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Philippe Meirieu

Si todavía hubiera la más mínima duda sobre la naturaleza ridícula de las profecías sentenciosas
sobre nuestro futuro, la crisis que estamos atravesando la habría eliminado. Por supuesto, todo el
mundo está de acuerdo en que «habrá un antes y un después», pero nadie sabe de qué estará
hecho este «después».

En efecto, cuando el alumno no está presente y la interacción pedagógica es, de hecho,


particularmente reducida, podemos ver cuán serio es transformar nuestros «objetivos» en
«prerrequisitos». Hay demasiada tendencia en nuestras instituciones a olvidar que la motivación,
el sentido del esfuerzo, la autonomía y la autosuficiencia no pueden ser requisitos previos para
entrar en una actividad docente, sino que son los objetivos mismos de esa actividad,
inseparablemente ligados a la adquisición de conocimientos. Hacerlos requisitos previos significa
reservar la actividad pedagógica a los que ya están «educados», y preferiblemente «bien
educados».

Por su parte la Dra. Carolina Cuesta en su exposición menciona distintas maneras de


abordar los corpus ampliados, el canon escolar, el diálogo entre voces y textos, la
prescripción del diseño curricular, categorías literarias como lo fantástico, la permanencia
de los clçasicos y cómo pensar modos de leerlos y qué estrategias podemos implementar
en este tiempo de virtualización. 
Jacobo Setton nos conduce a pensar acerca de cómo se enseñó literatura en nuestro país
desde la Constitución de 1853.  

En este sentido Carolina Cuesta considera imperioso organizar o pensar nuestros corpus para
enseñar literatura desde la idea del corpus ampliado, es decir, uno que incorpore otros lenguajes o
que dé cuenta de los consumos culturales actuales de les estudiantes. Esta selección puede
incorporar los clásicos desde un modo de leer anclado en las formas actuales de mirar el mundo,
desde las lecturas ideológicas. De este modo podríamos dar lugar a las complejidades de las
lecturas. Menciona la perspectiva de Jackson sobre lo fantástico, quien propone la categoría “un
modo fantástico” que implica la plasticidad de la categoría. Esta apertura para pensar las
categorías permite la entrada al aula de los variados consumos literarios que terminan en la
literatura.

Cuesta llama la atención sobre esta idea de que la literatura va a “mejorar” las subjetividades de
les estudiantes pues esta idea implica una concepción asimétrica entre quienes leen y quienes no,
como si los últimos estuvieran por debajo de los primeros en la escala social. En definitiva lo que
existen son formas de pensar lo literario.

En la introducción de su Manual de Gramática del español, Ángela Di Tullio trata de mostrar cuál
es el lugar que se le asigna a la Gramática en la escuela. Trata de mostrar que, si bien la Gramática
es parte de la formación de los y las estudiantes, muchas veces se hace de forma aislada, como un
elemento más del aprendizaje, pero sin vínculo alguno con el resto de los contenidos. Ella abre un
interrogante sobre cómo se adquieren estos conocimientos gramaticales ¿se adquieren solamente
haciendo o reflexionando sobre el funcionamiento de la lengua?

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