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Directores
Comité científico
Dra. Minghuan Li
University of Xiamen, China
Dr. Jianping Wu
East China Normal University, China
Dra. Lina Wu
University of Jimei, China
Dra. Li Zhang
East China Normal University, China
Trayectorias del conocimiento antropológico
Correlatación, descripción e interpretación sociocultural
D.L. BI-3209-2011
ISBN 978-84-615-5170-5
fangxiao@estudioschinos.com
estudioschinosluxun@gmail.com
ºººººººººººººººººººººººº
Sumario
Prólogo
Por Xiao Fang 13
INTRODUCCIÓN
A través del camino antropológico 17
La antropología social como ciencia, un proyecto de saber 19
El científico. “observador y parte” del propio objeto de estudio 21
Particularismo versus universalismo 23
Un recorrido que llega hasta nuestros días 24
CAPÍTULO 1
La antesala del correlato antropológico 27
Aristóteles y el origen de la sociedad: visión teleológica 28
Edad Media y Renacimiento: nuevos contactos
y descubrimientos 31
La argumentación a través del tamiz teológico 33
Estereotipos irreales versus explicaciones realistas 34
Posiciones comprometidas y críticas 36
De la metafísica medieval al pensamiento racionalista 37
CAPÍTULO 2
Avances precursores durante los siglos XVII y XVIII 41
Anticolonialismo y espíritu crítico: la imagen
del “primitivo feliz” 42
La cuestión del buen salvaje 45
Nueva concepción del ser humano: la historia natural 48
7
Sumario Rubio-Ardanaz, JA
CAPÍTULO 3
El ser humano como objeto social 55
Búsqueda y explicación en el terreno de lo social 56
La ciencia biológica como fuente de inspiración 57
CAPÍTULO 4
Paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos 63
Nociones analíticas y definición de la cultura 64
Orientación y planteamiento 66
John Ferguson McLennan y Jhon Jakob Bachofen
y el parentesco 68
Lewis H. Morgan y los estadios hacia el progreso 69
La religión y los fundamentos ideales del progreso 72
Las teorías animista y naturista 72
El totemismo como institución social 73
James G. Frazer: religion, magia, totemismo y exogamia 75
Edward B. Tylor: otros temas y propuestas 77
Balance y aportaciones 82
CAPÍTULO 5
Primeras contraposiciones teóricas 85
Los círculos culturales y la teoría difusionista 86
La teoría de los círculos culturales 87
El tópico de las sociedades más “civilizadas” 89
Los hiperdifusionistas británicos 92
Una lógica para una etnografía imposible 94
Las nuevas aportaciones de la “historia cultural” 95
CAPÍTULO 6
Culturalismo 99
Franz Boas: comprensión e identificación cultural 100
La antropología culturalista 103
Enculturación, cultura y personalidad 105
8
Trayectorias del conocimiento antropológico
CAPÍTULO 7
Primeros distanciamientos de las visiones culturalistas 119
Las aportaciones de Bronislaw Malinowski 119
El hecho social, instituciones y funciones 121
Estudio de la economía primitiva 122
Carácter de la aproximación malinowskiana 124
El funcionalismo estructural 125
Función sociológica y concepto de estructura 125
Relaciones sociales y dinamismo del proceso social 126
La religión como instrumento de control social 127
CAPÍTULO 8
Continuidad y rupturas 129
El carácter complejo de las manifestaciones religiosas 131
Argumentación sociológica 141
Opción por la antropología política y la antropología
económica 133
Interés por los sistemas sociales 135
CAPÍTULO 9
La propuesta del estructuralismo 139
La escuela sociológica francesa 139
Emile Durkheim y las formas institucionalizadas
de lo social 139
Marcel Mauss y los fundamentos de la solidaridad social 141
La antropología estructural 143
La operatividad del paradigma estructuralista 145
9
Sumario Rubio-Ardanaz, JA
CAPÍTULO 10
La antropología marxista 151
Contradiciones, cambio y evolución dialéctica 152
Las sociedades humanas como instrumentos materiales 153
Análisis e interés por la esfera económica 154
Sociedades comunitarias y economía de subsistencia 156
La articulación de los modos de producción 157
Características del mantenimiento de los modos
de producción 158
La pequeña producción de mercado, objeto de análisis
antropológico económico 159
CAPÍTULO 11
La perspectiva postmodernista 163
El análisis cognitivo del universo material 164
El análisis cognitivo del comportamiento humano 166
La comprensión de las interacciones 167
La antropología interpretativa, paso hacia el postmodernismo 169
La aproximación semiótica de Clifford Geertz 169
Los puntos clave del postmodernismo antropológico 171
La cultura en tanto que creación 173
CAPÍTULO 12
Los campos de la antropología social 175
El parentesco 175
La religión y la fuerza simbólica 176
La antropología política 178
La economía y la obtención de los recursos materiales 179
La antropología del cambio social 181
La antropología urbana e industrial 183
Otros campos antropológicos 186
CAPÍTULO 13
El trabajo de campo 189
Distintas concepciones del trabajo etnográfico 190
Propuesta de observación científica de las sociedades 1941
10
Trayectorias del conocimiento antropológico
Conclusión 197
Bibliografía 241
11
前言
社会人类学,作为一门学科,应该说是19世纪才逐渐兴起的,
然而世界各地和各个文化群体一直都对人类本身抱有很大的兴趣和
好奇心,这不仅包括对自身的价值观的思考,而且随着各种交流互
动也开始产生了解其他文化群体和社会的需求。
学科发展是呈阶段性的,最初往往源于若干质疑和思考框架,
其中最典型的至少有两类:一是对其它尚不了解的文化群体和社会
的疑问,试图解答“他们是谁”。另一类是对自身群体的自我反省或
者质疑,试图解开“我们是谁”的疑云。
这样,除了对各不同社会自身的性质和状况做出分析思考,在西方
社会逐渐开始出现了综合各种不同思想和观点进而科学系统地宏观
探讨人类社会的理论。由此人类学至少向两个方向发展。一方面是
致力研究各种不同文化(包括西方文化)的特性及其影响;另一方
面是构架相关的理论依据来分析和解释这些现象。
可以说,这种相对论和普遍论的互动为人类学的研究创造了环
境。另一方面,随着全球化的不断发展,多元文化也日益为社会现
实增添了不少新的色彩。在这种大背景条件下,人类学作为一门科
学,开始努力探索人类社会功能运作的基本规律。不仅要分析各种
现状,还应该对未来加以探讨,明确未来的研究方向以及所应遵循
的研究目标。
自19世纪创立以来,人类学的各类研究从最初的发展阶段以后
就一直带着这样的疑问逐步发展,最终形成了今日我们所可以见到
的多种不同的观点,理论以及学派。
人们一直试图通过田野调查来努力加以总结归纳。这样人类社
会学作为一门学科孕育而生,形成了用来解释社会现象本质以及人
13
Prólogo Rubio-Ardanaz, JA
类社会和各种文化性质和功能的总体理论体系。然而一个基本的疑
问总是得不到很明确的答案,那就是我们所了解和研究的现状能否
适用于未来,也就是说该如何科学地客观地去看待所掌握的知识。
最初的研究人员对此一直持有很大的疑问,在某一时期认为社
会人类学的研究可以用自然科学的模式说明,但大量对各种社会结
构的人类学研究都表明相似性存在的同时还具有一定的差异性。研
究人员必须对可直接观察的对象进行研究,而不是对一个重构的对
象进行分析。尽管这个观点在以后受到了驳斥,但它体现了一个重
要的观点:人类学的研究人员应该掌握多少实例才能归纳总结出普
适的法则和规律。
这一观点在科学领域一直长期存在着,特别是区分社会科学和
其他学科的差异性方面。
在社会人类学的田野工作方面,研究人员不仅是一个调查员,
同时其自身也是研究对象的一部分。在实践过程中,研究人员不可
能脱离所研究的社会,将社会独立出来作为研究的对象,因此研究
的结果往往受到研究人员所在社会的影响,与其个人的社会来源,
经历,价值观和宗教信仰等等因素密切相关。所以也就导致了不同
的人对同一事物或者现象的观察会得出完全不同的结论。
研究人员的主观意愿也会影响社会行为人的个人主观意愿,因
为对现实社会和文化的深入调查只能通过对其代表人物的观察研究
来得以实现。这样,对人类现实的了解不仅局限在对客观事物的分
析,而且也有一定的主观性。
如前所述,人类社会学的研究受特定研究对象的局限。事实,
人们已经开始质疑那种坚持人类社会如同自然体系,可以运用自然
科学的模式加以说明的论点。与此同时这一质疑也说明了我们可以
通过人类学的研究科学地分析各种认知,努力寻求了解现实的各种
14
Trayectorias del conocimiento antropológico
途径和方法,但至今为止还不能够用精确的参数来科学地界定社会
人类学的任何方面。
在人类学的研究过程中研究事物往往是与观察的时间以及所处
的特定环境而密切相关的。要理解田野观察所获取的信息,研究观
察对象,就必须参与其中,对直接观察所得的信息加以分析,从而
探讨研究时各种社会现实,以及与之相关的各种社会关系和所研究
的社会中的各要素的动态发展。社会人类学不能把社会体系等同于
自然系统来加以研究。
15
Introducción
17
A través del camino antropológico Rubio-Ardanaz, JA
18
Trayectorias del conocimiento antropológico
19
A través del camino antropológico Rubio-Ardanaz, JA
3
R. M. Keesing, “Theories of Culture”, Annual Review of Anthropology, vol. 3,
1, 1974, pp. 73-97.
21
A través del camino antropológico Rubio-Ardanaz, JA
22
Trayectorias del conocimiento antropológico
4
Para ampliar la comprensión de las posturas positivistas, véase E. E. Evans-
Pritchard, Essays in Social Anthropology, Faber, London, 1962.
23
A través del camino antropológico Rubio-Ardanaz, JA
5
N. Journet, La culture. De l’universel au particulier, Éditions Sciences
Humaines, Paris, 2002.
24
Trayectorias del conocimiento antropológico
6
J. Clifford, Dilemas de la cultura. Antropología, literatura y arte en la
perspectiva postmoderna, Gedisa Barcelona, 2001, p. 19.
7
R. Sarró, “La aventura como categoría cultural: apuntes simmelianos sobre la
emigración subsahariana”, Revista de Ciências Humanas (Florianópolis. On
line), EDUFSC, Universidad Federal de Santa Catarina, 43, nº 2, p. 516 y ss.
8
C. Lankshear, M. Knobel, Nuevos alfabetismos. Su práctica cotidiana y el
aprendizaje en el aula, Ediciones Morata, Madrid, 2008, pp. 245-250.
25
A través del camino antropológico Rubio-Ardanaz, JA
9
Aquéllos que han sido enculturados en las nuevas tecnologías, frente a los
“nuevos analfabetos” en esta dinámica de “nuevos alfabetismos”, pero también
frente a los invisibilizados (los “otros postmodernos”) que hoy por hoy muy
probablemente, nunca llegarán a poder adquirir dichos conocimientos, o incluso
ni tan siquiera a utilizar un ordenador.
