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“Teoforo”

Ignacio de Antioquia

Nombre: Alexander Martínez


Docente: Lic. Gabriel Mejía
Introducción
San Ignacio fue el tercer obispo de Antioquia (en Siria), mártir y Padre Apostólico,
discípulo directo de San Pablo y San Juan.

Escribió 7 cartas dirigidas a varias Iglesias, donde habla de Cristo, de la


constitución de la Iglesia y de la vida cristiana.

Fue condenado a las fieras en su vejez, a morir en el circo romano, hacia el año
106.
Este trabajo tiene como objetivo exponer las enseñanzas de Ignacio, que
demuestran la doctrina desde tiempos apostólicos.
Se brindara información sobre la vida, obra y enseñanzas de este Padre
Apostólico

Nació en Antioquia, en el siglo I y fue discípulo de Pablo y Juan, fue asignado


obispo de Antioquia por Pedro.

Antioquia era la tercera ciudad más importante del Imperio, después de Roma y
Alejandría. San Ignacio fue obispo por 40 años, hasta el día de su martirio.

Su corazón era un fuego ardiente de amor por Cristo. Decía que Cristo está en el
pecho de los cristianos.

Es llamado Padre Apostólico, ya que estos son los Padres de la Iglesia que fueron
discípulos directos de algunos de los apóstoles. Sus escritos son considerados
como un eco de la enseñanza de los apóstoles.

Biografía
 También conocido como: Theophorus "God-Bearer"
 Nacido: entre 35-50 CE, en Asia Menor
 Murió: alrededor de 110 CE en Roma
 Obras publicadas: Epístola a los cristianos de Éfeso (Pros Efeso); de Magnesia
(Magnesieusin); de Tralles (Trallianois); de Roma (Pros Romaious); de Filadelfia
(Filadelfia); de Esmirna (Smyrnaiois); y a Polycarp (Pros Polykarpon).
 Logros clave: primer obispo misionero en reordenar la iglesia en Asia Menor,
estableciendo los inicios de la teología moderna de la iglesia
 Cita famosa: (al enterarse de que fue sentenciado a muerte) "Te agradezco, oh
Señor, que has valido para honrarme con perfecto amor hacia ti, y me has
obligado a estar atado con cadenas de hierro, como tu apóstol Pablo. "
 Entre Pablo e Ignacio "existe la diferencia que hay entre un misionero que se
adapta a los indios y un indio que repiensa el cristianismo”.
 Ignacio, de origen bastante humilde, sucede a Eusebio como obispo de
Antioquía, tercer obispo en la lista episcopal de Antioquia la gran metrópoli de
Siria, al principio del siglo II, cuando la Iglesia tiene cincuenta años. Procedente
del paganismo, formado por los filósofos, conoce los procedimientos de la diatriba
estoica y los refinamientos de la retórica asiática.
 Hecho prisionero hacia el 110, es conducido bajo escolta militar a Roma, donde
no será decapitado sino arrojado como pasto a las fieras. De camino, él carga con
la preocupación de todas las iglesias por donde pasa, escribió siete cartas a las
comunidades crsitianas.
 En el siglo v, estas cartas genuinas fueron interpoladas; y se escribieron otras
siete enteramente falsas. A tenor de estas cartas, las diferentes Iglesias locales ya
tienen obispo monárquico, al que están sujetos los fieles, los presbíteros y los
diáconos. Exalta el magisterio de la Iglesia de Roma, que preside a las demás en
la caridad; pone en guardia contra los judaizantes y los docetas. San Ignacio es un
verdadero místico del martirio, que desea ser molido como blanco trigo por los
dientes de las fieras.

Aportes Históricos
Dicta siete Cartas, que han llegado hasta nosotros (destinadas a Éfeso, a
Magnesia, a Trales, a Filadelfia, a Esmirna, a Policarpo). La más importante, la
dirigida a los Romanos antes de conocerlos, es la que expresa mejor la pasión
mística que le quema, en un lenguaje denso: "No hay en mí fuego que se alimente
de la materia, sino agua viva que habla dentro de mí diciendo en lo más íntimo:
Ven al Padre”. Las Cartas de Ignacio son una joya de la literatura cristiana, una de
las piezas más importantes de la historia antigua, ricas en informaciones sobre la
vida de las iglesias. El obispo confiesa la fe recibida de los apóstoles. Su
enseñanza es extremadamente clara sobre la divinidad y la humanidad de Cristo,
que defiende contra los que reducen su realismo. Pone en guardia contra los que
"judaizan" y retornan a las observancias que considera como caducas.

