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Abigail por Hypnoman - miprimita.

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por Hypnoman (adaptación del cuento Abigail, de Scribbler)

Abigail tenía 18 años,


cabello rubio, ojos azules y muy hermosa.
Era popular entre las mujeres
y perseguida por los hombres.
Cuando finalizó la escuela secundaria
se fue de viaje, con un
grupo de amigas, alrededor de Europa, antes de
comenzar la
Escuela de Arte. Esperaba obtener buenos resultados en su
carrera
pero su profesor favorito, John Dickenson, se había ido
el año
anterior. Le gustaba realmente él aunque era bastante
mayor. Recordó
cuando trató de flirtear con él. John le sonrió y
le dio unos coscorrones en la cabeza. Cuando pensó lo que
había
hecho comprendió que podía haberlo metido en
problemas, pero
de todas maneras lo disfrutó. Era mucho más
lindo que muchos
de los viejos verdes y también de las viejas
verdes que había
tenido como profesores. La mayoría de éstos
la habían
desnudado con sus ojos desde que tenía 12 años.
Quizás
buscaría al Sr. Dickenson.

Pero ahora la escuela había


terminado y la vida era divertida. La
consigna era salir, beber y ocasionalmente
coger. Ella
particularmente no disfrutaba en la cama y raramente tenía
un
orgasmo, pero estaba segura que había alguna razón. Las
pocas sensaciones que había experimentado hasta ahora,
estaba segura
que mejorarían. Sabía todo sobre la
masturbación y
a veces se preguntó si esa era la razón de sus
desengaños
sexuales. Su mamá le había dicho que el sexo era
desagradable
y Abigail pensó que quizás tuviese razón. Pero su
madre no había conocido a un hombre desde el divorcio, hace
ya 5
años. Al papá le habían sido negados sus derechos
y
Abigail no le veía desde entonces. ¿Las advertencias de
mamá
la habían vuelto frígida? ¿Intimidaba
ella a sus compañeros?.
Pero estos pensamientos eran pasajeros y
se olvidaron
rápidamente en los placeres de Aegean. Nadando, tomando
sol
y entonces, un glorioso día, haciendo el amor en la playa. Hans
era el mejor que había conocido, pensó hasta que cayó
exhausta en un profundo sueño.

Comenzó a tener algunas pesadillas


y algunos ruidos
comenzaron a incomodarla. Lentamente se despertó.
Quiso
volverse hacia Hans y...¿qué pasaba?...no podía.
Se asustó y
abrió los ojos. Nada. Estaba más oscuro
que en la profundidad
de la noche. Y no se sentía el ruido del mar.
Movió sus brazos.
Nada. Ella pudo sentir lo que la retenía.
Sus muñecas estaban
atadas a cada lado de su cabeza. Quiso levantar
la cabeza y
sintió un collar que la retenía. Pudo sentir
el aire en sus muslos
desnudos y luego las bandas metálicas que
aseguraban sus
tobillos. Estaba firmemente sujetada, incapaz de moverse,
más
que alguna flexión de sus músculos. Estaba, comprendió,
en la
posición ideal para ser violada. Aterrorizada, pasó
la lengua por
sus labios resecos y gimió.

Entonces Abigail gritó. Una


mano apretó uno de sus muslos.
"¿Quién eres?.
¿Qué quieres?", gimió. La única respuesta
que
recibió fue el silencio. "Por favor", lloriqueó,
"¿Qué quieres de
mí?. No tengo dinero".
La mano acarició su muslo acercándose
peligrosamente a su
entrepierna para luego jugar con un pecho,
retorciendo suavemente y tirando
del pezón. "Por favor", gimió.
"Por favor,
no". Cesaron los movimientos. "Gracias", susurró.
"Gracias". Su alivio resultó efímero. La mano estaba
sobre su
muslo nuevamente. Insistentemente, deslizó un dedo hasta
el
borde de sus labios vaginales. "Por favor", Abigail sollozó,
"por
favor". Entonces el dedo corrió a lo largo de su
abertura. Se
deslizaba atrás y adelante. "Por favor. Por favor",
lloriqueaba
como un cachorro castigado. Ella estaba aterrada, sabía
que su
cuerpo estaba respondiendo. Lo odiaba, pero el erótico dedo
que la estimulaba suavemente, la calentó. Podía sentir que
estaba poniéndose húmeda y, ¡Oh No!, estaba abriéndose
a ese
dedo. Se introdujo sin resistencia dentro de ella. Recibió
un
shock que recorrió todo su cuerpo cuando tocó su clítoris.
Tensó su cuerpo y comprendió, con desesperación, que
había
empujado sus caderas. El dedo penetró más profundamente.
Ella tiró hacia atrás, pero el dedo siguió. "Por
favor, no", repitió
su ruego. La mano apretó la zona
más sensible, entonces,
suavemente, muy suavemente, trabajó
la zona hasta que ella
comenzó a dejar de ofrecer resistencia. Sus
caderas estaban
fuera de su control. Las empujó hacia ellos, mientras
rogaba
que se detuviese. Se preguntó si su cuerpo o su mente estaban
haciendo lo correcto. Podía sentir subir el calor. Sabía
que
estaba a punto de explotar, de acabar. Sus pezones le dolían,
su
vientre estaba en llamas. Entonces, sin previo aviso, los dedos
se retiraron.
Abigail suspiró, mezcla de alivio y desilusión. Al
instante,
una sensación la estremeció. Una lengua estaba sobre
su clítoris,
ella podía sentir las mejillas sin afeitar que raspaban
contra la
piel sensible de su entrepierna. Él estaba chupando su
clítoris,
que estallaba hinchado entre sus labios, con la punta de
su lengua daba
suaves golpecitos contra él. Ella sentía sus
dientes, que
la pellizcaban suavemente. Y entonces,
desesperadamente, tuvo el mejor
orgasmo de su corta vida.

