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(1) “Libertad sindical que viene definida, más por el conjunto de derechos que componen su contenido
esencial y sin los que sería irreconocible, como un lugar de encuentro de diversos poderes perfecta-
mente diferenciables, pero cuya síntesis conduce a la obtención del fin jurídico al que sirve, esto es, la
organización colectiva de los trabajadores para la promoción y defensa de sus intereses económicos
y sociales”. De este modo, el derecho a la libertad sindical es un derecho “especialmente resistente
a todo propósito de encorsetar sus elementos básicos. Sea como fuere y al margen de las anteriores
consideraciones, en la identificación de la libertad sindical que constituye el objeto de la protección
privilegiada que nuestro ordenamiento reconoce, es común entender que aquella engloba una dual
protección, individual y colectiva. VALDEOLIVAS GARCÍA, Yolanda. Las conductas lesivas de la
libertad sindical. 1ª ed., Consejo Económico y Social - Colección Estudios, Madrid, febrero de 1994.
p. 39. Es interesante adicionalmente, la posición de Gabriel García Becedas, en el sentido que “no cabe
deducir un contenido dual, sino un contenido único de un mismo derecho que ahora sí sería atribuido a
una dualidad de sujetos de significación individual unos (…) y colectiva otros”. GARCÍA BECEDAS,
G. “Apuntes para un análisis de la libertad sindical en la Constitución española”. En: RPS. Nº 124, 1979,
p. 50.
(2) Con relación a esta protección, se señala que: “Conviene recordar la existencia de un amplio abanico
de procedimientos de protección o tutela internacional de la libertad sindical, si bien se caracterizan
por una importante debilidad de su fuerza jurídica, limitado sus efectos a las “sanciones morales” o al
ámbito del soft law (derecho no vinculante). El ámbito más significativo de protección es, sin duda, el
delimitado por la normativa de la OIT, que cuenta tanto con procedimientos generales, compartidos
con el resto de derechos laborales (…), como con procedimientos específicos para la tutela de la liber-
tad sindical (…) Una referencia especial merece la actividad garantizadora de los derechos de libertad
sindical por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Estrasburgo). Este Tribunal, si bien a través
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I. NOCIONES ESENCIALES
del derecho general de asociación, ha juzgado violaciones de las libertades sindicales”. VIDA SORIA,
José; MONEREO PÉREZ, José Luis et ál. Manual de Derecho Sindical. 3ª ed., Consejo Económico y
Social - Colección Estudios, Madrid, setiembre de 2008, pp. 125-126.
(3) “La moderna doctrina enseña que no es factible definir con precisión la libertad sindical, por cuanto
se trato de un concepto en proceso de evolución y dinámico por excelencia. Cualquier definición solo
recogerá aspectos parciales de su rico contenido”. MARCENARO FRERS, Ricardo. El trabajo en las
Constituciones latinoamericanas y europeas. Lima, 2004, p. 58.
(4) De este modo, se postula que “la promoción de los principios de libertad sindical y de asociación y
negociación colectiva es fundamental para que se pueda progresar en el cumplimiento de los derechos
fundamentales y por tanto, en el logro de los objetivos de generación de trabajo decente y consolidación
democrática en la región. Las relaciones laborales son elementos básicos del progreso económico y social
de los países”. LEVAGGI, Virgilio. Democracia y trabajo decente en América Latina. 1ª ed., Oficina
Internacional del Trabajo, Lima, 2006, p. 136.
(5) En atención a esta naturaleza, se reconoce que ha sido el sindicato, “al imponer la negociación colectiva
como instrumento de establecimiento de nuevas condiciones de trabajo, el que quebró el axioma de-
cimonónico de que solo el Estado creaba Derecho”, lo cual “supuso una verdadera revolución jurídica
protagonizada por el derecho laboral a través del sindicato y la autonomía colectiva”, siendo además el
sindicato “el sujeto preferente del conflicto”. ERMIDA URIARTE, Óscar. “Crítica de la libertad sin-
dical”. En: Derecho PUCP. Nº 68: el rumbo de las reformas laborales. Balance y Perspectivas, Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2012, p. 37.