Confesión de la fe: los padres apostólicos

Fórmula cristológica Tapaos los oídos cuando alguno os hable excluyendo de


Jesucristo estas verdades: que desciende de David y es Hijo de María; que de
verdad nació, comió y bebió; de verdad fue perseguido bajo Poncio Pilato; de
verdad fue crucificado y murió a vista de los cielos, de la tierra y de los infiernos;
también que resucitó de entre los muertos" (carta a los Tralianos)

Formula Trinitaria"Poned empeño en estar fundados sobre los mandatos del


Señor y de los apóstoles, para que en todo lo que hagáis os vaya bien (Sal 1,3) en
cuerpo y en el alma, en fe y en amor, en el Hijo, el Padre y el Espíritu santo".(carta
a los Romanos)

La idea dominante de su doctrina es:


la unidad de Dios uno y trino, la unidad de Cristo Dios y hombre, la unidad del
cristiano con Cristo fundamento de la vida espiritual, la unidad de los cristianos
entre ellos en la Iglesia, expresada de forma visible por el Obispo, rodeado de
presbíteros, que forman un senado, de los diáconos, que expresan, por la
asistencia social, "la diaconía de Jesucristo".

Marco teórico
I) La autoridad de San Ignacio de Antioquía

II) Su enseñanza sobre la jerarquía Obispos-sacerdotes-diáconos

III) Su testimonio del papado

A) La Iglesia de Roma " preside la región de los romanos "

B) Ignacio reconoce en Roma el poder de la enseñanza y del mando

C) Ignacio confía la Iglesia de Siria a la caridad de la Iglesia de Roma

I) La autoridad de San Ignacio de Antioquía

San Ignacio de Antioquía nació alrededor del año 35 d.C. en Siria. Recibió la
enseñanza de los Santos Apóstoles Pedro y Juan que lo convirtió en uno de los
Padres de la Iglesia llamados Padres Apostólicos porque había conocido a los
Apóstoles. Fue el tercer obispo de Antioquía (c. 68-c. 107). Fue apodado Teóforo ,
que significa portador de Dios . Fue deportado a Roma donde murió en la arena,
devorado por bestias entre el 107 y el 110 bajo el emperador Trajano .

Es conocido por las cartas que dejó a los cristianos en el camino a su deportación
a Roma. Durante mucho tiempo, los escritores protestantes se negaron a
reconocer la autenticidad de estas cartas. Pero los historiadores protestantes más
eruditos y serios han regresado. El historiador protestante Adolph von Harnack ha
puesto fin a las dudas y reconoce el gran interés de estas cartas en los siguientes
términos:

“Su valía personal (la de San Ignacio de Antioquía) como cristiano y como escritor
lo acerca más que todos los demás a los grandes apóstoles Pablo y Juan, aunque
todavía está lejos de ello. Al mismo tiempo, representa tan bien a la Iglesia
naciente que es precisamente por la razón por la que muchos estudiosos que
protestaban hace más de dos siglos, se negaron a reconocer en sus cartas
documentos auténticos de la época de Trajano. las cartas de Ignacio son lo más
magnífico que nos ha dejado esta época; nos deleitan con la llama y el resplandor
de un alma que anhela ser arrancada de la tierra por una muerte espantosa y
celestial. "

La apreciación de Harnack sugiere que San Ignacio tiene palabras puramente


católicas. Y esto es demasiado cierto como veremos.

 Agregamos que estos testimonios son particularmente significativos y


convincentes en más de una forma. De hecho, además de ser él mismo discípulo
de los apóstoles, son sobre todo factores externos los que abogan a su favor.
Primero escribe a las Iglesias de Asia Menor. Sin embargo, como esta región fue
irradiada por la enseñanza de San Juan, que acabó con su vida en Éfeso, hasta
entre el 98 y el 106. En efecto:

“Juan regresó bajo el mando de Nerva a Éfeso, donde permaneció hasta el


reinado de Trajano. Usó este tiempo para fundar y dirigir iglesias en Asia.” (San
Jerónimo , Los Hombres Ilustres , IX )

Eusebio de Cesarea desarrolla este episodio de la siguiente manera:

“Por entonces, el apóstol y evangelista Juan, aquel a quien Jesús amaba, todavía
estaba con vista en Asia y continuaba allí cuidando de la iglesia tras volver del
destierro de la isla, una vez que hubo muerto Domiciano.

Bastarán los testigos para garantizar que entonces Juan todavía vivía, pues
ambos son fidedignos y reconocidos en la ortodoxia de la iglesia. Se trata de
Ireneo y de Clemente de Alejandría.

El primero, en algún punto del libro II de Contra las herejías, escribe lo siguiente:
«Y todos los ancianos de Asia que mantienen contactos con Juan, el discípulo del
Señor, dan testimonio de que lo transmite Juan, pues permaneció con ellos hasta
los tiempos de Trajano”. También el libro III de la misma obra expone así: «Pero
incluso la iglesia de Éfeso, puesto que la fundó Pablo y que Juan permaneció en
ella hasta los tiempos de Trajano, es un testimonio verdadero de la tradición de los
apóstoles».
 

