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EL DESTIERRO DE LA VIDA.
Mi madre es una mujer dulce y cariñosa, tiene 67 años. Siempre fue una
persona fuerte y saludable, no considero que sea ella una persona muy vieja.
Sin embargo, desde hace algunos meses he comenzado a notar ciertos
cambios de conducta, que no son comunes en las personas de su edad.
Por ejemplo, olvida ciertas actividades al realizar sus labores diarias del
hogar, como ponerle sal a la comida. Todos los días va al mercado, los
marchantes la conocen bien porque es vecina y va todos los días. Ellos
siempre la despiden preguntándole, “¿- No se le olvida nada Doña Amparito?”
Y es que ellos, me han contado que a mi mamá no compra todos los elementos
que necesita para la comida, que es común durante la semana que regrese dos
o tres veces al mercado para comprar artículos que olvidó comprar.
Cuando por alguna razón le pido que cambie sus actividades, por ejemplo, para
ir al médico, le cuesta trabajo organizarse.
Los olvidos son tan frecuentes, que ya nos parecen cosa normal, olvida, dónde
guardó el dinero, dónde dejó las llaves, lo que comimos, que acaba de tomar
su medicina, qué día es hoy. Pero a veces los olvidos provocan situaciones
graves. Mi mamá necesita mucho de una sirvienta que le ayude, pero ella las
corre, y argumenta que todas le roban su dinero, mas tarde descubrimos su
monedero con el dinero en algún lugar de la casa.
Otros cambios tienen que ver con la expresión. Para ayudarle a evitar los
olvidos hemos hecho notas y las hemos pegado en la puerta del refrigerador,
sin embargo, ella parece confundir algunos números y algunas letras. Por lo
mismo, ha dejado de leer que era uno de sus pasatiempos favoritos.
Antes ella era más alegre y le gustaba conversar con todos. Hoy se esfuerza
demasiado para hablar, hace pausas para recordar las palabras, algunas
definitivamente no las puede decir y opta por hablar con pronombres. Cuando
tiene mucho interés por comunicar algo sencillo, como si le hace falta el gas en
casa, y no lo pude decir se desespera, se agita, y a veces se molesta. Pero lo
más lamentable es que ha dejado de platicar, su conversación se reduce a lo
necesario con las personas que le tienen paciencia.
Esta enfermedad también afecta al lenguaje, este signo se llama afasia y afecta
a la capacidad de organizar e interpretar las diferentes formas de expresión
oral y escrita, así como la capacidad de evocar las palabras. Todo en su mente
se confunde y se va deteriorando paulatinamente, y por no lograr comunicarse
van aislándose.
Lo que más molestia me causa es la pérdida del horario del sueño. Por
la noche con frecuencia no se puede dormir; ve un rato la televisión o ronda por
toda la casa, se levanta temprano, muy temprano, y duerme una siesta muy
larga, por eso no contesta al teléfono en la tarde que llamo para preguntar
cómo esta.
Los trastorno del sueño son comunes en personas mayores, pero los enfermos
del mal de Alzheimer son más irregulares, ya que ellos tienen dificultades para
seguir un horario, parecen no darse cuenta de la hora que es.
Las alteraciones del estado de ánimo son la parte más penosa de este mal y se
manifiestan en forma de; labilidad o debilidad emocional, que es estado de
ánimo cambiante, de sensibilidad e irritabilidad, al desánimo y la depresión; y
de estado de ánimo deprimido que hace infeliz su vida e indeseable la salud.
¿Qué podemos hacer por una persona que presenta estos síntomas?
Antes que nada tratar de no perder la comunicación. Cuando el lenguaje
verbal y escrito se deterioran permanecen otro medios de comunicación como
el lenguaje gráfico, y sobre todo el lenguaje emocional que tiene muchas
expresiones, los gestos, la voz, la música, el contacto, la percepción general de
la situación de cariño y gratitud en que se encuentra el enfermo.
Acerca del cuidado de estas personas, se dicen que las personas mayores son
como los niños; lo que más desean los niños es estar son sus papás. Lo mismo
ocurre con las personas mayores, lo único que necesitan es estar con sus hijos
y sus nietos.