26
Capítulo 1
11
M. de Ugalde, Síntesis de la historia del País Vasco, Seminarios y Ediciones
S. A., Madrid, 1974, p. 57.
28
Trayectorias del conocimiento antropológico
12
El ejemplo clásico de una explicación teleológica, ante la pregunta de por qué
la jirafa tiene el cuello tan lago, sería porque lo tensa y por lo tanto se estira para
alcanzar las ramas más altas de los árboles. Una primera jirafa estiró el cuello de
esta manera, característica que transmitió a sus descendientes que lo estirarán
aún más; explicación que no obedece a sus causas sino a un fin concreto. Por el
contrario, estaríamos ante una explicación de tipo causal si recurriéramos a las
mutaciones sufridas (caso darwiniano).
29
La antesala del correlato antropológico Rubio-Ardanaz, JA
13
Habrá que esperar al Renacimiento para que tenga lugar una tercera pregunta,
también constantemente presente, tal y como es la relativa a la diversidad
humana o si se prefiere la relacionada con la diversidad social y cultural.
14
M. Verdon, Introduction aux grandes théories anthropologiques. Condensé
de notes de cours, Faculté des arts et des sciences, Département
d’anthropologie, Université de Montréal, Montréal, s.d., pp. 4-5.
30
Trayectorias del conocimiento antropológico
15
J. Poirier, op. cit., p. 10.
31
La antesala del correlato antropológico Rubio-Ardanaz, JA
también a modo de ejemplo y entre otros, los casos de Las Casas (1474-
1566), Cabeza de Vaca (1488-1558), Díaz del Castillo (1496-1584),
Sahagún (1500-1590) y Acosta (1540-1600). Este momento de la
historia es señalado como un período marcado por una búsqueda
infatigable del saber, sin embargo en las recopilaciones y testimonios se
mezclarán lo verídico con la fantasía y lo sensacional16. Al respecto
podemos aludir a las diversas cosmografías en las que se intentó
inventariar las costumbres y las formas de vida de aquellos pueblos que
fue descubriendo el mundo occidental, obras que se enmarcan en la
dinámica renacentista empeñada en extender lo máximo posible el saber
y el conocimiento. Pretensión sin embargo, realizada a través del tamiz y
desde la óptica del pensamiento y actitud etnocéntrica europea.
A pesar de la tendencia a considerar la época renacentista como un
momento de verdadera renovación en el universo de las ideas en
Occidente, así como de transición desde el Medievo hacia la era
moderna, no debemos desestimar la vigencia e influencia de los dogmas
teológicos medievales. Esto coincide con una representación del mundo
de tipo determinista, cerrado y pesimista donde el concepto de “salvaje”
refleja el conflicto entre la tendencia hacia lo nuevo y el peso de lo viejo.
Podemos decir que en general el pensamiento europeo renacentista
aparece gobernado por dos principios fundamentales como son la
comparación y la analogía. El principio analógico se mostraría
principalmente en la oposición macrocosmos-microcosmos donde
implícitamente el ser humano –microcosmos– sería tomado como
modelo con el que explicar el conjunto de las interrelaciones y jerarquías
contenidas en todo el universo17.
En esta perspectiva, el Renacimiento se nos muestra marcado por un
pensamiento esencialmente jerárquico, basado sobre una serie de
distintos entes cuyo recorrido arrancaba en la materia y terminaba en el
ser supremo y divino. Esta concepción responde a una función religiosa
que pretende la elevación del ser humano hacia Dios. Sin embargo cada
vez irá obedeciendo menos, al objetivo de servir como instrumento
16
Siguiendo a I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 23, podemos ilustrar esta
afirmación en la obra de Johann Boemus, publicada en 1520, titulada Omnibus
gentium mores, leges et ritus, reeditada en numerosas ocasiones. La reedición
más completa aparece bajo el título The Manners, Laws, and Customs of All
Nations, cuyo interés para nosotros, más que por su propio valor
protoetnográfico, radica en el momento histórico en el que ve la luz.
17
I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., pp. 24-26.
32
Trayectorias del conocimiento antropológico
33
La antesala del correlato antropológico Rubio-Ardanaz, JA
nosotros veíamos, estar dos o tres días sin comer, y a las veces cuatro; y
por esta causa los dejaban mamar, porque en los tiempos de hambre no
muriesen [...]. Todos éstos acostumbran dejar sus mujeres cuando entre
ellos no hay conformidad, y se tornan a casar con quien quieren; esto es
entre los mancebos, mas los que tienen hijos permanecen con sus
mujeres y no las dejan, y cuando en algunos pueblos riñen y traban
cuestiones unos con otros, apuñálanse y apaléanse hasta que están muy
cansados, y entonces se desparten; algunas veces los desparten mujeres,
entrando entre ellos, que hombres no entran a despartirlos; y por
ninguna pasión que tengan no meten en ellas arcos y flechas; y desque
se han apuñeado y pasado su cuestión, toman sus casas y mujeres, y
vanse a vivir por los campos y apartados de los otros, hasta que se les
pasa el enojo; y cuando ya están desenojados y sin ira, tórnanse a su
pueblo, y de ahí adelante son amigos como si ninguna cosa hubiera
pasado entre ellos.
Toda es gente de guerra y tienen tanta astucia para guardarse de
sus enemigos como ternían si fuesen criados en Italia y en continua
guerra. Cuando están en parte que sus enemigos los pueden ofender,
asientan sus casas a la orilla del monte más áspero y de mayor espesura
que por allí hallan, y junto a él hacen un foso, y en éste duermen. Toda
la gente de guerra está cubierta con leña menuda, y hacen sus saeteras,
y están tan cubiertos y disimulados, que aunque estén cabe ellos no los
ven, y hacen un camino muy angosto y estra hasta en medio del monte, y
allí hacen lugar para que duerman las mujeres y niños, y cuando viene
la noche encienden lumbres en sus casas para que si hobiere espías
crean que están en ellas, y antes del alba tornan a encender los mismos
fuegos; y si acaso los enemigos vienen a dar en las mismas casas, los
que están en el foso salen a ellos y hacen desde las trincheras mucho
daño, sin que los de fuera los vean ni los puedan hallar; y cuando no
hay montes en que ellos puedan de esta manera esconderse y hacer sus
celadas, asientan en llano en la parte que mejor les parece y cércanse de
trincheras cubiertas de leña menuda y hacen sus saeteras, con que
flechan a los indios, y estos reparos hacen para de noche. Estando yo
con los aguenes, no estando avisados, vinieron sus enemigos a media
noche y dieron en ellos y mataron tres y hirieron otros muchos; de
suerte que huyeron de sus casas por el monte adelante, y desde sintieron
que los otros se habían ido, volvieron a ellas y recogieron todas las
flechas que los otros les habían echado, y lo más encubiertamente que
pudieron los siguieron, y estuvieron aquella noche sobre sus casas sin
35
La antesala del correlato antropológico Rubio-Ardanaz, JA
que fuesen sentidos, y al cuarto del alba les acometieron y les mataron
cinco, sin otros muchos que fueron heridos, y les hicieron huir y dejar
sus casas y arcos, con toda su hacienda; y de ahí a poco tiempo vinieron
las mujeres de los que se llamaban quevenes, y entendieron entre ellos y
los hicieron amigos, aunque algunas veces ellas son principio de la
guerra. Todas estas gentes, cuando tienen enemistades particulares,
cuando no son de una familia, se matan de noche por asechanzas y usan
unos con otros grandes crueldades”.
20
En la encomienda el encomendero, colono español a quien eran confiados o
cedidos cierto número de amerindios, podía utilizarlos sin ningún límite a
condición de enseñarles la religión cristiana y de instruirles conforme a las
Leyes de Indias. A cambio de esta “educación”, el amerindio debía trabajar o
36
Trayectorias del conocimiento antropológico
38
Trayectorias del conocimiento antropológico
39
Capítulo 2
21
Yves d'Evreux, Arsène de Paris, Ambroise d'Amiens y Claude d'Abbeville, de
la orden capuchina, formaron parte de la misma misión a Maranhão (Brasil) en
1612. El primero escribió la obra Histoire de la mission des pères capucins en
l'isle de Maragnan et terres circonvoysines, publicada en Paris por François
Huby en 1614. En ella relata dicha misión, uno de cuyos objetivos era explotar y
comercializar la madera y el tabaco brasileños. Después de haber permanecido
durante cuatro meses entre los tupinambas, vuelve a Francia con cuatro nativos
causando una gran expectación en Paris. Por su parte Ambroise d'Amiens
moriría en Maranhão e Yves d'Evreux permanecería en el lugar hasta 1614
momento en el que regresa y publica su propia obra.
22
Pierres Pelleprat (1609-1667), jesuita, autor de la obra titulada Relation des
missions des PP. de la Compagnie de Jésus dans les isles et dans la Terre
Ferme de l’Amérique Meridional, avec une introduction à la langue des Galibis,
sauvages de la Terre Ferme de l’Amérique, publicada en París por Sébastien y
Gabriel Cramoisy en 1655 y cuya primera edición aparece en latín. Uno de los
41
Avances precursores durante los siglos XVII y XVIII Rubio-Ardanaz, JA
25
Véase R. Oullet, Sur Lahontan, contes rendus et critiques (1702-1711),
Éditions l’Hêtrière, Québec, 1983, pp. 7-12.
26
J. C. Bonnefons, Voyage au Canada fait depuis l’an 1751 à 1761 par J. C.
B., Aubier Montaigne, Paris, 1978.
27
A. Balvay, L’épée et la plume: Amérindiens et soldats des troupes de la
marine en Lousiane et au Pays d’en Haut (1583-1763), Presses de l’Université
Laval, Québec, 2006, p. 111.
43
Avances precursores durante los siglos XVII y XVIII Rubio-Ardanaz, JA
28
Seleccionado de J. C. Bonnefons, op. cit., pp. 182-183, capítulo titulado “De
leurs funérailles, tombeaux et deuils”. En dicha obra en general describe las
costumbres de las naciones amerindias sioux, algonquina, hurón e iroquesa.
44
Trayectorias del conocimiento antropológico
32
Se puede ampliar esta interpretación sobre las aportaciones rousseaunianas en
historiadoras de la antropología como M. Duchet, Anthropologie et histoire au
siècle des Lumières. Buffon, Voltaire, Rousseau, Helvétius, Diderot,
Flammarion, Paris, 1977, pp. 274 y 293-295; y también I. Schulte-Tenchoff, op.
cit., pp. 39 y ss.
47
Avances precursores durante los siglos XVII y XVIII Rubio-Ardanaz, JA
33
F. W. Voget, A History of Ethnology, Holt, Rinehart & Winston, New York,
1975, pp. 112 y ss.
34
J. Poirier, op. cit., pp. 16-17.
35
Ibid., p. 17.
48
Trayectorias del conocimiento antropológico
38
I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 34.
50
Trayectorias del conocimiento antropológico
39
M. Duchet, op. cit., p. 225.
51
Avances precursores durante los siglos XVII y XVIII Rubio-Ardanaz, JA
52
Trayectorias del conocimiento antropológico
53
Capítulo 3
40
M. Kilani, op. cit., pp. 245-246.
55
El ser humano como objeto social Rubio-Ardanaz, JA
41
Ibid., p. 246.
