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Hegemonía

en la obra de Antonio Gramsci.



Recopilación de textos para una conversación telemática con Escuela de Cuadros1 a desarrollar el
próximo 29 de julio de 2002 a cargo de Joan Tafalla. El título de la sesión: Gramsci: la construcción
de hegemonía cultural como estrategia en tiempos de reflujo.

Proemio:
Los textos seleccionados se presentan respetando el orden cronológico de
redacción por parte de Gramsci (a partir de aquí, G). Quizás se hubiera podido
optar por otro tipo de presentación con arreglo a los temas abordados. Pero se ha
preferido una presentación diacrónica que debería ayudar al lector hacerse una
idea de la evolución, de los matices y de las re-significaciones del concepto de
hegemonía a lo largo de la obra de G. ya sea antes de 1926, como en los Cuadernos
(a partir de aquí, CC). Para hacer esta selección de textos he seguido a Giuseppe
Cospito2, Valentino Gerratana3 y Fabio Frosini.4
En la conversación del próximo 29 de julio de 2020, me propongo tratar aquellos
puntos en que la elaboración de G puede ser útil en nuestra situación actual. Pero
para comprender los contenidos de la charla es imprescindible leer directamente
el autor y comprender el origen y evolución de sus conceptos. Si es posible antes y
si no, después.
Particularmente importante es la lectura del último texto, incluido casi por
completo: Cuaderno 19 (X) El Resurgimiento italiano <24> El problema de la
dirección política en la formación y desarrollo de la nación y del Estado moderno en
Italia. Se trata de un texto donde Gramsci emplea el concepto de hegemonía en el
examen de un caso histórico extremadamente complejo.
Finalmente, hay que advertir que no se puede pensar en el concepto de hegemonía
en G. al margen de otros conceptos de su dispositivo conceptual, que están
estrechamente interrelacionados: filosofía de la praxis, bloque histórico, estado
integral , coerción / consenso, dominación / dirección, proceso de constitución de
clase, clases subalternas, revolución pasiva, sociedad civil / estado integral, guerra
de posiciones, orgánico y organicidad, intelectuales, transformismo, procesos
sociales moleculares, reforma intelectual y moral, concepción del mundo, nudo de
relaciones, cesarismo, correlación de fuerzas…
Una última advertencia: los textos que siguen sólo son extractos o citas reducidas.
Siempre hay que desconfiar siempre de las citas extraídas de su contexto. Por ello
he indicado siempre su localización en ediciones de Gramsci en castellano.
Joan Tafalla
Sabadell, 22 de julio de 2020.

1 https://www.youtube.com/escuelacuadros
2 Giuseppe Cospito, Egemonia, in: Parole di Gramsci, Per un lessico dei Quaderni del carcere, a cura di

Fabio Frosini e Guido Ligouri, Roma, International G Society/Carocci, 2004, pp. 74-92. Otros
trabajos de Giuseppe Cospito sobre hegemonía en: Egemonia/egemonico nei “Quaderni del carcere”
(e prima) in International Gramsci Society Journal, Volume 2, 2016; También: Egemonia, Materiali
di lavoro per il seminario sul Lessico gramsciano [Seconda stesura*].
http://www.gramscitalia.it/html/egemonia.htm#_ftnref1 (última consulta: 24 de mayo de 2017).
3 Valentino Gerratana. El concepto de hegemonía en la obra de Gramsci.
https://matricola7047.wordpress.com/2013/10/13/el-concepto-de-hegemonia-en-la-obra-de-
gramsci/
4 Fabio Frosini. Hacia una teoría de la hegemonía. También in: AAVV, Horizontes gramscianos,

Estudios en torno al pensamiento de Antonio Gramsci, Libro coordinado por Massimo Modonesi,
México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM., 2013, pp. 59-80.

1

Selección de textos

1. Hegemonía antes de los Cuadernos

A pesar de que el cuerpo principal de la elaboración gramsciana sobre hegemonía
la encontramos en los Cuadernos de Prisión, el origen de la preocupación
gramsciana sobre la hegemonía como fenómeno real y concreto hunde sus raíces
en el problemas políticos prácticos experimentados con anterioridad a su
encarcelamiento. La derrota de la revolución en Occidente, los problemas de la
construcción del socialismo en la URSS, la necesidad de una alianza de clases (en
caso de la Italia de su tiempo la alianza entre clase obrera del norte y del
campesinado del Mezzogiorno y de los intelectuales) para obtener la mayoría
social necesaria para la revolución, están presentes en toda su obra anterior a los
CC. Aquí se exponen tan sólo dos textos, ambos de 1926: el folleto llamado
"Algunos temas de la cuestión meridional" y la carta que dirigió al PCUS raíz del
conflicto interior en que éste se debatía. Ambos ejemplos están estrechamente
relacionados con el III congreso del PCI (celebrado en Lyon) en que G. fue
nombrado secretario general y en el que fueron derrotadas las tesis izquierdistas y
obreristas de Bordiga. Las llamadas Tesis de Lyon fueron escritas entre G. y
Palmiro Togliatti.

Algunos temas de la cuestión meridional. Otoño de 1926.5

(…) “Los comunistas turineses se habían planteado concretamente la cuestión de
la “hegemonía del proletariado”, es decir la base social de la dictadura proletaria y
del Estado obrero. El proletariado puede convertirse en clase dirigente y
dominante en la medida en que consigue crear un sistema de alianzas de clase que
le permite movilizar contra el capitalismo y el Estado burgués la mayoría de la
población trabajadora, lo que significa en Italia, dadas las reales relaciones de clase
existentes, en la medida en que consigue obtener el consenso de las amplías masas
campesinas. Pero la cuestión campesina está históricamente determinada, no es la
“cuestión campesina y agraria en general”; en Italia la cuestión campesina tiene,
por la determinada tradición italiana, por el determinado desarrollo de la historia
italiana, dos formas típicas y peculiares: la cuestión meridional y la cuestión
vaticana. Conquistar la mayoría de las masas campesinas significa, por tanto, para
el proletariado italiano dominar esas dos cuestiones desde el punto de vista social,
comprender las exigencias de la clase que representan, incorporar esas exigencias
a su programa revolucionario de transición, plantear esas exigencia entre sus
reivindicaciones de lucha. El primer problema a resolver por los comunistas
turineses era modificar la dirección política y la ideología general del proletariado
mismo como elemento nacional que vive en el complejo de la vida estatal y sufre
inconscientemente la influencia de la escuela, del periódico, de la tradición
burguesa (…)


5 Antonio Gramsci, Algunos temas de la cuestión meridional, in la recopilación de textos del mismo

autor publicada bajo el título La questione meridionale, por Edizioni Rinascita, Roma 1952, re-
editada por Editori Riuniti, Roma 1966. Traducción al castellano de Amalia Bastida, publicada en
1978 por Dédalo Ediciones, S.A., con una muy buena presentación de Lorenzo Días Sánchez.

2
(…) El proletariado debía hacer suya esta dirección para darle eficacia política: esto
se da por sobrentendido. Ninguna acción de masas es posible si la masa misma no
está convencida de los fines que quiere alcanzar y delos métodos a aplicar. Para ser
capaz de gobernar como clase, el proletariado debe despojarse de todo residuo
corporativo, de todo prejuicio o incrustación sindicalista. ¿Qué significa esto? Que
no sólo deben ser superadas las distinciones que existen entre profesión y
profesión, sino que para conquistar la confianza y el consenso de los campesinos y
de algunas categorías semiproletarias de las ciudades hay que superar algunos
prejuicios y vencer ciertos egoísmos que pueden subsistir en la clase obrera como
tal, incluso cuando en su seno hayan desaparecido ya los particularismos
profesionales. El metalúrgico, el carpintero, el albañil, etcétera, no deben pensar
sólo como proletarios y no cómo metalúrgico, carpintero, albañil, etc., sino que
tienen que dar una paso adelante: deben pensar como obreros miembros de una
clase que tiende a dirigir a los campesinos y a los intelectuales, como miembros de
una clase que puede vencer y puede construir el socialismo sólo si está apoyada y
seguida por la gran mayoría de estos estratos sociales. Si no se obtiene esto, el
proletariado no llega a ser clase dirigente y estos estratos que en Italia representan
la mayoría de la población, quedan bajo la dirección burguesa y dan al Estado la
posibilidad de resistir al ímpetu proletario y de debilitarlo.”

Carta de la Oficina política del PC d’I. al Comité Central del Partido Comunista
Soviético, 14 de octubre de 1926.6


“(…) La Oficina Política del PCI ha estudiado con la mayor diligencia y atención
posibles en sus condiciones todos los problemas que hoy están en discusión en el
Partido Comunista de la URSS. Las cuestiones que hoy se os presentan pueden
presentarse mañana a nuestro partido. También en nuestro país son las masas
rurales la mayoría de la población trabajadora. Además, todos los problemas
inherentes a la hegemonía del proletariado se presentan en Italia en una forma sin
duda más compleja y aguda que en la misma Rusia, porque la densidad de la
población rural italiana es enormemente mayor, porque nuestros campesinos
tienen una riquísima tradición organizativa y han conseguido siempre hacer notar
muy sensiblemente su peso específico de masa en la vida política nacional, porque
aquí el aparato organizativo eclesiástico tiene dos mil años de tradición y se ha
especializado en la propaganda y la organización de los campesinos de un modo
que no tiene paralelo en los demás países. Si es verdad que la industria está más
desarrollada en nuestro país y que el proletariado tiene una base material notable,
no lo es menos que esa industria carece de materias primas en el país y está, por
tanto, más expuesta a las crisis; por eso el proletariado no podrá cumplir su
función dirigente más que si abunda en espíritu de sacrificio y se ha liberado
completamente de todo residuo de corporativismo reformista o sindicalista. La
Oficina Política del PCI ha estudiado vuestras discusiones desde este punto de vista
realista que consideramos leninista. Hasta el momento no hemos expresado

6 Antonio Gramsci, Carta al Comité central del Partido Comunista ( bolchevique) de la Unión
Soviética, in Antonio Gramsci, Allí donde la voluntad quiera y como la voluntad desee, Escritos sobre
jacobinismo, bolchevismo, Lenin y la revolución rusa, selección, edición y presentación de Joan
Tafalla, Vilassar de Dalt, El Viejo Topo,2018, pp. 328-337.

3
opinión de partido más que sobre la cuestión estrictamente disciplinaria de las
fracciones, por atenernos a la invitación que nos hacíais tras vuestro XIV Congreso
a que no trasladáramos la discusión rusa a las secciones de la Internacional. Pero
ahora declaramos que consideramos fundamentalmente justa la línea política de la
mayoría del Comité Central del Partido Comunista de la URSS, y que en ese mismo
sentido se pronunciará sin duda la mayoría del partido italiano si llega a ser
necesario plantear enteramente la cuestión. (…) Lo que se pone en discusión es así
el principio y la práctica de la hegemonía del proletariado, las relaciones
fundamentales de la alianza entre los obreros y los campesinos las que se
perturban y se ponen en peligro, es decir, las pilastras del Estado obrero y de la
Revolución. Camaradas, jamás en la historia se ha visto que una clase dominante
estuviera en su conjunto en condiciones de vida inferiores a las de determinados
elementos y estratos de la clase dominada y sujeta. Esta contradicción inaudita es
la que ha reservado la historia para el proletariado; en esta contradicción se
encuentran los peligros mayores para la dictadura del proletariado, especialmente
en los países en los cuales el capitalismo no había alcanzado un gran desarrollo ni
había conseguido unificar las fuerzas productivas. Esta contradicción se presenta
también, por lo demás, en algunos aspectos, en los países capitalistas en los que el
proletariado ha conseguido objetivamente una función social elevada, y de ella
nacen el reformismo y el sindicalismo, el espíritu corporativo y las
estratificaciones de la aristocracia obrera. Pero el proletariado no puede llegar a
ser clase dominante si no supera esa contradicción con el sacrificio de sus
intereses corporativos, no puede mantener la hegemonía y su dictadura si no
sacrifica, incluso cuando ya es dominante, esos intereses inmediatos a los intereses
generales y permanentes de la clase. Sin duda es fácil hacer demagogia en este
terreno, es fácil insistir en los lados negativos de la contradicción: “¿Eres tú el
dominante, obrero mal vestido y mal alimentado, o lo es el nepman7 con su abrigo
de piel y con todos los bienes de la tierra a su disposición?”. Del este modo los
reformistas, tras una huelga revolucionaria que ha aumentado la cohesión y la
disciplina de la masa, pero que con su larga ha empobrecido aún más a los obreros
dicen: “Para qué ha servido la lucha? Os habéis agotado y empobrecido”. Es fácil
hacer demagogia en este terreno, y es difícil no hacerla cuando, la cuestión se
plantea desde el punto de vista del espíritu corporativo y no desde el del
leninismo, desde el punto de vista de la doctrina de la hegemonía del proletariado
que históricamente se encuentra en una determinada posición y no en otra.
Ese es para nosotros el elemento esencial de vuestras discusiones. En este
elemento se encuentra la raíz del error del bloque de oposición y el origen de los


7 Nepman, literalmente hombre de la NEP. Labrador que se había enriquecido en el contexto de la

aplicación de la Nueva Política Económica. La Nueva Política Económica fue aprobada en el 10º
Congreso del PC (bolchevique) una vez la revolución rusa venció en la guerra civil (1918-21). Las
circunstancias de la guerra habían obligado a practicar el llamado "comunismo de guerra" con
requisas permanentes de los productos agrarios para alimentar a los soldados del Ejército Rojo y a
los obreros de la ciudad. En el periodo de la guerra, la industria, concentrada en producir para el
ejército, no podía surtir a los agricultores con los productos que éstos necesitaban. También se
impulsó el intento de construir una agricultura socialista sin ningún tipo de transición. Esta
economía de guerra rompía la política de alianza obrero-campesina que era la que había hecho la
revolución. Con la NEP, propuesta por Lenin, se trataba de restablecer alianza entre obreros y
campesinos sobre la base de la hegemonía de la clase obrera. Como se verá, la idea de hegemonía
tuvo sus primeras formulaciones en Lenin y de él la tomó y desarrolló Gramsci.

4
peligros latentes contenidos en su actividad. En la ideología y en la práctica del
bloque de oposición renace plenamente toda la tradición de la socialdemocracia y
del sindicalismo, la que ha impedido hasta ahora al proletariado occidental
organizarse como clase dirigente. (…)”

2.- Hegemonía en los Cuadernos de la Cárcel.