Una eternidad más tarde,


exhausta y saciada, Abigail seguía
sintiendo el olor de su excitación.
Estaba horrorizada y
profundamente avergonzada. Su cuerpo había
sido tocado
como un instrumento musical. Esa lengua había utilizado
su
clítoris como a un violín. Recordó, con excitación,
esa pasión
que la invadió, que transformó a una mujer
moderna e
inteligente en un animal que se retorcía y gemía.
Quienquiera
que él fuese, la había usado a su antojo y ella
lo había odiado...
y lo había amado. Confundida y asustada
sólo pensaba en qué
podía sucederle.
Flotaba entre sueños poco
profundos. Cada despertar, el
recuerdo de su vergüenza y de su placer.
Entonces, había
manos en su ingle nuevamente. ¿Eran las mismas?.
Para su
horror, ella sabía que nunca lo averiguaría. Habría
cientos de
hombres mirándola. Mirando sus espasmos en éxtasis.
Mirando
sus ruegos por vergüenza. Mirando sus firmes pezones
puntiagudos
y sus pesados pechos. Viendo la atracción de sus
caderas hacia esos
odiosos dedos excitantes. ¿Qué estaba
sucediendo? Ella podía
sentir algo, pero ¿qué era?. En ese
momento sintió
algo frío y duro. ¿Qué estaban haciendo con
ella?.
Movió sus caderas y sintió algo arenoso sobre las
mismas.
Fue cuando sintió algo caliente untando su ingle. Era
suave, aliviador,
más bien placentero. Y luego sintió un raspado.
De repente
lo entendió: estaba siendo afeitada. Rogó, prometió,
amenazó, pero la navaja de afeitar continuaba su trabajo. La
sintió
deslizarse por sus axilas, por la unión entre su vientre y
sus muslos,
por su vagina y, al fin, por su ano. Los dedos corrían
sobre ella.
Podía sentir qué lisa y suave había quedado su piel
rasurada. Entonces, fue lamida. Todas sus partes privadas
sintieron la
deslizante lengua. Volvía la navaja y luego la lengua.
Eventualmente,
parecía tratarse de la misma persona, pero, para
su sorpresa, las
mejillas eran suaves.

Las bandas que sostenían


sus tobillos fueron quitadas. No pudo
hacer nada cuando sus piernas fueron
levantadas, abiertas y
llevados sus muslos hacia sus pezones. Notó
que sus pezones
estaban muy duros. Luego, algo fue sujetado a sus labios
vaginales. Sintió una presión insistente sobre cada lado.
No le
dolió pero sintió la sangre corriendo a través
de su cuerpo. Notó
que tiraban a lo ancho... Abigail quedó
expuesta como un
animal de laboratorio esperando al diseccionista. No había
nada
que pudiera hacer. Darse cuenta de su completa vulnerabilidad
provocó
en ella una lluvia de lágrimas. Gimió y lloró. Algo
doloroso comenzó a penetrarla. Trató de evitarlo pero estaba
bien sujetada. De pronto, imprevistamente, su vagina se relajó y
sintió alivio cuando quedó vacía. Dentro de su desesperación,
trato de razonar y comprendió que un cateter le había sido
insertado. Luego, a pesar de sus gemidos, algo le fue insertado
en el ano.
Abigail, que nunca había sido invadida por atrás, no
podía
estimar el tamaño de lo que la estaba penetrando, pero lo
sentía
grande. Se desesperó. ¿Qué cosa peor podían
hacerle?
Chilló cuando notó que un líquido invadía
sus intestinos. Lo
sentía burbujear dentro suyo, dilatando su estómago
cada vez
más. Trató desesperadamente de expulsar lo que le
habían
insertado en el ano. Hizo fuerzas como cuando se tiene el
peor
estreñimiento, pero el adminículo estaba bien asegurado.
Era
horrible. Pero luego fue peor. De repente, imprevistamente, se lo
quitaron
y, para su desesperación y vergüenza, se cagó. Podía
sentir las explosiones en su interior y olió los resultados. Su
ano
fue lavado con una esponja humedecida en agua caliente y
secado con
una toalla suave. Podía sentir como le ponían talco
en la
zona. Gritó cuando le volvieron a poner algo en su ano. Lo
sentía
grande. Su ano se dilató dolorosamente. Por más que
luchó,
gimió y rogó, no pudo librarse de ello. Lo que la penetraba
por atrás la desesperó.

Sintió un pinchazo en su
brazo y una aguja le fue insertada. Le
adhirieron algo rígido al
brazo con cinta adhesiva. Su boca
estaba abierta y sujetada por algo rígido
y metálico y se dio
cuenta que estaban limpiando sus dientes. Tragó
para no
ahogarse. Sintió un tubo que ingresaba en su garganta. Ahora
no podía hablar. Permaneció inmóvil, sabiéndose
indefensa.
Tenía extrañas sensaciones en su estómago.
No sentía dolor,
pero notaba que se dilataba y se dilataba. Momentos
antes de
que se tornara insufrible, se detuvo. Sintió dedos recorriendo
su
vientre probando la tirantez de su piel.

Sus piernas fueron movidas para


dejar libres los pechos. Sintió
dedos jugando con sus pezones hasta
endurecerlos. Entonces
tuvo una extraña sensación; una presión
suave, no dolorosa,
más bien como si alguien estuviese chupándoselos
continuamente. Los dedos retornaron a su concha, corrieron a
lo largo de
sus ensanchados labios. Comprendió qué obscena
debería
parecer. Gimió. Estaba siendo masturbada nuevamente.
Ahora estaba
segura que el que la tocaba era una persona
diferente, menos amable, más
apurada. Los dedos apretaban y
tiraban. Era doloroso, pero volvió
a sentir las mismas
sensaciones en su vientre. Entonces, con un desesperado
gemido, ella acabó. Casi instantaneamente sintió que su vagina
ardía. Un chillido agonizante salió de su garganta amordazada.
Se retorció y empujó sus caderas hacia adelante. Era
terriblemente
doloroso. Una mano empujó su ingle,
sosteniéndola firmemente
y entonces, cuando sobrevino otro
insoportable espasmo de blanca agonía,
se desmayó.

Lentamente, fue recuperando la conciencia.


Recordaba todo,
pero ahora no sentía dolor. Sintió los dedos
trabajar en su
concha. Podía sentir el pinchazo de una aguja y un
hilo que
pasaba por su agujero, pero no dolor. La otra persona se detuvo.
Sus pies retornaron a su posición inicial. Abigail se preguntaba
que habían estado haciendo con ella. Lentamente, muy
lentamente,
el dolor retornó a su pubis, pero eran unas
puntadas, no ese desgarrador
dolor que antes había sentido.
¿Qué habían
hecho?. Abigail entró en pánico. Ellos podían haber
hecho cualquier cosa. Quizás había sido estirilizada. Se
desesperó y trato de luchar contra lo que la mantenía
inmovilizada.
Entonces, una suave voz femenina comenzó a
hablarle: "Abigail
es una esclava, Abigail es una esclava" ,
repetía insistentemente.
"Abigail ama al Amo, Abigail pertenece
al Amo, Abigail rinde culto
al Amo. Hay un solo Amo, Abigail no
es nada. Abigail no es digna del Amo.
Abigail quiere que el Amo
la use. La voluntad de Abigail no es nada, Abigail
no es nada.
Abigail quiere que el Amo la tome. Abigail quiere que el Amo
la
coja. Abigail quiere que el Amo la humille. Abigail quiere la pija
del
Amo en su garganta. Abigail ruega besar los huevos del
Amo ". Una
y otra vez la voz repetía con insistencia. Abigail
quería
gritar "Yo no soy una esclava. Soy libre".

