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Y des

Via SOFÍSTICA: RETÓRICA Y POLÍTICA.


.

EN LA DEMOCRACIA INTEGRAL *

Ulsa
Si sobre algo vale la pena escribir, si hay una opción cultural que

conviene comprender adecuadamente, es la sofística. Parecerá ridícu

lo; sin embargo, la posición que asumamos respecto a ella, se


vincula estrechamente con nuestro destino histórico y con sus posi-

bilidades futuras, en la medida en que -nos guste o no- nuestra exis-

tencia histórica está sobredeterminada por Occidente.

Punto de partida obligado: el conocimiento de la historia griega.

Y no solamente de la religión, el arte, la ciencia, la filosofía. Cono-

cimiento de la existencia griega,de una forma de ser en el mundo, en

el entero campo de su manifestación. Y, sobre todo,

de la historia política de Grecia, de sus instituciones, de sus grandes

hombres.

La sofística es un movimiento, no una escuela. Sus representan-

tes más antiguos no surgen antes de mediados del siglo Y (a J.C.).

A pesar de ser casi todos ellos incansables viajeros, su lugar natu-

ral de encuentro y de prédica es Atenas.

Atenas. La Atenas del siglo de orga Atenas victoriosa sobre los

persas, que ha perfeccionado su acia convirtiéndose, con-

temporáneamente, en centro de un Imperio. La Atenas conducida


por Pericles, que sostiene, durante la segunda mitad del siglo, una
rivalidad permanente con Esparta.

Recordemos algunas fechas. Del 508 datan las reformas de Clís-

tenes, que establecen una auténtica democracia. Limitación del

poder político de los terratenientes oligárquicos que no vacilaron en


MANIAC
LARREA * Publicado originalmente en Revista de Filosofía Latinoamericana y Ciencias

Sociales 11 (1986), 44-58.

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o
A a

a la patria, pidiendo ayuda a los espartanos, cuando vie- se encuentra en manos de la mayoría, no de la No hay

ron peligrar sus privilegios. Historia mil veces repetida y que miembros elegidos para el Parlamento: y Parlamento, Consejo Mu-

A
veces volverá a suceder. Los argentinos tenemos una rica y triste nicipal y Corte de Justicia son, en la base, una y la misma Cosa. u-
Experiencia, en ese sentido. . ná reunión de todos los ciudadanos libres. Se encuentran en un lugar

para constituirse en Parlamento, en otro para ser Corte de Justicia:


En el año 490 los persas invaden Grecia y son vencidos por los
pero, como no todo proceso judicial es suficientemente importante .
atenienses en Maratón. Entre 482 y 480 se construye la gran flota a-
como para que todo el pueblo Jo juzgue, han hecho un arreglo para
teniense, a instancias de Temístocles, dominador de la política ate-
niense desde el 90 hasta después del 80 y cuyos partidarios prove- clegir por sorteo a unos doscientos O quinientos ciudadanos para
nían de las clases populares. $ que asistan al juicio. Nuestra ley asegura igual justicia para todos.

En 480 Jerjes entra en Grecia. Pero en 479 el ejército y la arma- La pobreza no es obstáculo; un hombre puede servir a su país por

da persas son aplastados por los griegos. oscuro y pobre que sea su origen. Reconocemos los méritos en cual-

En 478 se forma la Liga de Delos bajo la dirección ateniense, cu- quier parte que los encontremos. No hay exclusividades en nuestra
vida pública. Nos gusta hacer lo que nos place, y estamos contentos
yos propósitos son inicialmente defensivos, pero que enseguida se
transforma en base de sustentación del Imperio, de efímera vida. si nuestro vecino hace lo que le gusta. Un semblante huraño no es

agradable, aunque sea inofensivo cuando n: os de acuerdo


460: nuevas reformas de Efialtes, luego de que Cimón, lider aristo-
crático que rige los destinos de la ciudad a partir de 470 (ostracis- con una persona. Hay un espíritu de reverencia en nuestra vida pú-

blica. un gran respeto por la autoridad de los magistrados y por las


mo de Temístocles), cayera a su vez en desgracia, luego de haber in-
a los persas nuevas derrotas y consolidado el predominio a- leyes, especialmente por esas leyes que protegen al ofendido y por
teniense en Grecia. 454: comienza la influencia decisiva de Peri- las leyes no escritas, cuya violación representa una vergilenza Teco-

cles, partidario de Efialtes. . nocida. En ninguna otra ciudad se han tomado semejantes providen-

De allí en adelante, período signado por la guerra con Esparta cias para el descanso de la Tenemos juegos y festivales regu-

lares; la vida de hogar es refinada; nuestro placer cotidiano es des-


(guerra del Peloponeso). que finaliza en 404 con la victoria de ésta
última, pero, en verdad, con el eclipse político, pronto definitivo, de terrar la melancolía; nuestra ciudad es grande y abierta, y todos los

ambos contendientes. placeres del mundo llegan hasta nosotros para convertir la vida en
Tal es el marco histórico-natural en que se desenvuelve el algo agradable y pleno. No expulsamos a los extranjeros, que pue-
movimiento sofístico, consecuencia, él mismo, del creciente desa- den venir e irse como quieran; y cuanto más aprenden, mejor, por-

rrollo democrático, de la intervención de nuevas y más amplias cla- que nuestra ciudad es igualmente admirable en la paz como en la

ses en el gobierno del Estado, en el contexto de la expansión y la guerra y, en una palabra, es la ciudad modelo. Es una enseñanza pa-
ra todos los griegos. Mirad, luego, el tipo de hombre que produci-
guerra, propias de una política de fuerza. Nada mejor que revivirlas
mos. No tratamos con brutalidad a nuestros jóvenes para hacerlos
palabras de Pericles, para obtener una imagen luminosa de la vida a-
físicamente fuertes. Esperamos que ellos sean hombres cabales.
teniense cn cl siglo V. Las pone en su boca Tucídides, el gran his-
toriador, y. al menos según Nietzsche, el discípulo dilecto de Jos so- Queremos que amen la belleza, pero sigan teniendo gustos simples;

fistas, la “expresión perfecta” de ese género de filosofía: “En primer que cultiven sus mentes sin perder por ello la hombría. Esperamos

que un hombre se interese en los asuntos públicos: y. si no lo hace,


lugar -expresa, refiriéndose a Atenas-, es una ciudad libre, un go-
bierno del pucblo por el pueblo, una democracia. La administración pensamos que es un incapaz. Esperamos que crezca para convertir-