(6) En la Constitución Política de España de 1978 por ejemplo, se distingue entre libertad sindical individual
y colectiva. La primera de ellas, referida al derecho de crear y afiliarse a organizaciones, a participar en
la vida del sindicato y de no afiliarse a ninguno – o libertad sindical negativa. Posteriormente surge el
concepto de libertad sindical colectiva, pues si bien se reconocían los derechos descritos anteriormente,
los poderes públicos y empresarios impedían el desarrollo de las actividades del sindicato. Puntualiza
Ojeda que: “los informes del Comité de Libertad Sindical se encuentran llenos de injerencias de ese
tipo. Incluso en países como en Francia o España, en épocas liberales que llegan hasta el siglo XX,
las asambleas del sindicato deben contar con la presencia de un delegado gubernativo con facultades
de suspender la reunión”. A raíz de ello, “se reconoce la libertad del nuevo ente para autoorganizarse
sin injerencias externas, y la libertad del mismo para actuar con los instrumentos tradicionalmente del
sindicato como son la negociación colectiva y la huelga, aunque el debate sobre los contenidos sobre
la libertad sindical colectiva continúa planteando problemas que podríamos denominar de segunda
generación”. OJEDA, Antonio. Derecho Sindical. 8ª ed., Editorial Tecnos, Madrid, 2003, pp. 149-150.
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(7) Resulta ilustrativa la salvedad introducida por Ojeda respecto de la dificultad de definir a la libertad
sindical, atendiendo a la cantidad de elementos que ella en sí misma contiene. Así, dicho autos señala
que la libertad sindical “se resiste a quedar encorsetada dentro de una definición donde aparezcan sus
elementos básicos”. OJEDA, Antonio. “Delimitación, contenido y restricciones de la libertad sindical”.
En: AA.VV. Comentarios a la Ley de Libertad Sindical. Editorial Tecnos, Madrid, 1986, p. 23.
(8) Lo afirmado lamentablemente implica reconocer el pobre rol que en muchos casos han asumido las legis-
laciones internas para tratar esta materia. En este sentido “el absentismo o abstencionismo de la Ley, se
acompaña simultáneamente de un reconocimiento de la autonomía colectiva –también de la individual–
como reguladora del mercado y asimismo de una proliferación de las llamadas soft laws, en realidad
recomendaciones a los particulares sobre buenas prácticas a seguir en algún aspecto concreto. No estamos
hablando de normas dispositivas, las cuales se imponen cuando los afectados las incorporan como suyas,
voluntariamente. Desde siempre este carácter es el que en la práctica corresponde a los Convenios de la
OIT (desde que su ratificación es voluntaria y, además, el incumplidor de sus preceptos por los países
firmantes no tiene repercusiones prácticas para el incumplidor) y desde luego las recomendaciones del
mismo organismo internacional. Es también el de la Declaración OIT sobre Derechos Humanos, de junio
de 1998 y hasta una Carta Comunitaria de Derechos Fundamentales (…) El valor de semejantes normas
blandas no puede ser menospreciado”. OJEDA, Antonio. Derecho Sindical. Ob. cit., p. 109.
(9) “Y es que la eficacia de un derecho está llamada a quebrarse si no se establece un sistema de garantías
adecuado, mediante el cual se impida su transformación en una mera declaración formal, vacía de
contenido material y real; así, la efectividad de los derechos subjetivos reconocidos en el ordenamiento
dependerá, en buena medida, de cuáles sean las respuestas creadas por el mismo para el caso de su
lesión”. VALDEOLIVAS GARCÍA, Yolanda. Las conductas lesivas. Ob. cit., p. 20.
(10) NEVES MUJICA, Javier. Prólogo: VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. La libertad sindical en el Perú,
fundamentos, alcances y regulación. Editado por PLADES, Lima, 2010, p. 15.
