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En el caso de Europa, los gobiernos se han preocupado por definir las normas de
calidad básicas que deben cumplir las aguas destinadas al consumo humano,
ejercer constantes controles de calidad e implementar medidas correctivas y
restricciones de utilización. Hoy día se están aplicando en la Unión Europea
diversos enfoques para preservar las aguas de Europa. A ello puede contribuir
positivamente tanto el establecimiento de normas como la utilización de los
instrumentos de mercado y la realización de actividades de seguimiento, de
proyectos de investigación y de campañas de sensibilización. La Unión adoptó el
año 2000 la Directiva marco sobre el agua, que es el acto normativo de la Unión
más ambicioso y completo jamás aprobado en el ámbito de la política de aguas.
Haciendo suyo un enfoque genuinamente europeo, la Directiva establece un
sistema de gestión que se basa en las demarcaciones hidrográficas naturales más
que en las fronteras regionales y nacionales. Se trata de reunir en el esfuerzo por
un objetivo común a todos quienes gestionan el aguan (desde los gobiernos hasta
las comunidades locales), así como a los ciudadanos y a la totalidad de los
sectores afectados. El objetivo es salvaguardar las aguas subterráneas y de
superficie y alcanzar así antes de que finalice 2015 un buen estado ecológico.
La Unión, además, publicó en 2007 una Comunicación titulada «Afrontar el desafío
de la escasez de agua y la sequía en la Unión Europea». Esta Comunicación
apuntaba siete iniciativas que debían emprenderse para que Europa pudiera
avanzar hacia una economía caracterizada por la eficiencia hídrica y el ahorro de
agua. Cada año se presenta un informe sobre los avances registrados en la
aplicación de las orientaciones establecidas. Todas estas iniciativas, han traído
como resultado que a pesar de la escasez del recurso en este continente los
ciudadanos lo tienen disponible para las actividades de su vida cotidiana; caso
contrario se presenta en África, donde unos 300 millones de personas carecen de
acceso a agua potable y al menos catorce países del continente sufren un déficit
permanente de agua. De los cincuenta y cinco países cuyo consumo de agua
potable por persona y día está por debajo del mínimo de cincuenta litros
establecido por la Organización Mundial de la Salud, treinta y cinco de ellos están
en África. Según la OMS, la mitad de los africanos sufrirá en algún momento de su
vida problemas de salud por consumo de agua contaminada, la población más
vulnerable son los niños, para hacerse una idea de la magnitud del problema
basta indicar que en Etiopía la mortalidad infantil (menores de cinco años) es del
16.4%. Frente a esta problemática, la corrupción es una de las causas más
preocupantes, un reciente estudio publicado por revelo que para el caso africano,
existe una amplia correlación entre la corrupción y el acceso al agua potable.
Cuanto más corrupto el país, más pequeña es la fracción de su población que
goza de acceso a agua potable. En el África el 44% de los países probablemente
no lograra la meta de la ODM con respecto al agua potable antes del 2015.