Padres de la iglesia: pensamiento y obras fundamentales
Clase 18: Ireneo de Lyon
TRES ESCUELAS DE PENSAMIENTO
OCCIDENTAL ORIENTAL
• Cartago y cuyo principal y • Asia Menor y cuyo principal
primer autor es exponente es Ireneo Tertuliano • Alejandría, y que está representada por Clemente y Orígenes Es poco lo que sabemos acerca de la vida de Ireneo. Al parecer, nació en Asia Menor -probablemente en Esmirna- alrededor del año 135. Allí escuchó a Policarpo de Esmirna, aunque debe haber sido aún bastante joven cuando el anciano obispo coronó su vida con el martirio. Más tarde -probablemente alrededor del año 170 -pasó a las Galias y se estableció en la ciudad de Lyon, donde existía una comunidad cristiana compuesta en parte al menos por inmigrantes del Asia Menor. Allí era presbítero en el año 177, cuando fue enviado a Roma a llevar una carta al obispo de esa ciudad. Al regresar de su misión, descubrió que el obispo de Lyon, Potino, había sufrido el martirio, y que él debía ser su sucesor. Como obispo de Lyon, Ireneo se dedicó, no sólo a dirigir la vida de la iglesia en esa ciudad, sino también a evangelizar a los celtas que habitaban la comarca, a defender el rebaño cristiano contra los embates de las herejías, y a mantener la paz de la iglesia. Fue su interés en combatir las herejías de su tiempo y en fortalecer la fe de los cristianos lo que le llevó a escribir las dos obras que le han valido un sitial entre los más grandes teólogos de todos los tiempos. Considerado como el más importante adversario del gnosticismo del siglo II. En cuanto a su muerte, se afirma que murió como mártir, aunque nada sabemos en cuanto a los detalles de su martirio. Lo más probable es que haya muerto en el año 202, cuando hubo una matanza de cristianos en Lyon. Son dos las obras que colocan a Ireneo entre los teólogos más destacados de la iglesia cristiana: • Denuncia y refutación de la supuesta gnosis • Demostración de la predicación apostólica. Esto no quiere decir que éstas sean las únicas obras que Ireneo escribió, sino que son las únicas que han llegado hasta nosotros.
• La Denuncia y refutación de la supuesta gnosis, que se conoce
corrientemente por Adversus haereses, se compone de cinco libros que han llegado hasta nosotros en una traducción latina bastante fidedigna. Además, existe una versión armenia de los Últimos dos libros. Desafortunadamente, el original griego se ha perdido, y no quedan de él más que algunos fragmentos. • En el primer libro de su Adversus haereses, Ireneo prácticamente se limita a exponer las doctrinas de los gnósticos, y «especialmente de los discípulos de Ptolomeo -discípulo de Valentín. Esto se debe a que Ireneo da por sentado que el gnosticismo es una doctrina tan carente de toda lógica, y que su atractivo se basa de tal modo en sus supuestos secretos, que la sola exposición de las doctrinas gnósticas ya constituye una victoria sobre ellas. • Además, para refutar todo el gnosticismo basta con refutar el sistema de los seguidores de Valentín, pues, como el propio Ireneo dice en su segundo libro, «para saber que el agua de mar es salada no es necesario beberla toda». • El segundo libro de Adversus haereses es de especial interés, pues en él Ireneo se propone refutar las doctrinas gnósticas a partir del sentido común. Aquí Ireneo ataca las doctrinas del Pléroma y de los eones con una lógica implacable, aunque sin caer en sutilezas especulativas. • Por último, los libros tercero al quinto están dedicados a la refutación del gnosticismo a partir de las Escrituras. Al principio, Ireneo pensaba incluir esto en el segundo libro, pero luego vio la necesidad de exponer los argumentos escriturarios en otro libro aparte. Aún así, tales argumentos resultaban demasiado extensos para ser incluidos en un solo libro, y por ello Ireneo se vio forzado a extender su plan original y escribir, en lugar de sólo dos libros, una obra en cinco libros. En términos generales, podemos decir que en los tres libros dedicados a argumentos escriturarios Ireneo interpreta el Antiguo Testamento de un modo que recuerda la doctrina de Justino acerca de las profecías y los tipos. Las doctrinas que Ireneo se proponía refutar eran precisamente doctrinas anti-históricas que tendían a la interpretación alegórica de las Escrituras, y por ello el obispo de Lyon subraya el cumplimiento de las profecías en Jesucristo, así