56
Trayectorias del conocimiento antropológico
42
Se puede ampliar esta idea en I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 41.
57
El ser humano como objeto social Rubio-Ardanaz, JA
43
I. Schulte Tenckhoff, op. cit., p. 42 y ss.; y F. W. Voget, op. cit., p. 171 y ss.
44
Véanse al respecto I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 44; F. W. Voget, op. cit.,
p. 173; M. Kilani, op. cit., pp. 248-249, así como H. Spencer, Principes de
sociologie, E. Caselles, Librairie Germer & Cie, Paris, 1877-1896, p. 96.
58
Trayectorias del conocimiento antropológico
el ser humano al igual que los demás organismos vivos, también está
sometido a las leyes de la selección natural.
Por otra parte, tanto C. R. Darwin como Thomas Huxley (1825-
1895), trabajarían por probar que el ser humano no es más que el reflejo
de un conjunto de procesos relacionados con la naturaleza y que sus
cualidades psíquicas ya están presentes en el mundo animal. T. Huxley
dedicado al estudio de la morfología comparativa de los cerebros
humanos con el resto de los primates, avanzó la hipótesis de que las
diferencias posibles son graduales y no estructurales. Al respecto
historiadoras de la antropología como Isabelle Schulte-Tenckhoff,
remarcan la figura de estos dos pensadores por su dedicación y esfuerzo
dedicados a colocar de lleno al ser humano en la naturaleza. Se niega así
la parte “supra-orgánica” que lo situaría fuera del mundo animal y que
por lo tanto condicionaría un comportamiento social superior y único45.
Esta negación sitúa al ser humano, igual que cualquier otro
organismo vivo, sujeto a las leyes de la selección natural, determinada
por las relaciones que mantienen dichos organismos con su medio. Estas
relaciones serían de orden competitivo y perpetuarían una interminable
lucha por la supervivencia. En dicho combate sólo saldrían vencedores
aquellos organismos mejor adaptados. Estamos ante una tesis que
seguirá de actualidad prácticamente hasta nuestros días, afirmación que
nos llevaría hasta los mismos planteamientos de la sociobiología.
Tras estas referencias prácticamente obligadas tanto a C. R. Darwin
como a T. Huxley, cuyos planteamientos e ideas tendrán una clara
incidencia en la antropología evolucionista posterior, haremos una breve
alusión a investigadores cercanos o pertenecientes al campo de la
arqueología y de la antropología física, preocupados por el paso desde lo
simple a lo complejo. En este sentido podemos nombrar a Jean Baptiste
Lamarck (1744-1829) quien ya había defendido este principio, entendido
como transformación estructural de las especies a través del tiempo. Esta
manera de ver las cosas coincide con un momento histórico en el que se
realizaron diversas expediciones y excavaciones, en una época que va
desde el año 1800 a 1870. Durante estas décadas se descubren por
ejemplo fragmentos humanos pertenecientes a la época neandertal y se
adquieren ya nuevos datos sobre la formación de la Tierra. También
durante estos años se clasifican y datan por primera vez los estratos
45
I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 44.
59
El ser humano como objeto social Rubio-Ardanaz, JA
46
P. Mercier, op. cit., p. 31. Según L. V. Thomas, “La etnología, mistificaciones
y desmitificaciones”, en J. Bouveresse el al., Historia de la Filosofía (El siglo
XX), Espasa-Calpe, Madrid, 1984, pp. 126-127, la palabra ‘etnología’ dataría de
1787, cuya autoría se debería a De Chavannes, moralista erudito, autor de la
obra Essai sur l’éducation intellectuelle avec le projet d’une science nouvelle,
en el ámbito de una filosofía de la historia en la que se decribían ya
adelantadamente las etapas del ser humano hacia la civilización. Por otra parte
el término ‘etnografía’ es posterior, atribuído al historiador alemán B. G.
Niebuhr en el marco de un curso impartido en la Universidad de Berlín (1810),
aunque quien vulgarizaría el vocablo sería el italiano Balbi, establecido en París
y autor del Atlas ethnographique du globe (1826). Este autor encontró en la
etnografía la oportunidad para la clasificación de los grupos humanos, sobre
todo a partir de la identificación de los rasgos lingüísticos. El término
‘antropología’ debió esperar a B. Pascal (1623-1662) y sobre todo a los filósofos
del siglo XVIII y después a los naturalistas, como J. F. Blumenbach de
Gotingen, quien trató de volver a incluir al ser humano en los esquemas
biológicos de la creación: De generis hunani varietate naturo (1795). “En
consecuencia el gran filósofo racionalista E. Kant se situó en esta perspectiva
‘naturalista’… ofreciendo así la palabra al gran público en su Anthropologie in
pragmatischer Hinsicht, en 1798”.
47
P. Mercier, op., cit., p. 31.
60
Trayectorias del conocimiento antropológico
48
Ibid., p. 32.
61
Capítulo 4
El paradigma evolucionista:
primeros pasos teóricos
49
M. Lischetti, “La antropología como disciplina científica”, en M. Lischetti
(comp.) Antropología, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires,
1987, p. 24.
63
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
64
Trayectorias del conocimiento antropológico
50
E. B. Tylor, Primitive Culture, Harper Toorchbooks, New York, 1958, p. 1.
51
D. Cuche, La notion de culture dans les sciences sociales, La Découverte,
Paris, 2004, p. 16; y J. A. Rubio-Ardanaz, Lemanes, sardineras y pescadores.
65
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
Orientación y planteamiento
Continuamos en este momento cronológico en el que la reflexión
antropológica se vería dominada por el pensamiento evolucionista,
abarcando prácticamente desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el
primer cuarto del XX aproximadamente. Recordando su objetivo, a
modo de síntesis, podemos resumirlo diciendo que se trata de un intento
de análisis de las instituciones y sociedades que tiene en cuenta, tanto el
origen (genetismo), como la evolución a través del tiempo (clasificación
y comparativismo). Su fundamento teórico como ya hemos mostrado
habría que buscarlo en el pensamiento desarrollado durante el siglo XIX.
52
I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., pp. 47-48.
53
Ibid., p. 48.
54
J. A. Rubio-Ardanaz, op. cit., pp. 67-73.
67
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
55
Conocida también como Escuela de los Círculos Culturales, Escuela
Histórico-Cultural o Escuela Difusionista, véase J. Poirier, op. cit., pp. 49-54.
68
Trayectorias del conocimiento antropológico
56
Idem.
69
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
70
Trayectorias del conocimiento antropológico
considerable progress in the simple arts. Flint and stone implements are
older than pottery, remains of the former having been found in ancient
repositories in numerous instances unaccompanied by the latter. A
succession of inventions of greater need and adapted to a lower
condition must have occurred before the want of pottery would be felt.
The commencement of village life, with some degree of control over
subsistence, wooden vessels and utensils, finger weaving with filaments
of bark, basket making, and the bow and arrow make their appearance
before the art of pottery. The village Indians who were in the Middle
Status of barbarism, such as the Zuñians the Aztecs and the Cholulans,
manufactured pottery in large quantities and in many forms of
considerable excellence; the partially Village Indians of the United
States, who were in the Lower Status of barbarism, such as the Iroquois,
the Choctas, and the Cherokees, made it in smaller quantities and in a
limited number of foms; but the Non-horticultural Indians, who were in
the Status of savagery, such as the Athapascans, the tribes of California
and of the valley of the Columbia, were ignorant of this use.[...] The
introduction of the ceramic art produced a new epoch in human progress
in the direction of an improved living and increased domestic
conveniences. While flint and stone implements –which came in earlier
and required long periods of time to develop all their uses– gave the
canoe, wooden vessels and utensils, and ultimately timber and plank in
house architecture, pottery gave a durable vessel for boiling food, which
before that been rudely accomplished in baskets coated with clay, and in
ground cavities lined with skin, the boiling being effected with heated
stones”57.
A pesar de su gran mérito, la lógica propuesta refleja el
etnocentrismo de finales del siglo XIX. De todas formas podemos
afirmar un inicio ya cercano del difusionismo. L. H. Morgan aplica el
transcurso de estadios relacionándolos geográficamente, postura que en
cierto modo conecta o anuncia la corriente citada. Por otra parte las
sistematizaciones puestas en escena, basadas en las nociones de
evolución y progreso, presentan una humanidad que domina poco a poco
57
L. H. Morgan, Ancient Society, Eleanor Burke Leacock, Peter Smith,
Gloucester, Mass., 1974, pp. 13-14.
71
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
58
En referencia a la tecnología, la antropología evolucionista no sólo vería en
ella las pruebas materiales de un control progresivo de la naturaleza, sino
también el avance intelectual en base a la hipótesis de que la herramienta
expresa una idea. Como ejemplo podemos referirnos a las obras de Klemm
(1802-1867) sobre las bases materiales de la cultura; F. Pitt-Rivers (1827-1900)
con su clasificación de las herramientas; E. Hahn (1856-1928) y su análisis del
paso de la azada al arado, así como al cuadro hipotético dibujado por E. B.
Tylor publicado en 1865. Véase al respecto I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 49.
59
Al detenernos en la cuestión del análisis del hecho religioso, hay que señalar
que no todos los evolucionistas presentan la misma perspectiva. El caso más
claro puede ser el de L. H. Morgan en su estudio de la evolución intelectual
humana basada en la tecnología, los modos de subsistencia y la organización
social, pudiéndonos remitir a Ancient Society.
72
Trayectorias del conocimiento antropológico
también por los sueños y las visiones. Por medio de estas experiencias el
individuo es capaz de concebir el alma como imagen impersonal de su
cuerpo, hecho que al mismo tiempo le conducirá a ver la naturaleza
como algo animado por fuerzas espirituales. Éstas son percibidas como
las causas personificadas de las relaciones causa-efecto que rigen los
procesos naturales. Este cuadro explicativo nos coloca ante una religión
natural primitiva, cuya base se encontraría en la creencia en espíritus
relacionados, o con los difuntos y antepasados, o con las cosas y
animales (fetichismo y encarnaciones) de donde nacería la idea de una
esfera divina.
En esta lógica explicativa, el monoteísmo se entiende como el
estadio supremo en la evolución del hecho religioso cuya característica
fundamental está en la creencia en un dios de la naturaleza supremo. En
esta misma línea explicativa, las religiones politeístas se encuadrarían en
un estadio anterior, ideas presentes tanto en las obras de E. B. Tylor
como H. Spencer.
Si para la concepción animista de la religión, ésta se explica a través
de factores relacionados con la psicología individual, en oposición, los
naturistas situarán su origen fuera de la experiencia interna del ser
humano, es decir en la misma naturaleza. Esta orientación es la que
podemos encontrar en R. R. Marrett para quien el fenómeno de la
religión encuentra su fundamento en la angustia y en la admiración que
en un principio, inspira la naturaleza en el ser humano primitivo. Este
hecho le lleva supuestamente a otorgar poderes al mundo que le rodea.
