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ya
Juan Jawbo Roussel
Reflexiones
paseante
de un

solitarios

EDISORIAL
PROMETEO
|
LAS MEJORES OBRAS

-
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO
H


Juan Jacobo Rousseau

REFLEXIONES

DE UN PASEANTE SOLITARIO

Traducción de José A. Luengo

PRG METEO

PRO METEO
SOCIEDAD EDITORIAL

Germanias, F S. -VALENCIA
R.510.532

F 98.8 a 96

92 ( 494) (Rou) Ron

Esta Casa Editorial obtuvo Diploma


de Honor y Medalla de Oro en la Expo.
sición Regional de Valencia de 1909 y
Gran Premio de Honor en la Interna
cional de Buenos Aires de 1910 .
1

DONATIU
ENHER
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO

PRIMER PASEO

Heme aquí , pues, solo sobre la tierra, sin


tener más hermano , ni prójimo , ni amigo, ni
sociedad que yo mismo . El más sociable y el más
amante de los humanos ha sido prescrito unáni:
momente. En los refinamientos de un odio han bus
cado el tormento que podía ser más cruel para mi
alma sensible , y han roto violentamente todos los
lazos que me sujetaban á ellos. Á pesar suyo,
hubiera amado á los hombres. Éstos solamente
dejando de serlo han podido librarme de mi cari .
io . Puesto que así lo han querido , helos extraños ,
desconocidos y nulos para mí . Pero ¿qué soy yo
mismo, desligado de ellos y de cuanto me rodea?
Tal es lo que me queda por buscar. Desgraciada
mente esta investigación debe ser precedida por
una mirada sobre mi posición : es una idea de la
JUAN JACOBO ROUSSEAU

que no puedo prescindir si he de llegar desde


ellos hasta mí .
Hace algo más de quince años que estoy en esta
extrafia posición y todavía mo parece un sueño .
Siempre me imagino que me atormenta una indi.
gestión, que duermo lleno de pesadillas y que voy
á despertarme consolado de mi aflicción hallándo
me de nuevo entre mis amigos . Indudablemente, y
sin darme cuenta , debo haber saltado desde la
vigilia al suetio, ó más bien desde la vida á la
muerte . Sacado no sé cómo del orden de las cosas ,
me he visto hundido en un caos incomprensible ,
en el que no percibía absolutamente nada, y
cuanto más pienso en mi presente situación , menos
puedo comprender dónde estoy.
¡ Ay ! ¿Cómo podía prever el destino que me
aguardaba? ¿Ni cómo concebirlo todavía hoy,
libre ya de él?... Pensando rectamente, ¿podia
sospechar que un dia yo-el mismo hombre que
era entonces y el que soy ahora también - pasa
ría sin duda alguna por un monstruo, por un
envenenador ó por un asesino ; que me convertiría
en el horror de la raza humana y en el juguete
de la canalla; que los viandantes , por todo saludo,
escupirian sobre mí y que toda una generación,
de común acuerdo , se divertiría enterrándome
vivo? Cuando se hizo esta extraña revolución , me
cogió tan de improviso, que me quedé desconcerta.
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 9

do . Mis agitaciones , juntas con mi indignación , me


hundieron en un delirio que ha necesitado diez
afios para calmarse ; y en este intervalo, caído de
error en error, de falta en falta y de estupidez en
estupidez, he facilitado con mis imprudencias á
los directores de mi destino todos los instrumen
tos que ellos han empleado hábilmente para fijar.
lo de un modo eterno .
Yo me he defendido largo tiempo tan violenta
como inútilmente . Sin destreza, sin arte, sin disi
mulo , sin prudencia , franco , abierto , impaciente
y colérico , sólo he conseguido , al defenderme,
enlazarme más y darles incesantemente nuevas
ventajas , que ellos no desdeñaron . Comprendien
do, en frío, que todos mis esfuerzos son inútiles y
que me atormento para nada , he tomado el único
partido que me quedaba por tomar : el de someter
me á mi destino, sin rebelarme contra la necesi
dad . En esta resignación he hallado la compensa .
ción de todos mis males por la tranquilidad que
me procura, y que no podía aliarse con el trabajo
continuo de una resistencia tan penosa como
inútil .
Otra cosa ha contribuído á esta tranquilidad .
Á pesar de todos los refinamientos de su odio , mis
perseguidores han omitido uno que su animosidad
les hizo olvidar : consistía en graduar tan bien los
efectos, que ellos pudiesen entretener y renovar
10 JUAN JACOBO ROUSSEAU

constantemente mis dolores causándome siempre


alguna nueva herida . Si hubieran tenido la habi
lidad de dejarme algún vislumbre de esperanza,
por él me sujetarán todavía. Aun podrían hacer
me su juguete mediante cualquier falso sejuelo y
destrozarme en seguida con un tormento siempre
nuevo por mi alucinada espera . Pero ellos han
agotado de antemano todos sus recursos; por no
dejarme nada, se lo han quitado todo á sí mismos .
La difamación , la depresión , la irrisión y el opro .
bio de que me han cubierto, no son ya suscepti.
bles de aumento ni de alivio; ni ellos pueden
agravarlos más, ni yo sustraerme á su acción , De
tal manera se han apresurado á colmar la medida
de mi miseria , que todo el poder humano , ayudado
por todas las astucias del infierno, no sabría aña .
dir nada más . El mismo dolor físico , en lugar de
1 aumentar mis penas , las distraería , Arrancándo
me gritos , acaso me economizaría sollozos y las
desgarraduras de mi cuerpo suspenderían las de
mi corazón .
Puesto que todo está ya hecho, ¿qué tomer to.
davia de ellos? No pudiendo empeorar mi estado,
mal sabrían inspirarme alarmas . La inquietud y
el espanto son males de los que me libraron para
siempre, y esto ya es un consuelo . Los males ver
daderos tienen para mí poca importancia ; fácil.
mente tomo mi partido sobre los que sufro , pero
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 11

no sobre los que temo . Mi imaginación espantada


los combina, los revuelve, los extiendo y los au
menta . Su espera me martiriza cien voces más que
su presencia y la amenaza es para mi más terri .
ble que el golpe . En cuanto ellos llegan, bu solo
acaecimiento , quitándoles todo lo que tenian de
imaginario , los reduce á su justo valor . Entonces
los encuentro mucho menores de lo que me los ha
bía figurado, y aun en medio de mi sufrimiento
no dejo de sentir algún consuelo . En tal estado ,
exento de todo nuevo temor y libre de la inquietud
y de la esperanza , la costumbre, por sí sola ,
bastará para hacerme de dia en día más soporta ,
ble una situación que nada puede empeorar, y á
medida que el sentimiento se embota por la dura .
ción, ellos no tienen ya medios de reanimarlo . He
aquí el beneficio que me han hecho mis persegui
dores agotando sin medida los recursos de su ani
mosidad . Se desprendieron de todo imperio sobre
mí y en adelante puedo mofarme de ellos .
No han transcurrido todavía dos meses desde
que una calma absoluta se restableció en mi cor &
zón . Hace mucho tiempo que nada temía, pero
aun esperaba, y esta esperanza, acariciada unas
veces y frustrada otras, era la causa de que no
cesasen de agitarme mil pasiones diversas . Unau
ceso tan triste como imprevisto acaba en fin de
extinguir en mi corazón este débil rayo de espe.
12 JOAN JACOBO ROUSSEAU

ranza y me ha becho ver mi destino fijo aquí abajo


para siempre y sin retorno. Desde entonces me he
resignado sin reserva , y al resignarme hallé la
paz .
En cuanto he principiado á entrever la trama
en toda su extensión , ho perdido por completo la
idea de atraerme al público en mi favor mientras
viviese : este mismo cambio , no pudiendo ser ya
reciproco, me seria inútil para lo sucesivo . Aun
que los hombres quisieran volver á mí , los hom
bres no me encontrarian . Me han inspirado tal
desdén , que su trato me resultaría insípido ; y soy
cien veces más dichoso en mi soledad que lo sería
viviendo con ellos . Han arrancado de mi corazón
todas las dulzuras de la sociedad . Ellas no podrían
germinar de nuevo en él á mi edad ; ya es dema
siado tarde . En adelante , si me hacen bien , como
si me hacen mal , todo me es indiferente de su
parte , y hagan lo que hicieren , wis contemporá
neos serán siempre nada para mí .
Pero yo contaba todavía con el porvenir y 08
peraba que una generación mejor, examinando
más detenidamente ya los juicios pronunciados por
ésta sobre mi, ya su conducta conmigo , desenma
rafiaria fácilmente el artificio de los que la dirigen
y me veria, en fin, tal como soy . Esta esperanza
me ha hecho escribir mis Diálogos y me ha sugeri .
do mil locas tentativas para hacerlos llegar a la
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 13

posteridad. Esta esperanza, siempre remota , trala


mi alma tan agitada como cuando buscaba toda .
via en el siglo mi corazón justo , y mis ilusiones ,
que tan lejos ponia, me convertían de igual modo
en juguete de los hombres de hoy . En mis Diálo
gos he dicho sobre qué fundaba esta esperanza.
Me engañaba . Afortunadamente , lo he comprendi .
do bastante á tiempo para encontrar aún , antes de
mi hora postrera, un intervalo de plena quietud y
de reposo absoluto . Este intervalo ha principiado
en la época de que hablo y tengo motivos para
creer que ya no se interrumpirá nunca .
Pocos días se pasan sin que nuevas reflexiones
me confirmen el gran error en que yo estaba al
contar con el retorno del público, aun en otra
edad, puesto que es conducido en lo que me atañe
por guias que se renuevan sin cesar en las corpo .
raciones que me han tomado en aversión . Los par .
ticulares mueren , pero las corporaciones viven
siempre . Hasta las mismas pasiones se perpetúan
en ellas y su odio ardiente , inmortal , como el de .
monio que lo inspira, tiene siempre la misma acti .
vidad . Cuando todos mis enemigos particulares
estén muertos, los médicos y los oratorienses vi .
virán todavía , y aunque sólo tuviese por persegui .
dores á estas dos corporaciones , seguro debo estar
de que ellas, después de mi muerte , no concede .
rán á mi memoria mayor paz de la que conceden
14 JUAN JACOBO ROUSSEAU

en vida á mi persona. Acaso por la acción del


tiempo, los médicos, á quienes realmente he ofen.
dido , podrían apaciguarse; pero los oratorienses,
à quienes amaba, á quienes estimaba , on los que
tenia una confianza absoluta y á los que nunca
ofendi ; los oratorienses, gentes de iglesia y medio
frailes, serán siempre implacables; su propia ini .
quidad hace mi crimen , que su amor propio no
perdonará nunca, y el público, cuya animosidad
alimentarán y reanimarán con exquisito cuidado y
sin cesar, no se apaciguará más que ellos.
Todo acabó para mi sobre la tierra . Ya no se
me puede hacer ni bien ni mal . Ya nada me queda
que esperar ni temer en este mundo , y heme aqui
tranquilo en el fondo del abismo, pobre mortal in
fortunado, pero impasible como el mismo Dios.
Todo lo que me es exterior , me es también ex .
traño en lo sucesivo . Ya no tengo en este mundo
ni prójimo , ni semejantes, ni hermanos . Estoy
sobre la tierra como sobre un extraño planeta
adonde hubiera caído desde el que habitaba . Si
reconozco á mi alrededor alguna cosa, son objetos
aflictivos y desgarradores para mi corazón y no
puedo fijar los ojos sobre lo que me toca y me ro
dea sin encontrar siempre en ello algún asunto
de desdén que me indigna, ó de dolor que me
aflige. Apartemos, pues , de mi espíritu todos los
penosos objetos, de los que me ocuparia tan dolo .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 15

rosa como inútilmente . Sólo por el resto de mi vida ,


puesto que nada más que en mí encuentro el con
suelo , la esperanza y la paz, ni debo ni quiero
ocuparme ya sino de mi mismo . En tal estado,
emprendo la continuación del examen sovero y
sincero que en otro tiempo llamaba mis Confesiones .
Yo consagro mis últimos dias á estudiarme a mi
mismo y á preparar de antemano la cuenta que
pronto habré de dar de mí . Entreguémonos por
entero å la dulzura de conversar con mi alma , ya
que ella es la única que los hombres no pueden
quitarme . Si , á fuerza de reflexionar sobre mis dis
posiciones interiores, consigo ponerlas en mejor
orden y corregir el mal que pueda quedar en ellas ,
mis meditaciones no serán completamente inútiles ,
y aunque no sea ya bueno para nada sobre la
tierra, por lo menos no habré perdido del todo mie.
últimos días . Los ocios de mis paseos diarios de
colmaron muchas veces de contemplaciones encan .
tadoras , cuyo recuerdo lamento haber perdido . Yo
fijaré por la escritura las que podrán ocurrirse .
me todavia : cada vez que las relea , experimenta.
ré un nuevo deleite . Olvidaré mis desgracias , mis
perseguidores y mis oprobios , no sofiando más que
en la recompensa que había merecido mi corazón .
Estas páginas no serán propiamente sino un
informe diario de mis reflexiones. Se tratará mu
cho de mí, porque un solitario que reflexiona se
1
16 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ocupa necesariamente mucho de sí mismo . Por lo 2

demás, todas las ideas extrañas que me pasen por


la cabeza al pasearme, encontrarán aquí su sitio .
Yo diré lo que he pensado tal y como se me ocu .
rrió y con tan poca relación como la que de ordi .
pario guardan las ideas de la vispera con las del
día siguiente. Pero de esto resultará siempre un
nuevo conocimiento de mi natural y de mi humor
por el de los sentimientos y ponsamientos que
constituyen el pasto diario de mi espíritu en el ex
traño estado en que me encuentro . Estas páginas
pueden, pues, ser miradas como un apéndice de
mis Confesiones, pero no les doy este título porque
nada ballo en ellas que lo merezca . Mi corazón se
ha purificado en la copa de la adversidad y ape .
nas si encuentro en él , sondeándolo con cuidado ,
algúo resto de inclinación vituperable . ¿Qué ten
dría yo que confesar , cuando todas las afecciones
terrestres me han sido arrancadas? Nada tengo
ya de que alabarme ni censurarme ; de hoy en
adelante soy nulo entre los hombres, y es todo lo
que puedo ser , puesto que ya no tengo con ellos
relación real , de verdadera sociedad . No pudien
do hacer ningún bien sin que se vuelva mal , ni
pudiendo obrar ya sin perjudicar á otro ó á mí
mismo , el abstenerme se ha convertido para mí
en el único deber, y lo cumplo en cuanto me es
posible . Pero en esta ociosidad del cuerpo , mi
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 17

alma es todavía activa, produce todavía senti .


mientos y pensamientos y su vida interna y moral
parece haberse aumentado por la muerte de todo
interés terrestre y temporal . Mi cuerpo no es para
mi más que un estorbo y una dificultad, y prescin.
do de él anticipadamente en lo que puedo .
Situación tan singular merece seguramente ser
examinada y descrita, y á este examen consagro
mis postreros ocios . Para hacerlo con éxito habría
que proceder con orden y método ; pero yo soy in.
capaz de este trabajo ; hasta me apartaría de mi
objeto , que es darme cuenta de las modificaciones
de mi alma y de sus sucesiones . En cierto modo
haré sobre mí mismo las operaciones que hacen los
físicos sobre el aire para conocer su estado diario .
Aplicaré el barómetro á mi alma, y estas opera
ciones , bien dirigidas y repetidas durante largo
tiempo , podrían facilitarme resultados tan seguros
como los suyos . Pero no extiendo mi empresa has .
ta tal punto . Me contentaré con guardar el registro
de las operaciones, sin que pretenda reducirlas á
un sistema . Mi objeto es el mismo de Montaigne ,
pero con un propósito absolutamente contrario al
suyo , porque él escribía sus Ensayos para los otros
y yo escribo mis Reflexiones sólo para mí . Si en
mis más viejos días , en las proximidades de la
partida, sigo , como lo espero , en la misma situa .
ción en que estoy, su lectura me recordará la
2
18 JUAN JACOBO ROUSSEAU

dulzura que saboreo al escribirlas, y haciendo


rehusar para mi el tiempo pasado , duplicará, por
decirlo así , mi existencia . A despecho de los hom .
bres sabré paladear todavía el encanto de la so
ciedad y viviré decrépito conmigo en otra , edad,
como viviría con un amigo menos viejo .
Yo escribia mis primeras Confesiones y mis
Diálogos con un cuidado constante acerca de los
medios que habría de emplear para salvarlos de
las manos rapaces de mis perseguidores y para
transmitirlos, ni era posible, á otras generacio
nes . En lo que se refiere á este escrito , no me
atormenta la misma inquietud . Sé que seria inútil .
Habiéndose extinguido en mi corazón el deseo de
ser mejor conocido de los hombres, no queda en
él más que una profunda indiferencia sobre la
suerte de mis verdaderos escritos y sobre los
monumentos de mi inocencia , que acaso han sido
ya aniquilados para siempre . Que se espíe lo que
hago , que se inquieten por estas páginas, que se
adueñen de ellas, que se las suprima , que se las
falsifique: en adelante todo me es igual . Ni las
escondo, ni las enseño . Si me las roban mientras
viva , no me robarían con ellas ni el placer de
haberlas escrito , ni el recuerdo de su contenido,
ni las solitarias meditaciones cuyo fruto son ellas
y cuyo manantial no puede extinguirse más que
con mi alma . Si, desde mis primeras calamidades ,
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 19

hubiera sabido no rebelarme contra mi destino y


tomar el partido que hoy tomo, todos los esfuer
zos de los hombres y todas sus espantables maqui.
naciones hubieran carecido de efecto sobre mi, y
con todas sus tramas, no habrían trastornado mi
reposo , como en adelante no pueden trastornarlo
con todos sus éxitos . Gocen ellos á su talante de
mi oprobio ; á pesar suyo no impedirán que yo goce
de mi inocencia ni que acabe mis días en paz .
SEGUNDO PASEO

Habiendo formado el proyecto de describir el


estado habitual de mi alma en la más extraña
posición en que se pueda haber encontrado mortal
alguno , ninguna manera me pareció más sencilla
y más segura de ejecutar esta empresa que la de
registrar fielmente mis paseos solitarios y las
reflexiones que los llenan cuando dejo á mi cabe
za enteramente libre y á mis ideas seguir su incli
nación sin resistencia y sin embarazo . Estas ho
ras de soledad y de meditación son las únicas de
la jornada en que yo soy plenamente yo , en que
mo pertenezco á mí mismo sin distracción y sin
obstáculo y en que verdaderamente puedo decir
que soy lo que la Naturaleza ha querido que sea .
Al instante he comprendido que había tardado
mucho en ejercitar este proyecto . Mi imaginación ,
ya menos viva , no se inflama como otras veces á
la contemplación del objeto que la anima ; me
embriago menos con el delirio de la reflexión ;
22 JUAN JACOBO ROUSSEAU

hay más reminiscencia que creación en lo que


ella produce à partir de tal punto ; una fría lan:
guidez enerva todas mis facultades; el espíritu de
la vida se extingue gradualmente en mi ; mi alma
no se lanza sino con mucho trabajo fuera de su
caduca envoltura , y sin la esperanza del estado á
que aspiro , porque me creo con derecho á él , no
existiria ya más que por los recuerdos . De este
modo , para contemplarme á mi mismo antes de
mi declinación, es necesario que me remonte por
lo menos algunos años atrás , al tiempo en que ,
habiendo perdido aqui abajo toda esperanza y no
hallando sobre la tierra más alimento para mi
corazón , me acostumbraba poco a poco á nutrirlo
con su propia substancia y á buscar todo su pasto
dentro de mi mismo .
Este recurso, del que tan tarde me enteraba ,
Be tornó tan fecundo, que bien pronto bastó para
compensarme de todo lo demás . La costumbre de
entrar en mi mismo me hizo perder al fin el senti .
miento y casi el recuerdo de mis males ; así cono
cí , por mi propia experiencia, que el origen de la
verdadera dicha está en nosotros y que no depen.
de de los hombres hacer verdaderamente misera
ble al que sabe el modo de ser feliz . Desde hace
cuatro o cinco años, gustaba habitualmente estas
delicias internas que encuentran en la contempla
ción las almas amantes y dulces. Estos arrebatos,
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 23

estos éxtasis que experimentaba en ocasiones al


pasearme solo , eran placeres que debía á mis per
seguidores : sin ellos , nunca habría encontrado ni
conocido los tesoros que llevaba dentro de mí mis .
mo . En medio de tantas riquezas , ¿cómo tener un
registro exacto de ellas? Queriendo recordarme de
tantos dulces ensueños, en lugar de describirlos ,
caia nuevamente en ellos . Es un estado que causa
su recuerdo y que se dejaria de conocer en cuanto
se dejarse de sentir .
Bien experimenté semejante efecto en los pa .
BE08 que siguieron al proyecto de escribir la con
tinuación de mis Confesiones, y principalmente en
aquel del que voy a hablar y en el cual un acci
dente imprevisto vino á romper el hilo de mis
ideas y á darles otro curso durante algún tiempo .
El jueves 24 de Octubre de 1776 , seguí , dos
pués de yantar , los bulevares hasta la calle de
Chemin Vert, por la cual ganó las alturas de
Menil-montant, y desde allí, tomando por los sen
deros abiertos entre las viñas y las praderas,
atravesé hasta Charonne el riente paisaje que se .
para estas dos aldeas; después di un rodeo para
tornar por las mismas praderas siguiendo otro ca.
mino . Yo me divertia en recorrerlos con el gusto
y el interés que me han proporcionado siempre los
parajes agradables , y deteniéndome de vez en
cuando para examinar algunas plantas entre el
24 JUAN JACOBO ROUSSEAU

verdor. Apercibí dos que raramente veía en los


alrededores de Paris y que encontraba muy abun.
dantes en este cantón . La una es la Picris hiera
cioïdes, de la familia de las compuestas, y la otra
la Bupleurum falcatum , de las umbiliferas . Este
descubrimiento me complació y me distrajo duran
te largo tiempo y acabó.por el de una planta toda
vía más rara, sobre todo en un país elevado , á
saber: la Cerastium aquaticum , que, a pesar del
accidente que me ocurrió en el mismo día, encon .
tré luego en un libro que tenía sobre mí y la colo
qué en mi herbario .
En fin , después de haber recorrido en detalle
otras muchas plantas todavía en flor, cuyo aspec
to y enumeración , aun siéndome familiares, siem .
pre me regocijaba , abandonaba poco a poco estas
menudas observaciones para entregarme á la im .
presión no menos agradable, pero más conmove
dora, que me causaba el conjunto de todas estas
cosas. Hacia algunos días que se había concluido
la vendimia; los paseantes de la ciudad ya se ha.
bían retirado ; los labriegos abandonaban también
los campos hasta los trabajos del invierno . La
campiña, todavia verde y riente , pero ya desnuda
en parte y casi desierta, ofrecía por todos lados la
imagen de la soledad y de la aproximación del
invierno . De su aspecto resultaba una mezcla de
impresión dulce y triste , muy análoga á mi edad
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 25

y á mi suerte , para que yo no me la aplicase . Me


veía , al cabo de una existencia inocente é infortu
nada, con el alma llena todavia de sentimientos
vivaces y con el espíritu adornado aún de algunas
fiores, pero ya marchitas por la tristeza y consu
midas por los enojos . Solo y abandonado , sentía
venir el frio de los primeros hielos, y mi imagina
ción agotada no poblaba ya mi soledad de seres
formados según mi corazón . Yo me repetía suspi
rando : « Qué obra realicé aquí abajo? Estaba he
cho para vivir y muero sin haber vivido . Sin em
bargo no ha sido culpa mía, y yo llevaré al Autor
de mi ser , si no la ofrenda de las buenas obras que
me impidieron ejecutar , por lo menos un tributo de
buenas intenciones frustradas, de sentimientos
sanos , aunque sin efecto y de una paciencia á
prueba del menosprecio de los hombres . » Me en.
ternecía con estas reflexiones, recapitulaba los
movimientos de mi alma desde mi juventud y en
mi edad madura y después de haberseme secues .
trado de la sociedad de los hombres y durante la
larga retirada en que acabaré mis días . Tornaba
con complacencia á todas las afecciones de mi
corazón , á sus amistades , tan tiernas y tan cie
gas , á las ideas menos tristes y más consoladoras
de que mi espíritu se había alimentado desde al.
gunos años ha, y me disponia a recordarlas in
tensamente para describirlas con el mismo deleite

-
26 JUAN JACOBO ROUSSEAU

que experimentara al entregarme á ellas . Sumer


gido en estas apacibles meditaciones, se fué desli
zando la tarde y regresaba contentísimo de mi
jornada , cuando fuí sacado de lo más fuerte de
mi ensueño por el acaecimiento que voy a referir .
Me encontraba á las seis en la bajada de Me
nil -Montant , casi frente al Galant Jardinier , cuan
do habiéndose apartado bruscamente varias per •
sonas que marchaban delante, vi precipitarse
sobre mí un gran perro danés que , arrojándose á
todo correr delante de una carroza, ni siquiera
tuvo tiempo de detener su carrera ó de separarse
cuando me apercibió . Pensé que el único medio de
evitar que me arrojase al suelo , era dar un gran
salto, con tal precisión que el perro pasase por
debajo mientras yo estuviera en el aire . Esta
idea, rápida como un relámpago , que no tuve !

tiempo ni de razonar ni de ejecutar, fué la última


antes de mi accidente . Ni sentí el golpe, ni la
caida , ni nada de lo que sucedió luego , hasta el
momento de volver en mi .
Cuando recobré el conocimiento era casi de
noche , Hallábame entre los brazos de tres ó cua .
tro jóvenes , que me refirieron lo que acababa de
sucederme. El perro danés, no habiendo podido
contenerse, se había precipitado sobre mis dos
piernas , y golpeándome con su masa y con su ve
locidad, me había hecho caer cabeza abajo : la
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 27

mandibula superior, con todo el peso de mi cuer


po , había dado contra un áspero empedrado y la
caída había sido tanto más violenta cuanto que,
por estar en la pendiente , mi cabeza cayó más
baja que mis pies .
La carroza, á la que pertenecía el perro , Be
guía inmediatamente , y me hubiera pasado por
encima si el cochero no detiene al instante sus
caballos . He aquí lo que supo por la narración de
los que me habían levantado y me sostenían toda .
via al volver en mi . El estado en que me hallé
en este momento es muy singular para que no lo
describa aqui .
Avanzaba la noche . Distingui el cielo, algu
nas estrellas y un poco verdor . Esta primera sen.
sación fué un instante delicioso . Sólo por estos
detalles me daba cuenta de que vivía. En este
momento pacía á la vida y me parecia que con
mi ligera existencia colmaba cuantos objetos aper
cibía. Todo entero , en el instante presente no me
acordaba de nada ; no tenía ninguna noción distin
ta de mi individuo ni la menor idea de lo que
acababa de ocurrirme; no sabía ni quién era ni
dónde estaba; no sentía ni mal , ni temor, ni in .
quietud . Veia correr mi sangre como habría visto
correr un arroyo , sin sofiar siquiera en que esta
sangre me pertenecia . Experimentaba en todo mi
ser una calma embriagadora, y cada vez que me
28 JUAN JACOBO ROUSSEAU

acuerdo de ella , nada encuentro que pueda com


parárselo en toda la actividad de los placeres co
nocidos .
Se me preguntó dónde vivía , y me fué imposi.
ble responder . Pregunté yo dónde estaba ; se me
dijo : « En el mojón alto » ; era como si se me hubiese
dicho : « En el monte Atlas , » Fué necesario pregun
tar sucesivamente el país , la ciudad y el barrio en
que me encontraba . Todavía no me bastó esto para
reconocerme ; necesité todo el trayecto, desde alli
hasta el bulevar, para acordarme de mi casa y de
mi nombre . Un señor, á quien no conocía y que
tuvo la caridad de acompañarme algún tiempo,
enterándose de que vivía tan lejos, me aconsejó
que tomaso una fiacre en el Temple para tornar
á mi casa . Yo andaba muy bien , muy ligeramen
te , sin sentir ni dolor ni herida, aunque siempre
escupiese mucha sangre . Pero tenía un glacial e8
calofrio que hacia crujir mis quebrantados dientes
de un modo bastante molesto . Llegado al Tem
ple, pensé que, puesto que andaba sin trabajo,
más valia continuar a pie mi camino que expo.
nerme á morir de frío en un fiacre . Anduve asi la
media legua que hay desde el Temple á la calle
Platrière, marchando sin dificultad, evitando los
obstáculos y los coches y eligiendo y siguiendo
mi camino tan bien como pudiera haberlo hecho
en plena salud . Llego , abro la puerta de la calle,
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 29

subo á obscuras la escalera, y al fin entro en mi


casa sin más accidente que mi caída y sus conse
cuencias , de las que aun entonces no me aper .
cibía .
Los gritos de mi mujer, al verme , hicieronme
comprender que estaba más maltratado de lo que
pensaba . Pasé la noche sin conocer ni sentir
todavía mi mal . He aquí lo que sentí y lo que
hallé à la mañana siguiente : tenia el labio supe .
rior partido por dentro hasta la nariz ; por fuera
la piel , defendiéndolo mejor, impedia la separa
ción absoluta ; tenía cuatro dientes hun didos en
la mandíbula superior, toda la parte de rostro
que la cubre extremadamente hinchada y acarde
nalada , el pulgar derecho pisado é hinchado, el
izquierdo gravememente herido , el brazo izquier
do pisado y la rodilla izquierda también muy
hinchada y con una contusión tan fuerte y tan
dolorosa , que no la podía doblar . Pero á pesar de
tal estrago , no había nada roto , ni siquiera un
diente , fortuna que parece prodigio en una caída
como aquella .
He aquí la fiel historia de mi accidente . Esta
historia se extendió en pocos días por todo Paris ,
pero tan cambiada y tan desfigurada, que era
imposible reconocerla . De antemano habría debi.
do contar con esta metamorfosis; sin embargo se
unieron á ella tantas circunstancias caprichosas;
30 JUAN JACOBO ROUSSEAU

la acompañaron tantas palabras obscuras y tantas


reticencias y se me habló con un aire tan risible.
mente discreto , que todos estos misterios me inquie
taron . He odiado siempre las tinieblas ; ellas me
inspiran naturalmente un horror tal , que no han
sido bastantes á disimularlo las que me rodean
desde hace tantos años . Entre todas las singula
rida des de esta época sólo haré notar una, á mi
parecer suficiente para que se juzgue de las demás .
M.*** > con quien jamás había tenido relación
alguna, envió á su secretario para que se infor:
mase de mi estado y para que me hiciese eficaces
ofertas de servicio que en tal circunstancia no me
parecieron de gran utilidad para mi consuelo . Su
secretario no dejó de apremiarme vivamente para
que me aprovechase de estas ofertas, hasta el
extremo de decirme que, si no me fiaba de él,
podía escribir directamente á M . *** Este gran
empeño y el aire de confidencia que á él añadió
me hicieron comprender que, bajo todo esto, se
ocu ltaba algún misterio que yo trataba en vano
de penetrar. No era necesario tanto para espan
tarme, sobre todo en el estado de agitación en
que habían puesto á mi cabeza el accidente y la
fiebre que después se le había unido . Me entre
ga ba á mil conjeturas inquietadoras y tristes y
hacia sobre cuanto pasaba en torno mio comen
tarios que indicaban más bien el delirio de la
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 31

