel a una gran victoria sobre los amonitas 47
elegido y ungido como rey 46–47
tontamente ofrece una ofrenda al Señ or 47
informado de nuevo que sería depuesto como rey 48
Samuel le informó que debía atacar a los amalecitas y no perdonar a los
hombres ni a los animales 48
informó que su reino no duraría 47
prometió la muerte en el campo de batalla al día siguiente con la derrota de
Israel 49
perdona lo mejor de los animales de los amalecitas 48
Sagrada Escritura
infalible 355
estar para siempre 492
Sello
quinto 539–540
primero 535–536
cuarto 537–539
segundo 537
séptimo 545–548
sexto 540–541
tercero 537
Sellos, trompetas, cuencos, orden de, cuadro 536
Segundo advenimiento
anuncio 597–598
en contraste con el rapto 379
descrito 600–603
reunió n de los santos 379
generació n para verlo 380–381
sentencia en 496 , 573–575
de luto en 509
no el rapto 382
profetizado 500–501
signos de, pará bola de la higuera 379-380
incredulidad en 509
vigilancia para 383
Segunda muerte 611–612
Sermó n del Monte 354–359
adulterio y divorcio 356
estímulo para orar 358
cará cter ético 354
regla de oro 358
hipocresía prohibido 357
ley sobre juramentos y donaciones generosas 356
amar a los enemigos 356
modelo de oració n 357
profecía que se cumplirá en el reino 355
cará cter profético de las Bienaventuranzas 354–355
reconciliació n antes de los sacrificios 356
las dos formas de vida 358–359
tesoros en el cielo 357–358
criticas injustas condenadas 358
Serpiente de bronce 36 , 394
Siete reyes de la historia profética 589
Séptima trompeta 557–558
Setenta añ os de cautiverio en comparació n con setenta añ os de desolació n de
Israel 236–237
Setenta añ os de cautiverio revelado a Daniel por medio de Jeremías 235-236
Sheba 188–189
Shebna, profecía contra el 99
Semaías, para ser castigado como falso profeta 133
Sidó n, sentencia 172 , 176 , 279
Simeó n, profecía de Jesú s 340
Esmirna, profecía sobre 512–513
Salomó n
bendiciones adicionales pronunciadas sobre sus hijos si obedecían a Dios 60
prometió sabiduría, riquezas y honor 60
para construir el templo 52
para suceder a David en el trono 52
Salomó n dijo que el reino sería quitado de sus descendientes pero no durante
su vida 60
Canció n de Moisés, siervo de Dios 576–577
; Cantar de los Cantares, ninguna profecía revelada 86
Roca
profetizar el rechazo de Cristo 73
ser rechazado por los constructores, pero convertirse en piedra angular 73

T
Talentos, pará bola de 385–387
Tamar 337
Tarsis 188–189
templo
profanado 479
la gloria se va 157
milenio, nueva vida y adoració n en el milenio 199-203
para ser reconstruido y las ú ltimas bendiciones milenarias a seguir 308
Diez cuernos 222 , 224–225 , 590
Diez vírgenes, pará bola de 384–385
El hombre bendito se deleita en la Ley de Dios 73–74
Los dos testigos 554–557
Trono de Dios en el cielo para gobernar sobre toda la creació n 72
Tiatira
profecía sobre 515–517
Tiempos de los gentiles 211–212 , 307 , 374–376
Togarmah 187
Tribulació n, Gran 264–265 , 377 , 538–539
Cristianos que mueren en ella, bendecidos 572–573
Santos de la tribulació n, resurrecció n de, para reinar con Cristo 1,000
añ os 607–608
Trompetas
quinto 548–549
primeros 545–546
cuarto 547–548
segundo 546
séptimo 552
sexto 550–552
tercero 546–547
Tubal
identificarse con Rusia 186–187
ser juzgado 176
Neumá tico
asediado por Alejandro 99
destruido y sus escombros raspados hasta la roca desnuda 170
las redes de pesca reemplazarían su comercio 170
sentencia 279 , 281 , 316
rey de, para ser juzgado 171-172
no ser reconstruido y su comercio destruido 170
profecía contra 99

U
Incredulidad
sobre la segunda venida 509
predijo 494–495
Los incrédulos, para ser juzgados al final del reino milenial 483
Infiel, para ser juzgado 76

W
Advertencia de juicios de Dios a la iglesia de Tiatira 515–516
Cena de bodas, anunciada 598–600
Piedra blanca, promesa de, a la iglesia de Pérgamo 515
Malvado 73
bendiciones temporales 121
derribados en el hoyo y no vivir la mitad de sus días 75
consumido por el fuego y destruido 74
cortado por el pecado repetido 74
destinado a la ira 467
destino de 462 , 612
destruido para siempre 76
juzgado 77 , 476–477
no estar en el tiempo del juicio 73
perecer 74
ser derribados por sus pecados 75
para enfrentar la ruina eterna 75
para juzgar a los impíos con carbones encendidos y azufre ardiente 74
desaparecer como humo 74–75
Voluntad de Dios, revelada a los rendidos 442
Sabiduría de Dios, por revelar 445–446
Mujer con niñ o 558–562
Ejércitos mundiales, reunidos por demonios 581–582
Gobierno mundial 536
empoderado por Sataná s 564
ú ltimos tres añ os y medio 225
Gobernante mundial 249–250 , 262–263 , 371 , 562–566
Ver Hombre de pecado
Ver regla
un gentil 248 , 263
un ateo 264
Gobernante mundial y falso profeta, arrojado al lago de fuego 603
Mundo, para ser destruido por el fuego 495
Guerra mundial 580 , 581–582
guerra final 264-265
Adoració n de todas las criaturas 533
La ira de Dios, día de 540–541