Junto a estas dos explicaciones, animista y naturista, en referencia al
origen y evolución de la religión, hallamos los esfuerzos de J. G. Frazer
empeñados en demostrar la superioridad de la razón. Éste en síntesis,
intentó demostrar que la religión constituye una fase posterior a la
magia. Ésta sería la expresión de un conjunto de creencias y prácticas
cuyo fundamento intelectual es considerado más rudimentario que el de
la religión. La religión sucede a la magia y surge en el instante en el que
los seres humanos se dan cuenta de la ineficacia de la magia, lo cual les
lleva a reconocer la existencia de dioses.
73
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
60
Hallamos un ejemplo del totemismo como explicación unitaria en Tótem y
tabú de Freud; sin embargo su existencia como institución autónoma será puesta
en tela de juicio a partir de 1920. Entre las críticas hacia el totemismo destaca la
realizada por C. Lévi-Strauss para quien se presenta como una ilusión en la que
pesan los prejuicios del siglo XIX. En ese sentido el totemismo sería ante todo
la proyección fuera de nuestro universo, como si se tratase de un exorcismo, de
actitudes mentales incompatibles con la exigencia de discontinuidad entre el ser
humano y la naturaleza, tan esencial para el pensamiento cristiano. Véanse al
respecto, C. Lévi-Strauss, Le totémisme aujourd’hui, PUF, Paris, 1962, p. 4 y
ss.; y M. Panoff, M. Perrin, Dictionnaire de l’ethnologie, Payot, Paris, 1973, p.
258.
74
Trayectorias del conocimiento antropológico
61
I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., pp. 50-52.
62
Idem.
63
J. Poirier, op. cit., pp. 59-62.
75
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
64
Ibid., pp. 65-66.
65
Ibid., pp. 66-67.
76
Trayectorias del conocimiento antropológico
66
Ibid., op. cit., pp. 57-58.
77
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
67
Ibid., pp. 58 y ss.
68
E. B. Tylor distingue claramente entre fetiche e ídolo, el primero entendido
como soporte material provisional del espíritu y el segundo como soporte
permanente del espíritu. En el segundo se presenta la característica de la
intervención humana sobre el objeto: pintarlo, esculpirlo, etcétera; véase J.
Poirier, op. cit., p. 61.
78
Trayectorias del conocimiento antropológico
to them, will come into view of that stage of culture where the religion of
rude tribes is at the same time their philosophy, containing such
explanation of themselves and the world they live in as their uneducated
minds are able to receive.
The idea of the soul which is held by uncultured races, and is the
foundation of their religion, is not difficult to us to understand, if we can
fancy ourselves in their place, ignorant of the very rudiments of science,
and trying to get at the meaning of life by what the sense seem to tell.
The great question that forces itself on their minds is one that we with all
our knowledge cannot half answer, what the life is which is sometimes in
us, but not always. A person who a few minutes ago was walking and
talking, with all his senses active, goes off motionless and unconscious in
a deep sleep, to wake after a while with renewed vigour. In other
conditions the life ceases more entirely, when one is stunned or falls into
a swoon or trance, where the beating of the heart and breathing seem to
stop, and the body, lying deadly pale and insensible, cannot be
awakened; this may last for minutes or hours, or even days, and yet after
all the patient revives. Barbarians are apt to say that such a one died for
a while, but this soul came back again. They will talk to a corpse, try to
rouse it and even feed it, and only when it becomes noisome and must be
got rid of from among the living, they are at last certain that the life has
gone never to return. What, then, is this soul or life which thus goes and
comes in sleep, trance, and death? To the rude philosopher, the question
seems to be answered by the very evidence of his senses. When the
sleeper awakens from a dream, he believes he has really somehow been
away, or that other people have come to him. As it is well known by
experience that man’s living self or soul is his phantons, in what are
called visions or hallucinations. They are further led to believe that the
soul does not die with the body, but lives on after quitting it, for although
a man may be dead and buried, his phantom-figure continues to appear
to the survivors in dreams and visions. That men have such unsubstantial
images belonging to them is familiar in other ways to the savage
philosopher, who has watched their reflexions in still water, or their
shadows following them about, fading out of sight to reappear presently
somewhere else, while sometimes for a moment he has seen their living
breath as a faint cloud, vanishing though one can feel that it is still
there. Here then in few words is the savage and barbaric theory of souls,
where life, mind, breath, shadow, reflexion, dream, vision, come together
80
Trayectorias del conocimiento antropológico
and account for one another in some such vague confused way as
satisfies the untaught reasoner.
The Zulu will say that at death a man’s shadow departs from his
body and becomes an ancestral ghost, and the widow will relate how her
husband has come in her sleep and threatened to kill her for not taking
care of his children; or the son will describe how his father’s ghost stood
before him in a dream, and the souls of the two, the living and the dead,
went off together to visit some far-off kraal of their people. The Malays
do not like to wake a sleeper, lest they should hurt him by disturbing his
body while his soul is out. The Ojiwas describe how one of their chiefs
died, but while they were watching the body, on the third night his
shadow came back into it, and he sat up and told them how he had
travelled to the River of Death, but was stopped there and sent back to
his people. The Nicaraguans, when questioned by the Spaniards as to
their religion, said that, when a man or woman dies, there comes out of
their mouth something that resembles a person and does not die, but the
body remains here –it is not precisely the heart that goes above, but the
breath that comes from their mouth and is called the life. The lower
races sometimes avoid such confusion of thoughts as this, by treating the
breath, the dream-ghost, and other appearances, as being separate
souls. Thus, some Greenlanders reckoned man as having two souls, his
shadow and his breath; and the Fijians said that the “dark spirit” or
shadow goes down to the world below, but the “light spirit” or reflexion
seen in water stays near where he dies. The reader may call to mind
examples how such notions of the soul lasted on hardly changed in the
classic world; how in the Iliad the dead Patroklos comes to the sleeping
Achilles, who tries in vain to grasp him with loving hands, but the soul
like smoke flits away below the earth; or how Hermotimos, the seer, used
to go out from his body, till at last his soul, coming back from a spirit-
journey, found that his wife had burnt his corpse on the funeral pile, and
that he had become a bodiless ghost. At this stage the idea of the soul
was taken up by the Geek philosophers and refined into more
metaphysical forms; the life and mind were separated by dividing the
soul into two, the animal and the rational soul, and the conception of the
soul as of thin ethereal substance gave place to the definition of the
immaterial soul, which is mind without matter.
To follow the discussion of these transcendental problems in ancient
and modern philosophy will occupy the student of metaphysics, but the
best proof how the earlier and grosser soul-theory satisfied the
81
El paradigma evolucionista: primeros pasos teóricos Rubio-Ardanaz, JA
Balance y aportaciones
A la hora de hacer un balance sobre la tendencia teórica
evolucionista, temáticas abordadas y realizaciones, no habría que olvidar
el lado positivo para el avance, sobre todo en los inicios del estudio
antropológico. A pesar de su excesiva preocupación por clasificar las
distintas sociedades desde un baremo cronológico lineal, hay que tener
en cuenta que el paradigma evolucionista constituye uno de los
principales intentos por presentar una explicación lógica de los parecidos
observados en sociedades lejanas entre sí geográfica e históricamente.
Por otra parte este interés llevará a los investigadores al denominado
“comparativismo”, donde no obstante, en ocasiones el trabajo directo y
la observación sobre el terreno como ya hemos visto, serían ignorados.
Sin embargo, hay que indicar que este interés por la comparación y por
la investigación, se basa en unos principios fundamentales, como son el
de la unidad del género humano y la idea de que los elementos de una
sociedad forman un sistema coherente que puede ser estudiado de forma
lógica y entendida universalmente.
Gracias al método comparativo, los evolucionistas llegan a distinguir
lo particular de lo general, lo accidental de lo permanente. Como
ejemplo novedoso podemos indicar, la gran importancia concedida a los
estudios sobre el parentesco. Conformaron una clara ilustración del
establecimiento de un aparato conceptual que posibilitará reunir,
comparar, clasificar y explicar datos etnográficos hasta el momento sin
clarificar. Junto a esto, aparecieron conceptos como los que ya hemos
indicado (endogamia, exogamia, alianza, relación colateral, etcétera) que
pasarán a formar parte del vocabulario antropológico posterior.
70
E. B. Tylor, Anthropology: An Introduction of the Study of Man and
Civilization, Watts and Co., London, vol. II, 1930, pp. 87-89.
82
Trayectorias del conocimiento antropológico
71
M. Kilani, op. cit., p. 261 y ss.
83
Capítulo 5
Primeras contraposiciones
teóricas
72
Para ampliar esta información, véase E. Alexandrenkov, “Le diffusionisme
dans l’ethnographie occidentale”, en Ethnologie occidentale: Essais critiques
sur l’idéologie, Éditions du Progres, 1985, pp. 214-227.
85
Primeras contraposiciones teóricas Rubio-Ardanaz, JA
86
Trayectorias del conocimiento antropológico
73
S. Camelin, S. Houdart, L’ethnologie, P.U.F., Paris, 2010, p. 65 y ss.
87
Primeras contraposiciones teóricas Rubio-Ardanaz, JA
74
I. Schulte-Tenckhof, op. cit., p. 65.
75
Ibid., p. 67.
88
Trayectorias del conocimiento antropológico
76
Idem.
77
I. Schulte-Tenckhof, op. cit., p. 68.
89
Primeras contraposiciones teóricas Rubio-Ardanaz, JA
90
Trayectorias del conocimiento antropológico
91
Primeras contraposiciones teóricas Rubio-Ardanaz, JA
80
G. Elliot Smith, “The Origin of the Dolmen”, Man, vol. 16 (febr.) 1916, pp.
26-28.
93
Primeras contraposiciones teóricas Rubio-Ardanaz, JA
81
G. Elliot Smith, En el comienzo de la civilización, Editorial Nova, Buenos
Aires, 1945.
94
Trayectorias del conocimiento antropológico
82
E. Alexandrenkov, op. cit., p. 229.
83
Ibid., pp. 222-223.
84
I. Schulte-Teckhof, op. cit., p. 69.
95
Primeras contraposiciones teóricas Rubio-Ardanaz, JA
96
Trayectorias del conocimiento antropológico
97
Capítulo 6
Culturalismo
99
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
85
I. Schulte-Teckhof, op. cit., p. 71 y ss.
100
Trayectorias del conocimiento antropológico
101
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
86
Idem.
87
F. Boas, Race, Language, and Culture, Chicago University Press, Chicago,
1940.
88
H. L. Herbert, "The Passion of Franz Boas", American Anthropologist, 103
(2), 2001, pp 447-448.
102
Trayectorias del conocimiento antropológico
La antropología culturalista
Como acabamos de constatar, la cultura aparece como objetivo
primordial que hace posible y fundamenta la presencia de las sociedades
objeto de estudio y que por lo tanto otorga su razón de ser a cualquiera
de los elementos que la componen. Como hemos indicado, definir la
antropología culturalista nos conduce primero, a valorar el alto grado de
operatividad que ha adquirido el concepto de cultura gracias a F. Boas.
En segundo lugar, nos lleva a disponer de un punto de referencia con el
que contrastar otras formas de contemplar la cuestión. En este sentido
los presupuestos metodológicos y las posiciones teóricas, giran en torno
a la consideración para la cual la cultura, definida como sistema de
representación, parecería determinar el modo de vida social89.