fiebre que la sangre fría de un hombre que ya


no se interesa por nada .
Otro acontecimiento vino á concluir de tras .
tornar mi tranquilidad . Madame *** me había
buscado desde hacia algunos años sin que pudiese
adivinar por qué . Ciertos vanos regalitos y ciertas
frecuentes visitas sin objeto y sin gusto me daban
á entender bastante que allí había una finalidad
secreta á todo esto , pero sin mostrarmela . Ella
me había hablado de una novela que quería hacer
para presentarla á la reina . Yo le había dicho lo
que pensaba de las mujeres autores . Ella me
había hecho comprender que este proyecto tenía
por objeto el restablecimiento de su fortuna, por
lo cual necesitaba protección ; á esto nada tenía
yo que responder . Después me dijo que no habien .
do podido tener acceso cerca de la reina, estaba
determinada á dar su libro al público . No había
caso ya de darle consejos, que ella no pedía y
que no habría seguido . Me había hablado de ense
parme antes el manuscrito . Yo le supliqué que no
lo hiciera , y ella no lo hizo .
Un hermoso dia , durante mi convalecencia,
recibí de su parte este libro ya impreso y hasta
encuadernado, y en el prefacio vi tan grandes
alabanzas de mi persona , tan chabacanamente
aplicadas y con tanta afectación , que me conmovi
desagradablemente . Tan estúpida adulación como
32 JUAN JACOBO ROUSSEAU

allí se hacia sentir no se unión unca con la buena


voluntad ; mi corazón no sabria engañarse sobre
esto .
Algunos días después , Madame mo vino á
ver con su hija . Enterome de que su libro estaba
haciendo mucho ruido á causa de una nota ; yo
apenas había advertido la tal nota al recorrer
rápidamente la novela . Luego que Madame ***
hubo partido, la relei , examiné su giro , creí en
contrar en ella el motivo de sus visitas , de sus
lisonjas, de las grandes alabanzas de su prefacio,
y juzgué que todo esto tenía por único objeto dis
poner al público á que me atribuyese la nota , y
por consiguiente, la censura que ella podia atraer
sobre su autor por la circunstancia en que se pu .
blicaba .
Yo no podía destruir este rumor ni la impre
sión que pudiese hacer, y todo lo que dependía de
mi era no darle pábulo, sufriendo la continuación
****
de las vanas y ostensivas visitas de Madame у
de su hija . Para este efecto, he aquí el billete que
escribí á la madre :
« Rousseau, no recibiendo en su casa á ningún
autor, da las gracias á Madame *** por sus bon .
dades y la suplica que no le honre más con sus
visitas . ,
Ella me respondió con una carta buena en la
forma, pero hecha como todas las que se me han
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 33

escrito en casos semejantes. Yo había clavado


bárbaramente mi puñal en su sensible corazón y
debía creer por el tono de su carta que teniendo
por mí sentimientos tan vivos y tan verdaderos ,
no soportaría , sin morir, esta ruptura . De este
modo , la rectitud y la franqueza en cualquier
asunto son crímenes afrentosos para el mundo y
yo pareceré á mis contemporáneos malvado y fe .
roz , aunque á sus ojos no tenga otro crimen sino
el de no ser falso y pértido como ellos .
Había salido ya muchas veces y me paseaba
con bastante frecuencia por las Tullerías , cuando
advertí , en el asombro de muchos de los que me
encontraban , que todavía debía haber alguna otra
noticia relacionada conmigo y que yo ignoraba .
Supe al fin que según el rumor público, yo había
muerto á consecuencia de mi caída , y este rumor
se extendió con tal rapidez, que después de quince
días de haberlo yo sabido, todavía se habló de
ello en la corte como de una cosa segura . El Co
rreo de Aviñón, según se cuidaron de escribirme,
anunciando esta dichosa noticia , no dejó de anti :
cipar con esta ocasión , y á guisa de oración fúne .
bre , algo del tributo de ultrajes y de indignidades
que se prepara á mi memoria para después de mi
muerte . Esta noticia fue acompañada de una circuns .
tancia todavía más singular que supe casualmente
y de la que no he podido conocer detalle alguno .
3
34 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Es que al mismo tiempo se había abierto una sus


cripción para la impresión de los manuscritos que
se encontrarían en mi casa . Por esto comprendi
que se tenía dispuesta una colección de escritos
fabricados expresamente para atribuírmelos en
cuanto me muriese : porque pensar que se impri
miera fielmente alguno de aquellos que en efecto
podrían encontrarse , era una estupidez incapaz de
entrar en el espíritu de un hombre sensato , y de la
que me garantizaron quince años de experiencia .
Estas observaciones, hechas repetidas veces , y
otras muchas no menos chocantes aterraron de
nuevo mi imaginación , que creía amortiguada ; y
estas negras tinieblas, que se espesaban sin des
canso á mi alrededor , reanimaron todo el horror
que naturalmente me inspiran . Me cangé hacien .
do sobre esto mil comentarios y tratando de com
prender los misterios que se han hecho inexplica.
bles para mí . El único y constante resultado de
tantos enigmas fué la confirmación de todas mis
precedentes conclusiones , á saber : que habiendo
sido determinados de común acuerdo por toda la
presente generación el destino de mi persona y el
de mi reputación , ningún esfuerzo por parte mía
podía sustraerme à él, supuesto que me es abso- .
lutamente imposible transmitir depósito alguno á
otras edades sin hacerlo pasar en ésta por manos
interesadas en suprimirlo .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 35

Pero esta vez fuí más lejos . El conjunto de


tantas circunstancias fortuitas , la elevación de
mis más crueles enemigos obra de la jactanciosa
fortuna, todos los que gobiernan el Estado , todos
los que dirigen la opinión pública, todas las gen
tes de importancia y todos los hombres de crédito
escogidos como de propósito entre los que tienen
contra mí alguna animosidad secreta para concu
rrir á una conspiración común , este acuerdo uni.
versal es demasiado extraordinario para ser
puramente casual . Un solo hombre que hubiese
rebusado ser cómplice, un solo suceso que le
hubiese sido contrario , una sola é imprevista cir
cunstancia que le hubiera servido de obstáculo ,
bastaba para hacerle frustrarse . Pero todas las
voluntades , todas las fatalidades , la fortuna y
todas las revoluciones han robustecido la obra de
los hombres y un concurso tan asombroso , que
parece un prodigio , no me deja dudar que su
pleno éxito está escrito en los decretos eternos .
Muchas observaciones particulares , ya en el pasa
do ó ya en el presente , me confirman de tal modo
en esta opinión, que no puedo menos de mirar
en lo sucesivo como uno de 0808 secretos del
cielo impenetrables para la razón humana la
misma obra que hasta aquí consideré como un
fruto de la maldad de los hombres .
Esta idea , lejos de serme cruel y desgarrado .
36 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ra , me consuela , me tranquiliza y me ayuda á


resignarme. Yo no voy tan lejos como San Agus.
tín , que hasta se consoló de estar condenado si
tal hubiese sido la voluntad de Dios . Mi resigna
ción procede de un origen menos desinteresado ,
es verdad , pero no menos puro y más digno ,
según creo , del Ser perfecto que yo adoro .
Dios es justo ; Él quiere que yo sufra y sabe
que soy inocente . He aquí el motivo de mi con
fianza; mi corazón y mi razón me gritan que ella
no me engañará . Dejemos , pues, obrar á los hom .
bres y al destino; aprendamos á sufrir sin murmu .
rar : al fin todo ha de volver á su orden , y mi dia
llegará tarde o temprano .
TERCER PASEO

Envejezco aprendiendo siempre.

Solón repetia muchas veces este verso en su


ancianidad . Hay en él un sentido por el cual po .
día yo también repetirlo en la mía ; pero es una
ciencia tan triste la que la experiencia me ha he
cho adquirir de veinte años á esta parte , que la
ignorancia es preferible á ella . Sin duda la adver .
sidad es un gran maestro ; pero este maestro se
hace pagar caras sus lecciones , y con frecuencia
el provecho que se saca de ellas no vale lo que
han costado . Además , antes de alcanzar todo lo
adquirido con unas lecciones tan tardías , ya se
pasa la sazón de usarlas . La juventud es el tiem
po de estudiar la sabiduría y la vejez el de prac
ticarla . Confieso que la experiencia instruye siem .
pre ; pero no aprovecha sino para el espacio que
se tiene delante de sí . Cuando hay que morir ,
dos tiempo de aprender como se debería haber vi .
vido?...
38 JUAN JACOBO ROUSSEAU

¿De qué me sirven las luces tan tarde y tan


dolorosamente adquiridas acerca de mi destino y
de las pasiones de otro , autor de este mismo des .
tino? ... No he aprendido á conocer mejor a los
hombres sino para sentir más la miseria en que
me han hundido, sin que este conocimiento, des
cubriéndome todas sus redes , haya podido librar
me de caer ni en una siquiera . ¡Por qué no he
permanecido siempre en esta imbécil, pero dulce
confianza que, durante tantos afios, me convirtió
en presa y juguete de mis zumbones amigos sin
que , rodeado de todas sus tramas, concibiese la
menor sospecha ! Yo era su bufón y su victima , es
verdad ; pero me creía amado de ellos y mi cora.
zón gozaba de la amistad que me habían inspira
do atribuyéndoles otra tanta respecto á mí . Tan
dulces ilusiones están destruídas. La triste ver
dad, que el tiempo y la razón me han descubierto,
haciéndome sentir mi desgracia , me ha hecho ver
que no tenia remedio y que no me quedaba más
recurso que resignarme . De esta manera , en mi
situación , todas las experiencias de mi edad re .
sultan sin utilidad presente y sin provecho para el
porvenir .
Al nacer entramos en la liza y sólo salimos
con la muerte . ¿De qué sirve aprender á guiar
mejor su carro , cuando se está al cabo de la ca
rrera? Entonces no queda más que pensar en cómo
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 39

se saldrá de ella . El estudio de un viejo , si todavía


pretende hacer alguno , consiste únicamente en
aprender á morir , y este estudio es con certeza el
que menos se hace á mi edad ; se piensa en todo
menos en esto . Los viejos se agarran a la vida
más que
los niños y salen de ella más á disgusto
que los jóvenes . Es que , habiendo destinado todos
sus trabajos para esta vida, ven al fin de ella
que han perdido todas sus molestias . Cuando se
marchan , ellos lo abandonan todo , bus cuidados,
8U8 bienes y los frutos de sus laboriosas vigilias .
Durante su vida no han pensado en adquirir nada
que pudieran llevarse á la hora de su muerte .
Todo esto me lo he dicho yo mismo cuando
era tiempo de decírmelo , y si no supe sacar mejor
partido de mis reflexiones, no fué por no haberlas
hecho a tiempo ni por no haberlas digerido bien .
Lanzado desde mi infancia al torbellino del mun
do , conocí en buena hora por la experiencia que
DO estaba hecho para vivir en él y que nunca con
seguiria el estado necesario para mi corazón . Ce.
sando , pues, de buscar entre los hombres la dicha
que entre ellos no podría encontrar , mi ardiente
imaginación salto ya por encima del espacio de
mi vida apenas principiada como sobre un terre
no que me era extraño , para reposar sobre un
tranquilo asiento donde pudiese fijarme.
Este sentimiento , alimentado por la educación
40 JUAN JACOBO ROUSSEAU

desde mi infancia y reforzado durante toda mi


vida por el largo tejido de miserias é infortunios
que la ha llenado , me ha hecho buscar en todo
tiempo el conocimiento de la Naturaleza y el des
tino de mi ser con tanto interés y cuidado como
jamás lo hizo hombre alguno . He visto á muchos
que filosofaban más doctamente que yo , pero su
filosofía les era , por decirlo asi , extrañia . Que
riendo ser más sabios que los demás , estudiaban
el universo para conocer cómo estaba dispuesto ,
de la misma manera que hubiesen estudiado cual.
quier máquina , por pura curiosidad . Estudiaban la
naturaleza humana para poder hablar de ella 8a .
biamente , pero no para conocerse; trabajaban
para instruir a los otros , pero no para examinarse
interiormente . Muchos de entre ellos no querían
más que hacer un libro ; no importaba cuál, con
tal que fuese bien acogido. Cuando el libro estaba
hecho y publicado , de ningún modo les importaba
ya su contenido , si no era para hacérselo adoptar
á los otros ó para defenderlo en el caso de que
fuese atacado ; pero por lo demás , sin sacar nada
útil para su propio uso y sin dárseles un ardite de
que este contenido fuese falso ó verdadero , su .
puesto que no fuese refutado . Por lo que á mi se
refiere, cuando he deseado aprender , era para
saber yo mismo y no para enseñar; he creído
siempre que antes de instruir á los otros, era ne
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 41

cesario empezar por saber bastante para sí ; y de


todos los estudios que he intentado hacer en mi
vida y en medio de los hombres, muy pocos hay
que no los pudiera haber hecho lo mismo solo y en
una isla desierta, donde se me hubiere confinado
por el resto de mis días . Lo que se debe hacer de
pende mucho de lo que se debe creer ; y en todo
lo que no toca á las primeras necesidades de la
Naturaleza, nuestras opiniones son las reglas de
nuestras acciones . Para encauzar el empleo de mi
vida he buscado durante largo tiempo y valiéndo
me de este principio , que fué siempre el mío , el
modo de conocer su verdadero fin , y me he conso «
lado bien pronto de mi escaba aptitud para condu .
cirme hábilmente en el mundo , por comprender
que éste no hace falta para conseguir tal fin .
Nacido en una familia donde reinaban las bue .
nas costumbres y la piedad , educado en seguida
con dulzura en casa de un ministro lleno de sabi
duría y de religión , había recibido desde mi tierna
infancia principios y máximas-otros dirian pre
juicios que nunca me han abandonado . Niño to.
davia y entregado á mí mismo , excitado por cari .
cias , seducido por la vanidad, adiestrado por la
esperanza y forzado por la necesidad, me hice
católico ; pero yo seguí siempre siendo cristiano , y
mi corazón , ganado bien pronto por la costumbre ,
se aficionó sinceramente á mi nueva religión . Lae
42 JUAN JACOBO ROUSSEAU

instrucciones y los ejemplos de Mad . de Wa .


rens me afirmaron en esta afición . La soledad
campestre en que he pasado la flor de mi juventud
y el estudio de buenos libros, al que me dediqué
por completo , robustecieron respecto á ella mis
disposiciones naturales para los sentimientos afec
tuosos y me hicieron devoto casi á la manera de
Fenelón . La meditación en el apartamiento , el
estudio de la Naturaleza y la contemplación del
universo , fuerzan á un solitario á correr incesan
temente hacia el Autor de las cosas y á buscar
con una dulce inquietud el fin de todo lo que ve y
la causa de todo lo que siente .
Cuando mi destino me arrojó en el torrente del
mundo , ya no encontré en él nada que pudiese li -
sonjear un momento mi corazón . La añoranza de
mis dulces ocios me siguió por todas partes y arro .
jó la indiferencia y el disgusto sobre cuanto podía
hallarse á mi alcance propio para conducirme á
la fortuna y á los honores . Incierto en mis varia .
bles deseos, esperaba poco, obtuve menos y aun
en mis mismos vislumbres de prosperidad conoci
que , aunque hubiera conseguido todo cuanto creia
buscar , no habría encontrado en ello esta dicha
que mi corazón ansiaba sin acertar a conocer su
objeto . De este modo todo contribuía á desligar
mis afecciones del mundo , aun antes de las des .
gracias que debían hacérmelo absolutamente ex
T

REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 43

traño . Llegué hasta los cuarenta años flotando


entre la indigencia y la fortuna, entre la modera
ción y el extravio, lleno de vicios de costumbre ,
sin ninguna inclinación mala en el corazón , vi
viendo al azar sin principios bien decididos por mi
razón y distraído sobre mis deberes sin menospre
ciarlos , pero muchas veces sin conocerlos bien .
Desde mi juventud había fijado esta época de
los cuarenta años como el término de mis esfuer
zos para triunfar y el de mis pretensiones de todo
género . Alcanzada esta edad y fuese cual fuese
mi situación, estaba bien decidido á no luchar
más para salir de ella y á pasar el resto de mis
días viviendo atento á lo presente , sin cuidarmo
para nada del porvenir . Llegado el instante, rea .
licé este proyecto sin pena ; y aunque entonces
parecia que mi fortuna quería asentarse con más
firmeza, renuncié á ella no solamente sin disgus -
to, sino con un verdadero placer. Libertándome
de todos estos espejuelos y de todas estas vanas
esperanzas, me entregué plenamente á la incuria
y al reposo de espíritu , que fué siempre mi gusto
más dominante y mi más duradera inclinación .
Abandonó el mundo y sus pompas ; renunció á to :
dos los adornos, a la espada , al reloj , á las medias
blancas , á los dorados y al peinado ; me contenté
con una sencilla peluca y con un buen traje de
recio paño ylo que vale más que todo esto
44 JUAN JACOBO ROUSSEAU

desarraigué de mi corazón todas las ansias y todas


las codicias que conceden importancia á lo que yo
abandonaba . Renuncié al empleo que entonces
desempeñaba y para el que no servia de ninguna
manera y me puse á copiar música á tanto la pá
gina, ocupación por la que siempre había tenido
un gusto resuelto .
No limité mi reforma á las cosas exteriores.
Comprendí que ella misma exigia otra, más peno .
sa sin duda , pero más necesaria, en las opiniones ,
y decidido á no hacerla en dos veces, me empeñé
en someter mi interior á un severo examen que lo
regulase para el resto de mi vida , tal como quería
encontrarlo en mi muerte .
Una gran revolución que acababa de realizar
se en mi ; un nuevo mundo moral que se descubria
á mis miradas ; los insensatos juicios de los hom.
bres, cuyo absurdo comenzaba a comprender , sin
prever todavía hasta qué extremo habla de ser
su victima ; la necesidad siempre creciente de un
bien que no fuese la fútil gloria literaria, cuyo
vapor me había disgustado al tocarme ; en fin, el
deseo de trazar para el resto de mi carrera una
ruta menos incierta que aquella en la que acababa
de pasar la más bella mitad de mi existencia ,
todo me obligaba á esta gran revista , cuya nece .
sidad venia sintiendo desde hacía mucho tiempo .
La emprendí, pues, y no descuidé nada de lo que
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 45

dependía de mi para ejecutar bien esta empresa .


Desde esta época puedo fechar mi entero des
prendimiento del mundo y este gusto vivo por la
soledad que en tanto tiempo no me ha abandona
do todavía . La obra que emprendía no pudo rea
lizarse más que en un absoluto retiro . Exigió lar
gas y apacibles meditaciones incompatibles con el
tumulto de la sociedad . Esto me forzó por cierto
tiempo a tomar otra manera de vivir , con la cual
me encontré al punto tan bien que , no habién .
dola interrumpido desde entonces sino por fuerza
y por pocos instantes , he vuelto á tomarla con
todo mi corazón y en cuanto he podido me he li
mitado á ella sin pena, y cuando , en seguida , los
hombres me han obligado a vivir solo , he hallado
que , secuestrándome para hacerme miserable,
han laborado más que yo mismo en pro de mi
ventura .
Me entregué al trabajo que había emprendi
do con un celo proporcionado , no sólo a la im .
portancia de la cosa, sino á la necesidad que yo
sentia de ella . Vivía entonces con filósofos moder
nos que apenas se parecían á los antiguos ; en
lugar de resolver mis dudas y de fijar mis irresolu
ciones , habían alterado todas las certidumbres
que creía tener acerca de los puntos que más me
importaba conocer; porque , ardientes misioneros
de ateismo y dogmáticos muy imperiosos, no su
46 JUAN JACOBO ROUSSEAU

frían sin encolerizarse que, fuese sobre lo que


fuese , cualquiera se atreviera á pensar de modo
distinto al suyo . Muchas veces me había defendi .
do débilmente , tanto por odio a la disputa cuan
to por mi poco talento para sostenerla ; pero nunca
adopté su desoladora doctrina , y esta resisten .
cia , contra hombres tan intolerantes y que además
tenían sus puntos de vista, acabo fué una de las
mayores causas que atizaron su animosidad .
Ellos no me habían persuadido, pero me ha
bian inquietado . Sus argumentos , sin convencer
me , me habían conmovido profundamente ; no
encontraba respuesta buena contra ellos, y sin
embargo , comprendía que tenía que haberla . Yo
me acusaba menos de error que de inepcia y mi
corazón les respondía mejor que mi razón .
Al fin dije : « ¿Me dejaré agitar por los sofismas.
de los más hábiles charlatanes, cuando ni siquie
ra estoy seguro de que las opiniones que predican
y que con tanto ardor quieren hacer adoptar á
los demás sean las suyas propias? Sus pasiones
que gobiernan á sus doctrinas y su interés en que
se crea esto ó lo otro hacen imposible que se
penetre en lo que creen ellos mismos . ¿Puede bus .
carse la buena fe en los jefes de partido ? Su filo .
Bofía es para los otros ; yo necesitaría una para mí .
Busquémosla con todas mis fuerzas mientras es
tiempo todavia , a fin de tener una regla fija de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 47

conducta para el resto de mis dias . Heme llegado


á la madurez de la edad , en toda la fuerza de mi
enteudimiento . Ya me acerco á mi decadencia .
Si aun espero , no poseeré ya en mi tardía libera
ción el uso de todas mis fuerzas ; mis facultades
intelectuales habían perdido ya su actividad ;
haré menos bien lo que hoy puedo hacer lo mejor
posible ; aprovechemos este momento favorable ;
es la época de mi reforma externa y material ;
que sea también la de mi reforma intelectual y
moral . Fijemos de una vez mis opiniones y mis
principios y seamos, por lo que me quede de vida ,
lo que me habrá parecido que debo ser después
de haberlo pensado con detenimiento . ”
Ejecuté este proyecto lentamente y en varias
veces ; pero con todo el esfuerzo y con toda la
atención de que era capaz . Comprendía vivamen
te que el reposo del resto de mis días y mi suerte
total dependían de esto . Al principio me encontré
en tal laberinto de obstáculos, de dificultades, de
objeciones , de tortuosidades y de tinieblas que ,
pronto veinte veces à abandonarlo todo , estuve
dispuesto , renunciando á vanas investigaciones, á
a tenerme en mis deliberaciones a las reglas de la
prudencia común , sin buscar más en principios
que tanto trabajo me costaba desembrollar . Pero
esta misma prudencia me era tan extraña y me
sentía tan poco hábil para adquirirla, que tomar
48 JUAN JACOBO ROUSSEAU

la por guía era lo mismo que ir a través de los


mares y de las tempestades , sin timón y sin brú .
jula , en busca de un fanal casi inaccesible y que
no me indicara puerto alguno .
Yo persisti : por primera vez en mi vida tuve
valor, y á su triunfo debo el haberme podido 808
tener contra el horrible destino que desde enton
ces comenzó á envolverme sin que yo tuviese la
menor sospecha . Después de las pesquisas más
ardientes y más sinceras que acabo bayan sido
hechas nunca por mortal alguno , me decidi para
toda mi vida acerca de todos los sentimientos que
me importaba tener ; y, si he podido engañarme
en mis resultados , al menos' estoy seguro de que
mi error no puede imputárseme como un crimen ,
porque yo he hecho todo lo posible por librarme
de él . No dudo ciertamente que los prejuicios de
la infancia y los secretos votos de mi corazón
hayan podido inclinar la balanza del lado más
consolador para mí . Difícilmente se impide creer
lo que se desea con tanto ardor , y ¿quién puede
dudar que el interés de admitir o rechazar los jui .
cios de la otra vida no determina la fe de la ma.
yoría de los hombres sobre su esperanza ó su
temor? Todo esto podía fascinar mi juicio, confor.
mes ; pero no alterar mi buena fe , porque yo temía
engañarme en todo . Si todo consistía en el uso de
esta vida , me importaba mucho saberlo para sacar
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 49

por lo menos el mejor partido en cuanto depen .


diese de mí y mientras hubiese tiempo y para
evitar que se me engañase . Pero lo que yo temía
más en la disposición en que me encontraba, ora
exponer la suerte eterna de mi alma por el goce
de los bienes de este mundo , que nunca me han
parecido de gran valor .
Todavía confieso que no siempre solucioné á
satisfacción todas las dificultades que me habían
estorbado y con las cuales nuestros filósofos tantas
veces habían llamado á mis oídos . Pero resuelto
al fin á decidirme sobre materias que se escapan
á la inteligencia humana, y encontrando por todas
partes misterios impenetrables y objeciones inso .
lubles , adopté en cada euestión el sentimiento que
me pareció mejor establecido directamente, el más
creible en sí mismo , sin detenerme en objeciones
que yo no podía resolver, pero que se refutaban
con otras objeciones no menos fuertes en el siste .
ma opuesto . El tono dogmático sobre estas mate .
rias no con viene más que á los charlatanes ; sin
embargo, importa tener un sentimiento para sí y
elegirlo con toda la madurez de juicio que se pue
da poner en él . Si á pesar de esto caemos en el
error, no se nos podría castigar en buena justicia ,
porque nosotros no tendremos la culpa . He aquí
el principio inconmovible que sirve de base á mi
seguridad .
4
50 JUAN JACOBO ROUSSEAU

El resultado de mis penosas indagaciones casi


fué el que después he consignado en la Profesión
de fe del Vicario saboyano, obra indignamento
prostituída y profanada por la generación presen :
te, pero que algún día puede revolucionar á log .
hombres si alguna vez renacen entre ellos el buen
sentido y la buena fe .
Desde entonces, tranquilo en los principios.
que había adoptado después de una meditación tan
larga y tan reflexiva, he formado la regla de mi
conducta y de mi fe sin inquietarme ni por las
objeciones que no había podido resolver ni por las
que no había podido prever y que de vez en cuan
do se presentaban nuevamente á mi espíritu .
Ellas me han inquietado algunas veces , pero nun .
ca me han alterado . Siempre me he dicho : todas
estas cosas no son más que argucias y sutilezas
metafísicas , que nada pesan sobre los principios
fundamentales adoptados por mi razón y confir
mados por mi corazón, y que todos llevan el sello
del asentimiento interior en el silencio de las pa
siones . En asuntos tan superiores al entendimiento
humano , una objeción que yo no puedo resolver ,
daniquilará todo un cuerpo de doctrina tan sólida ,
tan bien unida , formada con tanta meditación y
con tanto cuidado , tan bien apropiada á mi razón,
á mi corazón , á todo mi ser y reforzada con el
asentimiento interior que veo que falta á todas las
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 51

demás? No ; vanas argumentaciones no destruirán


nunca la conveniencia que apercibo entre mi na .
turaleza inmortal y la constitución de este mundo
y el orden físico que reina en él . Yo encuentro en
el orden moral correspondiente y cuyo sistema es
el resultado de mis investigaciones , los apoyos que
necesito para soportar las miserias de mi vida . En
cualquier otro sistema viviría sin remedio y mori
ría sin esperanza . Sería la más desgraciada de las
criaturas. Atengámonos, pues , á éste , al único
que basta para hacerme dichoso á despecho de la
fortuna y de los hombres .
Esta deliberación y la conclusión que saqué de
ella , ¿no parece que han sido dictadas por el mis
mo cielo para prepararme al destino que me espe
raba y ponerme en estado de soportarlo? ¿Qué ha
bría sido de mí, que sería de mi todavía , en las
afrentosas angustias que me aguardaban y en
la increíble situación á que estoy reducido para
mientras viva , si , habiendo permanecido sin asilo
donde pudiese escapar á mis implacables perse
guidores, sin compensación de los oprobios que
me hacen sufrir en este mundo y sin esperanza de
obtener nunca la justicia que me era debida, me
hubiese visto entregado por completo a la más
horrible suerte que haya sufrido mortal alguno
sobre la tierra? Mientras que , tranquilo en mi ino
cencia , yo no imaginaba más que estimación y
52 JUAN JACOBO ROUSSEAU

bondad hacia mí por parte de los hombres ; mien .


tras que mi corazón , franco y confiado, se expla .
yaba con amigos y con hermanos , los traidores,
silenciosos, me enlazaban con redes forjadas en
el fondo de los infiernos. Sorprendido por las más
imprevistas calamidades y las más terribles para
un alma orgullosa , arrastrado en el fango sin 8a
ber jamás por quién ni por qué, hundido en un
abismo de ignominia y rodeado de horribles tinie.
blas , a través de las cuales no distinguía más que
objetos siniestros, á la primera sorpresa fui derri
bado y nunca habría vuelto del abatimiento,
adonde me arrojó este género inesperado de des .
gracias , si de antemano no hubiese preparado mis
fuerzas para levantarme en mis caídas .
Solamente después de muchos años de agita .
ciones, recobrando en fin mi espíritu y principian
do á entrar en mí mismo , comprendi el valor de
los recursos que yo me había reservado para la
adversidad . Decidido sobre todas las cosas que
me importaba juzgar , vi , comparando mis máxi
mas con mi situación , que daba á los insensatos
juicios de los hombres y á los pequeños sucesos de
esta corta vida mucha más importancia de la que
tenían ; que, no siendo esta vida más que un esta
do de pruebas , poco importaba que estas pruebas
fuesen de una ó de otra especie con tal de que re
sultase de ellas el efecto para que estaban desti
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 53

nadas y que, por consiguiente , cuanto más gran .


