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1
Son
muchas
las
obras
que
tratan
sobre
la
conquista
de
Perú
y
los
conflictos
y
guerras
entre
los
mismos
conquistadores.
Pueden
verse
H.
THOMAS,
The
Golden
Empire:
Spain,
Charles
V,
and
the
Creation
of
America,
Random
House,
NY
2010,
Edición
Kindle,
leer
el
Book
II;
K.
MACQUARRIE,
The
Last
Days
of
the
Incas,
Simon
&
Schuster,
2007,
Edición
Kindle,
leer
el
Capítulo
11
y
siguientes.
Son
menos
las
que
se
refieren
al
arbitraje
al
que
hacemos
aquí
referencia.
Hemos
consultado
a:
W.
Hickling
Prescott,
History
of
the
Conquest
of
Peru;
with
a
preliminary
view
of
the
civilization
of
the
Incas,
H.
Thomas,
The
Golden
Empire:
Spain,
Charles
V,
and
the
Creation
of
America,
Random
House,
NY
2010,
Book
II,
es
del
dominio
público,
leer
el
Chapter
II;
B.
LAVALLÉ,
Francisco
Pizarro
y
la
Conquista
del
Imperio
Inca,
Espasa
2005,
Madrid;
también
hay
un
buen
resumen
en
Wikipedia
bajo
Guerras
Civiles
entre
los
Conquistadores
del
Perú.
gobernación
de
Nueva
Castilla
terminaba
al
norte
de
Lima
y
de
acuerdo
a
la
de
Pizarro,
terminaba
al
sur
del
Cuzco.
Convencido
de
su
tesis,
Almagro
se
dispuso
a
ocupar
Cuzco
en
1535,
alentado
por
sus
partidarios.
La
guerra
civil
habría
estallado
entonces
de
no
ser
que
el
astuto
Pizarro
convenciera
a
su
antiguo
socio
a
que
marchara
a
la
conquista
de
Chile,
situada
al
sur
de
su
gobernación,
asegurándole
que
era
una
tierra
donde
abundaban
los
metales
preciosos
y
donde
hallaría,
presumiblemente,
un
segundo
Cuzco.
Almagro
emprendió
entonces
la
expedición
a
Chile,
partiendo
del
Cuzco
en
julio
de
1535.
El
viaje
por
Chile
fue
duro
y
penoso,
no
encontrando
nada
de
valor,
a
pesar
de
haber
llegado
hasta
el
hoy
puerto
de
Valparaíso.
Buena
parte
era
un
territorio
desértico,
poblado
de
indios
belicosos.
La
expedición
duró
unos
dos
años
y
terminó
en
1537,
con
el
regreso
de
Almagro
y
los
restos
de
sus
tropas,
que
descansaron
en
Arequipa,
antes
de
marchar
hacia
el
Cuzco.
Almagro
ocupó
el
Cuzco
que
recién
había
sido
liberado
de
un
cerco
de
Manco
Inca.
Los
vencedores
fueron
Gonzalo
y
Hernando
Pizarro,
hermanos
de
Francisco
Pizarro.
Almagro
decide
apresarlos
lo
que
provoca
una
batalla
con
el
pizarrista
Alonso
de
Alvarado
a
quien
vence
en
Puente
de
Abancay
en
julio
de
1537.
Almagro
decide
ir
a
Lima,
llevando
consigo
a
Hernando
Pizarro
como
prisionero
y
dejando
a
su
hermano
Gonzalo
y
a
Alvarado,
presos
en
el
Cuzco.
Estos
dos
no
tardaron
en
escapar.
Ante
la
huida
de
los
presos,
se
dice
que
Almagro
contempló
la
posibilidad,
a
instancia
de
sus
lugartenientes,
de
ejecutar
a
Hernando
Pizarro.
