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para las diapositivas
Clase del prof. Héctor López
Diapo 1
Retomando la metáfora que usó el Dr. Alberto Rosa en su clase, podemos
imaginar a los cromosomas como 46 volúmenes (libros) en los que están
escritas todas las instrucciones para la síntesis (fabricación) de todas las
proteínas de un organismo. Estas instrucciones son el código genético. De
los 46 volúmenes, 23 proceden de la madre, y los otros 23 del padre. Ver
“Fundamentos de genética” en las páginas 37‐45 del libro de Pinel. En esta
metáfora, los genes son las instrucciones escritas que aparecen en las
páginas de los libros.
En la diapositiva, vemos también una foto de los cromosomas reales
(obtenidos durante la metafase de la mitosis), tal como se ven con un
microscopio, dispuestos de forma ordenada: el cariotipo (humano en este
caso). Gracias a ciertas técnicas de tinción, se puede determinar en los
cromosomas un patrón de bandas claras y oscuras. Los patrones de bandas
son similares en cromosomas homólogos (los que forman un par). Esto,
más las diferencias de su tamaño, es lo que permite agruparlos de manera
ordenada para formar un cariotipo. (Cariotipo: presentación de los
cromosomas de una célula, dispuestos en pares en función de su tamaño y
el patrón de bandas y de acuerdo con una clasificación estándar.). No se
comprende del todo el mecanismo de formación de estas bandas, pero
están relacionadas con propiedades moleculares del ADN. Nota: no hay
una relación “uno‐a‐uno” entre bandas y genes. En los cromosomas
humanos, cada banda tiene varios genes (el número promedio varía entre
10‐20 aproximadamente; ver p. ej., Terrence S. Furey y David Haussler,
Human Molecular Genetics, 2003, Vol. 12, No. 9).
El esquema en el sector inferior derecho de la diapositiva representa un
cromosoma (según su apariencia en metafase). Cada cromosoma tiene dos
brazos, separados por el centrómero. El brazo largo se denomina “q” (por
“queue”) y el corto “p” (por “petit”); la convención es presentar los
cromosomas con el brazo corto hacia arriba. Las bandas correspondientes
a cada brazo se denominan q1, a2, q3, o p1, p2, p3, etc., contando a partir
del centrómero. A mayor resolución, se distinguen sub‐bandas (ej. q11,
q12, q13, etc.), y todavía a mayor resolución sub‐sub‐bandas (q11.1, q11.2,
etc.). Ejemplo del uso de bandas para informar la localización de un gen en
un cromosoma: el gen que codifica la proteína CFTR en humanos, se
encuentra en la localización 7q31.2, que significa: cromosoma 7, brazo
largo (q) de ese cromosoma 7, en las banda/sub‐bandas 31.2. Es como una
“dirección del domicilio” de un gen.
El gen CFTR codifica una proteína que es un canal iónico transportador de cloro. La
mutación de este gen causa la fibrosis quística, una enfermedad genética
(autosómica recesiva) que causa espesamiento de las secreciones mucosas,
problemas generalizados a raíz de ello, y muerte prematura, en general por
complicaciones respiratorias.
Para los interesados, en el siguiente sitio de internet pueden "hojear” los
cromosomas humanos y conocer algunos de los genes que contienen:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/SCIENCE96/
Usar el link “Browse by chromosome”, eligiendo por su número el
cromosoma que quieran examinar.
Esta es otra herramienta de visualización muy impresionante:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/mapview/map_search.cgi?taxid=9606
Diapo 2
Tapa de la revista científica Science cuando se publicó en el genoma
humano completo en abril de 2003. El genoma es el conjunto completo de
instrucciones genéticas para la formación de un organismo (o individuo en
el caso humano). Como ya saben, estas instrucciones genéticas que
componen el genoma humano, están codificadas en el ácido
desoxirribunucleico (ADN), y proteínas asociadas al ADN, presentes en cada
núcleo de los cientos de millones de células que componen un organismo.
El genoma humano contiene 20.000 a 25.000 genes diferentes.