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154 .
e
i

se en un juez justo de lo que la nación debe y no debe hacer. Espe-


Pero, entendámonos bien: en el seno de una comunidad que de-

ramos que se interese con inteligencia en todo lo que sucede en Gre- cide libremente su propio destino, y que lo hace, además, comuni-
cia, de modo que pueda servir á su pafs con certero conocimiento de
tariamente, aunque sin eufemisnios -es decir, sin disimulos hipócri-
los hechos del mundo y recto juicio sobre su significado, Alguna
tas, exaltando la lucha por el poder como subyugante atractivo de la
gente crec que los hombres son valientes po ignorancia, y que
existencia, juego apasionante, “sal de la vida”-; en el seno de une
cuando reflexionan comienzan a vacilar. tra opinión es dife-
comunidad así ética y políticamente configurada, los “aspectos”re-
rente; consideramos valientes a esos hombtés que calculan del mo-
tóricos del lenguaje no son circunstanciales, constituyen su esen-
do más claro posible las penas y los placeres de la vida, que miden
cia. Se habla “para” persuadir-a (alguien) de (algo)-. O mejor: ha-
el peligro y luego hacen frente al riesgo. En suma Atenas es la
blares ya “querer” persuadir. El lenguaje es, originariamente, expre-

cua de s sofistas
y yo os insto a amar Atenas” !.
son los maestros de los nuevos i ú
sión de un poder, poder múltiple y polifacético que reconoce tantos

puntos de referencia como hablantes haya y tantos hablantes como


inexpertos, que acceden al poder político, in de e discursos se generen a partir de detenciones más o menos arbitrarias
viejos estratos dirigentes obligados a adaptarse al nuevo estado de
en el reino del devenir. Detenciones o repeticiones o insistencias. El

cosas. Se ve elaro: en el marco de una democracia social directa e lenguaje, en su esencia, como reflejo de la realidad, como “sujeto”
irrestricta es imposible hacerse valer por medios ajenos a la palabra;
en relación con un “objeto” dado que exige definición, O teniendo
la palabra que exhorta y disuade, que acusa y defiende, que elogia
por fin primero y último la comunicación (en el fondo, el mismo e- ¡
y vitupera; en fin, la palabra que persuade. De ahí, su apología, por
quívoco): antes de Sócr ates -con excepción, quizás, de Parménides |
parte de Gorgias: “La palabra es una gran dominadora, que con un
y su escuela- esta formulación carece de sentido asignable; los grie- |
pequefiísimo y sumamente invisible cuerpo, cumple obras divinísi-

|
gos de la gran salud jamás la habrían comprendido.
mas, pues puede hacer cesar el temor y quitar los dolores, infundir
Resumamos aquí algunos apuntes de Nietzsche, correspondien-
la alegría e inspirar la piedad. . . Pues el discurso, persuadiendo al
tes a cursos sobre retórica, dictados en la década de 1870. Nos ayu-
alma, la constriñe, convencida, a tener fe en las palabras y a consen- |
darán a tender un puente hacia lo que recién he escrito, intentando
tir cn los hechos, . . La persuasión, unida a la palabra, impresiona al
saltar por encima de siglos de calumnia y desfiguración. “El extra-
alma como ella quiere” ?.
ordinario desarrollo de la retórica constituye una de las diferencias

Claro que para persuadir hay que saber hablar ; -ya no es posi- específicas entre los antiguos y los modemos (. . .) La retórica hun-
ble imponerse (¿alguna vez lo fue?) asiendo a la gente por el pes- de sus raíces en un pueblo que todavía vive en imágenes míticas” y
cuezo-.
“que prefiere la persuación a la enseñanza”. Es “un arte esencial-
Saber hablar es un arte. El arte cuyo objeto es persuadir -o, si se- mente republicano: hay que haberse habituado a tolerar las opinio-

guimos a Aristóteles, “ver en cada caso aquello que es apto para nes y puntos de vista más extraños e incluso sentir un cierto placer

persuadir” *- es la retórica. Los sofistas son, pues, maestros de re- en la contradicción; hay que escuchar con la misma satisfacción con

tórica. que se habla y, en cuanto oyente, hay que estar en condiciones de a-

preciar .) el arte en cuestión. La formación del hombre antiguo


L por Glover T.R., El mundo antiguo, trad. Alberto Sond, Bs. As. 1968, p.
culmina habitualmente en la retórica: se trata de la más alta activi-

2. Corgias, Elogio de Elena. dad intelectual dei hombre político perfecto”.


3. Rhet., 1 1, 1355b 10-11. “La retórica es un perfeccionamiento de los artificios ya presen *

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157
Pa

1 :
. A RA

EC Estableciendo una brillante, cómica y figurosa analogía, un profesor

tes en e (.
enguaje a la
No existe en absoluto una 'naturalidad' no re
que acudir: el lenguaj : e en cuanto tal es el rez,
de filosofía comparaba en una oportunidad la representación de la

sultado de artes puramente retóri S ricas. La fuerza que Aristótel


5 la. sofística que podemos inferir de la Jectura de Platón con la idea que
¡ nuestra única fuente de informa-
ma retórica, ,
la que consiste en d esenmarañar y hacer valcr par
“tendríamos del comunismo ruso $

da cosa, lo que es eficaz i ción fuera Selecciones del Reader Digest.