Pero comenzó a preguntarse:


"¿Quién será el Amo?, ¿Cómo
será?,
¿Será amable?, ¿Me amará?, ¿Lo amaré?.
Mientras tanto
la voz continuaba taladrando su cabeza: "Abigail quiere
tener
bebes con el Amo, Abigail quiere que el Amo le llene la barriga,
Por favor, Amo, cógela toda a Abigail, Por favor, Amo, permite a
Abigail lamer tus pelotas, chupar tu pija. Abigail quiere que el
Amo llene
su vientre, Abigail quiere quedar embarazada. Por
favor, Amo, esclaviza
a Abigail, Abigail le pide al Amo que chupe
su leche". Ella sentía
que le chupaban insistentemente sus
tetas. ¿Sería el Amo?.
Abigail pensó cómo sería cuando el Amo
la tomara.
"¿Sería gentil ". La haría acabar".

Ella no tenía idea del tiempo.


De vez en cuando sentía como
bombeaban dentro de ella. Siempre su
estómago terminaba
terriblemente hinchado. Le quitaban el tapón
e
involuntariamente ella se cagaba. A veces, la superficie donde
ella se
encontraba, vibraba y aliviaba el dolor que sentía en la
espalda.
Y todo el tiempo, despierta y dormida, escuchaba:
"Abigail ruega que
el Amo la use. Abigail es la mascota del Amo,
su yegua de cría,
su vaca lechera. Abigail es indigna de los hijos
del Amo. Otra esclava
debería reemplazar a Abigail. Abigail
ruega darle al Amo bebes esclavos.
Abigail es un animal. Abigail
ruega ser aceptada en la perrera del Amo.
Abigail es una
pequeña perra dispuesta a ser cogida por un perro".
Ella
pensaba constantemente en su Amo. ¿Quién era? ¿Cómo
se
apoderó de Abigail?. Lentamente, inconscientemente, se volvió
una esclava. Deseaba sentir al Amo, darse entera a él.

Entonces, un día, hubo un


cambio. Sintió que liberaban sus
tobillos por un pequeño
instante, para luego volverlos a sujetar.
Podía sentir pedales bajo
las plantas de sus pies. Sus pies se
movían. Sintió como
si estuviese andando en bicicleta hacia
atrás. Notó alambres
que se adherían a su piel, en la parte
interna de sus muslos y bajo
sus pechos. Continúo pedaleando
algún tiempo, era agradable
ejercitar sus piernas. Pero sintió el
cansancio y se detuvo. Un
dolor recorrió desde sus muslos
hacia su pecho. Abrió la
boca buscando aire. Trató de gritar.
Entonces unas manos hicieron
pedalear nuevamente a sus pies.
Comprendió. Paraba de pedalear y
la agonía resurgía. Y la voz
continuaba: "Abigail quiere
que sus muslos se endurezcan.
Abigail quiere envolver al Amo con sus muslos.
Abigail quiere
ser cogida por el Amo. Por favor, Amo, coge a Abigail.".
Sin
darse cuenta, ella estaba repitiendo las palabras.

Cuando la bicicleta se detuvo, Abigail


vaciló esperando el dolor.
Pero nada sucedió. Sus pies fueron
retornados a su posición
original. Sus manos fueron liberadas y
ajustadas a una barra
que se encontraba sobre ella. "Abigail quiere
que sus brazos
sean fuertes. Abigail quiere al Amo en sus brazos. Abigail
suplica abrazar al Amo. Abigail ama a su Amo". Ella notó que
quedaba colgada de sus brazos e intentó hacer fuerza con los
mismos
para empujar su cuerpo hacia arriba, lo que le
provocaba un profundo dolor.
"Abigail quiere ser fuerte para el
Amo. Abigail quiere ser una esclava
saludable." . Día tras día,
ella se esforzaba. El peso
en los pedales hacía el ejercicio cada
vez más pesado. "Abigail
estará fuerte para el Amo. Abigail será
una esclava perfecta."
Entonces, un día, sintió que retiraban el
tubo de su garganta.
"Abigail quiere ser perfecta para el Amo".
En ese momento, otra
voz femenina comenzó a hablar: "Hay
agua a tu izquierda",
dijo, "y jugo de frutas a tu derecha". "Abigail
quiere chupársela
al Amo", la voz recitó. Ella giró su cabeza
hacia la
izquierda. Algo rozó su mejilla. Su cuello no estaba tan
herméticamente
sujetado. Sacó su lengua. Había una bombilla
plástica
con una gota de agua en la punta. Ella la lamió.
"Chúpala"
, dijo la voz. Abigail cerró su boca sobre la bombilla y
sintió
que algo grueso entraba a su boca. Se dio cuenta lo que
estaba haciendo.
Ella nunca se la había chupado a un hombre y
ahora ella estaba mamando
ese aparato artificial. Luego, ella
sintió que algo estaban haciendo
con su concha. Le estaban
introduciendo un consolador. "Si quieres
hacer pis, " , dijo la voz,
"tendrás que empujarlo".
La voz comenzó nuevamente: "Abigail
quiere estar fuerte para
el Amo. Abigail quiere estar firme para
el Amo. Abigail quiere complacer
al Amo. El Amo es Todo,
Abigail no es nada." . Gradualmente, el efecto
de su dieta líquida
comenzó a hacer efecto. Su vejiga estaba
llena. Trató de orinar,
pero nada. Era doloroso. Recordó
el consolador. No era muy
grande. Las manos que estuvieron todo este tiempo
metiéndose
en su concha eran mas grandes. Ella trató desesperadamente
de empujar con su vientre y sintió una diminuta descarga de
presión.
Una y otra vez siguió esforzándose. Estaba exhausta.
Sabía
que podía lograrlo si trabajaba realmente duro, pero no
podía
sostener la presión. Borbotón por borbotón, ella descargó
su vejiga. "Abigail quiere estar fuerte para el Amo. Abigail quiere
la pija del Amo en su firme y pequeña concha.". Día
tras día, ella
ejercitaba. Incluso en algunas ocasiones ella intentaba
orinar
mientras seguía pedaleando con un peso cada vez mayor.
Inconscientemente,
repetía lo que la voz decía.

