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ENSAYO
La segunda etapa del modernismo a principios del siglo XX, se buscaba volver a lo
racional, a lo cognitivo, a lo comprensible, a la época de liberación femenina a la
lucha de clases, a la búsqueda interminable de separarse del estilo burgués y de
su materialismo esclavista y volver a lo práctico, a lo productivo a proporcionar
igualdad en las clases, surgen ideas de administración laboral y de los grandes
iconos de la administración clásica, donde el trabajador rescata su calidad laboral
y los empresarios se dan cuenta que sin ellos no pueden crecer.
Tiene que luchar contra las barreras personales del colaborador y motivarlo para
que se sienta parte de un proyecto.
Además, debe ser capaz de hacer uso de herramientas que le permitan confrontar
ideas y realizarlas a través de la comunicación, el asesoramiento, la evaluación y
la investigación. Debe de ser capaz de generar nuevo conocimiento y ser un guía
para que cada quien desempeñe su papel de la mejor manera.
Por otra parte, los directivos también deben estar preparados para esos cambios,
estar conscientes del papel que juegan como líderes y gestores del movimiento,
sin esa apreciación, sería difícil que los cambios se dieran, sería una lucha
deshumanizada el pensar en una renovación laboral sin la concientización de
todos los involucrados, los procesos como tal y el uso de herramientas como el
diagnóstico de necesidades, clima organizacional, plan de acción, evaluación y
seguimiento se verían acéfalas sin el compromiso de ambas partes, Los sistemas
productivos ya no se pueden dar ese lujo de seguir con la práctica de diseñar
procesos de trabajo incompletos que no vayan acordes con los cambios que exige
la sociedad
Dicho lo anterior, finalmente podemos concluir que el papel del psicólogo en las
organizaciones es producto de una necesidad laboral que bien puede ser cubierta
por esta disciplina, pero siempre y cuando se tenga conciencia de lo importante de
la especialización. Dignificarla a través de proponer nuevos enfoques laborales
que permitan crear la necesidad y cubrirla de acuerdo a las expectativas sociales,
sería ocioso pensar en continuar con las viejas costumbres y que siguiéramos el
viejo refrán de “Hay que cambiar para seguir iguales”.