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(…)
(11) Constitución española del 27 de diciembre de 1978. Artículo 7.- Los sindicatos de trabajadores y las
asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales
que le son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución
y la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos. La referida Constitución y
su sistematización trae consigo un debate adicional respecto de la ubicación sistemática de los derechos
que forman la libertad sindical (otorgando una especial tutela para la libertad sindical como derecho de
sindicación, por encima de los derechos de negociación colectiva y huelga). Sin embargo, el precepto
transcrito no deja lugar a interpretación en el sentido que sí se reconoce finalmente cuál es el objetivo
último de las organizaciones sindicales. ERMIDA URIARTE, Óscar. Ob. cit., p. 36.
(12) OJEDA AVILÉS, Antonio. Derecho Sindical. Ob. cit., p. 151.
(13) OJEDA AVILÉS, Antonio. Compendio de Derecho Sindical. 2ª ed., Editorial Tecnos, Madrid, 2012,
p. 42.
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(14) “Por su sola presencia, el sindicato ya supone un cierto desincentivo a la violación de normas y derechos
del trabajador; y, claro está, su acción efectiva puede constituir un incentivo mayor al cumplimiento y
prevenir violaciones”. ERMIDA URIARTE, Óscar. Ob. cit., p. 27.
(15) HERRERA, Beethoven. El sindicalismo en el milenio de la globalización. Oficina Internacional del
Trabajo, AECI, OIT, Lima, 2001, p. 163.
(16) “La libertad sindical no es uno más de los derechos humanos o fundamentales, sino que es un prerre-
quisito o condición de posesión de otros derechos. Usando una expresión a la moda, podría decirse que
es “un derecho para tener derechos”, un derecho generador o creador de otros derechos (…). Es que si
hubiera que elegir uno solo de los derechos humanos laborales, habría que escoger la libertad sindical,
porque con ella existe al menos la posibilidad de crear los otros derechos o algunos de ellos. La inversa
no se da”. ERMIDA URIARTE, Óscar. Lima, 2012, loc. cit.
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(17) Sin desconocer claramente, el valor jurídico histórico que supuso el reconocimiento a nivel constitucional
del derecho materia de estudio en la Constitución de Querétaro de 1917.
(18) Nos adherimos a la denominación de “derechos humanos laborales” adoptada por Canessa, quien
sostiene que: “Ante la disparidad de términos que se usan para identificar a este importante grupo de
derechos, he seleccionado el término derechos humanos laborales como el más apropiado, en razón de
que no se trata de una denominación nueva o reciente en el Derecho Internacional. Su uso es continuo
por las organizaciones internacionales y los organismos privados. A su vez, es un término que se usa
indistintamente en los idiomas como equivalentes (…) Asimismo, se debe resaltar que se trata de una
expresión recogida por la jurisprudencia internacional para referirse precisamente a los derechos la-
borales señalados en los instrumentos internacionales de derechos humanos. Además, es un término
funcional que permite incluir el listado completo de los derechos laborales básicos, sin rechazar que
la técnica jurídica formule categorías, distingos o jerarquías dentro de sus componentes. Finalmente,
es un término que expresa con claridad la titularidad universal de la persona sobre esos derechos”.
CANESSA MONTEJO, Miguel. “Los derechos humanos laborales: el núcleo de derechos (core
rights) y el ius cogens laboral”. En: Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Nº 72, 2008,
pp. 112-113.
(19) Así, el artículo 55 c) de la referida Carta, dispone lo que a la letra dice:
“Artículo 55.- Con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias para las
relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de
derechos y al de la libre determinación de los pueblos, la Organización promoverá:
c) el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer
distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales derechos y libertades”.
A continuación, el artículo 56 preceptúa lo siguiente:
“Artículo 56.- Todos los Miembros se comprometen a tomar medidas conjunta o separadamente, en
cooperación con la Organización, para la realización de los propósitos consignados en el artículo 55”.
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(23) OIT. Los Convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo. 1ª ed., Oficina Inter-
nacional del Trabajo, Ginebra, 2002, p. 9.