Por otro lado, Clemente indica el mismo tiempo, y añadió un relato, indispensable
para aquellos que gustan de oír cosas hermosas y de algún provecho, a la obra
que tituló ¿Quién es el rico que se salva? Así pues, tómala y lee lo que allí se halla
escrito:

Oye este rumor, que no es un rumor, sino una tradición sobre el apóstol Juan,
transmitida y conservada en la memoria. Así pues, cuando murió el tirano, Juan
pasó de la isla de Patmos a Éfeso. De allí salía, cuando se lo pedían, a las
regiones vecinas de los gentiles, ya fuera para establecer obispo, para dirigir
iglesias enteras o para designar algún sacerdote de los que habían sido elegidos
por el Espíritu.” (Historia Eclesiástica, III, 23, 1-6 )

Ignacio escribió sus cartas hacia el año 107. Así que nunca habría escrito
semejante error a un lector que había sido enseñado hasta unos años antes (y
quizás incluso el año anterior) por San Juan, so pena de no tener credibilidad. Y la
recepción de estas cartas por parte de los cristianos de Asia Menor fue
extremadamente desfavorable. San Policarpo de Esmirna (c. 69-155), otro
discípulo de San Juan, atestigua su veneración, así como la de la Iglesia de Filipos
(y, por tanto, probablemente de toda Asia Menor) por estas cartas:

Me escribisteis, y también Ignacio, pidiéndome que si alguno fuera a Siria llevara


consigo las cartas vuestras. Y esto es lo que haré si tengo una buena oportunidad,
sea yo mismo o aquel a quien enviaré como embajador en vuestro nombre
también. Las cartas de Ignacio que él me envió, y tantas otras cartas como hay en
posesión nuestra, os las enviamos, según nos encargasteis; y van incluidas con
esta carta; de ellas vais a recibir gran beneficio. Porque hay en ellas fe y
resistencia y toda clase de edificación, que pertenece a nuestro Señor. Además,
respecto al mismo Ignacio y a los que estaban con él, si es que tenéis noticias
fidedignas, dádnoslas a conocer.” (Carta a los Filipenses, XIII).
 

Y en segundo lugar, San Ignacio estaba siendo deportado a Roma para ser
ejecutado en la arena. Y cuando se entera de que los cristianos de Roma quieren
obtener su perdón, les insta a no hacer nada al respecto para poder ofrecer su
martirio a Dios (Carta a los Romanos, IV-VI). Estaba condenado a muerte y no
quería salvarse, por lo que sabía que no era el momento de difundir herejías.

II) Su enseñanza sobre la jerarquía de los obispos, sacerdotes y diáconos

"Por lo tanto es apropiado que andéis en armonía con la mente del obispo; lo cual
ya lo hacéis. Porque vuestro honorable presbiterio, que es digno de Dios, está a
tono con el obispo, como si fueran las cuerdas de una lira. Por tanto, en vuestro
amor concorde y armonioso se canta a Jesucristo. Y vosotros, cada uno, formáis
un coro, para que estando en armonía y concordes, y tomando la nota clave de
Dios, podáis cantar al unísono con una sola voz por medio de Jesucristo al Padre,
para que Él pueda oíros y, reconocer por vuestras buenas obras que sois
miembros de su Hijo. Por tanto, os es provechoso estar en unidad intachable, a fin
de que podáis ser partícipes de Dios siempre.

Porque si en un período tan breve tuve tal trato con vuestro obispo, que no fue a la
manera de los hombres sino en el Espíritu, cuánto más os felicito de que estéis
íntimamente unidos a él como la Iglesia lo está con Jesucristo y como Jesucristo lo
está con el Padre, para que todas las cosas puedan estar armonizadas en unidad.
Que nadie se engañe. Si alguno no está dentro del límite del altar, carece de pan
[de Dios]. Porque si la oración de uno y otro tiene una fuerza tan grande, ¡cuánto
más la del obispo y la de toda la Iglesia! Por lo tanto, todo el que no acude a la
congregación, con ello muestra su orgullo y se ha separado él mismo; porque está
escrito: Dios resiste a los soberbios. Por tanto, tengamos cuidado en no resistir al
obispo, para que con nuestra sumisión podamos entregarnos nosotros mismos a
Dios.
 