Un día, ella despertó


y se encontró libre. Podía sentir su cuerpo.
Notó
que sus ojos no estaban cubiertos, pero aún veía todo
negro.
¿Estaría encandilada?. La voz seguía sonando una y
otra
vez. Abigail repetía lo que oía. "Abigail es una
esclava, Abigail
ama a su Amo.". Entonces, de a poco, todo comenzó
a
iluminarse. Sus ojos le dolían y tuvo que cerrarlos varias veces.
Pero, poco a poco, comenzó a ver. La habitación donde se
encontraba estaba cubierta de espejos. Ella estaba sobre una
cama, en el
medio de la sala. Sobre uno de los lados había una
bicicleta fija
y sobre el otro lado una máquina de ejercicios con
pesas. En una
de las esquinas, un baño. Cuidadosamente, se
incorporó y
bajó sus pies hacia el piso. Miró hacia la pared
espejada
que se encontraba delante suyo. "Dios." , fue su primer
comentario.
Sus manos fueron directamente hacia sus pechos.
Bajo la vista para observarlos
directamente. Sus pezones eran
grandes como dos fresas maduras. "Abigail
quiere que el Amo
los chupe" , ella repitió. "Abigail
quiere que el Amo tome de su
leche". Miró su ingle. Estaba
completamente depilada y su
vagina parecía la de las pequeñas
niñas. Abrió sus labios
vaginales. Su clítoris no
estaba y en su lugar había una perla
bañada en oro. Y sus
labios interiores habían sido cortados.
Una cicatriz blanca y delgada
era la única evidencia de su
existencia. Se paró y se examinó
a sí misma. Estaba más
maciza de lo que se recordaba y su
piel un poco más pálida. Su
estómago, de tanto ejercicio,
estaba suavemente formado. No
estaba gorda, pero sí más suave,
más femenina. "Abigail quiere
ser perfecta para el Amo"
. Vio, colgando de la pared, dos
consoladores de plástico. Corrió
hacia ellos, se arrodilló y los
chupó. Quiso orinar y corrió
hacia el inodoro. ¡Nada! "Abigail
quiere estar linda y firme
para el Amo". Frenéticamente miró a
su alrededor. Sobre
un estante había un cilindro plástico
delgado, no más
ancho que un dedo. Lo tomó, se lo introdujo y
recitó "Abigail
quiere estar linda y firme para el Amo". Orinó.
Entonces, cuando
volvió a mirarse en el espejo, vio un brillo, era
algo de metal
metido en su culo. "Abigail ruega que su Amo use
su culo para su placer".
Se lo sacó. Sus ojos miraron fija y
asombradamente que grande era.
¿Cómo podía ser que no
había gritado de dolor?.
"Abigail quiere que el Amo disfrute con
su culo". Ella volvió
a introducírselo.

Permaneció en esa habitación


por una eternidad. La comida
aparecía por un hueco en la pared.
De vez en cuando una de las
máquinas zumbaba y ella ejercitaba.
Recitando: "Abigail quiere
estar limpia para el Amo", caminaba
hacia la ducha y se
higienizaba. Sin darse cuenta, hacía todo lo
que la insistente voz
decía. De pronto se oyó a sí
misma, diciendo: "Abigail quiere ser
entrenada por el Amo. Por favor,
Amo, dale entrenamiento a
Abigail. Abigail quiere estar perfecta para el
Amo.". Su súplica
creció en intensidad. Su voz imploró.
Lloró. Ella quería ser
entrenada. Rogó. Luego, cuando
despertó, había dos libros en la
habitación y varias
guías de entrenamiento. Había un maniquí
masculino
de tamaño natural, con testículos y pene casi reales.
También
había dos maniquíes más, hombre y mujer, cogiendo
sobre una cama. Ella abrió el libro. "El libro de posiciones
de
Abigail para que una esclava satisfaga a su Amo". Página
tras
página había ilustraciones de posiciones sexuales. El
otro libro
era "Cómo Abigail debe chupársela al Amo".
Ese día, se sentó y
leyó. Cada tanto, ella tomaba
el libro y se arrodillaba entre los
muslos del maniquí erecto. "Abigail
quiere lamer las pelotas del
Amo", decía y procedía
a hacerlo. Ella había leído
cuidadosamente lo que tenía
que hacer. Comenzó a besar las
plantas de los pies y continuó
besando las partes interiores de
las piernas. "Abigail quiere hacerlo
bien y despacio para el Amo".
Lentamente, oh, tan lentamente, ella
recorría desesperadamente
las piernas de plástico hasta alcanzar
las duras pelotas del
maniquí. Cada tanto, extendía su lengua
y golpeaba con la
punta las bolas del muñeco. "Abigail quiere
chupar las bolas del
Amo", y siempre: "Abigail es una esclava.
Abigail no es nada.
Abigail solo existe para satisfacer al Amo. Abigail
quiere lamer
el culo del Amo. Abigail quiere limpiar con su lengua el culo
del
Amo". Ella lloraba con alivio, cuando "Abigail quiere lamer
la pija
del Amo", salía de su boca y luego con alegría
"Abigail quiere
chupársela al Amo. Abigail quiere chupársela
al Amo." , más
fuerte, más fuerte, más fuerte,
y la pija del maniquí entraba a su
boca. "Abigail quiere tragarla
toda. Abigail es honrada por el
Amo al darle su pija.". Se desesperaba
por poner flácida la pija
del maniquí.

