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Clase Magistral "Política Exterior en el marco de la Globalización" Dictada por el Ministro de

Relaciones Exteriores, Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, en la Ceremonia de Inauguración


del Año Lectivo 2004 de la Academia Diplomática del Perú

Viernes 30 de abril de 2004

"Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la hermana República de Bolivia, Embajador José


Ignacio Siles del Valle;Señor Viceministro de Relaciones Económicas Internacionales de la
República de Bolivia, Embajador Isaac Maidana;Señor ex Canciller de la República, Embajador
José de la Puente Rabdill;Señor Viceministro Secretario General de Relaciones Exteriores,
Embajador Luis Solari Tudela;Señor ex Secretario General de Relaciones Exteriores, Embajador
José Carlos Mariátegui Arellano;Señor Embajador de Bolivia;Señor Secretario de Política
Exterior, Embajador Oscar Maúrtua de Romaña;Señor Director de la Academia Diplomática del
Perú y amigo, Embajador Luis Felipe Gálvez Villarroel;Señores Subsecretarios;Señoras
Subsecretarias;Alumnos y alumnas de la Academia Diplomática;Becarios, becarias;Amigos,
amigas:

Es para mí, ciertamente, una ocasión de vivencia subjetiva marcada el hecho de tener a mi
cargo la Clase Magistral de Apertura del Año Académico de la Academia Diplomática del Perú.
Lo es porque, como egresado y formado en la Academia Diplomática del Perú, y como profesor
de la Academia Diplomática del Perú, comprenderán ustedes que en el itinerario de un
diplomático una ocasión como ésta no puede estar exenta de adhesiones afectivas profundas.

Y es también una ocasión especial por el hecho de acompañarnos en esta oportunidad el


Canciller Siles, quien además de tener la responsabilidad de la conducción de la política
exterior de Bolivia es también un académico y un hombre dedicado a la reflexión de las
relaciones internacionales, no sólo desde el punto de vista de la gestión sino también desde la
perspectiva de sus fundamentos teóricos y metodológicos.

Es también especial que la presencia del Canciller Siles y el Vicecanciller Maidana en la


Academia Diplomática del Perú coincida con otra expresión muy simbólica, cual es la
conmemoración el día de ayer del 50º Aniversario de la Academia Diplomática de la República
de Bolivia.

Esta ocasión expresa pues lo que Ortega y Gasset llamaría en las circunstancias de los hombres
-en este caso, de las naciones- una coincidencia feliz; que las Academias Diplomáticas del Perú
y de Bolivia se encuentren en este acto con la presencia del Canciller Siles.
Creo que todo esto, como diría Basadre, es casualidad pero también historia; porque refleja el
estado de las relaciones peruano-bolivianas, que gozan de la excelencia que se nutre de su
propia historia.

El título de la presente clase es 'La Política Exterior del Perú en un Mundo Global'. Partiremos
de algunas variables de carácter metodológico breves -para no cansar- vinculadas con la
elaboración de la política exterior.

En el mundo global -que es un mundo muy competitivo- la administración y la gestión de la


política exterior ya no puede responder solamente a la intuición o a una interpretación de la
historia de las relaciones internacionales de los Estados. Requiere la aplicación de ciertas
variables, de métodos que se derivan de las ciencias sociales y, particularmente, de las
relaciones internacionales como disciplina de carácter social. En ese sentido, ubicamos
básicamente dos variables de método.

La primera tiene que ver con el análisis del sistema internacional, su caracterización y la
identificación de los impactos que puede tener respecto de los intereses nacionales de un país
determinado -en este caso del Perú- en términos de viabilizar y crear condiciones favorables a
la promoción de sus intereses nacionales, o de dificultarlos, limitarlos o bloquearlos. En ese
sentido, es de la mayor importancia tener una visión del contexto internacional.

El segundo paquete de variables está vinculado al análisis de lo que llamamos 'la dimensión
externa del problema peruano'. En una perspectiva histórica y de análisis de la situación actual
y futura del Perú, dicho paquete de variables nos debe permitir aislar lo que vendrían a ser los
intereses nacionales del país, que van a interactuar en el contexto internacional al que me
referí en primer lugar.