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(24) De este modo, si bien prima facie se podría entender que se trata de un listado incompleto, “basta dar
cabida al diversificado conjunto de facultades que integran este derecho. Más aún si traemos a colación
el artículo 3 de nuestra Constitución, según el cual ‘la enumeración de los derechos establecidos en este
capítulo no excluye los derechos que la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se
fundan en la dignidad del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático
de Derecho y de la forma republicana de gobierno’”. VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. Ob. cit., 2010,
pp. 51-52.
(25) Fundamento 26 de la sentencia recaída en el Exp. Nº 0008-2005-PI/TC, de fecha 14 de marzo de 2005.
(26) GIUGNI, Gino. Derecho Sindical. Traducción y estudio preliminar Vida Soria y Montalvo Correa;
Instituto de Estudios Laborales y de la Seguridad Social, Madrid, 1983, p. 66.
(27) Ídem.
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(28) Entendida esta como el derecho de los trabajadores a no incorporarse a una organización sindical o no
permanecer en aquella de la que formen parte, bastando para ello su voluntad en cualquiera de los dos
sentidos y sin que su decisión les pueda acarrear represalia alguna. VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo.
Ob. cit., p. 123.
(29) Fundamento 27 de la sentencia recaída en el Exp. Nº 0008-2005-PI/TC, de fecha 14 de marzo de 2005.
(30) Introducida a partir de la década de 1990 durante el gobierno del expresidente peruano Alberto Fujimori,
de tendencia flexibilizadora y desreguladora.
(31) Ver: BUENO MAGANO, Octavio. Organização sindical brasileira. Sao Paulo, 1982, pp. 135-136, citado
por ERMIDA URIARTE, Oscar y VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. Lima, 1991, p. 39.
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(32) Así, “la promoción de la libertad sindical por parte del Estado que, como se verá, es además una obli-
gación expresa impuesta por nuestro texto constitucional, resulta fundamental, puesto que la idoneidad
del fenómeno sindical para equilibrar las desiguales relaciones existentes en el mundo del trabajo es
incontrastable; con lo que no puede soslayarse la actuación estatal necesaria para la materialización del
Estado Social de Derecho canalizada a través del apoyo y la tutela de la libertad sindical”. VILLAVI-
CENCIO RÍOS, Alfredo. Lima, 2010, p. 49.
(33) “Los textos internacionales se manifiestan en este punto muy prudentes, como ya vimos, pues coli-
sionan ahora dos libertades con un mismo origen –la individual y la colectiva–, y las respuestas en
uno u otro sentido pueden dañar seriamente el sindicalismo que se quiere preservar. Solo reconocen la
libertad sindical negativa la Carta Social Europea (art. 5) y la Carta Comunitaria de Derechos Sociales
Fundamentales (art. 11.2). OJEDA, Antonio. Compendio de Derecho Sindical. 2ª ed., Editorial Tecnos,
Madrid, 2012, p. 52.
(34) Al respecto, Giugni señala que “las fuentes internacionales no garantizan esta libertad, y dicha omisión
no es casual, se deriva de la oposición de los representantes de países (Gran Bretaña, Estados Unidos)
en los cuales es frecuente el recurso a las cláusulas contractuales de seguridad sindical, tales como la
closed shop (obligación del empresario de contratar solamente trabajadores afiliados al sindicato), la
union shop (obligación del trabajador que se acaba de contratar de afiliarse al sindicato so pena de ser
despedido) o los llamados ‘beneficios reservados’ (exclusión de los trabajadores no afiliados al sindicato
de las mejoras obtenidas en la contratación colectiva”. GIUGNI, Gino. Ob. cit., p. 75.
(35) Fundamento 3 de la STC Exp. Nº 3311-2005-PA/TC de fecha 5 de enero de 2006.
(36) “Las cláusulas sindicales (de consolidación) reiteramos, se encuentran proscritas en el Perú, por lo que
no es posible una limitación convencional de la libertad sindical de las otras organizaciones por este
camino”. ERMIDA URIARTE, Oscar y VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. Sindicatos en libertad
sindical. 3ª ed., Lima, 1991 (Asociación Laboral para el Desarrollo ADEC - ATC), p. 76.