des, fuertes y multiplicadas eran las pruebas , más
ventajoso era paberias sostener. Las penas más
vivas pierden toda su fuerza para quien espera
una compensación grande y segura , y la certeza
de esta compensación era el principal fruto que
había sacado de mis precedentes meditaciones .
Es verdad que, en medio de los ultrajes sin
número y de las indignidades sin medida que me
abrumaban por todas partes , ciertos intervalos de
inquietud y de dudas venían de vez en cuando á
conmover mi esperanza y á turbar mi tranquili .
dad . Las poderosas objeciones que no había podi .
do resolver se presentaban entonces á mi espíritu
con más fuerza para concluir de abatirme preci .
samente en los momentos en que , sobrecargado
por el peso de mi destino , estaba pronto á caer en
el desaliento . Muchas veces los argumentos nue
vos , que oía hacer , se me aparecían en el espíritu
para apoyar á los que ya me habían atormentado .
« ¡ Ah!-me decía yo entonces en estas opresiones
de corazón que me ahogaban-, ¿qué me librará de
la desesperación si , en el horror de mi suerte, no
veo más que quimeras en los consuelos que me
suministraba á mi razón? Si destruyendo así su
propia obra, mi razón derriba todo el apoyo de la
esperanza y de la confianza , que ella me había
dispuesto en la adversidad, ¿qué apoyo significan
54 JUAN JACOBO ROUSSEAU

upas ilusiones que a mí solo acarician en el mun


do? La presente generación no ve sino errores y
prejuicios en los sentimientos de que yo solo me
nutro ; eila encuentra la verdad y la evidencia en
el sistema contrario al mío; ni siquiera puode
creer que lo adopte de buena fe , y yo mismo ,
entregándome á él con toda mi voluntad , le
encuentro dificultades insuperables é insolubles , y
sin embargo , no lo abandono . ¿ Soy, pues, yo solo
el sabio y el enterado entre los mortales? Para
creer que las cosas son así , ¿basta que ellas me
convengan? ¿Puedo confiar en apariencias que
nada tienen de sólido á los ojos del resto de los
hombres y que a mí mismo me parecerían iluso
rias si mi corazón no sostuviera á mi razón? ¿No
hubiese valido más combatir á mis perseguidores
con armas iguales , adoptando sus máximas, que
permanecer sobre las quimeras de las mías como
presa puesta a su alcance sin obrar para recha
zarlos? Me juzgo sabio y soy el escarnio , la vícti .
ma y el mártir de un vano error .
¡ Cuántas veces en estos momentos de duda y
de incertidumbre estuvo á punto de abandonarme
á la desesperación ! ... Si alguna vez hubiera pasa
do un mes entero en semejante situación , todo
hubiese concluido . Pero estas crisis , aunque bas
tante frecuentes en otro tiempo , siempre han sido
cortas y ahora, que todavía no estoy libre del
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 55

todo , ellas son tan raras y tan rápidas que ni si


quiera tienen fuerza para trastornar mi reposo .
Son ligeras inquietudes que ya no afectan á mi
alma, como una pluma que cae en un río no puede
alterar el curso del agua . He conocido que someter
nuevamente á deliberación los puntos sobre los
cuales ya me había decidido antes era suponerme
con nuevas luces , ó con el juicio más formado , o
con más celo por la verdad que el que tenía cuan .
do realicé mis indagaciones anteriores ; he conoci .
do también que , no siendo ni pudiendo ser el mio
ninguno de estos casos , no podía preferir por nin
guna razón sólida opiniones que en el aniquiia
miento de la desesperación no me tentaban más
que para aumentar mi miseria , á sentimientos
adoptados en el vigor de la edad, on toda la ma
durez del espíritu , después del más reflexivo exa
men y en un tiempo en que la calma de mi vida
me dejaba por supremo interés el de conocer la
verdad . Hoy que mi corazón se ahoga por la
angustia , y mi alma está abatida por los disgus
tos , y mi imaginación espantada , y mi cabeza tras
tornada por tantos horribles misterios como me
rodean ; hoy que todas mis facultades debilitadas
por la vejez y por las penas han perdido todos
sus resortes, ¿voy yo á privarme por gusto de
todos los remedios que me había preparado y á
conceder más confianza á mi razón caduca para
56 JUAN JACOBO ROUSSEAU

hacerme injustamente desgraciado , que á mi razón


plena y vigorosa para compensarme de los males
que sufro sin haberlos merecido? No; yo no soy
ni más sabio , ni mejor instruido , ni de mejor
buena fe que cuando me decidí sobre estas grandes
cuestiones . Yo no ignoraba entonces las dificulta
des por las que hoy me dejo trastornar; ellas no
me detuvieron , y si se presentan algunas nuevas,
entonces desconocidas para mi , son sofismas de
una sutil metafísica que no acertarian á conmo
ver las verdades eternas admitidas en todos los
tiempos, por todos los sabios, reconocidas por
todas las naciones y grabadas en el corazón hums.
no con caracteres indelebles . Yo sabía , al meditar
sobre estas materias, que el entendimiento huma
no, limitado por los sentidos, no las podia abra
zar en toda su extension . Yo me circunscribi á lo
que estaba á mi alcance, sin empeñarme en lo que
lo sobrepasaba . Este partido era razonable , lo
abracé en otro tiempo y a él me atuve con el
asentimiento de mi corazón y de mi razón . ¿Con
qué fundamento renunciaré á él hoy que tan
poderosos motivos me deben aficionar á su doctri
na? ¿Qué peligro veo en seguirlo? Tomando la
doctrina de mis perseguidores, ¿tomaría también
su moral? ¿Esta moral sin raíz y sin fruto , que
ellos ostentan pomposamente en los libros ó on
alguna brillante acción teatral , sin que nunca pe
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 57

netre nada de ella ni en el corazón ni en la razón ;


o bien esta otra moral , secreta y cruel , doctrina
interior de todos sus iniciados à la cual la anterior
sirve de máscara , la única seguida por ellos en su
conducta y la que tan hábilmente han practicado
conmigo? Esta moral , puramente ofensiva, no
sirve para la defensa, y sólo es buena para la
agresión . ¿De qué me serviria ella en el estado á
que me han reducido ? Únicamente mi inocencia me
sostiene en las desgracias, y no me baria todavía
más desdichado , si quitándome este único pero
poderoso recurso , lo sustituyese por la maldad?
Los alcanzaria en el arte de perjudicar , y cuando
lo consiguiera , ¿de qué me consolaria el daño que
les pudiera hacer? Perdería mi propia estimación
y nada ganaría en su lugar .
De este modo, razonando conmigo mismo, lle
gué á no dejarme conmover más en mis principios
por argumentos capciosos , por objeciones insolu
bles y por dificultades que se escapaban á mi al
cance y acaso al del espíritu humano . El mio,
firme en el más sólido asiento que pude proporcio .
Darle , se acostumbró tan bien á reposar allí al
abrigo de mi conciencia, que ninguna extraña
doctrina, antigua ó moderna , pudo conmoverle
más ni trastornar un instante mi quietud . Caido
en la languidez y en la torpeza del espíritu , he
olvidado hasta los razonamientos sobre los cuales
58 JUAN JACOBO ROUSSEAU

fundaba mi creencia y mis máximas; pero jamás


olvidaré las conclusiones que he sacado de ellos
con la aprobación de mi conciencia y de mi razón ,
y á ellas me atengo para lo sucesivo . Que acudan
todos los filósofos para ergotear contra mi : perde
rán su tiempo y su trabajo . Para el resto de mi
vida me someto en toda cosa al partido que tomé
cuando me hallaba en mejor estado de elegir bien .
Tranquilo con estas disposiciones, encuentro
en ellas, junto con la satisfacción de mí mismo, la
esperanza y los consuelos que tanto necesito en
mi situación . Es imposible que una soledad tan
completa , tan permanente y tan triste en sí mis
ma , que la animosidad siempre sensible y siempre
activa de toda la presente generación y que las
indignidades con que me abruma sin descanso , no
me arrojen algunas veces en el abatimiento ; con
movida mi esperanza, las desalentadoras dudas
vuelven todavía de vez en cuando á trastornar mi
alma y á llenarla de tristeza . En esos instantes,
incapaz de las operaciones de espíritu necesarias
para tranquilizarme, necesito acordarme de mis
antiguas resoluciones ; los cuidados, la atención y
la sinceridad de corazón que empleé para tomar .
las , tornan entonces á mi recuerdo y me devuel .
ven toda mi confianza . De este modo me rehuso á
todas las ideas nuevas , como á funestos errores
que no tienen más que una falsa apariencia y que
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 59

no son buenos más que para perturbar mi reposo .


Así , retenido en la estrecha esfera de mis an
tiguos conocimientos, no tengo , como Solón , la
dicha de poderme instruir cada dia envejeciendo y
hasta debo ponerme al abrigo del peligroso orgu
llo de querer aprender cosas que en lo sucesivo no
llegaré á saber bieu . Pero si me quedan pocas ad .
quisiciones que esperar del lado de las luces úti -
les , en cambio me quedan muy importantes que
hacer del lado de las virtudes necesarias á mi eg.
tado . En este asunto aun babrá tiempo de enrique .
cer y adornar mi alma con una adquisición que
pudiera llevarse consigo, cuando libre de este
cuerpo que la ofusca y la ciega y viendo la verdad
sin velo, comprenderá la miseria de todos estos
conocimientos de que tanto se ufanan nuestros
falsos sabios . Entonces sollozará por los momen -
tos perdidos en esta vida para adquirirlos. En
cambio , la paciencia, la dulzura, la resignación ,
la integridad y la justicia imparcial, son un tesoro
que se lleva consigo y con el cual puede uno enri
quecerse constantemente sin temor á que la misma
muerte nos pueda arrebatar su valor . Á este único
y útil estudio consagro el resto de mi vejez . ¡Di
choso yo si por mis progresos sobre mí mismo
aprendo á salir de la vida , no mejor, porque es
imposible, sino más virtuoso que entré en ella ....

CUARTO PASEO

Entre el corto número de libros que todavía


leo algunas veces , Plutarco es el que me atrae y
me aprovecha más . Esta fué la primera lectura
de mi juventud y será la última de mi vojez ; es
casi el único autor que nunca lo he leido sin sacar
de él algún fruto . Anteayer leía en sus obras mo
rales el textado : « ¿Cómo se podrá sacar utilidad de
sus enemigos? » El mismo día, colocando algunos
libros que me han sido enviados por sus autores,
me fijé en uno del abate R. en cuyo título ha
bía escrito estas palabras Vitam vero impendenti,
R.*** Muy acostumbrado ya á los usos de estos
señores para maravillarme por semejante cosa ,
comprendí que , bajo este aire de cortesía , él había
creido decirme una cruel antifrasis . Pero ¿en qué
la fundaba? ¿Por qué este sarcasmo? ¿Qué motivo
le podía haber dado para él? Con el fin de aprove
char las leciones del buen Plutarco, resolvi em :
plear el paseo del siguiente día en examinarme
acerca de la mentira y volví de él confirmado por
62 JUAN JACOBO ROUSSEAU

completo en la opinión anteriormente adquirida


de que el « Conócete á ti mismo » del templo de
Delfos no era una máxima tan fácil de seguir
como lo había creído en mis Confesiones . 1

Al dia siguiente, habiéndome puesto en mar . 1

cha para ejecutar esta resolución , la primera idea


que se me ocurrió, al recogerme dentro de mi mis.
mo , fué la de una mentira terrible de mi primera
juventud, cuyo recuerdo me ha conturbado duran
te toda mi vida y hasta en mi vejez viene á con
tristar mi corazón , ya afligido de tantas otras wa.
neras. Esta mentira, que fué un gran crimen en
sí misma , debió serlo todavía mayor por sus efec
tos, que yo he ignorado siempre , pero que el re .
mordimiento me los ha hecho suponer tan crueles
como era posible que lo fuesen . Sin embargo, si
no so mira más que la disposición en que estaba
al cometerlo , esta mentira no fué más que un fru
to de la mala vergüenza , y en vez de partir de una
deliberada intención de dañar a la que fué la víc .
tima, puedo jurar a la faz del cielo que en el mis
mo instante en que aquella invencible vergüenza
me la arrancaba, habría dado toda mi sangre con
gusto para que sus efectos cayesen solamente so
bre mí . Es un delirio que no puedo explicar sino
diciendo, como creo sentirlo , que en aquel instan
te mi natural tímido subyugó todos los deseos de
mi corazón .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 63

El recuerdo de este acto lamentable y los inex


tinguibles disgustos que me dejó, me han inspira
do por la mentira un horror tan grande , que él solo
ha debido garantizar mi corazón de este vicio por
todo el resto de mi vida . Cuando tomé mi divisa ,
me sentí hecho para merecerla y no dudaba que
era digno de ella , cuando por las palabras del
abate R.*** comencé à examinarme más seria
mente ,
Entonces , expurgándome con mayor cuidado,
me quedé muy sorprendido del número de cosas de
mi invención que recordaba haber dicho como
verdaderas en el mismo tiempo en que , orgulloso
interiormente con mi amor por la verdad , le sa
crificaba mi seguridad , mis intereses y mi perso .
na con una imparcialidad de la que no conozco
ejemplo alguno entre los hombres .
Lo que más me sorprendió era que , acordán
dome de estas cosas forjadas , no sentía ningún
verdadero arrepentimiento . Yo, cuyo horror por
la falsedad no admite dudas en mi corazón ; yo ,
que desafiaría los suplicios si hubiera que evitare
los con una mentira, ¿por qué caprichosa inconge
cuencia mentia así con alegría de corazón sin
necesidad y sin provecho y por qué inconcebible
contradicción no experimentaba el menor disgus
to, yo , á quien el remordimiento de una mentira
no ha dejado de afligir durante cincuenta años?
64 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Jamás me he endurecido sobre mis culpas ; el ins ·


tinto moral me ha guiado siempre bien ; mi con .
ciencia ha conservado su primera integridad , y
aunque ésta se hubiera alterado plegándose á mis
intereses , ¿ cómo , conservando toda eu rectitud
en las ocasiones en que el hombre forzado por
BUB pasiones puede por lo menos excusar su debi
lidad, tan sólo la pierde en cosas indiferentes, en
las que el vicio no tiene excusa? Yo vi que de la
solución de este problema dependía la exactitud
del juicio que en este asunto tenía que hacer sobre
mi mismo, y después de haberlo examinado con
detención , he aqui de qué manera consegui expli
carmelo .
Recuerdo haber leído en un libro de filosofía
que mentir es ocultar una verdad que se debe
manifestar . De esta definición se deduce clara .
mente que callar una verdad, cuando no se está
obligado á decirla, no es mentir ; sin embargo,
aquel que en semejante caso , no contento con no
decir la verdad , dice lo contrario , ¿miente ó no
miente? Según la definición, no se sabría decir que
miente . Porque si él regala moneda falsa á un
hombre á quien nada debe, es evidente que enga
ña á este hombre , pero no le roba .
Aquí hay que examinar dos cuestiones, muy
importantes la una y la otra . La primera, cómo
y cuándo se debe a otro la verdad , supuesto que
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 65

no se la debe siempre . La segunda , si hay ca808


en que sea lícito engañar inocentemente . Esta
segunda cuestión está ya bien resuelta , lo sé ;
negativamente en los libros, donde la más austera
moral pada cuesta al autor, y afirmativamente
en la sociedad , donde la moral de los libros pasa
por una charlatanería imposible de practicar . De .
jemos , pues , á estas autoridades que se contradi
gan y busquemos el modo de resolver para mí
estas cuestiones según mis propios principios .
La verdad general y abstracta es el más pre .
cioso de todos los bienes . Sin ella el hombre es
ciego; ella es el ojo de la razón . Por ella el hom .
bre aprende a conducirse , á ser lo que debe ser ,
á hacer lo que debe hacer y á tender á su verda .
dero fin . La verdad particular é individual no es
siempre un bien ; algunas veces es un mal y en
muchos casos es una cosa indiferente . Las cosas
que a un hombre le importan y cuyo conocimiento
es necesario para su ventura , son tal vez muy
pocas ; pero sean las que sean , constituyen un
bien que le pertenece , que tiene derecho á recla
mar donde lo encuentre y que no se le puede
arrebatar sin cometer el más inicuo de todos los
robos, puesto que es uno de estos bienes comunes
á todos, cuya comunicación no impide gozar de
él á quien la hace .
En cuanto a las verdades que no tienen utili.
5
66 JOAN JACOBO ROUSSEAU

dad alguna ni on instrucción ni en la práctica ,


¿cómo serían un bien debido , dado caso de que
ni siquiera son un bien? Y puesto que la propie .
dad no está fundada más que sobre la utilidad ,
donde no hay utilidad posible no puede haber
tampoco propiedad. Se reclama un terreno , aun
siendo estéril , porque por lo menos se puede
habitar sobre el suelo ; pero lo mismo da que un
hecho nimio , indiferente bajo todos los aspectos y
sin consecuencias para nadie , sea verdadero ó
falso . En el orden moral , como en el físico , nada
es inútil . Nada puede ser debido de lo que no es
bueno para nada ; para que una cosa sea debida
es necesario que ella sea o no pueda ser útil . De
este modo , la verdad debida es la que interesa á
la justicia y se profana el nombre sagrado de la
verdad cuando se aplica á cosas vanas, cuya
existencia es indiferente para todos y cuyo cono
cimiento es inútil para todo . La verdad , despoja
da de toda suerte de utilidad , aun posible, no
puede ser una cosa debida, y por lo tanto , el que
la calla ó la disfraza , no miente .
Otro articulo á discutir, y al que acudiré en
seguida , es ver si hay verdades tan perfectamente
estériles que sean en absoluto inútiles para todo .
Ahora pasemos a la segunda cuestión .
No decir lo que es verdadero y decir lo que es
falso , son dos cosas muy distintas, de las que sin
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 67

embargo puede resultar el mismo efecto , porque


este resultado es seguramente el mismo , siempre
que este efecto es nulo . Dondequiera que la ver
dad es indiferente , el error contrario es in diferen
te también ; de donde se deduce que en semejante
caso , el que engaña diciendo lo contrario de la
verdad no es más injusto que el que engaña ca.
llándosela , porque en cuestión de verdades inúti
les , el error no es peor que la ignorancia . Si yo
creo que la arena del fondo del mar es blanca o
roja , esto me importa tanto como ignorar de qué
color es . ¿Cómo se podría ser injusto no perjudi .
cando á nadie, cuando la injusticia eólo consiste
en el perjuicio que se ocasiona á otro?
Pero estas cuestiones , tau seriamente decidi .
das , no me facilitarían todavía ninguna aplicación
aegura para la práctica sin muchas previas de .
claraciones necesarias para hacer justamente esta
aplicación en cuantos casos puedan presentarse .
Porque si la obligación de decir la verdad se funda
sólo en su utilidad , ¿cómo me constituiré yo en juez
de esta utilidad? Muchas veces la ventaja del uno
hace el perjuicio del otro , y el interés particular
está casi siempre en oposición del interés público .
¿Cómo conducirse en tal caso? ¿Hay que sacrificar
la autoridad del ausente à la persona a quien se
hable? ¿Hay que callar ó decir la verdad que,
aprovechando á uno , perjudica á otro? Conviene
68 JOAN JACOBO ROUSSEAU

pesar todo cuanto se debe decir en la única balan


za del bien público o en la de la justicia distribu
tiva ; y estoy seguro de conocer bastante los ren .
dimientos de una cosa para no emplear las luces
de que dispongo sino conforme a las reglas de la
equidad? Además, examinando lo que se debe á
los otros, ¿he examinado suficientemente lo que me
debo á mi mismo y lo que se debe a la verdad por
si sola? Si yo no hago daño a otro engañándole,
288 desprende de esto que yo no me lo cause a mi
mismo y basta no ser nunca injusto para ser siem .
pre inocente?
¡ Qué de embarazogas discusiones, de las que se
galdrá fácilmente diciendo : ocurra lo que ocurra ,
seamos siempre verdaderos ! La misma justicia
está en la verdad de las cosas ; la mentira es siem
re iniquidad ; el error os siempre impostura cuan.
do se da lo que no es como regla de lo que se debe
hacer ó creer . Y resulte lo que resultare de la
verdad , habiéndola dicho siempre se es irrespon
sable , porque nada se puso ajeno a la misma .
Sin embargo , esto es cortar la cuestión sin
resolverla . No se trataba de determinar si seria
bueno decir siempre la verdad, sino si se estaba
siempre igualmente obligado á ello , y suponiendo
que no , de acuerdo con la definición que yo exami.
1
naba , distinguir los casos en que la verdad es ri .
gurosamente debida de aquellos otros en que se
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 69

puede callarla sin injusticia y disfrazarla sin men .


tira, porque he advertido que realmente existían
talos casos . Por lo tanto , de lo que aquí se trata
es de buscar una regla segura para conocerlos y
determinarlos bien .
Pero ¿de dónde sacar esta regla y la prueba de
su infalibilidad ? ... En todas las cuestiones de mo .
ral difíciles como esta , me ha ido siempre muy
bien resolviéndolas por el dictamen de mi concien
cia mejor que por las luces de mi razón . El ins
tinto moral nunca me ha engañado ; hasta ahora
ba guardado su pureza en mi corazón lo bastante
para que pueda confiarme a él , y si en mi conduc
ta algunas veces se calla delante de mis pasiones,
luego recobra bu imperio sobre ellas en mis re .
cuerdos . Entonces es cuando me juzgo á mi mismo
acaso con tanta severidad como seré juzgado por
el Soberano Juez después de esta vida ,
Juzgar los discursos de los hombres por los
efectos que producen es en muchos casos apreciar
los mal . Aparte de que estos efectos no son siempre
sensibles y fáciles de conocer, ellos varian al in
finito según las circunstancias en que estos discur
808 son pronunciados . Únicamente la intención de
quien los pronuncia es la que los aprecia y deter
mina su grado de malicia é de bondad . Decir una
falsedad no es mentir sino por la intención de
engafiar, y aun la misma intención de engañar,
70 JUAN JACOBO ROUSSEAU

lejos de estar siempre unida a la de perjudi .


car , tiene algunas veces un objeto absolutamente
contrario . Pero para volver á una mentira ino
cente, no basta que la intención de perjudicar no
esté expresa, sino que además es necesaria la
certeza de que el error en que se arroja á los que
se habla no puede perjudicar ni á ellos ni á nadie
y sea de la manera que sea . Es raro y difícil que
80 pueda tener esta certeza , y por lo mismo tam
bién es difícil y raro que una mentira sea perfec.
tamente inocente . Montir por su ventaja es im
postura ; mentir por ventaja de otro es fraude , y
mentir por perjudicar es calumnia : esta última es
la peor especie de mentira . Mentir sin provecho
ni perjuicio de sí mismo ó de otro no es mentir :
esto no es mentira, sino ficción .
Las ficciones que tienen un objeto moral se
llaman apólogos ó fábulas , y como su objeto no es,
ó no debe ser , más que ocultar verdades útiles
bajo formas sensibles y agradables , en este caso
apenas se procura esconder la mentira del hecho ,
que no es sino el traje de la verdad , y el que ofre
co una fábula como tal fábula , no miente en ma
nera alguna .
Hay otras ficciones puramente ociosas, como lo
son casi todos los cuentos y novelas que, sin on
cerrar ninguna instrucción verdadera , tienen la
diversión por único objeto . Éstos, despojados de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 71

toda autoridad moral, no pueden apreciarse más


que por la intención de quien los inventa , y cuan.
do él los vende dándolos por verdades reales , fácil
es determinar que son verdaderas mentiras . Sin
embargo , &quién ha sentido grandes escrúpulos por
estas mentiras y quién ha reprochado jamás por
ellas a los que las hacen ? Si , por ejemplo , hay un
objeto moral en el Templo de Gnido , este objeto
está bien obscurecido y maleado por los detalles
voluptuosos y las imágenes lascivas . ¿Qué ha he.
hecho el autor para cubrir esto con un barniz de
modestia? Ha fingido que su obra era la traducción
de un manuscrito griego y ha hecho la historia del
descubrimiento de este manuscrito del modo más
apropiado para persuadir á sus lectores de la ve .
racidad de su relato . Si esto no es positivamente
una mentira, ¿qué es entonces mentir? Y sin em
bargo , ¿quién ha intentado imputar al autor como
un crimen esta mentira , ni tratarle por ella como
á un impostor ?
Vanamente se dirá que esto es una chanza ;
que el autor , aun afirmándolo, no quería persuadir
á nadie; que en efecto , á nadie ha persuadido y que
el público no ha dudado un momento que él mismo
fuese el autor de la obra pretendidamente griega
de la que se ofrecía como traductor . Yo responde
ré que semejante chanza sin ningún objeto hubie .
de sido una estúpida niñería , que un mentiroso no
72 JOAN JACOBO ROUSSEAU

miente menos cuando afirma, aunque no persua


da ; y que hay que separar del público instruido
á muchos lectores sencillos y crédulos , á quienes.
la historia del manuscrito , narrada por un grave
autor con aires de buena fe , se les ha impuesto
realmente y que ban bebido sin temor en una copa
de forma antigua el veneno , del que por lo menos
hubieran desconfiado si se les hubiese servido en
un vaso moderno .
Que estas distinciones se hallen ó no en los
libros , poco importa ; lo importante es que ellas se
hacen en el corazón de todo hombre de buena fe ,
que no quiere permitirse nada , si se lo ha de re .
prochar su conciencia . Porque decir una cosa falsa
en ventaja suya , no es mentir menos que si se di .
jera en perjuicio de otro , aunque la mentira no 80&
tan criminal . Dar ventaja á quien no debe tenerla,
atribuir falsamente á sí mismo ó á otro un acto
del que pueda resultar alabanza ó censura, culpa
ó disculpa , es hacer una cosa injusta ; por lo tanto ,
todo lo que , contrario a la verdad , biere á la
justicia , sea como sea , es una mentira . He aqui
el límite exacto ; pero todo lo que , contrario á la
verdad , no interesa á la justicia en nada ni por
pada , es una ficción; y confieso que quien se
reproche una pura ficción como una mentira tiene
la conciencia más delicada que la mia .
Las que se llaman mentiras oficiosas son ver
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 73

daderas mentiras , porque imputar una cosa en


ventaja de otro o de sí mismo es como imputár
sela en su detrimento y perjuicio . El que alaba 6
censura en contra de la verdad , miente si se trata
de una persona real . Cuando se trata de un ser
imaginario puede decir todo lo que quiera sin
mentir, á menos que no juzgue sobre la moralidad
de los hechos que inventa y que no juzgue fatal.
mente , pues entonces , si no miente en el hecho ,
miente contra la verdad moral , cien veces más
respetable que la de los hechos .
He visto gentes que en el mundo se llaman
veraces . En las conversaciones ociosas toda su
veracidad se reduce á citar fielmente los lugares,
el tiempo y las personas , á no permitirse ninguna
ficción, á no hinchar ninguna circunstancia y á
no exagerar nada . En todo lo que no afecta á su
interés , ellos son en sus narraciones de la más
in violable fidelidad . Pero en cuanto se trata de
algun negocio que les atañe ó de narrar algún
hecho que les toca de cerca , todos los colores son
empleados para presentar las cosas bajo la luz
que
ellosmás les conviene, y si la mentira les es útil y
se abstienen de decirla por sí mismos , la
favorecen con destreza y se conducen de tal modo
que se la adopte sin podérsela imputar. Así lo
quiere la prudencia ; adiós á la veracidad ,
El hombre que yo llamo veraz hace todo lo
74 JUAN JACOBO ROUSSEAU

contrario . En cosas perfectamente indiferentes ,


la verdad , tan respetada entonces por el otro, lo
importa muy poco y no sentirá escrúpulo alguno
por distraer á una reunión con hechos inventados
de los que no resulte algún juicio injusto ni en
pro ni en contra de cualquiera , vivo ó muerto .
Pero todo discurso que produce para alguno pro .
vecho o daño , estimación ó menosprecio , alaban .
za ó censura contra la justicia y la verdad , es
una mentira que nunca se aproximará ni á su
corazón , ni à su boca, ni á su pluma . Él es sóli
damente veraz, hasta contra su interés , aunque
en las conversaciones ociosas be ufane poco do
serlo. Él es veraz, porque no pretende engañar á
nadie , porque es tan fiel à la verdad que lo acusa
como a la que le honra y porque nunca la impone
en ventaja suya ni para dañar á su enemigo . La
diferencia , pues , que hay entre mi hombre veraz
y el otro consiste en que el del mundo es rigurosa.
mente fiel à toda verdad que no lo cuesta dada , sin
ir más allá , mientras que el mio la sirve con ma .
yor fidelidad cuando tiene que inmolarse por ella .
Pero se dirá : ¿cómo armonizar este apoca
miento con el ardiente amor por la verdad con
que yo le glorifico ? ¿Acaso es falso este amor ,
puesto que admite tanta aleación? No ; es puro y
verdadero ; pero no es más que una emanación del
amor de la justicia, y nunca puede ser falso , aun
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 75

que muchas veces sea fabuloso . En su espíritu ,


justicia y verdad son dos palabras sinónimas , y él ,
indiferentemente, toma la una por la otra . La
Banta verdad , que su corazón adora , no consiste
en hechos vanos ni en nombres inútiles , sino en
dar fielmente a cada uno lo que le es debido en
cosas que son verdaderamente suyas, en imputa .
ciones buenas o malas y en retribuciones de honor
ó de censura, de alabanza y de reprobación . Él
no es falso ni contra otro , porque su equidad se lo
impide y no quiere bacer daño á nadie injustamen .
te ni en favor suyo , porque su conciencia se opo
ne y no sabría apropiarse lo que no le pertenece .
Sobre todo , es celoso de su propia estimación , bion
sin el cual no puede pasarse , y experimentaria una
pérdida efectiva adquiriendo la estimación de los
demás á costa de la suya . Mentirá , pues , algunas
veces on cosas indiferentes , sin escrúpulo y sin
creer que miente, pero nunca en perjuicio ó pro .
vecho de otro ni de sí mismo . En cuanto se refie .
re á las verdades históricas , en lo que importa á
la conducta de los hombres , à la justicia , á la
sociabilidad y á las luces útiles, librará del error
no sólo á sí mismo , sino á los demás en cuanto
dependa de él . En su opinión , ninguna mentira
fuera de ésta es tal mentira . Si el Templo de Gni .
do es una obra útil, la historia del manuscrito
griego no es más que una ficción muy inocente ;
76 JUAN JACOBO ROUSSEAU

pero si la obra es peligrosa , la mencionada historia


es una mentira muy punible .
Tales fueron mis reglas de conciencia sobre la
mentira y sobre la verdad . Mi corazón seguía ma .
quinalmente estas reglas antes que mi razón las
hubiese adoptado , y el instinto moral hizo única
mente su aplicación . La mentira criminal , de que
fué víctima la pobre Marión , me ha dejado imbo
rrables remordimientos que me han librado por el
resto de mi vida , no solamente de toda mentira de
esta especie , sino de todas las que de alguna ma .
nera podían afectar al interés ó á la reputación
de otro . Generalizando así la exclusión , me he
dispensado de pesar exactamente la ventaja y el
perjuicio y de marcar los límites precisos que hay
entre la mentira perjudicial y la mentira oficiosa :
considerando á una y á otra culpables , me he pro .
hibido las dos .
En esto , como en todo lo demás, mi tempera
mento ha influido mucho sobre mis máximas, ó más
bien sobre mis costumbres , porque yo apenas he
obrado por reglas ó apenas he seguido en cual
quier asunto otras reglas que los impulsos de mi
patural. Nunca una mentira premeditada se apro .
ximo á mi pensamiento , nunca he mentido por mi
interés ; pero he mentido muchas veces por ver.
güenza, por librarme de una situación embarazos&
en cosas indiferentes ó que sólo me interesaban á
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 77

mi, cuando teniendo que sostener una conversa


ción la lentitud de mis ideas y la aridez de mi
charla me obligaban á recurrir á las ficciones
para tener algo que decir . Cuando necesariamente
hay que hablar y las verdades agradables no se
presentan bastante ligeras á mi espíritu , refiero
fábulas para no permanecer mudo ; pero en la in
vención de estas fábulas me cuido muy bien de
que ellas no sean mentiras ; es decir, de que no
hieran la justicia ni la verdad debida y de que
sean ficciones indiferentes á todo el mundo y á
mí mismo . Mi deseo ferviente sería por lo menos
sustituir a la verdad de los hechos una verdad
moral, ó lo que es lo mismo, representar las afec .
ciones naturales al corazón humano y sacar siem ·
pre de ellas alguna útil enseñanza ; en una pala
bra, hacer cuentos morales y apólogos ; pero para
esto se necesitaría más presencia de espíritu de
la que tengo , y mayor facilidad de palabra , con
el fin de poder aprovechar para la enseñanza la
cháchara de la conversación . Su marcha , mucho
más rápida que la de mis ideas , forzándome casi
siempre a hablar antes de pensar, me ha sugerido
frecuentemente tonterías y estupideces que mi
razón desaprobaba y que mi corazón denegaba
según se escapaban de mi boca , pero que , prece .
diendo á mi propio juicio, ya no podían ser refor
madas por su censura .
78 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Esta primera é irresistible impulsión de mi


temperamento es la culpable de que , en momen
tos imprevistos y rápidos , la vergüenza y la timi .
dez me arranquen muchas veces mentiras en las
que no tiene parte mi voluntad , pues en cierto
modo la preceden por la necesidad en que me
hallo de responder al instante . La impresión pro
funda del recuerdo de la pobre Marión puede re .
tener siempre muy bien las mentiras que perjudi.
carían á otros , pero no aquellas que me sacan de
un momento difícil cuando sólo se trata de mí; y
eso que esta misma mentira es tan contraria á mi
conciencia y á mis principios como las que pueden
influir sobre la suerte de otro .
Pongo al cielo por testigo de que si un instan
te después pudiera retirar la mentira que me ex
cusa y decir la verdad que me daña sin que esta
retractación me causase una nueva afrenta , lo
haría con todo mi corazón ; pero la vergüenza de
cogerme á mí mismo en una falta me contiene to
davía y me arrepiento sinceramente de mi culpa ,
sin atreverme, a pesar de esto , a repararla . Un
ejemplo explicará mejor lo que quiero decir y de
mostrará que no miento ni por interés ni por
amor propio , y menos aún por envidia ó por mali.
cia , sino únicamente por apocamiento y mala ver
güenza , hasta sabiendo muy bien algunas veces
que esta mentira os conocida como tal mentira,
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 79

y que , por lo tanto , no puede servirme de nada .