a, y produce impresión, es, al mi i
, ,se smo tie:

ru Me ocuparé primero de los dos sofistas que la tradición consa-


> ciade rica a lo verdadero, cl cual guarda la misma relación E
a la esencia d .
grada suele considerar más respetables -siguiendo en esto, Como En

el
sr . e las cosas; no preten--

de ni sino trasmitir a otro ura emoción y una aprehensión sub-


todo lo demás, a Platón-. Se trata de los más antiguos, más famosos

JE sí. ) El lenguaje es la retórica porque únicamente pretende


una 'dóxa', no una 'episteme' (. . .) Los tropos no son oca
y, ala vez,

las.
inspiradores de todo el movimierito: Protágoras y Gor-

¿Qué habría dicho Protágoras según Platón y cómo debería en-


sona es de las palabras, sino que constituyen su propia na- tenderse su doctrina? Platón cree que el pensamiento de Protágoras
pura Aica en que no hay diferencia entre
entr las pala-> se deja condensar bien en una frase que pasa por Ser textualmente
br ¡as y los tropos, tampoco la ha i

tomada de una de sus Obras: “El hombre es la medida de todas las -


pod normal y lo que se llama figuras retóricas" *. A cosas. de las que son en cuanto Son y de las que no son en cuanto no

o a educadores, que estoslo maestros


sabían que hacían.de una
Si única cosa,
smitían son”. Platón -cuya obra es escrita en el siglo IV (a J.C.); desfasaje
res, an. Si transmitían

temporal que no se debe desdeñar, Atenas se ha transformado mien-


a era porque quizás tal práctica resultaba -para decirlo de tras tanto por completo; mencionar su decadencia política es dato-

modo ia
gico- ental.
corolario
aún más
inevitable
perdida
de nos
para
una experiencia ontoló relevante pero insufienciente, la cosa es mucho más compleja-; Pla-
4 : OLroSs que su corTes-

pondiente consumación ético-politi


-politica y la particul; i tón -decía- se siente autorizado a interpretar que con su afirmación

del lenguaje que impli


plica Í
necesariamente. Experienci ¡ Protágoras postula que “el conocimiento o la ciencia es sensación”
A ente tolera . Experiencia
desenvolverse ad ontológico- (cf. Teeteto), es decir, tal como se ha sostenido después sobre esta
pa O arte: arte cuya expresión
rente más inmediata es el ecuadamente
lenguaje en base, una posición subjetivista, relativista y escéptica en el campo

Cuanto la retórica constituye su esencia, pero también arte que po- de la teoría del conocimiento.

see a técnica, única parte del arte susceptible de trasmisión. .¿Merece Platón ser disculpado? El joven artista, autor de trage-
dias, tempranamente seducido por Sócrates. Sobre_todo por aquel

y ora
a bien, es inútil tratar de
obstáculo de primer
avanzar más interpuesto
rango mientras noennos atre-
nuestro extraño autosacrificio (muerte de Sócrates) que tenía a Su favor to-

das las apariencias de la grandeza. Acontecimiento que todavía en-

an pl e refiero a la encamizada difamación de la sofística por candila con sus poderosas luces la imaginación de un Occidente
ce
os de
son considerados aún hoy dos de los más. grandes
Occidente. Nos topamos con Sóc Y
que, por aquella misma época, perdía para siempre las extraordina-
cialmente, con éste último,
últi ya que, como se sabe, Sócrates no escri- rias posibilidades que habían destellado apenas un momento antes.
testa la democracia vigente y que ha
Platón: el aristócrata que de

logrado extraer de la insólita práctica de su adorado Sócrates un


ts Sucede oi todo- que los textos -numerosísimos- de los sofis-

a cesible alo nosotros. La casi totalidad de sus opiniones


través de las obras de su enemigo jurado: Platón
4. Nietzsche. "Curso de retórica”, El libro del filósofo. trad. Ambrosio Berasain,
Madrid 1974. p. 125-6 y 139-42.
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158.
o j
oñtológico que le permite despreciar el gobierno
pr "crates): Sigámoslo, entonces, un poco. ¿No sucede, a veces, que so-
plando el mismo viento, uno de nosotros siente frío y el otro no? :
de aa a po y, en general, todas aquellas modalidades
¿Que uno, apenas siente un poco y el otro mucho? -Sí, efectivamen-
a ria de las cuales se enorgullecfan los atenien-
te. -Entonces, ¿diremos que este viento es por sí mismo frío o no frí-
bían olvidado el
“07 ¿O creeremos o Protágoras, de que es frío para quien tiembla y
bla diciendo que es mejor quela pri ceda quema
pára quien no tiembla, no? -Así me parece.- Entonces, ¿no parece

oe para Platón ya no impera un horizonte onto- así a cada uno de los dos? -Cierto.- ¿Y parecer no significa ser sen-

tido? -Seguramente.- Entonces, apariencia y:sensación son la mis-


el cua cs naturalmente comprensible la retórica como
je y la práxis ético-política como forma inmedia- ma cosa para el frío y para todas las cosas semejantes. De la misma

ticamente, de Correspondencia de los individuos manera en que cada uno siente las cosas, entonces tales arriesgan

ser para cada uno” *. Está claro. Como decíamos antes, Platón en-
yes de no toleraría ser reducida a mero objeto de cono-

pes : y las Leyes la doctrina de Platón tiende que la frase de Protágoras es la asunción de una toma de po-

sición en el campo del conocimiento. El objeto no sería sino lo que


OS a o esencial-profundamente apolítica -tenga-
a “cada uno” en “cada momento” le parece. Así es que el sujeto -
a :m argo, que la apoliticidad es un modo y has- * mera “consciencia sensorial”- varía también constantemente. Tan