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1. Definición general
El Convenio OIT Nº 98 sobre el derecho de sindicación y negociación co-
lectiva(37) es la norma que desarrolla con mayor precisión el tema de las prácticas
desleales. Así, en su artículo 1, el Convenio hace referencia a la protección contra
(37) Adoptada en Ginebra en 1949 y ratificada por el Perú mediante Resolución Legislativa Nº 14712 de fecha
18 de noviembre de 1961.
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(38) Sobre esta distinción entre discriminación y actos de injerencia, Ermida realiza una distinción importante,
para luego concluir que ambas conductas pueden perfectamente englobarse en el concepto de práctica
antisindical. Así, sostiene que “la diferencia más precisa entre los actos de discriminación antisindical
y los actos de injerencia (…) parece radicar en que los primeros se dirigen más directamente a uno o
varios trabajadores –por más que– tal conducta agreda tanto valores o intereses individuales de ese o
esos trabajadores, como colectivos (…), mientras que los segundos se dirigen más directamente contra la
organización profesional. La expresión (de prácticas, actos o conductas antisindicales) englobando en un
solo concepto los actos de discriminación antisindical, los actos de injerencia y las prácticas desleales”.
ERMIDA URIARTE, Oscar. Ob. cit., pp. 16 -17.
(39) VALDEOLIVAS GARCÍA, Yolanda. Las conductas lesivas de la libertad sindical. 1ª ed., Consejo
Económico y Social - Colección Estudios, Madrid, febrero de 1994, p. 24.
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Baste señalar en este punto que mediante estas prácticas se persigue –en el
momento genético de la organización colectiva– limitar o impedir de cualquier for-
ma, el derecho de los trabajadores de agruparse colectivamente para la defensa de
sus intereses. Asimismo, una vez creada la organización, se busca restringir su ac-
tividad, intentando controlar a las organizaciones, a sus representantes, afectando
el derecho a organizar las actividades de manera autónoma, con la evidente fina-
lidad de eliminar los sindicatos, reduciendo así las posibilidades de verse obliga-
dos a llevar a cabo procedimientos de negociación colectiva o encontrarse some-
tidos a medidas de fuerza para el logro de reivindicaciones salariales y sociales.
Cabe precisar que el sujeto activo de las conductas antisindicales podría ser
cualquiera. En la legislación española, por ejemplo, se configura una cláusula resi-
dual que alude a “cualquier otra persona, entidad o corporación pública o privada”
como potencial agresor del derecho a la libertad sindical. En cuanto a los sujetos
pasivos de la conducta antisindical (los cuales son a su vez los sujetos activos en
cuanto a la reclamación de la conducta), se ha señalado que “aquellos lo son tanto
el trabajador individual como el sindicato, lo que se comparece correctamente con
la doble titularidad del derecho de la libertad sindical, individual y colectiva”(40).
Si bien las prácticas antisindicales tradicionalmente han sido llevadas a cabo
por los empleadores, no se limitan a los referidos sujetos activos. Por el contra-
rio, encontramos que esta clase de práctica, también puede ser llevada a cabo por
otros agentes, tales como las autoridades gubernamentales o los propios trabaja-
dores(41). De este modo, en el primer caso, para un gobierno en determinado mo-
mento, la actividad sindical podría ser percibida como un obstáculo en la realiza-
ción de determinados objetivos nacionales.
Un claro ejemplo de lo anteriormente expuesto, se presentó a inicios de
la década de los noventa en el Perú, época en la cual la actividad sindical se vio
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(42) Restricciones que se fueron eliminando paulatinamente a raíz de la intervención de la OIT y los nume-
rosos pronunciamientos del Comité de Libertad Sindical y la Comisión de Expertos en la Aplicación
de los Convenios y Recomendaciones de la OIT, lo cual ha llevado a la consolidación del TUO de la
LRCT al cual aludimos anteriormente. Al respecto ver: PUNTRIANO ROSAS, César y TSUBOYAMA
SHIOHAMA, Liliana. “Derechos fundamentales en el Trabajo y el Tratado de Libre Comercio con los
Estados Unidos”. En: Desafíos y perspectivas del Derecho del Trabajo y de los Regímenes de Pensiones
en el Perú. Primer Congreso Nacional de la Sociedad Peruana del Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social, Lima, 2004, p. 299.