El contexto internacional en que actúan en este momento el Perú, Bolivia y todos los países, es
lo que se denomina 'la era de la globalización'. La globalización es un fenómeno histórico de
carácter múltiple y base económica. Se caracteriza, en esa naturaleza primigenia de carácter
económico, por una liberalización del comercio internacional, una masificación de las
corrientes de financiamiento externo y una liberalización y expansión sin precedentes
históricos de la inversión extranjera directa.

Son motor de este proceso global los resultados del desarrollo y la innovación científico-
tecnológica, básicamente en relación con las revoluciones que se producen en las
informaciones y en las comunicaciones. Hoy día el teléfono celular permite a un habitante de
la comunidad de Masaya, en Kenia, hablar por teléfono con un habitante de Iquitos en el Perú.
Los espacios y los tiempos se han reducido desde el punto de vista de las comunicaciones.
Entonces, este proceso de la globalización, que se expresa adicionalmente en un redespliegue
de la estructura productiva sobre bases transnacionales, está provocando cambios muy
importantes ya hace cerca de veinte años en toda la estructura del sistema internacional.

La finalización de la Guerra Fría genera un factor de complementariedad que orienta el sistema


internacional hacia lo que denominamos un 'sistema de tendencia unipolar y de transición', en
el que todavía no están definidas las características que en un futuro próximo deberán ya
establecer patrones definitivos de las características de este nuevo sistema internacional.

Sobre la globalización hay una serie de tesis. Existen aquellas que creen que la globalización y
la liberalización van a ordenar los factores de producción y a producir la paz mundial, por una
suerte de superposición de los mercados sobre los Estados nacionales. Por otro lado, tenemos
tendencias como las antiglobalizadoras, que ven en la globalización el cúmulo de todos los
perjuicios que puedan afectar la vida de las personas, las sociedades y los Estados. La
globalización es un proceso material y, también, un proceso de carácter cultural cuyas
consecuencias son y pueden ser ambivalentes.

Tiene elementos generales de carácter positivo, evidentemente. La globalización no solamente


significa un acercamiento de los hombres y de las sociedades. Significa también cambios
tecnológicos que pueden y que están produciendo revoluciones en la producción, que bien
manejados pueden ser muy favorables para todos los Estados y todas las sociedades. Expande
la idea de la democracia, expande la validez universal de los derechos humanos.

Pero sus consecuencias son contradictorias y el proceso en sí mismo es complejo. Por ejemplo,
por un lado, la globalización homogeniza valores, democracia, derechos humanos y economía
de mercado; pero, por otro lado, genera también identidades nacionales y regionales.
Curiosamente nunca antes, como en la época de la globalización, se han producido tantos
procesos de determinación e independencia nacional, solamente comparables con el fin del
colonialismo. Entonces, una de estas contradicciones del proceso global es que homogeniza
por un lado, y por otro provoca afirmaciones de carácter nacional y regional.

La Organización Internacional del Trabajo nombró hace un par de años una comisión mundial
para evaluar los efectos sociales de la globalización. Esta comisión ha presentado su informe.
En él comprobamos empíricamente algo que ya era claro como tendencia del proceso global:
los procesos económicos -al igual que los políticos y de seguridad- de la globalización son
desiguales.

Los indicadores de expansión del comercio global -que son muy importantes-, los indicadores
de aumento de la inversión extranjera -que también lo son- y los indicadores del flujo masivo
de financiamiento; muestran que en su conjunto han favorecido de manera sistemática a los
países industrializados y a un grupo de aproximadamente doce países en desarrollo, nueve de
los cuales se ubican en el Asia. Los demás países en desarrollo, o no han crecido o han
decrecido de una manera relativa. Y los países menos avanzados definitivamente han
decrecido.

Desde el punto de vista de la pobreza, en América Latina ésta ha aumentado con el proceso
global. Desde el punto de vista de las condiciones sociales de vida, éstas se han deteriorado.
Quiere decir esto, entonces, que para elaborar la política exterior debemos tener una visión
más o menos objetiva de estas características del contexto del sistema internacional, que
deben completarse necesariamente con una percepción que no dé respuestas con categorías
genéricas.

