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Dejar de Argumentar Def
Dejar de Argumentar Def
Mauricio Langon
Ante el pedido de dar una “opinión fundada” sobre el “aborto libre y el homicidio
piadoso”, Vaz Ferreira dice que son cuestiones “bastante complejas” que involucran
“múltiples aspectos sociales, jurídicos, morales y religiosos” e inmediatamente afirma:
1
Vaz Ferreira, C.: Obras. Montevideo, 1957. Homenaje de la Cámara de Representantes de la República
Oriental del Uruguay. T. XVIII (Incidentalmente…) pp. 55-56. Está dirigida a María García Lagos de
Hughes (1874-1951). Borradores y correcciones en: https://anaforas.fic.edu.uy › jspui › bitstream › Aborto
Ejemplos de “estados de espíritu” funestos son los de quienes “se creen obligados a
elegir forzosamente” una opción y “combatir la otra como francamente mala” (LV 94) o
“la tendencia a negar los inconvenientes de la opción que se adopta” (LV 115). Por
contrapartida un estados de espíritu adecuado sería “que un filósofo pueda (…) cambiar
ante una objeción, ceder ante un argumento” (LV 169), porque
“Lo que yo procuro enseñarles es pensar con todas las ideas que se pueda,
teniéndolas en cuenta a todas, tomándolas como tendencias, en cada caso,
equilibrándolas, adaptándolas. Es muy fácil de entender” pero “difícil de
aplicar (…) porque cuesta al espíritu humano libertarse de la impresión de
abandono en que le parece encontrarse una vez que lo dejan libre” (LV 180).
Respecto al aborto y la eutanasia está, pues, en un mal estado de espíritu del que no
puede salir, se siente abandonado porque libre y, como no podría argumentar sin falacia,
prefiere callar, actitud que considera digna:
“¡Qué hombre tan intelectualmente respetable pudo haber sido aquel que fue
capaz de callarse treinta veces en una discusión pública!” (LV 265).
Pero el problema es que Vaz Ferreira no calla. Aunque él mismo dice:
“No hay nada que desconcierte más a un buen razonador o a una persona de
buen sentido, nada que sea más imposible de refutar, que un argumento que
no es argumento: palabras (…) que no pueden ser refutadas precisamente
por no ser argumentos” (LV 265).
Entonces, las palabras que siguen en la carta, o bien no podrán ser refutadas, al no ser
argumentos; o bien serán “argumentos” basados en un “estado de espíritu” que conduce
a equivocaciones o confusiones. Dice:
“Me ocurre, en efecto, que yo no puedo razonar ni discutir razones sobre
nada que afecte la vida humana.2 Los que hayan leído ciertos libros míos
saben cuál es mi estado de espíritu sobre la pena de muerte. Pues bien, el
aborto, por ej., me produce el mismo horror (debo decir, en verdad, que
más horror: ese ser vivo, chiquito, ¡tan indefenso!)” (I, 55)
Frente al aborto, pues, responde con la posición que sostuvo en 1908 sobre la “pena de
muerte”:
“Todas las cuestiones sociales son discutibles, y en todas cabe argumentar.
En esos casos, tiendan ustedes a tener confianza, primero, en los
sentimientos de humanidad, de simpatía y de piedad, y, segundo, en las
soluciones de libertad.
Por ejemplo; se discute sobre la pena de muerte; hay argumentos teóricos,
aparentemente buenos, a favor, y argumentos teóricos aparentemente
buenos, en contra. (…) Pues en esos casos tengan confianza en los
sentimientos de humanidad y de piedad. Hay una solución que se impone,
que se impondrá tarde o temprano: los hombres no pueden matar a otros
hombres. Cuando sientan esto dejen de argumentar ni de preocuparse
demasiado de que les argumenten: ¡no se mata!” (MI, 162).
Dos mandatos rotundos, indiscutibles: “¡no se mata!” y “dejen de argumentar”.
2
Expresión que sustituye la del borrador mecanografiado: “nada que tenga que ver con matar”.
Funda esto en que “los hombres cambian de estados de espíritu” a través de la historia
tanto en lo individual como en lo social, sin que en eso incidan ideas, discusiones
argumentos, protestas o cambios legales:
“La verdad se va haciendo principalmente por cambios de estado de
espíritu; los hombres acaban por pensar y sentir mejor, y ciertas cuestiones
se van desvaneciendo solas” (LV, 264) Y:
“Los cambios sociales no se hacen principalmente por la argumentación, por
la teoría, los hombres cambian de estados de espíritu. El tormento no
desapareció el día en que los hombres se convencieron intelectualmente de
que era malo; desapareció el día en que no lo pudieron soportar más”. (M.I.
178-179).
Son argumentos para no argumentar sobre cuestiones vitales: que se irán desvaneciendo
solas, que ya desaparecerán cuando el “estado de espíritu” cambie. Parecería que no
pesaran en ese cambio debates, razones, luchas. Constata lo que para él son “hechos”
consumados e irreversibles. Incluso, aunque haya guerras, para él lo nuevo y bueno, “lo
agregado, es el aumento del horror a la guerra: que haya más resistencia moral, que
haya más repugnancia” (F. 203). Es la “flecha” del progreso, siempre hacia mejor. “De
hecho, en materia de progreso, el discutible podrá ser el intelectual; pero el moral es
indiscutible” (F.197).
La regla de “dejar de argumentar” cuando está en juego la vida humana es una constante
en Vaz. En 1908 sostiene “dejar de argumentar” frente a la “pena de muerte” que en
nuestro país acababa de ser prohibida por ley, gracias a la campaña argumentativa de
Pedro Figari3. La carta que comentamos (1935) se da contemporáneamente a la
discusión de los eximentes de homicidio del reciente Código Penal. La reflexión sobre
la guerra se publica en 1938. Y todas ellas son recogidas en1957.
Su actitud en estos casos se aproxima a las que critica como pensar por “sistemas” o
“dogmas”. Se funda en su fe en que los estados de espíritu mejorarán y que los
problemas se resolverán solos, sin necesidad de discusión pública para la resolución
razonable y práctica de conflictos entre sensibilidades o ideas.
La argumentación para el caso del aborto libre, es la misma que para la pena de muerte:
el horror que siente ante matar… Si es “más horror”, es por las características
particulares de la víctima, que ya no es un criminal o traidor juzgado y condenado a
muerte, sino un “ser vivo” inocente, chiquito e indefenso.
Por otra parte, Vaz no tiene reparos en violar el “no matar” en “legítima defensa”:
“Malo es matar; pero si un asesino penetra en el cuarto en que duermen mis
hijos y va a darles muerte, se la doy yo antes, si puedo” (MI. 99).
De modo que en cierto caso habría que sentir y no matar, y en otro habría que sentir y
matar.
Bibliografia
Figari, Pedro (2013) La campaña contra la pena de muerte. . Selección de textos
y prólogo de Agustín Courtoisie. Serie Edición Homenaje. Volumen 55
Pereda, Carlos: (1994) Vértigos Argumentales. Una ética en disputa. Barcelona,
Anthropos.
Vaz Ferreira, Carlos: (1957-1963) Obras Completas. Homenaje de la Cámara de
Representantes de la República Oriental del Uruguay. Volúmenes I a XIX, (1957).
XX a XXV, (1963).
Referencias a citas de las Obras Completas
MI, Moral para intelectuales (T.III)
LV, Lógica Viva (T.IV)
F, Fermentario (T.X)
I, Incidentalmente… (T. XVIII)