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Voces: CADUCIDAD DEL SEGURO ~ EXCLUSION DE COBERTURA ~ POLIZA DE SEGURO ~

SEGURO ~ SEGURO DE ACCIDENTES ~ SEGURO DE RESPONSABILIDAD CIVIL ~ SILENCIO DEL


ASEGURADOR
Tribunal: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sala I(SCMendoza)(SalaI)
Fecha: 18/12/2013
Partes: B., R. G. y ots. c. R., R. E. y ots. s/ d. y p. s/ inc. cas
Publicado en: LA LEY 17/02/2014 , 11, P.Q.S.;  LLGran Cuyo2014 (marzo), 155 - RCyS2014-IV, 216 - LA
LEY 15/04/2014, 15/04/2014, 7
Cita Online: AR/JUR/85939/2013

Hechos:
El conductor de un automóvil que fue embestido promovió acción de daños contra el conductor y el
propietario del vehículo embestidor. La aseguradora de estos rechazó su citación de garantía, al considerar que
había quedado configurada la causal de exclusión de cobertura derivada de circular a contramano. La Cámara
rechazó dicho planteo. La Suprema Corte de Justicia de Mendoza confirmó el decisorio.

Sumarios:
1. La aplicación del art. 56 de la Ley de Seguros es ineludible en todos los casos, con independencia que se trate
de una cláusula de exclusión o caducidad, pues esa solución es la que mejor respeta los principios que rigen los
contratos de consumo —en especial el del buena fe— ya que, si se acepta que la aseguradora incluya en la
póliza dichas estipulaciones en forma unilateral, también debe exigírsele la mayor diligencia en el cumplimiento
del deber de comunicación.

Jurisprudencia Relacionada(*)
Ver Tambien
Cámara 3a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributaria de Mendoza,
“Astrudillo, Alejandra Leticia c. HSBC La Buenos Aires Seguros S.A. p/cuest. deriv. contratos de
seguro”, 12/12/2011, LLGran Cuyo 2012 (marzo), 198, AR/JUR/84142/2011.
(*) Información a la época del fallo

2. Conforme a la organización empresarial altamente especializada con la que operan las aseguradoras, la
obligación de pronunciarse en todos los casos frente al riesgo asegurado no resulta abusiva, más allá de la
naturaleza de la cláusula de que se trate,  pues es una exigencia necesaria para reforzar la igualdad de las partes
del contrato.

Texto Completo: Mendoza, diciembre 18 de 2013.


1ª ¿Son procedentes los recursos interpuestos? 2ª En su caso ¿qué solución corresponde? 3ª Costas.
1ª cuestión.— El doctor Pérez Hualde dijo:
I. Plataforma fáctica.
Los hechos relevantes para la resolución de estos recursos son, sintéticamente, los siguientes:
Los Sres. H. M., M. L. O. y R. G. B., por intermedio de apoderado, promueven demanda sumaria por daños
y perjuicios en contra de los demandados: R. E. R., en su carácter de titular registral y de R. J. R. en su carácter
de conductor y citó en garantía a la aseguradora del demandado: Federación Patronal de Seguros. Relataron que
el día 15 de agosto de 2008, siendo aproximadamente las 17:00 horas, el Señor H. A. M. circulaba por calle
Sarmiento de Oeste a Este del departamento de Maipú a la altura del Barrio González Galiño, que tomó la calle
paralela del carril Sarmiento, por tornarse de una sola mano de circulación cuando se disponía a ingresar al
referido barrio, en sentido sur norte, fue embestido por el rodado del demandado quien conducía en contramano.

