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A PROPÓSITO
DE ALGUNAS OBRAS RECIENTES SOBRE LA GUERRA DE
1856-1857 CONTRA LOS FILIBUSTEROS
Abstract
This article analyzes three recently published books that discuss over the
National Campaign (1856-57), written by Armando Vargas Araya, Juan
Rafael Quesada Camacho and Raúl Arias Sánchez. It also criticizes its theo-
retical, methodological and factual weaknesses and flaws, and the public
controversy provoked by these publications.
Keywords: National Campaign, Costa Rica, Historiography, Epistemo-
logy, Nationalism.
Resumen
Este artículo analiza tres obras recientes sobre la Campaña Nacional publi-
cadas recientemente por Armando Vargas Araya, Juan Rafael Quesada Ca-
macho y Raúl Arias Sánchez, destaca sus debilidades teóricas,
metodológicas y documentales, y sintetiza la polémica periodística provo-
cada por tales obras.
Palabras clave: Campaña Nacional, Costa Rica, Historiografía, Episte-
mología, Nacionalismo.
∗
Iván Molina Jiménez. Catedrático de la Escuela de Historia e investigador del Centro de
Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA) de la Universidad de
Costa Rica. Entre sus últimas publicaciones figuran: La estela de la pluma. Cultura im-
presa e intelectuales en Centroamérica durante los siglos XIX y XX, Heredia, EUNA, 204;
Demoperfectocracia. La democracia pre-reformada en Costa Rica (1885-1949), Heredia,
EUNA, 2005; y Anticomunismo reformista, competencia electoral y cuestión social en
Costa Rica (1931-1948), San José, Editorial Costa Rica, 2007.
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Quesada, Juan Rafael, Clarín patriótico: la guerra contra los filibusteros y la nacionali-
dad costarricense, Alajuela, Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2006; Vargas,
Armando, El lado oculto del presidente Mora: resonancias de la guerra patria contra el
filibusterismo de los Estados Unidos (1850-1860), San José, Editorial Juricentro, 2007;
Arias Sánchez, Raúl, Los soldados de la Campaña Nacional (1856-1857), San José, Edi-
torial Universidad Estatal a Distancia, 2007. Agradezco la colaboración de Daniel Pérez,
Silvia Molina y Zaira Salazar.
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llegada de Walker, que ahora era conceptuada como una invasión, y presen-
taba a este último como un representante del imperialismo yanqui, tácita-
mente apoyado por el gobierno estadounidense.6
Ciertamente, los liberales no desconocieron el liderazgo de Juan Rafael
Mora en la guerra, pero centraron la atención en Juan Santamaría. Ocurrió
así por, al menos, dos razones básicas. Por un lado, se requería de un héroe
de origen popular, que pudiera ser presentado como el modelo a imitar por
campesinos, artesanos y trabajadores. Y por otro, convertir a Mora en un
héroe nacional era problemático no sólo por las irregularidades y arbitrarie-
dades atribuidas a su régimen, sino, sobre todo, porque había muerto fusila-
do por un gobierno costarricense. En contraste con Santamaría, Mora tenía
una dimensión controversial que podía potenciar las divisiones de la socie-
dad costarricense, en vez de disminuirlas. Pese a lo indicado, a partir del
decenio de 1880 se abrió un espacio importante para rehabilitar al presiden-
te que liderara la lucha contra los filibusteros, un reconocimiento que se
extendió a sus descendientes ya en 1895.7
La rehabilitación completa de Mora debió esperar a las primeras tres dé-
cadas del siglo XX y, al parecer, tuvo por base los textos de Lorenzo Montú-
far y sobre todo de Manuel Argüello Mora, que recuperaron la exaltación
sistemática de Mora que caracterizó el período anterior al golpe de Estado
de 1859.8 Argüello Mora había indicado, en 1898-1899, que su tío era “cua-
si adorado por el pueblo”, pero que tenía la oposición de importantes capita-
listas (un tema parcialmente adelantado por Montúfar en 1887). Además,
definió a su tío como “el libertador de América en la campaña de 1856”, y
se valió de uno de sus relatos histórico-literarios (“Elisa Delmar), ubicado
durante el intento emprendido por Mora en septiembre de 1860 para recupe-
rar el poder, para calificar los fusilamientos del ex presidente y de Cañas de
asesinatos políticos.