El lector debe tener en cuenta la conocida división de los CC en "misceláneos" y
"especiales". Como se sabe, los CC misceláneos son aquellos CC de los primeros
años en los que hay numerosas notas de lectura sobre temas muy diversos y
también primeras redacciones (textos A), de redacción única ( textos B). Los CC
especiales son posteriores y ya contienen redactados (B) o (C) es decir textos que
podríamos dar como de redacción “definitiva”.
Es posible que G considerara los textos B y C ya en un estado preparado, tal vez,
para su inclusión en algún estudio o libro a publicar en el caso de que esto hubiera
sido posible. He señalado en cada caso el carácter A, B o C de cada texto. También
he señalado la fecha aproximada de la redacción de cada texto. Para ello he hecho
servir los trabajos de Giuseppe Cospito8 y de Fernando Zamorano.9

Cuadernos misceláneos ( Febrero de 1930- 1932)

A partir de ahora, cada cita viene indicada de la siguiente manera: Número de
Cuaderno (CC), número de párrafo, tomo y páginas que ocupa el párrafo en la
edición Era de México de 1981,10 así como el lugar de la cita en la edición Gerratana
de 197511 y, finalmente la letra indica si es un primer redactado (A), un texto de
redactado único (B) o si se trata de una segunda redacción que retoma un primer
redactado A (texto C).

Febrero-noviembre de 1930

CC 1, 44, Dirección política de clase antes de la llegada al gobierno.12

“(...) El criterio histórico-político sobre el que se debe basar las investigaciones
propias es este: que una clase es dominante de dos maneras, como clase “dirigente”
y “dominante”. Es dirigente de las clases aliadas, es dominante de la clases
adversarias. Por eso, una clase antes de subir al poder puede ser “dirigente” ( y lo
debe ser): cuando está en el poder se convierte en dominante pero continua siendo
“dirigente”. Los moderados siguieron dirigiendo el Partido de Acción incluso
después del 70 y el “transformismo” es la expresión política de esta acción de

8 Giuseppe Cospito, El ritmo del pensamiento de Gramsci, Una lectura diacrónica de los Cuadernos de

la Cárcel, prólogo de Francesco Giasi, introducción de Juan Jorge Barbero, Buenos Aires, Ediciones
Continente, 2016.
9 Fernando Zamorano, Introducción al estudio de los Quaderni del carcere de Antonio Gramsci,

http://igsarchive.org/article/introduccion-al-estudio-de-los-quaderni-del-carcere-de-antonio-
gramsci/
10 Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel, traducción al castellano de Ana María Palos, México D.F.,

Ediciones Era, 1981.


11 Antonio Gramsci, Quaderni del Carcere, Edizione critica dell’Istituto Gramsci, a cura di Valentino

Gerratana, Torino, Einaudi editore, 1975. Mencionada a partir de aquí: “Gerratana, 1975”.
12 Era, t. 1, p. 106-120; Gerratana 1975, p. 44-50. Texto A.

5
dirección; toda la política italiana desde el 70 hasta hoy se caracteriza por el
“transformismo”, o sea por la elaboración de una clase dirigente en los cuadros
fijados por los moderados después del 48, con la absorción de los elementos activos
surgidos de las clases aliadas e incluso de las enemigas. La dirección política se
convierte en un aspecto del dominio, en la medida en que la absorción de las élites
de las clases enemigas conduce a la decapitación de éstas y a su impotencia. Puede y
debe existir una “hegemonía política” incluso antes de llegar al gobierno y no hay
que contar sólo con el poder y la fuerza material que éste da para ejercer la
dirección o hegemonía política. ¿En que forma lograron los moderados establecer el
aparato de su dirección política? En formas que pueden llamarse “liberales”, o sea a
través de la iniciativa individual, “privada” ( no por un programa “oficial” de partido,
según un plan elaborado y constituido con anterioridad a la acción práctica y
organizativa). Esto era “normal”, dada la estructura y la función de las clases
representadas por los moderados, de las cuales los moderados eran la capa
dirigente, los “intelectuales” en sentido orgánico. Para el Partido de Acción el
problema se planteaba de otro modo y hubieran debido aplicarse diversos sistemas.
Los moderados eran “intelectuales”, “condensados” ya naturalmente por la
organicidad de sus relaciones con las clases de las que constituían la expresión (en
toda una serie de ellos se realizaba la identidad de representado y representante, de
expresado y expresivo, o sea los intelectuales moderados eran la vanguardia real,
orgánica de las clases altas porque ellos mismos pertenecían económicamente a las
clase altas: eran intelectuales y organizadores políticos y al mismo tiempo
dirigentes de empresas, grandes propietarios-administradores de fincas,
empresarios comerciales e industriales, etcétera). Dada esas “condensación” o
concentración orgánica, los moderados ejercían una poderosa atracción, de forma
“espontánea”, sobre toda la masa de intelectuales existentes en el país en estado
“difusor”, “molecular”, por las necesidades, aunque sólo en forma elemental
satisfechas de la instrucción pública y la administración. Aquí se revele la verdad de
un criterio de investigación histórico-política: no existe una clase independiente de
intelectuales, sino cada clase tiene sus intelectuales; pero los intelectuales de la
clase históricamente progresista ejercen tal poder de atracción que acaban, en
último análisis, por convertir en sus subordinados a los intelectuales de las otras
clases y por crear el ambiente de solidaridad de todos los intelectuales con vínculos
de carácter psicológico ( vanidad, etcétera) ya menudo de casta (técnico-jurídicos,
corporativos).
Este fenómeno se verifica “espontáneamente en los periodos en que aquella
determinada clase es realmente progresista, o sea hace avanzar a toda la sociedad,
no sólo satisfaciendo sus exigencias existenciales, sino ampliando continuamente
sus cuadros por una continua toma de posesión de nuevas esferas de actividad
industrial-productiva. Cuando la clase dominante ha agotado su función, el bloque
ideológico tiende a resquebrajarse y entonces a la “espontaneidad” sucede la
“constricción” en formas cada vez menos larvadas e indirectas, hasta llegar a las
auténticas medidas policíacas y a los golpes de Estado. (…)13


13 El
texto citado ocupa las pp. 106-108. Desde la p. 108 hasta la página 120 sigue un análisis
detallado del Risorgimento italiano que merece ser leído al completo per comprender la potencia del
concepto de hegemonía aplicado a un caso histórico concreto. Será retomado en el CC 19, 24, como
se verá en la pág. 43 y siguientes de esta recopilación.

6
Q 1, 46, Moderados y los intelectuales, 14

“ (…) Estas actividades escolásticas del Risorgimento de carácter liberal o
liberalizante tienen gran importancia para captar el mecanismo de la hegemonía
de los moderados sobre los intelectuales. La actividad escolástica, en todos sus
grados, tiene una importancia enorme, incluso económica, para los intelectuales de
todos los grados; entonces la tenía incluso mayor, dado lo restringido de los
cuadros sociales y las escasas vías abiertas a la iniciativa de los intelectuales (hoy:
periodismo, movimientos de partidos, etcétera, han ampliado muchísimo los
cuadros intelectuales).
La hegemonía de un centro directivo sobre los intelectuales tiene estas dos líneas
estratégicas: "una concepción general de la vida", una filosofía (Gioberti). Que da a
los adherentes una "dignidad” que oponer a las ideologías dominantes como
principio de lucha: un programa escolástico que interese y dé una actividad propia
en su campo técnico a aquella fracción de los intelectuales que es la más
homogénea y la más numerosa (docentes, desde maestros hasta profesores de
universidad). (…)

CC 1, 48, El jacobinismo al revés de Charles Maurras15

(…) “El ejercicio "normal" de la hegemonía en el terreno que ya se ha hecho clásico
del régimen parlamentario, está caracterizado por una combinación de la fuerza y
del consenso que se equilibran, sin que la fuerza supere demasiado al consenso,
sino, que más bien aparezca apoyada por el consenso de la mayoría expresado por
los llamados órganos de la opinión pública (los cuales por esto, en ciertas ocasiones,
son multiplicados artificiosamente). Entre el consenso y la fuerza es la corrupción-
fraude (que es característica de ciertas situaciones de difícil ejercicio de la función
hegemónica en que el empleo de la fuerza presenta demasiados peligros), o sea el
debilitamiento y la parálisis provocada al antagonista o a los antagonistas
acaparándo a sus dirigentes, encubiertamente por lo general, abiertamente en caso
de peligro advertido a fin de sembrar la confusión y el desorden en las filas
adversarias.
En el periodo de la posguerra,16 el aparato hegemónico se resquebraja y el ejercicio
de la hegemonía se hace cada vez más difícil. El fenómeno es presentado y tratado
con diversos nombres y bajo diversos aspectos. Los más comunes son "crisis del
principio de autoridad" - "disolución del régimen parlamentario". Naturalmente,
del fenómeno se describen sólo las manifestaciones centrales, en el terreno
parlamentario y gubernamental, y se explican con el fracaso del "principio"
parlamentario, del "principio" democrático, etcétera, pero no del "principio" de
autoridad (este fracaso es proclamado por otros). Prácticamente esta crisis se
manifiesta en la siempre creciente dificultad de formar gobierno y en la siempre
creciente inestabilidad de los gobiernos mismos y tiene su origen inmediato en la
multiplicación de los partidos parlamentarios y en las crisis interna [permanentes]
de cada uno de estos partido o sea se verifica en el interior de cada partido aquello
que se verifica en todo el parlamento: dificultad de gobierno. Las formas de este
fenómeno son también en cierta medida, de corrupción y disolución moral: cada

14 Era, t. 1, pp. 121-122. Gerratana, 1975, p. 56. Texto A.
15 Era, t. 1, pp. 123-128 . Gerratana, 1975, p. 59. Texto A.
16 Tanto para Italia como para el resto de Europa, el periodo 1918-1922 ( j.t.)

7
grupito interno de partido cree poseer la receta para detener el debilitamiento del
partido entero y recurre a todos los medios para ganar su dirección o al menos
para participar en la dirección, así como en el parlamento [el partido] cree ser el
único que debe formar el gobierno para salvar al país o al menos, para dar el apoyo
al gobierno, participar en él lo más ampliamente posible: de ahí los convenios
cavilosos y minuciosos que no pueden menos que ser personalistas al punto de
parecer escandalosos. Seguramente en la realidad la corrupción es menor de lo que
se cree. Que los interesados en que la crisis se resuelva desde su punto de vista
finjan creer que se trata de la "corrupción" y "disolución" de un "principio", podría
incluso justificarse: cada uno puede ser el mejor juez en la elección de las armas
ideológicas que son más apropiadas para los fines que quiere alcanzar y la
demagogia puede ser considerada un arma excelente. Pero la cosa se vuelve
cómica cuando el demagogo no sabe que lo es, es decir, cuando se actúa
prácticamente como si realmente se creyera que el hábito hace al monje, que la
gorra es el cerebro.” (…)

Octubre 1930

CC 4, 38, Relaciones entre estructura i superestructura.17

Nota J.T. : G. empieza el parágrafo con una afirmación importante: “Este problema
me parece el problema crucial del materialismo histórico”. Pero no detendremos
en este punto tan importante. Por lo que hace a nuestro tema ( la hegemonía) en
este parágrafo interesa el desarrollo que hace G. del concepto de “correlación de
fuerzas” entendida como articulación entre la estructura y la superestructura. Ahí
distingue tres momentos: “ (…) relación entre las fuerzas sociales estrechamente
ligadas a la estructura” (169); “(…) un momento sucesivo es la “correlación de
fuerzas” políticas (…) (169) y finalmente “(…) el tercer momento es el de la
“relación de fuerzas militares” que, a veces es el decisivo (…)” (170).
En relación al segundo momento dice:

“Este "momento" puede ser escindido a su vez, en diversos momentos, que
corresponden a los diversos grados de la conciencia política. tal como se han
manifestado hasta ahora en la historia. El primer momento, el nivel elemental, es el
económico primitivo: un comerciante se siente solidario con otro comerciante, un
fabricante con otro fabricante, etcétera, pero el comerciante no se siente aún
solidario con el fabricante; esto es se siente la unidad homogénea del grupo
profesional, pero todavía no la del agrupamiento social. Un segundo momento es
aquel en que se alcanza la conciencia de la solidaridad de intereses entre todos los
miembros del agrupamiento social, pero todavía en el campo puramente
económico. En esta fase económico-política, se plantea la cuestión del Estado, pero
en el terreno de la igualdad política elemental, porque se reivindica el derecho de
participar en la administración y la legislación y de modificarlas, de reformarlas, en
los marcos generales existentes. Un tercer momento es aquel en el que se alcanza
la conciencia de que los intereses propios "corporativos", en su desarrollo actual y
futuro, superan los límites "corporativos", esto es, de agrupamiento económico, y
pueden y deben pasar a ser los intereses de otros agrupamientos subordinados;

17 Era, t. 2, pp. 167-177. Gerratana, 1975, 455-65. Texto A.

8
esta es la fase más estrictamente "política" que marca el paso definido de la pura
estructura a las superestructuras complejas, es la fase en la que las ideologías
germinadas anteriormente entran en contacto y en oposición hasta que una sola de
ellas, o al menos una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a
difundirse sobre toda el área, determinando, además de la unidad económica y
política, también la unidad intelectual y moral, en un plano no corporativo, sino
universal, de hegemonía de un agrupamiento social fundamental sobre los
agrupamientos subordinados. El Estado-gobierno es concebido como organismo
propio de un agrupamiento para crear el terreno favorable a la máxima expansión
de este mismo agrupamiento, pero también esta evolución y esta expansión son
vistas concretamente como universales, es decir, vinculadas a los intereses de los
agrupamientos subordinados, como un desarrollo de equilibrios inestables entre
los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios
en los que los intereses del grupo fundamental prevalecen pero hasta cierto punto,
al menos no hasta el egoísmo económico-corporativo. En la historia real estos
momentos se complican entre si horizontal y verticalmente, o sea por actividad
económica (horizontal) y por territorio (verticalmente), combinándose y
escindiéndose de diversas maneras, y cada una de estas combinaciones puede
estar representada por su propia expresión organizada económica y política. No
obstante, hay que tener presente que a estas relaciones internas de un Estado-
nación se entrelazan las relaciones internacionales creando a su vez
combinaciones originales e históricamente concretas” (…)

Nota J.T. : Al final de este mismo parágrafo crucial 38 del CC 4, encontramos una
atribución del concepto de hegemonía a Lenin, aún de manera condicional:

“Este concepto18 dada la afirmación hecha más arriba, de que la afirmación de
Marx de que los hombres toman conciencia de los conflictos económicos en el
terreno de las ideologías tiene un valor gnoseológico y no psicológico y moral
tendría también, por lo tanto, un valor gnoseológico y por ello debería ser
considerada la aportación máxima de Ilich19 a la filosofía marxista, al materialismo
histórico, aportación original y creativa. Desde este punto de vista Ilich habría
hecho progresar el marxismo no sólo en la teoría política y en la economía, sino
también en la filosofía (o sea al haber hecho progresar la doctrina política habría
hecho progresar también la filosofía)”.