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Reclamaron como monto indemnizatorio la suma de pesos 51.593, sujetándolo a lo que en más o en menos
surgiera de la prueba a rendirse.
Los demandados al contestar, solicitaron el rechazo de la demanda, invocaron la responsabilidad de la
contraria al sostener que intentó efectuar un giro en "U". También citaron en garantía a la aseguradora
Federación Patronal.
La aseguradora rechazó la citación en garantía efectuada en autos. Alegó que había quedado configurada la
causal de exclusión de cobertura derivada de circular a contramano con señal inequívoca en ocasión del
siniestro, que se encontraba prevista en la cláusula 22 inciso 23 de las Condiciones Generales de la Póliza. En
subsidio contesta la demanda.
La Sra. Juez de origen hizo lugar a la demanda en contra de los demandados y rechazó la citación en
garantía efectuada. Tuvo por acreditado que el conductor demandado circulaba en contramano, por lo que tenía
plena vigencia la cláusula de exclusión expresamente pactada en tal sentido.
La sentencia fue apelada por los actores y los demandados. Los agravios deducidos por la actora se
dirigieron a impugnar la exclusión de cobertura dispuesta, en tanto que los demandados se agraviaron por la
exclusión de cobertura por la omisión en la aplicación del art. 56 de la L.S., por los intereses fijados, por el
monto admitido en concepto de lucro cesante y por la inaplicación del art. 505 del C.C. (Ley 24.342).
En lo que es materia de agravio en esta instancia el fallo impugnado, en su voto mayoritario, contiene los
siguientes fundamentos:
En el caso resulta aplicable el art 56 de la L.S. porque la exclusión de cobertura no es notoriamente extraña
al riesgo asegurado, no configura un supuesto claramente excluido desde el inicio y fácilmente entendible por el
asegurado.
En los contratos de seguro rige el principio de buena fe (art. 1198 del C.C).
Debe tenerse en cuenta que la relación obligacional se pacta entre un profano (asegurado) y un experto
(aseguradora). Es una relación desigual en la que el derecho deber de información tiene vital importancia para el
adecuado resguardo de los derechos del asegurado.
A la luz de estos principios debe interpretarse el art. 56 de la L.S. y los derechos y deberes de las partes
contratantes, de modo tal que cuando el asegurado denuncia el siniestro, tiene la legítima expectativa, de recibir
una respuesta de la Aseguradora y el silencio le genera la confianza de comportamientos futuros acordes a la
carga de cumplir frente a la denuncia, máxime si el silencio tiene una significación inequívoca.
Salvo casos evidentes de no seguro, el art. 56 de la ley de seguros impone a la compañía la carga de
pronunciarse.
En el caso la causal de exclusión de cobertura, no es notoriamente extraña al riesgo asegurado, no configura
un supuesto claramente excluido desde el inicio y entendible por el asegurado y la citada en garantía no se
pronunció en término, como ella misma lo reconoció. Tal omisión implica una aceptación tácita de la denuncia.
El voto minoritario, en cambio, con sustento en los precedentes de esta Sala, entendió que se trataba de un
riesgo no cubierto ab initio: el vehículo asegurado circulaba a contramano, existiendo señalización inequívoca
en el lugar del hecho; la cláusula no resultaba confusa: no se requieren conocimientos especiales para conocer
que circular en contramano constituye una infracción; la oponibilidad de dicha cláusula al asegurado, aún fuera
del plazo previsto en el art. 56, no aparecía como desmesurada conforme a los hechos acreditados en la causa, ni
en contradicción con alguna norma imperativa de la Ley de Seguros.
II. Los agravios del recurrente.
1. Recurso de inconstitucionalidad.
Lo funda en los supuestos contenidos en los incisos 2, 3 y 4 del art. 150 del CPC.
La aseguradora sostiene que la sentencia es arbitraria. Razona de la siguiente manera:
a. El Tribunal parte de una premisa equivocada cuando sostiene que la causal de exclusión de circular a