Z
Zacarías
trasfondo de su profecía 305-307
octava visió n 312-313
quinta visió n 310–311
primera visió n 307
cuatro mensajes sobre el ayuno 314–316
cuarta visió n 309-310
su cá ntico profético 335–336
asesinado por su denuncia de Joá s 67
mensaje de advertencia 306
cambios físicos en Tierra Santa 322
segunda visió n 307-308
séptima visió n 312
sexta visió n 311-312
tercera visió n 308
Sedequías
ordenado por Jeremías a someterse a Babilonia 132
sus hijos asesinados, no tenían herederos para sentarse en el trono 127
informó que se salvaría si se rindió a Babilonia 141-142
para ser llevado a Babilonia, pero cegado 159
ser castigado por rebelió n contra Babilonia 162
para ser llevado a Babilonia después del incendio de Jerusalén 139
Sofonías
antecedentes histó ricos de las profecías 298-299
sú plica por el arrepentimiento de Israel para evitar el juicio 300
Zorobabel
La profecía de Hageo de 304-305
hijo de Joaquín, gobernador pero no rey de Judá 127
ÍNDICE DE ESCRITURAS

Génesis | É xodo | Leviticus | Nú meros | Deuteronomio | Joshua | jueces | 1


Samuel | 2 Samuel | 1 Reyes | 2 Reyes | 1
Cró nicas | Ezra | Nehemías | Esther | Trabajo | Salmos | Proverbios | Eclesiasté
s | Isaías | Jeremías | Lamentaciones | Ezekiel | Daniel | Oseas | Joel | Amos | Ab
días | Joná s | Micah | Habacuc | Sofonías | Haggai | Zacarías | Malaquías | Matth
ew | Mark | Luke | John | Hechos | Romanos | 1 Corintios | 2
Corintios | Gá latas | Efesios | Filipenses | Colosenses | 1 Tesalonicenses | 2
Tesalonicenses | 2 Timoteo | Titus | Hebreos | James | 1 Peter | 2 Peter | 1
Juan | 2 Juan | 3
John | Jude | Revelació n

GÉ NESIS
1: 26–27 21
1:28 21
2: 7 180
2: 16–17 19
3: 1–3,6 19
3: 7–24 20
3: 14–24 20–21
3:22, 24 621
4: 1–16 21–22
5: 5 20
6: 1–22 22
7: 1–24 22
7: 2–4 381
8: 1–9: 17 22–23
9: 18–29 23
10: 1–32 23
10: 2 186
10: 11–12 293
10:15, 19172
11 586
11: 1–9 23
11: 5–9 594
11: 9 586
11: 10–31 24
11:31 177
11: 31–32 24
12: 1 25
12: 1–3 24–25 , 94
12: 1–5 177
12: 1–7 302
12: 3 62 , 440
12: 7 25-26 , 26 , 165
13: 1–18 26
13: 14-17 302
14:15 147
15: 1–6 27
15: 5 24 , 138
15: 7–17 318
15: 7–21 302
15: 9–21 27
15:18 16
15: 18–21 94 , 100
16: 7–16 27
17: 1–8 27–28
17: 6 51
17: 7–8 94 , 302
17: 9–21 28
17:16 51
19: 15–20 594
19: 36–37 145
19:38 146
21: 1–21 28
22: 15–18 28
24: 1–26: 6 28–29
25:13 147
26: 2–6 51
26: 4 138
27: 1–40 29
27: 41–28: 22 29
28: 13-15 51
28:14 138
32:12 24
35:22 30
36: 1–37: 36 29–30
36: 1 324
37: 9 559
38: 1–30 337
39: 1––48: 22 29–30
49: 1–28 30–33
49: 9–10 531
49:10 51

É XODO
3: 1––4: 31 33–34
5 33–34
6: 1–8 34
7: 1–12: 36 34
7: 20–25 579
9: 9-11 579
12: 37–50 34
12:46 34 , 422
14: 1–31 34
15 576
15: 23-25 547
16: 33–34 507
17: 6 33 , 438
17: 8-15 35
19: 1–13 35
19: 5–6 367
20: 5 162
20:12 219
23: 20–31 35
28: 17-21 527
28: 39–43 252
32: 7–9 326
33:15 35
34: 6–7 162
34: 10–12 35
40: 2–33 199
40: 34–35 577

LEVÍTICIO
5:13, 16 35
6: 7, 18, 27 35
7: 11-13 366
7:18, 27 35
10: 6 35
14:20 35
15:22 35
16 36
16:29, 31 315
16:30 35
17: 9, 15 35
18: 7–20 167
19:22 35
20: 10–21 167
22: 18–25 325
23: 4–44 35–36
23: 15–18 366
23: 26–32 315
23:29 35
26: 1–45 36
26:12 134

NÚ MEROS
3: 46–51 447
9:12 34 , 422
13: 26––14: 26 360
14: 20–34 36
20: 14–21 285
20: 18–21 147
21: 6–9 394 , 399
21: 8–9 36
22 494
22–24 169
22: 1–24: 25 37
25: 1–3 37
26: 63–65 36
33: 51–66 37

DEUTERONOMIO
3: 21–22 37
4: 2 625
4: 25–31 37
5: 9 162
7: 6 134
9: 6–8, 13, 23–24 326
10: 8 309
12:32 625
15:21 325
18: 15–18 37
21:23 37
22: 22-24, 30 167
26: 16-19 134
27:22 167
28: 1–68 38
28: 15–68 36
30: 1–10 38
31:23 38
31: 27–29 326
32 576
32:43 443
33: 1–29 38
34: 5 39

JOSHUA
1: 1–9 39
2: 1–6 337
6: 1–5 39–40
6: 6–27 40
6:25 337
7: 1–8: 29 40
9: 1–26 37
10: 1–28 40–41
11: 1–15 41
11: 11–23 41
13: 1–19: 51 41
13: 2–7 37
19:10, 13 287
21: 43–45 38 , 39 , 41

Jueces
1: 1–8 41–42
1:18 145
1:19, 27, 29–34 41
1:21 37 , 41
1: 28–36 37
2: 1–3, 20–23 41
2: 11–23 37
3: 1–4 41 , 145
3:31 145
4 582
4: 1–24 42
5: 15–16 30
5:18 32
6: 11–24 42
7 582
7: 1–25 42
9: 1–11 380
10: 13–14 42
11: 1–40 43
13–16 43 , 145
14:19 145
18:30 31