Se
decidió
a
no
hacerlo
porque
entonces
le
llegaron
unas
cartas
de
Francisco
Pizarro,
invitándolo
a
solucionar
pacíficamente
el
conflicto,
mediante
un
arbitraje,
lo
cual
aceptó.
Ambos
gobernadores
acudieron
al
pueblo
de
Mala.
El
13
de
noviembre
de
1537
convinieron
en
someterse
a
un
arbitraje
y
en
nombrar
como
árbitro
a
un
fraile,
el
provincial
de
la
orden
de
La
Merced,
Francisco
de
Bobadilla2.
El
encuentro
entre
ambos
hombres
terminó
en
un
altercado;
finalmente,
temiendo
un
atentado,
Almagro
montó
su
caballo
y
se
fue
a
Chincha.
Bobadilla
quedó
entonces
en
libertad
de
dictar
su
fallo
en
el
litigio
en
ausencia
de
una
de
las
partes.
Antes
de
fallar
encargó
hacer
las
mediciones
correspondientes
a
unos
pilotos
de
mar,
luego
de
las
cuales
quedó
convencido
de
que
los
pizarristas
tenían
la
razón:
el
Cuzco
no
pertenecía
a
la
jurisdicción
de
Almagro.
Por
ende,
falló
ordenando
el
cese
de
hostilidades
y
obligando
a
Almagro
abandonar
el
Cuzco
y
liberar
a
Hernando.
El
laudo
arbitral,
lejos
de
poner
fin
a
la
fiera
disputa,
enfureció
a
los
almagristas,
quienes
exigieron
su
jefe
que
decapitara
a
Hernando.
Pero
entonces
intervino
Francisco
Pizarro,
quien,
al
ver
que
el
fallo
le
era
enteramente
favorable
y
que
no
contentaría
jamás
a
Almagro,
astutamente
sugirió
acordar
una
tregua,
aceptando
que
Diego
de
Almagro
siguiera
siendo
Gobernador
del
Cuzco
hasta
la
llegada
de
un
emisario
del
rey
Carlos
I
quien
ventilaría
definitivamente
el
asunto.
A
cambio
de
esta
concesión,
suplicó
a
Almagro
que
dejara
en
libertad
a
su
hermano
Hernando,
comprometiéndose
a
enviarlo
a
España
antes
de
cumplirse
seis
semanas.
2
B.
LAVALLÉ,
op.cit.,
p.
251.
2
Creyendo
de
buena
fe
las
promesas
de
su
viejo
socio
de
la
conquista,
Diego
de
Almagro
aceptó
y
liberó
a
Hernando,
lo
que
terminaría
costándole
la
vida.
Hernando
de
Pizarro
al
recobrar
la
libertad
se
puso
al
frente
de
las
tropas
que
se
enfrentarían
a
las
de
Almagro
en
la
batalla
de
las
Salinas.
Almagro
no
pudo
ya
comandar
sus
tropas
por
estar
viejo
y
enfermo,
pero
pudo
contemplar
su
derrota
desde
una
litera.
Se
refugió
entonces
en
el
Cuzco
donde
finalmente
Hernando
lo
apresaría
y
lo
haría
estrangular
en
su
celda
en
noviembre
de
15383.
Es
de
destacar
que
Francisco
Pizarro
murió
también
asesinado
en
junio
de
1541
por
hombres
al
servicio
de
un
hijo
de
Almagro,
que
llevaba
el
mismo
nombre
que
su
padre,
Diego,
y
a
quien
apodaban
el
Mozo.
A
Pizarro
lo
atacaron
en
su
casa
y
a
pesar
de
defenderse
valientemente,
le
dieron
un
espadazo
en
la
garganta
que
le
causó
la
muerte
de
inmediato4.
Sin
duda,
una
historia
de
horror,
que
además
no
concluiría
con
este
último
hecho5
porque
la
disputa
entre
los
Pizarro
y
los
Almagro
continuaría,
el
Mozo
sería
apresado
luego
de
otra
batalla
y
ejecutado
en
1542.