Entre febrero y noviembre de 1931.

Q 7, 33, Posición del problema 20

Nota J.T. : En este parágrafo G. es más taxativo en relación al rol de Lenin en la
teorización y puesta en práctica del concepto de hegemonía.

“Producción de [nuevas] Weltanschauungen21, que fecunda y alimenta la cultura de

18 El concepto de hegemonía, jt.
19 Gramsci menciona diversas veces a Lenin en los CC, disfrazando su nombre para eludir al censor

de la cárcel que revisaba sus cuadernos de notas.


20 Era, t. 3, p. 170. Gerratana, 1975, p. 882. Texto B.
21 En alemán en texto: concepciones del mundo.

9
una era histórica y producción orientada filosóficamente según las
Weltanschauungen originales. Marx es un creador de Weltanschauung, ¿pero cuál
es la posición de Ilich?¿Es puramente subordinada y subalterna? La explicación se
encuentra en el mismo marxismo – ciencia y acción-. El paso de la utopía a la
ciencia y de la ciencia a la acción (recordar opúsculo relativo de Karl Radek). La
fundación de una clase dirigente (o sea de un Estado) equivale a la creación de una
Weltanschauung. La expresión de que el proletario alemán es el heredero de la
filosofía clásica alemana, ¿cómo debe ser entendida - no quería indicar Marx el rol
histórico de su filosofía convertida en teoría de una clase que se convertiría en
Estado? Para Ilich esto ha ocurrido realmente en un territorio determinado. En
otro lugar mencioné la importancia filosófica del concepto y del hecho de la
hegemonía, debido a Ilich. La hegemonía realizada significa la crítica real de una
filosofía, su dialéctica real. Cfr. lo que escribe Graziadei en la introducción a Precio
y sobreprecio: pone a Marx como unidad de una serie de grandes científicos. Error
fundamental: ninguno de los otros ha producido una concepción del mundo
original e integral. Marx inicia intelectualmente una era histórica que
probablemente durará siglos, o sea hasta la desaparición de la sociedad política y
el advenimiento de la sociedad regulada. Sólo entonces su concepción del mundo
será superada (concepción de la necesidad, <superada> por la concepción de la
libertad). Hacer un paralelo entre Marx e Ilich para llegar a la jerarquía es estúpido
y ocioso: expresan dos fases: ciencia-acción, que <son> homogéneas y
heterogéneas al mismo tiempo. Así históricamente, sería absurdo un paralelo entre
Cristo y San Pablo: Cristo-Weltanschauung, San Pablo organización, acción,
expansión de la Weltanschauung: ambos son necesarios en la misma medida y
ambos son de la misma estatura histórica. El cristianismo podría llamarse,
históricamente, cristianismo-paulismo y sería la expresión más exacta (sólo la
creencia en la divinidad de Cristo ha impedido un caso de este tipo, pero esta
creencia es también por su parte un elemento histórico, y no teórico)”.

Nota J.T. : Más adelante, en Q7, 35,22 G. remacha el clavo: “ [...] En este sentido
puede interpretarse la tesis del proletariado alemán heredero de la filosofía clásica
alemana, - y puede afirmarse que la teorización y la realización de la hegemonía
hecha por Ilich han sido también un gran acontecimiento “metafísico”.

Agosto de 1931

CC 6, 81, Hegemonía (sociedad civil) y división de poderes.23

“La división de poderes y toda la discusión producida por su realización y la
dogmática jurídica nacida de su advenimiento, son el resultado de la lucha entre la
sociedad civil y la sociedad política de un determinado periodo histórico, con un
cierto equilibrio inestable de las clases, determinado por el hecho de que ciertas
categorías de intelectuales (al servicio directo del Estado, especialmente burocracia
civil y militar) están aún demasiado ligadas a las viejas clases dominantes. Así pues,
en el seno de la sociedad tiene lugar lo que Croce llama al "perpetuo conflicto entre
Iglesia y Estado",' en el que la Iglesia se propone representar a la sociedad civil en
su totalidad (mientras que no es más que un elemento relativamente poco

22 Era, t. 3, p. 172. Gerratana, 1975, p. 886. Texto B.
23 Era, t 3, pp. 66-67. Gerratana, 1975, pp. 751-2. Texto B.

10
importante) y el Estado todo intento de cristalizar permanentemente una
determinada etapa de desarrollo, una determinada situación. En este sentido la
Iglesia misma puede convertirse en Estado y el conflicto puede manifestarse entre
Sociedad civil laica y laicizante y Estado-Iglesia (cuando la Iglesia se ha convertido
en parte integrante del Estado, de la sociedad política monopolizada por un
determinado grupo privilegiado que se une a la Iglesia para mejor defender su
monopolio con el sostén de aquella zona de sociedad civil representada por la
Iglesia). Importancia esencial de la división de poderes para el liberalismo político y
económico: toda la ideología liberal, con sus fuerzas y sus debilidades, puede ser
resumida en el principio de la división de poderes y se revela cuál es la fuente de la
debilidad del liberalismo: es la burocracia, o sea la cristalización del personal
dirigente que ejerce el poder coercitivo y que en cierto punto se convierte en casta.
De ahí la reivindicación popular de la elegibilidad de todos los cargos, reivindicación
que es liberalismo extremo y al mismo tiempo su disolución (principio de la
Constituyente permanente, etcétera; en las Repúblicas la elección del jefe del Estado
da una satisfacción ilusoria a esta reivindicación popular elemental).
Unidad del Estado en la distinción de los poderes: el Parlamento más ligado a la
sociedad civil, el poder judicial entre el Gobierno y el Parlamento representa la
continuidad de la ley escrita (incluso contra el Gobierno). Naturalmente los tres
poderes son también órganos de la hegemonía política, pero en diversa medida: 1]
Parlamento; 2] Magistratura; 3] Gobierno. Hay que observar cómo en el público
impresionan de forma desastrosa las incorrecciones de la administración de la
justicia: el aparato hegemónico es más sensible en este sector, en el cual pueden
incluirse también las arbitrariedades de la policía y de la administración política.

CC 6, 136, Organización de las sociedad nacionales.24

“Ya señalé en otra ocasión que en una determinada sociedad nadie está
desorganizado y sin partido, siempre que se entiendan organizaciones y partido en
sentido amplio y no formal. En esta multiplicidad de sociedades particulares, de
carácter doble, natural y contractual o voluntario, una o más de ellas prevalecen
relativa o absolutamente, constituyendo el aparato hegemónico de un grupo social
sobre el resto de la población (o sociedad civil), base del Estado entendido
estrictamente como aparato gubernativo-coercitivo.
Siempre sucede que personas aisladas pertenecen a más de una sociedad particular
y a menudo a sociedades que esencialmente están en oposición entre sí. Una política
totalitaria tiende precisamente: 1] a obtener que los miembros de un determinado
partido encuentren en este solo partido todas las satisfacciones que antes hallaban
en una multiplicidad de organizaciones, o sea a romper todos los lazos que ligan a
estos miembros a organismos culturales extraños; 2] a destruir todas las otras
organizaciones o a incorporarlas en un sistema del que el partido sea el único
regulador. Esto sucede: 1] cuando el partido en cuestión es portador de una nueva
cultura y estamos ante una fase progresista; 2] cuando el partido en cuestión quiere
impedir que otra fuerza, portadora de una nueva cultura, se vuelva "totalitaria"; y
estamos ante una fase regresiva y reaccionaria objetivamente, aunque la reacción
(como siempre sucede) no se confiese abiertamente y trate de presentarse como
portadora de una nueva cultura. .


24 Era, t. 3, p. 103-104. Gerratana, 1975, p. 800. Texto B.

11

CC 6, 138, Pasado y presente. Paso de la guerra de maniobras ( y del ataque frontal) a
la guerra de posiciones incluso en el campo político.25

Esta me parece la cuestión de teoría política más importante, planteada por el
periodo de la posguerra y la más difícil de resolver justamente. Está vinculada a las
cuestiones planteadas por Bronstein, que de uno u otro modo, puede considerarse
el teórico político del ataque frontal en un periodo en el que éste es sólo causa de
derrota. Sólo indirectamente este paso en la ciencia política está vinculado al
producido en el campo militar, aunque ciertamente un vínculo existe y es esencial.
La guerra de posiciones exige enormes sacrificios a masas inmensas de población;
por eso es necesaria una concentración inaudita de la hegemonía y por lo tanto una
forma de gobierno más "intervencionista", que más abiertamente tome la ofensiva
contra los opositores y organice permanentemente la "imposibilidad" de
disgregación interna: controles de todo tipo, políticos, administrativos, etcétera,
reforzamiento de las "posiciones" hegemónicas del grupo dominante, etcétera. Todo
esto indica que se ha entrado en una fase culminante de la situación político-
histórica, porque en la política la "guerra de posiciones", una vez ganada, es decisiva
definitivamente. O sea, que en la política subsiste la guerra de movimientos
mientras se trata de conquistar posiciones no decisivas y por lo tanto no son
movilizados todos los recursos de la hegemonía y del Estado, pero cuando, por una
u otra razón, estas posiciones han perdido su valor y sólo las que son decisivas
tienen importancia, entonces se pasa a la guerra de asedio, compleja, difícil, en la
que se exigen cualidades excepcionales de paciencia y de espíritu inventivo. En la
política el asedio es recíproco, no obstante todas las apariencias, y el solo hecho de
que el dominador deba desplegar todos sus recursos demuestra el cálculo que hace
del adversario.

Noviembre de 1931

CC 8, 169, Unidad de la teoría y de la práctica.26

El trabajador medio opera prácticamente, pero no tiene una clara conciencia
teórica de este su operar-conocer el mundo: incluso, su conciencia teórica puede
estar "históricamente" en contraste con su operar. O sea, él tendrá dos conciencias
teóricas, una implícita en su operar y que realmente lo une a todos sus
colaboradores en la transformación práctica del mundo, y una "explícita",
superficial, que ha heredado del pasado. La posición práctico-teórica, en tal caso,
no puede dejar de volverse "política", o sea cuestión de "hegemonía". La conciencia
de formar parte de la fuerza hegemónica (o sea la conciencia política) es la primera
fase de una ulterior y progresiva autoconciencia, o sea de unificación de la práctica
y la teoría. Tampoco la unidad de teoría y práctica es un dato de hecho mecánico,
sino un devenir histórico, que tiene su fase elemental y primitiva en el sentido de
"distinción", de "alejamiento", de 'independencia". He ahí por qué en otra parte
señalé que el desarrollo del concepto-hecho de hegemonía representó un gran
progreso "filosófico" además de político-práctico.'


25 Era, t 3, p. 105-106. Gerratana, p. 802. Texto B.
26 Era, t 3, p. 300. Gerratana, p. 1041-2. Texto A.

12
Sin embargo, en los nuevos desarrollos del materialismo histórico, la
profundización del concepto de unidad de la teoría y la práctica no está aún más
que en una fase inicial: todavía existen residuos de mecanicismo. Se habla aún de
teoría como "complemento" de la práctica, casi como accesorio, etcétera. Pienso
que también en este caso la cuestión debe ser planteada históricamente, o sea
como un aspecto de la cuestión de los intelectuales. La autoconciencia significa
históricamente creación de una vanguardia de intelectuales: "una masa" no se
"distingue" y no se hace "independiente" sin organizarse y no hay organización sin
intelectuales, o sea sin organizadores y dirigentes. Pero este proceso de creación
de los intelectuales es largo y difícil, como se ha visto en otras partes. Y durante
mucho tiempo, o sea hasta que la "masa" de los (intelectuales no alcance una cierta
amplitud, esto es, hasta que las más grandes masas no alcancen un cierto nivel de
cultura, aparece siempre como una separación entre los intelectuales (o algunos de
ellos, o un grupo de ellos) y las grandes masas: de ahí la impresión de "accesorio y
complementario". El insistir en la “práctica”, o sea, después de haber, en la
“unidad" afirmada, no distinguido, sino separado la práctica de la teoría (operación
puramente mecánica), significa históricamente que la fase histórica es aún
relativamente elemental, es todavía la fase económico-corporativa, en la que se
transforma el cuadro general de la "estructura" (…)”


CC 4, 49, Los intelectuales.27

“Primera cuestión: ¿son los intelectuales un grupo social autónomo o bien cada
grupo social tiene su propia categoría de intelectuales? El problema es complejo
por las diversas formas que ha adoptado hasta ahora el proceso histórico de
formación de las distintas categorías intelectuales. Las más importantes de estas
formas son dos:
1] Cada grupo social, al nacer sobre la base original de una función esencial en el
mundo de la producción económica, crea al mismo tiempo, orgánicamente, una o
más capas de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su propia
función en el campo económico: el empresario capitalista crea consigo al
economista, el científico de la economía política. Por otra parte, está el hecho de
que cada empresario es también un intelectual, no sólo en el campo económico en
sentido estricto, sino también en otros campos, al menos en aquellos más cercanos
a la producción económica (debe ser un organizador de masas de hombres, debe
ser un organizador de la "confianza" de los ahorradores en su empresa, de los
compradores en sus mercancías. etcétera); si no todos los empresarios, al menos
una élite de ellos debe poseer una capacidad técnica (de orden intelectual) de
organizador de la sociedad en general, en todo su complejo organismo de servicios
hasta el Estado, para tener las condiciones mis favorables a la expresión de su
propio grupo, o por lo menos la capacidad de elegir a los "dependientes"
especializados en esta actividad organizativa de las relaciones generales externas a
la empresa. (…)
2] Pero todo grupo social, al emerger a la historia de la estructura económica,
encuentra o ha encontrado, al menos en la historia vivida hasta ahora, categorías
intelectuales preexistentes, y que aparecían más bien como representantes de una
continuidad histórica ininterrumpida incluso por los más complicados cambios de