1 SAMUEL
1: 1–2: 11 43–44
2: 12–17 44
2: 27–34 44
2: 35–36 44
3: 1–21 45
4:11, 17–18 45
6: 1–7: 2 45
6:17 145
7: 2-17 145
7: 3–13 45–46
8: 1–22 46
9: 1–10: 27 46–47
11: 1–15 47
12: 1–25 47
13: 1–14: 23 145
13: 1–14 20 , 47
14: 1–48 47
14:47 147 , 169
15: 1–23 48
15: 24–35 48
16: 12-13 50
17: 1–58 48–49
18: 1–22: 23 49
20: 18-19,34 252
23: 1–13 49
23: 14–28: 19 49
28: 1–4 145
28: 1–25 49
29: 1–2, 11 145
30: 1–20 50
31: 1–6 50
31: 1–10 145

2 SAMUEL
1:20 145
2: 12–4: 12 50
4: 1–12 50
5: 1–2 50
5: 1–4 47
5: 19-25 51
5: 17-25 145
6 82
6: 12–23 51
7 52 , 54 , 64
7: 1–16 52
7: 8–16 310
7: 9 51
7: 11–16 84 , 272
7:14 79
7:16 83 , 94 , 302
7: 18-19 54
7: 19–29 53
8: 1 145
8: 13-14 147 , 169
11: 1–12: 25 338
11: 2–27 20
12: 1–12 58
12: 10–23 60
12: 24-25 60
15-20 60
22:50 443
23: 5 52

1 REYES
2: 4 58
2: 10-11 71 , 74
2:12 60
2: 13–20 219
2:27, 35 44
3: 5–15 60
3: 11–14 58
6: 11–13 58
6:37 60
6: 37–38 52
7: 1–51 52
7: 23-25 529
9: 1–9 60
9: 4–9 58
10: 1–13 188
10: 14–29 20
11: 11–39 61
11: 14-23 147
11:34 52–53
12: 2-15 46
13: 1–3, 8–26 61
14: 1–16 61
16: 1–4, 11–13 61
16:34 40
17: 1,7–16 61
17: 1–4 61
18: 19–45 61
19: 2 516
20: 13–14, 18–22, 26–30, 35–36, 42 61
21: 1–16 516
21: 17–20 61
21: 20–22 66
21: 21–24 272
21:23 62 , 66 , 516
22: 5–12 64
22: 13–28, 37–38 62 , 64
22: 34–38 62

2 reyes
1: 4, 16–17 64
1: 10–12 568
2: 1–14 64
2:11 450
3: 15–27 65
4: 5–6, 38–44 65
5: 1–19 65
5: 19–27 65
6: 8–23 65
7: 1–2,17 65
8: 1–15 65
8:25 337
9: 1–10, 14–28 65
9: 6–10, 24, 27–28 272
9: 30–37 61 , 66
9: 33–35 516
10: 1–11, 17 66
10: 12-14 272
10:30 66 , 272
10:32 66
12: 17–18 65
13: 1–15: 38 337
13: 3, 22–25 65
13: 7-19 280
13: 14-19 66
14:25 66 , 280 , 287
15:10 272
15:12 66
17: 1–18 90
18-19 103
18:18, 26, 37 99
19: 5–6 66
19: 20–36 66
20: 1–11 104
20: 1–19 66
21: 10–15 66
21: 11-15 155
22–23 298
22: 1–20 66
23: 1–30 66–67
23: 15–17 61
23: 4–16 120
23: 26–27 155
23: 29–30 145
23: 31–34 163
24: 3–4 155
24: 12-15 219
24: 18-25: 8 139
24: 18-25: 30 150
25: 1 168
25: 5–7 141
25: 7 163

1 CRÓ NICAS
1: 5 187
1: 28–29 28
3: 17-18 127
4:43 35
5: 1–2 30
5: 18-19 32
14: 10–16 51
16: 7–36 51
17 53
17: 3–15 53
17: 15–27 53
21: 1 562
22: 6–10 59
28: 4–7 60

2 CRÓ NICAS
1: 11–12 58
3: 1–5: 14 52
6: 7–10 53
7: 8–9 199
7: 11–22 59
9: 1–12 188
9: 1–28 83
9: 13–28 20
18: 5–27 64
18: 16–27 61
18: 33–34 61 , 64
20: 15–17 67
20: 20-25, 37 67
20:22 147
21: 12-20 67
21: 16-17 145
22-25 337
22: 5–6 65
24: 20–22 67
25: 15-17, 27 67
28: 16–18 145
29:11 309
33: 10–20 66
33: 12-13 155
34 298
34: 22–28 66
36: 11–15 129 , 133 , 154 156–57 , 159–60 , 163 , 165–168
36: 14–21 60 , 87
36: 15–21 88–89 , 101 , 118 , 126 , 156
36: 20–23 245
36:21 120

EZRA
1: 1–4 245
3: 1–6, 8–13 305
3:11 68
4: 1–5 251
4: 6 256
4: 24–5: 1 303
4:24 251
5-6 256
5: 1 305
5: 1–2, 16 305
5: 2 303 , 306
5: 3–17 303
6: 1–12 245
6: 1–13 303
6:14 305
6: 15-18 306
7: 11-26 245
9: 1–2 323

NEHEMÍAS
1:11 228
2: 1–8 245
2:20 68
5: 4–5 323
6: 15–16 68
12: 4,16 305
13: 1–3, 23–28 323

ESTER
1: 1 174

TRABAJO
5: 17–26 69
8: 20–22 69
11: 14–20 69
19: 25–27 69
21: 7–26 325
23: 10–11 69–70
24: 1–17, 22–24 325
27: 13–23 325
36: 8-12 70
42: 7 70