Día tras día, semana


tras semana, Abigail entrenaba. Aprendió
todas las posiciones sexuales.
Aprendió a adorar al Amo
aunque él se estuviese montando
a otra esclava. Soñaba con él.
Sólo quería
verlo. Comía su alimento con más ganas, porque le
parecía
cada vez más rico. "Abigail quiere ser suave para el
Amo. Abigail
es la pequeña mujerzuela del Amo. Abigail
pertenece al Amo.".
Un día, notó que no estaba intentándolo lo
suficiente.
Sin embargo, por mucho que lo intentaba, ella
chupaba demasiado rápido.
Cada vez que ella recitaba "Abigail
quiere besar los muslos del Amo"
, besaba las bolas plásticas.
"Abigail es mala. Abigail no
ama al Amo", se autocastigaba. Una
mañana, miró al erecto
muñeco y comprendió que podía
montarlo. Su constante
estado de excitación sexual, y el hecho
de no acabar, la tenía
muy frustrada. Montó al maniquí y
mientras con una mano abría
sus labios, se hundió hacia él. El
dolor fue increíble.
Su concha estaba tan irritada que parecía
una brasa ardiente. Parecía
no terminar nunca. Rodó y se
retorció gritando todo el tiempo.
Lentamente, muy pero muy
lentamente, el dolor fue menguando. "Abigail
es mala. Abigail es
una puta. Abigail es una mujerzuela. Abigail cogería
con
cualquier cosa.". Y ella comprendió cuánto necesitaba
ser
castigada. "Abigail le pide al Amo que la castigue. Por favor,
Amo, domine con látigo la maldad de Abigail.". Estaba llorando
con contrición. Quizás el Amo no la querría. No podía
controlar
su pensamiento. Cuando despertó había un gran tablero
de
madera en la habitación. Había argollas para su cuello
y manos,
una para su cintura y también para sus tobillos. Recitando
"Por
favor, castígame Amo" , se colocó en posición
y las argollas se
cerraron. En la pared espejada, ella podía ver
la parte de atrás
del tablero y entonces, ante su horrorizada sorpresa,
un bastón
con un látigo apareció sostenido por un
guante de cuero. "¿Será
el Amo?", pensó.
La vara acarició su piel, haciéndola temblar de
miedo y excitación.
Y entonces observó cuando la vara subía y
le daba el latigazo.
Vio una delgada línea roja aparecer sobre su
piel y gritó.
El dolor era increíble. Sus nalgas temblaron y ella se
esforzó
en controlarse y mantenerlas quietas. "Abigail te
agradece, Amo. Abigail
quiere que el Amo castigue su culo".
Doce veces el terrible bastón
rebanó su piel y doce veces ella
rogó por más. Después
de esto, entrenó más duro, pero aún
rogaba por castigo.
Sabía que eso la hacía mejor, más dócil,
más
la esclava perfecta. Y también sabía que a menos que
fuera
perfecta, nunca podría ver al Amo. Lloró pensando que
nunca
podría ver a su Amo, que nunca podría sentirlo, que
nunca
podría entregarse a él. Sabía que pertenecía
a él, pero
quería ser absoluta, incondicional.

Más tarde, ella despertó


en la oscuridad. En un principio se
asustó, pero cuando levantó
las manos hacia su cabeza notó
que le habían colocado una
capucha. No comprendía el motivo
pero estaba excitada. Sabía
que algo nuevo y excitante estaba
por suceder. Recorrió su cuerpo
con las manos. Sus grandes
pezones estaban duros. Su concha estaba anticipadamente
húmeda. ¿Vendría su Amo? ¿Podría volver
a acabar? No sabía si
podría ser posible sin su clítoris.
Quizás cualquier experimento
haya sido hecho con su cuerpo mientras
ella estuvo dormida.
Sintió que unas manos enfundadas en cuero ponían
de pie.
Tenía un collar alrededor de su cuello y se sintió
en la gloria.
Temblaba con excitación. Caminó a lo largo
de pasillos
alfombrados. Luego entró a una habitación cálida.
Sus pies se
hundieron sobre una alfombra espesa. Permaneció de pie
y en
silencio, mientras sus muñecas eran atadas a su espalda y era
obligada a arrodillarse. Cuando metieron su cabeza dentro de
una sabana,
ella reventó de alegría. ¡Estaba por lamer a su Amo!
Se refregó sobre las sábanas de seda hasta lastimar sus
pezones
endurecidos. ¡Su Amo no estaba allí! Todo olía a lino
limpio. Esa espera, de rodillas, pareció durar una eternidad.
Retrocedió
cuando una mano tocó su cola. La estaba
acariciando. Notó
que la mano tenía anillos, pero era una mano
dura, masculina. Tomó
y apretó una nalga. Ella abrió sus piernas
provocativamente.
Le dio una suave bofetada y se detuvo.
Mientras esperaba, pudo darse cuenta
que la persona seguía en
el cuarto y luego notó movimientos
sobre la cama. ¡Su Amo
estaba en el cuarto! Pudo sentir sus pezones
como rocas y su
concha palpitando. Sintió el peso de las piernas
del hombre a
cada lado de su cuerpo y entonces, sin demora, se hundió
en su
masculinidad. Gimiendo excitadamente con placer, ella sacó
su
lengua y lamió un testículo duro. Un latigazo le dio de
lleno en
su cola. Chilló de dolor ¿Por qué el Amo
era tan cruel con ella?.
Ella sólo quería complacerlo. Sacó
su lengua nuevamente y otra
vez recibió el latigazo. Lloró.
Estaba fallándole a su Amo. Él
nunca la querría ver
nuevamente. Entonces recordó su
entrenamiento: "Abigail quiere
lamer los pies del Amo. Abigail
quiere besar las piernas del Amo.".
Se tiró a los pies de la cama
y comenzó a llenar de besos
las plantas de los pies.
Lentamente, muy lentamente, besó sus tobillos
y luego sus
rodillas. Era mucho más excitante que hacerlo con el
maniquí;
podía olerlo, saborearlo y pronto, pero no demasiado
rápido,
estaría besando su pija. Sería perfecta para
su Amo. Centímetro
a centímetro fue recorriendo sus muslos,
besándolo y
lamiéndolo. Entonces, por fin, alcanzó
su objetivo. Besó, lamió y
chupó. Su Amo se movió
ligeramente. ¿Qué querría? "Abigail
quiere lamer
el culo de su Amo. Abigail quiere meter su lengua
en el amo del Amo.".
Inmediatamente, su entrenada lengua, dio
un golpecito en la abertura de
las nalgas y entonces, llena de
placer, la empujó violentamente
dentro del orificio anal. Lamió
la parte inferior de los testículos,
sintiendo el gusto de sus
huevos. Lamió su pene. Su lengua rodeó
la cabeza de su pija.
"Abigail quiere chuparle la pija al Amo. Abigail
quiere chuparle la
pija al Amo". Lloraba de placer. Y entonces, repentinamente,
él
se fue.

Abigail lloró y lloró,


siempre de rodillas, mientras seguía
sintiendo el olor de su Amo
sobre el colchón ahora vacío. ¿En
qué se había
equivocado? Ella fue llevada a su habitación y
sollozando continuamente,
cayó en un profundo sueño.