En esta óptica, los discípulos de F. Boas centrarán su análisis sobre
los componentes estructurales de la cultura, tratando de demostrar que
ésta rige por su propia naturaleza, todos los procesos que afectan al ser
humano y a la sociedad. Afirmarán desde este ángulo que la cultura
constituye la variable esencial que estructura la existencia humana. Esta
opción no obstante, prepara la vía para un determinismo cultural, basado
en el presupuesto de que la cultura representa un nivel autónomo de la
realidad la cual condiciona lo biológico y lo psicológico en tanto que
sistema.
En torno a este paradigma van a ir apareciendo importantes
aportaciones teóricas de la mano de A. L. Kroeber, C. Kluckhohn, R.
Lowie y R. Linton90. Para ellos la realidad humana engloba cuatro
niveles diferentes superpuestos y autónomos: el cultural o
“supraorgánico” tal como plantea A. L. Kroeber, el social, el psicológico
y el biológico. Su posición teórica se puede sintetizar de forma general
afirmando que cada uno de ellos obedece a leyes propias y debe
89
Esta concreción se opondría a una segunda opción que tomará como
referencia global la consideración según la cual los recursos disponibles, los
productos obtenidos, los modos de obtenerlos y las relaciones de producción
determinarían la cultura, las estructuras sociales y su historia; J. A. Rubio-
Ardanaz, op. cit., 1994, p. 29 y ss.
90
A. L. Kroeber, Anthropology, Harcourt, New York, 1948; The Nature of the
Culture, Chicago University Press, 1952; C. Kluckhohn, Mirror for Man. The
Relation of Anthropology to Modern Life, McGraw Hill, New York, 1949; R.
Lowie, Culture and Ethnology, Peter Smith, 1929; R. Linton, The Study of Man.
An Introduction, Appleton Century, Oxford, 1936.
103
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
91
A. L. Kroeber, “Sub-human Culture Beginnins”, The Quarterly Review of
Biology, vol. 3, nº 3, sep., 1928, pp. 325-342.
104
Trayectorias del conocimiento antropológico
92
C. Kluckhohn, Mirror for Man. The Relation of Anthropology to Modern Life,
McGraw Hill, New York, 1949.
93
Ibid., The Navajo,Doubleday, Garden City, 1962.
94
R. Redfield, Tepotzlan, a Mexican Village, Universiity Chicago Press, 1964.
105
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
95
A. Kardiner, L’individu dans sa société, Gallimard, Paris, 1969.
96
R. Linton, Le fondement culturel de la personalité, Dunod, Paris, 1968, p.
115.
106
Trayectorias del conocimiento antropológico
97
R. Benedict, Echantillons de civilisation, Gallimard, Paris, 1967.
98
R. Linton, op. cit., p. 115 y ss.
99
M. Mead, Sex and Temperement in three Primitive Societies, 1935.
107
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
De la endoculturación a la aculturación
Según el relativismo cultural, cada cultura y lo que ésta constituye,
deben ser consecuentemente estudiados teniendo en cuenta su
especificidad, dejando de lado cualquier juicio de valor. De aquí surge
un interés por la integración cultural en general y por el proceso de
endoculturación en particular. De todas maneras, frente a los cambios
socioeconómicos que se producen a partir de los años treinta y sobre
todo, después de la segunda guerra mundial, la antropología no podrá
hacer abstracción del problema del “contacto cultural”. Ligado a la
problemática de la endoculturación aparece el de la aculturación en tanto
que proceso histórico de transformación cultural.
A la antropología culturalista en un principio le costará asimilar y
pensar la aculturación como una relación de fuerza, siendo así que para
100
M. Mead (ed.) Cooperation and Competition in Primitive Societies, McGraw
Hill, New York, 1937.
101
M. Mead, Une éducation en Nouvelle Guinée, Payot, Paris, 1973.
108
Trayectorias del conocimiento antropológico
102
G. Devereux, Reality and Dream. Psychoterapy of a Plains Indian,
International Universities, New York, 1951.
109
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
La antropología radical
103
Los primeros textos críticos frente al imperialismo van a aparecer en Current
Anthropology (1968) en torno a las responsabilidades sociales de la
antropología. Entre los principales autores estarán K. Gough, “Des propositions
nouvelles pour les anthropologues”, en J. Copans (ed.) Anthropologie et
impérialisme, Maspero, Paris, 1975, pp. 17-35, G. D. Berremann, “Is
Anthropology Alive? Social Responsibility in Social Anthropology”, Current
Anthropology, 9, 1968, pp. 391-396, y G. Gjessing, “The Social Responsibility
of the Social Scientist”, Current Anthropology, 9, 1968, pp. 397-402. En 1968 la
American Anthropological Association llega a crear un comité encargado de
examinar los problemas de ética y moral a los que debe enfrentarse la
antropología, proponiendo un proyecto ético titulado Principples of Professional
Responsabilities (1970). Otras posiciones aún más radicales correrían a cargo de
J. Copans, Critiques et politiques de l’anthropologie, Maspero, Paris, 1974 y J.
M. Auzias, L’anthropologie contemporaine, P.U.F., Paris, 1976, entre otros;
véase I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., pp. 89-91.
110
Trayectorias del conocimiento antropológico
104
L. Pilon-Lê et al. Perspectives anthropologiques, Montréal: Éditions du
Renouveau Pédagogique, 1975, p. 3.
105
L. A. White, “Foreword”, en M. Sahlins, E. Service (eds,) Evolution and
Culture, Michigan Universiti Press, Ann Arbor, p. VII.
106
G. V. Childe, Man Makes Himself, Mentor Books, New York, 1951.
111
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
107
L. A. White, The Evolution of Culture: The Development of Civilization to
the Fall to Rome, Left Coast Press, Walnut Creek, California, 2007.
108
R. L. Carneiro, “The Four Faces of Evolution” en J. J. Honigman (ed.)
Handbook of Social and Cultural Anthropology, Rand McNally and Co.,
Chicago, 1973, p. 90.
112
Trayectorias del conocimiento antropológico
109
Hallamos sus propuestas fundamentales en J. H. Steward, Theory of Culture
Change; y Evolution and Ecology. Essays on Social Transformation, University
of Illinois Press, Urbana, 1955 y 1977 respectivamente.
113
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
110
S. Piddocke, “The Potlatch System of the Southern Kwakiutl: A New
Perspective”, Southwestern Journal of Anthropology, 21, 1, 1965, pp. 244-264;
W. Suttles, “Coping with Abundance: Subsistence on the Northwest Coast”, R.
Lee, I. DeVore (eds.) Man the Hunter, Aldine, Chicago, 1968, pp. 56-68; R.
Rappaport, Ecology, Meaning and Religión, North Atlantic Books, Richmond,
Cal., 1979.
111
S. Polgar, Population, Ecology and Social Evolution, Mouton, The Hague,
1975; M. Harris, Cannibales y reyes. Los orígenes de la cultura, Argos Vergara,
Barcelona, 1983, Vacas, cerdos, guerras y brujas, Alianza Editorial, 1998;
Cultural Materialism. The Struggle for a Science of Culture, Vintage Books,
New York, 1980.
114
Trayectorias del conocimiento antropológico
La antropología simbólica
Bajo este parágrafo se reúnen investigaciones que conceden un lugar
importante al fenómeno de la comunicación social y en particular a las
prácticas simbólicas. Se trata de una orientación antropológica que de la
misma manera que la antropología clásica norteamericana, se centra en
el fenómeno cultural, aunque su punto de interés primordial se dirige a
los símbolos y significaciones. Su línea y objetivo caminan hacia la
producción simbólica de toda cultura, prestando un interés especial a la
interdependencia entre los datos simbólicos y los datos materiales. Este
aspecto será importante para las investigaciones encasilladas en esta
orientación en las cuales se vuelve a retomar la acepción original del
115
Culturalismo Rubio-Ardanaz, JA
112
G. Berthoud, F. Sabeli, L’ambivalence de la production. Logiques
communautaires et logique capitaliste, P.U.F., Cahiers de l’I.U.E.D. 3, Paris,
Genève, 1976; E. Schwimmer, The Yearbook of Symbolic Anthropology, C.
Hurst & Co., Queen’s University Press, London, Montreal, 1978.
113
D. Schneider, “Some Muddles in the Model, or How the System Really
Works”, The Relevence of Models for Social Anthropology, Tavistock, A.S.A.
Monographs 1, London, 1965, pp. 25-85.
114
C. Geertz, The Interpretation of Cultures, Basic Books, New York, 1975.
115
V. Turner, The Forest of Symbols: Aspects of Ndembu Ritual, Cornell
University Press, 1967; Schism and Continuity in an African Society,
Manchester University Press, 1968; The Ritual Process: Structure and Anti-
Structure , Aldine Transaction 1969; Dramas, Fields, and Metaphors: Symbolic
Action in Human Society, Cornell University Press, 1974.
116
R. Wagner, The Curse of Souw, University of Chicago Press, 1967; E.
Schwimmer, Exchange in the Social Structure of the Orokaiva, C. Hurst,
London, 1973; S. Walens, Feasting Whit Cannibals. An Essay on Kwakiutl
Cosmology, Princeton University Press, 1981.
116
Trayectorias del conocimiento antropológico
117
Capítulo 7
119
Primeros distanciamientos de las visiones culturalistas Rubio-Ardanaz, JA
117
Se puede ampliar el planteamiento metodológico funcionalista en J. A.
Rubio-Ardanaz, op. cit., pp. 79-87.
120
Trayectorias del conocimiento antropológico
118
B. Malinowski, Une théorie scientifique de la culture et autres essais,
Maspero, Paris, 1968, pp. 48-49.
121
Primeros distanciamientos de las visiones culturalistas Rubio-Ardanaz, JA
119
Ibid., p. 134 y p. 72.
120
B. Malinowski, Les argonautes du Pacifique occidental, Gallimard, Paris,
1963.
122
Trayectorias del conocimiento antropológico
121
Ibid., pp. 227-228.
123
Primeros distanciamientos de las visiones culturalistas Rubio-Ardanaz, JA
124
Trayectorias del conocimiento antropológico
El funcionalismo estructural
La orientación teórica propuesta por A. R. Radcliffe-Brown, está
basada en una analogía entre los conceptos de sistema natural y sistema
social122. Los sistemas naturales, entendidos como entidades organizadas
según leyes que les son propias, formarían elementos susceptibles de ser
aislados y analizados en función de la naturaleza y de las interrelaciones
de sus elementos constitutivos y suministrarían el modelo para el estudio
de las sociedades humanas. De este modo éstas son concebidas en virtud
de sus unidades constitutivas, los individuos, así como de los lazos que
les unen, es decir los diversos entramados de relaciones sociales.
Estaríamos ante un cuadro de tipo organicista donde el concepto de
función toma un derrotero diferente pasando a dar cuenta del conjunto de
normas y reglas en vez de considerar la sociedad en funcionamiento, o si
se prefiere, en marcha.
122
A. R. Radcliffe-Brown, A Natural Science of Society, The Free Press,
Glencoe Illinois, 1957.
125
Primeros distanciamientos de las visiones culturalistas Rubio-Ardanaz, JA
123
A. R. Radcliffe-Brow, Method in Social Anthropology, Asia Publishing
House, Bombay, 1958, p. 25.