O pad entr políticamenté-, Pero cuando lo ético-


rd actor decisivo en el juego de la existencia hu-
a como ejecución de raciona-
grave es la cosa, pues, que para colmo de males incluso encontra-
mos en cada individuo tantos “yoes” cuantas diferentes sensacio-

nes. Por tanto, “la verdad es relativa a los diversos individuos, y


ra por un entendimiento que se su-
cel o desde el cuál piensa Platón €s, justamen-
- más bien a los diversos momentos y estados de los diferentes indi-

viduos. Para cada uno es verdadero lo que le parece en ese instan-


A o MN , el de la verdad como objeto del conocimiento
te” $. Evidentemente -cualquiera lo comprenderá- no cabe sobre tal
Mal Se ni . absolutizada,
que considerada
pasar para que de aquí
este dogma en más
empiece a
base edificar nada sólido. No se preserva verdad alguna porqué €s
potencia humana, el modo de correspondencia
imposible recortar un “ser-ante los-ojos” que revista el carácter de
una presencia constante.
o idad cuya esencia se supone ser... la misma ra-
Aun prescindiendo de que la entificante interpretación platónica
pa de fetichización del Concepto o del significa-
a lamentable y duradera confusión entre el sig- no atiende a la dirección que señala la palabra que habría usado Pro-

tágoras al hablar de las “cosas”, aquéllas de las cuales el hombre es


siva del sentido de la verdad”, prendas as der medida (chremáton), y de lo poco serio que resultaría admitir que a

coa medida de todas las cosas, de las que son en Protágoras le preocuparan nimiedades tales como el “frío” y el “ca-
lor”, lo “ácido” y lo “dulce”, etc. -no condice con la orientación ge-
ton mn hos o
neral de su pensamiento; sí perfectamente en cambio con la de S6-
pon n ) n hos éstin, tón de -

o Qe Interpreta Platón?” (Sócrates): ¿No deen crates, siempre preocupado por cosas fútiles-; hay un testimonio de

para mí, y tal como ada pa a S.Teeteto,.152 a-c.


y yo también soy hombre? (Teetetos): Dice pod de la Filosofía, Oberdan Caletti, Bs. As. 1970, T.
6. ED. Lamamna, Historia
Í p. 144.
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4

AA
Aristóteles e incluso otro del mismo Platón, en el mismísimo Teeteto,
A desocultamiento, que a su vez sigue siendo una determinación esen-

cial del ser, por la cual

tamiento y la presencia a
lo presente se determina a base del desocul-

base de lo desoculto (. . .)
que cuestiona decisivamente la interpretación recién expuesta. Pues -

parece que el sofista habría insistido en la opinión de que “todo es Una cosa es la conservación del ámbito. limitador de cada mo-
verdadero”. Pregunto: ¿no debería haber dicho, de ser correcta la in- mento. del desocultamiento por la percepción de lo presente (del

terpretación tradicional de su pensamiento. y siendo coherente con hombre como métrov) y otra el avanzar al sector limitado de la po-

el “subjetivismo relativista” de su “teoría del conocimiento”, que sible objetización a base del cálculo de lo representable accesible a
“todo es falso"? Pero no lo ha dicho. Y, entonces: ¿cómo la tradi- todos y obligatorio para todos. * ”

ción puede considerar escéptico a un autor que cree que “todo es is Todo subjetivismo es imposible en la sofística gnega porque en

verdadero”? ¿No se revela aquí un auténtico acto fallido, dentro del ella el hombre no puede ser nunca sujeto: no puede llegar a serlo

A
contexto de un ensayo de obturar duraderamente una experiencia de
porque en ella el ser es presencia y la verdad desocultamiento”
la verdad para la cual ya se carece de los presupuestos básicos que - Apoyándome en parte en las palabras de Heidegger. postularé lo

permitirían vislumbrarla? Porque, ¿sobre qué intuición de la verdad siguiente: la frase de Protágoras debe leerse en el marco de una a-
«se sostiene el discurso de Protágoras? ¿Esta experiencia de la ver-
prehensión de la “verdad” que exige comprender la proposición co-
dad apunta unívocamente a la constitución de una teoría del cono- mo indicación precisa de una teoría de la acción. “El hombre es la

cimiento (y de la ciencia)? medida de todas las cosas. . .”, esto es: el hombre político es la me-

Heidegger, en su ensayo titulado La época de la imagen del dida del valor -en relación con la práctica-. ¿Por qué esta lectura?
cab
mundo. ha dado un paso importante -aunque todavía insuficiente- Porque -Heidegger nos da la pista- la postura de Protágoras es una
hacia la rectificación de la interpretación platónica de la filosofía de conservación de la de Heráclito y Parménides. Personalmente pien-

Protágoras. Lecmos allí: “Sin duda, para Protágoras lo ente sigue so que en lugar de una conservación nos hallamos ante una brillan-

referido al hombre como egó. ¿De qué índole es esta referencia al te y consecuente consumación -difiero allí con Heidegger-. Ade-

yo? El egó permanece en el ambiente de lo que en cualquier mo- más, por razones que enseguida exporidré, creo que es la filosofía de

mento se adjudica como desoculto a éste. La percepción de lo pre- Heráclito y no la de Parménides- siempre y cuando todavía se las

sente se funda en el permanecer dentro del ámbito del desoculta- distinga, una vez superada la oposición convencional establecida
miento. Gracias a la permanencia en lo presente es la pertenencia entre ellas- la que en la sofística es elevada a sus posibilidades más

del yo a lo presente. Este pertenecer a lo presente abierto. lo deslin- altas.