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contramano, no resulta notoriamente extraña al riesgo asegurado, por lo que no configura un supuesto
claramente excluido desde el inicio. La causal es clara y comprensible fundada en elementales normas de
tránsito. Resulta muy apresurado considerar que el asegurado no la puede comprender, con tal criterio debería
eximirse de toda culpa a quién circula en contramano. No está probado que el asegurado desconocía los
términos de la póliza.
La buena fe en la ejecución del contrato nunca estuvo en discusión con relación a lo que las partes
entendieron o pudieron entender, la cláusula es clara en cuanto al riesgo que excluye. La aplicación del art. 56
de la L.S. tampoco afecta al principio de buena fe que imponga la comunicación de la no aceptación del riesgo,
por tratarse de un no seguro. No hay afectación al derecho/deber a la información porque la cláusula es clara, es
una conducta prohibida por la ley de tránsito y que obviamente el asegurado conocía.
b a partir de esa premisa equivocada el fallo arriba a una conclusión errada: el deber de expedirse de la
aseguradora y la interpretación de su silencio como la aceptación del riesgo. No hay obligación de pronunciarse
porque se trata de un supuesto de ausencia de seguro.
cla Cámara deja de aplicar la cláusula 22 inc. 23 de la póliza que expresamente dispone que el asegurador no
indemnizara cuando el vehículo asegurado circule a contramano, existiendo señal inequívoca en el lugar del
hecho de la dirección de circulación.
d la sentencia al omitir el tratamiento del encuadre jurídico propuesto por su parte, en el ámbito de las
condiciones de la póliza y hacerle extensivo el art. 56 de la L.S. que no resulta aplicable al caso, vulnera el
derecho de defensa de su parte y de trato igualitario en el proceso.
2. Recurso de casación.
Como fundamento del recurso de Casación invoca los supuestos contemplados en el art. 159 inc. 1 y 2 del
CPC. Invoca la errónea interpretación y aplicación del art. 56 de la L.S.
III. La cuestión a resolver.
Por una cuestión metodológica, se abordará el tratamiento conjunto de ambas piezas recursivas. Esta Sala
debe resolver si resulta arbitraria o normativamente incorrecta la sentencia no admitió el rechazo de la citación
en garantía de la compañía aseguradora, dados los siguientes hechos no discutidos por las partes:
El asegurado no conducía el vehículo al momento del accidente, sino su hijo que se encontraba habilitado
para hacerlo.
El accidente se produjo el 15 de agosto de 2008.
El tomador del seguro efectuó la denuncia del siniestro ante la aseguradora el 20 de agosto de 2008 (fs. 286).
La aseguradora no se expidió sobre el rechazo del siniestro conforme el art. 56 de la L.S.
La compañía aseguradora fue citada en garantía por los actores y por la demandada contratante del seguro.
La citada, en ambos casos, al contestar demanda se opuso a la citación. Invocó la existencia de una causa de
exclusión de seguro un hecho previsto en la Cláusula 22 inc. 23): "en ocasión de transitar el vehículo asegurado
a contramano, existiendo señalización inequívoca en tal sentido".
La Juez de origen entendió que la cláusula invocada por la aseguradora había quedado acreditada, dado que
el conductor demandado circulaba a contramano y que en el lugar existía señalización inequívoca. Por tanto,
resultaba inaplicable la norma del art. 56 de la L.S.
El fallo impugnado entiende que la aseguradora debe cumplir con la carga impuesta por el art. 56 de la L.S.
en todos los casos y que al no haber comunicado en el plazo legal el rechazo de la citación, debía responder a
tenor del contrato de seguro.
Tanto los actores como los demandados han cuestionado en todas las instancias, el carácter de la cláusula y
su validez, la oponibilidad y la aplicación del art. 56 de la L.S.
El Tribunal de apelaciones sólo analizó la cuestión referida a si la aseguradora debía pronunciarse conforme
a los términos del art. 56 de la ley de seguros y como concluyó que la norma resultaba aplicable, ante el
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incumplimiento de la aseguradora, rechazó la declinación de la citación efectuada.