27 Era, t. 2, p. 186-197. Gerratana, pp. 474-84. Texto A.

13
las formas sociales y políticas. La más típica de estas categorías intelectuales es la
de los eclesiásticos, monopolizadores durante largo tiempo de algunos servicios
esenciales (la ideología religiosa, la escuela y la instrucción. y en general la "teoría",
con referencia a la ciencia, a la filosofía, a la moral, a la justicia, etcétera, además de
la beneficencia y la asistencia, etcétera), pero hay muchas otras que en cl régimen
feudal fueran en parte, al menos, equiparadas jurídicamente con la aristocracia (el
clero, en realidad, ejercía la propiedad feudal de la tierra igual que los nobles y
económicamente era equiparado con los nobles, pero había por ejemplo, una
aristocracia de la toga, además de la de la espada, etcétera: en el parágrafo
anterior, a los economistas, nacidos con los empresarios hay que añadir los
técnicos industriales y los científicos "aplicados", categoría intelectual
estrictamente vinculada al grupo social de los empresarios, etcétera), los
científicos "teóricos", los filósofos no eclesiásticos. etcétera. Como estas categorías
sienten con "espíritu de cuerpo" la continuidad de su calificación intelectual (Croce
se siente como ligado a Aristóteles más que a Agnelli, etcétera) así mismo aparece
en ellos una cierta autonomía del grupo social dominante y su conjunto puede
aparecer como social independiente con características propias, etcétera. (…)
Una vez hechas estas distinciones se puede concluir por ahora: la relación entre los
intelectuales y la producción no es inmediata, como sucede en el caso de los grupos
sociales fundamentales, sino que es mediata y es mediada por dos tipos de
organización social: a] por la sociedad civil, o sea el conjunto de organizaciones
privadas de la sociedad, b] por el Estado. Los intelectuales tienen una función en la
"hegemonía" que el grupo dominante ejerce en toda la sociedad y en el "dominio"
sobre ella que se encarna en el Estado, y esta función es precisamente
"organizativa" o conectiva: los intelectuales tienen la función de organizar la
hegemonía social de un grupo y su dominio estatal, esto es, el consenso dado por el
prestigio de la función en el mundo productivo y el aparato de coerción para
aquellos grupos que no "consientan" ni activa ni pasivamente, o para aquellos
momentos de crisis de mando y de dirección en los que el consenso espontáneo
sufre una crisis. De este análisis se desprende una extensión muy grande del
concepto de intelectuales, pero sólo así me parece posible alcanzar una
aproximación concreta a la realidad. (…)

Diciembre de 1931

Q 6, 200, Intelectuales italianos 28

(…) “En el desarrollo de una clase nacional, junto al proceso de su formación en el
terreno económico, hay que tener en cuenta el desarrollo paralelo en los terrenos
ideológico, jurídico, religioso, intelectual, filosófico, etcétera: debe decirse incluso
que no hay desarrollo en el terreno económico, sin estos otros desarrollos
paralelos. Pero todo movimiento de la "tesis" lleva a movimientos de la "antítesis"
y [por consiguiente] a "síntesis" parciales y provisionales. El movimiento de
nacionalización de la Iglesia [en Italia] es impuesto, no propuesto: la Iglesia se
nacionalizó en Italia en formas bien distintas de lo que sucede en Francia con el
galicismo, etcétera. En Italia la Iglesia se nacionaliza de modo "italiano", porque al
mismo tiempo debe permanecer universal: al mismo tiempo nacionaliza a su


28 Era, t. 3, pp. 234-135. Gerratana, 1975, pp. 839-40. Texto B.

14
personal dirigente y éste ve cada vez más el aspecto nacional de la función
histórica de Italia como sede del Papado”.

Febrero 1932

CC 8, 52, Maquiavelo. El Moderno Príncipe.29

(…) En el moderno Príncipe la cuestión del hombre colectivo, es decir del
"conformismo social", o sea del fin de crear un nuevo nivel de civilización, educando
a una "clase política" que ya en idea encarne este nivel: por lo tanto cuestión de la
función y la actitud de cada individuo físico en el hombre colectivo: cuestión
también de lo que es la "naturaleza" del derecho según una nueva concepción del
Estado, realista y positiva.
También la cuestión de la llamada "revolución permanente", concepto político
surgido hacia 1848, como expresión científica del jacobinismo en un periodo en el
que aún no se habían constituido los grandes partidos políticos y los grandes
sindicatos económicos, y que ulteriormente sería ajustado y superado en el
concepto de "'hegemonía civil".
La cuestión de la guerra de posiciones y de la guerra de movimientos, con la
cuestión del arditismo,30 en cuanto vinculado a la ciencia política: concepto del 48 de
la guerra de movimientos en política y precisamente el de la revolución
permanente: la guerra de posiciones, en política, es el concepto de hegemonía, que
sólo puede nacer después del advenimiento de ciertas premisas, a saber las grandes
organizaciones populares de tipo moderno, que representan como las “trincheras” y
las fortificaciones permanentes de la guerra de posiciones. (…)”

CC 8, 191, t 3, Hegemonía y democracia. 31

“Entre tantos significados de democracia, el más realista y concreto me parece que
se puede extraer en conexión con el concepto de hegemonía. En el sistema
hegemónico, existe democracia entre el grupo dirigente y los grupos dirigidos, en la
medida en que [el desarrollo de la economía y por lo tanto] la legislación [ que
expresa tal desarrollo] favorece el paso [molecular] de los grupos dirigidos al grupo
dirigente. En el Imperio Romano existía una democracia imperial-territorial en la
concesión de la ciudadanía a los pueblos conquistados, etcétera. No podía existir
democracia en el feudalismo por la constitución de grupos cerrados, etcétera.

En todo caso lo que importa observar es que en las manifestaciones del centralismo
burocrático a menudo la situación se ha formado por falta de iniciativa, o sea por el
primitivismo político, de las fuerzas periféricas, aun cuando éstas sean homogéneas
con el grupo territorial hegemónico. Especialmente en los organismos territoriales
[internacionales] la formación de tales situaciones es extremadamente dañina y
peligrosa. El centralismo democrático es una fórmula elástica, que se presta a
muchas "encarnaciones"; vive en cuanto que es interpretada continuamente y
continuamente adaptada a las necesidades: consiste en la búsqueda crítica de lo que
es igual en la aparente disformidad y distinto y opuesto en la aparente uniformidad,

29 Era, t. 3, pp. 243-244. Gerratana, 1975, pp. 972-3. Texto A.
30
31 Era, t. p. 191. Gerratana, 1975, p. 1056. Texto B.

15
y en el organizar y conectar estrechamente lo que es semejante, pero deductiva",
experimental, y no el resultado de un procedimiento racionalista, deductivo,
abstraccionisia, o sea propio precisamente de intelectuales "puros". Este trabajo
continuo para entresacar el elemento "internacional” y ”unitario" en la realidad
nacional y localista es en realidad la operación política concreta, la única actividad
productiva de progreso histórico. Exige una unidad orgánica entre teoría y práctica,
entre estratos intelectuales y masa, entre gobernantes y gobernados. Las fórmulas
de unidad y federación pierden gran parte de su significado desde este punto de
vista: por el contrario tienen su veneno en la concepción "burocrática", para la cual
en realidad no existe unidad sino pantano estancado superficialmente calmado y
"mudo", y no federación sino saco de papas, o sea yuxtaposición mecánica de
"unidades" individuales sin relación entre sí”.


Segunda mitad de 1932.

CC 10 II, 44, Introducción al estudio de la filosofía.32

“(…) El lenguaje, las lenguas, el sentido común. Propuesta la filosofía como
concepción del mundo y la actividad filosófica no concebida ya [solamente] como
elaboración "individual" de conceptos sistemáticamente coherentes, sino además y
especialmente como lucha cultural para transformar la "mentalidad" popular y
difundir las innovaciones filosóficas que demostrarán ser "históricamente
verdaderas" en la medida en que se vuelvan concretamente, o sea históricamente,
universales, la cuestión del lenguaje y de las lenguas debe ser planteada
"técnicamente" en primer plano. (…)
Parece que puede decirse que el "lenguaje" es esencialmente un nombre colectivo
que no presupone una cosa "única" ni en el tiempo ni en el espacio. Lenguaje
significa también cultura y filosofía (aunque sea en el grado de sentido común), y
por lo tanto el hecho "lenguaje" es en realidad una multiplicidad de hechos más o
menos orgánicamente coherentes y coordinados: a lo sumo puede decirse que todo
ser hablante tiene su propio lenguaje personal, o sea su propio modo de pensar y
de sentir. La cultura, en sus diversos grados, unifica una mayor o menor cantidad
de individuos en estratos numerosos, más o menos en contacto expresivo, que se
entienden entre sí en grados diversos, etcétera. Son estas diferencias y distinciones
histórico-sociales las que se reflejan en el lenguaje común y producen aquellos
"obstáculos" y aquellas "causas de error” de las que trataron los pragmáticos.
De esto se deduce la importancia que tiene el "momento cultural" incluso en la
actividad práctica (colectiva): cada acto histórico no puede ser realizado sino por
el "hombre colectivo", o sea que presupone el agrupamiento de una unidad
"cultural social", por la que una multiplicidad de voluntades disgregadas, con
heterogeneidad de fines, se funden para un mismo fin: sobre la base de una
concepción (igual) y común del mundo (general y particular, transitoriamente
operante -por vía emocional- o permanente, por lo que la base intelectual es tan
arraigada, asimilada, vivida, que puede convertirse en pasión). Puesto que así
sucede, se ve la importancia de la cuestión lingüística general, o sea del logo
colectivo de un mismo "clima" cultural.


32 Era, t. 4, p. 209-210. Gerratana, 1975 pp. 1330-1332. Texto B.

16
Este problema puede y debe ser relacionado con el planteamiento moderno de la
doctrina y de la práctica pedagógica, según la cual la relación entre maestro y
alumno es una relación activa, de relaciones recíprocas y por lo tanto todo maestro
es siempre alumno y todo alumno maestro.
Pero la relación pedagógica no puede limitarse a las relaciones específicamente
"escolares", por las cuales las nuevas generaciones entran en contacto con las
viejas y absorben sus experiencias y los valores históricamente necesarios,
"madurando" y desarrollando su propia personalidad histórica y culturalmente
superior. Esta relación existe en toda la sociedad en su conjunto y para cada
individuo respecto a otros individuos, entre clases intelectuales y no intelectuales,
entre gobernantes y gobernados, entre élites y seguidores, entre dirigentes y
dirigidos, entre vanguardias y cuerpos de ejército. Toda relación de "hegemonía"
es necesariamente una relación pedagógica y se verifica no sólo en el interior de
una nación, entre las diversas fuerzas que la componen, sino en todo el campo
internacional y mundial, entre complejos de civilizaciones nacionales y
continentales. (…)”
Noviembre 1932

CC 9, 132, Los intelectuales.33

“¿Es todavía posible, en el mundo moderno, la hegemonía cultural de una nación
sobre las otras? O bien el mundo está ya a tal punto unificado en su estructura
económico-social que un país, si bien puede tener "cronológicamente" la iniciativa
de una innovación, no puede sin embargo conservar su "monopolio político" y en
consecuencia servirse de tal monopolio como base de hegemonía? ¿Qué significado,
pues, puede tener hoy el nacionalismo? No es éste posible como "imperialismo"
económico-financiero pero ya no como "primacía" civil o hegemonía político-
intelectual?” 34

Los Cuadernos espaciales ( escritos entre mayo de 1932-febrero 1935)

Los llamados Cuadernos especiales son los numerados del 10 al 29. En estos
cuadernos, dedicados a temas monográficos, G. poner en orden sus anotaciones
anteriores, transformando los textos A en textos C o escribiendo textos B. Es decir,
se trata de textos bastante perfilados. Tampoco se puede decir que sean ensayos
monográficos acabados por que a veces conservan su carácter de notas previas. Eso
sí, tienen un carácter más sistemático. Para el tema concreto de la hegemonía,
Cospito señala la importancia del CC 12, Apuntes y notas dispersos para un grupo de
ensayos sobre la historia de los intelectuales; CC 13, Notas sobre la política de
Maquiavelo; CC 16, Argumentos de cultura; CC 19, Resurgimiento italiano; CC 22,
Americanismo y fordismo, y CC 23, Crítica literaria. Todos ellos fueron escritos entre
mayo de 1932 y febrero de 1935.
Yo añadiría sin dudarlo el Q 25, En los márgenes de la historia. Historia de los grupos
sociales subalternos.


33 Era, t. , p. 104. Gerratana, pp. 1192-3. Texto A. Retomado en Q 13, 26, [Gerratana, 1975, p. 1618;

texto C] con un título significativo: Hegemonía político-cultural. Aquí se reproduce sólo este texto C.
34 Aquí, Cospito deduce una posible crítica de Gramsci al concepto leniniano de imperialismo, que

yo no alcanzo a ver.

17
Mediados de 1932

CC 12, 1, 35

“ (…) ¿Son los intelectuales un grupo social autónomo e independiente, o bien cada
grupo social tiene su propia categoría especializada de intelectuales? El problema
es complejo por las variadas formas que ha adoptado hasta ahora el proceso
histórico real de formación de las diversas categorías intelectuales. Las más
importantes de estas formas son dos:
1] Cada grupo social, naciendo en el terreno originario de una función esencial en
el mundo de la producción económica, se crea al mismo tiempo, orgánicamente,
una o más capas de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su
propia función no sólo en el campo económico, sino también en el social y político:
el empresario capitalista crea junto con él al técnico de la industria, al científico de
la economía política, al organizador de una nueva cultura, de un nuevo derecho,
etcétera, etcétera. Hay que observar el hecho de que el empresario representa una
elaboración social superior, ya caracterizada por una cierta capacidad dirigente y
técnica (o sea intelectual): debe tener una cierta capacidad técnica, además de en
la esfera circunscrita de su actividad y de su iniciativa, también en otras esferas, al
menos en aquellas más cercanas a la producción económica (debe ser un
organizador de masas de hombres, debe ser un organizador de la "confianza" de
los ahorradores en su empresa, de los compradores de su mercancía, etcétera). Si
no todos los empresarios, al menos una élite de ellos debe tener una capacidad de
organizador de la sociedad en general, en todo su complejo organismo de servicios,
hasta el organismo estatal, por la necesidad de crear las condiciones más
favorables a la expansión de su propia clase; o debe poseer por lo menos la
capacidad de escoger los "delegados" (empleados especializados) a los que se
confiará esta actividad organizativa de las relaciones generales externas a la
empresa. Puede observarse que los intelectuales "orgánicos" que cada nueva clase
crea consigo y elabora en su desarrollo progresivo, son en su mayor parte
"especializaciones" de aspectos parciales de la actividad primitiva del tipo social
nuevo que la nueva clase ha sacado a la luz. (…)
Así como estas diversas categorías de intelectuales tradicionales sienten con
"espíritu de cuerpo" su ininterrumpida continuidad histórica y su "calificación", de
igual manera se ven a sí mismas como autónomas e independientes del grupo
social dominante; esta auto-posición no carece de consecuencias en el campo
ideológico y político, consecuencias de vasto alcance (toda la filosofía idealista
puede fácilmente conectarse con esta posición asumida por el complejo social de
los intelectuales y se puede definir la expresión de esta utopía social por la que los
intelectuales se creen "independientes", autónomos, revestidos de características
propias a ellos solos, etcétera. Hay que señalar, sin embargo, que si el papa y la alta
jerarquía de la Iglesia se creen más ligados a Cristo y a los apóstoles que a los
senadores Agnelli y Benni, no sucede lo mismo con Gentile y Croce, por ejemplo;
Croce, especialmente, se siente fuertemente ligado a Aristóteles y Platón, pero no
oculta, tampoco, que está ligado a los senadores Agnelli y Benni y es precisamente
en esto donde hay que buscar el carácter más relevante de la filosofía de Croce).
(...)