Fueron dos las interpretaciones que, a partir de inicios del siglo XX, re-
valorizaron la figura de Mora. La primera, conformada por los izquierdistas
6
Molina Jiménez, Iván, “La invención de Juan R. Mora”, Áncora. La Nación, 10 de junio
del 2007, p. 12; ídem, “La versión extrema sobre William Walker”, Áncora. La Nación,
20 de mayo del 2007, p. 12; Díaz, “Fiesta e imaginería cívica”, pp. 128-129.
7
Fumero, Patricia, La inauguración del Monumento Nacional. Fiesta y develización.
Septiembre 1895, Alajuela, Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 1998, p. 85.
8
Montúfar, Lorenzo, Walker en Centroamérica, Guatemala, Tipografía La Unión, 1887,
p. 366; Argüello Mora, Manuel, Páginas de historia. Recuerdos e impresiones, San José,
Imprenta El Fígaro, 1898, pp. 17-212; ídem, Costa Rica pintoresca. Sus leyendas y tradi-
ciones. Colección de novelas, cuentos, historias y paisajes, San José, Lines, 1899, pp. 46-
59, 65-86 y 159-202.
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May, Robert E., Manifest Destiny’s Underworld. Filibustering in Antebellum America,
Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 2002, pp. 53, 133, 136-137, 140-
142, 146 y 160.
17
Vargas, Armando, “Mora tiene mucho que hacer aún”. La Nación, 19 de mayo del 2007,
p. 36 A.
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“imputaciones, en los más de los casos, carentes de prueba alguna” (p. 319).
Elude así confrontar la evidencia sobre las irregularidades y arbitrariedades
del régimen de Mora que sí fue considerada por los historiadores ya indica-
dos.
Señala Vargas que el objetivo principal de su libro es explorar “algunas
dimensiones externas de nuestra epopeya” y, sin duda, aporta información
nueva al respecto, en particular sobre la actividad diplomática costarricense,
la resonancia internacional de la guerra de 1856-1857 y la caída y fusila-
miento de Mora. Debe tenerse presente, sin embargo, que Vargas no es el
primero en abordar esos temas, los cuales, en los últimos años, han sido
investigados también por Clotilde Obregón, Robert E. May y, especialmen-
te, por Jorge Francisco Sáenz Carbonell y Rosa Garibaldi.18 Puesto que no
hizo un balance del estado del conocimiento sobre el tema, Vargas no reco-
noció debidamente la importante contribución de esos investigadores ni
precisó cuál es el aporte específico de su libro. Debería indicarse, además,
que en cuanto a la resonancia externa, Vargas se limita a citar, de manera
dispersa, textos sobre todo de origen periodístico, y no hizo esfuerzo alguno
por reconstruir los discursos de la prensa internacional sobre la guerra de
1856-1857.
Se ha indicado ya que Armando Vargas tendió a dejar de lado la eviden-
cia que no apoya sus puntos de vista. Se debe señalar ahora que su manejo
de las fuentes históricas también es deficiente, para lo cual se considerarán
tres casos referidos a aspectos centrales de su libro. En primer lugar, según
Vargas, en Costa Rica operaba una quinta columna de aliados de Walker (p.
106), a la que llama también bando filibustero (p. 131) y partido anexionista
(p. 133). La información que Vargas proporciona o a la que refiere en las
notas al pie (p. 135), lo que permite constatar es que existía una oposición a
Mora, cuyos cuestionamientos eran explotados por la prensa que simpatiza-
ba con los filibusteros. No hay evidencia en el libro que permita afirmar que
esa oposición era aliada de Walker. La gravedad de equiparar oposición y
quintacolumnismo se aprecia en que, si se la asume como cierta, resultaría
que José María Castro era un aliado de Walker, y que, desde 1856, tenía en
mente asesinar a Mora (p. 132). Tampoco Vargas ofrece evidencia de que,
entre los opositores al régimen, una intención tal existiera desde 1856.
18
Obregón Quesada, Clotilde, El río San Juan en la lucha de las potencias (1821-1860),
San José, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1993; Sáenz Carbonell, Jorge Fran-
cisco, Historia diplomática de Costa Rica (1821-1910), t. I, San José, Juricentro, 1996,
pp. 193-228; May, Manifest Destiny’s Underworld; Garibaldi, Rosa, La política exterior
del Perú en la era de Ramón Castilla. Defensa hemisférica y defensa de la jurisdicción
nacional, Lima, Fondo Editorial Academia Diplomática del Perú, 2003, pp. 252-304
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19
Mignolo, Walter D., The Idea of Latin America, Oxford, Blackwell, 2005, pp. 59 y 86-87.