Este tribunal ya se ha expedido en reiteradas oportunidades sobre la cuestión referida a las cláusulas de
exclusión de cobertura en el contrato de seguro y a la aplicación del art. 56 de la Ley 17.418.
De esos precedentes pueden extraerse los siguientes principios:
a) La distinción entre cláusulas de delimitación del riesgo objeto de la cobertura y las cláusulas limitativas
de los derechos del asegurado es clásica entre los estudiosos del derecho de seguros (ver HERNÁNDEZ
MORENO, Contrato de seguro: exclusión de cobertura y cláusulas limitativas, Barcelona, ed. Cedecs, 1998, p.
37). La comprensión de la diferencia requiere recordar algunos conceptos básicos:
El contrato de seguro debe mencionar el riesgo asegurado. Normalmente, una cláusula prevé el riesgo
genérico a cubrir (por ej., incendio) y luego se señalan diversas hipótesis que van acotando el ámbito dentro del
cual regirá la cobertura otorgada (por ej., se excluyen incendios producidos por actos de terrorismo). O sea,
normalmente, la individualización del riesgo se hace con indicaciones positivas y luego, indicaciones negativas
ayudan a la individualización.
La determinación, entonces, implica dos fases:
La individualización del riesgo, consistente en la indicación de la naturaleza del hecho de cuyas
consecuencias se busca amparo (incendio, robo, granizo, muerte, etc.).
La delimitación del riesgo que resulta de la fijación de límites concretos a ese riesgo.
Cuando la delimitación de ese riesgo es de naturaleza convencional, aparecen las llamadas cláusulas de
exclusión de cobertura o de no seguro o no garantía.
Estas cláusulas "señalan hipótesis que, o bien resultan inasegurables, o bien son intensamente agravantes del
riesgo y por ello son colocadas fuera de la cobertura". Otras veces constituyen simples menciones objetivas de
lugares, personas o cosas, dirigidas a fijar ámbitos en los que operará el seguro (Conf. STIGLITZ-STIGLITZ,
Seguro contra la responsabilidad civil, Bs. As., A. Perrot, 1991, n 137, p. 280 y ss).
En otros términos, la delimitación del riesgo consiste en excluir o restringir los deberes del asegurador por
la no asunción de alguno o algunos riesgos; implica un no seguro, ausencia de tutela o garantía, la existencia de
daños no asumidos (SOLER ALEU, Amadeo, El nuevo contrato de seguros, Bs. As., ed. Astrea, 1970, p. 66).
Hay consenso en que la extensión del riesgo y los beneficios otorgados deben ser interpretados literalmente,
ya que lo contrario provocaría un grave desequilibrio en el conjunto de operaciones de la compañía
(HALPERÍN, Isaac, Seguros, 2 ed., actualizada por JCF Morandi, Bs. As., Depalma, 1986, t. II, p. 503 y ss).
Ahora bien, estas cláusulas, como sucede en el ámbito de toda negociación, deben ser razonables y
responder a necesidades técnicas del seguro. No se deben erigir en supuestos formales, en preceptos rituales,
vacíos de contenido razonable (Compulsar BARBATO, Nicolás H., Exclusiones a la cobertura en el contrato de
seguros, ED 136547)".
b) Las cláusulas de exclusión de la cobertura o de no seguro y las cláusulas de caducidad producen el mismo
efecto esencial: el asegurado no percibe la prestación comprometida por el asegurador. Sin embargo, y aunque
en algún caso la confusión de ambos tipos de cláusulas es posible, sus diferencias son notables. Según la opinión
mayoritaria, se distinguen porque:
Las cláusulas de caducidad son sancionatorias; imponen una pena; las de exclusión de cobertura son
descriptivas, limitándose a indicar en qué supuestos no quedan comprendidos, ab initio, determinados riesgos.
Las cláusulas de caducidad suponen una situación originariamente cubierta por el contrato; las de exclusión
de la cobertura, en cambio, colocan los supuestos que describen fuera del amparo del contrato desde el inicio de
éste.
En tal sentido ha dicho el Supremo Tribunal Español que "las cláusulas delimitadoras del riesgo no limitan
los derechos del asegurado sino que delimitan el riesgo asumido en el contrato, su contenido, el ámbito al que el
mismo se extiende, de manera que no constituyen una excepción que el asegurador pueda oponer al asegurado