Determinar la secuencia de todos los genes humanos, en términos gráficos,
equivalía a descifrar cada letra de 1 mm de longitud a lo largo de un texto
de 3.000 km de longitud. La ilustración del dibujo de Leonardo da Vinci es
un homenaje a quien en su momento se consideró un sabio individual en
muchos campos. En contraste, la determinación del genoma humano fue
una tarea colectiva en la que participaron cientos de personas, muchos
laboratorios, y para la que se usaron recursos monetarios cuantiosos. El
proyecto se llamó Human Genome Project (HGP, o Projecto Genoma
Humano) y estuvo coordinado por el Departmento de Energía y los
Institutos Nacionales de Salud de EE.UU., el Wellcome Trust de Inglaterra,
además de la contribución de Japón, Francia, Alemania, China, y otros.
El genoma humano y de rata son casi iguales en número de bases (2,9 y
2,75 mil millones, humano y rata, respectivamente; en el ratón hay 2,6 mil
millones de bases). El número de bases no es igual al número de genes, por
cierto (ver Pinel). En el humano hay 20.000 a 25.000 genes codificadores de
proteínas. La homología entre los genes humanos y los de rata es de 60%
(esto significa que el 60% de los genes son idénticos); además el 90% de los
genes de rata, porcentaje que incluye a genes no idénticos, tienen un
equivalente en humanos. Este es un argumento de la utilidad de la rata
como animal de laboratorio desde el punto de vista genético. El chimpancé
comparte con los humanos un 98% de los genes, idénticos en ambas
especies. Con respecto a los genes, el chimpancé se parece más a los
humanos que a otros monos.
En el sector derecho de la diapositiva se muestra el genoma de Craig
Venter, un científico de EE.UU. que hizo contribuciones importantes a la
secuenciación (determinación) de los genes humanos. Venter publicó su
propio genoma en la revista PLOS Biology en 2007.
Diapo 3
Es interesante notar que de todo el ADN del genoma, no más del 2 o 3% tiene
secuencias codificantes de proteínas, que se denominan exones. En un gen, los
exones son segmentos del gen que codifican proteínas. Estas secuencias, en
los eucariotas, están interrumpidas por segmentos no codificantes, que se
llaman intrones. Si usamos la metáfora de los cromosomas como “libros”,
podríamos decir que la mayor parte de las hojas de los libros están “en
blanco”, para significar que contiene secuencias de ADN que no codifican
proteínas. Como se dijo, los intrones están intercalados con los exones en los
genes que forma el ADN, de modo que un gen puede tener varios exones
interrumpidos por intrones, como se ilustra en el sector izquierdo de la
diapositiva con la secuencia de bases del gen de la proteína llamada “antígeno
prostático específico” (las partes de color violeta son exones, y las de color
negro son intrones).
Los exones e intrones se transcriben a un ARN mensajero “preliminar”, y luego
se eliminan del ARN los segundos, en un proceso que se denomina “corte y
empalme” (en inglés: alternative splicing) (diapo: superior‐derecha) Este
proceso además permite combinar diferencialmente distintas secuencias de
exones y producir más de una proteína a partir de un mismo gen (diapo:
inferior‐derecha)
Diapo 4
En cuanto a la conducta animal o a la conducta humana, las dicotomías
mencionadas en la parte superior de la diapositiva no son compatibles con
los datos científicos actuales.
No se puede ver a la conducta como el resultado de la acción exclusiva de
los genes, ni tampoco de una acción similar del ambiente; visiones
extremas como el “ambientalismo” de John Watson o Margaret Mead no
son razonables ni tienen el respaldo de los datos científicos. Tampoco son
hoy sostenibles las posturas en que los genes determinan la conducta, con
escasa influencia del ambiente.
genes Î conducta ← ambiente
genes → conducta Í ambiente
La perspectiva más coherente con lo que se constata con la observación de
la conducta humana o animal, es que los genes y el ambiente interactúan,
influyéndose mutualmente. El desafío es desentrañar las características y
mecanismos de esa interacción. Ambos, los genes y el ambiente, en esa
interacción, determinan conjuntamente la conducta.
Observar que el original “dogma” de la biología molecular (ver diapositiva),
que de alguna manera ‐al plantear una dirección única de procesos: del gen
a la proteína‐ suponía que los genes no recibían influencia, sino que la
ejercían unidireccionalmente, ya ha sido refutado por los datos de la propia
investigación en genética y biología molecular:
‐ Hay proteínas que pueden “codificar” (en un sentido distinto al de los
genes) otras proteínas; es el caso de los proteínas prión (causantes, entre
otros trastornos, el de la encefalopatía espongiforme [“mal de la vaca
loca”].
‐ Las proteínas pueden influir sobre el ADN (genes), regulando su función.