(43) Cuando se alude a una organización sindical la comisión de prácticas antisindicales, se entiende que
se trata de conductas realizadas a través de sus órganos o a través de los mandatarios. Al respecto, ver
SANGUINETI, Wilfredo. Lesión de la Libertad Sindical y comportamientos antisindicales. Estudio
de la estructura y el contenido del juicio de antisindicalidad. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
de España, Madrid, 1993, p. 183.
(44) Ver: ERMIDA, Oscar. Sindicatos en libertad sindical. 2ª ed., Fondo de Cultura Universitaria, Monte-
video, 1988, p. 34.
(45) Otra práctica que es calificada de antisindical por parte del CLS es la utilización del cargo de un dirigente
sindical para ejercer presión sobre los demás empleados. Así, en un caso examinado, el referido Comité
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respaldó el fallo de un tribunal nacional, el cual concluyó que “una de las razones del despido de un
dirigente sindical fue la de que ejercía actividades sindicales (…) ocupando el personal de empleador
para fines sindicales y utilizando su protección en la empresa para ejercer presiones indebidas sobre
otro empleado. (…) El Comité opinó que cuando las actividades sindicales se cumplen de esa forma, la
persona no puede invocar la protección del Convenio núm. 98 o, en caso de despido, alegar que se han
violado legítimos derechos sindicales”.
(46) Tal y como sucede en el caso de Ecuador. En dicho país la regulación es sumamente escueta en cuanto
a las prácticas antisindicales, en la medida en que ni siquiera están definidas en la legislación vigente.
Así, si bien es un país que ha ratificado el Convenio Nº 98, sus alcances no están expresamente incor-
porados en la legislación interna, la cual se reduce a lo dispuesto en el artículo 326.7 de la Constitución
(“Artículo 326.7. Se garantizará el derecho y la libertad de organización de las personas trabajadoras,
sin autorización previa. Este derecho comprende el de formar sindicatos, gremios, asociaciones y otras
formas de organización, afiliarse a las de su elección y desafiliarse libremente. De igual forma, se garan-
tizará la organización de los empleadores”) y a los artículos 440 y 441 del Código de Trabajo (norma que
tampoco desarrolla la materia bajo estudio) lo cual llevaría a pensar que en caso se configuren supuestos
de antisindicalidad, correspondería aplicar directamente el Convenio como fuente internacional de
Derecho.
(47) El Código de Trabajo de Costa Rica, señala lo siguiente: “Artículo 363.- Prohíbanse las acciones u omi-
siones que tiendan a evitar, limitar, constreñir o impedir el libre ejercicio de los derechos colectivos de
los trabajadores, sus sindicatos o las coaliciones de trabajadores.
Cualquier acto que de ellas se origine es absolutamente nulo e ineficaz y se sancionará, en la forma y en
las condiciones señaladas en el Código de Trabajo, sus leyes supletorias o conexas para la infracción de
disposiciones prohibitivas”. Cabe puntualizar que esta redacción, al igual que lo que anotara Sangui-
neti respecto del Wagner Act, parte de la premisa que cualquier conducta debe ser considerada como
antisindical, lo cual dentro de la técnica jurídica referida previamente, no es necesariamente cierto.
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(48) Argentina, por ejemplo, contempla en su norma laboral trece supuestos de prácticas contrarias a la li-
bertad sindical. Por su parte, Panamá recoge el concepto de listas negras, como una práctica prohibida,
mientras que Colombia habla de “actos atentatorios contra en derecho de asociación sindical”.
(49) En el Perú, el artículo 4 del TUO de la LRCT dispone que: “El Estado, los empleadores y los repre-
sentantes de uno y otros, deberán abstenerse de toda clase de actos que tiendan a coactar, restringir
o menoscabar, en cualquier forma, el derecho de sindicalización de los trabajadores, o de intervenir
en modo alguno en la creación, administración o sostenimiento de las organizaciones sindicales que
estos constituyan”.