Salmos
1: 1–7 70
1: 1–6 73–74 , 77–78
2 70 , 78 , 516
2: 1–12 78–79
2: 6 315
2: 7 343
2: 8–9 577
2: 9 560
6: 8–10 74
8: 1–4 79
8: 5–8 79–80
9: 1–20 74 , 80
10: 1–18 80
10:16 74
11: 6 74
12: 7 70
14: 7 80 , 441
15: 1–5 77 , 80
16 78
16: 1–11 80–81
18: 1–50 77 , 81
18:49 443
19: 9–10 554
20: 2 441
21: 8-13 74
22 78
22: 1–31 81
22:18 422
23: 1–6 81–82
24: 1–10 82 , 577
25: 1–22 77
25: 3 74
27: 1–14 70 , 74
27:12 82
28: 1–9 71 , 74
31: 1–24 82
32: 7–8 71
34: 1–22 74
34:20 82 , 422
35:11, 19 82
37: 1–40 71 , 74–75 , 77
38:11 82
40 78
40: 6–10 82
41: 1–13 71 , 82
41: 9 82
45 78
45: 1–17 82–83
45: 6–7 315
46: 4–10 82–83
50: 1–23 75
50: 7-15, 22 71
52: 1–9 75
53: 6 441
55: 12–14 82
55: 16-19, 22 77
55: 16–23 75
59: 9–17 71 , 75
60:12 75
62:12 77 , 81
63: 9-11 75
64: 7–10 75
66: 1–4 577
68: 18-19 83
68:21 75
69 78
69: 1–36 83
69: 4 82
69:21 422
69: 22–28 75–76
71: 20–21 71
72 78 , 609
72: 1–4 76
72: 1–20 83–84
72: 8 577
72: 8-11 21
72: 8–12 577
73: 1–14, 16–20 325
73:24 77
73: 24-25 71-72
73:27 76
78: 2 84 , 366
78:12, 43 174
80: 8, 14-15 574
82: 6 402
86: 9 577
89 55 , 78
89: 1–4 53 , 76
89: 1–37 84–85
89: 3, 28, 34, 39 52
89: 3–4 302
89: 5–29, 38–52 53–54
89: 11–37 70
89: 30–37 54 , 76
89:36 333
91: 1–8 76
91: 1–16 72
92: 7–15 76
92: 8-15 72
94: 11–23 76
94: 12-15, 22-23 72
96–99 78 , 85
97: 1–12 85
98: 1–9 85
99: 1–9 85
100 72
102: 12–28 85
102: 25–28 72
103: 1–20 72
105: 5–11 85–86
105: 8-11 70
108: 13 76
109: 6 562
110 44 , 78
110: 1–3 56
110: 1–7 76 , 86
110: 2 441
117: 1 443
118 78
118: 1–29 73
118: 2–29 86
118: 22 310
121: 1–8 73 , 77–78
125: 5 76
127 83
128: 5 441
130: 7–8 73
132: 11 52
132: 11-18 86
134: 3 441
135: 4 367
135: 21 441
136: 1–26 73
138: 8 73
145: 1–21 76
145: 13 73
145: 13–14 86
147: 6 77

PROVERBIOS
6:16 280–81
30: 6 625
30:15, 18, 21, 29 280–81

ECLESIASTÉ S
8: 12-14 325
12: 13–14 86

ISAÍAS
1: 1–31 87
2: 1–5 84
2: 1–11 87–88
2: 2–4 290 , 577 , 609
2: 3 315–16 , 441
2: 3–5 88 , 90 , 101
2: 4 318
2:12 326
3: 1–26 88
3: 5 272
4: 1–6 88–89
4: 2 310
4: 3 315
5: 1–7 415
5: 1–30 89
5: 2–7 574
6: 1–13 89
6: 9–10 362–63
6:10 407
7: 1–25 89–90
7: 8 147
7:14 90 , 333 , 338 , 359
8: 1–4 107
8: 1–22 90–91
8: 4 147
8:18 315
9: 1–7 91–92
9: 5–7 317
9: 6 78
9: 6–7 55 , 272 , 302 , 317 , 577
9: 7 56 , 314
9: 8–10: 4 92
10: 5–19 94
10: 5–34 92–93
10: 12-19 294
10: 22–23 437
11: 1 90 , 310 , 342
11: 1–5 317
11: 1–12: 6 93–94
11: 2 90
11: 2–3 529
11: 2–5 310
11: 3–5 90
11: 3–9 609
11: 4 92
11: 4–9 609
11: 6–7 11 5
11: 9, 11 614
11:10 90 , 322 , 443–44 , 531
11: 11–16 609
11:14 169 , 285–86
12: 1–6 94
13: 1–14: 23 148
13: 1–16 148
13: 1–22 94 , 236
13: 5–6, 10, 19–22 592
13: 9-11 475
14: 1–6, 22, 25–26 592
14: 1–8 95
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21: 16-17 147
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27 100
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28: 5–6, 17 92
29: 1–24 101
29: 5,7–8 175
30: 1–31: 9 101–2
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31: 8–9 294
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33: 5 92
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34: 1–17 102
34: 4 322 , 540
34: 5–8 147 , 179
34: 5–17 285–86
35: 1–10 103–3
36–37 98
36: 1–22 103
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37: 1–7 131
37: 1–38 103–4
37: 2 99
37: 33–38 90–91
37:36 190
38: 1–22 104
39: 1–8 104
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40: 1–31 104–5
40: 3 328
40: 3–5 343 , 391
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42: 1 92 , 310 , 343
42: 1–4 345
42: 1–19 106
42: 3 90
42: 3–4 92
42: 6 90 , 109
42: 14–25 106–107
42:19 106
43: 1–28 107
43:10 106
44: 1–2, 21 106
44: 1–28 107
45: 1–25 108
45: 4 106
45:23 443
46: 1 148
46: 1–13 108
47: 1–15 108
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48:20 106
49–57 109
49: 1–7 109
49: 1–13 106
49: 3–4 310
49: 6–8 90
49: 8-26 109
50: 1–11 109–10
50: 4–11 106
50: 6 90
50:10 310
51: 1–23 110
51: 5 92
52: 1–12 110
52:13 90 , 310
52: 13–53: 12 106 , 110–11
52:15 90
53: 1 407
53: 1–3, 7–8, 12 90
53: 9 422
53:11 310
54: 1–17 111
55: 1 522 , 615
55: 1–13 111–12
56: 1–8 112
56: 7 197
57: 1–21 112
58: 1–14 112
59: 1–21 113
60: 1–22 113
60: 7 147
61: 1–2 249 , 317 , 614
61: 1–3 90
61: 1–11 113–14
62: 1–12 11 4
63: 1–64: 12 114–15
63: 1 169
63: 1–4 147 , 179
63: 1–6 285–86
64: 4 446
65: 1–25 11 5
65:17 613
66: 1–24 11 6
66: 18–23 577
66:19 174
66: 20–23 197
66:22 613

