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¿Por qué el “giro” neoliberal?

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La reestructuración de las formas estatales y de las relaciones internacionales después de la Segunda
Guerra Mundial, estaba concebida para prevenir el regreso a las catastróficas condiciones que habían
amenazado el orden capitalista en la gran depresión de 1930. El orden surgido de la posguerra fue
concebido para prevenir el regreso hacia condiciones que habían amenazado el orden capitalista en
1930. Esto supuso construir cierta forma de compromiso de clase entre el capital y la fuerza de
trabajo, representada por los sindicatos, y el Estado como garante. Además de este compromiso
tácito, se crearon instituciones de índole internacional, como la ONU, el Banco Mundial, el FMI, el
Banco de Pagos Internacionales de Basilea, y el acuerdo Bretton Woods que reglamentaba el libre
comercio de bienes mediante un sistema de cambio fijo, sujeto a la convertibilidad del dólar
estadounidense en oro. La forma estatal que asumió dicho “compromiso” se inclinó hacia la
democracia liberal, y bajo la premisa de que el Estado debía concentrar su atención en el pleno
empleo, el crecimiento económico y el bienestar social. Este tipo de formación estatal suponía también
la planificación de la economía y, en algunos casos, la propiedad pública de sectores clave de la
economía. En definitiva, el Estado se convirtió en un campo de fuerzas que internalizó las relaciones
de clase.
Hacia fines de la década de los ’60, se hacían evidentes los signos de una grave “crisis de
acumulación de capital” y el crecimiento tanto del desempleo como de la inflación. Se conocía algo
novedoso para el capitalismo conocido como “estanflación” global, que se prolongó hasta mediados
de la década de los ’70. La caída de los ingresos tributarios y el aumento de los gastos sociales
provocaron crisis fiscales en varios Estados. Los dólares que regaban el mundo no tenían respaldo
equivalente en oro y, en 1971, el presidente Nixon abandonó los tipos de cambio fijo permitiendo que
los tipos de cambio fluctuaran, y los esfuerzos por controlar dicha fluctuación se abandonaron
enseguida. La inyección de los capitales suficientes como para recuperar la economía estancada de
los ’70 provino de los países productores y exportadores de petróleo, que contaban con grandes
excedentes que pronto tuvieron colocación en bancos neoyorquinos. Ante las exigencias provenientes
de la acumulación de capital de los países de la OPEP, y de la crisis “estanflacionaria” de las
economías domésticas, se desencadenó una polarización entre quienes se alienaban a favor de la
socialdemocracia y de la planificación central y los intereses de todos aquellos comprometidos con la
liberación del poder financiero y de las corporaciones, y el restablecimiento de las libertades de
mercado. En esta polarización, el mundo capitalista fue virando hacia la neo-liberalización como
respuesta (restitución del poder de clase). Hablamos de neo-liberalización, porque se trata de un
conjunto teórico y doctrinal que se tradujo en prácticas desiguales, vacilaciones y en formas complejas
en que las fuerzas políticas, las tradiciones históricas y los pactos institucionales existentes sirvieron,
en su conjunto, para labrar los procesos denominados “neoliberales”.
La neo-liberalización es hegemónico como “proyecto político para restablecer las condiciones para la
acumulación de capital y restaurar el poder de las elites económicas”. El utopismo teórico del
argumento neoliberal a funcionado como un sistema de justificación y de legitimación de todo lo que
fuera necesario hacer para alcanzar revitalizar la acumulación de capital, y crear o restaurar el poder
de una élite económica.
Si bien hay divergencias de posturas sobre como conceptualizar el proceso, existe cierto consenso en
que entre 1978 y los ’80 se asistió a un punto de inflexión revolucionario en la historia social y
económica del mundo (“giro neoliberal”). Todos estos gobiernos estaban rescatando de las sombras
una ya antigua y singular doctrina que llamaban “neoliberalismo” (construcción de consentimiento).
Este antídoto para los males del capitalismo que se encontraba latente desde la inmediata posguerra,
se había mentado a partir de un grupo reunido alrededor del filósofo austríaco Von Hayek. Los
miembros de este grupo se describían como “liberales”, en el sentido tradicional, debido a su
compromiso con la libertad individual. La etiqueta neoliberal señalaba su adhesión a los principios de
mercado libre acuñados por la economía neoclásica de mediados del siglo XIX. También se atenían a
la conclusión de Adam Smith de que la mano invisible del mercado era el mejor mecanismo para
movilizar.
La consolidación del neoliberalismo como una ortodoxia económica reguladora de la política pública a
nivel estatal en el mundo del capitalismo avanzado, se produjo en Estados Unidos y en Gran Bretaña
en 1979.
Este cuerpo doctrinario partía de la premisa de que la mejor manera de promover el bienestar humano
consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del
individuo, dentro de un marco institucional caracterizado por los derechos de propiedad privada,
mercados libres y comercio libre. El papel del Estado en esta doctrina era crear y preservar dicho
marco institucional apropiado para el desarrollo de tales prácticas, y la proposición fundamental era
que el Estado no podía obtener información anticipada de las señales del mercado, para no interferir
en la fluctuación natural de los precios. Hablar de “correcto funcionamiento del Estado” es hablar de
desregulación, privatización y el abandono de áreas de provisión social. La doctrina neoliberal se
oponía a las teorías que defendían el intervencionismo estatal, como las de John Keynes, que
ganaron preeminencia en la década de 1930 en respuesta a la gran depresión. Los neoliberales se
oponían a las teorías en torno a la planificación estatal centralizada.
