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7 fundamentos

bíblicos de las
misiones
4 AGOSTO, 2020  |  CARLOS LLAMBÉS
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Mi esposa y yo hemos servido en el campo misionero por diecisiete años. A pesar de


nuestra experiencia, aún debemos recordar con frecuencia los fundamentos bíblicos de las
misiones. Toda iglesia o persona llamada al campo misionero debería conocerlos para no
incurrir en un activismo que se aparte del propósito de Dios para las misiones.

Los expertos en misiones hablan de la “Gran Comisión” y la “gran compasión”, temas


explícitos en la Biblia, de los cuales se desprenden seis fundamentos que aquí expongo y
uno más que agrego al final.

1) La oración es crucial
“Por tanto, rueguen al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”, Mateo 9:38.
Dado que la cosecha pertenece a Dios, Cristo nos ordena orar al Padre para que envíe a los
segadores. Orar por obreros es fundamental porque así obedecemos al mandato de Cristo.
Además, tenemos la petición de Pablo como modelo para nosotros:

“… orando al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para
la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también he sido
encarcelado”, Colosenses 4:3.

2) Dios es la fuente de la misión


“Jesús les dijo otra vez: Paz a ustedes; como el Padre me ha enviado, así también yo los
envío”, Juan 20:21.

El poder para servir en la misiones viene del Espíritu Santo, no de nuestra elocuencia,
habilidades, o apariencia
 
Cristo es quien nos envía. Recordar esto puede evitar dudas y orgullo en nosotros. Los
misioneros han sido enviados porque Dios así lo quiso, como envió —con diferentes
propósitos— a Abraham, a Moisés, a Pedro, a Pablo, y a muchos otros.

3) Cristo es el mensaje de la misión


“Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y
necedad para los gentiles; mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder
de Dios y sabiduría de Dios”, 1 Corintios 1:23-24.

¡Cristo es nuestro mensaje! No te atrevas a sustituirlo.

4) El Espíritu Santo es el poder de la


misión
“… pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y me serán testigos
en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”, Hechos 1:8.

Las menciones del Espíritu Santo en el Evangelio de Lucas y en el libro de Hechos


testifican sobre su poder. El poder para servir en la misiones viene del Espíritu Santo, y no
de nuestra elocuencia, habilidades, o apariencia.
5) La Iglesia debe cumplir la misión
“… pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la
casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad”, 1 Timoteo
3:15.

La misión se trata de la verdad. La Iglesia debe conocer y transmitir la verdad que es Cristo
y su Palabra (Jn. 14:6; 17:17). Él es la cabeza de la Iglesia, y ella es responsable de
proclamar que Cristo es el camino al Padre. Esta es la  verdad que el mundo necesita, no
algo inventado por los hombres.

6) El mundo es el objetivo de la misión


La Biblia contiene versículos que describen a la Gran Comisión (Mc. 16:14-18; Lc. 24:36-
49; Jn. 20:19-23). Según Mateo 28:18-20 debemos ir por todo el mundo haciendo
discípulos de Cristo:

“Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en
la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he
mandado; y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

Nuestra gran motivación debe ser dar gloria solo a Dios; cualquier otra se quedará
corta ante los propósitos de Dios
 

7) La gran motivación nos impulsa


En Apocalipsis 7:9-12, vemos el fin que el Señor desea: “ante su presencia habrá personas
de todos los grupos étnicos adorándole”, lo cual trae la debida gloria a Dios (Mt. 5:16; Jn.
17:4; 1 Co. 10:31). Esa es “la gran motivación”: Soli Deo gloria (La gloria solo a Dios).
cualquier otra motivación —o propósito para las misiones— se quedará corta ante los
propósitos de Dios. Este debe ser el gran motor que nos impulsa para todo lo que
pretendemos hacer.

“Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo
para la gloria de Dios”, 1 Corintios 10:31 (cursiva añadida).

Reflexión final
Cada vez que salgo a evangelizar, a discipular, a comenzar una iglesia, o a dar una
enseñanza, debo recordar Soli Deo gloria, para que mi orgullo no sea obstáculo para
cumplir con la misión. Debemos recordar que Dios cumplirá sus propósitos con o sin
nosotros. Lo único que nos queda es rendirnos ante Él y pronunciar las palabras de Jesús:

“… Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”, Mateo 6:9-10.

Carlos Llambés es pastor y misionero de la IMB desde el 2005, sirviendo


principalmente como plantador de iglesias. Actualmente sirve junto a su esposa
Liliana en Ciudad de México, donde fundaron el Instituto Hechos 5:42. Posee
una Maestría en Estudios Teológicos en el SBTS y está siendo entrenado en
Consejería Bíblica en las conferencias de Faith Church. Es autor de Viviendo la
gran comisión: Su gracia es más que suficiente y 7 disciplinas espirituales para
el hombre. Puedes encontrarlo en Facebook y Twitter.

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