Hace algún tiempo que M. F. *** me compro .
metió contra mi costumbre á ir con mi mujer á
comer á escote con él y M. B. á casa de la
Dame *** restauradora, la cual y sus dos hijas
>

comieron también con nosotros . En medio de la


comida, la mayor, casada hacía poco y embaraza.
da ya , me preguntó bruscamente , y clavando en
mi sus pupilas , si había tenido hijos . Le respondí,
enrojeciendo hasta los ojos , que nunca había teni
do esta aventura. Ella sonrió maliciosamente mi
rando a todos los presentes : esto no era muy
obscuro , ni siquiera para mi.
Desde luego se ve claramente que no es esta
la respuesta que debía haber dado , aunque trata
ra do imponerla, porque , en la disposición en que
vela á los convidados , bien seguro estaba de que
mi respuesta en nada cambiaba su opinión sobre
este asunto. Se esperaba esta negativa y hasta se
la provocaba por gozar del gusto de haberme he .
cho mentir. Dos minutos después se me ocurrió la
respuesta que habría debido darle : « He aqui una
pregunta poco discreta de parte de una joven á
un hombre que ha envejecido soltero . » Hablando
de esta manera, sin mentir y sin haberme aver :

gonzado de ninguna confesión, ponía los burlonos


de mi parte y le daba una leccioncita que, como

es natural, debía hacerla un poco menos imperti


80 JUAN JACOBO ROUSSEAU

nente en preguntarme . No hice nada de todo esto ,


no dijo lo que convenía decir , y en cambio dije
lo que no convenía y lo que no podía servirme de
nada . Por lo tanto es cierto que ni mi juicio ni
mi voluntad dictaron mi respuesta y que ella fué
el efecto maquinal de mi embarazo . Otras veces
no tenía este embarazo y confesaba mis faltas con
más franqueza que vergüenza , porque estaba se
guro de que se veía lo que las redimía y lo que yo
sentía dentro de mí mismo ; pero el ojo de la mali .
cia me lastima y me desconcierta : haciéndome
más desgraciado , me he hecho más tímido y nun.
ca he mentido sino por la timidez .
Jamás he conocido mejor mi aversión natural
por la mentira que al escribir mis Confesiones;
porque allí es donde las tentaciones habrían sido
continuas y fuertes si mi inclinación me hubiese
conducido de este lado . Pero lejos de haber calla .
do ó disimulado nada que fuese en perjuicio mio ,
por un movimiento de mi espiritu , que apenas
puedo explicarme y que acaso procede de mi apar
tamiento de toda imitación , más bien me inclina
ba á mentir en sentido contrario acusándonie con
demasiada severidad que excusándome con de
masiada indulgencia, y mi conciencia me asegura
que algún día seré juzgado menos severamente de
lo que me he juzgado yo mismo . Sí ; lo digo y lo
siento con una orgullosa elevación de alma: en
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 81

este escrito ho llevado la buena fe , la veracidad


y la franqueza tan lejos ó , según lo creo , más lejos
de lo que nunca las llevó otro hombre ; compren .
diendo que el bien sobrepasaba al mal , tenía mi
interés en decirlo todo , y todo lo he dicho .
Jamás he dicho menos de lo que era, y algunas
veces he dicho más, no en los hechos, sino en las
circunstancias, y esta especie de mentira fué un
efecto del delirio de mi imaginación , más bien que
un acto de mi voluntad . Hasta hago mal en llamar
le mentira , porque ninguna de estas adiciones lo
fué . Escribía mis Confesiones ya viojo y disgusta
do de los vanos placeres de la vida , que ya había
desflorado y cuyo vacío había conocido muy bien
mi corazón . Las escribía de memoria; esta memo
ria me faltaba muchas veces ó no me facilitaba
más que recuerdos imperfectos , y yo llenaba sus
lagunas con detalles que consideraba como un
suplemento de estos recuerdos , pero que nunca
les eran contrarios . Gustaba de extenderme sobre
los momentos dichosos de mi vida y los embelle.
cía algunas veces con adornos que los tiernos
sentimientos acudían á ofrecerme . Las cosas que
había olvidado las decía como me parecía que
habían debido ser ; acaso como en efecto habian
sido, nunca al contrario de como me acordaba
que fueran . En ocasiones prestaba á la verdad
extraños encantos ; pero jamás he puesto en un
6
82 JUAN JACOBO ROUSSEAU

lugar a la mentira , ni para paliar mis vicios ni


para atribuirme virtudes .
Si algunas veces, sin pensarlo , he escondido
el lado disforme pintándome de perfil por un mo
vimiento involuntario , estas reticencias han sido
bien compensadas por otras reticencias más capi.
chosas que muchas veces me han hecho callar el
bien con más cuidado que el mal . Esto es una
singularidad de mi carácter que los hombres no
pasarán á creer, pero que no es menos real, por
increíble que parezca : con frecuencia he dicho el
mal en toda su torpeza , raramente he dicho el
bien en todo lo que tuvo de amable y bastantes
veces lo he callado de propósito, porque me hon
raba mucho y porque no pareciese que , en vez de
hacer mis Confesiones, hacía mi elogio . He descri
to mis años juveniles sin ufanarme de las buenas
cualidades de que estaba dotado mi corazón y
hasta suprimiendo los hechos que las ponían en
evidencia . Aquí me acuerdo de dos de mi primera
infancia que han acudido á mi memoria según
escribía y que he rechazado por la única razón
de que acabo de hablar .
Casi todos los domingos iba a pasar la jornada
á los Paquis en casa de M. Facy , que se había
casado con una de mis tías y que tenía allí una
fábrica de indianas . Un día estaba en el tendede .
ro, en la habitación de la calandria, y contempla
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 83

ba los rodillos de fundición : su brillo agradaba á


mi vista ; entré en ganas de poner allí mis dedos
y los paseaba gustosamente sobre el bruñido del
cilindro , cuando el joven Facy , habiéndose puesto
en la rueda , le dió un medio cuarto de vuelta con
tal destreza , que no me cogió más que la punta de
mis dos dedos más largos ; pero fué lo suficiente
para que ellos fueran aplastados por la punta y
para que las uñas se quedasen allí . Lancé un
grito penetrante ; Facy afloja la rueda al momento ,
pero las uñas siguieron en el cilindro y la sangre
corría de mis dedos . Facy , consternado , grita,
sale de la rueda, me abraza y me conjura para
que a pague mis gritos, añadiendo que estaba per
dido . En lo más fuerte de mi dolor el suyo mo
afectó , me callé, fuimos a la carpera, donde él
TED
me ayudó á lavarme los dedos y á restañar mi
OD
sangre con musgo . Suplicóme llorando que no lo

DEN
acusara , se lo prometí , y tan bien mantuve mi
promesa, que, más de veinte años después , nadie
sabia por qué aventura tenia dos de mis dedos
cicatriza
Estuve dos, pues se quedaron asi para siempre.
en cama más de tres semanas y más de

dos meses sin poderme servir de mi mano, dicien


do á todas boras que una enorme piedra , al caer,
me había aplastado los dedos .
¡Magnanima menzogna! Or quando e il vero
Si bello, che si possa à te preporre ?
84 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Con todo, este accidente me fué muy sensible


por la circunstancia que le acompañó , porque
acaeció en el tiempo de los ejercicios , en que se
hacía maniobrar á la burguesía , y nosotros había
mos formado una fila de otros tres muchachos de
mi edad , con los cuales , y vestido de uniforme,
había de hacer el ejercicio con la compañía de
mi barrio . Tuve el dolor de oir el tambor de la
compañía pasando bajo mi ventana con mis tres
camaradas , mientras yo permanecía en mi lecho .
La otra historia es semejante á esta , pero de
una edad más avauzada .
Jugaba al mazo en Plain- Palais con uno de mis
amigos llamado Plince . Rešimos con motivo del
juego , nos golpeamos, y durante el combate me
dió sobre la desnuda cabeza un mazazo tan bien
dado , que si su mano es un poco más fuerte, me
hubiese hecho saltar el cerebro . Al instante caí
desplomado al suelo . En mi vida vi una agitación
semejante á la de este pobre mozo contemplando
cómo corría mi sangre entre mis cabellos . Él cre .
yó que me había matado . Se precipita sobre mí,
me abraza , me oprime estrechamente deshacién
dose en lágrimas y lanzando gritos desgarradores .
Yo lo abracé también con toda mi fuerza, llorando
como él con una confusa emoción , no exenta de
cierta dulzura . En fin , se puso á restañar mi san .
gre , que seguía corriendo , y viendo que nuestros
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 85

dos pañuelos no eran suficientes, me condujo á


casa de su madre , que cerca de allí tenía un jar
dincillo . La buena damu estuvo á punto de poner.
de mala al verme en tal estado , pero supo conser :
var fuerzas para curarme , y después de haber
lavado bien mi herida , aplicó en ella flores de
lirio maceradas en aguardiente , vulnerario exce.
lente y muy usado en nuestro país . Sus lágrimas
y las de su hijo penetraron mi corazón de tal modo ,
que durante mucho tiempo la miré á ella como á
mi madre y á él como á mi hermano , hasta que ,
habiéndolos perdido de vista, los olvidé después
poco a poco .
Guardé el mismo secreto sobre este accidente
que sobre el otro , y cien casos de semejante na
turaleza me habrán ocurrido en mi vida sin que
ni siquiera haya intentado hablar de ellos en mis
Confesiones : ſtan poco pretendía hacer valer la
bondad que advertía en mi carácter ! No ; cuando
he hablado contra la verdad que me era conoci :
da , siempre ha sido en cosas indiferentes y más
todavía por la dificultad de hablar ó por el gusto
de escribir que por ningún motivo de interés para
mi ni de ventaja o perjuicio para otro . Cualquie .
ra que lea mis Confesiones imparcialmente , si esto
ocurre alguna vez , comprenderá que las declara
ciones que hago en ellas son más humillantes y
más penosas de hacer que las de un mal mayor ,
86 JUAN JACOBO ROUSSEAU

pero menos vergonzoso de decir, y que yo no lo


he dicho porque no lo he cometido .
De todas estas reflexiones se deduce que la
profesión de veracidad que he hecho se fundamen
ta más sobre sentimientos de rectitud y de equidad
que sobre la realidad de las cosas y que he segui .
do en la práctica las direcciones morales de mi
conciencia , mejor que las nociones abstractas de
lo verdadero y de lo falso . Muchas veces he con
tado fábulas , pero muy raramente he mentido ,
Siguiendo estos principios, he proporcionado a los
demás muchas apreciaciones sobre mi persona ;
pero no he causado daño á nadie ni me he atri
buído á mí mismo más ventaja de la que me era
debida. Por esto únicamente me parece que la
verdad es una virtud . Bajo cualquier otro aspecto
que se la considere , ella es para nosotros un ser
metafísico , del que no resulta ni el bien ni el mal .
Sin embargo, mi corazón no está tan contento
con estas distinciones , que merced á ellas vaya
á creerse en absoluto irreprensible. Pesando con
tanto esmero lo que debía á los demás , ¿he exami .
nado bastante lo que me debía á mi mismo? Si
conviene ser justo para otro , conviene ser veraz
para si : este es un homenaje que el hombre hon .
rado debe rendir á su propia dignidad . Cuando la
esterilidad de mi conversación me forzaba á su
plirla con inocentes ficcionos, hacía mal, porque
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 87

no es necesario envilecerse á sí mismo para di .


vertir á otro ; y cuando arrastrado por el placer
de escribir , añadía adornos inventados a las co
sas reales , todavía hacia peor , porque ataviar la
verdad con fábulas es, en efecto , desfigurarla .
Pero lo que me hace más inexcusable es la di .

visa que había elegido . Esta divisa me obligaba


más que á nadie á una profesión más estrecha de
la verdad y no bastaba que en todo lugar le sa
crificase mi interés y mis inclinaciones : había que
sacrificarle también mi debilidad y mi natural tí.
mido . Había que tener el valor y la fuerza de ser
veraz siempre y en toda ocasión y que no brota
ran nunca ficciones y fábulas de la boca ni de la
pluma, que particularmente estaban consagradas
á la verdad . He aquí lo que habría debido decir .
me al tomar esta orgullosa divisa y repetirmelo
constantemente, mientras me atreví á llevarla .
Nunca la falsedad dictó mis mentiras; ellas proce .
dieron de la debilidad , pero esto apenas me vale
de excusa . Lo más que se puede hacer con un alma
débil es garantizarse del vicio ; mas atreverse á
profesar grandes virtudes es ser arrogante y te
merario .
Tales son las reflexiones que probablemente
no se me hubieran ocurrido si el abate R . *** no me
las hubiese sugerido . Ya es tarde , sin duda , para
hacer uso de ellas , pero al menos todavia no
88 JUAN JACOBO ROUSSEAU

tarde para corregir mi error y volver mi voluntad


á la regla, ya que en adelante esto es todo lo que
depende de mi . En esto , pues , y en todas las cosas
semejantes, la máxima de Solón es aplicable á
todas las edades y siempre hay tiempo para
aprender, aun de sus enemigos, á ser sabio, veraz
y modesto y á presumir menos de sí mismo .

ter

Idio

el

‫ܐ‬e
12
QUINTO PASEO

De todos los sitios en que he residido ( y los he


tenido encantadores) , ninguno me ha hecho tan
verdaderamente dichoso ni me ha dejado tan tier .
nas añoranzas como la isla de San Pedro en me .
dio del lago de Bienne . Esta islilla, que se llama
en Neufchatel la isla de la Motte, es muy poco co .
nocida basta en la misma Suiza . Ningún viajero ,
que yo sepa , hace mención de ella . Sin embargo
es muy agradable y está singularmente situada
para la ventura de un hombre que guste de limi.
tarse á ella ; porque aunque acaso soy el único en
el mundo á quien su destino le haya hecho una
ley , no puedo creer que yo solo tenga un gusto
tan natural, por más que no lo haya encontrado
hasta aquí en ningún otro .
Las riberas del lago de Bienne son más salva
jes y románticas que las del lago de Ginebra, por
que los peñascales y los bosques orlan el agua de
más cerca ; pero no son menos rientes . Si allí hay
menos cultivo de campos y de viñas y menos
90 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ciudades y casas , hay también más verdor natu


ral , más praderas, más asilos sombreados de flo .
restas , contrastes más frecuentes y más numero
808 accidentes . Como alli no hay sobre aquellas
venturosas orillas grandes caminos , cómodos
para los coches , el país es poco visitado por los
viajeros, pero es interesante para los contempla
tivos solitarios que gustan embriagarse en santa
calma con los encantos de la Naturaleza y reco
gerse en un silencio que sólo turba el grito de las
águilas, el ramaje poblado de pájaros y el estre .
pitoso despeñarse de los torrentes que caen de la
montaña. Este hermoso pilón , de forma casi re
donda , encierra en su centro dos islillas, la una,
habitada y cultivada, de media legua de exten
sión; la otra , más pequeña , desierta y erial, y que
al fin será destruída por la tierra que continua .
mente se le quita para reparar los estragos que
las olas y las tempestades hacen en la mayor . Así
se ve como la substancia del débil es empleada
siempre en provecho del poderoso .
En la isla hay una sola casa, pero grande,
agradable y cómoda, que, como la isla, pertenece
al hospital de Berna, y en la que vive un receptor
con su familia y sus criados . Éste mantiene en ella
un numeroso corral , una pajarera y depósitos de
agua para los peces . La isla , dentro de su peque
ñez , es tan variada en terrenos y aspectos , que
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 91

ofrece toda clase de situaciones y permite toda


clase de cultivos . Se encuentran en ella campos ,
viñedos, bosques , vergeles, ricos pastos sombrea ·
dos de árboles y limitados por arbustos de toda
especie , cuya frescura es alimentada por la proxi .
midad de las aguas; un alto terraplén , cubierto
por dos filas de árboles, rodea la isla en toda su
longitud y en medio de este terraplén se ha cons .
truído un lindo salón , donde se reunen los habi.
tantes de las vecinas riberas y acuden á bailar los
domingos durante las vendimias .
En esta isla me refugié después de la lapida .
ción de Motiers . Me pareció el lugar tan encanta .
dor y llevaba en él una vida tan conveniente á mi
humor, que resuelto a terminar allí mis días , sólo
me inquietaba la idea de que no me permitiese
ejecutar este proyecto , que no se armonizaba con
el de llevarme á Inglaterra , y cuyas primeras con
cuencias ya iba experimentando . En los presenti .
mientos que me conturbaban habría querido que
este asilo se convirtiese para mí en una prisión
perpetua, que se me hubiera confinado en él por
toda mi vida y que , quitándome todo poder y toda
esperanza de salir de allí , se me hubiese prohibido
cualquier clase de comunicación con la tierra fir
me, de tal suerte que, ignorando cuanto ocurría
en el mundo , hubiese olvidado su existencia , mien
tras él olvidaba la mía ,
92 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Apenas se me ha permitido pasar dos meses en


esta isla ; pero hubiera pasado en ella dos años,
dos siglos y toda la eternidad sin aburrirms un
instante , aunque no tuviese en mi compañía
más sociedad que la del receptor, su mujer y sus
criados, todos los cuales eran verdaderamente
muy buenas personas . No había nadie más, pero
esto era lo que yo necesitaba . Cuento estos dos
meses por el tiempo más dichoso de mi existencia
y dichoso con tal intensidad, que él me hubiese
bastado para toda la vida sin dejar pacer un solo
momento en mi alma el deseo de cualquier otra
situación .
¿Cuál era, pues, esta ventura y en qué consis
tía su posesión? La dejaré adivinar á todos los
hombres de este siglo haciéndoles la descripción
de la vida que allí llevaba . El precioso far niente
fué el primero y principal de los placeres que
quise saborear en toda su dulzura y lo que hice
durante mi estancia en la isla se redujo, en efec
to , á la deliciosa y necesaria ocupación de un
hombre que se ha entregado á la ociosidad .
La esperanza de que se me dejaría en esta
mansión aislada, a la que yo mismo me había
Bujetado, de la que me era imposible salir sin
ayuda y sin ser bien visto y donde no podía tener
ni comunicación ni correspondencia , si no era
con el concurso de las gentes que me rodeaban ;
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 93

esta esperanza , repito , me daba la de acabar alli


mis días más tranquilamente de lo que hasta
entonces los había pasado ; y la idea de que ten
dría tiempo de acomodarme allí completamento á
gusto hizo que empezase por no tomar disposición
alguna. Transportado á la isla bruscamente, solo
y desnudo , bice venir poco a poco mi ama de
llaves , mis libros y mi pequeño equipaje, que tuve
el gusto de no desembalar , dejando mis cajas y
mis maletas lo mismo que habían llegado y vivien .
do en la habitación donde pensaba acabar mis
días como en una posada de la que tuviera que
partir à la mañana siguiente . Todas las cosas
estaban tan bien dispuestas de este modo , que
quererlas arreglar mejor era estropearlas . Sobre
todo, una de mis mayores delicias consistía en
tener siempre mis libros bien guardaditos y en
carecer de escritorio . Cuando algunas malhadadas
cartas me obligaban á tomar la pluma para con
testarlas , cogía gruñendo el escritorio del recep
tor y me apresuraba á volverlo á su sitio con la
Vana esperanza de que ya no tendría necesidad de
tornarlo á coger . En vez de llenar mi habitación
de papeluchos y libros viejos, la llenaba de flores
y de heno , porque entonces me encontraba en
mi primer fervor hacia la botánica, por la cual
el doctor de Ivernois me había inspirado un gusto
que en seguida se convirtió en pasión . No que
94 JUAN JACOBO ROUSSEAU

riendo hacer ninguna obra de empeño , me era


necesaria una de distracción que me agradase y
que no me diese más trabajo del que conviene
tomar á un perezoso . Emprendi la tarea de hacer
la Flora petrinsularis y de describir todas las
plantas de la isla sin omitir una sola , con una
minuciosidad suficiente para ocuparme el resto
de mis días . Se dice que un alemán ha compuesto
un libro sobre una cáscara de limón ; yo habría
compuesto uno sobre cada grama de los prados,
sobre cada musgo de los bosques y sobre cada
liquen que tapiza los peñascos ; en una palabra,
no quería dejar una brizna de hierba ni un átomo
vegetal que no fuese ampliamente descrito. Á
consecuencia de este hermoso proyecto , todas las
mañanas, después del desayuno, que tomábamos
juntos , me marchaba, con una lupa en la mano
y con mi Systema naturo bajo el brazo , a visitar
un cantón de la isla que, para este efecto , había
dividido en pequeños cuadros con la intención de
recorrerlos uno después de otro en cada estación .
Nada hay más singular que los arrobos y los
éxtasis que experimentaba a cada observación
que hacía sobre la estructura y la organización
vegetal y sobre el oficio de las partes sexuales en
la fructificación , cuyo sistema era por entonces
absolutamente nuevo para mí . La distinción de
los caracteres genéricos , de que antes no tenía la
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 95

menor idea , me encantaba al comprobarla sobre


las especies comunes , aguardando que se me ofre
ciese en especies más raras . La horquilladura de
dos largos estambres de la prunella , el resorte
de las de la ortiga y de la parietaria , la explo
sión del fruto de la balsamina y de la cápsula del
boj , los mil pequeños juegos de la fructificación,
que entonces observaba por primera vez, me
colmaban de alegría y yo iba preguntando si
habían visto los cuernos de la prunella , como La
Fontaine preguntaba si se había leido Habacuc .
Al cabo de dos ó tres horas volvía cargado de
una amplia cosecha, provisión de recreo para el
anochecer en casa, si por casualidad llovía . El
resto de la mañana lo empleaba en ir con el
receptor , su mujer y Teresa á visitar sus obreros
y su recolección , trabajando en ocasiones con
ellos , y muchas veces los berneses que me venían
á ver me encontraron posado en las ramas de
los grandes árboles y ceñido de un saco que llena
ba de fruto y que en seguida bajaba hasta el
Buelo por medio de una cuerda . El ejercicio que
había hecho por la mañana y el buen humor ,
inseparable de él , me hacían muy agradable el
reposo de la comida ; pero cuando se prolongaba
demasiado y el buen tiempo me invitaba , yo no
podia esperar tanto , y mientras los demás seguían
sentados a la mesa, me retiraba , y solo , iba á
96 JUAN JACOBO ROUSSEAU

lanzarme á un barco que conducía en medio del


lago, si el agua estaba en calma , y allá , tendién
dome cuan largo era en el barco con los ojos
vueltos hacia el cielo , me dejaba llevar y derivar
lentamente á merced del agua, algunas veces
durante muchas horas , sumido en mil reflexiones
confusas, pero deliciosas , y que , sin tener ningún
objeto bien determinado, ni constante , no dejaban
de ser en mi opinión cien veces preferibles á
cuanto había encontrado de más dulce en los que
se llaman placerea de la vida . Muchas veces ,
avisado por la caída del sol de la hora de la reti
rada , me encontraba tan lejos de la isla que tenia
que trabajar con toda mi fuerza para arribar
antes de que cerrase la noche. Otras veces , en
lugar de apartarme en pleno lago , me complacía
en costear las verdegueantes riberas de la isla,
cuyas límpidas aguas y frescas umbria's me in .
citaron con frecuencia á bañarme . Pero una de
mis más habituales navegaciones era trasladarme
de la grande á la pequeña isla , desembarcar en
ella y pasar allí la tarde , ya paseando en medio
de los marcenos, de las abejeras, de las persica
rias y de arbustos de toda especie, ya estable
ciéndome en la cima de un arenoso cerro cubiera
to de césped , de serpoleta, de flores, hasta de
pipirigallos y de tréboles que verosimilmente se
habían sembrado allí hacía tiempo y que conver
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 97

tian aquel lugar en sitio muy apropiado para


conejos , que allá podían multiplicarse en paz, sin
temer nada y sin perjudicar a nadie . Comuniqué
esta idea al receptor , que hizo traer de Neufcha
tel conejos machos y hembras , y con gran pompa ,
fuimos su mujer , una de sus hermanas , Teresa y
yo á establecerlos en la pequeña isla , donde
comenzaban á propagarse antes de mi partida y
donde sin duda alguna habrán prosperado , si han
podido sufrir el rigor de los inviernos . La funda
ción de esta pequeña colonia fué una fiesta . El
piloto de los argonautas no estaba más orgulloso
que yo al llevar á mis compañeros y á los cone .
jos desde la grande á la pequeña isla y adverti
con satisfacción que la receptora , que temía
excesivamente al agua y que siempre se encon
traba mal sobre ella , se embarcó bajo mi conduc
ta con confianza y no mostró miedo alguno duran
te la travesía .
Cuando el lago, agitado , no me permitía la
navegación , pasaba mis tardes en recorrer la isla
herborizando á derecha y á izquierda y sentándo
mo, ya en los reductos más rientes y más solita .
rios para soñar en ellos á mi gusto , ya sobre los
terraplenes y los cerros para recorrer con los ojos
el soberbio y arrebatador golpe de vista del lago
y de sus riberas coronadas de un lado por las pró .
ximas montañas y de otro prolonga das en ricas y
7
98 JOAN JACOBO ROUSSEAU

fértiles llanuras , por las cuales se extendia la mi


rada hasta las azuladas sierras que, más lejanas,
les limitaban .
Cuando se avecinaba la noche descendía de
las cumbres de la isla y me sentaba , lleno de sa :
tisfacción , al borde del lago, sobre la playa, en
algún recóndito asilo ; allí el ruido de las olas y la
agitación del agua, fijando mis sentidos y expul
sando de mi alma toda otra preocupación, la sua
mían en un ensueño delicioso , en el que muchas
veces , y sin que yo me apercibiera, me sorprendía
la noche . El flujo y reflujo de esta agua, su rumor
continuo , pero crecido á intervalos , hiriendo sin
descanso mis oídos y mis ojos , suplían los movi
mientos internos que el ensueño extinguía en mí y
bastaban para hacerme sentir con gusto mi exis ·
tencia , sin tomarme el trabajo de pensar . De vez
en cuando nacía una débil y corta reflexión sobre
la inestabilidad de las cosas de este mundo , cuya
imagen me ofrecía la superficie de las aguas; pero
en seguida estas ligeras impresiones de borraban
en la uniformidad del movimiento continuo que me
mecía y que sin ningún concurso activo de mi
alma me unía á él hasta el punto en que , llamado
por la hora y por la señal convenida , no podía
arrancarme de aquellos lugares sino mediante un
esfuerzo de la voluntad .
Después de la cena , cuando la noche era her
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 99

mosa , todavía salíamos todos juntos á dar un pa


seíto por el terraplén para respirar el aire y la
frescura del lago . Se descansaba en el pabellón ,
Be reía , se charlaba , se cantaba alguna vieja can .
ción , mucho mejor que los modernos galimatias , y
después nos acostábamos, contentos de la jornada
y sin más anhelo que el de una igual para el si .
guiente día .
Dejando a parte las visitas imprevistas é im .
portunas , he aquí como he pasado el tiempo en
esta isla durante mi estancia en ella . Dígaseme
ahora qué es lo que hay allí bastante atrayente
para excitar en mi corazón añoranzas tan vivas ,
tan tiernas y tan duraderas , que al cabo de quin
ce años me es imposible soñar en esta querida
residencia sin sentirme todavía transportado á ella
por los latidos de mi corazón .
He notado en las vicisitudes de una larga vida
que las épocas de más dulces deleites y de place
res más vivos no son , a pesar de todo, las que más
me atraen y conmueven con su recuerdo . Estos
cortos momentos de delirio y de pasión , por vivos
que puedan ser, no son , sin embargo , acaso por
su misma vivacidad , más que puntos muy clara
mente sembrados en la línea de la vida . Son muy
raros y muy rápidos para constituir una situación,
y la ventura que mi corazón echa de menos no
está compuesta de instantes fugitivos , sino de una
100 JUAN JACOBO ROUSSEAU

situación sencilla y permanente , que nada tiene


de viva en sí misma , pero cuya duración aumenta
su encanto hasta el punto de hallar por último en
ella la suprema felicidad .
Todo está en un flujo continuo sobre la tierra .
Nada guarda en ella una forma constante y deter
minada y nuestras afecciones, que se agregan á
las cosas exteriores , finan y cambian necesaria -
mente como ellas .
Siempre delante ó detrás de nosotros , ellas re .
cuerdan el pasado , que no existe , o se anticipan al
porvenir , que muchas veces no debe existir ; nada
sólido hay á lo que el corazón pueda aficionarse.
De esta manera apenas se disfruta aquí abajo un
placer que no pase ; dudo que sea conocida una
duradera ventura . En nuestros goces más vivos
apenas hay un instante en que el corazón pueda
verdaderamente decirnos : Yo quisiera que este ins
tante durara siempre. Y cómo puede llamarse ven .
tura á un estado fugitivo que todavía nos deja el
corazón inquieto y vacío , que nos hace lamentar
alguna cosa antes ó desear todavía alguna cosa
después?
Pero hay un estado donde el alma encuentra
un asiento bastante sólido para descansar en él
toda entera y reunir allí todo eu ser , sin necesidad
de recordar el pasado ni de saltar sobre el porvo
nir ; donde el tiempo no sea para nada para ella;