La política exterior no se puede formular o elaborar respecto de la globalización utilizando


indicadores de carácter agregado. Los países en desarrollo, Sudamérica, los países de renta
media, tenemos que ir hacia determinaciones e indicadores muy específicos de carácter
nacional. La política exterior en la globalización no pierde su carácter nacional. Los mercados
no sustituyen los Estados-nación. En ese sentido hay que tener -repito- una aproximación de
frecuencia modulada respecto de la identificación de los intereses nacionales. Las variables de
política interna nos indican que existen una serie de características de la evolución histórica de
la sociedad peruana.

Somos un país de renta media sudamericano y latinoamericano, con una cultura histórica de
política exterior que hace de la diplomacia peruana un atributo de sus relaciones externas. La
cultura peruana es también un atributo que debe marcarse fuertemente en la era global, así
como el hecho que seamos uno de los diez países megadiversos del mundo. Creo que su
cultura, su biodiversidad, y la capacidad de su diplomacia, son atributos de la política exterior
del Perú que hay que dinamizar para poder competir mejor en el mundo global.

Desde el punto de vista ya específico de la política exterior, la interacción Estado nacional-


sistema internacional ha traído algunos cambios esenciales. En primer lugar, la política exterior
ha dejado de responder a un paradigma estatista. No más es una política exterior o un sistema
de política internacional donde los Estados interactúan con los Estados. Sería un grave error
elaborar una política exterior pensando en relaciones Estado-Estado exclusivamente.

Tenemos nuevos actores, que son las empresas, los organismos internacionales, los individuos,
la sociedad civil, los entes que integran los Estados federales o las estructuras de organización
estatal regionalizada. Por ejemplo, está muy bien que el Perú tenga una política exterior con
los Estados Unidos, pero no estaría mal que tenga una política exterior específica con el Estado
de California, dada la importancia de ese Estado como mercado para el Perú. Está bien que el
Perú tenga una política general con España; pero, de repente, en nuestros enfoques de
cooperación descentralizada para proyectos de desarrollo social en Puno, sería aconsejable
tener una política exterior específicamente con Cataluña, siendo que las autonomías en
España tienen capacidad de administrar y realizar la gestión de líneas de política exterior con
cierta autonomía, especialmente en el marco de la cooperación.

Está bien que pensemos nuestras relaciones económicas en función de mercados nacionales.
Pero un excelente acuerdo del Perú, por ejemplo, como el que hizo el ex presidente Figueres
en Costa Rica con Microsoft para producir 'intel inside', en el Instituto Tecnológico de Cartago,
es también una línea moderna de política exterior. Tenemos que manejar las variables en una
geometría menos vertical y menos unívoca que la que se desarrollaba en el pasado.

En segundo lugar, los alineamientos han cambiado en el mundo con la globalización y con el fin
de la Guerra Fría. Alineamientos como los países en desarrollo, América Latina, la Comunidad
Andina o los países no nucleares, que funcionaban en la Guerra Fría, ya no funcionan hoy con
las mismas características. Entonces, los alineamientos y alianzas tienen que manejarse sobre
ciertas bases regionales que hay que realizar; pero, sobre todo, a partir de la existencia y
determinación de grupos de ideas afines que pueden realizar coaliciones, independientemente
de la ubicación geográfica o el grado de desarrollo de los países.

Por ejemplo, si nosotros deseamos obtener determinados mercados para los textiles, nuestras
coaliciones irán hacia los países productores de textiles y de vestido. Ello, sobre la base de la
materia prima de los textiles, independientemente de su ubicación geográfica o su grado de
desarrollo.

Finalmente, creo que la globalización también produce un cambio en la percepción de los


intereses nacionales, en la manera cómo se estructuran y se identifican esos intereses
nacionales. Ya no se puede más definir los intereses nacionales en el escritorio de un Ministro
o dentro de la estructura burocrática de los Ministerios de Relaciones Exteriores. El Director de
Asuntos Económicos de la Cancillería no puede definir los intereses económicos del país. Él
tiene que hacer una labor de doble vía en la identificación y concertación de los intereses
nacionales. Por un lado, con los agentes económicos y sociales. Hay que articular las demandas
nacionales macro del Estado con las demandas micro de las empresas, de los ciudadanos y los
actores económicos.

