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RESUMEN: El presente artículo historiza sobre cómo y cuándo ha sido incorporado el
derecho a la salud en la Constitución Nacional Argentina, para arribar así a la reforma de
1994 donde el Derecho a la salud aparece nombrado en el artículo N° 42. Se destaca también
la importancia de suscribir a tratados internacionales. Luego se conceptualiza qué son las
políticas públicas y las políticas en salud, en particular la Cobertura Universal de Salud. Se
trata de visibilizar desde una perspectiva crítica, el estado actual de las políticas en salud y la
vinculación de estas con la eliminación del Ministerio de salud de la Nación a partir del
Decreto 801/2018. Se concluye sobre la importancia de continuar trabajando sobre la
democratización del derecho a la salud como de resistencia al avance del mercado sobre la
salud pública.
PALABRAS CLAVE: Derecho a la salud- Políticas Públicas-Políticas en Salud- Cobertura
Universal de Salud- democratización del derecho a la salud.
ABSTRACT: This article historicizes on how and when the right to health has been
incorporated into the Argentine National Constitution, in order to arrive at the 1994 reform
where the Right to Health is named in Article No. 42. The importance of subscribing to
international treaties is also highlighted. Then it is conceptualized what are public policies
and health policies, in particular the Universal Health Coverage. The goal is to make the
current state of health policies and the link between them and the elimination of the Ministry
of Health of the Nation from Decree 801/2018 visible from a critical perspective. It concludes
on the importance of continuing to work on the democratization of the right to health as well
as resistance to the market advance on public health.
KEYWORDS: Right to health- Public politics- Health Policies- Universal Health Coverage-
Democratization of the right to health
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La salud como derecho en la Argentina
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a la Constitución Nacional e instrumentos internacionales adheridos para su efectivo
cumplimiento. El máximo tribunal sentencia que el derecho a la salud se encuentra
íntimamente relacionado con el derecho a la vida y afirma que está reconocido por la
Constitución Nacional y por los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional
(Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallo 325, 2005).
La salud es una de las dimensiones constitutivas del desarrollo humano. Este concepto
fue introducido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1990 y lo
define como el proceso mediante el cual se amplían las oportunidades de los individuos,
considerando que las más importantes son: una vida prolongada y saludable, el acceso a la
educación y el disfrute de un nivel de vida decente. La protección de la salud también se
encuentra incluida en el concepto de Justicia Social, que fuera central en la Constitución
Nacional de 1949 luego “derogada” por el gobierno militar en 1957 (Casal, 2009).
Más allá de que el artículo 42 de la Constitución puede dejar lugar para algunas
interpretaciones respecto de cómo es definido este derecho, en tanto es presentado como un
derecho del consumidor (y no del ciudadano), el resto de su articulado, la adhesión a
instrumentos internacionales de derechos humanos y la jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación confirman que en el territorio argentino la salud es un derecho.
La Constitución Nacional establece que las provincias conservan todos los poderes no
delegados al gobierno nacional: en términos generales todo lo que no es mencionado en el
Capítulo 4 de nuestra Constitución (donde se establecen las atribuciones del Congreso
Nacional) es facultad de las provincias. En ese capítulo no se menciona expresamente a la
salud, razón por la cual se encuentra muy extendida la interpretación de que la garantía del
ejercicio del derecho a la salud corresponde a las provincias y que son ellas las únicas
habilitadas para legislar al respecto. Sin embargo al ser la salud un bien constitucionalmente
protegido (de acuerdo a lo expresado en la sección anterior) y siendo el Estado Nacional el
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responsable del cumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas en la materia, la
garantía última del cumplimiento del derecho a la salud recae en la nación (Casal, 2009). Se
trataría entonces de que el ejercicio del derecho a la salud no es una competencia exclusiva ni
de la nación ni de las provincias, sino que se trata de una competencia concurrente entre el
estado federal y las provincias (Garay, 2008).
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Ahora bien, garantizar este derecho es parte de un proceso de toma de decisiones que
son, netamente políticas. Es decir que el bien salud o la salud como derecho está fuertemente
vinculado al campo de las políticas públicas.
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Ahora bien, si recordamos que el Estado implica un conjunto de instituciones cuyas
ordenaciones emanan de la negociación institucional de diversos grupos sociales, tenemos
que considerar que cuando hablamos de políticas públicas ineludiblemente debemos
remitirnos al juego de fuerzas que se establece entre los distintos actores involucrados. Los
actores del Estado (Testa, 2007) serían aquellos que pueden introducir los temas de debate en
la agenda del Estado: sindicatos, las organizaciones empresariales, las organizaciones
profesionales, los movimientos sociales, las organizaciones no gubernamentales (ONGs),
agentes estatales con roles diferenciados (funcionarios, equipos técnicos, equipos
administrativos).