INT 、
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 101

donde el presente dure siempre , pero sin notar su


duración y sin ninguna traza de sucesión , sin al
gún otro sentimiento de privación ó de goce , de
placer ó de peria , de deseo ó de temor, como no
sea el sentimiento de nuestra existencia y que este
solo sentimiento pueda llenaria toda entera ; mien
tras dura tal estado , el que se encuentra en él
puede llamarse dichoso , no con una ventura im
perfecta , pobre y relativa , como la que se halla
en los placeres de la vida , sino con una ventura
suficiente, perfecta y plena, que no deja en el
alma ningún vacío que ésta sienta necesidad de
llenar . En tal estado me encontré muchas veces en
la isla de San Pedro en mis reflexiones solitarias,
ya tendido en mi barco , que dejaba derivar á mer
ced del agua, ya sentado sobre las riberas del tu
multuoso lago, ya otras veces al borde de un lindo
riachuelo o de un arroyo que murmuraba sobre las
guijas de su cauce .
¿De qué se goza en parecida situación? De
nada exterior á sí , de nada sino de sí mismo y de
su propia existencia ; mientras dura tal estado ,
uno se basta á sí mismo , como Dios . El sentimien
to de la existencia , despojado de cualquier otra
afección, es un sentimiento precioso de contento
y de paz , que por sí solo bastaría para hacer dul
ce y querida esta existencia , á quien supiera
apartar de sí todas las impresiones sensuales y
102 JUAN JACOBO ROUSSEAU

terrestres que continuamente vienen a distraernos


y á trastornar aquí abajo la dulzura . Pero la ma
yoría de los hombres , agitados por incensantes
pasiones, conocen poco tal estado , y no habiéndo
lo saboreado más que imperfectamente durante
escasos momentos, conservan de él una idea obs
cura y confusa que no les hace sentir su encan.
to . Tampoco sería bueno en la presente constitu
ción de las cosas, que ellos, ávidos de semejantes
arrobos , se disgustason de la vida activa , à la
cual como á un deber los llaman sus necesidades
siempre renacientes . Pero un infeliz a quien se ha
cercenado de la sociedad humana y que ya no
puede hacer aquí abajo nada útil ó bueno para
otro ó para sí mismo , encontrará en tal estado
compensaciones a todas las felicidades humanas
que la fortuna y los hombres no sabrían arreba .
tarle .
Es verdad que estas compensaciones no pue.
den ser experimentadas por todas las almas ni en
todos los casos . Es necesario que el corazón esté
en paz y que ninguna pasión venga á trastornar
su calma. Se necesitan ciertas disposiciones de
parte del que las experimenta , disposiciones nece
sarias también en el concurso de los objetos cer :
canos . No se requiere ni un reposo absoluto , ni
mucha agitación , sino un movimiento uniforme y
moderado , sin intervalos ni sacudidas . Cuando no
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 103

hay movimiento , la vida es un letargo . Si el movi


miento es desigual o demasiado fuerte , despierta ;
recordándonos los objetos vecinos , destruye el en .
canto del ensueño y nos arranca de dentro de
nosotros mismos para volvernos á poner en segui
da bajo el yugo de la fortuna y de los hombres y
para entregarnos al sentimiento de nuestras des
gracias. El silencio absoluto conduce á la tristeza .
Él ofrece una imagen de la muerte . Entonces se
necesita el socorro de una riente imaginación , BO .
corro que de una manera natural se presenta á
los que el cielo ha regalado con un don tan esti
mable. El movimiento , cuando no procede de fue.
ra , surge dentro de nosotros . El reposo es menor ,
pero más agradable , si ligeras y dulces ideas , sin
agitar el fondo del alma , no hacen , por decirlo
así , más que desflorar su superficie. Para ello
basta acordarse de sí mismo dando al olvido todos
Bus males . Esta especie de ensueño puede sa
borearse en todas partes donde se pueda estar
tranquilo, y muchas veces he pensado que en la
Bastilla y hasta en un calabozo , en el que ningún
objeto hiriese mi vista , aun habría podido soñar
agradablemente .
Sin embargo , hay que confesar que mucho
mejor y más agradablemente se soñaba en una
isla fértil y solitaria , circunscrita y separada
naturalmente del resto del mundo , donde sólo se
104 JOAN JACOBO ROUSSEAU

me ofrecían rientes imágenes, donde nada me


traía á la memoria recuerdos entristecedores ;
donde la sociedad de sus escasos habitantes era
suave y dulce , sin ser interesante hasta el punto
de ocuparme de ella continuamente, donde, en
fin , podia entregarme durante todo el día , libre
de obstáculos y de cuidados, á las ocupaciones
de mi gusto ó á la más muelle ociosidad . Sin duda
la ocasión era bella para un soñador que , sabien
do nutrirse de agradables quimeras en medio de
los más enfadosos objetos , podía saciarse á su
gesto haciendo concurrir allí todo lo que realmen .
te hería sus sentidos . Al salir de un largo y dulce
ensueño , encontrándome rodeado de verdor , de
flores y de pájaros y dejando vagar mis ojos á lo
lejos sobre las maravillosas riberas , que limitaban
una vasta extensión de agua clara y cristalina,
asimilaba á mia ficciones todos estos amables
objetos , y encontrándome , al cabo , conducido
gradualmente hacia mí mismo y hacia cuanto me
rodeaba , no podía distinguir las ficciones de las
realidades : de tal manera contribuía todo á hacer.
me estimable la vida recogida y solitaria que
llevaba en esta deliciosa mansión . ¡ Ojalá rena .
ciera todavía ! ... ¿Por qué no podré ir á terminar
mis días en esta isla querida, sin salir nunca de
ella ni contemplar jamás á ningún habitante del
continente que me recordase las calamidades de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 105

toda especie que mis enemigos se complacen en


acumular sobre mi desde hace tantos años? Bien
pronto las olvidaria para siempre ; sin duda no
me olvidarían ellas del mismo modo ; pero ¿qué
me importaría con tal de que no tuviesen medios
de llegar hasta mí para turbar mi quietud? Libre
de todas las pasiones terrestres que engendra el
tumulto de la vida social , mi alma se lanzaría
frecuentemente por encima de esta atmósfera y
departiría de antemano con las inteligencias celes
tiales, cuyo número espera aumentar dentro de
poco tiempo . Bien conozco que los hombres se
guardarán de devolverme un asilo tan grato , en
el que no quisieron dejarme . Pero por lo menos
no impedirán que diariamente me transporte alli
en alas de la imaginación para saborear durante
algunas horas el mismo placer que si la habitase
todavía . Lo mejor que haría sería soñar á gusto .
Soñando que estoy allí , ¿no hago la misma cosa?
Hago más aún : al atractivo de un ensueño abstrac.
to y monótono junto imágenes encantadoras que
lo vivifican . En mis éxtasis , sus objetos escapa
ban con frecuencia á mis sentidos ; ahora , cuanto
más profundo es mi ensueño , más vigorosamente
me los pinto . En ocasiones estoy más en medio
de ellos y con mayor deleite que cuando me
en contraba en la isla . La lástima es que , á medi
da que la imaginación de debilita, esto sucede
106 JUAN JACOBO ROUSSEAU

con más trabajo y dura menos tiempo. ¡ Ay!


Cuando el hombre principia á abandonar sus
despojos , es cuando experimenta más ofusca
ción .

far

VE

MO
SEXTO PASEO

Apenas hay en nosotros un movimiento maqui .


Dal cuya causa no podamos encontrar en nuestro
corazón si acertamos á buscarla bien ,
Ayer , al pasar por el nuevo bulevar para ir á
herborizar á lo largo del Bievre del lado de Gen
tilly , torci à la derecha , aproximándome á la
barrera de Enfer, y apartándome de ella al ha
llarme en el campo , caminé por la carretera de
Fontainebleau hasta ganar las alturas que limitan
este pequeño río . Esta marcha era en sí misma
muy indiferente ; pero acordándome de que mu
chas veces había dado maquinalmente la misma
vuelta , busqué dentro de mí la causa de ella, y al
descubrirla , estuvo á punto de lanzar una carca
jada .
En un rincón del bulevar, á la salida de la
barrera de Enfer , se establece diariamente en el
verano una mujer que vende frutas, refrescos y
panecillos . Esta mujer tiene un muchacho muy
gentil, pero cojo , que meciéndose en sus muletas,
108 JUAN JACOBO ROUSSEAU

acude con muy buena sombra á pedir limosna á


los que pasan . Había hecho una especie de cono .
cimiento con este buen hombrecito ; siempre que
pasaba por allí se me acercaba para hacerme su
pequeño saludo seguido siempre de mi pequeña
ofrenda. Las primeras veces me encantó verle, lo
socorri de muy buena gana , y continué algún tiem
po haciéndolo con el mismo gusto , juntando á éste
en muchos casos el de excitar y escuchar su peque .
ño galimatias , que encontraba agradable . Este
placer, convertido poco a poco en costumbre , se
transformó no sé cómo en una especie de obliga .
ción , cuyas molestias experimenté en seguida,
principalmente a causa de la arenga preliminar
que tenía que aguantarle y en la cual no dejaba
de llamarme muchas veces M. Rousseau, para de
mostrar que me conocía bien , lo que , por el con:
trario , me indicaba que me conocía tanto como los
que lo habían enterado . A partir de entonces, pasé
por allí más á disgusto , y en fin , tomé maquinal .
mente la costumbre de dar casi siempre un rodeo
cuando me aproximaba á esta travesía .
He aquí lo descubri pensando en ello , porque
nada de todo esto se había ofrecido hasta entonces
ci
claramente á mi consideración . Esta observación
me ha recordado después otras muchas , las cuales
a
han robustecido mi creencia de que los verdaderos
y primeros motivos de la mayoría de mis acciones
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 109

no son tan diáfanos para mí mismo como me lo


había figurado durante largo tiempo . Sé y com .
prendo que hacer el bien es la más verdadera
dicha que el corazón humano puede saborear ;
pero hace ya bastante tiempo que esta dicha ha
sido colocada fuera de mi alcance, y en una suer
te tan miserable como la mia , no se puede confiar
en realizar con discernimiento y con fruto una
sola acción realmente buena , Habiendo constituí .
do la mayor preocupación de los que regulan mi
destino que todo se convirtiese para mí en una
falsa y engañadora apariencia , un motivo de vir :
tud es siempre un espejuelo que se me presenta
para atraerme hacia la red en la que se quiere
que caiga . Sé todo esto; conozco que el único bien
que en adelante me está permitido es el de abste .
nerme de obrar , por miedo á causar daño sin que
rerlo y sin saberlo .
Pero hubo tiempos más dichosos en los que ,
siguiendo las inclinaciones de mi corazón , podía
algunas veces hacer feliz å otro corazón y me
debo á mi mismo el honroso testimonio de que
siempre que he podido gustar este placer , lo he
hallado más dulce que otro alguno . Esta inclina .
ción fué viva , verdadera y pura, sin que jamás la
haya desmentido nada en lo más secreto de mi
alma . A pesar de esto, he sentido con bastante
frecuencia la carga de mis propios beneficios por
110 JUAN JACOBO ROUSSEAU

la cadena de deberes que arrastraban a continua.


ción ; entonces el placer ha desaparecido y no he
encontrado más que una molestia cási insoporta
ble en la continuación de los mismos desvelos que
me encantaran al principio . Durante mis cortas
prosperidades muchas gentes recurrían á mí y
jamás desatendi á ninguno en los favores que po .
día hacerlos . Pero de estos primeros beneficios,
derramados con efusión de corazón , nacían cade .
nas de sucesivas obligaciones que no había pre
visto, y cuyo yugo no podía sacudir . Mis primeros
favores no eran á los ojos de quienes los recibian
más que las arras de los que debían seguirlos ; y
en cuanto cualquier infortunado había arrojado
Bo bre mi el garfio de un beneficio recibido , ya se
sa bía para lo sucesivo : este beneficio libre y vo
luntario de convertía en un derecho indefinido á
todos los que después necesitara , sin que la misma
impotencia bastase para salvarme de este com
promiso . He aquí como los más dulces deleites se
transformaban luego para mi en onerosas obliga
ciones .
Sin embargo , estas cadenas no me parecieron
muy pesadas mientras que, ignorado del público ,
viví en la obscuridad . Pero desde que mi nombre
fué divulgado por mis escritos-falta grave , sin
duda, mas bastante expiada por mis desgracias
me convertí en el despacho general adonde acu.
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 111

dían todos los indigentes ó los que afirmaban


serlo, todos los aventureros que buscaban victi .
mas y todos los que, á pretexto del gran crédito
que fingian atribuirme , querían adueñarse de mi ,
fuera como fuera . Entonces pude conocer que
toda las inclinaciones de la Naturaleza , sin excep
tuar la misma beneficencia , llevadas ó seguidas
en la sociedad sin prudencia y sin discernimiento ,
cambian su manera de ser y muchas veces se
hacen tan perjudiciales como útiles eran en su
primera dirección . Tantas crueles experiencias
cambiaron poco á poco mis primitivas disposicio
nos o, mejor dicho , encerrándolas al fin en sus
verdaderos límites , me enseñaron ó seguir me .
nos ciegamente mi inclinación á practicar el bien
cuando éste no servia más que para favorecer la
maldad de otro .
Sin embargo, no he sentido estas mismas
experiencias , puesto que ellas me han procurado ,
por la reflexión , nuevas luces sobre el conoci
miento de mí mismo y sobre los verdaderos moti
vos de mi conducta en mil circunstancias, en las
que me forjé con frecuencia más de una ilusión .
Ho visto que para practicar el bien con gusto ,
era necesario que yo obrase libremente, sin impo .
sición ninguna y que , para quitarme toda la
dulzura de una buena obra , bastaba con que ella
80 convirtiene para mi en un deber . Desde este
112 JUAN JACOBO ROUSSEAU

momento , el peso de la obligación torna los más


dulces deleites en una molesta carga , y como lo
4
he dicho, según creo , en el Emilio, hubiese sido
entre los turcos un mal marido a la hora en que
el rumor público los invita á llenar los deberes de
Bu estado .
He aquí lo que modifica bastante la opinión
que tuve mucho tiempo acerca de mi propia virtud ;
porque ésta no consiste en seguir sus inclinacio
nes y en entregarse, cuando ellas quieren , al
placer de practicar el bien , sino en vencerlas
cuando el deber lo manda, para hacer lo que
éste nos prescribe , cosa esta última muy excelen
te , pero que supe ejecutar menos que nadie . Naci.
do sensible y bueno , llevando la piedad hasta la
debilidad y sintiendo exaltarse mi alma por todo
lo que significa generosidad , fui humano, bien
hechor y caritativo por gusto y hasta por pasión
mientras no se interesó más que a mi corazón ; si
hubiera sido el más poderoso , hubiera sido tam
bién el mejor y el más clemente de los hombres,
y para extinguir en mí todo deseo de venganza,
me hubiera bastado con poder vengarme . Hubiera
sido justo sin trabajo aun contra mi propio interés,
pero no habría podido resolverme á serlo contra
el de las personas que me fueran queridas . En
cuanto mi deber y mi corazón se contradecían ,
raramente consiguió el primero la victoria , å
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 113

menos que bastara con abstenerse : entonces casi


siempre era fuerte, pero en lo que hace á obrar
contra mi inclinación fué cosa que jamás pude
conseguir. Ya sean los hombres, ya el deber o la
misma necesidad quienes manden, cuando mi co
razón se calla , mi voluntad permanece sorda y
yo no sabría obedecer . Veo el mal que me ame
naza y lo dejo llegar antes que moverme para
prevenirlo . Algunas veces comienzo con esfuerzo ;
pero este esfuerzo me cansa y me agota en segui .
do : yo no sabria continuar . En toda cosa imagi
pable lo que no hago con gusto al punto es para
mi imposible de hacer .
Hay más . La coacción, de acuerdo con mi
deseo, basta para aniquilarlo y cambiarlo en
repugnancia y hasta en aversión , por poco fuerte
mente que aquélla influya ; y he aquí lo que me
hace penosa la buena obra que se me exige , y que
yo hacía por mí mismo , cuando no se me exigía.
2.0
Un beneficio puramente gratuito es en verdad una
TH
obra que gusto de llevar a cabo. Pero si el que
23 la ha recibido la convierte en un título para exi.
gir la continuación bajo pena de su odio ; si él
quiere hacerme su bienhechor perpetuo , porque
en un principio me complací siéndolo, desde enton
ces la molestia comienza y el placer se desvanece.
Lo que hago , cuando cedo , es debilidad y mala
vergüenza ; pero la buena voluntad ya no existe ,
8
114 JUAN JACOBO ROUSSEAU

y lejos de aplaudirme á mí mismo por esto , me


reprocho en mi conciencia por practicar el bien
de mala gana .
Sé que hay una especie de contrato , y hasta el
más santo de todos , entre el bienhechor y su deu .
dor . Es una especie de sociedad que forman el
uno con el otro , más estrecha que la que une a los
hombres en general , y si el deudor se obliga táci.
tamente al reconocimiento , el bienbechor se obliga
de la misma manera á guardar al otro, mientras
sea digno de ella, la misma buena voluntad que
acaba de testimoniarlo y å renovársela con actos
siempre que pueda y sea requerido por el otro .
No son estas condiciones expresas , pero son efec .
tos naturales de la relación recién establecida en.
tre ellos . El que la primera vez rebusa un favor
gratuito que se le pide no da derecho a lamentarse
á aquel á quien se lo ha negado ; pero el que , en
un caso somejante, rehusa al mismo la misma gra
cia que antes le concedió , frustra una esperanza
que él le ha hecho concebir ; engañia y desmiente
una esperanza que él ha hecho nacer . Se nota en
esta repulsa yo no sé qué de injusto y de más duro
que en la otra ; pero hay que tener en cuenta que
es también el efecto de una independencia que el
corazón mira y á la que no renuncia sin esfuerze .
Cuando pago una deuda, cumplo con un deber;
cuando hago un regalo , me proporciono una satis .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 115

facción . Por lo tanto , la satisfacción de cumplir


Bus deberes es de las que hace pacer la sola cos .
tumbre de la virtud : las que proceden inmediata .
mente de la Naturaleza no se elevan tan altas
como ésta .
Después de tantas y tan tristes experiencias ,
he aprendido á prever desde lejos las consecuen :
cias de mis primeros movimientos y muchas veces
me he abstenido de una buena obra , que deseaba
y podía hacer, espantado de la obligación á que
iba á someterme para lo sucesivo si me entregaba
inconsideradamente á ella . No he sentido siempre
este temor ; al contrario, en mi juventud me suje .
taba por mis propios beneficios y he experimenta
do frecuentemente que aquellos a quienes obligaba
con mis buenas obras , se aficionaban á mí , más
por reconocimiento que por interés . Pero en cuan .
to comenzaron mis desgracias, estas cosas , como
todas las demás , cambiaron mucho . Desde enton
ces he vivido en una generación nueva que no se
parecía á la primera y mis propios sentimientos
hacia los demás han sufrido cambios que he halla .
do en los suyos . Las mismas personas que he visto
sucesivamente en estas dos generaciones tan dis .
tintas , se han asimilado, por decirlo así , sucesi .
vamente á la una y á la otra . De verdaderos y
francos que eran al principio , convertidos en lo
que son hoy , han obrado como todos los demás .
116 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Y sólo porque los tiempos han cambiado , los hom .


bres, igual que ellos , ban cambiado también . ¿Có .
mo podría guardar los mismos sentimientos en
favor de los hombres en quienes veo lo contrario
de lo que los hizo nacer? No los odio , porque no
sabria odiar ; pero no puedo librarme del menos .
precio que merecen ni abstenerme de demostrår .
selo .
Acaso , sin darme cuenta , yo mismo he can .
biado más de lo conveniente . ¿Qué natural resisti
ría , sin alterarse, una situación parecida a la mía?
Convencido por veinte años de experiencia de que
todas las dichosas disposiciones que la Naturaleza
puso en mi corazón se han vuelto , por culpa de
mi destino y de los que disponen de él , en perjui .
cio de mí mismo o de otro , ya no puedo contem ·
plar ninguna buena obra que se me ocurra hacer
sino como una red que se me tiende y bajo la cual
está escondido algún daño . Yo sé que , sea el que
sea el efecto de la obra, no dejaria de tener el
mérito de mi buena intención . Si; este mérito no
falta nunca , pero en cambio el encanto interior no
existe; y en cuanto desaparece este estimulante ,
sólo siento indiferencia y hielo dentro de mi mis .
mo; y seguro de que , en lugar de realizar una
acción verdaderamente útil , no realizo más que un
acto de necio , la indignación del amor propio ,
unida a la desaprobación de la razón, me inspira
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 117

repugpancia y resistencia donde yo hubiese es


tado lleno de ardor y de celo en nii antigua con
dición natural .
Hay adversidades que elevan y refuerzan el
alma y las hay que la abaten y la matan ; de una
de estas soy la víctima . Por poca mala levadura
que mi alma hubiera tenido , mi adversidad la hu .
biera hecho fermentar con exceso hasta volverme
loco ; pero no teniéndola , sólo me ha vuelto nulo .
Fuera del estado de hacer el bien , ya para mí ó
ya para otro , me abɛtengo de obrar ; y este esta
do , inocente únicamente por ser forzoso , me pro .
porciona una especie de dulzura cuando me en .
trego en absoluto y sin reproche à mi inclinación
natural . Sin duda voy demasiado lejos , puesto que
evito las ocasiones de obrar hasta donde veo que
sólo se puede practicar el bien . Pero seguro de
1
que no se me dejan ver las coBas tales como
800 , me abstepgo de juzgar según las apariencias
que se me ofrecen , y cúbranse los motivos de
obrar del espejuelo que se cubran , basta que ha
yan dejado estos motivos á mi alcance para que
esté seguro de que ellos son engafiadores.
Mi destino parece haber tendido desde mi in
fancia la primera red que, durante tanto tiempo ,
me ba hecho caer fácilmente en todas las demás .
He pacido el máe confiado de los mortales y en
cuarenta años enteros di una sola vez ha sido en .
118 JUAN JACOBO ROUSSEAU

gañada esta confianza. Caido de pronto en otro


orden de gentes y de co988 , he dado en mil em .
boscadas ein a percibir jamás ninguna y apenas
han bastado veinte años de experiencia para os .
clarecerme sobre mi suerte . Una vez convencido
de que no hay más que mentira y falsedad en las
demostraciones gesticuladoras que se me prodi .
gan , he pasado rápidamente al otro extremo ;
porque , cuando se ha salido una vez de su natural,
ya no hay límites que nos contengan . Desde en .
tonces me he disgustado de los hombres y mi vo
luntad , concurriendo con la suya en este aspecto,
me mantiene todavía más apartado de ellos que
todas sus maquinaciones .
Por más que hagan , esta repugnancia nunca
irá hasta la aversión , Pensando en la dependencia
á que se han sometido respecto á mí para mante .
nerme en la suya, me causan una piedad real . Si
no soy desgraciado , ellos mismos lo son y cada
vez que entro en mi los hallo dignos de compa
sión . Acaso el orgullo se mezcla todavía á estos
juicios : me siento muy por encima de ellos para
odiarlos . Lo más que pueden interesarme es basta
el menosprecio , pero nunca hasta el odio : en fin ,
yo me amo demasiado á mi mismo para poder
odiar alguna cosa . Esto sería encerrar y compri
mir mi existencia, y yo querría más bien exten .
derla sobre todo el universo .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 119

Pretiero huirlos á odiarlos . Su aspecto hiere


mis sentidos, y mediante ellos mi corazón, con
impresiones que mil crueles miradas me hacen
penosas ; pero el malestar cosa en cuanto el objeto
que lo causa ha desaparecido . Me ocupo de ellos,
bien á pesar mio, por su presencia , pero nunca
por su recuerdo . Cuando ya no los veo, son para
mi como si no existieran .
Ellos no me son indiferentes más que en lo que
se refiere a mí mismo , porque , en sus relaciones
entre sí , todavía pueden interesarme como los per
sonajes de un drama que viera representar . Se
necesitaría que mi ser moral estuviese aniquilado
para que la justicia me fuera indiferente . El es
pectáculo de la injusticia y de la maldad me hace
aún hervir la sangre de cólera : los actos de virtud,
en , los que no veo fanfarronada ni ostentación ,
siempre me estremecen de alegría y todavía me
arrancan dulces lágrimas . Pero tengo que verlos
y apreciarlos yo mismo, porque, después de mi
propia historia se necesitaría que fuese un ingen
sato para adoptar en cualquier cosa el juicio de
los hombres y para creer en algo por el testimonio
de otro .
Si mi figura y mis rasgos fueran tan perfecta .
mente desconocidos para los hombres como lo
son mi carácter y mi natural , viviría todavía sin
trabajo en medio de ellos . Hasta su sociedad po .
120 JUAN JACOBO ROUSSEAU

dría agradarme en tanto que yo le fuera perfec .


tamente extraño . Entregado sin obligación á mig:
inclinaciones naturales , todavía los amaría, si
ellos nunca se ocupasen de mí . Ejerceria sobre
ellos una buena voluntad universal y desinteresa .
da , pero sin formar jamás ninguna amistad par.
ticular ; y libre del yugo de ningún deber , haría
respecto á ellos , por mí mismo , lo que ellos , inci .
tados por su amor propio y obligados por todas
sus leyes , hacen con tantisimo trabajo .
Si hubiera permanecido libre, obscuro y aisla .
do , según debía serlo , no habría hecho más que
bien , porque no tengo en el corazón el germen de
ninguna pasión perjudicial . Si hubiera sido invisi
ble y omnipotente como Dios, habría sido bienhe
chor y bueno como Él . La fuerza y la libertad
hacen excelentes á los hombres . La debilidad y la
esclavitud sólo hicieron siempre seres perversos .
Si hubiera sido dueño del anillo de Gyges , él me
hubiese sacado de la dependencia de los hombres
y los hubiese sometido a la mia . Muchas veces,
haciendo castillos en el aire , me he preguntado
cómo habría usado este anillo , porque la tentación
de abusar debe estar muy cerca del poder hacerlo .
Dueño de satisfacer mis deseos, pudiéndolo
todo y horro de ser engañado por nadie , &qué ha
bria deseado de importancia ? Una sola cosa : ver
contentos todos los corazones . Sólo el aspecto de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 121

la felicidad pública hubiera podido conmover mi


corazón con un sentimiento permanente ; y el ar .
doroso deseo de contribuir á ella hubiera sido mi
más constante pasión . Siempre justo sin parciali .
dad y siempre bueno sin debilidad , me libraria
igualmente de las ciegas desconfianzas y de los
odios implacables; porque, viendo a los hombres
tales como son y leyendo fácilmente en el fon
do de sus corazones , habría encontrado pocos
bastante amables para merecer mis afectos y
pocos bastanto odiosos para merecer todo mi abo
rrecimiento ; y porque su misma maldad me hubie .
se predispuesto á compadecerlos , por el conoci
miento cierto del mal que se causan á sí mismos
queriéndoselo causar á otro . Acaso en momentos
de buen humor hubiese tenido la puerilidad de
realizar en ocasiones algunos prodigios ; pero per
fectamente desinteresado para mí mismo y sin
más ley que la de mis naturales inclinaciones , por
cada acto de severa justicia habría ejecutado mil
de clemencia y de equidad . Ministro de la Provi
dencia y dispensador de sus leyes , hubiera hecho
milagros más sabios y más útiles que los de la
leyenda dorada y los de la tumba de San Medardo .
Sólo hay un punto sobre el cual la facultad de
penetrar invisiblemente en todas partes me hu .
biese hecho buscar tentaciones a las que apenas
habría podido resistir ; y una vez entrado en estas
122 JUAN JACOBO ROUSSEAU

vías de perdición , cadónde hubiera sido conducido


por ellas ?
Sería desconocer à la Naturaleza y á mí mismo
si me ufanara pensando que estas facilidades no
me habrían seducido ó que la razón me habría
detenido en esta fatal pendiente . Seguro de mi
mismo en todo otro artículo, sólo por éste estaba
perdido . El que por su poder se coloca por enci
ma del hombre, también debe colocarse por enci.
ma de las flaquezas de la humanidad, sin lo cual
este exceso de fuerza no servirá más que para
ponerlo en efecto por debajo de los otros o de lo
que él mismo hubiera sido si hubiera permaneci .
do en igual estado .
Considerado todo con detención , creo que lo
mejor que podría hacer, seria tirar mi anillo má
gico antes de que me hubiese obligado á cometer
alguna tontería . Si los hombres se obstinan en ver
me distinto de lo que soy y si mi aspecto irrita su
injusticia, para privarlos de esta vista tengo que
huirlos, pero no eclipsarme en medio de ellos. Á
ellos les toca esconderse delante de mi, ocultarme
sus maniobras , evitar la luz del día y hundirse en
la tierra como topos . En cuanto á mi, tanto me .
jor si pueden verme ; pero esto les es imposible :
ellos verán siempre en lugar mío al Juan Jacobo
que se han forjado y que han hecho conforme á su
corazón para odiarle con facilidad , Mal haría,
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 123

pues , en conmoverme por la forma bajo la cual mo


contemplan ; ningún verdadero interés deben to
mar por esto , porque no es verdaderamente a mi
á quien ellos ven de este modo .
El resultado que puedo sacar de todas estas
reflexiones es que nunca he sido con certeza pro
pio para la sociedad civil , donde todo es molestia,
obligación y deber, y que mi natural independien
te me hizo siempre incapaz de aquellas sujeciones
que son necesarias al que quiere vivir con los
hombres . Mientras obro libremente soy bueno y
no practico más que el bien ; pero en cuanto siento
el yugo , ya de la necesidad, ya de los hombres ,
me torno rebelde ó más bien retraido , y entonces
soy nulo . Cuando hay que hacer lo contrario de
mi voluntad, no lo hago , ocurra lo que ocurra ; ni
siquiera hago mi voluntad , porque soy débil . Me
abstengo de obrar, porque toda mi debilidad es
para la acción , toda mi fuerza es negativa y todos
mis pecados son de omisión y raramente de comi.
sión . Nunca he creído que la libertad del hombre
consistiera en hacer lo que quiere, sino en no ha.
cer jamás lo que no quiere ; y he aquí la libertad
que siempre he reclamado y conservado muchas
veces y por la cual he sido mayor causa de escán .
dalo para mis contemporánsos . Porque por lo que
respecta á ellos , activos, inquietos y ambiciosos ,
detestando la libertad en los otros y no queriéndo
124 JUAN JACOBO ROUSSEAU

la para sí mismos, aun supuesto que alguna vez


hagan su voluntad , ó mejor que dominen la de
otro , se limitan durante toda su vida a hacer lo
que les repugna y no omiten nada de servil con
tal de mandar . Su equivocación no ha sido arro:
jarme de la sociedad como á un miembro inútil,
sino proscribirme de ella como á un miembro per :
nicioso ; porque confieso que hice poco bien , pero
en cambio nunca entró en mi voluntad la idea de La
comen
hacer daño , y dudo que haya en el mundo un tracció
hombre que realmente haya causado menos mal tiempo
que yo .
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miem

pero no
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la vi
Suiza
SÉPTIMO PASEO