Por otro lado, tenemos que superar un proceso que ha afectado a todas las políticas exteriores
en América Latina durante los últimos 40 años, que es el de la fragmentación y disgregación de
la gestión externa, e ir hacia una política exterior integrada que permita una adecuada
coordinación y concertación con los diversos sectores de la administración con
responsabilidades en muchísimos campos de la política exterior.

En ese contexto, a partir de la aplicación de un método de esta naturaleza, hemos identificado


como atributos nacionales la competitividad de la diplomacia peruana, la cultura, la
biodiversidad, y el posicionamiento geográfico del Perú; vinculado éste último a la evolución
de la ciencia y la tecnología, que nos da proyección hacia el Pacífico, hacia el mundo andino,
hacia la hoya amazónica y, en general, hacia el continente sudamericano. Esos son los
atributos en la política exterior del Perú.

A partir de ello, se han identificado las prioridades de los intereses nacionales que se han
estructurado en una batería de prioridades de la agenda que, en términos generales, tiene un
objetivo a largo plazo. Ese objetivo a largo plazo es viabilizar, en el contexto del sistema
internacional global, el ejercicio de los derechos correspondientes a la soberanía nacional, la
seguridad de la Nación y de sus habitantes, el proceso de consolidación democrática, el
desarrollo económico y social con equidad, y el posicionamiento del Perú en la región y en el
mundo como un país democrático, estable, respetuoso del Estado de Derecho, con una
inserción estratégica en América del Sur.

Con una relación bilateral y multilateral con América Latina, las Américas, Europa, Asia y el
resto del mundo, caracterizada por la puesta en valor de nuestros intereses económicos y
sociales. Y por el compromiso del Estado peruano con la promoción de la paz, la seguridad
internacional, la cooperación y el respeto estricto de los principios y normas del Derecho
Internacional.

La política exterior, en esa formulación general, realiza intereses. Pero con la vinculación Perú-
sistema internacional, se funda en determinados principios para realizar también valores como
la democracia y el respeto a los derechos humanos. Son ocho los principios que guían y
orientan la política exterior del Perú:

En primer lugar, el de la autonomía y afirmación de los referentes nacionales y sociales de la


política exterior. Esto corresponde a la dinámica globalización-afirmación nacional. En segundo
lugar, la preservación de la soberanía nacional y la integridad del Estado. En tercer lugar, la
solución pacífica de las controversias. En cuarto lugar, la promoción de los valores de la
democracia y del respeto a los derechos humanos. En quinto lugar, el regionalismo abierto, la
identidad sudamericana, la solidaridad latinoamericana y la apertura a las corrientes
universales del proceso global. En sexto lugar, el respeto al derecho internacional y la
promoción del multilateralismo. En séptimo lugar, la protección y promoción de los nacionales
y de sus intereses en el exterior. Y, finalmente, en octavo lugar, la unidad, la coherencia y el
carácter descentralizado de la política exterior.

El marco jurídico está dado por la Constitución. Y tenemos también un marco político que es el
Acuerdo Nacional, en la perspectiva que asumimos la política exterior como una opción de
política de Estado y no como una opción de política de Gobierno. Ello, independientemente de
que cada Gobierno haga sus ajustes de lo que podríamos llamar la coyuntura del manejo de la
política exterior.

Nuestra agenda prioritaria comprende nueve líneas esenciales en las cuales está en este
momento enrumbada la diplomacia peruana. En primer lugar, una diplomacia para la
preservación de la soberanía nacional.

Creemos que es obvio que el alcance y la naturaleza de esta prioridad, en la coyuntura actual,
se expresa básicamente en la aplicación de una política de desarrollo y cooperación fronteriza
que supere la visión tradicional de la frontera como línea o separación, y afirme la visión más
moderna de la frontera como zona o área de integración, creación de mercados
interregionales y desarrollo económico y social.

Dentro de esa concepción de la frontera zona es indispensable mantener de forma


responsable la administración de la frontera línea, que tiene que ver con todos los aspectos
propios de los límites respecto de los cuales el Estado siempre debe actuar de manera
sistemática y -repito- con responsabilidad.