124
A. R. Radcliffe-Brow, A Natural Science of Society, The Free Press,
Glencoe, Ill., 1957, p. 55.
125
Para el desarrollo de esta cuestión, véase nuevamente A. R. Radcliffe-Brow,
Structure and Function in Primitive Society, Cohen & West Ed., 1976.
126
Trayectorias del conocimiento antropológico
126
A. R. Radcliffe-Brow, D. Forde, Systèmes familiaux et matrimoniaux en
Afrique, P. U. F., Paris, 1953.
127
Ibid., p. 106 y ss.
128
A. R. Radcliffe-Brow, op.cit., 1976, p. 139 y ss.
129
Ibid., p. 146 y ss.
127
Primeros distanciamientos de las visiones culturalistas Rubio-Ardanaz, JA
128
Capítulo 8
Continuidad y rupturas
131
Hallamos esta afirmación tanto en Essays in Social Anthropology, citada
anteriormente, como en The Nuer, Clarendon, Oxford, 1940.
132
I. Schulte-Tenckhoff, op. cit., p. 79 y ss..
130
Trayectorias del conocimiento antropológico
Argumentación sociológica
E. E. Evans-Pritchard plantea la cuestión de manera pragmática
yendo más allá de la explicación psicológica, argumentada en base a los
supuestos alivios proporcionados por la magia y la religión. La razón de
la “religión primitiva” encuentra su razón de ser en función de su
utilidad, puesto que con su apoyo ayudaría a establecer el orden social.
La consideración “sociológica” y como decíamos pragmática de la
religión, tiene sus antecedentes, tal como recuerda E. E. Evans-Pritchard,
en Montesquieu (1689-1755) y M. de Condorcet (1743-1794). Para el
primero, independientemente de su veracidad o falsedad, puede llegar a
tener una función social muy útil. Ésta se relacionará con el tipo de
gobierno al cual vaya asociada, puesto que la religión de un pueblo,
133
E. E. Evans-Pritchard, Social Anthropology, 1951, p. 30 y ss.
134
Encontraremos sus aportaciones fundamentales en las obras siguientes: Nuer
Religion, Clarendon Press, Oxford, 1956 y Wichcraft, Oracles and Magie
among the Azande, 1937.
131
Continuidad y rupturas Rubio-Ardanaz, JA
135
E. E. Evans-Pritchard, Las teorías de la religión primitiva, Siglo XXI,
Madrid, 1989 (sexta edición en castellano del título original Theories of
Primitive Religión, Oxford University Press, 1965), pp. 84-85.
132
Trayectorias del conocimiento antropológico
136
Ibid., pp. 83-88.
137
M. Fortes, E. E. Evans Pritchard (eds.) Systèmes politiques africaines,
P.U.F., Paris, 1964.
133
Continuidad y rupturas Rubio-Ardanaz, JA
140
M. J. Herskovits, Economic Anthropology. The Economic Life of Primitive
Peoples, W. W. Norton, New York, 1965.
141
E. Leach, Critique de l’anthropologie, P.U.F., Paris, 1968.
142
E. Leach, Les systems politiques des Hautes Terres de Birmanie, Maspero,
Paris, 1972.
135
Continuidad y rupturas Rubio-Ardanaz, JA
143
M. Fortes, The Dinamics of Clanship among the Tallensi y The Web of
Kinship among the Tallensi, Oxford University Press, London, 1945 y 1949
respectivamente; M. Gluckman, Politics, Law and Ritual in Tribal Society,
Blackwell, Oxford, 1965; M. Glucman (ed.) Political Systems and the
Distribution of Power, Tavistock, London, 1965.
144
F. Barth, Political Leadership among the Swath Pathans, Athlone Press,
London,1959; J. Beattie, Bunyoro, an African Kingdom, Holt Rinehart Winston,
1960; T. Asad, The Kabbabish Arabs. Power, Authority and Consent in a
Nomadic Tribe, C. Hurst & Co., London, 1970; J. Middleton, D. Tait (eds.),
Tribes without Rulers, Routledge & Kegan Paul, London, 1958.
136
Trayectorias del conocimiento antropológico
145
J. Goody, Death, Property and the Ancestors. A Study of Mortuory Customs
of the Lo-Dagaba of West Africa, Stanford University Press, Los Angeles, 1962
y Comparative Studies in Kinship, Routledge & Kegan Paul, London, 1969; R.
Fox, Anthropologie de la parenté. Une analyse de la consanguinité et de
l’alliance, Gallimard, Paris, 1972; L. Dumont, Introduction à deux théories
d’anthropologie sociale. Groupes de filiation et alliance de marriage, Mouton,
Paris, 1971.
146
M. Douglas, De la souillure, Maspero, Paris, 1971, y Natural Symbols.
Exploration in Cosmology, Penguin, Harmondsworth, 1978; R. Bradbury et al.,
Essais d’anthropologie religieuse, Gallimard, Paris, 1972.
147
D. Goddard, “Limits of British Anthropology”, New Left Review, 58, pp. 79-
89, 1969; J. Banaji, “The Crisis of British Anthropology”, New Left Review, 64,
pp. 1-85, 1970.
137
Continuidad y rupturas Rubio-Ardanaz, JA
138
Capítulo 9
150
E. Durkheim, Les forms élémentarires de vie religieuse, P.U.F., Paris, 1968.
151
E. Durkheim, De la division du travail social, P.U.F., Paris, 1960.
140
Trayectorias del conocimiento antropológico
152
M. Mauss y H. Hubert, “Essai sur la nature et la fonction du sacrifice”, en M.
Mauss, Oeuvres, t. I, Minuit, Paris, 1968, pp. 193-307.
141
La propuesta del estructuralismo Rubio-Ardanaz, JA
142
Trayectorias del conocimiento antropológico
La antropología estructural
Podríamos resumir tres premisas importantes en torno a la
antropología estructural. En primer lugar la antropología es una
disciplina nomotética, es decir que debe formular leyes generales.
Segundo, la realidad material y humana obedece a una racionalidad
profunda, por lo tanto responde a leyes. Y tercero, dichas leyes surgen
del inconsciente el cual constituye el objeto de estudio mismo de la
antropología.
C. Lévi-Strauss centra su teoría de las estructuras del inconsciente
sobre una serie de principios con los que intenta demostrar la existencia
de la universalidad. Estos son en primer lugar, el de la “prohibición del
incesto” interpretado no negativamente como prohibición, sino de forma
positiva, es decir como una obligación de intercambiar mujeres con otros
grupos creando así lazos sociales. En segundo lugar el principio de la
“reciprocidad”, según la cual las diferentes formas de intercambio
forman entramados o redes de alianza basados en una oposición entre
donantes y donatarios, garantizando la reproducción de la sociedad. En
153
M. Mauss, Manuel d’ethnographie, Payot, Paris, 1967.
143
La propuesta del estructuralismo Rubio-Ardanaz, JA
154
C. Lévi-Strauss, Tristes tropiques, Plon, Paris, 1955.
144
Trayectorias del conocimiento antropológico
145
La propuesta del estructuralismo Rubio-Ardanaz, JA
155
C. Lévi-Strauss, La pensée sauvage, Plon, Paris, 1962.
156
C. Lévi-Strauss, Anthropologie structurale, Plon, Paris, 1958.
157
Idem.
146
Trayectorias del conocimiento antropológico
158
Idem.
159
C. Lévi-Strauss, Les structures élémentaires de la parenté, Mouton, Paris,
1967.
160
C. Lévi-Strauss, Le totemisme aujourd’hui, P.U.F., Paris, 1962; Le cru et le
cuit (Mythologiques I), Plon, Paris, 1964; Du miel aux cendres (Mytthologiques
II), Paris, Plon, 1966, L’origine des manières de table (Mythologiques III), Plon,
Paris, 1968; L’homme un (Mythologiques IV), Plon, Paris, 1971.
147
La propuesta del estructuralismo Rubio-Ardanaz, JA
148
Trayectorias del conocimiento antropológico
149
Capítulo 10
La antropología marxista
163
Destacan al respecto las posiciones de S. Amin, Le développement inégal,
Minuit, Paris, 1973; F. H. Cardoso, E. Faletto, Dépendence et développement en
Amérique latine, P.U.F., Paris, 1978; y A. G. Frank, Le développement du sous-
développement, Maspero, Paris, 1970.
151
La antropología marxista Rubio-Ardanaz, JA
164
L. Althuser, E. Balibar, Lire “Le Capital”, Maspero, Paris, 1968.
165
Al respecto podemos aludir a F. Fanon, Les damnés de la terre, Maspero,
Paris, 1970.
166
Para una visión amplia de este capítulo de la historia de la antropología se
puede tomar como referencia a J. Copans, op cit., 1974.
167
E. Terray, Le marxisme devant les soociétés “primitives”, Maspero, Paris,
1969; P. P. Rey, Colonialisme, néo-colonialisme et transition au capitalisme,
Maspero, Paris, 1971.
152
Trayectorias del conocimiento antropológico
153
La antropología marxista Rubio-Ardanaz, JA
168
M. Godelier, Rationalité et irrationalité en économie, Paris: Maspero, 1969.
154
Trayectorias del conocimiento antropológico
169
M. Godelier, Horizon, trajets marxistes en anthropologie, Maspero, Paris,
1973.
155
La antropología marxista Rubio-Ardanaz, JA
170
C. Meillassoux, “Essai d’interpétation du phénomène économique dans les
sociétés d’autosubsistance”, Cahiers d’études africaines, 4: 38-67, 1960;
Anthropologie économique des Gouro de Côte d’Ivoire, Mouton, Paris, 1964;
Femmes, greniers et capitaux, Maspero, Paris, 1977; Terrains et théories,
Anthropos, Paris, 1977.
156
Trayectorias del conocimiento antropológico
171
K. Marx, Oeuvres. Économie I, Éditions Gallimard, Paris, 1965, pp. 1171 y
ss.
172
C. Meillassoux, op. cit., 1977.
157
La antropología marxista Rubio-Ardanaz, JA
175
S. A. Mann, J. M. Dickinson, “Obstacles to the Development of a Capitalist
Agriculture”, Journal of Peasant Studies, 5, 1978, pp. 466-481.
176
P. R. Sinclair, From Traps to Draggers: Domestic Commodity Production in
Northwest Newfoundland, 1850-1982, Institute of Social and Economic
Research, Memorial University of Nerwfoundland, St. John, 1985.
177
K. Vergopoulos, “Capitalisme Difforme”, en S. Amin, K. Vergopoulos
(eds.), La question paysanne et le capitalisme, Anthropos, Paris, 1974;
“Capitalisme and Peasant Productivity”, Journal of Peasant Studies, 5, 1978,
pp. 446-465.
178
P. R. Sinclair, op. cit., pp. 14-15.
159
La antropología marxista Rubio-Ardanaz, JA
179
J. A. Rubio-Ardanaz, La vida arrantzale en Santurtzi. Cambios económicos y
socioculturales entre los pescadores de bajura (siglos XIX y XX), Ediciones
Beta, Bilbao 2010, pp. 63-65.