35 Este parágrafo no lleva título. Era t. 4 , pp. 350-373. Gerratana, 1975, pp. 1515-16. Texto C.

18
¿Cuáles son los límites "máximos" de la acepción de "intelectual"? ¿Se puede
encontrar un criterio unitario para caracterizar igualmente todas las diversas y
dispares actividades intelectuales y para distinguir éstas al mismo tiempo en
forma esencial de las actividades de los otros agrupamientos sociales? El error
metodológico más difundido me parece el de haber buscado este criterio de
distinción en lo intrínseco de las actividades intelectuales y no, por el contrario, en
el conjunto del sistema de relaciones en el que aquéllas (y por lo tanto los grupos
que las encarnan) vienen a encontrarse en el complejo general de las relaciones
sociales. Y en verdad el obrero o proletario, por ejemplo, no es específicamente
caracterizado por el trabajo manual o instrumental (aparte la consideración de que
no existe trabajo puramente físico y que incluso la expresión de Taylor de "gorila
amaestrado” es una metáfora para indicar un límite en una de- terminada
dirección: en cualquier trabajo físico, incluso el más mecánico y degradado, existe
un mínimo de calificación técnica, o sea un mínimo de actividad intelectual
creadora), sino por este trabajo en determinadas condiciones y en determinadas
relaciones sociales. Y ya ha sido observado que el empresario, por su misma
función, debe tener en cierta medida un cierto número de calificaciones de carácter
intelectual, si bien su figura social no sea determinada por ellas sino por las
relaciones generales sociales que precisamente caracterizan la posición del
empresario en la industria.
Todos los hombres son intelectuales, podría decirse por lo tanto; pero no todos los
hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales (de igual modo, porque
puede darse que cualquiera en cualquier momento se fría dos huevos o se
remiende un desgarrón del abrigo, no se dirá que todos son cocineros y sastres). Se
forman así históricamente categorías especializadas para el ejercicio de la función
intelectual, se forman en conexión con todos los grupos sociales, pero
especialmente en conexión con los grupos sociales más importantes y sufren
elaboraciones más amplias y complejas en conexión con el grupo social dominante.
Una de las características más relevantes de cada grupo que se desarrolla hacia el
dominio es su lucha por la asimilación y la conquista “ideológica” de los
intelectuales tradicionales, asimilación y conquista que es tanto más rápida y eficaz
cuanto más elabora simultáneamente el grupo dado sus propios intelectuales
orgánicos. (…)
La relación entre los intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata,
como sucede para los grupos sociales fundamentales, sino que es "mediada" en
diverso modo, por todo el tejido social, por el conjunto de las superestructuras, de
las que precisamente los intelectuales son los "funcionarios". Podría medirse la
"organicidad" de los diversos estratos intelectuales, su más o menos estrecha
conexión con un grupo social fundamental, estableciendo una gradación de las
funciones y de las superestructuras desde abajo hacia arriba (desde la base
estructural para arriba). Es posible, por ahora, establecer dos grandes "planos"
super-estructurales, el que se puede llamar de la "sociedad civil", o sea del
conjunto de organismos vulgarmente llamados "privados", y el de la "sociedad
política o Estado" y que corresponden a la función de "hegemonía" que el grupo
dominante ejerce en toda la sociedad y al de "dominio directo" o de mando que se
expresa en el Estado y en el gobierno "jurídico". Estas funciones son precisamente
organizativas y conectivas. Los intelectuales son los "'encargados" por el grupo
dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y
del gobierno político, esto es: consenso "espontáneo" dado por las grandes masas

19
de la población a la orientación imprimida a la vida social por el grupo dominante
fundamental, consenso que nace "históricamente" del prestigio (y por lo tanto de
la confianza) derivado por el grupo dominante de su posición y de su función en el
mundo de la producción; 2] del aparato de coerción estatal que asegura
"legalmente" la disciplina de aquellos grupos que no "consienten" ni activa ni
pasivamente, pero que está constituido por toda la sociedad en previsión de los
momentos de crisis en el mando y en la dirección en que el consenso espontáneo
viene a faltar. Este planteamiento del problema da como resultado una extensión
muy grande del concepto de intelectual, pero sólo así es posible llegar a una
aproximación concreta de la realidad. Este modo de plantear la cuestión choca
contra prejuicios de casta: es verdad que la misma función organizativa de la
hegemonía social y del dominio estatal da lugar a una cierta división del trabajo y
por lo tanto a toda una gradación de calificaciones, en algunas de las cuales no
aparece ya ninguna atribución directiva y organizativa: en el aparato de dirección
social y estatal existe toda una serie de empleos de carácter manual e instrumental
(de orden y no de concepto, de agente y no de oficial o de funcionario, etcétera),
pero evidentemente hay que hacer esta distinción, igual que habrá que hacer
también algunas otras. De hecho la actividad intelectual debe ser diferenciada en
grados incluso desde el punto de vista intrínseco, grados que en los momentos de
extrema oposición dan una auténtica diferencia cualitativa: en el escalón más
elevado habrá que poner a los creadores de las diversas ciencias, de la filosofía, del
arte, etcétera; en el más bajo a los más humildes "administradores" y divulgadores
de la riqueza intelectual ya existente, tradicional, acumulada. El organismo militar,
también en este caso, ofrece un modelo de estas complejas graduaciones: oficiales
subalternos, oficiales superiores. Estado mayor; y no hay que olvidar a los
graduados de tropa, cuya importancia real es superior a lo que suele pensarse. Es
interesante notar que todas estas partes se sienten solidarias e incluso que los
estratos inferiores manifiestan un espíritu de cuerpo más marcado y extraen del
mismo una jactancia que a menudo los expone a pullas y chanzas.
En el mundo moderno, la categoría de los intelectuales, así entendida, se ha
ampliado de forma inaudita. Han sido elaboradas por el sistema social
democrático-burocrático masas imponentes, no todas ellas justificadas por las
necesidades sociales de la producción, aunque sí justificadas por las necesidades
políticas del grupo dominante fundamental: de ahí la concepción loriana del
"trabajador" improductivo (¿pero improductivo con referencia a quién y a qué
modo de producción?), que podría en parte justificarse si se toma en cuenta que
estas masas explotan su posición para hacerse asignar tajadas ingentes de la renta
nacional. La formación de masas ha estandarizado a los individuos tanto como
calificación individual y como psicología, determinando los mismos fenómenos que
en todas las demás masas estandarizadas: competencia que plantea la necesidad
de la organización profesional de defensa, desocupación, super- producción
escolar, emigración, etcétera.
(…)
El punto central de la cuestión sigue siendo la distinción entre intelectuales como
categoría orgánica de todo grupo social fundamental, e intelectuales como
categoría tradicional; distinción de la que brota toda una serie de problemas y de
posibles investigaciones históricas. El problema más interesante es el que
concierne, si se considera desde este punto de vista, al partido político moderno,
sus orígenes reales, sus desarrollos, sus formas. ¿Qué viene a ser el partido político

20
por lo que toca al problema de los intelectuales? Hay que hacer algunas
distinciones: 1] para algunos grupos sociales el partido político no es otra cosa que
el modo propio de elaborar su propia categoría de intelectuales orgánicos, que se
forman así y no pueden dejar de formarse, dadas las características generales y las
condiciones de formación, de vida y desarrollo del grupo social dado, directamente
en el campo político y filosófico y no ya en el campo de la técnica productiva (en el
campo de la técnica productiva se forman aquellos estratos que puede decirse
corresponden a los "graduados de tropa" en el ejército, o sea los obreros
calificados y especializados en la ciudad y en forma más compleja los medieros y
colonos en el campo, porque el mediero y el colono en general corresponden más
bien al tipo artesano, que es el obrero calificado de una economía medieval); 2] el
partido político, para todos los grupos, es precisamente el mecanismo que en la
sociedad civil cumple la misma función que cumple el Estado, en medida más vasta
y más sintéticamente, en la sociedad política, o sea que procura la fusión entre
intelectuales orgánicos de un dado grupo, el dominante, e intelectuales
tradicionales, y esta función el partido la cumple precisamente en dependencia de
su función fundamental que es la de elaborar sus propios componentes, elementos
de un grupo social nacido y desarrollado como "económico", hasta hacerlos
convertirse en intelectuales políticos calificados, dirigentes, organizadores de
todas las actividades y las funciones inherentes al desarrollo orgánico de una
sociedad integral, civil y política. Puede decirse incluso que. en su ámbito, el
partido político cumple su función mucho más cumplida y orgánicamente de lo que
el Estado cumple la suya en un ámbito más vasto: un intelectual que entra a formar
parte del partido político de un determinado , grupo social, se confunde con los
intelectuales orgánicos del grupo mismo, se liga estrechamente al grupo, lo que no
sucede a través de la participación en la vida estatal sino mediocremente y a veces
de ningún modo. También sucede que muchos intelectuales creen que ellos son el
Estado, creencia que, dada la masa imponente de la categoría, a veces tiene
consecuencias notables y lleva a complicaciones desagradables para el grupo
económico fundamental que realmente es el Estado. (…)”

CC 13, 17, Análisis de las situaciones: relaciones de fuerza. 36

“(…) Mientras que en el estudio de una estructura hay que distinguir los
movimientos orgánicos (relativamente permanentes) de los movimientos que se
pueden llamar de coyuntura (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi
accidentales). Los fenómenos de coyuntura son ciertamente dependientes,
también ellos, de movimientos orgánicos, pero su significado no es de gran alcance
histórico: éstos dan lugar a una crítica política menuda, cotidiana, que afecta a los
pequeños grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente responsables
del poder. Los fenómenos orgánicos dan lugar a la critica histórico-social, que
afecta a las grandes agrupaciones, más allá de las personas inmediatamente
responsables y más allá del personal dirigente. Al estudiar un periodo histórico se
revela la gran importancia de esta distinción. Tiene lugar una crisis, que en
ocasiones se prolonga por decenas de años. Esta duración excepcional significa que
en la estructura se han revelado (han llegado a su madurez) contradicciones
incurables y que las fuerzas políticas operantes positivamente para la

36 Era, t. 5, pp. 32-40. Gerratana, 1975, pp. 1778-1589. Texto C que retoma CC 4, 38 y CC 8 con

modificaciones.

21
conservación y defensa de la estructura misma se esfuerzan todavía por sanar
dentro de ciertos límites y por superarse. Estos esfuerzos incesantes y
perseverantes (porque ninguna forma social querrá nunca confesar haber sido
superada) forman el terreno de lo "ocasional" sobre el cual se organizan las fuerzas
antagónicas que tienden a demostrar (demostración que en último análisis sólo se
consigue y es "verdadera" si se convierte en nueva realidad, si las fuerzas
antagónicas triunfan, pero que inmediatamente se desarrolla en una serie de
polémicas ideológicas, religiosas, filosóficas, políticas, jurídicas, etcétera, cuya
concreción es evaluable por la medida en que resultan convincentes y transforman
el alineamiento preexistente de las fuerzas sociales) que existen ya las condiciones
necesarias y suficientes para que determinadas tareas puedan y por lo tanto deban
ser resueltas históricamente (deban, porque todo incumplimiento del deber
histórico aumenta el desorden necesario y prepara catástrofes más graves).
El error en que se cae a menudo en los análisis histórico-políticos consiste en no
saber encontrar la justa relación entre lo que es orgánico y lo que es ocasional: se
llega así o a exponer como inmediatamente operantes causas que por el contrario
son operantes mediatamente, o afirmar que las causas inmediatas son las únicas
causas eficientes; en un caso se tiene el exceso de "economismo'"- o de
doctrinarismo pedante, en el otro el exceso de "ideologismo"; en un caso se
sobrevaloran las causas mecánicas. en el otro se exalta el elemento voluntarista e
individual. (La distinción entre “movimientos" y hechos orgánicos y movimientos y
hechos de "coyuntura" u ocasionales debe ser aplicada a todos los tipos de
situación, no sólo a aquéllos en los que tiene lugar un desarrollo regresivo o de
crisis aguda, sino a aquéllos en los que tiene lugar un desarrollo progresista o de
prosperidad y a aquéllos en los que tiene lugar un estancamiento de las fuerzas
productivas.) El nexo dialéctico entre los dos órdenes de movimiento y por lo tanto
de investigación difícilmente se establece con exactitud, y si el error es grave en la
historiografía, aún más grave resulta en el arte político, cuando se trata no de
reconstruir la historia pasada sino de construir la presente y futura: los propios
deseos y las propias pasiones inferiores e inmediatas son la causa del error, en
cuanto que sustituyen el análisis objetivo e imparcial y ello sucede no como
"medio" consciente para estimular a la acción, sino como autoengaño. La serpiente,
también en este caso, muerde al charlatán, o sea que el demagogo es la primera
víctima de su demagogia.
(…) Un aspecto del mismo problema es la llamada cuestión de las relaciones de
fuerza. Se lee a menudo en las narraciones históricas la expresión genérica:
relaciones de fuerza favorables, desfavorables a esta o aquella tendencia. Así,
abstractamente, esta formulación no explica nada o casi nada, porque no se hace
más que repetir el hecho que se debe explicar presentándolo una vez como hecho y
otra como ley abstracta y como explicación. El error teórico consiste pues en dar
un canon de investigación e interpretación como "causa histórica".
Primeramente en la "relación de fuerza" hay que distinguir diversos momentos o
grados, que fundamentalmente son éstos:
1] Una relación de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructura, objetiva,
independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los
sistemas de las ciencias exactas o físicas. Sobre la base del grado de desarrollo de
las fuerzas materiales de producción se tienen los agrupamientos sociales, cada
uno de los cuales representa una función y tiene una posición dada en la
producción misma. Esta relación es la que es, una realidad rebelde: nadie puede

