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El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles
sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del
ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el
diaconado. (CIC 1536)
I. Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha
constituido obispos para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al
precio de su propia sangre.(Hch 20,28)
II. Es muy cierta esta afirmación: «El que aspira a presidir la comunidad
(obispado), desea ejercer una noble función». Por eso, el que preside debe ser
un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez, sobrio, equilibrado,
ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza.(1 Tim 3,1-2)
III. Obedezcan con docilidad a quienes los dirigen, porque ellos se desvelan por
ustedes, como quien tiene que dar cuenta. Así ellos podrán cumplir su deber con
alegría y no penosamente, lo cual no les reportaría a ustedes ningún provecho.
(Heb 13,17)
IV. Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús, saludan a todos los santos en
Cristo Jesús, que se encuentran en Filipos, así como también a los que presiden
la comunidad (obispos) y a los diáconos.(Fil 1,1)
Jesús prepara la pascua que va a comer con sus discípulos. Noten que la palabra ubica a
Jesús y los doce apóstoles. A estos, les va a dar una tarea. Ellos deberán de hacer algo
siempre y en memoria de él:
«Tomen y compártanla entre ustedes. 18 Porque les aseguro que desde ahora
no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios». 19 Luego
tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es
mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».(Lc
22,14-19)
Pablo muestra cómo él recibió una tarea y a su vez la transmitió. Esta tarea es la de
consagrar el cuerpo y la sangre del Señor:
En los Hechos de los Apóstoles vemos a una iglesia que se reúne en torno a la fracción
del pan, tarea de los apóstoles:
4. Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero como
ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria que va a
ser revelada.(1 Pe 5,1)
los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». (Jn 20,21-
23)
8. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo
y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en
Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de
los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. Nosotros somos,
entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por
intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense
reconciliar con Dios.(2 Cor 5,18-20)
● Didaché1
1 La Enseñanza de los doce apóstoles o Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce
apóstoles, conocida comúnmente como Didaché, es una obra de la literatura cristiana primitiva que
pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, acaso antes de la destrucción del Templo de
Jerusalén (70 d. C), por uno o varios autores, los «didaquistas», a partir de materiales literarios judíos y
“Doctrina del Orden Sagrado en la Patrística”
«Elijan obispos y diáconos dignos del Señor, que sean hombres humildes, no
amantes del dinero, veraces y bien probados, porque también ellos los sirven a
ustedes como profetas y maestros.
2 No los menosprecien, puesto que tienen entre ustedes el mismo honor que los
profetas y maestros.
cristianos preexistentes. Desde que fuera encontrada en 1873 y publicada en 1883, la Didaché ha sido
fuente inagotable de estudios y objeto de diversas controversias.
2 También llamado Teóforo (ho Theophoros); nació en Siria hacia el año 50; murió en Roma entre el año
98 y el 117. Más de uno de los primeros autores eclesiásticos han hado crédito, aparentemente sin
buenas razones, a la leyenda de que Ignacio fue el niño a quien el Salvador tomó en sus brazos, como se
describe en Marcos 9,35. También se cree, y con gran probabilidad, que, con su amigo San Policarpo,
estuvo entre los oyentes del Apóstol San Juan. Si incluimos a San Pedro, Ignacio fue el tercer obispo de
Antioquía e inmediato sucesor de Evodio ( Eusebio, “Hist. Eccl.”, II, III, 22).