En términos más específicos, dentro de esta prioridad de la preservación de la soberanía


nacional, tienen un lugar prominente en la diplomacia peruana de hoy las acciones dirigidas a
asegurar los derechos de soberanía y jurisdicción sobre las facilidades económicas del Estado y
los recursos sobre las actividades económicas y los recursos naturales hasta las 200 millas. Esto
implica, por supuesto, una opción para dotar a nuestros derechos de soberanía y jurisdicción
de resguardo jurídico, que en el contexto del derecho internacional actual sólo se puede
obtener con la adhesión a la Convención del Mar.

Dentro del ámbito de la primera prioridad está, por supuesto, el tema del límite marítimo del
Perú con Chile, que consideramos no ha sido todavía resuelto y que estamos trabajando para
que su proceso pueda encausarse hacia soluciones compatibles y en aplicación de las reglas
del actual derecho internacional del mar, positivo y consuetudinario.
La segunda línea de la política exterior prioritaria es una diplomacia de inserción estratégica en
Sudamérica, a partir de la pertenencia a la Comunidad Andina. Eso significa replantear la visión
general de la integración andina, ya que su desarrollo histórico la ha interconectado con
opciones de liberalización del comercio en otras áreas. Consiguientemente, el Perú respalda la
iniciativa de la Comunidad para afirmar un nuevo diseño estratégico que no tenga en el
Arancel Externo Común necesariamente una suerte de camisa de fuerza, y que a partir del
perfeccionamiento de la zona de libre comercio ponga más énfasis en la competitividad, en la
transformación productiva con equidad y en todos los aspectos institucionales y sociales de la
integración.

Nuestra decisión es, antes que tener un Arancel Externo Común, llegar a conformar, desde una
perspectiva multidimensional, una ciudadanía andina. Creemos que con eso tenemos enormes
coincidencias con Bolivia. Estamos trabajando en la elaboración y suscripción de un tratado de
mercado común entre los dos países, dentro de esta visión renovada de la integración andina.

Entendemos que la integración andina es muy complementaria con los desarrollos de


cooperación en el ámbito del Tratado de Cooperación Amazónica y de otras iniciativas a las
que asignamos la mayor importancia, como es la relativa a la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Sudamericana - IIRSA.

El Perú quiere privilegiar su inserción estratégica en el espacio sudamericano. Después de más


de 30 años de esfuerzo de integración y más de 180 años de visiones de integración, estamos
regresando al principio. Es decir, a las ideas más simples que normalmente son las más sabias y
profundas. No podemos nosotros hacer procesos dinámicos de integración si es que no
tenemos mercados. Y no podemos tener mercados regionales o intrarregionales si es que no
tenemos acceso a los mercados o generación de mercados a través de la integración física, a
través de nuevas vías de comunicación.

En ese sentido, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana ha


planteado nueve ejes para integrar los mercados de Sudamérica: el eje Mercosur-Chile; el eje
Andino; el eje interoceánico del Sur, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile y Perú; el eje Brasil,
Guyana, Suriname, Venezuela; el eje Multimodal Orinoco, Amazonas, La Plata; el eje del
Amazonas, Perú, Brasil, Ecuador y Colombia; el eje Talcahuano, Concepción, Neuquén, Bahía
Blanca; el eje Porto Alegre, Asunción, Jujuy, Antofagasta; y el eje Transoceánico Central, Perú,
Brasil y Bolivia.

De estos nueve ejes, hay cuatro que involucran directamente al Perú y que tienen que ver con
nuestra inserción estratégica en Sudamérica. En primer lugar, el eje del Amazonas, que
comunicará a los puertos de Paita y Bayóvar con el Atlántico, y viceversa. El eje Transoceánico
Central, que interconectará Ilo, Matarani, Arequipa, Puno, Cusco, Madre de Dios, Inambari,
Assis, y Brasil hasta Portobello -este eje se integra también con Bolivia-.

Y, finalmente, el eje Interoceánico del Sur, que comunicará al Perú y Bolivia con los países del
Mercosur y permitirá acceder a las hidrovías del sur a través de la interconexión con el
Paraguay.

Pensamos que los tres ejes del IIRSA -el eje del Amazonas y los dos del Sur que nos
interconecta con Brasil y con Bolivia- más el eje Andino deben constituir la base material de
una estrategia no dirigida sólo a construir carreteras sino a generar mercados e impulsar la
transformación productiva con un enfoque descentralizado. Por eso trabajamos directamente
con los presidentes regionales y con los empresarios, así como con las instituciones de la
sociedad civil de las regiones.