22
modificar el número de las empresas y de sus empleados, el número de las
ciudades con su correspondiente población urbana, etcétera. Este planteamiento
fundamental permite estudiar si en la sociedad existen las condiciones necesarias
y suficientes para su transformación, es decir, permite controlar el grado de
realismo y de practicabilidad de las diversas ideologías que han nacido en su
mismo terreno, en el terreno de las contradicciones que aquélla ha generado
durante su desarrollo.
2] Un momento subsiguiente es la relación de las fuerzas políticas, o sea la
evaluación del grado de homogeneidad, de autoconciencia y de organización
alcanzado por los diversos grupos sociales. Este momento puede ser a su vez
analizado y distinguido en varios grados, que corresponden a los diversos
momentos de la conciencia política colectiva, tal como se han manifestado hasta
ahora en la historia. El primero y más elemental es el económico-corporativo: un
comerciante siente que debe ser solidario con otro comerciante, un fabricante con
o u o fabricante, etcétera, pero el comerciante no se siente todavía solidario con el
fabricante; o sea que se siente la unidad homogénea, y el deber de organizarla, del
grupo profesional, pero todavía no del grupo social más vasto. Un segundo
momento es aquél en el que se alcanza la conciencia de la solidaridad de intereses
entre todos los miembros del grupo social, pero todavía sólo en el campo
meramente económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del Estado, pero
sólo en el terreno de alcanzar una igualdad político-jurídica con los grupos
dominantes, porque se reivindica el derecho de participación en la legislación y en
la administración y tal vez incluso de modificarlas, de reformarlas, pero en los
cuadros fundamentales existentes. Un tercer momento es aquél en que se alcanza
la conciencia de que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y
futuro. superan el círculo corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y
deben convertirse en intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más
estrictamente política, que señala el tránsito neto de la estructura a la esfera de las
superestructuras complejas, es la fase en la que las ideologías germinadas
anteriormente se convierten en "partido", entran en confrontación y se declaran en
lucha hasta que una sola de ellas o al menos una sola combinación de ellas, tiende a
prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando,
además de la unidad de fines económicos y políticos, también la unidad intelectual
y moral, situando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no en el
plano corporativo sino en un plano "universal", y creando así la hegemonía de un
grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El Estado es
concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones
favorables para la máxima expansión del grupo mismo, pero este desarrollo y esta
expansión son concebidos y presentados como la fuerza motriz de una expansión
universal, de un desarrollo de todas las energías "nacionales", o sea que el grupo
dominante es coordinado concretamente con los intereses generales de los grupos
subordinados y la vida estatal es concebida como un continuo formarse y
superarse de equilibrios inestables (en el ámbito de la ley) entre los intereses del
grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los que los
intereses del grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea no hasta
el burdo interés económico-corporativo. En la historia real estos momentos se
implican recíprocamente, por así decirlo horizontalmente y verticalmente, o sea
según las actividades económico-sociales (horizontales) y según los territorios
(verticalmente), combinándose y escindiéndose diversamente: cada una de estas

23
combinaciones puede ser representada por su propia expresión organizada
económica y política. Con todo, hay que tener en cuenta que a estas relaciones
internas de un Estado-nación se entretejen las relaciones internacionales, creando
nuevas combinaciones originales e históricamente concretas. (…)
Esta relación entre fuerzas internacionales y fuerzas nacionales se complica aún
más por la existencia en el interior de cada Estado de numerosas secciones
territoriales de diversa estructura y de diversa relación de fuerza en todos los
grados (así la Vendée estaba aliada con las fuerzas internacionales reaccionarias y
las representaba en el seno de la unidad territorial francesa; así Lion en la
Revolución francesa representaba un nudo particular de relaciones, etcétera).
3] El tercer momento es el de la relación de las fuerzas militares, inmediatamente
decisivo en cada ocasión. (El desarrollo histórico oscila continuamente entre el
primer y el tercer momento, con la mediación del segundo.) Pero tampoco éste es
algo indistinto e identificable inmediatamente en forma esquemática; también en
éste se pueden distinguir dos grados: el militar en sentido estricto o técnico-militar
y el grado que se puede llamar político-militar. En el desarrollo de la historia estos
dos grados se han presentado en una gran variedad de combinaciones. Un ejemplo
típico que puede servir como demostración-límite, es el de la relación de opresión
militar de un Estado sobre una nación que trata de alcanzar su in- dependencia
estatal. La relación no es puramente militar, sino político-militar, y de hecho tal
tipo de opresión sería inexplicable sin el estado de disgregación social del pueblo
oprimido y la pasividad de su mayoría; por lo tanto la independencia no podrá ser
alcanzada con fuerzas puramente militares, sino militares y político-militares. Si la
nación oprimida, en efecto, para iniciar la lucha de independencia tuviera que
esperar a que el Estado hegemónico le permita organizar su propio ejército en el
sentido estricto y técnico de la palabra, tendría que aguardar buen rato (puede
suceder que la reivindicación de tener su propio ejército sea satisfecha por la
nación hegemónica, pero esto significa que ya una gran parte de la lucha ha sido
librada y ganada en el terreno político-militar). La nación oprimida opondrá pues
inicialmente a la fuerza militar hegemónica una fuerza que es sólo 'político-
militar". o sea que opondrá una forma de acción política que tenga la virtud de
determinar reflejos de carácter militar en el sentido de que: 1] tenga la eficacia de
disgregar íntimamente la eficiencia bélica de la nación hegemónica; 2] que obligue
a la fuerza militar hegemónica a diluirse y diseminarse en un gran territorio,
anulando gran parte de su eficacia bélica. (..)”

CC 13, 18, Algunos aspectos teóricos y prácticos del economicismo. 37

“Economismo-movimiento teórico por el librecambio-sindicalismo-teórico. Debe
verse en qué medida el sindicalismo teórico tuvo su origen en la filosofía de la
praxis
Y en qué medida en las doctrinas económicas del librecambio es decir en último
análisis, en el liberalismo. Y por ello debe verse si el economismo, en su forma más
lograda, no es una filiación directa del liberalismo y ha tenido, incluso en sus
orígenes, muy pocas relaciones con la filosofía de la praxis, relaciones de todos
modos sólo extrínsecas y puramente verbales. Desde este punto de vista debe
verse la polémica Einaudi-Croce, provocada por el nuevo prefacio (de 1917) al


37 Era, t.5, pp. 41-42. Gerratana 1975, pp. 1589-1597, C]. Retomado de CC 4 (XIII), pp. 70 bis-74.

24
libro sobre el Materialismo histórico la exigencia, planteada por Einaudi, de tener
en cuenta la literatura de historia económica suscitada por la economía clásica
inglesa, puede ser satisfecha en este sentido, que tal literatura, por una
contaminación superficial con la filosofía de la praxis, ha originado el economismo;
por eso cuando Einaudi critica (de manera, a decir verdad, imprecisa) algunas
degeneraciones economistas no hace otra cosa que escupir al cielo. El nexo entre
ideologías librecambistas y sindicalismo teórico es especialmente evidente en
Italia, donde son notorias la admiración por Pareto de los sindicalistas como
Lanzillo y compañía. El significado de estas dos tendencias es sin embargo muy
distinto: el primero es propio de un grupo social dominante y dirigente, el segundo
de un grupo todavía subalterno, que aún no ha adquirido conciencia de su fuerza y
de sus posibilidades y modos de desarrollo y por ello no sabe salir de la fase de
primitivismo. El planteamiento del movimiento del librecambio se basa en un
error teórico cuyo origen práctico no es difícil identificar: en la distinción entre
sociedad política y sociedad civil, que de distinción metodológica es convertida en
distinción orgánica y presentada como tal. Así se afirma que la actividad
económica es propia de la sociedad civil y que el Estado no debe intervenir en su
reglamentación. Pero como en la realidad efectiva sociedad civil y Estado se
identifican, hay que establecer que también el librecambismo es una
"reglamentación" de carácter estatal, introducida y mantenida por vía legislativa y
coactiva: es un hecho de voluntad consciente de sus propios fines y no la expresión
espontánea, automática del hecho económico. Por lo tanto, el librecambismo es un
programa político, destinado a cambiar, en cuanto triunfa, el personal dirigente de
un Estado y el programa económico del Estado mismo, o sea a cambiar la
distribución de la renta nacional. Diferente es el caso del sindicalismo teórico, en la
medida en que se refiere a un grupo subalterno, al cual con esta teoría se le impide
llegar a ser dominante, desarrollarse más allá de la fase económico-corporativa
para elevarse a la fase de hegemonía ético-política en la sociedad civil y dominante
en el Estado. Por lo que respecta al librecambismo se tiene el caso de una fracción
del grupo dirigente que quiere modificar no la estructura del Estado, sino sólo la
orientación del gobierno, que quiere reformar la legislación comercial y sólo
indirectamente industrial (porque es innegable que el proteccionismo,
especialmente en los países de mercado pobre y restringido, limita la libertad de
iniciativa industrial y favorece morbosamente el nacimiento de los monopolios): se
trata de la rotación de los partidos dirigentes en el gobierno, no de la fundación y
organización de una nueva sociedad política y mucho menos de un nuevo tipo de
sociedad civil. En el movimiento del sindicalismo teórico la cuestión se presenta
más compleja: es innegable que en éste la independencia y la autonomía del grupo
subalterno que se dice expresar son por el contrario sacrificadas a la hegemonía
intelectual del grupo dominante, porque precisamente el sindicalismo teórico no
es más que un aspecto del librecambismo, justificado con algunas afirmaciones
mutiladas, y por lo tanto trivializadas, de la filosofía de la praxis. ¿Porqué y cómo
tiene lugar este "sacrificio"? Se excluye la transformación del grupo subordinado
en dominante, o porque el problema ni siquiera se ha proyectado (fabianismo, De
Man, parte notable del laborismo) o porque es presentado en formas
incongruentes e ineficientes (tendencias socialdemocráticas en general) o porque
se afirma el salto inmediato del régimen de grupos al de la perfecta igualdad y de la
economía sindical.

25
Es por lo menos extraña la actitud del economismo frente a las expresiones de
voluntad, de acción y de iniciativa política e intelectual, como si éstas no fuesen
una emanación orgánica de necesidades económicas e incluso la única expresión
eficiente de la economía; así, es incongruente que el planteamiento concreto de la
cuestión hegemónica sea interpretado como un hecho que subordina al grupo
hegemónico. El hecho de la hegemonía presupone indudablemente que se tomen
en cuenta los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales la
hegemonía será ejercida, que se forme un cierto equilibrio de compromiso, esto es,
que el grupo dirigente haga sacrificios de orden económico-corporativo, pero
también es indudable que tales sacrificios y tal compromiso no pueden afectar a lo
esencial, porque si la hegemonía es ético-política, no puede dejar de ser también
económica, no puede dejar de tener su fundamento en la función decisiva que el
grupo dirigente ejerce en el núcleo decisivo de la actividad económica.
(…)
Un punto de referencia para el estudio del economismo y para comprender las
relaciones entre estructura y superestructura es aquel pasaje de la Miseria de la
filosofía donde se dice que una fase importante en el desarrollo de un grupo social
es aquélla en que los miembros componentes de un sindicato no luchan ya
solamente por sus intereses económicos, sino para la defensa y desarrollo de la
organización misma (…) Debe recordarse igualmente la afirmación de Engels de
que la economía sólo en "último análisis" es el motor de la historia (en las dos
cartas sobre la filosofía de la praxis publicadas también en italiano) que deben
vincularse directamente con el pasaje del prefacio de la Critica de la Economía
Política, donde se dice que los hombres se hacen conscientes de los conflictos que
se verifican en el mundo económico en el terreno de las ideologías.
En varias ocasiones se ha afirmado en estas notas que la filosofía de la praxis está
mucho más difundida de lo que se quiere reconocer. La afirmación es exacta si se
entiende que está difundido el economismo histórico, como el profesor Loria llama
ahora a sus concepciones más o menos deshilvanadas, y que por lo tanto el
ambiente cultural está completamente transformado respecto a la época en que la
filosofía de la praxis inició sus luchas; podría decirse, con terminología crociana,
que la mayor herejía surgida en el seno de la "religión de la libertad" ha sufrido
también, como la religión ortodoxa, una degeneración, se ha difundido como
"superstición", o sea que ha entrado en combinación con el librecambismo y ha
producido el economismo. Hay que ver sin embargo si, mientras que la religión
ortodoxa ya se ha anquilosado, la superstición herética no ha mantenido siempre
un fermento que la hará renacer como religión superior, esto es, si las escorias de
superstición no son fácilmente liquidables. (…)
Se ha olvidado así que siendo o presumiendo de ser también el "economismo" un
canon objetivo de interpretación (objetivo-científico), la investigación en el sentido
de los intereses inmediatos debe ser válida para todos los aspectos de la historia,
para los hombres que representan la "tesis" tanto como para aquellos que
representan la "antítesis". Se ha olvidado además otra proposición de la filosofía de
la praxis: la de que las "creencias populares" o las creencias del tipo d e las
creencias populares tienen la validez de las fuerzas materiales."
Los errores de interpretación en el sentido de la búsqueda de los intereses
"sórdidamente judaicos" han sido a veces groseros y cómicos y por lo mismo han
reactuado negativamente sobre el prestigio de la doctrina original. Por lo tanto hay
que combatir el economismo no sólo en la teoría de la historiografía, sino también

