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Ley de Humedales: ¿De qué se trata y qué piensan el campo y los ambientalistas?

Hoy existen 13 proyectos de ley con estado parlamentario entre las dos cámaras que componen el Poder
Legislativo Nacional. La opinión de todos los sectores

El debate en el Congreso por la Ley de Humedales,


suma la opinión del campo y los ambientalistas
(Netnews)
La discusión por los humedales tomó
estado público en la Argentina tras los
graves incendios ocurridos durante los
últimos meses en el Delta del Paraná. Estos
incidentes no solo sirvieron de disparador
para que se instale en la agenda la necesidad
de sancionar una Ley de Humedales, sino
también para lanzar acusaciones cruzadas
entre ambientalistas, la política y el sector
agropecuario, sobre las responsabilidades de
los incendios. Lo cierto es que en el Congreso
ya hay movimientos para comenzar con su discusión y desde el campo se plantean inquietudes, miedos y reticencias.

A grandes rasgos, un humedal es una zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada. Hoy
existen 13 proyectos de ley con estado parlamentario entre las dos cámaras que componen el Poder Legislativo
Nacional, de los cuales 10 fueron presentados en Diputados y 3 en Senadores en los últimos meses. Más allá de que los
proyectos elevados para su tratamiento corresponden a casi todo el arco político, la mayoría buscan establecer los
presupuestos mínimos para la conservación, protección y uso sustentable de los humedales.
Si bien en ambas cámaras comenzaron las charlas informativas respecto a los proyectos presentados, es en Diputados
donde existe un mayor dinamismo en cuanto al tema. Según indicó la Directora Ejecutiva de la Fundación
Barbechando, Florencia Ricchiuti, el debate “está bastante avanzado” en dicha Cámara.

Asimismo, Ricchiuti explicó que los proyectos “en líneas generales casi todos van por el mismo pedido. No hay grandes
diferencias, ya que la mayoría son de presupuestos mínimos para la conservación, protección y uso razonable de los
humedales. Hay algunos puntos en los que difieren y tienen que ver con la definición de humedales, la categorización del
humedal, de reordenamiento territorial y cómo establecer la moratoria, y qué actividades se permiten y cuáles no”.
Según la especialista, hay dos proyectos presentados que “están bastante cerca en la negociación de tratamiento” en
comisión. Estos son los del diputado del Frente de Todos (FdT) y presidente de la Comisión de Recursos Naturales y
Conservación del Ambiente Humano, Leonardo
Grosso, y de los legisladores por Cambiemos,
Brenda Lis Austin, Gustavo Menna y Ximena
García.
En la Cámara de Diputados de la Nación son varias
las iniciativas presentadas sobre el tema Humedales
(Foto: Cámara de Diputados de la Nación).
Como explicó Ricchiuti, los proyectos de estos
legisladores no muestran grandes diferencias, como
así tampoco con el grueso de los escritos
presentados. Ambos plantean la realización de un
Inventario Nacional de Humedales, establecer
un ordenamiento territorial (clasificación de los
humedales en cuanto a si deben ser preservados
o son aptos para usos múltiples), el
establecimiento de moratorias y la creación de
un fondo nacional para su sustentación.
Si bien existen diferencias entre los dos proyectos
respecto a qué jurisdicción debe realizar el relevamiento de humedales (nacional, provincial o en conjunto) o cómo se
categorizan éstos respecto a su preservación o uso, la más considerable corresponde a las sanciones penales, además de las
económicas, que se encuentran en el proyecto de Grosso. Este prevé penas de 2 a 6 años de cárcel para aquel que “de un
modo peligroso para la salud humana o la naturaleza, envenenare, adulterare, incendiare, emitiere radiaciones o ruidos,
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arrojare contaminantes en el suelo, atmósfera o el agua, destruyendo o de cualquier modo dañando significativamente, en
todo o en parte, humedales, cuando se encontraren legalmente protegidos”. La misma se puede extender a 25 años si
involucra la muerte de una persona.