Asimismo, en el diseño de las políticas públicas juegan además otros factores que no
es posible desarrollar en el marco de este artículo pero que podemos nombrar de la siguiente
manera: el capitalismo global (instituciones como el Fondo Monetario Internacional o la
Organización Mundial del Comercio, elites internacionales) impone modelos de desarrollo e
interviene activamente en la correlación de fuerzas; en el contexto nacional, las clases
dominantes y grupos poderosos de la sociedad civil pujan por imponer sus reglas de juego; el
propio Estado que no es neutral…
Para sintetizar podríamos decir que una política pública se vincula con lo público
(autoridad y legitimidad), que se trata de decisiones (que implican acción o inacción) en torno
a problemáticas que forman parte de la agenda del Estado y como tal implican conflicto y
relaciones de poder (actores e intereses muchas veces contradictorios).
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Las políticas públicas responden a las orientaciones ideológicas del Estado y tienen un
impacto directo en las condiciones de vida de los ciudadanos. Entonces, cuando pensamos en
las políticas sanitarias no podemos hacerlo separado del modelo de país.
Decíamos anteriormente que las políticas públicas son el resultado de decisiones que
toma el Estado. Para esto, el Estado desarrolla una serie de acciones planificadas, es decir,
una estrategia que orienta hacia un objetivo siguiendo una pauta de actuación. Por definición
una estrategia comprende una serie de tácticas que son medidas más concretas para conseguir
los objetivos propuestos.
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siguiente, el presidente Arturo Frondizi restableció el Ministerio de Salud. La
mortalidad infantil volvió a bajar llegando a 56,9‰ en 1965, durante el
mandato de Arturo Illia. Pero, en coincidencia con un nuevo cierre del
Ministerio de Salud dispuesto por la dictadura de Onganía, la mortalidad
infantil en Argentina volvió a incrementarse, llegando a 63,1‰ en
1970.”(Fundación Soberanía Sanitaria, 3 de Septiembre de 2018, p.3)
Si, tal como se ha venido planteando, entendemos a las Políticas Públicas en Salud
como aquellas decisiones que orientan las acciones tendientes a resolver problemas públicos
considerados relevantes, podemos entender que dichas acciones apuntarían a aportar, desde el
sector salud, a mejorar la calidad de vida (Manoukian, 2017). Políticas Públicas en Salud de
corte neoliberal como las actuales, difícilmente puedan aportar a mejorar la calidad de vida
de las poblaciones, dado que el tipo de acciones que se desprenden de ellas tienden a cercenar
el derecho a la salud, disminuir la responsabilidad del Estado Nacional en materia de salud,
ubicando a ésta como una variable pasible de ser ajustada a demanda de un organismo
internacional que desconoce los procesos de salud-enfermedad-cuidado de nuestro país.
Como es sabido, uno de los grandes problemas que tiene la Salud Pública en nuestro país es
que históricamente se han incorporado experiencias que se han diseñado para otras realidades
y/o se han aceptado directivas de organismos internacionales sin considerar la realidad local.
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presupuestos, achicar gastos ¿acaso la eliminación del Ministerio de Salud de la Nación, no
es un eslabón más de esta serie de medidas tendientes a satisfacer el monitoreo de organismos
internaciones desconociendo las demandas en salud del pueblo argentino?
“ Qué significa esto? Significa que el Estado siga financiando la salud pero que la
prestación esté a cargo del sector privado: un drenaje de recursos públicos
directamente hacia el sector privado. La principal crítica realizada por los más
importantes sanitaristas de los países donde se implementaron estas reformas
(México, Colombia y Chile, por ejemplo) es que la cobertura promovida por los
seguros no garantiza el acceso a los servicios, medicamentos, tratamientos y estudios.
Al contrario, los seguros presionan a los Estados para que su canasta de cobertura (las
prestaciones que los seguros están obligados a ofrecer a sus pacientes, ahora clientes)
sea cada vez más reducida. Esta reducción conjuntamente con las barreras creadas
para el acceso a los servicios obligatorios y hasta el incumplimiento de sus
responsabilidades como asegurador (…)” (Fundación Soberanía Sanitaria, Octubre de
2017, p.5)”.
Se suma a la medida anterior el cierre del programa Remediar durante el año 2017. El
Programa Remediar funcionaba en nuestro país desde el año 2003. Si bien este
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programa surge en parte por financiamiento del Banco Interamericano de desarrollo
(BID), su implementación ha mejorado el acceso a los medicamentos de una gran
cantidad de población que resuelve sus problemas de salud en el primer nivel de
atención (Atención Primaria de la salud) o centros de salud.
El programa Remediar tenía por finalidad garantizar medicamentos considerados
esenciales, llegando a cubrir el 90% de las enfermedades consideradas frecuentes
cuyos destinatarios fueron las personas que se atienden en el sector público en el
Primer Nivel de Atención.
Puede decirse entonces que el acceso a los medicamentos, considerados como un bien
social a través de este Programa que se desprende de una política pública en salud era
equitativo posibilitando una mejora en las condiciones de vida y salud en esas
poblaciones.
El nuevo programa de distribución de medicamentos se llama Cobertura Universal de
Salud (CUS) – Medicamentos, se trata de una canasta básica con 39 medicamentos
esenciales provistos por el Estado nacional que llega a 8 mil establecimientos de salud
de todo el país por la administración sanitaria nacional; el Programa Remediar
contenía 74 medicamentos esenciales en su vademécum. Se generan así algunas
preguntas ¿qué pasa con los medicamentos que están por fuera de esa canasta? En
tanto el Ministerio de Salud de la Nación tiene el rango de Secretaría ¿cómo se
medirán los alcances y objetivos de este Programa? ¿Quedará supeditado a los datos
que cada Provincia produzca?