20
Meléndez, Dr. José María Montealegre, p. 91, Quesada también repite lo planteado por
Argüello Mora, p. 211, sin advertir al lector de la crítica formulada por Meléndez.
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21
Palmer, “Sociedad anónima”, pp. 257-323.
22
Muñoz, Ileana, Educación y régimen municipal en Costa Rica 1821-1882, San José,
Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2002, pp. 3-52; Acuña, Ortega, Víctor Hugo,
“La invención de la diferencia costarricense, 1810-1870”, Revista de Historia, San José,
núm. 45, enero-junio, 2002, pp. 191-228.
23
Vega Carballo, José Luis, Orden y progreso: la formación del Estado nacional en Costa
Rica, San José, ICAP, 1981.
24
Para una síntesis de las nuevas investigaciones sobre el legado colonial y la década de
1850, véase: Molina Jiménez, Iván, ed., Costa Rica en tiempos de la Campaña Nacional
(1856-1857), San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2007.
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…era diferente el caso de los enemigos de Mora Porras, quienes lo criticaban por
conducir al país a la guerra defensiva o preventiva, por la ‘gozosa manera de manejar
los dineros de la nación’ o por asuntos personales que llevaron a algunos a conspirar,
abiertamente contra él, incluso en medio del conflicto bélico, lo que en nuestro crite-
rio representa, en cualquier circunstancia o lugar, un ejemplo indiscutible de traición
a la patria [cursivas del original] (p. 129).
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30
Un análisis más detallado de las debilidades y contradicciones teóricas del estudio de
Quesada se encuentra en: Díaz, David, “Campaña Nacional y memoria conmemorativa.
Un análisis historiográfico”, La Campaña Nacional (1856-1857): historiografía, literatu-
ra y memoria, San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2007.
31
Sáenz Carbonell, Historia diplomática, t. I, pp. 193-228.
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32
Pérez, Héctor, “Las variables demográficas en las economías de exportación· el ejemplo
del Valle Central de Costa Rica (1800-1850)”, Avances del Proyecto de historia social y
económica de Costa Rica 1821-1945, San José, núm, 7, 1978, pp. 1-13; ídem, “La pobla-
ción de Costa Rica según el obispo Thiel”, Avances del Centro de Investigaciones Histó-
ricas, San José, núm. 42, 1988, pp. 1-8; Gudmundson, Lowell, Costa Rica antes del café:
sociedad y economía en vísperas del boom exportador, San José, Editorial Costa Rica,
1990, pp. 164-192.
33
Pacheco, Patricia, “La composición social de la oficialidad del ejército costarricense:
1821-1850”, tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1992.
34
Tjarks, Germán, et al., “La epidemia de cólera de 1856 en el Valle Central: análisis y
consecuencias demográficas”, Revista de Historia, Heredia, núm. 3, julio-diciembre,
1976, pp. 81-129.
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mo en junio de 1855 como parte del proyecto para establecer una Federa-
ción Caribe elaborado por el ex senador, ex ministro de Estados Unidos en
España y pro-esclavista, Pierre Soulé (pp. 20-25). Tal planteamiento, cuyas
fuentes Arias Sánchez no precisa, tiene el grave inconveniente de que, se-
gún la información disponible, Soulé empezó a involucrarse en las activida-
des de Walker a partir de abril de 1856, y fue precisamente en este mes
cuando planteó que Nicaragua se convertiría en el punto de partida para
crear una confederación que incluiría El Salvador, Honduras y Costa Rica.35
Las debilidades en el análisis de la política centroamericana de Estados
Unidos durante la década de 1850 (pp. 21-22, 75, 79), que caracterizan el
libro de Arias Sánchez, se explican en buena medida por su desconocimien-
to del libro de May.
Poco crítico es también el análisis que hace Arias Sánchez de los falleci-
dos en la batalla de Rivas, ya que tras rechazar la cifra de 500 muertos acep-
tada por Obregón Loría (p. 51), se basa en el “Libro de defunciones” del
capellán Francisco Calvo, sin considerar las críticas realizadas por Eladio
Prado a dicha fuente.36 En este mismo sentido, es cuestionable el enfoque
de Arias Sánchez de presentar el resultado de la batalla indicada como “una
clara victoria militar” (p. 58), cuando actualmente se reconoce que el prin-
cipal logro de ese enfrentamiento fue repeler el ataque de los filibusteros.37
Finalmente, resulta obvio, en el examen de la figura de Juan Santamaría
hecho por Arias Sánchez (pp. 61-63), está ausente la valiosa contribución
de Rafael Méndez.38
Dos aportes relevantes del libro de Arias Sánchez son los siguientes.