La colección de mis largos sueños apenas está


comenzada y advierto que toca a su fin . Otra dis
tracción le sucede , me absorbe y no me deja
tiompo ni para soñar . Me entrego á ella con tal
capricho, que parece extravagancia y que á mi
mismo me hace reir cuando reflexiono en ello ;
pero no por reflexionar la abandono , porque , en
la situación en que me encuentro , no tengo más
regla de conducta que la de seguir libremente en
todo mi inclinación . Nada puedo sobre mi suerte;
sólo poseo gustos inocentes , y siendo en adelante
nulos para mi todos los juicios de los hombres , la
miama sabiduría quiere que , en lo que permanece
á mi alcance , haga lo que me agrade ya en públi .
co , ya en privado , sin más regla que mi fantasia
y sin más medida que la poca fuerza que me ha
quedado. Heme aquí, pues, con mi heno por todo
alimento y con la botánica por toda ocupación .
Ya viejo, había tomado las primeras lecciones en
Suiza cerca del doctor de Ivernois y había herbo.
126 JUAN JACOBO ROUSSEAU

rizado bastante bien durante mis viajes para


conocer aceptablemente el reino vegetal , Pero
convertido ya en un sexagenario y sedentario en
París , empezando á faltarme las fuerzas para las
grandes herborizaciones y entregado además á
mi copia de música lo suficiente para no tener
necesidad de otra ocupación , había abandonado
esta distracción , ya inútil para mí, había vendido
mi herbario y mis libros y me contentaba con
volver á ver algunas veces las plantas comunes
que encontraba en mis paseos por los alrededores
de Paris . Durante este intervalo , lo poco que
sabia se ha borrado casi enteramente de mi me.
moria y con más rapidez que se había grabado
en ella .
De repente , con mis sesenta y cinco años bien
cumplidos , privado de la poca memoria que tenía
y de las fuerzas que me quedaban para correr
por el campo, sin guía, sin libros, sin jardín y
sin herbario, heme aquí atacado nuovamente de
esta locura, pero todavía con mayor ardor que al
entregarme á ella por primera vez ; beme aqui
seriamente ocupado con el sabio proyecto de
aprenderme por corazón todo el regnum vegetabile
de Murray y de conocer todas las plantas conoci
das sobre el haz de la tierra . Como no puedo
recuperar mis libros de botánica, me he impuesto
el deber de copiar los que me han prestado y he
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 127

resuelto rehacer un herbario más rico que el pri


mero con la esperanza de poner en él todas las
plantas del mar , las de los Alpes y las de todos
los árboles de las Indias . Siempre comienzo á
buena cuenta por el cardo, el perifollo, la borra
ja y el sen ; herborizo sabiamente sobre la jaula
de mis pájaros, y á cada nueva brizna de hierba
que encuentro me digo con satisfacción : « He aquí
siempre una planta más . »
No intento justificar el partido que tomo al
seguir esta fantasía ; la encuentro muy razonable ,
persuadido de que , en la posición en que estoy ,
entregarme á distracciones que me gustan es
una gran sabiduría y hasta una gran virtud ; es
el medio de no dejar que germine en mi corazón
ninguna levadura de venganza o de odio; y para
hallár aún en mi destino gusto á cualquier dis
tracción , se necesita seguramente tener un natu .
ral bien depurado de todas las pasiones irascibles .
Ya que no sabría vengarme de mis perseguidores ,
creo que la mejor y la más cruel manera de
castigarlos consiste en ser dichoso á pesar de
ellos .
Si ; sin duda alguna la razón me permite y
basta me ordena entregarme á toda inclinación
que me atrae y que nada me impide seguir ; pero
ella no me enseña por que me atrae esta inclina
ción , ni que encanto puedo hallar en un vano
128 JUAN JACOBO ROUSSEAU

estudio , hecho sin aprovechamiento y sin progre


80 y que, viejo , chocho , caduco ya y pesado , sin
facilidad y sin memoria , me conduce á los ejerci.
cios de la juventud y á las lecciones de un esco
lar. Este es, pues , un capricho que quería expli
carme; me parece que, bien esclarecido , podría
„arrojar algún nuevo resplandor sobre este cono.
cimiento de mi mismo , á cuya adquisición he
consagrado mis últimos ocios .
He pensado algunas veces con bastante pro .
fundidad , pero raramente con placer y casi siem .
pre contra mi gusto y como por fuerza; el ensue
do me alivia y me distrae, la reflexión me fatiga
y me entristece ; pensar fué siempre para mí una
ocupación penosa y sin encanto . En ocasiones
mis ensueños acaban por la meditación , pero con
más frecuencia, mis meditaciones acaban por el
ensueño , y durante estos extravios , mi alma vaga
y se cierno en el universo sobre las alas de la
imaginación , presa de unos éxtasis que exceden
á todo otro deleite .
Mientras gusté tal estado en ' toda su pureza ,
cualquier otra ocupación me pareció siempre insi .
pida . Pero cuando una vez arrojado en la carre .
ra literaria por impulsos extraños , sentí la fatiga
del trabajo de espíritu y la importunidad de una
celebridad desventurada, sentí también al mismo
tiempo que mis dulces ensueños languidecían y se
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 129

amortiguaban , y obligado muy pronto á ocuparme


á pesar mío de mi triste situación , ya no pude
encontrar sino muy raramente estos queridos éx.
tasis que, durante cincuenta años , habían sido
para mi toda mi fortuna y toda mi gloria y que,
sin más gasto que el del tiempo , me habían hecho
en la ociosidad el más dichoso de los mortales .
Tenía también que temer en mis ensueños que
mi imaginación , espantada por mis desgracias, no
tornase al fin toda su actividad de este lado y
que el continuo sentimiento de mis penas , opri .
miéndome gradualmente el corazón, no me ani .
quilase por último con su peso . En tal estado , un
instinto que me es natural , haciendo huir toda
idea entristecedora , impuso silencio á mi imagina .
ción y fijando mi atención en los objetos que me
rodeaban , me hizo detallar por primera vez el
espectáculo de la Naturaleza , que hasta entonces
sólo babla contemplado en masa y en su conjunto .
Los árboles , los arbustos y las plantas son el
adorno y el vestido de la tierra . Nada hay tan
triste como el aspecto de un campo desnudo y pe
lado que no ofrece a los ojos más que piedras,
lodo y arenas. Pero vivificada por la Naturaleza
y revestida con su traje nupcial en medio del cur.
so de las aguas y del canto de los pájaros , la tie .
rra ofrece al hombre , en la armonía de los tres
reinos , un espectáculo lleno de vida , de interés y
9
130 JUAN JACOBO ROUSSEAU

de encantos ; el único espectáculo en el mundo del


que nunca se cansan pi los ojos ni su corazón .
Cuanto más sensible en el alma del contempla
dor, más se entrega éste á los éxtasis excitados
en él por tal acuerdo . Un ensueño dulce y pro
fundo se apodera entonces de sus sentidos y con
una deliciosa embriaguez se pierde en la inmen .
sidad de este maravilloso sistema , con el cual se :
siente identificado. Entonces los objetos particula .
res se le escapan ; él no ve ni siente nada, si no es
en el todo . Se necesita que alguna circunstancia
particular limite sus ideas y circunscriba su ima .
ginación para que pueda observar por partes
este universo que él se esforzaba por abrazar en
tero .
Esto mo sucedió naturalmente cuando mi cor
razón , oprimido por la angustia , aproximó y con
centro todos sus movimientos á mi alrededor para.
mantener este resto de calor pronto á evaporarse
y extinguirse en el abatimiento en que gradual .
mente iba cayendo . Vagué con negligencia por los
bosques y por las montañas , no atreviéndome á
pensar por el temor de atizar mis dolores . Mi
imaginación , que se niega á los objetos de pena ,
dejaba á mis sentidos que se entregaran a las in .
presiones ligeras , pero dulces, de los objetos que
me rodeaban . Mis ojos se paseaban sin cesar del
uno al otro y era imposible que, en una tan gran
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 131

de variedad , algunos no fijasen må8 su atención y


no los entretuvieran durante más tiempo .
Tomé gusto á esta recreación de los ojos que
en el infortunio alivia , divierte y distrae al espí .
ritu y suspende el sentimiento de las penas . La
Daturaleza de los objetos ayuda mucho á esta di .
versión y la hace más seductora . Los perfumes
suaves, los vivos colores y las más elegantes for
mas parecen disputarse á porfía el derecho de
llamarnos la atención . Basta amar el placer para
entregarse á tan dulces sensaciones ; y si este
efecto no tiene lugar en todos los que experimen .
tan su acción , se debe en los unos á su falta de
Bensibilidad natural y en la mayoria á que muy
ocupado su espíritu con otras ideas, no se entregan
más que á hurtadillas á los objetos que hieren sus
Bentidos .
Otra cosa contribuye todavía à distanciar del
reino vegetal la atención de las gentes de gusto :
es la costumbre de no buscar en las plantas más
que drogas y remedios . De otro modo lo entendió
Teofrasto , filósofo que puede ser considerado como
el único botánico de la antigüedad , aunque apenas
lo conozcamos bajo este aspecto; pero gracias a
cierto Dioscorides, gran compilador de recetas , y
á sus comentadores, la medicina se ha apoderado
de tal manera de las plantas transformadas en
simples , que no se ve en ellas sino lo que no se
132 JOAN JACOBO ROUSSEAU

ve, á saber : las pretendidas virtudes que cada


cual gusta de atribuirles . No se concibe que la
organización vegetal pueda merecer por sí misma
alguna atención ; gentes que se pasan su vida
ordenando conchas sabiamente , se burlan de la
botánica como de un estudio inútil , cuando no se
le une , según ellos afirman , el de las propiedades,
es decir, cuando no se abandona la observación
de la Naturaleza , que no miente y que nada nos
dice de todo esto , para entregarse únicamente á
la autoridad de los hombres , que son embusteros
y que nos afirman muchas cosas que hay que
creer por su palabra , la cual , en la mayoría de
los casos , está fundada sobre la autoridad de otro .
Deteneos en una esmaltada pradera á examinar
sucesivamente las flores que brillan en ella; los
que os verán hacer , tomándoos por un mancebo
de botica , os pedirán hierbas para curar la roña
de los muchachos, la sarna de los hombres ó el
moquillo de los caballos .
Este enfadoso prejuicio está en parte destruído
en los demás países , y sobre todo en Inglaterra ,
gracias á Linneo , que ha sacado un poco la botá
nica de las escuelas de farmacia para volverla á
la historia natural y á los usos económicos; pero
en Francia , donde este estudio ha penetrado me.
nos entre la gente de mundo , tan bárbaros hemos
permanecido sobre este asunto , que un lindo inge
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 133

nio de Paris , viendo en Londres un jardin de


curiosos lleno de raros árboles y plantas , excla
mó por todo elogio : « He aquí un hermoso jardín
de boticario . , Á esta cuenta el primer boticario
fué Adán , porque no es fácil imaginarse un jardín
mejor surtido de plantas que el del Edén .
Estas ideas medicinales seguramente son poco
propias para hacer agradable el estudio de la
botánica ; ellas marcbitan el esmalte de los prados
y el brillo de las flores, secan la frescura de los
bosques y torpan insípidas y enfadosas las verdes
umbriae ; todas estas estructuras encantadoras
y graciosas interesan muy poco á quien no pre .
tende más que amontonar todo en un mortero y
no so irá á buscar guirnaldas para las pastoras
entre las hierbas para las lavativas .
Esta farmacia no mancillaba mis imágenes
campestres ; nada estaba tan lejos de ellas como
las tisadas y los emplastos . Muchas veces , conei
derando de cerca los campos , los huertos , los
bosques y sus numerosos habitantes, he pengado
que el reino vegetal era un almacén de alimentos
dados por la Naturaleza al hombre y á los anima
los ; pero nunca se me ha ocurrido buscar en él
drogas y remedios . Nada veo en estas diversas
producciones que me indique un uso semejante y
la Naturaleza nos hubiera enseñado á elegirlas
si nos lo hubiera prescrito , según lo ha hecho en
134 JUAN JACOBO ROUSSEAU

lo que se refiere a las comestibles . Hasta creo


que el placer que experimento al recorrer los
bosques estaria envenenado por el sentimiento de
las enfermedades humanas si él me dejara pen
sar en la fiebre, en la piedra , en la gota y en el
mal caduco . Por lo demás no disputaré á los vege- .
tales las virtudes que se le atribuyen ; diré sola
mente que , suponiendo reales estas virtudes , los
enfermos sólo siguen estándolo por pura malicia ;
porque de tantas enfermedades como los hombres
se proporcionan, no hay ni una siquiera que veinte
clases de hierbas no curasen radicalmente .
Estas habilidades del espíritu que relacionan
siempre todo con nuestro interés material , que
hacen buscar por todas partes provechos ó reme
dios y que harían mirar con indiferencia á la
Naturaleza entera si siempre se estuviera bueno,
nunca han sido las mías . Sobre este particular
estoy en contra de los demás hombres ; todo lo
que se refiere al sentimiento de mis necesidades
entristece y dañia mis pensamientos , y jamás he
hallado verdaderos encantos en los placeres del
espíritu sino perdiendo en absoluto de vista el
interés de mi cuerpo . De este modo, aunque
creyera en la medicina y aunque sus remedios
fueran agradables , no encontraría nunca , al ocu
parme de ellos , estas delicias que causa una con
templación pura y desinteresada y mi alma no
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 135

sabría exaltarse y cernerse sobre la Naturaleza


mientras la sintiera atada a las cadenas de mi
cuerpo . Además , sin haber tenido nunca gran
confianza en la medicina , he tenido mucha on
médicos a quienes estimaba , á quienes amaba y
á quienes dejaba gobernar mi esqueleto con plena
autoridad . Quince años de experiencia me han
instruido á costa mia; entregado ahora de nuevo
á las únicas leyes de la Naturaleza , por ésta sola
he recobrado mi primera salud . Aunque los médi .
cos no tuvieran contra mí otros agravios, &quién
podría asombrarse de su odio? Yo soy la prueba
viviente de la vanidad de su arte y de la inutili.
dad de sus cuidados .
No ; nada personal , nada que se refiera al inte
rés de mi cuerpo puede ocupar verdaderamente á
mi alma . No medito , no sueño nunca tan delicio .
samento como cuando me olvido.de mi mismo .
Siento éxtasis y arrebatos inexpresables hasta el
punto de fundirme, por decirlo así , en el sistema
de los seres y de identificarme con la Naturaleza
entera . Mientras los hombres fueron mis herma .
nos, me forjaba proyectos de felicidad terrestre:
siendo estos proyectos relativos á todo, no podía
ser dichoso más que con la felicidad pública y ja .
más una ventura particular ha conmovido mi co .
razón , sino cuando he visto á mis hermanos bus
cando la suya en mi miseria . Entonces, para no
136 JOAN JACOBO ROUSSEAU

odiarlos, ha sido menester huir de ellos ; entonces ,


refugiandome en la madre común , he buscado en
tre sus brazos el medio de sustraerme a los gol .
pes de sus hijos ; me he convertido en solitario , o
como ellos dicen , en insociable y en misantropo ,
porque la más salvaje soledad me parecia preferi .
ble á la sociedad de los malvados , que sólo se ali .
menta de traiciones y de odio .
Forzado á abstenerme de pensar , por temor
de pensar en mis desgracias a pesar mío ; forzado
á contener los restos de una imaginación riente ,
pero lánguida, que al fin con tantas angustias po .
dría aterrarse ; forzado a tratar de olvidar a los
hombres, que me aniquilan con la ignominia y con
los ultrajes , por si la indignación acabara agrián .
dome contra ellos ; sin embargo , no puedo concen
trarme todo entero en mí mismo , porque mi alma
expansiva busca, aun contra mi voluntad, la ma
nera de extender sus sentimientos y su existencia
sobre otros seres ; y tampoco puedo , como en otro
tiempo , lanzarme con la cabeza baja en este vasto
océano de la Naturaleza , porque mis facultades ,
debilitadas y cansadas , no encuentran objetos
bastante determinados , bastante fijos y bastante
á mi alcance para unirse fuertemente á ellos y
porque no me siento ya con bastante vigor para
nadar en el caos de mis antiguos éxtasis . Mis ideas
ya casi no son más que sensaciones y la esfera de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 137

mi entendimiento no sobrepasa los objetos de que


estoy inmediatamente rodeado .
Huyendo de los hombres , buscando la soledad ,
no imaginando nada, pensando todavía menos y
sin embargo dotado de un temperamento vivo
que me aparta de la apatía lánguida y melancóli .
ca , comencé à ocuparme de cuanto me rodeaba y
por un instinto muy natural di la preferencia a los
objetos más agradables . El reino mineral nada
tiene en si de amable ni de atrayente ; bus rique
zas encerradas en el seno de la tierra parecen
haber sido escondidas a las miradas de los hom .
bres para no tentar su avaricia ; ellas están allí
como en reserva para servir un día de suplemento
á las verdaderas riquezas que se hallan más á su
alcance y cuyo gusto pierde el hombre à medida
que se corrompe . Entonces es necesario que llame
á la industria , à la tristeza y al trabajo en soco
rro de sus miserias ; él registra las entrañas de la
tierra; va á buscar en su centro con riesgo de su
vida y á costa de su salud bienes imaginarios en
lugar de los bienes reales que ella por sí misma le
ofrecia cuando él sabia gozarlos . Huye del sol y
de su resplandor , que no es digno de ver ; se en
tierra vivo y hace bien , puesto que no merece
vivir ya á la luz del dia . Allá las excavaciones ,
las simas , las fraguas , los hornos y un aparato de
bigornias, martillos, humo y fuego , suceden a las

#
138 JUAN JACOBO ROUSSEAU

dulces imágenes de los trabajos campesinos. Los


rostros lividos de los desgraciados que languide .
cen en los infectos vapores de las minas , los ne .
gros herreros, como horrorosos cíclopes, son el
espectáculo que ellas sustituyen en el seno de la
tierra , al que ésta brinda sobre su superficie con
sistente en verdor y en flores, en el cielo azulado,
on enamorados pastorcillos y en robustos labriegos.
Fácil es — yo lo confieso - ir amontonando pie
dras y arena y llenar de ellas sus bolsillos y su
gabinete y darse con esto aires de naturalista ;
pero los que se aficionan y limitan a estas clases
de colecciones son de ordinario ricos ignorantes
que sólo buscan con esto el placer de la ostenta .
ción . Para aprovechar en el estudio de los mine .
rales hay que ser químico y físico ; hay que hacer
experiencias difíciles y costosas, trabajar en la .
boratorios, gastar mucho dinero y mucho tiempo
entre el carbón , los crisoles , los hornillos y retor .
tas , en medio del humo y de asfixiantes emana
ciones, siempre con riesgo de la vida y frecuente
mente á costa de la salud . De todo este triste y
fatigoso trabajo resulta por lo regular menos saber
que orgullo ; y dónde está el más mediocre químico
que no crea haber penetrado todas las grandes
operaciones de la Naturaleza por haber encontra
do , acaso por casualidad, algunas pequeñas com .
binaciones del arte ?
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 139

El reino animal está más á nuestro alcance y


ciertamente merece ser estudiado todavía más;
pero, en fin , este estudio zoo tiene también sus
dificultades , sus obstáculos, sus disgustos y sus
penas? Sobre todo para un solitario que ni en sus
distracciones ni en sus trabajos puede esperar
auxilio de nadie, ¿cómo observar, disecar , estu .
diar y conocer los pájaros en los aires , los peces
en las aguas y los cuadrúpedos más veloces que
el viento y más fuertes que el hombre y que están
tan dispuestos à venir á ofrecerse á mis indaga .
ciones como yo á correr tras ellos para someter
los á ellas por la fuerza? Tendría , pues , que re .
currir a los escarabajos , á los gusanos y á las
moscas y pasaría mi vida en perder el aliento por
correr tras las mariposas , enclavar pobres insec
tos, en disecar ratones, cuando pudiera cogerlos ,
o carroñas de animales que por casualidad encon.
trarla muertos . El estudio de los animales no es
nada sin la anatomia ; por ella se aprende á clasi .
ficarlos y á distinguir los géneros y las especies .
Para estudiarlos por sus costumbres y sus carac .
teres habría que tener pajareras, viveros y casas
de fieras; habría que obligarlos, fuera como fuera ,
á estar reunidos á mi alrededor ; ni me gusta , ni
puedo mantenerlos cautivos , ni poeeo la agilidad
necesaria para seguirlos paso tras paso cuando
están en libertad . Será , pues , necesario estudiar
140 JUAN JACOBO ROUSSEAU

los muertos , destrozarlos , deshuesarlos y escudri


ñar despacio sus palpitantes entrañas . ¿Qué apa
rato hay tan horripilante como un anfiteatro
anatómico de cadáveres hediondos, de babosas y
líquidas carnes , de sangre , de nauseabundos intes .
tinos , de horrendos esqueletos y de emanaciones
pestilenciales? No es allí , lo juro , adonde Juan
Jacobo irá á buscar sus distracciones .
Brillantes flores, esmalte de los prados , um
brias frescas, bosquecillos y verdor , acudid å
purificar mi imaginación manchada por todos estos
horribles objetos . Mi alma , muerta para los gran .
des movimientos , no puede afectarse ya sino por
objetos sensibles ; no tengo ya más que sensacio.
nes , y sólo por ellas pueden alcanzarme aquí abajo
la pena y el placer . Atraído por los rientes objetos
que me rodean , los considero , los contemplo , los
comparo , aprendo, en fin , á clasificarlos y heme
aquí de repente tan botánico como necesita serlo
el que no quiere estudiar á la Naturaleza sino es
por hallar continuamente en ella nuovas razones
para amarla .
No pretendo instruirme ; ya es tarde . Además,
nunca he visto que tanta ciencia contribuyese á la
dicha de la vida ; pero pretendo proporcionarme
distracciones dulces y sencillas que pueda sabo .
rear sin trabajo y que me aparten de mis desgra
cias . Ni tengo que hacer gasto ni tengo que mo
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 141

lestarme para vagar perezosamente de hierba en


hierba , de planta en planta , para examinarlas ,
para comparar sus diversos caracteres, para no
tar sus relaciones y sus diferencias ; en fin , para
observar la organización vegetal de tal modo , que
pueda seguir la marcha y el juego de estas vivien
tes máquinas y buscar, algunas veces con éxito,
sus leyes generales, la razón y la finalidad de sus
diversas estructuras y entregarme á los encantos
de la admiración y del reconocimiento hacia la
mano que me ha hecho gozar de todas estas cosas.
Las plantas parecen haber sido sembradas
con profusión sobre la tierra , como las estrellas
on el cielo, para invitar al hombre , por el atrac.
tivo del placer y de la curiosidad, al estudio de
la Naturaleza; pero los astros están colocados
lejos de nosotros; se necesitan conocimientos pre
liminares , instrumentos y máquinas de largas
escalas para ponerlos a nuestro alcance mien.
tras que las plantas permanecen naturalmente
dentro de él . Ellas nacen bajo nuestros pies y en
nuestras manos , por decirlo así , y si la peque .
fiez de sus partes esenciales las oculta en ocasio .
nes á nuestra vista , los instrumentos que las
vuelven á ella son de un manejo mucho más fácil
que los de la astronomía . La botánica es el estudio
de un ocioso y de un perezoso solitario ; unas pin .
Zas y una lupa son todos los arreos que necesita
142 JUAN JACOBO ROUSSEAU

para observarlas. Él se pasea, vaga libremente


de uno en otro objeto , revisa cada flor cop interés
y curiosidad , y en cuanto principia á sorprender
las leyes de su estructura , saborea con estudiar .
las un placer sin pena y tan vivo como si le cos
tase mucho . Hay en esta ociosa ocupación un
encanto que no se siente más que en la plena
calma de las pasiones , pero que por sí solo basta.
entonces para hacer la vida dichosa y dulce ; pero
en el momento en que á éste se mezcla un motivo
de interés o de vanidad , ya para desempeñar eme
pleos , ya para componer libros ; en el momento en
que se quiere aprender para instruirse ; en el mo .
mento en que no se herboriza más que para con
vertirse en autor o profesor, todo este grato en
canto se desvanece, no se ve ya en las plantas
más que instrumentos de nuestras pasiones, no
se encuentra ya ningún verdadero gusto en su es
tudio , no se quiere ya saber, sino demostrar que
se sabe, y se está en los bosques, como sobre el
teatro del mundo , lleno del cuidado de hacerse ad
mirar ; o bien , limitándose todo lo más a la botá .
nica de gabinete ó de jardin , en lugar de observar
los vegetales en la Naturaleza, se ocupa solamen .
te de sistemas y métodos , materia eterna de
disputa, que no da á conocer una planta más y
que no arroja ninguna verdadera luz sobre la his .
toria natural y el reino vegetal . De aqui los odios
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 143
2

y las envidias que la concurrencia de celebridad


excita entre los autores botánicos , tanto y más
que entre los otros sabios . Desnaturalizando este
amable estudio , ellos lo mudan en medio de las
ciudades y de las academias , donde degenera , co .
mo degeneran las plantas exóticas en los jardines
de los curio808 .
Disposiciones muy diferentes han hecho para
mi de este estudio una especie de pasión , que llena
el vacío de todas las que me faltan . Trepo å las
rocas y á las montañas , y me hundo en los valles
y en los bosques para sustraerme, en lo que me
es posible , al recuerdo de los hombres y al alcan .
ce de los malvados . Me parece que , bajo las bom
bras de una selva , soy olvidado , libre y apacible ,
como si ya no tuviera enemigos , o que el follaje
de los boæques debiera garantizarme de sus ata .
ques, como los aleja de mi memoria; y me imagi .
no en mi candidez que , no pensando en ellos , ellos
po pensarán en mi . Encuentro una dulzura tan
grande en esta ilusión , que me entregaria á ella
por completo si mi situación , mi debilidad y mis
necesidades me lo permitieran . Cuanto más pro .
funda es la soledad en que vivo entonces , mas
necesito que la llene cualquier objeto y los que mi
imaginación rehusa 6 mi memoria rechaza son su
plidos por las espontáneas producciones que la
tierra , no forzada por los hombres, brinda á mis.
144 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ojos por todas partes . El placer de ir á un desier .


to en busca de nuevas plantas cubre el- de esca
parme á mis perseguidores y llegado a sitios don.
de no veo las huellas de mis semejantes , respiro
más á gusto , como en un asilo, en el que su odio
no me persigue .
Toda mi vida me acordaré de una herboriza
ción que hice un día en un lado de la Robaila ,
montañia del justiciero Clerc . Estaba solo ; me
hundí en las anfractuosidades de la montaña, y de
bosque en bosque y de roca en roca, llegué á un
reducto tan escondido, que nunca he visto lugar
de aspecto más salvaje. Negros abetos mezclados
con hayas prodigiosas, de las cuales muchas caí .
das ya de puro viejas se entrelazaban las unas con
las otras , cerraban este reducto con barreras im .
penetrables ; algunos intervalos que esta sombría
muralla dejaba no ofrecían detrás de ella más
que rocas cortadas á pico y horribles precipicios
que no me atrevia á contemplar sino tendiéndo
me sobre el vientre . El bubo , el mochuelo y el
quebrantahuesos dejaban oir sus gritos en las hen
diduras de la montaña ; algunos pajarillos raros,
pero familiares , atemperaban el horror de esta so
ledad ; allí encontré la dentaria heptaphyllos, el
ciclamen , el nidus avis, el gran laserpitium y algu
nas otras plantas que me encantaron y me distra .
jeron durante un buen rato; pero dominado insen .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 145

siblemente por la fuerte impresión de los objetos ,


olvidé la botánica y las plantas , me senté sobre
las almohadas de lycopodium y de musgos y me
puse á soñar más á gusto pensando que estaba en
un refugio ignorado de todo el universo , donde
mis perseguidores no me descubririan . Un movi .
miento de orgullo se mezcló en seguida a este en .
sueño. Me comparaba con los grandes viajeros
que descubren una isla desierta y me decía con
satisfacción : Sin duda soy el primer mortal que ha
llegado hasta aqui; me miraba casi casi como un
nuovo Colón . Mientras me ufanaba con esta idea,
advertí poco lejos de mi cierto ruido que me pare .
ció reconocer . Escucho; el mismo ruido se repite y
Be multiplica; sorprendido y curioso , me levanto ,
miro a través de la maleza por el lado de donde
venía el ruido y en un vallecito , á veinte pasos
del mismo lugar que yo creia hollar el primero,
apercibo una fábrica de medias .
No sabría expresar la confusa y contradictoria
agitación que experimenté en mi corazón al hacer
este descubrimiento . Mi primer movimiento fué
una sensación de alegria al encontrarme de nuevo
entre los humanos, cuando me había creído com .
pletamente solo ; pero este movimiento , más rápi .
do que el relámpago , dió en seguida lugar á una
sensación dolorosa y más duradera, al ver que ni
on los mismos antros de los Alpes podia librarme
10
146 JUAN JACOBO ROUSSEAU

de las manos crueles de los hombres encarnizados


en atormentarme ; porque estaba bien seguro de
que en esta fábrica no había acaso ni siquiera dos
hombres que no estuviesen iniciados en el complot
del que el ministro Montmollin se había hecho
jefe y cuyos primeros móviles arrancaban de más
lejos . Me apresuré à dejar esta triste idea y acabé
por reirme yo mismo tanto de mi pueril vanidad
como de la manera cómica con que por ella se me
había castigado .
· Pero en efecto , ¿quién hubiese esperado en
contrar una fábrica en un precipicio? La Suiza es
en el mundo la única que ofrece esta mezcla de la
naturaleza salvaje y de la industria humana . La
Suiza entera no es , por decirlo así , más que una
gran ciudad , cuyas calles, más anchas y más lar
gas que las de San Antonio, están sembradas de
bosques y cortadas por montafias y cuyas casas ,
esparcidas y aisladas , no se comunican entre si
más que por jardines ingleses . Con este motivo me
acordé de otra herborización que Du Peyrou, Des .
cherny , el coronel Pury , el justiciero Clerc y yo
habíamos hecho hacía algún tiempo sobre la mon
taña de Chasseron , desde cuya cima se descubren
siete lagos . Se nos dijo que sobre esta montaña no
había más que una casa y seguramente no hubié .
ramos adivinado la profesión del que la habitaba
si no se nos hubiera asegurado que era un librero
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 147

y que sus negocios marchaban muy bien en el


pale .
Me parece que un solo hecho de esta especie
bace conocer la Suiza mejor que todas las des .
cripciones de los viajeros .
He aquí otro hecho de la misma naturaleza •
poco menos , que también sirve para dar a cono
cer un pueblo muy diferente. Durante mi residen
cia en Grenoble hacía muchas veces pequeñas
berborizaciones fuera de la ciudad con el señor
Bovier, abogado de aquel pais , no porque éate
amase ni supiese la botánica , sino porque habién
dose convertido en mi manguitero, se hacia una
loy, en cuanto era posible , de no apartarse de mí
ni un paso . Un día nos paseábamos a lo largo del
Isère en un lugar cubierto por completo de espino
BOS sauces . Vi sobre estos arbolillos frutos madu .
ros , tuve la curiosidad de probarlos , y encontrán .
doles una pequeña acidez bastante agradable , me
puse á comer de estos granos para refrescarme .
El señor Bovier se mantenía á mi lado sin imitar .
me y sin decirme nada .
En esto sobrevino un amigo suyo , que viéndo .
me coger tales granos , me dijo :
-¡Eh , señor ! ¿Qué hace usted? ¿Ignora acaso
que esto fruto envenena? ...
-¡Que envenena este fruto ! -grité yo sorpren .
dido .
148 JUAN JACOBO ROUSSEAU

--Claro está - repuso ; y tan bien lo sabe aquí


todo el mundo , que nadie del país lo prueba .
Miré al señor Bovier y le pregunté :
-Y usted , como no me lo advirtió ?
-¡Ab señor ! -mo respondió con un tono res .
petuoso- No me atreví á tomarme esta libertad ...
Me eché á reir de esta humildad delfinesa ,
dando sin embargo por concluída mi pequeña cola
ción . Estaba persuadido , y lo estoy todavia , de
que toda producción natural agradable al paladar
no puede ser nociva al cuerpo , ó por lo menos no
lo es más que si se toma con exceso . Con todo ,
confieso que anduve un poco sobresaltado todo el
resto de la jornada ; pero sólo experimenté esta
poca inquietud ; coné muy bien , dormí mejor y me
levanté por la mañana en perfecta salud después
de haberme engullido la víspera quince ó veinte
granos de este terrible veneno que mata on muy
pequeña dosis , según me lo afirmaron todos en
Grenoble el siguiente día . Esta aventura me på -
reció tan agradable , que nunca me acuerdo de
ella sin reirme de la singular discreción del señor
abogado Bovier .
Todas mis carreras de botánica, las diversas
impresiones del local y de los objetos que llenaron
mi atención , las ideas que ella me ha hecho con
cebir y los incidentes que se le han mezclado ,
todo esto ha dejado impresiones que se renuevan
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 149

por el aspecto de las plantas herborizadas en


estos mismos lugares . No volveré á ver más aque
llos hermosos paisajes , aquellas selvas , aquellos
la gos , aquellos bosques , aquellos peñascales ni
a quellas montañas , cuyo aspecto conmovió siem
pre mi corazón ; pero ahora que no puedo recorrer
& quellas venturosas comarcas , no tengo más que
abrir mi herbario y en seguida él me transporta
allí . Los fragmentos de plantas por mí cogidas ,
bastan para recordarme aquel magnífico espectá .
culo . Este herbario es para mí un diario de herbo
rizaciones , que me las hace recomenzar con un
nuevo encanto y produce el efecto de un óptico
que otra vez las pintare á mis ojos .
La cadena de las ideas accesorias es la que
me aficiona a la botánica . Ella reuno y recuerda
á mi imaginación todas las ideas que más la
sa tisfacen : los prados , las aguas , los bosques y la
soledad , la paz en primer lugar, y el reposo que
se encuentra en medio de todo esto son trazados
in cesantemente por ella en mi memoria . Ella me
hace olvidar las persecuciones de los hombres , 81
odio, su menosprecio , sus ultrajes y todos los
males con los que han pagado mi tierno y sincero
afecto bacia ellos . Ella me transporta á moradas
apacibles , en medio de gentes sencillas y buenas ,
como las que convivieron conmigo en otro tiempo .
Ella me recuerda ya mi juventud , ya mis inocen
150 JUAN JACOBO ROUSSEAU

tes placeres. Ella me hace gozar de nuevo y me


torna todavía con frecuencia dichoso, en medio
de la más triste suerte que nunca haya sufrido
mortal alguno .
OCTAVO PASEO

