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LECCIÓN 1: Refuerzo del terreno mediante inclusiones rígidas

Un suelo blando puede reforzarse mediante inclusiones rígidas


verticales dispuestas en forma de malla que suelen apoyarse sobre un
sustrato competente y que no se conectan a la estructura. Sobre las
inclusiones se acomoda una capa de reparto para transferir las cargas.
Esta capa de transferencia puede realizarse en balasto, materiales
tratados con cemento o cal, o por materiales granulares. La
transferencia mejora si se disponen uno o varios niveles de
geosintéticos. Las inclusiones rígidas limitan los asientos y se mejora
la capacidad portante del terreno.

A diferencia de las inclusiones blandas, como pueden ser las


columnas de grava, la rigidez de las inclusiones rígidas es mayor a la
del terreno natural, no siendo necesario confinarlas lateralmente.
Además, sus diámetros son menores, con porcentajes de tratamiento
comprendidos entre el 2 y el 15% del volumen del terreno. El material
introducido en las inclusiones blandas no presenta cohesión, mientras
que, en las rígidas, la cohesión es significativa y permanente. Las
inclusiones rígidas son estables sin necesidad del confinamiento
lateral que, por ejemplo, necesita una columna de grava.

En la Figura 1 se observa que las inclusiones rígidas, a diferencia


de otras cimentaciones, no se conectan directamente con la
estructura. En efecto, la técnica distribuye las tensiones entre las
inclusiones y el suelo blando a través de la capa de reparto y por el
rozamiento negativo originado por los diferentes asientos existentes
entre el suelo y las inclusiones (Figura 2).
Tanto la geometría como las características geotécnicas de la capa
determinan la eficacia de la transmisión de las cargas. Una forma de
reducir las tensiones en el terreno y aumentarlas en las inclusiones es
colocar geomallas en la capa de reparto. Estas mallas acortan la
diferencia de asientos entre la cabeza de las inclusiones y el suelo
debido al efecto membrana.
Las inclusiones rígidas se clasifican atendiendo a su proceso
constructivo y a su mecanismo de transferencia de cargas. Una
primera división, formulada por Briançon (2002), permite distinguir las
inclusiones prefabricadas de las ejecutadas “in situ” (Figura 3). Las
primeras se hincan por golpeo o presión distinguiéndose los pilotes de
hormigón, acero y madera. Las segundas se subdividen en pilotes de
extracción e inclusiones ejecutadas por medio de un ligante añadido al
suelo. Sin embargo, una clasificación más utilizada divide las
inclusiones rígidas atendiendo a su procedimiento constructivo en
inclusiones por desplazamiento, por extracción y por mezclado.
Las inclusiones rígidas producen los siguientes efectos sobre el
terreno:

 Mayor resistencia y menor deformación del suelo tratado. La


magnitud depende del espaciamiento entre las inclusiones, de
las condiciones del terreno, del empotramiento y de la
dosificación del mortero de la inclusión.

 Descarga de las tensiones al suelo blando debido al efecto arco


entre las inclusiones, que puede ser del 60 al 95% de la carga.

 Disminución de la consolidación de rellenos blandos saturados,


al aliviar las inclusiones la carga que le llega al terreno.

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