Primero, el énfasis en que la epidemia de cólera no se extendió entre las
tropas costarricenses debido únicamente a que los filibusteros contaminaran
los pozos de agua con cadáveres —un tema en el que insiste Armando Var-
gas y lo presenta como guerra bacteriológica (pp. 130-131)—, sino a que la
enfermedad se había vuelto endémica en Nicaragua en razón de la contami-
nación del agua (pp. 58-59). Y en segundo lugar, su crítica de aquellas ver-
35
Moore, J. Preston, “Pierre Soule: Southern Expansionist and Promoter”, The Journal of
Southern History, 21:2, may, 1955, p. 208.
36
Prado, Eladio, Juan Santamaría y el Libro de defunciones de la Campaña Nacional, San
José, Lehmann, 1926.
37
Acuña, Víctor Hugo, “Recuerdos de Walker”, Áncora. La Nación, 13 de mayo del 2007,
p. 12.
38
Méndez, Rafael, “Juan Santamaría: una aproximación al estudio del héroe: 1860-1915”,
tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1993; ídem, “Juan Santamaría
y los documentos de 1891”, Revista de Historia, San José, núm. 29, enero-junio, 1994,
pp. 195-210.
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Epílogo
A diferencia del centenario de la Campaña, cuando la atención fue concen-
trada de nuevo por la figura de Santamaría,40 en el 2006-2007 los grupos
opuestos al TLC destacaron la de Mora, un énfasis que ha sido respaldado
por las obras de Vargas y Quesada. Ambos libros, así como el de Arias
Sánchez, volvieron presentar la llegada de Walker a Centroamérica como
una invasión tácitamente apoyada por el gobierno de Estados Unidos. Al
descartar buena parte del conocimiento histórico producido en los últimos
30 años, y al insistir en un enfoque patriótico y episódico de la guerra de
1856-1857, los textos indicados resultaron instrumentales para los sectores
sociales ya indicados.
Ciertamente, ninguna de esas tres obras menciona el TLC; pero Quesada
y Vargas han asumido posiciones públicas en contra de ese tratado, y en
algunos de sus escritos han relacionado la Costa Rica de 1856-1857 con la
de 150 años después, con lo cual han contribuido a crear un contexto de
39
Para un caso de cómo la recuperación de esos héroes locales puede ser utilizada con fines
políticos, véase: Castro, René, “Herencia de los héroes de 1856”, La Nación, 11 de agos-
to del 2007, p. 37A.
40
Díaz, Historia del 11 de abril, pp. 37-56. En el 2007, el historiador Jorge Arturo Montoya
volvió a poner en duda la existencia de Santamaría, pero sus declaraciones, que revelan
un profundo desconocimiento del debate respectivo, no tuvieron resonancia. Artavia, Be-
tania, “Historiador afirma que Juan Santamaría no existió”, Diario Extra, 11 de abril del
2007, p. 6.
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interpretación de sus libros que excede los libros mismos.41 En tales cir-
cunstancias, no sorprende que los cuestionamientos a dichos textos, por sus
debilidades teóricas, epistemológicas y documentales,42 hayan sido interpre-
tados por algunas personas como intentos de desvalorizar a Mora y a la
guerra de 1856-1857, y en casos extremos, como producto de una conspira-
ción gubernamental para debilitar al movimiento que adversa el TLC.43
Evidentemente, el contexto en que se conmemoró el sesquicentenario
contribuyó en mucho a politizar el debate en torno a los libros bajo análisis,
pero tal resultado fue promovido también por Quesada y Vargas de manera
sistemática. Ambos procuraron desde un inicio ubicar el debate en el terre-
no del ataque personal,44 al punto que un distinguido académico estadouni-
dense, como Lowell Gudmundson, fue calificado de “detractor” por
41
Vargas, Armando, “Eclipse de Mora”, La República, 3 de mayo del 2004, p. 17; Quesa-
da, Juan Rafael, “Juan Rafael Mora Porras y el filibusterismo”, [http://www.ts.ucr.ac.cr
/~historia/hcostarica/2005/mora_filibust.htm]; “Armando Vargas denuncia presunto aten-
tado contra su vida”, Informa-tico, 14 de noviembre del 2005 [http://www.informa-tico.
com/php/expat.php?id=14-11-0501821&ed=152&fecha=14-11-05&foro=575].