Meditando sobre las disposiciones de mi alma


en todas las situaciones de mi vida estoy en extre .
mo asombrado al ver tan poca proporción entre
las diversas combinaciones de mi destino y los
sentimientos habituales de bienestar ó de mal
estar con que ellas me han afectado . Los distintos
intervalos de mis cortas prosperidades no me han
dejado casi ningún recuerdo agradable de la ma
nera intima y permanente que emplearon para
afectarme ; y al contrario, en todas las miserias
de mi vida me sentí constantemente lleno de
sensaciones tiernas, conmovedoras y deliciosas
que , vertiendo un saludable bálsamo sobre las
heridas de mi desgarrado corazón , parecían con
vertir el dolor en voluptuosidad y cuyo amable
recuerdo vuelve a mi memoria solo y libre del de
los males que por el mismo tiempo experimenta
ba . Me imagino que he saboreado más la dulzura
de la existencia, que he vivido realmente más
cuando mis sentimientos, oprimidos, por decirlo
152 JOAN JACOBO ROUSSEAU

asi , en torno de mi corazón por mi destino , no


iban evaporándose afuera sobre todos los objetos
de la estimación de los hombres, objetos que tan
poca merecen por sí mismos y que constituyen
la única ocupación de las gentes que creemos
dichosas .
Cuando todo estaba en orden á mi alrededor ;
cuando estaba satisfecho de lo que me rodeaba y
de la esfera en que tenía que vivir, la llenaba con
mis afecciones . Mi alma expansiva se extendia
sobre otros objetos . Y atraido siempre lejos de mí.
por gustos de mil especies y por amables amista .
des que sin cesar ocupaban mi corazón , me olvi .
daba en cierto modo de mí mismo . Estaba por
completo en lo que me era extraño y experimen
taba en la continua agitación de mi corazón toda
la vicisitud de las cosas humanas . Esta vida tem .
pestuosa no me dejaba ni paz por dentro ni repo
80 por fuera . Feliz en apariencia , no tenía un
Ben timiento capaz de sostener la prueba de la re .
flexión y en el cual pudiera verdaderamente com
placerme . Nunca estaba perfectamente contento
ni de nadie ni de mi mismo . El tumulto del mundo
me aturdia , la soledad me aburría; siempre tenia
necesidad de cambiar de sitio y no me encontraba
bien en parte alguna. Sin embargo yo era festeja
do , querido , bien recibido y acariciado en todas
partes ; no tenia un enemigo , di uno que me qui
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 153

siera mal , ni un envidioso ; como no se pretendía


más que cortejarme, yo mismo tenía con frecuen .
cia el placer de cortejar á mucha gente ; y sin for.
tuna , sin empleo , sin protectores y sin grandes.
talentos bien desenvueltos ni bien conocidos , go .
zaba de las ventajas unidas á todo esto y no veia
á nadie en ningún estado cuya suerte me pa
reciera preferible à la mia . ¿ Qué me faltaba ,
pues , para ser feliz? Lo ignoro , pero sé que no lo
era . ¿Qué me falta hoy para ser el más infortuna .
do de los mortales? Nada de cuanto los hombres
han podido poner de su parte para conseguirlo .
Pues bien ; en este deplorable estado no
biaria toda via mi ser ni mi destino contra el más
afortunado de entre ellos , y quiero más aún ser yo
en toda mi miseria , que ser cualquiera de ellos en
toda su prosperidad. Reducido á mi solo , os ver.
dad que me nutro con mi propia substancia, pero
ésta no se agota ; me basto á mí mismo , aunque
me alimente, por decirlo así , del vacío y aunque
mi imaginación agotada y mis ideas extinguidas
no proporcionen ya sustento á mi corazón . Mi al .
ma, ofuscada y obstruída por mi organismo , se
debilita de día en día, y bajo el peso de esta tre .
menda mole, no tiene ya el vigor necesario para
lanzarse, como en otro tiempo , fuera de su vieja
envoltura .
La adversidad nos obliga a este regreso sobre
154 JUAN JACOBO ROUSSEAU

nosotros mismos, y acaso esto es lo que la hace


más insoportable para la mayoría de los hombres .
En cuanto á mi, que no encuentro más que ligeras
faltas que reprocharme , acuso á mi debilidad y
me consuelo , porque nunca el mal premeditado se
aproximó á mi corazón .
Sin embargo, ¿cómo, á menos de ser idiota ,
contemplo un momento mi situación sin verla tan
horrible como la hicieron y sin morir de dolor y
de desesperación? Lejos de esto , yo, el más sensi .
ble de los seres , la contemplo y no me conmuevo ;
y sin combates y sin esfuerzos sobre mí mismo ,
me veo casi con indiferencia en un estado que
cualquier otro hombre acaso no soportaría sin ose
panto .
¿Cómo he llegado á esto? Porque yo estaba
muy lejos de esta apacible disposición cuando por
primera vez sospeché el complot que se me venia
preparando desde hacía mucho tiempo , sin que
me apercibiera de nada . Este nuevo descubri .
miento me trastornó . La infamia y la traición me
cogieron desprevenido . ¿Qué alma honrada está
preparada para tales penas? Para preverlas sería
necesario merecerlas . Cal en todas las redes que
tendieron bajo mis pasos . La indignación , el furor
y el delirio se apoderaron de mi; perdí el rumbo .
Mi cabeza se desconcertó y en las horribles tinie .
blas , donde sin cesar se me tuvo sumido, no aper
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 155

cibi ni resplandor para guiarme , ni apoyo , ni


asidero en el que pudiera mantenerme firme y
resistir a la desesperación que me arrastraba .
¿Cómo vivir feliz y tranquilo en tan espantoso
estado? A pesar de esto, sigo en él todavía , más
hundido acaso que nunca ; y he hallado la calma ,
y la quietud y estoy tranquilo y contento , y me río
de los increíbles trabajos que incesantemente se
toman mis perseguidores , mientras yo continúo
en paz , ocupado con las flores, con sus estambres
y con otras niñerías , sin soñar siquiera en ellos .
¿Cómo se ha hecho este cambio? Naturalmente ,
insensiblemente y con la mayor facilidad . La pri
mera sorpresa fué espantosa . Yo, que me juzgaba
digno de amor y de estimación ; yo , que me juzga
ba honrado y querido , como merecía serlo , me vi
convertido de repente en el más horrible monstruo
que nunca pudo existir. Contemplo á toda una
generación precipitarse en esta extraña opinión
sin explicación , sin duda, sin vergüenza y sin
que yo consiga saber nunca la causa de tan cho .
cante revolución . Me resistí con violencia y sólo
conseguí enlazarme más . Quise obligar á mis
perseguidores á explicarse conmigo ; ellos no
tenían por qué hacerlo . Después de haberme
atormentado en vano durante mucho tiempo , fué
necesario tomar aliento . Sin embargo , esperan .
zado siempre , me repetía : « Una ceguera tan estú.
156 JUAN JACOBO ROUSSEAU

pida , una prevención tan absurda no podrá ganar


á todo el género humano . Hay hombres de sentido
común que no comparten el delirio ; hay almas
justas que detestan la traición y los traidores .
Busquemos ; tal vez encuentre al fin un hombre ;
si lo hallo , mis perseguidores serán confundidos , o
Inútilmente lo he buscado ; no encontré ni uno
solo . La liga contra mi es universal , sin excep
ción y sin rectificación posible, y estoy seguro de
acabar mis días en esta proscripción afrentoea ,
sin penetrar nunca su misterio .
En tan deplorable estado y después de largas
angustias, en lugar de la desesperación que, al
parecer, debía ser al fin mi parte, he hallado la
serenidad, la tranquilidad , la paz y hasta la
dicha, puesto que cada día de mi vida me recuer
da con gusto el de la vispera y no deseo más
sino que el día siguiente sea lo mismo .
¿De dónde procede esta diferencia? De una
sola cosa : de que he aprendido á soportar el yugo
de la necesidad sin desplegar los labios . Todavia
me esforzaba en aferrarme á mil cosas, y habién
doseme escapado todas ellas , reducido á mi solo ,
he recuperado , al cabo, mi natural asiento . Opri.
mido por todas partes , me mantengo en equilibrio,
porque ya no me aficiono á nada ni me apoyo
más que en mi mismo .
Cuando me levantaba con tanto ardor contra
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 157

la opinión , todavía llevaba su yugo sin apercibir


lo . Se quiere ser estimado de las gentes que uno
ostima , y mientras pude juzgar ventajosamente
á los hombres, ó por lo menos a algunos hombres ,
los juicios que pronunciaran sobre mí no podían
berme indiferentes . Veia que muchas veces los
juicios del público son equitativos , pero no veia
que esta misma equidad era efecto del azar ; que
las reglas sobre las cuales fundan los hombres
sus opiniones , no están sacadas más que de sus
pasiones o de sus prejuicios, natural consecuencia
de las mismas ; y que , hasta cuando juzgan bien ,
estos buenos juicios nacen aúo con frecuencia de
un mal principio, como sucede cuando fingen
honrar en algunos éxitos el mérito de un hombre ,
no por espíritu de justicia , sino por darse aire de
imparciales para calumniar á gusto al mismo
hombre en todas las demás cosas .
Pero cuando después de tan vanas y largas
pesquisas he visto a todos seguir sin excepción
en el más inicuo y absurdo sistema que el espíri .
tu infernal pudo descubrir ; cuando vi que , con
relación á mi persona, la razón había desapare
cido de todas las cabezas y la equidad de todos
los corazones ; cuando vi á una generación frené
tica entregarse por completo al ciego furor de sus
guías contra un infortunado que nunca hizo , ni
quiso, ni causó mal á nadie ; cuando , después de
158 JUAN JACOBO ROUSSEAU

haber buscado vanamente un hombre , tuve en


fin que apagar la linterna y gritar : « No lo hay » ,
entonces principié à verme solo sobre la tierra
y conocí que mis contemporáneos no eran para
mi más que seres mecánicos que obraban por
impulsión y cuya acción podia calcular única .
mente por las leyes del movimiento . Aunque
hubiera supuesto en sus almas cualquier intención
ó cualquier pasión , ninguna habría explicado
nunca su condueta para conmigo de un modo que
yo pudiera entender . De esta manera sus disposi .
ciones interiores dejaron de tener importancia
para mí . Ya no vi en ellos más que masas diferen
temente movidas y desprovistas en mi opinión
de toda moralidad .
En cuantos males nos acaecen miramos más la
intención que el efecto . Una teja que cae del te
cho puede herirnos más , pero no nos allige tanto
como una piedra lanzada intencionadamente por
una mano perversa . El golpe falla algunas veces ,
pero la intención siempre causa su herida . En los .
golpes de fortuna el dolor material es lo que me.
nos se siente , y cuando los desgraciados no saben
á quién culpar de sus malaventuras , culpan al
destino , que ellos personifican y al que dan ojos é
inteligencia para atormentarlos de propósito . De
esta manera , el jugador, despechado por sus pér
didas , se enfurece sin saber contra quién . Imagi
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 159

nase una buerte que se encarniza intencionada .


mente contra él para martirizarle , y alimentando
con esto su cólera , se anima y se inflama contra
el enemigo que él miemo se ha forjado . El hombre
sabio , que ve en cuantas calamidades le suceden
los golpes de la ciega vecesidad , no padece estas
agitaciones insensatas ; grita en su dolor , pero sin
arrebato y sin colera ; del mal , que le ha escogido
por su presa, sólo siente el daño material ; y los
golpes que recibe bieren su persona, pero ni uno
siquiera llega hasta su corazón .
Con ser mucho haber venido hasta aquí , toda
vía no es todo . Si se detiene , ha cortado el mal ,
pero ha dejado la raíz ; porque esta raíz no está
en los seres que nos son extraños ; está en non
otros mismos , y ahí es donde hay que trabajar
para arrancarla por completo . He aquí lo que ad
verti perfectamente en cuanto comencé à volver
en mi . Al mostrarme mi razón los absurdos de
cuantas explicaciones pretendia dar á lo que me
sucede, comprendi que desconociendo los instru
mentos , las causas y los medios de todo esto , no
debía concederles importancia ; que debía mirar
todos los detalles de mi destino como otros tantos
actos de una pura fatalidad donde no supondría ni
dirección , ni intención , ni causa moral ; que nece .
sariamente tenía que sometermo á ella sin razonar
y sin rebelarme , porque era inútil y que redu .
.

160 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ciéndose ya mi papèl sobre la tierra á considerar


me como un ser puramente pasivo , no debía gas
tar en resistir vanamente á mi destino las fuerzas
que me quedaban para soportarlo . Esto me decía
yo ; mi razón y mi corazón se mostraban confor.
mes , y sin embargo , este corazón murmuraba to
davía . ¿De dónde venía este murmullo? Lo busqué
y lo hallé : venía del amor propio que , después de
haberse indignado contra los hombres, aun se le .
vantaba contra la razón .
Este descubrimiento no era tan fácil de hacer
como pudiera creerse, porque un inocente perse
guido toma durante mucho tiempo por un puro
amor de justicia lo que no es más que el orgullo
de su insignificante personilla . Pero también , des
pués de conocido el verdadero manantial, fácil.
mente se puede agotar ó cambiar su curso . La
estimación de sí mismo es el mayor móvil de las
almas orgullosas . El amor propio, fértil en ilusio .
nes , se disfraza y se hace tomar por esta estima
ción; pero cuando al cabo el fraude se descubre y
el amor propio no puede esconderse, ya no hay
por qué temerlo, tanto si se le ahoga con trabajo
como si se le subyuga con facilidad .
Nunca tuve mucha inclinación al amor propio .
Pero esta ficticia pasión se había exaltado en el
mundo , y principalmente cuando fuí autor ; quizás
entonces tenía todavía menos que nadie, pero de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 161

todos modos , mi cantidad de amor propio era ex.


traordinaria . Las terribles lecciones recibidas lo
han reducido bien pronto á sus primeros límites;
principió por rebelarse contra la injusticia , pero
ha concluido por desdeñarla : replegándose sobre
mi alma, cortando las relaciones exteriores que lo
hacen exigente y renunciando á las comparacio .
nes y á las preferencias, se ha contentado con
que yo fuese bueno para mí mismo . Entonces ,
cambiándose en amor hacia mí , ha vuelto á entrar
en el orden de la Naturaleza y me ha librado del
yugo de la opinión ,
Desde tal momento he hallado la paz del alma
y casi casi la felicidad . En cualquier situación
que estemos , sólo por el amor propio somos cons
tantemente desgraciados . Cuando él se calla y la
razón habla, ella acaba por consolarnos de todos
los males que no pudimos evitar . Hasta los ani .
quila on tanto que no obran inmediatamente so .
bre nosotros ; porque entonces basta no ocuparse
de ellos para librarnos de sus más punzantes
heridas. Los males nada valen para quien no pien .
så en ellos . Las ofensas , las venganzas , los en .
tuertos, los ultrajes y las injusticias nada suponen
para quien no ve en los males que sufre más que
el mal mismo y no la intención , para quien no
hace depender su situación sino de su estimación
propia y nunca de la que los demás le conceden .
11
162 JUAN JACOBO ROUSSEAU

Contémplenme los hombres como me contemplen ,


no sabrían cambiar mi ser, y a pesar de su poder
y de sus sordas intrigas continuare siendo lo que
boy á despecho de ellos y de todo lo que hicieren .
Es verdad que sus disposiciones respecto á mi
influyen en la realidad de mi situación . La barre
ra que han puesto entre ellos y yo me quita todo
recurso de subsistencia y auxilio en mi vejez y en
mis necesidades . Ella me hace inútil hasta el di .
nero , puesto que no puede procurarme los servi .
cios que me son necesarios . No hay entre nosotros
ni relación , ni reciprocidad de socorros , ni corres
pondencia . Solo en medio de ellos , á mí mismo me
tengo por único recurso , y este recurso vale bien
poco á mi edad y en el estado en que me encuen
tro . Grandes son estos males , pero han perdido
toda su fuerza sobre mi desde que supe soportar
los sin irritarme . Los puntos en que la verdadera
necesidad se hace sentir , son siempre raros . La
previsión y la imaginación los multiplican , y esta
continuidad de sentimientos es la que nos inquieta
y nos hace desgraciados . En cuanto á mí , aun
sabiendo que sufriré mañana, me basta no sufrir
hoy para estar tranquilo . No me conmuevo por el
mal que preveo , sino solamente por el que expe .
rimento , y esto lo reduce á muy poca cosa . Solo ,
enfermo y abandonado en mi lecho, puedo morir
en él de indigencia, de frío y de hambre sin que
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 163

nadie se moleste . Pero ¿qué me importa , si yo


mismo no me molesto ni me conmuevo más que
los otros por mi destino , sea el que fuere? Nada
hay tan importanto , sobre todo á mi edad , como
haber aprendido á contemplar la vida y la muerte,
la enfermedad y la salud , la riqueza y la miseria ,
la gloria y la difamación con la misma indiferen .
cia . Los demás ancianos se inquietan por todo ; yo
no me inquieto por nada ; ocurra lo que ocurra ,
todo me es indiferente, y esta indiferencia no es la
obra de mi sabiduría , sino la de mis enemigos, lo
cual es una compensación de los males que me
cauean . Haciéndome insensible á la adversidad ,
me han hecho más bien que si me hubieran per .
donado sus golpes . No habiéndola sufrido , podia
temerla siempre , mientras que, subyugándola, ya
no la temo .
En medio de los reveses de mi vida , esta dis .
posición me entrega a la incuria de mi natural,
casi como si viviera en la más completa prosperi .
dad . Fuera de los cortos instantes en que la
presencia de los objetos me lleva a pensar en las
más dolorosas inquietudes , el resto del tiempo,
conducido por mis inclinaciones hacia los afectos
que me atraen , mi corazón se alimenta todavía de
los sentimientos para los que había nacido y gozo
con los seres imaginarios que los producen y que
los comparten , como si estos seres existieran real .
164 JUAN JACOBO ROUSSEAU

mente . Viven para mi, que los he creado , y no


tomo que me traicionen ni que me abandonen .
Ellos durarán tanto como mis mismas desgracias
y bastarán para hacerme que las olvide.
Todo me lleva hacia la vida dichosa y dulce
para la que naciera; paso las tres cuartas partes
de mi existencia bien ocupado con objetos instruc .
tivos y hasta agradables, a los que entrego con
delicia mi espíritu y mis sentidos ; bien con los
hijos de mis fantasías , que he creado según mi
corazón y con cuyas relaciones nutre sus senti .
mientos ; ó bien conmigo solo, contento de mi mis.
mo y lleno de la dicha que me es debida . En esto
el amor de mí mismo hace toda la obra y el amor
propio no entra en ella para nada . No sucede asi
en los tristes instantes que todavía paso en medio
de los hombres , convertido en juguete de sus trai.
doras caricias, de aus ampulosos é irrisorios cum .
plimientos y de su melosa malignidad . Considere
esto como lo considere , el amor propio hace en
tonces su juego . El odio y la animosidad que veo
en sus corazones a través de esta grosera envol .
tura , desgarran el mío de dolor , y la idea de ser
tomado tontamente por bobo añade aún á este
dolor un despecho muy pueril, fruto de un necio
amor propio , del que siento toda la estupidez , pero
sin poder domeñarla . Increibles son los esfuerzos
que he llevado á cabo para aguerrirme en estas
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 165

miradas insultantes y burlonas . Cien veces he


pasado por los paseos públicos y por los sitios más
frecuentados con el único desigoio de ejercitarme
en estas crueles luchas . Ni lo he conseguido ni he
adelantado un solo paso, y todos mis penosos ,
pero vanos esfuerzos , me han dejado como era
antes : pronto á turbarme , á afligirme y á indignar .
me con la menor ocasión .
Dominado por mis sentidos , nunca , a pesar de
todos mis afanes , he sabido resistir á sus impre.
siones, y en tanto que el objeto obra sobre ellos ,
mi corazón no cesa de ser afectado por él ; pero
estas pasajeras afecciones duran solamente lo que
la sensación que las causa . La presencia del hom .
bre odioso me conmueve violentamente ; pero en
cuanto él desaparece , la impresión acaba ; en de .
jando de verlo, ya no pienso más en él . Aunque
supiera que se va a ocupar de mi , yo no gabria
ocuparme de él . El mal , que no siento actualmen .
te, no me afecta en modo alguno ; el perseguidor
que no veo es nulo para mí . Conozco la ventaja
que esta posición da á los que disponen de mi
destino . ¡ Que dispongan de él á sus anchas ! Más
quiero que me atormenten sin resistirme , que
verme forzado á pensar en ellos para librarme
de sus golpes .
El único dolor de mi vida es esta acción de mis
sentidos sobre mi corazón . En los sitios en que no
166 JUAN JACOBO ROUSSEAU

veo á nadie, no pienso ya en mi destino . No lo


siento y , por lo tanto , no sufro . Estoy contento y
satisfecho sin diversión y sin obstáculo . Pero muy
rara vez escapo a cualquier malaventura, y cuan .
do menos lo pienso, un gesto , una siniestra mirada
que apercibo , una palabra envenenada que oigo,
un malvado que me encuentro , bastan para tras
tornarme . En semejante caso , todo lo que puedo
hacer es olvidar cuanto antes y huir . La turbación
de mi corazón desaparece con el objeto que la ha
causado , y en quedándome solo recobro la calma,
y si alguna cosa me inquieta, es el temor de vol .
ver á encontrarme en mi camino algún nuevo 2

motivo de dolor . Esta es mi única pena ; pero es


suficiente para alterar mi dicha . Vivo en medio de
París . Al salir de mi casa suspiro por el campo y
por la soledad ; pero hay que ir á buscarlos tan
lejos , que antes de poder respirar á gusto encuen .
tro á mi paso mil objetos que me oprimen el cora
zón , y la mitad de la jornada se emplea en an
gustias , hasta llegar al asilo á que me dirijo .
¡ Dichoso, por lo menos, cuando se me deja acabar
mi ruta ! El instante de escapar al cortejo de los
malos es delicioso ; y en cuanto me veo bajo los
árboles , en medio del campestre verdor, me pare.
co que estoy en el paraíso terrenal y saboreo un
interno placer tan vivo como si yo fuera el más
afortunado de todos los mortales .
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 167

Me acuerdo perfectamente de que , durante


mis cortas prosperidades , estos mismos solitarios
paseos, tan deliciosos hoy para mi, me parecían
insípidos y aburridos . Cuando me acontecia estar
en casa de alguno en el campo , la necesidad de
hacer ejercicio y de respirar á plenos pulmones
me obligaban á salir frecuentemente solo , y osca.
pándome como un ladrón , iba á pasearme al par
que ó al campo . Pero en vez de encontrar alli
la dichosa calma que hoy experimento, llevaba
conmigo la agitación de las vanas ideas que me
hablan ocupado en el salón y el recuerdo de la
compañía que había dejado en él . En la soledad,
los vapores del amor propio y el tumulto del
mundo empañaban á mis ojos la frescura de los
bosques y trastornaban la paz de su ameno retiro.
Aunque huyera al fondo de los bosques , una impor
tuna muchedumbre me seguía hasta allí por todas
partes y me ocultaba toda la Naturaleza . Para
encontrarla de nuevo con todos sus encantos he
tenido que desprenderme de todas las pasiones so
ciales y de su triste cortejo .
Convencido de la imposibilidad de contener
los primeros movimientos involuntarios , he termi.
nado de esforzarme por esto . A cada golpe dejo
que mi sangre hierva y que la cólera y la indig.
nación se apoderen de mis sentidos ; concedo á la
Naturaleza esta primora explosión que todas mis
168 JUAN JACOBO ROUSSEAU

fuerzas no podrían detener ni suspender . Solamente


trato de evitar sus consecuencias , antes que haya
producido efecto alguno . Los ojos chispeantes , el
fuego del rostro , el temblor de los miembros y las
sofocantes palpitaciones son cosas de nuestro
organismo , sobre las cuales nada puede el razo
namiento . Pero después de haber dado salida á
esta primera explosión de nuestro natural , puede
uno tornar á ser su propio dueño recobrando poco
á poco sus sentidos; es lo que he tratado de hacer
durante mucho tiempo sin éxito y lo que al cabo
he conseguido por fortuna para mí . Ahora, cesan.
do de emplear mi fuerza en una vana resisten
cia ,, aguardo el momento de vencer , y para ello
dejo obrar á mi razón , porque ella no me habla 1

sino cuando puede hacerse oir . ¡ Ay ! ¿Por qué 1

digo yo mi razón? Todavía haría mal en honrar .


la con este triunfo , del que ella apenas ha parti. 1

cipado ; todo procede igualmente de un tempera


mento versátil que un viento impetuoso agita,
pero que vuelve á la calma en cuanto el viento
no sopla . Mi natural ardiente es el que me agita;
mi natural ardiente es también el que me apaci.
gua , Cedo á todas las impulsiones presentes, todo
choque me imprime un movimiento vivo y corto;
tan pronto como falta el choque, el movimiento
Be acaba : nada que sea comunicado puede pro
longarse en mi , Los acaecimientos de la fortuna
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 169 1

y las maquinaciones de los hombres tienen poco


poder sobre un hombre así constituído . Para afec
tarme con penas duraderas sería necesario que
la impresión se renovara á cada momento , porque
los intervalos , por cortos que sean , bastan para
volverme á mí mismo . Yo soy lo que los hombres
quieren que sea mientras pueden obrar sobre mie
sentidos ; pero a la menor parada torno á ser lo
que la Naturaleza ha querido que fuera ; ocurra
lo que ocurra tal es mi estado más constante , y
por el cual, á despecho del destino , saboreo una
dicha para la que me creo formado . He descrito
esta situación en una de mis reflexiones; tanto
me conviene que sólo deseo que dure mucho y
que nada ni nadie venga á turbarla . De ninguna
manera me conmueve el mal que ya me han
hecho los hombres; sólo el temor del que pueden
hacerme en lo sucesivo es el único todavía capaz
de agitarme; pero seguro de que carecen de me
dios para afectarme con un sentimiento perma
nente , me río de todas sus tramas, y a pesar
suyo , gozo de mi mismo .
NOVENO PASEO

La dicha es un estado permanente que no pa .


rece hecho aquí abajo por el hombre . Todo está
sobre la tierra en un continuo movimiento , y por
esta causa nada puede tomar en ella una forma
constante . Todo cambia á nuestro alrededor . Nos .
otros mismos cambiamos y nadie está seguro de
amar mañana lo que ama hoy . Así, todos nuestros
proyectos de felicidad para esta vida son qui .
meras . Aprovechemos la satisfacción del espíritu
cuando se presenta ; evitemos perderla por culpa
nuestra ; pero no hagamos proyectos para encade .
narla , porque estos proyectos son candidas lo .
curas . He visto pocos hombres dichosos , acaso
ninguno ; pero he visto con frecuencia corazones
contentos, y de cuantos objetos han llamado mi
atención , éste es el que me ha dejado más satisfe .
cho de mí mismo . Creo que esto es una consecuen .
cia natural del poder de las sensaciones sobre mis
sentimientos internos . La dicha no tiene muestra
exterior : para conocerla habría que leer en el co .
172 JUAN JACOBO ROUSSEAU

razón del hombre dichoso ; pero la satisfacción se


leo en los ojos , en el aspecto , en el acento y en
el andar , y parece que se comunica á quien la
a percibe. ¿Hay más dulce deleite que contemplar
un pueblo entero entregado a la alegria en un dia
festivo y todos los corazones abiertos como otras
tantas flores á los expansivos rayos del placer
que pasa rápida, pero vivamente, a través de las
pubes de la vida? ...

