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EL CARÁCTER

CONDICIONAL DE LA
PROFECÍA
Lección 4
(Mateo 22: 3-10).

"Y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no
quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los
convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales
engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas.
Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus
negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al
oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos
homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la
verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.
Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron,
juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados"

Los propósitos de Dios prevalecerán finalmente, y el plan de salvación


tendrá éxito a pesar del fracaso de alguna persona o de algún grupo. El
plan en sí mismo nunca cambia porque Dios nunca cambia; pero la
manera en que se cumple puede modificarse porque el hombre puede
cambiar. La oscilante voluntad humana es el factor débil e inestable en la
profecía condicional.

Dios puede rechazar a una nación o a un grupo de gente y sustituirlo por


otro, si los que fueron llamados primero se niegan a cooperar con él:

"¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?


dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois
vosotros en mi mano, oh casa de Israel. En un instante hablaré contra
pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos
pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me

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arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablaré
de la gente y del reino, para edificar y para plantar. Pero si hiciere lo malo
delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había
determinado hacerle" (Jeremías 18: 6-10).

Tratando la profecía tenemos que especificar que no todas las profecías


son condicionales.
F.S.R. Gaussen, citado por A.F. Vaucher, dice:

Hay dos clases de profecías: las que siguen un orden cronológico y


las que no siguen. Las primeras, cronotácticas y las segundas erráticas.
Las profecías cronotácticas son panorámicas del futuro dispuesto
según el orden de los tiempos como las de los historiadores. – Cuentan
anticipadamente los acontecimientos futuros según la sucesión
regular de sus fechas; y el Espíritu Santo llega, a menudo a
presentarnos en cifras el número de los años. – Las erráticas, por el
contrario, lejos de tener en cuenta la sucesión de las fechas, no se
limitan a ningún orden comprensible[…].

Las profecías cronotácticas son incondicionales. Las profecías erráticas


son condicionales. Las primeras tienen que ver con lo que Dios revela al
hombre sobre Sus planes, enseñándole con anticipación lo que va surgir
en tiempo. Las segundas comprenden la voluntad de Dios en salvar al
hombre, siempre buscándolo, mostrarle su amor y misericordia, capaz de
volver y no tener en cuenta la rebeldía del hijo prodigo.

La anunciada venida de Cristo por primera vez en la Tierra, el tiempo, el


lugar, con más de 50 detalles que cumplen con precisión matemática – es
profecía incondicional. El hombre no puede intervenir. Dios trae su
cordero en este mundo para el sacrificio supremo.

Las profecías de Daniel, “dos mil trescientas tardes y mañanas” (Daniel


8:14), las 70 semanas con el sacrificio de la mitad de última semana y
concluyendo con el primer martirio (Daniel 9:25-27; Hechos 7), cumplen
matemáticamente.

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La anunciada caída de Jerusalén, por medio de Jeremías (Jeremías 29:10),
de lo cual Daniel dice: “yo, Daniel, miré atentamente en los libros el
número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, en los que
habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén: setenta
años” (Daniel 9:2) – cumple también a pie de letra.

En la Biblia hay profecías condicionales más que incondicionales. Las dos


están en las páginas de la Escritura para salvar al hombre y darle confianza
en la Palabra de Dios.

¿Todas las profecías de la Biblia se cumplen? ¿Porque algunas si y otras


no? ¿Se cumple siempre? ¿Cómo se debe interpretar?

Dios transmite su voluntad. Profecía condicional

1 – Consideraciones previas:

A – Desde la creación hasta la caída, Dios hablaba con el hombre cara a


cara (Gen. 1: 29; Gen. 2:15)

B – Desde la caída, Dios habla al hombre por 3 medios (1 Sam. 28:6):

• ángeles (Gén. 16:11; Mateo 1:20-21);


• oráculo (“comunicaciones de Dios realizadas a veces desde el lugar
santísimo del Templo” – conforme diccionario bíblico). Ejemplo:
Urim y Tumim (Éxodo 28:30; Esdras 2:63), etc.
• profetas (Abraham, Moisés, Daniel, Juan, etc.)

2 – Profecías no cumplidas

Los profetas hablan de parte de Dios (2 Pedro 1:19-21) Tenemos también


la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos

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como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día
amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Pero ante
todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino
que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo.

La reputación de un profeta depende del cumplimiento de sus


predicciones. Cuando el pueblo quería saber si tal o cual mensaje provenía
del Señor, esta era la señal (Deuteronomio 18: 20-22): v. 22: “Si el profeta
habla en nombre de Jehová, y no se cumple ni acontece lo que dijo, esa
palabra no es de Jehová. Por presunción habló el tal profeta; no tengas
temor de él“. 20: “[…] ese profeta morirá“.

Aunque los profetas bíblicos hablan de parte de Dios, no siempre las


profecías cumplen. ¿Por qué?

Casos en la Biblia:

a) El caso de Jonás – La amenaza de juicio revocada:

“Jonás se levantó y fue a Nínive, conforme a la palabra de Jehová.


