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Mi tío y yo pasábamos mucho tiempo solos, él tenía una casa en un pueblito a

las afueras.
En un principio solo iba para ayudarle con las labores del lugar hasta que un
día nos emborrachamos y ya muy tomados tuve que ayudarlo y llevarlo a su cama
ya que no podía caminar sin chocarse.
Cuando llegamos se arrojó a la cama, pero debido a la maniobra su pantalón
junto con su ropa interior quedaron cerca de sus rodillas dejando al descubierto su
pene flácido y peludo.
Al verlo me excité mucho y me dio curiosidad tocarlo, pero no sabía cómo
abordar la situación con mi tío, pero él dijo una frase que interrumpió mis
pensamientos:
-Sabes sobrino, tiene mucho tiempo que no estoy con una mujer ¿no quisieras
echarme una mano? No le diré a nadie.
Yo respondí: no lo sé tío
Y él dijo: anda, será nuestro secreto
Tomó mi mano y se la llevó a su pene, yo acepté y me arrodillé al lado de la
cama y empecé a tocar su pene, se sentía duro, pero suave y escuchar los
gemidos que daba mi tío al tocarlo me excitaba.
Ya estaba súper excitado y su mano acercó mi cabeza a su pene y me dijo:
-mámamela. Enseguida me metí su pene a la boca y era una sensación que me
gustaba mucho, tenía un sabor entre dulce y salado, pasaba mi lengua por su
tronco hasta la cabeza, le daba besitos y lo masturbaba con la mano, tenía su
verga muy cabezona, me llenaba la boca por completo aunque me costaba trabajo
metérmela toda, pero yo estaba contento masturbando a mi tío con mi boca y de
pronto me dijo: “sobrino, ya no aguanto, la mamas muy rico, más rico que una
mujer, ahí te va tu lechita”. Y dentro de mi boca estalló su pene llenándome la
lengua de semen, yo me lo tragué y limpié los restos de semen que se había
derramado con la boca y le dije: “gracias tío, estuvo muy buena tu leche, me gustó
mucho ¿mañana me das más?”.
Al día siguiente yo estaba dormido en el sofá y mi tío me despertó subiéndose
en mi de rodillas frente a mi cara con su pene apuntando a mi boca.
-Buenos días sobrino, vine a darte de desayunar
Y metió su verga a mi boca mientras ponía su mano detrás de mí cabeza para
hacerme mamar a su ritmo, yo le decía: “que rico lo tienes tío, quiero desayunar
así toda la vida”.
Él me estuvo cogiendo por la boca un buen rato, en un principio yo sentía su
cabezota llegar a lo más profundo de mi garganta haciéndome sentir ganas de
vomitar, pero con el paso de los minutos se me hacía más fácil cada vez tragarme
su verga hasta adentro, yo podía ver su cara de éxtasis cuando veía su verga
desaparecer dentro de mi boca a veces sacándola por completo para darme
golpecitos en la cara y hacerme desearla más, ya para terminar me dijo: “abre la
boca sobrino que me vas a sacar la leche”. Abrí mi boca y saqué mi lengua para
recibir la leche de mi macho y a lo largo de toda mi cara empezó a caer su semen
caliente cayendo un poco en mi lengua y casi todo cerca de mis ojos.
Mi tío hizo que le limpiara los restos de semen que caían por su pene y me dijo
que si tenía más hambre en el día que le dijera para que me diera de comer otra
vez.
Las cosas se fueron dando y cuando nos quedábamos a solas buscábamos
cualquier pretexto para que mi tío se sacara el pene y yo se lo mamara, hoy en día
seguimos teniendo nuestro secretito y sigo disfrutando de la verga de mi tío a
escondidas.
Ojala que hayas disfrutado de mi relato, cuéntame tu historia de incesto en los
comentarios si es que tienes una. Hasta pronto.

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