como el sentido tipológico de las narraciones del Antiguo Testamento. • La Demostración de la predicación apostólica (llamada también Epideixis) es la otra obra de Ireneo que ha llegado hasta nuestros días. Es una obra de carácter catequético, aunque con cierta tendencia apologética. No se trata de un catecismo en el sentido estricto -es decir, de una obra para preparar a los catecúmenos para el bautismo- sino que se trata de una obra dirigida a quienes ya son cristianos, y cuyo propósito es fortalecerles en la fe. • Al exponer el pensamiento de Ireneo debemos tener en cuenta, ante todo, que no estamos tratando con un pensador sistemático, que derive todas sus conclusiones de una serie de principios especulativos. Luego, el orden lógico que se impone en esta exposición es el que nos sugiere la Epideixis del propio Ireneo: partir del Dios creador y seguir luego toda la historia de la salvación hasta llegar a la consumación final. Dios • El Dios de Ireneo existe desde el principio, y creó todas las cosas de la nada. El interés de Ireneo en la creación no gira alrededor de cuestiones especulativas, sino más bien alrededor de lo que esto implica para el mundo y para el ser humano. • Tanto los gnósticos valentinianos como Marción buscaban medios de desligar al Dios supremo de este mundo y de este cuerpo con su materia y sus imperfecciones. Por ello los gnósticos creaban series interminables de eones que servían para separar la divinidad suprema del error que dio origen al mundo. • Por ello también Marción establecía una distinción marcada entre el Dios y Padre de Jesucristo y el Creador Jehová del Antiguo Testamento. • Frente a esto, Ireneo afirma y reitera que el Dios de nuestra salvación es el mismo Dios de nuestra creación. • Todas las cosas han sido creadas por Dios, y ninguna goza de la existencia sino por su voluntad.
• Dios ha creado y gobierna el mundo mediante sus «manos»: el Hijo y
el Espíritu Santo. La mayor parte de los pasajes en que Ireneo se refiere a la doctrina de la Trinidad son demasiado breves para poder descubrir su pensamiento al respecto. Ireneo se interesa harto poco en los aspectos especulativos de la doctrina de la Trinidad y se limita a afirmar, tal y como había oído de sus antecesores, que Dios es Padre, Hijo y Espíritu, sin entrar a discutir relaciones entre ellos. Aquí, Ireneo utiliza, además de la doctrina del Verbo, la doctrina típicamente suya de las dos manos de Dios. • Estas dos manos son el Hijo y el Espíritu Santo, que no son seres intermedios entre Dios y el mundo, sino que son Dios mismo en su relación con el mundo. • Por otra parte, Ireneo se refiere al Hijo como «Verbo de Dios», pero no utiliza este término en el sentido de un ser intermedio entre Dios y el mundo, como lo usara antes Justino, sino que con él subraya más bien la unidad que existe entre Dios y el Verbo, a la usanza del Cuarto Evangelio. Este es el sentido de la imagen sobre las «manos de Dios». Los gnósticos y muchos otros tratan de mantener a Dios separado de la creación interponiendo seres intermedios -entre ellos el Verbo. Ireneo, por el contrario, trata de subrayar que las manos mismas de Dios se involucran en la obra de la creación y en la dirección de la historia. Cuándo decimos que el hombre fue creado a imagen de Dios, ¿Qué significa esa imagen? 1. Dios es Espíritu, el alma humana es un espíritu. Los atributos esenciales del espíritu son la razón, la consciencia y la voluntad. Un espíritu es un agente racional, moral y, también por ello, un agente libre. Por ello, al hacer al hombre conforme a su imagen, Dios le dotó de aquellos atributos que pertenecen a su propia naturaleza como espíritu. 2. La palabra «imagen» se refiere al cuerpo, que por su hermosura, aspecto inteligente y postura erguida, es una sombra de Dios, y la palabra «semejanza» se refiere a la naturaleza intelectual y moral del hombre. 3. El hombre fue creado a imagen de Dios, y se amoldó a su semejanza. Esto es, empleó de tal manera sus dotes naturales que llegó a ser semejante a Dios en su carácter.
4. El hombre ha sido creado a la imagen de Dios, y la
imagen de Dios es el Hijo, en cuya imagen el hombre fue creado. Luego, la imagen de Dios no es algo que se halla en el ser humano, sino que es más bien la dirección en que hemos de crecer hasta llegar a «la medida de la plenitud de la estatura de Cristo».