26
y especialmente en la teoría y en la práctica políticas. En este campo la lucha puede
y debe librarse desarrollando el concepto de hegemonía, tal como ha sido librada
prácticamente en el desarrollo de la teoría del partido político y en el desarrollo
práctico de la vida de determinados partidos políticos (la lucha contra la teoría de
la llamada revolución permanente, a la que se contraponía el concepto de
dictadura democrático-revolucionaria, "la importancia del apoyo dado a las
ideologías constituyentistas, etcétera). Se podría hacer una investigación sobre los
juicios emitidos a medida que se desarrollaban ciertos movimientos políticos,
tomando como tipo el movimiento boulangerista (desde 1886 hasta el 1890
aproximadamente), o el proceso Dreyfus o incluso el golpe de Estado del 2 de
diciembre (un análisis del libro clásico sobre el 2 de diciembre," para estudiar qué
importancia relativa se le da al factor económico inmediato y qué lugar, por el
contrario, tiene el estudio concreto de las "ideologías"). Frente a este evento, el
economismo se plantea la pregunta: ¿a quién beneficia inmediatamente la
iniciativa en cuestión? y responde con un razonamiento tan simplista como
paralógico. Beneficia inmediatamente a una cierta fracción del grupo dominante y,
para no errar, esta elección cae sobre aquella fracción que evidentemente tiene
una función progresista y de control sobre el conjunto de las fuerzas económicas.
Se puede estar seguros de no equivocarse porque necesariamente, si el
movimiento bajo examen llega al poder, antes o después la fracción progresista del
grupo dominante acabará por controlar el nuevo gobierno y por hacer de él un
instrumento para orientar en su propio beneficio el aparato estatal. Se trata pues
de una infalibilidad muy barata y que no sólo no tiene significado teórico, sino que
tiene poquísimo alcance político y eficacia práctica: en general no produce más que
prédicas moralistas y cuestiones personales interminables.
Cuando un movimiento de tipo boulangerista se produce, el análisis debería ser
conducido realistamente según esta línea: 1] contenido social de la masa que se
adhiere al movimiento; 2] ¿qué función tenía esta masa en el equilibrio de fuerzas
que v a transformándose como lo demuestra el nuevo movimiento con su
nacimiento mismo?; 3] las reivindicaciones que los dirigentes presentan y que
encuentran consenso, ¿qué significado tienen política y socialmente?, ¿a qué
exigencias efectivas corresponden?; 4] examen de la correspondencia de los
medios con el fin propuesto; 5] sólo en último análisis, y presentada en forma
política y no moralista, se expone la hipótesis de que tal movimiento
necesariamente será desnaturalizado y servirá a fines muy distintos de los que las
multitudes seguidoras esperan. Por el contrario, esta hipótesis es afirmada
preventivamente cuando ningún elemento concreto (esto es, que parezca tal con la
evidencia del sentido común y no por un análisis "científico" esotérico) existe aún
para sustentarla, de modo que aparece como una acusación moralista de doblez y
mala fe o de poca astucia, de estupidez (para los partidarios). Así, la lucha política
se convierte en una serie de hechos personales entre quienes se las saben todas,
teniendo al diablo en el bolsillo, y quien es burlado por sus propios dirigentes y no
quiere convencerse de ello por su incurable estupidez. Por lo demás, mientras
estos movimientos no alcanzan el poder, se puede siempre pensar que fracasan y
algunos de hecho han fracasado (el boulangerismo, que ha fracasado como tal y
luego ha sido aniquilado definitivamente con el movimiento dreyfusista, el
movimiento de Georges Valois, el del general Gayda); la búsqueda debe pues
dirigirse a la identificación de los elementos de fuerza, pero también de los
elementos de debilidad que aquéllos contienen en su seno: la hipótesis

27
"economista" afirma un elemento inmediato de fuerza, o sea la disponibilidad de
cierta aportación financiera directa o indirecta (un gran periódico que apoye al
movimiento es también una aportación financiera indirecta) y basta. Demasiado
poco.
También en este caso el análisis de los diversos grados de relación de las fuerzas
no puede culminar más que en la esfera de la hegemonía y de las relaciones ético-
políticas.


CC 13, 23, Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de los partidos en
los periodos de crisis orgánica.38

Nota J.T.. En este parágrafo G. introduce el concepto de “crisis de hegemonía que,
de hecho ya estaba incluido implícitamente en el concepto de “crisis de autoridad”.
Según G., la crisis de hegemonía “adviene o por que la clase dirigente ha fallado/
fracasado en alguna gran empresa política suya para la cual ha pedido o ha
impuesto por la fuerza el consenso de las grandes masas (como la guerra) o por el
que vastas masas han pasado de golpe de la pasividad a una cierta actividad y
ponen reivindicaciones que en su complejo no orgánico constituyen una
revolución. Se habla de “crisis de autoridad” y estos es precisamente la crisis de
hegemonía, o crisis del Estado en su conjunto”.


Enero de 1933.

CC 14, 23, Maquiavelo. Cesarismo y equilibrio catastrófico de las fuerzas político-
sociales.39

Según Cospito en este párrafo, G examina crítica y auto-críticamente su
experiencia de dirigente político derrotado así como algunas formulaciones
escritas en los CC 1-2-3 y 4.

"[...] Sería un error de método (un aspecto del mecanicismo sociológico) retener
que [...] todo el nuevo fenómeno histórico se debe al equilibrio de las fuerzas"
fundamentales "; hay que ver también las relaciones que se producen entre los
grupos principales (de diversos géneros, social-económico y técnico-económico)
de las clases principales y las fuerzas auxiliares guiadas o sometidas a la influencia
hegemónica "

Febrero 1933.

Q 14, 68,40

Nota J.T. : Sobre la relación entre nacionalismo y internacionalismo en la URSS. El
texto hace referencia a la confrontación entre Stalin y Trotsky. Pero lo que nos
interesa aquí es la relación entre la hegemonía y lo "nacional".

38 Era, t. 5, pp. 52-60. Gerratana, 1975, p. 1603. Texto C que retoma CC 4,7 i 9.
39 Era, t. 5, pp. 113-114. Gerratana, 1975, p. 1680. Texto B.
40 Era, t. 5, pp. 155-56. Gerratana, 1975, p. 1,729. Texto B.

28

"[...] El concepto de hegemonía es aquel en que se anudan las exigencias de
carácter nacional y se entiende como ciertas tendencias de tal concepto no hablan
y apenas lo tocan. Una clase de carácter internacional como guía a estratos sociales
estrechamente nacionales (intelectuales) e incluso menos que nacionales,
particularistas y municipalistas (los agricultores), debe "nacionalizarse" en cierto
sentido, y este sentido no es de por otra parte muy estrecho, por que antes de que
se formen las condiciones de una economía según un plan mundial, es necesario
atravesar fases múltiples en las que las combinaciones regionales (de grupos de
naciones) pueden ser varias. ".

Junio-julio 1933

Q 15, 59, El Resurgimiento italiano 41

Nota J.T. : Aplicación del concepto de hegemonía en las relaciones internacionales
y en las relaciones inter-territoriales dentro de un estado y dentro del proceso de
construcción de una nación-estado. Sobre estados hegemónicos y estados
subalternos:

“(…) La función del Piamonte en el Risorgimento italiano es la de una "clase
dirigente". En realidad no se trata del hecho de que en todo el territorio de la
península existiesen núcleos de clase dirigente homogénea cuya irresistible
tendencia a unificarse determinó la formación del nuevo Estado nacional italiano.
Estos núcleos existían, indudablemente, pero su tendencia a unirse era muy
problemática, y lo que más cuenta, ellos, cada uno en su ámbito, no eran
"dirigentes". El dirigente presupone al "dirigido", ¿y quién era dirigido por estos
núcleos? Estos núcleos no querían "dirigir" a nadie, o sea no querían poner de
acuerdo sus intereses y aspiraciones con los intereses v aspiraciones de otros
grupos. Querían "dominar", no "dirigir", y aún más: querían que dominasen sus
intereses, no sus personas, o sea querían que una fuerza nueva, independiente de
todo compromiso y condición, se convirtiese en árbitro de la Nación: esta fuerza
fue el Piamonte y de ahí la función de la monarquía. El Piamonte tuvo por lo tanto
una función que puede ser comparada, en ciertos aspectos, con la del partido, o sea
del personal di- rigente de un grupo social (y de hecho siempre se habló de
"partido piamontés"); con la determinación de que se trataba de un Estado' con un
ejército, una diplomacia, etcétera. Este hecho es de la máxima importancia para el
concepto de "revolución pasiva": que no es que un grupo social sea el dirigente de
otros grupos, sino que un Estado, aunque limitado como potencia, sea el
"dirigente" del grupo que debería ser dirigente y pueda poner a disposición de éste
un ejército y una fuerza político-diplomática. Es posible referirse a lo que se llamó
la función del "Piamonte" en el lenguaje político-histórico internacional. (…)
Lo importante es profundizar el significado que tiene una función tipo "'Piamonte"
en las revoluciones pasivas, o sea el hecho de que un Estado sustituye a los grupos
sociales locales para dirigir una lucha de renovación. Es uno de los casos en que se
da la función de "dominio" y no de "dirección" en estos grupos: dictadura sin
hegemonía. La hegemonía será de una parte del grupo social sobre todo el grupo,


41 Era, t. 5, 232. Gerratana, 1975, pp. 1822-4. Texto B.

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no de éste sobre otras fuerzas para potenciar el movimiento, radicalizarlo etcétera,
según el modelo "jacobino".
II. Estudios orientados a captar las analogías entre el periodo siguiente a la caída
de Napoleón y el siguiente a la guerra del 14-18. Las analogías son vistas sólo
desde dos puntos de vista: la división territorial y aquella, más vistosa y superficial,
del intento de dar una organización jurídica estable a las relaciones
internacionales (Santa Alianza y Sociedad de Naciones). Parece por el contrario
que el rasgo más importante que debe estudiarse es el que se ha llamado de la
"revolución pasiva", problema que no resalta llamativamente porque falta un
paralelismo exterior a la Francia del 1789-1815. Y sin embargo todos reconocen
que la guerra del 14-18 representa una fractura histórica, en el sentido de que toda
una serie de cuestiones que molecularmente se acumulaban antes de 1914 se han
"amontonado", modificando la estructura general del proceso precedente: hasta
pensar en la importancia que ha asumido el fenómeno sindical, término general en
el que se suman diversos problemas y procesos de desarrollo de distinta
importancia y significado (parlamentarismo, organización industrial, democracia,
liberalismo etcétera), pero que objetivamente refleja el hecho de que una nueva
fuerza social se ha constituido, tiene un peso ya no desdeñable, etcétera, etcétera.

Agosto-septiembre 1933

Q 17, 9, Temas de cultura. Gioberti y el jacobinismo.42

“(…) hay que observar que en el Rinnovamento Gioberti se manifiesta como un
auténtico jacobino, al menos teóricamente, y en la situación italiana dada. Los
elementos de este jacobinismo pueden resumirse, a grandes rasgos, como sigue: 1]
En la afirmación de la hegemonía política y militar del Piamonte que debería, como
región, ser lo que París fue para Francia: este punto es muy interesante y debe ser
estudiado en Gioberti incluso antes del 48. Gioberti sintió la ausencia en Italia de
un centro popular de movimiento nacional revolucionario como fue París para
Francia, y esta comprensión demuestra el realismo político de Gioberti. Antes del
48, Piamonte-Roma debían ser los centros propulsores, para la política-milicia el
primero, para la ideología-religión la segunda. Después del 48, Roma no tiene la
misma importancia, al contrario: Gioberti dice que el movimiento debe ser contra
el Papado. 2] Gioberti, aunque sea vagamente, tiene el concepto de lo "popular-
nacional" jacobino, de la hegemonía política, o sea de la alianza entre burgueses-
intelectuales[ingenio] y el pueblo; esto en la economía (y las ideas de Gioberti en
economía son vagas pero interesantes) y en la literatura (cultura), en donde las
ideas son más diferenciadas y concretas porque en este campo hay menos en qué
comprometerse. En el Rinnovamento (Parte II, capítulo "Degli scrittori") escribe: "...
Una literatura no puede ser nacional si no es popular; porque, si bien es de pocos el
crearla, universal debe ser su uso y su disfrute. Además de que, debiendo aquélla
expresar las ideas y los afectos comunes y sacar a la luz aquellos sentidos que
yacen ocultos y confusos en el corazón de las multitudes, sus cultivadores deben
no sólo mirar al bien del pueblo sino sacar provecho de su espíritu; tanto que esto
nene a ser no solo el fin sino en cierto modo también el principio de la literatura
civil. Y se ve con el hecho de que no llegan al colmo de la perfección y de la eficacia


42 Era, t. 5, p. 306-307. Gerratana, 1975, p. 1914-5. Texto B.

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sino cuando se incorporan y hacen, por así decirlo, una misma cosa con la nación,
etcétera". (…)”


Febrero 1933.

CC 14, 68, Maquiavelo 43

“Escrito (en preguntas y respuestas) de Giuseppe Bessarione de septiembre de
1927 sobre algunos puntos esenciales de ciencia y arte político. El punto que me
parece debe desarrollarse es éste: cómo, según la filosofía de la praxis (en su
manifestación política), tanto en la formulación de su fundador como
especialmente en la precisión de su más reciente teórico, la situación internacional
debe ser considerada en su aspecto nacional. Realmente la relación "nacional" es el
resultado de una combinación 'original" única (en cierto sentido) que en esta
originalidad y unicidad debe ser comprendida y concebida si se quiere dominarla y
dirigirla. Ciertamente el desarrollo va hacia el internacionalismo, pero el punto de
partida es 'nacional" y de este punto de partida es que hay que iniciar el
movimiento. Pero la perspectiva es internacional y no puede ser de otra manera.
Por lo tanto hay que estudiar exactamente la combinación de fuerzas nacionales
que la clase internacional deberá dirigir y desarrollar según las perspectiva y las
directivas internacionales. La clase dirigente es tal sólo si llega a interpretar
exactamente esta combinación, de la que ella misma es componente y en cuanto tal
precisamente puede dar al movimiento una cierta orientación y ciertas
perspectivas. En este punto me parece que está la divergencia fundamental entre
León Davidovich y Bessarione como intérprete del movimiento mayoritario. Las
acusaciones de nacionalismo son inútiles si se refieren al núcleo de la cuestión. Si
se estudia el esfuerzo desde 1902 hasta 1917 por parte de los mayoritarios se ve
que su originalidad consiste en depurar el internacionalismo de todo elemento
vago y puramente ideológico (en sentido peyorativo) para darle un contenido de
política realista. El concepto de hegemonía es aquél en el que se anudan las
exigencias de carácter nacional y se entiende cómo ciertas tendencias de tal
concepto no hablan de ello o sólo lo rozan. Una clase de carácter internacional, en
cuanto que guía a estratos sociales estrictamente nacionales (intelectuales) e
incluso a menudo menos aún que nacionales, particularistas y municipalistas (los
campesinos), debe "nacionalizarse", en cierto sentido, y este sentido no es por lo
demás muy estricto, porque antes de que se formen las condiciones de una
economía según un plan mundial, es necesario atravesar fases múltiples en las que
las combinaciones regionales (de grupos de naciones) pueden ser varias. Por otra
parte, no hay que olvidar nunca que el desarrollo histórico sigue las leyes de la
necesidad hasta que la iniciativa no pasa netamente al lado de las fuerzas que
tienden a la construcción según un plan, de pacífica y solidaria división del trabajo.
Que los conceptos no nacionales (o sea no referibles a cada país en particular)
están equivocados se ve por su absurdo: ellos han conducido a la pasividad y a la
inercia en dos fases bien distintas: 1] en la primera fase, nadie creía tener que
comenzar, o sea pensaba que comenzando se habría hallado aislado; en la espera
de que todos juntos se moviesen, por lo pronto nadie se movía ni organizaba el


43 Era, t. 5, pp. 155-56. Gerratana, 1975, p. 1729. Texto B.

31
movimiento; 2] la segunda fase es seguramente peor, porque se espera una forma
de "napoleonismo" anacrónico y antinatural (porque no todas las fases históricas
se repiten de la misma forma). Las debilidades teóricas de esta forma moderna del
viejo mecanicismo están disfrazadas por la teoría general de la revolución
permanente, que no es más que una previsión genérica presentada como dogma y
que se destruye por sí sola, por el hecho de que no se manifiesta efectivamente”.