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En la ordenación al diaconado, sólo el obispo impone las manos, significando así que
el diácono está especialmente vinculado al obispo en las tareas de su "diaconía" (cf
San Hipólito Romano, Traditio apostolica 8). (3)
«Concede, Padre que conoces los corazones, a tu siervo que has elegido para el
episcopado, que apaciente tu santo rebaño y que ejerza ante ti el supremo sacerdocio
sin reproche sirviéndote noche y día; que haga sin cesar propicio tu rostro y que
ofrezca los dones de tu santa Iglesia, que en virtud del espíritu del supremo sacerdocio
tenga poder de perdonar los pecados según tu mandamiento, que distribuya las tareas
siguiendo tu orden y que desate de toda atadura en virtud del poder que tú diste a los
apóstoles; que te agrade por su dulzura y su corazón puro, ofreciéndote un perfume
agradable por tu Hijo Jesucristo» (San Hipólito Romano, Traditio Apostolica 3). (3 A)
3 Mártir, presbítero y antipapa; se desconoce la fecha de su nacimiento; murió cerca del año 236. Hasta
la publicación en 1851 de la recién descubierta “Philosophumena”, era imposible obtener datos
auténticos definidos sobre Hipólito de Roma y su vida de las conflictivas declaraciones sobre él, como
sigue: Eusebio de Cesárea dice que él era obispo de una iglesia en algún lugar y enumera varios de sus
escritos (Historia de la Iglesia, VI.20.22).Igualmente San Jerónimo lo describe como obispo de una sede
desconocida, da una lista más larga de sus obras, y dice que pronunció una de sus homilías en presencia
de Orígenes, de quien hacía referencia directa (Hombres Ilustres 61).
4 Mártir (años 69-155) Nuestras principales fuentes de información sobre San Policarpo son:
(1) las Epístolas de San Ignacio; (2) la Epístola del propio San Policarpo a los Filipenses; (3) diversos
pasajes de San Ireneo; (4) la carta de los de Esmirna relatando el martirio de San Policarpo.
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● San Clemente5
A. "Sólo el varón (vir) bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación" (CIC
can 1024). El Señor Jesús eligió a hombres (viri) para formar el colegio de los
doce Apóstoles (cf Mc 3,14-19; Lc 6,12-16), y los Apóstoles hicieron lo mismo
cuando eligieron a sus colaboradores (1 Tm 3,1-13; 2 Tm 1,6; Tt 1,5-9) que les
sucederían en su tarea (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios 42,4;
44,3). (5)
B. “Los Apóstoles nos predicaron el Evangelio de parte del Señor Jesucristo;
Jesucristo fue enviado de Dios. En resumen, Cristo de parte de Dios, y los
Apóstoles de parte de Cristo: una y otra cosa, por ende, sucedieron
ordenadamente por voluntad de Dios. Así, pues, habiendo los Apóstoles
recibido los mandatos y plenamente asegurados por la resurrección del Señor
Jesucristo y confirmados en la fe por la palabra de Dios, salieron, llenos de la
certidumbre que les infundió el Espíritu Santo, a dar la alegre noticia de que el
reino de Dios estaba para llegar. Y así, según pregonaban por lugares y
ciudades la buena nueva y bautizaban a los que obedecían al designio de Dios,
iban estableciendo a los que eran primicias de ellos ―después de probarlos por
el espíritu― por inspectores y ministros de los que habían de creer. Y esto no
era novedad, pues de mucho tiempo atrás se había ya escrito acerca de tales
inspectores y ministros. La Escritura, en efecto, dice así en algún lugar:
Estableceré a los inspectores de ellos en justicia y a sus ministros en fe…
También nuestros Apóstoles tuvieron conocimiento, por inspiración de nuestro
Señor Jesucristo, que habría contienda sobre este nombre y dignidad del
episcopado. Por esta causa, pues, como tuvieran perfecto conocimiento de lo
por venir, establecieron a los susodichos y juntamente impusieron para delante
la norma de que, en muriendo éstos, otros que fueran varones aprobados les
sucedieran en el ministerio. Ahora, pues, a hombres establecidos por los
Apóstoles, o posteriormente por otros eximios varones con consentimiento de la
Iglesia entera; hombres que han servido irreprochablemente al rebaño de
Cristo con espíritu de humildad, pacífica y desinteresadamente; atestiguados,
además, durante mucho tiempo por todos; a tales hombres, os decimos, no
creemos que se los pueda expulsar justamente de su ministerio. Y es así que
cometeremos un pecado nada pequeño si deponemos de su puesto de obispos a
5 El Papa Clemente I (llamado Clemente Romano para distinguirlo del alejandrino), es el primero de los
sucesores de San Pedro y el primero de los Padres Apostólicos. Su fiesta se celebra el 23 de noviembre.