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sino que, por constituir el objeto contractual excluye la acción del asegurado, que no ha nacido, puesto que el
perjudicado no puede alegar un derecho al margen del propio contrato (ST España, 9/2/1994, Cuadernos Civitas
de jurisprudencia civil, n 35, 1994, p. 526, con nota aprobatoria de María A. Calzada Conde).
Las cláusulas de caducidad quedan sujetas al régimen fijado para cada supuesto y, en general, al art. 36 de la
L.S.; las de exclusión, en cambio, no tienen un tratamiento específico en el régimen legal.
El asegurador que alega la caducidad debe probarla; en cambio, es el asegurado quien debe acreditar que el
siniestro se ubica entre los riesgos tomados por la aseguradora para que se aplique la garantía.
La caducidad autoriza la rescisión del contrato; el no seguro o no garantía, no.
Las cláusulas de caducidad sólo son oponibles a terceros si se trata de defensas nacidas con anterioridad al
siniestro. Las de exclusión a la cobertura, en cambio, resultan del contenido mismo del contrato, son siempre
anteriores al siniestro y oponibles a los terceros, aún el trabajador en el seguro de accidente de trabajo
(Quintana, E. J., Un fallo acertado que distingue entre cláusulas de exclusión de cobertura y cláusulas de
caducidad, ED 147289).
c) No obstante, en algunos casos, la confusión entre ambos tipos de cláusulas es posible.
d) Hay acuerdo en que el art. 56 rige ante los casos de caducidad del seguro. Se discute, en cambio, si rigen
los supuestos de no seguro. En abstracto, pueden señalarse tres posiciones: (A) Tesis de la inaplicabilidad; (B)
Tesis de la aplicabilidad; (C) Tesis intermedia, que atiende a las circunstancias del caso, posición que finalmente
asumió el tribunal.
e) La adopción de la tesis intermedia llevó a la aplicación del art. 56 dadas las siguientes razones:
El seguro es un contrato de adhesión; el poder negociador del asegurado está tremendamente restringido;
La conducta ilícita atribuida a la asegurada era perfectamente comprobable por la aseguradora dentro del
plazo legal, ya que, en el juicio laboral, la actora no imputó ninguna circunstancia nueva que no hubiese sido
verificable por la aseguradora con un mínimo de diligencia;
No se imputó al asegurado ocultamiento de datos ni falsedad en la denuncia. Pese a su posición contractual
técnicamente favorecida, no usó ninguna de las facultades concedidas por la ley creando en el asegurado la
legítima expectativa de que el siniestro estaba aceptado.
En definitiva, la doctrina que emerge de este fallo es que el art. 56 de la L.S. rige también los supuestos de
ausencia de cobertura, salvo que el asegurado pretenda indemnización por riesgos manifiestamente excluidos
por la cobertura, o "ab initio" claramente excluidos, o si medió dolo del asegurado, o si el asegurador no tuvo
posibilidad material de determinar la exclusión en el plazo previsto por la norma (L.S. 262-359 sentencia del
21/12/95, publicada en LA LEY, 1996-D, 182, Doc. Jud. 1996-1871, ED 167520 y Voces Jurídicas La Ley Gran
Cuyo 1996-2148).
Estas reglas han sido reiteradas en numerosos precedentes del Tribunal de los que se puede extraer que ante
la presencia de una cláusula de exclusión, que no resulte abusiva y sea perfectamente clara y entendible para un
hombre medio, la aseguradora no se encuentra obligada a cumplir con la manda del art. 56 de la L.S. es decir, no
tiene por qué rechazar algo que no existe (ver entre otros. L.S.3231) .No rige los supuestos de ausencia de
cobertura respecto de riesgos claramente excluidos ab initio; tampoco si hubo dolo del asegurado, o si el
asegurador no tuvo la posibilidad material de determinar la exclusión en el plazo legalmente previsto (L.S. 330-
030).
El tema de la circulación a contramano, no ha sido analizado por esta Sala, pero sí el adelantamiento en
lugar prohibido y en doble línea amarilla, que, en definitiva, importa circular en contramano. Concretamente en
el precedente Lima Nicolás (autos n° 89.309 sentencia del 10/09/2007, L.S. 381-081), este Tribunal con otra
composición, consideró que la cláusula que establecía el no seguro en el supuesto que el vehículo asegurado "se
encuentre superando a otros en lugares no habilitados", era válida.
Respecto del planteo de aplicación del art. 56, formulado por la citante, lo rechazó, por entender que no se
trataba de una cláusula abusiva, no resultaba confusa, ni desmesurada. No obstante cabe poner de resalto que en