Nínive era una ciudad tan grande, tanto que eran necesarios tres días para
recorrerla. Comenzó Jonás a adentrarse en la ciudad, y caminó todo un
día predicando y diciendo: „¡Dentro de cuarenta días Nínive será
destruida!‟”. (Jonás 3: 3,4)

“Los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde


el mayor hasta el más pequeño, se vistieron con ropas ásperas… Vio Dios
lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, y se arrepintió del
mal que había anunciado hacerles, y no lo hizo”. (Jonás 3:5, 10)

b) El caso de Moisés y el pueblo de Israel – Una promesa revocada

A continuación hay un ejemplo de una promesa de bendición y su


revocación:

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Habló Dios a Moisés y le dijo: – Yo soy Jehová… Por tanto, dirás a los
hijos de Israel: „Yo soy Jehová. Yo os sacaré de debajo de las pesadas
tareas de Egipto,… Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios, que os sacó
de debajo de las pesadas tareas de Egipto. Os meteré en la tierra por la
cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo
os la daré por heredad. Yo soy Jehová‟”. (Exo 6:2, 6-8)

“Jehová habló a Moisés y a Aarón, y les dijo: ¿Hasta cuándo soportaré a


esta depravada multitud que murmura contra mí? … Diles: … En este
desierto caerán vuestros cuerpos, todo el número de los que fueron
contados de entre vosotros, … ninguno de vosotros entrará en la tierra
por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella… Así conoceréis
mi castigo”. (Núm 14:26-34)

c) El caso de Elí

Nuevamente, tome las palabras de “un hombre de Dios” que vino a Elí
para declarar un juicio contra él a causa de la conducta vil de sus hijos.
Este “hombre de Dios” preguntó a Elí si recordaba la promesa que el Señor
le había hecho a su familia “cuando estaban en Egipto en la casa del
faraón”, de que servirían como sacerdotes de Dios.

Luego continúa con esta revocación de la promesa:

Por eso Jehová, el Dios de Israel, dice: “Yo había prometido que tu casa y
la casa de tu padre andarían siempre delante de mí”; pero ahora ha dicho
Jehová: “Nunca haga yo tal cosa, porque yo honro a los que me honran,
y los que me desprecian serán tenidos en poco. Vienen días en que cortaré
tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya ancianos
en tu casa. (1 Sam 2:30-31)

El estudioso sincero de la Biblia

¿ha sido perturbado por estas revocaciones de los decretos de Dios?

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¿Ha perdido en alguna forma su confianza en los anuncios de los profetas
bíblicos porque sus predicciones fallaron en su cumplimiento?

¿Por qué no?

Porque en vista de las palabras de Jeremías, leyeron en cada predicción


una cláusula que implicaba una condición.

Jeremías 18:7-10

En un instante hablaré contra naciones y contra reinos, para arrancar,


derribar y destruir. Pero si esas naciones se convierten de su maldad
contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado
hacerles, y en un instante hablaré de esas naciones y de esos reinos, para
edificar y para plantar. Pero si hacen lo malo delante de mis ojos, no
oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerles.

Aplicando el texto de Jeremías las cláusulas que implica condición en


cada caso, son:

“¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!” Si los ninivitas no se


arrepienten.

“Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría” – Si
guardan mi pacto (ver Éxodo 19:5, 6, donde el Señor, hablando a Moisés
en camino a Canaán, inserta la expresión “si”).

“Yo había prometido que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre


delante de mí” – Si caminas en los caminos de justicia.

Resumiendo

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,


sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.

(2 Ped 3:9).

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a) El propósito de la profecía es – edificar, exhortar y consolar. Pero más
allá de todo salvar al hombre caído, al hijo prodigo.

b) Como en el caso del adulterio, el pueblo de Israel no ha aplicado la ley


de la Tora matando a los profetas que sus palabras no cumplieron, sino
Dios se hace responsable en todos los casos, llevando la carga en su
misericordia.

c) Las profecías condicionales son siempre las profecías que tiene que ver
con la respuesta del hombre a la voluntad de Dios expresada por medio
de los profetas.

En “La historia de la salvación”, A.F. Vaucher afirma, citando a Charles


Bruston:

Hay que recordar que sus promesas, como sus amenazas, eran siempre
condicionales y dependían de aquellos a quienes estaban dirigidas. […]
Dios toma en cuenta la actividad humana; respeta nuestra libertad y
solicita nuestra colaboración. [1]

Dios no tenía el propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta


años por el desierto. Prometió guiarlos directamente a la tierra de
Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo, sano y feliz. Pero
aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron “a causa de
incredulidad” (Heb. 3: 19).

Sus corazones estaban llenos de murmuración, rebelión y odio, y Dios


no pudo cumplir su pacto con ellos. Durante cuarenta años, la
incredulidad, la murmuración y la rebelión impidieron la entrada del
antiguo Israel en la tierra de Canaán. Los mismos pecados han
demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. En
ninguno de los dos casos faltaron las promesas de Dios. La
incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las

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contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este
mundo de pecado y tristeza tantos años”

El carácter condicional de las predicciones bíblicas puede explicarse sobre


la base razonable de que Dios, aunque soberano, no es arbitrario. No trata
con las personas como si fueran objetos sin vida sobre un tablero de
ajedrez para moverlas exclusivamente a su voluntad. Misteriosamente
somete de vez en cuando a prueba, porque sí, sus propios planes, porque
no va a anular el libre albedrío de nadie. Eso es lo que da a las predicciones
divinas su calidad condicional, y lo que hace que Dios hable de “así
conoceréis mi castigo”, o “conocerán sobre mi cambio de propósito”.

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