‐ El ARN puede transcribirse en ADN (a través de la enzima transcriptasa
inversa, p. ej. en los retrovirus)
‐ No se ha visto todavía que hay proteínas que puedan generar ARN.
Un concepto equivocado muy común es que la influencia genética sobre un
cierto rasgo individual es inflexible e imposible de modificar, mientras que
la influencia del ambiente es muy flexible y posible de modificar. Ejemplos:
el efecto del defecto de un gen individual que causa la fenilcetonuria se
puede revertir simplemente con la dieta; o los niveles de colesterol altos ‐
determinados genéticamente‐ se pueden reducir farmacológicamente (¡y
con ejercicio!). La depresión, que tiene una gran influencia genética, se
puede tratar eficazmente con psicoterapia y fármacos. Se ha hablado de un
“gen de la obesidad” o que hace proclive a determinadas personas a sufrir
obesidad; pues bien, basta reducir la ingesta de alimentos (sin poner en
riesgo la nutrición, desde luego), ‐es decir una variable ambiental‐ para
evitar la expresión fenotípica del presunto gen. Por su parte, muchos
factores ambientales son relativamente irreversibles: la privación social, el
trauma encefálico, la desnutrición grave, abuso sexual o físico severos
pueden producir a veces cambios cognitivos y emocionales irreversibles.
No hay una relación estrecha ni clara entre el grado que un rasgo es
influenciado por los genes o el ambiente y la "maleabilidad" de ese rasgo.
Diapo 5
Unos ejemplos muy claros de interacción genotipo‐fenotipo son la
diferenciación sexual en algunas especies. En el cocodrilo, el sexto se
determina en el momento de la ruptura del cascarón y es irreversible, y
depende de la temperatura de la incubación del huevo (30 °C: hembras; 34
°C: machos). El caso del pez payaso (Amphiprion ocellaris) es notable:
todos son inicialmente machos y alguno se vuelve hembra si no hay una
hembra en el cardumen. Cambian de sexo según la jerarquía del cardumen.
La "jefa" máxima de la jerarquía es una hembra reproductora, y le sigue
una macho líder que copula con la hembra, y otros machos de menor
jerarquía. Si la hembra muere, la jerarquía se altera, el macho líder se
convierte en hembra y alguno de los otros machos copulan con la nueva
hembra. Es decir, estos peces son hermafroditas, y el sexo queda
determinado por el entorno.
En los conejos de los Himalayas, el pigmento del pelaje, piel y ojos
requieren el gen C, cuya expresión está regulada por la temperatura: es
inactivo con temperaturas superiores a 35°C, y se activa al máximo a
temperaturas de 15°C a 25°C. El resultado es que los conejos tienen pelaje
con distintos colores en diferentes partes del cuerpo. En las partes más
calientes del cuerpo, el gen está inactivo, y no se producen pigmentos, y el
pelaje es blanco. En las extremidades (orejas, punta del hocico y patas) la
temperatura es inferior a 35°C, lo que activa al gen y la producción de
pigmento, con la consecuente coloración negra del pelaje en esas partes.
Diapo 6
Este gráfico del libro de Pinel es un buen esquema de la interacción genes y
ambiente. Estudiar el material de Pinel que se indicó en una hoja separada.
Diapo 7
Trabajo de Weaver y colaboradores. Título y autores. Se mostrarán algunos
datos experimentales de este trabajo y del trabajo previo de este y otros
grupos.
Diapo 8
El gráfico de esta diapositiva proporciona el contexto de conocimientos y
fundamentos del trabajo que usaremos como ejemplo de la interacción
genes‐ambiente.
El estudio analiza, en la rata como modelo experimental, un ejemplo de
influencia de la experiencia temprana sobre la conducta en la vida adulta,
en el que la experiencia temprana es la conducta materna (que para las
crías significa una experiencia ambiental), la cual modifica la actividad de
genes en las crías y con ello la respuesta de las crías al estrés en la vida
adulta. La modificación de la actividad de los genes se da por mecanismos
llamados epigenéticos. Se denominan efectos epigenéticos a los que
modifican la expresión de los genes, sin modificar la secuencia del ADN (ver
diapositiva 12). Pueden considerarse como efectos que inducen una
memoria celular, asociada al ADN. La modulación de la expresión de los
genes es consecuencia de la acción de ciertas moléculas (ej. proteínas) que
interactúan con los genes. En los ejemplos que mencionaremos, la
interacción madre‐cría causa efectos epigenéticos en las crías. Si tenemos
en cuenta, por otra parte, que a su vez la conducta de la madre está muy
influenciada por los genes propios de la madre, resulta de nuevo evidente
la interacción recíproca entre genes y ambiente. En el caso de nuestros
ejemplos, el control epigenético es sobre la expresión del gen Nr3c1 (gen
que codifica la síntesis del receptor de glucocorticoides) en el hipocampo.