Jeremías
1: 13–19 11 7
2:16 174
2:21 574
2: 35–37 117–18
3: 11–18 118
3:18 182
4: 1–31 11 8
5: 1–19 11 9
6: 1–30 11 9
7: 1–29 11 9
7:18 587
7:23 134
7: 30–34 11 9
8: 1–3 120
8: 9-22 120
9: 11-26 120
9: 25–26 169 , 285–86
9:26 169
10: 7 577
10: 9 252
10: 17–25 120
11: 1–17 120–21
11: 4 134
11: 18–23 121
12: 1–4, 7–17 325
12: 1–17 121
13: 1–27 121–22
14: 1–6, 10–12 122
14: 13–16 122
15: 1–21 122
15: 16–18 554
16: 1–13 123
16: 14–21 123–24
17: 1–18 124
17: 19-27 124
18: 1–23 124–25
19: 1–15 125
20: 1–18 125–26
21: 1–7 126
21: 8-14 126
22: 1–30 126–28
22: 11–12 163
22: 28–30 53
22:30 140
23: 1–4 128
23: 3–4, 8 609
23: 3–8 91 , 158
23: 5310 , 314
23: 5–6 182 , 244 , 317
23: 5–8 38 , 56 , 84 , 87 , 102 , 128 , 172 , 178 , 180 , 333
23: 9–40 129
24: 1 127
24: 1–8 380
24: 1–10 129
24: 7 134
25: 1–14 129–30
25: 10-14, 26 148
25: 11–12 235
25:12 237
25: 15-38 130-31
25: 17–26 285–6
25:20 145
25:21 169
25:23 188
26: 1–24 131
26: 18–24 288
27: 1–22 131–32
28: 1–17 132
29: 1–32 132–35
29: 2 127
29:10 236–37
29: 10–14 236
29:17 380
30: 1–9 56–57
30: 1–24 133–34
30: 3 182
30: 3–9 609
30: 5–7 249
30: 4–7 377
30: 7538 , 561
30: 8-11 38 , 68
30: 9 244 , 284 , 609
30: 10–11 57–58
30:11 145
31 243
31: 1 134–5
31: 2–30 135
31: 3-14 609
31:15 342
31: 23–40 68
31: 29–30 162
31: 31–34 109 , 183
31: 31–37 165
31: 31–40 135–37 , 487
31:33 134 , 182
31: 33–34 94
31: 35–37 324
32: 1–44 137–38
32: 4–5 139
33: 1–26 138
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33:15 310
33: 15–16 317
33:18 197
34: 1–22 139
35: 1–19 139–40
36: 1–32 140
36: 4, 32 144
36:30 59
37: 1–17 140–41
37: 4–13 144
37: 18–21 141
38: 1–13 141
38: 7–9 142
38: 14–28 141–42
38: 17–28 162
39: 1 168
39: 1–18 142
39: 6–7 151
40: 1–6 142
40: 7–41: 18 143
41: 2 315
42: 1–22 143
42: 13–22 144
43: 1–13 143
43: 4–13 235
43: 7–8 174
43: 8-13 173
44: 1–30 143–44
44: 17-19, 25 587
45: 1–5 144
46: 1–25 173
46: 1–28 144–45
46: 9 174
47: 1–7 145
48: 1–47 145–46
49: 1–6 146 , 169
49: 7–22 146–47 , 169 , 285–6
49: 8 188
49:17 179
49: 23–27 147
49: 28–33 147
49: 34–39 147–48 , 176
49:39 146
50: 1–51: 64 148–50
50: 4–9 594
51 592
51: 6 594
52: 1–34 150–51
52: 4 168
52: 9-11 127
52: 10-11 159 , 162

LAMENTACIONES
4:21 147 , 179
4: 21–22 285–6

EZEQUIEL
1–24 153
1: 1 157
1: 3, 28 153
1:16 253
1: 1–3: 15 153–54
1: 1–28 157
2: 9–3: 4 554
3:12, 23 153
3: 16–27 154
4: 1–17 154–55
5: 1–17 155
6: 1–14 155–56
7: 1–27 156
8–11 194
8: 1–18 156–57
8: 4 153
8: 14-15 587
9: 1–11 157
9: 2–3, 11 252
9: 3 153
10: 1–22 157
10: 2, 6–7 252
10: 4, 18-19 153
10: 9 253
11: 1–15 158
11: 16-25 158
11:20 134
11: 22–23 153
12: 1–16 158–59
12: 1–20 160
12: 17–28 159
12: 21–14: 23 160
12: 21–28 159
13: 1–23 159
14: 1–23 160
14:11 134
14:14, 20 171 , 205
14:21 307
15: 1–8 160
16: 1–63 161
17: 1–24 161–62
17: 5–8 574
18: 1–32 162–63
19 175
19: 1–14 163–64
20: 1–29 164
20: 30–44 164–65
20: 33–38 87 , 107 , 193 , 268 , 387 , 441 , 454 , 516–17 , 534 , 560 , 583 , 609
20: 45–49 165
21: 1–32 165–66
21: 28–32 169
22: 1–31 166–67
23: 1–49 167
24: 1–27 167–68
25–32 153 , 176
25: 1–7 168–69
25: 1–10 166
25: 8-11 146 , 169
25: 12-14 169 , 178 , 285-86
25:13 188
25: 13-14 147
25: 15–17 169–70
26: 1–21 170
26: 17–18 175
27 175
27: 1–36 170
27:10 174
27:13 187
27:15, 20 188
28: 1–19 171–72
28: 3 205
28: 12-19 175
28: 20–26 172
29: 1–21 172–73
29: 19–20 144
30: 1–26 173–74
30:10, 15 175
31: 1–18 174–75
32: 1–32 175–76
32: 22–23 294
32:26 187
33–39 194
33–48 153
33: 1–22 176–77
33: 23–33 177
34: 1–16 177–78
34: 17–31 178
34: 23–24 57 , 182 , 200 , 284 , 609
34:30 134
35 286
35: 1–15 178–79
36: 1–7 179
36: 8–36 179–80
36:28 134
37: 1–10 180–81
37: 11–14 181
37: 12–14 452
37: 15–17 182
37: 18–23 182
37:22 57
37:23, 27 134
37:24 57 , 284
37: 24–25 182–83 , 200 , 609
37:26 195
37: 26–27 194
37: 26–28 183–84
38–39 176 , 186 , 534 , 565 , 610
38: 1–39: 24 184–85
38: 1–6 186–88
38: 5 97
38: 7 175
38: 7–9 188
38: 8 192
38: 10–13 188
38:13 175 , 188
38: 14–23 189–90
38:15 187
39: 1–6 190–91
39: 2 187
39: 6 186 , 189
39: 7–8 191
39: 9–10 191
39:11 175
39: 11–16, 21–24 192
39: 17–20 192 , 603
39:21 153
39: 25–29 38 , 193–94
39: 26–28 107
40–42 244
40–43 194 , 304
40–44 290
40–48 183 , 616
40: 1–43: 27 193–99
40: 3–4 200
40: 3–5 308
43: 2, 4–5 153
44–46 194
44: 1–46: 24 199–203
44: 4 153
45–48 37
47–48 194
47: 1–48: 35 203–204
47: 1, 12 621
47:10, 15, 17-18, 20 614
48:28 614
48: 30–35 204
48: 31–34 618