Y en proporción al hecho de que un hombre vea que su obispo permanece en


silencio, debe reverenciarle aún más. Porque a todo aquel a quien el Amo de la
casa envía para ser mayordomo de ella, debe recibírsele como si fuera el que le
envió. Simplemente, pues, deberíamos considerar al obispo como al Señor mismo.
Ahora bien, Onésimo, de su propia iniciativa os alaba en gran manera por vuestra
conducta ordenada en Dios, porque todos vivís en conformidad con la verdad, y no
hay herejía alguna que halle albergue entre vosotros; es más, ni aun escucháis a
nadie si habla de otras cosas excepto lo que se refiere a Jesucristo en verdad.”
(Carta a los Efesios IV, V y VI)

Sí, y os corresponde a vosotros también no tomaros libertades por la juventud de


vuestro obispo, sino, según el poder de Dios el Padre, rendirle toda reverencia, tal
como he sabido que los santos presbíteros tampoco se han aprovechado de la
evidente condición de su juventud, sino que le han tenido deferencia como
prudente en Dios; no ya a él, sino al Padre de Jesucristo, a saber, el Obispo de
todos. Por tanto, por el honor de Aquel que os ha deseado, es apropiado que
seáis obedientes sin hipocresía. Porque un hombre no engaña a este obispo que
es visible, sino que intenta engañar al otro que es invisible; y en este caso debe
contar no con carne sino con Dios, que conoce las cosas escondidas.Por tanto, es
apropiado que no sólo seamos llamados cristianos, sino que lo seamos; tal como
algunos tienen el nombre del obispo en sus labios, pero en todo obran aparte del
mismo. Estos me parece que no tienen una buena conciencia, por cuanto no se
congregan debidamente según el mandamiento.

Siendo así, pues, que en las personas antes mencionadas yo os contemplé a


todos vosotros en fe y os abracé, os aconsejo que seáis celosos para hacer todas
las cosas en buena armonía, el obispo presidiendo a la semejanza de Dios y los
presbíteros según la semejanza del concilio de los apóstoles, con los diáconos
también que me son muy caros, habiéndoles sido confiado el diaconado de
Jesucristo, que estaba con el Padre antes que los mundos y apareció al fin del
tiempo. Por tanto, esforzaos en alcanzar conformidad con Dios y tened reverencia
los unos hacia los otros; y que ninguno mire a su prójimo según la carne, sino que
os améis los unos a los otros siempre en Jesucristo. Que no haya nada entre
vosotros que tenga poder para dividiros, sino permaneced unidos con el obispo y
con los que presiden sobre vosotros como un ejemplo y una lección de
incorruptibilidad.

Por tanto, tal como el Señor no hizo nada sin el Padre, estando unido con Él, sea
por sí mismo o por medio de los apóstoles, no hagáis nada vosotros, tampoco, sin
el obispo y los presbíteros. Y no intentéis pensar que nada sea bueno para
vosotros aparte de los demás: sino que haya una oración en común, una
suplicación, una mente, una esperanza, un amor y un gozo intachable, que es
Jesucristo, pues no hay nada que sea mejor que Él. Apresuraos a congregaros,
como en un solo templo, Dios; como ante un altar, Jesucristo, que vino de un
Padre y está con un Padre y ha partido a un Padre.” (Carta a los Magnesios III, IV,
VI y VII)

“Por cuanto como respuesta de mi oración a Dios me ha sido concedido ver


vuestros rostros piadosos, de modo que he obtenido aún más de lo que había
pedido; porque llevando cadenas en Cristo Jesús espero saludaros, si es la divina
voluntad que sea contado digno de llegar hasta el fin; porque el comienzo
ciertamente está bien ordenado, si es que alcanzo la meta, para que pueda recibir
mi herencia sin obstáculo. Porque temo vuestro mismo amor, que no me cause
daño; porque a vosotros os es fácil hacer lo que queréis, pero para mí es difícil
alcanzar a Dios, a menos que seáis clementes conmigo.

Nunca habéis recibido a nadie de mala gana; fuisteis los instructores de otros. Y
mi deseo es que las lecciones que impartís como maestros las confirméis. Rogad,
sólo, que yo tenga poder por dentro y por fuera, de modo que no sólo pueda
decirlo, sino también desearlo; que pueda no sólo ser llamado cristiano, sino que
lo sea de veras. Porque si resulto serlo, entonces puedo ser tenido como tal, y
considerado fiel, cuando ya no sea visible al mundo. Nada visible es bueno.
Porque Dios nuestro Dios Jesucristo, estando en el Padre, es el que es más
fácilmente manifestado. La obra no es ya de persuasión, sino que el cristianismo
es una cosa de poder, siempre que sea aborrecido por el mundo.

Escribo a todas las iglesias, y hago saber a todos que de mi propio libre albedrío
muero por Dios, a menos que vosotros me lo estorbéis. Os exhorto, pues, que no
uséis de una bondad fuera de sazón. Dejadme que sea entregado a las fieras
puesto que por ellas puedo llegar a Dios. Soy el trigo de Dios, y soy molido por las
dentelladas de las fieras, para que pueda ser hallado pan puro de Cristo. Antes
atraed a las fieras, para que puedan ser mi sepulcro, y que no deje parte alguna
de mi cuerpo detrás, y así, cuando pase a dormir, no seré una carga para nadie.
Entonces seré verdaderamente un discípulo de Jesucristo, cuando el mundo ya no
pueda ver mi cuerpo. Rogad al Señor por mí, para que por medio de estos
instrumentos pueda ser hallado un sacrificio para Dios. No os mando nada, cosa
que hicieron Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles, yo soy un reo; ellos eran libres,
pero yo soy un esclavo en este mismo momento. Con todo, cuando sufra,
entonces seré un hombre libre de Jesucristo, y seré levantado libre en Él. Ahora
estoy aprendiendo en mis cadenas a descartar toda clase de deseo.