Pareció que hubiese transcurrido


una eternidad antes de que
fuera llevada nuevamente a la cama del Amo.
Esta vez ella
recordó y se arrodilló, su cabeza al borde
mismo del colchón.
Estaba segura que lo haría perfecto, pero
nuevamente sería
decepcionada. Cuando se arrodilló ante la
cama se dio cuenta
que su Amo ya estaba allí y, para su sorpresa,
con un par de
mujeres. Abigail se ahogó en sus lágrimas.
No comprendía
porqué tenía que tener más de
una esclava. Por supuesto, él no
la querría, pensó.
Esas mujeres deberían ser mucho mejores
que ella. Comenzó
su tarea con las piernas del amo, sintiendo
unas suaves manos que las estaban
acariciando, imaginó los
labios de las mujeres siendo besados y
sus pechos mimados.
Cuando Abigail comenzó a lamer su pija, se dio
cuenta que otra
mujer ya la tenía en su boca. ¡Cómo
hubiese deseado ser esa
mujer!. Luego, ellos se dieron vuelta y ella poco
a poco se fue
incorporando. ¡Oh! Su Amo se estaba cogiendo a una
de las
muchachas. Las manos de Abigail fueron desatadas. La mujer
tomó
al Amo firmemente de sus caderas y comenzó a meterle
la lengua en
su culo, sacándola y poniéndola continuamente.
Abigail sentía
la excitación de la mujer. ¡Cuánto daría por
estar
en su lugar!. Ella quería que el Amo la cogiera. Quería
que
hiciera con ella lo que quisiera. La muchacha lamió y besó
con
los labios apretados alrededor del orificio anal de su Amo e
introdujo
su lengua dentro de él. Sintió que él se estremecía.
Su
Amo estaba acabando. ¡Cómo le hubiera gustado que acabara
dentro de ella!. "¡Abigail ruega que el Amo la coja. Abigail
ruega
que el Amo la coja!". Luego él apartó a la desconocida
esclava y
agarró del pelo a Abigail llevando los labios de ella
hacia sus
caderas. Abigail estaba deslumbrada. Por primera vez ella sintió
su pija en su boca. Sin demasiada dureza, ella lamió y chupó.
Ella se sintió en el cielo cuando la pija se endureció y
le fue
permitido continuar. "Abigail quiere que el Amo acabe en su
garganta"., rogó. Pero él no lo hizo. La otra mujer
se llevó el
beneficio de su erección y luego ella terminó
de lamer la pija de
su Amo con su lengua.

Ella pudo sentir un gusto algo diferente


pero no supo qué. Era el
mismo olor de excitación sexual.
Cuando él la apartó para
limpiarse, ella entendió.
Cuando lamió y chupó la pija de su
Amo, lo que ella saboreó
fue el flujo vaginal de la otra esclava.

La siguiente vez que Abigail fue


sacada de su espejada
habitación, no fue llevada al dormitorio.
En cambió se encontró
arrodillada sobre una alfombra. Encandilada
y sorda, se dio
cuenta que había otras personas en la habitación,
pero no tenía
idea que estaba pasando. Le pareció haber estado
allí durante
horas. No se atrevió a moverse. "Abigail
quiere ser perfecta para
el Amo.", murmuraba. Entonces sintió
una vibración. Percibió
que llegaba su Amo. Su cabeza se
inclinó hacia adelante. Él
estaba usando algo. Lo sentía
con sus labios. Era un vestido.
Lentamente, muy lentamente, comenzó
a murmurar "Abigail
quiere chupar al Amo. Por favor, Amo, permite
que Abigail te
chupe.". Y entonces, para su total placer, su mejilla
acarició su
pija. "Abigail quiere lamer las bolas de su Amo.".
Lamió y chupó
dando pequeños gemidos de placer. Y
para su deleite, la
autorizó a chuparla propiamente. Sus pechos
se inflaron, su
concha se calentó. Sintió la pija entera
en su boca, sus
testículos acariciando su barbilla. Entonces pudo
saborear
algunas pequeñas gotitas de semen. ¿Sería
posible? ¿Su Amo la
honraría, dándole ese placer?
Las manos de él la tomaban de su
pelo y le empujaban la cabeza hacia
adelante para que la pija
entrara totalmente en su boca. Ella lloró:
Él estaba acabando. ¡Él
estaba acabando!. Retrocedió
y Abigail sintió las últimas gotas
de su eyaculación
sobre su lengua. Ella envolvió con su boca
toda su verga, sintiendo
su textura. Delicadamente,
precisamente, como le fue enseñado, hizo
exactamente lo que
más deseaba, lamió toda la zona para limpiarla.