180
Y. Breton, ”Le rôle dela petite production marchande chez les pêcheurs
Vénézuéliens”, Cahiers d’anthropologie de l’Université Laval, 1, mai, 1976, pp.
1-18; P. R. Sinclair, señala que esta forma de producción recoge diversos
enfoques donde aparecen los apelativos de simple, independiente y pequeña con
los que se califica este tipo de pequeña producción, en el que aunque el proceso
de producción social sea complejo, las relaciones directas entre el productor y
sus medios de producción son directas. El proceso tiende a la reproducción
simple de los medios de producción a través de una producción de autoconsumo
160
Trayectorias del conocimiento antropológico
La perspectiva postmodernista
183
La modernidad ha sido definida como ese momento de la historia en el que
se consigue hacer confluir la verdad universal y el progreso con los grandes
relatos y las ideologías de carácter fundamental, el cambio artístico y cultural, y
el desarrollo científico y tecnológico. Se trataba de una respuesta contra las
funciones normalizadoras de la tradición en virtud del progreso y del desarrollo
científico, del conocimiento, la ética y el arte, en aras de un bienestar social y
moral de la humanidad; proyecto que finalmente no cumpliría sus promesas,
acrecentando aún más las diferencias entre pobres y ricos a escala mundial.
163
La perspectiva postmodernista Rubio-Ardanaz, JA
184
J. Clifford, G. E. Marcus, Writing Culture: The Poetics and Politics of
Ethnography, University of California Press, 2010.
185
S. Tyler, Cognitive Anthropology, Holt, Rinehart and Winston, New York,
1969.
186
M. Verdon, op. cit., pp. 69-78.
164
Trayectorias del conocimiento antropológico
187
Ibid., p. 70.
188
Idem.
165
La perspectiva postmodernista Rubio-Ardanaz, JA
189
W. H. Goodenough, “Rethinking ‘Status and Role’: Toward a General Model
of the Cultural Organization of Social relationships”, M. Banton (ed.), The
Relevence of Models for Social Anthropology, Routledge Library Editions,
London, 2004, pp. 1-22.
190
M. V erdon, op. cit., p. 71 y ss.
166
Trayectorias del conocimiento antropológico
191
Las reglas que gobiernan la elección de las identidades, para M. Verdon, op.
cit., p. 72, resumidamente se ciñen primero, a la “ocasión”; en segundo lugar, al
adoptar una identidad en una interacción, a la “limitación del número de
identidades” que el otro puede elegir; tercero a la “amplitud de relaciones
identitarias” (los individuos en interacción raramente se comportan en términos
de una sola relación identitaria al mismo tiempo).
192
En M. Verdon, op. cit. p. 72. Esta selección debe atenerse a principios
sintácticos que gobiernan primero, la ubicación de las identidades sociales, unas
con otras, en las relaciones identitarias; segundo, la asociación de identidades
según las ocasiones o las actividades; y tercero, la compatibilidad de las
identidades en tanto que características de una persona social coherente.
167
La perspectiva postmodernista Rubio-Ardanaz, JA
168
Trayectorias del conocimiento antropológico
193
Se puede ver la síntesis de sus principales planteamientos en J. A. Rubio-
Ardanaz, Apuntes de antropología general. Notas y recensiones para el estudio
169
La perspectiva postmodernista Rubio-Ardanaz, JA
196
M. Verdon, op. cit., p. 75.
197
Se trata de una crisis de la razón y de la ciencia que poco a poco irá
fraguando una conciencia ante la imposibilidad de la verdad, la objetividad y la
racionalidad, llegando hasta la antropología social.
171
La perspectiva postmodernista Rubio-Ardanaz, JA
198
M. Verdon, op. cit., pp. 77-78.
172
Trayectorias del conocimiento antropológico
173
Capítulo 12
El parentesco
El análisis del parentesco ha configurado uno de los principales hilos
conductores y temáticos desde los primeros pasos de la disciplina. Desde
L. H. Morgan y su célebre publicación Systems of Consanguinity and
Affinity of the Human Family (1871), pasando por C. Lévi-Strauss con
sus Structures élémentarires de la parenté (1949) y llegando hasta la
actualidad, podemos decir que la investigación sobre el parentesco ha
sido uno de los dominios clave para el desarrollo teórico antropológico
social.
La “antropología del parentesco” está en el origen de numerosas
formulaciones conceptuales, tales como las de “estructura”, “sistema”,
“reciprocidad” y “alianza”, entre otras. Asimismo hará surgir la
elaboración y construcción de modelos y tipologías para la clasificación
175
Los campos de la antropología social Rubio-Ardanaz, JA
176
Trayectorias del conocimiento antropológico
199
C. R. Hallpike, The Foundation of Primitive Thought, Clarendon Press,
Oxford, 1979
177
Los campos de la antropología social Rubio-Ardanaz, JA
La antropología política
Aparece forjada en la tradición antropológica británica y en relación
con la época colonial, durante la cual tiene lugar una reflexión sobre la
diversidad de formas de organización política encontrada en las
sociedades no complejas, especialmente en África. De todo esto
resultarían diversas monografías consideradas clásicas y a las cuales
hemos ido haciendo alusión, como por ejemplo The Nuer (1940) de E.
Evans-Pritchard y a las que se suman Byzance Noire (1942) de S. Nadel,
African Political Systems (1940) escrita conjuntamente por M. Forte y E.
Evans-Pritcherd, Politics, Law and Ritual in Tribal Society (1965) de M.
Gluckman y Les systèmes politiques des Hautes Terres de Birmanie
(1945) de E. Leach.
Estas investigaciones profundizan en la distinción entre sociedades
estatales y sociedades sin Estado. En las segundas, la organización
política aparecerá ligada estrechamente a la estructura del parentesco de
manera generalmente inseparable. Estos estudios también harán hincapié
en la importancia de lo religioso a la hora de definir y configurar la
esfera política.
Entre las diversas aportaciones los trabajos llevados a cabo por P.
Clastres201 han cobrado una importancia e interés destacables. Su
preocupación por el poder y por la violencia, van a marcar una impronta
partiendo de un análisis de las sociedades “primitivas” designadas como
sociedades “contra el Estado” y proponiendo la existencia de una ruptura
fundamental entre aquéllas y éste. Estas sociedades se caracterizan por
su rechazo del Estado, de la institucionalización de la violencia y de la
200
Aparece aquí un interés por analizar las relaciones entre la ideología
(representaciones que se hacen los actores sociales) y las prácticas sociales que
acompañan. Llegar hasta la eficacia de los símbolos supone comprender la
parcela simbólica de la realidad social, remarcando los mecanismos de su
intervención, llegando a construir una lógica de las prácticas efectivas. Véase
M. Augé, Symbole, fonction, histoire. Les interrogations de l’anthropologie,
Hachette, Paris, 1979.
201
P. Clastres, Chronique des Indiens Guayaki, Plon, Paris, 1972; La société
contre l’État, Minuit, Paris, 1974; Recherches d’anthropologie politique, Seuil,
Paris, 1980.
178
Trayectorias del conocimiento antropológico
202
R. Jaulin, La paix blanche, Introduction à l’ethnocide, Seuil, Paris, 1970; y
Les chemins du vide, Christian Bourgeois, Paris, 1977.
179
Los campos de la antropología social Rubio-Ardanaz, JA
203
P. Beaucage, “Tendances actuelles de l'anthropologie économique”, en
Perspectives anthropologiques (coll.), Éditions du renouveau Pédagogique,
Montréal, 1979, pp. 155-190.
204
H. K. Schneider, Economic Man. The Anthropology of Economics, The Free
Press, New York, 1974.
205
K. Polanyi, op. cit.
206
M. Harris, Vacas, cerdos, guerras y brujas, Alianza Editorial, Madrid, 1998;
Cultural Materialism. The Struggle for a Science of Culture, Vintage Bookk,
New York, 1980.
180
Trayectorias del conocimiento antropológico
209
S. Mboukou, Méssianisme et modernité. Dona Béatrice Kimpa et le
mouvement des antoniens, L’Harmattan, Paris, 2011; B. R. Wilson, Magic and
the Millenium. A Sociological Study of Religious Mouvements of Protest among
Tribal and Third-World Peoples, Heinemann, London, 1973; V. Lanternari, Les
mouvements religieux des peuples opprimés, Maspero, Paris, 1962; W. E.
Mühlmann, Méssianismes révolutionnaires du tiers monde, Gallimard, Paris,
1968; P. Worsley, Elle sonnera la trompette. Le culte du cargo en Mélanésie,
Payot, Paris, 1977; R. Bastide, “Le mésianisme rate”, Archives de Sociologie
des Religions, 3, nº 5, 1958; y “Méssianisme et développement économique et
social, Cahiers Internationaux de Sociologie, XXXI, 1961, pp. 13-14; A. F.
Wallace, “Revitalization Movements: Some Theoretical Considerations for their
Comparative Study”, American Anthropologist, 58, nº 2, 1956, pp. 264-281.
210
M. Kilani, Les cultes du cargo mélanésiens. Mythe et rationalité en
anthropologie, Éditions d’En bas, Lausanne, 1983; M. Leenhardt, Do Kamo. La
personne et le mythe dans le monde mélanésien, Gallimard, Paris, 1976; G.
Balandier, Sociologie actuelle de l’Afrique Noire, P. U. F. Paris, 1963; K. O. L.
Burridge, Mambu, a Melanesian Millenium, Methuen, London, 1960; G.
Berthoud, M. Kilani, “Adaptation et résistence. Essaie de relecture des cultes du
cargo”, Cahiers Internationaux de Sociologie, LXXII, 1982, pp. 267-292.
182
Trayectorias del conocimiento antropológico
211
A. Raulin, Anthropologie urbaine, A. Colin, Paris, 2001.
183
Los campos de la antropología social Rubio-Ardanaz, JA
212
U. Hannerz, Explorer la ville. Élements d’anthropologie urbaine, Minuit,
Paris, 1983; D. A. Messerschmidt (ed.) Anthropologists at Home in North
America. Methods and Issues in the Study of One’s own Society, Candbridge
University Press, Cambridge, London, New York, 1981; A. Jackson (ed.)
Anthropology at Home, Tavistock, London, New York, 1987; J. I. Homobono
Martínez, I. Vivas Ziarrusta (eds.) Ciudades globales y culturas locales, Eusko
Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 2 vol., 2009; J. I.
Homobono, J. A. Rubio-Ardanaz, Las culturas de la ciudad, Eusko Ikaskuntza -
Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 2 vol., 2003; J. I. Homobono,
Invitación a la antropología urbana, Eusko Ikaskuntza - Sociedad de Estudios
Vascos, San Sebastián, 2000.
213
Para una visión sintética sobre la conformación histórica y los presupuestos
de la Escuela de Chicago, véase A. Coulon, L’école de Chicago, P.U.F., Paris,
1992.
184
Trayectorias del conocimiento antropológico
214
M. Agier, L’invention de la ville. Banlieues, townships, invasions et favelas,
Éditions des archives contemporaines, Paris, 2002.
215
G. Althabe, et. al., Urbanisation et enjeux quotidiens. Terrains ethnologiques
dans la France actuelle, Anthropos, Paris, 1985.