da frente a lo ausente. A base de este límite recibe y guarda el hom- Veamos. En cuanto puro devenir -garante del primado de una di-

bre la medida para lo presente y lo ausente. En una limitación a lo ferencia irreductible y. en última instancia, innominable- “lo que

desoculto de cada momento, se da al hombre la medida que en cada es" se caracteriza esencialmente por la multiplicidad y la lucha. “Lo

momento limita a un mismo frente a esto y aquello. El hombre no que es” se agota en el aparecer y aún en la apariencia-parecer-

pone desde una yoidad aparte la medida a la cual tiene que amoldar- siempre múltiple, siempre en conflicto, siempre polémico (desde un
se todo lo ente en su ser (. . .) . o pensar de la diferencia no cabe distinguir rígidamente entre ser, apa-
La postura fundamental de Protágoras es solo una restricción -0 recer y tampoco entre ser y devenir o ser y pensar). Lo

sea conservación- de la postura fundamental de Heráclito y Parmé-


7. M. Heidegger, Holzwege. Frankfurt am Main *1980, p. 102-104 (trad, cast. J.
nides. La sofística solo es posible a base de la sophía, 7 Rovira Armengol, Bs. As. 1960, p. 91-3).

la interpretación gricga del ser como presencia y de la verdad como


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4
¡
propiamente lógico, entonces, en referencia a tal experiencia de la mo”, “Alón es un niño que juega y desplaza los dados; de un niño
“verdad” (según la cual, todo es, sin más, verdadero; por ser, por es el reino” Quién habla lo hace sólo como momento de esta to-

aparecer, y no por ajuste del juicio a un estado de cosas supuesto co- talidad o verdad que, sin menoscabo de su omnipresencia, se deja a-

mo modelo), es atenerse a tal verdad del ser-que-se-muestra y afir- una y otra vez, incansablemente, en sus cambiantes puntos de

marse en cada caso ahí. Concepción ontológica que así, remite di- referencia, para recuperarse únicamente a partir de allí, Lo hace in-
rectamente a la práxis ético-política, como su desenvolvimiento na- merso en ella, sin convertirla jamás en objeto, plasmando en soni-

tural, inmediato, espontáneo y necesario. Porque no sería pertinen- dos, estéticamente, una fuerza dominante que lo trascienda en la
te hacer de la diferencia irreductible un objeto de conocimiento: es misma medida en que coyunturalmente se identifica con él. Lo di-
allí donde se “equivocó” Parménides (y por eso la crítica de Gor- ce -permitasenos la cita de un mero manual- Lamanna en su Histo-

gias a éste, que luego veremos). Pues si bien el “ser” de Parménides ria de la Filosofía, aunque mal y sin saberlo. “Con estos supuestos

no es la identidad contrapuesta a la diferencia (según posteriormen-


(escépticos, agrega Lamanna. , .) era natural que en la enseñanza de
te se ha querido ver) sino la diferencia como tal, la diferencia pues- los sofistas se cuidara no tanto el contenido del saber (¿qué conte-

ta; el poner la diferencia como tal, el referirse temáticamente a ella, nido?) como el arte de expresar y de comunicar cualquier opinión
la condena a la mismidad -luego identidad-, apartándose del juego
subjetiva (“subjetíva”. . .). Cada uno tiene su verdad, provisional y
que le es propio e iniciando el camino de su pérdida irreparable. cambiante (debiera haber dicho: la “verdad”, multifacética, nos tie-

Porque, sin que esto entrañe contradicción alguna con aquello de ne a todos, sostenidos en nuestra divergencia y convergencia por la

“que “lo-que es* se agota en el aparecer”, hay que afirmar con He- potencia de su manifestación); una verdad que no se toma en serio
ráclito que “Ja naturaleza gusta ocultarse" * 0, con Nietzsche, que la
por lo que ella significa sino que importa por el modo en que
verdad es una mujer que tiene sus buenos motivos para no dejar ver se presenta (exactamente, si se atiende a estas palabras y se les da

sus Y si no es lícito relevar la diferencia como tal, es lú- todo su peso: no importa por lo que significa -recién después de

cído, en cambio, sin resistirse, jugar su juego que -en el terreno de Platón se empieza a confundir la verdad con el significado- sino por

lo humano, que se organiza por sí en comunidad- se re-produce é- el modo en que se presenta; la verdad misma en cuanto le es inhe-

temamente como práxis ético-política en el seno del pueblo. El he- rente tanto el presentarse-inseparable de su esencia- como la moda-

raclitismo -una vez desechada la vía muerta representada por Crati- lización). Es la capacidad de engendrar, con la fascinación de la pa-
lo- no tiene otro destino que su consumación ético-política. o sea: labra, no ya un constante convencimiento y una fundada creencia en
nada que ver con el escepticismo pero tampoco con el subjetivismo la verdad de ella(¿qué verdad?: la del conocimiento, ajustada a sú

o el relativismo. . objeto. . .) sino (¡horror!) una momentánea y sugestiva persuación,


Además, ahora se entiende mejor porqué la retórica; el porqué de un confiado abandono a la potencia sugestiva del orador”

su importancia. La physis como impulso perennemente diversifica- Se ve adonde lleva pensar las experiencias originarias desde el

do juega consigo misma en el empuje recíproco de sus manifesta- horizonte del platonismo: a un proceso de distorsión que inhabilita
ciones. Todo es verdadero porque nada de lo que aparece puede es- para hacerse cargo de lo mismo que uno está diciendo. Si la physis
tar fuera del todo, que se construye y se destruye sin prisa ni pausa devenir múltiple y desigual, fuerza y potencia diversificada que
reitera inagotablemente su propio desequilibrio, el ejercicio “indivi-
- algunas (“El camino hacia arriba y hacia abajo es uno solo y el mis-

8.812. 10. 22B 60; B 52.


