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Los orígenes del movimiento obrero y el socialismo

Europa y América entraron al Siglo XIX sacudidas por oleadas revolucionarias cada vez más intensas. Por esas revoluciones, los
gobiernos y las sociedades se estaban transformando rápidamente. Para 1830, una parte muy importante de América había
destruido los lazos coloniales que tenía con Europa y se habían formado nuevos Estados en los que, en muchos casos, se
experimentaba con nuevas maneras de gobierno. En el Viejo Continente, a su vez, las revoluciones de 1830 llevaron al absolutismo a
una crisis de la que no se recuperaría: muchos de sus países, como Francia, pasaron a tener monarquías constitucionales, en las que,
por primera vez, podía votarse. Sin embargo, otras transformaciones estaban ocurriendo. La revolución industrial había terminado
de convertir al capitalismo en el nuevo sistema dominante en Europa, y los burgueses eran ahora la clase social que estaba
manejándolo todo. Pero otro sector venia cobrando forma, uno que empezaba a interpretar a su manera las ideas revolucionarias de
“libertad, igualdad y fraternidad”: la clase obrera.

El movimiento obrero
Para el siglo XIX, el paisaje de las ciudades más grandes de Europa había cambiado mucho. Las grandes fábricas poblaban las grandes
ciudades y miles de trabajadores pobres vivían sus vidas en ellas. A pesar de la riqueza que estaba generando el capitalismo
industrial, las mayorías trabajadoras vivían en la miseria. Sus jornadas de trabajo solían durar más de 12 horas, en condiciones
inhumanas y con derechos laborales inexistentes. Esta masa de trabajadores y trabajadoras industriales empezó a relacionarse entre
sí en sus lugares de trabajo y en las calles de las ciudades, y, de a poco, comenzaron a organizarse para luchar por mejorar su
situación. Para la década de 1830, en varios países de Europa ya existían sociedades de ayuda mutua y cooperativas, y circulaban
entre los obreros y obreras las ideas de solidaridad y de la huelga como forma de lucha. Se empezó a formar una identidad entre
estos trabajadores y trabajadoras: eran los proletarios, la clase obrera, unida por la explotación, pero, también, porque tenían la
fuerza de enfrentarse a sus enemigos, los burgueses. Aunque estas primeras organizaciones eran pocas y se iban formando,
lentamente la clase obrera empezó a tener un gran peso en la vida política, manifestándose y participando como grupo en las
revoluciones de la época.

El socialismo
Pero este movimiento obrero que estaba surgiendo en la Europa capitalista no solo buscaba mejorar las condiciones de vida de los
trabajadores. Con el tiempo, empezaron a tomar forma algunas ideas y discursos que aspiraban a un cambio total de la sociedad.
Inspirados en las revoluciones que estaban ocurriendo en todas partes, algunes trabajadoras y trabajadores comenzaron a hacerse la
idea de que esas masas obreras de las ciudades tenían que luchar contra ese nuevo mundo capitalista que tanto los oprimía. A la par
que comienzan a generarse revueltas obreras y se destruyen máquinas y fábricas en esas primeras luchas contra los burgueses, un
conjunto de ideas comienza a circular entre los grupos obreros. Esas ideas se agrupaban en lo que se conocía como socialismo.

Era muy difícil definir el socialismo de antes de 1848, ya que había muchas maneras de entenderlo y de explicarlo, que estaban
vinculadas a distintos socialistas de la época, como Saint Simón, o Robert Owen. En general, todas estas primeras ideas socialistas
tenían algunos puntos comunes: el capitalismo industrial se basaba en la injusticia, ya que los burgueses se apropiaban injustamente
de la riqueza que producían los obreros y obreras y llevaban a que la “felicidad” que tanto decían buscar las revoluciones liberales
solo fuera para algunos pocos. Entendiendo que el ser humano era necesariamente colectivo, y que había que buscar siempre el
bien común por sobre el individual, los socialistas plantearon un futuro en el que no habría ricos ni pobres, explotadores ni
explotados, y toda la humanidad viviría en libertad, igualdad, solidaridad y felicidad. Ese futuro ideal era el llamado “comunismo” y
los primeros socialistas intentaron crear pequeñas comunidades que se acercaran a ese modo de vida.

Sin embargo, en la década del 30 y del 40, y de la mano de las oleadas de revoluciones de esos años, las ideas socialistas se volvieron
más radicales. Nuevas corrientes empezaron a proponer que el “comunismo” solo podía alcanzarse mediante una revolución
violenta de la clase obrera, ya que los burgueses eran sus enemigos irreconciliables. Así como los burgueses habían derribado al
Antiguo Régimen y a los nobles, los trabajadores y trabajadoras socialistas tenían que derribar a los burgueses y al capitalismo. De a
poco, esta mirada comenzó a extenderse, y más círculos de obreros y obreras empezaron a organizarse según esta idea.

Actividades

1) ¿Las revoluciones liberales del siglo XIX beneficiaron a todos por igual? Justificá.
2) Explicá como se fue formando la clase obrera y sus movimientos.
3) ¿Qué relación hay entre las nuevas organizaciones de trabajadores y las oleadas de revoluciones que venimos trabajando?
4) ¿Cuáles eran las críticas del socialismo al capitalismo y que proponía? ¿Cómo fue cambiando el socialismo a lo largo de la
primera mitad del siglo XIX?
5) Elabora un debate entre un burgués liberal y un trabajador socialista en el que muestren sus ideas.
6) ¿Qué pensás de las ideas socialistas?

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