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Definición conceptual.
Un buen orador sabe expresarse y debe contar con un extenso vocabulario; solo
utiliza préstamos (extranjerismos) o expresiones técnicas, siempre que se
entiendan y que sean necesarias. Recurre a un vocabulario específico del ramo
dependiendo de los conocimientos previos del público y demuestra seguridad
estilística, empleando citas y refranes en el momento adecuado, indicando la
fuente de la cita.
El lenguaje.
El objetivo principal al hablar es lograr que se nos entienda ¿Pero cómo cumplir
con esta exigencia que parece tan simple? ¿Cómo se hace uno entender? Un
entendimiento óptimo depende básicamente de algunos principios: 1) Expresión
sencilla y acertada; 2) Estructuración del discurso clara; 3) Estilo fluido; 4)
Pronunciación correcta.
Cuando se habla en público debemos tomar en cuenta que la forma en que nos
expresamos revela las características de lo que somos y sabemos. Por lo que, se
debe hablar claro y con una pronunciación adecuada, para ser comprendido por el
auditorio.
El orador debe expresarse con sencillez, las palabras que elija deber ser precisas,
frecuentes, concretas y comprensibles para todos. Debiéndose evitar los
extranjerismos y las palabras de moda, mientras que las expresiones técnicas solo
deben emplearse cuando a los oyentes les resulten familiares.
El lenguaje oral exige oraciones cortas y sencillas, porque facilita que se preste
atención y que se entienda lo que se está diciendo; expresarse con sencillez,
significa decir algo sin explicaciones, aclaraciones o comentarios.
En cuanto a los refranes (aforismos) estos son ejemplos de cómo expresar algo
con pocas palabras, de manera sencilla, lo que permite que se retenga con
facilidad se transmita [… un mensaje] y que perdure en el tiempo.
El léxico tiene que ser los suficientemente rico para poder disponer en todo
momento de una expresión acertada y comprensible para todos los oyentes, sin
olvidar que una palabra tendrá más de un significado dependiendo del contexto en
el que se exprese, es decir, la entonación que se utilice, la mímica y los gestos.
El lenguaje corporal.
El gesto debe iniciarse inmediatamente antes del momento central del discurso y
concluir antes que la expresión o manifestación a la que acompaña, verbigracia: 1)
Señalar con el dedo hacia la puerta → y gritar “fuera de aquí”; 2) Golpear sobre la
mesa → y expresar “oye, ya me estas hartando”; 3) Mano sobre los ojos → y decir
“lo que faltaba”; 4) Hacer señales con la mano → y enunciar “ven un momento”.
Ante un auditorio tiene que evitarse repetir el mismo gesto (tic) porque resultan
molestos, en tal sentido se pueden mencionar a guisa de ejemplo, pasarse la
mano por el cabello, arreglarse los anteojos, tocarse la nariz, acariciarse la
barbilla.
Debe tomarse en cuenta que la gesticulación que resulta natural se sitúa entre la
cintura y los hombros; alzar las manos hacia el cielo es patético (actitud de
predicador), debiéndose evitar hacer gestos por debajo de la cintura pues se
asocian con algo negativo u obsceno. Los gestos que se hacen con una sola
mano son preferibles a los que se hacen con ambas.
Mímica es todo movimiento de los músculos faciales, especialmente con los ojos,
las cejas y todos los movimientos de la boca, además de la inclinación de la
cabeza y los cambios de color de la piel; la mímica y la mirada van asociadas, en
consecuencia lo dicho para la gesticulación es válido para la mímica.
Orador es la persona que habla en público para persuadir a los oyentes o impulsar
su ánimo. Por su naturaleza y estudio alcanza los fines de la oratoria: motivar,
persuadir, convencer o enaltecer.
Cualidades físicas.
Cualidades intelectuales.
Cualidades morales.
Debemos recordar que no solo los profesores tienen que hablar en público, lo
hacen los gerentes, los políticos, los funcionarios y empleados públicos, a los que
debemos agregar a jueces, magistrados y abogados. Entonces deben sacar de su
cabeza la idea que usted abogado, sin importar el rol que juegue en su ejercicio
profesional, no va hablar en público y que por ello no necesita aprende a hacerlo.
Para que el orador forense sea comprendido por el público (el auditorio) se hace
necesario que hable claro, debiendo pronunciar las palabras correctamente, con la
finalidad de no crear confusión, haciendo uso correcto del lenguaje oral y corporal.
Los abogados aparte del talento oratorio deben tener amplio conocimiento de las
leyes del país, amplio sentido jurídico y un criterio lógico; además de prepararse
en las materias jurídicas, conociendo la ley, los tratados internacionales, la
doctrina legal y jurisprudencia y la doctrina.
El miedo escénico.
El miedo escénico nos impide actuar de conformidad con nuestros deseos, lo que
provoca malos resultados que el orador teme y que se convierten en la fuente de
su angustia. Un cierto grado de nerviosismo es normal, y caso todos los oradores
lo experimentan.
El discurso.
Habida cuenta, los fines del discurso están perfectamente definidos: 1) Influyen en
los oyentes; 2) Comunica ideas (convencimiento); 3) Domina voluntades
(persuasión); 4) Y sirven para dirigirlos en el sentido que nos proponemos.
El exordio.
Atendiendo a que el exordio se debe construir a partir del mismo asunto por el que
se va a pronunciar el discurso, existen algunas reglas que se deben tomar en
cuenta para su construcción: 1) Oportuno: Debe armonizar con el resto del
discurso, la materia tratada y la personalidad del orador; 2) El orador debe
mostrarse digno y modesto, sin asumir actitudes arrogantes que signifiquen
menosprecio al auditorio; 3) La dimensión del exordio debe ir en proporción con la
pieza oratoria.
La proposición.
La confirmación.
El epílogo.
Las reglas del epílogo son: 1) Abarca todos los puntos culminantes del discurso,
abreviándolos; 2) Debe ser breve, no debiendo mencionarse circunstancias poco
interesantes; 3) Se debe hacer énfasis en los efectos más favorables en pro de la
causa; 4) Debe terminar con el pensamiento principal, expresándolo de manera
que se grave profundamente en el ánimo del auditorio.
El auditorio.