Hace unos días hemos estado en Acre con más de 80 empresarios regionales y cinco
Presidente Regionales. Hemos adoptado acuerdos con el gobernador Viana del Estado de Acre
en Brasil, que están en el curso de generar ya en términos muy específicos y prácticos un
mercado interregional que debe abarcar también, evidentemente, a Bolivia.

¿Cómo financiar este cambio esencial en la infraestructura sudamericana? Hay varias


opciones: la nacional, la binacional, la internacional. También hay una opción de carácter
multilateral que estamos trabajando y que es una idea del presidente Toledo, consistente en la
creación de una agencia de financiamiento de infraestructura regional.

Esta agencia podría trabajar a partir de una modificación de ciertas reglas de juego por parte
del Fondo Monetario Internacional, que permita diferenciar gastos de inversión de gastos
operativos, y por esa vía liberar financiamientos frescos que no se pueden utilizar por estar
cercano al techo de gasto público.

Con el presidente Uribe de Colombia, el presidente Toledo -hace una semana- ha hecho un
acuerdo para promover un tratado internacional que lleve al IIRSA al nivel de constituir una
obligación vinculante, que a su vez permita asociar a los organismos financieros
internacionales para asegurar la viabilidad del proyecto.

Tenemos la opción andina, que es una opción multidimensional dirigida a crear una ciudadanía
andina, lo que tiene factores estratégicos, políticos y sociales. Tenemos la iniciativa IIRSA para
crear una red de vías intermodales que articulen y generen mercados. Pero debemos tener un
mercado regional liberal y, por esa razón, paralelamente al establecimiento de la zona de libre
comercio con la Comunidad Andina, el Perú ha trabajado y ha suscrito con el Brasil y con los
países del Mercosur un acuerdo para establecer una zona de libre comercio Perú-Mercosur.

Los países andinos han generado una dinámica similar y ya se ha suscrito un acuerdo de libre
comercio Comunidad Andina-Mercosur. Eso significa que de la convergencia de la Comunidad
Andina y el Mercosur vamos a obtener un área de libre comercio sudamericano.

En este momento, el comercio sudamericano es aproximadamente el 10 por ciento del


comercio del Perú. Desde el punto de vista de las exportaciones, esto haría un comercio
bastante pequeño, pero las potencialidades son enormes. Por esa razón y por requerimientos
de nuestra visión global de la inserción en Sudamérica, hemos acordado con el Brasil un
entendimiento estratégico.

Nuestra inserción en Sudamérica, entonces, parte en la Comunidad Andina, se ancla en la


iniciativa IIRSA, comunica al Mercosur y la Comunidad Andina para crear una zona de libre
comercio sudamericana, y se sostienen en la Alianza Estratégica con el Brasil y en la creación
del mercado común con Bolivia. Al mismo tiempo, trabajamos con las asociaciones
preferenciales en el eje del Norte con Colombia y el Ecuador; y en el eje del Sur,
evidentemente, con Bolivia y con Chile.

Hay que añadir dos dinámicas de probables polos de desarrollo interdisciplinario, tanto en el
norte como en el sur. En el norte bajo el influjo del eje Amazónico y los acuerdos binacionales
con el Ecuador. En el Sur por un proceso que, a partir del mercado común peruano-boliviano,
debe llevar a una dinámica empresarial y estatal de carácter multidimensional para articular
procesos subregionales de desarrollo y cooperación entre Bolivia, el sur del Perú y el norte de
Chile.

Finalmente, nuestra visión desea y propicia la articulación de todos estos elementos en un


espacio políticamente diferenciado, adscrita a la visión latinoamericanista de la política
exterior. Este espacio no es otro que el proyecto que tenemos de propiciar la creación de una
comunidad sudamericana de naciones.

La tercera prioridad es la diplomacia para la modernización del sistema interamericano.


Sudamérica y América Latina son parte de las Américas. Las relaciones con los Estados Unidos
son de la mayor importancia para cada uno de nuestros países. Tenemos que adecuar el
sistema interamericano -que ya se viene adecuando con mucha vitalidad desde hace algunas
décadas- a los cambios que han ocurrido en el mundo.