9. GC, Prefacio a la 2da. edición, 4, 11. E.P. Lamanna, op. cit. p. 145,

164
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menos, con Protágoras-. Lenguaje y leyes son naturalmente arbitra-

rios, de tal modo que la convencionalidad es aquí producto “lógico”


dual” del poder que no añula la diferencia. que configuta lá demo-
de la “naturaleza”. No se trata de la arbitrariedad en el círculo de u-
cracia absoluta. es el más alto grado de correspondencia otorgado
na relación “sujeto-objeto”, “palabra-cosa”, “naturaleza-espíritu”,

al hombrc(Hablar persuadiendo, dejar al lenguaje derrocharse en la


sino, una vez más, de las infinitas posibilidades de una verdad cu-

pura excedencia y sobreabundancia del significante desentendién-


yo ser naturaleza no la torna compatible con la física moderna. Tan-
dose de un significado trascendental -para lo cual es imprescindible,
to la falta de correspondencia de los significantes con significados
sin embargo. manejar ciertas reglas, formar ciertos hábitos-. €5 la
trascendentales como la mutabilidad y pluralidad de las costumbres
forma genuina de dejar ser lo verdadero, el devenir; de atender a la
y las leyes indican una correspondencia más profunda, correspon-
fuerza dominante que nos reclama. Y, entonces, de nuevo se mues-
dencia con una potencia incondicionada que rechaza ser tratada co-
tra -ahora por este costado- que no cabe considerar el pensamiento
mo significado o como fundamento “ante los ojos” de la ley.

de Protágoras- tampoco el de los restantes sofistas- Como escepti- Ahora bien; aún cuando acepamos la validez de mis afinmacio-
cismo, subjetivismo O relativismo -toma de posición en el terreno
nes, ¿cómo evitar el caos, la anarquía? Más aún, ¿cómo impedir que

del conocimiento seguida de consecuencias “prácticas”-. Ni aun en


los peores, los malos, se apoderen de los destinos de la comunidad,
el caso en que se aceptara -como a veces se hace- que Sus
pervirtiendo incluso el orden cosmológico? Son, de nuevo, las pre-
paciones eran fundamentalmente Éticas y antropológicas”. Porque guntas de Platón, y €s necesario reconocer que los testimonios
aun cuando así lo fuera no lo sería desde un horizonte -como el post-'
disponibles muestran a los sofistas vacilantes y poco convincentes,
platónico- que privilegia no obstante el conocimiento. Por tanto, en este punto. Se los observa incapaces de resolver satisfactoria-

¿cómo hablar aquí de escepticismo-subjetivismo-relativismo? Como mente estas cuestiones (salvo en el caso de Calicles y Trasímaco

que se optan por soluciones extremas y desesperadas). Paradigmá-


. argumento definitorio vale 'aducir que “escepticismo-dogmatismo”..

“subjetivismo-objetivismo”, etc. SON opciones que se constituyen ticas son, en este sentido, las ambiguas respuestas de Gorgias. en el
solamente después del eclipse del horizonte ontológico diálogo homónimo.
en una primacía incondicionada de la práxis y adviene el horizonte
¿Por qué será? ¿Tal vez. sencillamente, por qué no se les había
de “ser”, de la fetichización del concepto, dentro de cuyo marco es
. ocurrido plantearse esas posibilidades? Tantas veces se ha atacado

radicalmente imposible una primacía de la práxis y una asunción de sin piedad a los sofistas que no estará de más intentar una defensa
ésta en su originariedad. Esto €s, que se constituyen. en verdad, allí donde como aquí es especialmente difcil.[Creo efectivamente
cuando “triunfa” la práxis escéptica *?. Hemos visto suficientemen-
que la perplejidad, casi evidente y no exenta de asombro. de los so-
te que la doctrina de Protágoras sólo enuncia plena corresponden- fistás ante este tipo de preguntas, reside en que para ellos -pienso
cía con una verdad peculiar. En resumen: ni escepticismo. nisubje- sobre todo en Protágoras y en Gorgias- aun cuando nunca lo expre-
tivismo, ni relativismo. ¿Cómo va a haber “escepticismo” si no hay sen con total claridad, es impensable tanto que la multiplicidad, la

un dogma. "subjetivismo” si no hay.objeto y “relativismo” sin ab- diferencia, pierden su armonía como que triunfe el malo. Lo cual e-
soluto? . o
quivale a decir: el que triunfa (si lo hace) es porque es bueno) Aten-
Es también. dentro de los lineamientos generales planteados -di-
ción: no es que sea bueno porque triunfe; la proposición es irrever-
gámoslo al pasar- que debemos entender la teoría de la arbitrariedad sible, no nos hallamos ante una moral utilitaria, ante una moral del
del signo lingúístico y de la cultura que. formula la sofística -por lo éxito. En última instancia «triunfar y “ser bueno” siquiera son co-

12, SJ, Maresca. “Sobre las raíces histórico-pulsionales del escepticismo”. Revista: 167
Argentina de Psicología 37 (1986), 65-82.