DANIEL
2: 1–23 208
2: 20–28 210
2: 29–35 210
2: 34–35 438
2: 36–45 210–11
2: 44–45 310
2: 46–49 212
3: 4–6, 13–18, 25–27 213
4: 1–17 214
4:16, 23, 25, 32225
4: 19-23 214
4: 24–35 214–15
4: 36–37 215–16
5 148 , 223
5: 1–6 217–18
5: 7–8 218
5: 10–12 218–19
5: 13–16 219
5: 17–28 219–20
5: 29–31 220
6 220 , 236
6: 1–24 235
6: 26–27 221
7 590
7–8 563
7: 1–7 222
7: 2205 , 229
7: 4–8 563
7: 7534 , 559
7: 8 263 , 479 , 533–34
7: 8-10 222
7:11 265
7: 11-14 222-23
7:14 577
7:15 205
7: 15–22 224
7:19 225
7: 21–24 263
7:23 185 , 479 , 534 , 565
7: 23–25 479
7: 23-28 224-25
7:24 531 , 533
7: 24-25 534
7:25 246 , 268–69 , 534 , 561
7:27 302
7: 27–28 263
7:28 205
8: 1 205
8: 1–4 227–28
8: 2 252
8: 5 229
8: 5–8 229–30 , 256
8: 9–12 230–31 , 262
8: 13–14 231–32
8:15 205 , 240
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Oseas
1: 1 271–72
1: 2–2: 1 272–73
1:10 437
1: 10–11 609
1:11 182
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13:14 451

JOEL
1: 1–14 277
1: 15–20 277 , 473
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2: 1–27 277–78
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2:10 322 , 540
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3:15 322
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AMOS
1: 1–5 280–81
1: 2 315 , 441
1: 6–10, 13–15 281
1: 8 145
1: 11-12 147 , 179 , 281 , 286
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9: 14-15 37
9:15 71 , 77

ABDÍAS
1–9 286
8–10 147
8, 10 179
10–21 286–87

Joná s
1:12, 15–16 287
14:25 280

MICAH
1: 1 288
1: 2–3: 12 289–90
3: 5 288
3:10, 12 315
4: 1–13 290
4: 3314 , 318
4: 7 314
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5: 2273 , 341
5: 2–4 317
5: 5 281
6: 1–16 291
7: 1–20 291–92

NAHUM
1: 1–11 293–94
1: 12-15 294
2: 1–13 294
3: 1–19 294–95
3: 8–10 175

HABAKKUK
1: 1–4 296
1: 5–11 296
1: 12–17 296–97 , 325
2: 1–20 297
2: 3325
3: 1–15 297–98
3: 2–19 325
3: 16-19 298

Sofonías
1: 1–3
299
1: 2–2: 3 299
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1: 4–18 299–300
1: 4–23 299
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2: 1–3 300
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2: 4–15 299 , 300–301
2:11 577
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3: 14-20 89 , 302
3:15 314

HAGGAI
1: 1 306
1: 1–15 303 , 306
2: 1–9 303–304 , 306
2: 10–23 303 , 306
2: 10–23 304–305

ZACARÍAS
1: 1 303 , 305–306
1: 1–6 303 , 306
1:14, 17 316
1: 7–6: 8 306
1: 7–6: 15 303
1: 7–17 307
1: 14–18 326
1: 18–20 307–308
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3: 1 305
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14:16 87–88
14: 16-19 316
14: 16-21 197

MALAQUÍAS
1: 1–5 324
1: 2–3 436
1: 4 286
1: 4–5 169
1: 6–2: 9 323–25
2:10 323
2: 10–3: 6 325–26
3: 1 326 , 328
3: 3-4 197
3: 5, 10 323
3: 7–12 326–27
3: 13–4: 3 327–28
4: 4–6 328–29
4: 5–6 614