(50) VEGA RUIZ, María Luz. Libertad de asociación, libertad sindical y el reconocimiento efectivo de
negociación colectiva en América Latina. WP 28, 2004, p. 8.
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En este mismo sentido, Levaggi reconoce que “América Latina tiene más de
la mitad de las quejas presentadas a la OIT a nivel mundial y una de las tasas más
altas de sindicalistas asesinados o despedidos arbitrariamente, si bien esta propor-
ción puede ser evidencia de que en América Latina se conocen mejor los órganos
de control de la OIT, recurriendo a ellos con mayor frecuencia”(51).
Cabe anotar dentro de esta tesis más esperanzadora, a manera de parénte-
sis, que recientes experiencias han demostrado la mayor capacidad que han desa-
rrollado las organizaciones de trabajadores latinoamericanos para conducir sus re-
clamos a nivel de otras instancias relacionadas con el mercado y comercio inter-
nacional (tales como el recurso a organizaciones profesionales de los países con
los cuales los Estados tienen abiertas relaciones comerciales a fin de generar me-
canismos de presión ante escenarios antisindicales). Ello ha generado una nue-
va puerta para la protección de los derechos colectivos, a través de herramientas
creativas y efectivas(52).
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(53) SEPÚLVEDA GÓMEZ, María. Los medios de protección de la libertad sindical. 1ª ed., Editorial Bo-
marzo, Albacete, 2006, p. 12.
(54) Ídem.
(55) Sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 28 de noviembre de 2005 recaída en el Exp. Nº 0206-
2005-PA/TC en los seguidos por César Antonio Baylón Flores en la demanda de amparo seguida contra
la E.P.S. EMAPA Huacho S.A.
(56) SEPÚLVEDA GÓMEZ, María. Loc. cit.
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(60) “Artículo 23.-El trabajo, en sus diversas modalidades, es objeto de atención prioritaria del Estado (…).
Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni desconocer o
rebajar la dignidad del trabajador”.
(61) “Como se aprecia, es el criterio de afiliación sindical el que ha determinado la aplicación de la medida
de despido. Por esta razón, el acto cuestionado lesiona el citado derecho constitucional en la medida que
significa atribuir consecuencias perjudiciales en los derechos de los trabajadores por su sola condición
de afiliado (…). Más concretamente, en este caso, se trató de la lesión de la libertad de sindicación, al
haberse despedido a personas que tienen la condición de afiliados (…), circunstancia que implica la vul-
neración al citado derecho constitucional”. Sentencia recaída en la sentencia del Tribunal Constitucional
de fecha 11 de julio de 2002 en el Exp. Nº 1124-2001-AA/TC, f. j. 11).
(62) Lo indicado ha sido adecuadamente recogido por el Tribunal Constitucional peruano en la sentencia de
fecha 5 de enero de 2006 recaída en el Exp. Nº 3311-2005-PA/TC seguido por el Sindicato de Trabajadores
Mineros de Atacocha, en la cual, frente a un despido masivo de dirigentes sindicales y algunos afiliados,
sostiene que dicho acto “vulnera el derecho de sindicación y de libertad sindical en su dimensión plural,
que protege al sindicato, a sus dirigentes y a sus afiliados cuando colectivamente ejercen el mencionado
derecho”, precisando que si bien los efectos del despido repercuten en la esfera individual de cada uno de
los trabajadores afectados, también lo hacen en la propia organización sindical, puesto que es evidente
que el despido de todos los miembros de la Junta Directiva del Sindicato también se presenta, ab initio,
como una lesión a la propia institución sindical”.
(63) Así, el artículo 25.17 del aludido Reglamento recoge como infracción muy grave, la discriminación,
directa e indirecta, en materia de empleo u ocupación, contratación, retribución, jornada, formación,
promoción y demás condiciones, por motivo –entre otros– del ejercicio de la libertad sindical.
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(64) BORGA, Ernesto. Enciclopedia Jurídica Omeba. Tomo II, p. 404. Citado por PLÁ RODRÍGUEZ,
Américo. Los principios del Derecho del Trabajo. De Palma Editores, Buenos Aires, 1978, p. 306.