166 !
sas distintas porque ¿qué significaría ser bueno y no ser vencedor? muchos de sus contextos homéricos, porque no se emplea para de-

¿En qué sentido se sería entonces todavía bueno? ¿En qué sentido cir que es “bueno” ser majestuoso, valiente y hábil, es decir, no se
de “bueno*? No se puede concebir un bueno que no predomine; tam- emplea para alabar estas cualidades en un hombre Más bien su-
poco un malo que lo haga. ¿Cómo llamar “bueno” a quién no pre- cede que la palabra agathós es una palabra de alabanza porque es

senta una apariencia deslumbrante (dóxa) seduciendo a los Otros - intercambiable con las palabras que caracterizan las cualidades del
también buenos, no hay estúpidos en una democracia integral- con ideal homérico. Por lo tanto, “bueno, pero no majestuoso, valiente O
sus hermosas palabras? astuto' tiene un sentido perfectamente claro en nuestro uso ordina-
e Es que “bueno” y “malo” -y aquí está la clave del asunto- no sig-
rio de bueno; pero en Homero “agathós pero no majestuoso, valien-
nifican para los sofistas lo mismo que para nosotros -herederos en
te o hábil' ni siquiera sería una forma moralmente excéntrica de jui-

esto, como en casi todo, de Sócrates y Platón-. no es para cio, sino simplemente, tal como se presenta, una contradicción inin-
los sofistas una cualidad moral abstracta que se atribuya a alguien
teligible.
en función del ajuste de su conducta a un ideal trascendente (la Ide-
¿Cómo funcionan en Homero adjetivos de estimación tales co-
a de Bien) que ha sido antes objeto de una intelección y que se
mo agathós y otros? Ante todo, atribuir a una persona las cualida-

supone, por definición, válido para todos. “Bueno” no es para los des que designan es formular un enunciado fáctico en el sentido de
sofistas una cualidad moral abstracta separada de la señalada práxis
que la verdad o falsedad de lo afirmado se decide por las acciones
que lleva a cabo el existente singular en cada caso en cada momen- del hombre, y se decide simple y únicamente por sus acciones. La

to, ni, por tanto, carácter que se pueda poseer o no con total inde-
pregunta '¿Es agathós 7 es la misma que la pregunta: ¿Es valiente,
pendencia del resultado de las acciones. En el contexto de un hori- hábil y Y se responde a esto contestando la pregunta'¿Ha
zonte ontológico que es pura potencia múltiple sin sentido ni fina-
peleado, conspirado o reinado con éxito?" '%. No nos sorprenda que
lidad, no hay lugar para un “Bien en sf” que de la pauta, sino sólo Platón haya querido expulsar a los poetas, a la progenie de Home-
un “ser bueno” en el sentido de una “virtud” (areté) definida por la

e
ro, de su república.

eclosión del poder. Recíprocamente y por el contrario “ser malo”


Singularmente reveladoras resultarán quizás ahora las palabras
significa “ser impotente”. Quien sabe retórica es necesariamente de Protágoras -reconstruídas por el mismo Sócrates- en Teeteto

“bueno. Así los sofistas, maestros de retórica, lo son también, al mis- 166-7. Luego de reafirmar su teoría del homo mensura Protágoras
mo tiempo, de

de una ética que se confunde


virtud; inductores de una ética inseparable

-tiene que confundirse- con una esté-


del arte,

ql sostiene -en contra de Platón- que tal posición filosófica no condu-

ce para nada a la negación de la sabiduría y el hombre sabio, y

tica.
3 aunque enseguida aclara: “llamo precisamente hombre sabio a quien
+ Resuena en el discurso sofístico la ética homérica, brillantemen- 2
nos haga parecer y ser cosas buenas, a alguno de nosotros, por ví-

te descrita en pocas páginas en un libro reciente (A. Macintyre, His- a de transformación, las que nos parecían y eran cosas malas” (nó-

toria de la Etica, trad. R. Walton Bs. As. 1981). Copiamos de Él: Y


tese, de paso: ser y parecer. lo mismo). Y agrega: niego que
“Para ser agathós... se debe ser valeroso, hábil y afortunado en la
|
sea posible que uno crea lo falso y otro le haga creer después lo ver-

guerra y en la paz; se debe poseer la riqueza y (en la paz) el ocio que


l
dadero Sino que creo que aquel que opina cosas conformes a un
constituyen simultáneamente las condiciones necesarias para el mal hábito de ánimo, un hábito útil del mismo ánimo, lo haga opi-
desarrollo de esas habilidades y la recompensa natural de su utiliza-

ción afortunada. Agarhós no se asemeja a nuestra palabra bueno en 13. A. Mac Intyre, Historia de la Etica, tad, Roberto J. Walwoa, Bs.As. 1981. p.
156.

168
169
Vemos así que si “todo es verdadero” no sólo es imposible e:

nar cosas distintas: las que algunos, por ignorancia, llaman verdade- triunfo los peores sino que el predominio de los mejores garantiza
ras. en cambio, yo las denomino unas mejores que otras, pero de el orden, la armonía, las jerarquías. Que “todo sea verdadero” lejos

ninguna manera más verdaderas”. Para concluir: “Los sabios y bue- de eliminarlos los garantiza de un modo mucho más rico y efectivo
nos oradores harán parecer como justas a la ciudad, las cosas útiles del que ninguna verdad parcial emanada de un capricho intelectual
en lugar de las malas. Porque las cosas que le parecen justas y bue-
lo

nas a cada ciudad, lo son también para ella, mientras que las crea ta-.
Protágoras arranca de Heráclito. Gorgias. de la crítica a
les, Pero el sabio hace ser y parecer (justas) las cosas útiles, en lu- Parménides (y a su escuela). Esto no excluye que -al igual que Pro-
gar de aquellas que le son perjudiciales”.
tágoras- utilice una y otra vez, en forma paradójica, y en contra de
sí mismas, las tesis eleáticas. Con lo cual se emparenta estre-
» Está claro. Todo el mundo está en la verdad. ¿Cómo podría con-

cebirse a alguien fuera de ella sin despreciar el mundo, sin dejar al-
chamente -aunque el punto cae fuera de los límites de este ensayo-

go afuera del todo? Pero el sabio, identificado con el buen orador, su peculiar utilización de la dialéctica, al servicio de la retórica.