Desde Siria hasta Roma he venido luchando con las fieras, por tierra y por mar, de
día y de noche, viniendo atado entre diez leopardos, o sea, una compañía de
soldados, los cuales, cuanto más amablemente se les trata, peor se comportan.
Sin embargo, con sus maltratos paso a ser de modo más completo un discípulo;
pese a todo, no por ello soy justificado. Que pueda tener el gozo de las fieras que
han sido preparadas para mí; y oro para que pueda hallarlas pronto; es más, voy a
atraerlas para que puedan devorarme presto, no como han hecho con algunos, a
los que han rehusado tocar por temor. Así, si es que por sí mismas no están
dispuestas cuando yo lo estoy, yo mismo voy a forzarlas. Tened paciencia
conmigo. Sé lo que me conviene. Ahora estoy empezando a ser un discípulo. Que
ninguna de las cosas visibles e invisibles sienta envidia de mí por alcanzar a
Jesucristo. Que vengan el fuego, y la cruz, y los encuentros con las fieras
[dentelladas y magullamientos], huesos dislocados, miembros cercenados, el
cuerpo entero triturado, vengan las torturas crueles del diablo a asaltarme.
Siempre y cuando pueda llegar a Jesucristo.” (Carta a los filadelfianos I, III, IV y V)

" [Pero] evitad las divisiones, como el comienzo de los males. Seguid todos a
vuestro obispo, como Jesucristo siguió al Padre, y al presbiterio como los
apóstoles; y respetad a los diáconos, como el mandamiento de Dios. Que nadie
haga nada perteneciente a la Iglesia al margen del obispo. Considerad como
eucaristía válida la que tiene lugar bajo el obispo o bajo uno a quien él la haya
encomendado. Allí donde aparezca el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como
allí donde está Jesús, allí está la iglesia universal. No es legítimo, aparte del
obispo, ni bautizar ni celebrar una fiesta de amor; pero todo lo que él aprueba,
esto es agradable también a Dios; que todo lo que hagáis sea seguro y válido.”
(Carta a los esmirniotas VIII)

"Porque cuando sois obedientes al obispo como a Jesucristo, es evidente para mí


que estáis viviendo no según los hombres sino según Jesucristo, el cual murió por
nosotros, para que creyendo en su muerte podamos escapar de la muerte. Es
necesario, por tanto, como acostumbráis hacer, que no hagáis nada sin el obispo,
sino que seáis obedientes también al presbiterio, como los apóstoles de Jesucristo
nuestra esperanza; porque si vivimos en El, también seremos hallados en Él. Y,
del mismo modo, los que son diáconos de los misterios de Jesucristo deben
complacer a todos los hombres en todas las formas. Porque no son diáconos de
carne y bebida sino siervos de la Iglesia de Dios. Es propio, pues, que se
mantengan libres de culpa como si fuera fuego.

De la misma manera, que todos respeten a los diáconos como a Jesucristo, tal
como deben respetar al obispo como tipo que es del Padre y a los presbíteros
como concilio de Dios y como colegio de los apóstoles. Aparte de ellos no hay ni
aun el nombre de iglesia. Y estoy persuadido que pensáis de esta forma en lo que
respecta a estas cuestiones; porque he recibido la muestra de vuestro amor, y la
tengo conmigo, en la persona de vuestro obispo, cuyo comportamiento es una
gran lección, cuya mansedumbre es poder; un hombre a quien creo que incluso
los impíos prestan reverencia. Siendo así que os amo, os trato con blandura,
aunque es posible que escriba de modo más estricto en su favor; pero no creí que
tuviera competencia para hacerlo, y que, siendo un reo, os dé órdenes como si
fuera un apóstol.” (Carta a los Tralianos II y III)

 " Es apropiado que todos los hombres y mujeres, también, cuando se casan, se
unan con el consentimiento del obispo, para que el matrimonio sea según el Señor
y no según concupiscencia. Que todas las cosas se hagan en honor de Dios.".
(Carta a Policarpo V)

III) Su testimonio sobre el papado En tres ocasiones, en su Carta a los


Romanos, hace afirmaciones que no pueden sino indicar la primacía no sólo del
honor, sino también de la jurisdicción, así como la misión docente de la Iglesia
romana.