Este gen sería el sustrato molecular de los efectos duraderos que tiene la
conducta materna de la rata sobre la respuesta de sus crías al estrés
cuando son adultas.
En resumen, el trabajo de Weaver y col. indica que la interacción madre‐
cría en la primera etapa de la vida produce efectos persistentes en la
respuesta fisiológica y comportamental al estrés, como resultado de una
“programación” de la modalidad de respuesta del eje hipotámo‐
hipofisario‐adrenal (HHA), consecuencia del efecto de la experiencia
temprana sobre el nivel de expresión (aumento) de receptores
glucocorticoides en el hipocampo.
En la diapositiva se ha traducido la información que aparece en inglés, y se
la ha explicado en más detalle. Los puntos fundamentales son:
‐ Las madres que manifiestan niveles más altos de conductas asociadas con
el cuidado de las crías (lamido, acicalamiento y postura corporal que facilita
la succión de leche materna) producen una serie de cambios moleculares
en el cerebro de sus crías, que llevan a importantes modificaciones
fisiológicas de respuesta al estrés y que perduran en la vida adulta. De la
serie de cambios moleculares, el resultado final asociado a una mejor
respuesta al estrés es el aumento de la expresión de receptores para
glucocorticoides (RGC) en el hipocampo.
¿Cómo se relaciona la expresión de RGC con el estrés?: La expresión de
RCG en el hipocampo influencia la respuesta al estrés del eje hipotálamo‐
hipófisis‐adrenal (HHA) porque esos receptores participan en un
mecanismo de retroalimentación negativa que amortigua la respuesta del
eje HHA frente al estrés. Esquemáticamente:
(Significado de las flechas: ↑: aumento; ↓: disminución; Ö: induce/causa)
↑ expresión RGC Ö ↓ de la actividad del eje HHA, lo que resulta en un
menor nivel de secreción de corticoides frente al estrés, que trae aparejada
una mejor adaptación y afrontamiento del estrés.
↓ expresión RGC Ö ↑ de la actividad del eje HHA, que resulta en niveles
altos de secreción de corticoides tanto en condiciones basales como frente
al estrés, que se sospecha ‐de acuerdo con muchas investigaciones‐ que se
asocian con trastornos como la ansiedad, riesgo de suicidio, trastornos
afectivos). Ver un esquema del mecanismo de retroalimentación en la
Diapositiva 9.
Diapo 9
Esquema del mecanismo de retroalimentación que relaciona a la expresión
de RGC con el estrés. Ver explicación en la diapositiva.
Diapo 10
Estas son las observaciones realizadas en varios trabajos de investigación,
incluido en el de Weaver y colaboradores, y que reflejan el efecto de la
conducta materna de la rata durante la lactancia sobre la conducta de las
crías relacionadas con el estrés en la vida adulta.
Sector izquierdo de la diapositiva:
Las madres “LG‐ABN +” y “LG‐ABN ‐“ manifiestan niveles relativamente
más altos y más bajos, respectivamente, de las conductas maternas
asociadas con el cuidado de crías: lamido (licking), acicalamiento de las
crías (grooming) y postura corporal que facilita la alimentación de las crías
[succión de leche materna] (arched‐back nursing). El estilo de conducta
materna tiene influencia sobre la respuesta al estrés en la vida adulta de
sus crías. En animales adultos, la conducta de aquellos que fueron criados
por las madres “LG‐ABN +” se correlaciona con parámetros conductuales
asociados a menor conducta de miedo (ej. exploración de un campo
abierto [“open field”] novedoso), estrés (ej. tiempo que pasan en los
segmentos abiertos de un laberinto elevado), y menor activación del eje
HHA (ej. concentración plasmática de ACTH y corticosterona en respuesta
al estrés (ej. producido por inmovilización); también hay un aumento de
sensibilidad al efecto inhibidor de glucocorticoides sobre la actividad del
eje HHA inducida por estrés), mientras que en las ratas adultas criadas por
las madres “LG‐ABN ‐” se observa lo contrario.