Ha dejado un escrito genuino, una carta a la Iglesia de Corinto, y muchas otras que se le atribuyen.
Según Tertuliano, que escribía hacia el 199, la Iglesia Romana reclamaba que Clemente fue ordenado
por San Pedro (De Praescript., XXXII), y San Jerónimo nos dice que en su tiempo “la mayoría de los
latinos” afirmaban que Clemente era el sucesor inmediato del Apóstol (De viris illustr., XV).
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● Tertuliano6
A. “2.Pero si te encuentras cerca de Italia, tienes Roma, de donde también
para nosotros está pronta la autoridad. 3 Qué feliz es esta Iglesia a la
que los Apóstoles dieron, con su sangre, toda la doctrina, donde Pedro
es Igualado a la pasión del Señor, donde Pablo es coronado con la
muerte de Juan [Bautista], donde el apóstol Juan, después que, echado
en aceite rusiente, no sufrió ningún daño, es relegado a una isla.”
(Tertuliano. Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XXXVI.2-
3).
B. “3. ¿Quién, pues, de mente sana puede creer que ignoraron algo
aquellos que el Señor dio como maestros, manteniéndolos inseparables
en su comitiva, en su discipulado, en su convivencia, a quienes exponía
aparte todas las cosas oscuras, diciéndoles que a ellos era dado conocer
aquellos misterios que al pueblo no era permitido entender?
C. 4. ¿Se le ocultó algo a Pedro, que fue llamado piedra de la Iglesia que
iba a ser edificada, que obtuvo las llaves del reino de los cielos y la
potestad de desatar y atar en los cielos y en la tierra?” (Tertuliano.
Prescripciones contra todas las herejías. Capítulo XXII.2-4)
D. “1. Por lo demás, si algunas [herejías] se atreven a insertarse en la
edad apostólica para parecer transmitidas por los Apóstoles por cuanto
existieron en tiempo de los Apóstoles, nosotros podemos decir:
publiquen, entonces, los orígenes sus iglesias, desplieguen la lista de
sus obispos, de modo que, a través de la sucesión que discurre desde el
principio, aquel primer obispo haya tenido como garante y antecesor a
alguno de los Apóstoles o a alguno de los varones apostólicos, pero que
haya perseverado con los Apóstoles.
2. En efecto, de esa manera dan a conocer sus orígenes las iglesias apostólicas:
como la iglesia de los esmiornitas cuenta que Policarpo fue puesto por
Juan, como la de los romanos que Clemente fue ordenado por Pedro. 3.
De igual modo, ciertamente, también las otras iglesias muestran que
vástagos de semilla apostólica poseen destinados al episcopado por los
apóstoles. 4. Inventen algo semejante los herejes. Pues, luego de tanta
6 Escritor eclesiástico de los siglos II y III. Nació probablemente hacia el 160 en Cartago, y era hijo de un
centurión en el servicio proconsular. Fue evidentemente un abogado de profesión en los tribunales de
justicia, ya que demuestra un alto conocimiento de los procedimientos y términos de la ley romana,
aunque es dudoso que él sea el mismo jurista llamado Tertuliano que aparece en las Pandectas. Sabía el
griego así como el latín, y escribió tratados en griego que no nos han llegado. Fue pagano hasta
mediados de su vida, había compartido los prejuicios paganos contra el cristianismo, y se había dedicado
como otros a placeres vergonzosos. Su conversión no fue más tarde del año 197, y pudo haber sido
antes. Abrazó la fe cristiana con todo el fervor de su naturaleza impetuosa. Fue ordenado sacerdote, sin
duda de la Iglesia de Cartago.
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7 San Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se dedico en su
juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los ambientes paganos, contrastado
con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco
después, en 248, fue elegido obispo de Cartago. Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgo mejor
retirarse a un lugar apartado, para poder seguir ocupándose de su grey. Algunos juzgaron esta actitud
como una huida cobarde, y Cipriano hubo de explicar su conducta (carta 20).
“Doctrina del Orden Sagrado en la Patrística”
● Todas las citas a pie de página proceden de Enciclopedia Católica ACI PRENSA
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