42
Molina Jiménez, Iván, “Nuevos libros, vieja historia”, La Nación, 12 de mayo del 2007,
p. 31A; ídem, “La guerra de 1856-1857, Juan Rafael Mora y el libro de Armando Var-
gas”, Universidad, 21 de junio del 2007, p. 21; 28 de junio del 2007, p. 23; 12 de julio del
2007, p. 20; ídem, “Detrás del enjuiciamiento a Juan Rafael Mora”, Ojo, 25 de julio
del 2007, p. 18; Gudmundson, Lowell, “Walker, los ‘buenos’ y los ‘malos’”, Áncora. La
Nación, 3 de junio del 2007, p. 6; Sánchez, José León, “La historia en mora con don Jua-
nito”, Ojo, 21 de junio del 2007, p. 18.
43
Ramos, Rogelio, “Sobre algunos historiadores”, Tribuna Democrática, 25 de mayo del
2007 [http://www.tribunademocratica.com/2007/05/sobre_algunos_historiadores.html];
Loaiza, Mario, “¿Qué pretenden? ¡Desvalorizar a nuestros héroes!”, Tribuna Democráti-
ca, 29 de mayo del 2007, [http://www.tribunademocratica.com/2007/05/que_
pretenden_desvalorizar_a_nuestros_heroes.html]; Amador, José Luis, “Invenciones nece-
sarias e historiadores al gusto”, Tribuna Democrática, 30 de mayo del 2007
[http://www.tribunademocratica.com/2007/05/invenciones_necesarias_e_historiadores_
al_gusto.html]; ídem, “Historia: ¿ciencia o construcción de la identidad?”, Tribuna De-
mocrática, 12 de junio del 2007 [http://www.tribunademocratica.com/2007/
06/historia_ciencia_o_construccion_de_la_identidad.html]; Gudmundson, Lowell, “His-
torias y héroes peligrosos”. Áncora. La Nación, 22 de julio del 2007, p. 13, reproducido
en Tribuna Democrática, 21 de julio del 2007 [http://www.tribunademocratica.
com/2007/07/historias_y_heroes_peligrosos.html].
44
Vargas, “Mora tiene mucho”, p. 36A; ídem, “El monopolio de la verdad, es mentira”,
Tribuna Democrática, 17 de mayo del 2007 [http://www.tribunademocratica.com/2007/
05/el_monopolio_de_la_verdad_es_mentira.html]; ídem, “¿Enjuiciar a don Juan Rafael
Mora”, Ojo, 5 de julio del 2007, p. 19; Quesada, “Vieja y ‘nueva historia’”, La Nación,
20 de junio del 2007, p. 37A.
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45
Quesada, “¿Han leído mi libro mis detractores?”; Vargas, Armando, “Rectificación do-
ble”, La Nación, 7 de junio del 2007, p. 28A.
46
Gudmundson, “Walker, los ‘buenos’ y los ‘malos’”, p. 6.
47
La imposibilidad de diálogo entre ambos enfoques se patentiza en la otra vez en la elusi-
va respuesta de Vargas a un nuevo artículo de Gudmundson, “¡Que viva la polémica!…
sin que mueran las amistades”, Tribuna Democrática, 20 de junio del 2007
[http://www.tribunademocratica.com/2007/06/que_viva_la_polemica_sin_que_mueran_l
as_amistades.htm]. En contraste, véase el intercambio de elogios entre Quesada y Vargas.
Quesada, Juan Rafael, “Para todos los costarricenses”, La Nación, 28 de abril del 2007, p.
25A; Vargas, Armando, “Una clarinada radiante”, Tribuna Democrática, 29 de junio del
2007 [http://www.tribunademocratica.com/2007/06/una_clarinada_radiante.html], Véase,
además: Barahona Krüger, Pablo, “Dos libros, un comentario”, Universidad, 5 de julio
del 2007, p. 19.
48
Molina Jiménez, Iván, “1856, el TLC y la responsabilidad del historiador”, Universidad,
16 de agosto del 2007, p. 18. Para un torpe intento de utilizar la Campaña Nacional a fa-
vor del TLC, véase: Mohs, Edgar, “Los filibusteros y el TLC”, La Nación, 20 de julio del
2007, p. 38A.
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