A este señalamiento de medidas restrictivas, se le suman los despidos de trabajadores
de la salud y desmantelamiento/vaciamiento de hospitales públicos.
La cantidad de despidos en el sector de técnicos / profesionales en el área Salud no se
sabe con exactitud, si se busca información aparecen datos provenientes de sindicatos
(a partir de personal afiliado y despedido) y algunas informaciones a partir despedidos
de personal que no estaba sindicado, sino contratado de manera precaria. Podemos
decir que por momentos el ritmo del ajuste parece avanzar más rápido que cualquier
intento por frenarlo, acotarlo y también de procesar estos acontecimientos: que la
información sobre la cantidad de despidos en el sector salud no esté accesible -
disponible o lo esté sólo en forma parcial es un indicador de la velocidad con la que
avanza este modelo de país y salud pública.
Algunos datos que han aparecido en periódicos de circulación masiva:
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i. durante el año 2018 la Dirección Nacional de Salud Mental y
Adicciones despidió a 88 profesionales. “La Dirección Nacional de
Salud Mental y Adicciones (DNSMyA) a cargo de Luciano Grasso
despidió por Whatsapp a 88 profesionales que realizaban trabajo
territorial en las provincias de Jujuy, Chaco, Corrientes, Entre Ríos y
Misiones. Estos trabajadores de la salud eran los encargados de aplicar
la Ley 26.657 de Salud Mental del año 2010 (Pedrosa, 24 de Agosto de
2018)”.
ii. durante el mismo año el Hospital Posadas (ubicado en la Provincia de
Buenos Aires y siendo un hospital que depende 100% de Nación) fue
desmantelado tanto de personal como de servicios que ofrecían
prestaciones de salud específicas. A septiembre de 2018 “echaron a 80
trabajadores, con lo que ya son alrededor de 300 los despedidos en lo
que va del año” (Sarmiento, 12 de Septiembre de 2018)”. Aunque
desde fines del año 2015, los trabajadores constatan que llega a 1000 el
personal cesanteado. Por otro lado, “el centro de salud se quedó sin el
servicio de cirugía cardiovascular infantil, y con la mitad de camas en
la terapia intensiva pediátrica, por falta de profesionales” (Sarmiento,
12 de Septiembre de 2018).
iii. Demoras en la provisión de medicamentos para el VIH (2018) y falta
de vacunas que estaban integradas al calendario nacional (2019).
Podrían nombrarse aún otras medidas, muy recientes algunas (recortes de programas
especiales como el de cardiopatías congénitas en 2019, por ejemplo) La idea no es nombrar
todas las medidas sino, como decíamos, dar cuenta del rumbo que van siguiendo las políticas
públicas en salud en los últimos años.
La historia de la Salud Pública Argentina, aquella que tuvo como hito al Dr. Ramón
Carillo quien construyo 234 hospitales durante su gestión y ubicó al Hospital Público como
efector e institución central en el campo de la Salud, conllevó a una eficacia simbólica de esta
institución que se legitima aún hoy: salud pública de calidad, aquella en la que la población
resolvió sus problemas de salud. Esa representación aún sigue viva, a pesar del desguace.
Así quedó demostrado en la crisis económica, social y política de finales del 2001,
donde a partir del proyecto de la reforma de los ’90, el subsector estatal debía desdibujarse o
limitar su cobertura a pobres sin capacidad contributiva. Sin embargo, la salud pública, el
hospital y los diferentes efectores de salud demostraron poseer características anti cíclicas,
asumiendo un rol protagónico en la oferta de servicios de salud (Tobar; 2012).
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formales y su obra social. Otro 30 por ciento, si bien mantiene su prepaga activa, no puede
abonar los copagos para una consulta o un análisis y "comparte ambas atenciones ante
escenario de crisis de la economía del hogar". "El resto son migraciones o incorporaciones
pero de personas que no tenían trabajo"…"existe una vulneración importante por la pérdida
del trabajo y el impacto no solo es económico, son personas más propensas a sufrir una
enfermedad; es un doble impacto” (La salud pública de Rosario atiende a 21 mil personas
más por la crisis, 2018)
Entonces, para poder pensar la salud como derecho en los tiempos que corren, quizás
se haga necesario aferrarse con fuerza a lo que establece la Constitución Nacional, que el
Estado es el garante último que tienen los ciudadanos argentinos para ejercer su derecho al
acceso a la salud. Cabe preguntarse cuál es la capacidad que posee para el cumplimiento
efectivo de dicha garantía un Estado nacional inmerso en un proceso creciente de
neoliberizacion. Mientras tanto, se vuelve necesario ubicar los puntos de lucha y resistencia a
la avanzada del mercado sobre la salud pública y bregar, trabajar incansablemente por la
continua democratización del derecho a la salud.
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