A) La Iglesia de Roma "preside la región de los romanos”

 El primero de estos tres pasajes es el incipit de la Carta, y es también a menudo


el único pasaje utilizado -porque es el único pasaje que conocen- por la mayoría
de los apologistas del papado que invocan esta Carta:

"Ignacio, que es llamado también Teóforo, a aquella que ha hallado misericordia


en la benevolencia del Padre Altísimo y de Jesucristo su único Hijo; a la iglesia
que es amada e iluminada por medio de la voluntad de Aquel que quiso todas las
cosas que son, por la fe y el amor a Jesucristo nuestro Dios; a la que tiene la
presidencia en el territorio de la región de los romanos, siendo digna de Dios,
digna de honor, digna de parabienes, digna de alabanza, digna de éxito, digna en
pureza, y teniendo la presidencia del amor, andando en la ley de Cristo y llevando
el nombre del Padre; iglesia a la cual yo saludo en el nombre de Jesucristo el Hijo
del Padre; a los que en la carne y en el espíritu están unidos a cada uno de sus
mandamientos, siendo llenos de la gracia de Dios sin fluctuación, y limpiados de
toda mancha extraña; salutaciones abundantes en Jesucristo nuestro Dios en su
intachabilidad." (Carta a los romanos, incipit).

San Ignacio también escribió cartas a otras iglesias -las de Éfeso, Magnesia,
Filadelfia, Esmirna y Tralles-, cada una de las cuales comenzó con una serie de
alabanzas similares. Pero, por un lado, estas series de panegíricos son siempre
de menor importancia y, por otro, nunca se menciona la "presidencia" y menos
aún la "presidencia del amor". Para él, por tanto, existe una superioridad
incuestionable de la Iglesia de Roma sobre las demás, y esta superioridad
consiste en un poder de gobierno.

Esto no sólo es evidente a partir de una simple lectura del texto, sino que también
se confirma con un análisis del texto griego original. Pues el texto original traduce
"que preside la asamblea universal de la caridad" como προκαθημἑνη τῆς ἀγἁπης.
¿Cómo deben entenderse estas expresiones? El obispo Louis DUCHESNE da a la
palabra ἀγἁπη, "caridad o amor", un significado concreto, el de "hermandad", es
decir, "toda la cristiandad", la sociedad cristiana, y a la palabra προκαθημἑνη el de
"presidente por la autoridad" propiamente dicha; el pasaje de Ignacio de Antioquía
significaría así que la Iglesia romana es "la cabeza de la cristiandad",
aproximadamente nuestra fórmula actual: "madre y señora de todas las iglesias".
"El significado más natural de este lenguaje es que la Iglesia romana preside
todas las iglesias. Como el obispo preside en su Iglesia las obras de caridad, así la
Iglesia romana preside estas mismas obras en toda la cristiandad" (Les Origines
chrétiennes, página 128).

Este es el significado más seguro desde el punto de vista emocional. En primer


lugar, el significado natural de προκαθησται es "ser la cabeza", "tener la
presidencia", en segundo lugar, el contexto es favorable a esta interpretación:
justo arriba, en este mismo incipit, la palabra tiene ciertamente este último
significado: "la Iglesia que preside en la región de los romanos", es decir la Iglesia
que está a la cabeza de la comunidad de Roma.

Por último, recordemos que esta identificación de la Iglesia de Roma con "la
cabeza" debe recordarnos lo que dicen las Sagradas Escrituras sobre la Iglesia, a
saber, que es el cuerpo del que Cristo es la cabeza: Romanos 12, 4-5 ; 1 Corintios
12, 13 ; Colosenses 1, 18. 24; expresión que también utiliza San Ignacio:

" Por lo tanto es apropiado que andéis en armonía con la mente del obispo; lo cual
ya lo hacéis. Porque vuestro honorable presbiterio, que es digno de Dios, está a
tono con el obispo, como si fueran las cuerdas de una lira. Por tanto, en vuestro
amor concorde y armonioso se canta a Jesucristo. Y vosotros, cada uno, formáis
un coro, para que estando en armonía y concordes, y tomando la nota clave de
Dios, podáis cantar al unísono con una sola voz por medio de Jesucristo al Padre,
para que Él pueda oíros y, reconocer por vuestras buenas obras que sois
miembros de su Hijo. Por tanto, os es provechoso estar en unidad intachable, a fin
de que podáis ser partícipes de Dios siempre.” (Carta a los Efesios, IV)

"Evitad, pues, estos viles retoños que producen un fruto mortal, que si uno lo
prueba, al punto muere. Porque estos hombres no son plantados por el Padre;
porque si lo fueran, se vería que son ramas de la cruz, y su fruto imperecedero —
la cruz por la cual El, por medio de su pasión, nos invita, siendo sus miembros—.
Ahora bien, no es posible hallar una cabeza sin miembros, siendo así que Dios
promete unión, y esta unión es Él mismo.” (Carta a los Tralianos, XI)

En San Ignacio de Antioquía, pues, hay una analogía entre la Iglesia de Roma y
Cristo, y esta analogía radica en el papel de la Iglesia como cabeza. Esta es
exactamente la doctrina católica actual del obispo de Roma, "vicario de Cristo",
primer ministro de Cristo, rey del nuevo reino de Israel que es la Iglesia.
 