EEUU y el imperialismo:
La tradición Imperial estadounidense había experimentado una lenta elaboración a lo largo de los
años. Aunque a fines del siglo XIX Estados Unidos había jugueteado con la conquista colonial,
durante el siglo 20 evolucionó hacia un sistema más abierto de imperialismo sin colonias.
El caso paradigmático fue Nicaragua en ’20 y ’30, cuando los marines fueron desplegados para
proteger los intereses de su país, se encontraron embrollados en una lenta y complicada guerra de
guerrillas contra la insurgencia liderada por Sandino. La respuesta fue encontrar un hombre fuerte
(Somoza) y proporcionarle asistencia económica y militar necesaria para reprimir, sobornar y
acumular. A cambio, mantendrían su país abierto a las operaciones del capital estadounidense y
apoyarían sus intereses. EEUU estrechó cada vez más su alianza con las dictaduras militares y con
regímenes autoritarios represivos de Latinoamérica.
Este fue el modelo desplegado después de la Segunda Guerra Mundial. En el período post bélico,
gran parte del mundo no comunista se abrió el dominio estadounidense mediante tácticas de este tipo.
Este se convirtió en el método preferido para repeler La amenaza de las insurgencias y de la
Revolución Comunista; implicaba desplegar una estrategia antidemocrática, anti-populista y anti-
socialista/comunista, por parte de Estados Unidos. Así estrecho sus alianzas con las dictaduras
militares y con los regímenes autoritarios represivos de toda América Latina.
Aunque el consentimiento de las élites económicas era fácil de conseguir en torno a la lucha contra el
comunismo internacional, la necesidad de coaccionar a los movimientos opositores o
socialdemócratas llego a Estados Unidos a una dilatada historia de violencia ampliamente encubierta
contra los movimientos populares a lo largo y a lo ancho de gran parte del mundo en vías de
desarrollo. Antes de 1973, la mayor parte de la inversión extranjera de Estados Unidos era de tipo
directa y se encontraba relacionada con la explotación de recursos naturales: petróleo, minerales,
productos agrícolas, materias primas; o con el cultivo de mercados específicos: telecomunicaciones,
automóviles, etcétera. La inversión de los bancos de Nueva York intensificó el nivel de actividad en el
plano internacional después de 1973, mediante el préstamo de capitales a gobiernos extranjeros. Esto
precisaba la liberación del crédito internacional y de los mercados financieros, y el gobierno
estadounidense comenzó a promover y apoyar activamente está estrategia escala global durante la
década de 1970. Los países en vías de desarrollo fueron estimulados a solicitar créditos en
abundancia.
Cómo los créditos están fijados en dólares estadounidenses, cualquier ascenso moderado del tipo de
interés estadounidense, llevaba a una situación de impago a los países vulnerables que pidieron
crédito. Así, los bancos de inversión de Nueva York se verían expuestos a sufrir graves pérdidas. El
primer presidente se produjo el 1982-4 con la deuda extranjera que llegó a México al impago. La
solución: La refinanciación de la deuda a cambio de aplicación de reformas neoliberales. Como una
forma de unir El poder del departamento del tesoro estadounidense y del FM y para resolver la
dificultad de pago de los países deudores. En 1982 el FMI y el Banco Mundial se convirtieron, a partir
de entonces, el centro para la aprobación y la ejecución del "fundamentalismo del mercado libre" y de
la ortodoxia neoliberal. México fue uno de los primeros estados que cayó en las redes de lo que iba a
convertirse en una creciente columna de aparatos estatales neoliberales repartidos por todo el mundo.
México sirvió para demostrar la diferencia entre la práctica liberal y neoliberal: bajo la primera, los
prestamistas asumen perdidas que se derivan de decisiones de inversión equivocadas mientras que
en la segunda los prestatarios (los que tomaron la deuda) son obligados por poderes internacionales y
por potencias estatales a asumir el coste del reembolso de la deuda sin importar las consecuencias
que esto pueda tener para el sustento y el bienestar de la población local.
¿De qué modo se consumó la neoliberalización, y quien la implemento?
En las décadas finales del siglo XX, los “Chicago Boy’s”, graduados en Economía de la Universidad de
Chicago (Milton Friedman), pero tambien de Harvard, Stamford, centros de ortodoxia neoliberal, se
desplegaron por el globo. El primer ensayo fue Chile, y resultó exitoso. El golpe de Pinochet fue
fogoneado por las elites económicas domesticas que se sentían amenazadas por el rumbo hacia el
socialismo de Allende. Contó con el respaldo de la CIA y Kissinger, el secretario de Estado yanqui. El
mercado de trabajo fue “liberado” de las restricciones reglamentarias o institucionales (sindicatos), las
políticas de sustitución de importaciones, fomentando industrias nacionales mediante subvenciones,
cayeron en descrédito. La UCA chilena fue dominada por Chicago boy’s. Pinochet los puso ante la
tarea de negociar créditos con el FMI para reestructurar la economía. Privatizaron activos nacionales
públicos, abrieron los recursos naturales (industria pesquera, maderera) a la explotación privada y
desregulada, privatizaron la Seguridad Social, se favoreció la exportación, el único sector reservado al
Estado fue el cobre (crucial para la viabilidad presupuestaria del Estado). La reactivación de la
economía chilena en términos de tasa de crecimiento, acumulación de capital y rendimiento sobre las
inversiones extranjeras no duró mucho tiempo. Todo se agrió en el ’82 con la crisis de la deuda
externa en Latinoamérica. Se produjo una política más pragmática.
El experimento neoliberal llevado a cabo en un país periférico como chile se convertiría en un modelo
para la formulación de políticas en el centro, principalmente Estados Unidos y Gran Bretaña. Que
realizaron su giro neoliberal en la década de 1980.

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