Sobre todo, como percibimos que la globalización no tiene problemas como fenómeno
histórico, pero sí como gobernanza porque produce desigualdad, hay que avanzar firmemente
en la creación de una gobernanza de la globalización en las Américas regidas por normas,
sustentada en la igualdad jurídica de los Estados y orientada a obtener resultados de beneficio
recíproco y con equidad. En eso tenemos algunas líneas de acción específicas, como el
impulsar una reflexión en relación con la defensa de la democracia.

Si la Carta Democrática Interamericana se hubiese aplicado al caso Haití, las lesiones a la


institucionalidad democrática de Haití quizá no hubiesen sido tan profundas.
Consecuentemente, convocamos a todos los países de las Américas para asumir una voluntad
política que permita la aplicación efectiva de la Carta Democrática Interamericana,
especialmente en los aspectos de diplomacia preventiva.

Deseamos perfeccionar el sistema interamericano de protección de los derechos humanos,


dándole carácter permanente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y abriendo la
capacidad y la legitimidad de acción a los individuos, de tal manera que no solamente la
Comisión y los Estados puedan interponer denuncias ante la Corte sino también las personas
individuales.

La OEA no puede permanecer ajena a la agenda económica y social de la región. Hay que
incluir la agenda económica y social, especialmente la agenda del desarrollo. La democracia en
América Latina no tiene en este momento su mayor amenaza en el golpe militar tradicional, lo
tiene en las imposibilidades de factores internos y externos para satisfacer las demandas justas
y legítimas de los pueblos. Si no asumimos que la democracia no solamente debe realizar
derechos civiles y políticos sino también derechos económicos y sociales, no vamos a
comprender cómo debemos actuar para que la democracia no sea inestable.

Hemos señalado respecto del último informe del PNUD -donde se sostiene que un porcentaje
enorme de latinoamericanos, en una hipótesis determinada, preferirían un gobierno
autoritario que satisfaga sus necesidades a un gobierno democrático, en una encuesta que
efectivamente da ese resultado que nos preocupa- que no refleja el temperamento subjetivo
de nuestras poblaciones que históricamente ha demostrado estar comprometida con la lucha
por la democracia y con los valores de los derechos humanos.

Si se preguntase a los latinoamericanos si están de acuerdo con una democracia que les
asegure la libertad, que respete sus derechos, que les asegure un empleo digno, que satisfaga
sus necesidades de educación, salud y vivienda, y que les dé seguridad. Estamos seguros,
absolutamente convencidos, que un 90 ó 95 por ciento de los encuestados diría que sí. Esa es
nuestra tarea en el ámbito nacional y en el ámbito de la OEA: trabajar por una democracia
inclusiva.

En cuarto lugar, queremos y estamos aplicando una diplomacia de asociación con autonomía
con Estados Unidos, Europa y los países industrializados. Nuestros principales mercados están
allí. Los ejes del poder mundial cruzan esos escenarios, y pensamos que podemos hacer
asociaciones de mutuo beneficio basadas -repito- en el respeto mutuo, la autonomía de la
política exterior y la identificación precisa y concreta diaria de coincidencias que permita una
visión efectiva y práctica.

El 25.5 por ciento del comercio exterior del Perú es con la Unión Europea. Con Estados Unidos,
Canadá y México, el 29.2 por ciento. Con Asia el 16 por ciento. Con Sudamérica el 10 por
ciento. Y con el resto del mundo el 11 por ciento. Es una estructura bastante diversificada del
comercio.

Y las inversiones más o menos tienen la misma estructura, con presencia muy importante de
mercados latinoamericanos y de inversiones latinoamericanas. Colombia, por ejemplo, es el
sexto país inversor en el Perú. Chile es el séptimo. Colombia, Chile y el Brasil están dentro de
los diez o doce mercados de exportación del Perú; particularmente, exportación no tradicional.

Tenemos una estrategia totalmente definida en este campo. Deseamos asegurar el acceso a
los mercados a través de la negociación y suscripción de tratados de libre comercio. Tenemos
prácticamente perfeccionada la zona de libre comercio con la Comunidad Andina. Hemos
suscrito el acuerdo para la zona de libre comercio con el Mercosur. Eso producirá una zona de
libre comercio sudamericana casi total.