MATEO
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1: 2–16 53
1: 2–17 127–28
1: 5 338
1: 13-15 337
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1: 21-22 333
1:25 90 , 333
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MARCA
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LUKE
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11: 29–32 288
12: 1–40 348–49
12: 35–36 523
12: 35–40 523
13: 18-19 360
13: 20-21 360 , 365-66
13: 22–32 349
13: 33–35 349
14: 1–24 349
14:35 566
16: 22–24 540
16:23 603
17: 3–4 348
17: 34–35, 37 382
18: 28–30 350
18: 31–34 369
19: 11–26 385–87
19: 11–27 350
19: 29–38 405–406
20: 1–19 350–51
20:17 73
20: 27–40 352
20: 45–47 352
21: 5–19 370–74
21: 5–36 352 , 369–70
21: 8-24 373
21: 16-19 418
21: 20–24 370 , 374–76
21: 25–28 376–79
21:27 508
21: 29–33 379–80
22: 1–6 369
22: 7–71 352–53
22: 21–23 82 , 408–409
22:24 409
22: 29–30 608
22:30 63 , 111
22: 31–34 408–409
22: 39–53 421
22:63 109
23: 1–25 111
23:36 83
23: 45–49 422
23:46, 49 82
24: 1–8 452
24: 1–32 422–23
24: 13–35, 44–53 423
24: 4 252
24:34, 36–43 422–23
24: 47–48 426
JOHN
1: 6–8, 15–37 332
1: 15–17, 24–27 391–92
1: 21–23 328
1: 21–45 37
1:23 105 , 391
1:29 111 , 455
1: 29–34 392–93
1:32 529
1: 40–51 393
2 384
2: 1–12 599
2: 13–22 393
2:17 83
3:14 399 , 407
3: 14–15 36
3: 14–16 394–95
3:16 78 , 436
3:36 394
4: 7–42 394–95
4:10, 13–14 615
4:14 422
4: 43–53 396
5: 16–29 396–97
5: 22–23 454 , 611
5:24 416
5:29 6 11
5: 33–40 397
5: 41–44 397
6: 5–11, 26–27 397–98
6:14 37
6: 30–59 397–98
6:35 415
6: 60–65 398
7:26, 30–39 398–99
7: 38–39 422
8:12 415
8: 12–20 399
8: 21–30 399
8:28 407
8: 48–59 399–400
9: 1-41 400
10: 5–18 400–401
10: 7, 9, 11, 14 415
10: 17–18 449
10: 19–39 401–402
11: 1–53 403–405
11:25 415
11: 49–52 111
12: 1–11 405
12: 12-19 405-406
12: 20–26 406
12: 27–50 406–407
12:38 110
13–16 63
13-17 353 , 368 , 373 , 391 , 407
13: 1–20 407–408
13: 18-19 82
13: 21–38 408–409
13: 34–35 417
13: 35–38 353
13:36 409
14: 1–3 373 , 470
14: 1–31 410–15
14: 6 415
14:17 181
14:20 415
14:26 418
15: 1–6 574
15: 1–8 415–16
15: 9–14 417
15: 15–17 417
15: 18–20, 26–27 418
15: 18–25 417–18
15: 24-25 82
16: 1–4 418
16: 7–15 418–19
16:11 455
16: 16–33 419–20
17: 1–26 420
18: 1–11 421
18: 12-19: 16 422
19:16 383
19: 16–37 422
19: 31–42 422
19:36 34 , 82
20: 1–8 452
20: 1–18 422–23
20:12 252
20: 19–31 422–23
20: 21–22 426
20: 30–31 391
21: 1 353
21: 1–25 423–24

HECHOS
1 391
1: 1–8 425–26
1: 3–9 423
1: 6 63
1: 9 471 , 509
1: 9–10 423
1: 9-11 426
1:10 252
2 181 , 425
2: 3529 , 568
2: 14–21 278
2:24 452
2: 25–28 80
2:29 183
3: 11–26 427
3:15 452
3: 22–23 37
4:33 452
5: 3 606
7:37 37
7: 55–56 423
8: 28–35 111
8: 32–33 111
8:39 560
9: 3–6 423
9: 4, 7 253
9: 8 499
9:16 513
9: 36–42 449
10:40 452
10:43 111
11: 27–30 427
13:35 80
13: 38–39 111
15 63–64
16:14 515
17: 3 452
17: 22–34 428
20: 18–31 428
20:28 455
20:31 5 11
22: 6–11 423
22: 9 253
22: 17–21 423
23: 6–11 428
24:15 6 11
26: 13–18 423
27: 21–25 429
27: 33–36, 44 429

ROMANOS
1: 4 452
1:17 297
1: 18–20 433
2: 3 432
2: 5–16 432–33
3: 10–12, 21, 28 388
3: 23–26 454
3: 24–25 20
3:29 388
4:25 452
5: 3–5 513
5: 9 455
5: 9–11 433–34
6: 8 433–34
7:24 521
8: 1 433–34
8: 3–4 487
8: 12–39 434–36
8:17 464
8:23 456
9-11 431 , 439
9: 10–33 436–38
9:24 388
9: 31–33 310
9: 32–33 91
9:33 439
10: 8-21 438-39
10: 9 452
10:13 279
10:16 110
11: 1 441
11: 11–12 439
11:13 388
11: 22–24 439–40
11:25 361
11: 25-27 440-42
11: 26-27 560
11: 28–32 442
12: 1–2 442
12:10 518
14: 9–12 442–43
14: 10–12 447 , 449 , 454–55
14:12 454
15: 8–13 443–44
15:21 110
15:27 388
16: 4 388
16:20 444
16:25 361

1 CORINTIOS
1: 7–8 460
1: 8–9 444–45
1: 18–31 445
1:23 438
2: 6–12, 14 445–46
2: 7 361
3: 11–15 433 , 442 , 446–47 , 449 , 454–55
3:15 416
3: 21–23 616
4: 1 361
4: 1–5 447
5: 5 445 , 459–60
5: 6–8 366
5: 9–13 447
6: 1–3 447–48
6: 9–10 615
6: 9–20 448
9: 24–27 433 , 442 , 447–49 , 455
9:25 491 , 513
9:27 416
10: 4 438
11:25 487
11: 29–32 455
11: 30–32 513
11: 31–32 522
12: 12-13 440
13: 2 361
14: 2 361
15 444
15: 3 455
15: 4 452
15: 4–8, 12–19 449
15: 5 422–23
15:19 521
15: 20–28 449–50
15:35 111
15: 35–50 450
15:45 21
15:51 361
15: 51–58 410 , 450–52 , 468 , 534
15: 55–56 276
2 CORINTIOS
1:14 445 , 452 , 460
3:13 355
4: 3–4 606
4:14 452
5: 1–9 452–53
5: 6–8 469
5: 8 10
5:10 387 , 416 , 442 , 447 449 , 453–55 , 489
5: 14-15 453
5:15, 21 455
5:19 243
11: 2 384
11:14 606
12: 2, 4 560
12: 7 513