Sector derecho de la diapositiva:
Cuando se intercambian las crías nacidas de madres “LG‐ABN +” y “LG‐ABN
‐“, de modo que las madres “LG‐ABN +” cuiden las crías de las madres “LG‐
ABN ‐“, y viceversa, se observa que los parámetros conductuales y
bioquímicos de respuesta al estrés en los adultos se corresponden con la
madre adoptiva, no con la madre biológica. Esto indica que el estilo de
conducta materna es determinante para la respuesta al estrés en el animal
adulto.
Diapo 11
Como se mencionó antes, un cambio de importancia fundamental inducido
por el estilo de crianza de las madres en los primeros 10 días de vida, es la
modulación de la expresión de receptores para glucocorticoides (RGC) en el
hipocampo. Este cambio explicaría, al menos en parte, la respuesta
diferencial al estrés en las ratas adultas criadas por madres “LG‐ABN +” y
“LG‐ABN ‐“: hay mayor expresión de RGC en los animales criados por las
primeras (ver esquemas de las diapositivas 8 y 9). Los investigadores se
hicieron la pregunta: cuáles son los mecanismos que regulan la expresión
del RGC. Pudieron entonces mostrar que el cuidado materno modifica la
metilación de ADN del promotor del exón del RGC, y estos cambios
persisten en el adulto, y se asocian con diferencias en la expresión del RGC
y la respuesta al estrés. La metilación es el proceso mediante el cual un gen
puede ser silenciado en forma duradera (durante una proporción
importante de la vida del organismo). La metilación se lleva a cabo por la
unión de un grupo metilo a nucleótidos del promotor de un gen. La
desmetilación conduce a una expresión alta de un gen, mientras que la
metilación silencia al gen. Este tipo de regulación génica se denomina
epigenética, o bien se dice que la expresión génica está controlada por el
“epigenoma”. El epigenoma consiste en las moléculas que están asociadas
al ADN y que pueden regular su expresión (“epigenoma” proviene del
griego y significa “sobre el genoma”). Los genes pueden ser “encendidos” o
“apagados” por efecto del ambiente sobre el epigenoma; con ambiente se
incluye al entorno externo (ej. la interacción conductual, como en el caso
de nuestro ejemplo, en el que el ambiente es la conducta materna).
Hipótesis: el cuidado materno modifica la metilación de ADN del promotor
del exón del RGC, y estos cambios persisten en el adulto, y se asocian con
diferencias en la expresión del RGC y la respuesta al estrés.
Diapo 12
Breve descripción de los mecanismos mediante los cuales el epigenoma
modifica la actividad del genoma. Se describen dos mecanismos: la
metilación y la modificación de las histonas.
Ver artículo de divulgación en: http://impreso.milenio.com/node/8658944
Diapo 13
Gráfico de algunos de los datos experimentales del trabajo de Weaver y
colaboradores. Las barras indican el porcentaje de metilación de distintas
regiones del promotor del gen del RGC en el hipocampo de ratas adultas
que durante el desarrollo temprano, en los primeros días de la vida, fueron
criadas (incluye la lactancia) por madres “LG‐ABN +” o madres “LG‐ABN ‐“.
Los datos muestran un grado mayor, significativo, de metilación en las
ratas criadas por las madres “LG‐ABN ‐“, lo que significa un silenciamiento
del gen que codifica la síntesis del RGC. Por su parte, la menor metilación
en las ratas criadas por las madres “LG‐ABN +” se correlaciona con una
mayor expresión de ese gen, y consecuentemente un mayor nivel de
expresión del RGC en el hipocampo, lo que posibilita una mayor
sensibilidad del mecanismo de retroalimentación negativa que disminuye
la actividad del eje HHA y por consiguiente las respuestas de estrés en el
adulto.
Diapo 14
La tabla muestra el significado de las abreviaturas L‐L, H‐H, H‐L y L‐H
A la izquierda, el gráfico muestra el nivel de metilación, el hipocampo de
ratas adultas, del promotor del gen de los receptores glucocorticoides
(RGC); recordemos que la metilación es una modificación molecular
mediante la cual se inhibe la actividad de un gen, en este caso del gen del
RGC. Como se explica en los recuadros de fondo celeste de la diapositiva, la
experiencia temprana de ser criado por madres “LG‐ABN +” se asocia con
bajo nivel de metilación, mientras que la experiencia temprana de ser
criado por madres “LG‐ABN ‐“ se asocia con alto nivel de metilación, ya sea
que las crías sometidas a tal experiencia sean las hijas biológicas de madres
“LG‐ABN +” o de madres “LG‐ABN ‐“. Por lo tanto, no son los genes de las
crías, sino la conducta materna durante los primeros 10 días postnatales la
que determina la metilación que persiste en la vida adulta y que determina
la expresión de RGC en el hipocampo y la respuesta al estrés.