es-a la vez- poderoso y bueno. Tal como lo expresará Spinoza mu- dEfio
Con aún mayor irresponsabilidad que Protágoras ha sido mal
chos siglos después. son una misma cosa virtud y potencia -recordar
comprendido -escéptico, relativista, subjetivista, incluso,
Biddea
aquí una interesante (¡y más que interesante!) historia que pasa por Puesto se supone ha dicho, poco más o menos: 1) nada existe; 2) en

Maquiavelo, Hobbes, el propio Spinoza, para culminar en Nietzs- el caso de que algo existiese, sería incognoscible; 3) aun cuando al-
che-.
go fuese cognoscible, el conocimiento sería incomunicable.
No obstante, la virtud es enseñable. El malo no está fuera de la
- ¿Quién en su sano juicio osaría cuestionar que Gorgias es nihi-

verdad, sino que opina conforme a un “mal hábito de ánimo” (po- lista? Aquí todo depende de advertir que lo que no existe O, aun e-

UARA
nerá psychés héxei), opina lo peor. lo inútil. opina como impotente, xistiendo, sería, según Gorgias. incognoscible e incomunicable, no
manifiesta aquello que, erigido en punto de vista de la comunidad, es la “realidad en general” sino el ser de los eléatas -también, su 1o-

haría imposible su conservacion y prosperidad. Pero el malo, el im-


ser-. Lo cual no implica en absoluto -obviamente- negar la existen-

potente, es, como lo mismo, ignorante-mal orador-*y. por tanto, no cia en general (realidad) ni su posibilidad de cognoscibilidad y tras-

convence. no puede triunfar. De este modo el buen orador- misibilidad. Sólo subrayar la ineptitud de la ficción parmenídea pa-

garantizará automáticamente (con su inevitable predominio) la con- ra constituirse como horizonte ontológico y como contenido del

servación y prosperidad de la comunidad. Su victoria -es . - pensar y del decir.

mente superponible a que: “hace ser. y parecer (justas) las cosas ú- O sea: lo inexistente es esa ada (el “ser”. el “no ser”) porque la
tiles en lugar de aquellas que le son perjudiciales”. La práctica po- existencia es puro devenir, puro diferir consigo, convergencia-di-
lítica, proceso eminentemente selectivo, es el triunfo de los sabios,
vergencia, danza vertiginosa que no permite recortar un objeto úni-
de los poderosos, de los buenos, y, con ello, tránsito permanente de
co, pleno e inmóvil, completo en sí, que sólo exteriormente se dife-

lo peor a lo mejor, de lo inútil a lo útil, de lo enfermo a lo sano, de renciaría de otro -aun cuando lo destacado fuere, como antes hemos
la impotencia al poder. No de lo falso a lo verdadero. Por tanto, no dicho, la diferencia en cuanto tal- . La diferencia no es diferencia

hay lugar para una parcialidad social hegemónica a la cual le sea lí- del ser con el no-ser o del ser con la apariencia y la confusión, La
cito arrogarse un derechb innato al poder, en función de la posesión
apariencia y la confusión y, con ellas, el basculante opinar de los
de una verdad unívoca, objeto del intelecto. frente a cuya luz todo mortales, pertenecen con todo derecho a la esencia de lo real. Me-
opinar aparecería de antemano como falso.
m
170
A

jor: la con-fusión que es todo "ente", “uno hacen siempre dos”- se


lación de la problemática allí donde había empezado Protágoras: el
piolonga necesariamente en el pensamiento y en el lenguaje, -idea
hombre político como medida de los valores en el contexto de una
y palabra que todavía resultan inseparables de lo
práctica irrenunciablemente comunitaria.
6 Ni el conocimiento ni el lenguaje podrían adecuarse jamás al ser.

parmenídeo; para eso el pensamiento tendría que anular su propio


movimiento eterno separándose del devenir, transformándose en in-

tuición intelectual, “todo lo pensado debería ser real o existente"

(real o existente, en el sentido de Parménides) -Nnaturalmente, el


pensamiento no está hecho para eso; aunque para otro sentido de
“realidad” siga siendo cierto que todo lo pensado es real o existen-
te-.

Asimismo, para transmitir lo pensado en cuanto correlato estáti-


co y permanente del pensar, deberá poder eliminarse toda vaguedad

en los términos, establecerse especificaciones nítidas y simples del

significado de las palabras; pero justamente en este caso, señala


Gorgias ironizando de modo travieso, sin resentimiento, “el oyente
no comprenderfa lo mismo que el que habla, ya que, sino, una co-

sa (la palabra dicha) se transformaría en dos (en el oyenté y el que

y
habla); lo que es imposible” **. Además: “aunque la misma palabra x
y la misma expresión pudieran existir en varios sujetos, no signifi- =p
caría uno y lo misimo para aquellos, que son diferentes entre sf, pues

si dos sujetos comprendieran la misma cosa de la misma manera,

serían idénticos entre sf” '5. En verdad, que una cosa no puede
A
transformarse en dos -ni dos en una- quiere decir, fundamentalmente,

que no hay una cosa (la cosa como unidad). Pues si la hubiere, en- $e
5,

tonces sí, sería efectivamente imposible la comunicación -sea por y

no poder transformarse en dos, sea porque al transformarse dos en %

una se extinguiría igualmente-. La ambigúedad es ineliminable. del y


1

A
lenguaje, forma parte de su esencia, y es condición de posibilidad de E

la comunicación.

Ni negación de la realidad, ni negación del conocimiento, ni ne-

gación de la comunicación: sólo negación de la negación y reinsta-

14. Gigon O., Problemas fundamentales de la Jlosofía antigua, trad, N.Schnait y *

Z. Szankay, Bs. As, 1962, p. 224, .


15. Ibid.

172

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