Febrero 1934-febrero 1935.

CC 19, 24, El problema de la dirección política en la formación y en el desarrollo de la
nación y del Estado moderno en Italia. 44

Nota JT: En el Cuaderno 19, 24 G re-copia el Q 1, 44 con pequeñas variaciones
lexicales. Se trata de una aplicación del concepto de hegemonía en la construcción
del estado nacional italiano y en la paralela construcción de Italia como nación. Es
por la importancia de ver como funciona el concepto aplicado a una determinada y
concreta realidad histórica, que se reproduce ampliamente.

“Todo el problema de la conexión entre las diversas corrientes políticas del
Risorgimento, o sea de sus relaciones recíprocas y de sus relaciones con los grupos
sociales homogéneos o subordinados existentes en las diversas secciones (o
sectores) históricas del territorio nacional, se reduce a este dato de hecho
fundamental: los moderados representaban un grupo social relativamente
homogéneo, por lo que su dirección sufrió oscilaciones relativamente limitadas (y
en todo caso según una línea de desarrollo orgánicamente progresista), mientras
que el llamado Partido de Acción no se apoyaba específicamente en ninguna clase
histórica y las oscilaciones sn6idas por sus órganos dirigentes en último análisis se
componían según los intereses de los moderados: la afirmación atribuida a Vittorio
Emanuele de "tener en el bolsillo" al Partido de Acción o algo parecido es
prácticamente exacta y no sólo por los contactos personales del Rey con Garibaldi
sino porque de hecho el Partido de Acción fue dirigido "indirectamente" por
Cavour y el Rey. El criterio metodológico en que hay que basar el propio examen es
el siguiente: que la supremacía de un grupo social se manifiesta de dos medios,
como "dominio" y como "dirección intelectual y moral". Un grupo social es
dominante de los grupos adversarios que tiende a "liquidar" o a someter incluso
con la fuerza armada y es dirigente de los grupos afines y aliados. Un grupo social
puede e incluso debe ser dirigente aun antes de conquistar el poder
gubernamental (ésta es una de las condiciones principales para la misma conquista
del poder); después, cuando ejerce el poder y aunque lo tenga fuertemente en el
puño, se vuelve dominante pero debe seguir siendo también "dirigente". Los
moderados siguieron dirigiendo el Partido de Acción incluso después de 1870 y
1876 y el llama- do "transformismo" no fue sino la expresión parlamentaria de esta
acción hegemónica intelectual, moral y política. Puede incluso decirse que toda la
vida estatal italiana desde 1848 en adelante está caracterizada por el
transformismo, o sea por la elaboración de una clase dirigente cada vez más
numerosa en los cuadros establecidos por los moderados después de 1848 y la
caída de las utopías neogüelfas y federalistas, con la absorción gradual, pero


44 Era t. 5, pp. 386- 406. Gerratana, 1975, pp. 2010-2034. Texto C.

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continua y obtenida con métodos diversos en su eficacia, de los elementos activos
surgidos de los grupos aliados e incluso de los adversarios y que parecían
irreconciliablemente enemigos. En este sentido la dirección política se convirtió en
un aspecto de la función de dominio, en cuanto que la absorción de las élites de los
grupos enemigos conduce a la decapitación de éstos y a su aniquilamiento durante
un periodo a menudo muy largo. De la política de los moderados resulta claro que
puede y debe existir una actividad hegemónica incluso antes del ascenso al poder y
que no hay que contar sólo con la fuerza material que el poder da para ejercer una
dirección eficaz: precisamente la brillante solución de estos problemas hizo
posible el Risorgimento en las formas y los límites en que se realizó, sin 'Terror",
como "revolución sin revolución", o sea como "revolución pasiva" para emplear
una expresión de Cuoco en un sentido un poco distinto del que Cuoco quiere decir.
¿En que formas y con qué medios los moderados consiguieron establecer el
aparato (el mecanismo) de su hegemonía intelectual, moral y política? En formas y
con medios que se pueden llamar "liberales", o sea a través de la iniciativa
individual, "molecular", “privada" (o sea no por un programa de partido elaborado
y constituido según un plan precedente- mente a la acción práctica y
organizativa).Por otra parte, esto era "normal" dadas las estructuras y la función
de los grupos sociales representados por los moderados, de los que los moderados
eran el grupo dirigente, los intelectuales en sentido orgánico. Para el Partido de
Acción el problema se presentaba de modo distinto y distintos sistemas
organizativos habrían debido emplearse. Los moderados eran intelectuales
"condensados" ya naturalmente por la organicidad de sus relaciones con los
grupos sociales de los que eran expresión (para toda una serie de ellos se realizaba
la identidad de representado y representante, o sea que los moderados eran una
vanguardia real, orgánica de las clases altas, porque ellos mismos pertenecían
económicamente a las clases altas: eran intelectuales y organizadores políticos y al
mismo tiempo jefes de empresa, grandes agricultores o administradores d e fincas,
empresarios comerciales e industriales, etcétera). Dada esta condensación o
concentración orgánica, los moderados ejercían una poderosa atracción, de modo
"espontáneo", sobre toda la masa de intelectuales de todo grado existentes en la
península en estado "difuso", "molecular", por las necesidades, aunque fuese
elementalmente satisfechas, de la instrucción y de la administración. Resalta aquí
la consistencia metodológica de un criterio de investigación histórico-política: no
existe una clase independiente de intelectuales, sino que cada grupo social tiene su
propia capa de intelectuales o tiende a formársela; pero los intelectuales d e la
clase históricamente (y realistamente) progresista, en las condiciones dadas,
ejercen un poder de atracción tal que acaban, en último análisis, por subordinarse
a los intelectuales de los otros grupos sociales y en consecuencia por crear un
sistema de solidaridad entre todos los intelectuales con vínculos de orden
psicológico (vanidad, etcétera) y a menudo de casta (técnico-jurídicos,
corporativos, etcétera).
Este hecho se da "espontáneamente" en los periodos históricos en los que el grupo
social dado es realmente progresista, o sea que hace avanzar realmente a toda la
sociedad, satisfaciendo no sólo sus exigencias existenciales, sino ampliando
continuamente sus propios cuadros por la continua toma de posesión de nuevas
esferas de actividad económico-productiva. Apenas el grupo social dominante ha
agotado su función, el bloque ideológico tiende a desmoronarse y entonces a la
"espontaneidad" puede suceder la "constricción" en formas cada vez menos

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larvadas e indirectas, hasta las auténticas medidas de policía y los golpes de
Estado.
El Partido de Acción no sólo no podía tener, dada su naturaleza, un poder de
atracción semejante, sino que él mismo era atraído e influido, bien fuese por la
atmósfera de intimidación (pánico de un 93 terrorista reforzado por los
acontecimientos franceses del 48-49) que lo hacía dudar de acoger en su programa
determinadas reivindicaciones populares (por ejemplo La reforma agraria), bien
fuese porque algunas de sus mayores personalidades (Garibaidi) estaban, aunque
fuese de tiempo en tiempo (oscilaciones), en relación personal de subordinación
con los jefes de los moderados. Para que el Partido de Acción se hubiese convertido
en una fuerza autónoma y, en último análisis, hubiese logrado por lo menos
imprimir al movimiento del Risorgimento un carácter más marcadamente popular
y democrático ( más allá no podía seguramente llegar dadas las premisas
fundamentales del movimiento mismo), habría debido contraponer a la actividad
"empírica" de los moderados (que era empírica sólo como un decir, porque
correspondía perfectamente al fin) un programa orgánico de gobierno que
reflejara las reivindicaciones esenciales de las masas populares, en primer lugar de
los campesinos: a la "atracción espontánea" ejercida por los moderados habría
debido contraponer una resistencia y una contraofensiva "organizadas" según un
plan.
Como ejemplo típico de atracción espontánea de los moderados debe recordarse la
formación y desarrollo del movimiento "católico-liberal", que tanto impresionó al
papado y en parte logró paralizar sus movimientos, desmoralizándolo, en un
primer tiempo impulsándolo demasiado a la izquierda -con las manifestaciones
liberalizantes de Pío IX y en un segundo tiempo empujándolo a una posición más a
la derecha de la que habría podido ocupar y en definitiva determinando su
aislamiento en la península y en Europa. El papado ha demostrado posteriormente
haber aprendido la lección y ha sabido en tiempos recientes maniobrar
brillantemente: el modernismo primero y el popularismo son movimientos
similares al católico-liberal del Risorgimento, debidos en gran parte al poder de
atracción espontánea ejercida por el historicismo moderno de los intelectuales
laicos de las clases altas por una parte, y por la otra por el movimiento práctico de
la filosofía de la praxis. El papado ha atacado al modernismo como tendencia
reformista de la Iglesia y de la religión católica, pero ha desarrollado el
popularismo, o sea la base económico-social del modernismo y hoy con Pío XI hace
de éste el punto de apoyo de su política mundial.
Por el contrario, el Partido de Acción careció incluso de un programa concreto de
gobierno. Aquél, en sustancia, fue siempre, más que nada, un organismo de
agitación y propaganda al servicio de los moderados. Las disensiones y los
conflictos internos del Partido de Acción, los odios tremendos que Mazzini suscitó
contra su persona y su actividad por parte de los más gallardos hombres de acción
(Garibaldi, Felice Orsini, etcétera) fueron determinados por la falta de una firme
dirección política. Las polémicas internas fueron en gran parte tan abstractas como
lo era la predicación de Mazzini, pero de aquéllas se pueden extraer útiles
indicaciones históricas (valgan por todas los escritos de Pisacane, que por lo
demás cometió errores políticos y militares irreparables, como la oposición a la
dictadura militar de Garibaldi en la República Romana). El Partido de Acción
estaba empapado de la tradición retórica de la literatura italiana: confundía la
unidad cultural existente en la península -aunque limitada a un estrato muy sutil

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de la población y contaminada por el cosmopolitismo vaticano- con la unidad
política y territorial de las grandes masas populares que eran extrañas a aquella
tradición cultural y les tenía completamente sin cuidado, suponiendo que
conocieran su misma existencia. Se puede hacer una comparación entre los
jacobinos y el Partido de Acción. Los jacobinos lucharon valerosamente para
asegurar un vinculo entre ciudad y campo y lo consiguieron victoriosamente. Su
derrota como partido determinado se debió al hecho de que en cierto punto
chocaron contra las exigencias de los obreros parisienses, pero ellos en realidad
fueron continuados en otra forma por Napoleón y hoy, muy míseramente, por los
radicales socialistas de Herriot y Daladier. (…)

Nota J.T.: Siguen unas interesantes páginas sobre la revolución francesa y el
jacobinismo que no se incluyen aquí para no ampliar demasiado el texto.

“(…) Diferencias entre Francia, Alemania e Italia en el proceso de toma del poder
por parte de la burguesía (e Inglaterra). En Francia se da el proceso más rico en
desarrollos y en elementos políticos activos y positivos. En Alemania el proceso se
desarrolla en algunos aspectos de modos que se parecen a los italianos, en otros a
los ingleses. En Alemania el movimiento del 48 fracasó por la escasa concentración
burguesa (la consigna de tipo jacobino fue dada por la extrema izquierda
democrática: "revolución en permanencia") y porque la cuestión de la renovación
estatal se halla entrelazada con la cuestión nacional; las guerras del 64, del 66 y del
70 resuelven juntamente la cuestión nacional y la de clase en un tipo inter- medio:
la burguesía obtiene el gobierno económico-industrial pero las viejas clases
feudales permanecen como capa gubernamental del Estado político con amplios
privilegios corporativos en el ejército, en la administración y sobre la tierra: pero
al menos, si estas viejas clases conservan en Alemania tanta importancia y gozan
de tantos privilegios, ejercen una función nacional, se convierten en los
intelectuales" de la burguesía, con un determinado temperamento dado por el
origen de casta y por la tradición. En Inglaterra, donde la revolución burguesa se
desarrolla antes que en Francia, tenemos un fenómeno semejante al alemán de
fusión entre lo viejo y lo nuevo, no obstante la extremada energía de los
“jacobinos" ingleses, o sea las "cabezas redondas" de Cromwell; la vieja
aristocracia permanece como capa gubernamental, con ciertos privilegios, se
convierte también ella en la capa intelectual de la burguesía inglesa (por lo
demás la aristocracia inglesa es de cuadros abiertos y se renueva continuamente
con elementos provenientes de los intelectuales y la burguesía). A propósito son
dignas de verse algunas observaciones contenidas en el prefacio a la traducción
inglesa de Utopía y Ciencia que hay que recordar para la investigación sobre los
intelectuales y sus funciones histórico-sociales.
La explicación dada por Antonio Labriola de la permanencia en el poder en
Alemania de los Junkers y el kaiserismo no obstante el gran desarrollo capitalista,
oscurece la explicación correcta: la relación de clases creada por el desarrollo
industrial con la fijación del límite de la hegemonía burguesa y el cambio de
posiciones de las clases progresistas, indujo a la burguesía a no luchar a fondo
contra el viejo régimen, sino dejar subsistir una parte de su fachada tras la cual
ocultar su propio dominio real.
Esta diferencia de proceso en la manifestación del mismo desarrollo histórico en
los diversos países debe vincularse no sólo con las distintas combinaciones de

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relaciones internas en la vida de las distintas naciones, sino también con las
distintas relaciones internacionales (las relaciones internacionales suelen ser
subestimadas en este tipo de investigaciones). El espíritu jacobino, audaz,
temerario, está ciertamente ligado a la hegemonía ejercida durante tanto tiempo
por Francia en Europa, además de a la existencia de un centro urbano como Paris y
la centralización conseguida en Francia por obra de la monarquía absoluta. Las
guerras de Napoleón, por el contrario, con la enorme destrucción de hombres,
entre los más audaces y emprendedores, debilitaron no sólo la energía política
militante francesa, sino también la de las otras naciones, si bien intelectualmente
fueron tan fecundas para la renovación de Europa. (…)

Sabadell, 22 de julio de 2020.








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