Hace tres días M. P. vino con una extraordi .


naria diligencia á enseñarme el elogio de madame
Geoffrin por M , D. La lectura fue precedida de
largas y estrepitosas carcajadas por el ridículo
neologismo de esta obra y por los jocosos juegos
de palabras de que , según M. P. , estaba llena .
Comenzó á leer sin dejar de reir . Yo lo escuchaba
con una seriedad que lo calmó un poco , hasta que
al fin , viendo que po lo imitaba , dió por termina
das bus risas . El artículo más largo y más rebus .
cado de esta obra trataba de lo que Mad . Geof.
frin se complacia viendo a los niños y haciéndoles
charlar . El autor sacaba con razón de semejante
disposición una prueba de buen natural . Pero no
se detenía en esto y acusaba decididamente de
mal natural y de perversidad a los que no tenian
el mismo gusto, hasta el punto de decir que si se
interrogara á cuantos son conducidos al cadalso o
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 173

al potro , todos convendrían en que no habían


amado a los niños . En el lugar en que estaban ,
estas aserciones producían un singular efecto . Su .
poniendo verdad todo esto , dera aquella la ocasión
de afirmarlo y había que mancillar el elogio de
una estimable mujer con las imágenes del suplicio
y de los malhechores? Fácilmente comprendí el
motivo de esta villana afectación , y cuando M. P.
hubo terminado eu lectura , ensalzando lo que me
había parecido bien en el elogio, añadí que el au .
tor, al escribirlo , tenía su corazón más lleno de
odio que de amistad .
Al día siguiente , estando el tiempo hermoso ,
aunque algo frio , fuí á dar un paseo hasta la Es .
cuela militar , por donde esperaba encontrarme
musgos en plena floración ; encaminándome hacia
ella pensaba en la visita de la víspera y en el es .
crito de M. D. , donde , en mi opinión , aquel episo
dio de los niños había sido colocado intencionada .
mente . El solo hecho de traerme este libro , cuando
todo se me oculta, me confirmaba más en mi jui .
cio . Yo había confiado mis hijos á la caridad pú .
blica . Era lo bastante para haberme convertido
en un padre desnaturalizado , y de esto , extendien
do y acariciando tal idea , se había sacado poco á
poco la consecuencia evidente de que odiaba a los
niños ; al seguir con el pensamiento la cadena de
estas gradaciones , admiraba con qué maravilloso
174 JUAN JACOBO ROUSSEAU

arte la industria humana sabe cambiar lo blanco


en negro . Porque no creo que ningún hombre haya
gozado nunca tanto como yo viendo a los rapaci .
llos loquear y jugar juntos , y muchas veces , en la
calle y en los paseos , me detengo á contemplar sus
travesurillas y pequeños juegos con un interés
que nadie comparte conmigo . El mismo día en que
vino M , P. , una hora antes de su visita , había te .
nido la de dos niños de Soussoi , los hijos más jó
venes de mi huésped , de los cuales el mayor con
taría unos siete años . Habían venido a abrazarme
con tan buena voluntad , les había devuelto tan
tiernamente sus caricias que , a pesar de la dife .
rencia de edades , ellos parecieron muy complaci
dos de mi compañía , y por lo que a mi se refiere,
estaba loco de contento al ver que mi vieja figura
no los había asustado ; basta el más pequeño se me
acercaba de tan buena gana que, más niño que
ellos , ya me sentia aficionado preferentemente á
él y lo vi partir con tanta pena como si hubiera .
sido mio .
Comprendo que el reproche de haber confiado
mis hijos a la caridad pública ha degenerado fá .
cilmente , con un ligero cambio , en el de ser un
padre desnaturalizado y en el de odiar a los niños ,
Sin embargo , el temor de un destino mil veces
peor para ellos y casi inevitable por otro camino ,
es seguramente lo que más me ha determinado á
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 175

dar este paso . Indiferente sobre su porvenir é im


posibilitado para educarlos yo mismo , hubiera
sido necesario, en mi situación , dejarlos educar
por su madre , que los habría maleado , y por su
familia , que los habría convertido en monstruos .
Tiemblo todavía de pensarlo . Lo que Mahoma hizo
de Seide sería nada comparado con lo que en mi
creencia hubieran hecho de ellos , y las redes que
después se me han tendido me confirman que ya
estaba preparado todo el proyecto . Verdadera
mente, entonces no preveia en modo alguno sue
atroces tramas ; pero sabía que la educación me.
nos peligrosa para ellos era la de los hospicianos ,
y por eso los confié à la caridad pública. Si de
nuevo tuviera que hacerlo , lo haría aun vacilando
menos que antaño , y conozco bien que ningún pa
dre es más tierno que yo lo habría sido para ellos,
á poco que la costumbre hubiera ayudado a la
Naturaleza .
Si algo he progresado en el conocimiento del
corazón humano , este conocimiento se lo debo al
placer que tenía viendo y observando a los niños .
En mi juventud este mismo placer ha sido una
especie de obstáculo , porque jugaba con los pe
queñuelos tan alegremente y con tan buena gana ,
que apenas me cuidaba de estudiarlos . Pero cuan
do al envejecer he visto que mi caduca figura los
inquietaba, me he abstenido de importunarlos ; he
176 JUAN JACOBO ROUSSEAU

preferido privarme de un placer antes que turbar


au gozo , y contento entonces con mirar sus juegos
y sus baladies manejos , he hallado la compensa
ción de mi sacrificio en las luces que estas obser .
vaciones me han hecho adquirir sobre los primeros
y verdaderos movimientos de la Naturaleza , de
los que todos nuestros sabios no conocen nada .
En mis escritos he consignado la prueba de que
me había ocupado de esta indagación muy cuida .
dosamente para no haberla hecho con gusto , y
seria, con seguridad, la cosa más increible del
mundo , que la Eloisa y el Emilio fuesen la obra de
un hombre que no amara á los niños .
Nunca tuve presencia de espíritu ni facilidad
de hablar ; pero después de mis desgracias , mi
cabeza y mi lengua están más torpes cada dia .
La idea y la palabra propia se me escapan del
mismo modo, y nada exige mayor discernimiento
y una elección de expresiones más justas que las
conversaciones que se tienen con los niños. Lo
que todavía aumenta en mi este obstáculo es la
atención de los oyentes, las interpretaciones y el
peso que conceden á cuanto proviene de un hom
bre que , habiendo escrito expresamente para los
niños, se supone que no debe hablarles sino por
oráculos .
Esta extrema dificultad y la ineptitud que en
mi siento, me trastornan y me desconciertan de
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 177

tal manera, que me hallaría más á gusto delante


de un monarca de Asia que delante de un bebé á
quien hay que obligar á que charle.
Otro inconveniente me mantiene ahora aparta .
do de ellos, y á partir de mis desventuras , los veo
siempre con el mismo placer, pero no tengo ya
la misma familiaridad . Los niños no aman la ve.
jez . El aspecto de la Naturaleza desfalleciente es
horrible á sus ojos . Su repugnancia , notada por
mí , me martiriza, y prefiero dejar de acariciarlos
si los he de molestar o disgustar con mis propósitos .
Este motivo, que sólo obra sobre las almas verda.
deramente amantes, nada significa para nuestros
doctores y doctoras . Madame Geoffrin se cuidaba
muy poco de que los niños estuvieran contentos
con ella si ella lo estaba con ellos . Pero para mí
este placer es peor que si no experimentase nin
guno ; él es negativo cuando no es compartido,
y yo ni por mi situación ni por mi edad puedo
esperar que el corazoncito de un niño palpite
al unísono del mio . Si esto me ocurriera todavía,
tal placer , hecho ya muy raro , seria más vivo
para mí . Bien lo advertí la otra mañana al aca
riciar a los pequeñuelos de Soussoi, no solamente
porque la niñera que los acompañaba no me im .
ponia, ni mo hacía sentir en su presencia la nece
sidad de escucharme á mí mismo, sino porque el
aire jovial con que ellos me abordaron no los
12
178 JOAN JACOBO ROUSSEAU

abandonó mientras duró la visita, ni se aburrie


ron, ni se enfadaron conmigo .
¡ Ay ! Si gozara todavía algunos momentos de
puras caricias que viniesen del corazón , aunque
sólo fueran de un niño vestido aún con falditas,
si pudiera ver todavía en algunos ojos la alegría .
y la satisfacción de estar en mi compañía , ide
cuántos malos y de cuántas penas me compense ,
rian estas cortas , pero dulces efusiones de mi
corazón ! ¡ Ah ! No estaria obligado á buscar entre
los animales la mirada de benevolencia que , en
lo sucesivo , no hallaré entre los humanos. Puedo
juzgar de esto por escasos ejemplos, siempre que
ridos para mi recuerdo . He aquí uno que , on
cualquier otra situación, casi lo habría olvidado
y que , por la impresión hecha sobre mi, pinta
bien á las claras toda mi miseria .
Hace dos años que , habiéndome ido á pasear
al lado de la nueva Francia, fui aun más lejos de
ella ; después, tirando hacia la izquierda y que .
riendo volver alrededor de Montmartre, atravesé
la aldea de Clignancourt . Andaba distraído y
sofiando sin mirar en torno mío, cuando de repen
te sentí que me agarraban las piernas . Miro y
veo un niño de cinco á seis años que abrazaba
mis rodillas con toda su fuerza , contemplandome
con un aire tan familiar y acariciador, que mis
entrañas se conmovieron . Pensaba entonces : « Asf
1

REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 179

me hubieran tratado mis hijos, » Tomé al niño en


mis brazos, lo bebé muchas veces en una especie
de transporte, y luego continué mi camino . Al
andar sentia que me faltaba alguna cosa . Una
naciente necesidad me conducia de nuevo sobre
mis pasos . Me reprochaba por haber abandonado
tan bruscamente á este niño ; creia ver en su
acción , sin causa aparente, una suerte de inspi
ración que no había que desdefiar. En fin , cedien
do à la tentación, desando lo andado , corro hacia
el niño , lo abrazo por segunda vez y le regalo
unas monedas para que comprara panecillos de
Nanterre, puesto que el vendedor pasaba casual
mente á nuestro lado ; principié à obligarle a
charlotear, le pregunté quién era su padre, y él
me indicó a un hombre que ataba unos toneles ;
estaba pronto a dejar al niño para ir á saludarle,
cuando vi que se me adelantó un hombre de mal
aspecto , que me pareció ser una de estas moscas
que siempre están pegadas á mis calzas. Mientras
este hombre le hablaba al oído , noté que las mira
das del tonelero se fijaban atentamente en mi con
un aire que no tenía nada de amistoso . Esto me
oprimió al instante el corazón y abandoné al
padre y al hijo con más presteza de la que , había
empleado en volver sobre mis pasos , pero con un
trastorno menos agradable que cambió todas mis
disposiciones. Sin embargo las he sentido renacer
1

180 JUAN JACOBO ROUSSEAU

muchas veces; frecuentemente he vuelto á pasar


por Clignancourt con la esperanza de ver otra
vez á aquel niño, pero no he visto más ni á él
ni á su padre, y de este encuentro no me ha que .
dado sino un recuerdo bastante vivo , mezclado
siempre de dulzura y de tristeza , como cuantas
emociones llegan todavía de vez en cuando hasta
mi corazón .
Hay compensación para todo : si mis placeres
son raros y cortos, los saboreo también porque
vienen más vivamente que si me fueran familia. 1
res ; los rumio, por decirlo así , mediante frecuen
tes recuerdos, y por raros que sean , si fueran
puros y sin mezcla, seria acaso más dichoso que
on la prosperidad . En la extrema miseria, con
muy poco se considera uno rico . Un mendigo que
encuentra un escudo se conmueve más que un
rico que se encontrara una bolsa de oro . Seria
cona de risa si se viera la impresión que hacen
en mi alma los menores placeres de esta especie
que puedo ocultar á la vigilancia de mis perse
guidores . Uno de los más dulces se me ofreció
hace cuatro o cinco años , y siempre que lo recuer
do me siento encantado de gusto por haberlo apro
vechado tan bien ,
Un domingo mi mujer y yo habíamos ido á co .
merá la puerta Maillot. Después de la comi.
da atravesamos el bosque de Boulogne hasta la
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 181

Muette . Allí nos sentamos a la sombra, sobre la


hierba, esperando que el sol estuviera bajo para
volvernos en seguida despaciosamente por Passy .
Una veintena de muchachitas conducidas por una
especie de religiosa vinieron , las unas á sentarse
y las otras á juguetear, bastante cerca de nos .
otros . Durante sus juegos acertó á pasar por allí
un barquillero con su caja y su rueda, on busca de
parroquia . Noté que las muchachitas deseaban
vivamente los barquillos, y dos ó tres de entre
ellas que, al parecer, poseían algunas monedas ,
solicitaron permiso para jugar .
Mientras el aya dudaba y disputaba , llamé al
barquillero y le dije : «Haz que tiren todas estas
señoritas, cada una á su vez, y yo te pagaré el im .
porte. » Semejantes palabras causaron entre ellas
tan grande alegría , que por sí sola bastara para
más que pagar mi bolsa, cuando la hubiera em
pleado toda en esto .
Como vi que se apresuraban con una poca
confusión , con el consentimiento del aya , las hice
alinearse todas á un lado y después pasar al lado
contrario , la una tras la otra, à medida que ha.
bian tirado . Aunque no hubiera ningún número
en blanco y aunque por lo menos tocase un bar.
quillo á cada una de las que no sacaran pada , á
fin de hacer todavía más alegre la fiesta , dije en
secreto al barquillero que usara de toda su mafia
182 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ordinaria en sentido contrario haciendo caer tan .


tos buenos lotes como pudiera , todo por mi cuenta .
Gracias a esta previsión hubo casi un centenar de
barquillos distribuídos, por más que las mucha .
chas no tirasen más que una vez cada una . Sobre
este particular ful inexorable , no queriendo ni fa
vorecor los abusos ni señalar preferencias que
producirían disgustos . Mi mujer insinuó á las que
tenían buenos lotes que dieran parte de ellos á sus
compañeras ; por este medio el reparto resultó casi
igual y la alegría más general y más grande .
A su vez supliqué à la religiosa que tirase,
temiendo que rechazara desdefiosamente mi ofer
ta ; ella la aceptó cou muy buena gracia, tiró como
las pensionarias y cogió lo que le tocó sin remilgo
alguno . La seguí con un agrado infinito , y encon .
tré en esto una especie de cortesia que me gustó
mucho y que bien vale, según creo , por la de las
mojigatas . Durante toda esta operación hubo dis
gustos que se llevaron delante de mi tribunal , y
estas muchachitas, al venir á defender sucesiva .
mente su causa, me dieron ocasión de advertir
que, si bien ninguna era linda , la gentileza de
muchas de ellas hacia olvidar eu fealdad .
Al fin nos despedimos muy contentos los unos
de los otros, y aquella tarde , entre todas las de
mi vida, es la que recuerdo con mayor satisfac.
ción . Aparte de esto , la fiesta no fué ruinosa. Por
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 183

treinta sueldos hubo más de cion escudos de satis


facción ; tan verdad es que el placer no se mide
por el gasto y que la alegria es más amiga del
cobre que del oro . He vuelto muchas veces al
miamo sitio y á la misma hora esperando todavía
encontrar alli á la pequeña tropa; pero no me ha
ocurrido más hallarla .
Esto me recuerda otra diversión casi de la
misma especie, cuyo recuerdo data de fecha más
lejana . Era en el malaventurado tiempo en que ,
hilvanado entre los ricos y los literatos , estaba
algunas veces forzado á tomar parte en sus tris .
tes placeres. Me encontraba en la Chevrette, en la
fiesta del dueño de la casa; toda su familia se ha .
bía reunido para celebrarla y todo el boato de los
placeres retumbantes fué puesto á contribución
para este efecto . Espectáculos, festines, fuegos
artificiales, nada se economizó . No había tiempo
ni siquiera de tomar aliento, y uno se aturdía en
lugar de divertirse . Después de la comida se fué
á tomar el aire á una avenida, en la que había
una especie de feria . Se bailo ; los señores se dig
naron danzar con las aldeanas; pero las damas
guardaron su dignidad . Se vendían allí panes de
especias . Á un joven de la compañía se le ocurrió
comprarlos para lanzarlos, uno tras otro, en me
dio de la muchedumbre , y tanto agradó ver á to .
dos aquellos rústicos precipitarse , golpearse y
184 JUAN JACOBO ROUSSEAU

derribarse por atraparlos , que todo el mundo quiso


darse el mismo gusto . Y hete allí panes de espe
cias volando de derecha å izquierda y mozas y
mozos corriendo, amontonándose y estropeándose ;
esta escena resultaba encantadora para todos . Yo,
por mala vergüenza , hice lo que los demás , aun .
que por dentro no me divirtiera tanto como ellos ..
Pero cansado bien pronto de vaciar mi bolsa para
hacer aplastar a la gente, dejé allá á la buena
compañía y fui a pasearme solo por la feria . La
variedad de los objetos me distrajo durante mucho
tiempo . Apercibí , entre otros, cinco ó seis saboy& .
nos alrededor de una muchachita que tenía aún
Bobre su bandeja una docena do ruines manza.
nas que de bonísima gana habría querido vender .
Por su parte, los saboyanos, con la misma bonisi .
ma gana, se las habrían comprado ; pero no tenían
más que dos o tres monedas para todos y con ellas
no podían abrir gran brecha en las manzanas .
Esta bandeja era para ellos el jardin de las Hes.
pérides y la muchachita era el dragón que las
guardaba . Esta comedia me distrajo un buen rato ,
hasta que al fin hice el desenlace, pagando las
manzanas a la muchachita y haciéndoselas repar
tir á los mozuelos . Entonces goce de uno de los
espectáculos que pueden ufanar el corazón del
hombre : el de ver extenderse á mi alrededor la
alegría unida a la inocencia de la edad . Porque
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 185

los mismos espectadores, viéndola, la compartie


ron , y yo , que compartía á tan poca costa esta
alegría , tenía además la de sentir que toda era
obra mia ..
Comparando esta diversión con las que acaba.
ba de abandonar, noté con satisfacción la diferen
cia que hay de los gustos sanos y los placeres
naturales á los que la opulencia hace nacer y que
sólo son placeres de burla y gustos egoistas on
gendrados por el menosprecio . Porque, ¿qué espe.
cie de placer podia tomarse en ver rebaños de
hombres envilecidos por la miseria, amontonarse,
ahogarse y estropearse brutalmente por arreba.
tarse con avidez algunos trozos de pan de espe
cias pisoteados y cubiertos de lodo?
Por mi parte, cuando he reflexionado bien 80
bre la voluptuosidad que experimentaba en estas
ocasiones , he hallado que ella consistía menos en
un sentimiento de beneficencia que en el placer de
contemplar rostros satisfechos . Este aspecto tiene
para mí un encanto , que aunque penetre hasta mi
corazón, parece pertenecer únicamente á la sen
sación . Si no veo la satisfacción que causo , aun
estando seguro de ella no gozaría más que la
mitad . Hasta es para mí un placer desinteresado
que no depende de la parte que pueda tener en él ,
porque en las fiestas populares el de ver rostros
alegres me ha atraido siempre vivamente . Sin
186 JUAN JACOBO ROUSSEAU

ombargo , esta esperanza ha sido defraudada mu 1


chas veces en Francia , donde esta nación, que se
cree tan alegre, muestra poco esta alegría en sus
juegos . Con frecuencia iba hace ya tiempo a los
ventorros para ver bailar al pueblo; pero sus
bailes eran tan chabacanos y su aspecto tan do .
liente y tan desmañado, que salía de allí más tris.
te que alegre . Pero en Ginebra y en Suiza , donde
la risa no se evapora continuamente en locas ma .
licias, todo respira en las fiestas satisfacción y
alegria . La miseria no lleva á ellas su horrible
aspecto ; el fausto tampoco muestra su insolencia .
El bienestar, la fraternidad y la concordia dispo .
non los corazones á la efusión y muchas veces,
en los transportes de una inocente alegria , los dos.
conocidos se abordan , se abrazan y se invitan á
gozar de común acuerdo de los placeres del día.
Yo mismo , para disfrutar de estas amables fiestas,
no tengo necesidad de estar en ellas. Me basta
verlas para compartirlas, y entre tantos rostros
alegres , estoy segurisimo de que no hay un cora
zón más alegre que el mío .
Aunque esto no sea sino un placer de sensa
ción , hay ciertamente una causa moral , y la prue .
ba es que este mismo aspecto, en lugar de ufanar .
me y de agradarme, puede desgarrarme de dolor
y de indignación cuando sé que estos signos de
placer y de alegria sobre los rostros de los malva
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 187

dos no son más que señales de que su malignidad


está satisfecha. La alegria inocente es la única
cuyos signos satisfacen mi corazón . Los de la
cruel y burlona alegría , aunque nada tenga que
ver conmigo lo martirizan y lo afligen . Sin duda
estos signos, partiendo de principios tan diferen .
tos , no podrían ser exactamente los mismos; pero,
al fin y al cabo, son igualmente signos de alegria
y sus diferencias sensibles no son con seguridad
proporcionadas a las de los movimientos que ex.
citan en mi .
Los de dolor y de pena me son todavía más
sensibles , hasta el punto de que me es imposible
soportarlos sin ser agitado yo mismo con emocio .
nos aun más vivas que las que ellos representan .
La imaginación, reforzando la sensación, me iden.
tifica con el ser que sufre y me causa muchas
veces mayor angustia de la que él mismo siente .
Un rostro descontento es un espectáculo que to
davía no puedo resistir, principalmente si tengo
motivos para pensar que este descontento se refie
re á mí . No acertaría á decir los escudos que me
ha costado el aire gruñón y torpe de los domésti .
cos que sirven arrugando el entrecejo, cuando en
otros tiempos cometía la estupidez de dejarme
llevar á ciertas casas, en las que los criados me
hicieron pagar siempre muy cara la hospitalidad
de los amos . Muy afectado por los objetos sensi
188 JUAN JACOBO ROUSSEAU

bles, y sobre todo por los que indican placeró


pena y buena voluntad o aversión , me dejo arras .
trar por estas impresiones exteriores, sin poder
librarme nunca de ellas más que por la retirada .
Un signo, un gesto, la mirada de un desconocido
basta para trastornar mis placeres ó para calmar
mis penas . No me pertenezco sino cuando estoy
solo ; fuera de este caso , soy juguete de cuantos.
me rodean ,
Hace tiempo que no veía en todos los ojos
más que benevolencia ó indiferencia en los que no
me conocían , y vivía con gusto en el mundo ; pero
hoy que muestran tanto interés por señalar mi
rostro al pueblo como por disfrazar mi natural ,
no puedo poner el pie en la calle sin encontrar .
me rodeado de objetos aflictivos . Me apresuro á
ganar el campo á grandes pasos, y en cuanto veo
su verdor comienzo á respirar . ¿Hay que mara .
villarse porque ame la soledad? No advierto más
que animosidad en los rostros de los hombres y la
Naturaleza me ríe siempre .
Sin embargo, hay que confesar que todavía
siento placer en vivir entre los hombres mientras
no saben quién soy . Pero es un placer que apenas
se me permite . Hace algunos años aun gustaba
de atravesar las aldeas y de contemplar á los la
bradores por la mañana preparando sus trillos y
á las mujeres sentadas á las puertas con sus hi
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 189

jos. Esta contemplación tenia un no sé qué que


conmovia mi corazón . Algunas veces , sin mira .
miento alguno, me paraba á observar los peque .
dos manejos de aquellas buenas gentes y me sor .
prendia suspirando sin saber por qué . Ignoro si,
al verme sensible á este placer baladi , han querido
todavía quitármelo ; pero así me fuerzan á creerlo
el cambio que apercibo sobre las fisonomías de los
que me encuentro al paso y el aire con que me
miran . La misma cosa , y de una manera aun más
notable , me ha sucedido en los Inválidos . Este
hermoso establecimiento me ha interesado siem.
pre . Nunca veo sin enternecimiento ni venerą.
ción estos grupos de buenos viejos que , como los
de Lacedemonia , pueden decir :
Jóvenes fuimos en tiempos
y valientes y atrevidos.

Uno de mis paseos favoritos era alrededor de


la Escuela Militar y encontraba con placer aqui
y allá algunos inválidos que, habiendo conservado
la antigua probidad militar, me saludaban al paso.
Este saludo , que mi corazón les devolvía centu
plicado, me satisfacía y aumentaba el placer que
tenía al verlos . Como no sé ocultar nada de lo
que me conmueve , hablaba con frecuencia de los
inválidos y de lo deliciosamente que me afectaba
su conducta . No fué necesario más . Al cabo de
190 JUAN JACOBO ROUSSEAU

algún tiempo advertí que no era para ellos un


desconocido , o mejor dicho, que ya me conocían
demasiado , puesto que me miraban como los de
más . Se acabó la probidad ; se concluyeron los
saludos . Un aire repelente y una mirada feroz
habían sucedido á su primera urbanidad . La anti
gua franqueza de su oficio , no permitiéndoles, co .
mo á los otros , cubrir su animosidad con una más .
cara burlona y traidora, hace que me muestren
abiertamente un odio violento, y tan grande es mi
miseria , que me veo forzado á distinguir con mi
estimación a los que , por lo menos, me disfrazan
su furor .
Desde entonces me paseo más á disgusto por
el lado de los inválidos ; sin embargo, como mis
sentimientos hacia ellos no dependen de los suyos.
hacia mi, siempre veo con respeto é interés á
estos antiguos defensores de su patria ; pero me es
muy duro ver qué mal pagan por su parte la
justicia que les hago . Cuando casualmente hallo
alguno libre de las comunes instrucciones ó que,
por desconocer mi figura , no me demuestra nin
guna aversión , el honrado saludo de éste sólo
me compensa del avinagrado porte de todos los
demás . Los olvido para ocuparme de él y me
imagino que tiene un alma como la mia, impene .
trable para el odio . Todavia goce de este placer
el año pasado al embarcarme para ir de paseo &
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 191

la isla de los Cisnes . Un pobre inválido anciano


aguardaba compañía en un barco para pasar al
otro lado . Me presenté yo y di al barquero la
orden de partir . El agua estaba turbulenta y la
travesía fué larga . Casi no me atrevia á dirigir
la palabra al inválido por miedo á ser maltratado
y despreciado como de ordinario ; pero su aire
honrado me inspiró confianza . Charlamos . Me
pareció un hombre sensato y de buena educa
ción . Su tono franco y afable me dejó sorprendido
y encantado . No estaba yo acostumbrado á tan
to favor . Mi sorpresa terminó cuando supe que
acababa de llegar de provincias . Comprendí que
aun no le habían indicado mi figura ni dado las
usuales instrucciones. Me aproveché de mi incóg
nito para charlar un poco con un hombre , y por
la dulzura que experimenté conocí como la rare .
za de los más comunes placeres es capaz de
aumentar su importancia . Al salir del barco , el
inválido preparo sus dos pobres monedas. Yo
pagué el pasaje de los dos y le supliqué que las
guardara, temblando por si se negaba á ello . No
Bucedió asi ; al contrario, pareció sensible á mi
atención y todavía más á la que tuve después,
porque, como él era más viejo que yo , le ayudé
á salir del barco . ¿ Quién creerá que fui bastante
niño para llorar de satisfacción ? Ardia en deseos
de ponerle en la mano una moneda de venticua .
192 JUAN JACOBO ROUSSEAU

tro sueldos para que comprase tabaco; pero no


me atrevi . La misma vergüenza que me contuvo
entonces me ha impedido con frecuencia realizar
buenas acciones que me habrían colmado de ale
gría y de las que me he abstenido deplorando mi
imbecilidad . Esta vez , después de haber abando.
nado á mi viejo inválido, me consolé en segui .
da al pensar que había obrado, por decirlo así,
contra mis propios principios mezclando á las
cosas honradas un precio de dinero que degrada
su nobleza y mancha su desinterés. Hay que
apresurarse á socorrer a los que tienen necesidad ;
pero en las relaciones ordinarias de la vida, deje
mos que la bondad natural y la urbanidad desem
peñen separadamente su cometido, sin que jamás
nada venal ni mercantil oso aproximarse á un
manantial tan puro para corromperlo ó para
alterarlo. Refiérese que en Holanda el pueblo
hace que le paguen por decir la hora que os y
por enseñar el camino . Muy despreciable debe
ser el pueblo que asi trafica con los más sencillos
deberes de humanidad .
He notado que solamente en Europa se vende
la hospitalidad . En toda el Asia dan gratuitamen
te habitación á quien la ha menester. Comprendo
que en ella no se encontrarán todas las comodi
dades; pero, ¿no significa nada el decirse : «Soy
hombre, y como á tal hombre mis semejantes mo
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 193

reciben bajo su techo ? La humanidad pura es la


que me sirve la comida . Cuando el corazón es
mejor tratado que el cuerpo , las pequeñas priva.
ciones se sufren ain trabajo .

13
1
DÉCIMO PASEO

Hoy , dla de Pascua florida , hace precisamente


cincuenta años que conocí por primera vez á ma .
dame de Warens . Entonces ella, habiendo nacido
con su siglo , tenía veintiocho años . Yo apenas
contaba diez y siete , y mi paciente temperamento ,
todavía desconocido para mi , comunicaba un nue .
vo ardor å un corazón naturalmente lleno de vida .
Si no era pasmoso que ella se mostrara benévola
hacia un joven vivo , pero dulce y modesto , y de
una figura bastante agradable, aun era menos
pasmoso que una mujer encantadora, llena de in
genio y de hechizos , me inspirara, junto con el
reconocimiento, sentimientos más tiernos que yo
no distingula . Pero lo que es menos ordinario es
que este primer momento decidió de mi para toda
la vida y produjo por un inevitable encadena .
miento el destino del resto de mis días . Mi alma ,
cuyas más preciosas facultades no habían sido
desenvueltas por mis órganos, no tenía todavía
ninguna forma determinada . Ella esperaba con
196 JUAN JACOBO ROUSSEAU

una especie de impaciencia el momento que debía


dársela, y semejante momento , acelerado por este
encuentro , no vino á pesar de todo tan ligero ; y
en la sencillez de costumbres que la educación
me había dado, vi durante mucho tiempo prolon.
garse para mi ese estado , tan delicioso como rá .
pido, en que el amor y la inocencia habitan el
mismo corazón . Ella me había alejado de su per .
sona . Todo mo atraía hacia ella . Hubo que volver
alli . Este retorno fijó mi destino , y aun mucho
antes de poseerla no vivía más que en ella y por
ella . ¡ Ah ! ¡Si yo hubiera bastado á su corazón
como ella bastaba al mio ! ¡ Qué apacibles y ven .
turosos días hubiésemos pasado juntos ! Claro está
que los pasamos ; pero ¡ cuán cortos y rápidos se
deslizaron y qué destino los ha seguido ! ... No hay
día en que no me acuerde de este único y corto
tiempo de mi vida , en que yo fui yo plenamente ,
sin mezcla y sin obstáculo y durante el cual puedo
afirmar verdaderamente que he vivido . Estoy casi
en disposición de decir lo que aquel prefecto del
pretorio que, caído en desgracia con Vespasiano ,
se fué al campo para acabar apaciblemente sus
dias : He pasado setenta años sobre la tierra y no
he vivido más que siete . Sin este corto, pero pre .
cioso espacio , acaso hubiera permanecido incierto
sobre mí , porque en todo el resto de mi vida , fácil
y sin resistencia , he sido totalmente agitado, sa
REFLEXIONES DE UN PASEANTE SOLITARIO 197

cudido y estirazado por las pasiones de otro , que


casi pasivo en una vida tan tempestuosa , me cos .
taria trabajo poner en claro lo que hay mio en
mi propia conducta . Tanto ha pesado constante . •
mente sobre mi la dura necesidad ! ... Pero du .
rante este pequeño número de años , amado de una
mujer llena de complacencia y de dulzura, hice
lo que quería hacer y fui lo que queria ser ; y
por el empleo que di á mi tiempo, ayudado por
Bus lecciones y por su ejemplo , supe dar á mi
alma, todavía sencilla y nueva , la forma que le
convenía más, y que ella ha conservado siempre.
El gusto de la soledad y de la contemplación na :
ció en mi corazón con los sentimientos expansivos
y tiernos hechos para ser su alimento . El tumulto
y el ruido los oprimen y los sofocan ; la calma y
la paz los reaniman y los exaltan . Tengo necesi .
dad de recogerme en mí mismo para amar . Ioduje
á mamá á vivir en el campo . Una casa aislada ,
en la pendiente de un valle , fué nuestro asilo y allí ,
en el espacio de cuatro ó cinco años, he gozado
de un siglo de vida y de una dicha pura y plena
que cubre con su encanto todo lo que mi suerte
presente tiene de horripilante . Sentía necesidad
de una amiga segúo mi corazón , y la poseía . Había
deseado el campo , y lo había obtenido . No podí
Bufrir la sujeción , y era perfectamente libre y me .
jor que libre, porque, sujeto sólo por mis afeccio .
198 JUAN JACOBO ROUSSEAU

nes, no hacía más que lo que quería hacer . Todo


mi tiempo estaba lleno de cuidados afectuosos y
de ocupaciones campestres . No deseaba sino la
continuación de un estado tan dulce ; mi única pe .
na era el temor de que no durage mucho tiempo , y
este temor , nacido de lo difícil de nuestra situa .
ción , no carecía de fundamento . A partir de
entonces dime á pensar, aun en medio de mis di .
versiones , en esta inquietud y en los recursos ne
cesarios para prevenir sus efectos . Creí que una
provisión de talento era el recurso más seguro
contra la miseria y resolvi emplear mis ocios en
ponerme , si era posible , en disposición de devol .
ver un día á la mejor de las mujeres el auxilio que
de ella había recibido ...

FIN
ARS
a
W
INDICE

Págs .

PRIMER PASEO . . 7
SEGUNDO PASEO .. 21
TERCER PASEO . . 37
CUARTO PASEO. 61

QUINTO PASEO . 89
SEXTO PASEO .. 107
SÉPTIMO PASEO.. . 125
OOTAVO PASEO . . . . 151
NOVENO PASEO . . 171
DÉCIMO PASEO . 195
>
Biblloteca de Catalunya

४.

1204
DIPUTACIÓ DE BARCELONA
Biblioteca de Catalunya

2
Reg.5105१3५
BIBLIOTECA DE १४५
1001958
Rou.Rodi
RE

UN

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