(65) ALSINA ATIENZA. Efectos jurídicos de la buena fe. Buenos Aires, 1935, p. 4. Loc. cit.
(66) El deber de negociar de buena fe se encuentra regulado de manera general en el artículo 1362 del Código
Civil, al prescribir lo que a continuación se transcribe: “Los contratos deben negociarse, celebrarse y
ejecutarse según las reglas de la buena fe y común intención de las partes”. Asimismo, este principio
esencial de las relaciones laborales ha sido recogido en el artículo 54 del TUO de la LRCT, conforme a
lo siguiente: “(…) Las partes están obligadas a negociar de buena fe y a abstenerse de toda acción que
pueda resultar lesiva a la contraria, sin menoscabo del derecho de huelga legítimamente ejercitado”.
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pues “desempeña una función completiva y sirve para integrar las obligaciones
de las partes”(67). Así, permite completar las obligaciones impuestas a cada parte
del contrato de trabajo, y a la vez viabiliza su ejecución. Gil y Gil puntualiza lo
que a continuación se indica:
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(70) OIT. La libertad sindical. 5ª ed. rev., Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad
Sindical del Consejo de Administración de la OIT, Ginebra, 2006, p. 200.
(71) STC de fecha 17 de agosto de 2009 en proceso de amparo seguido entre el Sindicato Único de Trabaja-
dores Marítimos y Portuarios del Puerto del Callao y la Asociación Peruana de Operadores Portuarios,
Asociación Peruana de Agentes Marítimos y Asociación Marítima del Perú.
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de las partes, obliga a la otra a acudir a él)(72). Adicionalmente, como una forma
de precisar aún más esta materia, también en setiembre de 2011, se expidió la Re-
solución Ministerial Nº 284-2011-TR, la cual contiene un listado enunciativo de
conductas que constituyen mala fe y que habilitan a la parte afectada a solicitar el
arbitraje potestativo. Ambas normas constituyen una herramienta valiosa que fo-
menta el ejercicio del derecho a la negociación colectiva y a la promoción de for-
mas pacíficas de solución de los conflictos laborales ante actos de obstrucción de
alguna de las partes(73).
Cabe puntualizar que el objetivo de ambas normas ha sido precisar, en
atención de las normas laborales y procesales constitucionales, lo resuelto por
el Tribunal Constitucional respecto del arbitraje potestativo para una de las par-
tes ante supuestos de manifiesta mala fe en la negociación colectiva en el Exp.
Nº 03561-2009-PA-TC.
Sin duda, la incorporación normativa de un marco que precise qué conduc-
tas son consideradas actos de mala fe, constituye una herramienta que debe do-
tar al sistema en su conjunto de mecanismos eficientes para identificar y sancio-
nar actos contrarios al deber de actuar de buena fe. Si bien tal listado está relacio-
nado a la habilitación del recurso a arbitraje potestativo, sus alcances ciertamen-
te resultan ilustrativos y podrán servir de marco referencial ante conductas patro-
nales orientadas a dilatar o entorpecer la actividad de las organizaciones sindica-
les en su conjunto y de manera general.
V. REFLEXIONES FINALES
(72) “Artículo 61.- Si no se hubiese llegado a un acuerdo en negociación directa o en conciliación, de haberla
solicitado los trabajadores, podrán las partes someter el diferendo a arbitraje.
61-A.- Las Partes tienen la facultad de interponer el arbitraje potestativo en los siguientes supuestos:
a) Las partes no se ponen de acuerdo en la primera negociación, en el nivel o su contenido; y,
b) Cuando durante la negociación del pliego se adviertan actos de mala fe que tengan por efecto dilatar,
entorpecer o evitar el logro de un acuerdo. (…)”.
(73) A este respecto, ver BLANCAS BUSTAMENTE, Carlos. “La naturaleza del arbitraje en la negociación
colectiva”. En: Soluciones Laborales. Nº 46, octubre de 2011.
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Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
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