B) Ignacio reconoce el poder de enseñanza y mando de Roma

En el segundo pasaje Ignacio indica que es la Iglesia a la que se dirige la que


tiene el poder de enseñar y gobernar a los demás, el texto habla por sí mismo:

" Nunca habéis recibido a nadie de mala gana; fuisteis los instructores de otros. Y
mi deseo es que las lecciones que impartís como maestros las confirméis.” (Carta
a los Romanos, III)

En una época tan cercana a los apóstoles, ¿no tienen todas las Iglesias locales un
recuerdo reciente de la enseñanza de los apóstoles o de los discípulos en
persona? Especialmente Asia Menor, a la que escribió extensamente y que el
apóstol San Juan había gobernado en persona hasta unos años antes, y quizás
incluso el año inmediatamente anterior... ¿No fue el propio Ignacio quien recibió
las enseñanzas de San Pedro y San Juan? En estas circunstancias, si Roma ha
enseñado a otros, ¿no tiene un poder de enseñanza universal?

Del mismo modo, ¿qué derecho tiene Roma a "mandar a los demás" sin una
función de gobierno?

 C) Ignacio confía la Iglesia de Siria a la caridad de la Iglesia de Roma El


tercer pasaje recuerda que San Ignacio, siendo obispo de Antioquía, es obispo de
Siria, por lo que confía su rebaño, abandonado a su suerte en su ausencia, a la
oración de la Iglesia de Roma:

" Recordad en vuestras oraciones a la iglesia que está en Siria, que tiene a Dios
como su pastor en lugar mío. Jesucristo sólo será su obispo —El y vuestro amor
—.”. (Carta a los Romanos, IX)

 
¿Por qué la Iglesia de Siria debe confiarse, aparte de Cristo, a la caridad de la
Iglesia romana únicamente, si no es porque ésta tiene por derecho divino un papel
universal en la Iglesia? En efecto, Ignacio pide a todas las demás Iglesias a las
que escribe que recen por la Iglesia de Siria, pero sólo a la Iglesia de Roma le pide
que se ocupe pastoralmente de ella y que sea su obispo, junto con Jesucristo, a
través de su caridad.

Recordemos también lo que acabamos de relatar de lo que San Ignacio de


Antioquía enseñó sobre el episcopado, su institución, su poder y la identificación
Iglesia-Obispo. Esto no significa nada, es la afirmación de que el Obispo de Roma
es plenamente la cabeza jurisdiccional de la Iglesia siria, es decir, de todas las
Iglesias locales.Y esto es tanto más cierto cuanto que la sede personal de San
Ignacio, la de Antioquía, dejada vacante, repercute en toda Siria, ya que pide en
cada una de sus cartas que se rece por "la Iglesia de Siria", y no sólo de
Antioquía. Esto significa que ya en aquella época el obispo de Antioquía era el
arzobispo de toda Siria, pues es indudable que en Siria había muchas otras
diócesis además de la de Antioquía, especialmente una con sede en Damasco,
donde ya había una comunidad cristiana en la época de la conversión de San
Pablo (Hechos 9).

De lo contrario, ¿por qué pedir esto a la Iglesia de Roma, alejada de Antioquía, y


no a una Iglesia de Asia Menor que, como ya hemos dicho, el apóstol San Juan
había gobernado en persona hasta unos años antes, y quizá incluso el año
inmediatamente anterior? ¿Por qué no preguntar esto a San Policarpo, a quien
envió una carta personal además de la enviada a su propia Iglesia, la de Esmirna?
Especialmente cuando sabemos cómo San Ignacio alabó a San Policarpo:

" Dando la bienvenida a tu mente piadosa que está afianzada como si fuera en
una roca inconmovible, doy gloria sobremanera de que me haya sido concedido
ver tu faz intachable, por la cual tengo gran gozo en Dios" (Carta a Policarpo, I)
 

" Siento gran afecto hacia vosotros y por los que enviasteis a Esmirna para el
honor de Dios; por lo cual también os escribo con agradecimiento al Señor, y
teniendo amor a Policarpo lo tengo también a vosotros.” (Carta a los Efesios, XXI)

Y sabemos también que San Ireneo de Lyon (c. 125-c. 202), discípulo de San
Policarpo, también lo elogia:

" Policarpo no sólo fue educado por los Apóstoles y trató con muchos de aquellos
que vieron a nuestro Señor, sino también por los Apóstoles en Asia fue constituido
obispo de la Iglesia en Esmirna; a él lo vimos en nuestra edad primera,
muchotiempo vivió, y ya muy viejo, sufriendo el martirio de modo muy noble y
glorioso, salió de esta vida. Enseñó siempre lo que había aprendido de los
Apóstoles, lo mismo que transmite la Iglesia, las únicas cosas verdaderas. De esto
dan testimonio todas las iglesias del Asia y los sucesores de Policarpo hasta el día
de hoy. Este hombre tiene mucha mayor autoridad y es más fiel testigo de la
verdad que Valentín, Marción y todos los demás que sostienen doctrinas
perversas.