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este precedente la aseguradora se había pronunciado, en el término del art. 56 de la L.S. por el rechazo,
invocando la culpa grave del conductor y al contestar demanda invocó la cláusula de exclusión. Es decir que el
asegurado tuvo oportunamente la información que no estaba asegurado.
En el caso de autos la aseguradora nunca se pronunció sobre la cláusula de exclusión, no obstante la
denuncia del siniestro, rechazó la citación al momento de contestar demanda.
El Tribunal de Apelaciones ha entendido que la aseguradora debía pronunciarse en los términos del art. 56
de la L.S., porque la cláusula de exclusión no resulta totalmente extraña al riesgo asegurado y debía darse
preeminencia al derecho de información que, como consumidor, le asiste al asegurado.
Más allá que se comparta o no la posibilidad de comprensión de la cláusula invocada, lo cierto es que la
aseguradora, en modo alguno, puede desconocer el derecho que le asiste al asegurado a obtener una información
adecuada.
Tampoco resulta evidente que la situación de circular el vehículo a contramano sea totalmente extraña al
riesgo asegurado, adviértase que la condición que impone dicha cláusula es que exista, en el lugar del hecho,
señalización inequívoca que imponga la dirección de circulación, por lo que, a contrario sensu, la no existencia
del cartel en la zona implicaría la no configuración de la cláusula de exclusión aunque sí configuraría una
situación de culpa grave que encuadraría dentro de las cláusulas de caducidad.
Frente a esta dicotomía, aún cuando se mantenga el criterio sustentado por esta Sala, al que me he referido
anteriormente, respecto a la aplicación del art. 56 de la L.S. en las cláusulas de exclusión, la exigencia de la
aplicación del art. 56 de la Ley de Seguro al caso de autos no resulta arbitraria, sobre todo si se tiene en cuenta
que dicha cláusula tiene un fuerte contenido subjetivo que implica la culpa del conductor al conducir en
contramano.
No obstante lo expuesto, un nuevo análisis del tema propuesto, me llevan a considerar que la aplicación del
art. 56 de la L.S. resulta ineludible en todos los casos, con independencia de la cláusula que se trate (exclusión o
caducidad).
Asiste razón a la sentencia recurrida cuando tiene en cuenta el profesionalismo con el que operan las
compañías de seguro. En efecto, conforme a la organización empresarial altamente especializada con la que
operan las aseguradoras, la obligación de pronunciarse en todo los casos frente al riesgo asegurado no resulta
abusiva, más allá de la naturaleza de la cláusula de que se trate.
Tal exigencia resulta conteste para asegurar la igualdad de las partes del contrato. Más allá de las
particularidades propias que presenta el contrato de seguro, no cabe dudas que el mismo entraña un cúmulo de
derechos y obligaciones para ambas partes. En tal sentido frente al deber que tiene el asegurado o tomador del
seguro de denunciar el siniestro (arts. 46 y 47 de la L.S.), la ley establece como contracara de ese deber, la
obligación de la aseguradora de pronunciarse al respecto y frente al silencio, entiende la aceptación del riesgo
(art. 56 L.S.).
Sabido es que el art. 56 de la L.S. establece el deber de la aseguradora de pronunciarse dentro de los 30 días
de recibida la información que el art. 46 le exige al asegurado, y contempla que la omisión de pronunciarse
importa la aceptación.
Tal imposición constituye una carga a observarse en el plazo legal que opera como deber a ejecutarse en el
marco de un contrato de seguro en etapa de ejecución y ante la denuncia de un siniestro (Stiglitz, Rubén, "Notas
sobre cuestiones relativas al contrato de seguro" LA LEY, 2011-E, 1206).
Si ello es así, el cumplimiento de esa carga no puede dejarse librado a la voluntad del asegurador, bajo
pretexto de que se trata de una causal de no seguro que lo eximiría del deber de pronunciarse, teniendo en cuenta
que quién redacta esas cláusulas es la propia aseguradora en forma unilateral.
En tal aspecto se ha sostenido que el contrato de seguro constituye un contrato por adhesión, ya que su
contenido (póliza) es predispuesto en forma anticipada y unilateralmente por el asegurador, mediante
condiciones generales uniformes, aplicables a todos los contratos que celebre en el ramo; mientras el asegurable
sólo puede decidir entre adherir en bloque a las condiciones generales de la póliza o no contratar (COMPANI,
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María Fabiana, "El contrato de seguro y la protección del consumidor", en PICASSO, Sebastián y VÁZQUEZ
FERREYRA, Roberto, "Ley de defensa del consumidor comentada y anotada", La Ley, Buenos Aires, 2009, T.