Iniciaremos las negociaciones con los Estados Unidos el 18 de mayo para un tratado de libre
comercio. Seguimos trabajando para obtener también un tratado de libre comercio con
Europa, sea en términos bilaterales o a través de la Comunidad Andina. Y tenemos ya los
acuerdos preliminares para negociar áreas de libre comercio o tratados de libre comercio en el
Asia con Tailandia y en el Magreb con Marruecos. Nuestra idea es tener un mercado de
consumidores de 800 ó 900 millones de habitantes y consumidores, sobre todo en los países
industrializados, que permitan una mayor viabilidad y competitividad a nuestras
exportaciones.

Finalmente, pensamos que nuestras prioridades se complementan con dos líneas de acción:
una diplomacia cultural que ponga en valor ese patrimonio, ese atributo del Perú como
sociedad; y una diplomacia de reforma de los servicios consulares y de protección y asistencia
a los peruanos en el exterior.

El Perú ha crecido más allá de sus fronteras; de manera simbólica tenemos un 'Quinto Suyo',
un vigésimo quinto departamento formado por los peruanos en el exterior.

Allí estamos aplicando siete políticas básicas:

1.- Una política de reforma a los servicios consulares.

2.- Una política de protección legal.

3.- Una política de asistencia humanitaria.

4.- Una política de apoyo a la inserción productiva, legal y respetuosa de los derechos
humanos en las sociedades de recepción.

5.- Una política de promoción del vínculo cultural y nacional.

6.- Una política de vinculación productiva con el Perú.

7.- Una política de promoción ciudadana y participación democrática de nuestros nacionales


en las sociedades de recepción.

Ya son varios los peruanos que resultan elegidos, por ejemplo, en Congresos estatales en los
Estados Unidos. Estamos promoviendo fuertemente esa

inserción democrática, tanto en las sociedades de recepción como en el Perú, a través del
ejercicio de sus derechos ciudadanos, incluido el derecho al voto.

Finalmente, tenemos en la dinámica Estado peruano-sistema internacional, la definición de


una diplomacia multilateral que ayude a establecer una gobernanza regional y una gobernanza
mundial de la globalización que sea más justa y que sea menos desigual. Esto implica una
participación muy activa en los diversos foros internacionales. Esta gobernanza regional y
mundial se afianza en espacios que no solamente son económicos sino que son políticos,
sociales y de seguridad.

Creo que hemos podido darles una visión de lo que es la política exterior del Perú actual en el
mundo global. Hay que añadir dentro de las prioridades a la diplomacia social, que es un
ámbito bastante nuevo de la definición de nuestros intereses externos. Implica revalorizar la
agenda social en los organismos internacionales de este carácter.
La Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial de la Salud y todos los
organismos sociales pasan a ser áreas prioritarias de la acción multilateral. Priorizamos toda la
cooperación internacional en función de la lucha contra la pobreza, y aplicaremos un programa
de solidaridad donde todos los Consulados del Perú se harán cargo de un proyecto mínimo de
lucha contra la pobreza, de entre 40 mil y 80 mil dólares anuales que financiarán con
donaciones.

Jorge Basadre, al analizar la historia de las relaciones externas del Perú, tuvo una frase que es
válida para el pasado. Basadre dijo que las relaciones externas del Perú y la diplomacia
peruana son el resultado no siempre encontrado de sus tensiones internas y externas. Lo que
deseamos es que ahora y en el futuro, la diplomacia peruana y su política exterior ya no sean
el encuentro o el desencuentro de tensiones internas y externas, sino el encuentro armonioso
de complementariedades internas y externas, de procesos de articulación de intereses
internos y externos en una perspectiva de afirmar la cooperación y poner énfasis absoluto en
el hecho que la política exterior es y debe seguir siendo una variable de la política interna.

La única explicación final de la política exterior es que sirva a la gente, que le dé mayores
posibilidades y una vida digna cotidiana, que contribuya a que tenga seguridad, a que tenga
trabajo. En la medida que obtengamos eso, seremos un Estado nacional más competitivo en
este mundo global.

Muchas gracias"

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