Está en la página 1de 3

amarillo de fierro, fierro magnético, etc.

El óxido amarillo de fierro pre-


senta las más bellas variedades en esta mina. Proust l3I-l3%lo llama hidrato
de fierro. Despojado que sea de un ocho por ciento de agua, con la cual
está combinado, pasa al óxido rojo de fierro. No cstá todavía decidido si
el ácido muriático había actuado sobre el cobre en estado metálico o
mineralizado.
El muriato de cobre se presenta todavía en masa en Remolinos,
colorido de verde claro de montaña, de aspecto terroso seco y mezclado
con una multitud innumerable de scorlos fibrosos divergentes, en grupos
y estrellas; el color negro y la figura estelar de estos scorlos produce un
bello contraste sobre el fondo verde del cobre. En el mismo sitio se en-
cuentra también mezclado con fierro magnético, al cual comunica un
tinte de verde-cobre y con más abundancia sobre fierro rojo, de lo cual
viene a formarse un compuesto de Óxido de cobre y de óxido rojo de fierro.
En las minas de Santa Rosa el mismo muriato penetra el cuarzo
gordo y lo tiñe de un bello color verde esmeralda.
En los contornos de Copiapó forma una masa de color verde atur-
quesado, jaspeado de pequeños cristales de color verde prado.
En Veta-negra,minas de Pampa Larga, se presenta en masa de color
gris negruzco, en compañía del manganeso, sobrc el espato pesado, que
le sirve de matriz.
En Sun Félix se encuentra en forma estalactítica de bello color tur-
quesa celeste, con yeso folicular o laminoso, en matriz arcillosa, y en
otros lugares de dicha montaña con piritas arsenicales, arseniato de fierro,
fierro gris y selenita o sulfato de cal.

XL
El cobre campanil de Chile - Negacion ae su exisrencia
por Brongniart
Triple comprobación posterior de su existencia : al fundirse
en Bolonia las campanas de Iniola con mineral chileno;
descubrirse materialmente en Cornuailles y Glockenhertz,
y con los análisis de Klaproth publicados por Chaptal

Otro producto de
entre los minerales de cobre, es la turquesa. La provincia de Copiapó
debe su nombre n la abundancia de esta piedra, que se encuentra en sus
montes, uno de los cuales es denominado, significativamente, monte de las
turquesas por Sanson de Abbevielle147,en la ya citada carta geográfica.
Este mineral ha sufrido extrañas peripecias: primero, fue enumerado
entre las piedras preciosas; luego, entre los dientes metalizados; después,
entre los óxidos de cobre. Finalmente, el análisis de Bouillon-Lagrange
le ha repuesto a la familia del cobre y colocado entre los fosfatos de cal
coloridos por el fierro.
Los mineros de Chile distinguen otra entre las especies de cobre
antes mencionadas, a la cual dan el nombre de cobre campanil, porque
de ordinario se destina a hacer campanas. Este es un metal de color
ceniciento e intratable, de modo que -a despecho de cualquier calcina-
ción que se haga- no adquiere jamás el grado suficiente de maleabilidad
necesario para emplearlo en otros trabajos.
Se cree comúnmente que se trata de un bronce natural. De allí que
los fundidores, cualquiera que sea el USO,le agregan poquísimo estaño,
acertando sus coladas en forma perfecta.
Hace pocos años le llegaron, por vía de Livorno, muchas libras de
esta especie al señor Cesare Landi, fundidos de esta ciudad de Bolonia,
el cual, dudando de la buena calidad del metal en razón de su color, no se
atrevía a emplearlo. Pero, informado por mí de su índole, disminuyó la
dosis acostumbrada de estaño e hizo las campanas de la catedral de Imola,
las cuales resultaron maravillosas.
Se dirá, tal vez, quc la inmaleabilidad de tal compuesto podría
provenir de la cantidad de arsénico o fierro que allí estuvieran unidos. Pero
el arsénico se desvanece con la calcinación y el fierro, si estuviese en canti-
dad, haría la fusión más que muy difícil, lo que no sucede.
Yo hice mención de este mineral en mi “Ensayo sobre la historia
natural de Chile”2.1, después de haber advertido, en el Prefacio, que no
pretendía escribir la Historia Natural de aquel país, sino solamente dar un
indicio de sus productos, a fin de que sirviese de guía a aquellos que
tuviesen mayor oportunidad de observarlas.
Antes bien, la posibilidad de existencia del bronce natural se ha
verificado asimismo en Europa. Las minas de Cornuailles en Inglaterra
han dado, hace pocos años, ensayos innegables. Pero aquello que confir-
ma mucho más la realidad de esta espontánea combinación, inglesa o
chilena, es el análisis que ha hecho el célebre Klaprotha3, el cual ha sido
referido por el agregio Chaptal en su utilísima Química aplicada a las
artes 50-81 (11, 244) y que es el siguiente: azufre, 25; estaño, 34; cobre, 36;
fierro, 2; pérdida, 3; total 100.
El mismo KlaprothE3 encontró en el Glockenhertz, o mineral de
campanas de los alemanes, el estaño mezclado con el cobre, de modo
que en la fusión se obtenía un metal similar a aquél con que se hacen
las campanas.
Así, yo no había dicho una cosa inverosímil al afirmar que podía
darse esta combinación en la naturaleza.

105
XLI
Contestación al exabrupto de Brongniart y posteriores
reflexiones
Aislamiento de la naturaleza chilena - Carácter silvestre
de sus animales
Limitada extensión de Chile recorrida por la misión
botánica Ruiz y Pavón
Complejos requerimientos para el estudio integral de la
naturaleza de un país
Vocación científica y posterior difusión de la naturaleza
chilena en Europa

Esto no obstante, M. Brongniart33 muestra dudar sobre la exis-


tencia de dicha combinación, acerca de la cual él también tiene derecho
de opinar lo que le agrade, tanto más que yo no he dicho haber hecho
el análisis. Pero él traspasa un poco los deberes de la urbanidad, al
añadir que, así como yo he descrito muchos animales que después no
han sido encontrados allí, podría ocurrir lo mismo con los minerales.
Cuando yo traté de los animales existentes en Chile no creí nece-
sario recargar mi opúsculo de citas; ahora las circunstancias exigen re-
currir a otro método: nombraré en su lugar a los autores que han hablado
antes de mí, para contestar -si ello es posible- a aquellos que opinan
como el señor Brongniart.
Entretanto, mis lectores me permitirán anticipar aquí algunas re-
flexiones que me han sido sugeridas por una imputación tan mal fundada.
Chile es un Reino que se extiende a lo largo de 1.260 millas y, al
menos, 350 de ancho. Su terreno es ocupado, en su mayor parte, por
la vasta cadena de las cordilleras y la serie, doble o triple, de las mon-
tañas marítimas.
Los animales de que yo hablo, ansiosos de substrarse a la persecu-
ción de los habitantes, habitan lo más del tiempo en estas montañas y
especialmente en los valles de los Andes, donde permanecen siempre,
no saliendo fuera de allí sino durante la estación de las nieves.
Los viajeros que allí arriban, o no se apartan de los puertos -donde
no es de pretender que los animales selváticos vayan a buscarles- o
recorren rápidamente una parte del país.
Así, poco más o menos, lo hicieron los botánicos que, después de
mi partida, fueron mandados allí a observar los vegetales. Estos señores,
cansados de las fatigas sufridas en el Perú, arribaron solamente hasta

106

También podría gustarte