GALATAS
1: 4 455
1:12, 17 423
2:12 388
3: 6–9 25 , 63
3:11 297
3:13 37
3:25 355
3:29 464
5: 7–10 366
6: 7–10 455

Efesios
1: 4 571
1: 7 111
1: 7–10 456
1: 9 361
1: 13–14 456
1: 15–16 512
1: 18–19 457
1:20 452
1: 22–23 440
2: 2 606
2: 7 457
2:20 101 , 438
3: 3–4, 9 361
4: 8 83
4: 11-13 440
4:30 453 , 458
5: 22–30 458
5: 25–27 458–59 , 599
5:27 571
5:32 361
6: 7–9 459
6: 8 455
6: 10–17 254
6:19 361

FILIPENSES
1: 6, 10 445 , 460
1: 21–24 460–61
1: 22–26 453
2: 7–8 367
2: 9-11 461
2:11 460
2:16 445 , 460 , 461–62
3: 10-11, 14, 18-19 462
3:11 454
3: 20-21 462-63
4: 1 491

COLOSENSES
1:12 463–64
1: 22–23 464
1:26 361
1:27 361 , 464
2: 2 361
3: 2 464
3: 3–4 434
3: 4 464–65
3: 23–4 465
3:24 464
4: 3 361
1 Tesalonicenses
1: 3 465–66
1: 4–10 466
2:11 466
2:12 466
2: 15–20 467
2:18 606
2:19 491 , 513
3:13 468
4: 9 518
4: 13–18 410 , 452 , 465 , 468–72 , 534
4:14 452
4: 14–17 450–51
4:16 379 , 454
4:17 560
5: 1–9 276
5: 1–11 445 , 471–75
5:23 475–76

2 Tesalonicenses
1: 5–10 476–77
2 474
2: 1–12 478–81
2: 3–4 321 , 377
2: 4250 , 555
2: 6–8 186
2: 7 361 , 541
3: 1–5 481

1 TIMOTEO
3: 9, 16 361
6:10 512
6:14 481

2 TIMOTEO
2:26 606
3: 1–9 482
3: 10-11, 15-17 482
4: 1, 18 482–83
4: 8 491
TITUS
2:12 483
2:13 483–84 , 499 , 509
2:14 455
3: 7 464

HEBREOS
1: 1–12 485–86
1: 8–9 82
1:14 464 , 615
2: 6–8, 10 79–80
3: 7–11 486
4: 1–11 486
4:15 314
5: 6 44 , 314
5: 8 513
6:17 464
7: 11–21 314
7:19 487
8: 6–13 486–89
9: 4 507
9: 11-12, 18-23 487
9:15 615
9:22 21
9:27 612
9: 27–28 489
10: 5–7 82
10: 9, 17 487
10: 14–18 489–90
10: 19-25 199
10:37 490
10:38 297
11: 5 450 , 500
11: 8-19 25
11: 9–10 25
11: 10–16 615
12: 1 471
12: 3–13 513
12: 5–6 455
12: 22–24 615 , 619
12:26 490
13: 1 518
13: 8 490–91

JAMES
1:12 491
1: 22–25 177
2:26 388
5: 7–8, 13–18 491

1 PEDRO
1: 3–5 492
1: 4 464 , 615
1: 7 492
1: 18–19 367
1:22 518
1:25 492
2: 6 101 , 310
2: 21–25 111
2:22 111
3: 9 615
3:18 452
4: 7 492
4: 14-15 455
4:19 82
5: 4 491 , 513
5: 8 606

2 PEDRO
1: 7 518
1:11 493
1:19 507
2: 1–22 493–94
2: 4 455
3: 3–4 387
3: 3–7 494
3: 8–9 495–97
3: 10-13 276 , 614
3: 10–14 497–98
3:13 615
1 JUAN
1: 7–9 111
1: 9 455 , 458
2:15 512
2: 15–17 498–99
2:16 19
2:28 499
3: 1 499
3: 2 484
3: 2–3 499–500
5: 5 614

2 JUAN
1–13 500

3 JUAN
1-14 500

JUDE
6 455
9 233
14–15 500–501 , 534
24 571
24–25 501

REVELACIÓ N
1: 3 624-25
1: 4 529
1: 7 483
1: 7–8 508–10
1: 8 624
1: 9–20 510 , 525
1: 10-11 527
1: 11–16 252
1:13 507
1: 14–16 253
1:15 313
1:16 507 , 514
1:17 499 , 624
1:20 361 , 507 , 512
2–3 527 , 566 , 615
2: 1–7 510–12
2: 4, 14-15 524
2: 8 624
2: 8-11 512-13
2:10 491 , 524
2: 12-17 514-15
2:16 514
2:17 507 , 622
2:18 313
2: 18–29 515–17
2:20 524 , 558
2:21 580
2:27 30
2:28 507
3: 1 529
3: 1–2, 15–16, 22 524
3: 3–5 517
3: 5 566
3: 6 518
3: 7 507
3: 9–12 518–20
3:11 491 , 524
3:12 613 , 622
3:13 520
3: 15-18 521-22
3: 19–21 522–24
4–5 526
4–18 503 , 505 , 527
4: 1–19: 10 520
4: 1–11 525–30
4: 3 619
4: 4 491 , 513
4: 5, 7 507
4:10 491
5: 1–2 552–53
5: 1–10 530–32
5: 5 529
5: 6, 8 507
5: 9–10 571
5: 11–12 532–33
5:13 553
5: 13–14 533–34
6–18 474 , 480 , 506 , 535 , 604
6: 1–16: 21 536
6: 1–18: 24 269
6: 1 en adelante 507
6: 1–2 535–36
6: 1–8 307
6: 1–17 575
6: 3–4 537
6: 5–6 537
6: 7–8 537–39
6: 8514 , 550
6: 9-11 539-40
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