Muchas veces, después, le


fue permitido hacer acabar a su
Amo. Practicaba en su habitación,
pensando constantemente
en él. Se veía a sí misma,
veía como se había convertido en una
esclava hermosa, perfecta,
femenina. Su collar dorado, su largo
pelo rubio, su piel blanca y sus formas
perfectas. Estaba
orgullosa de sus pechos, firmes pero suaves y cubiertos
por
aquellos pezones grandes, de color rosa coral. ¡Cuánto
le
gustaba chupársela al Amo! Amaba su pequeña abertura,
casi
virginal, como la de una niña, su cola desnuda, su estómago
bien formado. El Amo le había hecho un cuerpo perfecto. Sólo
tenía que terminar de convertir su mente y su alma.... y sería
totalmente perfecta. Un día, al despertar, notó que tenía
argollas
doradas en sus pezones y en su nariz. La argolla de oro calzada
sobre su cuello le daba un aspecto salvaje y muy erótico.
Parecía
uno de esos exóticos animales domésticos. Estaba en
lo cierto.
"Yo soy su mascota". Sentía un pequeño dolor en
su
lengua. Cuando la sacó, vio cinco aros dorados. Son
maravillosos,
pensó. Cuánto placer le daría a su Amo cuando
ella
lo lamiera. Saltó por la habitación, como una chiquilla,
cantando: "Abigail ama a su amo. Abigail ama a su Amo". A
pesar
del dolor, pasó el día practicando cómo lamer a su
Amo.
Unos días después, despertó con un dolor en su
pecho derecho.
Se miró en el espejo. "Esclava Abigail"
estaba tatuado en un tipo
de letra muy decorativo. Le agradaba haber sido
marcada como
propiedad del Amo. "Abigail es una esclava. Abigail es
una
esclava". Y entonces, por primera vez, ella entendió el
significado del tatuaje. "Y Abigail ama ser una esclava", pensó.
Era verdad. Amaba ser una esclava. No tener voluntad. Teniendo
un sólo
propósito en la vida: Servir al Amo con su cuerpo. "NO"
,
pensó en voz alta, "No es MI cuerpo, es SU cuerpo. Yo no
soy
nadie sin él". Se sentó un momento para seguir pensando.
Una
oleada de alegría barrió sus pensamientos. Entonces,
Abigail se
postró sobre el piso. "Amo. Soy tuya. Todo lo que
soy, todo lo
que pienso te pertenece a ti solamente. Por favor, úsame
como
quieras. Quiero ser perfecta para ti. La esclava perfecta". Y
derramó lagrimas de felicidad. Continuó recitando su amor
y
devoción, su vocación para servir, su indignidad y su necesidad
de ser castigada. "Nunca seré suficientemente buena para ti,
Amo. Por favor, hazme perfecta. Saca la maldad de mí, con tu
látigo".
Al día siguiente se colocó sola en la tablero de castigo.
Contrajo su culo, anticipándose al dolor. "Por favor, Amo,
saca la
maldad de mí". Entonces el tablero comenzó a
moverse.
Lentamente y suavemente, se enderezó y arqueó su
espalda.
Estaba sujetada con seguridad. La pared comenzó a abrirse.
No
vio nada en la oscuridad. La mano enguantada se acercó
sosteniendo
el látigo. Éste tenía cinco cuerdas de
aproximadamente
cincuenta centímetros de longitud. La mano
lo levantó y Abigail
gritó. Comprendió que sus pechos iban a
recibir el latigazo.
No lo podía creer hasta que sintió el golpe del
látigo
en su piel. Sus pechos saltaron y cinco líneas rojas
aparecieron
sobre ellos. Un instante y nuevamente el golpe.
Gritó, pero rogó
por más. Cuando el tablero quedó frente al
espejo, ella vio
como su cuerpo estaba marcado desde los
hombros hasta su concha por una
gran cantidad de ribetes
rojos. Suspiró con alivio cuando el castigo
cesó y la dejaron
liberarse. Se arrodilló y masajeando sus
tetas torturadas,
agradeció a su Amo. "Abigail será
buena. Abigail será la esclava
más puta y más perfecta.".

Unas pocas semanas después,


cuando las marcas habían
desaparecido, su deseo se hizo realidad.
Despertó
encontrándose con los codos atados a su espalda
y vendada.
La venda no estaba fuertemente atada y podía ver un poco
de
luz a través de ella. Se sintió excitada. Algo importante
iba a
suceder. Después de una eternidad de ansiosa espera, ella
fue
llevada. Conocía el camino al dormitorio y se sintió
plenamente
feliz cuando se dio cuenta donde estaba. Permaneció de
pie,
temblando, esperando por lo que iba a suceder. Entonces,
manos femeninas
la llevaron hacia la cama. Se sorprendió
cuando, en vez de hacerla
arrodillar, la hicieron subir a la cama.
Las manos tomaron sus tobillos
y los ataron a lo ancho y a lo
alto. Sintió que colocaban almohadones
bajo sus caderas. Trató
de mantenerse inmóvil. Estaba por
suceder. "Abigail quiere ser
cogida. Por favor, coge a Abigail",
cantó. "Por favor, lléname
Amo. Úsame. Llena
mi útero. Toma placer de mí". Comenzó a
respirar
excitadamente. Sus pechos se inflaron y sus pezones
dolieron. Su concha
comenzó a gotear. Entonces sintió
movimiento en la cama.
"Por favor, coge a Abigail. Por favor,
coge a tu esclava, Amo".
Cuando sintió los dedos del Amo
abriendo su vagina para introducirse
dentro de ella, gimió de
placer. "Oh, sí, Amo. Oh, sí.
Abigail es tuya, Amo. Tu mujerzuela
más puta.". Y luego gritó
de alegría. Su verga estaba entrando
en ella. Y estaba empujando.
Era grande. Estaba rasgándola.
Ella gritó de dolor y empujó
sus caderas hacia él, moviéndose
acompasadamente. Lentamente,
muy lentamente, él la cogió.
Abigail sintió que la
excitación subía. Sus cuerpos estaban
pegados. Y entonces,
por primera vez desde aquella última
terrible ocasión, ella
acabó y acabó... y acabó. Lágrimas de
felicidad
bajaron por sus mejillas cuando su Amo le quitó la
venda. "Oh,
Amo. Gracias. Gracias", gimío a su Papá. "Cállate
y
sigue cojiendo, esclava", él dijo sonriendo. Y así
lo hizo.

Epílogo

Fue un par de años más


tarde, cuando Abigail ayudó a entrenar
a su pequeña hermana
Emma, cuando descubrió todo lo que le
había sido hecho a
ella. Se apenó por Emma cuando la vio por
primera vez, atada, con
los ojos vendados y auriculares sobre
sus oídos. Pero se sentía
feliz por lo que le iba a ocurrir. En
unos pocos meses, estaría
trabajando como esclava del Amo. Y
que feliz sería cuando Papá
se apropiara de ella. Quizás, pensó,
no me pondré
tan celosa cuando él la tome. Abigail odiaba
cuando, como normalmente
sucedía, algunas otras esclavas
eran seleccionadas para su cama.
Miró el cuerpo desnudo de su
hermana. Era muy hermosa, pero sus
pechos, quizás,
demasiado pequeños. Miró sus propios
pechos, hinchados y su
barriga prominente. Lamentaba que no fuese hijo
del Amo, pero
no se preocupó, por otra parte, sobre quien podría
ser el
desconocido donante de esperma. Y el estómago de Emma era
tan chato como el de un muchacho. Pero sus muslos eran
lindos y serían
mucho mejor después de la dieta especial y
después que los
ejercicios hicieran su efecto.