II p. 438).
La interpretación literal de la norma, no lleva a la distinción entre cláusulas de caducidad y cláusulas de
exclusión, sino que impone un deber imperativo "debe pronunciarse".
Por otro lado, no hay dudas de que el contrato de seguro es un contrato de consumo al que por mandato
constitucional (art. 42 C.N) le resultan aplicables las disposiciones de la Ley 24.240 (SCBA "Vega Pérez c. Coll
S 2003VI, 137, STIGLITZ, Rubén "Derecho de Seguros" 5ta Edición, tomo II p. 51).
Esta realidad torna operativas las normas referidas al principio in dubio pro consumidor, la garantía de
información veraz y suficiente, la garantía de indemnidad, la nulidad de cláusulas abusivas (arts. 2, 3, 4, 5, 8 y
37 Ley 24.240).
Conforme con estos principios en consonancia con los de buena fe, (art. 1198 Cód. Civil), abuso del derecho
(art. 1071 C.C.), equidad (art. 807 C.C.) y art. 1059 C.C., debe lograrse una equivalencia razonable ente las
ventajas y los sacrificios derivados para las partes de ese contrato oneroso y de consumo (Cám. de Apelaciones
en lo Civil y Comercial de Pergamino, "Milluzzo Carlos y ots. c. Lazarte, Iván Carlos y ots. s/ ds. y ps."
26/2/2013. Publicado en LLBA 2013(julio), 680).
Debe considerarse también la función social que cumple el contrato de seguro, por encima del interés de los
propios contratantes, cual es el interés de toda la comunidad para facilitar a las víctimas la percepción del
resarcimiento de los daños.
Estos aspectos me llevan a concluir que la exigencia de la aplicación del art. 56 de la L.S. aún a los
supuestos de exclusión de cobertura es la que mejor respeta los principios precedentemente aludidos, sobre todo,
el de buena fe. Si se le acepta a la compañía aseguradora la inclusión en la póliza, en forma unilateral, de
cláusulas de exclusión, también debe exigírsele la mayor diligencia en el cumplimiento del deber de
comunicación que le impone la normativa específica.
La solución que propicio, no altera la ecuación económica del contrato, toda vez que los costos que puede
llevar la imposición de comunicar el rechazo del siniestro, deben ser contemplados al momento de la
contratación ,porque no hay modo de conocer de antemano, si en la etapa de ejecución del contrato, operará una
causal de exclusión o de caducidad. Por tal razón, la eventual aplicación del art. 56 de la L.S. y la consiguiente
obligación de comunicar con los costos que ello implica, no resulta desconocida para la aseguradora al momento
de la contratación.
La aplicación de estos principios al caso de autos conlleva a la confirmación del fallo recurrido, desde que
no se encuentra controvertido que la aseguradora no rechazó el siniestro frente a la comunicación efectuada por
el asegurado, por lo que tal omisión constituye un reconocimiento implícito de la garantía, más allá de la validez
de la cláusula en cuestión.
Por todo lo expuesto, no encuentro razones para nulificar el pronunciamiento recurrido
Así voto.
Los doctores Nanclares y Palermo adhieren al voto que antecede.
2ª cuestión.— El doctor Pérez Hualde dijo:
Atento al resultado a que se arriba en el tratamiento de la cuestión anterior corresponde rechazar los recursos
de Inconstitucionalidad y Casación interpuestos a fs. 18/30 y confirmar la decisión de alzada.
Así voto.
Los doctores Nanclares y Palermo adhieren al voto que antecede.
3ª cuestión.— El doctor Pérez Hualde dijo:
De conformidad a lo resuelto en las cuestiones que anteceden, corresponde imponer las costas de esta
instancia a la parte recurrente vencida (Arts. 361 y 148 C.P.C.).

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Así voto.
Los doctores Nanclares y Palermo adhieren al voto que antecede.
Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma. Suprema Corte de Justicia,
fallando en definitiva, resuelve: I. Rechazar los recursos de Inconstitucionalidad y Casación interpuestos a fs.
18/31 y, en consecuencia, confirmar la sentencia obrante a fs. 901/911 y su aclaratoria de fs. 932/933 de los
autos n° 100.784/36.550, caratulados: "Barragan Ricardo Guillermo y ots. c. Reynaga Ricardo Ernesto y ots. P/
D. Y P.".
II. Imponer las costas de esta instancia a la parte recurrente vencida. III. Regular los honorarios
profesionales de la siguiente manera: Dres.: P. N., en la suma de pesos ... y E. L., en la suma de pesos ... (Arts.
15 y 31 Ley 3641). IV. Dar a la suma de ..., de la que da cuenta la boleta de depósito obrante a fs. 33, el destino
previsto por el art 47 inc. IV del C.P.C. Notifíquese. Ofíciese.— Alejandro Pérez Hualde.— Jorge H. Nanclares.
— Omar Palermo.

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