En el recuadro de la derecha se muestran los niveles de metilación del
promotor del gen del RGC en el hipocampo, en función de los días
postnatales, en ratas criadas por madres “LG‐ABN +” o por madres “LG‐
ABN ‐“. El bajo nivel de metilación en las ratas criadas por madres “LG‐ABN
+” (ya sean sus propias crías biológicas o las crías “adoptadas” nacidas de
madres “LG‐ABN ‐“) se asocia con mejores respuestas frente al estrés en la
vida adulta (ver diapositivas 10, 11 y 15).
Diapo 15
En la tabla de la izquierda se resumen varias de las observaciones,
procedentes de diversos estudios, realizadas en las ratas criadas por las
madres “LG‐ABN +” o las madres “LG‐ABN ‐“ Estas observaciones se
relacionan con la respuesta al estrés, y con los cambios epigenéticos que se
ha postulado que son responsable de dichos cambios. La tabla compara
varios parámetros moleculares y conductuales comprobados en ratas
adultas que durante los primeros diez días postnatales fueron criadas por
las madres “LG‐ABN +” o las madres “LG‐ABN ‐“, es decir una situación en
la que la conducta materna representa la influencia del ambiente durante
el desarrollo temprano. Los cambios epigenéticos (como los efectos sobre
la metilación del promotor del gen del RGC) representan una forma en la
que el ambiente modifica la expresión de genes, y por ello un ejemplo de
interacción ambiente‐genes.
La tabla de la derecha, en inglés, es la tabla de la cual se extrajo la
información para la tabla de la izquierda. Esta tabla en inglés está tomada
del artículo
Una cuestión muy interesante que surge de los estudios de los efectos
epigenéticos del ambiente es que, en modelos animales, parecería que los
efectos epigenéticos pueden pasar de generación a generación. Es decir, se
"registrarían" en el epigenoma, a la manera de una memoria celular, las
influencias ambientales que indujeron cambios duraderos, durante toda la
vida del animal, en la expresión de genes, y este registro epigenético
parecería ser heredable (es un tema en investigación).
Bibliografía interesante
En español
Medicina genómica y psiquiatría (capítulo de un libro)
Enrique Baca Baldomero
Catedrático de Psiquiatría. Universidad Autónoma de Madrid
Se puede bajar de:
http://www.ujaen.es/investiga/inmunoge/gmo/articulos_espanol/genetica
_psiquiatria.pdf
Una entrevista interesante a Robert Plomin, profesor de genética del
comportamiento del Instituto de Psiquiatría de Londres, y uno de los
investigadores más conocidos en el área de estudios de gemelos y
conducta. Ver en:
http://www.desdeelexilio.com/2008/09/17/genetica‐de‐la‐conducta‐
entrevista‐a‐robert‐plomin/
* En este sitio hay una colección de entrevistas a estudiosos de distintas
áreas, muchas interesantes.
En inglés
Maternal care as a model for experience‐dependent chromatin plasticity?
Michael J. Meaney1 and Moshe Szyf
Trends in Neurosciences Vol.28 No.9 September 2005
Se puede bajar de:
http://www.ahealthymind.org/library/Meaneymaternal%20care05.pdf
Maternal care during infancy regulates the development of neural systems
mediating the expression of fearfulness in the rat
Christian Caldji, Beth Tannenbaum, Shakti Sharma, Darlene Francis, Paul M.
Plotsky, and Michael J. Meaney
PNAS April 28, 1998 vol. 95 no. 9 5335‐5340
Se puede bajar de:
http://www.pnas.org/content/95/9/5335.full
* A quienes les interese contar con más bibliografía (mayormente en
inglés), pueden solicitarle copias de artículos al prof. Héctor López. Esta
bibliografía adicional es sobre distintos aspectos de la relación genes‐
ambiente, tales como estudios en gemelos idénticos, estudios en modelos
animales, ensayos y discusiones sobre la cuestión naturaleza‐ambiente,
etc.