Abigail suspiró cuando el


Amo llevó a Emma al orgasmo. Se
preguntó si ella hubiese
acabado antes. Emma tenía sólo 17
años y, aunque no
era virgen (o al menos no tenía himen), no
podría haber cogido
con tantos hombres. Miró la cara escarlata
de Emma con vergüenza
y horror, cuando ella se arqueó entre
orgasmos. Era tarea de Abigail
prepararla para su nueva vida.
Primero rasuró su vello púbico.
Se aseguró de no dejar ningún
rizo sin rasurar, chequeando
con la lengua, su órgano más
sensitivo. Luego colocó
los clips en los labios vaginales de la
muchacha, estirándolos con
cordones que ensancharon y
dejaron perfectamente abierta la vagina. Se
dio cuenta que
vulnerable lucía su hermana. Encajar el catéter
fue más fácil de
lo esperado y hacerle la enema fue muy simple.
Se sorprendió
de la cantidad de líquido jabonoso que debía
introducirle.
¿Podría recibir tanto?. Cuidadosamente colocó
el cubo y
presionó la bomba. Pobre Emma. Lanzó una poderosa
flatulencia y arrojó una inmensa cantidad de suciedad
explosivamente.
Por último, Abigail limpió a su hermana.

Ajustó el goteo con dificultad,


antes de inyectar la aguja sobre
el brazo de Emma. Utilizando unos sujetadores,
mantuvo su
boca abierta. Habiendo limpiado sus delicados dientes,
introdujo
el tubo de alimento en la garganta de Emma. Fue
extremadamente cuidadosa
de no sobrepasar su tráquea.
Ajustó la cantidad de alimento
que debía suministrarle. Era
desagradable. Una mezcla de crema,
huevos crudos y grasa. Era
extremadamente alto en calorías y minerales.
Cuando el
estómago de Emma se endureció, Abigail lo probó.
Sintió el
estómago bajo la piel. Luego se volvió hacia
los pezones de
Emma. Limpió cuidadosamente cada uno de ellos antes
de
colocar las ampollas al vacío. La diferencia de presión
no era
mucha, pero suficiente para mantenerlos erguidos y duros.

Comenzó a masturbar el clítoris


de su hermana. Nunca había
hecho esto antes porque todas las esclavas
del Amo habían
sido circuncidadas. Apretó y presionó
el firme y pequeño brote,
mirando fascinada los frenéticos
movimientos de la muchacha.
Emma ardía en pasión y Abigail
aplicó el bisturí. Con un terrible
grito, el diminuto órgano
sensitivo fue extraído. Cauterizó la
herida. Emma permaneció
inmóvil. El Amo le inyectó un
anestésico y Abigail
rebanó el labio vaginal interior. Cosió
cuidadosamente la
herida antes de poner un diminuto anillo
sobre la cicatriz que se formó
donde había estado el clítoris.
Luego, se sentó en
la habitación de control decidiendo sobre los
mensajes que Emma
debía recibir.

Abigail la visitaba cuatro veces


por día. Alimentaba a su
hermana, cambiaba la bolsa del catéter
y evacuaba sus
intestinos. El alimento endurecía sus músculos.
Gradualmente
fue poniendo tapones más grandes en la concha de la
muchacha. Fue colocando más presión en las ampollas al vacío
que colocaba sobre los pezones. Recordó encender la
almohadilla
vibradora que prevendría las llagas. Debía
comenzar a ejercitar
a la muchacha. Entonces, una mañana,
activó la diminuta válvula
que controlaba su vagina. Desde
ahora Emma ejercitaría sus músculos
vaginales o estallaría.
Abigail estaba feliz cuando Emma vio por
primera vez su ya
transformado cuerpo. Como le había sucedido a
ella misma,
Emma se sorprendió al ver sus pezones y Abigail sonrió
cuando
comprobó como se endurecían rápidamente. Siguió
siendo la
responsable del entrenamiento de su hermana aunque se
ausentó
un par de días para dar a luz. Amó a las gemelas
negras que
nacieron de su vientre, pero más amaba a su Amo,
especialmente cuando
Él chupaba sus pechos. Vio como Emma
lo lamía la primera
vez, notando que cometía el mismo error al
hacerlo apurada. Abigail
la reprendió con latigazos bajo las
nalgas indefensas de su hermana.
Emma debía ser una esclava
perfecta. Cuando le tocó fustigar
sus jóvenes y firmes pechos,
Abigail fue implacable.

Algunas semanas después,


Abigail estaba en la cama del Amo
con Anne, y Emma estaba a los pies de
la misma. Se apenó por
su hermana cuando el Amo sacó su erecto
miembro de su boca
pero se deleitó cuando la eligió a ella,
a Abigail, para hacerle el
amor. Después de haber dado a luz, Abigail
había entrenado
continuamente a Emma con distintos consoladores.
Veía como
ella, de rodillas, esperaba en el harem. Recordó
cuando ella
estuvo por primera vez, compartiendo la habitación con
otras
personas. Miró a su alrededor a todas las demás esclavas,
felices, riéndose. Todas eran hermosas. Todas eran jóvenes.
Y
todas amaban al Amo. Quedó extasiada viendo como Emma le
hacía
un fellatio al Amo. Se notaba que la chica estaba muy
concentrada. Y observó
su deleite cuando él acabó en su
garganta.

Abigail corrió a contarle


al Amo cuando Emma hizo su
sumisión. Le mostró la cinta de
video que había grabado. Emma
arrodillada, brazos extendidos, rogándole
a su dueño que la
tomara, obviamente, sin saber que la estaban filmando.
Para
que él la usara como quisiera. Abigail observó cuando
la
muchacha entró en un sueño profundo y luego se sentó
a mirar
como Julie tatuaba su pecho. Julie estaba cada vez más
experimentada
y en pocos minutos grabó "Esclava Emma" sobre
el seno
de la muchacha. Finalmente Abigail preparó a su
hermana para la
sumisión final. La condujo a través de los
corredores y la
dejó sobre la cama del Amo. Ató los tobillos de
la muchacha
a cada lado de la cama y levantó sus caderas.
Abigail esperó
arrodillada, con las piernas abiertas y cruzadas y
la mirada baja, la llegada
de su Amo. Estaba celosa de su
hermana. Entonces Él entró.
Dio unos cariñosos golpecitos
sobre la cabeza de Abigail antes de
sentarse al lado de Emma.
Abigail no se atrevía a mirar, pero escuchaba
los gemidos de
Emma. Hirviendo de celos y frustración, escuchó
el grito de la
muchacha cuando fue penetrada.

Abigail descubrió mas tarde


que era la primera vez que Emma
hacía el amor. Se sentía
muy orgullosa que su Amo haya
tomado como esclavas a sus pequeñas
hijas. "Pero" , pensó
Abigail cuando estaba en la cama
con las criaturas, "ella no
podrá darle al Amo una teta con
leche para chupar". Mientras
tanto, Emma ya estaba pidiéndole
al Amo que la marcara con
hierro como al resto de las esclavas.

FIN

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