Este obispo viajó a Roma cuando la presidía Aniceto, y convirtió a la Iglesia de


Dios a muchos de los herejes de los que hemos hablado, anunciando la sola y
única verdad recibida de los Apóstoles que la Iglesia ha transmitido. Algunos le
oyeron contar que Juan, el discípulo del Señor, habiendo ido a los baños en Efeso,
divisó en el interior a Cerinto. Entonces prefirió salir sin haberse bañado, diciendo:
«Vayámonos, no se vayan a venir abajo los baños, porque está adentro Cerinto, el
enemigo de la verdad». Y del mismo Policarpo se dice que una vez se encontró a
Marción, y éste le dijo: «¿Me conoces?» Él le respondió: «Te conozco,
primogénito de Satanás». Es que los Apóstoles y sus discípulos tenían tal
reverencia, que no querían dirigir ni siquiera una mínima palabra a aquellos que
adulteran la verdad, como dice San Pablo:
«Después de una o dos advertencias, evita al hereje, viendo que él mismo se
condena y peca sosteniendo una mala doctrina» (Tt 3,10-11). También existe una
muy valiosa Carta de Policarpo a los Filipenses, en la cual pueden aprender los
detalles de su fe y el anuncio de la verdad quienes quieran preocuparse de su
salvación y saber sobre ella.

Finalmente, la Iglesia de Efeso, que Pablo fundó y en la cual Juan permaneció


hasta el tiempo de Trajano, es también testigo de la Tradición apostólica
verdadera." (Contra las herejías, III, 3, 4)

" En la Carta a Florino de que hablamos arriba, de nuevo menciona Ireneo su


convivencia familiar con Policarpo, diciendo: 

«Estas opiniones, Florino, hablando con moderación, no son propias de un


pensamiento sano. Estas opiniones disuenan de las de la Iglesia y arrojan en la
mayor impiedad a cuantos las obedecen; estas opiniones ni siquiera los herejes
que están fuera de la Iglesia se atrevieron alguna vez a proclamarlas; estas
opiniones no te las han transmitido los presbíteros que nos han precedido, los que
juntos frecuentaron la compañía de los apóstoles.

» Porque, siendo yo niño todavía 323, te vi en casa de Policarpo en el Asia inferior


324, cuando tenías una brillante actuación en el palacio imperial 325 y te
esforzabas por acreditarte ante él. Y es que yo me acuerdo más de los hechos de
entonces que de los recientes

»(lo que se aprende de niños va creciendo con el alma y se va haciendo uno con
ella), tanto que puedo incluso decir el sitio en que el bienaventurado Policarpo
dialogaba sentado, así como sus salidas y sus entradas, la índole de su vida y el
aspecto de su cuerpo, los discursos que hacía al pueblo, cómo describía sus
relaciones con Juan 326 y con los demás que habían visto al Señor y cómo
recordaba las palabras de unos y otros; y qué era lo que había escuchado de ellos
acerca del Señor, de sus milagros y su enseñanza; y cómo Policarpo, después de
haberlo recibido de estos testigos oculares de la vida del Verbo 327, todo lo
relataba en consonancia con las Escrituras.". (Carta a Florino, citada por Eusebio
de Cesarea, Historia Eclesiástica, V, 20, 4-6)

Adolf von HARNACK (1851-1930), luterano, doctor en teología, derecho, medicina


y filosofía, asesor político, está considerado como el teólogo e historiador
eclesiástico protestante más importante de finales del siglo XIX y principios del XX,
aunque discutimos este último título. Escribió sobre este pasaje:

 "La Iglesia romana fue indiscutiblemente la primera de la cristiandad." (Das


Zeugniss des Ignatius über das Ansehen der römischen Gemeinde, Memoria leída
en la Academia de Berlín el 6 de febrero de 1896)

Conclusión
Ignacio es conocido por sus cartas a enseñar sobre la deidad de Cristo, el valor de
la eucaristía, el valor de la gracia, y el valor de la comunidad. Ignacio fue el
responsable por el primer uso de la palabra griega "katholicos" que significa
universal, y da origen a la palabra católico

Las cartas de Ignacio fueron el fruto de esos encuentros y testimonian sus


preocupaciones y su gratitud. Si en un primer momento Ignacio fue recordado por
su persona y por su historia, hoy se le recuerda principalmente por sus cartas. Sin
ellas, apenas quedaría de él más que una leyenda

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