La visión del campo


Si bien el posicionamiento del campo no es totalmente uniforme respecto a este tema, existen coincidencias en las
preocupaciones e inquietudes respecto a las normas en tratamiento, sobre todo en lo que respecta a la definición con
la que se considerarán los humedales, ya que dependiendo de cuál sea esta, es la cantidad de territorio que se verá
afectada. También preocupa que, una vez que se defina a qué se considera un humedal, cuáles serán las actividades
que se podrán desarrollar.
Para el coordinador de la Comisión de Medio Ambiente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Eduardo Ortiz,
la posición que toma la entidad al respecto es “clara”. Y agregó: “Consideramos que se necesita una planificación para todo
lo que es desarrollo urbanístico. En lo que no estamos de acuerdo es en que haya una ley de presupuestos mínimos que
involucre a toda la Nación y sobre todo a los humedales con una definición tan amplia que involucre al 25 o el 30% del
territorio nacional y que va a complicar a un sector productivo que viene de muchos años produciendo carnes en campos
bajos, que no son humedales”.
Según consta en gran parte de los proyectos presentados, la definición adoptada para humedales es la de “ambientes en los
cuales la presencia temporaria o permanente de agua superficial o subsuperficial causa flujos biogeoquímicos propios y
diferentes a los ambientes terrestres y acuáticos. Rasgos distintivos son la presencia de biota adaptada a estas condiciones,
comúnmente plantas hidrófitas y/o suelos hídricos o sustratos con rasgos de hidromorfismo”.
Ortiz manifestó que “para estas leyes hay que conocer el territorio y quienes las están escribiendo no lo conocen. No
saben cómo se produce, ni qué es un campo bajo ni hidromorfismo” y agregó que “no es necesaria en este momento,
con una pandemia y la economía totalmente parada”.
Por su parte, el vicepresidente de Federación Agraria Argentina (FAA), Elvio Guía, sostuvo que “hay que tener muy en
cuenta es qué se toma por humedal. Según la definición que tomemos puede representar el 8% o el 22% del territorio. Si
hablamos de suelos hidromórficos o con características hidromórficas”.
Para Guía, existe un “riesgo certero” de que con la aprobación de la ley los humedales “pasen a ser parques
naturales”, mientras que otro riesgo es “no poder hacer ningún tipo de intervención de los productores que viven en
las islas y que tengan que abandonar las actividades por no poder hacer una pequeña obra de infraestructura para
poder aguantar su hacienda cuando viene una creciente o no poder trabajar esas tierras o producir miel”.
“Creo que tiene que haber una Ley de Humedales que sea coherente y que tiene que servir a los dos lados. Pueden convivir
ambiente, sociedad y economía. Lo único que tenemos que hacer es salir de este Boca-River y empezar a pensar de ambos
lugares y lados de esta famosa grieta”, concluyó.

La visión ambientalista
Para los grupos ambientalistas la necesidad de que el país cuente con una Ley de Humedales es clave, ya que
consideran que muchos de estos ecosistemas a lo largo del país se encuentran “en serio peligro” tanto por las
modificaciones sufridas por actividades humanas, como así también por la contaminación. Asimismo, plantean que es
posible la actividad agropecuaria en los humedales siempre y en cuando que ésta se adapte al ecosistema.
En base a esto, el Director de Conservación de la Fundación Vida Silvestre, Fernando Miñarro, sostuvo que “es necesaria
una Ley de Humedales, porque como pasa con muchos de los sistemas naturales en Argentina, están en serio
peligro. Se han modificado fuertemente y se los afectó en dos sentidos: por un lado, hay un proceso de conversión o de
cambio de uso que es cambiar la existencia del humedal por otra actividad humana, ya sea productiva o desarrollo
inmobiliario y, también, la degradación de estos ecosistemas a través de la contaminación”.
Según Miñarro, en algunos casos el “ser humano pretende adaptar el ecosistema a su actividad” y no adaptar la actividad a
este. Por tal motivo, considera que “la clave de los humedales es el agua, los ciclos de inundación y sequía que tienen y uno
tiene que pensar la actividad adaptada a este régimen natural, porque por ese régimen luego se puede contar con pastizales
y forrajes de alta calidad. Ese buen manejo no solo favorece a la conservación de la biodiversidad, sino también a la
producción”.
Por último, consideró que existe una preocupación desde el sector productivo en cuanto a la definición que se tomará para
determinar qué es un humedal, que dependiendo de cuál sea esta, puede acaparar el 21% del territorio nacional.
“Hay cierta preocupación del sector productivo, incluso de INTA, porque se habla de suelos hidromórficos y eso hace que
digan que toda la Cuenca del río Salado es un humedal y yo digo ‘sí, es justamente eso’ y por eso no tengo ni una
preocupación, porque después el ordenamiento territorial es el que define cuál es el uso de esa cuenca. Yo como
ambientalista voy a ser el primero que va a defender el uso de esta cuenca como zona de ganadería de cría, como la ha sido
hasta ahora, porque convive con el funcionamiento del humedal. Esos temores que surgen desde el sector agropecuario,
para mi son por falta de información”, concluyó.

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