216
D. Lepoutre, Cœur de banlieue. Codes, rites et langages, Odile Jacob, Paris,
1997.
185
Los campos de la antropología social Rubio-Ardanaz, JA
217
Ph. Lucas, La religión de la vie quotidienne, P.U.F. Paris, 1981; La rumeur
minière ou le travail retravaillé, Presses Universitaires de Lyon, Lyon, 1985; y
M. Davis, Le pire des mondes possibles. De l’explosion urbaine au bidonville
global, La découverte, Paris, 2006.
186
Trayectorias del conocimiento antropológico
218
F. Laplantine, Laplantine, L'Anthropologie, Éditions Seghers, Paris.
219
Esta última se muestra como una actividad socializante que podemos
encontrar en todas las sociedades, donde las personas danzan para expresarse y
al mismo tiempo entrar en contacto con los demás y con el mundo que les rodea.
La danza se muestra como un agente importante a nivel del desarrollo humano y
representa un fenómeno cultural dinámico y cambiable de manera continua. Al
respecto la “herramienta” de la danza es el mismo cuerpo el cual vehicula
nuestra expresión y nos pone en conexión con el mundo, mientras la danza
aparece condicionada y condicionando la construcción del cuerpo y del ser
humano. A todo ello hay que sumar el arte y manifestaciones coreográficos,
entendidos como un lenguaje que se manifiesta a través de una codificación
ritualizada del movimiento corporal. Como referencias de partida, al respecto se
pueden ver los trabajos de P. Spencer (ed), Society and the Dance: The
Anthropology of Process and Performance, Cambridge University Press,
Cambridge, 1985; F. Boas, The Function of Dance in Humain Society, Dance
Horizons, New York, 1944; E. E. Evans-Pritchard, “The Dance”, Africa:
Journal of the International African Institute, 1-4, 1928, pp. 446-462; Y.
Guilcher, La danse traditionelle en France. D’une ancienne civilization
paysanne à un loisir revivaliste, Librairie de la danse, Édition FAMDT, Paris,
1998.
220
E. N. Anderson, Every one Eats. Understanding Food and Culture. New
York University Press, New York, 2005; J. Barrau, Les hommes et leurs
aliments. Esquisse d’une histoire écologique et ethnologique de l’alimentation,
Temps actuels, Paris, 1983; C. Counihan, P. Van Esterik, Food and culture. A
reader. Routledge, New York, London, 1997; C. Fischler, L’homnivore: le goût,
la cuisine et le corps, Odile Jacob, Paris, 1990; M. Harris, E. Ross (eds.) Food
187
Los campos de la antropología social Rubio-Ardanaz, JA
El trabajo de campo
190
Trayectorias del conocimiento antropológico
191
El trabajo de campo Rubio-Ardanaz, JA
192
Trayectorias del conocimiento antropológico
222
R. Deliège, Une histoire de l’anthropologie, Seuil, Paris, 2006.
193
El trabajo de campo Rubio-Ardanaz, JA
223
G. E. Marcus, M. M. J. Fischer, Anthropology as Cultural Critique: An
Experimental Moment in the Human Sciences, The University of Chicago Press,
Chicago, London, 1986.
224
C. Geertz, Works and Lives: The Anthropologist as Author, Stanford
University Press, Stanford, 1988.
194
Trayectorias del conocimiento antropológico
195
Conclusión
197
Conclusión Rubio-Ardanaz, JA
226
Una visión etnográfica y metodológica postmodernas nos han conducido a
contemplar el trabajo de campo de una manera más dinámica y menos ceñida a
los determinantes de un cuadro teórico concebido de antemano. Junto a esta
reconfiguración de la herramienta primordial de la antropología social, la
investigación debe afrontar los nuevos cambios y acercarse a las nuevas
otreidades, nuevos nativos y en definitiva nuevas situaciones que hacen parte de
la idiosincrasia humana que le confiere la capacidad de construir continuamente
las situaciones sociales y las culturas.
227
Crítica puesta en curso a partir de los años 60 sobre todo por C. Lévi-Strauss
y S. Tyler; F. Laplantine, La description ethnographique, Nathan, Paris, 1996,
referido por C. Rossi, op., cit., p. 45.
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Galería de investigadores y sus
publicaciones
Asad, Talal
Profesor de antropología en el Graduate Center de la City University
of New York (CUNY). Sus trabajos se encuadran en un principio en el
marco de la antropología política y pone el acento más que en las
instituciones, en la propia dinámica y funcionamiento social, a través de
las jerarquías y las formas de liderazgo, concretamente en la sociedad
árabe kababish. Por otra parte, este estudioso ha examinado la relación
entre antropología y colonialismo desde un punto de vista crítico.
Destaca por su tratamiento de temas actuales en el marco de la
antropología de la religión. Al respecto contempla la emergencia de la
religión como categoría histórica y su aplicación actual, en tanto que
concepto universal presente en los ámbitos políticos propios de la
modernidad. Considera la religión como construcción de la modernidad
europea que autoriza, tanto en la sociedad occidental como en la oriental,
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rompe con la espontaneidad del lenguaje oral. Por otra parte, J. Goody,
ha sido capaz de conectar la antropología social y la historia, haciendo
bascular parte de su obra, entre la antropología social y la historia
cultural.
Principales publicaciones: The Social Organisation of the
LoWiili (1956), Death, Property and the Ancestors: A Study of the
Mortuary Customs of the LoDagaa of West Africa (1962), Literacy in
Traditional Societies (ed., 1968), Technology, Tradition, and the State in
Africa (1971), The Myth of the Bagre (1972), The Character of
Kinship (ed., 1973), Production and Reproduction: A Comparative Study
of the Domestic Domain (1976), The Domestication of the Savage
Mind (1977), Cooking, Cuisine and Class: A Study in Comparative
Sociology (1982), The Development of the Family and Marriage in
Europe (1983), The Logic of Writing and the Organisation of
Society (1986), The Interface Between the Written and the Oral (1987),
The Culture of Flowers (1993), The Expansive Moment: The Rise of
Social Anthropology in Britain and Africa, 1918-1970 (1995), The East
in the West (1996), Representations and Contradictions: Ambivalence
towards Images, Theatre, Fictions, Relics and Sexuality (1997), Food
and Love: A Cultural History of East and West (1998), The European
Family: An Historico-anthropological Essay (2000), The Power of the
Written Tradition (2000), Islam in Europe (2004), The Theft of
History (2006).
Graebner, Fritz R. (1877-1934)
Junto a W. Schmidt fue fundador de la escuela difusionista alemana,
conocida como Escuela Histórico-Cultural o Escuela de Viena. Destaca
por su interés hacia Oceanía. Será objeto de crítica por sus ciclos y
clasificaciones difusionistas realizadas sin la base etnográfica suficiente
y de manera un tanto dogmática.
Principales publicaciones: “Kulturkreise und Kulturschichten in
Ozeanien” en Zeitschrift für Ethnologie (1905), Methode der Ethnologie,
Heildeberg (1911), Das Weltbild der Primitiven, Munich (1924).
Gusinde, Martin (1886-1969)
Antropólogo alemán. Realizó diversos viajes sobre el terreno,
estudiando las sociedades ona o selk’nam y yaghan o yamana de la
Tierra de Fuego. Investigó asimismo, la sociedad pigmea en África. Sus
trabajos, se ubican bajo el paradigma de la escuela histórico-cultural
alemana.
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Imbelloni, J. (1885-1967)
Argentino, perteneciente a la escuela histórico-cultural. Estableció
una analogía en la localización, construcción y decoración de
edificaciones monumentales de América Central con las existentes en el
sudeste asiático. Para él la dificultad más seria se encontrará a la hora de
diferenciar entre los verdaderos lazos y los innumerables datos
etnográficos paralelos. Insistiría en la necesidad de utilizar al mismo
tiempo el método antropológico, etnográfico, arqueológico y lingüístico.
Llegó a indicar incluso una serie de apelaciones idénticas para nombrar
el hacha en lenguas de América del Sur y de Oceanía. También estudió
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Middleton, Jhon.
Destaca por su interés hacia la diversidad de los sistemas y de las
instituciones políticas: “África negra tradicional”. Al respecto ha
estudiado concretamente la sociedad lugbara, proponiendo asimismo un
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Smith, G. E. (1871-1937)
Antropólogo y anatomista británico. Sobresale junto a W. J. Perry en
el campo antropológico, por su teoría hiperdifusionista, generada e
inspirada a partir de su estancia en El Cairo (Egipto).
Publicaciones principales: The Migration of Early Culture (1915),
The Diffusion of Culture (1933).
Smith, Willian Robertson (1846-1894)
Sus trabajos tuvieron gran repercusión durante los dos siglos
pasados sobre la antropología, sociología y psicología. Enseño en la
University of Aberdeen, en la University of Cambridge, llegando a ser
editor jefe en la Enciclopedia Británica. Estudió las condiciones sociales
de la religión, siendo el primero en aplicar una visión antropológica de
manera sistemática en el campo de los estudios bíblicos. Considerado
uno de los pioneros del pensamiento antropológico, habiendo causado
una profunda impresión por sus trabajos en investigadores como J.
Frazer. Su método de aproximación al fenómeno religioso tuvo una
importante influencia en E. Durkheim. En general podemos afirmar que
los estudios modernos sobre la religión desde una perspectiva
antropológica, sociológica y psicoanalítica recibieron una influencia
importante por parte de este investigador.
Spencer, Herbert (1820-1903)
Filósofo y sociólogo británico representante del evolucionismo
filosófico. Su formación fue fundamentalmente científica y técnica y su
pensamiento de una tendencia patentemente lógica, racional y
sistemática. Su primer texto importante versa sobre el problema de los
límites de la autoridad estatal, Letters on the Proper Sphere of
Government (1842). Propugnó una limitación radical de la esfera de
intervención del Estado en la sociedad, a partir de una interpretación
individualista del evolucionismo. Sus teorías se hallan en la base del
posterior darwinismo social, al afirmar que el Estado debe proteger la
libre acción de la selección natural en la sociedad, como fuente de
progreso. En 1850 publica la Social Statics, obra que despertó cierto
interés y orientó decisivamente a su autor hacia la filosofía. Elaboró un
sistema de filosofía sintética con el fin de establecer una interpretación
racionalmente sistemática del mundo, apoyada en una base científica, tal
como trató de mostrar en sus principales obras.
Publicaciones principales, además de las citadas: First Principles
(1862); Principles of Sociology (1874-1875); Social Statics: The Man
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Versus the State. Together with the Man Versus the State (1896);
Education: Intellectual, Moral, and Physical (1891); An Autobiography
(1904); Political Writings (Cambridge Texts in the History of Political
Thought, 1994); The Study of Sociology (1873); The Principles of
Psychology (1876).
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Correlatación, descripción e interpretación sociocultural
por Juan Antonio Rubio-Ardanaz, prologado por Xiao Fang
se terminó de imprimir el 1 de diciembre de 2011
en los talleres de Gráficas Arinka (Ugao, Bizkaia).
La edición ha corrido a cargo del Centro de Estudios Chinos Lu Xun de Bilbao:
Ediciones Académicas del Centro de Estudios Chinos Lu Xun.
Colección Sociedad, Economía y Cultura